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POBREZA Y DESIGUALDAD SOCIAL EN TIJUANA Benedicto Ruiz Vargas* Patricia Aceves Calderón INTRODUCCIÓN La pobreza y la desigualdad social en Tijuana han sido una de las áreas menos tratadas en las investigaciones sociales desde hace algún tiempo. Uno de los factores que quizá ha influido en esta perspectiva es, por una parte, que ambas cuestiones no han sido un rasgo sobresaliente de su historia social y, por otra, porque justamente su rasgo distintivo ha sido su dinámica de crecimiento económico ligado a la influencia y vecindad con la región de California en los Estados Unidos. Bajo esta dinámica, Tijuana ha sido un polo de atracción para cientos de mexicanos que intentan mejorar sus condiciones de vida, ya sea en el país contiguo o bien en el expansivo mercado de la ciudad, que se caracteriza por su amplia oferta de empleos en sus distintos sectores, pero de manera destacada en el sector de la industria maquiladora que se alimenta de la mano de obra de bajo costo y de baja calificación. Este dinamismo, como podrá verse en este trabajo, se ha convertido a lo largo del tiempo en una especie de velo que encubre las desigualdades sociales que se generan en su proceso interno, ocultando las inequidades -algunas de ellas intrínsecas- y las franjas de pobreza que crecen a su alrededor. En este trabajo buscamos una primera aproximación a las características y dimensiones de la pobreza y la desigualdad en esta ciudad fronteriza. Más que avanzar en conclusiones definitivas, se intenta sistematizar y dar coherencia a los datos que diversas fuentes proporcionan y que muchas veces son contradictorios en sí mismos. Esta es, por ahora, quizá una de las mayores dificultades para estudiar con cierto rigor uno de los fenómenos menos atendidos, pero inescapables a la vista de cualquier observador atento. La pobreza y el deterioro social hoy en Tijuana son fenómenos visibles y palpables en varios sectores de la sociedad. En esta perspectiva, asumimos como hilo conductor cuatro factores que, interrelacionados, contribuyen a generar una situación de pobreza y desigualdad en Tijuana, analizándolos en el marco de su constitución en este espacio fronterizo. Estos factores son los niveles de ingreso y su relación con el empleo, el nivel inflacionario y el costo de una canasta básica para una familia promedio; el segundo es la distribución del

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POBREZA Y DESIGUALDAD SOCIAL EN TIJUANA

Benedicto Ruiz Vargas*Patricia Aceves Calderón

INTRODUCCIÓN

    La pobreza y la desigualdad social en Tijuana han sido una de las áreas menos tratadas en las investigaciones sociales desde hace algún tiempo. Uno de los factores que quizá ha influido en esta perspectiva es, por una parte, que ambas cuestiones no han sido un rasgo sobresaliente de su historia social y, por otra, porque justamente su rasgo distintivo ha sido su dinámica de crecimiento económico ligado a la influencia y vecindad con la región de California en los Estados Unidos.

     Bajo esta dinámica, Tijuana ha sido un polo de atracción para cientos de mexicanos que intentan mejorar sus condiciones de vida, ya sea en el país contiguo o bien en el expansivo mercado de la ciudad, que se caracteriza por su amplia oferta de empleos en sus distintos sectores, pero de manera destacada en el sector de la industria maquiladora que se alimenta de la mano de obra de bajo costo y de baja calificación. Este dinamismo, como podrá verse en este trabajo, se ha convertido a lo largo del tiempo en una especie de velo que encubre las desigualdades sociales que se generan en su proceso interno, ocultando las inequidades -algunas de ellas intrínsecas- y las franjas de pobreza que crecen a su alrededor.

     En este trabajo buscamos una primera aproximación a las características y dimensiones de la pobreza y la desigualdad en esta ciudad fronteriza. Más que avanzar en conclusiones definitivas, se intenta sistematizar y dar coherencia a los datos que diversas fuentes proporcionan y que muchas veces son contradictorios en sí mismos. Esta es, por ahora, quizá una de las mayores dificultades para estudiar con cierto rigor uno de los fenómenos menos atendidos, pero inescapables a la vista de cualquier observador atento. La pobreza y el deterioro social hoy en Tijuana son fenómenos visibles y palpables en varios sectores de la sociedad.

     En esta perspectiva, asumimos como hilo conductor cuatro factores que, interrelacionados, contribuyen a generar una situación de pobreza y desigualdad en Tijuana, analizándolos en el marco de su constitución en este espacio fronterizo. Estos factores son los niveles de ingreso y su relación con el empleo, el nivel inflacionario y el costo de una canasta básica para una familia promedio; el segundo es la distribución del ingreso que expresa la desigualdad y la concentración de la riqueza; en tercer lugar revisamos la información disponible sobre la vivienda y los servicios públicos de que dispone y, por útlimo, incorporamos las zonas de riesgo y la vulnerabilidad de los sectores que ocupan estas áreas dentro de la mancha urbana de la ciudad.

     Vistos en la perspectiva de las conceptualizaciones más recientes sobre pobreza, estos elementos nos muestran cómo en Tijuana la inequidad social ha empezado a constituirse en uno de los rasgos más sobresalientes de su crecimiento y dinamismo económico. El trabajo intenta sostener la hipótesis de que, a diferencia de las décadas que son decisivas en la conformación de Tijuana, la pobreza que hoy empieza a ser vista en la ciudad responde más a un carácter excluyente de su dinámica de crecimiento, que a una etapa transitoria y compleja por su acelerada expansión demográfica. El mítico carácter de igualdad y oportunidades que se formó alrededor de este dinamismo ha empezado a entrar en una profunda crisis.

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1. VISIONES DE LA POBREZA EN TIJUANA

     Hasta hace muy poco tiempo, la pobreza y la desigualdad social en Tijuana no eran los temas más sobresalientes en los estudios o investigaciones sociales fronterizos. Tampoco eran los rasgos que podrían definir a una ciudad fronteriza con una historia controvertida, pero también llena de dinamismo, símbolo de oportunidades y de mejores niveles de bienestar social desde los inicios de su conformación urbana. En realidad, es y ha sido ésta última visión la que a lo largo del tiempo ha dominado la imagen de Tijuana, o más bien la imagen que de sí misma se ha hecho la propia ciudad.

     Las visiones que más se acercan a su realidad, cuando mucho, la definen como una "ciudad de contrastes", en crecimiento, joven y dinámica, receptiva a cientos de migrantes que llegan buscando mejores condiciones de vida en la propia ciudad o en los Estados Unidos. La pobreza o la desigualdad social casi no han sido parte de su historia en el imaginario social, por el contrario, la representación colectiva más común ha sido la de una plataforma para muchas familias que huyen de la pobreza en sus lugares de origen. Quizá por eso mismo Tijuana no ha podido ser vista como una ciudad con pobreza sino, más bien, como una ciudad que ayuda a mitigarla o a resolverla. Sin embargo, más allá de las visiones o imágenes que de la ciudad se han formado entre diversos sectores de la sociedad, la pobreza y la desigualdad social siempre han estado ahí, a veces menos visible que otras, pero siempre acompañando su proceso de crecimiento.

     Algunos de estos rasgos en su fisonomía social han provenido, justamente, de su vertiginoso crecimiento demográfico que supera las capacidades de la ciudad para responder a satisfactores básicos como vivienda, agua, educación, salud y otros no menos importantes. En ese apresurado proceso de crecimiento se han formado varias ciudades en su interior, unas más pobres que otras, que se alimentan de la misma matriz urbana, de una misma historia de polarización e injusticia social que, junto con todas sus bondades, también ha acompañado el proceso de formación de Tijuana.

     Los estragos de ese crecimiento, producido en unas cuantas décadas, aparte de generar los contrastes de la ciudad, también han contribuido a formar, en algunos, la imagen de una ciudad precaria, empobrecida o abandonada, al lado de los pequeños enclaves de riqueza y esplendor mercantil.

      Así la observó, por ejemplo, Ricardo Garibay a finales de la década de los setenta en un reportaje, del cual citamos algunas de sus principales impresiones. Por ese entonces, el autor ve a la ciudad como

(...) una inmensidad color ladrillo tierno, por la tierra, y parda por las cacerías (sic), y borrosa por el empedernido polvo. Una inmensidad de jacales y tugurios que suben y bajan entre cerros y barrancos ardidos de sol y de sequía...Por el norte, el oriente, el oeste y el sur, alineados jacales como ejércitos de indigentes, equilibrándose sobre sus endebles patas de polines podridos, sobre la suelta tierra roja. Las hileras de barracas, que no tienen cuenta, no tienen fin, dejan entre sí espacios rectos, larguísimos, pedregosos, rojos y muy anchos, y la distancia los alisa, y la gente los llama calles...No hay agua, no hay luz, no hay drenaje, no hay pavimento, no hay aceras, no hay medios de transporte colectivo, no hay lugares para la basura ni camiones que la recoja, todas las gibas y las ardidas torrenteras son basureros a lo largo y ancho y enano y hondo de los tropeles de jacales...no hay árboles, no hay flores, no hay una brizna de pasto, no hay espacios para deporte ni para esparcimiento ninguno, no hay ni hospitales ni clínicas ni siquiera cuartuchos con alcohol, algodón y mertiolate...

Hay algo vil en esta mezcla de pobreza campesina mexicana y huellas de tecnología del otro lado: coches, antenas de televisión, lavadoras y refrigeradores en los patios, bombas

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descompuestas para subir el agua que nunca ha corrido por ninguna parte, pedacería de casas rodantes. Sociedad de desperdicios...Queda flotando una respuesta común: "pus qué quiere usté, aquístamos ya, diantes tábamos pior y como sufrir sí sabemos, ps yaquí nos quedamos". Sólo en la India en Tanzania, en Etiopía y en Haití vi tanta incuria y pobreza y desesperanza tanta. 1.

     Es obvio que al novelista y escritor le impresionó el crecimiento sin control de la ciudad, los numerosos asentamientos humanos que en esta época seguían estableciéndose en Tijuana y ocupaban los espacios más escabrosos de la topografía urbana, carentes de los servicios más elementales y con viviendas precarias, sin servicios y construidas en un alto porcentaje con materiales de desecho. Sin embargo, el fenómeno social que describe Garibay estaba muy distante de la pobreza crónica o estructural de Tanzania o Etiopía. La situación respondía más bien al acelerado proceso de crecimiento de la ciudad y la incorporación -ciertamente azarosa- de la población migrante, principalmente, a la estructura urbana de la ciudad. Era un periodo de tránsito y de inserción de amplios contingentes de población en el mercado urbano de una ciudad que, prácticamente a partir de estos años, inicia una de sus etapas más importantes de expansión.

     El desolado panorama de Tijuana en la década de los setenta, desde el punto de vista social, era el resultado de las elevadas tasas de crecimiento demográfico registradas durante los decenios cincuenta y sesenta, que provocaron estragos urbanos en esos años. En el periodo de 1950-1960 Tijuana tuvo una tasa de crecimiento del orden de 9.7 por ciento, a diferencia del estado (8.6) y del país (3.1). En las décadas 1960-1970, la tasa se redujo a 7.8 por ciento, pero continuaba muy por encima de los ritmos de crecimiento de otras entidades y del propio estado de Baja California (5.5).

     Más recientemente, en el periodo 1970-1990, Tijuana experimentó un crecimiento anual promedio del 3.8 por ciento, mientras que el del estado y el país fueron de 3.1 y 2.5 respectivamente. Esto significa que en el mismo periodo Tijuana necesitó solamente 18 años para duplicar su población, mientras que a nivel estatal y nacional la población se duplicó en 23 y 28 años, respectivamente 2. Aún ahora, su tasa sigue siendo más elevada que la de otras importantes ciudades mexicanas.

     Es sabido que a lo largo de la década de los setenta, en Tijuana se fueron estableciendo amplios y extensos asentamientos irregulares, invasiones de predios por grupos sociales demandantes de tierra para vivir y, en paralelo, se iba desarrollando uno de los movimientos urbanos populares más significativos que ha tenido la ciudad, cuyo eje de actividad era la demanda por servicios y terrenos para construir su vivienda 3. Asentamientos como los de "Cartolandia" en las cercanías de la línea internacional y otros menos precarios, albergaban a una parte de la población "flotante" o aquélla en tránsito hacia los Estados Unidos. Al iniciarse la canalización del Río Tijuana en 1972, éstos y otros asentamientos fueron desalojados por el gobierno que construyó como alternativa varios fraccionamientos, entre los que se destacan el Centro Urbano 70-76 con cabida para 633 familias y el "Reacomodo Sánchez Taboada" en donde se ubicaron aproximadamente 950 familias.

