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Las siguientes reflexiones se derivan del trabajo de tesis de maestría: Aportaciones epistemológicas a la Formación Profesional de pedagogos en el Área de Intervención profesional en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM qTRANSCRIPT
- Lic. en pedagogía: Micaela González Delgado. Pasante de Maestría por la FFyL
UNAM
- Lugar de trabajo: Área de Intervención Profesional en la licenciatura en
pedagogía en la FESA UNAM.
- Correo electrónico: [email protected]
- Área de Investigación: Educación comunitaria, saberes productivos y desarrollo
rural sustentable
-Líneas de investigación: Desarrollo sustentable, saberes socialmente
productivos y resignificación de la lengua y la cultura, así como Formación
Profesional.
RESUMEN
Las siguientes reflexiones se derivan del trabajo de tesis de maestría:
Aportaciones epistemológicas a la Formación Profesional de pedagogos en el
Área de Intervención profesional en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de
la UNAM que tiene como objeto la formación profesional desde las construcciones
de sentido y significación que estudiantes de pedagogía de la FESA, elaboran
sobre su profesión desde la experiencia del área de intervención profesional
pedagógica. Así, el objetivo de esta ponencia es presentar un conjunto de
reflexiones teóricas derivadas del trabajo de investigación que he venido
desarrollando desde 2001, retomaré algunos intersticios de la intervención
pedagógica, la formación y la práctica profesional. Me interesa explorar las
posibilidades de teorización que se abren desde la mirada epistemológica para
abrir espacios de reflexión crítica en las inversiones y subversiones entre lo viejo y
lo nuevo, corte y sutura, inmovilización o transformación del concepto intervención
profesional.
PALABRAS CLAVE: intervención pedagógica, vínculo, emergencia,
interpelación y solidaridad
Intervención Pedagógica
La intervención profesional en la FES Acatlán en la licenciatura
en pedagogía.
La intervención profesional en la FESA UNAM en la licenciatura de
pedagogía, tiene una historia se puede decir que el uso de la noción de
intervención se empieza a utilizar en los momentos de transformación
frente a la reforma de mediados de los 90. Más tarde, a finales de esa
misma década, el contexto cambiante posibilitó, el Fortalecimiento del
Área de Formación y Práctica Profesional (en adelante AFPP). Esto,
llevaría a poder utilizar el concepto de intervención: 1) como idea y, 2)
de forma discursiva; lo que posibilitó producir prácticas profesionales
con una determinada representación socio-profesional, acordes a las
formas de intervención que se instalaron en las instituciones de
práctica vigentes para ese periodo histórico. Posteriormente, a
principios del 2000 con las transformaciones y cambios curriculares
que se estaban gestando con referencia al plan de estudios 2006 se dio
paso, a la reflexión de diversas producciones teóricas acerca de la
intervención profesional pedagógica. Esto debido a la movilización de
fuentes diversas: 1) cómo dar tratamiento pedagógico a diferentes
problemas y campos nuevos en las instituciones de práctica e
intervención profesional; 2) la reflexión que emergía sobre la identidad
profesional del pedagogo; 3) la coexistencia de un perfil definido de
acuerdo al contexto que demandaba otro tipo de formación profesional.
Estos ejes fueron importantes y permitieron problematizar, cuestionar y
replantear los contenidos de las asignaturas del AFPP, aun cuando el
plan de estudios no se habían modificado, en tanto que las demandas
que se hacían a los profesionistas en formación por las instituciones de
práctica se modificaban y requerían nuevas formas de intervención
profesional, por lo que a partir de ahí, se adhirió, además a la reflexión
la identidad, la práctica y la ética.
