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    //LUZ Y MOVIMIENTO VERTICAL. EL FENMENO DE LA LUZ

    EN EL SURRREALISMO Y LA MSTICA MEDIEVAL1//

    ----------------------------------------------------

    BLANCA HERNNDEZ ROJASUNIVERSIDAD DIEGO PORTALES

    ///PALABRAS CLAVE: Luz, mstica , surrealismo, Hildegard von Bingen.

    RESUMEN: Este art culo rev isa desde el surrealismo a la mstica medieval la figura de laluz como una presencia divina y misteriosa, manifestndose desde una altura que bajahacia el hombre y lo hace ascender con ella. La metodologa de trabajo ser analizar entres apartados la preponderancia de la luz en poemas, doctrinas y en una visin paraconfirmar y discutir la posicin ambivalente entre luz divina y humanizada. Estainvestigacin rene acercamientos hacia la luz para armar algo similar a una figura que seconvierte en una gua, imaginada y descrita como una imagen femenina y enmovimiento.

    KEYWORDS: Light, mystical, surrealism, Hildegard von Bingen.

    ABSTRACT: This article reviews from the surreali smo to the medieval mysticism, thefigure of the light as a divine and mysterious presence, pronouncing itself from a heightthat lowers towards the man and makes ascend with her. The work methodology will beto analyze in three sections the superiority of the poem light, doctrines and in a vision to

    confirm and to discuss the ambivalent position between divine and humanized light.This investigation reunites approaches towards the light to arm something similar to afigure that becomes a guide, imagined and described like a feminine image and inmovement.

    1 Est e artculo forma parte del seminario de tesis del p royecto La mstica en los lmites de la poesacontempornea (proyecto Fondecyt de Iniciacin a la Investigacin n 11080248), cuyo investigadorresponsable es el profesor Felipe Cussen.

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    La luz es un fenmeno que provoca sensaciones visuales dependiendo de sufuerza o nivel como tambin de su coloracin o grado de calor. De diversas formas elser humano ha utilizado la luz como un smbolo que viaja a travs de la historia desde la

    religin, la fsica, as como la pintura y la fotografa, entre otras formas que generannuevos efectos visuales y sensoriales para el hombre. La simbologa de la luz es un temaque abre distintas lecturas, doctrinas y mltiples acercamientos que enriquecen su cargacultural al convertirse en un smbolo, es por ello que la bibliografa correspondiente a lasimbologa de la luz es extenssima y en esta oportunidad se intentar realizar un estudiopreciso acerca del t ema.

    Particularmente, la investigacin se centra en el surrealismo y la poca medievalrepresentada por Hildegard von Bingen. El surrealismo ser el foco mayor a lo largo delartculo, recurriendo a siete poetas, la mayora perteneciente a los primeros veinte aosdel movimiento, comprobando de alguna manera que sus poemas coinciden con laexaltacin de la mujer convertida en una luz compleja y deseada en gran parte de sus

    escritos. Andr Breton, Paul luard y Juan Eduardo Cirlot encabezan la lista de poetasque ser necesario revisar para englobar la investigacin, cuyo nfasis estar puesto en laluz y en la imaginacin vinculados con la mujer como tema abordado en el primerapartado sobre el surrealismo, para preguntarse por el movimiento vertical de la figurade la luz revisada principalmente en el poema La unin libre de Breton. Desde estepoema en adelante se insistir en un movimiento vertical de la luz hacia el hombre,enfatizndose no solo en las descripciones sino que en la forma del poema de Breton.

    1. Cada vertical del cuerpo-poemaLa palabra libertad es lo nico que todava me exalta

    Andr Breton

    En 1931 Breton publica La unin libre, un poema en el que concentra granparte de su apologa de la libertad, tema presente desde el inicio del movimiento con elprimer manifiesto hasta sus ltimos aos en los que la divisin entre poetas y losobjetivos polticos se cruzan con la bsqueda de una verdad, el rechazo de la raznlgica para liberar la imaginacin y la escritura que se intent lograr desde un principio.

    La unin libre se cre en una etapa dedicada a la exploracin del universo delamor entreNadjayEl amor loco, dos obras que insertan a la mujer de La unin libre enrespuesta a los tratados del Segundo Manifiesto Surrealista, los cuales ensalzaron la fe enel amor para resistir a las decepciones y al fracaso, as como exaltaron la libertad delhombre. El amor, convertido en imagen y cuerpo en La unin libre se manifiestalibertador y unificador entre el hombre y el mundo.

