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P RESENCIA 7 701000 241037 APOSTÓLICA Revista bimestral núm. 83 MAY-JUN 2017 Donativo: $15.00•$2.50 US Lo urgente y lo importante Aceptar la realidad El Inquieto Espíritu Divino

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Page 1: MAY-JUN 2017 APOSTÓLICAclaret.org.mx/presencia/presencia83.pdf · El coleccionista de insultos 20. De la Palabra a la acción 24. Tener fe CONTENIDO Director Antonio Rangel Torres,

PRESENCIA

7 701000 241037

APOSTÓLICARevista bimestral núm. 83

MAY-JUN 2017Donativo:

$15.00•$2.50 US

Lo urgente y lo importante Aceptar la

realidad

El Inquieto Espíritu Divino

Page 2: MAY-JUN 2017 APOSTÓLICAclaret.org.mx/presencia/presencia83.pdf · El coleccionista de insultos 20. De la Palabra a la acción 24. Tener fe CONTENIDO Director Antonio Rangel Torres,

Un libro que ofrece unavisión de la devoción asan Judas Tadeo, fundamentada en el conocimiento de la identidad e importanciadel santo apóstol.

TEMPLO DE SAN HIPÓLITOMISIONEROS CLARETIANOS DE MÉXICO

Semblanza del apóstol y su devoción en elTemplo de San Hipólito de la Ciudad de México

M i s i o n e r o s C l a r e t i a n o s d e M é x i c o

La devoción a san Judas Tadeo en el Templo de San Hipólito de la Ciudad de México es tan vital porque es una manifestación de la obra evangelizadora que él –como parte del grupo de los doce apóstoles– inició hace dos mil años, a partir de la misión enco­mendada por Jesús.

Ofrecemos una semblanza del apóstol Judas Tadeo, a partir de las referencias bíblicas y de la recopilación de los datos culturales que, en distintas épocas y en distintos lugares, se han relacionado con la devoción al santo.

San Judas Tadeo no se entiende sin Jesús: la suya es una vida al lado de Jesús, como su testigo, haciendo vida sus enseñanzas y reali­zando la misión encomendada.

Este libro recoge aspectos importantes de la experiencia pastoral de los Misioneros Claretianos en relación con san Judas Tadeo, cuya devoción han acompañado por el continente americano. En particular, se reseña la manifestación de la devoción al santo apóstol en la Ciudad de México, en el Templo de San Hipólito.

Misioneros Claretianos de México

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Desde 1892, los Misioneros Cla­retianos se encuentran a cargo del Templo de San Hipólito, un recinto ubicado en el corazón de la Ciudad de México que forma parte de su patrimonio históri­co y cultural, y que actualmente se distingue por la veneración al apóstol san Judas Tadeo, cuya de­voción se manifiesta visiblemente por toda la ciudad.

El trabajo pastoral que se realiza en el Templo de San Hipólito tiene la finalidad de preservar el sentido evangélico de la devoción al apóstol, cuya misión primor­dial es acercarnos a Jesucristo.

Para que la devoción a san Judas Tadeo tenga siempre un senti­do cristiano debe dar frutos que beneficien a los sectores más ne­cesitados, lo cual se hace en el mismo templo, así como a través de las misiones claretianas en varias localidades de la Repú­blica Mexicana.

ISBN: 03-2014-032614083000-01

Forros LibroSJT conSolapas.indd 1 4/4/14 7:50:34 AM

A la ventaen el Templo

de SanHipólito

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Presencia Apostólica 1

2 . Editorial

3 . Vida cotidiana

4 . Aventuras de un misionero

6 . Lo urgente y lo importante

8. La sabiduría de aceptar la realidad

9 . El anillo del rey

1 0 . Acumuladores de emociones

1 2 . Simplificar nuestra vida

1 4 . El inquieto Espíritu Divino

1 6 . Nuestra devoción

1 8 . El coleccionista de insultos

2 0 . De la Palabra a la acción

2 4 . Tener fe

CONTENIDODirectorAntonio Rangel Torres, CMF

Consejo EditorialAlejandro Cerón Rossainz, CMFJosé Juan Tapia, CMFAlejandro Quezada Hermosillo, CMFEnrique Mascorro López, CMFLourdu Jerome Joseph, CMFÓscar Linares Rodríguez, CMFRogelio Carmona Núñez, CMFErnesto Bañuelos C.

EditoraMarisol Núñez Cruz

Arte y DiseñoRaúl Méndez

ColaboradoresEnrique A. Eguiarte Bendímez, OARJesús García Vázquez, CMFJuan Carlos Martos, CMFEnrique Marroquín Zaleta, CMF

DistribuciónLiga Nacional de San Judas Tadeo

PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San Judas Tadeo, es una publicación bimestral. Editor respon sable: José Juan Tapia Tapia. Editada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo, A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102. Nú-mero ISSN 1665-8914 Distribuida por el Templo Claretiano de San Hipólito y San Ca siano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Publicación Claretiana. Impresa en Carmo-na Impresores S.A. de C.V. Torreón, Coahuila. www.carmonaimpresores.com.mx • [email protected] • Tel. (871) 707 42 00 con 30 líneas, lada sin costo 01 800 228 22 76. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser reproducido parcialmen-te, citando la fuente y sin fines comerciales.

¡Te invitamos a suscribirte!mail: [email protected]: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89Número suelto: $15.00 M.N. / $2.50 US.Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US.(Incluye gastos de envío).

PRESENCIAAPOSTÓLICA

Portada: Detalle del póster de Monseñor Romero de Maximino Cerezo Barredowww.servicioskoinonia.org

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Editorial

2 Presencia Apostólica

Jesús resucitado sopló sobre la comunidad de sus discípulos para darles su Espíritu: un aliento de vida, un viento poderoso que viene a transformar el miedo y la des-confianza en paz y libertad.

En las Escrituras encontramos muchos ejemplos de personajes que movidos por

el Espíritu Divino supieron qué pensar, qué decir y qué hacer para realizar su misión. De manera especial, tenemos el ejemplo de la Virgen María, quien llena del Espíritu Santo llevó a cabo su mi-sión con todo su ser.

A través de sus dones y de sus frutos, el Es-píritu nos llena de su Vida; nos enseña a ser felices y a vivir en armonía con las demás per-sonas y con toda la creación.

¡Que la fuerza creadora y transformadora del Espíritu renueve nuestra vida y nuestro mundo para que podamos enfrentar con esperanza los retos y desafíos que nos presenta la vida!

La fiesta de Pentecostés —que marca el na-cimiento de la Iglesia— es seguida por la cele-bración de la Trínidad. El papa Francisco nos ha hablado de la Trinidad como modelo de la comunión con Dios y entre nosotros: “Estamos llamados a vivir no los unos sin los otros, so-bre o contra los otros” sino “los unos con los otros, por los otros y en los otros”.

EspírituLafuerza

del

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Vida cotidiana

Presencia Apostólica 3

¿Cuándo Creemos en el espíritu?

Cuando tenemos una esperanza total en Dios,a pesar de tanto fallo, propio y ajeno. Cuando, en medio de la desesperación, experimentamos, sin embargo,

un consuelo interior que nadie nos podrá quitar.

Cuando ante el desgarrón de la muerte —nuestra o de los otros— asumimos el hecho con fe y esperanza.

Cuando aceptamos decididos una responsabilidad o compromiso, aunque no tengamos claras perspectivas de éxito o utilidad.

Cuando vivimos con serenidad el día a día, y aceptamos las contrariedades de cada jornada,sostenidos por una fuerza, cuyo origen no podemos dominar ni abarcar.

Cuando nos entregamos sin condicionesy el caer se convierte en un verdadero estar de pie.

Cuando, en el fondo de nuestras interrogantes, nos sentimos abrazados por un misterio,latente en lo más hondo de nuestro ser,que nos acoge y nos salva.

Cuando vivimos las tinieblas del aparente sinsentido de nuestra existencia, porque sabemos de Quién nos hemos fiado.

Cuando gozamos cada momento alegre de esta vida como anticipo de la felicidad completa que Dios nos tiene preparada.

Cuando somos capaces de orar en medio de las tinieblas, la sequedad y el aparente silencio de Dios, sabiendo que siempre somos queridos y escuchados, más allá de una respuesta que se pueda comprender y razonar.

Karl rahner(1904—1984)www.mercaba.org

envíanos locos

«el defensor, el espíritu santo que enviará el Padre en mi nombre, les enseñará todo y les recordará todo lo que les he dicho.» (Jn 14,26).

