sangre derramada

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  • 8/13/2019 Sangre Derramada

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    largo de la obra: si vivimos en un orden so-

    cial que genera violencia e injusticia (muer-

    te, hambre, marginacin, exclusin, etc.),

    Cmo luchar contra ese orden? Cmo im-

    pugnarlo? Con la violencia? Oponiendo

    una violencia justa a una violencia injusta? y

    en ltima instancia cules son las condicio-nes de posibilidad de una violencia justa?.

    Segn el autor, el siglo XX ha sido un

    siglo de fracasos: fracas el nazismo, el co-

    munismo y el liberalismo de mercado que se

    asume como victorioso y superador de reg-

    menes autoritarios en este fin de siglo. Esto

    no implica tener una visin pesimista del

    futuro, pero las esperanzas de construir unmundo mejor requieren que las ideas que

    condicionaron el fracaso y los horrores que

    produjeron deban no slo explicar ese ho-

    rror sino muy especialmente lo que

    ofrecen para evitar su repeticin.

    A Feinmann le interesa sobre todo ana-

    lizar aquellas teoras o concepciones que die-

    ron sustento ideolgico al desarrollo por

    derecha y sobre todo por izquierda de laviolencia poltica en nuestro pas, pero bus-

    cando distanciarse permanentemente de la

    teora de los demonios.

    De este modo Feinmann hace referen-

    cia al Mein Kampf de Hitler que inspir a

    los fascistas argentinos, desde Lugones e

    La violencia poltica como objeto de an-

    lisis y de crtica ya ha sido abordada por el

    autor en sucesivos artculos publicados en el

    diario Pgina 12, e incluso en su exitosa obra

    de teatro Cuestiones con Ernesto Che Guevara.

    En este nuevo libro, Feinmann retoma

    el tema e incorpora algunos de los mencio-nados artculos pero como apartados de una

    obra integral.

    Tal como lo expresa en el prlogo, el en-

    sayo tiene tres partes y una serie de conclu-

    siones finales. Las notas ubicadas al final de

    cada seccin permiten enriquecer los con-

    ceptos o ampliar la informacin que el autor

    va desarrollando en su obra.La Primera Parte se titula Crtica y vio-

    lencia. Aclara que el concepto de crtica que

    va utilizar no tiene el sentido cotidiano de

    refutacino impugnacin, sino el significado

    kantiano de conocimiento de algo, sus alcan-

    ces y lmites. A esto le suma el sentido

    marxiano de distanciamiento, desenmascara-

    miento, ruptura con un orden dadocomo con-

    dicin de posibilidad de cualquier juicio cr-tico. Criticar la violencia es entonces cono-

    cerla, analizar cada una de sus facetas, pero a

    la vez distanciarse de una sociedad que ha

    ahogado cualquier posibilidad de crtica.

    Feinmann formula luego algunos de los

    interrogantes que tratar de responder a lo

    Feinmann, Jos Pablo. La sangre derramada.

    Ensayo sobre la violencia poltica,

    Buenos Aires, Ariel, 1998, 362 pginas.

    Jornadas, comentarios, reseas de libros

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    Ibarguren hasta Videla. Y luego a los textos

    de Pern, sobre todoApuntes de Historia Mi-

    litar,cuya relectura se torna indispensable

    para una reflexin sobre las modalidades de

    la violencia en la Argentina.

    Inspirado en Clausewitz, Pern identi-

    fica guerra y poltica; as las expresiones y los

    conceptos militaristas de Pern influyeron de

    manera decisiva en la izquierda peronista, que

    encontr en los conceptos de nacin en ar-

    mas o guerra prolongada buena parte de su

    justificacin terica para la prctica revolu-cionaria.

    Sumados a los escritos de Pern, la ins-

    piracin ideolgica de la izquierda peronista

    se encuentra tambin en la teora de la de-

    pendencia expresada en Los condenados de la

    tierra de Franz Fanon, en la teora del foco

    insurreccional del Che y el vanguardismo que

    termina extraviando el pensamiento de Marx.

    El autor los analiza de manera clara y didc-

    tica en distintos apartados para continuar con

    su explicacin de la violencia y los fracasos

    polticos de una militancia argentina que,

    como lo expresaban sus consignas, no acep-

    taba trminos medios: Patria o Muerte,

    Pern o Muerte, Libertad o Muerte.