Situación que permitió junto con el profesionista en formación, dar una
orientación hacia un papel protagónico en las diversas formas de
concebir el ser y el quehacer del pedagogo en la resolución de los
problemas de la educación que emergen en nuestro país. En
consecuencia, la reestructuración de los programas de asignatura de
Formación y Práctica Profesional I, II y III con el plan de estudios de
2006, hay un cambio de ruta en la forma de designación para
nombrarlas: Fundamentos de Intervención Profesional Pedagógica,
Intervención Profesional Pedagógica I y II, por ende, también el del
Área, hoy se denomina de Intervención Profesional. De modo que hoy,
este contexto de cambio, nos convoca a que el abordaje teórico y
metodológico, siga promoviendo la construcción reflexiva con base en
la estructuración metodológica de problematización denominada
Propuesta Matricial (Ortega, 1997). Es de alguna manera, lo que nos ha
permitido, en la medida de lo posible, a los actores involucrados1,
generar retornos reflexivos sobre nosotros mismos como profesionales
de la pedagogía, en muchos de los casos, y dar cuenta de que en la
formación se involucra la existencia de una multiplicidad de formas de
definir al pedagogo y la configuración de múltiples identidades
profesionales. Aun cuando es importante señalar que no se puede
generalizar y, por ello, pensarse que sea un momento de plenitud o de
completud, todo lo contrario, existen resquicios que nos permiten
avizorar diversos ordenamientos simbólicos e imaginarios que
franquean las prácticas sociales de los sujetos en formación en el lugar
de la intervención lo que, a su vez, permite explicar la percepción
imaginaria que de la institución generan y, por ende, de la propia
1 Docentes, profesionistas en formación, instituciones de práctica profesional y autoridades académicas.
Intervención Profesional Pedagógica, de la institución escolar, de la
profesión, de la universidad.
La intervención y su poder, reside en la acción producente de los
profesionistas y en la combinación inteligente de estrategias y del
esfuerzo de cada uno, en esos posicionamientos. Además, hay
diferentes formas de acción que dan por resultado en convertir en
comunes todas las producciones particulares, en las formas de acceso a
la realidad y la lectura que se haga de ella, en tanto que de ello
depende la forma de establecer las necesidades sociales a atender.
Pero, los sujetos que están en medio de las intervenciones no son
siquiera poseedores de esa producción. El que interviene utilizará esas
estrategias para que aunque el producto no pertenezca a él, se
convierta en propiedad particular esa necesidad y sea una forma de
consumo manifestada a través de la demanda. Es importante para
nosotros advertir estás situaciones porque en la intervención en
instituciones, nos lleva a seguir el mandato institucional o a establecer
una detección de necesidades que emerge desde nuestro punto de vista
o perspectiva, aunque muchas de las veces deja de lado a los actores y
su participación para comprender las necesidades que se platean desde
su experiencia, desde los límites y fronteras de percepción de “lo que
necesita”. Entonces, se vuelve hacia nosotros la pregunta, ¿lo que
planteamos como la necesidad, es necesidad por el hecho de ser algo
visible, es resultado de una vaguedad de relatos anclados en la
demanda y su narración mítica o se encuentra inserta en una
imposición atravesada por una interpretación que instituye nuevas
formas de violencia controlable con la envestidura instituida en nombre
“de la profesión”?
Problematizar con los estudiantes, acerca de las significaciones
imaginarias y su construcción en la necesidad y la demanda, nos lleva a
cuestionar las formas difusas en que emergen y presentan. Puesto que,
si bien, la demanda social nos da pie a la intervención, no toda
demanda social requiere una intervención, esto lo podemos reflexionar
desde ámbitos de lo posible, de lo que está realmente en nuestras
posibilidades hacer. Hay problemas educativos que son tan añejos y son
resultado del proceso histórico y que no pueden re-solverse con
intervenciones ancladas en visiones simples, requieren estudiarse,
comprenderse y darles un tratamiento complejo a partir de generar
campos visuales, puesto que en su seno incluyen otra serie de
problemas que en esa raíz histórica anclan la presencia de otras
necesidades y demandas múltiples que no son tan evidentes.
