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DIPLOMADO CONVERGENCIA, PAZ Y FRONTERA MÓDULO CONCEPTOS

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DIPLOMADO CONVERGENCIA, PAZ Y

FRONTERA

MÓDULO

CONCEPTOS

MÓDULO CONCEPTOS

Eliana Caterine Mojica Acevedo Docente Conceptos

Comunicadora Social Periodista – Organizacional, egresada de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Magíster en Educación, mención en Gerencia de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador – (Venezuela). 16 años de experiencia como Docente de pregrado y postgrado de la Universidad de Pamplona, Universidad Francisco de Paula Santander, Fundación Universitaria Los Libertadores, Universidad Simón Bolívar, y la Corporación Universitaria Minuto de Dios. Coordinadora del Programa de Comunicación Social de la Universidad de Pamplona – campus Villa del Rosario; Asesora Interna del Componente cinco Comunicación e Información Pública de la alianza Universidad de Pamplona – Fondo Adaptación, en el acompañamiento social del proyecto de Reasentamiento de Gramalote Con experiencia en la orientación y capacitación a grupos, asesoría en diferentes procesos organizacionales. En el área de investigación ha desarrollado propuestas de estrategias de comunicación corporativa; estrategias de medios impresos y radiales, como alternativa de divulgación para las comunidades.

Edgar Allan Niño Prato Docente Conceptos

Comunicador Social-Periodista. Magister en estudios políticos-Pontificia Universidad Javeriana. Candidato a doctor en educación UPEL-Venezuela. 23 años de experiencia como docente universitario, par académico SACES, Ministerio de Educación Nacional. Con estudios en: Descentralización política (Universidad de la Salle), Diplomado en educación universitaria (Politécnico Gran-Colombiano) Director: grupo de investigación OBSERVA - Programa de comunicación social Universidad de Pamplona Sede Villa del Rosario. Ponente internacional y miembro de ALAIC (Asociación Colombiana de Investigadores de la Comunicación, ACICOM (Asociación Colombiana de Investigadores de la Comunicación). Docente de la Maestría en paz, desarrollo y resolución de conflictos - Universidad de Pamplona, Docente asesor de la Maestría en práctica pedagógica U.F.P.S. Docente de la especialización en gerencia social Universidad Simón Bolívar-Cúcuta. Docente investigador convenio MOE- Unipamplona 2011-2016

PRESENTACIÓN

La Dirección de Comunicaciones del Ministerio de Cultura, tiene como objetivo

misional fortalecer a los creadores de contenidos para que desarrollen, produzcan y

circulen mensajes de calidad, incluyentes y pertinentes, que contribuyan a una

cultura democrática, al reconocimiento de la riqueza cultural y a las apuestas para

la construcción de la paz.

Desde el año 2012, la Dirección de Comunicaciones, lidera el proyecto Las

Fronteras Cuentan: Centros de Producción de Contenidos Culturales Digitales en

zonas de frontera, el cual tiene como objetivo contribuir a la visibilización,

reconocimiento y valoración de la diversidad cultural en territorios de frontera a

través de la dinamización de procesos de producción y circulación de contenidos

comunicativos de los departamentos de Putumayo, Nariño, Norte de Santander,

Cesar y La Guajira.

Continuando con el objetivo del proyecto en zona de frontera, este año se logró unir

esfuerzos con la universidad de Pamplona y la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero

en el departamento de Norte de Santander, para hacer posible el diseño y desarrollo

académico del diplomado “Convergencia, Paz y Frontera”, espacio de formación que

será certificado por la universidad de Pamplona y basado en la creación de contenidos

culturales digitales y de paz, dirigido a creadores de contenidos que le aporten a la

construcción de una cultura de paz en el territorio fronterizo.

El diplomado “Convergencia, Paz y Frontera”, es una oportunidad para que los

creadores de contenidos de Norte de Santander, reconozcan y visibilicen la

riqueza cultural de las poblaciones de frontera desde el acercamiento a las nuevas

rutinas que impone la producción digital y la fundamentación conceptual para el

análisis de los contextos locales y regionales desde las perspectivas de la

comunicación, la cultura y la paz.

¡Bienvenidos!

ARGEMIRO CORTÉS BUITRAGO Director Comunicaciones Ministerio de Cultura

MÓDULO CONCEPTOS

COMUNICACIÓN, CULTURA Y FRONTERA

Usted hace parte de un grupo privilegiado capaz de contar historias de

frontera. Para introducirnos en este mundo maravilloso donde se puede apreciar el

valor de habitar esta región, es necesario que reconozcamos: ¿qué y cómo

somos? ¿Qué y cómo pensamos? ¿Qué hacemos? ¿Dónde nos encontramos?

¿Qué nos diferencia del resto de la nación? ¿Qué nos identifica? ¿De dónde

venimos? ¿A dónde queremos ir? Y sobre todo, ¿cómo hemos hecho a fin de

compartir en armonía para una sana convivencia?

No debemos olvidar que hemos visto imágenes poco gratas como las que

producen las riñas, las venganzas originadas por el narcotráfico y la demarcación

de territorios y que constituyen imaginarios violentos. A esto podemos sumarle las

penurias que muchos habitantes de la frontera han tenido que vivir debido al

contrabando, la expulsión del hermano país, el desplazamiento forzado y demás

conflictos derivados de situaciones tensas que se viven en los territorios

fronterizos.

Somos diversos. La frontera es una región muy interesante pues cuenta con

la posibilidad de reunir grupos culturales, etnias, colectivos con diferentes

intereses, con la convicción de vivir en condiciones de paz por medio del

reconocimiento de nuestras diferencias y de la riqueza cultural que poseemos, del

trabajo, la integración y la capacidad de tomar las decisiones colectivas pensando

en la construcción de un futuro cada vez mejor. Somos historia aborigen,

independentista y riqueza nacional. También somos luchadores diarios, amigos,

contradictores, polémicos, conciliadores y todo aquello que nos dibuja en el plano

nacional e internacional como habitantes de frontera.

