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La tragedia humana del refugiado desde la mirada de Hannah Arendt: una reflexión
filosófica y jurídica de la condición de refugiado.
Camilo Alzate Carreño. Email: [email protected] Estudiante de Derecho Universidad Católica de Colombia
RESUMEN
El artículo tiene como pretensión, desarrollar la categoría de refugiado desde la reflexión conceptual de Hannah Arendt, lo anterior, teniendo un doble propósito. El primero ahondar en el problema no superado que afrontan los refugiados y que arranca con fuerza en el presente siglo; el segundo, obtener el relato contundente de Arendt debido a su experiencia como refugiada después de la Segunda Guerra Mundial. Así mismo, se hace énfasis en algunas consideraciones de Zygmunt Bauman al referirse a los refugiados como «residuos humanos», consecuencia inevitable de la modernización. Terminando el recorrido del escrito con los preceptos más importantes plasmados en tratados internacionales con respecto a los refugiados y la situación Siria.
Palabras clave: Refugiado, Hannah Arendt, Zygmunt Bauman, Mal, Asimilamiento.
ABSTRACT
The article has the intention to develop refugee status from the conceptual reflection of
Hannah Arendt, above, having a dual purpose. The first delve into the problem
unsurpassed facing refugees and started strongly in this century; the second, to obtain
the forceful account of Arendt because of his experience as a refugee after World War II.
Also, some considerations emphasis on Zygmunt Bauman referring to refugees as
"human waste" inevitable consequence of modernization is done. Written ending the tour
with the most important precepts embodied in international treaties on refugees and the
Syrian situation.
Key words: Refugee, Hannah Arendt, Zygmunt Bauman, Wrong, Assimilate.
SUMARIO Introducción – 1. ¿POR QUÉ HANNAH ARENDT? 1.1 Lo que quiero es comprender – 1.2. El totalitarismo – 1.3 La banalidad del mal – 2. NOSOTROS LOS REFUGIADOS: UN ESCRITO EN PRIMERA PERSONA 2.1 Somos los recién llegados – 2.2 Los suicidas silenciosos – 2.3 El concepto de asimilación – 3. LOS REFUGIADOS “COMO RESIDUOS HUMANOS” EN LA MODERNIDAD 3.1 Zygmunt Bauman y la modernidad liquida – 3.2 La demonización del refugiado como terrorista – 3.3 Los refugiados; productos residuales de la globalización – 4. LOS REFUGIADOS DESDE EL DERECHO INTERNACIONAL Y LA SITUACIÓN EN SIRIA. 4.1 Refugiados y Asilados una misma desgracia, dos figuras jurídicas diferentes – 4.2 Europa y su política de contención. – 5. CONCLUSIONES – Referencias.
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INTRODUCCIÓN Para nadie es un secreto, la profunda crisis que atraviesa el pueblo sirio desde que
estalló la guerra civil en el año 2011. El Alto Comisionado de la Agencia para los
Refugiados de la ONU António Guterres catalogó en el año 2015, el flagelo de migración
en Siria, como la “peor crisis humanitaria de nuestra generación”. Según cifras de la
ONU, con más de cuatro años de conflicto se calculan cuatro millones de refugiados que
han escapado de la guerra que mantiene el ejército de Bashar al Asad y los rebeldes, es
decir, que un 1/6 de la población Siria ha tenido que escapar a países como Turquía,
Líbano, Jordania, Irak y también a Europa.
Bajo este horizonte, es posible pesar que el fenómeno de la inmigración no es un
problema superado. El siglo XX estuvo marcado por guerras que desencadenaron
grandes migraciones humanas. No obstante, el presente siglo ya vislumbra un su
resurgimiento, el cual tiene como protagonista al pueblo sirio y que hace relevante la
investigación política, filosófica, jurídica y económica que demanda el flagelo migratorio.
A la luz de lo anterior, es pertinente encontrar una voz autorizada para reflexionar
alrededor de temas como los refugiados, los apátridas o el destierro, para lo cual es
adecuado el estudio conceptual de una de las autoras más importantes del siglo XX,
quien vivió de cuenta propia el significado de la persecución, puesto que tuvo que
escapar en 1941 a los Estados Unidos en donde a través de sus escritos no solamente
conceptualizó el totalitarismo, sino que dio a conocer lo que vivió en carne propia cuando
estuvo en los campos de concentración Nazi.
Teniendo como precedente actual y latente, el fenómeno de la inmigración, y el
andamiaje teórico de Hannah Arendt como pensadora de la filosofía política, relevante
en muchos campos del Derecho pero especialmente desde la perspectiva de los
Derechos Humanos, el propósito del texto es exponer el significado de refugiado bajo la
perspectiva de Hannah Arendt, analizando principalmente el artículo escrito por la
pensadora judía en 1943 “Nosotros, los refugiados”, el cual apareció publicado en
Menorah Journal como “We Refugges”, así como algunos de los escritos ineludibles
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cuando de descifrar el pensamiento de Hannah Arentd se trata, como los Orígenes del
Totalitarismo, Eichmann en Jerusalén entre otros.
El cuerpo del escrito está dividido en tres momentos, en el primero se abordaran algunos
de los conceptos más reconocidos en Hannah Arendt, profundizando en la categoría de
refugiado. En el segundo, se exponen ideas claves que tiene Zygmunt Bauman en el
texto Vidas desperdiciadas, con respecto a los inmigrantes como resultado de la
modernización, lo anterior con el fin de mostrar una interlocución más reciente con
Hannah Arendt en el tema de los refugiados. El tercer momento del escrito aborda la
conceptualización que instrumentos internacionales le han otorgado a los refugiados, y
la política europea de contención frente a la actual situación en Siria.
1. ¿POR QUÉ HANNAH ARENDT?
1.1 Lo que quiero es comprender.
Si de conocer un pensador influyente en la historia de las ideas políticas se trata, en
innumerables ocasiones la puerta de entrada a sus reflexiones comienza por detallar su
contexto, fecha de nacimiento, obras y otros aspectos que rodearon el contexto de su
vida. No obstante, la intención no es saber quién era Hannah Arendt desde los anteriores
aspectos, sino desde el objetivo al que apuntaba sus reflexiones, el cual era comprender:
“Podemos, en concreto, comenzar rompiéndonos la cabeza sobre qué significa el pensamiento para la acción. Bueno, quiero conceder una cosa. Quiero conceder que yo, por supuesto estoy interesada, primariamente, en comprender. Esto es absolutamente cierto. Y quiero también conceder que hay otras personas que están interesadas, primariamente, en hacer algo. Pero no es mi caso.” (Arendt, 2010, p. 68).
Ursula Ludz en Arendt (2010), quien escribe la introducción de un texto compilatorio
sobre Hannah Arendt, resalta que la célebre frase “lo que quiero es comprender”, fue
pronunciada en una entrevista que realizó Günter Gaus en 1964, teniendo como temática
principal la polémica que desato, para la época, el libro Eichmann en Jerusalén.
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Siendo consecuente con lo dicho, todo el trabajo intelectual de Hannah Arendt se
encuentra atravesado por la intención de comprender, desde sus escritos más tempranos
pasado por su tesis doctoral en la cual trabajó el concepto de amor en San Agustín y su
obra más referenciada, Los Orígenes del Totalitarismo. Sin embargo, la pregunta que se
debe responder es ¿qué entiende Arendt por la compresión? Siendo el lugar común para
lectores, estudiantes e investigadores del pensamiento de Hannah Arendt el prólogo de
Los orígenes del totalitarismo:
La comprensión, sin embargo, no significa negar la afrenta, deducir de precedentes lo que no los tiene o explicar fenómenos por analogías y generalidades tales que ya no se sientan, ni el impacto de la realidad, ni el choque de la experiencia. Significa, más bien, examinar y soportar conscientemente el fardo que los acontecimientos han colocado sobre nosotros —ni negar su existencia ni someterse mansamente a su peso como si todo lo que realmente ha sucedido no pudiera haber sucedido de otra manera—. La comprensión, en suma, es un enfrentamiento impremeditado, atento y resistente, con la realidad—cualquiera que sea o pudiera haber sido ésta. (Arendt, 1998, p. 8).
