porcel. la doctrina monástica de san gregorio magno y la "regula monachorum". 1950

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    DOM OLEGARIO M/ PORCELMONJB OB MONT3EBRAT

    LA DOCTRINA MONASTICADESAN GREGORIOMAGNOY

    LA REGULA MONACHORUM

    INSTITUTO ENRIQUE FLOREZCONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTIFICAS

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    JUN 5 1989

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    LA DOCTRINA MONASTICADE

    SAN GREGORIO MAGNOYLA REGULA MONACHORUM

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    Digitized by the Internet Archivein 2014

    https://archive.org/details/ladoctrinamonastOOporc

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    DOM OLEGARIO M/ PORCELMONJE OE MONTSERRAT

    LA DOCTRINA MONASTICADESAN GREGORIOMAGNOYLA REGULA MONACHORUM

    INSTITUTO ENRIQUE FLOREZCONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTIFICAS

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    NIHIL OBSTATMatriti, 2 aprilis 1950.

    Paschalis GalindoCens. dep.

    IMPRIMATURMatriti, 3 aprilis 1950.

    J^ Casimiro, Obispo Auxiliary Vicario General.

    Imp. SAMARAN.Mallorca. 4.Madrid.

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    /PRLOGONo obstante la gran produccin literaria moderna en tor-

    no a la gran gura de San Gregorio Magno, como escritory como Pontfice, fcilmente se echa de ver en nuestro Santoun aspecto que ha pasado casi desapercibido a los estudiosos :nos referimos a su ((ideal monstico, como se revela as ensu vida durante su permanencia en el monasterio de San An-drs, ad Clivum Scauri, como en sus escritos.Aunque la vida monstica de San Gregorio ha sido estu-diada histricamente por algunos autores, pero siempre enforma general, falta un estudio de la doctrina contenida enlos escritos gregorianos. Tan slo alguna idea sobre la figu-ra monstica de San Gregorio encontramos en las obras deDom U. Berlire, de McLaughlin. v de Dom Levquc, quecitamos en nuestra Bibliografa.

    Primero, un trabajo de Seminario, v luego, va en forma detesis doctoral, en la Universidad Catlica de Amrica (Ws-hington), nuestro afn e investigacin dieron por resultadoeste trabajo, consagrado a poner de manifiesto, primero, ladoctrina monstica del Santo, v luego, su dependencia de laRegula Monachorum, de S. Benito. Vida monstica dS. Gregorio, su doctrina sobre la vida monstica v, final-mente, el estudio hermenutico v documental de la influenciade la Regula Monachorum de S. Benito en vS. Grep orio :he aqu las tres partes fundamentales de nuestro estudio.Hemos de agradecer al Consei'o Superior de Investigacio-n.^s Cientficas v a su Instituto '(P. Fnrique Flrez)) de His-toria Eclesistica, el que se haA'an dignado aceptar entre suspublicaciones 'nuestra modesta obra, de la que anteriormente.

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    VI PRLOGOil ser presentadi como tesis doctoral en la citada L'niversi-sidad Catlica, se hizo segn los Estatutos una edicinprivada y ms limitada.Terminamos estas lneas con la indicacin de las abrevia-turas empleadas para las principales fuentes que nos han ser-vido en nuestro estudio. Para las dems obras, oue luegohan sido consultadas, vase nuestra bibliografa al final de laobra.

    ABREVIATURA. 5C. S. E. L.Corpus Scriptorum erclesiasticorum latinorum.Dial.Gregorii Magni Dialogi libri IV, ed. U. Moricca, en Fonti per

    la storia d'Italia, IV. Roma 1924 (1).Epist.Registrum Epistolarum Gregorii I Pp.. ed. P. Ewald yL. M. Hartmann, en Monuiiienta Gerinaniac Histrica, Episto-

    lae, I y TI. Berln 1891-1899.Homil. in Evang.Hnmiliariim in Evangelia libri II, en Migne, Pa-trologia Latina, 76.Homil. in Ezech.Homiliarum in Ezechielem, libri II, en Mignc, Pa.

    trologia Latina, 76.M. G. H.Monumenta Gcrmaniac Histrica.Moral.Mora'ium libri XXXV, on Migne, Patrologa Latina, 75 y 76.P G.Migne, Palrologiae Cursiis Completus, series Graeca, 161 vo s.P. L.Migne, Patrologiae Cursus Complcliis, series Latina, 221 vols.R. B.Revue Benedictine.Reg. Pasl.Liber Regula? Pastoralis, en Migne, Patrologa Lati-na, 77.Sl Ben.'Reg.Sancti Benedicti Regula Monasteriorum, cd. C. Butler,2 cdic. Ereiburg-'m-Breisgau 1927.

    ( ) Al citar pn el tr.-inscurso de nuestro traliajo los textos < e las edicionescriticas, conservaremos la ortografa que las mismas reproducen.

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    NDICEPgina

    PRLOGO VAbreviaturas ... ViIntroduccin 1PARTE PRIMERA: La vida monstica de San Gregorio 11Captulo I : San Grigorio, monje 13

    I.La vocacin 13II.El Monasterio de San Andrs ad Clhnini Sea un ... 18

    Captulo II : San Gregorio abad 33I.Primer perodo de vida monstica de San Gregorio ... 33

    II.Segundo perodo de vida monstica 36III.Posicin de Gregorio en San Andrs 41IV.Testimonio de Gregorio de Tours 50Nota adicional al Captulo II 53

    PARTE SEGUNDA: La doctrina monstica de San Gregorio. 59Captulo I : Soledad y silencio 65

    I..Soledad monstica 65II.El silencio 71

    Captulo II : Vida coml'n (Pobreza), v castidad 75I.Vida comn (Pobreza) 76II.Castidad 81

    Captulo III : La mortificacin 85l.Flagella Dei 85

    II.Castigos de la justicia hunrana 87III.La mortificacin corporal voluntaria 89

    1. Per lamenta poenitentiae 902. Per abslinentiam carnis 913. Recitacin de preces ... 96

    Captulo IV : Obediencia y humildad 99I.Obediencia 991. Cualidades de la obediencia 100

    a) Aspec'.o ontolgico 100b) Aspecto psicolgico 103

    2. Frutos de la obediencia 108

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    VIH NDICEPgina

    II.Humildad ... 109Captulo V : El abad 117

    1. Misin del abad en el monasterio 1172. Misin del abad pam con los extraos 1233. Cualidades del abad 124

    Captulo VI : El (cOpu.s Dei y la oracin privada 129I.E Opus Dei : 129

    II.La oracin privada 1361. Compuncin de temor y compuncin de amor. 1372. La oralio cun lacrimis en el monje 1383. La oraio cun lacrimis y la contempl'acin ... 141

    Captulo VII : La Lectio Divina v el trabajo 149I.La Lectio Divina 149II.El trabajo 154

    1. Trabajos incompatibles con la vida monstica. 1652. Trabajos compatibles con la vida monstica. 1563. Trabajos apostlicos 168

    a) Apostolado comn 158b) Aposto'ado individual 160

    PARTE TERCERA: San Gregorio y la Regula Monachorum . 163Captulo I : Dependencia literal 167Captulo II : Dependencia doctrinal 187

    1. Monasterio y abad 1872. Los votos 1893. La slabilHas loci 1894. Conversaiio morum 1905. Vid'a comn 1916. La castidad 1947. El trabajo 1948. Lectio Divina 1979. El Opus Dei y la oracin privada 198

    10. La obediencia 200Captulo III : r; Fu San Gregorio benedictino? 205Conclusin 211Bibliografa ... 215Indice 223

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    INTRODUCCIN

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    Afirma el Cardenal Ildefonso Schuster en su libro LaRegula Monasteriorum que la edad de oro del monaquis-mo italiano, inaugurada en Roma por San Atanasio ySan Jernimo, perduraba todava en los turbulentos dasde la primera mitad del siglo vi/ Sin embargo, el tiempoiba marcando sus huellas y, como el mismo ilustre purpu-rado observa,^ al modo que a toda edad de oro sucede siem-pre la de plata, sta llegaba tambin para el instituto mo-nacal, que entraba en un perodo, si no de decadencia, almenos de ciertos sntomas de la misma, que era necesarioatajar si no se quera llegara una ruina total ms o menosfutura.A pesar de que las noticias que poseemos de los monas-terios italianos no son muy numerosas, con todo sabemosque ya en el siglo v su nmero era muy considerable.*Desde principios de siglo por todo el suelo italiano habanhecho su aparicin una multitud de pequeos centros as-cticos que deban su origen a la presencia de algn san-to anacoreta, o a la proteccin de algn obispo.'*

    Ms adelante nos encontramos con fundaciones hechaspor personas privadas que, estableciendo en sus posesio-nes o en su casa paterna una mansin monstica, se re-cluan muchas veces ellas mismas en lo que haba sido an-

    ^ Cfr. Schuster, lid., La Regula Monasteriorum , Testo, Intro-ducione, Commento e Note. Torino, 1942, p. 1-2.

    ^ Cfr. Schuster, La Regula Monasteriorum... , p. 2.^ Cfr. Albers, B., II Monachismo occidentale e l'ItaHa , en RivistaStorica Benedittina, 1914, p. 185; Schuster, lid., Note Storiche sullaRegula Monachorum di San Benedetto. Torino, 1940.* Cfr. Albers, II Monachismo occidentale... , p. 185.

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    4 INTRODUCCINtes SU patrimonio seorial, para consagrarse como simplesmonjes a una vida de oracin y recogimiento, dedicadacompletamente a Dios.^

    Este movimiento asctico que iba interesando cada vezms a las clases elevadas y al mismo elemento eclesis-tico, estaba fuertemente influenciado por el ideal de per-feccin de los solitarios de Egipto, y su nica ambicinera la de emular los grandes ejemplos de virtud practica-dos por stos. No fu, empero, exclusiva esta influencia,sino que a su lado y mezclados con ella crecieron otroselementos procedentes del monaquismo pacomiano, de lasReglas de San Basilio y de los escritos de Casiano. Talvez debido a estos elementos fu adquiriendo preponde-rancia en el suelo italiano el tipo cenobtico que finalmentedeba triunfar del todo, a pesar de considerarse el anaco-retismo como la forma ms perfecta de vida asctica.Nos encontramos, pues, con un monaquismo en evo-lucin, es decir, con un monaquismo que se esfuerza poradaptar, tal vez de un modo inconsciente, las normas yprcticas ascticas de los Padres del Yermo, a sus propiascondiciones de tiempo y lugar, y al genio y temperamentoromanos, poseedores de una cultura, ideologa y gnerode vida del todo distinta del oriental.

    Semejante labor de adaptacin no se vi libre de difi-cultades internas y externas, de peligros y de fracasos lo-cales : pero, a pesar de todo ello, los frutos alcanzados fue-ron realmente fecundos, y, en general, no desdijeron losmonjes italianos de los de Egipto.

    Leyendo, en efecto, los Dilogos de San Gregorio,una de las fuentes ms apreciables para la historia del

    ' Cfr. Batiffo'., P., Saint Grgoire le Grand. Pars. 1928. p. 17 ;Grisar, H., San Gregorio Magno, traduzione dal tedesco di A. De San-ti. Roma, 1904, p. 12.

    Cfr. Leclercq, H., Cnobitisme en Dictionnaire d'ArchologieChrtienne et de Liturgie, II, 2 partie. Pars, 1925, col. 3184; But-Icr, C, Benedictine Monachism . London, 1919, p. 21.