Pensamos que debemos ser independientes, productivos, agroindustriales y

comerciantes. Por otro lado, también tenemos sueños que se pueden cumplir si

cuidamos el medio ambiente, si le apostamos a una educación de calidad, si

generamos condiciones óptimas de salud y, sobre todo, si somos ejemplo de

ciudadanía, orgullosos de nuestro pasado, presente y futuro, y reconocemos

nuestros símbolos, monumentos y personajes con el fin de impulsar nuestros

valores humanos para que la frontera siga siendo un sitio donde vale la pena vivir

cada momento.

Nos encontramos geográficamente demarcados por líneas que sirven para

saber cuánto nos demoramos de un lado a otro, cuántas cosas nos unen con otros

ciudadanos y cuántas de esas cosas nos diferencian. Nuestras coordenadas son

claras, la latitud nos marca que estamos juntos a 0 grados, 0 minutos y 0

segundos de la integración de regiones y países. Limitamos al norte con la paz, al

sur con la historia, al occidente con nuestro orgullo, al oriente con nuestro

emprendimiento; pero, sobre todo, en el centro, el corazón, con un triángulo que

late hora a hora, minuto a minuto y segundo a segundo, y que se llama

comunicación, cultura y frontera.

Buscamos conocernos, reconocernos, redescubrirnos, mirarnos desde otros

ángulos y saber que intercambiamos trabajo por sonrisas, arte por amor, miradas

por satisfacciones, respiro por esperanzas para entender la riqueza del ser

humano y la aspiración legítima de ser felices. Por tanto, ser un contador de

historias de frontera no es un accidente de la vida, es algo innato y un privilegio

que no podemos desaprovechar. Gracias por asumir el reto.

1. Frontera: hacia el exterior, hacia el interior, hacia ella misma

La frontera puede definirse territorialmente, parodiando a un famoso locutor

cucuteño, como el sitio donde comienza Colombia y esta es una afirmación

diferente a la que dice que la frontera es donde termina el país. Las dos visiones

son ciertas. La cultura nacional soportada por los símbolos patrios permite

diferenciarnos de la nación vecina, demarca el reconocimiento de las autoridades

y nos ampara los derechos que garantizan nuestra condición de ciudadanos

colombianos. La frontera también es el final del país porque una mirada desde el

interior no alcanza a visualizar cómo es la dinámica fronteriza, cómo se cambian

algunos patrones de comportamiento económico y social en la medida en que otro

territorio y otra cultura ofrecen ventajas para disfrutar bienes y servicios sin dejar

de ser nacionales. Esta visión se extiende a lo educativo y cultural, pasa por los

intercambios de expresiones, las formas de vestir y la simplificación de trámites

para conseguir recursos que no están disponibles en el territorio nacional.

En esta región existen familias que viven en un lado y estudian o trabajan

en el otro lado de la línea limítrofe, es decir, se crea una simbiosis que enriquece

la cultura e identidad de estas y que necesita ser vista, contada, pensada y

recreada para hacer más significativo y valorado el hecho de ser habitante de la

frontera. Los aportes culturales de la región fronteriza tienen características

universales que les permiten ser valorados en cualquier parte del mundo, en

especial por el hermano país que ha crecido de la mano de los habitantes de la

frontera y de sus costumbres y formas de ver la vida. La frontera imita, adapta y

propone imaginarios para la misma nación, sus vecinos y el mundo. Que una

frontera sea más conocida o menos conocida depende de su capacidad para

hacer significativa su memoria, identidad, patrimonio cultural o territorio; es decir,

para poner en escena su cotidianidad como frontera.

La riqueza de lo cotidiano debe ser contada. No es lo mismo hablar del

firmamento cucuteño que describirlo como el testigo de largas jornadas laborales,

de citas en el parque donde los fronterizos se refugian bajo los árboles mientras

dialogan y se comen un pastel o disfrutan de un masato o una avena. No es lo

mismo decir que existe la carpintería del barrio que describir el olor del aserrín, el

ruido de la cortadora de madera y la precisión del viejo sabio al cortar el palo que

hizo posible llevar la bandera al colegio o simplemente conseguir el marco para

elaborar el tejido con hilo o el retablo con el afiche que siempre deseó el niño de la

casa. No es lo mismo saber que el equipo de fútbol de la ciudad ganó de visitante,

que escuchar al vecino, que se sienta todos los miércoles en la noche sin camisa y

con su tradicional radio, hablar de los pormenores del partido. No es lo mismo

saber que algunos de la cuadra se fueron para el río a almorzar, que participar de

la preparación del sancocho o que los niños puedan asistir a actividades

deportivas ofreciendo a los padres el pretexto de encontrarse y salir a dar una

vuelta por el sector de la cancha de baloncesto. El valor de lo cotidiano es lo que

permite caracterizar el territorio desde lo más pequeño y local hasta lo masivo y

nacional. Por todo esto es necesario contar las historias que permitan mantener,

cambiar y proyectar la frontera.

Las fronteras van más allá de los límites y el arte, la música y la danza. El

conocimiento rompe las líneas que separan cuadras, barrios, localidades,

ciudades y campos; estas expresiones son universales e integran las

comunidades. La frontera cultural, la cual nos convoca aquí para reconocerla y

visibilizarla, es aquella en donde compartimos no solo espacios, sino

manifestaciones diversas del lenguaje, acciones cotidianas e intercambios propios

de la gente que la habita y la recorre, y los cuales se identifican con hábitos,

costumbres, formas de relacionarse, pero también de percibirse, aceptarse y

entender el actuar del otro.

