rodolfo kusch-cuando se viaja desde abra pampa

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  • 8/3/2019 Rodolfo Kusch-Cuando Se Viaja Desde Abra Pampa

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    Cuando se viaja desde Abra Pampa

    Por Rodolfo Kusch (*)

    Encontrar al otro: persona, ambiente o situacin conlleva un desafo, una apuesta, un temor.Requiere un planteo y una reubicacin, un salto hacia. Un asalto al prejuicio para romper con los

    patrones conocidos. Exige un dar y un asumirse desinteresadamente.

    De esta manera, Temakel se interna en la reflexin que el filsofo y americanista Rodolfo Kuschentrega luego de unos momentos compartidos con Maman, un viejito de la puna.

    Tras un viaje elptico que emprende para combatir la diferencia burda: la que infiltra entre l -Maman- y nosotros una cierta evolucin en el tiempo que nos distancia considerablemente, Kuschse asoma al ucamau mundajja, al fondo comn de las cosas. Al misterio de una misin quedesconocemos: a reconocer nada menos que la duda del por qu se ha venido al mundo.Andrs Manrique

    Cuando se viaja desde Abra Pampa hacia el Oeste se sigue un largo camino que sube una lomada

    y de pronto se topa uno con el pueblo de Cochinoca. Las casas se desparraman a lo largo de uncerro y entre ellas aparecen las iglesias. Hacia el fondo se extiende un llano y a lo lejos se levantanlas lomadas de la puna.

    Cuando se llega se encuentra uno con gestos de sorpresa y el tpico recelo con que es recibido elforastero. Cuando pudimos lograr alguna comunicacin nos llevaron a recorrer el pueblo. Supimosas de la proximidad de la fiesta de Santa Brbara, de la migracin de sus habitantes, de la penuriade reunir el agua durante el ao y de muchas cosas ms.

    Por supuesto, cuando nos disponamos a volver hubo que llevar gente a Abra Pampa. Asconocimos a Maman, un viejito flaco, de piel arrugada, vestido con sombrero y traje y gestosvitales y rpidos. Nos haba dicho que iba a llevar un bultito y cuando vino trajo dos corderoscuarteados para venderlos en Abra Pampa.

    En el camino hablamos de adivinacin. Sospech que conocera algo de adivinacin boliviana,pero el viejito se escurra con toda habilidad. Se dira que desconfiaba de nosotros.

    Cuando llegamos a Abra Pampa lo dejamos en el mercado. Luego lo vimos una vez ms,caminaba con gesto apesadumbrado. Me qued la preocupacin sobre lo que le pudo haberocurrido, quiz algn desencuentro, o alguna mala venta.

    Un hombrecito como Maman daba la idea de lo que es una vida atrapada por la puna.Seguramente tendra una manada de corderos, vivira en una casa de adobe donde hara susrituales propiciatorios y se tomara al fin de la semana algunos vinos.

    Cuando volvamos rumbo al sur pensamos qu significa vivir en Amrica. O mejor se trata de

    preguntar algo ms. Decir que vivimos en Amrica el viejito y yo sera demasiado superficial. Lapregunta ira a algo ms profundo, qu haba de comn entre la vida de ese viejito y la ma? Sianalizamos su vida que consiste slo en llevar el cordero cuarteado para vender o en llamarseMaman, o en habitar desde hace tiempo en Cochinoca, evidentemente no habra nada en comn.Al fin y al cabo, yo vivo en la ciudad, me dedico a escribir, soy profesor y vivo en una casa deladrillos, no tengo nada que ver con Maman. Es ms, infiltramos entre l y nosotros una ciertaevolucin en el tiempo que nos distancia considerablemente. Hacia nosotros crece la civilizacin yhacia Maman decrece, y en el medio se dan varios siglos de heroicos inventos y de grandesconquistas logradas por la humanidad.

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    Pero aunque nos cuenten todo eso no puedo evitar la intuicin de que entre el viejito y yo hay algoen comn. Para encontrar esto habr que dejar de lado los esquemas y las ideas hechas y obrarun poco como hace el filsofo: seguir la intuicin para lograr el cabo de una reflexin, seguramenteincmoda, lo que hay de comn entre ambos. En suma, qu es eso de vivir los dos en Amrica yqu tenemos en comn? Si con la primera pregunta me refiero a un simple episodio, con lasegunda trato de encontrar el sentido mismo de la vida que va ms all de Amrica.

