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PASADO y PRESENTE XXI Nuevo Pensamiento para un Nuevo Tiempo Año V, No. 5, diciembre 2003-enero 2004 Edición Especial V Aniversario Pasado y Presente xxi Investigaciones sociohistricas regionales

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PASADO y PRESENTE XXINuevo Pensamiento para un Nuevo Tiempo

Año V, No. 5, diciembre 2003-enero 2004

Edición Especial V Aniversario

Pasado y Presente xxi

Investigaciones sociohist�ricas regionales

Page 2: PASADO y PRESENTE XXI - Maestría en trabajo social · Movimientos sociales y representación política. Una reflexión / 13 Jesús Pastor García Las obsesiones de Isabel Rauber

Contenido

Nuevo Pensamiento Estratégico• Reflexiones y debates a propósito del libro Movimientos sociales y representación

política. Articulaciones

Un abordaje minucioso, con originalidad y profundo compromiso / 3István MészárosUn análisis pormenorizado de procesos complejos / 7Edgardo Form

Es un libro conmovedor / 10Francisco Dos Reis

Movimientos sociales y representación política. Una reflexión / 13Jesús Pastor García

Las obsesiones de Isabel Rauber / 14Gilberto Valdés

• Construcción de poder desde abajo. Conceptos claves / 24Isabel Rauber

• Los desafíos históricos ante el movimiento socialista / 43István Mészáros

Globalización• Cuba y el 11 de septiembre / 55

Miguel Álvarez

• El capitalismo organizado en medio del orden y el caos /60Pablo González Casanova

• ¿Por qué los pequeños campesinos arroceros deben desaparecer en Sri Lanka? / 68François Houtart

América Latina• Bolivia: «El pueblo se organizó y triunfó» / 73

Evo Morales

• El agua potable: nuevo recurso estratégico del siglo XXI / 78Elsa Bruzzone

• «El enemigo siempre parece más grande cuando se lo mira de rodillas» / 87Víctor De Gennaro

Mujeres latinoamericanas• Doña Piki, una mujer excepcional / 92

Isabel Rauber

Teoría y sociedad• Las clases sociales en la sociología de Pierre Bourdieu / 111

Juana Suárez

• Otra economía con equidad de género es posible / 121Wim Dierckxsens

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PASADO y PRESENTE XXINuevo Pensamiento para un Nuevo Tiempo

Año V, No. 5, diciembre 2003-enero 2004

Edición Especial V Aniversario

Pasado y Presente xxi

Investigaciones sociohist�ricas regionales

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Directora:Isabel Rauber

Consejo Editorial:Jorge AcandaFrank CáceresOrieta CaponiCamille ChalmersMaría DíazKarina FerrarisIsabel RauberGilberto ValdésGuadalupe ValdezMarcos Villamán

Consejo Asesor:Elíades Acosta, Samir Amín, TeotonioDos Santos, Enrique Dusell, RobertoFernández Retamar, Pablo GonzálezCasanova, François Houtart, OfeliaOrtega, Raúl Suárez

Registro Legal: 105760

ISSN: 1666-3349

Pasado y Presente XXI tiene su sede principal en:

CIPROS

Avenida Benigno Filomeno Rojas Nª 8,Zona Universitaria, Santo Domingo.

Subsede:Fundación Género y Sociedad

Federico Lacroze 4181, Buenos Aires.Telef.: 4769-3198

E-mail:[email protected]@yahoo.com.ar

Instituciones Asociadas:CIPROS (R D)Ciudad Alternativa (R D)CEPAE (R D)Centro «Nelda Valpiana» (R D)CDD (Argentina)COPADEBA (R D)PAPDA (Haití)GALFISA (Cuba)

Composición y montaje:

Pasado y Presente XXIComposición: Carlos MeliánRevisión: Karen HaberEdición: Damarys RodríguezTranscripciones: Hilda BetancourtIlustración y diseño de portada:

Mauro GermánIlustraciones interiores:

Mauro Germán y Mario Samo

Distribución en:Esta revista se distribuye a través de las Insti-tuciones Asociadas; en los lugares de ventaasignados; y por subscripciones.

Subscripción solidaria:Contribuye con nuestra labor, subscríbetecon 10 USD anuales, a través de nuestro coor-dinador en tu país.

Una publicación de Pasado y Presente XXIcon la Revista Paradigmas y utopías.

Edición mexicana, marzo 2004

Nota editorial: Nuestra revista publica los artículos respe-tando la edición enviada por los autores.

Cantidad de ejemplares: 5000Precio del ejemplar sin envío: $3.00 USD

Se autoriza la reproducción de los artículos de esta revista.En reciprocidad, solicitamos se mencione la fuente.

Impreso en México Compañía Editorial Electrocomp, S.A. de C.V.

Calzada de Tlalpan No. 1702. Col. Country Club.

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Nuevo pensamiento estratégico

Esta última entrega de Isabel Rauber, directo-ra de Pasado y Presente XXI, da continuidad ala serie de libros y ensayos que ha publicado laautora sobre la problemática del sujeto de la trans-formación revolucionaria de la sociedad, obrade pensamiento que ha hecho desde la expe-riencia contemporánea de los procesos políti-cos latinoamericanos.

Movimientos sociales y representación política

Articulaciones

Reflexiones y debates a propósito del libro de Isabel Rauber

Un abordaje minucioso,

con originalidad

y profundo compromiso

István Mészáros

Este importante libro llega en un momentooportuno, cuando hemos de encarar algunasopciones críticas. Estas implican nada menosque el imperativo de la rearticulación radicaldel movimiento socialista en medio de la cadavez más profunda crisis estructural del capital.

El derrumbe del sistema soviético fue salu-dado por los defensores auto-sirvientes del or-den establecido, como el fin irreversible delsocialismo. En realidad no hubo tal. Muy porel contrario, un examen crítico y penetrante delas razones de este doloroso fracaso históricopondría de relieve una conciencia y urgenciamayores que nunca antes de hacer frente al de-safío de la propia supervivencia humana, en unmomento en que el capital aparenta ser tan com-pletamente dominante que las devastacionescontinúan en una escala cada vez mayor y sepermiten ampliarse sin mucho o ningún estor-bo. Pero, para estar seguros, es imprescindibleuna revaloración crítica intransigente de nues-

Se trata de un libro de problemas abiertos ybúsquedas de alternativas en igual sentido, en-carado desde una sólida perspectiva teórica queda cuenta de la complejidad de los procesossociales que analiza. Por todo ello, y teniendoen cuenta la calidad de los criterios y puntos devista expresados por diferentes personalidadesacadémicas y políticas, esta revista considera deutilidad para el debate del tema su publicación.

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tras estrategias pasadas y presentes, o no habráesperanza al encarar ese desafío.

Fausto Bertinotti, secretario nacional delúnico partido parlamentario italiano que to-davía profesa aspiraciones de transformaciónradical, el Partito di Rifondazione Comunista,publicó recientemente un artículo con el títu-lo programático de: «La socialdemocracia re-formista no está más en la agenda» (TheGuardian, 11 de Agosto de 2003). En verdad elfracaso de la socialdemocracia reformista hasido evidente por mucho tiempo, aunque losmovimientos políticos parlamentarios tradicio-nales no lo hayan reconocido. Ellos estabanocupados en la introducción de cambios me-nores –y en las últimas dos o tres décadas nisiquiera eso- que tenían que ser bien acomoda-dos dentro de los límites estructurales del capi-tal, revitalizando temporalmente, más que trans-formando significativamente, el sistema mismo.En consecuencia, admitir que la socialdemo-cracia reformista no está más en la agenda, traeconsigo para nosotros la conclusión ineludiblede que el impacto permanentemente paralizan-te del parlamentarismo como tal, no puede sereludido por más tiempo. Esto incumbe a todoslos movimientos políticos radicales, incluyen-do los partidos principales de la izquierda queusaron hasta descartarlas todas las estrategiasalternativas, desde el punto de vista parlamen-tario como hasta el «sectarismo poco realista».De ahí la gran relevancia de focalizar la necesi-dad de una rearticulación exhaustiva del movi-miento emancipador socialista en las presentescircunstancias, tal como lo aborda Isabel Rauberen este libro.

La inviabilidad total de las concepcionesreformistas pudo ser ocultada en el pasado bajoel velo de las «concesiones» del capital, las cua-les eran asumidas siempre más ampliamente,bajo el concepto de ir sumando en una largacarrera, para favorecer un cambio estructuralsignificativo del orden social dado. Sin embar-

go, lo que ha ocurrido actualmente ha sido exac-tamente lo opuesto. En el curso de su desarrollohistórico, el capital ha llegado a una etapa, bajola presión de su profunda crisis estructural, enla que incluso las pasadas «concesiones» —queen los hechos no eran tales concesiones, sinoparte integrante aún de la dinámica prevalecientede expansión, sin obstáculos, del capital— fue-ron revertidas por el orden gobernante, con laayuda de una legislación anti-laboral despiadada,porque ellas no podían satisfacer más dichafunción expansionista. La virtual muerte del«Estado de bienestar» incluso en los países ca-pitalistas más desarrollados, en lugar de su di-fusión por todo el mundo como una vez seprometió, deviene testigo elocuente de esa gra-ve verdad.

El comienzo de la crisis estructural del siste-ma, y el fin de todas las ganancias parciales sig-nificativas obtenidas por el capital, confrontanal movimiento socialista con un dilema muydifícil. En el pasado el reformismo sostenía quela acumulación constante de mejoras parcialesarrojaría a su debido tiempo cambios socialescualitativos acordes con los propósitos radica-les originalmente previstos por el movimiento.Eso fue lo que dio lugar a la notoria oposiciónentre los «objetivos inmediatos» y el «propósitofinal». Sin embargo, con la clausura de la faseexpansionista y relativamente sin disturbios delsistema, estrechando las prácticas reproductorasde ganancias del capital, que traen con ellas elimperativo de una explotación cada vez másinsensible de la fuerza de trabajo global, no solono puede haber progresos inmediatos que seacumulen con el tiempo, acercándose cada vezmás al propósito final deseado. Más bien, larelación entre lo «inmediato» y lo «último» debetener un giro en dirección a la única vía en lacual puede actualmente tener sentido. Para nues-tro tiempo —cuando el capital puede solamenteceder beneficios tácticos al trabajo, con la pers-pectiva de recuperarlos de vuelta en la oportu-

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nidad más cercana posible y «con intereses com-puestos»— la realización incluso de «objetivosinmediatos» más limitados llega a ser factiblesolamente como una parte integral de la alter-nativa hegemónica del movimiento socialistaal orden establecido.

De ese modo, lo inmediato puede ser pro-piamente perseguido solo si es concebido comolo inmediato estratégico, definido por su inse-parabilidad de lo estratégico a largo plazo yorientado por la primacía total de esto último.En otras palabras, esos progresos parciales pue-den ser adoptados solamente como objetivosinmediatos viables que no puedan ser reverti-dos, y por lo tanto son capaces de adquirir uncarácter verdaderamente acumulativo. Aquellosque podrían objetar que eso es «maximalismo»deberían abrir los ojos ante el hecho de que elpeor tipo de maximalismo es en realidad la vanapersecución de las «demandas mínimas» irrea-lizables —solamente compatibles temporal y tác-ticamente dados los límites estructurales delcapital.

En términos estratégicos lo que apareció enla agenda histórica —dado el fin de la larga as-cendencia histórica del capital y su sustituciónpor la preocupación del sistema por sobrevivira cualquier costo incluyendo la imposición delmás destructivo curso de acción— es la necesi-dad urgente de instituir la alternativa hegemó-nica del trabajo al orden social establecido.Solamente a través de semejante alternativa lasenormes desigualdades y devastadoras contra-dicciones del presente pueden ser relegadas alpasado. Por mucho tiempo las estrategias de laizquierda tradicional eran formuladas, explíci-tamente o no, sobre las «premisas realistas» deque los progresos previstos deben ser propor-cionables por el capital, dejando de ese modosin desafiar al sistema mismo. Pero hoy ningúnavance social duradero del trabajo es propor-cionable por el capital. Consecuentemente, todaconformidad con la premisa socioeconómica

anteriormente aceptada de providencia capita-lista solo puede traer frustración y finalmenteautoderrota.

Naturalmente, estas consideraciones no sig-nifican en lo más mínimo que las demandastangibles de un movimiento social claramenteidentificable puedan ser ahora sustituidas porlos postulados abstractos de un sujeto históricogenérico. Por el contrario, ambos, los objetivosestratégicos factibles de nuestro tiempo y lanaturaleza del agente social capaz de realizar-los, se harán muchos más concretos de cómoeran concebidos en el pasado. La necesidad dela rearticulación radical del movimiento socia-lista tiene que ver con ambas dimensiones ensu inseparabilidad.

Con vista a lo primero, las demandas tangi-bles y aparentemente «no-socialistas» revelan sucarácter socialista estratégico en conjunción unascon otras, como en un todo combinado, ya queel capital debe negarlos en interés de su direc-ción autoexpansionista destructiva. Como diceIsabel Rauber con pasión y perspicacia:

«la vida que —en este momento, en este conti-nente— significa defensa de la tierra, del agua, delos bosques, de las fuentes de carbón, de petró-leo, y del aire mismo, y todo esto presupone ladefensa-recuperación de la soberanía de la nacióny de la nación misma (en el grado y realidad enque estas hayan existido) reinventándola simul-táneamente. Tareas del pueblo todo y de la clase,en tanto ello sólo será posible de alcanzar y afian-zar con la eliminación de la lógica de la repro-ducción ampliada del capital.»

En lo que respecta a la naturaleza del sujetode las transformaciones necesarias: el agentesocial emancipador, es necesario liberarnos delas simplificaciones voluntaristas del pasado quetrataron de confinar el papel de agente históri-co a una vanguardia exclusiva vinculada al tra-bajo industrial (incluso solo al trabajo manual),saliéndose así de la concepción marxiana quehabla de la siempre creciente proletarización de

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la sociedad y de la correspondiente necesidadpara el desarrollo masivo de la conciencia co-munista. No es de extrañar, por tanto, que lasestrategias basadas en semejantes puntos de vis-ta voluntaristas hayan sido amargamente decep-cionadas. El agente social de la emancipaciónabarca una multiplicidad de grupos sociales, loscuales son capaces de coligarse en un poder efec-tivo transformador dentro de un marco estraté-gico adecuado de orientación. El denominadorcomún o núcleo estratégico de todos esos gru-pos no puede ser el «trabajo industrial», sean ono de «cuello azul» o de «cuello blanco» (sinmencionar la obscena y capituladora nociónpolítica británica de «new labour» o «nuevo tra-bajo»), sino el trabajo como antagonista estruc-tural del capital. Es lo que combina los varia-dos intereses de la multiplicidad de grupossociales en el lado emancipatorio de la divisiónclasista dentro del interés común de la alterna-tiva hegemónica del trabajo al orden social ahoraarrolladoramente destructivo. Todos ellos tie-nen que jugar su importante papel activo en elaseguramiento de la transición a un orden so-cial cualitativamente diferente.

En efecto, aunque de momento por causadel poder de división y fragmentación del ca-pital todavía algo latente, se trata de la con-ciencia del profundo interés común objetivoque hace posible la clara identificación de lasdemandas tangibles y literalmente vitales denuestro tiempo como se indica arriba , bajola cual la multiplicidad de grupos sociales la-borales pueden juntarse dentro de un adecua-do marco estratégico. Esta es la razón por lacual es posible superar los intereses conflicti-vos de «sectorialidad», anticipando así, conrealismo, la rearticulación exitosa del movi-miento socialista en el espíritu de combinarsus más variados grupos dentro de un agentesocial emancipatorio verdaderamente exhaus-tivo. Lo que Isabel Rauber escribe en este con-texto sobre América Latina es válido también

para el resto del mundo comprometido en suconfrontación histórica con el capital:

«En Latinoamérica no existe hoy ningún actorsocial, sociopolítico o político que pueda por sísolo erigirse como sujeto de la transformación,éste resulta necesariamente un plural-articuladoque se configura y expresa como tal sujeto entanto se articula como sujeto popular. [...] En talsentido, el desafío pasa por eliminar la fracturapartido-clase. Anudada simultáneamente a lasuperación de la fractura histórica entre partido-clase-pueblo(s).»

Para tener éxito en esta tarea histórica, esnecesario crear un nuevo modo de operar en elmovimiento socialista radicalmente rearticu-lado, en el espíritu de la igualdad sustantiva desus variados componentes en agudo contrastecon las determinaciones más intimas del ordenestablecido. El modus operandi del sistema ca-pitalista desde su condición absoluta de exis-tencia –aun con toda la habladuría sobre «demo-cracia», «libertad» e «igualdad»- no puede serotro que la insuperable subordinación estruc-tural-jerárquica del trabajo al capital. Reprodu-ciendo como en un espejo en las confrontacio-nes políticas del trabajo con el capital , el modojerárquico de operación del adversario, reflejan-do la práctica defensiva del movimiento, yatotalmente anacrónica, aunque comprensiblebajo determinadas circunstancias históricas. Peropor la misma razón ello no puede traer éxitoduradero incluso en el plano político y menosaún en el establecimiento de las bases de unnuevo orden metabólico de auto reproducciónhumana. El agente emancipador múltiple queahora emerge puede prevalecer solo si se articu-la sobre las bases de los muy diferentes princi-pios de intercambio humano y organización.Para decirlo con palabras de Isabel Rauber:

«Se trata de un nuevo movimiento políticosocialarticulado desde abajo sin subordinaciones jerár-quicas entre los distintos actores, sin vanguardiasiluminadas ni sujetos de primera, de segunda o

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de tercera clases. La apuesta sería construir re-des, nodos de articulación social (sociopolítica),basándose en la profundización de la democraciay la participación y en el despliegue de relacioneshorizontales de articulación.»

La reconstitución del movimiento socialis-ta «desde abajo» sobre las bases de una igualdadsustantiva, inconcebible en el fundamento inal-terablemente jerárquico del capital, es la precon-dición necesaria para encarar el desafío históricoque confrontamos. Ello es, a la vez, la prome-sa de un camino viable para regular nuestro modode reproducción metabólica social, una vez quela destructividad del capital sea puesta bajo con-trol y las piezas fracturadas heredadas del viejoorden sean integradas en un marco sostenible.En ese camino, la verdadera organización equi-tativa y el modo de acción del movimientoemancipador pueden ser llevados hacia el futu-ro, en el que su íntima constitución tambiénrepresenta, desde sus mismas fases constituti-vas, las anticipaciones de una nueva manera—genuinamente asociativa— de ocuparse de lastareas que deberán presentarse.

El concepto de participación a este respecto,es de importancia seminal. Ello es válido tantopara el presente como para cualquier sociedademancipada del futuro. Bajo las actuales circuns-tancias eso significa, en primer lugar, que no essimplemente una participación más o menos li-mitada en discusiones, a menudo reducidas alvacuo ritual de «consulta» inefectiva (acompaña-da por una superioridad descartante), sino laadquisición progresiva de los poderes de deci-sión alienados, por el antagonista estructural delcapital, en cuyo decursar transforma sus miem-bros dentro del cuerpo social de productoreslibres asociados. Hacia el futuro, no importa cuándistante, la participación significa el ejerciciocreativo de los poderes adquiridos de tomardecisiones para beneficio de todos, trayendo aprimer plano los ricos recursos humanos delas individualidades combinadas, tanto y tan

extensamente como no pudo jamás ser soñado,en su ausencia, en las anteriores formas de socie-dad. El modo horizontal de intercambio, correc-tamente defendido por la autora, puede hacerque el principio de autonomía significativa —unprerrequisito para la autorealización individual—sea plenamente combinado con la realidad de lacoordinación estructural total, y de ese modo,transformar la operación del proceso metabólicosocial de reproducción, en un todo liberador in-tegrado, que será coherente–cooperativo y no de-rrochador–adversativo.

Estos problemas son tratados por IsabelRauber con un abordaje minucioso, con origi-nalidad y con profundo compromiso. Su desa-fiante libro merecerá la reacción positiva dellector.

Un análisis pormenorizado

de procesos complejos

Edgardo Form*

Compañeras y compañeros, es un honor, uncompromiso, una alegría, compartir con uste-des, además, conocer personalmente a la com-pañera Isabel.

Vamos a hablar concretamente del libroMovimientos sociales y representación política.Articulaciones, de la compañera Isabel Rauber,

* Dirigente del Instituto Movilizador de Fondos Co-operativos, Argentina. Palabras pronunciadas en el actode la presentación de la edición argentina del libro,convocado por la Central de Trabajadores Argenti-nos. Buenos Aires, 21 de noviembre de 2003.

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Edgardo Form

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editado por Pasado y Presente XXI y la Central[Central de Trabajadores Argentinos]. Lo recibíhace pocos días y voy a hablar a partir de lalectura que hice del material.

Creo que es un aporte valioso, muy valioso,serio, fundado en una sólida formación teóri-ca, en el estudio de casos concretos, de expe-riencias concretas de conducciones en AméricaLatina en lucha, conducciones que tienen pasa-do, que tienen presente, que tienen porvenir,que atraviesan distintas situaciones. Creo queesto enriquece enormemente el texto, lo hacerealmente interesante en su totalidad.

Este es un texto que está escrito con voca-ción de sumar y de construir, diría más: de su-mar y de multiplicar, de ningún modo de res-tar y de dividir. No es un texto escrito desde lasoberbia del que se las sabe todas y entonces ledice a los demás lo que tienen que hacer, alcontrario, contribuye a la reflexión autocrítica,diría más: indispensable reflexión autocríticade distintas expresiones de nuestro campo po-pular. Porque Pablo [Micheli]1 decía bien: Esta-mos frente a un escenario donde se exige launidad, pero no estamos unidos, algo nos pasa.Entonces la reflexión debe ser profunda y pro-fundamente autocrítica.

También es una convocatoria seria a la revi-sión de culturas y prácticas muy arraigadas ennuestros espacios que no facilitan la unidad yla construcción de alternativas; hay que mirar-se para adentro en muchos casos, cuando unoestá decidido a dialogar con el otro tiene quehacer algo así como vaciarse por dentro sinabandonar su identidad, como para ser percep-tivo con lo que el otro le va a decir. Esa es laverdadera actitud de diálogo que nosotros ver-daderamente debemos asumir si queremos cons-truir en serio la unidad del movimiento social,el movimiento político, sobre lo cual despuésvamos a decir algo más.

Tenemos un texto de lectura obligatoria entodos los movimientos sociales con vocación

transformadora, así como en las fuerzas políti-cas que se ubican en la vereda correcta, es decir,en la vereda de izquierda, como ella misma loseñala. Aquí aparecen varias cuestiones puntua-lizadas con mucho acierto: el papel de los diri-gentes, la empatía o antipatía que puede haberentre figuras que lideran distintas expresionespolíticas y sociales —y con esto no queremos es-tablecer una barrera inseparable o infranqueableentre uno y otro tipo de expresión, ella tampocolo plantea; está en el comienzo mismo del libro:«No digais que el movimiento político...» es unafrase de Carlos Marx en su texto clásico de Mise-ria de la Filosofía, y no es porque lo haya dichoél pero subscribo la expresión en su totalidad.

Isabel hace un análisis pormenorizado de losprocesos complejos, tortuosos, de la construcciónde la unidad, los consensos básicos, las líneasindispensables que había que tener en cuenta. Eltema del sujeto ocupa un lugar significativo por-que no podemos interpretar la realidad emplean-do determinadas ópticas, apropiadas quizá paraotros momentos de la historia. Hubo cambiosprofundos en la configuración de la clase obrera,de los sectores medios, de los sectores que hansido atravesados por los procesos de exclusiónsocial. Tenemos nuevos sujetos, nuevos protago-nistas, nuevas demandas, nuevos interrogantes,nuevas complejidades, y este libro es una exhor-tación a tener una cosmovisión que sea capaz deinterpretar toda esa diversidad de la realidad con-temporánea, con vocación de cambio, con voca-ción transformadora, sin paradigmas cristaliza-dos. Sin abandonar principios de solidaridad,principios revolucionarios, hoy en día estos po-drían no estar acondicionados precisamente parauna lectura correcta de la realidad que queremostransformar, y para interpretar las conductas, lasapetencias, las aspiraciones, de las formas parti-culares de organización de estos nuevos integran-tes del sujeto colectivo, que necesariamente tieneque ser así, interpreto por la lectura del texto deIsabel.

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Un análisis pormenorizado de procesos complejos

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Cuestiones que son desafíos para nosotros,aspectos organizativos que podrían o deberíanadoptarse o analizarse, de repente en la demo-cracia interna, cómo y quiénes toman las deci-siones en organizaciones en las que confluyendiversas vertientes con distintas procedenciasculturales, cómo se puede lograr esa unidad enla diversidad respetando las identidades propiasde cada una de las partes integrantes.

Esto es una exhortación también a abrirnosla cabeza para poder apreciar los matices por-que en la vida real las cosas no son absoluta-mente blancas o absolutamente negras, hay in-finidad de matices. Y si no tenemos la claridad,la inteligencia y la certeza para encontrar esosmatices, indudablemente la construcción de launidad, de la alternativa política, económica,social, la articulación y la síntesis de movimien-tos sociales y representación política se tornaverdaderamente imposible.

Yo subrayaría también, entre otras cosas, laactitud de respeto por el otro, por la otredad,la alteridad. Creo que la conducta respetuosaen la construcción de la unidad es indispensa-ble. Insistimos: la lucha por la unidad no sig-nifica renunciar a la identidad propia ni aldebate frontal de las ideas.

Y para demostrar que si bien no hemos leí-do el libro con la profundidad que lo hizo Pa-blo Micheli, pero que por lo menos algunospárrafos hemos resaltado y creemos oportunocompartirlos con ustedes en voz alta, permítan-me enunciar algunos de los párrafos que consi-deramos claves. Uno de ellos: «Se trata de unnuevo movimiento político social articuladodesde abajo —plantea Isabel— sin subordinacio-nes jerárquicas entre los distintos actores, sinvanguardias iluminadas ni sujetos de primera,de segunda o de tercera clases. La apuesta seríaconstruir redes, nodos de articulación social(sociopolítica), basándose en la profundizaciónde la democracia y la participación y en el des-pliegue de relaciones horizontales de articula-

ción.» Todo un desafío para la creatividad. Ymás adelante, en el Capítulo primero, «Puntosde partidas», hay un conjunto de reflexionesque realmente son interesantísimas: «La deso-rientación estratégica se hace evidente», afirmaella en una partecita, en la página 20, o sea, sesupone que las páginas 19 previas las hemosleído (risas)... Y dice: «Pero no son declamacio-nes lo que necesita el proceso, sino orientacio-nes claras, consensuadas colectivamente, y unaforma orgánica capaz de articular los fragmen-tos, cohesionando a ese todo heterogéneo, ha-ciendo posible la superación de la sectoriali-zación y el sectarismo, proyectando al conjuntohacia objetivos superiores (definidos tambiéncolectivamente).» Esto de la construcción delprotagonismo colectivo, me parece que es unade las claves del desafío que nos plantea Isabel.

Dice, por ejemplo, más adelante: «Todo elloreclama hoy superar las barreras culturales pre-dominantes acerca de quién es (o debe ser) elsujeto de los cambios, acerca de cuál es la rela-ción entre los movimientos sociales y los parti-dos políticos de izquierda, acerca del tipo deorganización política que reclaman los tiemposactuales, acerca de lo que significa conducir. Seimpone superar las posiciones reformistas,vanguardistas y elitistas que actúan como unaretranca ante las nuevas realidades sociales, eco-nómicas, políticas, históricas, culturales.»

Esto es parte de lo que está en el comienzodel libro, ahora les cuento el final, pero el finales precisamente la invitación a la lectura indivi-dual y colectiva como decíamos en el prólogode esta presentación.

Dice ya, en las dos últimas páginas, con unaespecie de subtítulo: «Superar los prejuiciospresentes en una y otra parte.»

Y continúa abajo: «El respeto a la identi-dad y autonomía de cada cuál —base para eldesarrollo de relaciones horizontales entre losdiversos actores sociopolíticos —, implica unarelación biunívoca que no siempre se logra. En

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Francisco Dos Reis

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Es un libro conmovedor

Francisco Dos Reis*

Tengo una peculiaridad que es la de no leer loslibros como los lee el común de las personas:no hago señalizaciones, los leo de atrás para

* Presidente de la Asociación de la Pequeña y MedianaEmpresa (APyME). Palabras pronunciadas en el actode la presentación de la edición argentina del libro,convocado por la Central de Trabajadores Argenti-nos. Buenos Aires, 21 de noviembre de 2003.

este sentido, superar prejuicios o criterios arrai-gados por antiguas prácticas, tanto por parte delos partidos de izquierda como de las organiza-ciones sociopolíticas populares, es un requisitoprimero. Las nuevas relaciones entre los acto-res sociales y políticos, la conformación de losociopolítico colectivo, irá cuajando en la pro-pia práctica de construcción, sin recetas pre-concebidas, precisamente porque se asienta enel reconocimiento de la autonomía e identidadde cada uno de los actores sociopolíticos y enel de la horizontalidad de sus relaciones.»

Y el remate dice: «Otro mundo será posiblesi somos capaces de anticiparlo creadoramenteen nuestras mentes y hacerlo realidad colectiva-mente con nuestras prácticas, día a día. El retoes comenzar a hacerlo realidad presente desdeahora, en nuestras organizaciones, en nuestrasfamilias, en cada uno de nosotros y nosotras.»

Les comenté algo del comienzo, y acabo deleerles algo de lo que viene en el remate final;les recomiendo que lean todo lo que viene en elmedio porque es imperdible. Muchas gracias.

Nota

1 Secretario General de la Asociación de Trabajadoresdel Estado (ATE), a nivel nacional.

adelante, salto, vuelvo... lo leo así. Y como loleí así, lo voy a contar así; voy a contar mi expe-riencia del libro.

El libro es conmovedor para alguien comoyo, que tiene una historia de militancia políti-ca y de militancia social; que no es fácil convi-vir con las dos militancias; parecería que es lomás natural del mundo pero resulta que no esasí. ¿Por qué? Porque en la militancia políticahay esquemas rígidos —por lo menos hasta aho-ra—, algo que tenemos que tratar de modificarporque tenemos estructuras de pensamientoque tiene que ver con nuestra cultura. Y en ladinámica social aparece otro fenómeno muyparticular, que es juntarnos un montón depersonas que parecemos muy diferentes enmuchas cosas porque tenemos carnés de parti-dos diferentes, pero tenemos proyectos comu-nes y vamos todos hacia un mismo objetivo.Y si nunca nos preguntamos de qué color es elcarné que tenemos, nunca nos damos cuentade las diferencias teóricas que tenemos; lo quenos damos cuenta son los grandes objetivoscomunes que tenemos. Y este libro plantea estoclaramente.

Les voy a contar un cuento que tiene quever con la realidad. Yo fui separado de mi par-tido algunas veces, expulsado otras, y en unmomento cuando era muy joven, me habíanseparado del partido y un día, un compañerome preguntó si volvería a una reunión... Justovolví a una reunión en la que trajeron un libro,un folletito, que decía: «No al sigmático ytrostkizante Partido Comunista Chino». La ver-dad es que yo no sabía lo que quería decir todoel libro ese, ni el título ni nada, pero en esareunión dieron el informe, y de los 27 compa-ñeros que estaban, 26 dijeron que estaban de

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Es un libro conmovedor

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acuerdo con el planteo, y me preguntaron a míy dije: «No estoy de acuerdo; me voy.» No eraun capricho, sino que una semana antes otrocompañero me había informado de «las gran-dezas» del Partido Comunista y de la Revolu-ción China. O sea que, en una semana, habíacambiado toda la visión del mundo: la semanapasada eran un fenómeno y ahora eran «sigmá-ticos y trostkizantes» —ahora ya sé lo que es eso,pero tardé como 20 años.

Entonces, ¿cuál es la verdadera riqueza deesta propuesta que hace Isabel? Que nos intro-duce en una discusión que nosotros la tenemosinternizada pero no siempre asumida. ¿Asumi-da que quiere decir?, ¿yo tengo dos discursos,uno para mi partido y otro para el movimientosocial o realmente tengo dos discursos para mimismo porque no quiero romper con mi histo-ria, con mi modo de ver la vida, con todo aque-llo que me contuvo, que me dio formación yque amé y amo, que eran mis sueños de cam-biar el mundo, del socialismo, de una sociedadmás ética, más humana? ¿Por qué hay una con-tradicción allí?, ¿qué pasa?, ¿cuál es el fenóme-no? ¿Qué pasa en esta sociedad que existe esedisloque tan grande? ¿Por qué no bajamos a larealidad y nos ponemos a hablar de cuántascosas hay alrededor de los movimientos socia-les? De esto sí puedo hablar. Desde los 14 añossoy un dirigente social: de la Sociedad de Fo-mento, del Hospital Vecinal, del Club del barrio,de la Caja de Créditos, de vuelta en el Club delbarrio, de vuelta en el Hospital Vecinal... y aho-ra dirigente gremial empresario; toda mi vidafui un dirigente social, afiliado a un partidopolítico.

Yo comencé a trabajar de pibe, y los queme traían el diario eran amigos, de los díasque no laburaba, que jugábamos a la pelota...y a medida que fuimos creciendo y nos fui-mos definiendo políticamente, alguien me dijoun día: «Tené cuidado con fulano porque esfalangista.» Yo dije: «Este es mi amigo, no me

voy a pelear ahora por eso.» Yo tuve la suertede no hacer caso de lo que me decían y hoytodavía somos amigos. Creo que él nunca supolo que fue el falangismo, ni fue falangista ninada parecido. Él sigue siendo el diariero ysiempre me trae el diario. Y si yo lo hubieradespreciado por haberlo encasillado hubieraperdido su amistad. Esta es mi forma «noculturosa» de leer este libro de Isabel: la inter-pretación de este hecho. Es lo mismo si yo ledijera al amigo Ferretero, dirigente del Parti-do Socialista: «Yo soy de izquierda roja»; él memiraría y me diría: «Yo también». Claro, por-que él siente lo mismo. ¿Quién soy yo paradeterminar qué izquierda soy, qué color tiene,y si los demás son o no son de izquierda? Re-cuerdo cuando un día vino Víctor [De Gen-naro]1 y dijo: «Alguien me rotuló que yo soyun socialdemócrata, un representante delsocialcristianismo.» ¿Cómo se puede rotular auna persona? Y este es el viejo drama que tene-mos desde los partidos y desde los movimien-tos sociales. Hay una esquizofrenia monumen-tal. Porque yo parezco una persona aquí, y otrapersona cuando voy a la calle, milito, juegopelota, voy al movimiento piquetero, a laCTA... ¿Cuántas son las cosas qué nos diferen-cian?

La idea de la hegemonía —y también estáen este libro— es absolutamente perversa por-que en el afán del hegemonismo despreciamosla condición humana. Porque la verdaderacuestión hegemónica de la sociedad es lucharcontra lo que a uno lo ahoga y estar a favor delo que a uno lo junta, esa es la verdadera hege-monía. Ahora, si la hegemonía es entre perso-nas, entre sabios reunidos en una burbuja alláarriba, creyéndose que «esa es la verdad revela-da», a pesar de que se han caído los muros ynos estamos sacando todavía la tierra de enci-ma, y no nos atrevemos a pensar de una mane-ra diferente a la que pensamos, se trata de algoperverso.

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Francisco Dos Reis

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Tenemos que juntarnos a ver qué es lo quetenemos en común, que creo es lo que busca enesencia este libro, o al menos lo que entiendoyo de este libro: que el movimiento social exis-te, que hace política todos los días y a toda hora,que puede tener matices y diferencias pero quetiene objetivos bastante más claros que muchosmovimientos políticos que se esquematizan. Ytenemos que ver cómo nosotros contribuimos,leyendo esto y discutiendo entre nosotros cadauna de estas cosas que nos llegan, a ver cómoencontramos caminos alternativos a la crisis.Porque la única realidad concreta es la crisis delos que se mueren de hambre y no saben comoresolverla. Vayamos como hicimos nosotros enel Frente Nacional contra la Pobreza, simple-mente nos juntamos todos para que la gentetenga un mínimo de sobreviviencia; y ese es unobjetivo. Y para el hombre común ese es el re-sultado concreto, lo demás lo podemos seguirdiscutiendo. Yo me siento halagado de habersido parte de eso porque sé lo que significa te-ner 150 pesos cuando uno no tiene ni un pesopara comer.

La otra cuestión básica que creo que estáinstalada en el libro, es la crítica a la concep-ción vertical de las organizaciones, a la idea deliluminado, a la no aceptación del otro con to-dos sus matices y sus diferencias. Eso es autorita-rirismo, y no es una concepción solo de la iz-quierda, es una concepción de todo el campopopular; es un flagelo social terrible que haceque nosotros no podamos interpretar la reali-dad ni al otro ni acompañarlo, dentro de lamodestia que tiene ese pequeño camino queestamos recorriendo, pero que nos junta, nosune y nos ubica.

Yo no me atrevo a hablar más allá del libroporque no podría expresarlo teóricamente apesar de que he leído a Marx, a Lenin, pero nolo puedo trasladar como puedo hacerlo con lavida cotidiana, lo que yo vivo y mis vivencias.Y desde esta perspectiva y de un modo muy

contreto, yo diría que empleemos el libro de lacompañera que está a diez, doce mil kilóme-tros de acá, que viaja, que observa la realidad yeso le va modificando algunos aspectos de supensamiento, y a atreverse ir más allá del esque-ma rígido de pensamiento que traemos noso-tros como formación política intelectual de lostiempos de la militancia histórica. Ella nos con-voca a que nos atrevamos a cambiar. Porque onosotros nos atrevemos a cambiar o los movi-mientos sociales nos van a pasar por arriba. Amí me encantaría que me pasen por arriba, elproblema es que yo quisiera ser parte de la his-toria que se va a escribir, y no soy tan infantil yestúpido para no entender que para eso tengoque ser parte del hombre común y corriente, yno un súper dirigente iluminado, vertical, au-toritario y soberbio, plagado de verdades quenadie entiende y que al final de la carrera, comoresultado dice: no pudiste.

Yo quiero poder. Y en este libro hay unaparte importante que hay que rescatar que es:cómo poder, y creo que vale la pena insistir endos o tres cositas básicas: Pensar despojados delos prejuicios de la historia que nos formó; tra-tar de tener la valentía de asumir que el otro, ylos que están en la calle con nosotros son muyparecidos a nosotros; juntarnos para pelear con-tra un enemigo que es poderosísimo; y termi-nar con la concepción vertical, autoritaria, so-berbia, omnipotente, de ese viejo mal que nosfragmentó y nos llevó a una Argentina que fra-casa y que hoy empieza a tener algún sueño enesto de juntarnos todos en un movimiento po-lítico y social, a través de nuevas alternativascomo es, justamente, poner lo político y losocial juntos, en un solo camino, el de la cons-trucción de la sociedad en la que queremosvivir.

Nota

1 Secretario General de la Central de Trabajadores Ar-gentinos (CTA).

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Movimientos sociales y representación política. Una ...

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Movimientos sociales

y representación política.

Una reflexión

Jesús Pastor García Brigos*

Estamos ante todo frente a un libro necesario yoportuno, porque aborda un tema de muchaactualidad, insoslayable especialmente en elcontexto latinoamericano: El lugar, contenidoy sentido de lo que se insiste en identificar como«movimientos sociales», en la transformaciónrevolucionaria de la sociedad.

Si digo «se insiste en identificar» no es porponer en duda la identidad, la especificidad deestos movimientos. Lo digo porque esa «identifi-cación» no pocas veces se hace con la solapadapero evidente intención de legitimar teóricamentey contribuir a fortalecer en la práctica , la frag-mentación propia de las sociedades divididasen clases, que alcanza un punto culminante enel desarrollo neoliberal del capitalismo; legiti-mar y eternizar la separación sociedad civil Esta-do, como expresión de la separación entre diri-gentes y dirigidos en sociedades cuya esenciaradica en la reproducción de individuos enaje-nados de la propia producción de su vida social.Intención cuya implicación práctica más impor-tante es, precisamente, cerrar la puertas a la trans-formación revolucionaria de la sociedad. Esta noes, obviamente, la postura de Isabel Rauber.

Como ella lo señala en sus «Puntos de Parti-da», estamos en un momento en que:

«...Resulta imprescindible avanzar en la propo-

sición de nuevos caminos o en la profundiza-

* Dr. en Ciencias Filosóficas, Instituto de Filosofía,La Habana. Palabras pronunciadas con motivo de lapuesta en circulación del libro de Isabel Rauber, enla Central de Trabajadores de Cuba, 28 de diciembrede 2003.

ción de los ya iniciados. Se necesitan tambiénprecisiones conceptuales que contribuyan al es-

clarecimiento de las certezas posibles en mediode las incertidumbres y múltiples tendencias yux-

tapuestas del sentido histórico que conviven connosotros...»

Y en la obra que tenemos ahora a nuestradisposición Isabel enfrenta el reto de brindarpropuestas, a la vez que destaca de hecho im-portantes problemas teóricos, con el fundamen-to y la autoridad que le brinda el análisis de larica experiencia latinoamericana de estos últi-mos cuarenta años, desde la posición de quiena la vez ha sido una comprometida participan-te de esa experiencia.

Isabel señala problemas teóricos tan impor-tantes, que trascienden los marcos de la luchacontra el capital desde su interior —a la queestán enfrentados hoy los pueblos hermanosde Nuestra América , para alcanzar los marcos dela lucha contra el capital como sistema de rela-ciones, a la que se tiene que enfrentar tarde otemprano un proceso emancipador social ver-dadero, y a la que de hecho nos enfrentamoslos cubanos desde que emprendimos la cons-trucción socialista hace más de cuarenta años.Su texto resulta por ello también importantepara nuestro debate de la construcción revolu-cionaria en Cuba.

La relación partido clase masa individuo,el contenido de la labor de conducción del par-tido, el significado de su condición de vanguar-dia, el modo de articular los diversos interesesde una sociedad real histórico concreta median-te la necesaria unidad, el propio contenido dela política como actividad son aspectos muynecesitados de elaboración teórica a partir delas experiencias reales, y para poder servir deguía a la transformación revolucionaria de lasociedad.

Lo necesitan las luchas revolucionariaspara subvertir el orden del capital desde aden-tro y una vez iniciada la construcción de

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Jesús Pastor García

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nuevas relaciones a partir de tomar el poderpolítico, como lo muestran dolorosamente losreveses en las experiencias socialistas de Euro-pa, y, con permanentemente renovado optimis-mo, los logros de la experiencia cubana queimperfecta como cualquier obra humana y conel sistemático espíritu de autoperfeccionamientocaracterístico de toda transformación revolucio-naria, ha desarrollado sus concepciones, meca-nismos, modos y formas de articulación de lasrelaciones entre los individuos, que garanticenla necesaria expresión emancipadora en las rela-ciones de poder socialistas.

Porque hay dos cosas muy importantes queIsabel deja bien claras en su obra:

• la toma del poder político es indispensablepara el proceso de transformación revolu-cionaria que hoy necesitan nuestras socie-dades;

• y el objetivo (estratégico) de esa toma delpoder político no puede ser otro que el pro-ceso de construcción socialista.

Y el avance hacia estos dos objetivos pasahoy, en América Latina, por la indispensableconstrucción de «nuevas relaciones entre losactores sociales y políticos» construcción que«irá cuajando en la propia práctica de construc-ción, sin recetas preconcebidas», pero que, des-de ya, «supone un replanteo conceptual ymetodológico acerca de la política, lo políticoy sus protagonistas, y acerca de cómo hacerpolítica de un modo y con un contenido que secorresponde con las experiencias acumuladas ylas exigencias actuales de las luchas y la situa-ción histórico concreta que vivimos. Es un pro-fundo llamado a la creatividad e imaginación,potenciando la capacidad de aferrarse a la vida,de amar y de soñar de los pueblos.»1

Y más que un replanteo conceptual en elsentido simplista de planteo nuevo, diferenteque no es en modo alguno el sentido de Isabelen su obra, el texto es una vuelta al planteo

fresco y emancipador de Marx, Engels y Lenin.Es una vuelta al planteo fresco y emancipadorde los más brillantes revolucionarios de nues-tra Patria Latinoamericana, desde Bolívar hastahoy, capaz de «injertar el mundo», pero mante-niendo siempre como tronco lo más puro de loautóctono, un tronco en permanente desarro-llo con la sangre y el sudor de las luchas coti-dianas de nuestros pueblos.

Es precisamente ese planteo fresco y eman-cipador el que ha posibilitado la firmeza y losprogresos de la Revolución Cubana durante másde cuarenta años de agresiones de la potenciaimperialista más poderosa de los tiempos mo-dernos, y nos sostendrá ante los nuevos desafíosen nuestro irrenunciable empeño de la transfor-mación comunista de la sociedad.

Nota

1 Isabel Rauber, Movimientos sociales y representaciónpolítica, Edición dominicana, septiembre 2003,pp. 100-101.

Las obsesiones de Isabel Rauber*

Gilberto Valdés Gutiérrez**

Sería bueno advertir al lector: este libro «no tie-ne rigor científico». Como toda la obra de Isa-bel, felizmente. Algo de esto dijo alguna vez unadvenedizo sin obra de nuestra «academia»

* A propósito de Movimientos sociales y representa-ción política. Articulaciones

** Dr. en Ciencias Filosóficas, integrante del grupoGALFISA, del Instituto de Filosofía de La Habana.

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latinoamericanista que desertó sin penas niglorias. Y no tiene, «ese» rigor de marras, porsuerte para las ciencias sociales y políticas y paralas múltiples batallas emancipatorias de nues-tro Continente, porque se trata de una siste-matización creadora orientada, directamente,hacia la construcción teórica de la lucha. Y porsi alguno no entendió el chiste de mal gustodel principio, basta con revisar la firma delprologuista de la edición argentina del texto paraentonces concluir que István Mészáros, o sevolvió loco, o ha avalado con el peso incuestio-nable de su saber científico este, a su juicio,«desafiante libro» de Isabel Rauber.

La obra que presentamos puede clasificarcomo marxista fundamentalmente porque esuna devolución. ¿Cómo concebir toda la obrade aquel aguafiesta alemán sino como una de-volución a los trabajadores de los saberes queellos mismos iban construyendo colectivamen-te con sus cerebros y sus corazones y que él,con su talento, logró «traducir» en clave teóri-ca? En este caso, se trata de una devolución, enprimer lugar, a los actores sociales y políticoscon los que durante décadas la autora se hametido hasta el fondo de sus batallas (no los haestudiado como «objeto» desde las barrerasacademicistas, no les ha intentado conducirdeclarativamente, desde una torre profesoral,hacia el socialismo, no los acusa de esponta-neísmo ni de dogmatismo de manera libresca).Nada de eso. Más bien ha compartido el diag-nóstico de sus realidades micro y macro, susprácticas conflictuales, acompañando a los pro-tagonistas (los participantes y sus líderes natu-rales) en sus procesos, en los avances y los retro-cesos, disfrutando las nuevas emergenciaspopulares y aprendiendo de las derrotas parcia-les de cada movimiento. Y, yendo de una aceraa la otra, de un barrio a otro, de una tradiciónde acumulación y confrontación a otra, de unpaís a otro, de lo social a lo político y viceversa,siempre éticamente comprometida como mili-

tante latinoamericana, Isabel ha caminado conla convicción de que no hay alternativas al diá-logo de saberes y experiencias, a la articulaciónde todas las prácticas contrahegemónicas quese enfrentan al sistema de dominación múlti-ple del capital.

La predisposición de muchos movimientossociales hacia la impronta de las formalizacionespolíticas (el temor al verticalismo y a la nivela-ción de lo heterogéneo, a la visión tradicionalde cierta izquierda que concibe la diversidadcomo un lastre a superar y no como riqueza ypotencialidad a articular sobre la base del respe-to a la autonomía de los distintos movimientos)y la advertencia de los partidos de izquierda so-bre la posibilidad de agotamiento (o cooptación)del movimiento social que no avance hacia laconstrucción colectiva de alternativas social-po-líticas de verdadera direccionalidad antineoliberalposeen, a su turno, razones atendibles, base delos debates necesarios en la actualidad.

La explosión del tema de la diversidad noobedece a una moda, por más que tampoco es-capa a ciertos intentos de carnavalización enalguna que otra pasarela del movimiento de losmovimientos. «Construir la convergencia delconjunto de movimientos y fuerzas sociales através de las cuales se expresan las víctimas delcapitalismo neoliberal globalizado –afirmaSamir Amín— exige, sin duda alguna, el respetoa su diversidad.»1

No puede ya obviarse que algunos multi-culturalismos nos han abierto los ojos respectoa procesos y espacios de dominación que noconocíamos, hemos comprendido que el dolorpor la falta de reconocimiento puede ser tanterrible como la explotación o la esclavitud, perohemos comprendido también, que buena partede las reivindicaciones por el reconocimientono son nada si no van acompañadas de unaspolíticas de redistribución.2

Lo primero que habría que admitir es quela emergencia de la diversidad es un dato del

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sujeto social-popular, entendido como el conjun-to de clases, capas, sectores y grupos subordina-dos que abarcan la mayoría de nuestros países, yque sufren un proceso de dominación múltiple.Si la dialectización de los conceptos de identi-dad y diferencia es una necesidad a la hora deconcebir la construcción contrahegemónicaorientada hacia un nuevo tipo de socialidad real-mente democrática y popular, que involucre alconjunto de las clases y sectores potencialmenteinteresados en tales transformaciones, lo es tam-bién hacia el interior de cada actor social.

Pero no hay que olvidar –insiste José LuisCastilla Vallejo— que el multiculturalismo libe-ral cuenta con herramientas que le permitensentar las bases para pensar la diferencia en clavede diversidad, y la diversidad en clave de desi-gualdad natural. Dado que todas las personascontamos con cualidades distintas, con compe-tencias disímiles, la diversidad es en realidadun reflejo natural de las cosas, que se traduceen un marco de igualdad ante la ley e igualdadde oportunidades (no de resultados), en desigual-dades más que justificadas.3

Pese a que el liberalismo de la época de laglobalización desglosa de sí los «añadidos» his-tóricos impuestos por más de un siglo de lu-chas reivindicativas (Estado Benefactor, demo-cracia política, interés nacional, sindicatos,seguridad social, satisfacción de las necesidadesbásicas, entre otros), que al final conspiraroncontra el «derecho natural», extendido ahorahasta la nueva propiedad transnacional y suspoderes económicos y políticos socialmenteincontrolados, ello no significa que aquellamatriz de legitimación no siga presidiendo lareestructuración global en curso. Y lo que esmás importante aún: está en capacidad de ab-sorber las propuestas antisistema que no logrentrascender sus límites epistemológicos en losámbitos de la economía y la política.

Sólo desde los supuestos liberales que natu-ralizan las relaciones de mercado y conciben la

política como el marco institucional, legal quevehiculiza dichas relaciones, fue posible, ennombre de esos mismos ideales «reclasificados»,implantar el neoliberalismo sin violar la lógicaliberal general. «Con este significativo énfasisen la libertad individual y esta aversión hacia lanivelación social que la intervención estatalproduce, una parte del liberalismo mira al pa-sado para reencontrarse con sus orígenes nodemocráticos».4

Para que la diversidad no implique atomi-zación funcional al sistema, ni prurito posmo-derno de relatos inconexos es preciso pensar yhacer la articulación, o lo que es lo mismo: ge-nerar procesos socioculturales y políticos desdelas diferencias. El pensamiento alternativo es talúnicamente si enlaza Diversidad con Articula-ción, lo que supone crear las condiciones de esaarticulación (impulsar lo relacional en todas susdimensiones como antídoto a la ideología de ladelegación, fortalecer el tejido asociativo sobrela base de prácticas y valores fuertes (de recono-cimiento, justicia social, equidad, etc.).

El reconocimiento de las diferencias devienepunto de partida para la constitución de suje-tos con equidad entre los géneros y reconoci-miento de las identidades respectivas. Sin em-bargo, la diversidad en sí misma puede serfundamento tanto de una genuina unidad deacción desde lo local, de construcción de la al-ternativa desde abajo, como base de conflictosen la vida cotidiana que se diriman negativa-mente en favor de la dispersión y la atomiza-ción. En consecuencia, surge la necesidad depensar en cómo promover prácticas que permi-tan visibilizar y concienciar la diversidad a lavez que se fortalezca, sobre dicho reconocimien-to, la ética de la articulación entre los diversosactores, el principio de integración táctico yestratégico y la unidad sociopolítica consen-suada necesaria al proyecto de emancipaciónsocial y dignificación personal frente al ordenneoliberal mundializado.

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Como deudora de lo mejor de la EducaciónPopular del Continente, Isabel Rauber no tie-ne dudas en que necesitamos construir una Éti-ca de la articulación5, no declarativamente, sinocomo aprendizaje y desarrollo de la capacidaddialógica, profundo respeto por lo(a)s otro(a)s,disposición a construir juntos desde saberes yexperiencias de acumulación y confrontacióndistintas, potenciar identidades y subjetivida-des. Tal ética ha de moverse dentro de las co-ordenadas de un paradigma de racionalidadcrítica, organizada mediante el diálogo de lossujetos implicados y orientada a descubrir elsignificado auténtico de la realidad humana.

Si se piensa en alternativas reales de trascen-dencia desenajenadora a la civilización recto-reada por el capital, es imprescindible determi-nar las formas históricas de opresión que seentrelazan en la crisis civilizatoria de fines desiglo XX y principio del XXI. Nos parece oportu-no, en esta dirección, asumir la categoría deSistema de Dominación Múltiple (SDM). Suanálisis debe realizarse teniendo en cuenta susdimensiones económica, política, social, edu-cativa, cultural y simbólica. Con ella podremosintegrar diversas demandas y prácticas emanci-patorias que hoy aparecen contrapuestas o noarticuladas, y evitar de esta forma viejos y nue-vos reduccionismos ligados a la predetermi-nación abstracta de actores sociales a los que sele asignan a priori mesiánicas tareas liberadoras.

El contenido del SDM6 abarca las siguien-tes prácticas de:

• explotación económica (exclusión social),• opresión política en el marco de la demo-

cracia formal,• discriminación sociocultural (étnica, racial,

de género, de edades, de opciones sexuales,las diferencias regionales, entre otras),

• enajenación mediática-cultural,• depredación ecológica (en el sentido de que

la especie humana, colocada como «respon-

sable» y no como «dueña» de la tierra, hacontraído una deuda ecológica, al no haberpodido impedir la proliferación de mode-los utilitarios de intervención en la natura-leza que han destruido los ecosistemas)

El despliegue de esta categoría nos facilitael análisis integral de las prácticas de domina-ción, y por ende, permite debatir los problemasde la emancipación en clave más compleja. Deahí la necesidad de abordar en nuestro trabajola crítica a las prácticas de dominio acendradasen la sociedad contemporánea y el examen delos problemas actuales de la articulación de lasdemandas libertarias en el movimiento social ypopular de América Latina y el Caribe. Resultanecesario contextualizar a la luz del capitalismotransnacional, aquellos conceptos teórico-críti-cos surgidos de Marx: explotación económica,exclusión social, opresión política, alienaciónindividual y colectiva, con el propósito de sis-tematizar las múltiples perspectivas de luchay demandas emancipatorias que se dan a diario ysimultáneamente en los lugares más diversosdel planeta, y determinar las bases de una vo-luntad proyectiva mundial que otorgue condi-ciones de posibilidad a la superación de la do-minación capitalista.

Franz Hinkelammert, al analizar la presun-ta crisis de los paradigmas se pregunta si existerealmente una pérdida de los criterios universa-listas de actuar, con capacidad crítica beligeran-te frente al triunfo del universalismo abstractopropio del capitalismo de cuartel actualmentetransformado en sistema globalizante y homo-geneizante. Este sistema, arguye, está lejos deser afectado por la fragmentación, todo lo con-trario, aparece como un bloque unitario ante ladispersión de sus posibles opositores. Su con-clusión es que no podemos enfrentar dichouniversalismo abstracto mediante otro sistemade universalismo abstracto, sino mediante loque define como una «respuesta universal», que

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haga de la fragmentación un proyecto univer-sal alternativo:

«Fragmentarizar el mercado mundial median-te una lógica de lo plural es una condición im-prescindible de un proyecto de liberación hoy.No obstante, la fragmentación/pluralizacióncomo proyecto implica ella misma una respuestauniversal. La fragmentación no debe ser frag-mentaria. Si lo es, es pura desbandada, es caos ynada más. Además, caería en la misma paradojadel relativismo. Sólo se transformará en crite-rio universal, cuando para la propia fragmenta-ción exista un criterio universal. La fragmen-tación no debe ser fragmentaria. Por eso esta«fragmentación» es pluralización.»7

Se desprende que la lógica universalizadorade esta respuesta registre la satisfacción de to-das las demandas emancipatorias provenien-tes de las víctimas del SDM.

