pautas de obsevaciÓn
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Tema: Intervención en el ámbito familiar: prevención e intervención en el
consumo de drogas en jóvenes menores de 18 años.
Trabajo elaborado por :
Luís Camino Vallhonrat.
Trabajador social clínico. Terapeuta familiar, especialista en prevención y
tratamiento de las drogodependencias y otras adicciones.
Desde el año 90 trabaja en el tratamiento de las adicciones. 23 años en un centro
publico de drogodependencias en Cornellà de LL., Esplugues de LL., Sant Joan
Despí y Sant Just Desvern, en las funciones de director del equipo de
prevención, terapeuta de familia y de grupo. Actualmente sigue trabajando en el
ámbito privado y colaborando con el Institut Milton Erickson de Barcelona.
CONTENIDOS DEL DOCUMENTO:
0) Justificación.
1) Introducción.
2) Pautas de observación para la detección precoz del consumo de drogas en
menores de 18 años.
3) Relación del joven con la droga. Tipos de consumo.
4) Esquema general en la actuación de los profesionales.
5) Intervención profesional:
-Primera etapa: control del síntoma o consumo.
-Segunda etapa: terapia familiar.
-Tercera etapa: seguimiento y finalización.
6) Actitudes y conductas de los jóvenes.
7) Actitudes y conductas de los padres.
8) Actitudes y conductas de hermanos y primos.
9) Actitudes y conductas de tíos, abuelos y otros.
10) Prevención de las adicciones y promoción de la salud.
11)Artículo para padres sobre jóvenes, autoestima y drogas.
12)Materiales didácticos para trabajar con jóvenes en la prevención
de drogas.
13)Bibliografía sobre terapia familiar.
JUSTIFICACION
“No creo que las teorías sobre las que hemos leído tengan mucho que ver con
nuestros supuestos básicos. Pienso que es a la inversa: encontramos teorías que
encajan en nuestros prejuicios. Cuando tropezamos con una idea que nos gusta,
automáticamente la introducimos en nuestra computadora. Si se adapta a nuestra
programación, la ratificamos. Si no se adapta, la rechazamos por ser incorrecta, o
por los menos, no útil.”
Carl Withaker
Este documento se basa en mi práctica clínica de hace 22 años en un centro
público especializado de tratamiento y prevención de drogas, *CAS Fontsanta,
donde he realizado el trabajo de terapia familiar, terapia de grupo con familias
y las actividades de prevención con jóvenes en institutos de secundaria y otros
contextos en la comunidad y, también se basa en la práctica privada, como
terapeuta familiar hace 8 años, en el Institut Gestalt de Barcelona.
A nivel teórico-práctico me guío por el modelo de terapia familiar estructural-
estratégica, según *Stanton y Todd (1982) y colaboradores, así como los libros
que me han ayudado más de J. Haley, S. Minuchin, C. Madanes, F. Pittman.
Por supuesto, también me baso en mi experiencia personal, sobretodo, en mi
adolescencia “loca”, donde mi deber moral era drogarme o colocarme con los
amigos. Desde los 13 años hasta los 22 años, cómo época de consumo
habitual/diario (adicción psicológica), y de los 23 a los 28 años, como consumo
moderado y alternante. En esta etapa seguía consumiendo para “colocarme”,
pero continuamente reconfirmaba que era un viejo hábito que no me gustaba.
Recuerdo que la última vez que me inyecté una dosis de heroína, después de
enfadarme con mi novia, me sentí como un niño pequeño enrabiado, jugando
con un juguete que ya no me gustaba, regalé el resto de dosis, a mis compañeros
en aquel momento de consumo. Lo mismo fué ocurriendo con las bebidas
alcohólicas, con la cocaína en las fiestas, con los porros para “desconectar
después del trabajo”, tarde bastantes años en dejar ese “infantil hábito”; también
hubo algo que me impresionó mucho, la muerte a los 30 años de mi mejor amigo
y compañero de drogas desde los 14 años. El susto ante la muerte de mi amigo y
mi posible propia muerte, acabó por cambiar radicalmente mi concepto de la
vida y la muerte…
Al no hacer ningún tratamiento de deshabituación ni de conciencia de problema,
la autoterapia la hice de “mayor” tratando a los demás. Parece que aún no me
doy el alta terapeútica, “¿será por miedo a la recaída?”, “¿por qué aún tengo
cosas que aprender?”, “¿por qué me siento en deuda con los amigos que no
sobrevivieron?”, “¿por qué estoy enganchado al tratamiento de las adicciones?”,
¿por qué no me he confesado nunca públicamente?”.
Es posible que este documento es lo que creo que me habría ayudado en la época
de mi adolescencia, pero si en ese momento lo hubiese leído, seguramente
hubiera estado en contra totalmente de este tratamiento, por el contrario, lo
hubiera visto como un tratamiento represor, humillante y traicionero, en contra
de la libertad individual…pero creo que la lectura entrelíneas del documento es
fiel, a los valores humanistas que yo decidí, ya en esa época, adoptar de mis
padres. Y si tengo que ser sincero, trabajar con familias me alegra el espíritu, me
lo paso bien y puedo continuar con el papel de “salvador”, mi patología es ahora
productiva, creo que fue Jaspers quien dijo que la única libertad que nos queda
es aceptar o no nuestro destino.
El tema de poner una etiqueta diagnóstica a un chico menor de edad es un tabú
profesional. Es decir, diagnosticar la conducta “negativa” como un problema de
drogas o una adicción psicológica a los porros o a colocarse, se considera algo
demasiado grave que puede crear consecuencias negativas. Hay miedo a la
“profecía autocumplidora” de que aquello que tú diagnosticas tiene una
influencia negativa y el poder de crear el problema de la adicción, por el tipo de
tratamiento que se le da al chico. También se teme marginar, asustar a los
padres, criminalizar una conducta que indica sufrimiento, etc.
La prohibición de diagnosticar también es una etiqueta castradora. Este temor
tiene buenos fundamentos, porque ha habido un exceso abuso de diagnósticos,
que no permiten que el joven se lo perciba con posibilidades de cambio. Pero en
el caso de las drogas, hay una negación profesional y familiar de la influencia
del consumo de drogas en el joven, con justificaciones como “lo hacen todos”,
“es un consumo adolescente típico”, “no es un adicto”, “el problema de fondo es
otro…”. Y el resultado es que ningún adulto sabe en realidad qué y cuánto
consume el chico y , el tiempo va pasando, el consumo de mantiene y el chico se
va profesionalizando en el tema.
El resultado de no centrar el problema como un diagnóstico de consumo de
drogas hace que el diagnóstico sea confuso o exista un múltidiagnóstico, porque
aunque no se quiera diagnosticar todos lo están haciendo: el padre piensa que el
hijo es una “cara dura”, la madre cree que su hijo tiene un problema mental, el
psicólogo cree que es un tema de baja autoestima, el psiquiatra ve un trastorno
de personalidad, el maestro ve falta de voluntad, el abuelo piensa que el nieto es
igual al loco de su tío, el terapeuta familiar ve un conflicto de pareja de los
padres, etc, etc.
Todas estas percepciones y etiquetas diagnósticas pueden ser partes de la
“verdad”, pero no tienen validez si no se empieza por lo obvio de la conducta del
chico: consumo de drogas.
La propuesta es empezar por el síntoma más evidente que es el consumo de
drogas, se puede plantear como un tema de hacer prevención para que el chico
no acabe con el tiempo haciendo una adicción y en una segunda etapa buscar
cuál es el sufrimiento de este chico que está llamando la atención de la familia.
En esta segunda parte podemos encontrarnos diferentes conflictos:
-crisis de pareja de los padres en eterna lucha de poder, tanto si es una pelea
explícita o implícita en un contenciosos silenciosos,
-conflicto entre criterios educativos de los padres,
-enfermedad mental no diagnosticada ni tratada de uno de los padres,
alcoholismo de un padre o madre,
-conflicto entre las familias de origen de ambos padres, porque uno de los padres
se mantenido neutral o aliado con su familia de origen en contra de su cónyuge,
-relación de pareja de padres de carácter fusional que los hijos se sienten
excluídos, los límites de la pareja son tan rígidos que los hijos quedan demasiado
separados afectivamente y no tienen el vínculo necesario con ellos,
-infidelidad de uno de los padres encubierto o explícito,
-secretos familiares
-crisis de desarrollo familiar, se inicia la independencia de los hijos,
-crisis traumáticas, muertes, enfermedades, duelos no resueltos
-abusos sexuales, malos tratos psicológicos y/o físicos en la familia
-duelos no elaborados por inmigración
-padres inmaduros que no han realizado el papel adecuado,
-divorcio de los padres no resuelto, siguen en conflicto,
-problemas de familias reconstituidas en nuevas nupcias, crisis de adaptación a
la nueva situación familiar.
Todos estos ejemplos de problemas pasan en muchas familias y se pueden
superar de muchas maneras, la cuestión no es el sufrimiento de la familia, sino la
forma en que se afronta el sufrimiento, en muchas ocasiones, se hace una
negación de ese dolor emocional o se mantiene en secreto algo muy importante
parta la historia de los padres y sus familias de origen. También vemos como
muchas dificultades no resueltas de los padres con sus propios progenitores se
repiten con los hijos, con lo cual, hay una nueva oportunidad para los padres a
superar aquello pendiente con la generación anterior.
F. Pittman propone un trabajo terapéutico de 7 pasos en el tratamiento para
familias donde hay una demanda por un hijo adolescente. Este mapa lo adapto a
un consumo de drogas de un menor de edad, que siempre lo considero como una
problemática a solucionar:
Primer paso. Reacción ante la emergencia de los padres. Si la queja de los
progenitores es por la conducta del adolescente, hay que incitarlos a que asuman
el control con firmeza y apoyarlos para conseguirlo, poniendo nombre al
problema: “consumo de drogas” y solución primera: “dejar de consumir”.
Cuando la queja es por el estado emocional del joven, Pittman dice que hay que
dar prioridad a los sentimientos del chico e invitar a toda la familia, pero esto no
suele ocurrir cuando se trata del consumo de drogas. De todas, maneras ante esta
demanda siempre hay que explorar si existe consumo de drogas o no, por
ejemplo, si ha habido una crisis psicótica o un intento de suicidio o depresión.
Segundo paso. Compromiso de toda la familia para colaborar en el tratamiento.
Si el chico no lo desea, el pacto se hace con los progenitores y se les ayuda a
controlar la situación.