     La historia de "Cartolandia" y su desaparición nos la cuenta el entonces gobernador del Estado, Milton Castellanos Everardo, quien de paso nos muestra su visión de la pobreza como ofensa y vergüenza social:

El primer gobierno constitucional del Estado expidió un decreto estableciendo que los terrenos del lecho del Río Tijuana eran propiedad del estado, contra el cual se interpusieron una serie de recursos legales ante las autoridades correspondientes... Posteriormente, el gobierno del estado, el municipal y el federal, luchando siempre entre sí por el control de esos terrenos y de las obras para su rehabilitación, impidieron que la canalización fuera realizada, llegándose al extremo de permitir que en la zona se

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estableciera un basurero y que en el mismo se instalaran barracas que albergaban a los recogedores de basura...A consecuencia de lo anterior nació la llamada Cartolandia, que pronto llegó a convertirse en una verdadera pústula para la ciudad de Tijuana, ofreciendo un espectáculo de lo más desagradable y vergonzoso para el país entero. Chozas de cartón, de pedazos de madera, de botes viejos, abrigando a la gente que vivía en la inmundicia y en una increíble promiscuidad...La canalización del Río Tijuana y la manera en que quedó solucionado el problema de ´Cartolandia´ se pueden considerar como pasos decisivos para que Tijuana, el estado y el país entero, se liberaran de una imagen poco digna, que nos hacía sentir avergonzados ante los comentarios, siempre tendenciosos -pero en este caso justificados-, con que suele lastimarnos la prensa norteamericana. Hoy, en lugar de ´Cartolandia´, nos enorgullecemos de encontrar un complejo urbanístico de primer orden, a la altura de cualquier ciudad del mundo 4.

      Al margen de estos comentarios, lo cierto es que la crisis de crecimiento de la ciudad, más el abandono y la falta de controles en los usos de suelo por parte de los gobiernos, era evidente para este entonces en Tijuana. No es casual -aunque injustificable la extrapolación- que investigadoras como Dalia Barrera Bassols, en un estudio que cubre de 1970 a 1978, comparara el caso de los pobladores de Tijuana con la descripción que hacía Engels de los obreros de Inglaterra en 1845 en pleno auge de la revolución industrial. La autora encontraba que el 65% del total de la población de Tijuana, en ese periodo, eran familias de trabajadores que habitaban en las colonias que formaban el llamado "cinturón de miseria", aproximadamente 385,300 personas. Utilizando fuentes como el Censo General de Población de 1970 y otros estudios regionales, además de una encuesta realizada en 1977, Barrera Bassols encontró que el 4.5 % de la PEA estaba desocupada, en tanto que el 28.68 % empleada ganaba un salario menor al mínimo legal.

     En su trabajo de campo, la autora encontró que el 31.3 por ciento de la PEA ocupada recibía alrededor de un salario mínimo; el 14.2 cerca de uno y medio; 7.3 alrededor de dos salarios mínimos; sólo el 6.4 por ciento percibía ingresos de tres o cuatro salarios mínimos, en tanto que un 12.6 por ciento no supo especificar su ingreso 5.

     El mismo panorama desolador se encontraba en cuanto a las condiciones de las viviendas, no sólo en relación a sus materiales sino también en sus niveles de hacinamiento, acceso a servicios públicos, la salud y la alimentación, las tasas de mortalidad infantil y las enfermedades. En 1970, señala la autora, "las diez primeras causas de morbilidad en Tijuana fueron, en orden de importancia, tuberculosis, sífilis, sarampión, tosferina, influenza, gastroenteritis, gonorrea, varicela, blenorragia y parotiditis (...) Finalmente, el hacinamiento y la miseria, y la desintegración familiar que producen, conllevan el desarrollo del acoholismo, la drogadición, la prostitución, la delincuencia(...) A más de un siglo -menciona como corolario- de la investigación de Engels acerca de la situación de los obreros en Inglaterra, sus descripciones y fundamentaciones nos hablan de una realidad muy cercana a la de las capas mayoritarias de la población trabajadora de la ciudad de Tijuana" 6.

     Aunque los datos duros de la realidad testimonian crudamente la difícil situación de una parte de la población tijuanense durante aquellos años, fenómeno que no fue ajeno durante el mismo periodo a otras grandes ciudades mexicanas, lo cierto es que las condiciones de vida aquí descritas correspondieron más a una etapa de crecimiento y de incorporación de cientos de migrantes al mercado urbano de la ciudad. La precariedad urbana y la acentuada deficiencia de los servicios públicos, la falta de infraestructura y equipamientos diversos constituían la esfera conflictiva de ese crecimiento, en contrapunto a la dinámica económica de la ciudad, sus posibilidades de empleo y oportunidades derivadas de su vecindad con los Estados Unidos.

     Esta distinción analítica resulta fundamental en la medida que subraya el carácter transitorio y particular del contexto social de Tijuana y de las condiciones de vida de la población para el momento que se está observando. No es lo mismo vivir en estas condiciones en un entorno de

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atraso social y económico, que en un momento de expansión y dinamismo, como era el caso de Tijuana. Los estudios de Coplamar, por ejemplo, unos años después otorgaron a los estados fronterizos un nivel de marginación media mientras que únicamente la capital del país registraba una marginación baja. El "espinazo de la pobreza" -como lo han definido algunos autores- estaba constituido por los estados de Chiapas y el Norte de Chihuahua: atraviesa Oaxaca, Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Guerrero, Michoacán, México, Hidalgo, Nayarit y Durango, e incluye sierras de difícil acceso, las Huastecas y zonas desérticas 7.

     La característica de "baja marginalidad" que los estados fronterizos, incluidas algunas ciudades como Tijuana, presentaron a finales de los setenta, y cuya tendencia se fortaleció en los siguientes años, es quizá uno de los rasgos que ha empezado a perderse, como veremos más adelante en este trabajo. No sólo varias condiciones cambiaron, sino que, lo más importante, la conceptualización sobre la pobreza alcanzó otro niveles que superan el cuadro impresionista que se formó en varios observadores de los sesenta y setenta.

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2. ¿QUÉ ES LA POBREZA?

     La pobreza puede admitir varias definiciones según el enfoque conceptual desde el cual quiera ser analizada, o bien dependiendo del contexto social en que se sitúe. Por ejemplo, si se le ve desde el lado de la justicia, la pobreza alude a un problema de carencias de medios para satisfacer las necesidades básicas como alimentación, vestido, salud y educación. Desde un punto de vista filosófico se ha visto como la incapacidad del individuo para elegir, es decir, para autodeterminarse. Algunos economistas se han referido a la pobreza como la incapacidad del individuo para generar incrementos en el producto marginal de su trabajo, de tal forma que le permitan ampliar sus posibilidades de elección entre diferentes bienes de consumo.

     El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) define a la pobreza como aquella situación que impide al individuo o a la familia satisfacer una o más necesidades básicas y participar plenamente en la vida social. El Proyecto Regional para la Superación de la Pobreza, de la misma institución, hace una precisión más y la define como "la ausencia de satisfactores apropiados para cubrir un mínimo de ciertas necesidades llamadas básicas". Estas necesidades básicas incluyen "aquellas necesidades que de manera evidente y directa requieren un esfuerzo productivo para su satisfacción", tales como una alimentación adecuada, el mantenimiento de la salud, una vivienda apropiada al tamaño de la familia, educación básica, acceso a servicios mínimos de información, recreación y cultura, vestido y calzado, transporte público y comunicaciones.

     Amartya Sen, por su parte, es un autor que ha enfocado el concepto de pobreza a partir de las capacidades, definiéndola precisamente como: "La ausencia de capacidades básicas que le permitan a cualquier individuo insertarse en la sociedad, a través del ejercicio de su voluntad". Su enfoque se deriva de la misma noción de desarrollo económico que concibe, justamente, como la expansión de las "capacidades" de la gente, un tanto distinto a aquellas caracterizaciones que lo ven como la expansión de bienes y servicios, el aumento de la utilidad y como satisfación de necesidades básicas. Para Sen el enfoque de las capacidades "se centra en lo que la gente puede hacer y el desarrollo se ve como un proceso de emancipación de la obligada necesidad de ´vivir menos o ser menos´"8.

     Según su misma explicación, el concepto de capacidades se eligió para representar las combinaciones alternativas que una persona puede hacer o ser: los distintos funcionamientos que puede lograr. Es decir, su enfoque se basa en una visión de la vida en tanto combinación de varios "quehaceres y seres", evaluando la calidad de vida en función de la capacidad para lograr funcionamientos valiosos. Estos funcionamientos, que se derivan de las habilidades o potencialidades para hacer algo, los divide en cuatro categorías: la libertad de bienestar, el logro de bienestar, la libertad de agencia y el logro de agencia. Las capacidades serían la potencialidad o habilidad para lograr todas estas cosas9.

     En términos generales, cualquier definición de pobreza con sus diferentes matices se refiere a un concepto de privación o de carencia, que impide a un individuo o a las familias desarrollarse plenamente desde varias esferas de la vida. Las carencias pueden cubrir un arco muy amplio: puede ir desde la carencia de poder hasta la falta de oportunidades o capacidades para conseguir un bienestar satisfactorio en términos de nutrición, salud, acceso a los servicios y educación, a una vivienda y a la recreación, entre otros muchos factores que pueden garantizar una vida digna como ser humano.

     De manera general, estas carencias pueden sintetizarse -como se ha visto- en dos grandes conceptos o en dos grandes nociones de pobreza. Por un lado, la carencia de ingresos suficientes para cubrir una canasta de bienes que satisfagan las "necesidades básicas" de los individuos o las familias. Un individuo o una familia pobre es aquella que no satisface estas necesidades. Por otro lado, la pobreza en relación a ciertas "capacidades" para lograr una vida

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plena, donde los bienes son sólo un mecanismo para ejercer esas capacidades. Los pobres serían en esta concepción aquellos que están por debajo de un estándar mínimo aceptado socialmente.

     De acuerdo a cada definición o concepción de pobreza, se derivan varios métodos para medir o evaluar los niveles o intensidad de la misma. Sin embargo, cualquiera que sea el método, el concepto de pobreza -de acuerdo con Sen- "debe incluir dos ejercicios bien definidos, más no inconexos: 1) un método para incluir a un grupo de personas en la categoría de pobres ("identificación"), y 2) un método para integrar las características del conjunto de pobres en una imagen global de la pobreza ("agregación")"10.

     Los métodos más comunes y utilizados hasta ahora para identificar directamente a los pobres es el de las Necesidades Básicas Insatifechas (NBI), que consiste fundamentalmente en determinar qué grupos de individuos no tienen acceso a algunos de los bienes y servicios como los siguientes: vivienda y espacio suficiente para los que la habitan, agua potable, energía eléctrica, educación y alfabetismo, entre otros. Requiere una definición precisa de los componentes de estas necesidades y de los indicadores que pueden expresar el grado de satisfacción de cada necesidad y componente. Los hogares o individuos pobres en esta perspectiva son aquellos que tienen una o más necesidades insatisfechas.

     Otro método de carácter indirecto que permite identificar a los pobres es el de Línea de Pobreza (LP), cuya función principal es el de medir la incapacidad monetaria para obtener una canasta de alimentos con los mínimos nutricionales, además de otros bienes o satisfactores esenciales para cubrir las necesidades básicas, por ejemplo, los costos mínimos para cocinar los alimentos, los costos en vivienda, mobiliario, educación, salud, cuidado personal, ropa, calzado, transporte, cultura y recreación. Este método requiere, como es lógico, definir una Canasta Normativa de Satisfactores Esenciales (CNSE), calcular el costo de la canasta -lo que permite establecer la línea de pobreza- y, por último, comparar el costo de la canasta con el ingreso del hogar o con su consumo. En este sentido, los hogares o individuos pobres serían aquellos con un ingreso por debajo del establecido en la línea de pobreza.

     Estos métodos no son excluyentes entre sí, aunque en varios estudios empíricos tienden a verse de manera aislada, acentuando algunas de sus limitaciones, como lo ha señalado Boltvinik. Según este autor, mientras el método de las NBI destaca las necesidades asociadas con servicios proporcionados en general por el Estado (educación, agua potable, drenaje, etc.), el de LP hace hincapié sólo en el ingreso (o consumo), sin considerar precisamente los servicios prestados por el Estado ni la inversión privada requerida para satisfacer ciertas necesidades. Por lo tanto, más que métodos alternativos, deben contemplarse como métodos complementarios (Boltvinik,1991).

     El punto de partida de la crítica de este autor a los métodos anteriores, es postular que la satisfacción de las necesidades básicas de una persona o de un hogar depende de las siguientes fuentes de bienestar: a) el ingreso corriente, b) los derechos de acceso a servicios o bienes gubernamentales de carácter gratuito, c) la propiedad o derecho de uso de activos que proporcionan servicios de consumo básico (patrimonio básico acumulado), d) los niveles educativos, las habilidades y destrezas, entendidos no como medios de obtención de ingresos, sino como la expresión de la capacidad de entender y hacer, e) el tiempo disponible para la educación, la recreación, el descanso y las labores domésticas, y f) los activos no básicos o la capacidad de endeudamiento del hogar.

     De acuerdo con esto, las principales limitaciones de dichos métodos tal y como han sido aplicados en América Latina, principalmente, consistirían en lo siguiente: 1) considerar que la satisfacción de necesidades básicas depende solamente del ingreso o del consumo privado corriente de los hogares; 2) elegir indicadores de satisfacción de necesidades que básicamente dependen de la propiedad de activos en consumo (vivienda) o de los derechos de acceso a

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servicios gubernamentales (agua, drenaje y educación primaria), por lo cual implícitamente deja de tomar en cuenta los demás factores de bienestar. Es decir, el método de LP no toma en cuenta las fuentes b) a f) cuando se compara la línea de pobreza con el ingreso del hogar, o las fuentes b) a e) cuando se compara con el consumo.11.

