panorama de la musica liturgica

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    REVISTA MURCIANA DE ANTROPOLOGA, n. 19, 2012, pp. 93-116. UNIVERSIDAD DE MURCIAISSN impreso: 1135-691X. ISSN electrnico: 1989-6204

    Resumen: El objetivo principal de nuestro trabajo es ofrecer un breve resumen de los cnticos litr-gicos que se emplean en la actualidad en las iglesias de la Regin de Murcia, estableciendo a la vezuna tipologa que ayude a su clasificacin.

    Palabras clave: Canto litrgico; Murcia; Iglesia; Concilio Vaticano II.

    An overview of liturgical music in the Region of Murcia

    Abstract: The principal aim of our research is to offer a brief summary of the liturgical canticles usedat present in the churches of the Region of Murcia, establishing simultaneously a typology that helpsto classify them.

    Key words: Liturgical canticle; Murcia; Church; Second Vatican Council.

    * III Congreso Etnogrfico Nacional del Campo de Cartagena dedicado a la Religiosidad Popularen el Campo de Cartagena. El monasterio de San Gins de la Jara. Cartagena, 24, 25 y 26 de octubrede 2012.

    ** Profesor Titular del rea de Msica de la Facultad de Educacin de la Universidad de Murcia.

    Email: [email protected].

    Panormica de la msicalitrgica en la Regin

    de Murcia *

    Jos F. ORTEGAUniversidad de Murcia **

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    REVISTA MURCIANA DE ANTROPOLOGA, n. 19, 2012, pp. 93-116. UNIVERSIDAD DE MURCIAISSN impreso: 1135-691X. ISSN electrnico: 1989-6204

    1. INTRODUCCIN

    En lo que a la msica se refiere, las directrices emanadas del Concilio VaticanoII, o bien una interpretacin sesgada y tal vez interesada de stas, invitarondesde los aos 60 del pasado siglo a acometer cambios radicales. Gneros como elcanto gregoriano y la msica polifnica, encumbrados por el papa Po X a la msalta cima y sealados, particularmente el primero, como la msica por antonoma-sia de la Iglesia Catlica, an sin perder esta condicin, se vieron abocados a com-petir con las msicas populares, a priori menos exigentes y por eso mismo msadecuadas para fomentar la participacin activa de los fieles. En cierto sentido, elespritu conciliar pregonaba una vuelta a los orgenes y emular as el modo de fun-

    cionar de las primeras comunidades cristianas. Sin embargo, aquella situacin id-lica fue slo una situacin transitoria que no tard en cambiar.

    2. LA MSICA EN LA LITURGIA Y SU EVOLUCIN HISTRICA1

    En los primeros pasos del cristianismo la participacin musical de los fie-les en la liturgia fue una constante. Muchas de las celebraciones tenan carcterdomstico y estaban ligadas a la prctica de la oracin individual y familiar. Enellas se cantaran salmos de la tradicin hebrea, siguiendo probablemente losmtodos de cantilacin2 en uso en aquel tiempo.

    Los primitivos cristianos tenan, adems, a su disposicin numerososhimnos que sirvieron para iluminar y avivar su fe. San Ambrosio, obispo deMiln, cre para la liturgia, con un objetivo catequtico, un amplio repertorio,despertando un gran fervor y admiracin no slo entre sus fieles sino hasta en elmismsimo san Agustn.3

    1 Las ideas principales de este epgrafe estn tomadas de M. Dolores Aguirre Espinosa, presiden-

    ta de la Asociacin Hispana de Estudios Gregorianos, y del musiclogo y profesor Jos Lpez Calo.

    Cf. AGUIRRE, M. Dolores: El canto gregoriano, es el canto de la asamblea?, EstudiosGregorianos, ao III, n 3, 2008-2010, pp. 15-32; LPEZ CALO, Jos: Hilarin Eslava (1807-1978):

    precursor del cecilianismo en Espaa,Principe de Viana, ao 67, n 238, 2006, pp. 577-607.2 Se designa con este trmino una forma de canto, un modo de hablar cantando, semejante al reci-

    tado de un texto litrgico; se emplea especial, aunque no exclusivamente, en relacin a la msica

    hebrea; cf. RANDEL, Don (ed.):Diccionario Harvard de Msica, Alianza Editorial, Madrid, 1997, p.205; CORBIN, Solange: La cantillation des rituels chrtiens,Revue de Musicologie, 47, 1961, pp.3-36. Como explica Guillermo Fernndez Rodrguez-Escalona, el trmino cantilacin no suele apa-

    recer en los diccionarios al uso, tanto por su empleo restringido como por su relativamente reciente

    creacin; cf. FERNNDEZ RODRGUEZ-ESCALONA, Guillermo: La cantilacin de la pica

    medieval,Estudios Gregorianos, ao III, n 3, 2008-2010, pp. 105-173.

    3 Cf. San Agustn, Confesiones IX, caps. 6-7.

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    La msica religiosa alcanza una de sus mximas cotas a partir de la segundamitad del siglo IX cuando, tras un largo devenir, el denominado canto gregoriano

    logra su mxima perfeccin. No obstante, el que el latn ya hubiera dejado de ser lalengua del pueblo conduce a una separacin entre el altar y los fieles. As, ciertosrituales, como el canon de la misa, comienzan a realizarse prcticamente en secre-to, pronuncindose en voz baja. Por otra parte, el canto es confiado a un grupoespecfico, la schola, lo que ayuda a que el papel de los fieles vaya paulatinamen-te disminuyendo. La consecuencia es inmediata: la liturgia pasa a convertirse enalgo propio del clero en tanto que el pueblo asiste a ella como mero espectador.

    Hacia finales del siglo XII, despus de un proceso evolutivo de casi dos-cientos aos, las obras polifnicas exhiben una gran perfeccin. Pero una serie

    de elementos ajenos a la espiritualidad que haban ido introducindose poco apoco obligan al papa Juan XXII a condenar tales abusos en su Docta SanctorumPatrum de 1325.4 La situacin cambia en el siglo XV, particularmente en susegunda mitad, con compositores como Dufay y Josquin, cuyo estilo musicalmeldico, con una armona equilibrada y basado en el contrapunto imitativose muestra ms acorde con la solemnidad religiosa. En cualquier caso, la polifo-na no hace sino separar an ms al pueblo de la celebracin de la liturgia. stacontina siendo cada vez ms una responsabilidad exclusiva del clero. La nicaposibilidad para los fieles de sentirse partcipes era a travs de la representacindel rosario y otras devociones.