Tercer paso.Definición del problema como prevención de una adicción, abuso de
drogas, dependencia psicológica a drogas y receta general para iniciar la
solución, uniendo a los padres en sus criterios y dándoles información sobre las
drogas, así como estrategias en casa para abordar el problema.
Cuarto paso. Cuando ya se ha conseguido el control del consumo, el chico está
sin consumir, se puede empezar a hablar del sufrimiento que esconde este
llamada de atención del chico a los padres: revelando secretos familiares,
confrontando conflictos familiares, sonsacando preocupaciones de cada miembro
de la familia, explorando la historia familiar.
A veces, aún es necesario estar trabajando el problema de drogas, al mismo
tiempo, que se va dando significado relacional al problema del chico.
Quinto paso. Receta específica, una vez se sabe cual es el problema subyacente
del consumo de drogas, ¿qué nombre tiene el sufrimiento familiar?, ¿cómo
ayudar al adolescente a dejar su conducta y cambiarla por una que le ayude a la
madurez?, ¿cuáles son las conductas de los padres que ayudan a que el chico
cambie?.
Sexto paso. Negociación de la resistencia la cambio.En muchos casos hemos de
esperar una recaída de la familia en las conductas anteriores al tratamiento y a
los cambios obtenidos. A veces es un consumo puntual en las drogas del joven,
en otras ocasiones es uno de los padres que parece boicotear el tratamiento o no
reconocer los cambios positivos, en otras es un abuelo que boicotea con la mejor
intención normas o pactos que se han realizado entre padres e hijos. En muchos
casos es que aflora el conflicto de pareja de los padres e involucran al hijo
problemático, entonces es necesario hacer un trabajo focalizando este tema.
Cada generación debe reconocer los cambios de los otros, sin esperar la
perfección. La resistencia debe convertirse en el foco de la terapia.
Séptimo paso. Final terapia.
La abstinencia comprobada del chico se ha prolongado en el tiempo y sus
relaciones familiares, amigos, estudios o trabajo se ha normalizado y la familia
ha realizado un cambio positivo. Generalmente el adolescente empieza a desertar
de la terapia, con lo cual, es un buen pronóstico.
INTRODUCCION Y PUNTO DE PARTIDA
Para saber que tipo de intervención hacer con jóvenes que consumen drogas es
necesario valorar tres aspectos:
1) El joven: personalidad, aficiones, trabajo, estudios, contexto cultural,
amigos, pareja, historia biográfica.
2) Familia y educadores: historia familiar y su estado actual, contando
especialmente con padre, madre y hermanos, otros adultos influyentes
como educadores, etc.
3) La droga: la función y significado del consumo para el joven, los tipos de
drogas que consume, frecuencia, dosis, el tiempo que hace que consumen
y las consecuencias negativas tanto personales como sociales del
consumo.
Por supuesto, el barrio y la comunidad donde se vive también tienen importancia
porque sabemos que el fenómeno del consumo de las drogas abarca todos los
ámbitos: ideología, política, cultura, biología, psicología, sociología,
antropología, arte, religión, espiritualidad, etc. Pero aquí sólo nos centraremos
en el joven y su familia. Cuando se trate de jóvenes de barrios marginales,
extrema pobreza y culturas concretas deberíamos ampliar el foco de
intervención.
En este documento hablo de los jóvenes menores de 18 años, aunque también
podría ser utilizado en muchos casos en jóvenes de mayor edad.
Sabemos que el consumo de los adolescentes empieza por el tabaco y las bebidas
alcohólicas y, en la mayoría de casos, los chicos y las chicas se inician con la
familia en las bebidas alcohólicas. El tabaco y el alcohol son como un rito de
pasaje a la edad adulta. La posibilidad de enseñar a los jóvenes a beber de
manera responsable siempre plantea la siguiente pregunta: ¿cómo puede enseñar
a beber de manera responsable si la bebida en un menor es ilegal?. El mensaje
es: “!Está bien beber!, con moderación…”.
Es como si un padre no estuviera de acuerdo con la ley que prohíbe conducir
coches a menores de edad y enseñara a su hijo menor de edad a conducir
responsablemente.¿se puede educar a ser responsable ilegalmente?...
Con el tabaco ocurre lo mismo:” mejor no prohibir porque si no lo harán para
rebelarse…”. Prohibir a los padres que puedan prohibir a los hijos por miedo a la
rebeldía, es una cuestión interesante a plantearse por parte de los “expertos en
educación”.
Con el consumo de tabaco, alcohol y drogas los educadores y padres deben ser
claros con sus mensajes, no puede hay actitud neutra: “quién calla, otorga”.
Incluso los jóvenes lo tienen más claro que los adultos: cuando se pregunta a un
chico o chica qué piensa si su hermano menor, fumara o bebiera alcohol,
enseguida contestan que no lo dejarían. Los jóvenes de 17 años, tanto si
consumen o no, ven mal e infantil el consumo de tabaco en los que son menores
que ellos y así sucesivamente cuando vamos bajando la edad.
En realidad el objetivo prioritario, en la intervención terapeútica en un joven
consumidor de drogas es la abstinencia total, porque aunque se trate de un
consumo experimental o un consumo moderado, más relacionado con el grupo
de amigos, hay que considerar que el consumo de cualquier droga legal o ilegal
se puede considerar como un abuso o mal uso de la sustancia, por el simple
hecho de que la ley prohíbe su venta a menores de edad y porque el joven está en
una edad de riesgo (vulnerabilidad psicológica) donde es necesaria una
supervisión guiada de los adultos.
La abstinencia a drogas, cuando no existe una adicción, se consigue fácilmente
poniendo límites y supervisión al joven, también cuando deja de ir con el grupo
de amigos consumidores, porque el consumo no tiene un fin en sí mismo, si no
que es un medio para identificarse con el grupo de amigos, el consumo pierde su
significado cuando no hay el contexto social que lo apoya. Hay dos maneras
básicas de conseguir saber que un chico ha dejado de consumir drogas después
de que se han enterado los padres y educadores, que es confirmar que deja de
relacionarse con sus amigos consumidores y otra manera es haciendo controles
de orina, para saber si hay consumo o no. También es importante hacer un
seguimiento de seis meses a un año, porque es muy frecuente que el joven deje
de consumir por presión familiar o social (escuela, médico), pero sólo
temporalmente hasta que los adultos dejan de controlar por la mejora de su
conducta. Por tanto, después de la crisis familiar, ante la detección del consumo
del hijo es importante hacer un seguimiento durante un tiempo prudencial.
Cuando una familia pide ayuda por su hijo por un consumo de drogas hay que
valorar si se trata de un consumo de grupo de amigos o de un consumo adictivo,
en el primer caso se podrá abordar desde un contexto no especializado en drogas
y más cercano a la familia, (psicólogo instituto, servicios sociales, educador,
médico, terapeuta privado, etc) , pero si se trata de un consumo adictivo será
importante abordarlo desde profesionales especializados en el tratamiento de
drogas.
Existen tres características que nos deben hacer pensar que el consumo es grave:
1) Cuando el joven consume en solitario.
2) Cuando hay un consumo de fines de semana o diario.
3) Cuando la cantidad de la droga consumida es alta, porque significa que hay
tolerancia y lleva tiempo consumiendo. En este caso es seguro que existe una
adicción psicológica que necesita un trabajo especializado.
Una reflexión interesante de un especialista en prevención de drogas, R.
Schwebel dice así:
“Una consecuencia de la aceptación del uso de drogas en niños ha sido la
práctica empleada por algunos padres y profesionales consistente en enseñar a
hacer un “uso responsable” de las mismas. Según estos adultos, los niños usarán
drogas de todas formas, por lo cual conviene enseñarles a ser consumidores
responsables que no abusen de las sustancias. El inconveniente de este enfoque
es que parece legitimizar el uso de drogas en los niños. A mí me parece que en
lugar de enseñarles a usar drogas en forma responsable, habría que invertir
esfuerzo en enseñarles a satisfacer sus necesidades sin drogas y a oponer
resistencia a la presión de los compañeros. Si los hijos ya usan drogas, los
esfuerzos deben dirigirse a lograr que las abandonen.
Sería alarmista decir que todo uso de drogas en adolescentes automáticamente
provoca daños. Sin embargo, hay riesgos significativos. En vista de ello, el
objetivo debería ser no usar drogas.”
Yo añadiría que es contradictorio enseñar a fumar tabaco o beber alcohol
“responsablemente” a un hijo menor de 18 años, cuando la ley prohíbe la venta
de alcohol y tabaco a menores.
Otras reflexiones sobre la educación en palabras de Jorge Barudy, experto en el
tratamiento a familias donde ha habido abusos sexuales y maltratos, en una
entrevista para “El Periódico”:
“Si en décadas pasadas se creía que, para educar bien, había que pegar a los
niños, hoy la cultura posmoderna de corte neoliberal ha cosificado al niño. Lo ha
convertido en un sujeto de consumo. ¡La manipulación psicológica es
espectacular!. Se le hace creer que sus deseos son prioritarios, por encima de la
interdependencia social.”
La periodista le dice: “suena a malcriar, no a maltratar”. Barudy responde:
“Depende de la intencionalidad. La laxitud de autoridad es maltrato en la medida
en que le conviene al adulto. Por ejemplo, influyéndoles para que consuman
marcas. La consecuencia es una búsqueda desenfrenada de identidad a partir de
lo que tienen o pueden mostrar, más de lo que son capaces de hacer. El niño
crece creyendo ser el rey, con tanto o más poder que los adultos y eso le lleva
manejar peor la frustración. Luego viene el botellón…, que es el resultado de la
violencia psicológica del sistema, de la transmisión de la idea de que el que
quiere, puede. ¡Si no renace el humanismo, no hay alternativa para el mundo!.”.
“Combinar el amor y la satisfacción de las necesidades del niño con la
aplicación de modelos socializadores. El niño tiene que aprender que vivir en
sociedad significa tener derechos, pero también deberes; que pertenecer a una
familia no sólo significa recibir, sino también aportar, comprometerse, respetar.”
La intervención en chicos y chicas menores de edad se iniciará con el trabajo de
implicación de los padres o responsables de su crianza y en la valoración del
problema del consumo: leve, medio o grave.
La segunda parte consistirá en controlar el síntoma, es decir, todo el trabajo
terapéutico estará encaminado a la abstinencia de drogas del chico o la chica,
con el esfuerzo de los padres, la familia y educadores.
