poesía y posmodernidad

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Poesía y posmodernidad Algunas tendencias y contextos (A propósito del XI Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, 2001) 1 Carlos Fajardo Fajardo POSMODERNIDAD Y FESTIVAL Si existe un festival internacional de poesía que congregue cada año gran variedad y pluralidad de voces poéticas, no dudamos en afirmar que es el de Medellín, Colombia. Su importancia se ha extendido tanto, que ya en muchos eventos poéticos está presente su nombre y reconocimiento. Para los asistentes a este macro-festival es una gran oportunidad de encuentro y amistad como de reflexión sobre el estado actual de la actividad poética. Desde este último aspecto parten las siguientes notas, sobre todo cuando se están operando cambios profundos en las nociones de la poesía tradicional moderna, cambios que en los avatares de principios de milenio constituyen un amplio campo de indagación y preocupación por su infinidad de expresiones. Cierto es que los encuentros de poetas abren puertas a lenguajes extraños o familiares, sirven para alimentar antiguas rencillas entre los excluidos, o bien, estimular un sinnúmero de elogios entre los escogidos. La poesía queda así convertida en un campo de exclusiones e inclusiones, donde el sentido de competencia banal prima sobre su verdadera esencia y trascendencia, marginando lo más contundente de ella, su fuerza subversiva de crear y proyectar la presencia o ausencia de la vida, la fundación del hombre allí donde antes sólo existía el vacío. Pero de esta ingratitud competitiva, de la cual la alimentamos, la verdadera poesía no está dispuesta a ceder su trasparencia, a ser rebajada por las visiones estreñidas de unos cuántos autores que hayan sido o no invitados a los convites colectivos de los encuentros y festivales de poesía. Más que una carrera de caballos, la poesía es una carrera por afirmar la vida ante la marcha asombrosa de la muerte. Grato es reconocerle al Festival de Poesía de Medellín, a su director, el poeta Fernando Rendón y a sus organizadores, el esfuerzo por edificar un espacio donde la convivencia ética y estética todavía posee un aire de gracia frente a las desgracias de nuestras realidades. Grato es saber que -a pesar de las catástrofes o bien por ellas- este “arte u oficio endiablado”, como lo denominó Dylan Thomas, todavía surge del fondo del abismo y construye la cima de la imaginación, de la invención libertaria. Importante reconocer que es también en este tipo de contactos donde se manifiesta el bricolage de formas y procesos nacientes y en mutación en la poesía posmoderna, lo cual bien merece un espacio de reflexión sobre sus proyecciones a nivel global. El Festival de Poesía de Medellín, por su importancia y magnitud, posibilita 1 El Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, se realiza anualmente. En el año 2001 congregó más de 100 poetas de los cinco continentes. Este ensayo, por supuesto, sólo desea pronunciarse sobre algunas tendencias o momentos que se están manifestando como procesos en las poéticas contemporáneas, las cuales pudimos observar en Medellín; sobre todo aquella poesía impactada por los movimientos de la globalización económica y la mundialización cultural y por los cambios de paradigmas que se operan en una modernidad en crisis. No es nuestro propósito abordar la totalidad de las voces escuchadas en el Festival. Nuestro objetivo está más bien en afianzar el análisis de las distintas sensibilidades que han entrado ya a formar parte de la poesía del siglo XXI. Tampoco damos nombres o realizamos una crítica particular de los poetas. Nuestra misión es generar problemáticas y seducir a otros para que las prolonguen.

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Texto de Carlos Fajardo

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Poesía y posmodernidad

Algunas tendencias y contextos

(A propósito del XI Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, 2001)1

Carlos Fajardo Fajardo

POSMODERNIDAD Y FESTIVAL

Si existe un festival internacional de poesía que congregue cada año gran variedad y pluralidad

de voces poéticas, no dudamos en afirmar que es el de Medellín, Colombia. Su importancia se ha

extendido tanto, que ya en muchos eventos poéticos está presente su nombre y reconocimiento. Para los

asistentes a este macro-festival es una gran oportunidad de encuentro y amistad como de reflexión sobre

el estado actual de la actividad poética. Desde este último aspecto parten las siguientes notas, sobre todo

cuando se están operando cambios profundos en las nociones de la poesía tradicional moderna, cambios

que en los avatares de principios de milenio constituyen un amplio campo de indagación y preocupación

por su infinidad de expresiones.

Cierto es que los encuentros de poetas abren puertas a lenguajes extraños o familiares, sirven

para alimentar antiguas rencillas entre los excluidos, o bien, estimular un sinnúmero de elogios entre los

escogidos. La poesía queda así convertida en un campo de exclusiones e inclusiones, donde el sentido de

competencia banal prima sobre su verdadera esencia y trascendencia, marginando lo más contundente de

ella, su fuerza subversiva de crear y proyectar la presencia o ausencia de la vida, la fundación del hombre

allí donde antes sólo existía el vacío. Pero de esta ingratitud competitiva, de la cual la alimentamos, la

verdadera poesía no está dispuesta a ceder su trasparencia, a ser rebajada por las visiones estreñidas de

unos cuántos autores que hayan sido o no invitados a los convites colectivos de los encuentros y festivales

de poesía. Más que una carrera de caballos, la poesía es una carrera por afirmar la vida ante la marcha

asombrosa de la muerte.

Grato es reconocerle al Festival de Poesía de Medellín, a su director, el poeta Fernando Rendón

y a sus organizadores, el esfuerzo por edificar un espacio donde la convivencia ética y estética todavía

posee un aire de gracia frente a las desgracias de nuestras realidades. Grato es saber que -a pesar de las

catástrofes o bien por ellas- este “arte u oficio endiablado”, como lo denominó Dylan Thomas, todavía

surge del fondo del abismo y construye la cima de la imaginación, de la invención libertaria. Importante

reconocer que es también en este tipo de contactos donde se manifiesta el bricolage de formas y procesos

nacientes y en mutación en la poesía posmoderna, lo cual bien merece un espacio de reflexión sobre sus

proyecciones a nivel global. El Festival de Poesía de Medellín, por su importancia y magnitud, posibilita

1 El Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, se realiza anualmente. En el año 2001 congregó más de 100 poetas de los cinco continentes. Este ensayo, por supuesto, sólo desea pronunciarse sobre algunas tendencias o momentos que se están manifestando como procesos en las poéticas contemporáneas, las cuales pudimos observar en Medellín; sobre todo aquella poesía impactada por los movimientos de la globalización económica y la mundialización cultural y por los cambios de paradigmas que se operan en una modernidad en crisis. No es nuestro propósito abordar la totalidad de las voces escuchadas en el Festival. Nuestro objetivo está más bien en afianzar el análisis de las distintas sensibilidades que han entrado ya a formar parte de la poesía del siglo XXI. Tampoco damos nombres o realizamos una crítica particular de los poetas. Nuestra misión es generar problemáticas y seducir a otros para que las prolonguen.

