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  • NUEVAS PERSPECTIVAS SOBRE EL BARROCO ANDALUZ

    TRADICIN, ARTE, ORNATO Y SMBOLO

    MARA DEL AMOR RODRGUEZ MIRANDA (COORD.)

    ASOCIACIN PARA LA INVESTIGACIN DE LA HISTORIA DEL ARTE Y DEL PATRIMONIO

    CULTURAL

    HURTADO IZQUIERDO

    CRDOBA, 2015

  • Copyright: Los autores de los textos

    Edita: Asociacin para la Investigacin de la Historia del Arte y del Patrimonio Cultural

    Hurtado Izquierdo

    Imagen de la cubierta: Isaac Palomino Ruiz

    Diseo y maquetacin: Asociacin para la Investigacin de la Historia del Arte y del

    Patrimonio Cultural Hurtado Izquierdo

    Direccin: Mara del Amor Rodrguez Miranda

    Nuevas Perspectivas sobre el Barroco Andaluz. Tradicin, Arte, Ornato y Smbolo

    ISBN: 978-84-606-8084-0

    Depsito Legal: CO 829-2015

  • PRESENTACIN

    Durante los siglos XVII y XVIII tuvo lugar una manifestacin artstica sin

    parangn en la Historia del Arte, es el Barroco. Fue el estilo artstico que ms hondo cal

    en el mundo andaluz. Ser en estos dos siglos cuando se construyan el mayor nmero de

    templos, ermitas, conventos, etc., en todos los pueblos y ciudades de nuestra geografa.

    Pero, paralelamente, Andaluca sufrir durante casi toda la centuria del

    seiscientos, una fuerte crisis econmica que slo se empezar a aliviar en las ltimas

    dcadas del siglo. Esta recuperacin tendr su reflejo en el arte, con un aumento

    considerable del nmero de construcciones. Adems, la mentalidad y el ambiente social

    de la poca, inducen al levantamiento de edificios destinados casi en exclusivo al clero y

    a la nobleza, quedando en un segundo plano las obras civiles, ya que los cabildos an

    tardaron algo ms en restablecerse.

    La primera consecuencia de todo esto ser que muchas capitales vern

    multiplicados sus espacios conventuales. Este nuevo estilo ser introducido por las

    rdenes religiosas, que estaban celosas de guardar el espritu de la Contrarreforma. La

    nobleza, que haba venido enriquecindose a lo largo del siglo, har uso de este estilo en

    sus propiedades, ya que con ello contribua a destacar su hegemona frente al resto de la

    poblacin.

    La actividad arquitectnica tendr mayor protagonismo de la mano de las rdenes

    religiosas y del clero, que para promover el acercamiento a la poblacin, levantarn

    grandes edificios. Trinitarios descalzos, capuchinos, carmelitas descalzos, entre otros,

    construirn en estos aos sus templos.

    En esta obra se renen las ltimas y ms actualizadas investigaciones relacionadas

    con el Barroco en Andaluca y su proyeccin internacional, siendo as que encontraremos

    textos relacionados con esta temtica e inspirados en la influencia italiana en el arte

    andaluz, como es el caso de las pinturas del matrimonio de Isabel de Farnesio en Parma

    o la interpretacin del arte de Borromini; llegando incluso a tratarse la expansin hacia

    Iberoamrica, con una visin que viajeros e historiadores de finales del siglo XIX tenan

    sobre Murillo en Ecuador.

    Esta edicin se compone de dos volmenes. El primero de ellos dedicado al

    patrimonio, a la tradicin y al ornato, con temas tan variados como la rejera, la orfebrera,

  • la msica, los mecenazgos de obispos y familias nobiliarias, las artes plsticas, e incluso,

    la influencia y el anlisis de la sociedad actual y la difusin por internet de la didctica

    del patrimonio.

    El segundo volumen est dedicado a los temas ms tradicionales en la historia del

    Arte: Arquitectura, escultura y pintura, con mencin tambin a la retablstica y la

    decoracin arquitectnica, como cpulas o yeseras, por ejemplo.

    Se trata este libro de la primera publicacin que la Asociacin para la

    Investigacin de la Historia del Arte y el Patrimonio Cultural Hurtado Izquierdo realiza.

    Entidad que naci en 2012 con los objetivos de promover la investigacin y el dilogo

    entre los historiadores y los investigadores a travs de diversas actividades culturales y

    acadmicas, dentro de las cuales se encuadra esta edicin. Con la intencin adems de

    difundir, tanto a nivel nacional como internacional, las investigaciones que en este campo

    se estn llevando a cabo ltimamente.

    Mara del Amor Rodrguez Miranda (Coord.)

  • INDICE DE CONTENIDOS

    PRESENTACIN ..................................................................................................................................... 5

    I. PONENCIAS ........................................................................................................................................ 13

    OTRA FORMA DE LEER AL INGENIOSO HIDALGO: LA SERIE DE TAPICES FLAMENCOS SOBRE ESCENAS DE EL QUIJOTE CONSERVADOS EN EL PALACIO DE LOS CONDES DE PUERTO HERMOSO DE PIZARRA (MLAGA), Beln Caldern Roca, Universidad de Crdoba .............................................................................................................................................................. 13

    LA ARQUITECTURA DEL BARROCO EN MLAGA, Rosario Camacho Martnez, Universidad de Mlaga ................................................................................................................................ 34

    FORMAS ORNAMENTALES DE LA TALLA EN EL BARROCO ECIJANO, M Mercedes Fernndez Martn, Universidad de Sevilla ........................................................................................... 69

    NOTAS SOBRE EL PATRIMONIO Y EL PODER DE LOS FERNNDEZ DE CRDOBA EN EL BARROCO, Sarai Herrera Prez, Universidad de Jan ..................................................................... 84

    LA RECEPCIN DE MURILLO EN ECUADOR: VIAJEROS E HISTORIADORES (1850-1950),

    ngel Justo Estebaranz, Universidad de Sevilla ............................................................................. 101

    ESTRUCTURA Y ORNAMENTACIN. YESERAS SEVILLANAS DEL SIGLO XVII, Alfredo J. Morales Martnez, Universidad de Sevilla ........................................................................................ 122

    ILARIO MERCANTI LO SPOLVERINI: CRNICA PICTRICA DEL MATRIMONIO DE ISABEL DE FARNESIO EN PARMA Y OTROS ASPECTOS DEL MECENAZGO ARTSTICO DE LA SOBERANA, Jos Mara Morillas Alczar, Universidad de Huelva.................................... 150

    SINGULARIDAD Y PROYECCIN DE LA ARQUITECTURA BARROCA CORDOBESA, Yolanda Victoria Olmedo Snchez, Universidad de Crdoba .................................................... 174

    LA CONOSCENZA STORICA E LINTERPRETAZIONE CRITICA DELLE FABBRICHE BORROMINIANE PER LA VALORIZZAZIONE DELLA ROMA DEL SEICENTO, Antonio Pugliano, Universit Roma Tre, Dipartimento di Architettura (DArc) ................................. 195

    ESCULTURA, MENSAJE Y ORNAMENTO EN LA ARQUITECTURA BARROCA DE ANDALUCA Y SICILIA. REFLEXIONES A PROPSITO DE GIACOMO SERPOTTA Y SU OBRA EN PALERMO, Juan Antonio Snchez Lpez, Universidad de Mlaga ...................... 212

    LA IMAGEN BARROCA DE UN TEMPLO DEL RENACIMIENTO. LA CATEDRAL DE JAN,

    Felipe Serrano Estrella, Universidad de Jan .................................................................................. 248

  • II. PATRIMONIO ................................................................................................................................ 270

    EL MECENAZGO ARTSTICO DE LOS ARZOBISPOS SEVILLANOS EN SU VILLA DE UMBRETE DURANTE LOS SIGLOS XVII Y XVIII, Francisco Amores Martnez, Doctor en Historia del Arte .......................................................................................................................................... 271

    INCIDENCIA DE LA GUERRA CIVIL ESPAOLA EN LAS ARTES PLSTICAS DEL BARROCO EN MONTORO (CRDOBA), Pedro J. Delgado Guerrero, Universidad de Crdoba ........................................................................................................................................................... 289

    NUEVAS FORMAS DE MANIFESTACIN LITRGICA Y ARTSTICA EN LA IGLESIA TRIDENTINA Y POSTRIDENTINA: LA PRESENCIA DE LA CONGREGACIN DEL ORATORIO DE SAN FELIPE NERI EN LA GRANADA CONVENTUAL Y SU PROYECCIN EN OTROS TERRITORIOS, Jos Antonio Daz Gmez, Universidad de Granada ...................... 307

    ARTES PLSTICAS Y ARQUITECTURA DE LOS PALACIOS EPISCOPALES DE ANDALUCA ORIENTAL DURANTE EL BARROCO, Laura Luque Rodrigo, Universidad de Jan ........... 322

    EL BARROCO: VIGENCIAS, RECREACIONES Y SIMULACROS EN LA CONFIGURACIN DEL PATRIMONIO CULTURAL DE UNA SOCIEDAD GLOBALIZADA, Mara Navajas Madueo y Jos Hernndez Ascanio, Unidad de Investigacin EtnoCrdoba: Estudios Socioculturales, Universidad de Crdoba ....................................................................................... 337

    EL BARROCO EN LOS MUSEOS DE BELLAS ARTES ANDALUCES. ANLISIS DE SUS MATERIALES DIDCTICOS ON-LINE, Carmen Serrano Moral, Universidad de Mlaga 352

    LA ARQUITECTURA DEL PODER EN LA ANDALUCA DEL BARROCO: APROXIMACIN A LA CIUDAD NOBILIARIA EN LOS REINOS DE SEVILLA Y CRDOBA EN LOS SIGLOS Y XVIII, Jess Surez Arvalo, doctorando en el Departamento de Historia del Arte, UNED ............................................................................................................................................................................ 363

    III. TRADICIN Y ORNATO ............................................................................................................ 378

    DE ESPEJOS, BARROCOS Y NEOBARROCOS. DEL ARTE DE VELZQUEZ Y DE MARA CAAS, M Jess Godoy Domnguez, Universidad de Sevilla .................................................... 379

    LOS ESFUERZOS DE MANUEL DE FALLA POR LA DIFUSIN DE LA MSICA BARROCA EN SEVILLA (1924-1928), Eduardo Gonzlez-Barba Capote, Conservatorio Superior de Msica de Sevilla ......................................................................................................................................... 389

    VESTIR LA JOYA: NGELES Y SANTAS DE ZURBARN, Carmen Herrera Raquejo, Profesora- Investigadora, Fuengirola (Mlaga) ............................................................................. 402

  • DISEO Y ORNATO EN LA REJERA ARTSTICA EN EL BARROCO ANDALUZ, Josefa Mata Torres, Universidad de Crdoba ........................................................................................................... 412

    DECORACIN, ILUSTACIN E ILUMINACIN EN EL PATRIMONIO DOCUMENTAL DE LOS HOSPITALES SEVILLANOS: LOS LIBROS DE PROTOCOLO DE BIENES, Pablo Alberto Mestre Navas, Universidad de Sevilla ................................................................................................ 425

    OBRAS INDITAS DE DAMIN DE CASTRO EN CRDOBA, Mara del Amor Rodrguez Miranda, Universidad de Crdoba ....................................................................................................... 441

