revista spes unica nº 48 octubre 2014

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OCTUBRE 2014 OCTUBRE 2014 Escriben y colaboran en este número: Paula Alfonso; Elisa Pérez; Guillem de Rubenhor; Oscar Ramen- tev; Horacio Otheguy Riveira; Roberto Langella Año 5 Nº 48 Año 5 Nº 48 Año 5 Nº 48 Spes Unica Spes Unica Spes Unica

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¡Que lo disfruten!

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Page 1: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

OCTUBRE 2014OCTUBRE 2014

Escriben y colaboran en este número:

Paula Alfonso; Elisa Pérez; Guillem de Rubenhor; Oscar Ramen-tev; Horacio Otheguy Riveira; Roberto Langella

Año 5 Nº 48Año 5 Nº 48Año 5 Nº 48

Spes UnicaSpes UnicaSpes Unica

Page 2: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

P á g i n a 2 S p e s U n i c a

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Page 3: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

P á g i n a 3 S p e s U n i c a

Editorial 4

El señor tiene un corazón como todos, por Hugo Diz 5

La muerte es otra cosa, por Horacio Otheguy Riveira 6

Paula acabó convenciéndome, por Paula Alfonso 8

Otra vez Gricel, por Roberto Langella 13

La mujer en llamas (segunda parte), por Horacio Otheguy Riveira 18

Se me cayeron las alas 22

Queridos amigos: Andrea Bocelli, directo al corazón,

por Guillem de Rubenhor

24

30 películas de horror de Universal, por Oscar Ramnentev 26

El paraíso, por Elisa Pérez 28

Numerología 30

Horóscopo 34

SumarioSumarioSumario

Page 4: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

P á g i n a 4 S p e s U n i c a

Noticias del mundo

S iamo tutti contenti. Se avecinan novedades

ya casi sobre el fin del año; un nuevo sitio de

artículos periodísticos online, que me invo-

lucra, y del que ya tendrán noticias.

También me complace anunciar que en breve esta

revista saldrá en formato epub, también en descarga

gratuita, para poder trasladarla con ustedes en vues-

tros e-reders, tablets, ipods, y todos esos aparatejos

que les gastan fondos de bolsillos y carteras, y que

tan ―en onda‖ por poseerlos les hacen sentir. Segu-

ramente, este formato de revista aparecerá publica-

do entre los días 1 y 15 de cada mes, ya les avisaré.

Y mucho más en mi fuero más interno e íntimo,

que no tengo por qué compartirles.

E sta revista prosigue su curso, ahora, con

nuevo diseño, espero que les guste.. Han

habido cambios también en la website del

Consultorio, además del diseño, la exorbitante alza

de los precios en nuestros servicios. Bueno, habrá

novedades también al respecto, la posibilidad de

obtener una interpretación de la carta natal, revolu-

ción solar, y todos los demás servicios, vía telconfe-

rencia Skype, por un precio más módico.

A dvertirles también que se acercan las fies-

tas de fin de año, y que no pierdan de vista

que un informe escrito de carta natal, im-

preso y con la correspondiente encuadernación que

amerita el caso, puede ser un excelente regalo navi-

deño para sus seres queridos (una interpretación de

sinastrías, para la pareja), original y de provecho.

H ay más ideas para los tiempos que se ave-

cinan. Ideas nunca faltan. El proyecto de

editar libros en formato epub, para que

descarguen gratuitamente o adquieran por un pre-

cio módico, ya veremos.

P or lo demás, y como vi hoy escrito en un

graffithi, en alguna parte de Buenos Aires,

―el amor garpa‖ (que en jerga de aquí sig-

nifica: ―el amor paga‖). Espero que estén siendo

felices, lo más que se pueda o dejen.

Roberto Langella, octubre, 2014.

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P á g i n a 5 S p e s U n i c a

El señor tiene un corazón como todos, tiene intestinos como todos, tiene esófago y sangre como todos. La señora abre el abanico lo agita en su nariz, al verle pasar. El señor que osa rozarla por la calle lleva la bella noche en su epidermis. El señor que camina con ritmo de tam-tam fue repartido en Brasil, en Mozambi-que, traído de Liberia para las plantaciones de Bartow, (florida) y vendido, fue negado y esclavo, el señor que camina con ritmo de tam-tam. El señor tiene deseos como todos, tiene piel y rencores como todos, tiene música y gestos como todos. La señora abre el abanico lo agita en su nariz, al verle pasar. El señor que osa rozarla por la calle es Guillén es Depestre, es Césaire, es Birago Diop, es Fanon es U’tamsi, el señor sabe morir por lo que piensa, es médico es poeta olímpico, es negro. La señora que agita el abanico es blanca. Lo agita en su nariz, al verle pasar. El señor que osa rozarla por la calle lleva la bella noche en su epidermis.

El señor tiene un corazón como todosEl señor tiene un corazón como todosEl señor tiene un corazón como todos, por Hugo Diz

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P á g i n a 6 S p e s U n i c a

Y VII: La primera función

E l impacto fue tan grande que me quedé sin respi-ración volando por el

aire en un vuelo interminable, claro, que a mí me parecía inter-minable y que además no quería que terminase, de tan hermoso que era, imagínate, a tanta altura viendo la ciudad, el barullo de los coches que quieren ir a algu-na parte a la que quizás no lle-guen como me pasó a mí que en medio de la calzada corrí hasta alcanzar la carretera y giré y volví a girar y continué andando sobre camino protegido, no en-tre los vehículos, qué va, pero un camión perdió la dirección y me dio con mucha fuerza y si-guió atropellando a algunos co-ches, es lo que vi mientras anda-ba por el aire, con los colores muy llamativos y además, insóli-to, escuchaba las discusiones y las conversaciones serenas de la gente dentro de los coches, y yo preguntándome, allá en el aire, si lo había buscado, tantas veces fastidiando con el deseo de mo-rir, con la averiguación del por qué no el suicidio, la investiga-ción de causas, de análisis, las tonterías de unos y otros, tanta gente sabelotodo, tantos dados a filosofar alrededor de lo que se debe y no se debe hacer, así las cosas, nunca intenté matarme, pero lo soñé tantas veces en medio de oscuridades de la mente que se quiere nula, que se quiere off side, de la mente que no se quiere nada… que pensé que había provocado el acciden-te para morir así de lindo, así de fantástico, imagínate, volando tan espectacularmente con lo enamorado que yo siempre fui de los trapecistas de los circos,

mis números preferi-dos, repitiendo fun-ciones sólo para ver desde distintos ángu-los, a veces con prismáticos, otras veces desde abajo, con la cabeza retor-ciéndose para no per-der detalle y verles en sus distintos estilos, y de pronto, un camión que me da un golpe tan impresionante que ni me entero de dolor alguno, porque en el acto echo a vo-lar y vaya si vuelo, estoy todo el tiempo recordando ese viaje maravilloso que ni siquiera recuerdo nada de cuan-do caí y me rompí todo el cuer-po y amanecí por estos campos sin gente, sonidos ni emociones, sólo camino, recorro un camino infinito en el que ni me siento mal ni me siento bien, en el que, bueno, si me apuras, más bien me siento bien porque sólo cuento con las imágenes de mi gran vuelo final, del divino acci-dente y una sensación de pleni-tud porque nada de lo que me afligía como común de los mor-tales me persigue, aquí no hay cuentas que dar a nadie, o eso parece, imagínate, ni siquiera sé cuánto tiempo llevo muerto, sólo me acompaña el imponente vuelo sobre la carretera despi-diéndome de la vida mientras los demás siguen con su duer-mevela, sus somníferos para despistar al insomnio, sus carga-mentos de complicaciones senti-mentales, sus caudalosas deudas, sus sueños y sus enfermeda-des… pero yo no, ya estoy libre de toda carga, lo dicho, imagína-te, iba andando pero se me hac-

ía tarde y empecé a correr, me encontraba más ágil que de costumbre, y no veía la hora de llegar a no sé dónde, eso sí que no, pero tenía que hacerlo rápido, sería una cosa de traba-jo o algo, no sé, una gestión o lo que sea, y un camión me aturde a bocinazos, me aturde tanto el muy cabrón que me deja sordo, y antes de ver bien su trompa, va y me da y yo que salgo volando y desde allí lo veo todo hasta que caigo no sé dónde ni encima de qué o de quién y aquí me tienes deam-bulando por un campo con luz de atardecer, como si fuera un decorado iluminado con cuatro céntimos, película barata, obra de teatro sin presupuesto, nada cambia, nada se altera, no me duele nada, no sufro por nada, y recuerdo, me recuerdo volan-do, y cuanto más recuerdo más claras son las imágenes de mis admirados trapecistas, qué co-sa, imagínate que de pronto se me aparezcan como en el Rin-gling Brothers, el circo más

La muerte es otra cosaLa muerte es otra cosaLa muerte es otra cosa, por Horacio Otheguy Riveira

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grande del mundo, el que se atrevió a las tres pistas simultá-neas, algo mareante, que te de-jaba descompuesto, pero una vez que te acostumbrabas no había nada más excitante, tres pistas con trapecios volantes, un grupo en la de la izquierda, otro en el de la derecha y en el centro dos bellezas que parec-ían salidas de un cuento de hadas, todos moviéndose con un desparpajo y sentido estético y del peligro asombroso, y así como lo deseo aparecen los tres grupos en las tres pistas y yo no sé lo que soy, si el vendedor de refrescos, golosinas y globos, el limpiador de la mierda de los elefantes o el más apuesto de los jóvenes del espacio, el más aplaudido, este que vienen a buscar sin pregunta alguna, sin esperar de mí más que esta son-risa con la que los recibo, deján-dome llevar para sentir por vez primera que las cosas no son como se piensan ni se sueñan, porque las cosas no son ni pa-recen ni se buscan ni se encuen-tran, en todo caso las cosas y los seres vivos no hacemos otra

cosa que deambular por ahí, ca-minar, discutir, pelear, compla-cer… o volar para percibir el so-nido de una fuente de agua que aparece sin venir a cuento y en el susurro del agua que discurre, una voz en un idioma irreconocible, pero suficientemente amorosa como para decirte que ahora sí, al fin, la función va a comenzar.

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P aula acabó convencién-dome, con ella es inútil resistirse, resulta tan

convincente que consigue que veas como necesario lo que en principio consideraste uno más de sus caprichos.

El caso es que allí estaba, dis-puesto a conocer a un grupo de lo más variopinto, que se reunía una vez por semana para com-partir sus experiencias literarias desde el lado del escritor.

Cuando dijo ―Ya hemos llega-do‖ quedé sorprendido, no imaginaba que el punto de en-cuentro fuera un bar repleto de clientes, de ruido, poca luz y olor a grasa… Quise expresarle mi extrañeza, puede que con la oscura intención de ganar tiem-po antes del incómodo momen-to del encuentro, las presenta-ciones, pero Paula se me había escapado y ya en el interior sa-ludaba a sus compañeros mien-tras me hacía gestos de insisten-cia para que me aproximase.

Obediente, la seguí, bajé los dos peldaños que había a la entrada y fue entonces cuando lo per-cibí por primera vez, era una presión extraña, como si al-guien desde la calle tratara de retenerme e impedir que acce-diera al local. La sensación fue tan fuerte que incluso me giré para comprobar qué pasaba, pero detrás de mí no había na-die, era yo el único que en aquel momento cruzaba el marco de la puerta.

Sería mi mente que quería hacerme ver que no era de este modo como imaginé pasar la tarde con Paula, pero ya no había remedio.

-Mirad, chicos, es Ramón, mi amigo de la infancia, ya os he hablado de él. Aunque lo veáis

con esa apariencia de no haber roto un plato, os puedo asegurar que es divertidísimo y además escribe de maravilla.

Horacio, el responsable, el talle-rista jefe, como Paula le llamaba, me tendió enseguida su mano

-Bienvenido, Ramón, ¿qué te voy pidiendo?

-Una cerveza, gracias.

Uno a uno todos me fueron salu-dando cariñosamente mientras yo me esforzaba por grabar en mi memoria sus nombres y no con-fundirme después, pero aún per-cibía aquella extraña presión que me había asaltado a la entrada y me estaba haciendo sentir real-mente incómodo.

