los adolescentes de paraguay, una mirada desde la nueva escuela pública

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    Construyendo juntos laNueva Escuela Pblica

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    Ficha tcnicaPresidente de la RepblicaFernando Armindo Lugo Mndez

    Ministerio de Educacin y CulturaAutoridades

    Ministro de Educacin y CulturaLuis Alberto Riart Montaner

    Viceministra de Educacin para la Gestin EducativaDiana Carolina Serani Fernndez

    Viceministro de Educacin para el Desarrollo EducativoHctor Salvador Valdez Al

    Viceministra de la JuventudDiana Beatriz Garca Galeano

    Viceministro de CultoHugo Antonio Britez Ibarra

    Directora General de Educacin Media

    Alcira Sosa Penayo

    Directora General de Educacin Inicial y Escolar BsicaIns Perrota

    Coordinadora de la Unidad de Resignicacin de la Educacin MediaSara Raquel Lpez

    Coordinadora del Centro de Investigacin e Innovacin EducativaNina Villalba Larrosa

    MINISTERIO DE EDUCACIN Y CULTURA

    Sede Central Ramn Indalecio Cardozo

    15 de agosto 629 entre Gral. Daz y Eduardo V. Haedo. Asuncin, Paraguay

    Telefax: (59521) 450-014/015

    www.mec.gov.py

    ISBN: 978-99953-99 -19-1

    Publicacin Agosto 2011

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    Los adolescentes de

    ParaguayUna mirada desde la

    Nueva Escuela PblicaParaguaya

    (Sntesis del estudio)1

    Nstor Lpez (Coordinador)

    Cecilia Arizaga

    Anala Borba Kantor

    Silvina Corbetta

    Vanesa DAlessande

    Mariano Lara Castro

    Nstor Lpez

    Cecilia MuozLuca Rodrguez Iglesias

    Adriana Pesoa Nardi (Editora)

    1 La sntesis estuvo a cargo de Sara Raquel Lpez. El texto que aqu se presenta es una sntesis, realizada

    por Sara Raquel Lpez C., del informe nal de un estudio sobre los adolescentes del Paraguay que llev a

    cabo el IIPE UNESCO - Buenos Aires, durante la segunda mitad del ao 2010. El equipo de investigacin

    que tuvo a cargo la realizacin de ese estudio estuvo coordinado por Nstor Lpez, y lo integraban Cecilia

    Arizaga, Anala Borba Kantor, Silvina Corbeta, Vanesa DAlessandre, Mar iano Lara cast ro, Cecilia Muz y

    Luca Rodrguez Iglesias.

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    Indice

    Agradecimientos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

    PresentacinLuis Alberto Riart Montaner, Ministro de Educacin y Cultura . . . 9

    Primera ParteAntecedentes. Nuestras miradas sobre adolescentes y jvenesSara Raquel Lpez C. y Alcira Sosa Penayo. . . . . . . . . . . . . . . . 17

    Segunda ParteIntroduccinNstor Lpez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31

    Captulo 1

    Primeras coordenadas: una aproximacin cuantitativa a los ado-lescentes paraguayosVanesa DAlessandre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

    Captulo 2Quines son los adolescentes y jvenes paraguayos? Algunasimgenes desde la perspectiva de la literaturaSilvina Corbetta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113

    Captulo 3

    La subjetividad adolescente: una exploracin sobre sus huellas enblogs y redes socialesCecilia Arizaga y Luca Rodrguez Iglesias . . . . . . . . . . . . . . . . 211

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    Captulo 4La imagen de los adolescentes en los medios grcosCecilia Arizaga y Luca Rodrguez Iglesias . . . . . . . . . . . . . . . . 251

    ConclusionesLos adolescentes en Paraguay. Notas para avanzar hacia su plenaescolarizacinNstor Lpez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 279

    Bibliografa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297

    Anexos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 311

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    Agradecimientos

    Son muchas las personas e instituciones que prestaron su colabo-racin en diferentes momentos y de modos muy diversos a esteestudio.

    En particular, el equipo de investigacin que llev a cabo este es-tudio desea agradecerle aqu su participacin Al Lic. Luis Caputo,investigador de Base IS, quien comparti materiales y sugerenciasmuy valiosas, proveyendo generosamente informacin muy tilpara el trabajo.

    A las Lic. Luca Bogado, Graciela Gamarra y Evelyn Cattebekedel Ministerio de Salud, Accin Social y Bienestar; a las Lic. MirnaVera, Dalila Zarza y Alice Escobar Yegros de la Direccin de Plani-cacin Educativa y la Direccin de Estadstica Educativa, a la Lic.Julia Centurin de Morales, Directora de Informtica y Sistemas delPoder Judicial, quienes muy amablemente facilitaron microdatos ydocumentacin sin la cual no hubiera sido posible realizar gran par-te de esta investigacin.

    A los Lic. Rosana Mayeregger, de la Direccin de Cooperacin y

    Proyectos del Viceministerio de la Juventud, y Edgar Fabio RivarolaSaldivar, de la Unidad de Resignicacin de la Educacin Media,quienes aportaron informacin y comentarios inspiradores para lainterpretacin de los hallazgos de este estudio.

    A las Lic. Marta Bentez y Mara Silvia Calvo, de Global infancia,por el asesoramiento y la desinteresada transmisin de sus expe-riencias en el tratamiento a la informacin sobre medios y adoles-cencia.

    A Margarita Durn, por su pasin por la historia y la enriquecedoramirada con la cual nos present a Asuncin.

    A Mariano Lara Castro, Anala Borba Kantor y Cecilia Muoz delCIIE, quienes participaron en la sistematizacin de informacin y

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    produccin de los insumos imprescindibles para la elaboracin deesta investigacin.

    A las autoridades y profesores de los Colegios Juan Ramn Dahl-quist (B. San Blas, Asuncin) Goethe (B. San Jorge, Asuncin)Guasu Roki Padres Unidos (Piribebuy, Dpto. de Cordillera) Maka(Dist. Mariano R. Alonso, Dpto. Central) y al Colegio Tcnico y Cen-tro de Entrenamiento Vocacional Carlos Antonio Lpez (Asuncin)quienes muy cordialmente nos permitieron recorrer las escuelas yacercarnos a la realidad cotidiana de gran parte de los adolescen-tes y jvenes paraguayos.

    A quienes desde el Ministerio de Educacin y Cultura de Paraguaydieron todo su apoyo durante el diseo del proyecto y durante todasu realizacin. Entre ellos una especial mencin a Nina Villalba La-rrosa, Sara Raquel Lpez Cristaldo, Alcira Sosa Penayo y al Minis-tro Luis Alberto Riart Montaner

    Y un muy especial agradecimiento al grupo de adolescentes y j-venes blogueros que participaron en las entrevistas en el CIIE. Atodos los adolescentes y jvenes estudiantes de las escuelas men-cionadas que generosamente, y en muchos casos con entusiasmocontagioso, nos dieron sus opiniones y perspectivas sobre la es-cuela, sus vidas cotidianas, su presente y su futuro.

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    La generacin de condiciones para que las y los jvenes paragua-yos asuman un rol protagnico en nuestra sociedad es uno de losprincipales compromisos de este gobierno que inaugura sus accio-nes el 15 de agosto de 2008. Desde ese momento, los esfuerzosse han orientado al reconocimiento de la situacin de nuestros/asadolescentes y jvenes, as como a la identicacin de lineamien -tos prioritarios que contribuyan a mejorar su calidad de vida, y apromover y garantizar su participacin protagnica.

    En este marco, las decisiones y las acciones asumidas desde elMinisterio de Educacin y Cultura han determinado el reposiciona-miento del Viceministerio de la Juventud como una instancia que li-dera procesos participativos con adolescentes y jvenes resulta defundamental importancia para concretar este proceso. Asimismo, elideario que orienta las acciones de la educacin media, recogidos

    en el documento Lineamientos de la Educacin Media, permiteconcentrar los esfuerzos hacia una misma lnea de poltica, basadaen el reconocimiento y en el cumplimiento de un Estado garante dederechos, tal como lo expresa el Plan Nacional de Educacin 2024Hacia el Centenario de la Escuela de Ramn Indalecio Cardozo.

    En el ao del Bicentenario, cumpliendo tres aos en el gobiernohemos dado pasos signicativos que permiten armar el compro-miso con la poblacin adolescente y joven que hasta el momentose encontraba invisibilizada en el sistema educativo. El Plan Na-cional de Juventud 2011-2013 plantea lneas de accin y objetivos

    de nuestra propuesta de gestin pblica, as como la identicacinde los puntos crticos de la problemtica de las adolescencias y las

    juventudes y se plantea como gua poltica y tcnica para su desa-rrollo en clave de derechos.

    Presentacin

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    El Plan Nacional basa sus estrategias y lneas de accin en lasindagaciones desarrolladas por el Viceministerio de la Juventud,a partir de investigaciones relacionadas con la identidad y parti-

    cipacin juvenil, y de la Primera Encuesta Nacional de Juventud.Ambos estudios permitieron conocer diferentes temticas desde laperspectiva del joven y la joven, y plantear propuestas concretasque se orientan a promover y garantizar derechos, sobre la base dela participacin protagnica de las juventudes.

    La participacin de adolescentes y jvenes se cristalizado a travsde diversas expresiones que se coronaron en el Yvy Marne, don-de la presencia activa de ms de 200.000 mil jvenes con todo suvigor y potencialidad demostraron su arte y su saber en un clima deintegracin y armona, unidos con una mstica ejemplar, sin ningnvestigio de violencia, mostrando su compromiso en la reconstruc-cin de un Nuevo Paraguay.

    En el mbito de la educacin formal, estamos llevando a cabo laresignicacin de la Educacin Media, que nos exige como educa -dores y educadores dar un giro en nuestras conguraciones inicia -les hacia la adolescencia y juventud. Implica situar a este sujetoen el centro de nuestras acciones, reconocindolo en la diversidad,como sujeto de derechos. Esto implica que como escuela tenemosla responsabilidad de generar las condiciones para que adolescen-

    tes y jvenes puedan ejercer sus derechos.