    Pero Feinmann no slo se detiene a ana-

    lizar textos o teoras, sino que nos remiteconstantemente a los hechos, y en articula-

    cin con los conceptos, lograr su interpreta-

    cin: as vemos cmo los Montoneros se dan

    primero en una poltica de masas (ms cerca

    todava de las ideas de Cooke que de las del

    Che), enfrentan luego a Pern, asesinan a

    Rucci, y se van aislando de un pueblo

    peronista que nunca llegaron a conocer. Los

    Montoneros pasan despus a la clandestini-

    dad y van creando con acciones armadas (en-

    tra en juego la teora fanoniana de cuanto

    peor mejor) el marco justificatorio que ne-

    cesitan la Triple A primero y luego los mili-

    tares para desatar una violencia demencial

    no slo contra los grupos armados sino tam-

    bin contra los militantes de masas.

    Feinmann sigue aqu la interpretacin de

    Rodolfo Walsh: la lucha contra la subversinfue una excusa, su propsito fue entregar a

    la sociedad argentina a las garras de la eco-

    noma de mercado. La Argentina debe al

    capitalismo el mayor horror de su historia.

    Su crtica de la violencia contina luego

    con un anlisis del terrorismo de Estado en

    Argentina, seguido por profundas e intere-

    santes reflexiones sobre la tortura. Y antes

    de dar trmino a esta primera parte,

    Feinmann nos remite al atentado de la AMIA

    para referirse a la presencia del mal: No es

    posible pensar el siglo XX sin replantearse la

    idea del mal. No es posible replantearse la

    Argentina sin replantearse la idea del Mal.

    El autor sostiene que el mal tiene un com-

    ponente de racionalidad (la bomba de la

    AMIA o los campos de concentracin sonconcebidos desde una fra racionalidad) y un

    componente de odio que surge de los

    fundamentalismos como sistemas cerrados

    de ideas que niegan las ideas de los otros. De

    esto modo abren la posibilidad del mal y de

    all se concluye que lo opuesto a los

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    fundamentalismos sea la democracia porque

    es un sistema que no niega la verdad del otro

    y su posibilidad de expresarla.

    La incomprensin de las razones del otro

    y la utilizacin de la violencia como medio

    de solucin de los conflictos tienen sus ante-

    cedentes en nuestro pas en el siglo XIX; de

    all que Feinmann en la segunda parte

    titulada Relatos de un pas violento es-

    criba una historia argentina del siglo XIX que

    toma como eje la violencia y sobre todo ase-

    sinatos y fusilamientos que han tenido lugaral comienzo de distintas etapas de la misma.

    En primer trmino el autor se refiere al

    fusilamiento de Santiago de Liniers. Respon-

    der a la pregunta por qu fue fusilado

    Liniers? nos remite a una pregunta anterior:

    qu fue la Revolucin de Mayo?.

    Feinmann, siguiendo a Alberdi, afirma

    que con Mayo se termina el coloniaje espa-

    ol, pero se abre un proceso de colonialismo

    interno hegemonizado por Buenos Aires que

    asume el papel de Estado-metrpoli.

    Los jacobinos de Mayo (Moreno,

    Castelli, etc.) sostenan que una revolucin

    no es tal si no se hace con sangre y violencia,

    y estaban dispuestos a todo para la consoli-

    dacin del nuevo Estado. As, Liniers se les

    opone desde Crdoba y es fusilado.Pero Liniers es vctima tambin de los

    cambios polticos y econmicos que se van

    produciendo en el mundo en ese momento

    histrico. Para explicar esta situacin

    Feinmann utiliza un trmino muy en boga

    en estos das: globalizacin. Liniers como

    representante de la vieja y decadente

    globalizacin espaola es derrotado por la

    moderna y progresiva globalizacin anglo-

    francesa representada por los hombres de

    Mayo. Esto lo lleva al autor a concluir que

    Mayo, a pesar de su modalidad violenta, no

    represent un verdadero cambio revolucio-

    nario, sino pasar de una rbita de domi-

    nacin arcaica a una rbita de dominacin

    progresiva.

    La hegemona de Buenos Aires sobre el

    interior inaugurada en Mayo dar lugar a su-cesivos hechos de violencia y venganza. As

    Dorrego, un federal convencido que preten-

    de como gobernador llevar adelante una po-

    ltica de integracin entre Buenos Aires y las

    provincias, es derrocado por Lavalle y luego

    fusilado. Dicho fusilamiento le abre las puer-

    tas al primer gobierno de Rosas; en palabras

    del autor Rosas aprovechar la sangre que

    derram Lavalle para justificar su propia vio-

    lencia, su propio orden represor, su propia

    sangre derramada.