La anterior idea de Arendt es el punto de inflexión que nutre el presente artículo, puesto
que lo entendido como compresión abarca el enfrentamiento con la realidad, que para
este caso se trata de la condición trágica y real del refugiado. “La consolidación del
nazismo como totalitarismo marcó definitivamente el desarrollo del pensamiento de
Arendt; el «impacto de la realidad» le impuso un programa de reflexión que pervive de
forma más o menos evidente en todos sus libros y artículos.” (Birulés, 2007, p. 53).
La propuesta que subsume la compresión y la realidad. Finalmente, apunta a dejar de
pensar fenómenos como el totalitarismo ajenos al mundo humano, resaltando que no se
dedica a exponer descripciones o hechos, sino adentrarse en la comprensión real de lo
sucedido.
Como ya se mencionó, Hannah Arendt sufrió de mano propia la persecución huyó a
Francia y luego a los Estados Unidos, fue apátrida por más de 10 años. Pero, lo
realmente importante a la hora de analizar su concepto de refugiado es que al escribir
«Nosotros, los refugiados» Arendt fue consecuente con su idea de compresión y acción,
pues pensó su tiempo presente, que hoy es válido volver a pensar.
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1.2 El totalitarismo
Los orígenes del totalitarismo es una de las obras más influyentes en la historia del
pensamiento político, “considerado unánimemente la obra que elabora la teoría del
totalitarismo que ha asumido un valor paradigmático, el trabajo de Arendt es el paso
obligado que ningún tipo de reflexión, sea cual sea su ámbito disciplinar, puede evitar”
(Forti, 2000, p. 75). Con su publicación, al igual que otras obras, se abrieron grandes
controversias. Hannah Arendt escribe el texto a los 39 años de edad y tarda cuatro años
en publicarlo por primera vez. El objeto del libro es la conceptualización de una nueva
forma de dominio basada en el terror, en la que se plasman, después de la Primera
Guerra Mundial, dos componentes ya existentes, el antisemitismo moderno y el
imperialismo que emergen por expansión colonial europea iniciada en el último tercio del
siglo XIX, y terminada con el final de la dominación británica de la India.
La primera idea con la cual se puede dilucidar en que consiste el totalitarismo para
Arendt, es el carácter homogeneizador que contiene, bajo el totalitarismo, todo es igual,
todos se visten de la misma manera, todos deben pensar lo mismo, cualquier
pensamiento diferente se torna peligroso y es entendido como una provocación. De lo
anterior, el primer elemento afectado en el totalitarismo es el derecho de los humanos a
reunirse, lo que aniquila la comunicación porque en la reunión es donde surge la
posibilidad de acceder al poder. En la medida en que el humano se aísla y no entra en
interacción con el otro no puede expresar su pensamiento, pierde la posibilidad de
mostrar las características propias que lo hacen humano, es en estas circunstancias
donde no se presenta poder político. Por tanto, se anula la posibilidad de cambio.
Lo anterior denota, la gran influencia aristotélica que tiene la obra de Hannah Arendt,
puesto que la base de la teoría política aristotélica es la asociación. “el hombre es un ser
esencialmente sociable” (Aristóteles, 2004, p. 23).
En el mismo sentido, es posible el poder total cuando se anula no solo la persona de
derechos, sino la persona moral, en el totalitarismo es destruida la individualidad la
condición humana de ser únicos e irrepetibles, lo que implica perder la dignidad, ya no
se concibe el humano como un ser que aporta, que piensa, que decide. Cuando el
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hombre camina solitario reina el silencio. Lo que hace el poder total es destruir la
confianza no sólo entre los humanos sino en el mismo mundo.
Hannah Arendt nos sitúa frente a la imposibilidad de interpretar la naturaleza del nazismo y del estalinismo mediante las categorías tradicionales de la política, del derecho, de la ética y de la filosofía. Porque lo que sucede en los regímenes totalitarios no puede describirse como simple sed de poder, de ilegalidad, de inmoralidad o de nihilismo, sino que exige una explicación igualmente «innovadora». Y tal vez esta explicación no había logrado emerger del todo en los trabajos de los dos decenios que preceden a la aparición de Los orígenes del totalitarismo. (Forti, 2000, p. 76).
Para la pensadora política, lo que sucedió en los campos de concentración Nazi es
totalmente nuevo, sin precedentes. A los ojos de Arendt (1998) el totalitarismo concentra
problemas sin resolver que forjan el fenómeno del poder total señalando el racismo, el
antisemitismo, la alianza entre el capital y el populacho, la expansión por la expansión y
la decadencia del Estado Nación. Sin embargo, la característica más temeraria que
puede tener un régimen es convertir a los seres humanos en seres superfluos:
El totalitarismo busca no la dominación despótica sobre los hombres, sino un sistema en el que los hombres sean superfluos. El poder total sólo puede ser logrado y salvaguardado en un mundo de reflejos condicionados, de marionetas sin el más ligero rasgo de espontaneidad. Precisamente porque los recursos del hombre son tan grandes puede ser completamente dominado sólo cuando se convierte en un espécimen de la especie animal hombre. (Arendt, 1998, p. 366).
1.3 La banalidad del mal
El «mal» es uno de los conceptos con mayor desarrollo en la obra de Hannah Arendt,
podría pensarse que el peso de la represión y la experiencia traumática de encontrarse
en un campo de concentración nazi pudieron haber llevado a la pensadora a tener una
visión velada por los prejuicios o las emociones. No obstante, la experiencia por sufrir el
mal sólo aumentó el análisis crítico y aún más importante para Arendt, la posibilidad de
decirle al mundo hasta donde pueden llegar los seres humanos cuando se proponen
como empresa erradicar a otros seres humanos.
Es importante resaltar que en Los orígenes del totalitarismo se expone el concepto de
«mal radical» o «mal absoluto», señalando que en pocas ocasiones se conceptualizó el
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mal por fuera del círculo de compresión cristiana que le otorga un carácter demoniaco
pero un origen celestial lo que no permite pensar un verdadero «mal radical». La autora
reconoce en Kant el filósofo que reafirmo el concepto del «mal radical», siendo la base
de un desarrollo conceptual aun por explorar y comprender. Es evidente que para Arendt
el «mal», como para tantos testigos y analistas de los hechos del siglo pasado, “es una
experiencia irreductible y extrema. Por otra parte, señala la insuficiencia de su
conceptualización tradicional, a la que –incluyendo la categorización del mal radical por
parte de Kant– consideraba deficiente.” (Bianchi, 2010, p. 276). Si bien es cierto Kant
referencia el concepto de «mal radical» el autor lo comprende como un alejamiento de la
ley moral, y el hecho de pensarlo como una perturbación de la voluntad no podría del
todo pensarse como mal radical. En este sentido, se observa como a propósito de la
concepción del mal radical kantiano, Hannah Arendt se desmarca del filósofo de
Königsberg.
El problema que afronta un humano frente al mal que referencia Hannah Arendt (1998),
es perder la vida en comunidad, más allá de los derechos fundamentales cuando el
individuo es despojado de su vida en comunidad se pone en riesgo su espacio político
de igualdad, situación que debe resistir un refugiado, cuando es despojado del espacio
en donde las leyes diseñadas para él desaparecen quedando en una zona gris de
derechos.
Ahora bien, ubicados en esta perspectiva, es en 1961 cuando se inicia el juicio en
Jerusalén contra el coronel de las SS Adolf Eichmann, quien había escapado y se
encontraba en Argentina en donde fue capturado. Con motivo de lo anterior, Hannah
Arendt viaja a Jerusalén en calidad de periodista trabajando para el diario New Yorker,
para cubrir el juicio y elaborar reportajes que terminaron convirtiéndose en el texto
conocido como Eichmann en Jerusalén, escrito que desato gran controversia debido al
tratamiento que la pensadora judía le daba a las reacciones de los mismos judíos frente
al genocidio nazi y las características que Arendt extrae del orquestador de la «solución
final» Eichmann, al señalarlo como un «simple» burócrata del mal.
