periodico foro2 web

28
¿Quién le teme al evaluador feroz? LAS SERVIDUMBRES VOLUNTARIAS 2 LO QUE LA EVALUACIÓN SILENCIA F PERIÓDICO HACIA EL FORO II SáBADO, 11 DE JUNIO - 2011 CíRCULO DE BELLAS ARTES MADRID

Upload: uzapuca

Post on 04-Jul-2015

1.159 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Periodico Foro2 Web ¿Quien le tema al evaluador feroz? Las Servidumbres Voluntarias / Lo que la Evaluación Silencia. 11 de Junio, Madrid, 2011

TRANSCRIPT

Page 1: Periodico Foro2 Web

¿Quién le teme al evaluador

feroz?

L a s servidumbres voLuntaria s 2 Lo que L a e vaLuación siLencia

FPeriódico Hacia el Foro ii

s á ba do, 11 de Junio - 2011 CírCuLo de beLL a s a rte s m a drid

Page 2: Periodico Foro2 Web

F EDITORIAL

2

Page 3: Periodico Foro2 Web

EDITORIAL F

3

del monarca como decía La Boétie sino del imperio de lo cuantificable, como lo comenta Jacques Alain Miller. Esa es la nueva tiranía del Uno, producto del matrimonio del cientificismo y el capi-tal. Ante esta servidumbre voluntaria La Boétie hacía un llamado a la indignación.

Esta tiranía atraviesa la sociedad, y se infiltra en el hueco dejado por la caída de la autoridad en los distintos estamen-tos sociales y por el declive de la función paterna en el régimen familiar.

¿Cuál es la operación que realiza el eva-luador? En primer lugar se fija un con-senso sobre lo que devendrá una norma, luego la norma se aplica ciegamente y se ubica al sujeto como índice en esa nor-ma: está por debajo, está por arriba, per-tenece al conjunto tal o cual, y he aquí el resultado, se lo nomina: Toc -trastorno obsesivo compulsivo- o Tdah -trastorno por déficit de atención con hiperactivi-dad- esto sólo a modo de ejemplo. Las siglas pueblan a sus anchas en nuestra sociedad. Las siglas lo designan y, a par-tir de aquí, el sujeto está evaluado.

¿Y qué trato se le da a este sujeto así evaluado? Se lo reduce a ser un objeto producto de la evaluación, o se lo ree-duca, o se lo medica para acallar su ma-nera de gozar a condición de desconocer su goce y de ser subsumido en la norma. Este fenómeno de la evaluación, que se ha extendido a todos los ámbitos socia-les, es una nueva forma de disciplina, de someter a los cuerpos y sus sentidos. El ser evaluado pasa así a ser devaluado y el evaluador en nuestros días cobra

la forma de un experto en aplicar una técnica. ¡Y si vosotros consentís en ser tratados de esta manera, vosotros servís al evaluador feroz!

Freud hablaba de las servidumbres del yo frente al superyó. El superyó freudia-no en consonancia con el Otro social de la época victoriana produjo lo prohibi-do, el deber, incluso la culpabilidad. En cambio, el superyó lacaniano, produce un imperativo distinto: ¡Goza! siendo éste el superyó de la civilización actual. Es esa vocecita que pide y exige y que se torna en un imperativo de goce frente al cual el sujeto no puede cerrar los oídos. Ya no existe Ulises que frente al llama-do de las sirenas se hacía atar en el palo mayor, para no ceder a esta voluntad. Al consentir al encanto de las sirenas, al llamado del evaluador sois gozados, sois devaluados. Os sometéis a la feroci-dad de esta voz que os convoca y que os reduce a ser objeto de una nominación. Esta nominación, cual etiqueta, viene como en la mercancía a decir vuestro valor de uso, vuestro valor de cambio, obturando así lo más particular, lo más peculiar de cada uno.

El psicoanálisis entra en la operación que dirige en calidad de semblante y se ofrece como causa del deseo del psicoa-nalizante para producir los significan-tes que organizaron sus identificaciones. Ello implica hacer comparecer un pen-samiento inconsciente que se articula en el decir. Pero el psicoanalista está advertido que el uso del semblante -tan extendido hoy en día en lo social- es ino-perante si no se admite lo real en juego.

¡Y si vosotros consentís en ser tratados de esta manera, vosotros servís al evaluador feroz!

TEXTOSAna Lía Gana*

IMAGENNasa Archives

En respuesta a la célebre frase “el hom-bre es la medida de todas las cosas”, en nuestros días y en aras del control se mide al hombre. A partir de aquí ¿qué concepción se tiene de la subjetividad? ¿qué trato se le da? ¿Cuál es entonces el estado actual de la civilización?

Estamos en una civilización que ha de-jado la edad del malestar para entrar decididamente en la época del impasse, patente a nivel de la ética.

Abordar la dimensión social de los con-ceptos fundamentales del psicoanálisis es pensar no sólo en la identificación, la cual es en sí misma un lazo social, sino también en la pulsión, cuyo compañero es el superyó, instancia ésta que sobre-pasa al sujeto y sólo puede situarse en el nivel de la civilización. Freud lo pensó al nivel de las renuncias y de las subli-maciones. En esta perspectiva, una civi-lización es un modo de goce, una repar-tición de los medios y maneras de gozar.

La clínica psicoanalítica no es indife-rente al régimen de la civilización, no es indiferente al desamparo organizado frente a los fundamentos del imperativo de rentabilidad. Es una civilización que angustia metódicamente al asalariado.Una sociedad que cuantifica aquello que no es cuantificable nos muestra su es-tado actual: el nuevo amo es el Uno, ya no se trata de la tiranía del príncipe o

TOC-TOC, EL EvALUAdOr FErOz GOLPEA vUESTrAS PUErTAS

Imágen — Nasa Archives

Hay un real en psicoanálisis, pero este real no es el del discurso de la ciencia que no tiene más remedio que abordarlo por los números. Se trata, por el contra-rio de lo real que el inconsciente testi-monia, un real no cifrado y sin sentido.

Saber que es lo que hizo ley para ese su-jeto es ir en contra de una norma “para todos” en la que el sujeto queda preso de una etiqueta que lo obtura y le da un falso ser, es el ejemplo del niño que dice: soy hiperactivo. Este falso ser va en connivencia con el yo del sujeto en la dirección del desconocimiento. Preso de un movimiento que lo agita, y por el cual es nombrado hiperactivo ¿no reconocemos en ello, una forma de su angustia? La cual habrá que sintomati-zar para darle un tratamiento especial.

En contra de la tiranía del amo mo-derno en el reino de lo cuantificable, en la que su súbdito es la subjetividad moderna y cuya política es la del con-trol. En contra de la cifra, del hombre medible sometido a la norma del “para todo”. Apostamos por la peculiaridad del síntoma, en tanto, lleva en sí el ger-men de lo imposible, de lo imposible de domeñar, de lo imposible de calcular, de lo imposible de reducir al saber, porque hay un real en juego con el cual cada uno tendrá que hacer su propia inven-ción contra todo cálculo, de toda homo-genización que supone el para todos. ♦

*Psicoanalista en Madrid, miembro de la ELP y de la AMP. [email protected]

Page 4: Periodico Foro2 Web

F ÍNDICE

4

SttafDirectoraAna Lía Gana

Comité de RedacciónSusana CarroMirta GarcíaJulia GutiérrezMariam MartínSilvia Nieto

ColaboradoresJorge AlemánMiguel Ángel AlonsoMarisa ÁlvarezAndrés BorderíasMargarita BolinchesJoaquín CarettiAna Castaño

Shula EldarMaría NavarroMontserrat rodríguez GarzoElvira TaverneroAna ramírez

Equipo GráficoSilvia NietoSusana CarroAna Lía GanaMaría NavarroSebastián villalonga

DistribuciónMariano Maqueda

¿Quién Le teme aL e vaLuador feroz?

Maquetación y DiseñoBto design

ImprimeTomás Hermanos

El Periódico “Quién le teme al evaluador feroz” es una publicación única de la Escuela Lacaniana de Psicoanalisis como antesala del Foro: “Lo que la evaluación silencia: Las servidumbres voluntarias” a realizarse en Madrid, el 11 de Junio de 2011.

1 editorial ana Lía Gana2 Índice y staff

5 Montserrat Puig Los límites de la operación de la ciencia6 chus Gómez y José María Álvarez otra clínica es posible

9 Julio Rogero el trasfondo de todo proceso evaluador es un modelo económico

10 Josep Ramoneda extractos de una conversación

14 eugenio Trías La “servidumbre voluntaria” en el contexto de la evaluación

15 Germán cano el caldo de cultivo del resentimiento contemporáneo

18 carmen Botello Las servidumbres femeninas en la literatura19 Luis seguí La evaluación en los Procedimientos

Judiciales ¿está usted en su sano juicio?

22 almudena silva Cuestiones a una evaluadora atípica 23 carmen Martínez un modelo perverso

3 carmen cuñat Las adicciones del Yo4 eric Laurent La servidumbre voluntaria

y la pregunta por la mujer en el siglo XXi

7 eva Rivas La pulverización de la clínica8 Francisco Beltrán de la taxonomía a la taxidermia. bienvenidos

11 Javier Peteiro ¡ Que todos nos isofiquemos ! 12 Guy Briole La palabra frente a la evaluación

16 Jorge alemán un acto colectivo que invente retroactivamente su causa 17 amalia Rodríguez “Contra uno”: el discurso del rey

y otras servidumbres u olvidos

20 José Ramón ubieto Las nuevas servidumbres voluntariasen el campo psi

21 Félix Rueda Hacia el segundo forum

24 Mercedes de Francisco “Las servidumbres voluntarias” Lo que la evaluacion silencia

FPeriódico HAciA eL Foro ii

Page 5: Periodico Foro2 Web

SERVIDUMBRES VOLUNTARIAS F

5

TEXTOSCarmen Cuñat*

IMAGENMáximo Parpagnoli

“Las Servidumbres del yo”, es el título del capítulo v del texto freudiano “El yo y el ello”. Así es como traduce Balleste-ros “die Abhängigkeiten des ichs”. Sin embargo, la traducción de Amorrortu, quizás menos literaria, dice “Los va-sallajes del yo”. También podría tradu-cirse como “Las dependencias del yo” o, si nos adentramos en el diccionario, como “Las adicciones del yo”. ¡Esto se pone interesante! Por otro lado, “La Servidumbre voluntaria” de La Boé-tie ha sido traducida en alemán como

“von der Freiwilligen knechtschaft”; ahí se pone el acento más propiamente en la servidumbre, en la esclavitud. Pero guardemos la palabra adicción (Abhän-gig) pues una servidumbre además de voluntaria bien puede ser adicta.

Es así como Freud reflexionaba sobre el Yo y sobre lo que los seguidores de la Psicología del yo y sus acólitos actua-les, los abanderados de la autoestima, no quisieron ni oír hablar: “Una pobre cosa sometida -dependiente, esclavi-zada, adicta- a tres servidumbres, tres clases de peligro: el mundo exterior, la libido del ello y la severidad del superyó.

Anotemos que donde Amorrortu dice “libido del ello”, Ballesteros dice “libido del yo”. Esa libertad de traducción nos introduce en otra servidumbre de la que Freud no habla en este capítulo, aunque le dedicará una de sus grandes obras,

“La introducción al narcisismo” o habla de una manera literaria también, cuan-do dice que el yo “con miramiento por el mundo real se recomienda al ello como objeto libidinal, y quiere dirigir sobre sí la libido del ello… -Se convierte así- no sólo en auxiliador del ello sino en su siervo sumiso, que corteja el amor de su amo… -para- disimular los conflictos del ello con la realidad y los conflictos con el superyó. Con su posición inter-media entre el ello y la realidad, el yo sucumbe con harta frecuencia a la ten-tación de hacerse adulador, oportunista y mentiroso, como un estadista que aun teniendo una mejor intelección de las cosas, quiere seguir contando empero con el favor de la opinión pública”. Esta apreciación de Freud resulta cuanto menos de gran interés para intentar entender las servidumbres de aquellos que hoy nos gobiernan.

J. Lacan sí que puso el acento desde el inicio en el narcisismo del yo. El yo, como formación imaginaria, siempre a expensas de que el semejante le devuel-va la buena imagen y, por lo tanto, cuna de la agresividad humana. Lo que quiso

resaltar Lacan desde el inicio es que la llamada segunda tópica freudiana, su tripartición de las instancias psíquicas: yo, ello y superyó, ponía en el brete el principio de identidad consigo mismo que luego promovió la psicología del yo, apelando a la autoestima, al yo fuerte, a una supuesta parte no conflictual del yo. Para Lacan “el yo viene a servir en el lugar que ha quedado vacío para el sujeto”. El sujeto, que no es otro que el sujeto del inconsciente, es el nombre de esa imposible identidad consigo mismo, el efecto del lenguaje sobre el viviente. En ese lugar puede venir también a alojarse no sólo la imagen del otro sino también el discurso del Otro, el superyó freudiano, y el goce, el eros freudiano intricado con la pulsión de muerte.

Freud señala que “entre los vasallajes del yo, acaso, el más interesante es el que lo somete al superyó (…). El superyó subroga la misma función protectora y salvadora que al comienzo recayó sobre el padre y después sobre la Providencia y el destino”. Es el heredero del com-plejo de Edipo y como tal “conserva la facultad de contraponerse al yo y do-minarlo. Es el monumento recordatorio de la debilidad y de la dependencia con la que el yo se encontró en el pasado y mantiene su imperio aún en el yo ma-duro. Así como el niño estaba compeli-do a obedecer a sus progenitores, de la misma manera el yo se somete al im-perativo categórico: el superyó”. Bajo la forma de conciencia moral, de instancia crítica y, por qué no decirlo, de instan-cia evaluadora, el superyó representa a la ley para el yo, así que, más que pro-tegerlo, lo conmina a sentirse culpable, nunca a la altura. Para Freud el superyó procede de las palabras oídas pero tam-bién retiene la energía del ello. Obliga al

yo a renunciar a las pulsiones, a retirar su libido de los objetos. Ahora bien, el ello no renuncia nunca, sino que se aco-pla a esta exigencia encontrando la sa-tisfacción en la renuncia por medio del superyó. Esto hizo decir a Lacan que el superyó es esa instancia que oye -j’ouis- y a la vez ordena gozar -jouis.

resulta quizás anacrónico volver sobre esta figura de autoridad en una época en la que no sólo la función de padre ya no parece tener ese lugar preponderante, sino que no se invita a renunciar a nada. Todo lo contrario, se invita a gozar más y más. Con ayuda del discurso de la ciencia todo puede ser posible. El im-perativo actual es un imperativo de goce y el yo actual parece haberse convertido en un siervo ya no sufriente sino com-placiente de ese imperativo superyóico, del ello y por supuesto de sí mismo. Es un yo que, en definitiva, no es libre de decir que no a nada, como lo intuía La Boétie. El yo del sujeto contemporáneo es el yo de la adicción, como lo vemos en la clínica actualmente. ♦

*Carmen Cuñat. Psicoanalista en Ma-drid. Miembro de la ELP y de la AMP. Presidenta de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis.

Bibliografía

FrEUd, S.(1968) “El yo y el ello” en, Obras

Completas, Tomo II, Biblioteca Nueva, Madrid.

FrEUd, S. (1993) “El yo y el ello” en Obras

Completas, Tomo 19, Amorrortu, Buenos Aires.

LA BOÉTIE, E.(1983) Discours de la servitude

volontaire, FLAMMArION, París.

LACAN, J. (1966) «remarque sur le rapport de

daniel Lagache» en Ecrits, Seuil, París.

MILLEr, J.-A. (2010) Extimidad, PAIdOS,

Buenos Aires.

LAS AdICCIONESdEL YO

El yo del sujeto contemporáneo es el yo de la adicción, como lo vemos en la clínica actualmente

Imágen — Máximo Parpagnoli

Page 6: Periodico Foro2 Web

F SERVIDUMBRES VOLUNTARIAS

6

TEXTOSEric Laurent*

IMAGENSantiago Cueto

Lacan va más lejos de la oposición que hacen Sartre y Simone de Beauvoir, entre la existencia vacía de la mujer y todo lo que se dice de ella, que es di-cho por los hombres. Esta denuncia de Beauvoir que la mujer, pura existencia, no tendría otro ser que aquel que el discurso que los hombres pronuncian sobre ella, es lo que Lacan llamó la di-famación de las mujeres. Fue la base del proyecto feminista de Simone de Beauvoir en la segunda mi-tad del siglo XX. La solución era de hacer pasar a las mujeres al mercado del trabajo -para así de un sólo golpe hacerlas pasar a una posición de trans-formación del mundo en la objetividad y darles la palabra. Para Lacan, el punto de silencio de las mujeres no depende sólo de la sociolo-gía del trabajo, no es un punto donde la existencia pura está vinculada a un ser, que sería aprehensible por estas descrip-ciones. Es un punto donde el goce inde-cible sólo está aparentemente vinculado a condiciones sociológicas, ya que de he-cho, el goce está ligado a condiciones de estructura. Incluso, si las mujeres entran en el mundo del contrato laboral, todo lo que hace la nueva redefinición del esta-tuto de las mujeres no hará más que ra-dicalizar el punto de articulación entre lo que puede decirse y lo que no puede

decirse sobre el goce. En este sentido, la apuesta de situar el campo del goce a partir de la categoría de semblante es una manera de prepararnos a lo que será el siglo XXI, lo que ya está aquí pero irá en aumento. A pesar de que las mujeres ocuparán lugares eminentes en lo refe-rente al campo del saber, lo que no es el caso, por el momento, en todas las profesiones -eso vendrá en el curso del siglo- los efectos denominados de pari-dad, de igualdad de derechos, algunos ya adquiridos, la efectividad de su aplica-ción. Todo lo que se construyó a partir de estos sueños que pudiera hacernos creer que la mujer es el porvenir del hombre, que pronto no habrá distinción, que se-rán parecidos, que x será igual a y, etc., se nos revelará “utopías peligrosas” que no permitirán articular y situar las di-ficultades en el laberinto propio de la articulación del goce de los hombres y de las mujeres. La insatisfacción de las dos mitades del cielo, lado mujer y lado hombre, será una apuesta decisiva sobre el estatuto dado a las mujeres y a la nue-va Eva que el siglo XXI pone a punto.

La tentación histérica de OccidenteEs cierto que el denominado conflicto de los fundamentalistas está fundado sobre lo expuesto. Las sutilidades so-bre el burka, el nikab, el velo, etc., son apuestas vinculadas a la cuestión de saber si las civilizaciones soportarán o no, que “La mujer” no existe. Enjau-larla bajo diversas vestimentas es una manera de preservar esencialmente un

“para toda mujer”, un “para todo x”. No es una jaula para la individualidad sino

una jaula en función de … , una jaula que permite preservar el sueño de un

“para todo”. Las civilizaciones orientales intentan oponerse a la locura del desve-lamiento occidental con una locura del velamiento. responder así en espejo a la pornografía occidental, con un “no hay nada para ver”, todo está escondido, es una locura cada vez mayor que puede ir a más. La vestimenta inventada en un rincón perdido de Pakistán se con-vierte en un objeto de militancia en occidente, es una forma de responder a eso. Una locura responde así a la otra.Lo que hay, sobre todo del lado occiden-tal, es la manera de defender el “para todo”, que es el estatuto de la histeria. El final del Seminario XVIII de Lacan, en particular el capítulo “Un hombre y una mujer y el psicoanálisis”, apartado dos, está centrado enteramente sobre la denuncia de la tentación histérica de occidente: ante lo que viene, ante el porvenir, lo que sólo es sostenible por Una mujer, el sujeto histérico se en-carniza en querer que las propuestas sean tales, que puedan ser dichas “para toda mujer”. Que frente al “para todo hombre”, frente a la función fálica que define el “todo hombre”, respondería en espejo el “todo mujer”. Eso es la pari-dad histérica, una manera de preservar también, no bajo el modo de la tiranía machista, la función de La mujer.

