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    Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, ao 13, n 25. Primer semestre de 2011.Pp. 2645.

    Frdrique LangueMascipoCNRS, Pars (Francia)

    Resumen

    A contracorriente de las posturas maniqueas generadas por la RepblicaBolivariana de Venezuela, fenmeno de que tampoco se eximen las esferasacadmicas e intelectuales, este estudio contempla la reelaboracin de una his-toria ocial en respaldo de un proceso poltico atpico en sus prolegmenos y

    de un lder heroicizado e idealizado. Ubicndose en la larga duracin de lasprcticas polticas nacionales y en la perspectiva de la historia de las represen-taciones polticas, culturales y sociales, evidencia la manera como, en el casovenezolano, y tratndose tanto de un pasado lejano como del tiempo presente,las referencias al pasado y especialmente el recurso al culto bolivariano llegana confortar un poder presidencial en el que convergen personalismo polticosui generis y ejercicio deseable de la democracia junto a reiteradas formas derealismo mgico.

    Palabras clave: Venezuela, Chvez (Hugo), representaciones, revolucin,Bolvar, democracia, personalismo, escritura de la historia

    Abstract

    Far away from dualistic stances arisen from Bolivarian Republic ofVenezuela, phenomenon of which the academic and intellectual spheres eitherdo not free themselves, this essays aims considering the remake of an ofcialhistory in support of a political atypical process in its rst steps and of adenitely heroicized and idealized leader. It draws on the longterm political

    national practices and the history of political, cultural and social representa-tions. So it demonstrates how, in Venezuelan case, and from the point of viewof a distant past either at the present time, references to the past and especiallythe bolivarian worship go so far as to comfort a presidential power on whichconverge a political personalism sui generis (personal powership) and fairexercise of democracy along with reiterated forms ofmagic realism.

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    27Reinvencin del Libertador e historia ocial en Venezuela

    Keywords: Venezuela, Chvez (Hugo), representations, revolution, Boli-

    var, democracy, personal powership, writing of history

    Alabada o combatida, la Revolucin bolivariana de Hugo Chvez no dejaindiferente a nadie. A los diez aos de la llegada al poder de su lder carism-tico, la polarizacin de las opiniones pblicas, tanto dentro como fuera delpas, no se ha reducido. Y en cuanto sustituto cmodo de un Fidel cuestionado parcialmente por la izquierda europea y cado en gran parte de su pedestal,el personaje Chvez lleva varios aos alimentando el imaginario poltico de,extremas aunque tradicionales, izquierdas carentes de referentes en lo polticoen el mundo occidental. Ahora bien, ya no es el mago de las emociones o unode los ngeles rebeldes que abrieron nuevas sendas polticas al principio delos noventa, sino un duradero fenmeno polticomeditico cuestionado desdeel interior, como lo demuestra el alejamiento de compaeros de siempre elgeneral y exministro Ral Baduel o de consagrados idelogos de la Revolu-cin (Heinz Dieterich), por mencionar tan solo estos ejemplos relevantes juntoal caso emblemtico de la politloga Margarita Lpez Maya, que desde el ao2005, y sin por eso descartar el elemento de justicia social presente en los

    primeros aos del rgimen chavista, se distanci de un proyecto consideradocomo personalista, concentrador de poder y contradictorio, sobre todo enel caso del llamado Socialismo del siglo xxi, modelo estatista, crecientementeintolerante y autoritario y parecido en este sentido a la Venezuela de la IVaRepblica1.

    Si bien es cierto que desde diciembre de 1998 se ha venido cambiandosustancialmente el escenario poltico nacional, con la irrupcin de un lder ca-rismtico denunciante del rgimen de partidos vigente en el pas desde la cada

    de la dictadura (1958), no fue sin embargo sino a partir de 2002 cuando la Re-volucin tom otro rumbo. Varias fueron las etapas de esta evolucin. Habraque mencionar los distintos episodios deparos cvicos o huelgas generales pro-tagonizados por los opositores al rgimen tanto civiles como militares si re-cordamos la rebelda de los autonombrados militares democrticos en el ao2004, en abril de 2002, el intento de golpe de Estado en contra de H. Chvez,

    1 Resulta signicativa, en el escenario de las ciencias sociales y de su proyeccin en el escenariopblico, la evolucin de la investigadora y profesora universitaria Margarita Lpez Maya, destacada

    analista (y partidaria) de la Venezuela bolivariana, autora de libros tales como Del Viernes Negro alReferendo Revocatorio (Caracas: Grupo Alfa, 2005); Popular Protest in Venezuela: Novelties andContinuities, con Luis E. Lander, en Latin American Social Movements: Globalization, Democrati-

    zation, and Transnacional Networks (eds. John Hank y Paul Almeida, Rowman & Littleeld, 2006,pp. 4356);Protesta y cultura en Venezuela. Los marcos de accin colectiva en 1999 (coord., BuenosAires: CLACSO, 2002). Recientemente, empez a encarnar la oposicin de izquierda al autoritarismo

    personicado por el presidente Chvez y a la polarizacin que vive el pas sumido en la crisis eco -nmica, y es candidata a las elecciones parlamentarias de septiembre de 2010 por el partido Patria

    para Todos (PPT): Lpez Maya cree que el 26S ser el primer paso a la recuperacin del pas, ElUniversal, 9/8/2010.

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    dicho de otra forma los llamadossucesos de abrilcuyas circunstancias todava

    no han quedado esclarecidas totalmente). En 2007, se crea adems el PartidoSocialista Unicado de Venezuela; y en 2009, se va acelerando esta radicaliza-cin, cuando la Revolucin dej de abogar por un rgimen fundado en equili-brios y en la democracia participativa del entonces candidato atpico y de lasprimeras (re)elecciones. A partir de ese momento, a la extrema polarizacin delas opciones polticas y de la opinin pblica en general se aade la acentua-da radicalizacin del proyecto poltico e ideolgico el Socialismo del sigloxxi, impulsada adems en una perspectiva centralizadora desde la cpula delEstado2. Esta inexin ideolgica y la consiguiente centralizacin del proyectopoltico bolivariano la Revolucin bolivariana pas a serSocialismo del sigloxxi coincide adems con una fecha sumamente simblica, la del Caracazode febrero de 1989 (cuando bajaron los cerros, y con ellos barrios populares,revuelta que marca el inicio de una toma de conciencia de los jvenes ociales,entre ellos H. Chvez), a la que se superpone de cierta forma el aniversario delintento de golpe de Estado perpetrado por el propio H. Chvez el 4 de febrerode 1992. En el calendario conmemorativo y simblico de la Revolucin, el mesde febrero ocupa por lo tanto un lugar destacado: se celebra con honores milita-

    res lo que se llamara en otros tiempos la rebelin de los ngeles3.En el registro conmemorativo del rgimen, este momento (4 de febrero) se

    ha convertido en una de las fechas clave de un nuevo calendario revolucionariopropenso a las metforas militares. La adopcin por la va del referndum enfebrero de 2009 de una enmienda constitucional que autoriz el desempeode un cargo electivo sin limitar los mandatos (presidencia de la Repblica in-cluido) es parte de esa singular estrategia de conquista y de transformacin delpoder que solo el estudio, la relectura cuidadosa del imaginario poltico local y

    de las prcticas polticas en el tiempo, largo permite comprender cabalmente,especialmente por lo que a relaciones civilesmilitares se reere.

    Imaginario poltico y albores de la democracia partidista

    Luego del relativo fracaso de 2007 con motivo del primer referndum so-bre la modicacin de la Constitucin, y de la relegitimacin lograda en las

    2 Elegido en diciembre de 1998 y relegitimado con motivo del referndum sobre la adopcin de la

    Constitucin Bolivariana (1999), Hugo Chvez sali elegido de nuevo en 2000, y luego en diciem-bre de 2006. Una revisin exhaustiva de esta dcada en el poder puede verse en Francesca RamosPismataro, Carlos A. Romero, Hugo Eduardo Ramrez Arcos (eds.),Hugo Chvez: una dcada en el

    poder, Bogot, Universidad del Rosario/Centro de Estudios Polticos e Internacionales/Observatoriode Venezuela, 2010.

    3 Sobre la denominada rebelin de los cerros, vaseEl Da que bajaron los cerros, Caracas, EditoraEl Nacional, Editorial Ateneo de Caracas, 1989, y a la pelcula El Caracazo de Romn Chalbaud (re-sea enNuevo Mundo Mundos Nuevos, n 6, 2006: http://nuevomundo.revues.org/index2700.html);Angela Zago,La rebelin de los ngeles. Reportaje. Los documentos del movimiento, Caracas, WarpEdiciones, 1998.

