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La Italiana Heladería - Cafetería Pastelería Lugar de encuentro y tertulia C/. Hurtado de Mendoza, 5, bajo Almuñécar Telf.: 958 88 23 12 Algunos miembros del colectivo VOCES durante la presentación en Málaga del número 7 de nuestra revista Colaboran con la Revista El colectivo de escritores de este número de Voces, está en condiciones de afirmar que, en pos de una cultura libre y universal, cualquier parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transferida de cualquier forma o medio, ya sea electrónico, por linotipia, repujado, pirograbación, taracea, miga de pan, microfilmación, valla publicitaria, grafiti, fotocopia o serigrafía e incluso manuscrito… con la complicidad previa del editor o sus autores.

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Page 1: Nueva Revista Voces n.∫ 9 · ilumina tu vida y la hace más dulce. Mariló R. Díaz Juan Manuel Alaminos Recolectores de amistad A mis pies, aire. No hay sentido, miro alrededor

La ItalianaHeladería - Cafetería

PasteleríaLugar de encuentro y tertulia

C/. Hurtado de Mendoza, 5, bajoAlmuñécar

Telf.: 958 88 23 12

Algunos miembros del colectivo VOCES durante la presentación en Málagadel número 7 de nuestra revista

Colaboran con la Revista

El colectivo de escritores de este número de Voces, está en condiciones de afirmar que, en pos de una cultura libre y universal, cualquierparte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transferida de cualquier forma o medio, ya sea electrónico, por linotipia,repujado, pirograbación, taracea, miga de pan, microfilmación, valla publicitaria, grafiti, fotocopia o serigrafía e incluso manuscrito…con la complicidad previa del editor o sus autores.

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Mayo 2009 SUMARIO

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POESÍA PAGJuan Bruca 4-8Manuel Sánchez Mariscal 5Mariló Rodríguez Díaz 6-7Juan Manuel Alaminos 7Vanesa Vallejo 8Juan Bruca 9Alicia Gaona 9Jean Defrancisco 10Dolores Valero 10Luís A Maldonado 11Elmys García Rodríguez 11Mari Carmen Martínez 12Cuba Pareggi 13-14Juan Diego 14-15Alejandro García Boyano 16Joaquín López Martín 17Marisa Sendón 18Pamela Pérez Bernal 19Rosa de Nácar 20Marina Tapia Pérez 20Ricardo Sanz 21José Vasanta 22F A. Vidal -Nekovidal 23María Tremiño 24Franjamares 25Begoña Ramírez 26Juan José Vélez Otoro 27José Barbero 28Fernando Ávila 28

TEATRO

Miguel Ávila Cabezas 29-30-31

NARRATIVA

F A. Vidal -Nekovidal 32-42Begoña Ramírez 33-44Pilar Redondo 34Lola Carmona 35-36Alejandro García Boyano 37-38Joaquín López Martín 39-40Vicky Fernández 41Vanesa Vallejo 42Juan López 42Ricardo Sanz 43-44Begoña Ramírez 44Jenny 45Pilar Barrenechea 46-47Helena Cosano 47-48María Bueno 49Alicia Gaona 50Juan Bruca 45-52Mari Carmen Martínez 53José Vasanta 54-55Víctor Manuel Ramos 55Franjamares 56-57Miguel Ángel Jiménez 57-58

Edita: Asoc. Cultural VOCES, Cuadernos de Literatura, Avenida Príncipede Asturias, nº 20, 5º A, Almuñécar, 18690 (Granada). Contactos: Tels:958 63 50 09 (F. Javier Martín-Franjamares); 958 63 56 53 (Juan Bruca);e-mail: [email protected]; Tertulias: sábados, 18 h. Casa de laCultura, 2.º planta, Almuñécar. Viernes 20 horas, Centro Usos Mútliples,C/ Carabeo, Nerja. Colabora: Concejalía de Cultura, Ayuntamiento deAlmuñécar. Depósito Legal: Gr. 2009-2004. ISSN: 1887-7303.Imprime: Imprenta Comercial, Motril (Granada) Diseño y Maquetación:Revista VOCES y Manuel Castillo, Gráficas Contreras, Almuñécar

Ilustración de portada:“Amapola”, técnica mixta: Katherina Andreck Domínguez

SUMARIO

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POESÍA Mayo 2009

4

Equipo redactor:Juan Bruca, Alejandro García Boyano, Pilar Redondo, JoaquínLópez Martín, José Guerrero Ruiz, Mariló Rodríguez, Mari Car-men Martínez, Marisa Sendón, Juan Diego, Begoña Ramírez yFrancisco Javier Martín Franco.

En vano Homenaje a Juan Bruca

En vano, ¡oh león viejo!,te agarras a la vidacon las uñas cortadasya herido de muertecon la flecha clavadahasta el corazóndel que sale a goteo,todavía calientedel amor pretérito,la sangre palidecidaque tan roja corría.

No ruges, ¡oh león viejo!,Ya no temen oírte,ya a lo suyo vanlas hembras y los hijosy demás cortesanosque ansían tus despojos,las hienas y los chacales,aquellos que temíanhasta de tu bostezo.

En el sol otoñalque apenas calientatus carnes y tus huesos,pero siempre animatu gesto por vivir,cerrados los párpadossobre sueños huidizosde poseer el mundo,gacelas y panterasahora te rodeansin temer tu zarpazo.

Y en lontananza,cortando el desiertoal sol crepuscular,blandiendo su saeta,la sombra se alargadel cazador furtivo,que antes te huía.

Pues,firme cierra los ojos,no deja las lágrimasaguar el vino nuevodel año dos mil ocho.

J. B. octubre 2008

La crisis se combate con poesía

La crisis se minimiza (y se supera) con imaginación y sentidocomún; con pensamientos de abundancia: abundancia de pala-bras, de ideas de justicia y tolerancia, de sueños pequeños ygrandes, de versos e historias contadas y recitadas desde el cora-zón mismo del poeta; y, por supuesto, dejando de pensar que lacodicia es buena y cambiando nuestro sistema de valores.

La crisis se combate con poesía. El colapso irreversible de labanca de inversiones, la caída en picado en los tableros del ne-gocio especulativo fiduciario, ha puesto al descubierto, en suindigna realidad, lo que no es sino la institucionalización per-fecta de la usura, la gran banca, el poder económico, el másfáctico de todos los poderes de control sobre el hombre, y quenos ha dejado en la evidencia, en un segundo plano, a toda lamiríada de políticos del tándem bipartidista establecido, quehan aprobado planes de rescate para un inmenso buque a pi-que, cargado hasta los filos de dinero virtual, activos tóxicos yotros derivados sin valor real o físico. El poeta ve el mundodesde otro prisma y tal por ello las más envanecidas realidadesle pasen a veces de largo, pero las injusticias más envenenadasacaban desveladas instintivamente ante la mirada de sus ojos osu alma.

El dinero es energía benéfica si se usa para crear. Ese es nues-tro único gran valor: el valor de la justicia por encima de lacaridad, de las artes por las artes, del espíritu universal del hom-bre por el hombre; de la propiedad compartida de las ideas queno tienen dueño pues flotan en el éter y de las obras que tampo-co tienen dueño porque quien se acerca a ellas, quien las lee olas admirada, termina de inmediato poseyéndolas.

La revista Voces ha hecho su propio plan de salvataje ante lacrisis. Sale a la calle el número 9, gracias a la aportación econó-mica de sus autores. Una treintena de voces que han puesto suenergía y obra para que esta publicación siga viendo la luz yrespirando, continúen sus aguas frescas rodando en la corrientede la creatividad… Para que usted, amigo lector (nuestro pro-pósito último), pueda beber de ellas, e incluso repetir.

EDITORIAL

(en reconocimiento por sutrabajo y desvelo con laRevista Voces desde su inicio,a pesar de su últimaforzada ausencia).

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Mayo 2009 POESÍA

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Manuel Sánchez Mariscal

Vendaval

Eres un vendaval de luzinundando de ternura todo mi mundomágico de sueños,lejana esperanza que enmudecehasta el silencio, que me muerde la sangrecon el frío misterio de la copla, que me hace delirarpor las arenas ardientes de tus pechos,cuando paseas sonámbula con tanta juventudpreñada de nostalgias, manantial de lágrimascon que regar de golpe tanta soledad,tanta ausencia perdida en los recuerdos.

Y de pronto tu presenciapor el intenso azul de tu ventana, fuegopara esta sangre envenenada por tus ojos,batalla que pierdo y gano cada noche, lujuriapara ese veneno caliente y andariegode tus años de niña perdida y soñadora,trepando por esa enredadera endemoniadadonde las emociones marchitan hasta el llanto.

Déjame ese relámpago de luzdespertando mi sangre, cuando tus pasos brevesiluminan toda la oscuridad de mi sonrisa,haciéndome temblar a orillas de tu vientre,en ese mar ardiente de locuras y placeres…

Retorno

Eres una estrella de esperanzapara alumbrar mi mundode hombre apagado y solitario,jardín abierto a la bellezacomo grito de amor que siempre emanapor el torrente caliente de tu cuerpo.

Pero son tus ojos -ribera del amor que tanto ansío-alumbrando una lluvia de ternurapara este otoño gris que hoy se columpiaen el lago azul de los recuerdos.

Descalzo voy hacia un mañanadonde borrar de golpe tanta ausencia,sintiendo tu juventud y tu hermosuramordiéndome la sangre cada noche…

Oscuridad

Siempre andabas perdida por bosques solitarioshelándome la sangre,allí donde la palabra se hace eternaoscuridad, llanto abierto a una libertad mal entendida,sumergiéndome en ese mundo de luz y de locuraque me escuece sediento por la sangre,mordiéndome la lengua y las palabras turbiaspara sentirme siempre bebiendo en tu bellezapor los oscuros cristales de tu pena,marea negra que enturbia los recuerdosque se me van clavando despacio en las entrañas.

Y tengo que sentir como el fuego se apaga en tu miradagritándole a la noche, cuando tu sonrisa más abiertadescansa en la ribera de mis ojos,perdiéndote desnudapor el río caliente de mis sueños.

Y tiemblo como un niño al acercarmeA tus playas salvajes,allí donde las olas mas endemoniadasse deslizan por el ardiente fuego de tu cuerpo,jardín de un mundo que nunca supode secretos amargos, de silenciosarañados al olvido, como truenos sin luzquemándole a la lluvia sus alas de nostalgia.

Quién pudiera dormir y despertar de golpeen uno de tus sueños más queridos,dejando que una sonrisagolpee con furia los sollozos más íntimos,esperanza de un mundo donde la ternurasea bandera ondeando por tu cuerpo...

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POESÍA Mayo 2009

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Mariló Rodríguez Díaz

Quiero ser…

Quiero ser sonrisa sobre tu almohadabella mañana en tus despertaressombra de tu esbelta siluetaun beso de buenas noches.

Quiero ser tu canción a media tardesuaves notas que flotan en el aireuna canción de cuna para un bebéque lo sosiega.

Quiero ser capitán de tu barcoy conducirte hacia lugaresque nunca antes vistemares que no surcaste.

Quiero ser amapola de tus campossuave marea en el atardecerblanca espuma que rompe en la rocay vuelve a renacer en otra nueva ola.

Quiero ser luna llena en tus nochesque te alumbra dulcementerayo de luz sobre tu ventanael infinito de tus orbitas celestes.

Sientofrío…

Siento frío cuando te veo lejos,cuando te llamoy me responde la soledad.

Siento frío cuando tus manosya no tocan mis manos.Cuando tus labiosya no rozan mis labios.Cuando tu cuerpoya no habla con mi cuerpo.

Siento frío cuando llegaLa mañana y estás ausente.Cuando el silenciolo inunda todo.Cuando el amor se desvanece,cuando no hay cabidapara los sentimientos.

Siento frío cuandono llenas el día,cuando me siento solacuando el teléfonodeja de sonary no hay ningún mensajeen el contestador.

Siento frío en este vacío,vacío de tu presenciavacío de tu querer, vacío.

Lluvia

Gotas de lluviaque se dirigensin remediohacia el suelo,que se estrellany se expandensobre superficiesdeslizantes.plasticidadde formas.Pequeñas lágrimasque resbalansobre rostroscristalinos.Ojos de miradasempañadasvisiones refrescantessonidos tintineantesacompasados pormúsicas celestiales.

Llueve sobre mialcoba

Llueve sobre mi alcobacuando me miras conojos cerrados.Siempre que no amaneceentre la penumbra del día.

Llueve sobre mi alcobacuando no recuerdotus caricias y tedisculpas por tu partida.

Llueve sobre mi alcobacuando niegas mi querery no eres capaz dellamar a la realidadpor su nombre.

Llueve sobre mi alcobacuando tus manos yason transparentescuando dibujas siluetasen la noche.Cuando ya ni existetu presencia.Llueve sobre mi alcoba.

Quiero ser el olor de tus díaslas esencias de tus semanasel perfume de tu vida.

Pilar Millán

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Mayo 2009 POESÍA

7

En una tardede sol…

En una tarde de solrecordaba el sonidode tu voz.Grave e intensa.Me preguntabassi era capaz deescucharlay yo te respondíque tan claracomo el agua.Un pequeño hilode humo recorríala estancia.Olores a sándaloy a flores.Te miro y veoque esbozasuna triste sonrisa,tus ojos hablany me dicen queen el fondoestás melancólico.Recordandoviejos momentos.El suave oleaje,la espuma blancaque llega a la orillade tus pensamientosla brisa marinaque te acariciael rostro.Paseos a la luzde la luna quecomo un farolilumina tu viday la hacemás dulce.

Mariló R. Díaz Juan Manuel Alaminos

Recolectores de amistad

A mis pies, aire.No hay sentido, miro alrededor.Vacío, solo en mi cuarto día y noche.Desastre, desamor, olvidarte es sólo una ilusión.Escribo sordas, secretas palabras para ti.

¿Dónde estás vida?¿Dónde mi famélico error?Cierra los ojos, deja simulacros absurdos,miradas tensas… De esa tela se hace nuestro amor.¿Qué pasa dentro? ¿Dime por qué tantas preguntas?

Quisiera subir lejos y allíesperar despierto un nuevo amanecer.No esperar milagros, nada que temer,sé que al final volverá a ser igual.Somos recolectores de amistadbuscando raíces de profundidad.

A mis pies tú.¡Ojalá estuvieras aquí!Espero tenso tu bondad libertadora,Perdido, preso… Dame tu gracia divinadonde tú sabes; ayúdame a dar el paso.

Quisiera subir lejos y allíesperar despierto un nuevo amanecer.No esperar milagros, nada que temer.Sé que al final volverá a ser igual.Somos recolectores de amistadbuscando raíces de profundidad.

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POESÍA Mayo 2009

8

Vanesa Vallejo Rodríguez

El corazón del poeta

A veces,cuando el poeta escribe,libera sapos y culebrassin querer.

A veces,destila su sangre,desprendiendo la esencia del malque habita en su interior.

A veces,esparce su semillaen hojas de papel,

y a veces,las musas lo abandonany pierde la confianza en él.

Desaliento

Me invaden los recuerdos;yo sentada en tus rodillascon el mundo en nuestras manosy el placer creciendo en mi interior.

Y hundida en tu sofá me encuentrocon tus manos rodeando mis senos,y una fiebre que naceen forma de sudor.

El calor que mana de mi cuerpoquema tus yemasprovocando un placentero dolor.

Efluvios de todos coloresmanan de todas partes;abriéndote camino a mi interior.

¡Anhelos! ¡Anhelos!Que no pueden cumplirse,que ya no se cumplieron.

¡Anhelos! ¡Anhelos!Que no pueden cumplirsey llega el desaliento.

Ausente mirada

Hoy he visto un ojo inverso,que miraba al horizonte,esperando ver las alasque le cortaron un día.

Poco a poco las fue viendo,se iban materializando.A veces se difuminabany después se iban pintando.

Hoy he visto un ojo inverso,que miraba hipnotizado,los hechos que le ocurriancuando daba cada paso.

La vida le sonreía,tendría que aprovecharlo.Su camino se forjabalejos de su antigua patria.

Un olor vestía el airede fragancias de alegríay las bocas le augurabanque en Murcia se quedaría

Doble mortal

Rompimos las barrerasque gobiernan nuestra vida.Si alguna vez lo hacíano pensé que fuera contigo.

Terminamos asidospiel con piel,y al amanecer,ninguna recompensa.

Dos cuerpos extrañosuno junto a otro,abrigando la soledadcon un manto de ternura.

Terminamos asidospiel con piel,y al amanecer,ninguna recompensa.

Salvo una noche mágica.De ternura infinita,en la que solo el contactonos satisfacía.

No hizo falta másque la compañía,aunque sólo esono se pretendía.

Pero esa ternurafue muy especial.La invadió el respeto,el amor y la amistad.

La invadió el respetoy nos hizo olvidar.

Egon Schielle

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Mayo 2009 POESÍA

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Juan Bruca Alicia Gaona

Hoy

Una cruz en el calendarioo una vela en el recuerdoun descanso en la escaleraque de subidas en bajadaste encamina a tu destino.

Un puentecillo sobre el ríoque a la mar te va llevando,un hito sub-topométricoen el sendero sinuosoque de paradas en correríasde borracheras en resacasa vía crucis se va llegando…

Un amasijo de instantesque con presente confundimosde entusiasmos y arrebatos,un entramado sin salidade sombras y luces vacilantes,una madeja sin cabo sueltode dudas más que de certezas...

Un ayer que mañana fueque mañana ayer seráo víspera de un futurotan improbable como ciertoque te acerca al final…

Carpe diem decía el sabiocoge la flor del pensamientoa la belleza da la rima(y mejor aún si gongorina)que marchitándose se va…

La vida truncada

Expresar me expreso, me siento expresada,que nunca más haya una vida truncada,que cada persona que habite este mundo,transite por ella hacia la llegada.El problema creo, es hacer caminos,abrir surcos tibios que marquen llegadas,si algunos a ellas llegan muy temprano,será que esta vida ya ha terminado.¿Por qué pensar en vidas truncadas?Quizá esa vida era un camino corto,un sencillo lema, una lección aprendida,y se va a sabiendas que no queda nada.Lo difícil es, los que la rodean,a esa vida corta, a esa vida yerma,lo difícil es, aceptar la marcha,saber que se ha ido, la vida truncada,aunque al final ella, esté realizada.Sólo en la creencia de vidas pasadas,de vidas futuras, de vidas amadas,encuentras consuelo de saber que es nada,que el tiempo es nada, que la vida es nadaque la dicha es corta, que hay que aprovecharla,que algún día tal vez, los lazos del alma,vuelvan a unir dos vidas truncadas.

Colores de la primavera

El cielo… azulde porcelana vieja.

Avenas rubias.Trigales verdes.Caminos blancospolvorientos.

Una chica en bicicleta.Su melena por banderitacomo estela en mar abierto(escondida la amapolaen el revuelo de su falda).

En la pradera la margaritade amarillo corazón.

En la cuneta un pastorcitobajo el cielo de mediodíacon sus perros y las ovejastirando a grises y a pardos.

Faltan el negro y el rojo…

En la distancia y el tiempocorre la sangre en el transvasede las ciudades a la playade los cuerpos a la autovía.Su tributo pagando la gentea la diosa velocidad,compaginando sin trastornoel cuervo de la funerariacon el becerro de Osborne…

Man Ray

Oscar Domínguez

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POESÍA Mayo 2009

10

Jean DefranciscoAmor de pajarito

Cada día, muy temprano, debajo de mi ventana,el pajarito anda cantando:

«Te amo madre Tierrapor todo lo que me datu seno generoso.¡Mira! En primavera,me gusta el insectolibando la florescencia.El que es de color rojono es bueno para la comida.Eso me lo dijo mi abuela,pero tengo que probarlo:¡Pua! Se lo dije a mi nena,pero ¡ella!, no escucha nada.»

«Te amo madre Tierrapor todo lo que me datu seno generoso.¡Mira! En verano,me encanta tu aire puro,pero los aviones me dan miedo,sobre todo desde que papáfalleció: un reactor se lo tragósin devolver una pluma.Él tampoco escuchaba nada.Su padre se lo dijo:¡Ten cuidado arriba!»

«Te amo madre Tierrapor todo lo que me datu seno generoso.¡Mira! En otoño, me gustacuando el sol anda pintandoel mar con su pincel rojo,descubriendo los reflejos de platade los peces innumerables… ¡Cuidado!Todavía tienen puntas de aceroclavadas por aquí por allá.Un día con eso mi mujer se muriósin escuchar mi chillido:¡No toques, mi vida!»

«Te amo madre Tierrapor todo lo que me datu seno generoso.¡Mira ! En inviernome encanta, por la sierracazar la musarañapor su sabor delicioso.

Sin embargo mi hermano,antes de morir intoxicadome lo dijo: ¡Niño, ten cuidado,los ratones de ahoratienen veneno agrícola…!»

Cada día, muy temprano,debajo de mi ventana,el pajarito anda cantandosu amor a nuestra Tierra.Canta con naturalidad y frescura,descuidado del peligroy listo para la felicidad,sin saber que los hombrestampoco escuchan nada.

El gozo del tazón

Mi naturaleza de media esferame confiere una suerte incómoda,pues los líquidos que encierro, a veces,se vuelven sensibles y muy inestables.

Pociones amargas, chocolates, cafés,caldos caseros, todos pueden volcarsecon desbordamientos muy intempestivos…Así, los tratos torpes y descuidados,

no me perdonan nada. Y peor son lasinhalaciones. Las aborrezco. Mejor,al amanecer, permanecer con calor,

Tierno y suave, en tus manos inciertas.Sentir en tu aliento, niño, las risas,y de tus besos húmedos, el esplendor.

Dolores Valero

Sopla el viento

Sopla el viento con tal fuerzay su soplido es tan fuerteque al mar pone furiosoy al viento enseña sus dientes.

Las nubes cubren el cieloel sol que ve al mary al viento siente,parece que le da miedoy busca dónde esconderse.

Los árboles se cimbreancomo queriendo arrancarsey los pájaros en las ramasno se atreven a moverse.

Las playas están desiertasel azul del mar se torna verdelas gaviotas asustadasno saben dónde meterse.

De pronto el vientoaplaca sus fuerzasel mar su bravura pierdeel sol saliendo de su escondite…las nubes desaparecen.

El viento, el mar, las nubes,la lluvia, la tierra con todossus elementos,vuelven a estar tranquilosy en calma y el sol riendo de nuevo.

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Mayo 2009 POESÍA

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Luís A. Maldonado

Blues del camionero

Con aires de peregrinosviven haciendo distancias,en sus corazones las distanciasvan buscando sus destinos. Gasoil llevan en sus venas…y en su piel…llevan asfalto. Pueden llamarse don Pepeo quizás el loco Juan,si al final de la historiatodos se parecerán.

Mariposas Yo quisiera volarpero, no puedo.¿Por qué seráque existe el miedo? Mariposas que vuelanmariposas que vany tú allí impotentesin poder volar…y tú allí impotentesin poderme amar… Eres el ave que me llevaen busca de una canción.Eres mil versos en la piedraque en la piedra quedarán. Mariposas que vuelanmariposas que vany tú, impotente,sin poder volar…y tú allí impotentesin poderme amar.

Eres el grito de mi nocheque me ayuda a despertar,eres de agua entre mis manosque no puedo detener.

Mariposas que vienenmariposa que vany tú allí impotente, sin poder volary tú allí impotente sin poderme amar.

Elmys García Rodríguez

Uno se multiplica a travésde las razones

Me dijeron que en mi pationo crecían madreselvasque aprendí a ser independientea fuerza de circunstancias,que vivo en un país habitadopor hombres que conforman mi piel.

Aquí he tenido noches de intensa vigilia,han sido largos mis atardeceres,me dijeron: “El horizonte es tuyodecídete a volar…”y tuve miedo de emprender mi viaje,me quedé solaescuchando los latidos de mi sangre.Tu recuerdo me sirve de abrigomis palabras alcanzaron otra dimensión;pero el tiempo me dice que te has idoy no sé cobijarme detrás de un adiós.

Para qué acercarnosa lo que no tiene límites,todo es debido a la soledad,la locura la agonía.Algo cae junto a míes mi corazón que late lejos,duermo sobre los sueños de espanto.Nací en un país hechizado por tambores,tengo mis manos al rojo vivo.

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POESÍA Mayo 2009

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Mari Carmen MartínezLa Rebelión de los Corchos

IHola corcho corchito, que sobre la ola flotando estás.¿Dónde vas?Donde me lleve la marea;me ha liberado del yugo del cogote vil,¡y voy a vivir!

Porque cuando una botella a la playa llega,todos exclaman: ¡un mensaje en una botella,un mensaje en una botella!A mí me sacan de cuajo, y sin contemplacionesme tiran a la arena.Pues me he rebelado, ¡eah!

Que todo el mundo sepa que sin míel mensaje de la botella,no hay un Dios que lo lea.

IIA las playas de Cádiz el corcho llegó.A todas las bodegas de Jerez contagió.La revolución empezó.Uno a uno los tapones fueron saltando.En ejército organizado, de 4 en 4 fueron formando.(El vino se iba derramando).

Al unísono subieron hasta Montilla Moriles.La misma operación.Corchos saltando y uniéndose,para pasar por Valdepeñas,la Ribera del Duero, Cariñena,La Rioja y hasta El Penedés.

¡A cruzar la frontera!Las botellas de champán burbujeando, una locura,La Galia fueron inundando…

Y los borrachos del mundo entero,locos de contentos,arrimando los cartones de vino peleóna los ríos de vino, del vino mejor.

IIIY los peces borrachos, hipando,las sirenas desafinando,las ballenas roncando,los cangrejos andando pa lante,los marineros mareaos de olor a anisaos.

¡La leche! la que puede organizar un tapón.

Cambiemos

Cambiemos de país.Cambiemos de pueblo.

Cambiemos de hábitos.Cambiemos de aspecto.

