luc ferry

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LUC FERRY: LA SABIDURÍA DE LOS MITOS (APRENDER A VIVIR BIEN II) La vida buena es la vida reconciliada con lo que es, la vida en armonía con su lugar natural en el orden cósmico, y es cosa de cada cual encontrar ese lugar y llevar a cabo ese trayecto si un día quiere alcanzar la sabiduría y la serenidad. El miedo, el odio, la culpabilidad, el remordimiento, esos corruptores del alma que se arraigan en las ilusiones del pasado o del futuro. Solo esa reconciliación con el presente, con el instante, puede conducir a la verdadera serenidad, a la “inocencia del devenir”, es decir, a la salvación entendida no en su aceptación religiosa, sino en el senti do de encont rars e al fin a salvo de los mie dos que “arr inconan” la existencia e impiden su desarrollo. Basta con ver unos minutos las cadenas de televisión reservadas a los niños, con observar que están permanente mente salpicadas de campañ eas publi citari as, para comprender que una de las misiones principales es la de convertirlos lo más posoble en consumidores perfectos. Esta lógica, en la que entran cada vez más temprano, ouede resultar destructiva. Se instala en su cabeza mediante un trabajo de zapa: cuando menos disponemos de una vida interior rica en el plano moral, cultural y espiritual (no en cuanto a creencia religiósa), más nos entregamos a la necesidad frenética de comprar y consumir. El tiempo de “alquiler de cerebros vac íos” que of rece la televi si ón a los anunc iant es es, pues, una ganga. Al interrumpir los programas sin cesar; esas cadenas pretenden literalmente sumir a sus seguidores en un estado de carencia. Es crucial volver a poner en su siti o el frenesí de comprar y poseer, secundari o a pesar de todo, hacer comprender a nuestros hijos que no es el principio ni el fin de su existencia, que para nada dibuja el horizonte último de la vida humana. Para ayuda rl os a resi st ir a las pre si ones que les impone y permit ir les li berarse y distanciarse de él, es esencial, tal vez incluso vital, dotarles lo antes posible de los elementos de una vida interior rica, profunda y duradera. Para eso es necesario permanecer fiel al principio fundamental que se acaba de mencionar, aquel según el cual cuantos más valores culturales, morales y espirituales posea nuna persona, menos necesidad de comprar y de zapear por zapear experimentará. En consecuencia se verá menos debilitado por la insatisfacción crónica que nace inevitablemente de la acumulación infinita de deseos artificiales. Dicho de otro modo, hay que ayudarles a dar preferencia lógica del Ser sobre la del Tener.

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LUC FERRY: LA SABIDURÍA DE LOS MITOS (APRENDER A VIVIR BIEN II)

La vida buena es la vida reconciliada con lo que es, la vida en armonía con su

lugar natural en el orden cósmico, y es cosa de cada cual encontrar ese lugar y

llevar a cabo ese trayecto si un día quiere alcanzar la sabiduría y la serenidad.

El miedo, el odio, la culpabilidad, el remordimiento, esos corruptores del alma quese arraigan en las ilusiones del pasado o del futuro. Solo esa reconciliación con el

presente, con el instante, puede conducir a la verdadera serenidad, a la “inocencia

del devenir”, es decir, a la salvación entendida no en su aceptación religiosa, sino

en el sentido de encontrarse al fin a salvo de los miedos que “arrinconan” la

existencia e impiden su desarrollo.

Basta con ver unos minutos las cadenas de televisión reservadas a los niños, con

observar que están permanentemente salpicadas de campañeas publicitarias,

para comprender que una de las misiones principales es la de convertirlos lo más

posoble en consumidores perfectos. Esta lógica, en la que entran cada vez mástemprano, ouede resultar destructiva. Se instala en su cabeza mediante un trabajo

de zapa: cuando menos disponemos de una vida interior rica en el plano moral,

cultural y espiritual (no en cuanto a creencia religiósa), más nos entregamos a la

necesidad frenética de comprar y consumir. El tiempo de “alquiler de cerebros

vacíos” que ofrece la televisión a los anunciantes es, pues, una ganga. Al

interrumpir los programas sin cesar; esas cadenas pretenden literalmente sumir a

sus seguidores en un estado de carencia.

Es crucial volver a poner en su sitio el frenesí de comprar y poseer, secundario a

pesar de todo, hacer comprender a nuestros hijos que no es el principio ni el fin desu existencia, que para nada dibuja el horizonte último de la vida humana. Para

ayudarlos a resistir a las presiones que les impone y permitirles liberarse y

distanciarse de él, es esencial, tal vez incluso vital, dotarles lo antes posible de los

elementos de una vida interior rica, profunda y duradera. Para eso es necesario

permanecer fiel al principio fundamental que se acaba de mencionar, aquel según

el cual cuantos más valores culturales, morales y espirituales posea nuna persona,

menos necesidad de comprar y de zapear por zapear experimentará. En

consecuencia se verá menos debilitado por la insatisfacción crónica que nace

inevitablemente de la acumulación infinita de deseos artificiales. Dicho de otro

modo, hay que ayudarles a dar preferencia lógica del Ser sobre la del Tener.