    Lo sealado sera posible si no realizramos una retrospeccin quenos permitiera recorrer los principales caminos y los hitos que mar-caron historia en nuestro acervo educativo y que tienen sellos dife-renciados segn los pases que lo transitan; Paraguay es parte deeste proceso. En ese marco, esbozamos algunas reexiones quepermiten comprender este nuevo momento.

    La escuela secundaria, desde su fundacin hasta hace unos aos,no enfrent cuestionamientos a su modo de educar. La homoge-

    neizacin y la selectividad eran funciones sociales que la escuelatena como mandato social, legitimada por la familia, la comunidad,la academia y otras agencias.

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    La presencia de adolescentes y jvenes en este modelo no formabaparte de cuestiones a resolver, ya que quienes tenan las posibilida-des de llegar a este nivel haban sido parte de procesos anteriores

    de educacin primaria, instalados con dispositivos de disciplina-miento acordes a los requerimientos productivos de la modernidad.

    En las ltimas dcadas, la situacin fue tornndose compleja. Losestudios a nivel de la regin muestran que aproximadamente un30% de adolescentes y jvenes no forman parte del sistema edu-cativo, situacin que interpela ticamente sobre la responsabilidadque, como Estado, garante de derechos, tenemos en esta sociedady en este momento histrico.

    Las estadsticas educativas muestran avances signicativos encuanto a la cobertura, pero justamente en el tercer ciclo de la Edu-cacin Escolar Bsica comienza el desgranamiento. Por ello, ade-ms de los esfuerzos que se requieren para que adolescentes y

    jvenes ingresen a la escuela, es necesario recongurar los postu-lados iniciales de la educacin secundaria para garantizar, ademsdel ingreso, la permanencia. Esto se constituye en el primer desa-fo, considerando que la permanencia debe estar acompaada demecanismos que concreten procesos de aprendizaje.

    En este marco, es preciso resignicar la idea de quines son los y

    las adolescentes que ingresan al sistema educativo hoy, porque noes lo mismo garantizar la expansin de los derechos que imponer-los. Cuando hablamos de adolescentes y jvenes esta armacinresulta ms que controversial porque las deudas del Estado y dela sociedad con ellos y ellas es quizs una de las ms complejas;por decirlo con expresiones propias de este colectivo, han quedadolibrados a su suerte.

    La verdadera crisis generacional no est en los colectivos de ado-lescentes y jvenes que hoy adoptan nuevas conguraciones sinoen la incapacidad de la sociedad adulta de asumirse como res-

    ponsable del desarrollo de las nuevas generaciones, de cuidarlosy de protegerlos. Probablemente en estas funciones bsicas de larelacin tradicional entre las generaciones se encuentran algunasrespuestas para pensar nuevas formas de relacin que nos permi-

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    tan recongurar nuestras miradas y los vnculos que construimoscon ellos.

    Cmo se modelan hoy las subjetividades e imaginarios sobre lasnuevas generaciones constituye quizs el punto de partida parainiciar la reexin; identicar los cambios culturales, y reconocerque el contexto en que jvenes y adolescentes hoy se desenvuel-ven, viven o sobreviven en muchos casos, no son los mismos queconstruyeron la conguracin bsica de la juventud, tambin escondicin sine qua non para avanzar en el dilogo con la culturacontempornea.

    En las tensiones que se dan en estos procesos de modicacino refuerzo de las identidades, tanto de las instituciones como delos colectivos, las dicultades para imaginar nuevas estructurasy nuevas formas de relacin, y el temor a la reconversin de losprimeros, limitan de sobremanera los desplazamientos necesariospara encontrar puntos de contacto entre ambos. En esto, el ethosescolar y su funcin legitimada de la transmisin simblica han lle-vado, especialmente en la educacin secundaria, a naturalizar lasegregacin como mecanismo de ordenamiento de la estructurasocial. Sin embargo en las ltimas dcadas, en un contexto mediati-zado por la tecnologa, acelerado por los cambios cientcos y antela emergencia de nuevas conguraciones culturales, esto no se ha

    traducido en una simple reproduccin de la estructura social clsicasino que ha generado altos niveles de inequidad y exclusin.

    En este escenario las fuentes de inequidad no se reducen slo aprivaciones materiales; tambin entran en juego las derivadas delas discriminaciones. Entonces, el desafo no es slo pasar la fron-tera entre el afuera y el adentro de la escuela para hablar de pol-ticas de inclusin, sino que implica la generacin de vnculos quevan desde los denidos por la clase social a aquellos denidos porla cuestin cultural y simblica. Implica tambin pensar en los sen-tidos y en las formas de la inclusin para superar la lgica de la

    poltica compensatoria.

    Adems, la movilidad territorial y la digital imponen nuevas relacio-nes y antes de verlas como amenazas creemos que es el puntode inexin donde la escuela vuelve a constituirse en la referencia

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    de jvenes y adolescentes. Esto trae una gran potencialidad parano reducir los sueos slo a lo posible, para animarse a posibilitaroportunidades que van ms all de las promesas de integracin

    (agotadas en estrategias de contencin) por oportunidades realesde una vida digna que les permita no slo apropiarse de los sa-beres socialmente relevantes, sino construir un futuro posible, enel que, conscientes de las incertidumbres, es posible abordarlas yproyectarse como ciudadanas y ciudadanos libres, responsables ysolidarios.

    La investigacin presentada en este libro transita por caminos queresitan la funcin social de la escuela en el sentido de reconocerquines son los sujetos que ingresan o no- a ella. La gura del ca-leidoscopio, recuperada en una de las investigaciones sirve comoreferencia para pararse y mirar de frente, y en una sola mirada en-contrar la diversidad existente en el aula. Caleidoscopio que mues-tra colores, tamaos y formas que precisan centrar la atencin parareconstruir en ella la gura que se nos presenta frente a los ojos.

    Con esta metfora, mirar el aula con adolescentes y jvenes, conexpresiones identitarias diversas que van desde las ms clsicasy modernas hasta las ms transgresoras, es el primer paso paraconectarnos nuevamente como escuela. En otras palabras, re-conocer que no es posible pensar slo en la adolescencia o la

    juventud. Este estudio nos posibilita entender la multiplicidad deADOLESCENCIAS Y JUVENTUDES. Adolescentes y jvenes de lallamada generacin nini (ni estudian, ni trabajan); que viven soloso con familias diversas, y a pesar de su entorno, en profunda so-ledad; son nativos digitales, y las TIC estn vistas como parte desus vidas, como extensin de sus propios cuerpos; adolescentes y

    jvenes en situacin de vulnerabilidad: pobreza, violencia, objetode discriminaciones, vctimas de la explotacin sexual, del abusosexual, de violencia domstica e institucional, expuestos a agrotxi-cos; adolescentes y jvenes que portan alguna discapacidad; ado-lescentes y jvenes con dicultades para aprender; adolescentes

    y jvenes que son vctimas o victimarios; que tienen que hacersecargo de su sexualidad y en muchos casos de su maternidad/pa-ternidad; adolescentes y jvenes que estn viviendo en calle; queestn en conicto con la ley; adolescentes y jvenes de pueblosindgenas; adolescentes que estn en situacin de migracin (ya

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    sea por sus padres o madres) o ellos mismos en situacin de cria-dazgo; adolescentes y jvenes organizados; y adolescentes perte-necientes a las llamadas nuevas culturas: emos, oguers, gticos,

    bloguers, skaters, etc. con nuevas construcciones estticas. Todasestas adolescencias y juventudes atravesadas por desigualdadesrelacionadas con su gnero.

    Reconociendo esta diversidad es que creemos que una educacintransformadora y emancipadora desde la Nueva Escuela PblicaParaguaya nos puede ayudar a forjar libertades. Por eso aposta-mos a la escuela con enfoque de derechos, que reconoce a laspersonas en su dignidad y posibilita la universalidad de las garan-tas; a la escuela inclusiva, que valora la riqueza de la diversidady genera espacios para el desarrollo integral de la persona segnsus potencialidades; a la escuela digna, entendida como el derechoa un espacio seguro y en condiciones apropiadas de infraestructu-ra y equipamientos para el desarrollo del proceso educativo; a laescuela crtica, que promueve la re-creacin del conocimiento, lareexin y la generacin de saberes para la vida; a la escuela conautonoma pedaggica, que a partir de una poltica nacional, denelos desafos de su contexto y las capacidades a desarrollar paradar respuesta a ello, y que se responsabiliza por los resultados; a laescuela abierta, que posibilita la participacin de toda la comunidady se constituye en espacio de construccin de ciudadana, y a la

    escuela gratuita, que garantiza las condiciones para que la oportu-nidad de aprender con calidad no tenga restricciones para ningnhabitante del pas. Apostamos a una escuela de educacin mediaque se piensa y se construye con posibilidades para todos y todas,para mejorar las oportunidades de los que hoy estn en nuestrasaulas y para incorporar a aquellos que an estn fuera de ellas, re-conocindolos en sus individualidades y en las colectividades quehan construido.

    Creemos tambin que es necesario poner en contacto la culturaescolar con el capital cultural para encontrar en dicho contacto las

    posibilidades insustituibles que tiene la escuela para la construc-cin de un presente digno y de un futuro con justicia social.

    Ante la persistencia de sectores que buscan imponer como legti-mas sus representaciones sobre una juventud poco virtuosa, des-

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    motivada o sin sentido, nosotros educadores y educadoras cree-mos que los discursos impuestos en esa lnea no son ms que elreejo de una parte de la sociedad adulta que no ha podido asu -

    mir su compromiso con las nuevas generaciones y que proyectansus fracasos en ellos y ellas, y creemos inmensamente en cadauna y en cada uno de los jvenes y adolescentes de nuestro pas,en sus alegras, en sus luchas cotidianas, en sus sueos y en suspotencialidades; como muchos otros que creen en la humanidad,creemos que son las nuevas generaciones las que harn posible laconstruccin de un mundo mejor para todos y todas.

