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Pinto Molina, María. Análisis documental: fundamentos y procedimientos. -- Madrid : EUDEMA, 1991. -- Pág. 34 - 91. -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- DOCUMENTACIÓN Y LINGÜÍSTICA Pero si la Documentación es información, esta, a su vez, es condicionada esencialmente por el lenguaje. Por consiguiente, apostilla García Gutiérrez, la Documentaci0n es fundamentalmente un dispositivo lingüístico, y lingüísticas han de ser las soluciones a sus problemas[1]. La importancia estratégica de la Lingüística en apoyo de las tareas documentales está fuera de toda duda, confirmando su cualidad de ciencia piloto entre las demás ciencias del hombre, reconocida en Francia durante la década de los cincuenta. Los profesionales de la Documentación, y en particular del Análisis Documental, concentran gran parte de sus esfuerzos investigadores en el dominio de la lingüística, con la esperanza de obtener resultados espectaculares. A pesar de ello, por el momento la ayuda ha sido relativa debido a la gran separación existente entre dos enfoques caracterizados por su excesivo pragmatismo (es el caso de la Documentación) y la falta de resultados concretos y eficaces en el caso de la Lingüística. Más adelante tendremos ocasión de profundizar en algunos aspectos de la Ciencia del Lenguaje. Ahora nos centraremos en un sector de la Lingüística, la Teoría de la Terminología, cuyas aportaciones son fundamentales en el camino hacia la normalización y posterior automatización de algunos procesos analíticos, como la catalogación, la indización y la operación de resumir. Para los principales tratadistas del tema, como Nedobity[2], Rondeau[3].... hay coincidencia en admitir que la terminología y la documentación son dos campos indisociables. La conexión entre ambas materias estriba, según Nedobity, en que la Ciencia de la Documentación se ocupa esencialmente de documentos de diverso tipo, y estos documentos consisten principalmente en textos orientados temáticamente que son también objeto de investigación de la terminología[4]. Por tanto, la terminología como teoría explota el significado de los lenguajes artificiales, desarrollando métodos y principios específicos para ello, derivados la mayor parte de la lógica, y en particular de la conceptología y epistemología. En el ámbito del Análisis Documental cumple una función primordial, siendo la base para: - ordenar conceptos científicos mediante la creación de sistemas de conceptos; - formular y resumir información científica; - prever la posibilidad de traducir el lenguaje natural del documento a otro artificial, especialmente concebido para compatibilizar las distintas terminologías empleadas: del documento, del sistema de información y del usuario; - almacenar y recuperar información[5]. Pinto Molina, María file:///C|/Licad/modulos/procesamiento/Bibliografia/Eje1/P004.htm (1 of 62) [06/03/2002 11:40:27 a.m.]

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Pinto Molina, María.  Análisis documental: fundamentos y procedimientos. -- Madrid : EUDEMA, 1991.-- Pág. 34 - 91.

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DOCUMENTACIÓN Y LINGÜÍSTICA

 

Pero si la Documentación es información, esta, a su vez, es condicionada esencialmente por el lenguaje. Por consiguiente, apostilla García Gutiérrez, la Documentaci0n es fundamentalmente un dispositivolingüístico, y lingüísticas han de ser las soluciones a sus problemas[1].

La importancia estratégica de la Lingüística en apoyo de las tareas documentales está fuera de toda duda,confirmando su cualidad de ciencia piloto entre las demás ciencias del hombre, reconocida en Franciadurante la década de los cincuenta.

Los profesionales de la Documentación, y en particular del Análisis Documental, concentran gran partede sus esfuerzos investigadores en el dominio de la lingüística, con la esperanza de obtener resultadosespectaculares.  A pesar de ello, por el momento la ayuda ha sido relativa debido a la gran separaciónexistente entre dos enfoques caracterizados por su excesivo pragmatismo (es el caso de laDocumentación) y la falta de resultados concretos y eficaces en el caso de la Lingüística.

Más adelante tendremos ocasión de profundizar en algunos aspectos de la Ciencia del Lenguaje.  Ahoranos centraremos en un sector de la Lingüística, la Teoría de la Terminología, cuyas aportaciones sonfundamentales en el camino hacia la normalización y posterior automatización de algunos procesosanalíticos, como la catalogación, la indización y la operación de resumir.  Para los principales tratadistasdel tema, como Nedobity[2], Rondeau[3].... hay coincidencia en admitir que la terminología y ladocumentación son dos campos indisociables.  La conexión entre ambas materias estriba, segúnNedobity, en que la Ciencia de la Documentación se ocupa esencialmente de documentos de diverso tipo,y estos documentos consisten principalmente en textos orientados temáticamente que son también objetode investigación de la terminología[4].

Por tanto, la terminología como teoría explota el significado de los lenguajes artificiales, desarrollandométodos y principios específicos para ello, derivados la mayor parte de la lógica, y en particular de laconceptología y epistemología.  En el ámbito del Análisis Documental cumple una función primordial,siendo la base para:

 

-      ordenar conceptos científicos mediante la creación de sistemas de conceptos;

-      formular y resumir información científica;

-      prever la posibilidad de traducir el lenguaje natural del documento a otro artificial, especialmenteconcebido para compatibilizar las distintas terminologías empleadas: del documento, del sistema deinformación y del usuario;

-      almacenar y recuperar información[5].

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EL PROCESO DOCUMENTAL

Establecido el origen y evolución histórica de la Ciencia de la Documentación, y antes de abordar sucaracterización epistemológica a la luz de las más recientes aportaciones, es necesario recorrer lascorrientes generales definitorias del documento, como objeto propio de la Documentología, pues al decirde Otlet «es el instrumento acumulador y difusor de la ciencia y como tal debe ser estudiado».

El documento es la materia prima de la Documentación.  Es asimismo la célula o unidad básica queconforma el organismo documental.  Puede afirmarse que documento y humanidad han recorrido unatrayectoria paralela, existiendo también el predocumento como estado embrionario que contieneinformación potencial.

La noción de documento científico arranca del movimiento capitaneado por Otlet y La Fontaine.  Elprimero de ellos utilizaba frecuentemente el binomio «livre/document», aunque reconocía que eranecesario construir la terminología de esta nueva Ciencia a partir de la palabra documento.  En diversaspáginas de su obra, ofrece una definición general: «un support d'une certaine matiére et dimension,éventuellement d'un certain pliage ou enroulement sur lequel son portés des signes représentatifs decertains données intellectuelles»[6]. Es, en definitiva, «la memoria materializada de la humanidad, en laque día a día se registran los hechos, las ideas, acciones, sentimientos... que han impresionado el espíritudel hombre.

En suma, da una amplia visión del significante documento como abarcador de todas las especies desoportes capaces de vehicular y conservar información.

Para Otlet, todo documento debe poseer estos cinco elementos: 1) realidad objetiva; 2) pensamientosubjetivo o estado de conciencia provocado; 3) pensamiento objetivo; 4) lengua; y 5) soporte material.  Yes precisamente este último el que lo caracteriza desde el punto de vista documentológico.

En esta línea otletiana se manifiesta Sagredo Fernández, al concebir el documento como «un soporte que,por los signos en él fijados, registra y conserva determinados datos de conciencia referidos al mundo»[7].

Como se ha puesto de manifiesto, el documento es acumulación de información, y para que ello seproduzca se necesitan dos etapas: una contenedora, o fijadora del mensaje en un soporte físico; y otradifusora, o transmisora de la información contenida.  Para optimizar el rendimiento de esta segundaetapa, el documento se somete a una serie de operaciones o conjunto de procedimientos en el marco delos centros de documentación y sistemas de información.

Pero tal vez lo primero que debamos anotar es la ausencia de unidad terminológica para designar dichosprocedimientos.  Por ello será conveniente exponer el estado de la cuestión al objeto de decidirnos por eltérmino más apropiado.

Si acudimos al Tratado de Documentación de Otlet podemos comprobar cómo dedicaba un sustanciosocapítulo al estudio de las «Operations, functions, activités auxquelles donnent lieu le livre et ledocument», es decir aludía al siguiente conjunto de operaciones que tenían como objeto al documento:«Hechura intelectual (redacción, composición); hechura material (impresión, reproducción... );descripción (catalografía, bibliografía y estudios objetivos a que da lugar el libro); crítica (juiciosemitidos sobre el libro); distribución y circulación (edición, librería, transporte, intercambios, préstamos,

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depósito legal); conservación; utilización (lectura, creación de nuevos libros por extracto o fusión yasimilación de otros); destrucción (enfermedad, accidente, muerte y fin del libro)»[8]. De ellas, unas sonestrictamente documentológicas como la descripción, la crítica y la conservación, en tanto que lautilización engloba operaciones de uso (lectura, consulta) y operaciones documentales, como se pone demanifiesto en la expresión «creación de nuevos libros... », tarea que sin duda alguna, dirá el profesorSagredo «es el sentir de la actual Teoría de la Documentación: producir nuevos documentos (n-arios) apartir de los n1-arios por extracto, fusión, asimilación... »[9].

Habla también Otlet de proceso para englobar dichas operaciones, cuya totalidad apuntará a un último eimportante objetivo: la recuperación y difusión de la información.

Chaumier[10] utiliza el término cadena documental, entendiendo por tal el conjunto de operacionessucesivas, articuladas entre ellas (en el sentido de que las últimas dependen de las que las preceden) ynecesarias para la puesta a punto de los sistemas documentales.  A su entender, los diversos elementos deesa cadena se concretan en las siguientes fases:

 

- colecta (adquisición, selección, registro);

- tratamiento (análisis y recuperación);

- difusión.

 

Si bien casi todos los autores coinciden en la primera y tercera, no ocurre igual con las divisiones de lasegunda fase, pues mientras unos hablan de tratamiento documental refiriéndose al conjunto deoperaciones de análisis y recuperación, otros se refieren solo al análisis (Amat) y algunos le dan unenfoque distinto, al vincularlo a la explotación de los fondos documentales, introduciendo el concepto dealmacenamiento como objeto y paso previo a la difusión (Gardin). Pocos identifican tratamiento yrecuperación documental (Couture des Troismonts).

Bajo la rúbrica de entrada en el sistema, o colecta, se engloba la primera operación de dicha cadena, quea su vez abarcaría las tareas de adquisición, selección y registro.  La adquisición permitirá constituir elfondo documental de cualquier sistema de información.  Es, pues, una tarea muy importante que requieredel documentalista al menos estas destrezas: el conocimiento en profundidad de los objetivos y mediosde la unidad documental, así como de las necesidades actuales y previsibles de los usuarios; la puesta apunto de un método riguroso para proceder a la selección de los documentos necesarios; y la utilizaciónregular de instrumentos o fuentes de información bibliográfica destinados a la recuperación dedocumentos.

La selección es una operación delicada dentro del proceso documental, pues supone un juicio de valorrespecto al interés y actualidad de los documentos, ya que el documentalista no puede someter atratamiento todos los que entran en el sistema.  Aunque la práctica es en general la mejor consejera, sepuede decir que los documentos llegados a un Centro de Documentación deben ser seleccionados trasuna previa definición de las necesidades de los usuarios potenciales y en virtud de una delimitación dedisciplinas a cubrir.

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En cuanto al registro, es una tarea meramente administrativa con el objetivo de preparar un inventario delos documentos entrados en el Centro correspondiente.

El tratamiento documental, también llamado por Chaumier «tratamiento de la información», representa«el conjunto de operaciones efectuadas para la transformación o puesta en forma, la puesta en memoria yla restitución según las necesidades de las informaciones contenidas en los documentosseleccionados»[11]. Comprende dos importantes fases interrelacionadas, como son el Análisis y laBúsqueda.  La primera depende de la segunda y está relacionada con la tarea selectiva y con el «input»;la segunda está más próxima a la difusión y al «output» de las organizaciones documentales, pues unavez analizados los documentos con el fin de disponer de- la información contenida en ellos, se organizanen la memoria documental, a partir de la cual se efectuarán los procedimientos de recuperación.

La difusión, considerada como la última fase de la cadena, justifica la existencia del servicio dedocumentación.  Está orientada hacia los usuarios, a quienes pondrá en contacto con la información quesatisfaga sus objetivos de búsqueda.

López Yepes habla de proceso documental cuando afirma que «el documento, aún siendo informaciónvehiculada, es de suyo realidad estática si no se arbitran los recursos necesarios para su oportunapotenciación en la transmisión y difusión. Para que ello tenga lugar debe agilizarse un procedimiento, unproceso documental que posibilite la dinamización de la información, guardada en el documento, pormedio de su difusión, dándola a conocer de esta forma al usuario».

Si hojeamos el Diccionario ideológico, de Casares, comprobaremos que el vocablo proceso, en una desus múltiples acepciones -la más próxima a nuestro objetivo-, viene definido como «serie de las fasessucesivas de un fenómeno». Se concibe de esta manera como un ciclo operativo divisible funcional ycronológicamente.  Mientras que el término cadena, en su acepción más común, alude a la «serie deeslabones entrelazados entre sí», pretendiendo reflejar la concatenación existente entre las distintasoperaciones documentales, esto es, en la forma de desarrollarse.

 

A la hora de decidirnos en pro de una unificación terminológica, optamos por la expresión proceso

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documental como aglutinador del conjunto de operaciones o fases que afectan al documento, de formaque a través de la última de ellas, la difusión, este adquiera la dimensión social que lleva implícita.  Enpalabras de Courrier, se trata de un proceso de circulación de la información que tiende a establecer unvínculo de comunicación entre los documentos y los usuario[12].

El proceso documental, debido a su ingrediente comunicativo, necesita de estos tres ejes básicosinsustituibles para ser llevado a término: un emisor o documentalista, que como sujeto cualificado será elencargado de aplicar las técnicas pertinentes; un mensaje, el documento; y un destinatario o usuario, queserá el beneficiario último de dicho proceso al obtener con rapidez, precisión y garantía la informacióndemandada.

Como en cualquier labor humana, el proceso documental estará muy condicionado por las coordenadassociológicas del entorno; como contenedor de información, no podrá eludir las exigencias del factortempo, máxime en una época caracterizada por la vertiginosa evolución científica y tecnológica.

Desde un plano específico y en el marco de la Ciencia de la Documentación, apunta Desantes[13] que elproceso documental debe concebirse como proceso informativo, generador de nuevos procesosinformativos «en cascada» que incluyen a su vez nuevos procesos documentales.  Además, no hay queolvidar que el mensaje es el núcleo de todo proceso informativo; de ahí que el documento, como portadorde mensaje, condicione su difusión y se constituya en médula del proceso documental.

 

El tratamiento documental en el marco de dicho proceso

 

Como hemos mencionado en páginas anteriores, dentro de la tradicional diversidad de actividadesenglobadas en el proceso documental, ocupa un lugar destacado la fase de tratamiento.  Por imperativosmetodológicos, y debido también a la disparidad de criterios en cuanto a las operaciones que la integran,iniciaremos un análisis del término tratamiento, que nos permita comprender mejor una de sus fases: lade Análisis Documental (AD).

Para Amat[14], el tratamiento documental comprende el conjunto de operaciones realizadas por eldocumentalista para transformar la información contenida en el documento.  De esa manera identificatratamiento con AD, si bien, cuando se introduce en la explicación de tal definición señala que«constituye el proceso de transformación... que se lleva a cabo en la fase de Análisis... y el proceso deelaboración y creación de un subproducto o documento secundario que actúa como instrumento debúsqueda... ». Por consiguiente, el posicionamiento de Amat viene a ser ambiguo.

Según Coll Vinent[15], el tratamiento documental o procesamiento de la información comprende dosfases interrelacionadas de suma importancia en todo Centro de Documentación.  Por un lado, lasoperaciones de Análisis, «donde el documento en bruto que entra a formar parte de un fondo documentales analizado y exprimido por el especialista, a fin de conseguir una nueva representación que facilite suconsulta y difusión.  Y por otro, la operación de Búsqueda, que es complemento de la anterior y en ciertomodo su razón de ser».

López Yepes considera el tratamiento como el conjunto de operaciones propias del quehacer documental,agrupando tanto el análisis en todos sus niveles o fases, como la búsqueda[16].

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Sin embargo Couture de Troismonts[17] utiliza el término tratamiento de la información en un sentidodistinto al expuesto, y más restrictivo, al excluir toda fase de elaboración y por tanto de análisis,centrándose en los sistemas de recuperación documental y diferenciando los métodos convencionales delos no convencionales, en virtud de si se emplean sistemas manuales o automáticos.  Por tanto, según esteplanteamiento, el AD se situaría en el proceso documental, al mismo nivel que la selección, recuperacióny difusión, y no como parte integral del tratamiento.

En una línea similar se sitúa Gardin[18], al emplear la expresión tratamiento documental en relación conla explotación de los fondos documentales y no con referencia al concepto de Análisis, considerado comouna fase más del proceso documental.

Como se desprende de las anotaciones recogidas, no todos los autores estáis de acuerdo con loscomponentes del tratamiento documental.  Aunque lo cierto es que este no ha sido un motivo depreocupación para teóricos y documentalistas, al menos eso es lo que se desprende de la ausencia deestudios específicos al respecto.  No obstante, sí parecen dibujarse posturas distintas: por una parte,aquellos que incluyen AD en la fase de tratamiento (bien como técnica complementaria a larecuperación, o bien identificando análisis y tratamiento); y por otra, los que lo sitúan como faseindependiente en el contexto del proceso documental.