¡Oh, Dios! Envíanos locos,de los que se comprometen a fondo,de los que se olvidan de sí mismos,de los que amancon algo más que con palabras,de los que entregansu vida de verdad y hasta el fin.Danos locos,chiflados,apasionados,hombres capacesde dar el salto hacia la inseguridad,hacia la incertidumbresorprendente de la pobreza;danos locos,que acepten diluirse en la masasin pretensiones de erigirse un pedestal,que no utilicensu superioridad en su provecho.Danos locos,locos del presente,enamorados de una forma de vida sencilla,liberadores eficientes del proletariado,amantes de la paz,puros de conciencia,resueltos a nunca traicionar,capaces de aceptar cualquier tarea,de acudir donde sea,libres y obedientes,espontáneos y tenaces,dulces y fuertes.Danos locos, Señor, danos locos.

l.J. lebret

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4 Presencia Apostólica

T ita es una mujer, madre de varios hijos —uno de ellos llamado Pedro—. A Tita, desde pequeña, sus padres le enseñaron

a amar a Dios y a La Virgen María. Actualmente es ministro de la Euca-ristía y no se rinde ante la adversi-dad. Ante los problemas, ella recu-rre siempre a la oración —sola, en familia y en comunidad— segura de que Dios hará lo mejor para ella y para su familia.

Pedro es un joven soltero, de veinticinco años, muy deportista. Todos los días iba a su trabajo y todas las noches se iba a jugar fut-bol con sus amigos. Es el más jo-ven de tres hermanos, con quienes —igual que con sus padres— tiene una muy buena relación. Cada día se llamaban para platicar sobre sus emociones, logros y proble-

Aventuras de un misionero

mas. Él radicaba en otra ciudad, a tres horas del resto de la familia.

Tita nos relata lo sucedido:Un viernes por la tarde, Pedro

habló con su hermana en el tra-yecto hacia su entrenamiento de futbol. “Tengo que colgar, porque ya llegué a las canchas…” fue lo último que le dijo. Cuando su her-mana calculó que ya había termi-nado de jugar, le llamó sin obtener respuesta, por lo que estuvo insis-tiendo hasta las once de la noche. Entonces nos buscó a mi esposo y a mí para decirnos lo que pasaba.

El papá de Pedro mandó revi-sar el departamento para ver si estaba su ropa deportiva, como señal de que hubiera regresado del futbol, pero constataron que él no había regresado al edificio. En ese momento, mi esposo y yo nos fuimos al lugar donde vivía

nuestro hijo, mientras sus hermanos se queda-ron para recibir llamadas y esperar a ver qué pa-saba. Efectivamente, los secuestradores llamaron para comenzar con su extorsión y mi hija reci-bió el mensaje.

Cuando llegamos al de-partamento de Pedro, ya estaba avisada la fiscalía del lugar, por lo que nos asignaron a un policía experto en secuestros y colocaron aparatos para grabar todas las llamadas. El policía estuvo a nuestro

lado y nos aleccionó sobre cómo contestar y qué hacer en el caso de que los secuestradores llamaran. Al día siguiente, lo que ya se venía llegar: “Tenemos a tu hijo Pedro, más te vale hijo de… que me ten-gas listo la cantidad de… Y que no te pases de listo. Si no cumples, le haremos tal cosa...”

Yo no dejaba de rezar por mi hijo. Me hablaban parientes y ami-gos para preguntarme qué se me ofrecía y contestaba: orar, orar y orar. Les rogaba que pasaran el mensaje a sus contactos, y a quie-nes conocieran, para que todos oraran y pidieran a Dios que nos devolvieran a nuestro hijo.

El policía que permanecía con nosotros se llama Edgar. Solo nos veía cómo rezábamos. Después de seis días de espera, él comenzó a acercarse a nosotros y cerraba los ojos. Parecía que también oraba al mismo tiempo que nosotros.

—¿Eres católico Edgar? —le pre-gunté.

—De nombre, porque no practi-co —contestó.

Pasaban los días. Me empecé a desesperar. Ya eran seis días y solo una grabación de su voz nos habían pasado para escu-charlo. Lloré y grité a mi esposo que ya les pagara para que nos devolvieran a nuestro hijo.

—Señora, si les damos ahori-ta el dinero, no volverá a ver a su hijo jamás, porque esa banda nunca ha regresado a sus vícti-mas— dijo Edgar.

—Pues yo confío más en Dios que en tu tecnología… A mi hijo me lo van a entregar y va a en-trar por esa puerta— le dije.

—Si su hijo entra por esa puer-ta caminando, yo le prometo ir cuatro domingos a misa. No soy muy creyente— contestó.

Hablaba así porque sabía el modo de operar de esa banda

El secuestro y el poder de la oración Jesús García Vázquez, CMF

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Aventuras de un misionero

que desde hacía tres años no habían entregado a ninguno de los desaparecidos.

Pasaron los días y en una ocasión en que mi esposo habló con la po-licía, decidieron entrar en acción. Entre balazos se logró el rescate de mi hijo y finalmente entró por la puerta caminando. Cuando me encontré con él lo abracé, dando gracias a Dios y a María Santísima.

Pedro, mi hijo, me comentó:—Mamá, todos los días me acor-

daba del rosario que siempre nos rezabas, pero no me acordaba de lo que decías después de las diez avemarías (o sea, que no se acor-daba cómo decir el Gloria), pero si sabía que eran diez veces por cinco veces y así lo estuve rezando…

Nos relató que tenía una cobija en la cama donde lo tenían ama-rrado. Él recordaba que cuando salíamos a carretera yo rezaba: “Virgen Santísima cúbrenos con tu manto” y se cobijaba pensando que era el manto de la Virgen.

El policía Edgar me envió fotos de unas Iglesias a mi celular, con un mensaje que decía “Señora, cum-pliendo mi promesa, he ido a misa los cuatro domingos siguientes.” Y pasado un poco más de tiempo nos mandó una invitación para el bautizo de su hijo. Por distancia no pudimos asistir, pero le enviamos una disculpa y lo felicitamos.

Nos respondió: “Muchas gra-cias y saludos para todos. Qué bueno que están bien y que Dios los bendiga. Y ya voy a misa más seguido. Je, je, je… Se me quedó esa parte de ustedes.”

Fuimos a la fiscalía para de-mandar los hechos, al día si-guiente del rescate, y antes de entrar, un comandante que parti-cipó en el rescate, nos dijo:

—¿Creen en los milagros?—Por supuesto que creo. Tengo

en mis brazos a mi hijo— contesté.

—Pues cuando íbamos tras los secuestradores, en una barranca muy empinada, me doy cuenta de que la cartera se me había caído y no tenía tiempo de rescatarla, porque se me podían escapar los malhechores… Créanme no pude seguir, sentía que me empujaban del hombro… entonces me regre-so a buscarla y al recogerla, veo a cinco metros de distancia a uno de los maleantes tirado. “No se mue-va” —le dije—, y aquí es donde encuentro el milagro, porque de todos los de la banda de secues-tradores que fueron a recoger el dinero, solo ese que estaba cerca de mi cartera sabía en qué casa tenían a Pedro. Para mí fue un verdadero milagro— terminó di-ciendo el comandante.

Pasó un buen tiem-po y llamaron a mi esposo: tenían que presentarse para es-cuchar la declaración de una persona que habían detenido.

Fue entonces que escucharon con aten-ción lo que ese se-cuestrador dijo. Yo no los acompañé, pero cuando regresaron, mi hijo veía con un semblanteadiferente y me dio un abrazo muy fuerte. Entonces le pregunté a mi es-poso qué les dijeron, porque vi a Pedro muy raro.

—No lo vas a creer, pero este hombre de-claró que estaba es-perando una llamada de los que fueron a recoger el rescate, y dijo que ya estaba lis-to para desaparecer a Pedro, pero por cues-

tión de minutos no lo hizo, porque nunca entró la famosa llamada— me contó mi esposo.

Entonces fuimos a dar gracias a Dios. Una de las cosas que me dejó esta experiencia es cons-tatar que existen los milagros y valorar la importancia de haber enseñado a mis hijos desde pe-queños a orar… Ahora cuando me preguntan, “¿cómo estás?” con mucho orgullo digo:

“AGRADECIDA Y BENDECIDA POR DIOS”.

Fueron quince largos largos días de angustia para esta madre y sus parientes. Pero gracias a Dios y a la oración de su familia y de toda la gente que oró por ellos, Pedro regresó con bien a su hogar.

Presencia Apostólica 5

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6 Presencia Apostólica

Filosofía de vida

Paradójicamente, en la vida personal y en la de familia, la condición cambia radicalmen-te hasta convertirse en prácti-camente a la inversa. ¿Cómo es esto?, ¿a qué nos referimos?Dar prioridad a lo importante

Es decir que lo importante, en la vida personal y familiar, debe, sin duda alguna, atenderse priorita-riamente, aún antes que lo que se considere como urgente. De tal manera que “al final del camino”,

representar en nuestra manera de expresarnos y de actuar.

La palabra urgente se refiere a lo apremiante, lo que no puede postergarse ni retrasarse… así te-nemos, por ejemplo, la zona de urgencias médicas en una clínica u hospital en donde se atiende con prioridad aquellas situaciones que representan un mayor riesgo para la vida. Lo cual, en ese contexto, deja a lo importante indiscutible-mente en un segundo plano.