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El estudio sobre la banalidad del mal, no pretende subestimar el genocidio o los métodos
indignos que utilizo Hitler y su bancada, lo que hace la pensadora es señalar un mal que
surge como un fenómeno mundano:
Al igual que la ley de los países civilizados presupone que la voz de la conciencia dice a todos «no matarás», aun cuando los naturales deseos e inclinaciones de los hombres les induzcan a veces al crimen, del mismo modo la ley común de Hitler exigía que la voz de la conciencia dijera a todos «debes matar», pese a que los organizadores de las matanzas sabían muy bien que matar es algo que va contra los normales deseos e inclinaciones de la mayoría de los humanos. El mal, en el Tercer Reich, había perdido aquella característica por la que generalmente se le distingue, es decir, la característica de constituir una tentación. Muchos alemanes y muchos nazis, probablemente la inmensa mayoría, tuvieron la tentación de no matar, de no robar, de no permitir que sus semejantes fueran enviados al exterminio (que los judíos eran enviados a la muerte lo sabían, aunque quizá muchos ignoraran los detalles más horrendos), de no convertirse en cómplices de estos crímenes al beneficiarse con ellos. Pero, bien lo sabe el Señor, los nazis habían aprendido a resistir la tentación. (Arendt, 2003, p. 91)
No obstante, se configura una evolución del concepto del mal en Hannah Arendt, se
podría afirmar que de Los orígenes del totalitarismo a Eichmann en Jerusalén, la
banalidad del mal existe una visión diferente por parte de la autora. La prueba, como lo
menciona Bernstein (2000), es el propio testimonio de la pensadora plasmado en la
correspondencia que sostenía con Gershom Sholem. Arendt contesta una carta, en la
cual Sholem arremete en críticas y sarcasmos alrededor del concepto de la banalidad
del mal a lo que Arendt responde:
(…) tiene usted mucha razón: he cambiado de opinión y ya no hablo del mal «radical». (…) Ahora estoy convencida de que el mal nunca puede ser radical, sino únicamente extremo, y que no posee profundidad ni tampoco ninguna dimensión demoniaca. Puede extenderse sobre el mundo entero y echarlo a perder precisamente porque es como un hongo que invade las superficies. Y «desafía el pensamiento», tal como dije, porque el pensamiento intenta alcanzar cierta profundidad, ir a la raíz, pero cuando trata con la cuestión del mal esa intención se ve frustrada porque no hay nada. Esa es su «banalidad». (Bernstein, 2000, p. 237)
Adolf Eichmann, no era la representación monstruosa o dantesca del mal, el Coronel de
las SS estaba siendo juzgado por crímenes que en muchos casos ni siquiera estaban
probados. El acusado no encuadraba bajo la concepción ya mencionada de mal
totalitario. El verdadero mal al que Arendt se refiere que Eichmann representa es el que
realiza un hombre normal sin convicciones, desideologizado, era difícil pensar que lo
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hacía en cumplimiento de su «deber». Era complejo para los jueces pensar que
Eichmann era un hombre normal. Sin embargo, de fondo la enseñanza, e incluso la
preocupación, es comprender que aquel buen padre de familia en la mañana, en la tarde,
puede enviar a miles de personas en trenes de la muerte y llegar a su casa a dormir
tranquilo por el «deber» cumplido.
Eichmann de alguna manera empleaba un principio Kantiano1 en su concepción de la
ley, pero como lo dice Arendt (2003), lo realiza de forma «casera». Kant propendía por
la exigencia de que el hombre realizara algo más que obedecer la ley, es decir, que el
hombre debería ir más allá del mero deber de seguir la ley, la identificación de la propia
voluntad con el principio detrás de ley y la fuente de la surge la ley, lo conocido en Kant
como razón práctica. Lo que pasa en Eichmann, dice Arendt, es que el uso casero que
le dio fue que el principio lo identifico directamente con la voluntad del Hitler. En distintas
ocasiones Eichmann es calificado como un «burócrata del mal» por Hannah Arendt, lo
peligroso no es la frialdad con que actuó, las alarmas que prende Arendt son pensar que
bajo esta perspectiva, cualquier humano podría ser Eichmann.
2. NOSOTROS, LOS REFUGIADOS: UN ESCRITO EN PRIMERA PERSONA.
«Nosotros, los refugiados» es un texto publicado en una revista por Hannah Arendt en el
año 1943. En el escrito la pensadora política expone un problema extraído de su propia
experiencia, recordando el peso que lleva aquel humano que tiene por obligación que
llegar a un espacio desconocido, tratando de conservar sus derechos fundamentales
comenzando por la vida o la dignidad. Es claro como Hannah Arendt incentivo el
1 Adolf Eichmann no tuvo la intención en ningún momento de su vida, incluso en el juicio, de controvertir el
pensamiento nazi, al contrario, justificaba los principios en los que se apoyaba su partido. El alto mando
nazi aducía respaldar su ideología bajo el concepto de «deber» kantiano, algo demasiado cuestionable
puesto que una de las cosas más remarcadas en la filosofía moral de Kant es la capacidad humana de
juzgar. No obstante, Eichmann se declara lector de la Crítica de la razón práctica y estima esta obra como
una especie de guía conceptual.
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«pensamiento del presente», no dejo de pensar su condición en el mundo como
perseguida:
Hannah Arendt es una pensadora del presente o también una pensadora de la experiencia, en el sentido de que su esfuerzo está concentrado en configurar (y hacer posible) como elemento de la experiencia, del pensamiento y de la acción, cuando, para el hombre moderno, esté más vacío de sentido y serializado. (Boella, 2011, p. 29).
Bajo este mismo horizonte, el texto en mención profundiza, ya no, en fenómenos como
el totalitarismo o el mal radical, sino, en las consecuencias que se dan cuando se
destruye el «espacio político» original, dando como resultado el llegar a un lugar
buscando ser reconocido en doble sentido, como «otro» y como ciudadano. Como ya se
ha mencionado Nosotros, los refugiados más que ser un artículo escrito por una
pensadora consagrada en el mundo académico, es una reflexión aguda y crítica e incluso
apasionada, llena de matices y experiencias personales de una mujer que estuvo en
prisión, en campos de concentración y que además fue refugiada, inmigrante y apátrida.
2.1 Somos los recién llegados.
El concepto de “refugiado”, a la luz de Hannah Arendt está sustentado bajo la perspectiva
de aquellos que pierden la noción de los elementos que conforman un Estado, es decir,
personas que como los judíos en Alemania salieron del país perseguidos. Aunque,
Arendt expone algo totalmente nuevo que da un giro a lo que hasta el momento se
construía alrededor del concepto de refugiado:
Hasta ahora se consideraba refugiado a aquel que se veía obligado a buscar refugio por sus actos o ideas políticas. Y, nosotros también tuvimos que buscar refugio, pero antes no habíamos hecho nada y la mayoría no albergábamos ni siquiera en sueños ninguna clase de opinión política radical. (Arendt, 2006, p. 9)
A la luz de lo anterior, de fondo existe ya la exposición de otro problema que aborda
Arendt, y es la crisis del modelo Estado-Nación hasta este momento en auge, La filósofa
en varios de sus textos diserta alrededor del repensar dicho sistema. Lo anterior, se
relaciona con el refugiado en algo que Bauman (2003) determina como la perdida de la
sociedad paternal, en cuanto modelo de «padre poderoso», el cual por momentos es
severo pero que como padre se podía acudir para pedir ayuda, esa sociedad pierde la
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autoridad de su «padre» lo que concuerda con el despojo de elementos de acción
imperantes bajo el Estado Nación.
Se desdibuja para el refugiado no solo la posibilidad de habitar un territorio propio, sino
que se pierde constantemente su concepto de «sociedad». No se puede hablar de un
concepto de sociedad abstracto, alude Bauman (2003), porque así mismo, es abstracto
hablar de «Nación» u otra comunidad contemporánea, que han incumplido sus promesas
incentivando cada vez más que las personas ejerzan de manera individual su propia
búsqueda y supervivencia, de tal forma que encuentre una vida digna u otras
posibilidades de mejora. “Entre las totalidades imaginadas a las que la gente fue capaz
de creer que pertenecía y en las que podía buscar (y tener la esperanza de encontrar)
refugio, se abre un vacío que en otro momento ocupó la «sociedad»” (Bauman, 2003, p.