Si nos ajustamos a ciertas conveniencias lógicas y metodológicas, parece evidente que en un esquemageneral del tratamiento documental, no podamos separar lo que es Análisis de lo que entendemos porRecuperación, pues ambas técnicas se configuran como dos eslabones de una misma cadena.  A nuestrojuicio, la expresión tratamiento significa básicamente transformación, transformación de la informacióncontenida en los documentos a fin de posibilitar su control y recuperación.  De esta manera, convenimosen aceptar la definición dada por García Gutiérrez[19]: «Es la operación intelectual de aplicar- técnicasespecíficas normalizadas (análisis) a un colectivo documentario con el fin de hacerlo controlable yutilizable (recuperación)».  Así enfocado, el tratamiento engloba tanto el Análisis como la Recuperación,«centrando bidireccionalmente una actividad metódica, sistemática y dinámica en un fondo documental,a través del análisis como medio de organización y control, potenciando así la recuperación posterior».

El AD equivale, pues, a la primera parte del tratamiento y tiene su razón de ser en las posiblesrecuperaciones, que solo serán efectivas si se realizan sobre la base de una acertada y rigurosa actividadanalíticas previa.  Además, no hay que olvidar que los productos de AD (documentos secundarios)actúan de intermediario o instrumento de búsqueda obligado entre el documento original y el usuario quedemanda la información.

En una primera aproximación, la situación del tratamiento documental dentro del proceso detransferencia de la información puede quedar establecida en el siguiente esquema.

 

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Inserción de AD en el tratamiento documental

 

Aunque los epígrafes anteriores se han ocupado de esbozar brevemente el proceso documental comoproceso informativo, y la situación que en el mismo ocupa la etapa de tratamiento, es evidente quetambién han quedado perfilados algunos aspectos de su importancia y naturaleza.  Conviene, pues,insertar ahora en ese contexto la actividad analítico documental, como paso previo a suconceptualización.

Llegado a este punto, creernos conveniente llamar la atención del lector sobre el proceso de circulaciónde la información, y el papel que AD desempeña en dicho proceso.  Admitamos que la función esencialde la documentación es poner a disposición de los usuarios los documentos requeridos, según unesquema que ya se ha hecho tradicional[20].  El productor crea documentos que son respuestas a posiblespreguntas del usuario.  Este, por su parte, formula preguntas dirigidas a un conjunto de documentos. Para saber qué documentos responden a una pregunta determinada, se interroga al conjunto dedocumentos en función de la pregunta.  Pero la cantidad de documentos y la diversidad de las preguntashan obligado a introducir una etapa suplementaria, o intermediaria, que facilita la operación deinterrogación.  Esta fase intermediaria es precisamente la de Análisis Documental (AD).

 

3 El análisis documental y sus fuentes

 

Definido el tratamiento documental, y situado AD en dicho contexto científico, abordaremos la Teoría deAnálisis Documental desde un doble punto de vista: como doctrina, pues posee fundamentos teóricospropios; y como técnica, ya que no podemos olvidar su orientación eminentemente pragmática.  Para ello

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comenzaremos con una aproximación a las fuentes, o raíces científicas, en que se inspira AD, como pasoprevio al preceptivo estudio lexicológico del controvertido término Análisis Documental, que nospermita acometer con rigor terminológico la Teoría de AD.  Expondremos las distintas conceptuaciones(tradicionales, contemporáneas y personal) sobre la materia, poniendo especial énfasis en los aspectostécnicos de la misma, sistematizados en función de la dicotomía forma-sustancia que caracteriza a launidad documental.  Finalizaremos reflexionando sobre los objetivos de AD, su actual relevanciacientífica y sus perspectivas en la sociedad tecnológica del futuro.

 

LA CIENCIA MADRE DEL ANÁLISIS DOCUMENTAL:

LA DOCUMENTACIÓN

 

Puesto que hemos ofrecido una panorámica general de la Documentación en apartados anteriores, tansólo queremos dejar clara una cuestión elemental: y es la afiliación de AD como disciplina científica, queno es otra sino la del corpus más amplio de esta joven ciencia, la Documentación, de la cual se sirve y ala cual apoya con sus aportaciones teórico-prácticas, estableciéndose una enriquecedora relaciónpaternofilial que debe fundamentar cualquier planteamiento docente o investigador.

 

LA «NODRIZA» O FUENTE PRINCIPAL DE AD: LA LINGÜÍSTICA

 

Digamos para comenzar que el hecho lingüístico, primario y universal, nos remite al grupo social básico(clan, tribu, ciudad o etnia), como fenómeno que asegura su coherencia y garantiza su identidad graciasal sistema simbólico-comunicativo que establece entre los individuos.  El lenguaje siempre ha sido lamás importante forma de expresión simbólica, pudiendo ser entendido como el «sistema que media, deuna manera extremadamente compleja, entre el universo del significado y el universo del sonido»[21].Sus unidades más elementales, o signos lingüísticos, tienen algunas propiedades características, pues sonorales, lineales, arbitrarios y discretos[22]. Como sistema de comunicación, el lenguaje desempeñamúltiples funciones, como la referencial, emotiva, conativa, estética, fática y metalingüística»[23].

Por otra parte, las diversas disciplinas del lenguaje se han constituido por referencia, teniendo queadaptar a sus necesidades nomenclaturas ya existentes, lo que ha conducido a una proliferación de laterminología que, irónicamente, en nuestros días, hace del edificio lingüístico una nueva Torre deBabel[24]. Tan solo añadiremos que la lingüística, o ciencia del lenguaje, basa su indiscutiblecomplejidad y consiguiente dificultad en que este, el lenguaje, es a su vez el instrumento y el objeto deestudio.

El primer ámbito científico considerado como fuente de AD, y al que nosotros concedemos la categoríade fuente principal, es precisamente el de las ciencias del lenguaje, pues, como apunta Greimas[25], «encomparación con otros conjuntos significantes las lenguas naturales ocupan un puesto privilegiado». Digamos al respecto que AD «utiliza la Lingüística como universo teórico capaz de subsidiar suactividad práctica»[26], motivo por el cual algunos estudiosos han cometido el error de considerarla

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fuente única y exclusiva.  No obstante, esta visión parcial de AD, inmersa en el seno de las ciencias dellenguaje, que tiene algunos adeptos, no responde en absoluto a la teoría de AD más generalizada, puesolvida la fundamental participación en las operaciones de Análisis Documental de algunas disciplinasextralingüísticas.

 

Aproximación histórica: el estructuralismo

 

La investigación lingüística se constituyó como disciplina científica durante el pasado siglo, y noprecisamente con el estudio de los lenguajes, sino del parentesco entre ellos y su evolución histórica. Fue un periodo floreciente, generador de las gramáticas históricas y los diccionarios etimológicos, en elque se miraba al lenguaje, en estrecha conexión con el romanticismo de la época, como un organismodotado de enigmática vida, y sometido a procesos de crecimiento o envejecimiento de tipo orgánico.

Pero en el último tercio de este periodo histórico, la lingüística experimenta un cambio radical tras eldescubrimiento por parte de un grupo de estudiosos (los «jóvenes gramáticas») de la existencia de leyesfonéticas observables en toda lengua viva, y que tiraban por tierra aquellas otras teorías que concebían elcambio lingüístico como un proceso orgánico.  Fue precisamente uno de los más geniales «jóvenesgramáticas», el ginebrino Ferdinand de Saussure, quien, entre los años 1906 y 191 1, se decidió aimpartir tres cursos de lingüística general, sentando las bases para un libro póstumo que, con el título deCours de linguistique generale, supuso una auténtica revolución en la dirección de la lingüística,acabando con los estudios puramente históricos.

Como base de toda su teoría, Saussure distingue en el contexto de los fenómenos lingüísticos, tresdominios claramente diferenciados: lengua, habla y lenguaje.  La lengua es la totalidad deprocedimientos que determinan la estructura de los actos individuales de habla; sus elementos no pueden,pues, describirse físicamente.  Son más bien relaciones y cualidades abstractas equiparables a lasexistentes en el juego del ajedrez, cuyos elementos no vienen determinados por su forma concreta ymaterial, sino exclusivamente por la función que adquieren gracias a las reglas del juego.  Una lengua esun sistema de signos, o sea inseparables uniones de dos componentes, que Saussure llama «signifiant»,significante, y «signifié», significado, y que se constituyen recíprocamente como estructuras, dependenuno de otro como las dos caras de una hoja de papel, siendo ambas de naturaleza psíquica yconvencional, lo que situaba a la lingüística como dominio especial dentro de una teoría general de lossignos, que él llamaba «semiologie».

Los rasgos fundamentales que determinan el sistema de una lengua fueron reducidos por Saussure a dostipos de relaciones, paradigmáticas (o selectivas) y sintagmáticas (o combinatorias); y así, mientras lasprimeras determinan la composición de los elementos, las segundas se preocupan de las asociaciones ycontrastes de estos mismos elementos.  Este estado de la investigación, que no era sino «la clasificaciónconsciente de principios seguidos desde hacía tiempo»[27], dio lugar a la formación de varias escuelasestructurales, destacando las de Praga, Copenhague y norteamericana.

Las ideas más importantes surgidas en el Círculo Lingüístico de Praga son las relativas al análisispreciso de las estructuras fonéticas, o sea la fonología, con la introducción de los conceptos de rasgodistintivo fonológico y de estructura morfofonológica.  Según la concepción de Saussure, los fonemas, o

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segmentos mínimos de la corriente fónica de un enunciado, no se caracterizan por su sustancia acústica,sino por su posición en el sistema.  Para designar la relación sistemática entre los fonemas, la Escuela dePraga introdujo el término de oposición, de manera que un fonema se caracteriza por su pertenencia adistintas clases de oposiciones.  La pertenencia a una clase puede considerarse como un rasgo distintivofonológico, de modo que un fonema se compone de rasgos distintivos, y mediante los mismos ocupa unlugar en el sistema.  Con ello puede reducirse drásticamente el número de elementos fundamentalesnecesarios para constituir un sistema fónico. Mediante la creación de un inventario fundamentaluniversal, la estructura fónica de todas las frases de todas las lenguas puede representarse en forma dematriz normalizada.

Pero detrás de la estructura fonética se encuentra una estructura de sonido más abstracta, cuyossegmentos son los morfofonemas, en el contexto de una teoría de la estructura fónica, mucho más allá delestadio alcanzado por la Escuela de Praga.

El Círculo Lingüístico dé Copenhague concibe por primera vez el lenguaje «expresamente como unaestructura algebraica, cuyos elementos y relaciones podían ser objeto de una teoría matemática»[28]. Suprincipal representante fue Louis Hjelmslev, que generalizó la ya conocida contraposición entre elsignificante y el significado de los signos mediante los conceptos de plano de la expresión y plano delcontenido del lenguaje, distinguiendo para ambos planos entre la forma y la sustancia.

Todos los conceptos necesarios para la teoría lingüística taxonómica (que basa la teoría del lenguaje endos operaciones básicas: segmentación y clasificación) se reducen a tres relaciones elementales entreelementos cualesquiera, que valen tanto para el eje sintagmático como para el paradigmático.

Hjelmslev extendió los descubrimientos a nivel de expresión de la Escuela de Praga al plano delcontenido, demostrando que el contenido de los signos se compone de rasgos distintivos semánticos, talcomo su estructura fónica se compone de rasgos fonológicos.  A tales rasgos semánticos no lescorresponde ningún elemento fónico propio, y Hjelmslev los denomina figuras del contenido, encorrelación con los elementos de la expresión sin significado propio (fonemas y rasgos distintivos) paralos que usa el término figuras de la expresión, modificando la tesis de Saussure, según la cual el lenguajees un sistema de signos, resultando ahora ser un sistema de figuras.

Los elementos fundamentales no analizables lingüísticamente, o sea los rasgos fonológicos y semánticos,los agrupa Hjelmslev bajo el término de glosemas, y por ello designa a su teoría como glosemática:combinatoria de los glosemas.  Se podría pensar en un inventario universal de rasgos semánticos, basadoen las distinciones que el hombre es capaz de percibir en su medio ambiente, gracias a sus órganossensoriales, a su sistema nervioso, y en general a su constitución perspectiva.  El carácter finito de esteno limitaría las posibles formaciones de conceptos.  Es esta una teoría de enorme interés, comotendremos ocasión de comprobar, para AD a nivel del contenido de los documentos.  Es el análisis decontenido en rasgos distintivos, correspondiente a la más moderna y reciente semántica, en el quedestacan los lingüistas Coseriu, Greimas y Pottier, que han consolidado conceptos como sema, semema,lexema, archisemema, clasema y virtuema, instrumental lingüístico sumamente apropiado para realizaranálisis semánticos de campos léxicos, ocupándose exclusivamente del componente diccionario de lalengua (semántica paradigmático).

Por otra parte, la lingüística americana, cuyos principios teóricos se formularon también en el decenioque precedía a la guerra mundial, no ha sido influida por Saussure tan fuertemente como las escuelaseuropeas.  El ideal de precisión de la corriente «behaviorista» se combina con una radical limitación del

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terreno de estudio: hay que proscribir todo enunciado no directamente verificable, lo que equivale a queel estudio de los significados quedó prácticamente excluido de la lingüística.  Este estructuralismoantimentalista recibió su formulación clásica gracias a Leonard Bloomfield, en el libro Language,aparecido en 1933.

Como consecuencia, en 1957 Noam Chomsky publica un extracto de sus vastas investigaciones teóricassobre los fundamentos y el sistema de la lingüística, cuya teoría es la gramática generativa, basada en laidea de que el dominio de una lengua es una capacidad productiva activa, y no meramente elconocimiento de una nomenclatura.  El problema central de esta teoría es la capacidad de toda lenguapara generar un número ilimitado de frases, lo que denomina competencia, a diferencia de la actuación,que es la realidad lingüística concreta. Distingue además entre las estructuras profundas y lassuperficiales de los enunciados. Su gran defecto estriba en la no consideración del plano funcional de lalengua, al ignorar su eje paradigmático y con ello las oposiciones funcionales, olvidando que «una lenguano es sólo un conjunto de reglas de constitución sintagmático, inmediata o mediata, sino también, y antetodo, un sistema de paradigmas funcionales»[29].

Posteriormente, y a la luz de las teorías estructuralista y generativista, han surgido la gramática de casos,de Fillmore (1977) y los casos conceptuales, de Pottier (1974), que se preocupan por el aislamiento delos universales lingüísticos.  Se interesan no sólo por las unidades mínimas del discurso, sino por elanálisis de la estructura lógicogramatical de la frase[30].

 

La lingüística actual

 

De cualquier modo, en la base de todo modelo lingüístico hay dos principios estructurales: el decontrastividad, según el cual tanto significados como sonidos parecen estar organizados en su mayoría abase de rasgos contrastantes; y el de estructura constituyente, pues la organización de los lenguajesobedece siempre a diagramas arbóreos.  Estos dos principios vienen a representar el modo en que seorganiza el lenguaje respecto a los ejes paradigmático (o selectivo) y sintagmático (o combinatorio).

Desde el punto de vista de AD, en la actualidad la lingüística se reparte entre las dos corrientesestructuralistas: la funcional (europea), que demuestra su eficacia en el estudio de la palabra (ejeparadigmático) mediante el análisis componencial y la teoría de los campos léxicos, aunque el estudioque se hace de estas unidades mínimas de la lengua prescinde del enunciado, apartándose de losobjetivos de AD, que no son otros sino el discurso considerado en su totalidad.  Por su parte, la corrienteformal, también conocida como transformacionalista, ha supuesto un verdadero progreso en el análisisde las frases (de predicados) y sus estructuras más profundas (eje sintagmático).  En lugar de un sistemade elementos, se manipula con un sistema de reglas que, aunque de carácter finito, pueden generar unnúmero infinito de frases.

Como compendio o conclusión de estas dos corrientes principales, surge en la década de los sesenta unanueva disciplina, la gramática textual, que pretende ampliar los resultados obtenidos a nivel de palabra ode frase al texto completo, como unidad gramatical superior, y punto de partida obligado en toda tareaanalítica.

Aludiremos finalmente a un factor fundamental de la conceptuación lingüística que constituye la esencia

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funcional de todo lenguaje, cual es el significado, «uno de los términos más ambiguos y controvertidosen la teoría del lenguaje»[31]. Hasta tal extremo es esto así, que algunos autores como GeoffreyLeechl[32], lo dividen en siete componentes distintos: el lógico o conceptual, que es el principal, y elconnotativo, estilística, afectivo, reflejo, conlocativo y temático.  Conviene distinguir dos aspectosesenciales del significado: el designador, o referencias, que hace referencia a objetos y situacionesexteriores al lenguaje; y el formador, o lógico, cuya función es puramente intrínseca al sistemalingüístico, es decir, lógico[33].

Como colofón a este apartado, digamos que la lingüística ha cambiado radicalmente a partir de lasaportaciones del estructuralismo, adoptando una serie de principios metodológicos que eran exclusivosde las ciencias naturales, debido a lo cual sus teorías «no pueden ya formularse ni siquiera definirsedirectamente con los medios del lenguaje cotidiano».  También debemos añadir que la lingüística se havisto afectada por el más reciente desarrollo de las teorías científicas, cuyas proposiciones ya no tienenpor qué ser generalizaciones sobre datos de la observación (positivismo), «sino que se construyen comohipótesis, utilizando incluso unidades inobservables, y luego se contrastan con la realidad»[34]. Estosnuevos planteamientos de tipo inductivo están contribuyendo a la consolidación científica de lalingüística.

 

FUENTES COMPLEMENTARIAS DE AD

 

Además de la Documentación y la Lingüística ya estudiadas, AD se mueve en el entorno de las cienciashumanas, de las que se sirve en su quehacer cotidiano, destacando las ciencias sociales, tales comopsicología, la sociología, la psicología social, la comunicación, la información y la informática, laretórica... ; y las ciencias del pensamiento, entre las que se encuentran la lógica, o teoría delconocimiento, la filosofía, o teoría del pensamiento, y la ideología, o teoría de la representación.

