nivon_sanchez gestión cultural en al 2014

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    La Gestin Cultural en Amrica Latina

    Profesores:

    Dr. Eduardo Nivn Boln, UAM-I

    Mtra. Delia Snchez Bonilla, UAM-I

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    Contenido:

    1.

    La GC en la transformacin de los estados latinoamericanos.

    2.

    La gestin cultural en los orgenes del estado nacional-popular.

    3.

    Gestin cultural e institucionalidad cultural.

    4.Los gestores culturales en la primera institucionalizacin

    cultural.

    5.La segunda institucionalizacin de la cultura.

    6.Tercer momento de la institucionalizacin.

    7.

    El gestor cultural en distintos escenarios.

    8.

    Tesis sobre los gestores culturales en Amrica Latina

    9.

    Bibliografa

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    1.

    La GC en la transformacin de los estados latinoamericanos.

    La dinmica de los estados latinoamericanos del ltimo tercio del siglo pasado hasta laactualidad ha estado dominada por una importante transformacin estructural que a su vez haobligado a dejar atrs viejos modos de hacer poltica. Manuel Antonio Garretn y un equipo de

    socilogos polticos1ha propuesto la nocin de matriz socio-poltica (MSP) como un recursoterico que permite comprender las relaciones entre los actores ms relevantes que subyacen aestas transformaciones y a las prcticas polticas que les acompaan. Una matriz socio-polticase refiere a relaciones entre el estado, una estructura de representacin o un sistema departidos polticos (para agrupar demandas globales e implicar polticamente a sujetos) y unabase socioeconmica de actores sociales con orientaciones y relaciones culturales (lo queincluye la participacin y diversidad de la sociedad civil fuera de estructuras estatales formales)todo ello mediado institucionalmente por el rgimen poltico (Garretn et al, 2004: 17).

    Desde luego que es cada vez ms difcil observar la vida poltica y social de los pases

    latinoamericanos de modo unificado. Tan slo las formas de hacer frente a las tensionesgeneradas por la globalizacin son diferentes en los casos de Chile y Mxico -por poner dosejemplos de pases que han comprado el paquete completo de la integracin al mercadoglobal- de las experiencias brasilea y argentina que se han reservado una cierta capacidadreactiva frente a ese fenmeno. No obstante, sin pretender concluir que hay una explicacincausal que d cuenta de la dinmica econmica, social y poltica de los pases latinoamericanoss es posible hacer observaciones sobre los modelos sociopolticos que imperan en distintosmomentos.

    Garretn propone que en los pases latinoamericanos acontece una desestructuracin de loque llama la matriz estatal-nacional-popular vigente desde la dcada de 1930 a la 1980. sta

    tena al Estado como un smbolo e institucin de unidad, que desempeaba un papel centralpor sus funciones para asignar recursos por medio de polticas sociales y redistributivas, lo queha llevado a algunos a denominarla matriz Estado-cntrica (Garretn 1993: 141). En estamatriz la forma ms eficaz de accin colectiva es directamente a travs de las movilizacionespolticas en tanto que era notable la ausencia de relaciones institucionales bien establecidasentre sus diversos componentes. En el plano econmico el desarrollo era hacia dentro a partirde la industrializacin, la autonoma nacional y la integracin de las clases medias y los sectorespopulares organizados. La accin social estaba subordinada a la poltica independientementedel grado de representacin de los sectores sociales. Las caractersticas de la economa y lageopoltica internacionales fueron determinantes durante la emergencia de esta matriz socio-

    poltica y mantuvieron su importancia durante su apogeo (Garretn et al, 2004: 25).

    En la dcada de 1970 empezaron los cambios y las tensiones internas que condujeron a unadescomposicin gradual de la matriz y a una recomposicin parcial y desigual -apoyada enalgunos pases en dictaduras militares- que ahora estara organizada alrededor del mercado y

    1Hay varios textos donde Garretn expone este concepto. Uno de los ms amplios es el que compil bajo el ttulo

    Amrica Latina en el siglo XXI. Hacia una nueva matriz Sociopoltica Santiago, LOM, 2004

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    en principios neoliberales (op. cit.: 136). La matriz neoliberal se extendi a otras regionescuando el impacto de la crisis de la deuda oblig a desmantelar el viejo esquema de relacionessocio-polticas.

    Ms, tarde en los aos ochenta y noventa, se superpuso a la prolongada desarticulacin de la

    matriz estatal popular los progresivos impulsos por construir una matriz alternativa neoliberal eimpulsada por el mercado y las luchas por resistir la imposicin de esta ltima. Los esfuerzospor salir de esta situacin no han dado lugar a una clara matriz socio-poltica sino a tendenciasno siempre precisas ni integradas en un proyecto nacional nico que apuntara a nuevas clasesde relaciones entre el estado y la sociedad y la posibilidad de reconstruir una matrizsociopoltica. Con todo, se puede proyectar una MSP multicentrada emergente que poseercaractersticas que se oponen tajantemente a las dos anteriores. sta se configurara a partir desus vinculaciones con la economa mundial y por el reforzamiento de la autonoma,complementariedad e interacciones entre el Estado, el sistema de representacin y la sociedadcivil (op. cit.: 143-4).

    Qu implicaciones tiene la conformacin de las distintas matrices sociopoltica desde el puntode vista del Estado y la gestin? Durante el periodo nacional-popular la etapa de poltica demasas no estuvo asociada al despliegue de la democracia poltica. La poltica se organiz entorno a la intervencin y la regulacin del Estado impregnando todas las relaciones sociales.Eran los canales polticos organizados en torno al Estado los que producan integracin oexclusin, marginacin o participacin en los recursos pblicos. En este mismo ambiente elEstado produjo y reforz espacios culturales comunes vinculados las ms de las veces al sistemaeducativo.

    La transformacin de la matriz nacional popular debilit el papel del estado como estructurador

    de la sociedad. La globalizacin y el neoliberalismo propusieron nuevos modelos de desarrolloque condujeron a una desintegracin del tejido social que se expres en nuevas formas de vidaurbana, inseguridad, criminalidad, individualismo, desigualdad, precarizacin, desconexin,etctera. Para muchos estudiosos estas manifestaciones tienen como trasfondo la reduccindel papel del Estado en todos los campos de la vida social. Del decisivo papel que tuvo en eldesarrollo durante el periodo nacional-popular pas al de ser un testigo de la disolucin de lopblico y, en cambio, se acrecienta su papel de mediador entre diversos actores sociales. Ya noes el Estado el conducto para el acceso a bienes y servicios sino ha asumido un papel subsidiarioque intenta corregir los problemas que genera el mercado.

    Tambin es posible observar en algunos espacios nacionales que se intenta desarrollar unanueva esfera pblica no directamente identificada con lo estatal, donde los medios decomunicacin y las instituciones pblicas reciben una autonoma que intenta representar lasociedad y dar cauce a la democracia y los derechos ciudadanos. En muchos pases de la reginha habido una transformacin de la gobernabilidad en aras de ceder a comisiones autnomaspoderes que antes estaban reservados al estado en cuanto rbitro de la competencia, lascomunicaciones, la evaluacin de la accin pblica, las elecciones, la banca, la informacinestadstica y hasta la accin cultural. De igual forma se han puesto en marcha procesos ms o

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    menos decididos para derivar a regiones o municipios muchas de las responsabilidades quedescansaban en un estado central. Incluso se ha abierto un espacio para revalorar la diversidadfrente a la visin oligrquica y nacional popular que pretendan fundar una identidad nica.

    El Estado entonces se ha vuelto un campo de disputa en cuanto administrador y gestor del

    bienestar y en cuanto al acceso de los ciudadanos al pleno ejercicio de sus derechosdemocrticos.

    Las modalidades de la gestin pblica se han identificado siempre en trminos amplios- con elrol asumido por el Estado. Aceptando tambin que hay diversos niveles o jerarqua entre losgestores pblicos, en la matriz estatal-nacional-popular, en la que el Estado tiene el papelcentral, la gestin es el instrumento mediante el cual ste cumple sus objetivos y el personalque realiza esas tareas se identifica y adquiere en muchas ocasiones ese papel mistificador conque el Estado se asume. La gestin y los gestores se vuelven celosos promotores de las tareasdel estado, asumen compromisos polticos y cvicos de los cuales se deriva la distribucin de losrecursos y con frecuencia se comportan hacia el Estado como si ste fuera un patrimonio delgrupo que lo gestiona.

    Bajo una matriz neoliberal o multicentrada, el Estado y la gestin se vuelven permeables a lasfrmulas empresariales y a las pautas internacionales. Los altos cargos de la gestin pblica sonentregados a personas provenientes de otras esferas como las grandes empresas, lasuniversidades o las instituciones internacionales. La gestin deja de ser una carrera y seconvierte en un flujo horizontal que transita de la empresa a la administracin y viceversa,donde los valores con los que trabaja tienen rasgos empresariales o ciudadanos.

    Una segunda implicacin est en las capacidades y valores que la gestin pone en juego. En la

    matriz clsica la lealtad al estado y a sus representantes es uno de los valores fundamentalesms all de las capacidades tcnicas. En la matriz neoliberal y multicentrada las capacidades ycalificaciones personales de los gestores tienden a ser ms apreciadas que la lealtad poltica.

    Desde el punto de vista de las prcticas, en la matriz clsica la iniciativa de los gestores secircunscriba a la audacia para llevar a cabo los programas diseados y a las directivas polticas.A veces con herosmo muchos gestores pblicos se entregaban a un ideal de realizacin de losobjetivos populares incluso arrostrando riesgos personales. En la matriz neoliberal omulticentrada la responsabilidad de los gestores tambin implica la fase planificadora. Ms queaudacia personal, requieren inteligencia para identificar e integrar diversas miradas en la

    realizacin de los objetivos pblicos.

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    2.

    La gestin cultural en los orgenes del estado nacional-popular.

    El gestor cultural no es un actor nuevo en la escena cultural de Amrica Latina. Podemosrastrear ejemplos importantes a lo largo de todo el continente. Proponemos tres casos que

    pueden ilustrar modelos diferentes de gestin cultural en la poca de formacin de los estadoslatinoamericanos como estados modernos de inicios a mediados del siglo XX.

    En Mxico, Jos Vasconcelos (1882-1959)2ha sido considerado el gestor cultural por excelenciadel estado postrevolucionario. Fue impulsor de la alfabetizacin a travs de una campaa quemoviliz a cientos de jvenes y adultos,3creador de instituciones, mecenas de las artes,4editor,maestro, funcionario Hizo de la promocin cultural el gran espacio de consolidacin delEstado de los aos veinte y su huella est an presente. Tras Vasconcelos encontramos eldesarrollo de la gestin cultural en los bordes que conectan este campo con otros como laeducacin, el desarrollo comunitario, la salud, o la produccin artesanal y agrcola.

