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MARIA EN LOS EVANGELIOS APOCRIFOS COPTOS Fraentos sahídicos de la vida de la Virgen GONZALO ARANDA El valor de la literatura apócra no puede establecerse en conjunto y a priori. Es necesario un examen de cada uno de tales escritos para ·poder determinar sus caracteristicas: elementos aprovechables y ten- dencias desviadas de la auténtica tradición, carácter popular o am- biente esotérico, influencias que ejerce o recibe en relación a otros es- critos.. . , etc. En general, puede decirse que los evangelios apócris de la infancia de Jesús son obras de carácter popular que desarrollan, con gran imaginación, los relatos evangélicos, asociando pasajes de la Sagrada Escritura o inventando narraciones que presenten de modo plástico y comprensible los datos de la fe. Bajo su forma narrativa, avi- garrda a v�ces con milagros, personajes bíblicos y situaciones anacró- nicas, se puede descubrir un ndo de auténtica piedad, una rma de comprender e interpretar los textos bíblicos canónicos, y unas convic- ciones religiosas expresadas directa o indirectamente de mil maneras distintas. El silencio en que durante siglos han caído estos escritos, debido en parte a la falsa interpretación a que pueden dar lugar· , no merma su valor originario. El tema de la Santísima Virgen es uno de los que con más frecuen- cia aparece en la literatura de los evangelios apócris, especialmente en los que narran acontecimientos de la vida de nuestra Señora, sobre todo su nacimiento y su final en este mundo, o en los que tratan de la inncia de Jesús, o de la muerte de san José1• En el crtzºanmo extendido por Egipto desde los tiempos apostó- licos, floreció ampliamente el culto mariano y también, dado el carác- l Cfr L. TURRADO, Mar en los Evan g elios apócros, en «Cultura Bíblica» 11 (1954), 380-390. 115

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MARIA EN LOS EVANGELIOS APOCRIFOS COPTOS

Fragmentos sahídicos de la vida de la Virgen

GONZALO ARANDA

El valor de la literatura apócrifa no puede establecerse en conjunto y a priori. Es necesario un examen de cada uno de tales escritos para

·poder determinar sus caracteristicas: elementos aprovechables y ten­dencias desviadas de la auténtica tradición, carácter popular o am­biente esotérico, influencias que ejerce o recibe en relación a otros es­critos .. . , etc. En general, puede decirse que los evangelios apócrifos de la infancia de Jesús son obras de carácter popular que desarrollan, con gran imaginación, los relatos evangélicos, asociando pasajes de la Sagrada Escritura o inventando narraciones que presenten de modo plástico y comprensible los datos de la fe. Bajo su forma narrativa, avi­garr<l;da a v�ces con milagros, personajes bíblicos y situaciones anacró­nicas, se puede descubrir un fondo de auténtica piedad, una forma de comprender e interpretar los textos bíblicos canónicos, y unas convic­ciones religiosas expresadas directa o indirectamente de mil maneras distintas. El silencio en que durante siglos han caído estos escritos, debido en parte a la falsa interpretación a que pueden dar lugar·, no merma su valor originario.

El tema de la Santísima Virgen es uno de los que con más frecuen­cia aparece en la literatura de los evangelios apócrifos, especialmente en los que narran acontecimientos de la vida de nuestra Señora, sobre todo su nacimiento y su final en este mundo, o en los que tratan de la infancia de Jesús, o de la muerte de san José1•

En el cristzºanismo extendido por Egipto desde los tiempos apostó­licos, floreció ampliamente el culto mariano y también, dado el carác-

l Cfr L. TURRADO, María en los Evangelios apócrifos, en «Cultura Bíblica» 11 (1954), 380-390.

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ter popular de la Iglesia copta, la literatura apócrifa de las tendencias más variadas2•

Aunque gran parte de los escritos apócrifos coptos son traducciones del griego, no faltan, sin embargo, obras originales, o al menos, obras de las que no poseemos otros testimonios que la versión copta. Por otra parte, aun en aquellas obras de las que poseemos el original griego, se puede apreciar la originalidad de la impronta copta reflejada en la versión. Se debe también a las condiciones geográficas y climatológicas de Egipto que sea precisamente de ahí de donde nos ha llegado un buen número de obras apócrifas3.

Sin entrar por el momento en las complejas relaciones que pueden descubrirse entre unos y otros evangelios apócrifos -esto pertenece más bien a una labor de síntesis-. nos proponemos aquí examinar una serie de fragmentos sahídicos que se han agrupado según su con­tenido: La vida de la Virgen4•

Estos textos sahídicos presentan la peculiaridad de ser, al parecer, parte de sermones en los que el predicador, para ilustrar su enseñanza, no ha dudado en dirigirse a los fieles usando estos relatos, que perte­necen, sin duda, a la literatura apócrifa5• En nuestra exposición consi­deraremos el texto de los fragmentos tal como aparece, sin pretender determinar cuál sería exactamente el material anterior. El fin que nos proponemos ahora no requiere esta hipotética labor, pues sólo tratamos en estas páginas de analizar la presentación que, en los citados frag­mentos, se hace de la Santísima Virgen, expecialmente en lo que toca sus principales prerrogativas.