Dentro del contenido del concepto «domi-nación» es necesario destacar la centralidad dela explotación. Tan erróneo política y analítica-mente es representarse a la clase obrera de nues-tros días al estilo de lo que Hegel definía comomomento abstracto-racional de la lógica; estoes, como un concepto simple, no problemati-zado, como una identidad intuida que no regis-tra diferencias de intereses y aspiraciones rela-cionadas con el lugar ocupado dentro de laestructura tecnoeconómica de la producción yla organización del trabajo de las distintas cate-gorías de trabajadores, y los contextos socioeco-nómicos de que se trate, como presentar el datode la heterogeneidad de la clase trabajadora (lastransformaciones en las condiciones y relacio-nes de trabajo) para negar su condición de suje-to colectivo de potencialidad anticapitalista,desconociendo su condición de sujeto-mercan-cía, en la medida en que unos y otros sectoresdentro de la totalidad del trabajo dependen,precisamente, de la venta de su fuerza de traba-jo. «Esa creciente heterogeneidad, complejidady fragmentación de la clase-que-vive-del-trabajo

—apunta Ricardo Antunes— no va hacia su ex-tinción; al contrario de un adiós al trabajo o ala clase trabajadora, la discusión que nos pareceadecuada es aquella que reconoce, por una par-te, la posibilidad de la emancipación del y porel trabajo, como un punto de partida decisivopara la búsqueda de la multidimensionalidadhumana».8

Sin embargo, esta medular concreción noagota las manifestaciones de dicho concepto,lo que ha sido demostrado por la experienciahistórica. Recordemos que la absolutización deun tipo de paradigma de acceso al poder y alsaber, centrado en el arquetipo «viril» de unmodelo de hombre racional, adulto, blanco,occidental, desarrollado, heterosexual y burgués(toda una simbología del dominador), ha dadolugar al ocultamiento de prácticas de dominioque, tanto en la vida cotidiana como en otrasdimensiones de la sociedad, perviven al mar-gen de la crítica y la acción liberadoras. Nosreferimos, entre otros temas, a la discriminaciónhistórica efectuada sobre los pueblos indios, losnegros, las mujeres, los niños y otras categoríassocio–demográficas que padecen prácticas espe-cíficas de dominación. Dichas prácticas de do-minio, potenciadas en la civilización (y la barba-rie) capitalista, han penetrado en la psiquis y lacultura humana9. No de otra manera se explicala permanencia de patrones de prácticas racistas,sexistas y patriarcales autoritarias que irradian eltejido social, incluso bajo el manto de discursospretendidamente democráticos o en las propiasfilas del movimiento anticapitalista.

Mucho se ha discutido acerca de las dificul-tades para construir un modelo de articulaciónque no esté preestablecido por una u otra fuer-za política, o por las expectativas corporativistaso gremiales de uno u otro actor social. Este tipode modelo «colonizador», pretendiendo un uni-versalismo poscapitalista, ha dado lugar en oca-siones a consensos «fáciles» o seudoconsensosque ocultan las contradicciones, liquidan las

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visiones distintas y desplazan los puntos con-flictivos entre los sujetos involucrados en laconstrucción de un proyecto compartido. Aquíaparece un problema central a resolver: ¿Cómoconstruir un nuevo modelo de articulaciónpolítica en el movimiento popular que reco-nozca las demandas específicas (económicas,políticas y culturales) y la competencia simbó-lica y comunicativa de cada sujeto, y que decabida a la realización de acciones de rangohorizontal entre todos los movimientos socia-les sobre la base de la confrontación teórica ypráctica con las formas de dominio de clase,género, etnia y raza?

En este sentido, parece hoy más importanteencontrar una matriz política, ética y simbóli-ca que permita integrar, sin exclusiones, todaslas demandas emancipatorias, libertarias y dereconocimiento que dan sentido a las luchasde los actores sociales que están hoy frente a unsistema de dominación concreta, y que arras-tran, como sucede particularmente con lasmujeres, ancestrales opresiones y discriminacio-nes de difícil y/o incómodo reconocimientopara los hombres (y para las mujeres instrumen-talizadas por el patrón masculino dominante),educados en el sofisma patriarcal. Para ello esclave reconocer estos cuatro nódulos de refe-rencia: el género, la raza, la etnia y la clase.

Estas cuatro categorías han padecido diver-sos usos reduccionistas. Es tan perjudicial pre-terir el enfoque de género en aras de una vi-sión estructural o económica de la sociedad,como asumir la lucha contra la cultura patriar-cal haciendo abstracción de la denuncia y elenfrentamiento a los poderes económicos ypolíticos de clase que son responsables de laexplotación, la exclusión y de la llamada femi-nización de la pobreza. Lo mismo puede suce-der con la raza o la etnia, o con la clase. Los quevienen de una tradición marxista en AméricaLatina conocen el itinerario del reduccionismode clase a la hora de elaborar las tácticas, las

estrategias, los modos de acumulación. Claroestá que la crítica al reduccionismo de clase hallevado también a una postura nihilista: desco-nocer a la clase como categoría fundamental deanálisis.

Lo anterior requiere, en consecuencia, la bús-queda de un eje articulador que pasa, inevitable-mente, por la creación de un nuevo modelo deacumulación política. Esto presupone, al menos:

• el reconocimiento de la especificidad cultu-ral y la competencia simbólica y comuni-cativa de cada sujeto o actor social, la reali-zación de acciones comunicativas de rangohorizontal que permita develar las deman-das específicas sin preterir las de otros sec-tores. Aquí es importante concebir no sólolas problemáticas fundamentales de lostrabajadores formales y no formales, de losexcluidos del sistema, sino la aparición (onuevos desarrollos) de problemáticas antesno consideradas por las fuerzas contesta-tarias: las de género, étnicas, el cuestiona-miento a la moral tradicional, la politizaciónde ciertos movimientos juveniles, etc. Siguevacante la construcción de una articulaciónpolítica para todas esas líneas de iniciativaspopulares que se forman en torno de dife-rentes cuestiones particulares y evolucionanen muchos casos hacia un cuestionamientoglobal del sistema económico, social y cul-tural. Ese papel lo puede cumplir solamen-te una organización horizontalista, plural ydemocrática en su interior (horizontalistaen cuanto no acepte liderazgos permanen-tes e indiscutibles y plural en cuanto a noconvertirse en una organización centraliza-da que aspire a la homogeneidad ideológicay que tenga además capacidad de incorpo-rar organizaciones preexistentes que no re-signen su identidad propia);10

• la aceptación de la pluralidad de manerasde acumular y confrontar propias de cada

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tradición política dentro del movimiento po-pular;

• la necesidad de un modo horizontal de arti-culación de los movimientos sociales, de lospartidos y otras fuerzas sociales y políticasde la sociedad civil. Lo cual no quiere decirrenunciar a la organización, sino a la con-cepción elitista, verticalista de la misma. Delo que se trata es de imaginar al movimien-to político como una organización que debeasumir la doble tarea de promover el protago-nismo popular y contribuir efectivamentea crear las condiciones para que ese protago-nismo sea posible, como una fuerza nuevacapaz de integrar las más diversas tradicio-nes y las formas organizativas más variadas,y articular horizontalmente (no unificarverticalmente).11

Mientras un componente del sujeto social ypopular se erija en designador omnipotente dellugar del otro, habrá normatividad de roles, eidentidades adscriptivas. Esta especie de desver-güenza epistemológica legitima el juego del «elo-gio y el vituperio» en el plano político. Si elactor que sufre tal designación trata de vivircomo si pudiera hacer abstracción de las desig-naciones de que es objeto por el otro, y preten-de autodefinirse desde su propia experienciasubalterna, no hace sino seleccionar de nuevo,por cuenta propia, los aspectos del mundo queya han seleccionado para él y resignificar el len-guaje mismo que lo destina a una forma devida y de comportamiento que debe acatar, den-tro de un espacio ausente de actividad crítico–reflexiva.

Lamentablemente, muchas experienciasfrentistas en Latinoamérica reprodujeron estosviejos esquemas y al final llegaron al fracaso.Por eso se produjo una crítica al estrategismo,es decir, la visión que tenían algunas fuerzas deizquierda de que una vez que se tomara el po-der, se iba a resolver de la noche a la mañana elproblema del medio ambiente, el problema de

la mujer, el problema de las poblaciones indí-genas, de los barrios, etc., y no incorporar te-mas de estas demandas en la construcción de lapropia lucha, desde el mismo comienzo delcamino hacia una sociedad humanizada. Lasociedad deseada, por supuesto, tiene muchoque ver con el camino que recorramos para lle-gar a ella, y de la capacidad para no desvincularfines y medios, para no reproducir viejas o ge-nerar nuevas formas de dominación.

La nueva acumulación política necesaria enel movimiento popular implica trabajar en fun-ción del consenso sin perder la propia identi-dad, la propia «soberanía» organizativa y depensamiento. No es necesaria la «identidad»,sirve la «afinidad» y la «complementariedad».Como decía Paulo Freire, «capacidad de enten-dimiento entre los afines, para hacer frente alos antagónicos». Cada organización y personainvolucrada debe tener claro «qué espera» y «quéestá dispuesta a aportar» a la coordinación, cuáles la utilidad del trabajo compartido. La coor-dinación y cooperación son entendidos y aten-didos como una tarea estratégica y un compro-miso «de toda la organización» en cuestión, nosolo de «los representantes». Cada persona debe,en principio, desear participar, pero tambiénsaber y poder hacerlo.

El conocimiento mutuo, la superación deprejuicios, el desarrollo de la confianza mu-tua, entre personas, entre organizaciones es claveen este proceso. Compartir el análisis que ha-cemos de la realidad —dentro de la diversidad—.Fijar objetivos comunes, claros, concretos, po-sibles, Que sea un espacio (con procedimien-tos claros) para la participación de las organi-zaciones y personas. Evitar desequilibrios (unossiempre mucho, otros siempre poco). Si haydesequilibrios, que sean razonados, «conscien-tes», asumidos y solidarios. Así como evaluar,revisar —conjuntamente, responsablemente— laacción común y el funcionamiento de la co-ordinación. Vamos a tener que apostar por el

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mestizaje —dice Fernando de la Riva—, por lasmezclas que nacen desde la identidad de cadauno, pero se convierten en algo más cuando in-corporan la fuerza y las capacidades de los otros.12

América Latina. Movimientos sociales y re-presentación política. Articulaciones apuntahacia una nueva estrategia liberadora que im-plica ensanchar el continente y el contenido delo político, ver la política implícita en lo socialy no sólo en las estructuras concebidas habi-tualmente como políticas, incorporar con ellomás actores sociales que asumen posicionescontestatarias frente a las discriminaciones detodo tipo, tal vez dispersas y no sistemáticas,pero igualmente válidas. «El proceso de lucha es–escribe Isabel Rauber—, a la vez que construc-ción (re-construcción), articulación y puente, unproceso educativo-formativo de construcción desujetos, de conciencias, de contrahegemonías yde poder.»13

La idea de la articulación —insiste la auto-ra— tendrá que salir de las propias prácticas ynecesidades de la dispersión actual del movi-miento social y popular y no de una figuraautotitulada de «tejedor» de todos los hilos dis-persos. No se trata de negar a priori la media-ción y la representatividad, ni mucho menosmenospreciar la importancia en el ámbito lati-noamericano y caribeño de la aparición deliderazgos legitimados ética, social y política-mente por los sujetos del cambio, cuya improntaeducadora y movilizativa puede ser decisiva ala hora de los enfrentamientos nacionales e in-ternacionales contra las oligarquías locales y elimperialismo norteamericano. La génesis de esosnuevos liderazgos y sus desarrollos son, por logeneral, fruto de las nuevas estrategias del mo-vimiento popular, y de la superación en su senodel apoliticismo (la criminalización de todapolítica) construido desde el poder en décadaspasadas para buscar el consenso de las víctimascon los victimarios en torno a la inevitabilidaddel orden neoliberal.

Por otra parte, si nos apresuramos con laarticulación corremos el peligro de «beber vinoviejo en odres nuevos», esto es, reeditar la fór-mula elitista y verticalista de la organizaciónpolítica y de la unidad como nivelación de loheterogéneo, lo cual excluye la autonomía delas organizaciones sociales. Tenemos que estarlistos para dar cabida a las prácticas, los discur-sos y actitudes antimodelo neoliberal y antisis-tema, pero también a las voces que enfrentandesde demandas específicas a la actual civiliza-ción patriarcal, depredadora y consumista des-de otras visiones paradigmáticas. En otras pala-bras, abrir el debate sobre la emancipación enclave más compleja, como proceso político-cul-tural contahegemónico, distinto del reduccio-nismo estrategista o «vanguardista».

Una articulación «no tramposa», tal y comoha intentado expresar la autora en esta y susobras anteriores, entraña alternativas que estánacompañadas de visiones diferentes sobre la sig-nificación de la vida humana a aquellas queprevalecen en la modernidad capitalista. Des-cartemos la ilusión de poder promulgar unsalto ahistórico hacia una nueva civilización,puesto que existen alternativas viables que es-tán encapsuladas por las formas y los podereseconómicos e institucionales hegemónicos. Lacreación y generalización de nuevos patronesde interacción social desde la vida cotidiana,el despliegue de las nuevas estructuras y subjeti-vidades y sus praxis contrahegemónicas haránvariar la relativa poca capacidad de interpela-ción o interlocución de dichas alternativas conla situación social general.

En su obra anterior, Claves para una nuevaestrategia, adelanta dos ejes a tener en cuentapara la apropiación-transformación del poder,de acuerdo a lo que se ha dado en llamar «cons-trucción de poder desde abajo»:

A. La construcción desde abajo, desde lo local-sectorial y lo territorial.

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B. La articulación de sectores, de actores, deidentidades, etcétera, en un doble sentido osignificación. Uno, como camino de recons-trucción del tejido social fragmentado ha-cia la reconstrucción de la totalidad social(de lo macro), y otro, a su vez, simultánea-mente como puente, como enlace entre lomicro y lo macro, entre lo local y lo nacio-nal, entre lo sectorial-reivindicativo y lopolítico en sentido amplio.

En Movimientos sociales y representaciónpolítica la autora llega a un nivel de concrecióny de claridad expositiva admirables, de lo quese perfila como nueva conducción política (notramposa) surgida y legitimada en la propiaalternativa social-política en ciernes en nues-tros países. Para Isabel, la articulación, si bienpresupone reconocimiento de la diversidad enlo interno del sujeto subalterno o dominado,implica un esfuerzo supremo de unidad con-sensuada desde abajo, pues sin la construcciónde coaliciones estratégicas, no podrán enfren-tarse con posibilidades de éxitos los grandespoderes globocolonizadores, enemigos tanto dela justicia económica y política, como del realejercicio de la autonomía cultural de los diver-sos grupos humanos.

Planteada así las cosas, la tarea consiste enestimular precisamente la actividad crítico-re-flexiva y valorativa de los actores sociales ypolíticos involucrados en diversas formas deprotesta colectiva frente al orden neoliberal.

Ello obliga a todos y a todas a construir unenfoque ético-político que reconozca la multi-plicidad y diversidad del sujeto social alternati-vo, que de lugar a un nuevo modelo de articu-lación política en el movimiento popular en elque esté representado el conjunto de demandasemancipatorias y libertarias, independiente-mente de las tendencias cosmovisivas confron-tadas, para llegar a un consenso que admitepuntos de conflictos. No se trata de negar las

discrepancias, incomprensiones y visiones dife-rentes sobre diversos asuntos, entre las distintasvertientes del sujeto social-popular, entre las tra-diciones marxistas, socialistas, comunistas, reli-giosas, indígenas, feministas, ambientalistas,comunitaristas, etc., y sus modos actuales deconfrontar los poderes hegemónicos desde elmovimiento popular.

Las recientes salidas electorales a la crisis delEstado neoliberal en Argentina y otras nacio-nes del Continente vuelve a instalar entre lasfuerzas populares la pregunta, ¿es posible opo-nerse al modelo sin un proyecto alternativo queno se limite a apoyar solamente las medidas decorte nacional del gobierno o a criticar sus in-consecuencias y limitaciones? ¿Qué hacer, porejemplo, con el caudal de experiencias movili-zativas de confrontación, con la beligerancia einiciativas de los excluidos y excluidas, con lasasambleas populares, y otras formas larvales decorte asociativo, autogestionarias y solidarias ycon las barreras —provenientes tanto de la re-pulsa ética indiscriminada de la «política» y los«políticos», como de los que creyeron que ha-bía llegado la hora del «control obrero»— queimpidieron su capacidad política propositiva enlos momentos de quiebra del orden institu-cional?

Confieso que tenía en mente a IsabelRauber, porque todos sabemos cómo ha esta-do metida en esas batallas de su pueblo. Sindejar ya de ser cubana-argentina, se adentróen las nuevas condiciones, asumiendo conse-cuentemente aquella olvidada advertencia deljoven Marx de que no basta con que el pensa-miento acuse hacia la realidad, sino que esigualmente necesario que la realidad acusehacia el pensamiento, es decir, aguzar la pun-tería teniendo clara la nueva realidad, cono-ciéndola a traves de las prácticas de los suje-tos, no repitiendo hasta el cansancio lo que yatodos sabemos del orden neoliberal y sus im-pactos económicos, políticos, culturales, sino

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adentrándose en las percepciones y pensamien-tos que de esa realidad y de las vías de su supe-ración tiene la gente, para, desde la gente, desdelos actores viejos y nuevos, desde los sectorespopulares, los trabajadores ocupados y no ocu-pados, desde nuestra diversidad étnica, racialy sociocultural ir acompañando la reconstruc-ción plural del nuevo tejido de los explotados,oprimidos y asqueados de tanta dominaciónmaterial y simbólica.

Seamos claros: Isabel es nuestra, pero (o poreso) es una militante argentina. Una militanteque si hoy escribe tanto sobre sujeto social,sujeto histórico y sujeto político… es porquenunca le ha gustado el lugar de «predicado».La recuerdo vibrando cuando surgió el CTA, ypara allá fue, sumándose, siempre críticamente,a esa construcción. Porque ella no es de lasque se parapetan en una «tienda» ideológicapara «bajar línea» a los demás. Está harta desectas, de etiquetas. Lo expresa irreveren-temente. Lo realmente importante, parece de-cirnos, es no encapsularnos en corazas corpora-tivas y pensar qué nos une, qué podemosaprender de unos u otros movimientos y pers-pectivas liberadoras, qué retos comunes enfren-tamos y qué compromisos históricos clamanpor nuestro accionar.

Por todo eso, quiero concluir parafrasenadoa Benedeti cuando, al resumir el impacto deuna figura cuyo nombre ahora lamentablementeno recuerdo, expresó: «La moral de los hechosaclara su palabra.»

Gracias, pues, Isabel por tus hechos y pordevolvernos esta reflexiones sobre la articula-ción sociopolítica en el movimiento popularlatinoamericano y caribeño. Creo entender quetu énfasis, recurrente, obsesivo en torno a esanueva visión y nueva praxis de la alternativapolítica contextualizada desde lo social y lo éti-co, quiere evitarnos en el futuro que tengamosque volver otra vez a preguntarnos extrañados:¿qué nos pasó?

Notas

1 Samir Amín: Convergencia en la diversidad, 9 de fe-brero de 2002, www.rebelion.org

2 Cf. José Luis Castilla Vallejo: El multiculturalismo yla trampa de la cultura. Meca.

3 Ibídem.4 Pedro Chaves Giraldos: Siete tesis sobre la democra-

cia mínima, meca., p. 104.5 Cf. José Luis Rebellato: Antología mínima, Editorial

Caminos, La Habana, 2000.6 Cf. Raul Leis: «El sujeto popular y las nuevas formas

de hacer política», Multiversidad, N. 2, Montevideo,Marzo de 1992.

7 Franz J. Hinkelammert: Determinismo, Caos, Suje-to. El mapa del emperador, DEI, San José, 1996, p. 38.

8 Ricardo Antúnes: «¿Cuál crisis de la sociedad de tra-bajo?», Utopías, N. 176-177, Madrid, 1998, p. 24.

9 Cf. Jorge Luis Cerletti: El poder bajo sospecha, De laCampana, Buenos Aires, 1997.

10 Cf. Daniel Campione: «Los problemas de la repre-sentación política y el movimiento social. Algunasreflexiones críticas», Periferias, Año 5, N. 8 SegundoSemestre 2000.

11 Ibídem.12 Cf. Fernando de la Riva: En la encrucijada, Meca.13 Isabel Rauber: Ob. Cit., p. 123.

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Conceptos claves*

Isabel Rauber**

«… la teoría política no es una ciencia enigmática cuya jerarquía cabalística manejanunos pocos iniciados, sino un instrumento de las masas para desatar la tremenda

potencia contenida en ellas. No les llega como un conjunto de mandamientosdictados desde las alturas, sino por un proceso de su propia conciencia hacia la

comprensión del mundo que han de transformar.»JOHN W. COOKE

I. Introducción: Nace una nueva estrategia

Los primeros pasos

Mientras la irracionalidad neoliberal globalizadase pretendía incuestionable triunfadora postmo-derna, el grito desgarrador de la vida aferrada ala esperanza, remando contra la corriente fren-te al «no se puede», a los pregoneros del fin dela historia y del pensamiento único, comenzó aagrietar los cantos de sirena de ese triunfalismoinmediatista. Primero se expresó como resisten-cia y luego, además, como organización, comoconciencia, y cada vez más, también como pro-yecto.

«La experiencia acumulada tanto en los sectoresde poder, como en los sectores populares, el des-enlace de las luchas que durante décadas han

librado los diversos movimientos sociales popu-lares, el cambio de correlación de fuerzas a nivelmundial, la globalización presente en todos losniveles de la vida social, y la consiguiente trans-formación neoliberal de nuestras sociedades bajoel signo de ‘democracia’ [aparentemente sinapellidos], obligan a los sectores populares, a susorganizaciones e intelectuales orgánicos, a un re-pensar estratégico, no solo acerca de los rumbosy las metas sino también acerca de los caminos aseguir y los medios a emplear para hacer posibleuna transformación social radical, para mante-nerla y desarrollarla.Y todo ello se inicia y concluye con un repensarel Poder, tarea en la que ocupa un papel impor-tante, el replanteamiento de las relaciones entresociedad civil y sociedad política y de los múlti-ples nexos que existen o pueden existir entreambas dimensiones.»1

A fines de los 80, casi intuitivamente, a modode balbuceos y entre hipótesis e intentos prácti-cos, iban conformándose a través de la autocríticapráctica, a la vez, los trazos iniciales de lo queserían las bases de una nueva concepción estra-tégica: la construcción de poder desde abajo.

Al principio, esta propuesta le pareció a mu-chos algo circunstancial, coyuntural, algo así comouna respuesta defensiva de los movimientos

* Reproducimos este texto escrito en el 2000 para unamejor comprensión de los conceptos que se empleanen Movimientos sociales y representación política.Articulaciones (2003). La autora está trabajando enla ampliación del mismo y en la explicación del con-tenido de nuevos conceptos. (N. de la E.)

** Profesora de Filosofía. Directora de Pasado y Presen-te XXI. Especialista de la UNESCO en cuestiones degénero.

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sociales sus creadores y promotores práctico teó-ricos que, ante la ausencia de una estrategiapara la toma del poder, apelaban a orientar lasresistencias del campo del pueblo hacia la trans-formación social sin tener muy claro cómo lolograrían.

No dudo que esto haya sido así en algunamedida en los inicios, pero lo cierto es queaquellos intentos iniciales lejos de haber sidodesmentidos o suplantados por los nuevos acon-tecimientos y las nuevas experiencias sociales ypolíticas de resistencia, lucha, organización ypropuestas proyectivas —incluyo las variadasexperiencias de los gobiernos locales de izquier-da, fueron avalados y desarrollados por éstos.Lejos de reemplazar estas propuestas, las fueronprofundizando, desarrollando sus aristas y arti-culándolas en torno a una cuestión fundamen-tal: la cuestión del poder, ahora visto o consi-derado desde una nueva perspectiva.

En tal caso, «La expresión «construir Poder»,a diferencia de «tomar el Poder» indica clara-mente que se trata, como en toda construcción,de un proceso que va de lo más pequeño a lomás grande, de lo más simple a lo más comple-jo y desde abajo hacia arriba.»2

Nuevo posicionamientorespecto a la cuestión del poder

El punto de partida pasa por entender que elPoder radica en toda la sociedad, de la que elEstado es solo una parte. En Latinoamérica, enciertos períodos, el Estado jugó papeles centra-les y determinantes, ahora, en condiciones delneoliberalismo globalizado, actúa cada vez máscomo administrador al servicio de los capitalestransnacionales (locales o foráneos). Como ejedel poder, en todo caso, esta sería una de lasaristas a considerar en la necesaria revaloriza-ción de su papel socioeconómico en la pro-puesta de transformación social popular alter-nativa. Esto habla también de la necesidad deatender a los diferentes modos de producción

de la hegemonía dominante y de dominacióny, a la vez, de construcción de contrahegemoníapopular, lo cual, en no pocos casos, va aunadoa la necesaria reconstrucción de un proyectonacional, del rescate de las identidades proyec-tadas hacia el presente y futuro, acorde a losrequerimientos que ello supone en la época ac-tual.

¿Tomar el poder o construirlo desde abajo?La pregunta en cuestión refleja, de modo

antinómico, lo que ha devenido en dos con-cepciones estratégicas respecto al poder en todoproyecto de transformación de la realidad.

Otra forma (lógica) de abordar la cuestiónsería la siguiente:

1. Tomar o construir el poder no necesariamen-te constituyen contrarios antinómicos pues-to que en realidad el uno presupone al otro,solo que, en las prácticas concretas reales,en las metodologías empleadas por quienesasumen una perspectiva u otra, las diferen-cias se ahondaron y poco a poco se fuerontornando dos caminos diferentes y contra-puestos.

2. Aunque la propuesta de construir poder paratransformarlo (quizá fuera más adecuadodecir: la transformación construcción y lacons-trucción transformación de poder), noniega la posibilidad de que haya que conju-gar la construcción de poder desde abajo (yde los de abajo) con la toma del poder (porlos de abajo) para consolidar las transfor-maciones, respecto a la anterior estrategiade toma del poder (vía directa), indica uncambio sustantivo: se trata de entender laconquista del poder como un proceso dede-construcción de la ideología y las cultu-ras dominantes y de dominación, que es si-multáneamente un proceso de construcciónde nuevas formas de poder, de saberes, decapacidades organizativas en el campo po-pular encaminadas a la acumulación de un

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nuevo tipo de poder, de desarrollo de lasconciencias, de las culturas, y con múltiplesformas encaminadas a la transformaciónglobal de la sociedad en cuestión. Ese pro-ceso es,

«(...) como una pulseada en donde se va acumu-lando la mayor cantidad de fuerza, de un lado,contra los otros. El problema es que esa acumu-lación de poder reconoce varios aspectos y to-dos al mismo tiempo. Reconoce la necesidad deir ganando espacios institucionales de represen-tación democrática (...), y reconoce la capacidadde articular y organizar para presionar, por ejem-plo, en defensa de la fuente de trabajo o en de-fensa del salario. Significa ver cómo se juntantodas las fuerzas que hagan posible que esto serediscuta, hasta llegar a una organización de lapropia clase trabajadora.»3

II. Conceptos claves

Durante años me he dedicado a rescatar y di-fundir experiencias de construcción de lo nue-vo (organización, conciencia, poder, proyecto),por parte de los actores sociopolíticos latinoa-mericanos —movimientos barriales, campesinos,de mujeres (laicas y religiosas), movimientosindical, movimiento religioso, movimientos in-dígenas, organizaciones políticas del continen-te; hoy, sobre esa base, cuando la articulaciónde los actores sujetos hacia su constitución ensujetos sociopolíticos del cambio, cuando laconstrucción de poder y la elaboración colecti-va de proyectos ha avanzado de modo conside-rable poniendo sobre el tapete —por ausencia—la problemática de las conducciones políticasde los procesos de lucha, es imprescindible com-partir reflexiones y apuntar algunas conclusio-nes referidas, en este caso, al ámbito más espe-cífico de los conceptos que ayudar a comprendery avanzar en la consecución de tales objetivos.;tienen por tanto, un sentido práctico-políticoinmediato.

A) La construcción «desde abajo,»precisiones imprescindibles

La nueva proyección y apuesta estratégica recla-ma resignificar las concepciones existentes connuevas miradas y, además, dar cabida a nuevasconcepciones. En el tratamiento de conceptosy categorías esto obliga a apelar a una renovadadialéctica para abordar las relaciones entre ellosy con la teoría en su conjunto. Es necesarioabordar los conceptos y categorías a partir desu dialéctica interna, enfocarlos en su conteni-do y alcances, en su significación propia. Medetendré ahora en la explicitación de dos con-ceptos medulares.

a) Significación político ideológicapráctica del concepto «desde abajo»

Cuando se dice «desde abajo» tiende a pensarseformal y geométricamente como lo que estáubicado más abajo respecto a una escala de pro-blemas, fenómenos, clases o sectores sociales queestarían más «arriba». Se emplea habitualmentecomo sinónimo de «desde las bases» (de quie-nes serían la vanguardia). Sin embargo, y sinexcluir necesariamente los ámbitos anteriores,el concepto «desde abajo» se refiere –y condensaa lo que nace y hace al fundamento de lo exis-tente que se quiere transformar o sobre lo que sequiere influir. Simultáneamente —en esta acti-vidad cuestionadora transformadora, es fun-dante (y moldeadora) de lo nuevo que se buscaconstruir y se construye día a día. Y esto notiene que ver con la ubicación (geométrico-geo-gráfica) del problema, ni de los actores, ni delas propuestas, ni de las esferas en las que seactúa.

La construcción de poder, de hecho, recla-ma la conjugación de una multiplicidad deámbitos, espacios, problemas, actores y propues-tas, sin olvidar nunca que cualquier propuestay apuesta debe –por algún canal, red o filamen-to, atravesar y estar anclada en las raíces del

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problema, en los cimientos mismos, en los fun-damentos (abajo), a la vez que se propone trans-formar desde ahí o hasta ahí.. De allí la impor-tancia y la centralidad que en esta concepciónocupa la vida cotidiana, es decir, la articulaciónque el proceso tiene con la vida cotidiana delos actores y las actoras de la transformación:parte de allí, o la atraviesa, se anuda con ella yla proyecta —transformación mediante a un serdiferente.

b) «Ir de lo pequeño a lo grande»

Desde una visión no dicotómica, ¿qué es lopequeño y qué es lo grande? Una forma de res-ponder esto es la tradicional lineal según la cual,ir de lo pequeño a lo grande sería, por ejemplo,hacer un trabajo barrial primero en un barrio,después articularlo a otro barrio, y luego a otroy así hasta dirigir la ciudad; dirigir un gremio,luego otro gremio… y después la central. ¿Esoes ir de lo pequeño a lo grande? Sí lo es, pero elplanteamiento metodológico que sostengoapunta centralmente a otros factores fundamen-tales, medulares para la construcción de poderdesde abajo: tiene que ver con lo cotidiano, tieneque ver con lo territorial, pasa por una prácticade construcción que va articulando sujetos, pro-blemáticas y organizaciones adentro de un sec-tor, y a la vez con otros sectores. Esto parecedifícil, pero el desarrollo de amplios movimien-tos populares —aún con el reconocimiento desus deficiencias, dan cuenta de ello. Cuandono se parte de un pensamiento (y una práctica)vanguardista inmediatista, es posible avanzar,acumular, crecer y consolidar. Para ello esconveniente tomar en consideración, como unaespecie de brújula teórico-metodológica, algu-nos postulados dialécticamente entrelazados:

Una acción pequeña que permita la mayor par-ticipación de la población

Desde el punto de vista político —que escentral en esta perspectiva de construcción-

acumulación, cuando se alude a «lo pequeño»se habla de cómo realizar una acción mínimaque posibilite la participación de la mayor can-tidad de gente en un determinado momento.Esta es una forma diferente de entender estapropuesta metodológica, que no quiere decirque no haya que articular, por ejemplo, secto-res sindicales o barriales, o sindicales y barrialespara avanzar en organización, conciencia, paraelevar el nivel de las propuestas, sino —por elcontrario, indica que es posible ir más allá deesto, y combinarse con lo que constituyen nue-vas formas de participación-construcción polí-tica. En ellas, ¿qué es lo fundamental?, ¿un he-cho de gran impacto realizado por muy pocagente, o pequeñas actividades donde participemucha gente, tanta como la mayoría posible enese momento?

Las respuestas a estas interrogantes represen-tan dos formas de construir que no necesaria-mente se excluyen; pueden y deberían combi-narse, articularse —me refiero a las formas, no alos hechos en concreto, pero sabiendo que, en-tre las dos, la predominante, la constante, debe-rá ser la segunda, es decir, hacer (muchas veces,tantas como sea posible) pequeñas cosas (de-mostraciones, declaraciones, manifestaciones,acciones), con la participación de la mayoríade la población posible de ser movilizada encada momento.

Un ejemplo: el «apagón» antineoliberal rea-lizado en Argentina, en épocas del segundogobierno menemista, cuando era difícil que lapoblación se manifestara masiva, abierta y si-multáneamente en todo el país. La propuestafue entonces la de apagar la luz de las vivien-das, de las tiendas, de los bares, etc., durante15 minutos, un día a una determinada hora.El día señalado, el apagón se efectuó masiva-mente en todo el país.

«(…) la conciencia y la dimensión nacional deesos 15 minutos fueron tremendas. Y como lagente no se conformaba con apagar la luz, salió

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a la calle y se saludó con el vecino, en los edifi-cios se gritaban a través de los balcones: «Che,apagá la luz…» Por eso digo: el método, el cómo,se mide por lo instrumental. Porque puede pare-cer más importante cortar una ruta que apagarla luz, pero sin embargo, en la dimensión políti-ca del protagonismo de todos, fue mucho másimportante apagar la luz que un corte de ruta depocas personas.»4

Resulta fundamental dejar de pensar enminoría y como minoría, para entenderla realidad social su dinámica y trans-formaciones posible, desde las mayorías,con las mayorías, como mayoría y paralas mayorías.

El ejemplo mencionado –sin entrar aquí enjuicios político ideológicos acerca de losconvocantes, permite ver como ese mínimohecho (mínimo a nivel individual), deja un sal-do positivo en la población, una conciencia depar-ticipación en el proceso de oposición, por-que todos los que hicieron posible el «apagón»sabían que estaban apagando la luz contra elmodelo socioeconómico defendido e implemen-tado por el gobierno de turno. Aquella fue unaforma de participación política de un alcancemayor que otras posibles acciones que podríanrealizar grupos de personas, incluso en el casode que alcanzaran gran repercusión e impactoen los medios de comunicación masiva. Porqueno es lo mismo ser espectador de los he-chos que ser protagonista, y de lo que se trataes de que el pueblo, en sus diversos sectores, seaprotagonista. Porque el proceso de lucha es, a lavez, un proceso de formación de conciencia, deconstitución de actores sujetos, de construcción,acumulación y consolidación de organización,de poder. De ahí, de buscar y construir caminosy formas que permitan, promuevan y desarro-llen este protagonismo hay que partir siempre.Esto resulta un principio metodológico muy

importante a tener en cuenta en estas nuevasformas de construcción política de organizacio-nes y propuestas, enten-diendo que éstas supo-nen también el crecimiento de las conciencias,es decir el crecimiento, desarrollo y participa-ción de los actores mismos constituyéndose ensujetos de su quehacer presente y futuro.

B) Articulación y tendido de puentes

Pensar desde (y con) la articulación es una for-ma de entender la realidad y, a la vez, un méto-do para intervenir en ella, para transformarla yconstruir en todos los terrenos, dentro y fuerade la organización reivindicati-vo social o aque-llas estrictamente polí-ticas. Tiene un sentidoy una impor-tancia estratégica dada su capaci-dad de recomposición del todo social hoy vir-tualmente desaparecido tras su atomización yfracturación profundas.

El concepto de articulación, es clave, jun-to al de construcción y proceso, al de plura-lismo, al de propuestas abiertas, es decir, enconstrucción y desarrollo permanente, acordetanto al desarrollo de los sujetos involucradosen el proceso como de las condiciones históri-co sociales del país, la región y el mundo encada momento.

Pasos importantes a considerar

a) Identificar los elementos aglutinantes

Resulta muy importante identificar cuáles sonlos nexos o elementos aglutinantes de los sec-tores o actores sociales que deseen articularse,los factores de coagulación entre ellos, en cadamomento. Estos elementos pueden ser más pro-pios de la «alta» política o de los sectores másbásicos de la sociedad, y hay que conocer ydefinir de qué manera están presentes entreaquellos sectores o actores sociales, y tambiénen otros sectores o actores: como déficit, comonecesidad, o como problemática.

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La propuesta de construcción desde abajose conjuga genealógicamente con la de ir de lopequeño a lo grande. ¿Cómo movilizar a lasmayorías en una situación de correlación defuerzas desfavorable al campo popular, sin con-tar con la capacidad organizativa para llegar atodo el país?, esa suele ser una interrogante re-currente. En tal caso resulta conveniente, entreotras cosas, buscar variados canales orgánicos einorgánicos para llegar a los diversos sectoressociales potencialmente interesados en una ac-ción masiva, en pensarla y protagonizarla; ha-blar con ellos, investigar posibilidades diversasy, sobre todo, pensar con una mentalidad dia-léctica que para hacer lo grande piense en lochiquito, en lo más chiquito factible en esasituación y con los actores protagonistas de esemomento, de convertirse en lo más amplio, enlo más grande, en lo de mayor alcance e impac-to sociopolítico; identificar el punto aglutinadorde las partes en un todo, de modo que este sea,a la vez, un movilizador de ese todo aglutinadoen ese momento.

En este caso lo más difícil resulta identifi-car quiénes son los protagonistas, cuál es elpunto, y cuál es el momento para apretarlo,digamos; son elementos centrales a tener encuenta. Ese es el arte de la política: saber cuán-do, cómo, quiénes, hacia dónde…

Conjugar los por qué y los para qué

En este sentido resulta importante compren-der (y articular) no solo porqué se emprendedeterminada acción, sino también para qué (nosolo ser oposición, sino también tener posición,construir, acumular, protagonizar).

Lo definitorio, lo que define el modo y tipi-fica a la articulación concreta entre el cómo (olos cómos) y el para qué (o los para qué) es laparticipación de la población. Y esto es válidopara el tema de los métodos de lucha como paratodos los otros temas o aspectos de la construc-ción política. En la unión de los cómos —que

están definidos por la participación con losobjetivos –que constituyen o hacen a los paraqué, es importante que no existan antagonis-mos, cuestión que se expresa generalmente enlos resultados (no pocas veces contrarios a lasintenciones originales, o contraproducentes parael movimiento y los objetivos últimos; de ellohay sobrados ejemplos en los años 70 de nues-tra historia reciente).

Participar como protagonistas

Si se articula el cómo teniendo como un ele-mento determinante la par-ticipación, con laformación es decir, con que el proceso posibili-te que la gente, los participantes en el mismoaprendan a ser protagonistas (lo cual se lograprotagonizando), con que los sectores partici-pantes sepan —hayan analizado y decidido cons-cientemente para qué y por qué lo hacen, laresultante significará o implicará un salto y unsaldo positivo en la conciencia de todos los sec-tores protagonistas de la acción o el hecho, quie-nes se sentirán parte de los resultados, los vivi-rán como propios a la vez que como colectivos.En este sentido, la participación creciente delos actores socio políticos como protagonistasdurante todo el proceso de transformación-cons-trucción, resulta un componente metodológicovital de la construcción de poder desde abajo.

Un ejemplo paradigmático de esto fue lalucha por la Educación en Argentina, cuandoel sindicato de docentes [CTERA] identifica yhace explícito a la opinión pública del país, quesu problema reivindicativo sectorial es parte deun problema más amplio y profundo: el de laeducación pública; quedó al descubierto enton-ces que el ataque al nivel de vida de los maes-tros era parte de uno mayor, a la educación delpaís y para el país. Esto permitió poner en evi-dencia que tras la llamada modernización de laeducación se escondía un plan de privatizaciónde la enseñanza y destrucción del sistema na-cional de educación y de la educación misma

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como un derecho ciudadano. ¿Por qué? Porqueen la sociedad del modelo neoliberal los dere-chos ciudadanos no existen como tales, soloexisten (se cumplen) aquellos que cada quien escapaz de comprar en el mercado como cual-quier otra mercancía.

Otro ejemplo de articulación social es el delos trabajadores del Sindicato Luz y Fuerza Mardel Plata. En el marco de las luchas contra laprivatización de la empresa de electricidad, elgremio de Luz y Fuerza realizó una fuerte cam-paña en toda la comunidad instalando en elimaginario colectivo que esa enajenación trae-ría como consecuencia despidos de trabajado-res, aumentos de tarifas y cortes de luz por lafalta de inversión.

Instalado en el espacio público a través deCarpas, volanteadas, movilizaciones y accionesde protesta surgió, desde el Sindicato, la Ofici-na de Atención al Usuario. Esta Oficina, cum-ple el papel que abandonó el Estado: apoyar yasesorar a los vecinos sobre sus derechos, frentea las empresas. Desde ese lugar se impidieroncortes de servicio arbitrarios, quita de medidores,etcétera.

Para recuperar las tarifas más económicasque el Estado otorgaba a los sectores carenciados,el Sindicato comenzó la «Campaña por la TarifaSocial». Creó una multisectorial articulada conla Central de Trabajadores Argentinos, los uni-versitarios, las sociedades de fomento, centrosvecinales, pequeñas y medianas empresas (tam-bién perjudicadas por los abusos empresaria-les) y movimientos de desocupados.Movilizaciones y tomas simbólicas de sedes dela empresa fueron prolegómenos del acuerdotripartito logrado a fines de 1999 entre el sindi-cato, la empresa y los usuarios perjudicados.

En primera instancia se lograron recuperarlas conexiones de luz cortadas por la empresa yse comenzó a gestionar un acuerdo con el go-bierno provincial para establecer una TarifaSocial destinada a los más humildes y reducir

el costo eléctrico para todos los usuarios. Estanegociación entre las distintas instancias buscaque la empresa recorte algo de sus ganancias,y que el Estado aporte mediante una quita deimpuestos que incluidos en la factura de con-sumo de electricidad encarecen el pago de losusuarios. Sobre esto, y refiriéndose a la necesi-dad actual de la construcción de formas y espa-cios de articulación social, señaló José Rigane,Secretario General del Sindicato Luz y FuerzaMar del Plata:

«Así como en la década del 70 era posible queuna organización sindical pudiera pelear de iguala igual con una patronal como lucha sectorialpor sus reivindicaciones, hoy no tiene ningunaposibilidad de poder llevarlas adelante si no seconvierten en una necesidad del conjunto de lacomunidad. Hablar de la tarifa social, por darun ejemplo, toma validez cuando excede la rei-vindicación de los trabajadores de la energía ypasa a ser también el objetivo de las sociedadesde fomento, del club del barrio, las institucio-nes sociales, etc. Es decir que hay que articular yllevar adelante las reivindicaciones como comu-nes al conjunto de la sociedad, donde obviamenteenfrentamos a un enemigo común.(…) nosotros no podemos, a pesar de la impor-tancia que tiene, quedarnos simplemente comoorganizaciones sindicales en la defensa pura yexclusiva de lo sindical, del derecho convencio-nal, del salario o de mejores condiciones labora-les, es imprescindible que esta acción esté inmersadentro de un movimiento social que tenga uncontenido político con mayúscula.»5

b) Identificar los nodos medios para laconstrucción de redes

Esclarecer los problemas comunes a varios sec-tores es lo que yo llamo identificar los nodosmedios de la articulación, básicos para ir con-formando redes. Y esta labor comienza (o debe-ría comenzar) en el interior de un mismo sec-tor para desde allí proyectarse hacia los demássectores; es un proceso múltiple y simultáneo,

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complejo y diverso, estable e inestable de cons-trucción y deconstrucción permanente de redessociales que va logrando algunos nodos de arti-culación sobre los que se apoya, se consolida yse proyecta.

Como propuesta metodológica vale decirque la primera articulación hay que lograrladentro del propio sector, también fragmentadoy atomizado. Porque la atomización social estan grande que trasciende todas las fronteras ypenetra no solo en el interior de la clase obrera,sino también en el del individuo mismo, que-brándolo en algo fundamental: imponiéndoleuna forma de ser divorciada o incluso opuestarespecto a su forma de pensar, con la finalidadde eliminar esta última y transformar al serhumano en un animal de consumo marcadopor el mercado y enemigo de todos aquelloscapaces de disputarle su capacidad de consu-mo. La insolidaridad es la base de este ser mer-cantil, explotado y potenciado por el neolibe-ralismo, mientas su pensar esencial es el sersolidario, como ser social que es todo ser hu-mano. Si se toma como caso al movimientoobrero, hoy fragmentado y desmembrado envarios tipos de contrataciones y subcontrata-ciones, en trabajadores con empleo y desem-pleados, resulta claro que primero hay que ar-ticular dentro de lo sindical para luego estaren condiciones (ser capaces) de elaborar unapropuesta de articulación mayor. Y lo mismoocurre con los sectores campesinos, con losjóvenes, con las mujeres...

Desde abajo, desde los cimientos mismos, laarticulación más elemental es ya, en sí misma,una red, y se encuentra en el proceso articuladorcon otra red y así va formando los nodos me-dios en torno a determinados nodos base. Esmuy importante identificar en todos los casos,en cada momento, cuáles son esos nodos. Y estaes una labor, una tarea, con un perfil y una pro-yección eminentemente políticas.

c) Identificar el problema centro

En este plano del análisis se trata de localizarcuál es el problema medular de los ciudadanosy las ciudadanas de un país, cuál es el que «atra-viesa» a todos. Es conveniente atender siemprea las situaciones en cada momento, a los posi-bles cambios de coyuntura, porque el centrodel conflicto no necesariamente se mantiene enun mismo sector o ámbito; el problema centropuede variar como tal problema, o puede cam-biar el sector social que lo vivencia como eje endeterminado momento, o ambas cosas, o se lepueden sumar dos o tres problemas; se puedecomenzar por uno e ir articulando otros.

El problema centro generalmente constitu-ye un problema nacional, y puede ser tambiénregional o continental. Sobre la base de su iden-tificación es posible articular a diversos actoressociales con mayor claridad y estabilidad, peropara ello hay que saber qué relación guarda conla problemática de cada uno de los distintossectores, cómo el problema de los campesinostiene que ver con el de los obreros, y el de éstosy aquellos con el de los estudiantes, y con el delfuncionamiento de los hospitales y con sus tra-bajadores, y viceversa. Sobre esa base es posibleir avanzando en articulación. Ahora bien, elproblema centro que existe en México, por ejem-plo, en un momento dado, no es el mismo queel que existe en Brasil, y aunque conceptual-mente coinciden, no ocurre así en los modosen que se expresa, se hace presente, y conecta osepara a los diferentes actores entre sí. Esto hayque identificarlo en cada caso porque proble-mas hay muchos, pero los sectores sociales sepueden organizar alrededor de uno u otro queen determinado momento actúe como nu-cleante del todo. Como ocurre, por ejemplo,en Argentina, con el problema del empleo, deltrabajo. Y en Colombia, con el de la paz. Estoquiere decir que el esfuerzo principal de la cons-trucción pasa ahora por ahí, por la paz, o por

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el trabajo. Y esto es válido también para rela-cionar a los partidos políticos con las organi-zaciones reivindicativas.

Se puede construir atendiendo y articulandoen torno a la solución a un problema centro o avarios. Eso también es importante identificar encada momento. Pretender establecer a priori cuáldebe ser la problemática central en vez de ex-traerla de la vida real, es fuente segura de error.No basta proponerse articular para lograrlo, esnecesario partir de la realidad, de la identifica-ción de los elementos aglutinantes, de los nodosmedios y de los problemas centro, para identifi-car también a los actores sociales principales dela articulación en cada momento. En la Nicara-gua sandinista, cuando las últimas elecciones conel FSLN en el poder, los sandinistas subestima-ron —no es necesario analizar aquí las causas deesto, el clamor popular por la paz, sobre todo elproveniente de las madres. Y esto lo aprovechóinteligentemente la UNO para hacer de la paz elcentro de su campaña.

Esto es muy concreto. No se construye con-ciencia y organización sobre teoría sino sobrelo concreto, en cada momento.

Anteriormente, la suposición de que los pro-blemas de un país se resolvían solo con la tomadel poder, cuando hablar de política significabaver cómo concretar la toma del poder, este tipode labor se creía innecesaria, incluso el pensar-las era casi un sinsentido. Hoy está claro quehablar de política es, en primer lugar, hablar delo que ocurre en el país, en todas las instancias ysectores. Sobre esta base, identificando los nodosbase o los nodos medios, se abren posibilidadesclaves de articulación y confluencia con otrossectores. Alimentados por una política plural,no vanguardista, se tiende a crecer en construc-ción, en articulación, en conciencia y organiza-ción. Aunque esta es una tendencia casi naturalde todo movimiento de articulación y conver-gencias de este tipo, no es este un proceso que seproduzca espontáneamente; hay que construir

las articulaciones desde abajo hasta arriba, pasoa paso y una y otra vez.

Partir de la cotidianidad de la población[introducirse en, transformar desde]

A la hora de buscar definiciones acerca dela identificación del «punto» aglutinante, los«nodos medios», o el «problema centro», esimportante contemplar que el acto, manifesta-ción o suceso de que se trate esté vinculado ala cotidianidad de los sectores sociales o pobla-ción participante (arranque de sus raíces y lasremueva). Así ocurrió con el llamado a apagarla luz, acción muy vinculada a la cotidianidadde la población toda.

Teniendo en cuenta que en la producción yreproducción de la vida cotidiana se produceny reproducen también los valores individuales,familiares y sociales de convivencia (éticos,morales, culturales, políticos, etc.), y que elmundo de lo cotidiano resulta el espacio porexcelencia para la internalización de la ideolo-gía de dominación, puede entenderse que locotidiano y la cotidianidad se han tornado enun espacio y un ámbito eminentemente políti-cos. Como ejemplo, basta tomar el caso de lasrelaciones de género. ¿En que espacio se produ-ce y reproduce la básica relación de discrimina-ción y asimetría?, pues en el ámbito doméstico,en la vida familiar cotidiana. Y es de su demo-cratización de donde saldrán las raíces para unademocratización mayor del todo social. Mien-tras que no se lleve hasta allí, mientras que nose produzca (genere) allí, el espacio más peque-ño pero más universal, cuna de todas las asime-trías sociales, empezando por la asimetría degénero, no habrá verdadera y radical democra-cia y justicia social.

Quiero remarcar que no es porque no exis-ten otros espacios que uno dirige sus miradashacia la cotidianidad; no es una «desgracianecesaria», una especie de entretenimiento has-ta tanto se pueda hacer otro tipo de actividad

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(lucha directa, por ejemplo). Es una forma fun-damental y primaria, no porque esté en un es-calón inferior, sino porque lo impregna todo,en primer lugar aquellos espacios que se propo-nen hacer política a partir de lo reivindicativoy desde las organizaciones reivindicativas.

La construcción de poder social está anuda-da al espacio, a las posibilidades y dimensionesde incidencia y construcción que se encuentranen la sociedad resultante de la aplicación delmodelo neoliberal, a partir de la cual se iránabriendo otros espacios mediante la interpela-ción de la actividad de los múltiples actoressociales en un proceso que ha de tornarse colec-tivo y simultáneo en diversos ámbitos.

Tomar en consideración los símbolos creados yempleados por la población

Cada día resulta más importante tener encuenta también cuáles símbolos se empleancomo mecanismo de protesta o en la protesta,cuáles son los que construyen y consolidanidentida-des. Y antes de ceder a la tentación deinventarlos individualmente, es reco-mendableatender, en primer lugar, a los que ya son partede la cultura de la po-blación, de los sectoresparticipantes, y en segundo, a los que es posiblecrear o construir acorde con las posibilidadesque hoy abre este nuevo tiempo y con la nuevadimensión social y política de los problemas(viejos o nuevos).

C) Construcción, procesoy transición

¿Acto o proceso? Esta interrogante encierra dosconceptos que sintetizan dos miradas y concep-ciones estratégicas acerca de la transformaciónde la sociedad (y de los hombres y mujeres quela conforman), y las mentalidades que se corres-ponden con éstas.

En la opción de construcción de poder des-de abajo, que es la que nos ocupa, la noción de

proceso tiene un peso fundamental. Es la base—junto a otras sobre la que ha de erigirse losnuevos pensamientos y las nuevas prácticas; esparte del núcleo de la nueva concepción y su-pone (a la vez que forma) un punto de vistadiferente, una mentalidad de nuevo tipo. Todolo que existe cambia y esos cambios, inclusolos más radicales, llevan junto con lo nuevo, elsello de lo anterior, de donde provienen; lonuevo crece dentro de lo viejo. En el caso denuestros países latinoamericanos, en las con-diciones de una dependencia deformada-mente agrandada globalización neoliberal me-diante, la noción de proceso como medida dela construcción estratégica alternativa se anudadirectamente a la revalorización del conceptode transición. Y de la transición misma, de susraíces y sus alcances.

Estamos acostumbrados a pensar la transi-ción como un período a partir del momentoinmediato posterior a la toma del poder, comola primera fase hacia la transformación socia-lista. La noción de construcción del poder des-de abajo, que se basa, entre otras cosas, en lacoherencia entre medios y fines, en la auto cons-trucción de sujetos, de organización, de proyec-to, y de poder, reclama pensar la transición comoparte de todo el proceso de transformación delcapitalismo; no se inicia con el momento deruptura, sino que viene gestándose a lo largode todo el proceso. En este sentido, puede de-cirse que la transición es el proceso mismo; naceya en las entrañas mismas del capitalismo. Deahí el contenido y alcance revolucionario de estaconcepción: no hay después en cuanto a tareas,enfoques y actitudes se refiere; desde el momentomismo en que se inicia el proceso de transfor-mación y a lo largo de todo el proceso, se vagestando y construyendo lo nuevo. Esto recla-ma también un profundo cambio ético cultu-ral a la vez que lo promueve y se asienta en él,avanza sobre sus avances y con ellos; y esto re-quiere de la participación consciente y de la

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voluntad de todos los actores sociales que ha-cen al proceso mismo; no se produce mágica,espontánea ni mecánicamente.

La participación y la conciencia de los pue-blos no pueden conformarse instantáneamenteni por decreto6. Resulta imposible —si se tienenpretensiones de éxito— decretar unilateralmenteuna acción colectiva, más aún cuando esta as-pirar a involucrar a sectores sociales diversos,con identidades e intereses variados; es imposi-ble decretar transformaciones o inyectar saltosde conciencia. Hay que construir el actor colec-tivo —y su conciencia, organización y propues-tas, en cada momento (al menos en las fasesiniciales del proceso de transformación, cuandono existe aún un actor colectivo configurado,articulado y organizado de forma estable), y estolleva tiempo, poco o mucho, eso es muy relati-vo en política, lo importante es entender que elacto o suceso colectivo social reclama un proce-so de construcción, de articulación, de creacióndel actor colectivo capaz de pensar y realizaresa acción, o suceso, o manifestación, o fenó-meno político social.

Hemos aprendido que nada cambiará al fi-nal del camino si no cambia desde ahora; queno hay final distinto del inicio, sobre todo encuanto a métodos y vías se refiere; que no hay serhumano nuevo y nueva cultura si no hay acu-mulación de nuevas prácticas democráticas,participativas, de nuevas conductas éticas acuña-das y asimiladas en las prácticas continuas y cons-tantes durante años. Como dice Víctor DeGennaro: «La sociedad hacia donde vamos, tene-mos que empezar a consolidarla desde ahora.»7

Se trata, por tanto, de una larga transición.Para entenderla, asimilarla y practicarla es fun-damental remover el pensamiento inmediatista,cortoplacista y fragmentario, que entiende yproyecta rupturas absolutas; solo sobre esta basepodrá entenderse qué es lo que se quiere decircuando se habla de construcción de poder des-de abajo, su significación y alcances reales.

El todo es parte del camino, se va confor-mando, afirmando y proyectando en él en cadamomento. En este sentido, puede decirse queel proceso será más avanzado o no después delmomento de ruptura y constitución de un nue-vo poder popular, según como se haya recorri-do el trayecto previo anterior.

¿Es posible saltar etapas para lograr los ob-jetivos? Creo que sí, que la vida social tambiénnos ofrece esa especie de huecos negros que di-cen existen en las galaxias, pero las experienciasacumuladas enseñan que cuando se saltan eta-pas, después del salto, hay que transitar las fa-ses saltadas, siempre en una nueva dimensión,claro está, pues ya habrán variado las condicio-nes, la situación, etcétera. Está claro que si esecamino no se recorre antes, debe recorrerse des-pués o no es posible consolidar y avanzar en elproceso de transformación.