    En otro extremo del modelo de intelectuales-gestores culturales latinoamericanos encontramospromotores que desarrollaron su actividad fuera de las instituciones e incluso en contra deellas. El historiador Ronald Wilson nos presenta a Luis Emilio Recabarren (1976-1924) en suincesante lucha por la construccin de la organizacin y conciencia de clase de los trabajadorespor lo que ech mano de todos los recursos, especialmente de la educacin y el arte.5Por elloWilson se acerca al fundador del Partido Comunista de Chile y lo describe como un educador,

    2 De Vasconcelos se pueden escribir muchas pginas gracias, sobre todo, a que fue uno de los intelectuales

    mexicanos que ms testimonios dejaron de su andar poltico. Sus memorias publicadas bajo el ttulo de UlisesCriollodan cuenta de cmo interpretaba su propia vida como en constante movimiento buscando arriban a una

    taca imaginaria. De hecho su cultura filosfica se bas en la lectura de filsofos del siglo XIX y dise para s unadivisa de accin permanente que llev a la prctica en sus aos de funcionario. Al menos hay dos grandes etapasen la vida de Vasconcelos como intelectual, la que va de la primera dcada del siglo XX en que form parte de unahornada de jvenes ilusionados con el cambio y que al llegar el movimiento revolucionario se suma a la luchademocratizadora de Francisco I. Madero, luego a la Convencin que fue el intento de acuerpar a todos los gruposrevolucionarios y finalmente al obregonismo que le dio la oportunidad de desarrollar una agitada labor en favor dela educacin y la cultura durante el periodo de 1920 a1924 en que fue primero rector de la Universidad Nacional yluego Secretario de Educacin Pblica. La cultura para l tena un sentido semejante a la moral y la entendidacomo un recurso purificador de la violencia que haba cado el pas en la segunda dcada del siglo. Esta etapatermina en 1929, ao en que participa en una largusima campaa electoral por la presidencia del pas de la queresult perdedor. La segunda etapa de la vida del Vasconcelos adulto inicia con su autoexiliarse por casi unadcada, tiempo en que la amargura lo lleva a criticar la democracia, la revolucin, la repblica espaola y engeneral todo movimiento progresista y en cambio se manifiesta favorable a las ideas autoritarias y fascistas de lapoca. Fue un hombre de contrastes y como tal sus ltimos aos defiende un conservadurismo extremo que loaproxima a las posiciones ms retrgradas de esa poca.3De hecho, fue la primera campaa de alfabetizacin posterior a una revolucin social, como luego se hizo en

    Cuba y Nicaragua.4Vasconcelos fue el impulsor del muralismo mexicano que naci precisamente en los muros de la Universidad

    Nacional y de la Secretara de Educacin Pblica.5Las impresionantes imgenes de su funeral no hacen sino confirmar la enorme influencia y afecto que a sus 48

    aos de edad haba alcanzado entre los sectores populareschilenos.http://www.youtube.com/watch?v=gqi82eHKxzw

    http://www.youtube.com/watch?v=gqi82eHKxzwhttp://www.youtube.com/watch?v=gqi82eHKxzwhttp://www.youtube.com/watch?v=gqi82eHKxzwhttp://www.youtube.com/watch?v=gqi82eHKxzw
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    gestor cultural y propagandista. Para 1917, ao de la revolucin rusa, Recabarren ya habaexperimentado diversas rutas para el crecimiento cultural de la clase obrera entre las quedestaca la prensa y el teatro.

    Sin embargo, la creacin de la prensa obrera, no solo gener diarios a favor de los intereses de

    la clase trabajadora, sino que sus locales fueron enclaves de irradiacin de la cultura obrera. Unecuatoriano avecindado en Iquique, David Barnes, recuerda que apoya y le arrienda aRecabarren una casona en Barros Arana 9, casi esquina de Sotomayor, para instalar all ElDespertar de los Trabajadores, barrio netamente obrero repleto de conventillos y cits. All seinstala con su imprenta. La casa estaba junto a una escuela de nias (...) El segundo piso erauna azotea que serva de teatro. El 16 de enero de 1912 aparece el primer nmero de ElDespertar de los Trabajadores. En ese ambiente crea el Crculo Cultural y Artstico, organiza elConjunto Infantil Arte y Libertad, a cargo de Mariano Rivas, argentino, el Circulo Arte yRevolucin, dirigido por Jenaro Latorre; la estudiantina Germinal y el Coro Obrero, todasinstituciones que tendrn una amplia repercusin en la difusin de la cultura popular. Estosdatos histricos recopilados por Pedro Bravo Elizondo (Races del Teatro Popular en Chile,1991), refutan el mito que dice que el teatro chileno naci con la creacin del Teatro de Ensayode la Universidad de Chile en los aos 40. Lo cierto es que el teatro, especialmente aquel decarcter popular, germin en el norte con Luis Emilio Recabarren, cuando el dirigente obrerocre esta serie de grupos y centros culturales (Wilson, 2010).

    Desde luego que no es nada sorprendente la adhesin casi inmediata de Recabarren a larevolucin de octubre. Es ms interesante el que Vasconcelos haya encontrado en Lunacharskiuna inspiracin a su propio trabajo cultural que en los primeros aos de la dcada de los veinteestaba sostenido en la movilizacin de los estudiantes de la Universidad Nacional. Posiblementeno fue el impacto del movimiento de la Proletcult6 lo que le deslumbr, pero s lo fue el

    6Al inicio de la revolucin los principales intelectuales que asumen la conduccin de la poltica educativa y cultural

    formaron parte de una fraccin bolchevique haba disputado a Lenin la conduccin del partido. El ms notable deellos fue Alexander Bogdanov, un hombre con muy amplios intereses intelectuales que iban de la economa, lamedicina, la fsica y la filosofa. Bogdaniv era slo tres aos menor que Lenin (1873-1929) y tambin fue perseguidoy exiliado por las fuerzas represivas zaristas a fines del siglo XIX. Tras verse derrotado en la lucha poltica interna,Bogdanov se integr a un grupo prximo al bolchevismo pero con actitudes radicales en cuanto a la tctica delucha. En 1909 Bogdanov fue expulsado del partido y decidi unirse a algunos exiliados como Maxim Gorki yAnatoli Lunacharski (su cuado) y otros miembros de la fraccin otzovista(revocadores) que se opona a participaren las organizaciones legales y el parlamento y exiga revocar el mandato a los diputados socialdemcratas en laDuma.El grupo de exiliados en Italia fund en Capri una escuela para trabajadores rusos y tal vez a causa de su lejana delpartido hizo de esa actividad de formacin un proyecto ms claramente vinculado con una idea del papel de lacultura en la creacin de una sociedad comunista.Al triunfo de la revolucin Bogdanov fund y dirigi el movimiento artstico proletario llamadoProletkult.Se tratde un proyecto radical en cuanto su concepcin de la cultura en el que propuso la destruccin total de la viejacultura burguesa a favor de una cultura proletaria pura del futuro. Al principio el Proletkult, como otrosmovimientos culturales de corte radical de la poca, tuvo apoyo financiero del gobierno bolchevique, pero a partirde 1919-1920 la direccin bolchevique se volvi hostil al movimiento.

    http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Proletkult&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Proletkult&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Proletkult&action=edit&redlink=1http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Proletkult&action=edit&redlink=1
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    extraordinario despertar de las masas una vez destruida la autocracia, fenmeno coincidentecon el despertar cultural mexicano de los aos posteriores a la movilizacin armada de lasegunda dcada del siglo XX. Por su parte, podemos suponer que una vez dado el triunfo de larevolucin Rusa, Recabarren vio confirmadas en el movimiento Proletkult sus tesis sobrecultura de modo que su ideario poltico se fortaleci en la intencin de impulsar una cultura

    obrera que conceba como autnoma, distinta y contrapuesta a la cultura burguesa. En esosmrgenes l construy toda su visin terica y prctica del quehacer de su clase en la lucha porel socialismo.

    Vasconcelos montado sobre la ola de creatividad que produjo la revolucin mexicana oRecabarren como un gramscianterior a Granmsci en cuanto promotor de la cultura popular sondos ejemplos de arrebatados impulsores de la cultura, ambos arraigados en la nacionalizacinde los valores culturales y el fortalecimiento de la identidad entre los sectores subalternos. Alcontar Vasconcelos con la fuerza de un estado que empezaba a definirse como un estado social,los proyectos que desarroll fueron de mayor alcance que el trabajo de Recabarren circunscritoa las posibilidades que le otorgaba su organizacin poltica y los sindicatos, pero ambosmuestran las potencialidades del trabajo cultural como recurso para orientar simblicamenteun proyecto de desarrollo.

    Hasta cierto punto la Semana de Arte Moderna7que se realiz en Sao Paulo en 1922 tuvo unefecto similar. Promovida por el llamado grupo de cinco los escritores Mario de Andrade,Oswaldo de Andrade, Menotti del Picchia y las pintoras Tarsila de Amaral y Anita Malfatti-, lasemana fue un proyecto de bsqueda de la nacin brasilea a cien aos de haber logrado laindependencia y a la luz del fracaso europeo que supuso la primera guerra mundial. Elmodernismo que postulaban los intelectuales y creadores en ese evento incorporaba tanto laconfianza en el progreso y la industrializacin como la bsqueda de un destino propio al

    margen de los modelos europeos.

    En definitiva, la Semana de Arte Moderna nacida en el teatro municipal de San Pablo e irradiadaa todo el continente, resalt los valores nacionales y articul esencialmente una visin futuristadel mundo, lo que sirvi para potenciar la aparicin de otros movimientos como el tropicalismoy en lo poltico contribuy a fortalecer las races del Brasil y el desarrollo de una visincosmopolita y moderna para la construccin de un pas ms integrado por ejemplo a travs delplaneamiento de la construccin de Brasilia (Della Salla, s/f).

