notas sobre el vocabulario de la incultura

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  • 7/21/2019 Notas sobre el vocabulario de la incultura

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    PERCONTARI

    La ignorancia

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    EDITORIAL

    Un vaco infatigable

    Si, como ha sostenido Epicteto, la filosofa surge cuando nospercatamos de nuestra propia debilidad e impotencia, es fun-damental que reconozcamos limitaciones en el campo del conoci-miento. Somos criaturas que, aunque lo anhelemos, no tendremosla dicha (o desventura) de contar con todas las respuestas. Es unacondicin que no dejar de acompaarnos mientras agotemosla vida. Podemos recurrir al autoengao, creernos descomunalesmentiras sobre competencias personales, destrezas e ingenio; sinembargo, la realidad nos abofetear en cualquier momento. Jamspodremos librarnos de preguntas que desnuden cun monstruosaes nuestra ignorancia. Poco interesa un fenmeno tan corrientecomo el de la vanidad, pues un gran amor propio no es idneopara volvernos sobrehumanos. Lo sensato es aprender a lidiar delmejor modo posible con esa particularidad, evitando miserias yexageraciones. Porque, incluso teniendo mviles muy nobles, sepueden cometer autnticas tonteras.

    Montaigne criticaba el mero acumulamiento de informacin,saberes o conocimientos. La erudicin no lo cautivaba; esa manade atiborrar una mente con datos diversos, desde bsicos has-ta totalmente intiles, le pareca reprochable. Aclaro que no loafirmaba un troglodita, menos todava una persona renuente alcontacto con los libros; por el contrario, la lectura fue siempreuno de sus hbitos principales. Su malestar se presentaba cuandoanalizaba los despropsitos de un sistema educativo que, comosucede an hoy, priorizaba la cantidad en lugar del nivel, calidado provecho ligado al aprendizaje. Para el clebre autor de losEnsayos, esa va seguida por numerosos profesores no poda sinoresultar desastrosa. As, se apreciaba el acto de conocer, pero eranecesario llevarlo a cabo con mayor inteligencia.

    Aun cuando los combates librados en contra de la ignoranciasean infinitos, no cabe abandonar su realizacin. Pasa que la le-jana de un destino es insuficiente para descartar su conquista.

    Debe hacerse lo posible por comprender mejor esa realidad delhombre, ese vaco que nunca podr llenarse, pero cuya existen-cia puede servir para desafiarnos a diario, permitiendo nuestrocrecimiento. En este nmero de la revista, mediante ideas tan va-riadas cuanto interesantes, se intenta realizar un aporte al debatesobre tal asunto. Una vez ms, tratamos de incitarlo a reflexionar,persuadirlo del beneficio que traen consigo estas labores. Noignoramos la posibilidad de fracasar en dicho cometido; empero,estimado lector, preferimos correr ese riesgo a mantenernos en elsilencio ms descerebrado.

    E. F. G.

    ColegioAbierto de

    Filosofa

    Percontari es una revista delColegio Abierto de Filosofa.

    Filosofar significa estar encamino. Sus preguntas son msesenciales que sus respuestas ytoda respuesta se convierte ennueva pregunta.

    Karl eodor Jaspers

    Direccin

    Enrique Fernndez Garca

    Consejo Editorial

    H. C. F. Mansilla

    Roberto Barbery Anaya

    Blas Aramayo Guerrero

    Alejandro Ibez Murillo

    Andrs Canseco Garvizu

    Ilustracin

    Juan Carlos Porcel

    Seguimiento editorial

    Gente de Blanco

    DL: 8-3-39-14

    Colaboran en este nmeroAlfonso Roca Surez

    Juan Marcelo Columba-FernndezAndrs Canseco Garvizu

    Mario Mercado Calla

    Gustavo Pinto Mosqueira

    Carolina Pinckert Coimbra

    Luis Christian Rivas Salazar

    Pablo Antonio Sanjins Rojas

    Christian Canedo

    Marco Antonio Del Ro Rivera

    Roberto Barbery Anaya

    Mara Claudia Salazar Oroza

    facebook.com/colegioabiertodefilosofia

    [email protected]

    Con el apoyo de:

    Educacin y Salud

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    Corominas, en su diccionario etimolgicodel espaol, seala que tanto el verboignorarcomo el estado que de l deriva, la ig-noranciaadems de los eptetos ignaroe igno-rante proceden del latn ignorare (no saber),vocablo derivado, a su vez, de la forma negativadel verbo griego gnosere (saber). Esta su-cinta referencia al sentido original de algunosvocablos evocadores de la incultura plantea laposibilidad de una reflexin sobre dos aspectosmayores ligados a la dimensin comunicativa

    del conocimiento: el primero, relacionado conla modalidad verbal del ejercicio de las facul-tades intelectuales, y el segundo, en torno a ladesignacin de quien puede ser calificado denegligente en relacin a dicho esfuerzo inte-lectual.

