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  • Libro proporcionado por el equipo

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  • Leland Gaunt abre una nueva tienda en Castle Rock llamada CosasNecesarias. Todo el que entra en el establecimiento encuentra algn objetoque hace realidad sus sueos, por lo que Gaunt, al cerrar los tratos,siempre pide algo a cambio a los clientes. Estos favores empiezanadescontrolarse y, al poco tiempo, el pueblo entero est envuelto en unabatalla, con varias muertes incluidas. El sheriff Alan Pangborn es el nicoque sospecha de Gaunt como instigador en la sombra de los crecientessucesos violentos que estn asolando a Castle Rock. Un da se me ocurrique en los ochenta todo haba tenido su etiqueta con el precio. Los ltimosartculos que quedaron por vender fueron el honor, la integridad, el respetopor uno mismo y la inocencia. Cuando llegu a casa, ya haba decididoconvertir los ochenta en una pequea tienda llamada Cosas Necesarias yesperar a ver qu pasaba. Stephen King

  • Stephen King

    La tienda

  • Para Chris Lavin,que no tiene todas las respuestas;

    solo las que importan

  • Seoras y seores, atencin, por favor!Acrquense sin temor!Una historia les voy a contarque nada les va a costar!(Y si ustedes se la creen,nos vamos a entender bien.)

    STEVE EARLE, Snake Oil

    He odo de muchos que andaban perdidos incluso por lascalles del pueblo, cuando la oscuridad era tan densa queuno poda cortarla con un cuchillo, como reza el dicho

    HENRY DAVID THOREAU, Walden

  • T HAS ESTADO AQU ANTES

  • Claro que s. Seguro. Yo nunca olvido una cara.Ven, acrcate, deja que te estreche la mano! Qu curioso: te he reconocido

    por tu manera de andar antes incluso de verte la cara. No podras haber escogidoun da mejor para regresar a Castle Rock. No tiene un aspecto estupendo? Faltapoco para que empiece la estacin de caza y los bosques se llenen de esosestpidos dispuestos a disparar sobre cualquier cosa que se mueva y no sea decolor anaranjado chilln, y luego llegar la nieve y el hielo. Pero todo eso serms adelante; de momento, estamos en octubre y en Castle Rock dejamos queoctubre dure todo el tiempo que quiera.

    Para m, esta es la mejor poca del ao. La primavera tambin es esplndidaen esta regin, pero y o, decididamente, prefiero octubre al mes de mayo. Eloeste de Maine es una parte del estado que queda prcticamente olvidada cuandotermina el verano y los ocupantes de los chalets junto al lago y el miradorregresan a Nueva York y a Massachusetts. La gente de aqu los ve llegar ymarcharse cada ao: hola, hola, hola; adis, adis, adis. Est bien que venganporque traen consigo los dlares de la ciudad, pero se agradece que se marchenporque tambin traen con ellos las neuras de la gran urbe.

    De eso, de neuras, es de lo que quera hablar may ormente Te apetecesentarte conmigo un rato? Aqu, en los peldaos del quiosco de la banda,estaremos bien. El sol calienta y desde aqu, justo en medio del parquemunicipal, se alcanza a ver casi todo el centro comercial del pueblo. Ah, perocuidado con las astillas! Esos peldaos necesitan un buen lijado y otra capa depintura. Es tarea de Hugh Priest, pero an no se ha puesto a hacerlo. Hugh bebe,sabes? No es ningn secreto. En Castle Rock se puede guardar un secreto dehecho, alguno habr, pero hay que poner mucho empeo para mantenerlooculto, y desde hace mucho tiempo casi todos sabemos que Hugh Priest y eltrabajo duro estn reidos.

    Qu era eso, preguntas?Ah, eso! Vaya, muchacho, eso s que es trabajar de firme, no crees? Esas

    hojas de propaganda estn por todo el pueblo! Me parece que casi todas ellas lasha pegado con sus propias manos Wanda Hemphill (Don, su marido, es elpropietario del supermercado Hemphill). Arranca una del poste y psamela. No

  • seas tmido, hombre; de entrada, nadie debera pegar octavillas como esas en elquiosco de la banda del parque municipal.

    Fjate en lo que ponen. Resulta infame, verdad? Ese nombrecito, LOSDADOS Y EL DIABLO, impreso en la parte superior, en grandes letras rojascon humo saliendo de ellas, como esas cosas que mandaban de Tophet por correoespecial. Ja! Supongo que quien no conozca lo pequeo y somnoliento que es elpueblo podra pensar que lo estamos echando a perder. Pero ya sabes que aveces, en una poblacin de este tamao, las cosas se sacan de quicio. Y desdeluego, en esta ocasin, el reverendo Willie ha tenido una idea absurda. De eso nocabe duda. En las poblaciones pequeas, las Iglesias de los diversos credos, enfin, supongo que no necesito decirte cmo andan las cosas entre ellas: se toleranmutuamente ms o menos, pero nunca estn del todo en paz. Durante unatemporada todo funciona pacficamente y, de pronto, surge alguna disputa.

    Sin embargo, esta vez, la disputa es bastante considerable y enciende unmontn de pasiones. Los catlicos, sabes?, proyectan algo que llaman Nochede Casino en el Saln de los Caballeros de Coln, al otro extremo del pueblo.Segn tengo entendido, lo celebrarn el ltimo jueves de mes y los beneficios sedestinarn al pago de las reparaciones del tejado de la iglesia. Me refiero a laiglesia de Nuestra Seora de las Aguas Serenas, tienes que haber pasado pordelante de ella, si venas por la parte de Castle View. Una capilla preciosa,verdad?

    Esa Noche de Casino fue idea del padre Brigham, pero son las Hijas deIsabel quienes han recogido la iniciativa y la han puesto en marcha. En especial,Betsy Vigue. Creo que a Betsy le gusta la idea de emperifollarse con su vestidonegro ms ajustado y servir cartas en la mesa de blackjack o hacer girar laruleta mientras anuncia: Hagan sus apuestas, damas y caballeros, coloquen susfichas, por favor . Pero, en fin, supongo que a todas les complace de algnmodo la idea. Es todo muy inocente, cosa de algunas monedas, pero a ellas lesparece, de todos modos, un poco perverso.

    A quien la idea no le ha parecido nada inocente es al reverendo Willie; tantol como sus feligreses consideran el asunto bastante ms que un pocoperverso. Su verdadero nombre es reverendo William Rose y nunca ha sentidouna gran simpata por el padre Brigham, igual que a este tampoco le ha cadonunca bien su colega y rival. (De hecho, fue el padre Brigham quien empez allamarle Willie, el barco de vapor , y el reverendo Rose lo sabe.)

    En otras ocasiones ya han saltado chispas entre estos dos hechiceros, peroeste asunto de la Noche de Casino es algo ms que una chispa; supongo quepodra llamarse un incendio de matorrales. Cuando Willie se enter de que loscatlicos proyectan pasarse toda la noche jugando en el Saln de los C. de C.,casi se dio con su cabecita puntiaguda contra el techo. Ha pagado de su bolsilloesas octavillas de LOS DADOS Y EL DIABLO, y Wanda Hemphill y sus amigas

  • del ropero benfico las han pegado por todas partes. Desde entonces, el nicolugar donde catlicos y baptistas se hablan es en la columna de Cartas de nuestropequeo semanario, donde despotrican y divagan y se dicen unos a otros que irnde cabeza al infierno.

    Mira ah abajo y vers a qu me refiero. Esa que sale del banco es NanRoberts. Es la duea de la cafetera, Nans, y supongo que es la persona ms ricadel pueblo ahora que el viejo Papi Merrill se ha ido a ese gran mercado deartculos de segunda mano que hay en el cielo. Nan, adems, es baptista desdeque Hector era un cachorro. Y ese que viene en direccin contraria es AlGendron, un tipo tan catlico que, a su lado, el Papa resulta un descredo, y sumejor amigo es un irlands, Johnny Brigham. Ahora fjate en ellos! Ves cmolevantan la nariz? Ja! Vaya escena, no? Te apuesto dlares contra donuts a quela temperatura ha bajado veinte grados en el punto en que se han cruzado. Es loque deca mi madre: la gente es ms divertida que cualquier cosa, aparte de loscaballos, y estos no cuentan.

    Ahora mira all. Ves el coche patrulla del comisario aparcado junto albordillo cerca del videoclub? Ese del coche es John LaPointe. Se supone que estatento a quin rebasa el lmite de velocidad el centro del pueblo es zona develocidad regulada, sobre todo a la hora de salida de las escuelas, pero si teresguardas los ojos de la luz y te fijas en l, vers que en realidad estcontemplando una foto que ha sacado del billetero. Desde aqu no alcanzo adistinguirla, pero s qu hay en ella igual que s el apellido de soltera de mimadre. Es la instantnea que tom Andy Clutterbuck de John y Sally Ratcliffe enla feria del estado, en Fryeburg, hace un ao ms o menos. John, en la foto,rodea el talle de Sally con su brazo, y ella sostiene el osito de peluche que John haganado para ella en el puesto de tiro al blanco, y los dos parecen a punto deestallar de felicidad. Pero eso fue entonces y ahora es ahora; hoy, Sally estcomprometida con Lester Pratt, el profesor de educacin fsica del instituto.Lester es un baptista practicante, igual que ella. John an no se ha recuperado delgolpe que signific perderla. Ves cmo suspira? Es la viva estampa de la tristezay la melancola. Solo un hombre que an est enamorado (o cree estarlo) escapaz de soltar un suspiro tan hondo.

    Te has fijado alguna vez en que los problemas y las neuras se componensobre todo de detalles poco espectaculares? Te pondr un ejemplo. Ves a ese tipoque sube la escalinata del palacio de justicia? No, el hombre del traje no; ese esDan Keeton, el presidente de nuestro Consejo Municipal. Me refiero al otro, alnegro con el mono de trabajo. Es Eddie Warburton, el conserje de noche deledificio municipal. Obsrvalo un momento y fjate en lo que hace. Ah est!Ves cmo se detiene en el peldao superior y mira calle arriba? Apuesto msdlares contra ms donuts a que est mirando hacia la estacin de servicioSunoco. El dueo y encargado de la Sunoco es Sonny Jackett, y entre los dos ha

  • habido cizaa desde que Eddie llev all su coche para que le revisaran latransmisin, hace un par de aos.

    Recuerdo muy bien ese coche. Era un Honda Civic, sin nada de especial, soloque era especial para Eddie porque era el primer y nico coche de primeramano que haba tenido en toda su vida. Y Sonny no solo le hizo una chapuza, sinoque encima le cobr ms de la cuenta por el apao. As es como cuenta lahistoria Eddie. Segn la versin de Sonny, Warburton solo quera aprovecharse desu color para intentar librarse de pagar la factura. Ya sabes cmo son estas cosas,verdad?

    En fin, que Sonny Jackett llev a Eddie Warburton a juicio y hubo algunosgritos, primero en la sala y luego a la salida. Eddie dijo que Sonny le haballamado negro estpido y Sonny respondi que no le haba llamado negro, peroque el resto era bastante cierto. Al final, ninguno de los dos qued satisfecho. Eljuez hizo que Eddie soltara cincuenta dlares, lo cual para Eddie era cincuentadlares ms de lo justo y para Sonny muchsimo menos de lo debido. El siguienteepisodio fue un incendio en la instalacin elctrica del coche nuevo de Eddie; elHonda Civic termin en el depsito de chatarra de las afueras del pueblo, y ahoraEddie conduce un Oldsmobile del 89 que pierde aceite. Eddie nunca se ha quitadode la cabeza la idea de que Sonny Jackett sabe mucho ms de ese incendio de loque ha confesado nunca.

