monografia trastorno esquizoafectivo nrdr

20
1 Universidad de Los Andes Facultad de Medicina Psiquiatría T T r r a a s s t t o o r r n n o o E E s s q q u u i i z z o o a a f f e e c c t t i i v v o o Revisión Bibliográfica Nicolás Rodríguez del Real

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1

Universidad de Los Andes Facultad de Medicina Psiquiatría

TTrraassttoorrnnoo EEssqquuiizzooaaffeeccttiivvoo

Revisión Bibliográfica

Nicolás Rodríguez del Real

2

TTRRAASSTTOORRNNOO EESSQQUUIIZZOOAAFFEECCTTIIVVOO Nicolás Rodríguez del Real

INTRODUCCIÓN

Dentro de las enfermedades

psiquiátricas no existe entidad nosológica

más discutida que el Trastorno

Esquizoafectivo(T E/A). Desde que el

doctor Jacob Kasanin propone por

primera vez en 1933 (1) el término de

“Psicosis aguda esquizoafectivo” que se

ha generado debate en cuanto cuál es la

naturaleza de esta enfermedad.

Robin y Guze (2) sugieren cinco

puntos importantes de investigar para

establecer validez al diagnóstico:

descripción clínica, estudios de

laboratorio, delimitación con las otras

enfermedades, estudios de seguimiento y

estudio en familia. Las diferentes

observaciones empíricas nos debieran

permitir determinar cuál de estos cuatro

conceptos nosológicos corresponde el T

E/A:

1. T E/A como una variante de la

esquizofrenia.

2. T E/A como una variante de

un trastorno afectivo.

3. T E/A como una entidad

intermedia entre esquizofrenia

y los trastornos afectivos.

4. Existe un continuum entre

esquizofrenia por un lado y

psicosis afectiva por el otro.

Es por esto, que considero

importante hacer una revisión del tema,

rescatando las nuevas evidencias

científicas, las descripciones más clásicas,

etcétera, y así hacerse una opinión más

crítica de esta entidad.

Para comenzar, mi primera

aproximación será desde una perspectiva

histórica. Los situaré en el tema desde las

primeras descripciones de Zeller de las

psicosis endógenas para luego desarrollar

el tema hasta la actualidad, donde se ha

avivado la vieja polémica sobre la

existencia o no de una psicosis única, y

sobre la permanencia o ruptura de la

tradicional dicotomía kraepeliana

constituida por la psicosis maníaco-

depresiva y la esquizofrenia. Luego

intentaré según las evidencias actuales, de

entregar datos epidemiológicos

representativos de la enfermedad. Seguiré

con una descripción clínica de la

enfermedad, considerando las

clasificaciones en uso, el curso clínico de

la enfermedad y diagnóstico diferencial.

A continuación, revisaré las bases

neurobiológicas del T E/A; esto es,

estudios familiares, estudios genéticos,

estudios imagenológicos y de anatomía

patológica. Posteriormente revisaré

algunas propuestas actuales de

tratamiento, y finalmente, en la

conclusión haré algunas observaciones y

críticas sobre el tema en cuestión.

Espero hacer un aporte a quienes

estén interesados en estudiar el T E/A y

entregarles una visión objetiva y crítica

de esta enfermedad psiquiátrica. Está

demás decir, que se trata de una entidad

nosológica “en movimiento” y de sumo

interés científico en la actualidad, por lo

que, sería pretencioso de mi parte intentar

resolver lo que pareciera una eterna

discusión de cuál es la naturaleza de este

trastorno.

3

RESEÑA HISTÓRICA

Antes de que Kraepelin haya

sistematizado todas las enfermedades

psiquiátricas, existía bastante confusión

en esta área. Kahlbaum, había

contabilizado alrededor de treinta

sistemas de clasificación, que iban desde

la de Plater de 1625 hasta de Morel de

1851. Importante es destacar aquella

clasificación formulada por Guislain de

1833 en Bélgica, ya que, a partir de este

trabajo, Zeller en 1837 creó el concepto

de “psicosis unitaria” (3). Incluía todos

los síndromes psicóticos, lo que eran

considerados como diferentes estados de

un sólo proceso patológico, producido por

la interacción de factores somáticos y

psicológicos. Griesinger en 1845 también

adhirió a este mismo concepto, quien de

alguna manera al plantear la existencia

de trastornos de los afectos y trastornos

de las ideas y la voluntad (4), permitió

inspirar la obra, que más tarde Kraepelin

formularía. Pero quien fuera el gran

inspirador del “Gran Sistematizador -

Emil Kraepelin-”, fue Karl Kahlbaum al

establecer una dicotomía basada en el

transcurso y la evolución a largo plazo.

Así, en base a este criterio distinguió dos

grandes grupos de trastornos mentales:

“vecordia” que era un trastorno limitado

y “vesania”, un trastorno completo de la

mente.

A partir de la obra de Kraepelin en

1905, la psicosis endógena se desdobló en

dos únicas entidades: demencia precox-

que luego Eugen Bleuler nombrara como

esquizofrenia- y la psicosis maníaco

depresiva- actualmente trastorno bipolar-.

