primera palabra

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P R I M E R A P A L A B R A

Seis mil millones de telé-fonos móviles se utiliza-ban en todo el mundo

cuando concluía el año de cri-sis 2011. Ni la electricidad ni elagua ni las cuentas bancarias niinternet ni las tarjetas de cré-dito ni la televisión alcanzanel volumen en número de abo-nados del teléfono celular. Lacultura del siglo XXI es ya lacultura del móvil.

Se terminó la etapa de laexclusiva conversación perso-nal. El móvil es hoy ordenador,agenda, radio, televisión, ope-rador bancario, biblioteca,discoteca, videoteca, archi-vo… Lo es ya. Una vez sedesarrolle la red 4G, lo serámucho más. En el bolsillo dela chaqueta llevamos la biblio-teca completa del Congreso delos Estados Unidos, la enci-clopedia británica, las cuen-tas todas de la empresa don-de trabajamos, el último librode Philip Roth o de VargasLlosa, las más varias manifes-taciones musicales, miles depelículas, decenas de millaresde libros, el archivo de todosnuestros papeles y las funcio-nes completas de un potenteordenador personal.

La tableta se convertirá enpoco tiempo en un juguete, losaparatosderadioytelevisiónenmuebles caseros. Los negociosseharánconelmóvilydesdeelmóvil. Aumentará un poco sutamaño, lo está haciendo ya,para facilitar laconsultay la lec-tura. Se seguirá usando comoteléfonopero loprincipal seránlas otras prestaciones. Ni Gu-tenbergseaproximóenel sigloXV a lo que significa el móvilen el XXI. Llevamos ya elmundo en las manos.

Para alcanzar la cifra de1.000 millones de abonados setardaron dos décadas. En el úl-

timo año se contrataron más de1.000 millones. Los 6.000 mi-llones de usuarios del móvilcrecen, sobre todo en China eIndia, a un ritmo vertiginoso. Yesa explosión no se empalide-cerá hasta que todos los habi-tantes del planeta dispongande un móvil, tal vez de dos.

Ah, los periódicos, a pesarde su tamaño, están ya en elmóvil tanto o más que en la ta-bleta.Lasnuevasgeneracionesutilizan el móvil porque es máscómodo y versátil. El teléfonoha ganado mucho más que unabatalla. Ha ganado la guerra.Firmará la paz con las tabletas

y tambiéncon los ordenadores,imprescindiblesen lasoficinas,porque hay sitio para todos.Pero día a día afianzará su su-premacía. Ésta es la realidadmás contundente en una so-ciedad globalizada donde unaestudiante de Boston Univer-sity puede hablar todos los díasdurante una hora con su novio,dependiente en unos grandesalmacenes de París, sin que lecueste un céntimo. Y ademásviéndole la cara.

McLuhan, en fin, tenía ra-zón. Supo anticipar en el pri-mer tercio del siglo pasado laaldea global. A muchos, a casitodos, les pareció una utopía.La realidad, sin embargo, hasuperado sus previsiones. Latecnología ha abierto todos loscaminos. Para bien o para mal.La cultura está ganando en ex-tensión lo que pierde en pro-fundidad. Es el tributo al re-guerodelosdiosesextinguidos,al sacerdocio marchito según elorden de Melquisedec. Vivi-mos sobre el filo del móvil. Esya la tercera mano del hombre.Ni Gary Cooper manejaba surevólver con la soltura que unadolescente de hoy tiene paradisparar con su móvil. ●

Alabanza del móvil y menospreciode los tamaños inciertos

L U I S M A R Í A A N S O N

de la Real Academia Española

José María Díaz Dorronsoro ha escrito un extenso y biendocumentado libro sobre la revista “Cambio 16”.

Nadie puede poner en duda que esa publicación jugó un papel derelieve durante la Transición, si bien su importancia fue siempremucho menor de lo que pensaba Juan Tomás de Salas. Este em-presario, que jugaba a ser periodista, se equivocó al expeler dela dirección de “Diario 16” a Pedro J. Ramírez. El gran periodis-ta escabechado puso en marcha el diario “El Mundo” y se comiócon patatas a Juan Tomás de Salas. El derrumbamiento de “Dia-rio 16” contribuyó a que se diluyera la influencia de “Cambio 16”.La revista, tras la desaparición de Salas, ha tenido la granvirtud de saber permanecer. Estamos, en cualquier caso, anteun libro excelente que permite recordar la historia de unaparte del periodismo español del último medio siglo.