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que los poetas y los estudiosos de la poesía encuentren en él todo un extenso territorio para sus

averiguaciones e interrogantes. El presente ensayo trata de aproximarse hacia algunas tendencias que en

la XI versión del Festival se observaron entre la inmensa variedad de voces. Indaga también sobre las

rupturas operadas en los últimos años por la poesía posmoderna, cuya calidad o no, es uno de los aspectos

que aquí se cuestionan.

La posmodernidad, en todos sus órdenes, evidencia una fractura de los fundamentos óntico-

epistemológicos sobre los cuales por más de doscientos años nos levantamos, y proyecta su imagen de Big

Bang por las superficies y las profundidades de la cultura. No está exenta la poesía de esta fragmentación

en una posmodernidad activa y vigente. Originada por la crisis de los macro-relatos modernos, hija del

nihilismo decimonónico, la posmodernidad actúa ahora como nómada sin brújula, se pierde para

encontrarse, se expresa en una multiplicidad de situaciones ambiguas, contradictorias y contingentes en

todos los ámbitos. Disidente de las utopías modernas y de las vanguardias, lleva sin embargo, como hija

pródiga y adolescente, el sello de su casa original: la modernidad nihilista y crítica. Ha cambiado de actitud;

ya no cuestiona propositivamente, se relaja; no critica en pos del futuro, se sintetiza en la inmediatez

temporal; ya no se desengaña con un nihilismo combativo, se alimenta de su pasiva espectacularidad. La

posmodernidad avanza con pies livianos por pesadas piedras. Su levedad es sospechosa cuando la

gravedad de la historia actual quizá no esté para levar el espíritu hacia intenciones posmetafísicas. De allí

la imposibilidad de que se constituya en una nueva utopía histórica, y más bien sirva para nutrir una utopía

individualista y tecno-virtual ensimismada. Su fuerza seductora no la extrae de los componentes de la

modernidad de aventura y triunfante, sino del eclipse racional convertido ahora en mercado. Si algo ha

inventado, es un nuevo macro-proyecto o Gran Relato: el consumo, junto a todas las lógicas

del Marketing transnacional. La política, la cultura, lo ético-estético y lo cotidiano cambian de piel y se

metamorfosean ante semejante proceso que se introduce en todo cuerpo social. En medio de estas

mutaciones la poesía habita. Es este el tiempo de realizar los inventarios de sus ganancias y pérdidas; es

este el tiempo para mirarse en el espejo de sus voces, reclamando como nunca la presencia de una

inteligencia crítica, escrutadora y valiente; tiempo de hacer cuentas y procurar rescatar lo que a la poesía

le es más beneficioso: su profundo amor por la indagación y el cambio. Pero si estos son tiempos de

alteraciones paradigmáticas ¿dónde situarse para escuchar el agudo sonido que produce la gran explosión

de las visiones poéticas? Quizá viviendo tanto en el adentro como en el afuera de las conflagraciones. Así

la poesía, que es crítica-creativa por antonomasia, no deberá bajar los brazos ni ser víctima de la atmósfera

de relajación en esta perpetua fluidez de la posindustrialización en red. No de otra materia y espíritu está

creada la verdadera poesía. Desde su sitio de vigía solitario, ve cómo el ritmo de la globalización

económica y de la mundialización cultural la rondan y seducen, la manipulan y rebajan a simple

acompañamiento trivial, a ornamento efímero y telón de fondo insignificante. He aquí su contradictoria

tragedia: por una parte, todavía hace escuchar su grandeza como interrogadora, imaginativa y fundadora

de realidades; por otra, se constituye en cenicienta fáctica para las leyes de una racionalidad atroz e

instrumental. Entre la subversión y la conciliación colaboracionista vive su drama. Entre su condición de

fiera crítica y una timidez flaca, seducida por el mundo del mercado, ella fluctúa. Estas son algunas de las

tendencias que en el Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, se fueron descubriendo.

Detenidos frente a tantas mutaciones y procesos nuevos, se escriben estas reflexiones como una

aproximación al abanico diverso y extraño de la actual poesía.

CAMBIO DE PARADIGMAS CAMBIO DE SENSIBILIDADES

En tiempos de crisis y relajación vanguardista, la poesía posmoderna parece caminar hacia una

búsqueda demasiada ambivalente, donde su compromiso con las ideas de exploración e indagación

naufragan sobre una superficialidad extravagante y sin resultados altamente estéticos. De la

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experimentación vanguardista pasa a un experimentalismo ligero y efímero de lo eficaz y lo útil. Eficaz

para la inmediatez del instante publicitario; útil para la estetización del consumo a nivel global. Si es cierto

que se agotaron las vanguardias, sus conceptos de cambio, su ideología de ruptura y heroísmo histórico;

si entramos a un tiempo donde los conceptos de trascendencia, sublimidad, autenticidad, originalidad,

monumentalidad e individualidad creadora, tan importantes en la edificación de las estéticas y poéticas

modernas, se han desgastado, también es cierto que esta relajación de las vanguardias ha posibilitado el

surgimiento de nuevas categorías estéticas desde las cuales se construyen hoy por hoy algunas obras.

Cambio de paradigmas: improvisación versus disciplina, discursos blandos versus discursos duros;

ligerezaversus experimentación; hedonismo permanente versus revolución permanente;

ornamento versus monumento estético; entronización del instante versus compromiso

futurista; marketing estético versus sublimidad; inmediatismo versus proyecto; mínimo de resistencia,

máximo de indiferencia. (Cf. Fajardo Fajardo Carlos. El abismo Presentido. Cartografías de las sensibilidades de

fin de siglo. En Revista Espéculo. Universidad Complutense de Madrid.

(http://www.ucm.es/info/especulo/numero13/cfajardo.html).

De esta manera debemos indagar el panorama de la poesía de finales del siglo XX y principios

del XXI como un prisma que se deconstruye constantemente, provocando otras miradas y ajuste de

nuevos instrumentos para su observación e interpretación. Imposible entrar a ella con los viejos esquemas

de la modernidad triunfante; imposible abordarla con las teorías literarias tradicionales del siglo XX. Aquí

hay algo que requiere un estudio más agudo y de mayor correspondencia con su desenvolvimiento; un

análisis que esté acorde con las múltiples fragmentaciones que en la concepción orgánica del arte se ha

operado y con la exploración de nuevas sensibilidades manifiestas en la poesía de última hora.

Heterogeneidad, pluralidad, discontinuidad, simultaneidad, bricolage, inestabilidad, dispersión,

imprecisión, lo contingente, indecibilidad, lo arbitrario, entre otras, son algunas de las nuevas categorías

que se manifiestan en el arte y la poesía contemporáneos, las cuales conectan con otras visiones sobre el

mundo y diversifican su estudio.

