salvar el planeta

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  • Seleccin de artculos de

    LE MONDE diplomatique

    ECOLOGA Y DESARROLLO SUSTENTABLE

    Seleccifjn de artculos publicados en le Monde Diplomatique (Presentacin de Sara Larran)

    EDITORIAL A N CREEMOS EN LOS SUEOS

  • 2003, Editorial AN CREEMOS EN LOS SUEOS

    La editorial AN CREEMOS EN LOS SUEOS publica )a edicin chilena de Le Monde Diplomatique. Director: Victor Hugo de la Fuente

    Suscripciones y venta de ejemplares: Hurfanos 1022 of. 1208, Santiago-Chile Telfono: (56 2) 671 75 54 Fax; (56 2) 671 76 80 E-mail: [email protected]

    Diseo: Carlos Muoz Baeza Copyright 2003 Editorial AN CREEMOS EN Los SUEOS. ISBN: 956-8134-21-2 Registro Propiedad Intelectual N 133.651

  • NDICE

    Presentacin Entre la vida y los negocios: la agenda poltica post Johannesburgo Por Sara Larran 7

    Salvar el planeta Por Ignacio Ramonet 15

    Desarrollo sustentable, una idea desvirtuada (Indito) Por Sadruddin Aga Khan 19

    Necesaria crtica al capitalismo (Indito) Por Jean-Marie Harribey 25

    Ceguera ante una amenaza mortal (Indito) Por Frdric Durand 29

    Oscura alianza para el desarrollo de frica (Indito) Por Agns Sina 39

    Lo que el Norte le debe al Sur Por Walter Alberto Pengue 45

    Observaciones sobre el proceso de globalizacin y el equilibrio ecolgico en Amrica Latina (Indito) Por Jaime Massardo 55

    Lucha sin vigor contra la desertificacin Por Pierre Rognon 71

    El "granero del mundo" se desertiza... Por Jorge Morello y Walter A. Pengue 77

    Preservar los recursos forestales Por Grard Sournia 81

    Van a desaparecer los elefantes? Por Hubert Reeves 85

    El clima, rehn de los lobbies industriales Por Grard Sournia 89

  • Entre la vida y los negocios: la agenda poltica

    post Johannesburgo Por Sara Larran*

    "Salvar el Planeta ", titulo del texto de Ignacio Ramonet con que se inicia este libro, encarna aspiraciones largamente expre-

    sadas por la ciudadana mundial durante los ltimos 30 aos. La agenda ambiental es, sin duda, fruto de dcadas de demandas ciudadanas evolucionando desde lo estrictamente ambiental en la dcada de los 70, hacia la Agenda del Desarrollo Sustentable

    en la dcada de los 90; enfrentando luego graves obstculos para su implementacin debido a la hegemona

    del crecimiento econmico como dogma del desarrollo. El proceso hacia Johannesburgo y los resultados de dicha

    Cumbre ilustran claramente estas dificultades.

    jLa Conferencia sobre Medio Ambiente Humano (1) desarrollada en Estocolmo en 1972, a partir de la cual se inaugur la dimensin ambiental en la agenda poltica internacional fue fruto de la expansin industrial, la contaminacin de los ros y la lluvia acida en los pases industrializados. All nacieron el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y las primeras instituciones ambientales nacionales.

    * DIRECTORA DEL PROGRAMA CHILE SUSTENTABLE Y EX CANDIDATA PRESIDENCIAL.

    7

  • Los procesos de persistente deterioro ambiental a nivel nacional e internacional con posterioridad a Estocolmo, las nuevas evidencias cientficas y el movimiento ecologista (2), generaron a partir de los 80 un nuevo consenso que permiti vincular definitiva-mente las problemticas del medio ambiente y del desarrollo. Este consenso se reflej en los acuerdos de la Cumbre de Medioambiente y Desarrollo, -llamada Cumbre de la Tierra- realizada en Ro de Janeiro en 1992.

    El informe "Nuestro Futuro Comn" (3) encargado por Naciones Unidas a la ministra noruega de la poca -Oro Brundland-, y publicado en 1987, expresa claramente el desafilo de compatibilizar las actividades humanas con la productividad y conservacin de los ecosistemas; si es que la especie humana desea sustentarse en el tiempo. El informe Brundland, mostr las reas de incompatibilidad crtica entre medioambiente y desarrollo y sus recomendaciones de-finieron la agenda de trabajo de los gobiernos y del sistema de Naciones Unidas hacia la Cumbre de la Tierra.

    La dimensin ambiental incorporada a los e.scenarios sociales, culturales y polticos interpel profundamente la ideologa y las concepciones del desarrollo y abri cauces para reorientarlo. Pero durante los 90, la implementacin de la globalizacin econmica neoliberal, la persistencia de la deuda externa y la reduccin de la cooperacin internacional, abort cualquier posibilidad de avanzar hacia el desarrollo sustentable.

    Las promesas incumplidas:

    La evaluacin sobre la implementacin de los compromisos de Ro no es positiva. Los gobiernos no concretaron la voluntad poltica, ni los recursos suficientes para cumplir con las tareas establecidas en los 40 captulos de la Agenda 21 y, tal como explican Frederic Durand, Fierre Rognon, Jorge Morello y Gerard Sournia en este libro, tampoco lograron avances significativos en las Convenciones de Desertificacin, Biodiversidady Cambio Climtico.

    Durante los 90, el nuevo contexto geopoltico marcado por una intensificacin de la globalizacin comercial y financiera, en lugar de ayudar a revertir las tendencias de degradacin ambiental y social,

  • las agravaron en extremo. Como consecuencia, hoy enfrentamos peores niveles de inequidad social e insustentabilidad ambiental. Esto, unido a la degradacin de las democracias, hacen difcil retomar el camino hacia el desarrollo sustentable.

    El proceso de evaluacin de los acuerdos de Ro permite constatar que la continuidad de la agenda econmica impulsada por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional despus de 1992, junto al incumplimiento de los compromisos de la coopera-cin internacional, y los nuevos regmenes de comercio establecidos en el marco del Gatty de la Organizacin Mundial de Comercio, intensificaron la destruccin ambiental y la inequidad social ya denunciados en Ro; y peor an, han obstaculizado persistentemente la implementacin de la sustentabilidad.

    Las cifras del mismo Banco Mundial y del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo corroboran este fracaso (4): el ingreso de las naciones ricas es 3 7 veces mayor que las naciones pobres. A esta inequidad, se suma la insustentabilidad ambiental que tambin afecta a los pases pobres: los costos de degradacin ambiental en la mayora de los pases en desarrollo es entre 4% y 8% de su PIB anual, (5) lo que agregado a los problemas de la deuda externa, los condena a un espiral de empobrecimiento casi irreversible.

    El desmantelamiento de la agenda del Desarrollo Sustentable

    En slo 2 aos los gobiernos "guardianes de la tierra " en Ro, se convirtieron en "vendedores de la tierra " en Marrakech (6), fruto de los acuerdos del Gatt y la creacin de la Organizacin Mundial de Comercio en 1995. Asila agenda de proteccin y uso sustentable de los recursos naturales, dio paso a una agenda de apertura incondicional, para que el empresariado mundial pudiera acceder y explotar los ecosistemas, las comunidades y los recursos hasta en los territorios mas recnditos del planeta.

    Ro promovi el compromiso de los estados para avanzar ha-cia el bien comn y la cooperacin para asegurar la sustentabilidad del planeta y del desarrollo. Marrakech debilit el rol regulatorio de los estados para favorecer la movilidad de las empresas transna-

  • dnales en base a la competitividad de mercado. Las prioridades polticas nacionales e internacionales, pasaron as desde el logro de la equidad, la sustentabilidady la democracia, hacia el logro de la competitividad y la liberalizacin de mercados, de inversiones, de servicios y del sector financiero, convirtindose en las nicas opciones del desarrollo dominante-

    Tal como ilustran Sadruddin Aga Khan, Jean Marie Harribey, y los dems autores de este libro, a 10 aos de Ro lo nico que se perpetu es el crecimiento econmico para algunos; agravndose los problemas de inequidad social, degradacin ambiental y la prdida de poder poltico de los estados para responder a las necesidades de la poblacin. En consecuencia, el poder econmico empresarial ha tomado el lugar del poder poltico; desarrollndose procesos de mediatizacin y mercantilizacin de la actividad poltica. As, cualquier posibilidad de retomar procesos de decisin demo-crtica sobre el desarrollo, resulta cada vez ms lejana.

    Hoy podemos decir muy claramente, que el rgimen econmi-co establecido por el FMIy la OMC a partir de Marrakech, destruy la Agenda de Ro, al situar el ambiente y los derechos humanos, econmicos,sociales, polticos y culturales en el marco de la competencia econmica.

    La batalla de Johannesburgo

    A pesar de una calurosa "Declaracin Poltica", el "Plan de Accin" (7) aprobado en Johannesburgo muestra poca voluntad poltica y ningn avance con relacin a la Cumbre de 1992.

    La batalla de Johannesburgo se centr en salvar la Agenda de Ro, la cual peligr durante todo el proceso de negociaciones, desde la formulacin de los principios mismos. Parte importante de las discusiones se centraron en mantener dentro del Plan de Accin el "Principio Precautorio" y el principio de "Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas " (8) ya consagrados en 1992. Quedan-do el primero vaciado de sus fundamentos tico-polticos y reducido a promover la toma de decisiones con fundamento cientfico, y procedimientos de evaluacin y gestin de riesgos (9).

    El Plan de Accin de Johannesburgo, focaliza acciones en 6

    10

  • reas cruciales ya establecidas la Agenda 21: la erradicacin de la pobreza; la modificacin de las modalidades insostenibles de produccin y consumo; la proteccin y gestin de la base de recursos naturales del desarrollo econmico y social; la salud y el desarrollo sostenible; medios de ejecucin y marco institucional para el desarrollo sustentable.

    Las recomendaciones ms reiteradas en el Plan de Accin, promueven la integracin de los pases en desarrollo a la economa global a travs del mercado. El leit-motiv es el trade related: asistencia tcnica relativa al mercado, (10) desarrollo de capacida-des relativas al mercado, etc., restringiendo la nocin de desarrollo y la posibilidad de alcanzar la sustentabilidad, a la mercantilizacin e insercin global. Dos excepciones a rescatar son, la recomendacin de medidas y regulaciones para promover la responsabilidad empre-sarial y la recomendacin de apoyar el trabajo de Organizacin Internacional del Trabajo- OIT sobre las dimensiones sociales de la globalizacin.

    Johannesburgo no acord compromisos financieros adiciona-les para financiar el desarrollo sustentable. La creacin de un Fondo Solidario que ayude a "reducir en 2015 a la mitad la cantidad de pobres con ingresos inferiores a 1 dlar / da" es voluntario, y no establece montos, ni plazos, lo que equivale a crear un bolsillo sin fondos (12).

    En cambio, al igual que el "Global Compact" (13); la iniciati-va empresarial para financiar las Naciones Unidas; la Cumbre de Johannesburgo inaugur la frmula de los "partnership" (14), entre gobiernos, entre empresas y gobiernos y entre empresas y ONG 's, buscando atraer fondos del sector privado para implementar el desarrollo sustentable. Este mecanismo, adems de no clarificar prioridades, ni control poltico, constituye un claro proceso de privatizacin de la implementacin del Plan de Accin de Johannesburgo.

