origen de los vándalos

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Los vándalos fueron un pueblo germano de Europa central, su lengua pertenece a la rama germánica oriental que habitaban las regiones ribereñas del Báltico (en la zona de las actuales Alemania y Polonia). Origen de los vándalos Los lugiones o vándalos ocupaban el territorio al oeste del Vístula y junto al Oder , hasta el norte de Bohemia . La palabra vándalo parece tener un doble significado y querría decir «los que cambian» y «los hábiles», mientras que su otro nombre, lugios o lugiones, también con doble significado, querría decir «mentirosos» y «confederados». Parece ser que al principio las tribus de los vandulios (o vandalios) y la de los lugios (o lugiones), junto con las de los silingos, omanos, buros, varinos

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Los vándalos fueron un pueblo germano de Europa central, su lengua pertenece a la rama germánica oriental que habitaban las regiones ribereñas del Báltico (en la zona de las actuales Alemania y Polonia).

Origen de los vándalos

Los lugiones o vándalos ocupaban el territorio al oeste del Vístula y junto al Oder, hasta el norte de Bohemia. La palabra vándalo parece tener un doble significado y querría decir «los que cambian» y «los hábiles», mientras que su otro nombre, lugios o lugiones, también con doble significado, querría decir «mentirosos» y «confederados». Parece ser que al principio las tribus de los vandulios (o vandalios) y la de los lugios (o lugiones), junto con las de los silingos, omanos, buros, varinos (seguramente llamados también auarinos), didunos, helvecones, arios o charinos, manimios, elisios y naharvales correspondían a pequeños grupos de origen similar, integrando otra rama del grupo de los hermiones, que formaron después un gran grupo identificado generalmente como lugiones, cuyo nombre predominaba para designar a todos los pueblos componentes incluidos los vándalos. Pertenecieron a los pueblos germánicos bárbaros, que los romanos reconocían como tales por vivir fuera de las

fronteras de su imperio. Originarios de la zona del Báltico, en la actual Dinamarca, la invasión de los godos, en el siglo II, los hizo migrar hacia el sur, buscando refugio en las orillas del Mar Negro. El nombre de vándalos lo adquirieron al fusionarse en esta época con otras tribus. En el año 167, junto a otros pueblos bárbaros atravesaron el río Danubio y se establecieron en sus márgenes, en Panonia (Hoy corresponde al oeste de Hungría y este de Austria). Este grupo era el de los vándalos silingos.

Otro grupo de vándalos, llamados asdingos, se dirigieron hacia Dacia (Actualmente Rumania y Moldavia) ubicándose primero en el sur y luego en el oeste. Los godos y los asdingos pelearon el año 275, por posesiones territoriales, siendo los vándalos derrotados, y sometidos por los godos. Una parte de ellos pudo escapar, y radicarse en Panonia, junto a los cuados, otro pueblo germánico. Dos siglos después, atacaron las Galias (406) junto a los suevos y un grupo de alanos occidentales, y tres años más tarde ya unidos los vándalos, se asentaron en Hispania como federados del imperio romano.

Los alanos ocuparon las provincias de Lusitania y Cartaginense, los vándalos silingos se asentaron al sur, en la Bética (actualmente, sur de Badajoz, Andalucía, y la parte sureste de Portugal) los suevos en la costa de Galicia, siendo ocupada el resto de Galicia por los vándalos asdingos.

En el año 412, el rey alano Atax se apoderó de Mérida, pero en el año 418, Atax murió en lucha con los visigodos, quienes también derrotaron a los vándalos silingos en el 417, quedando subsistentes solo los vándalos asdingos. Los alanos occidentales nombraron como su propio rey, en el 419, al soberano vándalo asdingo, Gunderico, que reinaba desde el 407, y casi todos los alanos, junto a los vándalos, se establecieron como federados en la Bética, debiendo combatir en el año 422 contra los romanos que querían reconquistar el territorio, al mando de Flavio Castino. El triunfo sobre los romanos, hizo crecer el poder vándalo, que fue reconocido por el emperador de Oriente, Valentiniano III, en el año 422.