Taller 1. Ese soy yo

Teniendo en cuenta el recorrido realizado sobre el concepto de frontera, a partir

de un ejercicio de sensibilización se establecerá: “Lo que ven mis ojos, lo que

escuchan mis oídos, lo que habla y cómo habla mi gente”.

Actividad: Usted tendrá 15 minutos para elaborar su relato y debe tener en

cuenta los siguientes interrogantes para desarrollar el ejercicio: ¿Qué hago?

¿Dónde estoy? ¿Con quién hablo? ¿Con quién me gusta estar? ¿Dónde me la

paso? ¿Qué me gusta? ¿Con qué me siento cómodo y en paz? ¿Quiénes son

mis vecinos? ¿Cuáles son mis límites territoriales? ¿Cómo es mi geografía?

¿Cómo es mi relación con lo público y político?

Taller 2. Reconozco mi casa

Las fronteras deben reconocerse y contarse, porque siempre habrá historias

sobre nuestro territorio cultural.

Actividad: En este ejercicio usted tendrá que construir, a partir de imágenes,

colores, símbolos y sonidos de su espacio, un microrrelato donde “venderá su

casa”. La finalidad última es invitar a propios y extraños a que vengan a

conocerla.

2. La cultura: lo intangible, lo tangible, lo compartido y lo imaginado

El ser humano ha elegido determinados aspectos de la vida que le permiten

perdurar a lo largo del tiempo. El primero de ellos fue el lenguaje. El desarrollo de

las formas de expresión visuales (signos, símbolos, señales, huellas e íconos)

consolidó las lenguas y el ser humano entendió que eran el vehículo más

poderoso para seguir transmitiendo ideas, costumbres y tradiciones a lo largo de

generaciones.

Gracias a esas expresiones visuales que son las imágenes, el ser humano

comenzó a manejar referentes de la memoria, aprendió a ubicarse

geográficamente por medio de recuerdos, fijó pistas visuales para seguir huellas y

rastros y supo dónde vivía y qué tan cerca o tan lejos estaba de las cosas. Pero

también cultivó algo inigualable: la capacidad de dotar de sentido a su existencia.

Por ello creó sus propios ídolos, figuras y creencias con connotaciones religiosas y

para explicar la razón de ser de las cosas, es decir, creó el mito y cultivó el respeto

y la solemnidad ante los hechos inexplicables como la muerte. También cultivó

aquello que alegra su existencia como la celebración, la fiesta, la música, la

representación y la narración. Plasmó en los lienzos y muros su forma de pensar a

través de la pintura, los colores y la imitación de la naturaleza.

El ser humano entendió que repetir determinadas prácticas le permitía

organizar sus actividades y representar sus vivencias frente a la autoridad, la

espiritualidad, la ley, la justicia, el bien, el mal o el amor. Finalmente, encontró en

la escritura y la lectura la forma de conservar sus recuerdos, nostalgias,

decisiones y alegrías.

El referente cultural puede venir asociado a diferentes tradiciones,

costumbres, creencias y formas de actuar y compartir con las que convivimos a

diario desde el espacio que habitamos, recorremos y compartimos con nuestra

familia, amigos, vecinos y extraños.

Es por ello que la cultura se puede definir desde diversos aspectos. Según

Barrera (2013) es “ese todo que comprende conocimientos, creencias, arte, moral,

derechos, costumbres, otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre que

es miembro de la sociedad”. El término es tan amplio que puede incluir variedad

de ideologías, roles, comportamientos de un ser humano que no habita solo en

una sociedad o una comunidad, sino que depende de los demás para

relacionarse, construir o vivir.

Para comprender la cultura debe comprenderse al otro, escucharlo y

aprender a leer su cotidianidad, entorno y forma de relacionarse. De esta manera

podríamos afirmar que la cultura es todo aquello que tiene interés y significado

para los individuos que conforman grupos sociales en un territorio determinado,

donde a través de las expresiones históricas, la memoria y la cotidianidad se

manifiestan formas de pensar y de actuar para construir condiciones en busca del

bien común.

De igual manera, dentro de la cultura es importante reconocer los espacios

donde todos participamos, en los que vivimos, que son propios y a los que damos

valor por su permanencia, pero también porque hemos sido partícipes de ellos

para relacionarnos, trabajar, narrarnos y construir una comunidad o sociedad. Ese

es el territorio, un espacio con un pasado que vive en la memoria de sus

habitantes y un presente que genera nuevas historias día a día gracias a las

acciones de quienes lo ocupan y comparten vivencias con personas de otras

comunidades.

El pasado del territorio es narrado a través de informantes que aún viven y

de documentos y registros impresos, visuales, sonoros, audiovisuales y ahora

digitales. Los territorios tienen límites geográficos que se cruzan y traspasan para

suplir la necesidad de comunicarse y solucionar carencias materiales, espirituales

y culturales. El territorio es visto como la gran casa que el individuo conoce y

donde se siente cómodo, tranquilo y en paz. El territorio puede ser visitado por

extraños y, en algunas ocasiones, representa los intereses de individuos que

encuentran sus intereses encarnados en él. El territorio se puede ver, entonces,

como lo expresa Nyangatom (1978), como “el espacio, entendido aquí como una

combinación de dimensiones incluidos los contenidos que las generan y organizan

a partir de un punto imaginario” (p. 152).

