micropolítica - antoni gutierrez-rubí

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  • 8/3/2019 Micropoltica - Antoni Gutierrez-Rub

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    Antoni Gutirrez-Rub

    MicropolticaIdeas para cambiar la comunicacin poltica

    La poltica de las emociones

    La poltica del relato

    Los tristes no ganan elecciones

    Vivir las ideas para combatir el fragmento y el olvidoLa neuropoltica: conocer el cerebro para liderar las ideas

    AntoniGutirrez-

    RubMicropoltica Me dedico a la asesora en comunicacin estratgica.

    Comparto mis reexiones en diversos msters de

    comunicacin poltica de distintas universidades y

    publico habitualmente en medios como El Peridico deCatalunya, El Pas, Pblico, Expansin, Cinco Das o el diario

    norteamericano NY Al Da. Tambin, entre otras, en la

    Revista de la Fundaci Rafael Campalans, una de las

    publicaciones de la Fundacin que tiene entre susobjetivos alimentar el debate y la reexin poltica.

    Precisamente, este libro recoge cinco de los artculos

    realizados para esta Revista, en los que escribo

    sobre distintos aspectos de la comunicacin en

    el desarrollo de la accin poltica y apunto ideasy reexiones con la voluntad de que puedan

    contribuir a una nueva manera de acercarse, ver,

    hacer y entender la poltica en nuestros das.

    Libros publicados

    Polticas. Mujeres protagonistas de unpoder diferenciado.(Ediciones ElCobre, 2008)

    Lecciones de Brawn GP. Las 10 clavesempresariales para competir con xito(Alienta Editorial, 2009)

    Un renovado inters por las emociones y las percepciones,como elementos centrales de la comunicacin poltica, se abrepaso con fuerza en nuestros escenarios polticos ms prximos.

    Aceptada la inteligencia emocional, los polticos comienzana valorar la gestin de las emociones como vehculo decisivopara generar los sentimientos que les permitirn transmitir -de

    manera que se perciba- un determinado mensaje en las mejorescondiciones.

    Palabras que generan percepciones, emociones que guan anuestras neuronas Ese escenario tan qumico y epidrmico

    es una dicultad o una oportunidad? La micropoltica, la polticade lo que aparentemente es pequeo, abre grandes oportunidadespara cambiar la comunicacin poltica.

    Las palabras clave generan imgenes, consolidan marcosconceptuales previos y son la antesala de las emociones. Las

    emociones son la comprensin.Eduard Punset

    Los hechos son los hechos, pero la realidad es la percepcin.

    Albert Einstein

    www.gutierrez-rubi.es

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    Antoni Gutirrez-Rub

    MicropolticaIdeas para cambiar la comunicacin poltica

    La poltica de las emocionesLa poltica del relatoLos tristes no ganan eleccionesVivir las ideas para combatir el fragmento y el olvido

    La neuropoltica: conocer el cerebro para liderar las ideas

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    Antoni Gutirrez-RubDepsito legal: B-47739-2009Impresin: www.grako.catImpreso en Espaa

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    5Antoni Gutirrez-Rub

    ndiceArtculos publicados en la Revista de la Fundaci Rafael

    Campalans (2007-2009)

    Presentacin ...................................................................... 7

    La politica de las emociones .............................................. 9

    La poltica del relato .......................................................... 19

    Los tristes no ganan elecciones(Ni lideran, ni seducen, ni convencen) ............................. 31

    Vivir las ideas (polticas) para combatir el fragmento

    y el olvido ......................................................................... 43

    La neuropoltica:

    conocer el cerebro para liderar las ideas ............................ 51

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    7Antoni Gutirrez-Rub

    Presentacin

    Desde el ao 2007, he escrito diversos artculos para la Revista

    de la Fundaci Rafael Campalans, una de las referencias clave en el

    impulso del debate y la reflexin poltica.

    Agradezco sinceramente la invitacin que me hicieron en su dapara colaborar peridicamente en esta publicacin, ya que, desde el

    primer momento, he tenido la gran suerte de poder escribir en la sec-

    cin de Comunicacin sobre temas que me apasionan.

    Los cinco artculos seleccionados comparten un hilo argumental:

    Micropoltica (con conceptos como palabras, emociones, relato,

    ideas, neuropoltica). Recogen una serie de reflexiones para compartir

    que espero contribuyan a una nueva visin del ejercicio de la poltica,

    desde una mirada amplia y pluridisciplinar que repara en lo ms cer-

    cano, en los detalles, en la epidermis, en todo aquello que nos rodea,

    en lo que somos, en lo que hacemos y cmo lo hacemosIdeas, sugerencias, intuiciones que pueden contribuir de manera

    decisiva a cambiar la poltica tal y como la conocemos. La micropo-

    ltica, la poltica de lo que aparentemente es pequeo, abre grandes

    oportunidades para cambiar la comunicacin poltica.

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    9Antoni Gutirrez-Rub

    Publicado en la Revista Fundaci Rafael Campalans (Diciembre de 2007)

    La poltica de las emociones

    Slo puede ser presidente de la Repblica alguien que desea, ama y quiere.

    Franoise Miterrand

    El testimonio de las mujeres es ver lo de fuera desde dentro. Si hay una

    caracterstica que pueda diferenciar el discurso de la mujer, es ese encuadre.

    Afinales de mayo de 2007, Michael Tomasky, publicaba un su-gerente artculo en e New York Review of Booksanalizandocmo deberan hablar los demcratas para ganar las prximas elec-

    ciones presidenciales norteamericanas de 2008. El debate sobre el usoemocional del lenguaje y los marcos conceptuales en la comunicacin

    poltica no es nuevo en Estados Unidos. Frank Luntz, uno de los me-

    jores entrevistadores norteamericanos segn Business Weeky experto en

    el anlisis de focus group para grandes grupos de comunicacin, ha

    escrito recientemente el libro Words at Work: Its Not What You

    Say, Its What People Hear (Palabras que funcionan: No es lo que t

    dices, es lo que la gente escucha). Drew Westen, en posiciones contra-

    rias, ha publicado tambin e Political Brain: e Role of Emotion

    in Deciding the Fate of the Nation (El cerebro poltico: El papel de

    la emocin en la decisin del destino de la nacin). Y George Lakoff

    escribi su popular libro Dont think of an elephant! (No pienses en

    Carmen Martn Gaite

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    un elefante!), publicado tambin en Espaa. Todos estos autores han

    situado el debate sobre el lenguaje en el centro de las preocupaciones

    estratgicas de los dirigentes de las formaciones polticas.

    Abordan el papel de las emociones y de las percepciones en el len-

    guaje poltico y su repercusin poltica y electoral. Sus textos afirman

    que conocer y comprender bien la percepcin final del elector respec-

    to al discurso poltico es tan importante -o ms- como el contenidode las propuestas. Poner el acento en la recepcin y no en la emisin

    poltica implica nuevas lgicas y nuevos desafos.

    Palabras y hechos que emocionen

    Un renovado inters por las emociones y las percepciones, comoelementos centrales de la comunicacin poltica, se abre paso con

    fuerza, tambin en Europa y en nuestros escenarios polticos ms

    prximos. La poltica progresista instalada entre la vanidad idelo-

    gica y la prepotencia programtica parece que empieza a cuestionarse

    desde dentro y desde fuera de los espacios orgnicos. Obsesionadosen tener la razn, en el argumento decisivo o la propuesta incompara-

    ble, asisten -incrdulos y con estupor- a derrotas frente a adversarios

    que han hecho de la simplicidad, del radicalismo y de la claridad sus

    bazas electorales. No comprenden cmo siendo mejores y teniendo

    propuestas ms sociales, los electores no se rinden a su oferta con el

    voto masivo. El orgullo herido que bloquea la autocrtica empieza a

    dejar paso a la reflexin serena. Los progresistas estn descubriendo,

    sorprendidos, que han abandonado el terreno de lo emocional (valo-

    res, sentimientos, emociones) y han descuidado el conocimiento de

    la percepcin ciudadana. Otros lo estn ocupando: los conservadores

    que utilizan mejor las palabras y los gestos.

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    Aceptada la inteligencia emocional, los polticos comienzan a

    valorar la gestin de las emociones como vehculo decisivo para gene-

    rar los sentimientos que les permitirn transmitir -de manera que se

    perciba- un determinado mensaje en las mejores condiciones. Hay una

    nueva mirada hacia la importancia de la comunicacin no verbal (ges-

    tos, movimientos, tono, detalles), responsable determinante de la

    percepcin pblica. Ya no se juzga a los polticos solamente por sus pa-

    labras y sus promesas, sin que su aspecto y su actitud tambin juegan

    un papel decisivo. Un gesto fuera de lugar o un comportamiento equ-

    voco pueden minar la confianza de los ciudadanos. Muchos ya saben el

    carcter letal de una risita nerviosa en un momento equivocado.

    Las palabras clave generan imgenes, consolidan marcos concep-tuales previos y son la antesala de las emociones. Las emociones son la

    comprensin. (Eduard Punset, septiembre de 2007).

    El bloqueo emocional, al que se puede aadir el bloqueo esttico

    o incluso el bloqueo tico, es una barrera hacia la propia comunica-

    cin. Como apunta Javier Canteros en su artculo Para qu sirven las

    emociones: las emociones afectan nuestra manera de ver y pensar el

    mundo. Est demostrado que influyen en la atencin, en la memoria

    y en el razonamiento lgico. Aprender a gestionarlas es mucho ms

    beneficioso para la vida social que negarlas porque el amplio abanico de

    emociones est por detrs de casi todas nuestras motivaciones.

    Emociones polticas para el liderazgo

    En julio de 2007 (25 aos despus de la primera victoria socialista

    tras la Transicin), Felipe Gonzlez, ex presidente del Gobierno espa-

    ol entre 1982 y 1996, explicaba ante el auditorio del XXIII Congre-

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    so de las Juventudes Socialistas de Espaa (JSE) las claves para ejercer

    el liderazgo poltico:El socialismo es, sobre todo, un sentimiento, y no

    es y no debe ser una construccin ideolgica. Para liderar el cambio es

    imprescindible hacerse cargo del estado de nimo de los otros. Y conti-

    nuaba: El liderazgo consiste en estar con la gente, con su sufrimiento,

    abrindoles horizontes, pero hay que tenerlos claros.