Es desde aquí de donde se debe entender el nacimiento de un arte y una poesía no “orgánica”

en el sentido clásico y moderno, sino híbrida, multifacética y polifónica que procura construir un “no

estilo”, o bien, una gama de múltiples posibles expresiones. Al disolverse la “Magna Aesthética”, se

propone el fin de los sistemas poéticos totales de donde nacen ciertas micro-estéticas en contraposición

a las macro-utopías vanguardistas. La poesía actual no posee la llamada “voluntad de estilo” que tanto

desveló a los modernos. Ante la homogeneización de las formas, desea la heterogeneidad del “Todo es

apto” y del “Todo se acepta”; frente a la racionalidad unitaria de los Universales Estéticos, se impone el

reto de descentrar los referentes legitimadores de la modernidad artística; en relación con el concepto de

“pincelada individual distintiva” (F. Jameson) formula la Multimedia de la estetización cotidiana, asumida

como un “nuevo estilo” o “estilo del no estilo”, un nomadismo estético.

Sin embargo, debemos anunciar los peligros de la feliz aceptación del slogan “todo es apto”,

instaurado como posibilidad libertaria en la poesía.2 De allí que nuestra inquietud está en averiguar hasta

qué punto esto favorece la producción de una poesía de alta calidad, o más bien, sirve para dar licencia a

una mediocridad legitimada por un concepto demasiado ambiguo como confuso. Si “todo vale” en la

poesía -justificado por la quiebra de los grandes proyectos de una estética universalista y unitaria - ¿vale

2 Esta búsqueda libertaria del poeta está en sintonía con la democracia Iluminista, con el subjetivismo romántico y la autonomía del sujeto creador para trabajar con los materiales y formas que desee, lo que afianza una ética de la tolerancia activa en el arte. De allí que esta categoría del “todo es Apto”, la cual la posmodernidad hace suya, tiene en realidad profundas raíces en las concepciones estético-poéticas modernas, pero su tratamiento ha sido tan masificado que sus resultados dejan mucho que desear.

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que aceptemos una poesía que colabora con la basuralización cultural? ¿Dejamos que las hibridaciones

lleguen al extremo hasta aceptar cualquier proceso multimediático, pirotecnia del lenguaje y pastiche

estético como buena poesía? Cierto es que aquí se hacen manifiestas más las leyes del mercado y del

consumo que las visiones poéticas. Triunfo de los imaginarios posindustriales del consumo, uso y

desecho, globalizados como algo cotidiano. La poesía entra a ser parte del juego transnacional que ofrece

“una gran variedad de lo mismo”. Sea mediocre, ligeramente aceptada o no, lo importante es que se

consuma y elija entre la multitud de productos del hipermercado cultural. La relajación de calidad

entonces impera, imponiéndose como norma la masificación para entrar al juego de la oferta y la

demanda. De todo esto, la poesía es, entre todas las artes, la que menos sale beneficiada.

Por su exploración esencial, la poesía exige lectores no públicos; indagadores amorosos y no

masas indiferenciadas, lo que registra un nuevo drama para la estética tradicional moderna. La

masificación banal desfavorece en gran parte a la intimidad de la poesía y a su recogimiento en el silencio,

más aún cuando ésta exigencia de silencio creador se muestra como algo problemático para una sociedad

azotada por el ruido mediático. La poesía - al menos el paradigma de poesía construido por la modernidad

triunfante - sufre así otra suerte de transformación y va siendo alejada cada día de un “público lector”,

marginada (esta vez con mayor fiereza que siempre) de los centros de atención, rezagada por industrias

culturales más fuertes y eficaces en el mercado. Al sentirse sitiada en su soledad, la poesía posmoderna,

en su gran mayoría, ha entrado al juego global, pero muchas veces deponiendo sus armas y resignándose

a ser manipulada, seducida por los imaginarios del éxito, la fama, la celebridad y el sensacionalismo que,

como simulacros culturales, ofrece lo mass mediático. Cambio de paradigmas, cambio de sensibilidades.

LA POESÍA LIGHT: IMÁGENES DE PASARELA

Paralelo a la caída de las utopías modernas de aventura, se resquebraja también la imagen del

poeta. Entra en escena un poeta discreto, más espectacularizado que comprometido, arrojado a las esferas

de lo efímero y sensacionalista. Víctima de la memoria inmediatista, a éste se le olvida y archiva pronto,

cambiándosele muchas veces por otras estancias seductoras. Apabullado por los mecanismos de lo

audiovisual, queda confinado a deambular sin rostro en medio de una estética posindustrial que favorece

al pragmatismo utilitarista, efectivo y eficaz de la seducción telemática. La publicidad desea ciudadanos y

consumidores que aplaudan no contenidos ni argumentos sino lo que fascina por su inmediatez. De allí

el dilema del actual poeta: ¿utilizar también el marketing publicitario, la teatralización seductora para atraer

a las “mayorías"? ¿Integrarse a la espectacularización como un componente más del Jet, la moda, el

turismo y las agencias globales, o proseguir con los paradigmas de ruptura, autenticidad y pulsión

individual creadora, tan caros a los neo-romanticismos vanguardistas? Efectivismo efímero versus poesía

efectiva y transformadora.

Enorme pluralidad de las búsquedas; individualización masiva de los gustos. Al poeta actual se

le exige ser creador de “mensajes ligeros”, ingrávidos y favorecer la ley del mercado que propone “dar a

cada uno según sus preferencias” (A. Heller), preferencias desde luego administradas por la oferta de

gustos ya establecidos.

De manera que al poeta, hijo de estos nuevos contextos, se le arrincona y se le ofrece a cambio

de su provocadora fuerza de invención contestataria, el plácido sabor del éxito, del exhibicionismo,

alimentando un narcisismo e individualismo incivil ensimismado. De este modo, pasa de las Batallas de

Ideas a las Batallas de Imágenes Visuales en Pasarelas. “Para ser aceptados por la circulación, deben ir a favor

de la corriente, casi mecerse en ella. Sólo así se convierten en noticia. Levantar banderas cara al viento

que sopla es un riesgo inútil, derriba a esos que intentan avanzar contracorriente” (Massó, 2001, 77).

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¿Poesía de colaboracionistas y conciliadores? En el poeta posmoderno light, la pulsión crítica provoca

más bien re-pulsión.

Para lograr este acontecimiento publicitario, o motivar la seducción y el aplauso a una obra a

veces de sospechosa calidad, se atiende más al número de públicos que la mencionan que a sus lectores

reales; a un triunfalismo momentáneo que a su verdadera permanencia poética. Es decir, se debe estar de

acuerdo con la lógica de la cultura light, la cual posee sus pedagogías y literaturas de la disipación. Libros

de encargo, diseñados previamente para un cierto público consumidor que no desea, por supuesto,

compromisos ideológicos; editoriales que impulsan literaturas y poéticas de autoayuda, sensibleras,

efectistas y pobres estéticamente. La obra poética pasa a ser diseñada, pensada no por el poeta, sino por

el director, empresario y ejecutivo de la editorial. ¿Muerte del sujeto creador? También aquí se manifiesta

el bricolage entre el poeta y su agente de publicidad, promotor y diseñador. Estetización masiva del poeta

autónomo y creador moderno.