    Los medios de implementacin del Plan de Accin, tambin estn centrados en la intensificacin de los mecanismos de la globalizacin econmica: facilitar el flujo de inversin extranjera; crear condiciones para facilitar el aumento de inversin extranjera directa (15); y facilitar el acceso de los pases en desarrollo al

    11

  • mercado mundial. Con excepcin de la recomendacin de mecanis-mos para aliviar la deuda extema, el Plan de Accin, est dominado por las recomendaciones de la llamada "Agenda Para el Desarrollo " de la OMC, emanada de la reunin de Doha.

    En sntesis, la integracin de los pases al mercado global se presenta como " la va "para alcanzar el desarrollo sustentable. Esta propuesta enunciada tmidamente en Rio, es expresada clara y directamente en Johannesburgo.

    Estas recomendaciones y la voluntad poltica que ellas manifiestan significan la mercantilizacin de la agenda del desarro-llo sustentable. Este enfoque, tambin ha invalidado la posibilidad de alcanzar los objetivos de las dems "cumbres sociales"desarrolladas durante los 90, tales como las de Copenhague, Beijingy Habitat, y adicionalmente ha empezado a amenazar a todos los acuerdos internacionales consagrados en el Sistema de Naciones Unidas.

    La atmsfera de cooperacin que hizo posible imaginar el desarrollo sustentable en Ro, ciertamente se esfum en el camino hacia Johannesburgo. Los pases mayoritariamente negociaron desde una posicin que les permitiera mantener sus actuales ventajas competitivas.

    A qu futuro podemos aspirar?

    Hoy, la sociedad planetaria enfrenta dos tendencias de estructuracin poltica, social y econmica: la consolidacin hegemnica de la actual globalizacin econmica neoliberal, o un cambio en el rumbo hacia diversas modalidades econmicas, polticas y sociales enfocadas hacia la sustentabilidad. Ambas tendencias implican el desarrollo y consolidacin de modelos econmicos y culturales estructuralmente antagnicos, la lgica de la vida y la lgica de los negocios.

    Las leccin de Rio y de Johannesburgo es que la sustentabili-dad no ser implementada bajo la conduccin de los gobiernos o de la comunidad empresarial mundial. Si creemos que un mundo sustentable es posible este ciertamente deber ser concretado desde las comunidades, los movimientos sociales y las organizaciones no gubernamentales.

    12

  • Actualmente se manifiesta una crisis de gobemabilidad de la globalizacin. La confrontacin entre los intereses del mercado y de los ciudadanos han sido los de mayor fuerza y visibilidad en el escenario poltico de los 90. Seattle signific la primera masiva y multisectorial confrontacin a las reglas y actores de la globalizacin; y luego se avanz en generar espacios para la articulacin de las mltiples experiencias ciudadanas hacia sociedades sustentables. Sin embargo, a pesar del crecimiento y consolidacin del movimiento antiglobalizacin a nivel planetario, an no se ha consolidado una agenda de iniciativa poltica que supere el enfoque eminentemente reactivo a la agenda globalizadora.

    El futuro de la Agenda de la Sustentabilidad depende del lide-razgo de la sociedad civil planetaria y de que este sector pueda influir para establecer polticas pblicas en esa direccin, a travs de sistemas democrticos participativos.

    Concretar la equidad, la sustentabildad ambiental y la gobemabilidad democrtica requiere al menos i enfoques estructu-rales: el cuestionamiento del estilo de desarrollo de los pases industrializados, como un modelo posible de ser universalizado en un planeta de recursos limitados; el desacoplamiento de la Agenda de la Sustentabilidad de la Agenda del Crecimiento econmico, priorizando la subsistencia de las comunidades humanas y la produc-tividad de los ecosistemas por sobre los imperativos del crecimiento de la economa; y el establecimiento de un enfoque re-distributivo de convergencia, que enfoque simultneamente los desafos de erra-dicacin de la pobreza y los de erradicacin de la riqueza.

    Es la tarea que enfrentamos hacia Johannesburgo y que segui-mos enfrentando ms claramente an despus de Johannesburgo.

    1 Conferencia de Naciones Unidas sobre IVIedio Ambiente Humano, Estocolmo, Suecia,

    1972.

    2 Curiosamente esos mismos aos los activistas pacifistas, ecologistas y sus organizacio-

    nes conformaron las primeras instituciones internacionales: Frends of the Earth,

    Greenpeace, etc.

    3 Naciones Unidas.

    4 Banco Mundial, \nforme sobre el Desarrollo Mundial 2000/2001: Lucha contra la pobreza.

    13

  • 5 Banco Mundial, Making Sustainable Comunities Estrategia Ambiental para el Banco

    Mundial, 2000.

    6 Bol Foundation "The Jo'burg Memo: Fairness in a Fragile World", Berln, Germany, april

    2002.

    7 Naciones Unidas, Plan de Accin de la Cumbre Mundial de Desarrollo Sustentable,

    Johannesburgo. Sudfrica, septiembre de 2002.

    8 Principio 7: Declaracin de Ro sobre ^1 Medio Ambiente y el Desarrollo.

    9 Prrafos 22 y 4S-e: Plan de Accin de la Cumbre Mundial de Desarrollo Sustentable,

    Naciones Unidas, septiembre de 2002.

    10 Prrafos 45,45a, 45 b, 45 c y 45e del Plan de Accin.

    11 Prrafo 6 (b): Capitulo 11 Erradicacin de la Pobreza. Plan de Accin. 12 Instituto de Ecologa Poltica -Comunicado de Prensa- Santiago, Chile, 5 septiembre

    de 2002.

    13 Global Compact es la iniciativa de Kofi Annan con las grandes transnacionales Shell,

    Monsanto, Nestle, GM, etc., para el financiamiento del sistema de Naciones Unidas.

    14 Prrafos 25,43, 44,45, 68. 118, 128, 136-b, etc, en varios captulos del Plan de Accin.

    15 Prrafo 78-a y siguientes. Plan de Accin.

    S.L.

    14

  • Salvar el planeta Por Ignacio Ramonet*

    El desafo de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable a celebrarse en Johannesburgo, que reunir a Jefes de Gobierno y participantes de 180 pases, consiste en revertiras tendencias

    ya sealadas en la Cumbre de la Tierra celebrada en Ro de Janeiro en 1992, que se han acelerado y agravado

    con las polticas globales de la ltima dcada. El recalentamiento climtico, la escasez de agua potable, la desaparicin de bosques,

    la amenaza de extincin de mltiples especies, la pobreza que se extiende, resultan de un esquema de consumo y produccin inviable. Indisociables de las crecientes

    desigualdades, estas prcticas, de no revertirse, podran amenazar a la especie humana misma.

    Del 26 de agosto al 4 de septiembre de 2002 Johannesburgo, en Sudfrica, ser sede de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable. Se trata de un acontecimiento fundamental que reuni-r a la mayor cantidad de Jefes de Estado y Gobierno que nunca se hayan reunido en los ltimos diez aos, y a unos 60.000 partici-pantes procedentes de 180 pases. Intentarn responder entre todos a las preguntas ms graves que conciemen al conjunto de la huma-

    * DiREaoR DE LE MONDE DIPLOMATIQUE, FRANCIA. ARTICULO PUBUCADO EN EL N 22 DE LA EDICIN CHILENA DE LE MONDE DIHOMAVQUE, AGOSTO DE 2 0 0 2 .

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  • ni dad: Cmo preservar el medio ambiente? Cmo erradicar la pobreza? Cmo salvar nuestro planeta?

    Porque la Tierra est mal. Muy mal. Sin embargo, el diagns-tico sobre los principales males que la agobian se hizo hace diez aos, en Ro de Janeiro, en ocasin de la Primera Cumbre de la Tierra. Ya se haba hecho sonar la campana de alarma: el clima se recalienta, el agua dulce escasea, los bosques desaparecen, decenas de especies vivas estn en vas de extincin, la pobreza total hace estragos en ms de mil millones de seres humanos...

    Los dirigentes del mundo haban admitido entonces que "la causa principal de la degradacin constante del medio ambiente mundial es un esquema de consumo y produccin no viable, sobre todo en los pases industrializados, sumamente preocupan-te en la medida en que agrava la pobreza y los desequilibrios". Haban adoptado dos convenciones decisivas sobre los cambios climticos y la biodiversidad, como asimismo un plan -denomi-nado Agenda 21 - para generalizar el desarrollo sustentable.

    Este plan se funda en una idea simple: el desarrollo es sus-tentable si las generaciones futuras heredan un medio ambiente cuya calidad es al menos igual al que recibieron las generaciones anteriores (1). Este desarrollo supone la aplicacin de tres princi-pios: el principio de precaucin, que favorece una aproximacin pre-ventiva antes que reparadora; el principio de solidaridad entre las generaciones actuales y futuras y entre todas las poblaciones del mundo; y el principio de participacin del conjunto de los actores sociales en los mecanismos de decisin (2).

    Diez aos despus, en muchos terrenos las cosas no han mejorado. Por el contrario, con la aceleracin de la mundializacin neoliberal el "esquema de consumo y produccin no viable" inclu-so se reforz. Las desigualdades alcanzaron niveles nunca vistos desde la poca de los faraones. La fortuna de los tres individuos ms ricos del mundo supera la riqueza acumulada de los habitantes de los 48 pases ms pobres... La polucin ecolgica del mundo rico sobre la biosfera tambin se acentu. Mientras que los treinta pases ms desarrollados representan el 20% de la poblacin mundial, pro-ducen y consumen el 85% de los productos qumicos sintticos, el 80%) de la energa no renovable, el 40%) del agua dulce. Y sus

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  • emisiones de gas con efecto invernadero por habitante son diez veces ms elevadas que las de los pases del Sur... (3).

    En el curso de la ltima dcada, las emisiones de gas carb-nico (CO2), principal causa del calentamiento climtico, aumentaron en un 9%... Las de Estados Unidos, principal contaminador del pla-neta, crecieron en el mismo perodo un 18%. Ms de mil millones de personas siguen careciendo de agua potable, y casi tres mil millones (la mitad de la humanidad) consumen un agua de calidad deplora-ble. Debido a la ingestin de esta agua contaminada, mueren a diario 30.000 personas. Es decir, diez veces por da la cantidad de vctimas de los abominables atentados del 11 de septiembre de 2001.

    Contina la devastacin de las selvas; cada ao desaparecen 17 millones de hectreas, que representan el cudruple de la extensin de Suiza. Y como ya no hay rboles que absorban los excedentes de CO2, el efecto invernadero y el recalentamiento se agravan. Por otra parte, cada ao resultan exterminadas unas 6.000 especies animales. La extincin masiva que amenaza al 13% de los pjaros, al 25% de los mamferos y al 34% de los peces slo puede compararse en la historia de la Tierra con la desaparicin de los dinosaurios...

    Esto da una dimensin de la esperanza que suscita la Cumbre de Johannesburgo. Una esperanza que podra verse defraudada si prevalecen los egosmos nacionales, la lgica pro-ductivista, el espritu mercantil y la ley del lucro. Como sucedi en el pasado mes de junio, en Bali, en ocasin de la Conferencia Preparatoria que no logr adoptar un plan de accin sobre el desarrollo sustentable y concluy en un fracaso.