Cambiemos sin moneda de cambio.Cambiemos quedándonos la chaqueta.

Cambiemos por fuera.Cambiemos por dentro.

Cambiemos para volver a ser auténticos.

Las Horas Muertas

Más vivas que nuncaestán las horas muertas.Porque desde hoy,aunque tú no lo sepas,desconocido, conocido,amigo, mis horas muertas,las voy a pasar contigo.

El Agua Que Corre

Me gustas dulce.Te amo extensa, profunda y salada.

Te prefiero cristalina.No te niego embarrada.

Te escucho en fuentes cantarinas.Te adivino en acequias soterradas.

Te deseo sólida, liquida o vaporizada.

Te respeto en movimiento.Me embelesas estancada.

Te sé en sangre, saliva,sudor y lágrima derramada.Te alabo en bolsa rota a términode hembra preñada.

Te venero porque sin ti,en setenta y dos horas, no somos nada.

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Mayo 2009 POESÍA

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Cuba PareggiContradicción

Mantengo una guerrade nunca acabar.Renuevo soldadosde vez en cuando,Sanciono las deserciones.No paro de retocaralarmas y trincheras.

Mi guerra,a ratos de izquierdasa veces de requeté derechame sigue, apuntando con el dedo.Contrabandea con mi lápizen un insufrible infierno.No tiene miedo.Expolia a destajolos mejores barrios.Viola la Naturaleza.Bombardea hastalos ataúdes de mis muertos.

Todo el futuropasando a cuchillolos frágiles arqueros idealistasde esta agonizante muñeca.

El continuo combateimpone su alerta.Aquí no es posible ausentarse.En este órdago me juegoel aliento, los encajes,el ritmo del corazón,el paso del aire.

Esta invasiónexigirá rehenes, a su tiempo.Las letras de mis manos,el adiós de algunos lazos,besos, quizá, esperando.

Habré de ganarmea cualquier precio.Las treguas no llegan solas,cobran rescate:ha de morirse, muriendo.Bien. Esta muerta másno creo que robeel vapor de ningún espejo.

Agridulce

Laberintos en la vidacreados a mano alzada.¡Qué enorme putada!Soñando siempre con la saliday en la salida no hay nada.

Me vestía de lluviame asomaba a tu paraguasresbalaba por tu solapa.Y justo cuando arreciabate me perdiste en un taxisacudiendo toda mi agua.

Derrapaba en la última esquina.Hundía los frenosantes de tu casa.Bajaba de la motoy mientras esperabacaían de la acacia cien ojosde vecinos, de amantes, de otros.

Quería aprender de todo.Asesinar los tiempos muertossin dar de comera ningún demonio.Yo sé que me respetabansin tener que hacer de tonto.

¡Mira tú que tontería!Cuando todo el orbe ya contabacon una oveja más entre lobos.

Anónimo

Ah! Suspiros de pelo cortoduendes con tardes de falda largapaseo de cuello altoversos con sombrajo de guayaba.

Ahí se quedan.Las mejores lluviastu melena rizadalas sienes de lunaen mi smoking de plata.

Ah! Estrellas con asiento de cocheParkinson de la madrugadalos diablillos de tus ojossilbando bajo mi manta.

Ahí me quedo.El dolor se lava.El perfume se guarda.Las jambas del sueñoahuman el perfil de la nada.

Suspiros

Aguanta un ratomariposa.Mirando mientras volabascon tus alas de mujerdormidas, sin corsé.Sí, soñé que me querías.Aún no te puedes ir,no todavía.

Aguanta un ratovioletilla.Sufriendo mientras olíala primavera de tus pétalosherida, en mi sien.Sí, pensé que te morías.Siento no dejarte ir,no, todavía.

Aguanta un ratomuñequita.Atándote los lazosjugando a los cien secretoscon tus ojos gemelos, de miel.Sí, sentí que me perdería.Tú no te vas a ir,no todavía.

Aguanta un ratopoesía.Apareciendo de nocheescribía la luna a ciegascon tus manos, de satén.Sí, ya sé que no serás mía,y si te hubieras de ir …¡No pronuncies mi muerte hoy!No todavía.

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POESÍA Mayo 2009

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Cuba Pareggi Juan DiegoEl poetaEn lo más profundode mi humanidadcrece una flor amarillaen el cielo, en el pecho,

llaman las olas a la nochede luna, de rosaamarilla crecientey la brisa del recuerdosencilla, canta en lanoche estrellada

sin concepto, sin culturaganadacantando sin másla belleza de mi pechocreciente.

(para ti poeta)

EllaAl fondo de la playa desiertaestaba ellamorena y misteriosa.Mis ojos se encendíancomo quien descubre un tesoroy el palpitar del corazóncallaba la embestida de las olas.Allí, a lo lejossupe que nunca sería míani mía, ni suyaera demasiado bellacomo una estrella cambiando de tonoal fondo de la inmensa playa.

Bajo los amantesSobre las hojas muertasdel eucaliptomueren las adelfasy nacen las adelfas.

Sobre la oscuramuerte de mi olvidomueren los poemasy nacen los poemas.

De azul, el fondo de mi vidade verde sendero que me llevasamarillo, el caminode mi esperanzaque me lleva abajohasta la playa.

Mirador La Galera, p. Mediterráneo.

MelopeaHoy llevo corazón tintocon dobladillo de gaseosa.Corazón de altura ardiente,borracho, el día entero en vilo,al pairo, a su bola.

No pasa nada.También a Caperucitaalgún mal día que otrose le caen los anilloso se le hunde el techocon todo su enquistado lodo.Pero no dejo de pensardesde qué mal trago me quedami propio cuerpo tan estrecho.Por qué la bella durmienteha de aprisionarse dentrotal que ostra preciadísima.Salvaguardar…¿qué mal bicho, ni qué tesoro?¡Casi siempre absurdo, beodo!¡Atragantados quilates, siempre por digerir!.

El sobrante de emoción,la sobredosis de ansiedad,el estrago del amor,hierven a creciente presión.Asesinos de válvulascorrosivos de esqueletos,reprimidos censores de la eclosión.

No habrá mundo bastantepara contener tan latente volcán,la riada del champánlavando años y años de hipocresíade egoísmo, incomunicación,lavando años de no explosión.

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Mayo 2009 POESÍA

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DolmenAllá donde no se cierra el círculorompe oscura entrada al dolmenlaberinto del tiempoen pasillo hacia el almaviejo, siniestro, hacia el vanovieja, siniestra, la muerte.

La muerte en el vanola muerte en el pasilloCatedral de mis ancestrosancestral, atemporal,vano en el círculo.

Para entender la vidalaberinto del tiempoviejo, siniestro hacia el vanola muerte en el pasillo.

Catedral por el fríose pierde la luz, la vidaen el vano del pasilloa lo oscuro. Envueltoen ritual. Sin sangreputrefacto es a lo quellega la respuestala respuesta del dolmen

Allá donde no se cierra el círculorompe oscura entrada al almaen el vano, la naday el circulo se cierraen aroma funerarioancestral, atemporaldramático círculo incompletorompe oscura entradaa las no respuestas al drama humano.

Juan DiegoDéjate irTe recuerdo andar yhacer camino donde no lo hay.

Me recuerdo en comunión contigonaturaleza a cada paso contemplada.

Te recuerdo a ti poesíagraciosa, alada y divina,condenando mi alma ytu cuerpo a la pasión.

Allí donde ya no eraallí me perdí, en aguaen brisa mariposaeterna estrella de mi cielo,rosa de mi pecho saliente,camino de la mariposa.

El caminode la mariposaMariposa en el caminote paraste a escucharel susurro de dos seresque te vieron al danzar.Te miraron con ternuray te amaron al mirarque la bella mariposadetuviésese a escuchar.Escuchara y entendieray gozara en su bellezaa los meros caminantescon camino hacia un final.Un final de mariposaun romántico finalque el camino estaba hechopara verte a ti danzar.Un susurro te cantéen mi alma y en mi fe,por crear una poesíaque ayudásteme a entender.Tu paciencia es mi poesíatu belleza inspiraciónY esa fuerza en mis adentrosque palpita de emoción.Gracias fiel maripositapor nacer en mí el amorporque yo a ti te completoen poesía de los dos.Sigue y sígueme esperandoque la tinta se acabópero esta poesía es eternapor la fuerza del amor.Vente, vente a mí regreso,al regreso de los dosque de amante es mí poesíade belleza es tu pasión.Me dejabas al querermeme querías al dejarque el final de la poesíaestase apunto de acabar.Y mi corazón henchidodesatada la pasiónde un mar embravecido¡que se apaga la canción!Y danzando tú te fuistenegra, roja la pasiónese azul de tus alitasY esa gracia de los dos.

TodoTodo a mi alrededor gritagira, grita el mundoy mi alma sedienta desilenciosde arrullos de aguade cantares eternosllora.Todo a mi alrededor lloragira, llora el mundoy mi alma cantora y risueñabusca en el cielo azulsueña el cielo azul,pero el mundo grita, gritael mundo pero el almaradiante y presurosa correal silencio, al arrullodel río, y ahoga al mundoen mares de adentro.

Belleza¡Qué fiestaqué armonía de marqué belleza inundala tristeza de mi alma,qué amor brota de mis ojosqué fuerza arrebatadora!

Un paisaje eternoUna profundidad inmensa,Un verso pequeñoUn mar de caracolas.

Una playa dame asientoUna calma en mis adentrosUna vuelta a la ignoranciaY una pequeñez inmensa.

SemillaSi mi vida poética nacieracomo un manantialen el camino de la mariposay como un río de luzsólo brillara cuando la miras,cuando del amor que nace de timiraras el brillo de solcontra el agua.Sólo brillaracuando renace en ticomo una flor que tapa el agua,y de la belleza de tu flor nacierabrillo de luna al aguamanantial de bella florpoesía de tu boca callada.

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POESÍA Mayo 2009

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Alejandro García Boyano

Nana

¡Duérmete niño!, descansaen tu cunita linda y blanda,duérmete prontito niñoen esta noche en calmay no esperes al alba,que los niños buenos duermenantes que salga la lunaa pasearse de nácar,que el viento y el mar te arrullanen esta noche en calma.Duérmete bien niño guapo,te estoy cantando la nana.La nana que yo recuerdode cuando yo era pequeño,duérmete en tu cunita, guapo,duerme dulces sueños de paz,en esta noche en calmaescucha el calido cantode esta nanita de mi almaduérmete nene, niño del almay nunca esperes al alba.

Poema

Construyo mis poemasamasando letras con arenapaseando, solo, en mis desiertos,con penas, nostalgias y deseoscon la belleza de las mujeresde calidos ojos y tersa piel.

Construyo mis poemascon vientos violentos y veletas,pensando en musas inquietantesde cuerpos geniales y perfectoscon cadencias, ecos y presagiossilencios, silencios, silenciosvestidos de amor y esperanzaconstruidos en noches y alboradascon abatimientos y ternuras.

Construyo mis poemascharlando con mis amigos los perrospues ellos comprenden mis aullidos.Construyo mis poemas:en profundidades abisales,hurgando grietas negras y podridasy en lo más alto de mis cielosdonde viven las formas deseadaslo mejor de las calmas y los besosy desde donde baja la muertevestida de negro macilentoal profundo abismo sin fronteras.

Construyo como puedo mis poemascon amor, con amor, con mucho amory los asombros que mueven el almapelando y acuchillando el cerebrorecordando siempre el cielo de Madrid.

Presagio

Recorreré de nuevo los caminos,volveré a subir a otras montañas,cruzaré otra vez enormes llanuras.En uno de los altos del camino,ya cansado, miraré hacia atrásy veré como mi vida se apaga,silenciosa y lenta como el día,chisporroteando como el sol de tarde,presagio de la absoluta perezadisuelta en el recuerdo y la distancia.

Picasso

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Mayo 2009 POESÍA

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Joaquín López Martín

Danza

Mundos divididos.Sueños rotos por un sudor frío.Escenografía incompleta de un ballet esbozado.La primera bailarina levanta una pierna,salta con agilidad levantando los brazosy enlazándolos por encima de su cabeza;cae sobre el suelo del escenario, inclina la cabezacon estudiada lentitud. Cesa la música.

Rojas

En un principiolas flores rojaseran sostenidas por mujeres bellas.Amazonia.Mujeres Sagitario.Infinito retorno, a los orígenes,zigurats aprehendidos,inspiración tras expiración,minuto a minuto,latido a latido.

Joven

Doncel airoso, de miradadesafiante.La arrogancia de tu juventuddisculpa tu vanidad.Te sabes bello y deseado,juegas con elloyo, paseo y te mirorecordando cuantos como túla vida ha doblegado.

El ayer

Ruinas venerablesque nos hablan de un pasado gloriosolibro en piedracuyo lenguaje hay que conocer.Columnas, capiteles, muros y estatuas.Hermosura antigua de puebloslos cuales perfilaron nuestro presente.

Espera

Bajo dos antiguas columnassentado en un bloque de piedrarodeado de hierbas, junto a un arbustote espero.A lo lejos te distingo, avanzandopor el camino, a cuyo ladocrece un enorme cañaveral lleno de jopos.Llevas un carrizo en la manoa modo de bastoncillo.Desde mi atalaya anhelantete observo.Andares tranquilosfigura de porte elegante y descuidado,son parte de tu encanto, joven amigo.

Sin ti

Alejado de ti vivosin saber nada de tu actual deambular.Decidí mirar tu retrato.Hasta en él solo ver tu sombra.Locura de amor correspondido.Perfección en tu cuerpo,escultura viva.A la que mis ojos jamás se cansan de observarbellos días, juntos en Cabria.Solos y acompañados de amigos.Venido de un Olimpo cercanosólo para mí: poder contemplarte largamente.Tumbarme junto a timientras fumábamos un cigarrillo.Todo pasó, queda el recuerdolos bellos momentos compartidos.Amado mío.

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POESÍA Mayo 2009

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Marisa Sendón

A la memoria de mimadre

Hoy, invadida de tristezapor tu partida al infinito cielode los justos,no lloro por tu ausencia.Sé que descansas tus miseriasy no quiero estar de luto.

He abierto las ventanas.Que entre la Vida.El olor a muerte que se vaya.

Quiero oír el sonido de la gaitaque acompaña de nuevo los latidosmás intensos de mi pulso.

Huelo la lluviay seco el llantode las rosas de tu jardín.Echan de menos tu vozque en la mañanalas llamaba hermosas.

Martirio

Martirio,cómo vistieron tu cuerporopajes caros de linoy adornaron tu carazarcillos de coral fino.

Cuántos hombres han perdidopor tu pasión su camino.Te emborrachabas con ellos,amantes de noche larga, mucho vino…y en el te quiero un martirio.Tú nunca quisiste a nadie, a nadie nunca,Martirio.

Bandera y timón

En mi barquito de vela,navego sin tener penapor lo que dejé atrás.

En mi barquito de vela,la esperanza mi bandera,por timón la libertad.

A esta edad

A mi edadyo sé, no me lo digas,que si yo fuera joven,sonarían mis palabrascon otros dulces sones.

A mi edad es un lujodecir lo que se siente.Nada se tiene en cuenta,y además, no se miente.

A mi edad se ve el mundosin gafas de coloresy es difícil, yo creo,que me engañen los hombres.

A mi edad pongo amigosdonde antes tuve amores.

A mi edad me perdonanque aún cometa errores,errores repetidos.Como ya no soy joven…

A mi edad nada importa.No hago sombra a los soles.

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Mayo 2009 POESÍA

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Pamela Pérez BernalLejía II (1996)

Como en un juegome colocoel delantal-prisiónde las labores de limpieza.Me miro en el espejoy soy totalmente anónima.Mis complementos,el cubo,la fregona,la escoba,el jabón,la lejía,los guantes de goma.Como en un juegode identidadesvoy danzando porlos pasillos,vertiendo agua,bautizando rinconesy paredescomo sacerdotisa de blancura.Los cristales se transparentan,las paredes brillan.A medida que voyperdiendo luztodo resplandece.Acabada la tareame quito el delantal-prisión,la máscara,me miro en el espejopara volver a ver mis ojosnuevamente.

DesamorLas estrellas alineadasen un cielo oscurome consuelan.Tengo adicciones lo confieso,tengo temores y manías,inquietudes y ternuras.A todo me resistoy de mucho me rebelo;despacio son mis pasosaéreas mis emociones.Tuve la intrepidez de soñar,tuve la arrogancia de amary por eso caí y volví a caerpor una pendienteno transitadasin una mano que me alceni una boca que me sonríani una luz que me guíe,ay, cómo duele el desamor.

Estaciones

IMi párpado retrocedeen las estaciones.La espera estiempo adormecido,modorra de instantesrondando entre maletas,ojos titubeantes,bocas sin sonrisa.Hay un testamentono escrito que delegoen estas genteslistas para el viaje.

IIEn la resignación de esperary esperarsobrevivoal constante latirde esta impacienciaque me carcome,piedad yo pidoal cielo inventadoa la imagenque me inspira,a la oración enmudecidaal temblor de mi miedoque se emancipaentre tanta duda.Piedad me pidoa mi espejo empañadode nostalgias.

Infancia

Me voy despojando de losropajes con que abrigomi existencia.Tú pusiste prendasen mi cuerpo,me vestiste de largos silencios,de duras noches de llamarteentre sombras de distancia.OH, Madre doloridade largas jornadas de trabajo.Madre buena,silenciosa,doliente,soportando las embestidasde la vida,firme como una estatuasola túsola yo.Sin un hilo que sepa unirsentimientos acallados.Madre lejanade distancias tan largascomo los rieles del trenque se llevó mi infancia.Tristes ropajes llevosobre mi cuerpoque no me aíslandel frío que llevo dentro;amargura concentradaen cada fibra de esta telainterminable tejida conurdimbre de tristeza.Madre queridate encumbras en un pedestalde ausencia,de sermonesy palabras de abandonoque hirieron mi alma.Madre tristede ojos perdidosde pena agarrotadaque te ciega para no vermepara no ver a la niñaque espera tu abrazo.

Rodin

Picasso

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POESÍA Mayo 2009

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Rosa de Nácar Marina Tapia

Ausencias

Necesario es reflexionarsobre la luzque enciende

el entendimiento,posible escruzar calles

incesantemente,subir y bajar escalonespara habitar el vacíoque nos envuelveen dramática suspicacia.No soñaré ya máslas calles escritascon tinta invisiblede esta ciudad suciade hojas secas.Inevitable soporde tristezas enquistadastras las ventanas cerradas.Hay un sello en mi pielque ornamenta los díasde pereza y lentitud.Puede haber un besodetenido en el tiempode cerrojos y abismos.Espero el clarear

de tus ojosen el comienzoinaudible de mi ser.

La uña

La uña tiene un sabor amargo,toda la tristeza, este pesardormido bajo carne.Es la pared que guarda otra pared,las emociones turbias, mi deseode desgarrar, a veces, otra piel.Cutículas: aquellos bailarinesvestidos con los restos de la infancia.Yo alumbro cada luna con esmalte,o muerdo lentamentecuando observotu rostro, otras batallas repentinas.Es la uña ese carro de viajes espontáneosa regiones de dudas.Laberinto, retrato, escalón parecidoa mí,a este quebrantamiento sucesivo.

Los dientes

No sé por quépero a veces, estos dientes,rechinan y se mueven,quieren decir otras palabras.

Un día fueron pájarosvolando por la boca,fueron peces creando poesía.

Me lastiman sus brillos,de blancura sombría,aquellas aguas tristesque bañan sus caderas.

Estalactitastalladas por el verboque morirán temprano(en nuestra infancia)resucitandofuertesdel dolor.

Sabrán siempre el porqué de tu sonrisay cuando no soportenel juego de los labios,morirán sin orgullodejando aquel vacío.

Ojos

La propiedad del ojono es juzgar,ni desmentir el polvo acumulado,llorar sobre ese mar del que se arrastra,tijeretear la vida con astucia…Esas podrían ser algunas facultadespara vivir exhalando algo de dicha,para poner un bello pergaminoencima de la puerta.Pero vi errante, al ojo,como se resbalaba desde el párpadoy hablaba un alfabeto ajenoal de los músculos,agujereando un trozo en las murallas.Y supe, que la intrínseca funciónde la legaña,que la postura aquella de bastones:era pisar despacio todo el aire,suspendiendo la luzque se abriríaal fin, sin parpadeos,en la muerte.

Marina Tapia

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Mayo 2009 POESÍA

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Ricardo Sanz

El tao de la escoba

Va riendoel Ricardocon su escobabarriendocolillas de cigarroscacas de perrosboletos de bonolotorotos en mil trozosqué agoniosoel de la bonolotova riendoel Ricardocon su escobabarriendochuches gelatinosashechas de chapapotepegadas en el pavimentopobres críos qué alimentobarriendopañuelitos pa los mocosplástico y más plásticopublicidad de todoy ese celofán finitode los paquetesde tabacoque con la buganvillaes la pesadillade los barrenderosva riendoel Ricardocon su escobabarriendoamaneceres de películay gatos muertoshostia veinte eurossiempre alguna sorpresacomo una compresauna goma usadaun mar de cáscaras de pipasen la parada de los taxistasva riendo, barriendova riendo, barriendoporque se recuerdade pequeñitocontemplandoal barrenderocon su cepillopor el bordillo

shas shas, chis chisshas shas, chis chisva riendoen silencioatentobarriendolos malos humoslos malos modoslos malos sueñosbarriendolas calles del pueblohablando con los chuchosmirando ese traseroque te alegra el día enterobarriendocuando llueve a cántaroscuando pega el Lorenzocuando sopla el vientoriendocazando luces, versos al vuelohistorias que no tienenni un final ni un comienzobarriendoel Ricardo se va riendobarriendo barriendo barriendo…

Breve

Breve un relámpago, un parpadeo,breve un euro en mi monedero,breve el paraíso perdido,breve el camino de regreso,breve el trago, breve el porro,breve, por favor, el verso,breve un beso, cualquier beso,breve el movimientoque de tan breve, quieto,breve un instante ciego,breve, pero en lo breveun eco de lo eterno,breve que te quiero breve,breve por si acaso,breve, pero alegre,breve busca breva,me lo publicáis en breves,breveque no voy a robarte más tiempo.

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POESÍA Mayo 2009

22

José Vasanta

La foto

Abrázala como se merece,no la despintesni la retoques,nada de coloretes,así, al natural,como amante de la viday punto. Puro corazón,hecho de caramelo.Sangría milagrosa de Granadaabierta de par en par;surcando la saviael pecador canalillo,y discurriendo corriente abajo,por las faldas del castillo rojo;amasada con levadura de divinomestizaje, mudéjar, cristiano, árabe,judío, budista, hindú, taoísta, universal.Que nadie pueda propalarque la foto es plagiada,o manipulada, sino tal cual.Y el lienzo de tu cosecha está colgadoen la pared principal del Siglo XXI;por la ventana se cuelael encanto endiabladode la alborada y los rayos ladradores del sol,que se estrellan verticalesal mediodía en toda la cara;luego asoma en el desfilela luna llena derritiéndoseentre espuma y esperma de olas blancassobre la espalda marina del dibujo;en el pecho una sinuosa playacon globos de coloresrebosante de hechiceras sonrisas,y arriba el bosque despeinado,perdido en las copasde los pinos, sin nido de pájaros,volando por las nubes,espiando por entre las ramaslos secretos suspiros;los indómitos ojos se revuelcanen la órbita cósmica, y se tiransin paracaídas por peligrososlatidos heridos partiéndote por la mitad;una ardiente lava brotadel volcán de la boca,invadiendo libidos, sinos, cielos,ganando terreno y aplomo en el trapeciocual pinito de oro, con turbadoresparpadeos que trenzan danzasdel vientre a través de las ventanas;los efluvios del sexo se desinflan

ante la actitud pulcra y ponderada de su pose,esbozada con el pincel de su pulso,enredándose en el negro pelo,-parloteo- contoneo jaranero y díscolo,que cincelan zanjas de guerraen medio del ameno canal,con flechas de Cupido rociadascon arrobado fulgor...Uy, qué hechizos, qué estremecimiento,profusión de candidez bullendoen el tarro coloquial,a pique de reventar el cuencocrepitante de miel, y de repentefulminar al personal,montando orgíasde fuegos artificiales –quizá virginales o báquicos(no soñarás o desearás, no hurtarás...)–;por la angosta vereda que,en mitad del lóbrego diluvio,el indigente viajero va.Y entre dos luces se oía el leveson de un piano lejano...«Todos los días paso por tu calle a ver si te veo.Me gustas mucho...Carmen, Carmen, Carmen,voy a tener que emborracharme,porque si no nunca voy a hablarte»...Y ella, al momento, cantandoresponde, yo soy Carmen.

Desde la orilla

La piscina zarandea el agua airosadespertando los instintos del nadador,él replica autárquico y retadorcon un abrimiento de boca gansa.

Su fantasía vuela alrededordel recinto en busca de dulce fruta,la gran manzana que ella tanto chupade Tántalo y muerde cual monitor.

Descubre ella ardiente desde la orillala erótica convulsión de los cuerposesbeltos, tersos partiéndose los pechos,

mientras miro el rostro rosa que brillaen ella, encendido por una cerilla,y el cigarro, embebida en la lectura

del libro «Seda», que lo enciende y apura.Mas en primavera el sañudo Orestesvengó el talento secando las nubes.

Max Ernst

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Mayo 2009 POESÍA

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Me voy andando(Ensayo de epitafio)

Me voy andando de esta vida sorprendido del pocoequipaje necesario para andar, y sospechando que aúnmenos es suficiente.

Me voy andando porque ya no tengo prisas, sé sin la másmínima duda que todo esto es regalado.

Me voy andando dejando en el camino un buen puñadode amistades y el peso de unos pocos enemigos que noconseguí que dejaran de serlo.

Me voy algo cansado porque como a vosotros, nadie meenseñó las reglas de este juego, nadie me enseñó a vivirni a morir sin miedo, y a sobrevivir aprendí, comotantos, solo.