La tercera parte, cuando la abstinencia estará garantizada puede iniciarse el
trabajo de terapia familiar, es decir, buscar el significado del síntoma.
La primera parte del documento estará dedicada al diagnóstico y tipo de
intervención profesional respecto al control del síntoma (consumo del hijo).
La segunda parte estará basada más en la terapia familiar, qué suele esconder el
consumo del joven. Cómo más grave es el consumo más problemas familiares
esconde el síntoma. Por supuesto, en muchas familias, el sólo hecho de que los
padres formen equipo y se pongan de acuerdo en poner límites al chico y
apoyarle en su crecimiento, el cambio es rápido y positivo. En otros casos, la
terapia familiar descubre diferentes tipos de problemas, por ejemplo: conflictos
de pareja de padres, duelos no resueltos, abusos sexuales, malos tratos
psicológicos y/o físicos, negligencia paternal, conflictos intergeneraciones entre
abuelos, padres e hijos, secretos familiares, divorcios en eterna lucha y conflicto,
etc. El mismo síntoma puede encerrar diferentes causas, pero siempre es una
expresión de sufrimiento familiar, el síntoma de uno de los miembros de la
familia es la voz familiar del dolor acallado.
El problema muchas veces no es el dolor familiar por una situación determinada,
si no la manera inadecuada cómo se enfrenta la familia a ese dolor emocional.
A continuación describo las pautas de observación para una detección precoz del
consumo de drogas, después describo un mapa de guía para hacer el diagnóstico
sobre el consumo y el tipo de intervención profesional.
PAUTAS DE OBSERVACIÓN PARA LA DETECCION PRECOZ DEL
CONSUMO DE DROGAS EN MENORES DE 18 AÑOS.
Detectar la problemática del consumo de drogas de jóvenes a través de:
Demanda indirecta
Demanda directa
Escuela
Familia– Joven
Ambulatorio
Guardia Urbana
Servicios Sociales
Dpto. Justicia, etc.
Explícita y/o
Implícita
Indicadores de riesgo en distintos ámbitos:
Ámbito general (Por ejemplo: escuela, vida social–amigos, vida emocional–carácter):
- Absentismo escolar o llegar tarde a clase.
- Disminución de las calificaciones escolares o fracaso escolar. Abandono progresivo de
los estudios.
- Problemas de conducta en la escuela: pasividad o agresividad.
- Automarginación dentro la escuela en el ámbito individual o grupal.
- Abandono de aficiones de tiempo libre: artísticas, deportivas, etc.
- Distanciamiento de los amigos normativos y nueva relación con amigos consumidores.
- Obtención de dinero inexplicablemente.
- Utilización de lentes solares y manga larga fuera de contexto.
- Petición injustificable de dinero.
- Robos encubiertos: dinero, objetos de valor, préstamos injustificados.
- Retardos y ausencias en el trabajo, accidentes, bajas continuadas y injustificadas.
- Resistencia a buscar trabajo y asumir responsabilidades.
- Incumplimiento de los pactos con profesionales de Servicios Sociales, Justícia,
Centros educativos, etc.
- Cambio del carácter:
los tranquilos.................hiperactivos y inquietos;
los activos......................pasivos;
los distantes..............cariñosos;
los introvertidos.......extrovertidos.
- Cambios de humor inexplicables: euforia seguida de inquietud y tensión; agresividad o
tristeza.
Ámbito familiar:
- Actitud muy reservada (no confundir con la necesaria intimidad del adolescente).
- Distanciamiento de la familia.
- Conflicto cuando se habla de drogas o resistencia a hablar de ellas.
- Disminución de la colaboración y responsabilidades familiares.
- Aumento de la vida nocturna durante toda la semana.
- Desaparición de dinero y objetos dentro de la casa familiar.
- Posesión de accesorios típicos de los consumidores de drogas: papel de fumar, pipas
de fumar, jeringuillas, tubitos de esnifar, etc.
- Disminución o desaparición injustificada de las bebidas alcohólicas de casa familiar.
- Desaparición de recetas médicas o medicamentos (calmantes, tranquilizantes, etc.).
- Padres u otros familiares con problemas de alcoholismo u otras dependencias.
- Llamadas telefónicas y/o visitas que obliguen a salir precipitadamente de casa con
explicaciones extrañas y/o contradictorias.
Ámbito de la salud:
- Irritación de los ojos.
- Deterioramiento del higiene personal y dejadez.
- Pérdida del peso (en el caso de algunas drogas: cocaína, heroína, anfetaminas,
alcohol).
- Trastornos del sueño: insomnio o somnolencia.
- Resistencia a someterse las revisiones médicas.
Algunas aclaraciones sobre los indicadores descritos:
Según Robert Schwebel:
“Los cambios de conducta se pueden derivar de otros problemas que no se relacionan con el
uso de drogas, la mayoría de adolescentes empiezan a tener nuevos amigos, pasan menos
tiempo con la familia y desafían los valores de los adultos, esto forma parte del desarrollo
normal de los adolescentes. No obstante, estos cambios deben ser motivo de consideraciones
por parte de los padres.”
La observación activa y supervisión del comportamiento general de los jóvenes en su
desarrollo es necesaria por parte de los padres. Es importante que el profesional delante
de la detección tenga herramientas para poder dar pautas claras de orientación, apoyo y/o
derivación.
Estos indicadores pretenden ser herramientas orientativas para el profesional para facilitar,
conjuntamente con la observación de los padres, la valoración de la situación del joven.
La relación del joven con la droga puede ser:
- Consumo ocasional.
- Abuso: consumo inapropiado de la sustancia.
- Dependencia psicológica.
- Dependencia física.
Relación del joven con la droga. Tipos de consumo.
Esquema reelaborado y extraído del Cuaderno de Escuela de Padres editado por el APAT
(Asociación para la Prevención del Alcoholismo, otras Toxicomanías y para la
Reinserción social).
No sé parar
Repito Me gusta Continúo
Me invitan
Primer
consumo
Consumo
social
Nace deseo de
consumir
Habituación
social
Adición
psicológica
Adicción
física
De vez en A menudo Cada fin de semana Habitualmente Consumo
cuando y fiestas en grupo en grupo y diario
en solitario
A.– Consumo experimental.
Es habitual que el adolescente experimente con las drogas legales (tabaco y alcohol) como
una forma de iniciación en el mundo adulto (ritual de iniciación). Es importante tener en
cuenta que el consumo de drogas ilegales se inicia, generalmente, con un consumo previo
de alcohol y tabaco. En cuanto a la primera experiencia el joven tiene una actitud pasiva
y la oferta le viene de su entorno cercano de amistades.
B.– Consumo ocasional.
El joven repite el consumo de una sustancia en situaciones concretas (fiestas, reuniones de
amigos, conciertos, etc.) motivado por el entorno y manteniendo una actitud pasiva.
C.– Consumo habitual.
El joven mantiene una relación activa: él mismo es el que busca la droga y la consume.
Empieza un aprendizaje peligroso en el que suele crearse una dependencia psicológica.
Ejemplo: necesidad de divertirse con alcohol como una forma de vencer la timidez y los
complejos; necesidad de vivir emociones fuertes; necesidad y deseo de integrarse al grupo
de consumidores amigos.
D.– Dependencia.
La dependencia puede ser psicológica y/o física. La psicológica aparece de forma no
consciente antes que la física. La actitud del joven es activa.
D.1.– Dependencia psicológica:
Se da en personas que hacen un consumo habitual de la droga y se da antes que la
dependencia física.
Existe un impulso psicológico que exige la administración regular o continuada de la
droga para conseguir placer o evitar molestias.
Estas sustancias con un uso repetido enganchan a la persona de tal manera que se pierde la
libertad respecto de ellas.
D.2.– Dependencia física:
Se trata de un consumo diario que hace que el organismo necesite consumir una dosis
determinada que va aumentando progresivamente en el tiempo para poder consumir
siempre los mismos efectos. En caso de no conseguir la dosis aparece el síndrome de
abstinencia (cuadro de trastorno físico y psicológico).
E.– Abuso:
El abuso es el consumo descontrolado de drogas. Provoca una falta de control de los
límites.
El abuso puede ser:
- Intoxicación habitual o esporádica de una droga (borrachera).
- Mezclar diferentes tipos de drogas (medicamentos, alcohol, etc.).
- Realizar actividades temerarias fuera de contexto o bajo los efectos de alguna droga
(conducir embriagado, fumar durante el embarazo, etc.).
El abuso se puede dar tanto en el consumo experimental como en el uso ocasional, en el
consumo habitual y en la dependencia (sobredosis, consumir en situaciones de riesgo:
conducción, trabajo, actividades peligrosas).
F.– Resumen.
Al evaluar el consumo de drogas se debe considerar:
1. La edad de la persona.
2. Características de la droga.
3. Tipos de relación del consumidor con la droga.
4. Contexto social y familiar de la persona.
ESQUEMA GENERAL EN LA ACTUACIÓN DE LOS
PROFESIONALES
INTERVENCIÓN
METODOLOGÍA
HERRAMIENTAS
Uso ocasional
y experimental
Consulta orientativa y
informativa a la familia
Entrevistas padres -Documentación (1)
-Información
-Observación general
Consumo
habitual
-Consulta de intervención
con la familia,seguimiento
profesional de un año.
-Si el consumo no
desaparece, derivación a
especialistas en drogas.
Entrevistas padres y
jóvenes
-Documentación (1)
-Información
-Observación estrecha
(2)
-Intervención de la
familia con el joven
-Responsabilidad de la
familia
Dependencia
física y/o
psicológica
Derivación al Centro
Especializado en
Drogodependencias
-Implicación
familiar
-Motivación del
joven
-Diagnóstico
-Documentación (1)
-Información
-Observación estrecha
(2)
-Intervención de la
familia con el joven
-Responsabilidad de la
familia
-Planificación del
trabajo
(1) Documentación: información escrita sobre las drogas y qué pautas tener como padres
ante un hijo menor que consume drogas.
(2) Observación estrecha (según R. Schwebel): acuerdo de que los hijos se comportarán
con responsabilidad en todas las direcciones (escuela, hogar, amigos, familia).
Los padres actuarán de la siguiente forma:
1.Comunicarán su percepción de los problemas y riesgo del uso de drogas.
