pelayo la estrella

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Los pelayos son participantes continuos de los casinos estudiaron tanto así que se hicieron una enorme fortuna como jugadores profesionales de la ruleta.

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  • JOS L. LOBO

    Tomemos una moneday lancmosla al aire100 veces. Cuntascaras y cuntas cruces

    saldrn? Si la moneda es per-fecta, sin sesgos, el valor espe-rado sera de 50 caras y 50 cru-ces. Pero si la frecuencia fuesede 54 frente a 46, que es lo quese conoce como desviacinaleatoria, entonces habra queempezar a pensar que esamoneda no es perfecta, ase-gura Conrado Manuel Garca,catedrtico de Matemticas yexperto en Teora deProbabilidades.

    Le voy a poner otro ejemplo, insiste el catedrtico.Imagnese que una familia tuviese 100 hijos. Pues bien:basndonos en la Ley de Regularidad del Azar, que eneste caso nos dice que las probabilidades de que salganio o nia son idnticas, sera literalmente imposibleque en esa familia hubiese 75 varones y 25 hembras, oviceversa. Aunque tambin es cierto que las fluctuacio-nes del azar influyen ms cuando se trata de pequeasrepeticiones de un experimento, por lo que no es deltodo inusual que, en una familia con cinco hijos, todossean chicas.

    Ahora sustituyamos la moneda y la gentica porel tapete de una mesa de ruleta. Si apostamos 50 euros,pongamos por caso, al nmero 23, qu probabilidadtenemos de obtener un pleno (y llevarnos, de paso, 1.800euros)? Conrado Manuel Garca no lo duda un instante:Una probabilidad entre 37, es decir, tantas como casi-lleros tiene la ruleta. Si sta es perfecta, es decir, si sumecanismo fsico funciona correctamente, las probabili-dades de que la bola caiga en uno u otro nmero sonexactamente las mismas. Cualquier anlisis matemtico

    que empleemos contra la rule-ta est condenado al fracaso.

    Es lo que los expertos comoManuel, director delDepartamento de Estadstica eInvestigacin Operativa III dela Escuela Universitaria deEstadstica de la Complutense,llaman la falacia del jugador,una trampa en la que caenmiles de apostadores: creer,por ejemplo, que tras una largaserie de rojas hay que jugar anegras, o que un nmero tienemuchas ms probabilidades desalir si no ha aparecido duran-te horas.

    Gonzalo Garca-Pelayo, unpolifactico personaje que ha ejercido de periodistaradiofnico, director de cine, apoderado taurino o pro-ductor musical a lo largo de sus 56 aos de vida, jamshaba odo hablar de la falacia del jugador hasta que, hacealgo ms de una dcada, se convirti en jugador profe-sional e hizo saltar la banca en casinos de los cinco con-tinentes. Hasta entonces no tena la menor idea de laTeora de Probabilidades, ni saba que las ruletas estnblindadas contra el anlisis matemtico, y cada vez que,como simple aficionado, probaba suerte sobre el tapete,terminaba perdiendo; sobre todo si aplicaba mtodostan conocidos y poco efectivos como el llamado sistemaMartingale: consiste en apostar a rojas o negras, pares onones, dobles docenas o cualquier otra combinacin quetenga casi el 50% de probabilidades de xito. Si el jugadorpierde, debe apostar el doble de la cantidad inicial y en elmismo lugar; si vuelve a perder, de nuevo apostar eldoble de lo anterior. La teora sostiene que, antes o des-pus, ganar alguna vez, y que, si apost una cantidadque compense lo perdido hasta ese momento, el balancefinal ser positivo. Pero el mayor enemigo de este sistemaGonzalo Garca-Pelayo lo descubri enseguida est enlos lmites que imponen los casinos, precisamente paradesalentar a los jugadores sistemistas: en el de Madrid,

    2003, La Estrella de Papel Independiente, SL

    de noviembre de

    Cmo derrotar al casino

    Con una inteligente combinacin demtodos fsicos y frmulas matemticas,

    una familia conocida en el ambiente de loscasinos comos los Pelayos consigui romper

    todos los esquemas del juego de la ruleta.Se convirtieron en los enemigos de

    cualquier sala porque lograban desbancar ala mesa en una sola tarde.

  • por ejemplo, la apuesta mxima a rojas o negras es de 900euros. Eso significa que si un jugador a rojas o negras haacumulado prdidas por esa cantidad, ya no podrintentar recuperarla en la siguiente tirada, porque no lepermitirn doblar la apuesta.

