revista tónica 7.0

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Revista/Tó nica Número 7. Año 1. Diciembre, 2012. Buenos Aires, Argentina. Revistatonica.com Entrevistas / Adela Salzmann entrevista a Martín Felipe Castagnet/ Mancini por Vespa / Maqueira por Marisol Córdoba / Mariano Zamorano y Mariano Bello charlan sobre la máquina y el espíritu con Eduardo Romano / Eric Schierloh por Castagnet/ Bogado por Bello // Libros & Reseñas: Los cuerpos del verano / Las políticas de los internautas / El canon digital / Donde termina el desierto // Sección Espacios / Matienzo / Crack-Up / La libre / PachaMama / La Tribu / Bar Orsai // Notas. ¿Independientes de qué? Ignacio Rial-Schies / Acercarse al casco del campo. Leticia Martin y la FLIA // Felices Fiestas // RT7

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Revista Tónica

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Revista/TónicaNúmero 7. Año 1. Diciembre, 2012. Buenos Aires, Argentina. Revistatonica.com

Entrevistas / Adela Salzmann entrevista a Martín Felipe Castagnet/Mancini por Vespa / Maqueira por Marisol Córdoba / Mariano Zamorano y Mariano Bello charlan sobre la máquina y el espíritu con Eduardo Romano / Eric Schierloh por Castagnet/ Bogado por Bello // Libros & Reseñas: Los cuerpos del verano / Las políticas de los internautas / El canon digital / Donde termina el desierto // Sección Espacios / Matienzo / Crack-Up / La libre / PachaMama / La Tribu / Bar Orsai // Notas. ¿Independientes de qué? Ignacio Rial-Schies / Acercarse al casco del campo. Leticia Martin y la FLIA // Felices Fiestas // RT7

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[editorial]

Lugares y libros

Por Juan Terranova

La reseña de libros debería ser el único género permitido. Todo lo demás parece publicidad vana, pereza, falta de actitud. Un país literariamente rico es aquel que tiene más reseñas que libros. En este número, el séptimo y el último del 2012, reseñamos también algunos lugares. Digamos, entonces, Lugares y libros, y la reseña como el cruce natural, equilibrada entre coyuntura y crítica. El 2013 nos encontrará abocados a ser mejores, a escribir mejor, a leer mejor, a generar un mejor periodismo. El fin del mundo es un mito. Feliz navidad y próspero año nuevo.

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[Entrevista] Martín Felipe Castagnet

“La mitad de mi novela la robé de Evangelion”Por Adela Salzmann // [email protected]

Martín Felipe nació en La Plata, 1986. Es redactor y editor de Revista Tónica además de investigador de la Universidad Nacional de La Plata. Su cuento “La próxima Unión Soviética” fue seleccionado para participar de la Antología de Cuento Raro de Editorial Outsider. En abril de este año su novela Los cuerpos del verano ganó el Premio a la Joven Literatura Latinoamericana, organizado en Francia de forma bienal, y fue publicada en castellano por Factotum Ediciones y editada en francés el pasado mes de noviembre. Actualmente se encuentra haciendo una residencia literaria en la Maison des Écrivains Étrangers et des Traducteurs (MEET) de Saint-Nazaire, donde también vivieron Ricardo Piglia, Alan Pauls, Marcelo Cohen y César Aira.

¿Somos cyborgs?Una vez que aceptamos el marcapasos, aceptamos todo; empezando por la ortodoncia en la infancia, llamada con un eufemismo muy particular: ¿quién no “usa aparatos” hoy? Vivimos bajo la sombra de Pistorius. El periodismo deportivo lo bautizó “Blade Runner”, y bien podría tener a Philip K. Dick de preparador técnico. En el futuro los únicos juegos que van a importar van a ser los Paraolímpicos, donde no van a estar los tullidos sino los mejorados. La vanguardia no es sólo propiedad del arte y el ejército; también es propiedad del deporte.

¿Qué es lo natural?Lo natural se acopla fácilmente con lo salvaje pero se solapa de modo conflictivo con lo doméstico. Los cuerpos del verano es parte de una generación que en su momento fue atravesada por el debate por el matrimonio igualitario. El argumento proveniente del período paleolítico decía que sólo el matrimonio entre diferentes sexos era natural. El concepto “natural” está naturalizado. El matrimonio está naturalizado, pero también el amor, quizás la

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palabra más naturalizada de todas; el corazón como usina del amor también es una construcción literalmente naturalizada (¿quién fue el primero en representar al corazón tal como lo ficcionalizamos?). Del lado inverso, hay estados y relaciones interpersonales que ni siquiera tienen una palabra que las defina. ¿Cuál es la palabra para un padre que perdió a todos sus hijos?

¿Creés que en el futuro el canibalismo va a ser una práctica normalizada?La organización humana a través de la prohibición del incesto y la antropofagia obedece a razones sanitarias antes que culturales, y la prohibición va a continuar incluso cuando la ciencia eventualmente solucione esos problemas, pero no será para siempre. Tampoco fue siempre así; es posible que los neandertales hayan sido devorados por los primeros homo sapiens. La humanidad es una especie muy breve; dividir historia y prehistoria es un ejercicio metodológico válido pero excesivamente antropocéntrico y desbalanceado. Los dinosaurios, sólo por mencionar el ejemplo más conocido y fascinante, vivieron 165 millones de años; los seres humanos sólo llevamos 200.000 años. Somos el mejor “quedate con el vuelto” de la historia natural. Si llegáramos a perdurar un cuarto de ese tiempo, será inevitable que se reemplacen viejas prohibiciones por otras nuevas donde no se desperdicie tanto alimento. Claro que una vez leí que los alimentos que consumimos tienen tantos químicos que hoy una dieta caníbal sería tóxica.

En tu novela hay una separación entre cuerpo y mente de corte platónico: por un lado describís el estado de flotación y por otro el espacio corporal. Aún así, por momentos encontrás la forma de dar vuelta esa lógica. La influencia es la lógica binaria presente en la informática, por el modo de encriptar información pero también en su diferencia entre software y hardware. ¿Es la informática una disciplina platónica? Por otra parte, frente a esta lógica me interesa reproducir uno de los principios del zen, según el cual a todo estado binario de encendido y apagado se le suma un tercero: el desconectado.

¿Cuál es tu religión?La rama del budismo no teísta se adapta mejor a mi pensamiento, pero como disciplina y no como religión. Crecer en una familia católica y convertirse al ateísmo equivale a salir de un closet muy confortable, pero una vez en la intemperie no tengo deseo de entrar en otro. Paradójicamente, quizás por ser

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ateo militante es que tengo intereses profundamente religiosos. Lo que llamamos religión suele ser literatura convincente, imaginativa y sincera, pero trasplantada de la ficción. Si está bien escrito cualquier libro puede pasar a ser religión en el futuro; no podemos adivinar a qué corpus nos pueden asignar. A su vez, es tiempo de extraer estas obras del corpus rígido al que pertenecen hoy. Precisamente por su carácter laico, la universidad debe dejar de excluir los llamados libros sagrados del plan de estudios de Letras. La teoría literaria debe ser impiadosa si quiere ser científica, y pretende serlo porque así es como se financia.

¿Qué influencias visuales tenés al escribir?Así como armo una playlist de canciones también tengo una playlist de imágenes. Mi cuenta en Tumblr funciona como un paisaje a mi medida, quizás por ser una red social más introspectiva que las demás; la falta de feedback me da la impresión de no ser observado. Internet permite agrupar lo que ya se colecciona en la mente, como la majestad de los espacios urbanos vacíos y de los animales sepultados en la nieve. El conjunto revela que la influencia de los dibujos animados es determinante. La mitad de mi novela la robé de Evangelion; la otra, de Hayao Miyazaki. Hoy descargo Adventure Time con la certeza de haber descubierto a un contemporáneo. ¿Por qué no me la recomendó antes ninguna revista cultural?

¿Sobre qué te interesa escribir?Sobre la experiencia de volver a ser libre luego de haber estado mucho tiempo preso. Esa prisión no tiene por qué ser física así como la libertad no tiene por qué ser positiva. Pienso en el que vuelve luego de un viaje; el que vuelve de una guerra; el que se hizo cargo de su cárcel y la transformó en su casa. Todo refugio es una cárcel y cada generación debe ser consciente de cuáles son sus refugios. La pregunta: “¿no me habré zarpado?”, mientras escribo, es indicativa de que voy por la senda correcta; esa pregunta sólo surge en aquel territorio que nos enseñan a esquivar y no cartografiar.

¿En qué cuerpo te gustaría estar?En el de Stephen Hawking. Pero sólo durante media hora; después me aburriría de mi propia inteligencia y querría volver a la adrenalina de la ignorancia. Creo que, llegado el caso, permanecería en flotación; al fin y al cabo la idea surgió cuando deseaba poder escribir sin sufrir dolor de espalda.

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[Entrevista] Pablo Mancini

“La política no se enteró que Internet es una revolución”Por Mariano Vespa // [email protected]

En la introducción a Hackear el periodismo, Pablo Mancini afirma que todavía persiste la confusión que emparenta a los hackers con la criminalidad informática. Considera que el periodismo necesita hackers, es decir, profesionales que reconfiguren la industria (re) diseñando soluciones. El deber del hacker no es romper redes sino reconfigurarlas. El libro, editado por La Crujía el año pasado, nos detalla distintos factores esenciales que constituyen puntos de partida a la hora de abordar la situación actual de los medios digitales. Con una prosa incisiva, Mancini especifica algunas imperfecciones de las redacciones on line y propone cambiar el foco de análisis teniendo en cuenta las variables tiempo, audiencia, valor y organización. No es casual que cerremos el año entrevistando a Pablo, un periodista con vasta experiencia en análisis y gestión, en medios digitales.

En el libro decís que el editor propone y la audiencia dispone ¿Cómo se manifiesta esa interacción?Hay dos realidades. Por un lado está la realidad de la audiencia y por otro la de los medios. Y si querés hay un lugar más difuso en el medio de esas dos instancias. En los medios la realidad es ficcional, del orden del siglo pasado, y está estructurada en la idea del control sobre la información –como dice el NY Times "all the news that's fit to print"–. Su concepción hace centro en: “lo que la audiencia necesita y quiere”. Es muy común escuchar en el ambiente periodístico “nosotros tenemos que decir lo que la gente tiene que saber”. Después está la realidad de la audiencia que se compone de la promiscuidad y la infidelidad. Todos leemos muchos medios. Parece obvio pero no lo es. Me parece llamativo y clave entender que el concepto que hace unas décadas era la noticiabilidad tiene una viñeta cada vez más grande en relación a la audiencia. ¿Qué es la noticia? es algo que Facebook revisó y redefinió. No la plataforma en sí misma, sino la gente usándola. Entonces creo que hay una negociación entre la audiencia y los editores, aunque a veces también hay indiferencia o empatía, porque seguimos consumiendo medios como público. Es una trampa

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pretender que alguna de esas tendencias se posicione por sobre los demás.

¿Por eso citás a Guillermo Cullel cuando afirma que “el periodista tiene que trabajar como si fuera un DJ, reconstruyendo”?Siempre fue así, en algún punto. Lo que cambió fue la escala. El trabajo periodístico tiene que ver con agregar información, reestructurarla y comprimirla para hacerla cada vez más accesible. Es una parte del trabajo que tiene que ver con remixar información, comprimir y llevar al extremo con buenas o malas prácticas (como sucede en muchos medios). Es una ilusión pensar que el periodista crea el contenido en el vacío. Cualquier prueba empírica rechazaría esa idea. Abunda la información y hay poco tiempo. Buena parte de nuestro trabajo es hacerle las cosas más fáciles a la audiencia. Hay muchos periodistas que quieren que la audiencia se tome mucho tiempo en relacionarse con lo que ellos escribieron. Piensan: "quiero que mi lector se siente en el sillón a leer mi crónica tomando café con leche con medialunas". Cualquier sueño es legítimo, también pueden creer en los Reyes Magos pero me parece más interesante ver cómo fue construido un contenido que puede ser concebido como valioso en una rutina relacionada con la contemporaneidad. Cuando un medio se vuelve romántico fracasa. Hay muchas publicaciones que no podrían subsistir sin financiación estatal o con el aporte de fundaciones internacionales. No es la audiencia la que lo banca. A mí no me gustaría trabajar en ese mundo ficcional. Es una construcción insostenible. Corrés más riesgos así que viviendo de la publicidad.

¿Cómo ves al periodismo gráfico?El periodismo gráfico es el que todavía banca económicamente la redacción digital. Hay que tenerle cierto agradecimiento, respeto y ganas de que eso continúe. No hay que ser ingenuos, hay que buscar que el negocio sobreviva todo lo que pueda. Hay gente que tiene una cuestión personal con los soportes. A mí me da igual. Si ese soporte funciona, económicamente es mejor porque nos permite crear otras cosas mientras tanto. El problema es mentirse, pensar que el hecho de que funcione económicamente implique que sea un medio masivo. Hoy vender 300 mil ejemplares como Clarín no es ser un medio masivo. Los diarios son medios de nichos. Eran masivos cuando también vendían 300 mil pero eran los únicos que hacían circular la información. En ese momento competían con el folletín, que era el nicho. Ahora quedaron en el lugar equivocado porque del otro lado se creó un monstruo enorme como lo es la red donde hay mucha audiencia. Todavía tienen suerte las organizaciones con medios gráficos o televisivos porque los anunciantes todavía no se

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enteraron de esto y pagan decenas de miles de pesos una publicidad que la van a ver 20 mil personas. Por eso me parece una estupidez estar en contra o favor de los soportes.

En ese sentido, ¿creés que la discusión libro digital vs. papel sigue ese cauce?Y si vos sos un talibán del soporte sos un boludo porque, ¿qué vas a defender, que en el digital lo podés compartir o en el impreso tenés el olorcito? Eso no es un argumento para defender el libro, sólo estás justificando un fetiche. El libro no necesita ni ser defendido ni ser atacado. Estamos en una etapa pequeña, muy experimental. El libro sufre aquello que alguna vez padecieron los diarios o el cine en 1900, hay un primerísimo primer momento donde muchos leemos tantos libros impresos o en formato digital. ¿Cuánto hace que leemos libros digitales? Cinco o seis años. Entonces, no tiene ningún sentido mantener una postura. Los soportes tienen beneficios y restricciones conocidas.

Un estudio reciente de Fopea mostró que gran parte de los periodistas usan las redes sociales como fuente pero la cotejan en forma offline. ¿Cómo ves la contradicción?Es el síndrome del hombre de las cavernas. En la Antigüedad era un privilegiado y tenía mayor atención de sus pares aquella persona que salía a cazar un jabalí y contaba que escuchaba. Lo que dicen algunos estudios antropológicos es que las personas preferimos tener contacto tanto a distancia como físico pero llegada la opción de elegir, lo hacemos cara a cara. Conozco muchos periodistas que hacen entrevistas por Facebook y después despotrican de las redes sociales o piden por favor que los sigan en Twitter. Fijate que corporativo que es el periodismo en relación a los soportes. Te doy un ejemplo: cuando Julián Assange diseminó los cables de Wikileaks, ningún medio, periodista u organización de periodistas, salió a decir “che, cuidado con esto que está en riesgo la libertad de prensa o la capacidad de investigación que tenemos los profesionales del periodismo”. Sin embargo, cuando a Lanata lo detienen en el aeropuerto con un documento de los servicios de inteligencia venezolanos, ahí sí dijeron que era un ataque fenomenal a la libertad de prensa. Y es cierto que lo fue, y que hay que defender esa situación; pero es muy hipócrita no haber dicho nada cuando en los últimos cinco años la mayor cantidad de primicias en las secciones de internacionales de todos los diarios del mundo fueron dadas por Wikileaks. Entonces, es un gremio careta, porque lo que hicieron los periodistas fueron resúmenes, no investigación. Tuvieron que hacer un cuadro sinóptico de la información que venía de otro lado. Creo

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que esto de las fuentes muestra que si tu relación es a distancia o física con una fuente, no tiene sentido asociarla a si es más o menos real. Lo que importa es si la info es buena o mala. Tiene que ver con la crisis del sentido común que hay. Me da lástima que los periodistas piensen en eso. Ni siquiera atrasa, es una discusión de otro planeta, contradictoria con sus relaciones en su vida cotidiana.