2. Establecerán pautas de conductas responsables al hijo.
3. Mantendrán el control sobre lo que sucede en la vida de sus hijos.
4. Harán a los hijos responsables de sus conductas.
Uso ocasional y experimental
Objetivos del profesional
Intervención del profesional
J
O
V
E
N
-Potenciar una actitud abierta y saludable
frente al tema de las drogas
-Valorar genograma
-Valorar actitud del joven en la familia
-Valorar actividades del joven (tiempo
libre, trabajo, estudios)
-Valorar actitudes de los padres:
*No minimizar el riesgo del uso de
drogas
*No mitificar (no dramatizar)
*No encubrir el uso de drogas
-Valorar el momento evolutivo de la
familia
-Valorar la necesidad o no de hacer
seguimiento: se puede realizar una 2ª
entrevista y un seguimiento a los 3 o 6
meses
-Capacitar a los padres para afrontar la
situación
-Informar de los servicios existentes
-Mensajes a los padres:
*Observación general del joven
*Dialogar con el joven ( buscar la
comunicación)
*Tener información escrita sobre
drogas (material de refuerzo como el
libro de R. Schwebel Decir no, no es
suficiente)
F
A
M
I
L
I
A
-Estar informados sobre las
experimentaciones de sus hijos
-Pedir orientación
-Facilitar un clima de comunicación
-Poder hablar del tema con normalidad
-Negociar responsabilidades con el joven
-Libertad de salidas supervisada por padres
-Controlar actividades y poner límites
(amistades, horarios, dinero, estudios,
trabajo)
-Cuanto más responsable se muestre el hijo
más libertad obtendrá
Consumo habitual
El joven mantiene una relación activa, es él quien busca y consume la droga.
Empieza a hacer un aprendizaje peligroso y va creando una dependencia
psicológica. Ejemplo: necesidad de divertirse con el alcohol, forma de vencer la
timidez y los complejos, necesidad de vivir emociones fuertes o necesidad de
integración en un colectivo social, en este caso, de consumidores.
Objetivos del profesional
Intervención del profesional
J
O
V
E
N
- Reflexionar sobre la situación, sobre los
motivos del consumo y sus
consecuencias
- Ser capaz de pedir ayuda y aceptar una
ayuda especializada
- La intervención del profesional será la misma
que consta en el anterior apartado , priorizando
la empatía y la capacidad de los progenitores
para potenciar su rol de padres
- Conseguir la implicación de los padres
- Observación estrecha del joven pero no
persecutoria
- Establecer acuerdos con la familia
F
A
M
Í
L
I
A
- Conocer la realidad de su hijo:
situación y posibles motivos
- Evitar la negación del problema y
propiciar la toma de responsabilidad
-Demanda de ayuda especializada
-Implicación de ambos padres en el
proceso de intervención
-Demostración de la abstinencia
mediante controles de orina al hijo
consumidor
Dependencia
La dependencia puede ser psicológica y/o física. La dependencia psicológica aparece de forma
no consciente antes que la física. La actitud del joven es activa. Si existe dependencia física es
necesaria una desintoxicación farmacológica con la supervisión de un médico especialista en
drogas
J
O
V
E
N
Objetivos del profesional
- Aceptar su realidad: el paso del consumo
habitual a la dependencia
- Ver la relación dependencia-conflicto
- Aceptar la intervención especializada
(diagnóstico y tratamiento)
Intervención profesional
- La intervención del profesional será la
misma que consta en los apartados
anteriores y a más de las siguientes:
- Presión por llegar a pactos y/o
compromisos
- Mensajes importantes para la familia:
* Cambiar la palabra culpabilidad por
responsabilidad. El joven no es culpable
de su problemática con la drogas, pero sí
es responsable de cambiar su situación
actual. Por ejemplo, pidiendo ayuda al
exterior.
* La familia debe evitar las actitudes de
indulgencia, permisividad y
sobreprotección.
* Mostrar firmeza frente las conductas
manipuladoras de la persona adicta,
evitando que los padres se conviertan en
cómplices involuntarios del problema
(pagar la droga al dependiente, dar
dinero, etc.).
* Hacer un frente común de normas de
convivencia delante del problema de la
droga. No actuar por separado.
* Si el joven abandona el centro de
tratamiento es importante que la familia
siga viniendo al centro para asesorarse.
F
A
M
I
L
I
A
- No asumir un papel de víctima y/o
cómplices.
- Que tomen la responsabilidad de actuar
para el cambio.
- Que apoyen el plan de intervención.
- Que pida ayuda especializada aunque el
joven no quiera.
Estrategias de intervención de los profesionales
En el caso de que el joven niega el consumo y/o no quiere acudir al profesional se pueden
utilizar diferentes estrategias:
A. Priorizar la empatía y la capacitación de los padres. El profesional debe tener en cuenta los
sentimientos de éstos:
- Impotencia/omnipotencia.
- Culpabilización.
B. El profesional debe de hacer un trabajo previo para conseguir:
- Acuerdos de los padres.
- Implicación de ambos padres.
- No trabajar ni hacer referencia al posible conflicto de pareja.
C. No acelerar la derivación para que el joven asista al Centro Especializado en
Drogodependencias. Dar el tiempo necesario.
D. Cuando existen dos síntomas al mismo tiempo, por ejemplo, un chica tiene problemas
alimentarios (bulimia o anorexia) y además consume alcohol habitualmente u otras drogas, es
mejor priorizar la abstinencia a drogas en un primer momento y cuando la primera etapa del
tratamiento se consolida (abstinencia prolongada de 3 a 6 meses), entonces abordar el tema
alimentario. Hay que focalizar la intervención en un solo problema, porque de lo contrario, no
se soluciona ni uno ni el otro. En muchos casos, cuando desaparece el consumo se estabiliza
por sí solo el segundo problema, por ejemplo el jugador de máquinas tragaperras que al dejar
de beber alcohol deja de jugar espontáneamente.
Otro caso típico, es la crisis psicótica o de ataques de pánico o de paranoia después de
un abuso de drogas. Es importante abordar y medicar al joven por el problema psiquiátrico y
al mismo tiempo conseguir la abstinencia a drogas, pero en el seguimiento hay que garantizar
la abstinencia antes de hacer un diagnóstico de patología mental.
E. Si hay amenaza de suicidio por parte del joven es importante poner la prescripción de
ingreso hospitalario o 24 horas vigilado y acompañado por personas adultas y responsables de
la familia.
F. Es importante valorar si existen o han existido malos tratos, abusos sexuales que esté
padeciendo el chico o la chica para tenerlo en cuenta en el momento de implicar a la familia.
G. En chicos y chicas es importante hacer también una educación de cuidado de su salud,
priorizando las conductas de riesgo, en especial, la sexual: utilización del preservativo.
Demanda de la familia y del joven
El profesional se puede encontrar diferentes situaciones:
- El joven no quiere entrevista. Niega el consumo. En este caso el profesional tiene que
trabajar la derivación a un servicio especializado en drogas de los padres. El
profesional debe plantearse como objetivo el diagnóstico del joven y el trabajo de la
familia sin el joven.
- Uno de los padres minimiza. No quiere venir a la entrevista. El profesional hablará
directamente con el padre ausente por teléfono, carta y/o entrevista familiar (en el caso
de que finalmente acceda).
- Uno de los padres no quiere que se entere el otro progenitor. Trabajar vinculando a
otros familiares (hijos, adultos, otros) para acabar llegando al padre ausente: no
precipitarse y trabajar con el progenitor motivado.
- Cuando la demanda la realiza un familiar no progenitor (hermana/o, tio,/a, etc.) el
objetivo principal consistirá en implicar a los padres.
- Cuando la demanda la realiza un profesional: coordinación para implicar a los padres.
- El joven no quiere involucrar a su familia. Iniciar, entonces, la atención al joven sin
perder el objetivo de implicar a los padres. Atendiendo al marco legal, para no incurrir
en problemas éticos, al atender a un menor de edad con problemas sin permiso de los
padres. El asesoramiento o colaboración con los servicios sociales del ayuntamiento
de la zona.
INTERVENCION PROFESIONAL Y FAMILIAR. Trabajo con el síntoma.
Qué hacer con el consumo del joven.
La prioridad de la intervención del profesional es valorar si hay que hacer un
tratamiento especializado en drogas, porque el consumo del joven es grave y se
puede hablar de adicción importante o si se puede abordar desde un contexto
terapéutico no especializado (terapeuta privado, centro de salud mental infanto-
juvenil, servicios sociales, psicopedagogo instituto, etc), cómo si se tratara de
una familia en crisis de desarrollo de un hijo adolescente.
De todas maneras, el primer paso es que el adolescente deje de consumir y para
ello hay que incidir en el consumo como principal problema. Si la intervención
se focaliza en otros temas que no son el consumo, como por ejemplo: trabajar la
empatía con el joven, la relación del joven con sus amigos, o un problema de
pareja de los padres o fomentar la autoestima o buscar un diagnóstico
psicológico o psiquiátrico, nos estamos arriesgando a que el consumo siga
existiendo y el problema vaya aumentando.
Es habitual que los padres hagan la demanda de tratamiento individual para el
hijo adolescente que consume, pero el adolescente no desea ningún tratamiento
ni lo ve necesario, por tanto, se puede abordar a la familia y no individualmente.
Un problema que aparece es que el chico o la chica no admiten que consumen,
minimizan y mienten sobre el tipo de droga, la frecuencia con que consumen o la
dosis del consumo.
1) Primera entrevista.
En el momento de la demanda la familia está en crisis y es un buen momento
para que el profesional pregunte al joven qué consume, cómo consume, cuánto
consume, con quién consume y desde cuándo. Es sorprendente como se
descubren muchas cosas en esa primera entrevista.
Es interesante poder hacer las preguntas delante de los padres, después de haber
escuchado la preocupación y demanda de los progenitores. También es
interesante, porque así lo esperan los padres, dar un espacio privado al hijo, para
poder escucharlo a solas.
Algunos profesionales presuponen que el chico o la chica no contestará a esas
preguntas y no las hacen, a veces, intentan hablarlas en privado pero se
encontraran un problema: guardar o no el secreto al joven, al ser menor de edad
estarían incurriendo en un problema grave. En esos casos, se avisa al joven que
el profesional valorará lo que es importante decir o no a los padres o puede darle
la oportunidad de que el joven se lo diga a los padres en presencia del terapeuta.