    En este sentido, la reforma impulsada por Lutero en el XVI aventaja en unossiglos a la Iglesia Catlica pues permite la entrada de la lengua vulgar as comode melodas populares en los ritos litrgicos. Con el claro objetivo de propiciarla participacin de los fieles a travs del canto surge el coral, la forma musicalen la que se plasma este afn. Los corales, en algunos casos composiciones nue-vas, podan elaborarse a partir de adaptaciones del canto gregoriano o de cancio-nes devocionales extendidas por Alemania. Pero tambin podan surgir de can-ciones profanas a las que se aadan nuevos textos: una prctica que en lenguajetcnico se denomina contrafactum o, en plural, contrafacta. El hecho de utilizar

    melodas conocidas haca que el pueblo se sintiera identificado con una msicafamiliar y no perdiese tiempo aprendiendo otras nuevas. De este modo, se utili-zan para los corales muchas canciones profanas cuyas melodas eran harto cono-cidas por aquel entonces, cambiando tan slo sus letras originales por otras decontenido religioso creadas ex profeso.

    4 Una traduccin al espaol, acompaada del original latino, fue publicada por el padre Nemesio

    Otao; cf. OTAO, Nemesio:La msica religiosa y la legislacin eclesistica, Barcelona: Isidro Tres

    Oriol, 1912, pp. 10-13.

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    Aunque su influencia en lo musical a veces se ha magnificado, es cierto queel espritu del Concilio de Trento cal en los compositores del orbe catlico de

    la poca. Grandes polifonistas como Victoria y Guerrero, con Palestrina a lacabeza, supieron reflejar en sus obras ese sentimiento religioso de fervor ydevocin. Sus composiciones, convertidas en todo un paradigma, fueron entro-nadas por el papa Po X, casi a la par que con el canto gregoriano, como ideal dela verdadera msica religiosa.

    Pronto, sin embargo, harn aparicin dos elementos que sern fuente deabusos en los siglos posteriores: por una parte, la introduccin de los instru-mentos en la msica de culto, por otra, la popularizacin de las composicionesen lengua vulgar, principalmente en fechas navideas y en el Corpus. En cuan-

    to a estas ltimas, denominadas de forma genrica villancicos, se concibieronen origen como una forma de acercar a los fieles, desconocedores en su mayoradel latn litrgico, al misterio del Nacimiento. Pero no tardaron en experimen-tar una paulatina degradacin que degener en verdaderas banalidades.

    Con el advenimiento del Barroco, las nuevas creaciones musicales, cadavez ms desligadas de la accin litrgica, devienen en ocasiones en puro espec-tculo. Fruto de esta orientacin son las grandes misas que comienzan a crearsea partir de entonces. Ms tarde, en el siglo XVIII, bajo la influencia de la peraitaliana, nuevos elementos de carcter profano se agregan a los heredados depocas anteriores.

    Ya en la centuria decimonnica y en el caso particular de Espaa, la des-amortizacin de Mendizbal (1837), por la que los bienes del clero pasaron a serconsiderados bienes nacionales suprimindose tambin el tradicional diezmo,supone en Espaa el cierre de numerosas capillas. Ello, unido al Concordato sus-crito entre el Gobierno espaol y la Santa Sede (1851), implica un empobreci-miento econmico y musical de las capillas musicales todava existentes allimitar el nmero de intrpretes y obligar, adems, a que stos fueran clrigos.

    Afinales del siglo XIX la msica religiosa sufre un serio deterioro. Surgenentonces dos importantes iniciativas que intentarn poner remedio a tan peno-

    sa situacin: de una parte, el anhelo por rescatar el autntico canto gregoriano acuya tarea se entrega la abada francesa de Solesmes; de otra, el objetivo que setraza el movimiento denominado cecilianismo5 de revisar la polifona clsica yla msica sinfnica con vistas a su empleo litrgico.

    Puede afirmarse que elMotu Proprio Tra le sollecitudini de Po X (1903)recoge en su seno el espritu de ambas corrientes. En efecto, el documento recla-

    5 Bautizado as en honor a Santa Cecilia, la patrona de la msica, puede considerarse a Kaspar

    Ett (1788-1847) como un pre-iniciador del mismo, aunque los verdaderos artfices fueron Karl Proske

    (1764-1861) y, principalmente, Franz Xaver Witt (1834-1888).

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    ma la participacin activa en los misterios y en la oracin pblica de la Iglesia,sealando al mismo tiempo que la msica de la liturgia requiere, amn de santi-

    dad, bondad de formas y universalidad. Po X determina que el canto gre-goriano cumple a la perfeccin con estos requisitos, seguido muy de cerca porlas grandes obras polifnicas.6 El problema es que, si el pueblo siente deseos departicipar, se ve en la coyuntura de aprender gregoriano o, en el caso de la poli-fona, sumarse a una Schola cantorum7 cuyo acceso, por otra parte, est vetadoa las mujeres.8

    No obstante, y a pesar de estas limitaciones, es justo reconocer que elMotuProprio de Po X dio un claro impulso a la msica religiosa. Por lo que respectaa Espaa, el eco ms importante de este documento papal tendr lugar en

    Valladolid con la celebracin en 1907 del I Congreso Nacional de MsicaSagrada, promovido por Nemesio Otao. Pero no ser hasta el ConcilioVaticano II cuando se plantee recuperar de lleno la concepcin tradicional de laIglesia, concebida como cuerpo hecho de cabeza (Cristo) y miembros (todo elpueblo de Dios).

    Convocado por el papa Juan XXIII, el concilio se rene en diversas sesio-nes desde 1962 hasta 1965, presidido a partir de 1963 por el papa Pablo VI. Elnuevo espritu conciliar propugna la participacin, activa y consciente, del pue-blo en la liturgia, limitado hasta entonces a ser mero espectador pasivo.