Me voy agradecido: guardo en la memoria personasmuertas que creo merecían más que yo el regalo de lavida: son los caminos insondables del azar.

Me voy andando tras haber sembrado más quecosechado, nunca me gustaron las deudas.

Me voy andando seguro del retorno, de que mis cenizasestarán en el aire que respirareis y el vino que beberéis,en el sonido de vuestras risas y la sal de vuestras lágrimas.

Me voy andando convencido de que sólo el miedo de unego fantasma puede provocar miedo al no retorno,porque sólo caminar es el camino y es camino suficiente.

Me voy andando después de haber apenas tocado elpensamiento paradójico, saboreando la ideaaparentemente contradictoria que lo explica todo:sabiendo que vida y muerte son un mismo hechoconstante, no un conflicto por resolver.

Me voy andando sabiendo que una parte del caminoseguirá abierta mientras respire el más joven de misamigos o hasta que se destruya el último de mis escritos.

Me voy andando porque, ya veis, tantas vueltas, tantosgolpes, tantas lecciones, y aún no he aprendido a volar.

El reloj se ha parado

¿Quién quemó el olivo milenario del huerto, padre,ese que me contabas que ya era muy viejocuando el abuelo de tu abuelo era un niño como yo?

¿Qué son esos agujeros en los campos de trigo,ese olor tan raro que pica la garganta,esos ruidos de cada noche?

Ya pasó la tromenta, ¿Por qué no me llevas a laescuela?¿Por qué lloran escondidas en la cocina madre y laabuela?Hace días que no veo a mi hermano, ¿Dónde está?¿Por qué tú también estás triste?

. . . . . . . . .

Hoy, Ibrahim, vuelve a llover fuegosobre nuestra tierra.Ya no hay un hueco para tu inocenciaentre tanto dolor:La escuela es sólo escombrosy la tumba de quince amigos tuyos.Tu hermano nunca volverá.Tus compañeros de escuela, tampoco.Nadie puede consolar a tu abuelani aliviar el dolor de tu madre.

Antonio Vidal - Nekovidal

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POESÍA Mayo 2009

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María Tremiño

A estas alturas

Hoy sé que hay muchos modosde jugar esta vida

el mío es uno de ellosno diré si mejor o peor…

pues no es mi juego.

Uno más entre milesde seres que se habitan

que se llenan, se rompeno dormitan…

Lo que sí te diréque a estas alturas

yo que aprendí a pedir perdónen camiseta

que dejé versos, semillasy promesas

que anduve reparando doloresallá, donde los hice

que regalé sonrisasa cambio de la espera

que he dejado mi llantomi risa, mis miedos

y mi prisaallá, donde unos brazos se me abrieranque he compartido sueños

y ternurasque soy en plenitud

sin arma, armada…que regreso de un viento

con arenay aún creo que habrá sol

por la mañana…que amé

y he sido amadaque sé decir quien soy

y lo que quieroque hablo con las planta

con la gata…que me espero en mi paz

la paz que esperoque tengo quien me ama

y a quien quiero…

A estas alturas

que sé quien de verdadme aguarda

en el sosiego

me mira con dulzurame escucha

con casi más pasiónde la que entrego

me sabe como soyy así me quiere.

A estas alturas

ya no puedo cederni un triste resto más

de mi persona.

No pido que lo entiendasSólo puedo embarcarme

allá donde me soy.Sólo voy a gastarmedonde este modo mío

de jugarme la vidano digo que el peor o que el mejor

tan sólo el que, segura,más me gusta…

se me permitapor quienes osen llamarse

mis Amigas.

Clovis Trouille

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Mayo 2009 POESÍA

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La Risa

Ríe la ciudad sobre el asfalto,sus edificios nuevos, hormigón y cristal diseñado,traslucen una sonrisa cómplice;ríen por supuesto las piedras viejasy los raíles de los trenes oxidados,y los rieles del mercado que saben a sangrey suenan a pescado.Ríen los atascos, que ya es reír,sus hombres y mujeres atascados,y carcajean las ambulancias y las sirenasy los coches rotulados…Se mofa la urbe en su nube de diesel,en su ruido chistoso y abrumado.Ríe el hombre, y la mujer también ríe en paridad,se alborozan las niñas, los jóvenes y jubilados.Las nubes se descojonan limpiando las acerascon su llanto de risa,sale el sol con sonrisa de oreja a oreja,y febrero agotado relampaguea en los tejadosy en los árboles del parquey en las calvas simpáticas del barrio acharado.Hoy la risa se descoyunta en la cabezadel fusilado de la historia y la memoria,los papeles rezuman tinta escupidapor el gran censor,procesadores de angustias y sonrisasbarnizadas de monalisa;acopiadores del crédito de sí mismos congelado,lictores del código de conductay otros derechos de cartón…Pero hoy es casi primaveray la risa quiere rebelarse por doquieray su buen humor no puede por menosque dar sentido a las cosas,su luz alumbra los felpudos del poder, donde urden y urden los agelastros,Rabelais ya lo dijo, esos agelastros* que no saben reir,afectados de circunspecta seriedad,con el alma de acero,guardianes de la ortodoxia y el new order globalizado.Esos que carecen del sentido del humorporque son incapaces de distanciarse de sí mismos,que no disfrutan la risa trasgresora que libera,que limpia el cristal,que hace hilarante la perspectiva;un privilegio compartido entre carcajadas…La liberación de la mente enamorada.

* agelastos: (neologismo de Rabelais) para referirsea los que no saben reír.

Franjamares

Un guiño a la vida

…creces y naces y al abrir los ojos te suspendesy aprendes a seguir suspendiendo y aprendiendodía tras día…

Un guiño a la vida dulce y extrañaque se abre y sucede entre sueños, sorbos y sinos.Un guiño al miedo que te encoje,que te sopla a la oreja su saeta fría.Un guiño al apetito de los niños que no es codicia,al de los púberes que es médula de fuego,al de los hombres que está nevado y arde,a las de las mujeres que es licuada nieve

y sangre de lava… Un guiño al hombre que convive con los hombresy que no sólo habita frente a ellos.Un guiño del ojo izquierdo a la diestra madura,un guiño del derecho a la zurda empedernida ya los diez mil dedos que crecen en sus palmas

y esquinas.Un guiño al amor de una palabra en su salsa,al amor de un pensamiento de amor,al amor de una flor en su tallo,al del viento brillante y al del sol vibrando.Un guiño con los dos ojos a los tragos

hasta el estómago,a los ratos de zozobra, a los lapsos de reflexión…… y a los momentos de sosiego,y a los instantes de plenitud,y a las micras de felicidad…y a los segundos de orgasmo.Un guiño, sí, a los rayos de sol marcando el día.Y otro guiño con los ojos abiertosal paso de la luz en las tardes oscuras,al descenso de la lluvia que no te deja parpadear…y a ver crecer a los niños, los adultosy los árboles que deslindan la avenida…

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POESÍA Mayo 2009

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Begoña Ramírez

Parece que somos verbos

Todo permanecerácuando me hayamarchado.La quietud de los árboles,el trinar de los pájaros,las sábanas permaneceránpuestas cuando me hayamarchado y allí quietosquedarán el armarioy las mesitas y elperfume en el airede tu presencia y la mía.Suspendida, sin rastroevidente quedará nuestraausencia dando a todo significadomarcando la acción invisibles,como si fuéramos verbos.

Búsqueda

Las ramas de los árbolesquieren romperse a golpe de viento,renacer en un brote caprichosoal abrigo de la primavera remota,desafiando el otoño.Somos todos lo mismo,cambia el envoltorio,el capricho adaptativo,la realidad impuesta.Realidades diversas, de sal y de agua,de oro o plata, de luz o de sombra,realidad de amor o de odio;realidad de vida, realidad de muerte,de esperanza u olvido;realidad que cambia o inamovible.La búsqueda culminaen la belleza del atardecer,no hay derrota puesto que el tiempoforma parte de una realidad asumidaque escapa en cuanto lo cuestionamos y nos deja libres de su cepo.Somos todos lo mismo,viajeros incansables al abrigo del tiempo,buscadores de tesoros,aprendices inconstantes,atrapados sin remedioen el espejismo de la realidad.

Palabras sin Palabras

Te adivino sin palabras,imprevisto y taciturno,como los atardeceres de otoño.Te adivino en el gesto,en la mirada huérfanabuscando huidiza el encuentro.Te adivino en tu silencioajeno a las palabrasensimismado en su lejanía,ahogado en el deseo.Te adivino anticipandotu latido incierto,más allá de ti mismo,allí donde la certezacruza la invisible frontera.Te adivino y me adivinas sin palabras,sin quererlo ni buscarlo,presos de la incertidumbre,navegando entre lo inexplicable,sabiéndonos sin saber,allí donde la contradicciónhabita sin tapujos.

La suerte

La he visto pasar enganchadaa una gota de agua, en las primeraslluvias del otoño.También en el rostro de un incautoenamoradode la dicha del amor.En el arrugado rostro del pasarde los añosY en la tersura invencible del neonato.Navega sin rumbo, presa de una locuraque llaman transitoria,pero que ya transita demasiado tiempo.La he visto pasar, síy a veces sin su permisome he enganchado a ella.

Egon Schiele

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Mayo 2009 POESÍA

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Primer premio absoluto: Juan José Vélez Otero

II Certamen de Poesía “Amigos de La Herradura”

Piso de costa

Si alguna vez has estado triste sin motivo,es que has estado toda tu vida sin saberlo.

E. Ciorán

En esta habitación yo soy el dueñode mi noche, mi frío y mi tristeza,del tabaco que fumo y de mis libros,de los discos que oigo y de estos cuadros.

Un paisaje que cuelga en las paredesapagadas de luz, tenue nostalgia,naturalezas muertas y jarronesinmóviles y blancos como el tiempo.

Pongo otra copa dulce aquí en mi mesay rompo el vidrio azul de los recuerdos.Desamparado al fin nada persigo.

Tan sólo este silencio y estas gotaspausadas del reloj. En la vitrinauna foto que mira a mi vacío.

He llegado hasta aquí como la nievellega a los montes gélidos y brunos,como llegan, amor, las avefríasa los lucios y anidan en silencio.

He llegado a este piso de la costapara vivir en paz con el fracaso,para escuchar detrás de las ventanasel mar latir y así quedarme eterno.

Quieto en este recinto del olvidooyendo el mar y el viento del otoño,las hojas que recorren estas calles.

Es cierto que en tu piel dejé un veranolas ascuas de la luz y la tibiezaque tuviera otros días.

Se hace invierno.

Ladran los perros lejos. En la nochesobre el jardín un canto de silencio,una encendida voz de estrellas fríasen lucha contra el tiempo y el olvido.

En la noche un paisaje de sonidoslejanos desde aquí, desde esta casa,desde esta isla en paz que habito y vivoolvidado del mundo y sus sirenas.

Sentado ante el papel me reconciliocon la ceniza, el sueño y la memoria;los aulladeros quietos del vacío.

Ladran los perros lejos y pareceque ha acabado el mundo y que los pájarosensucian las trompetas de la aurora.

Todos se fueron ya porque es otoñoy apagaron la luz de los pasillos,dejaron un silencio como nieblaen el jardín sin signos de verano.

La luna es grande y blanca en la ventana,la luna es la farola de esta nochede lunes, larga, casi un ríode sueño y de infinito, casi muerte.

Aquí se oye el mar como un silencioque no quisiera ser, como las hojasde un viento que remueva la memoria.

Se oye el mar a lo lejos de esta casa,la única con la luz en la ventanaque da a los barcos solos y vacíos.

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POESÍA Mayo 2009

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Primer y segundo premios, modalidad “Local”

II Certamen de Poesía “Amigos de La Herradura”

Negro bajo las uñasTe mira con ojos tristespero siempre sinceroscualquier rincón de la acerabueno es a su sombrero.

Espera caer tu monedalo agradece con su gestovuelve a bajar la miradaque se remite en el momento.

Nunca supo llorarni tampoco por qué hacerloél que nunca tuvo nadajamás conoció el miedo.

Sus pasos son sin destinola mirada hacia el frenteda igual cuál sea el caminoen eso nos gana a la gente.

Otro pueblo, eso da igualnueva calle nuevo retosiempre habrá un lugarpara quien no pasa el tiempo.

Cuando habla, no escuchamosesas palabras que salenqué nos importa a nosotrossi son de la boca de un vago.

Jamás conoció banderasni a quién tener que votarpara él no existen fronterasvive la vida sin más.

Cielo limpio de estrellastecho grandioso, infinitoen su cama de cartónduerme feliz el mendigo.

Es una suave lluvialo que humedece sus huesosun mojado despertarque ya secará el viento.

Pienso que muchos por élnos quisiéramos cambiara nadie nada debery tener mucho que dar.

Hoy su esquina está vacíade nuevo emprendió el caminodescansa en la noche, anda de díaqué habrá sido del mendigo.

Ha pasado mucho tiempoy nada se sabe de éldicen que se fue al cieloque Dios le quería ver.

El sol sale para todosy el agua nos moja igualno por mucho más tesorosgozas de más libertad.

Dar comida a un mendigono es sólo de ser cristianola vida es una hoja al vientoy te puede cambiar de lado.

RecuerdosEn el silencio de la nocheel murmullo incesante del marva entrando sigilosamentey cavándose hasta el infinitoen el tímpano inerme,hasta confundirse con el sueñoque se va mezclando imberbeentre recuerdos de un pasadocon olor a sábanas blancasy sonrisas de marfil impolutoque los niños soltábamos sin miedo.

Recuerdos de una playa inmensacon saludos de olas interminablesde arena pegada a la pielque absorbía el tiempo sin pacienciay te liberaban de ellaen un zambullir de espuma fielde agua cristalina y bella.

Recuerdos de una cueva de palomasque deja volar la imaginacióny en Cantarriján y Calaizaque es donde duerme el sol,han dejado sin razónde este pequeño gran puertoa almas con corazón.

Bahía de historia cervantinay de ocasos de coloresque llena de besos el cieloy de poesía los rincones.

Recuerdos de unos años inquietantescon momentos de angustia y felicidad,de partidos de fútbolentre sacos gigantes de amistad,de goles con sabor a sal,de veranos que duraban sólo unos días,de inviernos con su llave de cristalque retumbaban las ventanascon relámpagos sobre el mar.

Recuerdos,representación teatralde una vida en La Herraduraque nadie volverá a interpretar.

José Barbero Jiménez Fernando Ávila

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Mayo 2009 TEATRO

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EEEEEL L L L L TTTTTELEELEELEELEELEVVVVVISOISOISOISOISORRRRR(OBRITA EN UN ACTO MIRANDO AL VACÍO.

DIVERTIMENTO FAMILIAR)

- ALUMNA.- Mis padres desearían, si usted cree que esoes posible en tan poco tiempo, que obtenga el doctorado total.

- PROFESOR.- ¿El doctorado total?... Es usted muyvaliente, señorita, y le felicito sinceramente. Procuraremos,señorita, hacer todo lo que podamos. Por otra parte, ustedsabe ya mucho, a pesar de ser tan joven.

(Eugéne Ionesco, La lección)

En un lateral hay una mesa de camilla con los serviciospreparados para la cena. En el centro del proscenio vemos,sentados en un sofá de cuerpo bajo y mirando al público congran interés, a tres de los cuatro miembros de la familia,relajados y en sus correspondientes, si características, posturas:EL PADRE, que aparenta tener unos cincuenta años, en elcentro, flanqueado por LA MADRE, aproximadamente dela misma edad del padre, aunque más ajada, a su derecha,y a su izquierda EL HIJO MAYOR, frisando la treintena.Llegando desde bastidores escuchamos la voz del HIJOMENOR. El ámbito de la escena se halla en absoluto silencio.

- EL HIJO MENOR: ¿Queréis hacer el favor de bajarel volumen de la televisión? ¡Así no hay quien estudie!¿Cómo voy a aprobar después?

- LA MADRE: Te he dicho mil veces que te vayas aestudiar a la habitación del fondo. Hasta allí no llega elruido del televisor. Ya sabes que este programa no nos loperdemos nunca… Ni por todo el oro del mundo. Yademás, tu padre no oye bien desde lo del accidente. (Gestocondescendiente del PADRE. EL HIJO MAYOR niparpadea)

- EL HIJO MENOR: ¿Cómo me voy a ir a estudiar ala habitación del fondo si allí no hay estufa y hace un fríoque pela?

- LA MADRE: ¿Y es que aquí tenemos estufa?¿Cuándo has visto tú una estufa en esta casa? Aquí cadacual se calienta como mejor puede. Lo sabes prácticamentedesde que naciste.

(EL HIJO MAYOR pide silencio llevándose de lado eldedo índice a la boca. Nuevo gesto condescendiente delPADRE, que parece hallarse bajo los efectos del alcohol. Dehecho, junto a él, hay tiradas por el suelo varias latas decerveza vacías)

- EL HIJO MAYOR: (Con gran excitación) ¡Ahora!¡Ahora! ¡Vamos! ¡No, no, a la izquierda, a la izquierda,gilipollas!

- EL PADRE: (Sin mucha convicción y con vozdestartalada) Niño, habla bien y tráeme otra cerveza quetengo la garganta como una lija del seis… (EL HIJOMAYOR ni se inmuta)

- EL HIJO MENOR: (Desde dentro) ¿Sabéis lo que osdigo? Que ya no estudio más. ¡Estoy harto, harto! ¡Hartode todos vosotros, de vuestros programas cinegéticos, deltelevisor, de la habitación del fondo, del frío y de la sorderade mi padre!

- LA MADRE: Pero… ¿cómo te atreves a hablar asíde tu padre y de nosotros? ¡Un respeto, si quieres hoyacostarte como dios manda!

- EL HIJO MAYOR: Ci-ne-gé-ti-cos. Mira qué bienredicho es el… es-tu-dian-te.

- EL PADRE: (Aguantando la risa, aunque sin moverun solo músculo de su cuerpo) Niño… menos coña. Ytráeme la cerveza de una puta vez.

- EL HIJO MAYOR: (Sigue sin inmutarse) Hablóquien pudo.

- EL HIJO MENOR: (Saliendo por el lateral derechoespectador. Sorprende su aspecto desastrado. Lleva puesto tansólo unas raídas zapatillas de paño y un algo más que unviejo albornoz. Su edad sobrepasa con creces los setenta años):Habló también quien pudo de respeto. (A la MADRE)¿Como dios manda? ¿Qué manda dios? ¿Qué yo no puedaestudiar tranquilamente o que me muera de frío? ¿Hablasde respeto? ¿Lo tenéis vosotros conmigo? Mañana, el es-tu-dian-te se examina de Conocimiento del Medio y asíno hay forma. Con este ruido tan infernal, ¿quién se va aaprender de memoria la clasificación de los insectos ymenos aún la de las rocas? (Recita la retahila como para símismo) (Clasificación de las angiospermas: dicotidelóneasy monocotiledóneas. Las dicotiledóneas se clasifican enapétalas, dialipétalas y… -dudando- gamopétalas. Lasapétalas se clasifican en…) ¿Veis? ¡No me sale! ¡No mesale!

- EL PADRE: (Inasequible al desaliento desde el sofá)¿No te sale el qué? ¿El que las apétalas a su vez se clasifican

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TEATRO Mayo 2009

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en fagáceas, como el alcornoque, la encina y el roble, y enmoráceas, como el moral y la higuera?

- EL HIJO: (Continuando de inmediato la clasificación)¿O que las dialipétalas, que presentan los pétalosseparados, se clasifican en leguminosas, rosáceas,crucíferas, umbelíferas, vitáceas y rutáceas.

- EL PADRE: (Animado, a LA MADRE) Anda, mamá,remata tú la jugada.

- LA MADRE: No sé. No lo veo oportuno. El niño sepuede molestar.

- EL PADRE: (Incorporándose muy levemente un punto)¿Por qué? Le vendrá incluso bien. Ataca con lasgamopétalas, que entre éste (dirigiendo la mirada al HIJOMAYOR) y yo completamos con las monocotiledóneas.

(EL HIJO MENOR permanece estupefacto, como unaimagen congelada en el punto en el que se encontraba cuandoterminó su último parlamento)

- LA MADRE: No sé. No sé…- EL PADRE: (Imperativo) Mamá…

(Al HIJO MAYOR) ¿¡Y esa cerveza!?- LA MADRE: Vale. De acuerdo. (Se levanta del sofá y

se acerca, maternal, a un metro de distancia del HIJOMENOR que sigue extático en la misma postura) Hijo mío,(solemne) has de saber que las gamopétalas, que alcontrario de las dialipétalas, llevan los pétalos soldados,se clasifican de la siguiente manera: solanáceas, como lapatata, el tomate, el pimiento y la berenjena, que tanto tegusta frita (EL PADRE y EL HIJO MAYOR se retuercen derisa en el sofá); las labiadas, como el romero, el tomillo, lasalvia y la menta, que te tomas en infusión cuando teduele la garganta de tanto gritar desde el cuarto de allado (EL PADRE y EL HIJO MAYOR arrecian en sus risas.Notamos cómo la madre se va animando); las cucurbitáceas,como el melón, la sandía, el pepino y la calabaza, que tevan a dar en Conocimiento del Medio si no reconoces laimportancia que tienen las angiospermas para nuestra viday para tu examen. (Los dos del sofá no pueden más); y,finalmente, las compuestas, como la margarita, la lechuga,el girasol y el cardo, sea borriquero o no.

(Sin dejar de reírse EL PADRE y EL HIJO MAYORclaman al unísono): ¡Bravo! (Tras hacerles a todos unairónica reverencia, LA MADRE vuelve a sentarse en el sofá)

- EL PADRE: Y ahora, el remate de la solanácea, digodel tomate. (Risas de LA MADRE y EL HIJO MAYOR)(Al HIJO MAYOR) ¿Preparado? (EL HIJO MAYOR asientecon un movimiento cómplice de su convulsa cabeza) Listos…¡Ya!

- EL PADRE y EL HIJO MAYOR: (Al unísono): Enlo que respecta a las monocotiledóneas, éstas se clasificande la consecuente guisa en: gramíneas, palmáceas,orquidiáceas, liliáceas y musáceas.

- EL PADRE: ¿Te has enterado, musáceo banano?

(Risas del HIJO MAYOR) (Repitiendo la pregunta alHIJO MENOR) ¡Qué si te has enterado, musáceo banano!(Al HIJO MAYOR) Y tú, tráeme esa cerveza si no quieresque recite de corrido las funciones vitales en los animalespluricelulares.

(El HIJO MAYOR asiente por fin y, sin dejar de reírse,se levanta del sofá para ir a buscar la cerveza por el mismolateral por el que entró el HIJO MENOR. LA MADRE haadoptado en el sofá idéntica postura a la que mantenía alprincipio)

- EL HIJO MENOR: (Reaccionando muy lentamente)Y… Y… vosotros… ¿cómo sabéis todo eso? ¿Dónde lohabéis… aprendido?

- EL PADRE: (Repantigado en el sofá) ¿Qué cómo ydónde lo hemos aprendido? ¡Vaya pregunta más estúpida!Cómo y dónde lo hemos aprendido… ¡Cómo y dóndelo vamos a aprender, pedazo de cucurbitáceo! ¡Ahí!(Señalando al televisor invisible, es decir, al patio de butacas)

- EL HIJO MENOR: ¿A…hí?- EL PADRE: Sí, ahí, listillo. Ése, ahí donde lo ves,

sabe más que tú y yo juntos, y más todavía que tu profesordel Conocimiento del Miedo ese.

- EL HIJO MAYOR: (Corrigiéndolo) Profesora, y esConocimiento del Medio, no del «Miedo ese».

- EL PADRE: Profesora o Medio me es inverosímil.Ése (al televisor-patio de butacas) es el que sabe de verdad.(A bastidores) ¡¿Y la cerveza?!

- EL HIJO MENOR: Ignoro si ése (al televisor-patiode butacas) sabrá de verdad o de mentira. Pero lo que amí sí me consta ahora es que aquí se está mejor que(dirigiendo su mirada hacia el lateral por donde entró) enesa habitación, donde sólo hace frío y se oyen ruidosextraños, a veces incluso voces.

- EL PADRE: ¿Voces?- EL HIJO MENOR: Voces, sí, voces.- EL PADRE: (Interesado, aunque sin dejar de mirar al

televisor-patio de butacas) ¿Y qué te dicen esas voces?- EL HIJO MENOR: Nada en concreto. Unas veces

hablan de sonidos y de lenguas neoespañolas. Y otrasresuelven operaciones aritméticas del tipo cuántos son,por ejemplo, tres mil setecientos cincuenta y cincomillones novecientos noventa y ocho mil doscientoscincuenta y uno, multiplicados por cinco mil cientosesenta y dos millones trescientos tres mil quinientos ocho.

- LA MADRE: (Como en trance) Diecinueve trillonestrescientos noventa mil millones dos mil ochocientos

cuarenta y cuatro mil doscientos diecinueve millonesciento sesenta y cuatro mil quinientos ocho.

(En el momento en que LA MADRE desgrana suparlamento, EL HIJO MAYOR entra en escena y cuandooye el recitado de la retahíla aritmética se para en secomanteniendo en alto la lata de cerveza que lleva en sumano der echa)

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Mayo 2009 TEATRO

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- EL PADRE: (Recogiendo la cerveza de manos delHIJO MAYOR, que vuelve a sentarse en el mismo lugarque anteriormente ocupaba en el sofá) Voces…Voces… No te irá a pasar lo que al profesor chifladodel tercero izquierda, que, según dicen, empezó oyendovoces y acabó asesinando a cinco alumnas suyas, conla complicidad de María, su sirvienta…

- LA MADRE: (Volviendo de su ensimismamiento. Entono admonitorio) Papá… ¿Cómo te atreves a compararlocon el profesor del tercero? Ese estaba loco de remate y tuhijo menor está muy, pero que muy cuerdo; vamos, máscuerdo que tú, que yo, que éste (señalando al HIJOMAYOR) y que ése (al televisor) juntos.

