marco histórico orientación

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MARCO HISTÓRICO ORIENTACIÓN La teoría sugiere, asimismo, dos procesos de influencia social que han sido relevantes para el diseño del taller. El primero, es la imitación de conductas de otras personas (iguales o adultos) significativas para el sujeto. El segundo, es el reforzamiento social que los adolescentes reciben de esas personas significativas por su conducta. El modelo de Kandel tiene reflejo en el taller ¡ en tres aspectos importantes. En primer lugar, en la elección de la población diana: adolescentes que aún no se han iniciado en el consumo de drogas. En segundo lugar, en priorizar la intervención en la pre- vención de los consumos de alcohol y tabaco. Y en tercer lugar, en la definición de objetivos y de criterios de evaluación del programa; por ejemplo, retrasar la edad de inicio en el consumo de drogas tanto como sea posible. Los componentes del taller destinados a desarrollar habilidades para la vida en los adolescentes encuentran su fundamento en la teoría de la conducta problema (Jessor y Jessor, 1977 y 1980). Para estos autores, las conductas problema de los adolescentes, incluidas las de consumo de drogas, son propositivas y funcionales; es decir, los adolescentes se implican en ellas porque logran ciertas metas importantes en su desarrollo, por ejemplo, ganar la aceptación y el respeto de sus amigos; conseguir autonomía de sus padres; amortiguar la ansiedad, frustración o aburrimiento; etc. La implicación preventiva de esta formulación es clara: los programas de prevención deben proporcionar habilidades y recursos para lograr esas mismas metas, pero con conductas saludables, de lo contrario, el adolescente puede recurrir a la conducta problema como forma alternativa de conseguirlas.

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EJEMPLO MARCO

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Page 1: Marco Histórico Orientación

MARCO HISTÓRICO ORIENTACIÓN

La teoría sugiere, asimismo, dos procesos de influencia social que han sido relevantes para el diseño del taller. El primero, es la imitación de conductas de otras personas (iguales o adultos) significativas para el sujeto. El segundo, es el reforzamiento social que los adolescentes reciben de esas personas significativas por su conducta.

El modelo de Kandel tiene reflejo en el taller ¡ en tres aspectos importantes. En primer

lugar, en la elección de la población diana: adolescentes que aún no se han iniciado en el consumo de drogas. En segundo lugar, en priorizar la intervención en la prevención de los consumos de alcohol y tabaco. Y en tercer lugar, en la definición de objetivos y de criterios de evaluación del programa; por ejemplo, retrasar la edad de inicio en el consumo de drogas tanto como sea posible.

Los componentes del taller destinados a desarrollar habilidades para la vida en los adolescentes encuentran su fundamento en la teoría de la conducta problema (Jessor y Jessor, 1977 y 1980). Para estos autores, las conductas problema de los adolescentes, incluidas las de consumo de drogas, son propositivas y funcionales; es decir, los adolescentes se implican en ellas porque logran ciertas metas importantes en su desarrollo, por ejemplo, ganar la aceptación y el respeto de sus amigos; conseguir autonomía de sus padres; amortiguar la ansiedad, frustración o aburrimiento; etc. La implicación preventiva de esta formulación es clara: los programas de prevención deben proporcionar habilidades y recursos para lograr esas mismas metas, pero con conductas saludables, de lo contrario, el adolescente puede recurrir a la conducta problema como forma alternativa de conseguirlas.

Por último, el taller también se basa de modo importante en los postulados del modelo de desarrollo social (Hawkins y Weis, 1985; Catalano, Hawkins y Miller 1992 y Catalano y Hawkins, 1996).

Este modelo, en el que se integran otras teorías que han conseguido aval empírico como la teoría del control social, la teoría del aprendizaje social y la teoría de la asociación dife-rencial, plantea la hipótesis de que la conducta pro-social y la conducta problema se originan a través de los mismos procesos, existiendo dos posibles vías, una que lleva a la conducta adaptada y otra que lleva a la conducta antisocial. Si predominan los vínculos y las influencias positivas, resulta la conducta pro-social; cuando predominan los vínculos y las influencias negativas, resulta la conducta antisocial. Los niños y los adolescentes, del mismo modo que aprenden comportamientos apropiados, pueden aprender conductas desviadas.

Page 2: Marco Histórico Orientación

El modelo de Catalano y Hawkins concede una gran importancia a los vínculos sociales. Los lazos o vínculos sociales se definen en la teoría como una adhesión, un compromiso con la familia, la escuela y los compañeros que influyen de forma positiva. Estos vínculos tienen la propiedad de inhibir los comportamientos desviados a través del establecimiento de un “anclaje” del individuo para actuar de acuerdo con las normas y valores de la unidad de socialización.

La teoría predice que aquellos individuos que desarrollan lazos fuertes y tempranos con la familia, la escuela y con compañeros que no están implicados en el consumo de drogas o en comportamientos delictivos, mantendrán un sistema de creencias convencionales y un compromiso de respeto a las normas sociales. Por el contrario, la conducta desviada se produce cuando la socialización pro-social se rompe, bien porque a la persona se le niega la posibilidad de participar en los grupos que ejercen influencias positivas, bien porque sus habilidades son inadecuadas para que las conductas adaptadas reciban refuerzo, o bien porque el ambiente no recompensa la conducta pro-social del sujeto.

Atendiendo a la elaboración del taller, un aspecto relevante que se ha tenido en cuenta, es que para que se formen los vínculos pro-sociales con cualquier entorno es necesario, entre otras condiciones, que el sujeto tenga habilidades y recursos personales para interactuar y hacer contribuciones significativas en los grupos sociales en los que participa. Según el modelo, ciertas habilidades cognitivas, emocionales y conductuales incrementan la probabilidad de implicarse, interactuar y desenvolverse con éxito (obteniendo refuerzo) en los distintos grupos sociales; de hecho, los individuos con mayores competencias perciben más beneficios en la interacción pro-social.

Entre las habilidades propuestas por la teoría que se han tenido en cuenta en el diseño del taller se encuentran las siguientes: a) habilidades sociales y de resistencia a la influencia social, b) habilidad para identificar, expresar y manejar emociones, c) control de impulsos y d) afrontamiento del estrés. Según la teoría, las habilidades sociales y de resistencia a la influencia social desempeñan un papel de protección en la medida en que permiten al individuo tener un pensamiento crítico frente a las fuentes de influencia social, al tiempo que le permiten eludir las situaciones de consumo de drogas, rechazando asertivamente las ofertas y afrontando con firmeza la presión del grupo para transgredir las normas de comportamiento establecidas.

En el taller el componente de habilidades de comunicación tiene por objeto que los participantes adquieran un conjunto de competencias de interacción social que les permitan desenvolverse con éxito en los ámbitos de socialización que son más significativos para su edad. Por otra parte, el componente de habilidades de resistencia pretende que los adolescentes sean conscientes de las diferentes fuentes de influencia social que les presionan para consumir drogas y que adquieran habilidades para rechazarlas, adoptando decisiones reflexivas, independientes y saludables.

Page 3: Marco Histórico Orientación

Zukerman (1994) ha propuesto el constructo “búsqueda de sensaciones” para explicar el interés de los adolescentes por el riesgo, por el deseo de vivir sensaciones nuevas e intensas y de ponerse a prueba con frecuencia para conseguir altos niveles de estimulación. Distintos autores (Newcomb y McGee, 1991; Wood et al., 1995; Luengo et al. 1996) han demostrado que los consumidores de drogas presentan puntuaciones más altas en las escalas de