También se sirve AD, aunque indirectamente y en menor proporción, de las ciencias exactas, y, másconcretamente, de la matemática.

 

4 Lexicología de AD

 

El estudio de las raíces morfológicas y semánticas de la palabra, o palabras, que identifican formalmenteuna materia, es un recurso habitual en los procesos de conceptualización científica. Más aún, la idoneidadde esta estrategia se ha visto reactivada tras el impulso experimentado por la lingüística (Estructuralismoy Gramática Generativa), que ha servido para reforzar los fundamentos teóricos de la Ciencia de laDocumentación[35].

No pretendemos sin embargo hacer un estudio pormenorizado y exhaustivo de los contenidos semánticosinherentes a los términos Análisis y Documento.  Tan sólo iniciaremos una aproximación de caráctergeneral que nos facilite la configuración teórico-práctica del Análisis Documental.

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EL TÉRMINO «ANÁLISIS»

 

En primer lugar, recogemos las definiciones más comunes que de la palabra «Análisis» nos ofrecenalgunos diccionarios al uso. Así, Casares[36], al margen de sus acepciones gramatical, química ymatemática, lo concibe como «distinción y descomposición de las partes de un todo», y en sentidofigurado como «el examen que se hace de una obra».  Es esta última definición la que más se aproxima anuestros intereses conceptuales.

El Diccionario de la Real Academia Española[37] ofrece dos versiones conceptuales del vocablo«Análisis»: una, cuyo contenido se asemeja a la primera definición aportada por Casares, concibiendo elanálisis como «toda distinción y separación de las partes de un todo hasta llegar a conocer susprincipios»; y otra, en sentido figurado, donde el concepto de análisis se acerca más a las posturasdocumentales: «es el examen que se hace de alguna obra, discurso o escrito».  Como se aprecia, en estaúltima acepción se reduce el campo semántica de la expresión análisis; y si en un intento de abstracciónsustituimos el término obra o escrito por el de documento, y entendemos el examen como «todoreconocimiento o estudio que se hace de una cosa o hecho», concluiremos con un primer intento dedefinición de AD como «todo reconocimiento y estudio que se hace de un documento"[38].

Es evidente, pues, que el término Análisis lo utilizaremos desde un punto de vista restrictivo, es decir conel objetivo del tratamiento para fines documentales.

De entre los diccionarios y léxicos especializados en Documentación, recordemos algunas definicionesde la palabra Análisis. La FID[39], interesada en lograr una unificación de los términos más empleadosen Documentación, y preocupada a su vez por la consolidación de las acepciones más utilizadas, definíael análisis desde un doble punto de vista: como término genérico, «es la determinación exacta de loselementos o componentes de un complejo cualquiera»; y desde una acepción más específica, nos hablade análisis de contenido, concibiéndolo como «la investigación técnica con el fin de la descripciónobjetiva, sistemática y cuantitativa del contenido evidente de una comunicación»[40].

La AFNOR concibe el vocablo «Analyse» como la «operación que consiste en presentar bajo una formaconcisa y precisa los datos que caracterizan la información contenida en un documento o conjunto deellos»[41]. De esa manera identifica AD con análisis de contenido.

El diccionario de Buonocore[42] no recoge la palabra Análisis, y sí Análisis bibliográfico, entendidocomo «examen o revisión que se hace de alguna obra, escrito o publicación periódica, con el fin devalorar la calidad y utilidad de su contenido para servir mejor los intereses y necesidades del público deuna biblioteca especializada».  Hay, pues, una clara referencia a las reseñas bibliográficas.

Por el contrario, Martínez de Sousa[43] sí recoge la voz Análisis, y la define como el «examen que sehace de una obra o escrito», repitiendo textualmente la segunda acepción del Diccionario de la RealAcademia.

Los diccionarios y léxicos anglosajones se mueven en las mismas coordenadas y con parámetrossimilares.  Definen el Análisis de forma genérica como «determinación y descomposición exacta de las

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partes de un todo o complejo cualquiera», y la mayoría de las veces lo identifican con análisis decontenido.  Buenos exponentes son los trabajos de Wersig y Neveling, Clason, etc.[44]. Otros léxicos,como el glosario de la ALA[45], por ejemplo, no recogen el término Análisis, sino que incluyen otrosrelacionados con esa técnica corno Abstract, Abstracting (resumen-resumir), Indexing (indización),etcétera.

Por consiguiente, y tras esta elemental introducción lexicológica, podemos inferir algunos elementosfundamentales y característicos de AD.  Entre ellos, su significado de examen o reconocimiento, la doblevertiente de su configuración en el contexto

documental:    análisis formal/análisis de contenido,...

 

EL TÉRMINO «DOCUMENTAL»

 

El otro componente lingüístico que completa la denominación de esta actividad, el calificativoDocumental, es tan importante para la consolidación científica de AD como el nombre al que acompaña. No hemos de insistir, pues, en la necesidad de su profundo estudio lexicológico, sobre todo semántica(incluida la perspectiva etimológica), que nos permita evaluar resultados tras su integración lingüística enel denominativo análisis.  Pero documental se refiere a documento, que será la palabra clave «analizar».

Podemos afirmar que la concepción otletiana de documento, esbozada con anterioridad cuando hablamosdel proceso documental, ha sido el punto de partida de casi todas las formulaciones teóricas surgidasposteriormente.

Según López Yepes[46], la noción de documento hay que estudiarla desde sus tres perspectivasfundamentales:

1.    Las extraídas de la vía etimológica, abordada recientemente en brillante trabajo por los profesoresSagredo e Izquierdo.

2.    La de base antropológica, ofrecida por el investigador alemán Pietsch.

3.    Las distintas acepciones modernas de documento, como la de Mijailov, Couture de Troismonts,Escarpit, etcétera.

 

Desde la perspectiva etimológica, el documento proviene de la voz latina documentum, término con lamisma raíz que el verbo docere (enseñar) y su terminación de «mens», mente, inteligencia, razón; portanto, aquello de lo que se extrae una enseñanza o se adquiere un conocimiento.  Significa, pues,«enseñanza en su más primitivo y genuino sentido, aunque diversificado fundamentalmente en losórdenes moral, jurídico e histórico»[47]. Ese triple concepto de documento viene reflejado ya en losdiccionarios actuales, como el de Casares y el de la Real Academia Española.  En el vocabulario de laAFNOR, el término document queda definido como: «conjunto de un soporte de información, de losdatos existentes en ese soporte y de su significación»[48]. Para Buonocore, sin embargo, el términodocumento tiene distintos significados según el punto de vista desde el que se le considere: jurídico,

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archivístico o documental[49]. Desde la primera perspectiva, documento es «todo testimonio escritoredactado de acuerdo a ciertas solemnidades, que establece o tiene por fin un acto jurídico.  Estacategoría especial de documentos se llaman instrumentos»; lo que se acerca mucho a la concepción deinstrumento de prueba, pero en el campo jurídico.  Desde el punto de vista archivístico, Buonocoreconcibe el documento como todo producto que pueda ser objeto de conservación en un archivo, peroadmitiendo que no sólo son los clásicos «manuscritos» sino todo tipo de material.  Desde el punto devista documental lo define como «todo aquello que bajo su forma de relativa permanencia puede servirpara suministrar o conservar información».

Los profesores Sagredo e Izquierdo[50] estudian el concepto de documento desde lo que denominan«acceso filológico», analizando las fijaciones semántica (sobre los ejes uso/mención yonomasiología/semasiología) y etimológica.

Según la visión antropológica representada por Pietsch, el hombre obtiene a lo largo de su devenirhistórico un conjunto de sensaciones e informes de la realidad, que constituyen un acervo informativo. De ahí que sea comprensible «ese deseo de registrar los hechos, de detenerlos en el tiempo y deconservarlos para su utilización futura... ». Por consiguiente, «ha propugnado por objetivar lamultiformidad de los datos que ha ido adquiriendo preservándolos así por más tiempo del garantizadopor su conservación en la memoria, logrando independizarlos de las limitadas posibilidadesmnemotécnicas individuales... Surgieron así los documentos como manifestaciones del espírituhumano»[51]. Para el investigador alemán, el documento existe al producirse información y fijarse estaen un soporte. Esta formulación conceptual ha sido recogida y posteriormente matizada por López Yepesy Desantes Guanter.  Para el primero, dos son las coordenadas que dan forma al concepto de documento:la objetivación del conocimiento en un soporte, y la posibilidad de comunicación o accesibilidad delmismo en un momento dado[52]. En esa línea afirmará Desantes que el documento «es fuentepermanente de información permanente»[53], lo que implica una aprehensión de conocimiento registradoen un soporte a fin de su posterior difusión.  Este hecho ha sido definido por Moles y Zeltmann como«conserva de la comunicación», entendiendo por tal «el conjunto de los mensajes colectivosmaterializados en un soporte físico y conservados a través del tiempo»[54].

Se puede afirmar, pues, que el documento hace de puente o enlace entre el pasado y un futuro cuyodesarrollo dependerá en gran medida de las aportaciones documentales suministradas.

Por último, esbozaremos otras acepciones modernas del tópico documento, partiendo del estudio de ladocumentalista francesa Briet quien, en 1951, tomando como punto de arranque la definición de la UniónFrancesa de Organismos de Documentación (UFOD), escribió que documento es «todo indicio concretoo simbólico, conservado o registrado con el fin de representar, reconstituir, o probar un fenómeno físicoo intelectual»[55].

En palabras de Mijailov, Chernii y Guiliarevskii[56], documento es cualquier objeto material que registreo fije algún conocimiento, y pueda ser incluido en una recopilación.  Y el documento científico, comovariedad del documento, será «todo objeto material que contenga información científica, a fin detransmitirla en el tiempo y en el espacio y que sea de uso práctico social»[57].

Couture de Troismonts propone la siguiente definición: «es toda base material de conocimientosusceptible de emplearse para la consulta, el estudio o como elemento de prueba.  Es simultáneamente unsoporte, un conocimiento y un testimonio»[58].

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Por su parte, Robert Escarpit, enclavado científicamente en el mundo de la comunicación, nos da unarigurosa y singular visión del documento, concibiéndolo como «Objeto informativo visible y palpable ydotado de una doble independencia con relación al tiempo: sincronía, independencia interna del mensajeque no es una secuencia lineal de acontecimientos, sino tina yuxtaposición multidireccional de rasgos; yestabilidad, o independencia global del objeto informativo que no es un suceso inscrito en el transcursodel tiempo, sino un soporte material del rasgo que puede ser conservado, transportado yreproducido»[59].

Ya en nuestro país, López Yepes concibe el documento como «una forma objetiva de conocimientoriguroso, fijado y conservado en un soporte y potencialmente apto para ser transmitido»[60]. Currásafirma que documento es «un objeto físico de carácter probatorio con la finalidad de informar»[61].

Una corriente más innovadora viene representada por la concepción de Sagredo, a quien las modernastécnicas transmisoras de información le llevan a considerar que el concepto tradicional de documento hade sufrir una radical transformación a fin de adecuarse al dinámico mundo de la Documentación eInformación.

García Gutiérrez[62] se interesa por el documento como «continuum ideológico (contenido) conlimitaciones físicas», introduciendo el concepto de texto como «parte esencial del documento en elcontexto general del discurso científico», y preocupándose por la peculiar dicotomía forma-sustanciainherente a la unidad documental.

Como conclusión hemos de decir que el documento, materia prima o célula base de toda la actividaddocumental, cuyo creador y destinatario es el hombre, cuyo objeto es el conocimiento generado por este,se nos presenta con dos dicotomías importantes.

En primer lugar, el documento tiene dos funciones fundamentales, reflejadas en sendos frentes operativosque vienen a ser como las dos caras de una misma moneda: el documento es soporte, recipiente,contenedor,..., del conocimiento (aspecto estático); y al mismo tiempo es difusor, fuente, divulgador,...,por otro (aspecto dinámico).  Estas dos vertientes funcionales del documento son su auténtica razón deser, y justifican sobradamente su constante presencia en la escena científica.

En segundo lugar, el documento es sustancia, contenido científico, «continuum ideológico», por un lado;y forma, aspecto físico, «limitaciones físicas», por otro.  Esta estructura doblemente dicotómica quecaracteriza y distingue al documento (contenedor-difusor, sustancia-forma), será el punto de partidaobligado, como tendremos ocasión de comprobar, en toda la configuración teórico-práctica de AD.

De lo expuesto con anterioridad se infieren una serie de propiedades características del documento; deentre ellas queremos destacar la universalidad, entendida en la más amplia acepción de la palabra, puestanto su objeto, el conocimiento, como su creador y destinatario, el hombre, son vocacionalmenteuniversales.

Aunque no es el momento de sistematizar la enorme tipología documental disponible, sí que queremoshacer reflexionar sobre los cambios experimentados por el documento en nuestro siglo, en respuesta a suteleología universalista, y debidos a la vertiginosa evolución tecnológica que tan profundamente haafectado a sus formas tradicionales.  Sirvan como ejemplo tres conquistas esenciales y casicontemporáneas: los documentos sonoros (1878), los documentos visuales animados (1895), y la difusiónde la información a distancia sin la mediación de un documento (1897).  Resumamos afirmando que la

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informática y los medios de comunicación audiovisuales han revolucionado, y es previsible que lo siganhaciendo, el complejo mundo del documento.

Tras este planteamiento de las principales cuestiones lexicológicas en torno al término AnálisisDocumental, estaremos en mejores condiciones de afrontar la necesaria aproximación conceptual a laTeoría de AD.

 

5 Parámetros teóricos de AD

 

La Documentación, y por ende el AD, es una disciplina que revela sin duda el pecado de su edad, y quizátambién el de su origen.  En cuanto a la edad, porque es relativamente reciente (medio sigloaproximadamente), y como toda disciplina joven, debe crear sus conceptos y su vocabulario, definir sudominio y precisar sus fronteras.  En realidad, sus teóricos proceden de otras disciplinas (lingüistas,matemáticos, químicos... ) y sus técnicos se preocupan sobre todo de los problemas concretos deorganización[63]. Por lo que respecta al origen, hemos de tener en cuenta que su desarrollo ha sidomayor en los países anglosajones, con lo que ello conlleva de flexibilidad en la creación de vocabulario yen la relación entre las diversas materias, situación casi opuesta a la que podemos encontrar en España,definida por su secular tradición biblioteconómica, la indaptación de las estructuras científicas yacadémicas, y la rigidez en la terminología empleada.

Consiguientemente, las operaciones de Análisis Documental (AD), eslabón esencial de toda la actividaddocumental, se nos presentan en un estado de «extrema anarquía» conceptual.  Los continuos problemasde ambigüedad y falta de precisión se deben al hecho de que nos hallamos en un dominio que jamás hasido definido de un modo preciso.  Ningún organismo o institución fija para todos los documentos losprocesos y las etapas de AD. Tan solo así se establecería el vocabulario que tanta falta nos hace. Trataremos de plantear un cuadro en el que cada uno de los elementos que componen estas operacionessea individualizado, identificado y jerarquizado. Para ello distinguiremos entre la operación, el resultadode esta operación, y el producto documental que se obtiene.

 

ALGUNAS DEFINICIONES DE AD

 

Desde la óptica de los teóricos de la Documentación científica, fue Paul Otlet a comienzos de sigloquien, al enumerar el conjunto de operaciones que experimentaba el binomio libro/documento, aludió ala descripción y análisis de los documentos, refiriéndose tanto a la catalogación como a los estudiosobjetivos a que da lugar el documento.  Además, cuando habla de la fase de utilización introduce unelemento de enorme importancia en el conjunto operativo del análisis, como es «la creación de nuevoslibros por extracto o fusión y asimilación de otros libros».  De alguna manera se estaba refiriendo a losproductos de AD tales como resúmenes, índices...

Gardin[64], desde una perspectiva lingüístico-documental, nos habla de la extracción del significado delos documentos escritos.  Restringe de esta forma el ámbito de actuación del Análisis; primero en cuanto

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operación, al referirse exclusivamente al análisis de contenido; y segundo, respecto a su objeto -eldocumento escrito- hecho no acertado desde el prisma documental, que considera realizable tododocumento científico, aunque no sea bibliográfico. En resumen, por AD entiende «toda operación oconjunto de operaciones enfocadas a representar un documento dado bajo una forma diferente de laoriginal, bien se trate de traducirlo, resumirlo, indizarlo..., para facilitar la consulta o la recuperación porlos especialistas interesados»[65]. Definición que sin duda está en nuestra línea, al presentar larecuperación como uno de los fines de AD.

A finales de los años sesenta, Vickery definía AD como el «hecho de derivar de un documento unconjunto de palabras que le sirvan de representación condensada.  Esta representación puede ser utilizadapata identificar el documento, para procurar puntos de acceso en la recuperación de la documentación,para indicar su contenido, o para servir de sustituto al documento. Puede tomar la forma de un extracto,sumario, resumen, encabezamiento de un catálogo, encabezamiento de un índice... »[66], definición anuestro juicio válida, con el único matiz de que el verbo derivar ha de entenderse en el sentido de extraer,sacar o seleccionar.

Coyaud concibe AD como «una operación o conjunto de operaciones que vienen a representar elcontenido de un documento bajo una forma distinta de la original, para facilitar su consulta orecuperación posterior.  Un documento, del tipo que sea, no puede ser registrado en un sistemadocumental bajo su forma primaria, en razón de su extensión, complejidad y presentación. Debe sertransformado en el marco de un modelo general, para un sistema dado, a fin de que las operaciones dealmacenamiento y búsqueda puedan llevarse a cabo»[67]. En esta formulación teórica nos encontramoscon dos notas a destacar: Por un lado, el carácter dinámico de AD, porque posibilita representar elcontenido de un documento de una forma distinta de la original.  Se elude, pues, el análisis de las formasdocumentales o soportes físicos que albergan todo mensaje informativo.  Y por otro, se constata elsentido social y práctico de dicha operación, pues su fin último es la recuperación de la información, loque repercutirá positivamente en el usuario, y en suma en la comunidad científica.