- EL PADRE: Ya salió la madre-materna protectora.Digo yo que muy bien no estará cuando él dice que oyevoces y otros ruidos extraños. (Toma un larguíííísimo tragode cerveza)

- EL HIJO MAYOR: (Terciando) Hablando de ruidos,todo esto me suena ya a historia repetida, a más de lomismo. (Mira al televisor-patio de butacas) Y para colmode los colmos, acaba de terminar el programa. ¿Ahoraqué hacemos?

- LA MADRE: No te preocupes, hijo. Después de losanuncios va a empezar otro programa, y después otro, yotro, y otro más adelante, y así…

- EL PADRE: … hasta la consumación de los tiempos.- EL HIJO MAYOR: Aaamén. (Se ríe, pero nadie lo

secunda, así que opta por cambiar de expresión y sentarse enel sofá, a la izquierda nuevamente del padre)

- EL HIJO MENOR: (Sin saber qué hacer y sin muchaconvicción) Bueno, yo creo que me voy a retirar a lahabitación de estudio. Todavía me quedan los insectos ylos minerales y…

- EL PADRE: (Rotundo) …y las angiospermas. (ELHIJO MAYOR reprime la risa y LA MADRE mira al HIJOMENOR más maternal que nunca). Así que ya estástardando y no se te ocurra volver a interrumpirnos.

- LA MADRE: (En el mismo tono admonitorio de antes)Papá… (Al HIJO MENOR) Hijo, ¿por qué no te quedascon nosotros a ver el próximo programa? Creo que esuno que va de naturaleza salvaje. (Al HIJO MAYOR, queasiente) ¿No es así? Ya sabes: los fundamentosantropológicos de la reciprocidad, las fuerzas físicas ybiológicas de la naturaleza, «el caos de los orígenes», lasestructuras elementales del parentesco, (va perdiendo fuelle)la reciprocidad binaria y la reciprocidad ternaria, lacadena…, el ciclo…, y todas esas cosas que tú conocesmejor que nadie. Seguro que en algún momento hastahablan de las angiospermas.

- EL HIJO MAYOR: (Haciéndose el gracioso) ¿Conperiantio o sin periantio? (Nadie le hace caso)

- EL HIJO MENOR: (Dubitativo) No sé… (A LAMADRE) ¿Tú crees que dirán algo de las angiospermas?Yo no lo tengo muy claro. ¿Y de los minerales? A lomejor tampoco hacen la más mínima referencia a losinsectos.

- EL PADRE: (En tono solemne) Hijo mío, en lavida salvaje todo cabe, con pareado o sin él. Lainteracción entre biocenosis y biotopo, el ecosistema,el hábitat… Todo, todo, como ocurre aquí en casa, entretodos nosotros y también (señalando al televisor-patiode butacas) con lo que ves ahí enfrente, que no tienesexo y sin embargo posee todos los sexos a la vez.

- EL HIJO MENOR: (Movido por la curiosidad, seacerca al proscenio y se pone a mirar en diferentes direcciones,arriba y abajo, a izquierda y derecha, y de frente, comointentando encontrar un punto de luz que le aclare laparadoja que acaba de proferir el padre) Yo… no veo nada.Se siente, sí, como una especie de vacío. Exactamentealgo que está vacío por dentro y vacío por fuera. Todovacío.

- EL PADRE: Por supuesto. Tú lo acabas de decir conla misma precisión del vacío. Hay… nada. ¿Qué mejorque la nada para una familia como la nuestra que quieremantenerse unida a toda costa? Acércate, hijo, hazle casoa tu madre, siéntate con nosotros y disfruta del vacío. Alo mejor tenemos suerte y en menos de lo que canta ungallo…

- EL HIJO MAYOR: (Jocoso)… o barrita un elefante…- EL PADRE: (Fulminando con la mirada al HIJO

MAYOR)… se produce…- TODOS (al unísono, menos EL HIJO MENOR): …

la consumación de los tiempos.

(EL HIJO MENOR permanece indeciso. Miraalternativamente hacia el invisible televisor-patio de butacasy hacia los miembros de su familia que desde el sofá le hacenexpresivos gestos para que se acerque y se siente junto a ellos.Duda un punto más, pero acaba acercándose y sentando ala derecha de LA MADRE, quien lo acoge dulcemente en suregazo. Terminada la tanda de anuncios, parece que va adar comienzo el tan ansiado programa sobre la vida salvaje:los fundamentos antropológicos de la reciprocidad, las fuerzasfísicas y biológicas de la naturaleza, «el caos de los orígenes»…y, por supuesto, las angiospermas. TODOS permanecenexpectantes mientras baja el TELÓN)

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TEATRO Mayo 2009

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PALABRAS SECUESTRADASAntonio Vidal - Nekovidal

El Miedo, tan cobardecomo arrogante y astuto,lideraba la horda de pala-bras violentas y enajena-das que iban arrasando,una tras otra, todas las al-deas habitadas por los di-ferentes idiomas que has-ta entonces habían convi-vido en armonía.

Tomad la lista, que noescape ni una: Ilusión, Li-bertad, Curiosidad,Empatía, Amistad, Con-vivencia . . . y, sobre todo,que no escape el cabecilla,un tal Amor. Los quiero atodos muertos y olvidadoso prisioneros antes de queacabe el día.

Miedo observaba des-de lo alto de una colinacomo eran arrasadas unaa una las aldeas, como ar-dían las innumerables ca-sas de las palabras, mien-tras comentaba indiferente a Envidia, una de sus aman-tes, lo grandioso de su obra, el bien que hacían poniendoorden en esas palabras rebeldes que durante siglos se ha-bían negado a servir al poder instituido por Miedo, buenhijo de Hipocresía y nieto de Debilidad, pero incapaz deatraer a Consecuencia y a Igualdad, sus amores platóni-cos secretos, a las que tanto hubiera deseado poseer.

Envidia disfrutaba viendo la destrucción de cuantonunca alcanzaría a tener ni compartir. Soberbia sonreía,imaginando el sufrimiento de Libertad y Modestia, sussiempre odiadas enemigas. A Cobardía le brillaban losojos observando la enorme llanura donde, al morir cadapalabra, se elevaban al cielo las letras que la componíansimulando volutas de humo.

Desde su cueva, el Silencio Creador, notaba el palpi-tar de su hermano gemelo y vecino, el Silencio Destruc-tor, fiel servidor del Miedo. Sabía que algo grave estabasucediendo.

La abuela Magia no pudo resistir tanto dolor, murióobservando como Integrismo, Fanatismo e Ignorancia sa-queaban sus baúles y pretendían con ello robar su sabi-duría. Sólo la consoló, en su último momento, ver a sunieta Ciencia ponerse a salvo con su madre Razón, hu-yendo ambas a lomos de Pensamiento, el caballo de Abs-

tracción, su otra abuela.Tras el ataque, dirigido

personalmente por la hijamayor de Miedo, la insacia-ble y estúpida Ira, vino elreparto del botín:

Libertad, Ilusión y Cu-riosidad fueron, junto contantas otras palabras hastaentonces libres, cargadas decadenas y desde entonces,secuestradas y esclavas,arrastran una triste existen-cia entre sus captores. Algu-na ya comienza a padecer elsíndrome de Estocolmo.

Otras fueron llevadas alos burdeles administradospor Egoísmo, un hijo bas-tardo de Miedo. Allí acaba-ron Poesía, Política y De-mocracia entre otras y allíel ingenuo e inocente Paraí-so acabó transformándoseen paraíso fiscal.

Lógica, Alegría y Anar-quía, en compañía de Placer, Solidaridad, Sexo y Hedo-nismo entre otras, huyeron al monte, resistiéndose alnuevo orden, y desde entonces fueron llamadas bandole-ras, criminales y proscritas indeseables. Allí se reunierondías después con otro fugitivo, Amor, y su inseparableamigo Respeto. Aún siguen su lucha.

Mientras, desde la más alta de las colinas que rodea-ban los reinos de las palabras, el imprevisible y siemprebienhumorado abuelo Azar sonreía enigmáticamente.

De la violación de la hermosa Empatía por Miedo,creía éste que habría de nacer su heredero, una princesa ala que pensaba llamar Tiranía. Nunca llegó a sospecharque el fruto que Empatía llevaba en su vientre desde díasantes era una niña hija del compañero de Empatía, elrebelde, sabio y tierno Amor.

Miedo sintió miedo de no conceder a Empatía, quehabría de criar a la que creía su heredera, su única peti-ción: poder elegir el nombre de su hija y, tras sopesar lospros y los contras, lo consintió.

Empatía llamó a su recién nacida hija, que algún díahabría de gobernar sobre todos los reinos del Miedo, comohabía acordado llamarla con Amor, su eterno compañerode juegos y padre de la niña: la llamó Esperanza.

Nekovidal

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Mayo 2009 NARRATIVA

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Ya son diez años encerrado entre estas cuatro paredes queal principio se cerraban ante mí y me engullían y no medejaban respirar. Los primeros días fueron los peores,cuando oía el chasquido de la cerradura tras de mí y medejaba caer en la cama exhausto. Entonces miraba a mialrededor y nada tenía color, todo era de un blanquecinoamarillento que me corroía por dentro. Cuando la rabiase hacía insoportable golpeaba mi cabeza contra la paredy no paraba hasta que comenzaba a sangrar por la nariz olos oídos. No paraba hasta que el dolor ya no me dejabacontinuar o venía algún guardia y como en un eco lejanoescuchaba «qué pasa aquí… este hijo de puta está san-grando otra vez… «Habrá que llevarlo a la enfermería».Lo recuerdo todo como en una nebulosa, como si no setratara de mi persona, algo lejano, y muy confuso.

Recuerdo que me fui familiarizando con cada recodode aquellas paredes, conocía al dedillo cada desconchón,cada diminuto palmo; a veces dejaba vagar mi fantasía yde la pared salían imágenes que sólo yo podía ver. Hastaque me fui aficionando a deja volar mis ideas ydeambulaba como un zombi hasta caer rendido en el ca-mastro. A menudo se hacía de noche sin que hubiera te-nido conciencia del transcurso de las horas. Parece increí-ble como nos adaptamos a las situaciones más inverosí-miles, incluso aquellas que estamos convencidos de nopoder soportar.

En medio de todo aquello y sin saber cómo, busquérefugio en el último rincón de mí mismo y allí en la másabsoluta desolación pasaban los días y las noches iguales,como en un tiovivo macabro, sin principio ni fin ni lugarpara la esperanza.

Empecé a idear la forma de acabar con mi desdichadavida, y eso me tuvo entretenido un tiempo. Hasta que undía a una hora indeterminada, pues para mí todas las ho-ras allí eran iguales, me encontré sin saber cómo con unlibro en las manos. Cuando después de examinar deteni-damente sus tapas y jugar con él con total embeleso medecidí a abrirlo, las letras se amontonaban todas agru-pándose en un borrón difuminado de tinta. No, mi vi-sión no fallaba pero mi mente seguía demasiada confusa,atemorizada, bloqueada.

Comencé a leer repitiendo quedamente las letras, comoun niño que acaba de aprender y poco a poco me fuienganchando a las historias, los paisajes… De pronto meencontraba en Londres, en los años 20 o en la Rusia im-

perial o en el parís ocupado por los nazis o en cualquierotro lugar.

La lectura se convirtió en una adicción que me libera-ba. Libre por fin otra vez. Con infinita paciencia y pormero instinto de supervivencia fui limando hora tras horacada barrote impreso en mi mente y dejaba que volara miimaginación tan lejos como pudiera llegar, tanto que aveces me costaba regresar de nuevo. Un día recuerdo quevi de pronto delante de mí la silueta de uno de los guar-dias que movía los labios enfadado, pero yo no oía lo queme decía; hasta que el sonido se hizo patente y escuché:«Llevo más de diez minutos gritándote desgraciado estássordo o qué… Tienes que empezar a trabajar en algúntaller».

El funcionario me dejaba entrever de esa manera tanburda que no me quedaba más remedio que colaborar.Allí dentro estaba claro que no eras nada ni nadie…un«tú» cualquiera bastaba para nombrarte. Y eso que yo eraun preso común, como suele decirse, a los especiales lostenían aparte y de vez en cuando llegaba alguna noticiafugaz de que en algún módulo se había producido unaltercado. Siempre desagradables y en la mayoría de loscasos con heridos o lesionados, o algo peor.

Pero nada de eso importaba cuando conseguía abs-traer mi mente y ya no estaba allí ni en ningún lugar, sinoflotando en un espacio indeterminado en el que sólo yotenía la llave para entrar y salir.

De todas las cárceles, las que aprisionan nuestro pen-samiento sin que a veces seamos conscientes, tal vez seanlas que más nos esclavizan.

He visto muchos presos en la calle, deambulando condesenfrenada furia, anquilosados en un esquema fijo depensamiento, sin ojos para ver ni oídos para escuchar, sintacto, ni olfato, ni gusto. Los veo ahora a diario, ahoraque por fin he conquistado también esa otra libertad tan-gible, esa que me permite pasear y contemplar la belleza.

Ya Son DiezAños

Por Begoña Ramírez

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NARRATIVA Mayo 2009

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RRRRREY DE C RAZONESEY DE C RAZONESEY DE C RAZONESEY DE C RAZONESEY DE C RAZONESPor Pilar Redondo

En el estanque de la condesa De Morange están bañán-dose ya los granados. Las araucarias se han idoarremolinando a su alrededor para contemplar desde pri-mera fila las trepidantes caídas libres, las ahogadillas desupervivencia y las piruetas de payaso... ¡algunas tan pa-téticas! de las novatas que hasta hace unos pocos días sejactaban de sus vidas alto privilegiadas en los mejores áti-cos del jardín. El pequeño lago se va patinando de unmarrón-amarillo, que va a dar algo más que hablar y has-ta más que oler, si el jardinero ese que nunca aparece dondehace falta, no le pone remedio desde ya.

El viento se ha disgustado con Manuel, el jardineromaniatado por la condesa en un lazo de tres por uno, quevive obsesionado con ese tira y afloja ante las rebeldías deadolescencia de su afrancesado jardín. Ese morbo de sá-bado noche, cuando la condesa, antes de regresar su ma-rido del club de golf, le ofrece una breve tacita de té,mojado en una sonrisa de cocina con olor a croissant,camareras invisibles y un poso un tanto almizclado, quemezclado con el de su perfume, le produce instantánea-mente un vértigo irracional, un miedo visceral a perder elremanso de su jardín, en el que se ha refugiado desde quemi madre se fue, hace ya más de cinco años, y del que noestá dispuesto a salir por nada de este infiel y solapadomundo.

El viento, cuando se disgusta con Manuel, acumula yno para de acumular corazoncitos verdes por doquier, queya no son para él. Manolillo, como le llamaban por aquelentonces, perdió a la mujer de su única vida una desqui-ciada noche, tras una tormenta de rayos y truenos comolatigazos y una partida de golf que se alargó hasta algomás del amanecer. Una partida entre caballeros, eso sí. Elconde, su cuñado, uno de sus sobrinos y su propio hijo.

Y ahora Manuel, el jardinero de este jardín tan em-baucador, recoge con cara de sable todos los corazonesmuertos de un jardín que no es del conde, ni muchomenos. Ni tan siquiera de la condesa. Este embrujo dejardín pertenece ya tan sólo y a perpetuidad a la tierra.

La tierra que parió a todos sus árboles y los amamantóhasta que pudieron erguirse altos y fuertes. La tierra quelos sujetó firme ante las adversidades. La tierra que rezópor todos ellos durante las tormentas que llegaron desdelos nórdicos deshielos. La tierra, al fin, que suspira porcada hoja que va al suelo, que sufre viendo a sus hijosmedio desnudos a las puertas de los meses de rigor, demanta y abrigo.

Sabe, porque es muy sabia, que esto pasará. Pero intuyeasimismo, que el siguiente andén se les echará encima acasi todos ellos dentro de poco. Casi todos indefensos ysin experiencia alguna en la lucha libre contra las jugarretasde otro invierno más, siempre tan largamente blanco,arisco, silencioso.

No hay opciones. La tierra se vuelve a encoger de hom-bros y deja pasar atropelladamente sus hojas más atracti-vas quizá, las más entrañables, incluso las más fuertes yatrevidas, atrapadas por un viento que no es de por aquí,eso bien lo sabemos todos. Por una lluvia que viaja haciano se sabe dónde, por un destino que volverá a sumir enun mortal letargo a este jardín de mis mejores años deinfancia. De mi primer beso bajo el naranjo. De la siem-pre y por siempre aplazada fuga con mi primer príncipede acero azul.

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Por fin llegaba a mi casadespués de una semana deviaje, que parecía habersido un mes por la inten-sidad de las vivencias.Había estado en el Saharay estaba impaciente pordescubrir el resultado deaquellas fotos que yo hicecon tanto entusiasmo,mientras los demás obser-vaban con bastante hastíoy aburrimiento.

El viaje había surgidode repente. Unos amigosme animaron a descubrirel encanto del desiertosahariano y yo pensé quesi de verdad existía lo tenía que plasmar.

Llevaba muchos años viajando sin cámara y me moles-taban muchas veces las personas que llegaban a convertirla fotografía en su principal objetivo del viaje. Algunasparadas se hacían interminables y otras parecían imposi-bles de disfrutar ante la persistencia de las cámaras.

Para mí sentir el momento era fundamental y al hacerla foto dejaba de sentir por pensar en encuadrar, colocar,recordar, contar... y eso, anulaba la magia del paisaje.

Y esos principios que parecían ya arraigados en mí,fueron dejando lugar a otros que me animaron a com-prar una cámara de fotos. Pensé en la posibilidad de plas-mar la magia de un lugar único por su pureza de ambien-te y en continuo cambio físico por el viento. Quería foto-grafiar el presente más puro que se transforma a cada ins-tante.

Las caras, los paisajes, los objetos, los colores, la belle-za, hasta los sentimientos salen fácilmente en las fotos,pero ¿y la luz que los rodea? Esa luz que envuelve todo yque va más allá de la claridad y del color, era la que yo mehabía propuesto atrapar.

Cuando llegué me cautivó la noche y el intercambiocon el día. La salida y puesta de sol es un gran regalodiario que se puede disfrutar desde cualquier lugar de laTierra. Ese momento mágico en el que el sol nos deslum-bra con sus colores, allí adquiría una especial belleza alirradiarse sobre la arena. Los colores iban transformandotodo y la luz nos hacía suya.

Una idea surgió en mi cabeza y era la de retener elmomento que nos transportaba fuera del tiempo y del

espacio, donde dejá-bamos de ser yo paraintegrarnos en eltodo.

Precipitadamentesaqué la cámara, la co-necté al ordenador,visualicé las imágenesy... ¡un desastre! No sési era por la máquinao por mí, pero la ver-dad es que las fotoseran mediocres y porsupuesto no habíaconseguido fotogra-fiar la luz que envuel-ve cada instante ni

nada que se le pareciera.A pesar de mi gran desilusión tenía que hacer un es-

fuerzo y trabajar con aquellas fotos para tener algún re-cuerdo del viaje. Así que, pasado el duelo, me puse a elloseleccionando las que veía mas adecuadas y eliminandolas que estaban mal, entre las que se encontraban nume-rosas nocturnas donde no se veía nada más que manchas.

Yo había hecho muchas de noche, en lugares oscurosy sin flash, para poder atrapar la luz de la oscuridad. Sí, laoscuridad tiene su propia luz, aunque muchos crean quees la ausencia de ella, y esa luz había sido mi gran obse-sión. La noche del desierto tiene una luz especial. Lasestrellas allí brillan con una intensidad desconocida paranosotros, pues la luminosidad, la contaminación y lahumedad no las debilitan.

Aquello lo viví como un verdadero fracaso ya que yoestaba convencida de que iba a conseguir mi objetivo yen el peor de los casos tendría unas fotos maravillosasque serían admiradas y valoradas por todo el mundo.Como era obvio que me había quedado muy por debajode mis expectativas, me empecé a sentir mal. Mi estadoanímico bajó tanto que empecé incluso a coquetear conuna pequeña depresión. No podía dejar de pensar en ello.Todo mi esfuerzo no había servido para nada.

Y cuando me encontraba más frustrada y decaída, enese momento en el que todo se funde en un sentimientode anulación personal, entonces y sólo entonces la vi.

En un desesperado intento de búsqueda había decidi-do volver a revisar las fotos por última vez y fue cuando ladescubrí. Sí, sí, la encontré. Se me había pasado porqueestaba muy oscura y se veía muy poco. De hecho no la

LA FOTOPor Lola Carmona

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había eliminado por dejar alguna como recuerdo de esaobsesión foto lumínica nocturna que había tenido.

Era una foto en la que se veía la primera luz del últi-mo amanecer en el desierto. La foto se había echado des-de el interior de la haima y a través de la puerta abierta seveía una mínima claridad. Con esa mínima claridad sepercibía perfectamente la luz de dentro y de fuera, mien-tras que todo lo demás quedaba en un claroscuro dóndelas cosas más que verse se imaginan. En aquella foto que-dó atrapada la primera luz del día y la última de la noche.

¿Qué había ocurrido para que la luz se hubiera queda-do en aquella imagen?

¿Por qué sólo en ella?Tendría que conocer el funcionamiento de la luz y

eso se me hacía muy difícil. Pero pensando en la causa,busqué la razón y entre un montón de ideas desechablesencontré mi respuesta.

La luz había jugado conmigo. Tiene entidad propia,aunque la percibamos de forma diferente. Está en todoslados y aunque parezca que es parte de las cosas, no es así.

Son las cosas las que le pertenecen.Cuando hacemos una foto la luz deja que nos lleve-

mos colores, formas, incluso emociones y sentimientos;pero ella sale a hurtadillas sin que nadie la perciba y que-de constancia de su existencia.

Ese día, la luz quiso dejarme un regalo de despedida.En mi intento por atraparla nos habíamos sentido, al sen-tirnos nos habíamos conocido y al conocernos habíamoscreado unos lazos afectivos entre las dos.

Ella jugó conmigo. Me demostró quién tenía el po-der, pero a su vez me quiso dar una muestra de amistadregalándome lo que yo más deseaba «la luz de un instan-te» y esperó al primer rayo del último amanecer.

El mejor momento era ese en el que la noche va de-jando paso a un nuevo día. En ese instante la luz tomaposesión de su fuerza e irradia todas las cosas haciéndolassuyas. Ese instante, me lo quiso regalar como despedida.

Desde entonces, cada vez que me despierto, lo prime-ro que hago cuando abro los ojos, es saludar a mi amiga ydarle las gracias. Hoy, creo que me ha sonreído.

Está roto encima de la jungla como un muñeco de tra-po. En su cuerpo se mezclaban la juventud y la muerte.Tenía 16 años.

Es algo tan gigantescamente pequeño como un hom-bre. Un hombre niño hecho de la misma levadura quelos demás; amasados con huesos, sangre, pellejo y vísce-ras, no sabía para qué vivía y por qué mataba. O quizá,cuando al niño hombre se le vació la vida, tuviera elpensamiento lleno de sueños hermosos, de causas no-bles y acciones generosas y bonitas, no se sabe.

Es posible que su corazón sintiera el calor de la mujerque hizo algo tan importante como darle el ser, y en elalma la caricia tibia del beso ansioso que empezaba aintuir de la mujer que pudiera ser la mitad de la razónde vivir.

Nunca se sabrá quién fue ni cómo se llamaba, es unomás de los que se quedan en esa esquina del mundo queesta roja de fuego y negra de odio.

El macuto del nene guerrillero estaba lleno de balas.Caminaría con él muchos kilómetros y es probable quepensara, al sentir su peso sobre la espalda, que llevabacolgado el saco donde guardan todas las maldicionesdel mundo.

Las manos del niño humano parecen querer atena-zar, desesperadamente, a los recuerdos que fueron la parterosa de su vida.

El guerrillero destrozado en la jungla, nos sobrecoge,nos araña el alma y nos amarga a todos. Lo del jovencitomuerto es despiadado, brutal e inhumano.

El suelo ardiente de África, el fango de las selvas deAsia y sus montañas y las arenas de sitios diferentes deeste nuestro globo se siguen tiñendo de rojo.

Al suelo ardiente, al fango de las selvas, a las arenasirredentas ya le duelen las entrañas desgarradas de tenerdentro tanta muerte.

Los fabricantes de armas y sus representantes se re-únen con ministros en el mejor hotel de los EstadosUnidos, allí la prensa y los fotógrafos no paran, ningu-no lleva entre sus manos la fotografía del hombre muer-to con las manos crispadas.

EL NIÑO SOLDADO

Por Alejandro García Boyano

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Ab-Morokueis (Kueis)es (mucho antes delnacimiento deMahoma) unmiembro de la tribu deKoreish, de la ArabiaFeliz. Lailaa es de lamisma tribu pero dedistinta fracción, que,circunstancialmenteestá enemistada con lafracción de Kueis.Kueis se enamoraintensamente deLailaa, hasta el puntode seguirla a todaspartes (no olvidemosque las fracciones –familiares- estaban en guerra), yconsigue que Lailaa, que es indiferente a las luchas tribales,le dé una cita a la orilla del mar.

Cree Kueis en la promesa y se va a esperar a Lailaa, sinpensar en que ella olvide la promesa hecha y no acuda.

Pasa un mes esperando y Kueis se alimenta únicamentecon «imesuac» (palillo que emplean los musulmanes paralimpiarse los dientes) y por temor a que le pasedesapercibida la aparición de Lailaa, adopta una posturaque no cambia, hasta el punto que se le paraliza un brazoy el costado izquierdo, y el sobaco se le llena de granosque Kueis soporta estoicamente, a pesar de no conocernada sobre el estoicismo.

