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  • PROACTIVIDAD Y PSICOTERAPIA: UNA VISION NARRATIVA/CENTRADA EN LA PERSONA

    Javier Armenta Mejia

    Publicado en la Revista Mexicana de Psicologa

    Humanista y Desarrollo Humano Prometeo, no. 33 Carl Rogers. Una manera de ser

    Introduccin La forma de concebir al cliente dentro de los procesos de ayuda teraputica tienen profundas implicaciones acerca de las funciones, los roles, capacidades, recursos y potencialidades que la persona que busca ayuda puede tener. Lo anterior se erige como un elemento que desde el principio se convierte en un filtro para el terapeuta y de acuerdo al que adapta sus intervenciones y su comprensin de lo que sucede dentro de la terapia.

    Este trabajo propone una exploracin desde una perspectiva humanista de la psicoterapia en donde se ve al cliente como un participante activo y central de su propio cambio. Adems se postula que el elemento fundamental desde el que se desenvuelve la terapia es el cliente y sus recursos. Se analizan algunas aportaciones del Enfoque Centrado en la Persona, el Constructivismo, el Construccionismo Social y de la llamada Corriente Narrativa de la psicoterapia.

    Poder, Conocimiento y Psicoterapia Histricamente el nacimiento del psicoanlisis y su posterior desarrollo se dieron dentro del llamado modelo mdico. Las terapias posteriores derivadas de la escuela freudiana y su contraparte, las terapias conductuales, manifestaron una gran semejanza en cuanto al rol que desempeaba el terapeuta: en ambos casos ste actuaba como un experto. Esta postura que coloca al terapeuta como un erudito acerca de la vida del cliente ha resultado contraproducente dentro de los procesos teraputicos. En las terapias de orientacin psicodinamica, el paciente aparece una y otra vez, a lo largo del proceso terapeutico, en una postura inferior a la del omnisciente terapeuta. Las reacciones de incomodidad que el paciente puede tener ante esta relacin desigual son interpretadas como distorsiones o reacciones transferenciales que representan parte de la patologa del mismo paciente. De esta manera, el paciente queda imposibilitado de contribuir al proceso que inicia, por lo que se convierte en un ser pasivo que acepta las interpretaciones del analista, ya que este es el poseedor del verdadero saber. En los procesos de modificacin conductual, el psiclogo aparece como un cientfico. Esta postura de ser un tcnico depurado y objetivo, que utiliza un mtodo riguroso y cuantificable dentro de la terapia, lo coloca en un nivel

  • distinto al del cliente. Este, asume una postura pasiva y de ignorancia ante el saber del cientfico conductual. Nuevamente el cliente permanece ajeno e impotente ante el saber y la forma de trabajar del psiclogo conductual. Lo anterior es solo un ejemplo de la fantasa generalizada de que los terapeutas conocen la realidad de la problemtica y de la solucin de la queja que presenta determinada persona. Es como si el terapeuta se sintiera en la posesin de la verdad en relacin con los problemas que le son presentados en su trabajo clnico. Probablemente los enfoques humanistas-existenciales, (Bugental, 1965, 1987; Rogers, 1951, 1961; Lietaer, Rombauts and Van Balen, 1990; Moustakas, 1995; Thorne and Lambers, 1998; Yalom, 1980) los orientados a la solucion (De Shazer, 1985; OHanlon and Weiner Davis, 1989; Selekman, 1996; Hoyt, 1994, 1996; Zeig, 1982, 1990) y la corriente narrativa (Pakman, 1996, 1997; Smith and Nylund, 1997) sean los nicos que promueven relaciones teraputicas mas equitativas y donde el cliente se convierte en agente activo de sus propios cambios. Hasta cierto punto, estos enfoques de tradicin humanista han aceptado que el terapeuta no es un erudito o un guru al que necesariamente el cliente deba seguir. El terapeuta humanista aparece como un ser falible, abierto a la experiencia del cliente y que promueve el sentido de competencia en el manejo que el cliente hace de su propia vida. La voz del terapeuta humanista es tan solo una voz, no aparece como la nica, la mejor o la que el cliente deba escuchar. La voz y la historia del cliente se convierten en el punto fundamental a partir del cual siempre gira la terapia. El terapeuta es una voz en el fondo que ofrece su interpretacin, su forma de entendimiento empatico, pero que nunca trata de imponerse o asumirse como portador de la verdad. Psicoterapia e Invalidacin: de la Pasividad a la Agencia