- - 2 Cfr G. GIAMBERARDINI, Il culto mariano in Egüto nei primi· sei secoli", en «Studia Orientalia Christiana», Collectanea n. 0 12, El Cairo, 1967, pp. 5-196. Especialmente pp. 8-12. Por otra parte, el gusto por la literatura apócrifa fue bastante comiin en el período bizantino.

3 Para una visión general de las publicaciones y manuscritos conocidos sobre el tema, cfr T. ÜRLANDI, Elementi" di lingua e letteratura copta, Milán, 1970, pp. 141-145.

4 Estos y otros textos apócrifos coptos de gran interés han sido editados y traducidos por J. A. RoBINSON, B. D. en Texts and Studies, IV, 2 (Coptic Apocriphal Gospels), Cambridge, 1896. Reimpreso por Kraus reprint lim., Nedeln/Liechtenstein, 1967. Robinson hace una deta­llada descripción de los manuscritos, y una rica anotación al texto, resaltando aspectos filo­lógicos e interrelacionándolo con otros escritos apócrifos. Estos fragmentos no han sido recogidos en la edición de A. DE SANTOS, Los Evangelios apócrifos, BAC, Madrid, 1951, quizá por considerarlos más bien textos homiléticos.

5 No conocemos los escritos apócrifos de los que proceden estos relatos. Sin embargo, parece evidente su existencia anterior a los sermones. De ahí que aunque algunos de los fragmentos se consideren escritos hacia el siglo X, su contenido puede responder a escritos de tiempo ante­rior. Concretamente, la semejanza en detalles que estos textos tienen con el Protoevangeli"um lacobi orienta, al menos, a pensar que recogen un material mucho más primitivo.

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l. Contenido de cada uno de los fragmentos

Exponernos en primer lugar un resumen del contenido de estos textos para que puedan apreciarse de este modo las divergencias que presentan respecto a otros textos apócrifos, y la originalidad, por tanto, de sus afirmaciones6•

El primer fragmento contiene parte de un sermón, pronunciado en la fiesta de la Natividad de la Virgen 7, y dirigido contra los «here­jes» 8, en el que se afirma como enseñanza fundamental que la Santí­sima Virgen fue realmente una mujer nacida del linaje humano corno todos los demás hombres, a diferencia del nacimiento de Cristo, que ocurrió sin concurso de varón. Para mostrar a los oyentes esta verdad acerca del nacimiento de la Virgen aduce los relatos que -dice- han sido contados y escritos por los Apóstoles9•

Describe, en primer lugar, el dolor de los padres de la Virgen -Joaquín y Ana- al ser Ana estéril, y cómo Dios les da a conocer me­diante unos sueños, que van a tener descendencia10• El nacimiento

Puede consuftarse para esta confrontación el resumen que hace L. Turrado, o la edición de A. de Santos, anteriormente citados.

7 Los datos sobre estos manuscritos pueden verse en J. A. ROBINSON, o.e. , p. XXI. Que se trata de un sermón para esta fiesta aparece claro en el v. 62: «Nos juntamos todos los años en este día que. es el nacimiento de la Reina de todas las mujeres, de la Virgen María ... ».

8 No es fácil establecer cuáles eran las afirmaciones de estos «herejeS>> -distintos de los judíos que blasfemaban contra la Virgen mientras ésta vivía, y quisieron quemar su cuerpo cuando murió (vv. 5-7)-, puesto que el manuscrito está estropeado en este pasaje, pero a tenor de las expresiones condenatorias que encontramos, tales herejes parece que sostenían que la Virgen no nació como los demás, ni murió, y que no concibió virginalmente a Cristo. Más bien, según estos «herejes», la Virgen está relacionada con una potencia -oudynamis- que se adueña de ella (v. 8). Este lenguaje recuerda, como señala Robinson (o.e., p. 187), el de un discurso de la Virgen en el Pistis Sofía, según el cual un poder procedente de Barbelo residió en María y convirtió el cuerpo de Cristo en hílico. De ahí que podemos pensar que estos «herejes» estaban influenciados por ideas gnósticas, y es contra ellas contra las que se dirige el sermón señalando la realidad plenamente humana de la Santísima Virgen. Quizá esto explica que en estos frag­mentos sahídicos encontremos una línea no asuncionista: «Maldito quien diga que arrebataron a la Virgen de los cielos en su cuerpo; sino que ella murió como todos los hombres y fue con­cebida por semen de varón como nosotroS>> (v. 12). Sin embargo, no quiere decir que el cuerpo de la Virgen experimentase la corrupción del sepulcro, sino únicamente que ella vio la muerte con sus ojos, tal como lo encontramos más adelante en el 4. 0 fragmento.