Desde una perspectiva restringida y poco precisa definía Brugghen el Análisis Documental como«aquello que sirve para identificar un documento y su contenido a fin de facilitar la búsqueda de lainformación publicada"[68]. Habría que matizar que la información publicada no es el único objeto deAD, ya que, por el contrario, ocupan un lugar destacado los documentos reservados e inéditos, debido ala función de sustitutos del original que conllevan los productos de AD.

La escuela soviética, representada por Mijailov y Guiliarevskii entre otros, no emplea el término AD,sino el de procesamiento analítico-sintético, consistente en «presentar cada documento o determinadogrupo de ellos en forma que responda al máximo a las distintas tareas de la actividadcientífico-informativa»[69].

En opinión de Couture de Troismonts, AD «es el estudio realizado en el documento con el fin de extraerlas características de su contenido»[70]. Introduce una ligera novedad respecto a Coyaud al señalar quecualquier documento debe ser analizado conforme a su contenido y a su forma.

Para Courrier, el crecimiento desbordante de la información científica ha conducido a los usuarios einvestigadores a confiar en los profesionales las tareas de búsqueda documental obligándoles adesarrollar «los instrumentos, técnica y método más complejos para ofrecer mejor calidad en losservicios y productos»[71]. De entre esa técnicas sobresale el análisis, intermediario eficaz definido

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como «operación intelectual difícil y compleja que consiste en representar documentos y preguntas bajouna forma distinta de la original, generalmente condensada y formalizada»[72].

Un año después de la importante contribución de Courrier, en 1977, Fondin daba a conocer un trabajopuntual titulado La structure et le vocabulaire de l'analys documentaire .. [73]. Su objetivo prioritario eraunificar el término y concepto de AD.

Partía del hecho de que el análisis, inmerso como técnica en la Ciencia de 1a Documentación, se hacíaeco de una terminología bastante fluida y variable que obstaculizaba la formulación rigurosa de suconcepto.  A ello se sumaba la falta de precisión en cuanto a su dominio y fronteras, pues «ningunaorganización de conjunto había fijado para todos los documentalistas los procesos y las etapas delanálisis documental»[74]. En su opinión, en la síntesis de dos operaciones distintas: de una parte, elanálisis de contenido, y de otra, la normalización de la presentación y del vocabulario (análisis formal).Como resultado de ambas, se desemboca en la realización de una descripción o representación deldocumento, que permitirá situarlo de forma única en el conjunto de la producción científica.

Para la ADBS (Asociación francesa de documentalistas y bibliotecarios especializados)[75], todo sistemadocumental estará basado en la explotación de documentos en vista de su utilización. El análisiscontribuirá a ello, al ser concebido como «la operación consistente en extraer de un documento suselementos característicos».

Chaumier afirma que el análisis «como operación o conjunto de operaciones enfocadas a presentar elcontenido de un documento de una forma distinta de la original, a fin de facilitar su consulta o sureferencia en fase posterior»[76], desempeña un papel clave en la cadena documental, al condicionarademás la calidad del sistema. En este marco operativo, al igual que Gardin, no considera analizable laforma del documento. De ahí que identifique AD únicamente con análisis de contenido, siendo éste unmétodo general de aprehensión de la información transportada por un lenguaje o por la imagen.

Sin embargo, la atención preferente de Chaumier se centra en el estudio de los diversos métodos deanálisis recogiendo sus ventajas e inconvenientes. Para ello parte del supuesto de que dos grandesprincipios rigen actualmente los sistemas documentales: Uno, consistente en «un tratamiento de datosextraídos del documento». Un análisis permitirá obtener datos sobre los cuales se efectuará la búsqueda,distinguiéndose en función del medio empleado el análisis humano y el análisis automático, y éste a suvez podrá subdividirse según los principios que le guíen en análisis estadístico y análisis lingüístico. Elotro principio «descansa sobre el tratamiento global de las informaciones, es decir, el tratamiento deltexto íntegro sin análisis previo». De esa manera, y en palabras de Chaumier, el enfoque intelectual delcontenido del documento no se efectúa a la entrada sino a la salida, con ocasión de lasinterrogaciones[77]. Concluye señalando que el AD es una operación intelectual más o menoscomplicada según el grado de elaboración y finura, y su resultado será el nacimiento de un diversificadoproducto secundario.

En esta misma línea conceptual se pronuncia la investigadora brasileña Cunha, que define AD como «unconjunto de procedimientos efectuados con el fin de expresar el contenido de los documentos, bajoformas destinadas a facilitar la recuperación de la información»[78]. En todo caso, es una operaciónsemántica, que «no obedece a ninguna regla precisa, y varía en función de cada organismo y delanalista».

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Tras este recorrido expositivo de las distintas definiciones y consideraciones en torno al AD, por parte deteóricos extranjeros, en su mayoría europeos, debemos destacar las importantes contribuciones que alrespecto han aportado los estudiosos y profesionales españoles, entre los cuales fue pionero LópezYepes, para quien el AD es «el conjunto de operaciones que permiten desentrañar del documento lainformación en él contenida.  El resultado de esta metamorfosis que el documento sufre en manos deldocumentalista culmina cuando la información liberada se difunde y se convierte en fuente selectiva deinformación. Entonces el mensaje documentado se hace mensaje documental, informaciónactualizada»[79].  Los dos polos que concretan su campo de actuación son el análisis físico o formal y elanálisis de contenido.

Amat define el AD como «conjunto de operaciones que tienden a representar el contenido de undocumento de una forma distinta a la original, provocando la elaboración de un documentosecundario»[80]. Esta afirmación se centra, más que en las características y objetivos del análisis, en susdefectos, dejando de lado su papel instrumental al actuar de intermediario y servir de control sobre losdocumentos originales.

Para García Gutiérrez, es «aquella técnica documental que permite mediante una operación intelectualobjetiva, la identificación y transformación de los documentos en productos que faciliten la consulta delos originales en aras del control documental y con el objetivo último de servicio a la comunidadcientífica»[81]. Considera, opinión que compartimos, que el AD es, por un lado, fuente de terminologíadocumental, y por otro, un elemento activo que actúa en la fase de tratamiento documental bajo unrégimen de potencialidad.

En función de las aportaciones anteriores expuestas, y como conclusión, digamos que desde la ópticaoperativa-teleológica, el AD está constituido por un conjunto de operaciones (unas de orden intelectual yotras mecánicas y repetitivas) que afectan al contenido y a la forma de los documentos originales,reelaborándolos y transformándolos en otros de carácter instrumental o secundario, que faciliten alusuario la identificación precisa, la recuperación y la difusión de aquellos. No obstante, esatransformación es el resultado de un proceso general de carácter analítico, aunque con un momento finalsintetizador, o creativo, que permite la conformación definitiva del documento secundario.  Es el caso,por ejemplo, de la operación de resumir, donde, tras la lectura del documento original, análisis de laspartes significativas y síntesis de las ideas fundamentales, se gesta el resumen.  Por ello, la denominaciónprocesamiento analítico-sintético como alternativa a esta técnica tiene su razón de ser, aunque no hayacristalizado. De todas formas, hay que tener presente que la expresión AD, más asentada e inclusoinstitucionalizada como disciplina universitaria, va a quedar perfilada al concretarse su campo operativo,basado en determinados niveles de profundidad.

 

ORÍGENES DE AD

 

Si nos remitimos a la realidad actual, hemos de reconocer que las técnicas de AD ocupan un lugar cadavez más importante en la dinámica operativo de los centros de documentación estimándose que losprofesionales dedican a estas tareas un 80% del tiempo laboral disponible. Sus orígenes nos conducen aun problema muy elemental, y también universal, cual es la creciente dificultad del usuario para accedera los documentos que necesita. En un primer momento, y para saber cuáles respondían a una determinada

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necesidad informativa, se interrogaba directamente al conjunto de la producción hasta lograr unarespuesta satisfactoria. Pero la creciente cantidad de documentos y la ilimitada diversidad de laspreguntas hizo más que necesaria la introducción en la escena documental de una etapa suplementaria, ointermediaria, que facilitara la operación de interrogación.  Así nació el protagonista del presente libro,reconocido académica e institucionalmente como Análisis Documental (AD), que debe ser consideradocomo una técnica (conjunto de operaciones) ineludible para el funcionamiento de cualquier sistema derecuperación de información.  Y esto por un principio elemental de economía ya que, de no llevarse acabo AD, las operaciones de búsqueda serían mucho más lentas y costosas.

Por otra parte, si examinamos detenidamente el proceso de circulación de la información entre elproductor y el usuario, comprobaremos este papel de intermediario asignado al difícil conjunto deoperaciones englobadas bajo el término AD, y que desdoblaremos en dos: el análisis de los documentos yel análisis de las necesidades documentales. Con esta doble Normalización de documentos y preguntas,la interrogación se convierte en una sencilla y mecánica operación de apareamiento o «matching» que losordenadores, o incluso medios menos complejos y costosos, pueden realizar fácilmente sin limitacionesen cuanto al número de documentos o la complejidad de las preguntas. De este modo acabamos deconcretar el objeto de AD, que es doble: el documento por un lado, y la pregunta necesaria para localizardicho documento, por otro.

 

PROBLEMÁTICA DE AD

 

Pero si el apareamiento anteriormente mencionado es una sencilla operación mecánica, la técnica de AD,por el contrario, es una actividad extremadamente difícil y compleja, pues depende de múltiples factores,pudiendo mejorar sensiblemente con la ayuda de un útil esencial en el circuito de la información: loslenguajes documentales, que hacen posible las representaciones formalizadas de los documentos,asegurando el correcto emparejamiento de estas. Sin lenguajes documentales el circuito no funciona másque por aproximación, sin rigor y sin eficacia.  Estos lenguajes, que son artificiales, tienen su parecidocon los lenguajes naturales, pues se basan en un conjunto de reglas (sintaxis) aplicables sobre unasunidades que también son simbólicas, lo que en cierto modo justifica el empleo del término lenguaje. Con la utilización de este «artificio documental» se logran dos importantes objetivos: el control de laterminología y la simplificación de la sintaxis[82].

 

 

 

 

 

 

 

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Llegados a este punto, y aunque no hemos hecho sino comenzar esta andadura en busca de laspropiedades científico-técnicas de AD, estamos en condiciones de derivar algunas ideas:

 

- En primer lugar, AD nace con vocación pragmática de servicio al científico, a la que poco le debenpreocupar los aspectos teóricos si no es como apoyo a las aplicaciones inmediatas que lo justifican.

- En segundo lugar, de sus propias raíces ha surgido un auxiliar de inestimable valor, los lenguajesdocumentales, que conforman un cuerpo doctrinal con personalidad propia, aunque siempre al serviciode las necesidades de AD a la hora de determinar las funciones/categorías dentro de un vocabulariocontrolado.

 

Si nos olvidamos momentáneamente del aspecto formal de los documentos y nos centramosexclusivamente en su contenido, podemos establecer tres categorías de problemas en AD: Por una parte,y dado que la enorme mayoría de los textos están redactados en alguna lengua natural, el primerproblema que surge cuando se trata de analizar estos textos es, obviamente, de naturaleza lingüística.  Elsegundo, relacionado también con el contenido documental, es de naturaleza extralingüística (en funciónde los «esquemas» del autor y las «creencias evaluadoras» del analista). Y el tercero, puesto que ADnace con la intención de mejorar la circulación de los documentos, recuperando los que satisfacen ciertasnecesidades documentales, es de índole documental.

 

FUNCIONES DE AD

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En este primer acercamiento conceptual podemos apuntar que los objetivos esenciales de AD giran entorno a estos extremos:

 

- Como técnica auxiliar para el desarrollo de la investigación científica, y a través de sus variadasoperaciones permitirá identificar y localizar cualquier documento en el contexto de una coleccióndeterminada, así como contribuir al conocimiento de su contenido (representado mediante unos términossignificativos o un breve      resumen).

            -           Queda patente su capacidad de transformación y reelaboración de los documentosoriginales en otros secundarios, meramente informativos.

            -           Favorecerá la recuperación documental, que sólo será factible si se fundamenta en unaacertada y rigurosa técnica analítica previa.

            -           El AD no es un fin en sí mismo, sino un medio cuyo resultado final, concretado   en unavariedad de productos documentales (catálogo, índice, resumen), irá encaminado a ser utilizadodirectamente por la comunidad de usuarios para facilitar la consulta de los documentos originales, yhacerlos más accesibles. Y para que esto sea sí, es preciso que reúna al menos estos dos requisitos:objetividad y normalización.

 

ESTRUCTURA DICOTÓMICA DE AD

 

Hemos de convenir que AD se caracteriza por las numerosas relaciones duales que le acompañan,derivadas en su mayoría de las ciencias del documento y del lenguaje.  Las encontramos en su propiadesignación, en el objeto, en el sujeto, en su dinámica operativo, en sus instrumentos, y en los resultadosy productos; hasta tal extremo es esto así, que concebimos las mencionadas dicotomías como algoconsustancial con AD.

En el objeto de AD, el documento, encontramos un «enfrentamiento» que ya es clásico en la esferadocumental, entre los documentos bibliográficos, mayoritarios por el momento, y los no bibliográficos,cuyo crecimiento es imprevisible en función de los futuros desarrollos tecnológicos.  Pero objeto de ADes también la pregunta del usuario, lo que provoca una nueva dicotomía entre documento y pregunta,obligando a AD a un nuevo desdoblamiento operativo.

En relación con el sujeto, surge un apareamiento, en este caso entre el hombre y la máquina, que esequiparable al anterior, pues si bien las operaciones de análisis formal han alcanzado un alto grado deautomatización, no sucede igual con el análisis de contenido, en el que la presencia del analista todavíaresulta absolutamente imprescindible. Podemos asegurar que en la actualidad el Análisis Documental seve necesitado de ambos agentes operativos.

Además, AD emplea dos tipos de lenguaje, el natural en que son presentados los documentos textuales,como punto de partida obligado; y el documental, que es un lenguaje artificial creado por el analista para

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mejorar la eficacia del proceso analítico y del producto resultante. Esta dualidad lingüística contribuye aenriquecer su horizonte especulativo.

Metidos de lleno en las labores analíticas, encontramos también emparejamientos interesantes, como elde análisis-síntesis, que también es clásico, pues pese a que se emplee la palabra análisis en ladenominación AD, lo cierto es que las tareas de síntesis adquieren un especial protagonismo sobre todocuando nos movemos a nivel del contenido de los documentos.

 

LOS «OTROS» ANÁLISIS

 

Resulta evidente que «en la medida en que se procura expresar el contenido de los textos/documentos, elAD se aproxima a otras realizaciones con fines idénticos"[83]. En virtud de esta coincidencia deobjetivos, vamos a tratar de diferenciar AD con respecto a algunos de estos otros análisis; es el caso delos análisis de contenido, literarios, semióticos y lingüísticos.

El análisis de contenido tiene como objetivo resaltar ciertos elementos singulares de los textos, de loscuales se puedan inferir características psico-sociológicas del objeto analizado. En definitiva se trata deun estudio para esclarecer cuestiones relativas a productores y usuarios, mediante la búsqueda deindicadores que después se interpretan.  Ambos análisis coinciden en que exigen como procedimiento,«la obtención de un metalenguaje traductor»[84], o sea palabras representativas del texto/documento. Ladiferencia es obvia, ya que AD no admite la más mínima dosis de interpretación o inferencia. En opiniónde Bardin[85], «si se priva al análisis de contenido de su función de inferencia, si se limitan susposibilidades técnicas sólo al análisis categorial o temático, efectivamente se le puede identificar con elanálisis documental».  Pese a esta similitud entre ambos análisis, existen diferencias esenciales en elobjeto a analizar y en los objetivos.  Así pues, el AD opera con documentos, en tanto que el análisis decontenido actúa sobre mensajes (comunicación). En cuanto a los objetivos, AD pretende larepresentación simplificada de la información para su almacenamiento y consulta, y el análisis decontenido irá dirigido al tratamiento de mensajes que permita inferir nuevas realidades informativas.

El análisis de la enunciación, se centra en el enunciado, como parte del discurso, entendido este como unmomento de un proceso de elaboración, con todo lo que esto comporta de contradicciones eincoherencias. En este análisis, convergen múltiples influencias técnicas y metodológicas, que van desdela lógica, el psicoanálisis de Lacan, la lingüística estructural, el distribucionalismo y el análisis deldiscurso de Harris, el transformacionalismo de Chomsky, a los trabajos de análisis estructural del relatode Levi-Strauss y Greimas[86].

En este análisis, que es por naturaleza cualitativo, y que tratará de conocer las condiciones de produccióndel discurso, se distinguen tres niveles de aproximación[87]: análisis sintáctico y paralingüístico(conducente a las estructuras formales gramaticales), análisis lógico (disposición y estructura deldiscurso) y análisis de los elementos formales atípicos (omisiones, silencios... ).

El análisis de la contingencia está encaminado a averiguar la estructura del texto, para extraer lasrelaciones entre los elementos de un mensaje previamente definido.

Tomando como base las reflexiones de Osgood[88], digamos que este análisis no se plantea la frecuencia

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de aparición de un significante en un texto, sino más bien la cobertura de los mismos significados pordistintos significantes, la proximidad y/o la redundancia de estos, a fin de establecer las relaciones entrelos elementos de una misma unidad contextual.

Por su parte, el análisis literario «oscila en función de las escuelas y de los modelos de pensamiento», noexistiendo «una preocupación a nivel de metalenguajes o de traducción, así como de Normalización delos procedimientos en la organización de un texto, objetivo de AD»[89].