    Para salvar el planeta, es imperativo que los poderosos de este mundo adopten en Johannesburgo al menos estas siete decisio-nes capitales: 1) un programa internacional a favor de las energas renovables, centrado en el acceso a la energa en los pases del Sur; 2) compromisos a favor del acceso al agua y su saneamiento con vistas a reducir a la mitad, de aqu a 2015, la cantidad de per-sonas privadas de este recurso vital, que es por cierto un bien comn de la humanidad; 3) medidas para proteger los bosques, tal como es-tn previstas en la Convencin sobre la Biodiversidad adoptada en Ro en 1992; 4) resoluciones para implantar un marco jurdico que instituya la responsabilidad ecolgica de las empresas y reafirme

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  • el principio de precaucin como previo a toda actividad comercial; 5) iniciativas para subordinar las normas de la Organizacin Mundial de Comercio (OMC) a los principios de las Naciones Unidas sobre proteccin de ecosistemas y a las normas de la Orga-nizacin Internacional del Trabajo (OIT); 6) reglamentos para exigir a los paises desarrollados que se comprometan a consagrar un mnimo de 0,7% de su riqueza a la ayuda pblica al desarrollo; 7) por ltimo, recomendaciones para anular la deuda de los pases pobres.

    Al destruir el mundo natural, la humanidad hizo a la Tierra cada vez menos viable. Esta Cumbre de Johannesburgo debe tratar de invertir las tendencias que ineluctablemente pueden conducir a una catstrofe ecolgica integral. Desafo central de este comienzo del siglo XXI. O el gnero humano mismo se vei amenazado con la extincin.

    1 Edouard Soldsmith, Le Tao de l'ecologie. Une visin ecologique du monde, ditions du Ro-cher, Monaco, 2002.

    2 Ver el dossier "Environnement et developpement. Le dfi du XXIe sicle", Altematives eco-

    nomques, julio-agosto 2002. 3 State ofthe World2002, Worldwatch Institute, Washington, 2002. Consultar tambin el si-

    tio oficial de l ONU sobre la cumbre de Johannesburgo: www.un.org

  • La "reaccin verde ". (Indito)

    Desarrollo sustentable, una idea desvirtuada

    por Sadruddin Aga Khan*

    El dogma del desarrollo sustentable es engaoso por naturaleza: confunde las mentes, tal como lo ha hecho,

    en su tiempo, la idea de que la Tierra era plana, pero con consecuencias infinitamente ms graves para la supervivencia

    de la vida sobre el planeta. Las empresas se han apropiado del concepto, desvirtundolo, y hasta la Organizacin de las Naciones Unidas (ONU) trabaja en ese sentido.

    A pesar de todos los discursos sobre las necesidades vitales y la lucha contra la pobreza (y de varias dcadas oficialmente dedicadas al desa-rrollo) el nmero de personas que viven en la indigencia ms extrema contina aumentando. La nocin de "sustentabilidad" se convirti en un piadoso encantamiento, en lugar de impulsar una accin urgente y concreta, como debera haber sucedido.

    * To DE KARIM A G A KHAN IV, ACTUAL Y 49 JEFE ESPIRITUAL DE LOS ISMAELITAS, EL

    PRNCIPE SADRUDDIN A G A KHAN TRABAJ EN LA UNESCO; FUE ALTO COMISARIO DE LA ONU PARA LOS REFUGIADOS Y ENCARGADO DE MISIN DEL SECRETARIO GENERAL DE LA ONU Y EN LA COMISIN DE DERECHOS DEL HOMBRE. PRESIDE LA FUNDACIN BELLERIVE, QUE SE DEDICA ESPECIALMENTE A CUESTIONES ECOLGICAS. ARTICULO PUBLICADO EN EL N 42 DE LA EDICIN CONO SUR DE LE MONDE DIPLOMATIQUE, DICIEMBRE 2002. Traduccin: Gustavo Recalde.

    19

  • Sin embargo, existe una realidad: 80 pases tienen un ingreso per cpita inferior al de hace diez aos; el nmero de personas que viven con menos de 1 dlar diario de hecho no disminuye (1.200 millones), mientras que el nmero de individuos que ganan menos de 2 dlares diarios es de aproximadamente 3.000 millones. Se nece-sitaran 109 aos para que un pobre obtuviera lo que el futbolista francs Zinedine Zidane puede ganar en un da!

    El desarrollo sustentable fue desvirtuado de cinco maneras: en primer lugar, por el mundo de los negocios, que lo convirti en sin-nimo de crecimiento sustentable. Se trata en este caso de un oxmoron (1) que refleja el conflicto entre una visin comercial y una visin medioambiental, social y cultural del mundo. Se convirti as en un eslogan para las empresas multinacionales y los sectores de negocios. Peor an, desgraciadamente abri camino a una "reaccin verde", es decir, la desviacin progresiva del movimiento ecolgico por un supuesto "realismo empresarial". Inclusive los trminos ecologista y "defensor de la naturaleza", pueden en la actualidad designar indistin-tamente a aquellos que destruyen los bosques o matan animales para obtener sus pieles. Actualmente semejantes prcticas se ocultan bajo dudosos eufemismos tales como rendimiento o cosecha de los frutos de la flora y fauna naturales.

    En segundo lugar, la idea de desarrollo sustentable fue desvirtuada por la de "utilizacin sustentable", una abominacin or-questada por una corriente promotora de un supuesto "uso racional", mientras que se trata de ocultar prcticas totalmente contrarias. Este movimiento sirve de coartada a conductas destructivas y, de una for-ma totalmente lamentable, se ha infiltrado en instancias claves como la Convencin sobre el Comercio Internacional de Especies Amena-zadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) y la Comisin Ballenera Internacional (CBI). De esta manera, la "utilizacin sustentable" de los recursos marinos significa la matanza de ballenas, mientras que la "utihzacin sustentable" de la fauna natural ha generado una indus-tria muy lucrativa de la carne de animales silvestres, especialmente en frica. Los adeptos a la utilizacin sustentable esperan convencer a los africanos y a los asiticos pobres de no matar animales que les re-portan el equivalente a varios aos de salarios, mientras que los ricos europeos y estadounidenses, vidos de trofeos, los cazan por placer.

    20

  • Algunos ecologistas, convertidos en "serios y cientficos", se alejaron de cuestiones morales como el comercio de pieles o los circos (reservados a los idealistas emotivos). Pero que una actividad sea econmicamente sustentable no la hace deseable, o incluso acep-table, desde un punto de vista tico. En un discurso ante los delegados de la CBI, el director general adjunto de la Agencia de Pesca Japone-sa -y tambin representante de su pas en la CBI- revel que Tokio haba firmado acuerdos de pesca con 8 pases y haba gastado 400 millones de dlares en ayudas. Esto es lo que se denomina literal-mente "ir a la pesca de votos".

    En tercer lugar, las empresas de los pases miembros de la Organizacin para la Cooperacin y el Desarrollo Econmico (OCDE) destinaran 80.000 millones de dlares por ao en sobor-nos, para obtener ventajas o contratos. Una suma comparable a la que permitira erradicar la pobreza, segn la ONU. El comercio ilegal de animales vivos y de productos derivados de sus huesos se convirti en la segunda fuente de ingresos -despus del narcotrfico- para el crimen organizado en el mundo. Este trfico, que constituye efectiva-mente una fuente de ingresos con bajo nivel de riesgo, llev a especies como los rinocerontes y los tigres al borde de la extincin.

    En cuarto lugar, la idea de desarrollo sustentable favorece el dominio de las grandes empresas intemacionales. Segn el nuevo prin-cipio "el que paga al lobbista fija las reglas", luego de la eleccin de George W. Bush slo se piensa en el intercambio de favores con el mundo de los negocios estadounidense. Durante el Foro Econmico Mundial de Nueva York, en febrero de 2002, Richard Parsons, presidente de Time AOL, declar -aparentemente, sin considerarlo preocupante o anormal- que "en una poca, las Iglesias haban desem-peado un papel importante en nuestras vidas, luego fueron los Estados, y actualmente es el tumo de las empresas". En todas partes, para resolver los males del planeta, se alaban las virtudes de las soluciones basadas en el mercado: filantropa, autocontrol, responsa-bilidad social de las empresas y cdigos de buena conducta volunta-rios. Sin embargo, ninguna de estas propuestas podra reemplazar la responsabilidad estatal, las polticas y la reglamentacin.

    Incluso la ONU coincide con el movimiento, tomando iniciati-vas tales como Global Compact, con la participacin de cincuenta de

    21

  • las ms grandes empresas del mundo (2). Tal como seal The Guardian de Londres: "La ONU se est convirtiendo en una suerte de gendarme de la economa mundial, que ayuda a las empresas occiden-tales a acceder a nuevos mercados eludiendo los reglamentos, nicos medios para hacerlas rendir cuentas".

    Finalmente, la filosofa del desarrollo sustentable tambin trajo consigo una idea execrable: la del consumo sustentable. Mientras que en todas partes slo se habla de dinero y de consumo desmesurado, este vocablo ilustra hasta qu punto la nocin de sustentabilidad se perdi en los caminos del neohabla, tan querido por Orwell. El desa-rrollo sustentable, tal como lo define el informe Bmndtland (3), exige no solamente continuar con el crecimiento actual, sino acelerarlo de 5 a 10 veces.

    Nueva direccin

    800 millones de personas sufren de desnutricin mientras que un pequeo porcentaje se atraganta de sobrenutricin. La cuestin de la industria alimenticia destaca la importancia de temas como las asocia-ciones de consumidores, las desigualdades mundiales y el debilita-miento de los poderes pblicos. La apertura de un gran mercado mundial en nombre del librecambio, las reglas de la Organizacin Mundial del Comercio (OMC) y el control de las ayudas consolidan y centralizan la industria alimenticia: diez compaas dominan el 60% de este sector (semillas, abonos, pesticidas, industrializacin, expedicin).

    Existen aproximadamente 200 tratados internacionales sobre medio ambiente, de los cuales el 75% fue ratificado durante los ltimos treinta aos. Sin embargo, en la mayora de los casos, los com-promisos asumidos con una gran difusin meditica -especialmente en la Conferencia de Ro, en 1992- se han convertido en letra muerta. Peor an, su eficacia es muy fi^ecuentemente destruida por su carcter vago y la laxitud utilizada para hacer que se respeten.

    Tal vez ya sea demasiado tarde para cualquier "sustentabilidad". Probablemente muchos procesos ya son irreversibles. La respuesta a las crisis medioambientales, como a los cambios climticos, no espe-rar indefinidamente a que dispongamos de resultados cientficos

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  • "concluyentes". Tal vez sea el momento de postergar todas las inno-vaciones cientficas o tecnolgicas que conlleven potenciales efectos negativos sobre el planeta y la sociedad.

    Sin duda, la ciencia -o lo que con cierto temor podemos denomi-nar la ciencia empresarial- parece estar siempre a punto de lograr un descubrimiento mayor que, aunque parezca peligroso, viene indefecti-blemente acompaado por una oleada de comentarios tranquilizadores sobre sus potenciales beneficios... Si es que se mantiene el caudal de subvenciones para la investigacin.