Como resultado tenemos una poesía que ingenuamente desea hacer parte del mercado de

famosos, y que -insistimos- quiere dar al público lo que éste espera. Poesía de un lirismo trivial, paralelo

a la puesta en escena de un intimismo entretenedor, telemático light. Así, la iconosfera tecnológica, con

su discurso de impacto inmediato, se introduce en una poesía de corta vida, como las noticias. Al

pretender competir de igual a igual con el mercado de las demás industrias culturales (TV, cine, moda,

turismo, vídeo, word music, etc.) la poesía entra a una especie de disolución y pérdida de su función de

interrogadora y fundadora de realidades. Teme de esta forma expresar lo inexpresable, descifrar lo cifrado,

llegar a la “otra orilla”. Pierde, pues, su capacidad mistérica y poético-simbólica de traspasar el umbral y

llevar, hasta las últimas consecuencias, a la imaginación creadora. La poesía, al caer en la cultura light,

disuelve la fuerza exploratoria y transgresora de los órdenes históricos y metafísicos para sumirse con una

placidez relajada y somnífera en un juego de imágenes y fantasmagorías con lugares comunes sin

consistencia, siendo víctima de una escenografía lumínica, creada por el simulacro del mundo del

mercado. En esta atmósfera, la esencialidad poética como indagación queda reducida a ruina, mientras

que la exaltación a la des-realización de lo cotidiano, llevada al límite, es un augurio de éxito. La cultura

mediática invade cada vez más a la poesía que, como todos los productos culturales, se ha convertido en

“objeto de diversión, de risa y de aplauso o silbido” (Massó, 158), amistándose con algunas formas de

farandularización del arte en esta época transnacional.

POESÍA, TEATRALIZACIÓN Y FARÁNDULA

La palabra poética ha cedido su puesto a la imagen visua; el discurso poético al espectáculo

fetichista fascinador. Como toda publicidad y producto de mercado, busca el efecto en un público que

aplauda, seducido por la puesta en escena de sus happenings a.rtificiales. Así, la poesía circula como

artefacto del mercado puesto en escena, teatralizada en performances, instalaciones y reality show muchas

veces de baja factura estética. A dedicarse al puro juego escénico y no asumirse también como juego escritural,

se anula en ella la atmósfera lecto-escritural, al texto producido con palabras. Estas quedan, por la

teatralización, reducidas a telón de fondo, perdiendo su protagonismo esencial de creadoras de realidades

simbólicas y lingüísticas. ¿Qué pasa entonces con la lectura privada o en público del poema? Se le

discapacita como productor de sentidos simbólicos, confinándosele a una acción íntima, supuestamente

superflua e inútil, pues sólo lo masivo y espectacular es efectivo en estas cartografías publicitarias.

Nietzsche, quien fue crítico de la “teatrocracia”, de la “moral de rebaño” y de lo masivo, intuyó de forma

sorprendente el paso de un nihilismo combativo artístico a este nihilismo del desencanto pasivo. “La

teatrocracia, escribía, es una forma de democracia en las cosas del gusto, es una rebelión de las masas, un

plebiscito contra el buen gusto”.

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El poema como tal (escritura, lectura, voz interior, diálogo, escucha…) se sorprende al ser

suplantado por un happening constante y unas performances mediocres que hacen juego a la estruendosa

sociedad del ruido posindustrial globalizada. En busca del aplauso, del éxito, la marca y un futuro de

adulaciones por parte del establecimiento, el poeta se rebaja a ser bufón de la corte mediática para no ser

víctima de un pronto olvido. Asegura con ello su imagen pública y olvida la lucha por la indagación

poética. Lo público entra a gozar de privilegios, apabullando la soledad solidaria que sostiene toda vida

poética. En este proceso sólo se observa la batalla por tratar de dejar en el escenario una imagen teatral

más eficaz, exhibicionista, más extasiada que la del “competidor “ de turno, es decir, el otro poeta. Cada

recital donde la “teatrocracia” está presente, se vuelve una competencia de aplausos. El valor del poema

o del poeta se obtiene por la capacidad de seducción que impone su happening. Lo cuantitativo espectacular

supera lo cualitativo de la palabra. Ello no significa, para nada, que el poeta, por el número de aplausos

que recibe, sea una alta voz en medio de esta espesa nebulosa teatral. Más bien significa que, por una

parte, a la poesía le ha tocado entrar al juego de las leyes de la publicidad y espectacularizar su gracia,

negando quizá la capacidad de seducción que ella lleva en sí misma desde el recogimiento creador y, por

otra, que el público posmoderno es un público educado y moldeado en su sensibilidad por lo mediático,

alfabetizado en la cultura del espectáculo y del aplauso sensacionalista.

A todo esto, ¿qué pasa con la poesía del silencio? ¿Con la poesía de la intimidad dialogante,

surgida del recogimiento entre texto, autor y lector, edificados en una sola entidad estética? ¡Se impone

una poesía estridente, que sólo entusiasma por su languidez teatral y que manifiesta una desfachatez

relajada, despreocupada por la edificación de una gran poética!

En esta edad del comerciante y del bufón, la poesía se faranduliza con su juego de palabras y

escenas fáciles de digerir, mostrando un deprimente espectáculo. Despoetización de lo poético y

poetización de lo light. Esto no quiere decir que nos opongamos a la fusión de las artes y a la hibridación

de los géneros, lo cual, realizado con alta calidad y con gran conocimiento del proceso, sirve para superar

algunas fronteras estéticas y favorece el descubrimiento de nuevas posibilidades artísticas. Lo que aquí se

cuestiona es la facilidad con que se entrega toda pulsión poética a las leyes de una espectacularización

mediocre, la cual concibe el arte como adorno decorativo y ornamento artificial. Se sabe que las

hibridaciones o mezclas de géneros y estilos provienen de la concepción estética romántica sobre la

unidad de las artes, donde las manifestaciones artísticas se congregan en la poesía, la cual es común a

todas ellas por encima de sus diferencias formales. La poesía adquiere categoría de Fundamento estético,

unificando las artes en un “continuum” hasta lograr la obra de arte total. Esta concepción estético-

metafísica progresiva del arte y de universalismo poético, convertida en utopía moderna (el poetizar la

sociedad y socializar la poesía) se ha mutado en la posmodernidad por una estetización vacía de fuerza

sublime ante lo infinito y lo universal, cuyos resultados son la vacuidad de una tolerancia pasiva y la

coexistencia pacífica conciliadora que se olvida de “unificar la liberalidad absoluta con el rigor absoluto”

como exigía el romántico alemán Friedrich Schlegel. Las hibridaciones entre los géneros de última hora,

ignoran esa fuerza crítica y creativa que debe acompañar a las nuevas manifestaciones artísticas, producto

del pluralismo estético.

