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TEMAS DE MUJERES REVISTA DEL CEHIM Año 5 Nº 5 2009 ISSN 1668-8600

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TEMAS DE MUJERES

REVISTA DEL CEHIM

Año 5 Nº 5

2009 ISSN 1668-8600

TEMAS DE MUJERES

REVISTA DEL CEHIM

Nº 5 2009

Centro de Estudios Históricos e Interdisciplinarios

Sobre las Mujeres

Facultad de Filosofía y Letras Universidad Nacional de Tucumán

San Miguel de Tucumán, República Argentina

Directora de la Publicación Editoras de este número Hilda Beatriz Garrido María Delia Toledo

Hilda Beatriz Garrido

COMITÉ DE ARBITRAJE

Hilda Habichayn (Universidad Nacional de Rosario) Andrea Martínez (Universidad de Ottawa, Canadá) 

Marta Bonaudo (Universidad Nacional de Rosario ‐ CONICET) María Clara Medina (Göteborgs Universitet, Suecia) 

Alejandra Ciriza (Cricyt – CONICET ‐ Mendoza) Enriqueta Bezian (Universidad Nacional de Tucumán) 

Sandra Fernández (Universidad Nacional de Rosario ‐ CONICET) Gabriela Karasik (Universidad Nacional de Jujuy – CONICET) 

Juan Pablo Ferreiro (Universidad Nacional de Jujuy – CONICET)  

Imagen de portada: Alicia Moreau de Justo. Fotografía extraída del libro "Gran Enciclopedia Argentina". Autor: Diego Abad de Santillán. Ediar Soc. Anon. de Editores. 1966, Buenos Aires, Argentina. Julieta Lanteri, www.oni.escuelas.edu.ar/.../image002.jpg. Cecilia Grierson, 1894, http://biblioteca.udesa.edu.ar/colecciones/britanica/grierson/index.htm. Elvira Rawson, www.rimaweb.com.ar/imgmujs/elvirarawson.gif,

Centro de Estudios Históricos interdisciplinarios Sobre las Mujeres

Avda. Benjamín Aráoz 800 – San Miguel de Tucumán Tel. 0381 4310570 - Fax 03821 4310171

E-mail: [email protected] http://www.filo.unt.edu.ar/centinti/cehim/cehim_publicacion.htm

CONTENIDO

Transgrediendo las fronteras del género. Milicianas en la guerra civil española

Helena Andrés Granel

5

En la búsqueda por la igualdad de derechos para las mujeres

Ana Lau Jaiven 16

Pequeñas cocineras para grandes amas de casa… La propuesta pedagógica de Angel Bassi para las escuelas argentinas, 1914 – 1920

Paula Caldo 32

La violencia contra las mujeres. Un análisis a través de la producción teórica feminista

Beatriz Garrido 51

Experiencias y representaciones masculinas de desempleo, subocupación y nuevos roles familiares. Del trabajo y no-trabajo de hombres y mujeres

Rosa N. Geldstein 65

Reseñas

73

Ley de Trabajo de mujeres y menores. Un Siglo de su sanción. La doble opresión: reconocimiento tácito

Ester Kandel 74

Nace la Crisálida

Gustavo Díaz Fernández

80

Selección de Web

84

Orientaciones para publicar

87

5

Transgrediendo las fronteras del género. Milicianas en la guerra civil española

Helena Andrés Granel1 Resumen:

Durante la guerra civil española, las milicianas, mujeres que se alistaron voluntariamente en las milicias obreras, impusieron una radical ruptura con respecto a la tradicional concepción de la mujer. Hacia ellas no faltaron los elogios, especialmente en los primeros meses de lucha y entusiasmo revolucionario, y las descalificaciones, después. La guerra es, por definición, una actividad masculina, y la lucha armada uno de los espacios históricamente vedados a las mujeres. Fusil en mano y ataviadas con atuendos hasta entonces masculinos, las milicianas habían traspasado las rígidas fronteras del género. Esta transgresión y desestabilización de la tradicional identidad de género femenina fue experimentada de forma consciente por algunas de ellas, como Mika Etchebéhére, única mujer que alcanzó el grado de capitana en el ejército regular republicano. Esta revolucionaria argentina que asumió el mando de una columna de milicianos tras la muerte de su marido, expresó en sus memorias los conflictos derivados de la compleja ubicación de su identidad de género al incurrir, siendo mujer, en un terreno concebido como masculino.

En las últimas décadas y con el creciente desarrollo de la historia de las

mujeres, han visto la luz importantes trabajos acerca del papel y la participación de las

mujeres en la guerra civil española, entre los que resultan fundamentales las

investigaciones de Mary Nash. Pensamos, no obstante, que es necesario profundizar el

análisis, desde una perspectiva de género, de la transgresión que supuso esta

incursión de las mujeres en la actividad bélica. Las memorias de guerra de Mika

Etchebéhére, capitana en la División comandada por el anarquista Cipriano Mera,

constituyen para ello un documento de gran interés en la medida en que expresó en

ellas los conflictos derivados de la compleja ubicación de su identidad de género al

incurrir, siendo mujer, en un terreno concebido como masculino.

Nacida en la provincia argentina de Santa Fe, Mika Feldman, que siendo muy

joven había iniciado su militancia entre las anarquistas rosarinas, llegó en 1936 a

España para reunirse con su marido, Hipólito Etchébéhere. Allí se encontraban el 18 de

julio, cuando los militares fascistas se alzaron en armas. La lucha contra las fuerzas

reaccionarias que pretendían derrumbar la II República española y que aunaría durante

tres años a distintos sectores antifascistas, les llevó a enrolarse en una milicia del

1Diploma de Estudios Avanzados, Programa de Doctorado “Estudios de Mujeres” de la Universidad de Zaragoza. Área de investigación: Historia contemporánea. Alumna de la Maestría “Poder y sociedad desde la problemática de género”, Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Teléfono: (0341) 153105098 - E-mail: [email protected]

6

Partido Obrero de Unificación Marxista.2 A la muerte de Hipólito, en combate, Mika

asumiría la dirección de la columna de milicianos, siendo la única mujer con mando de

tropa en el ejército regular republicano.

El derrumbamiento del orden establecido y de la autoridad del Estado que se

produjo como consecuencia del golpe militar había dado paso a un proceso

revolucionario y a diversos enfrentamientos entre partidos y organizaciones sindicales

que, si bien combatían contra un enemigo común, el ejército franquista, también

pugnaban, de acuerdo a sus distintas concepciones políticas, por tomar la dirección en

la reconstrucción del orden social en la retaguardia republicana. Mientras comunistas,

socialistas y republicanos mantenían una posición de defensa de la República frente al

fascismo invasor, los anarquistas veían la oportunidad de poner en práctica sus

concepciones teóricas sobre el comunismo libertario mediante la socialización de la

economía. Así, las columnas de milicianos partían hacia el frente para derrocar al

fascismo, al tiempo que se incautaban y colectivizaban fábricas y tierras con el fin de

destruir la sociedad de clases3.

Este contexto de guerra y revolución, propicio para el desarrollo de

experiencias revolucionarias en el terreno económico, fue también especialmente

favorable para la transgresión de los tradicionales roles de género. En este periodo, y

en las zonas en que los militares insurgentes fueron vencidos, se producirían grandes

transformaciones en la vida cotidiana de las mujeres, que serían partícipes de una

movilización social sin precedentes.

Desde los primeros momentos del conflicto, las mujeres tomarían parte activa

en el esfuerzo bélico y la construcción revolucionaria mediante su actuación en distintos

frentes: la participación en organizaciones políticas y sindicales, la producción en

retaguardia y el combate armado en las milicias. Este comportamiento de las mujeres

sería reiteradamente calificado por la prensa del momento como sorprendente e

inesperado en la medida en que desbarataba la tradicional concepción de la mujer. Las

milicianas, en concreto, impondrían una radical ruptura con respecto a esta. Como ha

señalado Ingrid Strobl en su estudio sobre la participación de las mujeres en la lucha

armada contra el fascismo, la historiografía ignoró sistemáticamente el papel de las

mujeres que tomaron las armas y los historiadores raramente tuvieron la idea de

2 El POUM, fundado en 1935, era un partido marxista disidente con respecto a las políticas estalinistas de la Unión Soviética. Durante la guerra civil española propugnó, al igual que el anarquismo, que la revolución social debía llevarse a cabo de forma paralela a la lucha contra el ejército franquista. Falsamente acusado de “fascista” y “contrarrevolucionario” por parte del Partido Comunista, sufriría una dura persecución política. 3 Sobre la actuación de los anarquistas en el conflicto bélico véase: Bernecker (1982) Colectividades y revolución social. El anarquismo en la guerra civil española, 1936-1939. Barcelona: Crítica (1982); y Casanova (1997) De la calle al frente. El anarcosindicalismo en España (1931-1939). Barcelona: Crítica.

7

entrevistar a mujeres en su búsqueda de testimonios orales, puesto que habían

asumido que “mujer” y “lucha” eran conceptos que se excluían mutuamente (Strobl,

1996). Habitualmente vinculada por los propios sectores de la izquierda a la

superstición y la resignación, la mujer parecía tener su lugar forzosamente al lado de la

reacción.

La guerra es asimismo, por definición, una actividad masculina, y la lucha

armada uno de los espacios históricamente vedados a las mujeres en base a una

ideología de género que las define como seres pacíficos, débiles y sumisos por

naturaleza. Este discurso hegemónico de género, basado en la idea de que varón y

mujer son seres contrarios y complementarios, con profundas diferencias fisiológicas,

psíquicas y emocionales que se traducirían en diferentes ámbitos de actuación para

ambos, implica la concepción de la feminidad y la masculinidad como dos esencias

naturales, puras y claramente diferenciadas. Tanto es así que, desde esta perspectiva,

la “contaminación” de un sexo con las características del otro implica una degradación

de la feminidad y la masculinidad.4 La estricta división de roles de género que se

constituye en uno de los ejes centrales de la organización de nuestra sociedad requiere

así la construcción de identidades de género fundadas sobre los significados de “varón”

y “mujer”, entendidas en forma dicotómica y excluyente, y a las que se asignan

determinadas prácticas sociales. La identidad de género femenina se encuentra así

construida de acuerdo a los valores de la reproducción, el cuidado y la preservación de

la vida, y por tanto, de la negación de la violencia física, cuyo ejercicio constituirá un

monopolio de la identidad masculina (Ledesma, 2000).

En aquel verano de 1936, con la presencia de mujeres armadas en las calles

y en un contexto de subversión del orden establecido, se forjaba el mito de la miliciana,

símbolo de la resistencia antifascista. Ataviada con atuendos hasta entonces

masculinos al “trocar sus vestiduras femeninas por el mono de la fábrica”5 y partiendo

para las líneas de fuego, la miliciana desestabilizaba la identidad de género femenina,

incorporando los “arrestos varoniles” en la acción bélica.

Morir por la revolución con un arma en la mano

4 Los años veinte conocieron la publicación de la obra de Gregorio Marañón que, pese a reconocer la intersexualidad humana, insistía en la existencia de un sexo verdadero, legítimo y principal que debía ser potenciado al máximo frente a la posible desestabilización de la coherencia de la identidad. Marañón se mostraba así contrario al feminismo que pretendía virilizar a la mujer. Véase Marañón (1928): Tres ensayos de teoría sexual. Madrid: Espasa-Calpe. 5 Solidaridad Obrera, 13 de septiembre de 1936.

8

Nash señala, no obstante, que la imagen de la miliciana, que pobló durante

los primeros momentos de la guerra los carteles de la propaganda republicana, fue más

bien un símbolo de llamamiento a los hombres hacia la lucha que un verdadero

prototipo femenino. Todas las organizaciones sociales repitieron la consigna de que las

mujeres tenían su puesto de lucha en la retaguardia, marcando una clara división de

espacios de actuación en función del género.

Y fue efectivamente en la retaguardia donde las mujeres efectuaron su

principal contribución al esfuerzo de guerra, incorporándose a la producción al ocupar

los puestos de trabajo que los hombres dejaban vacantes en su desplazamiento al

frente, así como en la realización de tareas de auxilio al combatiente, movilización

femenina que fue canalizada principalmente a través de organizaciones de mujeres,

entre las que destacaron la Agrupación de Mujeres Antifascistas, dependiente del

Partido Comunista, o la anarquista Mujeres Libres (Nash, 1999).

La AMA, que tenía su origen ya en 1933, cuando nació bajo el nombre de

Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, pretendía movilizar a la población femenina en

contra del fascismo aglutinando a mujeres de diversas tendencias ideológicas. Sus

reivindicaciones estuvieron siempre enmarcadas en una política antifascista y de

carácter popular, y si bien incluían en su programa la reivindicación de derechos para

las mujeres, sus discursos en el periodo de guerra se basaron en los tradicionales roles

de género. Su presidenta, Dolores Ibárruri, ensalzaba el heroísmo maternal de las

mujeres que, entendidas de un modo relacional, eran llamadas a la movilización política

por un futuro mejor para sus maridos e hijos.

Pero incluso las anarquistas, agrupadas en torno a la Federación Mujeres

Libres, que se habían caracterizado por su lucha específicamente feminista, abogando

por una nueva concepción de la mujer como individuo autónomo y luchando por su

emancipación en el seno de la revolución, aceptaron que “la verdadera mujer”, debía

oponer a la violencia guerrera, “la delicada suavidad de su psicología femenina”,

prodigando “cuidados maternales” a los soldados6.

No todas acataron este mandato y muchas se alistaron voluntariamente en las

milicias obreras creadas espontáneamente por partidos de izquierda y sindicatos. Sus

6 Mujeres Libres, Nº 10, julio de 1937.

9

motivaciones eran diversas desde la conciencia política hasta el deseo de acompañar a

sus familiares. Pero incluso en el seno de la milicia, pervivió la división de roles de

género. Aquellas que combatieron “como hombres” constituyeron efectivamente una

minoría, dedicándose las más de ellas al desempeño de tareas tradicionalmente

femeninas tales como la cocina o la limpieza (Nash, 1999).

Y así es como encontramos inicialmente a Mika Etchebéhére, “sin que haya

mediado ningún acuerdo” ocupándose, entre otras cosas, de la limpieza, la redacción

de cartas, o la organización del botiquín. Ella misma relata cómo Hipólito le ordenó

permanecer en retaguardia junto al médico y las muchachas, encomendándole además

la tarea de procurar que estas, muy ávidas de combate, no se metiesen en primera

línea de fuego: “Vigilia muy bien a la Abisinia que es capaz de marear a los milicianos

hasta que alguno le preste el fusil”, le había dicho. Un “oficio de mujer”, en sus propias

palabras, que la apartaba de las armas y la confinaba a realizar tareas “más pesadas

que heroicas” (Etchebéhére, 2003).

Tras la muerte de Hipólito en el campo de batalla, la posición de Mika se

transformaría al ser elegida por los propios milicianos para sustituirle mandando la

compañía. A partir de ese momento, trabajaría por la construcción de una posición

igualitaria para mujeres y hombres en la columna, dirigiéndose así a los soldados: “las

muchachas que están con nosotros son milicianas, no criadas. Estamos luchando por

la revolución todos juntos, hombres y mujeres, de igual a igual, nadie debe olvidarlo”

(Etchebéhére, 2003). Conocedora de esta situación, una joven llamada Manuela,

procedente de otra unidad militar, se acercaría así a este batallón del POUM: “-Soy de

la columna Pasionaria, pero prefiero quedarme con vosotros. Aquellos nunca quisieron

dar fusiles a las muchachas. Solo servíamos para lavar los platos y la ropa. […] He oído

decir que en vuestra columna las milicianas tenían los mismos derechos que los

hombres, que no lavaban ropa ni platos. Yo no he venido al frente para morir por la

revolución con un trapo de cocina en la mano” (Etchebéhére, 2003).

El 25 de julio de 1936, Juventud, órgano de las Juventudes Socialistas

Unificadas, daba noticia de la formación de un batallón femenino en que las mujeres

aprendían el manejo de las armas: “no quieren ser solo auxiliares, quieren ser una

fuerza de choque […]. Todas me dicen que quieren ir al frente, que no quieren que se

las emplee solo para la Cruz Roja ni cosas semejantes, que quieren combatir”.7 Mas si

7 Juventud, 25 de julio de 1936.

10

bien inicialmente la prensa había puesto como ejemplo a seguir a las mujeres que

luchaban en la vanguardia con “arrestos varoniles”, elogiando sin reservas a aquellas

que morían combatiendo al fascismo fusil en mano, muy pronto comenzarían a circular

otro tipo de discursos. Ya a finales de agosto de 1936, este mismo periódico insistía en

que “en estos momentos el papel de la mujer es ayudar al hombre, no suplantarle”,8 y

propugnaba para las mujeres tareas, como la enfermería, más acordes a su supuesta

naturaleza femenina, caracterizada por la sensibilidad.

Las mujeres habían tenido así su lugar durante un tiempo en la milicia

revolucionaria, aquella milicia sin jerarquías ni disciplina militar, mas no lo tendrían ya

en el ejército regular republicano. Los decretos del jefe del Gobierno republicano, el

socialista Largo Caballero, de militarización de las milicias fueron acompañados de una

orden de retirar a las mujeres de los frentes. Esta política fue además reforzada

mediante discursos que las descalificaban arrebatándoles su condición de sujetos

políticos y devolviéndolas al lugar que les correspondía en el orden patriarcal, al

identificarlas con prostitutas que ponían en peligro la vida de los soldados propiciando

la transmisión de enfermedades venéreas y que les restaban, en un inconveniente

desgaste de energía sexual, energías para la batalla. Así lo sostenía, por ejemplo, Félix

Martí Ibáñez que, al tiempo que elogiaba a una minoría de “obreritas” que combatían

“sin perder su feminidad”, clamaba por la vuelta a retaguardia de “las románticas” y las

que “deliberadamente aprovecharon tal oportunidad para mercantilizar su cuerpo”

puesto que “la castidad masculina” es “la fuente de magníficas reservas energéticas” y

la guerra, en definitiva, “una cosa de hombres”9.

La anarquista Concha Pérez, quien también fuera miliciana, recuerda: “me

pareció muy mal, porque el mismo derecho tenían ellas de estar en el frente que los

hombres. […] La excusa que daban, porque yo luego he tenido amistad con Ortiz, y le

decía: “bueno es que esto es el colmo, ¡que parta esto precisamente de libertarios!” Él

dijo que tenía más bajas de enfermedades venéreas que de tiros […]. Ya seguidamente

de esto, hubo las escuelas de guerra, entonces si alguna mujer entraba ya era con más

dificultad, algunas entraron pero ya con muchas dificultades”. Parece ser que en las

columnas anarquistas se dio, no obstante, una mayor tolerancia con respecto a la

permanencia de las mujeres (Strobl, 2002: 46): “cuando eso yo estaba allí en el frente y

a mí no me dijeron nada. […] Allí en La Zaida quedaban dos chicas más de milicianas y

8 La mujer en la producción”, Juventud, 29 de agosto de 1936, p 6. 9 Félix Martí Ibáñez, “Mensaje eugénico a la mujer”, Estudios, diciembre de 1936.

11

nadie les dijo nada de que se vinieran, nadie las echó. En el sitio que yo estuve no las

echaron”.10

Algunas se resistieron a abandonar las trincheras, mas la mayoría regresaron

a retaguardia. Se imponía así el discurso hegemónico de género que, en función de los

significados de “varón” y “mujer”, entendidos en forma dicotómica y excluyente, les

asignaba distintas aptitudes y espacios de actuación.

Mujer sin sexo y comandante madre. Mujer “no como las otras”

Mika Etchebéhére no solo permaneció en el frente sino que,

excepcionalmente, fue elevada a la categoría de capitana cuando su columna, con la

militarización de las milicias populares y la creación del ejército regular republicano, fue

integrada en la XIV División comandada por el anarquista Cipriano Mera.

Su prestigio y la fuerte y casi fervorosa admiración que los milicianos le

profesaban se encontraban además estrechamente ligados a una estricta imagen de

puritanismo y asexualidad que ella misma se esforzaba en construir. “Luego soy para

ellos una mujer, su mujer, excepcional, pura y dura, a la cual se le perdona su sexo en

la medida en que no se sirve de él, a la que se admira tanto por su valentía como por

su castidad, por su conducta”11 .

Convertida ahora en “mujer-soldado que no tiene derecho a pintarse la boca”,

ni a “andar por los bares para acortar los días y las noches sin combate”, de acuerdo a

su “estatuto de mujer sin miedo y sin tacha”, que en todo momento se percibe a sí

misma como una mujer con escasas dotes de mando, sin ninguna formación militar y

“sin ningunas ganas de adquirirla”, incapaz de “mandarles pistola en mano, de

infundirles temor”, de portarse como “un hombre de guerra, más hombre que todos

ellos en la mala acepción del término”, su estilo de mando podría ejemplificar la visión

de Orwell de la milicia como modelo provisional de una sociedad sin clases, un ejército

de trabajadores en el que no existe una disciplina impuesta sino, más bien, una

comprensión del por qué deben obedecerse las órdenes: “Tampoco sé mandar. Mejor

dicho, no necesito imponerme, porque los milicianos me tienen confianza. Cuando llega

una orden la comunico a la compañía y la cumplimos entre todos”.

10 Entrevista a Concha Pérez, militante de CNT y FAI, Barcelona, 3 de agosto de 2006. 11 Todos los entrecomillados de este apartado son citas de Etchebéhére (2003).

12

Mika, que había optado por no ser madre para evitar toda traba que le

impidiera tomar parte en la lucha revolucionaria, se definía a sí misma como “capitana

madre de familia que vela por sus niños soldados”. Cipriano Mera la consideró una

mujer valiente y capaz mas demasiado madre, a su modo de ver “cosa natural”, con los

milicianos a sus órdenes.

Abrumada por el dolor que le producían los muertos y los heridos, preocupada

por la salud y alimentación de los combatientes, Mika tuvo, por ser mujer, derecho a las

actitudes de cuidado y de consuelo, actitudes de las que por momentos se trataba de

autocensurar al concebirlas como una “flaqueza de capitana ama de casa o madre de

familia” y que, sin embargo, resultaban altamente efectivas para la moral de los

soldados. Comprendiendo así la importancia del alimento y de una buena intendencia

para mantener una posición en una milicia voluntaria, procura conseguirles chocolate y

café caliente, recorre las trincheras cuchara en mano repartiendo aspirinas y jarabe a

los milicianos enfermos y consuela a los más pequeños que, asustados, lloran: “¿Se ha

visto alguna vez a un capitán administrando jarabe para la tos a sus soldados en plena

guerra, dentro de una trinchera cavada a ciento cincuenta metros del enemigo?”. “Mala

suerte si esta solicitud me quita autoridad”.

“¿Me quieren ahora? Quizás, a su manera, como yo los quiero. […] Esa especie

de desazón que nos mantiene a distancia viene de mi calidad de mujer que manda

hombres, definida por ellos “mujer no como las otras” para justificar su obediencia o

alardear frente a las columnas privadas de esta anomalía: tener de capitán a una

mujer”.

“Sonrío para dentro al descubrir el extraño lazo que me une a los milicianos. Yo

los protejo y ellos me protegen. Son mis hijos y a la vez mi padre. Se preocupan por lo

poco que como y por lo poco que duermo, encontrando milagroso que resista tanto o

más que ellos a las penalidades de la guerra. Todo el catecismo que sabían sobre la

mujer se les ha embrollado. Para no declararlo falso me juzgan diferente, y por tenerme

de jefe se sienten en cierto modo superiores a los demás combatientes”.

“¿Qué soy yo para ellos? Probablemente ni mujer ni hombre, un ser híbrido de

una especie particular a quien obedecen ahora sin esfuerzo, que vivía al comienzo a la

sombra de su marido, que lo ha reemplazado en circunstancias dramáticas y, colmo de

méritos, ha venido del extranjero a combatir en su guerra”.

