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ECONOMÍA INDUSTRIAL N. o 343 • 2002 / I 83 Los orígenes de la dependencia tecnológica española. Evidencias en el sistema de patentes. 1759-1900 (*) . EXPLOTACIÓN DE LOS SISTEMAS Es poco discutible la gran influencia que la actividad innovadora y el cambio técnico tienen sobre el crecimiento económico, algo en espe- cial evidente desde la aparición y extensión de los procesos de indus- trialización a finales del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX. A partir de ese momen- to la continua aceleración en la génesis y difusión de nuevas tecnologías reductoras de costes e impulsoras del incremento de la productividad de los factores se convir- tió en la base fundamental del desarrollo de las sociedades capitalistas. Por un lado, este proceso fue común a to- dos los países por los que se expandía el nuevo sistema económico, rompiendo con un pasado agrario y artesanal, pero, por otro, es posible constatar, desde un princi- pio, la existencia de importantes diferen- J. PATRICIO SÁIZ GONZÁLEZ Departamento de Análisis Económico, Teoría Económica e Historia Económica. Universidad Autónoma de Madrid cias nacionales en los ritmos de creación de nueva información tecnológica y de in- corporación de la misma al sistema pro- ductivo. Así, en poco tiempo se acrecenta- ron las distancias entre los países pioneros o seguidores —los primeros en adentrarse con éxito por la senda de la industrializa- ción— y los países atrasados, que, como en el caso de España, experimentaron una transición hacia el capitalismo industrial mucho más lenta y dependiente. En este conjunto de Estados periféricos, en los que los procesos de invención e in- novación autóctonos apenas se habían desarrollado o lo hacían a escasa veloci- dad, se produjo un aumento de la depen- dencia técnica de las naciones punteras que se manifestó en altas tasas de transfe- rencia de tecnología exterior. En los países importadores esto significó un aumento considerable de los costes del factor capi- tal, pero también pudo suponer una inte- resante reducción del grado de incerti- dumbre ligado a todo proceso de cambio técnico, conseguida sin inversión previa en I+D. Desde esta última óptica, la transferencia de tecnología e información tecnológica

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Page 1: Los orígenes de la dependencia tecnológica española....ECONOMÍA INDUSTRIAL N. o 343 • 2002 / I 83 Los orígenes de la dependencia tecnológica española. Evidencias en el sistema

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.o 343 • 2002 / I

83

Los orígenes de la dependencia

tecnológica española.Evidencias en el sistema

de patentes. 1759-1900 (*).

EXPLOTACIÓN DE LOS SISTEMAS

Es poco discutible la gran influencia que la actividad innovadora y elcambio técnico tienen sobre el crecimiento económico, algo en espe-cial evidente desde la aparición y extensión de los procesos de indus-

trialización a finales del siglo XVIII y a lolargo del siglo XIX. A partir de ese momen-to la continua aceleración en la génesis ydifusión de nuevas tecnologías reductorasde costes e impulsoras del incremento dela productividad de los factores se convir-tió en la base fundamental del desarrollode las sociedades capitalistas.

Por un lado, este proceso fue común a to-dos los países por los que se expandía elnuevo sistema económico, rompiendo conun pasado agrario y artesanal, pero, porotro, es posible constatar, desde un princi-pio, la existencia de importantes diferen-

J. PATRICIO SÁIZ GONZÁLEZDepartamento de Análisis Económico, Teoría Económica e Historia Económica.

Universidad Autónoma de Madrid

cias nacionales en los ritmos de creaciónde nueva información tecnológica y de in-corporación de la misma al sistema pro-ductivo. Así, en poco tiempo se acrecenta-ron las distancias entre los países pioneroso seguidores —los primeros en adentrarsecon éxito por la senda de la industrializa-ción— y los países atrasados, que, comoen el caso de España, experimentaron unatransición hacia el capitalismo industrialmucho más lenta y dependiente.

En este conjunto de Estados periféricos,en los que los procesos de invención e in-novación autóctonos apenas se habían

desarrollado o lo hacían a escasa veloci-dad, se produjo un aumento de la depen-dencia técnica de las naciones punterasque se manifestó en altas tasas de transfe-rencia de tecnología exterior. En los paísesimportadores esto significó un aumentoconsiderable de los costes del factor capi-tal, pero también pudo suponer una inte-resante reducción del grado de incerti-dumbre ligado a todo proceso de cambiotécnico, conseguida sin inversión previaen I+D.

Desde esta última óptica, la transferenciade tecnología e información tecnológica

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extranjera fue una cuestión esencial, sin laque no se hubiese podido promover la in-dustrialización en determinados países,una vez que se produjeron en sus regíme-nes políticos los cambios institucionalesnecesarios para cimentar la economía demercado y fomentar la expansión de lademanda.

En este trabajo se pretende reflexionar so-bre los orígenes de estos procesos detransferencia tecnológica hacia España —país en evidente posición de atraso eco-nómico y con una fuerte dependencia téc-nica exterior en numerosos sectores du-rante los siglos XIX y XX—, utilizando paraello los datos del registro español de pro-piedad industrial. El sistema de patentesse convierte, de esta manera, en la fuentefundamental del estudio y en un indicadorválido de la dirección y estructura de losprocesos de innovación e inversión entecnología en la economía española.

Es conocido que se trata de un indicadortécnico parcial, porque se pueden inventare incorporar avances en un proceso pro-ductivo sin registrarlos, de la misma mane-ra que se puede importar directamentetecnología exterior —o atraer a técnicosextranjeros que la construyan— sin quequede rastro en el sistema de patentes. Esobvio, además, que existen determinadosavances que, por su naturaleza, simple-mente no puedan protegerse, como, porejemplo, los cambios organizativos o en elknow-how. Es más, ni siquiera puede afir-marse que todas las patentes —contratosde propiedad que contienen informacióntecnológica— sean realmente innovacio-nes, pues sólo aquellas que se exploten, sepractiquen y se aprovechen productiva-mente pueden considerarse como tales.Por ello, el estudio del sistema de patentesno puede aportar más que una muestra —probablemente muy indicativa, pero di-fícil de valorar y medir— del conjunto delproceso de innovación (1).

Sin embargo, desde nuestro punto de vis-ta, las patentes no sólo son un indicadortécnico, sino que, independientemente deque se pongan o no en práctica y del gra-do de relevancia del invento protegido,también son un importante indicador eco-nómico de pautas de inversión en nuevastecnologías (2). En general, pensamos quese toma la decisión de patentar en un país,

en un momento dado, en función de lasexpectativas de beneficio intuidas para latecnología inventada y en función del cos-te y complicación del proceso.

Estas expectativas dependerán, a su vez,de la demanda derivada del propio siste-ma productivo, de la extensión y grado deintegración del mercado y del propio rit-mo del crecimiento económico (3). Si a to-do ello se le une el hecho de que las pa-tentes presentan grandes ventajas comofuente de estudio, dada la existencia encasi todos los países industrializados deseries históricas completas desde fechasmuy tempranas, no puede extrañar quehayan sido profusamente utilizadas —yfuertemente defendidas frente a otros in-dicadores (gasto en I+D, datos sobre cam-bios en la productividad, datos bibliomé-tricos, etc.) (4)— como materia primabásica para las investigaciones económi-cas e históricas (5).

En nuestro caso, el trabajo se cimenta so-bre la lectura directa, análisis y clasifica-ción de la documentación manuscrita con-servada en los archivos de la OficinaEspañola de Patentes y Marcas (OEPM)desde el año 1826, fecha a partir de la cualse ha protegido al inventor (o introductor)de nuevas tecnologías en España.

Aunque existieron dos intentos liberalesen 1811 y 1820, no fue hasta la promulga-ción del Real Decreto de 27 de marzo de1826 cuando comenzó el registro y archi-vo, centralizado y sistemático, de la docu-mentación administrativa y técnica de laspatentes. Las posteriores leyes de 1878,1902, 1929 y 1986 han complicado y reor-ganizado la normativa sobre propiedad in-dustrial, adecuándola a la progresiva com-plejidad tecnológica y a los acuerdosinternacionales, sin apenas menoscabodel espíritu original de las primeras nor-mas (6).

De esta manera, a lo largo de los últimosdiez años se han analizado con deteni-miento, sin acudir a fuentes secundarias,32.224 expedientes de patentes solicitadasentre marzo de 1826 y el 31 de diciembrede 1900. Para ello ha sido necesario la or-ganización de un importante proyecto deinvestigación, impulsado por la OEPM encolaboración con la Universidad Autóno-ma de Madrid, en el que se ha continuado

la tarea de catalogación y estudio de la do-cumentación iniciada en 1990, en solita-rio, por el que escribe (7). A esta cantidadhay que añadir 79 privilegios de invencióny 153 premios (en metálico, cargos, etc.)otorgados por el Estado absolutista u otrosorganismos del Antiguo Régimen entre1759 (fecha del ascenso al trono del reyilustrado Carlos III) y 1826, y que supone-mos una interesante muestra de la activi-dad inventiva e innovadora en esta prime-ra etapa (8).

Trabajamos, por tanto, sobre un total de32.456 registros, a través de los que preten-demos estudiar el origen de los inventosprotegidos en España durante el inicio delproceso de industrialización, para, al me-nos, poder intuir, entre otras cuestiones:

✓ Cuál fue el grado de dependencia de lainformación tecnológica exterior.