El profesional ha de preguntar con total curiosidad, sin moralizar o decantarse,
esto ayuda a que el joven pueda decir cosas que los padres temen oír. El
profesional tiene la ventaja respecto a los padres, que no está implicado
emocionalmente y no se asusta y no responde de forma alarmista. Además ayuda
a los padres, con su ejemplo de actitud tranquila, porque después les podrá
orientar y decir cómo ayudar al hijo, lo cual, también desangustiará la hijo.
Si el joven no contesta a las preguntas directas del terapeuta, se puede interpretar
como una afirmación su silencio, si por ejemplo, se le dice: “ Estos fines de
semana que sales con los amigos debe haber todo tipo de drogas me imagino,
cocaína, porros, éxtasi”; cuando el joven calla el profesional sigue la
conversación como si fuera un sí, a no ser que él se defina y lo hace
normalmente cuando se le imputa algo que realmente no ha hecho. Por ejemplo,
cuando el terapeuta dice: “ah! entonces también habrás probado la cocaína….”;
y el chico contesta: “no esta droga nunca la he probado..”.
El sentido del humor e ir de una tema de la conversación (estudios, relaciones
familiares, hermanos, abuelos, novios, novias, aficiones) a otro tema (consumo,
salidas) ayuda mucho a que vayan saliendo los temas importantes de valoración.
El abordaje principal debe ser con los padres, hay que invertir más tiempo en
hablar con los padres sobre las normas, el control del posible consumo y la
colaboración familiar que en hablar con el hijo consumidor a solas. Es necesario
hablar con los padres sin el hijo delante para establecer una buena colaboración
y explicar el proceso y la opinión del profesional, haciendo confidencial lo que
allí se dice respecto a los hijos, pero no a la inversa. Los padres son los aliados y
el hijo vuelve a las sesiones dependiendo de los padres.
Cuando el hijo solicita ayuda del profesional es importante darle el espacio, pero
los padres seguirán siendo la prioridad del trabajo.
2) Valoración del problema y primeras intervenciones .
La valoración del profesional será más certera si se pone un periodo de prueba
de unos meses de duración para hacer controles de orina y comprobar si hay o no
consumo y de que tipos de drogas se trata, porque es habitual que el joven diga
el mínimo sobre su consumo.
Una de las herramientas básicas es proponer controles de orina semanales para
que el joven demuestre a sus padres que no consume. Para el adolescente es una
ayuda para que la familia y le dé más libertad y para demostrar que no tiene
ningún problema de adicción. Para la familia es un medio para tener control
sobre el consumo del hijo y esto les ayuda a dejar de angustiarse y confiar en lo
que dice el hijo. Por otro lado, si el hijo o hija tienen que decir “no al consumo”,
a sus amigos y amigas es más fácil que lo haga si sabe que los padres
descubrirán su consumo esa misma semana y es una excusa muy válida para
poder decir no a los amigos, sin avergonzarse.
La detección de drogas en orina se vende en las farmacias y lo pueden hacer los
padres en casa, es interesante que si se trata de una hija el control de orina lo
haga la madre y si es el chico que lo haga el padre.
La duración máxima de la droga en la detección en orina es diferentes según la
droga: anfetaminas se mantienen en orina 48 horas, cannabis: consumo único
tres días, fumador moderado, cinco días, fumador intenso, diez días, fumador
intenso crónico, 21-27 días; cocaína, 48-72 horas; heroína, 48 horas,
benzodiazepinas, 72 horas, barbitúricos, 24 horas a 7 días, dependiendo del tipo
de medicamento.
De todas maneras, es interesante de vez en cuando hacer un control de orina
generalizado de todas las drogas, sobretodo en el caso de que la droga que
estamos controlando sale negativo y se sigue sospechando consumo de drogas,
porque el chico no cambia de conductas sospechosas.
En el caso de que la droga sea alcohol, una herramienta muy útil es una
medicación que ayuda a que el joven no consuma, esta medicación provoca un
efecto desagradable si se consume alcohol.Esta medicación se llama antabús o
colme y debe ser prescrita por un médico especializado. Esto ayuda a los padres
a dar más libertad al joven, por ejemplo los padres dan la medicación al hijo
para una noche que sale a un concierto y donde le va a ser muy difícil no beber.
La medicación se puede dar sólo los fines de semana o cuando hay riesgo de
consumo de alcohol, la medicación debe pactarse con el joven para que
demuestre a los padres su compromiso de no beber y a cambio obtiene libertad y
confianza para salir con amigos, ir a fiestas etc.
4) Seguimiento del control del consumo.
La segunda parte de la intervención es trabajar los acuerdos entre padres e hijo
consumidor: horarios, salidas, dinero, estudios, trabajo, amigos, tiempo libre,
etc. Estos temas se negocian con el hijo, pero la abstinencia a drogas es una
condición previa que no se negocia. Los hijos tendrán una supervisión estrecha
que irá flexibilizándose a medida que se demuestra que no hay consumo y por,
tanto, que está siendo responsable y puede tener más libertad e independencia.
La primera parte de la intervención es la detención del consumo y la unión de los
padres en la supervisión estrecha del hijo o hija, la segunda parte de la
intervención consiste en comprender el significado del consumo del joven y
trabajar en esa dirección, desde el punto de vista personal, relacional, familiar y,
social; aunque desde el primer momento dando las pautas de intervención a los
padres ya se está trabajando indirectamente a través del síntoma.
Como menos edad tienen los hijos consumidores mayor es el riesgo y más
atención hay que dar, porque significa que inician una etapa larga, en la que no
se puede hacer un seguimiento corto. En muchos casos, los menores de 16 años
hacen consumos experimentales u ocasionales y son descubiertos por los padres
y dejan de consumir, pero posteriormente a los 16 años, es fácil que vuelvan a
repetir y pueden llegar a hacer un consumo habitual.
Los padres pueden poner normas de no consumo a cambio de lo que desean los
hijos : dinero, libertad, aficiones, diversiones, amigos, etc. Los hijos pueden
prometer no usar drogas sin intención de hacerlo, sólo para parar la crisis
familiar o pueden ser sinceros en no querer hacerlo, pero después cuando están
en el grupo de amigos son incapaces de decir no sin temer la desaprobación del
grupo. Los controles de orina son una ayuda protectora y no debe vivirse como
una técnica represora. Al fin y al cabo, los hijos son responsables de preocupar a
los padres con el consumo de drogas y por ello también son responsables de
tranquilizarlos.
“...pensar otra vez...en los padres, a los que hacíamos daño cuando nos traían una
alegría que no comprendíamos (era una alegría para otros).”
Rainer M. Rilke de “Los apuntes de malta”.
Terapia familiar, segunda parte del tratamiento, según las actitudes y
conductas de los jóvenes.
Hay que hacer mención especial a la diferencia de géneros, sabemos que sólo
una cuarta parte de los problemas relacionados con drogas y alcohol los padecen
las mujeres. En un estudio se citaba que el 70% de trastornos alimentarios es
especialidad de las mujeres y coincidía con el 70 % de hombres es la
especialización en el problemas relacionados con el consumo de drogas y
alcohol. Seguramente estas cifras deben cambiar si hablásemos de la adicción a
la pastillas para dormir y a los tranquilizantes (benzodiacepinas), parece como si
los hombres prefirieran el alcohol y la mujeres los tranquilizantes.
Por tanto, esta tipología de jóvenes es mayoritariamente hombres, aunque
también pueden haber mujeres con las mismas características.
Es de gran ayuda pensar que los jóvenes tienen problemas porque están en una
crisis del desarrollo . Teniendo en cuenta la familia y al joven adolescente
tenemos más posibilidades de ayudar, si sólo nos centramos en el joven como
individuo acabamos por hacer diagnósticos psiquiátricos que empeoran y
alimentan un pronóstico negativo.
Frank S. Pittman II(terapeuta familiar)en su libro “Momentos decisivos”
(editorial Paidós Terapia Familiar) propone la descripción de seis tipos de
jóvenes con problemas:
1) Clandestinos:
Como su nombre indica son chicos y chicas que hacen una vida paralela a la
familia, consumen drogas y a menudo trafican o cometen delitos y los padres
se enteran cuando el problema dura hace tiempo : adicción, sobredosis,
problemas con la policía, o la justicia. Son jóvenes que parecen muy
independientes y no explican los problemas a sus padres y como dice Pittman
“no es que escapen al control de sus padres, sino que no son controlados”, es
decir, que los padres no tienen interés por guiarlos pensando que su tarea
parental ha acabado porque el hijo ya es mayor. Cuando los padres se enteran
de los problemas e intentan controlar a su hijo, éste reacciona con ira y se
resiste a salir de su clandestinidad.
Los padres pueden tener un estilo estilo educativo que delega en
terceras personas la responsabilidad de educar a sus hijos, por
ejemplo en los profesores de la escuela, en hermanos mayores,
abuelos o, por el contrario, están demasiado absorbidos por
problemas matrimoniales, de trabajo, cuidado de abuelos enfermos,
otros hijos con problemas, etc.
El profesional puede ayudar a los padres a controlar las actividades
y a establecer normas y reglas por escrito. Los hermanos pueden
ayudar haciendo de observadores y evitando ser confidentes del
hermano con problemas.
2) Sociópatas.
Son adolescentes que infringen las normas de una manera habitual y están
encubiertos o apoyados por uno o los dos progenitores, éstos hacen “la vista
gorda” o le ríen las “gracias”. La mayoría de adolescentes les gusta saltarse
de vez en cuando alguna norma, pero cuando reciben las consecuencias de su
conducta deciden dejar de hacerlo, porque les acarrea más problemas que
satisfacciones. El sociópata como no tiene que asumir las consecuencias
negativas por sus actos delictivos o peligrosos para su salud va arriesgándose
cada vez más hasta que figuras de autoridad le paran los pies. Trafican con
drogas, consumen drogas ilegales y , a menudo, les gusta hacerlo en
contextos de riesgo (escuela, trabajo, etc).
Los padres sobreprotegen a sus hijos de cualquier consecuencia social
o pueden, ser personas que están en contra de la “sociedad” y, ellos mismos,
infringen, siempre que pueden, las normas sociales. En el consumo de drogas es
muy típico que un padre fume porros con su hijo o que éste halla consumido en
su juventud y encuentre normal que el hijo también haga sus experiencias.