    Los mximos lderes polticos de la revolucin Lenin y Trotski no compartieron esta visin de la nueva culturaproletaria. Puede saberse ms del Proletkult en Walsh (2007) y en el captulo 7, Rusia a travs de la lentesovitica, de Figes (2010).7 La Semana tuvo lugar en febrero de 1922 y represent con el tiempo una renovacin del lenguaje en la

    bsqueda de la renovacin, la libertad creadora y la ruptura con el pasado. Al mostrar su inconformidad con laspautas clsicas del trabajo artstico, como la poesa parnasiana, los jvenes poetas, msicos y artistas plsticosbuscaban un lenguaje en dilogo con lo moderno por ejemplo con la sociedad industrial- y con lo brasileo. Deah que la ruptura habr que verla tanto con el pasado como con las formas dominantes del arte importadas deEuropa. Puede verse un video de 8 minutos, ciertamente un trabajo escolar, que nos permite apreciar algunosaspectos de este importante suceso artstico y poltico (http://www.youtube.com/watch?v=2kCuv53BYOI)

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    Muchos intelectuales brasileos del periodo otorgan a este ambiente una notable influencia enel desarrollo de su pas aunque no se haya traducido en una poltica gubernamental o engrandes instituciones de la cultura brasilea. Sin embargo, la figura ms notable del grupo,Mario de Andrade (1893-1945), expres un impetuoso espritu para llenar los vacos que

    perciba en la sociedad y la cultura brasilea.

    Ser brasileo est muy cerca de no ser nada; al menos, dice M. de A., en la medida en que losfranceses, los mexicanos, los jorubs (como insiste el autor en escribir joruba) tienencarcter, es decir, son algo, tienen una entidad nacional. Los brasileos aun no son, de lamisma manera que [en] un muchacho de veinte aos; uno ms o menos puede percibirtendencias generales pero todava no es momento de afirmar nada. Pero, sin embargo, allfuera o mejor all dentro- haba algo: una creatividad popular, mucho ms activa cuanto msalejada de los centros urbanos (Giobellina 2006: 548s).

    Mario de Andrade es un intelectual de lo ms completo. En los aos veinte su actividad secentr en la poesa y la crtica, principalmente a travs de la revista Antropofagiaque fund

    junto con Oswaldo de Andrade y, en los treinta, en medio de la inestabilidad poltica de lapoca, se movi para fundar junto con el antroplogo Paulo Duarte (1899-1984) elDepartamento de Cultura e Recreao da Prefeitura Municipal de So Paulo en 1936, del quefue director. El objetivo del Departamento, segn su acta de fundacin, era "conquistar ydivulgar para todo el pas la cultura brasilea", una tarea que muestra el sentido nacional dela promocin cultural que queran dar al trabajo del Departamento municipal. Su mbito decompetencias entonces era bastante amplio: supervisaba la investigacin cultural ydemogrfica, estaba encargado de la construccin de parques y lugares de recreo y contabacon una importante seccin de publicaciones. Andrade ejerci su cargo con gran ambicin y

    puso especial empeo, junto con Duarte, en el trabajo sobre el folclore sobre todo con lasmisiones de investigaciones folclricas, especie de proyecto antropolgico orquestado enbsqueda del ncleo de la cultura brasilea-, la msica popular y la gastronoma, al tiempo queorganizaba numerosas representaciones, conferencias y exposiciones. Su trabajo fue de talimpacto que No sera exagerado afirmar que la experiencia del Departamento de Culturaimplica el surgimiento en Brasil de la propia nocin de poltica cultural 8, explica RobertoBarbato, autor de Missionrios de uma utopia nacional.

    De este modo escribe otro investigador sobre el periodo:

    Sao Paulo, con un tercio de extranjeros en su poblacin, se convertira en la cuna de lanacin brasilea; deca Paulo Duarte: La Nacin todava era algo a ser descubierto einventado. El papel del Departamento, como estableca su acta de constitucin, eraconquistar y divulgar para todo el pas la cultura brasilea, sintetizando lo que dice

    8Citado por Carlos Haag, 2004.

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    esta autora: los bandeirantes9haban desbravado el pas todo, los intelectuales tendranen 1935 el mismo papel (Giobellina 2006: 556).

    Mario de Andrade empuja la creacin del Departamento en la poca en que el gobierno deGetulio Vargas a travs de Gustavo Capanema est creando las primeras insittuciones

    nacionales de cultura. Se trat de una etapa fundacional que tuvo gran repercusin en laspolticas culturakes brasileas por muchos aos, no sin ser objeto de crticas. Daryle Williamsseala:

    La dependencia del rgimen de Vargas de la una red expandida de agencias federalesacusadas de una gestin cultural que reflejaba una aguda conciencia entre polticos,educadores, artistas, intelectuales y ciudadanos comunes de que la administracin de lacultura podra ser una poderosa arma para administrar la Brasilianidad. Bajo el manejode un pequeo nmero de miembros de las lites polticas y culturales, muchos de ellosprovenientes de Minas Gerais, el rgimen de Vargas construy una red de institucionesfederales de gestin cultural que actuaron como centinelas en la gran lucha porcontrolar la brasilianidad. Estas instituciones fueron ejemplos de los a vecespaternalistas, tpicamente autoritarios e inevitablemente nacionalistas procesos deconstruccin del estado y la nacin que caracteriza la moderna historia polticabrasilea.

    No es coincidencia que los presidentes Collor de Melo (1990-1992) y Fernando HenriqueCardoso (1995-2002) propusieran drsticas reformas a las relaciones del gobierno federal con lacultura con la esperanza de revertir los patrones del estado establecidos bajo el gobierno deVargas (Williams 2001: 52).

    9Los bandeirantes son una figura muy apreciada en la historia tradicional de Brasil. Fueron los colonos que desde

    el siglo XVI penetraban, sobre todo desde Sao Paulo, en los territorios interiores del pas agrupados en bandasarmadas para atacar a los indgenas, hacerlos esclavos y venderlos principalmente a las haciendas. Hoy puede serfcil identificarlos como una especie de bandidos, pero en Brasil fueron reconocidos como personajes heroicos porextender la frontera incluso ms all de los lmites marcados por el Tratado de Tordecillas.

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    3.

    Gestin cultural e institucionalidad cultural.

    Vasconcelos, Recabarren, Andrade representan tres modelos de intelectuales que ven en lacultura el recurso para la construccin de la nacin. Vasconcelos se monta en el imponenteaparato de la Universidad Nacional y de la nueva Secretara de Educacin Pblica, a partir de las

    cuales realiz un amplio proyecto de creacin de una cultura nacional y de difusin de lascreaciones artsticas. El ideal humanista de Vasconcelos calz en sus inicios con la disposicinde los artistas por abrir una nueva fase en la comprensin de la revolucin. Se trataba paraVasconcelos de superar la barbarie a travs del arte, de dejar atrs la muerte y la violencia quetanto asustaba a las lites y a ciertos sectores de la intelectualidad, en favor de un procesocreativo; habra que apartar lo que no fuera til a la construccin cultural de Mxico para darlugar a un pas nuevo a partir, como deca Vasconcelos, de lo mejor de las culturas indgena yespaola. Pero el ideal renacentista vasconceliano pronto fue llevado ms all por losmuralistas. stos no trataron simplemente de superar el Mxico violento, sino de plasmar lapropia alma popular en los muros de los edificios pblicos. Ms que una obra plstica, se

    trataba de una revelacin, de hacer que el propio pueblo se contemplara a s mismo en loscorredores, bsides y cubos de las escaleras de San Ildefonso, el ex convento de San Pedro ySan Pablo o los muros de la Secretara de Educacin Pblica.

    Recabarren piensa en sentido opuesto: dotar a la clase obrera de los instrumentos parafortalecer su lucha y para interpretar la sociedad y combatir al estado oligrquico. Una muestrade la clara radicalidad de su pensamiento es el dato que apunta Alvaro Kaempfer de unaconferencia impartida por Recabarren el 3 de septiembre de 1910, en que critic fuertementelas celebraciones oficiales de[l centenario] de la independencia y espet su rechazo a ladesmemoria que nutra la celebracin oficial. De manera que, cuando la oligarqua sepreparaba para celebrar con gran boato su siglo de vida republicana, afirma Alejandro Witker

    Velsquez10, Recabarren expres, por primera vez una visin obrera de la historia de Chile,sometiendo el orden social a una crtica profunda (Kaempfer 2011: 151).

    Andrade considera la accin cultural como el medio para descubrir al pas explorando lossegmentos ms alejados de la vida moderna y urbana. El modernismo es un intento de superarlo tradicional y lo extranjero en favor de la construccin de una cultura brasilea. Por tanto suidea al pueblo no es con el sentido evangelizador de Vasconcelos, sino una empresa fusticapara hacerse con la verdadera sabidura.

    La poca se caracteriz por la creacin de muchas instituciones culturales aunque casi todas

    ellas funcionaban de manera autnoma y aislada. Slo el peso intelectual de los grandespromotores culturales de esa poca permiti superar el atomismo. Y tras de ellos un ejrcito depromotores culturales se movi en diversos sentidos: educacin, arte, patrimonio, educacinartstica, investigacin del folclore, artesanas, mejoramiento de la vida rural La suerte de susproyectos va estar directamente relacionada con la capacidad de crear o influir en institucionesque sirvieran de cobijo a estas acciones.

    10Los trabajos y los das de Recabarren, La Habana, Casa de las Amrica, p. 68 16.

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    En Mxico la Secretara (ministerio) de Educacin Pblica creada por influencia de JosVasconcelos en 1922 defini en su primitiva organizacin interna tres departamentos:alfabetizacin, bibliotecas y bellas artes. Tres campos que integraban el hacer educativo delmomento: alfabetizar a un pas mayoritariamente no letrado, bibliotecas como un anhelo de

    crecimiento intelectual del pueblo mexicano y bellas artes que era la gran tarea civilizatoria.Posteriormente el Departamento de Arqueologa que dependencia de la Secretara deAgricultura pas al mbito de la Secretara de Educacin y en los aos treinta y cuarenta secrearon los institutos nacionales de Antropologa e Historia (1938) y de Bellas Artes y Literatura(1946)11.

    En Brasil la iniciativa de Mario de Andrade de crear el Departamento de Cultura y Recreacindel municipio de Sao Paulo es una muestra de la tendencia existente hasta la dcada de lostreinta de abandonar la atencin de las demandas sociales de educacin, salud, trabajo ycultura a los gobiernos locales y regionales. Sin embargo, al sobrevenir el gobierno de Vargasen 1930, el gobierno federal se propuso asumir un papel preponderante en las polticas sociales-con un tono indudablemente centralista y autoritario- y por supuesto en el campo de lacultura. Williams analiza este periodo como un tiempo de guerras culturales contra las viejaspautas de la oligarqua y, al mismo tiempo, con el objetivo de hacer del estado el granpromotor del desarrollo. Por ello, tras la constitucin de 1934 y la eleccin de Vargas por elCongreso, la reorganizacin del estado fue ms profunda. El nuevo ministro de Educacin ySalud, Gustavo Capanema, reorganiz ambas funciones y dio a la educacin un papel fundadorde la nacin. En un memorndum sentenci que bajo las provisiones establecidas en laconstitucin [de 1934] la misin del Misterio de Educacin, y del gobierno como un todo,pueden ser resumidas en una palabra: cultura. O mejor, cultura nacional. Incluso Capanemacontempl la idea de renombrar el ministerio como Ministerio de la Cultura Nacional (Williams

    62).