Problematizar sobre ello, abre una constelación de lecturas y
perspectivas de demandas y necesidades de acuerdo a la visión de cada
profesionista que lee esa realidad. Por esta razón, la demanda se oculta
y camufla en una ilusión y presencia de otra cosa, lo que genera
figuraciones de sentido desviadas y expresadas en tiempo comprimido -
de forma simbólica- bajo una expresión formal y artificial que se
convierte en el objeto de intervención.
De modo tal que, la intención de comprender el fenómeno de la
intervención es substancial para poder quebrar las lógicas en que la
producimos en los lugares de la práctica profesional. Concientizarnos
sobre los efectos que producimos, alude más que a una moral del deber,
a una ética y cuidado de sí mismo que se encuentra lejos del conjuro del
destino, que se escribe a partir de la tinta de la memoria colectiva, del
relato de la natalidad, la experiencia y el acontecimiento en la
complejidad de la intervención, pues está, va más allá de lo
instrumental y prescriptivo, interpela sujetos y los encamina hacia
formas de significación ideológicas promovidas por instituciones que
funcionan como sistemas de referencia mutadas, imaginarias y
presente-ausentes por medio de formas instituyentes intervenidas en
los individuos que hacen las intervenciones. Cobrar concientización de
este hecho nos encara a mirar de forma crítica para poder ofrecer
alternativas frente a la necesidad de intervención profesional.
Sensibilizar a los estudiantes de lo anterior expuesto en conjunto con el
contexto, es primordial, dado que en estos tiempos, han surgido
diferentes problemas en el ámbito educativo y pedagógico, algunos son
lastre de múltiples tiempos combinados, que no se han podido pensar
desde su complejidad. La situación, es compleja porque esto nos
plantea reconocer, el error inocente que representa una corrupción de
funestos extravíos, al hacer la lectura de la realidad para establecer las
necesidades sociales, educativas y pedagógicas que ahí pudieran
existir, puesto que son nuestros sistemas fundamentales y particulares
que están plagados de conceptos propios a nuestro campo profesional,
la forma de acceso y de creación de esos problemas y esas necesidades,
a partir de ahí, y por eso, es que resultan espinosos2, cuya solución,
siempre intentada, quedará siempre incompleta. La necesidad es una
forma de proposición abstracta, subjetiva y poco clara en la cual
sustentamos la intervención, por lo que hay que plantear, ¿cuáles son
las consecuencias de esa proposición cuando de intervenir se trata?
¿Qué es y quién determina esa necesidad?
Reflexiones finales
Los enunciados de intervención educativa y pedagógica flotan en el
discurso educativo para situar algo que se anuncia, pero que no se
comprende en el plano conceptual y metodológico, aunque se
constituya y se signifiquen en lo práctico. Así, comprender la lógica de
significación y constitución del concepto intervención pedagógica en
2 Su tratamiento es pensado desde el posicionamiento de quien construye esas necesidades y sus posiciones múltiples de las múltiples subjetivaciones para tomar decisiones.
concreto, requiere la autorreflexión que de los procesos de práctica
profesional se llevan a cabo en espacios institucionales concretos.
La intervención pedagógica sólo obtiene significado en los quiebres
institucionales y hace evidente la resonancia idealista que conlleva el
concepto de “pedagógica” que se adhiere a la intervención, al momento
en que las posibilidades desde el espacio de interpelación, se
convierten en el territorio por excelencia que da posibilidad de elección
y decisión para la acción, a los sujetos en constitución y que, de alguna
manera, modifica el proyecto inicial que imaginaron o crearon en el
espacio y el tiempo institucional. De modo que en lo educativo acontece
el proyecto(s) y en lo pedagógico la interpelación articula formas de
hacer cambiar de rumbo a ese proyecto(s) que imagino el sujeto en
constitución al reinventar el vínculo educativo3.