Pero desde el punto de vista del sujeto femenino en occidente, que tiene acce-so a una palabra liberada -en todos los sentidos que Simone de Beauvoir daba a esta expresión-, y un acceso a la acti-vidad profesional, quien es plenamente sujeto de la historia, persiste la tenta-ción de sostenerse en el discurso de la histérica, tanto como para no percibir las condiciones del goce de Una, su propio goce, no el de toda mujer, no las generalidades, sino lo que define para cada uno su posición. La tentación oc-cidental será, en el transcurso del siglo XXI, acentuar las formas renovadas del discurso de la histérica que hace, como

decía Jacques Alain Miller, que la histe-ria ahora ya no es del orden del teatro, es todo el mundo, es como todo el mundo.

Introducir hombres y mujeres en la singularidad de su síntomaEn consecuencia, el discurso psicoana-lítico trata de operar sobre este discur-so, para que hombres y mujeres den un paso más allá en lo que sería el desvela-miento de su relación, ya no para defen-der el “para todos”, de un lado y de otro, sino para introducirles en la singulari-dad de su síntoma, para que éste se con-vierta en el operador del programa de goce que es a la vez síntoma y fantasma, pero que sobre todo, trata de situarse en la articulación y más allá de la clínica en tanto que ella hace categorías generales más o menos extensas. El síntoma es a la vez un operador de disolución de los

“para todos” y un factor de disolución de la operación clínica en tanto que es una lengua que apunta a categorizar.

El síntoma que a la vez tiene un pie en la clínica, se presta en cierto sentido y en cierta medida a generalizaciones, que ya permiten deshacer los “para todos”, al menos hay multiplicidad de categorías, pero más profundamente el síntoma es también un operador de disolución sobre todos los lenguajes clasificatorios y digamos que la tarea del psicoanálisis en el curso de los decenios que nos esperan –al menos en los que vivamos, pues desgracia-damente sólo veré el principio- pueda tener una incidencia suficiente sobre el discurso de la civilización para per-mitir cierto despertar a la dimensión de la singularidad del síntoma. Es el paso a franquear para salir de la servi-dumbre voluntaria del falso universal. ♦

*Psicoanalista en París. Miembro de la Escuela de la Causa Freudiana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Docente de la Sección Clínica de París-San Denís, doctorado de 3er ciclo de psicoanálisis, París VIII.

LA SErvIdUMBrE vOLUNTArIA Y LA PrEGUNTA POr LA MUJEr EN EL SIGLO XXI

Imágen — Santiago CuetoLas civilizaciones orientales intentan oponerse a la locura del desvelamiento occidental con una locura del velamiento

Page 7: Periodico Foro2 Web

PSIQUIATRÍA F

7

Lo que sí es una novedad actual es el intento de que, frente a la diversidad de respuestas posibles al tratamiento del dolor de vivir, del sufrimiento posible a los malos encuentros en la vida, se plantee la tecnociencia, el cientificismo, como la solución y además la única. El fundamentalismo del cientificismo actual es lo que denunciamos desde el psicoanálisis. Le llamo fundamentalis-mo por haberse erigido en la verdad, por pretender la homogeneización y estanda-rización de los seres hablantes, borrando la singularidad de cada uno, y por haber iniciado una batalla activa contra otras ofertas de tratamiento del sufrimiento subjetivo. No olvidemos lo bien que ca-san actualmente el discurso de la iglesia y el de las terapias TCC o biologicistas aunque pudiera sorprender. ♦

TEXTOSMontserrat Puig Sabanés

IMAGENElías Castro

Susana Carro, Psicoanalista y Miembro de la ELP, entrevista a Montserrat Puig Sabanés, Psicoanalista, Miembro de la ELP, Psiquiatra del Programa de Aten-ción a la Crisis y Prevención del suicidio CSMA dreta de l’eixample (Barcelona), docente del ICF y de la sección Clíni-ca de Barcelona. Compiladora del libro

“Suicidio, medicamentos y orden público” colección ELP, editorial Gredos, 2010.

En la democracia del siglo XvIII se desarrollaron las ciencias cualitativas como la psiquiatría y el psicoanálisis cuyo horizonte compartían en la medi-da que iban en la dirección del sujeto y la posibilidad de su curación. En la democracia de este siglo XXI, el de-sarrollo de las ciencias cuantitativas recibe una gran acogida por parte de la sociedad en aras de contribuir a la prevención y la evaluación del sufri-miento del sujeto. En este sentido, este giro del discurso parece afectar y divor-ciar la relación entre el psicoanálisis y

la psiquiatría. La psiquiatría de hoy se pliega al discurso de la ciencia donde pretende tratar el malestar del síntoma sin contar con el sujeto.Por otra parte, en esta deriva se le invita al sujeto de esta vida moderna a que crea que puede elegir, “libre elección”, el cómo se quiere sentir, y puede ir a demandar al psiquiatra el medicamento que le ayude a aliviar su sufrimiento, convirtiendo y consintiendo el psiquiatra a estar como expendedor de fármacos.

Susana Carro: ¿No crees que la psi-quiatría se ha perdido en el desvarío del medicamento en detrimento de la relación medico paciente? ¿Y que se presenta como un mercado más fácil de manipular que otros?Montserrat Puig Sabanés: El recurso al tóxico para soportar la vida no es algo nuevo. Esto ha existido siempre, como bien nos lo recuerda Freud. El recurso a la religión, al trabajo o al tóxico son modos de vivir, donde cada uno de ellos comportan una ética distinta: el senti-do, el esfuerzo o la anestesia.En la actualidad las sustancias tóxicas se han diversificado ofreciendo unas nuevas formas de gozar de nuestro cuerpo y los fármacos no cumplen una simple función anestésica. Efectiva-mente se nos presentan tanto como medios para aliviar el sufrimiento de vivir, como para sobrepasar los límites del cuerpo dados por la enfermedad o la vejez. de modo que han pasado a cons-tituir un derecho ofrecido por la ciencia para hacer posible que nuestro cuerpo soporte o funcione en circunstancias que anteriormente no habría sido po-sible. Es un paso más en el repliegue

de lo imposible en el avance científico.Nada tenemos que decir desde el psi-coanálisis al respecto. No se trata de hacer un juicio moral acerca de la bús-queda del alivio del sufrimiento. Se tra-ta más bien de estar advertidos de los límites de esta operación de la ciencia, de estar atentos a los nuevos síntomas que genera, a las nuevas formas de lo imposible que aparecerán y de las for-mas de retorno de la pulsión de muerte que esta operación sobre lo viviente pre-tende escamotear.El psicoanálisis está advertido de ello y acoge a los síntomas producidos para dirigir un tratamiento que no escamo-tee lo imposible obturado por la prome-sa de felicidad y bienestar permanente.Sí, es una manera de decir que la psi-quiatría ha perdido el rumbo porque está atrapada en la promesa de bienes-tar. Es decir, en la promesa de que no existe un límite, en tanto que lo real escapa a su domesticación por el saber científico. Un ejemplo de ello es la deno-minación de “resistente” a las patologías que anteriormente eran denominadas de “crónicas”. de este modo se ve bien que se ha pasado de la aceptación de un límite terapéutico, que conllevaba la denominación de patologías crónicas,

a la supresión de dicho limite en casos que se presentan fuera de la norma, los llamados “casos resistentes”, a los que se trataría de poder aplicar una reforzada combinación terapéutica para poder obtener los resultados deseados. Lo im-posible en la clínica, lo real, lo no tera-péutizable parece haber quedado fuera de consideración.Por supuesto el cientificismo en el que ha caído la investigación farmacológica y el mercantilismo ha introducido este discurso de la omnipotencia terapéutica.

¿La farmacología como terapéutica es una servidumbre voluntaria o in-voluntaria para la práctica del psi-coanálisis?La dicotomía entre fármacos o psicoaná-lisis hace tiempo que ha caducado. No se trata de cuestionar los fármacos sino de poner sobre la mesa cómo se utilizan, en lo que llamamos el debate sobre el “buen uso de la medicación”. Como recuerda Jacques-Alain Miller, el apaciguamien-to de ciertos fenómenos que invaden al sujeto puede, en un sujeto decidido, po-sibilitar un tratamiento por la palabra. Y eso no sólo en las psicosis. En ocasiones el apaciguamiento inicial de la angus-tia desbordante puede requerir, por un tiempo, el uso de fármacos de modo que el sujeto se pueda tomar el tiempo nece-sario para su tratamiento. de modo que si lo planteamos en términos de servi-dumbre, sería una servidumbre volun-taria, acotada en el tiempo y calculada.La verdadera servidumbre en lo que se refiere a los fármacos es la de la psi-quiatría actual que se ha doblegado a la clínica del fármaco perdiendo la orientación del síntoma.

Como bien señala Jacques Alain Miller, en la ciencia hay un deseo de realización resistente a cualquier res-tricción sobre su despliegue ¿podría-mos considerar el sufrimiento del sín-toma como el modo en que el sujeto resiste al discurso de la ciencia? Por supuesto, el síntoma lleva la se-milla de lo imposible en su interior. de lo imposible de terapeutizar, de lo imposible de curar, de lo imposible de reducir al saber, aunque sea un saber altamente tecnificado como el de la ciencia actual. Sin embargo, no debe-mos menospreciar los distintos modos terapéuticos que los seres humanos nos hemos inventado a lo largo de la histo-ria. Cada uno de ellos tiene un discurso que lo sustenta y unos efectos sobre el sufrimiento.

Los Límites de La operación de La ciencia

Imágen — Elías Castro sobre Lección de Anatomía de Rembrandt

La psiquiatría ha perdido el rumbo porque está atrapada en la promesa de bienestar

Page 8: Periodico Foro2 Web

F PSIQUIATRÍA

8

TEXTOSChus Gómez y José María Álvarez

IMAGENPablo Alonso

desde “¿Quién le teme al evaluador fe-roz? Ana Lía Gana, psicoanalista y Ana Castaño, psicoanalista y psiquiatra se dirigen a Chus Gómez, psiquiatra y psi-coanalista, Jefa de sección del Hospital dr. Cabaleiro Goás en Toén -Ourense- y José María Álvarez, psicoanalista, Tutor-Coordinador de residentes del Hospital Universitario río Hortega de valladolid para conversar sobre el esta-do actual de la psiquiatría.

Ana Castaño, Ana Lía Gana: Sabe-mos que la medicina es uno de los ámbitos de empuje a la protocoli-zación de la sociedad. El psiquiatra contemporáneo siguiendo las direc-trices de la medicina científica, del cognitivismo y de la lógica de gestión abandona la clínica en provecho de la automatización evaluadora. ¿Qué consecuencias tiene esto para el psi-quiatra y para el sujeto objeto de la evaluación?Chus Gómez: Malas para ambos; al clínico lo empobrece, transformándo-lo en el brazo ejecutor de un amo que pretende eliminar la contingencia y es-pecificidad de la singularidad de cada uno. Se elimina así uno de los aforis-mos clásicos de la medicina: no hay enfermedades hay enfermos. El mundo se transforma en un gran hospital, es el higienismo actual. Es el delirio de la ciencia y de las políticas sanitarias ac tua les que pretenden

culpabilizar al ciudadano, bien por mal uso, bien por su conducta irresponsa-ble, para justificar así la reducción de prestaciones sanitarias en las que el amo nos ha embarcado. La salud ya no es un derecho, es un negocio en el que se han propuesto reducir los costes, un privilegio cada vez más tecnificado. El amo ha empezado a legislar sobre de-terminadas conductas -tabaquismo por ej.- hasta casi “criminalizarlas” y esto es el inicio, veremos lo que está por venir, y de este modo, pretenden cons-truir un ciudadano ejemplar que pue-de elegir estar sano y ser casi inmortal. delirio en el que el equilibrio y la armo-nía humana son posibles, y que con in-formación y psico-educación la vida es un paseo, donde la felicidad es posible. Se obvia así la dimensión de goce del sujeto hablante. Las políticas actuales pretenden sujetos, objetos de evalua-ción transformados en objetos cosifi-cados. y taxonomizados cuya palabra

y subjetividad carecen de valor. En mi opinión existe este riesgo por la presión a la que el clínico está sometido des-de diferentes frentes: administración sanitaria, proliferación de discursos cientificistas, intereses de la industria. Pero hay muchos clínicos que a nivel in-dividual intentan ponerse a resguardo de este imperativo y apuestan por una clínica diferente. desde mi punto de vista, en Psiquia-tría hace muchos años que perdimos el norte, entendiendo por éste, la espe-cificidad de nuestro saber, que no era otro que el buen hacer con la palabra, para trenzar biografía y patología, que aderezado con algo intransmisible, parte del arte que la medicina tiene, la transforman en algo más que “técnica sobre la salud”. Pero hoy, no tenemos historias ni teorías que contar, somos prescriptores de fármacos, técnicos de la conducta, asépticos y ateóricos, más atentos a cubrir formularios que al res-cate de la particularidad de lo escucha-do. Se pierde finura clínica y se evita el encuentro humano y con él que surja la chispa del olvido necesario para abor-dar cada caso, y evitar el camino de la repetición de: a igual diagnóstico igual respuesta, igual trato.

¿Existe otra alternativa?Chus Gómez: Sí, claro que existe; otra clínica es posible. En mi caso, en el psi-

quiátrico en el que trabajo, no estamos sujetos ni te-

nemos impe-rativos evalua-

dores de los que huimos; somos una

excepción alejada de la norma; habitamos en

los márgenes del discurso, en lo políticamente incorrec-

to, pero con muy buenos resultados clínicos, de contención de gasto farma-céutico y con un nivel de satisfacción de nuestros pacientes muy alto en el

trato dispensado. Nuestra única pre-ocupación son los pacientes, uno por uno. Siendo clínicos con formaciones diferentes, -en mi caso, mi formación como analista, el estudio de Freud y de Lacan, y de algunos clásicos que forma-lizaron un saber clínico imprescindible para orientarse con el sujeto que sufre- compartimos algo crucial en nuestra manera de entender y entendernos con el sujeto psicótico: el respeto por las maniobras que hace en la gestión de su locura, la responsabilización sobre la dirección de sus vidas y una dispo-sición al trato y al pacto, más que al tratamiento, entendido éste como mera prescripción de psicofármacos, inten-tando que sea lo mejor posible para beneficiarse de lo mejor de éstos, sin menoscabo de su integridad, en el sen-tido amplio del término. Además, com-partimos un presupuesto básico: que la locura es un asunto de palabras y no de genes o de “enfermedad” en el sentido

tradicional de la palabra, lo cual nos permite trabajar en una institución como un equipo que nos llena de en-tusiasmo, vital para sostenerse en una institución dura como un psiquiátrico, en donde el tedio tiende a devorarlo todo por el imperativo de la norma custodial y/o represora.

La APA está haciendo una revisión del Manual Diagnóstico y Estadís-tico en el que se está deconstruyendo la enfermedad mental; este manual saldrá a la luz en el 2013. Esta revi-sión ¿qué consecuencias implica en la ferocidad evaluadora? ¿Qué se pretende clasificar con el DSM-V? ¿A dónde apunta? ¿Cuál es su ser-vidumbre?José María Álvarez: desde el inicio de la psiquiatría científica, las clasi-ficaciones de los trastornos mentales han estado sujetas a múltiples y vivas controversias. Estos desacuerdos se inician desde el momento mismo en que se pretende definir el objeto a cla-sificar, esto es, la enfermedad mental, un concepto poliédrico y resbaladizo sobre el que se multiplican los puntos de vista. Además, las dificultades se acrecientan al tratar de aprehender las particularidades de cada sujeto, hecho que refuerza la impresión según la cual la realidad clínica supera cualquier tentativa de ordenamiento e inclusión en conjuntos o clases. de acuerdo con las fechas establecidas, en mayo de 2013 se publicará la quinta edición del dSM (Diagnostic and Sta-tistical Manual of Mental Disorders). A tenor de las informaciones que se han ido publicando, el dSM-v, salvo al-gunas variaciones, continúa la tenden-cia inaugurada por el dSM-III, cuya dirección y redacción definitiva corrió a cargo del psicoanalista renegado ro-bert Spitzer. Conviene recordar que, a diferencia de sus predecesores, el dSM-III se elaboró siguiendo el ideal de la nosología médica, esto es, el de la existencia de enfermedades mentales

naturales. Esta perspectiva ontológi-ca del pathos ha suscitado numerosas críticas, en especial la que denuncia el encumbramiento de la enfermedad al precio de la dilución de la subjetividad. Insuf lado de cientificismo mediante un ridículo barniz estadístico y un hi-pócrita enfoque “ateórico”, el dSM-III daba a entender que el sujeto no tiene nada que ver con su malestar y, lo que es más grave aún, que ese mismo suje-to queda descartado como agente de su reequilibrio o estabilización.Con la perspectiva que confiere la his-toria, se puede afirmar que el dSM-III se creó para menospreciar al psicoa-nálisis, teoría y práctica clínica hege-mónica durante décadas en EE.UU. Al respecto, las palabras de Spitzer, publi-cadas en Archives of General Psychia-try, en 1985, allanan cualquier vacila-ción: “debido a sus raíces intelectuales en San Luis en lugar de viena y con la inspiración proveniente de Kraepelin y no de Freud, el grupo de trabajo se consideró desde el inicio como alejado de los intereses de aquellos cuyas teo-rías y prácticas derivan de la tradición psicoanalítica”.Continuador de esta ideología, el dSM-v, pese a eliminar el diagnóstico mul-tiaxial, continúa multiplicando el cam-po de las patologías y estrechando el territorio de la normalidad. Para con-seguir este objetivo, tan grato al comer-cio de psicofármacos, no sólo crecen el número de trastornos sino que éstos se amplifican sin mesura. El ejemplo por excelencia de esta tendencia lo consti-tuye el Síndrome de riesgo de Psicosis que, de acuerdo con los debates actual-mente en curso, señalaría con el dedo de la vulnerabilidad psicótica -y, por ende, la diana de la psicofarmacología y la asistencia sociofamiliar de un posi-ble enfermo mental grave- a un amplio espectro de la población que refiere ex-periencias o ideas extrañas conforme a un criterio normativo social.Todos estos aspectos confieren a las taxonomías psiquiátricas actuales un cariz de artificio y arbitrariedad, im-presión a la que contribuye la perma-nente renovación a la que están some-tidas y los intereses extraclínicos que están en la base de muchos de los tras-tornos descritos. Algo falla en estas clasificaciones internacionales cuando las categorías propuestas, antes que es-tables y homogéneas, se revelan hete-rogéneas e interdependientes. Buena prueba de ello es la acción transnoso-lógica de los medicamentos y las tasas de comorbilidad, sin parangón en otras especialidades médicas.A falta de una semiología clínica con-sistente y de una interpretación psi-copatológica inspirada en las grandes teorías de la psicología patológica, es-tas clasificaciones ponen de manifiesto lo alejada de las ciencias de la natura-leza que se halla la psiquiatría de las enfermedades mentales y lo próxima que se halla a la ciencia ficción. Al respecto, uno de los promotores del dSM-v, el psiquiatra genetista Ken-neth Kendler afirma sin rubor (Temas de investigación. DSM-V. Depresión y trastornos de ansiedad generaliza-da, 2011): “La nosología es divertida. En cierto modo, establecer decisiones nosológicas es como determinar una política social. Se debe informar por la ciencia, aunque muchas partes de la misma no son científicas”. ♦

La locura es un asunto de palabras y no de genes o de enfermedad

otra cLínica es posiBLe

Page 9: Periodico Foro2 Web

PSIQUIATRÍA F

9

TEXTOSEva Rivas

IMAGENNasa Archives

A Eva rivas Cambronero, psiquiatra en el programa de Salud Mental Infanto-juvenil del Centro de Salud Mental de Moratalaz-vicálvaro, en Madrid, y psi-coanalista socio de la Sede de Madrid de la ELP. Por iniciativa del Espacio Madrileño de Psicoanálisis con Niños, en el debate sobre La Salud mental ¿Existe? Título del próximo Congreso, julio de 2011, se la entrevistó para in-terrogarla respecto de la clínica infan-to-juvenil en este dispositivo público en donde intervienen psicoanalistas y otros profesionales.