     El método de NBI, tal y como se ha venido aplicando en América Latina según el autor citado, no considera, por su parte, el ingreso corriente y las fuentes d) a f). Además de tener una "característica muy dañina" en su aplicación: el número de pobres identificados no es independiente del número de rubros de NB seleccionados. Mientras mayor sea éste, mayor será la incidencia de pobreza.12.

     El concepto de pobreza implícito en cada uno de estos métodos, según Boltvinik, es absoluto. Así, en el caso de las NBI, "es absoluto respecto a un conjunto de características (tipo de dotación de agua potable, materiales de la vivienda, etc.). Este concepto absoluto se basa en algún nivel mínimo de satisfacción de las necesidades básicas, y no excluye su carácter dinámico e histórico (...) En cambio, el método de LP en su variante de Canasta Normativa Alimentaria (CNA), tal y como se ha aplicado en América Latina, supone un concepto absoluto de la pobreza respecto a las características de los alimentos (calorías y proteínas) y otro relativo en lo referente a bienes (alimentos), ya que la CNA se construye a partir de dietas observadas en un estrato de referencia".13.

     La forma de superar estas limitaciones es conjuntando ambos métodos en la medida que miden dos caras o dos dimensiones del mismo fenómeno, es decir, un método integrado de medición de la pobreza, como el mismo Boltvinik lo ha llamado. No hacerlo así implica seguir midiendo la pobreza de manera parcial y sesgada. Un ejemplo de esto nos lo proporciona el mismo autor: "Con la incorporación de la mujer al trabajo asalariado, muchos hogares aumentan drásticamente su nivel de ingreso. Si este es un proceso generalizado en un país, las cuentas económicas nacionales registrarán un aumento notable tanto del PIB como del ingreso personal disponible en los hogares. El método de LP registrará una disminución importante de los hogares pobres. Sin embargo, una parte del crecimiento y del descenso de la pobreza tendrán un carácter espurio. Ciertamente se ha ampliado el mercado...pero en términos de bienestar, de satisfacción de necesidades básicas, la mejoría puede ser mucho más pequeña e incluso nula".14.

     La depuración de estos métodos y la construcción de índices para identificar a los pobres y medir la intensidad de la pobreza ha tenido avances notables a nivel mundial y en países como los de América Latina, sobre todo en la medida en que la pobreza se ha convertido en un problema social de enormes dimensiones en el marco de la crisis y los programas de ajuste económico impulsados en estos países durante los últimos quince o veinte años. Varias limitaciones provienen, además, de las fuentes y bases de datos disponibles que no permiten profundizar en la dimensión de este fenómeno. Es el caso típico de nuestro país y de sus regiones, y al interior de éstas los estados y los municipios, aunque en los últimos años esta situación tiende a corregirse.

     No obstante lo anterior, los estudios sobre la pobreza han definido básicamente dos tipos: la pobreza extrema y la pobreza moderada o relativa. La primera se refiere a aquella condición en la que los individuos o los hogares no logran satisfacer las mínimas necesidades básicas como alimentación, vivienda o vestido. Son la población más expuesta a las enfermedades y sin la suficiente energía para participar en los mercados laborales; sus ingresos son tan bajos que vive en permanente riesgo de desnutrición y altas tasas de morbilidad. La pobreza relativa o moderada, por su parte, está en relación con el grado de desarrollo alcanzado por el país y con los patrones culturales de la época (Levy, 1994). Un individuo o un hogar en pobreza moderada es aquel que no tiene acceso a los bienes comúnmente obtenidos por la mayoría de las personas de una sociedad, en una situación específica. Tienen más posibilidad de participar en

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el mercado laboral y mayor acceso a algunas oportunidades de educación u otros bienes que los pobres extremos, pero están en desventaja con el resto de la sociedad.

     Algunos autores han identificado las características de los extremadamente pobres. Santiago Levy destaca las siguientes: 1) mayores tasas de fecundidad, porque los hijos significan apoyo en el trabajo y seguridad para los padres en la vejez; 2) toda la familia trabaja al máximo de su capacidad y no puede compensar una baja de ingresos trabajando horas extras; 3) los hijos no suelen recibir educación porque deben ayudar a los padres, en consecuencia, no obtendrán subsidios proporcionados a través del sistema educativo; 4) la agricultura de autoconsumo en pequeñas parcelas constituye menor riesgo que la comercial: en regiones remotas y con escaso transporte, puede ser la única opción ante el incierto abastecimiento de alimentos; 5) el consumo de calorías baratas, en los hogares donde los ingresos son muy bajos; 6) la desnutrición afecta la productividad; 7) dentro de las familias, los hijos no siempre reciben una parte adecuada de los escasos alimentos disponibles.15.

     Ahora bien, la pobreza así definida o conceptualizada es distinta a la desigualdad social. "Obviamente -como dice Amartya Sen- la desigualdad y la pobreza están relacionadas. Pero ninguno de los conceptos subsume al otro (...) Reconocer la naturaleza distintiva de la pobreza como concepto permite tratarla como un tema de interés por sí mismo. El papel de la desigualdad en la prevalencia de la pobreza puede entonces considerarse en el análisis de ésta, sin equiparar los dos conceptos".16

     La desigualdad tiene varios significados según se le vea desde el derecho o la filosofía, o bien desde el ámbito social, que es lo que interesa en este trabajo. En su sentido más literal se refiere a las diferencias de oportunidades de carácter educativo y social que existen entre los individuos, pero también a las dicotomías entre lo urbano y lo rural, entre regiones de un mismo país, así como al interior de las mismas regiones o ciudades. Su connotación más clara es la exclusión social, pero también la exclusión política que se expresa en las dificultades para participar en las decisiones del poder público y en otras más cercanas a las necesidades de la comunidad.

     Varios estudios muestran cómo en México el problema de la desigualdad ha sido una de sus constantes a lo largo de su historia, incluso más añejo y pertinaz que el problema de la pobreza misma. Su origen es complejo e incorpora varias dimensiones de carácter económico y político. De manera sintética se han mencionado algunos factores históricos e institucionales que ayudan a explicar la desigualdad en su conjunto. Entre éstos se destacan "las relaciones sociales y culturales que se desarrollan en México a partir de la conquista y la forma que ésta adoptó; el carácter tardío y dependiente de la incorporación de México al capitalismo mundial; la también tardía, desigual y aún no terminada, integración física y cultural del país; la organización y forma de funcionamiento de los servicios, programas e instituciones que propician el bienestar social; y las formas de organización de los trabajadores".17.

     A estos factores se agregan otros que corresponden a las formas peculiares que ha asumido, históricamente, la correlación de fuerzas políticas en México. Esta disparidad en las fuerzas políticas y los bloques sociales ha tenido hondas consecuencias, a su vez, en las formas de distribución del producto global (Pereyra, 1992).

     Alrededor de estos factores de carácter general, más aquellos ligados a las particularidades propias de las regiones o municipios del país, se ha tejido el fenómeno de la inequidad que padecen los mexicanos desde tiempos remotos, convirtiéndose en las postrimerías del siglo en uno de los más graves problemas de la nación. En Tijuana, como veremos, la pobreza y la desigualdad empiezan a constituirse en fieles acompañantes del dinamismo del crecimiento económico que le ha caracterizado.

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3. MAGNITUD DE LA POBREZA EN TIJUANA

     Como se ha mencionado antes, en los diversos estudios que se han realizado sobre la pobreza en las entidades federativas o en las principales ciudades de México, Tijuana aparece como uno de los municipios con menos índice de pobreza o marginalidad. Aunque estos conceptos tienen un significado distinto, suelen tomarse como sinónimos. Aquí nos guiamos por la definición de este último concepto que hace Coplamar, que supera la discusión alrededor de este término. Entiende por marginación a "aquellos grupos que han quedado al margen de los beneficios del desarrollo nacional y de los beneficios de la riqueza generada, pero no necesariamente al margen de la generación de esa riqueza ni mucho menos de las condiciones que la hacen posible" (Coplamar,1977).

     En el ya clásico estudio de Coplamar, por ejemplo, a principios de los ochenta la entidad de Baja California aparecía en el rango de "marginación media baja", junto con otros estados del norte y noroeste de México. Sólo el Distrito Federal ocupaba el lugar de "marginación baja", mientras las regiones del Pacífico Sur (Chiapas, Guerreo y Oaxaca), Centro Este (Hidalgo, Puebla y Tlaxcala), Centro Norte (San Luis Potosí, Zacatecas), Centro Occidente (Guanajuato, Michoacán, Querétaro), Golfo Centro (Tabasco, Veracruz) y Sureste (Campeche, Quintana Roo y Yucatán), tenían los rangos de "marginación alta" y "marginación muy alta".18.

     En un trabajo todavía más reciente sobre índices de pobreza en las entidades federativas, Baja California ocupa uno de los índices más bajos (0.4589), junto con estados como Sonora, Colima, Baja California Sur y Sinaloa, en tanto que los cinco lugares en pobreza más alta lo ocupan los estados de Chiapas, Oaxaca, Zacatecas, Hidalgo y Guerrero (De la Torre, 1997).

     Sin embargo, cuando este tipo de análisis se realiza de manera más desagregada o a través de otra metodología, los resultados cambian a veces de manera sustantiva. Por ejemplo, en un trabajo general sobre los niveles de bienestar en la frontera norte realizado por Joaquín Bracamontes para 1990, el estado de Baja California sobresale con la menor incidencia de pobreza en el contexto de los estados fronterizos. Pero cuando se analizan los datos al interior de la propia entidad, el panorama sufre un cambio radical.

     Esto es lo que puede observarse en el cuadro siguiente, pues del total de hogares que tenía Baja California en 1990, el 46.57 por ciento estaban en condiciones de pobreza, el 29.15 por ciento en pobreza extrema y el 17.42 en pobreza moderada. La mayor incidencia se aprecia en los hogares de cuatro miembros (8.45%). En estos había 18,736 hogares en pobreza extrema y 13,382 en pobreza moderada. La misma situación se repite cuando el autor trabaja los datos a nivel de individuos, pues de un total de 1,660,855 el 47.21 por ciento se encuentra en condiciones de pobreza (787,114), el 29.08 en pobreza extrema (483,034) y el 18.13 por ciento en condiciones de pobreza moderada (301,079).19.

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     Cuadro 1. Baja California, 1990. Pobreza Extrema y Pobreza Moderada por Tamaño del Hogar con base en Método de Líneas de Pobreza, el Criterio de la Canasta Normativa de Satisfactores Esenciales de COPLAMAR y Concepto Ingreso Adulto Equivalente.

EntidadFederativa y Tamañodel hogar

Total deHogares

HogaresenPobreza

%

HogaresenPobrezaExtrema

%

HogaresenPobrezaModerada

%

Baja California 363 268 169 163 46.57 105 892 29.15 63 271 17.42

1 Miembro 23 795 13 996 3.85 11 998 3.30 1 998 0.55

2 Miembros 43 955 19 309 5.32 12 501 3.44 6 808 1.87

3 Miembros 62 567 24 862 6.84 14 206 3.91 10 656 2.93

4 Miembros 76 376 32 118 8.84 18 736 5.16 13 382 3.68

5 Miembros 63 285 30 683 8.45 18 833 5.18 11 850 3.26

6 Miembros 40 294 21 828 6.01 13 316 3.67 8 512 2.34

7 Miembros 23 130 11 085 3.05 6 559 1.81 4 526 1.25

8 Miembros 13 293 7 660 2.11 4 475 1.23 3 185 0.88

9 y Más(13.8 Miembros)

16 573 7 622 2.10 5 268 1.45 2 354 0.65

     FUENTE: Cálculos con base en Tabulados Temáticos: Hogares, XI Censo General de Población y Vivienda. 1990. INEGI. (Cuadro tomado de Bracamontes Nevares, Joaquín. El Crecimiento Económico y los Niveles de Bienestar en la Frontera Norte de México, 1990. Tesis de Licenciatura. Escuela de Economía. Universidad de Sonora. 1997. p. 37)

     A nivel del estado, el Consejo Estatal de Población (CONEPO) y la Secretaría General de Gobierno de Baja California publicaron un trabajo en 1995 que sostiene lo siguiente: "La marginación para nuestra entidad no es la descrita conceptualmente, ni posee las características manejadas durante la década de los sesenta; inclusive la encontramos diferente en sus condiciones a la que se presenta en el resto de los estados del país, ya que la concebimos como un proceso que en cada región tiene un ritmo y particularidades propias (...) En la entidad la marginación presenta características que deben contextualizarse dentro de la dinámica poblacional y su condición fronteriza".