Para Kraepelin, fuertemente influenciado

por su maestro, la enfermedad mental se

individualiza y se define por su

evolución. El verdadero diagnóstico es

aquel que permite un pronóstico preciso;

sólo la evolución puede confirmar el

diagnóstico y, por lo tanto,

fundamentarlo. Sin embargo esta división

deja en tierra de nadie a algunos pacientes

que no pueden adscribirse con facilidad a

ninguno de los dos grupos: algunos

pacientes que comienzan con

sintomatología muy sugestiva de

esquizofrenia presentan después una

evolución cíclica, con predominio

creciente de los síntomas afectivos, sin

deterioro aparente; pacientes

aparentemente bipolares acaban

mostrando una evolución defectual con

actividad delirante mantenida; algunos

esquizofrénicos son especialmente

propensos a presentar síntomas

depresivos, etc. Sus dudas acrecentaron

luego que Zendig, un colega y discípulo

suyo, reportase en su investigación (5)

que aproximadamente el 30% de la

muestra original de Kraepelin que

cumplían con el diagnóstico de demencia

precoz según las guías del propio autor,

no presentaban una evolución acorde a o

que se planteaba bajo ese diagnóstico. El

mismo Kraepelin escribe más tarde “Los

casos en lo cuales no son clasificables

(las psicosis) lamentablemente son muy

frecuentes” (6, p26). Dos páginas

después, describe una decisiva y

ciertamente difícil decisión: “Tenemos

que vivir con la incertidumbre de que los

criterios aplicados por nosotros no son lo

suficientemente confiables para

diferenciar, en todos los casos, la

demencia precoz de la psicosis maníaco

depresiva. Además, hay una extensa área

de sobreposición de estas…” (6, p28)

Numerosos teóricos intentaron

responder a esta compleja situación. Así,

Kleist en 1928 (7) postuló la existencia

de dos tipos de psicosis, las nucleares-

esquizofrenia y psicosis maníaco

depresiva- y las marginales, que luego

Eugen y Manfred Bleuler (8,9)

describieran como Mischpsychosen

(psicosis mixtas). Sin embargo, estos

autores adjudicaron estos estados mixtos

4

a la esquizofrenia, por la primacía que

otorgaban a los llamados “síntomas

fundamentales”. De acuerdo a este

concepto, sólo la presencia de los

síntomas fundamentales era decisiva para

hacer el diagnóstico de esquizofrenia y no

en cambio el curso evolutivo. En 1966

Jules Angst (10), discípulo de Manfred

Bleuler, investigó el concepto de psicosis

mixta, concluyendo una concepción muy

distante a su maestro, afirmando que,

pareciera ésta ser más bien una entidad

perteneciente a los trastornos afectivos

más que a la esquizofrenia,

Fue el doctor Jacob Kasanin,

quien en 1933 utiliza por primera vez el

término de psicosis aguda

esquizoafectiva. Él describe en nueve

casos de pacientes jóvenes, en buenas

condiciones generales y con buena

adaptación social, que rápidamente

desarrollaban una dramática psicosis con

ambos síntomas, esquizofrénicos como

afectivos. Algunos de ellos tenían historia

familiar de enfermedad afectiva, y

generalmente presentaban un evento vital

previo desencadenante, episodios cortos y

una evolución favorable (1). Es evidente

que los casos descritos por Kasanin no

tienen mucho que ver con la definición

actual de T E/A. Sus casos en la

actualidad son más bien, semejantes a lo

que conocemos como cuadros psicóticos

breves, especialmente el de tipo

polimorfo (11,12). La definición actual

que utilizamos de T E/A parece casi

idéntica a lo que Kurt Schneider (1930)

en Alemania describiese como “casos-

intermedio” (Zwishen-Fälle). Asimismo

en EE.UU. autores como Kirby y Hoch,

antes que Kasanin y después Hunt y

Appel, describieron casos similares y

manifestaciones parecidas (4,13)

El T E/A fue oficialmente

reconocido como diagnóstico el año 1952

en la primera versión de Diagnostic and

Statistical Manual for Mental Disorders

(DSM) bajo el nombre de esquizofrenia

esquizoafectiva A pesar de su inclusión

en el DSM, el diagnóstico fue

escasamente utilizado entre los años 1930

y 1960. Por otro lado, Cobb, en 1943,

publica el libro “psicosis esquizoafectiva”

donde insinúa que la esquizofrenia y la

psicosis maníaco depresiva correspondían

a una sola enfermedad.

Al buscar en la base de dato

PubMed se observa un ascenso brusco en

las publicaciones respecto al tema entre

los años 1965 y 1966 para luego

descender en 1970. Se mantienen estables

el número de éstas hasta el año 1999,

donde se genera nuevamente un ascenso

de las publicaciones. Posiblemente el

descenso que ocurrió en la década de los

70 se debió a las fuertes influencias del

gran número de publicaciones que

cuestionaban la validez del T E/A como

entidad nosológica (14-19). A

continuación se ilustra una figura tomada

de una revisión bibliográfica (20) en que

se grafica la tendencia según los años de

publicación respecto al T E/A (Fig 1)

En la actualidad, contamos

principalmente con dos sistemas

clasificatorios de mayor uso por la

comunidad científica mundial:

a. La Clasificación Internacional de

Enfermedades en su versión

número 10, 1994 (CIE 10),

propuesta por la OMS e

influenciada principalmente por

corrientes europeas y,

b. Diagnostic and Statistical Manual

for Mental Disorders IV Text

Review, 2000 (DSM IV-TR),

publicada por la Asociación

Americana de Psiquiatría.

5

Sobre las características

particulares de cada una de ellas se

discutirá en el capítulo correspondiente.