En esa interacción cultural que tenemos cuando participamos y

compartimos espacios, también se deben tener en cuenta los imaginarios ya que,

como lo enuncia García Canclini, en una entrevista realizada por Alicia Lindan

(2007), “se tornan importantes para establecer relaciones de localización de los

sujetos: ¿desde dónde nos hablan? ¿Quién es el que nos habla? ¿Cómo se

identifica? ¿Cómo conviene interactuar en relación con él?". También podemos

preguntarnos: ¿cómo nos ven? ¿Cómo queremos que nos vean? Los imaginarios

vienen a ser esas imágenes de la realidad que permiten explicar qué hace la

gente, cómo se expresa, qué piensa, de qué se siente orgullosa, qué sitios

frecuenta. En otras palabras, son elementos de identidad convertidos en imágenes

que se usan para explicar el sentido de una comunidad.

Esa comunidad se describe desde su identidad, a través de sus rasgos

distintivos, esos rasgos también la diferencian de otras comunidades y pueden ser

sitios geográficos, idiomas, dialectos, comidas, edificaciones, monumentos,

dichos, vestuario y costumbres de sus pobladores. La identidad permite entonces

construir, como lo expresa José Herrero (2002), “conceptos de pueblo, raza, y de

nación, de rituales y simbología. Son representaciones de las ideas y

concepciones colectivas de una sociedad, una comunidad o un grupo”.

Frente a este referente de identidad también encontramos la memoria, que

son los recuerdos que establecen un puente entre el pasado y el presente, con

datos históricos y vivencias de importancia para el fortalecimiento de la identidad y

el seguimiento de las tradiciones y costumbres. La memoria es un punto de

referencia para explicar la existencia de grupos y para mantener el sentido de

pertenencia e identidad aunque se transforme la cultura. Finalmente, la memoria

sirve para que la comunidad conozca su pasado y genere nuevas miradas sobre el

territorio.

De igual forma, es importante destacar el concepto de patrimonio cultural

como todo aquello que tiene valor para los habitantes de un territorio y que permite

afianzar su memoria e identidad. Por eso las imágenes, los sitios, las ceremonias,

los elementos físicos del pasado, los eventos, las tradiciones y las

manifestaciones se convierten en aquello que hay que cuidar como evidencia de la

cultura de un territorio para que pueda ser transmitido a las nuevas generaciones.

Taller 3. El viejo Tomás me contó

El viejo Tomás me contó cómo nació la distribuidora más grande de mangos de la

frontera.

Esto era un potrero donde la gente botaba la basura hasta que llegó “Care

mango”, un muchacho que había fracasado con la venta de bolsas plásticas,

pues no le daba para comer. Aún lo recuerdo con un cajoncito que le servía

de mesa para poner los mangos que le regalaban en un huerto en Villa del

Rosario. Doña Apolonia se había apiadado de él y le regalaba una cajita de

mangos repitiéndole siempre: “Cuando sea rico, no olvide quién le llenó el

pico”.

A Care mango le quedaron sonando las palabras de doña Apolonia y para

sus ventas acuñó la frase: “Mango dulce y rico para llenarle el pico” y pronto

los mangos comenzaron a venderse por montón. Care mango tuvo que

proponerle a doña Apolonia comprarle los mangos de su cosecha y además

buscar otros huertos y a sus dueños para que le vendieran más cajas.

Care mango se caracterizaba por ser solidario, no le importaba que le

llegara competencia, siempre tenía frases como: “vitamina pa´ la gente que

camina” o “manga dulce pa´ chuparla de la mecha hasta la pepa”.

Algunos quisieron imitarlo, pero Care mango, en vez de disgustarse, los

invitó a asociarse y la cuadra se convirtió en “la cuadra de los Care mango”,

pronto montaron la distribuidora de mangos más grande de la frontera y el

barrio se convirtió en el barrio de Los mangos, gracias a don Francisco

García, el Care mango original.

Actividad: aprender a contar relatos a través de la anécdota.

Con tal fin usted elaborará su propia historia para proyectar la frontera desde los

íconos y personajes que construyen el día a día de su pueblo. Debe identificar

historias y héroes invisibles. La misma puede ser una historia escrita o grabada

en audio con distintos personajes que le den vida.

Taller 4. El barrio Los caminantes

El barrio Los caminantes es llamado así porque en él se radicaron unos

zapateros que formaron microindustrias. El diseño, la durabilidad y el bajo costo

hacen atractiva la visita de propios y extraños para comprar zapatos en este

sector de la ciudad. Se diferencia de sus vecinos del barrio El palustre, donde

viven trabajadores de la construcción en su mayoría; del sector de La cruceta,

donde se encuentran los “repuesteros” y mecánicos más calificados de la ciudad,

y de la localidad de Los llaneros, donde la venta de textiles y ropa deportiva se

entremezcla con el arreglo de las ciclas. En el barrio Los caminantes celebran las

fiestas de San Pedro y San Pablo y a la misma acude gente de los sectores

aledaños. Durante las fiestas se organizan presentaciones musicales, ventas

ambulantes alrededor de la cancha de fútbol, muestra de teatro callejero frente a

la cancha de baloncesto, premiación de la calle mejor arreglada y más limpia,

mano a mano de papayeras, misa campal, competencias deportivas de ciclismo y

maratón, premiación del carro más engallado, reinado binacional del calzado,

desfile de veteranos del conflicto armado, quienes ahora son vigías de la paz,

concurso de poesía con los estudiantes del macrocolegio y homenaje a la tercera

edad con ofrendas florales y silletas patrocinadas por las microempresas del

sector.

Es posible ver a los novios en el parque esperando la fiesta electrónica y a los

niños recorriendo el barrio en bicicletas, monopatines y triciclos seguidos por la

atenta mirada de los padres.

Actividad: -Discuta en grupo: ¿cuál es el patrimonio cultural del barrio Los

caminantes? Identifique cómo entran en la historia los términos y significados ya

aprendidos que rodean la cultura.

-Realice en grupo un inventario de los sitios característicos de una zona

geográfica de la ciudad.