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    INTRODUCCIN 6

    monaquisino italiano,' causa honda impresin la simplici-dad de vida y la santidad que resplandeci en muchos delos abades y monjes que vivieron durante los siglos v y vi.Lo mismo podramos decir si acudiramos a otras fuentesno gregorianas, como, por ejemplo, la que nos habla delmonasterio de San Severino, cerca de Npoles, y de suabad el presbtero Eugipio, hombre de fama universal yvenerado por todos los personajes ilustres de su poca.*

    Se ha dicho que antes de que viera la luz la Reglade San Benito, ya haban aparecido por Italia un grannmero de escritos monsticos, pero su importancia de-bi ser muy reducida ; y de hecho, ms que reglas escri-tas, lo que haba en cada monasterio era la direccin de surespectivo abad, el cual, como verdadero maestro de esp-ritu, mantena el fervor de los monjes, les enseaba elcamino de la virtud y determinaba las prcticas ascticasque deban observarse.

    Este gnero de vida tena, con todo, sus puntos vulne-rables que se hacan cada vez ms patentes, debido a losacontecimientos de la poca. Externamente el desorden yla inmoralidad que reinaban por doquier, como consecuen-cia inevitable de las guerras e invasiones que asolabanla Pennsula, repercutan necesariamente en la observan-cia y espritu de los monasterios, obligando a los monjesa abandonar muchas veces su soledad y a que vagaran porlos campos y- ciudades para buscar un refugio y poner ensalvo sus vidas. Ello les obligaba a convivir con la gentedel mundo y ser testigos de los desrdenes a que acaba-mos de aludir.

    Internamente existan dos factores que podan daar alinstituto monstico. El primero, era la escasez de recursos,

    ' Cfr. Antonelli, Ferd., De Re Monstica in Dialogis Sti. GregoriiMagni , Antonianuin , 2 (1927), p. 401 y p. 436.

    * Cfr. Schuster, lid., Storia di San Benedetto e dei suoi Tempi.Milano, 1946, p. 220 sq.

    ' Cfr. Schuster, La Regula Monasteriorum... , p. 1.

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    INTRODUCCIN

    de suerte que los monjes se vean obligados a ocuparse conexceso de los asuntos materiales para salir de su indigen-cia, con detrimento sin duda de la vida del espritu.*

    El otro factor era un cierto sentido de inestabilidaden las prcticas ascticas y en la disciplina regular, ori-ginado por la falta de una norma permanente. La buenadireccin de un abad y su organizacin, mantenidas porel prestigio personal de su santidad y virtud, corran se-rio peligro con el advenimiento de un nuevo abad que ca-reciese de un renombre semejante.*^

    El remedio vino de la Santa Sede. Por una parte, pro-cur dotar convenientemente las fundaciones monsticastanto de hombres como de mujeres, impidiendo la ereccinde las que carecan de recursos necesarios, o suprimiendolos monasterios ruinosos.*^ Por otro lado, del mismo mo-do que para la conservacin y salvaguarda del tesoro doc-trinal que los siglos anteriores le haban legado, traba-jaba activamente la Sede Apostlica en la codificacin deleyes y cnones, as tambin parece haber juzgado con-veniente emprender una codificacin de normas monsti-cas.^'

    Fu entonces cuando apareci la Regla de San Beni-to, cuyo origen se debe posiblemente a la misin que elsanto abad recibi de la Santa Sede, de procurar un c-digo semejante al monaquismo De otro modo hcesedifcil explicar la universalidad y el carcter de obligacincon que impone esta Regla sus preceptos, hasta el puntode afectar a las mismas jerarquas eclesisticas de las quedependan los diferentes monasterios

    Cfr. Tarducci, F. J., S. Gregorio e la vita monstica del suotempe , en Rivista Storica Benedittina, 1909, pp. 174-175.Cfr. Schuster, Note Storiche..., p. 16. Cfr. Epist. IV, 9; t. I, p. 242. Cfr. Schuster, La Regula Monasteriorum... , p. 3.Cfr. .Schuster, Note Storiche..., pp. 19.20.Cfr. Schuster, Note Storiche..., pp. 91-92.

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    INTRODUCCIN 7Si quisiramos resumir los principales rasgos de ella,

    podramos decir que se caracteriza por establecer en el mo-nasterio una escuela del servicio divino, Dominici Scholaservitii bajo la direccin de un abad, y en la que seensea, sobre todo, la prctica de la obediencia. San Be-nito ha hecho de la obedienciadice el Cardenal Ildefon-so Schusterel quicio de la disciplina claustral, la sendapor la que se va a Dios y en la que se levantan aquellosdoce famosos grados de humildad en los que el Patriarcarecoge su doctrina mstica de la unin perfecta del almacon Dios De la obediencia dependen y a ella se redu-cen la misma vida comn o de pobreza y la estabilidad.A lo mencionado hay que aadir un ambiente de silencioy recogimiento y la fidelidad a la oracin pblica y pri-vada y a la Lectio divina. No aparecen, sin embargo, enla Regla las grandes austeridades de los monjes orienta-les o de Egipto, resaltando principalmente por su discre-cinA pesar de su carcter universal, la Regla benedictinasigui conviviendo por mucho tiempo con otras legislacio-nes o costumbres monsticas de carcter ms o menos lo-cal. Entre ellas merece especial mencin, por la influenciaque ejerci sobre otros legisladores, el Ordo MonasteriiTrtase de un escrito doble, compuesto de un breve regla-mento monstico, que contiene once puntos o prescripcio-nes, y conocido generalmente bajo el nombre de Regulasecunda Sti. Augustini, por una parte, y por otra, de unaadaptacin para varones de la epstola 211, Ad Virgines,de San Agustn, o Regula tertia Sti. Agustini. El origen

    Cfr. Sti. Ben. Reg., Pro'., 116.Cfr. Schuster, Storia di San Benedetto..., p. 193.

    ^' Una ms detallada explicacin de la Regla de S. Benito la dare-mos en la tercera parte, al establecer la comparacin entre su doctrinay la de S. Gregorio. Cfr. la edicin crtica de Dom D. De Bruyne en RB., 42 (1930),pp. 318-326.

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    8 INTRODUCCINde esta Regla u Ordo Monasterii, es decir, la adaptacinde la epstola de San Agustn, la redaccin del pequeocdigo que la precede y su unin en un solo cuerpo, esdesconocido. Probablemente un mismo personaje realizlas tres cosas Tampoco ha llegado hasta nosotros sunombre y su condicin, pero parece haber sido un obispoo abad del sur de Italia, de mediados del siglo v o fina-les del mismo Ignoramos asimismo el motivo que in-dujo al compilador a unirlos, pero no cabe duda que conello quiso proveer a un monasterio determinado de unanorma que reglamentase externa e internamente la vida delos monjes y les sirviese de gua en su ascetismo Asparece que lo entendieron sus contemporneos, y como talfu utilizada por San Cesreo de Arls en la redaccin desu Regula Sanctarum Virginum, por el autor de la Re-gula Tarnatensis y posteriormente por San Isidoro de Se-villa, el cual la conoci con toda seguridad directamentey no a travs de las dos Reglas francesas mencionadas.Estos datos son suficientes para probar la divulgacin ex-

    Cfr. De Bruyne, D., La Premire Regle de Saint Benoit , enRB., 42 (1930), p. 327, n. 6 ; Lambot, C, La Rgle de S. Augustinet S. Csaire , en RB , 41 (1929), p. 341. Para bibliografa sobre elOrdo Monasterii cfr. De Bruyne, artculo citado, p. 316, n. 1 ; yLambot, C, Saint Augustin a-t-il rdig la Rgle pour Moines quiporte son nom? en RB., 53 (1943), p. 41, n. 2.

    Cfr. Morin, G., L'Ordre des Heures Canonicales dans les Mo-nastres de Cassiodore , en RB., 43 (1931), p. 151. Creemos que lamera hiptesis lanzada al azar por Dom Justo Prez de Urbel en LosMonjes Espaoles en la Edad Media, t. L parte H, c. 14, p. 496, n. 1,sea'ando como posible autor a Eugipio, abad del monasterio de San.Severino, de Npoles, no deja de tener su fundamento. Las pruebas queen su favor hemos recogido, y que no es posible aducir aqu, nos hanconfirmado en ello. LHtimamente hemos visto que el Cardenal Schusterdefiende la misma opinin en su reciente libro, Storia di San Benedetto,pp. 217.224. Cfr. Lambot, La Rgle de S. Augustin et S. Csaire , en RB.,41 (1929), p. 341, donde apunta esta opinin.

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    INTRODUCCIN 9traordinaria del Ordo Monasterii, no solamente en Italia,sino tambin en otras naciones.

    El programa de vida monstica del citado cdigo es-taba cifrado en una perfecta vida comn, como la practi-caron los apstoles y las primeras comunidades cristia-nas. La austeridad de vida estaba reglamentada por uncriterio moderado, que exclua cualquier excentricidad. Laobediencia necesaria para la vida comn no constitua elprincipio fundamental de su ascetismo, y aunque estimadacomo virtud, era ms bien exigida como una consecuenciade la organizacin monstica.

    Paralela a las dos Reglas mencionadas, la de San Be-nito y el Ordo Monasterii, encontramos en el siglo vi otrocentro monstico que, sin poseer una regla propia, pudohaber influido en la concepcin monstica posterior, porla preponderancia en que se tena uno de los elementos dela vida cenobtica. Fu el monasterio de Casiodoro, en Vi-vario. Aunque el anciano ministro de Teodorico no fu unlegislador monstico sin embargo, quiso infiltrar en elnimo de sus monjes y en el ambiente de su monasterioel ideal que l se haba forjado al ceder sus dominios deCalabria para establecer all un monasterio. Casiodoro con-sideraba su fundacin como una academia tanto como unconvento, y a sus monjes, la reproduccin del erudito pia-doso que hace del trabajo intelectual un medio de perfec-cin De hecho Vivario fu para el siglo vi el conserva-dor ms preclaro de la cultura antigua y un modelo de

    En todo nuestro trabajo prescindimos de las cuestiones suscita-das por la Regula Magistri, y todava no resueltas. Por otra parte,creemos que no afectan ni directamente, ni sustanciad-mente, al objetode nuestra tesis. Solamente al fin haremos alguna alusin

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    10 INTRODUCCINtrabajo intelectual Quiso conservar, es cierto, los ele-mentos que hemos indicado en las otras dos Reglas, perole ilusionaba un nuevo orden de valores. En efecto, Casio-doro colocaba el principio coordinador de su institucinmonstica, no en la vida comn o en la obediencia, sinoque crey hallarlo en el estudio de la Sagrada Escrituray en el trabajo necesario para llegar a su comprensin

    Este fu, a nuestro juicio, el punto capital de Casiodo-ro, que pudo tener su importancia para la concepcin mo-nstica del occidente latino, y lo que le distingue tal vezdel monaquismo de San Benito. El obligar a los monjesa dedicarse al estudio es slo un matiz que se da al mona-cato ; pero hacer del mismo una finalidad o, si se quiere,el instrumento propio del monje para llegar a la perfeccin,es crear ya un nuevo tipo de vida religiosa.En torno a estas tres corrientes ms o menos afines quehemos descrito, giraba y reciba su orientacin la vida mo-nstica italiana el ao 540, fecha aproximada del nacimien-to de San Gregorio. Las tres se ayudaron mutuamentepara encauzar en forma definitiva el movimiento ascticode la poca, y su respectiva importancia no pasara des-apercibida a los ojos del mundo eclesistico de Roma y deaquellos que sentan en s el deseo de darse a una vida deperfeccin. Ellas debieron influir, por tanto, si bien en di-ferente grado, en la ideologa monstica de San Gregorio,antes y despus de su retiro a San Andrs ad Clivum Scau-ri, y es interesante tenerlo en cuenta si se quiere estudiarla vida e ideologa monsticas del santo.