¿Cómo incide en la dirección de la cura la existencia de protocolos de evaluación?Los protocolos se realizan para evitar que, haciendo el diagnóstico diferencial, se dejen de tener en cuenta ciertos diag-nósticos. El problema no son los proto-colos de evaluación en general, sino cada protocolo en particular y la aplicación rígida del mismo. Por eso, mi opinión no es negarse a los protocolos, sino ha-cer unos protocolos no sólo útiles sino razonables y aplicarlos de forma flexible de acuerdo a lo que requiere cada pa-ciente. Lo importante es qué ha guiado el protocolo en cuestión la investigación, la clínica, el gasto de recursos, etc.Otra cuestión es que se impongan proto-colos rígidos, alienantes para el paciente y el profesional y excluyentes de la pro-pia enunciación del sujeto. Por ejemplo, plantear que todo paciente con hiperac-tividad se deba medicar o evaluar única-mente por medio de cuestionarios cum-plimentados por padres o profesores.El éxito, en el sentido de la difusión, que han tenido los protocolos en Sa-lud Mental se basa en un autoengaño: permiten dar una respuesta inmediata a la demanda con una serie de actos profesionales, científicamente avalados, que hacen creer al practicante que sabe sobre lo que demanda el paciente. Son muy demandados por los profesionales inexpertos, al igual que los manuales. Pero, a poco que uno se enfrenta en la experiencia constata que los pacientes no se ajustan al protocolo, y no cum-plen los criterios del manual, y los pro-tocolos pierden interés. Es, entonces, cuando uno necesita enfrentarse a la incertidumbre del no saber, y ha de buscar la respuestas en lo que dice el paciente, aprende a devolver la pregun-ta del saber sobre el síntoma al paciente y así lo pone a trabajar situándose, ya no en la posición del que sabe, sino del que causa el deseo de saber del propio sujeto que consulta. Sin embargo, tampoco sería ético en la institución de salud mental protocoli-zar para todo paciente una propuesta de psicoanálisis y si no se cumple, aban-donarlo. En las entrevistas preliminares se trata de eso, cabe la posibilidad de acompañar al paciente durante toda su infancia, sosteniendo a los padres, apuntalando su relación al otro de la es-cuela y de la familia hasta que sea capaz de hacerse la pregunta años después, en la adolescencia. En muchos casos, el he-cho de haber tenido un contacto con el

psicoanalista en la institución permite que cuando el sujeto hace una demanda verdadera de trabajar sobre su respon-sabilidad en lo que le pasa, sea entonces cuando se inicie la rectificación subjeti-va y el recorrido de una cura. Y esto lo permite la institución de salud mental, siempre y cuando haya un motivo de consulta y el pediatra o el médico de Atención Primaria hagan la derivación a Atención Especializada.

Dado el auge de la medicalización como remedo al síntoma, ¿qué con-secuencias se pueden extraer de la

“medicación para todo síntoma” en la infancia y adolescencia?Es verdad que el efecto de la oferta so-cial de disfrutar de la salud como un derecho hace de obstáculo. La oferta de sanar cualquier síntoma por medio de un fármaco está ahí y los pacientes o sus padres la demandan. Pero, es la labor del profesional de valorar hasta qué punto el fármaco es necesario, si está indicado o puede ser una ayuda. O sí, por el contrario, va a hacer de obstá-culo a la posibilidad de una cura, lo cual sería una consecuencia nefasta del uso de la medicación “para todo síntoma”.Otra consecuencia, siguiendo a Eric Laurent es la “pulverización de la clí-nica”. Si todo es susceptible de un tra-tamiento medicamentoso (…) ¿dónde se sitúa, entonces, la frontera entre lo normal y lo patológico? La deducción de la sociedad, del “usuario” de los ser-

vicios ha sido: si una conducta mejora con medicación, eso quiere decir que dicha conducta era patológica en el sentido bioquímico del término: si la depresión mejora con medicamentos serotoninérgicos es que su causa es un déficit de serotonina, si el trastorno bi-polar mejora con litio es que su causa es un déficit de litio, si la psicosis me-jora con antidopaminérgicos, se tra-taría de un exceso de dopamina y así sucesivamente, haciendo una simplifi-cación extrema que, por supuesto, los buenos clínicos e investigadores bioló-gicos desmienten, pero que funciona en la base de la demanda de medica-mentos en Salud Mental. Es más, la rica clínica psiquiátrica clásica ha de-rivado en una nosología desprendida directamente de la existencia de cada familia de fármacos: nuevos psicoesti-mulantes hacen crecer la prevalencia del TdAH, la paroxetina hizo surgir la fobia social. Por el contrario, la au-sencia de un fármaco para la paranoia, para el autismo o para la histeria ha hecho desaparecer de la clasificación a estas entidades nosológicas.

¿Qué consecuencias tiene a nivel de la clínica la orientación que promue-ven DSM y CIE?Otro motivo del empobrecimiento de la clínica psiquiátrica es el uso extendido de las clasificaciones de enfermedades, que actualmente, en aras del consen-so y el entendimiento promovidos por la globalización, han dado lugar a las versiones actuales del dSM y de la CIE que hacen gala de prescindir de la teo-ría, que es lo que distinguió tradicional-mente a la escuela psiquiátrica alemana, a la francesa y a la inglesa. Las clasifi-caciones internacionales permiten un mal uso, un uso por parte de cualquiera sin una formación en los matices que la psicopatología clínica requiere para una práctica psiquiátrica de calidad. ♦

Psiquiátra, Psicoanalista en Madrid. Socia de la Sede de Madrid de la ELP.

Las clasificaciones internacionales permi-ten un uso por parte de cualquiera sin for-mación en los matices que la psicopatología requiere

LA PULvErIzACIóN dE LA CLíNICA

Imágen — Nasa Archives

Page 10: Periodico Foro2 Web

F PEDAGOGÍA

10

TEXTOSFrancisco Beltrán

IMAGENOctavio Colis

Entrevista a Francisco Beltrán Llavador, doctor en Pedagogía y Catedrático de didáctica y Organización Escolar de la Universitat de valència, evaluador de la Agencia Nacional de Evaluación y Pros-pectiva en su Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología.

Entrevistado por Elvira Tabernero, psi-coanalista y miembro de la ELP, para el Periódico del Foro ¿Quién le teme al el evaluador feroz?

Elvira Tabernero: Usted conoce la experiencia de la evaluación desde hace unos 30 años. ¿Qué cambios ha constatado en ese tiempo?Francisco Beltrán: En los años 80 inicio mi actividad y se pensaba que al profe-sorado en general le faltaba ‘cultura de la evaluación’ -hacer uso y someterse a procesos continuos de evaluación. No era tan ingenuo para pensar que esas actividades no suponían riesgos -tan-to por los formatos como el destino de los resultados- pero creí poder conju-rarlos, difundiendo la autoevaluación. Pero, eso mismo resultó también una ingenuidad, porque se vulgarizó y se monopolizó su ejercicio por los autoin-vestidos como ‘técnicos’. Los profesores se vieron expropiados del nuevo saber y quedaron de nuevo sometidos a quienes se atribuían el poder de su ejercicio.Se pasó de una época en la que prác-ticamente no se realizaba ningún tipo de evaluación -no confundir con con-

trol, examen ni calificación- hasta un presente en que esa cultura evaluadora está ya generalizada entre el profesora-do, como algo a lo que inevitablemente resultan sometidos, sin capacidad para discutir las formas, la oportunidad o el destino de los resultados; meros acto-res pasivos u ‘objetos de’. Con el agra-vante de que el tiempo ha naturalizado las posiciones de unos y otros. Pero si antes éramos ignorantes sin consenti-miento; ahora sumamos a ello ser cóm-plices por inacción.

¿A qué sinsentidos se enfrenta el eva-luador?¡Tienen poder! ¡No suelen enfrentar-se a nada! Pero, el primero de todos es que los sujetos nunca pueden ser evaluados, y menos tomándola como la reducción de cualquier tipo de va-riables a categorías mensurables, co-dificables en términos numéricos. No sólo lo hace la educación sino también la ciencia médica y, en general, todas aquellas disciplinas que han reivin-dicado para sí el estatus científico, a partir del XvIII y sobre todo del XIX, aunque fuera para salvarnos de las es-peculaciones metafísicas y teístas. La educación también cayó en la misma trampa, porque pretendía salvar los escollos ideológicos y sus efectos po-líticos que, inevitablemente, forman parte de su travesía. Otra falacia, oculta en el mecanismo de la evaluación, es que ésta debe rea-lizarse según ciertos criterios; pero no existe ninguna forma de discriminar esos criterios que, por tanto, deben extraerse del mismo fondo ideológico que se pretende evitar con la medición. Para revestir de objetividad lo no ob-

jetibable, se realizan pruebas estadís-ticas que definen la ‘normalidad’. Así, la norma estadística coincide con lo socialmente convenido como extendi-do y común y, a su vez, siendo la ruta a seguir. Esta evaluación es siempre con-servadora y coercitiva. Primero, por-que pretende preservar un status quo; segundo, porque al declarar el único camino lícito, sanciona las acciones y/o personas que se apartan. Al propio evaluador se le oculta el destino de los diagnósticos que realiza -¿van a servir para incrementar la explotación de los seres humanos, para hacerlos más dó-ciles?- o se da a entender que la pro-pia evaluación tiene función ‘curativa’. Todos estos ‘sinsentidos’, ni los únicos ni los más importantes, permiten seña-lar que esa magnífica coherencia que supuestamente preside la razón, tiene más agujeros que un colador.

¿Qué criterios priman en la evalua-ción de las instituciones? ¿Cuáles son los objetos que evalúa: saber, competencias, etc?La evaluación institucional debería es-tablecerse sobre criterios consensuados con los agentes de cada institución y en cada situación concreta. Nunca se pue-de lograr la evaluación ‘total’ de una institución, porque es una trama de relaciones que está en continua trans-formación. Así, se fracciona el objeto

-la institución- en sus presuntos compo-nentes, se descompone mecánicamente en piezas que por sí mismas nunca po-drán explicar el funcionamiento, lo que sólo es posible ensambladas y sabiendo que van mutando continuamente. En-tonces, nunca se puede obtener una visión realista sino una abstracción

representada por una cifra a la que se reduce la totalidad. El nombre que esa cifra ha recibido ha ido cambiando según modas pedagógicas o intereses espurios: en ocasiones objetivos, pero en otras ‘competencias’; a veces la ‘inte-ligencia’ -‘aquello que miden los test de inteligencia’- y en otras ‘déficits’ orgáni-cos; ‘integración’ social de los alumnos y otras, sus ‘capacidades”.

Ante niños con dispersión, se aplican protocolos correctivos. ¿Se puede de-cir que la disciplina ha sido sustitui-da por la evaluación?Es que la evaluación no ha sustituido, se ha convertido en una forma más de disciplina. Una sustitución hubiera sido mentirosa; pero menos agresiva; una forma por otra. Pero lo que ha ocurrido -y sigue ocurriendo- es que a otras formas tradicionales de discipli-na, sea ésta entendida como campo de saber o como sometimiento del cuerpo o sus sentidos, se ha añadido la evalua-ción. Ese es el fenómeno más nuevo y preocupante. Porque ahora se somete a los cuerpos, primero mediante un diagnóstico que los clasifica, califica y declara más o menos alejados de la norma y, a partir de ahí, se activan otra serie de mecanismos correctivos que, para no parecer menos objetivos ni científ icos que el método ante-riormente utilizado para nombrarlos como los ‘otros’ -frente a un ‘nosotros’ inclusivo-, se protocolizan, es decir, se objetivan en modos estandarizados de actuación, obedeciendo la clasifi-cación previa que los ha colocado en su casilla correspondiente. de la taxo-nomía hemos llegado a la taxidermia. Bienvenidos. ♦

La norma estadística coincide con lo social-mente convenido como extendido y común y, a su vez, siendo la ruta a seguir. Esta evalua-ción es siempre conser-vadora y coercitiva

dE LA TAXONOMíA A LA TAXIdErMIA

Imágen — Octavio Colis

Page 11: Periodico Foro2 Web

PEDAGOGÍA F

11

TEXTOSJulio Rogero

IMAGENOctavio Colis

Joaquín Caretti, Psicoanalista, director de la Sede de Madrid de la Escuela La-caniana de Psicoanálisis se reunió con Julio rogero, maestro y miembro del Movimiento de renovación Pedagógica “Escuela Abierta”, de la Federación MrP de Madrid a fin de mantener un diálo-go fluido sobre el tema que nos convoca el Foro y que este periódico les ofrece como un avance del mismo.

Joaquín Caretti: Quería preguntarte qué te sugiere la primera parte del tí-tulo del Foro del 11 de junio: “Lo que la evaluación silencia: las servidum-bres voluntarias”.Julio Rogero: Me parece muy sugerente porque es mucho más lo que la evalua-ción silencia que lo que muestra. El para-digma del sistema educativo actual, que está centrado en la transmisión del co-nocimiento científico es, en el mejor de los casos, un conocimiento basado en la disyunción del mismo en asignaturas, en campos muy parcializados, de los cuales sólo interesa medir cómo aprende el ser humano esos conocimientos que se le pretenden transmitir. El sistema edu-cativo pretende la evaluación de eso sin

más, es lo único que le interesa del ser humano. Todas las demás dimensiones del ser humano quedan ocultas.

¿Por ejemplo?Queda oculto el análisis contextual, las historias de vida de cada uno de los alumnos que condicionan los apren-dizajes, las dimensiones emocionales, afectivas, relacionales que no se valoran para nada. Y sin embargo en la historia escolar del alumno están todas estas di-mensiones, está todo su ser como sujeto.

¿Con qué tendría que ver esta tiranía evaluadora que se está imponiendo actualmente en el mundo?El trasfondo de todo proceso evaluador es un modelo económico que propone un modelo de sociedad que implica la sumisión de todas las dimensiones del ser humano a la economía. El neolibe-ralismo, la gran acusación que hace al sistema educativo es que es ineficaz e improductivo. Por lo tanto, el sistema educativo ha de someterse a los crite-rios empresariales para dar los resul-tados que se le piden. La función de la evaluación es una función de control y clasificación, es una función de produc-ción de la sumisión del sujeto. El telón de fondo es el sistema neoliberal que pide la conversión del ciudadano en cliente y la desaparición del Estado en función del mercado. Lo que se preten-de es reconducir el sistema educativo en función de las pruebas de evaluación poniendo el curriculum en relación con los valores que propone el mercado.

¿Qué valores?de eficacia, de excelencia, de éxito, de esfuerzo, una cultura de sumisión en

definitiva. La evaluación se extiende a todos los ámbitos de la vida. Se preten-de que el sistema educativo reduzca el fracaso escolar pero haciéndolo entrar en la competitividad, en la competencia.

En un artículo tuyo sobre “El marco ideológico de la LOCE” hablas de la servidumbre de los docentes al Acuer-do General de Comercio y Servicio (GATT) en lo referente a las propues-tas educativas. ¿Podrías aclarar esto?La servidumbre del educador es la pro-pia servidumbre del sistema educativo al sistema productivo. Una sociedad como la nuestra, radicalmente injus-ta, sólo se sostiene con seres humanos dóciles, obedientes, sumisos, acríticos. Es necesario tener un profesorado con estas mismas características, que se valore a sí mismo como neutral, que es la posición que se nos quiere dar en el proceso educativo: yo soy el agente neutral que valora tus conocimientos y tu persona y pretendo valorarte ob-jetivamente. Cuanto más objetivo y neutral, seré más justo. Es un error de bulto gravísimo.

¿Por qué?Sencillamente, porque no hay objetivi-dad posible en la evaluación de un ser humano, éste es inevaluable, aunque haya aspectos que tú pretendas eva-luar. Tendría que ser una evaluación

aproximativa y siempre subjetiva, aun-que pretendas evaluar aspectos del co-nocimiento científico que se presentan como objetivos. Entramos en el debate de la objetividad de la ciencia. El mo-delo que pretendemos transmitir como profesores es el modelo de nuestro éxito personal. No hay ningún análisis de tipo contextual, de qué está pasando en la sociedad actual, de lo que algunos lla-man la nueva infancia de la sociedad del conocimiento y de las nuevas tecnolo-gías. Nuestros modelos son los clásicos y tradicionales. Y desde esa perspectiva hay una gran sumisión al poder y al cor-porativismo. Es una de las cuestiones más preocupantes dentro de los siste-mas educativos.

Y, específicamente: ¿Tú crees que hay algún cambio en la forma de evaluar en la educación?No. Creo que no hay cambios sustan-ciales. Hay cambios técnicos. Pero la exigencia de devolución de tu conoci-miento es la misma. Hay mitos creados como que el nivel educativo baja, que los niños saben menos. En una no evo-lución del curriculum escolar, que está anclado en los finales del siglo XIX, es difícil plantear un nuevo modelo de evaluación. No hay un afrontamiento de los cambios sociales. Hay un texto de Jean Claude Michea, “La escuela del capitalismo total” donde habla de la escuela de la ignorancia. Afirma que hoy se pretendería aumentar el volumen de los conocimientos con-ceptuales para que de ese modo el ser humano fuera incapaz de analizar los problemas que el propio ser humano tiene con los demás y con el mundo y, así, no comprometerse éticamente con

la transformación de la realidad. desde esa perspectiva la escuela de hoy es una escuela de una profunda ignorancia: la sociedad de la ignorancia en el seno de la sociedad del conocimiento.

Sería un paradigma anti-ilustrado.Sí, sería llenar al sujeto de información significada por el poder. En realidad, es el no reconocimiento de que las carac-terísticas de la sociedad postmoderna, la modernidad líquida, son diferentes a los rasgos del conocimiento ilustra-do. No se trata de rechazar el conoci-miento ilustrado sino que la escuela de hoy debería trabajar en la perspectiva de organizar ese conocimiento crítica-mente, para que sea útil en el desarrollo del propio sujeto.

Pensar.Exactamente. El desarrollo de la con-ciencia crítica como elemento central. Y la pregunta es cómo se evalúa eso.

Es una buena pregunta.¿Cuáles son los parámetros que evalúan eso? Porque el conocimiento ilustrado también implica el conocimiento del su-jeto en todas sus dimensiones: emocio-nales, relacionales, afectivas y conviven-ciales. Sin embargo, estas dimensiones no son asumidas por el curriculum. La cuestión fundamental es cómo el ser humano, en el seno del proceso educa-tivo, inicia, desde la heteronomía más absoluta a los dos o tres años, un re-corrido creciente hacia la autonomía y la conciencia crítica. Para ser un sujeto libre, igualitario, justo…

Un sujeto diferente a los demás.radicalmente diferente. diferente y con sus propias singularidades y que no es el individualismo que nos propone el sistema dominante. ♦

La función de la evaluación es una función de control y clasificación, es una función de producción de la sumisión del sujeto

EL TrASFONdO dE TOdO PrOCESO EvALUAdOr ES UN MOdELO ECONóMICO

Imágen — Octavio Colis

Page 12: Periodico Foro2 Web

F OPINIÓN

12

TEXTOSJosep Ramoneda

IMAGENPatricia Losada

El discurso de las servidumbres volun-tarias está presente en sus escritos so-bre actualidad, política y pensamiento.