    En un terreno ms especfico, la gestin de Gustavo Capanema se signific por la creacin, en1937, de aparatos culturales de gran importancia como el Servicio de Patrimonio Histrico yArtstico Nacional (convertido en Instituto en 1970), el Instituto Nacional del Libro, el ServicioNacional de Teatro (SNT), el Instituto Nacional de Cinema Educativo (INCE) y del ConselhoNacional de Cultura en 1938.

    Podemos recorrer varios pases latinoamericanos en ese periodo y encontrar procesosparecidos. En Colombia la secretara de Educacin cre en 1954 la Subsecretaria Tcnico -

    Cultural en donde agrup la Divisin de Extensin Cultural y la Divisin de CoordinacinUniversitaria y Alta Cultura12. Por su parte, en los aos veinte, el gobierno de Chile cre una delas primeras instituciones culturales de alcance nacional. Se trat del Consejo de MonumentosNacionales (1925) cuyo origen puede relacionarse con la reforma del estado consagrada por laconstitucin de 1925. Cuatro aos despus, en 1929, se cre la Direccin de Bibliotecas,

    11http://www.oei.es/cultura2/mexico/indice.htm

    12http://www.sinic.gov.co/OEI/paginas/informe/informe_20.asp

    http://www.oei.es/cultura2/mexico/indice.htmhttp://www.oei.es/cultura2/mexico/indice.htmhttp://www.oei.es/cultura2/mexico/indice.htmhttp://www.sinic.gov.co/OEI/paginas/informe/informe_20.asphttp://www.sinic.gov.co/OEI/paginas/informe/informe_20.asphttp://www.sinic.gov.co/OEI/paginas/informe/informe_20.asphttp://www.sinic.gov.co/OEI/paginas/informe/informe_20.asphttp://www.oei.es/cultura2/mexico/indice.htm
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    Archivos y Museos con el objetivo de reunir y coordinar las ms destacadas institucionesculturales que se haban formado desde el nacimiento de la repblica como la bibliotecaNacional o Museos como el Historia Natural y el de Bellas Artes, instituciones hasta entoncesautnomas y carentes de una poltica comn. La direccin, que dependa del Ministerio deEducacin Pblica, tena como principales objetivos dar a sus servicios dependientes una

    estructura de coordinacin, armona y concordancia exigida por la misin culturala que enconjunto estn llamados13.

    Una mencin especial puede hacerse del caso argentino. En 1935 se cre la Comisin Nacionalde Culturabajo una idea vinculada a la creacin artstica ya que su fundamento legal es la Ley11.273 relativa al Rgimen Legal de la Propiedad Intelectual. Esta norma estableca que sus 12miembros fueran representantes de instituciones que se consideraban los ncleos queparticipaban en el proceso de creacin de nuestros valores artsticos y culturales. El objetivoera que la comisin propusiera actividades al Poder Ejecutivo y la creacin de premios deestmulo y becas de perfeccionamiento artstico, literario y cientfico dentro del pas y en elExtranjero (Nio: 2007). Pero este objetivo aparentemente tcnico rpidamente secomprometi con la accin y la ideologa de ese momento14 de modo que muchas de lasacciones que se impulsaron desde la comisin tenan que ver con el acercamiento de la culturaa los sectores obreros, preocupacin bsica de un ala del nacionalismo argentino. La comisinpermaneci vigente poco ms de veinte aos. En 1957, en el marco de la aprobacin de laconstitucin de ese ao en la que se incorporan al texto los derechos sociales, se crea laDireccin General de Cultura dependiente del Ministerio de Educacin y Justicia.

    13http://www.dibam.cl/Vistas_Publicas/publicContenido/contenidoPublicDetalle.aspx?folio=5632

    14Alejandra Nio refiere la interpretacin de Alberto Spektorowsky (The Origins of Argentina's Revolution of theRight, University of Notre Dame Press, 2003)sobre el periodo de los aos treinta y cuarenta argentinos: Entre lasnumerosas investigaciones de inters,

    2la tesis de A. Spektorowsky postula la emergencia en la dcada del treinta

    de una nueva derechaen la que confluyen a modo de sntesis dos vertientes del nacionalismo, antitticas en unprincipio, esto es: la integralista que el autor mencionado identifica con la derecha ms reaccionaria y lapopulista que reconoce en FORJA principalmente y cuya mxima expresin adquiere pregnancia durante elgobierno militar de 1943-1946. Entre las caractersticas de este pensamiento de sntesis integralista-populista,destaca su adhesin a nociones tales como las de antiimperialismo,justicia socialomodernizacineconmicacercanas a un modernismo reaccionario[es decir el periodo del nazismo en Alemania].

    http://www.dibam.cl/Vistas_Publicas/publicContenido/contenidoPublicDetalle.aspx?folio=5632http://www.dibam.cl/Vistas_Publicas/publicContenido/contenidoPublicDetalle.aspx?folio=5632http://www.dibam.cl/Vistas_Publicas/publicContenido/contenidoPublicDetalle.aspx?folio=5632http://www.adversus.org/indice/nro8-9/dossier/dossier_ninoamieva.htm#nota2fhttp://www.adversus.org/indice/nro8-9/dossier/dossier_ninoamieva.htm#nota2fhttp://www.adversus.org/indice/nro8-9/dossier/dossier_ninoamieva.htm#nota2fhttp://www.adversus.org/indice/nro8-9/dossier/dossier_ninoamieva.htm#nota2fhttp://www.dibam.cl/Vistas_Publicas/publicContenido/contenidoPublicDetalle.aspx?folio=5632
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    4.

    Los gestores culturales en la primera institucionalizacin cultural.

    Juan Luis Meja (2012) en un breve y muy sustancial trabajo propone la problemtica actual queenfrentan las instituciones culturales. El texto sigue la idea de que ha habido en AL tresmomentos o etapas de la institucionalizacin cultural. La primera ya la hemos tratado es la

    creacin de instituciones propiamente culturales. Cierto que muchas de ellas proceden del sigloXVIII como los gabinetes naturalistas o jardines botnicos y algunas academias y ms tardemuseos, bibliotecas, archivos museos. Ya en el siglo XX y con la consolidacin del estadonacional-popular hemos observado la creacin de nuevas instituciones ahora con una vocacinclaramente cultural y de prcticas novedosas que tendan a vincular la investigacin y laformacin artstica. Cmo fue el desempeo de los gestores culturales en este periodo?

    Al comentar las caractersticas de los responsables de las instituciones culturales creadas porGustavo Capanema durante el gobierno de Vargas, Williams seala que el funcionariado con elque ech a andar el proyecto del Estado Novobrasileo requiri un personal comprometido

    con las reformas que estuvo formado por cuadros conservadores que sostuvieronentusiastamente el giro hacia el estado autoritario. En general fue un personal ideolgicamenteconservador en los cargos directivos e intermedios. A muy pocos intelectuales renovadores lesfueron abiertas las puertas de la administracin pblica. Los moderados y liberales tambinfueron tomados en cuenta en el servicio pblico. Gustavo Capanema convenci a algunos de lasfiguras ms importantes del movimiento reformistas que participaran bajo contrato o sin l enla expansin de las redes de las instituciones federales de cultura pues el Estado Novo seconectaba con su visin de un Brasil moderno. Sin embargo los modernistas ms a la izquierdatuvieron muchos problemas para participar directamente en un estado autoritario al lado depersonas ultraconservadoras, aunque el ministro Capanema se esforz por lograr equilibriosideolgicos que parecan muy difciles. En fin, la gestin del flamante aparato cultural del

    gobierno federal era heterodoxo ideolgicamente, pragmtico, flexible y clientelista, perototalmente opuesto a decantarse por el modelo europeo fascista con el que simpatizabanalgunos personajes de la poca.

    Mxico tambin cont con un personal directivo comprometido con el proyecto delnacionalismo cultural. En el imaginario social mexicano an brilla el proyecto de las misionesculturalesemprendidas por el gobierno federal en los aos veinte y treinta. En 1923 Vascocelosemiti el Plan de Misiones Federales de Educacinque con diversos ajustes se mantuvo hasta lapoca del cardenismo. Las misiones eran estancias de alrededor de un mes de un grupo demaestros misioneros compuesto por un jefe de Misin, un profesor de pequeas industrias, un

    maestro de msica y orfeones, otro de educacin fsica, una profesora de economa domstica,un doctor para la enseanza de la higiene y de la vacuna y un maestro competente encargadode las prcticas de enseanza. (Gamboa Herrera, 2007). En este sentido las MisionesCulturales mexicanas fueron muy diferentes a las Misiones de Investigaciones Folclricasbrasileas impulsadas por Mario de Andrade en los aos treinta. Aquellas llevaban la cultura alpueblo. Las misiones brasileas intentaban traer de vuelta el Brasil aun no tomado por laindustrializacin. Era un esfuerzo por presentarles Brasil a los brasileos (Haag, 2004).

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    Tanto en el proyecto brasileo como en el mexicano los cuadros medios en cambio eran msproclives a las ideologas modernizadoras y de izquierda, y aprovechaban el tono discursivo demuchos altos funcionarios para dar cobertura a su compromiso poltico. La clebre pelcula deEmilio Fernndez Ro Escondido (1947) narra la historia de la maestra Rosaura (Mara Flix)que acude a una reunin convocada por el mismo presidente de la repblica para pedir a los

    mejores y ms abnegados maestros que vayan a los lugares ms alejados y peligrosos de lageografa del pas a cumplir con el proyecto educativo del Estado. Rosaura padece muchosinfortunios por su abnegacin poltico cultural que son parte del melodrama, pero no es menoscierto que muchos maestros comprometidos con las misiones culturales y educativas deaquellos aos tuvieron que enfrentar a los enemigos de la reforma agraria y del estado laicocon el riesgo de sus vidas.