    Algunas terapias en su prctica clnica pueden generar procesos de invalidacin en donde se pasa por alto, se restringe o se distorsiona la capacidad del cliente de ser un participante activo en la generacin de sus propios cambios.

    Algunas de las formas, muchas de las cuales pueden ser sutiles y bien intencionadas, aparecen dentro de sus teoras respectivas como formas o estrategias teraputicas para mantener el buen curso de la terapia o el control de la relacin.

    Lo anterior se puede conseguir de distintas formas: Primeramente, el terapeuta puede construir sus propios objetivos para

    el cliente, no escuchando lo que la persona quiere o espera o haciendo a un lado los deseos del cliente e imponiendo su criterio.

    Otra forma puede ser la de controlar la conducta del cliente y tratar de que se parezca a la del terapeuta, quien se establece como modelo de conducta, o peor aun, como modelo de salud.

    Otro camino muy transitado es el de suponer resistencia ante cualquier diferencia del cliente y el terapeuta o en situaciones en donde el cliente busca retomar su camino a travs de sus elecciones y valores y el

  • terapeuta lo trata de llevar hacia las decisiones que l juzga como correctas o saludables.

    Tambin el terapeuta puede elaborar un diagnostico y conservarlo a modo de etiqueta esttica y permanente. En el caso de que se den cambios inesperados o rpidos, nuevamente el recurso del terapeuta puede ser el reconceptualizar dichos cambios como una huida hacia la salud.

    Algunas otras formas en las que se invalida el sentido de agencia en el cliente son mostrar desconfianza en las decisiones y los recursos del cliente, controlar la terapia de manera obsesiva dejando un margen mnimo o inexistente de accin para el cliente, o simplemente mostrarse suspicaz, manipulativo (por el bien del cliente) o con una actitud totalmente condicional.

    Todo lo anterior provoca una merma en la capacidad del cliente de ser un agente activo y colaborador de sus propios cambios, y de la direccin, contenido y ritmo de los mismos.

    El Constructivismo y Construccionismo Social El constructivismo es una postura epistemolgica que establece que la realidad nunca puede llegar a ser aprehendida o asimilada. El conocimiento que llegamos a tener de la realidad es a travs de las construcciones que hacemos de ella (Neimeyer and Mahoney, 1995) . De esta forma, el conocimiento no es representativo de la realidad en si misma, no es una copia fiel que todos puedan adquirir; mas bien, el conocimiento tiene una relacin funcional con la realidad, ya que nos permite maneras viables de interactuar con el mundo externo ( Watzlawick, 1990). Es decir, que a travs de una manera personal de acercarse al mundo externo se adquiere una cosmovisin propia que permite un conocimiento o interpretacin de la realidad. La realidad a nivel de representacin exacta es una ilusin peligrosa y seductora. Von Glasersfeld (1993) explica que el conocimiento puede encajar con la realidad o se puede adaptar a ella para un determinado fin, pero nunca iguala o es una reproduccin idntica del mundo. Esta postura constructivista viene a cuestionar una serie de creencias que con el paso del tiempo se haban establecido casi como incuestionables y entre las que podramos mencionar las siguientes:

    El terapeuta como poseedor de la verdad: en trminos del constructivismo, el terapeuta si es poseedor de una serie de conocimientos, mas estos nunca pueden ser infalibles, exactos o tener un carcter de irrevocables.

    Los conocimientos del terapeuta son mapas que lo orientan, itinerarios marcados y estudiados por otros, pero nunca constituyen la realidad del cliente. El terapeuta debe aceptar que posee construcciones pero no verdades. Lo que debe cuestionar es que tanto promueven la salud y la funcionalidad sus formas de trabajo o que tanto conducen a procesos de desvaloracion, limitacin o patologa (Pakman, 1996, 1997).