Aquí la lógica de la intervención pedagógica cobra sentido y
significación desde el proceder profesional y para concebir sus
elementos constitutivos se debe partir de una lógica de Emergencia
que, como lo señala Josefina Granja:
Expresa la dispersión y discontinuidad que es propia a toda
formación sociohistórica de sentido, por ello, se dirige el
análisis hacia la búsqueda de las singularidades y las
rupturas, en los puntos donde nuevas empiricidades por la
vía del contacto, del encuentro y el enfrentamiento entre
empiricidades existentes, permite identificar la proliferación
de sucesos a través de los cuales toma forma un proceso.
(Granja, 1998:16).
3 Como plantea Violeta Núñez, el vínculo educativo juega como plataforma a lo nuevo, a lo porvenir, sujeta y al mismo tiempo permite que cada uno se lance a su propia búsqueda (2002).
Desde esta óptica los procesos que se están configurando en el campo
de la intervención pedagógica se distinguen desde el ángulo de lo que
irrumpe a través de triangular pautas de:
a) la petición escolar,
b) la petición institucional y,
c) las expectativas del estudiante.
Por lo que el concepto responde a diferentes tensiones entre lo que se
reconoce bajo esta lógica y lo que se experimenta desde las acciones de
la Intervención pedagógica, tanto en los procesos de formación
profesional como en la experiencia institucional al desarrollar los
proyectos de intervención. En este sentido, el concepto toma densidad a
partir del despliegue de las prácticas desplegadas por los sujetos en la
formación profesional. Ahora bien, el sentido complejo de la
significación y constitución de la intervención pedagógica, no queda
reducido a la formación teórica del mismo, sino que la particularidad,
en la experiencia acoge la formación práctica en un ascenso hacia la
capacidad de abstracción que hace reconocible lo que su articulación
en discurso remite a la problemática de la enunciación como medio
para acceder al conocimiento de esa experiencia mediante la
sistematización desde los siguientes espacios en apertura y vinculación
mutua:
a) Desde los sujetos que viven la experiencia misma y que no
acceden de manera inmediata a su representación ni a su
conciencia, pero si a sus efectos en la subjetivación, desde
saberes sociales producidos en esas prácticas y que constituyen
parte de nuestro corpus profesional.
b) Desde la visión de las instituciones que permiten la práctica
profesional y que establecen la demanda institucional esperando
que los sujetos que intervendrán entreguen un producto final que
les beneficie, pero sin percatarse de manera explícita las formas
de intrusión a que son sometidas, bajo la seducción de las lógicas
de interpelación. Sin embargo, se pueden reconocer elementos de
cambio institucional de manera evidente en la institución bajo
lógicas de los proyectos institucionales breves delegados a los
intervinientes que impactan de forma compleja hacia dentro en
los procesos y formas de operación de prácticas educativas
desplegadas internamente desde lo institucional.
c) Desde la visión de las docentes que guiamos la intervención
profesional pedagógica y que reconocemos la complejidad de la
representación, significación y constitución teórica y práctica
desde la subjetividad, pero que no registramos el impacto, los
efectos, dislocaciones y disrupciones que ahí se suceden, pero
que vamos generando vínculos inconscientes que se manifiestan
directamente en la forma de pensar, dirigir y reflexionar con ellos
la intervención profesional y van más allá del terreno de la
experiencia.
d) Desde la lógica del “proyecto institucional ” delegado para la
intervención pedagógica, lugar donde opera la constitución de
significación bajo el despliegue de espacios intersticiales de lo
educativo y la apertura del campo pedagógico puestos en escena,
acordes al área temática a la que corresponde el servicio
educativo que brinda la institución elegida para la práctica
profesional, puesto que ahí se juegan diferentes disputas, lógicas
de desplazamiento, sedimentación temporal de significados que
sólo pueden ser reconocibles por el sujeto que se forma, mediante
la problematización y la sistematización de la experiencia en los
planos de lo instituido y lo instituyente.