Es importante tener esto en cuenta, sobretodo en la época actual, cuando no puede pen-sarse la transformación social popular alternati-va descansando en que la existencia del camposocialista permitirá «saltar» directamente al so-cialismo, como ocurrió en el siglo XX incluso ensociedades que se encontraban en período colo-nial. Eso fue posible, fue una realidad, pero nisocial ni culturalmente esas experiencias hanpodido violar el tener que realizar determinadastransiciones. Es posible saltar etapas, insisto; lasideas de transición y proceso que expongo noson un manto para defender la gradualidad oevolución, pero está claro, repito, que si se sal-tan etapas, luego –en algún momento del nuevoperíodo, hay que transitar por ellas y entre sustareas estará también construir el poder abajo.

En este sentido, pueden asumirse y sumarsea esta propuesta los planteamientos de SamirAmín, cuando afirma que

«(...) debe relativizarse la teoría según la cual elsocialismo no puede desarrollarse en el seno delcapitalismo, como éste lo había hecho en el seno

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del feudalismo. // En consecuencia, de la mis-ma manera en que los tres siglos de mercantilismo(1500–1800) representan una larga transición delfeudalismo al capitalismo, durante la cual losdos sistemas coexisten conflictivamente, noso-tros podríamos tener que ver con una larga tran-sición del capitalismo mundial al socialismomundial, durante la cual las dos lógicas —la querige la acumulación de capital y la que procedede necesidades sociales incompatibles con ellacoexistieran en forma conflictiva.»8

Y muy importante es recordar el presupuestoteórico en el que Samir apoya estas reflexiones:

«El análisis del capitalismo realmente existenteque propongo (...). Pone (...) el acento en el con-flicto entre lógicas –capitalista y anticapitalistaque operan efectivamente en el seno mismo delmundo capitalista realmente existente (...).»9

Contrastando con esto, según señala Samir,la anterior teoría general de la transición delcapitalismo al socialismo que se desprendió dela experiencia histórica del siglo XX descansabaen dos pilares fundamentales:

«1] La visión de un contraste tajante entre lassociedades capitalistas y las sociedades socialis-tas, y de paso, el rechazo absoluto y total de laidea de que los elementos de la nueva sociedadpodían desarrollarse en el seno mismo de la so-ciedad capitalista.2] La concepción subsiguiente de que la transi-ción al socialismo a escala mundial tomaría laforma de un conflicto entre el campo de los paí-ses socialistas y el de los países que seguían sien-do, por un tiempo, capitalistas, en la medida enque este conflicto se habría inscrito en el marcode la coexistencia competencia pacífica.El hundimiento de los sistemas soviéticos, porun lado, y el abandono del proyecto maoísta deconstrucción socialista en China y su reemplazopor un proyecto de desarrollo capitalista nacio-nal, por el otro, interpelan los dogmas del mar-xismo leninismo sobre la transición y el caráctersupuestamente irreversible de la construcción so-cialista.»10

Construir poder desde abajo no es algo for-mal, es decir, no indica solo un cambio en lasformas de la acción política; es, sobre todo, uncambio en el contenido de la política, lo políti-co y el poder. No se trata solo de ir a los barriosy hacer educación popular, no se trata solo deimplementar procesos participativos en la base;hay que hacer esto y más, sobre todo porqueaquí radica el corazón mismo de la nueva de-mocracia. Se trata de algo más profundo, másintegral, radicalmente articulado a un procesode apropiación del proceso de transforma-

ción por parte de cada uno de los actoressujetos que lo protagoniza (como grupo y anivel individual), a la vez que articuladorconformador del mismo. Por eso, más que unsentido coyuntural que lo tiene, alcanza unasignificación profundamente estratégica; es lasemilla de la nueva estrategia en gestación,del nuevo protagonismo conciente, crecien-temente participativo, creador, constructor yresponsable de los actores sujetos.

Un enfoque actualizado

y renovado acerca de los sujetos

Esta nueva concepción acerca del poder el quehay que transfor-mar sustituir destruir y el que,a la vez, hay que construir instalar desarrollar,supone una transformación radical de la formay los modos de pensar la transformación y, portanto, los sujetos de la misma y sus motivacio-nes, intereses y objetivos. Con nociones talescomo proceso idea clave de la opción de cons-trucción de poder, hegemonía, democracia,participación, surgía con fuerza, la noción deque era imprescindible que los sujetos —recon-ceptualización mediante de los mismos debíanser todos aquellos protagonistas de los cambios.

Hoy resulta imposible restringir esta condi-ción de sujeto a la clase obrera, más aún tenien-do en cuenta las transformaciones estructuralesocurridas en el modo de producción capitalistaactual. Fragmentando la sociedad hasta hacerla

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prácticamente desparecer como tal sociedad enla sectorialización, excluyendo de modo crecien-te a diversos sectores sociales del modo de pro-ducción y reproducción de la vida social, las al-ternativas de transformación reclaman abrircanales a la participación directa de los diversosactores sociales interesados en transformar su rea-lidad. Es importante promover sobre todo aque-llos canales que faciliten o promuevan su partici-pación cada vez más creciente en la toma dedecisiones, en el diseño del curso y los objetivoscoyunturales y estratégicos de su accionar, en ladefinición y construcción del proyecto en el díaa día, a partir de la realidad cotidiana y concretade cada cuál. Y todo ello reclama también de unproceso previo y simultáneo permanente deconcientización de la necesidad de pensar loscambios desde esta perspectiva, lo que suponeinteriorizar que la transformación empieza poruno mismo, desde el interior de cada uno.

La transformación radical en torno a la cues-tión del poder exige la remoción de viejas con-cepciones en torno a los sujetos y el proyecto, ala vez que reclama la reformulación de los mis-mos, el reconocimiento de las sociedades ac-tuales y los actores sociales que en ella se con-forman, replanteándose su articulación sobrela base de nuevas prácticas colectivas, partien-do de recuperar y reflexionar críticamente lasexperiencias y los saberes acumulados (y poracumular) durante el proceso. Es decir, es y serátambién obra de los actores sujetos mismos.

D) Democracia y lucha contrala enajenación

Lo dicho supone, a su vez, retomar como cen-tro, el postulado e intención inicial y fundantedel marxismo que es la lucha contra la enajena-ción de los seres humanos, incluyendo en pri-mer (y último) lugar su participación en la ela-boración definición del nuevo proyecto. A suvez, todo esto conforma en sí mismo, una espe-

cie de supra (o infra) proceso de construcciónconstitución articulación de actores sujetos,poder y proyecto.

La lucha contra la enajenación, que paraabreviar se refiere generalmente a lo económi-co y a lo político, abarca todos los órdenes de lavida socio espiritual de las personas en una so-ciedad dada.

Las revoluciones socialistas realizadas hastaahora, generalmente y más allá de cualquierseñalamiento crítico que se pueda hacer, fue-ron un intento serio de eliminar la enajenacióneconómica, y en cierta medida, en algunos as-pectos, lograron avances respetables. En otrosplanos, digamos, más en lo cultural social, estalucha fue apagándose cada vez más en la medi-da que más se alejaba de lo económico mate-rial. En ello influyeron fuertemente las concep-ciones mecanicistas automatistas que dejaron,de hecho, toda la transformación del mundoconsciente espiritual de las clases y sectores so-ciales (supuestamente) protagonistas del proce-so, digamos, a expensas de la acción (mecánica)de los mecanismos económicos.

En la experiencia cubana, por ejemplo, elperíodo llamado de «institucionalización» quesiguió al caracterizado como de «los errores deidealismo» que culminó con el fracaso de lazafra de los diez millones, estuvo fuertementeimpregnado de estas concepciones importadas,principalmente por la «copiadera» del modelosocialista esteuropeo. En 1984 85, el PartidoComunista de Cuba inicia un período autocrí-tico centrado en la «rectificación de errores ytendencias negativas», entre los que se encon-traba, primordialmente, el de las concepcionesautomatistas de la construcción del socialismoy el relegamiento del ser humano como centroy motor de la misma. Refiriéndose a este proce-so, señaló Darío Machado:

«En la medida en que la aplicación del sistemase alejaba de sus objetivos esenciales, se iba

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comprometiendo más el desarrollo, cobrabanfuerza los vicios tecnocráticos, crecía la tenden-cia a sustentarlo todo en los mecanismos y enestímulo material, se olvidaba el trabajo con elhombre.De las deformaciones vinculadas con el desarrollosocioeconómico, quizá la más perniciosa fue lacreencia de que los mecanismos lo resolveríantodo; se encargarían de indicar automáticamentelas direcciones económicas más importantes, dedeterminar el rumbo.La absolutización del papel de los mecanismosconstituyó la tendencia negativa determinanteque condicionó con fuerza un conjunto de defor-maciones en el desarrollo del país en todos losórdenes. (...)»11

En declaraciones, el hombre, el ser huma-no, era el centro de la revolución, pero en loshechos reales, lo era la economía (¿causa?), elconjunto del plan, la planificación y las metaspor cumplir; el hombre, los seres humanos «nue-vos», en vez de construirse con protagonismo yparticipación consciente y creciente en las trans-formaciones (auto-constitución y autotransfor-mación) serían el «resultado» (¿efecto?) de lastransformaciones económicas logradas a partirde la existencia de la propiedad social sobre losmedios de producción.

Así las cosas, en el socialismo esteuropeo—baluarte de tal concepción mecanicista—, losresultados saltaron a la vista del mundo junto alas piedras del muro de Berlín. Ni hombres nimujeres nuevas, ni sistema socialista de produc-ción material y espiritual de la vida social; elestatismo, con las consiguientes estatizacionesincluso de la vida cotidiana y doméstica, lohabía invadido todo, tergiversando el postula-do originario. Y donde esto se hizo, quizá, másnotorio —por ausencia— fue en la participaciónpolítica de aquellos ciudadanos y ciudadanas.Con mecanismos político autoritarios, centra-listas y verticalistas, basados en un sinfín deargumentos que clausuraban —hoy resulta cla-ro— el más mínimo aporte desde las bases, que

no toleraban la más mínima crítica u opinióndiferente, se fue ensanchando cada vez más labrecha inicial entre la vanguardia (el partido) yel resto de la ciudadanía, del pueblo socialista,hasta hacerse insalvable.

Así, las decisiones sobre las transformacio-nes, los pasos a seguir, los esfuerzos a entregar,el proceso revolucionario mismo, poco a pocole fue arrebatado al pueblo de sus manos y desu conciencia. Se produjo un creciente extraña-miento, un alejamiento, un ajenamiento de loque debió haber sido apropiación. Por ese ca-mino, la alienación política heredada, lejos dedisminuir tendió a incrementarse, llegando enalgunas realidades del socialismo real a provo-car un quiebre total entre el régimen político,la vida de los dirigentes, y el conjunto del pue-blo, sus aspiraciones, anhelos y necesidades. (Porejemplo, en el caso rumano.)

Situaciones como aquellas deben serirrepetibles, pero para que lo sean, hay que es-tar atentos y actuar consecuentemente. Un pasoimprescindible es incorporar la lucha contra laenajenación, particularmente contra la enajena-ción política (de amplio espectro socio cultu-ral), desde el inicio, en todo el proceso, hacerla—como es— parte fundamental de todo el pro-ceso transformador, uno de los ejes de la transi-ción hacia la sociedad futura, la que se aspira aconstruir, la que se construye a cada paso, encada resistencia, en cada lucha y organizaciónsocial, política, reivindicativa, etcétera.

Para ello, resulta central asumir la democra-tización, la participación consciente de los dis-tintos sectores y actores sociales en cada etapadel proceso; es ella, o sea, son los actores sujetosmismos, los que va a marcar –en interaccióncon las circunstancias socioeconómicas nacio-nales e internacionales—, la marcha del proce-so, el ritmo de la transición.

Democracia y participación popular resul-tan estructuralmente articuladas a la concepciónde construcción de poder desde abajo y a las

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aspiraciones a un nuevo tipo de sociedad. Es-tán articuladas desde la raíz, desde la génesis delo nuevo, haciendo a la vez que exigiendo co-herencia entre medios y fines. No pueden de-jarse tareas para mañana, para un futuro mejorni para la otra sociedad, tampoco puede rele-garse el desarrollo de principios elementales queserán la base sobre la que se irán conformandolas nuevas sociedades. Como subraya Víctor DeGennaro, es importante

«(...) construir en los términos de la sociedadnueva que queremos. Que los criterios de uni-dad, de solidaridad que queremos se empiecen aexpresar en lo nuestro. No podemos ir a recla-mar democracia a los demás, si cuando estamosorganizando el sindicato no somos democráti-cos. (…) El poder que viene, la ideología del po-der que viene, la fuerza del poder que viene tie-ne que irse construyendo desde hoy.»12

Correspondencia entre medios y fines

Ha cambiado, de hecho, la lógica del debatede la construcción, del crecimiento, de la apues-ta; no puede esperarse que «la línea» venga degrupos de iluminados, de vanguardias escogi-das vaya a saber por quién, que ya saben o al-gún día lo sabrán todo. Se necesita la participa-ción de todos (mayorías) para avanzar todos, ono hay ni habrá transformación ni avance real.

La lucha contra la alienación política llevaen su otra cara la articulación de lo reivindi-cativo y lo político, y la democratización de laparticipación de los protagonistas en ambosespacios. La democratización es parte del avan-ce y maduración en esa dirección, porque a di-ferencia del ideal burgués abstracto y genéricosalvo para su clase, es un reclamo de plenitudde los seres humanos, hombres y mujeres, paraser también ciudadanos y ciudadanas plenos,es decir, para ser también ciudadanos políticos.

Y esto reclama un cambio radical respectode la mentalidad anterior, que tendió a creer—dogmatismo mediante— que las soluciones ve-

nían dadas (en algún manual), o que las cosasiban a ocurrir porque «la vanguardia» así lodecidía y decretaba.13 Nunca fue así, pero antesesto no resultaba tan evidente como ahora, cuan-do el problema es más de índole cultural, y recla-ma aprehender y aprender —nuevas prácticasmediante— nuevas capacidades para enfrentar larealidad de hoy. Esto tiene que ver con recupe-rar la confianza en sí mismos y en los demáspara cambiar las cosas en una dirección que sedefina de conjunto y por los caminos y a losritmos que ese conjunto decida.

Es bastante frecuente hoy día escuchar ha-blar de participación popular, de la necesidadde apelar a ella para buscar soluciones establesa los problemas actuales. Por ello, generalmen-te, cuando se habla de participación se enfatizaen la toma de decisiones y en la participación enla gestión, pero hay que incluir también —y confuerza diría yo—, la participación popular en elcontrol de los resultados, en el control de todaslas gestiones, decisiones e instituciones colecti-vas, sectoriales, sociales, económicas, o políti-cas. Porque no pocas veces se habla de controlpopular y se lo convoca, pero para ser ejercidoa partir de determinados niveles que excluyen alas máximas direcciones políticas, institucionaleso gubernamentales, que serían, este caso, las quellamarían al control de los de abajo limitándoloa los niveles intermedios y de ahí hacia abajo,con lo cual, la manipulación política de los sec-tores populares resulta bastante fácil.

El control popular debe ser pleno, auténti-co y coherentemente soberano. En caso contra-rio los procesos futuros de transformación noquedarán exentos de peligros de despotismos,autoritarismos, personalismos, nepotismos, etc.Comenzar desde ya y desde abajo a construiresa nueva cultura de responsabilidad colectiva,es parte importante de la lucha contra la enaje-nación político social de quienes serán los nue-vos hombres y las nuevas mujeres. En calidadde tal, el control popular resulta también un

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componente fundamental a incluir en el proce-so (integral) de construcción del nuevo poderdesde abajo.

No hay recetas y, como dije, tampoco haygarantías, pero es la única posibilidad de avan-zar, de transformar.

Hay que correr el riesgo so pena de —en casocontrario— ser tragados por el sistema.

III. Hacia un nuevo tipo deorganización política (sociopolítica)

Los nuevos enfoques y conceptos, las nuevas ló-gicas que dan cuenta de los cambios, de las nue-vas prácticas así como de las experiencias acu-muladas por las luchas populares en el últimosiglo, cuestionan radicalmente las (ahora) viejasconcepciones acerca del partido político de iz-quierda autoconsiderado vanguardia y sujetopolítico de la transformación, acerca del pensa-miento homogéneo y homogeneizante (único)de la izquierda, base de su sectarismo y elitismo;en síntesis, cuestiona la concepción que confie-re al partido el ser la (única verdadera) expre-sión política de los sectores sociales obreros ypopulares, y de las relaciones entre ellos.

Hoy se abre paso con fuerza creciente la no-ción de pluralismo, en las ideas, en la construc-ción colectiva de la verdad, en las identidades,en la consideración de las aspiraciones de lossectores (actores sujetos) y sus problemáticas, yesto habla de la necesidad de construir proyectosamplios y abiertos, como así también, organiza-ciones políticas articuladoras de esa diversidad,que solo pueden ser político-sociales. Se insistecada vez más en el desarrollo de relaciones hori-zontales entre las organizaciones políticas y lasorganizaciones sociales y sociopolíticas, entre losactores sociopolíticos y los propiamente políti-cos, y todo esto se da la mano con el reclamogeneralizado e imprescindible de democratiza-ción de los diferentes espacios; en primer lugar,el de la conducción y dirección políticas de los

procesos sociales. Conducciones verticalistas,subordinantes y burocráticas no pueden impul-sar organizaciones basadas en criterios democrá-ticos de construcción horizontal y participacióndesde abajo. Es necesario ampliar el contenido ylas formas de las conducciones, abriéndolos ha-cia la realidad sociopolítica de nuestra época, dan-do cuenta de la diversidad de actores y sus iden-tidades y necesidades, articulándolos en unespacio plural a la vez que unitario. Esto seráposible si no se confunde unidad con unicidad,si se entiende que las diferencias no son «unadesgracia» que hay que superar, sino una caracte-rística de las especificidades e identidades de cadauno de los actores sociopolíticos, que es necesa-rio conjugar y articular tendiendo puentes, cons-truyendo vasos comunicantes entre ellos, sobrela base de objetivos comunes y la identificaciónde intereses colectivos, cuidando que éstos noaplasten a los individuales de los grupos ni delas personas.

Entre la forma de organización, funciona-miento y prácticas de conducción, en la direc-ción y en las bases, no puede haber diferenciasde principios. Son componentes del mismo su-jeto político social de la transformación, arti-culados por una misma cadena de principios,métodos, moral y ética, y entre ellos —los méto-dos y las conductas de la base y la dirección—,no puede haber antagonismos ni contraposi-ciones dicotómicas.

Aunque el tema requiere un tratamiento másdetallado14, es conveniente decir que el rechazoa las propuestas vanguardistas o neovanguar-distas, y los planteamientos de horizontalidadentre las relaciones de organizaciones políticasy sociales (según definiciones tradicionales) yla promoción de ámbitos multidisciplinarios omultisectoriales, nada tienen que ver —comoalgunos pretender hacer ver—, con desconocerla necesidad de dirección de los procesos socialeso diluir la necesidad de construir instancias co-lectivas de dirección, de conducción del proceso

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socio transformador. Sin dirección no hay trans-formación; hay círculo vicioso, desgaste y de-rrota permanente. Pero un grupo de personas,por el solo hecho de querer ser «la dirección»,no garantiza llegar a mejores resultados; a ladirección del proceso sociotransformador hayque construirla y esto es parte del proceso colec-tivo transformador todo que a su vez supone yreclama el protagonismo creciente de los dife-rentes actores sociopolíticos.

No hay vanguardias determinadas a prioripor «gracia divina».15 De ahí que sea importan-te también atender cómo esta dirección colecti-va se va construyendo y ejerciendo en las prác-ticas actuales de resistencia, lucha y acumulaciónde los pueblos, cómo se lleva a cabo la articula-ción multisectorial, sobre qué bases concretas,preocupándose por construir en los diferentesámbitos de dirección político social que se va-yan logrando, formas y vías democrático parti-cipativas colegiadas, plurales y abiertas a la viday al protagonismo real y creciente de los diver-sos actores sujetos de las transformaciones.

Y esto reclama también resignificaciones enla concepción de la unidad, que solo será posi-ble sobre la base del reconocimiento del otrocomo un diferente necesario, es decir, como unser humano íntegro con iguales capacidades yaptitudes e identidad propia, y no como un«defectuoso» que es necesario «pulir y corregir»hasta transformarlo en un «igual». Esto suponeatender a las nuevas dimensiones que hoy leimprime al concepto unidad la realidad de laexistencia de una diversidad de actores, de iden-tidades, de problemáticas, que la enriquecen ensu contenido y formas proyectándola hacianuevas figuras y modos de organización socia-les, políticas, culturales e ideológicas. Esta re-sulta una de las claves que dan forma a lo quealgunos denominamos nuevo pensamiento parala transformación social y que, en gran medi-da, es aún parte de los desafíos.

IV. Instalar otro imaginario social

Sobre la base de valores como la solidaridadsocial e individual, el construir y vivir en unasociedad (y un mundo) sin sectores desampara-dos o excluidos, sin relaciones discriminatoriasy discriminantes, sobre la base de equidad, igual-dad de oportunidades y justicia social, etc., esimportante ir definiendo colectivamente, ycomo parte sustantiva del proceso de resisten-cia lucha transformación, cuál es el imaginariode sociedad, de país, que se quiere construir, elque va a guiar el proceso transformador cons-tructor, o sea, saber para qué se hace todo loque se hace.

Es necesario instalar otro imaginario social,que no voy a llamar paradigma porque es mu-cho más que eso, exige más y supone más. Has-ta hace poco, ese imaginario se resumía en elsocialismo, y puede ser que coincidamos en quehoy también se resume en él, pero en cualquiercaso, es importante resignificarlo, darle un con-tenido concreto y vigente hoy para nuestrospueblo, que rescate los valores y aportes positi-vos y, a la vez, supere o se proponga caminospara superar las deficiencias detectadas en elterreno de la democracia popular, de la parti-cipación social e individual, de la búsquedasiempre creciente de nuevas vías y alternati-vas, culturales, de pensamiento, de creación yconstrucción política, social, cultural, etc., esdecir, atendiendo a que la propuesta socialistacontemple no solo el esqueleto de lo que sequiere, sino que también tenga carne, rostro,ojos y corazón, sobre todo esto último, porqueamor, alegría y fe son componentes indispensa-bles para plantearse y emprender la transforma-ción construcción de lo nuevo.

«(…) no basta solo con abrir la cabeza, es necesa-rio también abrir el corazón. No se trata sola-mente de abrir la cabeza en la forma; hay queabrir el corazón en serio a la perspectiva de en-tender que nosotros somos gracias a los otros. Y

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hay que abrir las fuerzas organizativas que tene-mos, abrir los espacios, no ser sectarios, enten-der que hay que volver a tener confianza en elotro, en la capacidad de construir y de organi-zarse, y abrirse a organizaciones diferentes. Y paraesto, no alcanza con la apertura de cabeza, hayque abrir en serio el corazón.»16

V. Construir una nueva mística

Lo anterior se articula con el tema de la místi-ca, de los afectos, de la solidaridad… elementosque no resultan poca cosa en momentos en quecada ser humano trata de ser forzado por el mer-cado —y en cierta medida lo es— a ver en el otroun competidor, un rival o un posible enemigoque busca arrebatarle su puesto de trabajo, al que—por consiguiente— debe destruir para sobrevi-vir individualmente.

¿Hay mística hoy?, ¿dónde está? La místicaestá aquí, entre nosotros, en nosotros mismos.Y tenemos que ser capaces de crearla a partirde estas condiciones, hay que crear otro tipo derelaciones, tomando en cuenta que la místicade hoy no va a ser nunca la del 70; aquella erapropia de su época; hoy tendremos la que po-damos generar y construir hoy; la que reclamany permiten los tiempos actuales, el nuevo tiem-po que estamos viviendo y construyendo colec-tivamente. Estamos obligados a desarrollarnosen este momento concreto, pero eso no impidepracticar la solidaridad, estar alegres en momen-tos de encuentro con el o los otros, hacer de lasactividades de encuentros colectivos momen-tos de fiesta, de alegría… Hablar de felicidad,dar solidaridad, demostrar los afectos, es unaforma de construir la mística, de ir desarrollan-do una nueva mística, la de hoy.

Y esto —como otras cosas— no va a «venir dearriba». No vivimos tiempos en los que —comoantes—, acertados o equivocados todo estabaclarito, o al menos eso era lo que se creía: íba-mos al socialismo (supuestamente bien defini-do), y nuestros líderes eran tales, tales y tales, y

si alguien no lo entendía así era porque tenía«problemas ideológicos».

Hoy nos toca vivir en una especie detembladeral, caracterizado por la incertidum-bre, y esto es complejo para todos, más para losjóvenes. El joven siempre se afianza con defini-ciones, madura con definiciones, no le damosdefiniciones y, ¿qué pretendemos?, ¿qué no estéen crisis?, ¿qué no dude? Creo que en vez deasustarnos o lamentarnos por esta situación,tenemos que entender su realidad, esta realidad.Tenemos que aprender a ver en la duda —másque una debilidad— una posibilidad de búsque-da y transformación de las supuestas verdadesimplantadas por el neoliberalismo, y asumir estocon la confianza en que es posible un mundodiferente, en que la salida existe solo que, envez de una, son muchas, variadas, diversas, yabiertas al desarrollo futuro de la humanidad.Es nuestra responsabilidad colectiva construirla mejor de ellas. La búsqueda está abierta, laimaginación y la creatividad convocadas.

** *** **Asumiendo la centralidad que la noción de

proceso y la nueva consideración de la transi-ción tienen en la concepción del poder desdeabajo, sin negar las rupturas, ni los saltos que sepueden producir y se producen en todo proceso,esta concepción enfatiza y se basa en la articula-ción, el tendido de puentes, la construcción deredes y nodos de articulación, en lo social, en lopolítico, en lo sociopolítico, en lo económicosocial, en lo cultural, entre los sectores sociales ysus problemáticas, entre los actores sociales y susexpresiones organizativas, entre lo político y loreivindicativo, entre lo cotidiano y lo trascen-dente, entre lo local y lo nacional, entre lo microy lo macro, entre el territorio y la ciudad, entre laexclusión y el sistema, entre los excluidos y losincluidos y entre las formas de inclusión y exclu-sión, entre lo nacional y lo internacional…

Los nexos, las mediaciones, las formas dearticulación, conexión, tendido de puentes y

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armado de redes, tienen en esta concepción unasignificación de primera línea. Siempre la tu-vieron, dado que los eslabones mediadorestipifican todo movimiento y relación dialécti-ca, pero estaban como relegadas, esquematizadaso eran desconocidas por la anterior estrategiade poder a la que le correspondía un tipo dementalidad antinómica de todo o nada, de sero no ser; hoy pasan a un a primer plano y recla-man una re significación.17

De ahí la importancia práctica y proyectiva,digamos, de un debate filosófico social acercade la dialéctica y las antinomias, acerca de lavieja mentalidad y la nueva. Y de ahí también,la necesidad de superar el modo antinómico depensar y actuar.

Notas

1 Rauber, I., Actores sociales, luchas reivindicativas ypolítica popular, Ediciones UMA, Buenos Aires, 1997(Segunda Edición), p. 82.

2 Rauber., I., Op. Cit., p. 81.3 De Gennaro, Víctor, Secretario General de la Central

de Trabajadores Argentinos. Tomado de: Profetas delCambio, Mepla, La Habana, 1997, pp. 177-178.

4 De Gennaro, V., Tomado de: Tiempo de herejías, Op.Cit., p. 102 (En la edición argentina, p. 199).

5 Tomado de: «Rigane, a fondo», entrevista a JoséRigane, Revista Nos/otros, ATE, Buenos Aires, 2000.

6 Ya no puede pensarse (o esperarse) que la gente va a«obedecer» un llamado realizado por alguna supues-ta vanguardia [autoproclamada], porque hoy la gentese moviliza cuando entiende que va a protagonizarun proceso para transformar sus condiciones de vida,cuando entiende y visualiza que ese su accionar nocaerá en saco roto ni será manipulado por interesesde terceros, cuando tiene claro que será realmenteparte de un proceso de resistencia, de lucha, de cam-bio. En este sentido, la «misión» de aquellos que sesienten vanguardia, no será ya la de ordenar o decre-tar una acción determinada, sino, en todo caso, la deser capaces de despertar y convocar la participacióncreadora de las mayorías, promoverla y desarrollarla.Hoy el protagonismo no puede ser de pequeños gru-pos, para que sea protagonismo debe ser de mayo-rías, de pueblo; y eso hay que construirlo.Por eso, en tiempos que reclaman protagonismos demayorías, la vanguardia como tal es un sin sentido;

hoy es necesario construir direcciones reales, capacessí de orientar, organizar y construir también canalesde organización, conducción y liderazgo de ese[pro]sujeto colectivo. Este nuevo tipo de direcciónpolítico-social no se define por protagonizar la polí-tica, la conciencia, el saber, la verdad, y el procesotodo en exclusividad (y exclusión), sino por cons-truir el protagonismo colectivo, organizando y pen-sando también colectiva y horizontalmente y condu-ciendo el proceso hacia metas trascendentes.

7 Del libro, Tiempo de herejías, Op. Cit., p. 35.8 Amín, S., Los desafíos de la mundialización, Siglo

XXI, México, 1997, p. 290.9 Ibídem, Op. Cit., p. 291.10 Ibídem, Op. Cit., pp. 263-264. (Subrayados de la au-

tora).11 Machado, D., Nuestro propio Camino, análisis del

proceso de rectificación en Cuba, Editora Política,La Habana, 1993, pp. 33-34.

12 Tomado de: Tiempo de Herejías, Op. Cit., pp. 113-114.

13 En un trabajo reflexivo acerca del formalismo en lalabor político partidaria del PCC, Darío Machadodenominó a manifestaciones de esta naturaleza,: «Sín-drome del Olimpo». Señaló: «Esto se relaciona conotro fenómeno que llamo ‘Síndrome del Olimpo’ yque consiste en pensar que lo que está orientado ‘dearriba’ es suficiente para lograr los resultados espera-dos.» Ver: «Reflexiones en torno al formalismo», Elmilitante comunista, Comité Central del PartidoComunista de Cuba, La Habana, julio 1988, p. 26.

14 Abordo detenidamente el tema en Movimientos so-ciales y representación política. Articulaciones. (2003)

15 Esto significa, por ejemplo, que en vez de formaspiramidales y subordinantes de arriba hacia abajo,como instancias y formas de organización y conduc-ción políticas, se abra paso lo multisectorial, lomultidisciplinario, lo plural articulado y potenciadoen una unidad colectiva, también de nuevo tipo (queno supone ni reclama unicidad), levantada sobrenuevas bases. Una unidad que en vez de excluir arti-cula, que en vez de restar abre espacios para fortale-cer la construcción de ese actor colectivo en su pro-ceso de constitución en sujeto popular.

16 De Gennaro, Víctor. Tomado de Tiempo de herejías,Op. Cit., p. 101.

17 Hoy es imprescindible repensar la dialéctica, profun-dizarla despojándola de su lógica ideológico-concep-tual y aprovechándonos de los descubrimientos cien-tíficos (que se resumen en la llamada «teoría de lacomplejidad o del caos»), actualizarla y desarrollarlarescatando —fortalecida— su profunda significaciónrevolucionaria, instrumento para la liberación.

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Los desafíos históricos

ante el movimiento socialista1

István Mészáros*

1

Como ya vimos antes, el movimiento antiim-perialista de los Estados Unidos a fines del si-glo XIX e inicios del XX fracasó por causa de la«conciliación entre el movimiento obrero y lostrusts, y del apoyo que aquel ofreció a la políti-ca externa de estos». La conclusión a que llegó,en 1902, el antiguo socio de Lincoln, George S.Boutwell, de que «el esfuerzo final de salvaciónde la república debe ser hecho por las clasestrabajadoras y productoras», suena proféticahasta hoy, pues las condiciones de éxito conti-núan siendo las mismas, y solamente «las clasestrabajadoras y productoras» norteamericanastienen capacidad de poner fin al impulso des-tructivo del imperialismo hegemónico global.Ninguna potencia militar o política en la Tierrasería capaz de realizar desde fuera lo que solopuede ser hecho desde dentro por un movimien-to que ofrezca una alternativa positiva para elorden existente en los Estados Unidos.

Naturalmente, eso no quiere decir que po-damos todos descansar y esperar hasta que secomplete la acción necesaria, porque aislada-mente ella nunca se completará. Los problemasy las contradicciones están tan intrincadamente

entrelazados que su solución exigirá cambiosprofundos también en otras partes del mundo.Las causas más profundas de contradiccionestan explosivas deben ser atacadas en todos loslugares, con iniciativa verdaderamente interna-cional, cuyos elementos particulares se ocupende su propia parcela en la red de contradiccio-nes salvajes del capital, en solidaridad con las«clases trabajadoras y productoras», en EstadosUnidos y en otras partes del mundo. La conci-liación entre el «movimiento obrero americanoy los trusts, y el apoyo de aquel a la políticaexterna de estos» al inicio del siglo XX

2 se debie-ron, por una parte, a la existencia de espaciopara la expansión imperialista y, por tanto, parael dislocamiento de las contradicciones del ca-pital; y, por parte del trabajo, a la ausencia decondiciones objetivas y subjetivas3 para una al-ternativa hegemónica viable al modo de con-trol de la reproducción societal por el capital.Esta alternativa es inconcebible sin una solida-ridad internacional dirigida hacia la creaciónde un orden de igualdad sustantiva.

No es necesario ser un socialista militantepara percibir los peligros que nos esperan. Esrelevante recordar, en este contexto, el llamadode alarma dado por Joseph Rotblat, PremioNobel de 1977, con relación a la orientaciónhacia el lucro de las actividades de investiga-ción en las áreas de biotecnología y clonación.Como sabemos, bajo las leyes del capital, estas

* Capítulo III del libro «Socialismo o barbarie», tradu-cido y publicado por Pasado y Presente XXI.

** Marxista húngaro radicado en Inglaterra, estudiosodel Capital y sus interrelaciones sociales y políticas.

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actividades —limitadas por los imperativosexpansionistas del sistema, cualesquiera sean lasconsecuencias humanas y ecológicas— represen-tan una nueva dimensión del potencial de auto-destrucción de la humanidad. Esa nueva dimen-sión se suma al arsenal ya existente de armasnucleares, químicas y biológicas, cada una deellas capaz de causarnos muchas veces un holo-causto universal.

Tal como Joseph Rotblat, un destacado cien-tífico liberal que tuvo gran importancia en elmovimiento de protesta que evitó la elecciónde Margaret Thatcher para la Cancillería de laUniversidad de Oxford, suscitó la cuestión delpeligro de la incontrolabilidad y del potencialde autodestrucción humana, como problema degran urgencia, con relación a la forma en quees producido y utilizado el conocimiento cien-tífico en general en nuestro orden social. En unreciente artículo sobre la integridad académica,escribió:

Las estructuras de la sociedad —sociales, políti-cas y religiosas— están crujiendo pesadamentebajo el peso de nuestra incapacidad de absorberlo que sabemos en sistemas éticos y sociales am-pliamente aceptados. El problema es urgente. (...)Uno de los resultados posibles es, naturalmente,una fuga hacia varias formas de fundamentalis-mo, lo que ciertamente representaría una graveamenaza a la integridad académica. La alterna-tiva es reconocer que existe la obligación, porparte de los creadores de esas reservas de conoci-miento, de imaginar medios para desarmar su

capacidad de destruirnos.4

No se puede exagerar la responsabilidad so-cial de los científicos de luchar contra tales pe-ligros. De hecho, los mejores científicos parti-ciparon de esa iniciativa en el siglo XX. Einstein,por ejemplo, luchó durante muchos años con-tra la militarización de la ciencia y en favor dela causa vital del desarme nuclear. En un men-saje en el que se proponía un Congreso Nacio-nal de Científicos –que, realmente, por causa

de pesadas interferencias jamás consiguió reunir-se-, Einstein afirmó:

Estoy sinceramente feliz de que la gran mayoríade los científicos sean totalmente conscientes desus responsabilidades como intelectuales y ciu-dadanos del mundo; y por no haber sido vícti-mas de la histeria generalizada que amenazanuestro futuro y el de nuestros hijos. Es espanto-so ver que el veneno del militarismo y del impe-rialismo amenaza traer cambios indeseables a laactitud política de los Estados Unidos (...) Loque estamos viendo no es una expresión de lossentimientos del pueblo norteamericano; porel contrario, refleja la voluntad de una podero-sa minoría que usa su fuerza económica paracontrolar los órganos de la vida política. Si elgobierno se mantuviera en ese curso catastrófi-co, nosotros, los científicos, debemos rechazarsometernos a sus exigencias inmorales, aunqueestén apoyadas por un aparato legal. Existe unaley no escrita, la de nuestra conciencia, que esmucho más impositiva que cualquier otra quevenga a ser inventada en Washington. Y, natu-ralmente, existen armas definitivas, a nuestradisposición: la no-cooperación y la huelga.5

La cancelación de esa reunión fundamen-tal, programada para los días 10 a 12 de enerode 1946, demostró inmediatamente que la creen-cia declarada de Einstein en la responsabilidadsocial conscientemente aceptada de la granmayoría de los científicos fue una gran frustra-ción. Aún así él continuó la lucha hasta sumuerte, desafiando amenazas de denunciaspúblicas. Sabía muy bien que «solamente porla acción revolucionaria los hombres se libera-rían del yugo intolerable, congelado en ley»6, einsistió en que

actos, y no palabras, son necesarios: simples pa-labras no llevan a los pacifistas a ningún lugar.Es preciso iniciar la acción y comenzar por loque sea posible conquistar ahora.7

A pesar de su inmenso prestigio y accesosin paralelo a los jefes de gobierno y a los

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medios de comunicación, al final Einstein es-taba completamente aislado y derrotado por losapologetas del creciente complejo militar–indus-trial, que llegaron incluso a pedir que fuese lle-vado a juicio8 y expulsado de los Estados Uni-dos, diciendo a gritos en el Congreso que «a eseagitador extranjero le gustaría lanzarnos a otraguerra en Europa para facilitar el avance delcomunismo por todo el mundo»9.

Así, ni siquiera la protesta del científico demayor preocupación social y de mayor concien-cia política del siglo pasó de ser un «grito en eldesierto». Pues no fue amplificado por un mo-vimiento de masas capaz de, por su propia vi-sión alternativa viable de cómo ordenar losintereses sociales, enfrentar y desarmar las fuer-zas destructivas fuertemente atrincheradas. Unaalternativa también fue imaginada por Boutwellque insistió en que «el esfuerzo final de salva-ción de la república» —contra las grandes em-presas constructoras de imperios y su Estado—«deberá ser hecho por las clases trabajadores yproductoras». Boutwell enunció esas palabrashace un siglo, y su verdad no dejó de crecer apartir de entonces. Pues los peligros aumenta-ron enormemente para toda la humanidad, noapenas en relación con 1902, momento en quese pronunció Boutwell, sino incluso en compa-ración con la época de Einstein. Los megatonesdel arsenal nuclear que preocupaban a Einsteinno solo se multiplicaron desde su muerte, sinoque también proliferaron, a pesar de toda falazconversación al respecto del «final de la GuerraFría». La verdad de la coyuntura actual nos fueviolentamente recordada cuando el presidenteYeltsin intentó justificar el «derecho soberano»de la terrible guerra de su país contra Chechenia,avisando al resto del mundo que Rusia todavíaposeía un arsenal nuclear completo.

Hoy, más allá de la amenaza nuclear de laMAD (Mutually Assure Destruction/Destruc-ción Mutualmente Asegurada), el conocimientode cómo emplear armas químicas y biológicas

para exterminio de masas está disponible paratodo aquel que no dude en usarlas en caso deamenaza al dominio del capital. Y eso no estodo. La destrucción del medio ambiente al ser-vicio de los intereses ciegos del capital, asumióproporciones tales —dramáticamente ilustradaspor la terrible calamidad que alcanzó al pueblode Venezuela en los últimos días del siglo XX,causada por la deforestación irresponsable y porproyectos «especulativos». Incluso si mañana serevierte el proceso, serían necesarias varias dé-cadas para producir cambios significativos queneutralicen la articulación perniciosa, auto-in-fligida y auto-sustentada del capital, que debeperseguir su «racionalidad», expresada en tér-minos inmediatamente «económicos», por me-dio de la línea de menor resistencia; además deimplicaciones potencialmente letales de jugarcon la naturaleza por el uso imprudente de la«biotecnología», la «clonación» y por la modi-ficación genética descontrolada de alimentos,bajo los dictámenes de gigantes empresarialesgananciosos y de sus gobiernos. Tales impli-caciones representan la apertura de una nueva«caja de Pandora».

En la actual coyuntura, son esos los peli-gros claramente evidentes en nuestro horizon-te, ¡y nadie sabe cuales peligros adicionales paranuestros hijos surgirán a causa de la incontrola-bilidad destructiva del capital! No obstante, loque está absolutamente claro a la luz de nuestraexperiencia histórica es que solamente un mo-vimiento de masas genuinamente socialista serácapaz de contener y derrotar las fuerzas que hoyempujan a la humanidad hacia el abismo de laautodestrucción.

2

La constitución urgentemente necesaria de laalternativa radical al modo de reproducción delmetabolismo social del capital no ocurrirá sinun re-examen crítico del pasado. Es necesario

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examinar el fracaso de la izquierda histórica enconcretar las expectativas optimistas expresadaspor Marx cuando postuló, en 1847, la asocia-ción sindical y el consecuente desarrollo polí-tico de la clase trabajadora paralelamente al de-sarrollo industrial de varios países capitalistas.Como expresó:

el grado de desarrollo de la asociación en cual-quier país marca claramente la posición que ocu-pa en la jerarquía del mercado mundial. Ingla-terra, cuya industria alcanzó el más alto gradode desarrollo, tiene las mayores y más organiza-das asociaciones. En Inglaterra no se paró en lasunidades parciales (...) continuaron las luchaspolíticas de los trabajadores, que hoy constitu-yen un gran partido político, los cartistas.10

Y Marx esperaba que ese proceso tuviese con-tinuidad de modo que:

La clase obrera, a lo largo de su desarrollo, susti-tuirá la vieja sociedad civil por una asociaciónque ha de excluir las clases y sus antagonismos,y dejará de existir el poder político propiamente

dicho, pues el poder político es exactamente laexpresión oficial del antagonismo en la socie-dad civil.11

Sin embargo, en el desarrollo histórico de laclase trabajadora, la parcialidad y la sectorialidadno se confinaron a las «asociaciones parciales» ya los varios sindicatos que de ellas surgieron. Yaen el inicio, la parcialidad inevitablemente afectótodos los aspectos del movimiento socialista,inclusive su dimensión política. De hecho, tan-to eso es verdad que un siglo y medio más tardeaun presenta un problema inmenso, que espe-ramos sea resuelto en un futuro no muy dis-tante.

Ya en su inicio, el movimiento obrero nologró dejar de ser sectorial y parcial. No era sim-plemente una cuestión de adoptar subjetiva-mente una estrategia errada, como generalmentese afirma, sino una cuestión de determinacio-nes objetivas. Como fue mencionado antes, la«pluralidad de capitales» no puede ser superada

en el cuadro del orden sociometabólico del ca-pital, a pesar de la tendencia inevitable a la con-centración y a la centralización monopolista ytambién para el desarrollo transnacional, sinoprecisamente por su carácter transnacional (yno genuinamente multinacional), necesariamen-te globalizante. Tampoco puede ser superadaen el terreno de la reproducción sociometabólicadel capital, por grande que sea el esfuerzo in-vertido en el intento de transformar el trabajode antagonista estructuralmente irreconciliabledel capital en su siervo obediente; intentos quevariaron desde la absurda y mistificadora pro-paganda del «capitalismo del pueblo», basadoen la propiedad de acciones, hasta la generali-zada extracción política directa de trabajo adi-cional ejercida por las personificaciones post-capitalistas del capital que intentaron legitimarsepor medio del alegato espurio de ser la repre-sentación de los «verdaderos intereses» de la claseobrera.

El carácter fragmentado y parcial del movi-miento obrero se combinó con su articulacióndefensiva. El sindicalismo inicial —del cual mástarde surgieron los partidos políticos— represen-taba una centralización de la sectorialidad detendencia autoritaria y, a través de ella, de latransferencia del poder de decisión de las «asocia-ciones» locales hacia los centros del sindicalis-mo y enseguida hacia los partidos políticos. Así,ya en sus inicios, todo el movimiento sindicalfue inevitablemente sectorial y defensivo. Dehecho, debido a la lógica interna de desarrollode ese movimiento, la centralización de la secto-rialidad trajo consigo el atrincheramiento de-fensivo que resultó en el abandono de los ata-ques esporádicos por medio de los cuales lascombinaciones locales lograrían inflingir seriosperjuicios a los antagonistas regados por el ca-pital local. (Los precursores ludistas intentaronhacer lo mismo de una forma más destructivay generalizada que, por eso mismo, pronto sehizo inviable.) El atrincheramiento defensivo

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representó así un avance histórico paradójico,ya que, por medio de sus primeros sindicatos,el trabajo se convirtió también en el interlocu-tor del capital, sin dejar de ser objetivamente suantagonista estructural. De esa generalizadanueva posición defensiva del trabajo resultaron,bajo condiciones favorables, algunas ventajaspara unos pocos sectores del proletariado. Esofue posible en la medida en que los elementoscorrespondientes del capital fueron capaces deajustarse nacionalmente —en sintonía con ladinámica de la expansión y acumulación delcapital— a las exigencias que les eran encamina-das por el movimiento obrero defensivamentearticulado, un movimiento que operaba en elinterior de las premisas estructurales del siste-ma del capital, como interlocutor legalmenteconstituido y regulado por el Estado. El desa-rrollo del Estado del Bien-Estar fue la últimamanifestación de esta lógica, que solo se hizoviable en un número limitado de países. Fuelimitado tanto por las condiciones favorablesde expansión capitalista en los países involu-crados, pre-condición para el surgimiento delEstado del Bien-Estar, como por la escala detiempo, marcada al final por la presión de la«derecha radical» en torno a la completa liqui-dación de ese Estado, en las tres últimas déca-das, en razón de la crisis estructural generalizadadel sistema del capital.

Con la constitución de los partidos políti-cos obreros —bajo la forma de la división delmovimiento en un «brazo industrial» (los sin-dicatos) y un «brazo político» (los partidos so-cialdemócratas y vanguardistas)—, la defensivadel movimiento se arraigó todavía más, pueslos dos tipos de partido se apropiaron del dere-cho exclusivo de toma de decisión, que ya seanunciaba en la sectorialidad centralizada delos propios movimientos sindicales. Esa defen-siva se agravó todavía más por el modo de ope-ración adoptado por los partidos políticos, cu-yos éxitos relativos implicaron el desvío del

movimiento sindical de sus objetivos origina-les. Pues en la estructura parlamentaria capita-lista, a cambio de la aceptación de la legitimi-dad de los partidos obreros por el capital, sehizo absolutamente ilegal usar el brazo indus-trial para fines políticos. Eso significó una se-vera restricción a la cual los partidos laboristasse sometieron, condenando de esa forma el in-menso potencial combativo del trabajo produc-tivo, de base material y políticamente eficaz, ala completa falta de poder. Actuar de esa formaera todavía más problemático, pues el capital,por medio de su supremacía estructuralmenteasegurada, continuó siendo una fuerza extrapar-lamentaria por excelencia que dominaba desdefuera el parlamento a su antojo. La situacióntampoco podía ser considerada mejor en lospaíses post-capitalistas, pues Stalin degradó alos sindicatos a la condición de lo que él deno-minó «correas de trasmisión» de la propagandaoficial, limitando cualquier posibilidad de de-cisión y control en el aparato político post-ca-pitalista, por parte de la base de la clase trabaja-dora. Es comprensible, entonces, teniendo encuanta la experiencia histórica infeliz con losdos tipos principales de partido político, queno haya esperanza de rearticulación radical delmovimiento socialista sin que se combine com-pletamente el «brazo industrial» del trabajo consu «brazo político»: lo que se hará, por un lado,confiriendo significativo poder de decisiónpolítica a los sindicatos (incentivándolos así aser directamente políticos), y haciendo que lospartidos políticos adopten una actitud desafian-temente activa en los conflictos industrialescomo antagonistas irreductibles del capital, asu-miendo la responsabilidad por su lucha dentroy fuera del parlamento.

A lo largo de toda su historia, el movimientoobrero siempre fue sectorial y defensivo. Dehecho, esas dos características definitorias consti-tuyeron un verdadero círculo vicioso. El tra-bajo, en su pluralidad dividida y en general

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divergente, no logró liberarse de sus restriccio-nes sectoriales paralizantes, en dependencia dela pluralidad de los capitales, por estar articula-do defensivamente como movimiento general;y, viceversa, no fue capaz de superar las graveslimitaciones de su postura necesariamente de-fensiva en relación con el capital por haber per-manecido sectorial en su articulación industrialy política. Al mismo tiempo, para estrechar aúnmás el círculo vicioso, el papel defensivo asumi-do por el trabajo confirió una extraña forma delegitimidad al modo de control sociometabólicodel capital. Pues, por inercia, la posición defen-siva del movimiento, explícita o tácitamente,aceptó tratar el orden socioeconómico y políti-co establecido como estructura y pre-requisitonecesarios de todo lo que se podría considerar«realistamente viable» de entre las exigencias pre-sentadas, demarcando al mismo tiempo la úni-ca forma legítima de resolver los conflictos quepodrían resultar de las reivindicaciones rivalesde los interlocutores. Para júbilo de las personi-ficaciones del capital, eso fue el equivalente deun especie de autocensura. Representó unaautocensura anestesiante que resultó en una in-actividad estratégica que continúa todavía hoyparalizando inclusive el resquicio más radicalde la izquierda histórica, sin hablar de sus ele-mentos antes genuinamente reformistas, hoy to-talmente domesticados e integrados.

Mientras la postura defensiva de «interlocu-tor racional» del capital —cuya racionalidad fuea priori definida por lo que pudiera ajustarse alas premisas y restricciones prácticas del ordendominante— fue capaz de producir gananciasrelativas para los trabajadores, la autoproclamadalegitimidad de la estructura política y reguladorageneral del capital permaneció fundamentalmen-te incontestada. Entre tanto, una vez bajo la pre-sión de su crisis estructural, el capital no podíaconceder nada de significativo a su «interlocutorracional», al contrario, tenía que retomar las con-cesiones anteriores, atacando sin piedad no solo

los fundamentos del Estado de Bienestar sinotambién las salvaguardas legales de defensa y pro-tección del trabajo, por medio de un conjuntode leyes anti-sindicales autoritarias «democráti-camente aprobadas». Con eso, el orden políticoestablecido perdió toda su legitimidad, expo-niendo también al mismo tiempo la totalinviabilidad de la postura defensiva del trabajo.

La «crisis de la política», que hoy no puedeser negada ni siquiera por los peores apologetasdel sistema —aunque, por supuesto, se intenteconfinarla a la esfera de la manipulación políti-ca y a su consenso inmoral, en el espíritu de la«tercera vía» del Nuevo Laborismo—, represen-ta una profunda crisis de legitimidad del modoestablecido de reproducción sociometabólica ysu estructura general de control político. Es loque trajo consigo la actualidad histórica de laofensiva socialista12, aunque la búsqueda, porparte del movimiento, de su «línea de menorresistencia» continúe, mientras tanto, propi-ciando la manutención del orden existente, apesar de la pérdida cada vez más evidente desu capacidad de «cumplir lo que fue prometi-do» —inclusive en los países capitalistas másavanzados— que fue la base de su antes amplia-mente aceptada legitimidad. Hoy, el «NuevoLaborismo», en todas sus variedades europeas,es el signatario del «cumplimiento de las pro-mesas» hechas apenas a los intereses más arrai-gados del capital, sea en el dominio del capitalfinanciero –cínicamente defendido por el go-bierno de Blair inclusive contra algunos de sussocios europeos- o en algunos de sus sectoresindustriales y comerciales casi monopolistas. Almismo tiempo, para defender el sistema en losmárgenes cada vez más estrechos de viabilidadreproductiva del capital, los intereses de la clasetrabajadora son totalmente ignorados, facili-tando también, en este aspecto, los interesesvitales del capital al mantener en vigor toda lalegislación autoritaria anti-sindical del pasado re-ciente13, y al apoyar con el poder del Estado la

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presión del capital en favor de la creciente pre-carización de la fuerza de trabajo, como solu-ción cínicamente mentirosa para el problemadel desempleo. Por esto no se puede eliminar dela agenda histórica la necesidad de una ofensi-va socialista por ninguna variedad imaginablede acomodación defensiva del trabajo.

No es sorprendente que bajo las actualescondiciones de crisis se escuche el canto de si-rena del keynesianismo, visto como el soñadoremedio, apelando al espíritu del viejo «con-senso expansionista» a servicio del «desarrollo».Pero hoy aquel canto suena hueco, venido através de un largo canal desde allá del fondo dela tumba de Keynes. Pues el tipo de consensocultivado por las variedades existentes de labo-rismo asimilado tiene, en realidad, que tornarpalpable la incapacidad estructural de acumu-lación y expansión de los capitales, en nítidocontraste con las condiciones que hicieron po-sibles las políticas keynesianas durante un cor-to período. Luigi Vinci, figura prominente delmovimiento italiano de la Rifondazione,enfatizó correctamente que hoy la autodefi-nición adecuada y la viabilidad organizacionalautónoma de las fuerzas radicales socialistasestán «fuertemente limitadas por un keynesia-nismo de izquierda vago y optimista en el quela magia de la palabra «desarrollo» ocupa laposición central»14. Una noción de «desarrollo»que ni siquiera en el auge de la expansión key-nesiana fue capaz de hacer más próxima la al-ternativa socialista, porque siempre aceptó sincontestar las premisas prácticas necesarias delcapital como estructura orientadora de su pro-pia estrategia, bajo las firmes restricciones inte-riorizadas de la «línea de menor resistencia».

Es preciso también destacar que el keynesia-nismo es por su propia naturaleza coyuntural.Como opera en el ámbito de los parámetros estruc-turales del capital, es forzosamente coyuntural,independientemente de que las circunstancias fa-vorezcan una coyuntura más larga o más corta.

El keynesianismo, incluso la variedad llamada«keynesianismo de izquierda», está necesaria-mente contenido en la «lógica stop-go» del capi-tal, y por ello es restringido. Aun en su apogeo,el keynesianismo no representó nada más alláde la fase «go» de un ciclo de expansión, quemás temprano o más tarde llega a su fin, susti-tuido por la fase «stop». En sus orígenes, elkeynesianismo intentó ofrecer una alternativaa la lógica «stop-go», por medio de la adminis-tración «equilibrada» de las dos fases. Pero nofue capaz de completarla, continuando preso ala fase «go», debido a la propia naturaleza de suestructura capitalista reguladora orientada porel Estado. La larga duración de la expansiónkeynesiana —anormal, pero significativamenteconfinada a un puñado de países capitalistasavanzados— se debió en gran parte a las condi-ciones favorables de la reconstrucción de la pos-guerra y a la posición dominante en ella asumidapor el complejo militar-industrial fuertementefinanciado por el Estado. En compensación, elhecho de que la fase «stop» de corrección y con-tra-acción a la fase «go» tenga que asumir laforma dura y dolorosa del «neoliberalismo» (y«monetarismo», conforme su racionalizaciónideológica seudo-objetiva) —ya en el gobiernolaborista de Harold Wilson, presidido moneta-ria y financieramente por Denis Healey en cali-dad de Canciller del Tesoro— se debió al iniciode la crisis estructural (ya no la crisis cíclicatradicional) del capital, englobando toda unaépoca histórica. Es lo que explica la duraciónexcepcional de la fase «stop» neoliberal, ahoraya mucho más larga que la fase «go» del keyne-sianismo de la pos-guerra. Fase que, aún sin finvisible, se ve perpetuada por la atención igual-mente cuidadosa de gobiernos conservadores ylaboristas. O sea, tanto la dureza anti-sindicalcomo la duración alarmante de la fase «stop»neoliberal, más el hecho de que el neoliberalismosea practicado por gobiernos que deberían estarsituados de lados opuestos del divisor político

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parlamentario, solo pueden ser entendidoscomo manifestaciones de la crisis estructuraldel capital. La circunstancia de que la brutallongevidad de la fase neoliberal sea racionaliza-da ideológicamente por algunos teóricos labo-ristas como el «largo ciclo recesivo» del desarro-llo normal del capitalismo, a ser seguido porotro «largo ciclo de expansión», acentúa apenasla incapacidad del «pensamiento estratégico»reformista de entender la naturaleza de las ac-tuales tendencias de desarrollo. Más aún, que elsalvajismo del neoliberalismo continúa avan-zando sin respuestas de una izquierda acomo-dada, y ya comienzan a faltarnos los años nece-sarios inclusive para la realización de lacaprichosa noción del próximo «largo ciclo deexpansión», como teorizan los apologetas delcapital en la izquierda.