    La reforma litrgica del Concilio Vaticano II supone un giro radical respec-to al pasado, y con grandes repercusiones en lo que a los textos y la msica serefiere. As, entre las modificaciones ms importantes destaca el uso de las len-guas vernculas en la celebracin de la eucarista.9 Por otra parte, an recono-ciendo la primaca del canto gregoriano y la polifona, se recomienda el fomen-

    6 Cf. PO X,Motu Proprio Tra le sollecitudini sobre la msica sagrada. Puede encontrarse entraduccin al espaol en (consultado el 10-09-12).

    7 Pngase cuidado en restablecer, por lo menos en las iglesias principales, las antiguas Scholaecantorum, como se ha hecho ya con excelente fruto en buen nmero de localidades. No ser difcil alclero verdaderamente celoso establecer tales Scholae hasta en las iglesias de menor importancia y dealdea; antes bien, eso le proporcionar el medio de reunir en torno suyo a nios y adultos, con venta-

    ja para s y edificacin del pueblo (PO X,Motu Proprio, punto 27).8 [] los cantores desempean en la Iglesia un oficio litrgico; por lo cual las mujeres, que son

    incapaces de desempear tal oficio, no pueden ser admitidas a formar parte del coro o la capilla musi-

    cal. Y si se quieren tener voces agudas de tiples y contraltos, debern ser de nios, segn uso antiqu-

    simo de la Iglesia (PO X,Motu Proprio, punto 13).9 Cf. Sacrosanctum Concilium Sobre la liturgia, artculo 36. El documento ntegro, traducido al

    espaol, puede encontrarse en (consulta realizada el 12-09-12).

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    to del canto religioso popular as como la promocin de la msica tradicional enla celebracin de la liturgia.10

    Hay que sealar, no obstante, que ya mucho antes del Concilio Vaticano IIse haba ido desarrollando un repertorio paralelo de cantos religiosos en lenguavulgar que cumpla con las funcionalidades de la msica litrgica, tanto en lascelebraciones rituales (misas, oficio, procesiones o culto a los santos) como enlos actos piadosos de devocin (rosarios, novenas, quinarios y septenarios, tri-duos, dolores y gozos, rogativas y romeras). Del mismo modo, tambin sehaba ido creando un amplio corpus de cnticos en estilo popular. Compuestosen su mayora por maestros de capilla, se aprendan en los seminarios diocesa-nos o en congregaciones religiosas siendo posteriormente introducidos en las

    iglesias por prrocos y misioneros ambulantes en sustitucin del viejo reperto-rio tradicional.11

    Los cambios que acarrea el Concilio Vaticano II conducen a la publicacinde nuevos libros litrgicos. Adems, las Comisiones Episcopales de la Liturgiade cada pas y, dentro de ellas, las Comisiones de Msica y Arte Sacro trabajanen la seleccin de los cantos con los que se pretende potenciar la participacindel pueblo.

    En los aos del posconcilio, cada comunidad trata de compilar su propiorepertorio de cantos. Acomienzos de los aos ochenta, con un afn unificador ytras una amplia seleccin, el Secretariado Nacional de Liturgia publica elCantoral Litrgico Nacional (Barcelona, 1982). Pensado principalmente paralas asambleas dominicales y festivas, la mayor parte del repertorio lo formancantos para la Eucarista y el Ao Litrgico, incluyendo tambin una seleccinde salmos; para los sacramentos y la Liturgia de las Horas slo recoge algunasindicaciones.12 Diez aos ms tarde, conoce una segunda edicin, en la que serenueva un amplio porcentaje de su contenido y, dos aos despus, una tercera.13

    10 Cf. Sacrosanctum Concilium Sobre la liturgia, artculos 118 y 119.11 Cf. MANZANO ALONSO, Miguel: El canto popular religioso en la tradicin oral, en

    GALINDO GARCA, ngel (ed.),La msica en la Iglesia: de ayer a hoy, Bibliotheca Salmanticensis,Estudios 151. Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca, 1992, pp. 161-194. Los cancione-

    ros de Gonzlez Alonso y Manuel Sierra (Repertorio de cnticos sagrados: Madrid, 1922), de MarianoPlana (Seleccin de cantos religiosos populares: San Sebastin, 1928) y el de Jos Mara Alcacer(Cancionero religioso en estilo popular: Madrid, 1947) recogen numerosos ejemplos de este tipo decantos.

    12 Cf. VELADO GRAA, Bernardo: Teologa pastoral del canto litrgico, en GALINDO

    GARCA, ngel (ed.), Op. cit., pp. 221-243.13 En puede encontrarse en

    formato audio y partitura todo el repertorio contenido en esta obra (consultado el 12-10-12).

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    No obstante, a pesar de este loable intento por crear un repertorio integra-dor y de referencia, el nmero de cnticos, como un aluvin imparable, no ha

    dejado de crecer con los aos. Como tampoco ha dejado de hacerlo la nmina decompositores, cantautores y grupos musicales cristianos14 que, movidos porintereses ms o menos piadosos,15 aseguran cada cierto tiempo una renovacindel repertorio. Renovacin seguramente necesaria pero que conlleva el peligrode reducir una vez ms el papel de los fieles al de meros espectadores, dado queen numerosas ocasiones slo los componentes del coro conocen los nuevoscnticos.

    3. LA MSICA LITRGICA EN LA REGIN DE MURCIA: LMITES

    DE NUESTRO ESTUDIO

    La organizacin territorial de la Dicesis de Cartagena contempla ochovicaras o zonas pastorales (Murcia, Suburbana I, Suburbana II, Cartagena,Campo de Cartagena, Lorca, Caravaca-Mula, Cieza-Yecla), articuladas en veinti-nueve arciprestazgos que engloban su vez las cerca de trescientas iglesias yparroquias existentes actualmente en la regin. De entre todas ellas hemos esco-gido, por criterios de conveniencia, una pequea muestra, de la que hemos gra-bado y analizado el repertorio que suele interpretarse en el transcurso de la cele-bracin de la misa.16

    Teniendo en cuenta la funcionalidad, es posible distinguir cuatro especiesde cnticos religiosos: los litrgicos, los paralitrgicos, los devocionalescolectivos y los relacionados con la piedad privada o individual.17 En este estu-dio nos centraremos con preferencia en los litrgicos, ya sea por su naturaleza opor el uso que de ellos se hace.