    El Diagnostico: A pesar de existir un Manual Estadstico de las Enfermedades Mentales DSM-IV avalado y estandarizado por la comunidad

  • psiquitrica norteamericana, el diagnostico que provee el psiclogo sigue siendo una construccin. Un anlisis detallado del proceso de entrevista y recoleccin de datos pondra en evidencia que dicha valoracin estuvo determinada por la corriente ideolgica del evaluador, por su experiencia clnica con un cierto tipo de poblacin y por su capacidad diagnostica. El diagnostico no es algo que se descubre sino algo que tiende a crearse o construirse a travs del proceso de la conversacin ( Gergen and McNamee, 1996).

    Cabria agregar que desde una perspectiva humanista, (Rogers, 1951) el diagnostico no es un elemento promotor de procesos de salud, sino que histricamente se ha convertido en una forma de control social, de imposicin, discriminacin o invalidacin de la persona.

    Por otro lado, el Construccionismo Social propone que las ideas o conceptos que las personas tienen estn en una relacin muy directa con el ambiente social en el que se encuentran. Derivado de lo anterior se desprende que no existe una realidad independiente del observador y a la que todos podamos llegar de la misma forma. De lo contrario, es la persona la que de manera activa construye a traves del lenguaje y de los procesos sociales una realidad determinada. La comprensin del mundo y de nosotros mismos se encuentran inmersos en intercambios histrica y culturalmente generados entre los individuos (Burr, 1995).

    Uno de los proponentes de esta corriente es Keneth Gergen (1991, 1994) el cual postula que el construccionismo es una forma de cuestionamiento social interesada principalmente en la explicacin de los procesos a travs de los cuales la gente describe, explica o constata el mundo en el que viven...[El construccionismo social] entiende el discurso acerca del mundo no como una reflexin o mapa del mundo sino como un elemento de intercambio social.

    Debido a lo anterior, la realidad que es construida por una persona puede llevarlo a una vida funcional o a una vida enfrentada a muchas reas disfuncionales.

    Segn el construccionismo social, la realidad que produce tanto salud como disfuncin, tiene su origen no en la mente de la persona, sino en el intercambio social que el individuo realiza con personas significativas de su entorno. El nfasis esta en el aspecto interaccional y en la manera en que el contexto ayuda a co-crear o construir un cierto tipo de realidad.

    Self, Narrativa y Cambio Para la corriente narrativa el si mismo o self no es una entidad

    esttica y homeosttica. No es un conjunto de caractersticas que constituyen la verdadera identidad de una persona. Se representara mas bien como una autobiografa que escribimos y reescribimos en forma constante (Anderson y Goolishian, 1995).

    El self tendra entonces una relacin muy directa con el lenguaje y las narraciones. O tal como lo establece Fried Schnitman (1996): Los seres humanos siempre se han contado cosas entre si y han escuchado lo que los dems les contaban; y siempre hemos comprendido que somos y quienes somos a partir de las narraciones que nos relatamos mutuamente.

  • En relacin con el cambio, este lo podramos entender a travs de procesos sumamente largos, de mediana duracin y tambin a travs de la llamada terapia breve. Independientemente de la duracin, el cambio puede estar asociado con la historia infantil, procesos inconscientes, falta de individuacin, condicionamientos y aprendizajes defectuosos, frustracin existencial, etc. El papel del terapeuta consiste en intervenir para reordenar, reactivar o generar un movimiento de la persona hacia un funcionamiento mas adecuado.

    Desde una perspectiva postmodernista el cambio pasa a ser la narracin de una nueva historia y de un nuevo presente que es mas tolerable, coherente y continuo de lo que permitan las narraciones anteriores (Fried Schnitman, 1996).