    El siglo XX fue el siglo de las ideologas y de los grandes intelectuales. Esto no es irrelevantepara el campo de la cultura. En Brasil, el educador pernambucano Paulo Freire quien fuemaestro, director y pedagogo, dirigi en Recife el sector de Educacin y Cultura del SESI(Servio Social da Indstria) de 1947-1954 y luego fue superintendente de mismo de 1954-1957. Tras varios aos de exilio que aprovech enseando y asesorando proyectosinternacionales, Freire fue profesor en la Universidad de Campinas y luego, en 1989, secretariode educacin del Municipio de Sao Paulo. Mxico tambin cont con grandes luminarias en elcampo de la educacin y la cultura. En los aos cincuenta y sesenta el poeta Jaime TorresBodet15reorganizo y ampli el nmero y la influencia de las instituciones culturales junto conacadmicos y polticos de izquierda como Vctor Flores Olea 16. Ambos contribuyeron a que losdirigentes del aparato cultural gozaran de un gran reconocimiento social.

    15 Torres Bodet fue en su momento joven colaborador de Vasconcelos en los aos veinte y luego Secretario

    General de la UNESCO (1948-1952) y Secretario de Educacin Pblica (1943-1946 y 1958-1964)16

    Flores Olea fue director de la Facultad de Ciencias Polticas y Sociales de la UNAM, Subsecretario de Cultura en laSecretaria de Educacin Pblica (1977-1978) y de Asuntos Multilaterales de la Secretara de Relaciones Exteriores(1982-1988); representante de Mxico ante la UNESCI (1978-1982) y primer presidente del Consejo nacional parala Cultura y las Artes, CONACULTA (1988-1992).

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    5.

    La segunda institucionalizacin de la cultura.

    Bajo el impulso de la UNESCO que en 1970 convoc la primera reunin internacional se dio enAmrica Latina lo que Juan Luis Meja (2012) ha llamado el primer momento deinstitucionalizacin cultural. Este proceso impuls la formacin de instituciones que unificaran

    los aparatos culturales construidos en la etapa anterior. A travs de comisiones, viceministerioso ministerios se gest una lnea de actuacin cultural que intentaba una actuacin mejorintegrada en el campo de la cultura.

    Este periodo se caracteriz por algunas constantes. La ms novedosa fue la atencin a lasexperiencias y recomendaciones internacionales. Una muestra de esta transformacin es elrobustecimiento de las delegaciones de la mayora de los pases latinoamericanos queparticiparon en la Mondiacult de 1982, frente a la pobreza de las representaciones de laConferencia de Venecia de 1970. (Cuadro 1)

    Cuadro 1

    Jefe de la Delegacin ante las conferencias

    Pas 1970 1978 1982 1998

    Argentina Embajadorante Italia

    Ministro de Cultura yEducacin

    Secretario de Cultura Secretaria de Cultura dela Nacin

    Bolivia Embajador en Colombia Embajador en Mxico Viceministro de CulturaBrasil Presidente del

    ConsejoNacional deCultura

    Ministro Consejo de laEmbajada en Colombia

    Embajador en Mxico +Secretario de Cultura delMinisterio de Educacin yCultura

    Secretario de Intercambioy Proyectos Especiales delMinisterio de Cultura

    Colombia Ministro de Educacin Ministro de Educacin Ministro de Cultura

    Costa Rica Ministro de Cultura,Educacin y Deportes

    Ministro de Cultura Embajador en Suecia

    Cuba Ministro de Cultura Ministro de Cultura Viceministro Primero deCultura

    Chile Delegado anteUnesco

    Viceministro deEducacin y Cultura

    Viceministro de Educacin yCultura

    Embajador en Suecia

    Ecuador Ministro de Educacin yCultura

    Embajador en Mxico +Subsecretario de Cultura delMinisterio de Educacin

    Embajador en Suecia

    El Salvador Ministro de Educacin Director General de CulturaGuatemala Embajadora en Colombia Embajador en Mxico Viceministro de Cultura y

    Deportes

    Honduras Embajador en Italia () Ministro de CulturaMxico Director del

    Ins. Nal. DeBellas Artes

    Director General deRelacionesInternacionales de la SEP

    Secretario de EducacinPblica + Subsecretario deCultura

    Presidente del ConsejoNacional para la Cultura yLas Artes

    Nicaragua Embajadora en Colombia Ministro de Cultura Embajador en Suecia

    Panam Embajadorante Italia

    Director General delInstituto Nacional deCultura

    Director General delInstituto Nacional deCultura

    Paraguay Director General de Agregada cultural de la Cnsul General en Suecia

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    Educacin del Ministeriode Educacin y Culto

    embajada en Mxico

    Per Delegado anteUnesco

    Delegado ante Unesco Director General delInstituto Nacional deCultura

    Uruguay Delegado ante

    Unesco

    Subsecretario de Estado

    de Educacin y Cultura

    Ministra de Educacin y

    Cultura

    Embajador en Suecia

    Venezuela Presidente delIns. Nal deCult. y B. Artes

    Ministro de Estado parala Ciencia, la Tecnologa yla Cultura

    Secretario de Estado para laCultura

    Embajador ante laUNESCO

    Fuente: Rapport Final. Confrence Intergouvernementale sur les aspects institutionnels, administratifs et financiers

    des politiques culturelles, Venise, 24 aout 2 septembre 1970 UNESCO; Rapport Final. Confrence

    Intergouvernementale sur les politiques culturelles en Amrique latine rn dans les Carabes,Bogot, 10 20 janvier

    1978 UNESCO; Informe Final. Conferencia Mundial sobre las Polticas Culturales, Mxico, 26 de julio 6 de Agosto

    de 1982, UNESCO y Conferencia Intergubernamental sobre las Polticas Culturales para el Desarrollo, Estocolmo, 30

    de marzo- 2 de Abril, 1998

    Este doble impacto institucional y poltico- dio al campo cultural un enorme impulso. Elperiodo se caracteriz por la autonomizacin del campo de la cultura del de la educacin y porla reestructuracin de la accin cultural. Se inici tambin la planeacin cultural y lacapacitacin de los cuadros de nivel medio de las instituciones culturales. Ese mismo tiempo esel inicio de una intervencin en el campo de la cultura guiada por definiciones precisas depoltica cultural. El concepto clave es democracia, entendido de dos maneras complementarias:como ampliacin del acceso a los bienes culturales y como participacin en la toma dedecisiones sobre la poltica cultural.

    En los aos ochenta sucedi una profunda transformacin en las sociedades occidentales a

    partir del agotamiento del modelo de acumulacin. Lo que haban sido polticas identificadascon el fortalecimiento de la soberana nacional y el estado de bienestar basado en lasolidaridad, ceden su lugar a una mayor interdependencia de los Estados y a un giro de laconcepcin solidaria del estado de bienestar a una liberal en la que los individuos son losprincipales sustentadores de los sistemas de salud, educacin vivienda y jubilacin a travs deformas privadas de ahorro.

    En este periodo surgen dos procesos simultneos: el primero es una nueva concepcin de lapromocin cultural. Al no de ser ya el Estado el nico actor de la poltica cultural el promotorcultural ligado al Estado debe compartir protagonismo con una figura que acte como enlace

    de todos los espacios culturales sean estos pblicos, privados o asociativos. Al nuevo actor se ledio el nombre de gestor cultural.17

    17 Con mucha frecuencia se ha desarrollado en AL una crtica a la gestin cultural que la presenta como una

    expresin del giro neoliberal que se expresa, en lo que se refiere a la gestin pblica o gestin de gobierno, en laexternalizacin de diversas funciones para adelgazar al estado y reducir el gasto. Los autores de este textoreconocen que ese proceso ocurri efectivamente en los aos ochenta y noventa pero no reducen la gestincultural a esa causa. La poca coincide con una ampliacin de la democracia y mayor conciencia de los derechoshumanos as como en una bsqueda de mayor autonoma de la sociedad y sus organizaciones con respecto al

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    El gestor cultural un especialista en el diseo de programas que atienden todos los factores

    de la creacin de los bienes culturales tomando en cuenta los valores de la democracia y

    participacin con la finalidad de satisfacer las necesidades culturales de la sociedad.

    -

    Al decir que el gestor cultural es un especialista nos referimos a que su prctica sesustenta en una formacin profesional basada primordialmente en la capacidad paraatender todos los requerimientos de quienes intervienen en la cadena de valor de losbienes culturales: creadores, promotores, productores, difusores y consumidores.

    - Los principios o valores de la gestin cultural se derivan del porqu y para qu de lagestin cultural. Estos son resultado del reconocimiento de los derechos de loscreadores, de la sociedad como demandante del acceso a los bienes culturales y todosaquellos grupos y colectivos poseedores de una cultura propia.

    - El objetivo de satisfacer las necesidades culturales de la sociedad atiende a alcanzar altrmino de un programa o proyecto cultural beneficios econmicos, ticos y estticos

    que amplen el bienestar de la sociedad.

    La Gestin cultural tiene su cuna en los procesos de democratizacin y los movimientos socialesde Espaa y Portugal. Estuvieron estrechamente relacionados con el establecimiento de unnuevo tipo de polticas locales y la recuperacin de procesos identitarios que las dictaduras deFranco y Salazar haba inhibido.

    En Amrica Latina fue en pases con mayor tradicin de participacin estatal en la culturadonde el sentido de la gestin cultural pareci ajeno a sus tradiciones en la medida en que lospromotores culturales se definan bien por los roles que el Estado les asignaba, bien por lo quecomunidades tradicionales encargaban a los gestores culturales en cuanto recursos

    estrechamente ligados a ella. Por el contrario, el sociedades con menor intervencin pblica enla cultura el papel del gestor fue visto con mayor inters pues su trabajo vena a llenar un vacode una manera comprometida con el desarrollo cultural. Desde luego tambin interviene eltamao del pas y el desarrollo de su institucionalidad cultural.

    Un aspecto que destac inmediatamente en la definicin de los gestores culturales fue ladiferenciacin de los perfiles que en general pueden definirse de tres tipos segn lasresponsabilidades que asumen:

    Estado. Separar la paja y el trigo en la gestin cultural es una tarea necesaria como lo es diferenciar elautoritarismo e integralismo del compromiso con la promocin popular que tuvieron lugar en la etapa de la matriznacional popular de la poca anterior. Un texto crtico con la gestin cultural al identificarla con las polticasneoliberales es el de Jos Luis Castaeira de Dios Critica de la gestin cultural pura, 2007.