    Emocionarse y emocionar. Esta es la clave. Emocionarse por elcambio social, por las nuevas ideas y por los retos. Slo as es posible

    emocionar. Es evidente que cuando la poltica es slo pasin y emocin,

    la probabilidad de que la tensin social aparezca y el invento de la con-

    vivencia democrtica quede hecha aicos es muy elevada. Pero pretender,

    consciente o inconscientemente, que la poltica est despojada de pasin y

    emocin es poner las bases para un proceso de liquidacin social de la po-

    ltica(Jordi Snchez, septiembre de 2007). La capacidad que tengan

    los progresistas para transmitir pasin por los cambios, entusiasmo

    por las ideas e ilusin por los retos se convertir en la llave emocional

    que les permitir conectar con los ciudadanos. stos quieren solu-ciones, pero tambin horizontes, sueos, proyectos. Medios y largos

    plazos para comprender el corto y asumir sus costes y sus sacrificios.

    Neuronas con intencin de voto

    La revista britnica Nature Neuroscience divulg, en septiembre

    de 2007, un estudio que relaciona las visiones polticas con los estilos

    cognitivos. As, los conservadores tienden a buscar el orden y la co-

    herancia, mientras los liberales (los progresistas) son ms tolerantes

    con la ambigedad y la complejidad, favoreciendo su capacidad de

    adaptacin a los cambios.

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    El politlogo David Amodio, de la Universidad de Nueva York,

    junto a varios colegas decidieron dar un paso ms y averiguar cmo

    reaccionaba un grupo de personas que se haban autocalificado como

    progresistas o conservadoras ante situaciones imprevistas y qu est-

    mulos neuronales se accionaban ante tales circunstancias. El objetivo

    era averiguar si reaccionaban neuronalmente de forma parecida los

    individuos de un mismo grupo ideolgico.

    Con la ayuda de electroencefalogramas, que miden impulsos neu-

    ronales, estudiaron la parte del cerebro humano (el crtex cingula-

    do anterior) vinculada al proceso de autoregulacin del control del

    conflicto. Los autodenominados liberales mostraron mayor actividad

    neuronal relacionada con el conflicto, cuando la hiptesis del experi-

    mento les instaba a una situacin de alteracin de la rutina, planteada

    alrededor de un cambio de direccin y de acera en el camino habitual

    de una calle recientemente en obras. Los conservadores eran menos

    flexibles y se negaban a cambiar viejos hbitos, con un razonamiento

    estructurado y persistente, a pesar de las seales evidentes de que era

    necesario.

    Frank J. Sulloway, investigador del Instituto de Personalidad e In-

    vestigacin Social de Berkeley, afirma que el estudio ha servido para

    demostrar que las diferencias individuales entre liberales y conservadores

    estn fuertemente relacionadas con la actividad del cerebro. El director

    del estudio, David Amodio, matiz en Los Angeles Times:El voto no

    est determinado slo por la actividad neuronal. Influyen mucho los fac-

    tores educacionales, culturales y ambientales. Pero tambin afirm que

    al envejecer se experimentan cambios en el crtex frontal del cerebro y,

    lgicamente, esto podra afectar a nuestra manera de pensar, favore-

    ciendo as posiciones ms conservadoras con la edad, al disminuir la

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    capacidad de la parte del cerebro capaz de gestionar los conflictos. No

    pasa lo mismo con la capacidad de amar o de emocionarse que no se

    pierde con la edad, como nos demuestra la neurobiologa.

    Palabras que generan percepciones, emociones que guan a nues-

    tras neuronas. Este escenario tan qumico y epidrmico es una di-

    ficultad o una oportunidad para los progresistas?, es una oportunidad

    para la razn?

    El discurso emocional

    Los socialistas franceses han asumido, tras el resultado electoral de

    de las presidenciales que llev a Nicolas Sarkozy a la Presidencia de la

    Repblica, que no supieron cmo contrarrestar su discurso emocionalante los cambios sociales como la fragmentacin del mundo del trabajo

    o la individualizacin de los comportamientosy esto fue as porque les

    falt claridad. Este es el diagnstico, pero quizs es insuficiente para

    comprender lo que pas.

    En abril de 2007, Sarkozy afirmaba sin rubor en Le Figaro que

    haba hecho suyo el anlisis marxista de Gramsci sobre que el poder

    se gana con las ideas. Aunque no sean las tuyas. Acto seguido se lanz

    a una ofensiva de captacin hacia las personalidades ms lcidas y

    brillantes de la izquierda francesa, que ha dejado al Partido Socialista

    desarbolado y con tics autoritarios en su intento de frenar y retener eltalento progresista entre las dbiles paredes orgnicas.

    Sarkozy sigue la estrategia de la triangulacin formulada por

    Dick Morris. Consiste en solucionar problemas que animan y que

    motivan a los votantes de tu adversario con el objetivo de desmovilizar

    a sus bases electorales o captarlas sin perder tu apoyo. La triangula-

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    cin pretende solucionar los retos del adversario, con soluciones in-

    tegradoras, mixtas entre las dos grandes fuerzas, y cohesionar y centrar

    la atencin de la agenda pblica y meditica en los temas tradicionales

    de tu oferta.

    En Italia, Walter Veltroni, nuevo lder de centro izquierda y de-

    positario de una gran expectacin renovadora, proclama que su pas

    necesita una fuerza reformadora, libre de ideologas. Veltroni afirma,sin complejos ni tutelas, que la seguridad no es de derechas ni de iz-

    quierdas, coincidiendo con algunos de los postulados eclcticos del

    presidente francs.

    Sarkozy aplica un tratamiento de shock esttico, emocional y

    meditico a la sociedad francesa, que ve en el hiperactivismo de su

    presidente un remedio ante la incertidumbre y ante la prdida de la

    grandeur. Una dejacin de la responsabilidad colectiva para abrazar-

    se al protector, padre y gua. Un conjunto de sutiles emociones se

    destilan en su agenda, alimentando el subsconsciente colectivo del

    superhombre en quien delegar toda nuestra confianza. Pretende que

    lo pienses y, de entrada, te lo hace sentir.

    La poltica de las emociones y de los sentidos

    Los estmulos sensoriales generan estados anmicos y pueden de-

    terminar lo que sentimos, nuestros pensamientos y nuestra manera de

    actuar. El olor, por ejemplo, est unido al sistema lmbico o cerebro

    medio, un sistema formado por varias estructuras cerebrales, encarga-

    do de gestionar las respuestas fisiolgicas ante estmulos emocionales.

    Est relacionado con la memoria y la gestin de los recuerdos, la aten-

    cin, la afectividad, la conducta o la personalidad. En un da podemos

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    llegar a recibir ms de 3.000 estmulos distintos, de los cuales slo

    somos conscientes de aproximadamente el 1%. He sostenido que el

    olor corporal de nuestros polticos (o la percepcin del olor) pueden

    ser determinantes para ganar o perder la confianza del electorado.

    La construccin de determinadas acciones y vivencias para el

    desarrollo de la accin poltica tiene cada vez ms presentes todos

    estos factores. El concepto brand sensese utiliza para denominar unatcnica a travs de la cual se trata de potenciar e implementar en los

    valores de una marca, un producto o un servicio el potencial que nos

    ofrecen el sonido, el gusto, la vista, el olor o el sentido del tacto,

    siempre y cuando sea posible para conseguir una asociacin positiva y

    natural. Se trata de construir marcas a partir de la integracin de loscinco sentidos bsicos.

    Martin Lindstrom habla de tender puentes sensoriales y emocionales

    entre clientes y productos; en nuestro caso, entre polticos y ciudada-

    nos. El 80% de toda comunicacin entre humanos es no verbal y el

    95% se realiza a travs del subconsciente. De ah, la importancia deconstruir la relacin poltica como una experiencia emocional que

    active nuestros mecanismos internos y consiga la actitud y predispo-

    sicin necesarias para conseguir una accin concreta: la participacin,

    el voto, la simpata

    Algunos lderes polticos, especialmente desde la izquierda clsica,

    desconfan de estas estrategias y desprecian su sentido y su utilidad

    para una accin poltica transformadora. Despreciando lo que ignoran

    (o no quieren conocer) demuestran una incapacidad significativa para

    comprender el nimo de la sociedad a la que aspiran representar o

    cambiar. Consideran que tales estrategias son perversas, ideolgica-

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    mente contaminantes de los principios y valores que dicen defender

    y que son modas perniciosas en las que slo estn interesados losprofesionales de la poltica: asesores de toda condicin, spin doctors,

    tcnicos de comunicacin y expertos en imagen.

    A modo de conclusin

    La agenda pendiente para la renovacin de los partidos polticos

    es amplia y mltiple. Afecta a las propuestas, a los objetivos y a las

    formas. Pero la pista de la poltica de las emociones puede ser una

    senda que genere ms debate y ms transformaciones que las que apa-

    renta con su aspecto superficial.Primero, encontrar las palabras que emocionen y que acierten en

    el diagnstico y en la propuesta, creando los marcos conceptuales que

    nos permitan seguir avanzando en la comunicacin poltica. Segundo,

    vivir la experiencia poltica con pasin, ilusin y entusiasmo contagio-

    so, abrindola para acercarnos a las vivencias de nuestros conciudada-

    nos y construyendo, desde esa proximidad, un liderazgo proactivo.

    Tercero, explorar el caudal cognitivo de las emociones para establecer

    un nuevo relato y un renovado compromiso poltico y cvico. Y, final-

    mente, comprender los mecanismos neurolgicos y sensoriales quearticulan nuestra percepcin y nuestro conocimiento.

    Les parece poco?

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    Bibliografa y enlaces de inters:

    Words at Work: Its not What You Say, Its What People Hear.Frank Luntz. (2006) Editorial Hyperion. 320 pginasNo pienses en un elefante. Lenguaje y debate poltico.

    George Lakoff. (2007) Coleccin Foro Complutense.ISBN: 978-84-7491-813-7. Ref: 0410.004. 176 pginase Political Brain: e Role of Emotion in Deciding the Fate of the

    Nation.

    Drew Westen. (2007) Perseus Publishing.ISBN-13: 9781586484255. 480 pginas

    Vote.com: How Big-Money loobyst and the Media Are Losing eir

    Influence, and the Internet Is Giving Power Back to the People.

    Dick Morris. ISBN 1-58063-163-0

    How Democrats Should Talk (Michael Tomasky)

    http://www.nybooks.com/articls/20217BRAND Sense (Martin Lindstrom)

    http://www.brandsense.comNeurocognitive correlates of liberalism and conservatism

    http://www.nature.com/neuro/journal/v10/n10/abs/nn1979.htmlDick Morris

    http://www.dickmorris.com/blog/

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    Publicado en la Revista Fundaci Rafael Campalans (Febrero 2008)

    La poltica del relatoCierra tu boca mientras tu corazn est cerrado.