    Es decir, que el cambio surge como un proceso de encuentro con lo nuevo, lo no-familiar y lo distinto. Este surgimiento se da en una conversacin teraputica, donde el terapeuta no es un editor de la narracin del cliente. Tampoco es un reestructurador de historias o un genial connotador positivo.

    El rol del terapeuta narrativo es diametralmente opuesto al tradicional. Como establece Anderson y Goolishian (1995): La terapia y, por ende, la conversacin teraputica, implican un proceso de estar ah juntos. El terapeuta y el consultante hablan el uno con el otro, y no al otro. Y al hacerlo van explorando entre ambos las nuevas complejidades de los significados, las nuevas narraciones, las nuevas realidades.

    La Conversacin Teraputica: Comprensin, Dilogo y Transformacin La psicoterapia entendida desde el pensamiento postmoderno (Kvale,

    1992; Anderson, 1995) aparece como una conversacin, una suerte de dialogo igualitario donde la historia y la voz del cliente adquieren el centro desde donde surge la direccin, la profundidad o la rapidez del proceso. El terapeuta es un acompaante que promueve que el proceso pueda realizarse, pero que desconoce el contenido y el resultado del mismo proceso que esta facilitando.

    En palabras de Tom Andersen (1996): la llamada conversacin teraputica podra considerarse como una forma de bsqueda, una bsqueda de nuevas descripciones, nuevas comprensiones, nuevos significados, nuevos matices de las palabras; y en ultima instancia, de nuevas definiciones de uno mismo. Curiosamente, la bsqueda es dirigida por el cliente mismo teniendo al terapeuta como un compaero interesado en que las soluciones sean del cliente y que no se presente la situacin en que el terapeuta trata de dar sus soluciones, perdiendo el sentido de lo nico y distinto que cada cliente y cada situacin puedan ser.

    Segn Harold Goolishian (1995): La terapia es el proceso de seguir interviniendo en una conversacin con la intencin de facilitar/ co-crear/ co-escribir una nueva narracin, junto con los clientes y sin imponerles una historia...Nuestra historia no debe estar nunca por encima de la historia del cliente.

  • UN ESPACIO PARA SER: Elementos de la Conversacin Dialgica A continuacin se enumeran algunos de los aspectos que en el enfoque

    narrativo de Anderson (1997) y Goolishian (1995) posibilitan al cliente o consultante a erigirse como el elemento central desde el que se dan los cambios dentro de la terapia.

    La ignorancia como enfoque: esto significa que el terapeuta adopta

    una actitud de curiosidad acerca de la vida del cliente. Implica abandonar ideas, concepciones, estrategias o marcos de referencia previos o externos al cliente mismo. No significa que el terapeuta no sepa nada, sino que los roles tradicionales tienden a cambiar: el cliente es el experto sobre su historia personal y su vida, mientras que el terapeuta se concentra en aprender / comprender la historia que le es narrada. Al terapeuta lo podramos concebir como un experto en facilitar el desarrollo de las capacidades del cliente a travs de la promocin de un espacio seguro o de una conversacin dialogica.

    La incertidumbre: el hecho de asumir una postura de ignorancia genera que el terapeuta entre en la conversacin teraputica como un sujeto cuyo fin es aprender acerca de la historia del cliente.

    La incertidumbre aparece porque el control del proceso teraputico queda en manos del cliente, teniendo al terapeuta como un seguidor y no como un demarcador de rutas o caminos a seguir.

    Aceptar la incertidumbre implica que el terapeuta renuncia a su rol profesional de experto. Implica que el mejor indicador del proceso teraputico es el cliente mismo.

    En este sentido la incertidumbre trae aparejado al riesgo como un elemento adicional. En la conversacin dialogica el terapeuta no se puede esconder o escudar en un rol preestablecido. El terapeuta llega y permanece en el proceso en un estado vulnerable: se presenta como sujeto falible y como persona en constante transformacin. Es decir, que el mismo terapeuta, a travs de su aprendizaje del cliente llega a estar expuesto al cambio.

    Humildad: el terapeuta acepta que nunca podr entender al cliente completamente, que su comprensin siempre ser tentativa; que la visin que puede llegar a tener de un cliente siempre es incompleta y no exacta. Por ello se presenta ante el cliente como compaero y no como gua.