En esta estetización se acepta toda acción como una acción artística y ya conocemos sus

resultados. Se produce una “Estética del acontecimiento” y del efecto donde cualquier cosa o ejercicio físico

puede convertirse en objeto artístico y ser considerado de buen gusto y agradable. (Cf. Marchán Fiz, Sf.

106-107). “Estética del acontecimiento” sensacionalista como los Ready-Mades. Pero si en Duchamp este

acontecer libera al objeto o a la acción física de todo propósito práctico y funcional, constituyéndose

en artefacto artístico, puesto a vagar sobre el “planeta de la estética” (Marcel Duchamp), no pasa lo mismo

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con la poesía light farandularizada. Antes que sustraerse del mundo funcional del mercado, ella queda más

bien fascinada por el utilitarismo pragmático de su acción en el Spot publicitario. La estetización cumple

aquí su cometido: fusiona utilidad, arte y mercado. El argumento kantiano del “arte como finalidad sin

fin”, sin propósito práctico y útil, se supera aparentemente en la estética y poética light gracias a las

hibridaciones que se manifiestan en la globalización económica y en la mundialización cultural. La poesía

se funde así con la alta costura, los autos, el turismo, las Top Models, el Hit parade. Es decir, farándula,

poesía y mercado se constituyen en mundos paralelos, si no similares, gracias al macro-proyecto en red

del consumo.3

Al ponerse de actualidad estas fusiones, es la palabra viva del poema y del poeta la que declina

ante la imagen visual. El lenguaje poético es reemplazado lentamente por una teatralización casi

esquizofrénica, subsidiada por una cultura telemática, la cual logra realizar algo impensable en la tradición

poética moderna: saltar de las Top Models del Fashion internacional a los nuevos Top models poéticos y

políticos, es decir, superar la palabra por la imagen contundente y fascinante. “Para el Top internacional

el dilema de la comunicación audiovisual se ha resuelto por la amputación pura y simple de la palabra”

(Virilio, 1999, 82).

POESÍA Y CIBERCULTURA: LOS CIBERPOETAS

Hemos entrado a familiarizarnos con los impactos que las tele-tecnologías y la cibercultura

producen en las esferas artísticas. Esta revolución microelectrónica cambia cantidad de categorías con las

cuales hasta ahora habíamos pensado la poesía. Interesante observar cómo en los encuentros y festivales

de poesía se le está dando especial participación y escucha a estas nuevas formas de exploración poéticas,

las cuales más que analizarlas con un moralismo tecnofóbico, debemos acercarnos a ellas rescatando las

posibilidades de los diferentes lenguajes que en el fondo proponen los ciberpoetas. Ni apocalípticos ni

integrados queremos ser al realizar una aproximación a estas tendencias tecno-imaginativas; ni

conciliadores ni radicalmente resistentes, sólo tensos y expectantes, asumiendo la vigilancia con ojos

críticos, pues si algo poseen estas iconosferas es su capacidad de seducción y embrujo. De allí que

aceptemos la frase de Mc Luhan, pronunciada en 1973, a los tecnofóbicos radicales: “los hombres de

formación literaria no entienden la TV, ni la radio” y es probable que actualmente no entiendan la

Internet.

La poesía posmoderna hace parte de toda esta gama de cultura audiovisual y se integra a la

fotografía, el cine, las ilustraciones informáticas, páginas web, a revistas digitales, hipertextos, etc. Se ha

desplazado de Guttenberg hacia la galaxia digital. Los poetas actuales, educados y casi alfabetizados por

la cultura mediática, se han nutrido de la exaltación de la imagen; su modo de sentir y percibir es

audiovisual. Este proceso educativo ha llevado a reconsiderar las teorías poéticas pensadas antes de que

3 Unida al liberalismo burgués y a los intereses del capital, la noción de lo Bello se reducía ya en el Empirismo de Hume a la utilidad y a lo que daba placer a partir del interés del propietario. El valor del arte se daba por su posesión y utilidad práctica. El “desinterés estético” es la antípoda de estas teorías de nociones comerciales, es un reto a la ideología burguesa de la posesión privada y a la instrumentalización de la obra de arte, pues separa lo estético de la utilidad, reivindicando la creación y contemplación desinteresada. Consolidada por Edmund Burke esta concepción estética llega hasta Kant. Las reflexiones de Kant sobre el Juicio de gusto estético desinteresado, plantean ya las contradicciones que en los siglos XIX y XX se harán manifiestas en las estéticas puras y las estéticas de las industrias culturales. La disyuntiva entre el funcionalismo y la forma o entre la utilidad por encima de la forma artística, llevará a Kant a elaborar su teoría del arte como finalidad sin fin o meramente formal, en la cual el gusto no está basado en la utilidad ni en la posesión, sino en su contemplación desinteresada. En la posmodernidad posindustrial la finalidad de la obra queda convertida en una estética del efecto publicitario gracias a la lógica del mercado, donde es el consumo el que da la pauta para el juicio de gusto.

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la cultura estuviera inundada de “guerras blandas” y redes o por la inmediatez, lo instantáneo, la ubicuidad

y la aceleración telemática.

Entre los conceptos poéticos que se comienzan a mudar, está el de autenticidad personal, solitaria

y contestataria al mundo burgués capitalista, tan propios del poeta vanguardista. El joven ciberpoeta no

teme hacer parte de la imagen pública y convertirse en noticia o marca efímera. Tal vez no desea

permanecer en la memoria histórica, sino en la memoria fugaz de las redes blandas. Su trascendencia está

marcada por lo que puedan perdurar sus textos en la red. La memoria aquí muta también de significado:

es una memoria global inmediata, heterodoxa, simultánea, ubicua, contraria a la memoria grávida, crítica,

que construyó los conceptos de “actor social”, “necesidad histórica” y “heroísmo histórico”, tan caros a

los siglos XIX y XX.

Con el predominio de la iconoadicción, el poeta ciber también ha ido cambiando el concepto de

lecto-escritura. La sensibilidad hacia lo mediático establece ciertos códigos que se integran al acto

escritural, códigos observados en las páginas web y revistas digitales. Tránsito de lo verbal a lo icónico.

De la homogeneización lecto-escritural a la heterogeneidad hipermedia. Poesía para lo presente. El

“ahora” adquiere mayor importancia que el “aquí” en la omnipresencia del tiempo real para los

ciberpoetas. Cambio de noción sobre el tiempo. Al suprimir casi toda preocupación por el futuro, sólo

queda la entrega total al instante, a la perpetuidad fugaz. La poesía se hermana con los deportes límites,

extremos. Poesía extrema, a veces con matices tremendistas.