    LA CONSTRUCCIN DEL RITO DE SAN CECILIO EN LA CATEDRAL DE GRANADA, Gonzalo Roldn Herencia, Universidad de Mlaga........................................................................ 455

    LA IGLESIA MONACAL DE LA MADRE DE DIOS DE GRANADA. ARTE Y ORNAMENTACIN BARROCOS, Jess ngel Snchez Rivera, Universidad Complutense de Madrid ....................................................................................................................................................... 472

    LOS MONUMENTOS EUCARSTICOS EN EL BARROCO ANDALUZ: EL CASO DE LAS FIGURAS RECORTADAS DE MELQUISEDEC Y DAVID DEL CONVENTO DEL ESPRITU SANTO DE JEREZ DE LA FRONTERA (CDIZ), Carmen Tejera Pinilla, Escuela de Arte de Algeciras y asistente honoraria, Universidad de Sevilla ............................................................. 488

    LA FESTIVIDAD DEL CORPUS CHRISTI EN LOS PUEBLOS DEL ALJARAFE DURANTE EL BARROCO: EL CASO DE SALTERAS, Mara del Carmen Viloria Peas, Profesora de Msica y Geografa e Historia de Secundaria en el Colegio San Jos M.M. Mercedarias y Centro Itlica de Sevilla ............................................................................................................................ 503

    IV. ARQUITECTURA ......................................................................................................................... 516

    UNA ESTANCIA CELESTIAL EN LA TIERRA: EL CAMARN, Venancio Galn Corts, Universidad de Granada ........................................................................................................................... 517

    LOS ESPACIOS ESCNICOS DE GRANADA EN EL PERIODO BARROCO (SIGLOS XVII Y XVIII), Carolina Gilabert Snchez, Universidad Pablo de Olavide, Sevilla ........................... 531

    EL OBISPO DON FRANCISCO DE REINOSO Y BAEZA Y LA CULMINACIN DE LA CATEDRAL CORDOBESA: UN EJEMPLO DE ARQUITECTURA DE TRANSICIN, Juan Luque Carrillo, Universidad de Sevilla ............................................................................................... 544

    LA FUNDACIN DE LA ESCUELA DE LA CALLE SAN LUIS DE SEVILLA, ACTUAL COLEGIO LA SALLE LA PURSIMA, Carlos Francisco Nogales Mrquez, Universidad de Sevilla 554

  • LAS CPULAS DE LA PARROQUIA DE SANTA MARTA DE LA ANUNCIACIN DE CLLAR (GRANADA), Alberto Rodrguez Martnez, Universidad de Granada .................................... 568

    ARQUITECTURA DE LA ORDEN DE CALATRAVA EN SEVILLA. LA RECONSTRUCCIN DEL PRIORATO DE SAN BENITO EN EL SIGLO XVII, Juan Zapata Alarcn, Universidad de Castilla-La Mancha...................................................................................................................................... 584

    V. ESCULTURA Y OTROS ................................................................................................................ 600

    ORNAMENTO Y PROGRAMA ICNICO EN EL ANTIGUO HOSPITAL DE SAN JUAN DE DIOS DE EL PUERTO DE SANTA MARA (CDIZ), Antonio Aguayo Cobo, Universidad de Cdiz. HUM 726. Ciudad, Imagen y Patrimonio .............................................................................. 601

    JUAN DE MESA Y EL CRUCIFICADO DE LA MISERICORDIA DE LA COLEGIATA DE OSUNA (SEVILLA), Ana Mara Cabello Ruda, Universidad de Sevilla .................................................... 618

    EL RETABLO MAYOR DE LA PARROQUIA DE SANTIAGO DE HERRERA (SEVILLA): NUEVAS APORTACIONES TRAS SU RESTAURACIN, Benjamn Domnguez Gmez, Universidad de Sevilla/ Gestionarte S.L.U. ....................................................................................... 633

    LA GRAMTICA CORPORAL EN LOS CRUCIFICADOS DEL ESCULTOR DIEGO MRQUEZ Y VEGA. AIRES CLSICOS EN MEDIO DE LA JUNGLA BARROCA, Antonio Rafael Fernndez Paradas, Universidad Internacional de Andaluca (UNIA) ......................................................... 647

    MITRA, MECENAZGO Y SANTIDAD: EL ARZOBISPO DE SEVILLA, AMBROSIO SPINOLA Y GUZMN, Y EL ESPLENDOR DE LAS ARTES (1669-1684), Jos Gmez Martn ................ 664

    ARTES PLSTICAS Y DEVOCIONES CONTRARREFORMISTAS EN UNA VILLA CONVENTUAL: EL TEMPLO DE LAS CARMELITAS DE UTRERA (SEVILLA), Salvador Hernndez Gonzlez, Universidad de Sevilla .................................................................................. 677

    EL RETABLO DE LA ERMITA DE BELN DE PILAS (SEVILLA), OBRA DEL CRCULO DE BERNARDO SIMN DE PINEDA. DEDUCCIONES A PARTIR DE UN ESTUDIO FORMAL,

    Ignacio J. Lpez Hernndez, Universidad de Sevilla ..................................................................... 694

    ALGUNOS ASPECTOS CONSERVATIVOS DE LA ESCULTURA LGNEA BARROCA ANDALUZA Y NAPOLITANA, ngeles Lozano Domnguez, Doctoranda Universidad de Huelva, Grupo de Investigacin Patrimonio y Artes Visuales PAIDI HUM 068 ................. 707

    RETABLSTICA EN EL VALLE DE LECRN (GRANADA). NUEVAS APORTACIONES SOBRE EL BARROCO GRANADINO, Isaac Palomino Ruiz, Licenciado en Historia del Arte, Universidad de Granada y Experto en Archivstica y Diplomtica, UNED .......................... 717

  • VI. PINTURA ....................................................................................................................................... 732

    SAN FRANCISCO DE ASS. UN POSIBLE ORIGINAL INDITO DE ZURBARN, Jos Antonio Algarrada Largo, Universidad de Sevilla ........................................................................................... 733

    DE YESOS Y PINTURAS. ORNAMENTACIN EN LA ARQUITECTURA RELIGIOSA DE LA COMARCA JIENNENSE DE LA LOMA (JEN), Jos Manuel Almansa Moreno, Universidad de Jan ............................................................................................................................................................. 743

    LA DERROTA DE LA MUERTE. LA IMAGEN DE LA MUERTE EN LA ICONOGRAFA BARROCA DEL TRIUNFO DE LA SANTA CRUZ, Pedro-Manuel Fernndez Muoz, Universidad de Sevilla ............................................................................................................................... 758

    UNA CRIPTA A LA TRAZA DEL ESCORIAL: DECORACIN PICTRICA DE LA IGLESIA DEL MONASTERIO DE SAN JERNIMO DE GRANADA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVIII, Nuria Martnez Jimnez, Universidad de Granada .............................................. 772

    LAS OTRAS ICONOGRAFAS INMACULISTAS EN GRANADA, Jos Antonio Peinado Guzmn, Universidad de Granada ........................................................................................................ 784

    PINTURA SEVILLANA DEL SIGLO XVIII. NUEVAS APORTACIONES AL CATLOGO DE RUIZ SORIANO, Jess Porres Benavides, Universidad de Crdoba ........................................ 799

    PROGRAMAS ICONOGRFICOS DE LA MERCED EN ANDALUCA. SEMBLANZAS BARROCAS, M Teresa Ruiz Barrera, Doctora en Historia del Arte, Universidad de Sevilla ............................................................................................................................................................................ 815

  • I. PONENCIAS

  • Beln Caldern Roca

    13

    OTRA FORMA DE LEER AL INGENIOSO HIDALGO: LA SERIE DE

    TAPICES FLAMENCOS SOBRE ESCENAS DE EL QUIJOTE

    CONSERVADOS EN EL PALACIO DE LOS CONDES DE PUERTO

    HERMOSO DE PIZARRA (MLAGA)

    Beln Caldern Roca, Universidad de Crdoba

    Introduccin

    El tapiz posee innatos y especficos valores textiles: funcionalidad; plasticidad; fcil

    manipulacin, instalacin, transporte y monumentalidad, as como capacidad para producir

    majestuosos efectos decorativos en las superficies murales y en el espacio. Por otra parte, la

    tradicin artstico-interpretativa de la iconografa textual de la novela El Quijote debe su

    existencia a la relevancia de algunos elementos paratextuales tales como retratos, prolijidad de

    las descripciones, adornos, etc., aadidos en aras de facilitar la lectura y comprensin del texto

    cervantino. No cabe la menor duda, desde siempre esta obra ha sido un texto ms visto que ledo.

    Las historias de Don Quijote de la Mancha fueron desde su concepcin un libro ilustrado; los

    detalles del texto y el carcter visual de las acciones de los protagonistas patentizan que estamos

    ante un ciclo de imgenes con forma de novela. Y, precisamente, esta incitacin a lo visual fue

    aprovechada de inmediato en las primeras ilustraciones del personaje, tanto en los grabados del

    Quijote, como en las series de ilustraciones publicadas entre 1648 y 17151. As pues, gracias a la

    inmediatez y al impacto de las imgenes que se generan con la tcnica del tapiz en esta serie de

    Pizarra, podemos interpretar escenas del mismo modo que si de pequeos cuadros se tratase,

    condicionando nuestra lectura de la historia hasta el punto de fomentar la iconizacin popular de

    la novela ms famosa de Miguel de Cervantes.

    Aproximacin a la introduccin del tapiz flamenco en Espaa

    Algunos historiadores sostienen la afirmacin de que el tapiz fue introducido en Espaa

    al final de las Cruzadas, a travs de piezas que constituan botines de guerra procedentes de tierras

    orientales. Otros en cambio, respaldan la idea de que ya existan tapices en Espaa en poca del

    1 Fecha en la que Antoine Charles Coypel recibe el encargo para realizar la primera serie de cartones para

    tapices sobre la vida de El Quijote. LUCA MEGAS, Jos Manuel. Leer el Quijote en imgenes. Hacia

    una teora de los modelos iconogrficos. Madrid, Calambur, 2006, pg. 250.

  • Otra forma de leer al ingenioso hidalgo: la serie de tapices flamencos

    14

    dominio musulmn, durante los siglos VIII-XV2. Tanto Carlos V como Felipe II realizaron

    numerosos encargos a los maestros flamencos, que en el siglo XVI tenan bsicamente, junto a

    los franceses, la exclusiva de su fabricacin3. A pesar de que en Espaa existan algunos talleres

    reducidos de bajo lizo localizados en Salamanca y otras ciudades, stos limitaban su produccin

    a la fabricacin de piezas secundarias (reposteros o paos con escudos herldicos conforme a la

    misma tcnica tapicera)4. De lo que no cabe duda es que la calidad espaola era notablemente

    inferior a la de Arras, Tournay o Bruselas y, prcticamente, la labor de los artesanos espaoles se

    reduca a la mera conservacin y restauracin de los tapices de la Coleccin Real5.

    A partir del siglo XVII la importancia de las tapiceras flamencas comienza a decaer, y la

    hegemona ostentada por Bruselas en fechas precedentes pasa a Pars, que ocupar el primer

    puesto en cuanto a calidad, con la creacin de manufacturas de los talleres de Beauvois y de los

    Govelinos6. Durante la poca en que Flandes se mantena adepto a Espaa, la Corona Espaola

    protegi el monopolio de sus manufacturas tapiceras, impidiendo el establecimiento de otras en

    la pennsula, pero durante los aos de la guerra se acentu el declive de los talleres flamencos.

