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F ue Alfonso XII quien inauguró en 1880, acompaña- do de la Reina María Cristina, esta hermosa cons- trucción ferroviaria diseñada por el ingeniero fran- cés Émile Cachelièvre para la compañía explotadora de la línea Madrid - Ciudad Real - Badajoz. Absorbida un año después por MZA, cuya sede era la estación de Atocha, las instalaciones de Delicias pasaron a manos de MCP, otra concesionaria pero esta vez de la línea Madrid - Cá- ceres - Portugal. Tras la guerra Civil, la estación y todas sus instalaciones accesorias pasaron a formar parte de Renfe. El crecimiento de las estaciones de Atocha y de Chamartín, llevaron a las Delicias a ser una instalación irrelevante. Fue cerrada al tráfico de viajeros en 1969 y al de mercancías en 1971. Desde ese momento, el pro- 30 yecto de muchos aficionados a la historia del ferrocarril y en especial de la Fundación de los Ferrocarriles Espa- ñoles para convertir ese hermoso espacio en un museo ferroviario culminó, tras una trabajosa andadura, en la inauguración del Museo de Delicias en 1984. Ni que decir tiene que en muchos aspectos, este museo es como muchos otros. Dispone de salas que muestran la historia ferroviaria con elementos que en muchos casos estaban alejados de la mirada del viajero, pero que eran parte fundamental de la realidad del tren. Lo que más suele llamar la atención del visitante son los trenes, elemento central del ferrocarril. Las cua- tro vías que se reparten entre los tres andenes, ateso- ran reliquias incunables que huelen a viajes, a aventuras, a sueños que se hicieron realidad, a reencuentros, a do- Museo del Ferrocarril de Madrid La historia se mueve Hay museos que se limitan a mostrar piezas que merecen ser admiradas y otros que, además, muestran congelado un momento de la historia. El Museo del ferrocarril de Madrid que tiene su sede en la estación de las Delicias, añade el hecho de que ese momento en la historia no es estático... se mueve.

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Page 1: Museo del Ferrocarril de Madrid La historia se mueve · Absorbida un año después por MZA, cuya sede era la estación de Atocha, ... años para una emotiva escena de la película

Fue Alfonso XII quien inauguró en 1880, acompaña-

do de la Reina María Cristina, esta hermosa cons-

trucción ferroviaria diseñada por el ingeniero fran-

cés Émile Cachelièvre para la compañía explotadora de

la línea Madrid - Ciudad Real - Badajoz. Absorbida un año

después por MZA, cuya sede era la estación de Atocha,

las instalaciones de Delicias pasaron a manos de MCP,

otra concesionaria pero esta vez de la línea Madrid - Cá-

ceres - Portugal. Tras la guerra Civil, la estación y todas

sus instalaciones accesorias pasaron a formar parte de

Renfe.

El crecimiento de las estaciones de Atocha y de

Chamartín, llevaron a las Delicias a ser una instalación

irrelevante. Fue cerrada al tráfico de viajeros en 1969 y

al de mercancías en 1971. Desde ese momento, el pro-

Colaboración

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yecto de muchos aficionados a la historia del ferrocarril

y en especial de la Fundación de los Ferrocarriles Espa-

ñoles para convertir ese hermoso espacio en un museo

ferroviario culminó, tras una trabajosa andadura, en la

inauguración del Museo de Delicias en 1984.

Ni que decir tiene que en muchos aspectos, este

museo es como muchos otros. Dispone de salas que

muestran la historia ferroviaria con elementos que en

muchos casos estaban alejados de la mirada del viajero,

pero que eran parte fundamental de la realidad del tren.

Lo que más suele llamar la atención del visitante

son los trenes, elemento central del ferrocarril. Las cua-

tro vías que se reparten entre los tres andenes, ateso-

ran reliquias incunables que huelen a viajes, a aventuras,

a sueños que se hicieron realidad, a reencuentros, a do-

Museo del Ferrocarril de Madrid

La historia se mueveHay museos que se limitan a mostrar piezas que merecen ser admiradas y otros que, además, muestran congelado un momento de la historia. El Museo del ferrocarril de Madrid que tiene su sede en la estación de las Delicias, añade el hecho de que ese momento en la historia no es estático... se mueve.