    La unin libreMi mujer de cabellera de fuego de maderaDe pensamientos de relmpagos de calorDe cintura de reloj de arenaMi mujer de cintura de nutria entre los dientes del tigreMi mujer de boca de escarapela y de ramo de estrellas de ltima magnitudDe dientes de huellas deratn blanco sobre la t ierra blancaDe lengua de mbar y de vidrios frotadosMi mujer de lengua de hostia apualada

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    De lengua de mueca que cierra y abre los ojosDe lengua de piedra increbleMi mujer de pestaas de palotes de escritura infantil

    De cejas de borde de nido de golondrinaMi mujer de sienes de pizarra de techo de invernaderoY de vaho en los vidriosMi mujer de hombros de champaa

    Y de fuente con cabezas de delfines bajo el hieloMi mujer de muecas de cerillosMi mujer de dedos de azar y de as de corazonesDe dedos de heno cortadoMi mujer de axilas de marta y de hayucosDe noche de San JuanDe ligustro y de nido de escalaresDe brazos de espuma de mar y de esclusa

    Y de mezcla del trigo y del molinoMi mujer de piernas de cohete

    De movimientos de relojera y de desesperacinMi mujer de pantorrillas de mdula de sacoMi mujer de pies de inicialesDe pies de llaveros de pies de calafanes que bebenMi mujer de cuello de cebada no perladaMi mujer de garganta de Valle de oroDe cita en el lecho mismo del torrenteDe pechos de nocheMi mujer de pechos de topera marinaMi mujer de pechos de crisol de rubesDe pechos de espectro de la rosa bajo el rocoMi mujer de vientre de despliegue de abanico de los dasDe vientre de garra giganteMi mujer de espalda de pjaro que huye vertical

    De espalda de azogueDe espalda de luzDe nuca de canto rodado y de tiza mojada

    Y de cada de un vaso en el que acaba de beberseMi mujer de caderas de barquillaDe caderas de lustro y de penas de flecha

    Y de tronco de plumas de pavo real blancoDe balanza insensibleMi mujer de nalgas de aspern y de amiantoMi mujer de nalgas de espalda de cisneMi m ujer de nalgas de primaveraDe sexo gladioloMi mujer de sexo de yacimiento de oro y de ornitorrinco

    Mi mujer de sexo de alga y de bombones antiguosMi mujer de sexo de espejoMi mujer de ojos llenos de lgrimasDe ojos de panoplia violeta y de aguja imantadaMi mujer de ojos de sabanaMi mujer de ojos de agua para beber en la crcelMi mujer de ojos de madera siempre bajo el hachaDe ojos de nivel deagua de nivel de aire de tierra y de fuego.

    (Breton, 1993:108 13)

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    El lirismo de La unin libre es enriquecido por el predominio de una figura femeninaconstruida de objetos corrientes y otros abstractos, que unidos magnifican la presenciadel cuerpo al tiempo en que el mismo cuerpo desprende destellos. Aparece el fuego y el

    movimiento, elementos surrealistas de la obra bretoniana, y en el poema el fuego surgeen una luminaria de efervescencia mientras que el movimiento esparce la imagen de lamujer expandida en el espacio. En Breton el movimiento se encuentra en imgenescomo pjaros en un vuelo, estando siempre inquietos como la luz enloquecida delpoema La muerte rosa. A propsito del movimiento, en la mujer de La unin librese observa como una figura desatada, dispersa y llena de direcciones equvocas. Elcuerpo se distingue, entonces, entre cunto elemento forme su anatoma: Mi mujer desienes de pizarra de techo de invernadero (Breton 109). De esta manera, distintasimgenes definen su cuerpo como la cintura de nutria y de reloj de arena, compartiendoambas formas el encierro y la inquietud por el movimiento de la cintura.

    Juan Eduardo Cirlot manifest en Introduccin al surrealismo, que este poema es el

    mximo representante de la lrica bretoniana y, ciertamente, se explica por el uso deimgenes estridentes, llameantes, casi como un remedo de simbolismo en pasajesbblicos como el siguiente: Tambin apareci otra seal en el cielo: he aqu un grandragn escarlata, que tena siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas(Apocalipsis 12:3). A travs de esta comparacin, Breton arma realidades conjugadas enun lenguaje de smbolos: Mi mujer con hombros de champaa; Y de fuente concabezas de delfines bajo el hielo. Estos versos forman parte de una letana lrica propiade una lista que enumera sin cesar las partes de la mujer, partiendo desde lospensamientos fulgurantes hasta los pies como elementos compositivos dentro de otraimagen: Mi mujer de pies de iniciales/ De pies de llaveros de pies de calafanes quebeben. Cada imagen unida a otra define al cuerpo con diversos objetos para sujetarse al como el nico eje que tienen las distintas realidades. De esta manera se explica lalibertad con que se unen todos los componentes que construyen el cuerpo, expresadocomo un universo en el que se concentra en el mismo sitio una lengua de mbar y devidrios frotados.