    Ante sus errores y limitaciones tiende a aceptarlos y trata de integrarlos como aprendizajes. No busca elaboradas explicaciones para huir de sus errores o evadir su responsabilidad.

    Confianza y credibilidad: la historia que cuenta un cliente acerca de una situacin problemtica nunca es la misma. Generalmente, a medida que pasa el tiempo, el cliente reestructura o reacomoda sus experiencias y por lo tanto, su historia tiende a cambiar.

  • Los procesos didcticos de la terapia se centran en encontrar los verdaderos conflictos, en poner en evidencia las contradicciones del cliente, o en el peor de los casos, en invalidar la experiencia de la persona y adaptarlo o mejorar su sentido de realidad.

    Desde una postura hermeneutica (Neimeyer and Mahoney, 1995) no existe una historia verdadera del cliente. Las descripciones multivariadas que se pueden dar en un cliente pueden ser validas, pero no unas mas que otras.

    Cabria recordar que Carl Rogers (1951) postula que la realidad del cliente no se basa en los hechos externos, sino en como tales hechos son percibidos por el individuo. Es decir, que dentro del proceso teraputico, el terapeuta acepta como valida la historia del cliente, aunque esta pueda contradecir el principio de realidad, el sentido comn o la lgica aristotlica.

    Preguntas conversacionales: las preguntas que hace el terapeuta pueden tener un efecto facilitador o retardante en la persona del cliente. Segn Anderson (1997) los clientes generalmente sienten que los terapeutas hacen preguntas irrelevantes, que refuerzan los conceptos del terapeuta o que tratan de reducir la experiencia del cliente a un diagnostico determinado.

    El terapeuta que trabaja en la forma anterior es visto como carente de inters hacia la historia y la persona del cliente, con el sentimiento asociado de ser poco importante para el terapeuta.

    En el peor de los casos, las preguntas del terapeuta pueden generar procesos culpabilizantes o sencillamente obstructores del crecimiento del cliente.

    De acuerdo a lo anterior, las preguntas del terapeuta se deben orientar a facilitar la narracin de la historia del cliente, a comprender el mundo personal del cliente tal como este aparece para el. Es decir, mientras mas puntos de vista, formas de comprensin o perspectivas distintas tenga el cliente, mas enriquecedor resultara el proceso teraputico.

    La posibilidad de que surjan elementos novedosos y distintos es activada por una postura que da la bienvenida a una polifona de voces y puntos de vista sin excluir o buscar un sentido monovocal en la comprensin del cliente.

    El nfasis del terapeuta se centra en realizar preguntas que permitan al cliente construir su propia respuesta. Quedan descartadas las preguntas retricas en donde se implica la respuesta. Igualmente quedan fuera las preguntas pedaggicas ya que estas sealan la direccin de la respuesta correcta.

    Mantener la coherencia: esto implica que el terapeuta en su conversacin debe ser congruente con la historia del cliente.

    Aunque el terapeuta pudiera establecer un plan, una evaluacin diagnostica o una serie de estrategias teraputicas previamente, todo lo anterior se deshecha y la coherencia se manifiesta en seguir la historia del cliente desde su punto de vista.

    Ser coherente es mantener una postura de no-saber y dejarse guiar por el propio cliente, quien se constituye de esta forma en agente de sus propias transformaciones.

  • La coherencia es usada por Harlene Anderson (1997) en el sentido que Carl Rogers (1951) utiliza la comprensin empatica; es decir, como el esfuerzo del terapeuta por entrar en el mundo fenomenico del cliente, respetando los matices y significados que ah existen para poder comunicarlos al cliente en su debido tiempo.

    Un ultimo aspecto de la coherencia esta representado por el respeto y aceptacin de la velocidad o lentitud con que se desarrolla el proceso, cuestin que queda totalmente determinada por el cliente mismo. El terapeuta siempre trata de mantenerse cerca del cliente, pero no lo obliga a dejar su propio ritmo de cambio y seguir el ritmo que el terapeuta juzga como el mejor o el mas adecuado.