9 Ya es en cierto modo sorprendente esta referencia genérica, pero firme, a la tradición apostólica, siri recurrir a revelaciones especiales recibidas por algunos de los discípulos como ocurre en otros evangelios apócrifos.

10 San Joaquín sueña que se encuentra, junto a una fuente y una paloma blanca está be­biendo agua en la fuente. La paloma vuela hacia él, posándose en su cabeza. Santa Ana sueña también que una paloma está posada en un árbol junto a una fuente, y que volando viene hacia ella, se posa en sus manos y la besa dulcemente. Aunque la concepción. y nacimiento de María van a ocurrir del mismo modo que en los demás mortales, ya en el momento de su concepción, Dios manifiesta a sus padres que su descendencia es sin mancha, como una paloma blanca. Más adelante veremos cómo a María se la llama Paloma Inmaculada. También en otros apócrifos aparece una paloma (cfr Protoevengelio IX, l; Pseudo-Mateo VIII, 3) pero en contexto dis­tinto: sale milagrosamente de la vara de José cuando éste va al templo y le toca hacerse cargo de la Virgen niña.

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de la Virgen ocurre de modo normal a los nueve meses de su concep­ción 11. Por medio de un sueño se lo comunica Dios al sacerdote Za­carías, quien, junto con Isabel, va a visitar a los padres de la Virgen. Ana prorrumpe en un cántico de alabanza a Dios.

El segundo fragmento contiene primero una narración sobre la vida de la Santísima Virgen en el templo, vida de recogimiento y servi­cio a Dios. Maria es alimentada por los ángeles y realiza grandes pro­digios. La otra parte del fragmento contempla ya a la Virgen en casa de José. Al llegar el tiempo designado por Dios, el arcángel Gabriel es enviado a la Madre de Dios. Se describe la Anunuciación 12 y luego los temores de san José13• Acaba el fragmento con el viaje a Belén y el na­cimiento de Jesús.

El tercer fragmento apenas tiene interés. Se trata de la descripción de un milagro, lleno de imaginación y fantasía: la victoria de Maria sobre los ídolos que tenían esclavizados a los hombres.

El cuarto fragmento constituye también parte de un sermón que trata del final de la Santísima Virgen en la tierra. El orador sagrado inicia el tema -que considera fácial para él y de gran utilidad para los oyentes- recordando las palabras que Cristo dirige desde la cruz a su Santísima Madre y a san Juan14• A continuación se refiere la vida de la Virgen junto a los apóstoles después de la Ascensión; obró muchas curaciones, pero no les permitió que las escribieran. Los apóstoles aprendieron de la Virgen la predicación del Evangelio, y Ella reunió

1 1 Según los datos d e este fragmento, María nació e l día 1 5 del mes Hator, correspondiente a noviembre, y fue concebida el primero del mes Paremhat, es decir, de marzo. Estos datos no corresponden con los que conocemos de los calendarios de la Iglesia copta� En el fragmento se pone de relieve intencionadamente que entre la concepción y el nacimiento de la Virgen transcurrió el tiempo normal.

12 La Anunciación ocurre tal como la relata san Lucas, si bien aquí se entremezclan unos versículos y otros. Llama la atención la sencillez de 1a descripción de este apócrifo que omite lo referente al viaje de la Virgen a la fuente a buscar agua y su trabajo de la púrpura (cfr Proto­evangelio XI, 1-3). Aquí todo ocurre . con una sencillez similar a la que encontramos en los Evangelios canónicos.

13 Refiere sucintamente el temor de José a ser objeto de risa para sus familiares -hijos y primos- que dirán: «Tomó una esposa en su ancianidad y la encontró en cinta» (v. 17); y sobre todo a los sacerdotes del templo que le encargaron cuidarla. Están ausentes del relato las intervenciones y juicio de los sacerdotes (cfr Protoevengelio XV), y se pone de relieve el asombro de san José antes de que se le revele el misterio: «Estoy maravillado -dice- porque nunca la he visto hablar con un hombre. Cómo ha concebido yo no lo sé>> (v. 19).

14 Se cita expresamente la Sagrada Escritura para probar que san Juan recibió a la San­tísima Virgen y cuidó de ella hasta el final de su vida. Leemos en el texto: «Desde el día aquél, dice la Escritura santa, él la recibió en su casa hasta el día de su consumación, y la servía en todo servicio que ella necesitaba, y le obedecía como un siervo obedece a su señor; y ella también, la Virgen Santa, lo amaba como una madre a sus hijos» (vv. 17-_19). El autor, o está glosando por su cuenta las Escrituras canónicas o, más bien, recurre a escritos apócrifos que contuviesen la glosa. Por otra parte, al citar las palabras del Señor a Juan, dice: «¡Hombre, ha ahí a tu madre!», mientras que en toda la tradición textual del pasaje se lee: «¡He ahí a tu madre!».

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en torno a sí y guió a muchas vírgenes, a las que decía: «Hijas, la vir­ginidad unió al Señor conmigo, vino y permaneció nueve meses en mi seno» (v. 24).