Bebimos, hablamos, reímos, y por mi parte hice cuanto pude para parecer uno más en el grupo, pero mis ojos, de manera obstina-da volvían una y otra vez hacia la puerta, aquella fuerza desconoci-da había acabado apoderándose de mí de tal modo que ahora era todo yo, mi cuerpo entero, el que deseaba salir de allí, escapar, pero ¿de quién?, ¿de qué?

-¿Bajamos ya?- Preguntó Hora-cio.

-Sí, vamos.

Todos comenzaron a caminar hacia el fondo del local abriéndo-se paso entre los demás clientes. Paula y yo fuimos los últimos en apurar nuestra cerveza y seguirles, pero cuando solo habíamos avan-zado unos metros un escalofrío me estremeció por entero.

-¿Te pasa algo? ¿Te encuentras bien? Tienes muy mala cara.

-No, nada, no te preocupes —le contesté— ha sido solo un mo-mento, ya se me pasa. Vamos, que perdemos a los demás.

Reanudamos la marcha, pero in-

tencionadamente esta vez la dejé pasar delante, me estaba costan-do mucho caminar, sentía las piernas pesadas y poco a poco me fui distanciando. Al notar que no la seguía, Paula se detu-vo, me buscó y desde lejos me hizo gestos para que me diera prisa. Al llegar junto a ella traté de disculparme, incluso recuerdo que le gasté una broma por la encerrona que me había prepara-do, ella se rió, como hacía siem-pre, y sin darle mayor importan-cia cogió mi mano y tirando de mí para que no volviera a per-derme continuamos por donde habían ido sus amigos. Dócil-mente me dejé llevar por entre grupos de clientes que apuraban sus bebidas, pero al llegar a un punto mis pies quedaron como anclados y tuvimos que detener-nos. Estábamos en el comienzo de una escalera que descendía hasta el sótano donde supuse se reunía el taller, pero no podía seguir, me sentí paralizado.

De nuevo Paula se impacientó:

-No pensarías que nos íbamos a quedar aquí arriba ¿verdad? Venga, no le eches más cuento que nos están esperando.

Soltó mi mano, se dio la vuelta y comenzó a bajar a toda prisa, después la vi desaparecer tras una puerta que dejó entreabierta para que yo la cruzara. Sin em-bargo no pude seguirla, y lo in-tenté, juro que lo intenté, pero aquellos escalones, aquellos es-calones parecían haber tomado vida. Era como si una corriente desenfrenada de agua discurriera debajo de ellos y les hubiera sol-tado de sus cimientos forzándo-les a ir de un lado a otro, subir y bajar, crecer desmesuradamente para de inmediato menguar has-ta quedar convertidos en una ínfima expresión y todo sucedía

Paula acabó convenciéndomePaula acabó convenciéndomePaula acabó convenciéndome, por Paula Alfonso

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a un ritmo vertiginoso. La se-cuencia era infernal, amenaza-dora. Cerré con fuerza los ojos para dejar de ser testigo de aquella locura, pero en mi cabe-za empezó un zumbido que acabó haciéndome perder el equilibrio y tuve que apoyarme en la pared para no caer.

Preocupada por mi tardanza, Paula salió de nuevo a la escale-ra y al encontrarme en ese esta-do subió corriendo a socorrer-me.

-Ramón, por Dios, qué te pasa, estás lívido.

-No lo sé, desde que hemos entrado me encuentro muy mal.

-Te has debido marear, venga, vamos abajo con todos, te sien-tas y verás cómo se te pasa.

Muy despacio, cogiéndome por la cintura, me ayudó a descender por lo que para mí seguía siendo una montaña rusa zigzagueante y brutal, después nos encamina-mos hacia aquella sala cuya puerta permanecía entreabierta.

Cuando ya estábamos a punto de cruzarla no pude más y me detuve.

-Paula, perdona, creo que tengo que irme, soy incapaz de entrar ahí… diles a tus amigos que lo siento… otro día tal vez.

Me solté de sus brazos e hice ademán de girarme para mar-char. Desconcertada, Paula qui-so acompañarme, ir conmigo, decía, pero la tranquilicé asegu-rando que ya estaba mucho me-jor, que lo único que necesitaba era el aire fresco de la calle. Im-pacientes, los del taller comen-zaron a llamarnos, ella me miró indecisa y volvió a insistir.

-¿Seguro que ya estás mejor? ¿No quieres que te acompañe?

-Ya estoy bien, no te preocupes, te prometo que cualquier otro día volveré y entraré contigo.

-De acuerdo, pero que te conste que sigues siendo un cabezota.

Me dio un beso rápido en la

mejilla y franqueó aquella puer-ta.

A solas ya, me volví hacia la escalera y quedé sorprendido al ver que por alguna extraña razón había dejado de moverse, los peldaños parecían sólidos, su apariencia ahora era normal. Con cierto recelo apoyé el pie en el primer escalón, lo sentí firme, seguro, resistente, encaré el segundo, ningún cambio, to-do parecía bien, continué su-biendo el tercero, el cuarto, y entonces reparé en la ventana. Estaba en la pared a la altura justo de mi cara. Deslizando mis ojos por su madera agrietada y llena de grasa, se me despertó una imperiosa necesidad de to-carla, de abrirla de par en par y ver qué se escondía al otro lado.

Y ¿por qué no? Sin dudarlo es-tiré el brazo, apoyé mi mano sobre el sucio picaporte, pre-sioné y la cerradura cedió. Un viento frío y a la vez reconfor-tante sacudió mi cara cuando finalmente las dos hojas gira-ron. Me aproximé a los barrotes de la reja y lo que encontré al otro lado fue un simple y senci-llo patio de vecinos. ¿Qué era lo que esperaba encontrar? Cerré los ojos y me mantuve todavía allí unos instantes saboreando los olores de cenas recién hechas, escuchando retazos de conversación que se mezclaban con los sonidos de la tele, y sin poderlo evitar a través de ellos me vi transportado a mi casa, mi pequeña y segura cocina, a mi refugio, a mi paz.

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¿Pero por qué sigo aquí? ¿Por qué no me he ido ya y he pues-to final a esta aciaga noche?

Abrí los ojos y con determina-ción me separé de la ventana, cuando estaba a punto de enca-jar sus hojas y cerrarla reparé en otra similar que había al otro lado del patio. También estaba enrejada y me pareció ver que detrás de sus barrotes o mejor apoyado en ellos había algo. La oscuridad solo me permitía in-tuir un bulto, un cuerpo in-móvil, pero alguien en el piso superior encendió la luz y en-tonces lo vi con claridad, era un niño de pocos años. Asomaba su cara por entre dos barrotes a los que estaba firmemente aga-rrado y me miraba, desde el principio hubo en él algo que me alarmó y no tardé en descu-brirlo, sus ojos, aquellos ojos que apenas pestañeaban estaban inundados de un pánico aterra-dor. En ese momento me des-mayé.

Al despertar reconocí que esta-ba en la habitación de un hospi-tal, el silencio, las letras en las sábanas, aquel olor a desinfec-tante, ¿qué me había pasado?, ¿por qué me encontraba allí?, traté de encontrar respuestas pero mi mente no recuperaba nada. Intenté entonces levantar-me, pero estaba tan débil que apenas me moví.

-¿Por qué no me avisaste, Ramón?, ¿por qué no me dijiste que no podías volver a entrar allí?

Era Paula y parecía realmente asustada, tenía una de mis ma-nos entre las suyas y me habla-ba muy cerca, como si temiera que no pudiera oírla.

-¿Allí?

-Sí, en aquel local, en aquel sótano.

Cerré los ojos y como si estu-viera ante la proyección de una antigua película comencé a revi-vir con una fuerte sensación de

pánico escenas que creí enterra-das para siempre.

El saco con el que me cubrieron la cabeza olía a vómitos e inmun-dicia y era tan tupido que casi me impedía respirar. Me lo habían puesto al sacarme por la fuerza de mi casa. Me resistí cuanto pude, al bajarme por la escalera grité con desesperación pidiendo auxi-lio, pero sabía que nadie, ningún vecino abriría su puerta para ayu-darme, era mucho el miedo que se tenía. Escuché cerrarse tras de mi la pesada puerta del portal, y el frío de la calle sacudió mi cara. Llovía y las gotas de agua tras colarse por entre la trama de aquella arpillera me iban dejando en los labios el sabor de la sucie-dad y el miedo que aquel tejido tenía acumulado. Después sentí que abrían la portezuela de una furgoneta y de un empujón me tiraban dentro, a partir de ahí comenzaron a golpearme.

-Sucio comunista de mierda, te vas a enterar ahora. Maricones, que sois todos unos maricones, ¿qué?, ¿te quejas?; duele ¿verdad? ¿Dónde están tus cojones ahora?, eres un hijo de puta, un asquero-so niñato de papá. Te teníamos ganas, ¿sabes? Y nos vamos a encargar bien de ti.

A través de las voces intenté cal-cular cuántos estaban cerrados allí conmigo, pero el dolor de sus golpes me hacía perder la cuenta y tenía que volver a empezar. Co-mo un pelele fui zarandeado de un lado a otro, y si me dejaban en el suelo aún era peor porque las patadas venían de todas direccio-nes. La sangre me salía a borbo-tones por la nariz y me obligaba a apurar con la boca un aire a todas luces insuficiente, dentro de aquella arpillera me estaba as-fixiando.

En el partido nos habían aleccio-nado, nos preparaban para que resistiéramos el dolor y no nos doblegáramos, nuestra victoria era aguantar sin hablar, lo único que nos podía hacer sentir más

fuertes que ellos era no delatar a nuestros compañeros, que de nuestros labios no saliera ni uno solo de sus nombres.

De pronto una de aquellas voces dio la orden y el vehículo se pu-so en marcha. Noté cómo mis agresores ocupaban sus asientos y parecía que por unos minutos se olvidarían de mí. ¿Quién me habría delatado? Anoche supi-mos que estaban haciendo una redada por el barrio, y tuve tiem-po para deshacerme de todo lo que pudiera implicarme. Sin em-bargo, estos bestias al no encon-trar nada metieron bajo mi colchón unos pasquines y era por eso por lo que me iban a implicar. Me los mostraron cuando todavía estábamos en mi casa y aunque solo los vi un mo-mento supe enseguida que no pertenecían a mi célula sino a otra que había caído dos meses antes, qué estrategia más burda para detenerme. Pero si habían venido a por mí era que alguien les había dado mi nombre, mi dirección.

-Eh, tú, nenaza, no te vayas a dormir ahora, ¿quieres un poco de agua para el camino? Ahí va.

En medio de sus carcajadas noté que un chorro caliente me re-corría la cabeza, me mojaba los ojos, la boca, la nariz. No me defendí pero las heridas comen-zaron a escocerme rabiosamen-te.

-Venga, muévete, escoria, que sois todos escoria.

De nuevo otra patada en los riñones me hizo bramar de do-lor.

Comenzaron a hablar de la reu-nión que habían tenido el día anterior, al parecer todos estu-vieron de acuerdo en que era necesario planificar nuevas estra-tegias, cerrar más la pinza antes de que el Generalísimo faltase, porque después, quién sabe.

Me vino una arcada y vomité dentro de aquel saco, el olor era

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horrible

Al cabo de un rato un frenazo me hizo intuir que habíamos llegado a nuestro destino. Al-guien me cogió de un brazo, me puso en pie y tiró de mí hacia fuera. El frío de la noche fue como un bálsamo para mis heri-das, pero duró muy poco, de nuevo me tomaron entre dos y casi en volandas me hicieron atravesar la calle.

-A sus órdenes, mi sargento. Dígale al capitán que hemos pescado a otro. Le llevo a inter-rogatorios.

Me condujeron por lo que pudo ser un vestíbulo, desconozco si grande o pequeño porque mis pies apenas rozaban el suelo. Al llegar a un punto me soltaron y caí como una marioneta, una fuerte patada en la espalda me hizo rodar por unas escaleras que parecían no tener fin. In-tenté protegerme la cabeza y dejar que fueran la columna y las costillas las que se llevaran la peor parte, pero creo que dio igual, fui dando bandazos hasta acabar sobre unas losas frías y húmedas. Brazos robustos me

pusieron de nuevo en pie y me llevaron a una habitación, me sentaron en una silla y después me ataron de pies y manos. Al fin retiraron el saco de mi cabe-za y me esforcé en ver, saber dónde estaba, mirar la cara de los que iban a ser mis torturado-res, pero la hinchazón y el un-güento de vomito y sangre había cosido mis párpados y no los podía despegar.