    Honrar la historia del cliente: como una consecuencia natural de este enfoque, el terapeuta trata de crear un espacio seguro donde el cliente pueda contar su historia, donde a travs de un proceso dialogico puedan surgir nuevas perspectivas, nuevos significados o nuevas comprensiones; no del terapeuta o del cliente, sino de la colaboracin de ambos.

    Para llegar a lo anterior el terapeuta debe ser sensible a los significados mas atesorados del cliente, debe de tratar de comprender con el cliente y no entender el problema o el caso del cliente.

    Honrar al cliente y a su historia implican que el terapeuta nunca invalida la experiencia del cliente por mas confusa, ilgica o incomprensible que pueda parecer, sino que esto le sirve para seguir manteniendo una postura de aprender/comprender al otro en sus propios trminos.

    CENTRARSE EN LA PERSONA: Facilitar la Agencia y la

    Autodireccin Responsable Desde el Enfoque Centrado en la Persona la terapia adems de un proceso fluido y anclado en la tendencia actualizante del ser humano, se constituye como una de las formas de facilitar el desarrollo de la agencia o del poder personal, entendido este como la capacidad de cada uno de los seres humanos de hacerse forjadores de su propio destino, de asumir su propia vida y sus propias decisiones. (Segrera y Mancillas, 1998). Algunos de los aspectos por los cuales la persona renuncia a su poder, lo encubre, lo evita o no lo asume responsablemente se comentan a continuacin. Las condiciones de mrito Desde un punto de vista del desarrollo, la formacin del si mismo lo podemos entender como un proceso gradual de diferenciacin del campo perceptual del nio. Esta formacin del si mismo se da como un resultado de la interaccin valorativa con los otros significativos. A partir de esta relacin fundamental del nio con sus padres y debido a la profunda necesidad de sentirse amado y valorado puede iniciarse un proceso de separacin entre la experiencia del organismo y las condiciones parentales de lo que el nio debe ser o la forma como debe actuar.

  • En este proceso segn Rogers (1951): los valores que el bebe vincula con la experiencia se divorcian de su propio funcionamiento orgnico y el nio evala la experiencia en trminos de las actitudes de sus padres... Estos valores llegan a ser aceptados como si fueran tan reales como los valores conectados con la experiencia directa. De lo anterior se desprende que las condiciones de mrito o de valor que generaron una separacin de la experiencia organismica tienden a introyectarse y a funcionar como si fueran las experiencias que la persona vive. Este proceso de vivir la vida a travs de condiciones impuestas produce un estado de incongruencia o una ausencia de autenticidad en la vida del ser humano. Es como si la persona viviera su vida a travs de los valores, sentimientos y elecciones de los dems, sin poderse dar cuenta de la deslealtad o de la traicin que hace a su propia persona. Metafricamente es como si la persona fuera un extrao en su propia casa.

    La alienacin de la experiencia El inicio de un proceso teraputico implica en el cliente un estado de incongruencia que produce cierta vulnerabilidad psicolgica. Tambin el cliente al empezar la terapia vive una disociacin de la experiencia: por un lado estaran las experiencias organismicas o la forma en que el organismo vivencia las situaciones. Por otro lado, tendramos el autoconcepto, que vendra a funcionar como un filtro que permite el acceso a la conciencia o la simbolizacin de solo una parte de lo que la persona experimenta (Greeenberg, Rice and Elliot, 1993). Lo anterior produce un ser humano dividido internamente. La alienacin de la experiencia es este proceso de no integracin, de no reconocer y aceptar partes de uno mismo. La tendencia actualizante bajo las condiciones anteriores se ve obstruida o disminuida temporalmente, y la terapia lo que le provee son las condiciones para desbloquear o facilitar el resurgimiento de un proceso de crecimiento descontinuado o empobrecido. Segn la concepcin de la psicoterapia como proceso de Rogers (1961), el estado de la experiencia alienada correspondera a las dos primeras etapas de este modelo. En la primera etapa el cliente se resiste a comunicarse personalmente y solo se refiere a los hechos externos. Los sentimientos y significados no se reconocen como propios. Los constructos son rgidos y la comunicacin interna esta generalmente bloqueada. Las relaciones intimas se consideran peligrosas. No se reconocen los problemas y no hay deseos de un cambio. En la segunda etapa hay una comunicacin incipiente en relacin a temas ajenos al si mismo. Los problemas son percibidos como externos y no se asume la responsabilidad por ellos. Los sentimientos se describen como objetos, que pueden manifestarse pero no se les admite en la conciencia, ni son asumidos como propios. La posibilidad del experienciar esta limitada y muy reducida. La correcta simbolizacin o diferenciacin de sentimientos y significados es burda o incorrecta.