✓ Qué naciones desempeñaron un papelclave en la transferencia de dicha informa-ción técnica hacia España.

✓ En qué sectores se manifestó estadependencia con mayor claridad.

✓ Cuál fue la efectividad de estos procesosde transferencia a través de las patentes.

Los resultados permiten una primera aproxi-mación macroeconómica que, sin duda,debe continuar desarrollándose con ma-yor detalle en el futuro, aunque espera-mos que sirva de ayuda fundamental paracomprender que el actual atraso científicoy tecnológico español descansa sobre im-portantes condicionantes y trayectoriashistóricas que se remontan al inicio delproceso de modernización económica yque delimitan un sendero concreto dedesarrollo tecnológico muy difícil de cam-biar a corto y medio plazo.

La transferencia de información tecnológica extranjera

La primera cuestión que es necesario des-tacar al analizar las patentes españolas esel escaso número de solicitudes presenta-das durante el siglo XIX respecto a lo que

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sucedió en los países más desarrolladosde nuestro entorno. Tanto en términos ab-solutos como en patentes por habitante,España estaba lejos de la media europea;así, por ejemplo, el promedio anual de pa-tentes registradas en España entre 1826 y1900 suponía un 3,3% del promedio esta-dounidense en la misma época, un 6,1%del inglés, un 8,1% del francés, un 11,1% delalemán o en torno al 27% del austro-hún-garo.

Si estos porcentajes los realizamos sobre elpromedio de patentes por habitante en lamisma época, los resultados mejoran lige-ramente, pero siguen indicando la impor-tante distancia que existía: España apenasalcanzaba el 11% de la media norteameri-cana o británica, el 17,5% de la francesa,poco más del 31% de la alemana o en tor-no al 55% de la austriaca. La distancia conla mayoría de estos países, además, seacrecentó a partir de 1880, como conse-cuencia de la fuerte expansión técnica dela segunda revolución industrial.

En términos absolutos, la serie de patentesespañola también fue superada por las deBélgica o Italia, hallándose en cotas simi-lares a las de países de la Europa central ynórdica, de mucho menor tamaño y po-blación (como Holanda, Suecia o Dina-marca), y rebasando sólo a Noruega, Fin-landia, Rusia y Portugal. En patentes porhabitante España sobrepasaba antes de1900 a los tres últimos países citados, si-tuándose en niveles no muy alejados delos de Italia e incluso Austria-Hungría(también de Alemania, antes de la unifica-ción), pero siendo ampliamente superadapor todos los demás (9).

Además de esta distancia cuantitativa res-pecto a las naciones más avanzadas, lacaracterística esencial del caso españoles, sin lugar a dudas, la fuerte presenciade información tecnológica extranjera enel sistema. Esta proporción vendría dada,muy aproximadamente, por el porcentajede patentes pedidas por extranjeros másel de patentes de introducción solicitadaspor españoles; es decir, cómo desde losorígenes del sistema se permitía obtenerpatentes a ciudadanos de cualquier na-cionalidad, estudiando qué presencia tie-nen los extranjeros frente a los nacionalesse logra un primer acercamiento al pro-blema.

Pero, como además la legislación españo-la permitía utilizar dos modalidades distin-tas de registro —de invención para obje-tos de propia idea y de introducción paratécnicas conocidas en otros países, perono practicadas en España (10)—, puedeasegurarse también que todas las patentesde introducción solicitadas por españolesprotegían información tecnológica externa.De este modo, combinando ambos datostendremos una visión bastante completadel grado de transferencia de tecnologíaque se produjo en el sistema, así como desu procedencia.

Como puede observarse en el cuadro 1,casi un 58% de las nuevas tecnologías pa-tentadas en España entre 1759 y 1900 fue-ron registradas por ciudadanos extranje-ros. Este porcentaje medio varía a lo largodel tiempo, siempre a favor de los solici-tantes foráneos, ya que antes de 1850 és-tos no superaban el 32% de las peticiones,mientras que entre 1850 y 1878 su presen-cia alcanzaba casi el 53%. En conjunto,entre 1759 y 1878 prácticamente la mitadde las patentes son extranjeras. Sin em-bargo, durante el último cuarto del siglo

XIX, y coincidiendo con la citada renova-ción técnica de la segunda revolución in-dustrial y con los cambios legales de1878, que mejoraron la protección de lasinvenciones (11), el porcentaje de paten-tes con titular extranjero se elevó hastaprácticamente el 60% (12).

Pero si al conjunto de patentes foráneasen todo el período estudiado le añadimosel porcentaje de las patentes nacionalespedidas por tecnologías extranjeras nopracticadas en España [aproximadamenteun 9% del total en el sistema (13)], cues-tión que, como se ha explicado, estabapermitida por la legislación, resulta que entorno al 66,7% de las patentes protegían,directamente, tecnología exterior, o, loque es lo mismo, que sólo un tercio de to-das las patentes presentadas en Españadurante el siglo XIX fueron solicitadas, enteoría, para salvaguardar avances fruto delingenio nacional.

Como podía esperarse, entre los solicitan-tes foráneos destaca la presencia de in-ventores e industriales oriundos de loscuatro países tecnológicamente más inno-

LOS ORÍGENES DE LA DEPENDENCIA TECNOLÓGICA ESPAÑOLA...

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España (*) 50,9 40,6 42,3

Francia 31,4 17,4 19,8

Reino Unido (*) 9,2 10,5 10,3

Alemania (*) 1,6 11,6 9,9

Estados Unidos 2,2 10,1 8,7

Bélgica 1,2 2,4 2,2

Austria (*) 0,4 2,0 1,7

Italia (*) 1,7 1,5 1,5

Suiza 0,4 1,2 1,0

Resto (*) 1,1 2,7 2,4

Total patentes 5.247 25.730 30.977 (**)

(*) Entre las patentes de nacionalidad española se incluyen varias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas; en loscasos de Italia y Alemania se contabilizan las de los diferentes Estados existentes antes de las unificaciones;en el de Austria se incluyen 109 patentes húngaras y 24 checoslovacas; en el del Reino Unido se incluyen76 australianas, 16 irlandesas, 6 neozelandesas y 6 sudafricanas; y bajo el epígrafe Resto se agrupandiversos países con porcentajes de patentes inferiores al 1% y que en orden de importancia son: Suecia(junto con Noruega), Rusia (sin incluir Finlandia y Polonia), Holanda, Canadá, Dinamarca, Portugal, Argen-tina, Luxemburgo, México, Polonia, Brasil, Chile, Finlandia, Rumanía, Turquía, Argelia, Egipto, Perú, Gre-cia, India, Uruguay, Indonesia, Panamá y Japón.(**) Distribución realizada sobre el 95,4% de las patentes (incluyendo privilegios y otros premios entre 1759y 1826). En el resto no se indica el dato o no puede deducirse a partir de la información administrativa so-bre el solicitante.

FUENTE: AHN y GM, para los privilegios y otros premios anteriores a 1826, y expedientes de la OEPM, apartir de esta fecha.

CUADRO 1NACIONALIDAD DE LOS SOLICITANTES DE PATENTES EN ESPAÑA 1759-1900

PORCENTAJE

País 1759-1878 1878-1900 1759-1900

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vadores y desarrollados en la época: Rei-no Unido, Francia, Alemania y EstadosUnidos, siendo prácticamente anecdóticala obtención de patentes en España desdeotras áreas. A lo largo del siglo XIX, casi el50% de todas las patentes registradas ennuestro país provienen de las cuatro na-ciones citadas, aunque hay que resaltar lamás que interesante participación francesaen el proceso de transferencia técnica ha-cia la Península.

Como puede comprobarse en el cuadro 1,antes de 1878, es decir, antes del poderosoadvenimiento a la escena económica in-ternacional de países seguidores comoAlemania y Estados Unidos, los industria-les y empresarios franceses acapararon el31,4% de las patentes registradas, convir-tiéndose en el principal foco de introduc-ción de información tecnológica. Tampo-co hay que olvidar que la influenciafrancesa había sido muy grande en la or-ganización del propio sistema legal deprotección, ya que las leyes de 1811, 1820y 1826 fueron, en gran medida, calcadasde la Ley revolucionaria de 1791. Obvia-mente, esto no significa que los inventosregistrados por franceses tuviesen siempresu origen en Francia, pero sí que fue a tra-vés de las inversiones realizadas por ciu-dadanos de ese país —pagar una patentees invertir— la manera en que la informa-ción tecnológica llegó a España.

Durante el último cuarto del siglo XIX laparticipación porcentual francesa se redu-jo casi a la mitad (17,4%), aunque conti-nuó siendo el país con mayor presenciaen el sistema español de protección indus-trial. Esto fue debido a la «invasión» de pa-tentes procedentes de Alemania y EstadosUnidos durante la segunda revolución in-dustrial, países con escasa presencia antesde 1878 (respectivamente, 1,6% y 2,2% deltotal de las patentes solicitadas en Espa-ña), pero que experimentaron un impor-tante crecimiento tras esta fecha, hasta al-canzar las solicitudes alemanas un 11,6%del total (convirtiéndose en este períodoen el segundo país más importante, trasFrancia) y las americanas un 10,1%.