Con mucha frecuencia, en la vida diaria y en nuestra rutina habi-tual, utilizamos estas palabras indistinta-

mente para referirnos a aquellas actividades que deben quedar rea-lizadas en un periodo de tiempo determinado o breve. Hoy quisiera que nos detengamos a reflexionar sobre ellas para descubrir lo que realmente significan, no solo eti-mológicamente, sino lo que deben

Lo urgente y lo importanteLourdes García Avendaño

“Ocuparse de lo urgente no deja suficiente tiempo para lo verdaderamente importante.”

Mafalda

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Filosofía de vida

do anhelando por largo tiempo y que ha ganado a “pulso”, siendo un gran estudiante e hijo, cumpliendo con todo aquello que se le pide. O cuantas veces hemos decidido pasar tiempo con una amiga o ve-cina para apoyarla en sus dificulta-des, sin darnos cuenta de que no hemos hecho lo mismo cuando una hermana nos ha necesitado. Y aunque estos ejemplos nos parez-can simples o irrelevantes… si nos detenemos a pensarlo, encontrare-mos muchos otros de nuestras ex-periencias personales que nos ha-rán reflexionar y, en el mejor de los casos, reconsiderar nuestro criterio.

Las “urgencias”, podríamos de-cir que son los mejores distrac-tores que existen y hasta logran provocar que cambiemos el rum-bo correcto de nuestras vidas sin ser conscientes de ello; sin dar-nos cuenta de que estamos omi-tiendo ocuparnos de lo realmen-te valioso, importante y de mayor sentido en ese momento.

¿Qué podemos hacer?El primer punto importante a considerar es tratar de vivir el día a día en un estado de alerta, evi-tando a toda costa limitarnos a sobrevivir basándonos en repetir constantemente hábitos rutina-rios que nos cieguen de visuali-zar claramente lo valioso.

Como segundo punto hay que considerar, hacer una pausa, un alto, en el vertiginoso torbellino de la vida cotidiana, para reflexionar, para ver las cosas desde otro pun-to de vista, desde otra perspectiva; para darnos cuenta de las necesi-dades o carencias de los otros, de aquellos que nos rodean y que son significativos para nosotros. Pre-guntémonos si realmente conoce-mos a los miembros de nuestra fa-milia, si sabemos qué es importante para ellos y cuánto respetamos sus prioridades y sus razones.

Otro punto de apoyo para ayu-darnos a diferenciar entre estas dos condiciones, a veces tan confusas, es aprender a escuchar, captando con atención hasta aquello que pu-diera parecer irrelevante o fuera de lugar, ya que en esos detalles pue-den encontrarse las razones para tomar la decisión más adecuada. Delegar lo que no es importante, ayuda mucho también para poder dedicarse a lo que sí lo es.

También, habrá siempre que auto cuestionarnos: ¿Qué es lo verdaderamente importante para mí en este momento de mi vida?

Un argumento final, que no de-bemos omitir, es dedicar un poco de nuestro tiempo, que a veces parece tan escaso, al ocio positi-vo y a la convivencia. Me refiero al descanso y a las actividades lú-dicas o de recreación en familia y desde luego personales, que harán “milagros” en nuestra vida, permi-tiéndonos “recargar baterías”, para continuar con las obligaciones y deberes de nuestra vida.

Las personas que no atienden a lo importante pierden el tiempo con actividades sin sentido; se establecen y permanecen en su zona de confort, caracterizándo-se, entre otras cosas por su falta de responsabilidad.

Vivir ocupándose solamente de lo urgente, no solo nos hace omi-tir lo importante, sino desgastar-nos inútilmente y perder energía vital para ocuparnos de lo real-mente importante.

Determinar cuáles son nuestras auténticas prioridades y con ello establecer un plan de acción con-gruente con nuestros valores indi-viduales y propósito de vida nos permitirá vivir una vida más plena.

lo importante prevalezca siempre sobre lo urgente. Ser capaces de diferenciarlo no siempre resulta fácil y, con más frecuencia de lo deseable, se piensa y se actúa equivocadamente, poniendo más atención e interés en lo urgente que en lo importante.

Por si esta paradoja no fuera sufi-ciente para ponernos a reflexionar, lo verdaderamente importante, si no es atendido con la debida de-dicación, podría convertirse en una situación de urgencia muy difícil o hasta desafortunadamente imposi-ble de resolver. Atender lo impor-tante, pues, se convierte en una acción preventiva de infinidad de problemas. Por ejemplo del dete-rioro de las relaciones, de proble-mas emocionales y de salud, etc.

¿Cuántas veces hemos pospues-to lo que es realmente importante por lo que consideramos urgente, sin darnos cuenta? ¿Cuántas veces damos prioridad a la “urgencia” de que algo se rompió, algo se ensu-ció, la comida se quemó o alguna otra cosa por el estilo, poniendo estas eventualidades por encima de los sentimientos de las personas involucradas? ¿Cuántas veces la ur-gencia de algún problema escolar, como la tarea que no se hizo o el reporte de conducta, deja en se-gundo plano a las causas que pro-vocaron el problema? ¿De qué depende hacer la co-rrecta distinción y decisión?

Habitualmente la rutina y los pro-blemas de la vida diaria nos van agobiando y sobrepasando, pro-vocando que no seamos capaces de distinguir adecuadamente las prioridades de mayor sentido en nuestras vidas… Así creemos, por ejemplo, que cubrir los gastos de mantenimiento, es urgente y que podemos posponer, una vez más, la compra de ese pequeño detalle que uno de nuestros hijos ha esta-

Presencia Apostólica 7

La autora es licenciada en Terapia Física y [email protected]

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8 Presencia Apostólica

Desarrollo humano

La aceptación es un ingre-diente necesario para vi-vir de una manera fluida. Tener la capacidad de reinventarnos en una si-

tuación difícil o adversa y saber de qué estamos hechos nos hace más felices que si estamos renegando y quejándonos de situaciones dolo-rosas o incómodas que nos suce-den como parte de la vida

En la vida nos iremos encontran-do con acontecimientos o etapas que no serán “a nuestro gusto”. La única solución para que nues-tro bienestar emocional no se vea muy alterado, es la de practicar la aceptación. Aceptar lo que no po-demos cambiar es de vital impor-tancia para que sigamos adelante y transformemos nuestra vida.

Si queremos seguir adelante te-nemos que aceptar la realidad o sufriremos más de lo necesario. Luchar en contra de “lo que es”

implica siempre un inútil y dañi-no gasto de energía. Solo desde la aceptación podremos salir ade-lante sin estancarnos.

Que conste que aceptar no sig-nifica conformarse. La aceptación va encaminada a tolerar una situa-ción, saber que la vida es así y no todo puede ser bueno, pero incli-nándose hacia la acción, se puede convivir con esa situación desagra-dable sin que eso cause un males-tar exagerado. Sin embargo, a pe-sar de vivir bajo una circunstancia que no nos gusta, hay que centrar el interés y la atención hacia otras áreas; buscar alternativas; intentar abrir nuevas puertas. Aceptar es abandonar una lucha hacia algo que no tiene solución y buscar otros caminos que nos permitan vivir como nos gustaría.

Pero la aceptación no es lo mis-mo que el “conformismo”, pues en este último tendemos a la falta

de acción y al estancamiento. Las emociones negativas aparecen y nos rendimos, creemos que no podemos mejorar nuestra vida. Se tienen pensamientos del tipo: “No puedo hacer nada para cambiar mi vida. Soy un infeliz.” Se tiende a la lamentación y a sentirse victima; se pierde la esperanza de poder mejorar en el futuro. Si no nos ponemos en acción para cambiar situaciones que no nos gustan, la frustración irá en aumento.

Hay que aceptar la realidad, pero hacer algo para salir de esa situa-ción que nos hace infelices. No todo puede ser de nuestro agrado, ni todas las personas que nos ro-dean serán como nos gustaría que fueran, por ello la aceptación será nuestra mejor aliada para llevar una vida menos estresante.

Todos tenemos el poder de crear y cambiar. Recuerda que cada paso, cada pequeña acción, abrirá nuevas posibilidades. Además no podemos olvidar que cada episo-dio de nuestra vida es un aprendi-zaje para evolucionar, si aprende-mos, o estancarnos en la rigidez de solo aceptar lo que suceda de acuerdo con nuestros planes. En-tonces veamos como un aprendi-zaje cada situación adversa y eso cambiará totalmente la perspectiva de la situación que nos toque vivir.

En este tema de la aceptación, siempre podemos recurrir a la co-nocida “Oración de la serenidad”:

Señor,Concédeme serenidad

para aceptar las cosas que no puedo cambiar,

valor para cambiar las que sí puedoY sabiduría para distinguir

la diferencia.