Saquearon Cartagena y tomaron puertos mediterráneos, creando una flota poderosa. En el año 426 se apoderaron de Sevilla. Allí murió Gunderico, en el 428, sucediéndole su hermano Genserico. En el año 429, desde España, donde destruyeron la cultura romana. Se desplazaron los vándalos con rumbo a África, hacia el este cartaginense, apoderándose de las tierras que les quitaban por la fuerza a los terratenientes romanos. Agustín, obispo de Hipona (San Agustín) falleció un año después, viendo como los vándalos se apoderaban de su ciudad.

Su fragor destructivo, asigna actualmente el nombre de vándalo a quien comete actos graves contra la propiedad ajena.

El Imperio Romano de Oriente, no pudo impedir la apropiación territorial por parte de los vándalos, pues también debían luchar contra el azote de Atila.

Tomaron Argelia y la zona norte de Marruecos (actuales) en el año 435, estableciendo su capital en Cartago, que lograron anexar en el 439, dominando el comercio del mediterráneo occidental.

Sin embargo los vándalos aportaron su cultura, y dieron origen en Cartago a una Corte de vasta cultura, donde se destacó el poeta latino Luxorio.

En el año 477, su pillaje les condujo a saquear la península itálica, incluyendo Roma. El poder militar vándalo, sin embargo, necesitaba reyes fuertes, que no se hallaron en los sucesivos monarcas, cuyo poder se fue debilitando, sobre todo por su oposición a la iglesia católica, a quien confiscaron sus bienes, para cederlos a la iglesia arriana, lo mismo que a los nobles residentes en la zona, oponiéndose a la propia nobleza vándala, para conformar una corte adicta.

El rey Genserico, modificó el sistema sucesorio, estableciendo como primeros en la línea de sucesión a los colaterales (hermanos) previo a la línea descendente (hijos). A la muerte de Genserico, le sucedió su hijo Hunerico en al año 477, quien en el año 484, suprimió la religión católica, imponiendo solo la arriana. Los principados bereberes, de población

autóctona, mientras tanto, cobraban más poder, en las zonas montañosas.

El prefecto pretoriano, Ciro, a mediados del siglo V, amplió las nuevas murallas de la ciudad de Constantinopla para proteger sus costas de la piratería de los vándalos.

El rey Trasamundo, a fines del siglo V, contrajo enlace con la hermana de Teodorico, rey de los ostrogodos, que se proclamó rey de Italia en el año 494, y ansiaba crear alianza con otros pueblos germánicos. Pero los vándalos ya no podrían superar su profunda crisis.

El rey Hilderico, que gobernó entre los años 523 y 530, viendo que la política de oposición a la iglesia católica, solo conducía al colapso de su pueblo, intentó acercarse a la iglesia católica, a la que le devolvió sus propiedades, lo que le valió el descontento de sus propios soldados, quienes lo asesinaron, nombrando el año 530 a Gelimer, que siguió con la política opositora de clero católico.

Justiniano en su empresa de reconquistar los antiguos límites del imperio romano

arrebatados por los pueblos bárbaros, envió a Belisario, quien sin demasiado esfuerzo recuperó las posesiones que detentaban los vándalos.

La llegada de los godos los obligó a desplazarse hacia el sur y a asentarse en las riberas del mar Negro, siendo por tanto vecinos y en ocasiones aliados de los godos. Durante el siglo I, las tribus del grupo de los lugiones o lugios (incluyendo entre ellas a las tribus de la rama de los vándalos) estuvieron en guerra frecuente con los suevos y los cuados, contando ocasionalmente con la alianza de otras tribus, especialmente los hermunduros. A mediados de siglo derrocaron a un rey de los suevos, y en el 84 d. C. sometieron temporalmente a los cuados. Durante parte de este siglo y en el siguiente, se fusionaron las diversas tribus de lugiones y dieron origen a un grupo mayor, conocido por vándalos.

Los vándalos en la península Ibérica, en el siglo V.

En tiempos de las Guerras Marcomanas ya predomina la denominación de vándalos y aparecen divididos en varios grupos: los silingos, los lacringos y los victovales, estos últimos gobernados por el linaje de los Asdingos (Astingos o Hasdingos), y cuyo nombre evocaba su larga cabellera. Junto a los longobardos, los lacringos y victovales o victofalios cruzaron el Danubio hacia el 167 y pidieron establecerse en Panonia.

