pilar lafuente ibáñez - niculoso pisano · museo de bellas artes de castellón, una pieza...
TRANSCRIPT
Pilar
Lafuente
Ibáñez
Pieza del mes: Octubre, 2018
ATAIFOR DEL CABALLO
MUSEO ARQUEOLÓGICO DE GRANADA
Pilar Lafuente Ibáñez
La forma cerámica denominada ataifor consiste en un plato hondo y relativamente
grande utilizado en al-Andalus para la presentación y el consumo colectivo de los ali-
mentos. Estas piezas, además de su carácter funcional para el servicio de mesa, tuvie-
ron también valores ornamentales y simbólicos, y fueron un elemento de ostentación
poniendo de manifiesto la calidad de sus dueños por lo que numerosos ejemplares pre-
sentan una rica decoración.
La magnífica pieza que hoy nos ocupa
es un ataifor de época califal datado en la
segunda mitad del siglo X, que procede de la
ciudad de Madīnat Ilbīra (Atarfe, Granada) y
hoy se encuentra en el Museo Arqueológico
de Granada (Nº 855). Mide 8 cm de alto y 35
cm de diámetro en el borde y, morfológica-
mente, se define por tener base plana, cuer-
po con paredes curvas divergentes, y borde
indiferenciado. Está realizado con pasta
beis, y lleva en la cara externa cubierta vidriada en color melado verdoso mientras que
la interna aparece decorada con un motivo zoomorfo realizado mediante la técnica del
verde y manganeso: un caballo ricamente enjaezado cabalgado por un ave. Tanto por
la técnica como por el motivo ornamental debemos considerarla una producción cerá-
mica de lujo, con un carácter aristocrático y corte-
sano.
La cerámica con decoración en verde y man-
ganeso es una producción con características de
lujo en la que se combinan tres colores: el blanco
empleado como fondo, el negro/morado con el que
se trazan los motivos y se rellenan algunas partes,
y el verde usado como relleno.
En un principio se consideró que la técnica
de fabricación consistía en aplicar un engobe
blanco sobre la pieza en bizcocho que sufría una
primera cocción, seguidamente se dibujaban los
motivos ornamentales con los óxidos, de manga-
neso para el negro/morado y de cobre para el
verde, y todo ello era cubierto después con un
vedrío transparente y se procedía a una segunda
cocción. En el reverso se podía aplicar una cubierta trasparente de óxido de plomo en
colores melado, amarillento o verde, o bien una cubierta incolora sobre engalba blan-
ca.
La evidencia de que en diversas piezas existían elementos estanníferos que opaci-
ficaban la superficie hizo pensar que para obtener la cubierta blanca se pudieron em-
plear distintos compuestos con una base de estaño. Hoy, los análisis realizados a par-
tir de muestras de diversas procedencias han desvelado que existió una cierta variedad
de cubiertas, utilizándose tanto engalbas blancas que no contienen estaño como cu-
biertas basadas en mezclas de plomo y estaño pero que también pueden incorporar
otros elementos como cobre o sílice. De todas formas, se puede asegurar que la decora-
ción aplicada sobre una cubierta estannífera es la que presenta una mayor calidad,
mientras que la engalba podría ser una variante más barata en momentos de escasez o
carestía del estaño.
El origen de la decoración en verde y manganeso –o en verde y morado- se pue-
de rastrear hasta la China de la dinastía Tang en el siglo VII, difundiéndose hacia occi-
dente a través de Persia y Mesopotamia, y llegando a la Península Ibérica hacia fines
del periodo emiral (finales del siglo IX e inicios del siglo X). Durante un tiempo se ha
venido pensando que el verde y manganeso andalusí podría tratarse de una produc-
ción califal realizada en el entorno palatino de Madīnat al-Zahrā' -con un posible se-
gundo centro productor en Madīnat Ilbīra- pero hoy sabemos que estas cerámicas se
difunden rápidamente y comienzan a producirse simultáneamente en distintos centros
ya desde el siglo X, si bien debemos destacar la importancia de las producciones reali-
zadas en los talleres palatinos de Madīnat al-Zahrā', dependientes del poder omeya.
Con la técnica del verde y manganeso se decoraron diversos tipos de piezas
siendo las más frecuentes las formas abiertas de vajilla, como los ataifores, pero tam-
bién se realizaron jarras, botellas, redomas, orzas o tazas. Los motivos ornamentales
son variados y suelen estar inspirados en elementos decorativos presentes en la arqui-
tectura o los tejidos, éstos pueden ser: motivos geométricos, trenzados de dos o de
tres cabos, motivos vegetales, motivos epigráficos, motivos zoomorfos y, de forma casi
excepcional, representaciones humanas. Estas cerámicas, claramente suntuarias, se
convirtieron en un objeto de prestigio y se difundieron por todo al-Andalus, llegando
hasta los reinos cristianos ya fuera como regalo, como botín, o a través del comercio
de productos de lujo.