¿Qué pensás del monopolio del que se habla en los medios tradicionales?Vos vivís en un país en el que el gobierno declara que Papel Prensa es de interés público y los teléfonos celulares no lo son. A vos te cagan las compañías telefónicas con la facturación mensual y no hay control. En Argentina hay 40 millones de celulares. Es el mayor medio de comunicación. ¿Me vas a decir que regular el papel que usa una docena de diarios en Argentina (500 mil ejemplares de Clarín los domingos) es democratizar la palabra? No tiene ningún sentido. Mezclaron todo. Hay dos cosas que hay que sostener con una regulación Estatal: los canales de aire, y el éter. Ambos son espacios limitados. Lo menos importante que tiene Argentina para discutir es la ley de medios. Es un intento tardío por hacer lo que se debía haber hecho en los sesenta o setenta. No digo que esté mal pero no es esencial ni para la vida democrática, ni para la libertad de información, ni para el desarrollo del periodismo. En la Argentina hay un discurso único, pero no porque el gobierno sea terrible o la oposición sea un desastre, sino porque están todos hablando de lo mismo. Quizá la ley de medios sea la última agenda setting.

¿Eso implica que un medio tiene que reinventarse? Creo que es entendible que los medios quieran sostener un statu quo de soporte, infraestructura y negocios, porque es de lo que viven. Es más, me parece racional que sea así. Lo que me resulta arriesgado es la idea de hacer sólo eso mientras se desatiende, inventa o investiga, cómo construir algo nuevo. Porque al final de cuentas si a cualquiera de nosotros –me incluyo– nos dieran una valija con 3 millones de dólares para el primer año de un proyecto, no sabríamos qué hacer. Saber eso no es castigarse, es una forma de ponerse a pensar y laburar en ver qué podríamos inventar. El periodismo se inventó para resolver el problema de la escasez de información. Hoy no estamos ante ese problema. Lo que hay que definir hoy es qué problema vamos a resolver. Yo no sé cuál es, estoy tratando de resolver eso.

¿Creés que todavía las redes sociales no influyen directamente en la

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política? No, ya lo hacen. La gente se junta en las redes, organiza actividades, se informa. Lo que pasa es que la política no se enteró que Internet es una revolución. En realidad tenemos que esperar que los políticos lleguen a Internet (risas). La red, esencialmente, es una plataforma política. Tiene un fundamento ideológico muy claro, vehemente en el hecho de que haya un emisor y miles de receptores. El otro día lo escuchaba a Tenembaum hablar sobre el 8N diciendo en el primer bloque de P+P- (con tres puntos de rating) que parecía que la gente se unió por Internet, aunque no todos se conectan. Uno piensa, qué caradura. Cualquiera de los blogs más visitados en Argentina tiene más tráfico que ese programa. Por eso me pregunto qué quieren democratizar con la ley de medios, ¿tres puntos de rating?

En tus post de Amphibia ponés como ejemplos paradigmáticos al periodismo deportivo y gastronómico. ¿A qué se debe tal elección?El periodismo deportivo probablemente sea el mejor periodismo de Argentina porque está segmentado y es, en el buen sentido de la palabra, elitista: le habla a una audiencia que ya conoce lo que pasó. Vos ya sabés cómo salió el partido, pero, a la mañana compras Olé. Y en Olé saben eso. Nunca titulan Ganó Boca, por ejemplo. En cambio en política sí titulan Ganó Cristina. Es un delirio. El periodismo deportivo no quiere captar a todo el mundo. En cambio si vos sos editor de cultura, el director del diario te va a pedir que a Kafka lo entienda todo el mundo. El periodismo gastronómico también es innovador en el sentido que resuelve las cosas, te regala información, aprendés. No te dicen una pavada sobre tal aceite o tal bodega. Te dice: loco ¿querés hacer un pollo? Bueno, poné primero las papas y después el pollo, no al revés. Esos tipos hacen bien las cosas, independientemente del soporte. ¡Es genial!

Sobre el final del libro mostrás tres casos para hackear el periodismo: Wikileaks, Newser y Huffington Post. ¿Sirven como guía para lo que estás haciendo en Infobae?Hay muchas cosas que vamos a lanzar pronto en Infobae, y que están alineadas con segmentar más, generar nuevos formatos, darle mucha atención a cómo circula la información y qué hace la gente con esa información. Esas características son cosas buenas, que pueden funcionar. También hay otras cosas que son impracticables, por ejemplo la segmentación automática, porque para eso necesitás una inversión financiera muy alta que la situación del país, o la economía de los medios, no te permite hacer. Yo no sé si hay que replicar algo. Es un juego de jerarquías. Hoy no es tan importante inventar algo para

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los medios periodísticos on line. Tal vez es mejor tomar algo ya inventado y re jerarquizarlo; como los blogs, las columnas, las opiniones. A favor del gobierno hay muchos medios, en contra también, por eso considero que hoy es un gran momento para crear un medio que discuta. Como en los ochenta fue un gran momento para hacer Página12, porque había una expresión de la ciudadanía que no estaba representada en los medios de comunicación. O como otros medios han aprovechado la falta de espacio que tenía la derecha y lo construyeron exitosamente. Creo que hay una cantidad de gente que necesita o le gustaría tener un lugar donde inventar sus propios quilombos. Hay que ampliar los márgenes operativos para hacer esos proyectos. Ya no es negocio tener una sola opinión. Es menos complicado de lo que parece. Y menos prejuicioso.

Además de Hackear el periodismo, estás por sacar otro libro.Sí, Crypto Periodismo, en coautoría con Nelson Fernández. Es literalmente un manual de seguridad que explica cómo utilizar algunas herramientas y desarrollar hábitos para que tu privacidad esté lo menos vulnerada posible. Sale a fin de año, bajo la licencia Creative Commons BY NC SA.

Para cerrar, ¿podés nombrar algún hacker que quieras destacar? Estoy escribiendo un libro sobre William Borroughs que va a salir pronto. Hay un capítulo que explica por qué era un hacker. El tipo era un experimentalista, marginado por el establishmente digital, y aportó mucho más que sus novelas. ¡Un fuera de serie! Su huella es más grande con el paso de los años. El otro está más cerca: Nicolás Mavrakis. Es un tipo que se anima a pensar distinto y no tiene miedo de nada. Quiere decir lo que piensa, exponer su imaginación, vivir de ella y no sentirse avergonzado. En él hay un componente de creatividad, de pasión, de desinterés e interés a la vez y de reprogramar lo que se entiende por literatura hoy. De algún modo también los fundadores de los medios conservadores fueron tipos que se animaron a inventar algo, con sus luces y sombras. Tampoco quiero proponer un modelo de hacker. Son los que tengo presentes.//RT7

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[Entrevista] Enzo Maqueira

Por una literatura que dialogue con la Argentina contemporánea

Por Marisol Córdoba // [email protected]

Enzo Maqueira nació en Buenos Aires, en 1977. Es licenciado en Comunicación Social, escritor, editor y docente universitario. Fue secretario de redacción de la revista Lea y colaboró en diferentes medios gráficos y radiales. Publicó Cortázar, de cronopios y compromisos (2003), El perseguidor de la libertad (2004), el libro de crónicas y relatos Historias de putas (2008), y las novelas Ruda Macho (2010) y El impostor (2011). Es, además, co-fundador de la editorial Outsider y se puso al hombro la tarea de organizar y difundir lo que está pasando con la “Nueva literatura argentina” hacia fuera del mundo literario. Organiza a la nueva generación de jóvenes que se dio en llamar: "generación Kung Fu" y que dicen tener reminiscencias del viejo grupo de Boedo. En el mes de septiembre inauguró en una sucursal de la cadena de librerías Galerna una mesa de esta nueva coyuntura de la literatura -que surgió en la última década con la aparición del kirchnerismo- y de la que Maqueira es curador.

¿Por qué armar una mesa de “Nueva literatura Argentina” en una (sola) librería de la cadena Galerna?La mesa dedicada a la Nueva Literatura Argentina se inauguró en el local que Galerna tiene en San Telmo, pero la idea es que se abran mesas iguales en los locales de Cabildo, Mar del Plata, Recoleta y Neuquén. Lo conseguido es apenas una parte de lo que vamos a conseguir. La mesa en San Telmo es la primera de las cinco mesas que estamos tratando de que existan; y el logro no es menor. Todo lo contrario. Hace diez años el país se derrumbó y con la primera década del siglo comenzaron a abrirse distintas oportunidades para nuevos escritores y editores que antes no había. Muchos estaban realmente imposibilitados a la hora de publicar en las editoriales multinacionales y el único camino posible fue la autoedición o la consecución de los proyectos autogestivos “a pulmón” como Eloísa Cartonera, Funesiana, Mancha de Aceite y tantos otros. Al mismo tiempo surgió el blog, que fue una plataforma de

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publicación virtual; y más adelante las redes sociales, que posibilitaron la interconexión entre toda esta gente excluida del mercado editorial (desde un sentido comercial, pero también entendiendo la publicación de la obra como un modo de legitimar la labor literaria de cada uno). Entonces tenemos diez años de personas que –sin lugar en las editoriales tradicionales– comienzan a construir su propio espacio. Esa agrupación de personas se empieza a reunir y le da forma a la FLIA, a las lecturas, y a la novedosa forma de participación política o activismo cultural de las redes sociales. Entre toda esa gente (es decir, entre todos esos escritores y editoriales) hay algunos que son militantes de la marginalidad y otros que fueron marginales por obligación: porque no los publicaron Planeta, Mondadori o Alfaguara pese a que tenían obras que merecían ser publicadas pero no tenían los amigos correctos, o no estaban escribiendo según la tendencia de moda. Lo que pasó fue que aquellos jóvenes ya no lo eran tanto (no me refiero a la edad sino a la actitud que tenían frente al mundo cultural) y que, por otro lado, había muchos jóvenes que todavía querían participar y estaban aislados.

¿Cómo se relaciona esto con la "generación Kung Fu"?A fines de 2011 nos juntamos Gonzalo Unamuno, Nicolás Correa, Juan Marcos Almada y yo para plantear de algún modo la necesidad de reunir a todos los que todavía éramos o nos sentíamos jóvenes. No éramos pocos los que sentíamos la necesidad común de empujarnos hacia adentro del campo cultural “territorial”. Muchos teníamos obras escritas anteriormente, otros no, y también sabíamos que contaríamos con las obras que nuestros colegas estaban gestando. Es verdad que esa cantidad impresionante de obras y autores ya era conocida hacia adentro, en pequeños circuitos o entre nosotros mismos, pero también es verdad que el trabajo no llegaba al público en general. Ahí surgió el germen de lo que hoy se conoce como "generación Kung Fu" (gracias a José María Marcos, que acuñó el concepto) y que al principio llamábamos Nueva Nueva Narrativa: un grupo de tipos y tipas que participamos activamente en la cultura, tenemos cierta trayectoria desde los márgenes y creemos que es el momento de luchar por sentar las bases de otra literatura, más cercana a los cambios políticos y sociales que estamos viviendo, con la mira puesta en terminar de reconstruir el puente con el lector. Algo bastante cercano a lo que hizo Hernán Casciari desde España, con la Revista Orsai.

¿Y cómo encuentran su lugar los escritores de la Generación Kung Fu en la mesa de Galerna?

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La idea de agitar una etiqueta como es la idea de la Nueva Literatura Argentina tiene que ver con integrar a los distintos colectivos de jóvenes autores. Los Kung Fu somos un grupo, pero hay otros. La idea es que todos los grupos emergentes encuentren una mayor participación en las librerías. Todos sabemos que Entropía tiene un catálogo rico, variado y de autores nuevos. Eso lo sabemos hace rato. Lo mismo pasa con Eterna Cadencia o Interzona. Pero lo sabemos vos, yo, Terranova y un porcentaje discreto de los 800 amigos en común que tenemos con la gente del ambiente. Nadie más. Salgamos a la calle y preguntémosle a la señora que está leyendo a Larsson a qué escritores argentinos conoce. Es posible que pueda decir Borges, Cortázar, Sábato, y con muchos reparos podrá llegar a nombrar a Piglia o a Saer. Ni Manuel Puig. Ni Arlt. Lo que propone la mesa de la Nueva Literatura Argentina en Galerna no es algo realmente nuevo para los que escribimos o leemos literatura argentina contemporánea, sino que está destinado a los que no tienen ni idea de lo que se está produciendo en el país desde 2001 para acá. Es una forma de hacer visible un fenómeno en constante cambio y crecimiento, que todos, en el micromundo literario, experimentamos y sabemos real, pese a que todavía no hayamos terminado de construir. Queremos llegar a un porcentaje de la sociedad que también es lector, pero que consume literatura mainstream (entendiendo lo mainstream con todas las comillas del caso).

¿Qué editoriales integran la mesa?Para empezar elegimos darle prioridad a editoriales muy nuevas o relativamente nuevas como son: Milena Caserola, Muerde Muertos, Wu Wei, Pánico el Pánico, Clase turista, Outsider, y algunas otras. También seleccionamos a aquellas editoriales que en estos diez años ocuparon un rol importante en la pesca de nuevos autores, como son: Interzona, Eterna Cadencia, Entropía, Gárgola, y unas cuantas más. Son diez años de autogestión y diez años de presentar una alternativa a la lógica del plan de negocios de las multinacionales en muchas formas posibles. La mesa que armé, según el pedido de Galerna, busca generar un espacio que dé visibilidad a lo que está pasando en los márgenes del mercado y pretende ser una síntesis de todo eso que estuvo pasando y que fue visible sólo para un sector del campo cultural. A diferencia de las operaciones de marketing tradicionales, esta vez había algo real y concreto: la FLIA existe, las lecturas existen, la gente que un jueves a la noche te llena tres lecturas simultáneas existe. La Joven Guardia y las antologías que armó Diego Grillo Trubba están ahí, y la muy buena venta de esos libros también. Es decir, tenemos referentes jóvenes de una literatura rica y variada (los que participaron de La Joven Guardia y las antologías

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posteriores).

¿Quiénes son estos jóvenes y agrupaciones nuevas?Muchos de estos nuevos jóvenes participaron de las antologías Panorama (Interzona), 12 rounds (Lea), Cuentos Raros y Escribir después (Outsider), Cuaderno nuevo (Blatt & Ríos), también incluimos a la gente del CEC, a los pibes Kung Fu, a los narradores inéditos que publica La Balandra, o de la antología de poesía 2017 (Milena Caserola), sólo por nombrar algunos de los libros y etiquetas que usa el mercado para individualizarlos, porque hay mucho más y varios ya tienen novelas o volúmenes de cuentos publicados. Es un momento de confluencia de dos generaciones de jóvenes que nosotros no dividimos por edad. ¡Hay varios “nuevos” que superan en edad a algunos “viejos”! Sin embargo sí los congrega el momento en que se produjo el encuentro entre ellos: el mismo espacio temporal de militancia de la cultura, el momento de escritura y publicación y el contexto histórico permeable al ingreso de nuevas fuerzas.

¿Qué no entra en la mesa de “Nueva Literatura Argentina” de Galerna?En principio, todo lo que haya nacido de la autogestión, como te decía antes, entra directo. Las editoriales independientes, sin dudas, pero también los autores que participan o participaron de esas movidas. Por eso está Leo Oyola, por ejemplo. Porque a pesar de publicar en Mondadori, que no entraría dentro de esa idea de marginalidad, fue uno de los emblemas de las lecturas de buena parte de estos diez años y todavía hoy sigue siendo parte de Carne Argentina, además de estar en contacto directo con todos nosotros. Por eso entra Selva Almada, que viene publicando hace rato pero es una activista actual y también es una persona que te encontrás, que está codo a codo con la generación más reciente y que también consideramos Kung Fu. No es una mesa sólo de editoriales independientes, sino también de autores de espíritu independiente, tipos que organizan lecturas, que tienen editoriales, que hacen programas de radio, que van a las lecturas y se preocupan en comprar el libro de un colega. Las palabras que nos incluyen son “militancia” y “territorialidad”. Es decir, somos tipos que entendemos la participación en la literatura argentina no sólo como un ejercicio intelectual privado, sino como un espacio de solidaridad con una causa. Eso es mucho más grande que acariciar el propio ego.