Como es sobradamente conocido, estasdos naciones irrumpieron con fuerza en laescena internacional durante el últimocuarto del siglo XIX, compitiendo económi-ca y tecnológicamente con Gran Bretaña y

Francia, que, hasta entonces, habían lide-rado casi en exclusiva la economía mun-dial. Además, los acuerdos internacionalesde 1883 y 1884 sobre propiedad industrial,de los que España fue signatario inicial, fa-cilitaron la organización de un nuevo mar-co para la extensión de la protección sobrenuevas tecnologías por los diversos paísesfirmantes, lo que impulsó la multiplicidadde registros por las zonas que eran procli-ves a aprovechar los avances externos.

Las patentes británicas se mantuvieron entorno al 10% durante todo el período anali-zado (con una presencia ligeramente mayortras 1878 que antes de esta fecha), propor-ción importante, sin duda, pero menor de laque podría intuirse para la patria de la revo-lución industrial. Antes de 1878, mucha tec-nología inglesa llegó a España a través deotros caminos, bien gracias a la interven-ción de empresarios de terceros países conintereses más directos en la Península (fran-ceses, fundamentalmente), bien mediantepatentes de introducción solicitadas por es-pañoles, bien importándose sin registrar.Además, durante el último cuarto de siglo,las técnicas inglesas competían cada vez enmayor medida, sobre todo en los sectorespesados y energéticos, con las innovacio-nes alemanas y americanas.

En el cuadro 2 se puede corroborar cómotodo lo expuesto viene a coincidir, en ge-neral, con el conocimiento existente sobrela participación real de empresas y técni-

cos extranjeros en la economía española.Las inversiones francesas y británicas fue-ron fundamentales en sectores clave de laprimera industrialización española, tantopor el número de empresas establecidasen el territorio español (o fuera de él, perocon intereses en la Península) (14) comoen capital invertido. Su participación en laconstrucción del ferrocarril o en la explo-tación de los yacimientos de mineraleshispanos ha sido y es tema destacado dela historia económica nacional (15).

También las industrias relacionadas con elabastecimiento de gas, agua y, posterior-mente, electricidad atrajeron con fuerza laactividad empresarial extranjera, lo mismoque la banca, los seguros y las finanzas engeneral (16). Sin duda, la extensión de lasinversiones hacia otros sectores menosconocidos también fue importante duran-te la mayor parte del siglo XIX.

De la misma manera, la influencia tecno-lógica alemana se acrecentó a partir de1880, coincidiendo con el giro proteccio-nista europeo, si bien la magnitud del ca-pital invertido fue mucho menor que en elcaso de franceses, británicos o incluso bel-gas. Las dificultades impuestas a la impor-tación de determinados bienes de equipo,material ferroviario o productos interme-dios provocaron, en las últimas décadasdel siglo, la organización en suelo españolde establecimientos industriales de origenextranjero que salvaguardaban sus dere-

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Francia 234 42,3 1032,33 59,11

Reino Unido (*) 140 25,3 287,67 16,47

Alemania 63 11,4 61,02 3,49

Bélgica 45 8,1 109,30 6,26

Suiza 16 2,9 4,74 0,27

Italia 14 2,5 1,68 0,10

EEUU 7 1,3 0,53 0,03

Resto* 34 6,1 249,14 14,27

Totales 553 100,0 1746,41 100,0

* En las cifras del Reino Unido se incluyen seis empresas irlandesas; en Resto se agrupan establecimientosde Holanda, Canadá, Noruega, Suecia, Argentina, Austria (incluyendo Hungría y Checoslovaquia), Dina-marca, México y Portugal.

FUENTE: T. Tortella, A Guide to Sources of Information on Foreign Investment in Spain, 1780-1914, Ams-terdam, International Institute of Social History, 2000, cuadros 1 y 5, pp. xi y xix.

CUADRO 2EMPRESAS CON INTERESES EN ESPAÑA Y CAPITAL INVERTIDO. 1780-1914

Empresas 1780-1914 Capital 1851-1914N.° % Mill. Pts. %

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chos tecnológicos mediante la utilizacióndel sistema de patentes. Y si tanto la pre-sencia de empresas como las inversionesde capital extranjero fueron importantes,la dependencia de la tecnología y del ca-pital humano exterior aún lo fue muchomás. Gran parte de la maquinaria en todoslos sectores que se modernizaban fue di-rectamente importada del exterior hastafechas muy tardías, de la misma maneraque fue una constante la atracción de nu-merosos ingenieros y trabajadores cualifi-cados que la hacían funcionar.

La dependencia industrial española durante el siglo XIX

Como se ha podido comprobar, una bue-na parte de la información tecnológicaprotegida en el sistema español de paten-tes fue transferida del exterior. La suma delas patentes extranjeras más las de intro-ducción españolas suponen en torno al67% del total de solicitudes registradas, re-velando una más que importante depen-dencia científica y técnica del país. Perouna vez constatada esta dependencia tec-nológica, cabe preguntarse ahora sobre suarticulación en la estructura económica es-pañola durante el período estudiado, demodo que podamos averiguar si existensectores más o menos dependientes queotros y de cuáles se trata.

En el cuadro 3 puede constatarse que el85% del total de patentes en el período es-tudiado se concentra en torno a oncegrandes grupos de actividad: la fabrica-ción de bienes de equipo y máquinas-he-rramienta, la industria textil, el sector ser-vicios, la transformación de productosagrarios, la industria química, la siderome-talurgia, la producción y distribución deelectricidad, la construcción, el ferrocarril,la producción armamentística y la indus-tria del gas. Es en estos sectores dondemás interesa constatar la presencia extran-jera, ya que en ellos parece concentrarsela mayor parte de la demanda de innova-ciones y, por tanto, de expectativas de be-neficio para nuevas tecnologías (17).

Tal y como se ha explicado, al sumar laspatentes extranjeras y las patentes de in-

troducción pedidas por españoles, puedeapreciarse cómo en las actividades máscomplejas y pesadas la dependencia exte-rior es mayor que en otras en las que el es-tado de la técnica podía permitir el éxitorelativo de la invención nacional. Esto que-da reflejado con claridad en el cuadro 3, enel que los sectores más importantes pue-den agruparse en tres categorías.

La primera sería la formada por electrici-dad, siderometalurgia, industria armamen-tística, ferrocarril, gas e industria química,en las que el porcentaje de tecnología ex-tranjera supera con creces la media nacio-nal, desde el 72% de la química y el gashasta más del 84% de la electricidad. Setrata de sectores de base, técnicamentecomplejos, con grandes necesidades deinversión en investigación, altos costes fi-jos a la hora de implantarlos, interesantesexternalidades potenciales e importantesefectos de arrastre sobre el resto de la eco-nomía.

Esto también coincide plenamente con laimpresión de la historiografía especializa-da en torno a la dependencia tecnológicaespañola en el establecimiento de los pri-meros núcleos de producción siderúrgicaen el sur y en el norte de la Península, laimplantación del transporte ferroviario ola aparición y extensión de las industriasenergéticas y químicas (18).

El segundo grupo quedaría determinadopor las actividades relacionadas con la fa-bricación de bienes de equipo genéricos(máquinas-herramienta, motores y con-juntos de tecnología diversos), la transfor-mación de productos agrarios y alimenti-cios y la industria textil. En ellas, lapresencia extranjera, siendo siempre muyalta, se acerca a la media del sistema depatentes (sólo superada por la industria debienes de equipo), predominando, en ge-neral, las actividades ligeras, con necesi-dades financieras moderadas y con unaorientación muy clara hacia el consumo

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Bienes de equipo 5904 18,2 68,5 1,03

Textil 4098 12,6 64,4 0,97

Servicios 3862 11,9 55,0 0,82

Transf. prod. agrarios 3420 10,5 65,0 0,97

Química 2408 7,4 72,0 1,08

Siderometalurgia 1792 5,5 81,0 1,21

Electricidad 1340 4,1 84,8 1,27

Construcción 1253 3,9 58,3 0,87

Ferrocarril 1194 3,7 79,8 1,20

Armamento 1193 3,7 80,1 1,20

Gas e iluminación 1096 3,4 72,1 1,08

Resto(**) 4861 15,0 — —

Total 32421*** 100,0 66,7 1,00

(*) El porcentaje de tecnología extranjera se deduce de la suma de las patentes foráneas más las patentesde introducción pedidas por españoles. El índice de transferencia de tecnología extranjera es el cociente delporcentaje de presencia extranjera en cada sector sobre la media nacional.(**) En el resto de actividades quedan incluidas con porcentajes menores y en el siguiente orden las inven-ciones relativas a comunicaciones (3,2%), transporte ordinario sin raíles (2,3%), la industria papelera (2,1),transporte marítimo y canales (2,1%), agricultura (1,9%), minería y carbón (1,6%), industria maderera(1,5%) y aeronáutica (0,3%). (***)J Distribución realizada sobre el 99,9% del total de patentes (incluyendo privilegios y otros premios en-tre 1759 y 1826). En 35 casos la solicitud es inclasificable.