    No podemos tomar una nueva direccin, basada en la regene-racin, en vez de en la sustentabilidad de un statu quo insostenible, en un buen "economato" (una especie de "economa ecnoma") (4) de lo existente, en vez de en el desarrollo y la bsqueda desenfrenada del crecimiento? El economato presenta la ventaja de ir ms all de los simples principios econmicos -por ms importantes que sean-restaurando un equilibrio mediante la atencin, tambin sostenida, al medio ambiente, la tica y la espiritualidad, que son los elementos vitales de toda civilizacin verdadera y viable.

    1 Epteto que, unido a una palabra, parece contradecirla.

    2 Creada por la ONU en julio de 2000, Global Compact es un foro que rene a las empresas l-deres en su sector, los organismos de la ONU, organizaciones no gubernamentales y sind-

    cales. Su objetivo es "contribuir al surgimiento de valores compartidos y de principios con vistas a un mercado mundial con un perfil humano", wvwv.unglobalcompact.org

    3 Lleva el nombre de la doctora Gro Hariem Brundtland quien, en 1983, presidi la Comisin

    IVIundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo. En este informe se basar la Conferencia

    de la ONU para el Medio Ambiente y Desarrollo de 1992, llamada "Cumbre de Ro".

    4 Jean-Marie Harribey, L'conomie conome. Le dveloppement soutenable par la rduction

    du temps de traval, L'Harmattan, coleccin "Logiques

    conomques", Pars, 1998.

    S.A.K.

    23

  • Combatir la pobreza y preservar el ecosistema. (Indito)

    Necesaria crtica al capitalismo por Jean-Marie Harribey*

    Pensar en la resolucin de las graves carencias que aquejan hoy a cientos de millones de seres humanos, sin pensar

    en el crecimiento econmico, suena tan imposible como imaginar la satisfaccin de aquellas necesidades sin un drstico

    cambio en el patrn de distribucin actualmente existente.

    Lia idea de desarrollo sustentable se convirti en una referencia obligada para los responsables polticos y las instituciones internacio-nales. De hecho, este concepto'lleg en el momento indicado para ayudar a las clases dirigentes a recuperar una legitimidad lesionada por la explosin de las desigualdades desde hace veinte aos y los daos ecolgicos del desarrollo (1).

    El concepto se basa en una ambigedad congnita e incluso en una contradiccin insalvable. Segn la concepcin de sus promotores institucionales, el desarrollo sustentable debe conciliar tres imperati-vos: el crecimiento, la reduccin de la pobreza y la preservacin de los ecosistemas. Ahora bien, la continuacin del crecimiento econmico es considerada una condicin necesaria del xito de las dems.

    * PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE BURDEOS-IV, AUTOR DE .A DMENCE SNILE DU CAP-ITAL, FRAGMENTS D'CONOMIE CRITIQUE. LE PASSANT, BGUS, 2002. ARTCULO PUBUCADO EN EL N" 42 DE LA EDICIN CONO SUR DE LE MONDE DIPLOMATIOUE, DICIEMBRE DE 2002. Traduccin; Gustavo Recalde.

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  • Implcita o explcitamente, la ONU, los gobiernos, las empresas, las ONG y los economistas partidarios del desarrollo sustentable adoptan la distincin entre crecimiento y desarrollo, otrora establecida por el economista Fran^ois Perroux, que ha sido findadora de la economa del desarrollo en los aos '50 y '60 (2). El crecimiento designaba el aumento de las cantidades producidas, independientemente de su ca-lidad y de su impacto social y ecolgico; el desarrollo englobaba el crecimiento, pero lo superaba cualitativamente al tener como objetivo el bienestar del hombre. Ahora bien, para perpetuarse, el crecimiento necesita alfabetizar, cultivar, mejorar la salud, etc. ste incluye siempre los cambios cualitativos que distingua Perroux.

    La distincin entre crecimiento y desarrollo padece pues una grave debilidad lgica: segn los economistas que la defienden, el cre-cimiento genera infine los cambios de estructuras econmicas y so-ciales que, precisamente, constituyen la caracterstica del desarrollo segn Perroux. All reside la contradiccin: en un primer momento, el crecimiento es considerado simplemente una condicin necesaria del desarrollo; con el tiempo, se convierte en una condicin suficiente (tor-nando sin objeto la distincin). El desarrollo se reduce as al aumento, eterno por supuesto, de las cantidades producidas.

    El ardid liberal puede entonces operarse: equiparar el desarro-llo de todos los pueblos con el de los pases ricos sometindolos a los mandatos de las instancias internacionales que hacen gala de sustentabilidad.

    Paradjicamente, los economistas no liberales, incluso opues-tos a la mundializacin capitalista, coinciden en este sentido con los economistas liberales recientemente convertidos a la sustentabilidad. Para los primeros, el crecimiento, sacrosanto, slo puede producirse en un marco liberal, siendo el mercado el que establece la regulacin ecolgica, a tal punto que el crecimiento sustentable reemplaza a me-nudo al desarrollo sustentable. Para los segundos, el crecimiento tiene efectos negativos, pero el desarrollo es "sustentable por defmi-cin"(3), lo que conduce a la siguiente contradiccin: segn la defi-nicin incluso de los economistas del desarrollo, es innegable que el Norte se ha desarrollado (educacin, acceso a la salud, esperanza de vida, etc.); y, sin embargo, este desarrollo ha provocado los daos que estos economistas utilizan para distinguir crecimiento y desarrollo;

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  • en consecuencia, el desarrollo contiene lo que stos niegan como pro-pio del desarrollo.

    Es entonces comprensible la crtica radical, que consiste en de-cir que el desarrollo no sera la solucin sino el problema. Porque el tipo de desarrollo social y ecolgicamente devastador que prevale-ce en el mundo es el que surgi en Occidente, impulsado por la bsqueda de beneficio con e! fin de acumular capital. Y tambin porque, al imponer este desarrollo a todo el planeta, el capitalismo produce una desculturizacin masiva: la concentracin de las rique-zas en un extremo genera la tentacin de la abundancia inaccesible a miles de millones de personas ubicadas en el otro extremo y cuyas raices culturales son lentamente destruidas. Sin embargo, sera un error rechazar la idea de desarrollo (4). En efec-to, las necesidades primordiales de una buena parte de la humanidad continan insatisfechas. Los pases pobres deben pues vivir un tiempo de crecimiento de su produccin. Porque para que desaparezca el analfabetismo, es necesario construir escuelas; para mejorar la salud, es necesario construir hospitales y distrbuir agua potable; para recu-perar una amplia autonoma alimentaria, es necesario fomentar la agricultura. El fi-acaso del desarrollo en el siglo XX, es al menos tan-to el producto de las relaciones de fuerzas que derivaron en la ventaja exclusiva de la gente pudiente, como el fracaso del desarrollo en s mismo. Es preciso pues liberarse tanto de las trampas del "desarro-llismo" como de las del "antidesarrollismo" y del frgil consenso en tomo a la sustentabilidad.

    El desarrollo conocido hasta ahora est histricamente vinculado a la acumulacin capitalista en beneficio de una clase minoritaria. Del mismo modo, su otra cara, el subdesarrollo, se rela-ciona con las intenciones imperialistas del capital, especialmente en su fase de acumulacin financiera. Disociar la crtica del desarrollo de la del capitalismo que es su soporte, sera como eximir a ste ltimo de la explotacin conjunta del hombre y de la naturaleza. Ahora bien, sin la primera, el sistema no habra podido sacar parti-do de la segunda; sin la segunda, la primera no habra tenido ningn sustento materal. De ello se desprende que "salir del desarrollo", sin hablar de salir del capitalismo, es un eslogan no solamente errneo sino a la vez mistificador.

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  • El contenido del concepto de desarrollo debe ser considerado junto con el crecimiento del cual es indisociable. Podra entonces pensarse en un desarrollo diferenciado en su objeto, en el espacio y en el tiempo, para establecer prioridades en fincin de las necesidades y de la calidad de las producciones, y permitir el crecimiento a los ms pobres y la desaceleracin de ste a los ms ricos? Porque el desarrollo necesario de los ms pobres implica la renuncia al desarrollo ilimitado de los ricos.

    1 Maniere de voir, N" 65, "La rue vers l'eau", Pars,

    septiembre de 2002.

    2 Fran^ois Perroux, Pour une philosophie du nouveau dveloppement, Unesco, Pars, 1981.

    3 Rene Passet, "Nollbralisme ou dveloppement durable, il faut choisir", documento de AT-

    TAC, Pars, 2002.

    4 Serge Latouche, "Les mirages de l'occdentatisation du monde: en finir, une fois pour toutes,

    avec le dveloppement". Le Monde dplomatlque, Pars, mayo de 2001. Vase tambin Fran-

    tois Partant, Que la crise s'aggrave. Parangn / TAventurine, Pars, 2002.

    J.M.H.

    28

  • Dos dcadas de retraso frente al efecto invernadero. (Indito)

    Ceguera ante una amenaza mortal por Frdric Durand*

    A fines de la dcada de 1980 los primeros estudios importantes de muestras de hielo antartico reforzaron las presunciones

    sobre la existencia de un recalentamiento del planeta, en estrecha relacin con las emisiones de gas carbnico

    producidas por las sociedades humanas: desechos industriales, consumo domstico de los pases ricos, deforestacin (favorecida por esos mismos pases) de los pases pobres. Esas presunciones

    se han confirmado y agravado, pero el trabajo de los lobbies industriales impide encarar soluciones.

    Hace dos dcadas, la incertidumbre era an muy importante, dado que en 1988 los modelos estimaban que el recalentamiento podra ir de 0,4 a 8,33 centgrados para fines del siglo XXI, aunque los va-lores generalmente admitidos van de 2 a 5,5 (1). Tales resultados eran preocupantes: durante la ltima era glacial, hace 18.000 aos, la temperatura promedio, a escala planetaria, haba sido inferior de

    * DIRECTOR DE CONFERENCIAS DE GEOGRAFA DE LA UNIVERSIDAD DE TOULOUSE II-LE M I -RAIL, FRANCIA; AUTOR DE A JUNSLE, LA NATION ET LE MARCH, CHRONIQUE INDONSIENNE, L'ATALANTE, NANTES, 2001 ; TIMOR OROSA'E, PAYS AU CARREFOUR DE L'ASIE ET DU

    PACIFIQUE, UN ATLAS GOHISTORIQUE, PRESSEStJNivERSiTAiRES DE MARNE-LA-VALLE/IRA-SEC, 2002. ARTICULO PUBUCADO EN EL N 42 DE LA EDICIN CONO SUR DE LE MONDE DiRLOMATiQUE, DICIEMBRE DE 2002. Traduccin: Carlos Alberto Zito.

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  • apenas 4 a 5 respecto de la actual. Si las previsiones pesimistas se confirman, los cambios climticos que se produciran el siglo prxi-mo podran ser de la misma magnitud que los de una glaciacin, aunque en sentido inverso. El efecto previsible no era un recalenta-miento homogneo de varios grados en todas las latitudes, sino una fuerte variacin que hasta podra causar la suspensin de la Corrien-te del Golfo, lo que dara a Europa y a Amrica del Norte un clima de caractersticas polares; o bien la multiplicacin de las "anoma-las" climticas como las tormentas o el fenmeno de El Nio (2).