Extrañada Lailaa, de no ver a Kueis, pues estabaacostumbrada a ser seguida, decide pasar cerca de la playa«por si Kueis estuviera esperándola», como así es. Se acercamontada en su digno camello, ve a Kueis entre unas rocasy se da cuenta de que él no puede levantarse. Ella entoncesle hecha su isaaz (manto) y ayuda a subir al tullido,marchando juntos.

Lailaa, aterrada por aquella manifestación de amorquietista, promete a Alá que jamás querrá a un hombreque no sea Ab-Morokueis.

Tiempo después Lailaa recibe de Kueis un poema enel que, en traducción muy libre dice:

¡Oh Dios mío! ¡Oh mi Dios!Tú que eres el Dios de Lailaa

imprégnala de voluntadpara que pueda querermecomo a ella yó la quiero.

Por lo que sigue en laleyenda, da la impresión deque ese ruego esescuchado, y posterior-mente hay un intercambiode poemas y el amor deambos arraiga firme yseguro.

Según un pensa-mientomusulmán «la mujer queama hace lo contrario delo que el hombre deseapara incitarlo al amor»

Reina la paz entre lasfamilias y los enamoradosy cuando nada ya se oponea su unión, Lailaa no

quiere resolver su amor en boda y decide no casarse.Ab-Morokueis muere de tristeza, de la mas terrible de

todas las penas, la pena de amor; pero antes de morirhace una petición a Lailaa «Si algún día pasas cerca de mitumba y me llamas, mi alma habrá de contestarte».

Pasa el tiempo, y Lailaa visita la sepultura y decidellamar a Kueis. La voz profunda que contesta asusta alpobre camello que montaba la bella árabe, y ésta cae,matándose al instante.

Es enterrada con Kueis y meses después, al pie de lasepultura, nacen dos palmeras unidas que dan fe de suamor en el más allá.

Así nacieron entrecruzadasdos bellas palmeras gemelasgritando que el amor durabamucho mas allá de la muerte,pasaron inviernos y veranosalguien arrancó las palmerasy las palmeras rebrotaroncomo Lailaa y Kueis abrazados.

Leyenda de Ab-Morokueis y Lailaa(Amor eterno)

Por Alejandro García Boyano

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RETAZOS DE LAMEMORIA (TAPIZ)

Por Joaquín López Martín

I. Laguna de Fuente Piedra

Sobrevolando la vega y el río, posadas en la rama de unchirimoyo, sobre el paredón casi siempre en grupos oparejas, las garcillas blancas nos visitan. Hace años cuan-do había una charca donde hoy se levanta un hotel en laplaya de San Cristóbal al lado del puente, entre juncos yjopos de agua, se concentraban allí con algunos patos.Sobre un árbol de chirimoyo seco, bajo mi casa, se posa-ron en ocasiones grupos de doce o más.

Hace pocos años fui con mi sobrina Luisa a Río Verdea ver dos familias de anátidas de distinto plumaje, consus patitos, que tranquilos nadaban por el estuario delrío, cerca de la playa y antes del puente, donde tiempoatrás se hallaba la laguna de Fuente Piedra, desecada paraconstruir parte del barrio Fígares y las Góndolas.

La laguna a pocos metros de la orilla del mar, estabaformada por el estuario del Río Verde, que se ensanchabay alimentaba por un manantial de agua dulce, rodeadade juncos, cañaverales, multitud de plantas acuáticas, al-gunas de verbena y profusión de algas. A principios delos sesenta era un humedal, habitado por anfibios, pecesy anátidas, bebedero para toda clase de pájaros.

Allí iban las mujeres a lavar la ropa en sus márgenessirviéndose de tablas o grandes piedras y los niños jugába-mos por las orillas entre juncos, matranzos, hierbabuenay algas, pues el interior, aunque no mucho, era profundo.

Mientras jugábamos veíamos saltar a las ranas yrenacuajos, gusarapos en sus diferentes estadios de meta-morfosis. Era un lugar de cuento que nunca debería ha-ber desaparecido.

II. Selva de chirimoyos

Cuando era un niño, acompañado de mi hermano me-nor, y algún amigo o amiga, me gustaba explorar las hazasde chirimoyos como si nos encontrásemos en la selva.Andando por la margen izquierda de Río Seco, entre losárboles, siguiendo las acequias y los pequeños balates, enuno de ellos encontramos una lechuza que nos mirabafijamente con sus ojos muy abiertos. Descubrimos unaltozano en el que crecían un par de higueras y algunosplataneros, el suelo estaba cubierto de grama y algunashierbas arborescentes.

Aquel sitio nos cautivó, parecía una isla en medio de

un verde mar de árboles.Algunas tardes nos llevábamos la merienda y nos la

comíamos allí sentados, después de jugar. Una vez en-contramos un gran rancho de plátanos oculto bajo unashierbas secas.

III. Cázulas

Se acercaba el verano y el buen tiempo, junto con laslargas tardes, invitaba a salir de excursión. Ese día Anto-nio M. nos subió a todos los niños en el Land Rover yfuimos por la carretera de la Cabra Montés hasta el des-vío de Cázulas. Pasado Jete y Otívar, subiendo a la iz-quierda, se tomaba un camino de tierra que descendíaentre pinos hasta el valle del río, en donde una imponen-te mansión con su capilla se erguía solitaria, propiedadde la vieja marquesa de Cázulas.

Cerca de allí había un estanque de aguas claras ali-mentado por un riachuelo que manaba de una fuentecercana. En unas aguas frías y transparentes nos bañába-mos y jugábamos. Luego dábamos un largo paseo bajolos pinos buscando piñas y piñones. Entre unas rocascubiertas de musgo un manantial surgía en un hilo deagua de una hoja seca dispuesta en su nacimiento. A ve-ces una mariposa revoloteaba delicadamente posándoseen cualquier florecilla. A mi me entretenía coger ramosde plantas aromáticas, cuyo olor más tarde en casa meevocaba el paraje en que las hallara.

I V. Día de playa

Para acceder a la playa en la que deseábamos pasar el día,después de caminar hasta la de Cotobro, tuvimos queatravesar varios tramos de rocas sin camino; había unaparte la cual sólo se podía atravesar a nado, cuidando deno mojar la comida ni las toallas y la ropa. Queríamospasar el día en una playa solitaria y no nos deteníamosante nada. Al llegar a la cala encontramos una barquitavarada y una pareja con su sombrilla, el resto quedaba

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sólo para nosotros.En la arena de la ori-

lla del mar, semiente-rradas destacábansenacaradas caracolas, delas que en ese día en-contramos en profusiónen este lugar poco con-currido, en donde elcontinuo oleaje habíadepositado multitud decaracolas y conchas ma-rinas de formas elegan-tes; algunos resecos ca-ballitos de mar, enreda-dos en algasfilamentosas y peque-ñas estrellas de mar aúnen el rebalaje.

A eso de las cuatro de la tarde sacamos la comida queamorosamente nos prepararon nuestras madres, algo debeber y compartimos entre todo el grupo lo que llevába-mos. Pasamos toda la tarde bañándonos, tomando el sol,explorando los alrededores entre almendros y un barran-co en el extremo contrario al de llegada, al oeste, por elcual subimos un poco.

Éramos muy jóvenes y la jornada constituyó toda unabella aventura para hoy, en la distancia, ser rememorada.

V. Adolescencia

Nosotros a principios de los setenta éramos un grupo demuchachos y muchachas adolescentes. Debido entre otrascosas a nuestra formación, trato y amistad con extranje-ros, sobre todo americanos y alemanes, y por las ganas deexperimentar cosas nuevas, constituíamos la vanguardia ymodernidad entre los jóvenes de nuestra edad. Vestíamosde forma diferente y atrevida, no teníamos prejuicios; fu-mábamos maría y hachis. Nos sentíamos y comulgába-mos con la filosofía hippie y sus ideales.

Independientes para nuestras edades y con personali-dades definidas; hacíamos una pandilla que brillaba conluz propia entre la monocromía reinante en este pequeñopueblo de veraneo.

Sobre todo en otoño e invierno, venía la gente másinteresante, algunos de ellos volvían de India o Nepal: ame-ricanos, alemanes, suizos, franceses, con los que conge-niábamos. Ellos solían ser algo mayores y nos verían comoa pequeños adelantados.

Algunos vivían aquí durante años, otros se quedabanlargas temporadas. Músicos, escultores, pintores, escrito-res y artistas en general formaban parte de ellos.

Hacíamos fiestas en los chalets alquilados por ellos: enlas que fumábamos, bebíamos, se tocaba música, cantába-mos y bailábamos. Eran tiempos de grandes ideales y exal-tación de la amistad.

MarPor Joaquín López Martín

Mascota, compañera y amiga, ser lleno de cariño cuyoamor y fidelidad me emocionan y llenan mi alma decorrespondido amor, su mirada tan llena de palabras ya veces preguntas. Sus gemidos y ronroneos pidiendocontacto y caricias, leves aullidos.

Pasamos los días juntos y me cuesta tanto separarmede ella, ahora duerme en su cestita de goma espumacosida a una tela azul y roja; con corazones y círculosdibujados encima de un cobertor doblado para aislarlade la frialdad del suelo, tapada con su mantita azuldescansa. Hace poco mas de un mes fue operada de untumor en una mama, ya esta bien. Unos años atrás tu-vieron que extirparle los ovarios porque los tenía infla-mados, llenos de pus.

La quiero tanto a mi Mar, compañera silenciosa siem-pre pendiente de mi estado de animo. Si me ve medi-tabundo o triste se acerca y gime llamando mi aten-ción y demostrándome que está a mi lado.

Algún día el hombre se sorprenderá ante la sabidu-ría de estos seres –dispuestos a darlo todo sin exigirnada más que un poco de cariño.

Algunas tardes más o menos a la misma hora salgo adar un paseo con mi perra. Me dirijo siguiendo el cau-ce de Río Seco, hacia la playa de San Cristóbal, en oto-ño invierno es ideal para ver los largos atardeceres, so-bre todo en otoño, a hora temprana.

Mar va contenta, pues lo que más le gusta es correr yrevolcarse de espaldas en las piedrecitas o la arena de laorilla de la playa; si se acalora mete su vientre en elagua, juega un poco en el rompeolas, se refresca y salecomo si fuera todavía un cachorrillo.

Aquel día no era demasiado soleado, más bien senublaba a intervalos lo cual repercutía en que hubiesemenos gente en San Cristóbal.

Mar y yo paseamos por el rebalaje, busqué algunascaracolas entre lasbarcas varadas y nossentamos un ratito enla playa. Al poco notéla intensa humedad,y nos dirigimos al barpara tomarme un té,mientras esperaba elocaso del astro rey.Ella tumbada a milado me miraba ydescansaba.

Mar compañerade mis días, siemprecallada observándo-me amorosamente,mi fiel amiga te quie-ro tanto.

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Natalio Rueda, además de la des-gracia que, según su madre, tuvocuando estaba preñada de él, se leunió la mala fortuna de ver la luzprimera, en Ruilverde, mi pueblo.Un pueblo pequeño, de interior,agrícola y como consecuencia de suorografía e idiosincrasia el más in-tolerante, cateto y cerrado no sólode los pueblos de la comarca, sinotambién, del país y del mundo en-tero.

Así que, el pobre Natalio que casidesde su cuna ya mostraba algunossignos de ser diferente a todos losde su género masculino, y empeza-ba a tomar el camino más bien porla acera de enfrente, o como se diceahora: perdía aceite, tuvo que aguan-tar el tiempo que vivió en Ruilverdelos sobrenombres más variopintos,como mariposón, sarasa, mariqui-ta, maricón. La incomprensión delos vecinos de todas las edades hacía distinta su manerade ser.

Pero, a pesar de que investigadores y psicólogos no sepongan de acuerdo en el origen de la tendencia sexualhacia el mismo sexo que tienen algunos habitantes delplaneta, otros lo llamen enfermedad, o como la Iglesiaque la califica de perversión y de vicio, los de mi pueblosin ser pedagogos, ni tener entendederas psicológicas, opi-naban que a Natalio le venía su mariconería de diversasvariantes que se le presentaron en su vida.

Una era que a Rosa, su madre, le aseguraron las muje-res más veteranas que “estaba de niña”. Que tenía la ba-rriga muy gorda, que los labios hinchados, que las man-chas en la cara, que si andaba así o asao. La prueba másfiable fue la del péndulo, con la medalla del santo patro-no oscilando encima del vientre materno. En fin, quecomo en aquellos años no había ecografía que augurarael sexo del feto, ella preparó toda la ropita de color rosa,recargada de encajes y lazos, sabanitas de cuna y cocheci-to con los mayores floripondios y miriñaques. La habita-ción rebosaba de muñecas y peluches, además, despuésde diez años de esterilidad matrimonial, la alegría de lapareja al saberse padres fue tal, que quisieron echar lacasa por la ventana. Durante los casi diez meses que duróel embarazo, el parto la burra como llaman a las que sepasan de las nueve lunas, se confirmó con todo pronósti-

EL EFECTO MARIPOSAEL EFECTO MARIPOSAEL EFECTO MARIPOSAEL EFECTO MARIPOSAEL EFECTO MARIPOSAPor Vicky FernándezVicky FernándezVicky FernándezVicky FernándezVicky Fernández

co que la Rosa estaba “pa niña”. Pero algo falló en los cálculosmujeriles, porque la partera lo pri-mero que vio al tirar de la lloronacriatura fue una pilila. Así que, además de la momen-tánea decepción de los nuevos papás,les pilló de sorpresa y por supuestocolocaron al recién nacido toda laropita que habían preparado y ade-más el ajuar y los juguetes. Teníanbordado en casi todos los faldones ysábanas el nombre de Natalia y tansólo tuvieron que quitarle el rabitode la a; así que se llamó Natalio. Una segunda variante que bara-jaban los del pueblo era que el niñose crió con muchos mimos y gachas,que los zagales tenían que ser mássufridos y Natalito era un blanden-gue. Y una última variante era, quehasta de mocetón estaba todo el san-

to día en casa bajo las faldas de las mujeres, cuando no dela madre, era de la abuela, de las tías, primas y vecinas.Que los muchachos tenían que estar en la plaza tirando«pedrás» y detrás de las chiquillas, o en el campo con losanimales. Que si no, pasaría lo que pasó.

Para Rosa, la madre, la única explicación de que suNatalio fuera como fuera, era el efecto mariposa, lo teníaclarísimo. Cuando estaba embarazada de cinco meses, sele antojó una mariposa que vio revoloteando en el patio,era bellísima, de unos colores indescriptibles. Ella se pasóel día intentando atraparla, pero le fue imposible. Conse-cuencia de no poder satisfacer su antojo: en vez de salirleuna mariposa en la cara, en la espalda o en cualquier otraparte del cuerpo como a otros bebés, el suyo se convirtióen mariposa.

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NOCHE DE VIGILIA COSASDEJUANICO

La botella de agua

A esta hora de la mañana, las siete menos cuarto, y des-pués de estar desvelada algún tiempo, me he puesto aescribir la reflexión que llevo haciéndome desde hace untiempo, aunque nunca antes he sido capaz de expresarla.Ahora bien, me parece un poco confuso, que en los tiem-pos que corren, en los que reina en teoría un espíritudemocrático, las personas que como yo creemos en Dios,(aunque quizás yo no sea el mejor ejemplo, pues no creoen el Dios que se nos impone desde pequeños) tengamosque hacerlo de manera oculta o avergonzándonos de ello.Sí, y digo bien, avergonzándonos de ello, pues eso es loque siento o sentimos cuando reconocemos ante alguienel hecho de creer, con lo cual, cada vez lo hacemos menoso no lo hacemos.

Muchas veces me siento, y perdón a los homosexualesde antemano, «en el armario» y dándome vergüenza omiedo salir. Últimamente, y no sé si habrá más personasque sientan lo mismo, parece como si creer fuera un sig-no de falta de cultura, o una señal de carencia de inteli-gencia. Y quizás lo sea en mi caso, o en el tuyo, pero nopienso que todas las personas que creen en Dios, vayan acarecer de estas dos cualidades. En fin, no sé si tendréisesta percepción del tema, quizás los que ven el hecho decreer así, son los miembros de mi entorno cercano, fami-lia, amigos, conocidos… Quizás porque ha ocurrido al-guna tragedia… No sé… El caso es que en un tiempo detolerancia, has de omitir tus creencias para sentirte bien,y que no te tachen de inculta o poco inteligente, bueno,sentirte bien no, quedar bien sería más correcto.

He de reconocer que quizás cueste entender a los de-más, quizás yo haya hecho lo mismo en otros aspectos dela vida sin darme cuenta; lo que sí tengo claro es unacosa, quiero estar siempre en constante evolución, en con-tinuo proceso de cambio, pues que yo no tenga tus mis-mas ideas, tus mismos principios, no significa que seasuperior a ti, más inteligente, lo que importa no es pen-sar todos de la misma manera, o creer en las mismas co-sas, lo que importa es crecer aportando cada uno su gra-nito de arena, eso sí, apoyo las diferentes creencias e ideassiempre que no vayan en detrimento del ser humano.Con esto, cierro mi reflexión por hoy, espero que les hayagustado.

Por Vanesa Vallejo

A lo largo de nuestra existencia se nos recuerda, sinaviso y casi siempre inoportunamente, de que todotiene su fin. La perseverancia de este hecho nos indig-na y exaspera. Así, egoístas, ignoramos todos las ma-ravillosas e irremplazables existencias que nacen anuestro alrededor, que como justa retribución a lapérdida, son nuestra razón de futuro. De esta manera no advertimos que todo ello es so-lamente una enseñanza más con la que nos obsequiala vida, con el único buen propósito de aleccionar tantonuestra ingenuidad, como nuestra soberbia, para queno olvidemos que lo longevo nunca es eterno, y quetodo lo que amamos y creemos poseer, nunca fue, niserá nuestro.

Por Antonio Vidal _ Nekovidal

La botella de agua en el río de la vida.

Me dejé llevar por el río y empapado comprendí,que el mismo agua cristalina que riega la vidaes lluvia fértil, lágrimas, baño dulce, riada o sudor,que no hay placer al que no acompañe un dolorni dolor tras el que no se esconda, cauto, un placer,que todo forma parte de todo y todo vale por igual,que los sueños no tienen propietarios y así ha de ser,y que en una botella de agua no se puede encerrar,ni el río de la vida, ni un deseo sincero de crecer.

Ligera flotará la botella arrastrada por el río,y se hundirá poco a poco, triste y arrogante,cuando, pesada y llena, río se llegue a creer.Porque en el juego de la vida, al final,sólo gana quien juega como la vida . . .

. . .

y la vidasiemprejuega limpio.

¿Pensamientos? Por Juan López

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Poco antes deldiluvio

Por Ricardo Sanz

–Hola, Noé.–¡Eh!, ¿quién anda ahí? –preguntó Noé sin dejar caer

el azadón con el que intentaba trazar algún surco en aquelpedregal en el que vivía sólo con su familia y apartado delmundanal ruido.

Bajo el único árbol, una higuera, que crecía en mu-chos kilómetros a la redonda había un hombre joven deaspecto desaliñado.

–¿Quién eres tú? –volvió a preguntar Noé–, ¿cómohas aparecido aquí sin que yo me diera cuenta? ¿No ha-brás venido para hacerme algún daño? No tengo nada devalor y ya he cumplido seiscientos años, la muerte meimporta poco.

–Para, para –interrumpió el forastero–, mira que soismal pensados los humanos, no os fiáis ni de vuestra pro-pia sombra. ¿Qué quién soy? ¡Ja! Soy el que Soy o el queNo Soy, como tú quieras; siempre he estado aquí y siem-pre estaré, y no me refiero a estar sentado debajo de estahiguera.

–Al menos podrás decirme tu nombre –dijo Noé, man-teniendo las distancias con el forastero y sin soltar el aza-dón de su mano.

–¿Mi nombre? ¡Ja! Yo soy El Innombrable, yo no tengonombre, aunque os empeñéis en dármelo, o yo soy todoslos nombres, como tú prefieras, a mí me da lo mismo.

–Ya, El Innombrable –repitió Noé sarcástico–. Bue-no, ¿y qué es lo que quieres de mí?

–He venido a anunciarte el Diluvio Universal; mira,me caes bien y quiero que te salves.

–¿El Diluvio Universal? ¿Y eso qué cosa es?–Pues no lo sé muy bien, se me ocurrió y todo lo que

se me ocurre, ocurre. Me pasó lo mismo cuando se meocurrió lo de «hágase la luz», pero yo no soy electricista ninada por el estilo, yo simplemente imagino, pero no tepuedo explicar lo de la implosión cósmica del vacío caó-tico, porque no tiene explicación, simplemente ocurrió.Y con el Diluvio Universal pasa lo mismo, que no sé muybien cómo va a ser, pero sí sé que va a caer agua a mantasobre la tierra y todo bicho viviente que hay en ella pere-cerá, incluidos vosotros.

–Ya –volvió a interrumpir Noé en el mismo tono sar-cástico, mientras pensaba: otro mesiánico iluminado, me-nudo majara que se me ha juntado esta mañana, ay Diosmío cómo si no tuviera suficiente con tener que curraresta tierra inmisericorde.

–Bueno, Noé, a lo que iba. Que yo no sé muy bien loque será el Diluvio Universal, pero las aguas del mar y lasde los cielos se tragarán toda la tierra y perecerá toda cria-

tura que imaginé, así los humanos, como los animales ylas plantas.

–¿Y eso por qué?, vamos, si es que se puede saber –Noé había optado por seguir la corriente a aquel loco, nose fuera a poner furioso.

–Pues porque me tenéis aburrido con tanta disputa ytanta cicatería como vivís. Os di el Jardín del Edén y lohabéis convertido en una Jaula de Grillos.

–No te sigo –dijo Noé–, vamos que no entiendo nipapa de lo que estás diciendo.

–¡Ja! No hay nada que entender, yo soy El Indescifra-ble.

–Pues El Indescifrable se podía dar media vuelta y lar-garse por donde ha llegado, porque a mí me queda mu-cha faena por hacer.

–Ya está, ya he desaparecido. ¿Mejor así?–Eh, ¡dónde te has escondido? –preguntó Noé acer-

cándose a la higuera para mirar detrás del tronco, únicolugar donde aquel jipi loco se podía haber escondido.

–Estoy aquí –oyó decir Noé y miró hacia las ramas dela higuera de donde procedía la voz y vio a un cuervo.

–¿Te gusto más así? O prefieres que me convierta enlagartija –y Noé miró a sus pies, de donde ahora procedíala voz y vio a una lagartija –, o prefieres que sea una pie-dra o un dragón o un gigante –y Noé dio un salto haciaatrás ante aquel descomunal tipo que se encontraba fren-te a él.

–¿¡Cómo puede ser!? –exclamo Noé. Tengo que dejarde beber leche fermentada de cabra, pensó.

–La culpa no la tiene la leche fermentada de cabra –oyó decir al forastero que estaba otra vez debajo de lahiguera –. Da lo mismo cómo puede ser, es, soy, yo soy ElIncognoscible. Y quieres ya dejar de dudar y prestar oídoa mis advertencias o tengo que seguir con los truquitospara que te convenzas.

–¿Cómo lo haces? –preguntó todavía Noé que no lastenía todas consigo.

–No sé cómo lo hago, y si no lo sé yo, menos lo vas asaber tú. Yo soy El Misterio, El Sagrado, El Secreto, dilocomo quieras, o mejor no lo digas que también soy ElInefable. Mira, hazme el favor, no le des más vueltas, cogea tu mujer, a tus hijos Sem, Cam y Jafet y a las mujeres detus hijos y tiráis para Abisinia...

-¡Eh!, para, para –interrumpió Noé–, ¿cómo que tire-mos para Abisinia?

–Me estoy dando cuenta –dijo el forastero– que ade-

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más soy El Paciente, porque mira que hay que ser pacien-te contigo. ¡Quieres dejar de interrumpirme y escuchar!Te coges a tu familia, te vas para Abisinia, porque allí haymuchos árboles de rica madera, y te construyes un arcaasí –y acto seguido se sacó unos planos de la manga de susayo y se los entregó a Noé–. Luego metes a los tuyos enel Arca y metes una pareja de animales de cada especie.

–¡Pero qué dices! ¡Tú estás loco! –gritó Noé–, tú sabesel tiempo que me llevaría recoger una pareja de animalesde cada especie.

–Hombre, Noé, tampoco hay que tomárselo al pie dela letra. Tú salva las especies que puedas y que más tegusten, que los bichos luego se multiplican solos, eso sí,mete elefantes y jirafas y que no falten los hipopótamos ylas comadrejas porque son mis animales preferidos. Ah, yrecoge semillas que te van a hacer falta.

–En fin –dijo Noé resignado–, y esto del Diluvio Uni-versal ¿cuándo va a ocurrir?

–Y yo qué sé, no te he dicho que yo sólo lo he imagi-nado, pero no tengo ni idea de cómo va a ser ni de cuán-do va a ser, yo no me encargo de los detalles. Será cuandotenga que ser, pero por mi experiencia te puedo asegurarque tienes una semana o diez días como máximo.

–¿Y en diez días quieres que cierre mi casa aquí, metraslade a Abisinia, que queda por donde Adán pedió elgorro, que construya ese pedazo de barco y que lo con-vierta en un zoo... ¿Y luego qué?

–Luego, nada. Esperas a que escampe el temporal ycuando las aguas se retiren, bajáis del Arca y, hala, a cre-cer y multiplicarse como conejos.

–Hombre, eso de multiplicarse ya me gusta más, pero¿podemos ir adelantando trabajo durante el tiempo queestemos en el Arca? Porque nos va a llevar nuestro tiem-po, vamos a quedar, como quien dice, cuatro gatos.

–Qué prisas tenéis siempre los humanos, pero, bue-no, haced lo que queráis.