    La gente, muchacho, es ms divertida que cualquier otra cosa, aparte de loscaballos, y estos no cuentan. No es todo esto ms de lo que uno puede asimilaren un da de calor?

    Pero no es ms que la vida de una poblacin pequea, llmese Pey ton Place,Grovers Corner o Castle Rock: solo son tipos que comen pastel y beben caf ymurmuran unos a espaldas de otros. Est Slopey Dodd, siempre solo porque losdems chicos se burlan de su tartamudez. Tambin est My rtle Keeton, y siparece un poco solitaria y confundida, como si no estuviera muy segura dednde est o de qu sucede a su alrededor, es porque su marido (el tipo al que hasvisto subir los peldaos del edificio de los tribunales detrs de Eddie) no parece elmismo desde hace unos seis meses. Te fijas en lo hinchados que tiene los ojos?Creo que ha llorado, o que no ha dormido bien, o ambas cosas, no te parece?

    Y all va Lenore Potter, como si acabara de salir de una caja de sombreros.Seguro que va al Western Auto para ver si ha llegado y a su abono orgnicoespecial. Esa mujer tiene ms clases de flores alrededor de su casa que pldoraspara el hgado tiene Carter. Y est tremendamente orgullosa de ellas. No cuentacon las simpatas de las mujeres del pueblo, que la tienen por altiva debido a susflores, a sus adornos llamativos y a sus permanentes de setenta dlares. Laconsideran engreda y, ahora que estamos aqu sentados en este escaln astilladodel quiosco de msica, te dir un secreto: creo que tienen razn.

    Todo bastante normal, supongo que dirs, pero no todos nuestros problemas en

  • Castle Rock son tan normales. Tengo que hacerte entender esto. Nadie haolvidado a Frank Dodd, el guardavas que se volvi loco hace doce aos y mat aesas mujeres, y tampoco se ha olvidado al perro, el que lleg con la rabia y mata Joe Camper y al viejo borracho que viva un poco ms all. El perro tambinmat al viejo comisario, el bueno de George Bannerman. Alan Pangborn seencarga del trabajo ahora, y es un buen hombre, pero a los ojos del pueblo nuncallegar a la altura de Big George.

    Tampoco fue nada normal lo que le sucedi a Reginald Papi Merrill. Papiera el viejo avaro que llevaba la tienda de artculos de segunda mano del pueblo.El Emporium Galorium se llamaba. Estaba donde ese solar vaco al otro lado dela calle. El local se incendi hace tiempo, pero en el pueblo hay gente quepresenci lo sucedido (o declar haberlo visto, en cualquier caso) y que, despusde unas cervezas en El Tigre Achispado, te contar que fue mucho ms que unsimple incendio lo que destruy el Emporium Galorium y acab con la vida dePapi Merrill.

    Su sobrino, Ace, asegur que a su to le sucedi algo misterioso antes delincendio. Algo en la onda de La dimensin desconocida. Por supuesto, Ace nisiquiera estaba presente cuando su to muri. Cumpla una condena de cuatroaos en el presidio de Shawshank por robo con escalo y fractura. (La gentesiempre supo que Ace Merrill acabara mal; cuando estaba en la escuela, era unode los peores matones que ha visto nunca el pueblo, y deba de haber cien chicosque cruzaban al otro lado de la calle cuando vean que se acercaba Ace, con lascremalleras y las hebillas de su chaqueta de motorista tintineando y las calzas desus botas de mecnico resonando acompasadas en la acera.) A pesar de ello,hubo gente que lo crey, sabes?; para m, quiz sea cierto que hubo algo extraoen lo que le sucedi a Papi ese da, o tal vez solo sea un chisme ms de los quecirculan por la cafetera de Nan entre las tazas de caf y las porciones de pastelde manzana. Muy probablemente, las cosas aqu son muy parecidas al lugardonde t creciste. Gente enemistada por asuntos de religin, gente enamorada yno correspondida, gente que guarda secretos, gente que se guarda rencor eincluso alguna que otra historia con elementos sobrenaturales, como lo que pudosuceder el da que Papi Merrill muri en su tienda de trastos viejos, para animaruna velada aburrida. Castle Rock sigue siendo un buen lugar para vivir y paracrecer, como anuncia el rtulo que uno ve cuando llega al pueblo. El sol iluminaprimorosamente las aguas del lago y las hojas de los rboles, y los dasdespejados, desde el mirador de Castle View se alcanza a ver hasta Vermont. Losveraneantes se disputan los peridicos dominicales y de vez en cuando, algnviernes o sbado por la noche (a veces, ambos das), se producen peleas en elaparcamiento de El Tigre Achispado, pero los veraneantes siempre vuelven a suscasas y las peleas siempre se acaban. Castle Rock es un buen sitio, y cuando lagente se muestra irritada, sabes qu solemos decir? Decimos: Ya se le

  • pasar .Henry Beaufort, por ejemplo, est harto de que Hugh Priest d puntapis a la

    mquina de discos cuando se emborracha, pero a Henry y a se le pasar.Wilma Jerzy ck y Nettie Cobb estn reidas, pero a Nettie y a se le pasar(probablemente), y para Wilma reir con los dems es un modo de vida. Elcomisario Pangborn an llora a su esposa y a su hijo pequeo, que muriprematuramente, y desde luego lo sucedido fue una gran tragedia, pero con eltiempo se le ir pasando. Polly Chalmers no mejora de su artritis de hecho, vaempeorando poco a poco y tal vez no se recupere nunca, pero aprender avivir con ella. Millones de personas han aprendido.

    De vez en cuando, todos tenemos algn encontronazo con los dems, pero engeneral las cosas van tirando. O as ha sucedido hasta ahora. Pero tengo queconfiarte un secreto, amigo mo. Un secreto muy serio. Este ha sido el motivoprincipal de que te haya llamado cuando he visto que habas vuelto al pueblo.Creo que se avecinan problemas. Problemas de verdad. Los huelo en elhorizonte, como una tormenta cargada de relmpagos fuera de temporada. Ladisputa entre los baptistas y los catlicos acerca de la Noche de Casino , loschicos que se burlan del pobre Slopey por su tartamudez, el enamoramiento deJohn LaPointe, la pena del comisario Pangborn Me temo que todas esas cosasvan a parecer frusleras comparadas con lo que se avecina.

    Ves ese edificio al otro lado de la calle principal, el que est tres puertas msarriba del solar vaco donde se levantaba el Emporium Galorium? S, el que tieneun toldo verde en la fachada. Los escaparates estn pintados de blanco porque latienda todava no se ha inaugurado. COSAS NECESARIAS, dice el rtulo. Qudiablos significar eso? No lo s, pero al parecer ah est el origen de mis malosaugurios.

    Justo ah.Echa otra mirada a la calle. Ves a ese chiquillo, no? Ese que viene

    caminando con la bicicleta y que parece sumido en el ensueo ms dulce que hatenido nunca un chico Fjate bien en l, amigo. Creo que va a ser quien lodesencadene todo.

    No s qu va a suceder, ya te lo he dicho No lo s con exactitud. Peroobserva a ese chiquillo. Se llama Brian no s qu. Su padre es instalador depuertas y revestimientos de paredes en Oxford o South Paris, creo.

    No apartes la vista de l, te repito. Fjate bien en todo. Ya has estado aquantes, pero las cosas estn a punto de cambiar.

    Lo s.Lo noto.Se avecina una tormenta.

  • PRIMERA PARTE

    GRAN FIESTA DE INAUGURACIN

  • UNO

    1

    En una poblacin pequea, la apertura de una tienda es una gran noticia. Aunqueno lo era tanto para Brian Rusk como para otros vecinos; para su madre, porejemplo. Durante el ltimo mes, Brian la haba odo comentando el asunto variasveces cuando hablaba por telfono con su mejor amiga, Myra Evans, paraponerse al corriente de las noticias del pueblo (no deba llamarlos chismorreos, lehaba advertido la madre, porque chismorrear era una mala costumbre y ella nola tena). Los primeros obreros haban llegado al viejo edificio que habaalbergado la compaa inmobiliaria y de seguros Western Maine Realty &Insurance casi coincidiendo con el reinicio de curso y, desde entonces, habantrabajado sin parar. Pero nadie en el pueblo saba a ciencia cierta qu se tramabaen el local; lo primero que haban hecho los operarios haba sido preparar un granescaparate, y lo segundo, dejarlo opaco embadurnndolo con pasta blanca.

    Haca quince das, haba aparecido en el cristal de la puerta un rtulo, colgadode un gancho adherido al cristal mediante una ventosa de plstico translcido.

    PRXIMA INAUGURACIN!

    deca el rtulo.

    COSAS NECESARIASUN NUEVO TIPO DE TIENDA

    NO DAR CRDITO A SUS OJOS! .

    Ser otra tienda de antigedades dijo la madre de Brian a Myra. Enaquella ocasin, Cora Rusk estaba reclinada en el sof, sosteniendo el telfonocon una mano y comiendo cerezas cubiertas de chocolate con la otra mientrassegua el captulo de Santa Brbara en el televisor. Solo otra tienda deantigedades llena de imitaciones de muebles de los primeros colonosamericanos y de mohosos telfonos de manivela. Ya lo vers.

    Eso haba sido poco despus de que se instalara el nuevo escaparate y loscristales fueran embadurnados con la pasta blanca, y su madre lo haba dichocon tal rotundidad que Brian debera haberse convencido de que el asunto

  • quedaba zanjado. Pero, con su madre, ningn caso poda considerarse pordefinitivamente cerrado.

    Las especulaciones y suposiciones de que era capaz parecan tan infinitascomo los problemas de los personajes de Santa Brbara y de Hospital General.

    Haca una semana, la primera lnea del rtulo colgado en la puerta haba sidomodificada para anunciar:

    9 DE OCTUBRE, GRAN INAUGURACIN.VENGA CON SUS AMISTADES!

    Brian no estaba tan interesado en la nueva tienda como su madre (y comoalgunos de los maestros, a quienes haba odo hablar del asunto en la sala deprofesores de la escuela secundaria de Castle Rock cuando le habacorrespondido el turno de repartidor del correo), pero tena once aos, y un chicode su edad y lleno de salud se interesa por cualquier novedad. Adems, elnombre del lugar le fascinaba: Cosas Necesarias. Qu significaba aquelloexactamente?

    Haba advertido el cambio en la primera lnea del rtulo el martes anterior,cuando volva de la escuela al atardecer. El martes era el da que llegaba mstarde a casa. Brian haba nacido con el labio leporino y, pese a que le habancorregido quirrgicamente el defecto cuando tena siete aos, an deba acudir areeducacin del lenguaje. Si alguien le preguntaba, siempre mantenaobstinadamente que odiaba la clase de terapia, pero no era cierto. Brian estabaprofunda y desesperadamente enamorado de la seorita Ratcliffe y esperabacon impaciencia toda la semana a que llegara el momento de su clase deeducacin especial. La jornada del martes pareca durar mil aos y el chicosiempre pasaba las dos ltimas horas con un agradable hormigueo en elestmago.

    En la clase solo haba cuatro chicos ms, y ninguno de ellos era delvecindario de Brian, de lo cual se alegraba. Despus de pasar una horacompartiendo la misma habitacin con la seorita Ratcliffe, se senta demasiadoexaltado para tolerar la compaa de nadie. Le gustaba volver a casa despacio altima hora de la tarde, casi siempre empujando la bicicleta en lugar de irmontado en ella, soando con la seorita mientras caan a su alrededor hojasamarillentas y doradas entre los rayos sesgados del sol de octubre.