    Cfr. Yver, A. van de, Oassiodore et son oeuvre , en Speculmn, 6(1931), p. 279.

    Cfr. Cassiodori Institiitiones, edicin de R. A. B. Mynors. Oxford,1937, pp. 81, 4 sq. ; 82, 25 ; 83, 1 ; 84, 25.

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    PARTE PRIMERALA VIDA MONSTICA DE SAN GREGORIO

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    CAPTULO I

    SAN GREGORIO, MONJEI. La vocacin.

    Como ocurre con otros ilustres personajes de la poca,tambin en San Gregorio se hace difcil determinar la fe-cha de su nacimiento. Los historiadores han aceptado co-mnmente el ao 540 como el ms probable, basando susconjeturas en algunas expresiones del santo \ Si ello fueseas, Gregorio tendra ya en 547, o algo ms tarde, edadsuficiente para darse cuenta de la impresin que causaraentre sus familiares y conocidos la noticia de la muerte delsanto Abad de Montecasino, Benito, cuya fama haba pe-netrado profundamente en los crculos de la nobleza ro-mana.

    Los primeros aos de la niez y juventud del futuroPapa se vieron rodeados de un ambiente familiar muy fa-vorable para despertar en su alma los sentimientos de dis-tincin y nobleza, de amor a las cosas eclesisticas y deslida y arraigada piedad, notas todas ellas que aparecernms tarde como formando parte de su potente persona-lidad ^

    ' Cfr. Batiffol, Saint Grgoire, p. 17. Sin embargo, WalterStuhlfath, en Gregor I der Grosse. Sein Leben bis zu seiner Wahlzum Papst, nebst einer Untersucliung der altesten Viten. Heidel-berg, 1913, p. 7 sq. y p 90 sq., coloca la fecha del nacimiento entreel 537-548.

    ^ Cfr. Beda Venerab., Historia Eeclesistica Gentis Anglurtim,lib. II, 1, edic. de C. Plummer. Oxford, 1896, pp. 73-74.

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    14 SAN GREGORIO MAGNOEn efecto, su padre, por nombre Gordiano, perteneca

    al patriciado romano y descenda tal vez, o estaba empa-rentado, con los clebres Anicios ^. Las noticias que tene-mos de la madre, por nombre Silvia, son muy escasas. Esposible que fuese originaria de Sicilia, donde poseera unrico patrimonio, heredado ms adelante por San Gregorio ^.

    Las relaciones de la casa Gordiano con el elemento ecle-sistico eran ya una tradicin familiar. Alguno de sus miem-bros haba llegado a las ms altas dignidades. Sabemospor el mismo San Gregorio que su bisabuelo haba sido elsanto Papa Flix III ^ El padre de ste fu el presbteroFlix de titulo Fasciolae ^, a quien probablemente San LenMagno encarg las obras de reparacin de la Baslica deSan Pablo \ El hijo de Flix III y abuelo de Gregoriopuede identificarse tal vez con un tal Flix scrinariusApostolicae SedisLa piedad del joven patricio, influenciada ya desde unprincipio por el resabio romano-eclesistico que hemos in-dicado, vise sobre todo favorecida por los ejemplos de vir-tud que pudo observar en su madre y en sus tas paternasTrsila y Emiliana. Siendo Papa los recordar todava y

    ' Cfr. Gregorius Turn., Historia Francorum, X, 1, M. G. H.,Ss. rer. Merov., t. I, p. 406 sq. Vase Batiffol, Saint Grgoire,p. 16, n. 3, y Lvque, L., Saint Grgoire le Grand et l'Ordre Bn-dictin. Pars, 1900, p. 3 sq.

    * Cfr. Pirri Rocco, Sicilia Sacra disquisitionibus et notitiis illus-trata. Panormi, 1733, t. II, p. 1301.

    * Este Papa se apareci en sueos a Tarsila, ta de S. Gregorio :((Per visionem atavus meus Flix huius Romanae Ecclesiae antistitiapparuit. (IV Dial. 17, p. 254, 16.) La iientificacin con Flix IIIes del todo cierta. Cfr. a este propsito, Schuster, lid., Les anctresde S. Grgoire et leur spulture de famille Saint Paul de Rome,en RB., 4 (1904), pp. 113-124.

    * Cfr. Duchesne, L., Liber Pontificalis Ecclesiae Romanae. Pars,1886, t. I, p. 252

    ' Cfr. Schuster, Les anctres... , en RB., 4 (1904), pp. 117-118. Cfr. Ibidem, p. 121, n. 3.

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    SAN GREGORIO, MONJE 15se complacer en referirlos al pueblo romano en sus Homi-las sobre los EvangeliosA pesar de este ambiente, Gregorio no se vi exento detrabajo para la adquisicin de la virtud, y hubo de poner

    todo su empeo para superar y desarraigar las malas cos-tumbres o inclinaciones, no del todo ordenadas, que su de-licadeza de espritu saba descubrir Su alma, empero,se haba dado del todo a Dios, y no ces de hacer cada vezms efectiva esta donacin. Bien poda el historiador deTours calificar al gran Papa de virtuoso desde su juventud,ab adolescentia Deo devotus, a pesar de las dificultades que,como todo hombre, haba de haber hallado en el caminode la perfeccinEn cuanto a su formacin literaria, nos asegura la His-toria Francorum que fu en su tiempo completsima, su-perando a todos sus conciudadanos romanos en el conoci-miento de la gramtica, retrica y dialctica Sin embar-go, las guerras e invasiones no parece debieron permitirun gran florecimiento de las letras, y el saber de Gregoriofu debido, ms que a otra cosa, a su facilidad y aptitudpara el estudio

    Algunos aiios antes del 574 haba empezado Gregorioa sentir el deseo de una vida ms perfecta, dada del todo ala oracin y contemplacin de las cosas divinas. Conoca

    ' Cfr. Homil. in Evang. II, 38, P. L. 76, col. 1290-1292Cfr. Epist. VII, 24, t. I., p. 469: ... ego quidem me semper

    malis mcribus fuisse recol atque eosdem in me mores, si ^ ossumvincere se delere summopere festino.

    Cfr. Gregorius Turn. Historia Francorum, X, 1, M. G. H.Ss. rer. Merov., t. I, o. 407. Tal vez no sea del todo feliz la frase deBatiffol al presentar la juventud de S. Gregorio como libre de todaperturbacin. Vase su libro Saint Grgoire, p. 21.

    Cfr. Gregorius Turn., Historia Francorum, X, 1, M. G. H.Ss. rer. Merov., t. I, p. 407. Cfr. Grisar, San Gregorio Magno, pp. 10-11, y Pab'o Dicono,Vita Gregorii, edic. Grisar, en Zeitschrift fr Katholische Theolo-gie, II (1887), p. 163.

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    16 SAN GREGORIO MAGNOperfectamente que eso era posible en un monasterio, y pen-s entonces hacerse monje. Su amistad con algunos abadasy cenobitas contribuira sin duda a fomentar en l seme-jante disposicin. Los Dilogos, en efecto, nos revelan susrelaciones con los dos sucesores inmediatos de San Benitoen Montecasino, Constancio y Simplicio Al primero de-bi de conocerlo siendo todava muy joven, puesto que lamuerte de este abad ocurri hacia el 560. Las entrevistascon Simplicio, en cambio, pudieron tener lugar cuando Gre-gorio ocupaba ya altos cargos, pero tambin antes de suentrada en el monasterio, puesto que el abadiazgo de Sim-plicio no se prorrog ms all del 575 Las conversacio-nes versaron muchas veces sobre la vida del gran Patriar-ca, y en ellas recibira San Gregorio sus primeras nocionessobre el ideal monstico contenido en la Regla Santa. Otrodiscpulo de San Benito que por vivir en Roma pudo tenertodava ms influjo sobre el joven hijo de Gordiano, fuValentiniano, abad del monasterio de San Pancracio deLetrn y antiguo monje de Montecasino, el cual regentdurante muchos aos su monasterio de Roma

    Gregorio no quiso, con todo, precipitar su cambio devida, y despus de reflexionar largo tiempo sobre ello, de-cidi continuar por el momento en su estado seglar y ocu-parse en los negocios temporales que las circunstancias re-clamaban Hacia el 572 fu nombrado Pretor de Roma.Es probable que comenzase entonces la fundacin de los

    Cfr. II Dial, praef. p. 72: Huius ergo omnia gesta non di-dici sed pauca quae rarro quattuor discipulis referentibus agnovi :Constantino scilicet, 'everentissimo viro, qui e in monasterii regiminesuccesit : Valentiniano quoque... ; Simplicio qui congregaionem eiuspost eum tertius regit...

    Cfr. Chapman, J., Saint Benedict and the Sixth Century. Lon-don, 1929, p. 135 sqq. ; Schuster, Storia di San Benedetto..., p. 8, n. 1.

    Cfr. II Dial, praef., p. 73. Cfr. Epist. V, 53 a), t. I, p. 354 : Aperiebatur enim mihi iamde aeternitatis amore quid quaererem, sed inol'.ta me consuetudodevixerat, ne exteriorum cultum muiarem.

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    SAN GREGORIO, MONJE 17seis monasterios de Sicilia. La frase de Gregorio de Tours,'(Con sus bienes edific seis monasterios en Sicilia>) nopuede entenderse de una accin simultnea L'no de losmotivos que pudo mover a Gregorio a empezar la construc-cin de los mencionados monasterios fu el de dar asilo alos monjes fugitivos de las regiones devastadas por los lon-gobards En cuanto a la fundacin del de Roma, nohay duda que la realiz antes del 575 y de su propia en-trada en el mismo -\ Pero no puede imaginarse tampocot|ue fuese cosa de un instante. Trocar una casa en cenobiono era tarea fcil y exiga cierto tiempo. Requerase cum-plir con todas las formalidades jurdicas, y Gregorio nopudo prescindir de ellas. Siendo ya Papa tendr especialcuidado de vigilar su observancia, y no permitir la inau-guracin de un nuevo monasterio sin exigir previamenteuna garanta de estar todas las cosas en regla Estandosituada la casa de Gordiano dentro del recinto de Roma,era indispensable obtener el permiso del ' Papa El hechoinaugural vena determinado por la colocacin de las reli-quias de los mrtires en el oratorio anexo y consagracindel mismo La fundacin del Celio recibi, por tanto, lasdel apstol San Andrs, puesto que su oratorio fu dedi-

    '* Cfr. Historia Francorum , X, 1, M. G. H., Ss. rer. Merov., t. I,p. 406 : I 1 rebus propriis sex in Sicilia monasteria congregavit,septimum infra urbis Romae muros instituit.

    Cfr. White, J. R., Latn Monasticism in Norman Sicily. Cam-bridge, Mass., 1938, p. 11.

    Cfr. White, Latin Monasticism..., p. 11.Cfr. Paulus Diac, Vita Gregorii, IV, edic. Grisar, p. 16: sep-timum vero (monastcrium) intra urbis muros instituit, in quo et ipse

    postmodum... sub abbatis imperio militavit . Lo mismo se desprendede las propias expresiones de Gregorio, portum monasterii pctii , etc. Cfr. Epist. III, 17, t. I. p. 175; III, 58, t. I, p. 217; IV, 8, t. I,p. 240, etc.

    Cfr. Schuster, Note Sioriche..., p. 61 sq., y Storia di San Bene-detto, pp. 70-72.

    -* Cfr. Schuster, Note Storiche..., p. 64 sq.