Quince años después de la Resurrección del Señor15 reunió a los tres discípulos predilectos de Jesús -Pedro, Santiago y Juan- y tras recordarles su especial relación con El hasta el día de la Ascensión16, les comunica el anuncio que le acaba de hacer su Hijo:. que llega el momento del final de su vida en la tierra y cómo va a ser su glorifi­cación en los cielos17• A continuación lo comunca a las vírgenes y da a los descípulos unas breves recomendaciones, mandándoles preparar

·una sábana y perfumes. Después de recitar una preciosa oración de sabor bíblico y contenido trinitario ante todos ellos, se acuesta sobre la sábana y llega el Señor rodeado de ángeles que le dice: «No temas lá muerte, oh Madre mía, pues toda la Vida está contigo» (v. 122). Entonces la Virgen vió la muerte con sus ojos solamente, y su alma fue recibida en brazos de su Hijo. Su cuerpo se durmió con un sueño di­vino y los apóstoles le cerraron los ojos. Era la noche del 20 de enero. Después la llevan a enterrar, por mandato del Señor, al valle de Jo­safat18.

Bajo estas narraciones de sabor popular propias de la literatura apócrifa, encontramos reflejada una enseñanza profunda acerca de la Santísima Virgen, que intentaremos poner de relieve al menos en sus líneas esenciales. Para ello iremos recogiendo sus afirmaciones encua­drándolas según las grandes prerrogativas y dotes de la Virgen, sin seguir un orden rígido. Interesa ver en cada caso la forma de decir y la interpretación que hace de los textos bíblicos canónicos.

15 El autor dice tomar estos datos según las Antigüedades de Josefo e Ireneo, que son judío�. También se les considera como fuente en otro fragmento sahídico que narra la crucifixión. Cfr J. A. ROBINSON, o.e., p. 180.

16 En las palabras de la Virgen se van siguiendo y mezclando convenientemente los relatos de los Evangelios canónicos, sin apenas salirse de ellos. Unicamente en dos ocasiones se glosa el texto canónico poniendo de relieve la figura de la Santísima Virgen. La primera recordando la Resurrección: la Madre de Jesús se cuenta como la protagonista principal que encabeza el grupo de mujeres a las que se aparece el Señ.or la mañana del Domingo (Mt 28,9-10), y ella, hablando a cada uno, reúne de nuevo a los discípulos en Galilea. La segunda, en el momento de la Ascensión: en el monte de los olivos donde, después del envío de los apostóles (cfr Mt 28,18- 19; Me 16,15), éstos le preguntan si va a dejarles abandonados y El contesta: «Si me voy os enviaré el Espíritu, el Paráclito, a vosotros en lugar mío ( ... ); y he aquí a la que fue mi morada, y yo fui su hijo en la carne y en la divinidad, ésta es de quien el carácter de su imagen es como yo según la carne, he aquí que ella está con vosotros ahora, y yo estoy con vosotros hasta el fin de los tiempos (vv. 48-50).

17 Sobre el año en que esto ocurrió no hay unammídad en la tradición de los apócrifos: El Transitus B. Virginis siriaco dice que fue 16 años después de la Ascensión; las recensiones latinas Transüus A y Transüus B dicen que dos años. Cfr L. TURRADO, o.e., p. 386. Cabe obser­var también aquí la gran sencillez de este relato en comparación con otros apócrifos.

18 Aquí se interrumpe el relato. Para los acontecimientos posteriores, según los evangelios apócrifos con los que pensamos que podría coincidir este fragmento, ya que, aunque con mayor sencillez va recorriendo los mismos acontecimientos, cfr L. TURRADO, o. e., pp. 386-387.

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2. Maternidad divina de María

Se llama a María la Madre de Dios -tmaau mpnoute-19, la theo­t0kos -tetheodokos-20, y la Madre de Rey -tmaau mprro-21• Este es el mayor y único título de gloria para ella, que aparece en las palabras de Cristo que recuerda la Virgen a los apóstoles, y en las mismas palabras pronunciadas por María. Así lo vemos en el cuarto fragmento en los discursos de María antes de su consumación. Las ex­presiones que ahí encontramos hablan por sí mismas: Ella fue -dice el Señor- mi lugar de habitación22 y no sólo en cuanto a la santísima Humanidad de Cristo, sino también de su divinidad: «Yo soy su Hijo en la carne y en la divinidad»23• Sin embargo, sólo según la carne la Madre es semejante a su Hijo24• El Hijo, Consejero del Padre, cuando vino a nosotros, sus siervos, se construyó un cuerpo como hombre en el seno de María25, donde vivió durante nueve meses26• Cristo fue recibido en los cielos «en la carne misma en la que yo le alumbré» 27 -dijo María recordando la Ascensión -. En verdad la Santísima Virgen püede dirigirse a El, cuando se le aparece para anunciarle su final �n la tierr�, llamándole: «Mi Señor, mi Dios, mi Hijo amado» 28•