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    elecciones regionales de 2008, el plebiscito conseguido nuevamente a raz del

    nuevo referndum de febrero de 2009 resulta simblico en varios aspectos, acausa de las ambiguas relaciones que se vienen tejiendo in situ entre memoriacriolla, historia nacional y escritura de la misma, desarrollada ms tarde demodo ocial. Lo que se ha llamado en varias oportunidades democracia electo-ralno puede por tanto reducirse a una interpretacin en trminos de dictadurapor ms constitucional que les resulte a los analistas versus democracia,o de anatemas piadosos en contra de un gobernante atpico en la congura-cin poltica del siglo xx y xxi y de un proceso laboratorio de la pol-tica venezolana o experimento bolivariano, en los trminos de AlfredoRamos Jimnez que difcilmente encaja en las habituales categoras del anlisispoltico4.

    A la inversa, su inclusin en la gesta de los libertadores del continen-te latinoamericano, gesta de marcada impronta mesinica (Chvez sera elBolvar de hoy, el nuevo constructor de la Patria Grande y del destino superiorde los pueblos latinoamericanos: con Bolvar y el pueblo nace un proyectolatinoamericano de acuerdo con un texto dado a conocer en 1999), no resultams convincente en su versin ms reciente5. Desde varios puntos de vista, elComandante no es en efecto sino el avatar de un culto bolivariano arraigadodesde tiempos inmemoriales en las prcticas polticas nacionales y herederoasumido de un personalismosui generis. En este sentido, el proceso polticobolivariano de hoy se asemeja a una construccin hbrida del ideario polticocriollo. Asoman, o resurgen mejor dicho, como puntualiza Francine Jcome,tanto elementos fundadores del discurso populista (lder carismtico, fracasode los partidos polticos y retrica antipartidista, ausencia de mediacin en larelacin establecida con el pueblo, etctera), como planteamientos radicales y

    denuncias antiimperialistas, a la par que este mismo discurso fundado en laconfusin entre un Estado cada da ms centralizado y la Nacin, entre elpueblo y sus seguidores organizados, se diferencia en gran parte de las formasclsicas de otras expresiones del populismo latinoamericano6.

    4 Alfredo Ramos Jimnez,El experimento bolivariano. Liderazgo, partidos y elecciones, Mrida,Universidad de los Andres/CIPCOM, 2009.

    5 Hugo Chvez: el destino superior de los pueblos latinoamericanos: conversaciones con Heinz

    Dieterich, Caracas, Alcalda de Caracas, 2004.6 Para unos ejemplos de crtica abierta o de descubrimiento repentino de una historiografa, aunquede larga trayectoria en Venezuela, cf. los artculos de opinin de Mario Vargas Llosa y, sobre todo,Enrique Krauze, Viaje a Caracas,Letras Libres, noviembre 2008, yEl poder y el delirio, Barcelona,Tusquets Editores, 2008. Francine Jcome, Renovacin/resurgimiento del populismo? El caso de Ve-nezuela y sus impactos regionales, Proyecto Nueva Agenda de Cohesin Social para Amrica Latina,IFHCInstituto Fernando Henrique Cardoso (Sao Paulo) CIEPLANCorporacin de Estudios paraLatinoamrica (Santiago, Chile), 2008, en: http://plataformademocratica.org Nelly Arenas y Luis G-mez Calcao, Los crculos bolivarianos; el mito de la unidad del pueblo, Amrica Latina Hoy (Univer-sidad de Salamanca), 39, 2005, pp. 167193. Carlos Malamud, Al Presidente,El Pas, 11/07/2010.

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    As, el proceso poltico bolivariano (populismo de izquierda?) valdra

    como respuesta ante unas realidades nacional e internacional cambiantes, sien-do al mismo tiempo el punto de anclaje de nuevos contenidos y de prcticaspolticas en parte inditas, lo que diculta sin lugar a dudas la comprensin delconjunto. Aparte de que, como seala Ernesto Laclau, la ruptura reivindicadacon un sistema poltico, encabezada por un lder que logr el apoyo popular encontra del sistema vigente, no implica que el populismo en cuanto encarnacinde un proceso de identicacin popular sea negativo o positivo per se, y mstodava en el caso de un rgimen legitimado electoralmente como es el caso enVenezuela. Una aproximacin a las prcticas polticas aunada al examen de losactores polticos tradicionales partcipes de ellas permite en este sentido obviarun sinfn de malentendidos ligados a unos cuantos mitos y clichs, tanto enel rubro altermundialista (Del buen salvaje al buen revolucionario, acertadaconsideracin que J. A. Rangel puso de relieve junto al despiadado diagnsticode Bolvary a la permanencia en el tiempo del partido militar, mucho antes deque naciera la referida corriente ideolgica), como en crculos de reivindicadaadscripcin liberal, tal y como se admiten comnmente acerca del continentelatinoamericano en cuanto extremo Occidente, de acuerdo con los lineamientos

    tericos de A. Rouqui7.Tanto el imaginario como los partidos polticos modernos se remontan en

    el caso venezolano a la dcada de los cuarenta (1940). Accin democrtica sefunda en 1941 y el partido socialcristiano COPEI en 1946. Hasta esa fecha,la peculiar articulacin de las relaciones civilesmilitares o, con otras pala-bras, la persistencia del fenmeno caudillista, haba perjudicado sobremaneraa la vida poltica criolla, obstaculizando el advenimiento de principios polticosdemocrticos. Este acceso a la modernidad en trminos de representatividad

    poltica conlleva sin embargo varias paradojas. AD ha sido en efecto el parti-do que mayor uso hizo de lemas nacionalistas, antioligrquicos e igualitarios,hasta encarnar el populismo en su versin local, el que participar en la Interna-tional Socialista. Ese mismo partido, Accin democrtica, fue fundado ademspor antiguos miembros de organizaciones marxistas, y especialmente del Par-tido comunista venezolano (PCV, 1929). Esta conguracin diere por tanto

    7 F. Jcome,Idem. Ernesto Laclau,La razn populista, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmi-ca, 2005; Entrevistas a Ernesto Laclau, Cuadernos del Cendes, Caracas, vol. 22, n 58, enero de 2005

    http://www.scielo.org; Alain Rouqui, Amrique latine. Introduction lExtrmeOccident, Paris,Seuil, 1987, introduccin; Carlos Rangel,Del buen salvaje al buen revolucionario. Mitos y realidadesde Amrica Latina, Madrid, Gota/Fundacin Faes, 2007 (1976), pp. 126 ss, 349. Frdrique Langue,De la Rvolution bolivarienne au socialisme du xxie sicle. Hritage prtorien et populisme au Ve-nezuela,Problmes dAmrique Latine, n 71, hiver 20082009, pp. 2745. Alfredo Ramos Jimnez,

    Idem, y El socialismo del siglo xxi o la nueva versin del populismo latinoamericano, en Simposiopopulismo, Goethe Institut Venezuela 2007, http://www.goethe.de/ins/ve/prj/eld/sy2/es3234873.htm

    NB:utilizamos aqu el trmino venezolano criolla que remite a la idiosincrasia nacional y no tienecorrespondencia exacta con lo que se entiende en otras reas continentales o insulares por este voca-

    blo.

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    de la situacin que se registr en ese preciso momento en el Brasil de Getulio

    Vargas o en la Argentina de Juan Domingo Pern. A uno de sus fundadores einspiradores en lo ideolgico, Rmulo Betancourt, presidente de la Repblicade 1959 a 1964, hasta se le considera el padre de la democracia venezolana8.

    La segunda paradoja, tan frecuentemente pasada por alto por los analistasoccidentales, y que no deja sin embargo de esclarecer el itinerario del tenientecoronel H. Chvez y de sus antecesores: fue por medio de un golpe de Estado,con un componente civil la Revolucin de octubre de 1945, como AD lle-g al poder, desplazando a la lite gobernante formada durante el rgimen deltirano liberal Juan Vicente Gmez (19081935). Tal fue el punto de partida delasimbiosis civilesmilitares, segn Domingo Irwin, expresiva de un consensoque dejara una impronta duradera en los procesos institucionales y polticosdel pas: desde el derrocamiento en 1948 del presidente electo, Rmulo Galle-gos, hasta la dictadura de Marcos Prez Jimnez (19521958), la cada de esteel 23 de enero de 1958 y el pacto de Punto Fijo, fundador de una democraciamodlica en ese momento a lo largo y ancho del continente9.