    Sistemas tan endebles, y en ocasiones ruinosos,como el Martingale ya fueron aplicados ms de un sigloantes con resultados igual de desastrosos por bohe-mios personajes como Alexi Ivnovich, protagonista dela clebre novela de Fidor Dostoievski El jugador, quedice en uno de los pasajes de la obra: Se aferra la suerte,por ejemplo, al rojo, y no lo abandona durante 10, 15jugadas seguidas. Dos das antes yo mismo haba ododecir que el rojo haba salido 22 veces consecutivas. Norecordaban otro caso igual y lo relataban asombrados.Por supuesto, en momento as, todos dejan inmediata-mente el rojo, y despus de la dcima jugada nadie seatreve a poner a este color. Pero tampoco pondr ningnjugador experto al negro, opuesto al rojo. Un jugadorsabe lo que significa el capricho del azar. Por ejemplo,parecera lgico que, tras salir 16 veces el rojo, la jugadasiguiente cayera en el negro. Los novatos se precipitan enmasa sobre una probabilidad, doblan y triplican sus pos-turas, y pierden terriblemente.

    En internet flotan miles de pginas sobre el juego,algunas meramente informativas como www.roulette-info.net, que explica pormenorizadamente las reglas ysecretos de la ruleta y otras, comowww.ganarenruleta.com.ar, que duermen en la red a laespera de que algn incauto entre en ellas y descubradecenas de sistemas infalibles para hacerse rico. Pero elnico sistema realmente ganador del que se tiene cons-tancia, al menos hasta comienzos de la dcada de losnoventa, antes de que Gonzalo descubriese y desarrolla-se uno propio que le hizo ganar ms de 250 millones depesetas, es el llamado mtodo de balstica. Y si el cru-pier, cansado de hacer siempre lo mismo, tuviera unatirada algo automatizada y lanzara la bola y el plato de laruleta a una velocidad parecida?, se preguntan Gonzaloy su hijo Ivn en uno de los captulos de La fabulosa his-toria de los Pelayos, el libro, recin publicado, en el quenarran su exitoso desafo al azar.Pues es de suponer quela bola caera, aproximadamente, a la misma distanciadel sitio de donde sali, aseguran padre e hijo.

    Ambos comprobaron que, efectivamente, elmtodo de balstica funcionaba, y que unos pocos juga-dores eran autnticos maestros en aplicar las leyes de lafsica al juego de la ruleta. Dado que a partir de unpunto concreto cualquier movimiento es tan uniforme-mente acelerado como tambin decelerado, controlandoel lanzamiento de bola del crupier eran capaces de calcu-lar con inusitada agilidad en qu zona de la misma iba aasentarse la bola lanzada, una vez que sta empezase adecelerar en su cada hacia los casilleros, explican. Laenorme dificultad de este sistema, y lo que a la postreresult ser tambin su flanco ms dbil, radicaba en queel jugador slo dispona de unos pocos segundos parahacer sus clculos: los que transcurran desde que el cru-

    pier arrojaba la bola sobre el plato giratorio de la ruletahasta que pronunciaba el No va ms!. Cuando los res-ponsables de los casinos descubrieron que algunos juga-dores le estaban haciendo un roto a la banca aplicandoeste ingenioso sistema, dieron instrucciones a los crupie-res para reducir al mnimo ese intervalo de tiempo. Deesta forma, los jugadores ya no tenan margen para pro-cesar mentalmente la informacin, y el mtodo fue, pocoa poco, cayendo en desuso.

    El origen del xito de nuestro sistema est, curiosa-mente, en el mtodo de balstica, aunque uno y otro notienen absolutamente nada que ver. Pero yo haba visto aalgunos jugadores ganar mucho dinero con ese mtodo,y tambin quise intentarlo. Llegu a estudiar a cada cru-pier del Casino de Madrid, cmo lanzaba la bola, si lohaca como un autmata, siempre de la misma forma, osi cambiaba de postura y de velocidad. Y fue as comodescubr que no slo los crupieres tenan tendencias,sino que tambin las tenan las mesas de ruleta, y que lasde stas eran mucho ms identificables, relata Gonzaloen su casa de Madrid. Tras analizar el estilo de todos loscrupieres y anotar pacientemente, durante das enteros,los nmeros que salan con cada uno de ellos, introdujoesa informacin en el ordenador y eureka! Haba, enefecto, determinados nmeros que aparecan significati-vamente ms que otros. Yo iba buscando los fallos delcrupier, pero me encontr con que, en realidad, las quefallaban eran las mquinas, las ruletas, recuerdaGonzalo.