Con frecuencia se la llama «Madre del Rey», fundamento para llamarla, con propiedad, «Reina» 29• Cristo es el Rey de todos nosotros y la Virgen la Madre del Rey30• De una manera especial se la considera Reina de todas las mujeres31 y Madre de todas las vírgenes32• Es tam­bién aclamada, al llegar al cielo, como «Madre de nuestra vida.>>33•

19 Frag. II, B, v. 8. 20 Frag. IV, v. 103. 21 Frag. IV, v. 8-11. 22 mañouoj. Con este término se traducen los griegos de oikos (núm. 24,21), kataskénosis

(Mt 8,20), etc., indicando la idea de habitación. 23 v. 49: jn tsarx mn tmntnoute. 24 v. 49. En el texto del apócrifo aparece una frase en relativo-tai etere pecharakter ntesjikon

eine ntoi kata sarx que podríamos traducir así: «Esta de la que la impronta de su imagen es semejante a mí, según la carne» o « . . . ha venido a mí. . . ». En cualquier caso refleja la semejanza de la Madre y el Hijo. Podemos observar que los términos charakter y eikon se emplean en el Nuevo Testamento para expresar la identidad de naturaleza divina entre el Padre y el Hijo. En Hebr 1,3 se dice que el Hijo es cp�rakter tes hypostaseos autou, aquí que tiene el charakter .tou eikonos autes, en Col 1, 15, que el Hijo es eikon tou theou, aquí, que es semejante al eikon tes parthenou pero esto kata sarka.

25 Frag. IV, v. 108. 26 Frag. IV, v. 24. 27 Frag. IV, v. 52. 28 Frag. IV, v. 65. 29 Frag. IV, 8: «Volvamos al tema de la Reina, la madre del Rey»; Frag. 1, v. 5: «La verda-

dera Reina». 30 Frag. IV, v. ll. 31 Frag. 1, v. 62. 32 Frag. IV, v. 77. 33 Frag. IV, v. 74.

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3. La virginidad de María

MARIA EN LOS EVANGELIOS APOCRIFOS COPTOS

Es éste un tema que, como el anterior, resplandece claramente a lo largo de estos fragmentos. A Maria se la designa como «la virgen santa, Maria»34. Se alude a su virginidad antes del parto, en el parto y después del parto.

"Ya al principio del primer fragmento, en contexto claramente ho­milético, se maldice a «quien diga que José tuvo relación con la Virgen antes de que ella concibiese a Cristo o a continuación, después que ella le dio a luz»35.

La virginidad de Maria, incluyéndose el voto de virginidad, res­ponde, más que a la propia iniciativa de la Virgen, a los planes de Dios y a su voluntad comunicada expresamente al sacerdote Zacarías para que éste la transmita a los padres de la Virgen36• La virginidad in partu queda afirmada, con toda sencillez, en la oración última lde la santísima Virgen37, y en la narración del nacimiento de Cristoss.

En el relato de la A nunciac·ión que encontramos en el segundo fragmento llama la atención la fidelidad al texto canónico de san

34 Frag. 1, v. 46; Frag. 11, v. 23; Frag. IV, v. 28, etc. 35 Creemos que es así como deben traducirse los vv. 10-11, sin separar la segunda parte

de la primera, como hace Robinson (cfr J. A. ROBINSON, o.e., pp. 2-3). La razón está en que según la dinámica de la redacción copta en estos versículos, cada tema nuevo es introducido por «Maldito quien . . . ». Por tanto no hay motivo para romper ese ritmo uniendo la segunda parte de la frase al anatematismo siguiente que trata del final de la vida de la Virgen. Por otrá parte el signo que aparece en el texto entre ambas partes de la expresión ( �;·) no debe considerarse como signo de separación de ideas, como nuestro punto y seguido, pues encontramos otros lugares en que no cumple esa función (cfr vv . 11.92, etc.). Las partículas eita on podemos tradu­cirlas por «ni a continuación tampoco» por estar en un contexto de negación. Aunque no encon­tramos estas dos partículas unidas en ningún pasaje néotestamentario sahídico, sino que más bien aparecen como sinónimas (cfr Me 8,25, L. Ttt. LEFORT, Concordance du Nouveau Testa­ment Sahidique, I, Louvain, 1950, p. 87), sin embargo eita es tomado con frecuencia en sen­tido negativo, traduciendo oude, cuando el contexto es negativo (cfr M. WILMET, Concordance du Nouveau Testament Sahidique, II, 2, Louvain, 1958. Por otra parte no es de admirar esta afirmación en el contexto del fragmento.