El profesional puede ayudar descubriendo quién protege al hijo sociópata de las
consecuencias sociales de sus actos y apoyar a los progenitores para que no
encubran los actos ilícitos de su hijo. A veces, un cónyuge se pelea con el otro,
por la diferencia de criterios. También existe el riesgo de que los padres se unan
en contra del terapeuta para proteger a su hijo de la confrontación del
profesional, pero éste debe ayudarles a comprender que encubrir a su hijo es
perjudicial para éste, más vale reparar o pagar un delito menor que en un futuro
acabar en la cárcel, con el riesgo incluido de ser violado o salir como un
profesional de la delincuencia.
3) Rebeldes.
Entra dentro del proceso de crecimiento que los hijos mantengan una temporada
de “rebelión” contra las normas de los padres para poder ganar en libertad y
independencia negociada. A más edad más libertad y más responsabilidad.
Cuando las conductas del joven son irresponsables está demostrando que no está
suficientemente preparado para esa libertad y ésta se restringe. Tomar drogas o
emborracharse pueden describirse como conductas irresponsables del
adolescente y deben tratarse como infracciones, dentro de la norma familiar de
“no consumo”. Esta norma que no es negociable se habrá impuesto a partir de
las entrevistas con el terapeuta.
Los rebeldes “compulsivos” generalmente están necesitando atención y límites
de los padres. Sus infracciones de las normas van dirigidas no a la “sociedad”
sino hacia los padres. Pueden hacer que los padres se dividan en una diferencia
de criterios restrictivos, para poder hacer lo que quiera, pero a menudo, los actos
de rebeldía alcanzan su cúspide y el progenitor permisivo acaba enfadándose con
el hijo y, sólo entonces, deja que actúe el padre que desea imponer normas.
Los padres o uno de ellos pueden tener un estilo educativo muy estricto y
autoritario, con lo cual, es necesario que estos padres puedan flexibilizar las
normas y sus reacciones excesivas como “todo o nada” y convertir la relación
familiar en una guerra de poder con el adolescente, con lo cual, uno de los
progenitores se pondrá en contra del otro padre autoritario y la distancia entre
ambos provocará más rebeldía por parte del joven.
El profesional puede ayudar al padre autoritario ha poner distancia con la
rebeldía de su hijo, incluso a buscar una complicidad entre padres y profesional
que ponga sentido del humor a las situaciones de rebeldía del hijo, viendo sus
conductas como algo que puede solucionarse con negociaciones con sentido
común. Por tanto, es importante poner reglas y castigos por las infracciones, con
la colaboración de padres e hijos, detallando y escribiendo claramente los
deberes y derechos de cada uno. Estas normas también deben ser para todos los
hijos, no sólo para el problemático. La regla de no consumo de drogas es muy
importante y no es negociable, también debe quedar claro, las consecuencias del
consumo, a sí como las pruebas que garanticen que el joven consume o no. Hay
que evitar poner normas que no se pueden hacer cumplir o que no se puede
probar que son infringidas.
4) Fracasados sociales:
Pittman dice que mientras los adolescentes clandestinos, sociópatas y rebeldes se
sienten desdichados frente al mundo que los rodea y expresan su infelicidad
infringiendo las reglas del mundo o de la familia, los adolescentes predestinados
al fracaso, por el contrario, aceptan y respetan al mundo pero están disgustados
consigo mismos. En muchos casos, estos chicos y chicas presentan deficiencias
físicas, desfiguraciones o retardo mental, cómo más graves son estas deficiencias
más se acepta por la familia y sociedad, pero las leves, como por ejemplo una
inteligencia limite o una obesidad, una cojera o discapacidades en el aprendizaje
más decepcionan a los padres e incómoda a la sociedad.
Pueden comportarse como víctimas pasivas o intentar superarse haciendo
conductas temerarias o imitando algún líder rebelde o sociópata o
comportándose rechazando a los demás con una actitud de resentimiento no
disimulado.
Esta sensación de fracaso les hace sentirse deprimidos y acuden a las drogas para
protestar, para escapar de esta sensación o para tener un sentimiento de identidad
en un grupo donde se sienten aceptados, porque todos son raros o fracasados
sociales.
Lo más difícil para los padres es aceptar a estos hijos incondicionalmente y, al
mismo tiempo, reintegrarlos en la sociedad para que puedan tener su tarea social
o profesión dentro de sus capacidades. Pueden ser padres hiperprotectores por
sentimientos no elaborados de la deficiencia del hijo o sobreexigentes por el
mismo motivo.
Hay dos funciones en el profesional que son difíciles de compaginar la
aceptación incondicional y el reaprendizaje social, por ello, puede compaginarse
con diferentes profesionales, uno se dedica al trabajo emocional y relacional con
el adolescente y la familia y otro profesional puede ayudar al adolescente en un
contexto de reinserción laboral o de tiempo libre. Hay que ayudar al adolescente
a tener esperanza y atreverse a aceptar riesgos para enfrentarse a la “sociedad” y
hay que ayudar a los padres a acabar con la actitud de negación y de protección-
rechazo.
5) Imperfectos.
Se trata de los adolescentes que tienen unas buenas capacidades personales, pero
que no alcanzan las expectativas de éxito de los padres u otros adultos de la
familia, por ejemplo, ser triunfadores en lo académico, atlético o social. Puede
resultar de una familia donde sobrevaloran algunas facultades o que los padres
son muy perfeccionistas o están frustrados porque no consiguieron realizar
logros que se habían programado, por ejemplo ser artista de cine, cantante o un
famoso tenista. Las drogas pueden utilizarse cómo válvula de escape para la
presión familiar o como expresión boicoteadora con las expectativas de los
padres.
A menudo uno de los progenitores está obsesionado con una imperfección
imaginada o real de su hijo. Pueden ser padres muy sacrificados por conseguir
éxito de sus hijos y creen que éstos deben compensar sus esfuerzos con el éxito o
también puede haber un estilo educacional muy autoritario de lo que debe
hacerse.
El profesional ayuda a los padres a revelar sus propios fracasos e insuficiencias,
así como buscar el origen en sus propias familias de esta obsesión por estos
valores o metas. La tarea con el hijo es fijar expectativas realistas y darle
permiso para seguir su propio camino, sin temor a defraudar a los padres o,
incluso, tener su propio proyecto de futuro, a pesar de la frustración de los
padres, aunque el óptimo resultado es con el apoyo de la familia.
6) Salvadores:
Los hijos salvadores surgen cuando los padres tiene conflictos de pareja y el hijo
con su consumo de drogas intenta desviar la atención hacia él y unir de esta
manera a la pareja. Como dice Pittman estos adolescentes se ofrecen en
sacrificio para salvar a su familia; los sobrevivientes de este camino de
sufrimiento será la próxima generación de terapeutas familiares.
Un caso obvio es la familia donde hay un padre alcohólico donde uno de los
hijos inicia un problema de drogas, por un lado, pide la atención del padre para
que sea responsable, une a la pareja de padres en conflicto siempre por culpa del
alcohol y, en realidad, está imitando al padre, aunque al mismo tiempo está
protestando.
En otras familias existe un conflicto crónico de pareja y el hijo hace un problema
de drogas para ayudar a que los padres se unan y así evitar la separación. En
otras ocasiones, existe en uno de los padres otros problemas como depresión,
esquizofrenia, bipolaridad y dan una oportunidad a los padres para hacerse
responsables y cuidadores de los hijos “salvadores-enfermos”. También puede
suceder que un hijo ha estado apoyando a una madre soltera o apoyando al
progenitor “sano” haciendo funciones de hiperresponsabilidad, siendo el niño
mayor perfecto y al llegar a una etapa de la adolescencia iniciar un consumo
abusivo de drogas, pasar de un extremo al otro. El adolescente salvador nunca es
consciente del significado de sus síntoma, generalmente los padres tampoco,
aunque algunos se dan cuenta y aumenta su sentimiento de culpa, que aún los
hace sentir más impotentes.
El profesional puede ayudar a que el hijo, una vez sale del control necesario de
los padres en cuanto al consumo de drogas pueda preocuparse más por su vida
que el de la familia. Es interesante dar un espacio a los padres a solas, pero
tampoco se puede excluir al hijo, también es interesante implicar a los hermanos.
Algunas terapias acaban con el divorcio de los padres, aunque esto puede
provocar que el hijo vuelva a tener problemas con las drogas, al asustarse ante la
disolución familiar. Si la terapia ha tenido éxito el hijo sigue su camino sin
recaídas. Es necesario que el hijo sienta que el terapeuta le sustituye en la
función protectora de los padres.
Aclaración sobre la tipologías de jóvenes
Por supuesto, cuando un joven acaba teniendo adicción psicológica o física a
drogas puede tener una mezcla de clandestino, sociópata, rebelde, imperfecto,
fracasado social, salvador y estas características tendrán que ver con los
síntomas que acompañan habitualmente a cualquier joven que está enganchado a
las drogas. Pero una vez se ha conseguido la abstinencia a drogas el profesional
empieza a clarificar en que tipología se encuentra el joven. Es la segunda parte
del proceso terapéutico, una vez se ha abordado el tema del consumo
problemático. Esta tipología puede ser una guía para saber que tipo de trabajo
hay que hacer para ayudar a que la familia y el joven no repitan la relación
patológica y puedan descubrir una nueva forma más sana de relacionarse.
Actitudes y conductas de las chicas
En la práctica clínica observo como muchas chicas menores de 18 años hacen
consumo de drogas y alcohol muy relacionado con su grupo de amigos
(mayoritariamente hombres) o porque las ha iniciado un novio consumidor. En
estos casos, cuando desaparece el novio o el grupo de amigos la chica se
estabiliza rápidamente. En otros casos, vemos chicas que se van de casa muy
pronto antes de cumplir los 18 años y se meten en problemas, sería el caso de
padres delegantes o que dan demasiado pronto independizan a sus hijas,
generalmente, lo que ocurre es que vuelven a casa de la familia en muy mal
estado por el consumo de drogas y cuando los padres hacen la función de guía y
de protección, ellas empiezan a madurar y evolucionar de manera muy rápida.
En el diagnóstico hay que tener en cuenta si la chica ha sido víctima de abusos
sexuales o ha sufrido malos tratos, porque el trabajo terapéutico no estaría
acabado, sin haber abordado este problema y podría dar significado real al
consumo de drogas de la chica. También hay que valorar si existen trastornos
alimentarios, que pueden verse encubiertos por el consumo. Si existe anorexia o
bulimia, podrá detectarse y tratarse cuando la abstinencia a drogas esté
consolidada (de tres a seis meses). En muchos casos el trastorno alimentario es
escondido por la chica, por ello, hay que estar alerta a los síntomas típicos: peso,
menstruación, hábitos alimentarios, etc.
