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LA ILUSTRACIÓN EN CATALUÑA: La obra de los Ingenieros Militares

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Edita:

© Autores, coordinador y editor, 2010

NIPO: xxx-xx-xxx-x

ISBN: xxx-xx-xxxx-xxx-x

Depósito Legal: M-xxxxxx.2010

Imprime: xxxx

Tirada: xxxx ejemplares

Fecha de edición: xxxx 2010

Diseño original y maquetación: Nieves de Lizaur

Las opiniones emitidas en esta publicación son de exclusiva responsa-

bilidad del autor.

Los derechos de explotación de esta obra están amparados por la Ley

de Propiedad Intelectual. Ninguna de las partes de la misma puede ser

reproducida, almacenada ni transmitida en ninguna forma ni por medio

alguno, electrónico, mecánico o de grabación, incluso fotocopias, o por

cualquier otra forma, sin permiso previo, expreso y por escrito de los

titulares del © Copyright.

EMPRESA CONSTRUCTORA

URCOTEX

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LA ILUSTRACIÓN EN CATALUÑA: La obra de los Ingenieros Militares

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LA ILUSTRACIÓN EN CATALUÑA:

La obra de los Ingenieros Militares

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I • PREFACIO 010

Presentación de la Ministra de Defensa 012 Presentación del Inspector General del Ejército 016 Los autores 022 Grupo de trabajo sobre la conmemoración del III centenario de la “Real y Militar Academia de Matemáticas de Barcelona” 032 Introducción Por el coordinador del libro 034

II • MARCO 040

La formación científica de los ingenieros militares españoles del siglo XVIII Carlos Díaz Capmany 042

Ilustración. Pensamiento científico Marisol de Mora 060

Metodología y sistemas de composición geométricos en las Iglesias proyectadas por los ingenieros militares en Cataluña durante el siglo XVIII Rafael Vila 074

Gremios y absentistas del Ejército en la Cataluña del siglo XVIII Pere Molas y Mariela Fargas 114

La Dirección de Ingenieros en el Principado de Cataluña durante el siglo XVIII Margarita Galcerán 130

Los ingenieros militares y la Real Academia de San Fernando Manuel Novóa 150

III • INGENIEROS SINGULARES 166

Los ingenieros militares Juan y Pedro Martín Cermeño Juan Carrillo de Albornoz 168

Francisco Llovet, Ingeniero Director en el Principado de Cataluña Margarita Galcerán 192

Militares e Ingenieros: Los Beranger Mª Carmen Navarro 212

Retazos biográficos del Ingeniero Militar Pedro de Lucuze (1692-1779) Pedro Mora 232

ÍNDICE

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IV • REALIZACIONES 252

OBRAS CIVILES

El puente de Carlos III de Molins de Rei Manuel Novóa 256

La Iglesia de la Fortaleza de San Fernando de Figueres Rafael Vila 276

El hospital del Rey. La obra de los ingenieros militares en Montevideo Concha Virgili y William Rey 290

Proyectos Hidráulicos en Cataluña. Siglo XVIII ( Río Ebro, Baronía de Flix) Jesús Maldonado 306

Nuevas poblaciones en la costa de Cataluña durante el reinado de Carlos III Enric Viñas 330

OBRAS MILITARES

La creación de la Maestranza de Artillería y la fábrica de San Sebastián de la Muga Antonio de Lizaur 350 La arquitectura para cuarteles en el siglo XVIII Jordi Oliveras 376

Las Murallas de Barcelona Arcadio del Pozo 392

Las Atarazanas, el urbanismo y el patrimonio cultural Francisco Segovia 412

V • ANEXOS 440

V·1. Catálogo de las obras más importantes realizadas en Cataluña por los ingenieros militares en el siglo XVIII

Antonio de Lizaur 442

V·2. Cronología del siglo XVIII 488 V·3. Memorándum de actuaciones de los capitanes generales en Barcelona 524 V·4. Abstracts 584

VI • BIBLIOGRAFÍA 596

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PREFACIO

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012 PRESENTACIÓN DE LA MINISTRA DE DEFENSA

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013

Dña. Carme Chacón Piqueras

Ministra de Defensa

No es casual que, a partir de

1720, comenzase a funcionar

en Barcelona la Real Academia

Militar de Matemáticas y Forti-

ficación, pues diez años antes,

un oficial flamenco confinado en

aquella ciudad, Jorge Próspero

de Verboom, había redactado

el memorial que daría origen al

Real Decreto de 1711 por el que

se creaba el Cuerpo de Inge-

nieros Militares. Y la Academia

barcelonesa, inspirada en la que

ya funcionaba en Bruselas, fue el

principal centro de enseñanza de

este nuevo cuerpo militar.

En aquel momento se intentaban

reparar los estragos materiales

producidos por la Guerra de Su-

cesión en la Península Ibérica y,

como recordaba Jovellanos, se

pretendía enseñar al pueblo el

valor de la ilustración mediante

la creación de academias, semi-

narios, bibliotecas, la protección

de las letras y la realización de

obras públicas, de las que existía

verdadera necesidad.

Pero no se limitaba a esto la

función de la Academia porque,

además de los territorios italia-

nos vinculados de alguna manera

a la Corona, la renovación y la

prosperidad pasaban por los te-

rritorios de ultramar, necesitados

de nuevas fortificaciones, edi-

ficios públicos y grandes obras

de ingeniería en caminos, ca-

nales y puertos, para hacerlos

partícipes de los beneficios del

progreso que se configuraba in-

ternacionalmente en el Siglo de

las Luces.

Este libro está dedicado a las

obras realizadas por los ingenie-

ros militares en Cataluña durante

el siglo XVIII, que aplicaron los

conocimientos y la formación ad-

quiridos en la Academia, no sólo

en sus reglamentarias funciones

de castrametación, sino también

en múltiples construcciones de

carácter civil. Por su volumen y

calidad suponen una significativa

contribución al patrimonio cultu-

ral catalán.

Page 14: Libro ilustra cat02

014 Junto con los renombrados in-

genieros que aquí se citan,

trabajaron otros con igual en-

tusiasmo y cuyo empleo militar

no les permitió atestiguar sus

colaboraciones; evidentemente,

también participaron multitud

de trabajadores especializados

que con su buen hacer dieron

el punto de perfección y belleza

requeridos. Gracias al esfuer-

zo de todos ellos podemos hoy

contemplar estas edificaciones,

digno ejemplo para las genera-

ciones que les sucedieron, que

desde la admiración, mantu-

vieron y conservaron el legado

recibido.

Por tanto, nuestro reconocimien-

to al grupo de trabajo para el

estudio de la Academia de Bar-

celona, formado por un equipo

multidisciplinar de investigado-

res bajo la tutela del Inspector

General del Ejército, por haber

llevado a buen fin este importan-

te proyecto.

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015

Page 16: Libro ilustra cat02

016 PRESENTACIÓN DEL INSPECTOR GENERAL DEL EJÉRCITO

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017

Tte. General D. Fernando Torres

González Inspector General

del Ejército

Me parece muy oportuno recor-

dar que hace varios años, un

grupo entusiasta de profesio-

nales procedentes de diversos

ámbitos, civiles y militares, se

comprometieron a llevar a cabo

un trabajo de investigación y

análisis sobre el principal cen-

tro de formación tecnológica de

España durante el siglo XVIII,

ubicado en la ciudad de Barce-

lona. El trabajo y dedicación de

dicho grupo, dirigido inicialmen-

te por el General de Ejército,

Luis Alejandre Sintes, entonces

Jefe de la Región Militar Pire-

naica y posteriormente por el

Teniente General Francisco Bo-

yero Delgado, Inspector General

del Ejército, dieron como fruto

una magnífica obra colectiva:

La Academia de Matemáticas

de Barcelona. El legado de los

ingenieros militares. Un tra-

bajo riguroso y de calidad en

el que se resalta la importancia

de la mencionada Academia de

Matemáticas y la trascendencia

de la obra, civil y militar, de los

ingenieros militares que allí se

formaron.

Con esta interesante publica-

ción se marcaba un atractivo

camino a seguir. Los estudios

continuaron y lo que parecía una

labor inabarcable, el análisis de

las obras de los ingenieros mi-

litares en Cataluña, es hoy una

realidad.

En el siglo XVIII, el ámbito de

actuación de ingenieros y ar-

quitectos no estaba claramente

delimitado, como tampoco lo

estaba entre éstos y los diversos

profesionales de la construc-

ción. Este hecho propició una

importante relación entre inge-

nieros militares y gremios, que

resulta esencial para compren-

der los logros posteriores. Pero

también es de destacar su rela-

ción con la Real Academia de

Bellas Artes de San Fernando,

nacida a mediados de siglo en

Madrid, ya que ésta era la res-

ponsable de impulsar el “buen

gusto” en la arquitectura; es

decir, el estilo neoclásico. Así,

los ingenieros militares, habi-

tuados a centrar sus estudios

en la estática y la resistencia

Page 18: Libro ilustra cat02

018 de los materiales, impulsaron el

sometimiento de la arquitectu-

ra a la razón y, de su mano, el

componente estructural de los

proyectos ganó preponderancia

sobre el artístico. Por ello fue-

ron, en gran medida, impulsores

de las nuevas ideas que reco-

rrían Europa.

La situación geoestratégica de

Cataluña y la nueva concepción

de la administración pública

propiciaron que el mayor nú-

mero de ingenieros militares

se concentrara en el Principa-

do. Estos mismos motivos les

llevaron a desarrollar unas téc-

nicas constructivas específicas,

de clara significación política,

que algunos denominan “arte

abaluartado” catalán y que que-

dan claramente representadas

en la Ciudadela de Barcelona

y el Castillo de San Fernando

en Figueres. Pero los ingenie-

ros formados en la Academia

de Matemáticas de Barcelona

pronto trascendieron los co-

metidos puramente militares y

comenzaron a ejecutar todo tipo

de obras, siendo considerados

como el verdadero origen de

toda la ingeniería civil y militar

en España.

En esta obra se estudian los

proyectos ejecutados en Ca-

taluña durante el siglo de la

Ilustración. Con ello se preten-

de destacar el importante papel

de la Academia de Matemáticas

de Barcelona en la configura-

ción de su entorno cercano, en

la proyección del conocimiento

de necesidad militar sobre la

sociedad civil: “Nunc Minerva,

Postea Palas“ (ahora la ciencia,

luego la guerra) no sólo fue el

lema de la Academia sino el de

todos sus discípulos y gracias a

ello sus conocimientos sirvieron

al desarrollo económico-social

de una sociedad, la catalana,

en cuyas ciudades y campos

destaca la impronta de los inge-

nieros militares.

Estos ingenieros propiciaron el

desarrollo del puerto de Barce-

lona y la planificación del barrio

de La Barceloneta y ayudaron

al desarrollo urbanístico de la

ciudad, que triplicó su pobla-

ción durante este siglo, con el

trazado de paseos tan repre-

sentativos como el de Gracia,

San Juan o Isabel II y la apertura

de calles como la de Fernando

VII o Conde del Asalto. Dirigie-

ron la construcción de edificios

religiosos como el convento de

Sant Agustí Nou en Barcelona

o la Seu Nova en Lleida. Rea-

lizaron edificios públicos como

la Universidad de Cervera o el

mercado de la Boquería. Tra-

zaron caminos tan importantes

como el Camino Real de Barce-

lona a Madrid o las carreteras

de Lleida y Valencia, lo que

obligó a diseñar puentes como

el de Molins de Rei sobre el

río Llobregat. Se encargaron

del abastecimiento de agua a

diversas poblaciones y ejecu-

taron algunas obras hidráulicas,

como la esclusa de Flix en el río

Ebro.

En definitiva, estas obras y un

sin fin de continuas actuaciones

necesitaban el reconocimiento

que hoy ofrece esta publicación

y si aquéllas representan la firme

voluntad de la institución militar

de acercarse al pueblo de que

forma parte y preocuparse por

sus necesidades y carencias,

ésta es el reconocimiento del

pueblo al esfuerzo realizado por

sus fuerzas armadas en la mejo-

ra de la calidad de vida de todos

los ciudadanos.

Considero muy acertado el es-

quema de trabajo que se ha

seguido en esta publicación,

que partiendo de un marco ge-

neral en el que nos ambienta

sobre la formación científica y

la metodología de la enseñanza

que recibían aquellos ingenieros

militares del siglo XVIII, nos lle-

va a resaltar la figura y obra de

algunos de nuestros ingenieros

más brillantes, y a profundizar

en determinadas obras civi-

les y militares verdaderamente

emblemáticas.

Page 19: Libro ilustra cat02

019Respecto a la formación cien-

tífica se nos recuerda que para

desarrollar el plan de refor-

mas impulsado por Felipe V se

tuvo que recurrir al Cuerpo de

Ingenieros Militares por no dis-

poner de otros técnicos con

suficientes conocimientos de

la ciencia moderna que, nacida

de la revolución científica pro-

ducida a lo largo del siglo XVII,

por otra parte no era bien reci-

bida en las Universidades que

seguían dando prioridad a las

ciencias discursivas. De esta

manera, surgieron nuevos Cen-

tros de cultura e investigación,

con carácter académico, que

profundizaron en los nuevos

estudios. Los ingenieros milita-

res del siglo XVII, empezaron a

formarse en Academias donde,

con la ayuda de publicaciones

que recogían los avances cien-

tíficos, fueron adquiriendo los

nuevos conocimientos. De esta

manera, estuvieron en condicio-

nes de aplicar en sus trabajos

los progresos de las matemáti-

cas y la geometría, y pudieron,

en el pórtico del XVIII, jugar un

importante papel como intro-

ductores de la ciencia moderna

en España.

Con esta ambientación inicial se

ha pretendido generalizar sobre

la ciencia del siglo XVIII desde

puntos de vista civiles y militares

y luego describir el ambiente en

el que se desarrollaba el trabajo

de los ingenieros tratando con

los diferentes gremios y con-

tratistas, presionados siempre

por las Jefaturas de Ingenieros

y controlados sus diseños por la

Academia de San Fernando.

En cuanto a la metodología de la

enseñanza se pone de manifies-

to que las proporciones de las

medidas de las obras de infraes-

tructura nos permiten identificar

no solamente al autor sino tam-

bién a su preceptor y al lugar de

su formación, con una especial

diferencia entre la impartida en

Bruselas y la de Barcelona.

Como ingenieros singulares se

han elegido, por su especial

trascendencia e influencia, Lu-

cuce, director de la Academia

de Barcelona; la saga de los

Zermeño, cuyas obras son de

trascendental importancia; los

Balaguer, que dejaron su carac-

terística huella especialmente en

América; y Llovet, uno de los in-

genieros más prolífico del siglo.

Todos ellos ilustres personajes,

quienes junto a otros ingenieros

igualmente importantes, repre-

sentan honrosamente la historia

de su siglo.

En relación a las obras civiles

que se exponen en el texto, se

ha elegido una de cada tipo, de-

jando escoger al autor el tema

concreto, ya que lo verdadera-

mente importante era mostrar

la diversidad de trabajos que

realizaron los ingenieros. No

obstante, el puente de Carlos III

en Molins de Rei, la Iglesia de

la fortaleza de San Fernando,

los hospitales de Montevideo,

la ingeniería hidráulica y la apor-

tación en el diseño de nuevas

poblaciones, son obras de un

peso considerable que crearon

impronta en su siglo y un claro

ejemplo para los sucesivos.