36 El ángel dei Señor le dice en el templo a Zacarías: «Tú, hijo del anciano Malaquías, esto dirás a Ana y J-eaquín: Guardad vuestra hija como virgen santa para un esposo único, Cristo» (Frag. 1, v. 75). Esta frase, tomada literalmente de san Pablo (2 Cor 11,2) y aplicada a la Santísima Virgen, nos está indicando que en Ella se cumple también y eminentemente desde el principio de su vida, por expresa voluntad de Dios, la realidad de unión con Cristo descrita por san Pablo en este pasaje. Después de los tres años, deberá ser llevada al templo, pues -sigue diciend.o el ángel- «ella es ofrenda votiva de los cieloS>> (Frag. I, v. 78). Notemos la dife­rencia con el resto de los evangelios apócrifos que atribuyen el voto de virginidad de María a la voluntad de sus padres (cfr L. TURRADO, o.e. , 383-384; E. AMANN, Le Protévangile de]acques et ses Remaniements Lalins, París, 1910, p. 23).

37 Frag. IV, v. 109: «Yo le di a luz sin concurso (de varón) y sin impureza, le alimenté sin ansiedad. El nos alimenta a todos nosotros».

38 Frag. 11, B, v. 23: Mientras san José va a buscar a la partera -relata el escrito apócrifo­«La Virgen Santa dio a luz a su Hijo en virginidad -jn oumntateine eros-». Literalmente «en ignorancia» o «en inocencia» referido al momento del parto.

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Lucas. Las adiciones son como notas explicativas del propósito de vir­ginidad y de la concepción virginal 39•

4. María, llena de gracia

La elección por parte de Dios de la Santísima Virgen para ser la Madre de su Hijo es la causa de que esté llena de gracia desde el momento de su Concepción Inmaculada. En el diálogo entre María e Isabel que leemos al principio del cuarto fragmento, la Virgen bendice a Dios que la ha llamado desde el vientre materno40• J?es­tinada a la vocación de servir a Dios con su maternidad y todo su ser, la Virgen es concebida limpia de toda mancha, Inmaculada. Queda reflejado en la paloma blanca que ven en sueños san Joaquín y santa Ana cuando es engendrada la Virgen41• Así en el mismo frag­mento se la llamará «María Reina, la Paloma Inmaculada» 42• Dios concede a Ana, después del nacimiento de la Virgen, ver su rostro «lleno de la gracia de Dios» 43; y cuando es llevada· al templo todo el pueblo de Israel pudo contemplarlo44•

5. Glorificación de la Virgen

Cuando Cristo se aparece a su Madre para comunicarle su par­tida de este mundo45, le anunció también que su alma y su espíritu,

39 La diferencia está en que aquí se resume el texto evangélico a lo que el autor del. apó­crifo consideraba esencial, y se introduce alguna pequeña variante. He aquí el texto apócrifo: «El ángel fue enviado a la Madre de Dios a proclamarle las grandes noticias. Entró hasta la Virgen, estando cerradas las puertas de su cámara, y le dijo: Dios te salve llena de gracia -la que ha encontrado gracia-, el Señor está contigo. He aquí que concebirás y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Enmanuel. La Virgen, cuan.do oyó esto se puso en un apuro -acrjba -(=aporein, el texto sahídico de Le dice asshtortr=dietarachthe) y dijo _al ángel: ¿Cómo me ocurrirá esto? No he conocido varón. Pues yo soy una virgen pura en mi alma y en mi cuerpo tal como me dieron a luz. Dice el arcángel: el Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altí­simo te cubrirá con su sombra, por eso lo que nacerá de ti es santo y se llamará Hijo de Dios. Cuando la Virgen Santa oyó estas cosas, dijo: Yo soy la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Y el ángel partió de junto a ella. Ella entonces concibió mediante el oir de sus oídos y estuvo tres meses más en casa de José, embarazada del Hijo de Dios vivo».

40 Frag. IV, v. 2: «Bendito es el Señor Sebaoth, que me ha llamado desde el seno de mi madre para servirle todos los días de mi vida». También algunos profetas habían sido elegidos o llamados por Dios desde el seno materno para una misión determinada (cfr Ier 49,l; Is 1,5; Gal 1,15); Maña lo ha sido para un seviéio pleno.

41 Frag. I, vv. 38-42. 42 Frag. I, v. 61. Maria tero. tekyroompe nattolm. Este título no se encuentra en ninguno

de los otros evangelios apócrifos Protoevangelio de Santiago, Pseudo-Mateo, Libro sobre la Nati­vidad de Maria. En el fragmento sahídico parece pertenecer a contexto homilético.

43 Frag. I, v. 86: «Ana la miró al rostro y lo vio Heno de la gracia de DioS». 44 Frag. II, A. vv. 1- 3. 45 Frag. IV, vv. 67-89.