Así, dada la crisis estructural del sistema delcapital, aunque una alteración coyuntural fue-se capaz de crear durante algún tiempo una ten-tativa de instituir alguna forma de administra-ción financiera keynesiana del Estado, tendríaforzosamente una duración muy limitada, de-bido a la ausencia de las condiciones materialesque podrían favorecer su extensión por un pe-ríodo mayor, incluso en los países capitalistasavanzados. Aún más importante, ese renacimien-to coyuntural limitado nada podría ofrecer a larealización de la alternativa socialista radical. Puessería imposible construir una alternativa estraté-gica viable al modo del control del metabolismosocial del capital sobre una modalidad coyuntu-ral interna de administración del sistema, unaforma que depende de la expansión y de la acu-mulación saludables del capital como pre-condi-ción necesaria de su propio modo de operación.

3

Como vimos en las páginas anteriores, las limi-taciones sectoriales y defensivas del trabajo nofueron superadas por la centralización sindical

y política del movimiento. Este fracaso histó-rico es hoy fuertemente enfatizado por laglobalización transnacional del capital, parala cual el trabajo parece no tener respuestasque ofrecer.

Se debe recordar aquí que, a lo largo del úl-timo siglo y medio, fueron fundadas cuatroInternacionales para intentar crear la necesariaunidad internacional del movimiento. Todasellas fueron incapaces de aproximarse a susobjetivos declarados, y más aún de realizarlos.No se puede entender este hecho simplementeen términos de traiciones, que aunque resultecorrecto en términos personales , representanuna posición de principio, ignorando lasponderables determinaciones objetivas que nopueden ser olvidadas en caso de que se preten-da remediar esta situación en el futuro. Puestodavía no se lograron explicar las razones porlas cuales las circunstancias favorecieron esosdesvíos y traiciones durante un período histó-rico tan largo.

El problema fundamental es que la plurali-dad sectorial del trabajo está íntimamente liga-da a la pluralidad conflictiva jerárquicamenteestructurada de los capitales, tanto en el inte-rior de cada país como a escala global. Si nofuera por esto, sería mucho más fácil imaginarla constitución exitosa de la unidad internacio-nal del trabajo contra el capital unificado ounificable. Pero, dada la articulación conflicti-va y necesariamente jerárquica del sistema delcapital, con su prioridad interna e internacio-nal inevitablemente predatoria, la unidad glo-bal del capital —la cual se podría contraponer ala correspondiente unidad global del trabajo-es inviable. El deplorable hecho histórico deque, en los principales conflictos internaciona-les, las clases trabajadoras se aliaron a los explo-tadores de sus propios países en vez de volvercontra ellos sus armas, atendiendo a las insisten-tes invitaciones hechas por los socialistas, tienesu base material de explicación en la relación

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antagónica de poder a la que nos referimos aquíy no pueden ser reducidas a la cuestión de la«claridad ideológica». De la misma forma, losque esperan de la unificación del capitalglobalizante y de su «gobierno global» un cam-bio radical de ese aspecto —que podría sercombativamente enfrentada por una clase tra-bajadora internacionalmente unida y dotada deconciencia de clase— deberán una vez más frus-trarse. El capital no va a ayudar ni a hacer ta-maño «favor» a la clase trabajadora por la sim-ple razón de que es incapaz de hacerlo.

La articulación jerárquica y conflictiva delcapital permanece como el principio estructu-rador general del sistema, no importando sutamaño, ni el gigantismo de sus unidades cons-tituyentes. Esto se debe a la naturaleza íntimadel proceso de toma de decisión del sistema.Dado el irreconciliable antagonismo estructu-ral entre el capital y el trabajo, este último escategóricamente excluido de toda toma de de-cisión significativa. Y es forzoso que sea así, noapenas en el nivel más abarcador, sino inclusi-ve en su «microcosmos», en cada unidad pro-ductiva. Pues el capital, como poder de deci-sión alienante, sería incapaz de funcionar sinhacer que sus decisiones sean absolutamenteincuestionables (por la fuerza de trabajo) en loslocales de trabajo, ni (por complejos producto-res rivales en el propio país) en el nivel interme-dio, ni aun en una escala más abarcadora (porel personal de comando encargado de las uni-dades internacionales competidoras). Esta es larazón por la cual el modo de toma de decisión–en todas las variedades conocidas y viables delsistema del capital- es siempre una forma auto-ritaria, de arriba hacia abajo, de administrarvarias empresas. Es comprensible, por tanto, quetodo el diálogo sobre «división de poder» conlos trabajadores, o de «participación» de ellosen los procesos de decisión del capital perteneceal reino de la pura ficción, o de un camuflajecínico del real estado de cosas.

Esa incapacidad estructuralmente determi-nada de dividir o poder explicar por qué laamplia variedad de evoluciones monopolistasocurridas en el siglo XX asumió la forma de «inte-graciones forzadas» (take overs) —fueran ellashostiles o no-hostiles (hoy ubicuas en una esca-la alarmante), pero invariablemente tomas decontrol en que una de las partes involucradassobresale, incluso cuando la racionalizaciónideológica del proceso sea representada enga-ñosamente como un «casamiento feliz de igua-les». La misma incapacidad explica, de formaparticularmente significativa en nuestros días,el hecho importante de que la actual globali-zación del capital haya producido y aún conti-núe produciendo gigantescas empresas transna-cionales, pero no multinacionales, a pesar de laenorme conveniencia ideológica de estas últi-mas. No hay duda de que el futuro mostrarátentativas de corregir esta situación por mediode la creación y de la operación de compañíaspropiamente multinacionales. Pero, aunque estoocurra, el problema subyacente deberá persis-tir. Pues las «gestiones co-divididas» de las mul-tinacionales genuinas solo sería viables en laausencia de conflictos significativos de interésentre los miembros nacionales particulares delas multinacionales en cuestión. Una vez quesurjan tales conflictos, los «acuerdos armonio-sos y colaborativos» de antes se tornarán insus-tentables, y el proceso general revertirá la varie-dad conocida de toma de decisión autoritariade arriba hacia abajo, bajo el peso aplastante delmiembro más fuerte. Pues ese problema es in-separable de la relación de los capitales nacio-nales con su propia fuerza de trabajo, que ha decontinuar siempre estructuralmente conflicti-va y antagónica.

Así, en una situación de conflicto grave,ningún capital nacional particular puede darseel lujo de perder una posición de ventaja porcausa de decisiones tomadas en favor de unafuerza de trabajo nacional adversaria y, por

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implicación, de su adversario capitalista de otranación. El proyectado «gobierno global» bajola ley del capital solo se haría viable si fueraposible encontrar una solución para este pro-blema. Pero ningún gobierno, y mucho menosun «gobierno mundial», será viable sin una basematerial bien establecida y eficiente. La idea deun gobierno mundial viable implicaría, comobase material necesaria, que se eliminaran de laconstitución global del sistema del capital to-dos los antagonismos materiales significativos,y la consecuente administración armónica dela reproducción del metabolismo social por unmonopolio global incontestable, que abarcaríatodas las facetas de la reproducción social conla alegre cooperación de la fuerza de trabajoglobal —una verdadera contradicción en térmi-nos; o que un único país imperialista hegemóni-co gobernase todo el mundo permanente yautoritariamente y, siempre que fuera necesario,violentamente, una forma también insustentabley absurda de gobernar el orden mundial. Soloun modo de reproducción del metabolismosocial auténticamente socialista es capaz de ofre-cer una alternativa genuina para esas alarman-tes soluciones.

Otra determinación objetiva vital a ser en-frentada, por más desagradable que pueda pare-cer, se refiere a la naturaleza de la esfera políticay a los partidos en ella contenidos, pues lacentralización de la sectorialidad del trabajo—cuestión que sus partidos deberían resolver—se debió en gran parte al modo necesario deoperación de los propios partidos políticos, enoposición inevitable a su adversario políticodentro del estado capitalista representado porla estructura general de comando político delcapital. De esa forma, todos los partidos políti-cos obreros, inclusive el leninista, tuvieron quebuscar una dimensión política abarcadora parapoder espejar, en su propio modo de articula-ción, la estructura política subyacente (el estadocapitalista burocratizado) a que estaban sujetos.

Problemático en todo esto era el hecho de queel reflejo del principio de estructuración políti-ca del adversario, políticamente necesario y exi-toso, no permitiera la visión práctica de unaforma alternativa de control del sistema. Lospartidos políticos obreros no fueron capaces deelaborar una alternativa viable por estar, dadasu función de negación, centrados exclusivamenteen la dimensión política del adversario, perma-neciendo así absolutamente dependientes de suobjeto de negación.

La dimensión vital ausente, que los parti-dos políticos no pueden suplantar, es el capital,no como comando político (ese aspecto fue sinduda abordado), sino como regulador del me-tabolismo social del proceso de reproducciónmaterial que básicamente determina no solo ladimensión política, sino también muchas otrascosas además de esta. Esa correlación única enel sistema del capital, entre las dimensionespolítica y reproductiva material, es lo que ex-plica por qué, en tiempos de crisis socioeconó-micas y políticas graves, vemos movimientosperiódicos de articulaciones parlamentarias de-mocráticas de la política, en sus formas másextremas y autoritarias. Eso cuando los proce-sos de metabolismo social en agitación exigeny permiten tales variaciones, para retornar, ensu debido tiempo, al cuadro político reguladopor las reglas democráticas formales de oposi-ción, ahora en el terreno metabólico social re-cién-reconstituido y consolidado del capital.

Como controla realmente todos los aspec-tos vitales del metabolismo social, el capital escapaz de definir separadamente la esfera consti-tuida de la legitimación política como una cues-tión estrictamente formal, excluyendo a priorila posibilidad de cualquier negación legítimaen su esfera sustantiva de operación reproductivasocioeconómica. Para ajustarse a tales determi-naciones, el trabajo, como antagonista del capi-tal realmente existente, es obligado a condenarsea permanente impotencia. En este sentido, la

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experiencia histórica pos-capitalista es un rela-to triste y premonitorio, por los errores en losdiagnósticos de los problemas fundamentalesdel orden social negado, y consecuentes erro-res de sus intentos de solución.

El sistema del capital está formado por com-ponentes inevitablemente centrífugos (conflic-tivos y antagónicos), complementados bajo elcapitalismo por el poder absoluto de la «manoinvisible» y por las funciones legales y políticasdel Estado moderno, que componen su dimen-sión cohesiva. El fracaso de las sociedades post-capitalistas fue haber intentado equilibrar ladeterminación estructuradora centrífuga del sis-tema heredado a través de la imposición, sobresus componentes fuertemente antagónicos, dela estructura de comando extremadamente cen-tralizada de un Estado político autoritario. Fuelo que hicieron, en vez de atacar el problemacrucial de cómo remediar —por medio de la re-estructuración interna y de la institución de uncontrol democrático sustantivo— el carácter an-tagónico y el simultáneo modo centrífugo deoperación de las unidades distributivas yreproductivas particulares. La remoción de laspersonificaciones privadas del capital fue portanto incapaz de cumplir lo que de ella se espe-raba, ni siquiera como primer paso en el cami-no de la prometida transformación socialista.Pues la naturaleza antagónica y centrífuga delsistema negado fue mantenida a través de lasuperposición de un control político centrali-zado en perjuicio del trabajo. De hecho, el sis-tema metabólico social se hizo más incontro-lable que en cualquier época anterior, comoresultado de la incapacidad de sustituir pro-ductivamente la «mano invisible» del antiguoorden reproductivo por el autoritarismo volun-tarista de las nuevas personificaciones «visibles»del capital post-capitalista.

Al contrario de la evolución del llamado«socialismo realmente existente», lo que se exi-gía como condición vital de su éxito sería la

progresiva readquisición por los individuos delos poderes alienados de toma de decisión polí-tica —además de otros tipos de decisión— en latransición hacia una sociedad auténticamentesocialista. Sin la recuperación de esos poderes,ni el nuevo modo de control político de la so-ciedad por sus individuos sería concebible, nila operación diaria no-antagónica y, por tanto,cohesiva y planificable, de las unidades produc-tivas y distributivas, auto-administrada por losproductores asociados.

La reconstitución de la unidad de la esferamaterial reproductiva y política es la caracterís-tica esencial definitoria del modo socialista decontrol del metabolismo social. Crear las me-diaciones necesarias es tarea que no puede serdejada para un futuro distante. Es aquí que laarticulación defensiva y la centralización secto-rial del movimiento socialista en el siglo XX

demostraron su verdadero anacronismo y suinviabilidad histórica. Confinar a la esfera polí-tica la dimensión abarcadora de la alternativaradical hegemónica al modo de control del me-tabolismo social del capital jamás podrá produ-cir un resultado favorable. Mientras tanto, en elactual estado de cosas, la incapacidad de enfren-tar la dimensión vital del metabolismo socialdel sistema permanece como una característi-ca de la expresión política organizada del traba-jo. Este es el gran desafío histórico del futuro.

4

La posibilidad de que un movimiento socialistaradicalmente re-articulado enfrente este desafíoes indicada por cuatro importantes considera-ciones.

La primera es negativa. Resulta de las con-tradicciones constantemente agravadas del or-den existente que acentúan la vacuidad de lasproyecciones apologéticas de su permanenciaabsoluta, pues la destructividad puede prolon-garse por mucho tiempo, como bien sabemos,

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István Mészáros

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en virtud de nuestras condiciones en procesode constante deterioro, pero no eternamente.La globalización actual es saludada por los de-fensores del sistema como la solución de susproblemas. En realidad, acciona fuerzas quecolocan en relieve no solamente la incontro-labilidad del sistema por cualquier proceso ra-cional, sino también, y al mismo tiempo, supropia incapacidad de cumplir las funcionesde control que se definen como su condición deexistencia y legitimidad.

La segunda consideración indica la posibi-lidad —y apenas la posibilidad— de una evolu-ción positiva de los acontecimientos. Sin em-bargo, esa posibilidad es muy real por serno-simétrica la relación entre capital y trabajo.Eso quiere decir que, mientras el capital depen-de absolutamente del trabajo –dado que el capi-tal nada es sin el trabajo, y de su explotaciónpermanente-, la dependencia del trabajo en rela-ción con el capital es relativa, históricamentecreada e históricamente superable. En otras pa-labras, el trabajo no está condenado a conti-nuar eternamente preso en el círculo viciosodel capital.

La tercera consideración es igualmente rele-vante. Se refiere a un importante cambio histó-rico en la confrontación entre capital y trabajo,y trae consigo la necesidad de buscar una nuevaforma de afirmar los intereses vitales de los «pro-ductores libremente asociados». Esto contrastanítidamente con el pasado reformista que llevóal movimiento a un callejón sin salida, liqui-dando simultáneamente incluso las concesio-nes más limitadas que fue posible arrancar delcapital en el pasado. Así, por primera vez en lahistoria, se hace totalmente inviable la manu-tención de la falsa laguna entre metas inmedia-tas y objetivos estratégicos globales —que hizodominante en el movimiento obrero la ruta quecondujo al callejón sin salida del reformismo.El resultado es que la cuestión del control realde un orden alternativo del metabolismo social

surgió en la agenda histórica, por más desfavo-rables que fuesen sus condiciones de realiza-ción a corto plazo.

Y, finalmente, como corolario necesario deesta última consideración, surgió también lacuestión de la igualdad sustantiva, por oposi-ción tanto a la igualdad formal y a la pronun-ciada desigualdad jerárquica sustantiva del pro-ceso de toma de decisión del capital, como laforma a través de la cual ella fue reflejada enla fracasada experiencia histórica pos-capitalista,pues el modo socialista alternativo de controlde un orden del metabolismo social no-antagó-nico y genuinamente planificable —una necesi-dad absoluta en el futuro— es totalmente incon-cebible si no tiene la igualdad sustantiva comoprincipio estructurador y regulador.

Notas

2 Para una historia esclarecedora y actualizada delmovimiento obrero norteamericano, ver Paul Buhle,Taking Care of Busines: Samuel Gompers, GeorgeMeany, Lane Kirkland, and the Tragedy of AmericanLabor, Nueva York, Monthly Review Press, particu-larmente pp.17-90 y 204-63. Un libro muy informati-vo sobre el papel estratégico del trabajo sindicalizadode hoy es Why Unions Matte, de Michael D. Yates,Nueva York, Monthly Review Press, 1999.

3 Es cierto que el reconocimiento de la existencia decondiciones objetivas desfavorables no puede repre-sentar una justificación general de las condicionesgeneralmente auto-impuestas por la «parte subjeti-va». Michael Yates enfatiza, con toda razón, el im-pacto y la responsabilidad históricos de los indivi-duos que estaban en posición de tomar decisionescomo protagonistas del movimiento obrero america-no. En reciente artículo, él afirma que «Gompers nonecesitaba haber traicionado y denunciado a la poli-cía el IWW (Industrial Workers of the World) y loslíderes socialista, pero los líderes socialistas no pre-cisaban haberse aliado a Gompers y hacerse tan agre-sivamente conservadores como él. Gompers y susseguidores no precisaban haberse comprometido conel imperialismo de Estados Unidos y solapado losmovimientos obreros progresistas por todo el mundo,

(Continúa en la página 128)

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Cuba y el 11 de septiembre

Miguel Álvarez Sánchez*

El nuevo concepto de seguridad

La conmoción causada en el mundo por lanoticia del atentado terrorista del que fue vícti-ma el pueblo norteamericano, el 11 de septiem-bre, nos estremeció a todos.

Cualesquiera que sean las causas, factoresde orden económico y político, no se puedenegar que el terrorismo constituye un peligrosofenómeno que debe ser erradicado y así lo haexpresado Cuba en más de una ocasión, «con-denando todos los actos, métodos y prácticas deterrorismo en todas sus formas y manifestacio-nes, donde quiera, por quien quiera que loscometa, contra quien quiera que se cometa ycualesquiera que sean sus motivaciones»1.

El 11 de septiembre produjo un cambio aescala global a partir del cual todos fuimos másinseguros, Estados Unidos consolidó su papelcomo la única superpotencia ascendiendo a lacategoría de «hiperpotencia» y bajo el pretextode la lucha contra el terrorismo se dispuso aimponer su hegemonía al resto del mundo. Ennombre de la justicia se llamó a la guerra, conlos más sofisticados medios para matar.

La racionalidad inicial para justificar esasacciones fueron el artículo 51 de la Carta deNaciones Unidas que consagra el derecho de losEstados a actuar en defensa propia ante un ata-que real o inminente. Estados Unidos informó

* Asesor del Presidente de la Asamblea Nacional delPoder Popular de Cuba. Texto elaborado el 21 demayo de 2003.

al Consejo de Seguridad que se preparaba a lan-zar ataques militares contra otros países y orga-nizaciones, además de Afganistán y la red AlQaeda.

Previamente en su mensaje a la nación antesesión conjunta del Congreso, el PresidenteBush había definido el conflicto para el mun-do en los siguientes términos «cualquiera, encualquier lugar, tiene ahora que tomar unadecisión o está con nosotros o está con el te-rrorismo»2 y calificó el «conflicto» como unaguerra prolongada, de muchos años sin parale-lo en la historia. El concepto de extensión enel tiempo devendría en una constante de la re-tórica de guerra.

Por su parte el Secretario de Defensa norte-americano Donald Rumsfeld, cuando le pidie-ron que comparara este período con otros, dijoque sería como la Guerra Fría, que duró variasdécadas, fue multidimensional y generó unamezcla de estrategias en el terreno militar, polí-tico, económico, diplomático e ideológico, aun-que en este caso con acontecimientos menospredecibles y adversarios menos conocidos.

James Woolsey ex director de la CIA, fuemás explícito, dijo que los Estados Unidos es-taban ya en la IV Guerra mundial (la guerrafría como tercera) y que ésta duraría conside-rablemente más que las 2 guerras mundiales. Senos propone así un estado permanente de guerraque justifique cualquier acción en la arena in-ternacional y en su política doméstica.

Con el fin de la Guerra Fría, Estados Unidosse quedó sin un enemigo visible que contribuyese

Globalización

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Miguel Álvarez Sánchez

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a la cohesión de la nación y justificase los des-ajustes económico-sociales y su voluntadexpansionista. Los Presidentes dejaron de te-ner amenazas externas que le sirvieran paraimpulsar sus políticas, frente a un Congresopoco complaciente, fuerte partidismo y el ac-cionar de importantes grupos de presión.

El 11 de septiembre por consiguiente, per-mitió el diseño de una estrategia, con la ideade un gobierno global, que mediante el predo-minio militar, de forma unilateral y sin some-terse a instituciones internacionales, ejerceríasu dominio. Se conformaba así una perspecti-va neoimperial por la cual Estados Unidos searroga el papel de fijar normas a escala global,determinar amenazas, usar la fuerza e «impar-tir justicia» acorde a sus intereses y principios.Un solo jefe, un solo juez, una sola ley.

Ser un poder imperial es mucho más queser la nación más poderosa de la tierra, signifi-ca hacer cumplir ese orden en el mundo y ha-cerlo sobre la base de sus intereses hegemónicos;significa establecer las reglas en todo, desde losmercados hasta las armas de destrucción masiva,mientras se exceptúan a sí mismos de las reglasinternacionalmente establecidas. Es la única na-ción que controla el mundo a través de 5 co-mandos militares globales; mantiene más de unmillón de hombres y mujeres sobre las armasen 4 continentes; desplaza grupos de batallaque vigilan todos los océanos; mueve las pa-lancas del comercio global, y trata de contro-lar las mentes en el planeta imponiendo susdeseos y concepciones a partir de un sistemade propaganda de alcance planetario.

En el plano interno se toman medidas queabren una era sin precedentes en el control yvigilancia sobre sus ciudadanos o cualquier per-sona que resida en territorio estadounidensetemporal o permanentemente, lo que ha gene-rado oposición no sólo entre los tradicionalesdefensores de los derechos civiles y las liberta-des públicas en los Estados Unidos, sino entre

sectores conservadores del propio establishment,llegando hasta el ciudadano común.

En el pasado medio siglo, la doctrina mili-tar norteamericana había asumido el contra-ataque como enfrentamiento a países hostiles,concepción basada en la disuasión nuclear y lacontención. Se produce ahora un cambio fun-damental en su estrategia de seguridad nacionalde profundas implicaciones. Con la proclama-ción del derecho a lanzar ataques preventivos,se establecía un peligroso precedente, de conse-cuencias difíciles de medir hacia el futuro, con-sagrando un nuevo orden internacional dondese atribuyen además el derecho a cambiar elrégimen político y social de cualquier país. Lainvasión a Iraq es prueba fehaciente de ello.

La base de estas ideas no nacieron el 11 deseptiembre. Desde hacía mucho tiempo ellasformaban parte del unilateralismo intervencio-nista preconizado por un núcleo de importan-tes neo-conservadores agrupados en poderosasfundaciones y «tanques pensantes» que ahorase dan cita en las oficinas del Vicepresidente,del Departamento de Defensa y del Consejo deSeguridad Nacional, todos firmes creyentes delpoderío militar norteamericano y opuestos alos desarrollos regionales que puedan contrade-cir o competir con el poder hegemónico.

Lo que anunció Bush en la sesión conjun-ta del Congreso, se amplió en el Mensaje de laUnión en enero del 2002 al extender la luchacontra el terrorismo de Al Qaeda y Afganistána las llamadas armas de destrucción masiva enmanos del «eje del mal». Iraq, Irán y Corea delnorte pasaron a engrosar la lista de los amena-zados.

Unos meses después, el Presidente, decla-ró que las doctrinas de la guerra fría debíandar paso a un nuevo pensamiento, basado enun concepto radicalmente diferente: el «ata-que preventivo»: «Si esperamos que las ame-nazas se materialicen, habremos esperadodemasiado», … «Debemos llevar la batalla al

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enemigo transformar sus planes y afrontar lasamenazas antes de que surjan», …«Debemosdescubrir células terroristas en 60 países o más»3.

La redefinición de la soberanía no resultaparticularmente novedosa en el actual esquemahegemónico. Se vuelve más absoluta para Esta-dos Unidos y más condicionada para el restodel mundo. Para nosotros en este hemisferioesto no es nada que sorprenda, John QuincyAdams en 1823 nos había legado la DoctrinaMonroe, donde se establecía una América paralos americanos y evitar así el restablecimientode la presencia europea: La Doctrina Monroeno fue un tratado, sino una decisión unilateraldel poder emergente. Ejemplos de decisionessimilares e intervenciones militares «preventi-vas» en nuestro continente harían muy extensoeste trabajo, la década de los 80 nos recuerdanlos casos de Granada y Panamá.

Ahora las limitaciones a la soberanía tienennuevos condicionamientos y carácter global, losgobiernos que no actúen según los dictados deWashington, la perderán, pueden ser declara-dos fuera de la ley o se les puede aplicar la deci-sión unilateral del cambio de régimen.

Todo ello cristaliza en doctrina cuando seaprueba la Estrategia de Seguridad Nacional4,en la cual el principio de la disuasión desapare-ce y en su lugar se plasma el concepto de «ata-que preventivo» basado en el dominio por lasuperioridad militar para enfrentar de formarápida y decisiva a aquellos gobiernos que Esta-dos Unidos considera enemigos o que le dan«abrigo» o protección a los terroristas, según elarbitrario parecer norteamericano.

Se establece así como un objetivo de estadoctrina la identificación y destrucción del lla-mado terrorismo de «alcance global» y de aque-llos Estados que el Gobierno de Estados Uni-dos determine que lo apoyan, o considere queno satisfacen sus requerimientos ideológicos.Ya no se trata de ataques en virtud de la nece-sidad de autodefensa como establecía el artí-

culo 51 de la Carta de Naciones Unidas, sino deun concepto totalmente diferente, el derecho aagredir a cualquier país bajo el argumento desu potencial amenaza incluso sin que esté pre-sente un claro y actual peligro, derecho que seextiende, según el subsecretario de Defensa PaulWolfowitz, a la intervención para prevenir lashegemonías regionales que intenten competircon el poder imperial.

Ese mismo año se dio a conocer la versiónpública de la nueva Estrategia Nacional paraCombatir las Armas de Destrucción Masiva5,cuyas tareas «sustantivas» aún permanecen ensecreto. La estrategia establece por vez primeraen un documento oficial la utilización de ar-mas nucleares como parte de «todas las opcio-nes a su alcance».

Durante décadas el Gobierno de EstadosUnidos había mantenido una política nucleardeliberadamente vaga, ahora se dice claramen-te que las armas nucleares son parte de las fuer-zas que Washington podría usar para enfrentaramenazas de ataques químicos o biológicos, yse reitera como componente esencial de la mis-ma la doctrina «del ataque preventivo».

Para completar la armazón conceptual im-perial de predominio militar, se emitió el do-cumento «Estrategia Nacional para Combatirel Terrorismo»6, en el cual está nuevamente pre-sente el criterio de la eliminación de las amena-zas antes de que lleguen a las fronteras deEE.UU., a sus ciudadanos e infraestructura enel exterior y se reafirma la idea de una guerralarga. Particular atención se asigna a la lista delos «estados terroristas» designados por el De-partamento de Estado.

Implicaciones para Cubaen el nuevo contexto internacional

Estas concepciones de guerra preventiva, ata-ques sorpresivos, cambio de régimen se aplicanen el mundo real, con el agravante para Cuba

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de encontrarse en el hemisferio occidental asolo 90 millas de la superpotencia hegemónicay formar parte de la lista de los que definencomo terroristas sin fundamento alguno y sólopor razones de política doméstica. De los 60 paí-ses que nos habían anunciado como posiblesblancos de su estrategia al menos 7 están clara-mente determinados y Cuba es uno de ellos.

El Director del FBI en testimonio ante elComité Selecto de Inteligencia del Senado, pre-vio a que se conociera la Estrategia NacionalContra el Terrorismo declaró que los países quehabían sido designados patrocinadores del terro-rismo, —Cuba incluida— «permanecían activosen los Estados Unidos y continuaban apoyan-do grupos terroristas que tenían a norteame-ricanos como objetivos».

Las implicaciones de esa lista y los peligrosque representa, nos la muestran recientes decla-raciones del Secretario de Estado quien señalóque a Cuba se le ha dicho a través de ese infor-me que se le considera que apoya actividadesterroristas y añade que esto no lo tolerarán mása ninguna nación y del Subsecretario de Defen-sa, Brian Whitman quien señaló: «Hay genteque se pregunta si es válido este concepto deprevención más amplio como el que tenemoscon Cuba», … «la situación nos obliga a mirar-los más a ellos».

Desde los primeros momentos del triunfode la Revolución, la esencia de la política deEstados Unidos siempre fue lograr un cambiode régimen. El programa Cuba que comenzóa desarrollarse desde la primavera del 1959 yfue aprobado formalmente por Eisenhower enlos primeros meses del año 60 así lo establecía7,y esa política nunca cesó, lo que confirman entreotros hechos, la invasión de Playa Girón, la ope-ración Mangosta, los intentos de asesinato con-tra los dirigentes revolucionarios o ejemplos másrecientes como la aprobación de la ley HelmsBurton que plasma jurídicamente en documen-to público, la obligación gubernamental de

lograr ese objetivo. Posteriormente quisieron dis-frazar sus intenciones bajo el eufemismo de la«transición a la democracia».

Lo nuevo es que hoy esa política se procla-ma abiertamente para el mundo, se ha puestoen práctica con la invasión a Iraq, y se ha aña-dido el cambio de régimen como un aspectocrítico de los objetivos estratégicos del nuevoorden mundial que Estados Unidos pretendeimponer. Todo ello a pesar de no contar con elrespaldo del Consejo de Seguridad, de algunosde sus aliados y enfrentar un significativo re-chazo internacional.

Esto tiene lugar bajo una administración enWashington con fuertes compromisos y víncu-los históricos con los anti-cubanos de Miami aquienes incluso le agradecen los resultados dela elección y una extrema derecha norteameri-cana para quien la victoria de la guerra fría noes completa sin el sometimiento de Cuba. Hoyrepresentantes de esos sectores tienen posicio-nes claves en las diferentes agencias que se en-cargan de proponer e implementar la políticahacia Cuba. El Consejo de Seguridad Nacio-nal, el Departamento de Estado o la Agenciapara el Desarrollo son solo alguno de sus luga-res más visibles.

Las presiones sobre la Casa Blanca para in-crementar la hostilidad y crear condiciones quepropicien una crisis que desemboque en un con-flicto armado se han intensificado. En ese mar-co se inscriben las falsas acusaciones sobre lasupuesta capacidad cubana para producir armasbiológicas, proveniente de altos funcionarios dela Administración; las declaraciones oficialesde considerar los secuestros «como amenaza asu seguridad nacional»; la connotación que handado a la presencia de Cuba en la lista de paísesterroristas. En la nueva Estrategia de SeguridadNacional, cualquiera de estas circunstancias po-dría desencadenar un ataque preventivo.

Se intensifica el bloqueo y la guerra econó-mica, a pesar de la creciente oposición que el

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mismo concita dentro de los propios EstadosUnidos. Se aumentan los fondos que abierta-mente se asignan para financiar la subversión,los cuales declaran no son sino una pequeñacantidad de los que se entregan de forma en-cubierta, y se realizan acciones provocativasque atentan contra la soberanía del Estadocubano, buscando incluso lograr el cierre de lasSecciones de Intereses con la expulsión de di-plomáticos cubanos. Todo ello combinado conla manipulación de los hechos y una sistemáticay bien articulada campaña mediática para crearlas condiciones en la que amplios sectores de laopinión pública norteamericana e internacio-nal entiendan y acepten «la necesidad» de unaacción militar contra Cuba.

No son casuales las declaraciones del secreta-rio de Defensa Donald Rumsfeld y del secre-tario de Estado Colin Powell sobre la posibili-dad de una agresión a Cuba, quienes en ningúncaso rechazaron esa opción, sino simplementeadmitieron que por el momento priorizabanotros instrumentos de política. Rumsfeld ma-tizaría que esa opción no estaba hoy en el radarde Washington «a menos que posean armas dedestrucción masiva». Powell después de recor-darnos lo que hicieron en Afganistán e Iraq y

que a veces ninguna otra solución es apropiadaexcepto la fuerza militar, señaló: «Ud. no siem-pre alcanza inmediatamente las herramientasmilitares» y agregó «no consideramos que esapropiado en este momento usar la fuerza mili-tar para ese propósito». Como puede observar-se los adverbios de tiempo marcan las priorida-des; pero no excluyen las opciones.

La política imperial se globaliza en la conse-cución de sus intereses hegemónicos, en unmundo más complejo y peligroso, donde crecela inestabilidad y la inseguridad. En ese mundolos peligros y retos a enfrentar por Cuba resul-tan evidentes.

Notas

1 Declaración del Ministerio de Relaciones Exterioresde Cuba, 9 de mayo, 2003

2 Mensaje a la nación, Casa Blanca, 20 septiembre,2001.

3 Discurso George Bush. West Point 1ro de junio, 2002.4 The Nacional Security Strategy of the United Status

of América. White House septiembre 2002.5 NSPD 17 o Directiva Presidencial No. 4, Septiem-

bre 2002.6 Estrategia nacional para combatir el terrorismo, Fe-

brero 14, 2003.7 A program of covert action against the Castro regime.

16 de marzo, 1960.

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El capitalismo organizado

en medio del orden y el caos

A Imanuel Wallernstein

Pablo González Casanova*

Predicción y construcción de futuros

Por lo general cuando pensamos en el futuroextrapolamos lo que estamos viviendo. A vecesconsideramos tendencias más sofisticadas queincluyen a los ciclos de distintas dimensiones.En ellos colocamos variables económicas, mili-tares, sociales y políticas. Vaticinamos disminu-ción o aumento en el PIB, en las guerras, lossuicidios y los crímenes, o fenómenos de crisisy de auge. Llegamos incluso a pensar en térmi-nos del fin del sistema o de su continuidadasegurada.

Conforme cambiamos de perspectiva pasa-mos de pensar en el futuro inmediato y en lospróximos años como algo ligado a nuestra pro-pia vida o a la de nuestros hijos y nietos, a pen-sar en términos de décadas y de los primerostreinta, cincuenta o cien años que vienen. Entodos esos casos podemos fijarnos en lo quedebemos hacer como individuos o colectivi-dades para alcanzar ciertos objetivos vitales enel futuro previsto, o quedarnos como observado-res y comentaristas esperando que los hechosse desarrollen de una manera más o menos fa-tal o predeterminada.

A la toma de una posición pasiva contribu-yen grandes tradiciones religiosas e ideológicas,algunas muy recientes, como el estructuralismoen que desaparece el sujeto. Esa posición sinsujeto, sin actor, es la menos indicada para com-prender un futuro en que los fenómenos deconstrucción son tan importantes como quienlos construye. Hoy, más que nunca en toda lahistoria del hombre, la construcción de «futu-ros conservadores» y «alternativos», a través dela estructuración y el enfrentamiento de acto-res y de planes, de sistemas y de escenarios, cons-tituye la esencia de la comprehensión del cam-bio. Parodiando a Wallernstein podríamos decirque «la salida dependerá de los detalles de lalucha organizada actual».1

En las corrientes de investigación tecnocien-tífica más avanzadas, son riquísimas las aporta-ciones en relación a los sistemas organizados, asus contextos y escenarios alternativos. Dentrode los avances, uno de los más importantes es elque mira como una sola unidad a la organiza-ción y al caos. A diferencia del concepto clásicode caos, el actual no opone la idea del caos ala del orden establecido, sino más bien analizacómo se pasa de la organización al caos y cómodel caos emerge la organización.

Las investigaciones tecnocientíficas sobre lasorganizaciones y el caos tienen hoy un enorme

* Politólogo y sociólogo mexicano. Universidad Nacio-

nal Autónoma de México.

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impacto en la construcción de futuros. Pensa-remos poco y mal acerca del futuro inmediatosi no pensamos en esas organizaciones y susrelaciones con los fenómenos caóticos actualesy emergentes. Nuestro pensamiento se verá tam-bién muy limitado si no consideramos que esasorganizaciones determinarán en buena medidalos resultados de la lucha en condiciones deturbulencia, inestabilidad, desequilibrio, anar-quía de facto. Todo ocurrirá dentro del orden-desorden mundial que vivimos y que, en granmedida, corresponde a la unidad del caos y laorganización dentro del modo de dominacióny acumulación capitalista que prevalece en elmundo. Pero tanto las organizaciones dominan-tes como las alternativas jugarán en medio dela organización-caos mundial un papel históri-co al que no estamos epistemológicamente acos-tumbrados. En medio del orden y el caos mun-dial los complejos «militares-industriales» y «lascorporaciones» van a sustituir la mano invisi-ble del mercado con la mano visible de la orga-nización, como sostuvo Peter Meskins.2 Losmovimientos alternativos tienen que dejar muyclara la importancia de las megaorganizacionesen la historia presente. Ese es el primer puntoque quiero destacar.

Una vez aceptada la necesidad de conside-rar a las organizaciones y al caos desde la pers-pectiva de las tecnociencias se tiene que pasaral análisis histórico, o al estudio de la evolu-ción reciente de las organizaciones en las crisis,las turbulencias, las desestabilizaciones, losdesequilibrios, y a la historia de las formas enque las crisis han sido superadas mediante re-organizaciones de las empresas, de los estados,de los mercados, y mediante reestructuracio-nes de los sistemas de dominación, apropia-ción, reproducción ampliada, distribución, ex-clusión, represión, depredación, parasitismo,explotación. En el estudio se requerirá incluirel análisis de la historia de las mediacionesque le permitieron al sistema «cambiar para

sobrevivir», y de aquéllas que, en el campo al-ternativo, trataron de implantar un nuevo siste-ma y fueron desviadas, cooptadas o elimina-das aunque lograran éxitos efímeros o parciales,cuyo carácter acumulativo es objeto de conoci-miento fundamental.

En todo caso este segundo fenómeno plan-tea problemas teóricos que pueden contribuir aesclarecer los límites científicos y técnicos delenfoque anterior y llevarnos a los problemas éti-co-prácticos de la construcción de una alterna-tiva radical que elimine los rasgos depredadoresy autodestructivos de la sociedad actual.

Las limitaciones del estudio tecnocientíficohegemónico acerca de las organizaciones y el caosse advierten con claridad cuando se ve el rechazocognitivo de los «especialistas» a las categoríasarticuladas de la dominación y la acumulaciónde capital. Si las llegan a analizar desarticulanunas de otras, y de la categoría de la explota-ción. Cuando analizan la dominación por logeneral la desligan de la acumulación y de laexplotación.

Estas categorías, tabúes para las tecnocien-cias hegemónica, han sido en cambio profun-dizadas por las distintas corrientes del pensamien-to alternativo socialista, en especial el marxista.Pero en el estudio de la construcción del futurolas nuevas corrientes alternativas no sólo requie-ren ponerse al día en lo que se refiere a las cien-cias dominantes, y hacer una autocrítica profun-da y creadora de las mismas, sino que al diseñaruna nueva alternativa no pueden desligar el so-cialismo de la democracia, ni la democracia delsocialismo ni uno y otro de la liberación, comoha ocurrido a menudo durante más de un sigloy medio. En todo caso los constructores de unaalternativa tienen que ver hasta qué punto lastecnociencias de las organizaciones y estructurasdominantes constituyen a la vez nuevos obstá-culos y útiles para alcanzar sus objetivos. Tam-bién necesitan combinar sus objetivos en un com-plejo concreto para el triunfo de la liberación, la

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Pablo González Casanova

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democracia y el socialismo en medio del ordeny el caos, que estudian y aplican las «ciencias dela complejidad» de las fuerzas dominantes. Estees el segundo punto a destacar.

Queremos abordar estos dos puntos, vien-do primero cómo aparece el futuro de las orga-nizaciones y el caos vinculado a la actualtecnociencia de la guerra, y cómo los estudiossobre los sistemas complejos plantean nuevasposibilidades de estructuración, reflexión yacción a las organizaciones alternativas. El ob-jetivo es conocer el pensamiento actual de losguerreros vinculados a los gerentes y lo quepuede ser relevante para los movimientos alter-nativos, sistémicos y antisistémicos.

El conocimiento de la organización:su funcionamiento y estrategias

«Una vez más, descubrimos que el modo dehacernos ricos y de hacer la guerra estáninextricablemente conectados»,3 dicen los espo-sos Toffler que, a su modo, dan a conocer «larevolución en el arte de la guerra» para una «re-volución en el arte de la paz».

Las grandes compañías se hallan desmante-lando, o han desmantelado ya, sus viejas estruc-turas para establecer «centros de utilidades»(«profit centers») o «centros de coordinación» y«mando» («coordination and managing cen-ters»), con gran diversidad de alianzas estratégi-cas, de «riesgos empresariales compartidos»(«joint ventures»), de asociaciones y consorcios,muchos transnacionales. Los nuevos «comple-jos» requieren niveles cada vez más altos de orga-nización del conocimiento y de la información,no sólo en relación a las organizaciones que losintegran sino a la reestructuración de éstas o dealgunos de sus componentes y «procesos», ta-reas propias de la «reingeniería» y las tecno-ciencias que operan en la producción y los mer-cados, y en los escenarios políticos, militares,económicos, sociales y culturales4.

La filosofía de las «respuestas flexibles» enlos negocios y en la guerra se practica en com-plejos integrados por unidades relativamenteautónomas. Su filosofía corresponde a lo másavanzado en las prácticas de organizaciones yestrategias.5 El uso «de comandantes de cam-po» con autonomía de mando se aplica en for-ma parecida a los «gerentes» periféricos de lasunidades transnacionales y a los «presidentes»asociados de los países dependientes. Dentrode líneas generales que controla el mando cen-tral deja un margen de libertad más o menosamplio a los titulares de las organizaciones me-nores. Con estos comparte la «autoridad de arri-ba para abajo» («top-down authority») y, entretodos, la revisan y flexibilizan, según los men-sajes y conocimientos recibidos desde abajo.6

Los ciber-negocios y las ciber-guerras cono-cen lo más que pueden del adversario (o compe-tidor) al tiempo que le impiden conocerse y co-nocer su entorno. La lucha consiste en voltear«el balance de la información y del conocimien-to en favor de uno mismo». Al efecto, tanto loscomplejos militares como «las corporaciones ylas compañías» adquieren, procesan, distribuyeny protegen información y conocimiento, negán-dolos a sus adversarios, e incluso a sus aliados, odándoselos en forma selectiva7.

La nueva política, de los negocios y la guerra,parte del supuesto de que el conocimiento y lainformación son inútiles en ciertas manos ycabezas, o cuando se dan a destiempo («in thewrong hands or heads at the wrong time»)8.Propone información y conocimiento en lascabezas y las manos apropiadas, y a tiempo. Co-nocimiento e información tienen que circularsin demora cuando se les necesita en los cen-tros de reflexión, análisis, educación y publici-dad de la «red de compañías» o de «aliados delTío Sam» (sic.) 9.

La nueva política se extiende a las redes dela educación en todos sus niveles, desde pri-maria hasta el postgrado o la investigación: Los

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militares, gerentes y políticos de la tercera ola ledan una importancia masiva (sic.) al entrena-miento y la educación a todos los niveles. Sussistemas para dar «el entrenamiento adecuadoal poder adecuado» son parte del proceso dedistribución de conocimiento».10

En la guerra, como en los negocios, «Apren-der, desaprender y reaprender corresponden aun proceso continuo en todas las categorías po-líticas».11

Los «generales inteligentes» («smart generals»)se complementan con los «gerentes inteligentes»(«smart managers») y con los «políticos inteligen-tes» («smart politicians») entrenados en luchas,guerras y pacificaciones, que simulan en lascomputadoras antes de librarlas en la realidad.

A la política del conocimiento y la infor-mación se añaden la del des-conocimiento, elanti-conocimiento y la des-información. Cons-cientes del valor mercantil, gubernamental y mi-litar del conocimiento, los complejos «empre-sariales-militares» elaboran estrategias para «Ladefensa de sus activos de conocimiento (sic) con-tra cualquier ataque enemigo».12. Al corrientede los fenómenos no lineales saben que negar odar un poco de información o conocimientopuede tener efectos catastróficos».13 Niegan esepoco de conocimiento o lo dan a convenienciay a cuentagotas. Y siempre lo consideran comoun «activo», como una propiedad que compar-ten con unos y de la que excluyen a otros, deacuerdo con los fines de acumulación y domi-nación del sistema.

El conocimiento y la información de loscomplejos se relaciona también con sus mensa-jes y acciones de terror,14 con sus «depredadoresvirales», con sus servicios de contrainteligenciay desinformación, de paramilitares y de accio-nes cívicas. Muchas de éstas son paternalistas ycaritativas; con las de intimidación se propo-nen dominar la dignidad y la conciencia de losenemigos y convertirlos en sus «servidores» todolo que se pueda.

Las «estrategias del conocimiento» articulanel pensar, el decir y el hacer de los complejosque hoy gobiernan el mundo. Incluyen una altaprecisión en los bombardeos y también la posi-bilidad reconocida y el derecho de cometer erro-res. Aciertos y errores se calculan como formasde sometimiento a lo racional y, también, a loirracional. Pero, además, forman parte del apren-dizaje de las organizaciones dominantes.

El nivel de sofisticación del conocimientode las organizaciones es muy alto. Leon Roger,director ejecutivo de la «Servicios de Aprendi-zaje Organizados, 3 M» afirma que éstos tienencomo tradición dejar que sus componentes co-metan errores. Una vez que los cometen ellos

mismos saben que los cometieron y aprenden ano cometerlos de nuevo. No está nadie encimade ellos diciéndoles «¡Fíjate!».15 Ellos mismosse fijan.

El conocimiento formal e informal que al-canza cada uno de los integrantes o miembrosde un complejo, o una compañía, se da en tor-no a los objetivos comunes del mismo clara-mente definidos. La enseñanza y el aprendizajeson parte del trabajo, como los son las pruebasy auto-pruebas. Profesores y estudiantes renue-van su compromiso con los valores culturalesdel complejo o la corporación o la compañía,y ellos mismos los monitorean para ver hastaqué punto los están llevando a la práctica. De-jando «constantes» los valores de la compañía,«la lección más importante que se enseña y queaprenden es que todo cambia».16 No sólo losintegrantes del complejo cambian todo paraconservar lo principal, sino que están abiertosa todos los cambios para alcanzar los objetivos,intereses y valores del complejo, la corporacióno la compañía.

El conocimiento es un «capital intelectual»,un activo. La guerra económica o militar es unaguerra del conocimiento, la organización y lavoluntad. Entre sus promotores mercantiles seencuentran Irujiro Nonalia, Hirotaka Takeuchi

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y Takeuchi Nokaen autores de un libro que eninglés se tradujo como The Knowledge-CreatingCompany («La compañía creadora de conoci-miento»). Otros son James Brian Quinn con suIntelligent Enterprise («La empresa inteligente»)o Tom Stewart con Intellectual Capital («Capi-tal intelectual») o Tom Davenport con WorkingKnowledge («El conocimiento empleado») oKarl Sveiby con Managing Know How («El sa-ber del gerente»). Con todas las reservas, limita-ciones o críticas que suscite el conocimientodel capital y del imperialismo, no se puede ig-norar ni su existencia ni su funcionamiento.

Las corporaciones que producen «conoci-miento para la venta» («Knowledge for sale»)han proliferado muchísimo como asesoras yreceptoras de conocimientos; como exporta-doras e importadoras, y como productoras, perotambién como usuarias. La grandeza y efectivi-dad proclamados por las empresas de punta esque todas sus actividades y discursos se hallan«basadas en el conocimiento» («knowledgebased»), y que descansan en estructuras articu-ladoras del conocer, el comunicar y el hacer.17

La epistemología de las organizaciones tiene «in-terfases» con la acción de las mismas en la pro-ducción y dominación de los mercados y delmundo. Sus estrategias incluyen la teoría y lapráctica de un futuro con bifurcaciones y concreación de sorpresas entre el orden y el caos.

«La planeación de escenarios exige que losgerentes abandone la idea de una línea a se-guir, el supuesto de que sólo existe un futurodeterminado que nos concierne. En la planea-ción de escenarios siempre hay más de un es-cenario»18 sostiene Ariede Gens, uno de losautores que escriben libros para gerentes. Quie-nes diseñan escenarios militares piensan lomismo. Con unos y otros dominando al mun-do entramos al periodo del 2000-2050. Si suslimitaciones para saber lo que realmente pasason inmensas su conocimiento instrumental nose queda atrás.

Las organizaciones alternativascomplejas hacia el siglo XXI

Tecnociencias y ciencias de la complejidad semanifiestan con toda claridad en el capitalis-mo organizado que actúa en medio del orden ydel caos. Las tecnociencias y las ciencias de lacomplejidad contribuyen a la construcción desistemas auto-regulados y adaptativos que sereestructuran en formas interactivas, esto es quese redefinen y que redefinen a sus asociados ysubordinados, e incluso a sus enemigos. La com-plejidad de las organizaciones del actual siste-ma capitalista tiene así importantes implica-ciones para los movimientos alternativos. Estosno sólo se ven obligados a reestructurar susconceptos sino la relación entre sus conceptosy sus actos. Innovar sus informaciones y dis-cursos no basta. Los movimientos alternativostienen que plantearse los conocimientos-actosde sus organizaciones con un monitoreo cons-tante para interactuar con éxito frente a las or-ganizaciones complejas dominantes.

Los movimientos alternativos tienen quesaber que las organizaciones dominantes van aredefinirse y a redefinirlos. Tienen que partirdel supuesto de que sus propias organizacionesalternativas, sus conceptos-acto, sus informacio-nes-discursos-acciones, van a dejar de ser comoson hoy. Ellos también se verán obligados aredefinirse en el curso de los procesos interac-tivos entre sistemas. Tienen que pensar todo eltiempo en su propia redefinición, y hacerse orehacerse en formas que les permitan mantenersu identidad y actuar mejor en la lucha por laliberación, la democracia y el socialismo.

Los movimientos alternativos tienen queconsiderar en forma prioritaria las transforma-ciones de las organizaciones simples del siste-ma dominante que se han convertido en verda-deros complejos de corporaciones, empresarialesy militares con redes de mediación, represión yapropiación variable según los espacios centrales

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y periféricos y según los períodos históricos«post-industriales», «post-modernos» o «neoli-berales», que corresponden al fin del «socialis-mo real», «del estado benefactor» y del «estadopopulista».

A los ideólogos y dirigentes de los movi-mientos alternativos no les será fácil aceptar queellos —y sus herederos— vivirán en una etapa deinestabilidad y caos prolongados con desestruc-turación y reestructuración acentuadas de lasorganizaciones y los complejos en lucha. Másdifícil les resultará entender que las estructurasno lineales «internas» de las organizaciones ocomplejos y las estructuras no lineales de suscontextos «externos» facilitarán o dificultaránlas acciones de las organizaciones y complejosen lucha.

Muchos movimientos alternativos, o susbases, estarán expuestos a «bifurcaciones de bi-furcaciones» de esas que derivan en fenómenoscaóticos, y que sólo se pueden enfrentar conredes, y fusiones, a sabiendas de que sin redesde unidades articuladas, las unidades desarticu-ladas son objeto de fácil destrucción.

Los complejos liberadores serán más efec-tivos si se integran —como los opresores— conunidades o «nodos» autónomos y plurales, ysi a más de los vínculos-entre-las-unidades-au-tónomas establecen jerarquías con las ramas«centrales» y disciplinadas de «seguridad alter-nativa» en de lucha contra la dominación, lamediación, la represión y la apropiación exclu-yente. Las distintas combinaciones serán deter-minantes para el desenlace de los procesos y po-drán plantear escenarios en que primero se acabenlos complejos industriales dominantes que elmundo, o en que eventualmente se negocie uncambio histórico para que el mundo no se aca-be. Estos escenarios no se pueden descartar.

La construcción de una estrategia alternativaimplica cuestionar nuestra forma de pensar ensistemas simples. Por sentido común estamosacostumbrados a pensar y actuar con formas derazonamiento que corresponden a sistemas sim-

ples. No es cosa de descartar siempre, y en to-das las circunstancias, esas formas de pensar,predecir, actuar, organizar, y luchar. Hay fenó-menos lineales que siguen siendo muy signifi-cativos incluso en tiempos y espacios amplios;funciones, interacciones o relaciones sociales queen ciertos momentos y circunstancias —comolas crisis— ocupan un segundo plano pero quetienden a reaparecer aunque sea bajo nuevas for-mas. No podemos descartar organizaciones cen-tralizadas con líneas jerárquicas funcionales paramuchos fines de resistencia y sobrevivencia; niimpedir que en los procesos de descentraliza-ción circule toda la información necesaria entodas las redes y nódulos de un sistema auto-regulado. Pero a nuestro conocimiento acumu-lado y a nuestro pensamiento crítico necesita-mos agregar el monitoreo de las informacionesy análisis sobre fenómenos emergentes en quevarían conceptos, opciones y acciones de unamanera creadora y novedosa, a veces soprendente,como ocurre a lo largo del proceso de la revolu-ción cubana iniciada en 1959, o del movimien-to zapatista que emergió en el México de 1994.Registrar los conceptos-actos, las informacionesde lo que se hace, las narrativas y discursos vin-culados a acciones y a proyectos de acción a finde desentrañar lo que cambian y conservan ysus efectos inmediatos y laterales, previstos eimprevistos, esperados y sorpresivos es una ta-rea fundamental para pensar, hablar (o escuchar),proponer y actuar en sistemas complejos.

Frente a los sistemas lineales en que los com-portamientos son fáciles de deducir y predecir,los sistemas complejos generan bifurcaciones alas que los movimientos alternativos tienen queestar atentos; o efectos desproporcionados enque una pequeña acción se multiplica por enci-ma de cualquier experiencia anterior; o redefi-niciones en que las organizaciones y redes al-ternativas después de una batalla ya no son lasmismas de antes, como tampoco lo son las quedominan el sistema. En la segunda batalla, unas yotras han cambiado. Al reajuste de la conducta

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de cada parte por las experiencias —o como re-troalimentación («feadback»)— se añaden lasvariaciones en las espectativas de sus integran-tes individuales y colectivos y en la estructurade las conductas para enfrentar desenlaces fu-turos («feadforward»). En éstos no sólo se con-sideran los «efectos laterales positivos» para unosino los «daños colaterales» que se pueden in-fligir al enemigo...

Al pensar en un sistema complejo como elcapitalismo organizado es necesario pensar endos o tres sistemas más auto-regulados y con-tradictorios. Siempre dos o más sistemas luchano se entienden, oprimen o se liberan, se diso-cian o se asocian. El concepto de un sistemaúnico, por significativo que sea, no es el de unsistema complejo. Tampoco el de un sistemadialéctico. El concepto de un sistema único enel capitalismo organizado es fuente de erroreselementales frecuentemente ocultados por unjuego de espejos conocido como «enajenación»o «cosificación» del otro y de sus posibilidadesde reestructuración auto-regulada, y comoracionalización y ensalzamiento del sistema enque uno domina o desde el que uno lucha paraque domine. En el primer caso a los demás sis-temas sólo se les considera como «contexto»;en el segundo no se piensa siempre en la capa-cidad que tienen los sistemas dominantes derehacerse, de redefinirse sino hasta que ya serehicieron o redefinieron como ocurrió a finesdel siglo XIX con el advenimiento del capitalis-mo monopólico y el imperialismo.

No es tampoco posible ignorar a otros acto-res que, dentro o fuera de un sistema, se puedensumar abierta o intensamente a la lucha gene-rando crisis mayores de las previstas, crisis expo-nenciales. Tomar en cuenta sólo a los actoresoriginales de un conflicto o un consenso yextrapolar su lucha o su cooperación al futuroes no comprender los sistemas complejos, llenosde mediaciones y mucho más capaces de «ab-sorber choques» de lo que originalmente sepensó. Frente a las organizaciones simples a

que estamos acostumbrados, con centraliza-ción piramidal de decisiones, es necesario pen-sar siempre en términos de organizaciones decorporaciones y de complejos que combinanlas redes con autonomías y con jerarquías. Lasorganizaciones alternativas no se van a distin-guir por mayores autonomías y menores jerar-quías sino por la mayor participación de susintegrantes en la redefinición de unas y deotras.

En las organizaciones complejas del sistemadominante se procura no desvincular los con-ceptos de los actos, ni unos y otros de la infor-mación y los discursos. Se busca articular demanera funcional al sistema, conceptos, discu-siones, informaciones y actos. Se propone revi-sar constantemente su «funcionamiento» paracontrolar mejor las «fluctuaciones» imprevistasde actores y contextos interactivos. Las estructu-raciones y reestructuraciones de sistemas de ac-tores y contextos interactivos son motivo de unestudio sistemático sobre «la sorpresa» y sobre laplaneación informada, y que se informa. Losmovimientos y organizaciones alternativos tie-nen que adoptar un comportamiento semejanteincluyendo el análisis de disfunciones y contra-dicciones.