Enseguida percibí una claridad muy molesta y traté de esquivar-la volviendo la cabeza, pero una mano me lo impidió.

-Verás cómo con esto se te acla-ran las ideas.

Un cubo de agua dio directo en mi cara, casi me ahoga, pero con ello logré abrir un poco los ojos. Sin embargo, ahora era la inten-sa luz del reflector la que me impedía ver. Detecté tres bultos, al menos eran tres los guardias que estaban en aquella sala con-migo. Uno de ellos se me acercó.

-Hueles muy mal, ¿sabes?, pero aun así me voy a sentar a tu la-do.

Escuché cómo arrastraba una silla y efectivamente se colocaba muy cerca.

-Mira, chaval, tú no deberías estar aquí, en realidad sabemos que no eres responsable de na-da malo. ¿Que últimamente te has rodeado de compañías diga-mos poco aconsejables? Y quién no, ¿que incluso has hablado más de la cuenta?, pero vivimos en un país libre y eso no es un delito. Así que sé inte-ligente, colabora y en media hora estás de nuevo en tu casa como si no hubiera pasado na-da. Mira, has tenido la suerte de que hoy esté yo de guardia y, qué quieres, me has caído bien, pareces buen chaval así que cuando te deje con mi compa-ñero procura no cabrearle por-que ese sí que tiene mala leche, si quiere te lo puede hacer pasar muy mal ¿estamos?

Asentí con la cabeza.

-Hala, chaval, a ver si la próxi-ma vez que te vea es para darte los papeles porque te vas a tu casa, de ti depende, todo es mu-cho más fácil si tú colaboras.

P á g i n a 1 1 S p e s U n i c a

Page 12: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

Escuché cómo se levantaba y retiraba la silla. Lo siguiente que noté fue un intenso puñetazo en el estómago que me cortó la respiración.

-Yo soy el de la mala leche y mira cómo me las gasto, así que habla, quiénes más están conti-go. ¿Qué creéis, que porque no hayamos estudiado, porque no hayamos ido a la universidad somos gilipollas, o qué? Sabe-mos que perteneces a una célula comunista, que en la manifesta-ción del jueves tú eras uno de los cabecillas, a ver, quiénes eran los otros, danos sus nom-bres, contesta.

Otro puñetazo, esta vez directo en la mandíbula que estuvo a punto de arrancarme la cabeza.

-Andrés, vamos con él a la ba-ñera —ordenó—. Verás cómo allí sí cantas.

Soltaron mis ligaduras, me pu-sieron en pie, para después arrodillarme ante una gran pile-ta llena de agua. Una mano me cogió de los pelos y sumergió mi cabeza con fuerza en aquel líquido que sabía a azufre; no podía respirar, me ahogaba, quería gritar y sólo conseguía que por mi boca entrase más agua; traté de zafarme, pero era imposible, la fuerza de aquellos brazos era descomunal. Al fin de un tirón me sacaron, los oí-dos me zumbaban y por más que abría la boca no conseguía aspirar todo el aire que mis pul-mones demandaban. De nuevo aquella mano me volvió a su-mergir en el agua. No sé cuán-tas veces lo hicieron porque perdí el conocimiento, o eso creo porque lo siguiente que recuerdo es verme en una celda oscura y fría.

Había un sucio camastro y co-mo pude me arrastré hasta él, cerré los ojos con el deseo de evadirme, imaginar que no esta-ba allí, sino en cualquier otro lugar, pero el dolor, la sed, el

miedo y aquellos alaridos que durante toda la noche traspasaron las paredes me obligaron a no moverme de aquella horrorosa realidad

No sé cuánto tiempo pudo pasar hasta que vinieron de nuevo. Las mismas voces, la misma tortura, el mismo dolor, pero no hablé, no les di ningún nombre. Alguien dijo en una ocasión que aunque cantáramos el tormento seguiría, y si realmente era así, para qué les íbamos a dar ese gusto.

De pronto aquel que dijo que le había caído bien, se acercó y de una patada me tiró al suelo con silla y todo.

-¡Bueno!, ya está bien de contem-placiones, ¡a este hay que darle el paseíllo y me voy a encargar yo ahora mismo!

Vi cómo metía su mano debajo del brazo y la sacaba empuñando un arma que sin contemplaciones apoyó en mi sien. En aquel mo-mento estuve seguro de que iba a morir y me pareció tan injusto. Era tan joven y tenía tantos pla-nes para el futuro, terminar mi carrera, encontrar novia, casarme. Recordé a mis padres, mis herma-nos, el resto de mi familia, mis amigos. Qué les dirían sobre mí, de qué modo iban a justificar ante ellos mi muerte. Creo, bueno, no, estoy seguro de que lloré, pero enseguida me rehice, si aquellos iban a ser mis últimos instantes con vida debía aprovecharlos y una certeza me ayudó ocupando por completo mi mente, la de la victoria. A pesar de que estaba maniatado y que todo mi cuerpo era una llaga les había vencido, a ellos, a aquellos energúmenos que se mofaban de su crueldad, de su sadismo. De mis labios amorata-dos y sangrantes no escapó ni un solo nombre. Recuerdo que este pensamiento me inundó de valor y levanté la cara que hasta enton-ces había tenido caída sobre el pecho. Lo hice no para implorar piedad al que iba a ser mi asesino, sino imaginando qué imagen

podía tener mi futuro, aquel que estaban a punto de arrebatarme y despedirme de él. Entonces vi aquella ventana abierta, daba a un patio de vecinos. Por unos instantes soñé que volaba a través de ella, que dejaba de sen-tir en mi sien la frialdad de aquel cañón que cruelmente me pre-sionaba, que nada me dolía. De pronto en la negrura de aquel patio alguien de un piso superior encendió la luz y todo el espacio se iluminó. Entonces me fijé que en la ventana que quedaba justo enfrente había un niño. Asoma-ba su cara por el hueco entre dos barrotes, estaba muy quieto y me miraba. Parecía aterrado, sus ojos reflejaban un pánico como nunca antes había visto, entonces me invadió una pro-funda tristeza y como pude le sonreí, sí, no sé si él llegó a per-cibirlo pero antes de que el dis-paro sonara, le sonreí.

Es todo cuanto recuerdo de aquellos días.

P á g i n a 1 2 S p e s U n i c a

Page 13: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

20

P or la mañana temprano,

Gricel desayunaba en el

comedor de la casa,

mientras su madre abría la hos-

tería, y su padre estaba ya en la

estación de servicio, cuando

apareció Federico.

—Qué madrugador.

—Se ve que el aire serrano em-

pieza a surtir su efecto—. Dijo

el hombre. —En pocas horas

descansé lo que nunca en Bue-

nos Aires.

Gricel le sirvió un tazón de café

con leche, y unos pastelitos de

dulce de membrillo.

—No ocupes tu cuarto por un

rato, lo tengo que limpiar—. Le

dijo.

Federico se le quedó mirando.

—Ojalá nos conociéramos re-

cién ahora—. Le dijo.

—¿Para qué?

—Entonces no sabrías nada de

mí, sería solo otro viajero de

paso. Sería misterioso, quizás.

Alguien que tiene que participar

de las buenas costumbres, pero

sin comprometerse demasiado.

Tal vez llevara una fortuna en mi

bolso, o un revólver.

—O un cadáver descuartizado—.

Se rió Gricel. —No sé, se me

hace que no escapás demasiado

de esa descripción que estás

haciendo… Como sea, no sé na-

da de vos, y… Solo sos un viajero

de paso.

—No lo sé… —. Cerró los ojos,

e hizo un gesto leve de dolor. —

Tengo que tener cuidado, no es-

toy en posición de hablar tan a la

ligera.

—¿Cuál es el peligro?

Federico abrió los ojos. La miró

con tristeza.

—Caer por el abismo.

—Da la sensación de que si so-

plo, caes—. Dijo la chica.

Federico asintió con el gesto.

—Por favor, no soples.

Estuvo por preguntarle qué era lo

que necesitaba, pero le dio miedo.

Tuvo miedo que él le respondiera

que necesitaba un milagro; tuvo

miedo de que estuviera quebrado,

roto, y que él no lo supiera, y que

entonces, ahora, se diera cuenta.

Tuvo miedo que se le muriera en

las manos, como un pájaro caído

en invierno.

21

E ntonces, en los días que

se sucedieron, Gricel

procuró alegrarlo; lo

llevó a la cumbre del cerro Uri-

torco, a ver el pueblo desde allí.

Lo llevó luego a los bailes del

Club Social, y a las carreras de

bicicletas de Cosquín. Le permi-

tió compartir el tiempo con su

familia, oír la historia de su naci-

miento de boca de su madre, y

anécdotas, como aquella del

tren, la primera vez que llegaron

a Córdoba, y la del certamen de

belleza. Y le hizo escuchar los

discos de Caruso, de su madre, y

por último, lo llevó al pie del

cerro Uritorco y se adentraron

en la foresta, siguiendo la huella

del arroyo, y sobre una alfombra

de trébol se encontraron recos-

tados uno junto al otro.

De pronto, la mano de él apoya-

da sobre la piel de su vientre,

que subrepticiamente había des-

lizado por debajo de la camisa,

trastocó el entorno y su dinámi-

ca de un modo para ella desco-

nocido, descubrimiento de vestal

que pronto deja de serlo, y tuvo

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Otra vez Gricel Otra vez Gricel Otra vez Gricel (novena entrega),

por Roberto Langella Esta novela está inspirada en la historia real de amor que vivieron José María Contursi (1911—1972) y Su-

sana Gricel Viganó (1920—1994). Contursi fue uno de los poetas de la era de oro del tango, quien entre

otras canciones, compuso Gricel, el tema central que le dedicara a su musa.

Gricel pertenece al repertorio clásico del tango argentino.

Esta historia no pretende ser más que un homenaje a esta historia de amor, por lo que no se deberían bus-

car precisiones históricas demasiado exactas. Del mismo modo, los nombres de los personajes reales fue-

ron cambiados.

También, deseo agradecerle a mi amigo Horacio Otheguy Riveira, por el tiempo dedicado a la corrección de

este trabajo, y por sus observaciones siempre oportunas.

R. L.

Page 14: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

miedo y a la vez arrobamiento

en el despertar de su primer

erotismo.

Supo que la tibieza del amor y la

del sol de primavera producían

la misma sensación en el cuerpo,

y que la voluntad exploradora

nos transforma para siempre en

un instante. Y conoció que el

peso del cuerpo del hombre

amado es réplica a escala del

paisaje que circunda. Y que la

saliva ajena en el propio cuenco

es el caldo en que se cuece la

propia historia, hasta el final.

Y por fin brindó su primer per-

miso, su primera renuncia, y

supo lo que es ser invadida, con-

quistada, desarmada y rehecha, y

consumada en toda la fuerza de

la naturaleza de ser mujer. Por

fin estalló y rompió en llanto, en

la ambigua sensación de toda

primera vez, a mitad de camino

entre la plenitud y la pérdida.

De pronto quedaron los dos

boca arriba, ambos jadeantes y

sudados, recomponiendoer el

itinerario apenas hace segundos

transitado, ya sin posibilidad de

vuelta atrás.

Y después y sin darle a ella tiem-

po lo vio reír, correr, bailar, sal-

tar, brincar, payasear, cantar y

volver a reír. Y lo vio brillar y

creyó verlo revivir. Y otra vez

Gricel tuvo miedo, volvió a re-

cordar el milagro, la pendiente,

el abismo. Y volvió a temer el

quiebre, la fisura, la grieta en la

cerámica, por donde se pierden

todos los contenidos.