–Y a todo esto. ¿Por qué me has elegido a mí?–¿Quieres saber la respuesta?, ¿seguro que quieres sa-

ber la respuesta?–Por supuesto.–Pues porque eres idiota. Y no te lo digo en plan pe-

yorativo, Noé, no te lo tomes a mal. Pero es que me car-gan los listillos y los humanos se han convertido en unosenteradillos. Así que he buscado por la faz de la tierra aun idiota y has aparecido tú.

–Sigo sin entender nada de nada...–Cómo me vas a entender, yo soy El Insondable. No

hay nada que entender o te pones las pilas o te va a llevarla riada, tú haz lo que yo te he dicho y confía que todo vaa ir bien.

Joder, pensó Noé, como para que después digan quela realidad no supera siempre a la ficción.

–Déjate de darle vueltas, amigo, aquí la Única Reali-dad soy yo, el resto es ficción. Ay, Dios mío, nunca apren-deréis.

Y bueno, lo que pasó después ya lo conocéis.

Verdades

La luz reflejada en un rostro juvenil un día cual-quiera; una suave brisa acariciando el rostro; la bici,el ocasional instrumento que le transporta a su esen-cia; su cuerpo se balancea al compás del infinito; unmomento de eternidad.

El amigo/a, el compañero/a, el colega, el otro/a,aquel/lla, por el que luchas en el momento necesa-rio, el que te hace bueno, el que te acepta, el que tequiere, a quien no puedes fallar.

La empatía, esa simpatía extraña por otro ser hu-mano, o por otro ser, sin necesidad de lazo, por elmero hecho de ser.

La antipatía, mezcolanza de sensaciones que te pre-dispone sin o con motivo aparente contra otros.

Mentiras

Las patrias, la guerra y toda su parafernalia. Laexcusa indecente para matar a otros, en la que todossufren, en la que se destruye, en la que el ser humanose transforma. Y en la que al final luchas por salvarno tu patria sino tu vida y por el que tienes al lado odelante o detrás, por tus amigos. Al final tú eres elcamino, si no te destrozan los salva-patrias.

El poder, el dinero… inventos malintencionadospara establecer el predominio de unos sobre otros…para controlar, manipular, sobornar, adormecer com-prar… para deshumanizar.

Verdad y mentira como dos caras de la misma mone-da; dos formas que se dan sentido mutuamente. Ver-dad y mentira como contraste, como la vida misma.

Verdades y mentirasPor Begoña Ramírez

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ElPolvorón

Por Jenny

Acababa de ano-checer y Elena esta-ba sentada delantedel televisor, espe-rando la llegada desus invitados parala cena de Navidad. Todo estabalisto. La mesa pues-ta con esmero, yacon las velasencendidas. La co-

mida estaba al llegar, no había tenido ganas de cocinar yla había encargada al restaurante favorito de sus sobrinos,que pronto llegarían con sus hijos y parejas.

Sintió ganas de algo dulce y aunque no le gustaban lospolvorones, tenía que comerse uno cada Navidad para labuena suerte y también para ver si a fuerza de probarlos,se le despertaba el gusto en este dulce de arena de harina,azúcar y grasa de cerdo. Le dio un mordisco y se lo tra-go. Este año tampoco le convenció.

De pronto se sintió mareada y un fuerte gusto a al-mendras amargas le invadió las papilas gustativas, deján-dole la lengua anestesiada. Intentó recordar quién le ha-bía regalado la caja. Le latía cada vez más el corazón ysentía como, poco a poco, iba perdiendo la consciencia. Intentaba concentrarse para no perder el conocimiento.

Ahora se acordó. Era su sobrina quien se los habíaregalado. Porque quería envenenarla. Se habrá enteradoque iba a dejar la herencia a su hermano gemelo y paravengarse puso cianuro en los polvorones.

Se sentía cada vez más débil, cuando oyó la voz de susobrina:

–Tía, me parece que te vendría bien un poco de whis-ky, para subirte la tensión, estás blanca como un fantas-ma. Veo que has probado los polvorones, los he compra-dos en el herbolario, están hechos con aceite de oliva yaceite de almendras amargas.

Saboreando el whisky, se sintió cada vez mejor y fueolvidándose de su ataque de ansiedad, su paranoia y sumala consciencia.

Cambiará el testamento.

Mi MadrePor Jenny

La última vez que escuché suvoz estaba muriéndose, lla-mando a su madre muertahacía tiempo. No fui capaz deacercarme a ella porque erala primera vez que veía lamuerte y me intimidaba.

Me hubiera gustado co-gerla de la mano y hablarle;pero no sabía. No me dabacuenta de que hubiera sidomejor para mí y para ella.

Fue una lección muy duray no lo reconocí hasta añosmás tarde.

Mi madre era una persona inmadura, hablaba muchoy no sabía escuchar.

Teníamos los papeles interpuestos, ella era la hija y yola madre, posiblemente la razón por la cual no quise te-ner hijos. Ya había tenido una hija: mi madre.

Por QuéPor Jenny

¿Tenemos que envejecer? Se preguntó Carolina obser-vando a su padre echando un solitario sobre la mesa delcomedor. Se acordaba de este hombre alto, guapo, decabello negro y humor fácil, que le decía que había quever siempre el lado positivo de la vida. Ser optimista erasu lema. Lo veía tan decaído que se lo recordó.

– Cuando tengas 82 años ya verás. –Pero papá eres joven todavía, para nuestros tiempos.Sin embargo el alcohol y el tabaco habían hecho es-

tragos, especialmente en su ánimo.Ya no hablaba, ni contaba sus incesantes bromas, se

había vuelto silencioso. Sólo le interesaba el coñac, suveneno favorito, que su doctor le había prohibido termi-nantemente.

Nunca entendió por qué se había autodestruido tan-to. Su padre le había enseñado a beber desde jovencitapara que no “abusaran de ella”.

No tuvo la necesidad de emborracharse, ni de beberdemasiado, quizás porque no lo tenía prohibido.

–Papá cómo te quiero y qué poco te comprendo.Debe haber algo más que el alcohol para disfrutar de lavida.

Man Ray

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Dame tresminutos

Por Pilar Barrenechea

Dame tres minutos, nueve, todo el tiempo del mundopara maravillarme con el vuelo estático, invisible, del co-librí. Para aceptar, con una sonrisa despectiva, que la vidaes la sumisa amante de la muerte. Para vivir sabiendo queel amable vecino que, de buena mañana, me desea decorazón buenos días, es el violador de sus propios hijos, yyo, cobarde, no me tomo la molestia de reventarle a pata-das la cara y quebrarle el espinazo. Para caminar hasta elsur cuando mis pies rebeldes se encaminan al norte. Paraabrir la boca y tragar los sapos envenenados que estapuñetera vida nos hace masticar a toda prisa. Para estre-char la mano tendida de mi peor amigo. Para cosechardignidad allí donde sólo cosecho inquina. Para estreme-cerme de alegría con la inocencia inocente de los niños.Para cabalgar por horizontes lejanos. Para vislumbrar labelleza desde el resquicio entornado de mis parpados. Paraaceptar el fardo de las penas y seguir avanzando hacia lanada. Para esperar que alguna que otra cosa me sorpren-da. Para envidiar la pasión desorbitada de los jóvenesamantes. Para sucumbir por un instante al sueño de losdioses absolutos. Para negar una y mil veces la existenciamisma de esos dioses. Para poseer el silencio cegador dela noche en algunas ciudades a las que amo. Para bailarhasta desollar los pies sobre las tumbas de todos los malparidos que detentan el poder. Para escapar al desierto yhacerme azul polvo de estrellas. Para cantar con mis her-manos los hombres el canto primordial y retornar a latierra prometida. Para ajustar mis cuentas. Para mordis-quear, perezosa, la roja sandía de las inacabables siestasdel verano. Para retar con mi mirada la mirada del leónabatido. Para recuperar mi colección de tebeos y de lamano de Carpanta regresar a los sueños. Para aceptar quenacemos con la fecha de caducidad impresa en los costa-dos. Para tender mi mano al humillado. Para beber delárbol de la vida. Para mantener intacto un hálito de espe-ranza. Para maldecir mis maldades. Para caminar, porúltima vez, hasta el mar y, cómplices, reírnos ambos, has-ta desaparecer en la gran ola, desternillados. Para en elúltimo suspiro hacerme mar con el mar. Para dar graciasa la lluvia por tantas tardes de acurrucadas nostalgias. Paradespedirme de los que amo, que tampoco son tantos. Parahacerme carne con la carne de los que amo, que son másde los que pienso. Para imaginar que terminaré mis días,acariciando con mis manos, las sagradas calles deSamarcanda, la más hermosa de las ciudades. Para desnu-dar mi alma de mi despreciable jactancia. Para triturar lasoberbia que me arruina. Para respetar a Buda, sólo por-que Buda me respeta. Para ser el tercer movimiento de laIncompleta de Brahams. Para saber renunciar a la fragan-

cia de las rosas. Para pasear por la memoria, antes de quela memoria borre los recuerdos. Para vislumbrar a lo lejosla física cuántica. Para recordar sin tristeza a los ausentesde la tierra. Para orar con un verso sencillo. Para soltar, adiestro y siniestro, mis postreros zarpazos. Para encenderel fuego que caliente el frío de los desvencijados huesos.Para acariciar el lomo del gato que me ama. Para perder-me en un lienzo de Chagall y jugar a ser como él, unángel. Para retener en la retina la mirada ausente de miperro ausente. Para tener el coraje de mirar a los ojos delos condenados de la tierra, pobre y sucia. Para inventarmás jodidas mentiras con las que justificar mi desnudaindiferencia. Para esperar que la muerte limpie la mierdaque va dejando mi rastro de animal acorralado. Para aga-zaparme en la trinchera a ver pasar con podrido odio loscadáveres de mis enemigos. Para beber la gota helada delrocío. Para saltar a la comba. Para relamerme de placer,chupando un helado gigante de chocolate. Para leer a lospoetas. Para decir adiós a las armas. Para recobrar mi in-fancia en todas las plazas donde los niños juegan al guá.Para limpiar mis culpas en la piedra raída del muro de laslamentaciones. Para lamentarme de no lamentarme. Paratransitar de la razón al desvarío. Para no dejar que la manotiemble y sacrificar sin piedad al cordero. Para envolvermi piel con la notas calientes de B. B. Jackson. Para saltarsin red al vacío. Para navegar con los delfines. Para deciradiós, sin llanto, a la tórtola que ahora vuela fuera de la

Modigliani

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jaula. Para ser una simple y fragante pri-mavera. Para mirar a los ojos de mis ami-gos en su muerte y en la mía. Para hundir-me en la butaca de terciopelo rojo ajado demi cine de barrio. Para saltar hasta la lunay columpiarme en sus cuernos. Paradesembarrancarme en todos losdesbarrancaderos. Para no renunciar al ma-ñana. Para charlotear con Fellini. Para ju-gar al parchís. Para despojarme de mis mie-dos. Para ser la hebra de mariamoco, quehizo un camisón y le sobro para otro. Paradesafiar el vuelo del águila. Para arrojar-me, de puro imbécil, a tumba abierta ha-cia el valle de la vida. Para conjugar los ver-bos irregulares, sólo porque con ellos re-greso a la infancia. Para recrearme en midislexia. Para regresar a la inocencia conuna tocata de Bach. Para saciar la sed conuna fría lata de cerveza. Para embriagar missentidos con la voz negra de Otis Redding.Para buscar en Paris a Modigliani. Paraaplastar, como a un perro sarnoso, a Pepi-to Grillo. Para finalmente amar a los britá-nicos. Para asesinar a sangre fría a la Reinade Corazones. Para detestar el futbol, queme encanta. Para practicar la conmisera-ción con los que sufren. Para sabermeaceptablemente persona. Para quemar to-das las banderas. Para no perdonar a losseñores de la guerra. Para comer dos hue-vos fritos con patatas. Para escribir una ele-gía. Para asistir a mi propio funeral. Parahablar de tú a Dios. Para escuchar la pala-bra alucinada del místico en el desierto.Para amansar mis demonios personales.Para cultivar los lirios del jardín. Parainsuflarle valor y coraje al soldado desertorde la batalla. Para hurtarle la luz al sol. Paraviajar sin equipaje. Para en Lisboa llorarcon un fado. Para atrapar las brumas queme envuelven. Para no ser ciego en Grana-da. Para reinar en el caos. Para seguir nave-gando por la Galaxia Internet. Para ser lareina de Saba. Para empuñar la espada delsamurai. Para hacerme bulería. Paraencabronarme contigo. Para engarzar uncollar con perlas de agua. Para regresar aÍtaca. Para mantenerme distante. Para di-bujar los sueños. Para sentarme en el divándel psicoanalisista. Para coser en mi ante-brazo la estrella amarilla de David. Paraseguir comiendo y bebiendo del árbol delbien y del mal. Para atravesar el desierto deArizona. Para juntar en un hatillo los re-cuerdos. Para oír el rumor de las fuentesen Roma. Para pasear descalza por los jar-dines de Topkapi. Para esperar el sueño dela muerte con un levante otoñal…

ObsesionesObsesionesObsesionesObsesionesObsesiones El amor, El amor, El amor, El amor, El amor,

el amor, el amor, el amor, el amor, el amor, el amor... el amor... el amor... el amor... el amor...

Por Helena Cosano(mariposas locas, enamoradas, artistas, asesinas...del libro Mariposas)

Querida Michelle:

¿Te acuerdas de mí? Piénsalo bien, seguro que sí, nos conocimos enla estación del Este, en París. Tú llevabas un largo abrigo gris, y teníaslabios muy rojos y el cabello ensortijado... Sé que tus rizos son sedososy que huelen a miel como las flores a polen. Bueno. Yo estoy bien.Pienso mucho en ti. Sigo en París. Me pregunto dónde estarás tú...Me pregunto si tus padres te hicieron llegar mis cartas. La verdad esque estoy un poquito enfadado contigo por haberme dado sólo ladirección de tus padres. ¿Y la tuya? ¿O es que no te atreves? ¿Te doymiedo? Claro, es verdad, no nos conocemos. Pero tu imagen se que-dó grabada profundamente en mí. Esta es la quinta carta que te escri-bo. Y he vuelto a poner mi dirección en el sobre, por si por fin mequisieras escribir. ¡Escríbeme, Michelle, anda, por favor, Michelle,escríbeme! No dejo de pensar en ti, no pasa un instante sin que pien-se en ti. Te lo ruego, te lo suplico, ¡escríbeme! Veo tu imagen. Mesigues como un fantasma. Sé que tú también piensas en mí. Sé va-liente, Michelle, coge cualquier trozo de papel, y ¡escríbeme! Sientoque estás siempre a mi lado. Todas las noches le rezo a Dios para quete dé valor y me escribas, todas las noches rezo arrodillado sobre laslosetas heladas del cuarto de baño, si me vieras, Michelle, todas lasnoches, te lo suplico, ven, si supieras cómo te adoro, cómo te venero,¡ven! Olvidaste decirme tu apellido. Pero sé que mis cartas te llegan.

Roland Topor

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Lo sé: porque lo quiero. Y quiero que vengas Michelle,¡lo QUIERO! Te lo ordeno. No tienes excusas. TIENESque venir. ¡AHORA! ¿Dónde estás, Michelle? Sí, ya teveo, tus ojos azules chispean de alegría, yo también teestaba esperando, Michelle. Te quitas el abrigo negro.Llevas un suave jersey de cachemira que ciñe tus dulcesformas, y una falda azul bastante corta. Tienes piernaslargas y finas. Michelle, ¿no tendrás familia en California?Te iría mejor llamarte Jane, o Brenda o Jennifer. ¡Conesas piernas! ¡Mi querida, queridísima Brenda! Largas pier-nas delgadas, con transparentes medias negras, zapatosrojos de tacón de aguja, ay mi Brenda, y tu piel es blanca,lisa, afrutada... Brenda, ¿por qué no te quitaste el abrigo?Recuerdas, Brenda, ese cinco de enero, en la estación delEste, en París. Yo te llevé las maletas y te ayudé a subir altren. ¡Cuánto pesaban! Pero fue un placer llevarlas. ¡Y túme sonreíste! Fue la sonrisa más bonita que he visto enmi vida. De noche, te imagino en la cama, desnuda, ¡ysonríes! Yo te haré feliz, Brenda. Sigo viendo tus rizos deoro esparcidos sobre la almohada, y tus labios rojos, y tudulce sonrisa... ¡Yo te quiero, Brenda! ¿No lo ves, no losientes? ¡¡TE QUIERO!! No; sé que tú lo sabes, sé quesabes que te llevé las maletas porque lo haría todo por ti,¡tú eso lo sabías! ¡Sonreíste! Una sonrisa es una promesa,una sonrisa es un «sí», ¡o acaso no lo sabías! Ay Jennifer,Jennifer, ¿por qué no te quitaste ese abrigo? Me sonreíste.¡Y luego me dejaste! Sé que tu tren iba hacia el Este, ¿perodónde se paró, en Praga, en Viena, en Budapest? No sédónde buscarte. Jennifer, ¿dónde estás? Ni siquiera mediste la mano. Huiste a tu compartimiento. Eres cobar-de, Jennifer. ¡Con todos tus rizos negros y tus grandesojos de azabache y tus labios rojos de andaluza ardiente!Y eres cobarde. ¡COBARDE! Tú no tienes derecho a huir.Eres mía. Hiciste una promesa: tu vida me pertenece.¿Cómo te atreves a fingir que me has olvidado? ¿Cómo teatreves a huir de tu amo? Pero yo te encontraré. ¡Y yaverás cuando te encuentre! ¿Pero cómo te ATREVES?Ingrata. Finges, engañas, huyes, ¡cuánto te desprecio!¡Merecerías una lección! Sí, alguien tendrá que educarte.Imagino tus rizos pelirrojos: ¡cuando vuelvas a casa, yo telos arrancaré uno a uno! ¡Te daré golpes hasta que se teborren las pecas, te haré besar el suelo, te haré lamer laslosetas frías del cuarto de baño! ¡Aplastaré tu boca de vam-piro hasta que se vacíe de toda esa sangre de víbora, portu bien, Brenda, mi amor, porque yo te quiero! Y luego teperdonaré. Y seremos muy felices. Yo te amo de verdad.¡Escríbeme, Michelle, no tengas miedo, te perdonaré! Tenecesito, Michelle, ¡vuelve!...¡Te estoy viendo venir! ¿Yavienes? Yo te espero, Michelle, te espero. Llevo siete me-ses esperándote. Y lo haría todo por ti, Michelle, pero mipaciencia tiene límites. ¿Cómo pude creer en ti? Los ojosque ríen son culpables, siempre me lo han dicho, siemprelo he sabido. Y tus ojos son verdes y se ríen tras sus largaspestañas, los oigo reír, sus carcajadas resuenan día y no-che en mi cabeza, les grito que se callen, me golpeo la

cabeza contra las paredes para que se callen. ¡Y tú te ríes!¡Te ríes cada vez más fuerte! Odio tus risas. Son risas demujer. Eres la única mujer que me da fuerzas para vivir.Pensar en ti me hace fuerte. Me siento lleno de energía,capaz de todo, seguro de conseguirlo todo. De conse-guirte a ti. Te veo venir. Michelle, ¿dónde estás? Oigo tuspasos, tus tacones de aguja resuenan en el pasillo, ¡mellegan oleadas de tu perfume! Hueles a rosa y a limón;sueño con sentirte en mis brazos y abrazarte, exprimirtehasta la última gota fragante. Conozco el sabor de tu len-gua ácida y dulce. ¡Conozco cada milímetro de tu cuer-po! ¿No me crees? ¿Crees que estoy loco? Yo he trabajado,Michelle, he trabajado toda la vida. Tú me devolverás mijuventud. ¡Necesito vivir, quiero VIVIR! Y ya no sé vivirsin ti. ¿Me ves como a un padre, como a un abuelo? ¡Yo loseré todo para ti! Tu padre, tu abuelo, tu hermano, tutía... ¡TODO! Porque tú lo eres todo para mí. Te cuidaré,pondré a tu servicio todo mi amor acumulado. ¡Te haréfeliz! ¿Te he dicho que soy médico? He visto a muchísi-mas pacientes. Ninguna como tú, Jennifer. Ninguna te-nía tu misterio. Ninguna tenía cabellos que oliesen a miel.¡¡Ninguna!! Y he buscado, Michelle, he buscado. He des-nudado a miles de mujeres. ¡Y ninguna, NINGUNA eracomo tú! ¡Eres un ser único en el universo, eres un regalode Dios para mí y sólo para mí, eres la Mujer de mi Vida!Lo sé. Esta certeza me tortura desde aquella tarde, en laestación del Este, en París. Sé que te encontraré. ¿No mecrees? ¿Crees que estoy loco? Tú no sabes nada. Escuchay aprende. Yo te enseñaré. ¡Te enseñaré el amor, la vida, teenseñaré a ser mujer, pondré toda mi experiencia a tuspies, todos mis años, toda mi sabiduría, todo mi dinero!Todo a tus pies. ¡¡TODO!! Ya no soporto mi soledad. Midiosa, ¡ten piedad! Las mujeres me huyen. Tú no. ¡Tú mesonreíste y me enseñaste tus maletas, y caminamos juntoshasta el tren! Tus ojos reían: eso era un «sí». Te siento, teestás acercando, ¡ya casi estás aquí! Ay, ¡ven, ven, Brenda,ven! Tú eres la PLENITUD. Quisiera refugiarme en tucuerpo, hundirme en él, disolverme..., y desaparecer, ¡des-aparecer! tus ojos risueños, tu mirada color miel me de-rrite de placer, tus cabellos de ébano plateado relucencomo las estrellas, tu respiración es profunda, me quematu aliento, me embriaga tu olor, siento todo tu cuerpo ytodo vibra como el mar..., eres feliz, Jennifer, sé hacertefeliz, y siento que estoy dentro de ti y me oigo chillarcomo un loco, chillar de placer, por fin, ¡por fin!, placer,fusión, plenitud, alegría, felicidad, mi Venus, mi pleni-tud, te abrazo con todas mis fuerzas, nadie te arrancaránunca jamás de mis brazos, eres mía, he soñado tantocontigo, me he masturbado tanto pensando en ti, he ima-ginado tantas veces que te mordía hasta que corriera tusangre, tus gritos me hacen reír, tu cuerpo desnudo en laslosetas frías, tu cabellera de fuego, tus ojos estrellados, tusangre salvaje formando ríos de lava, tu olor me vuelveloco, más, más, otra vez, ¡por fin!, me perteneces, mi Maríaadorada, te lo ruego, te lo suplico, ¡cásate conmigo!

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PPPPPlaneta laneta laneta laneta laneta AAAAAguaguaguaguaguaPor María Bueno

¡Tenéis que creerme!

Gritaba Pedro, mientras forcejeaba con dosenfermeros que le sujetaban –¡Yo no estoyloco!–. Llegó un tercero, le puso un calmantey poco a poco se quedó dormido.

Pedro era pescador; unos días antes, esta-ba muy contento porque después de un tiem-po parado, su patrón lo llamó para salir a lamar. ¡Por fin! Esa era su vida, nunca se sentía mejor quecuando estaba en alta mar, rodeado por la inmensidaddel océano.

Pero aquella vez, el azar le iba a jugar una mala pasa-da. Cuando ya venían de vuelta se desencadenó una terri-ble tempestad y el barco zozobró.

El capitán pudo pedir auxilio por radio, pudieron sal-varse algunos y a otros los recogieron ya cadáveres, dosdesaparecieron, Pedro y Manuel.

Pedro notó cómo se hundía, intentó nadar, cogerse aalgo, pero la fuerza del agua no se lo permitió, luegonotó un golpe y perdió el conocimiento.

Cuando despertó estaba en un sitio con una luz muybrillante, tumbado en una camilla y con unos seres ro-deándolos.

–¿Cómo te encuentras? –le preguntaron. Eran unaspersonas muy bellas, altas, delicadas y armoniosas, de pielmuy blanca, pelo muy rubio y ojos claros. Vestían comouna especie de túnica dorada. Pedro se incorporó y pre-guntó ingenuamente:

–¿Me han cogido los extraterrestres? –aquellos seres seecharon a reír.

–No, estás en el mismo planeta, sólo que no en latierra, estás en el agua.

–¡Sí, ya recuerdo! –exclamó Pedro–. Hubo una tor-menta… ¿Me ahogué?, ¿estoy muerto?

–No, te cogimos y te trajimos a nuestro mundo, no-sotros somos del mismo planeta, sólo que vosotros lo lla-máis Tierra porque vivís en ella y nosotros Agua porquehabitamos en el fondo del océano, habitamos todo el cen-tro de la tierra. Nuestro mundo es más vasto y extensoque el vuestro, la vida salió del mar, nosotros ya existía-mos antes que los terrícolas aparecieran en la tierra. Haymuchos «aguanitas» entre los terrícolas, son científicos yguías espirituales y os están ayudando a evolucionar, lasnaves que llamáis OVNI, son nuestras, exploramos otrosplanetas y sistemas solares, no podemos darnos a conocerporque aún no estáis preparados, pero si hiciera falta in-tervendríamos.

Y los «aguanitas» fueron explicando a Pedro y a Ma-

nuel su sistema de vida y como era su mundo, y los invi-taron a quedarse allí.

–Ya hay otros muchos de la tierra por aquí –le dije-ron.

Y Manuel fascinado por aquel mundo y por una bella«aguanita» que había conocido, aceptó quedarse encan-tado. Pero Pedro pensó en su mujer y sus hijos y quisoregresar. Quiso quedarse unos días más para conocer mejora los «aguanitas» y su mundo, les preguntó si podían res-pirar en el agua, ellos le dijeron que sí, tenían pulmones ybranquias y podían estar en la tierra y en el mar. Tambiénles preguntó por qué no había guerras ni contaminación,y ellos le contestaron que tenían una tecnología descono-cida aún en la Tierra, que no contaminaba, y respecto alas guerras, hacía miles de años que descubrieron el gende la maldad, que hacía que el hombre se inclinara a laviolencia y al mal, que desde entonces nadie nacía conese gen, y que nosotros en la tierra estábamos a punto dedescubrirlo.