¿Por qué te interesó darle visibilidad a estos grupos, autores y editoriales?

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En principio porque es un momento en que la Argentina está recuperando una serie de valores y tradiciones que se dejaron de lado durante los noventa. Tardamos mucho tiempo en lograr que se volviera a escribir, a publicar… Fueron diez años de reconstrucción de los espacios, de permitirles a los escritores tener su lugar, de demostrar que no había que ser Fresán (en el mejor de los casos), Paulo Coelho o Bucay para tener un lugar en la literatura, en el mercado o en la biblioteca de tu tía. Diez años es un tiempo más que suficiente para multiplicar los espacios y las voces. Ahora es el momento de ver cuánto de todo eso puede servirle a la sociedad y de que intentemos ser un engranaje más en la reconstrucción del país. Es importante que encontremos cuáles de esos escritores pueden tomar el rol de intelectuales que necesita la sociedad contemporánea; cuáles de estos libros van a ser el próximo Martín Fierro o el próximo Boquitas pintadas de nuestro tiempo; cuáles de esas obras van a dejar de ser materia de discusión en revistas literarias y van a formar parte de la argentinidad, en el sentido más amplio y heterogéneo. La mesa de la Nueva Literatura Argentina en Galerna va en esa dirección. Tiene ese objetivo. Es un objetivo ambicioso, pero es el momento para intentarlo. Eso sentí cuando desde Galerna me invitaron a ser “curador” de la mesa.

Muchas de las editoriales que están en la mesa son independientes y se las encuentra en la FLIA. ¿La siguen sosteniendo como un espacio de militancia o sólo de comercio?Si una editorial de la FLIA está en Galerna puede seguir sosteniendo su espacio de militancia en la FLIA y pretender –con absoluta razón- que sus libros tengan un canal de venta y difusión por fuera de ese circuito en Galerna. No veo la contradicción. De todos modos, hubo algunas editoriales que prefirieron no ser incluidas por cuestiones de gestión de su capacidad productiva o por cuestiones ideológicas. Por otro lado, que en una mesa de San Telmo, en una librería llena de luces y con pretensiones de masividad, haya un libro de una editorial como Milena Caserola -que viene desde las entrañas mismas del under- es, sin dudas, un espacio de militancia. Es fácil militar para los compañeros; el asunto es salir a mostrar lo que están haciendo a quienes no tienen ni idea de qué se trata todo esto.

El libro independiente, ¿debe ser asimilado por las grandes editoriales y/o cadenas de librerías si quiere sobrevivir o asegurarse su difusión?El libro independiente tiene que multiplicarse y abrirse paso en todos los espacios posibles. Si un monstruo editorial o una cadena quieren llevárselo, se

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verá cómo sirve ese libro para terminar el puente que se empezó a construir en 2001 entre los que escribimos y la gente que tiene el hábito de leer pero desconoce de nuestra existencia. Yo quiero una sociedad con escritores argentinos en la lista de los más vendidos, porque los más vendidos son los más leídos. Y eso es lo que importa: que se lean autores nacionales. No es una posición chauvinista, sino una necesidad de toda sociedad: la relación de diálogo y retroalimentación con sus artistas. No se puede entender la Argentina contemporánea leyendo a Larsson, a Murakami o a Isabel Allende. O mejor al revés: que Larsson (y similares) estén al tope de lo más leído ya no es un síntoma de lo que está pasando en la sociedad. Hay un país nuevo en muchos aspectos y el mercado editorial parece no haber tomado nota. A eso vamos.

¿Cuál es el concepto que aglutina a la Nueva Literatura Argentina?Lo que sea nuevo para el lector no especializado y que, al mismo tiempo, haga justicia con la idea de que en estos diez años cambió la escena cultural gracias a los tipos que generaron sus propios espacios. La mesa va a sumar nuevos títulos a medida que se vayan publicando y también va a rescatar otros que todavía no figuran pero merecen estar. Cucurto es un tipo que publicó en Planeta, pero es uno de los primeros que se puso al hombro generar espacios propios después de la crisis de 2001. Por supuesto que Cucurto merece estar. Si se quiere, como un modo de dejar establecida la génesis de esta concepción de una literatura activa, que sale a dar pelea. En ese sentido, me gustaría que en la mesa hubiera libros de Eloísa Cartonera, Funesiana, Milena Caserola. Todo no se puede y no todos quieren estar, pero ése es el espíritu. El concepto aglutinante es la militancia cultural. Más allá de lo literario o lo comercial, el fondo es –como siempre- político. En la mesa están los que pensamos que hay que reconstruir ese puente entre la Argentina y sus escritores. Hay tipos que no tienen esa preocupación y me parece perfecto. Ellos son los que se encargarán de decir qué es bueno y qué no, qué sirve literariamente hablando y qué no. Mientras tanto nosotros vamos a seguir poniendo ladrillos en el puente.

¿Qué le aportan al campo cultural vernáculo, además de la visibilidad de los nuevos autores?Lo que hacemos es nuclear a editoriales y autores que tienen una concepción popular de la cultura. No es algo nuevo porque, como dije antes, eso siempre existió y cada vez existe con más fuerza (basta con ver la enorme cantidad de público que fue a la última FLIA en Parque Centenario o las casi doscientas personas que pasan por el Slam de poesía en cada edición). Lo que aportamos,

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en mi opinión, es que esos esfuerzos individuales o grupales que conviven hoy en día en todo el país se unifiquen en un concepto totalizador, heterogéneo y difícil de entender como el de “generación”. Creemos que ese rótulo permite ir en busca de una sociedad que necesita reencontrarse con sus artistas. Por eso reivindicamos una literatura que dialogue con la Argentina contemporánea: que escriba y entienda la escritura como un espacio para la pluralidad, la igualdad de género, la diversidad sexual, el fortalecimiento de lazos regionales, la interacción en redes sociales y la militancia, dándole forma a una generación que siga abriéndose camino sobre la base de la solidaridad, la camaradería y la predisposición para trabajar en equipo.//RT7

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[ Entrevista ] Eduardo Romano

Mozart y cumbiaPor Mariano Vespa // [email protected] Mariano Zamorano //[email protected]

En Intelectuales, escritores e industria cultural Eduardo Romano analiza con precisión la aparición de numerosas publicaciones nacidas hacia fines del siglo XIX y enfatiza la disyuntiva entre los escritores que aceptaron insertarse y cobrar por su trabajo y los intelectuales que manifestaron su rechazo contra la “comercialización del arte”. Editado por La Crujía ediciones, el libro puede leerse como una continuación de la investigación iniciada en Revolución en la lectura (2004), en donde el autor analizó el discurso de las primeras revistas ilustradas argentinas. En la siguiente entrevista Romano repasa los cambios que generaron la aparición de nuevos medios de comunicación en el siglo XIX, el rechazo hacia los gustos de los sectores menos educados y los compara con los alcances y las resistencias que generan las redes sociales en la sociedad actual.

¿Por qué en Intelectuales, escritores e industria cultural eligió el período 1898-1933 para señalar la aparición de la industria cultural local?Básicamente para llegar a la conclusión de que el contexto en el que se instaure la industria cultural es decisivo y no un hecho absolutamente igual en todas partes y en todas las épocas. En el momento en el que la industria cultural se instala en el Río de la Plata no existen precedentes similares en la región, a excepción de Brasil y México. A partir de 1880 empiezan a aparecer en el país las primeras revistas con dibujos muy precarios –sin fotografías–, y desde la edición de Buenos Aires Ilustrado el abanico se fue ampliando: se da una oferta de material e información literaria algo novedoso, que modifica toda la vida artística, especialmente la de los escritores y los dibujantes, junto con la aparición de la publicidad. Así se producen nuevos cruces entre la palabra, la imagen y el verso, formas híbridas que indicaban la aparición de nuevos lectores. Era una modernidad absoluta y nos pareció tomarlo como punto de partida con la idea de hacer una reconstrucción de la industria cultural desde 1898 hasta la actualidad. Un primer tramo que abarqué desde Caras y Caretas

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hasta la aparición del cine sonoro, que permita observar las actitudes de los artistas y escritores por un lado y de los intelectuales por el otro. Si los bienes simbólicos se convertían en mercancía, los artistas tenían un motivo de trabajo y podían vivir de lo que hacían, pero las opiniones de los intelectuales estaban llenas de prejuicios y se pronunciaban negativamente.

¿Se puede establecer una analogía entre el desprecio de la mayoría de los intelectuales por la cultura de masas y el concepto de “velocidad en detrimento de análisis” con las resistencias de ciertos sectores a las redes sociales en la actualidad?Sí, sin dudas que con esto hay algo similar pero en contextos muy diferentes y con otras coordenadas, semejantes a la celeridad y la expansión que se produjo a partir de la mundialización de las comunicaciones, las líneas postales, el telégrafo, el teléfono y todos los medios nuevos que aparecieron hacia 1900. Por supuesto que todavía se siguen encontrando las reacciones conservadoras frente a estos medios que, en verdad, siempre facilitan y reconfiguran las formas de comunicación anterior. Cuando uno piensa el fenómeno Caras y Caretas- que empezó editando 15 mil ejemplares y en un año llegó a vender 200 mil en una tirada especial- la dimensión de lectores es importantísima. Hay que decir que en la década del 60, la gente usó la lectura como una forma de entretenimiento, información y emoción por última vez. Luego eso se modifica.

¿Cómo se dio el reemplazo de los géneros mediáticos por los géneros tradicionales? La gente no dice que ve telenovelas; ve la novela. Después hay un sector mínimo de la sociedad que lee novelas publicadas en papel, pero es una minoría letrada. Cuando uno habla de comunicación tiene que ocuparse de lo que hace la mayoría, no de lo que hace un grupo selecto y minoritario. Y la mayoría de la gente consume poesía a través de la canción, no compra un libro.

¿Qué papel cumplen las redes sociales en la democratización de la cultura?Uno piensa en la democracia y está pensando en la democracia para un sector social: los que están incluidos. Lo que pasa con nosotros es que hay millones de excluidos que malviven, que sobreviven como pueden y no tienen acceso a todas estas formas de comunicación, siguen teniendo las formas de comunicación de siempre: el boca a boca y la familia, aunque están muy deterioradas. En los sectores marginales la organización familiar está

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prácticamente destruida. Con esos sectores desprotegidos, que se encuentran navegando por fuera del sistema, no se sabe muy bien qué pasa. Fijate cómo se mueve la protesta social: el cacerolazo se arma a través de Twitter y Facebook, pero el paro del 20 de noviembre no se hizo a través de las redes sociales; hubo otra forma que tiene más que ver con las estructuras políticas, con delegados dentro de los consejos gremiales. El sindicato fue el lugar histórico de politización de los trabajadores. Entonces para ciertas movilizaciones las redes sociales funcionan pero para otras no.

En el libro destaca la actitud de Ricardo Rojas, quien afirmaba que los libros baratos eran “veneno para el arte”. ¿Existe un cierto desprecio a los best seller?La mayoría de los escritores, a esta altura, deberían estar convencidos de que esa situación es irreversible. Sin embargo hay muchos que sueñan con una revolución social donde la gente se va a poner a leer de nuevo y eso es totalmente utópico. También muchos de los que critican a los best seller quisieran poder escribirlos y ganar plata. El hecho es que una revolución social no te garantiza nada. Un ejemplo es Cuba. En los primeros tiempos de la revolución se cambió toda la radiofonía y empezaron a pasar música clásica. Se armó un despelote de aquellos, la gente quería escuchar el son y la guaracha. Todos los fenómenos artísticos acompañan momentos diferentes de la vida. Yo creo que si vos hacés un picnic por más intelectual que seas no vas a poner música de Bach, si lo que querés es bailar y divertirte. Desgraciadamente los intelectuales tienden a aislar, abstraer el espíritu y desentenderse de la corporalidad. Los prejuicios existen y están enclavados en la actualidad. Es similar al desprecio que hay con la cumbia villera o a las fusiones musicales como fenómenos característicos de una época globalizada.

Uno de los principales motivos de su investigación fue el quiebre que marcó la aparición de Caras y Caretas. ¿Qué opina de la edición actual de la revista?La he leído y tiene poco que ver con la original. En la primera edición era central la observación y crítica de las costumbres. En la edición actual eso tiene poca importancia. Otra particular diferencia es que Caras y Caretas frente a la política oficial de Roca era crítica. Toda la primera etapa de Caras y Caretas coincide con la segunda presidencia de Roca. Se trataba de una revista crítica con el momento. Había para darle a Roca, a Pellegrini y a todos los personajes que lo acompañaban. En cambio ésta es una revista oficialista y eso me parece que es una debilidad. Revisé los comienzos y la crítica era al menemismo; han

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pasado 15 años y seguimos echándole la culpa de todo a Menem. También hay que ver qué es lo que pasó en la sociedad, cuáles son las transformaciones, hasta dónde son importantes, pero no se puede seguir centrando la crítica en el menemismo. A la gente ya no le interesa.

En el capítulo Los gustos de los otros analiza los periódicos Última Hora y Crítica como ejemplos de ruptura de la “prensa seria” y precursores de un tono ágil, escandaloso, humorístico e irreverente ¿Cómo se desarrollaron aquellos lenguajes y géneros populares señalados como vulgares y groseros por los discursos intelectuales?La revista Criterio, católica y fundamentalista; y la revista Claridad, de socialistas y comunistas, se despachaban casi en los mismos términos contra un diario como Crítica. ¿Qué les molestaba? El tipo de noticia, la manera de redactarla, la importancia adjudicada a la noticia policial, deportiva y de espectáculo. Crítica en la década del ´30 le dedicó mucho espacio al teatro. Ponían a los géneros chicos como el teatro de revista al mismo nivel que los espectáculos dramáticos. Eso era muy irritativo. El papel del periodismo es otro, en aquel momento toda la información estaba cubierta por los periodistas. ¿Cómo Caras y Caretas no se iba a vender así si la gente no tenía otra forma de enterarse lo que pasaba en el mundo? Hoy vos tenés imágenes y hasta películas en el teléfono. Es un mundo audiovisual distinto. La información y los mensajes son absolutamente cruzados, híbridos, pasan por lugares impensados y el papel de los medios gráficos es mucho más limitado. La gente perdió el hábito de leer el diario y hoy se informa con la televisión al momento o por Internet. Por otro lado, la información de la farándula es desmedida pero son las características de la sociedad actual: son cosas para analizar, no para defenestrar.

¿Por qué sería mejor para la gente Mozart y no el candombe? Los sectores más humildes definieron gustos y práctica por fuera de lo autorizado. Esos gustos se fueron legitimando con el tiempo. El tango, por ejemplo, se adecentó y pasó a ser parte del archivo de la cultura argentina. Yo creo que, en general, el ideal del tipo culto ha cambiado y que hoy se puede transitar por fenómenos, gustos y productos muy distintos, acomodados a las circunstancias. El hombre culto puede escuchar a Mozart a una hora y el candombe en otra.//RT7

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[Entrevista] Eric Schierloh

Clavando estacas Por Martín Felipe Castganet // [email protected]

Es tentador definir a Eric Schierloh como un hombre del Renacimiento: escritor, traductor, ilustrador, editor, imprentero, docente, músico y padre de familia. Pero el Renacimiento es una etiqueta desactualizada para alguien que nació en La Plata, 1981, y vive en City Bell, provincia de Buenos Aires; en todo caso, su figura permite comprender mejor la naturaleza inquieta del espíritu contemporáneo. Este año publicó por Bajo la Luna su tercera novela, Donde se termina el desierto, e inauguró su editorial artesanal Barba de Abejas con la traducción de los poemas hasta entonces inéditos de Henry David Thoreau, Theodore Enslin, David Meltzer y D.H. Lawrence.(http://barbadeabejas.blogspot.com/).