FUENTE: AHN y GM, para los privilegios y otros premios anteriores a 1826, y expedientes de la OEPM,a partir de esta fecha.

CUADRO 3SOLICITUDES DE PATENTES. ESTRUCTURA SECTORIAL Y PRESENCIA

DE TECNOLOGÍA EXTRANJERAESPAÑA .1759-1900

Patentes Distribución Porcentaje Índice de transferenciasectorial de tecnología de tecnología

extranjera(*) extranjera(*)

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básico —casos del textil y de la transfor-mación de productos agrarios— o hacia laproducción de bienes intermedios, deaplicación multisectorial (19). Por último,puede distinguirse un tercer grupo, forma-do por las patentes relacionadas con elsector servicios y el de la construcción. Enambos tipos de actividad la presencia ex-terior es inferior a la media (en torno al55% y 58%, respectivamente), lo que sig-nifica que en el caso de los avances enservicios básicos —adecuación de vivien-das, urbanismo, mobiliario, calefacción,medicina e higiene, enseñanza, etc.—, asícomo en aspectos relacionados con la edi-ficación y materiales diversos para la cons-trucción, se concentraba más la actividadinventiva nacional.

Se trata de grupos tecnológicos vinculadoscon bienes cada vez más necesarios y cu-ya producción interesa acelerar, ya que sehallan relacionados con la mejora inme-diata de las condiciones de vida de la po-blación. Las innovaciones suelen ser tam-bién más sencillas, fácilmente financiablesy con un estado de la técnica en las que elingenio y la actividad empresarial españo-la pueden tener mayor éxito.

Es preciso decir, por último, que al anali-zar las patentes pedidas por extranjeros entodos estos sectores abundan, como es ló-gico, los solicitantes de las cuatro naciona-lidades mayoritarias a las que nos hemosreferido en el punto anterior: franceses,ingleses, alemanes y norteamericanos. Losprimeros son los más importantes en to-dos los sectores, excepto en la industria si-derometalúrgica, en la que son superadosclaramente por los solicitantes ingleses, yen la industria armamentística, en la queson mayoritarias también las patentes in-glesas, alemanas y estadounidenses, poreste orden.

Las invenciones de origen germano, ade-más, son las segundas en importancia conrelación al resto de nacionalidades en laindustria química, el gas, la fabricación debienes de equipo, los servicios y la cons-trucción; de la misma manera, la presenciainglesa tiende a superar la media —ade-más de en los metales y el armamento—en el textil, siendo los norteamericanos re-lativamente importantes en la industriaeléctrica, el ferrocarril y la transformaciónde productos agrarios.

La inmigración cualificada en la economía española

El estudio directo de la documentación so-bre patentes conservada en el archivo dela OEPM permite sistematizar el lugar deresidencia de los peticionarios, lo queayuda a completar la visión sobre el pro-ceso de transferencia de información tec-nológica exterior hacia el sistema produc-tivo español. Así, por ejemplo, puedeobservarse en el gráfico 1 que el 14,2% delas patentes registradas desde finales delsiglo XVIII hasta la Restauración fueron pe-didas por extranjeros que vivieron en al-gún momento en territorio español, lo quesupone más de un cuarto de los registrosde titularidad foránea. El total de patentesde residentes en la Península, por tanto,asciende a un 64,5% (nacionales más ex-tranjeros), frente a sólo un 35,5% de regis-tros de inventores que no residen en elpaís.

Sin embargo, en el gráfico 2 puede com-probarse que esta estructura cambia com-pletamente entre 1878 y 1900, ya que las

patentes cuyos dueños residen fuera de laPenínsula se eleva, aproximadamente, al60%, siendo tan sólo un 40% las que se pi-den por personas o empresas que vivenen territorio español. Pero, además, la ma-yor parte de los extranjeros solicitan laprotección desde el exterior y tan sólo en-tre un 1% y un 2% (las cifras pueden variarligeramente al hallarnos todavía en plenotrabajo de catalogación) del total de solici-tudes corresponden a extranjeros instala-dos en España en el momento de pedir elmonopolio.

Esto encaja con lo que estaba sucediendoen el mundo de la propiedad industrialdurante el último cuarto del siglo XIX: estáclaro que la fuerte expansión de las paten-tes en España —que se multiplicaron porseis en estos años— se debe a la llegadamasiva de solicitudes extranjeras «desde elextranjero» como consecuencia del avanceeconómico y, sobre todo, tecnológico dela segunda revolución industrial en los paí-ses pioneros y seguidores [a lo que ayu-dan los cambios legales introducidos en lalegislación española en 1878, al abaratarde manera radical la obtención de las pa-tentes y reconocer explícitamente el dere-cho de prioridad del primer inventor (20)].

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GRÁFICO 1PATENTES SEGÚN LUGAR DE RESIDENCIA Y NACIONALIDAD DEL SOLICITANTE

ESPAÑA. 1759-1878 (*)

(*) En Resto se incluyen patentes de EEUU (1,3%), Bélgica (1,1%), Portugal (1,1%), Suiza (0,5%), Austria (0,3%), Chile (0,3%),México (0,3%) y Dinamarca (0,1%). La distribución se ha realizado sobre las solicitudes en que se conoce el lugar de residen-cia, aproximadamente un 97,3% del total en el período.

FUENTE: AHN y GM, para los privilegios y otros premios anteriores a 1826, y expedientes de la OEPM,a partir de esta fecha.

No residentes35,5%

Residentes extranjeros14,2%

Residentes nacionales50,3%

Alemania 2,3%

Francia 74,8%

Italia 4,0%

R. Unido 13,9%Resto 5%

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Esto también es síntoma de la progresivatendencia de los propietarios de patentesa protegerse en mercados exteriores, a so-licitar registros múltiples, cuestión tambiénimpulsada por la internacionalización de laeconomía y la unión internacional para laprotección de la propiedad industrial a par-tir de 1884 (21).

Antes de 1878 una parte importante de lainformación tecnológica de origen extran-jero disponible en España fue generada através de la inmigración de capital huma-no cualificado; input que sabemos fue im-prescindible para el desarrollo técnico denumerosos sectores de los que el ferroca-rril, la minería o la siderurgia sólo fueronun primer exponente. Los ingenieros, téc-nicos o empresarios que se afincaron enterritorio español y que utilizaron el siste-ma de patentes para proteger nuevas tec-nologías y emprender negocios provenían,en su mayoría, de Francia (74,8% del totalde extranjeros residentes, gráfico 1), con-firmando e insistiendo en el importantepapel que tuvo este país en la transferen-cia, difusión e implantación de innovacio-nes en España.

Además de ciudadanos franceses es posi-ble encontrar a casi un 14% de británicos, aun 4% de italianos y a poco más de un 2%de alemanes, siendo la presencia del restode nacionalidades muy poco significativa.Entre 1878 y 1900 la mayor parte de los ex-tranjeros residentes en España continúansiendo franceses (37,6%, gráfico 2), aunquesu número desciende al aumentar la pre-sencia de otras nacionalidades europeas,especialmente ingleses (19%) y alemanes(17%), aunque también italianos, belgas ysuizos, lo que coincide plenamente conlas conclusiones de T. Tortella sobre los in-tereses empresariales y el capital invertidoen España desde Europa a lo largo del si-glo XIX (cuadro 2). Escasean, sin embargo,ciudadanos norteamericanos y, en gene-ral, de otros continentes no europeos.

En todo caso, la participación de esta manode obra cualificada en la economía espa-ñola es aún poco conocida como para va-lorar en su justa medida la aportación quepudo suponer al proceso de industrializa-ción y desarrollo económico de nuestropaís y, sin duda, merecerá que los investi-gadores le dediquemos nuestra atenciónen el futuro.

Desde la segunda mitad del siglo XVIII, lacorona española atrajo, en la medida quele fue posible, a personal especializadoextranjero para dirigir laboratorios y gabi-netes de toda índole o, incluso, para orga-nizar la producción fabril de determinadosproductos (22).

También sabemos que durante el siglo XIX

muchos técnicos extranjeros se instalaronen el país para dirigir determinados traba-jos especializados, como la construcciónferroviaria o la fabricación de metales. Pe-ro esta tendencia —que antes de la revo-lución industrial era menos acusada, aun-que usual en muchas partes de Euro-pa (23)— se generalizó y extendió por to-dos los sectores de actividad hasta conver-tirse en un sistema importante de transfe-rencia técnica, consecuencia también dela progresiva liberalización en la movili-dad de factores a que dio lugar la cons-trucción del capitalismo internacional.

No cabe duda de que los empresarios e in-genieros extranjeros que vivieron en Españadurante el siglo XIX —franceses e ingleses,fundamentalmente, pero también alemanes,belgas o italianos— fueron un pilar de apo-

yo esencial a la hora de tender la red de co-municaciones, integrar el mercado, organi-zar la explotación de los yacimientos mine-ros, formar trabajadores cualificados o dirigirestablecimientos de fabricación mecánica,química, textil y siderometalúrgica. Su pre-sencia en el sistema de patentes es unaprueba más de ello.