    Existen fundamentos para pensar en el paulatino cese de la actividad tapicera en Flandes

    y el consiguiente cese del abastecimiento espaol en manufacturas y tejidos de lujo desde esas

    tierras7. Espaa dependa casi exclusivamente de la importacin, y desde su implantacin, el tapiz

    constitua casi el nico elemento de lujo para aristcratas, cortesanos e hidalgos. Tras la

    emancipacin de los Pases Bajos de Espaa8, y bajo el reinado del primer Borbn, Felipe V, se

    2 CUTULI, Gracia. El tapiz. Buenos Aires, Centro Editor de Amrica Latina, 1969, pg. 16. 3 IPARAGUIRRE, Enrique y DVILA, Carlos. Real Fbrica de Tapices, 1721-1971. Madrid, s.n., 1971,

    pg. 22. AA. VV. ge dor bruxellois. Tapisseries de la Coronne dEspagne. Bruselas, 2000. 4 Se tiene constancia que en 1578 la reina Ana de Austria nombr a Pedro Gutirrez, vecino de Salamanca,

    como su oficial para hacer tapicera y reposteros, y en 1582, Felipe II nombraba al mismo maestro para

    tareas semejantes. Tambin en Reales Cdulas de 1590 y 1593, se hace referencia al establecimiento en

    Burgos de un taller de tapices. ALCOLEA, Santiago. Artes decorativas en la Espaa cristiana (siglos XI

    y XIX), Ars Hispaniae. Historia Universal del Arte Hispnico, vol. XX, Madrid, Ed. Plus Ultra, 1958,

    pg. 365. 5 IPARAGUIRRE, Enrique y DVILA, Carlos. El tapiz, op. cit., pg. 22; HULST, Roger Adolf.

    Tapisseries flamandes du XIV au XVIII sicles. Bruselas, Arcade, 1971. 6 THOMAS, Michel y MAINGUY, Christine. La supremaca del tapiz en occidente, en THOMAS,

    Michel, MAINGUY, Christine y POMMIER, Sophie, El tapiz, Barcelona, Carroggio, 1985, (1 ed. Gnova,

    Skira, 1985), pgs. 140-164. 7 Albert Auwercx (1629-1709) y Jasper van der Borcht (1675-1742) dos prestigiosos tapiceros de Bruselas,

    ante el reciente empuje de la manufactura francesa de Gobelinos, manifestaron pblicamente la recesin

    que sufra el oficio de tapicero en las postimetras del siglo XVII en tierras flamencas. BROSENS,

    Koenraad. A Contextual Study of Brussels Tapestry, 1660-1770. The daye works and tapestry workshop of

    Urbanus Leyniers (1674-1747), Bruselas, Koninklije Vlaamse Academie van Belgi vor Wetenschappen

    en Kunsten, 2004, pg. 23. 8 Con los Tratados de Utrecht (1713-1715) se liquida la guerra de Sucesin espaola (1701-1714),

    marcando el fin de la poca imperial. Se establecieron un conjunto de acuerdos a los que llegaron los pases

    europeos, reconocindose a Felipe V como rey de Espaa y repartiendo las posesiones espaolas en Europa

    entre las monarquas de Austria, la casa de los Saboya y los Pases Bajos. Inglaterra obtendr Menorca y

    Gibraltar, as como el monopolio del comercio de esclavos en Amrica. ECHEVARRA BACIGALUPE,

    Miguel ngel. Flandes y la monarqua hispnica, 1500-1713. Madrid, Slex, 1998.

  • Beln Caldern Roca

    15

    establecieron las primeras fbricas subvencionadas por el Estado para elaborar los productos de

    los que se careca: la Real Fbrica de Paos de Guadalajara; la de Espejos y Cristales de San

    Ildefonso; la de sedas en Talavera de la Reina; la de paos de Segovia, y la de porcelanas en el

    Buen Retiro. En ellas se ofreci empleo a maestros extranjeros para que instruyeran en los oficios

    a los artesanos espaoles. La idea de implantar una fbrica de tapicera en Madrid surgi del

    Ministro Alberoni en 1720, idea que fue bien acogida por la corte para el restablecimiento de la

    potencialidad econmica del pas, adems de para la remodelacin de las residencias reales,

    recurrindose entonces a maestros tapiceros flamencos.

    Jacobo Vandergoten, reputado artesano flamenco, fue llamado a Madrid para instalar una

    fbrica de tapices y el 30 de julio de 1720 se estableci la Real Fbrica de Santa Brbara9. El

    Cardenal Alberoni se puso en contacto con el maestro Vandergoten y ste acept abandonar la

    fbrica que posea en Bruselas para instalarse en Espaa con su mujer, sus seis hijos y cuatro

    oficiales con los que trabajaba en su antigua fbrica. Jacobo Vandergoten trabajaba en bajo lizo,

    cuyo procedimiento de elaboracin era el siguiente: sobre un bastidor horizontal depositado sobre

    el suelo, se colocaba una hilera poco tupida de fibras de lana y justo enfrente, se situaba el cartn

    con la pintura que se deseaba reproducir. Sobre la hilera del bastidor se iba tejiendo la

    reproduccin con nuevas fibras de lana o seda, teidas con tintes vegetales, composicin que

    aseguraba su permanencia y permita emplear una amplia gama cromtica. Tanto la fabricacin

    9 IPARAGUIRRE, Enrique y DVILA, Carlos. El tapiz.., op. cit., pgs. 21-22.

    Fig. 1. Joven con ganso, palomas, perro y ganso en

    la ventana. Real Fbrica de Tapices, Madrid.

    Convento de San Francisco, Quito. Tapiz de Jacobo

    Vandergoten, 1721, tercer tercio del S. XVII.

  • Otra forma de leer al ingenioso hidalgo: la serie de tapices flamencos

    16

    de los tapices como el cardado de la lana, eran operaciones puramente artesanales que se

    ejecutaban en la Fbrica. Sin embargo, la precipitacin de la marcha y las dificultades surgidas

    durante la misma le impidieron llevarse consigo modelos de tapices para su posterior copia en

    Espaa, y en estos primeros aos se utilizaron patrones flamencos que continuaban modelos de

    la escuela de David Teniers, como Joven con ganso y palomas, perro y ganso en la ventana10

    (fig. 1); Diversin de paisanos en Flandes, o Cacera de halcones (Fig. 2) as como una serie

    de caceras de Philips Wouwermans, todos ellos de una gran perfeccin artstica11.

    En 1724 muri el maestro tapicero flamenco y su hijo Francisco le sustituy como

    maestro del telar; el resto de los hermanos continu el arte de la composicin de tapices. Espaa

    sufra por aquellos aos las secuelas de la guerra de Sucesin y la Fbrica atravesaba una tesitura

    precaria. Sin embargo, hacia 1727 lleg a nuestro pas un maestro tapicero de Gobelinos, Antonio

    Lainger, quien introdujo el telar de alto lizo12. La fundacin de la Fbrica de los Gobelinos tuvo

    lugar en 1662, caracterizndose por elaborar una tapicera subordinada a la pintura, derivada de

    la influencia de los tapiceros flamencos inicialmente, y ms tarde, de los pintores que dirigan

    estos talleres, o que se encontraban ms estrechamente relacionados con ellos. Con la nueva

    tcnica la bordura del tapiz comenz a perder su amplitud para quedar reducida a una estrecha

    10 Primer tapiz tejido en la Real Fbrica de Santa Brbara en 1721, firmado por Jacobo Vandergoten (el

    viejo). 11 Cfr. De Amberes a Madrid: la obra de Carlos de Amberes y los tapiceros Vandergoten-Stuyck (Catlogo

    de Exposicin celebrada en el marco EXPO Zaragoza 3-7-2008, Pabelln de Blgica), Madrid, Fundacin

    Carlos de Amberes, 2008. 12 IPARAGUIRRE, Enrique y DVILA, Carlos. El tapiz, op. cit., pg. 26.

    Fig. 2. Cetrera. Cacera con halcones. Vandergoten, S.

    XVIII.

  • Beln Caldern Roca

    17

    faja, a imitacin de las molduras que encuadraban las pinturas. Entre estos pintores destac

    Charles Antoine Coypel, autor de la Historia de Don Quijote (Figs. 3 y 4), en la que se inspiraron

    la mayor parte de los talleres de Europa entre 1714 y 179413.

    13 LUCA MEGAS, Jos Manuel. Los primeros ilustradores del Quijote. Madrid, Ollero y Ramos, 2005,

    pg. 136.

    Fig. 3. Historia de Don Quijote. Coypel, Gobelinos,

    taller de Neilson, 1776-1779.

    Fig. 4. Recibimiento de Don Quijote en casa de los

    Duques, reproduccin de Louis Suruge a partir de un

    cartn de Coypel, 1724.

  • Otra forma de leer al ingenioso hidalgo: la serie de tapices flamencos

    18

    A principios del siglo XVIII, se produjo la extensin del tapiz al pblico burgus, que

    demandaba nuevos productos artsticos, y la temtica del Quijote, como ya lo haba sido en el

    siglo XVII, constituy un magnfico texto para la experimentacin, no slo editorial, sino tambin

    artstica. La Francia de Luis XV, cuna del esplendor del rococ, ser testigo de la elaboracin de

    magnficos cartones para tapices basados en las aventuras de don Quijote, para revestir de color

    y lujo las paredes de los salones nobiliarios, as como posteriormente, de estampas, grabados y

    adornos en las ediciones literarias que llegaron a producirse en toda Europa14. En Francia durante

    este perodo y, favorecido por la evolucin tcnica del tapiz, contina prosperando el predominio

    de la pintura; la generalizacin del calco posibilit que las ejecuciones en alto lizo lograsen una

    transferencia ms precisa de los cartones. El telar de alto lizo, era vertical y proporcionaba mayor

    comodidad al artesano, y asimismo, el calcado del dibujo adosado al bastidor permita un

    perfeccionamiento notable en las reproducciones15.

    Por otra parte, en Santa Brbara, paulatinamente, se fueron renovando los temas, que

    abarcaban ahora mayor variedad. Se extendi una tendencia a prescindir de los temas religiosos

    y cada vez era ms frecuente desarrollar motivos mitolgicos, as como episodios de

    costumbrismo pintoresco que integraban paisajes espaoles, respondiendo al fin decorativo de

    estas manufacturas. No obstante, la produccin de la Fbrica de Santa Brbara en el perodo de

    1727 a 1731 fue escasa. Destaca en 1729, el tapiz sobre La Sagrada Familia que realiz Jacobo

    Vandergoten, comportndole dicho encargo el posterior montaje de otra Fbrica en Sevilla entre

    1729 y 1733, coincidiendo con el traslado de la Corte a la capital hispalense. Por otra parte,

    Lainger realiz La Historia de Telmaco, sobre cartones del Pintor de Cmara Andrs

    Procaccini, considerado el tapiz ms perfecto de una poca tan poco prolfica16. En 1731 la

    situacin de crisis de la Fbrica de Santa Brbara se agrav, recuperndose aos despus con la

    llegada de caudales procedentes del Nuevo Mundo. As pues, la posicin de los maestros

    flamencos se fortaleci con la muerte en 1734 de Antonio Lainger, aunque su trabajo fue

    continuado por Gabriel Bouquet, tambin maestro de los Gobelinos17. En 1934 la Corte regres a

    Madrid y comenz a demandarse mayor calidad tcnica en los cartones, as como a imponerse un

    frreo control artstico en su fabricacin. Para ello se recurri a algunos de los pintores de cmara

    como A. Procaccini, C. Giaquinto o J. Amiconi. Durante esta poca se concluye la serie espaola

    14 Ibdem, pgs. 136-137; LEFRANOISE, Thierry. Charles Coypel. Peintre du roi (1694-1752). Paris,

    Athena, 1994. 15 Este procedimiento se mantendr invariable hasta 1917, fecha en que se sustituyeron los tintes vegetales

    por qumicos, y se introdujeron mquinas para cardar la lana. IPARAGUIRRE, Enrique y DVILA, Carlos.