Z I G Z A G

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Edita Prensa Europea S.L.Avenida de San Luis, 25

Madrid - 28033Tel.: 91 443 64 39-36-43 Fax: 91 443 65 36

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Blesa, Ernesto Calabuig, Pilar Castro, José LuisClemente, Antonio Colinas, Jacinta Cremades, F.

Díaz de Castro, J. Javier Etayo, MiguelFernández-Cid, Carlos F. Heredero, J. Andrés-Gallego, Antón García-Abril, P. García Mouton,

F. García Olmedo, D. Giralt-Miracle, ÁlvaroGuibert, Germán Gullón, J. A. Gurpegui, Abel H.

Pozuelo, Javier Hontoria, Joaquín Marco,J. Marín-Medina, Jacobo Muñoz, Nadal Suau,Rafael Narbona, Mariano Navarro, R. Núñez

Florencio, J. L. Pérez de Arteaga, Román Piña,A. Reverter, Pilar Ribal, Luis Ribot, Víctor del

Rio, O. Ruiz-Manjón, A. Sáenz de Zaitegui, FelipeSahagún, Care Santos, Bernabé Sarabia,

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Oliveras, Rocío de la Villa, Javier Villán, DaríoVillanueva, Luis A. de Villena y Elena Vozmediano

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Luis María Anson

DirectoraBlanca Berasátegui

Jefes de RedacciónNuria Azancot, Javier López Rejas,

Cristina Jaramillo (web)

Jefes de SecciónPaula Achiaga, Liz Perales

RedacciónDaniel Arjona, Marta Caballero,Bea Espejo, Benjamín G. Rosado,

Alberto Ojeda, Rubén Vique

1 8 - 2 4 D E M A Y O D E 2 0 1 2 S U M A R I O

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PORTADAIlustración de Ulises.

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3. PRIMERA PALABRAAlabanza del móvil y menosprecio de

los tamaños inciertos, POR LUIS MARÍA ANSON

7. LA PAPELERA DE JUAN PALOMO

LETRAS

8. Los 6 del 62, el año del prodigio: Las ratas, La pla-za del diamante, Bomarzo, Tiempo de silencio, El siglode las luces, Dos días de septiembre14. El libro de la semana. Cartas, de Kerouac y Gins-berg, POR NADAL SUAU

16. Fernando Savater. Los invitados de la princesa,POR SANTOS SANZ VILLANUEVA

17. Alejandro Palomas. Agua cerrada, POR R. SENABRE

18. Pirandello. Cuentos para un siglo, POR GERMÁN GULLÓN

19. Cobos Wilkins. Para qué la poesía, POR TÚA BLESA

19. A. A. Herrera. Los motivos del salvaje, POR T. B.

20. Álvaro Cunqueiro. De santos y milagros POR ÉN-

GEL BASANTA

21. Carlos Fuentes/Ricardo Lagos. El siglo que des-pierta, POR F. SAHAGÚN

22. Tamames. La crisis de la deuda, POR P. TEDDE DE LORCA

23. Miguel Morey. Hotel Finisterre, POR JACOBO MUÑOZ

24. Libros más vendidos25. Mínima molestia, POR IGNACIO ECHEVARRÍA

ARTE

26. La idea de América Latina a través de 16 artis-tas en el CAAC de Sevilla, POR SEMA D’ACOSTA

28. Sergio Belinchón y el ready made, POR E. VOZMEDIANO

30. Entrevista a Glòria Picazo, directora del centrode arte La Panera de Lérida, POR PAULA ACHIAGA

32. Vari Caramés y las mareas, RAMÓN ESPARZA

33. Faisal Abdu’Allah en Las Palmas, ROCÍO DE LA VILLA

34. Arquitectura. Entramos en el nuevo Espacio Fun-dación Telefónica, E.M./ E.S.

ESCENARIOS

36. Ricardo Chailly visita España con los músicosde la Gewandhaus de Leipzig, POR BENJAMÍN G. ROSADO

40. Comienza el Festival de Teatro de Artes de Ca-lle de Valladolid, POR LIZ PERALES

42. Juan Navarro estrena Tala, POR RAFAEL ESTEBAN

CINE

44. Entramos en la nueva sede de la Filmoteca Españolaen Madrid. Un patrimonio entre la muerte y la me-moria, POR CARLOS REVIRIEGO