La autora es psicoterapeuta corporal y tera-peuta sistémica de pareja y familia. [email protected]

LA SABIDURIA DE ACEPTAR LA REALIDAD

GyLDA VALADEz LAzCAno

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Presencia Apostólica 9

Historia para meditar

Una vez, un rey reunió a los sabios de su corte y les dijo:

—He mandado hacer un anillo con uno de los mejores joyeros de la re-gión. Quiero guardar, ocultas dentro

de él, unas palabras que puedan ayudarme en los momentos difíciles; un mensaje al que yo pueda acudir en momentos de desesperación total. Me gustaría que ese mensaje ayude en el futuro a mis herederos. Tiene que ser pequeño, de tal forma que quepa dentro del anillo.

Quienes escuchaban al rey eran grandes sabios, eruditos que podían haber escrito grandes trata-dos… pero, ¿pensar en un mensaje que contuviera dos o tres palabras? “Muy difícil”... Pensaron, y buscaron en sus libros por muchas horas, sin en-contrar nada que se ajustara a los deseos del rey.

El rey tenía un sirviente, quien había sido tam-bién sirviente de su padre, y había cuidado de él cuando su madre había muerto, era tratado como familia del rey y gozaba del respeto de todos. Por esos motivos lo consultó y el hombre le dijo:

—No soy un sabio ni un erudito, pero conozco el mensaje.

—¿Cómo lo sabes?— preguntó el rey, sorprendido.—Durante mi larga vida en palacio, me he encon-

trado con todo tipo de gente y en una oportunidad me encontré con un maestro. Era un invitado de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando se marchó, lo acompañé hasta la puerta para despedirlo y como gesto de agradecimiento me dio este mensaje.

En ese momento el anciano escribió algo en un diminuto papel, el cual dobló y se lo entregó al rey, diciéndole:

—No lo lea. Manténgalo guardado en el anillo y ábralo solo cuando no encuentre salida en una situación…

Ese momento no tardó en llegar, pues el país fue invadido y el reino se vio amenazado. El rey estaba huyendo a caballo. Estaba solo, y los perseguidores

eran numerosos. En un momento, llegó a un lugar donde el camino se acababa, y frente a él había un precipicio y un profundo valle. Caer sería fatal y no podía volver atrás, porque el enemigo le cerraba el camino. Podía escuchar el trote de los caballos, las voces, la proximidad del enemigo.

Fue entonces cuando recordó el anillo. Sacó el papel, lo abrió y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso para el momento... simple-mente decía “ESTO TAMBIÉN PASARÁ.”

En ese momento percibió un gran silencio. El rey se percató de que el peligro había pasado y sintió una gran paz. Los enemigos que lo perseguían pa-recían haberse equivocado de camino… El rey se sintió profundamente agradecido con el sirviente y con el maestro desconocido. Esas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a guar-darlo en el anillo, reunió nuevamente a su ejército y reconquistó su reinado.

El día de la victoria, en la ciudad hubo una gran celebración con música y baile…y el rey se sentía muy orgulloso de sí mismo.

En ese momento, el anciano estaba a su lado y le dijo:

—Apreciado rey, ha llegado el momento de que leas nuevamente el mensaje del anillo.

—¿Qué dices? —preguntó el rey— ahora estoy viviendo una situación de euforia y alegría. He-mos vencido al enemigo.

—Escucha —dijo el anciano— este mensaje no es solamente para situaciones desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es solo para cuando te sientes derrotado, también es para cuando te sientas victorioso. No es solo para cuando eres el último, sino también para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “ESTO TAMBIÉN PASARÁ.” Y nuevamente sintió la mis-ma paz, el mismo silencio, en medio de la muche-dumbre que celebraba y bailaba. Su orgullo y su ego habían desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Lo malo era tan transito-rio como lo bueno.

Entonces el anciano le dijo:—Recuerda que todo pasa. Ningún aconteci-

miento ni ninguna emoción son permanentes. Como hay día y hay noche, así hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la naturaleza misma de la vida.

Autor desconocido

El anillo del Rey

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10 Presencia Apostólica

Tanatología

primera pérdida. O ver cómo un enojo se suma al siguiente y al siguiente, y después tenemos la acu-mulación de grandes rencores y odios que van a enfermar nuestro cuerpo y nuestra alma.

Enfrentar y expresar para no acumularLa propuesta sería entonces: no acumulemos; enten-damos que cada emoción debe ser expresada para ser sanada y cada evento complicado debe ser enfrentado para que de ahí resulten grandes aprendizajes.

Es muy común escuchar que se diga a las per-sonas: “ya no pienses en eso”, “ya no hables de eso”, impidiendo que expresen sus malestares, como en un intento de que “se les olvide”, pero de lo que no nos damos cuenta es de que lo que provocamos es que se repriman dolores que, al no ser expresados, serán acumulados y provocarán enfermedad tanto física como emocional.

También creo que una de las características de las personas que acumulan dolores es que no saben “sol-tar”, y es por eso mismo que acumulan. A la mayoría de las personas no nos enseñaron a “soltar”. Nos di-

V eo con frecuencia cómo muchas personas vi-ven llenas de rencores. Los eventos pasados de sus vidas se convierten en cargas que ade-más utilizan para continuar lamentándose por la triste vida que les ha tocado.

Todos hemos pasado por momentos de dificultad. Eso es algo que muchas veces no podemos evitar, pero lo que sí depende de nosotros es librarnos de esa carga pesada de eventos dolorosos pasados para llevar nues-tra vida presente y futura con más libertad y felicidad.

¿Por qué nos aferramos a cosas del pasado?Porque el dolor emocional a veces es tan intenso que es difícil librarse de él. ¿Y por qué se produce dolor? El dolor es una señal que nos indica que algo está mal, que algo está sucediendo mal y que seguram ente lle-vará a que sucedan cambios en nuestra vida.

El dolor emocional puede ser expresado en forma de tristeza por una pérdida, de enojo por una injusticia, de miedo por una amenaza, de culpa por un error, etc. Y, al final, todas estas emociones son el resultado de eventos o estímulos que nos provocan malestar y ante los cuales debemos responder adecuadamente. Aquí es donde creo que está el problema, en que no sabe-mos cómo responder ante las emociones que provocan dolor. Entonces, nos quedamos “atorados” sufriendo por aquellas experiencias dolorosas que, aunque segu-ramente cambiaron nuestras vidas, si las expresamos y enfrentamos adecuadamente, después de un tiempo ya no tendrían que tener la relevancia que aún tienen.

Y ahí es donde empieza el proceso de acumula-ción. Vamos guardando un dolor tras otro; suman-do cosas que han pasado en nuestra vida y que, con el paso del tiempo, se convierten en una gran “masa” que la invade en su totalidad y que la limita para poder conseguir todo su potencial y para ex-perimentar la felicidad que todos merecemos.

A nadie nos gusta el dolor, y aunque no es raro es-cuchar que a tal persona “le gusta sufrir”, eso no es cierto. Solo que esa persona no sabe vivir de otra ma-nera y no ha tenido la ayuda suficiente para poderse deshacer de la carga de sus emociones dolorosas.

Es triste ver que algunas personas, al pasar por pérdidas en su vida, se quedan tan “atoradas” en su dolor que no se dan cuenta de todo lo demás que van perdiendo por quedarse sufriendo por la

"La paz interior empieza cuando eliges no permitir que otra persona o evento controle tus emociones.”Proverbio oriental

Ana Laura Rosas Bucio

Acumuladores de emociones

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Presencia Apostólica 11

Tanatología

jeron que las personas y las cosas son nuestras y esto hizo parecer que nunca se irían. Todo se ira algún día. Toda relación tendrá un fin: Mi pareja no es mía, es alguien que yo elegí para compartir mi vida y a su vez él también me eligió, pero no somos posesiones. De-cidimos caminar uno al lado del otro, porque esto nos hace felices. E igualmente, mis hijos no son míos, no me pertenecen como si fueran objetos sin autonomía.

Podemos saturarnos como los espaciosAl acumular emociones pasa como cuando acumu-lamos cosas en los espacios. Si acumulamos objetos, los espacios estarán muy llenos, de manera que a la larga no podremos ni caminar ni estar en ellos, ni sa-bremos qué es lo que hay guardado en ese lugar. Lo mismo pasa cuando acumulamos emociones. Llegará algún momento en que lo acumulado será tanto que ya no podremos ni vivir dentro de nosotros. Y es en-tonces cuando las personas buscan maneras de esca-parse de sí mismas ya sea con alcohol, drogas o algún otro tipo de conducta autodestructiva.

Muchas veces las emociones dolorosas no se van porque seguimos empeñados en no aceptar lo que sucedió; no queremos reconocer que la mayoría de las veces no tenemos el control de las cosas di-fíciles y seguimos enojados porque no queremos que hubieran pasado. Y, al resistirnos a aceptar y a reconocer, seguimos cargando. Y para algunas personas esto se convierte en una manera de vivir.¿Cómo podemos sacar todas estas cargas de

nuestra vida?