La intervención es posibilidad de adscripción de significados,
interacción e intercambio de tramas inestables e íntima movilidad de
figuras de deseo; de pensar las dinámicas de los vínculos y la
experiencia; de los efectos y sentidos de los deseos y racionalidad de los
objetos en tensión; de los espectros normativos y la construcción
simbólica de las necesidades. Los mecanismos de desplazamiento y
condensación conceptual de intervención devienen de la función
simbólica de la institución y la necesidad determinada culturalmente en
conjunto con la función ideológica, de los imaginarios y
representaciones colectivas a través de la experiencia. Así, la
intervención es una forma de sociabilidad en la institución que se
convertirá, más tarde, en un instrumento de control que instituirá una
crisis orgánica abierta y permanente, por lo que se hace posible la
fijación temporal de identidades, también polos locales de
confrontación y zonas de vacío normativo, territorios limítrofes de
solidaridades, alianzas, intercambios e invención de significaciones que
tienen que tratarse y por ello se hace necesaria.
Finalizaré este documento señalando en acuerdo con Mier que
“intervenir es entonces inventar un lenguaje, crear conceptos, inventar
un modo particular de pensar el acontecer; y este pensar no puede ser
sino construir conceptos que provienen de esta concurrencia de
generosidades: es este crear conceptos, el que por su propia calidad,
por su propio impulso, por su propia fuerza, crea horizontes y
condiciones de inteligibilidad no solamente recíprocas sino del mundo,
es ahí donde surge la alternativa. Sin generosidad y sin creación
conceptual no hay horizontes políticos, no hay posibilidad de
construcción ética” (Bustamante, 2008).
Al mismo tiempo, más que una necesidad, la intervención profesional,
ante el contexto que nos suspende en el mundo, se instaura como un
imperativo para poder comprender los fenómenos sociales y la crisis
generalizada4 que nos afecta a la mayoría en los sistemas políticos,
culturales, económicos, que existen en el mundo y que de diversas
formas se interrelacionan. La intervención profesional debe dar lugar a
la crítica y denuncia de nuestra presencia en el mundo, de desadhesión
a las formas que naturalizan procesos no naturales que nos adaptan al
mundo. Es establecer un compromiso con el mundo, con nos-otros. La
intervención en el mundo y la inserción en él, nos dan presencia en el
paso por el mundo y debemos configurar alguna forma de esperanza,
utopía y sueño producido y creado por seres humanos que tienen la
esperanza en un mundo mejor.
Fuentes consultadas
Freire, Paulo (2001). Pedagogía de la Indignación. Morata. Buenos Aires, Argentina.
Furlán, Alfredo y M. A. Pasillas. (1994). Dos miradas de la pedagogía como intervención. En: Memoria del Coloquio. La Pedagogía Hoy. F F y L, UNAM. México. Pp. 273-289
Granja Castro, Josefina (1998). Formaciones Conceptuales en Educación. CINVESTAV- DIE/ UIA. México.
Guattari, Felix. Et. Al. (1980). La intervención: ¿Imaginario del cambio o cambio de lo imaginario? En: La intervención institucional. P. y V. México.
Jiménez, Marco A. (2009). Disciplina y cuidado de sí mismo: una aproximación a los confines de la subjetividad y la educación. En: Ide@s CONCYTEG. Año 4, Núm. 45 México.
Mier, Raymundo (2002). El acto antropológico: la intervención como extrañeza. En: Tramas 18 y 19. UAM Xochimilco. México. Pp.13-50
Moreno, María de los Ángeles (2007). Intervención e imaginario social. En: Encrucijadas de lo imaginario. Autonomía y práctica de la educación. Coord. Marco A. Jiménez. UCM. México.
Spencer (1947) Principios de sociología. Revista de occidente. Colección abreviaturas. Buenos Aires. Argentina.
Simmel, George (1977). Sociología, estudios sobre las formas de socialización. Vol. I y II. Revista de Occidente. Madrid. España.
Slavoj, Žižek. (2001). El espinoso sujeto. El centro ausente de la ontología política. Paidós. Buenos Aires. Argentina.
4 Tomaré como referencia a Alicia de Alba (2007:98-99).