ÚLTIMA PALABRA

50. Vinicio Capossela actúa en el Festival de Otoño enPrimavera de Madrid, POR ALBERTO OJEDA

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Adiós al lenguaje

MICHAEL NYMAN

CLAUDE BUSSAC

JEAN-LUC GODARD

BELÉN GOPEGUI

ANTONIO RAMÍREZ

La Carroll / Fletcher Gallery,Londres, ha abierto una exposición dela pareja artística Eva y FrancoMattes, conocidos como, 01, enla que, además de albergardesquiciantes e inteligentes trabajosrelacionados con net.art, sepresenta la primera exposiciónde arte robado. Sustraccionesen museos, llevadas a cabo por ellosmismos, de pequeños trozos de obrasde Jeff Koons, Joseph Beuyso Marcel Duchamp, expuestasbajo el nombre de Stolen Pieces,encerradas en pequeñas cajas demetacrilato.Tal clase de insólita operacióncuestiona la idea de autoría constanteen el tiempo [lo que equivale a decir lapropiedad de una obra troceada], elsentido del fragmento [lo que equivalea decir del poema, en tanto siemprefragmento arrancado], o la legitimi-dad de la apropiación no consentidapero que cita las fuentes [lo queequivale a decir la honradez versus elplagio]. Pero lo que, a mi modo dever, se cuestiona aquí en últimoextremo es la mirada, la exposición aalgo antes nunca visto en tal contextolegitimador, el acto fundacional o lapregunta: ¿cuándo veo algo porprimera vez, qué estoy viendo?Me he acordado de cuando en Diariode un acercamiento el poeta VicenteValero cuenta que ve una foto en laque su madre lo sostiene en brazos,están en una playa, es casi un bebé,sus ojos miran al mar, la primera vezque ve el mar, y se pregunta,“Mis ojos de entonces, cuando miranel mar, ¿qué ven?”Hay en tal tipo de preguntasuna inocencia sin la que resultaimposible avanzar.

L A P A P E L E R A

J U A N P A L O M O

C T R L + A L T + S U P R

A G U S T Í N F E R N Á N D E Z

M A L L O

Captura este código para opinaren el blog de Juan Palomo

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Somos, ay, un país de plañideras culturales, o eso demuestra mi Pa-pelera, rebosanteuna vez más de lamentosen busca de subvención.

Lo malo es que esta vez la fuente es CEGAL, la Confederación Es-pañola de Gremios y Asociaciones de Libreros, que en vez de en-contrar motivos para la esperanza de sus 1.600 afiliados (hay más de3.000 librerías en España, de muy diverso pelaje, ventas, tamaño y con-dición), se basa en los datos de 277 para trazar un retrato catastrofistadel mercado del libro. Antonio Ramírez, pope de La Central, ya nosmarcó el camino: librerías placenteras donde poder pasar la tarde.

Lo confieso: cada semana leo la lista de los libros más vendidos yme vence la desolación. ¿Cómo es posible que semejantes títulos (y

no me refiero a los Mendoza, Grandes y alguno más) se hayan apo-derado de la mayoría de compradores (no sé si lectores) de ficción yno ficción? ¿Acaso los libreros comienzan a ser sinceros y estos (les aho-rro los nombres) son los que de verdad arrasan? Cómo puede ser queel mismo sello que cuenta en su catálogo con McCarthy, Naipaul,Benet, Eco y Coetzee, y que pronto lanzará toda la obra de BelénGopegui, confiese, con datos fidedignos en la mano, que su libromás vendido esta temporada es Simiocracia de Aleix Saló, una suertede cómic político, y que no es ni mucho menos el peor? ¿Tendrán ra-zón los últimos agoreros? Se impone la contraprogramación: lean a Za-nón, a Pinilla, a Gamboa, al último Fernando Vallejo, fascinante.

No me lo puedo creer. El gran Godard, con sus más de 80 años a cues-tas y todavía recientesu FilmSocialisme, preparauna películaen3D.

Bajo el título Adieu au langage (Adiós al lenguaje) aborda la crisis deuna pareja en la que interviene... ¡un perro que habla! Estos días es-tará en el Marché du Film del Festival de Cannes y será, sin duda,un paso más del líder de la mítica Nouvelle Vague.Y hablando de lí-deres, hoy dará una rueda de prensa en el certamen SeanPenn para dardetalles de su campaña de recaudación de fondos para las víctimasdel terremoto de Haití.