3. Paz

“No me gusta la palabra tolerancia, pero no encuentro otra mejor. El amor

empuja a tener hacia la fe de los demás, el mismo respeto que se tiene por la

propia”.

Mahatma Gandhi

La paz es aquello que sentimos cuando no estamos amenazados por

hechos de violencia. La paz es una sensación de tranquilidad para reunirnos,

hablar o discutir bajo valores inalienables como la libertad, la justicia, el respeto, la

tolerancia y el deseo de construir una mejor comunidad.

La paz se construye haciendo memoria de lo que no se puede repetir: la

discriminación por raza, color, sexo o partido político. La paz es ver al otro como

un semejante que se diferencia y con el que se puede compartir. De acuerdo con

lo descrito, la paz es una actitud ante la vida. La percepción de ella puede ser

variada pero con el perfecto convencimiento de:

La no violencia.

La cultura ciudadana.

El reconocimiento de las expresiones que identifican y diferencian a los

miembros de la zona de frontera y del mundo en general.

La solución de los microconflictos por las vías del diálogo.

La organización de los vecinos bajo el concepto de la solidaridad y, sobre

todo, del disfrute del territorio.

Disfrutar el territorio es sentir que habitamos una gran casa, donde

desarrollamos no solo relaciones con familiares y amigos cercanos, sino con todo

aquello que llamamos entorno cultural. Nuestra casa debe estar cuidada, limpia,

saludable y contar con costumbres y recursos propios. Sin esos elementos es

difícil vivir en paz. Esto quiere decir que depende de nosotros construirla sin

pensar en un estado perfecto, aunque buscando alternativas para acercarnos a un

ideal.

Nuestro mayor legado son los ciudadanos, ellos son la evidencia imborrable

del desarrollo de la civilización, la inteligencia y la capacidad del ser humano de

transformar el mundo. La paz, entonces, se alimenta de la cultura y de ella toma la

memoria, la historia, los íconos y los imaginarios; se nutre de la comunicación y de

la no agresión, que se logra cuando se solucionan los problemas intercambiando

ideas y generando acciones que fortalezcan la amistad y den sentido a la

colaboración e identificación de intereses mutuos. ¿Dónde? En la frontera que es

el escenario donde miles de actores interpretan su mejor libreto y dotan de

significado a su existir.

La paz se sintetiza garantizando los derechos humanos, que se resumen en

la preservación de la vida como prioridad. La paz es un propósito que garantiza el

desarrollo de los habitantes de un territorio y la defensa prioritaria de la vida. Para

ello es necesario no volver a cometer los mismos errores que llevaron a la

violencia, es decir, “perdonar pero no olvidar”. Las historias de esperanza y la

materialización de la paz van desde lo micro hasta las grandes cosas, con la

cultura como dinamizadora de las complejidades, los diálogos y las formas

simbólicas que permitan la construcción de los nuevos imaginarios que un país en

paz necesita. Personajes inspiradores como Martin Luther King y Mahatma

Gandhi son esenciales para proponer un camino basado en la igualdad, la unión,

la tolerancia y el respeto.

La no violencia debe ser trabajada, ella no se da por sí sola y menos en

medio de un conflicto que se ha prolongado por tanto tiempo. Los hechos de paz

no se deben buscar únicamente en lo simbólico, pues también están presentes en

el día a día y en la necesidad de conocerse que tienen los miembros de una

comunidad.

Es necesario saber que la diversidad no es una piedra que impide una

relación; al contrario, es la catapulta que lanza el reto del reconocimiento y la

suma de intereses y potencialidades en busca del bien común. La paz se relaciona

con los conceptos de territorio y cultura ya trabajados y se proyecta más allá de

las dinámicas formales y densas que escenifican los acuerdos de paz logrados en

otras latitudes. En otras palabras, debemos arriesgarnos a mostrar cómo se

digiere todo eso y cómo se pasa de las ideas a las palabras y de las palabras a los

hechos de paz.

Taller 5. Tochadas para llegar a la paz

Se comprende que la paz es una construcción del día a día mediante la creación

de condiciones de convivencia bajo el precepto de la no violencia y la

identificación en el territorio, desde el ser y el hacer, de los conceptos de justicia,

igualdad, solidaridad, libertad y participación, canalizados a través de las

prácticas cotidianas, el arte, la música, la danza, la pintura, la tradición oral y los

valores de respeto, tolerancia, pluralidad de pensamiento y diversidad.

Actividad 1: lea el siguiente relato:

Hoy me levanté pensando: ¿por qué toches no hemos podido vivir en paz?

Me fui al taller de Uriel, quien perdió parte de su familia en La Gabarra y le

tocó venirse a buscar fortuna en Cúcuta haciendo lo que sabía: arreglar

carros. Él me dijo: “Mire, esa tochada de la violencia lo deja a uno

marcado, no le voy a decir que he olvidado porque sería un mentiroso,

pero cuando veo que mi hijo toma el bus que lo lleva al colegio y tengo

cómo darle para que coma algo en el recreo, ahí es cuando pienso que

vale la pena apostarle a la paz. Cada vez que lo veo jugando en el parque,

que me enseña cosas nuevas para manejar el teléfono y cuando me

explica cosas que escucho en la radio y veo en la televisión, pienso que él

no debe pasar por lo que yo pasé, para mí esa tochada de la paz, es la

herencia que le voy dejar a Junior”.