  • La valoracin organismica Parte fundamental del proceso de la terapia es el de situar el locus de la evaluacin dentro de la propia persona y no en situaciones externas al cliente mismo. El camino que pueden tomar las experiencias del individuo pueden ser muy diversas ya que dichas experiencias pueden ser simbolizadas inadecuadamente al ser distorsionadas, pueden ser ignoradas por no tener relacin con el self, o pueden ser simbolizadas al no haber incongruencia entre lo que se experimenta y la imagen de uno mismo. De acuerdo a la teora centrada en la persona (Hutterer, Pawlowsky, Schmid y Stipsits, 1996) el recorrido teraputico significa ir facilitando una reestructuracin o reacomodacion de las experiencias del cliente, de manera que el si mismo puede expandirse para poder aceptar todas aquellas vivencias que se han rechazado, disfrazado o simplemente han tenido una simbolizacin inadecuada. En este proceso seria de capital importancia que el terapeuta le de al cliente el lugar que le corresponde por derecho propio. El cliente desde el inicio de la terapia es el que va a establecer, muchas veces titubeando y con incertidumbre, el contenido, la forma particular de trabajar, qu aspectos se abordaran primero, y con que profundidad y rapidez se va dando este proceso de reorganizacin. El terapeuta por estar centrado en la persona rechaza brindar consejos, erigirse como autoridad, calmar al cliente, tomar decisiones por l, reasegurarlo o dar opiniones de experto. Aunque lo anterior pueda ser una demanda del cliente mismo, el proceso de su crecimiento esta en regresar a su valoracin organismica, a su centro de valoracion y de toma de decisiones y no al consejo o a la opinin del terapeuta. La empata como proceso de encuentro Probablemente uno de los recursos fundamentales en el Enfoque Centrado en la Persona sea la comprensin empatica, ya que como Rogers (1951) pensaba, la empata implica adoptar el marco de referencia interno del cliente para desde ah poder entender y comunicar algo de esa comprensin al cliente. La empatia lo que provee, entre otras cosas, es un espacio psicolgicamente seguro libre de amenazas al si mismo, en donde se facilita que las experiencias negadas o distorsionadas puedan poco a poco irse integrando al autoconcepto de la persona (Brazier, 1993). El terapeuta al adoptar una postura empatica, en sus diversas formas y tipos (Greenberg y Bohart, 1998; Armenta, 2001) puede creativamente reconectar a la persona con las partes de si mismo perdidas o abandonadas. Desde la perspectiva del Focusing (Gendlin, 1981; Alemany, 1998; Weiser Cornell 1996) la empata o el llamado reflejo experiencial permiten un proceso de hacer contacto y de escucharse a si mismo a travs de la