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    18 SAN GREGORIO MAGNOcado a este santo, y del mismo recibi su nombre el monas-terio Un motivo semejante al que determin a Gregorioa edificar los monasterios de Sicilia le impuls despus allevar a cabo la transformacin de su propio palacio adClivum Scaiiri. Siendo Pretor de Roma, no poda mirar conindiferencia a los que llegaban a la ciudad para buscar enella refugio. Sin embargo, haba ahora otra razn ms n-tima y secreta, esto es, la de preparar su propia residenciamonstica para un futuro no muy lejano, que no se hizoesperar.

    Gregorio permaneci en su alto cargo durante tres aos ;pero al percatarse de que las mltiples ocupaciones inheren-tes al mismo no solamente impedan un ambiente externode recogimiento, sino que hacan mella en su espritu, aban-don definitivamente el mundo con sus peligros y distrac-ciones y refugise en su monasterio

    II. El Monasterio de San Andrs ad Clivum Scauri.La nueva fundacin monstica en el palacio de Gordia-

    no haba adquirido bien pronto una gran celebridad entrelos monasterios romanos. Andando el tiempo, su influenciafu tan grande que Grisar no duda en compararla, por suobra de evangelizacin e irradiacin cultural, al mismoMontecasino, uno de los grandes baluartes de la civilizacinoccidental

    Por lo que respecta a su parte material, era suficientey espacioso, hasta el punto de que pudo ser calificado porun romano de monasterium magnum Dentro de su cerco Cfr. Epist. XI, 2, t. II, p. 288. Cfr. Epist. V, 53 a), t. I, p. 354 : ... cuneta soUicite fugiens

    portum nionasterii petii et relictis quae mundi sunt, ut frustra tuneeredidi, ex huius vitae naufragio nudus evasi . Cfr. Grisar, H., I Monastero primitivo di S. Gregorio Magno .

    ^' Cfr. (irisar, el mismo artculo, p. 714.

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    SAN GREGORIO, MONJE 19contena lo necesario para la vida de los monjes : un orato-rio una biblioteca la enfermera el cementerioetctera. Su situacin dentro de una ciudad no le impedalograr el ambiente necesario a todo cenobio. Aun hoy dapuede un monasterio encontrar all fcilmente el retiro y lasoledadMs interesante para nuestro estudio es conocer la cla-se de vida monstica observada en San Andrs, el espritucon que los monjes la practicaban y el modo como fu vi-vida por vSan Gregorio. Los datos, aunque no muy abun-dantes, son s suficientes para poder reconstruir en granparte lo que constituy la base de la formacin espiritualdei futuro Papa

    1) El monasterio de San Andrs estaba regentado porun abad, a cuyo cargo estaban todas las cosas materialesdel cenobio, as como la salud espiritual de las almas desus monjes El apelativo de Pater Monasterii, con que sele honraba, implicaba a la vez esa solicitud. Su poder eraabsoluto, semejante tal vez a la patria potestas romana, pero

    Cfr. III Dial 33, p. 211 sq. ; Epist. XI, 26, t. II, p. 288.^ Es posible que fuese la del Papa Agapito. Cfr. Duchesne, Lber

    Poiilificalis, p. 288, n. 1 ; Marrou, H. I., Autour de la bibliothquedu Pape Agapet' , en Mlanges d'Archologie et d'Histoire, 48 (1931),pp. 124-169; Lvque, Saint Grgoire..., p. 7.

    = ' Cfr. IV Dial., 57, p. 317. Cfr. IV Dial., 49, p. 308, 22; 57, p. 318, 11.^' Cfr. Batiffol, Saint Grgoire, p. 30.^'^ F. H. Dudden, en su libro Gregory ihe Great, his place in History

    and Thought, London, 1905, t. I, p. 108 sqq., da por descontada laopinin del benedictinismo de S. Gregorio y de su monasterio, y paraexplicar :a vida monstica del mismo no hace otra cosa sino aplicarlee'. gnero de vida descrio en la Regla de S. Benito. Nosotros, por elmomento, prescindimos de ella y usamos preferentemente los datosque nos han sido conservados sobre S. Andrs, o la legislacin mons-tica en general

    Cfr. Epist. XI, 26, t. II, pp. 288-89, donde se manifiestan indirec-tamente los deberes del abad al atribuir al Apstol lo que compete alabad.

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    20 SAN f.KECiOKIO MAGNOelevado y sobrenaturalizado por el concepto cristiano de suorigen divino y por la bendicin recibida de manos delobispo al ser instituido abad. Los Dilogos nos ofrecenmuchos ejemplos acerca de este poder abacial, y puede afir-marse que poco ms o menos era comn a todos los mo-nasterios de la poca, aun en los no benedictinosA la autoridad del abad corresponda por parte de losmonjes una obediencia fiel y absoluta, cuyo fruto es el pro-vecho espiritual de sus almas Sin embargo, no sabemoshasta qu punto era considerada como centro de la vida as-ctica de los monjes, o qu importancia le corresponda enla ideologa monstica de San Andrs.

    2) Ms amplias son las noticias sobre la vida comnen la observancia de la pobreza. Los monasterios, en gene-ral, tenan el derecho, reconocido por las leyes civiles veclesisticas, de poseer bienes. Era ello conveniente paraasegurar una perfecta observancia. San Andrs no fu unaexcepcin, y as vemos que San Gregorio lo provey de losmedios necesarios de subsistencia al fundarlo, y adems lodot esplndidamente siendo ya dicono de la Iglesia Ro-mana, en 28 de diciembre de 587

    Los monjes, por el contrario, no podan poseer nada in-dividualmente, ni usar como propio lo permitido o disponerlibremente de ello. El desprendimiento en este particularera absoluto. San Gregorio nos asegura que la observanciade la vida comn fu siempre considerada como ley en SanAndrs y exiga rigurosamente Los dos casos de propie-

    Cfr. Antonelli, De Re Monstica... , en Antonianum, 2 (1927),p. 428.

    ^ Cfr. Epist. VI, 50 a), t. I, pp. 425-26, donde se exige a los mi-sioneros de Inglaterra, monjes de S. .Andrs, una obediencia humildea su nuevo abad, .S. Agustn. Cfr. Epist., t. II, Append. I, pp. 437-38.

    Cfr. IV Dia'. 57, p. 317, 20 : eiusdem monaster nostri sem-per regula fuerat ut cuncti fratres ita communiter viverent, quatenuseis singulis nulla habere propria licerit.

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    SAN GREGORIO, MONJE 21dad conocidos y que se dieron durante la vida del Papa,fueron castigados severamente : uno de ellos con la exco-munin, el otro de un modo extraordinario, al entrar el de-monio en el cuerpo del monje culpable, no cesando de ator-mentarle hasta que hubo confesado su falta

    El uso de los bienes era determinado por el abad. Ensu administracin le ayudaba el mayordomo. En tiempo deJuan icono haba, adems, un monje encargado de dis-tribuir las limosnas a los pobres, y, segn refiere el citadobigrafo de San Gregorio, la costumbre se remontaba a losmismos das de la fundacin del monasterio La noticiaes muy verosmil, ya (]ue el santo Papa alaba en sus Di-logos al monje Mrolo por su solicitud en el reparto de laslimosnas De no existir este cargo, no hubiese sido po-sible a un simple monje, sujeto a la observancia de la vidacomn, ejercer dicha obra de caridad.

    La prctica de esta vida comn implicaba, adems, laasistencia a una misma mesa y el uso de unos mismos ali-mentos, excepcin hecha de los dbiles y enfermos. Laregla determinaba los das de ayuno y su rigor, esto es,si deba prorrogarse hasta Nona o Vsperas. Tal era la tra-dicin cenobtica. Difcilmente poda un monje sustraersea la asistencia al refectorio comn e intensificar su peni-tencia difiriendo la hora de la comida.

    Gregorio, segn afirma el historiador de Tours, prac-tic con tanta severidad estas austeridades que, siendo exce-sivas para su constitucin fsica, lleg a enfermar Seme-

    Cfr. Dia . 57, p. 317, 6 sq., y Epist. XI, 26, t. II, p. 288. Cfr. Juan D'ac, SU. Gregorii Magiii Vita. IV, 76, P. L. 75,col. 232-234. Cfr. IV Dial. 49, p. 307, 22: Merolus... vehementer lacrimisatque e'vniosinis in'enus. Este cargo tal vez era ejercido por el mis-mo mayordomo.

    Cfr. Grortor'us Turn., Historia Francorum, X, 1, M. O. H.,Ss. rer. Merov., t. I, pp. 406-407 : Tantaque ei abstinentia in cibis,vigilantia in ora ionibus, strenuitas in ieiuniis erat, ut, infirmato sto-macho, vix consistere possit.

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    22 SAN GREGORIO MAGNOjante afirmacin se ha interpretado comnmente como unabuso por parte del joven monje de sus ayunos y abstinen-cias pero de hecho la frase tiene un sentido ambiguo,como en general toda la narracin del mismo autor acercade S. Gregorio, y bien podra significar nicamente su fide-lidad en cumplir los ayunos prescritos, sin implicar exage-racin alguna. No *cabe duda que nuestro santo fu muyamante de esta observancia, y sabemos que en cierta oca-sin se afligi profundamente al verse privado de parti-cipar con los dems en el ayuno del Sbado Santo Masal narrar S. Ciregorio esta ancdota, no da a entender deningn modo que la enfermedad fuese debida a un excesode penitencia. Es ms, se muestra a s mismo como tenien-do cuidado de su salud, dejando de ayunar durante toda laCuaresma, y tomando con frecuencia durante el da los ali-mentos que los hermanos le procuraban con solicitudAdems, en los discretos avisos que sobre este punto dims tarde siendo ya Papa, nunca aludi a la presunta exa-geracin de sus aiios de vida monstica, ni siquiera cuandotales avisos iban dirigidos a un antiguo monje de San An-drs, el obispo de Ravena, Mariniano.

    3) Otro punto no menos importante de vida monsticaen San Andrs era la permanencia en el monasterio. Con ello

    CIr. Grisar, San Gregorio Magno, p. 15, y Batiffol, Saint Gr-goire, p. 27. Cfr. ill Dial. 33. p. 211, 7 sq.

    * Juan Dicono, en su SU. Gregorii Magni Vita. I, 9-10, P. L. 75,col. 66, introduce en el asunto a la madre de S. Gregorio, Santa Silvia,la cual mandara diariamente a su hijo enfermo un plato de legumbrescocidas por ella misma. La leyenda tendr cierto sabor idlico, perocontradice de', todo las expresas palabras de .S. Gregorio, que se dibujaen el cuadro atendido nicamente por los monjes, y, adems, no pa-rece muy conforme con la estricta vida comn observada en S. An-drs. El Papa no hubiese pasado en silencio el gesto de su buena ma-dre. Por otra parte, segn el testimonio ms autorizado de Pablo Di-cono, Silvia muri antes de hacerse monje S. Gregorio. Cfr. T'i7a Gre.gorii, edic. Grisar, III, p. 163.