    Otra consecuencia, el aumento del nivel de las aguas de hasta un metro, a causa del deshielo de las masas rticas y antarticas, implicaba el "riesgo" de sumergir una parte de las costas, deltas y planicies donde se concentra la mayor parte de las tierras frtiles y de la poblacin del planeta. Esas transformaciones a su vez significaban un "riesgo" de movimientos migratorios incontrolables, junto a otros fenmenos difciles de prever, como la llegada a los pases del Norte de enfermeda-des tropicales del tipo del paludismo o del dengue hemorrgico.

    "Riesgo incierto"

    Por supuesto, el "punto dbil" de la argumentacin era la palabra "ries-go". A falta de certidumbres, importantes Estados y la comunidad internacional, a travs del Grupo Intergubemamental sobre la Evolu-cin Climtica (GIEC), consagraron sumas considerables para establecer el nivel de probabilidades de esas previsiones. El primer informe del GIEC, publicado en 1990, confirm el recalentamiento, pero sin poder precisar su magnitud. Sin embargo, la inquietud fue su-ficiente para que, en mayo de 1992, en Nueva York, se adoptara una Convencin sobre los cambios climticos que al mes siguiente, en ocasin de la gran conferencia de la ONU sobre el medio ambiente realizada en Ro de Janeiro, fue firmada por 154 Estados.

    En esencia, esa Convencin propona a los firmantes trabajar para "estabilizar las concentraciones de gas de efecto invemadero en la atmsfera a un nivel que impida cualquier perturbacin antrpica peli-grosa del sistema climtico". Ese ambicioso objetivo estaba mitigado por el hecho de que el nivel en cuestin no se precisaba. Sin embargo, el artculo 3 de la Convencin estipulaba: "Cuando hay riesgo de

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  • perturbaciones graves o irreversibles, la falta de certidumbre cientfica absoluta no puede servir de excusa para aplazar la adopcin de medi-das de precaucin para prever, prevenir o atenuar las causas de los

    . cambios climticos y limitar sus efectos nefastos". La comunidad cien-tfica, poltica o meditica muy pocas veces invoc este ltimo prrafo.

    En abril de 1996 un segundo informe del GIEC, redactado por dos mi! especialistas internacionales, sigui alimentando los temores, a pesar de las extremas precauciones terminolgicas de los expertos. Segn ellos, un "conjunto de elementos sugiere que hay una influencia humana sobre el clima". Por qu seguir utilizando una for-mulacin tan reservada a pesar de la acumulacin de pruebas? La explicacin es que tambin se financiaron numerosas investigaciones para tratar de mostrar que el papel humano en las emisiones de gas no estaba "probado", que el fenmeno poda deberse a un aumento de la actividad solar, o que migraciones de burbujas dentro del hielo hubie-ran podido exagerar la magnitud del fenmeno.

    La disputa tuvo verdaderamente lugar un ao y medio despus en Kyoto, en diciembre de 1997. Estados Unidos (4% de la poblacin y 22% de las emisiones de CO )^ propuso, "como mximo", estabili-zar en 2012 sus emisiones al nivel de las de 1990, agregando a esa propuesta la creacin de un mercado de "derechos para contaminar", en el cual los pases ricos que no llegaban a cumplir con sus objetivos podan comprar toneladas de carbono a los pases ms vir-tuosos o ms pobres. Los europeos, ms ambiciosos, defendan una reduccin global de los pases industrializados del 15% respecto de 1990, pero evitando que esas medidas limitaran a los llamados "pases en desarrollo".

    Como en muchas conferencias internacionales, el resultado fue un arreglo que no dej conforme a nadie: una propuesta de dismi-nucin del 5,2%o en 2012 respecto del nivel de 1990, aplicable nicamente a los pases industrializados. Para Estados Unidos o Japn ello significaba una obligacin de reducir sus emisiones de gas en un 18% y un 16% respectivamente. Para la Unin Europea, cuya economa estaba estancada, el objetivo era menos difcil de alcan-zar, pues la baja global era de apenas 5%, y de slo 1% para un pas como Francia, a causa de su compromiso con la energa nuclear. Por otra parte, el texto dejaba en suspenso la cuestin de los llamados

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  • "pases en desarrollo", a los cuales, en la lgica del "desarrollo indus-trial para todos" era difcil imponerles limitaciones, a pesar de que algunos de ellos, como Corea del sur. China o India, mostraban un rpido aumento en las emisiones de gas de efecto invernadero.

    Sin embargo, el objetivo fijado por el protocolo de Kyoto es irri-sorio. Segn algunos expertos, corresponde a una reduccin de 0,06 sobre un aumento de 2 estimado para 2050, es decir, 3% del esflierzo previsto para frenar efectivamente el recalentamiento (3). Las organizaciones ecologistas, luego de haber denunciado esas proposi-ciones por blandas y dbiles, se aferraron a dicho texto como a un madero en medio de un naufragio. Siguiendo esa lnea, los medios de comunicacin y algunos gobiernos organizaron una defensa contraproducente y hasta peligrosa.

    En efecto, existen dos hiptesis: o bien el calentamiento es una ficcin, en cuyo caso todo ese esfuerzo prcticamente no sirve de nada; o bien es real, y entonces resulta indispensable actuar en serio y no limitarse al 3% del esflierzo mnimo necesario. Algunos objetan, de buena fe, que el protocolo de Kyoto es un "primer paso en la direccin correcta". Pero cuando se ven las increbles dificultades que tienen los pases industrializados para alcanzar a duras penas ese 3%, resulta difcil imaginar cmo se podran implementar esfuerzos trein-ta veces mayores (es decir, el restante 97%) en un plazo razonable.

    Aun ms teniendo en cuenta que las grandes reuniones sobre el cli-ma lieron registrando fracasos y renuncias cada vez ms importantes. En noviembre de 2000, los pases que se consideraban "progresistas", dirigi-dos por el holands Jan Pronk, enviado especial del secretario de Naciones Unidas, lucharon en La Haya para oponerse flindamentalmente al princi-pio de los permisos para contaminar y de los "pozos" de carbono que permiten mantener los desechos a condicin de almacenar el carbono en alguna parte. De hecho, la conferencia termin en un duro fracaso, pues Estados Unidos se retir de las negociaciones, arrastrando a sus socios del llamado "Gmpo Paraguas" (Australia, Canad, Japn...). En 2001, el triunfo de George W. Bush, a quien se considera con estrechas relaciones con los lobbies petroleros, no arregl para nada la situacin.

    En un tercer informe importante, en 2001, los expertos climat-logos mundiales del GIEC revelaron que era "muy probable" que el nivel de concentracin en dixido de carbono jams haya sido tan

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  • importante en veinte millones de aos y que varios otros gases de efecto invemadero -como el metano, el dixido de azufre o los xidos nitrosos - haban alcanzado un nivel nunca antes conocido (4). Esos au-mentos se manifiestan en una elevacin de la temperatura media del planeta de 0,6 en el siglo XX, con una sensible aceleracin a partir del fin de los aos 1960, correspondiente a ms de 0,2 cada diez aos, aunque se registraban perodos de estabilizacin.

    Se comprob adems una muy fuerte aceleracin a partir de 1990, pues la ltima dcada del siglo fue la ms caliente desde hace al menos mil aos. El nivel del mar subi entre 10 y 20 centmetros, a la vez que se comprobaban o se prevean modificaciones localiza-das, como el aumento del fenmeno de El Nio, el adelgazamiento en un 40% de la capa de hielo rtica desde la Segunda Guerra Mundial, o perturbaciones en los monzones asiticos.

    Pero el informe terminaba sealando que las perturbaciones ms importantes tendran lugar "sin dudas" en los pases tropicales. Esa previsin, ms que dudosa, reforz paradjicamente la posicin permisiva de los pases industrializados -sobre todo de Estados Uni-dos- ya que seran los pases del Sur los que ms sufriran por esos cambios climticos. En efecto, mientras que en la dcada de 1990 la existencia de un agujero en la capa de ozono, que amenazaba princi-palmente a la poblacin del hemisferio Sur, haba generado una rpi-da reaccin con la firma del protocolo de Montreal en 1997, ninguna voluntad similar se manifest contra el efecto invemadero.

    Nuevas concesiones

    En julio de 2001 los organizadores de una nueva conferencia clim-tica, en Bonn, fueron obligados a realizar nuevas concesiones sobre los derechos para contaminar y los "pozos" de carbono, en particular respecto de Japn, Canad y Rusia, a fin de "salvar" el protocolo de Kyoto, reduciendo las obligaciones a una simple estabilizacin de las emisiones al nivel de 1990 y no ya a una baja del 5,2% como en 1997. El mismo mes, sobre la base de un modelo creado por el Massachusetts Institute of Technology (MIT), un equipo de investiga-dores estadounidenses lleg a un porcentaje de probabilidades de recalentamiento del 90%) (5). Sin embargo, eso no alcanz para modi-

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  • fcar la posicin del presidente Bush, que prefiri apostar al 10% de probabilidades de que el planeta no se encamine a una catstrofe. Pocos meses despus, e l l 0-11-01, al cabo de una pulseada sin pre-cedentes en los anales de la ecologa, Europa logr convencer a 167 pases de firmar el acuerdo de Marrakech, que implementaba las reglas jurdicas necesarias para la ratificacin y la aplicacin del protocolo de Kyoto.

    Mientras que en 2001 Estados Unidos registraba un aumento del 3,1% de sus emisiones de gas de efecto invemadero (el mayor creci-miento anual desde 1990) dos nuevos estudios independientes de la ONU aparecidos en abril de 2002 llegaban a la conclusin de que probablemente el cambio climtico haba sido subestimado y el aumento de la temperatura se situara ms bien entre 5,8 y 6,9 alrededor de 2100 (6).

    Presentando como un axioma el hecho de que resulta imposible pedirle a los ciudadanos estadounidenses que cambien de modo de vida, la administracin Bush se limit a seguir pidiendo a los indus-triales que desarrollaran iniciativas espontneas, a la vez que declaraba, sin sonrojarse: "Estados Unidos est comprometido en numerosas tareas que ayudarn a la nacin y al resto del mundo a re-ducir su vulnerabilidad y a adaptarse a los cambios climticos" (7).

    Qu se puede hacer? A la ineficacia del protocolo de Kyoto se agregan considerables efectos perversos. El lobby nuclear, que en la dcada de 1990 haba sido seriamente cuestionado, aprovech la brecha que dejaba ese texto. Aimque an se ignora la forma de desha-cerse de los residuos nucleares -que conservan su toxicidad durante miles de aos- los promotores de esa industria la presentan como un modelo de limpieza (pues no libera gas carbnico).

    Junto a ese primer lobby, el de las compaas forestales encon-tr un buen argumento. Desde la dcada de 1970 los empresarios del sector en los pases tropicales eran criticados por la prensa y por las organizaciones no gubernamentales (ONG) ecolgicas. Kyoto y los avatares de Bonn y Marrakech, otorgaron a los pases industrializados la posibilidad de crear "pozos de carbono" en lugar de reducir la contaminacin. Los proyectos de reforestacin en zonas tropicales pue-den entrar en esa categoria, ms aim teniendo en cuenta la crtica de-forestacin que all se registra desde hace dcadas. Pero los bosques

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  • densos en general se hallan en una situacin de equilibrio, y hasta de emisin de carbono; por lo tanto, los industriales del sector no tienen mejor solucin para proponer que talar los bosques antiguos (cuya madera pueden explotar de paso) y remplazados por rboles jvenes de especies de crecimiento rpido (acacia, eucalipto...) que absorben mucho ms rpidamente el carbono. Y todo ello financiado con pri-mas a la proteccin ambiental. Climticamente intil, el protocolo de Kyoto se convirti adems en el primer promotor de la energa nuclear y de la deforestacin en zonas tropicales.