    Pitgoras

    Escribimos para cambiar el mundo (). El mundo cambia en funcin de

    cmo lo ven las personas y si logramos alterar, aunque slo sea un milme-

    tro, la manera como miran la realidad, entonces podemos cambiarlo.

    James Baldwin

    Introduccin

    El asesor poltico del Partido Demcrata norteamericano,Stanley Greenberg, suele emplear una sugerente frase al re-ferirse a la contienda poltica entre los lderes y los partidos polticos:

    El relato, la narracin, es la llave de todo. En consecuencia, el partido

    (y el poltico) que cuente la mejor historia, gana.

    El profesor Jos Vidal-Beneyto afirma que la prctica de contar

    historias es un nueva modalidad de comunicacin que actualiza las estra-

    tegias de persuasin y desarrolla y profundiza las tcnicas de la propagan-

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    da, utilizando los recursos del universo narrativo para crear una estruc-

    tura receptiva y un clima emocional favorables al logro de los objetivos de

    quien los utiliza. Vidal-Beneyto nos ha recuperado, recientemente,

    las referencias bibliogrficas y conceptuales que estn detrs de esta

    nueva modalidad en una serie de artculos bajo el ttulo de Cun-

    teme un cuento. Rescata, especialmente, a Roland Barthes que, en

    su libro Introduccin al anlisis estructural del relato (Seuil, 1981),

    nos recuerda cmo el relato (sus virtudes, su estructura, sus inten-

    ciones) forman parte de la historia de la humanidad y de la cultura.

    No hay pueblo sin relato, sin pica. La historia es inseparable de su

    narracin.

    Pero la proyeccin creciente del relato como discurso poltico hadespertado los recelos, las crticas y las advertencias apocalpticas de

    muchos autores sobre el fin de la democracia y de la poltica, si el

    relato (como tcnica de marketing y como ficcin) consigue susti-

    tuir al proyecto poltico en un entorno cada vez ms dependiente y

    condicionado por los medios de comunicacin.

    El relato como ficcin, a travs de la capacidad narrativa y la crea-

    cin literaria, ya es utilizado sin escrpulos (o sin complejos) por el

    mercado, a travs de la publicidad. Eva Illouz1 va ms lejos todava y

    afirma que las fantasas nunca fueron tan abundantes y mltiples en lacultura que las construye sin cesar, pero pueden haberse tornado estriles

    porque cada vez estn ms desconectadas de la realidad e integradas al

    mundo hiperracional de la eleccin y la informacin sobre el mercado.

    1

    Eva Illouz. Intimidades congeladas. Las emociones en el capitalismo.(Katz Editores, 2007)

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    21Antoni Gutirrez-Rub

    Que Kipling2 o Cortzar3 sean el reclamo principal de anuncios

    de carburantes o de coches, o que Shakespeare4 venda tejanos sera la

    prueba definitiva, no slo de la banalizacin de la cultura al servicio

    del mercado, sino de la victoria final de la ficcin (literaria, artstica,

    creativa) sobre la realidad.

    Adems, las posibilidades virales de la cultura digital amplifica-

    ran, segn estos crticos, el efecto perverso de la subordinacin pol-tica a la cultura de la marca (de la que el relato sera su sublimacin

    ms peligrosa), dada su capacidad de propagacin, multiplicacin y

    transmisin. Reducir el pensamiento (el anlisis) a su narracin, sera

    el principio del fin.

    Javier Redondo5 alerta de que frente al pedagogo poltico se sita

    de nuevo el seductor meditico, que tiene una concepcin de la poltica

    basada en la qumica, en el feeling. Redondo pone como ejemplo a la

    videopoltica, (poltica reducida al poder emotivo de la imagen) que

    resucita la propaganda o multiplica la demagogia porque se acopla per-

    fectamente al medio de difusin, Internet, donde el individuo apresurado

    busca su propia inyeccin de pseudoinformacin.

    En opinin de todos estos autores, el relato simplifica, estimula la

    pasin superficial y contribuye a convertir la poltica en espectculo,

    especialmente en las campaas electorales (cada vez ms permanen-

    2 En uno de los ltimos anuncios publicitarios de Repsol la voz en off recitaba frases del poema

    If del escritor britnico Rudyard Kipling.

    3 En el anuncio del SEAT Len el texto utilizado est basado en la obra Historias de Cronopios y

    Famas, de Julio Cortzar, donde el propio autor pone la voz.

    4 La marca de vaqueros Levis utiliza en su publicidad algunas rimas clsicas, en versin

    modernizada, de la obra El sueo de una noche de verano de William Shakespeare.

    6

    Javier Redondo. La videopoltica contra la razn democrtica.El Mundo (13.01.08)

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    Micropoltica22

    tes), y comporta un alto riesgo de evasin de los problemas reales y de

    su comprensin.

    Si el relato es peligroso, no les cuento lo que se dice de los na-

    rradores y sus facilitadores (tcnicos, profesionales, creadores, aseso-

    res, spin doctors) que obsesionados por el poder (incluido el suyo,

    piensan) y por la fascinacin transformadora (manipuladora, diran)

    de sus tcnicas, han secuestrado a la poltica y, lo que es peor, a suslderes para reducirlos a cuentacuentos sin criterio, sin autonoma y

    sin ideas.

    Raimon Obiols6 sentencia: En realidad, la retrica ha usado siem-

    pre estas armas, de una u otra manera, ms consciente o ms instintiva.

    La novedad ahora es su irradiacin de masas, su persistencia persuasiva,

    su profesionalidad manipuladora. Comentando esta situacin, Bosetti

    cita a Bertrand Russell que deca que una de les tareas de la educacin

    en democracia tena que consistir en hacer los ciudadanos inmunes a la

    elocuencia. Hoy esto significa que hay que protegerse de la magia de las

    palabras y de las imgenes y rechazar el veneno compuesto por el cocktaildiario (cuando la televisin o la radio son manipulados) de contenidos

    brutales y tcnicas comunicativas sumamente sofisticadas.

    El relato, una oportunidad poltica

    A pesar de tanto augurio crtico y de tantas advertencias dramti-cas, la necesidad de una poltica del relato (que interprete, que le d

    sentido a la realidad y que convierta en comunicacin el proyecto po-

    ltico) es una nueva oportunidad para la humanizacin de la poltica

    en el siglo XXI.

    6Raimon Obiols, Comunicacin y manipulacin, en su blog Notas de Bruselas (28.12.07).

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    23Antoni Gutirrez-Rub

    Por qu la izquierda, o algunos exquisitos guardianes de la verdad

    ideolgica, teme la contaminacin de la tcnica? No es la comuni-

    cacin un valor poltico? Puede haber poltica transformadora sin

    mayoras democrticas? Y stas no deben ganarse en el terreno de

    la conviccin? A qu viene tanto recelo preventivo a lo nuevo, lo

    emergente, a los nuevos instrumentos?

    A veces, tengo la impresin que preferimos que nos den la raznantes que compartirla y ganarla. Demasiada vanidad pretenciosa pue-

    de instalarnos en la confortabilidad intelectual de lo puro, mientras

    los adversarios ideolgicos, y sus poderes, ganan espacios culturales,

    de valores y, sobre todo, elecciones.

    No hay derrotas dulces ni autocomplacientes. Simplemente hay

    derrotas que retrasan las victorias imprescindibles. Mientras el mun-

    do y nuestro mundo cotidiano- necesita, urgentemente, una nueva

    gobernabilidad democrtica y progresista no podemos conformarnos

    con la exquisita distancia del que nunca se contamina, aunque nunca

    gana.

    Necesitamos un nuevo relato de la izquierda. S, emocional, pi-

    co, transformador. Y slo podremos reinterpretarlo si modificamos

    nuestra actitud. La atalaya intelectual de los que creen que el mundo

    simplemente se suicida, porque sus habitantes no escuchan a los pro-fetas de la racionalidad, puede ser depresiva.

    Necesitamos un relato coral y compartido. Pero antes debemos

    escuchar, de nuevo, si queremos que nos escuchen. La conversacin es

    el estado natural en la nueva sociedad de la informacin y de la co-

    municacin. Por eso, las herramientas que ms triunfan en la web 2.0

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    Micropoltica24

    son las que generan conversacin. Los mercados son conversaciones

    (Manifiesto Cluetrain). Una mayor capacidad de dilogo, de conversa-

    cin, abre nuevos escenarios para el liderazgo poltico.

    En este contexto, surge, entre otros muchos y nuevos conflictos,

    fracturas y desafos, el debate sociolgico sobre la soledad, por ejem-

    plo, que es el temor al futuro ms duro al que una nueva poltica de

    lo colectivo debe hacer frente. Una sociedad, y una comunidad, conms incertidumbres que certezas necesita hablar, conversar, para no

    sentirse sola, sin horizonte.

    Ulrick Beck7 lo expresa con claridad: Con ms urgencia que nunca

    necesitamos conceptos que nos permitan pensar de una manera nueva lo

    nuevo que se nos echa encima y vivir y actuar con ello. Seguir la pista delos nuevos conceptos que hoy ya se muestran bajo las ruinas de los viejos es

    una empresa difcil.

    Necesitamos esperanzarnos para creer que hay futuro y nuevas

    oportunidades. La poltica debe ser la emocin de la esperanza ne-

    cesaria y urgente. No hay datos de la realidad que nos aseguren nue-vas metas confortables, ni tan solo tenemos la seguridad de mantener

    nuestros niveles de bienestar, amenazados por el cambio climtico, el

    terrorismo, las fracturas sociales o tecnolgicas y una globalizacin no

    democrtica. Frente a una tozuda realidad, slo un discurso capaz de

    generar una ilusin colectiva o, al menos, un compromiso colectivo,puede ofrecer confianza a la ciudadana. De ah buena parte del des-

    prestigio de la poltica. sta ha dejado de ser un relato pico, transfor-

    mador, movilizador.

    7 Ulrick Beck. La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. (Paids, 1998)

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    25Antoni Gutirrez-Rub

    Por una construccin democrtica y progresista del

    relato poltico1. Los marcos. George Lakoff8 afirma que los denominados mar-

    cos conceptuales oframesinfluyen, por un lado, en nuestras percep-

    ciones polticas y en nuestras intenciones de voto y, por otro, que pue-

    den ser modificados a travs del discurso poltico. Lakoff habla de las

    metforas escondidas que losframesguardan dentro. Los marcossonestructuras mentales que determinan el modo en que vemos el mun-

    do, las metas que perseguimos, los planes que hacemos, la manera en

    que nos comportamos y el modo en el que evaluamos los resultados

    obtenidos. Nuestras ideas polticas dependen de los marcos en los que

    nos movemos y las cambiaremos en la medida en que stos lo hagan.