     "En nuestra entidad -señala el estudio- la mayoría de las localidades que conforman los municipios se encuentran clasificadas dentro de la marginalidad media, por lo tanto, éstos y el estado se consideran en la misma categoría. Dentro de la marginalidad muy alta, se encuentran las cuatro cabeceras municipales, Ensenada, Mexicali, Tecate y Tijuana".20.

     Los factores que se mencionan para explicar esta marginalidad son el nivel de hacinamiento, el ingreso de hasta una vez el salario mínimo y sobre todo la migración, como uno de los rasgos básicos más importantes para entender la amplitud de este fenómeno. En Tijuana, según el estudio, estas variables se interrelacionan más estrechamente, agregándose a ellos la carencia de servicios públicos y el hacinamiento.

     No obstante ser un trabajo valioso, el estudio de Conepo y del gobierno del Estado tiene serias contradicciones y deficiencias en la construcción de los índices de marginalidad. A manera

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de ejemplo, en Tijuana da el mismo rango de marginalidad media a localidades tan dispares como Baja Malibú (que es prácticamente un desarrollo residencial para sectores de altos ingresos) y el Cañón del Padre, El Florido o el poblado de Mauro Guzmán en Rosarito (delegación municipal de Tijuana a la fecha del estudio). Aún más, estas localidades presentan -de acuerdo al estudio- menor marginación que la cabecera de Tijuana, conceptualizada aquí como de "alta marginación". Ninguna localidad en el municipio aparece en el rango de "baja" o "muy baja" marginalidad, lo cual no se apega, evidentemente, a la realidad.

     Aunque es muy claro que el problema social de la pobreza o la marginalidad tiende a transformar sus características y sus niveles de incidencia, dependiendo del contexto social y de la orientación en el crecimiento económico, lo más probable es que Tijuana no se encuentre en ninguno de los extremos antes mencionados. Es decir, en años recientes no puede ubicarse ni en los rangos de baja marginalidad ni en los de alta como lo indica el estudio de Conepo.

     Utilizando el método de la medición integrada de la pobreza, propuesto por Boltvinik, y en particular la medición de la intensidad de la pobreza por el método de necesidades básicas insatisfechas (NBI), Humberto Palomares León encontró que para el año de 1989 en Tijuana "los hogares que no habían logrado cubrirlas eran alrededor de un 80 por ciento". Estas necesidades básicas consideradas para un hogar fueron: acceso a los servicios públicos (que la vivienda tenga agua entubada en su interior, que cuente con un sistema adecuado de eliminación de excretas y con los servicios de electricidad y teléfono); que los adultos en el hogar cuenten con un mínimo de 6 años de escolaridad y que los menores asistan a la escuela. El nivel de hacinamiento se considera de 2 personas por cuarto; el equipamiento de la vivienda debe incluir cocina y baño, además de que la construcción esté compuesta, en su mayoría, por materiales resistentes, como tabique, block, piedra o mampostería. Por último, se considera que la vivienda debe contar con teléfono y al menos un vehículo para el transporte familiar, aparte de los aparatos electrodomésticos de esparcimiento y comodidad básicos.

     Con base en la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares (ENIGH) de 1989, Palomares León encontró que el 82.4 por ciento de los hogares de Tijuana podrían considerarse como pobres, mientras el 17.6 por ciento como "no pobres", de acuerdo con el método de las NBI.

     Cuadro 2. La pobreza en Tijuana, 1989.

Identificación de hogares, 1989 NBI % NBI mas tel. y vehículo %

No pobres (Pj <= 0) 78 17.6 94 21.2

Pobres (Pj >0) 366 82.4 350 78.8

Total 444 100.0 444 100.0

No pobres (Pj < -0.1) 29 6.5 18 4.1

Umbral de la pobreza (-0.1<= Pj <=0.1) 111 25.0 179 40.3

Pobres (Pj >0.1) 304 68.5 247 55.6

Total 444 100.0 444 100.0

     FUENTE: Cálculos con base en ENIGH-89. (Cuadro tomado de: Palomares León, Humberto. Pobreza Urbana y Movilidad Ocupacional en Tijuana, B. C. Tesis de Maestría. El Colegio de la Frontera Norte. 1996. p. 51)

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     Palomares León lo expresa de la siguiente manera:

(...) cuando hacemos la división entre pobres y no pobres, pareciera que casi un 18 por ciento de hogares no padecen de insatisfacción de necesidades; sin embargo al observar los hogares que están en riesgo de pobreza, aquel porcentaje se reduce en un 10 por ciento. Lo mismo sucede del lado opuesto: si al principio se observa que los hogares pobres rebasan el 82 por ciento, al observar a aquellos que tienen una situación -en términos relativos- menor, el porcentaje disminuye hasta en catorce por ciento. Sin embargo, y contrario a lo esperado, al no considerar el teléfono y los vehículos, se observa un aumento en la proporción de los hogares no pobres a partir de la primera división, y de los que se encuentran en el umbral de la pobreza a partir de la segunda consideración. Esto nos permite suponer que, en Tijuana, aquéllas son consideradas como necesidades básicas y que, contrario a lo que se esperaba al incrementar las necesidades, el número de pobres -en términos relativos-, disminuye21.

4. FACTORES DETERMINANTES DE LA POBREZA EN TIJUANA

     Uno de los factores más citados en diversos estudios para explicar la pobreza en Tijuana o las condiciones sociales de una parte de la población, es el acelerado crecimiento demográfico, producto en su mayor parte de la migración que proviene de otros estados del país. En esta lógica el flujo ininterrumpido de migrantes, ya sea a Tijuana o hacia Estados Unidos, presiona la demanda de bienes y servicios, empleo y vivienda principalmente, generando desequilibrios y deterioro en las condiciones de vida de algunos de sus habitantes, al superar la capacidad y ritmo de la ciudad.

     Es evidente que el acelerado crecimiento demográfico es un factor que ayuda a explicar las condiciones de vida de una parte de la población, pero su dinámica y rasgos más destacados no se producen en el vacío social como suele verse en varios estudios sociodemográficos. El crecimiento de la población no es una variable independiente, al margen de las condiciones sociales, económicas y políticas de una entidad, es decir, no es independiente de las condiciones que la generan o en las que se produce. La pobreza y la desigualdad social tienen causas que superan el sólo crecimiento demográfico y se relacionan más con las formas que asume la distribución de la riqueza, la concentración de los recursos y el campo de oportunidades que no son las mismas para todos.

     En este apartado nos referimos a cuatro elementos estrechamente relacionados entre sí como factores determinantes de la desigualdad y la pobreza en Tijuana, factores que han sido cambiantes a lo largo del tiempo pero cuyas tendencias muestran un progresivo deterioro. Ellos son los niveles de ingreso de la población trabajadora y su relación con el tipo de empleo en Tijuana, la concentración del ingreso; la vivienda y los servicios públicos y, por último, las zonas de alto riesgo en que una gran parte de la población ha construido sus viviendas. Estos factores no son exclusivos, pero son los que han estado más vinculados al proceso de crecimiento de la ciudad y de sus características más relevantes.

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4.1. Nivel de ingreso en Tijuana

     Una de las contradicciones más importantes del crecimiento y el dinamismo de Tijuana es que esta situación no se ve reflejada en el ingreso per cápita de la mayor parte de la población. Aunque en términos generales, los niveles de salario tienden a ser relativamente más altos que en otros centros urbanos del país, son insuficientes para cubrir el costo de vida de la ciudad o la pérdida del poder adquisitivo de la moneda nacional frente al dólar. En pocas palabras, los efectos de las políticas macroeconómicas desarrolladas en los últimos años en el país, han tenido serias consecuencias en esta ciudad fronteriza.

     Si partimos de la Población Económicamente Activa (PEA) ocupada en Tijuana y sus niveles de ingreso, observamos que en 1990 el 27.1 por ciento tenía ingresos de más de dos y menos de tres salarios mínimos, mientras el 26.8 por ciento se encontraba en el rango de uno a dos salarios mínimos, es decir, los más altos porcentajes de la población trabajadora percibían ingresos que no excedían los tres salarios mínimos. Según se puede observar en el cuadro siguiente, para 1993 la situación permaneció prácticamente igual. Para 1995, de acuerdo con un estudio de Produtsa, la PEA que ganaba entre uno y dos salarios mínimos ascendió a 38.7 por ciento, en tanto que el 45.2 por ciento se encontraba en el rango de tres a cinco salarios mínimos. Los porcentajes que recibían más de cinco y más de diez salarios mínimos eran de 11.2 y 4.9 por ciento, respectivamente.

Cuadro 3. Distribución del ingreso de la PEA ocupada. Tijuana 1990, 1993, 1995

INGRESO MENSUAL1990(%)

1993(%)

1995(%)

No recibe ingresos 1.1    

Menos de 1 Salario Mínimo 6.5 8.15  

De 1 a 2 S M 26.8 26.27 38.7

Más de 2 y menos de 3 SM 27.1 27.09 a)

De 3 a 5 S M 18.2 18.15 b) 45.2

Más de 5 S M 16.1 16.11 11.2

Más de 10 S M     4.9

No especificado 4.2 4.23  

TOTAL 100.0 100.0 100.0

FUENTE: Elaboración propia con base en: Datos de 1990 tomados de INEGI. Gobierno del Estado. XV Ayuntamiento Tijuana. Cuaderno Estadístico Municipal Tijuana. 1997. Datos de 1993 tomados de XIV Ayuntamiento Tijuana. Programa de Desarrollo Urbano del Centro de Población. Tijuana. México 1994. Para 1995 PRODUTSA. Programa Parcial de crecimiento de la Tercera Etapa del Río Tijuana. Tijuana. 1995

Nota: Se incluyen los datos del actual municipio de Playas de Rosarito.a) Para 1995 este rango se ha sumado al siguiente para conformar uno solo: de 2 a 5 Salarios Mínimos.b) Esta cantidad representa el total de los dos rangos: Más de 2 y menos de 3, y de 3 a 5.

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     No obstante lo anterior Tijuana, en comparación con otros municipios fronterizos, ocupa uno de los más bajos lugares en población ocupada que percibe ingresos inferiores a dos salarios mínimos mensuales. El primer lugar lo tiene Ciudad Juárez, seguido de Mexicali, Hermosillo y por último Tijuana, como puede verse en el siguiente cuadro.

Cuadro 4. Población ocupada que percibe ingresos inferiores a dos Salarios Mínimos mensuales. Comparación entre municipios fronterizos. 1990.

MunicipioPosición por el ID 1990

Agrupación por tamaño de población

Proporción de población ocupada querecibe ingresos menores a 2 S.M. %

Nacional 33   63.22

Hermosillo 3 1 41.88

Tijuana 12 1 34.43

Mexicali 5 1 43.80

Juárez 9 1 44.88

FUENTE: Cálculos con base en: INEGI. Síntesis de Resultados. XI Censo General de Población 1990. (Síntesis del Cuadro 4.8 tomado de: Vázquez Blanca Delia. Niveles de Bienestar en la Frontera Norte de México: Cálculo de un índice de desarrollo. Tesis de Maestría. El Colegio de la Frontera Norte. 1996. p. 82).

NOTA: Posición del índice de Desarrollo (ID) y agrupación por tamaño de población son cálculos de la Autora.

     El ingreso, como es obvio, tiene una relación directa con el empleo o el tipo de empleo que puede obtenerse en Tijuana. Las cifras muestran cómo los mayores porcentajes de la PEA han estado concentrados históricamente en el sector terciario de la economía (comercio y servicios), aunque de manera más reciente el sector industrial se destaca como uno de los sectores más dinámicos en generación de empleos, en particular la industria maquiladora. Su participación porcentual, por ejemplo, para 1990 con respecto a la industria manufacturera fue de 77.03 por ciento, un porcentaje significativo aunque más bajo que en otros municipios fronterizos22. En términos globales, la PEA industrial en Tijuana creció durante el periodo de 1980-1990 casi un 40 por ciento, mientras que el sector terciario lo hizo a una tasa de 30 por ciento23. De manera particular, los establecimientos de la industria maquiladora de exportación en Tijuana pasaron de 101 a 512 en el periodo de 1974 a 1990, sextuplicando el número de trabajadores empleados.

     La industria maquiladora, como se sabe, es uno de los sectores que más contribuye a mantener los índices de desempleo más bajos en el municipio de Tijuana. Sin embargo, como también es conocido, aparte de sus claras ventajas "genera un ingreso per cápita menor al promedio de la región. La explicación no se encuentra por el lado de una baja productividad de dicho empleo, puesto que las empresas maquiladoras están sujetas a la competencia internacional y están integrando eslabones adicionales al ensamble en la cadena de valor. El problema reside en que las ganancias por el incremento de la productividad internacional y por ende, el valor añadido, no permanece en la región, resultando en bajo impacto en el ingreso de la población24.

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     Los otros sectores, como el terciario, bajo otras condiciones, también adolecen de la misma situación al tener una baja incidencia en el valor unitario de los puestos de trabajo, lo cual repercute en los niveles de ingreso. Así, en términos generales, la mayoría de los empleos que realizan los trabajadores en Tijuana son de poco valor agregado25.