Últimamente se han generado nuevas

discusiones sobre la naturaleza de esta

enfermedad. Han surgido nuevos estudios

clínicos, neurobiológicos,

epidemiológicos, entre otros, intentando

argumentar o refutar las diferentes

hipótesis que existen de ella. A medida

que desarrolle esta revisión, intentaré de

retomar aquellos puntos en discusión más

importantes.

Como se observa, la historia del T

E/A ha estado íntimamente ligada a la

historia de las psicosis endógenas. Por lo

tanto, todo alcance fenomenológico,

biológico, y otros, irremediablemente

repercute en esta entidad.

EPIDEMIOLOGÍA

El gran problema que se suscita al

tratar de estudiar la prevalencia e

incidencia de esta enfermedad, son

principalmente: los permanentes cambios

de criterios diagnósticos a través de los

años; la existencia de diferentes sistemas

clasificatorios (CIE 10, DSM IV-TR) y

por ende, diferentes criterios

diagnósticos, y la sobreposición de

síntomas psicóticos y afectivos que existe

dentro de las psicosis endógenas (21,22).

Por ejemplo, en relación al último punto,

alrededor del 58% de los pacientes

maníacos presentan síntomas psicóticos.

El 15% de los depresivos presentan

síntomas psicóticos (23). A la inversa, los

síntomas depresivos están presentes

alrededor del 25% de los pacientes con

esquizofrenia (24). Los síntomas

maníacos también pueden estar en

pacientes que cumplen con los criterios

diagnósticos para esquizofrenia en

aproximadamente un 9% (25). Varios

investigadores han estimado la

prevalencia de vida del T E/A. A pesar de

las dificultades ya mencionadas, se estima

un valor de 0,5% (22)

En cuanto a la incidencia de la

enfermedad, en un estudio donde se

incluyeron a individuos con “síndrome

6

psicótico afectivo” y de los cuales, la gran

mayoría cumplía con el criterio

diagnóstico de T E/A (59%), se estimó

una incidencia de este síndrome al año de

1.7 casos por 1000 personas (26).

SEXO Y EDAD

Pareciera ser más frecuente en

mujeres que en hombres. En cuanto a la

edad del primer diagnóstico del T E/A,

ocurre cercana a la 3 década de la vida.

En un estudio realizado en Alemania

entre el año 1980 y 1982, donde

participaron 41 pacientes con T E/A, el

85% de aquella muestra eran mujeres y la

edad del primer diagnóstico a los 30 +/-

10.9 años (27).

CUADRO CLÍNICO

Dentro de la clínica del T E/A se

sobreponen tanto síntomas afectivos

como esquizofrénicos y, por lo tanto,

podría entenderse la gran variabilidad

sindromática de este trastorno. Ésta ha

sido una de las principales críticas a su

validez como categoría nosológica.

Importantes intentos se han realizado para

distinguir las alucinaciones y delirios

característicos de la esquizofrenia o de

trastornos afectivos. Schneider, por

ejemplo, propone los síntomas de primer

orden de la esquizofrenia (28). Por su

parte, Jasper propone la existencia del

delirio congruente e in-congruente al

trastorno del afectivo. En base a esto, que

el DSM define aquellos delirios de

carácter bizarros como característicos de

un cuadro esquizofrénico. Sin embargo,

síntomas como el oír voces que discuten

dentro de la cabeza, voces que ordenan en

tercera persona, etcétera y que han sido

identificados como propios de la

esquizofrenia también podrían ocurrir en

pacientes que cumplen con criterios de

trastorno afectivos (29). Súmase a esto,

aquellos delirios in-congruentes al estado

de ánimo y que han sido considerados

como indicador de esquizofrenia, también

podrían presentarse en cuadros afectivos

con características psicóticas en una

proporción no despreciable (30-33).

Durante una exacerbación aguda

puede presentarse cualquier síntoma de

los clásicamente atribuidos a la

esquizofrenia, especialmente delirios

paranoides, autorreferencialidad y

alucinaciones auditivas. Algunos de estos

pacientes presentan característicamente

ilusiones y alucinaciones visuales

olfativas y cenestésicas, que son menos

comunes en la esquizofrenia. Respecto a

los síntomas afectivos, pueden

presentarse en forma de manía, depresión

o ambas, siempre asociado a síntomas

psicóticos.

a) CLASIFICACIÓN

A continuación presentaré el

criterio de T E/A según los dos sistemas

clasificatorios más influyentes en la

comunidad científica.: la internacional

propuesta por la OMS (CIE 10) y la

norteamericana propuesta por la APA

(DSM IV-TR) (Tabla 1 y 2).

7

Tabla 1: Criterios DSM IV-TR para el diagnóstico de trastorno esquizoafectivo

(295.70)(34)

Tabla 2: Criterios CIE 10 para el trastorno esquizoafectivo (35)

Existen discrepancias entre ambos

sistemas clasificatorios en la definición del T

E/A que son necesarios de recalcar. Para la

CIE 10 es necesario que los síntomas

afectivos y psicóticos vayan siempre juntos en

un mismo episodio, mientras que para el

DSM IV-TR debe haber en algún momento

síntomas psicóticos sin síntomas afectivos. La

CIE 10 da un valor primordial a los síntomas

que denomina “esquizofrénicos” y que deben

acompañarse de síntomas afectivos, mientras

que el DSM IV-TR fundamenta el diagnóstico

A. Un período continuo de enfermedad durante el que se presenta en algún momento episodio

depresivo mayor, maníaco o mixto, simultáneamente con síntomas que cumplen Criterio A

para la esquizofrenia

Nota: El episodio depresivo mayor debe incluir el Criterio A1: estado de ánimo depresivo

B. Durante el mismo período de enfermedad ha habido ideas delirantes o alucinaciones durante al

menos 2 semanas en ausencia de síntomas afectivos acusados.