13

El carácter explícito con que la propia Mika plantea estas cuestiones nos lleva

necesariamente a abordar el problema de la identidad. Entendemos “mujer” y “hombre”,

como categorías políticas y no como hechos naturales, como construcciones

socioculturales sujetas a la variabilidad histórica. El género no depende pues de una

esencia predeterminada sino que se encuentra en constante y permanente

construcción (Butler, 1990). La concepción de estas categorías como identidades

esenciales conduce habitualmente a que la inadecuación a los roles de género, hasta

tal punto naturalizados, sea concebida como anomalía, así como a hablar de

“desviación” ante el incumplimiento de las normas. Pensamos que la identidad, lejos de

ser esencial e independiente de una situación externa, se construye de modo continuo

y permanente a través de discursos y prácticas sociales, existiendo así un espacio para

la transformación.

Mika, que expresa abiertamente los conflictos derivados de la compleja

ubicación de su identidad de género, consciente de que su “situación en el frente,

mandando hombres, contradice lo que la gente define como esencia femenina”, se

descubre en una posición ambivalente y fronteriza a través de los discursos,

contradictorios, de los milicianos a sus órdenes, que tan pronto le profieren su máximo

elogio, “es mucho hombre esta mujer”, como le recuerdan que “por muy valiente que

sea, una mujer es una mujer”. En su propio encuentro con Mera expresa Mika esta

rebelión frente a un discurso que la constriñe, de modo humillante, en un concepto de

“mujer” asociado a la debilidad: “Vamos moza, deja de llorar. Llorando con lo valiente

que eres. Claro, mujer al fin”, le había dicho el comandante. “La frase me cruza como

un latigazo. El dolor y la humillación me hacen apretar los puños y arder la cara.

Levanto despacio la cabeza buscando una respuesta que lave la ofensa. Sólo acierto a

decir: Es verdad, mujer al fin. Y tú, con todo tu anarquismo, hombre al fin, podrido de

prejuicios como un varón cualquiera”.

Mujer al mando de una tropa de guerra, mujer que manda hombres, mujer que

toma las armas, capitana que cuida como madre a sus soldados, Mika, que encarnó

una posición híbrida, de frontera, entre la masculinidad y la feminidad, ofrece un

ejemplo de cómo los sujetos, configurados por las normas mas no completamente

determinados, poseen capacidad y agencia para transformar modelos que no son

inmutables.

14

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16

En la búsqueda por la igualdad de derechos para las mujeres

Ana Lau Jaiven* Resumen Este artículo examina la actuación de Margarita Robles de Mendoza en la Comisión Interamericana de Mujeres y su lucha por conseguir el sufragio femenino en México. Asimismo, analiza el significado de la participación de las mexicanas a nivel internacional y su aportación al movimiento de mujeres. Se discute su actuación y sus relaciones sociales y políticas con los hombres del gobierno así como sus ideas y planteamientos sobre la ciudadanía y el voto.

Palabras clave: Sufragio, mujeres, ciudadanía, participación

La sra. Margarita Robles de Mendoza es el prototipo de la mujer de lucha, decidida y tajante en sus argumentos. Ella misma llamase “una fanática” de la causa de la mujer en cuyas filas milita desde muy joven, mejor dicho, desde que era niña, porque aun es joven. Brilla en sus ojos, cuando habla, el fulgor del entusiasmo1.

La Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) fue la primera organización

gubernamental internacional fundada para mejorar el estatus de las mujeres en el

continente Americano. Se creó en 1928 bajo los auspicios de la Unión Panamericana.

La CIM tuvo un impacto significativo en la lucha de las mujeres latinoamericanas por

conseguir el sufragio. Margarita Robles de Mendoza obtuvo el nombramiento de

delegada del gobierno de México en la VI Conferencia Internacional Americana, que

se reunió en la Habana, Cuba, entre el 15 y el 24 de febrero de 19302.

Durante la primera mitad del siglo XX, las sufragistas latinoamericanas

mantuvieron vínculos amistosos con sus homólogas norteamericanas, con ellas

desarrollaron un internacionalismo que ayudó a discutir sus pretensiones políticas y

jurídicas de justicia social al interior de sus países de origen. Su actuación en las

diversas conferencias internacionales además, compensó su alejamiento de la política

y de la diplomacia internacional controlada tradicionalmente por los varones.

* UAM-X - Hidalgo 111-22 Tlalpan, 14000, DF - [email protected] 55-733703 - 5483-7523 1 “La mujer iberoamericana tendrá una gran defensora en Montevideo” en Critica, Argentina, 28 de noviembre de 1933. 2 “Nombramiento de Margarita Robles de Mendoza” Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores (en adelante AHSRE), III-209-5.

17

La historia de la presencia y actividades femeninas en las Conferencias de la

Unión Panamericana ha sido poco estudiada3. Lo que se conoce da cuenta de las

dificultades y de los logros que enfrentaron las latinoamericanas por alcanzar derechos

políticos. Unieron sus fuerzas para presionar a sus gobiernos a fin de que les

reconociera un espacio donde discutir y ser escuchadas sobre la discriminación que

las aquejaba: legislación laboral, nacionalidad, tráfico de mujeres y por supuesto, el

sufragio.

Recuperar la historia del feminismo sufragista mexicano implica adentrarse en

los procesos de cambio social que trajo consigo la lucha de algunas mujeres que

tomaron conciencia de lo que significaba ser mujer y de los elementos que creían se

necesitaban para empujar cambios en su estatus legal y por consiguiente en las

relaciones de género a nivel político.

¿Qué significado tuvo la participación de las mexicanas a nivel internacional?

¿Cuál fue el impacto de esa participación en el movimiento organizado de las

mujeres?

Los años veinte y treinta tanto en México como en América Latina fueron de

intensa actividad femenina a favor del sufragio4. La organización de conferencias

nacionales e internacionales permitió posicionar las demandas sufragistas dándolas a

conocer en la prensa donde ya se las empezaba a mencionar.

Este artículo tiene como objetivo analizar a través de la figura de Margarita

Robles de Mendoza, cómo se organizaron las mexicanas y cómo intervinieron en el

escenario nacional e internacional. Su participación nos llevará de la mano por la

conflictiva década de los años treinta en México en donde la organización femenina

destacó por su militancia y presencia en el ámbito publico. La construcción del Estado

mexicano de esta etapa no se explica sin la intervención femenina. La recuperación de

la experiencia de lucha de Robles de Mendoza en su carácter de delegada ante la

Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) y en la fundación de la Unión de Mujeres

Americanas (UMA) es importante para examinar la manera en que se constituyó e

impulsó el movimiento femenino por el sufragio, en donde la noción de pertenencia al

Estado nacional que estas mujeres tenían pasaba por un proceso que buscaba la

igualdad de condiciones con los varones.

3 El Panamericanismo apoyaba la idea de que las naciones del Norte, Centro y Sudamérica trabajarían unidas para desarrollar la región. A principios del siglo XX muchas mujeres compartieron el entusiasmo por una América unida y empezaron a conformar organizaciones que promovían el entendimiento y amistada entre mujeres de todas las repúblicas americanas. Francesca Miller, Latin American Women and the search for Social Justice, Estados Unidos, University Press of New England, 1991. 4 Esther Sue Wamsley, A Hemisphere of Women: Latin American and U.S. Feminist in the IACW, 1915-1939, Dissertation for the Degree Doctor in Philosophy in the Graduate School of The Ohio University, 1998, Esperanza Tuñón Pablos, Mujeres que se organizan. El Frente Único Pro Derechos de la Mujer, México, UNAM/Porrúa, 1992.

18

El servicio exterior

En el cuestionario que en 1941 los empleados del servicio consular mexicano

debían responder para actualizar sus datos, Margarita Robles Díaz de Mendoza hacía

constar que había nacido en la ciudad de México el 28 de septiembre de 1896. De

padre mexicano, masón de alto grado y madre liberal. Estudió en el Colegio Normal

Metodista en Puebla donde obtuvo su título profesional de maestra. Durante tres años

asistió al Pomona College de Clearmont, California graduándose en psicología

educacional5; consiguió permiso del estado de California para ejercer como maestra6.

Entre 1929 y 1938, fungió como representante de México ante la Comisión

Interamericana de Mujeres dependiente de la Unión Panamericana. Decía ser casada,

pero estar separada del esposo sin divorciarse, tuvo un hijo nacido en 1924.

Robles de Mendoza refiere haber participado en la Revolución mexicana desde

el año de 1913, estando encargada de distribuir propaganda y servir de enlace para

enviar mensajes de agentes estacionados en Tepic. Seguidora de Venustiano

Carranza estuvo con él en Veracruz7 y luego en 1920, lo acompañó a “la expedición en

que perdió la vida”8.

Se declaraba feminista, escritora, periodista, oradora y subrayaba no tener

conexión con ninguna secta religiosa. Era una buena conferencista y aguerrida

luchadora por los derechos de la mujer. Su vida transcurrió entre Washington y Nueva

York donde tuvo contacto con sufragistas de la talla de Doris Stevens y Alice Paul9.

Escribió artículos para periódicos y revistas y fue autora de La evolución de la mujer

en México compilación de sus conferencias, editada en 1931 y Ciudadanía de la mujer

mexicana, de 1932.

En México, fungió como jefa de acción femenina del PNR y Emilio Portes Gil10

la designó Directora encargada de reorganizar al sector femenino del partido

gobernante en 1934, aunque este nombramiento, como dice Anna Macias, no fue bien

recibido por las militantes partidistas quienes adujeron desconocimiento de Robles de

5 “Expediente Personal de Margarita Robles de Mendoza “en Archivo Histórico de la Secretaria de Relaciones Exteriores (en adelante AHSRE), 24-6-92. 6 Archivo General de la Nación (en adelante AGN) Fondo Emilio Portes Gil, Caja 92, Exp. 6/48. 7 AHSRE, “Rebellion Sparks Career of Mexico’s Leading Feminist Now Serving in Detroit Consulate”, en Detroit Free Press, agosto 10 de 1947. 8 Ibid 9 Sufragistas estadounidenses que lucharon por obtener el voto y organizaron el Partido Nacional de Mujeres en 1916. Stevens fue presidenta de la CIM mientras que Paul diseñó la Enmienda por la Igualdad de Derechos aprobada hasta 1972. 10 Era entonces dirigente del PNR.

19

Mendoza del contexto mexicano, motivo por el cual fue removida11. En 1934, formó una

federación de mujeres: la Unión de Mujeres Americanas (UMA) para trabajar por la

paz e igualdad de derechos, así como para promover la amistad y comprensión de las

mujeres de las Américas; el grupo tuvo su sede en el Hotel Biltmore en Nueva York.

Robles de Mendoza tenía la convicción de que las mujeres podían prevenir las

guerras ya que por naturaleza eran pacifistas y abogaba para que fueran ellas quienes

evitasen el derramamiento de sangre. Percepción que entonces mantenían algunas

feministas y sufragistas a nivel mundial quienes pensaban que las mujeres

esencialmente buscaban la armonía y la concordia. Un feminismo de la diferencia

mezclado con el de la igualdad era lo que que Margarita sostenía. Reivindicaba los

aspectos positivos de las mujeres especialmente el pacifismo, y al mismo tiempo

luchaba porque se concediera el voto a fin de emanciparlas de la esclavitud del hogar,

lograr la igualdad de oportunidades, la independencia económica y el acceso al

espacio público.

El hecho de que estuviera alejada del ambiente político mexicano le creó

muchos problemas. Sus puntos de vista en ocasiones, no correspondían con lo que

estaba pasando en el país y por ello sus escritos no tuvieron repercusión ni eco en el

ambiente político mexicano, ni con las militantes sufragistas. Sus planteamientos se

acercaban como dijimos, más al feminismo liberal que blandían las norteamericanas

que al del Frente Único Pro Derechos de la Mujer donde se entrelazaban diversas

corrientes feministas que iban desde las comunistas hasta las católicas12.

La relación epistolar que mantuvo con el presidente Plutarco Elías Calles, da

cuenta de que éste la apoyaba. Encontramos que le escribe a Puebla, a Cuernavaca y

a la ciudad de México refiriéndose a Calles como maestro y líder ejemplar; decía

tenerlo en alta estima y profesarle gran veneración. Habría que pensar si los

problemas que tendrá en el futuro con el presidente Lázaro Cárdenas, quien la separa

de su cargo en la CIM, tuvieron algo que ver con este vínculo tan estrecho13.

Su hoja de servicios revela que en 1941 ingresó al servicio exterior como

Canciller de Tercera y en 1946 fue ascendida a Canciller de Segunda14 después de

esa fecha no se sabe nada de su actuación, ni tampoco se encontró el año de su

fallecimiento. Su base de operaciones se encontraba en Detroit, Michigan donde

11 Contra viento y marea. El movimiento feminista en México hasta 1940, México, PUEG-UNAM/CIESAS, 2002, pp.163. 12 Esperanza Tuñón Pablos, Mujeres que se organizan, Op.cit. 13 En 1935 se dio la crisis política que causó la caída de la hegemonía callista y el afianzamiento de Cárdenas en el poder. Cfr, Tzvi Medin, Ideología y praxis política de Lázaro Cárdenas, México, siglo veintiuno editores,1976. 14 En esa época el servicio exterior se dividía en rama diplomática, consular y administrativa. Esta última comprendía las categorías de agregado administrativo, de primera, de segunda y de tercera así como Canciller de primera de Segunda y de tercera.

20

estuvo encargada de impartir conferencias a favor de México, responder la

correspondencia, hacer inventarios, redactar informes comerciales y atender al

público, entre otras labores15. A fines de la década de los veinte fue Delegada de la

Secretaría de Educación en Nueva York, cargo honorario por el cual demandó

remuneración en varias ocasiones directamente al presidente Portes Gil, sin obtener

respuesta.

La creación de la Comisión Interamericana de Mujeres

México fue escenario durante los años veinte y treinta de varias conferencias

nacionales e internacionales en que las mujeres participaron con el claro objetivo de

alcanzar el sufragio y prerrogativas para su género16. De igual modo a lo largo del

continente se llevaron a cabo reuniones y congresos con el mismo fin. Francesca

Miller incluso denomina a esta etapa como de feminismo trasnacional por las

relaciones entabladas entre las latinas con las norteamericanas17.

En México, luego del término de la revolución y ante la ambigüedad de la

respuesta dada por los constituyentes de 1917 acerca de no conceder el voto para las

mujeres. Las sufragistas mexicanas formaron grupos encaminados a demandar ese

derecho. Uno de ellos, el Consejo Feminista Mexicano estableció vínculos con las

norteamericanas quienes habían conseguido el voto en 1920 y estaban interesadas en

extender sus redes políticas e influencia sobre las latinoamericanas a lo largo del

continente. Cobijadas por la Liga Nacional de Mujeres Votantes organizaron la Primera

Conferencia Panamericana de la Mujer que se llevó a cabo en Baltimore en abril de

1922, donde se conformó la Liga Panamericana para la Elevación de la Mujer -

conocida posteriormente como Comisión Interamericana de Mujeres- cuyo objetivo

principal fue fomentar la paz y el entendimiento en la región, además luchar por el

reconocimiento del voto para las mujeres. Esta relación con grupos de extranjeras,

principalmente latinoamericanas, fue un hito para que las mexicanas compararan su

condición y se percataran de formas de lucha que después utilizarían.

15 “Informe confidencial sobre el persona comisionado en el Consulado de México en Detroit Michigan, por el Cónsul mexicano Pedro Inzunza” 17 de junio de 1947, AHSRE, 24-6-92. Sus conferencias abarcaban temas variados, por ejemplo, Las casas de ambiente andaluz, Xochimilco y el Desierto de los Leones, hasta Mujeres Profesionistas, La primera médica graduada, entre otros temas. 16 Cfr, Ana Lau, “Las luchas por transformar el estatus civil de las mexicanas. Las organizaciones pro sufragio femenino, 1919-1930” en Nicolás Cárdenas, et.al, Integrados y marginados en el México posrevolucionario, México, UAM-X/Porrúa, (en prensa). 17 Francesca Miller, “Latin American Feminism and the Transnational Arena” en Seminar on Feminism and Culture in Latin America, Women, Culture, and Politics in Latin America, University of California Press, 1990, pp.10.

21

En Baltimore se organizó una sesión en la que solamente participaron

latinoamericanas18; Esther Neira de Calvo, representante de Panamá propuso fundar

una Liga de Mujeres Panamericanas; como corolario las participantes se

comprometieron a llevar a cabo reuniones en cada país para afiliarse. Elena Torres19,

Luz Vera, Eulalia Guzmán, Elisa Acuña y Rosete y María del Refugio González entre

otras, organizaron en la ciudad de México el Primer Congreso feminista de la Liga

Panamericana de Mujeres en mayo de 1923 a la que asistieron representantes de

varios estados de la república, así como de organismos internacionales. En Panamá la

reunión se efectuó en junio de 1926 y en Brasil en diciembre de 1928.

A diferencia de las sufragistas europeas y norteamericanas, las latinas se

deslindaban de la violencia de métodos de aquellas y relacionaban su rol como

cuidadoras del hogar y de la moralidad para argumentar que el sufragio femenino

serviría para apuntalar y consolidar las repúblicas de la región. Las discusiones que se

dieron en el Congreso muestran los temas que preocupaban a estas mujeres y que

giraban en torno a la familia, la educación, el trabajo, el control de la natalidad, el

divorcio,

Estas reuniones tuvieron como objetivo hacer visible la participación de las

mujeres para que se las tomara en cuenta en las Conferencias Panamericanas en

tanto sujetos políticos dignos de interlocución. La intención de dejarse ver se daría en

1923 en Santiago de Chile durante la Quinta Conferencia Panamericana. Las

asistentes trataron de incorporar cuestiones feministas en un momento en que se daba

la controversia entre los congresistas ante el intervencionismo norteamericano en

América Central y en el Caribe. No obstante, el desaire con que fueron recibidas, la

Conferencia adoptó por unanimidad una resolución propuesta por Máximo Soto Hall20,

representante de Guatemala, que estipulaba que futuras conferencias estudiaran la

forma de eliminar la discriminación constitucional y jurídica para que las mujeres de las

Américas gozaran de los mismos derechos civiles y políticos que los hombres.

También se resolvió la inclusión de personal femenino en las delegaciones que

participaran en las siguientes conferencias, no solamente como secretarias.

De allí en adelante, gradual e irreversiblemente, el pensamiento feminista-

sufragista incidiría en las Conferencias Interamericanas. Sin embargo, cuando la Sexta

Conferencia Internacional Americana se reunió en La Habana en 1928, todavía no

18 Había 22 delegadas de ocho diferentes países latinos. 19 Elena Torres fue nombrada Vicepresidenta y Elena. Landázuri secretaria tesorera de la Liga. 20 Escritor y poeta, nació en Guatemala en 1871 y murió en Buenos Aires en 1944.

22

había mujeres entre las delegaciones oficiales. A pesar de ello, el Nacional Woman´s

Party21 envió una comisión que debía proponer la aceptación de un tratado en donde

se estableciera el principio de igualdad entre varones y mujeres. Se inició una

confrontación en donde norteamericanas y latinoamericanas, tenazmente forzaron la

inclusión de la mujer y de su problemática en el temario de las reuniones

interamericanas, modificando con ello el contexto de dichas relaciones

interamericanas. Si bien no se adoptó el Tratado sobre Igualdad de Derechos, como

ellas pretendían, el 18 de febrero de 1928 esta Conferencia aprobó por unanimidad

una resolución que creaba la Comisión Interamericana de Mujeres22, organismo oficial

que tendría como cometido investigar el estatus legal de las mujeres a lo largo del

continente. Se integraría con delegadas de 21 países y en un primer momento, por

sorteo, se nombraron las 7 primeras representantes23

Aprovechando que la Universidad de la Habana celebraba su segundo

centenario, la recién creada CIM realizó su primera reunión del 17 al 24 de febrero de

1930 con el objetivo de perfeccionar su organización y tomar acuerdos sobre la

manera en que presentarían el estudio ante la siguiente Conferencia a celebrarse en

Montevideo a fines de 1933. Entre las primeras 16 representantes estuvo Margarita

Robles de Mendoza quien logró ser designada como representante por México24. Se

discutió la propuesta de un Tratado de Nacionalidad que preveía la no distinción

basada en el sexo en materia de nacionalidad, ni en la legislación ni en la práctica25. Al

mismo tiempo, la cuestión del sufragio femenino se convirtió en una preocupación

prioritaria de todas las delegadas. Las pugnas surgidas entre las norteamericanas y

las latinas fueron una constante. Doris Stevens, la presidenta de la CIM levantó

suspicacias al querer manipular la conferencia y al menospreciar a las representantes

hispanas26.

21 Fundada en 1917 esta organización se abocó a la lucha por el sufragio para las mujeres. La enmienda XIX se promulgó en 1920. Continuaron trabajando por la eliminación de todo tipo de discriminación hacia las mujeres en especial por conseguir se aprobase una enmienda que contemplara la igualdad de derechos. 22 Secretaría General de la OEA, Noticiero de la Comisión Interamericana de Mujeres, Washington D.C., núm. 30, febrero de 1973, pp. 6. 23 Las 7 primeras fundadoras fueron la estadounidense Doris Stevens quien fue designada presidenta de la CIM, Ernestina A. López de Nelson de Argentina; María Elena de Hinestrosa, Colombia; Télegny Mathon de Haití; Clara González, Panamá; María Álvarez de Guillén Rivas, El Salvador; Lucila Luciani de Pérez Díaz, Venezuela. 24 También se nombraron representantes de Brasil, Chile, Costa Rica, República Dominicana, Guatemala, Nicaragua y Perú. 25 “Convención sobre Nacionalidad de la Mujer” en Conferencias internacionales Americanas 1889-1936, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 1999, pp.452. El objetivo de estas discusiones era afinar un documento que se presentaría en la Convención de Nacionalidad de La Haya en 1930 donde se explicitaba la igualdad entre los sexos en lo relativo a la nacionalidad de la mujer casada. 26 Esther Sue Wamsley, A hemisphere of women, Op.cit. Flora de Oliveira Lima, “The First Conference of the Inter American Commission of Women”, The Pan American Union, Washington DC, 1930.

23

Las vicisitudes para participar en la CIM Se de sobra que es inusitado que una mujer desempeñe una comisión de esta categoría, y se cuál es el precio que las pioneras tenemos que pagar27.

El nombramiento de Robles de Mendoza como delegada y el dinero previsto

para viajar llegaron tarde, por lo que arribó a la Habana un día después de clausurado

el evento. Sin embargo, “alcanzó a cambiar impresiones con algunas delegadas que

todavía permanecían en el lugar y fue designada por la mesa directiva para pronunciar

un discurso”28. En su carácter de delegada consiguió que se “adoptara como resolución

oficial, la revisión metódica de libros de texto usados en las escuelas del mundo, como

una de las bases de sustentación de la paz universal”29. Su preparación como maestra

la hacía preocuparse por el avance educativo de ambos sexos ya que esa era su área

de experiencia.

Encontramos que Margarita solicita constantemente dinero para poder sufragar

sus gastos lo cual la ponía en una situación económica crítica. Ello muestra que

siendo un nombramiento honorario, el gobierno mexicano no daba importancia a su

labor y ni siquiera tenía en mente reconocer a la CIM en estos momentos. Para

justificar sus peticiones, describía pormenorizadamente sus funciones a fin de que el

secretario de Relaciones Exteriores abogara por ella ante el Presidente. Decía Robles

de Mendoza que estaba preparando la documentación para la Séptima Conferencia

Internacional de Montevideo y su labor consistía en:

…traducir al inglés los diferentes cuestionarios ya contestados que hemos recibido de quince países de la América, esta labor no es la única que he desempeñado, pues he dado conferencias tanto en México como en Estados Unidos, he escrito un libro, y he estado rindiendo informes de nuestros trabajos a México y a otros países30.