 

6 Factores y técnicas de análisis documental

 

EL OBJETO DE AD: DOCUMENTO

 

Para evitar redundancias, omitimos toda formulación teórica sobre el documento, tarea ya acometida enapartados anteriores del presente libro. Tan sólo insistiremos en que si bien a priori se puede analizarcualquier registro de información, los documentos que más interesan a nuestros objetivos metodológicosson los científicos, o sea aquellos que comportan una fuente permanente de información científica,transmisible en el tiempo y en el espacio.

Para García Gutiérrez, desde el punto de vista subjetivo de su receptabilidad, documento es «aquellafuente aceptada, fijada y permanente de información correctamente asimilada.  Y desde la perspectivaobjetiva de su realidad, el documento científico aparece como una unidad material de conservación ytransmisión directa del conocimiento científico»[90].

Según López Yepes, la tipología general del documento científico debe fijarse a partir de un triplecriterio coincidente con su propia esencia, clasificándose del modo siguiente:

 

-      Por su soporte físico, distinguiremos los documentos gráficos, iconográficos, sonoros, audiovisuales,objetos («kits»), cuyo análisis formal requerirá el empleo de normas específicas de descripción.

-      En razón a su difusión, o comunicación documental, los documentos pueden ser publicados, inéditosy reservados.

-      Desde la perspectiva de su contenido informativo u objetivación del conocimiento en un soporte,hablaremos de tres categorías: primarios, secundarios y terciarios, con notable participación del AD en lagestación de alguno de estos grupos. Los documentos primarios u originales reflejan los resultadosdirectos de la investigación científica, comunicando los nuevos descubrimientos. Las publicacionessecundarias son consecuencia de la transformación que experimentan los documentos originales tras sersometidos a las operaciones de análisis.  Sin duda alguna, estos documentos no existirían sin aquellos. Así, una revista de resúmenes tiene su razón de ser en relación con los originales a que se refiere. Elconcepto de documento terciario varía según los autores, pues para unos (Couture de Troismonts) sonreproducciones del original por medios mecánicos, y en opinión de otros (Currás, Lafont ... ) sonaquellos que contienen información original, presentada en forma repertoriada, como las clasificaciones,

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los tesauros...

 

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Figura 6. Tipología del documento científico.

 

Puesto que el análisis opera con documentos primarios para crear representaciones que los hagan másasequibles, aludiremos brevemente a los dos grupos más empleados en la investigación científica: laspublicaciones unitarias, tales como libros, monografías, tesis, documentos oficiales, entre otros; y laspublicaciones periódicas: revistas, boletines de instituciones, publicaciones técnicas... Pese a que ambosgrupos eclipsan el espectro informativo documental, no podemos olvidar que cada día aumentan, en elmarco de los centros de documentación, los registros cuyo soporte no es el papel y cuya forma deexpresión no es la escritura, también analizables desde el enfoque de su contenido.

EL AGENTE DE AD

 

Una vez establecido el objeto o materia prima del análisis, el documento científico, es convenienteefectuar algunas consideraciones en torno a lo que hemos denominado sujeto agente de AD, responsableúltimo de la correcta aplicación de esta técnica.  No obstante hemos de advertir que bastantes estudiososidentifican a este profesional, por extensión, con el documentalista, término muy difundido en nuestropaís, pero sujeto a ciertas limitaciones, al no reflejar adecuadamente la totalidad de actividadesdesarrolladas en el ámbito de la documentación e información científica. De ahí que otros países del áreaanglosajona hayan puesto en circulación la expresión «information scientist», o científico de la

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información, que en nuestro caso no ha cristalizado.

Descendiendo al plano específico que nos compete, el Análisis Documental, digamos que el sujetoagente por antonomasia es el hombre en sus múltiples facetas, desde el autor del documento original,pasando por el investigador o científico de un determinado campo del saber, hasta llegar al analista,dependiendo de los objetivos del

producto documental resultante.

El investigador, cuando analiza un documento, lo hace como plataforma para utilizar el contenidoinformativo en el transcurso de una actividad investigadora.  Sin embargo el autor, al efectuar esta tareasobre su propia publicación, pretende dinamizar lo esencial de su mensaje ahorrando tiempo y esfuerzo alusuario.  Levery señala que es preciso trasladar la función inicial de analista a los autores de los trabajoscientíficos con el fin de descargar considerablemente el volumen de tarea del centro de documentación;en ese caso el documentalista ejercería las labores de coordinación[91]. Del mismo modo opina LópezYepes al afirmar que «la concienciación entre los investigadores para colaborar como analistas en ladifusión de sus propias ideas debería ser planteada en los mismos centros universitarios como disciplinaacadémica"[92].

Pero a nuestro juicio el verdadero profesional de la técnica de AD es el analista, es decir el responsablede efectuar las operaciones necesarias para «extraer» la información del documento, «representarla» demanera adecuada y «prepararla» para su almacenamiento con vistas a la recuperación.  Por consiguiente,el cometido del analista queda en principio delimitado con respecto de aquellos profesionales que seencargan del almacenamiento y recuperación de la información, o de su difusión.  Frente a estaasignación de tareas concretas, somos conscientes de los problemas que en nuestro país afectan a estecolectivo pues no disponen aún de un estatuto laboral que defina su situación y establezca unadiferenciación de funciones y tareas, con denominaciones específicas[93] y, por tanto, habilidades yformación apropiadas.

El analista ideal deberá responder a un perfil profesional definido por unas cualidades humanas, técnicasy científicas óptimas. De entre las primeras destacaremos: espíritu altruista, con la concienciación de quesu trabajo contribuye al bienestar de la comunidad de usuarios mejorando los modelos de comunicacióncientífica; capacidad de juicio, en la medida en que la información está sujeta a numerosas contingencias;aptitudes en la comunicación interpersonal, como por ejemplo, trato afable con el usuario, que le permitasaber escuchar, dialogar con mesura, asesorar con claridad... ; afán de actualización y formaciónpermanentes, tanto en lo referente a las técnicas documentales como a la aplicación de nuevastecnologías; espíritu analítico, necesario para discernir lo sustancial de lo accesorio, teniendo en cuentauna serie de indicadores claves del documento original, como objetivos, metodología, resultados yconclusiones; capacidad de síntesis, que no debe ser confundida en modo alguno con una simpleyuxtaposición de ideas. Tendrá el analista que poner en juego sus cualidades, habilidades yconocimientos para «recrear» el documento original.

 

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Las cualidades técnicas podemos concretarlas en los siguientes aspectos: destreza en los métodos delectura para captar el contenido del documento; dominio de la terminología específica del documento aanalizar, así como conocimiento de lenguas extranjeras; fluidez en la escritura, predominando el estiloconciso pero no artificial, sin ambigüedades y con la suficiente claridad expositiva; manejo de técnicasdocumentales complementarias (bibliográficas, teledocumentales ...); conocimientos de lingüística,lógica, teoría del conocimiento, teoría de la representación, etc.

Finalmente en cuanto al perfil científico, el modelo idóneo de analista de la información deberáresponder, a nuestro entender, a la superposición de dos profesionales en una sola persona: el científicode un área concreta del conocimiento y el científico de la información, independientemente de que esaformación sea generalista o especializada.  El analista necesariamente tiene que trabajar en una rama delsaber determinada y tiene que ser por tanto especialista en algo, esto es, poeer una formación adecuadaen la materia objeto de la documentación que analiza.  Y precisamente esto constituye un temacontrovertido en la formación de dichos profesionales: se trata de formar un Licenciado en Ciencias de laDocumentación o bien un Documentalista -analista en nuestro caso- a partir de licenciados en otrasmaterias. En principio parece más conveniente la segunda opción, pero en la práctica todavía no se hanarticulado las «pasarelas» institucionales que permitan adquirir este complemento de formación.

 

NIVELES DE AD: LAS OPERACIONES

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Por tratarse de una técnica necesaria para el funcionamiento de todo sistema de almacenamiento yrecuperación de información, será útil que nos detengamos en el desarrollo de las fases de análisis y suposible jerarquización.

Los niveles de análisis están en relación directa con los elementos dicotómicos que integran eldocumento: contenido (información) y forma (soporte), distinguiéndose pues entre análisis formal oexterno y análisis de contenido o interno, ambos con sus campos teóricos y ámbitos de acción propios. El análisis externo se efectúa sobre el continente, envase o soporte documental, y el interno se refiere alcontenido o mensaje del documento.  Cada uno de ellos cuenta con sus propias operaciones, que podránllevarse a cabo con mayor o menor profundidad, en función de las demandas y de las necesidadescientífico-informativas de los usuarios.

Las diversas contribuciones y reflexiones realizadas por parte de los estudiosos del tema podemosagruparlas en torno a estas dos corrientes: los que conciben AD como una técnica integradora, queincluye tanto las operaciones de análisis formal como las relativas al análisis interno; y aquellos quedesde su prisma restrictivo lo reducen tan sólo a las operaciones de análisis interno[94]. A nuestro juicio,y nos situamos pues en la primera postura, dos son los grandes niveles en que se estructura el AD: nivelformal o externo y nivel de contenido o interno.  Cada uno de ellos con sus operaciones documentalesespecíficas: la descripción física y formal en el primero, y las descripciones característica y sustancial enel segundo.  La descripción física o formal describe de esa manera el documento.  Las descripcionescaracterística y sustancial recogen los datos del mensaje, indicando la primera de qué se trata eldocumento, esto es, su contenido temático (indización), y la segunda ofrece una visión reducida yelaborada del mismo, señalando qué cosa dice el documento analizado (resumen).

Dentro de la corriente integradora podemos resaltar la aportación de Van der Brugghen[95], que resumeen tres las fases de AD: descripción bibliográfica, útil para identificar formalmente un documento;resumen de los elementos esenciales presentados en un documento; y descripción característica, por laque los elementos esenciales de un documento son representados mediante palabras claves o un código. Con esta opinión coincide Vickery, al considerar que AD en el desarrollo de sus fases aglutinará, ademásde las operaciones propias y típicamente documentales (condensación e indización), otra tradicional en elmarco de las técnicas bibliotecarias: la catalogación, encuadrada en el contexto del análisis formal.

Mijailov, Chernii, Guiliarevskii[96], dentro del procesamiento analítico-sintético -y con unadenominación terminológica sui generis- distinguen los siguientes tipos: asiento bibliográfico,clasificación o indización, anotación, extractación, traducción de un lenguaje a otro, y confección dereseñas.  A cada tipo de procesamiento le corresponden determinadas proporciones de análisis y desíntesis. Estos tipos se han ido perfeccionando a lo largo de los siglos a medida que se desarrollaban laedición y el comercio de libros, la biblioteconomía, la bibliografía, la lingüística aplicada y laorganización del trabajo científico.

Señalan los autores soviéticos que el uso de los documentos provoca, en primer término, la necesidad dedenominarlos, identificarlos y confeccionar listas o relaciones de los mismos.  Con este fin se emplea elasiento bibliográfico, que contiene el conjunto necesario y suficiente de datos para determinar el carácterdel documento.  Si tratamos de indicar el contenido de un documento incluyéndolo en cierta clase o ramadel conocimiento, haremos uso de la clasificación o de la indización (asignación de términos

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significativos = índice).  No obstante, ni el asiento bibliográfico ni el índice dan a conocer con suficienteamplitud el contenido de un documento, por lo que debemos acudir a la anotación y extracción, estaúltima equiparable, aunque con ciertos matices como veremos, a lo que denominamos resumen[97].

Es evidente la claridad de planteamientos teóricos y estructurales de esta escuela rusa.  Entre susaportaciones incluyen dos operaciones nuevas: la traducción -tanto del documento original como de losproductos documentales- y la confección de reseñas, tarea esta última propia de la difusión documentaldesbordando, a mi modo de ver, el ámbito de AD.

En esa corriente de propiedad terminológica se encuentra también Couture de Troismonts[98], cuandoinserta dentro de AD el señalamiento, esto es el conjunto de rasgos que identifican el documento. Asimismo incluye la clasificación e indización,

dejando de lado la técnica de resumir.

Mucho más importante y representativa de esta corriente integradora fue la aportación hecha porFondin[99], quien pone de manifiesto la situación de anarquía existente en AD, tanto en la formulaciónde sus contenidos como en la propia terminología.  Distingue dos partes netamente diferenciadas: de unlado, la descripción bibliográfica, en íntima relación con la catalogación, se encargará de recoger todoslos elementos aparentes y convencionales que hacen posible la identificación formal de cada documentosiguiendo unos principios normalizadores; y de otro, la descripción o análisis de contenido, consideradocomo «aquella operación que permite poner de manifiesto el tema de un documento y extraer loselementos o aspectos característicos que representen fielmente las diferentes nociones o conceptoscontenidos en él»[100]. Es precisamente en este nivel de análisis donde realmente se producen losprincipales problemas terminológicos; así, cuando se refiere a la «reducción», señala que el términofrancés «Analyse» se presta a confusión, y lo reserva para la denominación genérica de «Analysedocumentaire», mientras que para referirse a lo que es la representación abreviada del contenido de undocumento (para nosotros, resumir), prefiere utilizar los términos «Reduction, Condensation». SegúnFondin, el análisis de contenido presenta una mayor complejidad en la normalización de su vocabulario.

En su opinión es necesario establecer una triple división funcional en el marco de AD, que permitadistinguir la operación del resultado, y este a su vez del producto documental que se obtiene.  Sirva,como ejemplo de todo lo expuesto, el organigrama operativo que nos ofrece este autor, punto de partidaobligado para cuantos trabajamos en este campo (figura 8).

Guinchat y Menou[101], desde una perspectiva menos técnica, al no emplear el término AnálisisDocumental, apuntan que los documentos, una vez efectuada la selección y adquisición de los mismos,están sujetos a estas operaciones de tratamiento: de un lado, la descripción bibliográfica o catalogación, yde otro, la descripción del contenido a través de la indización y resumen.

Desde la óptica española, el primero en abordar el tema fue López Yepes[102], para quien los dos polossobre los que gira la actividad de AD son: el análisis físico o formal de los documentos primarios, queengloba la descripción bibliográfica o catalogación; y el análisis del contenido de los mismos, para suposterior localización (descripción característica o indización) y para su conocimiento en profundidad(descripción sustancial o resumen).

En opinión de Amat[103], el AD comprende estas cuatro operaciones: descripción bibliográfica (oconjunto de procedimientos físicos y formales para la identificación de la referencia, la ordenación y el

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registro de documentos); la catalogación (o representación normalizada de los datos documentales parala localización física de los documentos ordenados en forma de catálogo); la indicación (consistente enextraer los conceptos del texto de un documento y expresarles con la ayuda de un lenguaje retenido); y elresumen.  Ciertamente la configuración estructural queda clara en esta autora, aunque carece de losmatices adecuados que permitan distinguir dónde termina el análisis formal y dónde empieza el análisisde contenido. Así sucede con la catalogación técnica, que se sitúa en el análisis interno y en el formal a lavez.

Son de interés las aportaciones de García Gutiérrez[104], expresadas en sus niveles del análisis. Desdeun prima integrador y partiendo de la realidad constitutiva del documento los concreta en dos: el análisisdel contenido de la forma y el análisis del contenido documental El primero corresponde a lo que hemosdenominado análisis externo, y como tal se ocupa de la descripción de aquellos datos que distinguen undocumento de los demás, esto es la descripción física.  El segundo es el análisis interno o de contenido,encargado de analizar el mensaje del documento a fin de identificarlo e informar sobre él. Comprende lasfases de descripción característica o indización y la descripción sustancial o resumen.  En la líneamarcada por Fondin, distingue con claridad la jerarquía operación, resultado y producto documental.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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En cuanto a la concepción restringida destacaremos aquellos representantes que adoptan una postura másclara.  Tal es el caso de Gardin, Grolier y Levery, autores del trabajo L'Organisation de laDocumentation scientifique[105]. Señalan que en la organización de un Centro de Documentación sonfundamentales las técnicas de análisis interno (conceptual) para la representación del documentoprimario, excluyendo cualquier alusión al análisis formal. Distinguen tres opciones posibles: resumen,indización y traducción.  Esta última «puede realizarse en cualquier estadio del análisis, según que seintente relacionar a una o varias lenguas dadas todo o parte de los textos originales, o sólo sus resúmenes,

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o también la formulación indizada de estos textos»[106].  Hay en estos teóricos otro aspecto de interés:cuando establecen el orden de ejecución de estas operaciones, sitúan la indización en una fase posterioral resumen, rompiendo así la tradicional jerarquía operativo de AD. Y ello tiene su lógica, en virtud delas ventajas de indizar a partir del resumen y no del documento original.

Desde la perspectiva lingüístico-documental, Coyaud[107] coincide con el planteamiento de Gardin eidentifica AD con análisis de contenido. En ese mismo sentido se pronuncian Courrier[108] yChaumier[109], quienes insisten en la importancia creciente que ocupa AD en el quehacer cotidiano delos centros de documentación, al ser concebido como el conjunto de operaciones tendentes a representarel contenido de un documento bajo una forma diferente a la original.  Comprende estas dos técnicas quedifieren en su realización y objetivo: condensación e indización.

En opinión de Waller, el AD es ante todo explotación de los contenidos documentales, y consiste «enextraer de un documento sus elementos característicos.... Es también el producto obtenido al término deesta operación presentado bajo una forma más o menos elaborada»[110]. Englobaría de un lado, lacondensación del texto y de otro, la indización.  A nuestro entender, llama la atención la confusiónterminológica latente, pues no se distingue la operación propiamente tal de los productos resultantes.