    Versos como Mi mujer de pech os de crisol de rubes y De espalda de luz remiten a la explosin brillante de imgenes o el uso del cristal y la transparencia paraexaltar cada objeto con estridencia y luz hasta eclipsar las figuras unidas. El cuerpo sehace vaporoso y delicado, y al mismo tiempo, rgido, rutilante y sonoro. La mujer esasible e imaginaria a la vez. Posee un cuerpo en movimiento vertical que estructura lamisma consistencia del poema. Distintas direcciones mueven su anatoma, dejndosecaer en un efluvio vertical desde la forma en que desciende el poema hasta la imagen deMi mujer de espalda de pjaro que huye vertical tal como un rayo iluminador.

    Palabras como champaa, fuego, relmpagos y cohete liberan el control de uncuerpo armnico y le permiten disociarse de su propio cuerpo sirviendo como unespacio que permite desorden y confirma los mismos preceptos surrealistas: Relacionardos objetos tan distantes como sea posible uno de otro, o bien por cualquier otromtodo, ponerlos en mutua presencia... constituye la labor ms alta a la cual la poesapretender pueda (J. E. Cirlot, 1953: 369). Esto da cuenta que la vivencia surrealistacamina en direccin contraria a la asociacin directa de imgenes, luego, el universo seconvierte en la suma total de objetos autnomos e independientes entre s confirmandouna de las claves del poema.

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    Aunque La unin libre presenta objetos sin conexiones inmediatas como Debrazos de espuma de mar y de esclusa/ Y de mezcla del trigo y del molino, la mismarepeticin permite conjeturar algunas ideas claves del poema cuyo eje principal es la

    mujer. En este sentido, los brazos declaran una presencia que se difuminapaulatinamente entre la espuma y la esclusa, desordenndose y arriesgando su unidadmientras que el molino guarda la consistencia de los brazos convertidos en trigo. Porotra parte, el cuerpo desdibuja las marcas que versos atrs dejaron otras figuras paraimaginar una anatoma cada vez ms inverosmil y difusa. Breton muestra una imagensegmentada y abierta, con direcciones que no se centran en el horizonte, al contrario, sedisparan pero se renen en la cada vertical entre el cabello y los pies y en la detencindel poeta que asciende hasta los ojos al final del viaje de mltiples eptetos que culminanentre los cuatro elementos esenciales que nutren al planeta.

    Dos temas que deben tenerse en cuenta dentro del surrealismo son el amor y lamujer que se presentan como esferas fuera de la realidad, como campos de batalla en

    contra de la religin y el dogma que corroe a la sociedad segn el surrealismo. De lamano de lo anterior, el erotismo necesita liberarse de la realidad castigadora y actacomo una fuerza subversiva en bsqueda de la felicidad que se crea con la presencia dela mujer, que se muestra desde una actitud mstica y preconiza el amor nico frente aldesenfreno material de la vida. No obstante, el amor, o mejor dicho, el amor locoaparece ms como un deseo que una realidad concreta.

    Mujer, tomas, por tanto, el lugar de toda forma... Eres el resumen de un mundomaravilloso, del mundo natural, y quien renace cuando cierro los ojos. Eres el muro y suabertura. Eres el horizonte y la p resencia... E l eclipse total. La luz. El milagro: acaso sepuede pensar en algo que no sea el milagro, cuando el milagro est ah en su traje denoche? As, el universo se borra poco a poco ante m, se funde, mientras que de susprofundidades se eleva un adorable fantasma, sube una mujer grande ya perfilada, queaparece en todas partes sin que nada me sepa re de ella en el ms firme aspecto de unmundo finito... La mujer grande crece. Ahora, el mundo es su retrato... (Aragon, 1961:137).

    Para Aragon la mujer es presencia completa en el universo, mientras que para Breton lamujer de La unin libre es un espacio que se arma de diversos trozos y fragmentosque se encadenan a un esqueleto izado como un perchero imantado. Con Cntico aElisa, Los ojos de Elisa y Qu sera sin ti, Aragon ve a la mujer como unanecesidad vital, misteriosa y mirfica, depende de ella y la reconoce como una maestra,particularmente, en el poema Que sera sin ti: Me tomaste de la mano en este infiernomoderno/ Donde el hombre ya no sabe lo que es ser dos/ Me tomaste de la mano

    como un amante feliz (Bhar y Carassou, 1992: 163).Breton enaltece el comportamiento lrico gracias a la f igura de la mujer, que juntocon luard y Aragon la compara con una presencia luminosa y etrea: Los astros teadivinan, las nubes te imaginan (luard, 1970: 67). Otros surrealistas dedicados aadmirar la figura femenina fueron Jean Arp, Robert Desnos, Benjamin Pret, entre otrosque participaron en el primer perodo surrealista, algunos desde la revista Littrature.