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    Cuadro 2

    Perfiles de los gestores culturalesDIRECTIVO RESPONSABLES DE PROGRAMAS RESPONSABLES DE PROYECTOS

    Altos directivos de las grandespolticas culturales.Responsables de Procesosadministrativos, econmicos ylaborales

    Responsables de imagen,comunicacin y marketing.Responsables de grandesinstituciones culturales temticas.Programadores. Planificadores deeventos culturales

    Tcnicos generalistas de gestincultural.Tcnicos animadores de programasy servicios culturales.

    Fuente: Elaboracin propia a partir del Marc X. y A Martinell (1995) Perfil y formacin de gestores culturales enEspaa, Madrid, Ministerio de Cultura.

    Cuando en 2005 se hizo un recuento de programas de formacin en gestin cultural estasdiversas realidades parecieron evidentes.

    Cuadro 3

    Numero de programas de formacin en Gestin Cultural (2005)

    Pas Nmero de programas

    Espaa 15

    Argentina 12Colombia 9

    Guatemala 8Chile 6

    Portugal 6Mxico 5

    Brasil 4Per 4

    Venezuela 4Costa Rica 2

    Repblica Dominicana 2Bolivia 1Cuba 1

    Panam 1

    Uruguay 1

    Fuente: IBERFORMAT (2005) Formacin en Gestin Cultural y Polticas Culturales. Directorio

    Iberoamericano de Centros de Formacin. OEI/UNESCO, Bs.As.

    Estos cambios estn asociados al segundo momento de la institucionalizacin cultural quecorresponde a al giro provocado por el pluralismo cultural.

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    6.

    Tercer momento de la institucionalizacin: la constitucionalizacin del

    pluralismo cultural

    A principio del siglo XXI el debate pblico latinoamericano sobre diversidad y pluralismocultural se ha saldado favorablemente a favor de la incorporacin de la diversidad en las

    polticas pblicas sociales y de cultura de toda la regin. Ha sido un debate aparentementeterso pues no existen grandes voces contrarias a la aceptacin del discurso sobre la diversidad,aunque podran encontrarse varios resquicios donde se cuelan dificultades para hacerloefectivo. Sin embargo, los cruces o tensiones a partir de las cuales se han construido losconsensos sobre la diferencia cultural son diferentes de los que se proponen en LUNESCO et laQuestion de la diversite Culturelle, 1946-2007debido a dos caractersticas propias de los estadosde la regin: la existencia de una numerosa poblacin indgena segregada a partir de criteriosraciales y sociales y los cambio de la economa global que han afectado la capacidad de estadoslatinoamericanos de satisfacer las demandas emanadas del pluralismo y la diversidad.18

    La superacin de las polticas asimilacionistas o integracionistas supuso un giro intelectual en laforma de apreciar las culturas indgenas. La ruta intelectual por la que el antroplogo GuillermoBonfil19se libera de esta interpretacin del papel del indio en la sociedad mexicana consisti enel anlisis de la construccin del discurso sobre el indio en el que pasa revista a las distintasmaneras de definirlo:

    El indio ha evadido constantemente los intentos que se han hecho por definirlo. Unatras otra, las definiciones formuladas son objeto de anlisis y de confrontacin con larealidad, pruebas en las que siempre dejan ver su inconsistencia, su parcialidad o suincapacidad para que en ellas quepa la gran variedad de situaciones y de contenidosculturales que hoy caracterizan a los pueblos de Amrica que llamamos indgenas.

    (1995: 338)

    Estas dificultades en gran medida fueron resultado de la construccin poltica y racial delconcepto indio a lo largo de la colonia. La aportacin principal de Bonfil fue que la categora deindio, en efecto, es una categora supra-tnica que no denota ningn contenido especfico delos grupos que abarca, sino una particular relacin entre ellos y otros sectores del sistema socialglobal del que los indios forman parte. La categora de indio denota la condicin de colonizadoy hace referencia necesaria a la relacin colonial.

    18Pese a las diferencias demogrficas y de desarrollo social, los indios y afroamericanos han esta presentes en elimaginario latinoamericano de todas las naciones (consltese Mnica Quijada 1994). Anibal Quijano (2000)describe cuatro trayectorias histricas y lneas polticas que marcan el desarrollo del estado nacin en AmricaLatina, todas ellas definidas por el modo como se resuelve la confrontacin racial interna.19

    G. Bonfil (1935-1991) fue un reconocido antroplogo mexicano promotor del reconocimiento de la diversidad yla autonoma indgena y firme opositor del proyecto integracionista del indigenismo oficial. Su mirada rebas elmarco mexicano. Fue promotor de las reuniones de Barbados que dieron por resultado importantes declaracionessobre la autonoma indgena en Amrica Latina y primer presidente de la Asociacin Latinoamericana deAntropologa fundada en 1990.

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    De este modo, el pluralismo cultural en Amrica Latina se abri camino a travs de lasuperacin de la diversidad negada por el estado liberal y de la cancelacin de la idea de queslo era posible un solo camino hacia el desarrollo. En este proceso el debate intelectual y lamovilizacin indgena jugaron un papel fundamental.

    Los movimientos indgenas en Amrica Latina estn presentes en la regin desde el comienzomismo de la colonizacin, pero fue en los aos sesenta del siglo XX cuando aparecieron conreivindicaciones polticas continentales. Vinculados originalmente con intelectuales ymisioneros conscientes de la opresin que han padecido, la movilizacin indgena se radicalizal buscar la autonoma poltica, cultural e intelectual con respecto otros grupos sociales. Lamovilizacin indgena se articul a partir de la discusin de demandas comunes y de unsostenido mpetu por transformar su presencia en los estados latinoamericanos. En 1977 losfirmantes de la Declaracin de Barbados II20, caracterizaron la situacin de los indgenas a partirde tres modalidades: la de los grupos que han permanecido relativamente aislados y queconservan sus propios esquemas culturales; la de aquellos que conservan gran parte de sucultura, pero que estn directamente dominados por el sistema capitalista y la del sector dela poblacin que ha sido desindianizado por las fuerzas integracionistas y ha perdido susesquemas culturales a cambio de ventajas econmicas limitadas. Sobre cada una de estassituaciones los declarantes se pronunciaban y aspiraban a culminar el captulo de lacolonizacin.

    Al momento en que se celebraba en Colombia la Conferencia Intergubernamental sobrePolticas Culturales de Amrica Latina y el Caribe (1978) y luego la Mondiacult en Mxico en1982, los movimientos indgenas protagonizaban con discrecin una profunda transformacinen las relaciones entre estado y sociedad y entre cultura y colonialismo. Al respecto, es notableel nfasis que la conferencia de Bogot pone en el pluralismo. La conferencia marca un

    continuum entre la defensa de pluralismo cultural y la diversidad interna:

    La presencia de las reivindicaciones culturales indgenas asoma en la declaracin de Bogot enla confrontacin de imgenes distintas sobre la conquista, el mestizaje o el desarrollo. Sobre laconquista de Amrica algunos delegados la asumieron como una gran empresa cultural y puntode partida de la identidad cultural actual de la regin, mientras que otros la caracterizan comouna ruptura trgica destructora de los valiosos aportes intelectuales y materiales de los pueblosprecolombinos a la cultura universal (idem, inciso 29). La lucha anticolonial y la reafirmacin dela soberana frente a la explotacin econmica por parte de los grandes centros hegemnicoshan sido el origen de un crecimiento cultural que ha acompaado las intensas luchas sociales,

    econmicas y polticas de la regin. Algunos observaban la existencia de sociedades duales enAmrica Latina, otros ratificaban el carcter occidental -a la manera latinoamericana, se lleg adecir- de toda la regin.

    20Una descripcin cuidadosa de las declaraciones y el grupo de Barbados ha sido realizada por Miguel Bartolom

    (2006), uno de sus protagonistas (captulo 10). La declaracin cita se encuentra enhttp://www.nativeweb.org/papers/statements/state/barbados2.php

    http://www.nativeweb.org/papers/statements/state/barbados2.phphttp://www.nativeweb.org/papers/statements/state/barbados2.phphttp://www.nativeweb.org/papers/statements/state/barbados2.php
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    El impulso dado por la Mondiacult al debate por las polticas culturales en Amrica Latina fueindudable. La discusin de instrumentos de cooperacin regional encontr un clima favorableen las cumbres iberoamericanas de jefes de estado y de gobierno que se suceden desde 1991.La XVI cumbre de 2006 ratific la Carta Cultural Iberoamericana que explcitamente hacemencin a los principios enunciados en la Declaracin sobre la Diversidad Cultural (2001) y en

    la Convencin sobre la Proteccin y Promocin de la Diversidad de las Expresiones Culturalesaprobada en la ciudad de Pars (2005) de la UNESCO.

    Otro camino seguido en el debate sobre la diversidad es el promovido por la OrganizacinSocial del Trabajo. En efecto, en junio de 1989, la Organizacin Internacional del Trabajo aprobel Convenio 169 sobre Pueblos Indgenas y Tribales en Pases Independientes. Noruega yMxico fueron los dos primeros pases que lo ratificaron en 1990 y posteriormente lo hanhecho, Bolivia (1991), Colombia (1991), Costa Rica (1993), Paraguay (1993), Per (1994),Honduras (1995), Guatemala (1996), Ecuador (1998), Argentina (2000), Dominica (2002), Brasil(2002), Venezuela (2002), Chile (2008) y Nicaragua (2010). Es interesante que de los 22 pasesque hasta la fecha lo han ratificado 15 sean de Amrica Latina y el Caribe.21

    El Convenio 169 de la OIT ha sido uno de los instrumentos ms relevantes para la defensa de losderechos indgenas que establece procedimientos para examinar las denuncias que los gruposindgenas sobre el incumplimiento de lo sealado por el convenio. Se trata de un avance apesar de que los pueblos indgenas como tales no estn representados sino a travs de lasdelegaciones de sus respectivos gobiernos que eventualmente lleguen a denunciar.

    As, la lucha contra la discriminacin, la superacin del asimilacionismo, las aspiraciones deautocontrol indgena, la inequidad jurdica, las contribuciones universales de los pueblosindgenas y las diversos acuerdos internacionales de la ONU, UNESCO, FAO, OMS y el Instituto

    Indigenista Interamericano fueron el marco del ms importante instrumento jurdicointernacional sobre los pueblos indgenas hasta el acuerdo de la Declaracin de las NacionesUnidas sobre los Derechos de los Pueblos Indgenas en 2006. Es entendible que losmovimientos indgenas latinoamericanos hayan encontrado en este acuerdo un importantesoporte jurdico de sus demandas y movilizaciones.

