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Éxito al caminar por la senda estrecha

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j u n i o 2 0 1 2

Éxitoal caminar por la senda estrecha

Lea la versión digital de esta revista en:

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[email protected]

Esta publicación de

es para la Gloria de Dios

®

O F I C I N AEE. UU.

P.O. Box 48900Atlanta, Georgia 30362

1-800-303-0033770-936-6281

LA MISIÓN DE LA REVISTA EN CONTACTO

es estimular a todo creyente a cultivar una relación más estrecha

con el Señor Jesucristo y apoyar la labor de la iglesia local.

Dr. Charles F. StanleyP R E S I D E N T E Y F U N D A D O R

C. Phillip BowenD I R E C T O R E J E C U T I V O

John E. Courtney, Jr.V I C E P R E S I D E N T E

D E S A R R O L L O Y M E R C A D E O

Albert E. AnayaD I R E C T O R D E M E D I O S

Martha Alvarez RestrepoE D I T O R A

Nora T. HernándezC O O R D I N A D O R A D E M E R C A D E O

Víctor M. Rodríguez Marianela Da Silva

D I S E Ñ A D O R E S G R Á F I C O S

Steve R. LindseyD I R E C T O R D E M AT E R I A L E S

Y D I S T R I B U C I Ó N

David BlahnikG E R E N T E D E P R O D U C C I Ó N

eLo único necesario

En los últimos años, todos hemos refl exionado en cuanto al signifi cado del éxito. Y quizás, más que nunca, hemos visto debido a las difi cultades econó-micas que enfrentamos en la actualidad, que la idea que tiene el mundo en cuanto a la “vida buena” es algo ef ímero. En un minuto, una persona puede tener toda la fama, dinero y posesiones que podría soñar, y en la mañana siguiente haberlo perdido todo. Necesitamos una defi nición diferente del éxito: la defi nición de Dios. De eso habla la revista En Contacto de este mes.

Cuando esta vida se nos haya acabado y estemos delante de Dios, es posible que nos sorprendamos al saber que algunas de las personas más exitosas a los ojos de Dios nunca leyeron sus nombres en un periódico, ni se vieron en la televisión, ni escucharon sus voces en la radio. Es posible que nos sorprenda descubrir que nunca tuvieron mucho dinero, una casa bonita, un seguro médico, o incluso un automóvil decente.

Los artículos que siguen fueron seleccionados para ayudarle a refl exionar en cuanto a su defi nición del éxito, y si ella coincide con la del Señor. Lea las páginas de esta edición con humildad, y considere si es hora de que haga un ajuste en su manera de pensar. A fi n de cuentas, la medida de su éxito será si el Señor le dirá o no: “Bien hecho, mi buen siervo fi el” (Mt 25.23 NTV).

Es posible que usted sea uno de los miles de hombres y mujeres que están sin trabajo ahora mismo, o recibiendo un ingreso mucho menor del que tenían antes. Sé que esta dura experiencia puede ser larga y dif ícil, al punto de que le haga preguntarse acerca de su propósito, identidad y valor en la vida. ¡Pero tenga ánimo! Aunque usted se sienta confundido, permítame asegurarle que su Padre celestial no lo está. Él conoce cada necesidad que usted tiene, incluyendo la del trabajo que desea y las cuentas que tiene que pagar. Lo más importante no es su experiencia laboral ni su cuenta bancaria, sino la condición de su corazón hacia Él. Las ofertas de empleo van y vienen, y lo mismo sucede con el dinero. Pero la Palabra del Señor y el amor que Él siente por usted jamás cambiarán.

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“Lo más importante no es su experiencia laboral, sino la condición de su corazón”.

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PRESS ASSOCIATIONEVANGELICAL

Revista En Contacto©, junio de 2012. Tomo XII, no9. Todos los derechos reservados. Impresa en los Estados Unidos de América. La revista En Contacto no se hace responsable de la publicación ni distribución de ediciones internacionales, ya sea en inglés o traducidas, a no ser que la edición haya sido autorizada por el personal administrativo de la revista In Touch, pu blicada en los EE.UU. A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera de 1960, Sociedades Bíblicas Unidas.

PRODUCIDO POR IN TOUCH FOUNDATION, UNA ORGANIZACIÓN DE APOYO A MINISTERIOS EN CONTACTO®

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John E. Courtney, Jr.V I C E P R E S I D E N T E

D E S A R R O L L O Y M E R C A D E O

Albert E. AnayaD I R E C T O R D E M E D I O S

Martha Alvarez RestrepoE D I T O R A

Nora T. HernándezC O O R D I N A D O R A D E M E R C A D E O

Víctor M. Rodríguez Marianela Da Silva

D I S E Ñ A D O R E S G R Á F I C O S

Steve R. LindseyD I R E C T O R D E M AT E R I A L E S

Y D I S T R I B U C I Ó N

David BlahnikG E R E N T E D E P R O D U C C I Ó N

A R T Í C U L O S

4EL CAMINAR POR LA SENDA ESTRECHAPoR CHARLES F. STAnLEY

Cómo ser verdaderamente exitosos a los ojos de Dios

10UNA VIDA PARA TRIUNFAR

PoR JESSiCA HABERKERn

Cuando es necesario escribir una historia de éxito diferente

conte nido

14EL ARTE DE VIVIR Y AMAR BIEN

PoR Winn CoLLiER

El éxito y la vida buena

PODEROSO EN ESPÍRITU

Una nueva revolución P o R G i n G E R G A R R E T T

La manera como los apóstoles trastornaron al mundo

POR FE

Listo para comenzarP o R PAT R i C K W o o D

Cuando los reveses nos llevan hacia adelante

16

22

S E C C I O N E SENCUENTRO CON JESÚS

Devocionales diarios extraídos de las predicaciones del Dr. Stanley

24E T C .

Cuando su vida haya terminado, y esté delante del Creador para rendir cuenta de cómo vivió, ¿qué le dirá? ¿Que trabajó duro, que tuvo una casa her-mosa, y que llevaba a su familia a tomar vacaciones maravillosas? ¿O que le sirvió sin demora y obedien-temente, tratando de ser como Jesús en todo lo que decía y hacía?

Después que muramos, todos nuestros logros serán puestos delante del Señor para ser evaluados. En ese momento, no importará cuántos elogios haya usted recibido, ni qué tan lejos llegó en su profesión, ni cuán-to dinero acumuló. Lo único que importará será lo que Dios piense en cuanto a cómo usó usted sus talentos, dones y oportunidades que Él le dio.

P O R C H A R L E S F . S T A N L E Y

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caminarcaminarelcaminarelcaminarcaminarelcaminar

e n c o n t a c t o . o r g | 5

La Biblia está llena de sabios consejos que, si se ponen en práctica, pueden llevar a la prosperidad terrenal. Sin embargo, lo importante es si su deseo principal es seguir al Señor o lograr la prosperidad terrenal. Cuando alguien se dedica a Cristo y anda en obediencia a Él sin importar las consecuen-cias, puede tener éxito tanto en el mundo como a los ojos de Dios.

Los primeros pasosEl Salmo 1 brinda una descripción de cómo caminar por la senda estrecha del éxito según Dios, siguiendo ciertos principios bíblicos diariamente. Usted puede comenzar a practicarlos ahora mismo, con la ayuda del Espíritu Santo.

Tenga cuidado con sus relaciones: El primer versículo del salmo tiene que ver con las relaciones, y recomienda evitar tres cosas si queremos agradar a Dios.

No ande en consejo de malos. Nunca sere-mos verdaderamente exitosos si buscamos la dirección de quienes no conocen al Señor. Esto se aplica a todos los aspectos de la vida: los negocios, las finanzas, las relaciones, y todo lo demás. El título impresionante de alguien o su amplia experiencia, no son nin-guna garantía de que su consejo sea bueno. Incluso, debemos tener cuidado en cuanto a aceptar la guía de otros cristianos, porque no todos los creyentes son espiritualmente maduros y sabios. Su consejo puede ser, en realidad, más carnal que espiritual. La única manera de proteger nuestro caminar, es comparar todo consejo que recibamos, con lo que dice la Biblia. Si hay alguna contradic-ción, ignore ese consejo, porque no le con-ducirá donde el Señor quiere que vaya.

No ande en camino de pecadores. Aunque es posible que tenga que vivir o trabajar con quienes están en un mal camino, usted no tiene que participar en sus prácticas. Cuando los demás le inciten a transigir y a hacer lo que usted sabe que está mal, no tenga temor de estar solo en el camino de Dios. Estamos llamados a ser luz del mundo, no a mezclar-nos con sus tinieblas. El Señor nos pone en medio de incrédulos, para que puedan ver al Salvador en nosotros (Mt 5.14-16). Si Dios quiere prosperarlo en su lugar de trabajo, Él lo hará a su propia manera y en su tiempo.

No se siente en silla de escarnecedores. Si usted se está preguntando quiénes son los escarnecedores, simplemente prenda su televisor. El mundo está lleno de personas que se burlan de Dios, de su pueblo, y de su Palabra. Atacan con un lenguaje grosero, o descalifican con su razonamiento intelectual. Los creyentes nunca deben sentirse a gusto entre ellos. A pesar de que estamos llama-dos a ser testigos de Cristo en un mundo perdido, es prudente que tracemos líneas de protección para no ser influenciados negati-vamente o engañados.

Salmo 1.1-4 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha

sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará. No así los malos, que son como el tamo

que arrebata el viento.

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Conságrese a la Palabra de Dios: El Salmo 1.1 menciona las cosas que no deben hacerse , pero el versículo 2 nos dice qué prácticas positivas debemos incorporar a nuestras vidas para poder realmente tener éxito.

Deléitese en la ley de Dios. A la persona que se deleita en la Palabra no le hace falta que le digan que la lea, porque tendrá anhelo de ella. La Biblia tiene riquezas asombrosas para quienes estén dispuestos a dejar que la verdad divina sature sus corazones. Ésta revela al Señor, renueva la mente, aumenta la fe y satisface el alma. Pero si la descuida-mos, viviremos como mendigos espirituales, siempre con hambre, y nunca satisfechos.

Medite en la Palabra de Dios día y noche. La meditación bíblica es la práctica de dejar que la Palabra empape nuestras almas y cam-bie nuestras vidas. Consiste en reflexionar acerca de lo que un pasaje en particular le está diciendo; sin buscar información, sino aplicación personal. La meditación es inte-ractiva, porque mientras usted está leyendo y pensando en los versículos, también está hablando con el Señor y haciéndole pregun-tas. Cuando yo medito en un pasaje, normal-mente le pregunto a Dios lo siguiente:• ¿Mencionan estos versículos algunas advertencias o cosas que debo evitar?• ¿Hay aquí una verdad que necesito entender?• ¿Ha prometido Dios algo que todavía no he creído?• ¿Hay algunas bendiciones que Dios quie-re que yo disfrute?

La clave para meditar en la Biblia es la per-severancia y la paciencia. Hay un tesoro enterrado en la Palabra de Dios, pero quienes escarban solamente la superficie jamás lo encontrarán. Si usted desea tener una vida realmente exitosa, debe hacer que esto se convierta en una práctica regular de su ruti-na diaria. Leer rápidamente un capítulo cada mañana no avivará un deseo por la Palabra de Dios, ni producirá la transformación que el Señor quiere lograr en su vida.

Las recompensas del éxitoSi usted cuida fielmente sus relaciones con otras peronas, y hace que la Palabra de Dios sea la prioridad, podrá esperar resultados

maravillosos. Salmo 1.3 describe un cuadro hermoso de la vida cuando la persona ha decidido seguir el camino del Señor.

Un fundamento firme: “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas”. Si usted sigue los preceptos de Dios, tendrá estabilidad, no importa los problemas que enfrente en la vida. Aunque rujan y azoten los vientos de la tormenta, podrá mantenerse firme porque sus raíces están alimentadas por la corriente eterna de la vida de Cristo que fluye en usted. El mundo y sus place-res no ofrecen nada en comparación con la paz, el gozo y la seguridad de conocer a Jesucristo.

Un fruto abundante: “Será como árbol… que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae”. El éxito verdadero no se mide por las cosas

El mundo y sus placeres noofrecen nada en comparación con la paz de conocer a Jesucristo.