    El recorrido le conduca por las tres manzanas de la calle principal,atravesando el parque municipal, y el da que haba visto el rtulo que anunciabala gran inauguracin, haba pegado la nariz al cristal de la puerta con la esperanzade descubrir qu haba reemplazado los atestados estantes y las paredes amarillasindustriales de la desaparecida agencia de la Western Maine Realty & Insurance.Su curiosidad se vio frustrada. Tras el cristal se haba instalado una cortina que lo

  • ocultaba todo. Brian no distingui otra cosa que el reflejo de su rostro y de susmanos ahuecadas.

    El viernes, da 4, haba aparecido un anuncio de la nueva tienda en elsemanario de Castle Rock, el Call. Vena enmarcado en un recuadro de lneasonduladas y debajo del borde superior haba una orla de ngeles colocadosespalda contra espalda que hacan sonar largas trompetas. El anuncio en s nodeca nada que no pudiera leerse en el rtulo colgado de la ventosa: el nombre dela tienda era Cosas Necesarias, abrira al pblico a las diez de la maana del 9 deoctubre y, por supuesto, No dar crdito a sus ojos .

    No haba la ms ligera pista sobre el tipo de mercancas que el propietario olos propietarios de Cosas Necesarias se proponan ofrecer al pblico.

    Aquello pareci irritar en gran medida a Cora Rusk; lo suficiente, al menos,para hacer una de sus escasas llamadas a Myra un sbado por la maana.

    Te aseguro que yo s dar crdito a mis ojos declar. Cuando vea esascamas de somier de malla que se supone que tienen doscientos aos, pero quecualquiera que se moleste en agachar la cabeza bajo los volantes de la colchapuede comprobar que llevan el marchamo de Rochester, Nueva York, estampadoen la estructura, entonces te repito que creer lo que vean mis ojos.

    Myra dijo algo. Cora escuch mientras meta los dedos en una lata decacahuetes tostados, los sacaba a pares y los masticaba rpidamente. Brian y suhermano pequeo, Sean, estaban sentados en el suelo del saln, viendo dibujosanimados en el televisor.

    Sean estaba completamente absorto en el mundo de los Pitufos y Brian no sesenta del todo ajeno a las aventuras de aquella comunidad de pequeos seresazules, pero mantuvo un odo atento a la conversacin.

    Exaaacto! haba exclamado Cora Rusk con ms rotundidad y firmezaincluso de lo habitual, despus de que My ra hiciese algn comentarioespecialmente mordaz. Precios caros y mohosos telfonos antiguos!

    La vspera, lunes, Brian haba pasado en bicicleta por el centro del pueblo condos o tres amigos. Se detuvieron al otro lado de la calle, frente a la tienda nueva,y Brian se fij en que, durante el da, alguien haba instalado una marquesinaverde oscuro. En la parte inferior, escrito en letras blancas, poda leerse COSASNECESARIAS. Polly Chalmers, la encargada de la tienda de labores, estaba enmedio de la acera, con las manos en sus caderas admirablemente redondeadas,contemplando el toldo verde con una expresin que pareca a medio caminoentre el desconcierto y la admiracin.

    A Brian, que saba un poco de toldos, tambin le caus admiracin. Aquel erael nico toldo autntico de Main Street y daba un aire muy especial a la nuevatienda. La palabra sofisticada an no formaba parte del lxico del muchacho,pero Brian reconoci enseguida que en todo Castle Rock no haba otro comerciocon aquel aspecto. El toldo haca que pareciera uno de esos locales que salen en

  • la televisin. Comparado con l, la Western Auto, al otro lado de la calle, parecadesaliada y rstica.

    Cuando lleg a casa, su madre estaba en el sof viendo Santa Brbara,comiendo un pastelillo de crema y bebiendo una Coca-Cola light. Su madresiempre tomaba refrescos bajos en caloras mientras miraba el serial de la tarde.Brian no estaba seguro de por qu lo haca, teniendo en cuenta las golosinas conque los acompaaba, pero s saba que, probablemente, sera arriesgadopreguntrselo. Su madre poda incluso llegar a gritarle, y cuando empezaba agritar, lo mejor era ponerse a cubierto.

    Eh, mam! exclam, al tiempo que arrojaba los libros sobre elmostrador de la cocina y abra el frigorfico para sacar la leche. Sabes qu?Hay un toldo en la tienda nueva.

    Qu dices del polvo? lleg la voz de su madre desde el saln.Brian llen el vaso y se asom a la puerta.Toldo repiti. En la tienda nueva.Cora se incorpor en el sof, busc el mando a distancia y puls el botn de

    cortar el sonido. En la pantalla, Al y Corinne continuaron su parlamento acercade los problemas de Santa Brbara en su restaurante favorito de Santa Brbara,pero solo alguien capaz de leer los labios habra podido decir cules eranexactamente esos problemas.

    Qu? Ese sitio Cosas Necesarias?Aj asinti Brian, y tom un trago de leche.No sorbas! exclam la madre, llevndose a la boca el resto del pastelillo

    . Suena espantoso. Cuntas veces tengo que repetrtelo?Casi tantas como me has advertido que no hablara con la boca llena, pens

    Brian, pero no dijo nada. Haba aprendido las ventajas de la continencia verbaldesde muy pequeo.

    Lo siento, mam.Qu clase de toldo?De color verde.De plancha metlica o de aluminio?Brian, cuyo padre era vendedor de revestimientos para paredes en la

    Compaa de Puertas y Revestimientos Dick Perry de South Paris, saba muybien a qu se refera su madre, pero si hubiera sido aquel tipo de toldo, casi no sehabra fijado. Las marquesinas de aluminio y de plancha metlica eran baratas.La mitad de las casas de Castle Rock las tena colocadas sobre las ventanas.

    No, no. Es de tela. De lona, creo. Sobresale de la fachada y hace sombraen la acera. Y es redondo, as. Ahuec las manos (con cuidado, para noderramar la leche) en un semicrculo. Y lleva el nombre impreso en la parteinferior. Es realmente alucinante.

    Que me aspen si!

  • Esa era la frase con la que Cora expresaba casi siempre su exasperacin o sunerviosismo. Brian, cauto, retrocedi un paso por si se trataba de lo primero.

    Qu crees que ser, mam? Un restaurante, tal vez?No lo s. Cora alarg la mano hacia el telfono de la mesilla. Para

    alcanzarlo, tuvo que apartar al gato, Squeebles, la gua de televisin y una botellade litro de Coca-Cola light. Pero suena ligeramente sospechoso.

    Mam, qu significa Cosas Necesarias? PareceNo me molestes ahora con eso, Brian; mam est muy ocupada. Hay pan

    para bocadillos en la caja si quieres tomar algo. Pero hazte solo uno, que luego nocenas.

    Cora y a estaba marcando el nmero de Myra y al instante las dos mujeresestaban enfrascadas con gran entusiasmo en sus comentarios acerca del toldoverde.

    A Brian no le apeteca ningn bocadillo (quera mucho a su madre pero, aveces, verla comer le quitaba el apetito). Se sent ante la mesa de la cocina,abri el libro de matemticas y empez a hacer los deberes del da siguiente. Eraun chico inteligente y trabajador, y los problemas de matemticas eran la nicatarea que no haba terminado en la escuela. Mientras trasladaba metdicamentela coma de los decimales y luego divida, escuch parte de la conversacin de sumadre, quien deca una vez ms a My ra que pronto tendran en el pueblo una deesas tiendas de frascos de viejos perfumes apestosos y de fotos de los parientesdifuntos de algn vecino, y que era una vergenza cmo se comerciaba conaquellas cosas. All fuera haba demasiada gente, deca Cora, cuyo lema en lavida era toma el dinero y corre . Cuando se refera al toldo, hablaba como sialguien lo hubiera instalado deliberadamente para molestarla y hubieraconseguido de pleno su propsito.

    Creo que mam supone que alguien debera habrselo dicho, pens Brianmientras mova el lpiz con tenacidad, sumando cifras y anotando resultados. S,eso era. En primer lugar, la reconcoma la curiosidad. Y, en segundo lugar,estaba resentida. Y la combinacin de ambas cosas la estaba poniendo fuera des. En fin, pronto iba a enterarse de todo. Y entonces, tal vez le hara partcipe delgran secreto. Y si estaba demasiado ocupada, Brian se enterara de todos modosescuchndola en alguna de sus conversaciones de media tarde con My ra.

    Sin embargo, tal como resultaron las cosas, Brian se enter de muchossecretos acerca de Cosas Necesarias antes que su madre, que My ra o que nadiems en Castle Rock.

    2

    La tarde anterior a la fecha anunciada para la inauguracin de Cosas Necesarias,

  • Brian apenas mont en la bicicleta durante el regreso de la escuela; estabasumido en un clido ensueo (un secreto que no habra traspasado sus labiosaunque le hubieran amenazado con ascuas ardientes o con tarntulas peludas) enel que peda a la seorita Ratcliffe que lo acompaara a la feria del condado deCastle Rock y ella acceda.

    Gracias, Brian dice la seorita Ratcliffe, y Brian advierte unas lagrimitasde gratitud en el rabillo de sus ojos azules, unos ojos de un color tan oscuro quecasi parecen tempestuosos. Es que, vers, ltimamente he estado muy triste.He perdido a mi novio, sabes?

    Yo te ayudar a olvidarlo responde Brian con voz firme y al mismo tiempotierna, si me llamas Bri.

    Gracias susurra ella, y luego, acercndose lo suficiente para que lperciba su perfume, un encantador aroma a flores silvestres, aade: Gracias,Bri. Y como, al menos por esta noche, seremos chico y chica en lugar de maestray alumno, t puedes llamarme Sally.

    Brian le coge las manos. La mira a los ojos.No soy un nio pequeo le dice. Puedo ayudarte a olvidarlo, Sally.Ella parece casi hipnotizada ante esta comprensin inesperada, ante esta

    hombra imprevista; tal vez tenga solo once aos, piensa, pero es ms hombre delo que Lester ha demostrado ser jams. Sus manos aprietan las de l. Sus rostros seacercan ms, ms an

    No murmura ella, y ahora tiene los ojos tan abiertos y tan prximos queBrian casi parece ahogarse en ellos, no debes, Bri, no estara bien

    Tranquila, pequea replica l, y posa sus labios en los de Sally.Al cabo de unos momentos, ella se aparta un poco y susurra con ternuraEh, chico, mira por dnde coo vas!Despertando de su ensueo con un sobresalto, Brian vio que haba ido a parar

    delante del camin articulado de Hugh Priest.Lo siento, seor Priest murmur, rojo como un tomate.Hugh Priest no era un tipo al que conviniera enfurecer. Trabajaba para el

    departamento de Obras Pblicas y tena fama de ser la persona con peor geniode Castle Rock. Brian lo mir fijamente. Si haca ademn de saltar del camin,montara en la bici y saldra pitando Main Street abajo casi a la velocidad de laluz. No tena el menor inters en pasar el mes siguiente en el hospital por haberseembobado con la fantasa de llevar a la seorita Ratcliffe a la feria del condado.

    Pero Hugh Priest tena una botella de cerveza entre las piernas, en la radiosonaba Hank Williams, Jr., cantando High and Pressurized , y se sentademasiado a gusto para liarse a algo tan cansado como darle una somanta a unchiquillo un martes por la tarde.

    Mejor ser que tengas los ojos bien abiertos mascull, mientras daba un

  • trago de la botella y miraba a Brian con aire amenazador, porque la prximavez no me molestar en frenar. Sencillamente, te dejar aplastado en lacarretera. Te vas a enterar, chaval.

    El camin arranc y se alej. Brian sinti el loco (y misericordiosamentebreve) impulso de gritar Que me aspen si! en direccin a Hugh Priest.Esper a que el camin anaranjado doblara la esquina de Linden Street ycontinu su camino. El ensueo sobre la seorita Ratcliffe, sin embargo, se habaacabado por aquella tarde. Hugh Priest lo haba devuelto a la realidad. Laseorita Ratcliffe no haba tenido ninguna pelea con su novio, Lester Pratt; anllevaba su pequeo anillo de compromiso con un diamante y segua usando elMustang azul de Lester mientras esperaba a que le devolviesen su coche deltaller.