    Lo que ocurra en el Casino de Madrid era que cier-tos nmeros estaban saliendo muy por encima de lo quetericamente les corresponda, lo cual era impensable sinpensar en un serio defecto fsico de la mquina, aade.Pronto verific que las mesas de ruleta ocultaban, efecti-vamente, una variada gama de imperfecciones lo que lllama tendencias, que iban desde casilleros desigualesalgunos eran ms grandes que otros a superficies msduras que otras en las que la bola, por tanto, rebotarams, pasando por tornillos que se desgastaban o liger-simas inclinaciones de la mesa, inapreciables para el ojohumano.

    Las mquinas, en general, no son perfectas y, por lotanto, los materiales de las ruletas tampoco. Pero es queen el Casino de Madrid todas las mesas de ruleta tenanla misma imperfeccin, que se localizaba en los mismosnmeros. En todas y cada una de las ocho mesas demarca Hispania con que contaba el casino, tanto losnmeros que ms salan como los que menos eran siem-pre los mismos, relata el jefe del clan de los Pelayos.

    Hoy, 10 aos ms tarde, las mesas del Casino deMadrid son de la marca John Huxley, fabricadas enLondres, y entre la variopinta fauna humana que se agol-pa ante ellas un da cualquiera abundan los solitarios deambos sexos entrados en aos, los jovencitos pijos queacaban de estrenar mayora de edad hay que tener msde 18 aos para poder aceder, jugadores empedernidosque queman billetes de 100 euros a la misma velocidadcon que apuran sus whiskys, algn que otro actor venidoa menos y, sobre todo, chinos, decenas de chinos que gas-tan el dinero a manos llenas. Pero ya no hay ni rastro de

    de noviembre de

  • los Pelayos, cansados, aseguran, de las trampas y mani-pulaciones del Casino, y de una largusima batalla legalcontra sus directivos de la que, pese a todo, siempre hansalido victoriosos. Pero sobre este asunto volveremosms adelante.

    Cuando Gonzalo se convenci de que los defectosfsicos de las ruletas del Casino de Madrid podan repor-tarle jugosos beneficios ya haba comprobado, porejemplo, que nmeros como el 32, el 29, el 11 o el 17 sal-an muchas menos veces de las que, con arreglo a la Leyde la Probabilidad, les correspondera, se puso manos ala obra. As naci la flotilla: un grupo, inicialmente for-mado por seis personas hijos, sobrinos y amigos deGonzalo que durante varios meses se dedic a tomarnota de todos los nmeros que salan en las ocho ruletasHispania, informacin que ms tarde era procesada porGonzalo en un programa de ordenador que l mismocre.

    Ivn, el otro cerebro de los Pelayos, relata as aquellosduros inicios: Elaboramos un sistema de rotas o planesde trabajo, donde cada uno de nosotros excepto mipadre, al que nunca le ha venido bien eso de la justamedida, y que a veces se pasaba todo el da delante deuna ruleta trabajaba una media de ocho horas y des-cansaba un da por semana, todo ello adaptado a un planms nocturno que diurno. Se empezaba a las cinco de latarde y finalizbamos a las cinco de la madrugada, esdecir, debamos cubrir todo el horario de apertura delcasino. Para que los datos extrados fuesen fiables, la flo-tilla anotaba los resultados de al menos 5.000 bolas decada ruleta, y cuando esa montona tarea concluaGonzalo se encargaba de procesar tan ingente cantidadde informacin. Cmo?

    Lo primero era conocer cmo se comportara unaruleta que fuese tericamente perfecta. Con ese objetivo,Gonzalo acu un concepto que bautiz como el positi-vo, es decir, las veces que un nmero sala por encima desu expectativa lgica. Por ejemplo: si determinadonmero sala una sola vez en 36 tiradas, no era ni positi-vo ni negativo; si apareca dos veces, sumaba un positivo;si lo haca tres veces, dos positivos, y as sucesivamente.De la misma forma, si ese mismo nmero no sala ningu-na vez en esas 36 tiradas, entonces se le considerabanegativo.