     No obstante que los trabajadores de la industria maquiladora reciben un promedio de 0.8 veces más que el salario mínimo oficial a igual oficio y posición en el empleo (Carrillo y Santibañez, 1993), un trabajo de investigación reciente mostró que son, precisamente, estos trabajadores "los que presentan el porcentaje mayor de pobres moderados y extremos (el 94.2%)" (Palomares León, 1996:80).

     Para llegar a esta determinación el autor definió a priori dos líneas de pobreza: una extrema y otra moderada. Las dos fueron calculadas a partir de la canasta de precios de Coplamar (1984) y actualizada para el mes de junio de 1993. El costo mensual de la primera se estableció en 885.00 pesos, y la segunda tuvo un costo de 1,462.00 pesos. Como puede verse en el siguiente cuadro, los trabajadores por cuenta propia son los que presentan el menor porcentaje con respecto a las dos líneas de pobreza; en cambio los trabajadores en la maquiladora tienen el más alto de pobres moderados y extremos. En el caso de los empleados de comercio y servicios, ocupan el 80 por ciento de trabajadores por debajo de las líneas de pobreza.

Cuadro 5. Porcentajes de la relación entre la movilidad ocupacional y la pobreza a partir del ingreso. Tijuana 1993.

  Maquila Comercio y Servicios Cuenta Propia

Movilidad PE PM NP PE PM NP PE PM NP

Alta 80.4 14.8 4.6 46.3 35.5 18.2 47.6 23.8 28.6

Media 53.1 43.7 3.1 37.2 37.2 25.6 29.3 41.6 29.1

Baja 61.5 15.3 23.1 30.0 40.0 30.0 34.3 15.7 50.0

% por debajo de la línea de pobreza

94.2 80.0 61.4

Notas: PE - pobres extremos; PM - pobres moderados; NP - no pobres. Los porcentajes totales son obtenidos por rango de movilidad. Por ejemplo, los trabajadores de la maquila que presentan alta movilidad se dividen en pobres extremos (el 80.4%), en pobres moderados (el 14.8%) y los no pobres (4.6%).

FUENTE: Elaboración con base en la Encuesta "Trayectorias Ocupacionales y Cultura Obrera", El COLEF. Tijuana, 1993. (Cuadro tomado de: Palomares León, Humberto. Pobreza Urbana y Movilidad Ocupacional en Tijuana, B. C. Tesis de Maestría. El Colegio de la Frontera Norte. 1996. p. 80.)

      La información permite algunas lecturas más: los trabajadores de la maquila en el rango de pobres extremos son los que presentan la más alta movilidad ocupacional (80.4), lo mismo que los trabajadores por cuenta propia (47.6). Esta relación entre movilidad y pobreza -hipótesis principal del autor de este trabajo- es menos pronunciada con los trabajadores de comercio y servicios. Según el autor, a mayor movilidad ocupacional, mayores niveles de pobreza y menores niveles de capacitación. Los trabajadores de la maquila y los que trabajan por cuenta propia, dadas estas características pertenecerían -de acuerdo con esta investigación- al "mercado secundario de trabajo" cuya dinámica sería la siguiente: "tiene los empleos que, con

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relación a los del sector primario, son menos atractivos. Involucran bajos salarios, pobres condiciones de trabajo, variabilidad en el empleo, una pesada y a menudo arbitraria disciplina y poca oportunidad de ascenso en los puestos de trabajo. La pobreza está confinada al mercado de trabajo secundario"26.

     Otros rasgos de este mercado son las severas limitaciones que tienen los trabajadores para su movilidad, los altos grados de inestabilidad laboral y el cambio permanente en trabajos de baja remuneración, rasgos que parecen caracterizar el mercado laboral en el que se desenvuelven los trabajadores de la maquila y por cuenta propia en Tijuana. Esto es una diferencia con los que se encuentran en el sector de los servicios y el comercio, cuyos vínculos, por otra parte, con la economía de los Estados Unidos les garantiza una mejor posición en términos de ingreso, aunque no siempre en términos de empleo, como puede observarse en la siguiente tabla.

Cuadro 6. Movilidad y desempleo en los grupos ocupacionales. Tijuana 1993.

  Maquila Comercio y Servicios Cuenta Propia

Movilidad Bajo Desempleo Desempleo Alto Bajo Desempleo

Alta 74.7 57.0 23.8

Media 17.9 21.0 28.4

Baja 7.4 22.0 47.8

Total 100.0 100.0 100.0

FUENTE: Encuesta " Trayectorias Ocupacionales y Cultura Obrera". El Colegio de la Frontera Norte. Tijuana, 1993. (Cuadro tomado de: Palomares León, Humberto. Pobreza Urbana y Movilidad Ocupacional en Tijuana, B. C. Tesis de Maestría. El Colegio de la Frontera Norte. 1996. p. 77)

     El problema de Tijuana no es el desempleo, como suele ocurrir en otras ciudades importantes del país. El problema aquí son los bajos niveles de remuneración que se obtienen en algunos segmentos del mercado laboral y la alta rotación de trabajadores que, entre otros motivos, se desplazan en busca de mayores ingresos. Aunque, de acuerdo con varios estudios sobre el comportamiento de los mercados laborales, lo anterior no es el único factor, sino que influyen los perfiles sociodemográficos como los niveles de escolaridad, el ciclo de vida, etc., lo cierto es que las características del mercado laboral, su dinámica y composición, sigue siendo -o por lo menos parece serlo en Tijuana- un factor determinante en la alta movilidad laboral27.

     El problema de los bajos ingresos que caracteriza, en general, al mercado urbano de Tijuana se acentúa con los niveles inflacionarios que superan la media nacional. De acuerdo con la Comisión de Salarios Mínimos el poder de compra de los salarios en el país se ha reducido 30 por ciento en el periodo de 1994 a 1998, en tanto el índice de precios al consumidor ha mostrado un incremento de 145.50 por ciento desde diciembre de 1994 a julio de 1998, según cifras del Banco de México. En este mismo periodo la canasta básica alcanzó un monto de 501.98 pesos a la semana (71.71 pesos al día), lo que representa un aumento de 191.75 por ciento, mientras que el incremento en los salarios mínimos fue de sólo 73.01 por ciento. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), para adquirir los bienes básicos los salarios mínimos requirirían un incremento de 136.35 por ciento28.

     De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Económico del Estado de Baja California, la inflación acumulada en Tijuana hasta julio de 1998 fue de 9.55 por ciento y de 9.32 a nivel

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nacional29. El costo semanal de la canasta básica para una familia de 4.9 miembros asciende, en Tijuana, a 1,186.40 pesos (118.64 dólares a un tipo de cambio de 10X1), diariamente significaría 169.48 pesos (16.94 Dlls) y mensualmente la cantidad de 5,084.57 pesos (508.45 Dlls), sin incluir gastos en vestido, educación, atención a la salud, recreación y cultura. Una familia promedio tijuanense necesitaría seis salarios mínimos para cubrir sus necesidades básicas, de acuerdo al nivel inflacionario de la ciudad y sus niveles salariales. Si comparamos esta información con la PEA ocupada que percibe ingresos inferiores a dos salarios mínimos mensuales (34.43%) en 1990, y aún con la que percibe hasta tres salarios mínimos ( 27.09%, para 1994 y a nivel de municipio), se comprenderá la magnitud del deterioro social en Tijuana en los últimos años. Al margen de que el ingreso semanal sea complementado por dos o más miembros de la familia, que es en realidad lo que ha venido sucediendo.

Cuadro 7. Canasta Básica para un hogar de 4.9 personas en Tijuana. 1998. Cálculo para una semana.

CANTIDAD PRODUCTO PRECIO UNITARIO TOTAL

ALIMENTACIÓN

2 KILOS FRIJOL 12.20 24.40

1 KILO ARROZ 9.20 9.20

3 KILOS TORTILLA 3.75 11.25

1 LITRO ACEITE 10.70 2.675

3 LATAS ATÚN 6.70 20.10

1 CARTERA HUEVO 10.27 10.27

750 GRMS. CAFÉ 28.00 21.00

1 FRASCO MAYONESA 19.40 9.70

10 PIEZAS BOLILLOS 1.00 10.00

3.5 MEDIOGALÓN

LECHE 14.00 49.00

1 ½ KILO HARINA 3.90 5.85

2 LATAS CHILE 3.20 6.40

1 ½ KILO CARNE 35.00 52.5

1 PIEZA POLLO 31.50 31.50

6 LATAS VALVITA 2.40 14.40

2 PAQUETES SOPA DE PASTA 1.50 3.00

1 FRASCO CONSOMÉ POLLO 24.30 5.00

1 KILO TOMATE 20.90 20.90

½ KILO CEBOLLA 4.70 2.35

1 KILO PLÁTANO 4.10 4.10

1 KILO PAPA 3.90 3.90

2 KILOS NARANJA 6.60 13.20

½ KILO LIMÓN 8.50 4.25

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1 KILO ZANAHORIA 3.40 3.40

1 KILO CALABACITAS 7.00 7.00

TOTAL POR SEMANA 345.40

ASEO Y LIMPIEZA

1 PAQUETE PAPEL HIGIÉNICO 10.80 10.80

1 PIEZA JABÓN 3.50 3.50

1 KILO DETERGENTE 11.50 5.75

1 PIEZA PASTA DIENTES 10.50 5.25

1 FRASCO LIMPIADOR 10.90 5.45

1 FRASCO CREMA 30.00 15.00

TOTAL POR SEMANA 45.75

SERVICIOS

1 MES RENTA 1500.00 375.00

2 CILINDROS GAS 178.00 89.00

CUOTA DOMICILIO AGUA 200.00 50.00

CUOTA BIMESTRE LUZ 150.00 18.75

TOTAL POR SEMANA 532.75

TRANSPORTE

3 RECORRIDOS DIARIOS 5 DIAS 262.50

TOTAL DE GASTOS POR SEMANA 1186.40

NOTA: No incluye costo de vestido, educación, atención a la salud, recreación, cultura.

FUENTE: Elaboración propia con base en investigación de campo. Tijuana. Octubre de 1998.

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Cuadro 8. Relación de costo de Canasta Básica y Salario Mínimo. Cálculo por semana.

CANASTA BÁSICA

1 SALARIO MÍNIMO 0.18

2 SM 0.36

3 SM 0.54

4 SM 0.72

5 SM 0.89

6 SM 1.07

7 SM 1.25

8 SM 1.43

FUENTE: Elaboración propia con base en Cuadro 9. Tijuana. Octubre de 1998

     Antes de concluir este apartado, deseamos poner un ejemplo ilustrativo de cómo se distribuye la población con menores ingresos en la "mancha urbana" de Tijuana. Según se puede apreciar en la figura No.1, las delegaciones que concentran la mayor parte de la población con ingresos medio bajo y bajo son la de San Antonio de los Buenos, La Mesa, La Presa y la parte Oriental de La Mesa de Otay30. El mapa muestra de manera evidente cómo estas zonas circundan la mancha urbana de la ciudad, rodeando los sectores considerados de ingresos medios o muy altos que ocupan las partes centrales del mapa de Tijuana. Zonas que, por otro lado, como se verá más adelante, coinciden con las áreas consideradas de mayor riesgo y vulnerabilidad ante desastres naturales, además de presentar el mayor índice en la carencia de servicios públicos y malas condiciones en las viviendas.

     Lo paradójico de esta situación es que, como lo señala Tito Alegría, "vivir en un barrio pobre cuesta más caro que vivir en cualquier otra parte de la ciudad". Esto es así en la medida en que al variar en el espacio los costos de consumo, varía también el ingreso real de los consumidores. Según este autor, existen diversos medios por los cuales los costos del consumo se modifican en el espacio urbano, pero hay dos que se pueden sintetizar como: precios de accesibilidad y como costos de la proximidad a los recursos urbanos. "El primero se refiere a los inconvenientes que hay que salvar para acceder a las oportunidades y zonas de empleo y al equipamiento y servicios locales (...) El segundo, al efecto negativo de estar en el espacio urbano junto a algo que no se utiliza diariamente"31.

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Mapa 1. Localización espacial de la pobreza urbana (Distribución de grupos de ingreso)

     La distribución de la población en el espacio urbano de Tijuana por nivel de ingreso también se puede apreciar en el siguiente mapa que, bajo otro procedimiento, desagrega la información antes referida para la población económicamente activa, dividiéndola en cuatro rangos de acuerdo a sus niveles salariales: muy bajo, bajo, mediano y alto. Como se observa, la categoría de muy bajo nivel de ingreso ocupa una superficie de 19.1 por ciento y se localiza en el área periférica; la población que está en el rango de bajo nivel forma una especie de anillo hacia el interior de la ciudad, cercana a la anterior, y ocupa una superficie de 24.8 por ciento; la población de mediano ingreso presenta un perfil más heterogéneo en su distribución espacial, pero tiende a concentrarse hacia el Este de la ciudad, ocupando un área de 27.7 por ciento. Por último, el rango de alto nivel de ingreso cubre un área de 22 por ciento y se localiza hacia la zona de Playas de Tijuana y en los márgenes del Río Tijuana32.