C. Los síntomas que cumplen los criterios para un episodio de alteración del estado de ánimo

están presentes durante una parte sustancial del total de la duración de las fases activa y

residual de la enfermedad.

D. L alteración no es debida a los efectos fisiológicos directos de alguna sustancia(p. ej., una

droga de abuso o un medicamento) o enfermedad médica

Clasificación basada en tipo

.0 Tipo bipolar: si la alteración incluye un episodio maníaco o mixto (o un episodio maníaco o mixto y

episodios depresivos mayores)

.1 Tipo depresivo: si la alteración sólo incluye episodios depresivos mayores

El diagnóstico debería hacerse sólo cuando las manifestaciones de ambos tipos de síntomas

esquizofrénicos y afectivos, son claras y destacadas y se presentan simultáneamente o con un plazo de

pocos días entre uno y otros, dentro del mismo episodio de la enfermedad, y cuando, como

consecuencia de lo anterior, el episodio d enfermedad no satisface las pautas de esquizofrenia ni de

episodio depresivo o maníaco. El diagnóstico no debería aplicarse a aquellos enfermos que presentan

síntomas esquizofrénicos y afectivos sólo en diferentes episodios de la enfermedad.

Tipo maníaco: Debe existir una exaltación marcada del humor, o una exaltación evidente del humor

acompañada de irritabilidad o excitación. Deben hallarse claramente presentes dentro del mismo

episodio, por lo menos uno y preferiblemente dos síntomas característicos de la esquizofrenia: (a) eco,

robo, inserción o difusión del pensamiento, (b) ideas delirantes de control, influencia o pasividad y

percepciones delirantes, (c) voces alucinatorias comentadoras de la actividad del sujeto o alucinaciones

procedentes de otra parte del cuerpo y (d) ideas persistentes de otro tipo.

Tipo depresivo: Debe aparecer un humor depresivo marcado, acompañado por lo menos de dos

síntomas depresivos característicos o de trastornos del comportamiento enumerados en el episodio

depresivo: (a) disminución de la atención y concentración, (b) pérdida de confianza en sí mismo y

sentimientos de inferioridad, (c) ideas de culpa e inutilidad, (d) perspectiva sombría del futuro, (e)

pensamientos y actos suicidas y autoagresiones, (f) trastornos del sueño y (g) pérdida de apetito.

Además deben hallarse dentro del mismo episodio por lo menos uno y preferiblemente dos síntomas

típicamente esquizofrénicos.

8

en el curso de los pacientes, exigiendo la

presencia de un período de tiempo con

síntomas psicóticos y afectivos, y de otro con

síntomas psicóticos aislados. Por

consiguiente, la OMS permite el diagnóstico

transversal, mientras que la APA introduce un

criterio longitudinal. Estas diferencias

provocan que un pequeño grupo de pacientes

reciban un diagnóstico de T E/A según la CIE

10 y de Trastorno bipolar para el DSM IV-

TR.

Tanto el DSM IV-R como la CIE 10

subdividen los T E/A en función de síntomas

afectivos (DSM: bipolar o depresivos; CIE:

maníaco, depresivo o mixto).

Ciertas críticas se le hacen a estos

sistemas. Definen el carácter “esquizo” de

este trastorno a base de la presencia de

“síntomas esquizofrénicos”. Surge la

interrogante si estos síntomas son

patognomónicos de la enfermedad

esquizofrenia o más bien, estamos frente a la

presencia de un tipo de psicosis no específica

a esta enfermedad. Específicamente al DSM

IV se le critica la definición temporal

arbitraria de la presencia de psicosis más

síntomas afectivos para luego continuar por

dos semanas con síntomas psicóticos aislados.

No existe evidencia científica que permita

hacer aquella distinción temporal (20). El

criterio C de este mismo sistema señala que el

trastorno afectivo debe estar en una

“proporción sustancial” del cuadro. Ocurre

que en ciertos cuadros bipolares severos, la

presencia de síntomas psicóticos “in-

congruentes” a los afectos pudiesen estar

presentes por tiempo prolongado y

proporcionalmente significativo con los

síntomas afectivos (15). Por último, según

Lake et al (20), los criterios A, C y D del T/E

propuestos por la APA en el DSM IV-TR no

permite diferenciar bien entre esta entidad

nosológica y un trastorno del ánimo con

características psicóticas.

CURSO Y EVOLUCIÓN

La evolución de estos pacientes es

también heterogénea, pero en general cabe

situarlo en un punto intermedio entre el de la

esquizofrenia y el de los trastornos afectivos.

Quizás lo que ha caracterizado más esta

enfermedad de la esquizofrenia es su mejor

pronóstico con respecto a ésta. Recordemos

que Kasanin al plantear esta nueva entidad

nosológica, la distinguió de la clásica

demencia precox justamente por no presentar

aquel deterioro cognitivo esperable con la

evolución de la enfermedad (1).

En un estudio de seguimiento por

quince años a pacientes con esquizofrenia, T

E/A y trastorno afectivo, se observó que el T

E/A a largo plazo presenta una evolución

intermedia entre estos dos trastornos. Aún así,

su pronóstico en cuanto a habilidades

sociales, laborales se asemeja más a los

trastornos afectivos que a la esquizofrenia

(27). Estos datos apoyan lo que anteriormente

Samson et al. ya habría observado en diez

estudios realizados entre 1963 y 1887 (36).