22

H acía dos semanas que

Federico estaba en la

casa. Todos se habían

familiarizado con la amistad que

mantenía con Gricel. Se veía a

la chica empinar la cumbre de la

alegría, y esto agradaba a los

parroquianos. Aunque la pareja

no había participado a nadie la

relación verdadera que los unía,

Isabel y Don Américo sospe-

chaban ya algo, aún sin atrever-

se a decírselo a ellos mismos. Y

no era que esta relación no les

agradara, todo lo contrario,

habían cobrado un especial

afecto por Federico, y no eran

prejuiciosos en cuanto a que se

trataba de un hombre casado y

con hijos pequeños; incluso,

parecían perder de vista seme-

jante detalle. O simplemente,

preferían que los hechos se des-

arrollasen por sí mismos.

Pero esa mañana, ordenando el

cuarto de Federico, al acercarse

a la cama, Gricel pateó algo

debajo de ésta, que sonó a vi-

drio.

Se agachó y miró, luego estiró

un brazo y retiró una petaca

vacía de whisky. Se la quedó

mirando.

Después se agachó junto a la

mesa de luz, y abrió su porte-

zuela, debajo del cajón. Gricel

se echó hacia atrás con apren-

sión. Allí había una decena de

petacas vacías, y cinco más lle-

nas.

Por la tarde, Federico y Gricel

se sentaron apoyados en uno de

los surtidores de nafta. Estuvie-

ron un rato en silencio.

—¿En qué pensás?—. Le pre-

guntó él.

—En tus únicas tres cosas ver-

daderas: Vos, yo y el tango. Es

bueno que sean tan pocas, si

fueran más, sería más difícil…

A Federico le brilló la mirada.

—¿Qué?—. Preguntó.

P á g i n a 1 4 S p e s U n i c a

Page 15: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

—Empezar, darle un sentido a

tu vida—. Federico se le quedó

mirando, luego bajó la vista. —

¿Qué?, ¿qué pasa?

—Me quedé pensando. Tu vida

sí tiene sentido.

—La tuya también la tiene,

sabés qué cosas son verdaderas.

—Pero vos tenés más cosas

verdaderas que yo… ¿Yo cuen-

to entre tus cosas verdaderas?

Gricel se le quedó mirando.

—Estamos charlando. Estás

sentado a mi lado, y estamos

charlando. Sos el hombre que

me hizo mujer. Espero que no

seas nada más que un fantasma.

—No, yo soy real—. Sonrió.

—Hasta que dejas de serlo—.

Respondió la chica, con cierto

fastidio.

—¿Cómo?

—…Nada, no me hagas caso…

—Dijiste que a veces no soy

real.

Gricel le sonrió, le acarició el

cabello.

—Mientras estés conmigo,

siempre vas a serlo.

Federico se quedó pensando.

Tomó una ramita del suelo y

dibujó con ella un triángulo en

el polvo. Sobre el vértice supe-

rior, escribió la palabra ―tango‖,

y en los inferiores, escribió sus

iniciales y las de Gricel.

—No, no es así—. Dijo la chica,

borrándolo con un pie; luego le

quitó la ramita y dibujó su ver-

sión, donde el nombre de Fede-

rico estaba arriba, y el de ella y

la palabra ―tango‖, abajo.

—No, así no me gusta—. Dijo

él.

—Sí, es así. Tenés que tener con

el tango la misma relación que

tenés conmigo. No pongas al

tango por encima de nosotros.

—¿Qué tiene de malo?

Gricel se desesperó.

—¡Que nos va a matar, ¿no en-

tendés?!

La respuesta fue como un golpe

para Federico. Hasta pareció

tambalearse, como un boxeador

que retrocede para tomar aire.

Se quedaron nuevamente en

silencio, apenados. Entonces

Federico vio la cadenita de plata

asomando por el cuello de la

remera de Gricel, la que él le

hubiera regalado hacía cuatro

años, en Buenos Aires. El hom-

bre tomó la cadenita entre sus

dedos.

—No te la quitaste nunca.

—Me prometí a mí misma

quitármela cuando conociera a

alguien como vos. Ahora puedo

hacerlo—. Se sonrió.

—No, no te la quites—. Mur-

muró él.

Gricel lo miró. Federico se res-

tregaba la frente con un cansan-

cio milenario. Entonces ella se

dio cuenta.

—Te vas a ir, ¿no?—. Le dijo.

El asintió con un gesto.

—Mañana. Tengo que pensar

en mis hijos; ya hace varios días

que…

Y siguió explicando, pero ya

Gricel no lo oía; su atención

había volado lejos, hacia el vacío

que comenzaba a sentir en la

boca del estómago.

Continuará

P á g i n a 1 5 S p e s U n i c a

Page 16: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

P á g i n a 1 6 S p e s U n i c a

Consultorio Astrológico SpesunicaConsultorio Astrológico SpesunicaConsultorio Astrológico Spesunica

Informe de vidas pasadas:

Nuevo servicio de Spesunica

Los eclipses solares y lunares prenatales nos brindan información acerca del karma de

un individuo, las características en conjunto de sus vidas pasadas y el correlato que de

ello puede deducirse respecto de su vida actual.

Esquemáticamente, podemos decir que por el signo zodiacal de su eclipse solar es que

se indica las lecciones que ha venido el individuo a impartir a sus semejantes, mientras

que el signo de su eclipse lunar es la guía de lecciones que necesita aprender para una

ulterior evolución del karma.

Un resumen de esto se agrega en el informe convencional de carta natal que nosotros

brindamos desde nuestros inicios.

Ahora ofrecemos una versión extendida, con una información realmente profunda, deta-

llada, y lo más importante, de uso práctico, complementaria a la de la carta natal, por lo

que, podemos agregar, ni siquiera es necesario para el consultante creer en la reencar-

nación ni en la teoría del karma.

El informe se divide en dos partes: la referida al eclipse solar y la respectiva al eclipse

lunar, ambos según el signo en que hubieran ocurrido.

Por cada parte se detallan las expresiones consciente, inconscientes y transpersonales

de sus influencias, y una valorable información acerca de la integración física, que brinda

un pormenorizado detalle de la forma que tenemos de somatizar nuestras cuestiones

kármicas, es decir, una valorable información acerca de las causas de nuestros proble-

mas de salud, física y psicológica.

Para la adquisición de este servicio no es necesaria la realización de la carta natal, pero

insistimos que en absoluto esta información reemplaza a la de la carta astral, sino que la

complementa y profundiza.

Se trata de un informe de entre 15 y 20 páginas en formato A4, tipo de letra tamaño 11.

Para ver un modelo de este informe, hacer click aquí.

Para mayor información acerca de este servicio, por favor comunicarse a

[email protected].

www.spesunicastrologia.com.ar

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Capítulo 12

C aen las hojas del otoño, las primeras lluvias que chorrean por las paredes

con goteras impensadas en el lujoso caserón en el que ríen y se persiguen y se adoran el doc-tor Legaré y Rosa Beltrán; siempre que está vestido lo hace con el uniforme de ciruja-no, incluida la mascarilla, apretándose a las nalgas de Ro-sita La Volandiera, que ninguno de los dos sabe lo que quiere decir pero les provoca ansias de correrías en una casa llena de objetos caros, con un piano de cola que nadie toca y el vacío de un robo a gran escala. Pero ya nada le preocupa a Marcial Legaré, encontró detrás del botiquín el escondite perfecto para sus buenos dineros que nadie conocía, producto de operaciones clandestinas: abor-tos y cirugías plásticas en clíni-cas privadas sin facturación. Dinero, dinero, dinero, y can-tan Money, Money, Money, como en la película Cabaret, movién-dose en inventada coreografía y con la voz chillona de Nacha Guevara a la que vieron juntos

el día que les regalaron entradas para el antiguo Teatro Calderón de Madrid; un día raro, Rosa ten-ía entradas, el doctor nada que hacer, y ella que acercaba su pier-na, su mano al muslo, ansiosa, empapada de un deseo ya legen-dario, y él indiferente, riendo las gracias de Nacha y emocionándo-se con sus raros momentos de ternura. Money, Money, Money, la vida resuelta, ninguno de los dos piensa trabajar y no atienden la llamada de los abogados del Hos-pital que llaman a la puerta y gol-pean con sus nudillos de ejecuti-vos repelentes en la ventana mientras ellos bailan procaces, soeces, vulgares, putañeros, y reidores ante los sinónimos que creen encontrar: correderos, pu-teros, buscadores de pollas-coños y de coños-pollas, todo adereza-do de risas, como borrachos que no han bebido ni gota, y los abo-gados que dejan sus cartas y ellos que ríen y se abrazan en la sucie-dad del suelo de hermoso parquet con motas de polvo de tanto tiempo sin aseo, la noche que cae, las bocas que se juntan, pero más aún se aprietan los cuerpos como si el miedo de pronto les alcanza-ra, como si dos desconocidos se necesitaran de pronto en medio

de la noche más bella de sus vidas, víctimas de un inespera-do miedo de perderse, riendo y llorando tan a gusto, como re-ceptores de una vida, ajustados intérpretes de algunas muertes.

U na canasta muy grande con fresas, melones y sandías no se sabe de

dónde, albaricoques de Costa Rica y melocotones de Aragón, y su boca hecha agua, mermela-da de amor con sonrisa de jo-vencita recién llegada al mundo donde los vestidos no están para ponerse sino para quitarse delicadamente, ante la mirada perpleja del joven que te ama y que al tocarte, mucho antes de ser todo él una erecta canción de adolescencia tardía, suspira por retener el instante, la tarde larga, la lluvia pertinaz sobre la ventana, las orquestas sinfóni-cas que se suceden interpretan-do oberturas de óperas italia-nas, pero en realidad inter-pretándote a ti que, desnuda y entregada, sonriente y tímida, llorosa y gimiente, abierta y lúbrica, cerrada y triste, eres todo el universo posible e imposible. De tú a tú, cuerpo a cuerpo, entre penum-bras con la llegada del atardecer y las manos de Ebe recorriendo la mercadería que acaba de es-coger en el mercado, frutas pobladas de palabras y caricias, capaces de despertar la hume-dad deliciosa que él beberá de entre sus muslos como si fuera una canción de cuna para un niño que tarda en aprender a andar porque prefiere la ternura de tu absoluta dependencia…

E n la boca del muchacho no sólo las delicias de su cuerpo encendido,

Page 19: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

sino las frutas en tacos cortadas, una a una, entre risas, cosquillas y caricias para encenderse de nuevo porque la noche es siem-pre joven y aturdidamente eterna para evitar que tenga que salir por la mañana en el taxi y por la tarde al bar y hasta la noche ella sola, consigo misma, conforta-ble, sí, a gusto, sí, pero extraña-mente necesitada de la compañía de quien aún no reconoce como propio. El extraño conductor enamorado de la misma ópera, del orden, del ahorro, a quien no le interesa todo el dinero que ella tiene en las maletas, ni quiere saber nada de su historia, y ella que empieza a revivir con los mimos de su Alfredo Guzmán, nombre y apellido con aroma de canción melódica, como para susurrarle en el cuello empapado en la saliva de sus besos, aquello de Mañana volverás, sé que aquí estarás, Mañana es un eterno beso que nunca se da por satisfecho, que siempre espera más, Mañana es tan cercano y tan distante…

Y el joven que le cierra la boca, el amor recién descubierto, para el que 12 o 14 horas de trabajo jamás le fatigan porque al final de su camino le espera la señora de la sonrisa extraña, de los mus-los ansiosos, del placer contagio-so y del dinero que permanece acumulado en maletas. Como un personaje de una ópera que no conoce, de una novela que no se

ha escrito todavía, de un paisaje lunar con cráteres que al paso de sus manos se convierten en deli-ciosa piel azucarada, canela y azúcar moreno, limón y almen-dras y esa boca que se humede-ce para que él se abra paso y se sumerja en tus secretos como quien se deja llevar por el río que me lleva, a cualquier par-te… con tal de que no amanez-ca, por favor, que no amanezca.