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llevados a la Jerusalén celestial, recibirán tal gloria de· parte del Padre que todos los santos se llenarán de admiración. La causa de esta glorificación extraordinaria está en que ella ha hecho re­conciliar de nuevo con el Padre y sus ángeles al género humano (v. 69), es decir, ha sido corredentora con su Hijo46• Será exal­tada por encima de todos los santos porque en la Santísima Virgen se han cumplido las palabras del salmo: «Tú eres el orgullo del poder de ellos» (v. 70)47• Los ángeles le cantarán alabanzas eternamente porque es semejante a ellos en santidad y pureza (v. 71) 4s. Y los patriarcas, profetas y todas las vírgenes -hombres y mujeres- se regocijarán a su llegada y la adamarán como Madre (vv 73-77). Ella es para todos nosotros, la Virgen glorificada49•

Sobre el cuerpo de la Santísima Virgen, Cristo va a tener una pro­videncia particular: nadie podrá encontrar el lugar en que lo colo­cará el Señor, y los ángeles lo guardarán hasta el día de la segunda venida de Cristo50•

6. María y la Iglesia

Un aspecto que queda bien resaltado en el cuarto fragmento es la actuación de la Santísima Virgen en la Iglesia, después de la Ascen­sión del Señor a los cielos. Sin prejuzgar lo que pueda haber de his­tórico en estos relatos51, sí que podemos asegurar que la función atribuida a la Santísima Virgen en medio de aquella primera comu­nidad cristiana, está reflejando la fe del autor y los lectores de los fragmentos en el papel de la Santísima Virgen en la Iglesia. Vamos a señalar algunos rasgos que más llaman la atención.

46 Se aplica a la Santísima Virgen el mismo término que a Cristo en Rom 11, 15; Eph 2, 14, donde se habla de la reconciliación por su muerte.

47 Ps 89, 17. En el Salmo estas palabras se refieren a Dios, gloria y orgullo para los israelitas, porque con su favor ha exaltado a su pueblo. Aquí se aplican perfectamente a María que con su mediación de gracia se ha convertido también en el orgullo y gloria de todos los santos.

48 El hecho de que los ángeles la alaben por tal motivo, está indicando la excelencia supe­rior de la Santísima Virgen en estas prerrogativas.

49 Frag. IV, v. 11. 50 Así le dice el Señor a la Virgen (cfr Frag. IV, vv. 78-85). No sabemos si en lo que

falta del fragmento continuaría un relato semejante al de otros evangelios apócrifos que cuentan que al enterrar los apóstoles a la Santísima Virgen en el Valle de Josafat, o en Getsemaní, su cuerpo puro y precioso fue llevado a los cielos (cfr L. TURRADO, o.e. 387). Sin embargo parece que tanto en éste como en el primero de los fragmentos que consideramos, se rechaza la Asunción del cuerpo de la Virgen a los cielos, precisamente para recalcar la realidad de la humanidad de María y que no se confunda con una potencia divina. Lo que en realidad se quiere poner de relieve en estos textos es la separación del alma y del espíritu del cuerpo de la Santísima Virgen, y que de esta forma vio aunque sólo con los ojos- la muerte como todos los demás mortales, pues era de condición mortal. Sobre lo que realmente ocurrió con el cuerpo de Maña no podemos leerlo en estos fragmentos por ser incompletos. Hoy sabemos con certeza de fe que el cuerpo de la Virgen fue llevado a los cielos por el poder de Cristo, su Hijo.

5! No debe negárseles cierta credibilidad debida precisamente a la sencillez de su narración.

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Respecto a la predicación del Evangelio, se · dice que los após­toles fueron instruidos por la Santísima Virgen 52• Los apóstoles han sido enviados por el Señor para ir por todo el mundo y bautizar a todas las gentes en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, porque ellos han visto con sus ojos las maravillas y los milagros que Jesús, el hijo de Dios vivo, obró mientras estaba con nosotros en carne· sobre la tierra53-. Pero esta tarea, y la forma y contenido de su predicación, la realizan con la ayuda y el consejo de la Santísima Vir­gen, que les anima a no temer las amenazas de los reyes de la tierra54•

Dos son los títulos por los que María realiza esta función en la predicación evangélica. El primero, porque ella ha sido dejada -junto con la promesa del Espíritu Santo- a los apóstoles por Cristo antes de subir a los cielos, para que no queden huérfanos -norphanos-55; el segundo porque por medio de la Santísima Virgen habla el Espí­ritu Santo: Fuente del agua de la vida56.

En la consideración y predicación acerca de la Santísima Virgen, se ven cumplidas las palabras de los Salmos que profetizan una ense­ñanza e iluminación extraordinarias de Dios a su pueblo57•

Por último queremos señalar la especialísima relación que la Virgen tiene con aquellos -hombres y mujeres- que, como ella, siguen un camino de virginidad, atrayéndolos a Sí, guiándolos y estimulándoles

52 Frag. IV, v. 22. 53 Frag. iv, vv. 43-44.32. 54 Frag. IV, v. 59, Cfr Act 4,26.29. Lo que en Act aparece como oración de la Iglesia, se

pone aquí en labios de Santa María dirigiéndose a los apóstoles. Concuerda perfectamente -en cuanto a su sentido- con Act 1,14, en que se nos dice que la primitiva Iglesia perseveraba en la oración con María, la Madre de Jesús. La relevancia de la Virgen en estas oraciones de la Iglesia primitiva no podemos pasarla por alto.