     Por las propias características de crecimiento que ha tenido la ciudad, no es fácil determinar zonas altamente homogéneas en la relación de nivel de ingreso y ocupación espacial, por lo menos hasta hace algunos años. En el mapa puede verse cómo la mancha urbana alberga ocupaciones del espacio disímbolas desde el punto de vista del nivel de ingreso, aunque parece estarse formando una tendencia cada vez más acentuada de exclusión social y territorial, afectando negativamente a la población de escasos recursos. Una hipótesis posible es que los cinturones que forman los estratos de bajo y muy bajo ingreso, y que ocupan además la periferia de la ciudad, sean el resultado de esta tendencia excluyente que se ha agudizado en Tijuana a partir de los últimos años. Estos nuevos asentamientos han tenido -y parece que tendrán- mayores dificultades para integrarse a los circuitos modernizantes de Tijuana. En otras palabras, si las tendencias continúan, las zonas ricas y pobres de Tijuana tenderán, cada vez más, a diferenciarse espacial y socialmente.

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Mapa 2. Niveles de ingreso en la ciudad de Tijuana

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4.2. Distribución del ingreso

      Por lo general, uno de los parámetros más importantes que se utilizan para medir la distribución o concentración de la riqueza es el grado de polarización del ingreso, en el que influyen variables tanto de carácter demográficas -estructura de edades de la población y tamaño de las familias-, como otras más relacionadas con el proceso de industrialización o crecimiento que ha tenido algún determinado país o región.

     Varios estudios en México han mostrado a lo largo del tiempo y utilizando distintos índices, cómo la concentración del ingreso ha sido una de las principales características del país, al margen incluso de las grandes transformaciones y periodos de crecimiento que ha registrado33. Esta tendencia se ha agudizado todavía más en los últimos años en el marco de los programas de ajuste económico que se han impulsado desde la década de los ochenta.

     En Tijuana esta variable ha sido poco atendida en su contexto de alto dinamismo, además de la deficiente información que existe al respecto. Sin embargo, la noción más extendida o difundida sobre la distribución del ingreso es como la siguiente: "Tijuana tiene una distancia considerablemente menor que la correspondiente a la nación o a sus principales ciudades, entre los más ricos y los más pobres, medida a partir de estadísticas sobre distribución del ingreso, en términos de índices de Gini"34. Es probable que esta situación haya sido cierta en años anteriores a los de 1980, o bien en comparación a otras grandes ciudades mexicanas, pero es justamente lo que se desdibuja cuando se ven los datos más cercanos, tanto en el tiempo como espacialmente.

     Antes de referirnos a esta información conviene destacar que el coeficiente de Gini es una medida de las diferencias en el ingreso y concentración del mismo y en donde el valor cero del índice significa equidad, mientras que el valor 1 (su valor máximo posible) indica una concentración mayor.

     Con un análisis de la información basada en la Encuesta Nacional de Empleo Urbano de 1987 y 1990 para las ciudades fronterizas de Tijuana, Ciudad Juárez, Matamoros, Nuevo Laredo y Monterrey, una reciente investigación de Blanca Delia Vázquez ilustra cómo Tijuana es uno de las ciudades con uno de los mayores índices de concentración del ingreso. La información no se refiere propiamente -nos dice la autora- a ingresos de los hogares, sino al ingreso promedio por hogar, considerando que al interior del mismo existe mínimo una persona ocupada que recibe algún tipo de remuneración.

      En la tabla siguiente puede observarse cómo en 1987 Tijuana presenta el mayor grado de concentración del ingreso, con un índice de 0.469918, seguido de Monterrey y Ciudad Juárez. Para 1990 la posición de Tijuana cambia en comparación con el resto de las ciudades fronterizas, pero sigue manteniéndose en un lugar destacado en sus índices de concentración, siendo más alto que el de 1987. En 1990 Nuevo Laredo ocupa el primer lugar, seguido de Monterrey y Tijuana con un índice de 0.475827. En realidad, "estas dos ciudades básicamente mantienen una tendencia al aumento de los índices de concentración"35.

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Cuadro 9. Cálculo del índice de Gini para ciudades fronterizas. Resultados para 1987 y 1990.

Ciudad Índice de Gini

  1987 1990

Matamoros 0.367217 0.394992

Cd. Juárez 0.446429 0.415056

Tijuana 0.469918 0.475827

Monterrey 0.449321 0.496124

Nuevo Laredo 0.390425 0.584507

FUENTE: Cálculos con base en datos de ENEU 1987 y 1990. (Cuadro tomado de: Vázquez Blanca Delia. Niveles de Bienestar en la Frontera Norte de México: Cálculo de un índice de desarrollo. Tesis de Maestría. El Colegio de la Frontera Norte. 1996. p. 80).

     El mismo panorama se descubre cuando se analizan los datos -en este caso los de ingreso del XI Censo de Población de 1990- a nivel de los estados fronterizos. Los estados de Nuevo León, Chihuahua y Baja California aparecen como los estados con mayor nivel de concentración, correspondiendo a las ciudades de Monterrey y Tijuana, como se vio anteriormente. Aunque las formas de medición son distintas, estos niveles de concentración del ingreso resultan más altos que los calculados a nivel nacional para los años de 1984 y 1989, cuyos índices de Gini fueron de 0.429 y 0.469, respectivamente36.

Cuadro 10. Cálculo del índice de Gini para los estados fronterizos de México. Resultados. 1990.

ESTADO ÍNDICE DE GINI

TAMAULIPAS 0.48400

SONORA 0.50646

COAHUILA 0.54802

BAJA CALIFORNIA 0.54925

CHIHUAHUA 0.56444

NUEVO LEÓN 0.57875

FUENTE: XI Censo General de Población 1990, para Estados Fronterizos. (Cuadro tomado de: Vázquez Blanca Delia. Niveles de Bienestar en la Frontera Norte de México: Cálculo de un índice de desarrollo. Tesis de Maestría. El Colegio de la Frontera Norte. 1996. p. 810).

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     La Tijuana de las oportunidades y la igualdad, que se ha creado en el imaginario social a través de la historia, parece que ha empezado a desdibujarse durante el proceso de crisis que ha estado viviendo el país en las últimas décadas. Con un gran dinamismo económico, producto de su relación y vínculos con la economía de California y alta generación de empleos, la ciudad manifiesta ya estrangulamientos en su bienestar social, tornándose una ciudad más estratificada y desigual, incluso por encima de muchas otras del país.

4.3. Vivienda y servicios públicos

     Con todo lo anterior, es quizá en la vivienda y los servicios públicos donde más se manifiesta el deterioro social de una parte de la población de Tijuana, o bien donde cristaliza este proceso de desigualdad al que nos hemos referido.

      De acuerdo con la información de la siguiente tabla, de un total de 218,673 viviendas que había en 1994, el 40 por ciento estaba clasificada como de malas condiciones, las cuales cubrían una superficie de 9,961 has.; por el contrario, sólo el 10 y el 20 por ciento se consideraban como "muy buenas" y "buenas", respectivamente, abarcando las dos categorías un área de 7,470 hectáreas.

Cuadro 11. Clasificación de viviendas en Tijuana. 1994.

CLASIFICACIÓN %SUPERFICIE(has.)

Población Viviendas

Muy buena 10.0 2 490 94 685 21 867

Buena 20.0 4 980 189 371 43 734

Popular 26.0 6 474 246 183 56 855

Conjunto Habitacional 4.0 996 37 874 8 747

Mala 40.0 9 961 378 743 87 470

TOTAL 100.00 24 901 946 856 218 673

FUENTE: XIV Ayuntamiento de Tijuana. Programa de Desarrollo Urbano del centro de Tijuana. Tijuana, 1994. (Cuadro tomado de XIV Ayuntamiento. Plan Estratégico de Tijuana. 1994. p. 121).

     Respecto de los materiales predominantes, encontramos una evolución en la calidad de los mismos. Así, por ejemplo, mientras en 1960 el 57 por ciento de las viviendas tenía muros de madera, este porcentaje empieza a disminuir a partir de la siguiente década hasta llegar al 41.90 por ciento en 1990, según datos del INEGI. Lo mismo se observa para los materiales compuestos por bloque, ladrillo o tabique que cubre un poco más del cincuenta por ciento de las viviendas. Aunque significativos en su evolución, estos porcentajes nos muestran todavía que un gran número de viviendas están construidas con materiales considerados de baja calidad, como puede observarse en la siguiente tabla.

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Cuadro 12. Vivienda. Materiales predominantes en muros.

MATERIAL 1960 (%) 1970 (%) 1980 (%) 1990 (%)

Bloque/ladrillo/tabique 11.82 43.75 50.34 53.8

Madera 57.91 46.07 40. 41.90

Adobe 1.62 4.44 1.70 0.5

Otros materiales 28.64 3.76 7.77 3.06

No especificado   -     -     -   0.69

Total 100.00 100.00 100.00 100.00

FUENTE: Para 1960, 1970 y 1980, SAHOPE Plan de Desarrollo Urbano 1984. Para 1990: INEGI. Gobierno del Estado. XV Ayuntamiento Tijuana. Cuaderno Estadístico Municipal. Tijuana, 1997.

     Lo mismo puede decirse para los materiales de techos y pisos con que cuentan las viviendas en Tijuana. En el siguiente cuadro se observa cómo en 1990, el 66.3 por ciento tenía techos de madera y sólo el 26.8 contaba con material de ladrillo o tabique. Las viviendas con techos de lámina o cartón realmente presentan un porcentaje poco relevante en el conjunto de las viviendas, pero quizá significativo desde el punto de vista de la dinámica económica de la ciudad y sus supuestos indicadores de bienestar social. Lo mismo se aplica para los materiales de pisos, en donde el 7.6 por ciento es de tierra.

Cuadro 13. Vivienda. Materiales de techos y pisos. 1990

MATERIAL DE TECHOS PORCENTAJE

Lámina de cartón 2.3

palma, tejamanil, madera 66.3

lámina de asbesto o metálica 1.6

teja, losa de concreto 0.20

tabique o ladrillo 26.8

otros materiales 2.0

No especificado 0.8

TOTAL 100.00

MATERIAL DE PISOS PORCENTAJE

Tierra 7.6

Cemento o firme 64.8

Madera, mosaico u otros recubrimientos

26.8

No especificado 0.70

TOTAL 100.00

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FUENTE: INEGI, Gobierno del Estado, XV Ayuntamiento Tijuana. Cuaderno Estadístico Municipal. Tijuana, 1997.

     Con respecto a los servicios de que dispone la vivienda, las condiciones de mejoramiento han sido más lentas que en otros renglones, como se puede apreciar -por ejemplo- en los rubros de agua potable y drenaje sanitario. Todavía en 1980, para no hablar de las décadas anteriores en que fue uno de los mayores problemas, el 72.1 por ciento de las viviendas contaba en su interior con agua potable y para 1995 -año para el que se dispone de información más confiable- el 17 por ciento carecía de este servicio. El problema es mayor en el servicio de drenaje sanitario, pues para 1990 sólo el 65 por ciento de las viviendas contaba con el mismo y, para 1995, alrededor del 20 por ciento no disponía de él. El servicio de energía eléctrica es el que ha evolucionado de manera más rápida, cubriendo para el último año de referencia el 95.9 por ciento del total de viviendas.

Cuadro 14. Vivienda. Disponibilidad de servicios de agua entubada, drenaje y energía eléctrica.

AÑOTOTALVIVIENDAS

AGUAENTUBADA

%DRENAJESANITARIO

%ENERGÍAELÉCTRICA

%

1960 32 523 19 987 61.5 14 625 45.0 23 105 71.0

1970 63 244 40 444 63.9 30 379 48.0 52 547 83.1

1980 96 833 69 809 72.1 61 738 63.8 86 311 89.1

1990 161 338 113 712 70.5 104 965 65.0 138 369 85.8

1995 232 690 193 164 83.0 186 804 80.3 223 040 95.9

1998 S/D 267 612 S/D 171 724 S/D S/D S/D

FUENTE: Elaboración propia con base en datos de INEGI. Gobierno del Estado. XV Ayuntamiento de Tijuana. Cuaderno Estadístico Municipal. Tijuana Edo. De B. C. 1997, para los años 1960, 1970, 1980, 1990 y 1995. Los datos de 1998 se tomaron de XV Ayuntamiento Tijuana. Copladem. Tijuana Hoy. No. 7 Agua y Drenaje. 1998. S/D Sin datos.

     El grado de hacinamiento de las viviendas de Tijuana es otro de los factores que expresan con mucha claridad las condiciones de vida de una parte de la población (se consideran hacinadas las viviendas que sobrepasen de dos ocupantes por dormitorio). Para 1994, de las 218,673 viviendas que existían en la ciudad, el 12.7 por ciento tenían un índice de hacinamiento, el más alto del estado de Baja California37. El promedio de habitantes por vivienda, según información de INEGI, ha tendido a disminuir; pasando de 5.38 miembros en 1970 a 4.71 en 1980, 4.47 en 1990 y 4.2 para 1995. El número total de viviendas para este año fue de 234,579 y un promedio de habitantes de 987,657.