    El siguiente paso fue disear un programa deordenador que simulase una ruleta perfecta, sin tenden-cias o defectos fsicos, y realizar con l millones de tira-das virtuales. Si tenemos una estadstica seria, recogidade una mesa despus de 5.000 bolas, tenemos que saberque lo normal es que los positivos totales vayan por unos109, que si pasan de 143 podemos, estar ante algo intere-sante, y que si han pasado de 192, tenemos una autnticabomba, explica Gonzalo. A estas ltimas, que resultaronser las mejores, las denomin mesas A.

    El estudio de cmo funcionaban mesas con ligeras oms marcadas tendencias, las que nosotros llamamosmesas A, B y C, lo realic simulando ruletas en el ordena-dor, para que tuvieran un comportamiento parecido a las

    mesas reales que habamos conocido; de esta forma,poda estudiar su comportamiento futuro y sus posiblesventajas. Una mesa A deba arrojar una ganancia de 30positivos en 1.000 bolas, es decir, ganaramos 30 plenosnetos cuando jugsemos esa cantidad de tiradas. En unamesa B la ganancia esperada era de 20 positivos, que sequedaban en slo 12 en el caso de la mesa C. Con estosclculos hice la previsin de la ganancia. Y slo en eseverano de 1992, la flotilla le gan al Casino de Madrid, taly como Gonzalo haba pronosticado, 70 millones depesetas.

    Su bisoez de entonces tambin les hizo cometer gra-ves errores. Como cuando, en una sola sesin, perdieron10 millones de pesetas en apenas cinco horas.El proble-ma estuvo en que, animados por los xitos anteriores, nonos dimos cuenta de que estbamos sobreapostando,arriesgando por encima de nuestro capital, por lo que noresultaba difcil que, con una mala racha como aquella,llegsemos a perder tanto dinero. Pero se aprende per-diendo, y en aquella ocasin aprendimos que hay queapostar en funcin del capital del que dispones, que noes ilimitado. Como deca un jugador que conoc en LasVegas, el dilema siempre es to bet or not to bet [apostaro no apostar]. Aquel error de principiantes obedeci aque los Pelayos desconocan entonces la llamada teorade la ruina del jugador, muy familiar, en cambio, paraexpertos como el catedrtico Conrado Manuel Garca.Esta teora indica que hay que establecer el capital ini-cial, y el capital que se asigna a cada apuesta, para podersuperar los avatares negativos del azar. Es decir, quapuesta hacer en cada jugada para mantenerse en eljuego el mayor tiempo posible, sentencia.

    A propsito de esos avatares negativos del azar,Conrado Manuel Garca se pregunta cmo es posibleque haya aproximadamente un 20% de conductores quecirculen sin seguro, ni siquiera el de daos a terceros.Esas personas estn totalmente en manos del azar, por-que si tuviesen un accidente en el que muriese otra per-sona, probablemente arruinaran su vida. Cuntos deesos conductores se gastan al ao en juegos de azarmucho ms que lo que cuesta el seguro del automvil? Laprobabilidad de que a uno de ellos le toque la loto es infi-nitesimalmente ms pequea que la de tener un acciden-te de consecuencias nefastas.

    Los Pelayos, gracias a nuevas y millonarias ganan-cias en la ruleta, olvidaron pronto los errores cometidos.Pero, cuando ms felices se las prometan, ocurri unepisodio inesperado: Guillermo, sobrino de Gonzalo ymiembro de la flotilla, se enamor perdidamente deAngelines, una de las crupieres del Casino de Madrid.sta, que termin casndose con Guillermo, mantenaentonces una tormentosa relacin con uno de los direc-tivos del Casino, quien, al sospechar que Angelines le erainfiel, contrat a un detective privado que la siguiera atodas partes. Y lo que el investigador descubri, ademsde confirmar la relacin sentimental entre crupier ycliente, fue que Angelines simpatizaba con un grupohasta entonces desconocido de jugadores profesionalesperfectamente organizados: los Pelayos. Tiene gracia

    de noviembre de

  • que el origen de todos nuestros problemas con el Casinode Madrid fuese un asunto de cuernos, sostiene ahoraGonzalo. Pero claro, aquel directivo descubri que sunovia no slo le pona los cuernos, sino que su amante seestaba llevando limpiamente su dinero. Y eso debi serdemasiado para l.

    De un da para otro, la flotilla descubri que todaslas mesas haban sido cambiadas de sitio. Y no slo eso,sino que, ms adelante, comprobaron que los empleadosdel casino canibalizaron las ruletas, intercambiando susdiferentes componentes platos y soportes entre unas yotras. O, simplemente, que las ruletas con tendenciashaban sido sustituidas por otras completamente nuevas.Todas estas circunstancias obligaban al pintoresco clan areiniciar todo el trabajo desde el principio, puesto que lasmediciones y clculos anteriores de nada servan frente alas ruletas manipuladas o reemplazadas.