    Los marcos no se ven, no se oyen. Forman parte del inconsciente

    cognitivo y slo podemos acceder a ellos de modo indirecto a travs

    de sus consecuencias y del lenguaje. Todas las palabras adquieren su

    sentido dentro de un marco. En las campaas electorales, por ejem-

    plo, se trata de activar el modelo que pretendemos. De atraer a los

    situados en medio de uno y otro modelo y/o a los que alternan sus

    modelos segn sus actividades. La gente vota en muchas ocasiones

    segn su identidad moral y sus valores, aun cuando stos vayan en

    contra de sus intereses.

    Manuel Castells reflexionaba en uno de sus artculos sobre la teorade Lakoff: Ha descubierto Lakoff la piedra filosofal de la manipulacin

    poltica y por tanto el antdoto contra ella? Pues algo as. Su idea es muy

    simple, aunque ha sido sesudamente argumentada en varios volmenes de

    investigacin importantes hasta llegar a su estadio panfletario. La ciencia

    8

    George Lakoff. Dont Think of an Elephant! Know Your Values and Frame the Debat. (ChelseaGreen Publishing, 2004)

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    Micropoltica26

    cognitiva ha establecido que pensamos en trminos de marcos mentales

    y metforas, antes de entrar en el razonamiento analtico. Estos marcos

    mentales (frames) tienen existencia material, estn en las sinapsis de nues-

    tro cerebro, configurados fsicamente en los circuitos neuronales. Cuando

    la informacin que recibimos (los datos) no se conforman a los marcos

    inscritos en nuestro cerebro, nos quedamos con los marcos e ignoramos

    los hechos. () Pero como todos tenemos distintos marcos de referencia,

    la clave es cmo activar esos valores latentes, cmo hacer que el deseo de

    solidaridad sea ms fuerte que la agresividad individualista o el deseo de

    paz ms fuerte que el miedo.

    2. Los valores. La construccin del propio relato debe susten-

    tarse sobre la base de los valores e ideas que queremos transmitir. Es

    necesario tener siempre presente la existencia de marcos conceptuales

    predeterminados y, como consecuencia, desarrollar nuestro relato de

    manera coherente, en funcin de un marco propio, que sea capaz de

    evocar y activar en la sociedad aquellos marcos que nos sean favora-

    bles, a travs de un uso eficaz y estudiado de la palabra, la accin y laimagen.

    Comparto con Albert Aixal9 que la izquierda, a pesar de que tie-

    ne un modelo referencial bien definido, a veces es incapaz de hablar con

    un lenguaje comprensible porque renuncia abiertamente a utilizar no slo

    las emociones sino tambin los valores en el debate pblico. Vivimos, toda-

    va, en el mito de la racionalidad ilustrada y del materialismo marxista,

    pensando que los ciudadanos votan en funcin de sus intereses materiales

    y no segn sus valores o identidades.

    9

    Albert Aixal, director de la Fundaci Rafael Campalans. Els valors i el llenguatge delesquerra. (Idees FRC, Nmero VII, gener 2008).

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    27Antoni Gutirrez-Rub

    3. Las palabras. La recuperacin del poder de la palabra es el

    objetivo de la poltica del relato. Estamos inmersos en una cacofona

    de mensajes y consignas (mediticos, publicitarios, electorales, tecno-

    lgicos), donde la prdida de sentido y el valor de las palabras, em-

    pobrece la esencia del pensamiento. La enorme saturacin de infor-

    macin (que no hemos pedido, ni seleccionado) que simplemente

    nos ataca, interpela, interrumpe, molesta y a la que nos vemos

    sometidos, on yoff line, genera un ruido permanente, una gran caja

    de resonancia, donde alzar la voz por encima del otro y multiplicar la

    intensidad de los impactos no resulta efectivo. Todo lo contrario.

    El ruido permanente hace que bloqueemos mecnicamente nues-

    tra capacidad receptiva, dejando de prestar atencin incluso a aquellos

    temas que seran susceptibles de atraer nuestro inters. La desconfian-

    za y el rechazo ganan terreno.

    En este contexto, la fuerza y el poder de la narracin (Storytelling),

    resurge ahora con ms intensidad en la sociedad red, la sociedad del

    conocimiento y de la informacin. Una era de redes y de individuosque se escuchan unos a otros y se otorgan valor y legitimidad, en la

    medida en que sus relatos resultan crebles, autnticos (personales),

    y nos facilitan herramientas para entender mejor el mundo que nos

    rodea.

    4. El liderazgo. El relato poltico puede generar empata y con-

    figurar una explicacin con capacidad integradora, construyendo

    liderazgo social. El liderazgo social es imprescindible para la trans-

    formacin y la accin poltica. Cul es, entonces, la diferencia entre

    un poltico y un lder? Sencillamente, que un lder percibe con claridad

    la situacin en que se halla su pas, conforma un proyecto de futuro, lo

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    Micropoltica28

    expone sin ambages y la gente le sigue porque tiene credibilidad y, en

    consecuencia, se identifica con l. En cambio, un poltico agota su que-

    hacer en la conquista y la preservacin del poder, utilizando mtodos de

    mercadotecnia.10

    No puede haber un lder sin un relato, de la misma manera que

    el relato no existe sin un narrador que lo imagine, lo construya y lo

    transmita. Y el relato no es una retahla de palabras, ideas o datos. Elrelato es una historia que cobra vida y es efectivo cuando transmite,

    evoca, comunica, emociona, moviliza, seduce, identifica, compromete

    y convence desde la veracidad de lo que sentimos como autntico11.

    Todo ello, en un contexto social donde el tiempo es un bien es-

    caso, y el hecho de captar nuestra atencin se convierte en toda unaproeza. La poltica debe aprender a contarnos cosas, a narrar, a impli-

    carse desde la emocin y la vivencia. Necesitamos lderes polticos que

    no teman incluso- contar conflictos personales, debilidades, que no

    renieguen de las emociones.

    Se acab el charlatn, el titiritero de palabras. El relato es la clave.Y puede convertirse en una herramienta de gran efectividad para cap-

    tar nuestro inters en esta nueva Economa de la Atencin, de la que

    nos habla Antonio Nez en su ltimo libro12. En ella, ya no mandan

    los emisores, sino los receptores o consumidores del mensaje. Y se em-

    pieza a hablar de los primeros como creadores de relatos, mientras que

    10 Juan-Jos Lpez Burniol. De lderes y polticos. Luces y sombras en el ejercicio del poder.

    (El Peridico, 14/09/2006).

    11El liderazgo es ms que una cuestin de esfuerzo y dinamismo; de riesgo y de reto; una cuestin de proyeccin, de per-

    cepciones y contrastes; de audiencias y de mensajes. La imagen es la forma ms segura para transmitir una idea. Walter

    Lippman.

    12

    Antonio Nez. Ser mejor que lo cuentes! Los relatos como herramientas de comunicacin,(Empresa Activa, 2007).

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    29Antoni Gutirrez-Rub

    a los segundos les denomina usuarios de relatos. Vivimos inmersos en

    un entorno infosaturado, donde diversos estudios cientficos coinci-

    den en sealar que el cerebro no puede gestionar simultneamente la

    gran cantidad de informacin y percepciones que recibe diariamente.

    5. Las imgenes. Nez define el relato como una herramienta

    de comunicacin estructurada en una secuencia de acontecimientos que

    apelan a nuestros sentidos y emociones. Nos habla de los mitos, los

    ritos, los arquetipos y las metforas como cuatro de los elementos

    imprescindibles para hacer ms persuasivo y efectivo nuestro relato.

    Los marcos simblicos compartidos y consensuados a lo largo de la

    historia como creencias universales, la evocacin de imgenes e ideas

    que viven en nuestro subconsciente y que despiertan en cada unoemociones y experiencias vitales, son elementos clave en la construc-

    cin del relato.

    En otra de sus obras13, Lakoff y Johnson hablan de la metfora

    como principal mecanismo por el cual entendemos conceptos abs-

    tractos y realizamos el razonamiento abstracto. De ah, la importanciade la metfora en la construccin del discurso y de la imagen que

    queremos transmitir.

    La propia estructura del relato (con un narrador y una historia

    que tiene personajes, un principio, un nudo y un desenlace o final

    que ilustra una verdad, una enseanza que todos asimilamos a partir

    de nuestras propias experiencias), consigue, de entrada, captar mejor

    nuestra atencin y que retengamos de manera clara ideas, imgenes

    y sensaciones que hacen del relato algo vivo y lleno de matices y sig-

    nificados.

    13 George Lakoff y Mark Johnson. Metforas de la vida cotidiana. (Ctedra. Madrid, 1991).

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    Conclusin. El placer esttico de la palabra y de la historia bien

    narrada se convierte en un claro aliado en la accin poltica. El efecto

    de un buen relato perdura y resiste al tiempo y los envites. El poltico

    como narrador es el nuevo reto para una interpretacin actualizada

    y contempornea del proyecto poltico. La intencionalidad con la

    que despliega su historia, la voz, el tono y los silencios intencionados,

    emocionados, expectantes, junto a los gestos, el lenguaje no verbal,

    forman parte de la capacidad expresiva de la poltica de la palabra. No

    hay por qu avergonzarse o despreciar la necesidad y la urgencia de la

    poltica del relato.

    No estoy hablando de oratoria, imprescindible y necesaria. Tam-

    poco de facilidad de palabra. Estoy hablando, precisamente, de la

    historia que nos cuentan las palabras polticas. Esa es su fuerza. El

    tono, el timbre, los recursos dialcticos, la oratoria parlamentaria es

    slo tcnica y, como tal, puede adquirirse, mejorarse, pulirse..., pero

    la historia poltica es la clave. Aprendamos de nuevo las claves para

    entender la realidad y para explicar nuestro proyecto.

    El mundo de hoy necesita ms que nunca historias para ser com-

    partidas. Palabras para cambiar el mundo.

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    Publicado en la Revista Fundaci Rafael Campalans (Mayo de 2009)

    Los tristes no ganan elecciones

    (Ni lideran, ni seducen,ni convencen)En la mayora de los hombres el intelecto es una mquina pesada, som-

    bra, chirriante, que cuesta poner en marcha: cuando quieren trabajar y

    pensar bien con esta mquina, lo llaman tomar en serio el asunto -Oh,cun fastidioso tiene que serles el pensar bien! Tal como parece, la amada

    bestia hombre pierde el buen humor cada vez que piensa bien: se pone se-

    rio! Y donde hay risa y alegra el pensamiento no vale nada -as suena el

    prejuicio de esta bestia seria en contra de toda ciencia jovial.-Pues bien!