     

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Un problema muy grave en Tijuana, colateral a los anteriores, es la enorme desproporción que existe entre la producción de y la demanda, sobre todo la vivienda de carácter popular y de nivel medio. Según estimaciones de Produtsa, entre 1995 y 1998 la demanda de vivienda popular estaría en el orden de 17,221 unidades, la de nivel medio en 8,078 y la de interés social en una cifra de 20, 123 viviendas. En las proyecciones que hace este organismo para el periodo 2011-2013, la demanda de vivienda de interés social será de 31,658 y la popular alcanzará una cifra de 27,092 unidades para esos años. Cuadro 15. Demanda de vivienda por trienio. (1995-2013)

  TOTALRESIDENCIALMÁS DE 10 SM

MEDIA ENTRE 5 Y 10 SM

INTERÉS SOCIALENTRE 2 Y 5 SM

POPULAR ENTRE1 Y 2 SM

1995-2013

339 862 20 833 56 757 14 382 120 991

    6.1 16.7 41.6 35.6

1995-1998

48 373 2 965 8 078 20 123 17 221

1999- 2001

42 864 2 627 7 158 17 831 15 259

2002-2004

49 480 3 303 8 263 20 584 17 615

2005-2007

57 115 3 501 9 538 23 760 20 333

2008-2010

65 928 4 041 11 010 27 426 23 470

2011-2013

76 102 4 665 12 709 31 658 27 092

FUENTE: Cuadro tomado de: PRODUTSA Programa Parcial de Crecimiento de la Tercera Etapa del Río Tijuana. Tijuana, 1995

     La producción de vivienda, por el contrario, sigue un ritmo demasiado lento para la velocidad de la demanda de habitación que registra Tijuana dado su elevado crecimiento demográfico. A manera de ilustración, según fuentes oficiales la producción total de vivienda en el periodo 1990-1995 fue de 6,865 unidades, 4,483 generadas por el sector público y 2,382 por el sector privado. Si se considera que la demanda total de vivienda ascendió durante el mismo periodo a 15,913, "la producción anual representa un déficit de 9,042 unidades de suelo y vivienda por año (...) convirtiéndose Tijuana en el municipio con el porcentaje más bajo de atención a la demanda de suelo y vivienda"38.

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Cuadro 16. Producción total 1990-1995 y déficit de suelo y vivienda al año 2 000.

TIPO DE ACCIÓN

PÚBLICA PRIVADA TOTALDEMANDATOTAL

DÉFICITANUAL

DÉFICIT2000

LOTES 3 205  -  3 205 5 477 2 272 11 360

VIVIENDA 1 278 2 382 3 660 10 436 6 770 33 870

SUMA 4 483 2 382 6 865 15 913 9 042 45 230

FUENTE: Gobierno del Estado. Cuadro tomado de XV Ayuntamiento Tijuana. Copladem. Plan Municipal de Desarrollo 1996-1998. p. 147 Cuadro 17. Producción de vivienda 1993-1995. Desarrolladores privados.

TIPO 1993 1994 1995 TOTAL PROMEDIO

INTERÉS SOCIAL 0 2 914 1 348 4 262 1 421

MEDIO 613 464 654 1 731 577

RESIDENCIAL 97 127 929 1 153 384

TOTAL 710 3 505 2 931 7 146 2 382

FUENTE: Gobierno del Estado. Cuadro tomado de XV Ayuntamiento Tijuana. Copladem. Plan Municipal de Desarrollo 1996-1998. p. 147

     De acuerdo con información hemerográfica, Tijuana tiene actualmente un déficit de viviendas de 80 mil unidades, mientras que un organismo como INFONAVIT -uno de los principales productores de vivienda de carácter popular o de interés social- ofertó para 1998 una cantidad de 2,900 viviendas39. Si a esta información agregamos la mala calidad de las viviendas, el problema de la tenencia de la tierra y la falta de servicios públicos, además del déficit en la oferta de habitación, es fácil concluir que el problema de la vivienda en Tijuana es uno de los más urgentes de resolver. Quizá el panorama es distinto a la descripción que hizo Ricardo Garibay para los años setenta, pero varios de los factores determinantes que han contribuido a agudizar este fenómeno siguen persistiendo: falta de planificación y control en los usos del suelo, regulación de la oferta de tierra y control de precios para facilitar el acceso a los sectores con menores ingresos, legalización de la tenencia de la tierra y ampliación de la cobertura de servicios, entre otros muchos.

     El binomio más evidente que se puede observar en el conjunto de la información es, por un lado, el aumento del crecimiento demográfico de carácter social que registra Tijuana y, por otro, el incremento de la vivienda improvisada o de baja calidad de construcción que se produce por lo primero40. ¿Cuál es el periodo que permanece una familia promedio reacondicionando su principal hábitat en Tijuana, dadas sus condiciones laborales, de ingreso y localización espacial? Es difícil responder a esta pregunta, pero según nuestra información el conjunto de factores que ayudarían a explicar este proceso han sufrido profundos deterioros en los últimos años.

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4.4. Vulnerabilidad y zonas de riesgo

     Las zonas de riesgo y peligro naturales en que se encuentran muchos asentamientos humanos en Tijuana es el cuarto factor que, en esta perspectiva, contribuye a agudizar las precarias condiciones de vida de cientos de familias tijuanenses. De acuerdo con las autoridades municipales de Protección Civil, existen 29 zonas de riesgo, en distintos grados, en la ciudad. Las zonas de alto riesgo corresponden a aquellas áreas con peligro de inundación, derrumbe o deslizamiento de tierra, encontrándose por lo general en cañones, laderas o riveras de arroyos. Las zonas de "mediano riesgo" se localizan en las riveras de arroyos, mientras que las de "bajo riesgo" se forman por los asentamientos ubicados en la parte alta de los arroyos con vivienda de materiales poco resistentes como cartón, madera y otros41.

Cuadro 18. Principales zonas de Alto riesgo en la ciudad de Tijuana

ZONAS COLONIASO SECTORES

DELEGACIONES

Cauce del Río Alamar   Mesa de Otay

Cañones de las colonias    

  10 de Mayo Mesa de Otay

  Las Torres Mesa de Otay

  Nido de las Aguilas Mesa de Otay

  Insurgentes Mesa de Otay

Arroyo del Florido    

  Matamoros Centro La Presa

  Matamoros Sur La Presa

  Laderas del Cerro Colorado La Presa

Arroyos y Laderas    

  3 de Octubre La Presa

  México Lindo La Presa

  Centenario  

  División del Norte La Presa

  Cañón Rosario Castellanos La Mesa

  La Esperanza La Mesa

  Lomas de la Amistad La Mesa

  Laderas de Cortez La Mesa

  Camino Verde La Mesa

  Pedregal de Santa Julia San Antonio de los Buenos

  Cañón de las Carretas San Antonio de los Buenos

  Divina Providencia Playas de Tijuana

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NOTA: De acuerdo con Protección Civil, aparte de las mencionadas se consideran zonas de alto riesgo todas aquellas que se localicen en los cauces de los arroyos y en las laderas de cañones. FUENTE: Elaboración propia con base en: XV Ayuntamiento. Copladem. Tijuana Hoy. Edición Especial "El Niño". 1997.

     En un estudio reciente se afirma que más de la mitad de la superficie urbana de Tijuana tiene la posibilidad de sufrir riesgos de inundación, anegamiento, depositación o erosión-remoción en masa. Las áreas con riesgo de inundación ocupan principalmente las terrazas bajas en las márgenes del Río Tijuana y del Arroyo Alamar. Las zonas con riesgo de anegamiento se localizan en las mesas, como es el caso de la Mesa de Otay y las que se encuentran al oeste de la mancha urbana (la primera con uso del suelo de tipo residencial e industrial y las segundas con uso residencial); en riesgo de depositación se encuentra la terraza marina del fraccionamiento Playas de Tijuana y los lomeríos bajos, aledaños al Cerro Colorado. Por último, las zonas en riesgo de erosión-remoción en masa se ubican principalmente en las cañadas, la mayoría de ellas pobladas por asentamientos de tipo popular (Romo Aguilar, 1996:115).

     Dadas las características urbanas y topográficas de Tijuana, el asentamiento de la población en zonas de riesgo es heterogénea y no depende, necesariamente, de los niveles de ingreso y condición social. Esto por lo menos hasta años recientes. Sin embargo, a partir de su acelerado crecimiento urbano es cada vez más notoria y marcada la tendencia de que las zonas peligrosas sean ocupadas por los sectores sociales de menores recursos. Esto puede apreciarse, por ejemplo, en los mapas que hemos citado anteriormente, en donde existe una enorme coincidencia entre los bajos niveles de ingreso y la ocupación de zonas peligrosas o poco aptas para habitación.

     Los pobres, como es evidente, no eligen vivir en las zonas peligrosas de Tijuana. Esto ha sido el resultado, por una parte, de la ausencia de planificación en el crecimiento urbano y la especulación con la tierra, que encarece el precio de los terrenos y obstruye -a su vez- el ordenamiento; por otra, obedece al carácter excluyente que ha seguido este proceso de crecimiento urbano en Tijuana a partir de la últimas dos décadas, principalmente. La existencia de estos asentamientos responde -por lo tanto- a un proceso de exclusión originado en la dinámica del mercado y en el crecimiento de la ciudad, más que a una selección no condicionada de los habitantes, produciendo lo que en términos genéricos se ha dado en llamar los "cinturones de miseria" alrededor de la mancha urbana.

     Vivir en una zona de riesgo se convierte, para los pobres, en un círculo que aprisiona aún más sus condiciones de vida y limita sus posibilidades de desarrollo. No es lo mismo que en estas zonas se asienten las familias de altos o medianos ingresos, a que lo hagan quienes perciben salarios a nivel de subsistencia. Las familias en pobreza no sólo no disponen de recursos para construir la infraestructura y proteger sus habitaciones, sino que también tienen menos capacidad de respuesta ante la eventualidad de desastres de cualquier tipo. Fenómenos metereológicos como los de 1993 y 1998 en Tijuana evidencian con mucha claridad esta situación.

     Las zonas de riesgo habitadas por los pobres producen más efectos colaterales derivados de la falta de servicios y débil infraestructura, como la existencia de múltiples focos de contaminación. En ellas es común que proliferen enfermedades respiratorias, gastrointestinales y otro tipo de padecimientos producidos por la contaminación ambiental y del agua o desechos tóxicos, que impactan sobre todo a los niños y a los ancianos.

     Como se sabe, las enfermedades limitan la capacidad productiva de los individuos además de representar mermas adicionales en el ingreso por incurrir en los costos del tratamiento. Estos costos están representados por "la pérdida de horas-hombre por morbilidad y mortalidad", además de los gastos médicos para recuperar la salud (Muñoz Piña y Guevara Sanjinés,1997).

     Así, vivir en un barrio pobre o en una zona vulnerable a las contingencias ambientales, con

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empleos precarios y por lo tanto con ingresos reducidos, en habitaciones sin servicios y con materiales de baja calidad, pero además en un mercado con mayores niveles inflacionarios y cada vez más excluyente, es vivir en ese círculo de pobreza que parece acentuarse en Tijuana, afectando cada vez a mayor número de familias e individuos.

     A este círculo de creciente deterioro, algunos autores como Robert Chambers (1983) lo han denominado la "trampa de la privación", que es un concepto más amplio que el de la pobreza y se refiere a cinco factores que se relacionan intensamente y del cual es difícil escapar: a) la misma pobreza (insuficiencia de ingreso y disponibilidad de activos, ya sea en bienes o dinero), b) la debilidad física (desnutrición, salud deficiente, incapacidad física y fuerte dependencia al grupo de pertenencia), c) el aislamiento (lejanía física, carencia de educación, la ignorancia y la falta de acceso a servicios de información), d) la vulnerabilidad (tensión interna y externa, y peligro de volverse más pobre y carente de todo) y, e) la carencia de poder (powerlessness, término que significa la incapacidad y debilidad para enfrentar la explotación y las demandas de los poderosos)42. Privaciones que, en el ámbito cotidiano de la reproducción social, tienen el enorme potencial de trasmitirse de generación en generación.

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. A manera de conclusiones

      Tijuana es una ciudad con un dinámico crecimiento económico que no ha sido acompañado por el desarrollo social y el bienestar de la mayoría de la población. Si bien presenta índices de pobreza más bajos que en otras grandes urbes del país, la desigualdad y el deterioro social han empezado a convertirse en rasgos importantes de su fisonomía urbana, principalmente a partir de las últimas dos décadas. Si antes pudo caracterizarse como una zona de oportunidades y paso obligado hacia el "sueño americano", hoy este proceso de crecimiento y expansión no está exento de exclusiones y desigualdades, como en general ha sido la tendencia en todo el país a partir de la crisis de principios de los ochenta.

     Las cifras sobre pobreza y desigualdad social no siempre reflejan la experiencia de miles de vidas humanas que se esconden detrás de ellas, los sacrificios y procesos desintegradores a que someten las privaciones. Tampoco reflejan las estrategias que los hogares en pobreza emprenden para enfrentar el deterioro de sus condiciones de vida, imprimiendo otra dinámica a sus relaciones interindividuales y sociales.