P ero amanece entre el basural de la playa en que se han dormido a pierna

suelta Muñeca y Enrique des-pués de una borrachera de te-quila alternante con vodka, mientras las muchachas que ella contrató tonteaban medio des-nudas a la vera verita vera de un Quique atolondrado que ni caso les hacía hasta que cayó rendido. Muñeca pagó a las bonitas cria-turas pero antes besó sus pe-chos, lamió sus pezones, acari-ció sus muslos y sus sexos: ne-cesitaba constatar que eran de verdad criaturas vivientes con las que podría sucederse un en-jambre de placeres. No se atre-vió a más porque en realidad tampoco llevaba dinero como para pagarles el ejercicio de su profesión sobre su cuerpo, un cuerpo harto por completo del abogado ganador de juegos de azar, disfrutando de la borrache-ra de lo que cree sus propios

triunfos.

Las chicas se van riendo, descal-zas por la playa, todavía cargadas de deseos, capaces de seguir conquistando cuerpos sedientos de belleza y experiencia, pero ellos ya están en condiciones de dormir para reiniciar su jornada de negocios a media mañana, aquí, en estas playas mexicanas y dos días después en Buenos Ai-res para regresar a España y más tarde a París: en todo caso, la firma de Enrique será más que suficiente para quedarse con las ventanas lujuriosas de propieda-des que Legaré no reclamará, y si lo hace estará muerto en vida, todo propiedad de Enrique, po-deres absolutos, como si nadie más existiera. Y viven así, con-fiando en sus estratagemas, des-conociendo que allende los ma-res, en el Madrid de sus amores primeros, otras historias se en-trelazan con ánimo justiciero, historias que se enfrentan, se aman y se odian… y también se investigan.

Tres mujeres detrás de tantas emociones, Madre Legaré, Amanda Brumond y Verónica Azcárate, una niña bien que devi-no en periodista rebelde y detec-tive implacable. Verónica Azcá-rate, la misma que deambula por la habitación preguntándose por qué la anciana millonaria Aman-da Brumond la mandó llamar a las 2 de la madrugada en plena felicidad con su amiga Leticia de los Cármenes Arrizábal, amiga de infancia, tonta irremediable, vacía y frívola, y sin embargo, la más bella poseedora de una boca que la lleva al éxtasis con la faci-lidad de un sabio, y la felicidad de una enamorada. Verónica, Amanda, el tiempo que circula a una velocidad extraña como si nadie viviera en un sitio concre-to y el mundo se revolviera con-tra sí mismo.

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Page 20: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

A las dos de la madruga-da Leticia decidió pasar sus pechos por encima

de los pechos de la amiga, y después besarle la piel de todos los recovecos y las piernas muy lentamente, regodeándose con la lengua en las zonas de com-probada excitación, pero tam-bién en otras, dándole la vuelta como un hot dog en plena asadu-ra, y Verónica que se deja con-teniendo la risa, disfrutando de una falsa dormidera, la noche lluviosa por los grandes venta-nales del ático, y esos labios que dejan escapar una blanda y húmeda lengua que acaricia y reconforta, y Verónica que se vuelca con generosidad, y Leti-cia que hace suyo el exquisito néctar de un amor incondicio-nal, aunque silencioso, sin com-promiso, y en esas que suena el móvil y nadie lo atiende, es música de un cielo extraño, con el que no contaban, pero músi-ca en todo caso, y una y otra continúa con el enlace, tal y como surge en medio de su noche, y ya agitadas, satisfechas —puro chocolate recubierto de merengue y nata— lo atienden al unísono, y escuchan una voz que reconocen, y les hace reír con ganas porque parece la voz de un muerto de película, una voz anciana, desgarrada, de lar-gas noches de tabaco y aguar-diente:

— Vamos, venga, basta ya, de-jaos de jugar y poneos a traba-jar. Necesito que mañana a pri-mera hora —que ya sé que será sobre las 12 del mediodía— venga Verónica a casa, la nece-sito. Ya sabe que cuando digo la necesito es que pagaré bien por un trabajo bien hecho.

A las 12 del mediodía allí estaba Verónica, ma-quillada ligeramente,

disfrazando la lujuria de sus pómulos y sus ojeras, y portan-do la sonrisa que la caracteriza-

ba: seductora, simpática, irresisti-ble.

Tuvo que esperar unos veinte mi-nutos hasta que Amanda Bru-mond descendiera en un ascensor como un personaje de una obra que no recordaba: hermosa ancia-na, altiva, andando mal apoyada en un bastón, con una enfermera a su lado, atenta al menor movi-miento en falso. Con sus pasos cortos ya se puso a hablar. Parecía vivir para conquistar el último aliento, la última conquista de una vida estrambótica que desconocía. En realidad sólo tenía conoci-miento de esa vieja dama por otros contratos muy bien pagados, relacionados con el espionaje in-dustrial, y otros asuntos similares. Aún hoy, después de cinco años en los que siempre la vio igual, no sabe de dónde proviene su fortu-na.

Amanda se sentó en el conforta-ble salón, ordenó que sirvieran un buen desayuno: café de Etiopía, té Bentley irlandés, variedad de bo-llería fina, tostadas de pan de cen-teno, mantequilla asturiana y mer-melada de arándanos. Todo ade-cuadamente servido para que su enfermera devorara cuanto quisie-ra, y Leticia otro tanto, mientras ella sólo tomaba media tostada con mantequilla y una taza de té. Breve, poco, una excusa para po-der encender su cigarrillo. Cada vez que exhalaba el humo se sent-ía como Bette Davis, casi mori-bunda recibiendo la larga ovación del público en el Festival de San

Sebastián de 1989, poco antes de morir en un hospital de París. Ay, cuánto glamour, cuanta ficción trocando verda-dera, cuánto placer iluso, fantás-tico y a la vez real. Encendió otro cigarrillo y habló en un tono afónico casi inaudible:

— Buenos días, Leticia. Menu-da nochecita has tenido, en-horabuena. Recuerdo muy va-gamente los tiempos de placeres encendidos, pero sé que son estupendos. Come, aliméntate sin remilgos. Me encanta verte comer como un animal ham-briento. No tienes que cortarte. Cuando termines el desayuno y te fumes el primer pitillo, te diré por dónde tienes que empezar a investigar.

Continuará

P á g i n a 2 0 S p e s U n i c a

Page 21: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

P á g i n a 2 1 S p e s U n i c a

Page 22: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

#576 08-dic-2010 21:23

Orlando Ampuero

Alma, señora Virreina, Ca-

pitán, don sueñero, mago

Simón, he sido ingresado al

mundo de Suite, de forma

oficial, por el re-jefazo

Hernáez hace pocos minu-

tos. ¿Me tengo que poner

algo, hacer algún baile como

los que hacen touchdown,

cantar algo saltando?

#577 08-dic-2010 21:25

Orlando Ampuero

¡Uffff! hace como media

hora que se publicó mi nota,

y todavía no marca ninguna

ganancia, ¿cómo puede ser?

#578 08-dic-2010 21:25

Alma Delia Chávez Rojas

Perdone mi burronancia, fu-

rioso, pero ¿¿¿qué es un eke-

kos???

Ya fui al google y no pude

menos que soltar una es-

truendosa carcajada -que

asuste hasta a mi hija- al ver

a tan singulares personajes.

No, pues me la pone dificil,

furioso, tendré que analizar

cómo construir un muñeco

de ese estilo, y digo que me

quede así, normalmente las

cosas que elaboro me que-

dan bonitas, jajajaja.

#579 08-dic-2010 21:31

Orlando Ampuero

En Argentina, en sus gran-

des ciudades, las comadres

bolivianas venden limones o

especias en la vereda, y el

Ekeko es parte de su cultura,

es un amuleto de la suerte y

la abundancia, siempre que

lleve bolsitas con semillas

colgadas. Se te va a compli-

car, porque está hecho hueco,

de forma tal que si le pones

un cigarrillo encendido en la

boca, el muñeco lo fuma

completito.

#580 08-dic-2010 21:37

Alma Delia Chávez Rojas

¿¿¿Cuál nota??? hágale publi-

cidad, mínimo para irle a de-

jar un comentarillo.

#581 08-dic-2010 21:50

Orlando Ampuero

Bueno, si vos escribís “la no-

ta de Orlando” en Google, y

no te aparece, es porque no

usé bien el SEO, evidente-

mente.

#582 08-dic-2010 21:51

Roberto Langella

Hágame un puesto de limona-

da como el del chavo del 8,

que siempre quise tener uno;

digo, si no es mucha moles-

tia. Y claro que ya me im-

primí la página de inicio para

ponerla en el cuadrito, al lado

del póster de madonna y del

de la difunta correa, sobre la

cabecera de mi cama.

#583 08-dic-2010 21:52

Roberto Langella

Y usté deje de andar infun-

diendo por ahí que soy un

ekekoinómano, ¿eh?

#584 08-dic-2010 21:58

Roberto Langella

¡Ah!, ¡felicitaciones!; Ahora

el Jefe Hernáez lo va a ini-

ciar en la cosa mística, que

es algo así como el gran hie-

rofante de toda esta cosa

esotérica.

#585 08-dic-2010 22:03

Roberto Langella

Díganos el nombre de su

artículo, maese Orlando, que

todavía no me aparece en su

perfil.

#586 08-dic-2010 22:04

Orlando Ampuero

¡¡¡No me vas a decir!!! Pa-

recía tan serio.

Es algo así como “Carretas

de bueyes de la pampa ar-

gentina en la Colonia”, pero

usté ya leyó una versión.

#587 08-dic-2010 22:09

Orlando Ampuero

Estaban todos contentos con

el post número 500. Vamos a

ver quien se banca el post

número 666.

Se me cayeron las alas Se me cayeron las alas Se me cayeron las alas (parte 33) A la memoria de Eduardo Daniel Melgar

P á g i n a 2 2 S p e s U n i c a

Page 23: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

#588 08-dic-2010 22:15

Orlando Ampuero

Perdón, ¿cómo buscan una

nota ustedes? porque veo que

don Google todavía no se

enteró de mi existencia.

#589 08-dic-2010 22:32

Orlando Ampuero

¡Aaaughh! ¡Ni siquiera estoy

en “Artículos de hoy”!

¿Me hicieron una edición

especial, como le hacían al

“peludo” Yrigoyen?

Calculo que será por la hora.

Bueno, no se impacienten,

esperen hasta mañana. Total,

yo ya la leí como 400 veces.

#590 08-dic-2010 22:52

Roberto Langella

Seguramente tarda en hallar-

se en los buscadores, don

Ampuero, no se ponga ansio-

so.

#591 08-dic-2010 22:53

Roberto Langella

¡Ah!, cuando rondemos el

número fatídico me voy de

vacaciones, ¡vade retro!

#592 09-dic-2010 0:13

Eduardo Daniel Melgar

La www sería 666, así que

estamos vacunados.

#593 09-dic-2010 0:14

Eduardo Daniel Melgar

Pertenecemos al mundo in-

fernal.

#594 09-dic-2010 0:15

Eduardo Daniel Melgar

Por suerte, tenemos a Psiquis

de nuestra parte. Tomemos

limonada nomás.

#595 09-dic-2010 0:59

Roberto Langella

Sí, somos acólitos del güi-

liam bleic.

#596 09-dic-2010 1:25

Orlando Ampuero

¡Yo como sánguches húme-

dos como los del detective!

Y siguiendo sus instruccio-

nes, los como arriba de la

bacha de la cocina, pa’no

ensuciar.

¡Cómo aprende uno con la

literatura!

#597 09-dic-2010 1:28

Veronique de Miguel

¿Cómo es eso, maese Orlan-

do?¿No habíamos iniciado

juntos la su andadura en es-

tas tierras? Aquí vuelvo, con

capa nocturna y ligera. A ver

el puesto ese de limones, que

traigo la garganta seca. ¿Será

que anda Alma por el portal?

#598 09-dic-2010 1:40

Roberto Langella

Si no hay puesto no hay li-

mones, ni jugo, ni chavo del

8.

#599 09-dic-2010 1:42

Veronique de Miguel

Pues entonces me pongo a

hacer gazpacho andaluz, que

es fresco y saludable.

#600 09-dic-2010 1:47

Roberto Langella

Hum... ¿de qué está hecho?,

¿lleva alcohol?

#601 09-dic-2010 1:53

Veronique de Miguel

Nop, lleva tomates, aceite de

oliva, comino, vinagre, pepi-

no, miga de pan, sal y ajo...

es una sopa fría que alimenta

las musas, refresca, aleja

vampiros y te hace decir

“olé”. ¿Gustais?