Actitudes y conductas de los padres
Generalmente la pareja de padres se complementan en el carácter diferente y
enriquecedor de cada progenitor, uno es más comunicativo y flexible y el otro es
el que pone límites y guía. Tradicionalmente la madre hace el papel más
tolerante y el padre el rol más firme, cuando los dos trabajan en equipo la familia
tiene un óptimo funcionamiento, el problema ocurre cuando aparece la lucha de
poder entre los padres, entonces se distancian y se rigidizan las posturas pasando
a ser posturas contrapuestas y extremas: cómo más límites quiere poner uno más
tolerante se vuelve el otro, cuanto más blando es uno más rígido se pone el otro.
El resultado es que el hijo con problemas aumenta sus problemas y los hermanos
de éste se sienten abandonados.
Cuando padre y madre entran en conflicto de criterios educativos respecto a los
hijos, tienden a exagerar sus actitudes contrapuestas, se corta la comunicación y
la posible negociación y complementación y se crea un problema familiar.
Como dice C. Withaker (pionero terapia familiar): la relación entre padre e hijo
se parece mucho a la relación que tienen la pareja de padres. La madre
excesivamente apegada al hijo no es capaz de controlarlo y pide al padre distante
que ponga disciplina al hijo. Cuando el padre complace ala madre con
resentimiento, la madre lo recibe como demasiado duro. La madre, entonces,
sale en defensa del hijo, el apego entre madre e hijo se refuerza y el padre se
distancia aún más.
Veamos a continuación estas dos actitudes contrapuestas:
Características del progenitor que maximiza los problemas: explota los
sentimientos hacia fuera, exagera las emociones y malcría a los niños con
atenciones, depende de los demás para educar a los hijos, exagera sus
necesidades y la de los hijos, actúa impulsivamente, se deja invadir por los hijos,
intenta complacer a los demás para sentirse querido/a, actúa sumisa y
manipulatoriamente y alterna entre la agresividad y la pasividad.
Características del progenitor que minimiza los problemas: no expresa los
sentimientos, evita el conflicto, niega la interdependencia e ignora los consejos
educacionales de otros, es independiente, niega sus propias necesidades, excluye
a los demás de su espacio personal, intenta dominar a los demás, puede ser
pasivo-agresivo.
Siempre hablamos de una tendencia, que muchas veces no tiene que ver con el
carácter, sino con la relación entre progenitores. Por ejemplo una persona
introvertida se puede volver extrovertida si está al lado de otra mucho más
introvertida que ésta; una persona puede ser la silenciosa en una relación de
pareja, separarse de ésta y ser el cónyuge charlatán con una pareja posterior. Por
tanto, uno minimiza los problemas cuando está al lado de otro que los maximiza,
la balanza se equilibra o se desestabiliza.
Según las combinaciones entre los padres resultan diferentes pautas de
funcionamiento familiar, digamos que cada familia tiende hacia un estilo propio.
Los padres suelen repetir las mismas pautas de relación con su progenitor y sus
hijos y, cuando aparecen problemas con los hijos, los progenitores reaccionan
intentando poner solución con las mismas pautas que han repetido siempre y en
muchos casos, sólo hacen que alimentar el problema que desean solucionar del
hijo.
En muchos casos, el simple cambio en la reacción de los padres ante el problema
del hijo hace que éste empiece a cambiar su actitud y conducta y empiece a
mejorar y se inicie la solución del problema. Un ejemplo clásico es implicar al
padre distante en un problema de un joven con problemas de drogas, donde la
madre está sobreinvolucrada intentando ayudar a su hijo.
C. Withaker: “Hay que ser capaz de estimular y apoyar, así como también de
disciplinar a los hijos. Encontrar un buen equilibrio resulta difícil; mantenerse en
ese nivel es imposible. Se ha dicho que no se trata realmente de triunfar o
fracasar en la educación de los hijos. No es ésa la opción. La verdadera opción
que se tiene es elegir la manera de fracasar. ¿Será usted demasiado estricto o
demasiado blando?, ¿Controlará demasiado o será demasiado flexible?. No
importa cómo lo gradúe, el fracaso será parte de la tarea. Sin embrago, persiste
el cometido de encontrar un equilibrio viable.”
G. Nardone propone un mapa que describe los estilos educativos más habituales
en las familias del contexto occidental:
1) Hiperprotector, método permisivo, se ponen en el lugar de los hijos, como
si estos fueran frágiles.
2) Democrático (camaradas, amigos de sus hijos). Falta de autoridad. En
algunos casos, aparentemente las decisiones se toman entre padres e hijos
con el mismo poder de decisión.
3) Sacrificante (hiperactivos), se sacrifican por dar el máximo a sus hijos y
viceversa, consideran que el sacrificio hace buenas a las personas.
4) Intermitente, van de un modelo educativo a otro y provoca mucha
confusión.
5) Delegante, delegan en otras personas su papel de guía de sus hijos o , por
el contrario, pasan de sus hijos.
6)Autoritario, el más fuerte es el que manda, los padres ejercen el poder por
encima del amor. La autoridad se convierte en dictadura.
A parte del modelo descrito podríamos añadir otro tipo de reacciones por parte
de los padres como pueden ser: Los discutidores (competitivos), los ausentes, los
hipercríticos, los que se sienten víctimas de sus hijos, etc.Estas tendencias de los
padres ocurren en todas las familias, diríamos que muchas familias han
evolucionado sanamente con cada uno de los métodos educativos antes
descritos, porque no han sido rígidas en su funcionamiento. Por tanto, es
necesario no ver a los padres como patológicos si no como métodos educativos
que pueden cambiar: cuando el método o la solución no funciona y se mantienen
en el tiempo, una y otra vez, acaba por convertir una dificultad en un problema
grave.
La solución está entonces en cambiar el tipo de método que no funciona y
apoyar a los padres para que lo encuentren: si el problema es que no se ponen de
acuerdo, parte de la solución está en que empiecen por un primer acuerdo, “que
su hijo está en apuros y necesita ayuda de ellos”.Otro autor, Fishman habla de
tres tipos de familia, que se encuentran en intentos de suicidio del adolescente y
por ello las incluyo como una guía:
1) El hijo triangulado, cuando éste tiene una lealtad dividida: apoya a uno de los
padres en contra del otro. En muchos casos, ocurre, con un padre maltratador o
con problemas de alcoholismo, en otras familias se trata de que existe un
conflicto de pareja entre padres y uno de los progenitores se coaliga con el hijo
contra el otro progenitor, culpándolo de la infelicidad familiar.
2) Hijo prematuramente independizado: el hijo tiene una falsa madurez y hace
una desvinculación prematura, el chico no se siente liberado, sino expulsado de
la familia. Los padres han juzgado desacertadamente la edad emocional del
adolescente.
3) Familia perfecta, que tienen el mensaje de “debes ser feliz, debes ser
competente en todo”.
El tratamiento en estas familias debe estar encaminado a cambiar el tipo de
comunicación familiar (empatia, calidez, comunicación afectiva); cambiar el
sistema impulsivo de no frustración al hijo, aprender a decir NO; asumir la
realidad existencial de soledad, mortalidad y vulnerabilidad. En caso, de que los
padres restan importancia al intento de suicidio o lo tratan como un loco
peligrosos, es importante buscar una ayuda externa institucional.
Fishman, hace hincapié en valorar la discapacidad del adolescente, teniendo en
cuenta: la autoestima, la competencia social y escolar, la calidez materna, la
relación familiar equilibrada y la capacidad de adaptarse al medio. Y dice que la
terapia del adolescente debe incluir la terapia de pareja de los padres,
fortaleciendo las fronteras entre padres e hijos, lograr en la terapia la reparación
del sufrimiento familiar, haciendo testigos del sufrimiento, el reconocimiento de
este sufrimiento y el perdón. En muchos casos, la terapia de pareja se inicia
cuando el adolescente esta desvinculado de los padres o, por lo menos , está
estable en sus síntomas. El hijo debe priorizarse en la terapia y buscar el acuerdo
como padres, aunque como pareja no funcionen y, cuando el hijo está estable,
iniciar la terapia de pareja, que a veces, puede empezar en una separación
temporal o acabar en una separación definitiva.
Hay que comentar otras aportaciones importantes a tener en cuenta por otros
autores de la terapia familiar, pero tratan el problema de la adicción a la heroína
en jóvenes adultos, por tanto, sólo es pertinente como conocimiento de apoyo en
le tratamiento de los adolescentes.
Autores como Stefano Cirilo, R. Berrini, G. Cambiaso, R. Mazza, en su libro
“La familia del toxicodependiente”, 1999. Describen el síntoma de la
drogodependencia como expresión de un sufrimiento y de un malestar individual
en la intersección con los frágiles modelos de funcionamiento familiar y estos a
su vez en la encrucijada con elementos sociológicos y culturales que favorecen
la expresión de dicho malestar en este determinado síntoma. Explican que la
familia niega, minimiza u oculta la carencia afectiva del hijo, negándose a ser
testimonio del malestar. Los propios padres no han sido conscientes de las
propias carencias afectivas lo que les inhabilita para percibir el malestar del hijo
y proponen un tratamiento de reconstrucción narrativa de la historia familiar de
tres generaciones, para entender que el consumo de drogas es un sufrimiento
familiar.
Desde la misma línea Cancrini habla de cuatro tipos de personas con problemas
de adicción a la heroína:
1) Toxicomanía traumática, donde la persona no ha podido elaborar el duelo
por una pérdida (persona querida, trauma, idea, etc), seria un consumo que
busca el evitar el sufrimiento. Podríamos añadir que en algunos casos
Se trata de un duelo no elaborado por uno de los padres o por la familia
entera y el hijo sintomático está siendo la voz del sufrimiento encubierto por
el consumo de drogas.
2) Toxicomania por neurosis actual, esconde un trasfondo de conflictos
familiares (peleas entre padres, separaciones…) y el consumo drogas
jugaría un papel de estabilizar y esconder los problemas familiares, por
ejemplo, podría evitar una separación matrimonial. Uno de los padres está
coaliado con el hijo en contra del otro padre.
3) Toxicomano de transición, se caracteriza por trastornos graves de la
personalidad (boderline, psicosis).
4) Toxicomanias sociopáticas, se da en familias marginales y
multiproblemáticas, donde hay ausencia de padres, problemas de alcohol o
trastornos mentales d e los padres, donde intervienen muchos
profesionales e instituciones.