La respuesta a sus múltiples súplicas fue apabullante: se le reiteraba que ella

había sido nombrada solamente para asistir a la VI Conferencia de la Habana y no

para que tuviera el cargo permanente de comisionada y además, el presupuesto de la

secretaría no contemplaba partida alguna para tal fin y “porque esta propia Secretaría

27 Archivo Plutarco Elías Calles en adelante APEC, Fondo Soledad González, Exp. 488, Inventario 425. 28 AHSRE, III-209-5, febrero 26, 1930. 29 AHSRE, III-209-5, diciembre 22, 1930. 30 AHSRE, III-209, enero 16, 1932.

24

no la ha autorizado para que continuara como comisionada”31. Se podría pensar que

las continuas peticiones de dinero eran una forma de hacerse presente en el ámbito de

las relaciones exteriores, pero también puede haber sido una fuente de sobrevivencia

para ella y su familia. A pesar de las respuestas negativas, ella siguió adelante en la

CIM, hasta ser reemplazada en 1939.

Su participación en Uruguay, también se vio empañada por las carencias

económicas y la controversia sobre su nombramiento. Para empezar, ella afirma,

como vimos arriba, haber estado trabajando en la preparación de los documentos

sobre el estatuto legal de la mujer en América que serían presentados en la VII

Conferencia. Como deseaba asistir, Margarita hizo uso de sus redes sociales: escribió

a Soledad González, secretaria particular de Calles, rogándole intercediera para que

pudiera viajar a Montevideo. Su argumento se apoyaba en el mujerismo32 al subrayar

que debía ser una mujer quien tratase los asuntos sobre la emancipación femenina “y

para que reclamemos el derecho a ser consideradas como seres humanos con las

mismas prerrogativas, derechos y obligaciones que nuestros hermanos varones”33.

Esta vez su petición fue escuchada y se la nombró consejera técnica de la

delegación mexicana34, fungió como asesora y suplente del plenipotenciario Basilio

Vadillo35 en las actividades que tuvieran que ver con los derechos femeninos. Fue la

responsable de hablar en las sesiones de la Tercera Comisión encargada de la

cuestión de los derechos civiles de la mujer.

En sesión plenaria las miembros de la CIM aprobaron el informe en el cual se

recomendaba que las naciones reunidas en la Conferencia Panamericana adoptasen

el tratado que garantizara la igualdad de los derechos civiles y políticos de las mujeres

de todo el hemisferio36, y reiteraban la propuesta de aprobar la existencia del

organismo por lo menos hasta la siguiente Conferencia Panamericana de Lima en

1938.

31 AHSRE, III-209, abril 9, 1932. 32 “El mujerismo es una concepción que esencializa el hecho de ser mujer, idealiza las condiciones ‘naturales’ de las mujeres y mistifica las relaciones entre mujeres. Una típica actitud mujerista es hablar en nombre de las mujeres, como si estas tuvieran una posición uniforme en la sociedad”. Cfr. Marta Lamas, “De la identidad a la ciudadanía. Transformaciones en el imaginario en el imaginario político feminista” en Cinta de Moebio. Revista de Epistemología de Ciencias Sociales, 2008 (www.moebio.uchile.cl) 33 APEC, Fondo Soledad González. Expediente 488, Inventario 425. 34 A su vez la CIM la comisionó como su relatora, elaboró el texto de los tratados y los estudios y documentos. Cfr., AHSRE, “Margarita Robles de Mendoza rinde su informe de actividades” Legajos encuadernados, L-E-234, 1933 35 Educador, político, diplomático, murió en Uruguay en 1935. 36 La CIM sesionó al mismo tiempo que la VII Conferencia. En las conclusiones de la reunión se propuso que se adoptaran dos resoluciones: la petición de los tratados de derechos iguales para la mujer y el Convenio de igualdad sobre nacionalidad.

25

Margarita cuenta que las integrantes de la CIM presentaron la Convención de

Igualdad de Derechos de Nacionalidad y un tratado sobre la Igualdad de Derechos

Civiles y Políticos de la Mujer. La primera, fue firmada por todos los países que

concurrieron al Congreso con excepción de Venezuela;

México la firmó con una reserva que rompe el principio de igualdad que perseguimos todas las mujeres del mundo. El segundo fue firmado por Cuba, Ecuador, Uruguay y Paraguay y se le relegó a la oscuridad. México no firmó, no obstante que el delegado profesor Basilio Vadillo, encargado del tema había dado su firma y autorizado plenamente a la asesora técnica para defender el punto en los debates37.

Los Estados Unidos, país que había promovido la creación de la CIM fue el

más reacio a aceptar los informes presentados por cada representante y se negó a

avalar las conclusiones y recomendaciones. En estos momentos se endurece la

relación entre Doris Stevens, presidenta de la CIM y la delegación de los Estados

Unidos, debido a la declaración de Alexander W. Weddell quien asentaba:

Que con el sentimiento de profundo aprecio hacia la Comisión Interamericana de Mujeres por su valioso informe se veía en la necesidad de declarar a esta Comisión de que su Gobierno desea desentenderse en el futuro de la labor de la expresada Comisión femenina porque piensa continuar el estudio de los asuntos relacionados con la posición social de la mujer por la vía oficial y que es por esta causa que la delegación americana se abstendrá de votar sobre las otras fases del informe de la subcomisión38.

Esta respuesta pudo haber influido en la actitud de los demás países de la

región que vieron un claro alejamiento del principal sostén monetario y político hacia la

CIM, y por ello a su vez restringieron su respaldo al organismo. Margarita explicaría

años después la actuación de Stevens atribuyéndole el control total de la CIM y

diciendo que había sido malísima diplomática, razón por la cual había sido desplazada

de su cargo, por haber desafiado a los celosos conservadores, osadía que le costó ser

retirada del puesto39. En adelante los Estados Unidos, debido a su involucramiento en

la II Guerra, se enfocarán más en tramitar tratados de defensa con América Latina,

dejando de lado las reformas sociales; esto y el encono que Eleanor Roosevelt sentía

37 CONDUMEX VIII-2Imp, carpeta 2, legajo 69. Si bien México firmó no ratificó el tratado. En cuanto a la igualdad de derechos, el país se negó rotundamente a fimarlo. 38 AHSRE, “Actas y antecedentes de la 3ª Comisión. Derechos Políticos, Civiles de la Mujer” Legajos encuadernados, L-E-265, 1933. 39 AHSRE, “Reclamo de MRM por dejar de ser representante de México en la CIM” L-E-286.

26

hacia Stevens ayudó a que fuera removida al igual que todas las que trabajaban con

ella40.

En el informe que sobre su actuación en la VII Conferencia rindió Margarita

Robles de Mendoza el 25 de diciembre de 1933, enumera sus actividades y las

conclusiones a que llegaron los delegados41. Para entonces ya le había escrito a Calles

criticando agriamente a la delegación mexicana por la ambigüedad en su participación,

-la que pensaba- había estado influida por su “tradición conservadora y reaccionaria”

que había hecho fracasar el ideal revolucionario del capítulo tercero del programa de

la Conferencia. En su explicación mencionaba que “nuestra Constitución ACEPTA que

las mujeres no somos ciudadanas, y que por tanto era anticonstitucional firmar un

tratado de tal naturaleza”42. Desea convencer a Calles para que la ayude “a salvar a la

patria y a sus mujeres: quienes también somos hijas legítimas de México”. Calles

responde con un telegrama en donde rogaba al embajador José Manuel Puig

Casauranc firmase el Tratado de Igualdad de Derechos subrayando que “México no

debe ser menos que Cuba, Uruguay y Paraguay”43.

Si bien las mujeres de entonces no contaban con derechos electorales y su

ciudadanía era restrictiva, fueron construyendo redes sociales mediante nexos con los

hombres con poder político, lo que produjo que en varios casos, pudieran alcanzar

algunas prerrogativas. Robles de Mendoza muestra su adhesión a Calles al que

invoca como maestro y líder ejemplar; el uso que le da esa relación la explota en su

provecho. Ella comparte con su mentor ideas y formas de vida similares44. Si bien bajo

el amparo de su secretaria particular había conseguido formar parte de la delegación

que viajó a Uruguay, era hora de mostrarse agradecida y de seguir peleando por los

derechos femeninos y al mismo tiempo seguir halagando al llamado “Jefe Máximo. De

aquí en adelante Robles de Mendoza encaminará sus esfuerzos en la demanda del

voto para las mujeres y en hacer que el gobierno de México recapacitara y aceptara

firmar el multimencionado tratado.

Su participación y nombramiento no fueron suficientes y los problemas de

liquidez continuaron. En 1934, Minerva Bernardino, entonces delegada por la

40 K. Lynn Stoner, “In Four Languages with One Voice: Division and Solidarity with Pan American Feminism, 1923-1933” en David Sheinin (editor), Beyond The Ideal. Pan Americanism in Inter-American Affairs, Wesport Connecticut, Greenwood Press, 2000, pp. 90. 41 AHSRE, “Margarita Robles de Mendoza rinde su informe de actividades” Legajos encuadernados, L-E-234, 1933. 42 APEC, Fondo Plutarco Elías Calles, Expediente 135, Inventario 4957, 1933. 43 AHSRE, “Telegrama” Legajos encuadernados, L-E-234, 1933. 44 Pierre Bourdieu denomina estas prácticas sociales como habitus, cfr. El sentido práctico, Versión castellana de Álvaro Pazos, Madrid. España, Taurus Humanidades, 1991.

27

República Dominicana a la Conferencia de Montevideo, en una carta al Cónsul general

de México en Nueva York, relataba haber prestado 400 dólares a Robles de Mendoza

para pagar el hotel en Uruguay y reclamaba que de regreso a Nueva York se había

encontrado con la noticia de que esta mujer carecía de dinero para saldar la deuda.

Solicitaba que el secretario de Relaciones respondiera al compromiso contraído. No

conocemos el desenlace.

Margarita se valió de las oportunidades que tenía a la mano en su afán por

conseguir dinero. Así, no solo escribió a los ministros de Relaciones Exteriores, sino

inclusive recurrió a la mediación de Aída S. de Rodríguez -esposa del presidente

Abelardo L. Rodríguez, - a quien por ejemplo, le rogaba consiguiera un puesto en el

servicio exterior para ella o para su marido, argumentando la dificultad que era

encontrar trabajo en el país vecino.

En este caso es posible observar que los problemas monetarios fueron el

principal obstáculo para difundir los ideales que Robles de Mendoza decía defender. Si

bien parece que todo el tiempo reclama se le remunere, lo que realmente pasa es que

hay una relación perversa entre la labor que desempeña y el desinterés del gobierno

mexicano por participar en la CIM y el hecho de no hacer nada por su delegada, lo

demuestra. Años después cuando este organismo alcanzó mayor importancia,

Margarita fue relegada y en su lugar se nombró oficialmente a Amalia Castillo Ledón

para el cargo con salario.

En su lucha por la igualdad entre hombres y mujeres encontramos que en

marzo de 1936, Robles de Mendoza reconvino al presidente Cárdenas porque México

continuaba sin firmar el Tratado de Igualdad de Derechos Civiles y Políticos, suscrito

en Montevideo. Explicaba que en el país se habían operado adelantos revolucionarios

del orden jurídico, por lo que resultaba inconcebible que no aceptasen este

instrumento. Solicitaba se la enviase como representante a la Conferencia de la Paz

que se celebraría en Buenos Aires y que de paso por Montevideo, se le permitiera

adherirse al Tratado en nombre de México, es más, añadía querer firmarlo

personalmente ya que dos mujeres antes que ella lo habían hecho: Sofía Alvarez de

Demicheli por Uruguay y María Felicidad González por Paraguay45.

En 1938 la CIM presentó a la octava Conferencia Internacional Americana de

Lima, los resultados obtenidos por cinco años de labor. El informe incluía la situación

45 AGN, Fondo Lázaro Cárdenas del Río, Caja 830, Exp. 544/1.

28

legal y real de la mujer en los aspectos civil y político, con referencia además, a las

leyes reguladoras del trabajo de la mujer y del hombre en la industria, el comercio y la

agricultura. Ahí se aprobó la resolución XXIII que estableció a la CIM sobre bases

permanentes, le dio carácter de organismo consultivo e informativo y encargó a la

Unión Panamericana el estudio de un estatuto orgánico para regular su

funcionamiento, el cual debía ser sometido a la aprobación de la 9ª Conferencia

Internacional Americana46 fue entonces cuando se relevó a Margarita, sin haber sido

oficialmente avisada, por Amalia Castillo Ledón.

Margarita y las Mujeres

En la serie de artículos compilados en La evolución de la mujer en México47,

Robles de Mendoza se autodefine feminista y concibe al feminismo como:

Al movimiento moderno tendiente a defender los derechos personales de la mujer y consideraba que ellas siempre habían estado detrás de los hombres como esposas, amigas o amantes, siempre listas para dar consejos y recomendaciones, añadía que entonces había llegado la hora para dejar de ser invisibles, abandonar su lugar tras bastidores y convertirse “en coautoras del progreso y responsables de lo que acontece en el mundo48.

Declaraba que en México las mujeres habían cambiado gracias a los viajes, al

acceso al trabajo remunerado y a la educación superior. Estaba segura de que al

incorporarse al ámbito público, las mujeres no perderían la feminidad, ni se

convertirían en “marimachos” como se argumentaba en ciertos sectores. Si bien su

preocupación principal iba dirigida a obtener el sufragio, al que consideraba un medio

para el logro de derechos económicos y sociales, sostenía que la ciudadanía para las

mujeres se apoyaba en la obtención de ese derecho en igualdad de condiciones con

los varones y pensaba que las mujeres alcanzarían una mejora porque ya estaban

preparadas para los asuntos públicos. Al mismo tiempo que pugnaba por el sufragio

femenino, estaba a favor de un voto progresivo a fin de que las mujeres fueran primero

“educadas en el sufragio viniendo de lo simple y local, a lo complejo y general”49.

Trabajó incansablemente por conseguir el voto como la mejor forma para desechar el

círculo religioso en que estaban inmersas las mujeres, sustituyéndolo por

46 Organización de Estados Americanos, 10ª Conferencia Interamericana, Informe sobre las actividades de la organización de los Estados Americanos. 1948-1953, Washington D.C. 1953, pp.189. 47 s.p.i 1931. 48 Ibid, pp.15. 49 Ibid, p.38

29

…otro objetivo más sagrado y más fuerte: la Patria que siempre ha sido un interés más sublime y más poderoso que la iglesia…Hagamos a nuestras mujeres amar como suya la obra de reconstrucción nacional, pongamos en sus manos plenos poderes para participar en todos nuestros asuntos públicos50.

Fue sagaz, se dio cuenta de que una de las principales objeciones contra el

otorgamiento del sufragio para las mujeres era la sospecha, -no comprobada-, de que

estaban sometidas a la iglesia y votarían por quien dicha institución recomendara.

Para contrarrestar y prepararlas organizó la Liga para el voto de la Mujer Mexicana, y

presentó a las distintas Legislaturas -entre 1932 hasta 1937- demandas de reforma del

artículo 34 de la Constitución, sin éxito.

Descorazonada mas tarde, intentó un último asalto al voto, encabezando un grupo de mujeres sándwiches que recorrieron las calles, portadoras de letreros alusivos a la emancipación de la mujer. Privadamente ha expresado que su ideal no es todavía muy factible entre nuestras mujeres, demasiado hogareñas, ni porque los hombres, celosos extremeños, lo permitan de muy buen grado51

Llegó inclusive a increpar al presidente Lázaro Cárdenas cuando en 1935 éste

nombró a Palma Guillen como Ministra de México en Colombia:

¿La interpretación que da el señor general Cárdenas al artículo 34 constitucional es que las mujeres mexicanas son ciudadanos de la república? verdad que no puede una menor de edad, una capiti(dis)minuida, un ser sin estatuto jurídico, ni político perfecto llevar la representación de su país al extranjero. Verdad que cuando usted nombra a la srita Palma Guillén Ministra en Colombia es que cree que no es una menor de edad ni una capiti(dis)minuida?52.

La respuesta que recibió fue que no existían razones técnicas, ni de otro orden,

para negar a la mujer mexicana la calidad de ciudadana. Con lo anterior se caía en

una flagrante contradicción, ya que por un lado se nombraban mujeres para cargos

internacionales en donde se esperaba capacidad de decisión, pero al interior del país

no se le otorgaban esos mismos derechos, a pesar de que se ponía énfasis en que a

la mujer se le estaba dando amplia ocasión para que ocupase puestos administrativos

de importancia, “porque se considera que no será completo ningún gobierno, ni

integral un movimiento social si no comprende la importancia que tiene la mujer como

50 APEC, “El voto para la mujer mexicana y el problema religioso” Exp. 94, Inventario. 3668. 51 Salvador Novo, La vida en México en el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas, México, INAH/CONACULTA, 1994, pp.36. 52 “Discurso en pro de los derechos políticos de las mujeres” Condumex, Carpeta 2, Leg. 29, 18/11/1935.

30

factor de complemento”53. Con esto daba a entender que se consideraba la igualdad de

derechos un requisito indispensable.

Robles de Mendoza militó en el Partido Nacional Revolucionario (PNR) y

trabajó para incorporar a las mujeres a dicho organismo político con la promesa de

que se incorporaría a las mexicanas a la vida cívica y política de México. Para ella,

como hemos visto, la ciudadanía “era un derecho y una obligación que la mujer debe

compartir con el hombre. No hay ningún principio social, jurídico o moral que

científicamente impida igualdad de hombres y mujeres ante la ley” y consideraba el

voto como parte de la ciudadanía”54.

Una agrupación de gran importancia que influyó en la discusión de los

derechos políticos fue el Frente Único por los Derechos de la Mujer (FUPDM)

organización que logró conjuntar a organizaciones y grupos femeninos y feministas de

diversa índole y en donde el sufragio unificó las diversas posturas que esgrimían la

variedad de mujeres que integraban el organismo. Aparentemente el presidente

Lázaro Cárdenas estaba dispuesto a llevar a cabo los trámites conducentes para

reformar los artículos 34 y 35 de la Constitución que reconocerían el voto para las

mujeres. En septiembre de 1937 Cárdenas habló del valor y la importancia de las

mexicanas al enviar la iniciativa de reforma al Congreso. Si bien la iniciativa se

presentó, el trámite no se completó y sería hasta 1953 cuando se obtendría ese

derecho55.

Anna Macias56 considera que Margarita es un ejemplo del selecto grupo de

mujeres de clase alta que hicieron del feminismo una profesión y se dedicaron de

manera exclusiva a buscar el sufragio, Al vivir en el extranjero perdió contacto con sus

congéneres mexicanas y se desvinculó del movimiento de las mexicanas. Empero,

cuando dice que ganaba muy buen salario y por ello podía seguir empujando la lucha

por el voto, se ve que no conoció los avatares por los que pasó esta mujer y no

aquilató la importancia que tuvo la CIM en los años de su formación. Robles de

Mendoza mantuvo constante comunicación con su país a través de cartas e informes.

Probablemente al no ser aceptada por sus paisanas fue cuando dedicó sus esfuerzos

53 “Discurso en pro de los derechos políticos de las mujeres” Condumex, Carpeta 2, Leg. 29, 18/11/1935. 54 Margarita Robles de Mendoza, Ciudadanía de la mujer mexicana, Morelia, Mich., Talleres Tipográficos de la E.T.I. Alvaro Obregón, 1932, pp. 24. 55 Grabriela Cano, “Una ciudadanía igualitaria. El presidente Lázaro Cárdenas y el sufragio femenino” en Desdeldiez. Boletín del Centro de Estudios Lázaro Cárdenas A.C., Mèxico, 1995; Enriqueta Tuñón, Por fin…ya podemos elegir y ser electas, México, PyV/CONACULTA/INAH, 2002. 56 Macías, Op.cit, pp .162.

31

a organizar la Unión de Mujeres Americanas para trabajar por la liberación de las

mujeres latinoamericanas y obtener la igualdad civil, social y política.

Robles de Mendoza, asumió una identidad feminista que mezclaba igualdad

con diferencia, por un lado luchaba por la adquisición de derechos civiles, y por el otro,

consideraba que las mujeres debían conservar su esencia femenina al salir al ámbito

público. Ponía énfasis en el rol de las mujeres como guardianas del hogar y madres de

los hijos del pueblo y con ello establecía las bases para un Estado nacional integrado

por los dos sexos. El significado que para ella tenía la ciudadanía venia

necesariamente acompañado de derechos y el importante debía ser el del sufragio.

En 1939 Amalia Castillo Ledón (1898-1986) fue nombrada representante de

México a la CIM. En 1944 fue electa vicepresidenta y entre 1949 y 1953 fue su

presidenta. Con ella se abre otro capítulo en la relación que México estableció con la

CIM, primero Doris Stevens deja la presidencia de la CIM, y la nueva funcionaria -Ana

Rosa de Martínez Guerrero- intenta trasladar el organismo de su sede en el edificio de

la Unión Panamericana en Washington a Argentina de donde era originaria. El

Consejo Directivo como respuesta decide crear el cargo de vicepresidenta para salvar

la situación, nombramiento que recae en Minerva Bernardino de la República

Dominicana57. La intensa labor de Margarita Robles de Mendoza queda relegada al

olvido porque realizó su actividad cuando la CIM no tenía el carácter ni la importancia

que alcanzaría después.

57 Aquella a la que Margarita debía $400 dólares.

32

Pequeñas cocineras para grandes amas de casa… La propuesta pedagógica de Angel Bassi para las escuelas argentinas, 1914 -

19201

Paula Caldo2

Resumen En estas páginas interrogaremos los sentidos de la enseñanza de la cocina en las escuelas argentinas. Nos preguntamos: ¿qué saberes comprendió la materia Cocina? ¿Por qué enseñar a cocinar a las niñas en las escuelas? ¿Bajo qué condiciones y presupuestos? ¿Qué platos se proponían? ¿Con qué medios, técnicas, utensilios se resolvían las recetas? ¿En qué tiempos? ¿Quiénes consumirían los resultados de aquellas prácticas?... Preguntas, cuyas respuestas no las hallaremos en el orden de las prácticas concretas sino en el propio de un artefacto textual generado para el logro de la transmisión escrita del saber culinario. Se trata del libro del pedagogo Angel Bassi publicado en el año 1914, Gobierno, Administración e Higiene del Hogar. Curso de Ciencia Doméstica. Un texto destinado a las/os docentes de área en cuestión tanto de escuelas primarias como de las secundarias, en cuyo contenido se destacan los capítulos orientados a la transmisión del saber culinario.