    14 El portal de msica San Pablo recoge una amplia nmina de compositores cristianos, con

    referencias biogrficas y a su obra; cf. http://www.musica.sanpablo.es/02_autores.php (consultado el

    08-09-12). Grupos como Brotes de Olivo ponen a disposicin de sus seguidores de modo gratuitotoda su produccin discogrfica; cf. http://www.brotesdeolivo.es/ (consultado el 10-09-12).

    15 A este respecto, cabe recordar la demanda que la famosa Hermana Glenda (nombre artsti-

    co de Glenda Waleska Fernndez Aguayo) interpuso contra su productor, y a la vez compositor de

    msica religiosa, Luis Alfredo Daz Britos; cf. (consulta-

    do el 15-09-12).

    16 Para la seleccin de la muestra hemos contado con la inestimable colaboracin de nuestros

    alumnos de la promocin 2006-2009 de la diplomatura de Maestro en Educacin Musical de la

    Universidad de Murcia, que realizaron un magnfico trabajo de campo asistiendo y grabando en direc-

    to las intervenciones de diferentes coros parroquiales as como entrevistndose con sus componentes

    para recabar mayor informacin sobre el repertorio o los ensayos.

    17 Cf. MANZANO ALONSO, Miguel: Op. cit., p. 163.

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    REVISTA MURCIANA DE ANTROPOLOGA, n. 19, 2012, pp. 93-116. UNIVERSIDAD DE MURCIAISSN impreso: 1135-691X. ISSN electrnico: 1989-6204

    Por otra parte, nos ceiremos exclusivamente a lo que acontece en las igle-sias y parroquias de credo catlico, descartando las msicas y cantos que, con un

    fin similar, se emplean en otras confesiones cristianas.Aunque nuestro estudio no trasciende las fronteras murcianas, intuimos que

    la realidad que presentamos no ha de estar muy alejada de la que se vive en otrasregiones espaolas e incluso de fuera de nuestras fronteras, refirindonos prin-cipalmente a los pases de habla hispana de Amrica del Sur y Amrica Central.

    Deliberadamente, dejamos fuera del estudio la msica litrgica que seemplea en conventos y monasterios de nuestra regin, donde, junto a creacionesms recientes, an pervive el canto gregoriano. Tal es el caso, por ejemplo, delMonasterio Cisterciense Nuestra Seora de la Paz, sito en la diputacin cartage-

    nera de La Palma.18

    En fechas sealadas o en celebraciones especiales, coros por lo general con-tratados acostumbran a interpretar msica polifnica (principalmente en bodas omisas conmemorativas) o tambin cantos y misas del repertorio gregoriano, gne-ros musicales a los que no nos referiremos en nuestro estudio.

    Del mismo modo, tambin hemos decidido dejar fuera de este trabajo loscnticos que de ordinario entonan en sus celebraciones ciertos movimientos sur-gidos en el seno de la Iglesia Catlica como son los cantos del CaminoNeocatecumenal, los cnticos de los Kikos, que es como popularmente seconoce a sus integrantes.19 Hay que decir, no obstante, que en algunas parro-quias donde el movimiento tiene una fuerte implantacin tales cantos han aca-bado por filtrarse en las misas parroquiales. Es ms, algunas piezas acumulan yauna larga tradicin hasta el punto de devenir populares, como ocurre con elhimno Hacia ti, Morada Santa (Fig. 1).20 Conviene tener presente, en cual-quier caso, que tanto el movimiento en s como los cantos que en torno suyo hansurgido as como la manera de interpretarlos (con guitarras, palmas, percusin yotros instrumentos) son producto de la senda abierta por el Concilio Vaticano II.

    18 Puede encontrarse en una breve sntesis sobre el nacimiento de este convento en (consultado el

    25-01-2013).

    19 En honor a uno de los fundadores, el pintor Kiko Argello.

    20 ARGELLO, Kiko (1972):Himnos para las comunidades cristianas, Madrid: Musical Pax, D.L.

    Fig. 1. Primeros compases de Hacia ti, Morada Santa, de Kiko Argello.

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    Tambin en ocasiones sealadas intervienen eventualmente coros rocie-ros, coros huertanos o artistas del flamenco con repertorios, respectivamente,

    como laMisa rociera, la Misa huertana21 o alguna variedad de misa flamenca22(por ejemplo, laMisa flamenca de los hermanos Piana o la Misa minera de LaUnin que en su da grabaron los cantaores Encarnacin Fernndez y PacoRabadn). Todas estas alternativas, en las que no entramos en nuestro estudio,constituyen tambin ejemplos de respuesta a las demandas del ConcilioVaticano II en su afn de integrar la msica tradicional en la liturgia.

    En definitiva, aqu nos ocuparemos tan slo de la msica que habitualmen-te se utiliza en la celebracin de la misa catlica en las iglesias y parroquias depueblos y ciudades de la Regin de Murcia.

    3.1. Intr pretes de la msica litrgica en la celebracin de la misa

    En las misas feriales, es decir, en las misas de diario, es la propia asambleade fieles quien tiene a su cargo la interpretacin de los cantos, guiada habitual-mente por el presbtero y sin acompaamiento instrumental.

    En las misas festivas y de domingo, o en ciertos lugares en la misa del sba-do por la tarde, acostumbra a intervenir el coro parroquial, que asume la respon-sabilidad de la msica y al que se suma, si se conocen los cnticos, el resto defieles.

    En cuanto a la composicin de los coros parroquiales, adems de lasvoces, el instrumento que no suele faltar es la guitarra. La popularidad y versa-tilidad de este instrumento es tal que ha terminado por desplazar a otros instru-mentos antao tradicionales de las iglesias como el rgano o su hermanopobre, el armonio. Ocasionalmente, como hemos podido apreciar en el coro dela iglesia de la diputacin cartagenera de Pozo Estrecho, tambin se emplea labandurria e incluso el violn. Algunos coros tambin incorporan tecladoselectrnicos o alguna flauta dulce. En todo caso, no suele faltar la percusin,representada por panderetas, el popular cajn peruano (ahora conocido como

    cajn flamenco) e incluso objetos cotidianos convertidos en instrumentoscomo el botijo golpeado con una alpargata, tpico en los coros rocieros y decampanilleros de Huelva.