     Así, por ejemplo, es muy conocido que en una situación de pobreza los hogares tenderán a redefinir la división sexual de trabajo al interior de la familia al incorporar a otros miembros en la actividad remunerativa, como una forma de resistir al entorno social adverso en el que viven. Las mujeres, los jóvenes y los menores de edad, son los miembros que más se ven obligados a incorporarse a algún tipo de trabajo que ayude a complementar los ingresos del hogar, lo cual trae a la larga efectos perniciosos para algunos de sus miembros.

     Algunos trabajos han mostrado cómo "la urgencia de obtener ingresos suplementarios en el hogar implicó una sobrecarga laboral para las mujeres. Muchas de ellas han debido combinar el tiempo dedicado al trabajo deméstico con modalidades diversas de participación en labores remuneradas. Más aún, su incorporación al mercado de trabajo formal o informal probablemente tendió a reducir -en ausencia de cuidado alternativo de carácter institucional o familiar- la atención prestada a los hijos, lo cual pudo tener graves implicaciones para la salud y el desarrollo de los menores"43.

     Pero además de este tipo de estrategia que los hogares pobres desarrollan, hay otras que tienen como finalidad impedir el descenso en el nivel de consumo y el bienestar general de las familias, y cuyos efectos también pueden tener repercusiones en los grados de nutrición y salud de sus miembros. Nos referimos a los cambios en las pautas de consumo, el volumen y hábitos de compra, así como la distribución intrafamiliar de los alimentos. En otras palabras, los cambios y orientación del gasto familiar, que no sólo afecta a las familias pobres sino a otras de medianos ingresos que lenta, pero progresivamente, se van privando de muchos satisfactores y bienes fundamentales. Para los hogares con ingresos de subsistencia o en pobreza moderada, este recorte de gastos a veces es casi imposible de realizar sin afectar sus de por sí precarias condiciones. En estas unidades domésticas, las mayores reducciones son las relacionadas con la educación y la salud.

     Otro mecanismo que tiende a desarrollarse para enfrentar la situación de deterioro es el cambio en la composición y tamaño del hogar, vía la incorporación de parientes cercanos al núcleo de una familia como potenciales proveedores de ingresos adicionales, o bien para cooperar en las tareas domésticas. Varios estudios de carácter empírico parecen confirmar esto como una tendencia generalizada en todo el país, aunque más acentuada en algunas regiones o ciudades. Así, por ejemplo, un estudio en Guadalajara mostró que entre 1982 y 1985 los hogares cambiaron de composición: en 1982 el 80 por ciento eran hogares nucleares y el 18.9 eran extensos y compuestos. Para 1985 las unidades nucleares disminuyeron a 74.7 por ciento y el segundo grupo ascendió a 24.2 por ciento. La misma situación se observa en una encuesta realizada en la ciudad de México entre 1985 y 1988. En ese lapso "los hogares de los estratos

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formal-medio-bajo e informal-medio mantuvieron más o menos constante el tamaño promedio del hogar, mientras que en los estratos formal-bajo, formal-medio e informal-bajo ocurrió un incremento bastante significativo"44.

     En Tijuana es fácil suponer que este tipo de redes de carácter social tenga una extensión significativa dada la naturaleza migratoria de muchos de sus habitantes y, además, su vínculo con las regiones vecinas de los Estados Unidos. Dichas redes no sólo responden a este mecanismo sino a las necesidades de inserción en el mercado laboral de los migrantes que provienen de otras regiones.

     Así como éstos, existen más efectos derivados de un contexto de privación que las cifras sobre pobreza y desigualdad social no reflejan en toda su amplitud. Menos aún en una ciudad como Tijuana, cuyo dinamismo y crecimiento económico se convierten en un velo que oculta sus desigualdades y su carácter excluyente, no sólo desde el punto de vista espacial sino también social y económico. Según hemos podido observar, los frutos de este crecimiento y las bondades de su situación geográfica han tendido a concentrarse en unos cuantos polos, distribuyendo de manera inequitativa la riqueza social generada en su industria, los servicios y el comercio.

     La pobreza y la desigualdad social en Tijuana tienen vínculos más claros con su proceso de conformación y crecimiento urbano, el cual ha seguido en términos generales una tendencia excluyente, producto de la especulación con el suelo y el acaparamiento de tierra que se ha dado a lo largo de su historia. El factor demográfico es una variable determinante -como ha sido apuntado- pero inserta en esta dinámica y contexto social. Los factores del ingreso y su desigual distribución, así como la precariedad en los empleos que imprimen rasgos particulares a la ciudad fronteriza y el enorme rezago en servicios públicos y vivienda, son elementos que -estrechamente interrelacionados- contribuyen al deterioro social y la pobreza en determinadas capas de la población. Este es el círculo perverso y opuesto a la otra cara de Tijuana.

* Agradecemos el valioso apoyo técnico que nos brindaron Eleazar López Manríquez y Martín Torres Sauchett -compañeros de trabajo- para la elaboración de los mapas que ilustran el texto.

1. Ricardo Garibay, De lujo y hambre, Editorial Nueva Imagen, México, 1981, pp.35,41,46,66.

2. Véase Plan Estratégico de Tijuana, XIV Ayuntamiento, 1995, p.35. 3. Para una referencia más amplia sobre el movimiento urbano popular véase José

Manuel Valenzuela Arce, Empapados de sereno: El movimiento urbano popular en Baja California, 1928-1988, El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, 1991.

4. Humberto Hernández Tirado, Testimonio de un hombre: entrevista de Humberto Hernández Tirado a Milton Castellanos Everardo, México, s.e., 1983, p.29,30,31.

5. Dalia Barrera Bassols, "Tijuana: mito y realidad", en Cuadernos Políticos, núm.26, octubre-diciembre de 1980, Ediciones Era, México,D.F.,p.94.

6. Ibidem, pp.97,100,101. 7. Véase Julieta Campos, ¿Qué hacemos con los pobres?, Editorial Nuevo Siglo,

México, 1995, p.87. 8. Amartya Sen, "Los bienes y la gente", en Comercio Exterior, vol.33, núm.12,

México, diciembre de 1983, p.1115. 9. Amartya Sen, "Capacidad y bienestar", en La calidad de vida, Martha C.

Nussbaum y Amartya Sen (comps), The United Nations Univerity-Fondo de Cultura Económica, México, 1996, pp.54,56.

10. Amartya Sen, "Sobre conceptos y medidas de pobreza", en Comercio Exterior, vol.42, núm.4, abril de 1992, México, p.311.

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11. Julio Boltvinik, "La pobreza en América Latina: análisis crítico de tres estudios", en Frontera Norte, Número especial, vol.6, El Colegio de la Frontera Norte, 1995, p.37. Una versión del mismo trabajo puede verse en "La medición de la pobreza en América Latina", en Comercio Exterior, vol.41, núm.5, México, mayo de 1991.

12. Ibidem, p.38. 13. El autor citando a Amartya Sen señala: "el carácter absoluto de las necesidades

no es la misma cosa que su carácter fijo a través del tiempo", "Poor, Relatively Speaking", en Oxford Economic Papers, núm.35, julio de 1983; Julio Boltvinik, La medición de la pobreza en América Latina, Op.cit.,p.425.

14. Ibidem, p.428. 15. Citado en Julieta Campos, Op. cit.,p. 441. 16. Amartya Sen, "Sobre conceptos y medidas de la pobreza", Op.cit., p.313. 17. Rolando Cordera y Carlos Tello (comps), La desigualdad en México, Editorial

Siglo XXI, México, 1984, p. 10. 18. Coplamar, Necesidades esenciales y estructura productiva en México.

Lineamientos de programación para el proyecto nacional, México, 1982. 19. Véase Joaquín Bracamontes Nevares, El crecimiento económico y los niveles de

bienestar en la frontera norte de México, 1990, Tesis de Licenciatura, Universidad de Sonora, Departamento de Economía, Hermosillo, Son., diciembre de 1997, p.37,38.

20. CONEPO, Secretaría General de Gobierno, La marginalidad en Baja California, Segunda Edición, 1995, pp.21,22. El concepto de marginalidad que se usa en este trabajo es el mismo de Coplamar: "...grupos que han quedado al margen de los beneficios del desarrollo nacional y estatal, así como de la riqueza creada, la cual no quiere decir que no participan en la generación de ésta".

21. Humberto Palomares León, Pobreza urbana y movilidad ocupacional en Tijuana, B.C., Tesis de Maestría, El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, agosto de 1996, p.50,51.

22. Véase Diana Alarcón, "Crecimiento y desarrollo sostenible en la frontera norte de México", en Reunión de alcaldes fronterizos sobre desarrollo y medio ambiente, Eliseo Mendoza Berrueto (coord), El Colegio de la Frontera Norte. Tijuana. 1995.

23. Plan Estratégico de Tijuana, XIV Ayuntamiento, Tijuana, 1995, p. 49. 24. Ibidem, p.76. 25. Ibidem, p.51. 26. La afirmación es de Michael J. Piore, "The dual labor market: theory and

implications", en Problems in Political Economy. An Urban Perspective, D.M. Gordon, et. al, Lexington, Mass..D. C.Heath; citado por Humberto Palomares, Op.cit., p. 27.

27. Para una discusión en estos términos puede consultarse María Eugenia de la O. y Cirila Quintero, "Trayectorias laborales y estabilidad en las maquiladoras de Matamoros y Tijuana", en Frontera Norte, vol 7, núm.13, enero-junio, El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, 1995.

28. Información aparecida en el periódico Cambio, 31 de agosto de 1998, Tijuana, Baja California.

29. Periódico El Mexicano, 26 de octubre de 1998, Tijuana, Baja California. 30. Tito Alegría, "Tijuana", en Las ciudades de la frontera norte, Roberto Sánchez

(coord), 1994, mimeo; y Humberto Palomares León, Op.cit., p.35. 31. Tito Alegría, "Condiciones espaciales de la pobreza urbana y una propuesta para

su disminución", en Frontera Norte, Número especial, vol.6, El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, 1994, p. 64.

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32. Esta información fue tomada de María de Lourdes Romo Aguilar, Riesgos naturales y vulnerabilidad social en la zona urbana de Tijuana, Baja California, Tesis de Maestría, El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, 1996, p.103. Para determinar el nivel de ingreso en la zona urbana de Tijuana, la autora utilizó la información por AGEB, agrupando lo salarios en los siguientes rangos: a) 0-1 salario mínimo, b) 1-2, c) 2-5 y d) 5 y más salarios mínimos. Para uniformizar los valores a nivel de AGEB se multiplican los rangos por factores escogidos mediante una fórmula específica.

33. Véase sobre este punto Nora Lustig, "La desigual distribución del ingreso y de la riqueza", y Julio López Gallardo, "La distribución del ingreso en México: estructura y evolución", ambos en La desigualdad en México, Rolando Cordera y Carlos Tello (Coords), Siglo XXI, México, 1992.

34. Jorge A. Bustamante, El contexto social, económico y demográfico del presente y futuro de Tijuana, mimeo, El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, s/f.

35. Véase Blanca Delia Vázquez Delgado, Niveles de bienestar en la frontera norte de México: cálculo de un índice de desarrollo, Tesis de Maestría, El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, septiembre de 1996, p.80. Una aclaración importante que hace la autora es que los ingresos registrados por la ENEU, son obtenidos en forma de sueldo, a destajo y especie, por comisión, propinas y ganancias; el cálculo del ingreso promedio por hogar se hace de acuerdo al número de integrantes.

36. Ibidem, p.81. 37. Programa de Desarrollo Urbano del Centro de Población Tijuana, XIV

Ayuntamiento, Tijuana, 1994. 38. Plan municipal de desarrollo 1996-1998, Copladem-XV Ayuntamiento de

Tijuana, p.147. 39. Periódico El Mexicano, 22 de octubre de 1998, p.13. Esta información fue

proporcionada por Luis Alfonso González Cruz, Presidente de la Comisión de Vivienda del Centro Empresarial de Tijuana.

40. Véase a este respecto Alejandro Jouliá-Lagares, Diagnóstico espacial de la mancha urbana en la ciudad de Tijuana, en Cuadernos de Economía, Serie 3, núm.6, Facultad de Economía, UABC, Tijuana, s/f., p.46.

41. Tijuana hoy, Copladem, XV Ayuntamiento, Edición especial "El Niño", Tijuana, 1997.

42. Robert Chambers, Rural Development, Putting the Last First, Longmans, Nueva York, 1983; citado por Vania Salles y Rodolfo Tuirán, "Familia, género y pobreza", en El Cotidiano, núm.68, UAM-A, México, 1998, p.2.

43. Vania Salles y Rodolfo Tuirán, Op.cit., p.8. 44. González de la Rocha y Martínez M., "Estrategia versus conflicto: reflexiones

para el estudio del grupo doméstico en época de crisis", en De la Peña, et.al., Crisis, conflicto y sobrevivencia, UdeG-CIESAS, México, 1990; INCO, "El gasto alimentario de la población de escasos recursos de la ciudad de México", en Comercio Exterior, vol.39, núm.1, enero de 1989.