  • experiencia corporal. Es como si la empata le permitiera a la persona deshacerse de todo el ruido y honestamente poder ver dentro de si y escuchar lo que hay: desde llantos contenidos, enojos sofocados, heridas sangrantes, gritos reprimidos, hasta sentimientos de euforia, momentos de plenitud, experiencias de vitalidad, de ternura o de compasin. Sean las experiencias que fueren, la empata seria el elemento facilitador que permitira un acceso al mundo subjetivo de la persona. En relacin con la agencia podramos establecer que reconectar a la persona con lo que autnticamente es o experimenta, tambin la reconectaria con su capacidad de autodireccion o de ir en caminos congruentes que surgen del interior del individuo. Rachel Rosenberg (1981) sin hablar especficamente de la relacion entre agencia y empata lo expresa de manera muy atinada: Observo que a medida que se les permite a las personas tomar mayor conciencia de sus verdaderos deseos y sentimientos, inevitablemente ellas se sienten mas poderosas en relacin con su destino y mas directamente responsables de ellas mismas. El Aprecio Positivo Incondicional El proceso teraputico que esta dirigido a facilitar el crecimiento debe tomar como uno de sus valores fundamentales a la persona del cliente. En este sentido no se puede tratar al cliente como un objeto para estudiar o como un caso clnico que se intenta resolver. De alguna manera, la terapia ha transitado desde la curacin de las enfermedades psquicas, pasando por la correccin o modificacin de ciertas conductas, hasta llegar a la actualizacion o autorrealizacion como objetivos o metas teraputicas. En esta perspectiva de crecimiento se establece una relacion con el cliente de persona a persona en donde el terapeuta aporta su presencia al encuentro teraputico (Mearns, 1994).

    El cliente al no sentirse evaluado o juzgado positiva o negativamente, se ve liberado para tomar cursos de accin de mayor honestidad en su vida.

    Tanto la autenticidad como el aprecio positivo incondicional del terapeuta son actitudes que no se pueden representar. El terapeuta las vivencia desde si mismo y las expresa, o corre el riesgo de ser incongruente al tratar de representar un rol, situacin que afectara negativamente al proceso teraputico y retardara la reorganizacin de las experiencias del cliente.

    Finalmente, el aprecio positivo incondicional envuelve una aceptacin clida y no posesiva del cliente y de sus vivencias. Dicha aceptacin se basa fundamentalmente en el derecho de la persona a ser diferente, a elegir su propio camino, a asumir su sentido de unicidad

    El terapeuta acepta al cliente, pero no de una manera esttica o condicional, sino que a travs del aprecio positivo incondicional el cliente va expandiendo y reconstruyendo su self, lo que genera que estos nuevos cambios y otros posteriores igualmente sean aceptados, facilitando que el self se convierta en una serie de experiencias fluidas y cambiantes o en el proceso del experienciar mismo.

  • La plena confianza en el organismo Con esta visin incompleta y limitada del proceso de la agencia en la

    psicoterapia y de las formas en que se puede trabajar teraputicamente para facilitarla, parecera como que muchos vacos e interrogantes quedan pendientes y sin respuesta. Sin embargo, dentro del desorden y la incertidumbre aparecen lneas tenues, apenas visibles, de posibles formas de accin teraputica basadas en los recursos y en la confianza en el cliente para resolver sus propios problemas o ser el elemento clave en los procesos de cambio.

    A nivel personal me sigo preguntando despus de concluidos algunos procesos teraputicos en los que he participado como un acompaante receptivo y agradecido: Que tanto respeto tengo por el rumbo de cada cliente? Que tanto interfiero en sus procesos? Por qu a veces me asalta la ilusin de que siempre tengo razn? Realmente busco el crecimiento de cada cliente? Es mas importante mi sentido de competencia o el crecimiento del cliente? Como es que me engao cuando no entiendo al otro, mas sin embargo asumo que lo comprendo? Por que me seduce la idea de que puedo captar la realidad del cliente?

    Tal como Harlene Anderson (1997) lo concibe, la agencia implica un proceso liberador que pueda abrir nuevas posibilidades o simplemente permita el darse cuenta de que nuevas posibilidades existen. La agencia no solo se refiere a tomar decisiones sino a participar en la creacin y expansin de posibles decisiones. El concepto de agencia esta ligado al de tener una voz y ser libre para usarla o no.

    BIBLIOGRAFIA

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    Javier Armenta Meja es psiclogo clnico tijuanense. Egresado de Cetys Universidad. Correo electrnico: [email protected]