Bardin, desde la óptica de la teoría de la comunicación y de una forma parcial, habla de análisis decontenido, o «conjunto de técnicas de análisis de las comunicaciones utilizando procedimientossistemáticos y objetivos de descripción del contenido de los mensajes ... ». Su propósito es la inferenciade conocimientos relativos a las condiciones de producción (o eventualmente de recepción), con ayudade indicadores (cuantitativos o no)[111]. Berelson lo describe como «una técnica de investigación para ladescripción objetiva, sistemática y cuantitativa del contenido manifiesto de las comunicaciones que tienecomo objetivo interpretarlas»[112].  En un posicionamiento similar se sitúa Martínez Albertos[113], alconcebir el análisis de contenido como «un conjunto de técnicas de investigación que permiten ladescripción objetiva, sistemática y cuantitativa de las "emanaciones" del comportamiento humano con elobjeto de entender las motivaciones y características sociológicas que estos estímulos pueden provocar».

 

El análisis formal

 

La utilización de los documentos científicos plantea el problema inicial de su precisa identificación parauna más fácil localización posterior. A salvar esta primer dificultad vienen las operaciones de análisisformal, efectuadas sobre el continente y desarrolladas preferentemente en el contexto bibliotecario.

Siguiendo el esquema de los modernos códigos de catalogación, y especialmente las ReglasAngloamericanas, el campo de actuación del análisis formal se concreta en dos operaciones: ladescripción bibliográfica y la catalogación que, aunque complementarias, no deben ser identificadasporque la primera, más restringida, tiene como punto de partida la descripción de aquello que se trata decatalogar, en tanto que la segunda se centra en la elección de los puntos de acceso, la forma de lasentradas, la ubicación del documento en una colección determinada o la confección de fichas secundariasy su correspondiente ordenación.

 

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Descripción bibliográfica

 

Entendemos por descripción bibliográfica la operación encargada de escoger todos aquellos elementosaparentes y convencionales que posibiliten la identificación precisa y formal de cada documento en unacolección determinada.  De ahí que nos indique la naturaleza, número y orden de los signos externos quedistinguen a cada documento.

Su finalidad está relacionada con la actividad descriptiva física o externa del documento, y proporcionadescripciones normalizadas para cada unidad de información, facilitando su rápida identificación.

Para que la descripción bibliográfica pueda efectuarse con coherencia y eficacia es necesario un amplioesfuerzo normalizador, cuyos resultados más notorios en el marco internacional se plasmaron en lasdiversas y específicas normas ISBDs patrocinadas por la FIAB, como más adelante veremos.

 

Catalogación

 

La catalogación es el proceso por el que son transferidos conforme a determinadas reglas ciertos datostécnicos de un documento a un soporte documental.  Esta operación completa los datos obtenidos en laprimera, dotando al asiento de encabezamiento, puntos de acceso secundarios, etc.

Su fin es permitir la identificación y localización física de los documentos; y su producto final, elcatálogo, actuará de intermediario entre los usuarios y el fondo documental.

 

Análisis de contenido

 

Antes de comenzar este apartado, advertimos que se ha adoptado la expresión ya consagrada de «análisisde contenido» en el sentido tradicionalmente aceptado por documentalistas y lingüísticas, muy distantesemasiológicamente de los planteamientos de Bardin, Berelson y otros teóricos de la comunicación, queconciben un análisis «de contenido» en el que la inferencia es aportación fundamental.

Si prescindimos de los documentos no bibliográficos, y nos centramos exclusivamente en los que, almenos por el momento, son mayoritarios en el complejo de la producción científica, es decir losbibliográficos, podemos afirmar que la lectura es la única forma posible de acceso al contenidodocumental

Pero antes queremos se reflexione sobre el fenómeno de la escritura, para lo cual nos remitimos a losatinados planteamientos de Robert Escarpit[114], del que extraemos una idea que es fundamental para lacomprensión de todo proceso lingüístico: «El lenguaje fónico, instrumento privilegiado de lacomunicación social», tiene la desgracia de que «su misma naturaleza le impide la sincronía y, enconsecuencia, la estabilidad: la fijación de la palabra en documento ha sido durante mucho tiempo unviejo sueño de la humanidad (verba volant, scripta manent)».  Para resolver problemas de tal

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envergadura «se encontró una solución que fue puesta en marcha progresivamente en el curso de losúltimos milenios.  Consiste en anotar el lenguaje fónico mediante un lenguaje visual de rasgos. Este es elcompromiso bastardo, malintencionado y paradójico de la escritura.  Recordemos que no se trata enabsoluto de una transcodificación: los mismos rasgos constituyen sistemas de estructuras de superficiediferentes que corresponden a estructuras profundas paralelas, pero no idénticas, según esté consideradoel signo de la escritura en su valor fónico o valor visual». Se establece así la clara diferencia entre unlenguaje oral, que es el natural por antonomasia, y otro escrito, que no deja de ser un instrumento oartificio.  En cualquier caso, están en juego tres medios (palabra, escritura y rasgo) que provocan tresresultados (discurso, texto e icono). Por consiguiente, estamos en condiciones de inferir que el textocumple tres funciones simultáneas: discursiva, documental e icónica.

Por su parte, «la lectura es un proceso concurrente y no simplemente simétrico de la escritura». Elredactor y el lector, ausentes uno de otro, introducen en la relación significante-significadoconnotaciones diferentes.

Tras esta introducción, y olvidándonos de la función icónica, que desborda nuestros objetivosmetodológicos, queremos incidir en una nueva dicotomía que es fundamental para la correctacomprensión del proceso de lectura: y es el doble papel que juegan los signos gráficos, o de escritura, quepor un lado son la notación codificada de un lenguaje oral, y por otro constituyen un lenguaje visualautónomo. Centrados en el lenguaje escrito, debemos destacar su unidad significante de base, la palabra,que desempeña un papel crucial en la estructura de la lengua, y es concebida por Ullman[115] como «lamás pequeña unidad de una lengua capaz de actuar como una expresión completa». Se trata de ungrafismo cerrado con estructura y rasgos pertinentes «que lo identifican como significante fuera de todafonación», en el que se pueden distinguir «el signo fonético que remite a un elemento de significantefónico, del logograma que remite a una palabra». De acuerdo con este planteamiento, el «barrido» de undocumento escrito puede hacerse bien a nivel de los signos fonéticos o bien de los logogramas. En uncaso, la lectura se llama hipologográfica, en el otro, hiperlogográfica[116]. En el primero, el lector da alsigno gráfico una respuesta fónica, debido a lo cual «se encuentra en presencia de un discurso mutilado,sin poder beneficiarse de la memoria externa contenida en el texto.  Esta memoria es lo que se llamacontexto, producto de la sincronía del texto». La fiabilidad de este tipo de lectura es escasa, dado elcarácter ambiguo del signo gráfico, cuya codificación fónica es muy imperfecta pues a veces, comosucede con la lengua inglesa, «la convención sonido/rasgo no es estable ni sistemática».

Con la lectura hiperlogográfica, el lector identifica directamente el signo gráfico, efectuando un barridoque «no es ya un movimiento mecánico y lineal, sino una verdadera explotación multidimensional de lapágina que se hace por iniciativa del lector».  En este tipo de lectura se explota el texto como documento,correspondiendo a «un análisis de estructuras profundas, o análisis semántica, llamado a veces análisis decontenido»[117].

En un plano más empírico se nos muestra la investigadora brasileña Cintra[118], para quien la lectura esun proceso interactivo entre el lector y el texto. Tres factores considera como básicos para la legibilidadde un texto: su calidad, el conocimiento previo del lector y el tipo de estrategias exigidas por el texto.  Elprimero de ellos no depende del documentalista; sin embargo, los otros dos forman parte de lashabilidades exigibles a todo profesional. De este modo estamos reconociendo que «toda lectura implicaalgo más que el conjunto de las señales visuales que componen el texto», admitiendo también comobásicos «aspectos cognitivos relacionados con los conocimientos almacenados en la memoria del lector y

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comportamientos específicos durante la lectura»[119].

El conocimiento previo se vincula a la teoría de los esquemas, especie de cuadro de referencia formadopor una red multidimensional de entidades lingüísticas y conceptuales que van desde la palabra hasta elesquema organizativo del texto. Los esquemas del lector se activan por dos movimientoscomplementarios: «botton-up», en el que se hace una lectura de tipo lineal de las partes al todo del texto;y «top-down», en el que se camina a la inversa, del todo a las partes, aprovechando los conocimientosprevios o esquemas del lector.

Las estrategias de lectura dependen del lector y del texto, así como de los objetivos documentales.Cintra[120], distingue dos grupos de estrategias: «las cognitivas, que comprenden comportamientosautomáticos e inconscientes, y las metacognitivas, que suponen comportamientos desautomatizados». Eltexto legible sería aquel que exigiese una aplicación equilibrada de ambos tipos de estrategias. Esinteresante observar que estas dos variedades estratégicas (cognitivas y metacognitivas) tienen unaenorme similitud con los dos tipos de lectura anteriormente esbozados (hipologográfica ehiperlogográfica).

Con estas notas propedéuticas que han pretendido se tome conciencia sobre la dificultad del proceso delectura, estaremos en mejores condiciones para proceder al análisis de contenido del documento.

En todo caso, el AD de contenido se polariza entre dos «mundos», o «universos de referencia», el delautor/productor (pasivo) y el del analista (activo), y sobre un texto concreto, que además" posee supropio contexto. De estos cuatro factores de AD, tres son datos (universo del autor, texto y contexto), ypor consiguiente inamovibles; en tanto que los «esquemas» o «ideología» del analista son variables, dedonde se desprende la inestabilidad del resultado analítico, pues un mismo texto provocará resultadosdistintos en función de la persona que ejecute el trabajo.

Todos los pasos relativos a AD de contenido se referirán a ambos polos (autor y analista), duplicándosede este modo el trabajo a desarrollar, que puede esquematizarse como sigue:

 

- En primer lugar, y como paso preparatorio, deberán establecerse los objetivos del análisis, delimitandoel dominio científico de la actuación.

- Se procedería seguidamente al AD de contenido propiamente tal, para lo cual será necesario definir lametodología más rigurosa y eficaz. A grandes rasgos, y por lo que al análisis textual se refiere, deberándarse los siguientes pasos:

1)    Conversión del texto de partida, cuya configuración es morfo-fonológica, en estructurasléxico-sintácticas.

2)    Transformación de las estructuras lexico-sintácticas en representaciones lógicosemánticas.

3)    Transformación de la representación lógico-semántica en macroestructuras.

4)   Transformación de macroestructuras hasta obtener la macroestructura general del texto.

En todo este proceso, y ante la ausencia en el lenguaje de palabras que puedan calificarse de neutras,«AD ha procurado desarrollar léxicos de base o intermediarios, destinados a cumplir el papel de sistemas

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de conversión entre conceptos presentados de forma independiente en las diversas lenguas, y conceptosde lectura universal, definidos por el propio AD»[121]. Se trata de los lenguajes documentales,instrumento de AD cuya participación es fundamental, sobre todo en los procesos de indización.

Algunos autores contemplan un último paso que consiste en la evaluación del resultado obtenido,confirmando su validez a través de una serie de parámetros pre-establecidos.

Olvidándonos de los pasos previos y de la evaluación final, y limitándonos al AD de contenido, hemosde distinguir tres niveles claramente diferenciados y complementarios, que se corresponden con los tresestratos con que opera la gramática convencional; son los análisis componencial (palabra), depredicaciones (frases) y textual (texto). El primero, cuyo objetivo se centra en la palabra, «es una técnicade descripción de las interrelaciones del significado basada en la descomposición de cada concepto encomponentes mínimos, o rasgos, que son distintivos en relación a una oposición o a una dimensión decontraposición». Por su parte, el análisis de predicaciones, dedicado a la frase, «es un aditamentonecesario para el análisis componencial si queremos poder proporcionar representaciones semánticaspara todas las oraciones»[122]. En el análisis textual confluyen los dos tipos anteriores, y se basa en lasmás recientes aportaciones de la gramática textual, que pretende obtener una teoría del lenguaje desde unpunto de vista integrador.

Pero la complejidad del lenguaje es tal «que se hace preciso establecer mas de un nivel de análisis»[123].De los tres que posee el lenguaje, semántica, sintaxis y fonología, tan solo interesan a AD los dosprimeros, que pertenecen al plano del contenido, ya que por otra parte, «una teoría semántica sólo es unasubteoría de una teoría lingüística total, y el poder dar cuenta de la relación existente entre larepresentación semántica de una locución y su representación en otros niveles, especialmente en elsintáctico, es un factor importante en el estudio del significado»[124]. Vidal Lamiquiz nos confirma esteplanteamiento cuando dice que «onomasiológicamente, una función semántica quedará manifestada poruna forma lexicológica, y semasiológicamente una forma lexicológica revelará una función semántica».Luego existe una «infraestructura lexicológico-semántica» que se prolonga en la sustanciaextralingüística provocando dos tipos de semántica: la referencias, que contempla la entrada de losuniversales en el campo de la significación lingüística; y la operacional, que se preocupa delfuncionamiento lingüístico de las palabras en acción, observando cómo opera el significado[125].

 

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Figura 10.  Componentes lingüísticos de AD. Fuente: J. Hierro, S. Pescador: Filosofía del Lenguaje,Madrid, Alianza Editorial, 1986, p. 95.

 

No obstante, y para concluir este apartado, debemos indicar que «la estructura superficial de las frases nopuede por sí sola explicar la formación y la comprensión de las mismas», lo que nos induce a pensar enla «hipótesis de una estructura profunda, completamente inasequible a la observación inmediata»[126],aunque debemos reconocer que, en el estado actual de progresos de la lingüística, «el establecimiento deunas reglas constitutivas y, sobre todo, transformativas de la estructura profunda textual son mas bien undesiderátum que una realidad»[127]. Según estos recientes planteamientos se propone la distinción en eltexto de dos escalas, de macrocomponentes y de microcomponentes. La primera incluye la realidadtextual antes de organizarse fragmentadamente, y corresponde a la estructura profunda textual; lasegunda, que es el texto tal como aparece ante el observador, a la de superficie.

En la actualidad, los esfuerzos investigadores se dirigen a estudiar los mecanismos que conducen desdeun estado de macroestructura textual al de microestructura correspondiente, proceso que es expansivo ysintetizador, y que supone el recorrido inverso al preceptivo en todo análisis de contenido, pues este debeiniciarse en la superficie (microestructura) para alcanzar las profundidades del contenido documental

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(macroestructura).

Pero el análisis del texto no será el AD de contenido que queremos definir si no se complementa conotras acciones extralingüísticas, ya que, como apunta Ullman[128], «el referente, rasgo o acontecimientoqueda fuera de la provincia lingüística», sin que por ello debamos olvidarnos de él, pues se trata de unaconstante en todo triángulo semiótico, formando parte esencial del mensaje que tratamos de analizar.

Lo que acabamos de indicar se muestra claramente en la figura 11, inspirada en el ya famoso triángulo deOgden y Richards.

Como puede observarse en este esquema, el referente (también denominado objeto o realidad) seencuentra en un territorio compartido por la lógica y por la retórica. Quiere esto decir que cualquieranálisis de contenido deberá apoyarse inexcusablemente en estas dos clásicas disciplinas que, junto conla lingüística, conforman el triángulo semiótica.  Además, el AD de contenido se verá influenciado porotras ciencias sociales y del pensamiento, como la psicología, la sociología, la teoría de la comunicación,la teoría de la información, la informática, la filosofía, la ideología... e, incluso, aunque indirectamente,por una ciencia exacta como la matemática. La lista está abierta, y en ella tienen cabida todas las cienciashumanas en el más amplio sentido de la palabra.

 

Indización

 

La indización es definida por la UNESCO desde un doble punto de vista[129]: como proceso, consiste endescribir y caracterizar un documento con la ayuda de representaciones de los conceptos contenidos endicho documento; en cuanto a su finalidad, va destinada a permitir una búsqueda eficaz de lasinformaciones contenidas en un fondo documental. La indización será, pues, requisito para un adecuadoalmacenamiento y recuperación de la información.

Por tanto, podemos decir que es la técnica de caracterizar el contenido de un documento y/o de lasdemandas documentales, reteniendo las ideas más representativas para vincularlas a unos términos deindicación adecuados, bien procedentes del lenguaje natural empleado por los autores, o de un lenguajedocumental previamente seleccionado.

 

 

 

 

 

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Técnica de resumir

 

Es la técnica más compleja de AD y consiste en el conjunto de transformaciones que experimenta elcontenido de los documentos originales en el trayecto que va desde su primitivo nivel microestructural(estructura de superficie) a su correspondiente macroestructural (estructura profunda).  En definitiva, setrata de un proceso de recreación a escala reducida del documento original, una difícil y complejaoperación creativa, o mejor dicho recreativa, cuyo carácter se rebela ante cualquier intento normalizador.

 

RESULTADOS Y PRODUCTOS DE AD: EL DOCUMENTO SECUNDARIO

 

Como hemos puesto de manifiesto en páginas anteriores, Fondin es uno de los escasos teóricos quedistingue entre operación, resultado y producto. En su opinión, los resultados del análisis formal y delanálisis de contenido son la descripción bibliográfica y la descripción del contenido, respectivamente, yse concretan en los siguientes productos: de una parte, el asiento bibliográfico y el catálogo; y de otra, elíndice y el resumen.

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Por consiguiente, merced a la dinámica de AD y sus correspondientes operaciones, la metamorfosis quesufre el documento primario u original en manos del analista, culmina con la creación de estos productossecundarios, destinados en último término al servicio de la comunidad científica. Su naturalezainformativa y el carácter instrumental, posibilitan el conocimiento, el control y la difusión de losdocumentos originales          a que se refieren.

En general, cumplen esta triple función:

 

-        Constituyen la memoria de las unidades de información, al menos desde el punto de vista de suidentificación física.  Es el caso de los asientos de un catálogo.