Con criterio similar se abordan

las obras militares, con la sal-

vedad de que se ha buscado

mostrar un aspecto diferente a la

obra en sí. De este modo se trata

la industria militar, en concreto

las Atarazanas y San Sebastián

de la Muga, estudiándolas como

fábricas. En la tipología de los

cuarteles se orienta el trabajo

en descubrir el canon de uni-

formidad en la construcción. Se

analizan las murallas de Barce-

lona que fueron derruidas para

facilitar la expansión de Barce-

lona o la deconstrucción de un

fuerte que también contribuyó

al desarrollo urbano. Por lo que

más que un trabajo de análisis

sobre el punto de vista mili-

tar, se orienta a demostrar que

incluso obras de carácter emi-

nentemente castrense tuvieron

una consecuencia beneficiosa

para el desarrollo.

Page 20: Libro ilustra cat02

020 Finalmente, quiero expresar, con

gran satisfacción, mi gratitud y

felicitación a todos los autores de

los diferentes trabajos que con-

forman esta obra colectiva, por

su valiosa aportación y porque sin

su dedicación, competencia pro-

fesional y capacidad de trabajo

en equipo, este libro no hubiera

visto la luz. Y también reconocer

que tras realizar estos estudios

sobre nuestra Historia, podemos

mirar al futuro con el mismo sen-

timiento con el que lo hicieron

los “Academistas” o alumnos de

la Academia de Matemáticas de

Barcelona y volver a decir “Nunc

Minerva, Postea Palas”.

Antigua puerta de la Academia

de Matemáticas en el

Convento de Sant Agustí Vell.

(Pl. de la Academia, Barcelona.)

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021

Page 22: Libro ilustra cat02

022 LOS AUTORES

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023

Nacido en Figueres el 28 de mayo de 1933.

Ha sido General Jefe de la Brigada de Cazadores de Montaña XLI y Gobernador Militar de Girona. Actualmen-

te es Presidente de la Junta de Promotores del Consorcio “Castillo de San Fernando”, con sede en Figueres.

Es autor de las obras: “El Castillo de San Fernando de Figueres, Su historia” (1982, y 2ª ed. en 2000);

“Murallas y alojamientos militares de Girona” (1998); “La Ciudadela de Roses” (1998); y “La fortificación

abaluartada. Una arquitectura militar y política” (2004). Ha escrito numerosos artículos sobre historia y orga-

nización militar en diversas publicaciones.

CARLOS DÍAZ CAPMANY.Teniente General del Ejército, en situación de Segunda Reserva.

Diplomado de Estado Mayor y de Estados Mayores Conjuntos.

Licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona.

Diplomado en Heráldica por el Instituto de Cultura e Historia Militar.

Ha sido Subdirector y Jefe de Redacción de la revista “Memorial de Ingenieros”, y Director de la Biblioteca y

Museo de la Academia de Ingenieros.

Profesor del Curso de Historia de la Fortificación, organizado por el Instituto de Historia y Cultura Militar.

Ha colaborado con la Real Academia de la Historia en la próxima edición del Diccionario Biográfico Español,

para el que ha entregado mas de cuatrocientas cincuenta biografías de ingenieros militares de los siglos XVI

al XIX.

Ha sido Profesor Tutor del Centro Asociado de las FAS con la UNED.

JUAN CARRILLO DE ALBORNOZ Y GALBEÑO.Coronel de Ingenieros (Retirado).

Licenciado en Historia.

Profesor Emérito de la Academia de Ingenieros del Ejército.

Page 24: Libro ilustra cat02

024

Es Arquitecta Superior (1976) por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, Universidad Po-

litécnica de Catalunya, y Doctora Arquitecta (1991) con la Tesis Doctoral, que lleva por título: “La Arquitectura

de los Ingenieros Militares: labor arquitectónica y científica de los Llobet en el siglo XVIII.”

Colegiada en el Colegio de Arquitectos de Catalunya, nº 8.138-8.

En la actualidad es Profesora Titular en la Sección de Dibujo Arquitectónico, del Departamento de Expresión

Gráfica Arquitectónica I, en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, Universidad Politéc-

nica de Catalunya.

Desarrolla su tarea profesional, académica e investigadora, fundamentalmente, en tres áreas temáticas: el Di-

bujo Arquitectónico y en concreto la Informática gráfica (CAD), el Patrimonio Arquitectónico y la Arquitectura

Militar, especialmente todo lo relacionado con el Cuerpo de Ingenieros Militares.

Ha trabajado también como docente en la Universitat Internacional de Catalunya y en la Universitat Oberta

de Catalunya.

Sus trabajos de investigación se centran en el estudio sobre la familia, el poder y la sociedad en la Cataluña

de la Edad Moderna.

MARIELA FARGAS PEÑARROCHA.Doctora en Geografía e Historia.

Profesora de Historia Moderna en la Universidad de Barcelona.

MARGARITA GALCERÁN VILA.Doctora en Arquitectura.

Profesora en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona.

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025

ANTONIO DE LIZAUR Y DE UTRILLA.Coronel de Artillería en situación de reserva.

Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología.

JESÚS MALDONADO DE ARJONA.General del Ejército (Retirado).

Diplomado de Estado Mayor y de Estados Mayores Conjuntos.

Nació en La Solana (Ciudad Real), en 1939.

Ingresó en la Academia General Militar de Zaragoza en septiembre de 1957.

Por pertenecer al Arma de Infantería estudió también en la Academia de Toledo.

El 15 de noviembre de 1961 finalizó la carrera militar y fue promovido al empleo de Teniente de Infantería,

siendo su primer destino el Grupo de Tiradores de Ifni nº 1.

A lo largo de su servicio activo estuvo destinado en varias unidades y a su ascenso a General ocupo la Jefa-

tura de Estado Mayor de la Región del NO.

En julio de 1998 cesó en el servicio activo y fue nombrado Director del Centro de Historia y Cultura Militar de

la Región Pirenaica (Barcelona), donde permaneció hasta su retiro en junio de 2004.

Es investigador histórico militar y autor de los siguientes artículos:

• Síntesis biográficas de los Ttes. Grales. Urrutia, O`Reilly y Téllez Girón para el Diccionario Biográfico de

la Academia. de la Historia.

• ”Canales y comunicaciones fluviales en Cataluña. Siglo XVIII”, en “La Academia de Matemáticas de Bar-

celona. El legado de los ingenieros militares”.

Destinado la mayor parte de su carrera militar en Cataluña, se ha dedicado principalmente a la Logística,

pasando a la reserva cuando era Subdelegado de Defensa en Girona.

Su primer trabajo publicado trató sobre el Parque y Maestranza de Artillería de Barcelona; dedicado desde

entonces a la investigación histórica, sus escritos, colaboraciones y conferencias han tratado principalmente

sobre Poliorcética, la Historia de la Artillería y sus materiales y sobre el siglo XVIII.

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026

PERE MOLAS RIBALTA.Doctor en Filosofía y Letras.

Catedrático de Historia Moderna en la Universidad de Barcelona.

Presidente de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona.

Gran conocedor de los problemas sociales, institucionales y de poder de los siglos del Antiguo Régimen, su

primera gran obra versó sobre los gremios barceloneses del siglo XVIII y entre sus últimos trabajos destaca

un voluminoso estudio sobre los gobernantes de la España Moderna.

Colaborador en revistas, prensa, conferenciante, comisario de exposiciones y presentador de libros.

Publicaciones

• “Josep Cusachs i Cusachs”.

• “La Real Fundición de Bronces de Sevilla. Siglos XVI a XVIII”. Fábrica de Artillería de Sevilla.

• “El caballo en la pintura militar de Cusachs”. Catálogo de la exposición en la Real Maestranza de Caba-

llería de Sevilla, 1.996.

• “El Atanor del Infante”. Torre de don Fadrique. “Josep Cusachs i Cusachs. (1851-1908). 150 aniversario.” Cas-

tillo de Montjuich. Barcelona, 2001. “Estudio histórico-artístico de un edificio singular. Capitania General

de Sevilla”.

• “Mito, historia e iconografía en la fundición de cañones”. Ministerio de Defensa. Madrid, 2009.

• “Pirotecnia Militar de Sevilla: de complejo industrial a sede universitaria”. Servicio de Publicaciones.

Universidad de Sevilla. En prensa.

Capítulos en libros

• “La Guerra en la Antigüedad. Una aproximación al origen de los ejércitos en Hispania”. Ed. Ministerio

de Defensa. 1997. “Las thoracatas. Exponente singular de la escultura militar romana”.

• “Las Fortificaciones de Carlos V”. Ed. Sociedad Estatal para la conmemoración de los centenarios de

Carlos V y Felipe II. Madrid, 2000. “Arte y técnica en la fortificación”.

• “Joseph Cusachs y el servicio militar en España”. Madrid, 2001. “Josep Cusachs i Cusachs. Pintor Militar”.

• “La Academia de Matemáticas de Barcelona”. El legado de los ingenieros militares. Ministerio de Defen-

sa. 2.004. “La Ilustración Militar en España. Un anticipo de modernidad”.

• “Rodríguez Caso, Luis”. Diccionario de ateneistas III. Ateneo de Sevilla. Sevilla, 2005.

• “Josep Cusachs i Cusachs”. (1851-1908). Caixa Laietana. Barcelona, 2008.

PEDRO MORA PIRIS.Coronel de Infantería (Retirado).

Doctor en Geografía e Historia.

Licenciado en Bellas Artes.

Experto en Museología por la Universidad Complutense.

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027

Empleo actual: Facultad de Filosofía y C.E. de San Sebastián, Universidad del País Vasco, UPV/EHU, Depar-

tamento de Filosofía

Categoría actual: Catedrático numerario de universidad. Perfil de la plaza: Historia de la Filosofía y de la

Ciencia

Áreas de investigación: Historia de la Filosofía, Historia de la Ciencia y la Técnica, Filosofía de la Ciencia,

con especial acento en la Historia de las Matemáticas, en la Teoría de la Probabilidad y en cuanto a etapas

históricas el Renacimiento y los siglos XVII y XVIII.

Miembro correspondiente de la Academia Internacional de Historia de las Ciencias, con sede en París, desde

1997.

Member of the International Commission on the History of Mathematics, ICHM, desde 1997. http://elib.zib.

de/IMU/ICHM

MARISOL DE MORA CHARLES.Licenciada en Filosofía Pura por la Universidad Complutense de Madrid.

Licenciada en Ciencias Exactas por la Universidad Complutense de Madrid.

Doctora en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid.

Mª CARMEN NAVARRO ABRINES.Doctora en Historia Moderna.

Licenciada en Historia Moderna y Contemporánea.

Licenciada en Historia del Arte.

Catedrática de Geografía e Historia de Enseñanza Secundaria

Ha impartido clases hasta el curso 2000 en el Instituto Jaime Balmes de Barcelona y del 2000 al 2006 en el

Instituto Español Severo Ochoa de Tánger.

Ha impartido cursos teóricos y prácticos en el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de

Barcelona y de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Su campo de investigación y sus publicaciones se han centrado en la ingeniería militar del siglo XVIII. Ha

participado en congresos de A.H.I.L.A. en Madrid, Leipzig y Oporto y del Centre d´Estudis d´Història Moderna

“Pierre Vilar” en Barcelona. Colaboró en la revista Crònica d´Ensenyament como crítica de Arte.

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028

MANUEL NOVÓA RODRÍGUEZ.Ingeniero de Caminos Canales y Puertos.

JORDI OLIVERAS SAMITIER.Arquitecto.

Profesor titular del Departamento de Composición Arquitectónica de la

Escuela de Arquitectura de Barcelona de la UPC.

Como profesor, su área de conocimientos es la de la Teoría de la Arquitectura moderna y contemporánea.

Fue Visiting Scholar en Columbia University de Nueva York, University of California en Los Angeles y Royal

Melbourne Institute of Technology.

Ha participado en diversos trabajos, publicaciones y exposiciones sobre arquitectura moderna. Ha publicado

entre otros los libros: Museos de la última generación (Barcelona, 1986), Textos de Arquitectura de la moder-

nidad (Madrid, 1994), Nuevas Poblaciones en la España de la Ilustración (Barcelona, 1998).

Nacido en Barco de Valedoras (Ourense) en 1946, es Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Ingenie-

ro Jefe de la Demarcación de Costas en Cataluña (MMARM). Entre 1972 y 1976 trabajó en la Comisaría

de Aguas del Pirineo Oriental (MOP), dedicado a estudios y planificación hidrológica, compartiendo con la

docencia en la Escuela de Ingenieros de Caminos en Barcelona, y en el Curso Internacional de Hidrología

Subterránea de Barcelona.

Entre 1987 y 1987, fue Jefe de Costas de Pontevedra.

Desde 1989 a la actualidad, Jefe de Demarcación de Costas en Cataluña, con importante participación en la

transformación de la costa de Barcelona con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992. Presidente del Grupo

de trabajo de la Real y Militar Academia de Matemáticas de Barcelona, miembro del Comité de Redacción

de la revista Ingeniería y Territorio, y director del Seminario de Ingeniería Civil en la Época Romana. Coautor

junto a Joan Alemany del libro Evolución de la costa de Barcelona, y autor de mas de veinte artículos sobre

obras públicas como puentes romanos y medievales, actuaciones en el litoral, e ingeniería militar del siglo

XVIII. Conferencias en diversos países sobre temas de urbanismo costero. Coautor de seis libros sobre la

obra pública.

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029

ARCADIO DEL POZO Y PUJOL DE SENILLOSA.Coronel de Ingenieros (retirado).

WILLIAM REY ASHFIELD.Doctor en Historia del Arte y Gestión Cultural en el Mundo Hispánico,

Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, España. 2007.

Director del Estudio AREA, orientado a la producción de proyectos y dirección de obras de arquitectura. Años

1992 – 2009. Particular énfasis en proyectos de interés patrimonial.

Director de la Consultora Sur, Ambiente y Región, orientada a las áreas de Patrimonio Cultural y Territorio.

1999-2009.

Presidente de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, Uruguay. Período 2007-2009.

Profesor Titular de la Cátedra de Historia de la Arquitectura Nacional, Facultad de Arquitectura, Universidad

de la República. Años 2006-2008.

Profesor titular de la Cátedra de Historia del Arte, Facultad de Humanidades y Comunicación de la Universi-

dad de Montevideo. Años 1998-2009.

Coordinador del Diploma de Posgrado de Patrimonio Edilicio, Facultad de Arquitectura, UDELAR, Uruguay.

Años 2008-2009.

Autor y director de distintos trabajos de investigación y publicación, sobre Historia de la Arquitectura y el

Urbanismo en Uruguay.

Barcelonés del Barrio Antiguo. Nieto, hijo y hermano de militares barceloneses

Especialista en la fortificación del Pirineo

Aficionado a la Historia

Ha publicado artículos en diversas revistas especializadas

Page 30: Libro ilustra cat02

030

FRANCISCO SEGOVIA BARRIENTOS.Coronel de Infantería en reserva.

Nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1945, es Coronel de Infantería diplomado de Estado Mayor y de Estados

Mayores Conjuntos, en situación de reserva con destino. En los últimos años ha sido director del Museo del

Ejército del Patronato del Castillo de Montjuïc (2001-2005) y desde entonces es director del Centro de Histo-

ria y Cultura Militar de la Subinspección General Pirenaica.

Es investigador de temas militares, colaborador de la Enciclopedia Durvan, articulista, conferenciante y co-

misario de exposiciones. Es miembro del Grupo de Trabajo de la Real y Militar Academia de Matemáticas de

Barcelona, participando en sus publicaciones y, como comisario, en la exposición que sobre ella se celebró

en las Drasssanes Reials en el 2004. Forma parte del laboratorio organizado por el Museu Marìtim de Barce-

lona sobre el pasado de las antiguas Atarazanas, sobre éstas ha publicado recientemente la obra “Las Reials

Drassanes de Barcelona entre 1700 y 1936”.

RAFAEL VILA I RODRÍGUEZ.Doctor “cum laude” en Arquitectura, 1986.

Arquitecto en la especialidad de Edificación, 1974, y de Urbanismo, 1976,

por la E.T.S.A.B. Arquitecto Técnico, 1969, por la E.T.A.B.

Miembro del Grupo de trabajo sobre la “Academia de Matemáticas de Barcelona”

Ejerce la profesión liberal, especializado en temas de restauración del Patrimonio Arquitectónico. Fue Secre-

tario de la “Comissió de Defensa del Patrimoni Arquitectónic“ del COAB (1985) y ha dirigido varios cursillos

sobre la intervención en el Patrimonio, amén de haber impartido clases y conferencias en varios “masters” y

cursos de especialización en diferentes Universidades y Colegios de Arquitectos españoles.

Es autor del libro “Restauración de Fachadas: El proyecto y sus técnicas” (Barcelona 1987)

Ha redactado los planes de Restauración de la Catedral de Vic y del Castillo-fortaleza de San Fernando de

Figueres para el IPHE.

Su tesis doctoral versó “Sobre un sistema geomètric de composició a l’arquitectura romànica catalana. Se-

gles X-XII”

Page 31: Libro ilustra cat02

031

ENRIC VIÑAS I MANUEL.Doctor en Arquitectura.

CONCHA VIRGILI BELDA.Doctora en Historia del Arte.

Licenciada en Filosofía y Letras, en Historia Moderna y en Ciencias

Empresariales: Sección Comercio Exterior.

Catedrática de Sociología de la Universitat de Barcelona.

Es Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, AICA. Miembro de la Associació Catalana de

Crítics d´Art, ACCA y Comisaria de exposiciones.

Realiza labores de curadora de Arte y asesoría de colecciones.

Publicaciones en el ámbito de su especialización.

Máster en Arquitectura del Paisaje. UPC

Profesor del Máster en Restauración de Monumentos. Universidad Politécnica de Catalunya. UPC

Miembro de número de la Sociedad Española de Historia de la Construcción. SEHC

Miembro de la Asociación Española de Jardinería y Arte Paisajístico. AEJAP

Miembro fundador de la Asociación para la defensa cívica del Patrimonio cultural. SOS Monuments.

Page 32: Libro ilustra cat02

032 GRUPO DE TRABAJO SOBRE LA CONMEMORACIÓN DEL III CENTENARIO DE LA “REAL Y MILITAR ACADEMIA DE MATEMÁTICAS DE BARCELONA”

Page 33: Libro ilustra cat02

033

Sr. Manuel Novóa Rodríguez

Dra. Margarita Galcerán Vila

Dr. Juan Miguel Muñoz Corbalán

Dr. Salvador Tarragó i Cid

Dr. Rafael Vila i Rodríguez

Dra. Concha Virgili Belda

Dr. Enric Viñas i Manuel

Sr. Juan Manuel Alfaro Guixot

Dr. Pere Molas Ribalta

Dra. Mariela Fargas Peñarrocha.

Dra. Marisol de Mora Charles

Dra. Mª Carmen Navarro Abrines

Sr. Fernando Torres González

Sr. Carlos Díaz Capmany

Sr. Jesús Maldonado de Arjona

Sr. José Antonio Albiñana Celma

Sr. Arcadio del Pozo y Pujol de Senillosa

Sr. Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño

Sr. José Luis Díez Gimbernat

Sr. Francisco Segovia Barrientos

Sr. José Antonio Coto Barceló

Sr. Antonio de Lizaur y de Utrilla

Sr. Manuel Alonso Outeda Barriga

Jefe de la Demarcación de Costas en Cataluña

Profesora titular de la ETS. de Arquitectura de la UPC.

Profesor Titular de Arte Moderno y Contemporáneo

Arquitecto Profesor de la ETSECCP.

Arquitecto redactor del Plan Director del castillo de Figueres

Catedrática de Sociología de la Universidad de Barcelona

Arquitecto

Presidente de la Fundació privada cultural “Les Fortaleses

Catalanes”

Catedrático de Historia Moderna de la Universitat de Barcelona

Doctora en Historia Moderna

Doctora en Filosofía.

Doctora en Historia Moderna y Contemporánea

Teniente General Inspector General del Ejército de Tierra

Teniente General en segunda reserva

Presidente de la Junta de Promotores del castillo de San

Fernando

General de Brigada retirado

Antiguo Director del Centro Regional de Historia y Cultura

Militar

General Jefe del Estado Mayor Funcional de la Inspección

General del Ejército

Coronel retirado y Vicepresidente de la Hermandad de

Veteranos de las FAS.

Coronel retirado y Profesor emérito de la Academia de

Ingenieros

Coronel de Ingenieros en reserva

Coronel Director Interino del Centro Regional de Historia y

Cultura Militar Pirenaico

Coronel de Ingenieros en reserva

Coronel de Artillería en reserva

Coronel del Estado Mayor Funcional de la IGE.

Page 34: Libro ilustra cat02

034 INTRODUCCIÓN

Page 35: Libro ilustra cat02

035

D. Antonio de Lizaur y de Utrilla

Coordinador del libro

Al finalizar la Guerra de Suce-

sión, España se encontraba

unificada y su rey, Felipe V,

disponía de una nación con

un clero extraordinariamente

numeroso y mayoritariamente ig-

norante, fanático y dividido, una

Administración de sus estados

inmoral, un pueblo extremada-

mente conservador, apegado a

sus costumbres y tradiciones,

un Ejército mal pagado, escaso

y muy castigado por la guerra,

y con una Marina prácticamente

inexistente.

Se había propuesto como objeti-

vo la paridad científica y técnica

con Francia, ello pasaba por una

actualización de las tecnologías,

por lo que decidió impulsar los

procedimientos adecuados.

Desde hacía años la ciencia en

España, estaba condicionada a

superar las tradiciones popula-

res y al Santo Oficio. Éste, que

había ralentizado su actividad,

recibió un nuevo empuje duran-

te el reinado de Felipe V, debido

al compromiso adquirido con la

Iglesia por su apoyo durante la

Guerra.

La Iglesia, depositaria tradicional

del conocimiento y de la ciencia,

se resistía a perder esta exclusi-

vidad, utilizando a la Inquisición

como instrumento, investigando

desde el punto de vista teológico

todo tipo de teorías y adelantos

científicos antes de conceder

su aprobación y en consecuen-

cia la recomendación real y su

divulgación.

El pueblo, tradicionalista e incul-

to, contrario a cualquier tipo de

renovación, difícilmente podía

asimilar las ventajas de la cien-

cia si era incapaz de adoptar las

nuevas técnicas.

En consecuencia la ciencia, aun-

que impulsada por el Rey, estuvo

tutelada por la Inquisición y por el

pueblo, lo que dificultó su rápido

desarrollo.

A pesar de los deseos de progre-

so, en la práctica se apreciaban

múltiples dificultades, las teorías

Page 36: Libro ilustra cat02

036 heliocéntricas estaban prohibi-

das, lo relativo a la astronomía

mantenía una desconfianza tradi-

cional, y existía una amplia lista

de libros no autorizados, además

aquellos que habían sido impre-

sos en lugares que no gozaban

de la protección de España y por

lo tanto no poseían la autoriza-

ción real, no estaban permitidos.

Estas dificultades no modifica-

ron la decisión del Rey a favor

de la ciencia, por lo que para

aminorar las consecuencias de

la idiosincrasia española, con-

cedió especiales autorizaciones

a las Academias y Escuelas de

Artillería y posteriormente a las

de Ingenieros, para que pudieran

tener en sus bibliotecas los libros

prohibidos, a fin de que fueran

estudiados e investigados, jus-

tificando el hecho porque los

artilleros junto a los ingenieros

militares, constituían la parte téc-

nica de sus ejércitos.

Las Universidades, siguiendo los

usos del momento, daban prio-

ridad absoluta a las letras, a la

formación de jurisconsultos, teó-

logos o médicos, ignorando las

ciencias, como lo demuestra que

de las treinta y siete cátedras exis-

tentes a principio de siglo sólo

una lo fuese de matemáticas;

entendiéndose en la época por

matemático todo estudio que usa-

ra de los números.

Esta cátedra era evidentemente

la menos importante, al menos

hasta 1778, año en que D. Tomás

Cerdá accedió a ella, alcanzan-

do entonces las matemáticas el

prestigio que se merecían.

Hasta entonces todo lo referen-

te a las matemáticas estaba en

manos de jesuitas y militares,

por lo que las opciones de su

conocimiento pasaban por ellos

o por estudiar en el extranjero.

Los estudios en el extranjero

fueron facilitados por el Rey al

propiciar a partir de 1718 una

serie de becas al efecto, de las

que se beneficiaron tanto milita-

res como civiles.

Con estas becas se anulaba la

orden que Felipe II había dictado

para todos los súbditos de sus

reinos en 1559:

“No pueda ir ni salir destos

reynos a estudiar, ni enseñar,

ni aprender, ni a estar, ni a

residir en universidad, ni estu-

dio, ni colegio, fuera de estos

reynos”.

A pesar de las intenciones del

Rey el plan tuvo poco éxito, ya

que estuvo limitado por el enor-

me empuje del resto de Europa,

sólo pudiendo considerar a Es-

paña como mera importadora de

ciencia y técnica.

Mientras tanto en Europa la ciencia

alcanzaba cotas insospechadas,

los nuevos descubrimientos y los

inventos, producto de los adelan-

tos técnicos, revolucionaron el

siglo, la filosofía creaba un nuevo

modelo de pensamiento mundial

basado en la razón, mientras que

la Enciclopedia cuestionaba los

conocimientos anteriores y la Ilus-

tración dejaba entrever un nuevo

orden.

En 1767 fueron expulsados de

España 2641 jesuitas, acusados

entre otras cosas de apoyar el

motín contra Esquilache, este

hecho causó un enorme daño, ya

que ellos llevaban prácticamen-

te toda la segunda enseñanza,

con lo que la cultura fue la única

perjudicada.

El vacío creado por esta medida,

obligó a una reforma, sustitu-

yendo muchos de los puestos

ocupados por los jesuitas por

profesores agustinos, quedando

las matemáticas exclusivamente

en manos de los militares.

La Ilustración en España se ini-

ció en el siglo XVIII, el Siglo de

la Razón, en el que se intentó

que la ciencia perdiera sus pre-

juicios ancestrales e iniciara su

andadura hacia la modernidad y

aunque no se consiguió romper

del todo con lo antiguo fue el ini-

cio industrial de España.

Page 37: Libro ilustra cat02

037Se inició tardíamente en la se-

gunda mitad del siglo con

Fernando VI, teniendo su culmi-

nación en el reinado de Carlos

III y acabando prematuramente

debido a la presión ejercida por

la Revolución Francesa, sien-

do el progreso científico y el

Liberalismo religioso, político y

económico sus metas.

Su promoción estuvo a cargo

de la burguesía ascendente,

teniendo detractores en su pro-

pia clase, en la nobleza y en el

pueblo.

Su difusión se propició con la

creación una serie de socie-

dades laicas, que con carácter

privado y fines económicos,

culturales o recreativos y con el

apoyo de las autoridades, dedi-

caron parte de sus actividades a

instruir a sus socios en las cien-

cias, creándose también otras

sociedades de carácter secreto.

En estas sociedades participaron

numerosos militares, como so-

cios, como profesores y además

ocupando cargos de responsabi-

lidad en sus ejecutivas, llenando

así el espacio científico que las

universidades no supieron ocu-

par, integrándose así en la élite

científica de España.

El esfuerzo político y cultural mu-

chas veces estuvo movido por

intereses altruistas, pero otras

lo fue por económicos, de ahí

las fuertes oposiciones que

encontró.

Caso aparte fue la oposición

del pueblo, el cual había estado

oprimido desde tiempos inme-

moriales, que tenía un carácter

tradicional y conservador, y al

que le daba miedo cualquier mo-

dificación de sus costumbres

por considerar que los cambios

siempre les empeoraban. Con

una gran ignorancia y aficionado

a lo maravilloso y sobrenatural,

su vida estaba condicionada por

la superstición.

Era una clase a la que pertenecía

la inmensa mayoría de la pobla-

ción, de la que casi el 80% era

analfabeta y a la que los adelan-

tos científicos o filosóficos sólo

la incomodaban, a pesar de ser

ellos a quien iba dedicada la Ilus-

tración, encauzada por medio de

los movimientos liberales.

El principal esfuerzo de los ilus-

trados, fue liberar a ese pueblo

de los yugos de la ignorancia y

de la superstición, siendo este

el discurso de numerosos

intelectuales.

El pensamiento del pueblo no co-

incidía con el de los intelectuales,

para ellos el mundo estaba lleno

de brujas y demonios, como el

Santo Oficio se encargaba de

divulgar, con multitud de talis-

manes y amuletos, y con ritos y

costumbres protectoras para to-

das las acciones de la vida.

Su higiene era muy cuestionable,

de hecho la costumbre que aún

perduraba era la del baño anual,

pues lavarse no era considerado

bueno para la salud, claro que

en invierno ni se lo planteaba

una población que no tenía a su

disposición agua permanente y

mucho menos caliente. Por ese

motivo se casaban en mayo, re-

cién lavados.

Vivían entre conjuros, sortilegios y

curanderos, las mujeres no poseían

“báculo”, por lo que eran conside-

radas irresponsables en muchos

aspectos y por ello proclives a con-

ductas desordenadas y a los recién

nacidos había que someterlos a

toda serie de medidas protectoras

para condicionar su futuro.

Creían que las campanas tenían

propiedades milagrosas, que

ahuyentaban las enfermedades

y que hacían huir a las brujas,

por eso las iglesias tañían las

campanas dando las horas y los

cuartos.

Nada le importaba la ciencia a

un pueblo que seguía creyendo

que la electricidad era una cosa

sobrenatural y que los nacidos

Page 38: Libro ilustra cat02

038 en Viernes Santo podían curar la

peste con su aliento.

Pero esta situación no era ex-

clusiva del pueblo ni de España.