    Estos cuarenta aos de democracia representativa y consensuada, ca-racterizada por la alternancia de los partidos AD (socialdemcrata) y Copei

    (socialcristiano) en el poder y la prosperidad originada en la renta petrolera,desconocen por completo la intervencin de las fuerzas armadas, a diferenciade los pases vecinos10. Este consenso de las lites, o sistema populista de con-ciliacin nacional, resulta fundamental a la hora de dar al traste con la luchaarmada en los aos sesenta11. En esa perspectiva instrumental, el concepto depretorianismo, en cuanto inuencia abusiva o utilizacin de la fuerza simblica

    8 Frdrique Langue, Rmulo Betancourt. Liderazgo democrtico versus personalismo en tiemposde celebraciones,Araucaria Revista Iberoamericana de Filosofa, Poltica y Humanidades, Univer-

    sidad de Sevilla, Ao 11, n 21, 2009, pp. 226238. http://www.institucional.us.es/araucaria/nro21/nro21.htm

    9 Frdrique Langue,Histoire du Venezuela de la conqute nos jours, Paris, LHarmattan,1999,pp. 310 ss., etHugo Chvez . Une action politique au pays de Bolvar, Paris, LHarmattan, 2002, pp.94 ss. Manuel Caballero, Gmez, el tirano. liberal, Caracas, Monte Avila Editores, 1994. Sobre laejemplaridad del proceso democrtico venezolano a lo largo de estas cuatro dcadas (tesis rebatida porla nueva izquierda universitaria estadounidense) remitimos al anlisis de Michael Coppedge, especial-mente Soberana popular versus democracia liberal en Venezuela, in Jorge I. Domnguez and MichaelShifter (eds.), Construyendo gobernabilidad democrtica, Johns Hopkins University Press, 2008;Explaining Democratic Deterioration in Venezuela Through Nested Inference, in Frances Hagopianand Scott Mainwaring, eds., The Third Wave of Democratization in Latin America, Cambridge, New

    York, Cambridge University Press, 2005. Daniel H. Levine, El consenso venezolano. democrtico endos tiempos: 19722002,Politeia, 2003, vol. 26, n 30, p. 1424 en http://www2.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S030397572003000100004&lng=es&nrm=isoTesis discutida en SteveEllner y Miguel Tinker Salas (Eds.), Venezuela. Hugo Chvez and the Decline of an Excepcional DeHugo Chvez and the Decline of an Excepcional De-mocracy, LanhamBoulder:New York, Rowman & Littleeld Publischers, 2007.

    10 Jennifer McCoy, David J . Myers (editors), The Unraveling of Representative Democracy inVenezuela, BaltimoreLondon, The Johns Hopkins University Press, 2004.

    11 Juan Carlos Rey, La democracia venezolana y la crisis del sistema populista de concilia-cin, Revista de estudios polticos, no74, 1991, pp. 533578, en http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=27121

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    o real de parte del sector militar, resulta sumamente ilustrativo. De acuerdo con

    los trabajos de Domingo Irwin, esta tendencia pretoriana seguira existiendode forma latente a lo largo del siglo xx y ahora xxi, pese a la conformacin deun ejrcito moderno en los aos treinta y a la estructuracin de la institucinmilitar dentro de un marco nacional, al igual que durante el gobierno del tiranoliberalJuan Vicente Gmez. Los intentos de golpe de Estado de 1992 (inclu-yendo la intentona de H. Chvez), as como la radicalizacin del rgimen a par-tir de 2002 (golpe de Estado para derrocar a H. Chvez que en realidad reuniratodas las caractersticas de este tipo de proceso: contra golpe, auto golpe, intragolpe), no seran sino la expresin de un pretorianismo recurrente del siglo xx.El militarismo, trmino de uso ms reciente y sumamente connotado, remite encambio a una situacin poltica en la que el sector militar llega a invadir y porconsiguiente a controlar la sociedad en su conjunto12.

    Mesianismo poltico y culto heroico

    En esta tendencia a la conspiracin permanente se ubica precisamente elmovimiento bolivariano, logia militar clandestina en sus inicios, fundada el ao

    del bicentenario del natalicio del Libertador (1983). Las revueltas popularesde febrero de 1989 acentuaran la toma de conciencia de los jvenes ocia-les, en un contexto adems de descrdito de la clase poltica, pero tambin deadopcin de una estrategia electoral: en 1997 se crea el Movimiento Va Rep-blica, en vsperas de las primeras elecciones presidenciales ganadas por HugoChvez13. Seguir existiendo hasta enero de 2007, momento en que se funda,pese a la abierta oposicin de los partidos aliados de izquierda (PCV incluido),el Partido Socialista Unicado de Venezuela (PSUV). En el otro extremo de

    esta opcin civilista surge otro factor que va a sobresalir a partir de 2005: lallamada fusin civilesmilitares, con la consiguiente implementacin del in-grediente nacionalista y hasta soberanista en un discurso de izquierda radical.

    Uno de los mayores aportes tericos al respecto se le debe al socilogoargentino Norberto Ceresole, propagandista de la relacin caudilloejrcito pueblo (ttulo de uno de sus libros), antiguo consejero de las dictaduras delCono Sur antes de ocupar el mismo cargo con H. Chvez. La Constitucin

    12 Domingo Irwin, Frdrique Langue, Rvolution bolivarienne et paix violente. Les relations

    civilsmilitaires au Venezuela,Problmes dAmrique latine, no49, 2003, pp. 738; Domingo Irwin, Relaciones civilesmilitares en el siglo XX, Caracas, Centauro, 2000; del mismo autor: Reexio-nes sobre el caudillismo y el pretorianismo en Venezuela (18301910), Tiempo y Espacio, Caracas,UPEL, 1985, no4, pp. 7191; Una visin histrica de conjunto sobre las relaciones polticas entre losciviles y los militares venezolanos en el siglo xx, Research and Education, in Defense and SecurityStudies Seminars, CHDSNDU, Washington, mai 2001. http://www.ndu.edu/. Una relacin detalladadel golpe de 2002, en Brian A. Nelson, The Silence and the Scorpion. The Coup Against Chvez andthe Making of Modern Venezuela,New York, Nation Books, 2009.

    13 Sobre esta primera idealizacin del movimiento bolivariano y de sus lderes del momento, vaseAngela Zago, op. cit.

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    bolivariana de 1999 reconoce en efecto la fuerza armada nacional, ubicada bajo

    un mando unicado y bajo la responsabilidad conjunta del Estado y de lasociedad14. La creacin de las milicias, la movilizacin de la poblacin (reser-va) en caso de un ataque proveniente del norte (Estados Unidos), leitmotiv delos discursos presidenciales a travs del tema de laguerra asimtrica, apuntandecididamente a la creacin de un ejrcito revolucionario bolivariano, cuyosefectivos sobresalen respecto de los del ejrcito clsico. El Presidente ejerceadems un mando directo sobre estas fuerzas, a diferencia de las otras armas(Comit unicado de la FAN). De esta forma, el llamado control civil, ejem-plicado en toda una literatura histrica y sociolgica norteamericana sobre elSur del continente, se convierte en un elemento aleatorio del escenario polticoy desemboca en unapartidarizacin militar15.

    Las referencias bolivarianas del presidente Chvez se originan por otraparte en un imaginario poltico de largo alcance, ya que se remonta a las pri-meras dcadas del siglo xix, y especialmente a la Revolucin de Independen-cia. Ah destaca la gura heroica de Simn Bolvar, referente obligado de losgobernantes venezolanos desde nes del siglo xix. Luego del regreso de lascenizas del hroe en 1842 (Bolvar muri en Santa Marta, Colombia, en 1830),

    los presidentes que se turnaron en el poder, y particularmente el positivistaAntonio Guzmn Blanco (1870 a 1888), van a iniciar ese culto cvico debi-damente celebrado desde el Panten Nacional16. El culto mismo se inicia el28 de octubre de 1876, da de San Simn, fecha en que fueron conducidos alPanten Nacional, por disposicin del presidente Antonio Guzmn Blanco, losrestos del Libertador, que haban sido debidamente identicados por el doctorJos Mara Vargas. Esta circunstancia cientca no modic de forma radical laimagen de gura deBolvar SuperHroe en la Venezuela guzmancista: qued

    comprobado que la exhibicin de reliquias de Bolvar en 1872 ya fue parte de14 Sobre el tema de las relaciones militaresciviles y el pretorianismo criollo, Cf. Domingo Irwin,

    Frdrique Langue, Militares y poder en Venezuela. Ensayos histricos relacionados con las relacio-nes civiles y militares venezolanas, Caracas, UCABUPEL, 2005; Domingo Irwin, Castillo Hernn,Langue Frdrique,Pretorianismo venezolano. del siglo XXI. Ensayo sobre las relaciones civiles ymilitares venezolanas, Caracas, Universidad Catlica Andrs Bello, 2007; Hernn Castillo, DomingoIrwin, Frdrique Langue,Problemas Militares Venezolanos. FANB y Democracia en los inicios del

    siglo XXI, Caracas, Universidad Pedaggica Experimental Libertador y Universidad Catlica AndrsBello, 2009.