    Mostremos que es un prejuicio!

    Friedrich Nietzsche. La gaya ciencia

    La risa, esencialmente humana

    Alo largo de la Historia, la risa, y su relacin con la salud, la

    moral, la religin o la inteligencia, ha formado parte de las

    preocupaciones filosficas y cientficas de los pensadores ms impor-

    tantes de nuestro bagaje cultural. Galeno (129-199 DC) -quien fuera

    mdico del emperador Marco Aurelio- describi, por ejemplo, cente-

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    Micropoltica32

    nares de dolencias y curaciones y, entre otros remedios, comprob que

    no hay mejor medicina que la risa. En una ocasin, fue requerido para

    tratar a la mujer de un aristcrata romano, tras los reiterados fracasos

    de su doctor habitual que le haba estado administrando hierbas para

    tratar un supuesto mal orgnico.

    Galeno le cogi la mueca y mientras senta su pulso casualmente

    mencion el nombre de un actor con el cual se relacionaba a la mujeren los chismorreos romanos. Al or su nombre, inmediatamente el

    pulso salt. Entonces Galeno se agach y le susurr algo al odo que

    la hizo estallar en una prolongada carcajada. La risa fue el inicio de su

    curacin y es uno de los primeros ejemplos documentados del trata-

    miento psiquitrico de enfermedades psicosomticas15. La risa mejora

    la autoestima y la confianza; ayuda a desinhibirte y aleja el temor;

    libera endorfinas que son las hormonas responsables de la sensacin

    de bienestar, oxitocina (responsable del placer sexual) y adrenalina,

    bajando los niveles de hipertensin y estrs; mejora las digestiones

    rebajando el nivel de colesterol; y, finalmente, es un masaje cardaco

    natural de efectos teraputicos.

    Platn y Aristteles tambin trataron la cuestin, desde postu-

    ras opuestas. El primero consideraba la risa un placer y la reconoca

    como un remedio medicinal pero, a la vez, afirmaba que era peligrosa

    porque era de locos, bufones, viles o esclavos. En general, consideraba

    las manifestaciones jocosas como armas subversivas, extremadamente

    peligrosas para el poder. En sus obras Filebo o La Repblica escribi:

    No ser admitida, por tanto, ninguna obra en que aparezcan personas

    de calidad dominadas por la risa, y menos todava si son dioses. Vea la

    15 Si no utilizas tu sonrisa, se atroa. La Vanguardia (20.11.2008)

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    risa desatada la carcajada- como algo inconveniente, obsceno, per-

    turbador. Capaz de dominar, como el demonio, la mente y el cuerpo

    humanos.

    Aristteles, afirmaba la naturaleza radicalmente humana de la risa

    (el hombre es el nico animal que re) y se mostraba favorable a ella,

    alejndose de la severidad y la prevencin de Platn, cuando se pro-

    duce en su justa medida, como resultado del ingenio, de la irona;cuando divierte y genera simpata tanto en la vida social (tica), en la

    vida poltica (poltica y retrica) o en la vida artstica (potica).

    Siglos ms tarde, Nietzsche, en su obra As habl Zaratustraase-

    guraba que el hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se

    ha visto obligado a inventar la risa. Nietzsche reflexiona sobre el su-

    perhombre, considerando la muerte de Dios un requisito previo a su

    concepcin. Como hiciera antes en su libro La gaya ciencia, escribe

    la famosa frase: Dios ha muerto. De nuevo, la risa es parte de la

    rebelin del hombre propietario de su destino frente a lo divino que

    lo determina.

    Umberto Eco, en El nombre de la rosa, escribe sobre ella, recons-

    truyendo, con gran belleza literaria, una discusin entre William de

    Baskerville y Jorge de Burgos16, el ciego guardin de la fe y la ortodo-

    xia del monasterio, donde se afirma que la risa es un viento diablico.

    Cristo nunca riasegura el anciano como argumento de peso, ya

    que no lo dice ningn texto de los Evangelios(aunque tampoco niega

    que lo hiciera). El franciscano reivindica la risa como parte de la na-

    turaleza humana y del camino hacia la verdad. La discusin se zanja

    16

    Escena de la pelcula El nombre de la rosa.http://www.youtube.com/watch?v=cfvoDnHnLow

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    con autoridad y agresividad por parte de Jorge de Burgos cuando el

    debate le supera gracias a la fina irona y la inteligencia del que preci-

    samente- sonre La risa, el humor, como apunta David de Ugarte17,

    se dibuja en la obra de Umberto Eco como subversiva al poder.

    La sonrisa y risa polticas

    La risa es la aliada natural de la poltica emocional, la poltica del

    futuro. Ha sido protagonista tambin- en la gira diplomtica de Hi-

    llary Clinton por distintos pases18 y en la gira europea del presidente

    Barack Obama que exhibe su fortaleza moral y poltica con la seduc-

    cin de su amplia sonrisa y su sentido del humor. Es el poder inteli-

    gente, el smart power. El poder inteligente sonre; no amenaza. As se

    ganan las nuevas batallas. Nada que ver con los graciosos machistas,

    misginos, homfobos o racistas, modelo Silvio Berlusconi. Tampoco

    nos referimos, esta vez, a los cmicos y los humoristas que revitalizan

    la percepcin poltica con sus crticas anti-sistema o anti-poltica19.

    Estamos hablando, en serio, de otra cosa.

    Con el objetivo de reiniciar las relaciones con Mosc, Clinton

    centr la atencin mundial al obsequiar a su homlogo ruso, Serguei

    Lavrov, durante su encuentro en Ginebra, con un pequeo artefacto

    que recordaba el botn rojo nuclear y tena una etiqueta con la pala-

    bra reset. Lavrov le hizo notar que la traduccin en ruso no era correc-

    ta, ya que la palabra utilizada peregruzka-20 significa sobrecargar y no

    17 David de Ugarte. http://www.deugarte.com/humores-detestables

    18 Hillary Clinton inicia en Japn su primer viaje como secretaria de Estado.

    El Pas (16.02.2009)

    19 HP contra ZP. http://www.gutierrez-rubi.es/?p=271

    20 Peregruzka. http://www.mundo.in.rs/2009/03/peregruzka-er-perezagruzka/

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    reiniciar. El buen humor y las carcajadas, recogidas por los medios de

    comunicacin en distintas imgenes, constatan una vez ms el poder

    y la efectividad de la risa que seduce21, comunica y logra acompaar

    a la palabra con una mayor efectividad. Una imagen distinta que re-

    presenta el auge del smart power22 (poder inteligente) frente al poder

    duro de la era Bush.

    Clinton, sonriente y ldica, comunica recuperacin y protagonis-mo poltico y personal dando un nuevo aire a la diplomacia encorse-

    tada y rgida. Y se reparte, a la perfeccin, el nuevo liderazgo mundial

    con Obama, que seduce y convence con su franca sonrisa, al tiempo

    que proclama, unas semanas ms tarde, su fe y su determinacin en

    acabar definitivamente- la era nuclear en la carrera armamentstica.

    No es tampoco casual, ni trivial, ni menor que Obama concediera

    su primera gran entrevista, alternando la seriedad y las bromas en

    una inusual aparicin, a e Tonight Show with Jay Leno, uno de los

    programas de televisin ms vistos del pas. El presidente habl so-

    bre diversos asuntos: desde la crisis econmica hasta la llegada de un

    perro a la Casa Blanca. Un hombre que se re abiertamente, incluso

    de l mismo podr exigir, tambin, sacrificios. Su sonrisa es, en parte,

    reflejo de su poltica.

    La percepcin esttica es una forma de conocimiento

    La sonrisa es belleza natural, humana, relacional y la belleza es

    a la vez- fuente de conocimiento. Es una opinin de artistas y de

    cientficos. Como la del neurocientfico Semir Zeki23, del University

    21 Hillary Clinton y la nueva diplomacia. El Mundo.es (23.03.2009)

    22Smart Power. http://www.foreignaffairs.com/articles/59716/suzanne-nossel/smart-power

    23 Semir Zeki. http://www.profzeki.blogspot.com/

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    College de Londres24: Michelangelo entendi instintivamente la organi-

    zacin visual y emocional del cerebro humano, y sus mecanismos comunes

    de funcionamiento, para excitar experiencias compartidas que la palabra

    no puede alcanzar. La percepcin de belleza, o su ausencia, es una de

    las principales fuentes de conocimiento del otro. Nuestra evaluacin

    de lo que nos interesa est ntimamente ligada a lo que nos atrae.

    Un equipo de matemticos y psiclogos de la Universidad de Ber-gen (Noruega)25 ha demostrado empricamente que la simetra (tam-

    bin la claridad) que subyace en lo que percibimos como belleza26,

    por ejemplo, propicia juicios de verdad y mejora la fluidez del pro-

    cesamiento mental. Los resultados de dos experimentos revelaron un

    mecanismo mental relacionado que conformaba los juicios intuitivos

    entre lo bello y lo verdadero. Jacques Hadamard27, matemtico fran-

    cs, escribi en su libro Psicologa de la invencin en el campo matem-

    tico (1954) que el sentido de la belleza y la bsqueda de la misma es

    casi el nico mvil para el descubrimiento en las matemticas.

    El rostro espejo del alma (poltica)

    Ms recientemente, en 2008, un equipo de investigadores de la

    Unidad de Grficos y Visin por Ordenador e Inteligencia Artificial

    de la Universidad de Baleares (UIB)28 ha desarrollado un modelo in-

    formtico que permite generar caras que visualizan diferentes estados

    24 University College de Londres. http://www.vislab.ucl.ac.uk/

    25 Universidad de Bergen. http://www.uib.no/en/

    26 Demuestran empricamente que la mente humana relaciona belleza y verdad.

    Tendencias 21 (03.11.2009)

    27 Jacques Hadamard. http://es.wikipedia.org/wiki/Jacques_Hadamard

    36

    Unidad de Grcos y Visin por Ordenador e Inteligencia Articial.http://dmi.uib.es/~ugiv/esp/presentacion.htm

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    38/61

    37Antoni Gutirrez-Rub

    de nimo acordes a los rasgos de personalidad. El resultado del estudio

    -que ha sido publicado en la revista Computer Animation and Virtual

    Worlds-29 demuestra que las personalidades se reflejan en estados de

    nimo y en expresiones emocionales y que stas, a su vez, se reflejan

    en el rostro, dejando una huella visual y de percepcin que ofrece

    muchsima informacin a los interlocutores. El modelo ha sido capaz

    de identificar los puntos de la cara que expresan las emociones y

    manipularlos para ofrecer patrones visuales.