Introducción

Pequeñas cocineras para grandes amas de casa…, es un paper que, valiéndose de

las herramientas de la historia sociocultural, pregunta a la obra de un pedagogo

argentino, de nombre Angel Bassi, por qué existió un momento histórico en el cual las

mujeres necesitaron aprender a cocinar, qué aprendieron al respecto y por qué la

escuela, y él formando parte de ella, respondió a esa demanda social. Estos

interrogantes obligan a reconsiderar la, casi histórica, coincidencia de las mujeres en

la cocina hogareña, amasando, cortando, diferenciando la comida de los adultos de la

propia de los niños, cociendo alimentos para los enfermos, seleccionando platos y

menús, escribiendo libros de recetas, en fin…, cocinando. Coincidencia poco

cuestionada, tanto por los investigadores y las investigadoras de la historia de la

alimentación y de la cocina como por quienes hacen lo propio en el campo de la

1 Las ideas centrales del presente artículo fueron presentadas en formato de ponencia en el marco de las “IX Jornadas Nacionales de Historia de las Mujeres” y del “IV Congreso Iberoamericano de Estudios de Género”, realizados en la ciudad de Rosario en el año 2008. 2 Paula Caldo es Licenciada y Profesora en Historia y en Ciencias de la Educación por la UNR. Actualmente se desempeña como profesora auxiliar en la cátedra de Pedagogía del ciclo de Formación Docente de la FHyA, UNR y como becaria doctoral de CONICET. La línea de investigación en la que inscribe sus trabajos en los últimos años es la historia sociocultural de la cocina en un registro local-regional y desde la perspectiva de la historia de las mujeres. Dirección electrónica: [email protected]

33

problemática de género y de las mujeres3. En este punto, y buscando explicar tal

descuido, es preciso reconocer la joven, y no poco conflictiva, constitución de las dos

áreas de investigación mencionadas. Promediando la década del ‘70, la alimentación y

la cocina fueron incluidas en el interior de la agenda historiográfica. Esta problemática,

lejos de abrazar un territorio exclusivo, fue entendida como un apéndice de la historia

de la cultura material, un apartado de la historia de la vida privada y de la historia de la

vida cotidiana o un capítulo de la historia del consumo. En consecuencia, mientras que

la antropología y la sociología contaban con una larga tradición en investigaciones con

identidad propia relativas a la alimentación y a la cocina; la historia hallábase novata

en la materia. Casi todo estaba y está por hacerse y más aún si pensamos la temática

en contextos latinoamericanos en general y argentinos en particular. Asimismo, las

mujeres, como objeto de estudio de la historia, atravesaron por una experiencia,

aunque no homóloga, aledaña. En la década del ‘70 las historiadoras feministas, en

palabras de Isabel Morant (2006: 7), “notaron que la mitad de la población no había

merecido un lugar en la historia, las mujeres habían silenciado sus nombres y aún

más, sus vidas” y, en consecuencia, comenzaron a tallar los lineamientos de una

Historia de las mujeres. Desde entonces y hasta nuestros días mucho se ha crecido al

respecto. Con el auxilio de categorías como patriarcado, poder, género, relaciones

sociales, ciudadanía, cultura política, esfera pública, sociedad civil, clases sociales,

etcétera, etcétera, las investigadoras cincelaron el perfil de una historia con mujeres,

una historia que las integrase como sujetos temporales en una trama relacional

intergenérica.

Resumiendo, la década del setenta introdujo en el campo historiográfico nuevos

temas, problemas, enfoques y objetos entre los que se hallaban la cocina y las

mujeres. Temas que hoy se dan cita y convergen en estas páginas4. El punto de

intersección, donde se juntan mujeres y cocina, se halla atiborrado de nudos

problemáticos entre los que hemos acordado rescatar uno, el propio de la transmisión

3 Al escribir estas frases estamos pensando puntualmente tanto en la Historia de la Alimentación coordinada por Jean-Louis Flandrin y Massimo Montanari (1996) como en las compilaciones de Historia de Mujeres dirigidas por Georges Duby y Michelle Perrot (1992) para el caso de la Europa accidental, por Isabel Morant (2006) para el caso Español y Latinoamericano y por Fernanda Gil Lozano, Valeria Pita y María Gabriela Ini (2000) o los mismos escritos de Dora Barrancos (2007; 2008) para el caso argentino. 4 En su momento dijimos que la problemática de las mujeres y las prácticas culinarias fue y es poco visitada por los historiadores e historiadoras, dijimos “poco” y no “nunca” porque contamos con algunas excepciones. Massimo Montanari (2004), en algunos de sus escritos sobre la temática, destina algunos “pocos” renglones donde reflexiona e historiza algunas de las experiencias de las mujeres en la cocina. No obstante, en lo personal, los trabajos de Rebekah Pite fueron reveladores al momento de disponerme a pensar cómo articular la problemática de género con la propia de la alimentación (Pite, 2004, 2007). Asimismo, podemos mencionar como ejemplo de estos aportes los trabajos de Amelia Royo (1999), de Sandra Aguilar Rodríguez (2008), el clásico libro de Ivonne Verdier (1979) o el trabajo en perspectiva antropológica de Luce Giard (2006).

34

del saber culinario a las mujeres en un espacio y en un tiempo en particular, las

escuelas argentinas en la década de 1910. Los por qué, qué y cómo de tal hecho

educativo los responderemos a partir de la lectura interpretativa de la obra del, ya

citado, Angel Bassi. Un pedagogo que, entre los años 1894 y 1920, se ocupó de la

educación de las mujeres. Tal interés cristalizó en las páginas de un libro5 que hoy nos

sirve como fuente para reflexionar alrededor del semblante que la pedagogía

argentina, cierta vez, atribuyó a la cocina y de las cocineras.

1.

Desde los albores de la humanidad, gravitó sobre las mujeres la responsabilidad de

preparar los alimentos. La sentencia se corrobora, por ejemplo, si nos remontamos a

los tiempos de la epopeya de Gilgamesh. Recordemos…, en este relato

mesopotámico, se consideraba ser civilizado a quien tuviese la costumbre de comer

pan, producto artificial transformado en símbolo de la civilización, cuya fórmula había

sido transmitida por una mujer. Fue así como esta última, y en su nombre el género

femenino entero, se convirtió en guardiana y en soporte del saber culinario (Montanari,

2004: 15). Massimo Montanari (2004) asevera que el estatuto otorgado a la mujer en

los relatos de ficción no contradice las premisas obtenidas por las investigaciones

contemporáneas que abordan como objeto de estudio las prácticas culinarias.

Aunque hallar a las mujeres cocinando sea casi una constante en la historia, la

citada actividad no siempre se resolvió de la misma manera, en las mismas

condiciones y respondiendo a los mismos sentidos y fundamentos socioculturales. Por

ejemplo, el enunciado: “la mujer alimentó a la prole”, pudo y puede significar:

amamantó, recolectó tallos, frutos silvestres y raíces, cultivó la huerta, cocinó, fue al

supermercado, compró; pero también: sanó, nutrió, halagó, premió o castigó, entre

otras tantas posibilidades. Gracias a los aportes teóricos de las Ciencias Sociales, la

cocina ha dejado de ser entendida exclusivamente como una serie de técnicas e

indicaciones para la adaptación de los alimentos al consumo humano. Por el contrario,

esta se perfila “como el conjunto de representaciones, creencias y prácticas que están

asociadas a ella y que comparten los individuos que forman parte de una cultura o de

un grupo” (Fischler, 1995: 34). De este modo, cada sociedad genera una determinada

gramática culinaria, compuesta por todas aquellas reglas, clasificaciones y valores que

presiden las preferencias, las elecciones y los actos de elaboración y consumo

alimentario. Cocinar es mucho más que combinar ingredientes; cocinar es hacer que 5 Se trata del libro Gobierno, Administración e Higiene del Hogar. Curso de Ciencia Doméstica, publicado en el año 1914, del que contamos con su segunda edición del año 1920.

35

los seres humanos socialicen los alimentos a los efectos de perder el miedo a la

ingesta de lo desconocido y presumiblemente dañino para el organismo (Fischler,

1995). Asimismo, el hecho alimentario (Goody, 1995), al tiempo que ilustra cómo se

cocinan los alimentos, recrea una gimnasia a partir de la cual van gestándose

identidades nacionales, regionales, generacionales y también de género. En este

último sentido, se establece una clara dicotomía jerárquica y sexuada (Olsen, 1998)

entre: mamá amasa la pasta y hierve el puchero, mientras que a papá le corresponde

el asado de los días festivos (Tobin, 2002; Archetti, 1999). En otras palabras, se trata

de un reparto de actividades y de identidades que, lejos de estar inscriptas en los

cuerpos, deben ser construidas, transmitidas, enseñadas y aprendidas.

Concebida así, la alimentación se nos presenta con una textura hojaldrada cuyo

descifrado implica analizar los procesos de producción, de distribución, de

preparación, de consumo y finalmente de higiene y recolección de los residuos, en el

marco de una cultura particular (Goody, 1995). En el desarrollo de la mencionada

secuencia de tareas, mujeres y varones van socializándose de modo asimétrico, con el

fin de resolver las demandas del proceso alimentario. Justamente, mientras que a los

varones correspondieron las tareas productivas, las decisiones sobre la distribución y,

por supuesto, el consumo-ingesta; en manos de las mujeres recayeron las labores de

producción de carácter doméstico –realizar la huerta, criar aves de corral, cuidar y

ordeñar las vacas-, como también las de la preparación de los alimentos y la limpieza

de los residuos.

Transformar las vituallas sustraídas de la naturaleza en comida, es cocinar. Y, en

esta actividad, las mujeres fueron silenciosas expertas. Ellas aprendieron las recetas y

también se encargaron de transmitirlas generacionalmente. Transmitir es pasar algo –

un objeto, un recuerdo, una historia, etcétera- para que no muera con nosotros/as

(Debray, 1997). Asimismo, el acto de transmitir siempre queda entrampado en los

juegos del poder en tanto alguien decide qué, quién y cómo concretarlo, y el saber

culinario no resultó ajeno a ello. Entonces, en los albores de la modernidad, pero antes

también, mientras que, de boca en boca y de mujer a mujer, fueron transmitiéndose

los secretos de la cocina familiar, cotidiana y doméstica; los varones, valiéndose de la

escritura, hicieron lo propio en el espacio público. Si revisamos los nombres que

constituyen la autoría de los primeros tratados gastronómicos de la cultura occidental,

nos sorprenderá descubrir que todos ellos eran de género masculino (Flandrin,

Montanari, 1996). Pero, Marcela Nari (1995) cuenta que en las últimas décadas del

siglo XIX los varones dejaron que reposara en manos femeninas la producción de

36

conocimientos acerca de la Economía Doméstica y sus múltiples ramas. Así, las

mujeres, siguiendo el atajo, por ejemplo, de la cocina, alcanzaron el espacio público.

Sin embargo, el autor que motivó esta ponencia vendría a ser una excepción en el

planteo de Nari. Bassi, prestigioso profesor, emprendió la ardua tarea de prescribir

para las escuelas el fascículo de la educación femenina en general y las cocineras en

particular.

2.

En el año 1914, Angel Bassi publicó: Gobierno, Administración e Higiene del Hogar.

Curso de Ciencia Doméstica. En sus páginas, este libro cosechaba todo el saber

sembrado por el autor en materia de educación femenina escolarizada. Precisamente,

la biografía de Bassi está plagada de indicios que demuestran tal preocupación. En

primer lugar, en el año 1894 asumió como director de una escuela mixta en la ciudad

de Esquina, Corrientes. Por sus méritos académicos, logró que aquella institución

fuese categorizada como “Escuela Experimental”. Categoría que habilitaba al director

para construir un plan de estudios innovador y particular. Fue así como Bassi se abocó

a esa tarea e incorporó, bajo el rótulo: Economía e Higiene del Hogar (Bassi, 1905),

una asignatura específica para niñas. La propuesta era hacer de las clases de mujeres

un sitio donde convergieran todos los saberes aportados por las demás materias del

currículum. De esta forma, las pequeñas ensayarían los modos en que, los principios

de la matemática, la química, la biología, la física, la urbanidad, etcétera, etcétera,

cristalizan en los quehaceres del ama de casa. Desde temprana edad, las niñas

debían definir el hogar como un laboratorio donde se tallaría el espíritu y el cuerpo del

los ciudadanos. El objetivo perseguido por Bassi, lejos de ser original, se ajustaba a

las ideas que colmaban el paisaje social de su tiempo (Fernández Valencia, 2006;

Bolufer, 2006). Para él, la pedagogía debía atender a la formación, ya no de sujetos

letrados y cultos, sino de varones y mujeres dotados/as de conocimientos útiles para

resolver los problemas de la vida diaria. Saber hacer para ser: los varones,

ciudadanos, trabajadores o profesionales responsables, como también sostén

económico del hogar; y las niñas, amas de casa y madres (Bassi, 1905). El mandato

social era claro y Bassi lo hizo suyo con sumo compromiso.

El interés de nuestro pedagogo en la educación femenina no quedó anclado en sus

días como director de la Escuela Experimental de Esquina. Por el contrario, habitó en

él y se fortaleció cuando, en el año 1910, fue nombrado profesor de la cátedra de

Ciencia Doméstica en el Liceo de Señoritas, anexo a la Universidad Nacional de La

Plata (Bassi, 1920). Volver a las aulas, le permitió esbozar, revisar y reconceptualizar

37

todos sus presupuestos relativos a la educación femenina. Aquel enriquecimiento

teórico y didáctico germinó en la publicación del citado libro, Gobierno, Administración

e Higiene del Hogar.

En esta obra, el autor reemplazó la expresión Economía Doméstica por la de

Ciencia Doméstica. El cambio nominal correspondió a una toma de postura

epistemológica. La ciencia había estallado los límites de los laboratorios y estaba

llamando a las puertas de los hogares (Nari, 1995). En consecuencia, tanto las

mujeres de los sectores populares, obreros y campesinos como las de las franjas

sociales adineradas, debían conocer los principios científicos que envolvían y

timoneaban los quehaceres domésticos. La tarea no era menor y, si bien desde las

editoriales, las asociaciones, los hospitales, la Iglesia y las bibliotecas se venía

trabajando en la educación doméstica de la mujer (Nari, 2004), resultó ser la escuela

pública y obligatoria el espacio de mayor éxito y cobertura. Bassi atribuyó a dicha

institución ese mérito y, para mejorar las prácticas de las/os docentes a cargo de las

materias femeninas, escribió su libro.

En términos de nuestro pedagogo:

“La ciencia doméstica es el conjunto de preceptos y de prácticas

conducentes al buen gobierno, administración e higiene de una casa, a

la conservación de la salud de la familia, a la crianza, dirección y

educación de los hijos, a la felicidad y al bienestar del hogar…” (Bassi,

1920:1-2).

Definida como una amalgama de preceptos sustancial para el desenvolvimiento de

la vida femenina y el bienestar de las familias, la joven disciplina científica debía

transmitirse a las niñas, tanto en la formación primaria básica como en la secundaria,

por medio de lecciones amenas, ágiles, entretenidas y rápidamente aplicables. La

escuela se convertiría en una fábrica de buenas amas de casa y la Ciencia Doméstica

venía a garantizar los resultados.

Esta ciencia más que una unidad compacta, se abría en frondosas ramas.

Precisamente, los capítulos que componen Gobierno, Administración e Higiene del

Hogar, profundizan en cada una de aquellas, ofreciendo así lecciones de: las

obligaciones de una esposa; la contabilidad doméstica y nociones de ahorro; el diseño

y selección de la vivienda, la provisión de agua, la iluminación, la ventilación, la

calefacción y la refrigeración; la limpieza, el mobiliario y la ornamentación del hogar; el

38

vestido, su confección, selección, limpieza y arreglo; la arboricultura, la floricultura y la

horticultura; el modo de seleccionar a los animales domésticos; la elección del servicio

doméstico; y, ocupando un lugar destacado, los problemas de la alimentación (Bassi,

1920).

Angel Bassi (1920), destinó veintisiete lecciones al tratamiento de los principios

generales de la alimentación. En cada una de ellas trató de equilibrar sugerencias

prácticas con sus consecuentes explicaciones y fundamentos teóricos. De este modo,

presentó una meticulosa exposición teórica a partir de un cuidadoso uso del

vocabulario. Por ejemplo, si bien el término cocina, al menos para el idioma castellano,

resulta ser polisémico, puesto que refiere tanto a una práctica –cocinar-, a un objeto –

el aparato generador de calor-, como a un lugar –la habitación de la casa donde se

cocina- (Caldo, 2006); la teoría de Bassi no parece contener tal pluralidad semántica.

Para el pedagogo, la cocina:

“Es una dependencia de la casa, tanto o más importante que cualquier

otra, porque en ella tienen que prepararse, según arte, y con sujeción a

reglas de higiene y de economía, los alimentos cotidianos” (Bassi,

1920: 197).

En esta “dependencia” sitúa a los aparatos productores de calor destinados a

consumar las obras del arte culinario. Entendiéndose este último como:

“Un arte sencillo, agradable, al alcance de todos, cuya precisión tiene

la imponderable ventaja de hacer comer apetitosamente y bien,

gastando poco dinero” (Bassi, 1920: 367).

El mismo concepto conlleva una paradoja, puesto que la libertad creadora que

distingue a las manifestaciones artísticas se halla limitada por los principios del ahorro,

por los del higienismo y por los de la nutrición.

Respecto a la importancia de enseñar cada uno de los ejes temáticos de la Ciencia

Doméstica, Bassi dirá:

“Porque si en materia de instrucción hay asignatura muy útil para la

mujer, ésta es sin dudas la de más valor para ella, porque es la que la

habilita de un modo directo para desenvolverse hábilmente en el campo

de sus actividades naturales, presentes y futuras, y es la que en no

pocos casos le ayudará a ganarse la vida” (1920: 196).

39

Aunque naturales a la condición femenina, estas actividades parecían necesitar de

instrucción y Bassi actuó en consecuencia. Para ello, puso en palabras cada uno de

los sustentos teóricos y científicos de los quehaceres domésticos y, en aquella

compilación, el arte culinario resultó central.

3.

A grandes rasgos, las lecciones que Bassi destinó al tratamiento de la alimentación

abarcan cuatro temas. El primero refiere a la cocina como habitación, con su

respectivo acondicionamiento, higiene y mobiliario. El segundo comprende el problema

de la elección, costos, calidades y empleo de los utensilios. El tercero abarca el eje

central del planteo, los alimentos y todas sus propiedades y cualidades: químicas,

nutritivas, patológicas, digestivas, asociativas, culinarias, etc. El último se detiene en el

detalle de un régimen alimentario elaborado a partir de la normal y racional

combinación-asociación de alimentos.

Ahora bien, a lo largo de todas esas lecciones Ángel Bassi no alude al arte de la

cocina sino a la ciencia de la alimentación. Decisión que tendrá sus implicancias en la

estructura del texto y en la formación de las mujeres cocineras. De esta forma, su libro

se aparta de la serie de tratados culinarios que sólo se limitan a listar recetas y

consejos. Precisamente, nos aventuramos a decir que él conceptualiza a la

alimentación, parafraseando a Jack Goody (1995), como un hecho total, en el cual la

cocina es sólo un aspecto entre otros. Así, analizará las condiciones de producción –

cómo se producen los alimentos, dónde-; de distribución –costos, modos de

conservación, de traslado- ; de preparación –aquí se enuncian recetas culinarias,

rescatando en cada una sus componentes químicos y nutritivos-; de consumo -aportes

positivos y negativos al organismo -; como también de limpieza y recolección de

residuos –espacio donde se juegan los principios más sólidos del higienismo-. De esta

forma, el libro de Bassi se distingue en la región editorial destinada a la educación del

público femenino más por lo que muestra que por lo que oculta. Es decir, se diferencia

por presentar a la alimentación como un hecho total y no, como afirma Aníbal Arcondo,

por omitir la anunciación de listados de “indicaciones o recetas culinarias” (2002: 238).

El acto alimentario es presentado como una actividad sustancial y constitutiva de

los sujetos, tanto en sus aspectos biológicos como anímicos. Para Bassi resulta

esencial concientizar a las mujeres acerca de la importancia que posee la buena

alimentación en la vida humana. Por ello, no sólo se limita a detallar recetas sino, por

40

el contrario, estas quedan enmarcadas y muchas veces esfumadas en una

presentación holística del acto alimentario. Él dirá:

“La alimentación racional influye en bien de la salud del individuo,

mientras que la alimentación inadecuada (aunque sea abundante y

nutritiva) concluye por originar trastornos, más o menos graves o

duraderos…Se trata, pues, de una cuestión importante, en la que así la

insuficiencia como el exceso, así la mala calidad como los extravíos

conducen directa y fatalmente a malos resultados; y se trata además,

de algo que incumbe a la esposa, a la madre de familia, de algo que

debe conocer a fondo porque ella, mejor que cualquier persona de

servicio, podrá consagrarle los cuidados y solicitudes que demanda”

(1920: 213).

Las palabras de Bassi connotan una urgencia social, la necesidad de formar

mujeres amas de casa y buenas cocineras. La excelencia de esas cocineras residía

menos en la habilidad de cocer platillos exquisitos y apetitosos, que en la capacidad

para efectuar un menú compuesto por una nutritiva y adecuada asociación de

ingredientes. Así, por medio del cuidado alimenticio, la esposa y madre contribuía al

sostenimiento de la salud de su familia. En consecuencia, la alimentación prescripta en

las páginas del libro de Bassi operó en la clave del saber químico, la dietética y la

nutrición. Para ello, recurrió al conocimiento de los especialistas. Apuesta que será

redoblada en la segunda edición del texto, al convocar como autor del prólogo y de las

correcciones al médico higienista José Bassi.

Sin dudas, las intenciones que timoneaban las lecciones alimentarias de nuestro

pedagogo colisionaron con el sentido que la gastronomía y la cocina habían adquirido

en el marco de la cultura occidental del momento. En este punto consideramos

adecuado abrir un paréntesis para efectuar un repaso histórico del complejo y

dinámico vínculo entre cocina y dietética. En el Mundo Antiguo occidental, ambas se

encontraban estrechamente ligadas. Alimentarse correctamente era un atajo que

conducía al mantenimiento de la buena salud (Mazzini, 1996). Desde entonces y hasta

los albores de la modernidad, la cocina y la dietética trabajaron al unísono, basadas

preferentemente en la medicina humoral de Hipócrates y de Galeno como así también

en el poder medicinal de las especias. La intervención culinaria venía a compensar el

equilibrio humoral ausente en los alimentos en estado natural. El cocinero era un

experto, tanto en el arte culinario como en la dietética (Montanari, 2004). Empero, la

atadura que estrechaba a las dos disciplinas comenzará a ser erosionada con el

41

advenimiento de la modernidad. El proceso que determinó la independencia entre

cocina y dietética se irá produciendo paulatinamente, hasta alcanzar la total

diferenciación en el siglo XIX (Flandrin, 1996). Dicho proceso fue complejizándose al

calor de dos innovaciones. Una, aportada por los cambios experimentados en el plano

científico durante los siglos XVII y XVIII. Los avances producidos en el campo de la

química vinieron a poner en tensión y a superar los postulados de la medicina

hipocrática. La cocina, inspirada en tal cambio, mutó su perfil. Así, los alimentos

comenzaron a ser clasificados según sus componentes: hidratos de carbono,

albúminas, fosfato, cloruro de sodio, sacarosa, caseína, etcétera. Y, en consecuencia,

las recetas apuntaron, ya no a confeccionar platos sabrosos, sino a combinar

nutrientes (Montanari, 2004). La otra novedad surgió en la región de las artes e

involucró un cambio en el concepto del término gusto. En la antigüedad el gusto refería

a una percepción emanada del paladar y del estómago de cada comensal relativa a la

calidad y sabor de los alimentos. Pero, los protagonistas de la sociabilidad propia de

los siglos XVII y XVIII transformaron la noción de gusto en un juicio –positivo o

negativo- acerca de las artes, la sociedad, el trato y también la comida. El gusto dejó

de emanar del aparato digestivo individual para hacerlo desde el intelecto regido por

las convenciones y reglas sociales. Esta segunda acepción aludía a un saber apto

para discriminar entre lo feo y lo lindo, lo bueno y lo malo (Montanari, 2004).

Entonces, mientras que la dietética se aunaba a la química y al higienismo, las

prácticas culinarias corrieron por los carriles del buen gusto artístico y del placer. En

este sentido, el cocinero se convirtió en un artista-arquitecto, logrando con cada

manjar el regocijo de los comensales. La gula, en otros tiempos pecado, ahora será

encubierta con las características del buen gusto, la etiqueta, la urbanidad y el buen

vivir de las clases adineradas. En consecuencia, al tiempo que la gastronomía se

transformaba en arte, iba separándose de la dietética (Flandrin, 1996). Apropiándonos

de las palabras de Claude Fischler, decimos que “mientras la gran cocina progresó

hacia el arte del aderezo y las transformaciones extremas. La medicina por su parte

hará evolucionar la noción de higiene hacia la prevención, y esta división del territorio

alimenticio durará hasta el último tercio del siglo XX. (1995: 229). El médico y el

cocinero se volverán expertos en escribir recetas antagónicas, la del primero regirán

sobre la salud mientras que las del segundo lo harán sobre el placer (Montanari,

2004).