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lorosas despedidas, a distancias que se abren o cierran

tal vez para siempre, a nostalgias y alegrías vivas en el

recuerdo. Locomotoras que dejaron de oler a carbonilla

y a despedir vapor hace tiempo. Vagones que sirvieron

para el primer viaje de la vida, o para el último... pero aún

hay más. Mucho de ese material sigue en movimiento,

está dispuesto para la marcha, para que alguien decida

subirse y viajar. Ya no es fácil, se necesita a empresas o

asociaciones que financien los costos de un tren charter

ciertamente delicado por su senectud, a pesar del cariño

que se ha puesto en la restauración de todos y cada uno

de ellos.

Los trenes turísticos son cada vez más frecuentes

en toda Europa, en España son menos comunes porque

las trabas administrativas ahogan la mayor parte de las

iniciativas que se quedan, muchas de ellas, cerca de la

meta, exhaustos los promotores. Sin embargo, en la pri-

mavera y el otoño, desde esta estación, los fines de se-

mana parte el ya tradicional y cada vez más popular tren

de la fresa, que recorre el trayecto Madrid – Aranjuez,

la segunda línea funcional de la península, que no de Es-

paña. La primera explotación ferroviaria española tiene

su origen en Cuba, entre La Habana y Güines en 1836.

La actual dirección del museo ha logrado dinamizar

las instalaciones mediante la promoción de eventos cul-

turales, musicales, exposiciones temporales relaciona-

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ColaboraciónColaboración

das con el transporte público mediante el ferrocarril sea

cual fuere su dimensión.

Un evento que tiene enorme afluencia y creciendo,

es un peculiar mercadillo muy “cool” como se dice aho-

ra, es el Mercado de Motores que tiene lugar un fin de

semana cada mes, de entrada gratuita y que concita en

su interior, todo tipo de actividades, en un entorno que le

da el encanto que solo un edificio industrial del siglo XIX

puede ofrecer.

Pero lo que más me llama la atención sin duda son

las posibilidades que el lugar ofrece a las productoras

de cine y televisión para esos planos, muchas veces im-

prescindibles, que tienen lugar en una estación. Llegadas,

emotivas despedidas, situaciones en los andenes, viven-

cias en los vagones... La estación está bien conservada y

permite ubicar escenas en diferentes ámbitos tempora-

les, tal es así que es posible recibir a un viejo investigador

inglés del siglo XIX, a un familiar a principios del Siglo XX

e incluso despedir a un emigrante de los años 60, un lujo

que no suele presentarse muy frecuentemente.

La estación de Delicias sirvió de plató hace ya 51

años para una emotiva escena de la película Doctor Ziva-

go (1965). Se da el caso que en esas fechas, aun estaba

en uso, y nadie reparó que esa vieja estación de la Rusia

de los Zares estaba algo escondida a espaldas del popu-

lar Paseo de las Delicias madrileño. No obstante, fue Ed-

gar Neville de los primeros en utilizarla de decorado. En

1945 fueron filmadas algunas secuencias de la película

“La vida en un hilo”.

Desde entonces, muchas han sido las produccio-

nes que han tenido la fortuna de disfrutar de un lugar

real, tan especializado, como ineludible decorado en un

momento de la producción. En 1971, la película Nicolás

y Alejandra, también de ambiente ruso, filmó escenas en

sus andenes. Dos años después, en la cinta “pánico en el

transiberiano”, la estación otra vez se disfrazó de rusa.

Grandes directores como Georges Cukor no se han resi-

tido a sus encantos, como en la cinta “Viajes con mi tía”,

Pedro Olea en “Tormento”, Warren Beaty en “Rojos”, Jai-

me Chavarri en “Las cosas del querer”, Vicente Aranda

en “Amantes”, y ya en este siglo, “Un franco 14 pesetas”

de Carlos Iglesias y Homes & Watson Madrid Days, de

José Luis Garci, entre otros muchos largometrajes. Para

televisión, tal vez la mas popular sea “El tiempo entre cos-

turas” en la que se utiliza en varias secuencias.

La estación de Delicias no solo es un museo, está

viva, se mueve, presta su vitalidad a las producciones

cinematográficas para que puedan situarse libremente

en un espacio de tiempo de más de un siglo y subirse

a trenes de más de cien años, que es la edad de algu-

no de los vagones allí expuestos, que también colaboran

en producciones audiovisuales, como recientemente lo

hicieron dos vagones tipo costa en los que se grabaron

en Almería las escenas de algunos capítulos de una serie

norteamericana, “Penny Dreadful”, aunque ambientada

en la Inglaterra victoriana.

Enamorarse de un pedacito de historia, conservada

con mimo y que de vez en cuando posa para realzar pro-

ducciones audiovisuales, es fácil, como fácil es que pase

desapercibida injustamente en el ocio de los madrileños

y visitantes de la Capital.

Juan Pablo Muñoz