Carlos II, «el hechizado», fue así

llamado porque se consideraba

que su enfermedad y ausencia

de descendencia provenían de

un conjuro, lo que motivó que el

monarca fuera sometido a exor-

cismos y métodos mágicos para

intentar curarlo. Asimismo, entre

la corte de Felipe V se decía que

las sábanas de la cama del Mo-

narca y de su esposa Isabel de

Farnesio relumbraban de una for-

ma muy extraña. Se tenía esto por

un castigo divino al Rey, que no

había mandado celebrar las sufi-

cientes misas por el descanso del

alma de su antigua mujer fallecida,

la reina María Luisa de Saboya. Ni

siquiera los intelectuales se libra-

ban de este influjo; en el siglo XVII

algunos historiadores admiten en

sus obras la acción negativa de

cometas o eclipses en el desarro-

llo de ciertos acontecimientos.

La Ilustración no pudo acabar

con la mayoría de estas ideas,

pero en la práctica muchos de

estos ritos fueron sustituidos por

protectores de carácter religio-

so, convirtiéndose en prácticas

piadosas.

Este panorama era el día a día

en España, y en este ambiente

los ingenieros militares, muchos

de ellos provenientes del pueblo

llano, desarrollaron su trabajo,

quizás ajenos a la Ilustración y a

las corrientes filosóficas, sujetos

a múltiples supervisiones y con-

troles, intentando comunicar a

sus obreros, todos pertenecien-

tes al pueblo, cuál era la idea de

la obra y por qué se hacían co-

sas que ellos no comprendían.

A pesar de esta problemática

los ingenieros construyeron y lo

hicieron bien, dejaron su impron-

ta en el terreno y lo perpetuaron

en el tiempo y gracias a libros

como éste por sus obras les

conocemos.

Page 39: Libro ilustra cat02

039

Page 40: Libro ilustra cat02
Page 41: Libro ilustra cat02

MARCO

Page 42: Libro ilustra cat02

042 LA FORMACIÓN CIENTÍFICA DE LOS INGENIEROS MILITARES ESPAÑOLES DEL XVII.

Page 43: Libro ilustra cat02

043

Carlos Díaz Introducción.Durante el siglo XVIII, por obra

de la Ilustración, se difundie-

ron ampliamente las ideas

filosóficas y los descubrimientos

científicos que habían tenido ori-

gen en los dos siglos anteriores

y ocasionado un progreso deci-

sivo de las ciencias. El siglo XVII,

había marcado el nacimiento de

la ciencia moderna, cuyo desa-

rrollo comportó no sólo avances

teóricos sino también la aplica-

ción de nuevas técnicas en la

construcción, la producción y el

transporte.

La revolución científica que tuvo

lugar en gran parte de Europa

a lo largo del siglo XVII ape-

nas encontró eco en España,

que permaneció alejada de las

grandes innovaciones. La úl-

tima parte del Seiscientos fue

para nuestro país, en general,

una época de decadencia cul-

tural, por lo cual al iniciarse el

siglo XVIII, bajo el signo de la

imitación francesa, se hubieron

de asimilar los avances realiza-

dos en el extranjero en el campo

de los progresos científicos y

técnicos.

El primer monarca de la casa

de Borbón se propuso impulsar

programas encaminados a re-

formar y modernizar el Estado,

y uno de los aspectos más des-

tacados del reformismo político

fue el referido a la obra pública

y a la ordenación espacial del

territorio: construcción de cami-

nos, canales, puentes y puertos;

y, también, al trazado de ma-

pas o de nuevas poblaciones.

La ejecución de este progra-

ma exigía disponer de personal

con conocimientos de la cien-

cia moderna, en particular de

Fig. 01_ Felipe III (Nacido en 1578, reinó de 1598 a 1621).

Con él se inicia la decadencia española. En su época se

siguió la construcción de fortificaciones pero con un im-

pulso cada vez más decreciente. Retrato ecuestre, Diego

de Silva Velázquez. Museo del Prado, nº 1176.

Fig. 02_ Felipe IV (Nacido en 1605, reinó de 1621 a 1665).

Durante su reinado y el de su hijo Carlos II España se

precipitó por el plano inclinado de la decadencia. Retrato

ecuestre, Diego de Silva Velázquez. Museo del Prado, nº

1178.

Page 44: Libro ilustra cat02

044 matemáticas, geometría, hidráu-

lica y dibujo. Sin embargo, era

difícil encontrar personas debi-

damente capacitadas, pues los

centros de enseñanza clásicos,

las universidades, estaban an-

quilosadas, y eran incapaces de

impartir la ciencia y la tecnología

modernas, sobre todo en mate-

máticas y física. Por esta causa,

inicialmente, se tuvo que recurrir

al recién creado Cuerpo de Inge-

nieros Militares para desarrollar

esta política. En el preámbu-

lo de la primera Ordenanza del

Cuerpo (1718) está implícito un

vasto programa de reformas

económicas y territoriales que

se encomiendan explícitamente

a los ingenieros. Pero, ¿cómo,

cuándo y dónde habían ad-

quirido sus capacidades estos

profesionales?

Aunque la creación del Cuerpo

de Ingenieros en el año 1711,

significó el inicio de una nueva

etapa en la que los ingenieros

militares adquirieron una estruc-

tura autónoma, ya desde los dos

siglos anteriores había existido

en España una importante tra-

dición de ingeniería militar. Las

innovaciones en el arte de la

guerra durante el Renacimiento

obligaron a introducir impor-

tantes transformaciones en las

técnicas de fortificar. La apari-

ción del concepto “ingeniero”,

como especialista en una rama

de la profesión militar, está liga-

da a la evolución que sufrió la

poliorcética en esa época.

La época que se va a conside-

rar en este artículo, siglos XVI y

XVII, corresponde en lo político a

la llamada España Imperial. Con

Carlos I y con Felipe II España

alcanzó su época de mayor es-

plendor político y cultural. Fue

la potencia dominante en Euro-

pa y estuvo presente en todo el

mundo. Pero, las exigencias del

Imperio y la política de prestigio,

por encima de las posibilidades

del país, agotaron sus recursos

y provocaron la decadencia al fi-

nal de ese período.

En el plano cultural, durante los

siglos XVI y XVII, Europa cono-

ció dos corrientes ideológicas

y científicas que estuvieron

marcadas por diversas concep-

ciones religiosas o morales: el

Renacimiento (Humanismo, en

el aspecto científico y literario),

que ocasionó un cambio pro-

fundo en las ideas, el arte y la

cultura científica, y el Barroco.

El Humanismo preparó el cami-

no de la Reforma protestante.

La Contrarreforma, movimiento

nacido en la Iglesia Católica, en

especial para hacer frente a la

Reforma, ocasionó una reacción

contra las tendencias paga-

nas del Renacimiento conocida

como Barroco, que dominó Eu-

ropa durante el último período

del siglo XVI y todo el XVII.

La carrera profesional de los in-

genieros, su vida, sus obras y su

formación científica estuvieron

marcadas por las vicisitudes po-

líticas y culturales de su época.

Los ingenieros fueron profe-

sionales imprescindibles para

plasmar sobre el territorio, por

medio de las fortalezas, la acción

política de las nacientes monar-

quías absolutas. La monarquía

española fue una de las más

avanzadas en la incorporación

del nuevo arte de fortificar. Los

ingenieros, como los navegan-

tes, fueron hombres de acción,

y la creciente experiencia de los

hombres de acción trajo consigo

nuevos conocimientos del mun-

do y planteó nuevos retos que

ellos no podían solucionar por sí

solos.

Fig. 03_ Juan José de Austria (1629 -1679). Hijo natural

de Felipe IV. Ejemplo de la nobleza preilustrada, fue gran

mecenas de los “novatores”. Retrato de la escuela madri-

leña del s. XVII. Museo del Prado.

Fig. 04_ Carlos II (Nacido en 1661, reinó de 1665 a 1700).

En los últimos años de su vida un pequeño grupo de

pensadores echó las bases para la asunción de la ciencia

moderna en España.

Page 45: Libro ilustra cat02

045El pensamiento moderno.

A finales de la Edad Media, el

pensamiento se fue apartando

gradualmente de la filosofía es-

colástica fundamentada en lo

religioso y la razón. Al mismo tiem-

po fueron apareciendo nuevas

corrientes intelectuales que ten-

dían a apoyar la verdad en la

experiencia; éste fue el sentido de

la filosofía que, en algunos aspec-

tos, sentó las bases que habían

de servir de punto de partida para

los hombres de ciencia de la Edad

Moderna.

El Renacimiento motivó un cam-

bio profundo en la cultura de toda

Europa. Los hombres de letras

del Renacimiento, los humanis-

tas, abandonaron los estudios

teológicos de los sabios medie-

vales y dedicaron su atención al

latín y el griego. En la mayoría de

los países europeos las nuevas

ideas de los humanistas cho-

caron con los viejos principios

de las universidades. El nuevo

pensamiento, rechazado por los

viejos Estudios se acogió a nue-

vas instituciones que, como el

Colegio de Francia, aparecieron

en el curso de los siglos XVI y

XVII en Italia, Alemania y Francia,

donde los estudiosos se dedica-

ron al trabajo de la investigación

libre. Sin embargo, en España, el

humanismo acertó a armonizar,

desde el primer momento, la cul-

tura clásica con la escolástica.

La gran escuela del humanismo

español fue la Universidad de

Alcalá de Henares, fundada en

1508, por Cisneros.

El florecimiento de la escolás-

tica que se produjo en torno al

Concilio de Trento, y que dirigió,

desde los puntos de vista filosó-

fico y teológico el movimiento de

la Contrarreforma, constituyó una

de las directrices más notables

del pensamiento español del Qui-

nientos. Los grandes pensadores

españoles de ese siglo influyeron

poderosamente en la filosofía uni-

versal. Sin embargo, la necesidad,

sentida por Felipe II, de hacer

frente al Calvinismo determinó la

adopción de estrictas medidas

dirigidas a la impermeabilización

ideológica del país, que ahonda-

ron las diferencias entre España

y el resto del Occidente europeo,

más o menos influido por el Hu-

manismo crítico y la Reforma

protestante. España se convirtió

en el símbolo de la Contrarre-

Page 46: Libro ilustra cat02

046 forma, pero el predominio casi

exclusivo de las ciencias discur-

sivas, teología y filosofía, llevó al

menosprecio, o al olvido, de las

ciencias útiles y sus aplicaciones

técnicas.

El progreso del conocimiento

humano llevó, a finales del si-

glo XVI y principio del XVII, al

empirismo y al racionalismo. El

filósofo inglés Francisco Bacon

(1560-1626) propugnó el empleo

único de la observación y la ex-

periencia para la aprehensión

intelectual de los objetos. Renato

Descartes, filósofo y matemático

francés (1596 -1650), formuló la

confianza absoluta en la razón

como principio universal. En el es-

quema formal que venía desde la

antigüedad hasta el Renacimiento

la verdad era revelada a los morta-

les. De esta revelación surgía una

arquitectura del saber y una orde-

nación moral de la realidad. Este

esquema fue sustituido por otro

distinto, que se fue gestando du-

rante el siglo XVI, motivado por la

reflexión y maduración del pensa-

miento y del saber.

Descartes para llegar al conoci-

miento universal se inclinó por las

evidencias que se derivan tanto

de la aplicación del método ma-

temático -hipotético deductivo-,

como de la reflexión sobre la ma-

temática1. Su intento originario

era de carácter metódico: preten-

día hallar una verdad evidente a

partir de la cual, y por un método

riguroso, fuera posible alcanzar

las verdades últimas propias de la

metafísica y la teología. Las ideas

de Descartes se desarrollaron am-

pliamente durante los siglos XVII y

XVIII en gran parte de Europa.

No sucedió así en España don-

de la enseñanza superior siguió

encomendada casi exclusiva-

mente a las universidades que

seguían aferradas al escolasticis-

mo aristotélico. Algunos filósofos

pretendieron establecer desde

raíces escolásticas un dialogo

con las distintas corrientes del

pensamiento del siglo XVII, tratan-

do de mostrar las insuficiencias

y limitaciones de éstas e inten-

tando superarlas, a causa de los

peligros que podían representar

sus posibles derivaciones, en es-

pecial para el dogma. Se trataba

de señalar un camino, sobre todo

para la España del Seiscientos.

Para esta escuela la ciencia debía

conducir a la sabiduría, mientras

que para Descartes la ciencia te-

nía una función de utilidad para la

vida2.

El progreso científico.

En la Edad Media la investigación

científica estuvo activa pero su

importancia fue secundaria en el

marco general del pensamiento.

Durante el Renacimiento el estu-

dio más profundo y directo de los

clásicos griegos no sólo dotó a

Europa de mejores textos de ma-

temáticas, física, medicina y otras

ciencias, sino que afinó los méto-

dos de investigación3. La invención

de la imprenta, la edición de tex-

tos clásicos por los humanistas,

los viajes y descubrimientos de

nuevos países contribuyeron a la

renovación del clima científico.

Durante el siglo XVII el espíritu de

investigación se fue desarrollando

con viveza, lo cual ocasionó un

progreso decisivo de las ciencias.

Cuando el pensamiento se funda-

mentó en la experiencia y la razón,

se abrió una nueva era. Descartes

es considerado el fundador de la

ciencia moderna.

A principios del siglo XVII se

impusieron en Europa las concep-

ciones astronómicas de Nicolás

Copérnico (1473-1543). El siste-

1 FUERTES HERRERO, José Luis: “Filosofía y ciencia en el Barroco. Sobre el Pharus Scientiarum de Sebastián Izquierdo”,

en La Universidad Complutense Cisneriana. Siglos XVI y XVII, Madrid, U. Complutense, 1996, p. 235 -238.2 Ibíd., p. 252.3 VILLAPALOS, Gustavo: “Prólogo”, en La Universidad Complutense Cisneriana. Siglos XVI y XVII, Madrid, 1996, p. 9.

Page 47: Libro ilustra cat02

047

ma copernicano implicaba una

física nueva, distinta de la aristo-

télica vigente hasta entonces, que

Galileo (1564-1642) se encargó

de poner a punto, estableciendo

la metodología de la física mo-

derna en sus estudios sobre el

péndulo y la caída de los cuerpos.

Aplicando el método de Galileo,

Huyghens (1629-1695) estudió la

fuerza centrífuga.

No obstante, el siglo XVII se ca-

racterizó por los progresos que se

realizaron en el campo de las ma-

temáticas puras. A esta centuria

pertenece un importante grupo de

científicos, de entre los cuales se

citarán a continuación algunos de

los más significados, que con sus

trabajos contribuyeron al progre-

so de esta disciplina.

Neper (1550-1617), preocupado

por hallar un sistema para sim-

plificar los cálculos numéricos,

introdujo el concepto de logaritmo

(1614); el cálculo con logaritmos

permitía reducir la complejidad de

las operaciones al transformar las

multiplicaciones en sumas. Briggs

(1561-1630), perfeccionó la teo-

Fig. 05_ Hombres nivelando.

De la obra “Los veinte y un libros

de los Ingenios y Máquinas”,

de Juanelo Turriano (s. XVI).

Biblioteca Nacional, Madrid.

Page 48: Libro ilustra cat02

048 ría de los logaritmos escogiendo

como base el número 10. Las ta-

blas de Briggs son las primeras

que se utilizaron normalmente.

Descartes, en 1637, introdujo el

álgebra en los problemas geomé-

tricos; la geometría analítica tuvo

importantes consecuencias en

cuanto materialización de lo real.