Comprendí entonces, que si no se puede olvidar, sí hay cosas más

grandes como el amor, la esperanza y las oportunidades que permiten

volver a empezar. Continué mi camino y me encontré con “los viejitos

vagos”, un grupo de pensionados que disfrutaban de la papayera en el

parque mientras comentaban: “Estos suenan bueno, pero no hay como la

retreta de la Rondalla Fronteriza, ¡esa la acabaron! La plata que llegaba

para instrumentos y el pago de los músicos se la comieron unos

funcionarios inmorales. Ahora la comunidad se organizó otra vez con

veedurías y mire cómo suenan otra vez Cabeza d´hacha, El azulejo,

Carmentea; Carmen de Bolívar, El polvorete y El africano. La Rondalla nos

tocaba música de los maestros Luis A. Calvo y Arnulfo Briceño, ¡Ahhhh! y

si se iba uno para Pamplona, la retreta de allá tenía la selección de autores

colombianos como José A. Morales y este otro, ¿cómo era que se

llamaba? Jacinto, ¿quién, el de Llamarada?, ¡Ahhh Villamil! el del Huiiiiiiila,

jajajaja. Luego cogíamos para Ocaña donde los Guichos, esos sí tenían

retreta, carnavales y vaca loca que era un tipo disfrazado de toro que

botaba cohetones y totes por todo el parque mientras uno se escondía allá

detrás del monumento de la Columna de los Esclavos”.

Los viejitos vagos me enseñaron que cuando hay voluntad política y

respeto por los dineros públicos, las cosas salen adelante. Esa tochada se

llama honestidad y transparencia. Caminé tres cuadras y me encontré con

Salvador, le pregunté por su señora y me dijo: “Bien”. En el barrio todos los

admiran por el amor que se profesan y me dijo: “¡Ay! paisano a esa mujer

la voy amar hasta la muerte”. “¿Por qué?”, le pregunté. Entonces me contó

que en el pueblo de donde ellos venían, sus padres no se podían ver ni en

pintura y sus familias se habían dado “plomo” de generación en

generación; primero por la política y luego por todo: “quién tenía más

vacas, quién tenía más carros, a cuál hijo le iba mejor en el colegio, quién

salía primero de la universidad…” Continuó diciéndome: “Y preciso me tuve

que enamorar de esa boba, pero ¿qué hacía? Es divina, inteligente, líder.

Así que retamos a las familias volándonos y diciéndoles que hasta que no

hicieran el deber de llevarse bien no volvíamos. Hoy en día la pelea es por

consentir a los nietos después de tanto odio, pero creímos en nosotros y lo

que podíamos lograr porque los cambios se hacen con actitud y valentía”.

Esa tochada de la paz, entonces, es de valientes y arriesgados, es de

gente que se tiene confianza para dar un paso adelante cuando el mundo

parece que se quedara quieto y no dejara avanzar, pero lo mejor de todo

es tener dignidad y apostarle a la verdad.

Finalmente llegué al parque y vi cómo encerraron la cancha de fútbol,

cambiaron los tableros de baloncesto y los arcos de fútbol, pintaron la

demarcación del campo de juego y construyeron gradería. Don Poncho,

presidente de la Junta Comunal, me contó cómo fue esa transformación:

“Este es un sueño hecho realidad, la rectora del colegio y yo le apostamos

a la paz y mire los resultados”. “No le entiendo”, dije, y me explicó: “Mire,

hicimos durante tres años el Festival Internacional Cultura de la No

violencia, los niños representaron el cuidado del planeta con una comedia

musical en la que mostraban cómo en familia se podía reciclar,

representaron los diálogos de paz con la obra Seamos amigos, tomémonos

un masato, no un pueblo y la exposición de pintura Hechos de paz, donde

mostraban cómo la amabilidad, la unión y la amistad se imponían frente a

los siete pecados capitales que atentan contra la paz y que comienzan en

el colegio, la casa y el barrio:

1. La desconfianza

2. La envidia

3. La indiferencia

4. El conformismo

5. La corrupción

6. La ignorancia de los derechos humanos

7. El miedo

Los padres de familia se organizaron y motivados por los mensajes de

esperanza de los niños realizaron bazares y reunieron dinero para arreglar

el parque, ayudados por el edil y el concejal del mismo barrio y la localidad

que salieron elegidos”.

Esa tochada de la paz tiene un motor imparable: los niños, la familia, la gente... y

en la cultura está el mejor de los tesoros para motivar las decisiones, el cambio,

la unión y, en especial, la participación. Mi frontera ahora es un territorio de

esperanza, cultura y paz.

Actividad 2: Realice la sopa de letras “Cacería de tochadas para la paz”.

A partir del texto identifica en la sopa de letras las siguientes palabras:

Perdón; Olvido; Esperanza; Amor; Honestidad; Transparencia; Actitud; Valentía;

Dignidad; Participación; Niños; Gente; Paz; Cultura; Territorio; Frontera; Unión;

Cambio; Desconfianza; Envidia; Indiferencia; Conformismo; Corrupción; Derechos

humanos; Miedo.

4. Comunicación: la comunicación, proceso inherente al ser humano

La comunicación tiene varios momentos, pues no implica solo convertir en

bienes comunes los mensajes. La comunicación también genera análisis,

acuerdos, movilizaciones y agendas de interés sobre los asuntos públicos y

privados que les interesan a los diferentes grupos sociales. El registro de lo que

pasa en la frontera puede mirarse de múltiples maneras: escritas, audiovisuales,

digitales, sonoras y visuales con la particularidad de las narraciones o formas de

contar historias.

La comunicación, más que poner en común las historias que podamos

contar, nos permite revisar nuestra cultura, la manera de compartir las

manifestaciones, las celebraciones, los hábitos, las costumbres y las anécdotas de

lo que sucede a diario en nuestro entorno y que nos da la posibilidad de

mostrarnos con lenguajes propios y en la cotidianidad de lo que sentimos y

vivimos, pero también de lo que hemos tenido que presenciar en ese territorio del

que somos partícipes.