    Brian haba visto a la seorita Ratcliffe y al seor Pratt aquella misma tarde,pegando esas octavillas de LOS DADOS Y EL DIABLO en los postes telefnicosde Lower Main Street, junto a un grupo de gente que acompaaba su trabajo conhimnos religiosos. Lo ms curioso fue que, tan pronto como el grupo se hubomarchado, se presentaron los catlicos para arrancar los panfletos. Resultbastante divertido, en cierto modo, pero si hubiera sido mayor Brian habrapuesto todo su empeo en proteger cualquier cartel que la seorita Ratcliffehubiera pegado con sus adorables manos.

    Brian evoc los ojos azul oscuro de su profesora, sus largas piernas debailarina, y lo embarg la misma sombra estupefaccin que experimentabacada vez que recordaba que en enero ella se propona cambiar su nombre desoltera, Sally Ratcliffe, que sonaba encantador, por el de Sally Pratt, que a Brianle sugera la imagen de una mujer gorda cay endo por un tramo de escalera cortoy duro.

    En fin, pens, cindose al otro bordillo y echando a andar lentamente porMain Street, tal vez su amada cambiara de idea. No era ningn imposible. Oquiz Lester Pratt sufriera un accidente de trfico o se le declarara un tumorcerebral o algo parecido. Incluso poda resultar que fuera un drogadicto. Laseorita Ratcliffe jams se casara con un drogadicto.

    Esos pensamientos proporcionaron a Brian cierto consuelo, pero nocambiaron el hecho de que Hugh Priest haba desbaratado su fantasa cuandoesta casi haba llegado a su punto culminante (donde Brian le daba el beso a laseorita Ratcliffe e incluso llegaba a tocarle el pecho derecho en el Tnel delAmor de la feria). En cualquier caso, era una idea bastante desquiciada: un chicode once aos que llevara a su maestra a la feria del condado. La seoritaRatcliffe le pareca muy guapa, pero tambin era bastante mayor. En unaocasin haba dicho a los alumnos de la clase especial que cumplira veinticuatroaos en noviembre.

    As pues, Brian volvi a doblar su ensoacin por los pliegues, como si

  • estuviera recogiendo un documento muy valioso y muchas veces consultado, ylo guard en su lugar correspondiente, en la estantera del fondo de su mente.Luego se dispuso a montar en la bicicleta y pedalear el resto del camino hasta sucasa.

    Pero en aquel momento se dio cuenta de que estaba pasando ante la nuevatienda y le llam la atencin un rtulo colgado en la entrada. Tena algo distinto.Detuvo la bicicleta y se fij mejor. El anuncio de

    9 DE OCTUBRE, GRAN INAUGURACIN.VENGA CON SUS AMISTADES!

    haba desaparecido, reemplazado por un pequeo cartel cuadrado, con letrasrojas sobre fondo blanco.

    ABIERTO

    deca, y

    ABIERTO

    era lo nico que deca. Brian permaneci inmvil, con la bicicleta entre laspiernas y la vista fija en el cartel, y el corazn empez a latirle un poco msdeprisa.

    No vas a entrar ah, verdad?, se dijo a s mismo. O sea, aunque realmenteest abierto un da antes de la inauguracin, no vas a entrar, verdad?

    Por qu no?, se respondi a continuacin.Bueno, porque el escaparate an est blanqueado y la cortina de la puerta

    todava est bajada. Si entras ah, puede sucederte cualquier cosa. Cualquiercosa.

    Claro. Seguro que el tipo de la tienda es una especie de Norman Bates, que sepone la ropa de su madre y mata a sus clientes a pualadas. Exaaacto!

    Vamos, olvdalo, apunt la parte tmida de su mente, aunque esa parte sonabacomo si ya se supiera vencida de antemano. Resultaba curioso.

    Pero, a continuacin, Brian pens en comentrselo a su madre, en decirlecomo si tal cosa: Por cierto, mam, sabes esa tienda nueva, Cosas Necesarias?Pues ha abierto un da antes. Y he entrado a echarle un vistazo .

    Segursimo que, en cuanto lo oyera, su madre se apresurara a pulsar elbotn del mando a distancia para cortar el sonido! S, seguro que querra saberlotodo!

    La perspectiva le result irresistible.

  • Aparc la bicicleta en el bordillo, apoyada en el pedal, dio unos pasos hastaquedar bajo la sombra del toldo bajo el cual la temperatura pareca descenderdiez grados y se acerc a la puerta de Cosas Necesarias.

    Cuando puso la mano en el picaporte de metal, grande y muy anticuado, se leocurri que el rtulo sera un error. Probablemente, el cartel haba estado junto ala puerta esperando al da siguiente y alguien lo haba colgado sin reparar en loque haca. Brian no oa el menor ruido procedente del otro lado de la cortinaechada, y el lugar pareca desierto.

    Sin embargo, ya que haba llegado hasta all, prob el tirador de la puerta yeste gir suavemente bajo sus dedos. El pestillo cedi con un chasquido y lapuerta de Cosas Necesarias se abri sin oponer resistencia.

    3

    El interior estaba en penumbra, pero no a oscuras. Brian advirti que habainstalados unos rales de iluminacin (una especialidad de la empresa de supadre) y que algunos de los focos montados en ellos estaban encendidos ydirigidos hacia una serie de vitrinas de cristal distribuidas por el espacioso local.Casi todas las vitrinas estaban vacas y los focos encendidos iluminaban las pocasque s tenan algn objeto dentro.

    El suelo, de madera desnuda cuando el edificio era la sede de la WesternMaine Realty & Insurance, haba sido cubierto en toda su extensin con unagruesa moqueta de color borgoa. Las paredes estaban pintadas de color blancomate y una leve luz, tan blanca como las paredes, se filtraba a travs delescaparate empastado.

    Efectivamente, era un error, pens Brian. La tienda ni siquiera haba recibidola mercanca an. Quien haba colgado el rtulo de ABIERTO en la puerta porequivocacin tambin haba cometido el descuido de dejar la puerta sin cerrar.

    Lo ms educado que poda hacer en aquellas circunstancias era cerrar denuevo la puerta, montar en la bici y largarse.

    Sin embargo, se resista a marcharse. Al fin y al cabo, estaba viendo con suspropios ojos el interior de la nueva tienda. Cuando su madre lo supiera, querrapasarse el resto de la tarde hablando con l. Pero lo exasperante era que no sesenta muy seguro de qu estaba viendo exactamente. En las vitrinas haba mediadocena de

    (piezas de exposicin)de objetos sobre los cuales estaban dirigidos los focos una especie de

    ensay o, probablemente, pero Brian no consegua distinguir qu eran. Encambio, de lo que s estuvo seguro fue de lo que no eran: all no haba camasantiguas ni telfonos de manivela viejos y mohosos.

  • Hola? pregunt dubitativo, sin pasar del umbral. Hay alguien aqu?Se dispona a asir de nuevo el tirador y cerrar la puerta por fuera cuando una

    voz respondi:S, aqu estoy.Una figura alta que al principio le pareci imposiblemente alta apareci

    en el hueco de una puerta tras una de las vitrinas. El vano estaba disimulado poruna cortina de terciopelo oscuro. Brian sinti un pasajero y monstruoso retortijnde miedo. Despus, el haz de luz de uno de los focos cruz en diagonal el rostrodel hombre y el miedo del muchacho se mitig. El hombre era un anciano ytena una expresin muy amable. Sus ojos miraban a Brian con inters y placer.

    La puerta no estaba cerrada empez a excusarse este, as que pensPues claro que no est cerrada dijo el altsimo anciano. He decidido

    abrir un rato esta tarde como una especie de de preestreno. Y t eres miprimer cliente. Entra, amigo mo. Entra sin compromiso y deja aqu un poco dela felicidad que traes contigo!

    El hombre sonri y le tendi la mano. La sonrisa era contagiosa y Brian sintiuna inmediata simpata por el propietario de Cosas Necesarias. Tuvo que dejaratrs el umbral y entrar en la tienda para estrechar la mano de este, y lo hizo sinel menor titubeo. Detrs de l, la puerta se cerr y pas el cerrojo por s sola.Brian no lo advirti. Estaba demasiado ocupado observando que el hombre tenaunos ojos azul oscuro del mismo tono exacto que los de la seorita Ratcliffe.Habran podido pasar por padre e hija. El apretn de manos del hombre resultfirme y enrgico, pero no doloroso. Aun as, tuvo algo de desagradable. Algode lisonjero. Excesivamente firme, tal vez.

    Me alegro de conocerlo dijo Brian.Los ojos azul oscuro se concentraron en su rostro como dos faroles de

    ferrocarril.Yo tambin estoy encantado de verte declar el altsimo individuo. Y as

    fue como Brian Rusk se convirti en la primera persona de Castle Rock enconocer al propietario de Cosas Necesarias.

    4

    Me llamo Leland Gaunt se present el hombre, y t eres?Brian. Brian Rusk.Muy bien, Brian Rusk. Y y a que eres mi primer cliente, creo que puedo

    ofrecerte un precio muy especial por el objeto que elijas.Gracias, seor respondi Brian, pero no creo que pueda comprar nada

    en un lugar como este. No me dan la paga semanal hasta el viernes y Dirigi una nueva mirada dubitativa hacia las vitrinas de cristal. En fin, no

  • parece que haya recibido an todas sus mercancasGaunt sonri, mostrando los dientes torcidos que tenan un tono amarillento

    bajo la escasa luz, pero a Brian, pese a todo, sigui parecindole una sonrisaencantadora. De nuevo, se encontr casi obligado a devolvrsela.

    Es cierto admiti Leland Gaunt. Todava no est todo. La mayor partede mi de mi mercanca, como la has llamado, llegar a ltima hora de hoy. Detodos modos, ya tengo algunos artculos interesantes. Echa un vistazo, joven BrianRusk. Me encantar conocer tu opinin por lo menos, e imagino que tendrsuna madre, verdad? Claro que s. Un jovencito como t no puede ser hurfano,me equivoco?

    Brian movi la cabeza, sin dejar de sonrer.No, no. Mam est en casa, ahora mismo. Una idea le pas por la

    cabeza: Quiere que vaya a buscarla?Pero en el mismo momento en que la propuesta sala de sus labios, se

    arrepinti de haberla planteado. No tena ningunas ganas de ir a buscarla. Al dasiguiente, el seor Leland Gaunt pertenecera a todo el pueblo. Al da siguiente, sumadre y Myra Evans empezaran a chismorrear acerca de l con las demsmujeres de Castle Rock. Brian calcul que el seor Gaunt habra dejado deparecer tan extrao y diferente a final de mes, o tal vez a final de semana,incluso, pero en aquel momento todava lo era; en aquel momento perteneca aBrian Rusk y solo a l. Y Brian deseaba que aquella situacin no cambiara.

    Por eso se alegr cuando el seor Gaunt levant la mano (sus dedos eranextremadamente largos y finos, y Brian advirti que el ndice y el corazn tenanexactamente la misma longitud) y movi la cabeza en gesto de negativa.

    En absoluto le oy decir. Eso es, precisamente, lo que no quiero quehagas. Sin duda, tu madre querra traer con ella a una amiga, verdad?