    15 Norberto Ceresole, Caudillo, ejrcito, pueblo. La Venezuela del Comandante Chvez, Madrid,

    Estudios HispanoArabes, 2000; Alberto Garrido, Mi amigo Chvez. Conversaciones con NorbertoCeresole, Caracas, Ed. del autor, 2001. http://www.analitica.com (textos de Ceresole en la Bitblioteca).Resumen de la trayectoria de Ceresole y de su inuencia in situ en Frdrique Langue,Hugo Chvezet le Venezuela ..., pp. 5259, 159163; Domingo Irwin, Les relations civilsmilitaires au Venezuela.Hugo Chvez et les Forces armes nationales, 19992007,Problmes dAmrique latine, n 65, 2007

    pp. 6392. Carlos Aponte Blank, Luis Gmez Calcao, El rgimen poltico en la Venezuela actual,IDLIS, febrero de 2009, http://www.ildis.org.ve/website/p_index.php?ids=7&tipo=P&vermas=146

    16 Reinaldo Rojas, El retorno de los hroes: el discurso poltico de Hugo Chvez y el proceso cons-tituyente en Venezuela de 1999 (2000), indito. Elas Pino Iturrieta,El divino Bolvar. Ensayo sobreuna religin republicana, Madrid, ed. de la Catarata, 2003, pp. 17 ss.

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    la liturgia cvica y del espectculo heroico ideados en estos aos dedicados a la

    miticacin del prcer: durante el guzmanato, el Libertador es objeto de cuatrohiperblicas gloricaciones heroizantes o Apoteosis, celebradas en otras tantascoyunturas: el paseo triunfal y la exhibicin de sus pertenencias con motivo delas Fiestas de la Paz (28 de octubre de 1872), la inauguracin de su estatuaecuestre en Caracas (7 de noviembre de 1874), el traslado de sus cenizas alPanten Nacional (28 de octubre de 1876), y el Centenario de su nacimiento(1883). El imaginario redentor propiamente dicho no se originar sino en laRevolucin de octubre (1945), y marcar las siguientes dcadas hasta la llegadade H. Chvez a la presidencia de la Repblica (1999)17.

    Defensor de la libertad, precursor de la Independencia e incluso del antiimperialismo para otros acionados a su pensamiento, en ese preciso momentoBolvar despierta inters ms bien por el aspecto conservador de su pensa-miento, que contempla la concentracin del poder en un solo individuo elegidoy hasta investido por un pueblo liberado. Durante el guzmanato, las repre-sentaciones del hroe y su culto cvico se convierten en factores de cohesinnacional, y el autoritarismo encarnado por el ilustre Americano llega a impo-nerse en nombre de la libertad18. El mito ocial y en gran parte continental del

    Libertador (como lo demuestra el uso que de l hizo la Revolucin bolivariana)va a reivindicar la imagen ms radical del revolucionario en lo social. Ciertosapologistas de la Revolucin incluso hacen del mantuano Bolvar un zambo, enuna versin ideologizada del culto popular. A lo largo de esta ltima dcada seempieza a difundir e imponer una historia ocial al respecto, con la consiguien-te apropiacin del culto a Bolvar, culto por y para el pueblo de acuerdo con elhistoriador exdiplomtico G. Carrera Damas19.

    Ms que cualquier otro de los gobiernos que le antecedieron, la muy re-

    dentora Revolucin encontr en esa religin cvica generadora una identidadnacional y uno de los fundamentos del rbol de las tres races (Simn Bolvar,Simn Rodrguez, Ezequiel Zamora, general del pueblo soberano del siglo xix)enarbolado por el Movimiento Bolivariano en sus textos fundacionales. En va-rias oportunidades, Hugo Chvez expresar que quiere salvaral mundo (i.e.del imperialismo norteamericano). La historia instrumentalizada por el poder,

    17 Jos Mara Salvador Gonzlez, Escenario y gura de Bolvar SuperHroe en la Venezuela de18701899,Espculo. Revista de estudios literarios, Universidad Complutense de Madrid, Ao XII

    (35), 2007, http://www.ucm.es/info/especulo/numero35/bolivars.html); Elas Pino Iturrieta,El divinoBolvar, op. cit.,Arenas, Nelly y Luis Gmez Calcao: El imaginario redentor: de la Revolucinde Octubre a la Quinta Repblica Bolivariana, Temas para la discusin n 6, Cendes, UCV, Caracas,2000, http://www.nuso.org/upload/articulos/3295_1.pdf

    18 Elas Pino. Iturrrieta,Nada sino un hombre. Los orgenes del personalismo en Venezuela, Cara-cas, Editorial Alfa, 2007, pp. 8788, 93105.

    19 Frdrique Langue, Bolvar, Mantuano. y Hroe. Representaciones y sensibilidades ante el mitorepublicano,Nuevo Mundo Mundos Nuevos, n 8, 2008, http://nuevomundo.revues.org/14632; Hum-

    berto Garca Larralde, Pueblo y populismo en el imaginario de Hugo Chvez, Simposio Populismo,Goethe Institut Venezuela 2007, http://www.goethe.de/ins/ve/prj/eld/sy2/esindex.htm

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    y cuya mayor y controvertida expresin fue la modicacin de los smbolos

    patrios (2006) junto a conmemoraciones de varia ndole, cobra vigencia en lapropia Carta Magna, con una referencia explcita al ideal (e ideario) bolivaria-no20. Asimismo, el da 12 de octubre (Descubrimiento de Amrica,Encuentrode dos mundos,Da de la Raza, segn los pases y la ribera del Atlntico dondese realice la celebracin) se ha convertido en el Da de la resistencia indgena yes motivo de contracelebraciones.

    A la inversa, se celebra a bombo y platillo el aniversario de la rebelin popular del 27 de febrero de 1989. Otro tanto sucede con el da aciago enla historia de la democracia venezolana, el 4 de febrero de 1992, intento degolpe de Estado protagonizado por el tenientecoronel Hugo Chvez Fras yahora motivo de conmemoracin respaldada por desles militares. El culto bo-livariano instrumentalizado por la Repblica bolivariana se funda adems ensmbolos que traspasan las fronteras nacionales. Tal es el caso de la espada delLibertador, arma fetiche que en 1889, precisamente, se convirti en propiedadde la Nacin, y bajo cuyos auspicios se celebran ceremonias militares. Debida-mente mencionada en los textos fundacionales del Movimiento bolivariano, lareivindicaron movimientos guerrilleros, como el M19 colombiano en los aos

    70, cuando la rob de un museo bogotano, o tambin la llamada Coordinacinguerrillera Simn Bolvar (19851987), movimientos izquierdistas ms recien-tes y hasta altermundialistas.

    El culto a Bolvar tal como lo ejemplic Germn Carrera Damas se de-riva de ese personalismo poltico que arraiga en la idea y el convencimientode que es necesario un gobernante fuerte, un gendarme necesario en trminosde Laureano Vallenilla Lanz. El bolivarianismomilitarismo denunciado por elhistoriador se hace ms ofensivo luego del intento de golpe de Estado en contra

    de Hugo Chvez en abril de 2002, los llamados sucesos de abril21

    . La explcitavoluntad expresada por H. Chvez de ser el Bolvar del siglo xxi se origina sinlugar a dudas en el rescate del pensamiento del Libertador, aunque tambin lesaca provecho al consenso desarrollado a favor del personaje histrico. Va-rios historiadores de ocio han subrayado sin embargo las similitudes entre H.Chvez y uno de sus antecesores, Jos Tadeo Monagas, presidente en los aos18471858, uno de esos hombres de armas sin blasn ni formacin intelectualque van surgiendo en la historia nacional durante el siglo xix. Ansioso por re-formar la Constitucin para quedarse en el poder, muy desconado para conlos partidos, Monagas se haba rodeado de sus familiares y lleg a controlar el

    20 Elas Pino Iturrieta, La historia ocial,El Universal, 27/10/2003; Germn Carrera Damas,Alter-nativas ideolgicas en Amrica Latina contempornea (El caso de Venezuela: el bolivarianismomi-litarismo), Gainesville, University of FloridaUniversidad Central de Venezuela, 2001; La Academia

    Nacional de la Historia y los smbolos patrios, Comunicado 9/2/2006, http://www.anhvenezuela.org/.21 Alejandro Gmez, La reliquia ms preciada de la Revolucin bolivariana, en Domingo Irwin G.,

    Frdrique Langue (coord.), Militares y poder en Venezuela. Ensayos histricos vinculados con lasrelaciones civiles y militares venezolanas, Caracas, UPELUCAB, 2005, pp. 179203.