    En Sofa,Jean Arp magnifica a la mujer como un ser suave, luminoso y etreo:Ella desaparece, desaparece/ en su propia luz/ Ella desaparece, desaparece/ en supureza, en su dulzura (Pellegrini, 2006: 65). La mujer luminosa vuelve a aparecer en el

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    poema En el corazn de mi amorde luard: Un hermoso pjaro me muestra la luz/Que aparece claramente en sus ojos; Y si al alba una mujer conmovida se adormece/Al caer de cabeza, su cada la ilumina (1 43). Iluminaria y a la vez sombra, la mujer de

    luard aparece poderosa y en otros poemas indefensa, exaltando mayormente el li rismode las imgenes. Tal es el caso de Al alba te amo y T la nica(147),as como en Lacapital del doloruna mujer es mucho ms bella que el mundo en que vivo (luard, 1998: 141).

    Entre los poetas mencionados anteriormente, Benjamin Pret es quien se acercams al lenguaje de La unin libre con Parpadeo. Representante del automatismo delprimer perodo surrealista, Pretdescribe a una mujer que se complementa con diversosobjetos e imgenes tal como un genitivo: Rosa de selva negra inundada de sellos decorreo azules y verdes/ Rosa de cometa volando sobre un terreno vago donde batallannios/ Rosa de humo de cigarro/ Rosa de espuma de mar hecha cristal/ Rosa(Pellegrini 206). El poema se desvanece en la lista de enumeraciones y solo queda el

    nombre difuminado y frgil como el penltimo verso, luego, el ltimo carece de eptetosy suelto es el nico eco que queda para el poeta mientras desaparece no solo del poemasino que de la imaginacin del que la crea. En estos versos y en los de La unin libre,la mujer se une al mundo y a la naturaleza, su cuerpo es como el jardn que deja crecerdiversidad de especies que la convierten en un espacio deseado, perenne y a la vez frgil.

    Al concluir este captulo se desprende la idea de mujer-luz en los poemassurrealistas que buscan en esta nueva figura la libertad que tanto desean, es decir, unalibertad que los aleje del dogmatismo de la razn y la lgica, as como llevarlos a unaemancipacin espiritual y humana. Luz y cuerpo comprenden una simbiosis deelementos que aparecen en La unin libre, cuyo eje central es diversificado ycaracterizado por una luz variable, siendo inquieta y flagrante, por una parte, y lquida,humanizada y femenina, por otra. La anatoma de este poema hace chocar la luz consigomisma y la captura en Mi mujer de sexo de espejo. Los ltimos cuatro versos sequedan en los ojos, el movimiento se detiene y el poema termina concentrado solo en lapuerta de los ojos que permiten divisar la luz en sus diversas formas, atrayendo al poetahacia una fuerza liberadora de la luz en un enlace misterioso y divino.

    2. Luz y gua refulgente2. Aproximaciones al sufismo y surrealismo

    Los discpulos de la luz solo inventaron tinieblas apenas opacasRobert Desnos

    Juan Eduardo Cirlot fue adems de crt ico de arte, un poeta espaol que hacia elfinal de su obra incorpora aspectos de la mstica suf para sus estudios de simbologa. A

    2 Diversos estudios sobre el surrealismo y la mstica oriental han guiado este artculo para abordar elfenmeno de la luz en textos surrealistas. Algunas referencias como Visin en azul: estudios de mstica europeade Alois Haas, Sufismo y surrealismo de Adonis y Hildegard von Bingen y la tradicin visionaria de Occidentede

    Victoria Cirlot, son mencionadas y revisadas en esta investigacin.

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    partir del anlisis de algunos poemas en el captulo anterior, es interesante observar eltrabajo potico de Cirlot sin estar comprometido con el movimiento surrealista aunquese puede hacer una lectura de cmo ocupa la figura de la amada a propsito de la luz.Bronwyn(1967), una de sus ltimas publicaciones, es una obra que toma el nombre deuna doncella celta y utiliza un lenguaje construido por las variaciones fnicas de sumismo nombre. Las aliteraciones se mezclan con un clima nrdico y la exaltacin de unamor irrealista. Una de las motivaciones de Cirlot para escribir esta obra fue el amor enel cine.El Seor de la guerra, cinta de Franklin J. Schaffner inspir el ciclo de Bronwyn, enel que el poeta busc crear una atmsfera sublime como la que encontr en el cine y enla literatura, como por ejemplo con Poe y La cada de la casa Usher.