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    SAN GREGORIO, MONJE '23se obtena la separacin y alejamiento de lo que constituyeen el mundo la vida de sociedad, y se orillaba el peligro delos monjes girvagos. La admisin de los candidatos no sehaca a la ligera, sino que se les probaba por un ciertotiempo Durante este perodo el postulante poda salirlibremente o continuar su prueba. Una vez hecha la profe-sin, o recibidos en la Comunidad, no les era ya lcito sus-traerse a sus obligaciones monsticas, ni pasar de un lugara otro, sino que deban conservar su estabilidad. Esta per-severancia vena urgida aun para aquellos monjes que infie-les a su vocacin, o tal vez sin ella desde su entrada, inten-taban librarse de su yugo con la fuga

    La permanencia dentro de los muros del claustro noexclua toda salida. Cuando las necesidades del monasteriolo reclamaban, se mandaba adonde fuese preciso a los msaptos para gestionar el asunto pendiente Es ms ; tene-mos el caso curioso y notable del viaje a Constantinopla deMaxim iano y otros monjes de San Andrs, para convivir conGregorio durante el tiempo de su legacin en la corte impe-rial. El motivo que aducen los Dilogos para justificar seme-jante alejamiento del claustro es solamente la caridad fra-

    Cfr. Homii. in Evang. II, 38, P. L. 76, col. 1292-93. En estahomila .S. Gregorio narra cmo un posu'ante que lleg a S. Andrs,din regulariter probatus est, quandoque susceptus est , o sea, no furecibido a la profesin, susceptus est , hasta despus de la pruebaestablecida por el derecho regular. La Regla de .S. Benito fijaba en unao el perodo de prueba (c. 58), S. Pacomio exige tres (Regula S. Pa-comii auctore Dionysio Exiguo abbate, edic. Albers, B., Bonnae, 1923,p. 89, n. S), y Justiniano en las Novellae , 5, c. 2, hace otro tanto. Cfr. Epist. XI, 26, t. II, pp. 288-89, donde se refiere el casode dos monjesi que habiendo huido del monasterio, sin intencin de

    volver, fueron perseguidos por otros monjes, y descubiertos milagrosa-mente los condujeron otra vez a S. Andrs, donde ex eodem miraculomeliorati sunt ut eis multum profuerit, ad parum temporis de monas-terio fugisse .

    Cfr. Fpist. XI, 26, t. II, p. 288.

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    24 SAN GREGORIO MAGNOterna, caritate exigente Era costumbre, sin embargo,que nunca saliesen solos, tanto para tener de este modo unaayuda espiritual, como para no perder del todo la vida deComunidad Habra, no obstante, sus excepciones, pues-to que los Dilogos nos narran el hecho de un monje deSan Andrs que asisti sin acompaante a la muerte de unsanto varn que resida cerca de la iglesia de San Cle-menteAdems de este contacto con el mundo, que no debaser muy frecuente, ni afectaba a todos, era lcito a los mon-jes recibir visitas de sus conocidos. No sabemos cmo esta-ban reguladas. Por lo que toca a S. Gregorio, sus relacio-nes tuvieron siempre un carcter ms bien espiritual. Entreellas merecen especial mencin la del obispo de Ferento enla Tuscia, Redento, con quien le uni una estrecha amis-tad Otra fu la de Julin, Romanae Ecclesiae secundusdefensor, que sola acudir con frecuencia a San Andrs parahablar con (Gregorio de la salud de su almal'anto las salidas como las visitas mencionadas no lle-gaban a perturbar la quietud del monasterio. Adems setena especial cuidado en la observancia del silencio, conlo que se fomentaba el ambiente de soledad, y el recogi-miento interior de los monjes. Gregorio, en una de sus ho-milas al pueblo romano, confiesa ingenuamente cmo habalogrado adquirir el hbito de abstenerse de cualquier pa-labra intil Por otra parte, no se obligaba a un mutis-

    Cfr. III Dial. 36, p. 216, 7.Cfr. Epist. XI, 26, t. II, p. 288: ...quadam die do exinde fra-

    trcs transmissi sunt, qui aliquid emere pro monasterii util'tate dc-buissent, unus iunior, qui prudentior videbatur, alter snior, qui cus-tos iunioris esset.

    Cfr. IV Dia' 15, p. 251, 6.Cfr. III Dial. 38, p. 225, 11. Cfr. tambin nota 2 en el lugar

    Citado. Cfr. III Dial 31, p. 274, 5. Cfr. Homil. in Ezech., I, 11, P. L. 76, co'. 908: Et quidem inMonasterial posiius, \alebam et ab otiosis linguam restringere

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    SAN GKEGOKIO, MONJE 25ni absoluto, sino que los monjes podan y deban relacio-narse con su abad, y aun existan ciertos momentos del daen que estaba permitido hablarse mutuamente Muchosde los hechos narrados en los Dilogos los conoci S. Gre-gorio en tales ocasiones.

    4) La actividad cotidiana del monje estaba dedicada alestudio de los libros sagrados y a la oracin. El trabajomanual practicado en otros monasterios de Italia, y exigidotambin por la Regla de S. Benito, y por el Ordo Monas-terii, no aparece en las noticias referentes a San Andrs. Nohay duda de c[ue no todo era labor intelectual. Muchos delos monjes debieron ocuparse en la transcripcin de cdicesy publicacin de nuevos escritos ^^ Otros estaran al frentede las diversas oficinas del monasterio, y no estaba prohi-bido el ejercicio de ciertas profesiones, como la medicina

    La gran estima en que se tena el estudio o lectura dela Sagrada Escritura revlase en el modo como Gregoriohace resaltar esta actividad entre los monjes de su monas-terio. De uno afirma que era in Scripiura Snela sliidio-sissimus De otro menciona, adems, cmo la practi-caba : (ijuntamente conmigo viva en el monasterio unmonje llamado Antonio, el cual, meditando y estudiandocon diligencia y fervor espiritual el texto sagrado, no bus-caba en l la ciencia profana, sino el llanto y la compun-cin de corazn, de modo que, inflamada su alma con sulectura, pudiese abandonar las cosas inferiores y elevarsepor la contemplacin a la regin de las celestiales Estepasaje es importante, porque nos revela adems la finalidadque intentaban los monjes con su estudio. No era un meraerudicin lo que se buscaba, sino que el fin era del todo

    Cfr. IV Diil. 37, p. 285, 14-15, y 27, p. 268, 18; III Dial. 33,p. 209, 10. Cfr. Epist. IV, 17 a), t. I, p. 251, y Epist. XII, 6, t. II, p. 352.

    Cr. IV Dia. 57, p. 317, 6 sq. Cfr. III Di.l 18. p. 184, 1.Cfr. IV Din'. 49, p. 307, 1.

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    26 SAN GREGORIO MAGNOespiritual, a saber, el bien del alma y fomentar el don deoracin.

    Pero a pesar de no ser cientfico el estudio de la Sa-grada Escritura, en el sentido moderno de la palabra, sehaca, sin embargo, con cierto mtodo escolar y bajo la di-reccin de un maestro, a lo menos durante algunos ratosdel da. Las lecciones eran tomadas por los alumnos, y lasnotas servan como de texto y gua para su uso particular.La aplicacin de los auditores era en ciertos casos muy no-table No cabe duda que se trataba de un trabajo serioy ordenado.

    Gregorio haba sentido aficin a esta clase de lecturasdesde su juventud. Con su antiguo amigo el dicono Pedrohaba empezado a investigar las riquezas de la SagradaEscritura ya antes de hacerse monje Una vez dentro delmonasterio, persever con fidelidad en su estudio. Los cua-tro aos de vida monstica que precedieron a su legacinde Constantinopla sirvieron para ampliar y profundizar susprimeras nociones, de modo que, primeramente en la corteimperial y ms tarde en su propio monasterio, pudo expli-car varios libros sagrados a sus monjes con verdadero cono-cimiento de la materia

    5) Como coronacin de todo el conjunto de vida mo-nstica, hallamos en San Andrs un ambiente de profundapiedad y oracin. El canto cotidiano del oficio divino lle-

    Cfr. Epist. XII, 6, t. II, p. .^52, y Ep st. IV, 17. t. I, p. 251.Creemos que el maestro era simplemente el abad. Vase lo que deci-mos aceren de esto en el captulo siguiente. De stos y otros datos sedesprende que lo^ monjes de S. Andrs posean por lo general ciertogrado de cultura. Muchos de ellos fueron ms tarde obispos, y no seignora lo exigente que era .S. Gregorio para elevar a esta dignidad oal sacerdocio a los que podan ser dignos, excluyendo radicalmente alos que carecan dt suficiente formacin. Cfr. Epist. V, 51, t. I, p. 351.^- Cfr. I Dial., praef., pp. 13-14. Cfr. Epist. XII, 6, t. II, p. 352. Vase Batiffol, Saint Gr-goirc, p, 48

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    SAN GREGORIO, MONJE 27nan'a sin duda una buena parte de las horas del da, exi-gindolo as toda la tradicin cenobtica y a juzgar por elgran inters que por l tuvo Gregorio siendo ya Papa, Sinembargo, por lo que afecta al monasterio del Celio, no po-seemos ningn testimonio explcito

    Interesantes son las narraciones acerca del uso de al-gunos sacramentales y de ciertos ejercicios de piedad. Lasimplicidad con que los monjes recurran a tales prcticaspara hacer frente a cualquier adversidad individual o colec-tiva, revela la profunda vida de fe que llevaban. Valganalgunos ejemplos. Cierto da, en la festividad del ApstolS. Andrs, estaban los monjes descansando despus delmedioda, cuando uno de ellos, habiendo perdido sbita-mente la vista, empez a deplorar lastimosamente su des-gracia y a pedir ayuda a sus hermanos. La causa del malse ignoraba, pero todos acudieron presurosos, y, postrn-dose ante el altar del Apstol donde se guardaban sus reli-quias, empezaron a rogar por la curacin del enfermo, nomovindose de all ha'sta que obtuvieron la gracia de-seada

    La unin de caridad en la oracin se intensificaba enlos ltimos momentos de la vida de un monje. En este casose reunan alrededor de la cama del monje enfermo y, conel rezo de salmos y otras preces, protegan al agonizantecontra los asaltos del enemigo Una vez dejaba de exis-tir, se acompaaba al hermano difunto hasta el cementerio,

    Si, como es muy verosmil, la historia del monje Victoriano, na-rrada por e abad de .S. Andrs, Maximiano, sucedi en este monasterio,tendramos entonces un testimonio explcito, puesto que en la mismase hace mencin de las Vigilias Nocturnas. Cfr. Homil. in Evang. II,34, P. L. 76, co' 1257 sq. Con todo, ello es al menos una alusin in-directa al mismo S. Andrs. Cfr. Epist. XI, 26, t. IT, p. 288.

    Cfr. IV Dial. 40, p. 292, 16 : cumque extremum spiritum age-rct, convenerunt fratres, ut egressum illius orando protegerent.

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    28 SAN GREGORIO MAGNOsituado dentro del recinto monstico Una antigua tra-dicin en vigor tambin en San Andrs, induca a los mon-jes a abrirse por s mismos su sepultura con bastante anti-cipacin Con ello mantenan tal vez ms vivo el recuer-do de la muerte, como prescribe tambin en su Regla elPatriarca de los monjes de Occidente, pero ms que nadaera una expansin y necesidad del espritu de aquellos ce-nobitas que, llenos de Dios, deseaban llegar cuanto antesa las puertas de la eternidad. San Gregorio nos dice de smismo que estando en el monasterio miraba y amaba lamuerte, que para muchos es un castigo, como el prtico dela vida y el premio de sus trabajosOtro sacramental muy familiar entre los monjes, v c[uemerece especial mencin en los Dilogos, es el uso de laseal de la cruz, practicado sobre todo en los momentosde tentacin

    Del contacto sacramental con el mundo de la gracia,participado con fe y piedad, naca espontneamente el donde oracin en muchos de los moradores del cenobio grego-riano. Conocemos varios casos. Uno de ellos, el monje M-rolo, mencionado anteriormente ; otro, el tambin citadoAntonio, el cual anhelaba llegar a la patria celestial, y sedesviva con este deseo orando continuamente con abun- Toda esta prctica supone un ritual establecido. Una idea bas-

    tante exacta la proporcionan los Cnones de Teodoro, .Arzobispo deCantorbery, P. L 99, col. 927-931.