Ahora bien, si durante la bisagra de los siglos XIX y XX la cultura occidental en

general fue protagonista de la ruptura definitiva entre gastronomía y dietética-

42

medicina, entonces cómo explicamos la existencia de un tratado como el de Ángel

Bassi (que restituye la relación cocina-dietética) en el escenario educativo argentino

para el mismo período. Para responder, comenzaremos situando el texto en su

contexto socio-político y cultural. En aquellos años, los principales países de occidente

fueron afectados por incipientes y rápidos procesos de modernización. Esto implicó:

migraciones internas y externas; crecimiento urbano; experiencias de industrialización;

encuentros e intercambios entre culturas. El corolario fue la instalación de una nueva

cuestión social en la agenda de los Estados nacionales. En este clima, apremiaba la

domesticación de los sectores populares. Para el logro de tal fin, los intelectuales

orgánicos del momento centraron la atención en las prácticas cotidianas, dentro de las

que la alimentación no ocupó un lugar menor. Por ejemplo, en Estados Unidos, país

cuyos adelantos estaban en la mira de muchos de los intelectuales y políticos

argentinos, surgió una serie de principios denominada New Nutrition, destinada a

subsanar los malos hábitos, consumos y prácticas de los sectores obreros. Si bien la

teoría era prometedora, los resultados de la aplicación fueron accidentados e

inesperados. Es decir, ésta sólo incidió en las clases medias, no así en la alta

burguesía ni mucho menos en sus destinatarios originales, las familias obreras

(Levenstein, 1996). El ejemplo americano ilustra cómo el resurgir del vínculo dietética-

cocina estuvo marcado por una contradicción de los sectores intelectuales y

adinerados de la sociedad. En otras palabras, mientras éstos seguían degustando

suculentas comilonas, pretendían que los sectores carenciados de la sociedad

comieran de acuerdo a las reglas de la dietética y del higienismo. Tal paradoja no fue

privativa de la burguesía estadounidense, sino que afectó a los proyectos burgueses

en general y el caso argentino no fue una excepción.

Así, las políticas de Estado argentinas y los consecuentes médicos higienistas

nacionales consideraron el problema de la alimentación y vieron en la mujer el blanco

donde acertar con las soluciones (Nari, 2004; Di Liscia, 2006). La mujer doméstica,

esposa y ama de casa, debía lograr la corrección de: la gula, la ebriedad, la

rusticidad…; en fin, de todos los excesos manifestados por cualquier miembro de su

prole. La cultura de la moderación daba la mano a las políticas higienistas para, juntas,

elaborar las bases de la formación de la mujer doméstica. Sobre la mujer, ángel del

hogar (Di Liscia, 2006), gravitó la gestación y el mantenimiento de los buenos hábitos

de su familia. En esta asignación de actividades, la comida fue una arista basal,

destinada a crear cuerpos sanos, limpios, puros y moralmente correctos.

43

Entonces, mientras que la gastronomía, entendida como el arte del buen comer,

colonizaba el espacio público de los restaurantes, clubes y eventos sociales; la cocina

cotidiana y doméstica desandaba esos pasos, sometida a una vigilancia cada vez más

estrecha por el léxico de la química, los principios de la nutrición y los propios de la

medicina higienista. Asimismo, a la división del saber le correspondía una división del

trabajo entre los géneros. Esto es, al tiempo que los varones se convertían en los

grandes chefs y así seducían a los/as comensales con sus magnificas creaciones

culinarias, las mujeres, cocineras y amas de casa, promovían las reglas de la nutrición

y la cocina para la salud y la moderación (Contreras, Gracia Arnaiz, 2005). En

resumidas cuentas, Bassi prescribe una alimentación para ser puesta en práctica por

cocineras, en la intimidad de la cocina hogareña y para degustar en el marco de una

familia sana, austera y decorosa.

4.

Angel Bassi dirá:

“En el problema de la alimentación de la familia hay una faz teórica y

otra esencialmente práctica. Lo corriente es que todas las mujeres se

inicien y hasta se perfeccionen en la parte práctica, é ignoren la teórica,

aquella asimismo importante, porque siempre vale más saber hacer,

que sólo saber teorizar; pero, si a la práctica que se hace

inconscientemente, y tal vez, mal por esto mismo, conseguimos hacerla

consciente y atinada habremos dado un gran paso. Así que en esta

parte de la obra acentuaremos la tendencia a explicar no sólo cómo se

hacen las cosas, muchas veces ya sabido, sino también, y más que

todo, el por qué, considerando que el fin es lo que más se ignora y que

por ignorarlo se cometen errores perjudiciales”. (Bassi, 1920: 213, 214)

En páginas posteriores retomó el asunto y al respecto expresó:

“Todas estas indicaciones de carácter teórico que dejamos señaladas,

tiene por objeto imprimir una orientación científica a la tarea de preparar

los alimentos”. (1920: 366)

Como ya expresamos, el autor apuesta a formar una mujer-cocinera capaz de

teorizar en términos científicos acerca de cada uno de los ingredientes que incorpora

en sus platos. Insistirá en la instrucción teórica, que apunta no sólo a poner en

44

palabras lo que se hace, se elige y se ve en los alimentos, sino también a desentrañar

los nutrientes ocultos en cada uno, lo invisible. La cocinera de Bassi podrá distinguir

cada alimento de acuerdo a la ausencia o presencia de sodio, hidratos de carbono,

grasas, etcétera. Entonces, cocinar no será mezclar, sazonar y condimentar alimentos

sino combinar y equilibrar nutrientes. Para ello, nuestro pedagogo compiló y dispuso

una serie de conocimientos que, en conjunto, dieron cuerpo a una gramática culinaria

particular.

Como ya dijimos, el texto de Bassi fue escrito para servir de guía en el dictado de

las clases de Ciencia Doméstica en las escuelas públicas argentinas. De este modo,

sus contenidos llegarían, sin distinciones, a todas las niñas del país. El mismo autor,

repetidas veces, enunció la necesidad de formar en estos saberes a las muchachas de

los sectores populares, pero también a las de clases pudientes6. Así, en materia de

alimentación, pretendía que sus alumnas-cocineras fuesen las difusoras de los

fundamentos de una nueva gramática culinaria para la alimentación de los/as

argentinos/as. Dicha gramática, partiendo de la unión entre cocina-dietética e higiene,

valoró y definió a cada alimento y a cada receta por la composición química, sus

nutrientes, los aportes al equilibrio de la economía del organismo y por la mayor o

menor facilidad de digestión y absorción. Asimismo, el cuerpo se convertía en

metáfora del hogar. En consecuencia, la alimentación debía ser presupuestada para

sostener el equilibrio económico, tanto del organismo como de la familia. En esta

clave, la enseñanza del ahorro resultó ser un principio motriz.

Sobre los presupuestos de la nutrición, la dietética, la medicina y también del

ahorro, Bassi ofreció al lector una densa y completa clasificación de los alimentos

aptos para emplear en la cocina. La misma se compuso a partir de dos grandes

segmentos denominados, el primero, “De los alimentos en general” y el segundo, “De

los alimentos en particular”. Veamos qué cuestiones fueron consignadas en el interior

de cada una de estos núcleos.

1-De los alimentos en general. El autor y su colaborador –José Bassi- nos dicen:

“Se han ideado varias clasificaciones, pero nosotros adoptamos la que

comienza por dividirlos en minerales y orgánicos”. (1920: 214)

6 En este punto desacordamos con Liernur (1997), quien clasifica al texto de Bassi como un libro dedicado exclusivamente a la formación de las mujeres de los sectores populares.

45

Al primer grupo corresponden el agua, el cloruro de sodio o sal común y los

fosfatos; mientras que el segundo comprende: grasas, hidratos de carbono y los

albuminoides. Respecto a los alimentos de origen mineral, se detalla la importancia

que poseen en la economía del organismo, sus indicaciones y contraindicaciones, el

problema de los usos y abusos, así como la descripción de algunas tipologías. En

cambio, al introducir los alimentos de procedencia orgánica, la descripción se torna

más densa y detallista. Las grasas se presentan en sus distintas acepciones: grasas

de vaca –manteca- y de cerdo –tocino-; los aceites: de hígado de bacalao, de olivo –el

recomendado- y también sus variaciones menos recomendables –aceites comunes y

falsificaciones-. En el grupo de los hidratos de carbono, son enunciados: la sacarosa,

la glucosa, los azúcares de frutas, el almidón y las féculas de origen vegetal.

Finalmente, entre los albuminoides se distinguen las llamadas albúminas del músculo

o carnes –rojas y blancas-, la caseína de la leche, la legumina de las legumbres y el

gluten de los cereales.

2-Luego, Bassi expresará:

“Después del estudio de los principios alimenticios inmediatos,

corresponde entrar en el de los alimentos en particular, empezando por

los que provienen de los animales, para seguir luego con los que

provienen de los vegetales”. (1920: 237)

Al primer grupo corresponden las carnes7, la leche y los huevos. El segundo grupo

está compuesto por: los cereales, las legumbres, los feculentos, las verduras y

hortalizas, las frutas, los condimentos y, finalmente, las bebidas, básicamente de

origen vegetal o frutal8.

Sin dudas, cuando el autor aborda la problemática de los alimentos en particular, no

hace más que abrir en detalles la rama de los alimentos orgánicos. En tal sentido,

presentará a las vituallas de origen animal como ricas en albuminoides y grasas, a

diferencia de las de origen vegetal, que ostentan mayor riqueza en hidratos de

carbono. Además, junto a cada clase de alimento, repara tanto en la composición

7 Entre estas se incluyen: de matadero, de cordero, de cerdo, de caza –en sus versiones de pelo y de pluma-, de aves de corral, de pescados. 8 Entre ellas se consideran: bebidas fermentadas, alcoholes, licores, alcaloides, aromáticas, infusiones.

46

química y las aptitudes para la digestión como también en precios de mercado y

recetas culinarias –en esta sección son muchas y variadas-, etcétera.

Esta prolija y detallada clasificación responde a una gramática culinaria que debía

colonizar, presidir y caracterizar las prácticas alimentarias argentinas. En tal sentido,

las amas de casa tenían el encargo de construir con los parámetros de tal gramática la

dieta racional y normal adecuada para la familia. Dieta que solo resultaría de la

correcta y equilibrada combinación entre alimentos de origen vegetal con otros de

origen animal. Entre las múltiples condiciones que debían evaluarse al momento de

cocinar, Bassi consideró: primero, atender al factor climático y a las estaciones; luego,

adaptarse a la situación laboral, la condición social, el estilo de vida y la edad de los/as

comensales; después, conocer los principios de digestibilidad de cada alimento, al

igual que las condiciones de digestión de cada sujeto; y por último, ser ejecutado por

una mujer-ama de casa experta en el arte culinario.

Finalmente…

En un momento histórico en el cual la cocina-gastronomía se distanciaba de la

dietética y buscaba el placer, las mujeres-amas de casa fueron orientadas para

derrocar tal separación, al menos en sus prácticas cotidianas y privadas. En tal

sentido, la dicotomía publico-masculino versus privado- femenino también afectó al

ámbito de las prácticas culinarias. Así, Angel Bassi escribió una propuesta pedagógica

para intervenir sobre la subjetividad femenina a los efectos de hacer de las pequeñas

niñas, futuras amas de casa. Tarea que, lejos de ser ingenua, pretendía hacer de las

mujeres piezas óptimas que operaran en el cuerpo socio político del momento.

Entonces, desde la más tierna infancia, entre otras cosas, las niñas aprenderían el arte

de cocinar. Una cocina que se asoció no con el placer sino con una gramática culinaria

vigilada por el ojo de la medicina higienista. Las cocineritas de Bassi desplegarían su

saber con miras a lograr la salud, el buen comportamiento y la higiene de su prole.

En las páginas del libro de nuestro pedagogo la alimentación se revela como un

hecho crucial para la formación de sujetos física y psíquicamente sanos. Y, en esta

acometida, sobre el cuerpo y la sensibilidad femenina reposó la responsabilidad de

cocinar para el cumplimiento de tal objetivo. Entonces, desde pequeñas, en las aulas,

las niñas debían aprender la composición de los alimentos, las combinaciones más

sanas y digeribles para el organismo como así también las más acordes a la economía

familiar –lecciones de ahorro-. El desafió, aunque rigiendo sobre una de las prácticas

más cotidianas y nimias del hogar, apuntaba a cosechar sus frutos en la sociedad en

47

general. Al escribir sus preceptos, Bassi parecía suponer que, cocinar hace a los seres

humanos, y éstos a la sociedad toda… Sentencia que sitúa a las mujeres-cocineras-

amas de casa como un engranaje clave de las políticas socioculturales de la época.

48

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51

La violencia contra las mujeres. Un análisis a través de la producción teórica feminista*

Beatriz Garrido** Resumen Nos interesa analizar la violencia contra las mujeres en el proceso histórico de la región desde las miradas feministas, destacando el papel que el movimiento tuvo en su desvelamiento reflejado en una importante producción teórica que incidió necesariamente en el diseño de leyes y políticas. Nos proponemos realizar, por una parte, un análisis sobre la producción escrita en relación a los distintos enfoques desde los que se ha investigado la violencia contra las mujeres, centrándonos en textos que tuvieron incidencia en el avance del conocimiento. En este sentido, resulta evidente que el movimiento feminista ha tenido un papel central en este acumulado al generar una importante producción así como el logro de cambios sustanciales en la legislación. No obstante, importa remarcar que, más allá de los avances, el tema de la violencia contra las mujeres constituye un problema social estructural que trae consecuencias terribles sobre la vida, hasta llegar a la muerte de las mujeres. De allí que es importante encuadrar este análisis dentro del patriarcado y de la subordinación, opresión y explotación de las mujeres. En las sociedades contemporáneas occidentales los varones detentan la universalidad en cuanto sujetos dominantes de la vida social, por ello los valores dominantes en la sociedad son valores patriarcales. Bourdieu documenta con insistencia como la dominación masculina está anclada en nuestros inconscientes, en las estructuras simbólicas y en las instituciones de la sociedad “... muestra cómo el sistema mítico-ritual –que juega un rol equivalente al sistema jurídico en nuestras sociedades- propone principios de división ajustados a divisiones preexistentes que consagran un orden patriarcal” (Lamas, 2000). Nos ha preocupado también plantear algunas tensiones y conflictos al interior del feminismo en su interacción con el estado, por un lado, y el posicionamiento de sectores más radicalizados que se identifican con la búsqueda de una real autonomía de las mujeres. Palabras clave: violencia feminismo mujeres La violencia contra las mujeres. Un problema social estructural

La preocupación por construir explicaciones acerca de la subordinación y opresión

de las mujeres desde distintas disciplinas sociales, derivó en un importante acumulado

teórico elaborado desde la mirada del feminismo, en sus distintas vertientes, en

nuestra región latinoamericana.

H Una versión de este trabajo fue presentada y aprobada en el Primer Congreso Sobre Género y Sociedad, Córdoba 27-30/05/2009. H Facultad de Filosofía y Letras, UNT. [email protected]

52

Sin duda, las últimas décadas del siglo XX han sido las más productivas en este

sentido al visibilizar la violencia contra las mujeres desde la violación al feminicido,

pasando por todas las formas en que el patriarcado ha puesto en acto el ejercicio del

poder masculino sobre el cuerpo de las mujeres. Aunque, como indican Castro y

Riquer1, quedarnos sólo en el análisis del patriarcado como en general se ha realizado,

resulta insuficiente:

…a la hora de estudiar empíricamente la violencia en la pareja y la intrafamiliar, el patriarcado acabó siendo reducido a variables individuales… reducido a las características socio demográficas (edad, estado conyugal, escolaridad, ocupación, ingreso) y a aspectos conductuales (principalmente consumo de alcohol y de drogas) del varón. Tal paradoja constituye una falacia metodológica, que consiste, justamente, en reducir un fenómeno de carácter estructural –el patriarcado– a indicadores individuales… en el estudio de la violencia de género no se ha considerado, o no se sabe que hay que considerar, las mediaciones entre fenómenos a los que se les atribuye carácter estructural, como el del patriarcado y su expresión en la conducta individual. Dicha reducción, a su vez, contribuyó a crear una suerte de caricatura de la violencia de género. En tal caricatura aparecen dos personajes: de un lado, un hombre, casi siempre de baja escolaridad, de escasos recursos económicos y/o desempleado, que a la menor provocación, o sin ella, arremete psicológica y con frecuencia físicamente contra una mujer. Del otro lado, estaría la mujer como víctima, receptora casi pasiva, de la violencia (Castro y Riquer, 2003). La primera crítica que surge a los estudios que sobre la violencia contra las mujeres

se han desarrollado, es no verla dentro de una lógica masculinista, que tiene que ver

con la construcción diferenciada de las subjetividades de mujeres y varones, la división

sexual de los funcionamientos sociales y las relaciones de poder-dominación y control

social. En palabras de Ibarlucía, estas tres variables interrelacionadas conforman parte

de los sentimientos, pensamientos y acciones de la humanidad: qué se espera de las

mujeres y de los varones, qué deben sentir, cómo deben ser y actuar las mujeres2.

La asociación de la masculinidad al varón proveedor unido al papel de guardián y

jefe del hogar, refuerza la imagen de pertenencia de los varones a la esfera pública y,

con ella, su independencia; como contrapartida, en esta argumentación, el hogar es el

espacio al que las mujeres pertenecen. La lógica binaria -empleada como opuestos

excluyentes-, vieja falacia cuestionada por el feminismo, al dualizar al mundo afirmó

que tales antinomias responden al modelo de nuestras identidades. La antinomia

básica en la visión del patriarcado hombre-racionalidad-civilización-iniciativa-liderazgo

social y político se opone a la de mujer-naturaleza-intuición-sentimiento-hogar- 1 Roberto Castro y Florinda Riquer. 2003. “La investigación sobre violencia contra las mujeres en América Latina: entre el empirismo ciego y la teoría sin datos”. Cad. Saúde Pública, Rio de Janeiro, 19(1):135-146, jan-fev. 2 Blanca Ibarlucía. Trata y tráfico de personas. (Un aporte a la reflexión), en Agenda de las Mujeres. Internet: http://agendadelasmujeres.com.ar/notadesplegada.php?id=3748

53

maternidad3, “naturalmente”, es su dominio exclusivo, es la esfera privada de la

dependencia.

La dinámica de los procesos que giran alrededor de las relaciones intergenéricas

puede entenderse en relación con nociones más amplias de poder y de dominación.

Bourdieu4 se ocupa de las relaciones entre poder y cultura e introduce el concepto de

violencia simbólica. Aquí puede verse una vinculación entre las diferentes violencias

sobre las mujeres, la violencia cotidiana que supone el ejercicio del poder y el uso de

la fuerza. En La dominación masculina, Bourdieu explicó que al estar incluidos:

“hombres y mujeres en el objeto que nos esforzamos en aprehender, hemos incorporado, bajo la forma de esquemas inconscientes de percepción y apreciación, las estructuras históricas de orden masculino; nos arriesgamos entonces a recurrir, para pensar la dominación masculina a formas de pensamiento que son ellas mismas producto de la dominación”.

Así, la relación masculino-femenino en tanto dominante-dominado remite

“naturalmente” a un juego de polaridades homólogas en que aquélla se aprehende

como universalmente justificada. Dentro de este juego, la relación intersexual emerge

como una relación de dominación construida por el principio de división básico entre

masculino (activo, claro, público, etc.) y femenino (pasivo, oscuro, privado, etc.) Este

principio “… crea, organiza, expresa y dirige el deseo masculino como deseo de

posesión, como dominación erotizada, y el deseo femenino como deseo de la

dominación masculina, como subordinación erotizada y, como reconocimiento

erotizado de la dominación”.

El movimiento circular que va desde la fisiología de los sexos hacia estructuras

cognitivas universalistas que los incluyen, se cierra con el retorno de estas estructuras

sobre la anatomía sexual: la “masculinización” del cuerpo masculino y la “feminización”

del cuerpo femenino se constituyen en procesos históricos de largo aliento que

determinan“…una somatización de la relación de dominación, así naturalizada”

3Cf. Asunción Lavrín. 1998. “Género e Historia. Una conjunción a finales del siglo XX”. En Cuadernos del Instituto Nº1. Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer. La Pampa. Catharine Stimpson, 1999 “¿Qué estoy haciendo cuando hago estudios de mujeres en los años noventa?”. En Marysa Navarro y Catherine Stimpson (comp.) 1999. ¿Qué son los estudios de mujeres?. F.C.E. Bs. As. y Griselda Gutiérrez Castañeda, “El concepto de género: una perspectiva para repensar la política”. La Ventana. Universidad de Guadalajara. México. 4 “Bourdieu... muestra cómo las diferencias entre los sexos están inmersos en el conjunto de oposiciones que organizan todo el cosmos, la división de tareas y actividades y los papeles sociales. Explica cómo, al estar construidas sobre la diferencia anatómica, estas oposiciones confluyen para sostenerse mutuamente, práctica y metafóricamente, al mismo tiempo que los “esquemas de pensamiento” las registran como diferencias “naturales”, por lo cual no se puede tomar conciencia fácilmente de la relación de dominación que está en la base y que aparece como consecuencia de un sistema de relaciones independientes de la relación de poder (Lamas, 2000).

54

(Graña, 2000). El poder se sitúa en el centro de la vida social y se despliega con

mayor claridad para legitimar las desigualdades de estatus dentro de la estructura

social.

Sloam y Reyes Jirón piensan que “independientemente de que la masculinidad esté

determinada históricamente y de que la retención del poder no sea el único elemento

que la define, en este momento histórico y en este hemisferio, la masculinidad se

define como una identidad que se desarrolla a partir de la dominación de otras

personas con menos poder. Los comportamientos “invisibles” de violencia y de

dominación que los varones reproducen de manera permanente en la vida cotidiana,

son denominados “micromachismos”:

“Los "micromachismos" son la cotidianeidad de la existencia, se explica por la necesidad de los varones de sostener y mantener la supremacía androcrática, o masculina. Cualquier crítica a este modo de ser, es sentido como un ataque personal, en la vivencia de integridad del varón que se sostiene en los estandartes de la masculinidad de la misma cultura en la que estamos insertados. Los "micromachismos" se observan en la reciedumbre del varón que lo confirmaría supuestamente en el lugar del macho, la debilidad es vivida como algo negativo para los hombres ... se observa en el ejercicio de la fuerza, en la imposición de la voluntad por el manejo y el control del poder, en el prejuicio hacia la mujer, en el cotidiano y permanente manejo del poder, se observa en que los hombres no lloran, en como intentan imponer sus razones por el ejercicio de la violencia ...” (Kurcbard, 2000).

De acuerdo a Margarita Pisano a la femeneidad y a la masculinidad se las analizó y

se las analiza como lugares sociales, simbólicos y valóricos en sí mismos. Están

corporalizados en dos entes diferenciados biológicamente. Cuando la masculinidad

armó su sistema simbólico, afirma, instaló a la femeneidad dentro de sí, por lo tanto,

este cuerpo simbólicamente femenino no tiene la posibilidad y la potencialidad de la

igualdad. Nos hemos ido metiendo en las ideas de los varones. “Estamos siempre en

lo inmediato, que es mejorar la vida de las mujeres, sin darnos cuenta y repitiendo

constantemente este inicio en las reivindicaciones que le pedimos al sistema. No

generamos los lugares para salirnos de la masculinidad y crear desde la autonomía y

la independencia un nuevo sistema civilizatorio. No creemos en nuestra propia historia.

Por eso, sin asumir esta historia, que es una historia de derrotas, difícil será

deconstruir de verdad la masculinidad para transitar hacia otra humanidad”5.

5 Entrevista por Andrea Lagos G. Margarita Pisano acusa el "Triunfo de la masculinidad": Desde la derrota. En Internet: http://www.mpisano.cl/

55

Cuando avanzamos en el análisis sobre los estudios de las familias en

Latinoamérica, se observa que fueron mostrando, en las relaciones genéricas e

intergeneracionales, la presencia de aspectos afectivos y simbólicos, al lado de

relaciones solidarias y también de conflictos que tienen incidencia en los grados de

cohesión que dan mayor o menor continuidad a familias y a las unidades domésticas.