    Sobre los escritorios de los tecncratas expertos, la lista de proyectos para capturar el carbono es cada vez ms larga. Y esos es-pecialistas se ven apremiados por los dirigentes mundiales para hallar soluciones alternativas (sin contar con que el carbono no es el nico elemento responsable, y que otros productos registraron un fuerte aumento paralelo, como el metano, a travs de la agricultura por rie-go y sobre todo de la ganadera). As, algunos proponen plantar ms bosques en el extremo norte canadiense o europeo, pero esa vegeta-cin absorberia la energa solar habitualmente reflejada por la nieve y el resultado sera nulo, sino desfavorable. Se podra aprisionar el car-bono en los grandes fondos ocenicos: eso podria perturbar an ms el papel clave de los ocanos, que ya absorbieron una parte de los residuos carbnicos humanos. Se podra sobrealimentar el plancton en las zonas rticas inyectndole altas dosis de carbono, pero existe incertidumbre sobre la resistencia del medio marino a ese tratamien-to. Se podran modificar genticamente ciertas plantas para aumentar su potencial de absorcin (all entra en accin el obby de los Organis-mos Genticamente Modificados).

    Incluso, algunos iniciaron estudios sobre productos capaces de reducir las flatulencias del ganado pues los gases vacunos son reos en metano! Otros consideran la idea de rociar la atmsfera con aerosoles especiales, y hasta de enviar cohetes para instalar pantallas o espejos en el espacio, con el objeto de filtrar una parte de la radia-cin solar y reducir el recalentamiento. No hace falta decir que existe una total incertidumbre sobre las consecuencias de tales proyectos.

    Mientras tanto, se acumulan los elementos coincidentes sobre los cambios que ya se estn registrando. En un estudio aparecido en 2001 en la revista Nature, un equipo brtnico-noruego mostr que

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  • el caudal de la Corriente del Golfo disminuy en al menos un 20% desde 1950 (8). Si ese fenmeno continuara, se podran cuestionar las evaluaciones de la comunidad cientfica occidental respecto de que los pases del Sur seran los ms afectados. En marzo de 2002, un fragmento del casquete antartico, de 3.250 km^ (ms grande que Luxemburgo) y de 12.000 aos de edad, se fractur en miles de ice-bergs de un volumen total de 720.000 millones de toneladas de hielo.

    Esos signos no cuentan. En nombre del "rigor" cientfico, la co-munidad de investigadores y de polticos prefiere esperar hipotticas "certidumbres" antes que tratar de aplicar el principio de precaucin. Ellos se limitan a decir que se ignora la naturaleza y la magnitud del cambio, y que lo ms importante es hacer nuevos estudios. Por supues-to que esos estudios son tiles, y hasta indispensables, pero qu in-vestigacin climtica podr brindar alguna vez la "prueba irrefutable" de que vamos rumbo a una catstrofe?

    Esos estudios tienen adems la ventaja considerable de permitir afirmar que se hace algo, a la vez que no cuestan casi nada comparados con lo que representaran medidas concretas, y necesariamente radicales.

    De manera metafrica podra decirse que los expertos respon-sables de "Kyoto" cejaban admitiendo que la humanidad posiblemen-te se haba vuelto loca, y que nuestro modelo de "desarrollo" se parece a un auto que va a 100 kilmetros por hora en direccin a un pared, y que por lo tanto es urgente reducir esa velocidad a 97 kilme-tros por hora...

    Pero qu responsable poltico o qu gobierno de pas industria-lizado se atrever a reconocer que el tipo de vida y de consumo que defiende representan un enorme riesgo para una parte importante de la especie humana y quizs, incluso, para nuestras civilizaciones?

    1 Fierre Thuilier, L'humants> e par 'effet de serr.

    La Recherche, Pars, 1992.

    2 El Nio es una perturbacin irregular del clima en el ocano Pacfico tropical, que incluye

    una modificacin del rgimen de vientos y de temperatura del agua, lo que causa principal-

    mente fuertes precipitaciones e inundaciones, a la vez que importantes sequas.

    3 Ver principalmente: Antoine Bonduelle, "Dix dfauts du protocole de Kyoto", Institut d'va-

    luation des stratgies sur l'nergie et l'environnement en Europe (Inestene), Paris, 2001; y Franck Lecocq, "Distribution spatiale et temporelle des cots des politiques publiques de

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  • long terme $ous incertitude: thorle et pratique dans le cas de l'effet de serr", Engref-CNRS, Pars, julio de 2000.

    4 GIEC, "Third Assessment Report, Summary for Policymakers", UNEPAVMO, Ginebra, febrero

    de 2001.

    5 Science, Washington, 20-7-01.

    6 Associated Press, 17-4-02.

    7 United Status Envronemental Protection Agency, "US Climate Action Report 2002", Was-

    hington.

    8 Bogi Hansen y al. "Decreasing overflow from the Nordic seas into the Atlantic Ocean th-

    rough the F^roe Bank channel since 1950", Nature. Londres, 21-6-01.

    F.D.

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  • Cumbre Mundial de la Tierra sobre Desarrollo Sustentable (Indito)

    Oscura alianza para el desarrollo de frica

    por Agns Sin*

    i in el marco del contraste entre las grutas prehistricas de Sterkfon-tein y los rascacielos posmodemos del nuevo barrio comercial de Sandton, donde se llevaron a cabo a partir del 26 de agosto pasado, en presencia de ms de 20.000 delegados, las negociaciones de la Cumbre Mundial de la Tierra sobre Desarrollo Sustentable, se trat el destino de la humanidad y la perennidad de la vida en una tierra cada vez ms ultrajada.

    La ciudad de Johannesburgo es una metfora sorprendente de los males del planeta, como si el desarrollo no sustentable pudiera leerse all a libro abierto. Las casuchas de chapa amontonadas que forman los squatter camps y los townships, se unen sobre colinas enrojecidas por la sequa y los incendios forestales, cerca de barrios opulentos y arbolados, con jardines bien regados, construidos a lo largo de aveni-das privadas y amuralladas. Aqu, nadie se sorprende de los alambra-dos de pas electrificados, trenzados o cubiertos con hojas de afeitar. En este lugar abundan los carteles de la empresa de vigilancia ADT que indican "Armed Response" (respuesta armada), advirtiendo a los eventuales agresores.

    * AUTORA DEL DOCUMENTAL PLANT EN OTAGE, DISPONIBLE EN FILMS DU VILLAGE, A PAR-TIR DE 2003. MIEMBRO DE LA COMISIN FRANCESA DE DESARROLLO SUSTENTABLE. ARTICULO PUBUCADO EN EL N 42 DE LA EDICIN CONO SUR DE LE MONDE DIPLOMAVQUE, DIOEMBRE 2002. Traduccin: Gustavo Recalde.

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  • El apartheid parece formar parte de estos paisajes urbanos surcados por vas rpidas, donde la mayora de los automviles son conducidos por blancos, mientras que unos pocos peatones, negros, caminan por las banquinas o venden rollos de bolsas de plstico en los cruces. En algunos lugares, los escoriales de las minas de oro forman co-linas artificiales que, los das de tormenta, esparcen su polvo amarillo sobre los barrios pobres cercanos. Detrs del aeropuerto, las ocho chimeneas de una central trmica de la compaa nacional Eskom (Electricity Supply Commission), alimentada a carbn, recuerdan que Sudfrica desprende emisiones de gas de efecto invernadero con niveles comparables a los de los pases del Norte.

    A lo largo de los accesos rpidos, los carteles publicitarios celebraron la cumbre: imgenes de pueblos provistos de agua e ilumi-nados gracias a la electricidad, primeros planos de hombres y mujeres agradecidos: una consigna generosa "Some, for all, forever " ("Un poco, para todos, para siempre"), sintetizaba el proyecto de desarrollo equitativo y sustentable. Chrysler y BMW se sumaron tambin con su compromiso: en una ciudad que ofi"ece escasos transportes pblicos, eran innumerables las publicidades creadas para la ocasin a favor de una "movilidad sustentable", resumida por un ostentoso BMW a pilas de combustible, que se exhiba a pocos metros del centro de con-ferencias donde se desarrollaba la Cumbre de la Tierra. La empresa de diamantes De Beers, que desde el fin del apartheid traslad su sede a Gran Bretaa, no escatimaba sus mensajes de "Ecology isforever".

    Reemplazar el crecimiento clsico, cuya pesada huella ecolgi-ca es inviable a mediano plazo, por una forma sustentable de desa-rrollo planetario... sta era la ecuacin bsica o la cuadratura del cr-culo de la Cumbre de Johannesburgo. Pero esta ecuacin no termina aqu. La huella ecolgica (1) promedio de un africano o de un asiti-co es de slo 1,4 hectreas, mientras que la de un europeo occidental alcanza las 5 hectreas, y la de un estadounidense, las 9,6 hectreas. Mozambique, Burundi, Bangladesh y Sierra Leona se ubican al final de la clasificacin: menos de 0,5 hectreas por habitante. Podra considerarse que la cumbre de Johannesburgo se propona reducir las diferencias existentes entre ricos y pobres del planeta, mediante una asignacin equitativa de recursos y una modificacin cualitativa de los modos de produccin.

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  • Mientras comenzaba la cumbre, en presencia de unas 163 empresas transnacionales (2) agrupadas en la Business Action for Sustainable Development (3), la arrogante plaza fuerte blanca de Sandton vio desfilar una decena de miles de campesinos sin tierra y de habitantes que llegaron a pie desde Alexandra, el township vecino. Sus 400.000 habitantes se amontonan sobre unas 500 hectreas, en vivien-das tan insalubres que el ao pasado estall all una epidemia de clera que amenaz con contaminar el agua potable y piscinas de Sandton. Rodeados por los carros antidisturbios heredados del apart-heid y por rollos de alambre de pa, estos hombres y mujeres, conde-nados a vivir como inmigrantes del interior, haban venido a reclamar por el cese de las privatizaciones, los cortes de agua y de electricidad en sus barrios miserables, y a manifestar a viva voz su rechazo a la Nueva Estrategia de Cooperacin para e Desarrollo Africano (Nepad) (4).

    Lanzada en el G8 de Genova, en junio de 2001, por los presi-dentes Thabo Mbeki (Sudfrica), Abdelaziz Bouteflika (Argelia) y Olusegun Obasanjo (Nigeria), la Nepad cuenta con el apoyo de James Wolfensohn, director del Banco Mundial (BM) y los primeros mi-nistros Anthony Blair, de Gran Bretaa, y Jean Chrtien, de Canad. Pero la "sociedad civil" africana la cuestiona porque no particip de manera alguna en su elaboracin y porque no es sino la continuacin de las polticas neoliberales.

    Presentada como el antdoto contra el subdesarrollo heredado del colonialismo, la Nepad es un plan de desarrollo concebido para atraer inversiones extranjeras a frica, sobre la base de un objetivo de crecimiento anual del 7%. La Nepad se propone alentar a los inver-sores del Norte, describiendo la ambicin africana de renacer de sus cenizas gracias a una mayor competitividad en la economa mundial, y ofrecer condiciones locales ms favorables luchando, por ejemplo, contra la corrupcin (5).