1Lo primero y más importante es reconocer que tenemos mucho tiempo cargando dolor

de cosas de nuestro pasado y después decidir que ya es tiempo de quitarlo de nuestra vida.

2Hay que decidir expresar esos dolores, en-frentarlos los aliviará, aunque al principio

sea doloroso.

3Busquemos compañía. Es importante saber que no debemos transitar por momentos di-

fíciles solos. Podemos recurrir a un buen amigo o a un familiar de confianza que nos escuche, que nos permita expresar libremente, que no nos censure o enjuicie. Y mejor aún, además de esa persona cercana, busquemos también ayuda pro-fesional que nos apoye para comprender esos he-chos y enfrentarlos de una manera más efectiva.

4Aceptar los hechos del pasado no significa que estamos de acuerdo con que hayan suce-

dido, o que hasta hayamos querido que pasaran. Aceptar los hechos significa no pelear más con lo ocurrido, reconocer que sucedieron y

que tuvieron consecuencias en nosotros, que no pudimos evitar que pasaran, pero que podemos aprender de las experiencias. Podemos reconocer que aunque fueron experiencias difíciles, pudimos con ellas, porque, a pesar del dolor que nos cau-saron, aquí estamos, vivos y fuertes.

5Aceptar no significa resignarse, significa entender que sucedió y que lo que está en nuestras manos

es reconocer, aprender y "soltar" para poder continuar.

6La expresión de las emociones puede ser ha-blando con alguien más o con un profesional,

pero también puede escribirse, dibujarse, pintarse o plasmarse en cualquier arte, la cosa es que salga de nosotros, que sea depositada afuera, porque así nos vamos liberando de una carga, vamos hacien-do limpieza interna y entonces habrá el espacio suficiente para que lleguen nuevas personas, emo-ciones y experiencias a nuestras vidas.

La autora es psicóloga clínica, experta en in-tervención en crisis, tanatóloga, logoterapeuta y conferencista. Directora General del Centro de Capacitación Profesional Industrial y Personal S.C. CECAPIP. [email protected]

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Sumérgete en la lectura de Presencia Apostólica y profundiza en tu fe.

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12 Presencia Apostólica

Vivir mejor

Simplificar nuestra vida“Un hombre es rico por las cosas de las que sabe prescindir.”

Henry David Thoreau Walden

L En nuestra sociedad actual, muchas veces en vez de simplificar nuestra vida la complicamos más… Esto se debe en parte a que es-

tamos bombardeados por una so-ciedad de consumo que nos dice que el que tiene más vale más. Con frecuencia nos dejamos llevar por esta idea que nos conduce a acu-mular demasiados bienes, demasia-das opciones, demasiadas ocupa-ciones, demasiados deseos…

¿Por qué necesitamos tantas cosas?

¿No sería recomendable hacer una reflexión y preguntarnos por qué tenemos tantas necesidades y por qué nos apegamos tanto a las cosas? ¿No será porque no estamos con-vencidos de que el verdadero valor

no está en tener, sino en ser?Para muchos las riquezas mate-

riales representan un reflejo de su vida… Tal vez porque no están muy seguros de tener existencia propia. De manera consciente o incons-ciente asociamos las posesiones con nuestra propia identidad y con la imagen que tenemos de nosotros mismos. Entre más per-tenencias tenemos, más seguros y realizados nos sentimos. Desea-mos muchas cosas: bienes mate-riales, negocios prósperos, obras de arte, conocimientos, etc.

Cuando los “bienes” nos esclavizan

La gente consume, acumula, colec-ciona… “tiene” amigos, “tiene” in-fluencias, “posee” diplomas, títulos, etc. El peso de los innumerables de-

seos y de las posesiones consegui-das puede agobiarnos. ¿Por qué no nos damos cuenta cuando los “bie-nes” amenazan con esclavizarnos?

Hay muchas cosas superfluas, pero no lo comprendemos así, sino muchas veces hasta el momento en que nos vemos privados de ellas. Entonces comprendemos que las usábamos solo porque las teníamos o incluso ¡que no las usábamos en absoluto! ¿Cuántos objetos hemos comprado solo porque hemos visto que otras personas los tenían?

Indecisión y acumulaciónPara simplificar hay que elegir, to-mar decisiones… y hacer elecciones suele ser penoso. Muchas personas acaban entre una cantidad desbor-dante de objetos que han dejado de tener valor para ellas y que no les son útiles para nada, solo porque no se han decidido a hacer algo con esas cosas; porque no han tenido el valor para regalarlas, venderlas o tirarlas. A través de la conducta de acumular, intentamos aferrarnos al pasado y a los recuerdos, y al ha-cerlo nos olvidamos del presente y

Carmen Estrada Ruiz

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Presencia Apostólica 13

Vivir mejor

dejamos de considerar el porvenir.Deshacernos de las cosas requie-

re un esfuerzo. La dificultad no con-siste en librarnos de ellas, sino en saber juzgar cuáles son realmente útiles y cuáles son inútiles. Para no vivir en un ambiente saturado de objetos inútiles necesitamos prac-ticar nuestro criterio cada día para decidir qué es lo que necesitamos y qué hacer con lo que no necesita-mos. A veces cuesta desprenderse de un objeto, pero es un esfuerzo que vale mucho la pena realizar.

Atreverse a ser sencillosQuienes eligen vivir con modes-tia pueden ser vistos como un peligro para la economía y para la sociedad de consumo… quie-nes por decisión propia viven con modestia, a veces son vistos como avaros y antisociales.

Deshacernos de algunas perte-nencias puede ayudarnos a cambiar nuestras actitudes, permitiéndo-nos ver que así como nos desha-cemos de algunas cosas, podemos también deshacernos de algunas actitudes negativas. Esto le da dina-mismo y vitalidad a nuestras vidas, y nos da una actitud más abierta, siempre dispuesta a mejorar.

Por otra parte, los excesos no nos harán más interesantes ni más ele-gantes… por el contrario afectan nuestra alma y nos convierten en

personas “huecas” o vacías. No obs-tante, hay personas que por haber padecido necesidades materiales y carencias en su infancia y juventud, deshacerse de algo de lo que tienen les causaría remordimiento, ya que lo sentirían como un despilfarro.

Sin embargo, despilfarrar significa tirar algo que aún pudiera sernos útil. El que tira lo que no le sirve para nada no despilfarra. Al contrario, el desperdicio consiste en retener lo que otros pueden aprovechar mejor. Las personas que acumulan por miedo a la escasez tienen que trabajar para recuperar la confian-za en sí mismos y en la vida.

Por otra parte, ¡falta espacio en las habitaciones! Y ¡cuánto tiempo se pierde en andar buscando cosas, ordenarlas, limpiarlas y quitarles el polvo! Además de lo cansado que pueda resultar en ocasiones.

Tenemos que reconsiderar si vale la pena el gasto de energía que im-plica mantener una cantidad excesi-va de cosas a nuestro alrededor. Te-ner demasiadas cosas nos secuestra, nos invade y nos aleja de lo esen-cial. Nuestro espíritu se estanca en un espacio lleno de cosas inútiles… así no puede moverse ni progresar. La vida es continuo cambio y pro-gresión. Admitir la acumulación de cosas nos lleva a la confusión, a las preocupaciones y al desánimo.

En cambio, recuperar espacios nos hará sentir más libertad y tran-quilidad. Podremos movernos mejor y concentrarnos en lo que es más importante para nosotros. La econo-mía en nuestra forma de vivir es una filosofía que vale la pena practicar. Vivir con poco mejora la calidad de vida. Y, mientras la acumulación nos complica, la sencillez —en cam-bio— resuelve muchos problemas. Vive con sencillez y tendrás más tiempo y energía para conocerte a ti mismo; así como para desarrollar tus habilidades y tus necesidades de crecimiento personal. Es momento de detenernos a reflexionar si esta-mos yendo por el camino que nos lleva a mayor plenitud en todas las dimensiones de nuestra vida o si ne-cesitamos rectificar.

Acostumbrémonos a evaluar lo que vemos, tomando en cuenta que nuestras posesiones materiales deberían ser útiles para el cuerpo y nutritivas para el alma. A medida que los diferentes elementos mate-riales de los que nos rodeamos se aproximen a nuestras necesidades reales y a nuestros gustos más per-sonales, crecerá dentro de noso-tros una sensación de paz.

Para profundizar en este y tema ponerlo en práctica, les recomiendo el libro El arte de simplificar la vida de Dominique Loreau. Es una guía práctica y completa para simplificar nuestra vida en todos los aspectos.

La autora es orientadora en Desarrollo humano

Para no vivir en un am-biente saturado de obje-tos inútiles necesitamos practicar nuestro criterio cada día para decidir qué es lo que necesita-mos y qué hacer con lo que no necesitamos.

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14 Presencia Apostólica

Pentecostés

P entecostés fue la sacu-dida mayor que hubo al principio del cristia-nismo; es el maravillo-so evento que marca

el nacimiento de Iglesia. Allí se produjo una extraordinaria inter-vención del Espíritu Santo.