¿Qué libros pueden ser artesanales y no estar hechos a mano?El concepto de artesanal es muy amplio y complejo, y no creo que se remita ni exclusivamente a lo que está hecho con las manos ni al tipo de soporte material, al libro como objeto –que es, sin dudas, lo artesanal más visible. En lo artesanal editorial para mí es fundamental la construcción de un catálogo, porque un catálogo es una estrategia de supervivencia, un plan que te obliga a enfrentarte a determinadas preguntas: ¿cómo sobrevivo? ¿cuál va a ser mi lugar? Editoriales como Vox, La Bestia Equilátera, Mansalva, Bajo la luna, Pánico el Pánico, Gog & Magog, entre otras, son editoriales que construyen artesanalmente sus catálogos, colaboran en la construcción de la imagen de los autores que representan, integran cada obra particular en una obra mayor que se llama, justamente, catálogo, cuidan minuciosamente cada paso que interviene en la edición de un libro y luego los envían a imprimir de forma no artesanal, digamos; ese último paso es apenas el que las diferencia de Funesiana, Mancha de Aceite, Un Invierno, Barba de Abejas, o tantas otras, pero las sigue manteniendo lejos todavía de las editoriales que sabemos que funcionan en base a la depredación, la propaganda idiota y la total obediencia a los mandatos del mercado y la moda. Para mí en lo artesanal (con todos estos matices) está justamente uno de los rasgos más interesantes e importantes de lo que se suele llamar edición independiente.

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¿Qué rol tiene un espacio como la FLIA? ¿Y las librerías boutique?La FLIA es un espacio alternativo sumamente genuino y válido para la circulación de materiales que no podrían o prefieren no integrar los circuitos tradicionales; el desafío es, me parece, no quedarse solamente ahí. Por otra parte, las librerías boutique son algo así como un signo de la época; porque lo que hace unos años era una librería normal –una librería más o menos pequeña con un librero que se preocupaba por tener ciertos libros porque conoce los gustos de su clientela– hoy es algo raro; proliferan, es cierto, pero en tanto “librerías boutique”, es decir, al margen. Y no está mal ese lugar. Son sin dudas el lugar de supervivencia de las editoriales artesanales y el de preferencia de las editoriales independientes en general. Puede que en el futuro el libro digital haga mella en las librerías de venta masiva, en esas librerías-supermercado que reciben las 20 novedades de Planeta y las 20 de Alfaguara y las 20 de Sudamericana que duran un mes y medio, pero no veo que vaya a perjudicar a las librerías que se preocupan por mantener vivos los catálogos de las editoriales que buscan lo mismo que ellas: perdurar.

El Fondo Nacional de las Artes premió tus iniciativas en varias oportunidades. ¿Qué pensás de los concursos literarios? ¿Qué otras instituciones son receptivas a la creación literaria?El FNA apoyó dos proyectos de traducción de poesía con becas de investigación: las antologías de poesía de Herman Melville (Lejos de tierra, que publicó Bajo la luna en 2008) y de Henry David Thoreau (La canción del viajero, que fue el volumen con el que inicié el catálogo de Barba de Abejas este año); entiendo que lo hicieron porque sospecharon en esos proyectos dos libros que acaso tendrían sus lectores. Con respecto a los concursos del Régimen de Fomento del FNA, siempre me parecieron de los más transparentes (algo que queda de manifiesto cuando uno ve la nómina de premiados); son, además, premios muy modestos en cuanto a los montos, orientados a que las obras se publiquen, y eso es muy importante, sobre todo cuando uno está empezando. Han sido casi en exclusiva los concursos y las becas a los que me presenté. Con respecto al resto de los concursos y si se me permite generalizar, diría que son un mal chiste que a no pocos incautos les han costado, como diría Kurt Vonnegut, dinero, malos ratos y tiempo: son premios endogámicos que ganan escritores de las mismas editoriales patrocinadoras. Es una forma burda de promoción, y eso se nota en la calidad de las obras en muchos casos. No digo que sea inmoral, sí digo que no es lo que dicen que es. No estamos hablando de premios de novela, estamos hablando de

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mecanismos de propaganda de obras del confort argumental y el amiguismo contractual. Punto.

¿El escritor actual debería ganar plata con su obra?Claro, y lo hace, aunque es tan poca en el caso de un escritor de ficción (incluso de uno que puede escribir dos o tres novelas al año y vender mil o dos mil ejemplares, algo que sólo Aira puede hacer en Argentina, sospecho) que es para morirse de risa. Un traductor que no se dedique al 100% y cobre como autor, digamos, está un poco mejor, pero sigue siendo algo bastante gracioso. La solución tal vez sea o bien convertirse en un ghostwriter de crepusculares novelas de vampiros o de policiales que transcurren durante la última dictadura o de ramplona militancia conurbanesca o de libros de autoayuda o tratar de combinar la escritura de ficción (y la traducción también, en mi caso) con la edición independiente (artesanal o no). Sigue siendo una comedia, claro, pero ya no es una farsa de bajo presupuesto. En cualquier caso a mí lo que me interesa antes que vivir de la literatura es poder vivir con la literatura.

Varias lecturas que figuran en tus libros y casi todas los originales que traducís para BaDA son textos que no circulan en Argentina. ¿Dónde conseguís tus libros?Si uno lee en inglés (y sospecho que lo mismo ocurre con el francés y el alemán) es increíble la cantidad de excelentes bibliotecas digitales que existen. Prácticamente cada universidad de los Estados Unidos tiene un catálogo de obras digitales a las que se puede acceder sin muchos inconvenientes. Para todo lo que no esté a la mano en esas bibliotecas están Amazon y Betterworld. Por otra parte hoy por hoy casi cualquier escritor vivo se preocupa por poner a disposición en Internet parte de su obra, así que muchas horas de lectura y búsqueda ahí siempre son fructíferas.

Tanto en el caso de Melville como en el de Thoreau, se trata de obras de autores clásicos que no estaban previamente traducidas al castellano. ¿Es una excepción o una constante?Traducir la obra desconocida u oculta de los clásicos me interesa mucho y me animaría a decir que va a ser una constante tanto en Barba de Abejas como en mi trabajo como traductor, en primer lugar porque leer a Melville o a Thoreau desde la poesía, por ejemplo, es la única posibilidad que nos queda de leerlos de nuevo, de “volver” a leerlos por primera vez, digamos. El Melville poeta, el Whitman novelista, el Thoreau de los voluminosos diarios, nos permiten ampliar los horizontes de nuestras lecturas de sus obras más conocidas.

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Después está también la posibilidad de circulación intrínseca que ofrecen autores y obras así: porque está claro que no es lo mismo editar una primera traducción de un libro de poemas de D.H. Lawrence y tratar de ubicarlo en las librerías que hacerlo con un libro de un poeta contemporáneo (en traducción o no). Theodore Enslin, el gran poeta del Maine rural, salió en tándem con Thoreau; el poeta beat David Meltzer con D.H. Lawrence; la construcción del catálogo de la que hablé antes es la que hace posible que los clásicos y los contemporáneos viajen juntos, y los lectores lo entienden así. En ese recorrido se van incluyendo naturalmente primero los escritores contemporáneos de habla inglesa y a futuro también los de habla hispana.

Al igual que en parte de la obra de Thoreau y Melville, en Donde termina el desierto se puede ver la influencia de tradiciones provenientes de la India y Japón. ¿Qué elementos de la cultura oriental sería beneficioso que entraran en Occidente?Creo que entre Occidente y Oriente hay una idealización mutua, y diría que los elementos positivos de la cultura oriental ya han penetrado a través de la literatura y la filosofía y llevan muchos años interactuando con nuestra propia cultura. Creo que la hibridación y la simbiosis ya están en marcha, más allá de las cornucopias light-age más evidentes que llevan 20 o 30 años de mercancía, pseudo teorías y paquetes turísticos. Los trascendentalistas, grandes intérpretes de lo oriental, habían entendido que entre Oriente y Occidente debía haber una experiencia de traducción, y esa experiencia continúa desde entonces y se enriquece a cada momento.

¿Qué tan cerca está de la literatura el futuro de la música actual?Me parece que entre literatura y música está habiendo una sana confluencia, una suerte de destino común, y hasta de objetivos manifiestos. Si pensamos en el minimalismo compositivo, en las nuevas tecnologías que trazan y permiten nuevos espacios de circulación, en los nuevos roles que asumen los artistas, &c, podríamos estar hablando de música o literatura. Yo estoy esperando algo como bandcamp que se podría llamar bookcamp; es necesario. Por otro lado, ¡vivimos tiempos en los que Dylan es firme candidato a ganar el premio Nobel! Eso es bueno, aunque admito que si por mí fuera se lo daría a Lou Reed. Ya es hora de que recoja ese premio alguien con enormes anteojos de sol.

¿Cómo definirías lo contemporáneo?“Dios me libre de completar nunca nada.” Sí ese no es el espíritu inmutable de lo contemporáneo que me parta un rayo.

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¿Qué libros van a salir el año que viene en BaDA?Diario de Walden. Notas en la laguna de Henry David Thoreau. Panorama de New Sharon, un libro de poemas y diarios de Ted Enslin. Veinte días con Julian & Conejito de Nathaniel Hawthorne. Naturaleza de Ralph Waldo Emerson. Autobiografía de uno que bosteza, las memorias de Gerónimo el Apache. Viaje alrededor de mi cuarto de Xavier de Maistre. Sobre el teatro de marionetas de Heinrich von Kleist y un libro de canibalismo: los diarios de algunos de los sobrevivientes del Donner Party, un grupo de 87 colonos que se dirigían a California en 1846 y que quedaron atrapados en pleno invierno en la Sierra Nevada.//RT7

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[Entrevista] Fernando Bogado

Los ciclos vitalesPor Mariano Bello // [email protected]

El primer libro de Fernando Bogado, La paz desnuda, fue una auto-publicación. Aprovechando en “horas extras” las impresoras del Coto en el que trabajaba, imprimiendo aparte las tapas y haciendo encuadernar los libros, Bogado dio forma a la que fuera su carta de presentación, que le permitió acercarse a ciclos de lecturas, participar de la FLIA y también tomar contacto con los miembros de la editorial CILC (Casi Incendio La Casa), que conoció en la carrera de Letras de la UBA. De esa experiencia editorial rescata sobre todo la publicación de Poesía popular argentina de Vicente Luy y la colección Gama, que reunía poetas de entre los 60’ y los 80’s no tan difundidos.

En tu caso puede pensarse una relación profunda entre escritura y publicación, antes de La paz desnuda sacaste dos fanzines, estuviste en la editorial CILC y ahora estás a cargo de Punto muerto.Estrictamente creo que es parte de un condicionamiento económico que tiene que ver con ciertas condiciones del mercado que, si querés fecharlas, claramente se dieron en 2001. Se va todo a la goma, cambian las condiciones de publicación en general y es la única alternativa que me queda a mí y a mucha gente que empezó a escribir por la misma época y que sigue escribiendo. El camino del fanzine a la auto-publicación, por ahí con más y mejores recursos, sigue siendo una alternativa muy buena, sigue siendo lo viable para sacar poesía ahora. Tampoco me parece que sea algo súper loable, tampoco las personas que se han auto-editado (y me incluyo ahí) son mártires de la independencia. Somos independientes, claramente, pero es algo que tiene que ver con cómo se saca, en principio, poesía, que no tiene lugar en el mercado literario estricto. La poesía no vende, lo que vende es una novela. Para sacar poesía ahora vas a una editorial que más o menos haya podido sostenerse, o vas a alguna de esas editoriales medio fantasmas que te cobran precios astronómicos. La otra alternativa que tenés es hacerlos por tu propia cuenta.

En paralelo a la escritura y la auto-publicación, en tu caso están también los eventos, la experiencia de los Rockandpoetry que organizó CILC, que fue exitosa.Eso fue una muy buena idea para mí. El principal impulsor fue Juan Daza que fue el más conectado siempre con lo que era festival. La idea básica era hacer un evento donde juntar plata para poder sacar el primer libro. El primer Rockandpoetry al que yo asistí como invitado juntó sesenta personas. Había

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una entrada, con la entrada no sólo se pagó el lugar sino que se juntó el primer montoncito de plata para el primer libro. Yo empecé a formar parte de CILC estrictamente a partir del tercer Rockandpoetry. Esos festivales funcionaron muy bien. Muy bien. Estaban muy bien organizados, y ahí hago responsables a todos en el sentido de que cada uno sabía de qué ocuparse. Daza era el primer impulsor en lo que a festivales se refiere. Por ahí Crasci o yo mismo estábamos más preocupados por los libros. Sebas Realini después entra en escena. Entre los cuatro organizábamos todo y los festivales salían muy bien, hacíamos un festival cuyo centro era la poesía, y venían trescientas personas. Había mucha convocatoria y toda la gente venía a escuchar a la poesía, no a las bandas. La parte de las bandas era el momento en que hablabas con el otro. Cuando había poesía había mucho silencio, mucha atención.

Bogado pasó el segundo semestre de 2010 en Brasil gracias a una beca. Le sirvió para tomar distancia de cuestiones personales que incluyeron la separación de CILC tras desavenencias insalvables, el final de un noviazgo y problemas de salud de familiares. De regreso a Buenos Aires le llegó el ofrecimiento de formar parte de la cátedra de Teoría y Análisis Literario de Jorge Panesi y, nuevamente instalado, junto con su amigo diseñador Juan Barabani lanzaron la editorial Punto muerto, que publicó Çŷ (2011) de Bogado y otros dos títulos durante 2012. A la vez emprendió un nuevo ciclo de eventos, Tercer Jueves, donde presentó a distintos poetas: Mariana Bugallo, Micas Dije, María Soledad Fos, Diego Morgan, Juana Sinmás y Dolo Trenzadora (las últimas dos publicadas por Punto Muerto).

¿Cómo surgió Tercer Jueves?

Lo de los Terceros Jueves surgió gracias a Dios por la onda en un bar, que es donde se realiza hace ya casi dos años, el Bar Burlesque (Yrigoyen 2150). Y lo armé con otro amigo, Gabo Cuman, un bajista, que invité la primera vez, quería hacer un intento de recital de poesía en marzo, a principios de 2011. Lo armé con él, con una poeta que había conocido en el Burlesque, en otro ciclo, que era Mariana Bugallo, y con algunas personas con quienes yo ya tenía contacto de toda la vida poética, por decirle así, que eran Natalia Bukowskiana y Noelia Rivero. A Noelia la convoqué porque había leído un libro suyo que siempre me gustó y nunca había tenido la posibilidad de invitarla. Me di el gusto, como decir “voy a armar mi ciclo”. Con ellos fue la primera ronda de hacer lo de los Terceros Jueves, y lo que quería hacer era tener un ciclo pero no preocuparme por todo lo que antes era el Rockandpoetry en cuanto a despliegue y organización.

Por un lado recomendás a los que empiezan a participar de ciclos que se muevan, que participen, pero también tenés tus reservas.Lo peligroso de estar todo el tiempo en ciclos, y es algo por lo que tengo cierta resistencia al formato slam, es que la participación en un espacio de estas características, donde tenés que estar frente a un público en un tiempo muy limitado y generar impacto, termina afectando la forma en que escribís y

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tendés al formato chiste o al formato stand up o a otros formatos que no están ni bien ni mal, pero que no hacen precisamente a la poesía. Cuando vos estás pensando “cómo puedo hacer para ganar el próximo Slam” en lugar de preocuparte por lo que tenés que escribir, ahí estás en problemas. Ahí yo te diría “no, dejá de ir al Slam”. El Slam es buenísimo como pantalla, y aparte, como yo le decía a Sebakis, es que yo en una noche escucho a cuatro poetas, eso es buenísimo del lado del espectador. Ahora, del lado del que participa, ahí es donde yo digo “hay que ver”. No está mal participar, pero yo, por ejemplo, no busco participar seguido porque me pone medio frenético.

¿La publicación en papel ofrece alguna ventaja sobre la digital?Mis ganas de seguir editando en papel tienen que ver con que cuando leo un libro largo no lo leo en PDF, lo sigo leyendo en papel. Tengo una relación con el objeto, que es erótica, en el sentido de que me gusta agarrarlo, marcarlo, que sea mi libro, todos esos mambos narcisistas fetichistas que uno tiene respecto de un libro. Pero son características de formato. Hay revistas digitales, por ejemplo, que me parecen alucinantes, y que han dejado una huella en la producción crítica: No retornable, El interpretador, son todas revistas digitales que nunca salieron en formato papel y fijate la incidencia que han tenido.