    En otro contexto, psiclogos britnicos han comprobado que las

    personas confan ms en los lderes polticos con rasgos faciales fe-

    meninos30. Tras varios aos de trabajo vinculados a la importancia

    del rostro, la voz, la piel y la apariencia general de los seres humanosen sus relaciones interpersonales, un equipo de investigadores de la

    Universidad de St. Andrews (Escocia)31 public varios estudios en

    2004. En uno de ellos, y tras analizar cientos de rostros a travs de

    animacin computada en los que se llevaban a cabo distintas modi-

    ficaciones, se destac la influencia que determinados rasgos faciales(tambin de los polticos) tienen sobre la preferencia del electorado.

    La conclusin es que la gente suele juzgar a una persona por su rostro,

    as como elige a un libro por su cubierta. Las mutaciones informticas

    que se hicieron, por ejemplo, en el rostro de Tony Blair32, concluan

    que la feminizacin de su cara provocaba un aumento en la confianzay en la predisposicin favorable de las personas hacia l, como seala

    29Computer Animations and Virtual Worlds. http://dmi.uib.es/~ugiv/ing/pubs.htm

    30 La feminizacin de la poltica. El Mundo (08.07.2004)

    31 Universidad de St.Andrews. http://www.st-andrews.ac.uk/

    32 Tony Blair. http://tonyblairofce.org/

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    39/61

    Micropoltica38

    Michael Stirrat33, uno de los investigadores del Perception Lab (Labo-

    ratorio de Percepcin)34 de la universidad escocesa.

    El rostro aporta informacin esencial sobre las caractersticas de

    una persona y, por consiguiente, juega un papel clave en las decisiones

    de aprobacin, inters o atraccin de la persona sobre sus interlocuto-

    res u observadores. Dicha informacin tiende a configurarse tambin

    como patrones de atraccin que actan de manera diferente sobrehombres y mujeres.

    La sonrisa, decisiva

    A finales de 2007, un grupo de cientficos de las universidades

    de Stirling35

    y Aberdeern36

    desvelaban las claves de la seduccin37

    : lasonrisa y mirar a los ojos. El estudio pretenda determinar si nuestras

    preferencias faciales son fruto o no de la evolucin y la sonrisa es una

    seal muy clara, que nos indica si existe un inters concreto hacia el

    interlocutor adems de tener una funcin psicosocial muy til. Las

    personas prefieren caras que les transmitan la impresin de que son impor-

    tantes, segn una de las autoras del estudio, Claire Conway38.

    En un reciente artculo en e Economist, About face39, que re-

    ferencia el blog de Enrique Dans40, se recogen las conclusiones de un

    33 Michael Stirrat. http://www.perceptionlab.com/~michael/

    34 Perception Lab. http://www.perceptionlab.com/

    35 Universidad de Stirling. http://www.external.stir.ac.uk/

    36 Universidad de Aberdeern. http://www.abdn.ac.uk/

    37 Psiclogos britnicos arman que sonrer y mirar a los ojos son las claves de la seduccin.

    El Mundo.es (08.11.2008)

    38 Claire Conway. http://www.abdn.ac.uk/~psy410/php_practice2/

    39About face. http://www.economist.com/science/displaystory.cfm?story_id=13226709

    40 El Blog de Enrique Dans. http://www.enriquedans.com/2009/03/la-cara-lo-dice-todo.html

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    39Antoni Gutirrez-Rub

    experimento en el cual se evalan distintas solicitudes para recibir un

    crdito, nica y exclusivamente a partir de la visualizacin de una fo-

    tografa de la persona que lo solicita, adems de la informacin bsica

    sobre el proyecto que quiere financiar.

    Entre las conclusiones cabe destacar que, en aparente igualdad de

    condiciones, la informacin que transmite la expresividad del rostro

    influye de manera decisiva en la percepcin que los otros tienen deuno mismo, hacindonos tomar decisiones que pueden ser determi-

    nantes.

    La risa poltica y alternativa

    La risa es una poderosa herramienta tambin en la agitacin po-ltica y en las nuevas expresiones y manifestaciones de ARTivistas y

    creadores de situaciones en espacios pblicos41. El 1 de octubre de

    2008 se llev a cabo un taller gratuito de risoterapia en una cntrica

    plaza de Madrid, de la mano de formadores y terapeutas en la disci-

    plina de la risa con una larga experiencia en la materia, que fueron los

    encargados de hacer que ms de un centenar de personas se rieran a

    carcajadas acompaando los lemas me ro de la hipoteca, me ro de

    mi jefe y me ro de los polticos. La poltica a travs del humor y

    de la risa no ha hecho nada ms que empezar. Vamos a asistir a inge-

    niosas manifestaciones de acciones polticas centradas en su potencial

    subversivo, revulsivo y revolucionario.

    Tambin como primer paso para cambios personales y colectivos

    que empiezan con el compromiso individual. Una sonrisa es el pri-

    mer paso a la libertad del hombrecomo sealaba Jaume Sanllorente,

    41 Improv Everywhere. http://improveverywhere.com/

  • 8/3/2019 Micropoltica - Antoni Gutierrez-Rub

    41/61

    Micropoltica40

    fundador de Sonrisas de Bombay42 (una ONG que desde el ao 2005

    se dedica al cuidado y educacin de nios hurfanos y familias po-

    bres de las calles de Bombay), en un reportaje para La Vanguardia

    Sonrisas al poder43. En l reflexiona sobre la importancia de alegrar

    nuestras caras e influir positivamente en aquellos que nos rodean. Lo

    saben bien un grupo de payasos de todo el mundo que han impulsado

    el proyecto Parlamento de Payasos. Una institucin que pretende

    construir un mundo para y de nosotros, en el que se reciba con cordiali-

    dad al otro, se le escuche y se le obsequie con una sonrisa.

    Conclusin: La poltica debe ser, tambin, bella.

    El gran estilo nace cuando lo bello obtiene la victoria sobre lo enorme.

    Friedrich Nietzsche

    Estoy convencido de que los tristes no ganan elecciones. Ni son

    capaces de liderar emociones positivas (sin la cuales no hay proyectos,

    ni comunidad, ni esperanza). Tampoco la tristeza puede seducir ni

    infundir nimos colectivos. Los que creen que es posible un proyectopoltico transformador y progresista desde la cultura de lo psimo, de

    lo trgico, de lo feo (de lo serio, de lo adusto, de lo severo) no se dan

    cuenta de que el concepto cuanto peor, mejor es el ncleo psicolgi-

    co y cultural de los pensamientos autoritarios, que ceban el desnimo

    y la desazn, para canalizarla como rabia agresiva y amenazante.

    La tristeza se da la mano con el aburrimiento, la fatalidad, el ni-

    hilismo. No comunica esperanza. No propongo la trivialidad, en ab-

    soluto.

    42 Sonrisas de Bombay. http://www.sonrisasdebombay.org/experiencias.asp

    43 Sonrisas al poder. La Vanguardia (24.12.2008)

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    41Antoni Gutirrez-Rub

    Tampoco reivindico la superficialidad de la sonrisa hueca, del ges-

    to artificial, de la pose previsible de gesto acartonado. Reclamo una

    renovada mirada poltica y comunicativa a lo ldico y festivo como la

    conexin emocional y ambiental de las fuerzas del cambio y del pro-

    greso. Su vinculacin con el nimo y la inteligencia ya estn fuera de

    toda duda cientfica y sociolgica. An se resiste una parte de la polti-

    ca formal que ve su ceo fruncido amenazado por la sonrisa conta-

    giosa de una poltica ms desinhibida, fresca y dinmica. En muchos

    casos, representada por la creciente feminizacin de la poltica.

    La poltica que gana (convence y seduce) contagia ilusin. Y el

    nimo es energa movilizadora. Los retos y problemas del mundo (con

    la crisis econmica-financiera, medioambiental y poltica) que dejana millones de personas en la precariedad, la miseria o en el umbral

    de la muerte es algo muy, muy serio. Ciertamente. Pero lo enorme

    (por abrumador y devastador que parezca) debe ser combatido con

    inteligencia y determinacin. Para ello, necesitamos sumar muchas

    voluntades y alianzas para una gobernabilidad progresista y sostenibledel planeta. Mejor ser que lo hagamos con ilusin cautivadora

    o nuestra tristeza emocional, combinada con nuestro aburrimiento

    intelectual nos alejar definitivamente- de la fuerza emergente que

    quiere cambiar el mundo.

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    Micropoltica42

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    43Antoni Gutirrez-Rub

    Publicado en la Revista Fundaci Rafael Campalans (Julio de 2009)

    Vivir las ideas (polticas)para combatir el fragmentoy el olvido

    La vida sin memoria no es vida,

    Luis Buuel

    Manfred Osten ha escrito recientemente un interesante eimprescindible libro: La memoria robada. Los sistemasdigitales y la destruccin de la cultura del recuerdo. Breve historia del

    olvido. El autor nos alerta que aunque los sistemas son cada vez mspotentes y de ellos se espera que descarguen de trabajo a la memoria

    humana, se estn volviendo cada vez ms frgiles y, de este modo,

    estn propiciando la prdida irreparable de la memoria cultural.

    La reflexin es muy pertinente -y merece un debate- en un mun-

    do en el que la tecnologa de tratamiento, almacenamiento y gestin

    de datos es capaz de doblar, casi anualmente, toda la informacin

    disponible. Quizs, antes de 2040 la capacidad de procesamiento de

    Internet ser mayor que la de los cerebros de todos los habitantes de

    la Tierra. Una reflexin imprescindible, tambin, para el mbito de

    la poltica.

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    Micropoltica44

    La fragilidad tecnolgica de la que habla Osten es la causa o la con-

    secuencia de una creciente cultura del olvido? Como apunta Juan Frei-

    re, existen diferentes velocidades en los desarrollos tecnolgicos que

    deberan avanzar en paralelo. As, hemos pasado a archivar cerebros

    externos sin preocuparnos demasiado por la fiabilidad de los sistemas

    tecnolgicos que nos dan soporte. Esto posiblemente tenga relacin con

    la escasa preocupacin que mostramos por pensar en los nuevos modos

    en que manejaremos esas memorias externas en el futuro.