133).
Aquella ayuda perdida llegó, pero se dio al llegar a otros países y caer en un espacio
destinado para los señalados como refugiados “con nosotros el concepto de «refugiado»
ha cambiado. «Refugiados», son hoy en día aquellos de nosotros que tuvieron la mala
suerte de encontrarse sin medios en un país nuevo y necesitaron la ayuda de los comités
de refugiados” (Arendt, 2006, p. 9). Bajo la mirada de Arendt, dice Bárcena (2011), ser
refugiado supone perder la espontaneidad aguardando sólo el encuentro de su libertad
interior, se crea una nueva generación de hombres, los cuales no tienen mundo.
Existía un gran optimismo resalta Arendt (2006), pues los judíos querían pasar como
simples inmigrantes, antes de la guerra llegaban a diferentes países queriendo ser vistos
como recién llegados en búsqueda de nuevos horizontes que generalmente eran
económicos, se quería demostrar que las razones eran autónomas y no tenían que ver
con el hecho de ser judío.
Más allá de llegar un campo de refugiados, el proceso de desapropiación comienza con
la perdida y el olvido. “Al perder nuestro hogar perdimos nuestra familiaridad con la vida
cotidiana. Al perder nuestra profesión perdimos nuestra confianza en ser de alguna
manera útiles en este mundo. Al perder nuestra lengua perdimos la naturalidad de
nuestras reacciones” (Arendt, 2006, p. 10). Se pierde cada uno de los elementos
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inherentes al hombre como lengua, actividad, hogar. Es decir, se acaba su mundo
privado.
Con la salvación, algunos salvados varias veces, dice la filósofa judía. Se asumen las
perdidas con un anestésico denominado olvido, “Nos decían que debíamos olvidar y lo
hicimos más rápidamente de lo que nadie pueda imaginar” (Arendt, 2006, p. 10). Se
olvidaban los ideales y la posición social anterior con el fin de encajar, hablar inglés o
francés no era problema ni olvidar la lengua materna, no se hablaba de los campos de
concentración puesto que esto se podría leer como pesimismo.
Algo con lo cual no se podía aparentar o intentar asimilar era aquel sentimiento que
sentía aquella persona que llegaba a otro país encontrando la «salvación» pero pensado
en los que quedaron atrás. “La identidad de los refugiados tenía otra característica
central: la culpa por la suerte de los que quedaron, que en el caso de los judíos sería aún
peor cuando se revelaran en toda su dimensión las atrocidades del régimen nazi.”
(Schwarzstein, 2000, p. 9), por mucho optimismo que se respire y se piense en poder
encarar el futuro el refugiado no puede dejar de pensar en su presente “(…) yo también
prefiero ser optimista. Pero me imagino que, al menos por la noche, pensamos en
nuestros muertos o nos acordamos de aquellos poemas que un día amamos.” (Arendt,
2006, p. 12).
2.2 Los suicidas silenciosos
“hay algo que no encaja en nuestro optimismo. Entre nosotros hay algunos optimistas
peculiares que difunden elocuentemente su confianza y al llegar a casa abren la espita
del gas o de forma inesperada hacen uso de un rascacielos” (Arendt, 2006, p. 12). El
hecho de conocer el horror implica pensar que existen peores circunstancias que la
muerte, pero que para muchos se convirtió en una posibilidad en el exilio.
En lo anterior, podría encajar otro de los grandes escritores que sobrevivió al holocausto
y al igual que Arendt escribió sobre su experiencia, su muerte es aún controvertida, por
tanto, no es posible decir con toda firmeza que se suicidó. Primo Levi se precipito
escaleras y fue hallado muerto, lo que si dejo con certeza fue una serie de obras en las
cuales abarco los campos de concentración, el miedo y la inmigración que sufrió entre
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otros fenómenos. “Todo el mundo descubre, tarde o temprano, que la felicidad perfecta
no es posible, pero pocos hay que se detengan en la consideración opuesta, de que lo
mismo ocurre con la infelicidad perfecta” (Levi, 2014, p.16). Siempre se conserva la
posibilidad de pensar en que va a pasar mañana o de tener esperanza en el futuro. Sin
embargo, dice Levi, la muerte puede poner límite tanto a la felicidad como al dolor.
«Nosotros, los refugiados», decía Arendt, nos acostumbramos con el tiempo a desearles
la muerte a los familiares o a los amigos, finalmente, lo que quedaba era una sensación
de descanso al pensar que se habían ahorrado muchos problemas. El suicidio se fue
convirtiendo también en una opción que con el pasar de los años se volvía más común
dentro del pueblo judío.
No obstante, el suicidio judío tenía unas características particulares, no se pueden
señalar como eventos llamativos, su esencia es mostrarse irrelevantes y silenciosos
puesto que después del holocausto no se tenían que explicar:
A diferencia de otros suicidas, nuestros amigos no dejan ninguna explicación de su acto, ninguna acusación, ninguna queja contra un mundo que obliga a un ser desesperado a mantener con palabras y hechos su buen humor hasta el final. Dejan cartas muy corrientes, documentos irrelevantes. En consecuencia, nuestros discursos fúnebres también son breves, apurados y llenos de esperanza. Nadie se preocupa por los motivos porque a todos nos parecen obvios. (Arendt, 2006, p. 13).
Es importante resaltar que Hannah Arendt está describiendo este fenómeno desde su
propia experiencia, desde lo que sintió tanto en los campos de concentración como en
su exilio, incluso realiza una salvedad a los que estén esperando datos numéricos,
puesto que se han realizado estudios estadísticos sobre el suicidio judío exhibiendo en
cifras las tasas más bajas de todas las naciones civilizadas. No obstante, “estoy segura
de que estos datos ya no son válidos, cosa que no puedo documentar con nuevas cifras,
pero si con la experiencia reciente” (Arendt, 2006, p. 13)
Para algunos judíos se trasformaba en una opción la premisa de algunos filósofos que
asociaban la determinación voluntaria de acabar con la vida como la máxima
manifestación de la libertad, sin desconocer que existían también los judíos piadoso que
no aceptaban la interrupción realizada por hombre en algo que él no había creado y que
le pertenecía por derecho al creador.
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Como se ha insistido en este escrito, Hannah Arendt plasma a través de su reflexión
abstracta y filosófica, su propia vivencia. En este orden de ideas como dejar por fuera el
suicidio de uno de sus grandes amigos y el cual dejó una huella en el pensamiento de
Arendt, referenciado en bastantes ocasiones a Benjamin como un genio en sus tiempos
solía nombrarlo como «el pescador de perlas».
Las circunstancias que rodearon el suicidio de Walter Benjamin, estaban caracterizadas
por la persecución y la enervación en Europa. Benjamin escapó de un campo de
internamiento, en el momento en que se proponía cruzar la frontera en un paso entre los
Pirineos rumbo a Lisboa, se aumentaba la tención pues su biblioteca había sido
expropiada y abandonada en París. En el último control fronterizo lo colmo la presión y
se suicidó.
Para Arendt este evento fue de gran impacto, puesto que el suicido no dejaba de ser un
acto completamente individual, cuestión que perfilaba el egoísmo. Según Arendt la
tragedia en los campos de concentración despertaba un problema que se debe afrontar
de manera colectiva, el darse cuenta que podrían permanecer en los campos pasara lo
que pasara despertó el sentido colectivo que daba esperanza de vivir viéndose afectado
por aquel acto individual que defraudaba la solidaridad social.