¿Qué aporta a tu experiencia incipiente en la docencia universitaria la de reseñador en el suplemento Radar libros?La posibilidad de estar muy al tanto de lo que está saliendo. Eso me sumó muchísimas perspectivas. Al estar en la academia uno limita mucho su perspectiva porque deja de prestarles mucha atención a las novedades y para mí es un error, cualquier estudiante de Letras debe preocuparse por lo que se está escribiendo ahora, no podés hacerte el boludo porque te estarías perdiendo lo que tiene que ser el trabajo crítico: una insistencia en el presente. No es tener claros los conceptos que son utilizados, sino ponerlos en juego en una lectura en la más rabiosa actualidad. Si no estás en cualquier lado. El trabajo de reseñador en Radar, que ya son como cinco años que estoy, me sumó estar atento a lo que va saliendo. Los de Bruzzone y los de Pron los leí precisamente porque los tenía que reseñar, a Gamerro también. Y también revisar las nuevas novelas de escritores que ya están consagrados. La última novela que sacó Guillermo Saccomano, Cámara Gessell, es espectacular, hay un trabajo ahí con la forma poética que me parece alucinante. Estuvo buenísimo porque tuve la posibilidad de leer el libro en el marco de escribir una reseña, al mismo tiempo entrevistarlo a Saccomano, pero que a la vez me cubrió todas las perspectivas con las que yo podía haberlo leído: la perspectiva de un reseñador, la perspectiva de un estudiante de Letras, la perspectiva de un escritor (humildemente, perdón si uso el término). A lo que voy es a que me interesó por todos lados.

En tus libros, desde La paz desnuda (2007) a Jazmín paraguayo (2012), pasando por Patria (2009), se puede leer un camino que va de la introspección al descubrimiento de personajes o situaciones.

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La paz desnuda es muy introspectivo, y el libro termina con un viaje, “Decir de mi padre”, que es en el subte esperando llegar. Después Patria empieza con el “Mapa sentimental” que son todas direcciones, que son parte de lugares donde yo viví, pero que al mismo tiempo son explotados hacia afuera, esa sensación de movimiento. Y después Jazmín paraguayo es más que nada una organización de poemas que todavía no había publicado, son los que para mí están mejor hechos. Ahí tienen que ver con aspectos que rayan en la anécdota o lo narrativo, que están a punto de convertirse en narrativos pero es como que se suspenden y van para atrás. Es más, algunas veces lo veo como una limitación mía.

Para Bogado, en sus libros hay un movimiento hacia la prosa, aún descreyendo que la prosa sea un punto de llegada para la poesía. Para el año que viene prepara Jazmín paraguayo, libro que reunirá sus distintos poemarios publicados como un modo de cerrar un ciclo y dar paso a otro nuevo, en el que se halla actualmente a partir de la escritura de una novela, proyecto no tan avanzado aún.

Tus libros son bastante distintos entre sí, ¿eso tiene que ver con las lecturas a las que te llevan tus distintas actividades?Hay dos lecturas, una la hice por el lado de lo poético, en términos del circuito de poesía, y la otra la hice por el lado de la academia, que son fundamentales para mí. Los dos poetas que sigo encontrando como referentes son Héctor Viel Temperley, conocido por la cátedra de Teoría y Análisis Literario, y Vicente Luy, conocido por todos los Rockandpoetry y toda la historia con CILC. No sé si la palabra sería influencia, pero yo noto que cambiaron la forma en que yo escribía. La paz desnuda está pensada bajo la misma idea de lo fragmentario que está en Hospital Británico, la explosión, la repetición y demás. Y después, en Jazmín paraguayo está el fragmento anecdótico, que Vicente Luy explota a partir de hacer un poema sobre eso. Ahí es donde digo, bueno, hay huellas de estas dos lecturas, y al mismo tiempo hay un desarrollo personal al que también me parece necesario darle un cierre y sería sacar estos tres libros que a mí me parecen los tres mejores libros que saqué. Ahí no sé si intercalaré algunos de los más chiquititos, que también me parecen que están buenos, pero estos sí son tres libros.

¿Qué implican las performances y lecturas de poesía en ciclos en el marco de la cultura digital?Hay que ver hasta qué punto no hay una obsesión por retratar nuestra época sometida a la lógica de Twitter, cuando al mismo tiempo tenés un montón de gente que está saliendo a la calle a hacer cosas. Lo tecnológico no está comiéndose lo que podría ser considerado la vida en sí, con todos los problemas que podría tener una definición de “la vida en sí”. No está generándose como un nuevo centro, desplazando la posibilidad que uno tiene de encontrarse con la gente, sino todo lo contrario, queda un poquito al margen. Para los ciclos, armar un evento en Facebook te sirve un montón para

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promocionarlos, pero generalmente lo que vos tenés, lo que realmente funciona para armar los ciclos es el boca a boca, la gente que después va y le cuenta a otra gente cómo está el ciclo y eso no lo hace Facebook.//RT7

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Libros & Reseñas

“Odio ser un mal abuelo”Por Alicia Digón // [email protected]

Los cuerpos del verano de Martín Felipe Castagnet.Factótum Ediciones (2012) 114 páginas / $68

Comienzo a leer Los cuerpos del verano e inmediatamente recuerdo a un matemático y filósofo: Leibniz. Fue quien pensó por primera vez el cálculo infinitesimal. ¿Por qué lo recuerdo? Porque esta novela llega al infinito, piensa el movimiento como esa fuerza dinámica que se desplaza con los cuerpos ficcionales y los hace surgir de una dinámica y una lógica distinta. La lógica de lo no lineal. Esa ficción que difícilmente pueda ser tratada con la maestría y la ductilidad que lo hace Martin Felipe Castagnet. “Mientras compramos juguetes para animales, Gales intenta consolarme por mi fracaso laboral; parece preocupado. Me recuerda que existen agencias que se ocupan de reinsertar en la sociedad a los quemados. Odio ser un inútil, pero aún más odio ser un mal abuelo. Sé lo que me espera en una de éstas agencias: la mayoría de los quemados que llevan batería van a trabajar al Estado”. Por esta ficción magistral se desliza toda la novela. Un zigzag entre la realidad posible, la imposible y la virtual. Ese universo que, en el regreso a un cuerpo luego de la muerte, fija ciertas normativas. Castagnet funda una nueva estirpe de la ficción sólo comparable a la de Roald Dahl. La norma es que en ese cálculo infinitesimal de “almas” hay un sustrato que llega a revertir las necrológicas, siendo éstas quienes se imponen en el juego. Los muertos, entonces, tienen el poder de elegir a qué van a jugar. Los protagonistas, en “cuerpo” y “alma”, se dan la mano y habitan un mundo en el que existe un Dios desnudo que dispone de los seres cotidianos. Todos se encuentran en un nodo, conversan y se divierten, aun cuando no hayan podido hacerlo en otros cuerpos. Nunca se vieron antes. Se encuentran allí y se estrechan en relaciones “reales”. “La navidad se sigue festejando, pero ahora representa el nuevo ciclo cotidiano: como estamos en flotación, nos queman y luego entramos en flotación de nuevo. Para los más conservadores, en cambio, Jesús representa la liberación del espíritu sobre la prisión de la máquina”. Al comienzo hablaba de Leibniz. Para el filósofo, la idea de “fuerza” configura cuerpos. Realidades que, si bien

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no tienen partes, existen, del mismo modo en que existe esta novela. De modo real; anunciándonos el devenir de un escritor poco común, en ciernes. Leerla, dice la máquina. Gozarla, hacen coro desde el nodo. Tiene un carácter profundamente ontológico y una magia extraña que nos impulsa a la página siguiente.//RT7

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Cuando interactuar no es intervenirPor Ezequiel Barbosa Vera // [email protected]

Las políticas de los internautas. Mario Carlón y Antonio Fausto Neto (compiladores)La Crujía Ediciones (2012) 198 páginas / $70

La política de los internautas. Nuevas formas de participación comprende una serie de artículos que debaten, analizan y estudian el trending topic de los últimos años: las redes sociales, sus usos y sus alcances. Desde su título, esta antología (compilada por Mario Carlón y Antonio Fausto Neto) indaga las posibilidades de intervención política que trajeron Twitter o Facebook, y puntualiza los aprovechamientos, novedades y frustraciones que produjo su implementación en los circuitos masivos de información. La mayoría de los trabajos problematiza casos y hechos de reciente aparición en la opinión pública; los autores seleccionados forman parte de universidades de Argentina, Brasil y España, por lo que los temas escogidos abarcan un amplio espectro de referentes y espacios culturales diversos que, pese a desarrollar puntos de vista particulares de acuerdo al fenómeno tratado, mantienen ciertos elementos teóricos en común y ciertas lecturas en torno a las redes que son referidas en los distintos análisis. En su prólogo, Eliseo Verón busca precisar qué es lo novedoso de la expansión de Internet, qué es lo que define a la red en relación a los medios canónicos. Señala que “la WWW comporta una mutación en las condiciones de acceso de los actores individuales a la discursividad mediática, produciendo transformaciones inéditas en las condiciones de circulación”. Los estudios que conforman el libro responden a ésta misma premisa partiendo de una hipótesis prácticamente irrevocable: el eventual desplazamiento del rol de los internautas que pasan de ser simples espectadores mediáticos a ser productores y difusores de la información. Lo importante de este movimiento, que resulta menos sorprendente que lógico y esperable, es que desconfía del potencial comunicativo de las nuevas redes sociales, así como también de la manifestación de auténticas subjetividades discursivas en el ámbito digital. Así, por ejemplo, en el lúcido “Mapas de percepciones de una gran promesa: el debate en blogs políticos y la ampliación de la esfera pública plural” María Pinto Coelho y Anna Bevilaqua ahondan en la vocación política de los blogs brasileños durante las elecciones pasadas haciendo énfasis en la resignificación del concepto de democracia en torno a las todavía nuevas esferas públicas de

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expresión. Una línea similar sigue Charo Lacalle en su artículo “Elecciones catalanas y web 2.0” en el que recorre los recursos cibernéticos empleados por los candidatos españoles durante el 2010, concentrándose en las falencias de su uso. Para argumentar esta posición, la autora se retrotrae hasta el 2008, marcando la campaña electoral de Obama como una de las primeras en realizar un uso exitoso de estas tecnologías. En este sentido, pero optando por una perspectiva mucho más descriptiva que analítica, Ana Slimovich da cuenta de la noción de espacio público a través de las páginas de Facebook de Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri.Estos trabajos asumen desde el principio que no existen por el momento fuentes teóricas específicas para abordar estos problemas. Algunos de ellos, como el de Slimovich o el de Fausto Neto, que abre la antología, intentan exponer lo complejo de las relaciones entre interacción e intervención, pero no van más allá de algunas descripciones y categorías que funcionan más como un manual de instrucciones de los medios que como lecturas interpretativas de los mismos. Otros mencionan tópicos que gratamente podrían integrar la antología, pero que no superan las líneas en las que se los trae a colación, como es el de Anonymous en el artículo de Lacalle o del vacío que ofrece la noción de “fan” en un ámbito de discusión política como el que propone García Fanlo en su texto correspondiente.Las políticas de los internautas cubre la oferta polémica de los canales de comunicación digitales contemporáneos más frecuentados por los usuarios. Si una certeza deja su contenido, es que interactuar e intervenir no siempre (de hecho casi nunca) son sinónimos. Acaso las posibilidades de esta afirmación sí permita dilucidar el estado provisorio del futuro por venir.//RT7

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Fragmentos de la cultura digitalPor Natalia Gauna // [email protected]

El canon digital Juan MendozaLa Crujía Ediciones (2011) 208 páginas / $30

“Estamos en el mundo en burbujas, esferas, incubadoras, invernaderos, donde el hombre se construye, se protege y cambia. La esfera no es más la imagen

morfológica del mundo poliesférico que habitamos, sino la espuma.” Peter Sloterdijk

El polo opuesto a “lo analógico” atraviesa trasversalmente al arte, la literatura y la educación de modo que “lo digital” no es una herramienta o soporte sino la posibilidad de la configuración de otro modo de ser del mundo. Paradójicamente, Juan Mendoza decide llamar “canon digital” a toda esta imbricación de nuevos significados que despierta el ciberespacio en el que no hay moldes sino una permanente relectura, revaloración y nuevos sentidos. La paradoja de hablar de canon resulta potente porque enfatiza la imposibilidad de definición y encuadre de Internet y sus implicancias. En este sentido, El canon digital es un libro sin la aspiración de proporcionar un modelo de acercamiento al mundo digital; no pretende construir una manera en la que comprenderlo. Mendoza decide preguntar más que responder, lo hace de modo fragmentario en clave con su objeto de análisis fragmentario también. Y aquí deviene la mayor complejidad que presenta este ensayo: aunar un par de ideas claves que articulen el texto para tratar de concluir qué sería y cómo se construiría el canon digital. En el apéndice el autor deja en claro esta cuestión sin querer resolver el dilema. “Este libro es a su manera muchos libros: caja de herramientas, punta de iceberg: umbral de una nueva forma de leer” y se pregunta “¿qué transformaciones en las maneras de leer y de escribir literatura nos ha impuesto la era digital? ¿Y, asimismo, qué otras transformaciones (acaso más alarmantes) vuelven obsoleta la pregunta por las maneras de leer y de escribir literatura en la era digital?” incluso se suman a esta razón dubitativa preguntas sobre la implicancia de Internet en el sistema educativo: “¿en qué lugar ubicar los aparatos formales de educación? ¿Cuáles son los nuevos canales de circulación del saber? […] ¿Cómo pensar la era digital en un sistema sin aulas analógicas?” Estos interrogantes –y otros tantos - son

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imposibles de responder ya sea porque en sí mismos radica la antinomia o porque la masa crítica es parte de ese mundo que trata de definir. Por otra parte, Mendoza desarrolla una historicidad de las tradiciones literarias latinoamericanas retomando la obra de Borges, Arlt, Piglia, entre otros, para repensar las categorías de una escritura canónica, herencia de grandes escritores en pos de aproximarse a lo que podrían ser los nuevos paradigmas literarios de la cibercultura entendida por el autor como aquella cultura emergente que se alza por sobre una cultura letrada –residual- y una industrial –hegemónica entre los siglos XIX y XX. En este punto, Mendoza dedica varias páginas a explicar cada una de estas etapas culturales y cómo las tradiciones literarias se inscriben en ellas. Sin embargo, esta explicación termina por desenmarañar sólo una parte del complejo entramado de relaciones entre lo analógico y lo digital. Es en este aspecto que El canon digital demuestra una vez más su estilo de collage de ideas, de intento de conexiones entre cuestiones que hacen al espacio de la cultura, la educación y la técnica que, en principio, parecieran ir por caminos distintos. Mendoza podría estar tratando de responder la pregunta por el lugar que ocupan los lectores y escritores dentro del ciberespacio. Parafraseando a Martin Heidegger, ¿dónde estamos cuando decimos que estamos en el mundo? En la misma lógica, Peter Sloterdijk aventura alguna teoría que Mendoza retoma para sintetizar el concepto de cibercultura con la metáfora de la espuma: una especie de implosión mediante la cual se rompen las barreras protectoras de los sujetos que se aglomeran y forman parte de espumas evanescentes donde establecen complejas interrelaciones. De alguna manera, la imagen de la espuma sirve para sintetizar este libro porque El Canon Digital conecta, navega y aglomera varias ideas para preguntarse por “lo digital” y sus implicancias en todas las esferas de la sociedad sin aventurar posibles respuestas. Apto para aquellos lectores ávidos en lecturas fragmentadas, no lineales y veloces propias del mundo digital.//RT7

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La fortaleza que construyen los débilesPor Martín Felipe Castagnet // [email protected]