Los factores asociados a un peor

pronóstico son: un elevado número de

episodios (37,38), una mayor presencia de

síntomas esquizofrénicos (39), una baja

densidad de sueño delta (40), la dependencia

de alcohol concomitante (41), mala

adaptación social premórbida (42) y la

ausencia de conciencia de enfermedad (43).

En cuanto al curso de la enfermedad,

me parece interesante destacar la clasificación

propuesta por Marneros et al. (44) de los T

E/A según el curso de ésta. Marneros propone

dos tipos de T E/A: el tipo concurrente y tipo

secuencial. Esta definición, ha sido

empíricamente validada en numerosas

investigaciones (45-48). A continuación las

describiré:

a) T E/A tipo concurrente: aquel

paciente que presenta el cuadro

esquizodepresivo, esquizomaníaco

9

o esquizomaníaco-depresivo con la

coexistencia de sintomatología

afectiva y esquizofrénica

b) T E/A tipo secuencial:

manifestaciones secuenciales de

episodios esquizofrénicos y

afectivos durante el curso de la

enfermedad, independientemente

al tipo y número de episodios.

Según Marneros, las investigaciones

longitudinales comparativas demuestran que,

ambos tipos presentan diferencias

características en cuanto a historia familiar,

personalidad y adaptación social premórbida,

tipo de curso, frecuencia y tipo de

alteraciones resistentes, y respuestas a la

prevención.

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL

Indudablemente que los dos grandes

diagnósticos diferenciales del T E/A son la

esquizofrenia y los trastornos afectivos con

síntomas psicóticos. Por desgracia esta

categoría diagnóstica no cumple su función

muy bien porque los cuadros son demasiado

variados y su definición vaga. Para los

clínicos es difícil convenir en este diagnóstico

fronterizo y, seguramente, el T E/A es el

diagnóstico menos fiable de los sistemas

diagnósticos (49). Esto, por ejemplo, se

refleja en la inestabilidad diagnóstica de esta

enfermedad. Un estudio mostró que sólo el

36% de los diagnósticos iniciales de este

trastorno recibían el mismo diagnóstico años

más tarde. (50). La razón de que ocurra esto

podría ser la siguiente. El diagnóstico de T

E/A se aplica sólo a un episodio determinado

de la enfermedad, y no al curso que

experimenta el paciente a lo largo de toda su

vida. Este hecho puede llevar a la

desafortunada posibilidad de que, durante

toda su vida, un paciente dado sufra episodios

susceptibles de clasificarse de forma diferente

como esquizofrenia, como T E/A y como

trastorno afectivo con síntomas psicóticos.

Estos cambios en el diagnóstico, según los

episodios que se presentan durante el curso de

toda una vida, reflejan, sin lugar a dudas una

limitación de los sistemas diagnósticos y no a

la presencia de muchos trastornos distintos.

Respecto a la esquizofrenia, la

presencia de síntomas maniformes o mixtos

en un paciente aparentemente esquizofrénico

debe alertar sobre la posibilidad de un T E/A.

En el caso de que existan síntomas

depresivos, el diagnóstico diferencial con la

esquizofrenia se complica, ya que no es

infrecuente que coexistan síntomas de

depresión con la esquizofrenia en ciertos

momentos evolutivos. La prevalencia de

comorbilidad de depresión con la

esquizofrenia varía según los reportes

entregados entre un 7 y 30% como valor

mínimo (51-54), y entre un 33 y 75% como

valor máximo. Mientras que la prevalencia de

vida de ésta en la esquizofrenia se estima

entre un 60% (52,55, 56) y un 80% (57,58).

Frente a un paciente esquizofrénico con un

cuadro depresivo existen ciertos elementos

que hay que tener en cuenta; estos son, la

posible etiología del cuadro depresivo y la

relación temporal de éste con el cuadro

psicótico agudo (57). Aunque aún es bastante

controversial, se cree que ciertos

antipsicóticos inducen síntomas depresivos en

los pacientes esquizofrénicos. Johnson estima

que alrededor de un 7,5% a 12,5% de los

síntomas depresivos en esquizofrénicos se

debe a esta etiología (58), en contraste a los

estudios de Hogarty y Munetz (59), que no

encontraron este potencial efecto

depresiongénico de los antipsicóticos. Como

ya mencioné, otro factor en consideración es

la relación temporal del cuadro depresivo con

el cuadro psicótico agudo de una

esquizofrenia. Si la depresión es concurrente a

los síntomas psicóticos, el diagnóstico de

depresión se hace difícil y es mejor evaluar al

paciente según su evolución. Alrededor del

50% de los pacientes que presentan cuadro

depresivo concomitantemente al cuadro

psicótico agudo luego de tres semanas

10

experimentan una remisión espontánea de los

síntomas depresivos, mientras que el resto

persiste con depresión persistente. (60,61).

Precisamente cuando la presentación del

cuadro depresivo en la esquizofrenia es de

esta característica, que se hace muy difícil

diferenciarlo al T E/A. Por último respecto a

este punto, también existe cuadro depresivo

en esquizofrénicos antes o después del cuadro

psicótico agudo. Es bastante conocida la

presencia de síntomas negativos en la fase

pródromo de la esquizofrenia. Un estudio

realizado por Häfner et al. (62) observaron en

203 pacientes con diagnóstico de

esquizofrenia que el 81% desarrollaba en

algún momento un cuadro depresivo y de los

cuales, 42% correspondían previo al cuadro

psicótico; 18% depresión y psicosis

concomitantemente, y el 21% la depresión

después del cuadro psicótico.