    S respondi Brian, pensando en Myra.Tal vez dos o incluso tres No. As es mejor, Brian, puedo llamarte

    Brian?Claro respondi el chico, asombrado.Gracias. Y t puedes llamarme seor Gaunt, ya que soy mayor que t,

    aunque no necesariamente superior De acuerdo?Claro.Brian no estaba seguro de a qu se refera el seor Gaunt con lo de mayores

    y superiores, pero le encantaba la voz de aquel hombre. Adems, sus ojos eranrealmente extraordinarios. Brian apenas era capaz de apartar la mirada de ellos.

    S, as es mucho mejor. El seor Gaunt se frot sus largas manos y estasprodujeron un sonido siseante. Aquello gust mucho menos a Brian. El sonido delas manos del seor Gaunt al frotarlas recordaba el de una serpiente alarmada ydispuesta a morder. Luego hablars con tu madre, tal vez incluso le muestres loque has comprado, si es que encuentras algo que te guste

  • Brian pens en decirle al seor Gaunt que tena en el bolsillo un esplndidototal de noventa y un centavos, pero decidi no hacerlo.

    y ella lo comentar con sus amigas, y estas con otras Te das cuenta,Brian? Sers un anuncio ms efectivo de lo que podra soar serlo el delsemanario local! No sacara ms provecho de ti si te contratara para recorrerlas calles del pueblo como hombre anuncio!

    Si usted lo dice asinti Brian. No tena la menor idea de qu era unhombre anuncio, pero de lo que estaba seguro era de que ni muerto le obligarana hacer de tal. Quiz sea divertido echar un vistazo.

    A lo poco que hay que ver , se contuvo de aadir, por educacin.Entonces, empieza a mirar! insisti el hombre, sealando las vitrinas

    con un gesto. Brian advirti que llevaba una chaqueta larga de terciopelo rojo.Pens que tal vez era una autntica chaqueta de media gala, como las de losrelatos de Sherlock Holmes que haba ledo. A tu aire, Brian!

    El muchacho se acerc lentamente a la vitrina ms prxima a la puerta.Volvi la cabeza, seguro de que el seor Gaunt le estara pisando los talones, peroel anciano todava estaba junto a la entrada, observndolo con expresin burlonay divertida. Era como si le hubiera ledo los pensamientos y hubiese descubiertocunto le desagradaba que el dueo de una tienda le siguiera de cerca mientrasexaminaba las existencias. Brian supona que la mayora de los tenderos temaque rompiera algo, lo manchara, o ambas cosas.

    Tmate todo el tiempo que quieras continu el seor Gaunt. Ir decompras es un placer cuando uno se toma su tiempo, y una molestia si seapresura.

    Oiga, es usted extranjero? pregunt Brian. El seor Gaunt tena unacento ligeramente extrao que le recordaba al viejo que presentaba Noche deteatro, programa que su madre miraba a veces si la gua de televisin deca queera una historia de amor.

    Soy de Akron respondi Gaunt.Eso est en Inglaterra?Est en Ohio aclar Leland Gaunt con voz grave. Y entonces ense su

    dentadura fuerte e irregular en una radiante sonrisa.A Brian le pareci gracioso, igual que le solan parecer graciosos los dilogos

    de comedias de la tele como Cheers. De hecho, todo aquello le haca sentirsecomo si se hubiera metido en un programa de televisin, uno que resultaba unpoco misterioso pero, en realidad, no amenazador.

    Rompi a rer. Por un instante, le preocup que el seor Gaunt pensara queera un maleducado (quiz porque su madre siempre le acusaba de serlo y, comoconsecuencia de ello, Brian haba llegado a creer que viva en una telaraaenorme y casi invisible de convenciones sociales), pero el hombre no tard enunrsele. Los dos se rean al unsono y, considerndolo todo, Brian no pudo

  • recordar una tarde tan divertida como estaba resultando aquella.Vamos, mira insisti el seor Gaunt con un gesto. Ya charlaremos en

    otra ocasin, Brian.As que Brian mir. En la vitrina mayor, que podra haber contenido

    holgadamente veinte o treinta objetos, solo haba cinco. Uno era una pipa. Otro,una foto de Elvis Presley con el pauelo rojo al cuello y el mono deportivo con eltigre en la espalda. El Rey (as era como su madre se refera siempre a l)sostena un micrfono ante sus labios carnosos. El tercer objeto era una cmaraPolaroid. El cuarto, una roca pulida con el interior hueco y lleno de cristales querecogan y reflejaban esplndidamente la luz del foco. El quinto era una astilla demadera casi del tamao y del grosor del dedo ndice de Brian.

    El chico seal la roca de los cristales.Una geoda, verdad?Exacto. Eres un alumno aventajado, Brian. Tengo unos pequeos rtulos

    para la mayor parte de mis productos, pero todava no estn desembalados,como todo lo dems. Voy a tener que trabajar de firme si quiero inaugurarmaana.

    Pero, a pesar de sus palabras, no pareca en absoluto preocupado y seguatranquilamente donde estaba.

    Qu es eso? pregunt Brian, y seal la astilla mientras pensaba para sque era una mercanca muy extraa para una tienda de un pueblo pequeo.Haba tomado un intenso e inmediato afecto a Leland Gaunt, pero si el resto desus artculos era como aquellos, no crea que la tienda durara mucho tiempoabierta en Castle Rock. Si uno quera vender cosas como pipas y fotos del Rey yastillas de madera, tena que instalar la tienda en Nueva York, no en un pueblo. Almenos, esa era la conclusin que haba sacado de las pelculas que haba podidover.

    Ah! exclam el seor Gaunt. Ese s que es un objeto interesante!Voy a ensertelo.

    Cruz el local, pas por detrs de la vitrina, sac un poblado manojo de llavesdel bolsillo y seleccion una sin apenas mirar. Abri la vitrina y sac elfragmento de madera con mucho cuidado.

    Extiende la mano, Brian.Oh! Ser mejor que no replic el muchacho. Como natural de un

    estado donde el turismo era una gran industria, Brian haba visitado bastantestiendas de regalos y haba visto muchos letreros con aquella pequea rima: Puede mirarlo / puede tocarlo / pero si lo rompe / tiene que pagarlo . Podaimaginar la reaccin horrorizada de su madre si rompa la astilla, o lo que fueraaquello, y si el seor Gaunt, ya no tan amigable, le deca que el objeto costabaquinientos dlares.

    Por qu no? pregunt el hombre alzando las cejas (aunque, en realidad,

  • eran una sola; una gran ceja tupida que se prolongaba sobre su nariz en una lneaininterrumpida).

    Porque soy bastante torpe.Bobadas replic el seor Gaunt. Reconozco a los chicos torpes cuando

    los veo, y t no eres de esos.Dej caer la astilla en la mano de Brian. Este la vio posada en su palma con

    cierta sorpresa, pues no se haba dado cuenta de que la haba abierto hasta elmomento de notar el objeto en ella.

    Lo cierto era que no tena el tacto de una astilla de madera; ms bienpareca

    Parece piedra murmur dubitativo, y alz la mirada hacia el seorGaunt.

    Es las dos cosas explic este. Madera petrificada.Petrificada repiti Brian maravillado. Examin meticulosamente la

    astilla y pas el dedo por uno de los lados. Era a la vez fino y desigual. Por algunarazn, la sensacin no resultaba del todo agradable. Debe de ser antigua

    Tiene ms de dos mil aos asinti el seor Gaunt con voz grave.Caray ! exclam Brian.Dio un respingo y la astilla estuvo a punto de carsele. Cerr la mano en torno

    a ella para evitar cualquier accidente y al momento le invadi una sensacinextraa, distorsionada. De pronto se sinti Qu? Mareado? No; mareado, no,sino lejos. Como si una parte de l hubiera escapado de su cuerpo y estuviera agran distancia.

    Vio que el seor Gaunt lo observaba entre curioso y divertido, y de pronto, losojos del hombre parecieron aumentar al tamao de unos platillos de t. Peroaquella sensacin de desorientacin no le produca miedo; resultaba ms bienemocionante y, desde luego, ms agradable que el tacto pulido de aquel pedazode madera en el dedo que lo haba explorado.

    Cierra los ojos le invit el seor Gaunt. Cierra los ojos, Brian, y dimequ notas!

    Brian cerr los ojos y permaneci inmvil un momento, con el brazo derechoextendido y, en su extremo, el puo cerrado en torno a la astilla. No vio que ellabio superior del seor Gaunt se levantaba por un instante, en una mueca querecordaba la de un perro, dejando al descubierto sus dientes grandes y desigualesen lo que poda ser una expresin de placer o de expectacin. Tuvo una vagasensacin de movimiento, una especie de balanceo o de espiral. Tambinpercibi un sonido, rpido y ligero: tudtud tudtud tudtud. Reconoci aquelsonido. Era

    Una barca! exclam complacido sin abrir los ojos. Me siento comoen una barca!

    S, eso es respondi el seor Gaunt, y Brian oy su voz a una distancia

  • inimaginable.Las sensaciones se intensificaron; ahora era como si subiera y bajara al ritmo

    de unas olas largas y lentas. Oy el trino lejano de unos pjaros y, ms cerca, lasvoces de muchos animales: mugidos, el piar de un polluelo, el bufido grave yhurao de un gato enorme (no un sonido de rabia, sino una expresin deaburrimiento). Durante un breve instante casi not bajo sus pies una madera (lamisma, estuvo seguro, de la que haba formado parte una vez aquella astilla), ysupo que sus propios pies no iban calzados con las deportivas Converse, sino conuna especie de sandalias y

    Despus todo desapareci, se encogi hasta formar un puntito brillante comoel de la pantalla de un televisor cuando se corta la corriente. Finalmente, tambinel punto luminoso desapareci. Brian abri los ojos, conmocionado y alborozado.

    Sus dedos se haban cerrado en torno a la astilla con tal fuerza que tuvo quehacer un autntico acto de voluntad para abrirlos, y las articulaciones lechirriaron como bisagras oxidadas.

    Eh, vaya! musit.Est bien, verdad? pregunt el seor Gaunt alegremente, y recuper el

    fragmento de madera de la mano de Brian con la habilidad distrada de unmdico al extraer una astilla clavada en la carne. Despus devolvi el objeto a susitio y cerr de nuevo la vitrina con un gesto grcil.

    Muy bien asinti Brian, expulsando el aliento en un largo jadeo que casiera un suspiro. Se inclin a contemplar la astilla y not un ligero hormigueo en lamano que la haba sostenido. Aquellas sensaciones: el cabeceo de la cubierta, elchapoteo de las olas en el casco, el tacto de la madera bajo los pies, todoaquello permaneci en su recuerdo, aunque el muchacho supuso (con unsentimiento de autntica pena) que se desvanecera como se borraban los sueos.

    Conoces la historia de No y el Arca? pregunt el seor Gaunt.Brian frunci el ceo. Estaba seguro de que era una historia de la Biblia, pero

    no sola prestar atencin durante los sermones dominicales y las clases nocturnasde Biblia de los jueves.

    Era una especie de barco que dio la vuelta al mundo en ochenta das?El seor Gaunt sonri una vez ms.Algo parecido, Brian. Algo muy parecido. Pues bien, esa astilla se supone

    que procede del Arca de No. Desde luego, no puedo asegurar que lo sea, porquela gente creera que soy un farsante de la peor especie; hoy en da debe de haberen el mundo ms de cuatro mil personas que intentan vender pedazos de maderaasegurando que proceden del Arca y, posiblemente, ms de cuatrocientas milque tratan de colocar fragmentos de la autntica Santa Cruz. Pero lo que s puedoafirmar es que tiene ms de dos mil aos, porque ha sido fechada por elprocedimiento del carbono, y que procede de Tierra Santa, aunque no fueencontrada en el monte Ararat, sino en el monte Boram.

  • Brian no entendi muy bien aquel discurso, pero no se le escap el detallems relevante.