    Cfr. IV Dial. 49, p. 308,5.Cfr. I Dial, praef., p. 14. En el segundo libro de los dilogos se

    refiere que S. Benito hzose abrir la sepultura seis das antes de sumuerte. El Cardenal Ildefonso Schuster en su libro La Storia di SanBenedetto e dei suoi Tempi , Milano, 1943, p. 357, comenta este rasgodel modo siguiente : L'uomo di Dio diede ordine che gli si riapris^''la tomba, per contemplare un 'estrema volta la celia del suo riposo ];erl'eternit;' . Gli dovcttero allora ritornare in mente le parole della li'ur-gia fnebre : '.Aperite mihi portasf iustitiae, ingressus in eas confitr-bor Dommo'. Es exactamente el mismo pensamiento.

    > Cfr. U Dia . 20, p. 110.

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    SAN GREGORIO, MONJE 1'9ckintes lgrimas ''. Pero el caso ms notable fu tal vez eldel anciano Eleuterio, antiguo abad del monasterio de SanMarcos Evangelista en Espoleto. Este varn estaba dotadode una simplicidad de espritu tan grande y de un don decompuncin tan intenso, que no poda dudarse de su pode-rosa intercesin delante de Dios El mismo San Grego-rio experiment la eficacia de su oracin cuando estaba to-dava en el monasterio. Una debilidad extrema le habaobligado a guardar cama y a tomar alimento con bastantefrecuencia, a pesar de haber llegado ya la Cuaresma. Venido,no obstante, el Sbado Santo, y queriendo participar de lapenitencia de la Iglesia, acudi al santo anciano rogndoleque le obtuviese de Dios la fortaleza necesaria para ayunartodo el da. El santo varn obedeci, y entrando los dosen el Oratorio, postrse Eleuterio en oracin y qued absor-bido en Dios por algn rato. Finalmente, se levant, y ha-biendo pronunciado la bendicin, sali del lugar sagrado.Pero Gregorio vi cumplido su deseo, y desde aquel mo-mento sinti en sus miembros una fortaleza tal, que pudosin ninguna dificultad abstenerse como los dems de tomaralimento y celebrar con todos las fiestas pascualesSan Gregorio se aprovech del ambiente favorable parala oracin, y emul a sus hermanos en darse a la contem-placin de las cosas divinas. Al hacerse monje haba inten-tado tres fines, que con ardiente celo busc durante toda suvida monstica. Primero, extra mundum fieri Esto lologr, como l mismo dice, al refugiarse en el portum mo-

    ^' Cfr. IV Dial. 49, p. 307, 7 sqq. Sobre a 'mportancia del don delgrimas v'ase la segunda parte de esta tesis, captulo sexto.

    Cfr. III Dial. 33, p. 209, 7 sq. : Vir autem tantae simplicitatiserat et compunctionis ut dubium non esset, quod illae lacrymae extam huini'i simpliciquo mente editae apud omnipotentem Deum multaoptinere potuissent.

    Cfr. III Dial. 33, p. 211.'* Cfr. Epist. I, 5, t. I, p. 5.

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    30 SAN GREGORIO MAGNOnasterii, despus de haber salido desnudo y sin conservarcosa alguna del naufragio del presente siglo

    Segundo, extra carnem fieri Fu su trabajo constan-te en mortificar las malas inclinaciones y obtener la virtudmediante la fiel observancia de las normas y obligacionesinherentes a su estado de cenobita.

    Tercero, y como fin y complemento de los anteriores,conari superna gaudia incorporaliter videre Gregorio sedi de lleno a lo que l llama studium oratiotiis. Su almaardiente anhelaba penetrar ms profundamente en la luzdivina, y era tanta la fuerza de este deseo, que todo su serse vea impulsado a buscar la faz de su Seor Y lo logr.En sus Homilas sobre Ezequiel nos dice que estando enel monasterio poda mantenerse casi constantemente enoracin y ms detalladamente en el prlogo de los Di-logos afirma que durante aquellos aos su espritu estabapor encima de todas las cosas transitorias de este mundo,y pona solamente su atencin en las celestiales, de modoque por la contemplacin llegaba a traspasar los linderosde su mansin terrena En otra parte aade adems queno apeteciendo nada de este mundo ni teniendo cosa al- Cfr. Epit. V, 53 a), t. I, p. 354

    Cfr. Epist. I, 5, t. I, p. 5.Cfr. Epist. I, 5, t. I, p. 5.Cfr. Epist I, 5, t. I, pp. 5-6: Conabar... superna gaudia in-

    corporaliter vidcri^, et non solis vocibus, sed medullis cordis ad De:speciem anhelan^, dicebam : 'Tibi dixit cor meum, quaesivi vultumtuum, vultum tuum Domine requiram'.

    Cfr. Homil. in Ezecti. I, 11, P. L. 76, col. 908: Et quidem inMonaster:o posilus valebam... in intentione orationis pene continumentem habere.

    Cfr. I Dial. Prolog., p. 14 : Infelix... animus meus nieminitquomodo ei labentia cuneta subter erant, quantum rebus mnibus quaevolvuntur eminebat ; quod nulla nisi caelestia cogitare consueverat,quod etiam retentus corpore ipsa iam carnis claustra contemplationetransiebar

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    SAN GREGORIO, MONIJi 31

    guna, le pareca estar en una alta cumbre y como realizadaya la promesa que hiciera el Seor por boca de su profeta :te levantar por encima de todas las cosas de la tierraLa concepcin que San Gregorio tuvo de la finalidadde la vida monstica siendo ya Pontfice, se remonta segu-ramente en gran parte a sus experiencias personales de esteperodo de su vida. El amor que profesaba entonces a labelleza de la vida contemplativa le acompaar siempre, yla nostalgia del claustro no se amortiguar en l con losaos, antes bien, parece aumentar de da en da De estemodo puede explicarse su gran inters en conservar susmonasterios libres de toda preocupacin exterior, a fin deque, dndose a la alabanza divina como fin principal de laComunidad y de cada uno de los monjes-, tengan ademsla paz y tranquilidad de espritu que requiere la vida deoracin y el digno cumplimiento de la obra de Dios.Resumiendo nuestra exposicin, podemos decir que lavida monstica llevada en San Andrs era una vida de aus-tera abstencin de las cosas temporales mediante la obser-vancia del silencio, del ayuno y abstinencia, de una estabi-lidad en el claustro, de un riguroso desprendimiento de losbienes temporales y de la sujecin a un abad. El fin que seintentaba con ello era llegar a la contemplacin, manifes-tada por lo general por el don de lgrimas. Una bella des-cripcin del ambiente de nuestro monasterio, que bien pue-de servir de conclusin para el presente captulo, la haceGrisar en su Vida de San Gregorio : ((Los monjes llevabanuna vida de paraso : tanta era su inocencia. Tenan serena

    Cfr. Epist. I, 5, t. I, p. 6 : Nil auttm in hoc mundo appetens,n:l pertimoscens, videbar mihi in quodam rerum vrtice stare, ita utin me pene impletum crederem, quod pollicente Domino, ex prophetadidicissem : 'Sustollam te super altitudines terrae'.

    Cfr. Epist. I, 5, t. I, p. 6 : Contemplativae vitae pulchri:udinemvelut Rachelem di'exi sterilem, sed videntem et pulchram, quae etsiper quietem suam minus generat, lucem tamen subtilius videt.

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    32 SAN GREGORIO MAGNOy resplandeciente su alma por la contemplacin de las cosascelestiales ; sentan en su corazn toda la fuerza de la gra-cia contra las bajas pasiones ; en una palabra, su vivir y suobrar estaba en estrecho contacto con el mundo sobrena-tural

    Grisar, San Gregorio Magno, p. 14.

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    CAPTULO 1

    SAX (RIGRK), ABADEn el precente captulo hemos expuesto la vida mons-

    lica de San Andrs, ad Clivuin Scauri, basada en los datoshistricos que poseemos, pero sin determinar de intentoninguna fecha, ni aclarar algunos puntos oscuros, talescomo la reanudacin por parte de Gregorio de su vida mo-nstica despus de su legacin y la posibilidad de su cargoabacial. Esto requera una consideracin especial y un exa-men detallado de las fuentes, cuyo estudio ser el tema delpresente captulo.

    I. Primick pkrodo de vida monstica de S. GregorioCuando Gregorio fu a llamar hacia 575 a las puertas

    de su antiguo palacio del Celio para tomar el hbito mo-nstico rega probablemente el Monasterio el venerable abad\'alencio, el cual haba sido antes abad de un monasterioen la provincia de Valeria \ Habiendo invadido los Lon-gobardos la Italia central, entre 571-574 tuvo que aban-donar con sus monjes su residencia y refugiarse en el cen-tro de Roma. No sabemos de fijo si ya por entonces Gre-gorio haba empezado o intentado la fundacin de SanAndrs, pero, como hemos indicado en el captulo anterior.

    ' Cfr. IV Dial. 22, p. 260.^ Cfr. Moricca, Sti. Gregorii Magni Dialogi, p. 260, n. 1, y Brech-

    ter S., Monte Cassinos erste Zerstorung , en Studien und Mitteilun-geii zur Geschichte des Renediktincr-Ordens, II, p. 146 sq. 1938.

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    34 SAN GREGORIO MAGNOla llegada de estos monjes pudo habei- movido al entoncesPretor a convertir su propiedad ad Clivum Scauri en unmonasterio. Si durante los primeros meses de organizacindel nuevo cenobio hubo algn superior interino no nosconsta ; pero, en cambio, es del todo cierto que \'alencio fuel abad que inici a Gregorio en los preceptos de la Reglay le ense la ciencia de Dios ^. En los Dilogos se com-place el santo pontfice en repetir con veneracin y recono-cimiento que Valencio fu su abad. Valencio, de vida ve-nerable, que gobern en esta ciudad de Roma mi Monas-terio y fu mi superior, ... mi abad Valencio, de santamemoria, el que en otro tiempo fu mi abad, el reveren-dsimo Valencio Gregorio no da a otro este apelativo, demi abad. Cuando cita a los sucesores de Valencio en el go-bierno de su monasterio, aun al mismo Maximiano, vene-rable por su santidad y segundo abad de San Andrs, lohace nombrndolos simplemente y los recuerda como supe-riores del cenobio, de su cenobio, pero nunca los calificade mi abad ^. Esto nos induce a creer que Gregorio vivila vida monstica en San Andrs, bajo la direccin sola-mente de Valencio.

    Cuatro aos enteros disfrut el futuro Papa de la quie-tud y soledad del claustro. Al ser elevado al trono ponti-ficio Pelagio II (578-579), confiri al cabo de poco tiempoa Gregorio el diaconado, y lo mand como Legado suyoa la corte imperial de Constantinopla Que este hecho

    ' Juan Dicono en su Sti. Gregorii Vita , I, 6, P. L., 75, col. 65,cita a un ta Hilarin y deja sin mencionar a Valencio, lo que hacesuponer que se trata de una confusin de', bigrafo. Cfr. Brechter, S.,War Gregor der (irosse Abt vor seiner Erhebung zum Papst?, enStudien imd Milleiluiigen. 1939, III, pp. 222-23, n. 48.