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sino por el fruto. Cristo dijo a sus discípulos que la única manera como podían ellos dar fruto, era per-maneciendo en Él (Jn 15.4). Todos nuestros logros no servirán de nada si no dejamos que Cristo viva a través de nosotros. Cuando su Espíritu que mora en nosotros transforma activamente nuestro carácter y nos prepara para que realicemos lo que Él nos ha llamado a hacer, seremos como árboles que producen una cosecha continua. Solo hay dos opciones en la vida: Podemos vivir para nosotros mismos y producir “tamo que arrebata el viento” (v. 4), o fruto duradero que glorifica a Dios y contribuye al bien de los demás.

Una prosperidad genuina: “Y todo lo que hace, pros-perará”. Tenemos que deshacernos de la idea de que la prosperidad es sinónimo de riquezas, prestigio o fama. Estas cosas no son señales verdaderas de éxito desde la perspectiva divina. Lo importante es obedecer la voluntad de Dios, y glorificarlo en todas las cosas.

El Señor le capacitará para que se convierta en una persona verdaderamente exitosa, si se lo permite. Pero debe recordar que hay dos clases diferentes de prosperidad: espiritual y material. La prioridad de Dios es siempre la espiritual. ¿Qué clase de éxito está buscando usted? Está en el buen camino si su amor al Señor y a su Palabra va en aumento, si su carácter es cada vez como el de Jesús, y si su meta en la vida es andar en la voluntad de Dios. Donde sea que se encuentre en ese camino, ya sea al comienzo o en algún punto intermedio, enfóquese en Cristo y man-téngase caminando con Él.

¿Conoce usted a Dios? Antes de poder andar en el camino que con-duce al éxito, usted necesita establecer una relación con Dios, y la única mane-ra de hacerlo es por medio de su Hijo Jesucristo. Su pecado ha creado una separación entre usted y el Señor, pero Jesús venció el pecado cuando murió en la cruz, cerrando la brecha que había entre la humanidad y el Padre celestial. Ahora toda persona que cree en Jesús, recibe el perdón de sus pecados y se reconcilia con Dios (Ro 5.8-10).

No hay mejor momento que hoy mismo para aceptar a Cristo como su Salvador. Puede utilizar la siguiente oración o sus propias palabras:

Señor Jesús, creo que Tú eres verdade-ramente el Hijo de Dios. Confieso que he pecado contra ti en pensamiento, palabra y obra. Te ruego que perdones todos mis pecados, y que me permitas vivir en una relación contigo a partir de este momento. Te recibo como mi Salvador personal, aceptando la obra que realizaste en la cruz. Gracias por salvarme. Ayúdame a tener una vida que sea agradable a ti. Amén. Con mucho gusto le enviaremos com-pletamente gratis el material “Vida nueva en Cristo”, para ayudarle a dar el siguiente paso en su relación con Dios. Puede llamar al 800-303-0033, o visitar encontacto.org para más información.

Preguntas de estudio Según Josué 1.1-9

¿A qué llamó Dios a Josué (v. 2)? ¿Qué pro-mesas le hizo (vv. 3-5)?

En los versículos 6-9, el Señor le dijo a Josué lo que debía hacer para llevar a cabo esta enorme tarea. ¿Qué actitud le dijo que tuviera, según los versículos 6, 7 y 9?

La Palabra de Dios jugó un papel esencial en el éxito de Josué. ¿Qué mandatos en cuanto a la ley aparecen en los versículos 7 y 8? ¿Cuál era el resultado prometido si Josué obedecía estas instrucciones?

8 | J u n i o 2 0 1 2 E n C o n t a C t o

Utilice la hoja de pedido adjunta o llame al 800-303-0033 para solicitar este material.Para adquirir recursos adicionales, visite encontacto.org.

Ir tras el éxito puede impedirnos apreciar lo más importante de la vida.

Si bien, todos necesitamos dinero para cubrir nuestras necesidades,

¿cuánto es suficiente?

El Dr. Stanley enseña que nuestra relación con los amigos, la familia,

y especialmente con el Señor,

es la riqueza más grande que

podemos poseer.

El camino bíblico al éxito uSerie en 10 CDs | ECBECD $32

Lasverdaderas riquezas

e n c o n t a c t o . o r g | 9

N unca pensé que haría esto, o que estaría aquí. Me encuentro de pie en una playa del noreste de los

Estados Unidos, viendo la puesta de sol sobre unas blancas dunas y una hierba de color amarillo pálido. A medida que el sol se retira en el horizonte, alabo al Señor Jesús por la agitada marea, pues soy de una ciudad situada a mil millas de distancia, y nos mudamos recientemente a este lugar.

Hace pocos meses, mi esposo y yo deja-mos nuestros empleos y familiares para estudiar en un seminario de Boston. Cuando él me dijo que le gustaría dejar su carrera en una importante estación de tele-visión para convertirse en estudiante a tiempo completo, sí no fue lo primero que salió de mis labios. Cuando me pidió que renunciara a dirigir el programa sin fines de lucro que yo había fundado a principios de ese año, no me sentí nada emocionada. Teníamos un plan de ahorros de jubilación, una casa preciosa, y lo necesario para alcan-zar el sueño americano. Éramos, a los ojos de nuestros compañeros, personas exitosas.

Renunciar a la vida que teníamos para estu-diar la Biblia, fue una idea que dejé sobre la mesa mientras me preguntaba: ¿Podría ser realmente buena?

A todo el mundo le encanta una buena historia, pero pocos de nosotros considera-mos que Dios nos llama a vivir una de esas historias. Piense en esto: un buen libro o una buena película tienen una trama intri-gante, con angustias, y escenas fuertes y emocionantes. Los héroes y las heroínas de nuestras películas favoritas van en busca de conflictos, y al final resultan vencedo-res. La chica conquista al galán; y el galán consigue alcanzar su meta y conquistar a la chica. Sin embargo, muchos cristianos se conforman con una vida cómoda, que no representa un reto. Si no damos cabida a la emociones fuertes, usted y yo corremos el riesgo de vivir una mala historia. No triun-faremos

Los evangelios nos revelan que Jesús era famoso por aceptar gustosamente el con-flicto. El rabí Jesús sabía cómo enojar a

triunfarUNA VIDA PARA

CUANDO HAY QUE ESCRIBIR UNA HISTORIA DE ÉXITO DIFERENTE

P O R J E S S I C A H A B E R K E R N

10 | J u n i o 2 0 1 2 E n C o n t a C t o

quienes lo veían enseñar, con comentarios tales como comer mi carne y beber mi san-gre (Jn 6.56). Pero su polémica historia no terminó con su cuerpo azotado y colgado en una cruz. Al igual que cualquier buen trozo literario, la historia de Jesús narra una batalla donde abundan las victorias. Venció obstáculos como la enfermedad, el pecado y la muerte para glorificar a su Padre en el cielo. En realidad, todo lo que Jesús dijo e hizo giraba en torno al reino de los cielos. Plenamente hombre y plenamen-te Dios, Jesús vivió en la Tierra conforme a las leyes del cielo.

Jesús llama a sus discípulos a vivir histo-rias parecidas. La meta, en realidad, es ser más como Él. Pero los evangelios nos muestran también que seguir a Jesús exige un gran costo. Lucas 5 relata lo que sucedió cuando Jesús llamó a sus primeros discípu-los, Pedro y Andrés. Los hermanos habían estado pescando toda la noche, sin sacar un solo pez; después que Jesús les sugirió que echaran las redes una vez más, los dos hombres se sorprendieron al ver que su

barca se hundía por la enorme cantidad de peces acumulados en la cubierta.

Antes de hacer poco caso a este relato, por ser una historia conocida, es importan-te que nos detengamos por un minuto en lo que no sucedió. Los hombres podrían haberse llevado el pescado al mercado y venderlo, porque eso es lo que se hace cuando se es un pescador. Podrían haber dado las gracias a Jesús por la increíble bendición, y adquirido una barca mejor. Pero no hicieron nada de eso. Lucas nos dice que los hombres, dejando todo, le siguieron. Seguir a Jesús les costó su traba-jo, sus familias, y mucho dinero.

Cuando me convertí en cristiana, no pensé en lo que podría costarme seguir a Cristo. No pensé que seguirle significaría dejar mi trabajo, mudarme lejos de mis familiares, ni renunciar a mis sueños cuan-do éstos se estaban realizando. Cuando el Señor me invitó a seguirlo, me rescató de una falta de identidad y me reclamó como suya. Pero, ¿para qué me rescató? ¿Para darme una casa bonita? ¿Un buen empleo?

triunfarUNA VIDA PARA

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Cierto día, hace poco, cuando solicité un empleo en nuestra nueva ciudad, me pidie-ron que escribiera cuáles eran mis metas profesionales. Frente a las proposiciones contradictorias de perder mi vida por causa del evangelio (Mt 10.39), y la ambición de promoverme a mí misma, me quedé miran-do las líneas en blanco de la solicitud duran-te un tiempo que parecieron horas. Me habría gustado decir que era haber logrado alcanzar una meta profesional muy recono-cida cuando cumpliera los 50 años, pero de repente sentí como si mi trabajo no importa-ba. “Una madre para los huérfanos” sonaba mucho más interesante. O “revelar el mensa-je del evangelio, no importa las circunstan-cias”. ¿O qué tal este: “Amar a Cristo”?

No hay nada malo en tener una carrera. El reino de Dios se beneficia con cristianos que trabajen, y las personas se benefician con el dinero que ganan. Sin embargo, estoy descubriendo que la carrera no es lo que nos define. Tampoco el género, el nivel socio-económico, ni nuestro papel como cónyuge, o como padre o madre.

Aunque seguir a Cristo en un territorio nuevo me plantea más preguntas acerca de mí misma que respuestas, he empezado a dar cabida a una historia diferente acerca del éxito. Dios está interesado en la manera en que pueda utilizarnos; particularmente cuando nos negamos a nosotros mismos para extender el evangelio. Estoy aprendien-do que perder la vida por la causa de Cristo significa encontrarla a los pies de su trono.

Un día, toda persona estará ante el glorio-so y resplandeciente trono de Dios, y se le

pedirá que dé cuenta de su vida. A veces, me gusta imaginar que estoy allí, y a Jesús en el lugar de honor a la diestra de Dios. En mi visión, Dios no me pide que le cuente simplemente cualquier historia. Él quiere escuchar la historia de cómo triunfé.

La frase “al que venciere”, está escrita siete veces en el libro de Apocalipsis, espe-cíficamente en las cartas dictadas a las siete iglesias de Asia Menor. Cada carta termina con una promesa de galardón a los que ven-zan. Y aunque las cartas contienen más de diez promesas de riquezas en el cielo, encuentro que una es particularmente impactante por el lugar donde se ubica a los creyentes en relación con el trono. “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (3.21). Seguir a Jesús no es simplemente un llama-do a venir a Él y morir; es una invitación a vivir abrazados a nuestro Padre celestial, como niños sentados en su regazo.

No puedo decir con certeza que cuando Jesús le dice al joven rico: “Vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo” (Lc 18.22), significa lite-ralmente vaciar su cuenta bancaria, vender sus equipos electrónicos, y darle su compu-tadora al indigente de la esquina. Sin embargo, para triunfar realmente en la vida, tenemos que dar cabida a la posibilidad de que el Señor Jesús podría pedirnos lo mismo a nosotros. Es posible que un día le invite a dejar las cosas y las personas que usted más ama. Tal vez le estará invitando simplemente a vivir una gran historia.

Dios no nos pide que le contemos simplemente�cualquier historia. Él quiere escuchar la historia de cómo�triunfamos.

12 | J u n i o 2 0 1 2 E n C o n t a C t o

13 | M A Y 2 0 1 2 I n t o U C H 13 | M A Y 2 0 1 2 I n t o U C H

Esta es Mi Historia

Para tener la oportunidad de aparecer en la edición de Acción de Gracias de En Contacto, envíenos su historia sobre la fi delidad de Dios en su vida, y su

testimonio personal de gratitud por lo que Él ha hecho. Para más información, visite: encontacto.org/mihistoria o si lo prefi ere, envíe su historia por correo a: Esta es mi historia, Revista En Contacto, P.O. Box 48900, Atlanta, GA 30362.

REQUISITOS: Las historias deben tener un máximo de 500 palabras, estar mecanografi adas, y ser enviadas antes del 15 de junio. Serán editadas por razones de estilo y gramática, pasarán a ser propiedad de Ministerios En Contacto y no serán devueltas. Los participantes no recibirán ninguna remuneración por sus escritos.