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    aparato de Estado estrenando la primera expression verdadera del personalis-

    mo venezolano, tendencia poltica de la que H. Chvez encarnara una versincontempornea22.El historiador y ex diplomtico G. Carrera Damas ha publicado adems

    un anlisis despiadado de ese culto permanente al hroe nacionalPadre de laPatria, de acuerdo con el ttulo que se le conri en el ao 1823 al fundadorde la Gran Colombia. Asimismo destac la sumisin recurrente a la gura delantihroe nacionalPadre de laPatria, posibilitada por el ejercicio discrecionaly autoritario de un culto heroico reformulado en provecho del gobernante deturno. La referencia a la dictadura comisoria adelantada por Bolvar en 1828 ya la Repblica liberal aunque autocrtica no se puede pasar por alto: el ejerciciodel cargo presidencial y la vertiente personalista del mismo se desliga de unarquetipo del despotismo refrendado por la exaltacin del herosmo tradicio-nalmente atribuido al hombre de armas:

    Un arquetipo del despotismo, obtenido con desiguales aportes, pero

    con idntica disposicin de engendrar sucesor mediante la destilacin

    de la personalidad y obra de los generales Antonio Guzmn Blanco,

    Cipriano Castro, Juan Vicente Gmez, Eleazar Lpez Contreras, IsaasMedina Angarita y Marcos Prez Jimnez, con el aadido actual del

    teniente coronel golpista sobresedo Hugo Chvez Fras, y establecido

    por la tradicin como Nmesis de las aspiraciones democrticas de la

    sociedad venezolana, presentes desde 1863.

    El registro emocional en el que Hugo Chvez se ubica por algo se le cali-c en los primeros tiempos de su gobierno de mago de las emociones, juntoa la herencia populista que subyace en el discurso revolucionario tan preciadodel lder carismtico, tiende a acentuar el carcter litrgico de las celebracionesy de la simbologa bolivariana23.

    Hacia la instrumentalizacin de un pasado idealizado

    De acuerdo con E. Pino Iturrieta, no son sin embargo las referencias mis-mas las que resultan ser problemticas, sino el carcter fragmentario y lapidariode las mismas, su descontextualizacin, y por lo tanto el riesgo de anacronismo

    22 Elas Pino. Iturrieta,Nada ms sino un hombre , pp. 135, 156, 171. Luis Ricardo Dvila, TheLanguage of a Populist Revolution (2004) http://www.saber.ula.ve/db/ssaber/Edocs/papers/derecho/luisdavila/languajepopulist.pdf

    23 Germn Carrera Damas, Entre el hroe nacionalpadre de la Patria y el antihroe nacionalpadrote de la patria,Arbor CienciaPensamiento y cultura, CLXXXIII724, marzoabril 2007, pp.203210. Reproducido en: http://www.saber.ula.ve/db/ssaber/Edocs/pubelectronicas/procesoshis-toricos/vol5num10/documento1.pdfJohn Lynch, Simn Bolvar. A Life, New HavenLondon, YaleUniversity Press, 2007. Sobre el bolivarianismo en la historiografa, cf. Toms Straka,La pica deldesencanto. Bolivarianismo, Historiografa y Poltica en Venezuela, Caracas, Editorial Alfa, 2009.

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    que conlleva esa peculiar instrumentalizacin de la historia. El pensamiento del

    Libertador no carece de actualidad en el sentido que le conri Foucault, porser uno de los elementos medulares de la historia de las ideas en Venezuela, yno solo el fundamento de un proyecto ideolgico y poltico basado en la justiciasocial y en el soberano principio de unidad latinoamericana. En ese laboratoriopara el historiador del tiempo presente se da una peculiar convergencia entrela conformacin de una nueva historia ocial en oposicin a las versiones for- jadas por los anteriores gobiernos, la emergencia de una pseudoconcienciahistrica de cuo bolivariano y una retrica que convierte al presidente de turnoen el mesas de los nuevos tiempos. De tal forma que coexisten en la actualidaddistintas memorias colectivas que compiten en lo que a usos de la historia sereere, mientras los hechos debidamente comprobados por la investigacin yvalidados por la crtica de las fuentes hecha por historiadores profesionalesdesmienten constantemente la versin ocial.

    De hecho, la teleologa bolivariana recoge una herencia de lo ms til porlo que a ejercicio del poder y funcionamiento del sistema poltico se reere,pese al carcter obviamente antipoltico de la Revolucin desde sus inicios(es el Antiguo Rgimen de la IV Repblica). En la tradicin presidencialista

    del poder que prevalece en la vida poltica de Venezuela, adems de la extremaconcentracin del poder ejecutivo, con la consiguiente merma de los hbitosdemocrticos poder reconcentrado segn Nelly Arenas, especialmente desdeque las elecciones de 2006 le abrieron las compuertas para una consolidacinde su proyecto avalada por los poderes pblicos, como la Asamblea Nacionaly el Tribunal Supremo de Justicia, el presidente Chvez lleg a ser el jefe degobierno que mayor poder ha disfrutado y ostentado en la historia del pasdesde el rgimen del Benemrito Juan Vicente Gmez (19081935)24.

    En este sentido, el carisma presidencial, reforzado por alianzas partidistas,como fue el caso durante las elecciones presidenciales de 1998, 2000 y 2006,sale reforzado por mayoras amplias, y lo respalda el apoyo de la FANB (Fuer-za Armada Nacional Bolivariana). Hasta en los perodos de crisis del sector mi-litar, los ociales y soldados crticos permanecieron eles a la Constitucin vi-gente (1999). Esta Carta Magna la respald el Nuevo Mapa estratgico (2004),de forma que ambos textos fueron elementos fundamentales en la consolida-cin del poder presidencial mediante la negacin de la divisin y el equilibrioentre varios poderes, y de uso y manipulacin de la participacin popular en elavance ulterior hacia el Socialismo del sigo xxi. De ah el trmino de militaresconstitucionalistas que se les aplic, y que ellos mismos reivindicaron paradiferenciarse de losgolpistas, rechazando de esta forma el uso unilateral de la

    24 Nelly Arenas, Poder reconcentrado: el populismo autoritario de Hugo Chvez, Politeia, n 39,2007, pp. 2363, en www2.scielo.org.ve/pdf/poli/v30n39/art02.pdf; Rogelio Prez Perdomo, Estadoy justicia en tiempos de Gmez (Venezuela 19091935),Politeia, n 39, 2007, pp. 121150 http://www2.scielo.org.ve/pdf/poli/v30n39/art06.pdf

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    fuerza. Hay que recordar sin embargo que ambas Constituciones, la de 1961 y

    la de 1999 (bolivariana), dan pie a un manejo centralizado del poder (ejecutivo)calicado como autoritario por analistas de las cartas magnas. Tal es uno de lospuntos de partida de un culto centrado en la personalidad de un lder, y hasta delpopulismo autoritario al que se aludi despus del ao 200225.