La vivencia del “instante” ha sido exaltada, a través de la historia de la poesía moderna, como

una fuerza permanente de afirmación vital por parte del poeta. La conciencia de la mortalidad y de la

inevitable presencia del fin, lleva implícito la angustia que promueve una rebeldía metafísica artística. Vivir

la “eternidad del instante”, “vivir en poeta”, “atreverse a vivir la poesía” más que frases son posiciones

ético-poéticas donde se invita asumir la intensidad de la vivencia como sujeto autónomo, temporal e

histórico. La poesía moderna hizo de tal actitud una propuesta contestataria, contracultural, poniendo en

tela de juicio la vida pacata, normativa y esclava de las leyes burguesas. Sin embargo, el “ahora” del joven

posmoderno, no integra la fuerza de rebeldía metafísica ni histórica. Vive el instante sí, pero un instante

que no se perpetúa ni et.erniza. No existe aquí esa “consagración del instante” como la denomina Octavio

Paz. Las luchas del poeta moderno por instaurar presencias donde antes existían ausencias; por eternizar,

a través del lenguaje, lo que se fuga, toman otros matices en la ciber poesía y en la pantallización cultural.

El tríptico del mercado global: consumo, uso y desecho, ha sido asimilado por las sensibilidades hasta ser

producido como imaginario cultural y estético. La poesía posmoderna fluye familiarizada con esta

atmósfera posindustrial, la cual no desea trascendencia artística ni permanecer en la memoria histórica.

Artes límites, artes extremos. La perpetuidad del instante, que tantos traumas causó a los artistas

modernos, se rechaza o ignora con una mueca cínica -que no irónica - en estos mapas ciber estéticos con

sus tecnologías de la aceleración.

Poesía y tecno-imaginación; poesía de procesos multimediáticos (palabra, sonido, expresión,

movimiento, duración) la cual fragmenta los regímenes estéticos tanto clásicos (objetuales) como

modernos (subjetivos), predominando el proceso sobre el objeto y el sujeto e imponiéndose

el zapping hipertextual como medio para elaborar la obra de arte.4

4 Estas fragmentaciones que desaparecen de forma casi total las ideas de creador individual, generan la idea de autor colectivo integrado al programador. El poeta puede ahora hacer uso de cualquier medio para llevar a cabo su obra. Del oficio autónomo artístico, se pasa al de generador del Zapping. De tal manera que, hoy por hoy, la obra poética, como bien lo ha escrito Marcelo Walter Bruno, “no puede esperar ser una obra acabada (cerrada) ni mucho menos pulida; ésta es siempre ‘infinita’, un análisis ‘exterminado’ en oposición a un ‘terminado’ (1996: 164). No existirá

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Los ciberpoetas actuales están captando una telépolis transnacional y su percepción se procesa

en red, construyendo el sueño de estar en todas partes y en ninguna. Poetas de un mundo desgravitado y

telepresencial. La tecno-virtualidad y la tele-globalización están produciendo unas poéticas que no

habíamos ni siquiera sospechado. Flujo, aceleración, velocidad, posibilitan que hablar desde la percepción

del objeto real - que tanto nos dijeron los antiguos y modernos - se comience a escuchar como algo

extraño. ¿No se estará gestando una poética con sensaciones virtuales y percepciones telemáticas en red?

La virtualización del mundo, aceptada por el colectivo, hace parte de la cotidianidad del ciberpoeta. Poetas

en línea construyendo metáforas sobre el ciberespacio y los ordenadores. Si los juzgamos con los

paradigmas de la modernidad estética, seríamos probablemente injustos con los cambios de sensibilidades

que están proyectando formas diversas en la obra de arte. Habrá que esperar algún tiempo para que estos

nuevos lenguajes y procesos se afiancen y desechen tanta basuralización como la que en algunas revistas

electrónicas actualmente encontramos.

Ante la ciudad global, en un futuro cercano, el poeta será ciudadano virtual. Por la velocidad

¿perderá la capacidad de pertenencia y participación a un territorio y de distancia? Junto a esto, los

conceptos de realidad y grandiosidad de la naturaleza se disuelven fácilmente por las tecnologías

electromagnéticas. El anonimato y la soledad del poeta futuro estarán dados por la sensación de

encarcelamiento en un mundo reducido y casi liquidado en su extensión planetaria por las redes. Si el

sentido actual de anonimato es el confinamiento en medio de la expansión activa de las ciudades, al poeta

futuro se le abrirá la posibilidad de dominar en el “ahora” las distancias y, por lo tanto, de disolver la idea

de espacio extensivo. De allí el cambio de concepto de anonimato: un poeta anónimo virtual en la

megápolis global intensiva. Poetas de la velocidad que nos hablarán y se horrorizarán quizá de las guerras

electrónicas, de las democracias virtuales, de bombas informáticas, de las clonaciones y de la difícil tarea

de distinguir entre humanos y replicantes por los avances de la bio-tecnología.

Nuevos escenarios esperan a los poetas. Escenarios de flujos y redes en las telépolis

desterritorializadas, descentradas e híbridas. Sus imágenes, los códigos de habla urbana, surgirán de la

virtualización de lo social. Los poetas actuales, y más en el futuro, están generando un gran gusto por lo

ingrávido, lo leve, contra la monumentalidad de la estética moderna. Multimedia de sentidos, poesía en

multimedia, creando imágenes blandas, volátiles, veloces, donde el zapping es un deber ser para su lecto-

escritura. Poeta collage, poesía en bricolage. Poesía de lo inmediato, de la memoria instantánea global,

decíamos arriba; poesía del acontecimiento telepresencial donde las manifestaciones reales se reemplazan

por pixeles en aceleración. Poesía del tiempo-luz, de la energía en información. “El arte ya no habla más

del pasado, ni representa el futuro, se convierte en el instrumento privilegiado del presente y de la

simultaneidad” (1998, 138).

POESÍA EXPERIMENTAL POSMODERNA

Poemas Performances, Poesía Fónica, Polipoesía, Poesía Fractal, Holopoesía, Poemas Objetos, Videopoesía,

Poemas Plásticos…son algunos de los multiprocesos de experimentación que se están produciendo en las

poéticas posmodernas. Hijas de la hibridación de los géneros y proyectadas en una escenografía cultural

original de la obra, ni copia. Cualquier imagen será programada, modificada, obtendrá su valor por el hecho de ser procesada y transformada cuantas veces se desee. Secularización tecnomediática y colectiva donde el Aura de lo personal y lo original del arte, en la época de la reproductividad tecnológica, va desapareciendo paulatinamente. Arte global y globalización del arte, peligrosa o milagrosamente masivo, tejido y prisionero en la red de redes y sus sistemas. (Fajardo Fajardo, Carlos. Hacia una estética de la cibercultura. En: Revista Espéculo. Universidad Complutense de Madrid. http://www.ucm.es/info/especulo/numero10/est_cibe.html)

Page 10: Poesía y posmodernidad

de la descentralización y ruptura con la concepción unitaria y orgánica del arte moderno, son estas

poéticas la mayor garantía de expresión de libertad imaginaria, cuyos antecedentes se pierden en la niebla

de los tiempos. Se sabe que casi todas las vanguardias propugnaron por llevar a cabo un

“experimentalismo” en las producciones artísticas, muy unido a la idea de experimento científico-técnico

de principios del siglo XX. Dadá, Surrealismo, Futurismo, Expresionismo, Ultraísmo, Creacionismo,

lograron fusionar géneros y discursos diversos que se creían incompatibles, pero que producían un efecto

seductor, mágico y maravilloso. Así, las diversas artes se conjugaron para crear una polifonía multi-

estética, multi-sensitiva. La Poesía Experimental, manifiesta en la posmodernidad, ha continuado

indagando en los procesos de hibridación de los géneros.