    El tapiz, op. cit., pg. 25. 16 Los paos tejidos con el bagaje adquirido en el Taller de los Gobelinos eran de una calidad bastante

    superior a la de los flamencos, y ello coloc a los hijos de Vandergoten en una comprometida situacin.

    Ibdem, pg. 26. 17 ALCOLEA, Santiago. Artes decorativas, op. cit., pg. 366.

  • Beln Caldern Roca

    19

    de la Historia de Don Quijote, segn bocetos de Procaccini18(fig. 5), que se hace eco de los

    personajes de ficcin de la clebre novela, ya elevada al rango de clsico.

    Informe histrico-artstico sobre la serie de siete tapices flamencos sobre Don

    Quijote de la Mancha de Pizarra (Mlaga)

    Este Bien Mueble, inscrito en el Catlogo General del Patrimonio Histrico Andaluz19

    como BIC20, que se conserva en el palacio de los Condes de Puerto Hermoso en la localidad

    malaguea de Pizarra, fue incoado en 1987 con la denominacin: Serie de siete tapices flamencos

    sobre escenas de El Quijote. Sin embargo, no se trata de una serie de siete tapices, sino de seis,

    18 Alcolea afirma que a pesar de la atribucin de la autora de los bocetos a Procaccini, dicha serie fue

    realizada en 1770 bajo la direccin del Arquitecto Mayor Francisco Sabatini: Desde 1770, el arquitecto

    mayor Francisco Sabatini, asesorado por los pintores de cmara F. Bayeu y M. S. Maella, llevaron la

    direccin artstica en estos aos en que fueron tejidas famosas series, como la del `Quijote, dirigida por

    Procaccini; la del `Telmaco, por modelos de M. A. Houasse,. Ibdem, pg. 366. 19 En adelante CGPHA. 20 Bien de Inters Cultural. Decreto 130/2010, de 6 de abril, por el que se inscribe en el Catlogo General

    del Patrimonio Histrico Andaluz, como Bien de Inters Cultural, el bien mueble denominado Serie de seis

    tapices flamencos sobre escenas del Quijote, sitos en Pizarra (Mlaga). Publicado en Boletn Oficial de la

    Junta de Andaluca (BOJA) n 80, 27-04-2010, pgs. 66-70. N.B. La informacin contenida en dicho

    Boletn est extrada de: CALDERN ROCA, Beln. Expediente de documentacin tcnica para la

    inscripcin en el CGPHA como Bien de Inters Cultural Serie de seis tapices flamencos sobre escenas

    del Quijote, Pizarra (Mlaga), Junta de Andaluca, Consejera de Cultura, Delegacin Provincial de

    Mlaga, 2008.

    Fig. 5. Historia de Don Quijote, tapiz realizado segn el

    cartn de Andrs Procaccini y Domingo Mara Sani.

    Real Fbrica de Tapices, Madrid.

  • Otra forma de leer al ingenioso hidalgo: la serie de tapices flamencos

    20

    ya que dos de ellos Don Quijote descolgndose por una ventana y el manteo de Sancho se

    encuentran unidos a raz de una restauracin realizada en fecha posterior a su confeccin21. Dicha

    serie consta de las siguientes piezas que se corresponden con algunos episodios narrados en la

    novela de Miguel de Cervantes: Don Quijote en los molinos, Don Quijote descolgndose por

    una ventana y el manteo de Sancho, Don Quijote con las damas, El banquete de Don Quijote,

    Don Quijote armado caballero y Don Quijote enjaulado. Toda la serie de tapices se compone

    de piezas tejidas en lana y seda, tintadas con colorantes naturales como la granza, el kermes, la

    cochinilla, el palo de Brasil o la gualda, que en ocasiones eran usados con mordientes o colorantes

    de tina como el pastel y el ndigo22. Por la gran calidad tcnica de estos tapices, presumimos que,

    posiblemente fueran confeccionados con telares de alto lizo, pues dicha tcnica fue introducida

    en Espaa en el primer tercio del siglo XVIII, aproximadamente. Este nuevo sistema posibilitaba

    una mayor fidelidad en los diseos a travs de la traslacin del cartn a los telares. No obstante,

    resulta difcil afirmar con certeza este dato, ya que la distincin del urdido resulta inapreciable

    una vez separado el tapiz del telar y tampoco hemos tenido acceso a la comprobacin de esta

    informacin mediante la inspeccin ocular. En cualquier caso, las urdimbres constituyen los hilos

    ms resistentes, colocados en horizontal, y las tramas recubren totalmente la urdimbre

    componiendo el dibujo, generalmente de lana y seda, acompaadas en ocasiones por hilos de oro

    y plata. Cuando se concluye el tejido, los rels (pasada interrumpida entre dos urdimbres) deben

    ser cosidos con hilos de mayor dureza para que puedan soportar el tendido de los paos23.

    En lo que respecta al estilo, segn informes tcnicos previos realizados para su

    declaracin como Bien de Inters Cultural, el taller que lo confeccion pudo pertenecer a la

    Escuela Flamenca del Setecientos. Empero, existen una serie de datos que inducen a la reflexin

    y a considerar ms acertada la denominacin Hispanoflamenca24. Segn afirmaciones de la

    propietaria actual, Mercedes Falc Anchorena, Duquesa del Arco, los cartones en los que se basan

    los tapices de Pizarra fueron diseados por David Teniers (1610-1690), o bien, por algn seguidor

    de su escuela. El mencionado pintor naci en Amberes, siendo hijo y discpulo del tambin

    llamado David Teniers el Viejo, con quien colabor en sus primeras obras. Cas en primeras

    nupcias con la hija de Brueghel El Viejo y trabaj en Amberes, especializndose en pintura de

    gnero hasta 1645, fecha en la que entr al servicio del Archiduque Leopoldo Guillermo de

    Habsburgo, gobernador de los Pases Bajos, como conservador de su galera de arte privada25.

    21 Expediente para la Declaracin como Bien de inters Cultural de Siete tapices flamencos sobre escenas

    del Quijote, Junta de Andaluca, Consejera de Cultura, Delegacin Provincial de Mlaga, 1988, (sin

    paginar). Cfr. CALDERN ROCA, Beln. Expediente de documentacin, op. cit., pg. 8. 22 A la manera de Flandes: tapices ricos de la Corona de Espaa (Sala de Exposiciones Temporales,

    Palacio Real, Madrid: octubre 2001-enero 2002), Madrid, Patrimonio Nacional 2001, pg. 57. 23 A la manera de Flandes, op. cit., pg. 54. 24 CALDERN ROCA, Beln. Expediente de documentacin, op. cit. 25 PIJON, Jos. El arte del renacimiento en el norte y el centro de Europa, Summa Artis. Historia

    General del Arte, vol. XV, Madrid, Espasa Calpe, 1957, pgs. 335-342.

  • Beln Caldern Roca

    21

    David Teniers goz de una gran popularidad y durante esta etapa pint varias escenas de gabinete,

    donde se mostraban las pinturas ms destacadas del archiduque junto a los espectadores que

    acudan a verlas. Entre las obras de este tipo caben destacar: Fiesta campesina flamenca (1652,

    Reales Museos de Bellas Artes, Bruselas), Fiesta aldeana (1646, Museo del Prado, Madrid),

    Fumadores en una posada (hacia 1650, Galera del Estado, Schwerin, Alemania), y Bebedores

    y fumadores (1652, Museo del Prado, Madrid). Las composiciones detallistas de Teniers sobre

    temas mundanos se copiaron a cartones para realizar tapices, sin embargo, resulta bastante difcil

    confirmar si los dibujos que sirvieron de inspiracin para la elaboracin de los tapices de Pizarra

    proceden de su propia mano. Lo que s se ha verificado es que los tapices pertenecientes a esta

    serie aparecen firmados en su ngulo inferior derecho por Urbano Leyniers (1674-1747),

    descendiente de una dinasta de pintores afincados en Bruselas26. En cualquier caso, sostenemos

    que Leyniers fue tapicero y no pintor27. La exposicin Don Quijote: tapices espaoles del siglo

    XVIII, present en Toledo hace cuatro aos una serie de obras que el monarca Felipe V encarg

    a la Real Fbrica de Tapices sobre temtica quijotesca. Dicha muestra permiti reunir por primera

    vez quince tapices de la serie El Quijote tejida en Madrid entre 1722 y 1744, que adems se

    completaba con otras obras tejidas por talleres franceses y belgas como Gobelinos, Beauvais,

    Leyniers, Reydams y Pieter van den Hecke28.

    Asimismo, en 2003, la Coleccin Santander Central Hispano present en Madrid la

    exposicin La exaltacin de las artes, en la que cerca de un centenar de piezas que abarcaban los

    siglos XV- XX, se reunieron bajo un ttulo que lo era tambin de un tapiz tejido en Bruselas, pieza

    clave de la muestra, y obra de Jan Leyniers29. Podemos comprobar que el nombre de pila de

    Leyniers es Jan, y no Urbano (tal y como aparecen firmados los tapices de Pizarra). Con lo cual,

    presumimos que, o bien, se trata de personajes diferentes, o tal vez, les uniese algn tipo de

    parentesco. De cualquier modo, se verifica la teora de que Urbano Leyniers era tejedor de un

    prestigioso taller de Bruselas y, posiblemente, los tapices de Pizarra estuviesen inspirados en

    26 Informe histrico-artstico sobre la posible incoacin como Bien de Inters Cultural a favor de la serie

    de siete tapices flamencos sobre escenas de El Quijote firmados por Leyniers, (Primer Informe), Junta

    de Andaluca, Consejera de Cultura, Delegacin Provincial de Mlaga, s.a., s.f. 27 Jean van Orley (1665-1735) era considerado el diseador de tapices ms afamado de Bruselas durante el

    siglo XVIII, creando para el Palacio Episcopal de Brujas La historia de Jos (1718) que pas a tapiz por

    el taller del maestro tapicero Urbain (Urbano) Leyniers (1674-747). BROSENS, Koenraad. Don Quijote

    y compaa. Los mercados europeos de tapices en el siglo XVIII, Don Quijote: tapices espaoles del siglo

    XVIII. Catlogo de Exposicin, Museo de Santa Cruz (Toledo, diciembre 2005-febrero 2006), Madrid,

    SEACEX, Ediciones El Viso, 2006, pg. 162. 28 Una serie de tapices del XVIII presenta al Quijote cortesano (02/12/2005), en www.elpais.com,

    (consultada con fecha 20 de abril de 2009). 29 La exaltacin de las artes. Coleccin Santander Central Hispano. Catlogo de Exposicin (Madrid, 10

    de junio al 20 de julio de 2003), Madrid, Fundacin Banco Santander, 2003.