E s c r i b a

s u

h i s t o r i a

a q u í .

Testimonios sobre la gratitud

y la fidelidad de Dios

e n c o n t a c t o . o r g | 13

Hace poco estaba instalando unas puertas en mi clóset, cuando mi hijo Seth se ofreció a “ayudar”. Pero déjeme decirle algo que es obvio: para hacer una buena instalación de una puerta no hace falta para nada un niño de ocho años de edad manejando el destor-nillador. Yo estaba cansado, irritable y deses-perado por terminar. Y en esas condiciones, era realmente frustrante ver los intentos des-esperados y desatinados de Seth por poner un tornillo. En momentos como estos, tene-mos que tomar una decisión. La eficiencia tomará un camino, y el amor, otro.

Las maneras como normalmente solemos juzgar al éxito, la eficiencia y el progreso, tienden a debilitar el amor. La mayoría de las

veces creemos que perseguir el éxito requie-re que midamos los resultados y enumere-mos los logros. Creemos que debemos tener una clara visión de nuestro futuro, y avanzar hacia el éxito. Si mi objetivo es llegar a un destino específico, sería útil saber cuándo me he desviado. A pesar de lo útil que puede ser esta acción, se puede ejercer sin amor.

Sin embargo, sin amor no puede haber éxito verdadero. De manera que, para volver a calibrar esta conexión, debemos redefinir la palabra “éxito”. En nuestra cultura, el con-cepto de éxito parece estar ligado a los logros que uno puede identificar y medir: hechos notables, grados académicos, fama, dinero. Sin embargo, la Sagrada Escritura hace pocas

El arte de vivir (y amar) bien

El éxito y la vida buena | P O R W I N N C O L L I E R

14 | J u n i o 2 0 1 2 E n C o n t a C t o

preguntas sobre la cantidad, pero sí muchas sobre la calidad. En otras palabras, usando el lenguaje bíblico, la pregunta no es tanto: ¿Es exitosa su vida?, sino ¿Es buena su vida?

Esta es precisamente la pregunta del salmista: “¿Quién de ustedes quiere gozar de días felices?”(Sal 34.12, parafraseado). En otras palabras: “¿Quiere usted tener una vida buena?” Podemos encontrar toda clase de indicadores del éxito, y no relacionarlos con nuestra vida. Podemos tener una vida intensa, productiva y activa. Pero, ¿vivimos bien? ¿Podemos decir que nuestra vida es realmente buena? Lo esencial, como el Señor lo ve, no es juntar nuestros recursos o maximizar nuestro potencial, sino más bien vivir una vida coherente con nuestra identi-dad como pueblo de Dios.

El salmista ofrece varias sugerencias en cuanto a la forma que puede tomar una vida buena, enfatizando que lo que más necesi-tamos no es una estrategia adecuada ni una visión apropiada, sino un carácter justo (Sal 34.8-15). Alguien que viva y ame bien dirá siempre la verdad y tratará a los demás con integridad; rechazará el mal y buscará el bien, al mismo tiempo que se ocupará del bienestar y el progreso de las personas. Pero, sobre todo, alguien que viva y ame bien encontrará su identidad en el amor de Dios, y será alimentado por ese amor.

Al examinar estas descripciones, descu-brimos una imagen recurrente: la buena vida es aquella en que nuestros actos de amor están dirigidos de manera activa a Dios y a los demás. Esto suena familiar, ¿verdad? Así fue como Jesús describió el mandamiento más grande —lo más importante para tener éxito: amar a Dios y al prójimo.

Lamentablemente, gran parte de nuestro mundo se resiste a la vida sencilla del amor. Cada vez que juzgamos las cosas según la velocidad y la eficiencia, hacemos del amor un estorbo. El amor puede ser cualquier otra cosa, pero con toda seguridad no es eficiente. Rara vez viaja en línea recta; tene-

mos que aceptar que el camino es confuso y zigzagueante, lo que a veces, puede implicar entregarle el destornillador a un niño.

Otra dificultad con respecto a vivir bien —o como prefiero llamarlo, con amar bien— en nuestra cultura, es el hecho de que muchas de las perspectivas que tenemos del éxito nos mantienen en movimiento constante, ya sea físico o emocional. Estamos continuamente centrados en lo que sigue o en lo que vendrá, ejerciendo presión para tener alguna perspectiva del futuro. Cuando se tiene esta postura, es difícil estar real-mente disponible para las personas que nos

rodean, o actuar generosamente. Para el salmista, y para toda la Sagrada Escritura, la vida buena significa estar activamente pre-sente en la actividad de Dios y también de su creación. Significa recibir misericordia y dar misericordia. Significa observar esas sutiles señales con la que Dios nos está empujando a la acción, empujándonos hacia el amor.

Algo cierto, pero difícil de aceptar, es que vivir y amar bien está en contra de nues-tra idea de lo que debe llevarnos al éxito. Obedecer a Dios significará, en muchos casos, recibir menos elogios y más sufri-miento. Amar bien puede significar, incluso, que encontraremos más frustraciones que logros. Jesús fue el ser humano más exito-so de la historia, y murió en una cruz. Por supuesto, la muerte no fue el final de la historia. La vida y el amor tuvieron la última palabra. Siempre es así.

El éxito y la vida buena | P O R W I N N C O L L I E R

Al usar el lenguaje bíblico, la preguntano es tanto: ¿Es exitosa su vida?, sino ¿Es buena su vida?

e n c o n t a c t o . o r g | 15

Una nUeva revolUciónLa manera como los apóstoles trastornaron al mundo

p o r G i n G e r G a r r e t t

poderosoenespíritu

16 | J u n i o 2 0 1 2 E n C o n t a C t o

DESDE QUE CRISTO CAMINÓ SOBRE LA TIERRA, el evangelio siempre ha inver-tido los valores del mundo. Hace cerca de 2.000 años, una furiosa multitud exigió que el apóstol Pablo y sus compañeros fueran arrestados. “¡Esos que han trastornando al mundo!”, gritaban.

A “estos hombres” se les había dado el maravilloso privilegio de estar entre los primeros en proclamar al Cristo resucitado. Ellos serían honrados por las generaciones futuras como héroes y triunfadores espiri-tuales. Pero en 1 Corintios 4.9-13, el após-tol Pablo nos da un vistazo tras bambalinas de la vida cotidiana de ellos: eran condena-dos a muerte; padecían hambre y sed; les faltaba ropa; eran tratados bru-talmente; no tenían casas; eran perseguidos, difa-mados, y considerados “la escoria del mundo, el desecho de todos” (v. 13).

Pero, espere: ¿Podían estos hombres ser real-mente los mismos hom-bres que poco tiempo antes habían luchado con el orgullo y el deseo de poder, aunque andaban con Jesús como sus discípulos? Hasta habían tenido una discusión sobre quién de ellos sería el mayor (Lc 22.23-25).

“Estos hombres” habían anhelado el éxito terrenal, pero ahora aceptaban voluntaria-mente las peores humillaciones y privacio-nes del mundo. ¿Qué había sucedido? ¡Se habían encontrado con el Cristo resucitado!

Tal como se recoge en el libro de Hechos, los 40 días que pasó Jesús en la Tierra después de su crucifixión y resurrec-ción los convencieron de la verdad de su divinidad y de la realidad del cielo. Cuando los apóstoles tuvieron un atisbo de lo que aguardaba a los creyentes, el éxito para ellos se convirtió en abrazar esta verdad, no en buscar el reconocimiento terrenal.

Atrás quedaron el orgullo y el deseo de poder, pues la realidad de la resurrección del Señor hace que “se doble toda rodilla” (Fil 2.9-11), produciendo la humildad que nace del temor santo y reverente. Los após-toles se consideraban ahora a sí mismos como “servidores de Cristo, y administra-dores de los misterios de Dios” (1 Co 4.1).

Las tareas de un sirviente y un mayor-domo debieron haber sido bien entendi-das por los apóstoles. Los ricos tenían a menudo uno o más siervos, mientras que un mayordomo cuidaba sus propiedades. Ambas clases de trabajadores tenían que dar cuentas de sus actividades e informar

a un amo. Actuaban sola-mente en respuesta a los deseos e instrucciones del dueño. Complacerlo era la definición de éxito y la meta. De la misma mane-ra, también, los apóstoles que habían buscado antes su propia gloria, ahora buscaban solo servir a su Señor.

Para algunos, la vida de un sirviente acarreaba terribles sufrimientos. Jacobo, el hermano de Juan, fue decapitado; Pedro fue crucificado cabeza abajo; y los historiadores nos dicen que es posible que los otros após-toles experimentaran muertes semejantes. Si sus esfuerzos los llevaron a la muerte, entonces sabemos que no podemos juzgar sus éxitos según los parámetros del mundo. Entonces, ¿cómo juzgar el éxito? ¿Y cómo podemos juzgar nuestro propio éxito?

Según Pablo, la respuesta a esa pregunta es: “No lo hagamos”. Pablo no aceptaba el juicio de los demás, ni él se juzgaba a sí mismo. En vez de eso, insistía: “el que me juzga es el Señor” (v. 4). Pablo escribió que el juicio de Dios tendrá un tiempo señala-do, y nos advirtió que debemos seguir su ejemplo hasta ese día. “No juzguéis nada

UNA NUEVA REVOLUCIÓNLa manera como los apóstoles trastornaron al mundo

P O R G I N G E R G A R R E T T

¿Y CÓMO

PODEMOS JUZGAR

NUESTRO PROPIO

ÉXITO?

NO LO HAGAMOS.

e n c o n t a c t o . o r g | 17

antes de tiempo, hasta que venga el Señor” (v. 5). Entonces, todo lo que está oculto será revelado, incluyendo los motivos del corazón. Solo el Señor los conoce, y por eso solamente Él puede juzgar nuestro trabajo.

Para enfrentar la muerte por Cristo, como lo hicieron los apóstoles, se requiere de una gran fe, una fe nacida de la certeza del encuentro con el Cristo resucitado. Al igual que los apóstoles, tenemos que creer que algo más que la comodidad de la carne está en juego. Tenemos que creer que la fe expresada mediante una vida de servicio nos ofrece algo mejor.

Dios se deleita en recompensar a los servidores fieles, y la Biblia nos dice que hay un número extraordinario y una diver-sidad de recompensas. Algunas se reciben en la Tierra; otras, en el cielo; y, a veces, algunas en ambos lugares. Las recompen-sas mencionadas en las Sagradas Escrituras son las dadas por las buenas obras (Ef 6.7, 8), la perseverancia (Gá 6.9), la fidelidad (Mt 25.21); y por sufrir persecuciones (Mt 5.11, 12). Esta lista no es exhaustiva en absoluto, porque no somos capaces de imaginar todas las bendiciones que Dios dará a cada uno de nosotros (1 Co 2.9).

Estas recompensas son otro ejemplo de la gracia generosa de Dios, porque todas nuestras buenas obras y trabajos son pre-parados por Él para que los hagamos. Dios planifica el trabajo, nos prepara, y luego nos da la gracia y la capacidad para reali-zarlo (Ef 2.8-10).

Ante el final de su vida, después de todos esos años “trastornando al mundo”, el apóstol Pablo había conocido, tanto el éxito terrenal como el desprecio del mundo. Aunque algunos de los apóstoles ya habían sufrido el martirio, y otros más morirían, Pablo escribió con el gozo de haber luchado por guardar la fe y termi-nado bien. Anhelaba ahora la corona de

justicia que el Señor le daría (2 Ti 4.6-8), y decía que no lamentaba los sufrimien-tos y las atrocidades que había padecido. Pablo creía en la realidad de la resurrec-ción y en la esperanza del cielo. Estaba preparado para inclinarse ante el Dios viviente y recibir su recompensa.

Es posible que los creyentes que “tras-tornan al mundo” no parezcan nunca ser triunfadores según los parámetros terrenales. Nosotros, también, podemos enfrentar penalidades y humillaciones. Pero si hemos encontrado al Cristo resucitado y Él vive dentro de nosotros, el éxito se convertirá en lo que podemos dar: el mensaje de Jesús, que salva al pecador, recompensa a sus servidores, y nos garantiza la resurrección.