Estos procedimientos sincréticos han creado, por ejemplo, la llamada Poesía Sonora, cuyos

orígenes se remontan a tiempos antes de Cristo, con las composiciones denominadas Tautogramas, donde

el punto fuerte de los versos “reside, justamente, en la lozana sonoridad y no en el significado” (Dick

Higgins, Catálogo de la Exposición Poesía Experimental, 2001, 18). En la poesía sonora, es el elemento

acústico “el que determina su valor estético y formal” (Higgins, 18) constituyéndose este valor en el

componente básico que produce el significado. Aquí, el sonido es el que genera el sentido poético. En

palabras de Higgins, “ cuando está representado a lo vivo, el poema sonoro se sirve de otras cuestiones

que parten de su integración a otros medios y lenguajes: espacio, gestualidad, vídeo, interacción con el

público. Sin embargo, todos estos elementos deben participar dirigidos por el proyecto del poema sonoro

e integrado en un proceso de montaje, de relación intersígnica intermedial” (19). Tal como se plantea, la

poesía sonora retoma la estructura de multimedia donde se conjuga el arte con la alta tecnología, junto a

las acciones más primigenias y rituales del cuerpo y los sentidos. El poema, así comprendido, pasa del

texto escritural, e incluso oral, al texto multimediático. El resultado de estas interesantes y seductoras

fusiones lo encontramos en la Poesía Performática. Los poetas Clemente Padín (Uruguay), Enzo Minarelli

(Italia) y Fernando Aguiar (Portugal), invitados al XI festival Internacional de poesía de Medellín, son

grandes exponentes de dicha poesía.

En las “puestas en escena” de sus acciones poéticas, Clemente Padín hace dialogar lo irónico, lo

lúdico, la sátira, logrando gratas sensaciones extremas donde es el espectador el que resuelve el poema

visual, lo completa, pues Padín lo invita a pasar a la otra orilla por medio de la innovación, la evocación

y lo imaginario. El lector de este texto visual, se transforma en poeta al ser inducido a producir el poema

como símbolo, es decir, como sugerencia y seducción. La gracia simbólica de los poemas performances

de Clemente Padín, se nutre de una cotidianidad exaltada por el devenir de lo trágico-cómico. De allí su

visión de la vida como fortuitos y azarosos encuentros o desencuentros plurales, manifiestos en su

exhaustivo trabajo.

La Poesía Performática de Enzo Minarelli transita por varias posibilidades. El teatro, la poesía

sonora, el vídeo, la poesía digital, sirven a éste para explorar las múltiples posibilidades de lo poético. En

su trabajo sonoro, entran el humor, las técnicas vocales, los susurros, los gritos junto a las tele-tecnologías

actuales. Al poner en escena la Polipoesía, funcionan como catalizadores el sonido, la imagen y la palabra

hasta lograr una atmósfera de sensaciones que más que decir sugieren lo que es un poema. La Polipoesía,

término creado por este poeta, “es concebida y realizada para el espectáculo en vivo; se apoya en la poesía

sonora como prima donna o punto de partida para establecer relaciones con la música (acompañamiento

o línea rítmica), la mímica, el gesto, la danza, la imagen, la luz, el espacio, las vestimentas y los objetos”

(Enzo Minarelli, Catálogo de la Exposición Internacional de Poesía Experimental, 2001, 19). La

polipoesía polifónica, polilinguística, polifuncional, llega a ser en Minarelli una manera de mostrar la

infinidad de posibilidades desde las cuales la poesía posmoderna actual está explorando sus lenguajes

como fragmentación, descentramiento y ruptura con las tradicionales poéticas orgánicas, unitarias y

Page 11: Poesía y posmodernidad

cerradas de los modernos. (Confróntese, por ejemplo, el CD- rom de polipoesía “Cinema/Museo;

In/forma di Catalogo”, Cento, Italia, 2001. El CD. de Poesía Sonora “coralmente me stesso”, Cento,

Italia, 1998 y el Larga Duración “The Sound Side of poetry”, Cento, Italia, 1990).

Por su parte, el poeta portugués Fernando Aguiar, considera que la poesía performática “contiene

ese aspecto de sincronismo de acción/reacción que hace vivo el poema. Las personas asisten al

nacimiento y al término del poema. Observan a quien crea y la ejecución del poema, ayudando, a veces,

a su creación (…). Posibilita la información integrada recíproca e instantánea. Apela a la participación. (

Catálogo…19). Se aprecia aquí que la práctica del poema deja de ser un acto solitario y pasa a convertirse

en un acto público, espectacularizado en tanto entra a ser representado en vivo y en directo. Este

espectáculo de la poesía performática llega a ser ambiguo, puesto que puede caer en la mediocridad

facilista del poema light - tal como lo anunciamos arriba - o bien puede producir un gran sentido de calidad

estética, en donde la exploración del lenguaje, la disciplina creativa y el conocimiento de los procesos

multimediáticos lleven al poema performático a un estallido simbólico imaginativo mayor. Desde luego,

este último es el caso del poeta Fernando Aguiar. Palabra, teatro, plástica, texto oral y escritural, diseño

gráfico, música, hacen parte de las “puestas en escena” de sus poemas. Este performer-poeta ha

explorado distintas expresiones que pasan por la poesía concreta, la poesía visual, los poemas-objetos,

llegando a la poesía bricolage y a las fusiones que se logran maravillosamente en sus experimentaciones. El

poema es más que un texto escritural u oral llega a ser un multitexto, rizomático, descentrado,

discontínuo, simultáneo, paradojal, contingente y laberíntico, sintonizado con las categorías de las

estéticas posmodernas. La gran explosión o Big Bang que se produjo en las estéticas unitarias y

universalistas, elevó la alteridad, el discenso, la variedad y la heterogeneidad a conceptos artísticos. El

poeta rompe con lo uniforme y asume una “vida en plural” (Fernando Pessoa). Del sujeto centrado,

autónomo, al sujeto múltiple y plural. El poeta Aguiar acepta el desplazamiento de una sensibilidad a otra;

teje nudos, redes y no linealidades ni fundamentos últimos. Sus rasgos están en la multi-identidad y

diversidad. Fernando Aguiar manifiesta en su obra, sin traumas ni sentimientos de culpa, estos estupendos

desplazamientos estéticos. (Confróntese, por ejemplo, sus libros “Os Olhos que o nosso olhar nao vé”,

antología de poesía, 1972-1980. “Poemografías. Perspectivas da poesía visual portuguesa”, Lisboa, 1985.