#602 09-dic-2010 1:57

Veronique de Miguel

Pues como no aparece Alma,

no sé dónde tienen las ollas

y sartenes. Hay que ver,

siempre me pasa igual, llego

de Virreyna y me arremango

enseguida, menos mal que

estaba Roberto en la puerta

masajeándose la quijada,

pero ni puesto de limonada

tienen. Me voy a cambiar los

faldamentos por unos jeans y

me voy al huerto, a ver si

tienen algo creciendo entre

los yuyos.

#603 09-dic-2010 2:11

Roberto Langella

Cuidado que entre los yuyos

duerme el furioso, no vaya a

pisarlo. Eh, suena bien el

gazpacho.

#604 09-dic-2010 2:24

Veronique de Miguel

¡Coño! Gracias por el aviso.

P á g i n a 2 3 S p e s U n i c a

Page 24: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

T engo justa fama de muje-riego impertérrito y con-tumaz, e injusta fama de

donjuan implacable que sólo se adora a sí mismo. Las quiero a todas por igual, y el poder estar con mujeres de diversas edades y personalidades y cuerpos es una bendición de los dioses del Olimpo, ya que nunca he topa-do con una celosa, ni remilgada, ni amenazante. Un paraíso en la piel que me arropa un día sí y otro también, en un vendaval de días con sus noches más locas que cuerdas, más vertiginosas que calmas, más alegres que tris-tes, aunque la tristeza y las difi-cultades de la cotidiana existen-cia las dejo aparte, no vienen a cuento. No al menos a este cuento…

Este toque confesional del ale-gre Guillem de las páginas de la Spes Unica que sólo escribe de gente que admira, aparece por necesidad, tras haber descubier-to por azar a un hombre de per-sonalidad admirable que es a su vez un tenor excepcional, y todo en un hombre ciego desde la preadolescencia, honor grande a ese colectivo de extraordinaria fuerza de voluntad: ciego en un mundo de videntes que, por lo general, les hacen la vida imposi-ble.

La ópera italiana: un mundo de agonías maravillosas

S ólo en la ópera las trage-dias son hermosas, la agonía de los espectado-

res se convierte en una fuente de energía porque llega acompaña-da de orquestas sinfónicas y vo-ces sublimes, celestiales. No importa que el amor resulte un fracaso por los prejuicios socia-

les, que la enfermedad acabe con la mujer más buena, que la prosti-tución sea el resultado trágico de una sociedad hipócrita, que el vendaval de emociones te traicio-ne y te sientas abandonado en medio del desierto de una gran ciudad cuando amanece y nadie te tiende la mano…

… Nada de esto entristece, o, mejor dicho todo esto crea una tristeza saludable, llena de vida, que invita al abrazo al amigo cer-cano, a la pasión con el ser que amas, al encuentro desinteresado con quien al mirarle a los ojos crees descubrir el asombro más emocionante de tu vida…

https://www.youtube.com/watch?v=kCrWxKoOhH8

P ues así son las cosas cuan-do el que esto suscribe, el pobre Guillem, para tan-

tos golfo-entre-los-golfos, Gran Gandul de las Europas y las Américas, se sienta en su butaca solitaria del Gran Teatro del Li-ceo de Barcelona (único del mun-do rodeado de un barrio prosti-bulario y otro monacal, y a pocos metros el mar…) o del más re-ciente y de reducido aforo Teatro Real de Madrid, a un paso de las calles todavía medievales de la hermosa capital del reino de Es-paña…

Así que me acomodo en una bu-taca del paraíso, las últimas buta-cas en una zona privilegiada de sonido, siempre y cuando mis casi siempre magros dineros me lo permitan, y me dejo llevar por la intensa emoción de óperas ita-lianas que adoro, puro sentimien-to, llenas de proezas, antihéroes y fracasos que rara vez se transfor-man en victorias, pero que trans-miten tal belleza en la derrota que

me llenan de magnífica energía. Es la muerte de ficciones que transmiten pura vida a quienes aún continuamos de pie.

Pues bien, amante de estas ópe-ras, desconocía la existencia de Andrea Bocelli, hasta que medio dormido, a punto de apagar el televisor una madrugada, des-cubrí un reportaje del Sundance Channel que parecía surgido de un cuento de hadas en perfecto contraste con la densidad dramá-tica de las óperas italianas, ese dolor transmitido de generación en generación, que canta el pue-blo por las calles ya en el siglo XVIII y del que luego se apo-deró la burguesía para encerrarlo en sus teatros, aunque la gente de a pie se las apaña para conse-guir las entradas más baratas y seguir haciendo suyo un arte popular por excelencia de la ma-no de Verdi, Puccini, Donizetti, Rossini… Drama, tragedia, ro-manticismo, comedia…

https://www.youtube.com/

Queridos amigos, Andrea Bocelli: directo al corazón

por Guillem de Rubenhor

P á g i n a 2 4 S p e s U n i c a

Page 25: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

watch?v=tcrfvP11Hbo

T anto placer operístico y nunca había oído hablar de Andrea Bocelli, el te-

nor ciego, el tenor que rinde cul-to y pleitesía al sagrado universo de la ópera, a tal punto de pro-ducir él mismo Il Teatro del Silen-zio en una tierra yerma de la Tos-cana que en las noches de verano se llena de público atento al esce-nario donde una gran orquesta acompaña al tenor ciego y algu-nas cantantes hermosas le siguen de cerca en dúos fascinantes bajo el espléndido cielo especialmente generoso en estas ocasiones don-de un silenzio sepulcral da lugar a una música y unas voces creadas para que germinen los abrazos y los besos se multipliquen y las manos se estrechen en noches interminables de confianza, de solidaridad, de esperanza.

Estudiante de música desde los 6 años, Andrea se quedó ciego a causa de una hemorragia cerebral a los 12 años. Con una fuerza de voluntad impresionante y un talento enorme que se fortaleció a base de mucho trabajo, se con-virtió en un hombre de éxito solidario con las zonas más po-

bres del país, en un cantante que participa en conciertos de ópera lo mismo que en otros de la me-jor música popular contemporá-nea, que organiza festivales, que ha vendido 70 millones de disco-s, que sólo participa en concier-tos, que monta a caballo y hace surfing, que tiene hijos, que se divorcia y vive enamoradísimo de su última mujer.

Andrea Bocelli, un sueño, una fantasía, la ópera de aquí y de ahora, de allá y de siempre, y este Guillem de Rubenhor que parece encerrarse en un monasterio, alejado temporalmente de las juergas sempiternas y las botellas de 40 grados, en un acto de com-prensión mágica de la fortaleza de este Andrea, este amigo, este padre, este her-mano desconoci-do y tan cercano que da muestras de que lo más increíble puede ser verdad. Y lo comparto con vosotros para que todos sonriamos y lloremos en grata compañía.

https://www.youtube.com/watch?v=AeDXhIjdcLY

P á g i n a 2 5 S p e s U n i c a

Page 26: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

30 películas de horror de Universal30 películas de horror de Universal30 películas de horror de Universal, por Oscar Ramentev

P á g i n a 2 6 S p e s U n i c a

3. Drácula (1931), de Geor-ge Melford

C omo curiosidad, al mis-mo tiempo que se roda-ba el Drácula de Brow-

ning, y con Bela Lugosi, Carl Laemmle emprendía este pro-yecto, con equipo mexicano y bajo la dirección de George Melford, realizador del cine mudo, que entre otras tenía en su haber The sheik, con Rodol-fo Valentino.

Se utilizaron los mismos deco-rados y vestuario de la versión de Browning, y también el mis-mo guión, traducido al español.

Por alguna razón, no iba a es-trenarse la versión de Browning en los países de habla hispana, por lo que se decidió realizar esta versión, algo que no volvió a suceder con otra película.

El elenco

C arlos Villarías, como el Conde Drácula.

Lupita Tovar, como Eva.

Barry Norton, como Juan Har-ker.

Pablo Álvarez Rubio, como Renfield.

Eduardo Arozamena, como Van Helsing.

José Soriano Viosca, como Dr. Seward,

Carmen Guerrero, como Lucía.

Amelia Senisterra, como Marta.

Manuel Arbó, como Martín.

Como puede verse, algunos nom-bres fueron cambiados (Eva por Mina), y otros latinizados (Juan Harker).

A propósito del actor que perso-nifica a este último personaje, Barry Norton, digamos que su verdadero nombre fue Alfredo Birabén, nacido en Buenos Aires, Argentina, fue a probar suerte como actor en Hollywood. Desde 1926 a 1956, hizo más de cien películas, aunque en muchas de ellas, sin aparecer en los créditos.

S e cuenta que mientras ro-daban (simultaneamente con el otro Drácula, de

Browning), Villarías era el único permitido del elenco, para ver adelantos de la versión americana. Se esperaba que su actuación fue-ra lo más parecida a la de Bela Lugosi que fuera posible. Sin em-bargo, la actuación del mexicano es bastante diferente, acercándose más a la de Max Schreck, el pro-tagonista de Nosferatu (1922), de F. W. Murnau, siendo que si bien no utiliza maquillaje, si se parece mucho en su gestualidad.

D e la versión hispana de Drácula, mucho se ha dicho que es una copia

fotograma a fotograma de la ori-ginal estadounidense. En realidad, esto no es así. Melford le impri-mió mucho más movimiento, trabajando con muchos más pla-nos y travellings, siendo la ver-sión de Browning mucho más teatral.

La coesxistencia de las dos ver-siones hace quizá que ésta no

valga más que como curiosidad, sin embargo, fue integrada al paquete de las 30 películas de horror, que Universal publicara en conmemoración de su ani-versario.

A pesar de que algunos catálogos afirman que la cantidad real de películas son cien, Universal ha lanzado un paquete de películas en

DVD y Blueray, en que se consignan las siguientes treinta.

Page 27: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

P á g i n a 2 7 S p e s U n i c a

Page 28: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

- ¡Me arruino, estoy perdida…! en la habi-tación bien decorada

con muebles y tapicerías de telas caras y elegantes aquellas palabras sonaban cuanto menos paradójicas. -¿Tú crees que podré seguir viviendo en esta residencia? preguntaba con inquietud Pilar. -¿Cuánto te cuesta mensual-mente? -Mucho, demasiado. La gente de aquí es millonaria, pero yo no. Cuando vivía mi marido no tenía problemas, mi cabeza no se tenía preocupar del dinero. -Cuando vivía tu marido, no tenías que pensar en nada, solo en tí misma. Al repetir ese discurso, lloraba desconsolada aquella mujer de edad madura, sin hijos, aspecto desaliñado y mente perdida. Llevaba dos años en aquel ―Centro geriátrico de lujo‖, anunciaba el letrero de la entra-da; Centro de Mayores para la tercera edad, quería decir. El lujo se notaba enseguida, no sólo por lo anunciado sino tam-bién por esa sonrisa bobalicona que de forma automática tenían dibujada todas las personas que trabajaban allí. La educación exquisita, casi irreal; el uniforme inmaculado, casi transparente hacían pen-sar, al entrar en el edificio rosá-ceo de puertas y ventanas blan-cas, que los ancianos que resid-ían en ella no sabían que esta-ban a las puertas de la muerte. Sala de terapia, salón de pelu-quería, sala de lectura, salón de juegos, sala de fisioterapia, salón de descanso. No conté cuanto salones con nombres diferentes había en la planta baja pero parecía existir todo lo que cualquier persona pueda

necesitar para sentirse en un pa-raíso. Pilar, la mujer que fui a visitar, se vio obligada a buscar una residen-cia para alojarse cuando su mari-do falleció y ella entró en un de-terioro mental importante, movi-do por una hipocondría excesiva que la empujaba a enfermar cada minuto y un estado depresivo cada vez más intenso. Tenia una casa lujosa en un barrio exclusivo de Madrid y sus familiares mas cercanos decidieron que entrara por un tiempo en la residencia hasta su total recuperación. Ella no quería oír hablar de ―esos lugares para viejos‖ pero la con-vencieron por que ―aquí no te faltara de nada‖, dijeron. Incluso no tendrás la necesidad de visitas, debieron pensar. La mejoría física y mental de Pilar parecían evidentes. Hablaba con mayor fluidez, pensaba con más claridad. No obstante, aun no había conseguido llegar a ser la mujer elegante e imponente de antes; se mostraba ausente, dis-tante con el resto de internos, con las visitas y con el mundo. Son sólo viejos, sin futuro… yo aun soy joven, solo tengo 69 años. Sí es cierto, tienes que recuperar-te pronto para volver a tu casa y a las actividades que tanto te satis-facían. No sé si podré pagar esta residen-cia durante mucho tiempo, me arruino. además este dolor de ……………… y así comenzaba otra vez a contarme los millones de dolores que tenia, las muchas medicinas que tomaba y el poco caso que le hacia nadie en ese lugar. -Por favor, habla con mi herma-no y que revise el saldo del ban-co- repetía tocándose con des-control su pelo enmarañado.