APLICACIÓNExamine la lista que aparece a continua-ción, y vea si se puede identificar con alguna de estas situaciones. Si es así, usted puede estar a punto de ser un gran triunfador. n El camino comienza a menudo con un tiempo difícil de preparación lleno de aflicciones, lo cual nos disciplina para las tareas que tenemos por delante.n El sufrimiento frecuente persiste, lo que produce humildad y revela nuestra total dependencia de Dios.n La adversidad parece inalterable, lo que nos ayuda a dedicarnos a buscar la voluntad y los propósitos de Dios.

Si cree que Dios le está preparando para ser un triunfador espiritual, ore pidiendo:n Que el Señor examine los motivos de su corazón (Pr 16.2).n Que el trabajo que haga pase la prueba de fuego de Dios (1 Co 3.11-13).n Que el Señor reciba toda la gloria (Ap 19.1, 5-7).

18 | J u n i o 2 0 1 2 E n C o n t a C t o

¿Quién es el mayor?>> La paradoja del éxito en el reino de Dios

15-minutos de�estudio�bíblico

LEA MATEO 23.1-12Como parte de su misión, el Señor Jesús enseñaba continuamente las buenas nuevas de su reino. En este reino, la perspectiva del mundo es invertida y eclipsada por una paradoja que transforma la vida: los pobres son los ricos; los marginados son los invi-tados de honor; y los hombres y las mujeres más grandes son quienes sirven. Estos versículos clave son la conclusión de una serie de acontecimientos en los que Jesús enseña a sus discípulos cómo el obedecer su camino exige un cambio total de la mane-ra de pensar del mundo.

REFLEXIONE

Dedique tiempo para pensar y orar en cuanto a las siguientes preguntas:1. ¿Cómo se compara su concepto del éxito, con el de Dios?2. ¿Qué actitudes mundanas en cuanto a la grandeza detecta usted en su vida? Pídale

al Señor que cambie su manera de pensar, y que le muestre su camino.

ANALICE

Para un estudio más a fondo, medite en cada uno de estos pasajes del Evangelio de Mateo, que revelan en realidad qué es —y qué no es— la grandeza en el reino de Dios.

u18.1-5 La obsesión del mundo de ser visto como más importante que los demás, no tiene cabida en el corazón de un niño que sabe que es amado y aceptado incondi-cionalmente.

u18.10-13 Mientras que el mundo da por perdidas a las personas difíciles y desagra-dables, todas ellas tienen el mismo valor para Dios y, por tanto, la prioridad de Él.

u19.13-15 Aun aquellos a quienes el mundo considera insignificantes, son capaces de ver a Jesús tal como Él es realmente, y de experimentar la plenitud de vida en su presencia.

u19.16-29 Dios no juzga las pérdidas y las ganancias de la manera que lo hacemos nosotros. Es por eso que Él nos llama a perder nuestra vida para encontrarla (Mt 16.25). “Cero pérdida” en este mundo significará cero ganancias en su reino.

u20.1-16 Dios no juzga las “obras” como nosotros. Cuando nos unimos a Él en una misión, ya no seguimos llevando la cuenta de lo que supuestamente hayamos hecho por Él.

u20.20-28 La grandeza no está conectada con el poder y la autoridad. Tiene que ver con cuán cerca estamos siguiendo el ejemplo de Jesús de servir y amar a los demás.

u21.12-16 Al Señor le apasiona destruir la religiosidad mundana. Él hará lo que sea para quitar de en medio cualquier arrogancia que impida a los necesitados venir en busca de sanidad y de una relación con Él.

e n c o n t a c t o . o r g | 19

programación de radio y TV

La programación está sujeta a modifi caciones

R A D I O

junio 2012

Para localizar las emisoras y canalesen su área, visite encontacto.org/estaciones

La palabra servicio evoca a menudo imágenes sencillas de trabajo común y corriente o de poca importancia. El Dr. Stanley enseña a los cristi anos que el camino a la grandeza se logra sir-viendo a los demás. Esta serie trata los siguientes temas: el modelo de ser-vicio y las recompensas del servicio.

uSerie en 4 CDs | UVDSCD $14

Una vida de servicio

El llamamiento supremo al servicio I El llamamiento supremo al servicio IIZarandeados para el servicio IZarandeados para el servicio IICómo invertir para la eternidad ICómo invertir para la eternidad IILecciones que recibí de mi abueloIPLPCD - Instrucciones para los padres (4 CDs)El padre que todo niño necesitaLa infl uencia por medio del ejemplo ¿Cuándo ha suplido un padre lo necesario para los suyos?El regalo más grande de un padre para sus hijosCSDECD - Cómo sanar los daños emocionales (6 CDs)Victoria sobre la ansiedadVictoria sobre las culpasVictoria sobre el temorVictoria sobre el desprecio IVictoria sobre el desprecio IIVictoria sobre el enojo IVictoria sobre el enojo IIVictoria sobre el rencorUVDSCD - Una vida de servicio (4 CDs)La clave del éxito ILa clave del éxito II

Victoria sobre la ansiedadVictoria sobre las culpasVictoria sobre el temorVictoria sobre el desprecio

06/01/12 06/04/1206/05/12 06/06/12 06/07/12 06/08/1206/11/12

06/12/12 06/13/12 06/14/12 06/15/12

06/18/12 06/19/12 06/20/12 06/21/12 06/22/12 06/25/12 06/26/12 06/27/12

06/28/12 06/29/12

06/03/1206/10/1206/17/1206/24/12

T V

20 | J u n i o 2 0 1 2 E n C o n t a C t o

T V

el crecimiento para elel crecimiento para elel crecimiento

Nuevas puertas comenzaron a abrirse

para este ministerio en la década de los ochenta,

después de converti rse en una insti tución

independiente en 1982, aparte de la Primera

Iglesia Bauti sta de Atlanta [First Bapti st Church

of Atlanta]. Sin embargo, hasta el presente

las dos organizaciones siguen trabajando en

estrecha colaboración.

Ese mismo año, la revista In Touch (versión

en inglés de En Contacto), que antes era un

sencillo boletí n de noti cias, se transformó

en una pequeña publicación del tamaño de

un panfl eto, con el propósito de ayudar a

las personas a estudiar la Biblia. Pero meses

después, la publicación de dieciséis páginas

fue rediseñada, dándosele el formato de

revista que ti ene actualmente, con artí culos

basados en la Biblia y meditaciones

devocionales diarias.

A lo largo de los años, el personal

de nuestra revista se ha esforzado por

permanecer fi el a ese propósito original:

ayudar a nuestros lectores a profundizar en

su conocimiento de las Sagradas Escrituras,

y en su experiencia personal con Dios.

Hoy día, la revista llega mensualmente a más

de 1.000.000 de suscriptores, y es traducida del

inglés al español, al francés y al indonesio.

Gracias por leer y apoyar a esta revista.

Nuestro deseo es alentarle en su relación con

Jesucristo por muchos años más.

RECUERDOS

e n c o n t a c t o . o r g | 21

LISTO para COMENZAR

LA PERPLEJIDAD era comprensi-ble. Jeff acababa de mudarse a Atlanta, había alquilado un apartamento en el centro de la ciudad, y abierto un estudio de música. Estaba listo para llevar a cabo el propósito por el que había venido: hacer música y conexiones con personas que compartieran su visión de impactar al mundo por medio de música positiva y edificante. Pero ahora, el plan parecía estar cambiando. Contra toda lógica, Jeff se estaba sintiendo dirigido a donar todo su equipo de audio a alguien que acababa de conocer, creando un dilema evi-dente. ¿Qué iba a pasar con su música?

Aunque no le venía ninguna respuesta a la mente, Jeff obedeció, incapaz de librarse del sentimiento de que Dios le estaba hablando. Naturalmente, el beneficiario del regalo esta-ba encantado. Pero para Jeff, los siguientes dos meses no fueron nada fáciles, ya que tuvo que trabajar en algo incompatible con sus

Cuando los reveses nos llevan hacia adelanteP O R P A T R I C K W O O D

intereses. ¿Pudo Dios, en realidad, haberle dirigido en esto?

Durante esos dos meses, la duda seguía. Entonces, un rayo de esperanza se filtró en la situación. Jeff fue invitado a participar en una competencia de talentos en un lugar impor-tante de la ciudad. Se inscribió, oró ferviente-mente, tocó como siempre, y logró el primer lugar. Después, uno de los jueces se acercó a él, interesado en averiguar por qué tanto talento no estaba teniendo ya mayor deman-da. Jeff le dijo brevemente que era nuevo en la ciudad, y había experimentado algunos problemas inesperados.

Por “suerte”, el juez del panel era, en reali-dad, un empresario muy buscado en la indus-tria musical, y la mano derecha de un músico famoso. Antes de que transcurriera una semana, Jeff había recibido un equipo de gra-bación muy superior al que tenía y acceso sin restricciones a uno de los mejores estudios

porfe

22 | J u n i o 2 0 1 2 E n C o n t a C t o

de la ciudad. Este empresario puso gentil-mente a Jeff bajo su protección, sin cobrarle nada, y preparó toda una serie de conciertos para él, incluyendo una presentación en uno de los festivales más famosos de la nación.

La experiencia de Jeff plantea una pre-gunta: Durante esos dos meses de perpleji-dad, ¿estuvo Dios ignorando su sueño? Obviamente, “no”. Más bien, el quedarse sin su equipo de grabación hizo posibles nuevas oportunidades. La experiencia le enseñó a Jeff que Dios abrirá las puertas y conectará a las personas de acuerdo con la estrategia divina, si nos mantene-mos en Él.

A veces, Dios nos dirige de maneras que parecen ilógi-cas, pero que, en realidad, son esen-ciales para avanzar. En la Biblia tene-mos el ejemplo de Abraham, a quien se le dio la promesa de que un día sería el patriarca de una gran nación, y de que esta des-cendencia vendría específi-camente por medio de Isaac, el hijo del milagro tan esperado (Gé 21.12). ¡Qué extraño, entonces, que Dios le dijera a Abraham que sacrificara a su hijo! ¿Cómo podía eso tener sentido? Solo la perspectiva divina podía encontrarle sentido a una orden tan extraña.

Por fe, Abraham contempló lo que el Señor le estaba pidiendo, y decidió confiar. Si la promesa de que sería el padre de una nación iba a cumplirse por medio de Isaac, razonó, e Isaac era sacrificado, entonces Dios tendría que hacer lo impensable: resucitar a un cadáver (He 11.19). ¿Era esto posible? ¿Podría una deidad desconocida para sus antepasados tener esta clase de poder?

Esta manera extraña de pensar parecía arriesgada, pero Abraham amaba a Dios y esperaría lo mejor. Por obediencia, preparó a su hijo para el sacrificio, lo ató a un altar, y levantó la daga. Cuando estaba a punto de asestar el golpe, la voz de Dios intervino. La muerte del muchacho no sería necesaria des-pués de todo, porque el sacrificio que Dios realmente tenía en mente ya había tenido lugar, en cierto sentido.

¿Ve usted? El sacrificio que Dios desea, en realidad (Os 6.6), es nuestra firme dis-

posición de no negarle nada y de confiar en Él. En este caso, la

acción del futuro patriarca fue la imperturbable

manifestación, basada en la fe, de que Isaac y sus descendientes pertenecían al Señor. Dios se fijó en la obediencia de Abraham, y bendijo lo que este hombre ofreció de manera

deliberada y consagra-da. Gracias al valor que

Dios da al libre albedrío, la voluntad de Abraham de

sacrificar a su hijo fue funda-mental para esta acción.

Cuando las órdenes de Dios parecen contrarias a las expectativas lógicas, hay usualmente más en juego que una simple prueba de nuestra devoción a Él. Los arreglos prácticos están en ejecución para hacer avan-zar, no retrasar, el cumplimiento del plan. Al igual que un resorte de acero, nosotros tam-bién debemos enroscarnos y concentrar energías antes de ser liberados para poder alcanzar nuestro mayor potencial. Nuestro papel, por consiguiente, es ser humildes. Escuchando la voz de Dios y sometiéndonos a su dirección. Pero, sobre todo, nuestra meta debe ser amar más al Compañero de nuestro viaje, que al destino mismo.