La imaginación al poder es ya la consigna de esta crisis que merma lospresupuestos de los eventos culturales. ClaudeBussac, directora de

PHotoEspaña,ha tenido que activar la suya para esta edición que cuen-ta con 2.300.000 euros, un 25% menos. Lo mejor: la campaña publi-citaria, que va a tener una divertida deriva callejera. Con la complici-dad de los comercios del centro de Madrid, las verjas de cierre serviránde soporte para la publicidad, que se aproximará más al grafiti urba-noquealclásicocartel,quenodesaparece, perosí reducesuvisibilidad.

Michael Nyman tiene un cabreo olímpico desde que la Royal Ope-raHouse lecomunicaraquenotiene intenciónde estrenar susópe-

ras, ni pasadas ni futuras. El compositor ha descargado su ira en Fa-cebook y amenazado con pagar impuestos en otro país. ¿España? ●

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L E T R A S

1962 fue el año del milagro literario en español. Acostumbrados como estamos hoy a

la multiplicación de títulos y a la mediocridad reinante, mueve al asombro que en los

doce meses del 62 tantos y tan buenos títulos, imprescindibles y fundacionales,

concidiesen en librerías con otros muchos menores en la producción de sus autores,

como Historia de cronopios y famas de Julio Cortázar, o Aura de Carlos Fuentes, que

también iban despertando la curiosidad sobre el boom que estaba naciendo en las

dos orillas. El Cultural ha invitado a seis creadores y lectores para que, desde la

distancia de estos cincuenta años que lo son todo y nada al mismo tiempo, na-

rrativamente hablando, celebren seis de las mejores novelas publicadas en es-

pañol en ese mítico año 62. Así, Rafael Chirbes recuerda “ese mundo que exis-

tió y conocimos”, el de Las ratas, de Miguel Delibes; Caballero Bonald evoca

“el fin de trayecto narrativo” que supuso Tiempo de silencio, de Luis Martín San-

tos; Fernando Aramburu baila con Colometa en La plaza del Diamante, de Mer-

cé Rodoreda, novela que persiguió a su autora toda su vida; Luis Antonio de

Villena comparte confidencias sobre Bomarzo y su autor, Manuel Mujica Lái-

nez, Manucho; Belén Gopegui reivindica la revolución de El Siglo de las

Luces, de Alejo Carpentier, y Marta Sanz disfruta Dos días de septiem-

bre, de Caballero Bonald, cuando “el mundo olía mal” y el gaditano

escribía sobre “lo que le duele” con lenguaje “ubérrimo”.

Quintadel 62El año de las luces

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"-…Pero un día se desprende una tonela-da de tierra y te sepulta a ti y al chico.

"El tío Ratero sonrió estúpidamente."-Más tendremos"-¿Más?"-Tierra encima, digo."Justito, el Alcalde, quiere arrasar la cueva

en la que vive el cazador de ratas. Asegura quelo hace por razones de seguridad e higiene; eincluso le ofrece una buena vivienda en el pue-blo a cambio de que la abandone, pero El Ra-tero, ante cada oferta, repite: "la cueva es mía",como, en el cuento de Melville, Bartelby repiteque "preferiría no hacerlo". En realidad, elAlcalde actúa presionado por Fito Solórza-no, "ElJefe", empeñado en ser considerado comoel hombre que terminó con las cuevas habita-das de la provincia. Fito es un producto del nue-vo régimen, un urbanita que se escandaliza por-que los habitantes de la cuenca comen ratas(El Alcalde: "Fritas con una pinta de vinagreson más finas que codornices". El Jefe: "¡Eso nolo puedo tolerar! ¡Eso es un delito contra lasalud pública").

En Las ratas, la historia del desalojo deuna cueva y el trágico destino de El Rateroque lahabitaessólounode lossoportesquele sirven a Miguel Delibes para registrar losestertoresdeunmundoqueagoniza.Comoya había hecho en sus novelas anteriores,y seguirá haciéndolo en las siguientes, tam-bién en ésta elige para situar la mirada desu narración el lugar de los condenados adesaparecer, o de los que miran la historiadesde los márgenes: niños, viejos, labrie-gos, criadas, bedeles, cazadores legales yfurtivos, seres sin ambición social, o ilu-minados, pueblan sus novelas: supervi-vientes que luchan a su anárquica maneracontra lo que se les impone, humildes hé-roes enfrentados al arbitrario dominio deseñores y autoridades civiles o religiosas;a la oquedad uniformadora de lo moder-no en imparable expansión.