  • Otra forma de leer al ingenioso hidalgo: la serie de tapices flamencos

    22

    cartones diseados por la escuela de Teniers, con lo que resulta evidente la conexin existente

    entre Teniers y Leyniers30.

    En otro orden de cosas, podemos fundamentar dos hiptesis acerca de la composicin y

    medidas de los tapices de la serie de El Quijote de Pizarra. En primer lugar, los tapices pudieron

    formar parte de una serie ms extensa y quizs en la fecha de adquisicin mediante subasta por

    su propietaria, ya le faltasen algunos paos. El tamao dispar de cada uno de ellos puede deberse

    a que, probablemente, fuesen tejidos para ser ubicados en un emplazamiento concreto,

    constituyendo lo que en Bruselas se denominaba chambre en tapisserie. Debemos tener en cuenta,

    que en el siglo XVII los arquitectos franceses dictaban las dimensiones y los modelos de las

    tapiceras, y los paos deban tener las dimensiones exactas para encajar en las paredes, y no a la

    inversa. Por el contrario, debido a la enorme difusin de la temtica quijotesca, cabra la

    posibilidad de componer ediciones a la carta a partir de escenas fcilmente reconocibles. Por

    ejemplo, Jean van Ysendy, secretario de Carlos VI, opt por una edicin en seis piezas de la serie

    de ocho tapices de Leyniers31, como es el caso de los tapices objeto de nuestro estudio. Llegados

    a este punto, tambin es probable que los tapices de Pizarra fueran inspirados en un principio, por

    la serie de cartones llevada a cabo por el exitoso pintor de la corte francesa Charles Antoine

    Coypel (1694-1752) o por alguno de sus seguidores. Hijo de Antoine Coypel, Director de la

    Acadmie Royale y Primer Pintor del rey, el futuro artstico de Coypel hijo estara necesariamente

    vinculado a la sombra y al prestigio de su padre. A su muerte, ste hered los puestos de Director

    de Pinturas Reales, y el de Primer Pintor del Duque de Orlens, culminando su carrera con el

    nombramiento como Director de la Academia y primer pintor del rey en 174732. Dicho argumento

    atributivo se justifica no slo por la coincidencia de fechas, pues los maestros tapiceros gobelinos

    se encontraban trabajando en la fbrica espaola de Santa Brbara por aquel entonces, y las obras

    elaboradas en un taller de prestigio eran bastante cotizadas, por lo que a menudo, se solan realizar

    diversas rplicas de un mismo cartn. Coypel recibi hacia 1715 el encargo de realizar una serie

    de cartones con tema quijotesco para la confeccin de varios tapitajantemente ces en el taller de

    los Gobelinos, obteniendo un destacado xito, pues en 1792 ya se contabilizan ms de 175 tapices

    realizados sobre esta temtica en el mencionado taller33.

    30 En 1725 el vicario general de Lieja Clerckx mand tejer una serie de tapices para su castillo belga a

    Urbain Leyniers. El vicario se mostr muy preocupado por el tamao de los tapices, explicando Leyniers

    que tales desigualdades eran bastante habituales. Ya que exista una edicin de Teniers sin cenefa, el vicario

    orden a Urbain Leyniers que tejiera la serie sin cenefas, sugirindole adems, algunos cambios en los

    diseos, propuesta que fue rechazada por el tapicero: Ello es imposible puesto que ello atentara contra el

    estilo de los Teniers (el subrayado es nuestro). BROSENS, Koenraad. Don Quijote, op. cit., pgs.

    171-172. 31 CALDERN ROCA, Beln. Expediente de documentacin, op. cit., pg. 12. 32 LEFRANOISE, Thierry. Charles Coypel, op. cit. 33 LUCA MEGAS, Jos Manuel. Leer el Quijote, op. cit., pgs. 249-250.

  • Beln Caldern Roca

    23

    Por otra parte, se observan analogas iconogrficas entre los cartones de Coypel y los

    tapices de Pizarra. Coypel ostenta una magnfica capacidad para recrear una determinada accin

    y sus excelentes composiciones nos trasladan a decorados y escenografas teatrales. En cada uno

    de sus cartones se evidencia un gusto por escenas y ambientes cortesanos, acentuando la accin,

    o bien, enfatizando la congelacin de instantes precisos, como si de una pausa en una

    representacin escnica se tratase Es obvio que al estudiar su obra, percibamos que en Coypel

    el teatro siempre ha estado presente como una de las caractersticas esenciales de su pintura.

    Cuando contemplamos alguno de sus dibujos para tapices tan imitados, como espectadores

    tenemos la impresin de que los personajes situados al otro lado del escenario parecen querer

    salirse de las lneas grabadas y poner voces a sus gestos. En la composicin todos los personajes

    estn dispuestos como en un proscenio, delante de los decorados y alrededor de un centro

    luminoso constituido por la escena principal, donde se sita don Quijote. Los gestos, los

    semblantes y actitudes revelan expresiones acordes con la escena representada, siempre fiel al

    texto literario, si bien, con tendencia a la ficcin figurativa y al carcter eminentemente visual y

    dramtico. Se subraya el protagonismo de Sancho Panza y se exageran los motivos cmicos, con

    abundancia de personajes socarrones que sonren o intentan rerse. Las imgenes se llenan de

    detalles, modas y comportamientos propios de una poca y un contexto: los salones nobiliarios

    franceses. Don Quijote y Sancho Panza abandonan las prendas rsticas y se visten a la francesa,

    siendo el escenario de la casa de los Duques uno de los preferidos de Coypel. Fiestas pastoriles,

    artificios cortesanos, ropajes, decorados y aventuras que deben ser entendidos no como la

    representacin de una realidad, sino como el reflejo de una sociedad que evidencia una

    determinada imagen a travs de la cual, el espectador puede sentirse partcipe de la narracin. En

    este sentido, observamos analogas entre los cartones de Coypel y el estilo pictrico de Teniers.

    No cabe duda de que Teniers supo sacar provecho de la extensin de los diseos de la pintura y

    grabado al arte del tapiz, diseando en torno a 1680 una primera serie para los tapiceros

    bruselenses de Le Clerk van der Borcht, prestigioso tapicero de Bruselas34. La pintura de Teniers

    se caracteriza por representar escenas populares muy pintorescas, heredando de su padre el estilo

    de elogiar a los personajes de la vida popular, aunque sin tratar de dignificarlos ni embellecerlos,

    en fuerte contraste con interiores lbregos y sombros. No obstante, la influencia de Brueghel, su

    suegro y tambin tapicero, se evidencia en la predileccin por las escenas rurales de claro influjo

    italiano, con multitud de detalles y paisajes de fondo con inhbiles perspectivas, donde Teniers

    inaugura su genuino estilo, cosechando un rutilante xito con sus bacanales, comilonas y mltiples

    danzas campestres de lnea pastoril, en las que representa a aldeanos y personajes de clase media

    con los que el mismo espectador logra identificarse. Sin embargo, los paisajes de Teniers son

    eminentemente flamencos; parajes invernales, neblinas y ocasos limitan la paleta a tonos ocres,

    34 BROSENS, Koenraad. Don Quijote, op. cit., pg. 171.

  • Otra forma de leer al ingenioso hidalgo: la serie de tapices flamencos

    24

    pardos, grisceos, verdosos, muy lejos del rico colorido de los italianos, y tambin del que se

    aprecia en los tapices de Pizarra.

    Descripcin iconogrfica y formal de la serie de seis tapices sobre escenas del

    Quijote

    Don Quijote en los molinos (fig. 6)

    En este pao con medidas de 3,22 x 3,08 metros, representa una iconografa que se

    corresponde con el Captulo VIII de la novela cervantina: Del buen suceso que el valeroso don

    Quijote tuvo en la espantable y jams imaginada aventura de los molinos de viento, con otros

    sucesos dignos de felice recordacin35. La escena recoge el momento en que don Quijote enfrenta

    con los molinos de viento creyendo que son gigantes, mientras Sancho le advierte de su error, y

    ste es abatido enrgicamente por las aspas de uno de los molinos.

    35 CERVANTES SAAVEDRA, Miguel (de). Don Quijote de la Mancha, Madrid, Real Academia Espaola

    de la Asociacin de Academias de la Lengua Espaola, (edicin y notas: Francisco Rico), Primera Parte,

    Cap. VIII, 2004, pgs. 75-83.

    Fig. 6. Don Quijote en los molinos, tapiz del palacio de los

    Condes de Puerto Hermoso de Pizarra. A) Vista general. B)

    Detalle de Don Quijote. Foto de Eduardo Asenjo Rubio.

  • Beln Caldern Roca

    25

    En la escena aparece don Quijote en el momento de la cada de su caballo. Con rostro

    afligido y actitud de desaliento, el dramatismo se evidencia al retratar el autor el momento en el

    que se desploma por la loma por donde cabalgaba junto a Sancho Panza, que corre

    inmediatamente tras l para socorrerle. Tras ellos se aprecia un gran molino de viento, y a lo lejos,

    otros dos que contribuyen a configurar la perspectiva, junto con una casa o posada, a la izquierda

    de la composicin. Las figuras de don Quijote y rocinante se escorzan, y tanto la del hidalgo como

    la de Sancho muestran una gran expresividad en los gestos y reflejan el dramatismo del episodio

    en sus semblantes (fig. 6b).

    La composicin es cerrada, marcada por un eje asimtrico que se desplaza hacia la

    izquierda del espectador, y que dirige la accin hacia el plano inferior, justo en primer trmino,

    donde se hallan los protagonistas. Se utiliza una falsa perspectiva mediante el uso del color en

    relacin a las diversas distancias existentes, situando a mayor distancia los colores ms claros,

    que se difuminan, mientras que con la proximidad se van haciendo ms oscuros y ntidos. La luz

    homognea tambin influye en la perspectiva, pues tiende a concentrarse en los personajes de la

    zona inferior del cuadro, donde se desarrolla la accin principal, disminuyendo en intensidad

    hacia el fondo del tapiz, donde se torna difusa. Este efecto se repetir en todos los paos de la

    serie. En cuanto a la gama cromtica, se utilizan bsicamente colores clidos: ocres, tierras,

    bermellones y verde oscuro, dejando los ms fros: grises y violceos, para el cielo, en el que se

    ha logrado magnficamente la nubosidad a base de diferentes tonalidades de color. Del mismo

    modo, se observa la habilidad del artista tapicero en la consecucin de las texturas, especialmente

    en la madera de los molinos y el brillo plateado de la armadura de don Quijote.

    Don Quijote descolgndose por una ventana y el manteo de Sancho (fig. 7)

    Esta pieza de 3,22 x 5, 12 metros, es resultado de la unin de los dos paos que los forman,

    siendo ambos restaurados por la Real Fbrica de Tapices de Madrid, aunque, se desconoce la

    fecha36. La iconografa se corresponde con el captulo XVII: Donde se prosiguen los

    innumerables trabajos que el bravo don Quijote y su buen escudero Sancho Panza pasaron en la

    venta que por su mal pens que era castillo37. Don Quijote y Sancho Panza se alojan en una venta,

    creyendo el primero que es un castillo. Ambos se niegan a pagar al posadero, ya que no pueden

    contravenir la orden de los caballeros andantes () de los cuales s cierto, sin que hasta ahora

    haya ledo cosa en contrario, que jams pagaron posada ni otra cosa en venta donde

    estuviesen38. En consecuencia, don Quijote procede a escapar sigilosamente descolgndose

    36 CALDERN ROCA, Beln. Expediente de documentacin, op. cit., pg. 19. 37 CERVANTES SAAVEDRA, Miguel (de). Don Quijote, op. cit., Primera Parte, Cap. XVII, pgs. 146-

    154. 38 Ibdem, pg. 151.