Josep ramoneda es filósofo y escritor; actualmente dirige el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y preside L’Institut de recherche et Innovation de París. dirige las colecciones “Textos filo-sófics” de Edicions 62 y “Ensayo” de Tus-quets Editores. Ha publicado numerosos ensayos; citamos el último: Contra la indiferencia, Galaxia Gutemberg, 2010.

Conversamos con Josep ramoneda sobre cuestiones planteadas por Shula Eldar y Montserrat rodríguez Garzo, psicoanalistas y miembros de la ELP, al-rededor de “la cultura de la indiferencia”.

La importancia de La Boétie se debe a que la pregunta ¿por qué la servidum-bre voluntaria; por qué todos obedecen a uno pudiendo ser más fuertes? no ha sido contestada y reaparece cada vez que hay un conflicto social, cuando es muy evidente dónde están los respon-sables y, aún así, todos lo aceptan. El caso más claro de servidumbres volun-tarias se ve, actualmente, en cómo todo el mundo está dispuesto a aceptar, a la fuerza pero sin rechistar el que en-tre todos paguemos las pérdidas de los grandes bancos y que ellos se queden con los beneficios. La pregunta sigue vigente y no hay respuesta clara. Las de La Boétie son interesantes pero no suficientes: el hábito, la costumbre, la pirámide de los intereses (...) hay muchas más razones. No siempre los

mecanismos de control social son los mismos (…). En este momento se está desarrollando una cultura que se ca-racteriza por cuatro cosas básicas: la a-política, tomando en cuenta que la po-lítica es la forma que tiene presencia en lo público. Si el hombre renuncia a la política está mutilando una parte im-portante de sí mismo. Otra dimensión de la indiferencia es la desjerarquiza-ción. El “todo es igual”. En el mundo del control televisivo tiene exactamen-te el mismo valor el cadáver de un niño en el telediario que un “reality show”, la banalización es un mecanismo im-parable. Tres imágenes de guerra en el telediario y la cuarta te da absoluta-mente igual. Eso genera adicción, se pide cada vez más. El tercer elemento es la indiferencia respecto a los otros. Hay una tendencia a insistir sobre la diferencia para luego declararnos in-diferente a ella. Primero, decimos: “Tú eres diferente” y luego: “No quiero sa-ber nada de ti”. Una cuarta cosa, que se ha sentido en la crisis, es la negación de la posibilidad de transformación so-cial. Esta crisis está siendo presentada como una cosa absolutamente natural que deriva de las leyes de la economía contra lo que nada se puede hacer. La sensación de que la transformación so-cial no es posible no sirve ni para re-parar, ni para construir nada positivo, desde el punto de vista social. Para mí, son los cuatro temas de la cultura de la indiferencia que está en expansión y conduce al totalitarismo de la indi-ferencia que no tendrá la espectacula-ridad de las grandes manifestaciones y que tendrá un control social tanto más efectivo. después, el control social será más teatral que efectivo, pero muy pe-sante. En nombre del miedo se acepta cualquier restricción de las libertades y así se construirá una forma de tota-

litarismo con la convicción absoluta de que no hay alternativa. La política se hará en un nivel político-económico distanciado, reducida a una votación cada cuatro años y a una legitimación de los privilegios de los poderosos y un control audio visual. Esta me parece que es la perspectiva. No está cerrada pero no tardará en llegar si no hay una reacción fuerte (…).

Hay países en los que ya se ha puesto en evidencia una capacidad de reacción que ha desmontado todos lo tópicos de occidente: las civilizaciones, la incom-patibilidad de lo islámico con las ideas democráticas (...) todavía hay una capa-cidad de reacción en estos países.

En estos momentos la esperanza viene de fuera del primer mundo, de fuera de Europa. He sustentado que es posible que la última etapa de estas revolucio-nes sea en Europa; que en algún mo-mento en Europa estalle el malestar (…). En esta crisis tiene importancia la cues-tión de las libertades sexuales. En Egip-to, me explicaron, el coste de la dote se ha encarecido muchísimo generando un factor de tensión que jugó un papel en esta revolución (…).

A finales de los 70, principios de los 80 se produce la gran ruptura, mueren casi to-das las cosas que habían sido importan-tes en la primera parte del siglo XX (…) Yo creo que en estos tiempos, hegemo-nizados por el discurso económico, las facultades de economía son los verdade-ros ideólogos de la crisis actual, hay un discurso economicista que lo justifica todo en función de la cuenta de resul-tados (…). La idea de que la universidad tiene que estar al servicio del empleo me parece un disparate enorme (…). En la universidad es necesaria y fundamental

la transmisión del saber y punto. des-pués, a partir de aquí, se pueden hacer muchas derivaciones. Si el objetivo im-portante de la universidad es crear fuer-za de trabajo cualificada entonces todo el edificio universitario se viene abajo y el respeto al conocimiento se hunde. Por un lado, las exigencias intelectuales de preparación técnica son altas y, por otro, el respeto al pensamiento fuerte es cada vez menor (…).

La democracia está mermando desde los años 80 cuando empezó a poner-se en cuestión el estado del bienestar que dio a la Europa democrática las llamadas décadas gloriosas: igualdad de rentas, probablemente irrepetible. Esto se ha venido abajo y la democracia sale sensiblemente afectada. El peso de la desigualdad es enorme. Hemos visto, en esta crisis, la incapacidad del poder político, nacional y local, frente a los poderes económicos y financieros, ya globalizados. El gobierno no tiene au-tonomía para hacer una política propia, le dijeron basta y tuvo que desdecirse y hacer la política que le obligan a hacer. Es evidente que estamos en un cam-bio del modo de producción. Me parece claro que es absurdo seguir pensando en términos de modos de producción superados, antiguos, que ya no funcio-nan. Ese disparate que es la Ley Sinde, es una ley que no se ha enterado que el mundo ha cambiado, de que querer regular el futuro por el pasado es un disparate (…) tiene razón Bernard Stie-gler cuando dice que el problema del consumo es que te absorbe la libido y te deja solo con la pulsión y así es difícil crear trama social (…).No sé cómo se hace a partir de aquí una trama social sin la empatía, sin lo que puede invitar a relacionarte con los de-más ¿a puñetazos? ♦

En nombre del miedo se acepta cualquier res-tricción de las liberta-des y así se construirá una forma de totalita-rismo con la convicción absoluta de que no hay alternativa

EXTrACTOS dE UNA CONvErSACIóN CON JOSEP rAMONEdA

Imágen — Patricia Losada [email protected]

créd

itos

foto

: Son

ia B

alce

lls

Page 13: Periodico Foro2 Web

CIENCIA F

13

TEXTOSJavier Peteiro

IMAGEN

Palmira Albelló

Maria Navarro - psicoanalista, miem-bro de la ELP- entrevista a Javier Pe-teiro -doctor en medicina y jefe de la sección de bioquímica del complejo hospitalario Universitario de A Coruña, autor del libro El autoritarismo cientí-fico- en este momento que se aproxima el segundo Foro que organiza la ELP acerca de lo que la evaluación, en tanto práctica insistente que el discurso del poder utiliza, silencia.

María Navarro: Usted contribuyó en el anterior Foro con un adelanto de su libro El autoritarismo científico, al que me siento vinculada por partida doble, como psicoanalista, por lo que aporta a nuestro discurso y como edi-tora. En esta ocasión, nuestro Foro lleva por título Las servidumbres vo-luntarias, evocando el discurso que La Boétie escribiera hacia 1553 acer-ca de la tiranía y por qué se somete quien la padece. Y que Freud vincu-lara al Superyó y Lacan mencionara como “la oscura voluntad del Otro”Javier Peteiro: Actualmente el poder político, legislativo, las instituciones y el saber universitario están inmersos en la lógica del todo, de la globalización, en el que la evaluación viene al lugar de la garantía y donde proliferan expertos que en nombre de la ciencia y de un sa-ber sobre el cuerpo, las relaciones hu-manas y la conducta del individuo y de la colectividad sentencian acerca de lo que conviene a los sujetos sin conside-rar su singularidad en tanto sujetos de la palabra. Este discurso, ocupa el lugar de un ideal perversamente trasmutado

bajo el que los sujetos quedan identi-ficados y seguros en lo que respecta a una garantía de bienestar que el Amo promete. Y a la vez, quedan prendidos, tomando la democracia como excusa, a una voluntad despótica, a un amo Uno, al que voluntariamente se someten en la complacencia de esa felicidad prometida que los lleva a lo peor, al renunciar a eso de sí que los hace únicos y no evaluables.

Como científico, ¿qué nos puede de-cir de estas servidumbres?Que las constato. veo cómo la actitud servil se extiende e incluso se preco-niza, llegando a veces a calificarla de

“inteligente”. La adulación parece muy ventajosa en estos tiempos, aunque sea a costa de perderse a uno mismo. Nun-ca fue tan desoída la frase evangélica: ¿de qué sirve ganar el mundo si pierdes el alma? Podríamos decir que vivimos entre muchos desalmados, gente que ha perdido su alma por prebendas, a veces incluso insignificantes: una promoción profesional, un reconocimiento…Sin alma uno es esclavo. Pero también el sujeto colectivo; estamos más que nunca en manos de los “mercados” sin saber bien qué o quiénes son. Nuestra juventud está alienada con el alcohol y los videojuegos. desconocemos quié-nes manejan los hilos. Nunca llegamos a saberlo. Hablar de democracia en el contexto actual es patético. Podemos elegir cada cuatro años a diferentes nuevos ricos. No cabe la crítica en una sociedad servil. A quien es esclavizado contra su voluntad le queda la esperan-za de la rebelión; al pueblo esclavizado la de la revolución. A quien se hace a sí mismo esclavo no le queda nada más que su propia esclavitud.La actitud servil se ve, porque es evi-dente, en todos los órdenes, pero quizá en mayor grado en la llamada intelec-

tualidad. La orientación mercantil de la investigación científica ha alcanzado hasta ahora un máximo histórico; es de esperar que aun vaya a más. La filosofía parece cosa del pasado o mero adorno cultural. Las lecciones de la Historia no se llegan a aprender y repetiremos lo peor del siglo pasado.

¿Cuáles considera que son las de la ciencia?La Ciencia como tal ha pasado a ser un fenómeno en cierto modo autónomo, emergente, independiente de quien la hace. Poderoso y a la vez ciego, sólo orientado por los intereses comerciales o bélicos. El científico promedio actual no busca el conocimiento liberador, sino que es esclavizado por la competitividad con otros en investigaciones producti-vas como patentes o en el orden me-ramente bibliométrico. Y el servilismo hacia los poderosos, hacia quienes otor-gan puestos o becas, es ya difícilmente superable. La divulgación científica es en buen grado enseñanza de esclavitud: estamos regidos por nuestros genes, por nuestros neurotransmisores, por el en-torno; cualquier reduccionismo estúpi-do es posible en contra de la libertad.

¿Dónde podemos ubicar el origen de la evaluación?Lejanamente, en Lord Kelvin, quien decía más o menos que sólo cuando uno puede medir sabe de lo que habla. Más recientemente, quizá el nacimien-to de la Bioestadística, con personali-dades como Fisher, sea la responsable. Sólo cuando el sujeto pasa a ser mero individuo muestral, bien en un estudio epidemiológico, bien en un ensayo clí-nico, se pueden establecer relaciones cuantitativas entre variables biológicas. Lo biográfico torna así en biológico. El nivel de significación probabilístico

se ha sacralizado y ante la pretendida evidencia estadística se desprecia la clínica en su conjunto. Se pretende que seamos en relación a la norma, sea ésta analítica, morfológica o psicométrica. Y lógicamente, se persigue también que actuemos, que vivamos, conforme a la norma traducida a protocolos. Es el tiempo de las ISO, término que coincide curiosamente con “isos” y es que lo que se pretende, en realidad, es que todos nos “isofiquemos”, es decir, que todos los esclavos sean iguales al servicio de un Amo que desconocen. ♦

La orientación mercan-til de la investigación científica ha alcanzado hasta ahora un máxi-mo histórico.

¡QUE TOdOS NOS ISOFIQUEMOS !

Imágen — Palmira Abelló: [email protected]

Page 14: Periodico Foro2 Web

F SERVIDUMBRES VOLUNTARIAS

14

TEXTOSGuy Briole*

IMAGENNasa Archives

El empobrecimiento cultural de las sociedades modernas se lo pone fácil a la ciencia triunfante y al capitalismo insaciable que no necesitan, para pro-pagarse, más que un stock reducido de palabras, un lenguaje simplificado, saltándose el esfuerzo de reflexión. El

“¿cómo se disfruta?” se presenta antes del “¿cómo funciona?”, excluyendo el

“¿para qué sirve?” Los objetos produci-dos en serie, para una satisfacción inme-diata, enmascaran el malestar del sujeto del siglo XXI. Ahí está, listo para la eva-luación, dócil a los significantes amos del capitalismo de hoy –rentabilidad, provecho inmediato, economía dirigida, utilidad, ajuste de medios, etc.– apun-tando todos a encuadrar el goce y la gestión de las masas. Esta operación se ve tanto más facilitada cuanto que estos significantes amos vienen a alojarse en el agujero dejado abierto por la pérdida generalizada de autoridad que va desde el padre, en la familia, a las diferentes figuras de autoridad de un estado.

El derrumbamiento de las palabrasEl valor atribuido a la palabra dada atra-viesa una verdadera crisis y el derrum-bamiento de las palabras va a la par de una sensibilidad muy primaria ante la menor molestia que le pueda ocasionar a uno la presencia de los otros. Una mira-da vale por un insulto y el golpe se dispa-ra antes de que un diálogo haya podido establecerse. En el mundo, el ruido de los cañones precede a los murmullos si-gilosos de la diplomacia allí donde, aún recientemente, la guerra firmaba el fra-caso de los embajadores.La tendencia es imponer al otro –por la fuerza, por una sugestión sostenida, por una argumentación cientificista apremiante– lo que la evaluación ra-zonada ha decidido que es bueno para los individuos que desconocían que era eso lo que anhelaban. Ahí están ahora informados y a veces convencidos, has-ta tal punto atrapados en el torbellino de la econometría que ha asfixiado la economía. No hay necesidad de pasar de nuevo por las palabras para abrir el espíritu a la controversia y a renovar los

acuerdos entre los hombres en función de los momentos y de la realidad que atraviesan. Se les persuade de que, con sus instrumentos científicos que toman prestados del lenguaje matemático, los evaluadores les hacen un mundo a me-dida en el cual no queda más que desli-zarse para gozar sin límite ¡Cuando yo quiero! ¡Ciertamente, pero a condición de que te calles; se habla por ti!

Ausencia de palabra, falta de transmisiónEsta sociedad del formateo por la eva-luación empuja a la charla vana y re-duce los intercambios a lo útil de una cotidianeidad sin sorpresas. Genera sujetos muertos para el deseo, cada vez más centrados en un goce prometido que se les escapa cada día más y que les estraga. vale para todas las edades. Entonces, cada uno rivaliza y se agota en encontrar su parte de goce al precio de borrar las diferencias y de colmar los intervalos, aquellos donde la palabra podía alojarse y permitir una transmi-sión entre las generaciones.Jacques-Alain Miller y Jean-Claude Milner, en su conversación sobre la evaluación, ponían de relieve que Eu-ropa se encontraba en una encrucijada donde, después de haber inventado la sociedad moderna y de que ésta fuera

–a consecuencia de dos guerras tan de-sastrosas en el plano humano– suplan-tada por el modelo americano, le hacía falta elegir su futuro retomando este último o inyectando sus veinte siglos de historia. Pero he aquí que “son también veinte siglos de Iglesia”. En la red de so-lidaridad habría que aceptar la evalua-ción, evaluarse a sí mismo, evaluar a los otros. “Hacemos como si la evaluación fuese el Evangelio. En realidad, se trata del terror conformista”.1

Es el como si que no conviene, la adhe-sión al sistema evaluativo que no res-ponde a ningún acto de fe, a ninguna creencia en una religión que pudiera explicar, consolar. de hecho, se trata de entrar en el vasto laboratorio de los evaluados, en la diversidad de los ani-males sometidos uniformemente a la experimentación. Algunos, creyéndose más listos, pensaban haber eludido el

sistema cuando, anticipando la respues-ta, ¡habían arramblado con el trocito de queso del vecino!después del astuto, hete aquí el reino de los paquidermos. Un rinoceronte surge en el paisaje urbano. “¡Mira, un rinoce-ronte!” exclaman asombrados los que le han visto “¿Cómo, un rinoceronte?” se alarman esos a los que se lo cuentan. Pero he aquí que muy rápido la sociedad se modifica y los rinocerontes se vuel-ven cada vez más numerosos. Son todos iguales y se comportan bien, el evalua-dor está satisfecho. Al principio nadie

quiere parecerse a ellos, luego se habi-túan, incluso se les encuentra un cierto encanto. Hay quienes, sin darse cuenta, se han convertido en uno. El evaluador goza. Esta multitud ya no piensa, se baña en la libido dominandi que le im-pone el amo moderno. Eugène Ionesco en su obra de teatro, Rinoceronte2 elige este animal, no el cordero, para indicar que hay algo más que un consentimiento en esta transformación de una sociedad que se lanza, cabeza baja, el cuerno de frente, hacia sus modos de gozar. Hace falta una voluntad que el autor hace de-cir a uno de los protagonistas de la obra:

“Te pisotearé, te pisotearé”. Sigamos un corto diálogo3 entre Jean, el dogmático, y Béranger, todavía dividido. Béranger explica a Jean que nosotros tenemos, contrariamente a esos individuos mo-dernos, una filosofía, un sistema de va-lores irremplazables. ¡Siglos de civiliza-ción humana lo han construido!

– Jean: Demolamos todo eso, nos senti-remos mejor

– Béranger: No os creo. El hombre…– Jean (interrumpiendo): El hombre, ¡no

pronuncié más esta palabra! – Béranger: Quiero decir el ser humano,

el humanismo…– Jean: ¡El humanismo está caduco!

Usted es un viejo sentimental ridículo.– Béranger: En fin, a pesar de todo el

espíritu…– Jean: ¡Clichés! Usted dice tonterías.

La escucha contra el modo de pensar únicoEs muy difícil hacerse escuchar en el rui-do monocorde del modo de pensar único, vibrante de la cifra y la evaluación.El modelo de decisión de las instan-cias ministeriales no es ya el de una reflexión multidisciplinar referida a su contexto social, sino el de una estima-ción por los “expertos”. Las secuencias —una pregunta, un experto; un hecho so-cial, “un peritaje”; una respuesta social, una evaluación— se suceden en una contracción brutal del tiempo llamada, hoy día, “eficacia política”. Un “exper-to” es el que tiene peso en la lengua del Otro del poder, cuyo prerrequisito se mide por su bibliometría.4

“¿Cuál es tu impact factor?”5 Hete aquí una pregunta que el psicoanalista no se hace. Sus interlocutores de hoy en día —en el campo psy, económico, po-lítico y social— sí. ¡El impact factor les interesa! No obstante, en un mundo psy que ha abandonado la clínica y la transferencia por las estadísticas, la biología y los protocolos, los únicos que permanecen cerca de los pacientes –en la consulta privada, en los hospitales, en los ambulatorios- son los psicoanalistas.La atención dada a quien nos habla de él, de los suyos, del contexto en el que vive es un buen criterio de evaluación. ¿Este “tiempo dedicado” escuchando no da al psicoanalista un lugar particular en esta sociedad? ¿Con quién es posi-ble hoy, todavía, hablar de la vida, de la sexualidad, del futuro, de la enfermedad, de la muerte? Ni el médico, ni el políti-co quieren —tampoco pueden ya que se niegan a enfrentarse a las cuestiones de la vida, reducidas a funciones estadísti-cas que les libran un futuro ya cuantifi-cado— hacerse interlocutor de un sujeto

frente a sus cuestiones existenciales. La “cifra” es la única respuesta “codificada” que saben manejar. Inutilizable tanto por el sujeto como por el ciudadano.

