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Las aventuras de Pepe el Mocoso

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Ediciones La Rana, casa editorial del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, ofrece a sus lectores, con motivo del da 12 de noviembre, Da Nacional del Libro, Las aventuras de Pepe el Mocoso, obra ganadora en la categora de cuento del V Concurso Regional de Literatura para Nios; fue publicada por primera vez en Nave de letras, en coedicin con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (2007).

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Las aventuras de Pepe el Mocoso

Ma. Isabel Padilla Ortiz

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Diseo de cubiertas e interiores: Tonatiuh Mendoza

Del texto: Ma. Isabel Padilla Ortiz

De las imgenes: scar Aurey Osornio Lpez

De esta edicin: D.R. EdicionEs La RanaInstituto Estatal de la CulturaPaseo de la Presa nm. 89-B36000 Guanajuato, Gto.

Primera edicin, 2008

Impreso en MxicoPrinted in Mxico

isbn 978-970-724-116-9

Ediciones La Rana hace una atenta invitacin a sus lectores para fomentar el respeto por el trabajo intelectual, es por ello que les informa que la Ley de Derechos de Autor no permite la reproduccin de las obras artsticas y cientficas, ya sea total o parcial por cualquier medio o procedimiento, a menos que se tenga la autorizacin por escrito de los titulares del copyright o derechos de explotacin de la obra.

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Pepe corri veloz. En un segundo lleg hasta el objeto que haba visto brillar. No va a ser fcil sacarlo, dijo mientras escarbaba. Mir al cielo. Haba una sola nube, justo encima de l. Con sus manos form unos binoculares y observ. Hay una nave escondida en la nube, dijo con certeza. Cubri su tesoro con papeles, botellas y pedazos de plstico. Al levantar una bolsa, descubri la capa que algn sper hroe haba perdido: un trapo viejo y sucio. En su cara se dibuj una enorme sonrisa chimuela; se amarr la capa al cuello y cruzando los brazos se puso a vigilar. Volte de nuevo al cielo y vio que la nube se alejaba. Esta vez haba triunfado. Estir los brazos, respir todo el aire que pudo y corri en zigzag. El viento ondeaba su capa y Pepe volaba. Senta que volaba. La burla de sus vecinos lo aterriz. Miren, es Pepe el Mocoso!, grit uno. Todos soltaron una carcajada y gritaron al mismo tiempo: El Mocoso, el Mocoso!. De la nica bolsa de su pantaln, Pepe sac una resortera, recogi unas piedras e inici el ataque. Los nios esquivaron los proyectiles y su burla se volvi enojo. Pepe corri a su casa. Sus vecinos fueron tras l. La mam de Pepe vio que su hijo era perseguido por cinco nios ms grandes. Avent los cartones que cargaba y corri a su encuentro. Mtanse con uno de su tamao!, grit. Pepe abraz a su mam y ella le sacudi el pelo. No busques pleito, le dijo. Pepe le explic que tena que regresar, que haba descubierto un tesoro y que ira volando. Su mam vio el trapo sucio que su hijo traa amarrado al cuello y se lo quiso quitar. Pepe la mir enojado. En

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ese momento lleg su pap. Una capa nueva, eh?, le dijo, mien-tras sonrea. Pepe tom vuelo y corri a abrazarlo; se trep a sus hombros, y desde arriba volte a ver el sitio donde haba escondido su misterioso tesoro.

y y yPepe madrug para buscar una pala en su costal de juguetes. El ruido despert a su pap. Qu buscas?, le pregunt. Encontr una cosa brillante, pero est enterrada, le explic el nio. El pap se levant, tom un maletn y sac un martillo con el mango roto y unas pinzas. Ten, esto te puede servir, le dijo. La mam prendi el brasero y prepar atole de maz para el desayuno. Pepe sali de su casa bien armado para su nueva aventura: con sus herramientas nuevas y la panza satisfecha. Y se ech a volar.

Esa maana, unos camiones haban llegado muy temprano a descargar basura. Pepe busc con la mirada el sitio donde haba escondido el tesoro. Su corazn retumb al ver que un robot sepul-taba su preciado objeto. Ah no!, grit desesperado. Ah no! Y corri agitando sus manos. Pero todo fue intil, nadie lo escuch y su tesoro qued bajo toneladas de basura. Las lgrimas amenaza-ban con salir. Pepe se tall los ojos con una mano, y con la otra se limpi los mocos. Mir al cielo. Cinco naves se movan lentamente. Ustedes tienen la culpa!, grit.

Pepe tom sus binoculares y descubri que sobre su tesoro los robots haban levantado una gigantesca montaa, la ms alta del mundo. Estir los brazos y vol a la conquista de ese nuevo territo-rio. Desde la cima, divis un panorama inslito: Miles de brillantes regados titilaban entre la basura! Un guio de sol multiplicado, fulgurante ante sus ojos. Pepe qued pasmado. No lo poda creer.