Efectividad y persistenciade la transferencia de información tecnológica

La legislación española sobre propiedad in-dustrial obligaba —desde la promulgaciónde las primeras normas— a poner en prác-tica las tecnologías patentadas en un plazoque, durante el período estudiado, no de-bía ser superior a uno o dos años (24), re-quisito sin el cual la protección caducaba yla información técnica pasaba a libre dispo-sición pública. La necesidad de cumpli-mentar estos trámites ha conducido a queen la documentación aparezcan testimo-nios notariales, informes institucionales o

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GRÁFICO 2PATENTES SEGÚN LUGAR DE RESIDENCIA Y NACIONALIDAD DEL SOLICITANTE

ESPAÑA. 1878-1900 (*)

(*) Entre los «Residentes nacionales» se incluyen algunas patentes cubanas; en Austria se incluyen registros de Hungría; y enResto se incluyen patentes de EEUU (2,4%), México (1,4%), Chile (1,0%), Perú (0,7%), Rumanía (0,7%), Argentina, Egipto yNoruega (0,3% cada una). La distribución se ha realizado sobre las solicitudes en que se conoce el lugar de residencia, apro-ximadamente un 96,5% del total en el período.

FUENTE: AHN y GM, para los privilegios y otros premios anteriores a 1826, y expedientes de la OEPM,a partir de esta fecha.

No residentes60,2%

Residentesextranjeros

1,1%

Residentes nacionales38,7%

Bélgica 4,7%

Alemania 16,9%

Suiza 4,1%

Francia 37,6%

Italia 7,5%

R. Unido 19%

Austria 3,1%Resto 7,1%

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certificados de ingenieros relacionados conla aplicación real de los inventos. Su estu-dio permite investigar y conocer, con bas-tante fiabilidad (más antes de 1878 quedespués (25)), qué porcentaje de patentesacabó explotándose y convirtiéndose eninnovación tecnológica en algún procesoproductivo, así como cuáles fueron las va-riables que más influyeron en aumentar laeficacia del sistema.

Obviamente, se trata de un dato jurídico,mediante el que puede asegurarse que unaparte de las patentes se explotó —aunquefuese por poco tiempo o con escaso impac-to y difusión—, pero del que no puede deri-varse que las concesiones que no superaronlos trámites no tuvieran aprovechamientoeconómico con posterioridad.

Además de la puesta en práctica, la lectura yel análisis directo y completo del expedien-te administrativo nos ha permitido estudiarla duración real de las patentes, lo que brin-da la oportunidad de aproximarse al gradode interés que el solicitante tenía en mante-

ner el monopolio. En teoría, sólo se pagarápor más años de exclusividad si los benefi-cios que esto reporta —o las expectativasde tenerlos— compensan el pago de las ta-sas. A mayor vida, probablemente, mayorposibilidad de que la tecnología protegidasea efectivamente una innovación con re-percusiones en la economía real (26).

En el cuadro 4 se ha diferenciado el análi-sis de la puesta en práctica y la duraciónde las patentes en dos épocas claramentedistintas, que tienen como punto de infle-xión el año 1878, en el que se promulga lanueva ley de propiedad industrial.

En ambos períodos la efectividad mediadel sistema se sitúa en torno al 25% (28%entre 1878 y 1900), es decir, en torno a uncuarto de las patentes pedidas acreditaronla puesta en práctica obligatoria, mientrasaproximadamente entre el 72% y el 75%perdían la protección estatal y pasaban adominio público antes de cumplir dosaños (un año entre 1826 y 1878), bien por-que caducaban oficialmente al no explo-

tarse, bien porque se abandonaban sin re-alizar los pagos de las tasas (27).

Utilizando un sencillo índice de efectivi-dad, que refleja la desviación de diversosgrupos de patentes respecto a la media na-cional, puede comprobarse cómo existendiferencias notables en la eficacia en elproceso de innovación según manejemosuna u otra variable y según la etapa anali-zada. Así, entre 1826 y 1878 las patentes so-licitadas por nacionales se muestran muchomás efectivas (1,36%) que, en general, laspedidas por extranjeros (0,64%), y lo mis-mo ocurre con los residentes —de cual-quier nacionalidad— (1,29%) frente a losque no residen en España (0,49%).

Las patentes de introducción, asimismo, seponían en práctica en mayor proporciónque las de invención, pues, como se ha ex-plicado, a menudo protegían tecnología yaprobada que aumentaba la posibilidad deéxito en su explotación. Residencia del ca-pital humano extranjero en el país y pro-tección de tecnología conocida y en explo-

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Patentes nacionales 34,7 65,3 1,36 68,6 31,4 0,88Patentes extranjeras 16,5 83,4 0,64 55,4 44,6 1,24

Patentes de invención 23,3 76,7 0,91 55,4 44,6 1,24Patentes de introducción 33,4 66,7 1,30 100,0 0,0 0,00

Patentes de residentes 33,1 67,0 1,29 67,5 32,5 0,90Patentes de no residentes 12,6 87,4 0,49 48,0 52,0 1,45

PROMEDIO ESPAÑA 25,6 74,4 1,00 64,1 35,9 1,00

1878-1900 % en % no en Índice de % practicados % practicados Índice depráctica práctica efectividad (**) con duración con duración persistencia (**)

≤ 5 años > 5 años

Patentes nacionales 23,3 76,7 0,83 73,0 27,0 0,70Patentes extranjeras 31,7 68,3 1,13 55,9 44,1 1,15

Patentes de invención 27,3 72,7 0,98 53,3 46,7 1,22Patentes de introducción 29,0 71,0 1,04 100,0 0,0 0,00

Patentes de residentes 23,9 76,1 0,85 72,5 27,5 0,72Patentes de no residentes 31,0 69,0 1,11 55,7 44,3 1,15

PROMEDIO ESPAÑA 27,9 72,1 1,00 61,6 38,4 1,00

(*) Distribución realizada sobre, aproximadamente, el 97% de las patentes (no incluye privilegios ni otro tipo de premios) solicitadas entre 1826 y 1878 en las quese conocen ambos datos: categoría y motivo de caducidad, y sobre el 95,5% de las patentes pedidas entre 1878 y 1900 que cumplen la misma condición. (**) El índice de efectividad es el cociente del porcentaje de patentes puestas en práctica en cada categoría sobre la media nacional. De la misma forma, el índicede persistencia es el cociente del porcentaje de patentes practicadas con más de cinco años de duración en cada categoría sobre la media nacional..

FUENTE: AHN y GM, para los privilegios y otros premios anteriores a 1826, y expedientes de la OEPM, a partir de esta fecha.

CUADRO 4SOLICITUDES DE PATENTES Y PUESTA EN PRÁCTICA (*)

ESPAÑA. 1826-1900

1826-1878 % en % no en Índice de % practicados % practicados Índice depráctica práctica efectividad (**) con duración con duración persistencia (**)

≤ 5 años > 5 años

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tación, por tanto, eran las dos cuestionesque incrementaban las posibilidades deéxito en el proceso de transferencia de tec-nología hacia el sistema productivo.

Pero, además, es necesario constatar queentre 1826 y 1878 el motivo principal decaducidad de las patentes pedidas por es-pañoles, o por residentes, era el abando-no, esto es, se tendía a no realizar el pagoprevio de las tasas del monopolio cuandose dudaba de la posibilidad de poner enexplotación la tecnología registrada (28).Sin embargo, los extranjeros no residentesinvertían en conseguir la patente a pesar deque la mayoría perdía los derechos de pro-piedad con rapidez (en un año) al no po-ner en práctica los inventos, es decir, pare-cían equivocarse con mayor frecuencia quelos inventores o empresarios españoles (oextranjeros residentes) en el cálculo de lasexpectativas de beneficio.

Esto se debe, con gran probabilidad, a laexistencia de una fuerte asimetría informa-tiva que los situaba en desventaja respectoa los que vivían en España, ya que cono-cían peor las particularidades de la atrasa-da industria, la legislación y los mercadosespañoles, en un contexto internacionalaún poco integrado. No obstante, dadoque en países como Francia o el ReinoUnido la renta per Capita y el nivel de vi-da eran muy superiores a los hispanos, ydado el estado de la técnica existente enEspaña, muchos extranjeros registraban latecnología aunque tuviesen muy pocasexpectativas de explotarla realmente, amenudo siguiendo estrategias de protec-ción o de control de mercado que impedí-an, o al menos retrasaban, el que otros co-piaran libremente los avances utilizandola modalidad de la introducción (29).

La patente, además, podía ser un excelentemodo de abrir brecha para dar a conocerdeterminada información tecnológica y faci-litar la cesión de derechos o la exportaciónde maquinaria hacia España, como puedecomprobarse en muchos expedientes (30).

No obstante, este modelo cambia radical-mente a lo largo del último cuarto del si-glo XIX, tal y como se puede observar en elcuadro 4, pues entre 1878 y 1900 el índicede efectividad de las patentes extranjerases superior (1,13%) al de las patentes na-cionales (0,83%), invirtiendo la tendencia

mostrada en la etapa anterior. Y lo mismosucede con las patentes de solicitantesque no residen en España (1,11%), frentea las pedidas por residentes (0,85%).