    Conocer e ignorar

    En vista de la negacin del conocimiento

    inscrita en el sentido de la palabra ignorar, esmenester aclarar su concepcin a partir de sucontracara conceptual. As, podemos observarque la operacin intelectual que nos permiteacceder al conocimiento del mundo (la activi-dad de conocer propiamente dicha) se encuen-tra sensiblemente mediada por el uso de unlenguaje estructurado. En ese sentido, el logosaristotlico, entendido como discurso razona-do, consiente una va de acceso hacia la realidad.Lejos de presentarse como una evidencia, este

    hecho se inscribe al interior de una problem-

    tica que cuestiona la transparencia del vnculoentre las palabras y las cosas, esto es, entre lossignos y sus referentes. Este nexo parece care-cer de relevancia si consideramos elementosconcretos de nuestra realidad cotidiana, pero secomplica al evidenciar la dificultad de plantearespontneamente la definicin de un vocablocomn, de puntualizar cules son los rasgosque delimitan su concepto e, incluso, de sealarsi su empleo refiere a un elemento singular, obien, a una categora general allende la posi-

    bilidad de evocar una definicin cientfica de lapalabra. As, si pensamos en una palabra queusamos corrientemente, sea el caso de rbol,cmo se la podra definir? Cules son los ras-gos definitorios que caracterizan su concepto?Estos rasgos reflejan la planta que conozco,o bien, reflejan las caractersticas generales detodas las plantas del mundo que no conozco?Podra definir cientficamente la palabra?, etc.El caso de los conceptos abstractos se presenta

    an ms problemtico, pues su discusin puedellenar tomos enteros y provocar lgidos debatesque se extienden indefinidamente en el tiempo,todo ello en el intento de definir insignificantesconjuntos silbicos, tales que ser, alma, jus-ticia, libertad o democracia.

    Ms all del rodeo semntico precedente,podemos decir que conocemos el mundo a tra-vs de las palabras y que mediante las lenguasnaturales asimos la realidad que nos rodea. Eneste sentido, cualquiera que sea la lengua que

    hablemos, el uso del cdigo lingstico implica

    Breves notas en torno

    al vocabulario de la incultura

    Juan Marcelo Columba-Fernndez

    El hombre que no medita vive en la ceguera, el hombre quemedita vive en la obscuridad. No tenemos otra opcin sinolas tinieblas.

    Victor Hugo

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    aquello que Michel Foucault, en su clebreArchologie du savoir, denomina paisseur(espe-sura), es decir, una suerte de opacidad propia ala prctica discursiva. Las palabras y las cosas,en este sentido, no estn ntimamente ligadas, ylas primeras no son trasparentes: un velo propioa la praxis verbal las recubre. De esta manera,el planteamiento del filsofo francs seala laparticularidad del uso del cdigo lingsticoque deviene algo ms que un simple interme-diario entre el conocimiento y la realidad.

    La nocin de paisseur implica conocer elmundo a partir de representaciones lingsticasdel mismo, vale decir, en funcin a imgenes

    verbales construidas acerca de lo que creemosconocer realmente al respecto, me permitoremitir al lector a la teora neo-retrica quepropone una reflexin original en torno a losargumentos fundados en la estructura de loreal. As, el uso real del sistema de signoslingsticos permite desarrollar maneras singu-lares de representar la realidad; podemos, porejemplo, referirnos y conocer el encuentro delas civilizaciones europea y americana en tr-minos de una conquista o de una invasin,

    expresiones que evocan un conjunto de enun-ciados, producidos en una coyuntura especfica,algunos de ellos representando dicho aconte-cimiento histrico de forma pica, otros, con-denndolo. Ante este tipo de representaciones,cabe preguntarse cul sera la mejor manerade aproximarse a un conocimiento justo de loacontecido? La historiografa y su metodolo-ga de lectura documental pueden brindarnosalgunas respuestas. De otra parte, los discursoscientficos, si bien tienden a objetivizarse a tra-

    vs de ciertas prcticas verbales, no logran abs-traerse de las tensiones que afectan la expresinlingstica del conocimiento de la realidad. As,la influencia que puede ejercer el contexto so-cio-histrico en la expresin del conocimientocientfico de la realidad se puede ver reflejada,a ttulo de ejemplo, en la censura aplicada alos enunciados de la teora heliocntrica haciainicios del siglo XVII.