  • Otra forma de leer al ingenioso hidalgo: la serie de tapices flamencos

    26

    por una de las ventanas de la venta. Entretanto, Sancho le espera montado en su asno para escapar

    de all juntos, con tan mala fortuna que es descubierto por vecinos, que lo detienen, obligndolo

    a apearse del asno y lo mantean mientras se burlan de l. En el tapiz se muestra precisamente a

    don Quijote tratando de fugarse de la venta por negarse a pagar, mientras Sancho Panza es

    manteado en represalia. Este tapiz se configura a modo de un exquisito escenario teatral, donde

    las arquitecturas de la venta configuran un bello decorado, estructurado a partir de un eje central

    que divide la composicin en dos partes bien diferenciadas.

    La composicin es abierta y las puertas de la posada constituyen el punto de fuga que

    gua al espectador hacia el exterior de la escena. No obstante, los elementos se yuxtaponen a base

    de grupos, individualizando a los personajes a los que se les quiere dar mayor nfasis. Se pretende

    congelar la accin mediante la representacin de un momento preciso, concediendo mayor

    efectividad a las expresiones de los rostros, las texturas de los ropajes y las posturas de los cuerpos

    de los protagonistas, con expresiones forzadas impuestas por la temtica de la escena. Obsrvese

    la flexin de la pierna de don Quijote intentando buscar con ella a su caballo (fig. 7a), o la torsin

    de la cabeza de Sancho, mientras su rostro delata el pavor que siente al ser manteado, a la vez que

    parece suplicar clemencia cuando dirige la mirada a sus torturadores (fig. 7b). Por otra parte, en

    este tapiz existe mayor riqueza cromtica, destacando los bermellones, rosas, azules, y diversos

    tonos de verdes empleados en la vegetacin y el paisaje del fondo, as como una mayor

    preocupacin por los detalles y el dibujo.

    Fig. 7. Don Quijote descolgndose por una ventana y el

    manteo de Sancho, tapiz del palacio de los Condes de

    Puerto Hermoso de Pizarra. A) Vista general. B) Detalle

    del manteo de Sancho. Foto de Eduardo Asenjo Rubio.

  • Beln Caldern Roca

    27

    Don Quijote con las damas (fig. 8)

    Pieza de 3,22 x 3,08 metros, donde la iconografa se corresponde con el captulo XXXI

    de la Segunda Parte de El Quijote: Que trata de muchas y grandes cosas39, en el que don Quijote

    y Sancho son acogidos en casa de los Duques e invitados a un banquete. All es agasajado con

    halagos y obsequios, como si de un verdadero caballero andante se tratase, pero en realidad se

    trata de una estrategia para burlarse de l y de sus historias.

    Dicho pao evoca la escena donde un joven y apuesto don Quijote es recibido con todos

    los honores en la casa de los Duques. Tres jvenes damas ataviadas como cortesanas lo asisten

    en su compostura; todas aparecen con el pelo recogido y sus rostros muestran complacencia y

    satisfaccin. Una de las muchachas se inclina ante l, al tiempo que le desarma, pero no se trata

    ms que de una socarronera. A la izquierda, una dama sostiene en sus manos un espejo para que

    el hidalgo pueda admirar sus elegantes vestiduras, y otra, gira su cabeza hacia el espectador, como

    invitndole a entrar en la escena y a participar de la bufonada: Bien sea venido la flor y nata de

    los caballeros andantes40. Un recurso figurativo que guarda bastantes analogas con los gestos

    pcaros de las muchachas dibujadas por Coypel, que parecen decirle al espectador: adelante,

    nase a la fiesta! [fig. 4]. Hacia el fondo la composicin se va difuminando con las formas de un

    39 Ibid., Cap. XXI, pgs. 783-792. 40 Ibd., Cap. XXXI, pg. 784.

    Fig. 8. Don Quijote con las damas, tapiz del palacio de los

    Condes de Puerto Hermoso de Pizarra. Foto de Eduardo

    Asenjo Rubio.

  • Otra forma de leer al ingenioso hidalgo: la serie de tapices flamencos

    28

    paraje buclico de boscaje y arboledas, entre los que se aprecian restos arquitectnicos. A la

    derecha, destaca el protagonismo de Sancho Panza, que sostiene bajo el brazo su sombrero y

    charla animadamente con otras dos muchachas, ajeno a la farsa.

    La composicin es abierta, ordenada alrededor del eje lateral formado por el tro de don

    Quijote y las damas que lo asisten. El punto de fuga exterior lo constituye la vereda (a la derecha

    del espectador), que se prolonga hacia el fondo y es enfatizado por la falsa perspectiva que

    difumina el color a lo lejos. Por el contrario, el nfasis de la representacin se focaliza en la escena

    central, de gran luminosidad y nitidez, donde se aprecia un despliegue cromtico muy rico, lleno

    de matices (bermellones, prpuras, rosceos, naranjas, ocres, marrones, azules y verdes) que

    imprimen movimiento a las hojas de los rboles, definen la textura de sus troncos y la sinuosidad

    de los pliegues de las vestimentas, mediante fuertes contrastes de color.

    Banquete de Don Quijote (9a)

    Este tapiz tiene unas medidas de 3,22 x 1,83 metros y su iconografa se corresponde con

    el captulo LXII de la Segunda Parte de El Quijote: Que trata de la aventura de la cabeza

    Fig. 9. Banquete de Don Quijote, tapiz del palacio de los

    Condes de Puerto Hermoso de Pizarra. Quijote enjaulado.

    Foto de Eduardo Asenjo Rubio.

  • Beln Caldern Roca

    29

    encantada, con otras nieras que no pueden dejar de contarse41. En este captulo don Antonio

    aloja a don Quijote como husped y es honrado como caballero andante a los ojos de aquel. Sus

    allegados le organizan una fiesta y mientras exhortan al pobre iluso a relatar sus aventuras, le

    convidan a un banquete con el pretexto de agasajarle, mientras en realidad, lo que pretenden es

    mofarse de l y exhibirle ante los dems asistentes como si de un demente se tratase.

    En la escena del tapiz, don Quijote, al que rinden homenaje, se sita en el centro de una

    amplia mesa repleta de viandas, acompaado de diversos personajes y damas que parecen charlar

    entre s. Sentado entre dos muchachas que lo miran fijamente, el ingenioso hidalgo relata historias

    y crnicas de sus aventuras, ajeno a la bufonada que se ha fraguado contra l disimulada con la

    farsa del banquete (Fig. 9b). A su espalda se sita Sancho, que custodia y observa con admiracin

    a su seor, sin prestar atencin a lo que sucede a su alrededor. A la derecha de la escena, un

    personaje sale de la casa consciente de la trama que se ha urdido.

    La composicin se abre hacia la izquierda del espectador, en una falsa perspectiva, que a

    travs del camino y de los dos personajes, va desdibujando los contornos y difumina el color en

    la distancia. No obstante, podramos afirmar que se trata de una composicin cerrada donde la

    totalidad de los elementos se globalizan en torno a un elemento horizontal: la mesa y los

    comensales, en la que todos los personajes interaccionan y se superponen, siendo necesarios en

    41 Ibid., Segunda Parte, Cap. LXII, pgs. 1021-1034.

    Fig. 9b. Detalle del cuadro anterior.

  • Otra forma de leer al ingenioso hidalgo: la serie de tapices flamencos

    30

    la estructura global de la escena. El elemento vertical que equilibra la composicin est marcado

    por la casa y el gran rbol que se eleva tras ella. Por otra parte, el colorido de este tapiz es bastante

    rico: bermellones, prpuras, rosceos, naranjas, marrones, grises, azules, y gran variedad de tonos

    verdes y ocres se combinan de manera excelente. Quizs un elemento a destacar sea el virtuosismo

    logrado en los detalles, pues los personajes parecen narrarnos por s mismos la escena, tal y como

    podemos apreciar en la consecucin de las expresiones faciales; ojos, cejas, labios y manos, as

    como en la hechura de los pliegues de los ropajes, la lograda textura de los cabellos, la paja sobre

    el porche de la casa, o las hojas de los rboles.

    Don Quijote armado caballero (Fig. 10)

    Este pao tiene unas medidas de 3,22 x 2,52 metros y est inspirado en el captulo III42

    de la primera parte del libro, donde se representa a un Quijote orgulloso y ensimismado por la

    ceremonia de la que es protagonista, pues est siendo armado caballero por un ventero, que l

    cree dueo de un castillo: maana en aquel da me habis de armar caballero, y esta noche en la

    capilla de este vuestro castillo velar las armaspara poder como se debe ir por todas las cuatro

    42 Ibid., Primera Parte, Cap. III, pgs. 41-47.

    Fig. 10. Don Quijote armado caballero, tapiz del palacio

    de los Condes de Puerto Hermoso de Pizarra. Foto de

    Eduardo Asenjo Rubio.

  • Beln Caldern Roca

    31

    partes del mundo buscando las aventuras43. La solemnidad del acto -concebido nicamente en

    su mente- contrasta con la realidad de la escena: miradas pcaras de personajes socarrones que

    ren de soslayo, y risas contenidas de otros, que intentan seguir la corriente a un pobre loco que

    permanece ajeno a tan grotesco y ridculo trance.

    La composicin de la escena es similar a una representacin teatral, un escenario cerrado

    donde las arquitecturas y el paisaje lejano configuran el decorado, y en primer plano, los

    personajes representan magnficamente la comedia. Los personajes y dems elementos se

    globalizan, interaccionando con el decorado en un todo unitario. La luz es homognea y se

    concentra en los rostros de los personajes, en cambio, en este pao la perspectiva es muy irreal y

    casi no existe profundidad. Por el contrario, la gama cromtica es bastante rica, combinndose

    ocres, marrones, bermellones, naranjas, rosas y verdes en diferentes tonalidades. La destreza del

    maestro tapicero se patentiza de nuevo en la consecucin de las texturas metlicas del escudo, el

    yelmo y la armadura, as como en los frunces de los ropajes, que se unen a la sensacin de

    movimiento y agitacin que producen las hojas de los rboles.

    Don Quijote enjaulado (Fig. 11)

    43 Ibd., pg. 41.

    Fig. 11. Don Quijote enjaulado, tapiz del palacio de los

    Condes de Puerto Hermoso de Pizarra. Foto de Eduardo

    Asenjo Rubio.