Para el diagnóstico diferencial con los

trastornos afectivo, es fundamental recordar

que las ideas delirante o alucinaciones in-

congruentes con el estado de ánimo no

justifican por si solas el diagnóstico de T E/A.

un elevado porcentaje de pacientes bipolares

presentan síntomas psicóticos in-congruentes

y de primer orden schneiderianos, que

muchos clínicos todavía consideran

exclusivos de la esquizofrenia (63). En

pacientes unipolares con depresión psicótica

es frecuente la coexistencia de síntomas

congruentes e in-congruentes con el estado de

ánimo. (64). Sin embargo, en los trastornos

afectivos los síntomas psicóticos siempre

aparecen en el contexto de sintomatología

afectiva, que muchas veces hay que ir a

buscar en la anamnesis, por quedar oscurecida

por la actividad delirante y/o alucinatoria. En

general se dan más diagnósticos erróneos de T

E/A en bipolares que en T E/A (65).

BASES NEUROBIOLÓGICAS

Existen escasos estudios donde se

estudie el T E/A en forma independiente a la

esquizofrenia y a los trastornos afectivos. Sin

embargo, contamos con numerosas

investigaciones que de alguna forma u otra

llegamos a este trastorno en particular. En el

siguiente apartado, si bien, no presentaré

estudios específicos para el T E/A, considero

importante revisar aquellos hallazgos

neurobiológicos que relacionan la

esquizofrenia con los trastornos afectivos. La

razón de esto es, porque de alguna manera,

nos encontrarnos con la presencia del T E/A.

NEUROIMAGEN

Desde que contamos con estos

instrumentos diagnósticos que se ha intentado

encontrar algún hallazgo imagenológico que

oriente el origen de esta patología. Sin

embargo, hasta ahora sólo se ha observado

una transposición entre los hallazgos para

esquizofrenia y trastorno bipolar. En la

esquizofrenia se ha visto un aumento de

volumen ventricular y una ligera disminución

del volumen talámico, del lóbulo temporal y

frontal. En el trastorno bipolar también se ha

evidenciado este aumento de volumen

ventricular (66). Algunos estudios han

sugerido una disminución del volumen de la

región prefrontal (67,68) y un aumento del

volumen de la amígdala (69) en este último.

Algunas investigaciones han

comparado los volúmenes de las regiones

cerebrales en la esquizofrenia con el trastorno

del ánimo de característica psicótica, y ciertos

hallazgos se han vislumbrado. Un estudio

comparó la esquizofrenia, depresión psicótica

y depresión sin característica psicótica,

encontrando en los primeros dos cuadros un

aumento del volumen ventricular y no así en

el último (70). En otro estudio, se observó en

sujetos con esquizofrenia y trastorno afectivo

psicótico asimetría de predominio derecho del

complejo hipocampal amigdalino posterior

(71). Un estudio reciente, en la cual, se

comparó la esquizofrenia con el trastorno

bipolar con características psicóticas halló una

reducción de la sustancia blanca en la región

frontal izquierda y temporoparietal (72).

11

Pearlson realizó un estudio de imagen

funcional, demostrando altos niveles de

receptor D2 en pacientes psicóticos, no así en

pacientes no psicóticos. Los altos niveles de

receptor D2 son similares a los encontrados

en pacientes EQZ (73)

NEUROPATOLOGÍA

A pesar de las evidentes limitaciones

que existen en estudiar especimenes

cerebrales bien preservados, existen algunas

investigaciones que han intentado definir la

anatomía patológica de ciertas enfermedades

que se relacionan al T E/A. La evidencia

actual señala hallazgos comunes entre la

esquizofrenia y los trastornos afectivos, tales

como, la disminución del tamaño neuronal en

la corteza prefrontal, la reducción de la

densidad neuronal en la corteza cíngulo

anterior, menor cantidad de marcadores de

sinapsis y dendríticos en la corteza prefrontal

e hipocampal, y déficit glial.(20)

ESTUDIOS GENÉTICOS

Gershon planteó la hipótesis de la

existencia de una porción genética que sería la

causa de la susceptibilidad de algunas

familias con trastorno bipolar o esquizofrenia

en desarrollar ciertas enfermedades. Su grupo

observó en estas familias, mayor riesgo de

enfermar depresión mayor como T E/A (74).

Este hallazgo es consistente al estudio de

Maier, donde encontró en estas familias

mayor riesgo de depresión mayor (75).

Potash et al propuso la hipótesis que, la

sobreposición de genes de trastorno bipolar y

esquizofrenia en familias con antecedentes de

trastorno bipolar, podría reflejarse en

manifestaciones fenotípicas de la enfermedad

con síntomas psicóticos (76). Esta hipótesis

fue demostrada en un estudio posterior

realizado por el mismo autor (77), y apoyada

por los hallazgos posteriores de dos grupos

independientes (78,79).