Los asdingos o victovales, dirigidos por Rao y Rapto (cuyos nombres son traducidos como «tubo» y «viga»), no fueron admitidos en Panonia (donde se habían establecido longobardos y lacringos), por lo que avanzaron hacia el año 171 en dirección a la parte media de los Cárpatos durante las Guerras

Marcomanas, y de acuerdo con los romanos se instalaron en la frontera septentrional de Dacia. Más tarde se adueñaron de la Dacia Occidental. Al parecer, los vándalos quedaron divididos únicamente en asdingos (o victovales) y silingos, desapareciendo - mezclada entre ambos grupos y con los longobardos - la tribu los lacringos durante el siglo III.

A partir de 275, los asdingos se enfrentaron a los godos por la posesión del Banato (abandonado por Roma), mientras que los silingos, seguramente bajo presión de los godos, abandonaron sus asentamientos en Silesia y emigraron junto a los burgundios para acabar estableciéndose en la zona del Meno. Sus ataques a Recia fueron rechazados por Probo.

El rey asdingo Wisumarh (Visumaro) combatió contra los godos procedentes del Este al mando de Geberico, que atacaron sus territorios. Wisumarh murió en lucha contra los godos, y los integrantes de las tribus de vándalos que no quisieron someterse a los godos, hubieron de pasar a territorio imperial, instalándose en Panonia, donde también se asentaron los cuados. A principios del siglo V habían abandonado Panonia (como también los cuados) y se unieron a los suevos y alanos para invadir las Galias. En las primeras luchas del año 406 murió el rey Godegisel (Godegisilio). Pocos años después, los dos grupos vándalos acabaron fusionados. (unidos)

Llegaron a Hispania en 409 d. C., donde se establecen como federados. Hacia el 425 asolaron y saquearon la ciudad de Carthago Nova, actual Cartagena, y en el 426 tomaron la ciudad de Hispalis (Sevilla) con Gunderico al mando.

[editar] La formación y apogeo del reino vándalo: el reinado de Genserico

El reino vándalo en el año 455.

En la primavera de 429, los vándalos, liderados por su rey Genserico, decidieron pasar a África con el fin de hacerse con las mejores zonas agrícolas del Imperio. Para ello lograron barcos con los cuales cruzaron el Estrecho y llegaron a Tánger y Ceuta. Luego se desplazaron al este, haciéndose, tras algunos años de lucha, con el control del África romana y la ciudad de Cartago que pasó a ser la capital de su reino, por tanto, las fuentes de producción de la mayor región cerealista del viejo imperio, que en lo sucesivo tuvo que comprar el grano a los vándalos, además de soportar sus razzias

piratas en el Mediterráneo Occidental. Para ello contaban con el gran puerto de Cartago y con la flota imperial en él apresada. Sobre la base de esta última, Genserico consiguió apoderarse de bases marítimas de gran valor estratégico para controlar el comercio marítimo del Mediterráneo occidental: las Islas Baleares, Córcega, Cerdeña y Sicilia.

En 461, el emperador romano occidental Mayoriano reunió en la ciudad de Carthago Nova una flota de 45 barcos con la intención de invadir y recuperar para el Imperio Romano el Reino Vándalo, ya que su perdida significaba el corte del flujo del cereal a Italia. La batalla de Cartagena se saldó con una gran derrota de la armada romana, que fue totalmente destruida y con ella las esperanzas de recuperar el norte de África para el Imperio.

Sin embargo, el dominio vándalo del norte de África duraría sólo algo más de un siglo y se caracterizó por un progresivo debilitamiento militar del ejército vándalo, una gran incapacidad de sus reyes y aristocracia cortesana para encontrar un modus vivendi aceptable con los grupos dirigentes romanos y por la paulatina vida aparte de amplios territorios del interior, más periféricos y montañeses, donde fueron consolidándose embriones de Estados bajo el liderazgo de jefes tribales bereberes más o menos romanizados y cristianizados. La política de la monarquía vándala fue

fundamentalmente defensiva y de amedrentamiento contra todos sus más inmediatos enemigos: la propia nobleza bárbara y la aristocracia provincial romana. Una labor de desatención social y descabezamiento político que a la fuerza habría de afectar a las mismas estructuras administrativas heredadas del Imperio, lo que ocasionaría su definitiva ruina. La causa profunda de dicha ruina no sería otra que la misma base del poder de los reyes vándalos, el ejército, y las exigencias del mismo.