Por otra parte, estas cerámicas están cargadas de valores simbólicos principal-
mente relacionados con el califa y el poder de la dinastía omeya. El profesor Barceló
llamó la atención sobre el significado de los colores apuntando que en estas piezas se
une el verde, considerado el color del Islam, con el negro, emblema de poder y digni-
dad en este caso de la dinastía omeya, también la elección de algunas epigrafías, co-
mo el término al-Mulk (el poder) alusivo tanto al poder divino como al del soberano, o
la representación de algunos animales como el león, el caballo o el pavo real, harían
alusión al soberano convirtiendo la pieza cerámica en representación del poder omeya
cordobés y en un objeto con el que difundir este mensaje.
El ataifor que hoy nos ocupa está decorado con la figura de un caballo rica-
mente enjaezado, cabalgado por un ave –posiblemente un halcón- que lo lleva de las
riendas. Se trata claramente de un tema cortesano, relacionado con la representa-
ción del poder. En su ejecución es de destacar el trazo minucioso y cuidado, realiza-
do con óxido de manganeso, con el que se dibuja el animal y con el que también se
remarcan los distintos elementos que porta la cabalgadura, o se da cierta profundi-
dad en las patas más alejadas, por otra parte, el color verde se aplica como relleno y
el color blanco queda en reserva para destacar algunos elementos como las piezas
de la guarnición o detalles del plumaje del ave. Este gran motivo central se comple-
menta con algunos elementos vegetales: una flor de loto estilizada y una palmeta de
perfil que recuerda a un elemento epigráfico, y el conjunto queda rematado por una
orla junto al borde en la que se alternan semicírculos en negro y en verde.
En la representación de este corcel se nos desvelan algunos elementos caracte-
rísticos de las monturas andalusíes en época omeya, para cuya descripción seguire-
mos el interesante artículo de Álvaro Soler del Campo en la publicación Al-Andalus y
el Caballo. Destacan sus largas crines sueltas cayendo en mechones sobre el cuello,
la cola recogida que a partir de un nudo se abre en tres ramales, y unos cascos muy
marcados en los que parecen apreciarse las herraduras. También están representa-
dos con gran realismo algunos elementos de la guarnición como la cabezada, rien-
das, petral y ataharre, y una silla de montar con arzón bajo sujeta con la cincha, sin
embargo, carece de estribos que serían innecesarios dado el “jinete” que lo monta. De
nuevo el artista que decoró este ataifor nos llama la atención sobre la calidad de esta
montura – y, por ende, de su dueño- ya que nos muestra con detalle la decoración de la
silla y de la cincha, y algunos otros detalles que enjaezan y embellecen la cabalgadura
como los elementos circulares con una cruz en aspa aplicados al correaje, o la realiza-
ción de nudos como el que lleva en la cola o el que podemos ver bajo la cabezada.
La decoración de esta pieza es poco común en el repertorio iconográfico andalusí,
tanto por la asociación del caballo con el ave que lo cabalga como por el realismo y por
la calidad del dibujo, sin embargo, no es un tema excepcional ya que podemos encon-
trar en el arte andalusí algunas otras representaciones parecidas como el caballo, tam-
Ataifor M. A. Nacional. S. X. Medina Azahara Ataifor Museo A. Córdoba. S. X. Medina Azahara
Ataifor M. A. Córdoba. S. X. Medina Azahara Ataifor M. A. Jerez S. X.
bién cabalgado por un ave, del ataifor de Sant Jaume de Fadrell (Castellón), hoy en el
Museo de Bellas Artes de Castellón, una pieza decorada en cuerda seca total y datada
entre los siglos XI y XII; o los caballeros que van de caza o a la guerra representados en
marfil en la arqueta de Leyre, que se encuentra en el Museo de Navarra, en Pamplona,
la cual está fechada en el año 395 h./1004-1005 de nuestro calendario.
__________________________________________________________________________________________
BIBLIOGRAFÍA:
• FRESNEDA PADILLA, E: “Ataifor del caballo”, en Arte Islámico en Granada. Propuesta pa-
ra un Museo de la Alhambra. Granada: Patronato de la Alhambra y Generalife- Ed. Coma-
res, 1995, pp. 238-239.
• SOLER FERRER, M. P: “Zafa con caballo”, en J.D. Dodds (Ed.) Al-Andalus. Las artes islá-
micas en España. Madrid, El Viso-The Metropolitan Museum of Art, 1992, pp. 234-235.
• SOLER DEL CAMPO, A: “Arreos y jaeces para caballería en al-Andalus”, en Al-Andalus y
el caballo. Barcelona, Lunwerg Editores S.A. 1995, pp. 81-97.
• GÓMEZ MARTÍNEZ, S.: Cerámica islámica de Mértola. Museu de Mértola. Mértola, 2014.
Ver también: http://www.retabloceramico.net/5620.htm