Sin embargo, la idea de Arendt sobre los suicidas es diferente y en esa idea aparece
determinante Benjamin:
Pero nuestros suicidas ni son unos locos rebeldes que arrojan su desprecio a la vida y al mundo ni intentan al matarse matar al universo entero. Su modo de desaparecer es callado y modesto; parece que quieran disculparse por la solución violenta que han encontrado a sus problemas personales. Por lo general, siempre habían opinado que los acontecimientos políticos no tenían nada que ver con su destino individual (…) su optimismo es el vano intento de mantenerse a flote. Exteriormente serenos, luchan contra su desesperación de sí mismos. Al fin mueren de una especie de egomanía. (Arendt, 2006, p. 15).
2.3 El concepto de asimilación
Cuando se llega a un país en el cual se pretende empezar de nuevo, existe una historia
de la cual es imposible desprenderse, situación que conlleva a una especie de
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adaptación, las condiciones de ciudadanía cambian y aquel «extraño» sufre el rigor de
la descategorización ciudadana, en una anécdota se resalta esta situación; “Un solitario
perro salchicha emigrante dice afligido: «entonces, cuando era un San Bernardo…»”.
(Arendt, 2006, p. 15). Es preferible la pérdida de identidad que luchar por conservar de
manera integral la posición jurídica, social o política.
A la luz de lo anterior, en el movimiento histórico, en ocasiones de forma acelerada,
aparecen nuevas visiones de problemas recurrentes que estimulan la exploración de
nuevas alternativas de acción, dentro de esos movimientos históricos, Habermas (1998)
determina tres grandes fenómenos; el primero, la reunificación alemana; el segundo, el
desarrollo de la comunidad europea bajo la integralidad económica. Y, por último, los
grandes movimientos migratorios en Europa que conllevan según el pensador de
Düsseldorf, a los refugiados, un problema que debe tratarse con especial cuidado y
urgencia, puesto que en los refugiados “se agudiza la pugna entre los principios
universalistas del Estado democrático de derecho, por un lado, y las pretensiones
particularistas de integridad de las formas de vida en que se ha crecido, por otro.”
(Habermas, 1998, p. 620).
El fenómeno migratorio forma parte de los problemas de primer orden de la Unión
Europea, que sólo puede ser resuelto bajo una solución mancomunada entre los Estados
europeos, problema que Hannah Arendt reseñó como una de las discusiones políticas
más determinantes del siglo XX, “El diagnóstico de Hannah Arendt de que los carentes
de hogar, los privados de sus derechos y los refugiados políticos determinarían la
característica o marca del siglo XX, se ha confirmado en un grado aterrador”(Habermas,
1998, p. 636). Las estadísticas demuestran que ya se pasó los sesenta millones de
migrantes y Europa bajo su modelo de socialismo de Estado adquirió a modo de sanción,
una responsabilidad.
En consecuencia, la posición jurídica del extraño, refugiado o apátrida fue asimilada al
status de ciudadano, dando como resultado el problema en el que se encuentra un
Estado que a la misma vez es autónomo y soberano, que está constituido por una
estructura jurídica concreta y que tiene obligaciones universales que se encuentran por
fuera de sus fronteras, pero dentro de una comunidad de Estados.
16
De acuerdo con lo anterior, Habermas (1998) desarrolla una serie de ideas frente a las
obligaciones que surgen como deberes especiales frente a los inmigrantes y ese proceso
de asimilación no sólo de «aquel otro» como persona sino también «aquel otro» como
Estado. La primera idea que es planteada se concentra en la reciprocidad entre Estados
a prestarse ayuda y crear mecanismos para que los extranjeros no queden
desprotegidos, por ejemplo, a nivel laboral. Aunque, el problema desde un enfoque
utilitarista de otorgar bienestar y recibir beneficios, dejaría mal parados a aquellos
inmigrantes enfermos, ancianos o en situación de vulnerabilidad, fenómeno que
finalmente se tendría que vigilar a la luz del desequilibrio. Por ejemplo, del sistema de
seguridad social.
En este mismo orden de ideas, Habermas propone bajo la perspectiva de una sociedad
mundial, realizar como ejercicio mental, pensar bajo los términos de Rawls la «posición
original», recordando que es un estado en el cual se es ignorante bajo que sociedad se
nace o qué posición se ocupa en ella. El problema desde la perspectiva de Habermas
después de adentrarse en el «velo de ignorancia», es la posibilidad de restricciones a la
libertad, lo que significaría para el migrante en una posición original ya un desequilibrio
que lo llevaría a una desventaja:
“en la «posición original» uno tendría que insistir en que el derecho a emigrar quedase incluido en el sistema de las libertades básicas por las mismas razones por las que uno ha de insistir en el derecho de libertad religiosa quede incluido: ambos podrían resultar esenciales para el propio plan de vida de uno” (Habermas, 1998, p. 641)
No obstante, de las ideas que desarrolla Habermas alrededor del problema migratorio en
la misma línea de Hannah Arendt, se encuentra la preocupación por la identidad y la
cultura. La pensadora a lo largo del escrito «Nosotros, los refugiados» realiza de forma
crítica constantes reflexiones frente a esa aptitud adaptativa recordando que el
inmigrante ideal era aquel personaje que descubría amar las montañas de cada país a
donde por el destino de su tragedia llegaba, era aquel personaje que pretendía asimilarse
o hasta camuflarse en la cultura como uno más de cada sociedad en donde se
acomodaba, pero “Asimilación no significaba la necesaria adaptación al país donde
habíamos venido al mundo y al pueblo cuya lengua casualmente hablamos. Nos
17
adaptamos a todo y a todos por principio” (Arendt, 2006, p. 19). Detrás del optimismo
siempre se encuentra la tristeza del asimilado.
En ese mismo horizonte, debe tratarse con cuidado el concepto de asimilación pues
tampoco se debe desconocer que debe haber voluntad por parte del aspirante a
ciudadano de “ser miembro de esta particular comunidad histórica, con su pasado y su
futuro, sus formas de vida y sus instituciones, dentro de las cuales sus miembros piensan
y actúan” (Habermas,1998, p.642). Es decir, no existe sólo conformidad, existe
compromiso en aprender la lengua, cultura y reconocimiento de instituciones de
ciudadanos responsables con juicio autónomo y en donde sea privilegiado el uso de la
razón bajo dos niveles:
“La asimilación consistente en la aceptación de los principios constitucionales en el interior del espacio interpretativo determinado por la autocomprensión ético-política de los ciudadanos y por la cultura política del país; esto significa, por tanto, una asimilación en el modo y manera en que la sociedad de acogida se institucionaliza la autonomía de los ciudadanos y se ejercita el «uso público de la razón» (Rawls).” (Habermas, 1999, p. 217)
El otro nivel referenciado por Habermas complementa el anterior, el filósofo hace énfasis
en la aculturación no sólo vista como adaptación externa, sino a una real asimilación y
comprensión de los modos de vida del país de destino. Por tanto, se suma a la
socialización política del primer nivel, el transgredir con profundidad la identidad colectiva
de la cultura con la que cuenta el emigrante. No sólo se trata de una integración ético-
cultural, sino una disposición a concertar fenómenos culturales, políticos y sociales.
Hannah Arendt cuestiona ese intento de su pueblo «por parecer ser», como un intento
desesperado de unos personajes errantes que se resisten a conservar su identidad,
señalándolos como personas con una estima imaginaria, que viven a la espera
obsesionada de una nueva oportunidad que se presenta como un nuevo milagro, “Cada
nueva nacionalidad nos fascina tanto como a una mujer regordeta cada nuevo vestido
que le promete el talle deseado” (Arendt, 2006, p. 20). Sin embargo, ese nuevo vestido
solo dura mientras tiene la creencia en sus propiedades milagrosas, pero que es llevado
a la basura cuando no cambia de ninguna forma la estatura y, menos aún, su condición.
18
3. LOS REFUGIADOS “COMO RESIDUOS HUMANOS” EN LA MODERNIDAD
3.1 Zygmunt Bauman y la modernidad liquida.
La «modernidad» es la plataforma conceptual de Zygmunt Bauman, y desde ella se
desprenden toda una serie de conceptos y reflexiones que desarrolla en sus diferentes
textos. Así mismo, la visión de modernidad que tiene el pensador está atravesada por la
metáfora de liquidez, que le permite exponer una modernidad caracterizada por el
individualismo, el consumo y la volatilidad del mercado, así como la fragilidad de las
relaciones humanas. Por lo anterior, la importancia de plasmar una idea general la
intención conceptual de Bauman y su visión particular de los refugiados en la modernidad
como «residuos humanos».