    21 Sobre las diferentes versiones de laMisa huertana, cf. SNCHEZ, Manuel: El folclorismoen Murcia desde 1970, Seminario sobre Folklore y Etnografa, Ayuntamiento de Murcia, 2006, pp.6-40 (prxima publicacin). Agradecemos al autor que nos haya facilitado el acceso a este trabajo.

    22 PIANA, Curro y Carlos: Misa flamenca, Nuba Records, Madrid, 2007; FERNNDEZ,Encarnacin y RABADN, Paco:Misa minera de La Unin, LUIKE-MOTORPRESS, Madrid, 1988

    (edicin no venal).

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    Por lo general, el coro parroquial se rene en algn momento previo a lamisa (uno o dos das antes, o justo antes de que aquella empiece). Escogen los

    cantos, en funcin del tiempo litrgico y las lecturas, y realizan su ensayo.

    3.2. El repertorio de cantos l itrgicos: t ipologa

    Como antes apuntbamos, el repertorio de cantos litrgicos se ha incre-mentado de modo increble en los ltimos cincuenta aos, y no cesa de crecer.

    Alguna vez, se presentan en formato partitura, aunque no es lo ms frecuen-te. Por lo general se difunden a travs de grabaciones (antes en casete, msrecientemente en Cd o a travs de internet) y tambin por medio de cancioneros

    que contienen las letras y, en algn caso, los acordes de guitarra necesarios parasu acompaamiento. Aunque se ha modernizado el medio, en cierto modo se con-tina fiel a las pautas de la transmisin oral.

    En lo que se refiere al estilo musical, en la mayora de los casos es silbi-co, expresndose en ritmos sencillos y adaptados a los gustos actuales, conmelodas simples y pegadizas y de cierto impacto emocional envueltas en armo-nas tambin sencillas, caracterizadas por el empleo de enlaces modales tpicosde las msicas populares de hoy.

    En cuanto a su naturaleza, cabe establecer diferentes categoras:

    1. Cantos tradicionales.2. Cantos procedentes de otras tradiciones.3. Musicalizaciones de los textos litrgicos (oficiales).4. Adaptaciones (contrafacta): letras con funcin litrgica adaptadas amelodas previas conocidas.5. Nuevas creaciones.

    3 .2 .1 . Cantos t radicionales

    Entraran dentro de este apartado ciertos cantos de naturaleza catequtica,originalmente no destinados a uso litrgico pero que, dada su larga tradicin,han acabado por introducirse en las celebraciones, en muchos casos como can-tos de comunin. Son los cantos de toda la vida. Un claro ejemplo lo tenemosen Un mandamiento nuevo, un cntico tradicional que ha alcanzado una enor-me difusin dentro y fuera de nuestras fronteras (Fig. 2).

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    Algunos de estos cantos estn recogidos en el Cancionero LitrgicoNacional, como sucede con Cantemos al amor de los amores, un himno conletra de Restituto del Valle y msica de Busca de Sagastizbal compuesto para elCongreso Eucarstico Internacional que se celebr en Madrid en 1911, que a dade hoy todava conserva su vigencia (Fig. 3).

    23 A este respecto, recomendamos visitar el blogLa mesa camilla de Pozo Estrecho, donde podrnencontrarse imgenes y grabaciones de audio de la procesin de la Aurora de octubre de 2012; cf.

    (consul-

    tado el 10-01-2013).

    Fig. 2. Un mandamiento nuevo, popular.

    Fig. 3. Cantemos al amor de los amores, de Restituto del Valle y Busca de Sagastizbal.

    Durante el mes de octubre, los auroros de la diputacin cartagenera dePozo Estrecho le cantan a la Virgen del Rosario todo un abanico de coplasenvueltas en una entraable meloda en modo menor de fuerte sabor tradicio-

    nal (Fig. 4).23

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    Dicha meloda guarda un curioso parecido con los primeros compases delcanto de Pasin que recoge Daz Cassou en su Pasionaria murciana (Madrid,

    1897), aunque en su transcripcin la meloda se circunscribe al modo mayor(Fig. 5).24

    24 Para las transcripciones Daz Cassou cont con la colaboracin del maestro de capilla Mariano

    Garca Lpez y del compositor Antonio Lpez Almagro. Sobre ambos puede consultarse la tesis docto-

    ral de CLARES CLARES, Esperanza: La vida musical en Murcia en la segunda mitad del siglo XIX,Universidad de Barcelona, 2012, pp. 499 y ss.; disponible en

    (consultado el 23-02-2013).

    Fig. 4. El canto de la Aurora, Pozo Estrecho.

    Fig. 5. Canto de Pasin, Daz Cassou.

    De factura ms reciente que los ejemplos anteriores, pero que tambin

    podra incluirse en este epgrafe, es el cntico Pescador de hombres, com-puesto en 1979 por el sacerdote Cesreo Gabarin Azurmendi (1936-1991) y quesigue gozando de una gran popularidad (Fig. 6).

    Fig. 6. Pescador de hombres, de Cesreo Gabarin.

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    3 .2 .2. Cantos procedentes de otras t radiciones musicales

    Dentro del repertorio de cantos litrgicos de las iglesias de la Regin deMurcia hemos detectado tambin cantos pertenecientes a otras tradiciones musi-cales. Proceden en su mayora de las misas populares que surgieron tras elConcilio Vaticano II en pases centroamericanos como Salvador o Nicaragua(Misa popular nicaragense,Misa campesina nicaragense,Misa popular salva-dorea).25 Compuestas en un estilo que podramos denominar popularizante, senutren de los ritmos y giros meldicos caractersticos de dichos pases. Un ilus-tre antecedente de todas ellas est en la grabacin que la casa Philips edit a fina-les de los aos 60 de la Misa criolla, la Misa luba y la Misa flamenca de Jos

    Torregrosa.26

    En las iglesias de nuestra regin hemos escuchado en varias ocasiones elSanto de la Misa popular salvadorea que Guillermo Cullar compuso entrelos aos 1978 y 1980.27 En la Fig. 7 recogemos los primeros compases de laversin que escuchamos en la iglesia de Pozo Estrecho.