    Dos mil aos musit. Vay a! De veras est seguro de eso?Desde luego que s asegur el hombre. Tengo un certificado del MIT,

    donde hicieron la datacin mediante el carbono, que acompaa al objeto, porsupuesto. Pero quieres que te diga una cosa? Estoy convencido de que puedeproceder del Arca. Contempl la astilla unos instantes, con aire pensativo, yluego volvi sus deslumbrantes ojos azules hacia los del chico, de color avellana.Brian qued paralizado de nuevo por aquella mirada. Al fin y al cabo, el monteBoram est a menos de treinta kilmetros del Ararat, en lnea recta, y mayoreserrores que el punto de atraque definitivo de una nave, por grande que fuera, sehan cometido en las muchas historias del mundo, sobre todo cuando esas historiasse han transmitido de forma oral durante generaciones antes de ser puestasfinalmente por escrito. No tengo razn?

    S convino Brian. Suena lgico.Adems, produce una sensacin extraa cuando uno la tiene en la mano,

    no te lo ha parecido?Vaya que s!El seor Gaunt sonri y le revolvi el cabello, rompiendo el hechizo.Me caes bien, Brian. Ojal todos mis clientes estuvieran tan llenos de

    curiosidad como t. La vida sera mucho ms fcil para un humilde comerciantecomo yo, si el mundo fuera de esa manera.

    Cunto cunto pedira usted por una cosa como esa? quiso saberBrian, y seal el pedazo de madera petrificada con un dedo no del todo firme.Solo en aquel momento empezaba a darse cuenta del profundo efecto que lehaba producido la experiencia. Haba sido como llevarse una caracola al odo yescuchar el rumor del ocano pero en tres dimensiones y en sensurround.Dese fervientemente que el seor Gaunt le permitiera sostenerlo de nuevo,aunque solo fuera un ratito, pero no supo cmo pedirlo y el seor Gaunt no se loofreci.

    Bueno El seor Gaunt recogi los dedos bajo el mentn y mir alchico con aire pcaro. El precio de un objeto como ese, y de la mayora de lascosas buenas que vendo, las realmente interesantes depende del comprador.De lo que el comprador est dispuesto a pagar. Qu estaras dispuesto a pagar t,Brian?

    No lo s dud el chico, pensando en los noventa y un centavos quellevaba en el bolsillo, y trag saliva. Un montn!

    El seor Gaunt ech la cabeza hacia atrs y se ri con ganas. Brian advirtientonces que se haba equivocado en un detalle respecto al hombre. Al entrar,haba credo que era canoso, y ms viejo. Ahora observaba que solo tena lassienes plateadas. Deba de haber sido cosa de la iluminacin, de los focos, pens

  • el muchacho.Bueno, todo esto ha sido interesantsimo, Brian, pero ahora tengo mucho

    trabajo por delante hasta las diez de maana, as queClaro asinti Brian, recordando de nuevo con un sobresalto las normas de

    urbanidad. Yo tambin tengo que irme. Lamento haberle entretenido tantoNo, no, no es eso! Me has entendido mal El seor Gaunt pos una de

    sus largas manos en el brazo de Brian. El muchacho le rehuy, evitando elcontacto. Ojal el hombre no se tomara a mal el gesto, pens, pero no habrapodido reprimirlo aunque as fuera. La mano del seor Gaunt era dura, seca y, nosaba bien por qu, desagradable. No tena un tacto muy distinto, en realidad, deaquel pedazo de madera petrificada que se supona procedente del Arca de No,o de donde fuera. Pero el seor Gaunt estaba demasiado absorto en sus cosaspara advertir el gesto instintivo de Brian. Al contrario, se comport como si fueral, y no Brian, quien haba cometido una falta de educacin. Solo me refera aque deberamos ir al grano. En realidad, es absurdo que sigas mirando el resto delas cosas que ya he desempaquetado; no son muchas y ya has visto las msinteresantes. Sin embargo, conozco bastante bien mis existencias, aunque notenga a mano el inventario, y tal vez tenga algo de tu gusto. Dime, Brian, qu tegustara?

    En serio?Haba mil cosas que le llamaban la atencin, y ah estaba en parte el

    problema; ante una pregunta tan directa, era incapaz de decidir cul de las mil legustara ms.

    Es mejor no pensar demasiado en estas cosas le ay ud el seor Gaunt.Hablaba con despreocupacin, pero no haba ni un pice de despreocupacin ensu mirada, que estudiaba minuciosamente la cara de Brian. Si te digo: BrianRusk, qu es lo que deseas ms que cualquier otra cosa en el mundo en estemomento? , qu me contestas? Deprisa!

    Sandy Koufax respondi Brian sin vacilar. No se haba dado cuenta deque tena la mano extendida para recibir la astilla del Arca de No hasta que lahaba notado en la palma, y no haba sabido qu iba a contestar al seor Gaunthasta que oy salir de su boca aquellas palabras. Pero en el momento de orlas,comprendi que eran ni ms ni menos lo que tena en la cabeza.

    5

    Sandy Koufax murmur el seor Gaunt pensativo. Qu interesante!Bueno, no Sandy Koufax en persona se corrigi Brian. El cromo de la

    coleccin de bisbol.La de Topps, o la de Fleers?

  • Brian no crea posible que la tarde pudiera resultar mejor, pero, de pronto, asera. El seor Gaunt tambin saba de cromos de bisbol, adems de ser unentendido en astillas y en geodas. Era asombroso; realmente asombroso.

    La de Topps.Supongo que el cromo que te interesa es el de su primer ao como

    profesional murmur el seor Gaunt con aire algo abatido. No creo quepueda ayudarte en eso, pero

    No le interrumpi Brian. El de mil novecientos cincuenta y cuatro, no.El de mil novecientos cincuenta y seis, ese es el que me gustara conseguir. Estoyhaciendo la coleccin de cromos de bisbol de mil novecientos cincuenta y seis.Mi padre me ayud a empezarla. Me divierte buscarlos y solo hay unos pocosque sean realmente caros: Al Kaline, Mel Parnell, Roy Campanella y tipos as.Ya tengo ms de cincuenta. Incluido el de Al Kaline. Me cost treinta y ochodlares. He cortado un montn de csped para conseguir ese cromo.

    No lo dudo dijo el seor Gaunt con una sonrisa.Pues bien, como le digo, la mayora de los cromos de mil novecientos

    cincuenta y seis no son demasiado caros: cinco dlares, siete, a veces diez. Peroun Sandy Koufax en buen estado cuesta noventa o cien pavos. Ese ao, Sandy noera un gran jugador, pero, por supuesto, ms adelante se consagr. Y en esapoca los Dodgers an estaban en Brooklyn. Entonces todo el mundo los llamaba Da Bums . Al menos, eso es lo que dice mi padre.

    Tu padre tiene toda la razn afirm el seor Gaunt. Creo que tengoalgo que te complacer mucho, Brian. Espera aqu un momento.

    Desapareci de nuevo tras la cortina por la que haba aparecido y dej aBrian junto a la vitrina donde guardaba la astilla, la Polaroid y la foto de El Rey.Brian casi saltaba de un pie a otro, lleno de esperanza y de expectacin. Se dijo as mismo que deba dejar de comportarse como un manojo de nervios; aunque elseor Gaunt tuviera de verdad algn cromo de Sandy Koufax, y aunque fuera uncromo de Topps de los aos cincuenta, probablemente resultara ser uno del ao55, o del 57. E, incluso si fuera realmente el de la temporada del 56, de qu leiba a servir, si no tena ni un dlar en el bolsillo? Bueno, se dijo, por lo menospodra echarle un vistazo, no? Mirar no costaba dinero, verdad? Esa era otra delas frases favoritas de su madre.

    Brian oy tras la cortina el ruido de unas cajas al ser levantadas y movidas desitio, y el golpe sordo al ser depositadas de nuevo en el suelo.

    Ser solo un momento, Brian le lleg la voz del seor Gaunt, algojadeante. Estoy seguro de que tengo por aqu una caja de zapatos que

    Por m no se moleste, seor Gaunt! respondi Brian, deseando con todassus fuerzas que el seor Gaunt se molestara todo lo necesario.

    Esa caja tal vez est en alguna de las remesas de gnero que an no herecibido apunt el hombre con aire dubitativo.

  • A Brian le cay el alma a los pies.Luego el seor Gaunt aadi:De todos modos, estoy seguro de que Espera! Aqu est! Aqu lo

    tengo!El corazn se le aceler. Ms incluso. Le dio un vuelco y amenaz con

    escaprsele del pecho.El seor Gaunt reapareci de detrs de la cortina. Iba un poco despeinado y

    tena una mancha de polvo en la solapa de la chaqueta de media gala. Traa enlas manos una caja que haba contenido un par de zapatillas Air Jordan. Dej lacaja en el mostrador y la destap. Brian se acerc por la izquierda del hombre yobserv el contenido. La caja estaba llena de cromos de bisbol, cada unoguardado en su correspondiente sobre de celofn, como los que Brian habacomprado en alguna ocasin en la tienda de cromos de North Conway, NewHampshire.

    Pensaba que quiz habra una lista inventario del contenido, pero no hahabido suerte coment el seor Gaunt. De todos modos, ya te he dicho quetengo una idea bastante precisa de lo que guardo en existencias. Esa es la clavepara llevar un negocio en el que se vende un poco de todo, sabes? Y estoyseguro de haber visto

    Dej la frase en el aire y empez a repasar rpidamente los cromos.Brian los vio pasar a toda velocidad, mudo de asombro. El tipo de la tienda de

    North Conway tena lo que su padre haba denominado una buena seleccin deferia de pueblo , pero el contenido de toda la tienda no le llegaba a la suela delos zapatos de los tesoros que guardaba aquella pequea caja de calzadodeportivo. Haba cromos de tabaco de mascar con fotos de Ty Cobb y de PieTraynor. Haba cupones de paquetes de cigarrillos con fotos de Babe Ruth, deDom DiMaggio, de Big George Keller y hasta de Hiram Dissen, el lanzadormanco que jug en el equipo de los White Sox en los aos cuarenta. LUCKYSTRIKE GREEN SE HA IDO A LA GUERRA!, proclamaban muchos de loscupones de paquetes de cigarrillos. Y all, apenas vislumbrado fugazmente, unrostro ancho y solemne sobre la camiseta de uniforme de Pittsburgh

    Dios mo! Ese no era Honus Wagner? exclam Brian. Notaba elcorazn como un pajarillo que se le hubiera introducido en la garganta y ahorabatiera all las alas, atrapado. Es el cromo de bisbol ms difcil de encontrardel universo!

    S, s murmur el seor Gaunt con aire ausente. Sus largos dedoscontinuaron pasando sobres velozmente, dejando a la vista rostros de otra pocaatrapados bajo el celofn transparente; hombres que haban robado bases,lanzado bolas curvas y cubierto laterales, hroes de una poca dorada, esplndiday pasada. Una poca de la cual el muchacho an albergaba sueos vvidos yllenos de felicidad. Un poco de todo, esa es la base de un negocio prspero,

  • Brian. La diversidad, el placer, el asombro, la satisfaccin Aun dira ms: esaes la base de una vida prspera y feliz. No pretendo darte consejos pero, si mepermites un comentario, no te ira mal recordar esta mxima. Pero veamospor aqu, por aqu Aj!

    Extrajo un cromo del centro de la caja como un prestidigitador que hiciera untruco y lo coloc en la mano de Brian con un gesto triunfal.

    Era de Sandy Koufax.Y era un cromo de Topps del ao 56.Y estaba firmado. Para mi buen amigo Brian, con mis mejores deseos, Sandy Koufak

    ley Brian en un ronco susurro.Y se encontr incapaz de aadir nada ms.

    6

    Alz la mirada hacia el seor Gaunt mientras abra y cerraba la boca sinarticular palabra. El seor Gaunt sonri.