55 Frag. IV, vv. 46-47. vv. 49-50: « • • . He aquí que ella junto a vosotros ahora. Y yo estaré con vosotros hasta el fin de los sigloS>>. La aparente «orfandad» en que Cristo deja a su Iglesia al ascender a los cielos, deja de ser tal, por la presencia del Espíritu Santo y la proximidad de la Santísima Virgen.

56 Así podemos interpretar el v. 30 del IV frag.: «Cuando vinieron (los apóstoles) a ella, los tres -Pedro, Santiago y Juan- se sentaron junto a ella, y la Fuente del agua de la vida abrió su boca, y les dijo ... ». Esta forma de decir recoge sin duda el pasaje de Apoc 21,6, donde Dios promete al que tenga sed, darle gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El agua viva en los escritos de san Juan es símbolo del Espíritu Santo (cfr Jn 4,10; 7,37-39}. Así se indica en el apócrifo que María habla a los apóstoles movida por el Espíritu 'Santo, viniendo a aplicarse a la Santísima Virgen el cumplimiento pleno de la promesa divina que leemos en el Apocalipsis.

57 Frag. IV, vv. 8-14: como el que cava en la tierra buscando agua y apenas empieza a cavar salta una fuente magnífica, así le ocurre al autor, que al empezar a hablar de la Dormición de la Virgen la fuente de la palabra ha brotado sobreabundantemente para nosotros. «Además ha llegado el momento de que gritemos con el profeta David y de levantar vuestra voz con el dulce s�lmista, el Espíritu Santo, mientras decimos: ¡Tú nos has enseñado más que todos los que nos han enseñado!; y también: La manifestación de tus palabras me ilumina». Se refiere al Ps 118, 98-99, 130, donde el salmista se dirige así a Dios alabándole por la enseñanza de la Ley. Aquello, viene a interpretarse en el fragmento, era figura de la enseñanza que Dios nos ha revelado en la Virgen.

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a esforzarse por guardarla58• Por eso las vírgenes -hombres y mu­jeres - la glorificarán en el cielo aclamándola «Reina de todas las vírgenes» 59•

Conclusión

De los cuatro fragmentos que hemos examinado únicamente el tercero désentona de la línea de · sencillez y uso fiel de los textos bíblicos que podemos observar en todos ellos. Esta es su primera característica a destacar. Probablemente ha podido influir en estos relatos apócrifos el que se transmitan aquí como integrados en con­textos homiléticos; pero ello no es inconveniente para que reco­nozcamos la diferencia que les separa de otros relatos de evangelios apócrifos sobre los mismos temas, sobrecargados de sucesos mara­villosos.

Más que los milagros en los que se desborda la imaginación, en estos fragmentos -hemos de seguir exceptuando el tercero de ellos­sobresale el uso de imágenes con verdadera fuerza expresiva: son sueños, diálogos, discursos, oraciones, situados en un contexto por lo menos de posibilidad histórica, lo que constituye el material más ori­ginal y valioso.

Las prerrogativas de la materp.idad divina de María y de su virgi­nidad aparecen claramente expuestas y formuladas. No ocurre lo mismo con otros privilegios de la Virgen, como la Inmaculada Con­cepción y la Asunción a los cielos, sobre los que falta la clarificación doctrinal, y sobre todo expresiva, que más tarde alcanzará la teología y el Magisterio de la Iglesia. Sin embargo, es en estos puntos donde advertimos el mayor valor histórico-doctrinal de estos textos, pues al mismo tiempo que manifiestan la fe en que, ciertamente, algo sobre­natural y misterioso ha ocurrido en la concepción y en la salida de este mundo de la Santísima Virgen, se enfrentan duramente contra quien afirme que no fue concebida y nació como los demás hombres, o que su cuerpo fue arrebatado al cielo, por una potencia sin gustar la muerte -de alguna forma- como los demás mortales. Es al servi­cio de la presentaeión de estas verdades de la fe -Inmaculada Con­cepción y Asunción - donde cobran relieve las imágenes de la paloma

58 Frag. IV, vv. 23-250. La Santísima Virgen anima a las vírgenes en la lucha de la virginidad - ejoun epagon ntparthnia - , recordándoles que por la virginidad atrajo a ella al Señor y moró en su seno nueve meses y -sigue el relato- ella les condujo por el camino estrecho hasta que llegaron a su querido Hijo, sin tropiezo.

59 Frag. IV, vv. 76-77.

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blanca en los sueños de Joaquín y Ana, o el anunc10 de Cristo a su Madre antes de su tránsito de este mundo.

Algo parecido podría decirse a propósito de la Santísima Virgen en la vida de la Iglesia: las gracias que la Iglesia experimenta por intercesión de la Virgen las ven realizadas extraordinariamente en el tiempo que transcurre desde la Ascensión a la Asunción y de modo parecido ven que en la Virgen se han cumplido plenamente · algunos palabras de las Escrituras, y que en ella se han realizado eminen­temente las realidades de la Nueva Alianza.

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