    De esta manera la construccin de la diversidad o pluralismo cultural en Amrica Latina esexpresin de tendencias particulares en el que se debe distinguir claramente entre las polticassobre la diversidad promovidas por los estados nacionales y las que se derivan de las demandasde autonoma de los movimientos sociales privilegiadamente del movimiento indgena que

    promueven una reforma radical del Estado. Estas tensiones tienen varias maneras deexpresarse:

    21http://www.ilo.org/ilolex/cgi-lex/ratifce.pl?C169y

    http://www.ilo.org/dyn/normlex/en/f?p=1000:11300:0::NO:11300:P11300_INSTRUMENT_ID:312314

    http://www.ilo.org/ilolex/cgi-lex/ratifce.pl?C169http://www.ilo.org/ilolex/cgi-lex/ratifce.pl?C169http://www.ilo.org/ilolex/cgi-lex/ratifce.pl?C169http://www.ilo.org/dyn/normlex/en/f?p=1000:11300:0::NO:11300:P11300_INSTRUMENT_ID:312314http://www.ilo.org/dyn/normlex/en/f?p=1000:11300:0::NO:11300:P11300_INSTRUMENT_ID:312314http://www.ilo.org/dyn/normlex/en/f?p=1000:11300:0::NO:11300:P11300_INSTRUMENT_ID:312314http://www.ilo.org/ilolex/cgi-lex/ratifce.pl?C169
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    - La oposicin entre un movimiento humanista de las lites promotor de la ideologa delmestizaje y de la integracin versus los movimientos indgenas promotores delpluralismo cultural.

    - La tensin entre los modelos eurocntricos de desarrollo y modernizacin frente a lareafirmacin de la soberana y la identidad nacional.

    -

    La oposicin entre el uniformismo social y legal basado en la ciudadana individual y lacreacin de modelos estatales que cobijaran a los pueblos y comunidades indgenas.

    - La oposicin entre el libre comercio y la proteccin de los bienes culturales como factorde identidad y la creatividad

    Los enfoques privilegian sujetos y dan lugar a estrategias que no siempre caminan por uncamino armonioso. Las primeras polticas latinoamericanas que asumieron la diversidadpensaban como protagonistas a los estados y se empearon en producir instituciones culturalesque respaldaran tal preeminencia. El patrimonio material fue uno de sus campos deintervencin ms notables, as como la produccin de grandes instituciones nacionales quepermitieran la formacin y difusin de las creaciones artsticas a fin de fortalecer la identidadnacional local. El centralismo cultural fue una de las consecuencias de estas polticas. El dilogocultural se diriga hacia el exterior a travs de intercambios y acciones de cooperacin a nivel deestado. Algunos movimientos autonmicos latinoamericanos en la actualidad llegan acompartir algunos de estos rasgos al enfatizar la autonoma y desalentar la interculturalidad.

    Las acciones que se pueden identificar como de democracia cultural tuvieron un desarrollo mslento y difcil, pues se trataba de dar a espacio a la diversidad interna. El reconocimiento de laslenguas y culturas indgenas, acciones a favor de la educacin indgena y luego de la educacinintercultural, la apreciacin de los patrimonios locales que posteriormente fue identificado conel patrimonio no material, la reivindicacin amplia de los derechos culturales, las luchas por la

    autonoma poltica y cultural fueron las expresiones de este proceso. Distintos movimientossociales como los indgenas, feministas, juveniles, de inmigrantes y de minoras sexuales yreligiosas confluyeron en la exigencia de un nuevo modelo de estado incluyente, plural,solidario. La descentralizacin, la participacin de la sociedad civil y el nfasis de los actoreslocales le restaron protagonismo al estado, aunque continu siendo el eje de las nuevaspolticas de cultura.

    La globalizacin abri un protagonismo nuevo a la sociedad civil pensada ahora como unasociedad compuesta por mltiples actores interesados en la creacin y en el acceso a losproductos culturales. Aunque los estados mantuvieron un papel fundamental en este periodo

    son las empresas y organizaciones comunitarias las que han tenido un papel dirigente delproceso. El dilogo intercultural es uno de los objetivos asociado al del fomento de losintercambios. La disposicin de la cultura como recurso es uno de los procesos ms notables.

    La paradoja de este proceso que ha dado por resultado la aceptacin del pluralismo y ladiversidad cultural es que no se ha acertado a construir la institucionalidad adecuada paragestionarla. Este es el agudo planteamiento de Meja (2012):

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    Por lo tanto, mientras de un lado las constituciones proclamaban la diversidad y laimportancia de la cultura, por el otro, la realidad consegua que aquella institucionalidadque deba empezar a jugar un papel fundamental en el desarrollo y efectividad delprincipio de la diversidad y de los derechos que de ella se derivan, se debilitara cada vezms. La anterior es la gran paradoja que ha existido (y an perdura) en Amrica Latina,

    pues aunque se proclamaron grandes postulados sobre la nueva reestructuracinestatal y la nueva visin del Estado y la nacin, la realidad econmica provoc que lainstitucionalidad ganada pierda peso.

    Este es el gran problema al que nos enfrentamos en este momento y la asignaturapendiente de Amrica Latina: se postularon unos derechos sin Estados slidos que lospuedan garantizar. La institucionalidad en la regin se encuentra debilitada. Cada vez seentregan ms funciones al sector privado y el esquema francs empieza a ser sustituidopor el anglosajn. Como consecuencia, el Estado, que debiera ser el garante de losderechos, cada vez pierde ms fuerza.

    No tenemos un Estado que garantice los derechos culturales surgidos de lasconstituciones y los haga efectivos; es dbil e incapaz de trabajar para abolir lasdiferencias sociales. Resulta difcil pensar en un desarrollo humano sin una garanta delos derechos humanos y culturales. Desde mi perspectiva, esta tarea es imposible sin unEstado que los garantice. La realidad de Amrica Latina enfrenta, entonces, una granencrucijada.

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    7.

    El gestor cultural en distintos escenarios.

    La gestin cultural tal como la definimos no responde a los intereses humanistas del gestorcomo lo es en el caso del voluntariado, ni es un recurso de una comunidad, organizacin,

    partido poltico o algn otro ente social. Su tarea, como lo seal Alfons Martinell es unencargo social, esta idea es clave para entender por qu el gestor cultural no solo es unamante de la cultura, un interesado en el arte o un benefactor social al estilo de los filntropos;sino que se sita como un agente de la sociedad que busca atender una necesidad.

    Esta reflexin nos lleva a pensar en el desarrollo moderno de los estados, ha consistido en unampliacin paulatina de los derechos de los ciudadanos, los cuales nacieron en la demanda delibertades polticas (de expresin, asociacin y participacin) y pasaron a los derechoseconmicos y luego culturales, como el derecho a la educacin, la salud, la vivienda, omodernamente, los derechos comunitarios al desarrollo, a un ambiente sano, a la identidad o,como discute actualmente el parlamento brasileo, a la felicidad.

    Cuadro 4. Conocimientos, capacidades y destrezas de los agentes culturales

    Fuente: Elaboracin propia. Para definir el rol de los gestores a travs del tiempo, nosapoyamos en el esquema de Eduard Delgado (Nivn, 2012).

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    En Mxico y Amrica Latina podemos rastrear la gestin cultural en la actividad de muchosintelectuales que hicieron sobretodo de la educacin el principal recurso para transformarnuestras sociedades. En el caso de Mxico, Jos Vasconcelos juega un papel importante peroluego de l podemos observar en la actuacin de innumerables categoras de trabajadoresculturales como los maestros rurales, los antroplogos indigenistas, los extensionistas agrcolaso los gestores del patrimonio.

    Una caracterstica comn a casi todas estas figuras es que su trabajo se encontrabaestrechamente vinculado con un grupo o comunidad. De hecho, eso dio origen a la figura delpromotor cultural comunitario. ste era pensado como un recurso de un grupo social, formadopara lleva adelante los intereses de una comunidad, en materia de identidad y autonoma.

    El antroplogo mexicano Guillermo Bonfil elabor un esquema de control cultural, en el que loms importante no era qu haca en una comunidad sino cmo se haca. Anticipndose a la

    teora del desarrollo humano desarrollada por el PNUD en los 90, Bonfil se preocupaba porquehicieran lo que hicieran las comunidades, eso deba ser fruto de una decisin autnoma de lasmismas; por el contrario, cuando los recursos de una comunidad como las tradiciones, lalengua, las artesana o las actividades de subsistencia eran decididas por un organismo externo,la cultura se enajenaba sea a favor del estado o de una corporacin econmica. Bonfil entoncespens al promotor cultural como un individuo destacado por la comunidad para desarrollar losintereses de la misma.

    Cuadro 5: Dinmica del control cultural

    Esquema del Control Cultural

    Recursos culturales Decisiones

    Propias Ajenas

    Propios Cultura Autnoma Cultura Enajenada

    Ajenos Cultura Apropiada Cultura Impuesta

    Fuente: Elaboracin propia a partir del pensamiento de Guillermo Bonfil (Nivn, 2012)

    La figura del promotor cultural comunitario es muy interesante y se desarroll en casi todaAmrica Latina. Desde luego que en Mxico fue muy importante y en un momento colisioncon la imagen del gestor cultural. Este ltimo es un profesional de la cultura que tiene su raznde ser en la complejidad que ha adquirido en la sociedad moderna la produccin, circulacin yconsumo de los bienes culturales.

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    Este proceso supone el cruzamiento de agentes e instancias sociales en las sociedadescontemporneas: el sector pblico, el mercado y la comunidad, en donde se cruzan losfuncionarios, los actores privados y los promotores comunitarios, generando circuitos "puros"pero que no son los nicos que existen.

    Cuadro 6: Clasificacin de los circuitos culturales

    Fuente: Joaquin Brunner en Nivn 2012. Circuito cultural: Combinacin tpica de agentes e instanciasinstitucionales que abarcan adems las fases de produccin, transmisin y consumo de los respectivos bienesculturales; agente: sujetos generadores de la accin cultural; participantes directos de la produccin y transmisinculturales; instancias institucionales: dispositivos de organizacin social, regulacin o control de la cultura comoproducto especializado; X = circuitos puros

    La tesis de Brunner, es que un bien cultural entra y sale a lo largo de todo su ciclo de vida(produccin, circulacin, distribucin, consumo, etc.) del espacio pblico para pasar al espaciodel mercado, y de ste para llega al espacio comunitario. La produccin de bienes y servicios

    supone entonces un entramado de relaciones que requiere de un organizador que cumpla conel encargo social de hacer exitoso ese proceso.