“Minimal poems”, Alemania, 1994; “Indicis”, Barcelona, 1995; y sus obras Poesía sonora IV, 1996;

Soneto a cuatro voces, 1986, rede de canalizacao, 1983; Discorso (s) Polipoesía, 1991…).

Por otra parte, en la llamada Videopoesía observamos cómo se integran las tele-tecnologías en la

creación de poemas. Aquí “el movimiento incorporado al texto es la principal contribución que el lenguaje

del vídeo trajo a la poesía… Se amplía la noción de tiempo de los vocablos y se quiebra la linealidad de

la lectura, revelando los textos según la programación del autor, con las palabras en movimientos distintos

del tradicional de arriba abajo y de izquierda a derecha” ( Álvaro Andrade García, catálogo de La

Exposición de poesía Experimental, 19). La videopoesía facilita superar al texto tradicional lineal y

cerrado, puesto que provoca una lectura pluridimensional de distintas formas cuantas veces se desee.

“Texturas, colores y formas revistiendo y haciendo de fondos para las palabras, permiten la superposición

de elementos de las artes plásticas en el encadenamiento sintético de los poemas. La videopoesía acerca

inmensamente esas dos formas de expresión, tradicionalmente tan afines” ( Andrade garcía, 19).

Hija de la cibercultura, la Holopoesía es la máxima expresión artística de la era digital

computacional. Poesía producida gracias a la realidad tecno-virtual y realizada en el espacio inmaterial

tridimensional en constante transformación. Según el brasileño Eduardo Kac, la Holopoesía, en contraste

con la poesía visual, “pretende expresar la discontinuidad del pensamiento; en otras palabras, la

percepción del holograma no tiene lugar ni lineal ni simultáneamente, sino en fragmentos que el

observador ve en función de las decisiones que toma, es decir, dependiendo de la posición que adopte

Page 12: Poesía y posmodernidad

respecto al poema” ( Catálogo Exposición… 20). Aquí los fractales son los integrantes mayores del

Holopoema. Son creaciones de sintaxis nuevas, discontínuas, irregulares, indescifrables, no medibles por

las tres dimensiones no euclidianas y cuya morfología posee el carácter estético de lo maravilloso. Los

Holopoemas, igual que las figuras neobarrocas posmodernas, están dotados de dinamismo, inestabilidad

y metamorfosis rítmicas graduales. “La percepción espacial de los colores, los volúmenes, los grados de

transparencia, las transformaciones de la forma, la posición relativa de las letras y las palabras, y la

aparición y desaparición de formas es inseparable de la percepción sintáctica y semántica del texto”

(Catálogo..20). Poesía virtual. Poemas cuatridimensionales que integran no sólo lo espacial, sino lo

temporal. De allí su fluidez, su fugaz percepción y la no permanencia en el tiempo. Poesía para la memoria

instantánea global, promocionada e impulsada por la cibercultura. (Véase,por ejemplo, los Holopoemas

de Eduardo Kac, Zero, 1991; Havoc, 1992; Holo/Olho, 1983). http://www.ekac.org/holosp.html

Un gran ejemplo de obra poética que reúne a la gran mayoría de las exploraciones aquí citadas,

es el poemario multimediático Árbol Veloz, editado en tres formatos (libro, cd-rom y casete) del poeta

uruguayo Luis Bravo, invitado al Festival de poesía de Medellín, en el cual encontramos intersecciones

entre poesía visual performática, música, gráfica y poesía leída. Multimedia que construye una

cierta Estética del video-clip donde observamos el dinamismo de un collage de textos e imágenes en

movimiento, secuencias en un tiempo no lineal, superposiciones de palabras con iconografías

simultáneas, fluidez y aceleración que expresan la vida cotidiana de las actuales ciudades. Luis Bravo

proclama en este trabajo la Velocidad como el actual mito de nuestra posmodernidad dentro del cual

animación y escenario, fotografía y dibujo, lectura hipertextual y cortes transversales son aspectos

fundamentales en su propuesta. En palabras del mismo autor, en esta obra “no hay sólo un espectador,

como en la videopoesía; también hay un lector, un escucha y un operador que debe “navegar” por esa

estructura arborescente…En este caso el “lector” lee y amplía la lectura. Incluso puede optar por leer

mientras escucha el texto donde la voz y la música, trabajadas específicamente, generan un segundo nivel

de “escucha”. En otro nivel están los info-videos (así se les denomina cuando están incluidos en el

formato CD-Rom) que incluyen la banda de sonido y el trabajo de imágenes en distintas técnicas

expresivas y, en este caso, desde diferentes estéticas”. De esta manera, Árbol Veloz se constituye en un

gran hipertexto, que nos invita a explorar sus universos multiestéticos y multimediáticos. El poeta, al decir

de Mariella Nigro, se transforma en un “juglar cibernético” con “su laúd electrónico”, pero también en

un poeta rizomático que nos seduce por su gran gama de posibilidades y exploraciones.

Como se observa, son múltiples las manifestaciones de la denominada Poesía Experimental en

la posmodernidad. Sus rupturas, a veces radicales con las formas tradicionales de la poesía tanto clásica

como moderna, son innumerables, llevando a los conservadores a dudar de su valor poético. No caemos

en estos últimos. Creemos más bien que la poesía, como expresión de la libertad imaginaria, tiene licencia

para marchar por los campos abiertos de la creación, aunque sólo legitimamos dichas creaciones en tanto

su calidad poética se mantenga; de lo contrario, como muchas veces sucede con la basuralización cultural,

aceptaríamos la relajación acrítica y una sensibilidad de lo incontestable y la conciliación.

BIBLIOGRAFÍA CITADA

AGUIAR, Fernando. Os olhos que o nosso olhar näo vé. Lisboa: Associacâo Poesía Viva, 1999.

CATÁLOGO Exposición Internacional de Poesía Experimental. Medellín, junio de 2001.

MARCHÁN Fiz, Simón. La diferencia estética en la “Fuente” y otras distracciones de Mr Mutt. Separata.

Salamanca: Ediciones Universidad salamanca. Sf.

MASSÓ Tarruella, Ramón. La cultura Light. El éxito de los personajes famosos, los anuncios y las noticias.

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PROMETEO. Revista Latinoamericana de Poesía. Memoria del XI Festival Internacional de Poesía de

Medellín. N° 59-60.(jun. 2001) Medellín: Prometeo, 2001. 469 p.

VIRILIO, Paul. La Bomba informática. Madrid: Cátedra, 1999.

ZERAQUI, Zidane y otros. Modernidad y posmodernidad. La crisis de los paradigmas y valores. México D.F.

Noriega editores, 2000.