¿Quién es el Espíritu Santo?Sabemos que el Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad. No obstante, muchos de nosotros podemos pensar en Dios más fácilmente como Padre o como Hijo, mientras que pen-sar en Él como Espíritu muchas

veces nos cuesta más trabajo… Los artistas lo representan como una paloma o como lenguas de fuego, recurriendo a las imáge-nes bíblicas, pero con ello pode-mos todavía concluir poco.

La palabra latina spiritus nos ayu-da un poco más, ya que procede de spirar e que se relaciona con res-pirar, aspirar, dar aliento, que nos habla del aire que nos da vida, del viento que impulsa las naves, que da forma a las dunas de la arena, etc. Al Espíritu no se le puede ver ni se le puede tocar, como al Hijo lo tocó Tomás. Solo se le puede

percibir por sus efectos que pue-den ser diversos: a veces se mos-trará como la suave brisa, a veces impetuoso, como el huracán. “Tor-menta”, “ráfaga de viento”, “ruido que produce desconcierto” son las expresiones que utiliza el libro de los Hechos de los Apóstoles al ha-blar del fenómeno de Pentecostés:

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos. De repente vino del cielo un ruido, como de viento huracanado, que llenó toda la cass donde se alojaban. Apare-cieron lenguas como de fuego, que

el inquieto espíritu DivinoRomán Ángel Moreno, CMF

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Presencia Apostólica 15

Pentecostés

descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, según el Espíritu les permitía expresarse (Hch 2,1-4).

Efectos del Espíritu SantoEn la Sagrada Escritura sus efectos son claros. María, llena de él, conci-be a Cristo; los apóstoles, antes co-bardes e ignorantes, se convierten en valientes y sabios; los mártires enfrentan el martirio y son capaces de perdonar a sus verdugos…

No obstante, por importante que sea invocar al Espíritu Santo en oraciones y alabarlo en cantos y liturgias, lo definitivo será que esto vaya acompañado de un se-guimiento de Jesús, aplicando su enseñanza a los problemas con-cretos de nuestro mundo y anun-ciándolo con responsabilidad y valentía. Esos son los efectos que hablan de su presencia.

¿Cómo se manifiesta en Cristo?

Ya que el Espíritu Santo es el don que Cristo promete a los discípulos, preguntémonos cómo se manifies-ta en él. Es una fuerza interior que lo conduce al desierto: “Entonces, Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto… (Mt 4,1)”. Tengamos en cuenta que la finalidad de esa fuer-za era que Jesús cumpliera con su misión. Así lo dice el texto del pro-feta Isaías que lee Jesús en la sina-goga de Nazaret:

El Espíritu Santo está sobre mí,Porque él me ha ungidopara que déla buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivosy la vista a los ciegos,para poner en libertad a los oprimi-dos… (Lc 4,18-19).

Y también es como una fuerza o vigor especial que sale de Jesús:

«Jesús, consciente de que una fuer-za había salido de él, se volvió en-tre la gente y preguntó: “¿Quién me ha tocado el manto?”» (Mc 5,30).

Para el cristiano será, por lo tan-to, necesario dejarse conducir por el Espíritu y, en medio del bullicio vaciador del mundo, ir al desierto en busca de una experiencia del Espíritu. No obstante, no basta que-darse ahí en el propio rinconcito, hay que salir, sintiéndose enviado, a defender y entregarse a aquellas personas proclamadas por Jesús como sus destinatarios preferencia-les: los pobres y oprimidos.

¿Qué seríamos sin el Espíritu Santo?

Ciertamente es la voluntad del hombre la que contribuye a forjar la historia, pero sabemos cómo esta ha degenerado tantas veces, cuando se ha dejado tan solo en sus propias manos… Por ello po-demos imaginarnos ¿qué sería el hombre, qué sería la historia, qué sería el mundo si no tuviéramos ese don, esa fuerza, esa luz? El Es-píritu es corrector de caminos es-cabrosos; es el que escribe recto en líneas torcidas; el que es capaz de apoyarse en una falsa nota para componer sobre ella un nueva sin-fonía, por ello canta la secuencia litúrgica Veni Creator Spiritus:

Mira el vacío del hombre,si tú le faltas por dentro.Mira el poder del pecado,cuando no envías tu aliento.

Sin Él la creación sería el caos; la historia humana, la hecatombe; el ser humano, la tristeza.

¿Y para nosotros? San Pablo nos dice: “Donde está el Espíritu ahí hay libertad y Cris-to mismo, al hablar de él y lla-marlo Consolador nos dice que nos ayudará a entender cosas que Él dijo o hizo y nos introdu-cirá en toda la verdad. Aquí se

nos está hablando de dos cosas muy positivas que opera el Espí-ritu: la libertad y la novedad.

Una libertad que no es la que de manera egoísta se aprovecha, llevándonos de nuevo a la esclavi-tud, sino una libertad como la de Cristo, quien “da la vida sin que nadie se la quite”. Es la libertad de Pablo que se hace esclavo de todos para salvar a todos; es la libertad de los actuales profetas que tienen la valentía de proclamar la verdad y denunciar la falsedad, aunque les cueste la descalificación.

En cuanto a la novedad, el Espíri-tu de Jesús es el que “hace nuevas todas las cosas” y el que “renovará la faz de la tierra”. El que hace que la Iglesia de un salto hacia adelan-te, de lo viejo y desgastado, hacia lo fresco y vital. Y no se trata solo de cosas extraordinarias y milagro-sas, sino de cosas comprensibles para todos, como la dedicación de una madre, como la entrega y la lucha solidaria de pequeños gru-pos, como la compasión y ayuda a los enfermos, como el apoyo a los migrantes, como la atención a las personas marginadas, etc.

Y el Espíritu Santo es don y parti-cipación que no excluye a nadie, es la forma de habitar de Dios en no-sotros. Es la fuerza interna que nos une con Dios y desde Él debemos interpretar los signos de los tiem-pos, hablar, celebrar, ser nosotros mismos don para los demás.

Mientras más hagamos lo que nos enseñó Jesús, más tendremos su Espíritu y mientras menos lo haga-mos, estaremos ocultando el rostro de Dios sobre la tierra. Entonces, más importante que saber quién es el Espíritu Santo, será dejarnos mo-ver por él. Y ¿cuándo tendremos el Espíritu de Cristo? Cuando salga de nosotros una fuerza para curar las heridas de los demás y para regar lo que esté árido.

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16 Presencia Apostólica

Nuestra devoción

San Judas Tadeo fue uno de los doce apóstoles que Jesús escogió, como nos dice el Evangelio,

«para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar». San Judas Tadeo formó parte de la que podemos identificar como la primera comunidad de dis-cípulos del Señor, además de ser su pariente cercano, según los relatos genealógicos.

Los nombres del apóstolEl nombre «Judas», un nombre común entre los judíos del tiem-po de Jesús, viene del idioma hebreo y significa “alabanzas sean dadas a Dios”; el nombre «Tadeo» proviene del idioma ara-meo y significa valiente o magná-nimo. También ha sido llamado «Lebbeo» que significa hombre de corazón tierno.

En la lista de apóstoles del evangelio según san Lu-cas aparece con el nombre de «Judas» (6,16); en Mateo (10,3) y en Marco (3,18) se utiliza el nombre «Tadeo».

Todos los nombres que hacen referencia a san Judas Tadeo son significativos, pues nos hablan de su actitud y cualidades, y todos concuerdan con su advocación de las “causas difíciles”. Imi-temos las cualidades del apóstol, así como su ac-titud ante las dificultades.

La imagen • Lo más significativo en las representaciones del apóstol es portar en el pecho la imagen de Jesu-cristo; simbolizando que Tadeo lleva a Cristo en su corazón y que es parte central de su persona. También significa que es portador del mensaje de Jesús, pues lo llevó a los pueblos paganos.• Se le representa con las armas o herramientas que la tradición ha asociado con su martirio: mazo, hacha o espada.

Judas Tadeo

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Presencia Apostólica 17

Nuestra devoción

oraCión a san Judas Tadeo

San Judas Tadeo, apóstol de Jesucristo, que diste la vida para dar testimonio de la fe cristiana y que ahora, junto a tu Maestro, el Señor Jesús resucitado, gozas plenamente de la vida de Dios, intercede por nosotros, los que

todavía caminamos hacia el Padre; bendice nuestros hogares, que haya en ellos paz y alegría; protege a los que trabajamos en el campo o en

la ciudad, que construyamos unidos en la justicia una patria libre y

próspera para todos los habitantes de esta tierra.

Fortalece nuestra fe en el Señor Jesús, aumenta nuestra esperanza en la venida de su Reino y haz que junto con María, la Madre de Jesús, nos amemos todos como hermanos.