    El punto que convoca a la comunidad, que es capaz de generarconanza y una esperanza movilizadora sigue siendo la escuela.Ella constituye nuestro mayor desafo, como espacio en el quenuestras jvenes, nuestros jvenes, mediante la educacin, partici-pen y sean actores de la construccin de sus libertades.

    Dr. phil. Luis Alberto Riart MontanerMinistro de Educacin y Cultura

    Agradecimientos

    Agradecemos especialmente al Instituto Internacional de Planea-miento de la Educacin (IIPE), a su Directora Margarita Poggi, alCoordinador de la Unidad de Investigacin y Diagnstico de la Po-ltica Educativa, Emilio Tenti Fanfani, al Coordinador de Proyectosde Equidad y Educacin, Nstor Lpez y a Mariano Palamidessi,Coordinador del Curso Regional de Formulacin y Planicacin dePolticas Educativas del IIPE-UNESCO Buenos Aires.

    El IIPE es un centro de formacin e investigacin de alto nivel en

    planeamiento de la educacin, con el que realizamos una alianzaestratgica a n de apoyar, de manera conjunta, la construccin depolticas educativas slidas en busca de una educacin de calidadpara todas y todos, y es en ese marco que realizamos la investiga-

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    cin sobre los adolescentes de Paraguay, cuya sntesis hoy esta-mos presentando.

    El IIPE - Buenos Aires coopera con nosotros de manera sostenidamediante la asistencia tcnica, la difusin de nuevos paradigmasconceptuales y enfoques metodolgicos, acuerdos de cooperacinpara el envo de becarios a su sede y la formacin de formadores,respondiendo as a nuestra principales demandas y a la de los pa-ses de la regin.

    Agradecemos igualmente al Equipo que estuvo apoyando el trabajode investigacin desde Paraguay: Mariano Lara Castro, quien coor-din la recoleccin de toda la informacin escrita sobre adolescen-tes y jvenes, Anala Borba Kantor, quien apoy el trabajo realizadopara el captulo la subjetividad adolescente: una exploracin sobresus huellas en blogs y redes sociales y a Cecilia Muoz, quien apo-y el trabajo realizado para el captulo la imagen de los adolescen-tes en los medios grcos.

    Agradecemos tambin a las organizaciones e instituciones nacio-nales que generosamente colaboraron en concretar este estudio.

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    Primera Parte

    Antecedentes

    Nuestras miradas sobreadolescentes y jvenes

    Sara Raquel Lpez C.2

    Alcira Sosa Penayo3

    Me gusta ser persona porque, inacabado, s que soy un ser condiciona-

    do pero, consciente del inacabamiento, s que puedo superarlo. sta es

    la diferencia profunda entre el ser condicionado y el ser determinado.

    Freire, 2008.

    En los desafos que asumimos desde la Nueva Escuela Pblica Pa-raguaya para garantizar la educacin como un derecho para todosy todas, la cuestin de cmo hacerlo, nos preocupa por la compleji-dad y variedad de las intervenciones sobre adolescentes y jvenesdesde diferentes sectores en muchos casos tambin se reconocela ausencia de tales intervenciones- y nos ocupa en el anlisis yla revisin crtica de las mismas, entendiendo que intervencin ydebate son aspectos dinmicos de la poltica y de sus estrategias.

    2 Licenciada en Trabajo Social, Magistra en Trabajo Social y en Educacin, con orientacin en Gestin

    Educativa. Coordinadora de la Unidad de Resignicacin de la Educacin Media. MEC. Paraguay.

    3 Prof. de Nivel Medio. Licenciada en Ciencias de la Educacin. Magister en Gestin Educativa. Directora

    General de Educacin Media. MEC. Paraguay.

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    A modo de organizar estas miradas hacemos un recorrido por losprocesos de indagacin, intervencin y debate que se fueron ins-talando desde el Ministerio de Educacin y Cultura con diferentes

    actores de la sociedad.

    En la indagacin: reconocimiento de la multiplicidad de ado-lescencias y juventudes

    En la bsqueda de respuestas o caminos para entender la comple-jidad del aula, nos encontramos con que las guras del adolescen-te o del joven resultaban insucientes para explicar las dinmicaspresentes tanto dentro como fuera de las instituciones.

    Como construccin histrica, al igual que la categora nio o nia,responden al ideario de la modernidad y de las instituciones que seformaron para su atencin; de acuerdo con esto se plantearon di-versas expectativas o mandatos especcos que el o la adolescenteo joven tena que cumplir segn su edad y su desarrollo evolutivo.Esto es signicativo debido a que la teora social y las investiga-ciones se planteaban desde los pases centrales y de Europa, queno podan explicar las peculiaridades de pases latinoamericanoscomo los nuestros.

    Las investigaciones y teoras desde estos lugares suponan, por

    ejemplo, sujetos menos heterogneos, con perles y actividadessimilares, sin muchas complejidades ms que la determinaba - pro-bablemente por la divisin campo ciudad. Esta conguracinbastaba para delinear propuestas o polticas de atencin. Si bien eltrabajo estaba presente en nuestras sociedades latinoamericanas,no era reconocido como una realidad concreta que tena sujetosconcretos como adolescentes y jvenes.

    La literatura conrma que no se puede asumir una denicin univer-sal de adolescente o joven; esta gura se congura segn los con-textos econmicos, sociales, culturales y a polticos en los cuales

    viven y se desenvuelven. En este sentido, las expectativas que setienen en relacin a ellos estn denidos y/o respondidos segn lodeterminan cada una de las sociedades.

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    Lo coincidente de la discusin se reere a que el concepto de ado -lescencia y juventud son construcciones sociales e histricas. Laadolescencia permite identicar rasgos que se corresponden con

    lo biolgico a pesar de que lo biolgico tiene algo de componentecultural que podra considerarse como una caracterstica comn,incluso universalizable. A su vez, autores como Erikson 4, desdela teora psicoanaltica se asume que es un momento en el cualse gestan nuevas relaciones sociales, se construyen identidadesy a la vez se producen crisis de identidad en torno dicha construc-cin. Existen tambin otras perspectivas que sitan culturalmentela comprensin de estas categoras de adolescencias y juventudes.Lo cierto y concreto es que ninguna de estas teoras explica por ssola la situacin histrica y particular de estos sujetos.

    Sin intencin de profundizar en el anlisis, este modelo de adoles -cencia y juventud ha sufrido transformaciones, en el sentido que lasinvestigaciones han podido conocer otras formas de expresin deadolescentes y jvenes, esto es, denir hoy al o la adolescente oal o la joven resulta insuciente para poder nombrar la diversidadexistente.

    En concordancia con la necesidad de reconocer la multiplicidadde adolescentes y jvenes, resulta necesario conocer los avancesque han tenido nuestros pases en torno al cumplimiento de los

    derechos, establecidos en la Convencin de los Derechos de Nioy de la Nia, en 1989 y que Paraguay ratic mediante la Ley N1680/2001 5. La necesidad de pasar de la Doctrina de la SituacinIrregular a la Doctrina de la Proteccin Integral ha posibilitado/exi-gido que los Estados, a travs de sus instituciones asuman un rolprotector y generen los mecanismos garantistas.

    A pesar de estos avances, los marcos jurdicos no han sido su-cientes para garantizar derechos, debido a la existencia de dis-positivos institucionales y modos de operar de una sociedad quecongura su actuar en torno a lo que se ha hecho llamar adulto-

    centrismo; o sea, una visin que desde el mundo adulto se plantea

    4 http://www.psicologia-online.com/ebooks/personalidad/erikson.htm

    5 Los nicos pases que no han raticado la Convencin por los Derechos de Nios y Nias son Estados

    Unidos y Somalia.

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    e impone para nias, nios, adolescentes y jvenes. Desde estamirada adultocntrica se construye a estos sujetos imprimindolerasgos, conductas y gustos que conllevan a instalar innumerables

    estereotipos e imponer formas de relacionamiento que se asumendesde la sociedad.

    En este punto cumplen un papel fundamental los medios de comu-nicacin social, que transmiten mensajes que refuerzan las ideasque adultos y adultas construyen, deslegitimando y ocultando laspotencialidades que tienen estos sujetos en establecer los caminosadecuados para su desarrollo.

    A pesar de todo esto, es innegable la multiplicidad de adolescentesy jvenes de nuestro pas. En el escenario concreto nos encon-tramos con adolescentes y jvenes que sin intencin de etiquetarpueden formar parte de universos identitarios que la escuela anno reconoce y a los cuales no ha podido responder.

    Encontramos primeramente a adolescentes y jvenes dentro yfuera del sistema educativo. Este es un primer parte aguas, enel sentido de que ambos tipos de adolescencias reconstruyen otrasnuevas identidades. Adolescentes y jvenes con o sin trabajo,lo que les permite - o no - en muchos casos constituirse en el sos-tn familiar; o bien en el otro extremo sujetos que ante la ausencia

    de un trabajo digno se encuentran en situacin de precariedad yexplotacin laboral con mnimas condiciones de superarlas.

    Adolescentes y jvenes campesinos e indgenasdonde algu-nos de ellos viven sus procesos de construccin de identidad encondiciones de precariedad, sobre todo aos porque la agriculturamecanizada y la sojizacin los han desplazado y los ha llevado alextremo de tratar de reconstruir sus vidas en asentamientos quelos vulnerabiliza an ms. El Estado, en este punto ha aportadomuy poco en el reconocimiento de sus luchas histricas y en elofrecimiento de una vida digna para este grupo etario. Se compleji-

    za la situacin de adolescentes y jvenes que habitan en la reginoccidental, as como aquellos y aquellas que viven en las fronteras.Todos ellos tienen la marca de la ausencia del Estado.

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    Adolescentes y jvenes en situacin de migracin. Esta ca-racterstica ha encontrado en los ltimos aos a nias, nios, ado-lescentes y jvenes en situacin de profunda soledad. Si bien los

    fenmenos migratorios no son extraos para nuestro pas, la di-mensin que ha adquirido en la ltima dcada da cuenta que fami-lias enteras han migrado en bsqueda de mejores oportunidades.En este sentido, la reconguracin de quin es la familia hoy resultarelevante porque en muchos casos, el o la referente ms prximode nias, nios y adolescentes lo constituye slo quien al medio day a la noche lo alimenta.