    Disponemos de ms memoria (informtica) y cada vez sentimos

    crecientemente- que se desvanece aquello que deberamos recordar

    siempre y nunca olvidar. Una sensacin extraa nos invade al guardar

    y archivar digitalmente. Es el inicio de la prdida de la memoria enrelacin al dato, la cita, la idea? Archivamos para olvidar? Algunos

    expertos hablan de un nuevo Sndrome de Digenes, ante la ca-

    pacidad de memoria de nuestros dispositivos informticos y nuestra

    pereza psicolgica para elegir (es decir, decidir eliminar), lo que nos

    lleva a almacenar basura o a engancharnos a todo tipo de recuerdosque acabamos olvidando.

    Las voces de alerta de los que consideran que nuestra capacidad de

    archivo tambin puede ser una amenaza, ms all de las obvias opor-

    tunidades, se hacen ms audibles y persistentes que nunca. Y aunque

    alimentan, de nuevo, un cierto fatalismo y desconfianza hacia la tecno-loga, lo cierto es que el desenlace depender, como siempre, de nuestro

    uso y de nuestra formacin para utilizar las posibilidades de la tecnolo-

    ga y de cmo vivamos y sintamos cada dato, cada idea, cada link.

    El debate iniciado -y casi ignorado- tiene profundas repercusio-

    nes en el mbito de la poltica democrtica. Si la poltica olvida o

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    45Antoni Gutirrez-Rub

    no recuerda, o no es capaz de rememorar, las posibilidades de volver

    a cometer errores histricos aumenta. La poltica no puede olvidar

    lo que siempre debera recordar. Nuestra capacidad de archivo y

    almacenamiento es un arma de doble filo si relaja el discurso de la

    historia en la oferta poltica democrtica. Quizs una explicacin

    que debera merecer ms nuestra atencin es que el resurgimiento

    de la ultraderecha en las elecciones europeas de 2009, as como el

    creciente nmero de expresiones polticas xenfobas responde a que

    parte de la poltica democrtica (en especial la socialdemcrata) ha

    relajado su capacidad de memoria y recuerdo. La izquierda, atrapa-

    da por la gestin del presente y olvidando la historia, ha perdido el

    discurso del futuro.

    Aristteles crea que la memoria estaba alojada en el corazn (que

    consideraba mucho ms importante como rgano humano que al ce-

    rebro), por eso los romanos empleaban la palabra recordari, derivada

    del cor(corazn) cuando hablaban de lo que no se poda o deba-

    olvidar. La memoria no garantiza el recuerdo si no es emocional. Slolos recuerdos vividos son perdurables y no se olvidan. Ah estn las

    oportunidades para la poltica, para los progresistas. Vivir el presente,

    vivir las ideas, para no olvidarlas y, as, ser capaces de un relato de la

    esperanza y del futuro.

    Quizs Aristteles tena razn. El Informe Grand Challenges in

    Computing Research 2008-de la prestigiosa institucin British Com-

    puter Society BCS- recoge los avances del proyecto Memories for Life,

    del profesor de inteligencia artificial Nigel Shadbolt de la Universi-

    dad de Southampton (Reino Unido). Asegura el cientfico que en

    el transcurso de los prximos 20 aos los ordenadores reconocern

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    Micropoltica46

    emociones humanas y podrn almacenar, en una sola unidad, toda la

    informacin, experiencias y emociones de un individuo a lo largo de

    toda su vida. La creacin de estos archivos del conocimiento, y sus

    complejas interrelaciones, permitiran, tambin, comprender (sentir,

    vivir, saber) qu sucedi en el pasado y explorar, con mejor capaci-

    dad de anticipacin, los escenarios del futuro.

    La biotecnologa podr ayudarnos a predecir el futuro y recordar,para siempre, lo que nunca deberamos olvidar: nuestros errores indi-

    viduales y colectivos. Aunque tambin nos tentar justo lo contrario.

    e Timesinformaba hace unas semanas que unos investigadores de

    Brooklyn, Nueva York, han probado un frmaco en unas ratas capaz

    de bloquear una sustancia qumica fundamental para la memoria. Enel futuro podramos borrar miedos crnicos o quizs- adicciones.

    Son imaginables tambin otras hiptesis menos positivas.

    La comunicacin fragmentada

    Al mismo tiempo que nuestra capacidad para el archivo aumenta,se impone una fragmentacin acelerada de la comunicacin, en espe-

    cial en las redes sociales y en los entornos digitales, que contribuye al

    vrtigo ante un modelo relacional en el que parece primar el instante,

    lo inmediato, lo fugaz.

    Vivimos guardando favoritos (o amigos) con diversos marcadores

    y rastros digitales en nuestros navegadores o repositorios onlineque

    difcilmente volveremos a ver o releer. Referenciamos (archivamos)

    constantemente, pero la aceleracin competitiva- de los procesos de

    comunicacin y relacin en la Red nos aleja de la memoria que asocia

    y construye; no de la que acumula y guarda. No es de extraar, en este

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    47Antoni Gutirrez-Rub

    contexto, que un xito de ventas reciente se titule Cmo hablar de los

    libros que no se han ledo (Pierre Bayard).

    Hablamos con fragmentos, con citas que podemos recordar y re-

    petir. Nuestra capacidad de reflexin, contraste, debate puede verse

    cuestionada por la apologa de lo breve (el sndrome de los 140 carac-

    teres tan habitual en la mensajera corta o en Twitter, por ejemplo).

    Daniel Innerarity habla de que prima el presente, y las lneas del

    tiempo apenas contemplan el pasado inmediato, pero casi nada el

    futuro. Vivimos una poca de imperialismo temporal.

    El prestigio del aforismo crece, sus metforas son cada vez ms

    valoradas, su intensa sntesis provoca fascinacin. Estas, adems, se

    vern pronto superadas y enriquecidas- con una nueva dimensin

    del recuerdo y la memoria gracias a los desarrollos de la web semntica

    y de las propias caractersticas de Internet. Por fin, podemos repetir,

    sin tener que elaborar! La conversacin fragmentada se impone. Lo

    breve y rpido gana la batalla a lo denso y lento. Pero, podremos

    afrontar la complejidad, desde lo casi efmero, desde esta fugacidadque caracteriza parcialmente muchas de nuestras relaciones y conver-

    saciones digitales? O deberemos a aprender, de nuevo, a reconstruir,

    a relacionar, a sumar?

    No debera sorprender, pues, que en la cultura digital, seguir una

    conversacin sea seguir el hilo. Se deben coser y recoser fragmentos.

    El problema es de aguja e hilo.

    Vivir las ideas, sumar emociones

    Los mercados son conversaciones, pregonaba el Manifiesto Clue-

    train. Cada vez ms, parece que acertaron. Pero lo que confirma la

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    Micropoltica48

    cultura digital es que, ms que los mercados, son nuestras sociedades

    las que son fundamentalmente- una gran conversacin conectada.

    Por ejemplo, un milln de personas cada da crea su propio perfil en

    Facebook, una de las plataformas ms populares con 200 millones de

    contactos. Y esta cifra no para de crecer. Las relaciones personales son

    la nueva identidad en el mundo global.

    Pues bien, para que lo fragmentario no sea ftil ni frgil, ni loarchivado, rpidamente olvidado; hay que pensar cmo vivimos y

    rearticulamos los trozos para ofrecer soluciones y pensamientos que

    siten lo colectivo (lo comunitario, lo social) en el epicentro de la

    poltica democrtica. La izquierda tendr un gravsimo problema de

    representacin poltica en la sociedad digital si es incapaz de entender

    las caractersticas de la nueva construccin del relato social y si entre

    sus caractersticas renovadas no se encuentra la capacidad de recoser

    retales sociales.

    Y si los mercados son conversaciones, la inteligencia es colectiva y

    las personas son sobre todo- relaciones slo la idea vivida (compar-tida) es la que no olvidaremos. La poltica democrtica y progresista

    debe tener una praxis comunitaria. Las 200.000 personas que estuvie-

    ron en Berln, en el verano de 2008, para escuchar a Barack Obama

    sintieron que vivan un momento histrico. La mayora afirmaba que

    la motivacin para asistir era que queran poder decir yo estuve all.

    Aunque, despus de un tiempo, la mayora no recuerde apenas frase

    alguna de su intervencin, eso no ser necesario para que no olviden

    nunca aquel momento. Cuntas de nuestras propuestas polticas pre-

    senciales son capaces de generar tal emocin? O volvemos a emocio-

    narnos en un acto pblico poltico o no habr opciones para los

    progresistas en una sociedad acelerada, fragmentada y olvidadiza.

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    49Antoni Gutirrez-Rub

    Artculos de inters:

    Condenados a la estupidez digital (Juan Freire)SOITU (16.06.08)

    Ms informacin no significa ms conocimiento

    Bajo La Lnea (26.02.09)

    Els suports de la informaci (Umberto Eco)AVUI (24.04.09)

    Tim Berners Lee: Internet es un legado al futuroEl Pas (22.04.09)

    Microrrelatos (Andrs Ibez)ABC Digital (22.03.09)

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    Micropoltica50

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    Publicado en la Revista Fundaci Rafael Campalans (Octubre de 2009)

    La neuropoltica:conocer el cerebro para liderarlas ideas

    Triste poca la nuestra!

    Es ms fcil desintegrar un tomo que un prejuicio.

    Albert Einstein

    Carlos Belmonte, prestigioso cientfico del Instituto deNeurociencias de Alicante y experto en los mecanismos deldolor y del funcionamiento del cerebro, afirma que en un futuro cer-

    cano leeremos y manipularemos el cerebro como queramos. Una posi-

    bilidad ms que inquieta y que se convertir en un desafo tico para

    la humanidad y para la poltica democrtica. No es ciencia-ficcin, es

    ciencia posible.

    El poder de la ciencia: un debate abierto

    La capacidad de modificar un cerebro fsica o qumicamente, tambin

    genticamente, va a suponer un debate tico sobre los lmites de esta

    actuacin y de su legitimidad. Podremos borrar, selectivamente, re-

    cuerdos traumticos (como los que sufren los soldados en situaciones

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    Micropoltica52

    de guerra o las personas vctimas de torturas o agresiones) o pretender

    que el cerebro de nuestros hijos est especialmente dotado para la

    msica o la literatura. Pero la investigacin que permite la posibilidad

    tcnica de tales avances debe de ir acompaada de un profundo deba-

    te poltico y social sobre los lmites del poder cientfico. La respuesta

    poltica a este desafo debe desarrollarse de manera conjunta desde

    ambos mbitos. Y debe ser, tambin, una responsabilidad ineludible

    de los progresistas.