Donde termina el desierto Eric SchierlohBajo la luna (2012) 155 páginas / $65

Donde termina el desierto es la novela que podría haber publicado Minotauro, si siguiera con vida y no se hubiera convertido en el zombie torpe de Planeta. La inclusión en el catálogo no corresponde a una mera clasificación genérica sino a una constelación de elementos compartidos con los autores publicados por la editorial de Paco Porrúa. Los nombres de J.G. Ballard. Los barcos balancéandose de Úrsula Le Guin. La desolación de Richard Matheson. El I-Ching de Philip Dick. La satisfacción al sol de Ray Bradbury. Si bien Schierloh no tiene que haber leído a todos estos autores para compartir un vínculo con ellos, sabemos que lo hizo en su mayoría: su literatura es también un homenaje profesional y elaborado, y al finalizar cada novela disfruta en explicitar el origen de las referencias e influencias de la obra. Como se vio demostrado en una reseña temprana de la novela, a veces sucede en contra de la voluntad del lector. Habría que preguntarse, en todo caso, en contra de qué clase de lector. Schierloh no se dirige al crítico que cuelga referencias como trofeos de caza sino al lector amateur que Salinger evocaba en la dedicatoria de Levantad, carpinteros, la viga del tejado, “si todavía queda alguno en el mundo”.De todas las referencias mencionadas, la más innecesaria y la más justa es la aclaración de que todos los haiku presentes en la novela provienen de El libro del haiku, la traducción y compilación en castellano de los poemas japoneses a cargo de Alberto Silva; no sólo porque difícilmente se encuentre una mejor, sino porque también fue publicada por Bajo la luna. El catálogo como una selección de apertura y no de clausura se evidencia aún más: el primer libro de Schierloh editado por Bajo la luna fue Lejos de tierra, la traducción de los poemas de Herman Melville hasta entonces inéditos al castellano, y el poema que da título al libro es uno de los primeros en reflejar desde Occidente el espíritu y la brevedad que animan al haiku. Otros poemas similares en esa compilación, titulados “Mata de algas” y “Buda”, bien podrían figurar en algún rincón del libro de Silva. Schierloh trabaja la misma senda que Melville, y la influencia de los paradigmas orientales es fructífera en la medida en que le otorgan a la narración una respiración más pausada e introspectiva. Incluso una frase de Cormac McCarthy en la primera entrada del libro es reestructurada en forma tripartita a través del punto y aparte, y así adquiere la

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cadencia y el sentido omnipresentes en el relato.Cormac es, precisamente, el nombre de uno de los personajes; su presencia sirve para dividir la obra en dos partes que si bien están entrelazadas son claramente discernibles: una en el tiempo presente de la narración, y la otra en el pasado. La mayoría de las secuencias que ocurren en el pasado son un lastre y no aportan información sino que la redundan; es sintomático que el autor haya elegido narrarlas como recuerdo y no como acción. Por el otro lado, la acción que sucede en el tiempo presente de la narración posee todos los aciertos que el racconto no tiene. Mientras que Cormac como psiquiatra no cuestionaba y era excesivamente comprensivo, y por tanto inútil, con la soledad del protagonista durante el presente del relato se demuestra que el verdadero interlocutor de Traven siempre fue el propio Traven. Este aislamiento es el músculo que impulsa Donde termina el desierto, y donde la introspección encuentra el terreno que necesita para prosperar y no devenir en intrascendencia. Antes que al postapocalíptico, la novela pertenece a un subgénero silencioso pero constante: la cozy catastrophe, la catástrofe confortable, el ejercicio literario de encontrar refugio en medio de la desolación. La naturaleza es un amparo cuando la civilización se vuelve enfermiza así como también la máquina puede ser benevolente cuando la naturaleza se torna inhóspita. Los episodios que transcurren en el barco en el medio del mar se ajustan a este equilibrio y equilibran a la obra. Dan ganas de comer, dan ganas de fumar, dan ganas de permanecer vivo un rato más. Según el postscriptum del propio autor, Donde termina el desierto fue escrita en el 2007. Entre esos años que se sucedieron en el medio, se dio inicio a la invasión zombie y a la fiebre del fin del mundo que encuentra su auge en este diciembre del 2012. Como lector sólo queda exigir a Schierloh para escribir más y publicar antes.//RT7

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.EspaciosPor Ignacio Rial-Schies, Ezequiel Barbosa Vera, Leticia Martin, Ana Vicini, Mariano Bello, Luz Marus.

Centro Cultural Matienzo (CCM) El CCM abrió sus puertas

cuando muchos otros espacios se vieron forzados a cerrar por no poder adaptarse a los requisitos de seguridad y salubridad que la Ciudad de Buenos Aires comenzó a solicitar post incidentes en el boliche República de Cromañón. La antigua casa de tres pisos, ubicada justo en el límite de Palermo con Colegiales, se inauguró en 2008. Fuera del circuito tradicional de bares, Matienzo es hoy el espacio cultural con mayor convocatoria de la zona norte de la capital. Así, el ingreso muchas veces, y sobre todo pasada cierta hora de la noche, se complica. Sólo los tempraneros franquean a los inquebrantables guardapuertas de acento centroamericano. Ya en el hall de entrada, unas carteleras anuncian las actividades de la temporada: talleres de todo tipo, eventos que van desde la velada desenchufada a noches casi pachangueras, entre otras propuestas.Donde antaño se habrá reunido la familia de la casa frente al todavía conservado “hogar”, hoy tocan bandas —a veces dos a la vez, una en cada extremo del salón— se montan obras de teatro o se organizan ciclos de charlas. Hay una barra con una oferta de bebidas y minutas abundante y bastante accesible, justo al lado de la escalera que lleva al primer piso. Ahí, una habitación funciona como galería de arte, con muestras e instalaciones de rotación frecuente. La otra se desdobla como comedor o sala de teatro, dependiendo del fixture. Llegar al segundo piso, donde está la terraza, espacio predilecto en estas noches que ya dejan de ser frescas, es otro asunto. La brevedad de los escalones funciona como advertencia suficiente del riesgo de pasarse de copas. Aún así, el abarrotamiento interior justifica la peregrinación ascendente: una bocanada de aire fresco bien vale la escalada. Eso, y que en la terraza funcionan los espectáculos durante el verano, sean shows cómicos o ciclos de películas. También está el estudio de Radio Colmena, una radio online, con programas producidos en el mismo centro cultural. Y la barra, en la terraza hay una segunda barra.Con la cantidad de actividades y su singular ubicación, no extraña que el CCM

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tenga una amplia y variopinta convocatoria. Desde los pibes del barrio que se aventuran a la terraza con la esperanza de ser convidados con una seca de porro, pasando por las chicas que buscan un lugar donde tomar una birra sin tener que sacar el auto, a los participantes de las comisiones que organizan los eventos, el Matienzo se caracteriza por sus evidentes pretensiones de mejorar: ofrece una mayor cantidad y variedad de eventos, tiene un staff internacional friendly y es el lugar de elección para el ocio de la juventud que rehúye a la monotonía palermitana.*Higiene: Mala. La cantidad de baños no corresponde a la cantidad de cerveza que venden. Ni a la predisposición del staff a limpiarlos.Precios: Buenos.Cocina: Buena / Es variada, pero los platos suelen tener un parentesco lejano con el nombre que llevan en la carta.Comunicación: Buena. El Matienzo debe tener uno de los equipos de prensa más activos.Convocatoria: Regular / En la semana es adecuada, los fines de semana se dificulta entrar, subir, ir al baño y salir.Levante: Bueno / Hay para todos los gustos. /CCM/ Tte. Benjamín Matienzo 2424 / Martes a domingo desde las 18 horas. www.ccmatienzo.com.ar. www.facebook.com/ccmatienzo. //RT7

Librería Crack-Up. A unas cuantas cuadras de Plaza Italia el ruido

de Santa Fe comienza a desaparecer. Entre pasajes de árboles y calles tranquilas, la librería Crack-Up aparece como un punto de referencia literaria para la zona. Desde la vereda de enfrente, de un vistazo puede parecer un café cerrado y bien iluminado. Sin embargo, con apenas acercarse un poco, se puede advertir el toldo transparente que separa la calle del interior de la librería. Sobre la vereda hay tres o cuatro mesas —mismo número dentro del local—y el estilo de la construcción recuerda levemente a las viejas casas coloniales. Tiene unas ventanas y postigos desperdigados, dos faroles que de día hacen las veces de decoración y de noche encienden e iluminan las instalaciones. El lugar, pintoresco y confortable, posee cierto toque íntimo que le termina de imprimir el estante que sostiene las campanas de cristal con la pastelería y las botellas de Campari y Gancia. Hacia la derecha está la cocina y hacia el fondo, a la izquierda, se extienden los anaqueles y las bibliotecas repletas de libros y más libros, tenuemente iluminados por pequeñas luces adosadas al techo. Suena música de jazz, country y blues. Arriba hay otro piso

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con dos salones. En el primero continúa la librería y en el segundo se realizan los distintos eventos. Entre las actividades se destaca la oferta cultural de talleres literarios y seminarios de filosofía que se brindan a lo largo del año. También suele realizarse la presentación de algunos libros, como los de la editorial propia. Debido a su ubicación geográfica, a la variada cantidad de títulos que posee y a su bar casero, Crack-Up es frecuentado por un nutrido y variado público, por lo que no es raro sentarse un rato y escuchar dos o tres lenguas distintas siendo habladas alrededor. Aparentemente, los muchachos de Tamarisco se llevan muy bien con los propietarios del lugar. A diferencia de otros puntos estratégicos del ambiente, el espacio y las actividades son más reducidos, por lo que se asemeja más a la tradición de las librerías clásicas. La atención es excelente. *Higiene: Regular. Las baldosas de la entrada acumulan una o dos capas de polvo que también se reparten sobre los faroles de la fachada.Precios: Buenos. Para ser Palermo, el almuerzo no es tan caro, aunque el menú es algo limitado.Difusión y comunicación: Buenos. Posee tres usuarios en Facebook debido a la cantidad de seguidores que tienen. Hay una agenda de noticias en el sitio de la librería. Convocatoria: Muy buena. La ubicación es ideal, funciona como punto de encuentro para lectores, visitantes extranjeros y curiosos.Levante: Bueno. Hay buena onda, personas de distintas edades y nacionalidades. Las mesas se pueden unir sin problema. Buen clima para conocer gente. *Crack-Up / Costa Rica 4767 / Palermo /www.crackup.com.arFacebook: http://www.facebook.com/crackup.librosii // RT7

Librería la Libre. San Telmo sigue siendo un barrio ecléctico, en el

que puede pasar cualquier cosa, un barrio que da para todo. Si hay una calle en particular en la que uno puede convencerse de esto, esa calle es Bolívar. En medio del cambalache y barullo turístico-comercial de Defensa y el estilo más elegante, calmo y de diseño que pretende conservar Perú, está Bolívar, la calle de los bondis, los bares desteñidos y los pubs misteriosos. Es, además, la calle de la transa, eso se sabe. Al 600, entre Chile y México, hace un poco más de dos años funciona La Libre Arte y libros: librería, galería de arte y espacio cultural pero, sobre todo, uno de los referentes más importantes de la cultura

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independiente. La vidriera under, abarrotada de ejemplares de la cultura alternativa, bien podrían definir lo que sucede en La Libre. Allí podés encontrar libros y editoriales que en otro lado, seguramente no hay. Además tenés eventos, ciclos y talleres que difícilmente podrían ocurrir en algún otro sitio. Ciclos de cine, presentaciones de libros, muestras, cursos de alemán, de cultura brasileña y de encuadernación, noches metafísicas de teatro, poesía, música y pintura en vivo. La oferta es interesante y variada. En octubre de este año se realizó allí el Encuentro de cultura alternativa: dos días dedicados íntegramente al debate, difusión y acercamiento entre distintos proyectos y patas de la cultura alternativa e independiente: software libre, copyleft, espacios culturales, anarquismo, música, editoriales y revistas fuera del circuito. Este parece ser el espíritu de La Libre y la convicción de los que la llevan adelante. De 2010 a esta parte, La Libre se ordenó y mejoró para resultar un espacio más cómodo para todas las actividades que allí se realizan. A partir de entonces la planta baja está dedicada casi exclusivamente a la librería, que vale la pena recorrer, con un espacio con libros de segunda mano muy interesante, y la mayoría de los eventos se realizan en el entrepiso, siempre que no haga muy buen tiempo y la presentación termine mudándose a la terraza. En la Libre todo es informal. No hay bar, ni barra, incluso puede haber, o no, algo para picar o tomar. Si algún día vas, tenés hambre, y no hay comida preparada, también pueden pedirte unas pizzas por teléfono. Lo seguro es que nunca hay problema.*Higiene: Regular.Precios: Buenos, aunque la oferta es informal y no muy variada. Definitivamente no vayan si esperan una mesa, un mozo o una carta.Difusión y comunicación: Buena. Ya hace un tiempo que están apostando a Facebook. Convocatoria: Regular/Buena. Sin lugar a dudas es el punto de encuentro de la movida alternativa. Levante: Bueno. Hay buena onda, ganas de charlar, intercambiar opiniones y saberes, conocerse y el ambiente es más que relajado. *La Libre Arte y Libros / Bolívar 646 / San Telmo / Tel: 4343-5328 /www.lalibrearteylibros.wordpress.com / Facebook: La Libre//RT7

Centro Cultural Pacha Mama. El Centro Cultural Pacha Mama,

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mejor conocido en el ambiente como “el Pacha”, opera clandestinamente en el barrio de Villa Crespo. Desde afuera el transeúnte no informado no puede reconocer en la fachada del Pacha nada que le indique qué tipo de actividad ocurre en el lugar, y quien no haya ido nunca y quiera asistir a alguno de los eventos que se realizan en sus inmediaciones deberá obtener por mensaje privado la dirección. Una vez adentro, si nos atenemos a cuestiones edilicias, el aspecto del Pacha no desmiente la impresión de la entrada: el Pacha es una casa grande y a través de un pasillo corto se accede a un patio que tiene a su derecha el living de los eventos y después otras habitaciones. El patio no tendría nada de singular, nada en sus bancos de madera ni en sus plantas que llame la atención si no fuera por un detalle: quienes quieran usarlo como un lugar para el diálogo, deberán cuidarse de efusividades y gritos. En el patio del Pacha conviene hablar en voz baja, caso contrario se corre el riesgo de verse afectado por la lavandina que un vecino ofuscado arroja con puntería creciente sobre los ruidosos desde su ventana en el edificio de al lado, un par de pisos más arriba. Pero esta relación hostil con el medio no se termina en la intemperie, y la consigna de no alzar mucho la voz para evitar las quejas de los vecinos rige también una vez en el living. De este modo, a toda lectura o performance artística le sigue por parte del público no el acostumbrado aplauso sino los chasquidos de dedos, costumbre que ha llegado a ser el rasgo distintivo del lugar. Pero las limitaciones sonoras no son patrimonio exclusivo del público, también en el escenario los artistas se ven en la necesidad de acudir a la sola voz en el caso de las lecturas y a las performances acústicas en el de la música. La barra del Pacha, ubicada a la izquierda de las pocas filas de sillones de dos o tres cuerpos que sirven de asiento al público sirve los tragos en frascos de mermelada. Con respecto a la concurrencia, se compone mayormente de esa fracción de la clase media que son los arties, lo que no quita lugar a jóvenes trabajadores ni a algún que otro lumpen. Con excepción de los frascos de vidrio y la lavandina del vecino, estas cosas forman parte de las estrategias de supervivencia de un espacio que ya tiene en su haber un par de clausuras, que pese a todo sigue en pie reuniendo a ciertos artistas del under con su público bajo el signo de una mística particular, y que se ofrece como escenario de eventos varios de poesía y música, incluyendo el Slam de poesía oral.*Higiene: Regular. No hace falta sacudirse después de haber estado sentado en el suelo. Las luces bajas no permiten mayores afirmaciones sobre la pulcritud del lugar.Precios: Buenos. Teniendo la barra además un buen surtido.