Refirió el espacio a un sistema

de ejes y todo punto quedó uní-

vocamente determinado por sus

coordenadas; clasificó las curvas

en geométricas y mecánicas y de-

mostró que se pueden representar

mediante una ecuación que permi-

te el estudio de sus propiedades.

Gérard Desargues (1593-1662)

aplicó la perspectiva a la geome-

tría, en particular a las cónicas; en

su obra principal (1639) consideró

que toda cónica es la proyección

de un círculo y extendió por ese

medio a estas curvas las propie-

dades del círculo. Estas curvas

ya habían sido estudiadas sis-

temáticamente por Apolonio de

Bérgamo en el siglo II.

A Bonaventura Cavalieri (1598-

1674) se debe la teoría de los

indivisibles, claro precedente

del cálculo infinitesimal, que

contiene un método nuevo

para calcular áreas y volúme-

nes; este matemático escribió

un tratado de secciones cóni-

cas e hizo varios trabajos de

trigonometría. Pierre de Fermat

(1601-1665) ofreció en 1638 un

método para hallar las tangentes

a una curva que en sus rasgos

principales anuncia los proce-

dimientos de derivación. En

1654 Blaise Pascal (1623-1662)

y Fermat introdujeron los pri-

meros elementos del cálculo de

probabilidades.

Isaac Newton (1642-1727) y Leibniz

(1646-1716) están considerados

los padres del cálculo infinitesi-

mal, poderoso instrumento que

permitía estudiar algebraicamente

las llamadas curvas mecánicas y

los fenómenos físicos complejos,

y del análisis matemático. Idearon

también el cálculo diferencial y

el cálculo integral. Fue el ámbito

de la cinemática el que dio lugar

al cálculo diferencial: cálculo del

espacio recorrido, la velocidad y

la aceleración. El cálculo integral,

por su parte, se desarrollo a par-

tir de los problemas de cálculo

de áreas, volúmenes y centros

de gravedad. El cálculo infinitesi-

mal nació como consecuencia del

conocimiento de la reciprocidad

entre la derivación y la integración.

Newton dio un impulso decisivo

hacia el estudio de las ciencias

de la naturaleza y, mediante los

conceptos de inercia y masa, es-

tableció las bases de la mecánica.

Hacia finales del siglo XVII, con

los trabajos de Roger Cotes

Page 49: Libro ilustra cat02

049(1682-1716) la trigonometría va

perdiendo su soporte geométrico

convirtiéndose en una rama de la

teoría de funciones.

En el curso de los siglos XVI y

XVII la química fue despojándose

de las fantasías de los alquimis-

tas medievales hasta constituir

una ciencia nueva, que tuvo por

iniciadores a Paracelso (1493-

1541), de notable influencia en

el siglo XVII y, sobre todo, a Ro-

berto Boyle (1627-1691), a quien

puede considerarse el padre de

la química moderna. En 1660,

antes de que lo hiciera Mariotte,

enunció la ley de compresibilidad

de los gases.

Aunque los progresos realizados

en el campo de las matemáticas y

de las ciencias físico-naturales no

empezaron a aplicarse plenamen-

te hasta el siglo XVIII, ya desde

antes contribuyeron al avance de

ciertas técnicas. Así, por ejemplo:

gracias al perfeccionamiento de

los instrumentos para medir latitu-

des y longitudes, y la invención y

mejora de los aparatos de óptica,

progresaron los conocimientos

astronómicos y geográficos. Los

físicos y químicos imprimieron

avances en las técnicas de la me-

talurgia. Los ingenieros militares

aplicaron pronto los progresos de

las matemáticas y la geometría

en el diseño y en el cálculo de las

obras.

Los ingenieros militares españoles de los siglos XVI y XVII.

Dadas las características de la

fortificación moderna, a la vez

arquitectura y defensa, sus ar-

tífices podían proceder o de la

arquitectura o de la milicia. El in-

geniero militar ideal debía tener

experiencia de la milicia y de la

guerra, y, también, conocimientos

científicos. En la mayoría de los

casos los ingenieros de los siglos

XVI y XVII tenían el oficio de sol-

dado y algunos conocimientos de

matemáticas; cuando no era así,

cuando los aspirantes a ingeniero

sólo tenían conocimientos de ar-

quitectura, entonces necesitaban

adquirir una experiencia de lo mi-

litar para ejercer la profesión. La

historia nos presenta importantes

ingenieros cuya trayectoria profe-

sional responde a cualquiera de

las situaciones descritas.

Inicialmente, los ingenieros se for-

maron sirviendo como ayudantes

a las órdenes de ingenieros ex-

perimentados con una relación

maestro discípulo propia de la or-

ganización gremial. A medida que

fue pasando el tiempo y aumen-

tando la complejidad de la técnica

y la táctica, fue necesario contar

con centros donde se impartieran

enseñanzas adecuadas dirigidas

a proporcionar los conocimien-

tos teóricos y prácticos para el

Fig. 06_ Galilei, Galileo (1564-1642).

Matemático, físico y astrónomo

italiano. Afirmó explícitamente que

el lenguaje de la ciencia de la na-

turaleza es la matemática. Con sus

investigaciones se inició la física en

el sentido moderno de la palabra.

Fig. 07_ Descartes, Renato (1596-

1650). Filósofo y matemático francés.

Se le considera el fundador de la

filosofía moderna y de la teoría del

conocimiento.

Fig. 08_ Newton, Sir Isaac

(1642-1727). Físico y matemático

inglés. Considerado como uno de los

mayores genios de la historia de la

humanidad. Su obra señala el inicio

del tratamiento matemático de los

fenómenos naturales vigente hasta

nuestros días.

Fig. 09_ Leibniz, Gottfried Wilhelm

(1646-1716). Filósofo alemán. Fue

también un gran matemático, que

rivalizó con Newton en la invención

del cálculo infinitesimal.

Page 50: Libro ilustra cat02

050 recto ejercicio de la profesión.

Estos centros recibieron el nom-

bre genérico de “academias de

matemáticas”. Quienes aspiraban

a ser ingenieros podían acudir a

estas academias para adquirir los

conocimientos básicos de cien-

cias matemáticas. Nadie ponía en

duda la necesidad de incluir las

matemáticas entre las materias

que debían estudiar los mandos

del ejército.

Los soldados de la Corona hispa-

na, en general, y los ingenieros en

particular, estuvieron presentes en

todas las acciones militares de la

Edad Moderna en todo el Mundo

Occidental, y tuvieron contac-

to con profesionales de otros

pueblos a través de los cuales ad-

quirieron el conocimiento de los

avances que venían produciéndo-

se en Europa en el terreno de la

ciencia y la técnica, lo cual difícil-

mente podían obtener quienes no

salían de los límites peninsulares.

Además, durante el reinado de

Carlos II existió una preocupa-

ción constante por la preparación

matemática, científica y técnica

en el ejército4. En la Introducción

de su Tesis Doctoral, Juan Miguel

Muñoz Corbalán, al referirse a la

formación de los ingenieros al

servicio de la Corona española

en los Países Bajos durante los

últimos años del siglo XVII dice:

“La actividad estratégica y cons-

tructiva llevada a cabo por los

ingenieros remitía a un sustrato

notable donde los conocimien-

tos tecnológicos y científicos

representaban la base ineludible

de su actuación. Además de su

formación matemática (centrada,

entre otras, por la aritmética, la

geometría y la trigonometría), la

utilización habitual de otras cien-

cias aplicadas les hacía disponer

de una serie de mecanismos de

gran interés para su trabajo”5.

Los ingenieros militares espa-

ñoles, o al servicio de la Corona

española, disponían, por lo ge-

neral, en el pórtico del siglo XVIII,

de unos conocimientos científi-

cos y técnicos, adquiridos en las

academias, en la práctica de su

oficio y en los contactos con pro-

fesionales de otras naciones, muy

poco frecuentes en la mayoría de

los españoles. Por esta razón la

introducción de la ciencia moder-

na en España, promovida por los

“preilustrados” o “novatores”, se

hizo de manera muy especial por

medio de los cuerpos técnicos

relacionados con el Ejército y la

Armada. Manuel Bustos nos dice:

“Si se quería un país respetado

en los ámbitos internacionales

-España, no lo olvidemos, seguía

siendo un importante imperio- y

victorioso en los frentes de batalla

era preciso abrirlo en el restringi-

do campo militar a los avances

que venían desarrollándose en la

ciencia y la técnica; mejor aún,

los propios científicos españoles

incorporados al Ejército podrían

desenvolverse con más libertad y

recursos que sus homólogos pai-

sanos del mundo civil”6.

Los centros docentes. Las Academias.

Como se ha dicho antes, en la

mayoría de los países europeos,

las nuevas ideas del Renaci-

miento chocaron con los viejos

principios de las universidades.

Las ciencias matemáticas, en el

sentido más amplio del término,

no gozaron en general de buena

acogida en los centros univer-

sitarios que continuaron dando

prioridad a las ciencias discursi-

vas. A lo largo de los siglos XVI y

XVII surgieron nuevos centros de

4 NAVARRO LOIDI, Juan Miguel: Las Ciencias Matemáticas y las Enseñanzas Militares durante el reinado de Carlos II,

Tesis doctoral, Ministerio de Defensa, Madrid, 2006, p. 1.199 -1.200.5 MUÑOZ CORBALÁN, Juan Miguel: Los Ingenieros Militares de Flandes a España (1691-1718), Tesis doctoral, Ministerio

de Defensa, Madrid, 1993, p. 28.6 BUSTOS RODRIGUEZ, Manuel: “Prólogo”, en La Colección Bibliográfica de la Biblioteca del Real Cuerpo de Ingenieros

(s. XVI –s. XIX) en Cádiz, Jefatura Logística Territorial, Sevilla, 1995, p. 14.

Page 51: Libro ilustra cat02

051

cultura e investigación, con ca-

rácter académico, que acogieron

los nuevos estudios.

Esta situación fue especialmente

acusada en España desde que, en

1559, Felipe II prohibió la salida a

estudiar, o dar clases, en las uni-

versidades extranjeras –excepto

al Colegio Albornoz de Bolonia,

la universidad de Roma y las de

Nápoles y Coimbra-. Se asentó

así una gran rigidez en los estu-

dios y una falta de sintonía con el

saber de la época. La ciencia en

general y las matemáticas en par-

ticular, apenas tuvieron acogida

en el país.

Puesto que los centros docentes

tradicionales no formaban los ma-

temáticos, físicos, metalúrgicos,

astrónomos y cartógrafos que ne-

cesitaba el Estado para la milicia,

la navegación, las explotaciones

mineras y otras actividades in-

dispensables, había que traerlos

de naciones extranjeras o crear

centros docentes ajenos a la

universidad. Ambas soluciones

se intentaron en los siglos XVI y

XVII, a pesar de la crónica esca-

sez de dinero y de los prejuicios

sociales que consideraban poco

prestigiosas algunas de aquellas

ocupaciones.

En el año 1583, Felipe II fundó en

Madrid la “Academia de Matemá-

ticas y Arquitectura, civil y militar”,

que puso bajo la dirección de

Juan de Herrera, y que tenía como

último objetivo ser un centro de

estudios superiores. “Esta Acade-

mia debía impulsar el estudio de

todas las ramas de las ciencias

matemáticas, tanto puras como

aplicadas, y entre estas últimas, de

forma importante, la cosmografía

–con sus dos ramas astronomía

y geografía-, la arquitectura civil

y militar, la náutica, la hidráulica y

la artillería”7. Esta Academia ha de

valorarse como pionera en el culti-

vo de las ciencias y como modelo

de un centro académico que, con

su producción científica y sus cur-

sos, contribuía a formar hombres

para el servicio de la cosa pública.

La Academia de Matemáticas de

Madrid desapareció el año 1625,

al tiempo que los jesuitas acogie-

Fig. 10_ Fortificación estrellada. De

la obra “El arquitecto perfecto” de

Fernández de Medrano.

7 CAPEL, Horacio; SANCHEZ, Joan-Eugeni; MONCADA, Omar: De Palas a Minerva. La formación científica y la estructu-

ra institucional de los ingenieros militares del siglo XVIII, El Serbal / C. S. I. C., Barcelona, 1988, p. 96.

Page 52: Libro ilustra cat02

052 ron en el Colegio Imperial, centro

de enseñanza que incorporó las

instalaciones y propiedades de

la extinta academia, las enseñan-

zas de aquella. “Las cátedras de

matemáticas del Colegio Imperial

se convirtieron en el centro esen-

cial de los estudios superiores de

arquitectura e ingeniería en la Es-

paña del siglo XVII”8. Durante todo

el siglo, y todavía a comienzos del

XVIII, los jesuitas siguieron con la

enseñanza de las matemáticas en

el Colegio Imperial, manteniendo

una cátedra de fortificación y arte

militar.

En 1600 se había abierto también

en Madrid una Real Academia de

Matemáticas, bajo la dirección

de Julián Firrufino, dedicada, de

manera fundamental, a mantener

una enseñanza de fortificación y

artillería no controlada por los je-

suitas. Esta Academia llevó una

vida lánguida, y en 1689 se pensó

en suprimirla por falta de resul-

tados. En el año 1697 se mandó

extinguir, acordando trasladar las

enseñanzas a Barcelona.

Durante el siglo XVII, se crearon

otras “Academias de Matemá-

ticas” en la Península y fuera de

ella; así, por ejemplo, en Cádiz,

en Nápoles y en Milán; en esta

última destacó la figura de José

Chafrión. Pero el centro de for-

mación más importante de todos

fue la “Academia Real y Militar del

Ejército de los Países Bajos”, que

se fundó en Bruselas en 1675, de

ella fue profesor y director Sebas-

tián Fernández de Medrano, muy

acreditado pedagogo, que supo

imprimir tal categoría a la ense-

ñanza de esta Academia que se

convirtió en la institución dedi-

cada a la preparación militar más

importante de esta época.

Los alumnos de los centros de en-

señanza militar eran, generalmente,

oficiales o soldados que pretendían

mejorar su formación. Tanto las cla-

ses como los libros –que se verán

a continuación-, se planteaban más

como un complemento que como

unos cursos completos9.

Los libros de texto usados por los ingenieros.

Cuando los baluartes reempla-

zaron las anteriores torres de

flanqueo, el dibujo de las nuevas

fortificaciones se hizo cada vez

más difícil y se hizo necesario

recurrir a la geometría práctica,

recuperando el estudio de la geo-

metría euclidiana10. También hubo

necesidad de adentrarse en el

estudio de otras ramas de las

matemáticas, como la aritméti-

ca o el álgebra. Durante el siglo

XVI se escribieron muchos li-

bros dedicados a los conceptos

matemáticos necesarios para

dibujar y construir el nuevo tipo

de fortificaciones, con la finali-

dad, presumible, de facilitar el

aprendizaje de los ingenieros.

La mayoría de estos textos se

publicaron en Italia. Tales libros

continuaron publicándose, cada

vez en mayor número, en el si-

glo XVII (en España más de una

veintena), y a través de ellos se

puede apreciar la evolución de

los contenidos científicos pre-

cisos para la formación de esos

profesionales.

El primer trabajo dedicado espe-

cíficamente a estos temas que

se publicó en España fue Teoría y

práctica de fortificación, de Cris-

tóbal de Rojas (1598), aunque

sin duda éste recurrió a diversos

trabajos italianos ya editados.