    No lo he puesto yo, Brian. Ni siquiera tena idea. Es solo unacoincidencia, pero una coincidencia estupenda, verdad?

    Brian segua sin poder hablar, de modo que se limit a un simple gesto deasentimiento con la cabeza. El envoltorio de celofn con su preciado contenidoresultaba extraamente pesado en su mano.

    Scalo le invit el seor Gaunt.Cuando por fin logr recuperar el habla, el sonido que emergi de su boca fue

    la voz ronca de un hombre muy viejo e invlido.No me atrevoEntonces, lo har yo replic el seor Gaunt. Tom el sobre de la mano

    de Brian, lo abri con la ua del ndice, perfectamente cuidada, y extrajo elcromo. A continuacin, lo deposit en la mano de Brian.

    El muchacho not unos ligeros surcos en la superficie, producidos por la puntadel bolgrafo que haba utilizado Sandy Koufax para estampar su nombre, elnombre de los dos. La firma de Koufax era casi idntica a la impresa en la foto,solo que en esta ltima pona Sanford Koufax y en el autgrafo Sandy Koufax.Adems, este era mil veces mejor porque era autntico. Sandy Koufax habatenido aquel cromo en sus propias manos y haba dejado en l su impronta, laimpronta de su propia firma y de su nombre mgico.

    Pero en aquella dedicatoria haba tambin otro nombre: el de Brian. Algnchico que se llamaba como l haba esperado junto al banquillo de Ebbets Fieldantes de algn partido, y Sandy Koufax, el autntico Sandy Koufax, joven yfuerte, en vsperas de sus aos de gloria, haba cogido el cromo que le ofreca el

  • chico, y que probablemente an ola a goma de mascar rosa y dulzona, y habaestampado en l su nombre Y el mo tambin, pens Brian.

    De pronto le sobrevino de nuevo la sensacin que lo haba invadido al tener enla mano la astilla de madera petrificada. Solo que, esta vez, era ms intensa.

    Mucho ms.Olor fragante a hierba recin cortada.Sabor intenso a ceniza sobre cuero de caballo.Gritos y risas en el banquillo de los bateadores.Hola, seor Koufax, puede firmarme un autgrafo?Una cara delgada. Ojos castaos. Cabello bastante oscuro. Se quita la gorra un

    momento, se rasca la cabeza justo encima de la frente y vuelve a ponerse la gorra.Claro, chico. Coge el cromo. Cmo te llamas?Brian, seor Brian Seguin.El bolgrafo se desliza sobre el cartn. El autgrafo. La magia. El fuego

    impreso.De mayor querrs ser jugador, Brian?La pregunta tiene un tono de frmula rutinaria, y el hombre habla sin levantar

    la vista del cartn que sostiene en su gran mano diestra, para escribir con aquellazurda que poco despus se har mgica.

    S, seor.Entrena los fundamentos. Y le devuelve el cromo.S, seor!Pero l ya se aleja, y luego inicia un trote relajado por la hierba recin

    cortada en direccin al banquillo, con su sombra trotando tras lBrian? Brian!Unos dedos muy largos chasqueaban bajo su nariz. Los dedos del seor

    Gaunt. Brian sali de su ensueo y encontr al seor Gaunt contemplndolodivertido.

    Ests ah, Brian?Lo siento respondi el chico, sonrojado. Saba que deba devolver el

    cromo, drselo a aquel hombre y salir de all, pero pareca incapaz de soltar elcartn. De nuevo, el seor Gaunt lo miraba directamente a los ojos(directamente al cerebro, pareca) y, de nuevo, le result imposible eludir aquellamirada.

    Bien dijo el hombre en voz baja. Pongamos, Brian, que t eres elcomprador. Supongamos que lo eres. Cunto pagaras por este cromo?

    Como un alud de rocas, el desaliento se desplom sobre el corazn delmuchacho.

    Solo tengoEl seor Gaunt levant la mano izquierda.

  • Chist! exclam con gesto severo. Murdete la lengua! Elcomprador nunca debe decirle al vendedor cunto dinero tiene! Eso sera comodarle la cartera y vaciarse los bolsillos delante de l en plena transaccin. Si noeres capaz de mentir, qudate callado! Esa es la primera regla de un buencomerciante, Brian.

    Aquellos ojos, tan grandes y oscuros. Brian experiment la sensacin de estarsumergido en ellos.

    Este cromo tiene dos precios, Brian. Mitad y mitad. Una mitad es endinero. La otra mitad consiste en hacer una cosa. Lo has entendido?

    S le respondi Brian. Volva a sentirse lejos, lejos de Castle Rock, lejosde Cosas Necesarias, lejos de s mismo, incluso. Lo nico real en aquel lugarlejano eran los ojos del seor Gaunt, grandes y oscuros.

    El precio en dinero de este cromo de Sandy Koufax de mil novecientoscincuenta y seis, autografiado, es de ochenta y cinco centavos le oy anunciar. Te parece justo?

    S murmur. Su voz sonaba remota y minscula. Se sentaempequeecer, menguar cada vez ms y aproximarse al punto en que seborrara cualquier recuerdo claro.

    Bien continu diciendo la voz acariciadora del seor Gaunt. Nuestratransaccin se ha desarrollado estupendamente hasta aqu. En cuanto a lo quedebes hacer Conoces a una mujer que se llama Wilma Jerzy ck, Brian?

    S, claro, Wilma balbuce Brian en su creciente ofuscacin. Vivecerca de nuestra casa, al otro lado de la manzana.

    S, eso creo asinti el seor Gaunt. Escucha con atencin, Brian.Y entonces debi de seguir hablando, pero Brian no logr recordar qu haba

    dicho.

    7

    Lo siguiente de lo que tuvo conciencia fue que el seor Gaunt lo acompaabaamablemente hasta la puerta y lo dejaba en la acera de Main Street, mientras ledeca lo mucho que le haba encantado conocerlo y le peda que contara a sumadre y a todos sus amigos que haba recibido un buen trato y que haba hechouna buena compra.

    Desde luego asinti. Estaba desconcertado, pero tambin se sentaestupendamente, como si acabara de despertar de una siesta reconfortante demedia tarde.

    Y vuelve por aqu aadi el seor Gaunt antes de cerrar la puerta.Brian se qued mirando el cristal. El rtulo que colgaba en l deca ahora

  • CERRADO.

    8

    A Brian le pareca que haba pasado horas en Cosas Necesarias, pero en el relojde la fachada del banco eran solo las cuatro menos diez.

    Haba estado menos de veinte minutos en la tienda. Se dispuso a montar en labicicleta, pero luego apoy el vientre sobre el manillar mientras se llevaba lamano a los bolsillos traseros del pantaln.

    De uno de ellos sac seis brillantes monedas de cobre.Del otro sac el cromo autografiado de Sandy Koufax.Al parecer, era cierto que haban hecho algn tipo de trato. De todas formas,

    Brian no habra sabido decir cul era exactamente, aunque en ello le hubiese idola vida. Lo nico que recordaba de forma vaga era que se haba mencionado elnombre de Wilma Jerzy ck.

    Para mi buen amigo Brian, con mis mejores deseos, Sandy Koufax.Un cromo como aquel vala prcticamente cualquier cosa.Brian lo guard en la mochila de los libros con cuidado de que no se doblara y

    empez a pedalear deprisa hacia su casa. Hizo todo el tray ecto con una sonrisaen los labios.

  • DOS

    1

    En las poblaciones pequeas de Nueva Inglaterra, cuando se inaugura una tiendanueva, los vecinos por rsticos que sean en muchas otras cosas demuestranuna actitud cosmopolita que sus primos de ciudad rara vez igualan. En NuevaYork o Los ngeles, una nueva galera de arte puede atraer a un pequeo ncleode posibles clientes o de simples mirones antes de que las puertas abran porprimera vez; un club recin abierto puede incluso congregar una multitud, conbarreras policiales y paparazzi armados con tarjetas de identificacin yteleobjetivos esperando expectantes tras ellas. Hay un murmullo nervioso deconversaciones, como entre los habituales de los teatros de Broadway antes delestreno de una obra nueva que, sea un gran xito o un fracaso sonado, no dejarde levantar comentarios.

    En las poblaciones pequeas de Nueva Inglaterra, cuando se inaugura unatienda, rara vez se congrega un grupo de gente antes de que abra las puertas. Ynunca se forma un tumulto. Cuando las persianas se levantan, las puertas se abreny el nuevo local se declara abierto al pblico, las clientas entran y salen de l enun goteo que, sin duda, cualquier forastero tomara por aptico y,probablemente, por un mal presagio para la futura prosperidad del tendero.

    Este aparente desinters encubre a menudo una intensa expectacin y unaatencin an ms aguda (Cora Rusk y Myra Evans no eran las nicas mujeres deCastle Rock que haban tenido ocupadas las lneas telefnicas con sus comentariossobre Cosas Necesarias en las semanas previas a su apertura).

    De todos modos, ese inters oculto y esa expectacin no cambian el cdigode conducta conservador de la compradora de pueblo. Ciertas cosas,simplemente, no se hacen, sobre todo en los hermticos enclaves yanquis al nortede Boston. Se trata de comunidades que, durante nueve meses al ao, vivenprcticamente autosuficientes, y en ellas se considera de mal gusto demostrar unexcesivo inters por algo demasiado pronto o, en cierto modo, denotar que se hasentido algo ms que un pasajero inters, por as decirlo.

    Investigar un nuevo comercio en un pueblo y asistir a una fiesta que daprestigio social en una gran urbe son actividades que producen una buena dosis deexcitacin entre quienes van a participar, y existen normas para ambas; normastcitas, que son inmutables y que resultan extraamente similares. La principalde todas ellas es la de que no hay que ser el primero en llegar. Por supuesto,

  • alguien ha de romper esta norma fundamental, o de lo contrario nadie llegaranunca, pero una tienda nueva puede permanecer vaca al menos veinte minutosdesde que el rtulo de cerrado ha sido vuelto del revs para que diga abierto, y unobservador un poco sagaz podra apostar con bastante seguridad a que losprimeros en llegar lo harn en grupo: una pareja, un tro o, ms probable an, uncuarteto de mujeres. La segunda norma es que las compradoras que lleven acabo la investigacin exhiban una cortesa tan completa que roce la frialdad. Latercera, que nadie se interese (en la primera visita, al menos) por cuestionespersonales o por el pedigr del nuevo comerciante. La cuarta es que nadie lleveun regalo de bienvenida al pueblo, sobre todo si es algo tan cursi como unaempanada o un pastel caseros. La ltima norma es tan inmutable como laprimera: no hay que ser el ltimo en marcharse.

    Este majestuoso minu, que podra titularse La danza de la investigacinfemenina , se prolonga entre dos semanas y un par de meses y no se producecuando quien abre el negocio es alguien del pueblo. En este caso, la inauguracinpuede resultar como una cena parroquial de la Semana del Pueblo: un actoinformal, animado y un poco soso. Pero cuando el nuevo comerciante esForastero (siempre se dice as, de tal modo que uno puede or la mayscula), La danza de la investigacin femenina es tan inapelable como el hecho de lamuerte o la fuerza de la gravedad. Y cuando el perodo de prueba ha terminado(nadie pone ningn anuncio en el peridico que lo diga, pero todo el mundo losabe de algn modo), sucede una de dos: o el flujo de compradoras se normalizay las clientas satisfechas vuelven con regalos de bienvenida algo retrasadose invitaciones de venga a visitarnos ; o bien el nuevo comercio fracasa. Enpueblos como Castle Rock, no es raro que los pequeos negocios sean calificadosde ruinosos semanas o meses antes de que los desafortunados propietariosdescubran el hecho por s mismos.