  • Otra forma de leer al ingenioso hidalgo: la serie de tapices flamencos

    32

    El modelo iconogrfico de este tapiz de 3,22 x 2,63 metros, est basado en el captulo

    XLVI de la segunda parte: De la notable aventura de los cuadrilleros y la gran ferocidad de

    nuestro buen caballero don Quijote44, en el cual, se narra la preocupacin que sienten el cura y el

    barbero ante la falta de juicio de don Quijote, que se encuentra alojado en la venta. Ambos

    determinan que la mejor solucin para la curacin de su locura radicara en enviarlo de regreso a

    su aldea. De este modo, concretan con un carretero de bueyes su traslado en una carreta con forma

    de jaula y lo introducen, atado, junto con don Fernando y sus camaradas, los criados de don Luis,

    el ventero y los cuadrilleros, todos disfrazados, para hacer creer a don Quijote que se trata de un

    grupo de fantasmas, necesarios en la hazaa que se estaba librando en su cabeza para salvar a la

    princesa Micomicona.

    La imagen representa a don Quijote en el momento preciso en que es enjaulado en la

    carreta, metfora de la prisin de su locura, a su salida de la venta para dirigirse de vuelta a su

    aldea. Tras la carreta, se aglutina un conjunto de personajes entre los que se puede apreciar el cura

    a caballo, unas muchachas plaideras en primer plano y los carreteros, aunque resulta difcil

    distinguir si Sancho Panza aparece representado en la escena.

    La composicin es abierta, estructurada alrededor del eje vertical que compone el gran

    rbol central y el eje horizontal que forma la hilera de personajes. Es una escena de gran

    luminosidad, nitidez y variedad cromtica, pues se incluyen tonos que oscilan desde la calidez del

    bermelln, rosa, ocres y beiges, a los tonos fros de los diversos azules y verdes. La fidelidad de

    las formas destaca la inmovilidad de don Quijote asido a uno de los barrotes, o el contraposto de

    una de las plaideras con los brazos alzados-, as como la expresividad de los rostros, como el

    llanto de una de las muchachas, y el asombro y desconcierto que se plasma en el rostro de don

    Quijote, destacan de un modo particular en este pao.

    Conclusiones

    Los tapices de Pizarra suponen una deliciosa forma de leer las aventuras y desventuras

    de Alonso Quijano, el ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, pues permiten acceder al

    excepcional texto cervantino mediante imgenes, as como al conocimiento del contexto histrico

    europeo del Setecientos. Seis relatos grficos cargados de humor, gran plasticidad y exquisita

    belleza, posibilitan la interpretacin de las narraciones que contiene la novela mediante hilos de

    lana, seda y plata, que se entretejen en estas singulares obras de arte.

    44 Ibid., Segunda Parte, XLVI, pgs. 474-482.

  • Beln Caldern Roca

    33

    Hemos de destacar por otra parte, la originalidad del pintor Charles Antoine Coypel, que

    a travs de sus cartones para la los tapices sobre El Quijote consigui atinar con la clave artstica

    y conceptual de su poca, permitindole la posibilidad de perpetuar sus imgenes mucho ms all

    del momento concreto en que fueron creadas. La herencia de Coypel se trasluce en estos tapices,

    presentndonos a un Quijote inslito, muy distinto del modelo iconogrfico espaol, que se aleja

    evidentemente, de los paisajes de la Mancha y de la Castilla del siglo XVIII. En esta serie de

    paos don Quijote viene a actualizar el modelo iconogrfico de acuerdo con la idiosincrasia del

    espectador que ha de contemplarle, un espectador propio de los mbitos de recepcin a los que va

    dirigido, verdadero espejo de los salones palaciegos a los que los tapices solan ir destinados.

    Por otra parte, la atribucin de los diseos de los cartones a la escuela de David Teniers, afamado

    pintor flamenco de gran fuerza plstica y esmerado detallismo, cuyo estilo ha quedado plasmado

    en las escenas de esta serie de tapices de Pizarra, suman un mrito ms a esta coleccin. A ello

    hay que unir la pericia del maestro tapicero Leyniers en el proceso de elaboracin de los tapices,

    pues resulta evidente su valiosa contribucin en el tratamiento de los materiales mediante la

    riqueza cromtica empleada y la eleccin de matices, as como en la precisin con que aplica los

    juegos de luces y sombras para reproducir formas y texturas.

    En lo que respecta a su estado de conservacin, hemos de considerar adems, que la serie

    de tapices se encuentra en un ptimo estado y todas las piezas se preservan completas,

    desconocindose intervenciones de restauracin precedentes, salvo la realizada en fecha posterior

    a la confeccin original para unir en una sola pieza los dos paos de Don Quijote descolgndose

    por una ventana y El manteo de Sancho. La propia morfologa de los tapices dificulta su

    conservacin, por sus grandes dimensiones, su peso y la presentacin vertical con las urdimbres

    colocadas paralelas al suelo. No obstante, debido a su uso privado, los mencionados tapices

    mantienen su plena funcionalidad, por lo que se aconseja nicamente su conservacin preventiva

    mediante el acondicionamiento del ambiente de ubicacin, que deber permanecer apartado de

    zonas con alta contaminacin atmosfrica. Asimismo, en la proximidad de los tapices se deber

    procurar no sobrepasar una intensidad lumnica de 50 lux, evitando en lo posible las radiaciones

    ultravioletas, as como las temperaturas inferiores a 20.

    En suma, los paos de la serie de Seis Tapices Flamencos sobre escenas de El Quijote

    conservados en Pizarra, no slo constituyen un afortunado conjunto de imgenes ubicadas en

    tierra andaluza de indiscutible mrito artstico, originalidad iconogrfica e indudable importancia

    histrica, sino que adems, nos encontramos ante una serie de tapices de patente calidad tcnica

    y singular belleza, como demuestra la elevada cotizacin que alcanzaron en las fechas del informe

    previo a su incoacin. Con lo cual, quedan ms que demostrados sus valores patrimoniales, que

    los han hecho merecedores de su inscripcin en el Catlogo General del Patrimonio Histrico

    Andaluz como Bien de Inters Cultural.

  • La arquitectura del barroco en Mlaga

    34

    LA ARQUITECTURA DEL BARROCO EN MLAGA

    Rosario Camacho Martnez, Universidad de Mlaga

    El Barroco surge en Italia, y en los dems pases tiene su particular desarrollo, como en

    Espaa, donde encuentra un esplndido asiento en Andaluca.

    Adjetivos como dinmico, elocuente, artificioso, retrico, apasionado, imaginativo,

    refinado, caprichoso, espectacular son algunos de los muchos que definen al barroco. Y es que

    si hay algo que caracteriza a la produccin artstica de esta etapa es su gran variedad de propuestas

    y su voluntad de renovacin, y as se manifiesta tambin en Mlaga.

    Pero los comienzos requieren otros adjetivos, menos eufricos, ms severos, sobre todo

    en arquitectura, arte ms costoso, porque la crisis que afect a toda Europa se sinti tambin, y

    muy fuertemente, en Mlaga.

    Como en toda Andaluca, Mlaga se incorpora lentamente, al proceso barroco, y tambin

    cubre los siglos XVII y XVIII; el primero como proyeccin del renacimiento y manierismo, el

    segundo, mucho ms verstil, con propuestas ms innovadoras, y quiz por la situacin perifrica

    de la zona se prolonga a lo largo de toda la centuria, constituyendo un epgono feliz del Barroco1.

    Tambin aqu, en la etapa final se desarrolla una tendencia opuesta, una vuelta al orden clsico,

    un barroco clasicista que, inicialmente por obligacin, recoge los planteamientos de la Academia

    de San Fernando, aunque en Mlaga esas formalizaciones se justifican tambin por la presencia

    de los ingenieros del puerto, cuyos racionalistas planteamientos derivaran hacia una mayor

    austeridad.

    Urbanismo

    La produccin arquitectnica surge y determina la ciudad. Como indica el profesor Bonet

    Correa, Arquitectura y Ciudad son una misma cosa, y no es posible entender una arquitectura

    fuera de su contexto urbano2.

    Desde el punto de vista urbano, Mlaga y la mayor parte de las ciudades de su

    demarcacin, no representan gran diferencia respecto a la tnica general de las ciudades

    1 BONET CORREA, Antonio. Andaluca barroca. Arquitectura y urbanismo. Barcelona, La Polgrafa,

    1987, pg. 7. 2 LOZANO BARTOLOZZI, M del Mar. Antonio Bonet Correa. Gozar deambulando por la ciudad, en

    Mrida, ciudad y patrimonio. Revista cientfica, n1, Mrida 1997, pgs. 188-190.

  • Rosario Camacho Martnez

    35

    reconquistadas, dndose un proceso de adaptacin a las estructuras sociales de la nueva poblacin

    repobladora. Durante el siglo XVII Mlaga se convirti en un centro poltico de primer orden; el

    carcter estratgico de su puerto y las necesidades de defensa determinaron su condicin de

    importante enclave militar y la empresa que ms beneficios aport a la ciudad fue la construccin

    del puerto, cuyas obras se haban iniciado en 1588, segn planos del ingeniero Fabio Bursoto3.

    Esa situacin estratgica enlaza con las obras de defensa de la costa ya que la poltica exterior

    espaola oblig a completar la cadena de fuertes costeros a partir de 1625, tras el informe de D.

    Pedro Pacheco; su ayudante, el portugus Pedro Texeira, era un extraordinario cartgrafo que

    trabaj al servicio de la Casa de Austria, entre 1622-34, y compuso, por encargo de Felipe IV, un

    Atlas con detalle de dibujo y brillantes colores que constituye una de las grandes empresas

    cartogrficas del reinado; este Atlas del Rey Planeta, cuenta con mapas y vistas de ciudades

    espaolas de gran valor histrico, geogrfico y urbano, y entre ellas se encuentran las poblaciones

    costeras ms importantes de Mlaga4.

    El puerto malagueo canalizaba la actividad econmica de toda la comarca. Pero a pesar

    de su importancia no se puede decir que Mlaga fuera una ciudad marinera, s comercial. En el

    playazo haba una extensin ante las dos puertas del Mar, donde se desarrollaba la carga y

    3 CABRERA PABLOS, Fernando. Puerto de Mlaga. De Felipe V a Carlos III. Mlaga, Autoridad

    Portuaria, 1994. 4 PEREDA, Felipe y MARAS, Fernando. Atlas del rey Plantea: Felipe IV y Pedro Texeira, PEREDA,

    Felipe y MARAS, Fernando (eds.) El Atlas del Rey Planeta. La descripcin de Espaa y de la costas y

    puertos de sus reinos de Pedro Texeira (1634). Madrid, ed. Nerea, 2002, pgs. 9 y ss.

    Fig. 1. Atlas del Rey Planeta.

    Mlaga

  • La arquitectura del barroco en Mlaga

    36

    descarga de navos y algunas funciones comerciales, la vendeja. Tambin se realizaban

    operaciones en el interior del recinto, ante la Alhndiga de los musulmanes, concedida a la ciudad

    por los Reyes Catlicos. A partir de 1656 se construy una nueva Alhndiga, labrando sus

    columnas el cantero Miguel Melndez y se termin a finales de siglo en tiempos del corregidor

    Carrillo Manuel, quien en slo tres aos protagoniz la etapa ms brillante de la renovacin

    urbana del siglo XVII. Consciente de la importancia del comercio para Mlaga y su tierra, repar

    el camino de Vlez, y el sector ms prximo a la ciudad lo convirti en un placentero paseo

    martimo con cinco ensanchamientos o plazuelas, canalizando el agua de uno de los arroyos de

    Gibralfaro hasta una fuente de la que arrancaba una agradable alameda. Repar las zonas del

    muelle que haban sido castigadas por el mar, restaur las fortalezas y reedific las murallas y

    puertas de la ciudad, construy una nueva casa del Matadero con plaza de toros, reedific las

    Carniceras y la Crcel, y quit los muladares de los sitios pblicos en buena parte del casco

    urbano5.