    Desde la perspectiva de la historia de las ideas, y teniendo en cuenta losimaginarios polticos, se posibilita una interpretacin matizada de la Revolu-cin bolivariana, llegando incluso a relativizar la interpretacin totalitaria ade-lantada por sus detractores. De acuerdo con Teodoro Petkoff, el gobierno deH. Chvez no es un gobierno dictatorial, y menos todava un gobierno a la cuba-na. No por eso se trata de un rgimen democrtico, aade, sino de una forma degobierno que tiende a fomentar un populismo redistributivo y municente26.De hecho, se contempla la gura del gobernante fuerte en casi todas las teo-ras polticas que se originan en el proceso de Independencia del pas. Dichoprincipio se ha convertido en concepto hegemnico en la reexin polticavenezolana, la cual se asienta en la idea directriz de una presidencia vitaliciay de unpoder moralcuyo depositario fue Simn Bolvar despus del Congresode Angostura (1819), poder que qued plasmado ms adelante en la Constitu-

    cin de la Repblica de Bolivia (1826). En la teleologa bolivariana actual, y deacuerdo con el mismo presidente Chvez, la Revolucin de hoy se origina sinlugar a dudas en la mtica aunque malograda Revolucin de Independencia. Enese aspecto, la llamada historiografa patria encuentra all otro singular aporteal determinismo heroico y a la religin cvica del bolivarianismo27.

    El mito del salvador de la patria y por ende de la nacin, ejercitado yformado en el pensamiento y accin militar, se ejemplica en coyunturas decrisis y hasta de caos, posibilitando actuaciones polticas de raigambre perso-

    nalista. La presencia de los liberales en el escenario poltico venezolano desdeel siglo xix no cambia para nada este paradigma de la historia nacional. En losalbores del siglo xx, el llamado personalismo poltico en su versin criolla seha convertido en una postura hegemnica. Lleg a convivircon los propsitos

    25 Elas Pino Iturrieta,El divino Bolvar, op. cit. y La historia ocial,Idem.Nelly Arenas, LuisGmez Calcao,Populismo autoritario: Venezuela 19992005, Caracas, CENDES, 2006; FrdriqueLangue, De la Rvolution bolivarienne au socialisme du xxie sicle ,Idem; Rickard O. Lalander,Suicide of the Elephants?Venezuela Decentralization between Partyarchy and Chavismo, Renvall In-stitute Publications/University of Helsinki/Institute of Latin American Studies Monograph/Stockholm

    University, Helsinki/Stockholm, 2004. Aguiar, Asdrbal, El gnesis de los conco motores de la RevoAguiar, Asdrbal, El gnesis de los conco motores de la Revo-lucin,El Universal, 15/4/2007, http://www.analitica.com/va/politica/opinion/7204908.asp26 Teodoro Petkoff,Dos izquierdas, Caracas, Alfadil, 2005, pp. 3738.27 Elena Plaza, La idea del gobernante fuerte en la historia de Venezuela (18191999), Politeia,

    2001, vol. 24, n 27, pp. 724; Domingo Irwin et Luis Alberto Butt, Bolivarianismos y Fuer-za Armada en Venezuela. Los bolivarianismos en la mirada de las ciencias sociales, Nuevo MundoMundos Nuevos, n62006: http://nuevomundo.revues.org/document1320.html Frdrique Langue, LaIndependencia de Venezuela. Una historia miticada y un paradigma heroico, Anuario de Estudios

    Americanos (Sville), vol. 662, 2009, pp. 245276, http://estudiosamericanos.revistas.csic.es/index.php/estudiosamericanos/article/view/324

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    desarrollistas del rgimen prezjimenista y el Nuevo Ideal Nacional. En las

    siguientes dcadas, la posicin dominante del lder de turno no impide que seabogue por la democracia participativa y la alabanza de un lder antipartidos(aspecto neopopulista de H. Chvez, pseudoizquierda populista militar se-gn D. Boersner), escenario sincrtico que se impone a partir de 1999 y delprimer ao de gobierno28.

    El advenimiento de la Va Repblica contribuye en poner al da otro mitoarraigado en la mitologa revolucionaria universal el buen revolucionario,que se asemeja al hombre nuevo guevarista en su declinacin ms comn (po-pular?) aunque relativizado in situ y desde hace unas dcadas por CarlosRangel. El escritor, periodista y diplomtico venezolano denunci en 1976 elrevolucionarismo secularcon visos de indigenismo y populismo, donde se jun-tan ambos mitos, el del buen salvaje y el del buen revolucionario, para encubriraspiraciones autoritarias y hasta dictatoriales. En esta misma lnea se ubic unex canciller chileno, al considerar que el populismo fundado aparentementeen formas de democracia participativa y, obviamente, directa o sea, sin media-cin alguna, no es sino una democracia personalista y no una democracia deinstituciones29.

    Ese personalismo poltico sui generis, ese cesarismo populista (segnHumberto Garca Larralde), se asienta en el tejemaneje de emociones, de sen-sibilidades y pasiones, lo que diculta sobremanera su insercin en una deter-minada tipologa poltica o sociolgica. Sus prcticas y usos discursivos au-torizan sin embargo una aproximacin a ese ejercicio personal del poder, y laconviccin de que la misin algo teolgica del Estado radica en la formacinde ciudadanos virtuosos, as como en la transmisin de la historia nacionala lolargo de un proceso refundador de la nacin.

    La guerra de la memoria

    La creacin del Centro Nacional de Historia comprometido con la de-mocratizacin de la memoria nacional, creado por el Ministerio del PoderPopular para la Cultura en 2007, por decreto presidencial, apunta a ese senti-do, induciendo sin embargo una confusin naturalista entre historia y memoria

    28

    Demetrio Boersner, Gobiernos de izquierda en Amrica Latina: tendencias y experiencias, Nue-va Sociedad, no197, 2005, disponible en: http://www.nuso.org/revista.php?n=197 ; La evolucin delculto a Bolvar, editorial deEl Universal, 18/7/2010.

    29 Carlos Rangel,Idem. Entrevista con Ignacio Walker, La democracia consiste en consolidarinstituciones (mayo de 2009), Centro para la apertura y el desarrollo de Amrica Latina, http://www.cadal.org/entrevistas/nota.asp; id. nota 163,1. Sobre las interpretaciones neopopulistas, cf. Frd-rique Langue, De la Rvolution bolivarienne au socialisme du xxie sicle; Mara Elena GonzlezDeluca, Historia, usos, mitos, demonios y magia revolucionaria,Revista Venezolana de Economa yCiencias Sociales, 2005, vol. 11, no 2 (mayoagosto), pp. 159186. http://revele.com.ve//pdf/revis-ta_venezolana_de_economia_y_ciencias_sociales/vol11n2/pag159.pdf

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    Hacer memoria es hacer historia, reza el editorial del primer nmero de su

    boletn, cuyo nombre atestigua paradjicamente la diversidad de las memo-rias (Memorias de Venezuela),en contradiccin con el propsito ideolgico delmismo, conjuncin de la que muchos historiadores y pensadores, entre ellosPaul Ricur, advirtieron el peligro en repetidas oportunidades. La referenciaexplcita a los hroes completa este rescate de la historia, monopolizado poralgunas eminencias y encaminado hacia la masiva divulgacin del conoci-miento histrico, al objeto de robustecer la conciencia social y poltica de nues-tra sociedad. Un prrafo del primer editorial resulta especialmente ilustrativode esta confusin entre memoria e historia, y de la instrumentalizacin de estaltima sealada por P. Ricur30:

    Los Museos Bolivarianos, el Museo Nacional de Historia y la revista

    Memorias de Venezuela son instrumentos de esta estrategia rememo-

    rizadora31. Su accin va dirigida al gran pblico, escolares, estudiantes,

    maestros, docentes, autodidactas, no para reinterpretar la historia a la

    medida de un proyecto poltico, sino para hacer una nueva poltica de la

    memoria en la que resurjan los actores y circunstancias que la historia

    acadmica redujo al olvido, y que tenga en perspectiva la construccinde una sociedad justa, equitativa e incluyente32.

    El mismo Libertador le rinde tributo a esa reescritura ocial de la historiaque busca insertar los hechos en una revisin mtica y maniquesta del cultofundador de la nacin. He aqu las principales etapas de la santicacin delhroe y del fundamentalismo heroico, que se expresa en esa oportunidad enlos trminos de la escritora Ana Teresa Torres: entre diciembre 2007 y enerode 2008 se crea la comisin presidencial encargada de investigar las circuns-tancias exactas que rodearon la muerte de Bolvar, asesinado por los oligarcasvenezolanos y colombianos (sic) y no muerto de tisis, como lo dejaron sentadola historia patria y la ciencia reunidas.