    25 VIGIL, Jos Mara y TORRELLAS, ngel:Misas centroamericanas: transcripcin y comen-tario teolgico, Managua: CAV-CEBES, 1988.

    26 Cf. ALCARAZ SEGURA, Ana Mara y ORTEGA CASTEJN, Jos F.: La misa flamenca

    de Torregrosa y Fernndez Latorre, Revista de Investigacin sobre Flamenco La Madrug, n 9,(diciembre 2013), pp. 95-118, ().

    27 Sobre las diferentes versiones de esta misa, cf. (consultado el 10-01-2013).

    Fig. 7. Santo de laMisa popular salvadorea, de Guillermo Cullar.

    Podramos, tal vez, incluir tambin aqu cnticos que, a pesar de ser obra decompositores espaoles, han recibido stos la influencia de los ritmos y melo-das de otras tradiciones. Tal es el caso de Santa Mara del Camino (Fig. 8), uncanto que Juan Antonio Espinosa compuso en el Per y que recientemente harecuperado parte de su popularidad al haber sido incluido en una escena de la pel-

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    cula El elefante blanco (2012), dirigida por Pablo Trapero y protagonizadapor Ricardo Darn.28

    28 Cf. los comentarios al respecto del propio Juan Antonio Espinosa en su blog; (consultado el 09-01-

    2013). En puede

    escucharse una versin seleccionada por el propio autor (consultado el 27-01-2013).

    29 La misa fue grabada por un coro dirigido por el padre ngel Torrellas en 1964 bajo el ttulo

    de Cantos para la versin oficial del ordinario de la misa en castellano. Puede escucharse en

    (consultado el 23-01-2013).

    Fig. 8. Santa Mara del Camino (estribillo), de Juan Antonio Espinosa.

    3 .2 .3 . Musica l i zac iones de textos l i trg icos

    Un nuevo apartado lo componen aquellos cnticos que proceden de musica-lizaciones de textos litrgicos. Aqu entraran, obviamente, todos las misas basa-das en los textos oficiales, as como las musicalizaciones de salmos y de los him-nos que, para la Liturgia de las horas, han creado compositores como DomingoCols, Luis Elizalde, ngel Bravo Prez o el ya citado Juan Antonio Espinosa.

    El compositor vasco Toms Arags fue el encargado de musicalizar, allpor el ao 1964, el texto oficial de la misa en castellano.29 Su propuesta, en unestilo cercano al canto llano, ligeramente actualizado, todava es posible escu-charla en muchas iglesias, particularmente las partes correspondientes alKyrie (Fig. 9) y al Agnus Dei (Fig. 10).

    Fig. 9. Seor, ten piedad, Toms Arags.

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    Los salmos constituyen la parte ms lrica de la Biblia y estn claramentepensados para ser cantados. En la reordenacin del leccionario, llevada a cabotras el Concilio Vaticano II, se introdujo el salmo despus de la primera lecturapara ser interpretado en forma responsorial: un salmista tendra que entonar losversculos a los que la asamblea respondera con la antfona a modo de estribi-llo. Un ejemplo lo tenemos en el salmo responsorial El Seor es mi luz

    (salmo 27), con msica de Alberto Taul (Fig. 11).

    Fig. 10. Cordero de Dios, Toms Arags.

    Fig. 11. El Seor es mi luz (salmo 26), msica de Alberto Taul.

    En la parroquia de Nuestra Seora de la Asuncin de Alcantarilla hemosescuchado un cntico que no es sino una adaptacin de este mismo salmo, del queno hemos podido precisar su autor (Fig. 12).

    Fig. 12. El Seor es mi luz (estribillo).

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    3 .2 .4 . Contrafac ta

    Otro apartado lo forman aquellos cantos que nacen como resultado de laadaptacin de textos nuevos a melodas populares, una tcnica que, como yahemos comentado, recibe el nombre de contrafactum o, en plural, contrafacta, yde la que se vali Lutero para la musicalizacin de muchos de sus corales.

    Encontramos, as, piezas como el denominado Santo-Beatles, que no essino una adaptacin de la letra de esta parte de la misa a la meloda de la cancinHelp de los Beatles (Fig. 13).

    30 Pueden escucharse versiones en ; y .

    Fig. 13. Santo-Beatles, fragmento.

    Otro ejemplo lo tenemos en el famoso Padrenuestro con la meloda de Thesounds of silent del do norteamericano Simon and Garfunkel (Fig. 14).

    Fig. 14. Padre Nuestro, meloda de Simon & Garfunkel.

    Hay otra versin que tambin se prodiga en la actualidad y que lleva pornombre Padre Nuestro-ABBA ya que la meloda se toma de la cancinFernando del grupo sueco ABBA (Fig. 15)30.

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    Tambin entra aqu el cntico Hoy el Seor resucit, con letra de MiguelManzano adaptada a la famosa meloda When the saints go marching in, unpopular himno gspel norteamericano (Fig. 16).

    Fig. 15. Padre Nuestro, meloda del grupo ABBA .

    Fig. 16. Hoy el Seor resucit, letra de Miguel Manzano.

    Como caso curioso, y por poner un ejemplo ms de esta tcnica, podramosmencionar un himno dedicado a la Virgen de los Llanos, patrona de la diputacin

    cartagenera de El Algar, que se escuch en las ltimas fiestas patronales. Secant con la meloda del Himno del Sevilla Club de Ftbol, creado por el can-tante Francisco Javier Labandn, ms conocido popularmente como El Arrebato(Fig. 17).

    Fig. 17. Himno a la Virgen de los Llanos (fragmento), meloda de El Arrebato.

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    3 .2 .5. Nuevas creaciones

    Un ltimo apartado lo conforman aquellas composiciones totalmente ori-ginales, en su letra y en su msica, es decir, cnticos de nueva factura, obra dealguno de los muchos compositores, cantautores o grupos musicales cristianosque abundan hoy da. Los ejemplos son numerossimos; nosotros nos confor-maremos con citar slo algunos.