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Comunicación y difusión: Regular. No tiene un contacto en Facebook ni posibilidad de dar abiertamente su dirección. Sin embargo, tiene sus habitués y el boca a boca a su favor.Convocatoria: Buena. Convoca tanto a quienes se interesan por algún evento en particular como a quienes simplemente acostumbran a asistir a las actividades del Pacha.Levante: Muy bueno. Todo lo dicho abona la interacción desacartonada entre los concurrentes.*Centro Cultural Pacha Mama / Villa Crespo //RT7

La Tribu. Al 873 de la oscura calle Lambaré, justo enfrente del Teatro

Kafka y a tan solo cuatro cuadras de la estación Ángel Gallardo del Subte B está La Tribu. Una radio, un bar y un centro de capacitación que profesa la cultura libre, digital y alternativa.La Tribu es una vieja casona de techos altos que con astucia ha sido subdividida para ganarle la batalla al espacio. Su entrada, además de conducirnos a la barra, se abre en un desnivel que narra la ausencia de un piso flotante sobre el que se ubican varias mesas que van de un lado a otro, de acuerdo a la actividad que se organice. Ese espacio oficia de bar, de sala de lecturas, de biblioteca, de sala de proyecciones y también de feria de revistas. La Tribu ofrece un circuito alternativo de difusión y comunicación bastante completo. Cuenta con una pequeña biblioteca, dos baños y al final, bordeada por un pequeño espacio verde de aire y luz, la preciada pecera radial con sus controles. Si bien para operar está inscripta como Asociación Civil, La Tribu toma las decisiones colectivamente para lo cual convoca a todos sus integrantes a que participen de las asambleas.Antecedida por una fachada de dibujos abstractos pintados a mano, La Tribu ofrece un perfil jipón y un clima sumamente relajado que no parecieran interferir en la administración de las actividades. Todo se programa con bastante antelación y, en general, lo técnico funciona aceitadamente.La Tribu también produce el festival de Cultura Libre y Copyleft titulado Fábrica de Fallas, que ya va por su cuarta edición. Tiene en su página un espacio donde comparte todos los videos que se producen en el centro de capacitación audiovisual, además de una diversa grilla de programas radiales y una agencia de noticias propia.Selva Almada, Alejandra Zina, Gabriela Cabezón Cámara, Mica Hernandez,

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Leonardo Oyola, Juan Marcos Almada, Marcelo Guerrieri, Sebastián Pandolfelli y Jimena Arnolfi son apenas algunos de los personajes literarios que suelen verse por los pasillos de La Tribu.*Higiene: Mala / Cartelería vieja y el mundo flyer ensucian todo.Precios: Regular / Sobre todo el de la cerveza.Levante: Bueno / Actividades nocturnas + luces bajas + buena música son irresistibles.Difusión Comunicación: Muy Buena / Entendieron la relación carnal “radio + internet”Convocatoria: Buena / Si una actividad de lunes convoca ya está.* La Tribu / Lambaré 873 / Almagro / 05411 4861.8928 / [email protected]//RT7

Bar Orsai. “Quiosquito de libros”, nombre de guerra de Silvia, me cuenta:

—Hernán es un encantador de serpientes. Ahora cualquiera que lo sigue lo sabe. Pero yo fui un poco más allá y tengo la cocina de todo esto.Eso te genera Orsai: llegás y te cuentan una anécdota. Me siento con todos en la ronda, esperando la madrugada. Le pregunto a los integrantes cuál creen que era el secreto de la revista. Pablo Perantouno es el que lo define de manera más clara: —Un tipo que larga todo, se enfrenta a las grandes corporaciones y dice, yo voy a hacer mi propia revista con mis amigos y con la gente que me sigue. Se va con su premio, lo invierte y se arriesga. Pierde plata al principio, pero se la sigue jugando. Ese es uno de los secretos de Orsai.Hernán Casciari aclara: —Nosotros no nos enfrentamos a nadie. Nosotros decidimos no darle más pelota a nadie.Comequechu completa el relato con su versión. Cuenta que todos son amigos de la infancia, y desde qué año conoce a cada uno. Que tal es su primo, que con tal hizo la primaria, que con Hernán jugaba a tal o cual cosa. —Todos confiamos—dice. —Un día tuve una idea, en Barcelona, si los argentinos se vienen a este pueblito perdido para conocer la pizzería donde se junta la gente de Orsai, ¿cómo no van a ir a un bar en Buenos Aires? Nos miramos, y no lo pensamos ni un segundo. Hay que hacerlo. Yo sabía que era el que tenía que hacerlo. Al otro día agarré todas mis cosas, y me vine, así de una. Es que yo soy así. Todos somos parte de un engranaje. Casciari se explaya contando la metodología de trabajo.

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—El gordo está con su mujer, en su casa, casi no sale, hace la revista por skype con el Chiri y la mujer del Chiri, que hace el diseño. Yo soy el más libre, el que no se quiere arraigar en ningún lugar. No lo dudé. Agarré todo y me vine a abrir el bar en San Telmo. ¡No sabés lo que fue cuando hicimos la presentación! La hicimos en una cancha de fútbol de Mercedes. La gente venía con banderas que decían “Orsai”. Por eso te digo. Hacemos lo que nos gusta, con autores que nos gustan, como Gonzalo Garcés, que es alguien en quien confiamos mucho para tomar decisiones. Encima se les paga re bien. A los consagrados y a los nuevos. El otro socio es “Tonga” —nombre de guerra.—¿Hay un socio fantasma en Orsai?—le pregunto— En ese caso; ¿quién es? El otro día Comequechu, muerto de risa, me dice que eso era un chiste interno y me revela el nombre y apellido de su primo. Es ese momento cuando decido no revelar el nombre de pila de ninguno, salvo el de Pablo Perantouno, al que ya le encontrarán apodo y que en unos años formará parte del misterio Orsai. Estas anécdotas definen el secreto emocional, la que sigue a continuación define el secreto ético.Cuando salió el número con la entrevista al Indio Solari, Orsai fue sometida a prueba por la realidad. Hernán lo define de manera más simple. La vida para Hernán es mucho más simple. Sucedió que se empezó a correr la bola de que en tal número de una tal revista Orsai hay una entrevista de Pablo Perantouno al Indio Solari. Los kiosqueros de diarios empezaron a recibir clientes desesperados diciendo: — ¿tenés la Orsai?—Algunos no sabían ni qué era. — ¿Es de Fútbol?, ¿de qué mierda es esta revista que piden todos?— le preguntaban los kiosqueros a Casciari. Hicieron una reunión de kiosqueros para debatir el tema. Resolución: Contactar a Hernán y pedirle 50.000 ejemplares.—Pará pará, Hernán, ¿cuánto dijiste, 50.000 ejemplares? —Sí, sí, querían 50.000 ejemplares sólo de ese número. —¿Cuántos hacen usualmente?—6.000, con eso nos alcanza para pagarle a todos y vivir bien. No nos hace falta más.—Entonces, 50.000 ejemplares… ¿Y qué les dijiste, Hernán?—Y…que no. Obviamente. ¡Qué les voy a decir! Que no se hace por un número. Que Orsai tiene suscriptores que tienen que suscribirse por un año entero, y si no, nada.— ¿En números cuánto era? —Era como para ser solvente durante todo el 2013.— ¿En algún momento dudaste, Hernán? ¿Pensaste “con esto me salvo” o “acá

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está el negocio”?— ¿Cómo va a estar el negocio ahí? ¿Pero escúchame, cómo va a estar el negocio en mentirle a toda tu gente, a los que confiaron en vos, para salvarte solo? Ahí no está el negocio. Ahí no hay nada.—Sí, sí, ya sé. Pienso como vos, pero… ¿sos consciente de que cualquier otro tipo, argentino o español, hubiese aceptado?—Y… ¡así les va! Así anda todo. Si en el mundo el peor de todos los males es la codicia. Por eso se caen las cosas. Por eso no funcionan. Porque si cagás al otro, si mentís, podés mentir una vez, dos veces, tres veces. Pero tarde o temprano salta la ficha y te quedás solo como un perro. Y ahí se dan cuenta tarde, de que ahí no había ningún negocio. Nunca es negocio aprovecharte del otro. Pienso que ya tengo lo que buscaba. El último secreto de Orsai. Seguramente hay más secretos que ojala permanezcan ocultos, todavía, hasta para los propios creadores.//RT7

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[Pensando editoriales argentinas]

¿Independientes de qué?Por Ignacio Rial-Schies / [email protected]

Hay una percepción más o menos generalizada en la literatura contemporánea que difícilmente escape al lector de Revista Tónica. Es el clima de nuestra época. En la ciudad de Buenos Aires en el último tiempo vimos con grata sorpresa el surgimiento de muchas nuevas editoriales, que suelen llamarse “independientes”, y junto a ellas, la edición de muchos libros nuevos. Tomamos esto como un hecho. Ahora bien, no nos ocuparíamos de reflexionar sobre literatura si ésta no nos generara algunas preguntas, y así empezamos por la primera.

¿De dónde salen todas estas editoriales con tantas posibilidades de publicación?Desde una perspectiva extremadamente inocente podríamos creer que se edita más porque se escribe más. Empezando porque esto sería difícilmente demostrable y considerando que la expresión humana es un invariante cultural, el argumento de una ebullición de la escritura se evapora pronto.Por otro lado, podríamos emparentar este sorprendente crecimiento del volumen de libros editados a una más amplia expansión económica. Con más dinero, los lectores son más propensos a comprar libros y los editores publican más arriesgados al armar su catálogo. Esto, que parece una explicación para preescolares, implica una operación que muchos periodistas culturales pasan por alto, entender al libro no tanto como obra estética, sino como otra cosa: el libro como bien de consumo cultural, como mercancía.La distinción es importante porque hablamos de dos planos distintos, el editorial, de la mercancía, y el literario, del texto. Cada libro, en el trayecto que va desde el manuscrito a la biblioteca del lector, une estos planos de una manera específica. Cuando se habla de libros y de tendencias literarias, quedarse en el plano del texto conlleva una omisión enorme. Se pasa por alto que éste rara vez se presenta por sí mismo, al desnudo. Como si desde siempre tuviera una existencia virtual, hoy, que está puesto en tensión como nunca antes en su historia por la tecnología digital, es necesario recuperar la

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materialidad por la cual el texto llega a su lector, la forma libro. De otro modo, pueden inventarse razones estéticas para salvar la diferencia entre uno y otro. Así aparecen etiquetas como “nueva narrativa” o una “literatura joven” para describir una supuesta diferencia de estilo literario generacional inexistente. En realidad, se debería hablar de una diferencia en el funcionamiento del mercado editorial, en cómo esos libros circulan.Durante este año varios representantes de estas nuevas editoriales se prestaron a responder las preguntas de Tónica. Y no es porque las editoriales que dirigen sean más importantes o representativas que otras, sino más bien porque despertaron nuestro interés como lectores, por las particularidades de sus títulos. Tomamos la palabra de Luis Chitarroni, de La Bestia Equilátera; Luciano Lutereau, de Pánico el pánico, Ezequiel Fanego, de Caja Negra; Lorena Iglesias, Iván Moiseeff y Esteban Castromán, de Clase Turista para intentar dar una imagen un poco más justa de lo que está pasando con los libros en nuestro lugar y nuestra época.

¿Qué hay de nuevo?Cuando las editoriales pequeñas parecían haber quebrado, quedado en estado vegetativo o entrado en la órbita de los grandes grupos de capital -cuando no multimedios- no estar vinculado con ninguno se convirtió en una diferencia suficiente para justificar una categoría propia. A falta de un mejor término, se denominó a las editoriales que no parecían tener vínculos espurios “independientes”.Las editoriales empezaron a reconocerse en la superficie de los libros, en su apariencia, como si el rasgo compartido fuera el despojo de lo amateur. O por lo menos eso propone Luciano Lutereau en su entrevista como aquello que los motivó, a él y a Marina Gersberg, a crear Pánico el pánico.

Estábamos en ese contexto, con ganas de publicarnos, pero no nos sentíamos cómodos con los formatos de edición dentro de lo que se llama la movida independiente. [...]Lo que no queríamos hacer era reproducir el circuito de producción informal del libro, la edición en fotocopias, poco cuidada. Había una búsqueda estética por la construcción de un objeto, queríamos que el libro se reconociera desde la forma, que tuviera una identidad. (Luciano Lutereau)

Con más de treinta títulos en las colecciones breves y siete novelas en la colección Potlach -el proyecto más interesante de la editorial-, Pánico el pánico mostró desde el comienzo un acercamiento transversal a lo editorial y a

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la literatura. La novela más reseñada del catálogo, La última de César Aira, de Ariel Idez, es el ejemplo más cabal de esta operación.

La cuestión es cómo generar formas de literatura que no anclen necesariamente en el autor, en la autoridad, en la autorización de una tradición o de un sello. Ese tipo de cuestiones. Creo que lo interesante es que, con la renovación de experiencias editoriales, algunas condiciones que creíamos inamovibles de la experiencia literaria se van liberando. (Luciano Lutereau)

Vemos así cómo esta noción de independencia es problematizada por los mismos editores. Decir de una editorial que es independiente genera un horizonte de expectativas respecto de ella, una serie de características que parecería compartir con otras. Y por eso no es sorprendente que al momento de intentar definir los proyectos de los que participan, los editores busquen diferenciarlos de ese conjunto vago de características, precisando una identidad propia.

Lo confuso de la idea de “editoriales independientes” es que relaciona de un modo muy simplificado la “independencia - dependencia” financiera de la “independencia - dependencia” del criterio editorial. Nosotros nos sentimos más identificados con la noción de editorial “de catálogo”. (Ezequiel Fanego)

Desde sus comienzos Caja Negra desarrolló una colección de títulos salpicada de rarezas. El eje de selección es, cuanto menos, enigmático. Parecería que antes no había un catálogo singular que pudiera incorporar tanto un ensayo de Martínez Estrada, Nietzsche, filósofo dionisíaco, los cuadernos de Jean Luc Godard y un libro como el recientemente publicado La historia secreta del disco. Más que la pertenencia a un grupo de editoriales, es esta operación paradigmática de recorte lo que identifica a la editorial Caja Negra.Aunque descreamos de la valoración positiva que pudiera tener esta supuesta independencia, apunta en la dirección de otro problema que las cuatro editoriales comparten: las fuentes de su financiamiento que son, al final, las que determinan su relación con el mercado. En palabras de Iván Moiseeff de Clase Turista:

La experiencia de la autogestión para nosotros tiene un carácter de aventura y de emancipación. Estamos guiados por una intuición, no un plan comercial, no hay miras largoplacistas.

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Si bien tanto Caja Negra como Clase Turista se proponen introducir en el mercado textos que ponen en tensión ciertas categorías tradicionales del mercado literario, en el aspecto formal es innegable que la apuesta de la segunda es todavía más arriesgada. Con ediciones que dejan muy atrás al libro tradicional, producido industrialmente, seriado y por eso económico, con proyectos como Manual de Supervivencia para los Días del Gran Desastre, forrado en césped, Clase Turista problematiza el formato libro desde el libro mismo.

La tapa del “Manual de Supervivencia para los Días del Gran Desastre”, si bien fue un trabajo loco y de un costo material, es muy redituable a través lo que genera y el impacto que tiene, que es lo que más nos interesa. (Lorena Iglesias)

Otras dos propuestas de la editorial merecen menciones especiales. Por un lado, el proyecto Mental Movies, donde la editorial propuso a un grupo de autores que novelaran las películas más ambiciosas que pudieran imaginar, para presentarlas luego con toda la pompa al estilo hollywood, trailers incluidos. Por el otro, Saqueos de Greiscol, donde los editores propusieron a un grupo de escritores participar de una nueva colección de literatura pulp.Aunque La Bestia Equilátera haya comenzado a publicar libros más o menos al mismo tiempo que las demás, sabemos que Luis Chitarroni es el mayor y más experimentado editor de este grupo. Con una larga trayectoria en Sudamericana, antes de que fuera comprada por Random House-Mondadori, el ingreso de Chitarroni a este circuito editorial no parte de la ignominia y el amateurismo, sino desde una posición culturalmente dominante, con un capital simbólico acumulado y notablemente mayor. Quizás por eso tenga La Bestia Equilátera la libertad de confeccionar un catálogo excéntrico, bestial. Chitarroni, que en la entrevista compara a la labor del editor con la del etólogo, aquel biólogo especializado en investigar y clasificar las diferentes especies vivientes, afirma que “el primer objetivo, en apariencia desinteresado, era difundir lo que más nos gusta leer. Tenemos muchos otros ahora que tratamos de ser, en apariencia, una empresa comercial.”