Frente a la débil interacción de los compo-nentes de muchas organizaciones alternativas,—característica de los sistemas simples—, frentea sus sub-culturas y sectarismos, se impone asíla necesidad de construir pluralismos cultura-les, religiosos e ideológicos, y articulaciones deconceptos-informaciones-discursos-actos de in-terés común, todos ellos articuladores de siste-mas complejos, de alianzas, frentes, redes, tan-to en los «centros» como en las «periferias».

Que esas alianzas, frentes y redes no abando-nen el referente de las clases y busquen la hege-monía de los trabajadores es un objetivo a serprecisado con las definiciones y redefinicionesde los pueblos, los ciudadanos y los propiostrabajadores en lucha por la democracia, la li-beración el socialismo. El legado de los movi-

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mientos revolucionarios, de sus contradiccionesinternas de clase y de la consolidación del pro-yecto liberador, democrático y socialista, en queCuba destaca a nivel mundial, debe ser motivode una reflexión también mundial, de carácterprioritario, que combine la narrativa con lahistoria y la reestructuración de los movimien-tos revolucionarios y radicales más exitosos yde los que se perdieron en el camino.

Los sistemas de redes autónomas combina-dos con subsistemas de mandos centrales y decentros coordinadores tendrán en los movimien-tos alternativos mayor importancia que los sis-temas de «partidos» y organizaciones relativa-mente homogéneos propios de los sistemassimples, y que las coaliciones homogeneizadaspor una clase, una ideología o un partido. Plan-tearán problemas de creación histórica en lacultura, la política, la economía y la sociedadde «un mundo hecho de muchos mundos».Plantearán la democracia plural —respetuosa derazas, religiones y filosofías—, a la vez partici-pativa y representativa, como la ideología másfuncional para un proyecto mundial alternati-vo. Su éxito dependerá, en gran medida, de laredefinición incluyente de las comunidades cien-tíficas y humanísticas, críticas, «alternativas» yrevolucionarias de los distintos países del mun-do, en tanto asuman como un problema episte-mológico, articulador de la ética como poder,el que no se trata sólo de prever el futuro sinode construirlo y de luchar por su construcción.

En tiempos recientes, conceptos como losde orden y caos, los de determinismo e impre-dictibilidad, los de incertidumbre y bifurcacio-nes han sido separados excesivamente de losque se refieren a los sistemas auto-regulados,adaptativos y autopoiéticos.19 Aunque unos yotros están envueltos en contradicciones, lossistemas autorregulados se redefinen a sí mis-mos y redefinen su contexto para seguir do-minando y explotando los recursos naturalesy humanos.20

En el actual capitalismo corporativo losmovimientos sociales antisistémicos necesitandominar el nuevo planteamiento de los siste-mas complejos que dominan el mundo entre elorden y el caos. Con Henri Lefèbvre tienen queplantearse «la capacidad de recuperación delcapitalismo» y «la posibilidad de catástrofes»irremediables21 si no se construye un mundoalternativo.

Notas

1 Immanuel Wallernstein, «The World we are enteringin: 2000-2050», Luxemburg, June 4-5, 1999.

2 Peter Meskins, «Work, New Technology andCapitalism» in Robert W. Mc Chesney et al. Capita-lism and the Age of Information. New York, MonthlyReview, 1998, p. 153.

3 Alvin and Heidi Toffler, War and Anti-War. Survivalat the Dawn of the 21st. Century, Boston, LittleBrown, 1993, p. 64.

4 Op. cit. Pp. 61-62.5 Op. cit. p. 77.6 Op. cit. pp. 77-78.7 Op. cit. pp. 141-142.8 Op. cit. p. 144.9 Op. cit. pp. 145-146.10 Op. cit. p. 146.11 Op. cit. p. 147.12 Op. cit. p. 147.13 Op. cit. p. 148.14 Op. cit. pp. 150 ss.15 James Champy, Reengeneering Managment, New

York, Harper Bussiness, 1995, p. 130.16 Op. cit. pp. 101-105.17 Cf. Stan David y Christopher Meye, Blur the speed

of change in the connected economy, New York,Warner, 1998, pp. 199-200.

18 Ariede Gens, The Living Company Boston, HarvardBusiness School Press, 1997, p. 44.

19 J. Maturana And F. Varela. Autopoiesis and Cognition.The Realization of the Living. Dordrecht, Reidel,1980. Pablo González Casanova Las nuevas cienciasy las humanidades. De la academia a la política. Enprensa. Anthropos, Barcelona.

20 Cf. Immanuel Wallerstein, The End of the World AsWe Know it. Social Science for the Twenty-FirstCentury. Minneapolis and London, University ofMinnesota Press, 1999.

21 Henri Lefèbvre, Le droit à la ville suivi de Espace etpolitique. Paris, Anthropos, 1972. P. 191.

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¿Por qué los pequeños campesinos arroceros

deben desaparecer en Sri Lanka?

François Houtart*

La paradisíaca isla de Sri Lanka parecía destina-da a desplegar, durante mucho tiempo, sus cos-tas bordeadas de cocoteros, sus colinas cubiertasde plantas de te y sus valles albergando planta-ciones arroceras que cambian de colores durantelas estaciones. ¡Pero no! El Banco Mundial deci-dió otra cosa. En una economía mundializada,producir arroz en Sri Lanka no es algo racio-nal, ya que cuesta más barato comprarlo en Viet-nam o en Tailandia. En cuanto al millón depequeños campesinos arroceros poco producti-vos, ha llegado el momento de transformarlosen mano de obra para una agricultura produc-tivista y una industria de exportación.

Esto satisface a una clase minoritaria desrilankeses, deseosa de continuar apoyando alos intereses extranjeros, y fascinada por la ideadel antiguo presidente Premadasa de convertira la isla en el Singapur del Asia del Sur. Basta-rían entonces algunas medidas legales para ace-lerar el proceso de transformación de los peque-ños campesinos: cobrar el agua de la irrigación,hacer títulos de propiedad que permitan laventa de las tierras que hasta el presente hansido propiedad pública, abolir los serviciosgubernamentales que promueven la agricul-tura campesina y desregular la legislación deltrabajo.

Durante más de 2500 años, Sri Lanka fueuna sociedad de arroz. Aún en la actualidad, el

arroz representa el 75% del consumo de cerea-les. Casi el 80% de los pequeños campesinosson productores de arroz. La sociedad ha sidoforjada por el control del agua, factor clave dela producción agrícola de base y no por la pro-piedad del suelo como en Europa. El poderpolítico se construyó sobre el dominio de lairrigación, desde los pequeños reinos del pri-mer milenio antes de nuestra era, hasta la unifi-cación de la isla 500 años antes de nuestra era,bajo un poder capaz de organizar un sistemade irrigación. Apenas instalada, la monarquíaintrodujo el budismo como expresión simbóli-ca de la nueva construcción.

La propiedad del suelo, siempre colectiva enlas sociedades tributarias (la tierra pertenecía alrey, que era su administrador, atribuyéndole suuso a las familias campesinas) fue poco afecta-da por los regímenes coloniales holandés y bri-tánico. Las plantaciones de café primero y de tedespués, fueron establecidas en las colinas y noen los valles, los cuales quedaron reservados alarroz y a los pequeños cultivos (especias, etc.).Después de la independencia, los primeros go-biernos respetaron el carácter público de lastierras arroceras y desarrollaron, bajo el espíri-tu del Welfare State, políticas de apoyo a la pe-queña agricultura, con el fin de evitar la plagasocial de los campesinos sin tierra y la frag-mentación de la propiedad agraria.

A partir de 1977, el gobierno del UNP(United National Party) orientó la economía* Director del Centro Tricontinental, Lovaina la Nueva.

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hacia el sentido del Consenso de Washington(neoliberal): producir para la exportación, libe-ralizar los mercados, realizar trabajos de infraes-tructura para atraer a las inversiones extranjerasy desmantelar las redes de protección económi-ca y social. Los efectos sociales fueron desastro-sos. A pesar de que el crecimiento medio parael Banco Mundial se situó en este período en-tre el 4 y el 5% anuales, la pobreza se acrecentó:del 13,5% en 1965 al 46% en 1998, según unestudio realizado por el Fondo Internacionalpara la Agricultura (Naciones Unidas)1. Las dis-tancias sociales se acrecentaron: el país fue en1992 vice campeón del coeficiente de Gini, elcual mide las distancias entre los mayores y losmenores ingresos2. La malnutrición se profun-dizó: un estudio del Instituto de Investigacio-nes Médicas (MRI) reveló que la ingestión decalorías disminuyó en un 33% entre 1979 y19993. Con el descenso de los precios agrícolasy el aumento de los bienes de consumo, losingresos de las familias se derrumbaron. La des-esperación se instaló, sobre todo entre los pe-queños campesinos. La tasa de suicidio alcanzóvalores tales que colocó al país a la cabeza detodos los demás a inicios de la década de los 904.

Este ha sido el precio real de la transiciónhacia la apertura ante el mercado mundial. Elsistema económico social precedente había, cier-tamente, producido una fuerte burocracia ydebía evolucionar. Pero había asegurado unmínimo de protección social para las capas so-ciales más débiles y dotado al país de la tasa deescolaridad más elevada del Asia antiguamentecolonizada. En efecto, bajo el gobierno del UNP,los beneficios sociales y culturales de los máspobres se derritieron como la nieve bajo el sol:las pequeñas escuelas rurales cerraron, los hos-pitales de estas regiones no tuvieron más provi-siones y los servicios técnicos a los pequeñoscampesinos fueron reducidos o suprimidos.

Pero lo más dramático faltaba aún por pro-ducirse. En 1972, una revuelta de jóvenes rurales

sin trabajo, pero educados, causó la muerte de10 000 de ellos. Entre 1989 y 1990 estalló unasegunda revuelta, como consecuencia de losProgramas de Ajuste Estructural impuestos alpaís como precio para la apertura ante los cré-ditos internacionales.

Esta rebelión fue más generalizada que lade 1962, porque la situación de los jóvenes ru-rales había empeorado. La represión fue brutal.Se estima el número de víctimas en 60 000 comomínimo.

El país estaba en estado de choque. Despuésde un breve período de moderación neoliberal,la ofensiva fue más fuerte y esta vez con undiscurso renovado. Para luchar contra la pobre-za y lograr un crecimiento favorable para lospobres (pro-poor growth) había que acelerar laapertura al mercado y ponerle un fin definitivoa las políticas keinesianas y contra productivas.Hay dos documentos que confirman esta orien-tación.

El primero, es un informe del Banco Mun-dial de 1996 que trata sobre la suerte de lospequeños campesinos en el marco de una polí-tica general de liberalización del mercado5. Eltono es claro. Hay que sacar a los pequeñoscampesinos de los productos de pobre valor talescomo el arroz. Uno de los mejores medios essuprimir la gratuidad del agua para la irriga-ción: «El agua es una mercancía (a commodity).Ella debe ser comercializada por el sector priva-do. El gobierno debería establecer un «derechode propiedad sobre el agua»… Esto permitiría alos usuarios tradicionales del agua para la irri-gación vender (o transferir) sus títulos de pro-piedad»6. ¡Qué inteligente el Banco Mundial!La clave del problema se sitúa en el control de lairrigación. Transferirlo al sector privado haríatransitar a la sociedad agraria hacia la econo-mía de mercado.

Habría también que suprimir el Paddy Mar-keting Board, órgano gubernamental que regu-la el mercado del arroz, porque su existencia

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desalienta a las inversiones privadas en la agri-cultura. Pero para coronar el nuevo proyecto,habría también que transformar la tierra enmercancía. Para ello sería suficiente entregar untítulo de propiedad a los pequeños campesinos,los cuales, como serían incapaces de resistirseante las fuerzas del mercado mundial, estaríanobligados a vender sus tierras a operadores eco-nómicos más eficaces. Añadámosle a esto unmercado de trabajo desregulado y tendremostodos los ingredientes para un crecimiento neo-liberal. Por ello es que el pequeño campesina-do agrícola debe desaparecer en Sri Lanka. Por-que se corresponde con una política general deeliminación de la agricultura campesina (pro-movida, entre otros, por el Banco Mundial) yremplazarla por empresas de fuerte productivi-dad. Ahora bien, la mitad de la humanidad estáconcernida por estas medidas: unos tres milla-res de personas7.

En junio de 2000, el Banco Mundial acordóun préstamo de 18,2 millones de dólares USpara la puesta en marcha de las reformas. Setrataba, según el Ministro de Justicia de aquelentonces, G.L. Pieris, «de la mayor reforma le-gal de la historia de Sri Lanka, con vistas a po-ner el sistema legislativo y judicial plenamenteal servicio del sector privado»8. Un año mástarde, en 2001, el Banco Mundial suspendió laejecución del préstamo, estimando que el go-bierno no había puesto en práctica las reformasindispensables para la estabilidad macro eco-nómica y para el restablecimiento de la con-fianza de los inversionistas, y que tampoco ha-bía creado el ambiente legal necesario para elbuen funcionamiento del sector privado.

El segundo documento proviene del gobier-no. Se titula Regaining Sri Lanka9. A pesar deque está ausente en su título, el tema principales la lucha contra la pobreza10. Después de ha-ber descrito la gravedad de la situación (entre1990/91 y 1995/96, la tasa de pobreza pasódel 33 al 39%), se abordan sus causas. Muy

claramente se describen como la falta de creci-miento. Para remediar esto, habría que reducirel déficit público que frena las actividades delsector privado, desregular el trabajo, introducirla tierra en el mercado y reducir el peso de laadministración del Estado11.

Los autores retoman a continuación el textodel Banco Mundial palabra por palabra, afirman-do que el Gobierno precedente no cumplió suspromesas. El sector privado tiene necesidad decondiciones favorables para utilizar mejor sucapital y trabajo y atraer las inversiones extranje-ras. Ahora bien, habría que acelerar las privati-zaciones, introducir mayor flexibilidad en el tra-bajo, brindar a los pequeños campesinos títulosde propiedad, levantar los obstáculos para la ad-quisición de tierras por parte de los extranjeros,suprimir las protecciones e introducir al sectorprivado en la educación y la salud. Chile ha brin-dado un buen ejemplo12. Para lograr un «creci-miento favorable para los pobres» (pro-poorgrowth) hay que aumentar la capacidad de lospuertos y aeropuertos, construir autorutas, me-jorar la red de carreteras, los ferrocarriles y losservicios de buses, desarrollar las telecomunica-ciones e internet, descentralizar el Estado y vin-cular las iniciativas del micro crédito al mercadofinanciero.

En resumen, «se trata de pasar de una econo-mía basada en una agricultura de baja producti-vidad y de subsistencia hacia (una economía de)servicios de alta productividad y hacia la indus-trialización, hecho que crearía un desarrollo eco-nómico que contribuiría a reducir la pobreza»13.Del sector privado dependerá el crecimiento, elcual deberá inscribirse dentro de la competenciadel mercado internacional. Y la guerra civil entrelos cingaleses y los tamules, la cual aísla a unaparte del país, debe ser detenida, para que talespolíticas puedan tener éxito. Hay, en consecuen-cia, que apoyar las negociaciones de paz.

Otra visión caricaturesca del desarrollo, lacual creíamos sobrepasada hacía mucho tiempo,

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¿Por qué los pequeños campesinos arroceros deben ...

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es la que el documento, en un tono casimesiánico, utiliza para apoyar al proyectoneoliberal en el argumento de la «lucha contrala pobreza» (iniciativa del Banco Mundial). Estarevela la verdadera función de esta repentinapreocupación por los pobres. No hay ni unapalabra sobre la seguridad alimenticia14. Nin-guna preocupación por la suerte de los peque-ños campesinos que vendrán a poblar los ba-rrios marginales y no podrán encontrar trabajoporque los salarios de los chinos y los vietna-mitas son aún más bajos. Redactado en un in-glés americano, a pesar de que la élite anglófonasirilankesa se preocupa mucho por mantenersu acento británico15, el texto revela sus oríge-nes: o fue escrito en Washington o es la obra dela nueva generación de los brown Sabih (expre-sión indígena que significa autóctonos occiden-talizados).

Las políticas neoliberales no quedaron sinreacciones. Además de la huelga general de 1980,la cual fue reprimida con el despido de más de40 000 trabajadores y la revuelta de los jóvenesde 1989/90 que costó 60 000 vidas, los mani-fiestos firmados por decenas de personas se hansucedido: 1981, 60 000 firmas contra la ventade tierras a los extranjeros; 1993, People’sMemorando sobre la política agraria firmado por150 000 personas y el cual fue uno de los ele-mentos que en aquella época provocó el fraca-so electoral del gobierno; 2000, 300 000 perso-nas apoyaron el memorando del Jubileo 2000para la abolición de la deuda; 2002, una cente-na de organizaciones campesinas apoyaron lahuelga de hambre de los pequeños campesi-nos de la región de Pollonaruwa y decenas demiles de personas tomaron parte en las mani-festaciones que se realizaron en diversas ciuda-des del país.

Las resistencias se han ido organizando enel seno de la sociedad civil de abajo. En 1993,más de 130 organizaciones rurales formaron elMovement for National and Land Agricultural

Reform (MONLAR), el cual multiplicó lascontraproposiciones, negoció con el Gobiernoy el Banco Mundial y organizó las manifesta-ciones. En 2002, una coalición más amplia fuecreada, reuniendo, entre otras, a organizacionesrurales, a los principales sindicatos, a ONG’s ya organizaciones religiosas en la NationalAlliance for the Protection of Natural Resourcesand Human Rights. Ella está presidida por unmonje budista y reagrupa igualmente a gruposopuestos a la privatización de los bosques, lasexpropiaciones para la extensión del aeropuer-to y la destrucción del medio ambiente y de laseconomías locales provocada por la construc-ción de autorutas.

Diversas alternativas son propuestas pararesolver el problema agrario, no en la perspecti-va romántica de salvaguardar al pequeño cam-pesinado tradicional, sino en la perspectiva deayudarlo a mejorar y a diversificar su produc-ción, para una mejor utilización del agua y delsuelo y para un progreso de los conocimientos(pequeña agricultura ecológica). El Movimientopara una Reforma de la Agricultura (MONLAR)inscribe sus proposiciones en una visión más am-plia: producir bienes y servicios para uso localantes de exportarlos, reconstruir la capacidadregeneradora de los recursos naturales, democra-tizar la sociedad y apoyarse en la creatividad delos propios pobres. Todo ello se traduce en pro-posiciones políticas concretas.

Pero tales olas sucesivas se interrumpen enun dique, protestas y proposiciones de alterna-tivas se enfrentan ante el implacable sistema dedecisiones que conduce al país hacia su integra-ción en la economía capitalista mundial. Segu-ros de su teoría transformada en dogma, igno-rando los procesos sociales, poco preocupadosde la democracia y despreciando a los «pobres»reducidos al estado de incapaces, los artesanosdel nuevo orden económico actúan como «Ter-minator» ¿Será necesaria una tercera masacrede jóvenes rurales para hacerlos retroceder? ¿Las

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François Houtart

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fuerzas de resistencia social y política logra-rán modificar las políticas y reorientar los ob-jetivos del desarrollo? En Sri Lanka esto nodepende solamente de las luchas sociales loca-les sino también de su convergencia a escalamundial.

Notas

1 International Fund for Agrarian Devemlopment, Stateof the World Rural Poverty, 1992.

2 PNUD, Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1993.3 Medical Research Institute (MRI), Colombo, 2000.4 Gobierno de Sri Lanka, Poverty Reduction Stategy

Paper (PRSP), Colombo, junio 2002.5 Robert Hung y Douglas Lister, Non Plantation Sec-

tor Policy Alternatives, Washington, Banco Mundial,marzo 1996.

6 Citado por Sarath Fernando, Problems of Samll Pea-sants, Colombo, MONLAR, 2001, p. 4.

7 El argumento se apoya en la necesidad de nutrir auna población mundial creciente, pero los movimien-tos campesinos y muchos especialistas en economíaagraria responden que tal objetivo solo puede ser

logrado promoviendo una agricultura campesina eco-lógica y moderna, una política de precios diversificadasegún las regiones y un plan social a largo plazo queposibilite insertar una parte de los campesinos enotras actividades económicas (ver Alternativas Sur,volumen X, Nª 4 (2002), El problema agrario; CentroTricontinental, Lovaina la Nueva).

8 Citado par Sarath Fernando, A complete Change inthe Legal System, Colombo, MONLAR, 2001, p. 1.

9 Gobierno de Sri Lanka, Regaining Sri Lanka - Visionand Strategy for Accelerate»d Development, Colom-bo, mayo 2003.

10 El retoma la mayor parte de sus ideas del PovertyReduction Strategy Paper (PASP), de junio 2002.

11 Ibidem, pp. 2-10.12 Ibidem, pp. 13-16.13 Ibidem, p. 2114 Concepto que implica la posibilidad de un país de

producir por si mismo lo esencial para su consumoen cuanto a los alimentos de base, hecho que lo colo-ca al abrigo de eventuales políticas internacionales.La seguridad alimenticia ha sido seriamente puestaen peligro por la política de liberalización de la agri-cultura de la OMC.

15 Un ejemplo, la palabra labor se escribe con una «o»,en tanto que en inglés británico se escribe con «ou»(labour).

Agencia de Noticias Pelota de TrapoNiñez y Juventud

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Niños18/12/03. (APE).- Alguien disparó sobre nuestra inteligencia una bala certera que nos volvió más cínicos,más fríos, casi indiferentes. Seis niños más fueron asesinados por las fuerzas armadas de los Estados Unidosen Afganistán: en unos pocos días suman quince. Tarea de guerreros que llevan antorchas para producir«democracias en serie».

Si los niños toman los fusiles —para defender sus vidas— entonces deviene indignación y los filántropos deprofesión claman para que los pequeños sean alejados de las batallas. Pero echan agua bendita sobre lasguerras del imperio. Hay personas que debieran extinguirse después de sus palabras.

Aquí, alejados del estruendo de los fusiles, nos aterra que haya millones de niños que no comen. Y si salen atrabajar —para poder vivir— los expertos reunidos en Conferencia de 5 estrellas, con voces atildadas, prohíbenel trabajo infantil. Si mendigan o se prostituyen es mejor que mueran antes, pero inocentes. Lo que importa

es la inocencia —un presupuesto de la infancia— y no el pan que les daría la maravilla de un nacimiento.

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América Latina

Bolivia: «El pueblo se organizó y triunfó»

Evo Morales*

* Dirigente político-social boliviano. Entrevista reali-zada por Pasado y Presente XXI, La Habana, Noviem-bre de 2003.

— Sería bueno comenzar conociendo tu criterioacerca de los acontecimientos de Bolivia des-de la perspectiva de los movimientos sociales.

— Nosotros hemos visto que es importante for-talecer los movimientos con algunos pequeñoslogros de las luchas sociales. Estoy convencidode eso porque el arranque para expulsar a Gon-zalo Sánchez de Losada, ha sido precisamentela guerra del agua. Nos organizamos en unacoordinadora, esa coordinadora se propuso pri-mero crear la conciencia dentro de la pobla-ción de cuánto le afecta directamente la priva-tización del servicio del agua a la población; lapoblación reacciona porque objetivamente veque esa forma de privatización no es una solu-ción, sino que es un saqueo. El agua no puedeser un negocio privado, sino tiene que ser unservicio público. Además de eso, estoy conven-cidísimo de que la privatización a servicios bá-sicos es fundamentalmente una forma de vio-lar los derechos humanos.

El triunfo de abril del 2000, en Cochabamba,ha permitido comprender que unidos, organi-zados y movilizados en defensa de un tema es-pecífico, por entonces el tema del agua, es posi-ble luchar no solamente por reivindicacionessectoriales, sino derrotar al neoliberalismo entemas de carácter estructural como era la priva-tización del agua. Pero no ha sido una sola movi-lización sino varias. En algún momento la ciu-dad nos abandonó. El primer día empezamos

juntos, el segundo día nos abandonó, el tercerdía otra vez se suma; el gobierno reacciona yabre el diálogo para debatir.

La unidad de campesinos y vecinos ha sidovital, y tenemos esa experiencia de que unidossí podemos ser escuchados. De ahí arranca quecon una organización muy transparente, muyhorizontal, con dirigentes insobornables, inclau-dicables, y que tienen convocatoria, podemosavanzar en las reivindicaciones y empezar aperforar el modelo económico. Con la fuerzasocial de abril del 2000 habíamos perforado elmodelo, que era una cuestión que realmentenos impresionaba. Nosotros mismos nos decía-mos: ¡Podemos!— El saldo en la conciencia es muy fuerte...— Sí. En el 2000 el gobierno decidió acabar conel movimiento cocalero. Y así como a los mi-neros los destrozaron cuando el levantamientode los 60, entonces el gobierno dijo: «Llegó lahora de destrozar a los cocaleros.» Y lanzó unaprovocación con dos decretos supremos de cie-rre del mercado legal de la hoja de coca. Lepedimos diálogo oportunamente, no hicieroncaso. Nuevamente enviamos cartas a la Asam-blea Permanente de Derechos Humanos, a la De-fensoría del Pueblo, a la Iglesia Católica: queabra el diálogo, porque esos decretos van a ha-cer arder el país. Y se agarraron de eso y dijeron:«Evo Morales dijo que va a hacer arder el país.»No les interesó el diálogo, y empezó otra movi-lización, fuerte, por cierto, en Cochabamba, enSacaba. El mercado estaba intervenido y cerca-do, cada día la batalla era mayor, y entoncesviene la Iglesia y dice: «Diálogo.» Decimos:

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Evo Morales

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«Ningún problema, vamos al diálogo.» Y en elmomento que íbamos de Sacaba a una univer-sidad a dialogar, cerca de la ciudad de Cocha-bamba, llegamos y nos dicen: «Hay unos solda-ditos muertos; los ministros ya están ahí…» Ycomo hay dos soldados muertos, para el go-bierno nosotros éramos los asesinos, entoncesno podíamos dialogar; estuvimos hasta la unaesperando, después nos dicen que hay seis, sie-te, no me acuerdo bien, soldados y policías des-aparecidos. Trato de comunicarme con los com-pañeros y saber qué pasa. Dicen: «No ha habidoningún enfrentamiento con los soldados.» A launa por ahí, con la asamblea, vamos a ver lossoldados muertos con bala en el pecho. Desdeese momento me acusan de asesino, me expul-san del Congreso Nacional, y no hay diálogo.— ¿Una provocación?— Sí, una provocación, un motivo para la ex-pulsión… En una reunión del gabinete habíandebatido: «Bueno, ¿se cumplen o no las instruc-ciones de EE.UU.?» Como la mayoría del gabi-nete dijo que hay que expulsarme, me expulsa-ron. Todo por instrucción de la embajada deEE.UU.. La votación por mi expulsión ha sidotransmitida en directo por el Canal 7, para queel embajador de EE.UU. vea quién vota y quiénno… Porque con cada voto se han ganado cercade dos mil bolivianos; eso no lo dice Evo Mo-rales, está en información de prensa.

Pero se levantó el país. Aunque no el cienpor ciento, se bloqueó en Oruro, en Potosí, enLa Paz, en Cochabamba, en Santa Cruz, hubomarchas en mi defensa. Las fuerzas policialeshacen un bloqueo permanente en el camino deCochabamba al Chapare, pero las mujeres lo-gran romperlo. Finalmente han tenido que abro-gar los dos decretos del Supremo. Ha sido untriunfo, y decimos nuevamente que podemos.La tercera movilización que potenció a la ciu-dad fue para enfrentar el impuestazo; eso pasóen septiembre mismo. El alcalde del MIR, LuisParedes, sacó un plan para empezar a registrar ala población para que paguen impuestos, el

Maya y el Paya. Según el Banco Mundial la únicaforma de combatir el déficit fiscal es un impues-tazo con tarifas, un facturazo. Entonces la ciu-dad se movilizó, pararon, y el alcalde tuvo queretirar su plan de Maya Paya; el pueblo se orga-nizó y triunfó. Son pequeños triunfos, pero pormás pequeños que sean realmente, como dijesiempre, potencian los movimientos sociales.

Cuando empezamos esta movilización en de-fensa del gas, mis reuniones con algunos secto-res eran: «Si fracasamos, si aquí perdemos, va aser una derrota y vamos a desmovilizar. ¿Quéhacemos?, ¿qué podemos ganar?» Ese era nues-tro planteamiento, porque se trata de seguir avan-zando para potenciar los movimientos sociales.Yo decía que lo que podemos ganar en ese mo-mento es, por lo menos, modificar al ley dehidrocarburos, para que las transnacionales pa-guen el 50% de regalías en vez de que siganpagando el 18%. Eso es lo mínimo, esa era últi-ma meta que nos hemos propuesto, porquemucho depende de la correlación de fuerzas,cuando baja, hay que buscar alguna salida polí-tica; si hay posibilidades de avanzar, avanzamos.

Los compañeros analistas me decían que com-parten con nosotros: «Evo, ¿cómo está la cosa?,¿se puede más o no se puede más?» Espera nomáscompañero, le decía, cuando no se pueda tevamos a decir: no podemos, hay que buscar unasalida política: que la asamblea, los derechoshumanos, que la Iglesia, la Defensoría… aun-que hemos perdido confianza en la Iglesia. Ycuando me llaman digo: «Hay que seguir dan-do guerra.»

El gobierno cometió un error, calculó desdeel principio que toda la batalla era del Evo ydel MAS. Y para eso usan a algunos dirigentes.No voy a decir quiénes por respeto a mis com-pañeros, yo no pierdo mi tiempo hablandocontra los compañeros dirigentes, pero…— Tratan de oponerlos unos con otros, de divi-

dir…— Sí, por eso el pueblo sigue perjudicado. ElEstado Mayor del Pueblo es un grupo de

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dente como Gonzalo Sánchez de Losada, quees impresionante; hay una gran fortaleza.

Para nosotros, el día 17 de octubre, cuandotumbamos al símbolo del neoliberalismo, es nosolamente el día de la dignidad, sino tambiéndía de la identidad.— ¿Cuáles serían las enseñanzas fundamentales

después de la «guerra del gas»?— Lo importante, primero, es organizarnos. Es-tamos organizados, pero debemos unirnos; losdirigentes tienen que limar las asperezas, las di-ferencias. Y es importante también que mejoreel movimiento. La Coordinadora en defensa delgas es muy horizontal, nadie se manda, todosconsensuamos y discutimos, analizamos y nosproponemos temas específicos para poder ha-cer, cuándo y con preparación además de eso.Y es importante movilizarnos cuando ya se ha-yan superado las diferencias. Todavía en los di-rigentes hay diferencias, pero no hay diferen-cias en el pueblo.

El gas prácticamente nos ha unido a todos,no solamente al movimiento popular, sino in-clusive a sectores de las Fuerzas Armadas, a sec-tores de la Policía, a sectores de la clase media,hasta de la clase alta... Hay gente rica que esmuy solidaria con los pobres, que siente por supaís y está con nosotros, con los pobres queestaban movilizados permanentemente.

Entonces, ¿cómo llegar a esa gente para po-der unirnos juntos?, ¿cómo superar las dife-rencias con algunos dirigentes? Algunos dicen:«Aquí la COB, los obreros, vamos a hege-monizar al lucha.» Pero no se trata de hegemo-nismo, no se trata de vanguardismo en estasépocas; tal vez eso de vanguardia, de hegemo-nía era antes.

Yo diría que los actores han cambiado: an-tes eran los mineros, ahora son los pueblosindígenas. Pero, ¿quiénes son los mineros?, tam-bién son quechuas o aymaras. El sindicato lesha traído un dogma, les han importado elobrerismo, que es la vanguardia. Pero esos obre-ros también son quechuas y aymaras.

organizaciones que tienen convocatoria, y a lacabeza dirigentes insobornables. Yo hablo mu-cho de insobornables porque conozco cómo sonalgunos dirigentes, sea de campesinos u otrossectores; hay dirigentes insobornables. Si hubieraen estos momentos unidad, unidad solamentedentro del movimiento campesino, Quechua,Aymaras y Guaraní en toda Bolivia, no habríauna lucha social que nos aguante...— Pero todavía hay fragmentaciones sectoriales,

culturales, sociales...— Ese es el problema. Entonces, ¿qué hizo elgobierno cuando nosotros estábamos preparan-do la primera gran movilización para el 19 deseptiembre? Antes había empezado una mar-chita, y dice que es una marcha cívico sindical,que ningún partido puede participar en esamarcha.— Un decreto para impedir la participación del

MAS…— Y para decir que la lucha es solo por las rei-vindicaciones y no la concentración del día l9.Pero fracasó el gobierno y la concentración deldía 19 tuvo escala nacional. Al día siguienteel gobierno mete balas.

Las acciones del gobierno estaban dirigidas adesarticular al MAS en sus luchas, por llegarclaro con muchos movimientos sociales, y fra-casó porque no han podido calcular. Hasta laembajada de EE.UU. se ha sorprendido del le-vantamiento y en ese momento no sabía cuálreacción tomar, porque lo que hemos vivido deseptiembre a octubre del 2003 fue una dictadu-ra, con tantos muertos, con tanques en las ca-lles. El pueblo se levantó para decir: «Estamosaquí», y para seguir hacia La Paz con marchas,con movilizaciones.

Así fue como destrozamos a la corrupción.Porque Gonzalo Sánchez de Losada era tambiénsímbolo de la corrupción, de la mafia política.Eso se ha ido definitivamente. Es algo impre-sionante y además, después de más de 500 años,los golpes de estado son una cosa, y otra cosa esque el pueblo se levante para echar a un Presi-

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Acá se trata de cómo nos juntamos para ca-minar juntos. No se trata de: Vengan detrás demí, síganme, apóyenme... Eso no existe en nues-tro pensamiento y especialmente en la culturaindígena.

Tenemos que unirnos, movilizarnos, organi-zarnos, ir juntos por las reivindicaciones y porel tema central… Imagínate que esa unidad estápermitiendo enfrentar temas estructurales; nosolamente estamos pidiendo: quiero más agua,o queremos más presupuesto para pagar sala-rios, vemos que se puede derrotar al neolibera-lismo.

Claro, en toda esta época ha habido tambiénuna acumulación de reivindicaciones frente alagotamiento del modelo económico, cansadosdel sistema político, de ahí que yo llego a la con-clusión que los partidos políticos si están con elpueblo pues no tienen otra alternativa de vercómo potenciar, cómo fortalecer los movimien-tos sociales en vez de querer usarlos. En vez deque los partidos políticos sometan a los movi-mientos sociales, es bueno que ellos se sometana los movimientos sociales.

¿Qué es eso? Yo entiendo que la política es laciencia de servir al prójimo. Los movimientospolíticos deben vivir para la política, no vivirde la política; por tanto, vivir para el pueblo,no vivir del pueblo. Esa es nuestra profundadiferencia con los partidos del modelo econó-mico. Los partidos del modelo viven del pue-blo, viven de la política…— Es un negocio…— Un negocio… ¡Semejantes inversiones en lascampañas electorales! Esa inversión se recuperacuando son gobiernos, no con los salarios queganan, sino robando. El origen de la corrupciónestá justamente en las campañas electorales.

Todo esto hay que cambiarlo para poder lle-gar a una sociedad con igualdad, con la justiciaque pretendemos. Y yo creo que vamos en unbuen tiempo, por lo menos en Bolivia en cómotransformar la política, empezando por las cam-pañas…

Lo que nunca en Bolivia, ahora los vilipen-diados por más de 500 años nos organizamospolíticamente para recuperar el poder político.

Pero yo no sé si ahora el imperio se va a que-dar con manos cruzadas. Esta es mi duda, loplanteo de una manera pública para su revis-ta, para su libro o para que pueda analizar.Hasta ahora la salida era constitucional, de-mocrática. Yo decía que la única forma de recu-perar la democracia era con la renuncia de Gon-zalo Sánchez de Losada y planteamos la sucesiónconstitucional. Aunque Carlos de Mesa es tam-bién un niño mimado de la embajada deEE.UU., no vamos a negar eso, vamos a ver sigobierna para los movimientos sociales o si vaa seguir gobernando para las transnacionalescon apoyo de la embajada.

Pero el problema es, ¿qué viene después?,¿cómo van a responder a los movimientos so-ciales? Porque estoy convencido de que cuandolas democracias ya no están al servicio del impe-rio, el imperio gesta golpes de estado para ponerdictadores que estén al servicio del modelo.

Algunos sectores del movimiento obrero di-cen: «Llegó la hora de tomar el poder los obre-ros y campesinos», y se lanzan simplemente parahacer descabezar a los movimientos sociales.

Acá hay que ir analizando qué consecuen-cias puede tener, realmente, transformar estoen una revolución, si se lograría o simplementeacabaría en una nueva dictadura…— En el fondo la preocupación es de no impo-

nerse un objetivo que no se pueda conseguir,y conduzca a una contrarrevolución, a ma-tanzas...

— ¿Cuál era y es el plan? Que las fuerzas armadasdel gobierno, no importa en una semana, dos,tres, cuatro, cinco semanas, cumplan el objeti-vo de descabezar, liquidar a los dirigentes. Cla-ro, después de tres, cuatro semanas, los EE.UU.dicen que hay que respetar la democracia, ycuestionan a la dictadura cuando ya las cosas…

¿Para qué sirve entonces el Golpe de Estado?Para descabezar los movimientos; una vez que

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cumple su objetivo, el Congreso vuelve asesionar y nombra uno de Presidente, sucesióncompleta, resuelto el problema. Esos son losplanes en este momento del imperio.

Ahora sería muy diferente a los años 80 por-que el movimiento indígena en estos momen-tos tiene 35 diputados, lo que nunca en la his-toria. Y todo un movimiento popular queexpulsa del país a un símbolo del neolibera-lismo. Hoy la situación es mucho más gravepara el imperio. Y ahí están operando las trans-nacionales…— En ese contexto entonces, ¿cuáles serían los

desafíos fundamentales?— Seguir avanzando, seguir caminando sin pa-rar. Y hay un objetivo central: el modelo ya nosirve y hay que cambiarlo. Yo lo veo así. En estaépoca no es que vamos a tomar el poder, a ha-cer una revolución con una insurrección o conuna lucha armada. Nuestro plan es ver cómollegar a las estructuras del Estado y del gobier-no y desde ahí hacer una transformación, ha-cer una revolución pacífica.

Hay que combatir con sus mismos instru-mentos, hay que usar sus instrumentos paratransformarlos; no dar ningún motivo para queellos puedan buscar una salida autoritaria.

¿Qué lucha contra el narcotráfico? Es una sim-ple excusa para que EE.UU. mejore el poderío,el control hacia nuestros países ¿Qué certifica-ción?, son instrumentos de colonización. Porejemplo, las guerras preventivas. ¿Qué quieredecir «guerras preventivas»? Faltaría que digan:«En el Chapare Evo tiene armamentos de des-trucción masiva para la humanidad…» (ríe) Detodo me acusan.

Esa es la situación, en esa coyuntura estamos.— Uno de los desafíos sería avanzar en un pro-

yecto común. Porque parece imposible unirseteniendo diferencias estratégicas tan grandes...

— Sí, pero va a ser difícil porque esos compañe-ros que hablan de la dictadura del proletariado,del gobierno de obreros campesinos, son todosminorías… Esos son discursos. No tengo mie-

do del discurso que no influye finalmente nada;a mi no me asustan.

Nosotros decimos: Queremos pasar de las pro-testas a las propuestas; eso me parece muy im-portante, ver cómo.

Y nosotros hicimos eso: hemos llegado al Par-lamento y en el Parlamento de agosto a agostohemos planteado más de 60 proyectos de ley. Esosproyectos de ley han sido bloqueados permanen-temente dentro del Congreso Nacional; y cuan-do salimos a las calles o al camino, a las moviliza-ciones, balas, balas y balas, a eso se deben los150 muertos de agosto a octubre de este año.

Entonces, hay una rebelión, hay un levanta-miento y eso va a continuar. Este movimientoes parte de un movimiento continental: mu-cho dependerá también de las acciones de soli-daridad que oportunamente pondremos en elterreno.

La gran ventaja que tenemos nosotros en estemomento es que por lo menos dentro del mo-vimiento campesino , los dirigentes son de esteinstrumento político, que no es el Evo Mora-les, no es un grupo de dirigentes, sino que sondel pueblo, porque el pueblo ha gestado estetema del instrumento político.

Mucho depende de hacer evaluaciones per-manentes con las bases correspondientes. Yo nodescartaría, por ejemplo, si hay que hacer unarevolución, pero tampoco estaría seguro si elpueblo se vaya a imponer. En este momentono estoy tan seguro, y quiero ser muy honesto,muy responsable transparente, no estoy seguro.Y por eso digo, es mejor plantearlo así.

Porque eso no es solamente de Bolivia, es detoda Latinoamérica. Porque si aquí lo arruina-mos, tendríamos que esperar unos 500 años más.Si el MAS como instrumento político del pue-blo, especialmente de los pueblos indígenas, nosabe conducir y fracasa, vamos a fracasar paraotros 500 años. Y la tarea de todos nosotros quie-nes compartimos una lucha contra el neolibe-ralismo, contra el imperialismo, es aportar paraestar seguros de lo que estamos haciendo.

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El agua potable:

nuevo recurso estratégico del siglo XXI*

Elsa Bruzzone**

Frecuentemente escuchamos y leemos que elagua potable será un recurso cada vez más esca-so en los últimos años y que, a diferencia delpetróleo, no cuenta con sustitutos. Por lo tanto,quien lo controle, controlará la economía uni-versal y la vida del planeta en un futuro no muylejano. Se sabe también que sólo el 3% del aguapotable terrestre se encuentra en la superficieterrestre. El resto, se encuentra debajo de ella yse ha almacenado allí por más de 10.000 años.

Los datos más optimistas informan que parael año 2025, unas 3.500.000.000 de personas pa-decerán escasez de agua potable. Pero los cientí-ficos más pesimistas estiman que esa carenciaafectará a 7.000.000.000 de niños, mujeres y hom-bres, habitantes de este planeta. Basta con echaruna mirada a los mapas hidrológicos del mun-do para darse cuenta de la magnitud del proble-ma que se avecina y para entender por qué elagua potable es el nuevo recurso estratégico, nosólo de este siglo, sino de los venideros.

El agua potable en el mundo

Observando el continente europeo vemos quecasi toda Europa se encuentra en un estadoque va de grave a crítico. De sus 55 ríos, sólo

* Síntesis de las exposiciones brindadas en el ForoSocial del Acuífero Guaraní, Araraquara, Brasil, del12 al 15 de Noviembre de 2003.

** Secretaria del Centro de Militares para la Democra-cia Argentina (CEMIDA)

cinco no están contaminados. La escasez de aguapotable es crítica en España, sur de Italia, Gre-cia y los Balcanes, parte de Holanda, Alemania,Países Bajos e Inglaterra. En el resto, grave. Hancontribuido a este desastre, la explotación irra-cional del recurso, la contaminación produci-da por las industrias petroquímicas, el uso deagrotóxicos hasta hace pocos años en la agricul-tura, la devastación de los bosques y florestasnaturales…

Peor es la situación en Asia. En el Asia Me-nor, Medio Oriente, la Península Arábiga, Irán,Afganistán, Pakistán, India, Asia Central, partede China, Japón, Corea, el estado es crítico. Tur-quía e Irak están enfrentados por las nacientesdel Tigris y el Eufrates donde los turcos aspirana construir represas para desviar el agua de estosríos. El trasfondo de la guerra israelí-palestinatambién está dado por la decisión de Israel deapoderarse totalmente de los recursos que am-bos pueblos comparten y aún del agua del Líba-no y Siria. Los ríos de la India están totalmentecontaminados. Igual el río Amarillo, corazón yvida de China, y los ríos que alimentan las pla-nicies del norte aunque el gobierno chino hatomado medidas para revertir la situación. Lasreservas subterráneas de China también fueronafectadas, sobre todo entre los años 1991 y 1996.El Mar de Aral, que se encuentra entre Uzbe-kistán y Kazajstán, se está secando debido a lacontaminación producida por los elementosquímicos que se utilizan en Uzbekistán para el

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del agua subterránea para el uso doméstico y loscientíficos han determinado que la misma des-empeña un papel importante en la conserva-ción de los ríos, lagos, humedales y sistemasacuáticos. Las aguas superficiales y subterráneasinteractúan, de tal modo que los cambios enlos niveles de agua subterránea pueden tenerefectos significativos en hábitats críticos comola vegetación ribereña y la vida silvestre que deellos dependen. Canadá posee el 9% del aguadulce y renovable del mundo, la gran mayoríade ella es subterránea y se calcula que su volu-men es 37 veces más grande que el del agua delos lagos y ríos del país. Se sabe que el aguasubterránea abastece en un 22% al lago Erie yen un 42% a los lagos Hurón y Ontario. Másde un cuarto de canadienses se abastecen de aguasubterránea para uso doméstico. A pesar de con-tar con tanta agua potable, la población sóloaccede al 40% de ella. En muchas regiones elagua subterránea se usa con mayor rapidez quecon la que se recarga. Canadá está padeciendoproblemas de contaminación en algunas zonasdebido a industrias petroquímicas, pesticidas,aguas servidas, nitratos, desechos químicos, bac-terias. La contaminación de los acuíferos pro-duce mortalidad entre la población, sobre todoen los niños, ya que las aguas subterráneas setransforman en armas letales por los venenos,tóxicos y bacterias que adquieren.

EE UU tiene el 40% de sus ríos y lagos con-taminados. El famoso Canal del Amor de lasCataratas del Niágara, equivalente para los nor-teamericanos a lo que es la Garganta del Diabloen nuestras Cataratas del Iguazú, padece un altogrado de contaminación. Pero también la pa-decen los acuíferos estadounidenses. El Ogallala,que se extiende por ocho estados desde Dakotadel Sur al norte, hasta Texas, ha visto mermarsus aguas por la sobreexplotación del mismoen las grandes llanuras, corazón cerealero delpaís. El uso de agrotóxicos como el glifosato,utilizado ya como defoliante por las tropas

lavado del algodón, que es el principal produc-to económico del país. Esta contaminación hamatado toda la vida que florecía alrededor delAral y ha afectado la salud de los habitantes dela región: distintos cánceres, abortos espontá-neos, niños que nacen con graves problemasfísicos o mentales.

Australia padece serios problemas en el sur.La superexplotación de los ríos y de las reservasde agua subterránea están concentrando grandescantidades de sal en la superficie. El intentoaustraliano de desviar el curso de algunos ríoshacia esta zona del país, terminó provocandoun desastre ecológico de carácter irreversible entodo sentido, no sólo para la vida vegetal y ani-mal, sino también para la humana pues se per-dieron tierras fértiles, muy aptas para la agri-cultura.

África a pesar de poseer dos enormes acuí-feros (reservorios de agua potable mineral sub-terráneos que se encuentran a partir de distin-tas profundidades de la superficie), el de Nubia(Sudán) con un volumen de 75.000 kilómetroscúbicos (un kilómetro cúbico equivale a un bi-llón de litros de agua, es decir un uno con doceceros atrás) y el del Norte del Sahara con 60.000kilómetros cúbicos, se encuentra en estado crí-tico en el norte, parte de Somalía, Eritrea, Etio-pía y en el sur del continente. Todos su ríos ylagos están contaminados por la sobreexplo-tación humana, sobre todo por razones econó-micas. ¡Cruel paradoja! Un continente que po-see reservas de agua potable, que alguna vez fuecomparado con el Paraíso, hoy se muere de sed.

El agua potableen el continente americano

Nuestro continente, con el 12% de la poblaciónmundial, encierra el 47% de las reservas de aguapotable de superficie y subterránea del mundo.

En América del Norte, la situación va de gra-ve a crítica. 200 millones de personas dependen

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norteamericanas durante la Guerra de Vietnamy cuyas consecuencias aún se hacen sentir en elmedio ambiente y población vietnamitas, losdesechos químicos, sumideros, han contamina-do gravemente al Ogallala. El Acuífero ha dis-minuido hasta 30 metros en algunas zonas.

La mitad de la población estadounidensedepende del agua subterránea. La extracción amayor ritmo que con el que la naturaleza lorecarga, es decir la explotación irracional del acuí-fero, produce la disminución del nivel del agua(Chicago–Milwaukee, Cuenca del Alburqueque,Nueva México, Acuífero Sparta de Arkansas,Louisiana, Mississipi), la intrusión del agua sala-da en los acuíferos costeros (tal el caso de la costaatlántica de Cap Code a Miami, Long Island,Nueva York y la costa central de California), elhundimiento del suelo (Valle San Joaquín, Cali-fornia, Houston, Galveston en Texas, BatonRouge en Louisiana, Phoenix en Arizona) y lareducción de las descargas de agua superficialen ríos y humedales. El proceso de hundimien-to del suelo es irreversible pues los sedimentosde los mantos acuíferos se compactan y la capa-cidad de almacenamiento se reduce para siem-pre. Hoy EE UU tiene un déficit de agua subte-rránea calculado en 13.600 millones de metroscúbicos (cada metro cúbico equivale a 1.000 li-tros de agua) anuales, cuya mayor parte se acu-mula en el Ogallala. La sobreexplotación tam-bién alteró el sistema de los Everglades enFlorida y produjo la ruptura del equilibrioecológico de la región. El acuífero transfron-terizo entre Canadá y EE UU, el Abbootsford,también está contaminado. Los sistemas sépti-cos, las fugas en los tanques de almacenamientosubterráneo, los derrames de sustancias quími-cas industriales, las filtraciones de los vertederosde residuos sólidos y peligrosos, los terrenosbaldíos donde alguna vez funcionaron indus-trias como fundiciones, plantas de destilaciónde alquitrán, de hulla y altamente contamina-dos, los nitratos, plaguicidas y bacterias, han

alterado la calidad de las aguas subterráneas yde superficie. En Texas, se está evaluando la cons-trucción de una planta de desechos radiactivos ypeligrosos lo que provocaría la potencial conta-minación de las aguas del río Bravo o Grande,frontera natural entre México y EE UU.

En diversas partes de la Florida, San Anto-nio, Texas, Alburqueque, Nueva México, el aguasubterránea es la única fuente disponible de aguapotable. La escasez de la misma está llevando adisputas entre los usuarios y los proveedores deagua, ya que para EE UU, el agua potable esuna mercancía, por lo tanto objeto de oferta ydemanda y no un bien social, que a veces lle-gan a verdaderos enfrentamientos armados. Loscostos de bombeo aumentan cada vez más ylos pozos rinden cada vez menos. En las Lla-nuras Altas, los agricultores han comenzado aabandonar la agricultura de irrigación. Los cam-bios en los recursos hídricos, están afectandolas relaciones internacionales en las fronterasnorte (Canadá) y sur (México) de EE UU don-de las cuencas compartidas están generandodisputas, a pesar de los Acuerdos Binacionalessobre Aguas Compartidas. El Acuerdo entreCanadá y EE UU data del año 1909 y regula lascuencas del Río San Lorenzo, de los GrandesLagos, Grandes Llanuras, del Columbia y Yukón.

El Acuerdo con México es del año 1944 yregla la utilización de los ríos Colorado, Tijuanay Bravo. El Tratado asignó a México 1850 mi-llones de metros cúbicos anuales, (con 246,7millones de metros cúbicos adicionales en tiem-pos de abundancia), un 10% del flujo anualpromedio, de las aguas del Río Colorado perono menciona calidad del agua y México estárecibiendo agua salada (debido a la evaporaciónen los embalses, las transferencias fuera de lacuenca y usos industriales y urbanos). Con res-pecto a la Cuenca del Tijuana, no hay acuerdosobre la distribución del agua de la cuenca, sílo hay con el Río Bravo. México debe entregaruna cuota de los tributarios del río a EE UU.

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En los últimos años, por problemas de caudalde agua, el país no pudo cumplir con su com-promiso. Esto ha llevado a que se esté constru-yendo un dique en el río Colorado, en EE UU,para impedir que las aguas del mismo lleguen aMéxico. Con respecto a las cuencas de los ríosSanta Cruz y San Pedro no hay acuerdo bina-cional. En 1977 firmaron un acuerdo sobreaguas subterráneas transfronterizas.

Fuentes gubernamentales norteamericanashan evaluado en 270.000 millones de dólares elcosto de modernización de las instalaciones detratamiento de agua, en 265.000 millones elcosto de renovación de la red de agua potable,y en varios miles de millones de dólares más,la cifra supera la suma de las anteriores, el costode la descontaminación de las aguas superficia-les y subterráneas. Todo esto explica por qué,los ojos de EE UU y sus apetencias se han vueltohacia el resto de los países del Continente. Noolvidemos una de las premisas del DocumentoSanta Fe IV: «… los recursos naturales del he-misferio están disponibles para responder anuestras prioridades nacionales (las de EE UU,claro). Una «Doctrina Monroe» si quieren.»

El 66% de la población de México se abas-tece de agua subterránea. De los 459 acuíferoscon que cuenta el país, 130 están contaminados,sufren sobreexplotación o están amenazados porésta. Se encuentran en el norte del país. ElAcuífero Ciudad Juárez–El Paso, en la fronteracon EE UU, sostiene a 1.500.000 personas queviven allí. Se agotará, irremediablemente si nose revierte la situación, en el 2018. Toda el áreadel río San Pedro, que es alimentado por aguasubterránea y surge como río en el desierto deSonora en México, para llegar hasta Arizona enEE UU, ha sido afectada al disminuir el caudaldel mismo. La situación es igualmente críticaen las cuencas del Lerma y el Chapala.

El panorama cambia en el sur. Allí, se con-centran la mayor parte de la precipitación pluvialdel país y los más grandes acuíferos: Tabasco,

Chiapas, Oaxaca, Veracruz, la península deYucatán. La gran disponibilidad de agua pota-ble es uno de los grandes atractivos de la re-gión. A ello se suma la gran riqueza de especiesanimales y vegetales, pero también el petróleomexicano. Quizás ahora entendamos un pocomejor las razones que llevaron a EE UU a imple-mentar el NAFTA con México y Canadá.

En América Central abundan los ríos y losacuíferos y la biodiversidad genética. ¿Se en-tiende por qué el Plan Puebla Panamá (PPP),simple extensión del NAFTA? En Guatemala(veremos que hará el nuevo gobierno) el repre-sentante presidencial del PPP es funcionario dela SHELL y accionista junto a altos mandosmilitares del país de proyectos hídricosguatemaltecos. Además, todo el servicio eléctri-co está en manos de multinacionales norteame-ricanas.

Todos los países de la región tienen aguassuperficiales y subterráneas. Lamentablementelos proyectos hídricos están en manos de mul-tinacionales norteamericanas y europeas con elapoyo e intervención como accionista, en lamayoría de los casos, del Banco Mundial, porlo tanto los intereses de la población no sontenidos en cuenta y tampoco el equilibrio am-biental, tan necesario para la vida humana, ve-getal y animal, porque reiteramos: el agua pota-ble es vista como una mercancía y no como unbien social.

En Costa Rica se encuentra el Acuífero Bar-ba que abastece a la población del Valle Cen-tral en las tierras altas del país y se localiza enla parte alta y media de la cuenca del río Virilla.Su uso se inició hace centenares de años, mu-cho antes de llegada de los españoles a la re-gión, por medio de pozos y manantiales. Susaguas se usan para consumo humano e indus-trial. Se recarga por las lluvias, ríos y acuíferossuperficiales. Está relacionado con los otrosacuíferos del Valle Central y alimenta a su vezal Acuífero Colima que se encuentra debajo

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de él. Todos los acuíferos de la región, forma-rían el gran Acuífero de América Central, des-de el Yucatán hasta Panamá. A pesar de todaesta riqueza, la mayoría de la población cen-troamericana no tiene acceso al agua potable.

América del Sur no es menos rica. El aguadulce abunda por doquier. A ríos, lagos, esteros,bañados, lagunas, debemos sumarle acuíferos, yentre ellos, el tercero más grande del mundo: elAcuífero Guaraní, compartido por Brasil, Para-guay, Uruguay y Argentina.

En Colombia, diversas áreas urbanas y rura-les se abastecen totalmente de agua subterránea.Casi no hay conocimiento del potencial de esterecurso. Esto provoca que sólo el 19,5% delabastecimiento sea de agua subterránea. La ex-plotación se hace sin evaluación ni control lamayoría de las veces. Existe un «Proyecto pilo-to de manejo integral de agua subterránea» enel Valle del Cauca y de protección del Acuíferode Morro en el Departamento de Sucre, en laGuajira y en Risaralda.

Ecuador y Perú comparten el Acuífero delvalle del río Zarumilla. A pesar de que se loexplota desde hace años, su evaluación es casinula. El proyecto binacional se ha gestado sinapoyo de instituciones del exterior. Intervienenen el mismo las respectivas Comisiones de ener-gía Atómica. Se han elaborado trabajos dehidrología isotópica y el Proyecto PuyandoTumbes. Se espera que 40.000 habitantes de lazona fronteriza sean beneficiados y se prevéregar de 50.000 a 70.000 hectáreas repartidasentre ambos países.