-        Actúan como servicio de alerta, informando a los usuarios de todo lo que se publica en los temas desu interés.  Son, pues, instrumentos de actualización permanente, que comunican la informaciónrelevante a los receptores de manera rápida, economizando tiempo y esfuerzo.  Nos estamos refiriendo alos boletines de índices y de resúmenes.

-      Por último, funcionan como repertorios en las tareas de búsqueda retrospectiva y recuperación de lainformación, cumpliendo un papel importante en los sistemas automatizados, ya que muchas bases dedatos incluyen, junto a las referencias, resúmenes que permiten la localización y selección del documentooriginal.

 

NORMALIZACIÓN Y TERMINOLOGÍA EN AD

 

Antes de plantear la importancia e incidencia de los aspectos normalizadores en las fase de AD, hemosde decir que no se trata de analizar aquí cuestiones conceptuales o históricas sobre la normalización.  Miintención es intentar establecer sus principios y objetivos fundamentales para aplicarlos al contextooperativo de AD, señalando las ventajas que se derivan de la unificación de técnicas y procedimientos.

Consideremos la extensión mundial del fenómeno informativo-documental.  Como precisa GarcíaGutiérrez[130], los documentos son bienes colectivos de la humanidad al haberse internacionalizado elinterés por ellos no sólo en el entorno en que se producen sino en cualquier otro.  Hoy día resultainconcebible el investigador solitario; por el contrario, deberá hallarse inmerso en un equipo, conscientede la supranacionalidad de los conocimientos y estimulado por las llamadas a la cooperación que hacenlos organismos internacionales.

Del concepto de normalización en sentido amplio se han ocupado muchos estudiosos, como González deGuzmán[131], Sanders[132], Sutter[133], Coté[134], Tashii[135], entre otros, y organismos nacionales einternacionales, como AFNOR, UNESCO, e ISO.  Casi todos coinciden en su definición: actividadcolectiva por la que se establecen normas a todos los ámbitos de la vida humana que necesitanregulación.  La norma, es concebida por La Ferte y Sutter[136] como «el dato referencias resultante deun trabajo colectivo, razonado, con el fin de servir de entendimiento para la resolución de problemasrepetitivos». Adquiere su razón de ser en función de su aplicación, y deberá evolucionar paralelamente alas necesidades de los usuarios y al progreso técnico. Sus características de fiabilidad e internacionalidad,

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y su propósito de simplificación, tolerancia, seguridad, economía, etc., hace de ella un recurso necesarioen cualquier parcela de la actividad científico-técnica.

La normalización aplicada en el campo de la Documentación juega un papel crucial como instrumentopara la transferencia de información, permitiendo simplificar y racionalizar los métodos y técnicas detrabajo, y unificando los productos.  Según la AFNOR, la función de la normalización documental esestablecer reglas que aseguren la interconexión de sistemas y faciliten el tratamiento y la transferencia deinformación.  Estas reglas afectan tanto a las operaciones como a los productos documentales[137]. Esaes también la filosofía de la Unesco, puesta de manifiesto a través del UNISIST y de su ProgramaGeneral de Información (PGI), con el fin de hacer posible el intercambio de información dentro de yentre países. De cualquier forma, la preocupación normativa en la esfera documental no es un fenómenoreciente. Como señala Coté, un primer intento tuvo lugar hace un siglo, al ser confeccionada laClasificación Decimal Universal, que si bien no es una norma en sentido estricto, sí obedece a un plan deestructuración y clasificación.

La normalización afecta a las distintas fases de AD, pero será en las operaciones de análisis formal, másmecanizadas, donde las distintas corrientes se han unificado a lo largo de este siglo, proporcionando unalto grado de acuerdo internacional.  Entre las normas más significativas destacaremos las siguientes:

 

-      Formato Internacional de fichas catalográficas.

-      Códigos para la identificación de documentos, como el ISBN, ISSN, CODEN, etc.

-      Normas de descripción bibliográfica de materiales, concretada en las múltiples ISBD («InternationalStandard Bibliographical Description»).

-      Formato normalizado de intercambio internacional de datos bibliográficos legibles por ordenador,conocido por MARC.

 

El problema normalizador surge en las operaciones de análisis del contenido, pues su marcado carácterintelectual las hace difíciles y complejas.  Afirma García Gutiérrez que «en el momento en que lastécnicas de descripción de contenido puedan ser unificadas y normalizadas, los investigadores habrándado, seguramente, el mayor avance que haya visto la historia en materia de control y acceso a ladocumentación de la Ciencia»[138].

Como acabamos de indicar el análisis formal de los documentos se encuentra unificado en gran medidamerced al alto acuerdo internacional.  Instituciones y organismos nacionales (AENOR, AFNOR) einternacionales (FID, FIAB, ISO, UNESCO) han emitido normas sobre ese particular, sobresaliendo,entre otras, las relativas a soportes físicos (formato de fichas); al vocabulario y terminología (como elconjunto de normas ISO publicadas entre 1968 y 1973); a la descripción formal de documentos (normasISBD)... En este sentido, la normalización encuentra aquí un amplio campo de aplicación, al ofrecergrandes ventajas en los intercambios nacionales e internacionales, y en la concepción y utilización de lossistemas de información.

Aunque no vamos a abordar la evolución histórica de la normalización en este campo, sí queremos

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destacar los hitos más significativos.  Así, como primer dato del inicio de un auténtico movimientointernacional de unificación de criterios, debemos señalar la fecha de 1961, año en que se celebra enParís la Conferencia Internacional sobre Principios de Catalogación, que supuso la toma de concienciasobre la necesidad de un eficaz intercambio bibliográfico.  Sin embargo, el acontecimiento definitivo fuela Reunión Internacional de Expertos en Catalogación, que tuvo lugar en Copenhague el año 1969, a finde estudiar la posibilidad de establecer normas de descripción bibliográfica que fueran aceptadas portodos los países, para unificar los asientos y facilitar su mecanización e intercambio.  Con este motivo seconstituyó un grupo de trabajo bajo la tutela de Eva Verona, responsable de la publicación en 1971 deuna primera edición preliminar de la ISBD que, tras ser sometida a discusión por los expertos de losdistintos países, y después de varias redacciones, dio lugar en el año 1974 a la primera edición de laISBD (M) para monografías.  En 1977 se publicó la ISBD (G), general, que incluía la descripciónnormalizada de todo tipo de materiales, intentando resolver con ello las dificultades que encontraba laFIAB en su proyecto de Control Bibliográfico Universal (CBU).  A la estructura de dicha normadeberían someterse todas las ISBDs específicas que se redactasen.  Esto originó una revisión de la ISBD(M) y la consiguiente publicación, en el año 1978, de la primera edición revisada.  Mientras tanto,aparecieron múltiples normas de descripción bibliográfica, como la ISBD (S), para publicacionesseriadas; ISBD (CM), para material cartográfico; ISBD (NBM), material no librario; ISBD (A), parapublicaciones antiguas, o la ISBD (PM), sobre partituras musicales.  Generalmente los contenidos deestas normas de descripción bibliográfica se hayan insertos en los códigos nacionales de catalogación,como son los casos de las «Angloamerican Cataloguing Rules» (AACR 2), Reglas de Catalogaciónespañolas, etc.

El alcance y objetivos de las normas ISBD queda establecido así por el Comité de catalogación en estostérminos[139].

 

-      Facilitar la comunicación internacional de información bibliográfica, haciendo intercambiables losasientos procedentes de diferentes fuentes.

-      Facilitar la interpretación de dichos asientos pese a las barreras lingüísticas.

-      Facilitar la conversión de los asientos bibliográficos a formato legible por ordenador.

 

En cuanto a la estructura, la ISBD divide el asiento en ocho áreas o zonas, ordenadas de forma lógica, ycada una de ellas con sus elementos propios, que se aíslan e identifican mediante signos de puntuación.Estas áreas, disponen de unas fuentes principales de información, de manera que los datos obtenidos deotra fuente distinta de la prescrita se dan entre corchetes o en el área de notas.  La descripción puedehacerse a distintos niveles de detalle, en función de los propósitos que persiga la agencia bibliográfica alconfeccionar los catálogos, y de las necesidades de los usuarios.

Como hemos anotado ya, el problema de la normalización del análisis del contenido, esto es de lasdescripciones característica (indización) y sustancial (resumen) de los documentos, es de naturalezacualitativamente distinta, dado que se trata de operaciones eminentemente intelectuales, realizadas poranalistas concretos y sobre documentos de características y contenidos determinados.  Esta dobleunicidad, a la que añadiremos la incontrolable diversidad de usuarios, explica la dificultad de aplicar con

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éxito modelos de descripción unificados internacionalmente.

En opinión de Courrier, que suscribo, la complejidad de la normalización en esta parcela del AD obedeceal menos a dos tipos de problemas: uno, de naturaleza lingüística, derivado de la propia naturaleza dellenguaje en que se encuentran los documentos, y del significado de los textos; y otros, los documentales,consustanciales a la actividad analítica, como la profundidad del análisis, la objetividad del analista, lafalta de uniformidad y la duplicación del trabajo.

Para que el proceso de indización se realice con éxito deberá contemplar una mínima normalización, queafectará al análisis del documento, esto es la determinación de su contenido y la selección de términosrepresentativos. En este sentido es de gran ayuda la norma ISO 5963- 1985[140], aprobada con laintención de promover la utilización de una práctica unificada entre diferentes servicios de indización oentre organismos documentales. Tras definir algunos conceptos básicos, se centra en el proceso deindización y su metodología, cifrada en estas tres etapas: examen del documento y definición de sucontenido; identificación y selección de las nociones principales teniendo en cuenta una serie deindicadores; y selección de términos de indización, cuya estructura y presentación formal dependerá delsistema elegido.

La normalización de los lenguajes de indización se orienta en un doble sentido: para la indizaciónefectuada en lenguaje natural, la UNESCO, mediante su programa UNISIST, ha desarrollado ypotenciado acciones prácticas encaminadas por un lado a aumentar el número de diccionarios científicosy técnicos disponibles, y por otro, a fomentar la normalización de la terminología científica en losdominios y lenguas específicas, a fin de evitar malentendidos que tengan su origen en el vocabulario.Asimismo, los esfuerzos de la ISO, canalizados a través de su comité técnico 37, han sido laudables. Buena prueba son las normas ISO 5127-1983 («Documentation and Information.  Vocabulary.  Part 1:basic concepts») y la ISO 5127/3a. 1981 («Inforrmation et Documentation.  Vocabulaire.  Adquisition,identification et analyse des documents et des données»).

La normalización de la indización en lenguaje documental no es un fenómeno reciente, pues ha seguidola evolución de las técnicas documentales en materia de lenguaje. En general, un tema puede serexpresado de diferente forma por autores y usuarios, e incluso por un mismo profesional en diferentesocasiones.  Este hecho se ha subsanado gracias al arbitrio de los lenguajes documentales y su oportunanormalización, concretada por una parte en la confección de principios directores sobre construcción ypresentación de tesauros, como los publicados por la UNESCO, la ISO, la AFNOR o la ANSI[141], ypor otra parte, en la elaboración de listas normalizadas de encabezamientos de materias[142].

En cuanto a la técnica de resumir, distinguiremos los consejos de las instrucciones, y estas a su vez de lasnormas.  La diferencia entre estos auxiliares del resumidor radica en el modo de condicionar sucomportamiento, y así, mientras los consejos se limitan simplemente a recomendar, las instruccionesobligan al resumidor en el seno de un terminado servicio, y las normas nacen con la intención de quesean cumplidas por todos los practicantes de la operación de resumir, al margen de cualquier otraconsideración.

Nos detendremos sólo en reseñar las normas más significativas, como las del Instituto NacionalAmericano de Normalización (ANSI Z39.14-1979), UNESCO (Guía para la preparación de resúmenesde autor) y la Organización Internacional de Normalización (ISO 214-1976).  Las tres coinciden en ladefinición del resumen, sus objetivos en el contexto comunicativo-informativo y en las consideraciones

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sobre su presentación y estilo.  Es significativo anotar que no hay datos concretos acerca del tratamientodel contenido del documento (tan sólo se alude a los indicadores que ha de tener en cuenta el resumidorpara localizar la información sustancial), por lo que podemos concluir que de momento, el contenido delos resúmenes sólo puede ser tratado con recomendaciones estilísticas y semánticas de carácter generalque afectan a su forma y presentación externa.

En definitiva, el análisis documental de contenido es una operación intelectual extremadamente difícil ycompleja, y las reglas o normas que se dan al analista en general no son suficientes para el logro de unauniformidad o consistencia satisfactorias.

Por último, debemos tener presente que el continuo crecimiento de normas en el dominio de laDocumentación, y en particular de AD, requiere una actividad paralela normalizada que gire en torno alas propias normas con el objetivo de facilitar la localización e identificación de estas.  De ahí que surjaun nuevo concepto: documentación normativa, entendida como "aquella información de las fuentespermanente y sistematizado por los procedimientos documentales ordinarios que trate exclusivamente denormalización»[143].

Para los principales tratadistas del tema como Nedobity[144], Rondeau[145].... hay coincidencia enadmitir que la terminología y la documentación son dos campos indisociables.  La conexión entre ambasmaterias estriba, según Nedobity, en que la ciencia de la documentación se ocupa esencialmente dedocumentos de diversos tipos, y estos documentos consisten principalmente en textos orientadostemáticamente, que son también objeto de investigación de la terminología[146].

La terminología como ciencia explota el significado de los lenguajes artificiales, desarrollando métodos yprincipios específicos para ello, derivados la mayor parte de la lógica, y en particular de la conceptologíay epistemología.  En el ámbito de la documentación cumple una función primordial, siendo la base para:

 

-          ordenar conceptos científicos mediante la creación de sistemas de conceptos;

-          formular y resumir información científica;

-          prever la posibilidad de traducir el lenguaje natural del documento a otro artificial, especialmenteconcebido para compatibilizar las distintas terminologías empleadas: la del documento, la del sistema deinformación y la del usuario;

-          almacenar y recuperar información[147].

 

En definitiva, la terminología, aunque es una disciplina relativamente reciente, contribuiráconsiderablemente a una mejor comprensión de los problemas de lenguaje relacionados con ladocumentación. En la clasificación, en la indización, en el análisis terminológico de textos y en lapreparación de resúmenes tiene esta joven disciplina mucho que aportar, sobre todo cuando es objetivoprioritario la automatización de los procesos más habituales.

 

 

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[1] GARCÍA GUTIÉRREZ, A.: «Connotaciones lingüísticas para una teoría de la documentación», enCiencias de la Documentación, n.º 1, 1990.

 

[2] NEDOBITY, W.: «La terminología y su aplicación a la clasificación, indicación y preparación deresúmenes analíticos», Ruciba, 1983, v. V, nº 4, pp. 245-253.

 

[3] RONDEAU, G.: «Terminologie et Documentation», Meta, 1980, v. 25, nº 1, pp. 152-170.

 

[4] NEDOBITY: Op. cit., p. 245.

 

[5] Ibidem.

 

[6] OTLET, P.: Traité de Documentation.  Le Tire sur le Tire.  Theorie et pratique, Bruselas, EditionsMundaneum, 1934, p. 373.

 

[7] SAGREDO FERNÁNDEZ, F.; e IZQUIERDO ARROYO, J.Ma. : Concepción lógico-lingüística dela Documentación, Madrid, IBERCOM, 1983, pp. 174 y 175.

 

[8] OTLET, P.: Op. cit., p. 248.

 

[9] SAGREDO FERNÁNDEZ, F.; IZQUIERDO ARROYO, J. M.a: Concepción lógico-lingüística de laDocumentación, Madrid, Ibercom-Red Comnet de la Unesco, 1983, p. 349.

 

[10] CHAUMIER, J.: Techniques documentaires, París, PUF, 1979, p. 11.

 

[11] Ibid., p. 13.

 

[12] COURRIER, Y.: «Analyse et languages documentaires», Documentaliste, 1976, v. 13, nº 5-6, p.

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178.

 

[13] DESANTES GUANTER, J. Ma. : «El mensaje en la Documentación», Publitecnia, 1981, n.2 57, p.45.

 

[14] AMAT, N.: Técnicas documentales y fuentes de información, Barcelona, Bibliograf, 1979, página36.

 

[15] COLL VINENT, R.: Teoría y práctica de la Documentación, Barcelona, ATE, 1978, pp. 30-32.

 

[16] LÓPEZ YEPES, J.; SAGREDO FERNÁNDEZ, et al.: Estudios de Documentación general einformativa, cit., p. 413.

 

[17] COUTURE DE TROISMONTS, R.: Manual de técnicas de Documentación, Buenos Aires,Marymar, 1975, pp. 50-53.

 

[18] GARDIN, J.C.; GROLIER, E.; y LEVERY, F.: L'organisation de la Documentation scientifique,París, Gauthier Villars, 1964, pp. 9-13.

 

[19] GARCÍA GUTIÉRREZ, A.L.: Lingüística documental, Barcelona, Mitre, 1984, pp. 77 y 78.

 

[20] COURRIER, Y.: «Analyse et langage documentaires», Documentaliste, 1976, vol. 13, nº 5-6, p.178.

 

[21] CHAFE, W.: Meaning and the structure of language, p. 15 (Apud LEECH, G.: Semántica, Madrid,Alianza, 1977, p. 177).

 

[22] LAMIQUIZ, V.: Lingüística española, Sevilla, Universidad, 1973, pp. 78-80.

 

[23] JAKOBSON, R.: Essais de lingüistique générale, París, Minuit, 1963 (Apud LAMIQUIZ, V.: Op.

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cit.).