En este contacto diario que tenemos con la cultura de nuestro espacio,

compartimos mensajes a través de diferentes códigos con las personas que

interactuamos; percibimos al otro a través de sus formas de comunicarse, por

ejemplo, en la esquina del barrio, el parque, la iglesia o el campo tratando de

manifestarse desde diferentes dimensiones, no solo a través de la palabra, ni de

un medio específico, sino también en relación con el tiempo, el medio ambiente, a

través del cuerpo y de los silencios que transmiten mensajes que terminan siendo

colectivos.

La posibilidad de utilizar la comunicación como una herramienta no solo

para la transmisión de mensajes, sino para la construcción de los mismos, es la

oportunidad para poder contar qué hacemos, qué queremos vivir, a dónde

pertenecemos y cómo queremos mostrar a los demás nuestro territorio. Ese

territorio que, a veces, los medios de comunicación dan a conocer de una manera

errada, pues no se percatan de visualizar al ciudadano trabajador que se

compromete, día a día, por dar lo mejor en lo que hace.

En ese recorrido que podemos hacer desde donde estamos, es importante

que aprendamos a manejar la comunicación, a ser líderes de la información y a

revisar cómo elaboramos los mensajes, cómo los damos a conocer y cómo recibe

nuestros mensajes la comunidad.

5. Las apuestas por lo narrativo

En términos sencillos, una narración supone contar una historia y ordenar

sus acontecimientos, de tal manera que haya un inicio, un nudo de las acciones y

un desenlace. De acuerdo con Omar Rincón (2006), “una narración es una forma

de pensar, comprender y explicar a través de estructuras dramáticas; cuentos

contados que tienen comienzo, nudo y desenlace”. La propuesta es pensar las

realidades desde la dimensión narrativa, lo cual implica que en el abordaje de los

temas siempre esté presente una o varias historias que ilustren, a partir de la

experiencia humana, la manera como un tema se origina, se desarrolla y se

transforma. Desde lo narrativo el centro está puesto en las experiencias de la

gente.

La narración nos invita a pensar el mundo desde la lógica de un cuento que

tiene los siguientes elementos:

Personajes: son los encargados de impulsar las acciones, ellos pasan por

una serie de sucesos y buscan cumplir una meta de comienzo a fin de un

relato.

Estructura: ordena las acciones de los personajes, lo cual significa

establecer un inicio, un nudo y un desenlace.

Ambiente: es el mundo en el que se desarrolla la historia y el universo

social del lugar (fuerzas políticas, económicas, ideológicas y culturales).

Tiempo: incluye el periodo, la duración y un tiempo subjetivo o psicológico.

Narrador: es el punto de vista desde el cual se cuenta la historia.

5.1. Para qué narrar

Una de las formas de conocer el mundo es a través de lo que nos cuentan

sobre él. Así, gracias a novelas como La Vorágine, supimos cómo es la selva de la

Amazonia colombiana y los testimonios que recoge Alfredo Molano en sus libros

nos han descrito cómo es la Colombia que se teje más allá de los márgenes. Se

narra para existir, reafirmarse en el mundo, dar a conocer nuestra visión de la

realidad y ser incluidos. Se narra para contar, dar cuenta y ser tenido en cuenta.

Entonces, ¿para qué narrar la cultura, la paz y la frontera? Se intentará dar

respuesta a este interrogante a partir de los siguientes argumentos:

Para qué narrar la cultura

Para devolverse al pasado y construir una identidad.

Para que las personas reconozcan su experiencia.

Para saber de dónde venimos y para dónde vamos.

Para reafirmarse como comunidad.

Para producir sentidos, afectividades y solidaridades colectivas.

Para qué narrar la paz

Para recuperar la dignidad que la guerra destruye.

Para sentirse sujetos de la historia.

Para recordar el pasado no contado y crear la memoria de uno y de todos.

Para hacer catarsis como nación, aliviar el alma y producir el relato de

todos.

Para convertir el conflicto y la reconciliación en experiencias de pertenencia,

diferencia y relación con los otros.

Para qué narrar la frontera

Para darles visibilidad a las personas que habitan los márgenes.

Para descubrir las diferentes maneras de ser colombiano que se tejen en la

frontera.

Para encontrarse con el otro.

Para escuchar, preguntar, observar, estar con el otro.

Para compartir mi mundo con el otro.

Para construir relatos colectivos y un nosotros común. (Ministerio de

Cultura, s.f.)

En este sentido, esas historias que queremos contar las podemos clasificar en:

Informativas: son aquellas que entregan datos sobre quién, cómo, dónde,

cuándo, por qué y para qué se realizan acciones. Su fin es actualizar.

Argumentativas: buscan convencer a quienes reciben el mensaje,

demostrando con evidencias los descubrimientos hechos.

Expositivas-cronológicas: generan secuencias manejando el tiempo y el

ejemplo es su principal arma para ubicar al receptor del mensaje.

Reflexivas: mediante preguntas y respuestas explican o interpretan

situaciones de interés para los habitantes de un territorio.

Testimoniales: se basan en las declaraciones, conversaciones, respuestas

de los miembros de un territorio sobre diferentes temáticas que importen a

los distintos grupos sociales.

Taller 6

Actividad: identifique a cuál de los estilos expuestos pertenece cada uno de los

siguientes fragmentos:

Miguel Solano dijo: “Esa locomotora del ferrocarril es el recuerdo del tren que

recogía el carbón de Bochalema y lo llevaba hasta Maracaibo, Venezuela,

pasando por Cúcuta. Eso no solo trajo dinero a la frontera, trajo moda, gente,

extranjeros que venían desde el otro lado y comenzaron a colocar las primeras

tiendas de telas y repuestos para los primeros carros en esta nuestra Perla del

Norte”, recalcó el habitante de la zona de la Terminal de Transportes.