Diversos son los factores que pueden expli-carlo. Así, por ejemplo, la legislación de1878 protegía mejor los intereses extranje-ros, al tiempo que los acuerdos internacio-nales de 1884 sistematizaban la propiedadindustrial internacional; pero lo que nos pa-rece aún más importante es que tras la Res-tauración, a lo largo de las últimas décadasdel siglo XIX, la economía española abordóun giro proteccionista que hizo necesaria laimplantación en territorio español de esta-blecimientos industriales, a menudo con in-tereses extranjeros, que pudiesen fabricarmaquinaria y productos para la sustituciónde importaciones. Se trata de un período enel que (al menos hasta 1890) España co-mienza a converger hacia la media Europea(31), iniciándose un lento proceso de mo-dernización de las estructuras productivashispanas que, siempre dentro del atraso, al-canzará mayor auge durante el primer terciodel siglo XX.

Por otra parte, la segunda revolución indus-trial supuso un tránsito hacia tecnologíasmuy complejas en sectores fundamentales,desde las nuevas energías y los motoreshasta los últimos avances de la siderurgia ola gran química, en los que la capacidad in-ventiva e innovadora española era muy es-casa. La electrificación, por ejemplo, depen-

dió completamente de la tecnología exte-rior, lo que determinó el éxito de las com-pañías internacionales propietarias de lasprincipales patentes.

En esta situación es en la que hay que en-tender el éxito relativo de la puesta enpráctica de los que protegen la tecnologíadesde el extranjero. Como se pudo com-probar en el punto anterior, tras 1878 lamayor parte de ellos residen fuera de Es-paña, operando a través de acuerdos o li-cencias de explotación o a través de filia-les de las compañías matrices instaladasen España a la hora de cumplir los requisi-tos del trabajo obligatorio.

La intensa complejidad técnica de muchasde estas tecnologías registradas, la exten-sión de la patente empresarial frente a laindividual y las progresivas tendencias oligopolísticas hacia la homogeneizaciónproductiva internacional (al menos en tor-no a grandes bloques) hicieron que la asi-metría informativa fuese cada vez menosfavorable a los inventores y empresariosespañoles, que se esforzaban en seguir laspautas de una economía cada vez más in-ternacional y cada vez más influida por lacapacidad de innovación.

Una última cuestión es la relativa a la dura-ción del monopolio. Como puede observar-se en el cuadro 4, entre el 61% y el 64% delas patentes en práctica se abandonan o seextinguen antes de (o al) cumplir cinco

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años (caso de todas las de introducción),pudiendo explotarse la tecnología libre-mente a partir de ese momento. Si, comohemos visto, el 75% de las patentes caduca-ban por no ponerse en práctica y, además,de las que se explotaban la mayor parte noprotegía más de un quinquenio, resulta quesólo unas pocas constituyeron verdaderos yauténticos monopolios, excepto por la su-cesión o encadenamiento de patentes (32).

Mediante lo que hemos denominado índi-ce de persistencia, calculado en las diversascategorías a través del análisis de las paten-tes practicadas que superan los cinco añosde existencia respecto a la media nacional,puede comprobarse que, durante todo elsiglo XIX, los solicitantes extranjeros y noresidentes que explotan patentes en Espa-ña mantienen en vigor durante más tiem-po, en mayor medida que los nacionales yresidentes, la exclusividad de sus derechos.

Estas razones coinciden con algunas delas ideas esbozadas en los párrafos ante-riores, pues entre las patentes extranjerasque realmente fueron explotadas en uno uotro período predominan las tecnologíasrelativamente complejas en manos decompañías, sociedades o individuos conimportantes recursos económicos y conintereses claramente definidos en el mer-cado nacional, bien directamente, bien através de intermediarios.

Conclusión

En este trabajo se ha pretendido utilizar lainformación que se desprende del análisisdel sistema español de patentes para inves-tigar los procesos de transferencia de tecno-logía extranjera hacia España a lo largo delsiglo XIX, época en la que se fragua buenaparte del atraso económico del país. Para re-alizar esta tarea, se ha partido del supuestode que estudiando la propiedad industrialse puede obtener una primera aproxima-ción general al problema, que, si bien debeser confirmada en el futuro mediante estu-dios más específicos, puede servir para de-mostrar los orígenes históricos de la depen-dencia tecnológica y científica española.

En este sentido, las solicitudes de protec-ción mediante patente proporcionan da-

tos válidos, parciales, pero suficientemen-te representativos del proceso general deinnovación y de las pautas de inversión enavances técnicos en la economía españo-la. Investigando la nacionalidad de los ti-tulares de las patentes y la modalidad deregistro, se llega a la conclusión de que lapresencia de tecnología externa quedaríadeterminada por la proporción de titularesextranjeros más el porcentaje de patentesde introducción de titular español. Estecálculo permite demostrar una fuerte de-pendencia técnica en el sistema de infor-mación tecnológica, ya que casi el 67% delos registros protegían inventos ideadospor extranjeros. Si a esto le unimos la co-nocida importación directa de bienes deequipo del exterior —una de las causasdel déficit de la balanza comercial españo-la durante gran parte del siglo XIX—, la de-pendencia extranjera se convierte en algomás que substancial.

Al estudiar estas patentes basadas en tec-nología de origen foráneo descubrimos laimportancia que tuvieron los técnicos yempresarios franceses —y también britá-nicos y alemanes— en la transferencia dela tecnología hacía España. Antes de 1878,fue sobre todo Francia el país que más in-terés demostró en la economía española,acaparando sus ciudadanos más del 30%de las patentes registradas en Madrid.

Esta importancia se manifestó también enla propia organización legal del sistema,

que se instauró por primera vez bajo elgobierno de José Bonaparte y que prácti-camente fue una traducción de la ley revo-lucionaria francesa de 1791. No obstante,durante el último cuarto del siglo XIX lapresencia francesa disminuyó relativa-mente mientras se mantenía la de los in-gleses y se expandía la de alemanes y es-tadounidenses, como consecuencia de laincorporación a la economía internacionalde estos dos países en plena segunda re-volución industrial.

Por otro lado, al analizar los lugares de re-sidencia de los titulares extranjeros de pa-tentes, se observa que entre 1759 y 1878casi un 25% residía en España al solicitarla protección, especialmente franceses, locual introduce la necesidad de realizar es-tudios más pormenorizados sobre la emi-gración de capital humano cualificado enépocas tempranas de la industrialización.En parte, la historiografía española conoceya la interesante participación de ingenie-ros y empresarios extranjeros en la cons-trucción del ferrocarril, en la minería o enel nacimiento de la industria siderúrgica,pero esta cifra de residentes indica la posi-bilidad de una influencia grande en otrossectores de la economía.

Esta tendencia se interrumpió durante el úl-timo cuarto de siglo, en el que los extranje-ros propietarios de patentes residían fuerade España en su mayoría, en parte conse-cuencia también del cambio de paradigmaeconómico en el ámbito internacional, loque no significa que la movilidad de traba-jadores cualificados y capitales no se inten-sificase durante estos años, sino que los inventores y las empresas protegían rápi-damente las nuevas tecnologías desde supatria. Entre los que patentaban viviendoen España durante el último cuarto del si-glo XIX vuelven a destacar los franceses,pero ya seguidos más de cerca por inglesesalemanes y, a mayor distancia, por italia-nos, belgas y suizos; hecho que encaja muybien con los conocimientos historiográficossobre la presencia de empresas y capitaleuropeo en España durante la época.

En cuanto a la estructura de la dependen-cia técnica, la distribución de las patentespor los diversos sectores de la economíademuestra una concentración de la tecno-logía extranjera en las actividades máscomplejas y pesadas, que necesitaban de

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una mayor tasa de inversión. Así pues, lapresencia de información tecnológica ex-terior en las patentes eléctricas, siderome-talúrgicas, armamentísticas o ferroviariasfue bastante mayor que la media del siste-ma, situándose entre un 80% y 85%, mien-tras en los servicios o la construcción nosuperaba el 58%.

Otras de las cuestiones analizadas en eltrabajo son la puesta en práctica y la dura-ción de las patentes, aspectos que nosayudan a conocer en qué medida se hizoefectiva la transferencia técnica del exte-rior y cuál fue su grado de repercusión. Elestudio vuelve a demostrar una clara dife-rencia entre el primer proceso de indus-trialización y lo que sucede en el últimocuarto del siglo XIX.

En la primera etapa, si la tecnología se pro-tegía mediante patente de introducción o eltitular del monopolio residía en territorionacional, las posibilidades de explotaciónreal del invento se incrementaban, comoconsecuencia de un mayor conocimientodel mercado interior y del menor grado deintegración internacional. Sin embargo, enla última parte del siglo sucede lo contrario,ya que la nacionalidad extranjera y la resi-dencia fuera del país aparecen como facto-res que favorecían la puesta en práctica, locual debe relacionarse con la revolucióntecnológica de la segunda industrializacióny con el propio proceso de crecimientoeconómico y cambio estructural español,en pleno giro proteccionista pero con unaindustria cada vez más dependiente de lascomplejas innovaciones externas.

Esta fuerte dependencia tecnológica expli-ca que, una vez que las patentes se halla-ban en explotación, fuesen los extranjerosno residentes los que, a menudo, mantu-viesen más tiempo activo el monopolio,tanto antes como después de 1878.