Esta obra nos permite saber qué

conocimientos se consideraban

indispensables, en aquel momen-

to, para la formación del ingeniero

8 Ibíd., pp. 97-98.9 NAVARRO LOIDI, Juan Miguel: Las Ciencias Matemáticas y […], (op. cit.), p. 1.203.10 VILLENA, Leonardo: “Geometría y Arte Militar”, en La reutilización de las grandes fortalezas europeas desafectadas,

Boletín científico 59 de Europa Nostra, Verona, 2005, p. 41.

Page 53: Libro ilustra cat02

053militar. En las primeras páginas

del libro se lee que ante todo es

necesario “saber mucha parte

de matemáticas: si fuere posible,

los seis primeros libros de Eucli-

des, y el undécimo y duodécimo,

porque con ellos absolverá todas

las dudas que se le ofrecieren, así

de medidas, como de proporcio-

nes, y para el disponer los planos

y fundamentos de los edificios,

y medir las fábricas y murallas,

pilares, columnas y las demás

figuras”. En segundo lugar, la arit-

mética, “que sirve para dar cuenta

del gasto que para hacer la fábri-

ca se ofrecerá antes que se haga,

o después de hecha, y en su

construcción para las medidas de

distancias y proporciones”. Por

último, era preciso “saber reco-

nocer bien el puesto donde se ha

de hacer la fortaleza, o castillo”;

esto exigía tener una larga expe-

riencia militar, ya que este último

conocimiento era “materia de los

soldados viejos”. De esta manera

la ciencia y la práctica militar de-

berían aunarse en la formación del

buen ingeniero. Cristóbal de Ro-

jas dictó, durante algún tiempo, la

cátedra de Fortificación en la Aca-

demia de Matemáticas creada por

Felipe II en Madrid.

En el año1643 se publicó el libro

El perfecto artillero, teoría y prác-

tica, del cual era autor Julio Cesar

Firrufino -“catedrático de Geome-

tría y Artillería de su Majestad por

su real Consejo de Guerra”-. Este

texto contiene una parte dedicada

a la Geometría, siguiendo también

a Euclides, pero introduciendo,

como diferencia respecto al texto

de Rojas, unas tablas de senos y

tangentes para la resolución nu-

mérica de triángulos.

Entre los libros que fueron de la

biblioteca de la “Academia de

Matemáticas de Barcelona”, que

habiendo visto la luz en el siglo

XVII, aún se conservan hoy, se

encuentran dos ediciones del

Cours de Mathematique de Oza-

nam, que comprende las partes

de esta ciencia más útiles y nece-

sarias para un hombre de guerra,

entre las cuales están: la geome-

tría (los elementos de Euclides),

el álgebra, la trigonometría y ta-

blas de senos, la aritmética, la

fortificación, la mecánica, la es-

tática, la hidrostática, perspectiva

y sombras, la cosmografía y la

gnomónica. Otros libros de ese

legado, éstos de autores españo-

les, son: Geometría Militar, en la

cual se comprenden las matemá-

ticas de la fortificación regular e

irregular y las tablas polimétricas

proporcionales para la medida de

cualquier plaza, de don Pedro An-

tonio Ramón Folch de Cardona,

Nápoles, 1671. Y Trigonometría

hispana, resolutio triangulorum

plani y esferici: construccio si-

num, tangentium, secantium y

logaritmorum, eorumque usus,

Fig. 11_ Portada del libro

“Teoría y Práctica de

Fortificación”, de Cristóbal de

Rojas, 1598. Primera obra publicada en

España para la formación de ingenieros

militares. Biblioteca Nacional, Madrid.

Fig. 12_ Cristóbal de Rojas. Retrato

de este ingeniero que ilustra su obra

“Teoría y Práctica de Fortificación”.

Cristóbal de Rojas representa a

aquellos ingenieros cuya principal

forma de acción estuvo relacionada

con el estudio y la construcción de

plazas fuertes.

Page 54: Libro ilustra cat02

054 Valencia, 1673, del P. Joseph

Zaragoza, uno de los principales

matemáticos españoles de la se-

gunda mitad del siglo XVII.

El jesuita P. Joseph Zaragoza,

fue autor de varios libros de ma-

temáticas además del citado en

el párrafo anterior, pero sólo uno

de ellos, Fábrica y uso de va-

rios instrumentos matemáticos,

trata de Arte Militar. Este libro

acompañaba a una caja, que

contenía una serie de instru-

mentos empleados en obras de

arquitectura, que fue regalada

al rey Carlos II en el día de sus

14 años (1675), por el duque de

Medinaceli, don Juan Francisco

de la Cerda. El objetivo del libro

era reunir en un mismo texto la

explicación de los instrumentos

empleados en las operaciones

de medición, levantamiento y

trazado de obras; para ayudar-

se en tal propósito explicaba,

también, buena parte de los

términos y procedimientos usa-

dos en fortificación. En pocas

páginas el P. Zaragoza sintetizó

los más importantes preceptos

de la fortificación. Aunque este

breve compendio puede pare-

cer de escasa importancia nos

encontramos ante un conjunto

de saberes de mediados del si-

glo XVII que sobrevivirán hasta

la segunda mitad del siguiente

siglo11.

A finales del siglo, en 1693, se

publicó en Milán el libro Escue-

la de Palas, de autor anónimo,

que en muchos aspectos puede

considerarse la mejor obra de

preparación militar editada en

castellano en esa época. Su títu-

lo es suficientemente expresivo

del contenido: “Escuela de Palas

o Curso Mathemático dividido

en X Tratados que contienen: La

Arithmética, Geometría especu-

lativa, Práctica, Lugares Planos,

Dados de Euclides, Esphera,

Geografía, Álgebra Numerosa y

Espaciosa, Trigonometría y Lo-

garitmos y últimamente el Arte

Militar, […]”. Los temas de ma-

temáticas que se desarrollan en

este libro son similares a los que

solían incluirse en los cursos de

matemáticas que se impartían en

los colegios de los jesuitas, o en

algunas universidades europeas

con inquietudes científicas12. En

cambio, la parte de Arte Militar

se diferencia de cualquiera de los

tratados anteriores. La autoría de

este libro ha sido atribuida por

unos a José Chafrión y por otros

al marqués de Leganés, virrey de

Milán cuando se publicó el libro.

Chafrión fue el militar de mejor

preparación matemática y cientí-

fica que tuvo el ejército español

durante el reinado de Carlos II, y

el más vinculado con los círculos

de “novatores”13.

La Academia de Bruselas inclu-

yó en sus enseñanzas: ingeniería,

artillería, arquitectura militar, geo-

metría práctica y geografía,

materias que se consideraban

todas dentro de las matemáticas

en la Edad Moderna. Fernández

de Medrano publicó diversos

manuales para el uso de sus

alumnos que cubrían los campos

de las matemáticas, la ingeniería

militar, la artillería y la geografía.

Corresponden al primer grupo:

Rudimentos geométricos y mi-

litares que propone a estudio y

aplicación de los profesores de

la Milicia. (Bruselas, 1677); y Los

seis primeros libros, once y doce

de los Elementos Geométricos del

famoso philósopho Euclides Me-

garense. Amplificados de nuevas

demostraciones. (Bruselas, 1701).

En la Academia de Bruselas,

partiendo del conocimiento de

la geometría y las matemáticas,

se formaba a los alumnos en las

11 GALINDO DÍAZ, Jorge A.: El conocimiento constructivo de los militares del siglo XVIII, Tesis doctoral, Universidad Poli-

técnica de Cataluña, Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona, 1996, p. 165, (inédita).12 NAVARRO LOIDI, Juan Miguel: Las Ciencias Matemáticas y […], (op. cit.), p. 787.13 Ibíd., p. 745.

Page 55: Libro ilustra cat02

055disciplinas más técnicas del arte

militar, la fortificación y la artillería.

En los libros o tratados que se

han considerado se aprecia que

a medida que se avanzaba en

el tiempo, y paralelamente en el

progreso de las ciencias, se iban

incorporando nuevas materias

que se consideraban útiles para

la formación de los ingenieros,

o los artilleros. La toma de con-

tacto con las nuevas técnicas

estimuló, en algunos ingenieros,

la adquisición de los avances

científicos que se iban producien-

do, aumentando el acervo de sus

conocimientos de tal manera que

pudieron jugar un importante pa-

pel en la recuperación científica y

cultural de España y su incorpora-

ción a la revolución científica que

se estaba operando en Europa..

Los instrumentos de medición.

El arquitecto militar debía sa-

ber trazar sobre el terreno los

proyectos planteados sobre

el papel. Si para cuantificar

áreas, determinar volúmenes o

elaborar presupuestos era sufi-

ciente manejar correctamente

algunas fórmulas matemáticas,

para las mediciones y trazado

sobre el terreno se necesitaba

un conjunto de instrumentos.

Los instrumentos de medición

eran productos del ingenio que

servían para el ejercicio de

la profesión. El usuario podía

ser cualquiera, pero siempre

requerían de conocimientos

previos de aritmética y geo-

metría; diversos tratadistas

intentaron explicar su impor-

Fig. 13_ Instrumentos de Geodesia.

Grabado de la obra “Escuela de Pa-

las” atribuida por unos al marqués de

Leganés y por otros al capitán José

Chafrión. Milán, 1693.

Page 56: Libro ilustra cat02

056

Fig. 14_ Esfera armilar. Instrumento

de observación que permitía resolver

gráficamente problemas de astro-

nomía. Procedencia francesa. Siglo

XVII – XVIII. Museo Naval, Ref. : 117,

Madrid.

Page 57: Libro ilustra cat02

057tancia, su uso, su elaboración

y sus beneficios14.

En el año 1606, vio la luz el ma-

nual del español Andrés García de

Céspedes: Libro de instrumentos

nuevos de geometría. Este texto

se centra en las explicaciones

del Báculo de Jacob, empleado

en calcular distancias horizonta-

les y verticales haciendo uso de

las leyes de proporcionalidad de

triángulos semejantes, y el nivel

de tranco, usado para calcular

las diferencias de altura entre

dos o más puntos de un terreno.

Unas descripciones más preci-

sas, así como mejor ilustradas,

son las que incluye la obra de

Robert Fludd (1618). En ambos

casos, estos autores presentan

instrumentos que ya eran cono-

cidos en el mundo antiguo. Los

autores de estos textos, que no

fueron los únicos publicados,

describían los instrumentos y sus

partes, y explicaban las opera-

ciones geométricas o aritméticas

necesarias para la obtención de

datos.

Más avanzadas fueron las ex-

plicaciones hechas por el P.

Zaragoza en el libro antes citado

que, además, contenía siete lámi-

nas para su mejor comprensión.

Los instrumentos que contenía

la caja regalada a Carlos II, to-

dos de gran sencillez, eran: una

regla con diferentes escalas; una

pantómetra militar, o compás de

proporción; un triángulo filar, para

dibujar ángulos, paralelas, etc.;

una cruz geométrica, para medir

alturas y distancias; un rombo

gráfico, para copiar dibujos; un

triángulo equilátero grande, para

medir la altura del sol; un trián-

gulo equilátero pequeño, para

medir ángulos de posición y di-

bujar mapas; un anteojo de larga

vista (de cuatro lentes); un com-

pás de varilla; una cadenilla, para

medir distancias; y una escua-

dra. La pantómetra era además,

por su segunda cara, un compás

armónico, para utilizarlo en mú-

sica. Además acompañaba a la

caja una mesa con su pie. Los

instrumentos que propone Zara-

goza son originales; la naturaleza

de sus diseños y la forma de fa-

bricarlos lo acreditan como un

experto artesano. No obstante

estos instrumentos no tuvieron

difusión por falta de talleres que

los fabricaran. El mercado, que

era escaso, se surtía de produc-

tos italianos, franceses y de los

Países Bajos15.

El renacimiento científico español.

La superioridad de la cultura es-

pañola del Siglo de Oro -siglos

XVI y XVII-, se manifestó principal-

mente en la literatura, el arte y las

ciencias discursivas. En el campo

de las ciencias los mejores logros

españoles del siglo XVI vienen de-

terminados por las exigencias de

tipo práctico planteadas por las

gigantescas empresas que tuvo

que realizar el país. “Esto deter-

minó el predominio absoluto de la

ciencia aplicada sobre la pura. Las

matemáticas resultaron casi total-

mente absorbidas por disciplinas

como la náutica o la ingeniería civil

o militar”16. La astronomía se cul-

tivó en estrecha dependencia con

sus aplicaciones a la navegación.

Se hicieron grandes progresos en

Geografía y Cosmografía. También

en física, química y mecánica. No

obstante la física permaneció li-

gada a sus esquemas clásicos

aristotélicos.

Aunque durante el siglo XVII

España quedo casi aislada de

las corrientes científicas euro-

peas, en los últimos años del

reinado de Carlos II un pequeño

grupo de pensadores tomaron

14 GALINDO DÍAZ, Jorge A.: El conocimiento constructivo de […], (op. cit.), p. 170. 15 NAVARRO LOIDI, Juan Miguel: Las Ciencias Matemáticas y […], (op. cit.), p. 221.16 REGLÁ CAMPISTOL, Juan: “La hegemonía española (1517 – 1621)”, en Introducción a la Historia de España, Editorial

Teide, Barcelona, 1974, p. 348.

Page 58: Libro ilustra cat02

058 conciencia de la ausencia de

España en el nacimiento de la

ciencia moderna. Pensando que

la decadencia del país podría

remediarse por el cultivo de las

ciencias útiles echaron las bases

de la renovación. El gran mece-

nas de los “novatores”, fue Juan

José de Austria, ejemplo típico

de la nobleza preilustrada. Los

“novatores”, críticos con el esco-

lasticismo aristotélico que regía

la ciencia y la cultura españolas,

se inspiraron, fundamentalmen-

te, en la parisiense Académie

des Sciences y en la Universidad

de Montpellier, y, sobre todo, en

los científicos italianos. En esta

renovación científica española

fue muy importante el papel de

los intelectuales valencianos17.

Entre éstos destacan Tomás Vi-

cente Tosca, Baltasar Íñigo y

Juan Bautista Corachán que en

1687 formaron una Academia

de Matemáticas tomando como

modelo las sociedades científi-

cas europeas.

En la tarea de romper con el

atraso científico también cola-

boraron, tal como se ha podido

ver en los párrafos anteriores, y

resume Gregorio Valdevira, “las

academias militares, en la pe-

nínsula y en los territorios bajo

dominio español en Flandes e

Italia, y científicos militares como

José Chafrión, ingeniero y mate-

mático, Sebastián Fernández de

Medrano, autor de importantes

obras de ingeniería, matemáti-

cas y geografía, o el astrónomo

Vicente Mut, entre otros”18.

Las nuevas concepciones cien-

tíficas, los inventos técnicos y

las transformaciones en la in-

dustria, introdujeron cambios

en los medios empleados en la

guerra, por lo cual los militares,

especialmente los artilleros y

los ingenieros, tuvieron necesi-

dad de adquirir una preparación

que abarcase las innovaciones

de la época. Estos profesiona-

les, además de sus funciones

castrenses, desarrollaban otras

de carácter empresarial o cien-

tífico: dirigían y controlaban la

fabricación de armamento y mu-

niciones, fortificaban ciudades,

construían puentes, levantaban

planos, etc.19 Buena parte de

los progresos científicos intro-

ducidos en la España de las

postrimerías del diecisiete se

gestaron en instituciones mi-

litares o relacionadas con el

ejército.