A su vez, ambos países tienen sus propiosacuíferos. En Ecuador están localizados en zo-nas densamente pobladas: Cayambe, Tabacundo(estos dos actualmente en estudio junto con losdel Valle de los Chillos, y Tumbaco) y Quito,que recarga en las laderas del volcán Pichin-cha, a cuya falda se libró una de las grandesbatallas por nuestra independencia de España,y que también está en estudio. Se piensa que la

explotación de los mismos es la solución parael abastecimiento de agua potable y regadío.

En el norte de Perú la cuenca alta del ríoPiura dispone de un acuífero subterráneo quese estima de gran capacidad pero cuyas caracte-rísticas se conocen apenas. El acuífero propor-ciona actualmente agua a unas 30.000 hectá-reas de cultivo y quizás sea el mismo que surtea la ciudad de Piura y Catacaos. Se desconoce lacalidad del agua, grado de contaminación, y vul-nerabilidad. Tampoco hay obras importantespara la explotación del mismo. Se calcula quepodría beneficiar directamente a los 650.000 ha-bitantes (130.000 familias) de la zona e indirec-tamente a 30.000 familias más.

Chile cuenta con los acuíferos de Santiago,Pincoya–Quilicura–Huechuraba–Renca.

En América del Sur se encuentran tambiénlas grandes cuencas del Amazonas, Orinoco ydel Plata y el pulmón verde del planeta, la re-gión de mayor biodiversidad y riqueza genéticadel mundo: la Amazonia, la presa más codicia-da por el Imperio. El Plan Colombia y la Ini-ciativa Regional Andina, le permiten a EE UUtener una activa presencia militar en la región através de las bases instaladas, la más importantela de Manta, en Ecuador. Gracias a esta estrate-gia, ha cerrado el cerco sobre la Amazonia, con-trola militarmente su periferia y está en condi-ciones de tener un rol preponderante en elmomento en que exploten sus recursos natu-rales.

Pero ha surgido una nueva presa: el AcuíferoGuaraní. Se extiende por las cuencas de los ríosParaná, Uruguay y Paraguay. Tiene una superfi-cie aproximada hasta la fecha de 1.194.000 ki-lómetros cuadrados de los cuales 839.000 corres-ponden a Brasil, 226.000 a Argentina, 71.700 aParaguay y 59.000 a Uruguay, que representan,el 10% del territorio de Brasil, el 6% de Argen-tina, el 18% del Paraguay y el 25% de Uruguay.Por el norte toma contacto con el Pantanalque a su vez se conecta con la Amazonia. Se

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desconoce el límite oeste del Acuífero en elParaguay y en Argentina, aunque se estima queen nuestro país se prolonga hacia la cuenca delBermejo y más allá de la laguna Mar Chiquita.También es desconocido el límite sur en la Ar-gentina pero no se descarta que continúe hacialas regiones pampeana (inundada) y patagónicapudiendo llegar a conectarse con la zona de losgrandes lagos precordilleranos. Algunas carac-terísticas geológicas del Guaraní se conocendesde hace más de 50 años por las exploracio-nes de Ptrobras, YPF, y Pulipetrol, en Brasil,Argentina, Paraguay y Uruguay. Ya en 1974 sepublicó en Brasil el primer estudio hidrogeo-lógico importante sobre la región.

Se estima su volumen en unos 55.000 kiló-metros cúbicos (recordemos que cada kilómetrocúbico equivale a un billón de litros de agua, esdecir un uno con doce ceros atrás). La recargase estima entre 160 y 250 kilómetros cúbicospor año y explotando anualmente 40 kilóme-tros cúbicos (una explotación racional llegaríatambién hasta 80 kilómetros cúbicos por año),podría abastecerse a unos 360.000.000 de per-sonas con una dotación de 300 litros por habi-tante diariamente. En vastas regiones presentasurgencia natural. El espesor más común delAcuífero es de 200 mts, pero supera los 600 mts.Llega hasta los 800 mts a lo largo del río Uru-guay y alcanza 1000 y 1200 mts en zonas deBrasil Argentina. Las aguas encontradas entre500 y 1000 mts. de profundidad presentan cau-dales mayores a los 500.000 l/h y en algunoscasos 1.000.000 l/h. La temperatura del aguavaría con la profundidad.

Las áreas de recarga y descarga del Guaraní ylas áreas donde existen una alta concentraciónde usos y usuarios se consideran áreas críticas(«hots spots»): Concordia (Argentina) – Salto(Uruguay); Rivera (Uruguay) – Santana do Livra-mento (Brasil); Riberao Preto (Brasil). Pero elárea más importante y fundamental de recargay descarga es el corredor transfronterizo entre

Paraguay, Brasil y Argentina, y este corredor estáubicado en la zona de la Triple Frontera. Estoexplica las mentiras del Imperio sobre la exis-tencia de células terroristas internacionales enla zona, la inusitada presencia de efectivos mili-tares norteamericanos en la región, los continuosejercicios combinados de las fuerzas militaresnorteamericanas con las regionales, las presio-nes sobre los gobiernos argentinos para instalaruna base militar de EE UU en la Provincia deMisiones. La población de la Triple Fronteraasciende a unos 470.000 habitantes agrupadosen Puerto Iguazú (Argentina) 30.000; Foz doIguazú (Brasil) 270.000 y Ciudad del Este (Pa-raguay) 170.000. En Brasil y Argentina, la acti-vidad principal es el turismo por la presenciade las Cataratas del Iguazú. En el Paraguay, elcomercio, de todo tipo, regulado y controladopor una porción del corrupto poder político–militar. En Foz do Iguazú y Ciudad del Este,hay una importante comunidad sirio–libanesaque se dedica al comercio. En las tres ciudadesy en la región, se encuentran elementos de lapolicía nacional, Fuerzas de Seguridad (Gendar-mería, Prefectura), filiales de órganos de inteli-gencia, policías aduaneras, agencias de vigilan-cia privada para hoteles y otras dependenciasturísticas, guarniciones militares. Se observaentonces que los medios de vigilancia y seguri-dad son más que suficientes para mantener uncontrol casi absoluto de la zona y sus habitan-tes y detectar de inmediato cualquier anomalíade importancia. (Para más detalles ver «La pa-traña del peligro terrorista en la Triple Fronte-ra» en: www.geocities.com/cemida_arg).

Todavía no se conoce bien la relación delAcuífero con el río Paraná y sus afluentes aun-que se estima que la recarga puede ser elevadaen las zonas próximas al cauce del río y de susafluentes y sobre todo en las zonas inundadaspor los embalses existentes en la cuenca delmismo y que el Acuífero a su vez descarga en elParaná . Sí se ha determinado que hay zonas de

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recarga directa en el SO de la Provincia de Mi-siones, en los alrededores de San Ignacio y en elcentro de la Provincia de Corrientes, en CuruzúCuatiá y Mariano Loza, y que una de las des-cargas más importantes del Guaraní se realizaen los Esteros del Iberá que se continúan enParaguay.

La región comprendida por el Guaraní po-see unos 15.000.000 de habitantes. El Acuíferoconstituye la principal fuente de suministro deagua potable para abastecimiento urbano, in-dustrial y agrícola. En Brasil, más de 300 ciuda-des de entre 3.000 y 500.000 habitantes sonabastecidas total o parcialmente por él. Su utili-zación comenzó en 1930. En Paraguay, se hanregistrado unos 200 pozos que abastecen a pobla-ciones de la región oriental del país. Uruguaycuenta con más de 135 pozos y se los usa paraabastecimiento público y baños termales. En laArgentina, hay en explotación 9 pozos termalesde agua dulce en el sector oriental de la Provin-cia de Entre Ríos, y, en la Provincia de Corrien-tes, algunas localidades y zonas de quintas hancomenzado a utilizar sus aguas.

El proyecto de estudio del Acuífero fue ela-borado por universidades nacionales de loscuatro países que comparten el recurso. Elcosto del mismo se estimó en 26.760.000 dó-lares. Pero los gobiernos de la región determi-naron que no había dinero para financiarlo ylo ofrecieron, en 1997, al Banco Mundial. Fueasí como EE UU pasó a tener el control delProyecto. Rápidamente el Banco Mundial(BM), la OEA, organismos alemanes y holan-deses que él controla, y algunos elementosuniversitarios de los países involucrados, fue-ron puesto al frente de la investigación. Hastasugirió cómo participarían las comunidadesindígenas y la sociedad civil para asegurarsesus fines que son: determinar la magnitud delreservorio, evitar su contaminación, regular suuso de «manera sustentable» y mantener per-manente control hasta cuando lo considere

necesario. (Para más detalles ver documentocitado más arriba).

Técnicos brasileños presentaron una pro-puesta al BM para la creación de una Red deMonitoreo del Acuífero Guaraní con el objetode mejorar el nivel de conocimiento científicoy técnico y para poder llevar una gestión sus-tentable del mismo. Este proyecto propone nosólo el monitoreo de pozos determinados, sinotambién la elaboración de mapas: de ciudadesy poblados, de suelo, de vegetación, de cursosde agua: ríos, represas, lagos, lagunas, estructu-ral de drenaje; de vías de acceso: rutas, caminosprincipales y secundarios, hidrovías, ferrovías;de oleoductos y gasoductos; de áreas de exclu-sión: perímetros de áreas demarcadas en la zonaambiental tales como las áreas de preservaciónpermanente (APP), de preservación ambiental(APA), de conservación permanente (ACP), derestauración (AR), así como los sitos históricosy las áreas de protección de manantiales, y todotipo de análisis físicos y químicos.

La Organización Internacional de EnergíaAtómica ha realizado estudios isotópicos de lasaguas del Acuífero. Ellos han determinado queel mismo es rico en distintos elementos quími-cos como el deuterio, utilizado en la astronáu-tica y cohetes militares como combustible for-mando parte de la mezcla de gases propulsores,de tritio, usado en los ensayos termonucleares apartir de 1952 y que a través de las lluvias pene-tra en la tierra y en los acuíferos, uranio, torio,silicio, que se encuentra también en la tierra ycuyas propiedades similares a la del titanio lohacen apto para la industria espacial y aeronáu-tica. Coca–Cola y Nestlé ya tiene plantas sepa-radoras de estos elementos en la región.

La Secretaria Nacional de Saneamiento Am-biental (SENASA) paraguaya, vuelca toda lainformación del Acuífero en Paraguay en elBanco de Datos Regis, que es holandés. No sa-bemos si con el cambio de gobierno la situa-ción se revirtió.

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La Secretaría del Proyecto tiene su sede enMontevideo, Uruguay, y en marzo y setiem-bre de cada año debe informar sobre los avan-ces del mismo al BM. Este y el Fondo para laProtección Ambiental Global (GEF) determi-nan los lineamientos que la Secretaría seguiráen su accionar, la cual, debe revisar lo actuadocon ellos y la UDSMA/OEA. El BM realizamisiones de supervisión periódicas y determinalas nuevas pautas a seguir.

El BM creó un Fondo de Ciudadanía de240.000 dólares para apoyar la promoción de cur-sos, eventos de capacitación y divulgación rela-cionados con aguas subterráneas y en especialcon el Acuífero Guaraní.

También instrumentó un Fondo de Univer-sidades de 370.000 dólares destinado a finan-ciar durante dos años proyectos universitariosde investigación sobre el Guaraní. Fueron apro-bados nueve proyectos que serán supervisadosdirectamente por el BM. Las universidades ele-gidas son: Universidad de San Pablo, Federalde Santa María, de Brasilia, de Mato Grosso, deMinas Gerais, Del Valle Del Río Dos Sinos,Federal de Paraná (Brasil); Universidad Nacio-nal del Litoral, Tecnológica Nacional de EntreRíos, del Centro de la Provincia de Buenos Ai-res (Azul), de Buenos Aires y Católica de SantaFe (Argentina); Universidad de la República yFacultad de Ingeniería de la UDE-LAR (Uru-guay), Facultad de Ciencias Exactas y Naturalesde San Lorenzo (Paraguay) y Universidad Na-cional Autónoma de México. Además interven-drán en los mismos: el Centro de Desenvolvi-miento de Tecnología Nuclear de Belo Horizonte(Brasil), la Dirección Nacional de Medio Am-biente (Uruguay), y el Instituto Nacional del Aguay su filial Centro Regional Litoral (Argentina).

Para implementar el control de los recursosEE UU diseñó para nuestro continente un sis-tema, aplicado desde la Primera Reunión deMinistros de Defensa en Williamsburg, EE UU,en 1995, y que se compone de tres elementos:

A) En el político la Democracia Representa-tiva: Jamás participativa, porque es más fácilcomprar presidentes, legisladores, gobernadores,alcaldes, intendentes o prefectos que un puebloque se exprese a través de plebiscitos, consultapopular, referéndum, control de gestión y revo-catoria de mandatos.

B) En lo económico la Libertad de Comer-cio, o sea la adscripción lisa y llana al sistemaeconómico mundial globalizado. El instru-mento pensado: el ALCA cuyos capítulos Com-petencia, Inversiones, Propiedad Intelectual ySolución de Controversias, determinan en gran-des líneas que:

1. Prohíbe a los Estados Nacionales impe-dir el libre acceso de las empresas privadas a losinsumos, materias primas (el agua es una deellas), tecnología o canales de distribución.

2. Los gobiernos nacionales podrán tomarmedidas relacionadas con la preservación derecursos no renovables vivos o no y la protec-ción de la vida o salud vegetal, animal y huma-na siempre que esas medidas no constituyanuna restricción encubierta al comercio o la in-versión.

3. Si surge una controversia entre la empresaprivada y el gobierno nacional, éste renuncia adirimir judicialmente el problema en su propioterritorio. La empresa es la que elige el TribunalArbitral y éste es la Corte Penal de Nueva Cork.

4. Determina que la propiedad intelectualse regirá de acuerdo a las normas internacionalesy que se concederán patentes que versen sobreinvenciones desarrolladas a través de materialobtenido de patrimonio biológico y genético ode los conocimientos tradicionales de las comu-nidades indígenas, debiéndose dar a los países ycomunidades una compensación de los benefi-cios cuando se produzcan las ganancias.

La Declaración Ministerial de Buenos Airesdel 2001 expresa en uno de sus artículos:«Nuestras políticas ambientales y de liberali-zación comercial se apoyan mutuamente.»

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C) En el plano militar a través de la Coope-ración de los países del hemisferios para comba-tir las amenazas comunes que son: el terrorismointernacional, el tráfico de armas, las armas dedestrucción masivas, el narcotráfico, las migra-ciones, y todo aquello que amenace a la demo-cracia representativa y la libertad de comercio,y que se manifiesta en dos formas:

1. A través de los Ejercicios combinados:siempre en nuestros territorios, nunca en el deEE UU, y siempre cerca de las zonas donde seencuentran nuestros recursos estratégicos.

2. A través de la formación de civiles espe-cialistas en defensa en el Centro de EstudiosHemisféricos, creado en 1997 por la Comi-sión de Seguridad Hemisférica, luego de la Re-unión de Ministros de Defensa en Bariloche,y que está integrado a la National Defense Uni-versity.

Todo bajo el control del Departamento deDefensa norteamericano. (Para más detalles ver«Documento para el IV Congreso AnfictiónicoBolivariano: La Defensa Nacional Latinoame-ricana–caribeña: Pasado, Presente y Futuro De-seable» en nuestra página web)

Los recursos estratégicos de nuestro Conti-nente deben estar en manos de nuestros pue-blos y ser explotados en favor de nuestras ne-cesidades e intereses. Para ello es necesario quenos informemos, tomemos conciencia, nos movi-licemos y presionemos sin descanso a nuestrosgobernantes que han tomado la costumbre demirar hacia otro lado. La defensa de nuestrospatrimonios nacionales es indispensable paramantener nuestra supervivencia como pueblosy naciones y nuestra identidad.

Para terminar, una pequeña reflexión:Podemos decir que la guerra por el control

de los recursos estratégicos, en especial del aguapotable, ya comenzó. El futuro del planeta y dela humanidad está en juego. Si dejamos que laconcepción mercantilista, capitalista, para la cuallos seres humanos, vegetales, animales, toda la

tierra, no son más que mercancías objeto decompra y venta, sujetas a la oferta y la demanda,«leyes divinas del mercado», triunfe, estaremosasistiendo al fin de la vida humana, vegetal, ani-mal, del planeta mismo. Si elegimos la concep-ción humanista, para la cual la naturaleza y susrecursos, sobre todo el agua potable, son bienessociales y la vida está en el centro del mundo yluchamos para que ella triunfe, entonces estare-mos cumpliendo con el mandato que les fueradado a nuestros ancestros hace casi cinco mi-llones de años cuando los primeros homínidosaparecieron sobre la tierra: asegurar la supervi-vencia humana, en armonía con la tierra y lanaturaleza y no en contra de ellas.

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«El enemigo siempre parece más grande

cuando se lo mira de rodillas»*

Víctor De Gennaro

* Intervención del Secretario General de la Central deTrabajadores Argentinos, en el III Encuentro Conti-nental de Lucha contra el ALCA. La Habana, 29 deEnero de 2004.Trascripción y edición: Pasado y Presente XXI.

Compañeras y compañeros:Para mí realmente es una emoción y una

alegría inmensa, y un privilegio también —porqué no decirlo—, poder estar aquí hoy con estapalabra, expresando mi sentimiento y el com-promiso. Aquí están los compañeros, tambiénsecretarios de distintas centrales sindicales queparticiparon de la reunión del Frente de Traba-jadores que organizamos ayer y Pedro Ross, conlos que comentábamos que se olfatea y se viveun nuevo tiempo, ¿no? Es otro run run, otrodebate. Y yo recordaba —y por eso no quierodejar de expresar este sentimiento y este com-promiso— que hace 10 años, en 1994, cuandoarreciaba esa política neoliberal, los primerosdías —enero o febrero—, yo transitaba con otroscompañeros, recorriendo las provincias de mipatria, con el solo grito de esa rebeldía zapatistaque se instalaba en el horizonte americano,para decir No a los tratados; caminábamos elpaís desde el Norte, desde el Este, desde el Sur,desde el Oeste, para hacer una gran MarchaFederal hacia Plaza de Mayo, esa plaza que segu-ramente ustedes han ido conociendo en estosúltimos años por la comunicación pública...tratando de sacar de las entrañas de nuestropueblo la fortaleza para caminar y gritar allí, en

la Plaza, a los que nos estaban saqueando y en-tregando, que queríamos ser una nación.

Y teníamos en ese momento algo que paranosotros era invalorable: teníamos a Cuba. Yoque soy militante desde la época del 70, acepté,conocí y quise a Cuba de muchas formas, medieron muchas cosas durante todos estos años—a mí y a muchos de mi generación—, pero loque nos dio en el 60: la utopía, en el 70: laesperanza, en el 80: las realizaciones, no es nadacomparado con lo que nos dio Cuba —su pue-blo y el Comandante Fidel—, durante los 90.

(Aplausos prolongados)En el momento de la noche oscura más gran-

de, donde nos decían que no se podía, peoraún, que no se debía ser feliz, este pueblo, esteComandante, se paraban y se constituían enuna verdadera estaca ante el imperio, y nos plan-teaban ese desafío, que era creer en nosotrosmismos y creer en la posibilidad de transfor-mar. Por eso compañeras y compañeros, estaemoción, esta emoción y este compromiso, queno alcanza a salvar todos los agradecimientosy los homenajes que hagamos aquí en Cuba,por lo menos yo lo siento así. Siento que elverdadero homenaje que este pueblo va a te-ner, es en el momento que nosotros logremosla liberación de nuestras patrias y la felicidadde nuestros pueblos. (Aplausos prolongados).

Vengo de un país que fue el ejemplo de esapolítica neoliberal. Es más, lo instalaban en elhorizonte, lo felicitaban en el Fondo Moneta-

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rio, lo mostraban en el mundo. Mostraban esa«epopeya» de la transformación de la Argenti-na, una y otra vez. Y la verdad que es cierto quese aplicó. Se aplicó una política de saqueo y dedestrucción. Nos transformaron. Se inventó elhambre en un país hecho de pan. Esa es la ver-dadera transformación de ese sistema neoliberal:¡Inventar el hambre!, en un país que producealimentos para 300 millones de personas y quehoy tiene más de 54% de la población bajo lalínea de pobreza. Ese es el «mérito» de ese siste-ma. Se privatizó y se saqueó. Es más, yo quieroseñalar algunos datos y mostrar que no sólo seprivatizó, se extranjerizó. Al principio de ladécada del 90 de las primeras 500 empresas quemás facturan, el 32% eran extranjeras; hoy,el 73% son extranjeras, tienen su sede en elexterior, el 19% están asociadas a una transna-cional, y el resto —poquitas—, fueron de capi-tal nacional en su origen, pero se han trasnacio-nalizado en sus decisiones. Se extranjerizó. Esmás, extranjerizar era más importante que pri-vatizar. Se decía que las empresas estatales nues-tras eran deficientes porque eran manejadas porel Estado, pero ahora las tiene el Estado fran-cés, o la tiene el Estado español, la tienen otrosestados. Lo importante era desnacionalizar, erael tiempo que, sin lugar a dudas, se iba soca-vando la base de nuestra nación mediante laaplicación de esa política de entrega.

Se animaban a decir «el fin de la historia»,«el fin de las luchas de las ideologías», pero hi-cieron algo peor en nuestra patria, decretaronel fin del trabajo. Dijeron que no hacía faltamás, como si se pudiera producir riquezas sinel esfuerzo humano, sin la capacidad de los tra-bajadores. Ahí nos plantamos y comenzamos atransitar un tiempo de recuperación de nuestraidentidad de clase. La clase trabajadora no essolamente la que tiene empleo, la clase trabaja-dora es el trabajador precario, el desempleado,el pensionado, el jubilado; no puede ser quesolamente reconozcamos como trabajadores a

sectores privilegiados —entre comillas—, en estasociedad. La cultura de la unidad, la solidari-dad, es la clave. Esa es la rebelión más impor-tante que implantamos cuando empezamos aconstruir ese desafío de la rebelión, una rebe-lión que termina en el 2001, pero que nadienos regaló, nadie; se construyó de a poco.

Ese 2001 fue muy importante. Terminó, sinlugar a duda, con la caída, con el derrocamien-to de Cavallo y De La Rúa, pero empezó enPorto Alegre. Fue en Porto Alegre, lo debo de-cir, donde nos dimos cita miles y miles de resis-tentes para construir lo nuevo. Nadie que noresiste necesita de lo nuevo. Ahí empezó, y ahílanzamos nuestro desafío de convocar a la pri-mer marcha contra el ALCA. Se hizo en Bue-nos Aires. Vinieron trabajadores de Uruguay,del PIT-CNT, de la CUT de Brasil. Hicimos untránsito, una movilización. Se incorporaron,participaron los movimientos sociales. Fue unamovilización espectacular.

Y yo no quiero dejar de decirlo porque elenemigo, en la comunicación hegemónica, siem-pre trata de decir que perdemos; cuando perde-mos, perdemos, y nos mete hasta la humilla-ción, y cuando ganamos trata de secundarizarloy hacerlo aparecer como que hemos perdido.En ese 2001, los compañeros de Quebec, loscompañeros de los Estados Unidos, los compa-ñeros de Cuba, y de todos los sectores de auto-convocatoria, caminaban por Canadá escuchan-do que el Presidente De la Rúa decía que enArgentina se iba a firmar en el 2003, en la re-unión de los Presidentes, la posibilidad delacuerdo del ALCA. En esta marcha que tenía-mos en Buenos Aires, yo decía: Nos quierenhumillar. Argentina que alguna vez tuvo unadécada de felicidad para nuestro pueblo, que latuvo en el 50 o que soñó y peleó por una patriadiferente en el 70, debía ser humillada, hacién-donos pagar el precio de que esa firma se hicie-ra en un pueblo que sí ha tenido una actitudclara antiimperialista durante toda su historia.

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Querían venir a la Argentina a hacerlo y tene-mos que festejar, y por eso quiero reivindicar—porque parece que se nos olvida— que el 2003,compañeras y compañeros, terminó sin firmar-se en la Argentina, porque De la Rúa no pudohacerlo...

(Aplausos prolongados)Claro, empezó un nuevo tiempo. Abrió una

instancia. Se manifestó en toda su dimensiónla crisis. Crisis de ellos, pero también crisisnuestra. Empezó otra etapa, en lo bueno y lomalo. Una etapa en donde ellos demuestranque no convencen más como convencían enmi tierra. No es el camino al primer mundo,ya no es la salida individual la adecuada, yano es que se van a salvar. Ya no. No conven-cen, pero siguen matando. Nos matan en dis-tintos lugares del mundo, en Iraq. Nos matancon su proyecto, lo siguen mostrando. Porqueintentan aplicar este genocidio por planifica-ción de la desigualdad, que significaría la apro-bación del ALCA. Por eso decimos que no aese ALCA, pero también nos quieren matar sino aceptamos el ALCA, con otros instrumen-tos que son parte de la misma política y pro-yecto. Por eso yo no entiendo cuando algunoscompañeros diferencian entre lo que significael ALCA y el Plan Colombia. Para mí son dosinstrumentos de una política de dominación.

(Aplausos)Pero además de la crisis de ellos empezó la

crisis nuestra. Ahora podemos, volteamos go-biernos, hay cambios, hay instancias, empeza-mos a vernos. Y ahí empezamos a entender quehay claridad para saber lo que no queremos,pero todavía no tenemos claridad y organiza-ción para definir lo que queremos. Ese tránsitode construir la fuerza organizada para instalarun proyecto alternativo. Resistir, compañeras ycompañeros, es fundamental. Por eso hay queaprobar un plan, pero además hay que empezara abrir la cabeza, el corazón, para pensar otrascosas.

Además de resistir que es fundamental, tam-bién hay que pasar a la ofensiva. Hay que em-pezar a decir lo que queremos. ¿Qué sociedad?,¿qué queremos? Hay que empezar a discutir elALBA. Hay que empezar a discutir una comu-nidad de naciones latinoamericanas. Hay queempezar a discutir las propuestas. Tenemos his-toria, proyectos, que tienen que empezar a alum-brar ese debate. Pero para que eso suceda nosolamente hay que enfrentar la debilidad de lasideas, hay que enfrentar algo que anida despuésde la derrota y el genocidio de hace décadas, quees el temor a ganar, a creer que se puede ganar.Hay muchos compañeros que tienen temor dediscutir lo que pensamos, lo que queremos, yde definir una sociedad, porque ese temor estátodavía ahí, en la necesidad de resistir, de man-tener, de ¡cuidado! Porque, ¿creemos que sepuede ganar?, ¿creemos que es legítimo ganar?Quizá eso es lo que se apuntala como uno delos problemas más importantes.

Y yo creo, compañeras y compañeros, quenos merecemos empezar a sentir la alegría devolver a creer que se puede ganar. Porque si unono está convencido no puede ir a convencer alos demás. Y necesitamos estar convencidos deque se puede, para ir a convencer a nuestrospueblos que vale la pena apostar a ser felicesnuevamente en nuestras patrias.

Yo no entiendo a esos compañeros que di-cen: «No, ahora es un momento difícil, duro,preocupante», refiriéndose a esta nueva etapade la que hablamos. Yo quiero compartir y esuna reflexión, pero quiero decirlo con muchaprudencia y con mucho respeto a todos, paramí este tiempo es distinto, no es duro, difícil,ni complicado. Duro, difícil, complicado, eraantes, cuando estaban los Fujimori, los Menem,los que entregaban y saqueaban a nuestros paí-ses y nos reprimían con las dictaduras. Hoy hayotro tiempo, otro oxígeno, otro espacio. Ahoranos podemos poner contentos que después demuchas décadas el pueblo venezolano haya

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vuelto a poner a su Presidente después del gol-pe. (Aplausos fuertes y prolongados, gritos, nose oye lo que dice). Ahora nos podemos ponercontentos compañeras y compañeros que en el2003 hayamos empezado un primero de eneroviendo a Chávez, a Fidel, allá en Brasilia, encon-trándonos porque asumía Lula; por primera vezun trabajador había sido elegido Presidente.

(Aplausos fuertes y prolongados)Contentos, con mis compañeros argentinos

que estamos aquí también, más allá de cual-quier especulación partidaria, porque en la Re-pública Argentina, donde los pañuelos blancosde nuestras madres y abuelas fueron un ejem-plo en nuestra nación y en el mundo, se dero-gaba la Ley de Obediencia Debida y PuntoFinal...

(Aplausos fuertes y prolongados)Parece que ya se anuncia el triunfo de Tabaré,

compañeras y compañeros. El 7 de diciembre,el pueblo uruguayo definió claramente sus pre-tensiones. Impidió la privatización de ANCAP,la empresa petrolera, en un plebiscito que es unejemplo en Uruguay. O no nos vamos a ponercontentos de escuchar a Evo Morales aquí, quemás allá que no se hayan hecho todavía las elec-ciones en Bolivia, nos habló como el verdaderoPresidente...

(Aplausos)Esto no nos debe confundir. Joao Pedro

manifestó el otro día, para mí en forma bri-llante, espectacular, esta necesidad: no con-fundir las tácticas de los gobiernos con lastácticas de los movimientos populares y so-ciales. ¡No hay que confundirlas! No es blancoo negro. Hay que avanzar en esa construc-ción de fuerzas propias. Por eso yo tengo elorgullo de estar en una Central cuyo Congreso,con 9000 delegados, aprobaron la construc-ción de un nuevo movimiento político, socialy cultural en nuestro país.

Así como ellos construyeron este podercon sindicalistas, con militares con religiosos,

con empresarios, con partidos políticos, con in-telectuales, que les sirvieron de base, hay queconstruir un contrapoder. También hay sindi-calistas, religiosos, militares, partidos políticoso intelectuales que sí abrevamos una nueva so-ciedad. Una sociedad donde se discuta con todaclaridad —por lo menos para nosotro—, la dis-tribución de las riquezas, la soberanía, la de-mocracia. Que sea capaz de recuperar nuestrasidentidades, identidades que —como nosotrosdefinimos— la primera es de la clase.

¡Seguimos siendo orgullosamente parte dela clase trabajadora! Pero también entendemosque no hay liberación de nuestra clase si nohay liberación nacional. Y en nuestros países laliberación nacional también tiene que ver conuna concepción de liberación latinoamericana.O acaso no lo aprendieron los pueblos origina-rios que los unió la represión del primer geno-cidio, o no lo comprendimos nosotros connuestras gestas libertadoras en el siglo XIX. Esasí. Aprendimos esa necesidad también de, ade-más de la identidad de clase trabajadora y laidentidad latinoamericana —bueno, para ser másjustos como yo lo siento, identidad indo-ibero-afro-americana (Aplausos). Dos identidades, yuna nueva, que yo he sentido y quiero compar-tirlo, el 15 de febrero del 2003. Desde el 15 defebrero del 2003 yo sentía que también los re-volucionarios del mundo estábamos expresan-do una nueva identidad, cuando salimos a lacalle —ese 15 de febrero— a repudiar el genoci-dio en Iraq. Porque lo que está en juego no essolo una guerra, sino el destino de la humani-dad, lo que está en peligro es la propia especiehumana si dejamos que ese señor siga siendocapaz de imponer la guerra y el genocidio atodos nuestros pueblos.

(Aplausos)Yo termino con la misma emoción y el mis-

mo compromiso. Pero si no lo digo me queda-ría mal. Ustedes saben que estamos en un mo-mento muy especial. Aquí se ha dicho: entramos

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en la recta final..., que ya no hay preocupación,no importa si perdemos... Yo la verdad, quedespués que supe que el Presidente estuvo enMonterrey, que convocaron a todos los presi-dentes en el 2005 en Argentina para reunirseque firmen..., yo, siento..., yo empecé a sentiruna alegría: ¡Bueh... vienen para acá!

Y nosotros también, ¡todos vamos a ir ahí!Y vamos a ir con otra fuerza, estoy seguro, conotro tiempo, con otra dinámica, y podemosgritar nuestras verdades. Casi que olfateo esetiempo, y lo olfateo por dos razones, porqueestá en juego algo más que una posibilidad deganar: ¡Es imprescindible que ganemos!

(Aplausos)En el último congreso de la CTA se decía:

Pan, trabajo, soberanía, democracia, pero a míme sorprendió que la bandera del congreso di-jera: ¡Por nuestros hijos! Una consigna que pa-rece que no es de una central sindical. Y lostrabajadores dijimos: ¡Por nuestros hijos! Yoentendí algo más cuando German Yucra, boli-viano del MAS me hablaba de que ellos creíanque había llegado el tiempo de pachakutik,tiempo de liberación, tiempo de pelea porquela tierra se muere, porque el planeta no puede

esperar, ese grito que decía de los compañeros,de nuestros pueblos originarios que está empe-zando a andar y a caminar por la tierra latinoa-mericana, la rebelión va más allá. Si no tene-mos los brazos suficientes, las cabezas suficienteso la organización suficiente... Es imprescindi-ble hacerlo, porque la tierra se muere y con ellanuestros hijos, y también nuestros hijos. Por esoes imprescindible que ganemos: Por la tierra ypor nuestros hijos.

Y yo compañeras y compañeros, cuando es-taba muy mal, en los momentos que nostironeaban diciéndonos que había que entre-garse, abrevé en todos los grandes peleadoresesta América Latina, que la tenemos y es gran-de, en Túpac Amaru, en Bolívar, en Artigas, enJosé Martí, ¡Cómo no! Pero hubo uno, el liber-tador de mi patria, que en los peores momen-tos siempre lo tenía presente con una frase que,sin lugar a dudas, quiero transmitir y compar-tir con ustedes. Él decía: «El enemigo siempreparece más grande cuando se lo mira de rodi-llas.» Don José de San Martín nos dejó ese de-safío... (Aplausos fuertes y prolongados) y estoyseguro que seremos capaces de ponernos de pie...

(Aplausos y exclamaciones)

Pasado y Presente XXI es un colectivo de reflexión socio-histórica de alcance regional, constituidocon la finalidad de combinar las investigaciones con las tareas de formación y divulgación.

Sus actividades se asientan en los planteamientos y en la práctica de la educación popular y lainvestigación participativa.

Nuestras Actividades:

Investigación, Publicaciones, Formación y Asesorías

Sede principal: Avda Benigno Filomeno Rojas No. 8, Zona Universitaria. Santo Domingo.

Dirección de investigaciones: Telefax: (++53-7) 204-5198

E-mail: [email protected]; [email protected]

Pasado y Presente xxiInvestigaciones sociohist�ricas regionales

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Mujeres Latinoamericanas

Doña Piki, una mujer excepcional*

Isabel Rauber

* El fallecimiento reciente de esta gran mujer, me llamaa publicar aquí este pequeño fragmento de su historiade vida, es un modo de recordarla y homenajearla co-lectivamente. No deseo modificar nada de lo ya escri-to, por ello el texto se reproduce tal cual su primeraedición en el libro Género y poder (1998). (N de la A)

Presentación

Lucía San Pedro [doña Piki] es una distingui-da compañera mexicana, muy mexicana, pesea que vive en República Dominicana desdehace 34 años. Ha sido siempre ama de casa y,sin embargo, tiene una vida muy ligada al acon-tecer político del pueblo dominicano.

Cuando le hice esta entrevista tenía 68 años.Nació en México, Distrito Federal, el 13 de di-ciembre de 1929. Su padre era un industrial deorigen español de clase media alta, muy acredi-tado en México, y su mamá, una mexicana deorigen humilde, muy bondadosa. Entre los14 hermanos —de los cuales viven 8—, doña Pikies la única que ha salido a vivir fuera de Méxi-co. Porque como ella misma dice: Mi caso fuediferente, luego que conocí allá por el año 55, aquien sería mi compañero: Nicolás (Antonio)Quírico Valdez.1

Con estudios primarios completos, una in-discutible capacidad para continuar estudian-do y posibilidades para hacerlo, Lucía San Pe-dro, sin embargo, no se dedicó a ello. Yo estabaun poco enferma de bocio tóxico —me aclaracuando le pregunté sobre esto—, y los doctoresno querían que me esforzara en el estudio por-que tenía mucha taquicardia, mucho temblor

de mano. Ya me habían operado dos veces debocio y entonces aconsejaron que no me esfor-zara mucho. Mi papá me decía que yo hicieralo que quisiera. Hice un año de comercio; séescribir a máquina bien, con rapidez, pero nadamás fueron esos estudios.

Cuando la conocí en su casa, en el año 1991,su fuerte personalidad denunciaba una mujercuya vida había sido intensa. Me impresionóde inmediato.

Ágil, enérgica, simpática, atenta, solidaria yconversadora, tenía todas las cualidades paraque me sintiera muy bien en su compañía, y lashuellas del tiempo se borraran al paso de suconversación.

Cuando la fui tratando, su historia perso-nal y familiar me fue atrayendo cada vez más.Porque más allá de la simpatía personal, su ex-periencia de vida podría pasar a ser un «caso»en los estudios de vidas de mujeres que yo esta-ba iniciando.

En 1992, habiendo madurado la idea, pro-fundizado más en el conocimiento de su vida ydepurado mi proyecto de investigación, me de-cidí a proponerle a doña Piki participar de esteproyecto aportando su experiencia como mujercuya vida está marcada por la entrega a una cau-sa política, aunque sea de modo indirecto, a tra-vés de su esposo.

Precisamente fue esto lo que me decidió aincluir su testimonio de ama de casa, en uncaso como ese, fue una de las tareas más polí-ticas que Lucía San Pedro pudo asumir en suépoca.

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Alguien podría pensar que, como feminis-ta, por principio, no debería reivindicar estasexperiencias. Pero no se trata de eso; no es rei-vindicar o no, sino rescatar la vida de esta mu-jer (y la de otras tantas como ella) que ha sacri-ficado muchas aristas de su ser mujer, de su serhumana, en aras de ayudar a las actividades desu esposo. Por otro lado, creo que su vida fami-liar es un ejemplo vivo e incuestionable de comoel mundo de lo privado, la familia, es soporte—vía el sacrificio de la mujer— de la vida delmundo público, especialmente, el político, yde los hombres que en él se desenvuelven y sedesarrollan.

Testimonio de una época, la vida de estamujer, las peripecias por las que ha pasado endistintos momentos traídas al presente median-te sus recuerdos, evocan, más de una vez, losde otros o aportan vivencias sobre determina-dos procesos históricos, que resultan enrique-cidos para quienes no vivimos directamente esosmomentos.

Lucía San Pedro tuvo cuatro hijos, tres mu-jeres: Guadalupe, Tamara y Zureyka, y un va-rón: Quírico. Tiene siete nietos. Con un estadode ánimo en alza, rebozante de vitalidad, DoñaPiki no se arrepiente de nada de lo vivido yconfiesa orgullosa que si tuviera que volver aempezar, pasaría por el mismo camino.

Así vivió y así murió, en Santo Domingo, el11 de noviembre de 2003, luego de varios añosde lucha incansable contra un cáncer, tiempodurante el cuál no perdió su alegría ni su preo-cupación por tratar de aliviar la vida diaria detodos sus allegados.

A ella, nuestro homenaje.

I. Su intervención política

— Aunque usted no haya intervenido directa-mente en política, ha apoyado el desarrollopolítico de otro hombre, al no ponerse en

contra de su actividad, al no separarse, al criarlos hijos prácticamente sola. O sea que, deese modo, doña Piki, usted ha incursionadomucho en política. Y lo sigue haciendo aho-ra, por ejemplo, cuando apoya las activida-des de sus hijos al cuidar de sus nietos...

— Pienso que sí. A veces lo decía: cuando yo memuera me van a hacer un monumento en SantoDomingo, porque mire que venir a pasar tantamiseria y tanta pobreza teniendo en mi casa unmedio de vida. Mi mamá me lo advirtió: «¿Paraqué te casas con un extranjero habiendo aquítantos mexicanos?» Pero usted sabe que el cora-zón no tiene pasaportes ni fronteras; a mí megustó Quírico Valdez y yo no vi más allá de misnarices.— Para haber asimilado y superado tantas situa-

ciones difíciles, difíciles aun para alguien quetenga una conciencia política desarrollada, us-ted tuvo que haber llegado a comprender yapoyar —en el sentido de compartir— la cau-sa por la que luchaba su esposo...

— Sí. Quírico Valdez a mí me enseñó a ver lospro y los contra de lo que es la política. Ustedve esos países que se llevan por esos presidentesque nada más entran a los gobiernos a robar...Uno se da cuenta que no es fácil la vida, por-que aunque uno tenga solo un pan que desayu-nar no se queda tranquilo del dolor de saberque haya otra gente que ni siquiera puede pren-der el fogón porque no tiene qué desayunar.

Quírico Valdez me ha hecho valorizar la vidaen una forma tal que aunque yo me hubiesedivorciado de él, no volvería un paso atrás, nodejaría de ver tanta injusticia en la vida. QuíricoValdez me dio escuela, me enseñó qué es lamiseria humana, a darle un valor a la vida. Nopuede ser que poca gente tenga de mucho y lainmensa mayoría nada.

En mi casa paterna hubo, pero ese es un pa-sado que ya no existe. Yo cuento con lo quetraigo puesto ahora. Quírico Valdez y yo vivi-mos una vida muy normal, no le voy a decir

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que de maravillas porque siempre teníamosbastantes problemas, pero era una vida normal.— ¿No le dieron ganas de volver a México ante

tantos problemas al verse tan sola con los chi-cos?

— No, porque yo no iba a dejar a un compañe-ro de la talla de Quírico Valdez. Porque el lugarde una mujer es estar al lado de su esposo y noestorbarlo.— En casos como el de ustedes, suele ocurrir

que por las exigencias de la vida política delhombre, se presenten contradicciones comopareja, ¿no atravesaron ustedes momentos si-milares?

— A veces él por la política me dejaba vestida yarreglada. Me prometía llevarme al cine y cuan-do llegaba decía: «Chica, a mí se me había pasa-do que tengo una reunión a las 8.» Y yo estabavestida y maquillada...— ¿Usted no se enojaba?— No, ¿qué iba yo a hacer?. Porque la política esmás importante que el cine: al cine puede uno irmañana y la reunión era ya hoy. ¿Para qué meiba a enojar? ¿Para estar viviendo engurruñadaal lado de un hombre? No.

Una vez sí me enojé muy fuerte con él. Mehabía dicho:» Mañana no hagas comida quevamos a llevar a los niños al Mirador del Sur.»Y ya estaba yo muy arreglada, muy puesta, cuan-do tocan la puerta. Era un hombre bajito y medice en tono muy bajo: «¿Está Quírico?» Y yode idiota lo llamo: Quírico, te llaman, pensandoque estaba pasando algo en política, y los oícuchichear. Le digo a mi esposo: ¿Qué quiereMarcelino? «Me está diciendo que juguemos unamano de ajedrez y me da pena con el hombre quevino desde lejos. Vamos a dejar lo del Miradorpara mañana,» me dijo. Pero le dije: No. Losniños ya están arreglados, yo no he hecho co-mida, son las diez y media de la mañana y túme dijiste que íbamos por ahí a comer. «Me dapena con Marcelino, quítale la ropa a los niñosy lo dejamos para otro día,» insistió. Le dije que

yo era su compañera de la cama y la madre desus hijos, y que si él me dejaba a mí por un talMarcelino, que se quedara con Marcelino, quese acostara con Marcelino y que Marcelino lehiciera la comida.

De la rabia estaba dispuesta a irme para Méxi-co, pero la que me quitó la idea fue una amigamía que y me dijo: «Tú no puedes dejar tu casapor un idiota cualquiera que llegó a importu-nar.» Ese día sí no lo olvido. Yo lloré mucho,mucho, por esa acción de él.

Mucha gente me aconsejaban que lo dejara yyo les decía: No; un momento, yo no voy hacercomo esas viejas locas que tienen un hijo de unhombre y otro de otro, y luego hablan éste esde mi primer matrimonio, éste de otro; no.Hombres se encuentran a la vuelta de la esqui-na los que uno quiera, y más entonces, cuandoera joven y era más o menos bonita. Porquetodo en la vida tiene su depreciación —le estoyhablando de 30 o 35 años atrás—; yo era bonita,muy bien vestida me veía bien entonces, claro:«¿Por qué no lo dejas?» Y yo decía: Hombresencuentro, pero padre de mi hijo solamente hayuno. Y eso me hacía estar unida a él.

¿Qué podía hacer yo a México con 4 mucha-chos? Mi familia es de clase media alta, pero,qué pasa, en la vida todo da vueltas, no hay quever qué usted tenía, sino qué tiene usted ahora.Y yo estaba casada con un político que no teníaun centavo. Entonces, si yo arranco con cuatromuchachos a México, ¿Cómo iba a mantener-los sin tener ni un diploma para defenderme?Si yo arrancaba a México con mis hijos, mishijos allá iban a ser arrimados2 en mi propiacasa paterna. Y ya me había pasado con Lupe,cuando decían: «Ay, que Lupita no me toque elpiano con las manos llenas de dulce; que no mecoja mis muñecas; que no se me suba a la camacon los zapatos sucios...»

No es lo mismo que cuando uno vive en sucasa. Por pobre que sea, mis hijos aquí son re-yes. Porque aquí no hay quien le diga: «Apaga

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la tele; quítate de ahí; no comas eso...» Alláhay que estar pidiendo un permiso: ¿Puedoprender la tele? ¿Abuelita, me dejas ver eso? Aquíno. Esta es su casa, ellos brincan, saltan.

«Nunca se me cerró el mundo»

A veces no había ni para comer, pero yo iba alcolmado —aquí se llaman colmados las tiendaspequeñas de comestibles—, y lo que hacía eraque pedía varias cosas para varios días, y enton-ces yo le decía al señor muy amable: luego letraigo el dinero, porque mi esposo anda cam-biando el cheque. Pero mentira, ¿cuál cheque?,nunca en la vida tuvimos un cheque en nues-tras manos. Yo lo decía para que no se dieracuenta que era una mujer sin recursos, porquesi ve que no tengo recursos no me fía, pensan-do: ¿esta de dónde me va a pagar, si no tiene?Después de que yo pedía lo que tenía que pedirpara que mis hijos no pasaran hambre, yo salía avender entre el vecindario una pulsa de plata,alguna cosita, mexicana: ¡Ay, cómpreme esto, al-guna cosita, un florero! Y entonces de lo quevendía, cogía iba y pagaba la tienda para tenersiempre el crédito abierto. Por eso cuando ibaa México traía cosas de valor, porque en unmomento de apuro podían sacarme de una ne-cesidad.

A veces él me preguntaba:» ¿Chica, de dóndehiciste esto? Y yo le decía: Vendí esto, pagué lootro. «No te estés deshaciendo de tus cosas», medecía entonces. Yo no le exigí nunca nada. A míme gustó Quírico Valdez y lo acepté como era.

Por otro lado, mi esposo lleno de dolor, leplanteaba las cosas a los compañeros y a vecesellos me llevaban 5 ó 10 pesos, y tan prontollegaban a mi mano yo corría al colmado, por-que a mí me interesaba tener el colmado al díapara que no se me cerrara el crédito. Y así, a mínunca se me cerró el mundo.— No habiendo tenido una preparación políti-

ca previa, no habiendo sido comunista, ¿de

dónde sacó las fuerzas para asumir este tipode vida desde el noviazgo? ¿De dónde ustedsacó fuerzas para seguir siempre adelante?

— La fuerza la saqué de la responsabilidad de sermadre y esposa antes que tener apetencias per-sonales. Por otro lado, ¿cómo voy a dejar yo aun hombre como Quírico Valdez? Millones dehombres hay por donde quiera, pero a QuíricoValdez no lo vuelvo a encontrar a la vuelta de laesquina. Mi lugar era estar al lado de él.

II. Cómo conoció a Quírico

— ¿Cuándo conoció al que después fue su espo-so?

— A Quírico Valdez lo conocí a finales de 1955.— A mí me contaron que ustedes se conocieron

en un tren...— Sí. Yo trabajaba en mi país, en la calle Paseode la Reforma, entonces más o menos uno seencuentra a diario con las personas que traba-jan por el mismo lugar. Yo iba a trabajar conmi hermano Emilio en el mismo tren. Un pocomás adelante se subía Quírico Valdez. Me lla-maba la atención porque él iba muy tímido enel tren. Yo le decía a mi hermano: menos malque aquí en México no hay segregación racialcomo en Miami, porque si no este joven no sehubiera podido subir aquí.— ¿Por qué le decía eso?— Porque él era negro. Bueno, negro propiamen-te no, mulato. Pero tenía toda su fisonomía denegro, el pelo duro... A mí «el negrito», comoyo le decía, no me interesaba ni fu ni fa. Yonada más hice el comentario porque realmentehay países donde los negros son muy mal vis-tos, pero no me interesaba para nada. Yo lomiraba siempre y él también se quedaba vién-dome. Me miraba con tal insistencia que yomuchas veces pensaba: bueno, él realmente co-mete una indiscreción, porque gracias a Diosvengo con mi hermano, pero y si viniera conun novio, en qué lío me metería.

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— Usted tenía novio...— En ese momento estaba muy enamorada deun muchacho que era contador del SeguroSocial, éramos novios y yo sentía que toda mivida pertenecía a ese muchacho.

Una vez, en uno de esos viajes, yo iba sentaday a mi lado estaba sentada una señora que selevantó y entonces Quírico se sentó al lado mío.Ese día mi hermano no fue a trabajar conmigoporque él tenía que hacer una diligencia por otrorumbo y entonces, viendo que estoy sola, él seatreve y me dice: «¿Ahora no le acompaña sunovio?» A mí me dio un coraje que le dije: No,hoy no me acompañó. Yo casi no le puse plática,porque no soy gente de esa, pero él me insistió:«¿Y el muchacho que la acompaña?» A mí nome acompaña ningún muchacho, le dije, y porfavor, déjeme tranquila que yo no quiero estarentablando conversaciones con desconocidos.«No es nada preguntarle, insistió, ¿el muchachoque la acompaña, es su novio?» Y yo, sabiendoque en ese momento no me acompañaba minovio, le dije: No, es que yo no tengo novio. «¿Yel muchacho que le acompaña?,» insistió. En-tonces caí en cuenta que se refería a mi herma-no. Yo le dije que ese muchacho no era mi noviosino mi hermano, y eso a él le llenó de gusto.

Me siguió hasta donde yo trabajaba —comolo supe después—, y un día, a las 5 de la tarde,cuando salgo del trabajo, estaba ahí muy puestoen la puerta. Yo le dije que por favor no meanduviera persiguiendo porque yo tenía mi no-vio y, además, porque mis hermanos eran muycelosos. Eso de celosos era verdad, pero más quenada se lo dije para sacarlo de mi camino.

Por esos días, el muchacho que era mi no-vio, me dice que me quiere ver y yo voy muycontenta a la cita pensando que es para fijar lafecha del matrimonio. Nos sentamos en unafuente de sodas a tomar un refresco y me saleconque: «Mira, tú eres una buena chica y me-reces una cosa mejor. Yo te tengo que deciruna cosa: una muchacha que era novia mía y

había ingresado en un convento, acaba de sa-lir del convento porque se arrepintió de sermonja. Ella ha sido el amor de mi vida. Si yome caso contigo voy a ser desgraciado y te voya hacer desgraciada a ti. Creo que lo de noso-tros tiene que terminar, porque a mí me gustamás la otra muchacha.»

Yo nunca le he insistido a los hombres, por-que el amor obligado es tremendo. Le dije queestaba de acuerdo, que estaba bien y termina-mos nuestras relaciones.

Pero qué pasa, al llegar a la casa, por la no-che, me cayó la ruptura de este muchacho y yolloraba y lloraba. Así un día tras otro. Al verque yo lloraba tanto y tan desesperadamentepor la falta del muchacho, mi hermana Cristi-na empezó a decirme: «No llores, no seas tonta,tú bien arreglada levantas cualquier muchacho,eres joven, tienes la vida por delante. ¿Por qué túno sales mientras con el negrito para que te dis-traigas?» Yo le contestaba que no, que no meinteresaba el negrito —no sabía ni cómo se lla-maba—, a veces le decíamos el «cubanito», por-que como todos los negros más o menos erande origen cubano... (ríe).

A mí no me interesaba ese muchacho perocomo él seguía insistiendo, un día me puse areflexionar que si a mí me tenía tan adoloridala ruptura de este muchacho, realmente debíadistraerme. Y opté por aceptar su invitación.

Salimos varias veces, y su manera de ser, sutrato tan decente, tan educado, tan capacitado,me fue borrando poco a poco a Manuel. QuíricoValdez fue entrando a mi vida, en una forma,como cuando a uno le entra el aire que ya estácasi por ahogarse. El me fue llenando los pul-mones de vida.

III. El «negrito» cubano resultó serdominicano

— ¿Cuánto tiempo noviaron ustedes?— Duramos de novios como un año.

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— ¿Cuando eran novios todavía pensaba que eracubano?

— Sí, yo pensaba que era cubano. Yo creía que élera un cantante cubano, porque siempre le no-taba una facha que para mí era de cubano ytambién el hablar... Y no me vine a enterar denada hasta que le pregunté a él qué estaba ha-ciendo en México, entonces fue cuando me dijoque él era dominicano, de una isla que está cer-ca de Cuba y de Puerto Rico. Ahí nos pregunta-mos los nombres y encontré su nombre «Quí-rico», muy raro. Yo le decía: dígame su nombre,no su apodo. «Es que no es mi apodo, es minombre,» decía él.— ¿Porqué él no le decía nada? ¿Tendría temor

de que usted rompiese con él?— Precisamente, y esa es una de las razones porlas cuales yo le estoy agradecida a mi esposo.Cuando lo conocí, yo era absoluta y totalmenteignorante en política.

Nosotros siempre fuimos gente de clase me-dia alta, teníamos nuestra situación resuelta, te-níamos un chofer para llevarnos al colegio ypara llevar a mi mamá al mercado. Cuando unamuchacha se desarrolla en ese medio no le inte-resa saber ni quién es el Presidente, ni cuálesson las necesidades de los países. Yo no sabía niquién era el Presidente de mi país, porque a mílo que me interesaba era estar en modas, enpaseos, en viajes aquí, en viajes allá...— ¿Por qué Quírico Valdez estaba exiliado en

México?— Porque siempre, desde pequeño, fue políti-co. El me contó que se hizo político al ver lainjusticia que se cometía con los pobres y conlos negros. En Santo Domingo, a los 17 años,trabajaba en una fábrica de zapatos, e inme-diatamente, ingresó en el sindicato de los za-pateros y siempre fue un ferviente luchadoren favor de la clase trabajadora. Fue un granluchador en contra del dictador Trujillo y es-tuvo preso en varias cárceles dominicanas.— ¿Era miembro de algún partido?

— No era miembro de ningún partido porqueen aquel tiempo lo que había aquí era unadictadura y no existía ni podía existir ningúnpartido que no fuera el de Trujillo. Pero ellos,por debajo, se agrupaban. El primer Partido Co-munista se fundó en la clandestinidad, el 27 defebrero de 1944, por Fredy Valdez, HeribertoNuñez y Ramón Grullón. Fredy Valdez no tie-ne nada que ver con mi esposo; Valdez es unapellido común.

Ellos trabajaban en la clandestinidad, porquela palabrita comunismo en aquel tiempo erapeor que cualquier otra. La lucha de QuíricoValdez por la clase trabajadora empezó a sernotoria y entonces Trujillo lo perseguía con unasaña tremenda.

Me cuentan —yo no lo conocía entonces, perosu familia me lo dijo—, que una vez amanecie-ron letreros colgando de los postes de luz en todala avenida George Washington, ofreciendo re-compensa por la cabeza de Quírico Valdez, vivoo muerto. Fue que el día anterior habían hechoun mitin en la plaza Enriquillo y él había echa-do un discurso en contra de Trujillo. Entoncesvino un policía, le dio una bofetada y lo bajóviolentamente del estrado donde él estaba.Quírico se incomodó y le dijo: «A un hombreno se le pega por la cara...» Y agarró una silla yse la partió encima. Entonces claro, el que letocaba un policía a Trujillo era muerto inme-diatamente. No había vuelta de hoja porque Tru-jillo cuidaba mucho a sus policías, porque eranlos que lo protegían.

Quírico, al ver que le había pegado al poli-cía y le había roto la silla encima, no lo pensómás, y se asiló en la Embajada de Venezuela. Lomandaron a Venezuela y allí vivió duran-te 5 años. Pero, todo el grueso de dominica-nos exiliados estaba en México. Entonces, ledijeron: «No seas tonto, ¿qué haces aquí solo?,vete para México, allá están la mayoría de loscompañeros.» Y se fue para México. Llegaría aprincipios del 55. Y empezó a trabajar en una

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fábrica de zapatos de otro español, haciendozapaticos para niños.

Todo un caballero

— ¿Usted conoció toda esa historia de Quíricocuando eran novios?