    En este sentido, es lcito preguntarse si nues-tro conocimiento del mundo, expresado en el

    uso de las lenguas naturales, refiere a la realidad

    de las cosas, o bien, est compuesto de repre-sentaciones discursivas de la realidad que, apartir de su produccin en diferentes contextosy con variados fines, ignoran determinados as-pectos concernientes a las cosas, seres y eventosen el mundo.

    Los doctos y los ignaros

    Quin sabe y quin no? Cules son las expre-siones lingsticas que permiten sealarlo? Re-sulta interesante aproximarse al uso de vocabloscomo ignorante o ignaro en funcin de quieneslos enuncian. Inicialmente, se debe sealar queel uso de tales expresiones no es aplicable alreino animal, pues el enunciador, dotado de ra-zn y lenguaje, califica a un congnere humanoa quien se le atribuye el desconocimiento dealgo. Imagine el perspicaz lector cun ilgicoresultara calificar de ignorante a un simpticopajarillo que puede conocer su mundo areo,pero carece de un lenguaje estructurado y ra-zonado para expresar su sapiencia. He ah unaprimera frontera entre los que saben y los queno, el logos, un lmite que coincide con aquelque los antroplogos establecen entre la natu-raleza y la cultura, o incluso, con aquel estable-cido por los historiadores del siglo XVIII entrela civilizacin y la barbarie.

    Habiendo constatado que nosotros, los sereshumanos, nos solazamos rotulndonos entrequienes sabemos y quienes no, podramospreguntarnos dnde radica la autoridad para laproduccin de las expresiones que establecenesta frontera interna al gnero humano. La

    autoridad de quienes saben, llammosles losdoctos, se construye social y discursivamente.As podemos pensar en la existencia de unaautoridad intelectual construida verbalmente amanera de un ethosretrico o imagen discursi-va de s mismo. La imagen verbal del docto sebasa no solamente en aspectos institucionalescomo la obtencin de diplomas o consagra-ciones de tipo ritual en su crculo intelectual,sino tambin en la exhibicin discursiva deinformacin y conocimientos especializados

    que afirman, implcita o explcitamente, una

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    superioridad intelectual, construyendo, as, unaautoridad erudita en el discurso.

    Los conocimientos exhibidos verbalmente,

    normalmente adquiridos a travs de la edu-cacin formal y superior, participan, entonces,en la edificacin de la frontera interna entre eldocto y el ignaro. De esta forma, la dicotomaest fuertemente ligada al sistema educativode un pas, fundamentalmente a partir de laadquisicin de las letras y las cifras distin-guiendo, as, entre los letrados y los iletrados.Sin embargo, este tipo de educacin formal yobligatoria, en muchos casos, podra tambinreproducir la ignorancia.Education is Ignorance

    es el ttulo de una entrevista realizada en 1995al lingista y filsofo Noam Chomsky, quienno duda en afirmar en aquella ocasin que lossistemas educativos pueden tornar al hombretan estpido e ignorante como pueda ser,cuando el proceso educativo est diseado paraensear obediencia y pasividad, evitando, as, eldesarrollo de la independencia y la creatividaddesde la niez cualidades fundamentales delos pensadores libres. Podemos observar quea esta pauperizacin educativa se suma una

    prctica de enanismo poltico ejercida por losregmenes autoritarios y populistas que sufrende una obsesin con la historia, e insertan susdelirios propagandsticos en los contenidos dela educacin formal; los caudillos latinoameri-canos de reciente data pueden brindar ejemplos

    notorios de esta pulsin. Y si a ello aadimosla intoxicacin a la que somos sometidos me-diante las nuevas tecnologas, conformaremosrpidamente un ejrcito de individuos malinformados que crece exponencialmente en elmundo entero, una masa de pseudo-letradosque predican grandilocuentemente y con lacerteza ms absoluta un saber que consideranverdadero y nico. Los ignorantes ignorandosu ignorancia? Las legioni di imbecilli(legionesde imbciles), para retomar la expresin deUmberto Eco, invaden la telaraa informticaglobal?

    A la hora actual, afortunadamente, la ho-

    nestidad intelectual y la bsqueda de espaciosalternativos para cultivarse y desarrollarse in-telectualmente no estn ausentes en el esprituhumano y florecen en diferentes latitudes delorbe. Sin embargo, resultara sensato tener pre-sentes las particularidades comunicativas en laadquisicin del conocimiento y, tal vez, asumiruna actitud ms modesta ante la fragilidad yla cantidad de conocimiento alcanzado hastanuestros das. Una acumulacin intelectualque puede parecer absurdamente microscpica

    frente a la tenebrosa ignorancia a la que nosvemos confrontados como especie humanafrente a un universo en sempiterna expansin.