Los líquidos poseen una cualidad determinante que es su «fluidez» en oposición con los
sólidos que se caracterizan por tener resistencia física y cortante. Por tanto, la
característica esencial de los líquidos es su constante disposición al cambio, es decir,
que los líquidos no conservan con facilidad su forma. Bauman utiliza las claras
diferencias entre los fluidos o los líquidos y los sólidos para enmarcar los tiempos
actuales. Los sólidos se conservan, tienen definida una dimensión espacio-temporal, son
más pesados. En cambio, los fluidos se desplazan fácilmente “«fluyen», «se derraman»,
«se desbordan», «salpican», «se vierten», «se filtran», «gotean», «inundan», «rocían»,
«chorrean», «manan», «exudan»; a diferencia de los sólidos no es posible, tenerlos
fácilmente” (Bauman, 2006, p. 8).
Los fluidos permean los sólidos a su encuentro emergen y retoman diferentes formas
adquieren «levedad» lo que permite movilidad, inconstancia y liviandad. “Estas razones
justifican que consideremos que la “fluidez” o la “liquidez” son metáforas adecuadas para
aprehender la naturaleza de la fase actual –en muchos sentidos nueva- de la historia de
la modernidad” (Bauman, 2006, p. 8).
A esta modernidad liquida son inherentes instituciones que aún persisten moribundas,
como la familia o el vecindario, dice Bauman (2006) los “grupos de referencia” ya están
desdibujados, aquellos preceptos o configuraciones determinadas, el resultado es el
desplazamiento de responsabilidades enfocada ahora, sobre el individuo.
19
En la modernidad liquida no se puede acudir a un concepto solido de razón o sistema
inmaculado. Después de trasegar las luchas por las libertades que resultaran en un
hombre con derechos políticos y civiles, en la modernidad el modelo de Estado protector
y solucionador fracaso, dejando todavía «fármacos» con los cuales el individuo intenta
formar su propio proyecto de vida enfocados en dilemas volátiles como el mercado
laboral, la familia o el futuro. La incertidumbre de un mundo en el cual se fabrican no sólo
el objeto final de deseo sino el deseo mismo.
Todo este panorama es el que lleva a Bauman a referirse a los hijos de la modernidad
como «gente que sobra», «excluidos», «superfluos», gente innecesaria «desechos
humanos» que pueden verse en ciudades sin ocupación, desempleados o en algún
campo de refugiados conformando la categoría de excluido.
3.2 La demonización del inmigrante como terrorista.
Una de las características de la modernidad liquidad es la inseguridad y de ella se
desprende el temor generalizado, lo innovador en este panorama es que el temor es
principalmente infundido, es decir, las actuales sociedades tienen sus propias «fábricas
de temor». Bauman referenciado a Bajtin se refiere al «temor cósmico» como aquel que
se tiene frente a lo magnífico, a lo que supera al hombre específicamente al temor frente
al poder de la naturaleza o la infinitud del universo, es la sensación de insignificancia
frente a algo insuperable que supera la comprensión. En este mismo sentido el pensador
polaco hace referencia al «temor oficial», pero esta vez infundido por el hombre y
direccionado al propio humano, es el temor por el poder del hombre, pero creado con el
mismo patrón del «temor cósmico».
A la luz de lo anterior, es el temor uno de los dispositivos esparcidos por el Estado frente
a sus administrados, frente al temor por la incertidumbre económica y la fluctuación del
mercado, “el Estado contemporáneo tiene que buscar otras variedades, no económicas,
de vulnerabilidad e incertidumbre en las que hacer descansar su legitimidad” (Bauman,
2013, p. 72), y el ejemplo latente es el caso de Estados Unidos:
A diferencia de la inseguridad nacida del mercado, que es ante todo, caso demasiado visible y obvia para el bienestar, esa inseguridad alternativa, con la que
20
el Estado confía en restaurar su monopolio perdido de la redención, debe fortalecerse de manera artificial o, cuando menos, dramatizarse mucho con el fin de inspirar un volumen de «temor oficial» lo bastante grande como para eclipsar y relegar a una posición secundaria las preocupaciones relativas a la inseguridad generada por la economía, sobre la cual nada puede ni desea hacer la administración estatal (Bauman, 2013, p.73).
La seguridad personal es el nuevo foco estatal el cual pretende mostrar como intenso y
terrorífico realizando largos discursos frente a amenazas terroristas contrarrestadas de
forma extraordinaria, mostrando resultados que permiten que los integrantes de la
sociedad se sientan agradecidos y necesitados de poder Estatal y que “muestran” el
grandioso bienestar que produce la vigilancia estatal que infunde alertas como estar
preparados para otro ataque con la magnitud del 11 de septiembre y aunque nadie sabe
cunado ni donde podrá ser, se recomienda guardar provisiones, preparar albergues
contra bombas o armas química, tarea publicitada por la CIA y el FBI, y como agentes
del terror también son asociados los refugiados, inmigrantes o todo aquel que pide asilo.
Los solicitantes de asilo son equiparados como terroristas, la prensa sensacionalista
resalta vínculos directos entre refugiados y terroristas, como lo menciona Bauman
citando a Stephen Castles diciendo que luego de lo ocurrido el 11 de septiembre, los
refugiados fueron señalados como la amenaza transnacional más grave para la
seguridad nacional sin importar que ninguno de los implicados en el atentado fuera
refugiado o solicitante de asilo.
La declaración de la guerra contra el terrorismo por parte de la coalición occidental
engendra una guerra contra sí misma. Chomsky (2003) define el acontecimiento como
la coyuntura que justifico el discurso “salvador del mundo” por parte de los Estados
Unidos, en palabras de su presidente como “librar al mundo de los malvados” o “plaga
propagada que no soporta la propia civilización, lo complicado es que en adelante no
existe, como paso en la guerra fría, la coexistencia de dos potencias, y se entabla una
guerra contra “algún malvado”, “algún terrorista”, conceptos que dejan abiertas múltiples
posibilidades de ataques, la guerra ya no es de Estados y no existen enemigos
identificables, en adelante el llamado terrorismo será cada vez más virtualizado, lo que
dejó abierta la posibilidad de dirigir la venganza contra el eslabón más débil, el refugiado.
21
Se funden por un lado el señalamiento de aquel “otro” que llega a robarse el bienestar y
además llega a infundir inseguridad puesto que podría ser terrorista.
Los inmigrantes, los refugiados y los solicitantes de asilo fueron catalogados como
peligros inminentes para la sociedad, lo que resultaba útil, como válvula de escape de
odio y venganza, descargando la ansiedad de un mercado laboral decaído.
3.3 Los refugiados; productos residuales de la globalización.
La promesa de antaño fue otorgarle un papel productivo a cada individuo, lo que
aseguraba plazas de trabajo para todos. Si existía empleo se estaba bajo una estructura
sólida y coherente con el sistema económico, si no existía empleo que es la constante,
se da una situación de anormalidad determinada como desempleo que determina una
situación adversa. Pero cuando se habla de «superfluidad» no existe “ningún tipo de
anormalidad o requebramiento temporal. La «superfluidad» insinúa permanencia y alude
a lo ordinario de la condición. Nombra una condición sin ofrecer un antónimo de que
echar mano. Supone una nueva forma de normalidad” (Bauman, 2013, p. 24) que se
dirige a la permanencia e inmanencia de las cosas:
Ser «superfluo» significa ser supernumerario, innecesario, carente de uso –sean cuales fueran las necesidades y los usos que establece el patrón de utilidad e indispensabilidad-. Los otros no te necesitan; pueden arreglárselas igual de bien, si no mejor, sin ti. No existe razón palmaria para tu presencia ni obvia justificación para tu reivindicación del derecho de seguir ahí. Que te declaren superfluo significa haber sido desechado por ser desechable, cual botella de plástico vacía y no retornable (…) «superfluidad» comparte su espacio semántico con «personas o cosas rechazadas», «derroche», «basura», «desperdicios»: con residuo. (Bauman, 2013, p. 24).