    Cirlot inserta la simbologa de Shekina, en sintona con la imagen de Eva yDaena. Paralelamente, Shekina, en la Cbala es el rostro femenino de Dios y aparece,siguiendo la doctrina de la visio smaragdina, tras la luz verde en movimiento simultneo,que deja emanar los rayos fulgurantes para anunciar la luz divina donde resalta esta

    figura femenina rodeada de ngeles. Segn Cirlot, en Diccionario de smbolos, Shekina esuna sfira Kabbalstica, no un smbolo, que puede tener aspectos negativos, ocultos ydestructores, entindase esto ltimo como trasformacin, renovacin y renacimiento:El rechazo de la mujer como Hamlet a Ofelia podra, en tal contexto, significar elanhelo de recuperar la condicin anglica, de evadirse de lo humano por una va opuestaa la de coniunctio (Cirlot, 2005: 410).

    Daena es un concepto zorostrico que simboliz para la antigua religin irania, elprincipio femenino del espritu humano. Luego de tres das de muerte, el hombre seencuentra con Daena en el puente de Chinvat para unirse por toda la eternidad:Mensajera del ms al l, t v ienes/ con forma de mujer, pero el abi smo/ se cierne juntoa ti tan dulcemente/ Bronwyn/ constelaciones plidas esperan/ en medio de otros cieloscon tu luz (Cirlot, 2001: 80).

    Esta figura cltica no es pero est con el poeta y es suya: ms ma, pues tu luzsobre mi niebla/ vive (82). Luz y color desempean un papel esencial en la obra deCirlot, no olvida la tradicin suf desde el concepto de arcngel femenino y la relacinentre las luces de Sohravard. La muerte es una muerta. Vemos exteriormente comoforma lo que, en el interior, es luz. La muerta es aquella luz que dice no eternamentesiendo s.(144) Lo nunca es esta mujer divina, lo no es s para el enamorado que intentadefinir a Bronwyn a travs de la luz, colores e imgenes: Bronwyn/ son rosalesextticos/ son nubes de oro rosa/ son cielos de las flores/ lo que tienes en tu/ luz(169).

    Cirlot dese conseguir nuevas imgenes con un lenguaje construido para explicarde manera simblica el universo. De las tcnicas surrealistas, retoma la escritura

    automtica y las permutaciones, ambas presentes en Bronwyn.A su vez, el simbolismofontico llam la atencin de Cirlot para la creacin de este poemario y en l realiza unaetapa mstica, la llamada visio smaragdinade Kobr:

    Cuando el amante se ha convertido en la substancia misma del amor no haycontraposicin de sujeto-objeto, d e amante y amada. sta es la metamorfosis del sujetoque formula la identidad neoplatnica del amor, el amante y la amada, y sta es la formadivina del amora esta revelacin interior desemboca la iniciacin individual: las etapasanunciadas por los cromatismos, tras el crculo de tin ieblas y la luz azu l del yo inferior,

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    librado an a percepciones sensibles hasta la visio smaragdinadel Trono irisado en rbitasde luz (136).

    Aquella visin que los msticos sufes alcanzaron con movimientos concntricos ysimultneos, Cirlot los percibe en la fluctuacin fnica de los versos. Vincula su obracon doctrinas hermticas al jugar con el nombre y lo nombrado, como por ejemplo:Byn nyn ryn/ Rw ynyr/ brywnyr/ Bronwyr/ Yn Brown (285).

    La atencin de los poetas surrealistas por el fenmeno de la luz y la simbologadel color se concretan mejor en las imgenes recurrentes que utiliza la obra de Paulluard, quien exalta la figura de una amada en El amor y la poes a, donde el amor haceresplandecer no solo al poeta sino que tambin al lenguaje y a la amada:

    En voz alta/ se elev el amor ligero/ con tan brillante esplendor/ que en su desvn lacabeza/ tuvo miedo a confesar todo/ En voz alta/ cubrieron los cuervos de la sangre/la memoria de otros nacimientos/ despus derramados en la luz/ futuro pulverizado de

    besos/ Imposible injusticia slo un ser existe en el mundo/ el amor elige al amor sincambiar de rostro (luard, 199 7: 15).

    La luz se derrama, cae sobre los cuerpos y suprime la v ista. La mujer se hace cargo de supoder y lo utiliza para jugar con su sombra para esconderse: Ella est siempre visiblecuando ama (24). El poeta no provoca destellos por s solo sino es por la amada: Conuna sola caricia/ te hago brillar con todo tu resplandor (31). Sin ella vive en laoscuridad aunque sus ojos guarden la luz de aquella figura.