    Si Rosas inaugura su primer gobierno

    presentndose como vengador de Dorrego,

    en el segundo se presentar como vengador

    del asesinato de Quiroga. Feinmann se ex-

    tiende largamente en la trayectoria poltica y

    militar del caudillo riojano antes de indagaren las causas y los responsables de su asesina-

    to. El autor sostiene que hay razones para

    pensar que el autor intelectual es Rosas, aun-

    que no est suficientemente probado; pero

    mas all de eso concluye:

    Jornadas, comentarios, reseas de libros

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    Lo cierto es que a Facundo lo asesin la

    si tuacin del pas en 1835. Lo asesin la

    impunidad del asesinato de Dorrego. Siempre

    que hay una situacin de impunidad, esta

    situacin abre la posibilidad de nuevos crmenes.

    Posteriormente otro caudillo que abraza

    la causa federal es salvajemente asesinado:

    Chacho Pealoza. Que pretende continuar

    la lucha que haba abandonado Justo J. de

    Urquiza, el hombre sobre el que se deposita-

    ban todas las esperanzas del interior frente alcentralismo de Buenos Aires. Segn

    Feinmann los asesinos del Chacho son el pro-

    greso y la civilizacin, que en su avance re-

    sultan ser implacables e impiadosos. Sarmien-

    to, que aplaudi la muerte del Chacho, pres-

    t su pluma para dar fundamento a las ma-

    tanzas de indios y gauchos en nombre del

    progreso; por esto Busaniche recuerda

    Feinmann lo llamprogresista homicida.

    Adems del Chacho, hay otros federales

    duros que se sienten traicionados por

    Urquiza, y lo asesinan en su Palacio de Entre

    Ros. Segn el autor, Urquiza abandona la

    causa de las provincias porque es un estan-

    ciero entrerriano que al igual que el resto de

    su clase mira ms hacia Europa que hacia el

    interior, y como Buenos Aires le asegura serun socio menor con buenos negocios, ya no

    tiene razones para continuar esa contienda.

    Esto lo llevar a la muerte, y a que la organi-

    zacin del pas quede exclusivamente en

    manos de Buenos Aires pero con la contri-

    bucin de las provincias: Son los provincia-

    nos Sarmiento (sanjuanino), Avellaneda

    (tucumano) y Roca (tambin tucumano)

    quienes realizan la organizacin centralista y

    macroceflica del pas. Argentina entra en la

    etapa de su modernizacin. Es una moder-

    nizacin satlite, perifrica. Argentina es al

    Imperio Britnico lo que Urquiza termin

    siendo a Buenos Aires: un socio menor, muy

    menor, casi mendicante.

    Sobre el final Feinmann afirma que se

    hubieran evitado muchas muertes en la or-

    ganizacin nacional si quienes apostaban ala civilizacin hubieran tenido en cuenta el

    punto de vista de Alberdi: modernizar el pas

    sin caudillos pero incluyendo a las mayoras

    populares del interior. Pero la moderniza-

    cin del pas fue para pocos () fue pro-

    fundamente antidemocrtica. Por tal moti-

    vo, fue profundamente violenta, concluye

    el autor.

    Antes de referirnos a la siguiente seccin

    de este ensayo, es interesante sealar las ana-

    logas, paralelismos y comparaciones que el

    autor va trazando con hechos, textos o per-

    sonajes de nuestro siglo: as por ejemplo,

    Guevara es un jacobino que administra jus-

    ticia en Cuba como Moreno en la Revolu-

    cin de Mayo, El Matadero de Echeverra es

    a la poca de Rosas lo que La fiestadel mons-truo de Borges y Bioy Casares es al

    peronismo, Rosas justifica su dictadura con

    la teora del enemigo interno al igual que

    los militares del Proceso,la Mazorca de Ro-

    sas en el antecedente de los grupos de ta-

    reas de Videla; y esta otra ms discutible que

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    pertenece a la izquierda peronista de los se-

    tenta: Pern traicion a los Montoneros en

    el siglo XX como Urquiza en el siglo XIX.