Jeff que Dios abrirá las puertas y conectará a las personas de acuerdo con la estrategia divina, si nos mantene-

A veces, Dios nos

se le dio la promesa de que un día sería el patriarca de una gran nación, y de que esta des-cendencia vendría específi-camente por medio de Isaac, el hijo del milagro tan esperado (Gé

realidad (Os 6.6), es nuestra firme dis-posición de no negarle nada y de

confiar en Él. En este caso, la acción del futuro patriarca

fue la imperturbable manifestación, basada en la fe, de que Isaac y sus descendientes pertenecían al Señor. Dios se fijó en la obediencia de Abraham, y bendijo lo que este hombre ofreció de manera

deliberada y consagra-da. Gracias al valor que

Dios da al libre albedrío, la voluntad de Abraham de

sacrificar a su hijo fue funda-mental para esta acción.

Cuando las órdenes de Dios parecen

LISTO para COMENZAR

Al igual que

un resorte de acero elástico,

nosotros también debemos enroscarnos y concentrar energías antes de ser liberados para poder alcanzar

todo el tamaño potencial.

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R E F L E X I Ó N

La evaluación fi nal de nuestro éxito tendrá lugar cuando estemos delante de Dios para dar cuenta de nuestras vidas (Ro 14.12). Si hemos vivido de acuerdo con la defi nición de éxito de Dios, nos aguarda un tesoro en el cielo, junto con las palabras “¡Bien, buen siervo y fi el!”

v i e r n e s

LEER | PROVERBIOS 16 .1 -3

¿Dios quiere que usted tenga éxito?

¿Es el éxito un objetivo para los creyen-tes? ¿Lo quiere Dios para sus hijos?

Las respuestas dependerán de su concepto del éxito. Muchas personas lo defi nen como el logro de riqueza, notoriedad o fama. Si eso es lo que usted está buscando, entonces está siguiendo la defi nición del mundo, no la del Señor.

A los ojos de Dios, el verdadero éxito comienza internamente: el primer paso es una relación con Jesucristo —poner la fe en Él como Salvador y seguirlo obedientemen-te. Su propósito para usted es que crezca continuamente en un carácter como el de Cristo y en madurez espiritual. Él también tiene para usted trabajo que debe hacer aquí en la tierra (Ef 2.10). Dios dispuso esas tareas específi camente para usted, y las diseñó teniendo en mente su personalidad, talento, habilidades y dones espirituales. usted puede pensar en estas cosas como su llamamiento especial y su responsabilidad en la vida, que nadie más puede realizar.

El éxito verdadero consiste en realizar lo que el Señor le ha llamado a hacer, no solo de vez en cuando, sino continuamente. Tie-ne que ver con la perseverancia, no con la perfección. Si esta es su defi nición de éxito, puede estar seguro de que el Señor quiere que tenga éxito; Dios se ha comprometido a ayudarle a convertirse en la persona para lo que Él le creó, y para que alcance los propó-sitos que ha dispuesto para usted.

1

Dios no mide el éxito de la manera como

lo hace el mundo. Lo que el Señor valora es que marquemos

una diferencia eterna para el

reino por medio de la obediencia al

Espíritu Santo.

24 | J u n i o 2 0 1 2 E n C o n t a C t o

e n c o n t a c t o . o r g | 25

R E F L E X I Ó NR E F L E X I Ó N

¿Dios quiere que usted tenga éxito?

Si usted siente que su fe está carente de vita-lidad, es posible que se haya vuelto espiritual-mente perezoso. nadie tiene en mente caer en la autocomplacencia. Pero, a menos que se fije algunas metas específicas y se esfuerce por lograrlas, irá por la vida a la deriva y desaprovechará el mayor de los logros.

Todo lo que necesitamos para tener éxito en la vida nos lo da Dios. Pero esta ayuda está disponible solo cuando decidimos obedecer su plan. Si no le hacemos caso al Señor, y fijamos nuestras propias metas sin la guía de la Palabra, es posible que consigamos lo que queremos, pero no será un éxito verdadero.

l u n e sf i n d e s e m a n a

LEER | F IL IPENSES 3 .7 -14

Fijarse metas: La clave del éxito

¿Cuáles serían las tres metas que fijaría usted para su vida si supiera que po-

dría lograrlas? ¿Alguna de ellas sería de na-turaleza espiritual? El apóstol Pablo fue uno de los personajes de la Biblia más orienta-dos hacia el logro de metas, pero entendía qué objetivos eran los más importantes. Su mayor ambición era conocer a Cristo, el poder de su resurrección, y la participación de sus sufrimientos (v. 10).

A todos nos haría bien adoptar estas metas, pero suenan tan amplias. ¿Cómo podemos ponerlas en práctica? Primero, es importante comprender que una meta es un propósito o dirección hacia lo que trabajamos. Este concepto es bastante fácil de entender cuando hablamos de objeti-vos específicos, como irse a la cama más temprano o perder diez libras de peso, pero ¿qué pasos debería usted dar para lograr metas espirituales, como las de Pablo?

El éxito requiere dar pasos específicos, razonables y medibles. Por ejemplo, si usted quiere conocer a Cristo más íntima-mente, puede comprometerse a dedicar treinta minutos cada día para orar y leer su Palabra. Después de desarrollar su plan y dar los pasos para lograrlo, ponga en acción su deseo. Si no da los pasos necesarios, eso simplemente seguirá siendo un deseo. nadie desarrolla intimidad con Cristo por medio de buenas intenciones; se requiere compromiso, diligencia y perseverancia.

4LEER | JOSUÉ 1 .1 -9

La ayuda de Dios para nuestro éxito

Cada vez que nuestros objetivos coinci-den con la voluntad del Señor, pode-

mos contar con su ayuda para alcanzarlos. Esta verdad está claramente confirmada en la historia de Josué. Puesto que Dios le dio la gran responsabilidad de introducir a los israelitas a la Tierra Prometida, también le dio todo lo que necesitaba. Él hará lo mis-mo por nosotros cada vez que le creamos y demos un paso al frente para lograr los objetivos que Él ha dispuesto para nosotros.

Sus promesas: Dios le aseguró a Josué que le daría la tierra y que nadie sería capaz de sostenerse delante de él. Asimismo, el Señor le dará fuerzas a usted para que logre lo que Él le ha llamado a hacer, y ni el hombre ni Satanás podrán frustrar sus propósitos si se mantiene firme en la fe.

Su poder. Esfuércese y sea valiente, porque encontrará obstáculos que pondrán a prueba su obediencia. Pero ese valor no es algo que conseguimos en nosotros mismos. Se desarrolla por medio de la confianza en el Señor. El valor viene cuando nuestra fe es más fuerte que nuestro temor.

Su Palabra. El éxito de Josué estuvo en su obediencia a la Palabra de Dios. Lo mismo vale para nosotros. Si las Sagradas Escrituras no están moldeando nues-tros pensamientos, palabras y acciones, simplemente nos descarriaremos al no ir por el camino que Dios ha planeado para nosotros.

R E F L E X I Ó N R E F L E X I Ó N

26 | J u n i o 2 0 1 2 E n C o n t a C t o

Es, en realidad, una cuestión de fe. Dios nun-ca le pediría que hiciera algo sin capacitarle. Esto no significa necesariamente que usted lo hará de manera perfecta, pero cada paso de obediencia es una victoria. La alternativa es jugar a lo seguro, pero entonces se perderá de lo mejor que tiene Dios para su vida.

Tal vez sea hora de que usted salga de su rutina y encuentre un nuevo camino. Dios le ayudará a cambiar de dirección y lograr nue-vas metas que se alineen con su voluntad. no se conforme con la mediocridad de una vida no planificada. Comience a vivir con propósito.

m a r t e s 6Pablo fue un hombre cuyas metas eran

conocer a Cristo, apoyarse en su poder, participar de sus padecimientos y predi-car el evangelio (Fil 3.10, 1 Co 1.17). Por esa razón, armonizó sus deseos con los del Señor, trabajando diligentemente para cumplir con su llamamiento, y perseveró en medio de la oposición, la persecución y el sufrimiento. Pudo enfrentar el final de su vida con confianza, porque había “peleado la buena batalla”, “acabado la carrera” y “guardado la fe” (2 Ti 4.7).

A todos nos gustaría poder decir lo mis-mo al final de nuestras vidas, pero eso sig-nifica que tenemos que seguir el ejemplo de Pablo. ¿Qué tal le está yendo en el estableci-miento de metas para su vida? ¿Ha pensado más allá de lo inmediato y se ha fijado algu-nos objetivos a largo plazo? nuestra cultura es tan acelerada, que dejamos de tomar tiempo para considerar realmente adónde estamos yendo. Pero usted no tiene por qué llegar al final de sus días, y descubrir que estuvo en un camino que Dios no quiso para usted, dando la batalla equivocada, y manteniendo la fe a duras penas.

Esta semana, pídale en oración al Señor que le ayude a fijarse metas que le lleven adónde Él quiere que usted vaya. Reflexione en cada aspecto de su vida: personal, inter-personal, financiera y vocacional, pero dé el énfasis principal a las metas espirituales, y escríbalas después.

LEER | 2 T IMOTEO 4 .6 -8

Una vida con propósito

LEER | 2 CORINTIOS 2.14-17

Venza el sentimiento de incompetencia

A ninguna persona le agrada experimen-tar sentimientos de incompetencia,

pero debemos aprender a manejarlos, ya que nadie puede evitarlos de forma permanente. Pero, lamentablemente, hay quienes piensan que son incapaces de dar la talla. Para algunos, esto puede deberse a experiencias de la infancia que afectaron negativamente su autoestima. Para otros, el problema radica en fracasos en el trabajo, relaciones interpersonales, matrimonio, crianza de los hijos, etc.

El aspecto que Pablo trata en el pasaje de hoy es nuestra vida cristiana. Hace una pregunta que apunta a una inseguridad común: “Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?” (v. 16). ¿Alguna vez ha evita-do usted servir al Señor en maneras que desafían su agradable rutina? Si es así, pro-bablemente ha desaprovechado una gran oportunidad para vencer los sentimientos de insuficiencia. Él ha prometido llevarnos “en triunfo en Cristo Jesús” (v. 14), pero a menos que le creamos a Él y demos un paso de fe, jamás experimentaremos la vida que Él ha pensado para nosotros.

Sentirse incompetente no es pecado, pero utilizarlo como excusa sí lo es. Cuando el Señor le desafíe a hacer algo que usted sien-ta que está más allá de sus capacidades, tie-ne dos opciones: poner su mirada en Cristo y seguir adelante en victoria, o centrarse en sí mismo y retirarse en derrota.

m i é r c o l e s5

e n c o n t a c t o . o r g | 27

R E F L E X I Ó NR E F L E X I Ó N

¡Alabado sea el Señor por su maravilloso plan de salvación! Cristo pagó nuestra deuda de pecado con su muerte, y lo único que tenemos que hacer es creerlo. nunca ten-dremos que preocuparnos de que no seamos suficientemente buenos, ni de que perdere-mos su favor. Su gracia es para siempre.

¿Por qué sufrir todo el temor, la presión y la frustración que acompañan a los sentimien-tos de insuficiencia, cuando hay una alterna-tiva? Deje que el Señor le haga competente: conf íe en Él, y permita que Cristo viva en y a través de usted. Él sustituirá su ansiedad con un tranquilo espíritu de contentamiento.

Al apóstol Pablo lo consumía una pa-sión que era aun mayor que su deseo

de vivir o el temor al sufrimiento. Tenía un ministerio que cumplir y un mensaje de salvación que dar. Sus palabras en Hechos 20.24 nos ayudan a entender el concep-to fundamental involucrado en nuestra salvación. Pablo lo llamó el “evangelio de la gracia de Dios”.

Somos salvos simplemente porque el Señor es misericordioso. Él sabía que nunca podríamos ser lo suficientemente buenos para salvar la brecha que había entre nues-tro pecado y su santidad. Es por eso que usted nunca oirá hablar del “evangelio de la ley de Dios”. ¿Se puede imaginar cantando: “Sublime ley del Señor, que un infeliz sal-vó”? Jamás podríamos cumplir los requi-sitos, especialmente por la manera en que Jesús amplió el significado de la ley en el Sermón del monte (Mt 5 -7). Pero la gracia es totalmente diferente; no tiene nada que ver con nuestra valía o buen desempeño, sino se basa únicamente en el favor inme-recido de Dios para con nosotros.

Lo más sorprendente es que la única posibilidad para nuestra salvación, se encuentra en la fe. La gracia que Dios nos da al salvarnos es su regalo, no algo que podamos lograr por nuestras obras (Ef 2.8, 9). De lo contrario, tendríamos que limpiar nuestras vidas para ser salvos, y eso anula-ría la gracia.