    Claro que no se trata del estilo de vivir porque en ese sentido se puede pensar que vivir es otracosa. Si fuera por el estilo, creemos que lo hay en Jujuy o en Buenos Aires. Ah, en cada esquinatenemos una cigarrera, un almacn, vamos al cine, al concierto y nos baamos con frecuencia.

    Por ese lado perdemos a Maman. Pero en qu queda entonces la intuicin de que entre l y unomismo hay algo en comn? Preguntar as significa entrar en el secreto mismo de la vida, ya no enAmrica sino en general. Pero aqu entramos en las tinieblas sabemos acaso qu es vivir? Vivires una condicin atvica condicionada por milenios de vida de la humanidad pero que noconocemos. Lo sabr Maman? Puede ser.

    Recuerdo un brujito muy simptico que en Tihuanaco me haba realizado varios ritualespropiciatorios tal como hacen los aymars. Mi impaciencia ciudadana me haca preguntarle por qu

    haca tal cosa y por qu haca tal otra. Al principio me contestaba fabulando motivaciones en lascuales l no crea pero como yo insista, se limit a decir en aymar ucamau mundajja: el mundoas es.

    Decir as es el mundo significaba abstenerse de encontrar causas. Pero significa tambin haberperdido la impaciencia y aceptar la realidad en su verdadera constitucin. Pensemos que el mundomoderno no est muy lejos de esa misma actitud.

    Cuando la fsica moderna descubri que no podan determinarse las causas de los fenmenos, loscientficos se limitaron a la simple descripcin de los mimos. Es una forma de decir as es alfenmeno fsico. Pero claro est que si empleamos el trmino as es para determinar lo que hayde comn entre Maman y uno mismo, no significa que estemos diciendo algo. Pero he aqu elproblema podemos decir algo de lo que hay en comn?

    Juzgamos la vida un poco por lo que ella manifiesta. Si Maman hubiera tocado el erque enCochinoca nos habra llamado la atencin ya que en la gran ciudad eso no se hace, pero tampocoen Cochinoca se dara un concierto de violn.

    Decir que la vida es esto o aquello encierra un margen de miedo. Ser que el vivir mismo se daantes que el gesto, en un rea misteriosa? Si se da en el misterio no sabremos qu decir, y si nosabemos qu decir entramos en el silencio. Detrs del gesto, del erque, del violn, y an de lapalabra est el silencio y en ese silencio se abre un largo camino que se interna en el misterio. Ahno cabe otra cosa que decir as es y decir as, es una explicacin por el silencio. Y nada ms?Pues le parece poco. Decir as es es aceptar el misterio del vivir mismo y hacer esto es reconocernada menos que la duda del por qu se ha venido al mundo. Es el misterio de una misin que noconocemos, pero tomando la palabra misterio en el sentido griego, como mysts, el gua, que nos

    lleva por corredores ignotos. La noche oscura de San Juan de la Cruz, o la tortura filosfica deenfrentar un silencio donde nada determinamos.

    Pero ah mismo se adivina esa comunidad de estar todos en lo mismo, donde yo y Maman nosfundimos. Es el milagro de estar, antes de ser. El fondo comn antes de que yo me llame Kusch yel hombrecito Maman. Es un rea no pensada e imposible de pensar. El silencio en suma y detrsdel silencio quiz un smbolo: quiz los dedos de la divinidad, la misma que estuvo arrugando loscerros: una vida realmente en comn, la ma, la del viejito y la de la puna, y todos en silencio. (*)

    (*) Fuente: Artculo publicado por primera vez en San Salvador de Jujuy, el 25 de junio de 1988, en

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    edicin controlada por Salma Haidar. Reeditado por la revista KIWICHA CULTURAL DEL MUNDOANDINO, Ao 2, n10: julio-agosto 1996.

    (*) Gunter Rodolfo Kusch naci en la ciudad de Buenos Aires el 25 de junio de 1922. Egres de laFacultad de Filosofa y Letras de Buenos Aires en 1948 con el ttulo de profesor de EnseanzaSecundaria, normal y especial en Filosofa. Desde temprano, aboc sus estudios a los problemas

    de los aborgenes americanos, tema al que le dedic su vida. Vivi sus ltimos aos en Maimar,lugar desde el que se despidi el 30 de septiembre de 1979.

    http://www.temakel.com/texolkusch.htm