nochebuena 2010

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HOMILIA DE LA NOCHEBUENA PARROQUIA EL SALVADOR DE BAEZA D. MARIANO CABEZA PERALTA

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HOMILIA DE LA NOCHE DE NOCHEBUENA

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HOMILIA DE LA NOCHEBUENA

PARROQUIA EL SALVADOR DE BAEZA

D. MARIANO CABEZA PERALTA

MISA DE MEDIANOCHE

TIEMPO DE NAVIDAD

La reflexión de esta noche buena la quiero comenzar con verdaderos deseos

de felicidad para todos.

Ha sido un año muy difícil para todos. Nuestra humanidad se ha

estremecido por igual con catástrofes tanto naturales como las provocadas

por las ansias y avaricias de los hombres.

Un presente preocupante para muchos, especialmente los parados, los que

tienen trabajo pero temporal y mal pagado, los funcionarios, las pensiones

mínimas, y además un futuro incierto para el año venidero.

Nuestros jóvenes sin cualificar lo tienen difícil para abrirse camino pero

nuestros jóvenes cualificados tampoco lo tienen fácil y esto los desanima o

desmotiva para seguir luchando y preparándose.

Al final de este año de crisis y nubarrones negros escuchamos en la noche

santa de la Navidad una buena noticia:

“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande, una luz les brilló”

Esa luz es la de Cristo Jesús que ha nacido entre nosotros, que ha venido a

visitar a su pueblo. Como decía san Pablo a Tito:

“la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro: Jesucristo”

En él esta la luz que nos puede hacer caminar por este mundo convulso y

hacerlo además con alegría, sin miedo, con esperanza.

Desde la fe y la sencillez de corazón también podremos escuchar cómo los

mensajeros de Dios nos dicen:

“No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo”.

Porque Dios no abandona a su pueblo ni priva de su divina providencia a

todos aquellos que son suyos.

Tuvo misericordia de nosotros cuando nuestros primeros padres pecaron en

el paraíso y les prometió salvación. Tuvo misericordia de su pueblo cuando

estaba esclavizado en Egipto y los liberó. Tuvo misericordia de Israel

cuando cometió infidelidades y los perdonó. Tuvo misericordia con toda la

humanidad cuando envió a su único Hijo para Redimirnos a precio de

sangre y de amor.

No hay temor, no hay desesperanza cuando se es amado y muy amado.

Queridos hermanos, nos hemos estado preparando durante cuatro semanas

con el tiempo de Adviento para el encuentro con Cristo, Palabra que se

hace carne y habita entre nosotros.

Como los pastores de Belén, nosotros hemos oído el sonido de los ángeles

de nuestra parroquia, el repique de campanas en la noche de la navidad.

Hemos acudido para contemplar un año más, que en pobre pesebre de

nuestro altar está la imagen que representa a Cristo entre pajas. Pero más

arriba de la cuna y el niño, también nace como cada día Cristo Jesús

Eucaristía, verdadera presencia del Señor Jesús hasta que vuelva en gloria y

majestad en el último día.

Entonces acabará el adviento de la Iglesia y será una celebración continua y

eterna de Dios con nosotros.

Ahora nos queda tomar la actitud de los que esperaron al Señor Jesús y lo

encontraron, como la Virgen María, San José, los ángeles, los pastores.

Adiós al miedo y al temor. Porque quien a Dios tiene nada le falta,

sólo Dios basta.

Adiós a la desesperanza, a la negatividad. Porque Dios es luz que

disipa las tinieblas para El nada hay imposible, su amor todo lo

puede.

Adiós a una vida sin religión. Porque suprimir a Dios de la vida de

nuestros niños, de nuestros jóvenes, de nuestras familias, de nuestra

sociedad no nos hace más felices, ni más libres. Todo lo contrario,

una vida sin religión conduce al vacío, a la sequedad, al precipicio.

Venga a nosotros una vida de fe, de esperanza y de amor.

Venga a nosotros una vida en comunión y fraternidad con todos los

que compartimos la misma fe y por el Bautismo somos cuerpo del

Señor.

Venga a nosotros la Gloria de Dios cada día para que nuestros labios

puedan cantar un cántico nuevo al Señor como María, como Ana la

madre de Samuel, como Zacarías el esposo de Isabel, como tantos

que han cantado y cantan las maravillas de Dios.

Venga a nosotros el Señor Eucaristía que nace cada día en el altar de

las iglesias diseminadas por el mundo entero, que entra cada día en el

pesebre de millones de personas que lo reciben en su interior a pesar

de su pobreza y limitaciones.

Este es el camino para salir de la crisis que la provocan personas que sin

mirar a nadie adoran al viejo ídolo que brilla y no salva, que engaña en

apariencia pero luego no es nada, el oro que ha cegado y perdido a

personas, pueblos y civilizaciones.

Dios nos muestra el camino, siendo rico, primero y Dios, se hace pobre,

último y hombre. Como decía San Pablo: para entregarse por nosotros, para

rescatarnos y purificarnos.

¿Qué debemos hacer hermanos?: dedicarnos a las buenas obras, con

sobriedad, honradez y piedad.

Felicidad para todos, luz en la oscuridad de nuestros tiempos y una vida

según la voluntad de Dios. Al Señor se lo pedimos en esta noche Santa y

que así sea.

Feliz Navidad.