    Adolescentes y jvenes que portan alguna discapacidad, esotra de las categorizaciones posibles de encontrar en nuestro pas.Muchos de estos chicos y chicas han abandonado tempranamenteel sistema escolar por las imposibilidades de plantearse una educa-cin que les permita insertarse a escuelas regulares. Adems delo mencionado, se suman los y las adolescentes y jvenes condicultades para aprender o con superdotacin. Estos chicosy chicas ven comprometidos sus potencialidades y sus saberes apartir de la exclusin de un sistema educativo incapaz an dereconocerlos en la diferencia.

    Adolescentes y jvenes que tempranamente abandonaron susestudios por tener que asumir su maternidad o paternidad. En

    este punto, es necesario marcar las diferencias porque quien pro-bablemente abandone la escuela sea la mujer, lo que nuevamenteprofundiza y recrudece las desigualdades basadas en la condicinde gnero. Los esfuerzos, en este punto son insucientes conside-rando que la postergacin de la maternidad o paternidad pasa, enun alto porcentaje por el conocimiento y el acceso a una educacinintegral de la sexualidad que permitan la toma de decisiones demanera oportuna.

    Adolescentes y jvenes vctimas o victimarios, que es como senos presenta en los medios de comunicacin social. Las vctimas

    que en muchos casos forman parte de espectro de adolescenciasy juventudes sealados precedentemente y que se enfrentan a vic-timarios, en muchos casos de su misma edad y que por una mul-tiplicidad de variables y de situaciones los coloca en esa posicin.Estos ltimos son los llamados adolescentes en conicto con la ley,

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    muchos de los cuales pierden todas sus posibilidades futuras dereencauzar sus vidas en trminos educativos, laborales e inclusosociales.

    Adolescentes y jvenes en situacin de calle. Encontramos aquienes trabajan en las calles y quienes viven en la calle. Estossujetos que forman parte actual del paisaje se enfrentan a situacio-nes de discriminacin y violencia estructural de toda la sociedad ylas instituciones encargadas de atenderlos refuerzan el imaginariocolectivo que se tiene sobre ellos. Se agrava esta situacin cuandoestos sujetos ya no tienen horizonte y ven sus ltimas esperanzascentradas en el alcohol, el consumo de drogas y el delito.

    Seguimos nombrando a adolescentes y jvenes en situacin de vul-nerabilidad, aquellos y aquellas que estn en situacin de pobrezao indigencia, vctimas de la explotacin sexual, de violencia, sujetosde mltiples discriminaciones, de abuso sexual, de violencia do-mstica e institucional. Las tres primeras asociadas a la condicinsocioeconmica y las ltimas a relaciones de poder.

    Las nuevas culturas juveniles, requieren ser pensadas como partede nuestra cotidianeidad porque estn aqu, presentes en los dife -rentes espacios sociales. La construccin identitaria de emos, o -guers, gticos, bloguers, skaters, etc., nos desafa a entender cons-

    trucciones estticas que irrumpen las conguraciones instaladas.

    Por ltimo, es necesario reconocer a adolescentes y jvenes or-ganizados, insatisfechos siempre, que demandan, reclaman. Es lacondicin humana que seala la presencia de la utopa, son quie-nes mantienen con vida a una sociedad que se sume en la apatay en el no se puede. A estos son quienes ms teme la escuela,porque en lo esttico de la institucional se refuerza el ideario de laescuela de la modernidad.

    Lo insoslayable de esta caracterizacin, y que nos separa gene-

    racionalmente es la tecnologa. Adolescentes y jvenes de estageneracin son nativos digitales y las tecnologas estn vistascomo parte de sus vidas. El telfono celular, el MP5 y otras tecnolo-gas son pensadas incluso como extensin de sus propios cuerposen el sentido que no pueden ya vivir separados de ellos.

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    El reconocimiento de estas adolescencias y juventudes permitiriniciar un dilogo respetuoso intergeneracional, primer paso paraconstruir una sociedad donde el centro de los esfuerzos que reali-

    cemos se orienten hacia los intereses de todos y cada uno de las ylos adolescentes y jvenes, de sus voces y de sus silencios.

    En la intervencin y el debate: nuestras preocupaciones yocupaciones

    Sin dudas el punto de partida, por ser ese el mbito principal denuestra gestin, lo constituye la escuela y quienes interactan enella. Por eso cobra especial relevancia la mirada sobre adolescen-tes y jvenes que en sus aulas ocian de estudiantes, dado que losroles que hoy asumen ellos y ellas distan de aquellos que la escuelaconstruy como ideal de estudiante, y particularmente nos interesala mirada sobre aquellos que estn fuera de la escuela, porque conellos y ellas las distancias construidas en nuestros imaginarios sonmayores y las rupturas de los vnculos son ms complejos.

    No hay dudas adems que los dispositivos de la modernidad, entreellos la escuela, hoy no dan respuestas a las demandas de todoslos adolescentes y jvenes y que los mecanismos de desregulacinpensados como alternativas de atencin exible no han pasadode ser una manera supercial de asumir el desafo porque las insti -

    tuciones no han podido modicarse en relacin a la actual congu-racin social de las juventudes.

    En un proceso donde se intersectan lo emergente, lo impostergabley lo prospectivo, las estadsticas educativas suman preocupacio-nes, porque no se trata slo de mejorar indicadores dado que existeun porcentaje cercano al 40% que no cursa la educacin media,sino de identicar y aplicar diferentes formas de atencin a estoscolectivos.

    Las tasas de escolarizacin bruta y neta evidencian: i) que la cobertura en

    este nivel educativo es an decitaria, ii) persiste la inequidad en el acceso

    a la EM de la poblacin que reside en zonas rurales, iii) que un gran nmero

    de jvenes estn matriculados en la EM con edades no correspondiente a

    este nivel educativo6.

    6 Los nicos pases que no han raticado la Convencin por los Derechos de Nios y Nias son Estados

    Unidos y Somalia.

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    Esto nos genera profundas inquietudes tanto hacia el interior delsistema educativo pero adems nos interpela a mirar fuera del sis-tema, a mirar a esos adolescentes y jvenes para los cuales ne-

    cesitamos generar respuestas, necesitamos recuperar dignidad ygarantizar los derechos que le han sido negados.

    En Amrica Latina, se visualizan ndices de desigualdad social. Esta situa-

    cin tiene incidencia directa en el sistema educativo, y es posible armar que

    gran parte de la poblacin tiene dicultades para mantenerse en el sistema

    educativo por varios aos, y segn lo arma (en Braslavsky, 2001), esto

    se produce aunque exista oferta educativa gratuita en algunos pases ()

    de hecho, esta situacin se explica por la necesidad que de los sectores

    ms pobres se incorporen al mercado de trabajo, sacricando incluso su

    educacin 7.

    Por eso pensamos en una escuela abierta que pueda, adems detransmitir lo prescripto en el currculum, promover otros espaciosde interaccin entre las juventudes, que pueda ampliar sus posibi-lidades hacia una escuela que genera alternativas de trayectoriasgarantizadas en principios de calidad y equidad.

    En la perspectiva de esta escuela abierta que se fortalece con la participa-

    cin de sus miembros necesitamos de prcticas educativas que posibiliten

    la conexin, la valorizacin y el compromiso ciudadano en la formacin de

    las nuevas generaciones porque no es suciente nuestro saber pragmtico,necesitamos tambin de sueos y utopas, de representaciones simblicas

    que nos unan para poder construir una sociedad justa 8.

    Desde esta escuela media queremos mirar a los colectivos de ado-lescentes y jvenes que no estn en ella, porque muchos de ellos asu vez tambin miran a la escuela pero desde una realidad que losexcluye, como una imposibilidad signada por condiciones socialesy econmicas que los discrimina tanto para el acceso, como para lapermanencia y la garanta real de aprendizajes.

    7 dem. Pg.67.

    8 Estudio Internacional sobre Educacin Cvica y C iudadana (ICCS) 2009. Reexiones sobre los resultados.

    MEC, 2010. Asuncin, Paraguay. Pg. 35.

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    la desercin escolar uno de los principales problemas que enfrenta la EM,

    atendiendo que solo en el ao 2008, ms de 10.000 (4.7% de la matrcula

    total) estudiantes dejaron de asistir a las instituciones educativas antes de

    terminar el ao lectivo. Los altos ndices de desercin escolar sumada a la

    baja cobertura de la EM reducen considerablemente las posibilidades de la

    poblacin de proseguir los estudios, limitando a su vez las probabilidades de

    mejorar la calidad de la vida.9

    En ese punto de partida reconocemos las dicultades que tiene laescuela y el sistema educativo para dialogar con la multiplicidadque caracteriza la condicin de joven y adolescente, primero por-que no los conoce, segundo porque ello implica desafos que mu-chos temen asumir. Por eso nos interesa indagar en quines sonlos/as adolescentes y jvenes paraguayos/as?, tanto desde la pers-

    pectiva de la literatura como de las imgenes que se construyensobre ellos y ellas y sobre las subjetividades que ellos construyen.

    Tambin hay que mirar que los adolescentes que hoy estn en nuestras

    aulas se formaron en una escuela inserta en un proceso poltico, histrico

    y social sobre el cual no ha habido suciente debate y que en denitiva jus-

    tica su letargo en una dilatada transicin democrtica a temor de asumir

    que salir de tal transicin supondr sin dudas apropiarse de las decisiones y

    ocuparse de sus consecuencias. 10

    Para el anlisis que se quiere realizar, hemos promovido un espa-

    cio denominado Dilogos pedaggicos con directores de educa-cin media en el marco del Proyecto Semanas de Gestin reali-zadas en cada departamento geogrco del pas y en seminariosorganizados en relacin a la temtica juvenil. Estas iniciativas nosabrieron la posibilidad de generar conversaciones no slo aboca-das a resolver los problemas de gestin, sino a pensar desde losactores de la escuela los desafos de la inclusin, porque en esosespacios ms locales cada uno de las y los excluidos tienen rostrosque la comunidad conoce, porque no es lo mismo pensar en estra-tegias de inclusin genricas que pensar en la inclusin de quienes

    forman parte de la propia comunidad, que transitan por espacios

    9 Resignicacin de la Educacin Media. Los primeros avances. MEC, 2010. Asuncin, Paraguay. Pg.16.

    10 Estudio Internacional sobre Educacin Cvica y Ciudadana (ICCS) 2009. Reexiones sobre los resulta-

    dos. MEC, 2010. Asuncin, Paraguay. Pg. 33.