    Tanto la mujer deEl am or y la poes acomo la de La unin libre son llenadas d eeptetos que no terminan de definir cunto representan para el poeta. La luz y el fuegoque desprenden de sus cuerpos arriesgan el acercamiento del hombre al tiempo depresentarse ante l como una divinidad y presencia real. Tanto en Bronwyn, El amor y lapoesay La unin libre la luz es inquieta, entra y sale del cuerpo, sube y baja; confundey at rae al poeta, iluminndolo con diversos colores en una epifana deslumbrante.

    La revisin de algunos tratados sufes da cuenta del carcter mstico de la luz,que divina es y no es alcanzada por el hombre, mientras que para Cirlot y luard sefeminiza. La arqueologa de la luz unida a la simbologa del color ha provocado nuevasteoras, acercamientos y reflexiones desde la religin cristiana hasta los estudios sobrefotismos.

    3. Hildegard von Bingen. Cada vertical, enumerada y hermtica

    El mundo exterior no es sino un mundo de sombrasque lanza sus tinieblas sobre el reino de la Luz

    Novalis

    Reconocida por su facultad visionaria y aportes tanto a la ciencia como a lamsica, Hildegard von Bingen genera inters a la hora de revisar el conjunto de susvisiones de Scivias yDe liber divinorum operum, debido a que en estas obras se encuentra laexperiencia de la revelacin divina que suscitan estudios a partir de las alegoras, laimaginacin creadora desde Ibn Arab y la intertextualidad de textos bblicos como

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    Proverbios, xodo, Job, Cntar de los cantares, etc. El relato de Hildegard es directo ent imo, recurso complejo en el contexto medieval, que se reconoce como una pocaacostumbrada a la escritura masculina. La mstica femenina surgi como un discurso

    paralelo al tratado teolgico, y nace precisamente como una forma de manifestar undiscurso lleno de afectos, de experiencias, autobiogrfico

    En esta oportunidad se revisar la presencia de una luz distinta y a la vezcomparable a la revisada en los captulos anteriores, que recorre gran parte de la obrahildegardiana y traspasa a las miniaturas para demostrar el predominio simblico de lasvisiones y su clara determinacin en la e structura: cuadros cerrados, seres en ascensin ydescensin, jerarquas, valos y cadas verticales del hombre que cae al pozo de lastinieblas.

    Luego de relatar por primera vez en 1141 la experiencia visionaria que marc suvida desde los cuarenta y dos aos, al comprender el sent ido de textos bblicos siendoiletrada, o mejor, sin un conocimiento acabado, comienza a escribir acerca de la jerarqua

    divina, la divisin de la iglesia, la cada del hombre en la ciudad y el amor, su propioamor hacia Dios, entre otros temas. La imagen que a continuacin se muestra pertenecea la miniaturaEl ser resplandecie ntejunto al texto que le corresponde.

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    Vi como un gran monte que tena el color del hierro, y en su cima estaba sentadoun ser de tanta claridad que reverberaba mi rostro. Desde cada uno de sus costados seextenda una suave sombra, como un ala de una longitud y anchura admirables. Y

    delante de l, al pie de ese monte estaba una imagen llena de ojos en la que, a causa deaquellos ojos, no era capaz de discernir forma humana. Y delante de ella estaba otraimagen de nio vestida con una tnica pl ida pero con calzado blanco, y sobre su cabezadescenda tanta claridad del que estaba sentado en la cima del monte, que no pude ver surostro. Pero del que estaba sentado en la cima del monte sala multitud de centellas vivasque volaban alrededor de aquellas imgenes con una gran dulzura. En este mismo montese vean muchas pequeas ventanas en las que aparecan las cabezas de los hombres,unas blancas y otras plidas (Victoria Cirlot, 2005:183).

    Vale atender la importancia que Hildegard entrega a la claridad, al color plido yal hierro, adems de las centellas vivas con carcter dulce y delicado, tantos colores yformas que se reiteran en sus obras. Al observar la miniatura, los colores ms

    imponentes son el celeste, azul y derivaciones del amarillo, tonalidades que atraviesanpor los textos de Sciviasen compaa de oposiciones entre claroscuros.Fundamentalmente, la miniatura muestra una posicin vertical desde el ser en la

    cima del monte hasta el nio tapado por la luz. Si se observa solo la imagen, este nioparece enceguecido y consumido por el ro anaranjado que cubre su cabeza, pero eltexto enuncia una claridad que impide a la visionaria distinguir el rostro del infante. Laluz aparece desde las alas coloreadas con un celeste luminoso que declina a blanco, yatraviesa toda la pintura hasta el chorro fulgurante y las estrellas que iluminan la base delmonte. Ahora bien, para analizar detenidamente la simbologa de los colores, convienerevisar las teoras de Frderic Portal en El simbolismo de los colores: e n la antigedad, la EdadMedia y los tiempos modernos, libro que estudia los colores dentro de niveles de la lenguadivina, sagrada y profana, divinizando tonos como el blanco y celeste que estn siemprecerca de Dios y sus ejrcitos de ngeles en diversas representaciones pictricas comotambin en las visiones de Hildegard.