    * Cfr. IV Dia . 22, p. 259, 18; III Dial. 22, p. 190, 12; I Dial. 4,p. 37, 23.' Cfr. IV Dio . 33, p. 277, 12 y III Dial. 36, p. 216, 5.' Esta fj la razn de su elevacin al diaconado. Cfr. Epist. V,

    53 a), t. I p. 354 : Hoc de me ignorante me actum est, ut sacri

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    SAN GREGORIO, ABAD 35frustr e ideal del joven monje lo prueban sus mismos la-mentos al recordar los das que pas en el retiro y soledadde su monasterio : ((Creciendo la tempestad, me encontrde repente en medio del ocano de los negocios temporales,y entonces, una vez perdida, conoc mejor la tranquilidaddel monasterio que no haba sabido vivir como era de-bido...)) \

    Del 579 al 586 Gregorio residi en Constantinopla. Suamor a la vida monstica no disminuy al hallarse rodeadodel fausto imperial. Un consuelo le mand el Seor con lallegada de Maximiano y otros monjes de San Andrs que,movidos por la caridad fraterna, haban ido a reunirse conl para practicar juntos una cierta vida de Comunidad ^.Los momentos que el Legado tena libres los aprovechabapara asistil* a sus lecturas y edificarse con su ejemplo. A ins-tancias de estos monjes y del obispo espaol San Leandro,empez a comentar el libro de Job, que despus, siendo yaPapa, termin y revis Semejante gnero de vida durde tres a cuatro aos, hasta que en octubre del 584 Pela-gio II reclam al presbtero Maximiano por ser del todonecesario al monasterio de San Andrs y exigirlo el nuevocargo que le haba confiado Creemos que este cargo,opus quod eum fraeposuimus..., se refiere a de abad de SanAndrs, pues de lo contrario no se explica cmo ocupandoesta dignidad estuviese ausente del monasterio por ms detres aos. Probablemente habra muerto por entonces Va-lencio, y la eleccin recay en l Pero Maximiano nooriiinis pondus acciperem, quatenus in terreno palatio licentius excu-barem. Vase Batiffol, Saint Grgoire, p. 31.

    ' Cfr. Epist. V, 53 a), t. I, p. 354. Cfr. III Dial 36, p. 216, 4 sqq., y Epist. V, 53 a), t. I, p. 354.' Cfr. Epist. \, 53 a), t. I, pp. 354-355.

    Cfr. Epist , t. II, AppenJ. II, p. 441, y Maurini, Sti. GregoriiMagni Vita, I. 5, P. L. 75, col. 268. Cfr. IV Dial. 27, p. 266, 14 sqq., donde se refiere la muerte de un

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    36 SAN GREGORIO MAGNOregres solo, sino que le acompaaron todos sus monjes,de manera que Gregorio perdi otra vez lo poco que con-servaba de su vida monstica.

    Hacia e 586 abandon tambin el Legado la corte impe-rial y volvi a Roma. Cul fu all su condicin y gnerode vida? Ingres de nuevo en San Andrs, reanudando suvida monstica interrumpida con su legacin? Muchos au-tores, apoyados en el testimonio de Juan Dicono, lo afir-man, asegurando adems que ocup entonces el cargo deabad Batif'ol, en cambio, no admite esta ltima posibi-lidad y lo mismo hace Stuhlfath Finalmente, SusoBrechter, en un artculo que presenta como definitivo enesta cuestin, no solamente niega que fuese abad, sino queadems se inclina por afirmar que no volvi a residir en sumonasterio ni siquiera como simple monje A pesar deesta opinin y de las razones por l aducidas, creemos queera ms exacta la tesis defendida por los historiadores msantiguos, y por tanto vamos a proceder a una nueva pon-deracin de los argumentos y datos usados indistintamentepor ambos bandos, para dar nueva luz a la cuestin y jaralgunos puntos.

    II. Segundo perodo de vida monstica1) Ante todo, parece cierto que en 28 de diciembre

    del 587 (iregorio no haca vida de monje. Esto consta portal V'alerninianum en 583-84, que acaso podra ser el mismo abadValencio.

    Cfr. Maurini, Sli. Gregorii Magni Vita, I, 6, P. L. 75, col. 272.73 ;Juan Diac, Sti. Gregorii Vita, I, 34 y 38, comparados con los ce 6 y10 sq., P. L 75. col. 77 sq. y 65 sq. ; C. Wolfsgruber, Die vorpapsili-che Lebensperiodc Gregors des Gros. Wien, 1886, p. 37 ; Dudden,Gregory the Greal, vo'. I, p. 187; Grisar, San Gregorio Magno, p. 23.

    Cfr. Batifful, Saint Grcgoire, pp. 47-48.'* Cfr. Stuhlath, Gregor I der Grosse, pp. 53-54.

    Cfr. Breclitei, War Gregor der Grosse .\bt... , especialmenle,pp. 215 V 222.

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    SAN GREGORIO, ABAD 37la carta de donacin que como dicono de la Iglesia Ro-mana hizo a Maximiano, abad de San Andrs En esteacto actu como propietario, traspasando de su dominio aldel monasterio, ex meo iure in vestro iurc dominioque, todolo que haba recibido por herencia de un tal Desiderio,varn ilustre. Si hubiese sido monje, ni habra tenido liber-tad para actuar como seor de sus bienes, ni habra podidoantes recibir la herencia. Es mis : tanto por ley eclesisticacomo civil esa herencia hubiese quedado ipso factO)) pro-piedad del monasterio Por tanto, Gregorio estaba librede sus obligaciones monsticas. Lo mismo se desprende dela ayuda prestada a Pelagio II en la cuestin de los ((TresCaptulos)), despus de su regreso a Roma, redactando lacarta que este Papa mand a los obispos cismticos de Ve-necia e Istria Sabemos, en efecto, que por ley eclesis-tica ningiin clrigo poda ejercer sus funciones y residir almismo tiempo en un monasterio como monje. Observandolas debidas formalidades, estaba permitido que un clrigose hiciese monje, o que un monje se pasase al servicio deuna Iglesia al ser ordenado, pero la separacin cannicaexistente entre el estado monstico y el clerical prohibaque un mismo individuo tuviese sobre s las dos obligacio-nes Por consiguiente, si Gregorio estuvo como dicono

    Cfr. Epist. t II, Append. I, p. 437. Cfr. Epist. t II, epist. IX, 197, p. 185; X. 1, p. 237; XI, 15,p. 276; XIII, 5. p. 370, y Justiniano, Cod. I, 3, 54; Novellae ,123, 38. Cfr. Pablo Dicono, Historia Longobardortim , III, 20, M. G. H.,.Ss. Lanrjbardicarum, p. 126 ; Quam (epistolam) beatus Gregoriuscum esset adhiic diaconus, conscripsit . Vase sobre esto Dudden,St. Gregory... I, p. 199 sq. Cfr. Epist. V, 1, t. I, pp. 281-282; V, 57 a), t. I. p. 365;Vil. 40, t. I, pp. 488-489, y VIII, 17, t. II, p. 20. Vase tambinMcLaughlin, Le tres anden Droit Monastique..., p. 117 sqq.Con todo, la observancia de estas disposiciones no debi ser muyrigurosa antes dr S. Gregorio. Adems, existiendo una causa razona-ble, se prescind'a de ellas. As hallamos a los abades Probo y Ciraco

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    38 SAN GREGORIO MAGNOal servicio del Papa, por lo menos hasta principios del588, no poda residir en San Andrs ni haber reanudado suvida monstica.Permtasenos insistir no obstante en la fecha indicada,esto es, hasta el 588, puesto que a pesar de lo que con fre-cuencia se dice, que ocup una posicin preeminente en-tre el elemento eclesistico de Roma, y que prest servi-cios a la Santa Sede en varios negocios hasta su mismaelevacin al papado, sin embargo no consta de ello otracosa que la carta citada a los obispos de Istria, y aun dandofe nicamente al testimonio de Pablo Dicono ~. Por tan-to, documentalmente su ministerio externo termina en 587o principios del 588.

    2) Por otra parte tambin consta documentalmente queen 590 Gregorio interviene en los actos de Comunidad deSan Andrs, y l mismo se coloca entre sus monjes. Estehecho est atestiguado por una narracin de los Dilo-gos ((Habiendo muerto hace tres aos (esto es, enejercer a'gunas legaciones por encargo de Gregorio, del todo ajenasa su profesin, sin dejar, por otra parte, su estado monstico, comotambin que el abad y alguno de 'os monjes mandados por el Papaa Inglaterra, s dan al ministerio pastoral, conservando al mismotiempo a \id'a comn. Como observa McLaughlin en el lugar cita-do, lo que se intentaba sobre todo era impedir los abusos de losque buscaban librarse con ello de toda sujecin, no perteneciendo deeste modo ni a un monasterio ni a una Iglesia, bajo la jurisdiccinde un obispo

    Por su Homilia in Evang. II, 36, P. L. 76, col. 1.273, constaque en 58S-589 Gregorio visit Civit'avecchia, pero no se puede de-ducir si fu por cuestiones anejas a su oficio eclesistico, o por ra-zones particulares de enfermedad, o de su monasterio. Por lo quese refiere al testimonio de Gregorio de Tours, vase lo que decimosms adelante, en las pginas 50-52.

    Cfr. IV Dial. 49, p. 308, 21 sqq. ; Ante hoc autem trienniumcum qudam frater fuisset mortuus atque in ejusdem monasterii cy-miterio a nobis sepuUus, cunctis nobis ab eodem cymiterio exeuntibus,isdem Joannes, sicut postmodum pallens et tremens, indicavit, illic

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    SAN GREGORIO, ABAD 30590) uno de los hermanos, fu enterrado por nosotros enel cementerio del mismo monasterio. No bien salimos to-dos nosotros del lugar, un monje llamado Juan oy co-mo l mismo refiri ms tarde plido y tembloroso queel hermano difunto le llamaba desde el sepulcro, ocurrien-do el hecho despus de haber salido nosotros del cemen-terio. Creemos que el lenguaje usado por S. Gregorio,a nobis sepultas, cunctis nobis ab eodem cyniiterioexeuntibus, illic nobis discedentibus, testifica muy cla-ramente su participacin en la vida familiar del monaste-rio. Gregorio est con los dems monjes y se considera co-mo uno de sus miembros, no hace distincin entre ellos ysu calidad de eclesistico y husped del monasterio, sinoque forma parte de la Comunidad. El nosotros se refierea los monjes que han acompaado hasta su ltima moradaa otro hermano difunto.

    3) Al testimonio precedente pueden aadirse las re-ferencias que Gregorio hace al segundo perodo de vidamonstica en las cartas dirigidas a diferentes personajes.La que escribi a S. Leandro, y que sirve de prefacio alos Morales, podra suscitar alguna duda, ya que en ellano seala o indica su reingreso en San Andrs pero ennobis discedentibus... ab eodem fratre, qui mortuus' fuerat... vocatusest . Para la precisin cronolgica, vase IV Dial. 27, p. 267, 6 y37, p. 287, 4, donde el ante hoc triennium se refiere claramente al*a peste del 590. Cfr. tambin Homil. in Evang. 1, 19, P. L. 76,co'. 1.15S.