Amén

santuario nacional de san Judas Tadeo,

santiago de Chile. www.sanjudas.cl

• La llama del Espíritu Santo sobre la cabeza del apóstol simboliza su presencia en Pentecostés.

En la BibliaAdemás de ser mencionado en la lista de apóstoles, el evangelio según san Juan nos refiere que san Judas hace una pregunta a Jesús durante la última cena: “Le dice Judas –no el Iscariote–: —Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?” (Jn 14,22-23).

Por otra parte, al apóstol se le atribuye la Epís-tola de Judas, una de las cartas del Nuevo Testa-mento que se suelen llamar “católicas”, porque no están dirigidas a determinada Iglesia local, sino a un círculo más amplio de destinatarios.

Advocación y fiesta Ser el patrono de las “causas difíciles” o de los “casos desesperados o imposibles” ha convertido a san Judas Tadeo en uno de los santos más invo-cados popularmente.

Su fiesta se celebra en la liturgia el 28 de octu-bre, aunque popularmente es recordado el día 28 de cada mes.

Aquí y ahoraLlama la atención que en la actualidad, en un momento en que hay miles de opiniones y op-ciones, el apóstol tenga un impacto tan grande en la comunidad creyente. San Judas Tadeo con-tinúa realizando su misión de llevar el mensaje de Jesús a todo el mundo, en especial a los más pobres y marginados.

“El santo de la esperanza” San Judas Tadeo es “el santo de la esperanza” en el mismo sentido en que todas las santas y todos los santos lo son, pues ¿cómo se podría alcanzar la santidad sin esa virtud?

En realidad todos los cristianos debemos distin-guirnos por tener esperanza y esto significa:

• Persistir en la lucha, incluso cuando todo parezca indicar que no tendremos éxito. • Poner todo lo que esté de nuestra parte para que las cosas se resuelvan lo mejor posible.• No perder la paz.• No dejarnos vencer por el miedo.• Saber que nuestra fuerza es la fe, la confianza en Dios.

“Los casos difíciles”La advocación de san Judas Tadeo como inter-cesor en “los casos difíciles” provoca simpatía y empatía –que quiere decir sentirnos comprendi-dos, sentir que el otro se pone en el lugar de uno– porque implica un “no darse por vencido” y un “estar ahí cuando más se le necesita”.

La persistencia y la audacia fueron parte de la ac-titud que caracterizó a los apóstoles en su misión, guiados por el Espíritu y por las enseñanzas de Jesús.

El templo de San Hipólito Ubicado en el corazón de la Ciudad de México, el Templo de San Hipólito y San Casiano forma parte del patrimonio histórico y cultural de la ciudad y, aunque actualmente se distingue por la venera-ción a san Judas Tadeo, originalmente fue dedica-do a los santos Hipólito y Casiano, a los cuales, desde la terminación del templo se les nombró: “Patronos de la muy noble, insigne y muy leal, Ciudad de México”.

La construcción del templo se inició en 1599, sobre los cimientos de la antigua Ermita de los Mártires. El templo fue construido desde finales del siglo XVI e inaugurado en junio de 1740.

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18 Presencia Apostólica

de la provocación: esperaba que el adversario hiciera su primer movimiento, y, gracias a su inte-ligencia privilegiada para captar los errores, contraatacaba con velocidad fulminante.

El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una batalla.

Conociendo la reputación del viejo samurai, estaba allí para de-rrotarlo y aumentar así su fama.

Cuentos para pensar

LCerca de Tokio vivía un sa-murai, ya anciano, quien se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóve-nes. A pesar de su edad,

corría la leyenda de que era capaz de vencer a cualquier adversario.

Cierto día un guerrero cono-cido por su total falta de escrú-pulos pasó por la casa del viejo. Era famoso por utilizar la técnica

Los estudiantes de zen que se encontraban presentes se mani-festaron contra la idea, pero el anciano aceptó el desafío.

Entonces fueron todos a la plaza de la ciudad, donde el joven em-pezó a provocar al viejo: Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara y le gritó to-dos los insultos conocidos, ofen-diendo incluso a sus ancestros.

El coleccionista de insultos

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Presencia Apostólica 19

el avaro

Cuentos para pensar

Durante varias horas hizo todo lo posible para sacarlo de sus ca-sillas, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, ya exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró de la plaza.

Decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tan-tos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:

—¿Cómo ha podido soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usó su espada, aun sabiendo que podría perder la lucha, en vez de mostrarse como un co-barde ante todos nosotros?

El viejo samurai repuso:—Si alguien se acerca a ti con un

regalo y no lo aceptas, ¿a quién le pertenece el regalo?

—Por supues to , a quien intentó entregar-lo— respondió uno de los discípulos.

—Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos —aña dió el maestro—, cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.Autor desconocido

Reflexión:¿Qué pasaría si no cedemos a provocacio-nes, insultos e intentos de humillación? No podemos cambiar la actitud de los demás, pero podemos ele-gir no entrar en el juego, y no caer en la provocación.

Un avaro vendió todo lo que tenía para comprar un lin-gote de oro que luego enterró en un hoyo, al lado de una vieja pared. Cada día acudía al lugar para vigilar. Uno de sus trabajadores notó sus frecuentes visitas al lugar y decidió espiarlo. Pronto, el empleado descu-

brió el secreto del tesoro escondido. Se puso a escarbar, encon-tró el lingote de oro y se lo robó.

En su siguiente visita, el avaro encontró el hoyo vacío en la tierra. El hombre comenzó a jalarse de los cabellos y a lamen-tarse a gritos. Un vecino que lo observaba, al comprender la causa de su duelo, le dijo: “Hombre, no sufras tanto, ve y con-sigue una piedra del tamaño de tu lingote, ponla en el hoyo, y haz de cuenta que el oro sigue ahí. Será exactamente lo mismo. Te dará el mismo servicio, porque cuando el oro estaba ahí, tú no lo tenías, dado que nunca hiciste ningún uso de él.”Ilu

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20 Presencia Apostólica

Mayo 74° domingo de PascuaJn 10,1-10

(…) Jesús dijo a los fariseos: “Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandi-do; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, por-que no conocen la voz de los extraños.”

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no en-tendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. To-dos los que han venido antes que yo son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, po-drá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.”

Mientras los falsos pastores solo se aprovechan de las ovejas, Jesús, el buen pastor, ama y conoce a cada una de sus ovejas y está dispuesto a dar-lo todo “para que tengan vida”. Reflexionemos en esto: ¿para qué quiere Jesús que lo sigamos? La respuesta es para que tengamos vida; es decir para que seamos felices.

Reflexionemos también en esto que nos dice Je-sús “Yo soy la puerta.” Él es la puerta por la que

podemos entrar a otra realidad en la que tendre-mos vida en abundancia. Esa realidad es el Reino de Dios, la posibilidad de vivir ahora y siempre en el amor de Dios. Cada vez que en nuestras vidas nos encontremos en una situación en la que pa-rezca no haber salida, recordemos las palabras de Jesús, él es la puerta.

¿Distinguimos la voz de Jesús entre tantas otras

voces que escuchamos?

Mayo 145° domingo de PascuaJn 14,1-12

(…) Jesús dijo a sus discípulos: “No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de

Año de la misericordiaReseña

LaPalabra

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Presencia Apostólica 21

De la Palabra a la acción

mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy.”

Entonces Tomás le dijo: “Señor, no sabemos a dón-de vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Jesús le respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí. Si ustedes me co-nocen a mí, conocen también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto.”

Le dijo Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta.” Jesús le replicó: Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? Quien me ve a mí, ve al Padre. Entonces por qué dices: «Muéstranos al Padre»? ¿O no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí. Las palabras que yo les digo, no las digo por mi propia cuenta. Es el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras. Créan-me: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Si no me dan fe a mí, créanlo por las obras. Yo les aseguro: el que crea en mí, hará las obras que hago yo y las hará aún mayores, porque yo me voy al Padre.”

Jesús nos llama a no perder la paz y nos da una pers-pectiva de esperanza que incluye la vida después de esta vida que conocemos; nos dice a dónde vamos —a la casa del Padre— y cómo llegar ahí: “Yo soy el camino.”

Jesús es el camino para llegar al Padre y al mismo tiempo es el primero en recorrer ese camino; pa-sando él primero por las dificultades y sufrimientos que hay que atravesar y enseñándonos que es posi-ble recorrerlo sin perder la paz, fortalecidos por la confianza en Dios.

El camino que nos propone Jesús no es un camino fá-cil, pero es un camino de amor y justicia, de crecimien-to y, a fin de cuentas, de bienaventuranza y verdadera felicidad; un camino que vale la pena recorrer.

Cada vez que nos encontremos con dudas acerca de por dónde seguir, recordemos que él es el camino.

Jesús es el camino a la verdadera felicidad.

Mayo 216° domingo de PascuaJn 14,15-21

(…) Jesús dijo a sus discípulos: “Si me aman, cum-plirán mis mandamientos; yo le rogaré al Padre y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con us-tedes, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; ustedes, en cambio, sí lo conocen, porque habita entre ustedes y estará en ustedes.