    El inters de este procedimiento, que se va a amplicar en vsperas de lasdecisivas elecciones parlamentarias de septiembre de 2010, radica en dos in-terpretaciones que juntan al hroe del presente con el del pasado: H. Chvez esel nuevo Bolvar, cuya misin continental y hasta universal se enfrenta con losrepetidos intentos del Imperio por matarlo/asesinarlo (el tema del magnicidio,

    motivo redundante de los discursos castristas y luego chavistas). Estas tradiciones

    30 Humberto Garca Larralde, La Repblica de Venezuela: del Proyecto Liberal Democrtico alCesarismo Populista del Siglo xx, Simposio Populismo, GoetheInstitut Venezuela 2007, http://www.goethe.de/ins/ve/prj/eld/sy2/esindex.htm Centro Nacional de Historia: http://www.cenhisto.gob.ve/Memorias de Venezuela, enefeb 2008 n 1; Paul Ricur, La mmoire, lhistoire, loubli, Pars, Seuil,2000 (La memoria, la historia, el olvido, FCE, 2004).

    31 Cursivas nuestras.32 http://www.cenhisto.gob.ve/ Memorias de Venezuela, EneFeb. 2008 n 1.

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    inventadas (T. Straka) convergen por lo tanto en el tema de la segunda In-

    dependencia y la consiguiente celebracin, por no decir conmemoracin, delBicentenario de la Independencia33.El 6 de junio de 2010, con el pretexto de que sean conocidos por el pue-

    blo venezolano, que se difunda ampliamente su contenido, los archivos de losprceres Simn Bolvar y Francisco de Miranda pasaron formalmente a estarbajo el control del Gobierno de Venezuela en el Archivo General de la Nacin,despus de haber permanecido en el archivo de la Academia Nacional de laHistoria durante 11 y 83 aos respectivamente. No carece de inters mencionaraqu los comentarios hechos al respecto por los actores del traspaso: Elas PinoIturrieta, director de una Academia adversa a la conformacin de una histo-ria ocial (cf. la polmica protagonizada por los acadmicos en 2006 cuandoH. Chvez decidi recticar lossmbolos patrios), declar en esa oportunidadque el decreto presidencial que orden el traspaso de la totalidad de los do-cumentos al Archivo General obedeci a una motivacin poltica, mientras elobjetivo del traslado es rescatar la memoria histrica de las luchas de libera-cin del pueblo venezolano, las cuales han sido en cambio, y de acuerdo con elmuy ocialista director del AGN, ocultadas por factores polticos contrarios al

    proceso revolucionario34.El riesgo que a todas luces conlleva semejante instrumentalizacin de la

    historia criolla y los consiguientes y excesivos usos del pasado histrico nacio-nal, ms all de la expresin consuetudinaria de una historia ocial, constitui-ran sin embargo una expresin de esas religiones republicanas asentadas en eldesencanto, por no decir resentimiento, y que terminan provocando la rebelinde los historiadores ante la imposicin de una ideologa de reemplazo, en pa-labras de Germn Carrera Damas. En la perspectiva de Elas Pino Iturrieta,

    en cambio, la chavologa no debera ser sino una ciencia compartida, o unaespecie de deporte nacional, en la medida en que necesariamente se reere a laentronizacin de un personalismo en nuestros das.

    De este modo, este fenmeno recurrente hasta en la historia de las demo-cracias, de Venezuela en este caso, y que el Padre de la democracia, RmuloBetancourt, se esforz en erradicar en su versin caudillista, vuelve a apare-cer con mayor nitidez al principio del ao 2007, con la designacin de HugoChvez como presidente del Partido Socialista Unicado de Venezuela (PSUV)

    33El Universal, 29 & 30/1/2008. Elas Pino Iturrieta, La historia ocial,Idem; Graciela Soriano deGarca Pelayo,El personalismo poltico hispanoamericano. del siglo xix, Caracas, Monte Avila, 1996;Ana Teresa Torres,La herencia de la tribu. Del mito de la Independencia a la Revolucin Bolivariana,Caracas, Editorial Alfa, 2009, pp. 19 ss; T. Straka, idem, pp. 173 ss.

    34 El Universal,El Nacional, 6/6/2010: Preocupacin en historiadores porque los archivos de Si-mn Bolvar pasarn bajo control del gobierno de Chvez, 27/4/2010, http://informe21.com,El Uni-versal, 15/4 y 5/6/2010. Vase tambin Simn Alberto Consalvi, Se ha abusado de la imagen delLibertador con nes polticos, Noticiero Digital, 24/7/2010 http://www.noticierodigital.com/2010/07/consalvisehaabusadodelaimagendellibertadorconnespoliticos/

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    y su defensa del Socialismo del siglo xxi; y, sobretodo, con la aprobacin de la

    controvertida reforma constitucional que consagra la reeleccin del presidente(febrero de 2009). En la perspectiva de Germn Carrera Damas, la reescriturade la historia propugnada por historiadores ocialistas no demuestra sino la fal-ta de sentido de la historia y de experiencia fundada en una verdadera reexinhistoriogrca, y la condena de una historia escrita por la burguesa tampocotendra mayor validez para quien sabe recordar el papel altamente revolucio-nario que esta ha desempeado en la historia, en las palabras del mismo Marx(Maniesto comunista, 1848). Alterar lo existente no es construir algo nuevo, ysolo estamos viviendo una fuerte indigestin de la democracia35.

    De ah que ciertos analistas no vacilen en subrayar una involucin histri-ca, que se originara en la crisis de los partidos democrticos. Ni de que haganhincapi en el principio de seduccin que rige las prcticas personalistas, laactuacin de los lderes mesinicos y el liderazgo plebiscitario. La democraciaformal que de semejante proceso resulta, legitimada por la va electoral, im-plica en adelante la movilizacin permanente de los ciudadanos, movilizacinfacilitada por la falta de mediacin entre el pueblo y su lder, y por lo tanto pro-clive al desarrollo de un personalismo revolucionario de formato democrtico.

    La ausencia de debates internos en el seno del PSUV y las primeras divergen-cias expresadas sobre el particular en los primeros meses de 2010, mientras secontempla la designacin de los candidatos a las elecciones parlamentarias deseptiembre (26S) no dejan de reejar esa lucha eterna entre democracia y au-tocratismo y la armacin de un partido dirigido por un caudillo (T. Petkoff).

    Un acercamiento de escasa intensidad consiste por otro lado en sobrepo-nerle al debate, en una postura antinmica y algo teatralizada muy cercana alrealismo mgico enarbolado por los literatos del continente, la caracterizacin

    de caudillos democrticos. Tal es la caracterizacin defendida por algunos es-critores, entre ellos Jorge Volpi. Como lo subraya sin embargo Francine J-come, son las formas mismas y las prcticas de la democracia las que salencuestionadas y rebatidas hasta por antiguos seguidores del rgimen: pese a undiscurso centrado en la democracia participativa y protagonista, desde el ao2002 Venezuela ocupa los ltimos rangos del ndice de desarrollo democrtico,o lo que es igual, de la toma en consideracin de los derechos humanos en elmarco de un sistema poltico democrtico36.

    35 Elas Pino. Iturrieta, La historia ocial,El Universal, lunes 27/10/2003 y Los mitos polticos segastan, Tal Cual Digital, 1/10/2007. Entrevista con Germn Carrera Damas,El Universal, 12/5/2010;Angel Rafael Lombardi, La rebelin de los historiadores, Tal Cual, 22/7/2010.

    36 Personalismo o liderazgo democrtico. El caso de Rmulo Betancourt. Estudio preliminar deJuan Carlos Rey, Caracas, Fundacin Rmulo Betancourt, 2007; Antonio Jos Herrera y Miguel n-gel Latouche enForeign Affairs Latinoamrica, vol. 8, n 3 : http://fal.itam.mx/FAE/?p=31Entre-vista con Juan Carlos Rey, Los partidos se quiebran y caemos en lderes mesinicos, El Nacional,19/5/2008; Carlos Aponte Blank, Luis Gmez Calcao. El rgimen poltico en la Venezuela actual,Caracas, ILDIS, 2009 (http://www.ildis.org.ve/website/p_index.php?ids=7&tipo=P&vermas=146) F.