-Pilar no te preocupes, seguro que lo tiene controlado.

E n la residencia había mu-cho movimiento. Las personas alojadas necesi-

taban cuidados constantemente. En su mayoría estaban impedi-dos, no podían moverse solos. Las conversaciones entre ellos eran escasas, algunos leían ador-milados, otros permanecían frente al televisor hubiera o no imágenes, o en la terraza solea-da; y a los mas charlatanes los llevaban a hacer terapia para hablar de su vida. Un día por la mañana temprano recibí una llamada del hermano de Pilar. -Está en el hospital, la han ingre-sado ayer. Pero ¿que le ha ocurrido?… hace dos semanas estuve con ella y parecía que se iba a recu-perar No sé muy bien. La residencia ha decidido trasladarla al hospi-tal clínico porque no se encon-traba bien. .Es la cuarta vez que me llaman con problemas. Segu-ro que no es nada serio.

U n pasillo largo, frío y repleto de gente se an-teponía a la galería de

habitaciones que componían la sala sexta del hospital clínico. Al entrar se percibía un olor a me-dicamentos muy característico y un peculiar murmullo de gente. Al acercarme a la habitación numero 602 la puerta está cerra-da, antes de abrir llamo pero nadie contesta (¡qué esperaba: los habitantes de aquel recinto están acostados, dudo cómo se puedan mover enganchados a varios aparatos de oxigeno, sue-ro y medicamentos!). Pilar no se mueve, permanece en

P á g i n a 2 8 S p e s U n i c a

Page 29: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

la cama mas cercana a la venta-na ¡que suerte ha tenido, al me-nos puede ver el patio interior donde llegan las chimeneas de las cocinas!. Me acerco para saludarla y puedo ver el deterio-ro tan profundo que esa mujer ha sufrido en dos semanas. El aspecto de alguien de 69 años se había convertido en una de 89: palidez, arrugas antes inexis-tentes, surcos oscuros bajo los ojos, presagiaban que algo no iba bien. -¿Qué te ha pasado, Pilar? soy yo, Marta. ¿Me oyes? La enfer-mera de turno interrumpió la conversación. Es hora de pinchar a la enferma – dijo Perdone ¿qué le ocurre? Esta pregunta aún me martillea el cerebro cuando pienso en Pilar y su final, la residencia y el hospital, su marido y su herma-no, su lujosa casa de la calle Velázquez y su tumba en la Al-mudena. El certificado de defunción tras-cribe como causa de la muerte: pericarditis aguda por carcinoma severo y cuadro de metástasis generalizado. Aunque en el fon-do creo que debería decir perdi-da de la vida por descuido seve-ro de atención y ausencia conti-nuada de cariño, en un cuadro generalizado de medios econó-micos suficientes.

P á g i n a 2 9 S p e s U n i c a

Page 30: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

T odos los autores coinci-

den en señalar a la Nu-

merología como la más

antigua de las artes adivinato-

rias. Su origen permanece aún

desconocido, aunque se sabe

que las más antiguas civiliza-

ciones ya utilizaron los núme-

ros para conocer el porvenir e

indagar sobre el destino.

Sin embargo, será la Cábala

quien llevará a los números al

más alto grado de significación

y, de este modo, nacerá una

especie de ciencia oculta de los

números, la cual relaciona éstos

con las letras.

En adelante, cada letra se iden-

tificará con un número y, a par-

tir de aquí, cada nombre tendrá

un valor que será resultado de la

adición numérica de sus letras:

palabras, letras y números se

pueden permutar y transformar

entre sí.

Según los cabalistas hebreos,

los veintidós números que co-

rresponden a las veintidós letras

de su alfabeto, contienen lo que

se denomina "vibraciones

numéricas", lo cual se hace

manifiesto en los números do-

bles, es decir, en aquellos com-

prendidos entre el 10 y el 22.

Tal como explican las descrip-

ciones clásicas, estas vienen

cargadas de sentido simbólico.

Y así, comenzando por el

número 10 y terminando por el

número 22, resultaría la si-

guiente tabla:

N.º 10: Representa la transfor-

mación y el cambio inmediatos.

El paso de una situación apaci-

ble a otra plena de desasosiego.

Astrológicamente, está gober-

nado por Urano, el planeta de

los cambios, la evolución y la

transformación.

N.º 11: Incide sobre el plano de

la mente y sobre el psiquismo.

Representa el equilibrio entre el

bien y el mal. Desde una pers-

pectiva astrológica, se encuen-

tra bajo los dominios del plane-

ta Neptuno, lo cual incrementa

magnetismo del individuo.

N.º 12: Extiende su dominio

hasta lo más profundo de las

pasiones y representa el sentido

del sacrificio que emerge de la

propia voluntad personal. Do-

mina las emociones más inten-

sas e internas y se le emparenta

con el misterio y el secreto.

Astrológicamente, guarda una

total armonía con el signo Pis-

cis.

N.º 13: Es un número relaciona-

do directamente con los aspec-

tos activos de la vida y, por lo

mismo, rige a las personas que

siempre tienen iniciativas y

proyectos. Por lo común se le

relaciona con la mala suerte,

aunque también puede tener

efectos positivos.

N.º 14: Representa la influencia

del materialismo y el inconteni-

ble atractivo del poder, el dine-

ro y el triunfo, particularmente

en la vida social.

N.º 15: Aparece relacionado

con el pensamiento, y con la

actividad del entendimiento. Es

un número que simboliza el

realismo y, en el plano astral,

aparece regido por Saturno.

N.º 16: Símbolo de la posibili-

dad de dominio de las pasiones

y, al mismo tiempo, representa-

tivo de la fortaleza física. Está

regido por Marte, el planeta

detentador de la energía, el in-

genio, la movilidad, la violen-

cia...

N.º 17: Representa la fusión

provechosa entre la razón y la

intuición y, en ocasiones, se le

asocia con la actitud esperanza-

dora, con las creencias y con

las acciones caritativas. Desde

el punto de vista astrológico,

armoniza con Géminis.

N.º 18: Es un número que se

identifica con lo controvertido,

con la desavenencias y con las

decepciones. Astrológicamen-

te, se le relaciona con Cáncer,

signo considerado de agua y

femenino, regido por la Luna.

N.º 19: Se le reconoce como un

número afortunado y pleno de

armonía, su característica pre-

ponderante es la magnanimidad

y, también, la actitud construc-

tiva, y resolutiva, ante la vida.

Astrológicamente, armoniza

con Leo, signo regido por el

Sol y considerado de fuego y

masculino.

N.º 20: Se le relaciona con lo

mutable y cambiable y, en con-

í

( T o m a d o d e “ A s t r o l o g í a y C i e n c i a s

A d i v i n a t o r i a s ” . B i b l i o t e c a B á s i c a M u l t i m e d i a .

F . G . E d i t o r e s . M a d r i d , 1 9 9 8 ) .

P á g i n a 3 0 S p e s U n i c a

Page 31: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

secuencia representa los avata-

res emanados de la fortuna, el

azar y la suerte. Aparece identi-

ficado, con frecuencia, con la

valía y el esfuerzo personales.

N.º 21: Representa la fuerza que

da autoridad y poder; se le aso-

cia, también, con la innovación

y el progreso. Aparece identifi-

cado con las buenas nuevas y

las noticias satisfactorias.

N.º 22: Está reconocido como

uno de los números más carga-

dos de infortunio y malos augu-

rios. Representa la separación,

la duda y el dolor; así mismo,

este número es un paradigma de

la presencia de las influencias

externas y su dominio sobre la

voluntad de las personas.

NÚMEROS PRIMARIOS

H asta aquí se han des-

crito las cualidades y

el alcance de los

números secundarios, los cua-

les no tienen, en ocasiones, otra

función más que servir de apo-

yo a la interpretación exhausti-

va que emana del número pri-

mario.

Por esto mismo, conviene mati-

zar que los principales números,

desde la perspectiva de la inter-

pretación adivinatoria, son

aquellos conocidos como núme-

ros primarios, los cuales empie-

zan con el número 1 y finalizan

con el 9.

Los estudiosos coinciden en el

reconocimiento de que estos

números se relacionan con la

propia personalidad del indivi-

duo; es decir, que hallando el

número primario que le corres-

ponde a una persona por su día,

mes y año de nacimiento, se

llega a descifrar cuáles son sus

números del "Sendero de la

Vida".

TABLA DE NÚMEROS PRI-

MARIOS

Número primario 1: Es un

número que representa a las

personas que destacan y triun-

fan. Se relaciona con la lumina-

ria detentora de energía, es de-

cir, con el Sol y, en consecuen-

cia, rige el día de la semana

afín al Sol, o sea, el domingo.

Número primario 2: Representa

la pasión por el arte y el gusto

estético. Su cualidad destacable

es la superioridad de la re-

flexión sobre la acción. Se rela-

ciona con la luminaria Luna y,

por lo mismo, rige el dial afín a

la Luna, que es el lunes.

Número primario 3: Aparece

siempre como detentador de

energía, y se le identifica con

las personas de carácter fuerte y

enérgico. Su planeta es Júpiter

y su día afín es el martes.

Número primario 4: Se le iden-

tifica con la sucesión de ele-

mentos, con el cambio y la evo-

lución; en este sentido es el

número de las estaciones, en las

cuales acaece el cambio de la

naturaleza. El planeta que lo

rige es Urano y el día de su

suerte es el domingo.

Número primario 5: Aparece

asociado a las tendencias plenas

de sensación y acción. Es el

número de los sentidos, esta

regido por Mercurio y su día de

la semana más favorable es el

miércoles.

Número primario 6: Represen-

ta la perfección, en cuanto que

se obtiene mediante la suma de

tres más tres. De aquí que se le

tenga por un número perfecto.

Se reconoce al seis como un

número detentador de carac-

terísticas relacionadas con el

amor y el afecto. El número

seis esta regido por Venus y su

día favorable de la semana es el

viernes.

Número primario 7: En un pri-

mer acercamiento, este número

aparece relacionado con lo

oculto y con lo secreto. Es el

número esotérico por excelen-

cia, y su influencia hace que las

personas que sienten su influjo

se interesen más por los aspec-

tos inmateriales, espirituales y

etéreos que por lo crematístico,

real y material. Por lo general,

dan prioridad al plano de la

reflexión sobre el de la acción,

y sus argumentaciones siempre

contienen un notable sesgo fi-

losófico, lo cual hace que se les

tache de racionalista aunque a

veces son también muy intuiti-

vos; su fuerte personalidad irra-

dia tal magnetismo que resulta

idónea para ejercer funciones

de adivino o médium. El núme-

ro siete da suerte a quienes se

hallan bajo su esfera de in-

fluencia. El planeta que rige a

este número es Neptuno y el

día favorable de la semana es el

lunes.

Número primario 8: Se le con-

sidera un número cargado de

significación emblemática y,

por lo general, su influencia no

es fácil de detectar. Los autores

y estudiosos de las "Ciencias

Adivinatorias" afirman que el

ocho es un número difícil, in-

sólito, raro y extraño. Las per-

sonas que se encuentran bajo la

esfera de influencia de este

número suelen ser voluntario-

sas y decididas, con una perso-

nalidad acusada, aunque no lo

manifiesten externamente.

También son personas reacias a

comunicar sus sentimientos o

sus creencias, por lo que tienen

garantizada, a menudo, la in-

P á g i n a 3 1 S p e s U n i c a

Page 32: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

comprensión de los demás. El

número ocho está regido por el

planeta Saturno y el día favo-

rable sobre el que incide es el

sábado.