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    comunes y que nos recuerdan diariamente las deudas de la socie-dad con sus miembros.

    Paradjicamente en la era de la tecnologa, aunque sta no llegue a todos,pareciera que cada vez ms tendemos a vivir desconectados de los otros,

    por eso la instalacin de la problemtica en el espacio de lo pblico puede

    permitirnos interactuar desde la escuela con diversos actores para que la

    reexin sea ms enriquecedora 11.

    Si bien la responsabilidad es de toda la sociedad, es necesario aumentar

    los esfuerzos en la formacin de los y las docentes, porque es evidente que

    el discurso de la igualdad slo puede ser sostenido por una prctica donde

    nias, nios y adolescentes observen y participen de situaciones de apren-

    dizaje en las que se desarrollen prcticas igualitarias 12.

    Entre los supuestos que sostienen este proceso, algunos resulta-dos suman nuevas preocupaciones, as en el Estudio Internacio-nal sobre Educacin Cvica y Ciudadana (ICCS) 2009 13, en el queParaguay particip junto a 38 pases mediante la aplicacin de losinstrumentos a alumnos de octavo grado se obtuvo el lugar nmero37. Esto nos enfrenta con una realidad que da cuenta de la distan-cia entre los objetivos y los resultados, no slo cuantitativos, de loque la escuela produce. Sin bien las variables que intervienen enla formacin de la ciudadana son complejas y no se reducen slo

    al mbito de lo escolar, hay que asumir que en buena medida laescuela ha fracasado.

    Tambin es importante asumir la necesidad de replantear el abor-daje de la formacin ciudadana desde la escuela, muy acotada auna formacin pensada en tiempo futuro y con pocas oportunida-des de aprendizajes signicativos para los y las estudiantes, es msque obvio que se aprende a participar, participando efectivamente y

    11 Estudio Internacional sobre Educacin Cvica y Ciudadana (ICCS) 2009. Reexiones sobre los resulta-

    dos. MEC, 2010. Asuncin, Paraguay. Pg. 35.

    12 Estudio Internacional sobre Educacin Cvica y Ciudadana (ICCS) 2009. Reexiones sobre los resulta-dos. MEC, 2010. Asuncin, Paraguay. Pg. 98.

    13 Estudio Internacional sobre Educacin Cvica y Ciudadana (ICCS) 2009. Reexiones sobre los resulta-

    dos. MEC, 2010. Asuncin, Paraguay. Pg. 98.

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    no slo desde la teora o la simulacin. La lgica de la participacinque transmiten las y los docentes tambin est acotada a una ideade participacin que fue construida en un contexto muy diferente al

    escenario actual, lo que sin dudas incide sobre su prctica.

    Quizs la participacin hoy est orientada hacia aquellas cuestiones no re-

    sueltas por las instituciones que tradicionalmente fueron constituidas para

    ello debido a la fuerte y variada crisis que atraviesan stas y al desencanto

    que han terminado agotando la conanza en varias de ellas y a la vez permi-

    tiendo el surgimiento de otras 14.

    Adolescentes y jvenes en nuestro pas -tanto quienes van a las es-cuelas como quienes no asisten- soportan diferentes tensiones ensituaciones que los enfrentan con sus realidades, sus expectativasy sus necesidades. En la Encuesta Nacional de Juventud realizadaen el ao 2010, el 26,3% declara que en este momento de sus vidaslo ms importante es trabajar, informacin que ratica la inuenciadel factor socioeconmico como uno de los que mayormente con-diciona el acceso a la educacin en un pas donde cerca del 40%de la poblacin es pobre y donde nios, nias, adolescentes y j-venes resultan sin dudas ms afectados. La diferencia por estratossociales da cuenta de que en el sector de menores ingresos msdel 75% no estudia. Aun as cerca del 70% no ha considerado laposibilidad de migracin (interna o externa).

    En las zonas rurales las condiciones de vida de la juventud son ms crticas

    y son claro factor de expulsin () la ruralidad entraa mayor incidencia de

    pobreza e indigencia, menores logros educacionales, empleos menos insti -

    tucionalizados, ms dicultad de acceso a activos productivos para la juven-

    tud y condiciones especialmente crticas para jvenes rurales indgenas 15.

    En relacin a los y las jvenes y el trabajo, el 81% de los que tienenun trabajo remunerado no cuenta con contrato ni seguro mdicoy los salarios, para ms del 50% de trabajadores y trabajadoras

    jvenes, no superan el milln de guaranes, esto en trminos de

    14 Estudio Internacional sobre Educacin Cvica y Ciudadana (ICCS) 2009. Reexiones sobre los resulta-

    dos. MEC, 2010. Asuncin, Paraguay. Pg. 35

    15 CEPAL/OIJ (2008) Juventud y cohesin social en Iberoamrica, Santiago de Chile, CEPAL, LC/G 2391,

    Octubre.

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    garantas los ubica en condiciones de alta desventaja frente a otrosgrupos etarios.

    Reconocer los avances y limitaciones nos permite dimensionar laamplitud de los desafos. Por eso resulta oportuna la promulgacinde la Ley 4088/10 que declara la gratuidad y obligatoriedad de laEducacin Media, como un paso importante para garantizar la con-crecin de los derechos. Contar con el presupuesto para viabilizareste proceso gradualmente tambin constituye un soporte que per-mite implementar estrategias sostenibles, que superen el riesgo delo meditico y que rindan cuentas tanto en trminos cualitativoscomo cuantitativos.

    Aunque las estrategias son insucientes an, la universalizacinde algunas de ellas (tiles escolares, exoneracin de aranceles,transferencia a instituciones educativas, bibliotecas de aula y aulastemticas) dan cuenta de una conviccin y de una decidida inter-vencin desde el Estado (Poder Ejecutivo y Poder Legislativo) poravanzar en polticas de juventud para todos y todas.

    En el ao del Bicentenario, el compromiso con la historia se sellaen la decisin de construir la escuela media que queremos para lageneracin del bicentenario. Las acciones son diversas y se carac-terizan no por la imposicin sino por la decisin desde la escuela de

    sumarse a ellas: el Parlamento Juvenil del MERCOSUR CaptuloParaguay-, el Concurso Nacional Estudiantil DDHH para una vidadigna, el Conversatorio Nacional sobre Derechos Humanos condirectores y directoras en servicio, los proyectos Escuelas Abier-tas, Educando sin violencia, Aprender sin miedo, Todas y to-dos vivimos valores, Universalizacin del registro de nacimientoy cedulacin de nios, nias y adolescentes en etapa escolar eInscripcin en el registro cvico permanente, entre otros. A estosse suman las Ferias de Oportunidades y Becas, el encuentro delYvy Maraney, los festivales juveniles del Bicentenario, la Campaa5000 prceres, la Escuela de lderes estudiantiles secundarios y

    universitarios, el Programa Nacional de Voluntariado, el fortaleci-miento de la formacin profesional en el marco de la EducacinPermanente, etc. No podemos dejar de mencionar la creacin delObservatorio Nacional de Juventud, el Plan Nacional de Juventud2011-2013 Don Flix de Guarania, el Plan Nacional de Mejora-

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    miento de la Educacin Tcnica y Profesional y los LineamientosPolticos para la Educacin Media como abordajes que permitensituar en el debate la cuestin de las y los adolescentes y jvenes.

    En estos procesos las alertas para quienes debemos asumir deci-siones son claves, tanto las que surgen desde la propia reexindel quehacer como aquellas que aportan otros actores claves ex-ternos al sector. Tambin son imprescindibles las sinergias quese van construyendo porque denitivamente el entramado mundode la adolescencia y la juventud no tiene slo dimensiones que seatienden desde lo educativo sino que implican intervenciones inter-sectoriales que permiten lograr resultados efectivos, pertinentes,oportunos y con profundo respeto a la dignidad.

    A modo de cierre

    Asumimos que la apuesta inteligente de un pas para el desarro-llo de un Estado de bienestar de sus ciudadanos y ciudadanas sevisualiza en las polticas orientadas a las nuevas generaciones,permitiendo mejores oportunidades para sus nios, nias, adoles-centes y jvenes para superar los crculos de pobreza y exclusine incidir sobre el mejoramiento de la calidad de vida de la sociedaden su conjunto.

    Sin dudas hay mucho que indagar, desde situaciones evidenteshasta aquellas insospechadas que afectan a nuestros y nuestrasadolescentes y jvenes, que los afectan negativamente y en su dig-nidad como personas. Todava queda mucho por posicionar en ladiscusin pblica referida a sus logros, a sus luchas, a sus esfuer-zos, a sus sueos, a todo lo que van construyendo muchas vecesen silencio o ante la indiferencia de una sociedad que no los reco-noce, que los estigmatiza, que no los apoya en sus iniciativas por-que muchas veces est constituida por adultos juvenilizados quedejan poco espacio a ellos y ellas para ser lo que son, adolescentes

    y jvenes, presente y futuro.

    Queremos incidir en actos pero a la vez debatir en potencialida-des y en esa prctica de accin-reexin construir oportunidadesconcretas para la vida digna de cada una y de cada uno nuestros

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    adolescentes y jvenes, porque creemos que en estos postuladostodas y todos nos podemos reconocer como ciudadanos y ciudada-nas de la misma patria.