LEER | HECHOS 20 .16 -24

El evangelio de la gracia de Dios

Pablo nunca afirmó que era capaz de lograr todo lo que Dios lo llamó a hacer.

Simplemente aprendió a mirar más allá de su propia incompetencia, a la competencia de Cristo. Si adoptamos la misma práctica, podremos descubrir las bendiciones ocultas en nuestras experiencias de incompetencia.

nuestra insuficiencia nos lleva a Dios. Cuando nos damos cuenta de que una situación es más grande de lo que podemos manejar, nos apresuramos a abrir la Biblia y orar en busca de orientación y poder.

La incompetencia nos libera de la carga de luchar con nuestras propias fuerzas y de la autosuficiencia.

La incompetencia lleva a la depen-dencia del poder divino. nunca seremos competentes hasta que recurramos al poder del Espíritu Santo. Él hace en y a través de nosotros lo que Dios nunca quiso que hicié-ramos por nuestras propias fuerzas.

al utilizar personas débiles e insufi-cientes, Dios demuestra cuán grandes cosas puede hacer. Él se deleita escogiendo a personas que no prometen nada, para realizar sus propósitos. no hay límite a lo que Él puede hacer por medio de alguien dispuesto a darle el control total.

El sentimiento de incompetencia de-safía nuestra fe. Pablo dice: “nuestra com-petencia proviene de Dios” (v. 5). Quienes se enfocan en la fiabilidad de esta promesa y dan un paso de obediencia, crecerán en la fe.

LEER | 2 CORINTIOS 3 .1 -6

Las bendiciones de la incompetencia7 v i e r n e sj u e v e s 8

28 | J u n i o 2 0 1 2 E n C o n t a C t o

¿Qué tal le está yendo en su servicio a las personas? Tal vez sea el momento de que abra sus ojos espirituales para ver a las personas necesitadas que le rodean. Dios pone oportunidades a nuestro alrededor, pero si no estamos atentos las desaprove-charemos.

R E F L E X I Ó NR E F L E X I Ó N

¿Está usted afanado haciendo cosas para agradar a Dios? Si es así, probablemente esté agotado. Cuando comience a vivir en su gra-cia, se sentirá vigorizado porque la obedien-cia y el servicio serán el resultado natural del amor de Dios. En vez de un sentimiento de culpa, usted tendrá gozo y gratitud.

Cuando el Señor Jesús dejó el cielo, no vino a la tierra para ser una superestre-

lla; vino a servir. Como sus discípulos, esta-mos en este mundo para seguir su ejemplo de servicio a los que sufren. La historia de Zaqueo nos muestra algunas cualidades espirituales que necesitamos desarrollar para servir como lo hizo el Señor.

Percepción: Aunque estaba rodeado por una multitud, Jesús se fijó en un hom-bre encaramado en un árbol. Zaqueo era odiado y rechazado porque era recaudador de impuestos. Aunque era rico, algo faltaba en su vida, y Cristo reconoció su necesidad. Hay personas que nos rodean “encarama-das en árboles” —vacías, con necesidades y desesperadas. Pero muchas veces estamos tan preocupados por nuestras actividades, que no las notamos.

Disponibilidad: Jesús se dirigía a Jerusalén para llevar a cabo el acto más im-portante en la historia de la humanidad: la redención. Sin embargo, se detuvo a comer con un hombre necesitado espiritualmen-te. ¿Qué podría ser tan importante que le impida a usted dar a otros lo que más nece-sitan —su tiempo?

aceptación: Aunque Zaqueo era un notorio pecador, Jesús no le dijo: “Corrige tu conducta, y después vendré a tu casa”. Estamos llamados, no a corregir a la gente, sino a compartir el evangelio transforma-dor de Cristo.

LEER | LUCAS 19 .1 -9

Los requisitos del servicio

LEER | ROMANOS 6 .1 -4

El poder motivador de la gracia

Algunos cristianos tienen dificultades con la doctrina de la gracia, porque

piensan que es una licencia para pecar. Parece demasiado fácil creer en Jesús y luego hacer lo que uno quiera. Pero, ¿no tienen todavía los creyentes que vivir de cierta manera para poder agradar al Señor? El problema con este razona-miento es que mezcla el legalismo con la gracia, al decir: “Claro, somos salvos por gracia, pero después de la salvación, hay que obedecer las reglas para mantenerse en el favor de Dios”. Esa forma de pensar elimina la esencia de la gracia y corrompe el mensaje de esperanza.

Lo que necesitamos comprender es que la gracia es mejor motivación que la ley. Cuando usted tiene que comportarse bien para agradar al Señor, la culpa se convierte en su compañera constante, ya que nunca podrá ser lo suficientemente bueno. Cada vez que deje de estar a la altura de sus propias expectativas, podrá poner en duda que Dios le ama, o incluso preguntarse si realmente es salvo. Dios no quiere que vivamos cautivos de nuestras obras. Ya hemos recibido su aceptación, y no hay nada más que poda-mos añadir.

La gracia no solo nos libera de la culpa, sino que también nos motiva a obedecer y a servir al Señor con amor y gratitud por todo lo que Él ha hecho por nosotros.

11 l u n e sf i n d e s e m a n a

e n c o n t a c t o . o r g | 29

R E F L E X I Ó NR E F L E X I Ó N

¿Cómo responde usted cuando las circuns-tancias están fuera de su control? ¿Se enoja? ¿Trata de escapar? ¿Se da por vencido? Pablo decidió dar sus ansiedades a Jesús a cambio de una paz “que sobrepasa todo entendimiento (Fil 4.7). ¡Esa misma paz está disponible para usted!

¿Cuál grano de trigo es usted? ¿no corre riesgos, o ha dejado que Cristo lo plante en el mundo? La única manera de llegar a ser útil y fructífero en el reino de Dios es abandonar los deseos egoístas, salir del cascarón y servir al Señor sirviendo a los demás.

En la lectura de hoy, el apóstol Pablo dice que había aprendido el secreto de tener

contentamiento en todas las circunstancias, buenas o malas. ¿Le sorprende que él escri-biera esto cuando estaba en la cárcel?

Con frecuencia estamos descontentos, incluso cuando todo va bien. Por consi-guiente, nos preguntamos cómo es posible tener contentamiento durante nuestras pruebas más difíciles. Entonces, ¿qué es el contentamiento? Pablo está hablando de una libertad de las preocupaciones y frustraciones de cualquier cosa en la vida, incluso de los deseos no satisfechos.

Por lo general, es cuando no podemos controlar o cambiar nuestra situación, que nos sentimos descontentos. Si dejamos que nuestra satisfacción dependa de ver reali-zadas ciertas cosas, las circunstancias nos robarán la paz. no estoy diciendo que exis-ta un momento en la vida en el que nunca más volveremos a experimentar ansiedad o frustraciones. Pero lo que importa es cómo responderemos cuando esos sentimientos se apoderen de nosotros.

Esto es algo que el apóstol tuvo que aprender. Pablo padeció desde naufragios y hambres, hasta encarcelamientos injustos y palizas (2 Co 11.24-30). Había pasado por innumerables situaciones, que eran incier-tas, dolorosas, y al parecer irremediables. Pero finalmente descubrió que el contenta-miento no dependía de sus circunstancias.

LEER | F IL IPENSES 4 .4 -13

El secreto del contentamiento

Había una vez dos granos de trigo que estaban en el piso de un cálido y

acogedor granero. Pero un día, el granjero entró y les dijo: “Quiero sacarlos de este cómodo granero y plantarlos en tierra. Voy a ponerlos en el terreno frío y a cubrirlos con tierra. Será algo tenebroso, y ustedes morirán. Pero les aseguro que se multipli-carán y se volverán muy fructíferos”.

El primer grano de trigo rechazó la su-gerencia. “¡De ninguna manera!”, dijo. “no cuentes conmigo. Me gusta mi comodi-dad, y no quiero morir cubierto de tierra”. Pero el segundo, después de considerar cuidadosamente el dolor y angustia de la muerte, decidió que la promesa de una cosecha futura valía la pena el sacrificio. Así pues, el agricultor lo llevó afuera y lo plantó en la tierra, y dejó al otro grano dentro del granero.

unos días más tarde, apareció un pe-queño brote verde en el lugar donde había sido plantada la semilla. Tiempo después creció y se convirtió en un gran tallo de trigo que produjo cien granos más. Durante los siguientes cuarenta años, el agricultor plantó todas las semillas que se habían originado del primer grano de trigo, y año tras año, la cosecha era cada vez mayor. En cambio, el grano de trigo que se quedó en el granero se mantuvo allí solo, sin multiplicarse jamás —pero muy cómodo.

LEER | JUAN 12 .23 -26

Morir para poder servir: Una parábola 13 m i é r c o l e sm a r t e s12

R E F L E X I Ó N R E F L E X I Ó N

30 | J u n i o 2 0 1 2 E n C o n t a C t o

Es posible que usted crea o no Romanos 8.28. Si lo cree, puede encomendarse al Señor, sabiendo que Él quiere lo mejor para usted, y por eso le cuidará, y no se aparta-rá nunca de su lado. Si usted acepta estas verdades, no tendrá razones para sentirse ansioso.

Preste atención y verá cómo Dios cal-mará su espíritu, y le dará la confianza que necesita si acude únicamente a Él. Se sorprenderá de su propia actitud: si usted lo busca desde adentro —no carnalmen-te—, el Señor Jesús le dará la capacidad de responder como Él quiere.

v i e r n e s

Piense en alguna circunstancia de su vida que cambiaría si pudiera. ¿Se

siente frustrado? ¿Preocupado? ¿Enojado? Para experimentar el verdadero conten-tamiento en medio de cualquier circuns-tancia —ya sea debido a un sufrimiento o a un anhelo no satisfecho—, debe aceptar que la situación fue permitida por Dios, aunque Él no la haya causado.

En estas situaciones suelo orar, dicien-do: “Señor, elijo aceptar esto como si vi-niera de ti. no importa lo que veo en este momento, elijo esperar en ti”. Entonces puedo descansar en su omnipotencia y en el conocimiento de que soy un hijo del Dios viviente. En vez de sentirme como una víctima desamparada e impotente de mi circunstancia, sé que estoy cuidado y guiado por mi Padre soberano, pase lo que pase.

La segunda decisión crucial es la su-misión total. Esto no significa acercarse a Dios de un modo poco sincero, y decirle: “Bueno, Señor, solo quiero darte gracias por esto ¡Todo está tan bien!”. no, no lo está. Sea honesto y reconózcalo. “Esto es doloroso, y no me gusta. Pero elijo some-terme a ti, porque eres fiel y compasivo. Estoy dispuesto a perseverar hasta que logres en mí lo que tú quieras. Elijo sacar de tu fuerza para todo lo que necesito”. Si usted toma esta decisión y obedece, sus temores perderán su poder.

LEER | ROMANOS 8 .28 -39

Las decisiones que llevan al contentamiento

Para nosotros, como creyentes, nuestro contentamiento debe ser guiado por la

actitud interior y las decisiones que toma-mos, en vez de las circunstancias externas. Pablo había aprendido este secreto, y por eso podía tener gozo y paz en cualquier situación, ya sea que estuviera rodeado de amigos o aislado en una prisión romana, o que tuviera mucho o estuviera padeciendo grandes necesidades.

El apóstol entendía lo que significaba vivir en Cristo y tener a Cristo viviendo en él (Jn 15.1-9; Gá 5.22, 23). Había tomado una sencilla pero inteligente decisión de fe, recibir vida de la Fuente y, como resultado, tuvo la seguridad de que lo que él poseía en su interior nunca podría serle quitado. Confiaba en su identidad como hijo del Todopoderoso, con pleno acceso a la vida abundante que el Señor Jesús ofrece.

Quiero desafiarle a hacer algo: esta semana, cuando algo amenace con robarle su contentamiento, elija sacar de la fuente de Dios; tome la decisión de dejar de sacar de otras fuentes, y de tratar de tener el control. Cuando se dé cuenta de que se está poniendo nervioso, ansioso o airado, detén-gase y diga: “Señor, tú eres mi fuente, y saco de ti el poder para ser amable. Saco de ti el perdón que necesito para perdonar en estos momentos. Saco de ti el amor que necesito expresar”. Esta decisión consiste en confiar plenamente en Él.