No los dejaré desamparados, sino que volveré a ustedes. Dentro de poco, el mundo no me verá más, pero ustedes sí me verán, porque yo permanezco vivo y ustedes también vivirán. En aquel día enten-derán que yo estoy en mi Padre, ustedes en mí y yo en ustedes.

El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él.”

Dios establece con nosotros una relación de amor que se realiza al cumplir con los mandamientos de amarlo a Él y a nuestro prójimo. Jesús nos habla de una presencia permanente que además va más allá de “estar con”, pues el habla de “estar en”, cuando se refiere a su presencia en relación con el Padre y a su forma de estar en nosotros.

La palabra Paráclito viene del griego y quiere de-cir abogado defensor; se refiere al Espíritu Santo.

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22 Presencia Apostólica

Dios quiere quedarse con nosotros y en nosotros, a través de su Espíritu que es el Espíritu de la verdad, el que nos transforma y nos enseña lo que debemos hacer, como lo hizo con los discípulos.

¿Deseas que el Espíritu de la verdad habite en ti?

Mayo 28La Ascensión del SeñorMt 28,16-20

(…) Los once discípulos se fueron a Galilea y subie-ron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban.

Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: “Me ha sido dado todo el poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.”

Celebrar la Ascensión de Jesús implica una invita-ción a comprometernos con Él en nuestra vida. En los últimos versos del evangelio según san Mateo Jesús señala la misión de los apóstoles, misión que compartimos todos los cristianos.

Con el encargo de su misión Jesús nos muestra su amor y su confianza y nos promete estar con noso-tros “todos los días, hasta el fin del mundo”.

Junio 4Domingo de PentecostésJn 20,19-23

Al anochecer del día de la resurrección, estando ce-rradas las puertas de la casa donde se hallaban los dis-cípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes.” Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.

De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo.” Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo.” A los que les per-

donen los pecados les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.”

En el evangelio según san Juan, la primera aparición de Jesús a sus discípulos sucede en la tarde del do-mingo de resurrección.

Jesús se presenta en medio de esa comunidad para darles el regalo del Espíritu Santo y con él la paz y el poder de perdonar los pecados.

La fuerza del Espíritu de Jesús puede transformar-nos también a nosotros, como a los apóstoles, de débiles, temerosos y encerrados, a valientes, confia-dos y animosos para emprender la misión.

En Pentecostés celebramos una vida nueva: la vida en y con el Espíritu Santo. Es el Espíritu de Pente-costés el que hace posible el verdadero seguimiento de Jesús en el que podemos llamar Padre a Dios y a todos los hombres, hermanos.

La fiesta tiene también un sentido comunitario, pues celebra el nacimiento de la Iglesia.

Junio 11La Santísima TrinidadJn 3,16-18

“Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.”

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Presencia Apostólica 23

Esta breve lectura del evangelio de Juan explica la misión de Jesús, enviado por Dios, motivado por su amor al mundo, a la humanidad, para intervenir en la historia humana.

Hay que tener muy claro que el amor de Dios quiere la salvación del hombre; esa es su voluntad.

La elección que cada persona hace, ante Jesucristo, es la elección entre la luz y la oscuridad; rechazar a Cristo es preferir la oscuridad.

La fiesta de la Santísima Trinidad nos recuerda que siempre podemos conectarnos con la presen-cia de Dios, viviendo cada día de nuestra vida en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Junio 18DomingoMt 9,36-10,8

(…) Al ver Jesús a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípu-los: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos.”

Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias.

Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su her-mano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el pu-blicano; Santiago, hijo de Alfeo y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: “No vayan a tierra de paganos ni entren en ciudades de samaritanos. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han reci-bido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente.”

Al contemplar a la multitud, Jesús sentía com-pasión y se daba cuenta de las necesidades de la gente y de la cantidad de trabajo que implicaría atenderlas. De acuerdo con esto, Jesús habla del Reino de Dios en los términos del trabajo del cam-po y nos hace ver que hace falta gente dispuesta a trabajar por transformar la realidad con amor y

justicia. Así, Jesús nos invita a ser discípulos com-pasivos y a trabajar por los demás.

¿De qué manera trabajas por el Reino de Dios en tu vida cotidiana?

Junio 25DomingoMt 10,26-33

(…) Jesús dijo a sus apóstoles: “No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas.

No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.

¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a uste-des, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.

A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hom-bres, yo también lo negaré ante mi padre, que está en los cielos.”

Esta lectura es parte de las instrucciones de Jesús a los Doce, cuando los envía a realizar su misión. Les dice a sus enviados que no teman a los hom-bres, que teman más por su alma que por su vida y que pregonen la verdad. Sus palabras ayudan a los enviados a superar el miedo que sin duda sentirán al realizar su misión. La forma de evi-tar el miedo es comprender que contamos con la protección y el cariño de Dios y, por tanto, no debemos temer a los hombres.

Jesús nos invita a no ser tan ansiosos, a concen-trarnos en lo importante y a confiar en Dios.

* Cuando no se reproduce el texto de la lectura (por razones de espacio), se invita

a leerlo en la cita bíblica.

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24 Presencia Apostólica

de sacrificio que implica desprenderse de algo o de alguien, a fin de adquirir eso que mejore nuestro pro-pio mundo y el de los demás.

Tener fe es VER positivamente hacia adelante, no importa cuán incierto parezca el futuro o cuán doloroso el pasado. Quien tiene fe hace del hoy un fundamento del mañana y trata de vivirlo de tal ma-nera que cuando sea parte de su pasado, pueda verlo como un grato recuerdo.

Tener fe es CONFIAR pero confiar no solo en las cosas y en las personas, sino en el Dios que obra, actúa y habla a través de las personas. Muchos confían en lo material, pero viven relaciones huecas con sus semejantes. Cierto que siempre habrá gente que las-

time y traicione tu confianza, así que lo que tienes que hacer es seguir confiando y solo ser más cuidadoso con aquel en quien confías dos veces.

Tener fe es BUSCAR lo imposible: sonreír cuando tus días se encuentran nu-blados y tus ojos se han secado de tanto llorar. Tener fe es no dejar nunca de des-nudar tus labios con una sonrisa, ni siquie-ra cuando estés triste, porque nunca sabes

cuándo tu sonrisa puede dar luz y esperanza a la vida de alguien que se encuentre en peor situación que la tuya.

Tener fe es ANDAR por los caminos de la vida de la misma forma en que lo hace un niño. Tomados de la mano de nuestro padre. Tener fe es dejar nues-tros problemas en manos de DIOS y arrojarnos a sus brazos antes que al abismo de la desesperación. Fe es descansar en Él para que nos cargue, en vez de cargar nosotros nuestra propia colección de problemas.

José Luis Prieto www.reflexionesparaelalma.net

podríamos saber por qué a veces conduce nuestra vida por sendas extrañas y contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos.

Tener fe es DAR cuando no tenemos, cuando nosotros mismos necesitamos. La fe siempre saca algo valioso de lo aparentemente inexistente; puede hacer que brille el tesoro de la generosidad en medio de la pobreza y el desamparo, llenando de gratitud tanto al que recibe, como al que da.

Tener fe es CREER en lugar de recurrir a la duda, que es lo más fácil. Si la llama de la confianza se extingue, entonces ya no queda más remedio que en-tregarse al desánimo. Para muchos creer en nuestras bondades, posibilidades y talentos, tanto como en los de nuestros semejantes, es la energía que mueve la vida hacia grandes de-rroteros. Pero todavía hay una forma más elevada de creer. Saber que nues-tra vida está en las manos de Dios y que Él es quien cuida de nosotros.

Tener fe es GUIAR, DIRIGIR nues-tra vida, pero no con la vista, sino con el corazón. La razón necesita muchas evidencias para arriesgarse, el corazón necesita sólo un rayo de esperanza. Las cosas más bellas y grandes que la vida nos regala no se pueden ver, ni siquiera palpar, solo se pueden acariciar con el espíritu.

Tener fe es LEVANTARSE cuando se ha caído. Los reveses y fracasos en cualquier área de la vida nos entristecen, pero es más triste quedarse lamentándose en el frío suelo de la autocompasión, atrapado por la frustración y la amargura.

Tener fe es ARRIESGAR todo a cambio de un sueño, de un amor, de un ideal. Nada de lo que me-rece la pena en esta vida puede lograrse sin esa dosis

Tener fe

Reflexión

Tener fe es ACEPTAR lo que Dios permite en nuestra vida aun-que no lo entenda-mos, aunque no nos

guste. Si tuviéramos la capaci-dad de ver el fin desde el princi-pio tal como Él lo ve, entonces

“Que en tu vida haya suficiente fe para afrontar y esperar

que las situaciones difíciles cambien, y la necesaria humil-dad para aceptar

que muchas veces el que tiene que

cambiar, eres tú.”

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