Texto:

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El pasado lunes se reunieron en el parque Colón los representantes de la

comunidad Motilón Barí que habitan en el área metropolitana de Cúcuta, con el

objetivo de celebrar el Día Nacional de las Etnias en Colombia. Miguel Sababana,

representante de la cultura motilona, inauguró la celebración entonando el Himno

Nacional en lengua aborigen y luego se inauguró la muestra “Orgullo

nortesantandereano”, con piezas arqueológicas y muestras fotográficas traídas del

Catatumbo.

Texto:

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Cuando se llega a Ocaña el mundo parece cambiar. El clima agradable nos recibe

y las noches invitan a disfrutar de un sueño placentero. Al otro día comenzamos

nuestra expedición ciudadana. Luego de un desayuno tradicional a las 7 de la

mañana con arepa de queso costeño rallado, pellejo levantado, bollos de

mazorca, bollos de masa y café con leche, nos enfilamos hacia el parque Central

donde se encuentra La columna de los esclavos. Se nota el diálogo entre la gente,

la familiaridad en el saludo, la broma jocosa por la pereza o el afán de los que por

ahí cruzan. Luego vamos al parque San Francisco y vemos el monumento donde

se realizó la Convención de Ocaña a pocos años de la Independencia nacional,

pero la mañana transcurre y, sobre las 9, los pasos nos llevan por barrios como El

Carretero, La Luz Polar y la Calle del Espinazo, hasta encontrar el camino que

lleva al santuario de la Virgen de Torcoroma.

Texto:

__________________________________________________________________

¿Es nuestra ciudad un paraíso gastronómico? Pensamos que sí. En nuestra

región tenemos dos variedades sobresalientes, las provincias de Ocaña y

Pamplona ofrecen gran riqueza de recetas en conservas, colaciones, vinos y

platos de particulares sabores. El pollo alcaparrado, el tamal de arroz, las carnes

frías ahumadas, las génovas, el queso de mano y el pan de agua son muestras de

lo rica y variada que es la comida de la frontera.

Texto:

__________________________________________________________________

La zona de frontera tiene una amalgama cultural musical digna de mostrar. Por un

lado, a nivel de composición dio al país a uno de los máximos exponentes de los

ritmos del Llano, Arnulfo Briceño, que compuso bambucos y valses tan conocidos

como Portón de la Frontera que se convirtió, por muchos años, en un himno

popular, además recibió toda la influencia de las orquestas venezolanas como La

Billos Caracas Boys y Los Melódicos, entre otros. La ubicación geográfica

fronteriza permitió la entrada de ritmos como el merengue, el calipso, el son

montuno y la salsa, que provenían del Caribe y entraban por Venezuela. Todos

estos ritmos se escuchaban en los intercambios de minitecas famosas en las

décadas de los ochenta y noventa.

Texto:

_________________________________________________________________

La comunicación permite jugar con los tiempos y en la narración tradicional,

las historias tienen un inicio, un conflicto y un final, pero también existen otros

tipos:

Historias con narrador protagonista: en la medida en que cuenta las

acciones, él participa en la historia.

Me detuve en el parque Central de Chinácota, ahí me acerqué a la señora

que vendía obleas, en mis oídos retumbaba su grito de batalla: “Obleas,

obleas de las mismas que comió el Sr. Rolin-Eston”. Le dije: “Deme una de

esas” y ella me respondió: “Con mora doscientos pesitos más, ¿quiere?” Le

dije que sí. Mientras tanto pensaba que ese pueblo irradiaba vida, quioscos

con colores, un mercado lleno de campesinos, compradores y alimentos

característicos. Me acerqué a Jesús y le dije: “Hola Jesús, ¿cómo va la

melcocha?” Me contestó: “Bien, eso se estira como la mujer cuando está

brava, pero se encoje como cuando mi hijo me pide plata”.

Historias con narrador que todo lo mira: el narrador describe lo que

observa y los diálogos que se desarrollan, incluso sabe lo que piensan los

personajes.

La mirada del maestro era nostálgica, pensaba que había llegado la hora de

rendirle un homenaje al general Santander y empezó a esculpir su busto;

Miguel, su aprendiz, que vivía en Montebello, municipio de Los Patios,

observaba en detalle cómo el mentor fundía el metal, que sería orgullo de la

zona de frontera.

Historias con narrador que entra y sale de las escenas: el narrador

participa de algunas acciones, pero hace pausas y sale para contar,

explicar o dar continuidad.

Ahí estaba el gran Francho, todo un líder comunitario capaz de organizar a

los vecinos. Le dije: ¿Cómo estás? Era complicado que una persona

dedicada al contrabando abriera su corazón para explicar su cambio de vida

y por qué ahora trabajaba con la comunidad.

Para transmitir esas narraciones existen los medios de comunicación (radio,

prensa, televisión y redes sociales), su articulación con el aprovechamiento de las

TIC fortalece la divulgación de la cultura en la zona de frontera, en el marco de un

territorio de paz.

La comunicación es esencial para consolidar territorio, generar cultura y

crear las condiciones para la construcción de la paz. Es a través de los relatos y

las narraciones que las sociedades se prolongan. Los medios son las

herramientas para llevar, por canales artificiales, la labor constructiva de la

palabra. La comunicación es esa mezcla espontánea o premeditada para hacerse

entender y para lograr objetivos, para llegar a acuerdos, para persuadir o, incluso,

para disuadir.

Taller 7. Contadores de historias de frontera

Para poder construir un texto tendremos en cuenta términos propios de nuestra

región. A partir de un glosario podrá diseñar la ruta para escribir un microrrelato.

Actividad: elija uno de los diferentes formatos textuales expuestos anteriormente

para elaborar un microrrelato que se llame: “Así habla mi frontera”.

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