LEER | JEREMÍAS 2 .13

Acudamos a la Fuentej u e v e s14 15

e n c o n t a c t o . o r g | 31

R E F L E X I Ó NR E F L E X I Ó N

LEER | ROMANOS 8 .28 -39

El Señor se ha comprometido a transformar-nos, según su plan especial para nuestras vidas. Aun su disciplina es expresión de su favor misericordioso (He 12.10). Cuando flaqueamos o fallamos, podemos estar segu-ros de que su gracia maravillosa siempre nos rodea y ofrece redención.

La manera de edificar principios en la vida de un niño, es por medio del precepto (la enseñanza) y la práctica (el ejemplo). Los niños observan si nuestras acciones se compaginan con nuestras palabras. Por eso, cada día es una oportunidad para enseñar-les lecciones sobre la vida.

f i n d e s e m a n a l u n e s

La gracia es uno de los regalos más estupendos de Dios. Ella nos da todo

lo que necesitamos para vivir en libertad: el perdón de nuestros pecados, la sanidad de nuestros corazones, la compañía del Espíritu Santo morando en nosotros, y el acceso para cultivar libremente nuestra relación con Él. Trabajamos, adoramos y disfrutamos de la vida rodeados de su amor incondicional. Su gracia nos socorre, nos llena y nos sostiene.

Ya que somos un pueblo perdonado, el Señor nos responde, no como a enemigos, sino como a sus hijos (Ro 8.15; Ef 5.1).

El saber que vivimos al abrigo de la gra-cia de Dios nos da...• Seguridad en cuanto a nuestra posi-ción. nadie puede arrebatarnos de su mano (Jn 10.28).• Libertad para vivir para Cristo. nada de lo que alguien diga o haga puede sacudir nuestra confianza en Él.• Paz para el presente, porque podemos confiar en su soberanía. El Señor está llevando a cabo su perfecta voluntad, y po-demos estar seguros de que nada es capaz de frustrar sus planes.• Esperanza para el futuro. Esta vida es solamente el comienzo. un día, veremos al Señor Jesús cara a cara, seremos perfeccio-nados para ser las personas que Dios quiso que fuéramos cuando nos creó, y viviremos con Él para siempre.

LEER | ROMANOS 5 .1 -5

El poder de la gracia de Dios

ningún padre es perfecto. Pero con la guía del Espíritu Santo, la Biblia y

mentores consagrados, un hombre puede convertirse en un padre exitoso si decide guiar a sus hijos en las siguientes áreas: • Espiritualidad. Ayude a sus hijos a poner su fe en Jesucristo lo más pronto po-sible, y crecerán sabiendo que Él debe estar en el centro de todo lo que hacen.• Moralidad. En los hogares donde se prac-tica la honestidad, la pureza y la fidelidad, los hijos aprenden a valorar la integridad y a escuchar su conciencia.• Relaciones. Enseñar acerca del amor, res-peto y estímulo mutuo, es una buena prepa-ración para las amistades y el matrimonio.• Vocación. Sea un ejemplo de cooperación y de un trabajo hecho “de todo corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Col 3.23), y sus hijos adquirirán una sana ética del trabajo.• Finanzas. Enseñe a sus hijos a manejar el dinero: ganarlo con honestidad, dar generosamente, ahorrar inteligentemente y disfrutarlo con alegría (1 Ti 6.17).• autoridad. A menos que los niños apren-dan a actuar correctamente bajo la autori-dad —de sus padres, la escuela, la iglesia y el gobierno— pueden volverse fácilmente unos rebeldes. Los niños notan cuando hay una desconexión entre la conducta y las palabras, y por eso es esencial darles un buen ejemplo.

LEER | EFESIOS 6 .1 -4

Cómo convertirse en un padre exitoso 18

R E F L E X I Ó N R E F L E X I Ó N

32 | J u n i o 2 0 1 2 E n C o n t a C t o

notemos cómo se definía Pedro a sí mismo: “Siervo y apóstol de Jesucristo” (2 P 1.1). Después que decidió seguir a Jesús, se veía a sí mismo como un siervo de Dios. noso-tros, también, somos llamados a servir al Rey de reyes con las capacidades que nos han sido dadas.

Muchos tratan de alcanzar la felicidad esfor-zándose por ver realizados sus deseos. ¿Cuál es el resultado? Personas cansadas e insatis-fechas. El verdadero contentamiento se tiene solo cuando caminamos muy cerca de Jesús y Él nos enseña dónde podemos humillarnos para ocuparnos de los demás.

m a r t e s

Muchos escuchan la palabra “servir” y sienten que no tienen las cualidades

necesarias para marcar una diferencia en las vidas de otros. Esto es verdad sin la ayu-da de Dios. Pero Él nos ha dotado de mane-ras especiales, con un propósito en mente. Su plan implica que usemos estos talentos para servirle haciendo bien a los demás.

Satanás quiere hacernos creer lo con-trario. nuestro enemigo quiere que nos fijemos en lo que están haciendo otros, para que luego nos sintamos inferiores. Por ejemplo, he escuchado a algunas mujeres decir: “Yo soy solo un ama de casa”. Ven a otras personas predicando y cantando en el coro, y desearían poder hacer algo muy grande para Dios. Amigas, no puede haber nada más lejos de la verdad. Sobre quienes instruyen a sus hijos en la verdad de Dios descansa una gran responsabilidad.

En realidad, el Espíritu Santo le ha dado a cada creyente una tarea específica en el reino de Dios. La Biblia explica esta idea comparándola con el cuerpo humano: cada persona tiene dones y propósitos que hacen que todo el sistema funcione bien. Pero si el talón quiere tener el papel del ojo, todo el cuerpo perderá el equilibrio.

Cada parte es importante, aunque algunas son menos evidentes que otras. La verdad es que, las personas que parecen poseer menos talentos, tienen una ventaja porque son menos propensas al orgullo.

LEER | 1 CORINTIOS 12 .4 -7

Nuestros dones para su Reino

El Señor Jesús mandó que nos sirvamos unos a otros, pero obedecer esta orden

con humildad no resulta fácil. Sí, hay mo-mentos en que nos gusta ayudar a los de-más. Pero el servicio que implica sacrificio, especialmente a alguien que consideramos indigno, es mucho más difícil de realizar.

¿Qué significa servir? Medite en el ejem-plo de Cristo. Él renunció a todo para vivir entre nosotros, sometiéndose a la deshonra y a la fragilidad humana. Y amó incluso a quienes lo rechazaron. Piense en cómo se humilló a sí mismo al lavar los pies de los discípulos en la Pascua. Esta era una tarea baja y desagradable, y por eso se le asig-naba a un esclavo, muy distante de lo que un rey debe hacer. Sabía incluso que estos hombres lo abandonarían pronto, pero Él les sirvió de todos modos.

Finalmente, Cristo dio su vida por noso-tros (Ro 5.8). Servir a los demás era su estilo de vida, así que como seguidores suyos, debemos esforzarnos por ser como Él.

Por tanto, servir implica primero morir a nuestras actitudes y motivos egoístas. Solamente entonces podremos vivir para glorificar a Cristo. Jesús dijo que los man-damientos más grandes son amar a Dios con todo el corazón, y amar a los demás (Mt 22.37-39). irónicamente, es solo cuando servimos humildemente a los demás, que experimentamos la plenitud de Dios en nuestras vidas.

LEER | GÁLATAS 5 .13

El llamado a servir 20 m i é r c o l e s19 21

e n c o n t a c t o . o r g | 33

R E F L E X I Ó NR E F L E X I Ó N

La recompensa suprema será proclamar la gloria de Dios por toda la eternidad. Tendre-mos el máximo gozo en su presencia, pero podemos ocuparnos hoy mismo de servir a Dios con obediencia y humildad. El servicio nos bendice ahora y en la eternidad, cuando lo hacemos con la motivación correcta.

Servir a los demás es una gran bendición y una responsabilidad. Debemos considerar sinceramente cuál es nuestra motivación, para estar seguros de que nuestro propósito es glorificar a Cristo. Solo así recibiremos las recompensas que nos serán dadas no solo en la eternidad, sino también en la Tierra.

Los niños no son los únicos a quienes les gusta ser recompensados. nuestro

Creador sabe que también los adultos son motivados por los incentivos. Es por eso que encontramos promesas en su Palabra para quienes andan en sus caminos.

Algunos de estos beneficios están al alcance en este mundo como son el senti-miento de realización, el gozo y el favor de otros , mientras que otras bendiciones se concederán en el cielo. Como creyentes, no tenemos que temer al juicio (Ro 8.1); esta-mos vestidos con salvación por la sangre de Jesús, y no enfrentaremos la ira divina. Pero el Señor determinará el valor de nuestras obras, y qué recompensa merecemos.

Para ayudarnos a entender esto, la Biblia habla de cuatro coronas. La primera, llama-da incorruptible, es dada a aquellos cuyo de-seo es andar en obediencia delante de Dios. En medio de luchas e incluso de fracasos, siguen muriendo a la carne y obedeciendo al Espíritu. La segunda, la corona de la vida es dada a los creyentes que se mantienen firmes, soportando pruebas, sin renunciar ni desanimarse. La tercera, la corona de justicia se da a quienes anhelan la venida de Cristo, y viven consagradamente para Él. La cuarta, la corona de gloria la dará Dios a quienes llevan su Palabra a otros. Y, como nos dice la Biblia, quedaremos maravillados por la gloria de Jesús, y tendremos la honra de depositar nuestras coronas a sus pies.

LEER | LUCAS 14 .12 -14

Recompensas celestiales

Por su gracia, Dios da la salvación gratuitamente a quienes ponen su fe en

Jesús. no podemos ganarnos este regalo, y tampoco lo merecemos. Pero nuestro Padre celestial sí observa nuestras buenas obras, y promete recompensarnos según lo que hemos hecho para Él.

El servicio tiene lugar cuando dejamos que el Señor obre por medio de nosotros, para su honra y gloria; cuando los recursos divinos satisfacen las necesidades humanas mediante nosotros.

Apocalipsis 22.12 nos estimula: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. Ya sea grande o pequeño, todo servicio hecho en el nombre de Jesús será bendecido. Pero debemos asegurarnos de que nuestras acciones sean para la gloria de Cristo. Si la motivación es nuestra propia gloria, la única recompensa que recibiremos será la alabanza (si acaso) de las personas que nos rodean. Y sabemos que la apro-bación de los hombres no satisface ni es duradera.

Si bien algunas recompensas serán dadas en el cielo, otras pueden tenerse ahora. Por ejemplo, la alegría que sentimos al permi-tir que Dios bendiga a otros por medio de nosotros, y agradar a Cristo. Además, hay un profundo sentido de satisfacción cuando conducimos a una persona a Jesús y le ense-ñamos a andar por fe.

Las recompensas de un servidor

v i e r n e s22LEER | HEBREOS 6 .10

21 j u e v e s

34 | J u n i o 2 0 1 2 E n C o n t a C t o

R E F L E X I Ó N

¿Quién de nosotros puede servir a Dios? A decir verdad, nadie. El verdadero servicio se da solo cuando dejamos que el Todopodero-so se derrame a través nuestro, que no somos más que simples vasos. Y aunque el impacto no sea evidente para nosotros, sabemos que Dios ha logrado su propósito.

¿Alguna vez se ha sentido usted desalentado en cuanto a su vida

espiritual? Si sus esfuerzos por marcar una diferencia en el mundo parecen infructuo-sos, un principio en cuanto a Cristo puede cambiar su perspectiva.

El Señor sirvió a otros por amor, y sus acciones tuvieron un impacto tremendo en el mundo. ¿Por qué fue tan efectivo? La Bi-blia nos dice que Jesús no hablaba ni actua-ba por su propia cuenta, sino que dependía de su Padre, quien moraba en Él (Jn 14.10). Y nosotros debemos seguir su ejemplo.

Pero muchas veces intentamos servir con nuestras propias capacidades, inteligencia y poder de razonamiento. Aunque podemos dedicar mucho esfuerzo y muchas horas sirviendo, esto por sí solo no producirá fruto, porque no estamos sirviendo como el Señor quiere.

El servicio verdadero es encargado, potenciado y bendecido por Dios solamen-te. Puede ser que nuestras manos estén en movimiento, pero es nuestro Padre quien trabaja. Y la gloria le pertenece a Él, no a nosotros.

¡Qué consuelo debiera darnos esto! El Señor no está buscando personas talento-sas, sino personas dispuestas a dejar que el Espíritu Santo actúe a través de ellas. Pode-mos estar seguros de que Él proveerá todo lo que necesitamos para hacer cualquier cosa que Él pida.