Cómo se configuran estos espacios y cómo son los patrones que van a regir su

cambio va a depender de la manera en cómo se asocian los elementos ideológicos,

las formas de ejercicio del poder y, en recurrentes ocasiones, el uso de la violencia

basada sobretodo en las formas de autoridad y de división sexual del trabajo

generadas cultural y socialmente (de Oliveira y Salles, 1989).

El orden familiar burgués se asentó en tres fundamentos: la autoridad del marido-

padre, la subordinación y opresión de las mujeres y la dependencia de hijos e hijas.

“La adjudicación del papel de madre y de la maternidad a las mujeres, las define y las

limita funcionalmente pues una mujer es cabalmente una mujer cuando es madre, con

todo lo que supone dentro de la cultura occidental6.

El análisis de la familia con perspectiva de género y la crítica sobre la división entre

esfera pública y ámbito privado7 han derivado en una serie de aportes que han

cuestionado la imagen idealizada de la familia nuclear. Estos itinerarios han

posibilitado el análisis de “las tensiones y dilemas que la institución familiar, o mejor

dicho, la multiplicidad de modalidades de organización familiar enfrentan en la

actualidad”8. Magdalena León afirma que, en la relación familia y género es decisivo

señalar que las jerarquías de género son creadas, reproducidas y mantenidas día a

día a través de la interacción de quienes integran el hogar. "Es por esto que aunque el

análisis de género revela internamente los factores de poder en la familia,

inevitablemente se la ve como la institución primaria para la organización de las

relaciones de género en la sociedad. En la familia es donde la división sexual del

trabajo, la regulación de la sexualidad y la construcción social y reproducción de los

géneros se encuentran enraizados” (León, 1994).

6 Cf. Elisabeth Roudinesco. 2003. La familia en desorden. F.C.E. Buenos Aires. 7 Estos conceptos han sido objeto de debate … a partir de ser consideradas dos esferas dicotómicas en relación jerárquica entre ellas. El ámbito privado ha sido considerado como no significativo, constituyendo el lugar desvalorizado. En realidad, ambas esferas sociales están interrelacionadas, si bien esa relación se ha modificado a lo largo del tiempo, presentando en cada momento histórico características específicas. Para von Mentz “los términos esfera privada y esfera pública remiten hoy en día, por un lado, la noción de individuo, su propiedad, sus derechos, su ámbito familiar, íntimo, doméstico, cerrado; y por el otro, al ámbito estatal, institucional, colectivo y abierto a la vista de los demás como la calle, el teatro, la sala de juicio ... Esta delimitación, tanto conceptual como institucional y cotidiana está determinada por el sistema en que vivimos y por las relaciones sociales capitalistas en que estamos inmersos, es decir, por un determinado desarrollo histórico”. Brígida Von Mentz, 1989. “Lo público y lo privado en la periodización de la historia de México: Algunas reflexiones metodológicas”. En Nueva Antropología. Revista de Ciencias Sociales. Nº 36. México. 8 Elizabeth Jelín. 1998. Familia y unidad doméstica: mundo público y vida privada. Cedes. Buenos Aires.

56

La desigualdad en la familia, es en primer lugar entre varones y mujeres, niños y

niñas. De acuerdo a Rivera-Garretas, el análisis de esta forma de desigualdad es

fundamental para entender la historia de las mujeres y, por tanto, la historia9.

Por su parte, Castro y Riquer señalan que si se acepta que la violencia de género

es un problema relacional y específicamente de acceso y uso desigual de diversos

recursos entre los integrantes de una pareja y/o al interior del hogar, sobre lo que

habría que preguntarse es acerca del poder en las relaciones de género. Tema

planteado en la teorización feminista, como vimos, “pero que continúa en busca de un

nicho dentro de la teoría sociológica y que aún no se pudo traducir en variables e

indicadores que permitan mejorar nuestra comprensión de la violencia contra las

mujeres”.

Esto, por un lado, aunque también sería insuficiente si sólo se considerara a la

violencia contra las mujeres como violencia de género, o como sinónimos. Al respecto,

Rivera-Garretas prefiere hablar de violencia contra las mujeres porque su análisis va

más allá de considerarla sólo como una cuestión de ejercicio de poder o de posibles

mediciones. Entiende que la violencia contra las mujeres intenta destruir y destruye las

prácticas de creación y recreación de la vida y la convivencia humana, es decir, las

prácticas de autoridad, que son históricamente de mujeres. El maltratador, asevera, es

incapaz de reconocer autoridad a la constelación de relaciones que las mujeres

tienden, dado que siente amenazada o restringida su libertad individual (la del sujeto

de derechos protegido por la fuerza de la ley) por la libertad femenina que es

relacional, de confianza y de intercambio10.

A. Gómez (2003) al analizar la violencia contra las mujeres como ejercicio de poder,

indica que la violencia no es necesariamente intrínseca a la naturaleza humana.

Menciona que se cuentan con estudios en diversas culturas que reconocen la

existencia de sociedades en las que la violencia de género no existiría. En una

investigación etnográfica de 90 sociedades campesinas y de pequeña escala, se

habrían identificado 16 esencialmente libres de violencia doméstica (Levinson, D.

Violence in Cross-Cultural Perspective. Citado por Heise, Moore y Toubia, 1996). De

hecho, parafraseando a Larraín (1994), concluye señalando que la "violencia en el ser

humano... surge asociada a condiciones psicológicas, sociales y principalmente

culturales que pueden ser modificadas".

9 Del libro: Nombrar el mundo en femenino / Pensamiento de las mujeres y Teorías feministas – Fuente Creatividad Feminista. 10 María-Milagros Rivera Garretas. 2001. “La violencia contra las mujeres no es violencia de género”, en Duoda 21. Universitat de Barcelona.

57

El tema del amor también ha sido estudiado por la teoría feminista, encontrando

en un texto clásico como “Tráfico de mujeres” de Emma Goldman claras referencias

a la función que el amor, asociado al matrimonio, ha cumplido en la cultura

patriarcal. Las investigaciones de Lola Luna y Marcela Lagarde, entre otras,

muestran como el amor y la institución matrimonial monogámica son construcciones

patriarcales para reforzar el sometimiento de las mujeres11.

Al remarcar que lo social es una construcción histórica, las experiencias sociales de

mujeres y varones diferenciadas presentes en la trama histórica, emergen con

condiciones propias en cada sociedad. Marta Lamas advierte que no se puede

comprender al género sin antes ocuparse de la construcción de la identidad12; identidad

que tiene que ser comprendida “tomando al género como un componente en

interrelación compleja con otros sistemas de identificación y jerarquía. El paradigma de

que el sujeto no está dado sino que es construido en sistemas de significado y

representaciones culturales requiere ver que, a su vez, éstos están inscriptos en

jerarquías de poder”13. La autora remarca que no se tiene que perder de vista que

mujeres y varones son producidos tanto por el lenguaje, las prácticas y las

representaciones simbólicas al interior de determinadas formaciones sociales, como

por los procesos inconscientes relacionados a la vivencia y simbolización de la

diferencia sexual. En este sentido, es fundamental entender que la diferencia sexual

no es un producto de la cultura (como sí el género) y por ello no puede ser colocada a 11 En la cultura occidental el amor tiene funciones importantes; como explica Lagarde es un elemento de cohesión de la vida cotidiana, de expresión de las instituciones de la vida íntima (matrimonio, familia), “pero sobre todo nos mantiene –como género- adheridas a los hombres”. Tal adherencia se fundamenta en la dependencia de las mujeres en la que se concreta la impotencia y, en la cual los varones concretan su omnipotencia. “Las mujeres completamos nuestra dependencia (carencia, orfandad, etc.) en la potencia masculina. Se construye un género en deseo permanente de amar al otro y ese deseo, la realización de ese deseo es la felicidad y completud del género femenino. En el caso de los hombres, amar es solamente un elemento (entre otros) de realización posible. Los hombres ... se realizan siendo. Las mujeres ...siendo para ellos ...el amor es patriarcal”. Cf. Marcela Lagarde. 1992. Identidad y subjetividad femenina. Puntos de Encuentro. Julia Varela, citada por Luna, explica la formación del “dispositivo de feminización” en los discursos de los humanistas; este discurso visto en términos de género, es un elemento definitorio de la mujer moderna. La filosofía humanista implanta a través del matrimonio y su articulación al estado moderno el dispositivo de feminización. El matrimonio monogámico será un “anclaje clave” de dicho dispositivo, como lo son la naturaleza y el cuerpo de las mujeres para la “naturalización del desequilibrio entre los sexos”. A su vez se aplicará una estrategia educacional con “tecnologías blandas” (mujeres nobles y burguesas) y “tecnologías duras” (mujeres de sectores populares); en términos de la teoría feminista en este proceso se percibe de forma evidente una interrelación de los dispositivos de género con la clase social”. 12 Lagarde sostiene que “la identidad de los sujetos se construye a partir de una primera gran clasificación genérica. Las referencias y los contenidos genéricos, son hitos primarios de la conformación de los sujetos y de su identidad. Sobre ellos se organizan y con ellos se conjugan otros elementos de la identidad, como los derivados de la pertenencia real y subjetiva a la clase, el mundo urbano o rural, o a una comunidad étnico, nacional, lingüística, religiosa o política. La identidad se nutre también de la adscripción a grupos definidos por el ámbito de intereses, por el tipo de actividad, por la edad, por el período del ciclo de vida, y por todo lo que agrupa o separa a los sujetos en la afinidad y en la diferencia”. Marcela Lagarde. “Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas”. Lecturas. Página web CIDHAL. 2001. 13 Cf. Marta Lamas. “Género, diferencia de sexo y diferencia sexual”. En Alicia E.C. Ruiz (comp.) Identidad femenina y discurso jurídico. UBA. Biblos. Buenos Aires. 2000.

58

igual nivel que los papeles y prescripciones sociales; la diferencia sexual debe

entenderse como subjetividad inconsciente14.

…el dilema político del feminismo pasa de dejar de pensar toda la experiencia como marcada por el género a pensarla también marcada por la diferencia sexual, entendida no como anatomía sino como subjetividad inconsciente …Lo que está en juego, como siempre, es la concepción que se tiene del sujeto. El sujeto es producido por las prácticas y representaciones simbólicas dentro de formaciones sociales dadas. El género produce un imaginario con una eficacia política contundente y da lugar a las concepciones sociales y culturales sobre la masculinidad y feminidad que son la base del sexismo, la homofobia y la doble moral sexual. Confundir diferencia sexual con sexo o con género, utilizar los términos indistintamente, oculta algo esencial: que el conflicto del sujeto consigo mismo no puede ser reducido a ningún arreglo social15.

Lola Luna asume la idea de la construcción de sujetos generizados por la diferencia

sexual en contextos discursivos dominantes históricos y concretos, en donde se dan

estrategias de significación creadas por oposición, por ejemplo: madres buenas,

abnegadas y virtuosas en contraposición a mujeres malas que abandonan el hogar,

mujeres de mala vida. “Hablamos de sujetos corpóreos materializados, situados

geográficamente, con capacidad de actuar desde y por su propia constitución.

Hablamos de sujetos cambiantes discursivamente con capacidad para establecer

nuevos significados, a menudo entrelazados con los viejos significados de género. Es

decir, planteamos un sujeto construido, normalizado, pero también, resistentes y

constructor de sí mismo”.

Acerca de las legislaciones y el “cuarto propio”

La igualdad jurídica-formal tiene una tradición que parte del feminismo ilustrado y es

asumido luego por el feminismo de la igualdad, con un claro carácter reivindicativo.

Nadie podría negar que esta búsqueda de igualdad ha tenido logros interesantes

vinculados a los derechos civiles y políticos de las mujeres a lo largo de la historia.

Pero actualmente se puede observar que, si bien existe una legislación internacional y

nacional que protege a las mujeres, aún no se ha modificado realmente el derecho,

14 “... resulta una tarea necesaria afinar la distinción epistemológica entre diferencias de sexo, género y diferencia sexual. Hoy en día un desafío para el feminismo es dejar de pensar toda la experiencia como marcada sólo por el género y pasar a pensarla como marcada también por la diferencia sexual, que debe entenderse no como anatomía sino como subjetividad inconsciente”. Marta Lamas. Op. Cit. 2000. 15 Marta Lamas. 1999. “Género. Los conflictos y desafíos del nuevo paradigma”. Ana María Portugal y Carmen Torres, editoras. El siglo de las mujeres. ISIS Internacional, Ediciones de las Mujeres número 28, 1999

59

pues aunque proclama la universalidad de la categoría sujeto, su elaboración continúa

respondiendo al modelo del ciudadano-varón-propietario16.

Las leyes sobre violencia contra las mujeres, denominadas generalmente contra la

violencia de género no han logrado resolver este problema (ver cuadros estadísticos

para la Argentina, 2008).

Los logros del movimiento de mujeres desde el Ilumismo a la actualidad han sido,

sin duda, significativos; pero siempre surgen preguntas asociadas a lo que en la

actualidad las mujeres queremos, apareciendo un postmachismo igualitarista en el

discurso, pero que persigue (como siempre) la subordinación de las mujeres, aunque

nadie podría ser tan anacrónico de negar derechos que hoy tienen rango

constitucional en casi todo el mundo, al menos en el mundo occidental.

Para Miguel Lorente Acosta, el postmachismo es la estrategia o actitud adoptada

por los varones para perpetuar una trayectoria histórica común a todos ellos: cambiar

para seguir igual. Los varones se han adaptado a la parte más superficial del discurso

feminista, pero a la vez lo reelaboraron para salvaguardar su posición social. Muchos

de ellos han cambiado, pero todo continúa igual. El postmachista, continúa el autor,

asume una imagen en sintonía con la igualdad, poniendo incluso distancias respecto al

modelo de convivencia patriarcal, pero denuncia hechos puntuales que les permiten

lanzar una crítica que asegure su posición de dominancia; vale decir que al

postmachismo no le interesa una teoría alternativa para la nueva situación de

igualdad, sino que simplemente va a cuestionar todo lo que ataca la posición

tradicional del hombre; y el desgaste que esta estrategia crea es bastante como para

perpetuar la situación de control sobre las mujeres. El varón actual utiliza elementos

de lo postmoderno, como la fragmentación del discurso, para mantenerse en el poder. “Por ejemplo: critica que algunas mujeres ponen denuncias falsas contra sus

parejas, critica que las madres estén generando en algunos casos un Síndrome de Alienación Parental en los hijos, critica que haya que luchar excesivamente para conseguir la custodia compartida, critica que las mujeres ya han alcanzado la igualdad y que ahora sólo quieren obtener beneficios extras… Por tanto, el postmachismo no critica el discurso de la igualdad en sí, sino que cuestiona un cúmulo de asuntos puntuales para deteriorar poco a poco ese mismo discurso”.

Aparece también actualmente un discurso cada vez más instalado socialmente que

se aproxima a un viejo esencialismo, las mujeres somos más sensibles que los

varones, dependemos de un hombre, lloramos si se va pues quedamos en la soledad. 16 Cf. Ana Rubio Castro. 1990. “El feminismo de la diferencia: los argumentos de una igualdad compleja”, Revista de Estudios Políticos (Nueva Época), Nº 70.

60

Estos son estereotipos muy vinculados a la publicidad en los distintos medios de

comunicación. Esto puede caracterizarse como un nuevo intento de retornar a la

“mística de la femineidad” de los años ´50, como ya hubo una tentativa de hacerlo en

los años´80.

El movimiento feminista se encuentra en debate desde hace ya algunos años;

diversas causas motivan estas discusiones, pero sin duda, el tema de la violencia

como problema estructural, su persistencia a pesar del acrecentamiento de las

legislaciones, lleva a interrogarse a muchas feministas acerca del papel de aquellas

que se han institucionalizado a través de organismos dentro del estado.

Entre las décadas de los ´70 y los ´80, mujeres negras, chicanas, asiáticas, entre

otras “mujeres de color” en los Estados Unidos, plantearon un abierto separatismo en

relación al feminismo anglo-americano denunciando no sólo la violencia de los

hombres en general, sino también la violencia de las feministas blancas y marcaron al

racismo y al comportamiento racista como herencia del patriarcado blanco17.

A partir de la crítica sobre la complicidad del feminismo con el racismo, el

colonialismo y el heterosexismo, De Laurentis comenzó a hablar del feminismo de la

época postcolonial en donde el sujeto del feminismo:

… ocupa posiciones múltiples distribuidas a lo largo de diversos ejes de diferencia y atravesado por discursos y prácticas que pueden ser y, a menudo lo son, recíprocamente contradictorios18.

Esto se enmarcó en un proceso de transformación y conflictos dentro del feminismo

que produjo la emergencia de la teoría poscolonial, el postfeminismo, la teoría queer y

los estudios transgénero.

Lamas refiere que el feminismo anglosajón, tanto el norteamericano como el

británico, ha generado una gran producción sobre el género, aunque inició tardíamente

su reflexión sobre la diferencia sexual. “Ante la regulación de los cuerpos por medios

políticos y legales, mucho del actual discurso feminista ha tomado como punta de

lanza de su lucha el respeto a la diversidad (sobre todo en materia de prácticas

sexuales), pero la manera voluntarista en que se formulan muchas demandas y

análisis, como los relativos a la "preferencia sexual", difumina la distinción biológica

17 Cit. Por Asunción Oliva Portolés. 2004. Feminismo postcolonial: la crítica al eurocentrismo del feminismo occidental. Cuadernos de Trabajo Nº 6. 18 Cit. Op. cit.

61

macho/hembra y, peor aún, ignora la complejidad que supone la diferencia sexual”

(Lamas,1999).

En este contexto la discusión acerca de qué significa ser mujer a partir de la

dicotomía entre sexo y género y, la idea de que el género es un efecto del sexo

biológico19 no está cerrada, ni mucho menos.

Me interesa, por otra parte, citar la posición de feministas como Ximena Bedregal

que, frente al 11avo encuentro feminista latinoamericano y del Caribe y, al encuentro

feminista autónomo (ambos se llevaron a cabo en México en 2009), hizo una fuerte

declaración sobre lo que está ocurriendo con una parte del movimiento:

“…hace rato, en las cúpulas de la mainstream de la tecnocracia de género que se imponen desde sus lindas oficinas y a través de sus chambas… bien pagadas, sus viajes internacionales … sus "asesorías" y "expertises" internacionales, su obediencia ciega a los lineamientos /agendas diseñados en el primer mundo y sus instituciones transnacionales (iguales y las mismas para Afganistán, Etiopia, Bolivia, Tumbuktú o México) …su único interés es que todo siga así. La tecnocracia de género tiene sus propios espacios donde define todo, los encuentros ya hace rato que sólo son una continuidad de esos otros, casi innecesarios, y los hacen -como una suerte de obligación- sólo para no terminar de renunciar a la palabra feminismo aunque de tal ya no quede nada... No hay perspectiva histórica alguna, no hay mirada sobre lo que está pasando en este continente ni en el mundo, no hay creación de pensamiento, de alternativas. Se repite como loro lo que se hace en el norte y se invisibiliza al pensamiento del sur. Hace rato que la tecnocracia de género perdió esto. No hay mirada sobre la crisis de la política, de los paradigmas, del hacer comunidad, del sentido de existencia, de la encrucijada civilizatoria que enfrenta la humanidad20.

Entonces lo que se puede observar dentro del panorama esbozado es que existe

una cooptación del feminismo, más bien de cierto feminismo por parte del estado, un

vaciamiento de la categoría género que ha ido perdiendo su potencial revolucionario y

un cuestionamiento a legislaciones que, en realidad, no han podido resolver la

violencia (en todas sus formas) contra las mujeres.

Francesca Gargallo ha criticado a algunas feministas “institucionalizadas” pues al

auto titularse “especialistas en cuestiones de género”, han ido perdiendo el diálogo y la

capacidad de regenerar su pensamiento en términos de una radicalidad, pues se han

19 “A partir de que Simone de Beauvoir declarara que no se nace mujer, el papel del sustrato biológico y soial en la constitución de las nociones de hombre y mujer ha marcado las discusiones teóricas y políticas en relación a lo que significa ser hombre y ser mujer”. Cf. “El ser mujer”. En internet: http://www.clam.org.br/ 20 Ximena Bedregal. 2009. “Reflexiones epistolares sobre el próximo 11avo. Encuentro latinoamericano y del Caribe”. Mamammetal. En Internet: http://www.mamametal.com/articulines/02_11encuentro_flac.html

62

institucionalizado no sólo en las tareas, sino en las ideas y han perdido la capacidad

de escucha21. No obstante cree posible el diálogo entre las distintas vertientes del

feminismo, especialmente la institucionalizada y la radical:

… los puntos específicos donde podrían confluir (ambas corrientes) es en el análisis y detención de la violencia contra las mujeres por el hecho de serlo, violencia que no sólo llega al feminicidio, es decir al asesinato sistemático de mujeres por ser mujeres, sino la violencia que se manifiesta en el ninguneamiento de su palabra, que es una forma de violencia y misoginia, y la misoginia es una forma de sexismo (Gargallo, 2008).

Lo que podemos ver también en la actualidad, como lo señalamos, es un discurso

desde una nueva derecha supuestamente igualitarista pero que intenta recuperar la

“mística de la femineidad” y que cuestiona a las mujeres de querer lograr beneficios

extras.

Frente a esta realidad, sectores feministas que reactualizan la autonomía, así como

posturas radicales, cuestionan al feminismo reivindicacionista e institucionalizado en el

estado y proponen salirse de la lógica masculinista para crear una nueva humanidad.

21 Francesca Gargallo. 2008. “Ideas feministas latinoamericanas”. En Internet: http://www.penelopes.org

63

FEMICIDIOS EN ARGENTINA GRAFICOS Informes elaborados por la Asociación Civil La Casa del Encuentro - 2008

Informe elaborado por La Asociación Civil La Casa del Encuentro. Femicidios en Argentina. Periodo: 1º de enero a 21 de Noviembre de 2008. Promedio por Provincias sobre 165 casos.

0

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

1

Pcia Buenos Aires CABA Cordoba La Pampa Mendoza Rio Negro

Entre Rios Neuquen Formosa Santa Fe Sgo del Estero La Rioja

Tucuman Salta Misiones San Luis San Juan Catamarca

Jujuy Santa Cruz Corrientes Chaco T del Fuego

Informe elaborado por La Asociación Civil La Casa del Encuentro. Femicidios en Argentina. Período 1º de enero a 21 de Noviembre de 2008.Promedio de edades sobre 165 casos de femicidios.

0

10

20

30

40

50

60

1

Edades 3 a 12 años Edades 13 a 18 años Edades 19 a 30 años Edades 31 a 50 años Edades 51 a 65 años Edades 66 a 85 años

64

Informe elaborado por La Asociación Civil La Casa del Encuentro. Femicidios en Argentina. Período: 1º de enero a 21 de noviembre de 2008 . Promedio por Vínculos sobre 165 casos.