La política científica española al iniciarse el siglo XVIII.

Al iniciarse el siglo XVIII, una de

las preocupaciones más importan-

tes de las clases dirigentes para

impulsar la reforma y moderniza-

ción del Estado fue la promoción

de la actividad científica. Se hacía

urgente diseñar una política cientí-

fica nacional, y en esa dirección los

grupos más influyentes se inclina-

ban por la creación de academias

de matemáticas militares porque

los centros de este tipo habían sido

la casi única opción para que, du-

rante los cien años anteriores, un

pequeño grupo de españoles hu-

bieran adquirido una mínima base

científica, puesto que la universi-

dad había seguido sin interesarse

por la ciencia. Entre los centros de

enseñanza no militares solamente

el Colegio Imperial de Madrid, de

los jesuitas, mantenía una atención

continuada en la enseñanza de las

matemáticas, aunque había decaí-

do notablemente.

En una primera época se crearon

la Academia de Matemáticas de

Barcelona (1720) y la de Guar-

dias Marinas de Cádiz (1728),

También se creó el Seminario de

17 REGLÁ CAMPISTOL, Juan: “La crisis del siglo XVII (1621-1713)”, en Introducción a la Historia de España, Editorial

Teide, Barcelona, 1947, p. 410. 18 VALDEVIRA GONZALEZ, Gregorio: Los militares ilustrados del siglo XVIII. Su contribución a las ciencias humanas y

sociales, Colección Adalid, Ministerio de Defensa, Madrid, 1996, p. 16.19 Ibíd., p. 13-14.

Page 59: Libro ilustra cat02

059Nobles en Madrid (1725). Estos

centros debían potenciar al máxi-

mo la enseñanza rigurosa de las

matemáticas tanto puras como

mixtas. Sin duda, los ilustrados

contaban con estos centros para

introducir la ciencia moderna en

el ámbito civil.

Estas academias generaron una

eclosión científica y cultural en

el ejército y la armada, y sus

miembros adquirieron gran re-

lieve en muchas disciplinas de

las ciencias exactas y huma-

nas, desempeñando un papel

de primera magnitud en la re-

cuperación científica y cultural.

El cálculo diferencial y la física

moderna newtoniana se introdu-

jeron en España a través de las

academias militares. Se estudia-

ron métodos para perfeccionar la

siderurgia con vistas a la fabri-

cación de armas y se cultivó la

química para mejorar los fuegos

de artillería.

El desarrollo que alcanzaron estas

academias fue muy importante y

en ellas se formaron la mayoría

de los más destacados técnicos

del siglo XVIII. Así, Horacio Capel

puede decir que: “La Academia

de Matemáticas de Barcelona

impartía las enseñanzas más

completas y avanzadas que era

posible obtener en España en

aquellos momentos. En la déca-

da de 1740 ningún otro centro,

con excepción de la Academia

de Guardias Marinas de Cádiz,

en lo que se refiere a náutica,

alcanzaba un nivel parecido”20.

Los programas de la Academia

de Matemáticas de Barcelona

cubrían todo el amplio abanico

de lo que se denominaban ma-

temáticas puras (Aritmética,

Geometría, Álgebra, Trigonome-

tría) y mixtas (Física y Mecánica,

Hidráulica, Arquitectura civil y

militar, Artillería, Óptica, Astrono-

mía, Geografía, Náutica, etc.).

Después de los primeros pasos

dados en tiempo de Felipe V, la

Ilustración llegó plenamente du-

rante el reinado de Fernando VI

(1746 -1759). El marqués de la

Ensenada, realizó un gran esfuer-

zo en la promoción de la actividad

científica, sirvan como muestras:

la creación de la Academia de

Bellas Artes de San Fernando,

en 1746, ante la gran demanda

de arquitectos; y la publicación

de la Ordenanza de 1751, para

renovar y unificar las enseñanzas

de la Academia de Barcelona y

otras similares. Su propósito de

impulsar el estudio de las cien-

cias y la tecnología se tradujo

en otras varias iniciativas: entre

ellas se procuró modernizar todo

lo posible la universidad creando

nuevas cátedras de matemáticas

en muchas de ellas y también en

el Colegio Imperial.

Conforme fue avanzando el si-

glo XVIII, se fue alcanzando en

nuestro país un nivel similar

al de los restantes de Europa.

Pero, llegados a este punto, no

puede olvidarse que ya des-

de antes del Setecientos los

ingenieros militares, que para

conseguir un mayor grado de

eficacia en su profesión fueron

adquiriendo los avances de la

ciencia moderna, fueron difun-

diendo sus conocimientos por

medio de sus obras y su in-

fluencia en los constructores

que trabajaban con ellos. Así

pues, sería un grave descuido

no tener presente que los pa-

sos dados por las academias y

por los ingenieros de la Corona

hispana en los siglos XVI y XVII

fueron un preciado antecedente

que prefijó su papel en el inicio

del XVIII como introductores de

la ciencia moderna en España.

20 CAPEL, Horacio; SANCHEZ, Joan- Eugeni; MONCADA, Omar: De Palas a Minerva […], (ob. cit.), p. 131.

Page 60: Libro ilustra cat02

060 ILUSTRACIÓN. PENSAMIENTO CIENTÍFICO

Page 61: Libro ilustra cat02

061

Marisol de Mora El Renacimiento español, en el

siglo XVI, contaba con buenos

matemáticos, pero carecía de in­

genieros. La ingeniería española

era de carácter práctico, enrai­

zada en los gremios y heredada

de los árabes. El propio Felipe II

se vio obligado a contratar a al­

gunos extranjeros, holandeses o

italianos que cosecharon estre­

pitosos fracasos sobre todo en

las obras hidráulicas. La falta de

conocimientos de geometría para

la triangulación o nivelación de las

tierras provocó que los científicos

españoles se interesasen también

por la técnica, en la mejor tradición

renacentista, como los aragone­

ses Jerónimo Girava o Pedro Juan

de Lastanosa, éste último contra­

tado por Felipe II “por su habilidad

y experiencia en letras, fábricas,

máquinas, fortificaciones y otras

cosas”1. Esta situación animó a

la corte española para desarrollar

una formación adecuada de los

ingenieros.

Tras el Renacimiento, ciencias y

técnicas experimentaron un ex­

traordinario desarrollo, como es

sabido, y los historiadores de la

ciencia acuñaron la denomina­

ción de Revoluciones Científicas

para los siglos XVII y XVIII. Al mis­

mo tiempo, en el terreno de las

ideas, va a aparecer el movimien­

to llamado la Ilustración, cuyo

origen se atribuye al desarrollo

racionalista del siglo XVII, con

autores como Descartes o John

Locke. Las ideas predominantes

van a ser la primacía de la razón,

la justificación de la búsqueda de

la felicidad y del progreso basa­

do en el conocimiento científico,

las ideas de igualdad de todos

los hombres, etc. Los prime­

ros ilustrados franceses van a

ser autores como Montesquieu

y su espíritu de las leyes, contra

el absolutismo, Voltaire y la críti­

ca a los privilegios, Rousseau y

El contrato social, D’Alembert y

Diderot, los artífices de la Enciclo­

Fig. 01_ Felipe IV.

Fig. 02_ Felipe V.

1 Citado por Nicolás Gª Tapia en “La formación de los ingenieros españoles

antes de la fundación de la Academia de Matemáticas en 1582”, Estudios sobre

Historia de la Ciencia y de la Técnica, Valladolid, 1988.

Page 62: Libro ilustra cat02

062 pedia francesa, entre otros. Las

ideas de Despotismo Ilustrado:

“todo para el pueblo pero sin el

pueblo”, van a acabar triunfando

en grandes sectores del pensa­

miento de la época. En el campo

de las ciencias podríamos decir

que la principal novedad va a ser

la redefinición de las mismas. No

olvidemos que en la Edad Media

la Teología se consideraba una

ciencia.

Los métodos de la ciencia. Su origen matemático.

La revolución científica del siglo

XVII dio lugar a la aparición de lo

que llamamos ciencia moderna,

basada en el uso del método ex­

perimental y de las matemáticas

para la investigación de la natura­

leza. Confrontada al aristotelismo

y a la tradición esco lás tica, con­

tra la cual va a librar una áspera

y prolongada batalla en las uni­

versidades, acabará por triunfar,

primero en las ciencias matemá­

ticas y en las más matematizadas

de las naturales, como la física

y la cosmología, después en el

resto.

Las matemáticas desempeña­

ron un papel muy importante a

lo largo de toda la revolución

científica del siglo XVII, tanto

por los enormes avances a los

que dieron lugar (aparición de

la Geometría analítica y del Cál­

culo Infinitesimal, por ejemplo),

como por haber represen tado una

alternativa metodológica al esco­

lasticismo. La matematiza ción de

la naturaleza, junto al estableci­

miento de las reglas básicas del

método experimental, fueron los

dos fundamentos sobre los que

se asentó el nuevo paradigma

metodológico para la investiga­

ción científica. Una consideración

más amplia de lo que podríamos

llamar “revolución metodológica

del siglo XVII”, debería de analizar

con detalle, además, el proce­

so de cambio metodológico que

vivieron paralelame nte otros ám­

bitos (la medicina y la anatomía,

la botánica, por ejemplo).

Autores como Cassirer, Burtt,

Whitehead y Koyré han tra­

tado de determinar una base

metafísica común a esta profunda

transformación científica y filosó­

fica2. Según ellos, los promotores

de la nueva ciencia coincidirían

en considerar que el mundo ma­

terial está formado por cuerpos

caracterizados por sus propie­

dades matemáticas, y que por

consiguiente hay que estudiarlo

y describirlo exclusiva mente en

términos matemáticos. Una fuer­

te influencia platónica y pitagórica

sería la base filosófica común a

todos ellos. La aceptación del

mecanicismo, según el cual el

mundo ha de ser conside rado

como una máquina, ha sido es­

tablecida también como una de

las bases metafísicas de toda la

revolución científica, sobre todo a

partir de Descartes3.

Es cierto que la metáfora “el libro

de la naturaleza está escrito en

caracteres matemáticos”, es un

lugar común entre autores como

Copérnico, Kepler, Galileo y Des­

2 Véanse, por ejemplo, las obras de Ernst Cassirer, Das Erkenntnisproblem in der Philosophie und Wissenschaft der neue­

ren Zeit, Berlín 1911, segunda edición, 2 vols.; de E.A. Burtt, The Metaphysical Foundations of Modern Physical Science,

Londres: Routledge & Kegan Paul 1932; de A.N. Whitehead, Science and the Modern World, New York: Macmillan 1925

y de A. Koyré, quien ha publicado diversas obras sobre el tema, tales como Galileo Studies, Atlantic Highlands, N.J.: Hu­

manities Press 1978, Metaphysics and Measurement: Essays in Scientific Revolution, Cambridge, Mass.: Harvard Univ.

Press 1968 y Le systéme du monde, París: Vrin. Véase también la obra colectiva Reappraisals of the Scientific Revolu tion,

editada por David C. Lindberg y Robert S. Westman, Cambridge: Cambridge Univ. Press 1990, con artículos de Lindberg,

McMullin, Hatfield y otros.3 Así lo señala, por ejemplo, Michael S. Mahoney en su artículo “Changing Canons of Mathematical and Physical Intelligi­

bility in the Later 17th Century”, Historia Mathematica 11 (1984), p. 417­423, además de los autores mencionados en la

nota anterior y de otros muchos que han estudiado la emergencia de la ciencia moderna.

Page 63: Libro ilustra cat02

063cartes. Sin embargo, aparte de la

tradición neoplató nica y pitagó­

rica cabe señalar en el siglo XVI,

y sobre todo en el XVII, la exis­

tencia de otras varias corrientes

de pensamiento matemati zante,

que incidie ron en diversa medida

sobre los protago nistas de la re­

volución científica. La existencia

de una base metafísica o filosófi­

ca común a autores tan diversos

como Copérnico, Kepler, Galileo,

Descartes, Newton, Leibniz, etc.,

resulta plausible, aunque pare­

ce más interesante indagar si

tuvieron una base metodológica,

aunque no fuera común, pues

veremos que existen grandes

diferencias entre unos y otros au­

tores a la hora de adoptar reglas

metodológicas para la investiga­

ción científica, así como también

en el momento de elaborar una

filosofía more geometrico.

La emergencia del concepto de método.

El papel desempeñado por las

matemáticas, siendo importan­

te, no agota ni mucho menos la

transformación metodológica que

tuvo lugar durante los siglos XVI

y XVII. No hay que olvidar la fun­

ción de la medicina, e incluso de

la metodología jurídica, a lo largo

de este proceso de cambio.

Sobre todo, la propia noción de

método científico se acuñó a lo

largo de esta época, por obra de

muy diversas influencias. El Dis­

curso del Método publicado por

Descartes en 1637 como prólogo

a sus tratados sobre Geometría,

Meteoros y Óptica, no es una

obra aislada. En la segunda mitad

del siglo XVI se desarrolló un am­

plio debate, en el seno mismo del

aristotelismo, sobre el concepto

de método científico. Tampoco

hay que olvidar las apor taciones

de Francis Bacon, e incluso de su

precursor Grosse tes te, en torno al

método experimental. Siendo im­

portante la influen cia del método

geométrico de análisis y síntesis,

existen otras muchas influencias

en la transfor ma ción metodológi­

ca llevada a cabo por la revolución

científica, que conviene al menos

mencionar.

Los humanistas del Renacimiento

(Budé, Nizzoli, Borrius, Snellius,

Cardano, Erasmus, Melanchton,

Ramus, Zabarella y otros mu­

chos) tomaron parte en un largo

debate, en torno al concepto de

método, y en particular de mé­

todo científico. La Instauratio

Magna de Francis Bacon ha de

ser considerada, en este sentido,

como una aportación fundamen­

tal, pese a sus insufi ciencias, al

haber establecido algunas de las

reglas básicas del método ex­

perimental. El mayor defecto de

Francis Bacon ­al igual que el de

Luis Vives­ consistió en no haber

aceptado la relevancia de los mé­

todos matemáticos, insistiendo

únicamente en los aspectos ex­

perimentales en sus tentativas de

renovar la metodología cientí fica.

La segunda gran aportación, que

resolverá el debate entre teoría

y experimentación e inau gurará

un nuevo concepto del método

científico, proviene del redescu­

brimiento de los métodos griegos

de análisis geométrico, a partir de

la edición, en 1589, de las Collec­

tiones Mathematicae de Pappus

de Alejandría (s.IV). La ciencia

deja de ser contemplativa y está­

tica para convertir se, por medio

de demostra ciones geométri cas y

de experimenta ción previa, en un

método de descubrimiento. Las

nociones aristotélica y escolásti­

ca del método, con sus diversas

interpreta ciones y variantes, fue­

ron quedando abandonadas. Las

nuevas reglas del método científi­

co serán definidas en el siglo XVII

a partir de la relectura de las obras

de Euclides, Apolonio, Arquí­

medes y Pappus, hecha posible

gracias a las nuevas ediciones de

dichos textos que llevaron a cabo,

fundamentalmente, los humanis­

tas italianos en la segunda mitad

del siglo XVI y principios del XVII.