Los llevaron en una de sus naves a ver su mundo, ha-bía valles, lagos, cascadas, grandes ciudades, pequeñas al-deas, espesos bosques, y todo puro, sin contaminar.

Cuando llegó la hora de su partida, le dijeron quepodía divulgar lo que sabía, pero que lo más seguro eraque lo tomaran por loco.

–¡Estaremos en contacto!–¿Pero como? –les preguntó Pedro––Mírate el brazo –y se vio dos pequeños lunares que

antes no tenía–. Ya sabrás cómo.Luego lo sedaron y despertó en la playa.Había pasado una semana y todos pensaron que era

milagroso. Como no paraba de hablar de los «aguanitas ysu mundo», lo internaron hasta su recuperación, y los mé-dicos decían que esos delirios eran a causa de tanto sol y debeber agua del mar, que se le había trastornado el cerebro.

Pedro decidió callar hasta poder salir de allí. Luegotendría tiempo de escribir y divulgar todo cuanto sabía.Nadie lo creería, pero tal vez algunos sí; y quién sabe, lomismo, algún día, todos estaríamos en contacto. Al fin yal cabo habitamos en el mismo planeta.

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Una semana más me siento a pensar y a volcar mi alma alpapel, ¿es posible? No lo sé. El ruido de la cabeza meinvade de palabras y a pesar de buscar el silencio y lainspiración, se me arremolinan recuerdos vividos, mejo-res, peores, ambiguos, incompletos…

Cómo encontrar el sentido de la vida cuando has vivi-do tan intensamente, que llega un momento que no sa-bes qué hiciste, ni cómo lo hiciste. Ruido, ruido. Tengomi idea, quiero hablar de vos, de mí, de los dos, de lo quecompartimos, de lo que perdimos.

Creo que no encontraré a nadie que me entienda comonadie nos entendía a ambos; tan autosuficientes,simbióticos, ajenos a todo lo que nos rodeaba, líricos,utópicos… Mirábamos al mundo a través de nuestra ven-tana de amor y no nos dábamos cuenta de que, él, seguíaimpertérrito caminando hacia la mayoría de las cosas quedespreciábamos y evitábamos.

Educamos hijos alucinados con nuestras propias alu-cinaciones, el bien, el amor, la lealtad, la pureza, la ver-dad, la bondad…

Despreciábamos todo lo material, quizá, porque nun-ca nos había faltado, éramos felices con muy poco, segúnnuestro modo de ver, que hoy veo que es mucho parademasiada gente.

Nunca tuvimos frío, ni hambre, ni faltas, ni apuros ylas necesidades pasaban muy lejos de nuestra puerta.

Quizá en ese momento hubiéramos tenido que hacercomo la hormiga, guardar y esperar, mas éramos cigarrasfelices disfrutando del libre albedrío, ¿cómo extrañar lasvacaciones viviendo al lado del Atlántico? Y ¿cómo ex-trañar las montañas habiéndolas recorrido, de arriba aba-jo, con nieve y con sol, aunque fuera por trabajo?

Soñadores innatos, pacifistas por vocación, cuando em-pezaron a dañarnos, nos dolía más la putrefacción quenos rodeaba, que el daño que nos hacían.

Un día cualquiera decidimos pintar nuestro futuro decolores, dejar atrás ese país tan triste, gris y nostálgicocomo su música. El tango.

Amando siempre la cuna de mis padres, acostumbra-ba a decir como una videncia inexorable, el día que mevaya a vivir a España, será a Andalucía, con su sol y susbellezas multicolores. Y aquí vinimos y aquí estoy.

Al principio quedamos deslumbrados por la bellezanatural de sus playas y montañas, el contraste de la nievey el sol, y éste reflejado en el mar. Y junto a todo ello, loscolores del amor que nos unía.

Durante algún tiempo y como nunca, vivimos mara-villados por la ausencia de problemas o por el exceso defelicidad. Pero todo se termina, ¿no?

Hoy pinto de negro y de gris esta Andalucía de gran-des contrastes, en parte docta y en parte ignorante, enparte acogedora y en parte rechazante.

Hoy pinto Andalucía con el dolor de mi alma, por los

hospitales recorridos, por el rechazo causado, por la in-comprensión de los que creen que tienen el poder, porlos que nos llevaron a un callejón sin salida.

A pesar de ello, aquí, aquí mismo en el Mediterráneo,reposan tus cenizas como deseo póstumo. No puedo odiarlo que te contiene, no puedo dejar de pensar que en losveranos me sumerjo en el mar y un poco de tu materiavaya a mi cuerpo y a mi alma. No sé como presentarte sincaer en la cursilería, no sé como presentarte sin que pien-sen, como de todos los muertos… ¡¡¡Era tan bueno!!!

Pero me gustaría que te conocieran, me gustaría po-der gritar al mundo lo que perdí, para que entendieraque aún en el más frío razonamiento, puedo encontraramigos y compañeros de camino, mas nunca reemplazar-te.

¿Te acordás?, cuando te decía:«Si algún día sabes, que te vas a morir… pedime que

nos separemos…»Yo sabía en lo más recóndito de mi ser, que nunca

superaría este suceso. Tal vez al separarse, inevitablemen-te se guarda algún rencor, que hace más fácil aceptar elabandono.

Pero no hubo tiempo de fingir desavenencias, todofue muy rápido y caótico, y sólo hubo tiempo de seguirafianzando esta relación en la que confiabas plenamente.

Cómo decirte que cuando me preguntaste si saldríasadelante, en algunas de esas noches insomnes que com-partimos, te dije que sí, porque lo creía. Cómo decirteque nunca pensé que no tendríamos tiempo para la lu-cha. Cómo decirte que hoy el alma se me encoje cuandopienso que quizá creas que te mentí, y no es así, yo teníafe, tenía fe en vos, en mí, en Dios, en el futuro, nada mehacía pensar que no tendríamos tiempo. No te mentí,como mucho me mentí a mí misma, porque si no, nopodría haber velado por vos… sin esperanza… o quizáhubiera elegido el momento en que nos marcháramosjuntos, pero esto también fue un derecho que me fue ne-gado.

Gris y negro, negro y gris. Dios, dame un poco decordura para seguir el camino, dame un poco de consue-lo. Sale el sol, llega el verano y ahí sé que me esperas paraabrazarme en la espuma del Mediterráneo. Y allí estaré,es una cita, nuestra cita, lástima que me falta el coraje deAlfonsina y sólo podré tenerte un verano, mas para vol-ver a otro invierno de espera.

Por Alicia Gaona

Repartiendo Colores

Guillermo Roux

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Éxito de librería colossal* –no sólo comer-cial– para esta larga novela-thriller que, desdeel inicio, alentará al lector de fondo, y algotemerario al entrar en este laberinto de acon-tecimientos criminales de envergadura que,en un sistema socio-democrático minado por elultraliberalismo –estamos en Suecia– caracteriza las deri-vas de las últimas décadas en un país moderno. Dondesalen a diario revelaciones sobre tráfico de todas clases:de mujeres, de dinero, de drogas, de armas y de influen-cias políticas. El todo plasmado en un trasfondo de relentesde fascismo visceral, de post-guerra fría, de poderes di-nástico-industriales agónicos, revelados por un equipo deperiodistas de investigaciones expertos en usar mediosinformáticos multiformes y moverse en la tela y sus tras-tiendas como Pedro por su casa.Después de afrentarse a algunas faltas de traducción léxicaso sintácticas, a la tarea de memorizar patronímicos queen su mayoría escapan a la terminología latina –se llamanKart Mikael Blomkvist, Hans-Erick Wennerström, BertilCannermarker, William Borg, Robban Lindberg, DraganArmanskij, Lisbeth Salander-Zalachenko, HolganPalmgren, Dirk Frode, Erika Berger, Lars Beckam losprimeros en entrar en escena–, de tropezar en topónimosextraños repletos de letras impronunciables, tendrá el aten-to lector, al dejarse llevar de la mano del magnífico autor,además del placer de disfrutar de una escritura precisaque poco a poco se impone, el de entrar en situacionescomplejas, dentro de un cuadro original que se va a lle-nar de una multitud de protagonistas los más sorpren-dentes, cada uno con su genio, implicados en un entra-mado que, al empezar, parecía inextricable.El todo tejido de suspense sostenido, multiforme, salpi-cado de violencia sexual patológica, de sexo bueno o maloy dinero, regado de litros de mal café y otras bebidas pro-pias del clima septentrional; es decir, aderezado con losingredientes sin los cuales este género, aunque renovado,no tendría sus promesas… Y, fuera de toda retórica su-perflua, trenzado con una lucidez implacable, todavía dejaaflorar una honda, tierna y discreta impronta de sencillahumanidad.

‘Armanskij lo tenía difícil para habituarse al hecho que sumás fino limier fuese una chica pálida, de una delgadez deanoréxica, con cabellos cortados archicortos y unos piercingsen la nariz y las cejas. Tenía un tatuaje en el cuello queconsistía en una avispa de dos centímetros y un lazo entornoel bíceps izquierdo. Las raras veces que vestía un debardeur,había podido remarcar que tenía otro tatuaje más grande enel omoplato figurando un dragón. De pello rojo se habíateñido en negro ala de cuervo. Tenía siempre el aire de unaque acaba de salir de una semana de juerga en compañía deuna banda de hard-roqueros.Su boca era ancha, su nariz pequeña y sus pómulos altos, loque le daba un vago aspecto oriental. Sus movimientos eranrápidos y arácneos y cuando estaba trabajando con el orde-nador sus dedos volaban frenéticos sobre el teclado. Su cuer-po no hubiera servido para una carrera de modelo, pero conun maquillaje adecuado, un plan gordo sobre su cara nohubiese afeado una valla publicitaria. Debajo de su maqui-llaje –algunas veces lucía un repugnante rojo de labios negro–sic–, los tatuajes y los piercings, estaba, diríamos, atracti-va. De una manera totalmente incomprensible.’Así habla el autor de Lisbeth Salander, una joven asocial,bajo tutela judicial, investigadora free-lance de MiltonSecurity.Empieza la saga con las investigaciones del equipo delmensual Millenium, liderados por Mikael Blomkvist –apodado super Blomkvist por conseguir desenmascararen sus primeras encuestas a una banda de atracadores debancos– cuyo proyecto es denunciar, primero la situa-ción de las mujeres sometidas al poder y la violencia ma-chista y, segundo, las irregularidades empresariales de untal Wannerström, richísimo affairiste, quien después dela caída del muro, pretende invertir cantidades, sacadasde manobrias bursátiles sucias, en empresas ficticias ubi-cadas en la ex Europa del Este para tapar tráficos de ar-mas, beneficiándose además de ayudas institucionales.

MILLÉNIUM*MILLÉNIUM*MILLÉNIUM*MILLÉNIUM*MILLÉNIUM*(Stieg Larsson, tres tomos de 575, 653 y 711páginas. Vol. I: Los hombres que no amaban alas mujeres. Vol II: La chica que soñaba con unjerrycan de gasolina y fósforos. Vol. III: La rei-na en el palacio de las corrientes de aire)

Por Juan Bruca

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Acusado de difamación agravada, super Blomkvist, algoimprudente, engañado a propósito por una fuente floja,es condenado a tres meses de prisión, deja Millenium yencuentra así nuevas perspectivas como seudo privado, quele hacen penetrar en el seno mismo de una decadente ynumerosa tribu familiar –todavía potente– de industria-les cuyo patriarca quiere esclarecer la desaparición de sunieta hace treinta años y emprender, en la búsqueda deun serial killer sádico, una relación ambigú con Salander,la superdotada, la rebelde sin perdón, quien, por cuentapropia, –es la hija de un mafioso, tránsfugo ruso del KGB,criminal de envergadura protegido de la SAPO y de lospoderes ocultos suecos– tiene cosas que arreglar.Se instala una extraña complicidad entre dos seres tandispares pero unidos por su meta: la primera vengarse desu padre mafioso que maltrataba y prostituía a su madrey con altas complicidades la hizo declarar incapacitada yponerla bajo tutela judicial; el segundo para rehabilitarsu imagen, salvar Millenium y seguir denunciando lasderivas criminales de la sociedad del poder político-eco-nómico. Tardan mucho en establecer relaciones…Blomkvist es guapo y le gustan las bellas mujeres, perono quiere ponerse trabas y Salander, que se cree fea y sinatractivos, busca su sexualidad en relacionesanticonformistas que brotan en las márgenes de las con-vencionales.Violentada por su tutor, víctima de la duplicidad de losmédicos que la mantienen encerrada en la incapacidadde reconstruirse una vida decente, acaba Salander porentrar en guerra contra su progenitor y se hace –con lacomplicidad de Armanskij– el aliado objetivo deBlomkvist quien, con su equipo de Millenium, quieredesenmascarar y afrentar a los asesi-nos de una pareja de colaboradorescon los que preparaban un númeroespecial denunciando –a partir defuentes fiables– tráficos de prostitu-tas menores venidas del Este y cuyosclientes pertenecen a cuerposinstitucionales representantes de lamoralidad oficial.Después de una multitud de episo-dios típicos de la serie negra en losque entran sin casi nunca salir –sólose van los muertos– una retahíla depolicías de todo rango y gremios, dejueces y fiscales que no se puedentipificar en una breve noticia,Salander, acusada de matar a su pa-dre, por su rabia en defenderse con-sigue escapar a sus verdugos y –aun-que sí contaminada por los maltra-tos y la violencia sufridos en psiquiá-tricos–, desaparece, y cogiendo do-ble identidad, aprovechándose de sus

dotes de hacker entra en los discos duros de todos aquellosque deseaban su condena. Consiguiendo vaciar las cuen-tas off shorre del riquísimo Vannerström, lo empuja a sui-cidarse, se constituye un tesoro de guerra que va a facili-tar su venganza y seguir viva hasta apurar cuentas pen-dientes con los aliados mafiosos de su padre ya eliminadopor aquellos que temían sus posibles revelaciones.‘Optó –podíamos esperarlo– por elegir el mejor: el ApplePowerBook G4 de 1 Ghz, casco de aluminio, dotado de unprocesador PowerPC 7451 Alta Velocity Engine, de 960 Mode Ram y disco duro de 60 Go, con Blue Tooth y grabadorade CD y DVD integrados… con una Pantalla de 17 pulga-das y una carta gráfica Nvidia de 1440 x 990 pixels deresolución y teclado con retro alumbrado. La Rolls de losportables’ **…Con la ayuda de Blomkvist y otros pocos aliados, su jui-cio ha revelado la corrupción de parte del aparato de lajusticia y se inicia la debacle de sus protegidos.¿Triunfarán los dos? No estaría a propósito –y menos paraun incondicional y autor de relatos negros– desvelar comoacaba la novela antes de salir Salander de su vía crucis yBlomkvist recuperar su honra profesional y algo de sere-nidad en su vida personal.Millenium –que podría condensarse en la historia de unaamistad entre seres tan dispares– por cierto marcará, porsu amplia demostración, un hito que dará cuenta de queeste género tan subestimado puede adquirir letras de no-bleza en el panorama de la literatura actual. No sólo porla riqueza de su contenido sino por ser un reflejo perti-nente de la sociedad liberal –tan dura para las víctimasindefensas e indulgente para los poderosos – en cualquie-ra parte del mundo llamado civilizado. Donde más y másemerge la criminalidad bajo sus nuevos aspectos inquie-

tantes, relacionados con eldesamparo progresivo de losindividuos frente a la presiónde poderes incontrolados.Deseándole buena lecturahasta entrado el invierno –¡qué son 1939 páginas!

* de la edición francesa. Después deconsultar el traductor –falleció ya elautor– no se puede deducir clara-mente lo que significa en el contex-to este vocablo. Opino por su senti-do irónico de Edad de Oro…

** adictos incondicionales a los me-dios informáticos y sus aplicacioneslas más avanzadas seguirán con en-vidia las actuaciones de Salander ysu amigo Plague dignas de los me-jores virtuosos de la pantalla.

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Hacía dos semanas que ella había muerto. Desde entoncesel silencio de la casa amenaza con tragárselo todo, con aplas-tarlo a él. No es que en vida ella fuera muy habladora, almenos con él. No, más bien no tenían casi ningún tema deconversaron, más allá de los habituales pásame esto o aque-llo, ¿qué hacemos mañana?, ¿dónde vamos de vacaciones?No podía recordar ni una conversación trascendental conella. Ella callaba. Sí, siempre miraba, observaba y callaba.

Él había tomado la costumbre de coleccionar bolsitas deazúcar con frases hechas, tal vez para suplir el silencio. Comoamenazaban con perderse por los cajones, un día había deci-dido enmarcarlas. Tenía cubierta las paredes con aquelloscuadros ultraplanos repletos de sentencias.

Acostumbraba a leerlas para ratificarse en la sabiduría delas mismas y de paso en la suya por coleccionar tanta sapien-cia. Pero esa noche no hallaba consuelo en las frases hechas,por importante que hubiera sido su autor. Decidió que lomejor era empezar a deshacerse de los recuerdos de ella. Asítal vez aliviaría su pesar, esa tapadera que parecía bajar deltecho cada día un centímetro más.

Pensó que sería buena idea deshacerse primero de la colec-ción de muñecas que ocupaba un mueble esquinero en el pa-sillo. Desde el funeral, las miradas de aquellas muñecas pare-cían seguirlo hacia todos los rincones. No sabía si darlas enbloque o de una a una, ni a quien. Buscó en Internet y halló elmuseo de la Dona en Figueras donde aceptaban la colecciónsin compromiso de exposición ni de devolución al no ser unacolección aparentemente ordenada ni documentada.

Abrió el armario y comenzó por el estante superior, sacóuna muñeca de porcelana que tenía un cazamariposas enuna mano y un bolsito de red para guardarlas en la otra. Alsacarla cayó al suelo un trocito de papel muy doblado. Lodesplegó: Regalada por F, primavera 1995, comprada enPRYCA los Patios «cazadora de sueños», revisión cardiólogo,hospital universitario, Málaga. Sacó otra muñeca de grantamaño que llevaba un sombrero de tela. El papel decía: ve-rano 1998, regalada por H, «no sin sombrero», traída de Ca-narias.

Una tras otra fue sacando y leyendo las papelinas. Lashabía de todos los lugares del mundo, de París, «una MadamePompadour» maltrecha, la primera de la colección, 1963, re-galada por el primo Pepito. Un deshollinador «que traía suer-te». Una de Rusia, aristocrática muñeca de trapo con la quejugaban las niñitas rusas. De Japón, «con amor», regaladapor R. Un guacho de Argentina, una cubana, una desde laplaza Nabona, «con cariño», de Kika. De esta el documentorelataba que «en la tienda sólo dejaban pasar un número deter-minado de personas y que la cara era única y hecha a mano». Y

había más, una de Alemania, otra de Inglaterra, otra de Ho-landa, de Bélgica, de China, de Colombia, de África «a bene-ficio de una ONG de planificación familiar», una patinadoray hasta una de Finlandia con un poema, una tejida a manoen punto «de una paciente», un pepón comprado en una tien-da de muñecas de la Gran Vía en Madrid.

Cada una de aquellas muñecas tenía su propia historia ysu nombre. Hasta había alguna que él le había regalado. To-das tenían escondido en los refajos su fecha, la ocasión, unabreve biografía y el nombre de quien se la regaló.

Había una particularmente descocada con un deshabillénegro transparente, tumbada de lado, fumando en boquilla.También estaban las regionales, una Fallera, una Lagarterana,una Gallega, una Asturiana, una de Cáceres con un sombre-ro de mil espejos, una bruja, un payaso, una vestida de fla-menca. De esta se acordaba bien, la habían rescatado de uncaja de basura en una calle de Nerja, frente a una tienda todoa cien de chinos. Tenía un mecanismo que no funcionaba;ella le había arreglado el vestido, puesto pendientes, collaresy un abanico; aún recordaba la alegría que llevaban las tresparejas después de cenar y tomar unas copas. Una juerga lobastante gorda como para recoger muñecas de las cajas debasura entre risotadas. Había sido José Luís quien se la dio.Eran los tiempos en que se estaban emparejando José Luís yGloria… Todo estaba brevemente relatado en el papelito.

Se quedó atónito delante de las cien muñecas, cada unacon su historia. Se sintió idiota. Idiota por haber estado co-leccionando frases de la vida de otros, sin darse cuenta de quea su lado alguien no estaba coleccionando muñecas, sino ha-ciendo de estas las frases y los momentos propios de su vida.

Esa colección era su verdad, no la verdad de otros, enlugares y circunstancias lejanas y tal vez desfasadas y revisables.Volvió a poner primorosamente cada muñeca, con su trozode papel, en su sitio.

Ya no parecían seguirlo con la mirada, ya no lo atormen-tarían cuando pasara por el pasillo.

Ellas habían hablado y le habían contado cosas insospe-chadas de la mujer con la que había compartido su vida. ¿Dedónde habían salido tantos amigos, tantas amigas? ¿Quién lehabía regalado tantas muñecas?, que eran otros tantos mo-mentos de su vida, una vida paralela, la cual, él, enfrascadoen leer frases enlatadas, se había perdido.

Coleccionista deVerdades...

Por Mari Carmen Martínez

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Mayo 2009 NARRATIVA

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Por José Vasanta

Virgilio se zambulló en el oleaje solitario del desierto porpropia voluntad, no lo hacía por motivos esotéricos,inconfesables, como si acudiera a un campo de concen-tración, a las frías estepas, recluido por una autoridadsuperior con coercitivos y severos planes de exterminio,lavado de cerebro, cambio de personalidad.

Instaló la tienda con los pertrechos que llevaba lo mejorque pudo, en busca de sosiego, una muda nueva que locatapultase a espejos galantes, áreas de descanso sin mias-ma envilecida, con centros prestos para depurar el mate-rial más corrosivo, y a renglón seguido configurar uninteriorismo personal renovado, acorde con el sugestivoestilo de vida que se había propuesto, cansado de bucearpor canonjías, cloacas, o célebres púlpitos.

Planificó un amplio abanico de sistemas indagatorios,cartas, manos, bendiciones del chamán, aquelarres, póci-mas, nigromancia, hechicería, encantamientos, tradicio-nes con ungüentos de los ancestros entre otros rituales.Mas no le sonrió la suerte. Permanecía en la estrictanocturnidad, sin vislumbrar una estrella por el camino,un resquicio que elucidase los bancos de niebla, losacuciantes y broncos interrogantes que oprimían el pe-cho.

Antes de subir al tren rumbo a su catarsis, al oasispurgativo, había guardado en el archivo borradores deWindows:

Toñi, mi bien, como te decía (en el mensaje que voló),mordí los labios de las palabras que enviaste, la boca detus frases, la lengua de los sentimientos, y, -torpe de mí,puedo contarlo, he vuelto a nacer, vivir-, al querer engu-llir todas a la vez me atraganté, con tan mala sombra quefui a parar a la vorágine hospitalaria, las urgencias delcentro de salud, ante el oscuro pronóstico que apuntabael liviano percance.

En tales circunstancias, me dije, alégrate, Virgilio, ereslibre en este mundo de siervos, un hombre rico, podero-so, ¿quién como tú?

Imaginé que había dado el golpe del siglo a un bancoemblemático, pintando de plata mi vida, llenando el fur-gón con docenas de sacas de libras y euros, auténticasmontañas de oro; lo cual generaría en mí una confianza aprueba de bombas, permitiría afincarme en un tiernoparaíso, iluminado por la clarividencia y savia de tus pa-labras, dormir en los laureles el resto de los días, inmunea la adversidad y abastecido de todo cuanto pudiere pre-cisar para el cuerpo y el alma, sustento, vestuario, sueños,palmaditas en la espalda o caricias, aboliendo dudas ydesalientos sin cuento.

Lo más apremiante para él, era, sin duda, purificar elmundo interior, comenzando por coger el toro por los

cuernos, las zonas erróneas de la mente, fulminar las avis-padas hierbas tóxicas que, en horas de cambio de turnode guardia, escalaron la tapia de la conciencia y han bro-tado indómitas, durante el otoño; llegan con fuerza dehuracán, cual hordas salvajes que atacan a la desesperada,perforando el caparazón de los sesos. Por ello me despla-cé muy de mañana al sitio que mencionaste para obser-var in situ el funcionamiento de la maquinaria y la garan-tía de los distintos tipos de depuradoras que oferta elmercado, que no se asemejan ni en fondo ni en forma alas máquinas ya consagradas, tragaperras, lavavajillas, olas propias lavativas.

La depuradora de uso personal, al igual que la de laplanta depuradora en una gran urbe, precisa de una seriede requisitos para realizar su función; en primer lugar,colocarse en las raíces del problema, en el punto de en-cuentro de las aguas, que más tarde regarán el cerebro alabrir el grifo cada mañana a la vida, con objeto de filtrarla arenilla pensante acumulada, telarañas, diversos grá-nulos o empellones de ideas descascarilladas, rotas, quese han licuado por abandono o solidificado por la durezaambiental, discurriendo sin remedio por las fibras ner-viosas a través de sutiles canalillos o enormes acequias,que ahogan los brotes de tranquilidad, de agua clara, quealimenta pensamientos y los más tentadores proyectos.Me vas a permitir un breve ensayo con la depuradora,antes de incrustarme en las interioridades, poniéndomeen sus manos, y una vez que se haya verificado la utilidady puesta a punto de todos los ensamblajes del artilugio.Siempre con la esperanza de que el experimento tenga unfinal feliz.

Depuradora

Max Ernst

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NARRATIVA Mayo 2009

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Afuera, los hombres clavaban.Primero tres tablas, después otras tres, unidas a esas por un injerto

de madera, crucificado entre la intersección de ambas, y, poco a poco,el conjunto tomaba la forma diamantina de un féretro para un cuerpodelgado. Una caja de muertos.