Actitudes y conductas de los hermanos y primos. Relaciones de la familia con
el consumo. Algunas tipologías de casos.
1) Algunos padres hacen demanda de ayuda por un hijo pequeño de 13, 14, 15
años por consumo de porros u otras drogas y, al implicar a los hermanos
mayores, se descubre que el mayor es un consumidor habitual de porros y otras
drogas. Los padres saben el consumo del mayor, pero como se enteraron tarde y
éste, aparentemente no ha tenido problemas de conducta, ha sido algo tolerado
y/o negado por los progenitores.
La demanda de tratamiento para el hijo pequeño sobre su consumo de drogas se
hace porque hay conductas de agresividad o provocación hacia los padres o
en la escuela. El hermano mayor es admirado por el pequeño.
El profesional se pregunta si el hermano mayor no tiene un mayor riesgo o un
mayor problema de drogas que el pequeño. El mayor tiene una adicción
consolidada y el pequeño hace un consumo abusivo (sin adicción) más cerca de
la rebeldía adolescente que de la dependencia psicológica a drogas. El mayor
debería hacer un tratamiento especializado en drogas mientras el pequeño
necesitaría un abordaje típico de crisis de desarrollo adolescente con el control
de los padres.
2) Puede ocurrir también que un joven que es traído por sus padres por su
consumo tiene como “colega” de consumo a su primo de la misma edad o un
poco mayor que él. El primo está más descontrolado que él y a menudo es el
iniciador en el consumo de éste, pero los tíos no ponen límites o están
desbordados.
3) Los hermanos pueden ser cómplices, iniciadores o encubridores silenciosos
del consumo del hermano. Es importante hacerles partícipes y colaboradores de
los padres, pero hay que estar alertas por si boicotean el tratamiento haciéndose
encubridores de sus hermanos consumidores. Porque, en algunos casos, estos
hermanos, aparentemente no problemáticos, creen que el consumo no es para
tanto y que no es necesario hacer tratamiento o están en contra de los padres.
4) Los hermanos suelen estar de acuerdo con los padres y el profesional que hay
un consumo abusivo o que la conducta del hermano consumidor es problemática,
pero creen ingenuamente que el hermano podría consumir moderadamente.
Los hermanos instan a que el consumidor consuma menos o que siga
consumiendo, pero sin las consecuencias de su conducta violenta, ilegal o
provocativa. Pocas veces son conscientes del riesgo del consumo del hermano.
En otros casos, el hermano es muy responsable y no quiere saber nada del
hermano consumidor, porque está enfadado por tener a los padres sufriendo por
su causa.
Actitudes y conductas de tíos, abuelos y otros.
Podemos hablar de los tíos con muy buena relación con los sobrinos, que han
encubierto el consumo o la magnitud del problema a los padres, por considerar
que no era importante o por haber intentado “salvar” al sobrino, porque piensa
que los padres son incompetentes y los culpa del problema de su sobrino.
También hay tíos que consumen drogas con sus sobrinos adolescentes pensando
que mientras no pasen de cierta dosis no hay riesgo, es más habitual en drogas
como los porros o el alcohol.
En cuanto a los abuelos pueden tener un papel fundamental si se han dedicado a
la crianza de sus nietos por necesidad de los padres (trabajo, enfermedad,
incapacitaciones mentales o físicas, defunción, etc). Estos abuelos tienen
bastante poder sobre los nietos y muchas veces compiten con los padres o los
tratan de incompetentes; los padres acostumbrados a delegar en los abuelos
siguen con las pautas aprendidas.
Estos abuelos suelen tener una actitud permisiva con las conductas
problemáticas del nieto y encubren y facilitan el consumo, aunque
aparentemente están contra de cualquier uso de drogas. Es habitual encontrar un
abuelo distante y desapegado que calla y una abuela sobreinvolucrada que es el
centro de la familia.
Tanto en le caso de los tíos, abuelos, hermanos y otras figuras influyentes
(padrastros, madrastras, consejeros) en la vida familiar es importante priorizar la
responsabilidad de los padres y unirlos en el cuidado y control de hijo
consumidor, la implicación en el tratamiento de los demás adultos tiene que
servir para que se pongan en segunda fila, como apoyo y colaboradores de los
padres.
Cuando se trata de padre y madre separados es necesario implicar a ambos en
primer lugar y a sus respectivos cónyuges en segundo lugar.
Artículo para padres y madres sobre la prevención de las adicciones dentro
de la familia.
JOVENES: AUTOESTIMA Y DROGAS
Algunos padres se preguntan: ¿cómo podemos prevenir el consumo indebido de
drogas en nuestros hijos adolescentes?. La prevención empieza desde la más
tierna edad, alimentando la autoestima de los hijos, a través del amor
incondicional. La demostración de afecto ha de ser tanto verbal como física,
constante y auténtica, sin condiciones.
El amor incondicional significa: "te quiero tal como eres, siempre te
amaré, aunque a veces me enfade contigo. No te retiraré mi amor, bajo ninguna
circunstancia."
SEGÚN R. SCHWEBEL, LOS HIJOS CON UNA AUTOESTIMA ELEVADA:
*Respetan sus cuerpos y no desean intoxicarlos con drogas.
*Se sienten capacitados para enfrentarse a desafíos, sin necesidad de recurrir a la
droga, para sentirse seguros.
*Creen en la auto superación y minimizan los fracasos. No tienen necesidad de
ocultar el dolor o la frustración con drogas.
*No cederán a la presión de los amigos. No necesitan decir "si" a todo para
conseguir la aprobación de los demás.
*Conocen y respetan sus propios sentimientos. Saben la manera de satisfacer sus
necesidades emocionales, sin recurrir a la droga.
LAS CARICIAS
Las caricias son la expresión de afecto, bajo cualquier forma, sea esta
verbal ("te quiero"), física (abrazos, besos) ó simbólica (regalos).
Cuando los hijos llegan a la adolescencia, algunos padres disminuyen sus
caricias, porque creen que ya no las necesitan "son mayores". Otros dejan de
abrazar y besar a sus hijos, aunque siguen proporcionando caricias verbales, del
tipo: "hiciste un buen trabajo", "te felicito por tus notas".
Una de las fuentes más importantes que tienen los hijos, para alimentar su
autoestima, consiste en recibir caricias de sus padres, tanto verbales como físicas
y simbólicas.
RECOMENDACIONES
Dar caricias incondicionales a los hijos, sin pedir nada a cambio.
Expresar corporalmente el amor, con abrazos y besos.
La importancia de dar y recibir afecto se enseña con el ejemplo:
"¿Pedimos a nuestros hijos las caricias que necesitamos de ellos?",
"En mi relación de pareja: ¿nos damos las suficientes caricias
incondicionales?".
Interesarse por las emociones y opiniones de los hijos es también es
una forma de expresar amor incondicional.
Dar la posibilidad de elegir. Potenciar la toma de decisiones.
Escuchar a los hijos y facilitar el dialogo.
Comunicación auténtica de los sentimientos entre padres e hijos, sea
enfado, tristeza, miedo, alegría o afecto.
Confiar en las capacidades y virtudes de los hijos.
Elaborado por: Lluis Camino Vallhonrat
Materiales didácticos para trabajar la prevención de drogas:
* "Decir NO, no es suficiente. Como tratar con sus hijos el tema de las drogas y el alcohol." Barcelona, Paidos. Autor: Robert Schwebel. * "Padres, hijos y drogas". Una estrategia de intervención psicológica para la prevención de las drogodependencias". Generalitat Valenciana. Conselleria de Benestar Sociual. Quaderns de drogodependencias número 1. Autor: Angel Vallés Lorente. * Video "Pares, mares i adolescents. Viure els riscos, pensar els límits." El.laborat GRUP IGIA. Institut Municipal de Salut Pública. Ajuntamnet de Barcelona. * Libro para dejar de fumar. "Es fácil dejar de fumar, si sabes cómo. Autor Allen Carr. Editorial Espasa práctico. Materiales para la escuela: * "Decideix!. Programa d´Educació sobre substàncies addictives". Material per al profesor i per l'alumne. Institut Municipal de la Salut. Servei de promoció de la salut. Ajuntament de Barcelona. * "El tabac, ben lluny". Programa para profesores i material para trabajar con los alumnos sobre prevención del tabaquismo." Primaria i Secundaria. Departament de Sanitat i Seguretat Social i departament d'Ensenyament de la Generalitat de Catalunya. Vídeos para jóvenes: * "La festa". Prevenció de consum de tabac i alcohol. Institut Municipal de Salut Pública. Ajuntament de Barcelona. * "Presión de grupo y toma de decisiones". Video para jóvenes de 12 a 14 años. Editado per GRUP IGIA.
CDROM: *Guía de programas y recursos de prevención de dogodependencias. Edita CEAPA, financia Plan Nacional de Drogas "Atención pastillas". Pera jóvenes. Junta de Andalucia. Consejeria de Asuntos Sociales. Comisionado por la droga.
Bibliografía de terapia familiar: 1) “Genogramas en la evaluación familiar”. Mónica McGoldrick y Randy
Gerson. Ed. Gedisa. Explica como se hacen los genogramas familiares con símbolos y da ejemplos de familias de personajes famosos,como se repiten los patrones familiares y como pueden analizarse (Freud, Bateson, Kenedy, Fonda, etc). 2) “La recuperación de la familia”. Salvador Minuchin. Ed. Paidos. Minuchin creador de la terapia familiar estructural, explica su terapia y pone ejemplos de terapias familiares realizadas por él. 3) “El arte de la terapia familiar”. Salvador Minuchin. Ed.Paidós.
Hace un recorrido histórico de la terapia familiar y de los estilos terapeúticos de los pioneros. Relata como hacer supervisión a los terapeutas familiares, su estilo como terapeuta. 4)”Terapia familiar del abuso y adicción a las drogas”. M.D. Stanton y T.
Todd y cols. Ed Gedisa.
5)”Meditaciones de un terapeuta familiar”. Carl Whitaker. Ed. Paidós. Creador de la terapia familiar experiencial, habla de su vida como
terapeuta y hace reflexiones sobre la terapia y la vida. 6) “Terapia para resolver problemas,” Jay Haley.Ed. Amorrortu. Percursor y pionero de la terapia familiar estratégica. Explica técnicas y
filosofia de la terapia estratégica a nivel práctico.