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    Segunda Parte

    Introduccin

    En el marco de las iniciativas llevadas a cabo por parte del Ministe-rio de Educacin y Cultura de Paraguay con el n de hacer efectiva

    la Nueva Escuela Pblica Paraguaya, la Educacin Media ocupaun lugar de privilegio en la agenda de trabajo. Esa relevancia de laescuela media se deriva de varios factores. En primer lugar,menos del 40% de los adolescentes logran completar ese nivel,en un pas donde los primeros ciclos de la educacin bsica estnprcticamente universalizados, hecho que alerta sobre la necesi-dad de generar mecanismos de retencin de los adolescentes den-tro del sistema educativo para que puedan acceder al nivel medio yterminarlo. Pero adems, el proyecto de resignicacin de la escue-la media va ms all de la inclusin, y apunta a generar un debateen torno a la calidad y la pertinencia de la educacin que reciben o

    recibirn estos adolescentes.

    Como parte de las acciones que lleva cabo el Ministerio de Educa-cin para avanzar sobre esta agenda, rm un acuerdo de asisten-cia tcnica con el IIPE UNESCO Buenos Aires, con el n de queesta institucin pueda acompaar ese proceso. Uno de los puntoscentrales del acuerdo es el apoyo en la realizacin de un estudiodiagnstico sobre la adolescencia en el Paraguay. El texto que aquse presenta es el resultado de la primera fase de este estudio.

    Por qu un estudio sobre la adolescencia en el Paraguay? Porquela decisin de avanzar en el rediseo de la educacin media poneen el centro de la escena a quienes son o deben ser sus estudian-tes, los adolescentes. Una poltica orientada a garantizar el accesouniversal a la educacin media difcilmente sea exitosa si no se

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    concibe en torno a la posibilidad de construir un dilogo productivocon ellos.

    El momento educativo fundamental, aquel de enseanza y aprendi-zaje, se materializa en la relacin diaria entre cada estudiante y sudocente. Es un momento de produccin conjunta de conocimiento,en el cual es fundamental la calidad del dilogo entre ambos y laposibilidad de generar un espacio de reconocimiento mutuo. Porun lado, el reconocimiento que el estudiante tiene hacia el docen-te, su lugar, su institucionalidad, la legitimidad y autoridad que leconere y la conanza que deposita para establecer con l esedialogo de aprendizaje. Por el otro, la visin que tiene el docente desu estudiante, la posibilidad de hablarle desde un lugar de respetoy reconocimiento, las expectativas en torno a sus posibilidades deaprendizaje.

    En el dilogo entre estos dos sujetos el docente y su estudian-te- se hace efectiva la relacin entre dos instituciones centrales enel proceso educativo: la escuela y las familias. Cuando el docenteest frente a sus estudiantes lo hace en tanto miembro de una ins-titucin, y en su ejercicio pone en juego un conjunto de recursosque son institucionales: las normas, su formacin, los materialesescolares, el espacio de trabajo, los mandatos y la misin que laescuela tiene ante la comunidad. Pero adems el estudiante cuan-

    do est en el aula es portador de un amplio espectro de rasgos yatributos que le son propios del grupo familiar al que pertenece. Elidioma que habla, su origen social, sus valores, las expectativas entorno a la educacin o la visin de mundo fueron moldeadas en suentorno familiar, y son la expresin de esa familia en el momento deaprendizaje. Desde esta perspectiva, el sentido ltimo de una polti-ca educativa es precisamente- asegurar la calidad de esa relacinpara todos los adolescentes. Buscar que cada uno de ellos puedaacceder a las aulas, y garantizar que en ese mbito esa relacincon sus docentes sea una relacin productiva, que sea efectiva-mente un momento de produccin de conocimientos.

    Para enfrentar ese dilogo con xito, la institucin escolar debe te-ner una clara comprensin de su contexto, y a travs de l, de susestudiantes y sus familias. La escuela sus directivos, sus docentesy el conjunto del personal que all se desempea- debe tener una

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    especial preocupacin por garantizar ese dilogo con sus estudian-tes, y para ello debe partir de saber quines son. Quienes partici-pan del diseo de la propuesta institucional, o quienes planican la

    estrategia ms adecuada para abordar da a da ese dilogo peda-ggico, deben esforzarse por tenerlos en mente, saber a quinesvan a recibir, con quines van a trabajar durante todo el ao lectivo.Difcilmente la propuesta institucional sea exitosa si no parte detener presente a esos chicos, de tener en claro quines son, de po-der reproducir en abstracto una imagen de estudiante que expreseplenamente a aquellos que ingresarn a sus aulas el primer da declases.

    El gran desafo es buscar que cuando las puertas de la escuelase abran y los adolescentes ingresen a sus aulas los docentes nose vean sorprendidos, sepan quines son ellos. Es lograr que esealumno ideal que la escuela tuvo que construir se parezca lo msposible a esos jvenes reales que se sientan en los bancos,con sus propias identidades, sus expectativas y sus estilos.

    Ese ajuste entre el estudiante ideal, abstracto, representado por laescuela y los estudiantes reales que ingresan a las aulas es unacondicin fundamental para el logro de una experiencia educa-tiva exitosa, pues es desde all que podr construirse un dilogoproductivo. Ms an, es posible sostener que uno de los factores

    ms importantes que subyacen a la dicultad evidente que tienenlos sistemas educativos de Amrica Latina en avanzar hacia launiversalizacin de la educacin media es precisamente eldesajuste que hay entre el tipo de estudiantes para los cuales estpensada la oferta educativa actual y aquellos que da a da ingresana las aulas.

    El trabajo que aqu se presenta parte de reconocer la centralidadque tiene esta posibilidad de establecer un dilogo productivo conlos adolescentes en el diseo de una propuesta educativa orientadaa garantizar el acceso universal a una educacin media de calidad.

    El objetivo de universalizar el acceso a la educacin media enfrentaa cada escuela al desafo de tomar conciencia plena de quinesson sus estudiantes, y de la necesidad de elaborar una propues-ta institucional y pedaggica que parta de su reconocimiento. Y almismo tiempo confronta al sistema educativo en su conjunto con la

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    necesidad de fortalecer a cada escuela en su capacidad de apro-piarse del entorno en el que estn, de conocerlo y comprenderlo, ycomo consecuencia de ello, de elaborar esa propuesta adecuada.

    Ya son varios los estudios que han ido mostrando que la dicultadde dilogo entre docentes y estudiantes -resultado de este des-ajuste entre el estudiante ideal que el docente esperaba educar yel estudiante real que se encuentra frente a l- se incrementa enla medida que se avanza en los procesos de expansin de la edu-cacin media. Desde sus inicios, la escuela media fue concebidacomo una institucin orientada a la seleccin de alumnos. Su rol noera el de la inclusin social; lejos de ello, su misin era seleccionary formar a una elite orientada a ocupar estratos jerrquicos en elmundo de la produccin, o a ingresar a las instituciones universita-rias. As fue cmo la escuela media fue histricamente patrimonioexclusivo de los sectores urbanos acomodados. Cuando se disea-ba una institucin para el nivel medio, se lo haca teniendo en men-te a jvenes urbanos, blancos, de clase media o alta. Bastacon indagar sobre la ubicacin geogrca de las escuelas mediasms tradicionales para comprender a quines estaban dirigidas.Los docentes eran formados para tratar con esos estudiantes, y lasprcticas educativas estaban pensadas para ellos.

    Hoy la escuela media tiene otra misin: garantizar el acceso uni-

    versal al conocimiento, promover la inclusin educativa, y a travsde ella la inclusin social. As, estrategias de seleccin que fueronclsicas en este nivel tales como el examen de ingreso para ele-gir a los mejores, o la expulsin como recurso para la depuracindel estudiantado- hoy deberan ser inadmisibles. Por el contrario, elgran desafo hoy es llevar a las aulas a todos aquellos que histri-camente quedaban fuera de ellas, hacer el esfuerzo por retenerloshasta que nalicen el nivel medio, y garantizarles una educacinde la misma calidad que la que reciben los histricos privilegiados.

    Y es as cmo el proceso de expansin de la educacin media

    viene de la mano de la inclusin de adolescentes y jvenes quehistricamente no tenan acceso a sus aulas. Cada vez ms estasescuelas estn llenas de estudiantes que provienen de los sectorespopulares, hijos de familias obreras cuyos padres apenas termina-ron el nivel primario, jvenes que provienen de familias que estn

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    en las mrgenes de las grandes ciudades, u otros que vienen des-de zonas rurales. Ya es habitual que los adolescentes indgenascomiencen a aparecer en las aulas de las escuelas del nivel medio,

    o aquellos que provienen de los pueblos afrodescendientes.

    Son pocas las instituciones educativas que han podido afrontareste cambio exitosamente. La mayora se ven desbordadas poreste complejo universo de estudiantes, mucho mayor en cantidad,y al mismo tiempo muy diverso. A esa institucin que se la penspara seleccionar hoy se le pide que se sume a un proceso de inclu-sin, y en ese cambio est la raz principal de la crisis que vive hoyla educacin media en la regin. Aquel estudiante para quien fuepensada la escuela, y que est an vigente en el imaginario social,aquel para el cual se siguen formando a los docentes o pensandolas instituciones hoy ya casi no existe. No slo porque cada vezms en las aulas hay estudiantes que no son ni urbanos, ni blancosni de clase media, sino tambin porque los chicos urbanos blancosde clase media que hoy ingresan a la escuelas nada tienen que vercon aquel que las instituciones supieron educar.

    Ello se traduce en un desajuste creciente entre el alumno ideal aquel que las instituciones esperan- y el real, el que ingresa da ada a sus aulas. Un estudio realizado desde el IIPE en Argentina,Chile, Colombia y Per centr su atencin en el modo en que se

    van congurando esas brechas entre el estudiante al cual le hablael docente y el alumno que realmente est frente a l. All se desta-ca que esta brecha tiene al menos tres dimensiones.

    La primera de ellas es la dimensin econmica. Aqu bsicamentese hace referencia a el desajuste entre el nivel socioeconmico quela escuela supone o espera de sus estudiantes y el real. Muchasde las prcticas cotidianas y habituales estn construidas sobre labase de un supuesto de bienestar de los estudiantes. Por ejemplo,cuando un docente da tareas para el hogar a los alumnos subyacea ese acto el supuesto de que ese chico va a tener un lugar donde

    hacerlo y un tiempo para dedicarle a su tarea. Un principio similarest presente cuando se les pide que compren ciertos materiales olibros, o cuando deben cubrir costos de algunas actividades prc -ticas.