— No, naturalmente que no. Me enteré de todoestando ya embarazada.— Cuénteme acerca de eso, ¿cómo ocurrió?— Un buen día me entregué a Quírico Valdezpor mi propia voluntad. El no me forzó, no meobligó. Fue una entrega divina y preciosa porqueen ningún momento él me engañó. Pero salíembarazada. Entonces planteé la necesidad decasarnos rápidamente, porque ya mi embarazoiba creciendo. El me dijo que sí, que cómo no,que no había inconvenientes, pero me advirtióuna cosa: «Doña Juanita no va a querer que noscasemos, porque yo soy ateo, yo no creo en esastonterías de la iglesia y a mí nadie me va a hacerhincar ante un curita ladrón, así que si tú quie-res nos casamos, pero nada más por lo civil.»

Entonces fue a mi casa a hablar con mi mamá,porque Quírico Valdez en ningún momento dejóde ser un hombre, un caballero, pero en esemomento llegó una prima a visitar a mi mamá,y él me dijo: «Piki, esas cosas no se pueden plan-tear delante de esa señora.» Yo le dije: No impor-ta, es mi tía; habla, es de confianza. Pero él medijo que no, que regresaría al día siguiente por-que tenía una reunión en Cuernavaca con unoscompañeros dominicanos que estaban allá, perosí al otro día. Le dije que estaba bien, total undía más o un día menos era lo mismo. Y llegóel día ese, y yo esperaba que me llamara porteléfono y me dijera: «Piki, te voy a a ver a lassiete o a las ocho.» Pero no me llamó, ni vino.

IV. «Mi novio ha desaparecido»

A mí me entró un desespero tremendo, porquedije: Bueno, éste se largó de aquí, ahora me

deja con un embarazo. Yo estaba realmente de-sesperada. Mi familia es muy recta; siempre seha caracterizado por tener un criterio muy altode la honradez. Yo no podía hablar con nadie,no podía confiarle a nadie de mi casa mi pro-blemón.

Toda esa noche me la pasé en vela. Al otrodía me levanté temprano y fui a la pensióndonde él vivía. Allí le pregunté a un compañe-ro dominicano: ¿Y Quírico?, a ver si me decía:ya se fue o algo así, pero él me dijo: «No tepreocupes, Quírico está preso.» Le digo espan-tada: ¿Preso? Pero, ¿por qué?, ¿qué fue lo quehizo?

Entonces me dijo: «No te preocupes, Quíricoestá preso porque no tenía sus papeles en regla.Iba caminando por la Avenida Juárez y unospolicías vestidos de civil le preguntaron por suspapeles y él no los traía encima. El dijo: ‘Es quelos dejé en la casa, en un traje.’ Pero mentira, élsabía que no los tenía, ni allí, ni en su casa;hizo el aguaje3 para ver si lo dejaban ir e inclu-sive trató de sobornar a los policías ofreciéndo-les dinero, pero dijeron: ‘No queremos dinero,queremos los papeles, así es que vamos a sucasa por los papeles.’ Fueron a la pensión don-de él vivía y Quírico entró por los papeles, perosalió muy sonriente y dijo: ‘Se fueron a la la-vandería, en el traje.’ Entonces el policía le dijo:‘Bueno, chico, en lo que aparecen tus papelesvas preso.’ Y lo metieron a una cárcel.» Era unacárcel exclusiva para extranjeros, que se llamala cárcel de Miguel Shultz, y le fijaron la depor-tación. Pero si lo deportaban para Santo Do-mingo, no hubiera acabado de bajar del avióny Trujillo lo hubiera matado. Así que ahí co-menzó otra etapa en nuestra relación. Parecementira, pero aquellos policías, ese día, cam-biaron mi vida.— Supongo que iría a visitarlo a la cárcel, a

hablar con él, porque de esa forma fue queusted se enteró que él tenía problemas polí-ticos, ¿no?

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— Sí. Yo iba a visitarlo a la cárcel los jueves ylos domingos; le llevaba frutas... Fui hablandopoco a poco, porque yo iba despertando a unavida que tenía totalmente ignorada. Yo no sabíalo que era la palabra política, yo no sabía dife-renciar entre lo que era un presidente o un dic-tador...— Al enterarse de todo aquello, ¿no se le ocu-

rrió en algún momento separarse o interrum-pir el embarazo?

— Nunca. Hubo una familia que me decía: «¿Porqué tú no te haces un aborto? Ponte a pensarque el bebé te va a salir negro, y en México nohay negros.»

Era más bien un compromiso moral con mifamilia, con mi madre que fue siempre unamujer tan buena. Pero para mí, en ese momen-to, lo que más pesaba era la cuestión del bebé,la cuestión del matrimonio. La palabrita comu-nismo para mí no significaba nada. Lo que máspesaba en mí era el rollo que yo tenía con mifamilia, el escándalo, todo eso, porque son so-ciedades donde se vive a base del qué dirán.

V. La lucha contra la deportaciónde Quírico

— Al fin reventó la cosa. Era marzo del 57 ytuve que decir lo de mi embarazo porque sulibertad estaba en juego y lo iban a deportar.Primero hablé con una hermana mía que se lla-ma Aurora, a la cual el Ex Presidente de Méxi-co Miguel Alemán, le había bautizado un niño.Le dije: Aurora, por favor, interviene porQuírico Valdez... Me replicó: «¿Y yo por quévoy a molestar al Ex Presidente de la Repúblicapor un novio, cuando novios puede haber tan-tos en la calle?» Le expliqué a mi hermana queno se trataba de un novio, que era por el biende mi madre, para que no supiera el problemamío. Entonces Aurora, después que recibió lanoticia como una bomba, se decidió a hablarcon el Licenciado Miguel Alemán.

Pero con tan mala suerte, que en ese momen-to, se había ido para Londres a comprar dosaviones Britania para su compañía. El dejó di-cho que cualquier asunto se hablara con Ra-món Beteta, entonces fuimos a verlo y éste dijo:«Sí, cómo no, pero nomás eso faltaba. Ahorita,con un telefonazo, le suelto a su novio señori-ta, no tiene por qué llorar.» Y cogió el teléfono,llamó a la cárcel de Miguel Shultz, y dijo: «Léa-me en el expediente, porqué está preso QuíricoValdez, qué fue lo que hizo este individuo, porqué lo tienen preso.» Y le contestaron allá:«Bueno, él está preso porque tiene filiacióncomunista.» Y dio un telefonazo y dijo: «Esteindividuo tiene que salir de México inmedia-tamente. Para mí es un elemento indeseable.»

Mi hermana Carmen, por otro lado, era muyamiga del hermano del Ministro de Goberna-ción, entonces yo le planteé a ella el problema.Ella pidió una cita y nos recibió el Ministro deGobernación. Se llamaba Roberto Ojeda, nun-ca se me olvidará el nombre. Este dijo: «No sepreocupe señorita, yo le suelto a su novio.» Y elmismo cuento... dijo: «No llore, señorita, sién-tese.» Y cuando llama por teléfono, ocurre lomismo: «¿Por qué está preso Quírico Valdez?»«Porque es un comunista reconocido,» contes-tan allá. Entonces él dijo: «Este individuo tieneque salir de México, pero inmediatamente...»

Y yo le contesté: Bueno, ¿y no me van a dar amí ninguna garantía como mexicana que soy?Yo voy a tener un hijo de él y necesito que lodejen en el país. Pues él me contestó: «Nosotrosno tenemos la culpa que ustedes las mexicanas,se metan con gente indeseable.» Eso me diomucho coraje y le contesté: los indeseables sonustedes. El no es ningún indeseable; él es másdecente que muchos que están cobrando unsueldo atrás de un escritorio sin hacer nada.

Mi hermana se enojó conmigo porque porella había ido yo a ver a ese señor. Él dijo:«Mire, yo esas cosas no las voy a poner a discu-tir con usted. Yo la estoy atendiendo porque su

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hermana la trajo. Para aplazar la deportaciónde este individuo, mire a ver qué país de Amé-rica Latina lo quiere recibir. Si no lo consigue,yo lo mando a Santo Domingo porque noso-tros no tenemos por qué echarnos ese paqueteencima.»

Todos los dominicanos que estaban allí, enMéxico se movieron. Se hizo un movimientotremendo para sacarlo hacia un tercer país. Elcomité fue formado por: Juan Doucudrey, Fe-derico Pichardo, Amiro Cordero, Gustavo Adol-fo Patiño, José Arismendi Patiño y BrunildaSoñé de Patiño. Mandaron telegramas a todoslados, incluyendo Cuba, y el gobierno dijo queno lo recibía porque en ese momento estaba eldictador Batista, y Cuba era un país corrupto,igual que cualquiera de América Latina.

Al final se logró, progresivamente, que lo re-cibiese Costa Rica «solo por 15 días...» Y así,Quírico salió el 5 de abril de 1957 para CostaRica.

VI. La espera

Traslado de Quirico a Costa Rica yluego a la URSS

— ¿Cuántos meses de embarazo tenía usted enese momento?

— Cuatro meses. Mire Isabel, el era tan decente,tan correcto, un hombre con una responsabi-lidad tan alta de sus actos que antes de irsemandó a llamar a mi hermana Tere y le dijo:«Señora, usted sabe que no es que me voy; a míme deportan. Y me duele dejar a Piki en estascondiciones. Pero yo voy a regresar por ella loantes que pueda. Yo la pongo en sus manos,atiéndamela. No quiero que dañen a nuestrobebé, porque el bebé que va a tener Piki es miprimer bebé y yo ya lo amo. Así que la pongoen sus manos.»

Lo deportaron. Yo me fui a vivir a casa de mihermana, pasaron unos dos meses y un día

Quírico me escribe y me dice: «Piki, me acabade llegar una beca para ir a la Unión Soviéticapor dos años, a estudiar Ciencias Políticas, elidioma y todo eso. Yo estaba esperando estohace diez años, así es que yo estoy en una disyun-tiva, porque no sé si mandarte a buscar paraCosta Rica o aprovechar la beca me llega en unmomento como este. ¿Qué tú dices?»— ¿Y usted que dijo?— Yo naturalmente me puse a reflexionar y pen-sé: Bueno, una obligación él no tiene conmigo,porque ni siquiera estamos casados, y si yo ledigo: vete o no, él toma una determinación yluego toda la vida puede levantar el dedo acusa-dor, de que por tu culpa hice o no hice. Enton-ces yo le escribí: Prefiero que te vayas a la UniónSoviética, realices tu beca, y vengas más tran-quilo. En dos años un bebé todavía está chiqui-to, no conoce bien a su papá. Y entonces se fuea la Unión Soviética.

Cuando Quírico se va a la Unión Soviéticame quedo sola, depositada con mi familia que,poco a poco, fue entrando en la comprensión yme aceptó. El 22 de septiembre de 1957 nacióuna niña, Guadalupe. Y como los bebés sonpreciosos, poco a poco fue robándole el cora-zón a mi familia. Todo el mundo fue mirandohacia la niña, cargándola.

Yo pensaba que Quírico iba a volver pronto,pero una vez estando en la Unión Soviética sele amplió el tiempo y empezó a estudiar otrasmaterias. Me escribió y me dijo que ya que esta-ba allí iba a aprovechar el tiempo. Y yo le decíaque sí, porque con mi familia nunca en la vidame faltó nada. Tenía casa, comida, mucha ropapara la niña que mis hermanas le compraban,en fin, yo no carecía de nada.

Pero mi hija me preguntaba, viendo al padrede mis sobrinas: «Mamá, ¿por qué yo no tenopapá?» Y era horrible no saberle responderporqué. La niña era muy chiquita para expli-carle que su papá estaba deportado. Había unretrato de él que yo siempre tenía sobre la cama

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y le decía: dile a tu papá hasta mañana, dalebesitos a tu papá, para que la niña se fuera fa-miliarizando con el rostro. Así, si algún día élregresaba, la niña no iba a estar tan ajena a lacara de él. Por eso ella me preguntaba: «¿Porqué mi papá no se mueve como el de Laura?¿Por qué mi papá no me carga como el deLaura?» Laura es mi sobrina y mi cuñado lacargaba, le hablaba, lo normal.

Así pasó el tiempo. Cuando en 1959, triunfala Revolución Cubana, fueron muchos domi-nicanos a celebrar a mi casa. Yo ignoraba lo queera una revolución —de política no sabía nada—,pues a Quírico lo deportaron y yo seguía dentrode mi mismo mar de ignorancia. ¿Qué política,qué comunismo? Yo nada de eso sabía ni meinteresaba tampoco saberlo ni averiguarlo. Y yodecía: ¿Quién es Fidel? Yo no sé quién es Fidel,yo no sé qué es la Revolución Cubana. Lo queme interesaba era resolver el problema moralmío; lo que me interesaba era que Quírico vi-niera y se casara conmigo. Esa era mi obsesión.Tan pronto la Revolución Cubana triunfó fueuna algarabía. En todas partes se cruzaban car-tas, telegramas. Todos los dominicanos exiliadosen México cogieron para Cuba.

Una repentina propuesta de ir a Cuba

— A fines de 1960, Quírico me mandó un cabley me dijo que nos veríamos en el aeropuerto deMéxico porque él iba a tránsito para Cuba, peroquería hablar conmigo eso personalmente. Poreso pidió precisamente el tránsito por México,aunque no lo dejaron salir del aeropuerto.

Quírico regresó el 31 de diciembre de 1960.Cuando nos encontramos en el aeropuerto eranlas 5 de la mañana, y recuerdo que me dijo:«Piki, ya vamos a solucionar nuestro problema.Me voy para Cuba y te voy a mandar a buscarinmediatamente, así que prepara tus cosas, y laniña, que vienes para Cuba. Ahora podremosvivir juntos.»

— Eso lo hablaron así, a las corridas, despuésde casi cuatro años sin verse...

— Sí. Cuando yo llegué a mi casa y se lo planteéa mi mamá, ella puso el grito en el cielo y dijoque yo no podía agarrar para Cuba con la niña,porque se decía en el periódico que Fidel Cas-tro separaba a los niños de la familia y los me-tía en un campo de concentración; que a lasmujeres las ponían a engendrar hijos para elEstado (ríe), y que a los varones los ponían yadesde chiquitos, a ser soldados del ejército co-munista...

Era una sarta de mentiras, pero entonces yoestaba en ascuas pensando: ¿será o no será? Peroyo quería de cualquier manera solucionar miproblema moral. Esa era mi obsesión. Enton-ces yo le dije a mi mamá: pues yo me voy. «Dé-jame la niña, no te la lleves», decía mi madre.Pero yo le dije: ¿cómo te voy a dejar a mi hija, sipor ella es que yo he luchado desde que estehombre se fue? Yo me la llevo, y si veo queFidel Castro me la quiere quitar para ponerla aengendrar hijos, me voy a pedir ayuda a miembajada... (reímos ambas).

VII. La estancia en Cuba revolucio-naria

— Llegué a Cuba el 5 de marzo de 1961; laniña tenía cuatro años. Oiga, Isabel, el cam-bio que yo empecé a notar entre Cuba y Méxi-co, no tiene nombre. Cuba era un país total-mente diferente a México, un país donde a lamujer le dan otro trato, a los niños... bueno,aparte de que Cuba es bella, porque es un paísmuy bonito.

Y ahí empecé a captar lo que era comunismoy lo que era un país de consumo, como el mío.Pero lo empecé a captar yo sola. Porque mi es-poso nunca me obligó, esa es la palabra, a queyo creyera en su doctrina comunista.

Yo no era política, pero yo fui captando, mefui dando cuenta. Mi esposo iba a hacer trabajos

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voluntarios; hizo varios con el Che Guevara. Elaprendió muy bien el ruso y trabajaba comointérprete en las Líneas Mambisas. En ese en-tonces casi nadie sabía el ruso en Cuba, por lotanto mi esposo que sí lo dominaba, era muysolicitado por dondequiera. A mi casa ibanmuchos compañeros soviéticos a hablar con él.— ¿Dónde vivían?— Llegué al Hotel Presidente y después pasé alHotel Royal Palm, en la Calle San Rafael, Cen-tro Habana. Allí pasé momentos como la que-ma del Encanto4, que fue tremenda. Acordo-naron la manzana, el calor del fuego llegabahasta las habitaciones en que estábamos mi hijay yo encerradas. La reacción estaba muy fuerte,ponían bombas incendiarias por dondequiera,petardos... Los «gusanos» que luego se fueron aMiami hacían ese tipo de sabotajes. Luego delEncanto sabotearon un kinder5, pero afortuna-damente la bomba que habían puesto explotómedia hora después de lo planificado. Si hu-biera explotado según ellos la habían puesto,hubieran muerto todos los niños del kinder.Ejemplos como esos podría darle unos cuantos.Pero bueno, poco a poco fui captando la dife-rencia tan grande que existía entre un país comoel mío, donde la mujer vale menos que unacucaracha, y un país como Cuba, donde lamujer, la compañera, como ellos dicen, valíatanto.

Allí no había aquello de que yo voy a unamaternidad muy elegante mientras que una obre-ra da malamente a luz en un centro maternodonde ni siquiera la atienden. Ahí todo el pue-blo íbamos parejo. En México, si usted no daun peso ni el médico la mira.

Estando en Cuba quedé embarazada de mihijo Quírico que hoy tiene 35 años, ¡y qué tra-to! El trato que me dieron allá en la Materni-dad de Línea, no tiene paralelo. Estaba muybien atendida, con vitaminas para mi embara-zo, medicinas para mis várices. Los médicos eranmuy atentos.

— Entonces, su segundo hijo nació en Cuba...— Yo hubiera querido que mi hijo naciera enCuba, pero como mi esposo trabajaba todo eldía, ¿quién me iba a cuidar a la niña? Ya Fidelhabía quitado el servicio doméstico, entoncesyo opté por ir a tener el niño a México y quemi familia se hiciera cargo de la niña. Pero tanpronto nació el niño regresé a Cuba.

Entonces me atendieron los compañeros,hasta me mandaban a mi casa la TrabajadoraSocial y me daban —regaladas— 15 latas de le-che para el bebé. Un día le dije a la compañeraque no me diera tantas porque el niño estabainapetente, que nada más me diera 10 y que sequedara con las otras 5 para aquellos chicos queles hiciera falta, y ella me dijo: «No compañera,su cuota son 15 y 15 se tiene usted que llevar;nosotras no nos podemos quedar con 5 latas.Porque, ¿qué alegamos que por qué nos queda-mos con 5? Usted se las lleva y si no las ocupael bebé, las guarda o se hace un dulce, pero anosotros nos dan orden de entregar 15 y 15 en-tregamos.»

Recuerdo que un día no llevé a mi niño a laconsulta, nada más le tocaba chequeo y pensé:bueno, voy mañana... ¡Qué va! Al otro día esta-ban tocando dos muchachas a la puerta de micasa: «Queremos saber por qué no llevó al niñoal chequeo.» ¿Cuándo van a hacer eso en Méxi-co o en Santo Domingo? Jamás en la vida.— ¿Qué pasó con el miedo aquel sobre si a su

hija la ponían a «tener hijos para el Estado»?— Yo misma fui despertando y entendiendo loque es el comunismo y lo que es el imperialis-mo. Y cada vez que yo oía al compañero FidelCastro, realmente a mí se me llenaba el cora-zón de alegría. Con mi embarazo y todo yo meparaba tres y cuatro horas en la Plaza de la Re-volución para oír a Fidel. Yo lo oía encantadade la vida porque me daba cuenta que en Cubauno vale, la mujer vale, el niño vale, la ancianavale. En Cuba no necesitábamos dinero paranada, Cuba tenía otra vida, y actualmente, si

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no es por el bloqueo que le tienen los ameri-canos, sería el mismo paraíso de América.

En Cuba tiene uno resuelta la escuela, la me-dicina; hay muchas cosas resueltas, otras estánfaltando ahora por el bloqueo de los america-nos y de los gusanos, que ponen gran cantidadde dinero para tumbar a Fidel. Como dijo CeliaCruz6, que ella pone todo su dinero para hacercaer a Fidel Castro. Por eso a Celia Cruz no laoigo ni siquiera por radio, porque hace eso des-pués de que el Partido Comunista de Cuba lahizo cantante. Porque fue el Partido Comunis-ta quien la contrataba para cantar cuando ellano era nadie, no la Sonora Matancera, comoella dice. A esa mujer lo que le gusta es ese oro-pel, la peluca, los lujos. Siempre tiene muchobrillo en sus vestidos. Tiene un cerebro deguandul7 porque no se pone a pensar que mien-tras ella lleva todo ese oropel en sus vestidos,hay cantidad de gente que no come, no diga-mos en Cuba, vamos a hablar de Somalia. ¿Porqué todo lo que ella gasta en sus vestidos no lopone en servicio de la población de Somalia?¡A no!, quiere ver caído el régimen de Fidel paraque vuelva a Cuba la misma corrupción de an-tes del 59.— Por lo que veo, doña Piki, aprendió bastante

de política...— Mucho (ríe), al grado que ahora, yo ya nocambio un régimen de aquellos por uno de es-tos. Viví en Cuba cuatro años, cuando lo deBahía de Cochinos también estuve ahí; fuimospara allá a ver los aviones derribados. Eso fuemuy emotivo. Los cuatro años más maravillo-sos de mi vida los viví en Cuba, claro, iba aMéxico cuando podía.

Al fin, ¡casamiento!

— Bueno doña Piki, ¿y que pasó con el casa-miento que usted tanto anhelaba?

— Desde que llegué a La Habana estuve dandolargas al asunto de casarme para ver quién era

Fidel, si quitaba o no a los niños, y para vertambién quién era Quírico como persona por-que, realmente, yo no lo conocía en la intimi-dad.

Cuando partí para Cuba mi mamá me dijo:«No te vayas a casar, porque si te casas te van aquitar la niña. En cambio si no eres casadacon nadie tú te metes en la embajada y no tepueden quitar la niña. Tú dices que es hija depadre desconocido. No vayas a cometer la bu-rrada de casarte. Debes ir entreteniéndolo...»

Yo seguí sus consejos al principio y cuandoél me planteaba: «Piki, vamos a casarnos.» Yo lecontestaba: Sí, mañana. Sí, otro día. Y así loentretenía. Cuando me convencí de que el régi-men que imperaba en Cuba era tan precioso, yque mi esposo era todo un caballero, que eramás grande de lo que yo había pensado, en lomoral, en lo político y en todo, decidí casarmecon él. Un día le dije: Quírico, ya va a nacer elniño y pienso que debemos casarnos. Nos casa-mos el 28 de noviembre de 1961 en La Habana,Cuba. Yo tengo mi acta de casamiento. Faltabaun mes para el nacimiento del niño.

VIII. Volver a separarse

— En Marzo del 61 habían matado a Trujillo,pero quedaba la reminiscencia de sus hijosRamfis y Radamés, y todos los esbirros de Tru-jillo, matando a diestra y siniestra, sin ton nison. En 1962, al poco tiempo de que regresaraa Cuba con el niño, mi esposo me dijo: «Pre-párate que nos vamos para Santo Domingo.»Le dije: pero, ¿por qué?, ¿por qué vamos a dejartodo esto? Y me contesto: «Pero es que ahoranosotros, los dominicanos, tenemos que haceren Santo Domingo la misma lucha que hizoFidel en Cuba. ¿No dices que te gusta tanto LaHabana? Pues ahora a nosotros nos toca lu-char allá...»

No pasaron muchos días en que me dijo:«No te puedo llevar, porque voy a entrar con

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Isabel Rauber

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nombre falso y mi hijo lleva mi mismo nom-bre.» Lo pensamos bien; yo me fui a Méxicocon mi madre y él regresó aquí, a Santo Domin-go. Logró entrar, pero no se podía dar a cono-cer. Estuvo un tiempo tranquilo. Estaba en laclandestinidad con nombre supuesto, pero meescribía y me decía que tratara de ir arreglandomis cosas porque él me iba a mandar a buscar.

Me estuve un año allá en México y ya él memandó los tickets del avión para que yo vinierapara acá.

IX. El reencuentro, esta vez en latierra de Quírico

— ¿Cómo hizo para entrar a República Domi-nicana?

— Yo vine en calidad de turista. Llegué aquí, aSanto Domingo, el día 27 de febrero de 1963,un día muy significativo porque justamenteasumía el profesor Juan Bosch como Presidentede la República.

Me recuerdo que al llegar al aeropuerto vi can-tidad de carros, movimientos, banderas, muchamúsica dominicana por donde quiera; había unaalgarabía tremenda y le digo a mi esposo: ¡Ay,qué lindo recibimiento me hicieron! Y dice él:«No; no es por ti —en tono jocoso—, es que hoytoma el poder el profesor Juan Bosch. Y digo:¿el profesor qué...? —Dice: «Juan Bosch, quehoy toma el poder...» Ese día se abría la demo-cracia en Santo Domingo así que, desde quellegué, nos pusimos a vivir juntos.

«Vengo ahora. no salgas»

— Nos duró muy poco el gusto, porque el 25 deseptiembre del año 1963, como a las 5 de lamañana, suena el teléfono y le dicen a mi espo-so: «Quírico, sal de la casa inmediatamente queacaban de dar un Golpe de Estado contra Boschy andan buscando a todos los que son contra-rios trujillismo...»

El se fue de la casa y antes me dijo:» Vengoahora. No salgas, enciérrate con los niños.» Te-nía yo a Lupita de siete años y a Quírico queaun gateaba. Entonces yo me quedé en la casa,pero él y no volvió en mucho tiempo.— ¿En que casa vivían?— La primera casa que tuvimos se la prestó uncompañero muy amable que murió muy joven,llamado Luis Risk. Era un amigo de mi esposoy como él no tenía medios económicos paraalquilarme una casa, Luis le prestó una que éltenía. Estaba en la calle Sábana Larga núme-ro 28. Allí viví muy feliz.

Luego del Golpe de Estado el dueño me pidela casa porque él también estaba perseguido. Pero,¿dónde iba yo con mis hijos? Me quedé allí.— ¿Todavía no sabía nada del paradero de su

marido?— Yo tenía noticias, pero hablábamos solamen-te por teléfono Quírico se comunicaba conmi-go, y me decía que no dijera nombre, porquepodían rastrear la llamada. Entonces él sin darnombre, decía: «¿Cómo estás?, ¿cómo te va?»Me hacía llegar dinero con algún compañero oyo le mandaba ropa hasta con la persona queme ayudaba a limpiar el jardín, pero nunca lovolví a ver en medio de eso.— Dígame doña Piki, ¿las fuerzas trujillistas

nunca fueron a buscar a su esposo?, ¿no leamenazaron?

— A mí me hacían allanamientos cada 5 minu-tos, por decirlo de alguna manera. Porque miesposo era una figura muy reconocida en estepaís, un luchador antitrujillista reconocido yquerían saber donde estaba. En los allanamien-to me levantaban la cuna de la niña, revisabanhasta abajo del colchón. Yo les decía: Yo novoy a tener un arma ahí, sería una inconse-cuencia, ni las conozco tampoco . Y me con-testaban: «Bueno Doña, esa cuestión a usted.no le importa.» Y me tiraban todo para el sue-lo. Salían al patio donde había matas grandesde coco y algunos arbustos grandes, altos y

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buscaban allá arriba en las ramas, a ver si élestaba.

Una noche, ya cerca del amanecer, vino ami casa un militar muy terrible, sanguinario,malcriado, que se llamaba Belisario Peguero,venía con tres y todos estaban tomados, se tam-baleaban y exhibían la pistola en la cintura.Yo estaba sola con mis dos niños chiquitos yestaba embarazada de mi hija Tamara, y teníauna barriga excesivamente grande porque yaestaba cerca de los 9 meses. Y Belisario Peguerome dijo: «Mire Doña, o me dice dónde está sumarido o ahora mismo me la llevo al destaca-mento y le saco el muchacho a patadas.»

Yo me aterré, porque ellos cumplían sus ame-nazas. Yo ya sabía lo que era la dictadura aun-que nunca la viví, porque mi esposo me enseñólo que era la dictadura y, además, yo leía librosdonde había fotografías terribles de los tormen-tos que les hacían a los presos. Entonces se meprende el bombillo —quiere decir que me dio laidea—, e inmediatamente le dije a Belisario Pe-guero: mire, yo le voy a decir una cosa que nome había atrevido a decírsela a nadie, pero austed se la voy a decir: estoy cansada de mimaldito marido. Lo tengo aburrido, le dije; nolo soporto. Es un desgraciado. Porque por an-dar de politiquero mire en qué estado me tiene.Yo no tengo necesidad, porque él debería dedi-carse más a su familia que a la política. Me traea un país donde yo no conozco a nadie y ahorapor andar de politiquero me deja a mí sola conesos dos niños y un embarazo.

«Y entonces Doña, me contesta él tambaleán-dose todo, ¿quién la mantiene?» Le dije: Yo vivode esta señora que me da cosas, de mi cuñada;vivo de la caridad pública. Estoy harta de lapolitiquería de él. Y me pregunta: «¿Y entoncespor qué no se va para México?» Le contesté:Porque mi mamá es de situación económicamuy pobre y yo no tengo por qué llegarle conotro muchacho. Yo voy a esperar a tener esteaquí y se lo dejo a mi cuñada. Yo no puedo

llegar con tres muchachos a México, ademástengo que esperar que ella junte para el pasaje yme mande a buscar. Es más, le dije, yo le voy aagradecer que si usted encuentra al desgraciadode mi marido, me lo traiga para darle una bofe-tada, porque tengo deseos de darle una bofeta-da por ser tan desgraciado.

El hombre se tragó el gancho (ríe), se despi-dió y me dice: «Doña, no se preocupe —todoborracho—, si yo encuentro a su marido le juroque se lo traigo para que le dé la bofetada. Cuen-te con nosotros en todo.» (Risas). Muchas gra-cias, le dije, y me quedé temblando, pero felizporque el desgraciado se tragó el gancho.

Le tuve que decir así de mi esposo, porque siyo me quedaba callada, ellos iban a pensar queyo sabía donde se encontraba, y yo no podía deninguna manera exponer a un hombre tan que-rido para mí, a un hombre que fue tan bueno.

Porque vuelvo y lo repito: Quírico Valdez eraun hombre excepcional fue una columna eneste país. Yo no podía defenderlo aquella vezporque si lo defendía, me llevaban al destaca-mento para que dijera donde estaba —que yono lo sabía—, y eran capaces de torturarme, desacarme a la niña a patadas y podía perder lavida mi hija y yo. De la otra manera, echandoesa mentira —y Dios bien sabe que fue unamentira y por eso me perdona—, pude salvar ami esposo.

El seguía en la clandestinidad, pero llamabaa diario por teléfono porque sabía que en elmes de enero, cualquier día iba a dar a luz ycuando llamó el 28 de enero, la muchacha aquien yo había adiestrado para que no dijeranombres, le dice: «Ya doña Piki se fue a la clíni-ca.» Entonces mi esposo fue a la clínica y allános juntamos.

Era el primer hijo que nacía en la presenciade él, y me recuerdo que estaba verde, pálido, atal punto que le pregunta el doctor: «¿Cuál delos dos va a dar a luz?» (ríe). Porque él estabamuy nervioso y, sin embargo, yo estaba muy

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fresca, como la lechuga; yo ya había tenido dosniños, me dolía, pero era una cosa normal; paramí no era un camino nuevo. Pero él sí estabamuy nervioso.

Nació una niña y le dije: Quírico, tuvimosotra niña, ahora te toca a ti ponerle el nombre.Y me dijo: «Bueno, se va a llamar Tamara, comomi maestra de Filosofía en la Unión Soviética.»Le digo: ¿Será tu amiga o será algo más? Dice:«No chica, la profesora Tamara es una señorade 80 años».

Como no podía estar entrando y saliendo, eldoctor, que sabía su situación política, le dijo:«Quírico, no te vayas. Yo te voy a poner unacamita, y aquí es difícil que vengan a allanarporque todos son enfermos.» (Ríe) Entonces ahíle puso una cama y estuvimos juntos los tresdías que me tocó estar en la clínica. El cargabala niña, la besaba...

Cuando salgo de la clínica, como el dueñoseguía insistiendo en pedirme la casa, una ami-ga mía me consiguió una, allí mismo, pero enla calle que ahora se llama Avenida Venezuela.Quírico me llama y cuando le planteo lo de lacasa, me dice: «Chica, cámbiate, pero si quieresvivir conmigo no le des a nadie la dirección, ¡Anadie, pero a nadie!

El me mandó a un amigo que en un soloviaje me cambió de casa porque yo no teníacasi nada, ¿qué iba yo a tener? Y entonces, cuan-do vinieron a ver los vecinos, ya me había cam-biado.

En aquella casa volvimos a vivir juntos. Yoestaba feliz porque nos habíamos vuelto a re-unir. Allí nadie sabía el nombre de mi esposo,ya no se llamaba Quírico, sino Antonio. Se lecambió el nombre por la política. Y yo no meacostumbraba a decirle Antonio, pero al finaltuve que habituarme a vivir con otro señor (ríe),ya no se llamaba Quírico. A mí misma me cos-taba trabajo. El me decía: «Chica, que no medigas Quírico. Yo soy Antonio, acuérdate. SoyAntonio.» Y echábamos mucho relajo con eso.

Pero me duró poco el gusto. Todo era tran-quilidad, todo era belleza y salgo embarazadapor cuarta vez. El se enoja porque me dice queun embarazo tras de otro no puede ser, por susituación política, y yo le dije: bueno, a mí nome regañes porque tanto peca el que mata lavaca como el que le amarra la pata. Yo soy res-ponsable, pero tú también.

El embarazo siguió para adelante y el 15 demarzo de 1965 nació otra niña a la que llama-mos Zureyka. Y yo encantada, feliz, muy con-tenta de la vida... Cuando habían pasado exac-tamente los 40 días, la clásica cuarentena, a launa de la tarde —me recuerdo como si fueraayer—, suena el teléfono y yo nomás oigo quemi esposo dice: «Si, ¿pero cómo?, ¡qué barbari-dad!. Espérame, voy para allá.»

Y le digo yo: ¿Quírico, qué pasa ahora? Dice,«Chica, espérate, no salgas hoy; cierra la puertay no salgas. Yo regreso ahora.» Y se fue, y otravez, en mucho tiempo no regresó.

La guerra del 65

— ¿Qué ocurrió esa vez?— Se había declarado la guerra, el 24 de abrilde 1965, a la una de la tarde más o menos, cuan-do nos hablaron; una guerra fratricida, tremen-da. Aquí estaba gobernando el Triunvirato,Emilio de Los Santos. La gente peleaba paraque volviera la democracia, para que volviera elprofesor Bosch. Y esa fue la causa de la guerra.Cuando mi esposo salió de la casa, yo no supepara donde fue.— Se le repetía la historia.— Sí. A los pocos días me vinieron a decir queél se encontraba luchando en un comando. Laciudad se dividió en dos a partir del puenteDuarte. Hacia el aeropuerto estaban las Fuerzasdel CEFA, el Ejército. Y del puente para acá seubicaba la zona constitucionalista que coman-daba el Coronel Caamaño, que luchaba paraque la democracia volviera a su puesto.

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Aquí, de este lado, estaban todas las clase delpueblo. Porque la gente pobre estaba harta delas dictaduras y de las porquerías de los esbi-rros. Y también hubo pintores, escritores; to-dos estaban de este lado. Recuerdo también aunos cuantos coroneles, que eran gente buena,como el Coronel Caamaño, el Coronel Domín-guez, todos muy preparados. Y estaban tambiénlos de la izquierda claro, porque estaban ayu-dando a instaurar una democracia. No es queel movimiento fuera comunista como dijeron;eso fue una burda mentira. Entre todos se au-naron para volver a la democracia.

Pero no se pudo, porque el 28 de abril, nosdespertamos con la novedad de que habían des-embarcado 42 mil efectivos de los Marines nor-teamericanos. Imagínese eso en un país comoeste. Trajeron un armamento enorme y, en pocotiempo, aplastaron el movimiento como si hu-biera sido una cucaracha. Trajeron tanques, bar-cos de guerra, cañones de largo alcance y todolo transportaban los helicópteros.

Yo me quedé muy impresionada. No sabíaque un helicóptero tenía la fuerza tan tremen-da para coger, como una especie de grúa, untanque, por ejemplo, levantado, transportado ydejado en un parque; cogía un cañón y lo po-nía en otro lugar. Yo vi transportar en el aire lostanques, los cañones... Por dondequiera habíaefectivos norteamericanos.

Al movimiento lo aplastaron de un modo muybajo. Estados unidos se portó... ya usted sabe...Porque Estados Unidos ha sido el país que seha caracterizado, según dicen sus gobernantes,por ir «a ayudar». Pero, ¿a qué ayuda? Ayuda asumir el país en la miseria, en la represión por-que mire el atraso en que estamos todavía.

Con todo eso, el movimiento insurreccionalestaba literalmente terminado. Caamaño, queno iba a sacrificar al pueblo entero, cuando vioque no se podía, firmó un acuerdo y salió de lazona constitucionalista. Entonces se puso aBalaguer como Presidente.

En aquel momento teníamos aquí a la Fuer-za Interamericana de Paz, vaya nombre, y don-de quiera, en todos los edificios de esta zona,había soldados nicaragüenses, brasileños,guatemaltecos; una cantidad de marines quevinieron «a cuidar» a los esbirros aunque, enrealidad, su misión era impedir que surgieraotro movimiento insurreccional. Tenían armaslargas y ocuparon las azoteas de las casas, paradesde allí, con los francotiradores, aplastar cual-quier movimiento. No es que usted los dejaraentrar; ellos entraban y ocupaban la azotea yya. Y allí arriba tenían casas de campaña, ha-cían de todo, porque les era más fácil tirar des-de arriba que de abajo.— Prácticamente invadieron las viviendas y se

instalaron...— Ellos tocaban, entraban, y se asentaban en suazotea.— ¿Estuvieron en su casa?— ¡Claro! Aquí, en este edificio, yo tuve la Fuer-za Interamericana de Paz. Allí, por el patio,bajaban los soldados nicaragüenses, los brasile-ños, todo tipo de gente. Un día uno me pidióagua y le dije: aquí yo no tengo agua, yo no ledi. No me dio gana de darle agua a un soldadoque por su culpa yo no tenía marido, porquemi marido estaba en el comando, y todavía ellosestaban replegados.

En una ocasión, el hijo mío, que era chiqui-to, quiso ir a ver lo que era un radio con con-trol remoto porque le causó al niño rareza verun radio así y cuando lo fue a coger, le dije:¡Quírico, métete, entra! Y dice un soldado nica-ragüense: «Doña, como dijo Jesucristo: dejadque los niños se acerquen a mí.» Le dije: Perousted no es Jesucristo, ni tengo por qué dejaracercar ahí a mi hijo. Y lo metí violentamentepara adentro.

Yo no los podía ver ni en pintura. No lospuedo ver. Nunca he sido política, pero haycosas que duelen. Porque ellos no tenían quevenir a pisotear el suelo dominicano. Cada país

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debe ser libre para seguir su autodetermi-nación.

En ese aspecto la política de México es muybuena porque defiende la autodeterminación.Uno no se puede ir a inmiscuir en otros países;es el pueblo mismo que se tiene que sacudir susdictaduras si no las quiere, ¿usted me entiende?La guerra se terminó cuando se firmó el acuer-do entre Caamaño y las fuerzas de paz...Caamaño salió del país, todo fue una depresión.El pueblo entero se veía deprimido porque ya seveía ganar, se veía que se había ganado, y al otrodía los EEUU mandan 42 mil efectivos.

El pueblo entró en una depresión y en unatristeza pero, ¡muy grande! Aquí hubo muchagente que hasta se suicidó; mucha gente quese moría hasta del corazón de ver el movimien-to aplastado como una cucaracha. El puebloestaba impotente ante una fechoría de esa mag-nitud.— ¿Hasta cuando permaneció aquí la Fuerza

Interamericana de Paz?— Llevaron aquí como tres meses, hasta que sepidió que también se largaran ellos, todos esosesbirros: nicaragüenses, panameños...— ¿Entonces volvió su esposo?— Sí. Ya volvió a la normalidad. A partir de allíseguimos ya tranquilos. Mi esposo tuvo queponer un pequeño negocio, que se lo puso unprimo, para poder subsistir.

Una anécdota de la guerra

— Durante la guerra bajé a ver al médico por-que me había salido pus en un dedo y ya meiba cundiendo para arriba, para el codo y noaguantaba el dolor en el brazo. Entonces meencuentro con una calié (quiere decir que ha-bla, una infiltrada), y cuando ella me ve, medice: «Doña Piki, ¿qué hace usted por aquí?» Yole contesté: Bueno, yo tengo razón para estaraquí puesto que mi esposo está en un comando,pero ahora dime: ¿tú qué haces aquí? porque

tengo entendido que tu familia es militar, túno tienes nada que venir a buscar a esta zona.«Yo vine aquí a dar una vuelta a ver si algo seofrece,» me dijo. Y digo: ¿Y de tus manos se vaa ofrecer algo?

Caminé y como me dio mucho coraje, pen-sé: Bueno, ¿y yo por qué de idiota me dejo?,esta no tiene nada que hacer aquí. Entonces meacerqué una barricada y le digo a Alfredito, unmuchacho que conocía: Mire, Alfredito, esa queva ahí del vestido rojo es calié, se lo aseguro yo,agárrenla y pregúntenle qué es lo que está ha-ciendo aquí.

Y fueron y la detuvieron para que dijera porqué había venido a esta zona. Y dijo cosas in-sospechadas: que su mamá tenía un amantemilitar que la mandaba a averiguar. ¡La mismamadre la mandaba a ella averiguar cosas de losconstitucionalistas!

Estuvo tres días en el comando, cuando salióla mamá se enojó, pero no podía gritarlo mu-cho puesto que ella era amante del militar. Fue-ron a mi casa, me amenazaron con un machetey me dijeron: «Perra mexicana, voy a hacer quela deporten!» Y yo le contesté: ¿Sí? Pues me vasa hacer un gran favor, porque así me voy a mipaís sin pagar pasaje. Yo no sabía que estabahablando con la Ministro de Gobernación, us-ted no tiene calidad para deportarme. ¡Váyaseal carajo!, le dije en un momento de rabia.

Al otro día amaneció el Radio San Isidro, queera el que estaba emitiendo las noticias del ladode los del CEFA, diciendo: «La mexicana Valdez,se ha dado a la tarea de fusilar 12 dominicanosen el patio de su casa.» La madre de aquellamuchacha, como era amante del militar, mandóa decir eso, y cada media hora pasaban el bole-tín. Todo el mundo empezó a alarmarse con esanoticia porque los constitucionalistas tambiénoían la estación para enterarse, y le dijeron a miesposo que había que sacarme de allí inmediata-mente. Y no estaban muy equivocados porqueuna mujer que le llamaban La Negra, cuando se

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enteró de todo eso vino y me dijo: «A usted levamos a quemar la casa con todo y sus mucha-chos. Porque usted siempre decía que su esposono estaba y resulta que es un maldito comunistaque está allá abajo.» Yo le dije a la mujer: Sepaque las mexicanas tenemos un puñal debajo delas faldas. A mí no me va a amenazar y ni me vaa amedrentar. Yo vine a este país porque mi espo-so es dominicano y él estaba exiliado allá. Así esque a mí no me amenace.

Sabiendo eso los compañeros empezaron adecir: «Es un peligro; le pueden hasta volar lacasa; hay que sacarla de allí.» Entonces me sa-caron y me trajeron a esta casa donde hoy vivoen calidad de cuidadora. Esta casa, por coinci-dencia, era de la mamá de Caamaño. Aquí vi-vía un inquilino que se había ido huyéndole ala guerra y dejó esta casa cerrada. La suegra deél dijo: Ella puede usarlo todo menos dos cuar-tos donde están guardados cosas de muchovalor.

Así vine a ocupar esta casa en calidad decuidadora, en agosto del 65. Cuando pasó todo,el hombre volvió y me dijo que no tenía interésen seguir viviendo aquí porque este país —pala-bras textuales— ya se había jodido, y que él selargaba.

Como Quírico trabajaba con Caamaño cons-tantemente, yo le dije: dile a Caamaño que nossaque el contrato, porque el señor se va. Y así selo dijo a Caamaño: «Estamos ocupando unacasa de tu mamá.» Y él le contestó con unaspalabras proféticas: «Hombre, tú no necesitascontrato. Esa casa ya es tuya.» Profética la pala-bra, porque es mía, efectivamente, ahora.— ¿Ustedes la compraron?— Mire Isabel, Quírico no iba a permitir quele dieran nada. Mi esposo nunca se aprovechóde nada. Mi esposo nunca recibió prebendas denadie. Nunca. Jamás. Ni siquiera un guandul8

aceptó nunca de nadie. Lo que pasa es queCaamaño dijo: «No necesitas contrato,» comodiciendo: de allí nadie te va a botar.

Pero yo le dije a mi esposo: No, Quírico, loque habla para la justicia es el papel. Yo voy asacar mi contrato, porque si no tienes un con-trato cualquier abogado te saca para afuera.

Entonces me puse al habla con la señora y lepregunté que si me alquilaba el departamento.Me dijo que sí, que me lo alquilaba sin incon-venientes, que bastaba con que mi esposo estu-viera con su hijo en el comando para conocer-nos. Me pidió que fuera al banco porque lacasa estaba manejada a través de una financieray entonces yo fui y saqué mi contrato debida-mente —que ahí lo tengo—, y pagaba 70 pesosde renta y 3 de agua. Y así duramos muchosaños hasta que después entró el Presidente Bala-guer e hizo una reforma sobre la vivienda y elalquiler de esta casa quedó en 40 pesos, porqueestaba valorada muy por debajo de su valor...Entonces yo seguí viviendo aquí, pagando 40 pe-sos de renta como por 10 años, hasta que laseñora decidió vender la casa y yo la adquirípor 14 mil pesos.

Luego de tantos saltos, la vida de nosotrosfue desarrollándose normalmente, sin altiba-jos. Balaguer estuvo en el poder durante tresperíodos consecutivos. Después vino el PRD9

y después volvió Balaguer al poder hasta hoy[1995].

En el año 89 mi esposo comenzó a sentirseenfermo. Se descubrió una bolita en el lado de-recho del tórax. Yo me alarmé porque él medijo: «Ven, Piki, siéntate, tengo aquí algo duro.»Cuando yo lo palpé le noté una protuberanciabastante grande, como una pelota de golf, perome hice la que no veía ni sentía nada y le dije:yo no te noto nada, pero espérate que vengaOnofre10, que él como médico te puede decir.Sin decir nada vine aquí atrás llorar porque síle notaba la pelota.

Cuando vino Onofre le dije: Cuando ustedpueda ausculte a Quírico, del lado derecho sele nota una pelota. Mire a ver qué es lo que es,pero no le diga nada, me lo dice a mí.

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Cuando Onofre lo auscultó, me dijo: «Ay,doña Piki, se le nota una tumoración. Hay quellevarlo a hacer una tomografía.» Y se le llevó adonde un médico del PLD11, porque mi esposoya había ingresado al PLD; llegó a ser miembrodel Comité Central.

X. Juntos a Moscú

— Por esa misma fecha él se ganó un boletopara Moscú. Estaba contento y eufórico porvolver a Moscú, y cuando yo le dije: Quírico,vamos a verte eso de la bolita aquí, me contes-tó: «Eso allá en la Unión Soviética me lo venlos compañeros, porque nos vamos.» Y nos fui-mos a la Unión Soviética el 15 de septiembrede 1989. Cogimos el avión de aquí a Nicara-gua, a Panamá, a Cuba y de ahí a Moscú. Esefue el itinerario.

Cuando llegamos a Moscú nos recibieron muybien, en una limosina, con intérprete, y nos lle-varon al hotel Sputnik. Al llegar allá nos hicie-ron los exámenes de rigor —porque se les hacíaexámenes a todos los extranjeros, y más en esaépoca con el SIDA—, y cuando llegaron a la bo-lita, mi esposo que dominaba el ruso, le explicóy lo mandaron a la Clínica de Extranjeros. Allíle hicieron unos exámenes muy exhaustivos y sellegó a la conclusión de que él tenía un tumor.Pero la doctora Svetlana, recuerdo que se llama-ba así, le dijo al intérprete que mi esposo notenía nada, que lo que mi esposo tenía era uncardenal, lo que se llama aquí en América Lati-na, un chichón. Ese cuento yo no me lo traguéy le dije a mi esposo: Eso de que tú tienes, entrecomillas, un chichón, no me convence. Pero éldijo: «Piki, ellos son médicos, ellos saben.»

Al regreso de la Unión Soviética estuvimos enCuba, en casa de mi amiga Gloria Blanco, unacubana que yo quiero mucho, que es comouna hermana para mi y yo le decía: Mira, Glo-ria, yo no me trago el cuento de que mi esposotiene un chichón.

Al final se trató en el Hospital HermanosAmeijeiras; lo atendieron de maravillas y logróvivir un tiempo. Falleció aquí, en la casa, lanoche del 30 de agosto de 1991.

Cuando ya se puso muy mal, vinieron unosperiodistas y le hicieron un reportaje. Entre lascosas que le preguntaron hubo temas sobre suexilio. Me recuerdo que uno le preguntó cuálfue el logro político más grande de todos susaños de lucha, y el le contestó: «¿Mi mayor lo-gro político?, haber encontrado a Piki.»

Notas

1 Militante sindical y político dominicano. A los 17años, ingresó a trabajar en una fábrica de zapatos einmediatamente formó parte del sindicato. En 1944,junto a un grupo de compañeros, forma el PartidoComunista. Luego de la división de éste integra elPartido Socialista Popular. Perseguido por la dicta-dura de Trujillo, salió al exilio por muchos años.Regresó en 1962. En 1983, junto al conjunto del PSP,pasa a integrar las filas del Partido de la LiberaciónDominicana (PLD). Es miembro de su Comité Cen-tral y de la Secretaría de Asuntos Obreros del parti-do. Fue Regidor en Santo Domingo, por el PLD, desde1986 hasta su muerte, en 1991.

2 Mantenidos.3 Representación, teatro.4 Tienda por departamentos que fue incendiada por

elementos contrarrevolucionarios cubanos el 13 deAbril de 1960. En el intento por sofocar las llamasmurió la trabajadora Fé del Valle.

5 Círculo Infantil, pre-escolar.6 Cantante de origen cubano residente en EEUU des-

de los primeros años de la Revolución.7 Grano comestible similar a la arbeja, al chícharo.8 Tipo de grano alimenticio similar a una arveja.9 Partido Revolucionario Dominicano.10 Onofre Rojas, médico y esposo de Guadalupe. Yerno

de Don Quírico y Doña Piki.11 Partido de la Liberación Dominicana.

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Pasado y Presente xxi

Año V, Nº 5

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Teoría y Sociedad

Las clases sociales en la sociología

de Pierre Bourdieu

Juana Suárez Conejero*

Los elementos teóricos de la teoría de PierreBourdieu que expondremos a continuaciónmuestran la posibilidad de hacer una sociolo-gía que sobrepase las oposiciones clásicas entreindividuo y estructura, actor y sistema, liber-tad y determinismo y otras parejas de oposi-ción epistemológicas. Bourdieu nos demues-tra como los efectos observables de la realidadson siempre el producto de estructuras inter-nas y externas, del encuentro entre habitus ysituaciones objetivas, de la coincidencia de lahistoria incorporada en forma de esquemas depercepción, sensibilidad, reflexión o acción yde la historia objetivada bajo la forma de va-riadas estructuras.

Esta conjunción de la historia a todos losniveles de la realidad social, permite compren-der la forma en que Bourdieu sobrepasa unpunto de vista estructuralista, y por el contra-rio, adopta una posición que toma en cuenta lagénesis de las estructuras sociales, de su cons-trucción histórica. Bourdieu es capaz de com-prender la compleja dialéctica a través de la cuallos individuos, construidos por la historia, ha-cen una historia que fabrica estructuras enca-bezadas por hombres que, a su vez, construyenhistóricamente un mundo en un incesante ycontradictorio proceso, donde la reproduccióny el cambio se suponen y se provocan.

Las clases sociales «sobre el papel»

Para Pierre Bourdieu, podemos «cortar» las cla-ses sociales en el sentido lógico de la palabra,sobre la base del conocimiento del espacio deposiciones sociales. Las clases sociales son «con-juntos de agentes que, ocupando posiciones si-milares, puestos en condiciones similares y so-metidos a condicionamientos similares, tienentodas las oportunidades de tener disposicionese intereses similares, por consecuencia, de pro-ducir prácticas y tomas de posición similares».1

Recordemos entonces una de las bases de lateorización sociológica: el concepto desplega-do aquí no es en ninguna medida «real», en elsentido en que lo encontraremos como tal enel mundo social. Lo que Bourdieu intenta brin-dar es una referencia teórica que permita com-prender mejor el funcionamiento social: «farohacia el cual un grupo social puede navegar ynavegará con alta probabilidad». Lo que se de-fine no será realmente una clase en el sentidode grupo movilizado por la lucha, con rigor,lo que se define es una clase probable, en tantoque grupo de agentes que opondrán menosobstáculos objetivos a las empresas de movili-zación que cualquier otro grupo.

Definiendo de esta manera las clases socia-les, Bourdieu respeta las diferencias intrínsecasde cada una, viéndolas como grupos que se di-ferencian por la posesión o no de capitales.Por otra parte, Bourdieu rechaza encerrar a los

* Dra. en Sociología. Investigadora de Pasado y Pre-

sente XXI.

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individuos en lo que no son, utilizando el con-cepto de clases sociales como referencia teóricaa la cual no necesariamente corresponde ungrupo social, pero reconociendo una probabili-dad de tendencia.

Como él mismo afirma, esta definición vacontra el relativismo nominalista que anula lasdiferencias sociales reduciéndolas a puros arte-factos teóricos, ya que su concepto se insertaen un espacio social objetivo que determinarálas compatibilidades e incompatibilidades. Laafirmación de que las clases que se pueden«cortar» en el espacio social no existen comogrupos reales (aunque ellas expliquen la pro-babilidad de constituirse en grupos prácticos)será una clara posición contra el realismo delo inteligible.

Lo que existe para Bourdieu será un espaciode relaciones tan real como un espacio geográ-fico, en el cual los desplazamientos y distanciasse pagan en trabajo, en esfuerzos y sobre todo,en tiempo. La probabilidad de movilización enmovimientos organizados, dotados de un apa-rato y de un portavoz será inversamente pro-porcional al alejamiento en este espacio. Sinembargo, Bourdieu señala que, la unión de losmás próximos no será jamás necesaria, así comola unión de los más alejados no será nuncaimposible. (Por ejemplo, Bourdieu señala queexisten más oportunidades de movilizar a losobreros en su conjunto que al grupo de los pa-trones junto a los obreros, pero, a favor de unacrisis internacional, puede provocarse la uniónde ambos, bajo la base por ejemplo, de lazos deidentidad nacional).

De esta manera, si el espacio social es el per-tinente para el análisis de la sociedad, se con-vertirá entonces en el soporte de las unionesentre los grupos sociales más estables. ParaBourdieu el mundo social puede ser percibido(construido?) a través de diferentes principiosde visión y división y las uniones que fundadasen la estructura del espacio construido sobre la

base de la distribución de capitales tendrán másoportunidades de ser estables y duraderas queotras formas de reagrupamiento (por ejemplolazos étnicos, nacionales, etc.), las cuales esta-rán siempre amenazadas por la escisiones yoposiciones ligadas a las distancias en el espa-cio social.

Hablar de un espacio social no significa decirque podemos agrupar cualquiera con cualquie-ra, ignorando las diferencias fundamentaleseconómicas y culturales; todo lo contrario. Peroesto no quiere decir tampoco que podamos ex-cluir la posibilidad de organización de grupossegún otros principios de división.

La relación entre la clase probabley la clase construida.Clase social y clase de trayectoria

Como hemos visto, para Bourdieu, todo agen-te o grupo de agentes constituyen una unidadque se disimula bajo la diversidad y la multipli-cidad del conjunto de prácticas llevadas a caboen los diferentes campos dotados de diferenteslógicas, es decir, dotados de imponer formas derealización bajo la fórmula:

[(habitus) (capital)] + campo = práctica

Los diferentes y distintivos estilos de vidase definen siempre objetivamente, pero serándisimulados por las prácticas estructuradas quese dibujan en el espacio simbólico. El trabajoteórico de Bourdieu acerca de las clases proba-bles constituye un intento de recomposicióndel conocimiento común (intuición acerca dela sistematización de los estilos de vida y delconjunto que ellos constituyen).

El concepto de habitus resulta clave para lacomprensión de esta problemática, en el en-tendido de habitus de clase, como forma in-corporada de la condición de clase y de loscondicionamientos que ella impone. «La clase

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probable, objetiva, puede entonces ser conce-bida como el conjunto de agentes que poseenun conjunto de propiedades comunes, pro-piedades que pueden ser objetivadas y a me-nudo, jurídicamente garantizadas, o propie-dades que resultan incorporadas como loshabitus de clase»2.