Ética de un derecho de injerenciaEl Foro se impone ante la urgencia de un derecho de injerencia que, si bien no tiene un estatuto jurídico, encuen-tra su fuerza en una ética que nos com-promete a todos.Con el psicoanálisis, se da un valor a la palabra. Es una dimensión que compar-timos con todos los que osan un modo de pensar distinto, con los actores de la cultura, también con una prensa com-prometida, no sometida a los poderes.La cultura, como el psicoanálisis, se opone al formateo de la sociedad ges-tora con la subversión y la estimulación de los intercambios y el debate. La cul-tura no puede reducirse a la cifra. No está en competición con las industrias del ocio. Es de otro orden. ¡El María Guerrero no es el Santiago Bernabéu! Tampoco disneylandia es Salzburgo. La cultura es alegre, abierta a las sorpresas, a los encuentros; lo opuesto al diverti-miento planificado.El discurso psicoanalítico introduce un corte en los modos de gozar modernos. Este corte, que objeta lo normativo, es contingente a los traspiés del deseo. Se abre al gay sçavoir.6

En el deslizamiento metonímico perma-nente de la búsqueda de goce, el único que da, en la transferencia, consistencia y peso a la palabra es el psicoanalista.En el Foro, es esta palabra la que deberá hacerse escuchar –viva, incisiva, preci-sa. Sin embargo ¿tendrá la oportunidad de ser escuchada? ♦

*Psiquiatra, Psicoanalista en Barcelona. AE. de la ELP, de la ECF y de la AMP. Traducción: M. Martín RamosRevisada por el autor.

Una mirada vale por un insulto y el golpe se dispara antes de que un diálogo haya podido establecerse

LA PALABrA FrENTE A LA EvALUACIóN

Bibliografía

1 MILLEr J.-A. MILNEr J.-C. (2004) ¿Desea

usted ser evaluado? MIGUEL GóMEz EdI-

CIONES, Málaga, p. 53

2 IONESCO, E. (1959) Rhinocéros. FOLIO

THÉÂTrE, Paris, p. 277

3 Ídem, p.190-191

4 Bibliometría puede ser definida como la apli-

cación de las matemáticas y métodos estadís-

ticos a los libros, artículos y otros medios de

comunicación (Pritchard, 1969) para realizar

un análisis cuantitativo de la actividad y de

las redes dentro de la comunidad científica.

Los estudios bibliométricos permiten cuan-

tificar la comunicación de un individuo o de

un grupo no sólo en términos de volumen,

sino también de visibilidad, de influencia,

de colaboración y de inserción en las redes,

acordando el papel fundamental de la publi-

cación en la actividad científica. (N. de la T).

5 Impact factor: Factor de impacto es una me-

dida del impacto a escala de revista. Cuanti-

fica el número medio de citaciones recibidas

por un artículo de una revista en los siguien-

tes dos años a su publicación. (N. de la T).

6 «Alegre saber», en LACAN J. (2001) «Télé-

vision», in: Autres écrits, SeuiL, Paris, p 526

Page 15: Periodico Foro2 Web

SERVIDUMBRES VOLUNTARIAS F

15

Page 16: Periodico Foro2 Web

F FILOSOFÍA

16

TEXTOSEugenio Trías

IMAGENDante Ferrari

Entrevista realizada por Jorge Ale-mán, psicoanalista, miembro de la ELP y Consejero de Cultura de la Embajada Argentina a Eugenio Trías, Catedrático de filosofía de la Univer-sidad Pompeu Fabra de Barcelona.

La “evaluación” -medida, cálculo, planifi-cación, protocolo, encuesta, etc- ha deve-nido una de las figuras privilegiadas de lo que Heidegger llamó Ge-Stell, la “es-tructura de emplazamiento” o lo que tú en su día tradujiste como “Sistema”. de este modo la evaluación se ha convertido en la pieza clave a la hora de entender la experiencia humana. Esta evaluación es un procedimiento que testimonia de las diversas formas disciplinarias, descrip-tas por Foucault en relación al eje Saber-Poder. Se trata de distintas formas de do-minación sobre -y en- los sujetos, donde estos, lejos de rebelarse contra ellas, caen bajo su dominio convirtiendo la subjeti-vidad en un nueva modalidad contempo-ránea de “servidumbre voluntaria”. Estas servidumbres voluntarias encuentran en nuestra época diferentes envoltorios: po-líticos, religiosos, etc., pero en todos los casos siempre se trata de reducir al suje-to a su “realidad objetivable y calculable”.

Jorge Alemán: Tu propuesta filosó-fica -la Filosofía del Límite- permite pensar un sujeto fronterizo, que pre-cisamente por ello, por estar radical-mente dividido, puede “alzarse” res-pondiendo a la voz que lo interpela desde su propia condición. ¿Podrías explicitar cómo el sujeto en la época de la dominación técnica puede ha-bitar su lugar propio -singular y co-lectivamente- teniendo en cuenta la dificultad, siempre recurrente, para

“salir” de la antes mencionada forma de servidumbre contemporánea?Eugenio Trías: La edad, quizás, me

hace ser cada vez más escéptico res-pecto a concepciones “holistas” y lo es la teoría de Heidegger de la Gestell, o lo que en los años setenta, en mi libro Meditación sobre el poder, llamé la ra-zón Formal Especulativa. El azar gobierna las cosas humanas; la derivación de esa rueda de la fortuna, que domina sobre individuos y colecti-vidades, es lo que llamamos necesidad, o acaso fatalidad y destino. Creo en la libertad, individual y colectiva; la que se rebela contra un autócrata corrup-to, o la que se alcanza a través de una conciencia madura sobre la diferencia-ción sexual, o sobre la propia condición sexual y erótica de cada uno -la gran revolución ética de nuestro tiempo. Corrijo a La Boétie: la servidumbre es involuntaria. Entiendo lo que quería decir el gran francés del renacimiento.

luciones latinoamericanas apuntaban también a un futuro por escribir. La rusa, por desgracia, recompuso el más aciago despotismo asiático -para hablar en términos de Marx- en su eta-pa bolchevique. El totalitarismo, en versión fascista, nazi o estalinista, es un fenómeno europeo que se exporta a Asia: a China, a Camboya. Con todas sus insuficiencias, las revo-luciones en Norteamérica van conquis-tando, paso a paso, parcelas de libertad que nadie, por nada del mundo, desea-rá, en términos colectivos mayoritarios, eliminar: la lucha por los derechos ci-viles, la igualdad hombre-mujer, la rei-vindicación de la condición homosexual o lesbiana: todo esto es importantísimo y da el mejor perfil “de izquierdas” de la segunda mitad del siglo XX, y la que más futuro tiene en el XXI.¡Gracias por recordarme la magna ex-periencia que fue nuestro libro sobre el Inconsciente y la filosofía del límite!

¿Qué rol pueden jugar las expresio-nes artísticas, por ejemplo la música, que tú has investigado tan intensa-mente en los últimos tiempos, pue-den constituir “huecos” por donde sea posible escapar del control al que voluntariamente el sujeto está sometido, y si es así, esto sólo sería posible en las sociedades occidenta-les o es susceptible de ser pensada esta posibilidad de modo universal?El sujeto está sometido a sus propios fantasmas; y desde luego a situaciones de injusticia económica, social, cultu-ral, educativa.

La música es un universal antropológi-co. En toda cultura humana hay algo más que sonido: danza, tam-tam, rito y ceremonia que no puede prescindir de la música. El lenguaje se emancipa a través de la poesía y la buena prosa

-prosa significa “lengua desatada”. El sonido halla su mejor forma de eman-cipación en la buena música, la que vive en la propia tradición de cada cultura musical, y la que mejor se ajusta a las demandas del tiempo. ♦

La revolución norteamericana, no tenía nada que restaurar tras su consumación

LA “ SErvIdUMBrE vOLUNTArIA” EN EL CONTEXTO dE LA EvALUACIóN

Imágen — Dante Ferrari “Serie Humanos”

Lo importante, en ética, en la vida, es estar despiertos -pero sin privarse de soñar-, como dice la mujer al marido al final de esa maravilla fílmica que es Eyes Wide Shut.

Eres de los pocos filósofos en Es-paña que siempre ha guardado una amistad con el psicoanálisis. El li-bro Filosofía del Limite e Incons-ciente donde Sergio Larriera y yo conversamos contigo a este respecto da testimonio de esta cuestión. Con respecto a este punto, ¿qué relación se puede establecer entre lo que tú consideras ontológicamente lo ma-tricial y constitutivo de cualquier

“existencia”, que usando tus propias palabras, siempre se nos presenta en “exilio” y en “éxodo” con la po-sibilidad de crear un espacio limí-trofe de libertad, incluso de eman-cipación?

Remitiéndome a nuestras queridas cenas de los lunes, y también a tu libro La política y su sombra, ¿es posible interrumpir el circuito Re-volución-Terror descrito por Hegel, y siempre confirmado en los procesos de emancipación? ¿Puede la virtud prudencial del Límite ir más allá de las figuras del “alma bella” y de la “conciencia activa”?, en definiti-va, ¿podemos pensar en una eman-cipación que no se desentienda de la condición de “fundamento en falta” del sujeto. Ha hecho mucho daño a los procesos de emancipación la fijación en el concepto-fetiche de revolución, que como Hegel dijo muy bien y tú me recuerdas, parece inexorablemente unido a Terror. Sin embargo la visión de Hegel es euro-céntrica, piensa en la revolución Fran-cesa. Yo creo mucho más interesante que ésta la revolución norteamericana, que no tenía nada que restaurar tras su consumación, y se libró del episodio del terror, y hasta postergó un siglo la gran revuelta antiesclavista de la guerra civil, con todas sus conocidas contradiccio-nes. Habría que examinar si las revo-

Imágen — Dante Ferrari “Serie Humanos”

Page 17: Periodico Foro2 Web

FILOSOFÍA F

17

TEXTOSGermán Cano

IMAGENNasa Archives

Entrevista realizada a Germán Cano, Profesor titular en la Universidad de Al-calá de Henares, especializado en filo-sofía contemporánea, por Miguel Ángel Alonso -socio de la sede de Madrid de la ELP- y Marisa Álvarez – psicoanalista, miembro de la ELP y directora de la Biblioteca de Orientación Lacaniana de Madrid para el periódico del Foro.

Miguel Ángel Alonso y Marisa Álva-rez: La cultura de la evaluación es as-tuta, su arte consiste en conseguir no sólo el consentimiento del evaluado, sino su solicitud, su demanda de ser evaluado, participando de este modo en su posible exclusión ¿Esta renun-cia, esta clausura, no forma parte de la moral del esclavo contemporáneo, de la que hablas en tu artículo “el resen-timiento como estrategia de poder”?Germán Cano: Sí, y no en vano habéis utilizado en vuestra pregunta la expre-sión “astucia”. No puede olvidarse que, en el ámbito de la reflexión contemporánea, tanto el Psicoanálisis como la Teoría Crí-tica de la sociedad en sus diversas for-mas, han advertido el mismo fenómeno. Ya contemplemos la “cultura de la eva-luación” desde el prisma de la crítica de la racionalidad instrumental de la Es-cuela de Frankfurt, del “discurso univer-sitario” en Lacan o desde las diferentes lecturas -de izquierda- de la nueva “mo-ralidad de los esclavos” que partirían de Nietzsche -la biopolítica según Foucault, deleuze- el diagnóstico es muy similar. Podríamos resumirlo así: una vez que el viejo horizonte de legitimación moral ha quedado eclipsado en manos de la lógica científica, los únicos valores que persisten son tecnocráticos, pragmáticos, y ligados a un comportamiento subjetivo

marcadamente narcisista. Muerto dios, cabría decir, todos somos conminados a devenir “empresarios autistas de no-sotros mismos”. Este ensimismamiento, fruto, por otra parte, de la licuefacción del tejido social genera, a mi modo de ver, la imposibilidad de dotar de sentido al malestar, con la consiguiente frustra-ción. Éste sería el caldo de cultivo del nuevo resentimiento contemporáneo, que tendería a interpretar no tanto como

“el odio de los desfavorecidos”, como ha hecho siempre la derecha, sino como una desviación ideológica de la negatividad política en actitudes, narcisistas, en úl-tima instancia, orientadas al victimismo, el cinismo, la subordinación voluntaria y a una suerte de “vigorexia” afectiva. En este contexto, cuanto más “líquido” se hace el mundo, más nos cuesta interpre-tar nuestro malestar desde mapas políti-cos de sentido y más blindamos nuestra herida narcisista con ortopedias imagi-narias. El “resentimiento” sería esta as-tucia prostética de blindaje: un modo de subjetivación que hace, “astutamente” de necesidad, virtud; de impotencia, poder instrumental sobre las cosas y sobre los

otros. Mediante esta “mala fe” preferi-mos cosificarnos, “naturalizarnos” antes que arriesgarnos en ese guión imprevi-sible que es la libertad. Spinoza hablaba muy justamente de “pasiones tristes”; lo paradójico hoy es que toda esta tristeza vaya de la mano de una obsesión impera-tiva por la “felicidad” a toda costa. ¡Qué felicidad tan triste!, podríamos decir…

¿Se puede establecer alguna relación entre la estructura de emplazamien-to heideggeriana y los discursos eva-luadores institucionales? Por supuesto, y estaría en relación con lo que he dicho antes. Jorge Alemán ha analizado con gran lucidez este despla-zamiento dentro de la historia del ni-hilismo y en conexión con el discurso capitalista. Lo que añadió Heidegger al discurso nietzscheano en torno al nihi-lismo y la lógica de la voluntad de vo-luntad parece ajustarse como un guante a nuestra situación actual. Lo decisivo, creo, es, por un lado, complementar este diagnóstico con el análisis marxis-ta acerca del fetichismo de la mercancía y, por otro, destacar cómo esta racio-nalidad evaluativa, a pesar de todas sus soflamas y retóricas, es intrínseca-mente nihilista, esto es, no cree en nada, sólo destruye en medio de una fuga sin sentido hacia adelante: esta productivi-dad por la productividad no es sino el eterno retorno del mismo vacío. Se tra-ta de una movilización insaciable que sólo puede entender sus fracasos como acicates para una autoafirmación pos-terior: esto es lo terrible.

“La excelencia” es un significante que figura en muchos protocolos de evaluación y que se impone en todos los ámbitos, pero particularmente en la educación, como por ejemplo el bachillerato excelente ¿No es una manera de imponer una frontera insalvable entre triunfadores y de-rrotados, entre élites y ejércitos de desinsertados y excluidos?

Sí, hoy la “excelencia” es la palabra feti-che que esgrime el discurso “cultivado” de la derecha con una mano mientras que con la otra, la neoliberal, legitima el vaciamiento de sentido, la precarización existencial y la desertización de los uni-versos simbólicos sociales. Aquí vemos cómo el viejo tema del resentimiento de las masas –esos niños barriobajeros que no quieren estudiar y entorpecen la carrera de los más aptos, perdón, los más listos- sirve para engrasar la lógica del mercado. Acabo de oír a Esperanza Aguirre en la radio y lo ha dicho sin am-bages, porque ella es así, tan natural y campechana: del mismo modo que -la parafraseo- rafa Nadal ha llegado a ser un “crack” porque desde pequeñito ha recibido un “entrenamiento” especial y singular, no podemos ignorar que nues-tros “cracks” del futuro dependerán de esta educación especial y personalizada respecto a sus competencias. Indepen-dientemente del elocuente valor metafó-rico de la comparación -la educación no es otra cosa, según la “presidenta”, que rendimiento deportivo y producción de

“cracks” -me imagino que no pensará en

los económicos-, llama la atención que la Comunidad de Madrid, que ha reducido el presupuesto educativo en los últimos tiempos de forma sangrante, insista en que el problema social de la educación, de una complejidad supina, se reduce a una cuestión de “excelencia”… deportiva.

Hay muchas voces, en la cultura, en el pensamiento, en el psicoanálisis, que se levantan contra el consen-timiento generalizado en todos los ámbitos. Invitan al despertar, a salir de la autocondena, a abandonar la in-diferencia. Hablan de la necesidad de respuestas colectivas, de la necesidad de recuperar la política. Sin embargo parece muy difícil rebelarse…Sí, es muy difícil, pero, ¿por qué? Se trata de un tema clásico: ¿por qué los hombres luchan por su servidumbre como si fuera su liberación? Observo entre mis alumnos, por ejemplo, a chi-cos y chicas que no tienen ningún futu-ro, precarizados, humillados y a la vez resistentes a politizarse porque, según me cuentan, sólo entienden por “polí-tica” las bajezas y miserias de nuestra clase gobernante, un mundo que nada tiene que decirles. No tienen nada que perder salvo sus cadenas, podríamos decir con Marx, ¿no? Pero no estiman suficientemente su frustración y pre-cariedad como una posible energía de protesta, quizá porque viven su realidad excesivamente desde una ficción ima-ginaria, como de suspensión respecto a su realidad material concreta. Tengo la sensación de que lo que aquí falta es la posibilidad de ligar la indignación, la negatividad con una cartografía políti-ca de la situación, como si brillara por su ausencia la capacidad de dar sentido político al dolor cotidiano. Esa trama estética y afectiva que existía en gene-raciones anteriores como condición de politización no existe.Creo que en este escenario la exclu-sión del psicoanálisis es sintomática, porque hoy, desde una suerte de “mala

fe” sartreana, la vía hacia la identidad impone alcanzar interiormente lo que ya nos es dado desde el exterior. A di-ferencia de lo que proponía Freud, se trata de sublimar de forma subjetiva las determinaciones que inevitablemente nos corresponden según la objetividad social. Como señala Marcel Gauchet, lo que antes eran características privadas

-étnicas, religiosas, genéticas o lúdicas- dentro del pluralismo democrático del Estado, que se trascendían para acceder a la actividad política, ahora son el contenido exclusivo de cualquier política y el título de legitimidad para intervenir en ella. La heterogeneidad de lo particular se convierte en una yuxtaposición de incomunicables ho-mogeneidades, que sólo reclaman de las instituciones públicas la garantía de su derecho a no dejar de ser lo que son y tal como lo son. ♦

Preferimos cosificarnos, “naturalizarnos” antes que arriesgarnos a ese guión impredecible que es la libertad

EL CALdO dE CULTIvO dEL rESENTIMIENTO CONTEMPOrÁNEO

Imágen — Nasa Archives

Page 18: Periodico Foro2 Web

F SERVIDUMBRES VOLUNTARIAS

18

TEXTOSJorge Alemán

IMAGENMáximo Parpagnoli

Julia Gutiérrez, socia de la sede de Ma-drid de la ELP entrevista a Jorge Ale-mán, Psicoanalista, miembro de la ELP y de la AMP.