Estudios de asociación genética en

trastorno bipolar y esquizofrenia, han

evidenciado al menos cuatro regiones

cromosómicas que tienen en común ambas

enfermedades (80):

1. cromosoma 10p12-14 (81-83)

2. cromosoma 18p11.2 (84-86)

3. cromosoma 13q32 (87, 88) ,y

4. cromosoma 22q11-13 (89-91)

Esto podría ser una de las razones porqué

una enfermedad afectiva tenga características

psicóticas en ciertos miembros de grupos

familiares, según refiere el mismo Potash

(92).En la actualidad, se siguen identificando

regiones cromosómicas que se asocian a

semejantes características de la enfermedad,

tales como 13q33 (complejo cromosómico

G72/G30) y 22q12 , por lo que claramente se

trata de un área de la investigación en

desarrollo.

Una aberración cromosómica como la

translocación balanceada entre el cromosoma

1 y el cromosoma 11 también se ha asociado a

este espectro que existe entre la esquizofrenia

y los trastornos afectivos. En una familia de

87 miembros, 37 de ellos poseen esta

translocación, de los cuales, 7 individuos

tienen esquizofrenia, uno trastorno bipolar, y

10 depresión mayor recurrente. De estos

últimos, muchos de ellos poseen depresión

con cuadro psicótico. El punto de rotura en el

cromosoma 1 coincide con el punto donde

limitan los genes DISC-1 y DISC-2. El gen

DISC-1 juega un rol fundamental en el

desarrollo cortical (93) y su la variación, se ha

vinculado con la esquizofrenia, el trastorno

bipolar como para el T E/A (94).

En relación a la expresión genética,

existen hallazgos específicos para la

esquizofrenia como para el trastorno bipolar.

Por ejemplo, la expresión de la codificación

genética para el sensor-1 de calcio en

neuronas de la corteza prefrontal está

aumentada en ambas enfermedades (95),

como también, la expresión de sinapsis IIa y

IIa en el hipocampo están disminuida en

ambas enfermedades. Otros hallazgos

12

similares se han descrito para los niveles de

expresión de RELN y GAD67 tanto para la

esquizofrenia como para la enfermedad

afectiva bipolar. (96).

TRATRAMIENTO

En general, existen pocos estudios

clínicos en que se incluya únicamente el T

E/A como grupo de estudio y más bien, lo que

se estudia mayoritariamente son pacientes

esquizofrénicos o con trastorno afectivo.

El tratamiento farmacológico del T

E/A se basa en el empleo de antipsicóticos y

estabilizadores del ánimo.

ESTABILIZADORES DEL ÁNIMO

Los trabajos efectuados con

estabilizadores del ánimo presentan diferentes

grados de evidencia. Biderman et al. en un

estudio doble ciego estudiaron la respuesta al

litio de 36 pacientes con T E/A de tipo

maníaco de acuerdo a los criterios Research

Diagnostic Criteria.(RDC) Concluyeron que

el haloperidol asociado al litio era más eficaz

que el litio solo en pacientes con T E/A

subtipo, pero no en los paciente con T E/A

subtipo esquizofrénico. Entretanto, el litio en

monoterapia no benefició a los paciente con T

E/A según los criterio del DSM II (97).

En un gran meta-análisis realizado por

Leucht et al (2004), donde se incluyeron 20

estudios clínicos de tratamiento de pacientes

esquizofrénicos con estabilizadores del

ánimo, evidenció que el litio es inefectivo

para tratar a pacientes esquizofrénicos. Lo

mismo ocurre con el ácido valproico. Sin

embargo, el uso de litio junto a un

antipsicótico mostraría un mejor resultado,

que no sería significativo si aquel paciente no

presenta síntomas afectivos, el efecto no es

significativo (98).

Mattes y Nayak estudiaron pacientes

con T E/A según RDC, subtipo

esquizofrénico (tipo maníaco) que se

encontraban estabilizados con flufenazina.

Los enfermos fueron divididos en dos grupos:

uno continuó con flufenazina y el otro fue

cambiado a litio. El tratamiento con

flufenazina fue estadísticamente superior al

tratamiento con litio (99)

Maj por su parte, concluye con un

estudio prospectivo, que el uso de litio como

profilaxis del T E/A previene las recaídas,

excepto para la depresión esquizoafectiva. El

único predictor de respuesta, fue un curso

previo caracterizado por la presentación

bipolar. Los niveles inferiores a 0,60mEq/L

fueron ineficaces (100)

En resumen, el uso de litio ha

demostrado ser eficaz en pacientes con T E/A

cuando los síntomas maníacos o bipolares

están presentes. Asimismo ocurre con la

Carbamacepina (101). Estudios recientes,

aunque con un tamaño muestral pequeño, han

demostrado resultados alentadores con el uso

de topiramato y lamotrigina (102,103).

ANTIPSICÓTICOS

Surge inmediatamente la pregunta,

¿son los antipsicóticos específicos para tratar

la esquizofrenia? Para los episodios de manía

aguda también son efectivos como lo

demostró Lehmann et al en su publicación el

año 1954 (104)

En la actualidad, el uso de

antipsicóticos y preferentemente los atípicos,

se emplean para el T E/A. Varios estudios han

demostrado que la riesperidona, la olazanpina

la clozapina, quetiapina y ziprasidona son

eficaces en el tratamiento del trastorno bipolar

y del T E/A (105)

La risperidona en dosis bajas ha

demostrado eficacia en pacientes con primer

episodio de esquizofrenia, trastorno

esquizofreniforme y T E/A. Vieta et al. agrega

a esto, que el uso combinado de risperidona

con estabilizadores del ánimo es efectiva para

estos mismos trastornos. (106). Jenicak por su

parte, encuentra una eficacia similar de la

risperidona y al haloperidol respecto a los

síntomas maníacos y psicóticos en el T E/A,

13

siendo la risperidona más eficaz en casos más

graves (107)

Suppes et al. estudiaron el uso de

clozapina en pacientes con trastorno bipolar o

T E/A del tipo bipolar. Luego de un año de

seguimiento demostró una eficacia en el

tratamiento de estos trastornos en

comparación al estar sin él (108).