Los esquemas del habitus, como hemos di-cho anteriormente, deben su eficacia propia alhecho de que ellos funcionan más allá de la con-ciencia o del discurso, orientando las prácticas,desde los gestos diferenciadores más automáti-cos (maneras de caminar, sentarse, comer) hastala orientación de los principios fundamentalesde la construcción y evaluación del mundo so-cial, que expresan la división del trabajo de do-minación. De esta manera, para Bourdieu losagentes sociales que la sociología clasifica, seránproductores de actos clasificatorios que a su vezlos clasifican. Hablar de habitus será entoncesincluir en el objeto de estudio el conocimientoque los agentes tienen de dicho objeto y, conse-cuentemente, la contribución que este conoci-miento aporta a la realidad del objeto.

Es por ello, que el primer problema que seposa al intentar designar las clases, resulta de laselección de los indicadores que constituirán elcriterio que enmarque los diferentes grupos. ParaPierre Bourdieu, el definir las clases debe teneren cuenta la posición en un sistema de relacio-nes de producción (criterio marxista), pero tam-bién debe incluir un cierto radio en el espaciogeográfico (nunca neutro socialmente) que ten-ga en cuenta un conjunto de características auxi-liares que pueden funcionar como criterios deselección y exclusión reales (ampliación delconcepto weberiano de status).3

Si tenemos en cuenta que una propiedaddesignada por un nombre corre el riesgo de di-simular la eficacia de las propiedades secunda-rias, podemos comprender por qué Bourdieuafirma que la más «independiente» de las varia-bles «independientes» que podamos utilizar para

comprender las clases sociales, esconde toda unared de relaciones que se encuentran presentesen su relación, valga la redundancia, con lasprácticas de los agentes. En resumen, para PierreBourdieu, la designación de criterios para «cor-tar» la sociedad en clases debe comenzar porinterrogarse acerca de todo aquello que no estátomado conscientemente en la definición no-minal y resumida, o sea, en el nombre emplea-do para nominar la clase.

Hacer un análisis de clases variable por va-riable, dice Bourdieu, conlleva a atribuir a unavariable (sexo, edad, ocupación, etc.) el efectodel conjunto de variables. Y el mismo ejem-plifica: «La condición económica y social, talcomo ella es tomada a través de la profesión,impone su forma específica a todas las propie-dades de edad o de sexo, de manera que es laeficacia de toda la estructura de factores asocia-dos a la posición en el espacio social quien seencuentra manifestada en las correlaciones en-tre la edad o el sexo y las prácticas: la tonteríade la inclinación a imputar las diferencias en-contradas según la edad a un efecto genérico deenvejecimiento biológico, salta a los ojos cuan-do observamos por ejemplo que, el envejeci-miento, el cual en los miembros de clases favo-recidas se asocia a posiciones derechistas, seacompaña en los obreros, de asociaciones aposiciones izquierdistas. Al igual, en la precoci-dad de los cuadros que mide, por ejemplo, laedad en la cual acceden a una posición deter-minada, se expresa todo aquello que más alláde las apariencias de la identidad puntual de sucondición, los divide, es decir, toda la trayecto-ria anterior y posterior, y el volumen de la es-tructura de capital que la determinan»4

Contrariamente al conjunto de indicadoresseleccionados para designarla, para PierreBourdieu la clase social no se define por unapropiedad (incluyendo la más determinantecomo el volumen y la estructura del capital)ni por una suma de propiedades (sexo, edad,

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origen social, étnico, nivel de instrucción, etc.),ni tampoco por una cadena de propiedadesordenadas a partir de una fundamental (posi-ción en las relaciones de producción). Para esteautor,

«la clase se define por la estructura de las relacio-

nes entre todas las propiedades pertinentes, quele conferirán a ella, y a sus efectos sobre las prác-

ticas, su valor propio, es decir, la clase puede serconstruida por el investigador si se toma en cuen-

ta conscientemente, en el acto mismo de cons-trucción de la clase y en la interpretación de las

variaciones de la distribución de propiedades yprácticas, la red de características secundarias,

que manipulamos de manera más o menos cons-ciente, cada vez que recurrimos al criterio de cla-

ses sociales construidas sobre la base de un crite-rio único»

5.

Este tipo de razonamiento de Bourdieu per-mite la ruptura con el pensamiento lineal (quesolamente reconoce las estructuras de ordencomo resultado de la determinación directa) ypermite la introducción de un modo de pen-samiento que construye redes de relaciones en-tremezcladas presentes en cada uno de los fac-tores. Para Pierre Bourdieu, los factoresconstitutivos de la clase construida dependenen el mismo grado los unos de los otros y laestructura del sistema que ellos constituyen es-tará determinada por aquellos que tengan elpeso funcional más importante6.

Pero esto no es todo para Bourdieu. Por unaparte, los agentes no pueden verse completa-mente definidos por las propiedades que ellosposeen en un momento dado del tiempo, yaque las condiciones de adquisición de dichaspropiedades sobreviven en sus habitus. Cons-truir las clases sociales tiene que implicar tam-bién, el tener en cuenta la relación entre el capi-tal de origen y el capital de llegada, es decir,implicar la relación entre la posición original yactual de los agentes en el espacio social, ya quelos individuos no se desplazan por azar en el

espacio social, sino a través de la imposición delas fuerzas que estructuran dicho espacio y tam-bién por la inercia propia a los agentes (sus pro-piedades o capitales en el estado incorporado uobjetivado).

«El capital efectivamente poseído en un ins-tante considerado —o el futuro objetivo que élasegura— no es suficiente para comprendercompletamente las prácticas... En ese caso, lasdisposiciones no son totalmente definidas porla relación, en un momento dado del tiempo,entre el capital poseído y el estado del mercado,es decir, por las oportunidades objetivamenteasociadas a la posesión de un capital determi-nado; si, en otros términos, ciertas categoríasde agentes pueden sobrestimar sus oportuni-dades y acrecentarlas realmente, es debido aque las disposiciones tienden a reproducir, nola posición de las cuales ellas son el producto,sino la pendiente, en un punto considerado,de la trayectoria individual o colectiva. Másprecisamente, las disposiciones frente al futu-ro, y por consecuencia, las estrategias de re-producción, no dependen solamente de la po-sición sincrónicamente definida de la clase ydel individuo en la clase, sino de la pendientede la trayectoria colectiva del grupo del cualforma parte el individuo y, secundariamente,de la pendiente de la trayectoria particular deun individuo en relación con la trayectoria delgrupo que lo engloba»7

Si interpretamos bien, Bourdieu quiere de-cir que el campo de los «posibles objetivados»ofrece a los agentes el paso de una trayectoria aotra, aunque dicho paso dependa de eventoscolectivos o de la posición y las disposicionesde los agentes. Esto nos permite comprenderpor qué los detentores de un fuerte capital so-cial tienen más oportunidades de conservarlo oaumentarlo que aquellos que no lo tienen. Enresumen, la posición social y la trayectoria in-dividual son dependientes en el sentido esta-dístico y todas las posiciones de llegada no

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son igualmente probables para los diferentespuntos de partida, lo que explica que la trayec-toria sea una parte integrante del sistema defactores constitutivos de una clase social.

La correlación entre una práctica y el ori-gen social es para Bourdieu el resultado de dosefectos: por una parte, el efecto de inculcar,directamente ejercido por la familia o por lascondiciones de existencia originales, y por otraparte el efecto de trayectoria social propiamen-te dicho, es decir, el efecto que ejerce, sobrelas disposiciones y opiniones del agente, la ex-periencia de la ascensión o descenso social. Enesta lógica, la posición de origen solo será elpunto de partida de una trayectoria en rela-ción al cual se define la «carrera social» delagente.

Remarquemos que esta distinción deBourdieu nos permite explicar los casos enque individuos nacidos de la misma fraccióno familia (es decir, sometidos a inculcacionesque podemos suponer idénticas) se encuen-tren a veces inclinados a tomas de posicióndiferentes.

En oposición al efecto de la trayectoria in-dividual de ser inmediatamente visible, paraBourdieu el efecto de la trayectoria colectivano es percibido como tal. Cuando el efectode una trayectoria se ejerce sobre el conjunto deuna clase, nos exponemos a imputar a las pro-piedades de la clase efectos que en realidad se-rán el producto de transformaciones colectivas.Por ejemplo, que ciertos miembros de una clasetengan una trayectoria individual en sentidoopuesto al del conjunto, no tiene que significarque sus prácticas no sean «marcadas» por el «des-tino» colectivo. Por otra parte, para continuarcon la ruptura con el substancialismo, Bourdieuprecisa que ciertos tipos de propiedades asocia-das a la clase social pueden permanecer sin efi-cacia ni valor en un campo determinado y pue-den tomar todo su peso en otro campo.

La clase incorporaday el efecto de las homologías

Para Pierre Bourdieu, el habitus integra el con-junto de las determinaciones impuestas por lascondiciones materiales de existencia (cuya efi-cacia está cada vez más subordinada al efectode la acción de formación e información se-guido en la medida en que avanza el tiempo).Es decir, el habitus será la clase incorporada,(incluyendo las propiedades biológicas social-mente vistas como tales, por ejemplo, el sexo,la edad) y, en todos los casos de desplazamien-to en el espacio inter o intra-generacional, sedistingue, en sus efectos, de la clase objetivadaen un momento dado del tiempo (bajo formade propiedades, títulos, etc.), ya que ella perpe-túa un estado diferente de las condiciones ma-teriales de existencia, de las cuales ellas que sonel producto y que difieren más o menos en esecaso de sus condiciones de actualización.

Las determinaciones que se ejercen a lo lar-go de la existencia sobre los agentes, constitu-yen para Bourdieu un sistema al interior delcual un peso predominante lo tienen factorestales como el capital poseído, definido en suvolumen global y también en su estructura, yla posición correlativa en las relaciones de pro-ducción.

Para Pierre Bourdieu, el habitus es un princi-pio generador de prácticas objetivamenteclasificables, pero también es un sistema de cla-sificación, un principio de división de dichasprácticas. Es en la relación entre estas dos capaci-dades que definen el habitus, capacidad de pro-ducir prácticas clasificables y capacidad de dife-renciar y apreciar dichas prácticas y sus productos,que se constituye el mundo social representado,es decir, el espacio de los estilos de vida.

La relación que se establece entre las carac-terísticas pertinentes de la condición económi-ca y social (el volumen y la estructura de capi-tal) y las características distintivas asociadas a la

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posición correspondiente en el espacio de losestilos de vida, se vuelve una relación compren-sible por la construcción del habitus, como fór-mula generadora, la cual permite brindar unarazón a las prácticas, a los productos clasificablesy a los juicios, ellos mismos clasificados, queconstituyen estas prácticas en sistema de signosdistintivos. Por ejemplo, para Bourdieu hablardel ascetismo aristocrático de los profesores o dela pretensión de la pequeña burguesía, no essolamente describir estos grupos por sus pro-piedades, sino intentar nombrar el principio ge-nerador de todas sus propiedades y de todos losjuicios sobre sus propiedades y las de los otros.

Como el habitus es una estructura estruc-turante, el principio de la división en clases queorganiza la percepción del mundo social seráentonces el producto de la incorporación de ladivisión en clases sociales. Cada condición deexistencia es definida inseparablemente por suspropiedades intrínsecas y por las propiedadesrelacionales que ella debe a su posición en elsistema de condiciones de existencia, el cual estambién un sistema de diferencias, de posicio-nes diferenciales, es decir, cada posición es defi-nida por todo lo que la distingue de todo loque ella no es, y en particular, de todo lo que aella se opone: para Bourdieu la identidad socialse define y se afirma en la diferencia.

Podemos decir entonces, que se encuentrainevitablemente inscrita en las disposiciones delhabitus toda la estructura del sistema de condi-ciones de existencia tal y como ella se realiza enla experiencia de una condición que ocupa unaposición determinada en la estructura. Para Bour-dieu, las oposiciones más importantes de la es-tructura de condiciones de existencia (alto/bajo,rico/pobre ...) tienden a imponerse como prin-cipios de estructuración fundamentales de prác-ticas y de percepción de las prácticas. El habitusenseña las diferencias de condición, que él tomabajo la forma de diferencias entre prácticas cla-sificadas y clasificadoras, según principios de

diferenciación que tienden a ser percibidoscomo «naturales». La dialéctica de las condicio-nes de existencia y de los habitus es el funda-mento de la transformación de la distribucióndel capital en un sistema de diferenciaspercibidas, de propiedades distintivas, es decir,de clases sociales.

Sin embargo, esta posición hasta ahora nonos permite comprender la asociación que seproduce en determinados momentos entrefracciones de diferentes clases, por ejemplo, nonos permite explicar la solidaridad entre frac-ciones de clase media o alta con los de clasebaja, o incluso, no permite comprender las as-piraciones de movilidad hacia clases superioresde los agentes más desposeídos. No obstante,Bourdieu elabora la noción de homología deposición que permite dar cuenta de fenómenoscomo los anteriores.

Comprender la noción de homología deposición significa, ante todo, asumir la relati-vidad de las posiciones en el espacio social yentre los campos. Si hablamos de clase domi-nante, para Pierre Bourdieu resulta importantela distinción entre las fracciones que la compo-nen, es decir, entre la fracción dominante y lafracción dominada de la clase dominante, y antetodo, la referencia al campo de producción. Lamisma reflexión es válida en las clases domina-das. Por ejemplo, los productores de bienes cul-turales (intelectuales, etc.) son para Bourdieu unafracción dominada de la clase dominante. Sinembargo, generalmente aquellos que ocupan lasposiciones dominadas en el campo cultural sesitúan también en posiciones dominadas en elcampo de producción simbólica.

La homología entre las oposiciones que seestablecen bajo la relación del volumen del ca-pital y su estructura, la oposición fundamentalentre dominados y dominantes y la oposiciónsecundaria entre las fracciones dominantes ylas fracciones dominadas de la clase dominan-te, tiende a favorecer los encuentros y alianzas

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entre los ocupantes de posiciones homólogasen espacios diferentes: la más visible de estascoincidencias es, para Bourdieu, la relación quese establece entre las fracciones dominadas dela clase dominante (intelectuales, artistas, pro-fesionales) y las clases dominadas, los cuales tie-nen en común la expresión de su relación conlos dominantes.

Es decir, que la homología de posición basasu fundamento, en la correspondencia, en unmomento dado, de las posiciones de diferentesgrupos de individuos en un campo determina-do. Los ocupantes de posiciones homólogas, seseparan generalmente por el volumen de la es-pecie de capital que resulta dominante. Esto nospermite explicar porqué las posiciones inferio-res, y correlativamente las disposiciones de susocupantes, deben una parte de sus propiedadesal hecho de que ellas están objetivamente refe-ridas a las posiciones correspondientes de nivelsuperior, hacia las cuales tienden y hacia lascuales pretenden, es decir, nos permite explicarque dichas posiciones expresen claramente la as-piración a la ascensión a la posición superior,destino deseado de los ocupantes de la posicióninferior que manifiestan estas disposiciones.

La lucha de clases

Luego de haber definido la posición concep-tual de Bourdieu respecto a la problemática delas clases sociales, consideraremos su visión den-tro de los movimientos en el espacio social en-tre las clases.

Como en el epígrafe de la distinción y lareproducción, el concepto de estrategias de re-producción resulta clave, en el entendido deconsiderarlas como un conjunto de prácticasfenomenológicamente diferentes, mediante lascuales los agentes tienden, de manera conscien-te o no, a conservar o aumentar sus capitales, ycorrelativamente, a intentar mantener o mejo-rar su posición en la estructura de las relacio-

nes de clases. Las estrategias de reproducciónconstituyen un sistema que, siendo el productode un mismo principio generador e unificador,funciona y se transforma como tal.

Con el intermediario de la disposición fren-te al futuro, se determinan las oportunidadesobjetivas de reproducción del grupo y es porello que las estrategias de reproducción depen-derán primeramente del volumen y la estructu-ra del capital a reproducir, y en segundo lugardel estado de la relación de fuerza entre las cla-ses, es decir, dependerán del sistema de los ins-trumentos de reproducción institucionalizadoso no (mercado del trabajo, sistema escolar, etc.),quienes definirán la transmisión del patrimo-nio, fijando las condiciones de ello.

Como las estrategias de reproducción depen-den del estado del sistema de instrumentos dereproducción y del capital a reproducir, todocambio en estas relaciones implica una reestruc-turación del sistema de estrategias, por ejem-plo, la reconversión del capital detenido haciaotras especies de capital más accesibles o renta-bles, incluso, más legítimas.

Las reconversiones, se traducen entonces, endesplazamientos en el espacio social y, comopara Bourdieu este espacio está jerarquizado ensus dos principales dimensiones (volumen yespecie de capital), se producirán consecuente-mente dos tipos de desplazamientos: los verti-cales (ascendentes o descendentes), es decir, enel mismo campo, y los transversales, que impli-can el paso de un campo a otro (en el mismoplano horizontal y pueden tener también ele-mentos de desplazamiento vertical).

Los desplazamientos verticales, según loconstatan numerosas investigaciones realizadaspor Bourdieu8, son los más frecuentes, y supo-nen una modificación del volumen de la espe-cie de capital dominante en la estructura patri-monial (por ejemplo, modificación del capitalescolar en el caso del institutor que devieneprofesor), es decir, lo que se produce es un

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desplazamiento en la estructura de la distribu-ción del volumen global del capital, que tomala forma de un desplazamiento en los límitesde un campo específico.

Por el contrario, los desplazamientos trans-versales, suponen para Bourdieu el paso de uncampo a otro, es decir, suponen la reconversiónde una especie de capital en otras, o de unasubespecie de capital económico o culturalen otra (por ejemplo de una cultura literariaen económica). Es decir, lo que se produciráserá una transformación de la estructura pa-trimonial para salvaguardar el volumen glo-bal de capital y consecuentemente mantenerla posición en la dimensión vertical del espa-cio social.

Las estrategias de reconversión, individua-les o colectivas, solamente podemos compren-derlas, según Bourdieu, si tomamos como refe-rencia el espacio que las define y que ellas buscanredefinir o mantener, ya que ellas son solamen-te un aspecto de las acciones y reacciones per-manentes, mediante las cuales cada grupo seesfuerza por mantener o cambiar su posiciónen la estructura social, o más exactamente, enun momento de la evolución de la sociedaddividida en clases en que solo se puede conser-var mediante el cambio. Para Bourdieu, las ac-ciones que realiza una clase para conquistarnuevas ventajas sobre las otras clases conllevana deformar la estructura de las relaciones obje-tivas entre las clases. Estas acciones serán com-pensadas (¿anuladas?) por las reacciones, orien-tadas hacia los mismos objetivos de las otrasclases, lo que provoca que la resultante sea, engran parte de los casos, una traslación global dela estructura de la distribución entre las claseso las fracciones de clases.

Es decir, esta dialéctica implica que todos losgrupos concernidos se dirijan en el mismo senti-do, hacia los mismos objetivos y hacia las pro-piedades que son designadas por el grupo socialdominante, y que por definición, estos objetivos

serán inaccesibles a los otros, ya que serán cons-tantemente modificados por los mecanismos dedistinción de sus portadores y solo podrán acce-der a ellos los grupos inferiores, cuando seandivulgados y vulgarizados, es decir, cuando nosean más lo que fueron anteriormente.

Para Bourdieu, por una paradoja aparente,el mantenimiento del orden, es decir, del con-junto de diferencias, rangos, prioridades, ex-clusividades, distinciones, y por consecuenciarelaciones de orden, se encuentra asegurado porun cambio incesante de las propiedades subs-tanciales (no relacionales) de la estructura so-cial. Esto implica que el orden establecido enun momento dado del tiempo será inseparablede un orden temporal o de sucesiones, dondecada grupo social tiene como pasado un gruposocial inferior y por futuro un grupo superior,y es por ello que Bourdieu plantea que los gru-pos en competencia estarán separados por di-ferencias que se sitúan en el orden del tiempo.

Esta dialéctica funcionará también comoun mecanismo ideológico. En las sociedadescapitalistas actuales puede verse con claridad:el discurso de los dominantes se esforzará enintensificar los efectos que se imponen a losdominados. Comparando la condición pasadacon la presente de las clases dominadas, el dis-curso capitalista crea la ilusión de que es sufi-ciente esperar para obtener, lo que los domina-dos de hecho solo podrán obtener a través desus luchas.

Comprender este mecanismo nos permiteadentrarnos en la problemática del cambio so-cial. Las contradicciones y las luchas, paraBourdieu, no serán ni estarán todas en contra-dicción con la perpetuación del orden capita-lista establecido, por el contrario, la perma-nencia del orden social puede estar aseguradacon el cambio, y consecuentemente perpetuadapor el movimiento la estructura social.

Las expectativas frustradas que engendrannecesariamente el desbalance entre la imposición

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de las necesidades «legítimas» y el acceso a losmedios de satisfacerlas, no amenazan necesariani automáticamente la sobrevivencia del siste-ma capitalista, ya que las frustraciones correla-tivas se encuentran en el principio mismo de lareproducción por traslación, que asegura la per-petuación de la estructura de posiciones a tra-vés de la transformación de la naturaleza de lascondiciones.9

Esta forma particular de la lucha de clases,será aquella que los miembros de las clases do-minadas se dejan imponer en la medida enque aceptan los enjeux que les proponen losdominantes, y será una lucha reproductora entérminos de sistema, ya que conlleva el reco-nocimiento implícito y legitimador de las fi-nalidades de los dominantes.

Sin embargo, queda pendiente la respuestade cuáles serán las condiciones en las que seinterrumpe esta dialéctica. La respuesta deBourdieu:

«Todo permite suponer que una brusca separa-ción o ruptura de las oportunidades objetivas en

relación con las esperanzas subjetivas llamadaspor el estado anterior oportunidades objetivas,

conlleve a determinar una ruptura de la adhe-sión que las clases dominadas, a menudo objeti-

va y subjetivamente excluidas de la «carrera», acuer-dan a los objetivos dominantes hasta ese

momento tácitamente aceptados, y a hacer posi-ble un verdadero cambio en la tabla de valores».10

Algunas reflexiones sobre la teoríade Pierre Bourdieu

A nuestro juicio, Bourdieu se encuentra en lalínea del método de Marx, produciendo media-ciones que permiten pasar de la afirmación dela primacía de la infraestructra a la toma encuenta de la superestructura, al revelar la articu-lación de lo material y lo simbólico. Es por elloque su teoría resulta sólida teóricamente y difí-cilmente criticable.

Sin embargo, la teoría de Pierre Bourdieu enocasiones resulta determinista, es decir, le brin-da la primacía a las obligaciones sociales antesque reconocer el papel relativamente autónomode los sujetos para la acción. El concepto dehabitus y la posición que asume Bourdieu antela lucha de clases, dan cuenta de ello.

Para Bourdieu la finalidad de los actoreses la acumulación de capital, o mejor dicho,el crecimiento de su patrimonio compuestofundamentalmente de capital económico, cul-tural, social y simbólico. Por otro lado, el fun-damento de los procesos de transformaciónde capitales es imprescindible para la perma-nencia del orden social. Ello nos conlleva apensar, que el conjunto de conceptos que con-figuran la trama teórica de Bourdieu tiende adejar atrapado al individuo en una complejared interconectada de determinaciones estruc-turales.

A pesar de que la acumulación de capitalpuede ser considerada como un principio deacción de los actores sociales, creemos necesa-rio partir de la base de que la persona y losgrupos sociales tienen la capacidad de hacer supropia historia, de convertirse en actoresprotagónicos del cambio social11.

Otro lado del análisis, debe tener en cuentala importancia de la teoría de Bourdieu en elestudio y comprensión de las sociedades socia-listas. Para poder bien comprender el por quéde esta afirmación, es necesario recordar que lasociología que se desarrolló en este bloque noestudió suficientemente el lado subjetivo, psi-cológico e individual, es decir, no estudió elactivo papel de los agentes en la conformaciónde las clases sociales, ni tampoco abordócríticamente las lógicas diferencias que se dibu-jaban en el espacio social. Este déficit lastró endeterminada medida el desarrollo de la teoríamarxista y se produjo a pesar de que, los pro-pios clásicos del marxismo, planteaban lo con-trario, como puede apreciarse en el ensayo de

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F. Engels «La situación de la clase obrera enInglaterra»12.

Si tratamos de comprender la posición dela mayor parte de los sociólogos de las socie-dades socialistas en relación con el tema delas clases sociales, encontramos su obra remi-tida esencialmente a la teoría de Marx, cuyocentro de comprensión resulta de las diferen-cias de posición que se establecen entre dife-rentes actores en el campo económico, tomandoen cuenta como variable fundamental la te-nencia o no de los medios de producción. Ycomo generalmente los medios de producciónson estatales, pues la conclusión resultaba evi-dente.

Por otra parte, la utilización de las vertien-tes clasificatorias no permitió comprender, engeneral, la dinámica que produce, reproduce yse produce entre los diferentes grupos sociales.En resumen, una parte de estos estudios desco-nocieron una estructura clasista mientras queotros se encaminaron a trabajar clasificacionesoficiales, considerándolas grupos o clases (obre-ros, trabajadores administrativos, de servicios,dirigentes, etc.), simplificándose, de esta mane-ra, la complejidad que existe en el interior delos espacios sociales.

Es por esto que consideramos que la teoríade las clases sociales de Bourdieu resulta unpunto de partida para coadyuvar a una mejorcomprensión de las sociedades contemporá-neas, tanto capitalistas como socialistas, máximeporque su desarrollo teórico responde a abs-tracciones realizadas a partir de estudios empí-ricos de diferentes tipos de sistemas de relacio-nes sociales.

Opinamos también que, tratar de compren-der las sociedades desde un punto de vista mar-xista, significa reconocer el desarrollo de esteparadigma sociológico en el siglo y medio desu existencia, partiendo del concepto de quelo que debemos retener sociológicamente es elmétodo de Marx, es decir, la comprensión del

sistema de relaciones sociales a través de ladinámica que se produce, produce y reprodu-ce los diferentes grupos o clases sociales. Eneste sentido, Bourdieu brinda un sistema teó-rico con posibilidades de análisis para socie-dades como las socialistas, incluso para el ca-pitalismo actual, donde los mecanismos delcapital y su consecuente producción y repro-ducción de clases sociales, son bien diferentesde los de las sociedades que tan certeramenteestudió Carlos Marx en su momento.

Notas

1 Pierre Bourdieu, Espace social et genèse des classes,in Actes de la Recherche en Sciences Sociales,no. 5252, junio de 1984, p. 4.

2 Pierre Bourdieu, La Distinction, Op. cit, p. 112.3 Esta reflexión de Bourdieu nace de la crítica a la no-

minación oficial, la cual sirve de máscara para ocul-tar criterios. Por ejemplo, la exigencia de un diplomauniversitario puede ser considerada como una mane-ra de exigir un origen social determinado.

4 Pierre Bourdieu, La Distinction, Op. cit., p. 117.5 Pierre Bourdieu, La Distinction, Op. cit., p. 118.6 Es así que el volumen y la estructura de capital brin-

dan su forma y su valor específicos a las determina-ciones que otros factores (edad, sexo, etc.) imponen alas prácticas.

7 Pierre Bourdieu, Avenir de classe et causalité du pro-bable, Op. Cit., p. 9.

8 Fundamentalmente toda la investigación realizada ensu libro La Distinction, Op cit.

9 Esto nos permite comprender, entre otros, fenóme-nos como el «aburguesamiento» de la clase obrera.

10 Pierre Bourdieu, La Distinction, Op. cit., p. 185.11 Visión accionalista dentro de la sociología.12 Carlos Marx y Frederic Engels,. Obras Escogidas en

dos tomos.Tomo II , Ediciones en lenguas extranje-ras, Moscú, 1955.

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Wim Dierckxsens*

La racionalidad del capital es acumular a partirde beneficios. Solo lo podrá hacer bajo dos mo-dalidades y ambas se están agotando hoy en díaen forma simultánea. O sea, estamos ante elocaso del capitalismo. Ello inmediatamente le-vanta la pregunta, ¿y cuál es la alternativa? Delagotamiento de la racionalidad capitalista bro-ta una nueva racionalidad económica. Vislum-brar el ocaso del capitalismo permite entoncesvislumbrar una racionalidad alternativa posca-pitalista incluyente que apunta a la equidad engeneral y la de género en particular. El capital oacumula a partir de políticas que estimulan lasinversiones productivas que contribuyen al cre-cimiento de la economía en su conjunto, es deciraumentando el Producto Interno Bruto (PIB),o más bien acumula de manera improductiva,es decir, sin contribuir al crecimiento econó-mico, sino a partir de la obtención de un trozocreciente del mercado y de la riqueza ya exis-tentes. La primera modalidad se conoce mejorbajo el nombre de Keynesianismo o Estadobenefactor que se dio durante los años cincuen-ta, sesenta y parte de los setentas del siglo pasa-do. El segundo se desarrolla a partir de políti-cas de «libre juego de mercado» que mejor seconoce como neo-liberalismo.

La distinción entre trabajo productivo eimproductivo se analiza a partir de la relacióndominante, es decir la relación del mercado.Productivo solo se considera el trabajo que

adquiere expresión monetaria e improductivoes todo trabajo que por su contenido apunta aasegurar la vida misma, pero que por su formao relación social se invisibiliza al no adquirirexpresión monetaria, como el trabajo domésti-co, el pastoral, el trabajo voluntario, etc.). Todariqueza producida o natural que no adquiereexpresión monetaria no se contabiliza y noentra en las cuentas nacionales. Esta riqueza ytrabajo que no adquieren expresión de valorson menospreciados. Las personas no vincula-das con el mercado o con una vinculación másdébil no adquieren derechos económicos y so-ciales en forma directa o los adquieren en menormedida. Las amas de casa y los y las jóvenes notienen vinculación directa con el mercado y susderechos económicos y sociales son más indi-rectos. La comunidad indígena se encuentra másapartada del mercado y no fomentan por elloderechos económicos y sociales en una socie-dad regida por las leyes de mercado.

Las menores oportunidades de trabajo fe-menino hacen que sean más reemplazables enel mercado de trabajo. De ahí que sus derechoseconómicos y sociales resultan más débiles quelos de los hombres. Las oportunidades de traba-jo de las personas calificadas son más grandesque las de las no calificadas y hay diferenciapor etnia también. Cuantas más líneas de ex-clusión se juntan (mujeres, no blancas, sin pro-fesión en zonas rurales de países periféricos),menores serán los derechos económicos y so-ciales. En cambio, cuanto menos reemplazabledeterminada fuerza de trabajo sea (hombres

* Investigador del Departamento Ecuménico de Inves-tigaciones (DEI), Costa Rica.

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blancos, profesionales de países centrales) ma-yores sus derechos económicos y sociales. Unapolítica económica más excluyente, como la neoliberal tiende a incrementar la capacidad de re-emplazo de la fuerza de trabajo e implica unapérdida de derechos económicos y sociales. Lalucha social por los derechos económicos ysociales se encuentra con una coyuntura des-favorable. Una política económica más inclu-yente, implica una mayor inclusión al mercadode trabajo y por tanto conduce a mayores in-gresos y mejores derechos económicos y socia-les. La lucha social por mejoras económicas ysociales encuentro viento en popa.

Una menor capacidad de sustitución de lafuerza de trabajo y de los recursos naturalesconlleva a mejor valorar la pérdida de los mis-mos. De ahí nace la visión de dar valor a lanaturaleza y a la fuerza de trabajo como capi-tal. Se habla de capital natural y capital huma-no. La opción alternativa de dar expresiónmonetaria a la naturaleza y al trabajo no paga-do, sin embargo, implica una lucha por reafir-mar su valor dentro de la lógica del mercado,sin liberarse de ella, sino más bien subordinán-dolo, en última instancia, a la propia lógica demercado. En un mundo donde las oportunida-des de trabajo en general tienden a la baja, comoes el caso del neoliberalismo, esta opción tieneninguna o escasa posibilidad de éxito y másbien explican la feminización de la pobreza. Laacumulación de capital a partir del reparto dela riqueza y de los mercados existentes es finita.Tarde o temprano, para seguir acumulando hayque volver a estimular el crecimiento económi-co y en el mundo entero.

Esta alternativa neo-keynesiana futura po-dría buscar una política de pleno empleo a ni-vel mundial, es decir, una política de inclusiónmundial. La inclusión de todos los ciudadanosal mercado de trabajo (si ya fuese posible) daríamayores derechos económicos y sociales a to-dos los incluidos. Esta política, independiente-

mente si es viable o no, no libera el ingreso dela (mejor o peor) vinculación de cada quiencon el mercado. El derecho a la pensión devejez se obtiene por la mayor o menor vincula-ción pasada con el mercado. Al joven se le valo-riza por su potencial vinculación con el merca-do y no por lo que significa para la sociedad enel sentido más amplio de la palabra. En otraspalabras, el mercado sigue siendo la brújula dela vida misma. Es cierto que conforme se ni-velan las oportunidades de trabajo pagado, me-nores serán las desigualdades existentes y ma-yor la seguridad económica y social en general,pero la lógica no se liberaría de la racionalidaddel capital.

Una alternativa poscapitalista depende dela viabilidad o no del neo-keynesianismo a es-cala mundial, viabilidad que veremos más ade-lante. Una alternativa poscapitalista en funciónde la vida misma, ha de independizar el ingre-so y los derechos económicos y sociales de lamejor o peor vinculación que uno tienen conel mercado. Lo anterior implica subordinar elpropio mercado a la vida misma. Los ingresos yderechos dejan de definirse en función de mivinculación o no con el mercado y se encuen-tran en función de mi lugar y rol con la repro-ducción de la vida misma a nivel local, regio-nal, nacional e incluso más allá. Tengo derechosy obligaciones en la sociedad pero los tengo noexclusivamente por mi forma de vinculacióncon el mercado. Mi ingreso no puede depen-der, entonces, de la manera como me vinculocon este mercado. De ahí se deriva el derecho alingreso sin mediación necesaria con el merca-do pero también se deriva de ahí mi obligaciónpara con la sociedad más allá del mercado.

La regulación económica en función de lavida no se logra con una radical supresión delmercado y su sustitución por una planificacióncentralizada, como fue el caso del socialismoreal. La planificación centralizada tiende a sus-tituir el mercado y al hacerlo se desemboca en

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una regulación económica de manera verticaly centralizada. Se define a nivel centralizadolas necesidades sin real posibilidad de unaparticipación ciudadana. La planificación cen-tralizada difícilmente responde así a las necesi-dades que broten de la vida misma que másque nada se definen a nivel local. Es más elsocialismo real se orientó más a la competenciacon el sistema capitalista como tal antes de de-jarse orientar por la vida misma. Para orientarla economía en función de la vida misma nohay necesidad de partir de lo local. Las necesi-dades a nivel local implican acciones económi-cas a nivel más global. Existen a su vez necesi-dades comunes que superan el nivel local y hastael nivel nacional. Atender necesidades másglobales a su vez implica asignar responsabili-dades en forma descentralizada, es decir, loca-les. La regulación económica poscapitalista quelogra armonizar mejor lo global con lo local apartir de la vida misma se acercaría a la utopíasocialista de la humanidad. Esta utopía no seperdió, lo que se esfumó es la vía histórica realque se recorrió en nombre de ella. A al utopíaeconómica corresponde una figura política quearmoniza con la misma: una democracia real-mente participativa a nivel local y hasta dondesea posible a nivel nacional y más global y conrepresentaciones sin exclusiones desde diferen-tes ángulos, incluyendo género.

El Keynesianismo y el Estado de BienestarSocial se instalaron en el siglo XX, después dedos guerras mundiales entre las potencias porel reparto del mundo. En vez de lograr un re-parto a favor de una potencia, la primera gue-rra mundial fraccionó al mercado mundial conla aparición del socialismo real. La segundaguerra lo fraccionó aún más con el avance delsocialismo. Ante un mercado mundial en rece-sión (es decir con crecimiento negativo) y conagotadas posibilidades de acumular a partirde un nuevo reparto del mercado y de la ri-queza ya existentes, el keynesianismo tuvo que

reorientar la política económica hacia el creci-miento en cada nación. Para estimular el cre-cimiento se busca el retorno de la inversiónhacia la esfera productiva y se frena toda in-versión que estimula la especulación y la con-centración de la riqueza en cada vez menosmanos.

La fórmula de acumular creciendo se lo-gró a partir de un incremento en la demandaefectiva. Aquí el Estado tenía un rol creciente.El seguro de desempleo, el seguro de incapaci-dad, las pensiones, etc., sin duda contribuye-ron a mantener una demanda más efectiva quela concentración del ingreso en menos manosdel pasado. La demanda en sí aún no explicael realce en la tasa de ganancia en el propioámbito productivo. Al acortar la vida mediade los productos, se acelera la demanda efecti-va y con ello se acelera la rotación del capital,es decir, la acumulación de capital. La reposi-ción más veloz de la riqueza material existen-te acelera la maquina de hacer plata, esenciade la racionalidad vigente. Esta tendencia con-lleva a un asalto acelerado a la naturaleza, auna contaminación del ambiente más intensay a la acumulación de desechos sin cesar. En-tramos en la economía del derroche.

En los países del Norte la elasticidad paraacortar la vida media de los productos era ma-yor. A los productos de consumo duradero y ala tecnología se le puede acortar la vida mediasin cesar. Son cada vez más los productos cuyavida media se reduce a cero, es decir nunca seusan. Su demanda se torna, en otras palabras,muy elástica. La mayor rotación de capital au-menta la demanda efectiva de productos perotambién la demanda de mano de obra parafabricarlos. Es la era de la inclusión progresivaque conlleva en los países del Norte a la incor-poración femenina masiva al trabajo pagado.Además esta lógica fomenta la migración in-ternacional Sur-Norte. Es la época emancipa-dora donde las desigualdades por raza, cultura,

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género, etc., tienden a disminuir y a expandirselos derechos económicos y sociales.

Durante la era Keynesiana, los países del Surse especializaban sobre todo en exportar pro-ductos agrícolas y materias primas. Existe unproyecto de sustitución de importaciones de unagama de productos de consumo duradero. Soncontados los casos de países que pueden com-petir con los países centrales en materia de tec-nología necesaria para la producción local. Ladivisión internacional de trabajo limitaba a lospaíses del Sur a generar productos cuya vidamedia se podía acortar con más dificultad. Larotación de capital en el Sur resulta menor ycon ello la demanda de trabajo. La inclusióntermina siendo privilegio de los países del Nor-te. La demanda efectiva de productos agrícolascrece con baja velocidad si se compara con lade tecnología y productos de consumo durade-ro. Con ello las importaciones en los países delSur crecen más de prisa que sus exportaciones.A partir de ello se vislumbra la tendencia a ladeuda externa.

La exclusión o la marginalidad fue fenó-meno común en el Sur. Con ello, los derechoseconómicos y sociales quedan más rezagados.En un mundo estructuralmente excluyente, elEstado Benefactor no pudo desarrollarse mucho.Solo en ciertos países del Sur y/o para ciertascapas sociales menos sustituibles se desarrolla.Los derechos económicos y sociales entre Nor-te y Sur se distanciaban cada vez más durantela época keynesiana. Dentro del Sur, las líneasde exclusión se acentúan en vez de graduarse.Si hubo una tendencia emancipadora de muje-res en el Sur, ésta se dio básicamente entre lastrabajadoras más calificadas y menos reempla-zables, o sea, entre las profesionales. Sin embar-go, como tendencia resulta más grande la bre-cha de oportunidades de trabajo por sexo en elSur que en el Norte. Con ello se diferencianpor sexo los ingresos así como los derechos eco-nómicos y sociales.

El keynesianismo se agotó en el Norte aldescender la tasa de ganancia en el ámbitoproductivo. Al acortar la vida media de la tec-nología la tasa de ganancia aumenta mientrasel costo laboral desciende más de prisa con lanueva tecnología que el propio costo de la in-novación tecnológica. Cuando más la vidamedia tecnológica se acerca a cero, resulta másdifícil recuperar el costo de innovación. Estecosto aumenta más de prisa a lo que puede des-cender el costo laboral. A partir de entonces, lainversión en el ámbito productivo muestra unabaja en la tasa de beneficio. Esta situación sepresenta a partir de finales de los años sesenta.La inversión busca otros ámbitos de inversiónmás rentables. Es en esta coyuntura que el capi-tal privado en el Norte presta con facilidad alos países latinoamericanos. El modelo de sus-titución de importación en América Latina ge-neraba productos cuya vida media no podíaacortarse en la misma medida que la tecnologíaque tenía que importar para mantener a flote elmodelo. Sobre esta base se desarrolla la deudaexterna que a principios de los años ochentagenera la primera crisis de la deuda. Desde en-tonces rigen las políticas neoliberales de ajusteestructural.

El neoliberalismo tiende a invertir en el re-parto del mercado mundial ya existente en be-neficio de las transnacionales. En esencia estasinversiones se dirigen a: la sustitución de mer-cados locales y nacionales por transnacionalesmediante el desmantelamiento de barrerastarifarías a las importaciones; a través de ad-quisiciones de empresas nacionales; mediantefusiones o; mediante privatizaciones de empre-sas públicas. No se trata de inversiones que ha-cen crecer la economía como un todo, sino deformas de adquisición de mercados con servi-cio o producto y clientela ya existentes. Es unmodelo excluyente que no genera empleo. Lacapacidad de reemplazo de la fuerza laboral tien-de a aumentar. Se pierde estabilidad laboral y

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los salarios tienden a la baja. Los trabajos deautoempleo y de mala paga dominan y sobretodo en la población femenina. Los derechoseconómicos y sociales tienden a ser desmante-lados y con ello el Estado de Bienestar. El segu-ro social y la educación dejan de ser libres y alprivatizarse suelen ser excluyentes. La movili-dad social tiende a ser descendente en vez deascendente. Se genera una era de «salvase quienpueda». La xenofobia levanta la voz y el mun-do se torna muy inseguro.

En este entorno cayó el bloque socialista. Elreparto del mundo ya no tenía freno político.A partir del reparto del mundo, las transnacio-nales aumentaron su participación en el Pro-ducto Mundial Bruto de 25% a 50% durantelas décadas de los ochentas y noventas. A partirde este reparto del mercado mundial en benefi-cio de cada vez menos empresas, las inversio-nes se tornan especulativas. Las apuestas a lasacciones de las transnacionales triunfadorashicieron alzar el mercado bursátil en el Norte.A su vez aumentó la especulación a la baja delas monedas de los países periféricos. Los gana-dores estaban en el Norte; los perdedores en elSur. La concentración de ingresos se desarrollaal interior de cada país y entre los mismos. Losmás ricos suelen consumir solo una fracciónde su ingreso en tanto que los más pobres con-sumen cada centavo que reciben y aún así vi-ven grandes mayorías en pobreza. Con la con-centración del ingreso mundial en cada vezmenos manos tiende a contraerse la demandaglobal y con ello la producción y por ende elcrecimiento económico. La demanda efectiva delos productos y servicios transnacionales depen-de cada vez más del reparto del mundo. Sinembargo, también este reparto tiene límites.

Hacia fines de los noventa las dos modali-dades de acumulación real se agotan. La inver-sión improductiva resta fuerza al crecimientomundial que tiende a ser negativo. Es decir, unarecesión mundial se anuncia. Seguir acumulando

sin crecimiento económico supone acentuar elreparto del mundo. Seguir repartiendo el mun-do implica tarde o temprano afectar espaciosde las propias potencias económicas. Sobre estepunto es difícil lograr acuerdos. El reparto delmercado mundial se estancó precisamente porlos desacuerdos entre las potencias. Los acuer-dos multilaterales fracasan a partir de 1998:Fracasó el Acuerdo Multilateral de Inversiones(AMI) en Paris en 1998; la cumbre de la Orga-nización Mundial de Comercio (OMC) enSeattle. EEUU en 1999 y en Cancún, Méxicoen 2003. Si no avanza el reparto del mundo, lasventas y ganancias reales de las transnacionalesdejan de expandirse, las expectativas de crecien-tes ganancias se esfuman y el mercado bursátilse desploma. La acumulación especulativa mos-tró su carácter virtual en el crac. Mucha gente yempresas se endeudaron para especular. Lasdeudas resultaron ser reales, las ganancias, sinembargo, virtuales. Así se anuncia una crisis delgran capital. Las primeras transnacionales sedesploman (World Com y Enron). Ante la cri-sis surge la opción: o se cambia de rumbo omás bien se torna más agresiva el reparto delmundo. Lo primero resulta más sensato, lo se-gundo fue lo obvio. Un nuevo avance en elreparto implicaría pérdida de ciertos mercadosde unas potencias en beneficio de otras. Losdesacuerdos y conflictos entre las potencias sehacen patentes. Se manifiesta la crisis delneoliberalismo y con ello de la ideología única.Otro mundo no solo parece posible, sino nece-sario. Esto se afirma hasta en la elite de poder(Stieglitz, Soros). El movimiento social contrala globalización nace sobre esta contradiccióny reivindica otro mundo posible. Aparece el«Otro Davos» en 1999 que luego desemboca enel Foro Mundial Social que se convoca anual-mente en Porto Alegre desde enero de 2001.

A partir del 11 de septiembre de 2001 en-tramos en una guerra global por el repartodel mundo. El atentado sirvió para iniciar

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un reparto mediante la guerra en beneficio dela «cultura elegida»: Occidente contra Orienteen una batalla de civilizaciones. La economíade Japón se complica, sin embargo Occidenteno se recupera. No hay lugar ni para todas lastransnacionales occidentales. Con la guerra enIraq se vislumbra la guerra de EEUU contra elmundo entero en beneficio de la «nación elegi-da». Las fisuras en NNUU, en la OTAN, en laUnión Europea y al interior de las naciones,anuncia un «salvase quien pueda» a costa de noimporta quien. El nacionalismo y elneofascismo en el reparto del pastel no harán,más que profundizar la recesión económica ymundializar al movimiento social. Los 15 mi-llones de ciudadanos que manifestaron contrala guerra el 15 de febrero de 2003 son apenas suprimer testimonio. La lucha social por otromundo posible no ha parado desde entonces ymás bien asciende conforme avance la guerra.

Triunfar militarmente en la guerra no im-plica aún ganarla. Si no se logró el objetivo eco-nómico, la guerra se perdió. Con la guerra glo-bal por el reparto del pastel mundial, este seencogerá. Al encogerse el mercado mundial, larepartición bélica se torna aún más dura parapoder salvarse la acumulación en la «naciónelegida», aunque a la larga nadie se salvará. Sedesarrollará la conciencia que en este «salvasequien pueda» nadie se salvará. Cuando se pro-fundizarán el nacionalismo y el proteccionis-mo, el mercado mundial no solo se encogerá,sino además se fraccionará. Esta tendencia ace-lerará la muerte de muchas transnacionales queacapararon más del 50% del mercado mun-dial. Con ello, el colapso del capitalismo estáa la vista.

Así como se nacionalizó la banca, el ferro-carril o los servicios públicos después de 50 añosde reparto mundial en el siglo pasado, estamosante una nueva ola de control ciudadano nosolo sobre los servicios públicos privatizadosen cada nación, sino además sobre centenares

de empresas transnacionales en quiebra. Novaldrá la pena salvar unas (Mc Donalds), otrassí en cambio (aerolíneas). Este control ciudada-no sobre los medios de producción a nivelmundial es inevitable para desarrollar una eco-nomía en función de la vida misma en cadalocalidad y cada nación. Implica la muerte dela racionalidad del capital transnacional, aun-que aún no la del mercado. Resta preguntar: ¿esposible que el capital saldrá una vez más con lasuya, aunque se requiere más intervención? Esdecir: ¿es posible un keynesianismo a escalamundial? Para contestar esa pregunta veamoslo que en esencia es.

Después del fracaso del reparto del merca-do mundial, la salvación después de 1945 fueacumular a partir de la inversión productiva encada nación. Una especie de proceso de engor-de de cada país antes de iniciar un nuevo repar-to. Sin embargo, para que la inversión retorneal ámbito productivo se requiere un realce en latasa de beneficio. Este realce se logró al acortarla vida media de los productos. Al acortarse lavida media de la tecnología y de los bienes deconsumo duradero (con modas, falta de repues-tos, etc.) aumentó la velocidad con que se reali-zan las ventas y ganancias y con ello se aceleróla acumulación de capital. En síntesis hay acu-mulación a partir de crecimiento de riqueza endinero, por qué la vida misma de la riquezamaterial se acorta. Es la economía del derrochey de la contaminación.

El acortar la vida media de la tecnología tie-ne un límite. Mientras el costo de la reposicióntecnológica aumentaba a menor velocidad delo que bajaba el costo laboral que resulte de lainnovación, subía la tasa de beneficio. A partirde cierto punto, sin embargo, el costo de inno-vación tendió a superar el ahorro en el costolaboral. La tasa de ganancia tendió a bajar. Conel neoliberalismo, la inversión huye del ámbitoproductivo. Se retornó al reparto del mercadomundial. Eso se llamó globalización neoliberal.

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El neoliberalismo no resuelve la baja de la tasade ganancia dada a partir del descenso de lavida media de la tecnología, sino la rehuye. Elreparto brinda una ganancia temporal mientrasse acapare pastel. Acaparado el pastel, o se re-torna al ámbito productivo o se desemboqueen una guerra global. Hoy presenciamos el se-gundo escenario. Al fracasar la economía deguerra se presentará la primera opción. El fra-caso inevitable del reparto del mundo a partirde la guerra global obligará a la inversión suretorno a la producción. Acortar la vida mediade la tecnología aún más todavía en ese sectorhace bajar la ganancia. Lo reveló la nueva eco-nomía de comunicación y computación. Alhaberse introducido en los demás sectores de laeconomía, la vida media de la tecnología sehabía acortado aún más todavía. La tasa de be-neficio se desplomó en todos los sectores. Elsector tecnológico vio caer sus ventas y ganan-cias como ningún otro. El desplome de sus ac-ciones no tiene precedente en la vida bursátil.

El retorno de la inversión al sector produc-tivo solo es posible si se alarga la vida media delos productos. Al aumentar la vida media, latasa de ganancia en el sector baja al realizarsemenos ventas. Ante este dilema la tendenciahistórica es la prolongación regulada de la vidamedia de las cosas a partir de patentes. La pro-tección de beneficios transnacionales mediantepatentes no es salida a mediano plazo. La pro-longación de la vida media de los productoshará bajar la tasa de ganancia. Esta baja ha deser compensado por un aumento en el derechoa la propiedad intelectual. Es una tendenciaperdedora. Hoy día se observa que mercadossin patentes son absorbidos por transnacionalescon productos patentados. La generalización depatentes fomenta la concentración de riqueza yno estimula la producción, sino más bien pro-fundizan la recesión. El retorno más incluyen-te a la producción exigirá fomentar leyesantipatentes. En esta crisis con un fuerte movi-

miento social se reivindicará el conocimientocomo patrimonio de la humanidad. Sobre talbase es posible vincular la inversión con la pro-ducción en el mundo entero, regular la vidamedia de los productos y poner la producciónen función de la vida misma.

En el Norte una duplicación de la vida me-dia de los productos implicaría la reducción ala mitad del producto anual en dinero. Elloimplica una crisis de acumulación. El tiempode trabajo necesario para tener la misma rique-za material se reduce al prolongar la vida mediade las cosas. El bienestar genuino de la ciuda-danía aumenta al duplicarse el tiempo libre y alrespetarse la naturaleza. A partir del criterio delbienestar genuino se reivindicará la Economíade lo Suficiente. Comprar por comprar deja deser moda. El proceso de acumulación de capi-tal se invierte. Habrá desacumulación. Lo úni-co que sobra, relativamente, a partir de enton-ces es el dinero. La clase burguesa se tornaimproductiva. Al reducirse la producción a lamitad, la mitad del dinero ha de salir si no quiereperder su valor el año siguiente. Con ello latasa de interés tiende a ser negativa. Con talque mi dinero no pierda todo su valor adquisi-tivo estaré dispuesto a recibir de vuelta menosdinero de lo que presté. De todas formas mivida depende cada vez menos de la tenencia ono de dinero.

Solo existe necesidad y posibilidad de in-vertir dinero sobrante del Norte en forma pro-ductiva en el Sur. La solidaridad del Norte conel Sur resulta así inevitable para el Norte a finde evitar la desvalorización instantánea del di-nero. Con el conocimiento como bien públicoy un dinero a intereses negativos puede desa-rrollarse la Economía de lo Necesario en el Sur.Ahí incrementará el ingreso a velocidad en tan-to que en el Norte se reducirá. La equidad está ala vista a mediano plazo. El dinero pierde enton-ces toda posibilidad de acumulación. La claseburguesa está fuera de la historia. La economía

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puede orientarse a la vida misma. Solo al pro-longar la vida media de los productos es posi-ble de salvar la vida natural. En tanto que ladesacumulación en el Norte avanza más de loque hay acumulación en el Sur, se pueden libe-rar recursos netos para entregar mayor espacioa la naturaleza. La reproducción ampliada de lavida natural solo puede lograrse al reducir lavelocidad de reproducción de la vida material.Si este proceso de reproducción se logra a par-tir de la longevidad de los productos, implica-rá un proceso de desacumulación de capitalcon mayor bienestar genuino. Habrá más tiem-po libre y más ocio, aunque menos dinero ycapital.

Al subordinarse la economía de mercado ala vida misma es posible e inevitable revalorarlas actividades humanas por su contenido. Al

perder el dinero valor, el trabajo formal ya novaloriza. Es sobre todo el trabajo del hombreque pierde aquí valor. La economía de mercadodeja de ser el eje central de la vida. Las activida-des voluntarias no valorizadas a partir del mer-cado comienzan a adquirir valor para la vidamisma y el trabajo para el mercado se tiende apercibir como una actividad cada vez más su-bordinada ala vida misma. A partir de ello, losingresos dejan de ser vinculados de la relaciónde las personas con el mercado. Lo anteriorimplicará que la sociedad deja de ser adultocéntrico y patriarcal. La democracia radical nosolo es posible sino se reivindica como necesi-dad histórica. Hemos entrado en otra raciona-lidad económica. ¿Como queremos llamarla?¿Socialismo mundial? No veo otro nombre másapropiado.

recibiendo dinero de la CIA en el mismo instante enque esa agencia de la muerte apoyaba la prisión y elasesinato de líderes sindicales en todo el mundo. Loslíderes del CIO (Congress of Industrial Organiza-tions/Congreso de las Organizaciones Industriales)no precisaban haber participado de la caza de brujas,que hizo a aquella organización virtualmente indis-tinguible de la AFL (American Federation of Labor/Federación Norteamericana del Trabajo) cuando lafusión de las dos en 1955. Pero los comunistas tam-poco precisaban haber insistido en que el gobiernoprendiese a los trotskistas ni obedecido como escla-vos las directivas de Stalin. Todo eso no significa quelas acciones de algunos radicales y las de Gompers yotros estén en el mismo plano, quiere decir apenasque los radicales también hicieron su propia histo-ria». Michael D. Yates, «The Road Not Taken», Mon-thly Review, vol. 51, No. 6, Noviembre de 1999, p. 40.

4 Denis Noble, «Academic Integrity» en Alan Monte-fiore; David Vines (orgs.), Integrity in the Public andPrivate Domains, Londres/Nueva York, Routledge,1999, p. 184.

5 Otto Nathan y Heinz Norden (orgs.), Einstein onPeace. Nueva York, Schocken Books, 1960, p.343. Elmensaje de Einstein solo fue publicado póstumamente.

6 Ibidem, p. 107.7 Ibidem, p. 116.

8 Ibidem, p. 344.9 Citado en Ronald W. Clark, Einstein: The Life and

Times, Londres, Hodder and Stoughton, 1973, p. 552.el congresista citado, que lanzó esa violenta denun-cia contra Einstein en la Cámara de Representantes,fue el diputado John Rankin, político del Mississippi.

10 Karl Marx, The Poverty of Philosophy, en Marx yEngels, Collected Works, v.6, Nueva York, Interna-tional Publishers, 1976, p. 210.

11 Ibidem, p. 212.12 Ver el capítulo 18 de Más allá del capital, Op. Cit.,

p. 787-860. Una versión anterior de ese capítulo esparte del estudio titulado «Il rinnovamento del mar-xismo e l’attualità storica dell’offensiva socialista»,publicado en Problemi del socialismo (jornal funda-do por Lelio Basso), año XXIII, Enero-Abril de 1982,pp. 5-141.

13 De cualquier forma, no se puede olvidar que la legis-lación anti-sindical en Inglaterra fue iniciada en elgobierno laborista de Harold Wilson, con la propues-ta legislativa que recibió el nombre de «en lugar de ladiscordia», en la fase inicial de la crisis estructural delcapital. Continuó durante el corto gobierno de EdwardHeath, y otra vez en los gobiernos laboristas de Wilsony Callaghan, diez años antes de recibir un claro «selloneoliberal» en el gobierno de Margaret Thatcher.

14 Luigi Vinci, Op. Cit., p. 69.

(Viene de la página 54)

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