Todo lo expuesto anteriormente puede tra-tarse desde dos ópticas. Una negativa, queremarcaría la escasez de inventos, el atrasocientífico y técnico y la fuerte dependenciaindustrial característica del proceso de cre-cimiento económico moderno de España;y otra positiva, en la que podría aducirseque, sin la movilidad de los factores extran-jeros, especialmente franceses, ingleses yalemanes, y sin su participación en el siste-ma productivo español, el desarrollo eco-

nómico e industrial de la nación se hubiesevisto, no ya retrasado, sino seriamentecomprometido. En todo caso, se trata delecciones históricas que, necesariamente,deben incorporarse en el pensamiento eco-nómico actual a la hora de reflexionar so-bre el estado de nuestro sistema de innova-ción y sobre su futuro inmediato.

(*) Este trabajo tiene su origen en dosponencias previas presentadas en lasJournées d’études internationales:Pratiques historiques de l’innovation,historicité de l’Economie des savoirs(XIIe - XIXe siècles), CNAM y CRHIS-CO, París, marzo de 2000; y en el Con-greso Internacional: Las transferen-cias tecnológicas en el ámbitomediterráneo: una perspectiva histó-rica a largo plazo, AHE, AFHE, APHESy SISE, Montecatini Terme, noviembrede 2001. Su realización ha sido posi-ble gracias al convenio de colabora-ción para la catalogación y estudio delos fondos históricos de patentes quela Oficina Española de Patentes y Mar-cas y la Universidad Autónoma de Ma-drid mantienen desde 1999.

Notas(1) El grado de innovación real en una econo-mía vendría dado por la suma de las invencio-nes no registradas, pero aplicadas, más las pa-tentes explotadas, más los cambios no técnicos

(en la organización), más las importaciones detecnología exterior, más el desarrollo del capi-tal humano y del know-how. Las patentes«practicadas» son, por tanto, sólo una parte dela innovación. Habría que disponer de datossuficientemente fiables y desagregados de to-das estas variables y de un modelo eficaz quepermitiera homogeneizar y medir su aporta-ción al proceso para averiguar el peso real decada una de ellas.(2) Sobre los problemas de las patentes comoindicador técnico y económico y su utilizaciónvéase Z. Griliches, «Patent Statistics as Econo-mic Indicators: A Survey», The Journal of Eco-nomic Literature, vol. XXVIII, n.° 4, 1990, pp.1661-1707.(3) Partimos, pues, de las tesis de J. Schmoo-kler en Invention and Economic Growth, Cam-bridge, Massachusetts, Harvard UniversityPress, 1966, en cuanto a la importancia de lademanda en los procesos de innovación ycambio técnico, lo cual nos parece aún másacentuado en el caso del sistema de patentes.Véanse también los trabajos de K. L. Sokoloff,«Inventive Activity in Early Industrial America:Evidence from Patent Records, 1790-1846», TheJournal of Economic History, vol. XLVIII, nº 4,pp. 813-850. (4) Véase B. Andersen, Technological Changeand the Evolution of Corporate Innovation.The Structure of Patenting, 1880-1990, Chel-tenham, UK–Northampton, MA, USA, EdwardElgar, 2001, capítulo II.(5) Son numerosísimos los investigadores dediversos países que han utilizado y defendido(algunos con mayor énfasis que otros) las pa-tentes como fuente de estudio sobre los proce-sos de innovación. En análisis de largo plazodeben destacarse, por ejemplo, los trabajos deB. Andersen, B. L. Basberg, E. Beatty, H. Dut-

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ton, L. Hilaire-Pérez, I. E. Inkster, B. Z. Khan,N. R. Lamoreaux, Ch. Macleod, J. M. Ortiz-Vi-llajos, W. Phillips, J. P. Sáiz, J. Schmookler, K.Sokoloff, R. Sullivan, M. Vasta o G. N. Von Tun-zelmann, entre otros.(6) Sobre la génesis del sistema español de pa-tentes y su evolución legal véase J. P. Sáiz Gon-zález, Propiedad industrial y revolución libe-ral. Historia del sistema español de patentes(1759-1929), Madrid, OEPM, 1995. Los textoslegislativos y los acuerdos internacionales en J. P. Sáiz González, Legislación histórica sobrepropiedad industrial. España (1759-1929), Ma-drid, OEPM, 1996.(7) En J. P. Sáiz González Invención, patentes einnovación en la España contemporánea, Ma-drid, OEPM, 1999, puede encontrarse el primeranálisis exhaustivo de la documentación espa-ñola entre 1759 y 1878. En este período se es-tudiaron 5.366 expedientes, incluyendo algu-nos privilegios y premios concedidos en laetapa previa a la existencia de la legislaciónmoderna sobre patentes entre 1759 y 1826.Desde 1999, mediante el proyecto de investiga-ción dirigido por J. P. Sáiz González y F. CayónGarcía, se han estudiado más de 27.000 paten-tes solicitadas entre 1878 y 1900, continuandolos trabajos en la actualidad. Los becarios quede una u otra manera han participado en esteproyecto han sido Luis Blázquez Morales, RaúlChamorro Cobo, Rafael Illescas Rojas, JuanCarlos García González, Joan González-BuenoUribe, Pablo Gutiérrez Astilleros, Francisco Llo-réns Acien, Inmaculada Lozano Caro, Jesús Da-vid Martín Álvarez, Jorge Morales de Castro,Vanessa Moreno Vincent, Susana Ortega Váz-quez, Esther Riaza González, Elena Ruiz Labra-dor, Carlos Sánchez Díez y Gorka Villar Parra.(8) Estos 232 privilegios y premios documenta-dos provienen del vaciado de la Subsección deFomento de la Sección de Estado del ArchivoHistórico Nacional (AHN) —junto con la Sec-ción de Mapas, Planos y Dibujos— y tambiéndel análisis completo de la Gaceta de Madrid(GM) entre 1759 y 1827. Esta publicación perió-dica funcionaba desde fechas tempranas comoun boletín oficial del Estado, donde, en teoría,se publicaban las concesiones de privilegios deinvención o fabricación en exclusiva. No obs-tante, sabemos de la existencia de documenta-ción sobre privilegios dispersa por otros archi-vos centrales y regionales españoles, como elArchivo General de Simancas o los de las Socie-dades Económicas de Amigos del País y Juntasde Agricultura, Industria y Comercio de las dife-rentes provincias.(9) Las fuentes utilizadas para realizar estoscálculos, así como una comparación interna-cional exhaustiva a lo largo de los siglos XIX yXX en J. P., Sáiz González, Invención, patentese innovación..., 1999, cap. II.1. Véase tambiénJ. M. Ortiz-Villajos, Tecnología y desarrolloeconómico en la historia contemporánea, cap.II, Madrid, OEPM, 1999.

(10) El Real Decreto de 1826, en vigor hasta1878, permitía obtener patentes de introduc-ción para proteger invenciones de terceros yponerlas en práctica en España, cuestión tam-bién habitual en la concesión de privilegios du-rante el Antiguo Régimen y muy característicade países seguidores o con un fuerte retraso in-dustrial, en los que además de proteger a los in-ventores se pretendía impulsar el desarrollo deactividades innovadoras. La Ley de 1878 (vigen-te hasta 1902) no hacía referencia a las patentesde introducción, pero continuaba permitiendoproteger ideas ya conocidas o de terceros du-rante cinco años (en vez de los veinte de la pa-tente normal), siempre que fuesen nuevos enEspaña, lo que es prácticamente lo mismo.(11) La Ley de 30 de julio de 1878 abarató mu-cho la obtención de las patentes, pasando,además, a un sistema de pago de cuotas anua-les progresivas que permitía dejar de pagarcuando no se considerase rentable. La ley, tam-bién, hacía referencia al registro de inventos yapatentados en el extranjero «antes de dos años»desde que se hubiese obtenido la primera pa-tente, mejorando, por tanto, la situación legalde los inventores foráneos (los cambios legalesentre 1878 y 1900 en J. P. Sáiz González, Pro-piedad industrial..., pp. 121-136). En realidad,este derecho de prioridad del inventor extran-jero se venía reconociendo en la práctica desde1826, pero no estaba codificado legalmente(sobre estas cuestiones véase J. P. Sáiz Gonzá-lez, Invención, patentes..., pp. 138-139).(12) Para más detalles sobre el período 1759-1878 véase J. P. Sáiz González, Invención, pa-tentes..., cap. II.3.1 y II.3.2. Véase también J. M. Ortiz-Villajos, Tecnología y desarrollo...,cap. VIII, para algunos años del primer terciodel siglo XX, en el que la presencia extranjera