Genserico (428-477), el auténtico fundador del Reino vándalo, puso las bases del apogeo del mismo, pero también las de su futura decadencia. El cénit de su reinado y del poderío vándalo en África y el Mediterráneo lo constituyó la paz perpetua conseguida con Constantinopla en el verano del 474, en virtud de la cual se reconocían su soberanía sobre las provincias norteafricanas, las Baleares, Sicilia, Córcega y Cerdeña. No obstante, desde los primeros momentos de la invasión (429-430) Genserico golpeó a la importante nobleza senatorial y aristocracia urbana norteafricanas, así como a sus máximos representantes en estos momentos, el episcopado católico, procediendo a numerosas confiscaciones de propiedades y entregando algunos de los bienes eclesiásticos a la rival Iglesia donatista y a la nueva Iglesia arriana oficial. Tampoco pudo destruir las

bases sociales de la Iglesia católica, que se convirtió así en un núcleo de permanente oposición política e ideológica al poder vándalo. Respecto de su propio pueblo, Genserico realizó en el 442 una sangrienta purga en las filas de la nobleza vándalo-alana. Como consecuencia de ello, dicha nobleza prácticamente dejó de existir, destruyéndose así el fortalecimiento de la misma, consecuencia del asentamiento y reparto de tierras. En su lugar, Genserico trató de poner en pie una nobleza de servicio adicta a su persona y a su familia. Elemento importante de dicha nobleza de servicio sería el clero arriano, favorecido con cuantiosas donaciones y reclutado entre bárbaros y romanos.

Con el fin de eliminar posibles disensiones en el seno de su familia y linaje por cuestión de la sucesión real, suprimiendo así también cualquier papel de la nobleza en la misma, Genserico creó un extraño sistema de sucesión, tal vez a imitación del que pudiera existir en los principados bereberes, denominado seniorato o «Tanistry», en virtud del cual la realeza se transmitía primero entre hermanos por orden de edad y sólo después del fallecimiento del último de éstos se pasaba a una segunda generación. Los reinados de los sucesores de Genserico no hicieron más que acentuar las contradicciones internas de la Monarquía, en medio

de un debilitamiento constante del poder central y su falta de sustitución por otra alternativa.

[editar] La decadencia del reino vándalo

El reinado de su hijo y sucesor Hunerico (477-484) supuso un paso más en la tentativa de fortalecer el poder real, destruyendo toda jerarquía sociopolítica alternativa. Su intento de establecer un sistema de sucesión patrilineal chocó con la oposición de buena parte de la nobleza de servicio y de su propia familia, con el resultado de sangrientas purgas. El que dicha oposición buscara apoyo en la Iglesia católica supuso que Hunerico iniciase en 483 una activa política de represión y persecución de la misma, que culminó en la reunión en febrero de 484 de una conferencia de obispos arrianos y católicos en Cartago, en la que el rey ordenó la conversión forzosa al arrianismo. La muerte de Hunerico en medio de una gran hambruna testimonió el comienzo de una crisis en el sistema fiscal del Reino Vándalo, que habría de serle fatal.

Guntamundo (484-496) trataría inútilmente de buscar buenas relaciones con la antes perseguida Iglesia católica para impedir la extensión del poder de los principados bereberes, y como legitimación del Reino vándalo frente a un imperio constantinopolitano que con la política religiosa del emperador Zenón había roto con el Catolicismo occidental.

Sin embargo, el reinado de su hermano y sucesor Trasamundo (496-523) sería una síntesis de los dos precedentes, claro síntoma del fracaso de ambos. A falta de apoyos internos, Trasamundo buscaría sobre todo alianzas externas con Bizancio y el poderoso Teodorico, matrimoniando con la hermana de éste, Amalafrida.

La crisis política del final del reinado del ostrogodo incitó a su sucesor y sobrino Hilderico (523-530) a buscar a toda costa el apoyo del emperador Justiniano I, para lo que intentó hacer las paces con la Iglesia católica africana, a la que restituyó sus posesiones. Política ésta que no dejó de crear descontentos entre la nobleza de servicio. Aprovechando una derrota militar frente a grupos bereberes, esta oposición logró destronarle, asesinarle y nombrar en su lugar a uno de los suyos, Gelimer (530-534). No obstante, un intento de crear una segunda monarquía vándala carecía de futuro. Falto de apoyos y debilitado militarmente, el Reino vándalo sucumbía ante la fuerza expedicionaria bizantina, de sólo 15.000 hombres, comandada por Belisario.