Número primario 9: En un

sentido universal, acaso debi-

do a que cierra la escala de

números primarios, el nueve

ha sido considerado como un

número decisivo y definitivo.

Su significación se relaciona

con el plano de lo trascendente

y lo sagrado. Incide, también,

sobre los aspectos más inme-

diatos de la vida, especialmen-

te extiende su esfera de in-

fluencia al amor fraternal y a

la amistad incondicional.

Este número está regido por el

planeta Marte y su día favora-

ble de la semana es el martes.

NÚMEROS DEL NOMBRE

T an importantes como

los números del

"Sendero de la Vida"

son los números relativos al

nombre de las personas. Cono-

ciendo el dígito resultante de

los números del nombre, y

sumándolo al resultado obteni-

do de la adición de los núme-

ros del nacimiento, se obtiene

el número del destino.

Los números del nombre se

denominan, también, números

onomásticos y para hallarlos

no es necesario realizar difi-

cultosas operaciones, sino tan

sólo llevar a cabo las respecti-

vas adiciones mediante unas

sencillas reglas. En primer

lugar, hay que conocer el

nombre de la persona, después

se cuentan las letras que lo

componen y, a continuación,

si ha salido un número com-

puesto se transforma su resul-

tado, efectuando una última

adición, en el dígito definitorio

del número onomástico.

Supongamos que una persona

que tiene por nombre Luis, quie-

re conocer su número onomás-

tico.

Para hallar su número de naci-

miento y, de aquí, llegar a des-

cubrir su número de la suerte,

mágico o del destino, lo primero

que conviene hacer es procurar-

se los equivalentes entre letras y

números, es decir, hay que

transformar las letras que com-

ponen el nombre Luis en núme-

ros. Para ello, hay que seguir la

norma ancestral marcada por la

Numerología clásica, la cual

hace corresponder cada letra del

alfabeto con un número prima-

rio, tal y como se especifica en

el siguiente cuadro:

1 2 3 4 5 6 7 8 9

A B C D E F G H I

J K L M N O P Q R

S T U V W X Y Z

Según el cuadro de equivalen-

cias números-letras, al nombre

de Luis le corresponderían los

valores especificados a conti-

nuación:

L ... 3; U ... 3; I ...9; S ... 1

Sumados los números corres-

pondientes a cada letra del nom-

bre Luis, obtenemos el resultado

representado por el número 16,

el cual, reducido a número pri-

mario, se queda transformado en

el dígito 7; por tanto, el 7 es el

número mágico, de la suerte o

favorable a las personas que se

llamen Luis: es su número

onomástico.

P á g i n a 3 2 S p e s U n i c a

Page 33: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

C o n s u l t o r i o A s t r o l ó g i c o S p e s u n i c aC o n s u l t o r i o A s t r o l ó g i c o S p e s u n i c aC o n s u l t o r i o A s t r o l ó g i c o S p e s u n i c a C u r s o P r á c t i c o C u r s o P r á c t i c o C u r s o P r á c t i c o

d e T a r o t a d i s t a n c i ad e T a r o t a d i s t a n c i ad e T a r o t a d i s t a n c i a

Inauguramos nuestro Curso Práctico de Tarot a distancia, el cual tiene una duración de seis meses, de cuatro clases por mes, de modalidad intensiva, racional y psicológica.

Por medio de este curso, el estudiante adquirirá los conocimientos específicos y completos acer-ca de tiradas y lecturas y sobre todas las nociones relativas a nuestra materia.

La estructura del curso es modular, mensual y correlativa; esto significa que el alumno adquirirá por adelantado su vacante mensual, la que consta de un módulo de cuatro clases, por cada una que irá recibiendo un apunte de contenidos. La correlatividad de nuestras clases apunta a que nadie podrá "saltearse" módulos, ni obviar algunos de los primeros, aunque se contara con cono-cimientos previos. Sin embargo, las clases serán individuales y el alumno sí podrá "saltearse" me-ses de asistencia, sin perder la correlatividad; es decir, al regresar al curso, hubiera pasado el tiem-po que fuere, retomará desde el mismo punto donde lo dejó.

Se evaluarán exámenes mensualmente, y al final del curso habrá un examen integrador. Se otor-gará entonces el certificado de asistencia al curso, y de reconocimiento del egresado como taro-tista.

Todos los inscriptos al curso recibirán el kit de estudio, el cual consta de todas las herramientas y contenidos necesarios, absolutamente, para la realización de este curso, tales como:

Todas las clases serán dictadas por Roberto Langella.

Mazo de cartas de Tarot Marsellés, de Botta (para imprimir).

Mazo de cartas Zenner (para imprimir).

Presentación del curso y apuntes nº 1, 2, 3 y 4

Carátula personalizada para ir encarpetando los apuntes

Fuentes tipográficas para la computadora

Todos los alumnos tendrán una clase de dos horas en un día de la semana a convenir, por el programa de videoconferencias Skype

Siempre y en todos los casos los alumnos podrán resolver sus dudas y cuestionamientos vía e-mail. Los alumnos egresados encontrarán en Spesunica una fuente de consulta perso-nalizada, para toda la vida.

Téngase presente que la suma de los apuntes irán conformando un verdadero libro, manual de Tarot.

La cuota mensual es de U$S 40.- ($ 150.– de Argentina) por adelantado, mientras que quien des-ee pagar el curso completo, en una o dos cuotas trimestrales, el precio final es de U$S 200.- ($ 800.– de Argentina).

Para una mayor información acerca de las características de este curso, descargue libremente el artículo "Presentación, Estructura y Temario", en nuestra sección de descargas.

www.spesunicastrologia.com.ar

P á g i n a 3 3 S p e s U n i c a

Page 34: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

Aries a La atención puesta en temas de la pareja, con quien se establece mucho diálogo, habrá mucho romanticismo y estarán entusias-mados con redirigir la relación hacia un nuevo sentido, o solidifi-car el que tienen.

Tauro b La atención estará puesta en cuestiones de salud y en el trabajo. Posible tensión nerviosa, cuiden sus riñones. Mucha actividad en relación con el extranjero o respecto de estudios superiores.

Géminis c Un mes de mucha diversión y esparcimiento, posibles aventuras amorosas, que en el caso de las mujeres, serán relaciones con al-guna posibilidad de volver esta-bles.

Cáncer d Toda la atención puesta en el hogar y en los asuntos domésti-cos. Embellecimiento del hogar, se disfruta del lugar en donde se vive. Respecto de la salud, cuida-do con los accidentes (heridas cortantes), posibles dolores de cabeza.

Leo e Excelente mes para los estudios técnicos, la escritura literaria, las actividades artísticas en general. Se recomienda practicar deportes.

Virgo f Concentrados en ganar dinero, mayormente por actividades co-merciales, tendrán mucha suerte al respecto. Posibles conflictos en el hogar.

Libra g Mes de cumpleaños para la ma-yoría de los de este signo, que tendrán un año de mucha sociabi-lidad, excelente para la comunica-ción. Posibles problemas con parientes, hermanos o vecinos.

Escorpio h Mes de cumpleaños para los del primer decanato. Un mes de mu-cho aislamiento, mental y emo-cional. Mucha actividad en rela-ción con lo ganancial.

Sagitario i El foco de atención está puesto

en las amistades y los proyectos.

Hay en ustedes mucha energía,

que en estos tiempos puede tra-

ducirse en una fuerte irritabilidad.

Se les recomienda practicar de-

portes.

Capricornio j El foco de la atención está puesto

en la acción social y en la profe-

sión. Se les recomienda practicar

deportes, hay una carga de ten-

sión y de violencia reprimida,

que puede resultar perjudicial.

Acuario k Durante este mes parecen vi-

vir muy bien y contentos, más

en un mundo de abstraccio-

nes, filosófico o artístico, más

que en el mundo real, sin em-

bargo habrá mucha actividad

con amigos.

Piscis l

Un buen mes para hacer tera-

pia psicológica y de avanzar

mucho al respecto. La sexuali-

dad se ve acrecentada. Mucha

actividad respecto del extran-

jero. Quizás, mucho de uste-

des se inicien en el estudio del

esoterismo y el ocultismo.

Horóscopo de octubreHoróscopo de octubreHoróscopo de octubre, por Roberto Langella

P á g i n a 3 4 S p e s U n i c a

Page 35: Revista spes unica nº 48 octubre 2014

C o n s u l t o r i o A s t r o l ó g i c o S p e s u n i c aC o n s u l t o r i o A s t r o l ó g i c o S p e s u n i c aC o n s u l t o r i o A s t r o l ó g i c o S p e s u n i c a C u r s o I n t e g r a l d e A s t r o l o g í a C u r s o I n t e g r a l d e A s t r o l o g í a C u r s o I n t e g r a l d e A s t r o l o g í a

a d i s t a n c i aa d i s t a n c i aa d i s t a n c i a

Inauguramos nuestro curso de astrología a distancia, el cual tiene una duración de seis meses, de

cuatro clases por mes, de modalidad intensiva, racional y psicológica.

Por medio de este curso, el estudiante adquirirá los conocimientos específicos y completos acerca de la confección e interpretación de la carta natal astrológica, Revoluciones Solares, cartas combinadas

y sinastrías, y todas las técnicas complementarias que hacen al quehacer del oficio de astrólogo.

La estructura del curso es modular, mensual y correlativa; esto significa que el alumno adquirirá por adelantado su vacante mensual, la que consta de un módulo de cuatro clases, por cada una que irá recibiendo un apunte de contenidos. La correlatividad de nuestras clases apunta a que nadie podrá "saltearse" módulos, ni obviar algunos de los primeros, aunque se contara con conocimientos previos. Sin embargo, las clases serán individuales y el alumno sí podrá "saltearse" meses de asistencia, sin perder la correlatividad; es decir, al regresar al curso, hubiera pasado el tiempo que fuere, retomará

desde el mismo punto donde lo dejó.

Se evaluarán exámenes mensualmente, y al final del curso habrá un examen integrador. Se otorgará

entonces el certificado de asistencia al curso, y de reconocimiento del egresado como astrólogo.

Todos los inscriptos al curso recibirán el kit de estudio, el cual consta de todas las herramientas y

contenidos necesarios, absolutamente, para la realización de este curso, tales como:

Todas las clases serán dictadas por Roberto Langella

Tablas de Efemérides Planetarias para los siglos XX y XXI

Tablas de Casas

Otras diferentes tablas

Plantilla para la confección de mapas astrales

Presentación del curso y apuntes nº 1, 2, 3 y 4

Carátula personalizada para ir encarpetando los apuntes

Fuentes tipográficas de astrología para la computadora

Todos los alumnos tendrán una clase de dos horas en un día de la semana a convenir, por el

programa de videoconferencias Skype

Siempre y en todos los casos los alumnos podrán resolver sus dudas y cuestionamientos vía e-mail. Los alumnos egresados encontrarán en Spesunica una fuente de consulta personalizada,

para toda la vida.

Téngase presente que la suma de los apuntes irán conformando un verdadero libro, tratado de

Astrología.

La cuota mensual es de U$S 40.- ($ 150.– de Argentina) por adelantado, mientras que quien desee pagar el curso completo, en una o dos cuotas trimestrales, el precio final es de U$S 200.- ($ 800.– de

Argentina).

Para una mayor información acerca de las características de este curso, descargue libremente el

artículo "Presentación, Estructura y Temario", en nuestra sección de descargas.

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A la memoria de María de la Paz Reyes Peña (1962-2012)

co-fundadora de esta revista y del consultorio astrológico

Spesunica. Por siempre.

Spes Unica. Año 5 nº 48. Octubre de 2014

Editada por el Consultorio Astrológico Spesunica

Dirección: Roberto Langella

Registro de Propiedad Intelectual: En trámite.

Impreso por Peecho B. V., Amsterdam, Nether-

lands

Colaboran en este número: Horacio Otheguy Ri-

veira; Elisa Pérez; Paula Alfonso; Guillem de Ru-

benhor; Oscar Ramentev.

Las afirmaciones y opiniones vertidas en los artí-

culos y textos son de exclusiva responsabilidad

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