    El 1 de septiembre, en el hotel Hilton de Sandton, Reuel Khoza, vicepresidente de la Business Action for Sustainable Develop-ment y presidente de Eskom, compaa sudafricana de electricidad, cuarto productor mundial gracias al carbn del subsuelo africano, se pronunci frente al panel del Business Doy, ante una sala repleta. En su discurso elogi la Nepad, que abre a Eskom nuevos mercados conti-nentales. Sin embargo, esta "nueva alianza" corre el riesgo de confinar

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  • a frica a la periferia del mundo, reproduciendo los esquemas del mal desarrollo, sin que las poblaciones involucradas obtengan de sta algn valor agregado.

    Pese a sus intenciones de diversificar la produccin, la Nepad co-rre el riesgo de canalizar las inversiones en la explotacin de materias primas, carbn, oro, diamantes, petrleo, donde frica posee una ventaja comparativa. Estas materias primas dependen de las cotizacio-nes mundiales y su explotacin (por una mano de obra negra oprimi-da y rodeada de ejrcitos privados), destruye los ecosistemas; daos a la salud y desplazamientos de las poblaciones autctonas, poluciones, prdidas de biodiversidad.

    En este terreno, Sudfrica es un tipleo ejemplo, pues hered al salir del apartheid un pesado tributo de empresas tales como la britnica Cape, responsable de cientos de muertes como consecuen-cia, de la explotacin del asbesto y actualmente acusada de envene-namiento por 7.500 demandantes. La empresa minera Anglo-Ameri-can, que figuraba entre los mecenas de la cumbre de Johannesburgo y en su pgina de intemet haca alarde de objetivos de desarrollo susten-table, estuvo involucrada en este escndalo y en otros, ya sea por su reticencia a entregar a sus mineros medicamentos antiretrovirales para el tratamiento del sida, o por su contribucin a la calda del rand (6) en 2000-2001, cuando repatri su capital a Gran Bretaa.

    En los tiempos del apartheid, la empresa Eskom provea de elec-tricidad a las explotaciones de minas de oro y celebraba acuerdos pre-ferenciales con los propietarios afrikners de minas de carbn para po-ner en flincionamiento sus usinas de produccin. Industria clave del r-gimen, en los aos '80 Eskom se convirti en un Estado dentro del Es-tado, al punto de contar con su propio ejrcito y de ofrecerlo durante las sangrientas represiones desatadas contra los opositores al apartheid y durante la guerra civil del comienzo de la siguiente dcada. En la misma poca, Eskom suministraba las tres cuartas partes de la produc-cin elctrica de Sudfrica, gracias a los prstamos otorgados por el BM y por bancos suizos e internacionales, a pesar del embargo intemacional que sancionaba al rgimen del apartheid.

    Durante este desbarajuste, Eskom efectuaba cortes de electri-cidad en los townships donde la mano de obra negra, privada de derechos civiles, pagaba su electricidad a precios ms altos que los

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  • abonados por las grandes compaas mineras. En 1978, Eskom convoc a Framatome para construir la central nuclear sudafricana de Koeberg, equipada con una instalacin de distribucin elctrica por la empresa sueco-suiza ABB, convertida tambin, desde entonces, al desarrollo sustentable.

    Desde el fin del apartheid, Eskom conect a la red a ms de cuatro millones de hogares. Pero durante el mismo perodo, unos 10 millones de sudafricanos sufrieron cortes de electricidad debido a las tarifas inadecuadas e injustas, insuficientemente subvencionadas para las categoras ms pequeas. En cambio, los precios mayoristas de Eskom, establecidos para las industrias de extraccin y las aceras, son los ms bajos del mundo y fomentan la multiplicacin de centrales trmicas altamente productoras de gas de efecto invemadero. De hecho, la conversin de Eskom a favor del desarrollo sustentable no fonna parte del orden del da: 25 veces menos de inversiones en energas renovables que en energa nuclear, y megaproyectos de grandes repre-sas hidrulicas en toda frica, con la bendicin del BM y de la Nepad: Angola, Botswana, Camern, Repblica Democrtica del Congo, Ghana, Mal, Mozambique, Suazilandia, Tanzania y Zambia (7).

    En el marco de la Nepad y de las alianzas de carcter pblico/pri-vado promovidas por la ONU, las subvenciones pblicas y la ayuda intemacional para el desarrollo, financiadas por los contribuyentes, ser-virn para atraer inversiones tan "sustentables" y "socialmente responsables" como la represa de Lesotho en Sudfrica. Porque las disposiciones del "Plan de accin" aprobado al finalizar la cumbre no brndan sino orentaciones vagas a favor de las energas renovables, sin excluir lo nuclear ni las grandes represas hidrulicas. En cuanto a la iniciativa europea "Agua para la Vida", anunciada el 3 de septiem-bre pasado por Romano Prodi, consiste a lo sumo en una gran licitacin a la medida de inversores como Suez, Thames y Vivendi.

    Johannesburgo no habr sido solamente una cumbre donde la regla del denominador comn ms pequeo prevalecer en casi todos los captulos. El "Plan de accin de Johannesburgo sobre Desarrollo Sustentable", aprobado el 4 de septiembre pasado, al cabo de dos semanas de negociaciones, propone impHcitamente ima renterpreta-cin del desarrollo sustentable, que termina de desviarlo de su sentido inicial y lo suma a la globalizacin liberal.

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  • El resultado ms anunciado de la cumbre fue el compromiso de reducir a la mitad el nmero de personas sin agua, desde ahora hasta el 2015, lo que tendr la ventaja para industriales como Suez o Vivendi de no implicar una modificacin en los modos de produc-cin, ya que, indudablemente, el agua es una materia prima, pero privatizable. En cambio, ningn compromiso concreto ser asumi-do a favor de las energas renovables, pese a ser las que mejor se adaptan para proveer gratuitamente de electricidad a las poblaciones de los pases pobres, sin incrementar ei efecto invernadero y el riesgo de cambio climtico. Eskom no pone en riesgo, al menos en el corto plazo, la competencia de proyectos micro-hidrulicos o solares, que seran financiados por micro-crditos y por el produci-do de una hipottica tasa mundial para el desarrollo sustentable y aportaran una electricidad casi gratuita y sustentable a las poblacio-nes de los townships de Soweto y de Alexandra.

    1 El concepto de huella ecolgica propone un mtodo de clculo indito de las consecuencias

    del desarrollo no "sustentable" actual. La huella ecolgica se expresa en funcin de la su-

    perficie del suelo productivo necesaria para producir los recursos y absorber (os residuos co-rrespondientes, en diversas categoras de consumo: alimentacin, vivienda, transporte, bie-

    nes de consumo y servicios. El estado de los recursos permite calcular el techo de la huella

    ecolgica por habitante del planeta: un mximo de 1,9 ha por persona. Sin embargo, el con-

    sumo promedio de recursos naturales es de 2,3 ha por habitante, es decir, 0,4 ha mayor de

    lo disponible.

    2 Entre otras, Areva, Michen, Suez. Texaco, DuPont, Aol Time Warner, Rio Tinto...

    3 Surge de la fusin del Consejo Mundial de Empresas para el Desarrollo Sustentable (World Business for Sustainable Developement) y la Cmara Internacional de Comercio.

    4 Sanou Mbaye, "L'Afrique nore face aux piges du librasme". Le Monde diplomatique.

    Pars, julio de 2002. 5 Pero es sabido que ta corrupr' T es generada por los propios inversores: un escndalo re-

    ciente Involucr al BM en un asunto de sobornos pagados a la autoridad local de la provin-

    cia de Lesotho, donde se construye una enorme represa hidrulica.

    6 Moneda nacional sudafricana.

    7 Cf. Patrick Bond, Unsustainable South frica, The Merlin Press, Londres, 2002.

    A.S.

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  • Comercio desigual y "deuda ecolgica "

    Lo que el Norte le debe al Sur por Walter Alberto Rengue*

    El concepto de costo ambiental, escasamente considerado en los pases del Sur -que deberan ser los principales interesados-cobra vital importancia y asegura un novedoso enfoque ante

    la insostenible presin por el pago de la deuda externa en Amrica Latina. El caso argentino, de notable actualidad, es ejemplar Los dos temas tienen una relacin bsica, posible

    de confrontar, que ha comenzado a ser analizada recientemente, en particular por acadmicos y ONGs del Sur (Accin Ecolgica

    de Ecuador, Rural Advancement Foundation International -RAFI-, Grupo de Reflexin Rural-GRR-, Jubileo 2000, Grain) apoyados por muchos de sus pares de los pases desarrollados.

    La "deuda ambiental" se arrastra desde la colonia, se ha agravado en el siglo XXy es perfectamente

    cuantificable en trminos econmicos.

    JLos seres humanos no degradan voluntariamente su medio ambiente. Ningn agricultor suea con dejar a sus hijos un campo destruido, con su capa frtil lavada, el agua contaminada y el terreno cubierto de crcavas. Ninguna comunidad se somete

    * INGENIERO AGRNOMO ESPECIALIZADO EN MEJORAMIENTO GENTICO. MAESTTIA EN POLHCAS AMBIENTALES, G E P A M A - C E A - U N I V E R S I D A D DE BUENOS AlRES. ARTICULO PUBLICADO EN EL

    N 19 DE M EDICIN CHILENA DE LE MONDE DlPLOMATlQUE, MAYO 2002 .

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  • voluntariamente a un desgaste azaroso. Sin embargo, las sociedades toleran el cautiverio de la deuda extema, aun cuando su origen es dis-tante de su cotidianidad (1). Una deuda extema que contiene un alto componente de ilegitimidad y ya ampliamente pagada, si se tienen en cuenta no slo el flujo financiero y las tasas de inters pagadas -impuestas unilateralmente- sino tambin el de bienes y recursos na-turales baratos exportados. "Si calculamos solamente cunto hemos cubierto en exceso de intereses, cuando adems la banca internacio-nal decidi por s misma en 1982 subirlos del 6 al 20%, es posible demostrar que la deuda est pagada y en exceso. Para obtener estos fondos y enviarlos como pago de la deuda extema, nuestros pases se ven obligados a exportar cada vez ms, en condiciones de poca equidad comercial y, lo que es ms grave, a cualquier costo" (2).

    Ecolgica y colonial

    Adems del tremendo impacto que el peso de la deuda tiene sobre las sociedades de los pases en desarrollo, debe tenerse en cuenta la presin sobre el patrimonio natural. Jacobo Schatan indica que "el vo-lumen de exportaciones de Amrica Latina ha aumentado desde 1980 hasta 1995 en un 245%. Entre 1985 y 1996 se haban extrado y en-viado al exterior 2.706 millones de toneladas de productos bsicos, la mayora de ellos no renovables. El 88% corresponde a minerales y petrleo. Haciendo una proyeccin hacia el 2016 se calcula que el total de exportaciones de bienes materiales de Amrica Latina hacia el Norte sera de 11.000 millones de toneladas. Entre 1982 y hasta 1996, en catorce aos, Amrica Latina haba pagado 739.900 millo-nes de dlares, es decir, ms del doble de lo que deba en 1982 -unos 300.000 millones de dlares- y sin embargo segua debiendo 607.230 millones de dlares" (3^

    Desde la perspectiva Sur-Norte se puede definir a la "deuda eco-lgica" como "aquella que ha venido siendo acumulada por el Norte, especialmente por los pases ms industrializados, hacia las naciones del Tercer Mundo, a travs de la expoliacin de los recursos naturales por su venta subvaluada, la contaminacin ambiental, la utilizacin gratuita de sus recursos genticos o la libre ocupacin de su espacio ambiental para el depsito de los gases de efecto invemadero u otros

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  • residuos acumulados y eliminados por los pases industrializados" (4). A esta deuda generada por la sobreproduccin, el sobreconsumo y la superproduccin de desechos actuales y pasados de los pases del Norte, debera sumrseles (por qu no?, al menos para tenerla en cuenta), la "deuda colonial" por la extraccin y usufructo de recursos naturales y minerales no reembolsados (5).