continuaba siendo superior a la mitad de losregistros.(13) De las patentes pedidas por españoles un22,3% fueron solicitadas como de introducción(o por cinco años, entre 1878 y 1900), es decir,para practicar en España tecnología extranjera.Este cálculo ha sido realizado sobre el 92,6%de los registros, excluyendo otro tipo de pre-mios (entre 1759 y 1826), las patentes en lasque no se conoce alguno de los datos (nacio-nalidad o modalidad de solicitud) y los certifi-cados de adición (mejoras a la patente princi-pal entre 1878 y 1900).(14) Véase T. Tortella, A Guide to Sources ofInformation on Foreign Investment in Spain,1780-1914, Amsterdam, International Instituteof Social History, 2000, tabla 1, p. XI. La mayorparte de las empresas extranjeras (casi el 70%)se establecían o tenían filiales en España, ten-dencia que se agudiza después de 1880. (15) En algunos de estos sectores las inversio-nes extranjeras superaron claramente a las es-pañolas, como, por ejemplo, en el caso del fe-rrocarril, en el que el capital extranjero supusoun 60% de su financiación: véase P. Tedde, Lascompañías ferroviarias en España, 1855-1935, M. Artola (ed.), Los ferrocarriles en Espa-ña. II. Los ferrocarriles y la economía, Madrid,Servicio de Estudios, Banco de España, 1978,pp. 38-43.(16) T. Tortella, A Guide..., pp. XIV-XVII.(17) Las patentes se han clasificado según elsector de impacto del invento. Para más deta-lle, o para conocer los grupos tecnológicos decada sector, véase, J. P. Sáiz González, Inven-ción, patentes..., parte III.(18) Sobre la dependencia técnica en la indus-tria metalúrgica véanse, por ejemplo, L. M. Bil-bao Bilbao, La primera etapa de la industriali-zación en el País Vasco, 1800-1880: cambiotecnológico y estructura de la industria sidero-metalúrgica. E. Fernández de Pinedo y J. L. Her-nández, La industrialización del Norte de Espa-ña, Barcelona, Crítica, 1988. Para el ferrocarril,véase, F. Comín, P. Martín, M. Muñoz y J. Vidal, 150 años de historia de los ferrocarrilesespañoles, Madrid, FFE, Anaya, 1998; también F.Cayón, E. Frax, M.ª J. Matilla, M. Muñoz, y J. P.Sáiz, Vías paralelas. Invención y ferrocarril enEspaña (1826-1936), Madrid, FFE, 1998. Sobrela industria eléctrica véase F. Cayón, «La intro-ducción de la tecnología eléctrica en la Españadel siglo XIX: un análisis a través del sistema depatentes», Actas del VII Congreso de la Asocia-ción de Historia Económica (CD-ROM), Zarago-za, AHE, 2001; sobre la del gas, véase C. Sudriá,«Notas sobre la implantación y el desarrollo dela industria del gas en España, 1840-1901», Revis-ta de Historia Económica, vol. 1, n.° 2, 1983, pp.93-118; y sobre la química véase, por ejemplo,A. Toca Otero, «Industria química, y cambio tec-nológico: el procedimiento electrolítico Solvayen Torrelavega», Quaderns D’Història de L’En-ginyeria, vol. II, 1997, pp. 43-76.

J. P. SÁIZ GONZÁLEZ

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(19) En las patentes textiles, la transferencia detecnología se produce, en muchísima mayormedida que en otros sectores, a través de laspatentes de introducción solicitadas por espa-ñoles. Sobre el textil véase J. R. Roses, «La difu-sión de la tecnología extranjera en España du-rante la Revolución Industrial: el caso de laindustria algodonera catalana (1784-1861)», Ac-tas del VII Congreso de la Asociación de Histo-ria Económica (CD-ROM), Zaragoza, AHE,2001. Véase también J. Maluquer de Motes(ed.), Tècnics i tecnologia en el desenvolupa-ment de la Catalunya contemporània, Barce-lona, Enciclopedia Catalana, 2000. Sobre la in-dustria alimenticia véanse los diversos trabajosde J. Moreno Lázaro, como, por ejemplo, «Laincorporación de los nuevos sistemas de mol-turación para la fabricación de harinas en Es-paña, 1765-1913», Congreso Internacional AE-HE, AFHE, APHES y SISE: Las transferenciastecnológicas en el ámbito mediterráneo: unaperspectiva histórica a largo plazo, Montecati-ni Terme, noviembre de 2001. Sobre la indus-tria de bienes de equipo y para la época inme-diatamente posterior véase C. Beltrán Pérez,«La transferencia de tecnología en España en elprimer tercio del siglo XX: el papel de la indus-tria de bienes de equipo», Revista de HistoriaIndustrial, n.° 15, 1991, pp. 41-81. (20) Véase nota 11.(21) Véase E. Penrose, La economía interna-cional del sistema de patentes, Madrid, SigloXXI, 1974, pp. 42-86; también Y. Plasseraud, yF., Savignon, L’État et l’invention: histoire desbrevets, París, INPI, 1986, pp. 73-83.(22) Abundan los ejemplos de artífices extran-jeros trabajando en España; algunos apellidosson Balfre, Beauche, Bennet, Berry, Bredin,Calldwell, Douglas, Goebel, Gomond, Grea-trey, Hill, Milne, Quilty, Rettilby, Valori, Wadle,Wood… Véase J. P. Sáiz González, Invención,patentes…, cap. I.3.1.(23) Véase, por ejemplo, el interesante trabajo deJ. R. Harris, Industrial Espionage and Techno-logy Transfer: Britain and France in the eighte-enth century, Aldershot, Hants, Ashgate, 1998.(24) Un año hasta 1878, dos años entre 1878 y1900.(25) Entre 1826 y 1878 la fiabilidad de la prácti-ca es bastante alta, al ser necesaria la certifica-ción de escribanos públicos y un posterior in-forme de las Juntas de Agricultura, Industria yComercio de la comarca en la que se explotabala patente (o de organismos similares, en casode no existir Juntas), pero la Ley de 1878 res-tringe los requisitos para declarar practicada lapatente a un informe de un delegado del nego-ciado de industria, a menudo ingeniero, que aveces se convierte en un mero trámite en algúntaller de las principales ciudades españolas.(26) Entre 1826 y 1878, el pago se realizaba deuna sola vez en el momento de la concesión,antes de expedirse el título de propiedad. Laspatentes de invención se podían pedir por 5,

10 o 15 años y costaban 250, 750 o 1.500 pese-tas, respectivamente. Las de introducción sóloduraban 5 años y costaban 750 pesetas. Debetenerse en cuenta que 1.500 pesetas era unacantidad superior al sueldo medio anual de untrabajador cualificado (oficial albañil, carpinte-ro o fotógrafo, por ejemplo). La Ley de 1878permitía solicitar patentes por 20 años para ob-jetos de propia invención y patentes por 5 añospara introducir tecnología, al tiempo que poníaen vigor un sistema de pago por cuotas anua-les progresivas: 10 pesetas el primer año, 20pesetas el segundo y así sucesivamente, hasta200 pesetas el vigésimo; de esta manera, tras1878, una protección por 20 años costaría untotal de 2.100 pesetas, pero en la práctica la pa-tente se podía asegurar por 10 pesetas (la cuotadel primer año), lo que suponía un importanteabaratamiento respecto a la legislación de1826. En general, la duración del monopolioestuvo siempre penalizada durante el siglo XIX. (27) Entre 1826 y 1878 el solicitante tenía tresmeses, desde la solicitud de la protección, parapagar la tasa correspondiente a la modalidad yduración de la patente elegida. Entre 1878 y1900 el pago de la primera cuota se realizabaen el momento de la solicitud, y la renovación,al cumplirse cada año. Muchos solicitantes nose decidían a pagar o renovar y abandonabanla patente si la expectativa de beneficio de latecnología registrada era baja o no encontra-ban socios capitalistas para poner en funciona-miento la idea.(28) Véase J. P. Sáiz González, Invención, pa-tentes..., 1999, pp. 217-221. (29) Sobre las estrategias de registro de paten-tes desde países líderes en países menos desa-rrollados y sus efectos sobre el mercado de tec-nologías y productos en estos últimos véase el

análisis, para el caso mexicano, de E. Beatty,Institutions and Investment: The Political Basisof Industrialization in Mexico before 1911,Stanford, Stanford University Press, 2001, capí-tulo V.(30) Existen numerosos ejemplos en los que sepuede comprobar que el registro de una paten-te desde el extranjero es el paso previo a la ce-sión de derechos a un español que, a veces, envez de fabricar la tecnología, intenta limitarse aimportar la maquinaria o las piezas que la com-ponen para montarla en España, lo cual sueleser motivo suficiente para que la Administra-ción no declare la puesta en práctica, aunque aveces se admitía si no existía forma de fabricar-la en el país. Por ejemplo, OEPM, privilegio n.º2.156: Thomas Rickett registró en 1860 un siste-ma de tracción y locomoción para transportepor los caminos ordinarios por medio de unamáquina de vapor, que fue inmediatamente ce-dido a Teodoro Ponte de la Hoz, quien se com-prometía a comprar al ingeniero inglés Rickettlas máquinas. Durante la década de 1860 fun-cionaron varias en distintas provincias espa-ñolas.(31) Véase A. Carreras, «La economía españolaen el siglo XIX. Un balance a partir de las mag-nitudes macroeconómicas», VI Congreso de laAsociación de Historia Económica, Girona,septiembre de 1997.(32) La sucesión constante de patentes sobremejoras de una misma solución tecnológica esel medio que permite mantener ventajas com-parativas sobre los competidores, algo muy uti-lizado, por ejemplo, en ciertas empresas o tec-nologías. Algunos ejemplos decimonónicosnorteamericanos en S. Lubar, «The Transforma-tion of Antebellum Patent Law», Technologyand Culture, n.°º 4, 1991, pp. 932-959.

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