    Desde el primer da que llegbamos a un nuevolocal, nos fijbamos y apuntbamos rigurosamente lasmarcas que fusemos capaces de ver en cualquier partede la ruleta y que posteriormente pudieran identificarla:araazos, manchas supuestamente indelebles, dibujosespecficos que caprichosamente nos ofrecan las made-ras de esos artilugios y todo lo que nos ayudase a estarseguros de que esa mquina que estbamos analizando,y en la que debamos jugarnos los cuartos fuese siemprela misma. Gonzalo recuerda que el Casino lleg inclusoa manipular los precintos de las ruletas, una prcticaabsolutamente ilegal:Cada mesa es nica, con su homo-logacin y su nmero de importacin, y de ningunamanera se pueden alterar las condiciones fsicas deljuego.

    Pese a todo, an sigui una etapa de ganancias,aunque muy mermadas por las trabas del Casino, hastaque los directivos de ste decidieron cortar por lo sano yprohibieron la entrada a los Pelayos. stos no dudaron enacudir a los tribunales, dando lugar a una enconadabatalla legal, siempre resuelta a su favor, cuyo ltimo epi-sodio, por ahora, se escribi en mayo de 2000. En aque-lla fecha, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid fallque los mtodos empleados por los Pelayos, a caballoentre la fsica, la estadstica y la informtica, no afectana la propia ruleta, pues sta no se manipula para forzarun resultado; ni se sustituye la apuesta ni se altera elresultado. Para el tribunal, los integrantes de la flotillaapostaban como cualquier jugador, en el momento

    oportuno, y siguiendo las reglas de la ruleta, corriendo elriesgo de todo azar y con la nica circunstancia de que seespera obtener un resultado satisfactorio basado en elclculo de probabilidades.

    Varios aos antes, y tras otra sentencia favorable, quefue recurrida y vuelta a perder, como todas, por la direc-cin del Casino, Gonzalo dirigi un escrito de alegacio-nes al ministro de Justicia e Interior, entonces JuanAlberto Belloch, en el que, con el gracejo y la irona quedelataban su origen andaluz, se defenda as de las acusa-ciones del casino: Nosotros analizamos la tendencianatural del azar sobre la base de recordar los ltimosnmeros ganadores, empleamos nuestra propia capaci-dad sin ninguna ayuda exterior (cuando estamos en lassalas de juego; ya en la calle podemos pedir ayuda paranuestros anlisis a un sobrino de Einstein, a un cuadodel recurrente, a un vidente convencido, a un mechero degas, a una mquina creadora de apasionante realidad vir-tual o a una que, simplemente, expende tabacos, es decir,a todo lo que se nos venga en gana), y as creemos (noestamos seguros ni nosotros mismos) que podemosanticipar algn resultado del azar, que tambin pensa-mos que sigue siendo el elemento esencial (o le recuerdo:casi esencial) en este tipo de juegos.

    Hartos de tantas trabas, los Pelayos que entonces lle-gaban ya a la docena se embarcaron en una aventura,tambin relacionada con el juego, que tena tanto de pro-fesional como de placentera: recorrer durante meses loscasinos de las ciudades ms bellas de Europa y tratar,cmo no, de hacer saltar las bancas al otro lado de losPirineos con el mtodo que tantas ganancias les habareportado en Espaa. Pero el sueo o no es un sueoganar en pocas semanas, como ganaron, 50 millones depesetas en el Casino de Amsterdam? dur hasta que losdirectivos de Madrid dieron el soplo a sus colegas de todaEuropa.

    Nuestra aventura slo dur tres aos, y fue una expe-riencia vital apasionante, aunque econmicamente, pesea lo que pueda parecer, tampoco result tan rentable,argumenta Gonzalo.Es cierto que obtuvimos 250 millo-nes de pesetas de beneficio neto, despus de descontarlos gastos de los viajes, pero hay que tener en cuenta que,al final, ramos 12 jugadores a repartir. Ahora, supera-da aquella etapa, el cabecilla de los Pelayos lanza un retoa cualquier casino que lo quiera aceptar: asegura que escapaz de ganarle un milln de euros en dos meses apli-cando su sistema. Eso s: con la condicin de que nadiemanipule la ruleta.

    de noviembre de