Esa producción de «residuos humanos» aquellos superfluos, excluidos o excedentes
humanos caracterizados por ser la población de humanos no deseada y de la cual se
evita su permanencia, este fenómeno, dice Bauman, es consecuencia inevitable de la
modernización y compañera férrea de la modernidad.
Los inmigrantes se convierten en el equivalente a residuos humanos que provienen de
distintos lugares “los inmigrantes, y sobre todo los recién llegados, exhalan ese leve olor
a vertedero de basuras, que, con sus muchos disfraces, ronda las noches de las víctimas
22
potenciales de la creciente vulnerabilidad.” (Bauman, 2013, p. 78). El inmigrante
constituye el «distractor» perfecto para los gobiernos, hasta el punto de afirmar que de
no existir se inventarían, puesto que constituyen un gran tema de campaña.
En ese mismo sentido, al propagarse la forma de vida moderna se liberó y movilizó una
gran cantidad de seres humanos que perdieron la estabilidad que le ofrecían sus hasta
ahora medios de supervivencia en doble sentido, el biológico y el sociocultural.
La angustia y la incertidumbre constituyen características principales de la globalización,
el poder estatal se ve impotente en el objetivo de contrarrestar la angustia social, por
tanto, se redirige hacia lo que puede dar manejo, es decir, refugiados e inmigrantes
quienes cumplen a cabalidad los requisitos para ser productos residuales de la
globalización.
La debilidad más fuerte que trae consigo el refugiado es su carácter de «extraño», «otro»,
«desconocido» que se suma al temor implantado por los medios de comunicación y el
Estado mostrándolo como amenazante, “los refugiados, traen a casa ruidos distantes de
guerra, así como hedor de hogares asolados y aldeas arrasadas” (Bauman, 2013, p. 89).
El refugiado es visto como portador de desventura.
Bajo este mismo horizonte, se denota un cambio en el sistema de Estado social que se
concebía como incluyente, solidario y multicultural a un Estado punitivo, concentrado en
la exclusión a través de mecanismos penales, que se dirige específicamente a la
seguridad como factor determinante de la convivencia social. Vuelven a aparecer límites
demarcados entre los seres humanos, siguiendo a Hedetoft, Bauman (2013), se refiere
al concepto de «membranas asimétricas» que son flexibles en la salida de elementos,
pero no permiten la entrada en donde afloran los controles migratorios ubicándose no
sólo en las fronteras sino en diferentes puntos internos activando instituciones de policía:
La naturaleza de los procesos de globalización, esencialmente elemental, no regulada y políticamente incontrolada, ha desembocado en el establecimiento de un nuevo tipo de condiciones de «zona fronteriza» en «el espacio de flujos» planetario, al que se ha transferido una gran parte de la capacidad de poder antaño depositada en los Estados modernos soberanos. (Bauman, 2013, p. 18)
23
Bauman (2013) plasma lo anterior, remarcando una reunión que se dio entre Tony Blair
y el entonces Alto Comisionado para de las Naciones Unidas para los Refugiados, en
donde se planteó entre otras ideas, el establecimiento de «refugios seguros», a donde
irían algunos solicitantes de asilo con la característica de estar ubicados cerca de sus
hogares. Con lo anterior, los países ricos abrían un espacio o una frontera a distancia
segura de antedichos individuos.
En este orden de ideas, una de las industrias prospera de los mal apodados países en
desarrollo es la producción masiva de refugiados, que Gran Bretaña proponía aislar en
un espacio fuera de sus zonas seguras, más allá de su delimitación y soberanía en donde
su propia ley los excluya a terrenos abstractos en un limbo social, político y jurídico
lugares en donde sea la misma ley la que da origen a la anarquía al dibujar la línea que
divide el interior del exterior. Por tanto, no se puede determinar a la anarquía como mera
ausencia de ley por el contrario surge como la exclusión de la ley, la ley tiene que
autolimitarse y de ello depende su fortuna, bajo esta suspensión la ley relega a los
excluidos al espacio que se da por fuera de su aplicación, dice Bauman (2013), no hay
ley para los que están excluidos, esos que están por fuera son consumidores fallidos y
por tanto, no son útiles, es masa inerte.
Los refugiados son residuos humanos, incapaces de desempeñar ninguna función de utilidad en el país al que han llegado y en el que permanecen de manera temporal, y sin ninguna intención ni perspectiva realista de verse asimilados e incorporados al nuevo cuerpo social. Desde su actual ubicación, el vertedero, no hay vía de retorno ni camino hacia adelante (…) El criterio fundamental, a la hora de escoger la ubicación de sus campamentos permanentemente temporales, consiste en una distancia lo bastante grande como para evitar los efluvios venenosos de la descomposición social alcance lugares habitados por su población autóctona. (Bauman, 2013, p. 103).
Fuera de los campamentos los refugiados configuran como un problema y dentro se
confinan al olvido, dice Bauman (2013), lo que se visualiza son muros, alambres de
púas, vigilancia, guardias, que definen la identidad del refugiado que una vez
amontonados en basureros se acaba el mismo acto de individualidad, en el basurero no
hay diferencias todo puede llegar a este lugar, se hace todo para evitar el reciclaje del
refugiado en la sociedad “una vez que se es refugiado, se es refugiado para
siempre”(Bauman, 2013, p. 105).
24
4. LOS REFUGIADOS DESDE EL DERECHO INTERNACIONAL Y LA SITUACIÓN EN SIRIA.
4.1 Refugiados y Asilados una misma desgracia, dos figuras jurídicas diferentes
La convención de Ginebra del 28 de junio de 1951, sobre el estatuto de los refugiados
junto a su modificación del 31 de enero de 1967, se convierte en los instrumentos
internacionales de aplicación universal en materia de refugiados. Así mismo, es
importante resaltar que el refugiado y el asilado comparten el mismo flagelo, ambos son
perseguidos, pero su sistema jurídico es diferente, teniendo en cuenta que el asilo está
supeditado a la soberanía estatal.
El fundamento del asilo radica en la soberanía territorial del Estado: la soberanía territorial del Estado es plena, exclusiva e inviolable y, por ello, no sólo puede conceder la admisión de extranjeros en su territorio, sino también la protección a los mismos mientras se encuentren en él. Por tanto, la concesión de asilo responde al ejercicio de una competencia estatal pues, de conformidad con la legislación interna, el Estado decide si lo otorga o no. Ahora bien, en este contexto debe advertirse que, si bien es cierto que los estados tienen un interés legítimo en controlar el acceso dentro de sus fronteras, no es menos cierto que tiene obligaciones internacionales de dar protección a las personas que huyen de los conflictos armados o son perseguidas. (Acosta, 2005, p. 40)
Sin embargo, no existe obligación por parte de los Estados de otorgar asilo, es
potestativo y no existe un instrumento que los obligue.
A la luz de lo anterior, las fronteras están protegidas de acuerdo con las disposiciones
de cada Estado, pero sin desconocer los derechos humanos y sus diferentes
instrumentos, es decir, que no se puede impedir la búsqueda de seguridad de los
refugiados y la posibilidad de solicitar asilo.
No obstante, los diferentes dirigentes de la UE, hacen esfuerzos por impedir la migración
levantando muros, vallas y concertinas de alambres, desconociendo ser signatarios de
la Convención sobre el Estatuto de Refugiados de 1951. Las fronteras visibles e invisibles
cada vez se fortalecen en procura de repeler la cantidad de refugiados que están
llegando huyendo de la persecución.