Julia Gutiérrez: La Boétie escribió su panfleto hace cinco siglos y la servi-dumbre voluntaria sigue resonando como una contradicción que nos con-cierne de alguna manera ¿A qué se sirve? ¿Qué hay de voluntario en la servidumbre? ¿Sería posible la libe-ración de las servidumbres?Jorge Alemán: En estos cinco siglos esa servidumbre voluntaria presenta-da por La Boétie ha sido reformulada de distintos modos, con distintas es-trategias teóricas y apuntando a dis-tintos problemas políticos. En cual-quier caso, una cosa es cierta, la lla-mada emancipación se deja imaginar mejor cuando se trata de una “opresión externa”, pues en esas circunstancias una fuerza que parece exterior y ajena impide que el sujeto realice su propia esencia. Con variaciones, sabemos que durante siglos esto moduló la se-mántica de la emancipación, a saber, la liberación de una supuesta fuerza oprimida por los intereses dominan-tes ¿Pero qué sucede si se admite que, por distintos motivos, la opresión no es sólo exterior, que el Amo esta soste-nido por la investidura de los obedien-tes y sin embargo no se quiere ceder ni sobre la emancipación, la justicia o la igualdad? El recurso a un proyecto emancipatorio de tipo ingenuo ya no vale, exige ser reinventado con lo que ya sabemos del sujeto y su relación con

lo real. He aquí un problema típico de lo que considero conjeturalmente la

“izquierda lacaniana”. En este sentido para mí el problema esta en la expre-sión voluntad ¿Qué es una voluntad distinta de la que se puso en juego en los proyectos totalitarios? ¿Cuáles son las condiciones para pensar en una vo-luntad que tenga otros soportes que aquellos que se pusieron en juego en los voluntarismos sacrificiales de la izquierda y en el decisionismo heroi-co de la tradición fascista? Habría que extraer el término voluntad de la me-tafísica que lo dominó en el siglo XX, interrogarse si es posible la emergen-cia de una voluntad colectiva, contin-gente, no programada a priori ni exal-tada por los ideales, pero que esté en condiciones de alterar el circuito de la servidumbre. Esto exige interrogarse seriamente acerca de qué es capaz un colectivo humano o si sólo está aboca-do a la exaltación identificatoria. Por supuesto, cuando pienso en esta vo-luntad no estoy refiriéndome a la de-liberación crítica a la que se remite la izquierda de tradición socialdemócra-ta. Trato de pensar en un acto colec-tivo que invente retroactivamente su causa, porque no tiene por qué tener un fundamento a priori, y que tenga como soporte lógico lo que Lacan lla-mo en su día “deseo decidido”. Se me responderá que estos términos fueron pensados por Lacan en referencia a la particularidad del caso por caso, aho-ra bien, en primer lugar el asunto de la servidumbre voluntaria apunta a un hecho colectivo, en segundo lugar co-rregiría lo de particular por singular. La emergencia de una voluntad popu-lar es una experiencia política singular y, por lo mismo, universal, aunque en términos lacanianos hablemos de un universal roto, tachado por la incom-pletud y la inconsistencia. Sin apro-

piarnos del término voluntad, desde la lógica lacaniana del deseo decidido, me parece que no es posible pensar en la interrupción, aunque sea parcial, de la servidumbre voluntaria.

La evaluación, en los distintos ámbi-tos en que se aplica, se justifica como la manera de hacer un juicio válido para todos, como un intento de ha-cer un reparto justo. Hoy cabría decir soy evaluado, luego existo, soy consi-derado, reconocido... Sin embargo, el psicoanálisis sostiene que la marca que el lenguaje produce en cada uno lo hace absolutamente singular, que no habría por tanto un válido para todos que pudiera prescindir de la particularidad de cada uno ¿Sería posible una evaluación que contem-plara la singularidad? ¿Cómo afecta a los sujetos este empuje a la evalua-ción que invade todos los ámbitos?Lacan se refería enigmáticamente en Función y Campo de la Palabra y el Lenguaje, su famoso e inaugural “Ma-nifiesto de roma” en los años 50, a una enajenación primordial promovida por el discurso de la ciencia, donde el ser hablante se entregaba a un proceso de

“objetivación” que iba a destruir su rela-ción con la verdad. Esto hasta un punto que Lacan le exige a la experiencia ana-lítica, en aquellos momentos, intentar llegar al confín de la sabiduría. A mi modo de ver, esta objetivación hizo des-aparecer en Europa la experiencia polí-tica en la dignidad de su subjetivación. Expertos, evaluadores, elecciones que no tienen consecuencia alguna, espec-táculo, biopolítica, etc. hacen a la mis-ma cuestión: haber cedido lo singular a los paradigmas neoliberales.

El discurso capitalista, en la estruc-tura aislada por Lacan, sostiene que todo es posible, que cualquier límite

es solo cuestión de tiempo o de dine-ro. Pero, por mucho que se presente con el eslogan del “no hay alternativa”, es una construcción histórica, contin-gente. Entre la imposible vuelta a la autoridad y la revolución liberadora que retorna a lo mismo, parece que la política no tiene cabida y cada vez son más los pensadores que incorpo-ran fragmentos de la enseñanza de Lacan en la búsqueda de alternati-vas. Tú llevas ya tiempo atento a esos planteamientos y recorriendo un ca-mino que incorpora las limitaciones que marcaron Freud y después Lacan sin renunciar a la búsqueda de una política emancipatoria ¿Cómo ves la posibilidad de una política hoy?La veo rara, escasa, incipiente apenas sugerida, especialmente si la izquierda europea no ve otra opción que el dile-ma o totalitarismo o neo-liberalismo. Habría que poder afrontar sin miedo los legados emancipatorios y la función historizante de los mismos a partir de la revolución francesa, la americana, la experiencia republicana española, las independencias de América Latina, la revolución cubana, la rusa, la china, el movimiento nacional y popular en argentina, los setenta en América La-tina, mayo del 68, etc. y atravesar en diagonal las fantasmáticas que las nu-trieron, pero sin temor a equivocarse, indagar el carácter decidido de esas irrupciones sin identificarse ni con sus actores ni con sus premisas, y sin for-cluir la catástrofe a la que condujeron, pero respetando el legado enigmático y siempre a descifrar, cuando la volun-tad popular decide interrumpir la ser-vidumbre transformándose a si misma, naciendo como sujetos a partir de su acto. Si esto no es así, que siga el capi-talismo en su inmanencia sin exterior, asistiendo al espectáculo de los últimos hombres parpadeando. ♦

Si esto no es así, que siga el capitalismo asistiendo al espectáculo de los últimos hombres parpadeando.

UN ACTO COLECTIvO QUE INvENTE rETrOACTIvAMENTE SU CAUSA

Imágen — Máximo Parpagnoli

Page 19: Periodico Foro2 Web

CINE F

19

TEXTOSAmalia Rodríguez Monroy*

IMAGENPablo Alonso

Pocas horas antes de que la ceremonia de los premios Oscar nos ensordezca y el éxito —más que probable— del film de Tom Hooper, El discurso del rey, aplaste y silencie lo más íntimo de sus efectos sobre el espectador, quisiera formular algunas impresiones.  Giran en torno de la servidumbre voluntaria

—como sostiene La Boétie— que rige toda acción humana. ¿Sería volunta-ria en la medida misma en que es ne-cesaria, pues no cesa de escribirse en el registro de la historia, la Historia de la humanidad, la historia de cada uno de nosotros en tanto es la historia de nuestra vulnerabildad?

La proliferación de premios y galardo-nes que, a través de los medios, mani-pulan tiránicamente el gusto del espec-tador, ahora reducido a consumidor, es ya indicativa de esa posición de domi-nados que tan eficazmente libera al su-jeto de la carga de elegir, de discernir, de escuchar. La libertad es, con el olvi-do, el velo en que recubrimos púdica-mente nuestras servidumbres, nuestros miedos, una vez que la esclavitud fue oficialmente abolida. Lacan lo plantea con su característica agudeza: “es claro, que si la servidumbre no está abolida, se puede decir que está generalizada. La duplicidad amo-esclavo está gene-ralizada en el interior de cada miembro de nuestra sociedad” -Seminario 3.

Tras esa servidumbre, hay un mensaje secreto, un mensaje de liberación que queda reprimido y que Lacan distin-gue muy bien del discurso patente de la libertad, entendida ésta como auto-nomía individual. Ideal desmedido que, tomando la democracia como coarta-da, permite al ciudadano global hacer existir a ese amo Uno contra el que La Boétie escribe en 1576.

El film de Hooper nos confronta de manera sutil a ese cul de sac: el rey no quiere ser rey; su tartamudez, o lo que hay tras esa imposibilidad de dar voz a su lugar de amo, le coloca en la angustiosa posición de asumir, ines-peradamente, ante la renuncia de su hermano mayor, un destino para el que no cumple la condición mínima: sostener —con la palabra— la moral de un pueblo a las puertas de la invasión nazi. Una escena resume con humor británico el drama personal y también el drama histórico. La familia real ve en televisión el enardecido discurso que Hitler dirige a las rugientes masas ya bien alineadas en orden de batalla. La niña, que luego sería la reina Isabel II, le pregunta a su padre: “¿qué está diciendo?” El atribulado king-to-be le responde: “No lo sé, pero parece que lo dice muy bien”. Sabe que es a él a quien corresponde dar la réplica a la incen-diaria voz del Führer. La desesperación del advenido rey ante esa inminencia propicia, no sin la decidida colabora-ción de la reina, el encuentro con un

logopeda de barrio tildado de “extra-vagante”. El término es el elegido por la máquina mediática, que describe la película como el relato de cuánto en ese encuentro hay de emoción, de lucha y de superación. Una historia de amistad profunda. También de ruptura con los prejuicios y las barreras de clase.

Pero más allá del sentimentalismo, aga-zapada tras la máscara de extravagan-cia, hay otra dimensión que merece ser ‘escuchada’, pues es su marca singular, irrepetible; la que nos conmueve. La posición del humilde logopeda, actor australiano fracasado, puede darnos, en cada detalle, exquisitamente inter-pretado por el duo —duelo— de actores, valiosas pistas sobre su modo de hacer, de entender un oficio que consiste en trabajar con la demanda del paciente. Para Logue(peda) supone, de entrada, abordar la causa de su sufrimiento. Ese desplazamiento, al que su ‘real’ pacien-te se resiste tozudo al comienzo, es el que —cuando su Majestad consien-te, abre para ambos la posibilidad de trans-formar esa demanda en síntoma y, desde ahí, abrir la pregunta por la causa de su padecimiento.

Lección no de profesionalidad, sino de ‘oficio’: palabra anticuada que remite a una ética, a un deseo que la noción ac-tual del ‘profesional’ ha dejado olvida-da; oficio forjado no sobre la supuesta ‘autoridad’ que le otorgarían los títulos académicos, de los que carece (para escándalo del vigilante Obispo de Canterbury), sino sobre la experiencia vivida, atravesada del dolor de existir. Un ‘saber hacer’ con su propio fracaso en el terreno de la interpretación, arte que ama y no duda en poner en juego en la cura del paciente. Puede que no triunfara, pero sí logró mantener vivo su deseo.

de su oficio Lionel Logue hace, así, un arte verdadero; arte de contención, de espera, de silencios, de manejo de las re-sistencias. Es arte porque es apuesta fir-me. Apuesta siempre nueva, invención arriesgada, en el registro de la sorpresa, si el criterio es, como en el caso de Lo-gue, y como sostenemos en psicoanálisis, el trabajo del uno por uno.Partida a dos, desigual, sobre un tablero de ajedrez en que cada movimiento pue-de poner en jaque todo lo que ahí está en juego. Para Logue lo que está en juego es, antes que nada, la renuncia del te-rapeuta a tomar partido en el plano del discurso común, de los desgarramientos que producen en el sujeto las costum-bres y el estatuto del individuo en la sociedad. Y que en su ilustre paciente han hecho estragos. Cuestión central, extravagante, sí, para el terapeuta del rey, que opta — es todo un riesgo— por des(in)vestir a éste del manto de la rea-leza y transformarlo en Bertie, su ape-lativo familiar. Apuesta firme que tiene el efecto de hacer posible el trabajo con el síntoma. Apuesta, asimismo, por no reducir éste a un ‘problema mecánico’, pues sabe que hay algo más en juego.El acto de Logue-peda trasgrede, así, la regla preestablecida por la deontolo-gía profesional, sea logopeda, didácta

o psicólogo. No utiliza su posición de poder, que es poder de sugestión, sino para ponerse en el lugar que es conse-cuente con la estructura de la palabra, como si compartiera con el psicoana-lista lacaniano la extra-vagante convic-ción de que su acto solo puede ser un acto de desciframiento a partir de algo que sobrepasa al sujeto —al terapeuta tanto como al paciente. Para él, como para el psicoanalista, la palabra es la única que detenta su poder en el espa-cio secreto de la cura. Su condición es que ésta tenga lugar en su despacho, y no en palacio. Para el rey, o mejor, para Bertie, es el peso de la palabra —pala-bra palaciega— lo que le enmudece.

El saber hacer de Logue-artista le aleja del furor sanandi del terapeuta, y le permite sortear los peligros del ‘efec-to Amo’ de la sugestión, para buscar, tras la demanda formulable (curar su tartamudez), lo real de la causa que la grave inhibición de Bertie esconde. Puede, entonces, llevar —de nuevo, le asiste su arte, su osada inventiva— al rey a afirmarse como hablante, sa-cudiéndose ese peso paralizante. Nos lo muestran las preciosas escenas en que el cuerpo a cuerpo ha de agitarse, arrastrarse, gritarse, articularse, pre-figurando el desprendimiento que le libere de la losa mortal. Es a partir de ahí que el paciente entra en el juego y se instala algo del orden de la trans-ferencia, del amor, y con ella la ‘con-fianza’ que Logue le solicita, pues sabe que es la condición de posibilidad de la cura. Confianza no para ejercer de Amo que cree saber cómo responder al sufrimiento del otro, sino un poder de orden distinto, el poder discrecional del oyente, que tiene en cuenta que el sentido de lo que se dice depende en-teramente de quien lo escucha.

A partir de ahí el ‘real’ paciente puede —no sin trabajo— pasar de la mudez de la pulsión a la articulación del síntoma con que tendrá que arreglarselas para sostener a los británicos en el rechazo decidido a los delirios del nazismo. En esa partida todos estábamos concerni-dos en tanto peones del tablero de la historia. El artificio del Logue(peda) instaura el deseo en este Amo forzado que puede empezar a reconocer que siendo amo no es amo de sí mismo y que su deseo pende del deseo del Otro. Si la película nos conmueve es porque nos hace ver que no se trata de una ex-travagancia cualquiera; Otra-vagancia que se orienta por la vía del amor y la del arte como la que mejor puede sacar-nos de las servidumbres acostumbradas.

Para el psicoanalista advertido el film también tiene un ingrediente valioso. Si su propio análisis le preserva, en prin-cipio, de la posición de amo, la apuesta de Logue le permite constatar que el arte, ese ‘saber hacer’ particular, es la torre que en el tablero de ajedrez puede decidir que se mantenga o no abierta la partida.

La escena final en que Jorge vI pro-nuncia el discurso crucial (estamos en el registro de la Historia con mayúscu-

las), y que algunos tildan de excesiva y sentimental, condensa toda la emo-ción que guionista, director y actores fueron construyendo desde un lugar que se teje con el hilo de la verdad: el lugar del sufrimiento y sus raíces oscu-ras en la propia experiencia de haber sido, de ser, infans, sin voz, que tam-bién han recitado muchas veces el “To be or not to be”, antes de poder hacer del deseo acto. ♦

*Doctora en Letras. Miembro de la ELP y de la AMP.

Notas1. Se ha confirmado el éxito y, con él, las versio-

nes mediáticas sobre el que denominan “produc-

to anticuado”. El titular de El País resume: La

realeza venció a la generación 2.0. Ejemplo de

profesionalidad entendida como servidumbre:

la voz de su Amo apunta al imperativo de lo nue-

vo, que estaría encarnado en la otra candidata,

La red social, de david Fincher, historia del éxi-

to de un precoz tiburón del negocio más renta-

ble. En ese duelo hollywoodense entre el éxito

inmediato (sus crueldades) a costa de traiciones

sin fin, y el logro trabajado con amor, esta vez

ganaron los trabajos del amor.

Una extravagancia, una Otra-vagancia, que se orienta por la vía del amor y el arte capaz de sacarnos de las servidumbres acostumbradas.

“CONTrA UNO”: EL dISCUrSO dEL rEY Y OTrAS SErvIdUMBrES U OLvIdOS

Imágen — Pablo Alonso - Chewing gum space childrens (2004)

Page 20: Periodico Foro2 Web

F LITERATURA

20

TEXTOSCarmen Botello

IMAGENElías Castro

Margarita Bolinches, psicoanalista y miembro de la ELP, ha aprovechado la inauguración de la Feria del Libro en valencia para entrevistar a la escrito-ra y editora Carmen Botello que está firmando su último libro titulado El mejor amigo del hombre. Carmen Botello muy próxima a noso-tros, colabora de forma generosa cada vez que en nuestra sede hemos solici-tado su participación. Su interés por el psicoanálisis nos ha hecho, una vez más, encontrar en ella una interlocutora ágil y amena para el tema del próximo Foro en Madrid sobre Lo que la Evaluación silencia bajo el subtítulo Las servidum-bres voluntarias, término extraído del libro de Étienne de la Boétie Discurso de la servidumbre voluntaria.

Margarita Bolinches: Las servidum-bres voluntarias, expresión que en-cierra una contradicción interna, orienta precisamente por esto la posición sintomática del sujeto que busca la causa de sus sufrimientos y desdichas en una exterioridad ve-lando así lo que estructura su propio goce.¿Qué decir entonces de las servidum-bres femeninas de las que la literatu-ra ha elevado, aunque no siempre, a iconos? Paradigmas de la insatisfac-ción, del sacrificio, del sometimien-to al falo cuando no a los fantasmas masculinos. Carmen Botello: La mirada de muchos escritores sobre este asunto es extraor-dinariamente perspicaz. En el cerco a la verdadera pasión de un personaje, a

su “cosa”, que suele ser la misma “cosa” que alienta al creador, en la disección de lo íntimo y oculto, se construyen novelas grandiosas –que según Adorno, son una falsedad que hacen a la verdad más verdadera- o relatos sutiles, la lista de obras y escritores sería interminable. La aparición de los fantasmas mascu-linos a veces provoca hilaridad, como el personaje de Teresa Krumbholz, en Auto de fe de Canetti, que le sirve al au-tor para caricaturizar a la mujer brutal y mezquina, que carga de razón a los misóginos. Junto con las lánguidas, a lo Margarita Gautier, las insatisfechas a lo Bovary, las “pelanduscas” de Camil Petrescu, o las mujeres solas que quie-ren a toda costa atrapar a un hombre como las mujeres de los relatos de Jean rhys, o Anna Kavan -en la compulsión a la repetición y la tiranía del goce de estos personajes femeninos hay algo que escandaliza y repugna, pero a la vez abre la puerta a la compasión, pues-to que son mujeres en radical desampa-ro- efectivamente forman una pléyade con la que no resulta fácil encariñarse. Además los personajes femeninos, so-bre todo aquellos construidos por es-critores varones, dan cuenta con todos los recursos literarios de la dificultad que insiste entre los sexos, del descono-cimiento que nos abruma, de la necesi-dad imperiosa que los personajes mas-culinos tienen de comprender lo que no es posible. Entonces nos dibujan esas mujeres frívolas y escurridizas, como dania de Anton Holban, inaprensibles o duras, poderosas, locas de amor, vol-viendo locos también a los hombres. Y encontramos a esos hombres aspirando a la catalogación. Claro, cuando “algo” no se entiende lo mejor es tenerlo bajo control. Mejor desconfiar de ese “no en-tiendo” ¿Qué hay que entender cuando se trata de amor, de lealtad, de senti-

do de la responsabilidad, de decencia? ¿Qué ha de comprender Bronski de Ana Karenina? Simplemente no puede sos-tenerla en su desconsuelo. Leo bastante literatura escrita por mujeres. Les otorgo mucha fiabilidad porque me acercan a una cualidad di-ferente, esencial al leer un libro: que provoque cierta perturbación, una in-quietud, un pequeño agujero que me deje con ganas de más. Y más es recor-dar la historia, evocar los momentos más intensos y extraer de ellos nuevas sensaciones, inquietarme y regresar al texto, incluso excitarme de tal modo, que el cuerpo no puede permanecer leyendo en reposo. Tengo una enorme fortuna porque hay algunas escritoras que me ofrecen ese extraño consuelo. Me someto voluntariamente a la con-moción que me producen. Me tocan, me vuelven del revés. Son Lispector, Marlen Haushofer y Anna Kavan. Cada una con sus razones. Y desde luego, los místicos.