 

[24] ESCARPIT, R.: Teoría general de la información y de la comunicación, Barcelona, Icaria, 198 1, p.110.

 

[25] GREIMAS, A.J.: Semántica estructural, Madrid, Gredos, 1987, p. 19.

 

[26] CUNHA, I.F.: Análise documentaría: a análise da síntese, Brasilia, IBICT, 1987, p. 48.

 

[27] BIERWISCH, M.: El estructuralismo: historia, problema, métodos, Barcelona, Tusquets, 1972, p.21.

 

[28] lbid., p. 2 9.

 

[29] COSÉRIU, E.: «Coordinación latina y coordinación romántica».  Actas del III Congreso Español deEstudios Clásicos, Madrid, 1968, p. 38 (Apud GECKELER, H.: Semántica estructural y teoría del campoléxico, Madrid, Gredos, 1976, p. 277).

 

[30] CUNHA, 1.F.: Análise documentária: a análise da síntese, Brasilia, IBICT, 1987, p. 47.

 

[31] ULLMANN, S.: Semántica: introducción a la ciencia del significado, Madrid, Aguilar, 1980, p. 54.

 

[32] LEECH, G.: Semántica, Madrid, Alianza, 1977, p. 25.

 

[33] Ibid., p. 182.

 

[34] BIERWISCH, M.: El estructuralismo: historia,..., cit., p. 96 (v.  Ref. 7).

 

[35] Sírvanos de ejemplo en nuestro propio campo los trabajos de: SAGREDO FERNÁNDEZ e

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IZQUIERDO ARROYO: Concepción lógico-lingüística de la Documentación, 1983; GARCÍAGUTIÉRREZ: Estructura lingüística de la Documentación, Murcia, Universidad, 1990.

 

[36] CASARES, J.: Diccionario Ideológico de la Lengua Española, Barcelona, Gili Gaya, 1981, página49.

 

[37] REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la Lengua, Madrid, RAE, 1979, p. 83.

 

[38] GARCÍA GUTIÉRREZ, A.L.: Lingüística documental,- Barcelona, Mitre, 1984, p. 79.

[39] FEDERACIÓN INTERNACIONAL DE DOCUMENTACIÓN: «Docurnentation terminology»,Revue de Documentation, 1958, v. 25, n.º 2, pp. 38-39.

 

[40] Sobre este particular es importante resaltar las contribuciones y uso que en general han hecho losinvestigadores de la comunicación: Bardin, Berelson...

 

[41] AFNOR: Vocabulaire de la documentation: les dossiers de la normalisation, París, AFNOR, 1985.

 

[42] BUONOCORE, D.: Diccionario de Bibliotecología, Buenos Aires, Marymar, 1976.

 

[43] MARTÍNEZ DE SOUSA, J.: Diccionario de tipología y del libro, Madrid, Paraninfo, 1981.

 

[44] WERSIG, G.; y NEVELING, U.: Terminolog .y of Documentation, París, UNESCO, 1976.

CLASON, W.E.: Dictionary of Library Science, Information and Documentation, Amsterdarn, ElsevierScientific Publishing, 1976.

 

[45] The ALA glossary of Library and lnforrnation Science, Chicago, ALA, 1983.

 

[46] LÓPEZ YEPES, J.: Nuevos estudios de Documentación, Madrid, Instituto Nacional de Publicidad,1978, p. 33.

 

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[47] LÓPEZ YEPES, J.; SAGREDO FERNÁNDEZ, F.; et al.: Estudios de Documentación general einformativa, Madrid, Seminario Millares Carlo, 1983, p. 120.

 

[48] AFNOR: (V. ref. 7), p. 39.

 

[49] BUONOCORE, D.: (V. ref. 8), pp. 173 y 174.

 

[50] SAGREDO FERNÁNDEZ, F.; IZQUIERDO ARROYO, J.M.': «Reflexiones sobre Documento:Palabra/Objeto», Boletín Millares Carlo, 1982, v. III, n.2 5, p. 164.

 

[51] PIETSCH, E.: Técnicas modernas de Documentación, Madrid, Patronato Juan de la Cierva, Centrode Información y Documentación, 1966, p. 6.

 

[52] LÓPEZ YEPES, J.: «Investigación científica.  Ciencia de la Documentación y AnálisisDocumental», Arbor, 1977, n.º 381-382, p. 92.

 

[53] DESANTEs GUANTER, J. Ma.: «La Documentación, actividad informativa de las Cajas deAhorros», Boletín de Documentación del Fondo para la Investigación Económica y Social, 1975, v. VII,fasc. 3, p. 498.

 

[54] MOLES, A.; ZELTMANN, C.: «La conserva de la comunicación», en: La Comunicación y los massmedia, Bilbao, Ed.  Mensajero, 1975, p. 153.

 

[55] BRIET: Qu'est-ce que la Documentation?, París, Ed.  Docurnentaires Industrielles et Techniques,1951, p. 7.

 

[56] MIJAILOV, A.I.; CHERNii, A.I.; GUILLAREVSKII, R.S.: Fundamentos de Informática, LaHabana, Academia de Ciencias de Cuba, 1973, T-1, p. 22.

 

[57] Ibid., p. 79.

 

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[58] COUTURE DE TROISMONTS, R.: Manual de técnicas de Documentación, Buenos Aires,Marymar, 1975, pp. 15 y ss.

 

[59] ESCARPIT, R.: Teoría general de la información y de la comunicación, Barcelona, Icaria,1981,p.161.

 

[60] LÓPEZ YEPES, J.: Nuevos estudios de Documentación: el proceso documental en las Ciencias dela comunicación social, Madrid, Instituto Nacional de Publicidad, 1978, p. 33.

 

[61] CURRAS, E.: Las ciencias documentales, Barcelona, Mitre, 1982, pp. 43-45.

 

[62] GARCÍA GUTIÉRREZ, A.: Estructura lingüística de la documentación: teoría y método,Murcia,Universidad, 1990, p. 23.

 

[63] FONDIN, H.: «La structure et le vocabulaire de l'analyse documentaire», Documentaliste, 1977, vol.14, n.º 2, p. 1 1.

 

[64] GARDIN, J.C.,: «Document analysis and linguistic theory», Journal of Documentation, 1973, v. 29,n.º 2, pp. 137 y ss.

 

[65] GARDIN, J.C.; GROLIER, E.; LEVERY, F.: Lorganisation de la documentation scientifique,París,Gauthier Villars, 1964, p. 12.

 

[66] VICKERY, E.C.: «Analysis of information», en Encyclopedia of Library and Information Science,Nueva York, Marcel Dekker, 1969, v. I, p. 335.

 

[67] COYAUD, M.: Introduction a l'étude des langages documentaires, París, Klincksieck, 1966, pp. 2 y5.

 

[68] BRUGGHEN, M. van der: Cours d'introduction a la Documentation, La Haya, FID, 1972, p. 23.

 

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[69] MIJAILOV, A.I.; CHERNII, A.I.; GuILIAREVSKii, R.S.: Fundamentos de Informática, LaHabana, Academia de Ciencias de Cuba, 1973, T.I., p. 18.

 

[70] COUTURE DE TROISMONTS, R.: Manual de técnicas de Documentación, Buenos Aires,Marymar, 1975, p. 55.

 

[71] COURRIER, Y.: «Analyse et langage documentaire», Documentaliste, 1976, v. 13, n.l 5-6, p. 178.

 

[72] Ibidem.

 

[73] FONDIN, H.: «La structure et le vocabulaire de l'analyse documentaire.  Contribution pour une miseau point», Documentaliste, 1977, v. 14, n.º 2, p. 12.

 

[74] Ibidem.

 

[75] ADBS: Manuel du bibliothecaire documentaliste dans le pays en developpement, París,PUF, 1981,p. 137.

 

[76] CHAUMIER, J.: Les tecniques documentaires, París, PUF, 1979, p. 13.

 

[77] CHAUMIER, J.: Análisis y lenguajes documentales, Barcelona, Mitre, 1986, pp. 8 y ss.

 

[78] CUNHA, I.F.: «Análise documentária», en Andlise documentária: a andlise da síntese,Brasilia,IBICT, 1987, p. 38.

 

[79] LÓPEZ YEPES, J.; SAGREDO FERNÁNDEZ, F., et aL: Estudios de Documentación general einformativa, Madrid, Seminario Millares Carlo, 198 1, pp. 1 1 6-14 1.

 

[80] AMAT, N.: Técnicas documentales y fuentes de información, Barcelona, Biblograf., 1979, p. 36.

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[81] GARCÍA GUTIÉRREZ, A.L.: Lingüística documental, Barcelona, Mitre, 1984, p. 78.

 

[82] COURRIER, Y.: «Analyse et langage documentaires», Documentaliste, 1976, vol. 13, n.º 5-6, p.179.

 

[83] CUNHA, I.F.: Op. cit., p. 41.

 

[84] Ibidem.

 

[85] BARDIN, L.: Análisis de contenido, Barcelona, Akal, 1986, p. 34.

 

[86] Ibid p. 133.

 

[87] Ibid., p. 132.

 

[88] OSGOOD, C.E.: «The representation model and relevant research methods», en: DE SOLA POOL,I.: Trends in content analysis, Urbana, Univ.  Illinois Press, 1959 (Apud BARDIN: Op. cit., pp. 154 yss.).

 

[89] CUNHA, I.F.: Op. cit., p. 41.

 

[90] GARCIA GUTIÉRREZ, A.L.: Lingüística Documental, Barcelona, Mitre, 1984, p. 78. 2

[91] GARDIN, J.C.; GROLIER, E.; LEVERY, F.: Lorganisation de la documentation, París, GautierVillars, 1964, p. 169.

 

[92] LÓPEZ YEPES, J.: «Notas sobre la formación del documentalista en la Facultad de Ciencias de laInformación de Madrid», Documentación de las Ciencias de la Información, 1976, v. I, pp. 41-49.

 

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[93] Dentro de los analistas de información y en países como Gran Bretaña, Estados Unidos o Canadá, sedistinguen estos dos grupos de especialistas: resumidores e indizadores, con el respaldo de asociacionesprofesionales que potencian y avalan sus actividades.

 

[94] Obviarnos intencionadamente la postura muy concreta de aquellos que identifican ADexclusivamente con análisis formal, orientación propia de muchos bibliotecarios.

 

[95] BRUGGHEN, V. der: Cours d'introduction a la Documentátion, La Haya, FID, 1972, página 23.

 

[96] MIJAILOV, A.I., et aL: «El procesamiento analítico-sintético de los documentos», en:Fundamentos de Informdtica, La Habana, Academia de Ciencias de Cuba, 1973, T. I, p. 148.

 

[97] Ibidem

 

[98] COUTURE DE TROISMONTS, R.: Manual de técnicas de Documentación, Buenos Aires,Marymar, 1975, p. 55.

 

[99] FONDIN, H.: «La structure et le vocabulaire de l'analyse documentaire.  Contribution pour une miseau point», Documentaliste, 1977, v. 14, n.2 2, p. 12.

 

[100] Ibidem.

 

[101] GUINCHAT, C.; MENOU, P.: Introduction generale aux sciences et techniques de I'informationet de la documentation, París, Les Presses de I'Unesco, 1984, p. 103.

 

[102] LÓPEZ YEPES, J.: Nuevos estudios de Documentación: el proceso documental en las Ciencias dela comunicación social, Madrid, Instituto Nacional de Publicidad, 1978, p. 112.

 

[103] AMAT, N.: Técnicas documentales y fuentes de información, Barcelona, Biblograf, 1979, página36.

 

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[104] GARCÍA GUTIÉRREZ, A.L.: «El análisis documental», en Lingüística documental, Barcelona,Mitre, 1984, pp. 84 y ss.  Cfr. también: Estructura lingüística de la Documentación: teoría y método,Murcia, Universidad, 1990, pp. 49 y ss., trabajo que ha supuesto una reconsideración de la Teoría de ADy sus niveles, identificando el Análisis Documental con el Análisis de contenido.

 

[105] GARDIN, J.C.; GROLIER, E.; LEVERY, F.: Lorganisation de la Documentalion scientifique,París, Gauthier Villars, 1964, pp. 13 y ss.

 

[106] Ibidem.

 

[107] COYAUD, M.: Linguistique et documentation, París, Libraries Larousse, 1972, p. 13 1.

 

[108] COURRIER, Y.: «Analyse et langage documentaires», Documentaliste, 1976, v. 13, n.º 5-6, p.180.

 

[109] CHAUMIER, J.: Les techniques documentaires, París, PUF, 1979, p. 13.

 

[110] ADBS: Manuel du bibliothécaire documentaliste dans les pays en developpment, París,PUF, 1977,pp. 137 y 138.

 

[111] BARDIN, L.: Análisis de Contenido, Madrid, Akal, 1986, p. 29.

 

[112] BERELSON, B.: Content analysis in communication research, Glencoe, The Free Press, 1952.

 

[113] MARTÍNEZ ALBERTOS, J.L.: Curso general de redacción periodística, Barcelona, Mitre,1983,p.139.

 

[114] ESCARPIT, R.: Teoría general de la información y de la comunicación, Barcelona, Icaria, 1981, p.162.

 

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[115] ULLMANN, S.: Semántica: introducción a la ciencia del significado, Madrid, Aguilar, 1980, p.36.

 

[116] ESCARPIT, R.: Op. cit., p. 167.

 

[117] Ibid., p. 168.

 

[118] CINTRA, A.M.: «Estratégias de leitura en documentado, en Análise Documentdria: a andlise dasíntese, Grupo Temma.  Brasilia, MCT, 1987, p. 28.

 

[119] Ibid, p. 29.

 

[120] Ibid., p. 32.

 

[121] CUNHA, I.F.: Análise docummentária: a análise da sintese, Brasilia, IBICT, 1987, p. 39.

 

[122] LEECH, G.: Semántica, Madrid, Alianza, 1977, p. 177.

 

[123] Ibid., p. 200.

 

[124] Ibidem.

 

[125] LAMIQUIZ, V.: Lingüística española, Sevilla, Universidad, 1973, p. 385.

 

[126] BIERWISCH, M.: El estructuralismo: historia, problemas y métodos, Barcelona, Tusquets, 1972,p. 97.

 

[127] PETÓFI, J.S.; GARCÍA BERRio, A.: Lingüística del texto y crítica literaria, Madrid, AlbertoCorazón, 1978, p. 66.

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[128] ULLMAN, S.: Semántica: Introducción a la ciencia del significado, Madrid, Aguilar, 1980, p. 64.

 

[129] UNESCO: Principes d'indexation, París, Unesco, 1975, p. 2.

 

[130] GARCÍA GUTIÉRREZ, A.L.: Lingüística documental, Barcelona, Mitre, 1984, pp. 13 y 14.

 

[131] GONZÁLEZ DE GUZMÁN, A.: Normalización, Madrid, Instituto Nacional de Racionalizacióndel Trabajo, 1952.

 

[132] SANDERS, T.R.: Objetifs el príncipes de la normalisation, Ginebra, ISO, 1975.

 

[133] SUTTER, E.: «Role des régles et des normes dans la cooperation nationale et internationale»,Documentaliste, 1976, v. 13, nº 1, pp. 25-26.

 

[134] COTÉ, C.: «La normalisation: un outil essential pour le transfert de I'information»,Documentaliste, 1985, v. 22, n.9 1, pp. 9-1 1.

 

[135] TASHII, L.: «Transfer of information», International Library Review, 1986, v. 8, nº 4, p. 23.

 

[136] LA FERTE, F.; y SUTTER, E.: «L'elaboration des normes frangaises et internacionales»,Documentaliste, 1974, v. 1 1, n.L' 2, p. 99.

 

[137] AFNOR: «L'actualité des normes francaises de I'informatique et de I'organisation de bureau»,Documentaliste, 1974, v. 16, n.º 1, p. 37.

 

[138] GARCIA GUTIÉRREZ, A.L.: Op. cit., p. 95.

 

[139] FIAB/IFLA: General International Standard Bibliographic Description: annotated text,Londres,

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IFLA, 1977.

 

[140] ORGANIZACIÓN INTERNATIONAL DE NORMALIZACIÓN: ISO 5963-1985,Documentation.  Méthodes pour l'analyse des documents, la determination de leur contenu el la sélectionde termes d'indexation, Ginebra, ISO, 1985.

 

[141] UNESCO: Principes directeurs pour l'etablissement el le developpment de thesaurus scientifiquesel techniques monolingues destinés a la recherche documentaire, París, UNESCO, 1970.

Iso: ISO 2788-1986.  Principes directeurs pour I'etablissement de thesaurus monolingues,Ginebra, ISO,1986.

AFNOR: NF Z47-10.- Documentation.  Regles detablissement des thesaurus monolingues: simbolisationdes relation, París, AFNOR, 1980.

ANSI: Z 3919-1980.  Guidelinesfor thesaurus.- structure, construction and use, Nueva York, ANSI,1980.

 

[142] CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS: Encabezamientos de materiapara Bibliotecas, Madrid, CSIC, 1987.

LIBRARY OF CONGRESS: Subject heading, Washington, L.C., 1980.

LISTA de encabezamientos de materia para Bibliotecas, Bogotá, OEA, 1985.

 

[143] GARCÍA GUTIÉRREZ, A.L.: «Normalización general y documental: concepto, historia einstituciones», Documentación de las Ciencias de la Información, 1985, v. IX, p. 93.

 

[144] NEDOBITY, W.: «La terminología y su aplicación a la clasificación, indización y preparación deresúmenes analíticos», Ruciba, 1983, v. V, nº 4, pp. 245-253.

 

[145] RONDEAU, G.: «Terminologie et documentation», Meta, 1980, v. 24, nº 1, pp. 152-170.

 

[146] NEDOBITY, W.: Op. cit., p. 245.

 

[147] Ibidem.

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