El viaje de las personas migrantes y refugiadas que entran en Grecia no termina allí. La mayoría de quienes llegan a Grecia dejan el país y continúan viajando, de
25
forma irregular, hacia otros países de la UE. Esto se debe, sobre todo, a las carencias del sistema de asilo griego, la falta de servicios adecuados de acogida y de perspectivas de integración en Grecia y al deseo de las personas migrantes y refugiadas de reunirse con familiares que se encuentran en otros Estados miembros o a la posibilidad de recibir ayuda de comunidades establecidas en otro país. (Amnistía, 2015, p. 78)
De acuerdo con lo anterior, es evidente que las políticas de asilo que tenga un país
repercuten directamente en el viaje que realice un refugiado, lo que hace que se realice
toda una serie de lugares de paso. Los que emprenden su viaje por Ex-República
Yugoslava de Macedonia y Serbia se aventuran a ser enviados de un lugar a otro o
devueltos a Grecia, lo que produce maltratos por parte de policías fronterizas, tal como
se referenció anteriormente, cuando Bauman resalta el concepto de «membranas
asimétricas», sólo que esta vez la exclusión es realizada por falta de políticas de asilo
operativo de los países que sólo contrarrestan la migración con el empleo de fuerza
pública.
4.2 Europa y su política de contención
Promediando la mitad del año 2012 Grecia puso en marcha su operación Aspida
(Escudo), se desplego un pie de fuerza de alrededor de mil ochocientos hombres y se
construyó una barricada de más de 10 kilómetros. Terminando el 2013 Bulgaria blindo
su frontera con Turquía y dio inicio la construcción de una valla de 30 kilómetros. Lo
anterior sumado a las vallas reforzadas en años anteriores en Ceuta y Melilla. Así mismo,
Hungría construyó su valla en la frontera con Serbia y tipifico como delito el paso a través
de la barricada. Los anteriores tal sólo algunos casos de cómo los países bajo el principio
de soberanía se fortifican.
En el 2015 un representante de ACNUR referenció las causas del crecimiento de
refugiados sirios que se encaminan a Europa, las razones están encabezadas por la falta
de esperanza en que Siria salga de la crisis, los ahorros agotados después de cuatro
años de exilio, el desempleo en Jordania, Líbano, Irak y Egipto, la dificultad en conseguir
residencia en Jordania y Líbano, la poca ayuda humanitaria en países vecinos son los
principales problemas que llevan a los refugiados a Europa.
26
Lo único que han logrado estos muros es que los refugiados busquen rutas más
peligrosas y mueran de una manera alarmante:
Los países europeos no hacen otra cosa que empujar a estas personas de unas rutas a otras que, en la mayoría de los casos, son más peligrosas. De todas las personas que llegaron irregularmente en 2015, casi el 90 por ciento llegó por mar. 9 Como consecuencia, 3.500 personas murieron en el mar cuando intentaban llegar a la Unión Europea (UE) en 2014, y a fecha de septiembre de 2015 ya han muerto casi 3.000. (Amnistía, 2015, p. 9).
Lo anterior, genera toda una cadena de peligros y clandestinidad para los refugiados,
llegar a un puesto fronterizo en la EU de manera legal no resulta fácil, muchos carecen
de visados y documentos necesarios y los terceros países de tránsito detienen a las
personas por no tener “papel” lo que expone la manera que encontró la modernidad de
eliminar a los seres humanos “la sociedad ha descubierto en la discriminación un
instrumento letal con que matar sin derramar sangre. Los pasaportes, las partidas de
nacimiento (…) ya no son documentos formales, sino que se han convertido en asunto
de diferenciación social” (Arendt, 2006, p. 21).
Esta falta de documentos lleva a los refugiados a conseguir falsificaciones y también a
ocultarse en vehículos para atravesar los países de paso.
La realidad contundente es que, según informes de Amnistía Internacional, en la
actualidad, después de la Segunda Guerra Mundial se está dando la peor crisis de
refugiados, 60 millones de personas obligadas a desplazarse por todo el planeta, 19
millones refugiados fuera de su país de origen, 86 por ciento acogidos en países de
desarrollo, 25 por ciento en países con menos desarrollo. Lo preocupante es que los
dirigentes de la EU ante dicha situación han ordenado levantar vallas, obstáculos y
barricadas, se han desplegado a las fronteras guardias y se ha invertido dinero en
tecnología para vigilar los pasos fronterizos colocando a países de paso como anillos de
seguridad que eviten el paso de refugiados.
5. CONCLUSIONES
I. Sören Kierkegaard en su estudio De la Tragedia emprende como empresa mostrar bajo
su particular estilo los fenómenos latentes de la tragedia antigua en la tragedia moderna,
reconociendo la rigurosidad de las definiciones que Aristóteles discutió en torno a la
27
tragedia. Sin embargo, lo que Kierkegaard comprueba es que “a pesar de las muchas
transformaciones que el mundo ha sufrido la concepción de la tragedia se mantiene en
lo esencial idéntica, de la misma manera que llorar es hoy tan intrínseco al hombre como
en todo tiempo pasado” (Kierkegaard, 2005, p.13). Guardadas las proporciones
conceptuales, lo anterior, es pertinente porque, aunque el tema del artículo son los
refugiados y no Edipo o Antígona, aquellas personas que salieron perseguidas también
padecieron el destierro y el miedo que Hannah Arendt en su texto Nosotros, los
refugiados resalta, pero aún más que el flagelo del refugiado que ella misma padeció,
Arendt mostró a la luz de su reflexión un fenómeno sin precedentes como el totalitarismo
y sus consecuencias. Así mismo, el significado trágico de la persecución reflejado en los
refugiados.
No obstante, al igual que lo esencial que aguarda la tragedia antigua en la moderna
referenciada por Kierkegaard, con Hannah Arendt a lo largo del anterior escrito queda
plasmado lo esencial que aguarda la tragedia del refugiado, que aún persiste detrás de
aquellas vallas y concertinas y viajes en pequeñas embarcaciones por el océano. No se
pueden subestimar problemas históricos, pensando que por su contundencia y por
marcar la historia se pensaron superados, puesto que como se mostró en este escrito
las personas en “zonas grises” de derechos, despojadas de espacios políticos aflora con
contundencia siendo uno de las tragedias con más repercusiones de estos tiempos.
II. Las «fuerzas de la globalización» denominadas por Bauman, están en constante
movimiento, sin rumbo y de manera caprichosa e incluso aleatoria, son capaces de
transformar cualquier cosa, hasta las identidades sociales de las personas, en un
instante pueden lograr llevar a alguien de la seguridad y confiabilidad que otorga la
cotidianidad de un modo de vida a ser un inmigrante económico o un refugiado.
Los refugiados como residuos humanos encarnan al forastero, que carga con la
contradicción de ocupar un espacio en el mundo, pero encontrarse fuera de lugar,
lugares por fuera de lo que se ha determinado no ser lugares, no aparecen en el mapa,
por fuera del muro o el alcance de las cámaras de seguridad se encuentran espacios en
«negro», en los que se quiere dejar aislados seres humanos sin identificación ni espacio
político. No obstante, las personas «adentro» ante pocos espacios vacíos para deportar,
28
emergen lugares de depósito de «residuos humanos» en las grandes ciudades llamados
guetos. Cuando se está «afuera» los campamentos son los vertederos en donde los
internados no poseen identidad, en el vertedero se convierten en masa homogénea en
donde además ser inútil se ha perdido lo que soporta una existencia social como lo es la
cotidianidad de las cosas; trabajo, casa, habitación, participación, posesiones y ante todo
un espacio político.
III. Reflexiones conceptuales que realizan pensadores con Arendt o Bauman, alrededor
de fenómenos que atraviesan disciplinas como la filosofía del derecho enriquecen la
formación del jurista, la intención que siempre debe aguardar un escrito para el presente
texto radicó en presentar el tema de la tragedia de los refugiados, más allá de la
embarcación llena de personas atravesando el océano, lo cual ya es una experiencia
traumática, sino abordar el problema desde una serie de conceptos que profundizan en
el tema sin pretender subestimar el fenómeno real, por el contrario, dando cuenta de la
agudeza de un problema que como el de los refugiados, migrantes, inmigrantes, parias
se han convertido en el fenómeno político y humanitario con más huella en la
denominada modernidad.
29
Bibliografía:
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Trotta.
Arendt, H. (1998). Los orígenes del totalitarismo. Madrid: Taurus.
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