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    La incorporacin masiva de adolescentes provenientes de estratossociales ms bajos a las aulas hace que muchos de los alumnoshoy no puedan afrontar esos gastos, o no cuenten en su hogar con

    las condiciones bsicas para poder realizar sus tareas. En tantoel docente no tenga conciencia de ello y siga actuando conformea una imagen de alumno que no se corresponde con esa realidadstos se vern afectados. Por el contrario, un docente que tiene encuenta la situacin social de sus estudiantes muy probablemen-te pueda recurrir a estrategias alternativas, o se ocupe de buscarformas diferentes de acceder a los recursos, de modo que estoschicos no se vean afectados por su situacin.

    Cabe aqu hacer una advertencia, que tiene que ver con que nosiempre es posible encontrar frente a la escasez de recursos al-ternativas desde la institucin escolar que puedan representar unaeducacin de calidad. El hecho de que un adolescente pueda per-manecer escolarizado hasta completar el nivel medio y pueda hacerde esa escolarizacin una experiencia de aprendizaje productivainevitablemente signica para cada familia un esfuerzo econmi-co importante. No slo porque la escolarizacin siempre implicaun costo monetario que se desprende de los gastos de transporte,tiles, materiales, libros, y en muchos casos- matrcula escolar,sino tambin porque la permanencia del adolescente escolarizadorepresenta el renunciamiento total o parcial- de los ingresos que

    se derivaran de su participacin en el mercado de trabajo. Fami-lias excluidas, o en situacin de extrema pobreza no podrnsostener este esfuerzo, y seguramente sus hijos adolescentes nopodrn ir a la escuela. Frente a estas situaciones, la escuela pocopuede hacer. Como ya se ha ido destacando en sucesivos informesdel proyecto SITEAL, la meta de universalizacin del acceso al co-nocimiento, o la bsqueda de una educacin de calidad para todos,lleva inevitablemente a discutir el modelo de desarrollo, entanto no es posible en sociedades donde partes importantes dela poblacin viven en situaciones de extrema pobreza y exclusin.

    De todos modos, hecha esta salvedad, es necesario hacer una re-visin de las prcticas escolares, pues muchas de ellas no hacenms que elevar los costos de la educacin a partir de acciones quepresuponen estudiantes con mayores recursos, y que podran serreemplazadas por otras prcticas que tendran igual impacto

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    en trmino de aprendizajes, pero que al mismo tiempo haran questos sean posibles tambin para estudiantes de menos recursos.Queda aqu un delicado lmite por indagar, en el cual se pueda lle-

    var al mximo el esfuerzo que puede hacer una institucin por darespacio a aquellos que provienen de sectores ms desfavorecidos,sin que ello implique un renunciamiento a la calidad de las prcticaseducativas.

    Una segunda dimensin que est presente en la brecha que hayentre el alumno esperado por las instituciones escolares y aquelque efectivamente ingresa a sus aulas es la cultural. El ejemplodonde se hace ms evidente este desajuste es el que se da enaquellos casos en que jvenes provenientes de culturas en las queno se habla en castellano las clases se dictan en ese idioma. Aqunuevamente vemos cmo el suponerun estudiante diferente al querealmente ingresa al aula da lugar a un tipo de prcticas en lascuales estos estudiantes diferentes quedan relegados, o se venexpuestos a situaciones que atentan contra sus posibilidades deaprendizaje. Situaciones similares se dan cuando desde la escue-la se presupone cierta disposicin respecto al conocimiento, algngrado de inters en determinados temas, o, por el contrario, el des-inters por otros. En todos estos casos se est proponiendo un di-logo desde preconceptos equvocos, y ello seguramente redundaren una situacin de desventaja para estos estudiantes.

    A diferencia de la dimensin econmica, donde slo una parte dela solucin est en manos de la escuela, cuando se analiza la di -mensin cultural de la brecha se hace evidente que la solucin esexclusivamente escolar. No se trata aqu del desajuste que resultade una situacin de pobreza extrema, sino del que resulta de undilogo con un estudiante que es diferente a aquellos que clsi-camente ingresaban a las aulas. Una institucin que tenga plenoconocimiento de quines son sus estudiantes, y una voluntad clarade darles la oportunidad de acceder al conocimiento, buscarel modo de producir un dilogo productivo con ellos, buscando de

    considerar en la dinmica de cada da el idioma que ellos hablan,o apoyando sus estrategias en los recursos que ellos traen, susintereses y expectativas reales.

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    Por ltimo, hay una tercera dimensin de la brecha entre el estu-diante esperado y el estudiante real, a la que se la llam brecha va-lorativa. En ella se expresa la valoracin que los docentes o direc-

    tivos hacen de sus estudiantes, los prejuicios que tienen en torno aellos, o las expectativas que se depositan respecto a sus aprendi-zajes. Ejemplos de esta tercera dimensin se hacen visibles cuan-do algunos docentes hacen comentarios del tipo y cmo quieresque esta joven pueda aprender, si su madre es prostituta?, si sumadre ya se separ tres veces este alumno no tiene chances,su padre est preso o es homosexual. Uno se preguntar qutendrn que ver estas situaciones personales como para que desdeciertas instituciones ya se los condene, pero si la institucin con-sidera que ese es un aspecto relevante, sin dudas pasara ser relevante. Nuevamente estamos ante prcticas que afectana los estudiantes, y cuya solucin est en su totalidad del lado dela escuela. En este caso, operando sobre esta otra dimensin noformal, sobre estos mecanismos cotidianos de discriminacin queatentan contra las posibilidades de acceder al conocimiento a unaproporcin signicativa de jvenes y adolescentes.

    Las tres dimensiones mencionadas -la econmica, la culturaly la valorativa- se articulan permanentemente generando situa-ciones que obstaculizan o dicultan las trayectorias educativas deaquellos adolescentes que no responden al estereotipo esperado.

    Puede armarse, de un modo sinttico, que la brecha econmicanos pone en evidencia que las instituciones educativas permanen-temente tienen en mente a estudiantes de clase media o alta. Ladimensin cultural denuncia que adems esos estudiantes espera-dos son urbanos y blancos. Por ltimo, la brecha valorativa alertasobre la persistencia en el imaginario institucional de un estudianteque adems debe ser de familia bien constituida y de moral inta -chable. En aquel estudio del IIPE en el cual se analizan estas dife-rentes dimensiones de la brecha entre el estudiante esperado y elestudiante que entra al aula se destaca que si un adolescente res-ponde a este perl esperado su trayectoria educativa seguramente

    ser exitosa. En la medida en que un estudiante se aleja de eseperl, su suerte ya no es la misma. Los datos que se presentan enlos informes de SITEAL lo ponen en evidencia con la informacinestadstica disponible en los diferentes pases de Amrica Latina.

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    Pertenecer a una familia ms pobre, ser indgena o afrodescedien-te, vivir en reas rurales, ser parte de un hogar atpico, entre otros,son todos factores que aumentan la probabilidad de tener trayecto-

    rias educativas ms complejas, o de interrumpirlas antes de tiempo.

    El desafo que debe afrontar cada escuela es el de conocer a susestudiantes. Saber quines son, indagar sobre sus identidades, es-tar al tanto de sus expectativas, identicar los recursos que traen,comprenderlos. De ese modo lograr una representacin certerade ellos, y planicar as un dilogo basado en el recono-cimiento, despojado de etiquetamientos y prejuicios.

    Es habitual que el dilogo entre docentes y estudiantes sea un di-logo estructuralmente asimtrico. El docente suele dirigirse a suestudiante portando una imagen organizada en torno a grandes eti-quetamientos: mis alumnos son indgenas,son pobres, son campesinos, son adolescentes, y en cada uno de esosenunciados es comn encontrar una generalizacin que suele es-tar colmada de prejuicios. El estudiante, en cambio, le respondedesde su propia identidad. Su edad, sexo, nacionalidad, religin,preferencias sexuales, gustos alimentarios, elecciones musicales,su relacin con el deporte o su posicionamiento poltico, aspectosque coexisten en l, y que en su articulacin le coneren una identi-dad nica. Una identidad que, muy probablemente, es imposible de

    sintetizar en los enunciados desde los cuales es tratado.

    El proyecto de universalizar el acceso al conocimiento, y de ga-rantizar a todos los adolescentes la posibilidad de acceder al nivelmedio, permanecer en l hasta el nal y aprovechar esa oportuni -dad como experiencia de aprendizaje lleva inevitablemente a ponerla mirada en ellos, hablarles a cada uno tal como es, a partir delreconocimiento. Este esfuerzo trasciende a la escuela, y debe serparte del proyecto educativo. Una poltica educativa de calidad ne-cesariamente debe incorporar en su estructura la preocupacin porpromover prcticas estructuradas en torno al reconocimiento.

    El trabajo que se presenta en este texto est concebido desde estaperspectiva. El objetivo es poner la mirada sobre los adolescentescomo un punto central en el diseo de las polticas de educacin

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    media en Paraguay. Tiene como propsito mostrar quines son,dar cuenta de sus elementos comunes y sus diferencias, promoverun acercamiento que renuncie a los estereotipos y las etiquetas

    habituales, generar una reexin acerca de ellos.

    Una certeza que subyace al estudio es la de la heterogeneidaddel universo adolescente. No es posible hablar del adolescenteparaguayo; lejos de ellos, hay que estar dispuesto a descubrir losmltiples adolescentes del Paraguay. Los factores que alimentanesa diversidad son mltiples; su origen social, sus historias, el lugardonde viven, su grado de articulacin con el resto, el acceso a lasnuevas tecnologas, etc. En este estudio hay dos dimensiones quese consideran centrales: la posicin en la estructura social y la po-sicin en la geografa del pas.