    En muchas iglesias hemos escuchado como introito y tambin durante elofertorio el cntico En su mesa hay amor del grupo musical marista Kairoi(Fig. 18).

    31 Una tal Mari Cruz Gimnez, en colaboracin con Mara Jos Vzquez, reclama la versin ori-

    ginal, que dice tener registrada en la SGAE. Se puede escuchar en (consultado el 21-01-2013). Sobre la gne-

    sis, cf. (consultado el 21-01-2013). Seala tambin

    que un tal David Saylor grab y comercializ sin su permiso una versin, que puede escucharse en

    (consultado el 24-01-2013).

    Fig. 18. En su mesa hay amor, de Kairoi.

    Otra pieza muy popular es el Aleluya Pascual del cantautor cristiano NicoMontero (Fig. 19).

    Fig. 19. Aleluya Pascual, de Nico Montero.

    Mencionbamos antes una versin musical del Padrenuestro. Existe tam-bin otra muy popular denominada Padrenuestro Gallego que, parece ser, secre con motivo de un festival misionero hace ms de treinta aos (Fig. 20).31

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    Aunque menos frecuentes, tambin hemos dado alguna vez con cnticoscreados por los propios miembros del coro, como es el caso de un Kyrie(Seor ten piedad) grabado al Coro de la Iglesia de San Bartolom de Librilla(Fig. 21).

    Fig. 20. Padrenuestro-Gallego

    Fig. 21. Seor, ten piedad, coro de la Iglesia de San Bartolom (Librilla).

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    4 . VALORACIONES Y CONCLUSIN

    La mayora de los ejemplos musicales que hemos ido comentando han naci-do a la sombra del Concilio Vaticano II. El principal objetivo conciliar fue favo-recer la participacin del pueblo en la liturgia, viendo en el canto el medio idealpara conseguirlo. Y esto, a travs de las msicas populares, las msicas vern-culas o de tradicin oral; pero tambin a travs de las msicas de nuestro tiem-po, cuyo mximo estandarte es la msica pop.

    Ya desde el comienzo, sectores conservadores de la Iglesia expresaronserias reservas a esta iniciativa. Pero tambin en tiempos ms recientes noshemos topado con crticas nada halageas.

    As, en opinin de Velado Graa, antiguo delegado episcopal de la liturgiay cannigo de la catedral de Astorga, junto a innegables aciertos y valiosasaportaciones aceptadas ya en parte por el pueblo cristiano, en muchas de lascomposiciones abunda la superficialidad facilona, que l achaca a la inevita-ble improvisacin con la que se acometi el proceso de renovacin musical.32

    Adems de la calidad musical, cuestin controvertida es la conveniencialitrgica de ciertos cantos. A este respecto, ya el papa Po XII prevena en suencclica Musicae Sacrae33 sobre cierto tipo de msicas (msicas de la esferaculta) que haban ido introducindose en los templos y que no consideraba ade-cuadas para la liturgi a.34 Pero al mismo tiempo, casi como vaticinio de lo queestaba por venir, se refiri con elogios a un tipo de msica, por l denomina-da msica religiosa35 que, sin servir para la liturgia, cumpla unos fines

    32 VELADO GRAA, Bernardo: Teologa pastoral del canto litrgico. Punto de vista pastoral,

    en GALINDO GARCA, ngel (ed.), Op. cit., p. 238.33 Dada en Roma, el 25 de diciembre de 1955. El texto ntegro, traducido al espaol, puede verse

    (consultado el 10-08-12).

    34 No ignoramos que en estos ltimos aos, algunos artistas, con grave ofensa de la piedad cris-

    tiana, han osado introducir en las iglesias obras faltas de toda inspiracin religiosa y en abierta oposi-

    cin aun con las justas reglas del arte. Cf. PO XII, Sobre la msica sagrada (encclica), punto 5. Eltexto ntegro traducido al espaol puede verse en (consultado el 10-08-12).

    35 Y, sin embargo, tambin es muy de estimar aquel gnero de msica que, aun no sirviendo prin-

    cipalmente para la liturgia sagrada, es, por su contenido y finalidad, de grande ayuda para la religin,

    y con toda razn lleva el nombre de msica religiosa. Esta clase de msica sagrada -que naci en la

    Iglesia misma y prosper felizmente bajo sus auspicios- puede ejercer, como ensea la experiencia, un

    grande y saludable influjo, usada ya en los templos para actos y ceremonias no litrgicas, ya fuera del

    recinto sagrado para mayor esplendor de solemnidades y fiestas. Porque las melodas de dichos can-tos, escritos con frecuencia en lengua vulgar, se graban en la memoria casi sin ningn esfuerzo y tra-

    bajo, y a una con la meloda se imprimen en la mente la letra y las ideas que, repetidas, llegan a ser

    mejor comprendidas.bidem,punto 10.

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    catequticos y una de cuyas caractersticas eran precisamente sus melodaspegadizas.

    Para Tena Garriga, se canta en la misa pero no se canta la misa,36 aludien-do, claro est, a la poca adecuacin litrgica de muchos cantos. Una opinincompartida por Juan Antonio Gracia Gimeno, cannigo del CabildoMetropolitano de la Seo de Zaragoza, quien afirma que ms que de msica deIglesia habra que hablar de msica en la Iglesia.37 Para l, salvo algunasexcepciones, el panorama musical es decepcionante, mxime considerando lasgrandes expectativas que suscit la reforma musical del Vaticano II y su escasaaplicacin. An admitiendo que el pueblo canta en alguna celebracin, no venada claro que lo que canta le ayude a alcanzar la finalidad ltima de la liturgia:

    su participacin piadosa, interior y exterior en la celebracin del misterio.38

    Lo achaca tanto a la dudosa calidad de las letras como a la de las melodas, algoen lo que coincide Lpez Martn cuando afirma que salvo meritorias excepcio-nes, no es precisamente la calidad teolgica, literaria y esttica lo que predomi-na en los cantos y en la msica de nuestras celebraciones.39