Otros antipsicóticos atípicos también

han demostrado su eficacia para el

tratamiento del T E/A: olazapina, ziprasidona,

aripiprazol (109-114)

Por lo tanto, con los datos empíricos

que se cuentan, se podría concluir que los

antipsicóticos atípicos pueden convertirse en

el tratamiento de elección del T E/A.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIÓN

A partir de la concepción de Kraepelin

de la psicosis endógena, donde distinguía

según la evolución del proceso morboso en

dos entidades nosológicas, parecieron

superadas las propuestas de psicosis única.

Sin embargo, diferentes autores e incluso más

tarde el propio Kraepelin, reconocieron la

existencia de pacientes que no podían ser

adscritos a la demencia precoz o la psicosis

maníaco-depresiva. Esos casos son los que

luego pasan a constituir el T E/A.

Surge la pregunta, ¿cuál es entonces la

naturaleza del T E/A?. Como ya mencioné

anteriormente, Robin y Guze (2) propusieron

una serie de elementos que se deben

considerar antes de definir una entidad

nosológica. Por ello, es que quise revisar los

diferentes aspectos propuestos por estos

autores y llegar así a una mejor comprensión

de esta enfermedad.

A pesar que las investigaciones sobre

esta entidad no nos permiten a ciencia cierta

precisar el origen de esta entidad, existen

varias razones que hacen pensar que el T E/A

se trate de un continuum entre la

esquizofrenia y los trastornos afectivos.

Clínicamente, identificamos en este trastorno,

síntomas que relacionamos más con la

esquizofrenia, y otros que en cambio,

consideramos más propio de los trastornos

afectivos. Cabría ver, cómo lo definitorio de

un síntoma (o sea, cómo es vivenciado por el

Yo) (115) y que lamentablemente en los

sistemas diagnósticos no se considera,

pudiese ser considerado afectivo o

esquizofrénico. En relación a esta idea, Roa

escribe: “Este es un problema a dilucidar,

pero de acuerdo a nuestro punto de vista de

que es arbitrario separar lo vivenciado del

alcance que tiene para el yo vivenciador, no

serían fenómenos psíquicos idénticos”(115).

En esta misma línea, encontramos en estudios

neurobiológicos y genéticos la presencia de

características comunes tanto por paciente

con esquizofrenia como por pacientes con

trastorno bipolar; en su evolución y curso de

la enfermedad, el T E/A tendría una posición

intermedia entre ambas enfermedades

(aunque con una cierta tendencia hacia el

trastorno bipolar). Con respecto a este punto,

parece necesario distinguir al menos entre

formas monopolares y bipolares y entre los

tipos concurrentes y secuenciales, ya que

parecen tener características diferentes.

En cuanto a la respuesta terapéutica,

preferentemente con el uso de antipsicóticos

atípicos, vemos que son altamente eficaces

para tratar la esquizofrenia, el T /EA como el

trastorno bipolar, pudiéndose convertir en el

tratamiento de elección de esta enfermedad

(108-114). Varios de ellos han demostrado ser

efectivos no sólo para tratar las fases

maníacas, las depresiones psicóticas y los

episodios mixtos, sino también poseen un

efecto estabilizador del ánimo en el largo

plazo.

Por ende, el origen del T E/A como

variante de esquizofrenia específicamente,

parece poco probable. No obstante, la

posibilidad del T E/A como variante del

trastorno bipolar, para algunos, sería la

explicación adecuada. Numerosos grupos de

investigación, entre ellos el dirigido por Lake

(20), defienden el concepto de una psicosis

unitaria. Él y su grupo, postulan que estamos

14

frente a un espectro de trastornos del ánimo

al hablar de la psicosis endógena, que según

su gravedad, éste tendrá un curso crónico o

agudo, psicótico o no psicótico, y si presenta

psicosis, con ánimo congruente o ánimo in-

congruente (ver apéndice). Según ellos, bajo

este concepto de la psicosis unitaria,

permitiría una consolidación y simplificación

del diagnóstico en una entidad nosológica.

Personalmente, y en esto concuerdo con Silva

et al (105), es clara la existencia de cuadros

esquizofrénicos y trastornos bipolares que,

tanto desde el punto de vista clínico como

evolutivo, son perfectamente separables.

Reducir los fenómenos esquizofrénicos

únicamente al ánimo, me parece una visión

reduccionista y que no explicaría otras

características del

paciente esquizofrénico como sería, por

ejemplo, el autismo. Nuevamente citando a

Roa, “(la esquizofrenia y el trastorno bipolar)

no serían fenómenos psíquicos idénticos”.

Desde luego, estamos frente a una

entidad de enorme interés científico, ya que,

de alguna manera estimula a los

investigadores en discutir el concepto de las

psicosis endógenas como un continuum, o

bien, como entidad nosológicas

independientes.

Es probable que el problema que

plantea el T E/A sólo sea resuelto

definitivamente cuando las clasificaciones

psiquiátricas se funden en la etiología o en la

etiopatogenia y no sólo en las manifestaciones

clínica, como ocurre en la actualidad.

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20

APÉNDICE

Tabla 1: Propuesta de Lake et al (20) de Clasificación

de las Psicosis Endógenas.