En tus personajes femeninos hay una gran variedad de matices que apun-tan a la certeza de una búsqueda que las empuja sin un saber previo. Así en uno de tus primeros libros, titu-lado Un error, desde la desolación y la supervivencia en un mundo devas-tado, emerge una voz femenina, la de Zoe quien “supo sin comprender, que ella también deseaba con todas sus fuerzas transmitir una huella”.¿Se podría decir que en algunos de estos personajes femeninos se puede leer de otro modo más ético la servi-dumbre voluntaria?Estoy convencida. Se trata de responsa-bilidad y decencia. “Lo verdaderamente inmoral es desistir de una misma” le escribía Clarice Lispector a una de sus hermanas desde Berna, preocupada

porque su deseo no encontraba el cauce adecuado. “¿Ha actuado usted en con-formidad con el deseo que lo habita?”, dice Lacan en la Ética del psicoanálisis.No hay mucho que saber, hay que so-meterse al deseo, si es que se atina a identificarlo y a soportar que varíe constantemente. Si supiera, quizá zoe r., no abandonaría el mundo oscuro en que vive. Lo exterior es incertidumbre. La lectura de un cuaderno, la huella de otro mundo, otro ser humano diferente, la conmueve en el sentido más profundo, le hace cambiar de posición. Ella se irá para encontrar su verdadero lugar en el desierto helado que habita. Y cuando decide sabe lo que pierde pero no tie-ne ni idea de lo que podría ganar. Pero está dispuesta a pagar el precio de ese impulso intangible y hacérselo pagar a los demás también, que es lo más difí-cil, porque ahí se le juegan el amor, la lealtad, la libertad, intereses contrarios. En cambio otro de los personajes fe-meninos de esta colección de relatos, una mujer sin nombre, se queda sopor-tando las consecuencias catastróficas de un modo de vida, en cuya construc-ción participó. Esta mujer bascula so-bre otra versión de la responsabilidad: para con los otros. No es casual. zoe es una adolescente y su mundo se desen-vuelve en un espacio que le ha venido dado, en cambio la mujer madura del relato “después de lo que pasó”, está plenamente concernida por lo que ocu-rre. En los dos casos se trata de decen-cia puesto que sus decisiones “miden” el esfuerzo que han de hacer estos per-sonajes para impedir que lo pulsional, su goce, sus costumbres, podríamos decir siguiendo a La Boétie, irrumpan en el deseo o bien deslicen al sujeto por la senda de la impunidad. Es entre la impunidad y el deseo donde la decen-cia se le juega. ♦

¿Qué hay que entender cuando se trata de amor, de lealtad, de sentido de la responsabilidad, de decencia?

LAS SErvIdUMBrES FEMENINAS EN LA LITErATUrA

Imágen — Elías Castro “mujer sentada”

Page 21: Periodico Foro2 Web

DERECHO F

21

TEXTOSLuis Seguí*

IMAGENNasa Archives

En el Blog de notas: Psicopatía de la evaluación -revista El Psicoanálisis nº l0, Madrid, 2006- Eric Laurent citaba el informe elaborado en el año 2005 por el Instituto Nacional de la Salud y de Investigación Médica francés -ErMF-titulado “Trastornos de conducta en niños y adolescentes”, fuertemente cen-trado en carencias biológicas determi-nantes para explicar la no identificación al otro como la ausencia de inhibición, rehusando cualquier intento de histo-rización tendente a la singularización sintomática. No parece casual la coin-cidencia entre la nosología que caracte-riza la impulsividad, la hiperactividad, los comportamientos psicopáticos y los

altos niveles de atrevimiento en las con-ductas infanto-juveniles, utilizada para explicar la “propensión antisocial”, con el llamado “trastorno oposicional desa-fiante” -TOd- que el INSErM incluye junto con el factor genético.

Se trata de evaluar a las personas desde edad temprana, medirlas en sus aptitu-des, conocimientos, rendimiento, esti-mar su adaptabilidad a las normas y en su caso, corregir a tiempo las desvia-ciones en potencia o en acto. Al acudir cada vez más a las teorías biologicistas y genetistas, se impulsan los estudios de neuroimagen de personas clasificadas como violentas o con propensión a la violencia, aplicados principalmente a comprobar la relación existente entre ciertas deficiencias funcionales y es-

tructurales que creen percibir en los lóbulos frontales y temporales, y los comportamientos agresivos. Así, no sólo se llevan a cabo estudios mediante tomografías de emisión de positrones

-PET-, sino también otras investigacio-nes mediante técnicas de neuroimagen funcionales utilizando tomografías computarizadas por emisión de fotón simple -SPECT- y estructurales por re-sonancias magnéticas, todas ellas ten-dentes a explorar la relación de las emo-ciones con la agresividad y la violencia.En España, la gobernanza del riesgo no ha avanzado tanto, pero las caracterís-ticas que asumen los nuevos malesta-res muestran los desplazamientos que se operan en los significantes amos, y los nuevos síntomas derivados de esos desplazamientos. dicho de otro modo, el discurso capitalista es el que exige de-finir las diversas formas en que se pre-senta el síntoma. El Estado y su lógica

de “buena conciencia” quiere encerrar el malestar social en los protocolos de la enfermedad social, unas normas de actuación en las que tienen un rol de-cisivo todos los expertos del mundo psi. Es en el ámbito del derecho penal, y también en la parte del derecho civil que se ocupa de los conflictos familia-res, donde más se percibe la influencia cada vez más determinante que tienen en las decisiones judiciales los informes y dictámenes de los peritos. Esto es es-pecialmente comprobable en los casos criminales en los que hay que determi-nar la responsabilidad del sujeto, es decir, la capacidad legal para hacerse cargo de las consecuencias de su acto, circunstancia que -como lo estableció una célebre sentencia del Tribunal Su-premo- “el juicio de los tribunales es

tributario de la ciencia médica”. En los casos de la llamada violencia de género la evaluación se pone en práctica desde el escalón institucional más bajo: una denuncia de la mujer, y la policía de-tiene de inmediato al presunto agresor, enviándolo ante el juez con un “Infor-me de valoración de riesgo”, puntuán-dolo como alto-medio-bajo. Esta eva-luación no es vinculante para el juez, que en las siguientes 24 horas tiene que decidir qué hacer con el acusado: si dejarlo en libertad con una orden de alejamiento, por ejemplo, o meterlo en la cárcel. Pero con no ser vinculante, en la mayoría de los casos funciona como si lo fuera: ni los jueces ni los fiscales quieren arriesgarse a decretar la liber-tad de un acusado cuya conducta es impredecible ¿alguna lo es? La presión de la opinión publicada es demasiado grande y políticamente irresistible, de modo que entre la evaluación de la poli-cía y la decisión judicial no hay espacio para la subjetividad.

La Ley del año 2000 que regula la responsabilidad penal de los menores entre catorce y dieciocho años es muy ilustrativa del desembarco del mundo psi en el plano jurídico-penal. Comien-za diciendo que “(…) en el derecho penal de menores ha de primar (…) el interés superior del menor. Interés que ha de ser valorado con criterios técnicos y no formalistas, por equipos de profesiona-les especializados en el ámbito de las ciencias no jurídicas”. La respuesta al interrogante de cuáles serían esas “cien-cias no jurídicas”, y quiénes -los profe-sionales especializados encargados de resocializar a los menores delincuentes- revela con meridiana claridad la orien-tación de la Ley: las medidas sanciona-doras deben perseguir “la concreta fina-lidad que las ciencias de la conducta exi-gen”, lo que significa que los llamados

“equipos técnicos” que deben informar al Ministerio Fiscal sobre “la situación psicológica, educativa y familiar del me-nor” actuarán siguiendo las teorías y las técnicas cognitivo-conductuales.

Como lo expresó no hace mucho un pro-fesor de derecho Penal y Criminología,

“en cuanto al tratamiento del delito, es

hora de que las togas negras dejen paso a las batas blancas”. de consolidarse esta orientación, el papel de los jueces se limitaría cada vez más a legitimar con su firma una sentencia que en rea-lidad viene ya dictada por los profesio-nales de las “ciencias no jurídicas”.

Tan solo hay un espacio donde la jus-ticia escapa -por el momento- a los condicionantes “científicos” que cada vez más determinan sus decisiones, y es aquel que la jurisprudencia del Tri-bunal Supremo de los Estados Unidos definió hace ya muchos años como po-litical questions: los asuntos de inte-rés político sobre los que se sustenta el discurso del amo, y que son demasiado importantes como para dejarlos en las manos de los técnicos. ♦

* Abogado, asuntos de familia. Articu-lista y ensayista. Miembro de la ELP y de la AMP.

El papel de los jueces se limitaría cada vez más a legitimar con su firma una sentencia que en realidad viene ya dictada por los profesionales de las “ciencias no jurídicas”

LA EvALUACIóN EN LOS PrOCEdIMIENTOS JUdICIALES ¿ESTÁ USTEd EN SU SANO JUICIO?

Imágen — Nasa Archives

Page 22: Periodico Foro2 Web

F SERVIDUMBRES VOLUNTARIAS

22

TEXTOSJosé R. Ubieto*

IMAGENAmy Chang

El discurso de Étienne de La Boétie, del que toma el título este segundo Fórum, corresponde a un régimen donde el amo fundamentaba la servidumbre del “escla-vo” en un liderazgo en el que el carisma tenía su incidencia. Hoy ese amo, sin desaparecer del todo, ha dejado paso a una nueva figura de la que podemos des-tacar su acefalía como rasgo principal.

Esa nueva figura del amo basa su efi-cacia en lograr un mayor velo del goce del sujeto obediente ya que ni tan sólo aparece la oposición de los dos térmi-nos amo-esclavo. Incluso se presenta como una servidumbre disfrazada de liberación definitiva de viejas creencias y obsoletas teorías constriñentes de la libertad individual.

Esa liberación del re-ligare de lo anti-guo se apoya en el poder de la ciencia exorcizadora de las ataduras y contami-naciones de los viejos procedimientos que implicaban una “confusión” entre sujeto y objeto. La transferencia se sitúa así, en las modernas teorías psi, como una rémora del pasado, un “desperdicio” que complica la actuación del psi. La paradoja es que esa ciencia abusiva, o sea el cientificismo, acaba dando for-ma sólida a una nueva religión por su carácter holístico.

El origen de esta ambición de coloni-zar el mundo a partir de la perspecti-va cientificista es antiguo e implica al propio desarrollo de la psicología. 1845

es una fecha clave donde bulle el de-bate entre los defensores de la ciencia como “única noticia” y aquellos que la creen compatible con la poética. Un escritor como Poe tomó posición en la discusión, tal como leemos en su famo-sa La carta robada, publicado en 1845:

“Las matemáticas constituyen la cien-cia de la forma y la cantidad; el razo-namiento matemático es simplemente la lógica aplicada a la observación de la forma y la cantidad. El gran error está en suponer que incluso las ver-dades de lo que se denomina álgebra pura constituyen verdades abstractas o generales. Y este error es tan enorme que me asombra se lo haya aceptado universalmente. Los axiomas mate-máticos no son axiomas de validez ge-neral. Lo que es cierto de la relación

-de una forma y la cantidad- resulta con frecuencia erróneo aplicado, por ejemplo, a la moral. (…) Hay muchas otras verdades matemáticas que sólo son tales dentro de los límites de la relación. Pero el matemático, llevado por el hábito, arguye, basándose en sus verdades finitas, como si tuvieran una aplicación general, cosa que, por lo demás, la gente acepta y cree. Para los algebristas, que son realmente paga-nos, las “fábulas paganas” constituyen materia de credulidad, y las inferen-cias que de ellas extraen no nacen de un descuido de la memoria sino de un inexplicable reblandecimiento mental”.

Ese mismo año se publicó Kosmos la obra de Humboldt, símbolo de esa oposición ciencia-poesía en la que Humboldt tomaría partido por la cien-cia global. Sabemos la importancia que dio Lacan en su seminario (1956), de-dicado al análisis del texto de Poe. No

en vano lo eligió como portada de sus escritos porque allí anticipa la función de la letra y la escritura como aquello que une lo real y el sentido, la fórmula matemática, que sostiene la ciencia, y la significación.

Hoy, siglo y medio más tarde, esa discu-sión prosigue aunque por otros medios. Aquello que en un inicio se presentaba como un debate epistémico de conse-cuencias más limitadas, hoy aspira a borrar lo ilegible de la letra de goce, lo más singular del sujeto, gracias al re-curso de la –nueva- tecnología. Lo po-tencial se hace posible por el poder de transformación que implica la técnica.Lacan señala en el Seminario XVIII1 que tenemos una nueva figura del progreso que no es otra que la apari-ción en el mundo de la programación y apunta que “el síntoma, el lapsus, el acto fallido, la psicopatología de la vida cotidiana sólo tiene, sólo se sos-tiene, sólo tiene sentido, si parten de la idea de que lo que tienen para decir está programado, es decir, para ser es-crito”. Este seminario retoma la idea de la letra en un cambio de perspecti-va en su enseñanza, por el cual lo que antecede al sujeto no es el Otro de lo simbólico sino que lo que antecede al ser que habla es el goce.Es esa dimensión del goce pulsional lo que la ambición cientificista psi quiere borrar con su “programación” del sujeto y las técnicas actuales de “gestión del caso” -case management- bien apoya-das en la idolatría digital. La parado-ja, como señalábamos antes, es que lo reprimido retorna como desperdicio, como exceso inútil, como goce en defini-tiva. Una muestra reciente nos la ofrece el artículo publicado por la prestigiosa

revista británica PLoS (Public Library of Science): “The impact of eHealth on the Quality and Safety of Health Care: A Systematic Overview”2 que desmon-ta de un plumazo la creencia de que la aplicación de las tecnologías electróni-cas a la salud -eSalud-, concretadas en la informatización de los dosieres médi-cos, aporta algún beneficio a la mejora de la salud de los pacientes, a pesar de las inversiones millonarias, o a la salud financiera de las instituciones que las utilizan. Las conclusiones no dejan lu-gar a dudas: no hay ninguna evidencia que justifique estos recursos y en cam-bio hay riesgos probados -inseguridad de datos, confusión de los diagnósticos, errores en la prescripción, disminución del contacto clínico-paciente, aumento considerable de las tareas burocráticas y de los gastos administrativos.

Una nueva servidumbre se presenta para el clínico que, como señalan los autores, implica además “la intrusión de una tercera persona en la consulta que altera negativamente el vínculo clínico-paciente”. ♦

*Psicoanalista en Barcelona. Miembro de la ELP y de la AMP.

Bibliografía

1 LACAN, J. (2009) De un discurso que no

fuera del semblante. PAIdóS, Buenos Aires,

pg. 83.

2 Ashly d. Black and alt (2011) “The impact of

eHealth on the Quality and Safety of Health

Care: A Systematic Overview” consultable

online en:

http://www.plosmedicine.org/article/

info%3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.

pmed.1000387

Aquello que se presentaba como un debate epistémico hoy aspira a borrar lo más singular del sujeto, gracias al recurso de la –nueva- tecnología.

LAS NUEvAS SErvIdUMBrES vOLUNTArIAS EN EL CAMPO PSI

Imágen — Amy Chang

Page 23: Periodico Foro2 Web

SERVIDUMBRES VOLUNTARIAS F

23

TEXTOSFélix Rueda*

IMAGENElías Castro

El segundo Forum, promovido por la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, que se celebrará el sábado 11 de junio de 2011, en la ciudad de Madrid, se ins-cribe en la serie de los Foros animados por Jacques-Alain Miller para combatir la ideología de la evaluación. Este se-gundo proseguirá la serie que inició el Foro celebrado el año pasado en Barce-lona y que tuvo como punto de reflexión al autismo. Ya que, como manifestó la convocatoria para acudir a aquel primer Foro, el autismo se ha convertido en Es-paña en un caso urgente.

dos propuestas de regulación legal, una del PP dirigida al Senado de España y otra formulada por una asociación de padres al Parlament de Catalunya, expuestas ambas antes del verano de 2010, sembraron una gran alarma en-tre aquellos que dedicándose al trata-miento del autismo, lo vienen haciendo desde otra perspectiva que las terapias cognitivo conductuales. Ya que dichas propuestas legales entienden el autis-mo únicamente como una deficiencia cognitiva a ser reducida, o como una dificultad de aprendizaje a ser pedagó-gicamente tratada.

El psicoanálisis, tal como afirmaba el manifiesto de convocatoria al Forum1, entiende que el tratamiento del autismo no puede reducirse a modelos de adies-tramiento de la conducta ni a ejercicios de comunicación del lenguaje humano. Porque el autismo no es una deficiencia

ni sólo una categoría clínica, sino una manera límite del ser hablante de situar-se en el lenguaje y en el vínculo social.

Las viñetas clínicas que se presentaron en Barcelona nos enseñaron a través de la delicadeza de los detalles que un dialogo inédito es posible con el niño autista. Transmitiendo que es posible transformar un estrago, en una peque-ña organización original, sirviéndose de un nuevo uso de los pedazos de lalengua.

Asimismo, el Forum demostró que se puede salir del silencio, haciendo pú-blica nuestra disidencia, para que el trabajo que queda por realizar se haga con nosotros. Esto es muy importante, ya que de nuevo, el pasado día 11 de ene-ro de 2011, el grupo parlamentario de Convergència i Unió, presentó a la Co-misión de Sanidad y Política Social del Congreso de diputados en Madrid una

“Proposición no de ley para la mejora de la atención a las personas con trastorno del espectro autista”, que fue aprobada con los votos de PSOE, PP y CiU. Esta proposición no de ley presenta, una vez más, un claro sesgo ideológico de con-secuencias graves y preocupantes, al instar a estudiar la implantación de la atención a personas con trastorno del espectro autista únicamente desde la perspectiva conductual, ignorando y menospreciando así otras orientacio-nes que desde hace años se ocupan de ello en las redes públicas, a menudo con resultados notables.

La perspectiva que aparece en la li-teratura cognitivo conductual, ya sea en la descripción fenomenológica que hace del autismo (TEA), ya sea en sus métodos de “evaluación psicológica”, o

en sus propuestas de atención es abso-lutamente homogénea con el fenóme-no de la evaluación. Sosteniéndose su a-discurso en un rechazo decidido de las referencias clínicas clásicas, lo cual implica también un rechazo de lo más singular de la dimensión subjetiva de los niños autistas.

Querrían eliminar toda articulación entre los signos psicopatológicos -las ecolalias, los balanceos, la agitación, la evitación de la mirada- y su dimen-sión subjetiva. Borrar que estos signos representan algo de los sujetos y dan cuenta de su esfuerzo por regular su relación al mundo.

Se abandona un saber clásico por mé-todos de diagnósticos simples, que no requieren ninguna especialización. valorándose que dichos métodos no necesitan formación clínica alguna, al tiempo que reclaman centros de es-pecialización diagnóstica de una sola orientación, la suya, que basan su tra-bajo en estos protocolos diagnósticos que elevan a la categoría de algoritmos.