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    43Reinvencin del Libertador e historia ocial en Venezuela

    La exhumacin de los restos del Libertador en julio de 2010 (con motivo

    del natalicio) desde el Panten Nacional, con expertos forenses e investigado-res para comprobar que le Libertador no muri de tuberculosis, sino que fueasesinado (sic), ha dado pie a nuevos y acrrimos debates acerca de las moda-lidades del culto a Bolvar y de la reinvencin del hroe (trmino acuado porMait Rico en su acertado anlisis publicado en El Pas)37. Una muestra adhoc,La exhumacin de los restos de Bolvar, se organiz al mismo tiempo enel Museo Bolivariano otra, tambin dedicada al mantuano Libertador bajo elttuloBolvar popular, Bolvar de verdad, la vino a completar, y la difusindel evento cont con la colaboracin de los canales ociales y del espacio me-ditico ocial, web incluida38. No carece de inters abordar aqu la celebracinmeditica fomentada por el mismo presidente y las circunstancias que la ro-dearon, en vsperas de las elecciones legislativas de septiembre del mismo aoy las consideraciones pardicas dadas a conocer por el Presidente taumaturgodel pueblo (expresin de E. Pino Iturrieta) por medio de su cuenta Twitter (@chavezcandanga) en la madrugada del 16 de julio de 2010:

    Hola mis amigos! Qu momentos tan impresionantes hemos vivido

    esta noche. Hemos visto los restos del Gran Bolvar. Dije con Neruda:Padre Nuestro que estas en la tierra, en el agua y en el aire... Despiertas

    cada cien aos, cuando despierta el pueblo. El mandatario prosigui

    en estos trminos: Dios mo, Dios mo... Cristo mo, Cristo Nuestro,

    mientras oraba en silencio viendo aquellos huesos, pens en ti. Y cmo

    hubiese querido, cunto quise que llegaras y ordenaras como a Lzaro:

    Levntate Simn, que no es tiempo de morir. De inmediato record que

    Bolvar Vive.

    No es ninguna casualidad si ociales del chavismo, al rechazar el reportajepublicado enEl Pas, amenazaron con atacar al diario. Por su parte, la AcademiaNacional de la Historia public un comunicado explcito ante laprofanacinde los restos de Bolvar, destacando que el acto de exhumacin realizado sor-presivamente, en la medianoche del 15 al 16 del presente mes (constituye) un

    Jcome,Idem. Teodoro Petkoff, Cada vez menos, Tal Cual, 24/2/2010 . Jorge Volpi, El insomnio deBolvar. Cuatro consideraciones sobre Amrica Latina en el sigloxxi, Barcelona, Debate, 2009, pp.

    110 et ss; Michael Reid,El continente olvidado. La lucha por el alma de Amrica Latina, Barcelona,Belacqua, 2009, pp. 247 ss. (Una autocracia elegida).37 Maite Rico, La reinvencin del Libertador,El Pas, 17/7/2010 http://www.elpais.com//articulo/

    internacional/reinvencion/Libertador/elpepiint/20100717elpepiint_2/Tes38 Maite Rico, La reinvencin del Libertador, El Pas, 17/7/2010, http://www.elpais.com//ar-

    ticulo/internacional/reinvencion/Libertador/elpepiint/20100717elpepiint_2/Tes Vase variosregistros en Youtube y especialmente: Imgenes de exhumacin de restos de El Libertador Si-mn Bolivar (18/7/2010, puesto en lnea por misionchavezcandanga), http://www.youtube.com/watch?v=j3f7OpT2168 y Exhumacin de Simn Bolvar 1/3 Presidente Hugo Chvez lo muestra.Venezuela (17/7/2010), http://www.youtube.com/watch?v=DEnihniqTLc&feature=related

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    espectculo y una retrica inditos en la historia venezolana, y que quedar

    para siempre inscrito en los Anales de Venezuela como el irrespeto ms graveque se le haya hecho al Libertador Simn Bolvar, y con l al smbolo msgenuino de la Patria, y recordando asimismo las investigaciones realizadasdesde el ao 1962 por historiadores y cientcos sobre la causa de la muerte delLibertador. Otro tanto hicieron al recordar el decreto promulgado el 30 de abrilde 1842 por el Presidente de la Repblica, Gal. Jos Antonio Pez, acerca deltraslado de los restos del Libertador, desde Santa Marta a Caracas, la actuacinde la Comisin presidida por el Doctor Vargas, y el traslado nal del sarcfagodesde el panten familiar de la Iglesia Catedral al Panten Nacional, en otraceremonia solemne presidida por el Gral. Antonio Guzmn Blanco el 28 deoctubre de 187639.

    Cuando en otras partes del continente las tensiones entre historia ocialy memoria colectiva acompaan la democratizacin de la sociedad y el en-sanchamiento de la cultura poltica, y que en la relacin simblica con la his-toria se originan distintos regmenes de historicidad, la contienda bolivarianaevidencia el hecho de que ya no es la democracia participativa lo que esten juego en el enfrentamiento entre dos concepciones de la libertad, ni en la

    imposicin de una historia ocial cuyos actores, pese a ser historiadores deocio en ciertos casos, no dejan de ser creyentes de la religin bolivariana yservidores entronizados del culto y de sus smbolos vivientes. Exhumacin desus restos. El regreso a casa del Libertador, reza el sorprendente encabezadode la ltima entrega de la revista del Centro Nacional de Historia Memorias deVenezuela (septiembre 2010, no. 15), prolongado por un editorial de martianatonalidad Los pueblos viven de la levadura heroica, y centrado en el in-tento de magnicidio contra el Libertador, problemtica nutrida de un escueto y

    muy selectivo apartado bibliogrco40

    .La actualidad reciente, en torno al Bicentenario y a la gura desvirtuadadel Libertador, la escasa tolerancia que infunde el personalismo de turno como se ha subrayado hasta la saciedad, el otro es el enemigo; quien no est afavor delproceso est en contra, amn de la personalizacin a la que tienden,segn Friedrich Welsch, las democracias de hoy, es sntoma y prueba a la vezde que la nueva religin cvica bolivariana privilegia smbolos y rituales y no

    39 http://www.anh.org Comunicado del 30/7/2010.El Nacional, 16 & 24/7/2010. Elas Pino Iturrie-

    ta,El divino Bolvar, op. cit., p. 167.40 Luc Cadpdevila, Frdrique Langue (coords.), Entre mmoire collective et histoire ofcielle.Lhistoire du temps prsent en Amrique latine, Rennes, PUR, 2009. Otro notable ejemplo continentalde imposicin de una historia de bronce, en el caso mexicano: Jos Antonio Crespo, Contra la historiaocial, Mxico, Debate, 2009; Elas Pino Iturrieta,El divino Bolvar, op. cit.;Frdrique Langue,De panteones cvicos e imaginarios polticos. Los usos del pasado en la Revolucin bolivariana, en

    Hugo Chvez: una dcada en el Poder, op. cit., pp. 761781. Bolivars Exhumation. TB or not TB.Venezuelas president buries bad news by disinterring a nacional icon, The Economist, 11/7/2010.

    Nmero disponible en: http://www.cnh.gob.ve/index.php?option=com_docman&task=cat_view&gid=21&Itemid=44

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    acepta cuestionamientos en un panten anclado, pese a las apariencias inmedia-

    tas, en el pasado lejano mucho ms que en el presente. La guerra de la memoriadesarrollada en Venezuela respecto al culto fundacional o, mejor dicho, a lareligin republicana en varios escenarios (vida poltica, divulgacin y ense-anza de la historia, reescritura de la misma por mencionar solo los aspectoscon implicaciones en trminos comunicacionales), constituye en este sentidouna ilustracin ms de la contradiccin fundamental entre la labor unicadoray pacicadora de la historia y la desunin que tienden a fomentar memoriasconcurrentes y displicentes, movidas no por el conocimiento de la historia sinopor creencias y emociones propias de la teleologa de turno, contiendas ideo-logizadas que se plantearon ya de cierta forma en los dilemas intelectuales delos primeros republicanos de Hispanoamrica y en las repblicas imaginadasnacidas de las revoluciones de Independencia41.

    41 Elas Pino Iturrieta, La traicin a la patria, El Universal, 28/8/2010. Reproducido en: http://www.noticierodigital.com/2010/08/traicionala patria/; Friedrich Welsch, Populismo y cultura pol-tica, en perspectiva comparada, Simposio Populismo, GoetheInstitut Venezuela, 2007, http://www.goethe.de/ins/ve/prj/eld/sy2/esindex.htm; Elas Pino. Iturrieta, La guerra de la memoria,El Universal,26/9/2010 ; Toms Straka, Hartos de Bolvar? La rebelin de los historiadores contra el culto funda-cional, Boletn de la Academia Nacional de la Historia, no365, 2009, pp. 5191 ; RafaelRojas,Lasrepblicas de aire. Utopa y desencanto en la revolucin de Hispanoamrica, Madrid, Taurus, 2009 ;del mismo autor, Utopa y desencanto en Hispanoamrica,Nexos, 1/7/2010 www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=127668