Desde ese espacio, está construida laminuciosa arquitectura de Las ratas, y seteje el dibujo de su estilo, reelaboración delhabla rural, densa, rica en matices, y en laque cada tarea y apero, cada accidente dela orografía, cada hierba, o cada movimien-

to de un animal silvestre encuentran lapalabra exacta que los nombra y define.Ese vocabulario, ese habla, en la pluma delnovelista, además de retrato de sus mo-delos, sirve como depósito de saberes apunto de perderse, es archivo de una me-moria en peligro, y, sobre todo, funcionacomo arma contra el lenguaje estereotipa-do de los de arriba, acto de resistencia antela ola de modernidad que, por esos años,está cambiando la estructura de la sociedadespañola. Se trata de materiales que le per-miten alumbrar un texto extremadamenteeficaz, en el que, como sin querer, en la na-rración de un hecho concreto y en el es-pacio aparentemente cerrado de un pue-blo, se filtra la historia española de losúltimos decenios: la fanfarronería estúpidade los vencedores (El Alcalde y El Jefe -su-ponemos que Jefe Provincial del Movi-miento- se han hecho amigos en el frente),el papel vicario de la Iglesia (Baltasar, elhombre que se lleva al Viejo Rabino a fu-silar exhibe una cruz en el pecho. El hijodel fusilado pregunta: "¿No es la cruz laseñal del cristiano, señor cura?"), la vio-lencia con que la guerra ha infectado el aire(Matías Celemín, el furtivo que mata porpura maldad al zorrito domesticado con el

que juega el pequeño Nino se ha vuelto asídesde que volvió de la guerra, nos cuentael novelista). Todo está pudorosamenteprendido en esa trama que aparenta ser ce-rrada y, como sin querer, no cesa de incor-porar indicios de fuera.

Quizá esa sutileza, ese pudor que im-pregna el libro, impidió que lo leyéramoscomo un texto de denuncia. Sin embargo,medio siglo más tarde, uno tiene la im-presión de que el libro se ha recargado designificados y que su voluntad de ser aque-llo que los decimonónicos llamaban tranchedevieamplifica susefectos.Lasratasnosde-vuelve con dolorosa intensidad un mun-do que existió y conocimos y ya sólo estáentre sus páginas. La capacidad de con-centración, el cuidado formal, que multi-plica su potencia expresiva; y la maestríapara dar vida a una espléndida galería depersonajes y al medio en el que se mueveny sobre el que actúan, nutren una miradapesimista de la condición humana, que, pa-radójicamente, despierta en el lector un in-tenso movimiento de piedad, un deseosolidario que desborda lo humano y se ex-tiende a ese mundo rural que se extinguió,a la propia naturaleza en peligro.

“La cueva es mía”, resiste El Ratero lasofertas del Alcalde durante toda la nove-la, como,eneldesenlace, repetiráunayotravez: “Las ratas son mías”, mientras le clavael punzón al muchacho de la ciudad que lascaza por entretenimiento, disputándolesu medio de subsistencia y el espacio quelo hace ser quien es: brutal violencia delos de abajo, anticipo de la que, un cuartode siglo más tarde, en Los santos inocentes–de la que Las ratas es antecedente y, de al-gún modo, borrador–, sacudirá al benditoAzarías cuando ahorca al señorito que, poresamaldadarbitrariade lospoderosos, lehamatado la grajilla que es su única propie-dad, el ser en el que deposita su afecto, yenel que encuentra su mismidad: un estalli-do –aquí ya sí– que es expresión cruda dela violencia social y ejerce un efecto ca-tártico sobre el lector, solidario con la mi-rada del inocente que contempla el pataleoen el aire del señorito. ■

Ese mundoque existió

R A F A E L C H I R B E S

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L E T R A S Q U I N T A D E L 6 2

“Vida maravillosa –decía Sofía–. Pero de-trás de esos árboles hay algo inadmisi-ble”. Detrás de los cipreses y la vegeta-ción circundante se hallaba “el mundode los barracones de esclavos que a ve-ces hacía sonar sus tambores como ungranizo remoto”. Carpentier nos trajo esegranizar remoto, Europa no era centro niera cuna, “todo lo que hizo la RevoluciónFrancesa en América fue legalizar unaGran Cimarronada que no cesa desdeel siglo XVI. Los negros no los esperarona ustedes para proclamarse libres un nú-mero incalculable de veces”.

La Habana, último tercio del sigloXVIII, en un viejo caserón los adoles-centes Carlos, Esteban y Sofía, hijos dela burguesía colonial, han quedado huér-fanos y viven encerrados en su reino delibros, ensueños y juegos. Hasta que undía Víctor Huges entra en sus vidas y, conél, un viento de re-volución.