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Grit fuerte, muy fuerte. Brinc, corri, ech maromas en el aire, agitando su capa. Volte al cielo y vio a las naves que se alejaban. Se sent a vigilar, feliz, satisfecho. Al pie de la montaa, descubri a sus paps buscando latas y cartn. Mir de nuevo al cielo. Las naves ya no estaban. Haba llegado la hora de actuar. Dnde escondera tantos brillantes? Busc con la mirada y a lo lejos vio unos agujeros enormes: el abismo prohibido. Sus paps no lo dejaban ir a ese lado del basurero, porque era muy peligroso. Del otro lado haba cuevas. S, se era el lugar perfecto. Pepe estaba seguro de que las naves re-gresaran para llevarse los brillantes, pero l no lo permitira. Corri de regreso a su casa por un costal. Su corazn lata muy rpido.

y y yPasaron cuatro horas, y Pepe slo haba logrado desenterrar ocho brillantes. El costal estaba lleno. Con mucho esfuerzo lo arrastr por todo el basurero, hasta llegar a las cuevas. Escogi la ms alejada para esconder su tesoro. Adentro estaban los nios que el da anterior se haban burlado de l. Escucharon un ruido y se asomaron. Vieron a Pepe arrastrando el costal y tramaron su venganza. Pepe, que no se haba dado cuenta de la presencia de los nios, solt el costal y entr a la cueva. A escondidas, los chiquillos se robaron los brillantes. Pepe escuch risas, sali rpido de la cueva y vio a sus vecinos llevndose su costal. Corri tras ellos, les exigi que se lo devolvieran. Luego les rog. Como respuesta obtuvo burlas y pedradas. No poda ha-cer nada. Eran cinco contra uno. Haba perdido esa batalla. Volte al cielo y vio una nube. Entrecerr los ojos. Esta vez la nave haba enviado a cinco ayudantes para robarle su tesoro.

Su panza haca ruidos extraos. Decidi ir a su casa para comer. Ms tarde regresara a buscar ms brillantes o a recuperar

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los que le haban robado. Lleg a su casa, pero sus paps todava no regresaban. Busc en la canasta del mandado, en la cazuela, en la olla, en el tortillero: No haba nada, ni siquiera poquito atole. Se puso a jugar con sus carritos, pero el hambre no lo dejaba en paz. Se sent junto a la puerta de su casa para esperar a sus paps. Pas el tiempo, y la panza ya le dola. Una vecina que pasaba le dijo que sus paps tardaran en llegar, pues la fila para vender las latas era muy larga. Pepe tena mucha hambre. En ese momento, un camin descargaba basura. Sus ojos se toparon con una bolsa transparente que guardaba un pedazo de pastel. Mmmmmm, se sabore. Eso podra calmar su hambre. Lo tom y regres a su casa a esperar a sus paps. De pronto record que su mam le tena prohibido recoger comida del basurero. Pero l tena mucha hambre. Abri la bolsa y

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con un dedo tom betn. Luego le dio una mordidita al pastel, luego se lo devor. Se sob la barriga. El hambre se haba ido. Ahora s poda regresar a buscar ms brillantes. Entr a su casa y busc otro costal; ahora tena que ser uno ms grande. Antes de salir, busc su resortera para defenderse. Afuera, vio una nave, justo encima de su casa: Haban descubierto dnde viva. Pepe corri, tena que esconderse porque iban a atacarlo. Un fuerte dolor en la panza lo detuvo. El pastel estaba podrido, pero Pepe estaba seguro que su dolor era porque los tripulantes de la nave lo atacaban. El dolor se hizo ms intenso, tanto que Pepe cay de rodillas al suelo. Se levant y camin de regreso a su casa. Pero no lleg. Qued tendido bajo una nube que se desvaneci con el viento.

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y y yTres das haban pasado desde que Pepe enferm de gravedad. Re-costado en su cama, abri los ojos y lo primero que vio fue el rostro de su mam que le sonrea.

Qu bueno que ests de regreso, le dijo, dndole un beso en la frente. Voy a calentar el caldito para que comas. Pepe se senta dbil y no saba qu le haba pasado. Se llev las manos al estmago, y record: Me llevaron los de la nave!. Su mam lo mir enternecida. Ya vas a empezar. Dos das despus, y con la promesa de no volver a comer nada de la basura, Pepe se preparaba para salir a jugar. Iba cargado con herramientas y costales. Ahora s, todos los brillantes seran suyos. Haba encontrado el mejor de los escondites: su casa.

Al abrir la puerta, descubri un panorama distinto: Las mon-taas haban desaparecido. Su pap le explic que en los grandes agujeros el abismo prohibido haban sepultado la basura. Pepe qued inmvil. Y sus brillantes? Suspir desilusionado. El olor del basurero penetr por su nariz; era un olor desagradable, pero a Pepe no le molestaba. se era su hogar. A lo lejos, descubri a unos invasores disfrazados con ropa amarilla. En el cielo, una nave se deslizaba sigilosa. Estaba seguro que haban regresado a quitarle su tesoro. Sonri. Tom su capa y se la at al cuello. Iniciaba una nueva batalla.

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Para la elaboracin de este libro se utiliz el tipo Warnock Pro; el papel fue bond crema de 90 gr.

Las aventuras de Pepe el Mocoso termin de imprimirse en el Taller del IEC, en octubre de 2008. El cuidado de la edicin estuvo a cargo

de Luz Vernica Mata Gonzlez y Tonatiuh Mendoza.

El tiraje fue de 1 000 ejemplares.