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

1Esposos, Parejas, Amantes, Novios Ex Parejas Padres Hermanos y Hermanastros Tios Padrastros Hijos Anónimos con Violencia Sexista

Informe elaborado con datos recopilados de Diarios de distribución nacional, provincial y Agencias de Noticias DYN y TELAM, por La Asociación Civil La Casa del Encuentro

65

Experiencias y representaciones masculinas de desempleo, subocupación y nuevos roles familiares. Del trabajo y no-trabajo de hombres y mujeres1

Rosa N. Geldstein* Resumen

Se presentan resultados de una investigación cualitativa que exploró los aspectos de género (comportamentales y subjetivos) implicados en las estrategias de reproducción familiar desarrolladas en hogares de sectores populares del area Metropolitana de Buenos Aires durante la década de 1990. Se aplicaron entrevistas individuales en profundidad –que incluyeron historias de vida focalizadas en las trayectorias familiares, laborales y conyugales- a ambos cónyuges en 12 hogares nucleares completos y 10 jefas de hogares monoparentales. Los habitus de género, moldeados en las experiencias y prácticas familiares, conyugales y laborales de mujeres y varones, jugaron un claro papel en sus respectivas respuestas de adaptación o resistencia a la exclusión. Estas prácticas, a su turno, tuvieron consecuencias diferentes en los roles familiares y en la subjetividad de unas y otros, así como en las relaciones de poder, cooperación y conflicto entre los cónyuges. Esta ponencia focaliza en los discursos masculinos, a cuya comprensión e interpretación contribuyeron las entrevistas a mujeres y el análisis comparativo que integró la información de ambas fuentes para intentar reconstruir la dinámica familiar. La ponencia profundiza en el análisis de las percepciones y valoraciones masculinas acerca de sus contribuciones y las de las cónyuges, y de los sentidos y significados de género que los hombres atribuyeron a las prácticas femeninas y a las propias prácticas.

Palabras claves: estrategias familiares de reproducción, representaciones de género, subjetividades masculinas Introducción

Los efectos devastadores de la reestructuración económica en los años

noventa sobre las condiciones de vida de los hogares de sectores populares del area

metropolitana de Buenos Aires (AMBA) son bien conocidos. La principal respuesta a

un contexto de inseguridad económica creciente fue redoblar los esfuerzos para

obtener ingresos del trabajo. Estas prácticas incluyeron tanto la intensificación y la

diversificación de las actividades de los proveedores habituales dirigidas a la obtención

de ingresos laborales, como la movilización de más miembros al mercado de trabajo y

1 Este artículo fue presentado como ponencia y publicado en Actas de las VIII Jornadas Nacionales de Historia de las Mujeres y III Congreso Iberoamericano de Estudios de Género. CDR. Villa Giardino, Córdoba, Argentina, 25-28 de octubre de 2006. * CONICET – Centro de Estudios de Población (CENEP), Buenos Aires. Argentina.

66

la búsqueda de recursos económicos no laborales. Los habitus2 de género, moldeados

en las experiencias y prácticas familiares, conyugales y laborales de mujeres y

varones a lo largo de sus cursos de vida, jugaron un claro papel en sus respectivas

respuestas de adaptación y resistencia a la exclusión. Estas prácticas, a su turno,

tuvieron consecuencias diferentes en los roles familiares y en la subjetividad de unas y

otros, así como en las relaciones de poder, cooperación y conflicto entre los cónyuges.

El aporte de las mujeres ganó peso absoluto en la economía familiar por la

intensificación de sus esfuerzos (productivos y reproductivos), y peso relativo por el

menor éxito de los hombres. Las múltiples identidades femeninas de madre, ama de

casa y administradora del hogar -ligadas tanto a representaciones sociales de

altruismo femenino como a un sentido práctico (Bourdieu 1991) para evaluar

necesidades y resolver problemas de escasez-, impulsaron la inserción productiva de

las mujeres y, en general, su activa búsqueda de recursos (Geldstein1994,2001,2004).

Ellas aprovecharon las escasas oportunidades y también las generaron para

desarrollar, intensificar y diversificar su oferta en la economía informal y para acceder

a la ayuda de programas sociales. Transformaron relaciones y ámbitos femeninos y

afectivos (familia extendida, escuela, iglesia, barrio) en capital social, relaciones

económicas y “mercado local” para su oferta de bienes y servicios. Al hacerlo, ganaron

autonomía y poder dentro y fuera del hogar. Ello ocurrió no sin resistencia de los

compañeros que habían perdido o visto decaer sus fuentes de ingreso, autoestima y

autoridad.

Este contexto reafirma la necesidad de nuevos paradigmas para dar cuenta de

las relaciones de género (De Barbieri 1993, Friedan1997). Siguiendo a Rubin (1986),

De Barbieri propone la categoría de sistemas de sexo/género, más neutra y general

que la de patriarcado, “puesto que deja abierta la posibilidad de existencia de distintas

formas de relación entre mujeres y varones, entre lo femenino y lo masculino [y] la

posibilidad de distinguir formas diversas en períodos históricos diferentes [...

considerando] los sistemas de género como sistemas de poder, resultado de un

conflicto social” (1993:5-8)

Para Sen (1990) las relaciones de poder y los procesos de negociación en la

pareja conyugal constituyen una clase especial de conflictos, la de los conflictos

cooperativos, donde se juegan al mismo tiempo los intereses individuales y el interés

colectivo y compartido del bienestar familiar. Y donde la posibilidad de arribar al punto

de ruptura en el proceso de negociación es evaluada en términos del poder relativo de

cada jugador, aunque también en función de la valoración de las contribuciones del

2 “disposiciones [durables] a actuar, percibir, valorar, sentir y pensar de una cierta manera más que de otra” (Bourdieu 1988, Gutiérrez 1997).

67

otro al bienestar colectivo. Pero en esta conceptualización, referenciada en un

contexto de gran subordinación femenina, el balance de poder siempre sería favorable

al hombre.

Marqués sostiene que el núcleo fundamental de la construcción social del

varón es la transmisión de la idea de que ser varón es importante y que –una

constante histórica y cultural- hagan lo que hagan los varones, ello siempre se

consideró importante. Pero de los dos modos de internalizar y experimentar este

modelo ambiguo –bien como derecho adscripto al sexo, o bien como derecho a ser

ganado-, el segundo remitiría a un varón en precario, potencialmente conflictivo con

las mujeres que, inseguro de sus merecimientos, necesitaría convencerse de su

superioridad sobre ellas (1997:24) Dada la escasa disponibilidad social de posiciones

objetivas de poder –como las que detentan los exitosos varones en propiedad-, el

mandato para la mayoría careciente de dones especiales sería “Como mínimo debo

ser capaz de proteger, alimentar y orientar a una mujer y a los hijos que me dé”

(Marqués 1997:23)

En lo que sigue se resumen resultados parciales de una investigación

cualitativa que explora aspectos de género (comportamentales y subjetivos)

implicados en las estrategias de reproducción familiar en hogares de sectores

populares del AMBA durante los ’903. Interpretamos los discursos de los hombres4

acerca de sus propias contribuciones y las de sus cónyuges, tratando de reflejar los

sentidos y significados (de género) que ellos atribuyeron a las prácticas femeninas y

algunos de sus mecanismos de resistencia simbólica.

Significados y sentidos del trabajo y el no-trabajo ¿varones en precario?

... en mi mente todavía está como que yo siempre fui el que estuvo afuera, el que proveía dinero y listo, o sea, las otras decisiones las tomaba el ama de casa. Pero ahora cada vez es menor la entrada de dinero, se ha perdido la dignidad de trabajar. Hace años atrás el padre de familia salía a trabajar, vivía de su sueldo...

En general los hombres utilizan el término trabajo para designar una ocupación

estable, bien remunerada, con horario y a jornada completa, que se desempeña afuera

de la casa y con la finalidad de proveer al bienestar familiar. De acuerdo a la

valoración generalizada y a la experiencia pasada de algunos, se trataría de empleo 3 A fines del 2000 se aplicaron entrevistas individuales en profundidad –que incluyeron historias de vida focalizadas en las trayectorias familiares, laborales y conyugales- a ambos cónyuges en 12 hogares nucleares completos y a 10 jefas de hogares monoparentales. 4 A cuya comprensión e interpretación contribuyeron las entrevistas a mujeres y el análisis comparativo que integró la información de ambas fuentes para intentar reconstruir la dinámica familiar

68

asalariado formal (blanqueado) o del desempeño habitual de un oficio calificado, a

demanda de una clientela con poder adquisitivo. Muy diferente entonces de los

actuales contratos precarios (trabajos mediocres) y mal remunerados y de las

changuitas y rebusques, raramente denominados trabajo y cuyo desempeño, aun

cuando frecuente o habitual en la última década, no modifica la autoclasificación como

desocupado en búsqueda constante de trabajo. Búsqueda para la que parecen más

adaptados los jóvenes y los trabajadores no calificados –habituados al empleo

precario- y más limitados los maduros y calificados -algunos ya “trabajadores

desalentados” que se perciben definitivamente sin trabajo, ya que es preferible no salir

a buscar porque te rechazan por la edad: ya sos descartable-.

Lo que hacen las mujeres que no trabajan (trabajo intermitente, en domicilio, a

tiempo parcial), como las changuitas masculinas, no parece ser clasificado como

trabajo ni dar lugar a la investidura de proveedora. Esto aún cuando las actividades,

rebusques, ideas y aportes de las cónyuges sean valorados en un contexto de

escasez de recursos y de imposibilidad propia de obtenerlos en una medida

suficiente5. En síntesis, los hombres definen al trabajo desde sus propias experiencias,

expectativas y reglas morales (¿y acaso podría ser de otra manera?) y por lo tanto

nombran trabajo a aquello que hacen las mujeres cuando tales actividades se

acomodan a sus propios marcos interpretativos. En primer lugar y sobre todo, cuando

se realiza fuera de la unidad doméstica (ahora las mujeres salen a trabajar) y

especialmente si se trata de un empleo asalariado formal. Pero es precisamente el

trabajo remunerado fuera de la unidad doméstica el más resistido por estos hombres y

sólo aceptado para sus esposas bajo ciertas y determinadas circunstancias

atenuantes. La principal, la necesidad que lo torna imprescindible, remite a la

afirmación de Kandiyioti (1997) de que sólo los hombres ricos tienen el poder real para

impedir el trabajo extradoméstico de sus esposas -y sugiere que los pobres lo harían si

pudieran-. La dificultad para aceptar que no pueden evitarlo parecería responder no

sólo a la resistencia a que la mujer salga y gane autonomía, sino también a la

vergüenza o incomodidad de reconocer su pérdida de importancia como proveedor6.

Escasos discursos sobre los celos de la juventud remitieron a la necesidad de

controlar el cuerpo de las mujeres, una fuente de poder (reproductivo) femenino, pero

no quedaron dudas del despliegue de mecanismos de control sobre su capacidad de

5 Y aunque las mujeres de este estudio, como muchas mujeres pobres, lo hayan estado haciendo a lo largo de casi todo el curso de vida familiar (Geldstein 2004) 6 Ello se descubre no sólo en lo que se dice en este sentido sino también en las contradicciones, el uso de metáforas, la ocultación y las discrepancias con los datos aportados por las esposas. La falta de espacio nos impide citar aquí a las diversas autoras que escribieron acerca de las resistencias masculinas al empleo remunerado de las cónyuges (ver Geldstein 2004)

69

trabajo (De Barbieri 1993). En esta investigación, como en otras, se recogieron

múltiples testimonios del malestar masculino por no poder responder a las

expectativas adscriptas a la identidad de proveedor. Un malestar que se incrementa si

es la esposa quien asume el rol y, más aún, si sintiéndolo como una carga, ella

reprocha al marido su incumplimiento o le atribuye responsabilidad por la falta de éxito

(ser quedado, bajar los brazos).

Contrariamente, las mejores expresiones de valoración hacia la esposa

estuvieron centradas en su inteligencia y delicadeza para no hacer notar que el dinero

contribuido por el marido subempleado no alcanzaba. Al decir de Marqués (1997), lo

que el varón “no soporta es, pues, la ausencia de énfasis, trascendencia de sus

acciones y aun de su propia persona” (25) Así, “ [...] la propuesta real del sistema

[patriarcal] es que las mujeres desempeñen no sólo roles femeninos sino también, eso

sí, discreta o clandestinamente, roles masculinos cuando los varones fallan o flojean

en su desempeño [... pues] si el varón fuese muy consciente de sus carencias podría

sentirse incómodo con el sistema. Él debe creer que cumple como varón y para ello

basta con que la mujer en ocasiones cumpla por él sin hacerlo notar [...] todo lo que

hacen las mujeres suele leerse como femenino, siempre que respeten la superioridad

teórica del varón y no lo hagan a bombo y platillo; el bombo y el platillo son

masculinos” (30)

Pocos aceptarían que la esposa salga a trabajar para su propio desarrollo, por

gusto personal7, y sólo si ello no significara una interferencia con sus obligaciones –

lógicas y prioritarias- como madre. En estos discursos –opuestos al trabajo de la

esposa fuera del hogar- descubrimos reglas morales sobre el cuidado de los hijos y

sobre la obligación del padre de protegerlos y de proteger a la madre que los cuida8.

Pero también rechazo/disgusto a asumir trabajo reproductivo en su reemplazo, y

referencias a constricciones reales –la dificultad para compatibilizar dos horarios

exigentes cuando ambos cónyuges trabajan y hay niños que cuidar y escasez de

ayuda reproductiva-. Lo que remitiría a una lógica de la división del trabajo en la pareja

conyugal de sectores populares –ciertamente compartida por algunas mujeres-, que

tendería a apoyar la especialización de quien tiene mejores oportunidades laborales (y

que solía ser el hombre) (Ferrée 1984); y también a reafirmar el ámbito “tradicional” de

poder (doméstico) femenino (De Barbieri 1993). De allí la atribución a las esposas de

que se quedarían con gusto en su casa si no necesitaran trabajar. Por este motivo, y

ante la necesidad innegable, el ingreso que ellas pueden generar desde su casa - 7 Y lo cierto es que raramente estas mujeres han tenido la oportunidad de decidir trabajar sólo por gusto o como una forma de realización de sus propias potencialidades. Lo cual no niega el surgimiento de esta motivación después del ingreso al mercado. 8 Aunque el deseo de paternidad fue escasamente mencionado como proyecto personal previo al matrimonio.

70

mediante actividades que por realizarse en ese ámbito y por ser típicamente

femeninas no se denominan trabajo-, constituye un recurso mejor reconocido y una

contribución valorada por los hombres. La categoría de administradora del

presupuesto familiar –la contribución sin duda más valorada por los hombres

(Geldstein 2004)- se asocia a dichas prácticas, revelando su múltiple funcionalidad

como uno de los principales mecanismos de afrontamiento y resistencia simbólica a la

amenaza de la negación de su identidad dominante.

No, no [me incomoda que atienda el kiosco] porque está acá dentro de la casa.

Ahora si tiene que salir es otra cosa, o tiene que ir a otra parte. Ahí no me gusta. Estando acá... No, porque está en su propia casa. Hace de cuenta que es de ella, que administra ella nomás. Ese es el motivo...

Cuando su propio aporte monetario al presupuesto familiar es muy bajo o nulo

los hombres parecerían preferir no conocer el monto total o la composición del gasto

(en otras palabras, parecen desconocer cuánto dinero necesita la unidad doméstica

para su reproducción y de dónde sale lo que falta). Mediante la atribución –y

valoración- del rol de administradora a la esposa ellos en realidad le estarían

transfiriendo la responsabilidad de hacer que el dinero alcance: o bien hacer milagros

con los recursos escasos que recibe o bien arreglárselas para obtener lo que falte;

pero ello sin reconocerle el rol de proveedora de recursos. El discurso masculino utiliza

así un lenguaje encantado (Bourdieu 1991) que endiosa a la mujer en el rol de

administradora o gestora y agente del consumo (rol reproductivo=no trabajo), al tiempo

que le niega la identidad no sólo de proveedora sino también de trabajadora. Al

entregar todo el sueldo a la mujer, para que ella lo invierta en el bienestar familiar,

confiando en su buen tino para administrar, el lenguaje masculino encantado y altruista

resalta la propia generosidad ocultando el propio interés9.

Conclusión

Los hombres reconocen más abiertamente el desempeño de la esposa como

administradora de los ingresos que su rol como generadora de recursos económicos.

El problema no es entonces que la mujer genere ingresos –siempre que lo haga de

manera discreta, en su casa o en el barrio y haciéndose pasar por administradora- el

9 El lenguaje encantado, que no reconoce el interés implícito en los intercambios, propio de sociedades donde el campo económico no se encuentra completamente estructurado (a diferencia del lenguaje desencantado utilizado en las relaciones capitalistas de mercado) es el lenguaje típico de las relaciones familiares (Bourdieu 1991, 1998)

71

problema es que trabaje porque ésa es una actividad masculina que implica salir de la

casa y usurpar la investidura de proveedor(a).

¿Se trata de un resabio de cuando estos hombres realmente podían proveer, y

por lo tanto de habitus incorporados a través de la experiencia personal, cuya

actuación o expresión actual expresa un rezago cultural respecto del cambio en las

condiciones objetivas? ¿Son representaciones sociales instituidas e instituyentes que

vienen de más lejos –y van más allá- de la experiencia singular?

El trabajo femenino más negado y más resistido es el que, precisamente, es

significado como trabajo. Ello parece constituir una forma de control simbólico sobre

las capacidades de las mujeres, la única que pueden ejercer los hombres

desempoderados y que no desean o no pueden ejercer la violencia de género contra

la esposa.

Cuando el hombre niega o se opone al trabajo remunerado de la mujer fuera de

la unidad doméstica es porque ello constituye un hecho doloroso, pues torna visible,

inocultable e innegable el hecho de que la mujer trabaja y por lo tanto la propia

insuficiencia como proveedor. Que el varón sea o se sienta importante por su rol de

proveedor parece ser una de las formas en que la sociedad se asegura su

reproducción, porque el padre de familia tiene así un aliciente para esforzarse en

obtener los recursos necesarios. De la misma manera que la mujer se esfuerza en el

desempeño de las tareas reproductivas porque la sociedad, al endiosar a la madre, a

la reina del hogar, al otorgarle identidad, autonomía y poder en su lugar de

subordinación, la hace sentir importante por ello.

Colaborar con sus esposos al ocultamiento de la sustitución que ellas hacen al

proveer, es una contribución especialmente importante de las mujeres al

mantenimiento de la necesaria autoestima masculina en una época en que los

hombres parecen haber perdido importancia para el mercado.

72

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73

RESEÑAS

74

RESEÑA

Ley de Trabajo de mujeres y menores Un Siglo de su sanción

La doble opresión: reconocimiento tácito

Ester Kandel* Con una mirada retrospectiva, el libro nos acerca a una época de valoración contradictoria del trabajo de la mujer: cuando su misión esencial eran la maternidad y las tareas domésticas, y se la sometía a grados de explotación que comprometía su vida.

La autora retoma el tema iniciado en el libro anterior, División sexual del trabajo

– ayer y hoy – una aproximación al tema (Editorial Dunken), donde indagara las

relaciones de trabajo desde la perspectiva de género, particularmente en la empresa

Terrabusi.

Ahora, al cumplirse 100 años de la sanción en nuestro país de la Ley 5291 de

trabajo de mujeres y menores, analiza el proyecto legislativo, así como el complejo

entramado de intereses, propuestas, debates y acciones; y los acontecimientos que

enmarcaron la incorporación de la mujer a la industria y sus condiciones de trabajo.

Estos hechos constituyen el motivo principal que la impulsó a escribirlo, según

ella misma lo señala, partiendo de las circunstancias que rodearon a este

acontecimiento. La indagación de varias fuentes, tales como muchos números del

periódico La Vanguardia, las posiciones de las centrales sindicales, los contenidos de

los debates públicos y las discusiones por las que atravesó el proyecto de ley desde la

primera propuesta elaborada por Gabriela Laperriere de Coni, resultan reveladoras de

las diferencias, tanto estratégicas como tácticas, que muestran los intereses

contrapuestos de los distintos sindicatos, los trabajadores y los patronos. El debate

abierto entre corrientes sindicales, también reflejado por los historiadores, las

opiniones del Partido socialista, mediatizadas por La Vanguardia, forman parte de las

citas textuales.

*La autora es profesora en Ciencias de la Educación, psicóloga social y magíster de la UBA en Ciencias Sociales del Trabajo; se especializa en la temática mujer y trabajo. Otras problemáticas conexas a las que se ha avocado, con investigaciones, ponencias, artículos, son los siguientes: las condiciones y medio ambiente de trabajo, desde la perspectiva de género, la discriminación directa e indirecta en el mercado laboral, y las cláusulas de género en los convenios colectivos de trabajo y la ciencia, la tecnología y la política – una mirada desde la perspectiva de las relaciones de género. Email: [email protected]

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La presencia decisiva del Diputado Alfredo Palacios como representante del

ideario socialista y del diputado Seguí por la UIA, como vocero de estos últimos,

reflejan una ardua puja sostenida en batallas cuyos escenarios van desde congresos o

asambleas hasta huelgas, marchas, manifestaciones en las calles y la represión que

muchas veces se desencadenó.

Si bien su relevancia histórica se considera indiscutible, ¿para qué plantearse

este tema actualmente?

Descontamos por una parte que para las/os trabajadoras/es siempre es útil

saber más acerca de los hechos que acompañaron los cambios en su condición de

tales; que el conocimiento del contexto sirve para aprender, reflexionar y proponer

modificaciones en esta relación desigual que nos impone el sistema capitalista.

Por otra parte, ciertos aspectos que conciernen a las condiciones y medio

ambiente de trabajo como la salud, la violencia y el acoso sexual, la discriminación

directa e indirecta de las mujeres, continúan siendo temas de preocupación

permanente en esta sociedad de mercado libre, donde predomina la flexibilidad en las

relaciones laborales.

Así, el tema de la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres está

instalado en las agendas de distintos organismos estatales y sindicales, aunque sean

insuficientes las políticas públicas que la garanticen y sólo se registre un avance en

cuanto a los derechos sexuales y reproductivos.

El trabajo infantil, a diferencia de lo que ocurría a principios del siglo XX,

cuando se localizaba en los talleres y fábricas, lo vemos diariamente en las calles de

los centros urbanos o en las tareas rurales, sin que se garanticen en la mayoría de los

casos, la alimentación, escolaridad y vivienda.

Sustentar una concepción del sujeto y de su conducta, como emergentes de

complejas relaciones sociales, permite a su vez abordar, con espíritu reflexivo y crítico,

la lectura de las fuentes, la reconstrucción de los hechos con distintos puntos de vista,

y discernir entre las posiciones positivistas, que negaban las contradicciones en el

seno del movimiento obrero, y las de algunos análisis académicos de las mujeres, que

aún hoy no reconocen la lucha de clases, y ni las contradicciones de clase y de

género. Por lo tanto, intentar un análisis desde un enfoque que contemple las

relaciones de clase y de género, sin apegarse al discurso oficial aséptico, puede

constituir una contribución válida para un mejor conocimiento de estos conflictos.

De ahí las referencias a los aspectos macroeconómicos, condiciones de vida,

datos de población, de sus organizaciones gremiales, los conflictos, del proyecto de

ley nacional de trabajo, el trabajo de las mujeres y su participación.

76

En el prefacio, un recorrido por los diferentes grados de opresión que han

sufrido las mujeres a lo largo de la historia, permite dimensionar la importancia del

período particular analizado.

En cuanto a las motivaciones personales, la autora destaca su práctica

cotidiana como trabajadora y la experiencia de años de militancia en defensa de los

derechos de las mujeres, lucha en la que me he sentido impactada por la experiencia

de otras mujeres que por su capacidad y posibilidades, tuvieron una actividad pública

relevante, tales como La Pasionaria1 e Isadora Duncan2.

En “Temas y problemas nuevos”, E. Kandel vuelve sobre la igualdad de

oportunidades entre varones y mujeres, en el ámbito laboral, desde los inicios de la

organización del movimiento obrero, al propugnar entre otras reivindicaciones, la

igualdad salarial y el acortamiento de la jornada de trabajo. Las condiciones de trabajo,

las largas jornadas agotadoras, afectaban la salud y en algunos casos destruía los

cuerpos de varones y mujeres, de ahí que las sucesivas propuestas legislativas,

apuntaban a revertir las condiciones en que se vendía la fuerza de trabajo.

Desde una mirada que abarque las relaciones de clase y de género, la

problematización del trabajo asalariado femenino, comenzó en los inicios del siglo XX,

vinculado a la construcción de un ideal maternal, así como los debates sobre el tipo de

educación que debían recibir las mujeres, iniciada en el siglo XIX.