    Vayamos ahora s a la Tercera Parte, ti-

    tulada La violencia y el sentido de la Histo-

    ria. All Feinmann se interna en las ideas de

    Hegel y Marx acerca del sentido finalista de

    la Historia. En Hegel la Historia es el desen-

    volvimiento dialctico de la Razn que en-

    cuentra su culminacin y realizacin objeti-

    va en el Estado Prusiano; de este modo Hegel

    justifica con su teora el triunfo de la SantaAlianza sobre el ejrcito napolenico que re-

    presenta el despliegue desbordante de los

    principios de la Revolucin Francesa. Segn

    el autor, la mencionada revolucin es un ges-

    to irreverente de la modernidad que les de-

    vuelve a los hombres la certeza de que son

    ellos los que hacen la Historia y no Dios, o

    los reyes como representantes de la voluntad

    divina. La Santa Alianza vuelve todo a su cau-

    se normal y proclama el fin de la Historia,

    de la misma manera que hoy lo hace el

    neoconservadurismo despus de la cada del

    Muro.

    Si la Historia continu entonces(revo-

    luciones de 1830 y 1848), nada impide con-

    jeturar que no continuar ahora, concluye

    Feinmann.Marx, por su parte, siguiendo a Hegel,

    tambin entiende a la Historia como un pro-

    ceso dialctico progresivo, pero que se ex-

    presa en la sustitucin de viejas formaciones

    socio econmicas por otras nuevas; este pro-

    ceso que es necesariamente violento y se des-

    envuelve mediante la lucha de clases culmi-

    nar por instaurar una sociedad igualitaria.

    Esta utopa fue el garantismo metafsico de

    la izquierda: hay algo que aguarda en el fu-

    turo, algo por lo que habr que pelear, algo

    que no podr sino realizarse.

    Pero muertas las ideas de revolucin y

    de dialctica, esenciales en la cultura de la

    izquierda, puede reconstituirse la izquierda

    sin ellas? El autor propone, siguiendo a

    Bobbio, una izquierda antiutpica, es de-

    cir, que luche contra las desigualdades peroignorando si la Historia marcha necesaria-

    mente hacia un futuro mejor. Esto a su vez

    requiere constituir un sujeto crtico que sin

    utopas garantidas tampoco acepte la His-

    toria como algo azaroso e inapresable.

    Segn Feinmann los garantismos me-

    tafsicos son formas de introducir a Dios o

    lo absoluto en el pensamiento. Es en nom-

    bre de este absoluto (que puede llamarse Pa-

    tria, Razn, Religin, etc.) que se han justi-

    ficado muchos actos de violencia. De lo que

    se trata entonces es eliminar los absolutos (lo

    cual permitira el reconocimiento del otro)

    como camino para evitar la violencia.

    En los siguientes apartados el autor re-

    flexiona sobre la pena de muerte y la guerra,

    y luego se refiere a la violencia a las puertasdel 2000. Afirma que el panorama de fin de

    siglo, derribadas las visiones optimistas de la

    Historia, no parece ser muy alentador; sin

    embargo, frente al hombre desencantado de

    la posmodernidad que ve pasar la Historia

    desde los mass media, habr que oponer el ya

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    mencionado sujeto crtico que le devuelva a

    la Historia una causa por la cual luchar.

    En las Conclusiones, cuyo ttulo es De-

    mocracia y violencia, reafirma algunas ideas

    y puntos de vista expresados a lo largo del

    ensayo. Y sostiene, que frente a la injusticia y

    la violencia que se ejerce desde el poder, se

    deben abrir nuevos caminos de resistencia ale-

    jados de la violencia y la venganza, como los

    ya inaugurados por los organismos de dere-

    chos humanos y las marchas del silenciodel

    pueblo catamarqueo que luchan por la jus-ticia dentro de la democracia.

    En sntesis, la obra de Feinmann ofrece

    importantes elementos para la reflexin con

    propuestas para otro futuro posible, alejado

    de los garantismos y del desencanto acrtico

    que pretenden imponernos en este fin siglo.

    Cabe agregar adems que por su clari-

    dad y sencillez puede convertirse en un inte-

    resante material didctico para leer y debatir

    en las aulas de enseanza media, no slo en

    Historia contempornea o argentina, sino

    tambin en Filosofa para abordar una pro-

    blemtica actual como es el debate moderni-

    dad-posmodernidad.

    Claudio M. Arca

    Universidad Nacional de La Plata