Como planteaba una especialista en la formación de diagnosticadores cogni-tivos, frente a la pregunta que le hacía una psiquiatra infantil sobre la angus-tia por separación del ámbito familiar. Esta no está basada en la evidencia. La “evaluación psicológica” precisa que las emociones, las conductas, sean cuan-tificables, comparables2. Las que no lo son, como la angustia, no están basa-das en la evidencia.

Se verifica el esfuerzo que la “evalua-ción psicológica” realiza para evacuar lo imposible. de un lado, en la descrip-ción fenomenológica a-subjetiva, en la que desaparece, no el sufrimiento -que ni existe-, sino los diversos trastornos (TdAH, TA, TOC, TOP), que solo serían secundarios al TEA, y en segundo lugar, en la voluntad por establecer una teo-ría biológica del desarrollo emocional3 como explicación causal.

La conjunción de la llamada “evalua-ción psicológica” junto con la reduc-ción del hombre a la cosa-cerebro4, forman parte del a-discurso que re-chaza de manera extrema, forclusiva, la dimensión de la subjetividad en lo que tiene de más radical: la decisión del sujeto, con el empuje a la desres-ponsabilización que ello supone.

Podemos afirmar, puesto que las hipó-tesis de causalidad genética que sostie-nen nunca han sido demostradas, que forman parte de un empuje ideológico, que no científico. La diferencia entre la ciencia y una cosmovisión ideológica cientificista que tiene como pretensión,

“revelar a partir de la ciencia de forma clara el sentido último de nuestras vi-das, redefiniendo quienes somos y lo que somos” tienen un carácter reduc-cionista y autoritario, al negar la po-sibilidad de elección del tratamiento a las familias, y por qué no a los sujetos. ♦

*Psicoanalista en Bilbao. Miembro de la ELP y de la AMP.

Se puede salir del silencio, haciendo pública nuestra disidencia, para que el trabajo que queda por realizar se haga con nosotros

HACIA EL SEGUNdO FOrUM

Imágen — Elías Castro “hombre sentado”

1 Más información: www.foroautismo.com/

2 MILLEr, J-A (2006) Las buenas noticias del

progreso. El libro blanco del psicoanálisis. Elp-

rBA, Barcelona.

3 LAUrENT, E: “La evaluación como síntoma y

como estrago”. Mediodicho nº 27

4 MILNEr, J. C. (2007) La política de las cosas.

M. GóMEz Ed. Málaga.

Page 24: Periodico Foro2 Web

F EVALUADORES

24

TEXTOSAlmudena Silva

IMAGENPatricia Losada

Andrés Borderías, psicoanalista y miembro de la ELP, entrevista a Almu-dena Silva, que ha desarrollado su acti-vidad en el ámbito de la investigación y evaluación de programas sociales du-rante más de 20 años, autora del libro De la evaluación a la calidad.

Andrés Borderías: Usted desarrolla su trabajo desde hace años en el ám-bito de la “Evaluación de Programas de Intervención Social”. ¿Puede ex-plicarnos en qué consiste su práctica?Almudena Silva: “Evaluar” tal y como lo define la real Academia Española significa “asignar el valor de una cosa”, es, por tanto, hacer un juicio de valor y para asignar un valor es necesario me-dir, por lo que la evaluación se asimila a la medición. desde mi punto de vis-ta, la evaluación en las ciencias sociales consiste en aplicar un procedimiento riguroso y sistemático de análisis so-bre los programas y proyectos desti-nados a la intervención social, desde su concepción hasta su ejecución y la obtención de sus resultados y efectos. Todo ello destinado a emitir un juicio, una valoración y finalmente la toma de una decisión. Para ello, se aplican dis-tintos métodos y técnicas provenientes de distintos ámbitos del conocimiento que se utilizan con este propósito y que han quedado unidas en una especie de corpus metodológico común a las eva-

luaciones. La evaluación no tiene un método propio. Lo que sí tiene es un propósito propio, que es finalmente lo que la define. El método, o mejor di-cho, los métodos son todos aquellos que provienen de las diferentes disciplinas que la forman y que han demostrado su rigor para la obtención de datos y el análisis bajo premisas de fiabilidad y validez, y también sus limitaciones. En el caso que nos ocupa, la evaluación de programas sociales es una práctica vin-culada a la planificación, que propone una forma de intervención social que sigue unos planteamientos y métodos determinados, que se vinculan a una concepción del Estado en su forma de intervenir en el ámbito de lo social. Su origen es la Teoría Social del Estado, cuyo fin es la consecución del bienestar de las personas.

En la “Introducción al concepto de evaluación” de su libro La evaluación de programas en drogodependen-cias, usted afirma: “La evaluación de programas la podemos entender como una herramienta destinada al control de la realidad que se genera a partir de determinadas prácticas de intervención, en lo que a nosotros nos interesa, de intervención social”. Los denominados “programas” aparecen como un “instrumento” para la crea-ción de esa “realidad social”, y la eva-luación como el procedimiento para valorar la eficacia de dichos “progra-mas”. ¿Cómo entiende usted ese pro-ceso de creación de “realidad”?La planificación se constituye como herramienta de “intervención” en la

“realidad” social y como tal, ayuda a construirla. No tanto en cuanto a la metodología que utiliza, a su lógica de intervención, ya que parte de unas pre-misas determinadas, sino en cuanto a que maneja y opera a través de ideolo-gías, teorías y valores, por lo que en de-finitiva contribuye a crear “una manera de entender e intervenir en lo real”. La Evaluación Social sigue en su mayoría las premisas del positivismo del siglo XIX y busca su legitimación en la cuan-tificación y en la medición. Al igual que las ciencias sociales colonizadas por los postulados del método científico de las ciencias naturales, encuentra muchas dificultades para expresar la naturale-za y el conocimiento de la cambiante realidad de lo social.

Usted aboga en su libro por la eva-luación cualitativa. ¿Cree que la

“evaluación cualitativa” pretende algo distinto a la “evaluación cuan-titativa”?Sí, creo que hay importantes diferen-cias. La evaluación cualitativa trata de ampliar el campo de escucha y de investigación. Se adapta mejor al ob-jeto de estudio y también permite ha-cer un juicio o valorar. No creo que se oponga a la cuantificación, ambas son complementarias. Como dicen Swartz y Jacobs, la diferencia es que son dos sistemas de notación distintos. Aun-que la cuestión básica no está tanto en la oposición entre lo cuantitativo y lo cualitativo sino en el paradigma expe-rimental y su aplicación a las ciencias sociales. Creo que la evaluación en lo social tiene que tender a enriquecer su fundamentación, sus métodos de aprehender la realidad, manteniendo el espíritu de las ciencias o si usted pre-fiere de generación de conocimiento. Si la evaluación de programas se reduce a medir y para ello tenemos que medir lo que, por su propia naturaleza, no es medible, entonces tenemos un grave problema, pero cuando la evaluación va más allá de la medición y su utilización

se determina por su función de valorar, analizar y proporcionar conocimiento sobre un programa y sus resultados, y todo ello se establece bajo las reglas de la rigurosidad, entonces avanzamos mucho más en la comprensión de los individuos y de los hechos sociales. En mi opinión, no siempre tiene que ha-ber una formalización matemática para evaluar, ni tiene que basarse la evalua-ción en la experimentación.

¿Qué ha cambiado en el ámbito de la evaluación en estos últimos 20 años?La evaluación experimental se ha ido insertando como práctica unida a lo que se entiende como discurso cientí-fico; ésta es la posición más pobre que podía tomar. Pensar que algo que no es medible no existe y por tanto hay que desecharlo, me parece llegar a un re-duccionismo y a un pensamiento único que nos va acercando al totalitarismo basado en la pseudociencia. Ya que tra-ta de establecer procedimientos únicos de actuación que dejan fuera la riqueza, la subjetividad de cada uno de los indi-viduos que forman el grupo social. La evaluación experimental se ha mostra-do insuficiente para captar el mundo social a través de la experimentación, es casi imposible controlar todas las va-riables que inciden en la realidad social. Los evaluadores conocemos la necesi-dad de buscar otros paradigmas y mé-todos que nos permitan llegar mejor a la comprensión de los hechos sociales, las relaciones sociales y en definitiva, a nuestra condición humana. ♦

Pensar que algo que no es medible no existe nos va acercando al totalitarismo basado en la pseudociencia

CUESTIONES A UNA EvALUAdOrA ATíPICA

Imágen — Patricia Losada - [email protected]

Page 25: Periodico Foro2 Web

EVALUADORES F

25

TEXTOSCarmen Martínez

IMAGENNasa Archives

Entrevista a Carmen Martínez del valle, Socióloga y Experta en Evalua-ción de Universidades, realizada por Ana ramírez Izquierdo, Psicoanalista, Miembro de la ELP.

Ana Ramírez: ¿Cuándo surge toda esta corriente evaluadora y bajo qué interés?Carmen Martínez del valle: Surge en el mundo anglosajón, en la década de los 80, donde se empezaron a evaluar ins-tituciones relacionando cumplimiento de objetivos con financiación; se in-troduce de manera explícita la visión capitalista del mercado en el ámbito de la Universidad, ejemplo de ello es que se empieza a hablar de clientes en vez de estudiantes, la unidad de medida de las horas de docencia se llama crédito. Los gobiernos dotan de mayor autono-mía a las instituciones, pero a la vez, instalan sistemas de evaluación para juzgar el uso de dicha autonomía según los resultados obtenidos. Conviene destacar que la participación de las Universidades en la Evaluación se planteó como voluntaria y esto ga-rantizó el éxito de la participación. Si se hubiera impuesto es posible que no hu-biera tenido tanta aceptación, pues las Universidades tienen autonomía. Pero fue voluntario, y ahí... la servidumbre voluntaria.En España en 2003 se crea la ANECA -Agencia Nacional de Evaluación y Ca-lidad- y se empieza a hablar de Garan-

tía de Calidad, las Universidades deben tener un sello de Calidad, en principio bajo el lema “Hágalo como quiera, pero garantíceme la calidad de su título”. Pero no ocurre así sino que se establece una metodología común para todas las Uni-versidades, no sólo por interés del Estado, sino también porque las Universidades lo piden, no quieren ser diferentes, parece que les da miedo la libertad. Así, de an-temano se conocen las “reglas del juego”, y el proceso pasa de voluntario a obliga-torio con la legislación del plan Bolonia.

¿Qué opinión tiene usted del Modelo de Calidad? Estamos frente a una segunda etapa del Estado Evaluador, es posible advertir una tendencia a mayor control de los procesos de evaluación por parte de los gobiernos con la consecuente pérdida de control por parte de las instituciones, y una mayor ambigüedad respecto a los resultados de los procesos. El sistema es perverso. Baja el nivel y vende a los alumnos que tienen que hacer un más-ter. Es perverso porque se creó para re-ducir el número de grados y titulaciones para aumentar la calidad y se obtiene lo contrario, aumento de titulaciones.

¿Cuáles son las consecuencias del modelo en los sujetos, profesores y alumnos?El profesor es cada vez más gestor, se ocupa de procesos que le quitan tiempo para su formación, docencia e investi-gación. Al alumno se le infantiliza, se alarga su proceso de formación con el consiguiente coste económico y de-pendencia familiar. La inmadurez del alumno se perpetúa. Los profesores se pasan a la gestión. Son cargos políticos

y obtienen un plus económico con que complementar su escueto sueldo.

¿En este modelo tiene cabida la sin-gularidad del sujeto? ¿Aprende algo el alumno?desde mi punto de vista el alumno pier-de, se infantiliza. Primero, les gestionan todo el tiempo. Segundo, se incremen-ta el uso de las nuevas tecnologías de manera pasiva con el recorta y pega. El alumno recibe, traga y olvida. El suje-to está perdiendo grados de libertad. Tanto el alumno como el profesor. Y ahí, de nuevo, podemos enganchar con las “servidumbres voluntarias”. El plan es voluntario, perverso. Se trata de un sistema burocrático con mucho dinero para la gestión. Antes había grupos de profesores y estudiantes que se rebela-ban, ahora no se rebela nadie.

Es una política orientada a la gestión. ¿Sabe usted por qué?En nombre de la modernidad. El mode-lo se basa más en la apariencia que en el fondo. En el modelo único, anglosajón, las universidades piden que les den pau-tas y terminan con protocolos iguales. Buscan el cuantitativismo.

¿Cuál es el objetivo que persiguen?El del mercado. Al estudiante se le di-rige para que realice un máster más costoso. Antes, esa formación la reci-bía en la titulación ordinaria. Se pueden cerrar titulaciones en nombre de la ga-rantía de calidad y del mercado, no en nombre del conocimiento. Me planteo, a veces, sino estamos frente a la posibi-lidad de una vez realizada la mercan-tilización de la Universidad Pública, el siguiente paso no será su privatización en nombre de los costes, la calidad y del recorte del gasto social al que estamos asistiendo en estos momentos.

Parece que quieren obtener un deter-minado tipo de sujeto.Sí, un sujeto más uniforme, más contro-lable por el Estado. La competitividad

se hace más explícita. Los juniors que manejan las nuevas tecnologías llegan con publicaciones al peso. La pérdida del maestro es total. Hay menos cono-cimiento y más técnicas. Con el mer-cantilismo la universidad pone dinero a fondo perdido para crear empresas, dedicadas a los alimentos para celiacos, a la pérdida de calidad del esperma... Si la empresa va, la universidad se anota un punto.

¿Qué orientación política o económi-ca sostiene el modelo de Calidad?Es un modelo neoliberal, en el cual, en nombre de la libertad se incrementa el control y el espacio de poder. Te llaman como experto ¿experto en qué? Como experto de reconocido prestigio nos gustaría contar... Es el lenguaje vacío, la inmadurez como efecto del modelo. Tienen que mantener su fuerza como departamento, tienen que mantener clientes, repetidores.

¿Lo que importa es el alumno-cliente?Claro, el contrato que firma el alumno con la Universidad es el Plan de Estu-dios donde se matricula y paga según el número de créditos que compre.

¿Qué se hace con el malestar que ge-nera el sistema?La propia institución lo asume. El po-der busca votos, tipo servidumbre, para mantenerse. El malestar del profesora-do se compensa repartiendo parcelas de poder, y el de los alumnos con aproba-dos o metiendo dentro del modelo a los que están en contra ofreciéndoles car-gos. La evaluación pone sobre la mesa lo que se sabe y esconde lo que no interesa al propio modelo, al Estado.

¿Por qué el sujeto se da a la “servi-dumbre voluntaria”?Los responsables de los procesos son los rectores. Les gusta ejercer el nuevo poder de la gestión, evaluación-garantía de calidad, pues es una parcela más de poder que antes no existía. ♦

La participación de las Universidades en la Evaluación se planteó como voluntaria y esto garantizó el éxito de la participación.

UN MOdELO PErvErSO

Imágen — Nasa Archives

Page 26: Periodico Foro2 Web

F SERVIDUMBRES VOLUNTARIAS

26

TEXTOSMercedes de Francisco*

IMAGENNasa Archives

En el Círculo de Bellas Artes de Madrid, el sábado 11 de junio de 2011 www.loqueevaluacionsilencia.blogspot.com

www.facebook.com/Foro2.Servidumbres-voluntarias

Aunque la evaluación no es un tema que se haya tratado mucho dentro del pensamiento contemporáneo, sin em-bargo, es un fenómeno esencial de los tiempos actuales.

La evaluación inunda la actividad de nuestras vidas, casi de manera imper-ceptible, desde los dispositivos sanita-rios en su amplio espectro, hasta los educativos, empresariales, literarios,

artísticos, e incluso la vida cotidiana. Es así como lo calculable, la medida, entra en nuestras vidas y nos afecta como su-jetos. El poder administrativo, las polí-ticas de gestión, la pesadez de su control informático y estadístico, se imponen y atraviesan los gobiernos. En principio, parecería que se trata de evaluar ins-tituciones, grupos y no de individuos, pero son los individuos los evaluados, y el resultado de ella es tener a hombres y mujeres marcados por la comparación con el grupo de referencia o los pará-metros que las agencias de evaluación imponen. Esta comparación siempre se salda con un negativo. En la clínica que nos ofrece la experiencia analítica esto es patente y claro, cada vez que el sujeto se compara sale “perdiendo”.

Nos atreveríamos a decir que el poder de la evaluación es tiránico porque lo que en esencia pretende, más que la propia evaluación, es conseguir del

sujeto su consentimiento a esta ope-ración. Con este consentimiento, con esta servidumbre, dejamos de lado lo incomparable de cada uno y pasamos a formar parte de esa masa evaluada. ¿Qué consecuencias tiene esto para los sujetos?: el propio rechazo de sí mis-mos, un empuje destructivo, al consi-derarse menos que los otros y, por lo tanto, merecedores de sufrir las con-secuencias de este “déficit”. vemos así proliferar los estados depresivos, an-gustiosos... las adicciones. Pero tam-bién, esto explicaría la sorprendente docilidad con la que los ciudadanos aceptan este estado de cosas que los lleva a la impotencia frente a cualquier acción que pudieran acometer.

Ya Étienne de la Boétie (Tecnos. Ma-drid 2010) ponía en primer término esa servidumbre voluntaria, como lo único que en último término explicaría el éxito de cualquier tiranía. Es este consentimiento del sujeto lo que en última instancia la hace posible ¿Qué de lo propiamente subjetivo podría ex-plicar esto? Con S. Freud y J. Lacan encontraremos respuestas a estas pre-guntas que se desplegarán en nuestro Foro. El psicoanálisis, por ocuparse de lo incomparable e inconmensurable de cada uno, permite a los sujetos reen-contrarse con lo que les ha sido arre-batado, con lo imposible de evaluar. desde luego no creemos ser los únicos

FOrO “LAS SErvIdUMBrES vOLUNTArIAS” LO QUE LA EvALUACION SILENCIA

que activamente defendemos lo más íntimo e inigualable de cada uno. Por ello, animamos a participar en este Foro a todos aquellos que quieran de-senmascarar las nuevas formas que esta servidumbre adopta e ilustrarnos sobre su invención para resistir a ella.

Este segundo Foro, en continuación con el anterior – Lo que la evaluación silencia, un caso urgente: el Autismo (Barcelona, junio 2010) - se enmarca en un movimiento que Jacques-Alain Miller comenzó en el año 2001, con la publicación de sus Cartas a la Opinión Ilustrada (Paidós, Barcelona 2002) y que prosigue con la realización de Fo-ros en París donde participan intelec-tuales, escritores, artistas, psicoanalis-tas, políticos.

Para inscribiros y recibir el boletín on-line A-FORO, mandar un correo a

[email protected]

desde donde os irán llegando textos, comentarios, entrevistas, curiosidades, cuestiones organizativas y que darán la oportunidad a distintas formas de participación. También contamos con el blog y el perfil en Facebook, donde podréis consultar los textos enviados. ♦

*Psicoanalista en Madrid. Miembro de la ELP y de la AMP.

Imágen — Nasa Archives

Page 27: Periodico Foro2 Web

EDITORIAL F

27

...

Page 28: Periodico Foro2 Web

FOROLo que la evaluación silencia II

Las Servidumbres Voluntarias 11 de junio de 2011Círculo de Bellas Artes de Madrid, C/ Alcalá 42 (Sala de Columnas)De 10 a 19 horas, non stop PromuevenAsociación Mundial de Psicoanálisis (AMP)Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano (ELP)Federación Internacional de las Bibliotecas de Orientación Lacaniana (FIBOL)EuroFédération de Psychanalyse (EFP)Instituto del Campo Freudiano en España" ICF-E

Apoyo al foro e informaciones: www.facebook.com/Foro2.ServidumbresVoluntarias Toda la actualidad de este foro en: http://loqueevaluacionsilencia.blogspot.com/

Participación: 15 euros. Ingreso en LA CAIXA: 2100-3359-11-210064405515 euros. Ingreso en LA CAIXA: 2100-3359-11-2100644055