Ante la pregunta por los hechos objetivos a finales del siglo pasado, como

señala José Panettieri (1984), “la explotación del trabajo de mujeres y menores se

puso de manifiesto con el surgimiento de las primeras fábricas en el país en los

últimos años del siglo pasado.” Lo observable era la doble jornada laboral de la mujer,

14 a 16 horas en talleres y fábricas y el resto en su hogar.

Este trabajo se desarrolló sobre una matriz de relaciones que explica el

historiador E. Hobsbwam de este modo: “La segunda y gran consecuencia de la

industrialización sobre la situación de la mujer fue mucho más drástica: separó el

hogar del puesto de trabajo. Con ello excluyó en gran medida a la mujer de la

economía reconocida públicamente –aquella en la que los individuos recibían un

salario – y complicó su tradicional inferioridad al hombre mediante una nueva

dependencia económica. (…)El objetivo básico del sustentador principal de la familia

debía ser conseguir los ingresos suficientes como para mantener a cuantos de él

dependían (…)

1 Dolores Ibarruri, era su nombre. Fue dirigente comunista de la República Española y de guerra civil. 2 Bailarina norteamericana, pionera de la danza contemporánea. En los inicios de la revolución rusa, dictó clases de danza a las niñas.

77

Los ingresos de los otros miembros de la familia eran considerados

suplementarios y ello reforzaba la convicción tradicional de que el trabajo de la mujer

(y por supuesto de los hijos) era inferior y mal pagado.”

Las mujeres que se empleaban como obreras, también eran requeridas por las

señoras burguesas como empleadas domésticas, además de ser descalificadas,

llamándolas prostitutas o fabriqueras.

Otra autora a la que recurre, Marcela Nari, explica que, con el desarrollo de la

gran industria, “se reformularon la división del trabajo, las formas y unidades de

producción. Las unidades domésticas, las familias perdieron gradualmente su lugar en

la producción para el mercado y se concentraron en la producción para el

autoconsumo. El trabajo doméstico quedó invisibilizado entre la naturaleza y el amor

de las mujeres. El trabajo urbano a domicilio se mantuvo, y en algunos casos creció,

porque abarataba costos de producción y porque permitía a las mujeres compatibilizar,

en el espacio y el tiempo, trabajo doméstico y trabajo asalariado. Emplearse en

fábricas y talleres era incompatible con la maternidad, con la nueva imagen de madre

nodriza, cariñosa, altruista y siempre unida a su hijo por un cordón.”

La problematización del tema, implicaba el reconocimiento de su rol materno,

plasmado en un proyecto de ley, que admitía la necesidad de no concurrir por treinta

días al lugar de trabajo y la posibilidad de amamantar. La justificación de su aporte era

contradictoria, desde el punto de vista de los empleadores, los favorecía, pues

retribuían menores montos que a los varones y desde la visión que se tenía del rol de

la mujer, se aceptaba su inserción laboral como un mal necesario. La maternidad, era

concebida como un hecho natural.

El grado de desarrollo de las fuerzas productivas no permitía vislumbrar a la

mayoría de la sociedad, a las mujeres, como sujetos de distintos derechos. Sólo se

había definido el papel reproductor de la mujer como su función primaria y el Estado

reforzaba el estatus secundario de su actividad productiva.

Continúa desarrollando el comportamiento de los diferentes actores sociales: el

movimiento obrero organizado por ejemplo luchó por aumentos de salario,

acortamiento de la jornada laboral, utilizando la huelga como método principal hasta

que se comenzaron a discutir varios temas: necesidad de la reglamentación del

trabajo, y métodos como el boicot, el sabotaje, el arbitraje, el papel del parlamento, su

relación con las organizaciones obreras y partidos políticos. Estos temas despertaron

polémicas entre los integrantes de las organizaciones gremiales y rupturas. Las

mujeres fueron convocadas para participar activamente en las organizaciones

gremiales.

78

“Tan intensas y resonantes como en 1906 son las luchas libradas durante el

año 1907, numerosas huelgas corporativas, y dos generales, de vastas proyecciones,

en solidaridad con trabajadores en conflicto y de airada protesta contra agresiones,

abusos y atropellos de las autoridades, regístranse en este período”.3

Contradicciones de clase y de género, enfrentaban simultáneamente las

mujeres, ante el patrón (extensión de la jornada laboral, salarial y acoso sexual) y con

sus compañeros de trabajo y sus esposos (competencia, costumbres y moral

predominante).

La base material en que se desarrollaban los trabajos en fábricas y talleres,

impactó en la inspectora de fábricas de la Municipalidad de Buenos Aires. Aunque no

lo planteó en estos términos, Gabriela L. de Coni visualizó la doble jornada laboral y

sus efectos en la salud y aunque pertenecía a otra clase4, se ubicó desde las

necesidades e intereses5 de las obreras, proponiendo la limitación de la jornada de

trabajo de las mujeres a ocho horas. Elaboró un proyecto que tenía en cuenta la

experiencia en Europa: por ejemplo en Inglaterra, en 1819, se votó la primera ley

limitaba el trabajo de la mujer y el niño en las fábricas6. Gabriela L. de Coni, supo

interpretar la nueva realidad social y se conectó7 con el Partido Socialista pues sus

portavoces expresaban necesidades, sentimientos y acciones que los/as

trabajadores/as no lo podían verter por sí solos. Este modelo, desarrollado en los

primeros países industrializados, permitía que se abordara “el conflicto entre quienes

pagaban los salarios y quienes vivían de ellos”. Según Hobsbawm era una realidad

existencial cada vez más apremiante.

Las legislación protectoria en Europa no se puso en práctica para dar remedio

a las condiciones del trabajo industrial en general, como lo solicitaban las

organizaciones obreras, sino como una solución específica al problema de la mujer (y

del niño) en el trabajo. Los legisladores partían de considerar a las mujeres

vulnerables y dependientes y en consecuencia, con necesidad de protección.

3 S. Marotta, completa el comentario: “Datos estadísticos publicados por el Departamento nacional del Trabajo-no siempre veraces- hacen ascender, en la ciudad de Buenos aires, a 231 el número de huelgas producidas en el año y a 75.000 los obreros comprendidos en ellas. Analizadas sus causas, 49 son motivadas por petitorios de aumentos de salarios, 46 por la reincorporación de obreros despedidos en acto de represalia patronal; 16 por la reducción de la jornada de trabajo; 18 por solidaridad; 27 por expulsión de capataces prepotentes u obreros traidores a su propia causa; 5 por la abolición del trabajo a destajo; 70 por causas distintas”. 4 En Europa, señala, E. J. Hobsbawn, “la emancipación de la mujer”, fue iniciada y desarrollada de forma casi exclusiva (finales del siglo XIX) por la clase media y -de forma diferente- por los estratos más elevados de la sociedad, menos importante desde el punto de vista estadístico. 5 A diferencia de la UIA. 6 Roberto Owen fue el impulsor de este proyecto. Citado por F. Engels en el Socialismo utópico al socialismo científico. 7 Luego se incorporó y participó activamente. En el apéndice hacemos referencias biográficas.

79

Las organizaciones de beneficencia, también asistieron a la mujer obrera, en su

formación para cuestiones de puericultura y en algunos casos previniéndolas contra

las ideas socialistas.

Las organizaciones obreras se ubicaban tácticamente según su estrategia: los

anarquistas planteaban la “liberación femenina” oponiéndose a la reglamentación del

trabajo, propuesta por el socialismo. Asimismo en su interior, había quienes pensaban

que las mujeres no tenían que trabajar en las fábricas. En el Partido socialista también

surgió un debate sobre la relación de los trabajadores y las instituciones burguesas. S.

Marotta (1960) lo expresa en estos términos: “…si los trabajadores deben pugnar por

la conquista de las instituciones burguesas y adaptarlas a su modalidad revolucionaria,

o si, por el contrario, independizarse de ellas creando sus propios órganos,

desarrollándolos autónomamente, conspiración y pensamiento propio.”

Tales peticiones por mejores condiciones de trabajo, se realizaba en el país

cuando predominaba la línea que marcaba el Código Civil (1869) de la inferioridad

femenina y la mujer casada estaba subordinada al marido.

Al final va analizando en secuencia los proyectos de ley tal como se

sucedieron, identificando a los actores: Gabriela Laperriere de Coni, (inspectora ad-

honorem de fábricas de la Municipalidad de la Municipalidad de Buenos Aires, el

diputado Dr. Alfredo Palacios (socialista), también la Unión Industrial Argentina (UIA) y

el Poder Ejecutivo; más el alineamiento de éstos últimos para vaciar el proyecto

original.

Se registran cuatro textos y cinco instancias de elaboración y debates.

- 1902, Gabriela Laperriere de Coni (Municipalidad de la Ciudad de Buenos

Aires.)

- 1906, Alfredo Palacios (manuscrito)

- 1906, Alfredo Palacios: presentación en la sesión del 22 de junio de 1906.

- 1906, Comisión legislativa – diputados.

- 1907, Poder Ejecutivo con acuerdo de la UIA. Se sanciona

80

RESEÑA

Nace la Crisálida

Gustavo Díaz Fernández*

Sabemos que desde la progresiva complejización de las estructuras sociales,

surgió la escritura como una herramienta necesaria para un tipo de organización y

administración que se perpetuaría por siglos.

Quienes administraron los recursos humanos y materiales disponibles, los valiosos

escribas, escribieron historias según la versión de los triunfadores, proclamaron la

excelencia e inscribieron las leyes del cielo y de la tierra, es decir, las normas que

regirían aquí y en un supuesto Más Allá.

La escritura conservó parte del conocimiento humano, pero al mismo tiempo creó

uno de los pilares garantes de las desigualdades: el analfabetismo. Pese a que los

canales orales siguieron funcionando (continúan aún hoy en día) la escritura capturó el

conocimiento y la información estratégica. Por esto, conocer la escritura y controlar la información significó poder: el poder que ejerce quien sabe.

La información se mantuvo codificada hasta el nacimiento de los sistemas de

impresión. El resto continuó transmitiéndose de boca en boca, de generación en

generación, e incluso así, el conocimiento oral más valioso quedaba en manos de

algunas personas elegidas.

*Lic. Gustavo Diaz Fernandez, es Especialista en Derechos Humanos para Comunicadores Sociales. Integra el Área Queer NOA y es miembro fundador de Crisálida Biblioteca Popular de Género, Diversidad Afectivo Sexual y Derechos Humanos. Entre sus logros se destacan el armado y ejecución del proyecto de educación en derechos humanos para niños, niñas y adolescentes apadrinado por Amnistía Internacional Noruega; el proyecto de prevención del HIV “Llevalo con vos” para el portal www.sentidog.com y trabajos de investigación en género, diversidad afectivo sexual y derechos económicos, sociales y culturales. Actualmente desarrolla actividades para la Asociación Civil Atenea de Mujeres víctimas de violencia www.asociacionatenea.org.ar y el Centro de Derechos Humanos en el NOA http://www.centrodeddhhdelnoa.blogspot.com

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El saber permitió mejoras que llevaron al descubrimiento de nuevos horizontes

externos e internos. Pero también permitió la creación de justificaciones para accionar

contra los grupos vulnerados históricamente desterrándolos, aún más, a las márgenes

de la historia oficial.

Con la imprenta el conocimiento se liberó, llegando a muchas manos y con ellos se

difundió el placer de la lectura y las posibilidades de la escritura. Leer significó adquirir

herramientas para garantizar la expresión y aprehender ideas, que promovían

derechos y libertades. Sin embargo, la información realmente importante continuó

manipulada por minorías cultas y cómplices: científicos, filósofos, aristócratas... que

reinventaron nuevos sistemas de codificación y nuevas justificaciones.

Este progreso, sólo benefició a una minoría: una enorme mayoría continuó a la

espera que, en el aparente progresivo reconocimiento de derechos y garantías, se les

permitiera atravesar ese muro para vivir como sujetos de derecho. El anhelo de poder

alcanzar la educación, la alfabetización (no sólo como el poder leer y escribir), la (in)formación, y sostener a duras penas identidades y culturas, circuló por los canales

orales y las sombras. Fueron intentos para sobrevivir en un mundo que los dejaba en

las márgenes, siempre en la periferia e invisibles.

La información hoy en día es asociada a un bien de consumo, las llamadas nuevas

tecnologías permiten recuperar, almacenar y manejar conocimiento, permiten estar en

contacto permanente, de un modo inmediato y efectivo superando límites hasta ahora

conocidos, y permiten llevar una biblioteca en el bolsillo, en un sencillo soporte.

Pero, a pesar de tantos descubrimientos y creaciones y de tantas nuevas puertas

abiertas, el sistema y la estructura siguen igual: poco ha cambiado. Sólo han cambiado

algunas etiquetas para maquillar los nuevos núcleos de poder, se han creado nuevas

brechas y diferencias y han inventado nuevos analfabetismos. La información pasó a

ser propiedad de quienes ejerciendo la “normalidad” pueden acceder a ella.

Ahora hay sujetos y objetos de derecho, estas últimas son las comunidades

condenadas a sobrevivir desde las márgenes, a la ignorancia y al silencio.

Y si bien en las últimas décadas surgieron escribas que hablan desde la visión de

las márgenes, el poder de la información sigue estando en manos de unos/as

pocos/as, y los mecanismos que reproducen este sistema se han vuelto muy sutiles.

Las comunidades desde las márgenes sólo pueden acceder a la información que

justifica su marginación y les hace creer que es lo único posible.

En este proceso que mencionamos, el rol de la biblioteca fue cambiando desde su

génesis, adaptándose blandamente a las necesidades de aquellos a quienes sirvió. De

depósito de documentos pasó a ser su refugio en épocas oscuras, morada de

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intelectuales, fuente de saber básico y gestora de memorias. Muchas veces fue

funcional por acción u omisión a quienes ejercían el poder. Muchas otras, resistió

desde la difusión del conocimiento, garantizando el libre acceso al saber: la libre

expresión.

Sin embargo, las bibliotecas y más aún las populares, pocas veces han sido

conscientes del poder que descansa en sus manos y de la inmensa responsabilidad

que significa gestionarlo. Distraídas en sus actividades tradicionales de conservación y

organización, ajenas a los cambios vertiginosos que le han traído los nuevos tiempos,

ellas parecen no darse cuenta del importantísimo rol que pueden jugar en la sociedad

actual.

Pueden garantizar libertades y derechos humanos, tales como educación, información, libre expresión, identidad, trabajo. Pueden y deben borrar todo tipo de

analfabetismo, recuperar la tradición oral, difundir conocimientos perdidos y luchar

contra la discriminación. En sus estantes duermen herramientas para enseñar la

tolerancia y el respeto, facilitar la integración, dar voz a quienes son mantenidos/as en

silencio, mostrando así la igualdad de todos los seres humanos desde esa maravilla

conceptual: la diversidad humana.

En el panorama actual de los derechos humanos en nuestra región, el noroeste

argentino, no deja de resultar muy llamativa la invisibilidad de la diversidad afectivo-

sexual y género (este último en un sentido más amplio que el sinónimo de mujeres, tan

en boga en la actualidad).

Esta disonancia viene a fragmentarse con la constitución de Crisálida, Biblioteca

Popular de Género, Diversidad Afectivo Sexual y Derechos Humanos.

Esta iniciativa se basa en la experiencia que demuestra claramente que muchas

bibliotecas ya han reconocido su rol social activo, creativo, imaginativo, consecuente y

solidario. Demuestra que es posible despertar de un sueño de siglos, derribar los

muros simbólicos heredados, desencadenar los estantes y hacer llegar libros y saber a cada rincón de sus comunidades. Demuestra que muchas bibliotecas pueden soñar,

viendo y reconociendo la dolorosa realidad que las rodea y buscando soluciones,

trabajando al lado de su comunidad.

Este espacio sin ánimo de lucro, abre la palabra como a una promoción, la de los

derechos sexuales y reproductivos; de la diversidad afectivo sexual; que con

anterioridad, y aún hoy en día en muchos lugares del mundo, generaciones asumieron

con su cuerpo, con su vida.

En su declaración fundacional, Crisálida, indica como objetivos: “llenar un vacío en

el abanico de asociaciones y programas que se nuclean a partir de estas perspectivas:

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concentrar la mayor y mejor bibliografía sobre género, diversidad sexual y DDHH,

abierta a todo público dispuesto a conocer, aprender, compartir y generar cambios sustanciales en nuestra sociedad”. Para esto, este espacio abre y prioriza el diálogo, la

información, la educación y la promoción de los derechos económicos, sociales y

culturales. Busca desarrollar su trabajo facilitando la consulta a expertos y el acceso a

entornos de interés relacionados directamente con el concepto más vasto de género y

diversidad. Su objetivo, entonces, es reunir bajo su tutela todo el material posible,

existentes en materia de género, diversidad afectivo sexual y derechos humanos tanto

para activistas, nuevas generaciones comprometidas, como para toda la comunidad.

Sus comienzos vienen avalados por la continúa promoción que en materia de

derechos humanos desde una perspectiva de género y respetuosa de la diversidad

viene desarrollando el Área Queer NOA. www.areaqueer.org.ar

Además, el programa de actividades confeccionado, no nace con una actitud

estática, sino que arranca con mucha fuerza. Para esto se estrecharon lazos con

organizaciones que trabajan género, diversidad afectivo-sexual y derechos

económicos, sociales y culturales en la provincia y la región; y se prevé la puesta en

marcha de herramientas para hacer más efectivo el trabajo de promoción y extensión

al medio.

No sólo es necesario salir del capullo, también hay que tener la posibilidad de poder

construirlo. Cuando la crisálida logra armar su capullo y vive todo el proceso que le

permite generar las alas, es cuando garantiza que podrá volar siguiendo su deseo.

Más información en www.crisalidabp.wordpress.com

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SELECCIÓN WEB

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SELECCIÓN DE WEB AEIHM La Asociación Española de Investigación de Historia de las Mujeres

http://www.aeihm.org/

Agenda de las Mujeres http://www.agendadelasmujeres.com.ar AHIGE Asociación de Hombres por la Igualdad de Género

http://www.ahige.org/

Católicas por el Derecho a decidir

http://www.catolicas.org

Caosmosis http://caosmosis.acracia.net/?p=534 CECOPÀL Centro de Comunicación Popular y asesoramiento Legal

http://www.cecopal.org

Centro De Estudios de Estado y Sociedad

http://www.clacso.edu.ar/~cedes

Centro de Investigación y Promoción para América Central de Derechos Humanos

http://www.redes-vih.org/cipac/index.html

CENESEX Proyecto sobre DIVERSIDAD SEXUAL

http://www.cenesex.sld.cu/webs/diversidad/diversidad.htm

CIMAC Periodismo mexicano con perspectiva de género

http://www.cimacnoticias.com

Ciudad de Mujeres http://www.ciudaddemujeres.com/ Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos, A. C.

www.n-e-t.com/cadhac

CLADEM (base de datos en línea)

http://www.infotext.org/cladem/cendoc/

Colectivo hombres y masculinidades

http://www.masculinidadescolombia.com/

Convención http://www.convencion.org.uy Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer

http://www.derechos.org/cladem

Comunicación Intercambio y Desarrollo Humano en América Latina

http://www.laneta.apc.org/cidhal

Comunidad escolar http://comunidad-escolar.pntic.mec.es/ Debate Feminista http://www.laneta.apc.org/debate/ Debats http://www.alfonselmagnanim.com/debats/ DEMUS Estudio para la Defensa y los Derechos de la Mujer

http://www.demus.org/

Derechos humanos

http://www.derechos.org/ddhh/mujer/

Eva Giberti http://www.evagiberti.com/ Fundacion Mujeres en http://www.mei.com.ar

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Igualdad Fundación Tehuelche http://www.fundaciontehuelche.com.ar Gabriela De Cicco http://www.gabrieladecicco.com.ar Género con perspectiva http://generoconperspectiva.blogspot.com/ GIRE Grupo de Información en Reproducción Elegida

http://www.gire.org.mx/

IL PAESE DELLE DONNE Periódico feminista italiano

http://www.womenews.net/

IPAS Información acerca de la salud y los derechos reproductivos

www.ipas.org/spanish/about/default.asp

Irene Ocampo http://www.ireneocampo.com.ar/ Isis www.isis.cl La Casa del Encuentro www.casadelencuentroweb.com.ar La Boletina Un aporte de Puntos de Encuentro a la comunicación entre mujeres

http://www.puntos.org.ni/boletina

laCuerda http://www.geocities.com/lacuerda_gt La Haine www.lahaine.org La Tarea http://www.latarea.com.mx/ Lola Press Revista Feminista Internacional

http://www.lolapress.org

La Neta www.laneta.apc.org La Tertulia http://www.geocities.com/guatertulia/ Librería de Mujeres http://www.sion.com/libreriamujeres MamaMetal (Ximena Bedregal)

http://www.mamametal.com/

Margarita Pisano http://www.mpisano.cl/ Modemmujer http://www.modemmujer.org/ Mujeres en Red http://www.nodo50.org/mujeresred MujeresNet http://www.mujeresnet.info/ Observatorio de Género y pobreza en Argentina

http://www.generoypobreza.org.ar/

PADH Programa Andino de Derechos Humanos

http://www.uasb.edu.ec/padh

Pensar el Género http://www.pensarelgenero.com.ar/index.html Psicomundo www.psiconet.com www.psicomundo.com Red Feminista www.redfeminista.org Red Iberoamericana de Masculinidades

http://www.redmasculinidades.com/

Revista Topía http://www.topia.com.ar Revista Cotidiano Mujer http://www.cotidianomujer.org.uy RIMA Red Informativa de Mujeres

http://www.rimaweb.com.ar

Semlac http://www.redsemlac-cuba.net/ Submergentes http://www.submergentes.org Sudestada. Asociación de Escritoras de Buenos Aires

http://www.sudestada.net

Tertulia http://www.geocities.com/guatertulia Women´s Link Worldwide http://www.womenslinkworldwide.org/ XOy1 http://www.x0y1.net/x0y1.html

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ORIENTACIONES PARA PUBLICAR

Temas de Mujeres es una publicación científica con referato dirigida a la difusión de artículos producidos en las áreas de los estudios de las mujeres, los estudios de género y los estudios feministas. Las contribuciones no deben superar los 50.000 caracteres, en Arial 11, interlineado 1.5 Las notas deben ser reducidas al mínimo posible. Las referencias bibliográficas serán incorporadas en el texto o en las notas según el sistema autor-fecha. (Amuchástegui, 1999:138-139) Monografías y Volúmenes colectivos: Apellido, Nombre (Año): Título. Lugar de edición: Editorial. Apellido, Nombre/Apellido, Nombre (Año): Título. Lugar de edición: Editorial. Apellido, Nombre/Apellido, Nombre (eds.) (Año): Título. Lugar de edición: Editorial. Artículos en Volúmenes colectivos: Apellido, Nombre (Año): “Título”. En: Apellido, Nombre/Apellido, Nombre (eds.): Título. Lugar de edición: Editorial, pp. Artículos en Revistas Apellido, Nombre (Año): “Título”. En: Revista, Vol., №. Artículos en Internet Apellido, Nombre (Año): “Título”. En: http://www. [URL completo] (Fecha de acceso a la página). Se solicita enviar las contribuciones en formato Word para Windows 1997, (o posteriores) por correo electrónico. Incluir un resumen de no más de 1000 caracteres y una breve nota con los datos de autor-a, área de investigación y pertenencia institucional. Las contribuciones serán evaluadas por el Comité de Arbitraje. La revista se reserva el derecho de no devolver los originales.

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INTEGRANTES DEL CEHIM

Hilda Beatriz Garrido Norma Ben Altabef María Estela Fernández María Clara Medina Alejandra Landaburu María Delia Toledo Hilda Beatriz Disatnik Marta Barbieri Cristina López Pablo Hernández Natalia Czytajlo Gustavo Salvatierra Liliana Soraire Néstor Egea Silvia Olivera Viviana Ríos