    Pero haba en Castle Rock una mujer, al menos, que no se cea a las normasestablecidas, por inmutables que pudieran parecer a las dems. Se trataba dePolly Chalmers, la duea de Coser y Cantar. La mayora no esperaba de ella unaconducta normal; al contrario, la sociedad femenina de Castle Rock (y gran partede la masculina) consideraba a Polly Chalmers una excntrica. Polly planteabaproblemas de todo orden a los autonombrados rbitros sociales de Castle Rock.De entrada, nadie estaba totalmente seguro del punto ms bsico: si Polly era DelPueblo, o Forastera. Haba nacido y haba crecido en Castle Rock, eso era cierto,pero se haba marchado con un regalo de Duke Sheehan en la tripa cuando tenadieciocho aos. Eso haba sido en 1970, y solo haba vuelto una vez por el puebloantes de regresar para quedarse, en 1987.

    Aquel breve regreso tuvo lugar a finales de 1975, cuando su padre agonizabade un cncer de intestinos. Despus de su muerte, Lorraine Chalmers habasufrido un ataque cardaco y Polly se haba quedado a cuidar de su madre.

  • Lorraine haba sufrido un segundo ataque este, fatal a principios de laprimavera de 1976. Despus de enterrar a su madre en el cementerio TierraNatal, Polly (que para entonces haba adquirido un autntico aire de misterio ,segn las mujeres del pueblo) haba vuelto a marcharse.

    Esta vez es para siempre , haba sido el consenso general, y cuando laltima Chalmers superviviente, la anciana ta Evvie, muri en 1981 y Polly noasisti al funeral, tal opinin pareci un hecho consumado. Sin embargo, hacacuatro aos Polly Chalmers haba vuelto al pueblo y haba abierto la tienda decostura. Aunque nadie lo saba con seguridad, pareca probable que hubieseutilizado el dinero de la ta Evvie para montar el negocio. A quin si no iba adejrselo aquella vieja chiflada?

    Los ms vidos seguidores de la comdie humaine del pueblo (es decir, lamayora de los vecinos) se convencieron de que, si Polly tena xito en supequeo negocio y se quedaba, cuando llegara el momento les sera revelada lamayora de las incgnitas que despertaban su curiosidad. Pero, en el caso dePolly, casi todos los asuntos permanecieron a oscuras. Resultaba realmenteexasperante.

    Haba pasado algunos aos en San Francisco; hasta ah se saba, pero pocoms. Lorraine Chalmers haba sido una tumba respecto a su hija descarriada.Haba estudiado all, o en alguna parte? Llevaba el negocio como si hubieraseguido cursos de administracin y les hubiera sacado mucho provecho, peronadie poda decirlo con certeza. A su regreso estaba soltera, pero se habacasado alguna vez, en San Francisco o en alguno de los lugares donde tal vez (otal vez no) haba pasado parte del tiempo transcurrido entre entonces y ahora ? Nadie saba aquello, tampoco; solo se saba que nunca se haba casadocon el chico de los Sheehan. Duke se haba alistado en los Marines, se habareenganchado varias veces y ahora venda terrenos en algn lugar de NewHampshire. Y Polly, por qu haba vuelto para quedarse, despus de tantos aos?

    Sobre todo, el pueblo se preguntaba qu haba sido del beb. Haba abortadola bella Polly ? Haba entregado el nio o la nia en adopcin? Se lo o la habaquedado? En tal caso, haba muerto, o estaba vivo o viva (maldita fuera, nosaber ni siquiera el sexo!) en alguna escuela de alguna parte, y escriba a sumadre alguna carta espordica? Nadie tena tampoco la ms remota idea deestas cosas, y, en muchos aspectos, estas preguntas sin respuesta acerca del hijo(o hija) eran las ms mortificantes. La muchacha que haba dejado el pueblo enun autobs de la Grey hound con un regalo en la barriga era ahora una mujer decasi cuarenta aos y llevaba ya cuatro instalada en el pueblo y dedicada a sutienda. Y nadie haba podido averiguar siquiera si el beb que la haba obligado amarcharse haba sido nio o nia.

    ltimamente, Polly Chalmers haba ofrecido al pueblo una nuevademostracin de su excentricidad, por si no haba dado an suficientes: haba

  • estado saliendo con Alan Pangborn, el comisario del condado de Castle; y elcomisario Pangborn haba enterrado a su mujer y a su hijo pequeo hacaapenas un ao y medio. Tal comportamiento no era un completo escndalo, perose consideraba definitivamente excntrico, de modo que nadie se sorprendidemasiado al ver que Polly Chalmers avanzaba por la acera de Main Street,desde su puerta hasta la de Cosas Necesarias, a las diez y dos minutos de lamaana del 9 de octubre. Los vecinos ni siquiera se sorprendieron por el objetoque llevaba en sus manos enguantadas: un envase Tupperware que solo podacontener un pastel.

    Era muy propio de ella, fue la opinin de los vecinos cuando, ms tarde,comentaron el suceso.

    2

    El escaparate de Cosas Necesarias y a no tena rastro de la pasta blanca y tras lse haba distribuido una decena de objetos: relojes, un engaste de plata, uncuadro, un trptico delicioso que solo esperaba a que alguien lo llenara con lasfotos de sus seres queridos. Polly contempl los objetos con aprobacin y sedirigi a la puerta.

    El rtulo colgado en ella deca ABIERTO. Cuando empuj la puerta, encimade su cabeza son una campanilla, instalada despus de la visita de Brian Rusk.

    La tienda ola a moqueta nueva y a pintura reciente. La luz del sol baaba ellocal, y al entrar y mirar a su alrededor con inters, se le ocurri un ntidopensamiento: Esto es un xito. Todava no ha cruzado el umbral un solo cliente(salvo que y o lo sea) y ya es un xito. Admirable.

    Los juicios apresurados como aquel no eran muy propios de ella, ni aquellasensacin de aprobacin inmediata, pero resultaban innegables.

    Un hombre alto estaba inclinado ante una de las vitrinas de cristal donde seexponan ms objetos. Al or la campanilla, el hombre levant la cabeza y lesonri.

    Hola salud.Polly era una mujer prctica que saba cmo le funcionaba la cabeza y, en

    general, le gustaba lo que haba en ella; por eso, el instante de confusin que laembarg cuando su mirada se cruz con la del hombre la dej totalmenteperpleja.

    Lo conozco, fue el primer pensamiento claro que logr abrirse paso enaquella inesperada nube de desconcierto. Ya he visto a este hombre antes.Dnde?

    Pero no; no lo haba visto nunca. Y el conocimiento, la certeza de esto ltimo,le lleg un momento despus. Era una impresin de dj vu, se dijo; esa falsa

  • sensacin de recordar algo que todo el mundo experimenta de vez en cuando,una sensacin que resulta desorientadora porque es a la vez fantasiosa y prosaica.

    Durante un par de segundos perdi el hilo de lo que se propona decir y soloconsigui dirigirle una dbil sonrisa. Despus movi la mano izquierda parasujetar mejor el recipiente del pastel y, al hacerlo, una intensa punzada de dolorle recorri el dorso de la mano hacia la mueca, como dos pas afiladsimas.Pareca como si se le hubieran clavado profundamente en la carne los dientes deun gran tenedor cromado. Era la artritis, y le produca un dolor de mil diablos,pero, al menos, le ay ud a concentrar de nuevo la atencin y a articular unaspalabras sin que se le notara la vacilacin, aunque a ella le pareci que el hombrequiz la haba advertido de todos modos. Aquel individuo tena unos brillantes ojosde color avellana que miraban como si fueran capaces de captar muchas cosas.

    Hola respondi. Me llamo Polly Chalmers y soy la duea de latiendecita de ropa y costura que hay un par de puertas calle abajo. He pensadoque, puesto que vamos a ser vecinos, sera mejor acercarme a darle labienvenida a Castle Rock antes de que se le llene la tienda.

    El hombre sonri y su rostro se ilumin. Polly not que sus labios se abran enotra sonrisa de respuesta, aunque la mano izquierda segua dolindoleterriblemente. De no ser porque ya estaba enamorada de Alan, pens, seguroque habra cado rendida a sus pies sin una protesta: Llvame a la alcoba, amo,y te acompaar en silencio .

    Con un punto de irona, se pregunt cuntas de las mujeres que se asomaranpor la tienda para echar un breve vistazo antes de que acabara el da volveran asus casas con una loca pasin por aquel hombre. Advirti que este no llevabaanillo de boda; ms lea al fuego.

    Encantado de conocerla, seora Chalmers dijo el hombre, que avanzunos pasos hacia ella. Soy Leland Gaunt.

    Se acerc a Polly tendindole la mano y frunci ligeramente el ceo cuandoella dio un corto paso atrs.

    Lo siento se apresur a decir la mujer, pero nunca estrecho una mano.No lo tome como una descortesa, por favor. Tengo artritis, sabe?

    Dej el envase de Tupperware sobre la vitrina ms prxima y levant lasmanos, enfundadas en guantes de cabritilla. No tenan nada de repulsivo, peroestaban claramente deformadas; la zurda un poco ms que la diestra.

    En el pueblo haba mujeres que pensaban que Polly estaba incluso orgullosade su enfermedad; por qu si no se apresuraba tanto en proclamarla?

    La verdad, sin embargo, era exactamente lo contrario. Aunque no era unamujer vanidosa, a Polly le preocupaba su aspecto hasta el punto de avergonzarsede la fealdad de sus manos, de modo que procuraba pasar lo antes posible el maltrago de ensearlas. Y cada vez que lo haca, le rondaba la cabeza durante uninstante tan fugaz que casi siempre pasaba inadvertido el mismo

  • pensamiento: Ya est. Ya ha pasado. Ahora, puedo seguir con lo dems.Por lo general, la gente mostraba cierta incomodidad y desasosiego cuando

    les enseaba las manos. Gaunt, no. La tom por el antebrazo con una mano quese apreciaba extraordinariamente fuerte y le dio el apretn de saludo. A Pollydebera haberle parecido un gesto impropiamente ntimo por parte de unapersona a quien acababa de conocer, pero no se lo tom como tal. El ademnresult amistoso, breve e incluso bastante gracioso. Al mismo tiempo, sinembargo, la mujer se alegr de que fuera rpido. Las manos de Gaunt tenan untacto seco, desagradable, incluso a travs del ligero abrigo de otoo que llevabapuesto.

    Debe de ser difcil llevar una tienda de costura con ese dolor en las manos,seora Chalmers. Cmo se las arregla?

    Era una pregunta que poca gente le haba hecho y, a excepcin de Alan, norecordaba que nadie en el pueblo se la hubiera planteado de una forma tandirecta.

    Me dediqu por completo a la costura mientras pude le respondi. Sepodra decir que soport el dolor estoicamente. Ahora tengo a media docena dechicas que trabajan para m a tiempo parcial, y y o me dedico ms a los diseos.Pero todava tengo algunos das buenos.

    Eso ltimo era mentira, pero a Polly le pareci que no haca ningn dao, yaque lo deca sobre todo para s misma.

    En fin, me alegro mucho de que haya venido. A decir verdad, tengo unterrible ataque de miedo escnico.

    En serio? Por qu?Normalmente, Polly Chalmers era an ms cauta en emitir juicios respecto a

    lugares o a hechos que en hacerlo sobre las personas; por eso le sorprendi incluso le alarm un poco la rapidez y naturalidad con que se senta cmoda encompaa de aquel hombre, al que haba conocido haca menos de un minuto.

    No hago ms que preguntarme qu har si no entra nadie, nadie enabsoluto, en todo el da.

    Vendrn le asegur ella. Querrn echar un vistazo a su mercanca.Nadie parece tener la menor idea de qu se vende en una tienda llamada CosasNec