    Bajo el esquema de Brunner, el gestor cultural es un profesional que puede trabajar ms all desu territorio o su comunidad. Asume que puede moverse en cualquiera de los tres circuitos: elpblico, el privado y el asociativo, pero que an en el cambio de ambiente, quiere llevaradelante un encargo social que es el de producir bienes y servicios culturales de calidad querespondan a los valores aceptados por una sociedad democrtica.

    A partir de esta idea proponemos el papel del gestor cultural ms all de las tareas deplaneacin, que van desde la generacin de redes para las expresiones culturales, el desarrollode proyectos y la administracin de espacios. La actividad cultural est ligada a la figura delgestor cultural, cuente o no con un ttulo universitario, debe tener reconocimiento social. Talvez la formacin acadmica no los site como creadores (artistas), pero un ejemplo claro es elpromotor cultural comunitario, sensible a su realidad y las necesidades de la poblacin, que escapaz de crear nuevos espacios y significados. No importa que la profesin sea una exigenciadel mercado, lo relevante es que a pesar del modo institucional en que se entregan a lasociedad los bienes culturales, la gestin cultural tiene sentido porque hay un modo de vivir en

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    comn, es una eleccin basada en valores colectivos, de una sociedad que quiere expandir lademocracia y los derechos de los ciudadanos.

    Actualmente la labor del gestor cultural cada vez es ms visible, su figura est presente en elimaginario social y su prctica profesional se inscribe en un ideal de libertad y autonoma:

    "Queramos desarrollar acciones que reflejaran que habamos venido para quedarnos y quepodamos estar cerca de la gente. Elegimos la cultura sabiendo que no nos iba a dar masividad,ni el mismo retorno que una campaa de publicidad tradicional, sino como una especie delegado a la comunidad.22

    Los proyectos surgen de un deseo, los recursos tienen que buscarse, es cierto que el arte esproducido por los creadores pero tambin intervienen otro tipo de profesionales, como losgestores, quienes buscan apoyo de otros para la difusin, para el financiamiento y sobre todo,para acercar al pblico, en donde a veces, de los mediadores depende que el proceso seaexitoso.El cultivo del entorno necesario para apoyar el proceso de creacin se vuelve objetivode los planes de desarrollo cultural: apoyos a la profesionalizacin de las artes, proteccin yconmemoracin del patrimonio, incremento de la sustentabilidad y eficacia de lasorganizaciones artsticas y de patrimonio; enriquecimiento de la experiencia de los visitantes yel apoyo al turismo sustentable, mejoramiento del acceso de los residentes y visitantes a lasartes y el patrimonio; aseguramiento de la diversidad cultural y conexin de la cultura de laprovincia con el mundo (Nivn, 2011).

    En este sentido, resaltamos dos instrumentos necesarios para la gestin:

    1. El dilogo. Es imprescindible en la tarea de los gestores culturales para favorecer lacooperacin en cualquiera de sus formas posibles (local, regional, nacional e

    internacional y tambin entre sector pblico y sector privado). Los gestores culturalesson responsables del buen uso de los espacios a menudo equipados con recursospropios- para lo cual tienen que eliminar barreras entre los distintos actores, a vecesmateriales, otras burocrticas, pero tambin ideolgicas o simblicas, de volveraccesible la oferta de actividades y recursos que promociona y busca mantener en untiempo determinado.

    2. La construccin de redes. La relacin con otros gestores, colectivos, instituciones yempresas, para las cuales el gestor comunitario posee determinadas habilidades yconocimientos, es parte del conocimiento y la experiencia en el territorio.Cuando el

    gestor pertenece a la comunidad a la que se dirige un determinado proyecto, es posibleque sea ms sensible a las necesidades de la poblacin y promueva la participacinsocial. Sobre la transparencia, la rendicin de cuentas y la evaluacin del proyecto, esconveniente hacerlo desde otra perspectiva, desde el asesoramiento externo para

    22http://edant.clarin.com/suplementos/economico/2007/06/10/n-01501.htm

    http://edant.clarin.com/suplementos/economico/2007/06/10/n-01501.htmhttp://edant.clarin.com/suplementos/economico/2007/06/10/n-01501.htmhttp://edant.clarin.com/suplementos/economico/2007/06/10/n-01501.htmhttp://edant.clarin.com/suplementos/economico/2007/06/10/n-01501.htm
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    valorar imparcialmente el funcionamiento del servicio o proyecto, desde el punto devista de las buenas prcticas y el grado de cumplimiento de las finalidades.

    El siguiente cuadro integra los tres esquemas anteriores, para proponer un perfil del gestorcontemporneo, situndolo como un actor que puede moverse en distintos mbitos y tender

    puentes para facilitar la cooperacin entre actores. As, las actividades tradicionales requierende la difusin en los medios, los pequeos colectivos apoyan a fundaciones ms grandes, losgobiernos locales convocan a la sociedad civil organizada y a los promotores comunitarios, ypiden asesora a especialistas y acadmicos.

    Cuadro 7: Gestin de la cultura online y offline

    Mercado e instituciones Mediadores Comunidad de

    creadores-consumidores

    Empresas, asociaciones

    civiles, recintos culturales,dentro de un marcolegislativo.

    Representantes de la

    sociedad civil, mediadores deconflictos, planificadores yproveedores de una visin

    holstica del campo artstico,promotores del consumo.

    Voluntariado, tcnicos,

    profesionistas.

    Fuente: Elaboracin propia.

    Representantes de la sociedad civil

    La idea de promocin cultural toma forma en las dcadas de los sesentas y setentas como

    modos de movilizacin social y construccin de las comunidades. Fue en la dcada de losochenta donde a nivel subcontinental hubo un fuerte impulso al trabajo de promocin culturaldesde los mbitos no gubernamentales. En estos espacios se comenz a visibilizar la figura delpromotor cultural independiente, quien tena como cometido objetivos tan diversos como lainiciacin artstica, el trabajo comunitario y el rescate patrimonial, entre sus principales tareas.

    Mediadores de conflictos

    La mediacin es un recurso al que recurren partes en conflicto con el fin de poder superarlo, elprotagonismo es de las partes, el mediador es imparcial y conduce el proceso hacia unasolucin satisfactoria para ambas partes, facilitando la comunicacin entre miembros con

    distintos cdigos ideas, valores, normas, compromisos- Requiere conocimientos psico-socio-antropolgicos, habilidad para establecer enlaces de colaboracin entre instancias.

    Proveedores de una visin holstica del campo artstico y planificador

    Las tareas de promocin van desde trabajar en la produccin de obras de teatro, hasta generarcolaboraciones de trabajo virtual, por colocar algn ejemplo. Lo que el gestor cultural desee sery hacer estar ntimamente relacionado con su cosmovisin y con su mirada respecto del arte y

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    la cultura. Est vinculado a su perspectiva de aproximacin y compromiso con el hecho culturalentre lo esperado, lo deseado y lo posible, por eso la importancia de la planeacin y de lacreacin. Requiere conocimientos sobre esttica, marcos legales, recaudacin de fondos yfuncionamiento de las instituciones.

    Promotores del consumo

    En la agenda de la UNESCO (2010) la cultura es un vehculo para construir la cohesin social, lasustentabilidad, un medio ambiente sustentable, motor de creatividad, innovacin y comoagente para el desarrollo econmico y social.

    La gestin tiene que ver con la administracin de los recursos, en el sentido de ofrecer unproducto o servicio, destinado a cierto tipo y nmero de personas, procurando un mayoracceso o satisfaccin. El gestor requiere de conocimientos sobre publicidad, comunicaciones,nuevas tecnologas, derechos de autor, emprendurismo.

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    8.

    Tesis sobre los gestores culturales en Amrica Latina

    I. El gestor cultural en Amrica Latina procede de una tradicin de intelectuales y

    polticos comprometidos con la construccin de lo nacional (no se reconocen

    inicialmente en la herencia humanista del arte o de la administracin, aunque

    muchos aspectos de su prctica actual se completan con estas reas o campos de

    actividad). Su objetivo principal era crear las bases de un desarrollo nacional,

    autnomo nacido de la cultura popular.

    II. El gestor cultural tradicional desempe su actividad de manera estrechamente

    ligada a la educacin, aunque se esforz por construir entidades propiamente

    culturales en los campos del patrimonio, la educacin artstica y la difusin.

    III.

    La diferencia entre e voluntario y el gestor cultural, es el compromiso de este ltimo

    con los objetivos pblicos del desarrollo cultural.

    IV.

    El gestor cultural moderno encuentra su sentido actual en la ampliacin, en el

    ltimo tercio del siglo XX, de la importancia institucional, econmica y social del

    campo artstico que requiere de una figura de permita atender todos los aspectos de

    la cadena de valor de los bienes culturales: produccin, circulacin, distribucin y

    consumo.

    V.

    El gestor cultural adquiri un estatus profesional que lo oblig a pasar de la intuicin

    o espontaneidad a la planificacin racional y del saber generalista a la

    especializacin. En este trnsito las universidades latinoamericanas han tenido unpapel fundamental.

    VI.

    El Gestor cultural est posicionado en un espacio de poder y su papel es el de

    mediador entre los intereses de los diversos participantes en el campo creativo:

    creadores, promotores, distribuidos y pblico.

    VII. Los valores en los que se sustenta la accin de los gestores modernos son los de los

    derechos culturales de los ciudadanos divididos en derechos a la creacin artstica,

    derechos al acceso y participacin en la vida cultural y derecho al desarrollo de la

    cultura propia. En este sentido el gestor cultural es un promotor y defensor de la

    ciudadana.

    VIII. Las distintas etapas por las que ha atravesado la institucionalidad cultural: creacin

    de entes culturales autnomos, creacin de instituciones centralizadoras y/o

    coordinadoras de los entes autnomos y constitucionalizacin de la diversidad

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    cultural, han dado lugar a gestores culturales diferentes. Hoy la tarea fundamental

    de los gestores culturales es la gestin de la diversidad.

    IX.

    El gestor cultural es un agente de cambio en la medida en que su objetivo es

    producir un impacto social, modificar el curso de la actividad cultural a travs de

    programas definidos racionalmente y a partir de objetivos establecidos

    democrticamente.

    X.

    El gestor cultural requiere ser valorado por su aportacin al desarrollo cultural. El

    reconocimiento del que es merecedor debe reconocer su papel en la creacin de las

    condiciones de la creacin artstica y en la obtencin de los objetivos ticos,

    estticos y econmicos de la actividad cultural.

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