¿Entonces? Ninguna de las editoriales comparte, en función de la supuesta independencia que pretende reunirlas, característica alguna. En el mejor de los casos, podrían

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declararse independientes de las editoriales que las anteceden, pero poco más.En la selección de las obras, tanto La Bestia Equilátera como Caja Negra van a la búsqueda de textos olvidados, recónditos o simplemente demasiado arriesgados para las editoriales mainstream. Por el otro lado, Clase Turista y Pánico el pánico, son agentes activos en la gestación de la obra como libro. Sea bien por proponer a sus autores la escritura de obras para una colección con reglas de género específicas, en el caso de la primera, o de ir a buscar los textos en función de un horizonte problemático, como la segunda, la editorial participa del proceso de construcción la obra.Podemos decir que la emergencia este grupo de editoriales que parecen requerir de un término que las defina, obedece al lugar que adquirieron como puerta de acceso a la circulación los textos de los autores que editan, autores que anteriormente carecían de la posibilidad de ser publicados. Al valor singular que pudieran tener los títulos, por añadidura se construye el valor de un catálogo. Sin ser una novedad en sí misma, porque esa es la función histórica de las editoriales, a este fenómeno se le podría atribuir aquella sensación de novedad. Es en la disputa por el acceso al formato libro donde las editoriales adquieren su reconocimiento. Y aunque hayamos hablado en tono crítico de las relaciones de las editoriales con el mercado o entre sí, tampoco podemos dejar de pensar en cómo ninguna de ellas existiría sin el goce que justifica el acto creativo, el esfuerzo por comunicar algo en lo que se cree, algo por lo que se arriesga. La preocupación compartida por la recepción de los libros, más allá de lo comercial, básico y evidentemente necesario para que la editorial siga existiendo, es otra faceta de ello. Quizás sea ahí, en ese plus de goce, donde se encuentre la diferencia que las identifica.//RT7

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Sección #MATRACA [Crónica] sobre un sábado en la FLIA

Acercarse al casco del campo

Por Leticia Martin // [email protected]

El sociólogo francés Pierre Bourdieu dividió el mundo social moderno en diferentes campos con cierta autonomía relativa, ciertas competencias específicas y ciertas jerarquías. Los actores sociales mantienen luchas en cada uno de estos campos y de esos enfrentamientos surgen posiciones de dominación y subordinación. Esto ya lo sabemos y con esta lógica entendemos muchas de las situaciones que hacen al campo cultural actual. Ahora bien, ¿qué sucede cuando en esa batalla por el sentido aparecen nuevas tecnologías de la información y la comunicación que trastocan fuertemente el campo, instaurando nuevas lógicas de circulación y consumo de los contenidos simbólicos? En esta breve nota intentaré pensar en qué medida la no-posesión de los medios materiales de producción ha dejado de ser, en la era digital, un discriminador de ciertos actores sociales para dar lugar al ingreso de otros nuevos.El debate en el campo cultural se ha dado históricamente en torno al lugar que asumirán los productos culturales. Es decir, a la posición más o menos legítima que lograrán conseguir, si los aires les son favorables. Y esto no tiene que ver solamente con resultados de ventas sino también con cuestiones de poder, legitimidad y reconocimiento. Existe, sin embargo, cierta determinación que hay que tener en cuenta y que ya señalaba Bourdieu. Aquellos actores que ocupan posiciones dominantes tienen la posibilidad factible de imponer sus productos simbólicos, o lo que es lo mismo, de dirimir a su favor cada batalla por el sentido, consiguiendo con esto la reproducción de las relaciones sociales de dominación que los benefician. ¿Qué sucede con el resto de los actores? Me refiero a los que no poseen la imprenta, el papel, los circuitos de distribución y los puntos de venta. ¿De qué modo una editorial artesanal, emergente, nueva, independiente –o como queramos nombrarla– logrará ocupar un lugar central en el campo?Los contenidos simbólicos que circulan en la –llamémosla– “esfera literaria” del campo de la cultura, enfrentan distintos tipos de batallas por el sentido. En cada uno de esos choques unos relatos adquieren cierta legitimación en detrimento de otros. El modo en que se dirimen estos conflictos es algo que

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varía y que, a la vez, expresa determinadas cristalizaciones de sentido que se amparan en coyunturas de poder tanto político como económico.La primera década del siglo XXI, signada por el avance de un Estado “benefactor” al que nos empujó con ímpetu el modelo nacional y popular con inclusión social que impulsa el kirchnerismo, trajo de la mano de la nueva Ley de Comunicación Audiovisual N° 26522, el inicio de un proceso de desconcentración mediática que está favoreciendo la aparición de nuevos actores sociales, productores de nuevos contenidos simbólicos. Si bien este movimiento recién comienza a ver sus primeros resultados, los mismos son bastante alentadores. En la Ciudad de Buenos Aires se estima que han surgido entre 2001 y la fecha más de 300 editoriales. La lista es larguísima, y las hay de todos los extractos sociales y en todas las zonas geográficas del país. Basta con asistir dos o tres veces a la FLIA (Feria del Libro Independiente Alternativa) para ver el crecimiento de esta feria itinerante y la circulación y rotación de actores que genera.La pregunta que surge frente al hecho tiene que ver con el lugar que finalmente alcanzarán estos nuevos referentes. ¿Quiénes van a permanecer en el campo, incluso, quiénes van a pasar de su lugar “emergente” –en términos de Raymond Williams– a un lugar “dominante”? O, en todo caso, ¿sucederá esa conquista en algún momento?Mi intuición es que sí. Muchas nuevas editoriales van a atravesar este momento erigiéndose en nuevos polos gestores de contenido simbólico renovado. Incluso diría que la visibilización de algunas editoriales independientes, que han comenzado a poner en el tapete ciertas revistas especializadas de venta masiva, expresan –en alguna medida– un acercamiento oportuno y significativo de estos actores a ciertas zonas más o menos centrales del campo.Pero de ninguna manera todas y cada una de estas editoriales conseguirá un lugar central. Muchas de ellas ni siquiera lo están buscando. Algunas sólo tienen por objetivo sobrevivir, participar del choque de los cuerpos en el espacio público y permanecer en los márgenes de la escena literaria. “Somos anárquicos, anti-kirchneristas, anti-macristas, anti-progreso”, esgrimen algunos. Y lo cierto, más allá de los rótulos, es que la mayoría logra vender los libros que produce y poner en acto ciertas prácticas bastante en desuso, como el canje o el trueque.Por otro lado, es bastante evidente que las nuevas editoriales autogestionadas, que a simple vista provienen de la clase media universitaria o de la clase media en ascenso, no poseen los medios de producción en el sentido instituido del término. Igual de evidente es su acceso a las nuevas tecnologías digitales. El

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punto para hacernos la pregunta es: ¿hasta dónde se están apropiando de estas herramientas o están explotando las posibilidades que ofrece Internet, con sus nuevas facilidades de acceso y participación? En breves conversaciones con los encargados de las editoriales que participaban de la XXI Feria del Libro Independiente y Alternativa -los días 29 y 30 de septiembre, en el Parque Centenario- observé que la gran mayoría no regala ni aún vende las versiones digitales de los libros que ofrece es papel. Exceptuando el caso de Milena Caserola (editorial que, junto a otras tres, organiza la FLIA) la gran mayoría de los editores considera la digitalización de sus contenidos como un proyecto a futuro. Sí es interesante aislar y analizar algunos casos minoritarios como el libro Gordo, de Sagrado Sebakis (Milena Caserola, 2012) al que su editor Matías Reck hizo aplicarle un código de barras en la contratapa a partir del cual el lector potencial puede descargar el libro de manera gratuita, mediante un código QR; o el caso de Editorial Funesiana que, tras la venta de los primeros cuarenta ejemplares únicos, que integran cada edición, ofrece el PDF de manera gratuita en su página web; y la posibilidad de imprimir ejemplares en papel a pedido.La masificación de la fotografía, el video, las escuelas de publicidad, periodismo, cine o artes audiovisuales, sumadas a la ampliación de las formas de publicación on line que trajo Internet bajo el brazo, irrumpen en la lógica de la legitimación y cambian ciertas reglas de juego. Hoy tenemos una cantidad inagotable de contenidos simbólicos fluyendo en la web mundial, siendo ordenados en redes de sentido por organizaciones intermedias como blogs, revistas digitales o portales de instituciones. Estos contenidos, al mismo tiempo que generan un flujo propio de lectores, circulan con mucha más rapidez que los contenidos materiales y se apoyan en el papel como soporte que, en última instancia, aún conserva cierta capacidad legitimadora. La era digital, las condiciones político económicas favorables y, en consecuencia, el acceso y la participación de cada vez más actores en el campo cultural, plantean un escenario nuevo, híper poblado de sentidos y posibilidades de circulación, en el que está por verse quiénes son capaces de jugar la batalla cultural a su favor. Queda planteada la pregunta a las editoriales que imprimen únicamente en papel, me refiero a las que conforman el grupo de las nuevas editoriales “independientes”. ¿No será mejor estrategia trabajar a contrapelo de una lógica editorial pasada de moda, que beneficia a los actores ya instituidos en el campo?

“Todavía no”

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En los tiempos que corren una persona puede ser una editorial. Su propio escritor, editor, corrector, imprentero, armador y vendedor. Todo a la vez. Desde que existe la Feria del libro independiente y autogestiva, con sus espacios de encuentro itinerantes; terminó de cerrarse un circuito endogámico de producción, circulación y consumo que no sólo ha logrado una continuidad, sino que también ha conquistado un público lector/consumidor de lo más heterogéneo.Es sábado 29 de septiembre. Voy a la FLIA número XXI en el Parque Centenario. Llego a pie, bien acompañada, y cruzo la calle Patricias Argentinas. El clima no podría ser más apropiado. Levanto la cabeza y busco con los ojos el Hospital Naval. Justo frente al monstruo azul de venecitas se auto-convocaron las editoriales independientes. Eso decía el evento de Facebook. Eso, y que la feria se hacía contra el enrejamiento de las plazas de Buenos Aires y en favor de un espacio público sin restricciones. Avanzo por los pasillos internos del Parque Centenario. Cada vez se escuchan con más intensidad los acordes de una guitarra y la voz aguda de una chica que entona una canción de Rosario Bléfari. Como un lobo suelto…vive y me deja vivir. Es increíble la variedad de árboles que hay en el centro de una Ciudad tan superpoblada como Buenos Aires. Tipas, araucarias, jacarandaes, pinos, palos borrachos y plátanos, por nombrar sólo algunas de las que distingo. Delante de las rejas se despliegan las mesas, a los márgenes de las cuales aparecen varias lonas sobre el piso, donde se venden otro tipo de productos; juguetes, ropa, billeteras, agendas, galletitas, caleidoscopios. La mayoría de esos objetos son confeccionados con materiales de descarte o de manera artesanal. Una chica me ofrece mate y una señora de pelo rojo me dice que es actriz, cantante de tango y escritora. Después me lee un poema en voz alta. Está excitada y convence con facilidad a los que se acercan a su puesto. Tiene una corbata y voz de fumadora. En apenas unos minutos la veo vender más de dos libros. Nadie entrega tickets o facturas. No hay tarjetas de débito, ni líneas de crédito, ni tarjetas de puntos para fidelizar clientes. Hay otro tipo de cruces mucho más parecidos al trueque que al intercambio simbólico del vil metal. Un flaquito onda MDQ ordena plaquetas ilustradas sobre una valija antigua. Su editorial se llama El dibujante. Sus títulos son nombres de ciudades de Latinoamérica y Argentina. Le pregunto, como a todos, si tiene sus libros en versión e-book, y me dice que no. “Todavía no”. Luego la charla se deriva en la cantidad de viajes que hizo, y en los lugares increíbles que conoció y en los modos de subsistencia que se auto-impuso. Su trabajo es viajar y dibujar crónicas sencillas. Pienso que la FLIA logró un movimiento desde la lógica del

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no-espacio. Su gesto se sostiene en la itinerancia y la inclusión de todos los sectores. Hablo con Matías Reck, responsable de la editorial Milena Caserola y uno de los fundadores de la FLIA. Compruebo que no me equivoco. “Somos autogestivos, anárquicos, anticapitalistas, alternativos, auto-convocados y todos los “anti” que se te ocurran”, me dice. Pienso que les falta “antipapel”, pero la idea no termina de cerrarme con la imagen real del mercado sobre estimulado que tengo frente a los ojos.Javier Mascaro, de la Editorial Re(F)alón me cuenta que él encontró en la FLIA un lugar en el campo literario que antes se le negaba. En 2011 fundó su editorial con un grupo de amigos de Merlo, donde todavía vive, y de ese modo empezó a publicar: primero sus poesías y después sus cuentos. También aprendió a encuadernar y, finalmente, terminó dejando el gimnasio donde trabajaba para dedicarse de lleno a los libros. Como él, varias editoriales más me confiesan que aún no hacen versiones digitales de sus libros; ni Proyecto Editorial Itinerante, ni Libro y Libre, ni Editorial Naftalina Primavera. Nadie. Sigo preguntando y no logro que alguien me confirme que está haciendo e-books para vender, o compartir en la web. Para todos es algo a resolver en los próximos años. Sin embargo la mayoría me responde que usa mail, blog, Facebook y algunos, incluso, que tienen Twitter. Pienso que la FLIA es una especie de Facebook analógico. Una red de contactos que se encuentran en un espacio público concreto y material, para compartir contenidos e intercambiar gustos estéticos. De pronto comienzo sentir un olorcito a choripán. Veo aún grupo de chicos sin remeras rodeando la parrilla. El olor atrae a los perros del parque. Tengo los borcegos sucios de tanto caminar por la tierra. En el micrófono se siguen alternando músicos y lectores. Calculo que a esta altura de la tarde debe haber unos ochenta puestos. Me cruzo a algunos amigos y nos saludamos. Vuelvo a buscar a Matías Reck, a ver si puedo robarle un par de datos más. Está de buen humor. Aprovecho y le hago unas cuantas preguntas. Me dice que la primera FLIA se organizó casi como una contra-feria del libro y que estuvo a punto de hacerse en la vereda del zoológico, frente a la feria oficial, pero que no, que finalmente se hizo en Chacarita, en un sexto piso, un 14 de mayo de 2006. Para contextualizar aquel momento me relata la crisis definitiva del modelo neoconservador, y la crisis de representación política a la que se nos había conducido. Me recuerda el cacerolazo de 2001 y la consigna “que se vayan todos”. Es tan reciente lo que me cuenta que le voy diciendo “dale”, así llega a la parte que más me interesa. Mientras me habla se va poniendo una camisa de color rosa sobre la remera y se desarma la botamanga de los pantalones, que tiene subidos hasta las rodillas. Después se sacude los pies y se calza un par de zapatos de cuero. Me

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cuenta cómo conoció a Pablo Strucchi de El asunto, a Diego Rojas, Diego Arbit, Esteban Charpentier y a Merluza Juárez. Me dice que en estos años no dejó de publicar y que su proyecto es darle espacio a lo marginal, deforme, raro, anormal, y que eso, en apariencia “raro”, no lo es tanto porque finalmente tiene un mercado que lo consume.Pienso que la FLIA expresa una realidad que los medios de comunicación no quieren representar. Que las casi quinientas personas que me crucé esta tarde no le importan a los grandes bloques multimedia. Pienso que en verdad esta idea no es mía, y que tal vez se la esté robando a Juan Terranova, o que la estoy reescribiendo porque me parece acertada, y la vamos a subir a la web, donde la vamos a compartir sin derechos, para que otros la reproduzcan, si quieren y les parece interesante. Pienso también que aún no somos conscientes del poder que nos dio la democratización de la cultura desde que apareció Internet y las cosas comenzaron a cambiar en la Argentina.//RT7

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Diciembre, 2012.