    En el primer caso se busca conocer el modo en que se es adoles-cente en los diferentes espacios de la estructura social. Es aqudonde, en primer lugar, ms se expresa la dimensin material, ladiferencia entre tener o no tener, donde se puede indagar los um-brales del bienestar necesario para poder sostener el compromisopor la educacin. Pero la indagacin sobre el lugar en la estructurasocial excede a lo material; ser parte de las familias que pertenecena los sectores econmicos ms integrados o de aquellas que vivenen las mrgenes del sistema productivo acarrea diferencias que si

    bien tienen su base en lo material- van mucho ms all de tener ono tener. El procesamiento que se hace de su pasado, la compren-sin del presente o las expectativas de futuro son muy distintasdesde los diferentes lugares de la estructura, y ello se traduce ensubjetividades muy distintas, en adolescencias diferentes.

    En el segundo caso se remite a las diferentes adolescencias posi-bles de identicar a lo largo del territorio del Paraguay. La dimen -sin territorial es fundamental en el diseo de las polticas pblicas,y muy especialmente cuando se trata de polticas educativas. Laescuela est inmersa en un punto especco del territorio; en cada

    espacio de la geografa las mltiples dimensiones de la vida econmica, cultural, productiva, poltica, demogrca- adquierenmodo determinado de articulacin, una combinatoria nica que leconere esa especicidad. Cada espacio del territorio es nico, y

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    nacer, criarse y vivir en l genera subjetividades nicas, identida-des irrepetibles.

    As, a lo largo de los diferentes espacios de la estructura social, oen cada uno de los puntos de la geografa, es esperable encontraruna adolescencia nica, frente a la cual la escuela hoy genera dife-rentes estrategias de aproximacin. En cada uno de esos espaciosel modo en que se articulan las mltiples dimensiones de la brechaque separa al clsico estudiante de la educacin media -aquel es-perado por las instituciones escolares- y el adolescente que ingresahoy a las aulas es diferente. En algunos casos la dimensin eco-nmica es central, en otros lo es la cultural o la valorativa, pero encada caso el desafo es distinto.

    El punto donde esta heterogeneidad se constituye en un tema cen-tral de la poltica educativa es que frente a esta gran diversidad deadolescentes, y de contextos en los que transcurren sus vidas, elobjetivo educativo es el mismo: el acceso al conocimiento. Cual-quiera sea su origen social o el lugar donde transcurren sus vidas,el objetivo es que se apropien del currculum ocial, que accedana ese conjunto de saberes signicativos que le ofrece el sistemaeducativo. Igualdad en los logros en un universo extremadamenteheterogneo, uno de los desafos ms complejos de la poltica edu-cativa. En un contexto donde estn vigentes profundas desigual-

    dades sociales, tratar a todos los estudiantes del mismo modo nohace ms que reproducir y profundizar esas desigualdades. Delmismo modo, en sociedades estructuralmente diversas tratar a to-dos los estudiantes de igual manera lleva a que esa diversidad seconvierta, en muchos casos, en discriminacin y exclusin. Unapoltica educativa que se pone como objetivo garantizar a todos losadolescentes el acceso al conocimiento debe partir por conocer-los, y promover un dilogo con cada uno de ellos basado en eseconocimiento; un dilogo personalizado que, lejos de estructurarseen torno a etiquetas y supuestos, parta del reconocimiento del otrocomo sujeto.

    En esta publicacin se presentan cuatro trabajos que represen-tan cuatro primeras aproximaciones al mundo de los adolescen-tes en Paraguay. El primero de ellos fue producido por Vanesa

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    DAlessandre, y se basa en una relectura de las estadsticas pro-ducidas desde el Estado. Centrado fundamentalmente en el repro-cesamiento de las bases de datos producidas por diferentes orga-

    nismos estatales a partir de preguntas que orientan la mirada haciadiferentes aspecto de la realidad de los adolescentes, el trabajose centra especialmente en marcar la relevancia de la estructurasocial y la territorialidad como aspectos que hacen diferencia en lavida de los adolescentes del Paraguay.

    El segundo, elaborado por Silvina Corbetta, ofrece una sistemati-zacin de lo que ya han producido investigadores y analistas sobrela adolescencia y la juventud en Paraguay. El inicio de estas inda-gaciones puso en evidencia que ya es mucho lo que se ha venidoproduciendo en este campo, y el objetivo de este captulo es siste-matizar y explicitar los hallazgos que ya se han ido acumulando alrespecto. La pregunta ordenadora de estas lecturas es, en ltimainstancia, qu imgenes de la adolescencia en el Paraguay se des-prenden de la produccin ya existente.

    El tercer trabajo que aqu se presenta fue elaborado por CeciliaArizaga y Luca Rodrguez Iglesias, y tiene como objetivo buscaruna mayor comprensin de los adolescentes a partir de las marcasque dejan en su paso por Internet. Sea en las redes sociales o enespacios de produccin tales como los blogs o fotoblogs, ellos se

    expresan, muestran sus preferencias, despliegan sus recursos, sedan a conocer. Se opt entonces por identicar estos espacios, y apartir de sus producciones, aportar al conocimiento de este univer-so de adolescentes.

    Por ltimo, y teniendo presente la necesidad de promover un di-logo entre los adolescentes y el conjunto de la sociedad, se de-cidi indagar sobre la mirada que los otros tienen respecto a laadolescencia. Como una primera aproximacin a las representa-ciones de la adolescencia desde fuera de ella se opt por captarla imagen de adolescente que se produce y se transmite desde

    los medios grcos de comunicacin. El cuarto trabajo, elaboradotambin por Cecilia Arizaga y Luca Rodrguez Iglesias, se basa enla sistematizacin de un nmero signicativo de notas periodsticasproducidas en Paraguay durante el ltimo ao, y a partir de ellas se

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    busc captar las imgenes de adolescencia que se desprende desus contenidos.

    Los cuatro trabajos fueron encarados en forma conjunta, por unequipo que comparta el encuadre que aqu se presenta y las pre-guntas de fondo. En todos los casos la bsqueda es la misma, darprimeras seales respecto a quines son los adolescentes del Pa-raguay. Estos trabajos fueron concebidos como un primer paso eneste ejercicio de aproximacin a la adolescencia paraguaya, y tuvocomo objetivo ms que dar respuestas apresuradas- anar laspreguntas desde las cuales profundizar en esta compleja bsque-da.

    El texto que aqu se presenta termina con un conjunto de notas queresultan de la lectura integrada de los captulos aqu presentados.En ellas se destacan, en primer lugar, una reexin sobre el nuevopanorama en el cual hoy se educa: un mundo diferente, y como ex-presin de ello, un Paraguay en pleno proceso de transformacin.En segundo lugar se hace un repaso por los principales hallazgosen torno a los adolescentes que habitan ese pas. Por ltimo, cierracon notas respecto a los desafos de una nueva agenda educativa.

    Nstor Lpez

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    CAPTULO I

    Primeras coordenadas:una aproximacincuantitativa a los

    adolescentes paraguayos

    Vanesa DAlessandre16

    El sustento de este captulo es la preocupacin creciente del Esta-do paraguayo por construir, fortalecer y sostener el vnculo de losadolescentes con el sistema educativo, en el marco de la tendenciaregional hacia el reconocimiento de la educacin como un derechohumano irrenunciable y decisivo en la conformacin de personas

    capaces de ejercer y disfrutar plenamente de su ciudadana. Unindicio claro de la expectativa sobre el vnculo entre educacin yciudadana se plasma claramente en la redenicin del conceptoeducacin bsica a travs de la extensin de los aos de escola-rizacin obligatorios y en la transformacin del modo de concebir alas polticas. Es as que las polticas educativas enfocadas en ga-rantizar la igualdad de oportunidades en el acceso a la educacintransmutan progresivamente hacia una redenicin de sus objeti-vos bsicos en donde la permanencia, la culminacin de los cicloseducativos sucesivos y los contenidos efectivamente incorporados

    ocupan un lugar central.

    16 Con la colaboracin de Lorena Mela Romero

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    En Paraguay, la Ley de Educacin N 1264 sancionada en 1998,estableci a la educacin general bsica obligatoria como el cicloeducativo que se inicia en el nivel preescolar, a la edad terica de

    los 5 aos, hasta los 15 aos, edad terica respectiva para la cul-minacin del tercer ciclo. En el agosto del 2010, mediante la Ley N4088 se declara la gratuidad y obligatoriedad de la educacin inicialy la educacin media.

    La formacin de sujetos a travs de la escolarizacin se estruc-tura en torno a un pacto no siempre explicitado- entre escuela yfamilia, por el cual ambas instituciones asumen el compromiso degarantizar los recursos para que docentes y estudiantes se encuen-tren en la prctica educativa. En la medida en que las expectativassobre la educacin se incrementan y con ellas las exigencias ylos esfuerzos requeridos a docentes y estudiantes- el peso sobrelas escuelas y las familias es cada vez mayor. Es decir, slo a par-tir de un cierto nivel de bienestar e integracin social una familiaest en condiciones de sostener este esfuerzo y crear las condi-ciones materiales y subjetivas para que los nios y adolescentespermanezcan en la escuela hasta al menos culminar la educacinbsica. De este modo, todo aquel que se sienta comprometido conla educacin se enfrenta inevitablemente a una primer preguntaestn todas las familias en condiciones de afrontar los costos rea-les que implica sostener el vnculo educativo? En contextos de

    privacin econmica pueden las familias sostener la motivacin yvaloracin de la educacin necesarias para acompaar a sus hijosen la escuela y prescindir de los ingresos que tempranamente po-dran obtener del mercado laboral? Independientemente del debateque provoque, surge una dolorosa certeza: todas las familias seven expuestas a la misma exigencia pero no todas cuentan conlas mismas oportunidades de acceder a los recursos materiales ysimblicos mnimos para satisfacerla.

    Desde esta perspectiva, aproximarse a la situacin educativaactual de los adolescentes requiere inexorablemente situar a los

    sujetos en su contexto. Un contexto multidimensional del que dif-cilmente se logre dar cuenta en toda su complejidad si no al menostrazar algunos primeros indicios orientadores para considerar du-rante el diseo de polticas educativas inclusivas.

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