    La Plaza pblica o mayor se encontraba ms al interior y tiene sus orgenes en poca

    islmica. Exista un espacio abierto e irregular, un ensanchamiento en la desembocadura de cuatro

    calles que los musulmanes utilizaban como mercado, y que se llamaba la Plaza de las cuatro

    calles. Pero la plaza con sus funciones polticas, mercantiles y ldicas aparece con los cristianos

    y, dado el sistema que se trata de aplicar segn mecanismos concejiles castellanos y la procedencia

    5 AMATE DE LA BORDA, Christoval. Compendiosa noticia de lo que ha obrado en esta ciudad de

    Mlaga el Excelentsimo Seor Don Fernando Carrillo Manuel, Marqus de Villafiel. Edicin e

    introduccin del facsmil a cargo Manuel OLMEDO CHECA, Mlaga, edit. Arguval, 1988.

    Fig. 2. Plaza Mayor. Ayuntamiento, Mlaga.

  • Rosario Camacho Martnez

    37

    de la nueva poblacin, se configur al modo castellano, con soportales6. Aqu se concentr el

    poder poltico establecindose en el lado oeste las Casas del Concejo con los servicios

    administrativos (Escribanas Pblicas) y judiciales (Audiencia). Demolidas las antiguas Casas

    Capitulares del s. XVI, en 1633 el albail Salvador Crdenas y el carpintero Fernando de

    Ortigela proyectaron una nueva, ms amplia uno de los mejores de Espaa, cuyas obras an

    se documentan en 1653; configurada su fachada como un edificio-balcn en funcin de los actos

    y celebraciones de la Plaza, dispuesta entre dos torres y con galera superior, que fue ampliada en

    el XVIII, estaba presidida por la santa Imagen de Nuestra Seora7.

    En un ngulo del lado N. asomaba la iglesia circular del colegio de los jesuitas, cuya

    bveda encamonada recubierta de teja, se contempla como hito de la plaza. Ya en el XVIII, tras

    la expulsin de los jesuitas sus propiedades fueron solicitadas por otras entidades como el

    Montepo de Cosecheros, el Consulado y ms tarde otras instituciones. En 1781 el Montepo se

    instal en parte del edificio, que Antonio Valderrama haba arreglado, configurando su fachada

    como un edificio-balcn, y Jos Martn de Aldehuela realiz, en un estilo barroco-clasicista, la

    portada de mrmol, con sobrias columnas y capiteles rematados por cestillos de frutas, y los

    emblemas del Montepo en el tico; esta entrada sirvi tambin al Consulado. Junto a ella se

    encontraban la Casa del Corregidor y la Crcel Pblica. La fachada este la ocupaba el convento

    de las Agustinas, cuya iglesia atribuy Ponz a Alonso Cano. Arrimada a este lado, para no estorbar

    las funciones que se desarrollaban en la plaza, y ocupando el lugar de la antigua picota, se

    encontraba la fuente renacentista de Gnova, exquisita pieza de mrmol, con relieves de sirenas,

    medusas, delfines, ninfas, y rematada por un guila, en 1637 la ampli el escultor J. Micael y

    Alfaro con otro cuerpo centrado por Neptuno y escudos de Espaa y de Mlaga, que le imprimen

    sentido ms local y nacional y que M Dolores Aguilar interpret como una personificacin de

    los mitos del mar8. Y en el lado sur, se levantaban las casas del Cabildo Eclesistico, que proyect

    Diego Delgado y construy el cantero Miguel Melndez, respondiendo al deseo del Cabildo de

    poseer un inmueble en la Plaza "donde se ven los regocijos", y "la pompa de tener casa para las

    funciones pblicas", participando de la propaganda corporativa en este privilegiado escenario

    urbano9.

    Durante el siglo XVIII se consolid el papel que los festejos taurinos desempeaban en

    el entretenimiento de las gentes y el mantenimiento del orden social, siendo la plaza pblica el

    6 MIR DOMNGUEZ, Aurora y RODRGUEZ ORTEGA, Nuria. La ciudad desde los Reyes Catlicos

    a Carlos III, en SAURET GUERRERO, Teresa (Coord.). Patrimonio cultural de Mlaga y su provincia,

    Diputacin de Mlaga, 2000. vol. II, pg. 63. 7 CADIANOS BARDECI, Inocencio. Fondos documentales para la historia del arte en Mlaga y su

    provincia, en Boletn de Arte n 22, 2001, pgs. 159-161. 8 AGUILAR GARCA, M Dolores. Mar y mito en la fuente de Gnova. Mlaga, en Actas del I Coloquio

    de Iconografa. Cuadernos de Arte e Iconografa. Tomo II, 3. Madrid, F.U.E. 1989, pgs. 177-184. 9 CAMACHO MARTNEZ, Rosario. El barroco en Mlaga. Arquitectura y urbanismo. Col. Historia del

    Arte de Mlaga, vol. 7, Ed. Prensa malaguea, 2012, pg. 25.

  • La arquitectura del barroco en Mlaga

    38

    recinto idneo para esas funciones, adaptada peridicamente a las necesidades de un coso taurino,

    hasta que se dispusieran nuevas tipologas. Un plano del siglo XVIII realizado para armar la

    plaza para corridas de toros, nos ofrece datos sobre su aspecto en 177310.

    El gran siglo de la ciudad fue el XVIII, potenciado por el impulso de la agricultura y del

    comercio que de ella deriv, que la situ como ciudad comercial, recuperndose la economa

    local, especialmente a partir de la Pragmtica Sancin de 1778 que liberalizaba el comercio con

    Amrica. Y el puerto, con funciones comerciales y defensivas, se ampli bajo los Borbones.

    La arquitectura adquiere un aspecto ms colorista plasmando en las fachadas,

    fundamentalmente del siglo XVIII, diseos de materiales constructivos, geomtricos, florales,

    arquitectnicos e incluso figurativos que, como recurso de pobreza u opcin esttica, y tal vez

    influido por el travestimiento de las calles con motivo de la fiesta, se hace definitivo, ofreciendo

    una nueva imagen de la ciudad11.

    En este siglo se gener en Mlaga otro espacio urbano, tambin espiritual, la plaza del

    Obispo, configurada entre la fachada de la Catedral y la ampliacin del palacio episcopal que,

    concebido como ncleo independiente empez Antonio Ramos en 1762 para el obispo Franquis

    10 Archivo Histrico Nacional (A. H. N.) Consejos, leg. 39817-1, MPD 2947. 11 CAMACHO MARTNEZ, Rosario. Cuando Mlaga no era blanca. La arquitectura pintada del siglo

    XVIII, en Boletn de Arte n 13-14, Universidad de Mlaga, 1992-93, pp. 143-170. ASENJO RUBIO,

    Eduardo. Urbs Picta. El legado cultural de las arquitecturas pintadas en Mlaga. Universidad de Mlaga

    y Cajamar, 2008.

    Fig. 3. Plano de la Plaza Mayor. Mlaga. 1773 (A. H. N.)

  • Rosario Camacho Martnez

    39

    Lasso de Castilla; en su fachada que armoniza con la poderosa de la Catedral, destaca la bella

    portada por su dinmica composicin y la riqueza de sus materiales.

    En 1786, demolidas las murallas, Mlaga consuma la apropiacin de los terrenos ganados

    al mar por los aportes del Guadalmedina, donde lo ms significativo fue la urbanizacin de esta

    zona con un Paseo, que con proyecto del ingeniero Lpez Mercader siguiendo las corrientes del

    urbanismo monumental europeo introducidas en Madrid en el Paseo del Prado, se inaugur en

    1785 y ser la arteria principal de Mlaga, completando el panorama de la ciudad dieciochesca12.

    Tambin nacieron otros dos barrios, aunque sin el carcter de excepcionalidad que tuvo la

    Alameda. Junto a la Alcazaba, en los aos 70 se cre el pequeo barrio popular de La Carolina,

    rebautizado en el XIX como Mundo Nuevo, que responde a una operacin inmobiliaria de Miguel

    Gijn, siendo Ramos el autor del proyecto. Y el de La Malagueta, trazado sobre la lengua de

    tierra al este del puerto, propiedad del Ejrcito, y con uso portuario y militar por su valor

    estratgico; su primer proyecto de urbanizacin, de finales del siglo, lo traz el ingeniero Vicente

    Casanovas, y sigue el modelo del barrio barcelons de La Barceloneta, del cual adapta su

    nombre13.

    12 GARCA GMEZ, Francisco. Los orgenes del urbanismo moderno en Mlaga: el paso de la Alameda.

    Col. 2 A, Colegio de Arquitectos y Universidad de Mlaga, 1995. 13 CAMACHO MARTNEZ, Rosario. El barroco en Mlaga, op. cit., pg. 38.

    Fig. 4. Mlaga, s. Antonio Ramos. 1765.

  • La arquitectura del barroco en Mlaga

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    De la configuracin de Mlaga en la segunda mitad del siglo dan buena cuenta dos planos.

    El de Antonio Ramos realizado con motivo de la desviacin del Guadalmedina en 1765, con

    muchos detalles para la lectura de la imagen de la ciudad. Y el Plano de la ciudad y puerto de

    Mlaga dibujado en 1791 por Joseph Carrin de Mula que, al ser obra de un cartgrafo

    profesional, ofrece mayor rigor en el viario, adems de un texto con una breve pero densa

    descripcin de la ciudad14.

    La religiosidad de la sociedad, en los siglos del Barroco, atraviesa todos sus estratos y

    sale a la calle, proliferando los triunfos marianos, capillas callejeras, humilladeros, etc. Esto se

    refuerza con la puesta en escena que exigen las fiestas anuales, que plasman un ideal de ciudad

    cristiana. Las fiestas ms brillantes fueron las del Corpus, que desde el XVI, junto con la autoridad

    religiosa, financiaba la Ciudad, y en los recorridos procesionales la puesta en escena barroca

    alcanza su expresin ms compleja animando importantes transformaciones en la urdimbre

    urbana y potenciando la arquitectura efmera. La retrica y fastuosidad de las ceremonias

    religiosas alcanza a las celebraciones civiles. Slo Felipe IV, vino a Mlaga, en el s. XVII, pero

    la presencia simblica de los reyes se haca efectiva en todas las ciudades a travs de sus retratos

    o smbolos, celebrando las diferentes efemrides de la monarqua. Se conservan relaciones o

    descripciones que permiten conocer el desarrollo de estas fiestas pero las escasas imgenes que

    nos han llegado del siglo XVII son catafalcos de Exequias Reales: el tmulo de Felipe III que

    dise Pedro Daz de Palacios, con representacin de las virtudes, y el del Prncipe Baltasar

    Carlos, de 1646, diseado por Cristbal de Medina, con calaveras y esqueletos, presidido por una

    representacin de la Muerte cortando un brote joven15.

    Produccin arquitectnica

    A comienzos del siglo XVII la arquitectura ms seera es la religiosa y en ella pervive el

    historicismo al continuarse el diseo de la etapa anterior, con una voluntad de clasicismo que se

    manifiesta en la referencia a la tratadstica, especialmente italiana, que circulaba ampliamente por

    An