    Cfr. Epist. V, 53 a), t. I, p. 354 sq. ; ... Nam cum mihi adpercipiendum sacri altaris ministerium obedientiae virtus opponitur,hoc sub ecclesiae colore susceptum est... Postque hoc nolenti mihi at-que renitenti, cum grave esset altaris ministerium, etiam pondus estcurae pastoralis injunctum , es decir, la consagracin episcopal yy las obligaciones inherentes. Brechter en su artculo War Gre-gor... pp. 219-220, interpreta este texto diciendo que durante todoel tiempo de su diaconado no recobr Gregorio 'a paz del claustro.Pero leyendo atentamente aparece nicamente la queja del santo por

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    40 SAN GREGORIO MAGNOcambio er. la que mand a Teoctista, hermana del empe-rador Mauricio, alude de un modo manifiesto a este he-cho -'. En efecto, Gregorio expone en ella a la ilustre da-ma cmo, debido a su encumbramiento, se haba vistootra vez en medio de las cosas del siglo y privado de suretiro y quietud. Ahora bien, si no hubiese sido monje enel momento de su eleccin, no le hubiese sido dado ex-presarse de esta suerte, puesto que al ser ordenado diconohaba sufrido ya dichos males, y a no ser que hubieserecuperado su soledad monstica, no poda atribuir al epis-copado la prdida de la misma. Una confrontacin de tex-tos pondr ms de relieve el paralelismo :(Epis. V, 53 a) ad Leandrum :

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    SAN GREGORIO, ABAD 41medio de los temores y peligros que el episcopado trae con-sigo A semejantes afirmaciones creemos que es precisoacomodar el pasaje ambiguo de la carta a S. Leandro y noviceversa. La concordancia entre estas expresiones y lanarracin citada de los Dilogos en el n. 2) es del todo per-fecta, y ambas se ayudan mutuamente para confirmar laasercin de que Gregorio, despus de su regreso de Cons-tantinopla, vivi otra vez en San Andrs la vida monstica.

    IIL Posicin de Gregorio ex San AndrsSi Gregorio entr por segunda vez en su Monasterio

    no sera probablemente como simple monje, ya que, comohemos visto ms arriba, nunca tuvo por abad a otro queno fuese Valencio, y ste haca algunos aos que habamuerto. Pero, se puede afirmar que ostentara l la dig-nidad abacial ? Varios autores modernos lo han negado deltodo, apoyados en parte en los mismos argumentos que losantiguos usaban para probarlo. Nosotros al reasumirlosintentamos dar a los diferentes detalles su valor corres-pondiente, valor que deducimos de algunos puntos que nose han tenido en cuenta hasta el presente, y fijar luego unaconclusin. Dichos argumentos son los dos casos referidosen los Dilogos, a saber, el del monje Justo y el del an-ciano Eleuterio En ambos fu Gregorio uno de los pro-tagonistas.

    1) El caso del monje Justo.Nos narra S. Gregorioque en 590, ante hoc triennium o sea, por la misma

    -* En los Dilogos I, Prlogo, p. 14, Gregorio refiere explcita-mente este estado de superacin de las cosas humanas, o como llo llama en 'a Epist. I, 5, in qiiodaiu reniiii vrtice stare, al tiempode su estVmcia en el Monasterio. Si con el episcopado perdi este don,era seal qiu- poco antes llevaba vida monstica.

    Cfr. IV Dial. 57 p. 317 sqq. y III Dial 33 p. 209 sqq.Mabillon en sus Anales O. S. B., interpreta el ''ante trien-

    nium , por el 589. Cfr. o. c. lib. VII, p. 201.

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    42 SAN GREGORIO MAGNOpoca que el hecho contado anteriormente del monje Juanen el prrafo II, viva en San Andrs otro monje por nom-bre Justo, perito en medicina, el cual sola asistirle y ve-larle en sus frecuentes enfermedades. Habiendo cado estemonje gravemente enfermo, confes a un hermano carnalsuyo que le asista como mdico, haber ocultado en su Bo-tica tres monedas de oro. El hecho vino en conocimientode los dems monjes y se comunic inmediatamente a Gre-gorio. Triste y apesadumbrado el santo por la falta delhermano enfermo, empez a pensar qu saludable peniten-cia debera imponer al culpable para su castigo y enmiendaque pudiese servir al mismo tiempo de ejemplo a la Co-munidad. Llam a Precioso, prior del Monasterio, y ledijo : No permitas que algn monje hable con el enfermo,o le conforte ; que su mismo hermano le comunique la ra-zn de semejante actitud, de suerte que la amargura de susoledad le excite el arrepentimiento de su pecado y puri-fique su corazn. Una vez muerto llevadlo no al cemente-rio comn, sino al estercolero, y haciendo una fosa echadall su cuerpo, arrojando sobre l las tres monedas y di-ciendo todos a un mismo tiempo : Que tu dinero se pu-dra juntamente contigo (Act. Apost. 8, 20). El prior obe-deci y ningn monje volvi a visitar al hermano agoni-zante. Cuando supo ste el motivo de tan inusitado aleja-miento, cay en un profundo abatimiento y dolor, y conesta tristeza expir. Pasados treinta das, se compadecinuestro santo del hermano difunto y quiso aliviarle de lossufrimientos que sin duda padecera en expiacin de suculpa. Llam otra vez a Precioso, prior del Monasterio,y le dijo : Tenemos que ayudar a nuestro hermano y encuanto podamos librarle de sus dolores. Ofrece por consi-guiente por l el santo Sacrificio durante treinta das se-guidos)). La orden fu tambin ejecutada. Celebradas lasmisas, y estando nosotros, aade Gregorio, ocupados enotras cosas sin contar los das, se apareci el monje Justo

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    SAN GREGORIO, ABAD ^3a su hermano carnal y le anunci que haba sido recibidoen la comunin de la Iglesia y era ya feliz.

    La narracin es realmente importante para nuestro pro-psito, pero es preciso tener siempre presente el texto la-tino :

    a) La explicacin ms natural que puede darse a losdos primeros puntos de la narracin en su original latino,es que Gregorio viva en San Andrs cuando ocurri elhecho : Sed neojue hoc silendum existimo quod actumest in meo monasterio ante hoc triennium reminiscor, qu-dam namque monachus Justus nomine, medicina arte fue-rat imbutus, qui mihi in eodem monasterio constituto, se-dulo obsequi atque in assiduis aegritudinibus meis excu-bare consueverat. Gregorio no dice explcitamente, es ver-dad, que el hecho sucedi estando l en el Monasterio, perocreemos que el giro de la frase admite ms fcilmente estainterpretacin que la que sugiere Dom Brechter Peroaparte de esto, es lo cierto que la ancdota tuvo lugar antehoc triennium, es decir, por el mismo tiempo poco ms omenos que el caso ya citado en la p. 38 n. 2, del monjeJuan, cuando Gregorio llevaba vida de Comunidad ; y n-tese que como en aqul, o aun de un modo ms notable,mterviene en las intimidades de la vida monstica. Ade-ms, como en el primero, tambin usa Gregorio en este se-gundo caso de locuciones en forma plural, incluyndose as mismo entre los monjes : de fratre qui nobiscum com-muniter vixerat, ((debemus el (fratri) aliquid impender,et eum in quantum possumus... adjuvaro), unobis autemalia curantibus atque evolutos dies non numerantibus)). Yque conste, no se trata de un plural mayesttico, puestoque en el mismo pasaje Gregorio emplea el singular paraexpresar acciones que le son exclusivas.

    b) Establecida la residencia de S. Gregorio en su Mo-nasterio, podemos pasar a examinar su actuacin y su po-

    ^ Cfr Brechter, War Gregor... p. 215.

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    44 SAN GREGORIO MAGNOsicin con respecto a los monjes del Cenobio. No hay du-da que es la de un abad. Sealaremos los rasgos ms pro-pios a este cargo tal como aparecen en nuestro caso.En primer lugar la falta grave del hermano se le co-munica inmediatamente : mox ut mihi nuniiatum estSi hubiese sido ya Papa, no habra habido necesidad derecurrir tan rpidamente a su autoridad.

    S. Gregorio se contrista al ver que un monje qui com-muniter nohiscum vixerat, que haba vivido hasta enton-ces con ellos la vida monstica, y por tanto tambin connuestro santo, no haba sabido guardar la regla en materiatan importante, y se preocupa del bien espiritual del her-mano y de de los dems monjesLlama entonces al Prior. Segn B.rechter, Maximianosera por aquellos aos el abad de San Andrs. Si Gre-gorio no era el superior, por qu no llam al abad lasdos veces que necesit de l ? Era de hecho el camino msnatural y legal. No, Gregorio se entiende directamente consu Prior. La posicin de Precioso es tambin muy signi-ficativa. Su modo de actuar es el caracterstico de los pre-psitos de los monasterios, que eran a la vez ayudantesdel abad e intermediarios entre l y los monjes Esto

    Lu mismo se observa en la \ ida de S. Benito ; todo se llevainmediatamente a su conocimiento. Cfr. II Dial. 6, p. 89, 14: quodMaurus qiioqLic monachus mox Benedicto Dei famu'o curavit indi-care y 11, p. 98, 6: quod \enorabili pari Benedicto studueruntceleriter cum t^ravi luctu nuntiare . Vase adems Sti. Ben. Reg.cap. 46.

    ^ Cfr. lo que ordena S. Benito al abad en casos semejantes. Sti.Ben. Reg. Cap. 27, 1-3 y 13-27.

    Cfr. I Dial. 7, p. 43 sqq., donde se narran los hechos del santoNonnoso, prior del Monasterio del Soracte y su posicin entre elabad y los monjes. Esta concepcin del prior como auxiliar del abadaparecer ms tarde en la correspondencia de S. Gregorio. VanseEpist. IX, 20, t. II, p. 54 : ...praepositus Lucifer monachus fiat.in cuius requiescere solatio valeat (abbas) , y Epis. VII, 10, t. I,p. 453.

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    SAN GREGORIO, ABADexplica la falta de intercambio y la aparente distancia en-tre Gregorio y sus monjes en el presente caso. Lo mismo,sin embargo, ocurre en diferentes circunstancias en el r-gimen abacial de San Benito : per nuntium... [ratribus nun-tiavi dicens : ... Tune iisdem patcr ad se delaceratum pue-rum deferri iubet. No va l mismo a prevenir el mal queamenaza a sus monjes sino que manda a otro, y despus,ocurrido ya- el accidente, no acude presuroso al lugar delsuceso, sino que ordena traer al desgraciado a su celda.Es el Abad y el Seor S. Gregorio hace lo propio, ypodramos decir que cualquier abad imbuido de la espi-ritualidad y doctrina de la Regula Monachorum hubie-se obrado del mismo modo.

    La posicin de Gregorio como abad se hace ms pa-tente al examinar el castigo que di al culpable. Fu elremedio de la excomunin total de la mesa y del oratorio,tal como sola aplicarse en los monasterios en los casos msgraves. La apreciacin de la gravedad de la falta y eldeterminar la pena merecida dependan del criterio y jui-cio del abad Nuestro santo tiene conciencia de estaresponsabilidad y se preocupa de imponer un justo y gra-ve castigo, teniendo en cuenta no slo el hecho en s sinotambin las circunstancias que lo acompaan. Vale la pe-na de hacer notar en este punto cmo sigui, al parecer,el cdigo penal de la Regla de S. Benito :

    Cfr. il Dial, n, p. 97, 20; 7, p. 90. 3; 34, p 128, 3 sq. Entodos estos casos S. Benito no interviene personalmente, sino que or-dena a otros que cumplan una misin, bien sea con respecto a otrosmonjes, bien con un tercero. .Sobre esta actitud de S. Benito comoseor, cfr. Schuster, La Storia di San Benedetto... p. 238, y NoteStoriche... p. 60. Cfr. .Sti. Ben. Reg. c. 24 ; Stl. Macarii Reg. c. 12, P. L. 103,col. 449 ; Sti. Caesarii Regula Sanctarum Virginum, edic. Morin,1933, p. 8, n. 13 y p. 13, n. 34 ; Reg. Orientalis, 32, P. L. 103,col. 482.

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    40 SAN GREGORIO MAGNOIV Dial. 57.

    ((Vade et nullus ex fralribusse ad eum morientem jungat,nec sermonem consolationisex cuiuslibet eorum ore per-cipiat... ut saltem in mortede culpa sua mentem illiusamaritudo transverberet, at