    La luz, presente tanto en el texto como en la miniatura, aparece como gua ycamino para distinguir al ser de las alturas, a Dios revelador de los ms grandes misteriospara el hombre; Hildegard recibe esta gua y es al mismo tiempo iluminada: y en sucima estaba sentado un ser de tanta claridad que reverberaba mi rostro. Hildegardafirma que todas las cosas divinas las ve sin xtasis y con los ojos despiertos, amenazadapor dolores corporales que Dios aminora cuando lo obedece. En esta carta, Hildegardmenciona un aspecto importante de su facultad, un tipo de luz fuera del mundo, quepermite a la abadesa guardar las visiones en su memoria.

    Es mucho ms resplandeciente que la nube que lleva el sol, y no soy capaz deconsiderar en ella ni su altura ni su longitud n i anchura. Se me dice que esta luz es lasombra de luz viviente y, tal y como el sol, la luna y las est rellas aparecen en el agua, as resplandecen para m las escr ituras... y algunas obras d e los homb res formadas en estaluz (151).

    Por otra parte, una luz llamada luz viviente, que sin poder explicarse, aparece rutilante,eliminando todo dolor hasta que la abadesa adquiere una nueva forma. A veces, dentrode esta luz, contemplo otra que llamo "La Luz Viviente en s misma"... Y cuando la

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    contemplo, toda tristeza y dolor desaparece de mi memoria, y vuelvo a ser una simpledoncella y no una anciana. (151)

    Tambin se refiere a una sombra de luz viv iente, cuya apariencia se encuentra en

    una nube luminosa desde el firmamento, y provee toda visin y respuesta por medio desu fulgor. Reconoce que las revelaciones no proceden si no es por el camino de la luzviv iente, rechazando encontrar la fuente en las normas de una doctrina. Sin mayorexgesis, aquella luz que se introduce en Hildegard es representada en gran parte de sustextos y miniaturas que en vida dirigi sin pint arlas.

    Desde la primera visin de Scivias, se asoma la luz que siempre gua y acompaa aHildegard para mantener la lucidez requerida a la hora de relatar cada revelacin. En Lavisionaria, la luz se manifiesta gnea y comparable a la luz solar; luego, en El se rresplandecientelo gneo cambia a claridad centelleante y plida, pues, la miniatura destaca elresplandor de las alas que sobrepasan los marcos del cuadro pintado, rasgo pocas vecesvisto en las miniaturas, pues destacan las imgenes hermticas de marco a marco. Esta

    excepcin enfatiza el tamao y el color admirable de las proporciones distintas del seriluminado.En La mirada interior, Victoria Cirlot vincula la imagen deEl s er respl andecientea un

    mundo intermedio, conocido como mundus imaginalis, lugar de encuentro entre elCreador, que desciende, y la criatura, que asciende (Cirlot et al, 1999: 61), recordandouna vez ms el movimiento vertica l de ascensin para el mst ico o poeta.

    A continuacin quisiera concluir el vnculo entre La unin libre de Breton yEl ser resplandec iente, dos estructuras que repiten la forma vertical de las imgenes y, porsupuesto, la sublimidad del carcter luminoso, propuesto como gua femenina tanto enla poesa surrealista como en Hildegard por medio de la figura de la Sabidura en elhimno O virtus sapientiae y Caritas en Caritas habundat. Recordando la estructurade La unin libre, el cuerpo de la mujer se proyecta de inicio a fin en el poemaalargndose; si se imagina una representacin pictrica, el cuerpo estara erguido yatravesara las dimensiones y los lmites del cuadro desde su cabellera en llamas hasta suspies interminables. A pesar de las medidas inexactas del cuerpo, cabe en una estructuraque intenta ordenarse por medio de la enumeracin que desciende como la formavert ical del poema. La mujer emite sonidos, posee olores y una apariencia nueva quesolo cabe en la imaginacin del poeta y es descrita desde all. Esa imaginacin sepresenta como un ser, aunque desconocido, y por tanto, susceptible de hacerserealidad (Adonis 106).