LEER | 1 TESALONICENSES 5 .24

Las claves del éxitof i n d e s e m a n a

S o b r e e l

Éxito“El único interés del diablo es evitar que los cristianos oren. no le teme nada al estudio sin oración, al trabajo sin oración, y a la religión sin oración. Se ríe de nuestro trabajo duro, se burla de nuestra sabiduría, pero tiembla cuando oramos. “ —Samuel Chadwick

“nuestra parte no es tener éxito, sino hacer lo correcto: cuando la hayamos hecho, el resto le toca a Dios”. —C. S. Lewis

“Ser humilde implica la disposición a con-siderarnos unos fracasados a los ojos de los demás, menos a los de Dios”. —Roy M. Pearson

“En medio de nuestros triunfos, clamemos a Dios por humildad”. —C. H. Spurgeon

“El éxito consiste en descubrir la voluntad de Dios para nuestra vida, y obedecerla”. —Charles F. Stanley

“nuestro Señor murió como un fracasado, desacreditado por los líderes de la religión, rechazado por la sociedad y abandonado por sus amigos. Fue necesaria la resurrec-ción para demostrar cuán gloriosamente había triunfado Cristo. Sin embargo, hoy la iglesia parece no haber aprendido nada. ¡Cuánto trabajo religioso y de manera exagerada se realiza por el deseo carnal de tener éxito!” —W. Tozer

25

e n c o n t a c t o . o r g | 35

R E F L E X I Ó NR E F L E X I Ó N

Esperar en el Señor es una de las decisio-nes más sabias e importantes de la vida. Y, contrariamente a la creencia popular, es una tarea que requiere fe, humildad, paciencia y valor. Cuando uno conf ía en Dios y espera su tiempo perfecto, todos los aspectos de la vida se arreglan.

no importa lo que Dios nos pida que hagamos, podemos obedecer con gozo si lo hacemos para Jesús. Si esta es nuestra moti-vación, no necesitaremos la aprobación del mundo. Solo necesitaremos saber que Dios está complacido, y que promete recompensar a quienes le sirven (He 11.6).

Esperar el tiempo de Dios no es algo pasivo ni ocioso; supone disciplina y

compromiso. Hay cuatro requisitos básicos para la espera exitosa:

Fe. Los caminos y el tiempo del Señor no son como los nuestros (is 55.8, 9). Desde un punto de vista humano, Él usualmente hace las cosas de una manera totalmen-te diferente de lo que esperamos. Pero a medida que confiemos más en Él, descu-briremos que su forma de actuar no es tan extraña después de todo. Y cuando vivimos en armonía con su voluntad, su tiempo comienza a tener sentido.

Humildad. Para esperar en el Señor, hay que estar convencidos de nuestra necesidad de Él. El sometimiento a su divina volun-tad exige humildad; usted no puede seguir adelante con sus propios planes, y al mismo tiempo entregarse completamente a Dios.

Paciencia. ¿Tiene usted la disposición de mantenerse en su situación actual, hasta que reciba una clara dirección divina? Ha-cer una pausa para recibir claridad de Dios es una decisión deliberada que requiere paciencia.

Valor. Para esperar en Dios se necesita valor, y especialmente cuando hay presión para actuar. Si se descuida, usted podría dejar de escuchar al Señor y seguir los con-sejos de otros. Por eso, mantenga su oído en sintonía con la voz del Todopoderoso, y no se equivocará.

LEER | SALMO 25 .3 -5

Requisitos de la esperaLa razón por la que servimos

m a r t e s

Dios nos manda en su Palabra a servir a los demás. Sin embargo, habrán perso-

nas que harán difícil cumplir esta orden.Afortunadamente, una definición bíblica

sobre el servicio puede ayudarnos a obe-decer la orden del Señor, no importa quién pueda ser el beneficiado. La razón es que es Dios a quien servimos realmente.

Si tenemos esta motivación en todo lo que hacemos, eso repercutirá en la cali-dad de nuestro trabajo y evitará que nos desanimemos. Entonces, cualquiera que sea nuestra tarea —dirigir un negocio, en-señar niños, o hacer algo que parece poco atractivo — si nuestro propósito es glorificar a Dios, daremos lo mejor de nosotros con su poder. Y esperaremos confiadamente en que Él nos utilizará para sus propósitos, aunque la tarea que hagamos nos parezca sin fruto a nosotros o los demás.

Cuando yo era niño, tenía que desper-tarme antes del amanecer para repartir periódicos. Aun bajo lluvia o nieve, tenía que hacer el trabajo, y eso era duro para mí. Entonces el Señor puso en mi corazón que yo no estaba simplemente llevando periódicos a gente de mi ciudad, sino que estaba sirviéndole a Él. Al entender más esta verdad, despertarme y trabajar era algo que podía hacer con un propósito. En verdad, no siempre tenía ganas de enfrentar el trabajo, pero mis sentimientos ya no eran importan-tes. Estaba sirviendo a mi Creador.

25 l u n e s

LEER | COLOSENSES 3 .23 , 24

26

R E F L E X I Ó N R E F L E X I Ó N

36 | J u n i o 2 0 1 2 E n C o n t a C t o

Es fácil pensar que nuestros problemas no son importantes a los ojos de Dios, pero ese no es el sentir del Señor en lo abso-luto. Lo que nos concierne a nosotros le concierne a Él. Si nosotros, como Josafat, acudimos a Dios y proclamamos su poder, Él intervendrá.

Al leer la Palabra, vemos que cada vez que uno de los santos de Dios logró una victoria, es porque estuvo esperando y confiando en el Señor. usted también puede experimentar la victoria en su vida. Cuando se tiene al Creador omnipotente del universo actuando a su favor, no se puede perder.

j u e v e s

Todos tenemos problemas en la vida. Ya sean económicas, profesionales,

interpersonales o físicas nuestras lu-chas, podemos tener la seguridad de que servimos a un Dios que está interesado en nuestros problemas, y con poder para ocuparse de ellos.

Cuando surgen las dificultades, la oración es siempre un buen primer paso a tomar. Pero el tener una base sobre la cual cimentar nuestras oraciones, cambia la naturaleza de la situación. Josafat, el rey de Judá, enfrentaba un enorme reto. Tres tribus diferentes —amonitas, moabitas y meunitas— libraban juntas una guerra contra él. La mayoría de los líderes se habrían derrumbado bajo tal presión, o al menos habrían tomado medidas drásticas, pero Josafat era un rey sabio. Aunque es-taba atemorizado, no arremetió contra sus enemigos. Más bien, porque sabía que Dios estaba interesado en su problema, “humilló su rostro para consultar a Jehová” y procla-mó un ayuno en toda el país (2 Cr 20.1-3).

Josafat también sabía que Dios, que era más grande que cualquier problema, había hecho cosas milagrosas para Abraham, isaac, Jacob, Moisés y David. Ese mismo Dios le ayudaría, también, en su hora de necesidad. nunca hay que desestimar el interés del Señor en nuestros asuntos. Él ayudó a nuestros antepasados en la Biblia, y puede y quiere ayudar a sus hijos hoy.

LEER | 2 CRÓNICAS 20 .1 -4

Nuestro Padre tierno y poderoso

Dios tiene un propósito y un plan para usted, y su tiempo es perfecto. A veces,

Él responde nuestras oraciones con “sí” o “no”. Pero, en otras ocasiones, dice: “todavía no”; cuando sucede esto último, podemos beneficiarnos de las ricas recompensas que se reciben por esperar.

una bendición muy práctica es que Dios nos fortalece cuando nos apoyamos en Él durante los periodos de espera. isaías 40.31 nos dice que “los que esperan a Jehová ten-drán nuevas fuerzas”. Se nos da la metáfora de un águila con el viento por debajo de sus alas. Es interesante notar que las palabras “viento” y “espíritu” tienen la misma raíz griega —pneuma. El espíritu de Dios nos levanta, y su energía y fuerza nos sostienen cuando permanecemos en Él.

Cuando enfrentemos una decisión difícil, la clave efectiva es aprender a esperar. no hay ningún versículo de la Biblia que nos diga que tomemos el control y libremos nuestras propias batallas. Dios es quien las libra en favor nuestro (2 Cr 20.15).

Cuando David enfrentaba sus más gran-des batallas, esperaba en el Señor. Dios lo libraba de ser destruido, y ponía sus pies en terreno firme (Sal 40.1-3). Él hará lo mismo con usted. Si permanece en Él, Dios le dará poder sobrenatural para realizar las cosas que Él requiere de usted, pues su Espíritu hace por nosotros, lo que no podemos hacer por nosotros mismos.

LEER | ISA ÍAS 40 .28 -31

Fortaleza en la espera

m i é r c o l e s27 28 29

e n c o n t a c t o . o r g | 37

R E F L E X I Ó NR E F L E X I Ó N

Tenemos que afinar nuestros oídos a la voz de Dios para escucharlo. A veces, Él habla a través de personas que preferiríamos no seguir, y a menudo dice cosas que no esperamos escuchar. Pero Él nos dará la solución a nuestros problemas, si estamos dispuestos a escucharlo.

¿Quiere revolucionar su vida de oración? Si centra la misma atención en la proclama-ción de los atributos del Señor, como lo hace con sus peticiones, sus oraciones tendrán una nueva dimensión. Dejarán de estar centradas en usted mismo, para centrarse en Dios.

f i n d e s e m a n av i e r n e s

Cuando surgió la amenaza, lo primero que hizo Josafat fue dirigir su atención

a Dios y proclamar un ayuno en toda Judá (2 Cr 20.3). De todas partes vino gente para apoyar a su rey en oración (v. 13).

A veces, somos demasiado orgullosos para pedir a otros que oren por nosotros. Josafat era un rey, pero no tan autosuficien-te como para no admitir que su ejército era insignificante frente a las tres fuerzas unidas contra él.

Reconoció sus limitaciones y buscó la in-tervención divina. Aunque Josafat reinaba sobre sus súbditos, pidió que lo apoyaran en oración.

una de las cosas más sabias que pode-mos hacer en medio de la dificultad, es buscar la ayuda de alguien que sepa cómo hablar con Dios. El cuerpo de Cristo de-pende de la cooperación. Cuando el pueblo de Judá comenzó a orar, Dios le dio una so-lución por medio de un profeta fiel. Josafat fue lo bastante humilde para escuchar, y lo bastante sabio para seguir sus instruccio-nes (vv. 14-17). Como resultado, su pueblo se salvó. Los ejércitos que avanzaban se enfrentaron entre sí y se destruyeron unos a otros por completo. Sin disparar una flecha o sacar una espada, las fuerzas de Judá no sufrieron ni una sola baja. Gracias a que su humilde rey escuchó, el pueblo fue testigo de la extraordinaria victoria del Señor (vv. 22-30).

LEER | 2 CRÓNICAS 20 .14 -30

El poder de la oración colectiva

Los cristianos de hoy podemos apren-der buenas lecciones de las oraciones

del Antiguo Testamento. Cuando Josafat suplicó a Dios su ayuda, buscó un término medio entre su petición en cuanto a su ne-cesidad y la proclamación de su grandeza. De igual modo, debemos hacer nuestras peticiones reconociendo quién es Dios. De lo contrario, el enfoque de nuestra oración se convierte en necesidad, debilidad, fraca-so o temor.

Josafat clamó a Dios por su terrible si-tuación, pero también exaltó sus atributos, reconociendo las grandes cosas que Él había hecho. Cuando oramos así, nos vol-vemos más fuertes, sinceros y audaces. Por eso es tan importante conocer la Palabra de Dios. Cuando leemos acerca de cómo ha obrado el Señor en las vidas de los demás, entendemos su fuerza y su poder maravillosos. Podemos así ver a hombres y mujeres del Antiguo Testamento como un ejemplo, y comenzar a orar de manera parecida. El milagroso poder de Dios sigue estando disponible hoy, y Él quiere que sus hijos lo usen.

Al proclamar: “¿no está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resis-ta?”, (v. 6), Josafat estaba alabando a Dios, y al mismo tiempo recordándose a sí mismo la grandeza del Señor. Cuando usted ore, háblele a Dios de su gracia y de su miseri-cordia, y piense en su gran poder.

LEER | 2 CRÓNICAS 20 .5 -12

Una oración equilibrada29

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