La pusieron al sol, a ver si la madera resistía sin rajarse, y prepararonla tapa, del mismo contorno que el resto de la caja. El hombre desca-misado que la terminó se sentó bajo la sombra insignificante de unárbol de pocas hojas, goteando el sudor. Se quitó la gorra, exponiendoun cabello negro y resbaloso, y miró al cielo que se asomaba más allá delos cohollos. Se dio cuenta de que Ramona, de entonces unos catorceaños, lo miraba por la ventana como si estudiara su espécimen. Tomóla camisa, que llevaba en el bolsillo trasero de su pantalón y se la puso.La dejó desabotonada.

-Niña -le dijo-, no se preocupe, que su mamá se fue al cielo.El hombre sudado apuntó a un conjunto de cirros lejanos y le dijo

que los mirara, que las nubes estaban rizadas, y que eso se debía a quelos ángeles pusieron una escalera hacia el otro mundo.

En eso, un jovencito llegó en burro, con un vestido blanco que elpadre de Ramona encargó por algunas monedas, según se lo pidieronlas mujeres que en ese momento rezaban la Salve con mucha convic-ción, A Ti suplicamos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Una de ellas, de mirada larga como los años, tomó la vestimenta. Lasujetó de las hombreras y, extendiendo sus brazos hacia arriba, dejócolgar el vestido para ver cuán largo era. Hizo gesto de aprobación y,exhibiendo una delicadeza admirable, lo sobrepuso sobre el cuerpo dela muerta.

Ramona volvió su atención hacia adentro y vio la chancleta vieja,cosida una y otra vez por los dedos largos de su madrastra, que todavíacolgaba del dedo gordo de su pie derecho. En el atuendo blanco sereflejaba la luz vespertina, y Ramona se imaginó a la mujer caminandopor entre la sierra, vestida con él. Pensó que de seguro no le gustaríatanto resplandor.

Fue en ese mismo reflejo disperso del sol, que rebotaba de aquelvestido y de la sábana que cubría la mesa, que Ramona advirtió unasombra inhumana entre el calor que los cocía a todos. Salía de entre lashebras desteñidas del pelo de la muerta, sujetado todavía por un moñoque le servía de almohada.

Era una mancha que se desbarataba, harta de la sangre vieja y estérilque ahora era sustancia venenosa, y se regaba sobre la sábana blanca,buscando otro anfitrión, como la vida que horas atrás se marchó.Eran los piojos que, llevados por el instinto, huían de aquel cuerpo.

* De la Blogonovela «La vida pasajera»http://lavidapasajera.blogspot.com/

Para abrir boca, no sería descabelladoejecutar unas puntuales muestras, a modode un descafeinado cásting, con las líneasde algún conocido cerebro de las letrascuyas obras circulan por la red, como ellibro – que acaso se ha impregnado de uncontagioso virus oriundo de la alta mon-taña- que cayó en mis manos, y cuyo epí-grafe declinaría citarlo en estos instantespor precaución, ya que puede cuasar tras-tornos pasajeros, y, por ello, te impulsa aque lo acerques a la depuradora para ali-viar en lo posible el mal olor, aunque se-ría mejor borrarlo de un plumazo, y noandarse con rodeos, y se acabaría de unavez con el problema (Libro deRequiems), de Mauricio Wiesenthal:

«Ella tocaba el piano para que yo can-tase a Tchaikovski. Y fue ella quien meenseñó a pronunciar en ruso la palabraamor, buscándola en los versos de Pushkin,en las páginas de Dostoievski, en AnnaKarenina de Tolstoi y en las cartas de sujuventud. Me acuerdo bien: liúbav, liúbov,porque ella cerraba siempre el sonido dela o no acentuada, considerándolo máselegante. Así aprendí que el amor, en ruso,es femenino, igual que el alma, el minuto,el dolor, el papel de escribir y el abedul.Todas las cosas importantes o bellas sonfemeninas en Rusia.

¡San Petesburgo! Magia de las nochesblancas de junio, cuando se puede leer aPushkin sin encender la lámpara, porqueel sol nunca se oculta en el claro horizon-te. Milagro de las noches de invierno,cuando las luces de gas se reflejan sobrelas calles heladas, cuando se pueden se-guir las huellas de Raskólnikov por losalrededores del viejo Mercado del Heno.Alegría de la primavera, cuando las aguasdel Neva se rompen, como flores de nie-ve en un cuadro de Iliá Révin. Silenciosagrado del otoño, cuando los primerosaires tímidos se pasean por las fachadasde los palacios, por los canales dormidos,por las mansiones barrocas de la Moika,donde vivieron Pushkin y Esénin.

Me apasionan los rincones geográficosque tienen alma»...

Una vez que se complete el ciclo deprelavado, lavado y secado de ladepuradora, introduciré mi cráneo a tra-vés de la gigantesca garganta con la ilu-sión y la esperanza de dibujar posiblemen-te los mejores horizontes e intenciones delos dioses de la primavera.

UnasombrainhumanaPorVíctor Manuel Ramos

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He soñado con él, padre prior, pero más que un sueñoha sido un diálogo muy real en la noche de mi celda. Lohe visto, ha estado hablando conmigo durante horas, sinparar, sin cederme apenas la palabra, agazapado a mi in-somnio sin dejarme pegar ojo. ¡Claro, como él disponede todo el tiempo del mundo! Bueno, de todo no, sólohasta el retorno de nuestro señor, hasta el final de lostiempos o de la era, o de lo que sea, padre prior, por queese hombre con rostro y manos de santo me contó tantasy tales cosas que me han dejado confundido.

Me dijo que se llamaba Catáfilo, aunque su primernombre había sido Ausero, que venía de los Estados Uni-dos, donde le habían sucedido cosas horribles. Pero anteshabía recorrido el mundo entero, arrastrando su conde-na, errando sin lugar fijo donde echar raíces, sin una fa-milia concreta, pateando todo el orbe durante su larga yprolongada existencia. Estuvo en Hamburgo, en Viena,en Lubeck, en Praga, en Baviera, en Bruxelas, en Leipzig,en Paris, en Stamford, en Astrakán, en Munich, enAltbach… saltó luego a América y estuvo en Miami, enQuito, en Bogotá y Pereira… y regresó a Europa y pasópor Estambul… y por aquí, por Toledo, su ciudad favo-rita, en la que vivió hace muchos años y a donde sueleretornar de cuando en cuando atraído por las únicassaudades que brotan de su atormentada alma.

Ahora mismo se encuentra aquí. No logro entender,padre prior, por qué me ha elegido a mí, a un humildefraile como yo, por qué estrecha mi mano con la suya, lamisma mano que tocó a Jesús en la cuesta del calvario;por qué vierte sus palabras en la intimidad de mi embele-so, con los mismos labios que atosigaron a Cristo conprisas mientras cargaba con el madero; por qué pareceoírme con los mismos oídos que escucharon del Señor:«iré más rápido, pero tú deberás esperar hasta que yo re-grese».

Pues aún sigue esperando, padre, y la fatiga apenasmarchita su rostro de cuarentón eterno, aunque ya se hacemanifiesta en sus ojos deslucidos, cansados. Me contó unepisodio inquietante. Resulta que cuando estuvo hará unossiete años en Turquía, durante la fiesta anual de los judíossefarditas en Ispahán, un caluroso día de Agosto, conocióa un importante broker de los Estados Unidos, propieta-rio en New York de una planta entera en una de las TorresGemelas, fatídicamente derribadas. Me dijo Catáfilo quehicieron una amistad inmediata, como si los atrajese unaafinidad extraña, el destino de un pasado común, acaso.Así que Leopoldo le propuso (este es el nombre del broker)que trabajara para él en sus oficinas durante algún tempo,

tal vez un par de años, que haría dinero rápido y de estemodo podría seguir con su vida peregrina (de la que de-cía tener envidia) mucho más desahogado, con las alfor-jas llenas.

Le aburro, padre. Conozco ese gesto suyo. Sé perfec-tamente que está usted interesado en lo que digo. Sabe,desde que le diagnosticaron esa enfermedad que le aque-ja, y que desvanece sus recuerdos, muchos opinan queusted apenas siente ni comprende, que es como una plan-ta… ¡Qué equivocados están! Usted sabe de lo que le es-toy hablando y además le gusta escucharme.

Seguiré entonces con Catáfilo. Comenzó a trabajar enel World Trade Centre, el complejo económico más po-deroso del mundo, en la Torre Gemela número 1, en eldespacho de su nuevo amigo de origen sefardita Leopoldo.Y todo iba de maravilla, a excepción de la comida (decíano acostumbrarse a esas pitanzas rápidas y estresantes),hacía buenos negocios, ganaba buenas sumas, hasta queun día, poco antes de las 9 de la mañana, sucedió lo quetodo el mundo conoce y hemos visto mil veces repetido.De los centenares de judíos que trabajaban en aquel com-plejo World Trade Centre, ninguno fue víctima del 11-S,pues ninguno acudió a trabajar ese día, a excepción deCatáfilo. Éste, en la tarde y la noche anterior a la catás-trofe, había recibido en su móvil varias llamadas y men-sajes de Leopoldo, pero se negó a contestarlas ya que es-taba un poco harto de ese aparatillo de los cojones, yandaba a esas horas por Central Park dándole de comer alos patos y observando con interés humano, no sexual(hay cosas que no cambian con los siglos), a las parejas detórtolos enamorados retozar sobre el césped. Las llama-

CatáfiloCatáfiloCatáfiloCatáfiloCatáfiloPor FranjamaresFranjamaresFranjamaresFranjamaresFranjamares

Max Ernst

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das y los mensajes posteriores (hasta tres)eran para decirle que se tomara el día librey no fuera a trabajar a la mañana siguien-te. Él fue el único judío que acudió a supuesto de trabajo y fue el único tambiénde su casta que perdió la vida en aquelmacro atentado.

Bueno, padre prior, he de decirle queno perdió la vida, que salió indemne delinfierno, protegido por la providencia deentre aquellos impresionantes fuegos amiles de grados, de entre las explosionesconcatenadas (demolición controlada, measeguró) que a remate echaron abajo lostres edificios. Y que salió de la colosal nubede llamas, humo y polvo, tan desconcerta-do y dolorido como un bombero más dela gran manzana, pero vivo, vivo y a salvo.Porque ahora sé, padre prior, que no se tra-ta de una leyenda, que Catáfilo está con-denado a vivir errando hasta el fin de lostiempos, hasta la segunda venida de Cris-to, hasta la Parusía. Así es, padre. Fechaque según me confesó, cuando apuntabanya las luces del alba sobre los muros delpatio, no tardará mucho en acontecer, aun-que usted y yo tal vez no la veamos.

También me reveló un sucio secreto:quién está detrás de todo eso, quién deveras ideó y organizó el atentado de WordTrade Centre y del Pentágono, en dondemurieron más de 3000 personas y que hasido el detonante de las guerras que hoypadecemos. Pero esto, padre prior, se locontaré mañana, que ya lo encuentrocansado.

EL DILUVIO I(Hitler, el final I)

El hombre que lo había sido todo para Europa (tirano, genocida,señor de la guerra), se miró al espejo y vio ante sí, no al vigoroso líderdel pueblo alemán, sino a un anciano decrépito, el rostro muy pálido,arrugas bajo los ojos y un pronunciado temblor en la mano izquierda.Sólo la antigua fuerza de su hipnótica mirada se mantenía. Observán-dose, se dijo: «Si Alemania pierde esta guerra, demostrará que es in-digna de mí».

Fuera, el diluvio de bombas rusas arreciaba en todo Berlín, hacien-do estremecerse el bunker de la Cancillería. Hitler fue a acariciar aBlondie para tranquilizarse y se dispuso a celebrar su cumpleaños.Aprovechando un momento de calma, pudo salir a respirar unas bo-canadas de aire fresco a los jardines del exterior. El aspecto que leofrecía la ciudad distaba mucho de la gloriosa capital imperial que élhabía soñado. El cielo tenía un color anaranjado, reflejando múltiplesincendios y solo se divisaban edificios en ruinas. Trató de abstraerse dela realidad y se dirigió hasta sus invitados, sus más valientes soldados,un grupo de niños de no más de trece años que se había distinguidoen la defensa de la periferia de Berlín. El Fuhrer pasó revista a la for-mación. Los adolescentes le devolvían la mirada con una mezcla deterror y adoración. «¿Cuántos tanques has destruido?», le preguntó auno. «Cinco, mi Fuhrer», contestó el chiquillo. Hitler le condecorótembloroso, «sigue así, muchacho, sigue así, vamos a echarlos de aquí».El muchacho abandonó por un momento su postura marcial y conunos ojos suplicantes y llenos de lágrimas, rogó: «quisiera volver a vera mis padres, señor». Hitler hizo como que no escuchaba y volviólentamente hacia el bunker. La granizada de bombas volvía a caercerca.

Las súplicas del chiquillo le hicieron recordar un episodio que ha-bía intentado expulsar de su memoria pero que ahora volvía a surgircon fuerza inusitada. Fue en Hamburgo, durante una visita que reali-zó a la población para interesarse por las víctimas de un devastadorbombardeo. Una mujer, que hasta aquella noche había creido en él,sorteó a los escoltas y logró llegar hastaél. Le contó la historia de su hija, víctimade la tormenta de fuego provocada en todala ciudad por el lanzamiento de tonela-das de bombas incendiarias. Tratando deescapar del sótano de la casa, que empe-zaba a arder, la chiquilla quedó atrapadaen el asfalto que se estaba fundiendo de-bido al inusitado calor. Como en unas are-nas movedizas, la niña fue engullida len-tamente por la misma ciudad en la que

Dos versiones literariassobre el final de Hitler

Por Miguel Ángel Jiménez

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había nacido. «Aquí bajo nuestros pies reposa, mi Fuhrer».Hitler se limitó a prometer una ayuda que finalmentellegaría con cuentagotas y trató de subir la moral de lapoblación prometiendo bombardeos de represalia. Aquellaniña aria, sacrificada en su guerra particular volvía a ator-mentarle. En aquel mismo momento podía ordenar larendición del ejército, terminar con una guerra que sabíairremisiblemente perdida desde hacía tiempo. Pero no lohizo. Le fascinaba el inmenso poder que seguía irradian-do. El poder de decidir la muerte de razas enteras y desolicitar el sacrificio de su propio pueblo. El poder de

EL DILUVIO II (Hitler, el final II)

Cuando re-gresaba aBerlín parahacerse cargode la defensade su capital,un coronel delas SS co-mentó: «Ber-lín será el máspráctico den u e s t r o scuarteles ge-nerales, ya

que pronto podremos ir en tranvía al frente del Este y alfrente del Oeste». Hitler se partía de la risa y ascendió alcoronel a general por tan jugoso comentario. En su filo-sofía no cabía el pesimismo y estaba convencido de queiba a ganar la guerra. La circunstancia de que rusos, in-gleses y americanos estuvieran invadiendo Alemania conbastante éxito era considerado por él como «dificultadespasajeras». De hecho estaba escribiendo un libro deautoayuda para dictadores y en aquel momento anotabaen su cuaderno: «Entre fraudes electorales, golpes de es-tado, desastres militares, bombardeos terroristas y aten-tados contra tu persona, la dictadura pasa como un sus-piro…» Cerró la libreta como nostálgico. Su heroica epo-peya estaba llegando a su fín.

Al llegar, encontró la ciudad algo alicaida, quizá debi-do al diluvio de bombas que tiraban los rusos, algo pica-dos por la invasión sufrida cuatro años atrás. «¡Qué ren-corosos!», pensó, «y tener que venir yo a ocuparme deesta tontería…» En el bunker encontró a algunos genera-les bajos de moral. Decían que algunos berlineses que-rían huir. «Vaya, vaya, no os preocupéis, que ya está aquívuestro viejo tío Adolf». «Solo medidas de bárbara dure-za pueden salvar a Alemania y estimular a sus soldados»«¿Qué les parece si proclamo a los cuatro vientos que siganamos me afeito el bigote?, o mejor ¿y si organizamosuna cabalgata por todo Berlín, un desfile de carrozas en

observar con satisfacción cómo la inmensa mayoría desus súbditos seguían obedeciéndole aunque no creyeranya en él. Volvió a imaginar la Europa por la que habíaluchado, una Europa pura, dominada por la raza aria, sinjudíos y con los eslavos esclavizados bajo el yugo alemán.«Un hermoso sueño», se dijo.

Esa misma noche, una de las últimas de su vida, soñócon la niña de Hamburgo. Surgía de la tierra, quemadapor el asfalto y con una mirada terrible y acusadora, leseñalaba a él, provocándole un terror indescriptible. De-trás, millones de almas esperaban su turno.

el que vayamos repartiendo caramelos? Podriamos llamar-lo el día del orgullo nazi» Hitler no podía quedarse senta-do, algo tenía que hacer para ayudar a su pueblo, pues sesentía algo responsable de sus males. Había tenido unmalentendido con Stalin. «Cuando expresé mi firme vo-luntad de arrasar Moscú y Leningrado se me entendiómal, en realidad quería decir «abrazar»». «Así, cuandoentramos para abrazarnos como hermanos con los rusosse nos recibió con mala cara. Una cosa llevó a la otra y alfinal tuvimos esta aburrida guerra, que ya empieza a re-sultar un poco pesada». A todo esto avisaron al Fuhrer deque tenía una conferencia con Mussolini. Al tomar el au-ricular encontró a su amigo un poco consternado: «¡Be-nito, hombre ¡ ¿Qué tal te va, sinverguenza? A ver cual delos dos dura más, jajaja. Espero que tus camisas negrasestén un poco menos blandengues que de costumbre.Menudo aliado que me busqué…»

En aquel momento se cortaron las comunicaciones enel bunker. Los rusos disparaban directamente a la Canci-llería. Hitler se enfadó bastante por la descortesía y expre-só su firme convicción de no invadirlos más, pormaleducados. «¡Eso no vale, encima de que todos van con-tra mí me bombardean mi propia casa! ¡Yo así no juego!»

Como se aburría, decidió organizar su boda con EvaBraun, por pasar el tiempo. Tras una noche de despedidade soltero sin alcohol ni mujeres y con comida vegetaria-na, llegó el gran día. El juez que celebraba el casamientoles preguntó a los contrayentes si eran de raza aria pura.Hitler, juguetón, casi revela que su padre era judío, perologró callarse, tapándose la boca de la risa. Dejó la tareade descubrir ese detalle de su biografía a los historiado-res. La boda fue una boda de tronío. Se llevaron a la no-via aparte, y tras comprobar su virginidad, una de las se-cretarias salió con una toalla manchada de sangre, losmiembros de la SS y generales presentes se rompieron lacamisa entre exclamaciones. La fiesta fue tan animadaque hasta se descorchó una botella de champán. El ro-mántico Hitler no le dio a elegir el destino de su viaje denovios a su esposa, aunque si que le dejó escoger el mediode transporte. «¿Prefieres veneno o pistola, cariño?»

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Juan Manuel Alaminos: Almuñequero. Licenciado en Derecho, miembro fundador dela revista VOCES, músico y cantautor, autor del disco DC: Alaminos.Miguel Ávila Cabezas: Granada, 1953, poeta y profesor de Literatura. Dirige la colec-ción de poesía Palabras Mayores de la Ed.. Alhulia. Autor entre otros de los libros:Poesía: Aguas Salobres, La Casa del Aire, Un Viento Clandestino, Mas no Desotra Parte,Anfa. Aforismos: Loquinarias.Pilar Barrenechea:. Pertenece a la asoc. La Aventura de Escribir de Nerja. Ha publicadosu obra narrativa en la revista VOCES.María Bueno: Nerjeña, colaboradora de las páginas literarias de EL FARO.Juan Bruca: Burdeos 1925. Escritor-traductor bilingüe. Premio de Novela Negra (Caïn-Gallimard, 92) por Reflets dans un Oeil Froid (Reflejos en una Mirada Fría). Ha publicado enrevistas como Caïn, XYZ, NYX, Albatros, Noroît. Es miembro fundador de esta revista,colaborador de EL FARO de Motril y autor del libro Novelas non Ejemplares (Úbeda 93).Lola Carmona: Profesora. Miembro de la Asoc. La Aventura de Escribir de Nerja.Helena Cosano: Escritora nacida en Nueva Delhi. Diplomática desde 2004. Autora dela novela Tres reencuentros y nueve días de amor teórico y del libro de relatos Mariposas.Jean Defrancisco: Pintor, escultor y escritor francés afincado en Almuñécar. Autor delblog El pájarito azul.Juan Diego: Granada, 1978, Profesor de primaria, con estudios de ciencias religiosas. Poeta.Vichy Fernández: Profesora. Cofundadora de la Asoc. La Aventura de Escribir de Nerja.Ha publicado su obra en diversas publicaciones.Franjamares (Fco. Javier Martín Franco): Granada, 1964. Miembro del consejo redac-tor de esta revista y director de las páginas literarias de EL FARO. Tiene publicado elcuento El Abuelo y de las novelas: La muerte Roja, El tranquilo y La Rapsodia Final.Alicia Gaona: Ha pasado su vida entre la Argentina y España, colaboradora habitual delas páginas literarias de EL FARO.Alejandro García Boyano, Madrid 1938, vivió en el Sahara español durante diez años;el desierto, mágico lugar, marcó su obra literaria. Es cofundador y miembro del consejoredactor de esta revista, colaborador de el periódico EL FARO Y autor de los libros: Vozde Silencios, ¿Conoce el poeta? y Buscando cariños.Elmys García Rodríguez: Holguín, Cuba, Ha publicado su obra poética en España enrevistas como Arboleda, Voces… y otras.Jenny: Nacida en Bélgica, residente en Nerja desde hace años, miembro de la Asoc. LaAventura de Escribir de Nerja.Miguel Ángel Jiménez: Malagueño, licenciado en derecho, colaborador habitual de laspáginas literarias de El Faro, autor del blog “El hogar de las palabras”.Joaquín López Martín: Almuñécar 1956, con estudios de Biología, ha colaborado endistintas revistas literarias. Miembro del consejo redactor de VOCES, colabora habi-tualmente en las páginas literarias de EL FARO de Motril.Luis A. Maldonado: Músico y cantautor argentino-español, autor del CD “El Chamán”.Mari Carmen Martínez, Licenciada en Medicina. La literatura supone para ella el equi-librio perfecto de su profesión rigurosa y científica. Colaboradora habitual de esta revis-ta y del periódico EL FARO.Juan López: Traductor. Políglota. Con estudios de filología inglesa.Pamela Pérez Bernal (Rosa de Nácar): Valparaíso (Chile). Licenciada en Bellas Artes,pintora y poeta. Fue miembro del taller literario Sin Fama en Chile. Ha participado endistintas publicaciones y en libros como: De Raíz,, Mujeres del Mundo y Asparkia.Begoña Ramírez: Almuñécar, 1964. Con estudios de Psicología en la Universidad de Gra-nada y en la UNED, es colaboradora habitual de esta revista y del periódico EL FARO.Víctor Manuel Ramos: Periodista y escritor, oriundo de República Dominicana y radi-cado en Estados Unidos. Autor de los Blogs: “Libro Abierto” y “Cuentos agridulces”, dela blogonovela “La vida pasajera” y del libro de relatos Morirsoñando.Pilar Redondo (Cuba Pareggi): Nació en Zaragoza. Profesora de Inglés. Desde los años80 viene colaborando en distintas revistas y publicaciones literarias. Ha publicado re-cientemente el poemario Azul acero. Es cofundadora y miembro del consejo redactorde esta revista.Mariló Rodríguez Díaz: Licenciada en Filología Inglesa, colaboradora habitual de larevista VOCES y de las páginas literarias de EL FARO. Su poesía aparece en los libros.Amor Olvidado y Sentimientos Enfrentados.Manuel Sánchez Mariscal: Arcos de la Frontera, l942. Poeta. Cofundador de la revistaLIZA en su ciudad natal, colabora en diferentes revistas poéticas españolas y foros lati-noamericanos. Autor de los libros: Sombras y Detrás de los Cristales.Ricardo Sanz: Coordina el lugar para la escritura creativa El duende de las Palabras enNerja, donde organiza talleres, maratones y otras actividades relacionadas: Tiene publi-cado el libro de microrrelatos Microbios, y varios conjuntos con sus compinches de LaAventura de Escribir..Marisa Sendón: Nació en Santiago de Compostela, desde los años 90 viene colaboran-do en distintas publicaciones y revistas literarias. Autora entre otros de los libros: Lo queveo, Lee Mis Palabras, Poema de Niños y para Ellos. Cofundadora de la revista VOCES.Marina Tapia Pérez: Nació en Chile. Pintora y poeta. Vive en Madrid desde el año2000, donde participa en distintas actividades culturales.María Tremiño: Nació en Valladolid, con estudios en Pedagogía y Dramaturgia, escolaboradora habitual de esta revista y del periódico EL FARO.Vanesa Vallejo: Almuñequera. Profesora de educación primaria. Autora del libro: Histo-ria de mi época triste.José Vasanta (José Guerrero Ruiz): Los Guájares (Granada), 1940. Es Licenciado enFilosofía y Letras (Sección de Filología Románica). Es miembro del consejo redactor deVOCES. Sus relatos aparecen en el libro “Tras la pasada tormenta”Dolores Valero: Almuñequera. Aficionada a la poesía y a la escritura en general.F Antonio Vidal Seara (Nekovidal): 1959; ha vivido entre Montevideo, Orense, Tokio,Madrid y Nerja. Escritor, escultor y pintor. Dirigió la revista EN (1982-84). Ha publi-cado entre otros los libros de aforismos: Antimimetismos y Anábasis; y de relatos: Cuan-to de Nunca Acabar y Oficio de Bravezas. Dirige la web: www.arteslibres.net.

Page 58: Nueva Revista Voces n.∫ 9 · ilumina tu vida y la hace más dulce. Mariló R. Díaz Juan Manuel Alaminos Recolectores de amistad A mis pies, aire. No hay sentido, miro alrededor

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