    Victoria Cirlot afirm en el artculo La explosin de las imgenes: Hildegardvon Bingen y Max Ernst que el origen de las imgenes se encuentra en Dios mismo yes puro conocimiento. se es el sentido de la denominada visin intelectual a la que se

    ajustara la experiencia visionaria de Hildegard von Bingen (Hildegard von Bingen98). Deacuerdo a lo anterior, la facultad de la abadesa estara sujeta a una tradicin cristiana y almanejo alegrico de las visiones, cerrando el campo de la creatividad e imaginacin. Noobstante, sus textos se enriquecen de representaciones divinas, estructuradas en unasincrona enumerada y definida como la descripcin de El ser respl andeciente, cuyadescensin(?) del chorro luminoso recuerda a la descensin de las enumeraciones deLa unin libre.

    Bsicamente, las diferencias histricas y tradicionales entre los surrealistas yHildegard permiten aun establecer parangones a travs de la figura gua, posicionada

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    desde una altura lgica y jerrquica que desciende y permite a la criatura ascender(Corbin) hasta unirse en otro mundo, irreal para el intelecto y enriquecido de una luzmisteriosa como Dios visto por la abadesa. No se pretende, en e ste contexto, confundir

    las dos experiencias, mas los rasgos fundamentales de la figura como gua, siendodivinidad o tan solo musa, concuerdan con simbolismos que ensalzan el Ser visto desdeel exterior al interior como Hildegard o imaginado y expuesto en Breton.

    El vnculo entre la visionaria alemana y el lder surrealista se concentra en lasestructuras de la miniatura y del poema, organizadas desde una jerarqua clave paraambas obras cuya enumeracin es vertical y la luz se mueve tambin desde norte a sur.

    Mientras El s er resplandecie nte comienza desde la cabeza de la divinidad hasta lafragilidad del hombre, La unin libre parte por la cabeza en llamas de la mujer hastasus pies multiplicados en una unin especial con todo el cuerpo que descansa en lalibertad de sus miembros como la libertad que realza Breton en sus manifiestos, libertadpotica en la que se cumple la emancipacin de la imaginacin y un claro rechazo a la

    unidad lgica de un poema o de la misma visin de Hildegard, en la cual la simbologa yrelacin bblica estructuran armnicamente las imgenes ordenadas en las miniaturashermetizando las figuras desde las ventanas hasta los marcos de la pintura, excepto poralgunas extremidades de seres divinos o crculos por sobre el cuadro. No obstante a laestructura de la representacin, las visiones demuestran ser un fenmeno creativo y dadoque la abadesa se encontraba en un lugar privilegiado que es el de la visin, tena plenalibertad de contar lo que quisiera, pues eran elementos que haba visto y odo.

    Al culminar esta investigacin se desprende de los tres apartados la idea de la lu zcomo un ente arqueolgico que magnifica su carcter desde diversas experiencias queentregan al fenmeno una forma femenina y flagrante y tiempo en que la mujer seconvierte en luz como en los poemas surrealistas; tambin se observa una luz inquieta ydivina como en las doctrinas sufes. La luz en el ltimo captulo proviene de la alturadivina y es este punto el que se desea desprender de los tres apartados, pues la cada ymovimiento de la forma tanto en la miniatura como en La unin libre comprendentrazos similares, repetidos en el sufismo y ensalzados en la figura de gua y musa delsurrealismo inclinada hacia una luz misteriosa que desde su condicin humana esexaltada en un resplandor mirfico.

    Cada apartado revisa tres contextos distintos entre s en los que la figura de unadivinidad es tratada segn el tipo de acercamiento, comprendiendo las pocas delsurrealismo, el sufismo y la mstica medieval. El orden del artculo se corresponde alinters de analizar desde la experiencia sin religin de los surrealistas hasta volver siglosatrs hacia la poca de Hildegard von Bingen, en la cual las interpretaciones de la luz

    como gua y divinidad se cruzan en el contexto posterior al acentuar la inquietud delhombre por divinizar elementos no siempre ligados a una simbologa religiosa aunquegran parte del tiempo est presente, ya sea en la importancia de los colores y figuras encunta interpretacin religiosa exista.

    Por ltimo, resulta interesante observar cmo se acercan contextos como el delsurrealismo y por qu lo hace?, qu es lo que encuentra finalmente el movimiento trassmbolos como la luz y los colores, entre otros? Mientras Hildegard no cuestiona laimagen divina, el surrealismo la desdibuja, apareciendo distinta y ms humana, accesiblepor otras vas dentro de la cabeza del propio poeta.

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