    Gracia Gimeno llama tambin la atencin sobre otro hecho y es que, cuan-do a una celebracin se le quiere dar una especial solemnidad (en bodas, funera-les o conmemoraciones), suele recurrirse a un grupo instrumental o a una coral.Y tambin a lo que l califica de esperpento folclrico-religioso refirindosea la misa baturra de su tierra. En cualquier caso, censura, en todas estas situa-ciones todos se olvidan del pueblo y de su participacin.40

    Para el prelado canadiense Claude Thompson, delegado eclesistico de laFederacin de los Pueri cantores, muchos compositores actuales de cantos reli-giosos propugnan una msica simple que se limita a reproducir series meldicasya conocidas. Esta msica, que procura un placer inmediato con su estilo popu-larizante y un lenguaje musical ms bien superficial, inunda actualmente lascelebraciones. En su opinin, se trata de cantos a menudo de aire infantil, gra-mtica simple y de fcil memorizacin muy utilizados por el movimientocarismtico que, ms que ayudar a profundizar en el misterio, parecen trazar un

    36 TENA GARRIGA, Pere: El canto y la msica litrgica. Situacin y perspectivas, CuadernosPhase, n 182, pp. 95-110.

    37 GRACIA GIMENO, Juan Antonio: Cien aos despus de Tra le sollecitudini: el canto del pue-blo, en CALAHORRA MARTNEZ, Pedro y PRENSA VILLEGAS, Luis (coords.): Canto gregoria-no en Aragn: de cdices e iglesias medievales, y de los hombres que los vivificaron y las habitaron,Institucin Fernando el Catlico, Zaragoza, 2004, 46.

    38 GRACIA GIMENO, Juan Antonio: Op. cit., p. 48.39 LPEZ MARTN, Julin: Canto y msica en la liturgia: punto de vista teolgico, en GALIN-

    DO GARCA, ngel, Op. cit., pp. 197 y ss.

    40 GRACIA GIMENO, Juan Antonio: Op. cit., p. 49.

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    camino de regresin. En un tono no exento de sarcasmo, llega a cuestionarse siser posible vivir ms la presencia de Dios por el hecho de repetir incansable-

    mente con una meloda fcil Jess, t ests aqu.41Thompson, obviamente, defiende la msica coral, que se resiste a ver como

    un simple adorno o puro embellecimiento. Es ms, asegura que la participacinde la asamblea est garantizada por medio de la audicin; una audicin que, segnl, ha de ser activa. A este tipo de participacin ya hizo alusin el papa JuanPablo II en un discurso que dirigi a los obispos estadounidenses:

    Participacin activa significa evidentemente que, con gestos, palabras, cantos y ser-vicios, todos los miembros de la comunidad toman parte en un acto de culto, que noes en absoluto inerte o pasivo. Sin embargo, la participacin activa no excluye la

    pasividad activa del silencio, la quietud y la escucha: en realidad, la exige. Los fie-les no son pasivos, por ejemplo, cuando escuchan las lecturas o la homila, o cuan-do siguen las oraciones del celebrante y los cantos y la msica de la liturgia. stasson experiencias de silencio y quietud, pero tambin, a su modo, son muy activas.En una cultura que no favorece ni fomenta la quietud meditativa, el arte de la escu-cha interior se aprende con mayor dificultad.42

    Edgardo R. Catena tambin reclama una cierta mesura en la participacin delos fieles, defendiendo la escucha activa como modo de participacin:

    Creemos que si bien antes del Concilio Vaticano II muchas veces los fieles eranespectadores mudos y no cantaban nada durante la celebracin de la santa Misa, enlos aos sucesivos al mismo se cay en el defecto contrario, es decir, pretender quelos fieles canten absolutamente todo.43

    Pero no todo son valoraciones negativas. Tambin hay quien justifica laspropuestas musicales religiosas actuales con el argumento de que respondenal odo del ciudadano comn.44 De lo que se trata es de combinar la tradicin

    41 Cf. THOMPSON, Claude : La musique liturgique, 2003. En (consultado el 10-10-12). Puede encontrarse una traduccin al espaol realizada por JosepM. Torrens en (con-

    sultado el 10-10-12).

    42 Discurso del papa Juan Pablo II al undcimo grupo de obispos de Estados Unidos en visita Ad

    limina apostolorum. (consultado el 05-10-12).

    43 CATENA, Edgardo R.: La msica en la liturgia, una ayuda o un estorbo?. En

    >http://es.catholic.net/conocetufe/423/2216/articulo.php?id=5535.

    44 Cf. Msica religiosa en los albores del siglo XXI, enEl Catolicismo n 41, 15 de abril de

    2003. En http://www.elcatolicismo.com.co/?idcategoria=1525 (consultado el 09-09-12).

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    y las enseanzas religiosas con los ritmos y la esttica del momento en quevivimos.45

    El repertorio de cantos litrgicos ha ido creciendo de modo paulatino hastaalcanzar lmites insospechados. Tal vez no sea exagerado decir que ser necesa-ria la mano de un nuevo papa Gregorio para poner orden en una magnitud de talesproporciones.

    Lo cierto es que hay cnticos que, por su popularidad, aparecen entre losrepertorios de diferentes iglesias y parroquias pero, dado que los coros de cadauna los amplan y renuevan cada cierto tiempo, no es raro que alguien que acudaeventualmente a una iglesia distinta a la suya desconozca muchos de los cantosque all se entonan.

    Es ms, aun sin cambiar de iglesia, hay muchos fieles, principalmente per-sonas mayores, que desconocen muchos de los cnticos del coro y que, adems,no se reconocen en ellos. Los coristas, por un prurito de ampliar, mejorar yrenovar el repertorio, acostumbran a introducir novedades que slo ellos sabencantar. Una manera, tal vez, de paliar esta circunstancia es la costumbre quehemos observado en algunas iglesias de facilitar una hoja con la letra de los cn-ticos del da. Pero no deja de ser paradjico que, a pesar de los buenos propsi-tos conciliares, se haya vuelto a caer en una situacin que se crea superada: laescasa participacin en la liturgia de la asamblea de fieles.

    45 Msica religiosa. En (con-

    sultado el 09-09-12).

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