Leer hoy El siglode las Luces exigeaceptar una presen-cia de la descrip-ción muy superior ala que encontramosen la mayoría de lasnovelas. La reali-dad de los sentidosse ampara en laenumeración y lapintura de imáge-nes de un mododistinto, casi opuesto, al de la llamadacultura visual de nuestras días que di-buja y olvida el movimiento. “Aunque seadornaran de mármoles preciosos y finosalfarjes de rosáceas y mosaicos [...] nose libraban las mansiones señoriales deun limo de marismas antiguas que les

brotaba del suelo apenas empezabanlos tejados a gotear”. Así también la ma-teria invade el texto de Carpentier me-diante verbos que cercan la acción ynombres que hoy resultan excesivos,desacostumbrados, pero que entoncesinventariaban un mundo excluido de latradición literaria.

Sorteada la primera extrañeza se en-tra en una novela dialéctica, allí la muer-te significa perder la voluntad y la ne-cesidad de hacer algo que no sea pactary transigir. Victor Huges, protagonistacentral, personaje tomado de la Histo-ria y descrito en Los jacobinos negros deC.L.R James como “una de las grandespersonalidades de la revolución france-sa para quien nada era imposible”, es a lavez condenado y salvado en el relato,condenado por sus actos, por su final, susrenuncias y contradicciones, pero salva-do por su honestidad trágica en la acción.No hay revancha sino una voz matiza-da que nos toca cuando dice: “Una re-volución no se razona: se hace”; en 1922Lenin afirmaba: “la práctica es más im-portante que todas las discusiones teó-ricas del mundo”.

Al terminar la lectura, no el día en quese llega a la última página sino algunosmás tarde, el libro deja en las casas el rui-

do de granizo deesos tambores deguerra y un re-cuerdo ajeno queahora nos perte-nece, como si yasupiéramos quelas advertencias,el “cuidémonosde las palabrashermosas”, o el“creyendo ma-niobrar mi desti-no fui llevado porlos demás, por

esos que siempre nos hacen y deshacen,aunque no los conozcamos siquiera”,se parecen a la primera y la segunda llu-via, avisan, dan tiempo a los preparativospero después queda aguantar a pie firmelos derrumbes y fragores, el grueso delhuracán en la ciudad. ■

Algoinadmisible

B E L É N G O P E G U I

Cuando a Manuel Mujica Láinez (1910-1984) se le preguntaba que por qué no es-cribía unas memorias –pues tuvo una vidatan rica de andanza– siempre respondía“Manucho” (como le llamábamos los ami-gos y los no tanto): “Porque mis memo-rias son mis libros. Todo está en mis li-bros, por ejemplo en Bomarzo”. Esa fue su

principal novela histórica–aunque utiliza el género conmucha libertad- y es evidenteque él anda camuflado es esasbellísimas páginas. El duquePier Francesco Orsini es quiennos cuenta su vida, tan estéti-ca y paganamente renacentis-ta. Como es giboso, hace cons-

truir el manierista Parque de los monstruosque está en Bomarzo, cerca de Viterbo…

Manucho estuvo allá en 1958, y de esavisita surgió la novela que tanto recrea elesplendor del Renacimiento como las tor-turas e inquitudes de un alma. Bomarzo sepublicó en 1962 y fue uno de los libros quemayor éxito le reportaron a su autor, ade-más de traducciones y otros reconoci-mientos internacionales. Un año despuéstambién salió Rayuela de Cortázar (novelasmuy distintas) y ambas recibieron un no-torio premio en EEUU. Cortázar le escri-bió a Mujica Láinez –ambas son librosgrandes- proponiéndole con humor edi-tarlas juntas, conelnombre(aelegir)deBo-yuela o Ramarzo. A Manucho le encanta-ba contar la anécdota. El músico argentinoAlberto Ginastera, hizo primero una can-tata y luego una ópera con Bomarzo. Laópera se estrenó en Washington en 1967,porque el gobierno de Onganía la prohibióenBuenos Aires.Manucho comentaba consu fina sorna: Como el libro está editado enArgentina, no puede haber duda de que loinmoral es la música… En Buenos Aires seestrenó (en el Colón) en 1972. Pero la no-vela, exquisita y refinada, nunca ha dejadode editarse. Una joya con su puntito de de-cadencia. ■

BomarzoL U I S A N T O N I O D E V I L L E N A

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