    El cerebro humano, el gran desconocido

    Pero para ello, debemos conocer ms y mejor el cerebro de hom-

    bres y mujeres, superando algunas reservas y bloqueos a los avances dela ciencia que todava atemorizan a la izquierda transformadora que,

    a veces, parece conservadora.

    Estamos, por ejemplo, y gracias a las nuevas tcnicas de imagen, re-

    tratando y monitorizando el cerebro de tal manera que podemos ver ya

    cualquier alteracin de su corteza o de sus amgdalas. Pronto vamos adiscutir si aceptaremos como prueba irrefutable en los tribunales las im-

    genes de ste mostrndonos cmo se altera con la verdad o la mentira.

    Sabemos que las mujeres detectan mejor que los hombres los es-

    tados emocionales de sus interlocutores porque sus amgdalas fun-

    cionan de manera diferente, lo cual explicara que ellas sean ms em-

    pticas que ellos. Y qu decir de la qumica! Hemos confirmado la

    intuicin y hemos demostrado que el exceso de testosterona de los

    varones (mayoritarios en los parqus burstiles del mundo) puede ha-

    ber jugado un papel decisivo en el riesgo excesivo e imprudente de los

    gestores de mercados financieros en la actual crisis, como se demostr

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    53Antoni Gutirrez-Rub

    recientemente en un artculo publicado en Proceedings of the National

    Academy of Sciences.

    Sabemos, tambin, que los condicionantes genticos son deter-

    minantes para la evolucin de la inteligencia de las personas, que un

    cerebro puede ir al mximo de sus posibilidades pero no ms all de su

    capacidad gentica. As como que la plasticidad de ste en los prime-

    ros aos de formacin y crecimiento es decisiva, en su configuracin ypotencialidad intelectual y relacional. De ah, la enorme responsabili-

    dad de la educacin social, familiar y reglada.

    Tenemos 100.000 millones de neuronas y, cada una de ellas, 1.000

    conexiones que forman un circuito determinado. La neurociencia nos

    indica que lo importante es la configuracin de estas conexiones. Su

    conocimiento es el que nos permite bloquearlas con las sustancias

    capaces de alterar un circuito. Si se administra a una persona depresi-

    va, por ejemplo, un bloqueante de la recaptacin de la serotonina, al

    da siguiente est como nueva. Lo que es legtimo en un enfermo (el

    individuo depresivo) lo va a ser, tambin, en una persona melanclica

    y triste? Nuestra capacidad de cambiar lo enfermo est en la misma

    lnea que nuestra capacidad para cambiar el carcter, las emociones,

    las percepciones y las opiniones. La proximidad de lo aceptable y lo

    inaceptable se pone en jaque por la posibilidad tcnica. Renunciar a

    lo que no es posible no requiere coraje. Renunciar a lo que es posible

    es el autntico desafo.

    El poder del subconsciente. Intuicin vs razn

    Sabemos tambin que las decisiones libres que tomamos en

    nuestra vida cotidiana tienen que ver en un 80% con la informa-

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    Micropoltica54

    cin subconsciente. Decidimos en funcin de una gran cantidad

    de informacin que tenemos en nuestro cerebro y de la que des-

    conocemos su existencia. La zona consciente de nuestro cerebro es

    muy pequea y la experiencia vital (nuestra escala de valores acu-

    mulada) que determina nuestras decisiones (intelectuales, emotivas

    y racionales) es muy vulnerable a nuestros prejuicios. Triste poca

    la nuestra! Es ms fcil desintegrar un tomo que un prejuicio deca

    Albert Einstein.

    Eduard Punset, en su libro Por qu somos como somos, afirma que

    en la vida (en nuestras decisiones) recurrimos a intuiciones que re-

    quieren mucha menos informacin de la que creemos. Que tomamos

    decisiones muy serias e importantes con un gran nivel de exposicin

    a la equivocacin. Y que incluso cuando el cerebro percibe una explica-

    cin distinta a lo que l cree no slo la cuestiona, es que corta los circuitos

    de comunicacin para que no penetre. Por eso no cambiamos de voto.

    Es a lo que se llama disonancias. Es decir, nuestro cerebro bloquea la

    informacin racional que podra hacernos cambiar de opinin ya que

    preferimos las convicciones emocionales o morales a las confirmacio-

    nes racionales o epistemolgicas. Las personas preferimos escuchar

    lo que queremos escuchar, leer lo que queremos leer, opinar lo que

    queremos opinar.

    Neuropoltica como base de la accin transformadora

    Sabemos todas estas cosas, pero todava las ignoramos para la ac-

    cin poltica transformadora. La neuropoltica se abre paso como una

    nueva disciplina capaz de comprender el cerebro de las personas en

    su condicin de ciudadanos, electores o activistas. Nos permite cono-

    cerlo mejor, saber cmo funciona, cmo articula sus imgenes, con

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    valores, con sentimientos y cmo se canalizan sus decisiones. Esa es la

    cuestin que debe ocupar ms tiempo y energas a la poltica demo-

    crtica de orientacin progresista.

    Ya hemos aprendido la fuerza cognoscitiva del lenguaje en la po-

    ltica, con los trabajos sobre comunicacin poltica de George Lakoff

    y la fortaleza de los marcos conceptuales que inhiben la razn y la

    condicionan. Estamos explorando el potencial de la poltica de lasemociones, leyendo las aportaciones, entre otros, de Drew Westen,

    profesor de psicologa y psiquiatra de la Universidad de Emory y su

    trabajo El cerebro poltico. Sabemos ya que las razones no siempre

    dominan la razn. Y que la mejor manera de llegar al cerebro de un

    elector es a travs de su corazn.

    Repensar la ideologa en funcin del factor humano

    Pero debemos convertir el conocimiento de la psicologa, de la

    neurociencia y de las emociones que rigen y explican el comporta-

    miento de nuestros ciudadanos, en un estmulo para repensar la ofer-ta progresista, con nuevos ingredientes para no renunciar a nuestras

    convicciones polticas e ideales morales. La arrogancia de la ideologa

    debe dar paso a una nueva filosofa.

    Obsesionados con las ideas programticas, decididos a que nues-

    tra superioridad intelectual en el debate ideolgico es abrumadora

    y debe ser reconocida y aplaudida por los ciudadanos en su dcil

    misin de aprobacin electoral, hemos olvidado la comprensin real

    de las emociones, de las palabras, y no tenemos ni idea del com-

    portamiento del cerebro en su misin reguladora y directiva de las

    actitudes humanas.

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    Seguimos sorprendindonos de que algunas mayoras electorales

    sigan revalidando candidatos y propuestas que, objetivamente, perju-

    dican a los propios intereses de las comunidades que los eligen o a va-

    lores y patrimonios superiores, como el planeta. Sobredimensionamos

    la capacidad concluyente de la informacin, del dato, y no nos damos

    cuenta de que nuestras sociedades estn abrumadas, precisamente, de

    datos, opiniones, informaciones, rumores y reclaman dosis de sim-

    plicidad reconfortante. Y de que, adems, nuestros cerebros se resisten

    a dar crdito a la verdad, asindose en el terreno de las convicciones

    y de las emociones como la mejor arquitectura para la toma de deci-

    siones y cmo bastin irreductible de las opiniones. Los prejuicios,

    nunca mejor dicho, anteceden a los juicios.

    Buscar la verdad es complejo, es ms sencillo validar una opinin

    previa, afirma Daniel Eskibel. Nuestro cerebro detesta el conflicto

    interno, por eso se refugia y valida toda la informacin previa que

    refuerce el apriorismo instalado. A su vez, Jos Antonio Marina, en

    su libro La inteligencia fracasada. Teora y prctica de la estupidez,

    seala cuatro tipos de fracaso de nuestra inteligencia: cognitivos, afec-

    tivos, de lenguaje y de la voluntad. Los fracasos cognitivos provienen

    del empeo que tenemos muchas veces las personas de negar la realidad.

    Los prejuicios, la supersticin, el dogmatismo, el fanatismo son formas

    de pensamiento que niegan la realidad, que evitan la aceptacin de las

    evidencias que se nos presentan. Algunas de estas creencias son cons-cientes, pero la mayora son inconscientes e influyen poderosamente

    en nuestras emociones y decisiones.

    Y todava ms. Ted Brader, autor de la Teora de la Inteligencia

    Afectiva, afirma que: las emociones tienden a anticiparse para definir

    las decisiones polticas de las personas, y las emociones positivas liberan el

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    camino para el ingreso de mensajes que confirmen las ideas preconcebidas,

    mientras que las negativas parecen conducir a la reflexin, aunque no

    modifiquen el sistema de creencias previas.

    Ideologa y filosofa

    En este contexto complejo, la propuesta progresista debe replan-

    tear su estrategia de persuasin-comunicacin-adhesin con un mejor

    conocimiento de lo emocional y neuronal y con una prctica polti-

    ca que favorezca, tambin, las filosofas de vidacomo complemento

    revitalizante de las ideologas. Una nueva mirada a lo espiritual, a la

    tradicin vital, a los valores, a los estilos de vida, a las conciliacio-

    nes cuerpo-mente, individuo-sociedad, persona-planeta y una radical

    apuesta por la modernidad cultural, tecnolgica y social de la inteli-

    gencia cooperativa y compartida que se abre paso en la sociedad digi-

    tal. Una oferta tan vital como ideolgica.

    En lugar de presentar las emociones y los estilos de vida como

    un conflicto frontal, y como un fracaso de la racionalidad, la oferta

    poltica debe comprender las relaciones de complementariedad entre

    lo cognitivo, lo emocional, lo vivencial y el aprendizaje, como un con-

    junto inseparable de la naturaleza humana y del cerebro humano.

    Todo ello con el objetivo de que los valores progresistas, vividos y

    sentidos, se preinstalen de manera legtima, pero segura y confortable,en el mundo apriorstico que precede nuestras decisiones y compor-

    tamientos. Instalados en el corazn y en las emociones de las personas

    podremos pedirles la atencin mnima a nuestras propuestas. No hay

    otro camino para el desafo de las ideas.

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    Bibliografa:

    Por qu somos como somos

    Punset, Eduard. Editorial Aguilar (Madrid, 2008)

    No pienses en un elefante. Lenguaje y debate poltico

    Lakoff, George. Complutense 2007 (Madrid, 2007)

    e Political Brain. e Role of Emotion in Deciding the Fa