    Los daos ambientales generados por este comercio ecolgica-mente desigual se replican en todo el mundo subdesarrollado, especialmente en Amrica Latina. Sin embargo, no han sido percibidos cabalmente ni aparecen en las agendas de los decisores po-lticos. Como seala Joan Martnez Alier, catedrtico cataln de la Universidad de Barcelona, "es sorprendente la vigencia de antiguos agravios histricos sobre lmites geogrficos y el gran empeo que di versos pases latinoanTericanos ponen en defender o rei vindicar su herencia territorial, en comparacin con la iriconciencia con la que ceden la herencia recibida de patrimonio natural" (y tambin de patrimonio cultural y social). Esas continuas cesiones podran interpretarse como una amenaza a la propia seguridad. Desde el Sur puede afirmarse que el Norte ha producido y produce una cantidad desproporcionada de contaminacin y degradacin y se apodera o presiona para transformar una cantidad desproporcionada de recur-sos naturales, lo que pone en peligro la seguridad ecolgica del Sur.

    Debido en parte a este comercio desigual y a la adopcin de algunas tecnologas importadas degradantes, Argentina tiene regiones erosionadas en casi todo su territorio (6). Los sistemas de produccin ovina aplicados en la Patagonia desde el siglo XIX, que en menos de cien aos la convirtieron en desierto, o la eliminacin de los quebra-chales en la zona chaquea, son un claro ejemplo de depredacin de la naturaleza, subvaluacin del recurso, exportaciones mal pagadas y tecnologas pobremente adaptadas a la realidad regional.

    Nutrientes, pesca y petrleo

    Una situacin muy similar se suscita en la regin de suelos ms ricos del mundo, la Pampa Ondulada. A causa de la presin exportadora de una agricultura industrial muy dependiente de insiunos extemos y energa, la estructura y calidad del sustrato se est perdiendo rpi-

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  • damente. Argentina exporta millones de toneladas de nutrientes naturales -especialmente nitrgeno, fsforo y potasio- que por su-puesto no se recuperan de manera natural. Se pretende mantenerlos mediante el uso de fertilizantes sintticos, tal como se promueve des-de la esfera pblica y privada. Slo con sus principales cultivos -soja, trigo, maz y girasol- el pas exporta anualmente alrededor de 3.500.000 toneladas de nutrientes. La soja, el motor de la agricultu-ra argentina exportadora, representa casi el 50% de esta cifra. Sin embargo, se impulsa a los agricultores a que sigan pagando para re-cuperar lo que pierden con esos mtodos de cultivo. Se los obliga a aumentar la aplicacin de los fertilizantes sintticos (7) en lugar de utilizar las prcticas ancestrales de recuperacin y rotacin de suelos u otras antes habituales en el campo argentino: las rotaciones de agri-cultura por ganadera permiten, por ejemplo, un importante perodo de descanso y recuperacin de suelos y un sistema productivo ms diversificado, adems de un menor consumo de insumes, si se utilizan prcticas de pastoreo racional.

    El fuerte proceso de agriculturizacin de los ltimos diez aos, impulsado por una irrestricta apertura al ingreso de insumos extemos (agroqumicos, fertilizantes, maquinaria, que adems contribuy a la ruina de las industrias locales) no favoreci un proceso de enriqueci-miento genuino. Solo benefici a ciertos sectores concentrados de la exportacin que ahora obtienen adems ganancias fabulosas con la apreciacin del dlar. Costo social: un tendal de productores quebra-dos, impulsados a la "pseudo-tecnificacin" del agro.

    Estos modelos de explotacin despiadada de recursos natura-les se globalizan hacia los pases de economas ms debilitadas y dependientes. En Argentina se repiten en casos como la pesca (destruccin de la industria pesquera nacional mediante la concesin indiscriminada a barcos-factora; nulo control de las incursiones pirata) o el petrleo. Este ltimo caso es extremadamente grave ya que se hace entrega de un producto no renovable a compaas multinacionales interesadas en el lucro inmediato (8).

    Recursos irrecuperables

    Muy pocos pases cortaron el nudo gordiano de apoyar su creci-

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  • miento con la sobreexplotacion de materias primas para reincidir solamente en ms deuda y dependencia. La mayora nunca alcanz a financiar su propio desarrollo, por falta de verdaderas polticas in-dependientes. En las crisis anteriores de la deuda extema "como las de 1875 y 1890, Argentina pudo salir con una combinacin de pago de aranceles y aumento de los precios internacionales de la lana, pero nunca, ni en sus aos dorados, ha podido o querido financiar el propio desarrollo. Tal vez una clase -la agropecuaria- pudo haber acu-mulado capital y volcarlo hacia otras inversiones productivas, pero no lo hizo y sigui apostando al campo. Y el campo, con sus precios, irre-mediablemente iba decayendo. Entonces los ingleses nos hicieron los ferrocarriles, los estadounidenses las empresas de servicios y las multinacionales, el sistema bancario" (9).

    Lo mismo sucedi con los recursos forestales, pesqueros y petroleros. Se sobreexplotaron, malvendieron y muchos se tomaron irrecuperables. Tampoco se cumpli con la premisa formulada en los 70 por el economista del Banco Mundial, Salah El Serafy: "sembrar el petrleo", en alusin a la reinversin de los fondos de ese origen en el sistema econmico, para fomentar el desarrollo. En realidad, esos fondos fueron a parar a las compaas petroleras que obtienen en estos parajes tasas altsimas de ganancias, mientras los pases siguen en un estado de "subdesarrollo sustentable". Poderos-simos lobbies se oponen a cualquier decisin independiente que implique desarrollo y una distribucin ms equittativa de la renta de los recursos naturales y financieros. Basta ver los fuertes movimien-tos en contra de la Cumbre de la Tierra en Bolivia (10), del MST en Brasil, de la revolucin bolivariana en Venezuela (11), o la brutal presin extranjera contra las retenciones petroleras en Argentina.

    Expresados en dinero, los componentes de esta "deuda ecolgi-ca" son fcilmente identficables, salvo en algunos casos complejos. Se vinculan por ejemplo con los costos de reproduccin o manejo sos-tenble de recursos renovables exportados, como la reposicin de los nutrientes incorporados en las exportaciones agrarias, o los costos de reparacin de los daos locales producidos por las exportaciones: daos a la salud por el uso de agroqumcos prohibidos en sus pases de origen, disminucin productiva por sobreexplotacion, contamina-cin con mercurio, relaves de minas, costos actualizados por la

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  • indisponibilidad futura de recursos no renovables como el petrleo o la biodiversidad. Todos estos costos no son considerados en el precio, por lo que son pagados por el pas exportador y sus genera-ciones futuras.

    Otro costo no reconocido por los pases desarrollados es el de los servicios ambientales (12), Un ejemplo es el proceso de cambio clim-tico, debido a las emisiones de gases de efecto invernadero hacia la atmsfera, del cual son esencialmente responsables los pases desarrolla-dos. Los daos a la produccin y economas de todo el mundo, la inestabilidad e incertidumbre sobre sus futuras e impredecibles conse-cuencias (desertizacin, inundaciones, daos a la biodiversidad), no son tenidos en cuenta. Mientras Estados Unidos genera emisiones de cinco toneladas por persona y por ao (la Unin Europea la mitad), pases como Argentina emiten menos del 10% de esta cifra, pero "colaboran" como sumideros de carbono gracias a sus ricas reas selvticas, sin recibir retribucin alguna por estas vitales finciones.

    Deben considerarse adems como relevantes servicios ambientales el reciclado de nutrientes, la depuracin de aguas en los humedales, los centros originarios de biodiversidad y recursos gen-ticos, la evaporacin y evapotranspiracin del agua, la estabilizacin de zonas costeras, los procesos de formacin de suelos, la disponibi-lidad de biomasa para otras especies, todos aportados esencialmente por los pases menos desarrollados. Son vitales para la estabilidad planetaria, pero no han sido hasta ahora reconocidos por las economas mundiales, ni en precio ni en valor.

    Por ejemplo, el servicio ambiental brindado por la biodiversi-dad agrcola a la seguridad alimentaria mundial se centra en el proceso de conservacin in situ, llevado adelante por las comunida-des campesinas e indgenas. Existe ya una conciencia generalizada en muchas sociedades de Amrica Latina respecto de este valor intrinseco, que ha despertado un profundo sentimiento de proteccin comunitaria de los recursos frente a la biopiratera. Los litigios sobre patentes o intentos de patentes sobre plantas o sus atributos, como los casos de la ayahuasca, la sangre de drago, la quinoa, la ua de gato, el neem o el jaborand, son slo algunos ejemplos. El necesario reconocimiento a la importantsima funcin que cumplen estas comunidades, que utilizando prcticas agroecolgicas y agricultura

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  • tradicional logran mantener productivas regiones donde cualquier pro-ceso de agricultura industrial fracasara, debera obligar a repensar el actual proceso de desarrollo agrcola y reconocer a su vez, en valor y en especie, la valiosa fLmcin que estas regiones rcas en biodiversi-dad bioecolgica y socio-cultural cumplen para el mundo.

    El derecho a reclamar

    Las economas ms desarrolladas utilizan no slo nuestros recursos sino nuestro propio espacio vital. El concepto de "huella ecolgica" o uso desproporcionado del espacio se vincula con el hecho de que slo una quinta parte de la poblacin mundial (6.100 millones de personas) habita en las naciones desarrolladas: Europa, Japn, EE.UU. y Australia. Sin embargo, stas utilizan mucho ms territorio y re-cursos que los de su propia superficie: se sirven de unas 8 hectreas por habitante, generando una "huella ecolgica" sobre las economas ms desprotegidas, que se encuentran en el lmite de su espacio vital, con menos de 2 hectreas por persona (13). Esta "huella" (el clculo de tierras necesarias para cultivo, productos forestales, vivienda y rea marina explotada como fuente de alimento) es cuatro veces ms grande en las regiones industriales que en los pases en desarrollo. Las economas ms ricas tampoco pagan cuota alguna por este "alquiler" del espacio vital de otras naciones.

    Resulta por lo tanto sumamente importante institucionalizar la prudencia como instrumento de manejo de estos servicios y recursos (14) y discutir igualitariamente la distribucin de riesgos emergentes de as nuevas tecnologas, que por lo general impactan de manera inequitativa sobre las comunidades ms desprotegidas (15).

    El lenguaje del dinero Segn Eric Toussaint, en "doce aos, entre 1980 y 1992