Países como España y Portugal

quedaron totalmente anclados

en las tradiciones aristotélicas,

repudiando la introducción de

las matemáticas (y otras muchas

Page 64: Libro ilustra cat02

064 ciencias y saberes) en sus curri­

cula universitarios. Tal y como ha

señalado Julio Rey Pastor en su

obra Los Matemáticos Españoles

del siglo XVI, las ciencias exac­

tas llegaron en el siglo XVII a “un

estado lamentable”4. Con excep­

ción de la Academia creada por

Herrera a finales del XVI, y que

desapareció en 1624, no hubo

ningún intento institucio nal de re­

novar la enseñanza universitaria,

aunque fuese tan prudentemen­

te como Clavius y el Colegio

Romano llevaron a cabo en el

caso de Roma (y luego en La Flè­

che, donde estudió Descartes,

en Ingolstadt y en Wurzburgo).

La tendencia fue más bien la

contraria: no hay que olvidar la

Pragmática de Felipe II de 22 de

noviembre de 1550 prohibiendo

“pasar los naturales de estos rei­

nos a estudiar fuera de ellos”, en

base a que las universidades es­

pañolas “van de cada día en gran

disminución y quiebra”. Este tipo

de órdenes no eran raras en la

Europa de la época, y muchos

príncipes del mundo o de la Igle­

sia intentaban con ellas proteger

sus universidades y evitar el éxo­

do de maestros y discípulos. Así

pudo llegarse a la situación que

describió Diego de Torres Villa­

rroel en su Autobio grafía (p. XXIII

y XXV) sobre la Universidad de

Salamanca a mediados del si­

glo XVIII. La única Cátedra de

Astrología y Matemáti cas exis­

tente había estado “30 años sin

maestro y 150 sin enseñan za”, y

en cuanto a los profesores uni­

versitarios y sus ideas sobre las

matemáticas, una cita puede

bastar: “Unos sostenían que la

matemática no era más que en­

redos y adivinaciones, y otros

que era cosa de diablos y brujas.

No había en la librería libros ni

instrumen tos matemáti cos...y hoy

que estamos a últimos de Junio

de 1752, está del mismo modo,

huérfana de libros e instrumen­

tos... y aún siguen creyendo los

demás catedráticos que tiene

algún sabor a encantamiento y

farándula esta ciencia” 5 .

Torres Villarroel concluye: “Pa­

deció entonces la España una

obscuridad tan afrentosa, que en

estudio alguno, colegio ni univer­

sidad de sus ciudades, había un

hombre que pudiese encender

un candil para buscar los elemen­

tos de estas ciencias”.

El método de análisis según Newton.

Así como Galileo fue capaz de

analizar, y luego de sintetizar

el movimiento, por medio de

experimentos imaginarios o

reales, asimismo Newton y

Leibniz propusieron un “Analisis

Infinitorum”, que había sido

preludiado por Cavalieri, S.

Vicent, Wallis y otros muchos.

Frente al Álgebra cartesiana,

el nuevo Cálculo es capaz

de proponer construcciones

simbólicas (fórmulas) para

muchas más figuras y cuerpos

geométricos que los estudiados

por Descartes y sus sucesores.

El propio movimiento (de los

astros, de los cometas, de las

aguas del mar en las mareas,

etc.) puede ser analizado con

mucho mayor detalle y precisión

si se utiliza el nuevo Cálculo

Diferencial (o de fluxiones) que

si se recurre a la Geometría, al

modo de Galileo.

Mas lo esencial del nuevo Aná­

lisis no estriba en su capacidad

para resolver (y recomponer)

problemas clásicos, sino sobre

todo en su potencialidad para

generar problemas y resultados

nuevos. Las integrales surgen

por ampliación del concepto, ya

revolucionario, de serie infinita;

pero van más allá, dando lugar

a aplicaciones insospechadas

de las nuevas técnicas, paralela­

mente a la generación de nuevos

conceptos.

4 Julio Rey Pastor, Los Matemáticos Españoles en el siglo XVI, Madrid: Biblioteca Scientia 1926, p. 145. 5 Citado por J. Rey Pastor, o.c., p. 150­151.

Page 65: Libro ilustra cat02

065Inexorablemente, Newton y Leibniz

se vieron llevados a definir una

nueva noción de análisis y de

síntesis, y en general de méto­

do científico: la nueva filosofía

comenzaba a ejemplarizarse,

al mostrar que la problemática

filosófica empezaba a ser en­

gendrada por el progreso de la

ciencia. Refiriéndose a todo el

debate anterior en torno al análi­

sis y la síntesis, Newton propuso

nuevas ideas.

Newton presentó su Cosmología

en base a definiciones y leyes

generales, conforme a criterios

axiomatizadores rigurosos; sin

embargo, dicha Síntesis deduc­

tiva tenía como substrato una

serie de reglas que caracterizan

al Análisis como un método ple­

namente experimental, al menos

cuando se aplica a la Física.

Se parte de fenómenos, que

hay que explicar. Tras llevar a

cabo observaciones, obviamen­

te por medio de instrumentos

científicos y en los laborato rios

correspondientes, se infieren

conclusiones por vía inductiva

a partir de los datos. Sigue una

fase de comprobación, en la

que se observa si hay objecio­

nes o no a dichas conclusiones.

Elevadas a definitivas, las con­

clusiones (o hipótesis generales)

pasan a ser leyes y principios

para la Física. Los fenómenos

iníciales pueden ser, por ejem­

plo, movimientos. Las causas de

dichos efectos fenoménicos son

ahora fuerzas, muchas veces no

perceptibles. Se intenta buscar

siempre la causa (o el argumen­

to) más general.

En cuanto a la síntesis ulterior,

de ninguna manera se reduce al

proceso inverso. La síntesis es la

escritura misma de los Principia

(o de la Óptica) more geometri­

co. A través de dicha escritura,

basada siempre en fórmulas ma­

temáticas (y en su caso en el

Cálculo de Fluxiones), los fenó­

menos quedan explicados; pero

la explicación científica ha de

ser, además, demostrativa, de

tal manera que no quede duda

de que no se están proponien­

do vanas hipótesis, sino la razón

misma o el por qué de los fenó­

menos: por eso Newton retoma

la terminología de causas y efec­

tos. Para ser precisos, conviene

recordar que la Geometría, para

Newton, está basada en la Me­

cánica, y no al revés: “Se funda

pues la Geometría en la práctica

mecánica y no es otra cosa que

aquella parte de la Mecánica uni­

versal que propone y demuestra

con exactitud el arte de medir.”

Asimismo, Newton lleva a cabo

una inversión no menos impor­

tante con respecto a las reglas

clásicas del método. Lo esencial

ahora es que haya una relación

matemática (y no simplemen­

te geométrica) entre los datos

observacionales y las fórmulas

propuestas para explicar los

fenómenos medidos mediante

dichos datos. Teoría y experien­

cia se interrelaci onan a través de

dos instrumentos científicos bá­

sicos: las tablas de datos, en las

cuales se expresan mediciones

de fenómenos que han sido rea­

lizadas y reelaboradas conforme

a técnicas complejas, y las fór­

mulas matemáticas generales

mediante las cuales se expresan

las leyes científicas. La matema­

tización de la Filosofía Natural

es un hecho, pero su puesta a

punto ha inducido profundas

transformaciones en la noción

misma de método y de ciencia.

A partir de este momento, los

Principia van a ser un mode­

lo metodológico para todos los

científi cos, independientemen­

te de la disciplina de la que se

ocupen, pero también para los

filósofos, quienes tendrán que

elaborar sus teorizaciones sobre

la Naturaleza partiendo, como

mínimo, del dominio de la obra

newtoniana. Ni la Física de Aris­

tóteles ni las Escrituras sirven ya

para argumentar sobre Cosmo­

logía, y sólo ha pasado un siglo

desde que el Colegio Romano

trataba de justificar de algún

modo el carácter científico de

las matemáticas en base a los

Analíticos aristotélicos.

Page 66: Libro ilustra cat02

066 El método de análisis según Leibniz

Leibniz fue también sensible a to­

dos estos aspectos de la ciencia

moderna, pero no dio prioridad a

la Física como modelo del cono­

cimiento científico, tratando, por

otra parte, de armonizar la tra­

dición filosófica con los nuevos

postulados derivados de la prác­

tica científica.

Aunque también mostró sus

críticas, como Newton, con res­

pecto al Álgebra cartesiana,

Leibniz orientó sus esfuerzos

hacia la construcción de un Ars

Characteristicae, en la cual se

englobarían y perfeccionarían

los diversos sistemas de signos

utilizados por científicos y filó­

sofos para expresar sus ideas y

descubrimientos.

La noción leibniziana de méto­

do es más amplia que la de sus

contemporáneos, porque no sólo

está orientada a razonar bien (o

a juzgar bien: primer objetivo de

la metodología), sino también a

inventar verdades desconocidas

(segundo objetivo) y a recordarlas

adecuadamente (tercer objetivo).

Paralelamente, los sistemas de

signos no se agotan en su fun­

ción designativa o comunicativa:

han de servir también para cal­

cular, para fijar los pensamientos,

para resumirlos y para ordenar­

los: la regla de tres, los signos

para las proporciones, la estruc­

tura de las tablas de datos, las

signaturas de una catalogación

bibliográfica (que dan el orden de

los conocimien tos humanos, y no

se limitan a designar el libro o el

estante), o simplemente el esta­

dillo para resumir ordenadamente

la contabilidad del comercio, son

otras tantas partes de la Caracte­

rística, de la misma manera que

las figuras geométricas, los signos

y ecuaciones del Álgebra carte­

siana, la escritura del pentagrama

o los sistemas lógico­formales.

El método tiene como objetivo la

construcción de esta Ciencia Ge­

neral o Característica, en la cual

Leibniz incluye explícitamente el

diseño de máquinas e instrumen­

tos. Por consi guiente, sus reglas

ya no se ciñen a las que utilizan

geómetras y matemáticos, o fí­

sicos y médicos, aunque deben

englobar las de todos ellos como

casos particulares de la Caracte­

rística. En De la Sagesse propone

tres reglas para razonar bien (en el

contexto de las críticas leibnizia­

nas al cartesianismo), diez para el

arte de inventar y siete para el arte

de la memoria.

Como puede verse, Leibniz man­

tuvo la unidad de método para

todo tipo de investigaciones, fue­

sen teóricas (ideas, verdades de

razón) o empíricas (fenómenos,

verdades de hecho). Su talante,

sin embargo, es mucho menos

experimental que el de Newton.

La Caracte rística es, ante todo,

una fundamentación de nuestros

conocimien tos: su construcción

ha de evitar el error, las quime­

ras, las falsas hipótesis; por eso

hay que repetir el análisis, tanto

de las ideas como de los hechos,

numerosas veces. Una vez es­

tamos seguros de que todos los

prerrequisitos (o variables inde­

pendientes, como diríamos ahora)

han sido considerados, podemos

estar seguros de haber llegado

a unos principios, siempre pro­

visionales, a partir de los cuales

se procederá combinatoriamente

para justificar lo ya sabido y para

proponer nuevos problemas y

nuevas verdades.

La marca distintiva de un buen

uso del método radica, por una

parte, en el hallazgo de buenas

definiciones a lo largo de la fase

de análisis y por otra, en la pro­

ducción de invenciones útiles en

la fase de síntesis. El análisis ha de

ser llevado a cabo a base de pro­

poner definiciones nuevas y más

perfectas que las proporcionadas

por nuestros antecesores. La sín­

tesis ha de justificar combinatoria

y deductivamente lo ya conocido

pero, además, ha de suministrar

nuevos teoremas, nuevos hechos

o nuevos artefactos. Por eso,

Descartes no ha realizado ese

buen uso del método, en opinión

Page 67: Libro ilustra cat02

067de Leibniz: “Descartes ha dicho

buenas cosas; era un espíritu pe­

netrante y juicioso al máximo.

Pero como no es posible hacerlo

todo a la vez, no ha hecho más

que dar buenos comien zos, sin

llegar al fondo de las cosas; me

parece que todavía está muy aleja­

do del verdadero análisis y del arte

de inventar en general. Pues estoy

convencido de que su Mecánica

está llena de errores, su Física va

demasiado deprisa, su Geometría

es demasiado limitada y su Meta­

física en fin es todo eso a la vez.”

En cuanto a la justificación de las

teorías en base a la utilidad de los

inventos que se derivan de ellas,

cabe citar, entre otros, el siguiente

fragmento de Leibniz: ”Con fre­

cuencia se equivocan llamando

práctica a lo que es teoría y vice­

versa. Pues un obrero que no sepa

latín ni conozca a Euclides, si es

un hombre hábil y sabe las razones

de lo que hace, tendrá verdadera­

mente la teoría de su arte y será

capaz de encontrar expedientes

para todo tipo de situa ciones. Por

otra parte, un medio­sabio inflado

con una ciencia imaginaria proyec­

tará máquinas y edificios que no

podrán tener éxito, porque no do­

mina toda la teoría necesaria.” El

método científico va a ser el gran

motor que hará posible el avance

de las ciencias e incluso el descu­

brimiento de ciencias nuevas, que

caracterizarán la época moderna.

La Ilustración en España.

Se considera que la Ilustración

en España coincide con el rei­

nado de los Borbones, desde

Felipe V en 1700 hasta Carlos

IV alrededor de 1800. Este retra­

so respecto al resto de Europa

se estima debido al carácter in­

movilista de la monarquía de los

Habsburgo, entre otras razones.

Precisamente con Felipe V se

produce el cambio de familia

reinante, de los Habsburgo re­

presentados por el archiduque

Carlos, a los Borbones que eran

apoyados por Castilla y, natural­

mente, por Francia. Éste fue un

cambio traumático, aunque no

una revolución, pero se produje­

ron muchos conflictos y pérdidas

para España en el contexto de

Europa. Asimismo, Aragón y Va­

lencia perdieron sus fueros y las

Cortes de Castilla se convirtieron

en las cortes de toda España. Nu­

merosas guerras marcaron este

período: aragoneses, catalanes,

austríacos, británicos y holande­

ses temían que se estableciese

una monarquía absolutista como

la francesa y el primer conflicto

terminó con el triunfo de Felipe V

y los llamados Pactos de Familia

con Francia. En 1739 comenzará

otra guerra con Gran Bretaña por

el dominio del océano Atlántico.

En 1741 la Guerra de Sucesión

austríaca y la guerra de Italia. En

1748 termina la guerra de Austria

con la Paz de Aquisgrán, reinan­

do ya desde 1746 Fernando VI,

hijo de Felipe V. En 1761 Espa­

ña interviene en la Guerra de los

Siete Años, reinando desde 1759

Carlos III. Inglaterra declara la

guerra a España y Francia y las

posesiones españolas en Eu­

ropa y América cada vez están

más amenazadas. Lógicamente,

los demás países europeos no

veían con buenos ojos el Imperio

Español, por la sencilla razón de

que ellos ambicionaban también

un imperio, que más tarde logra­

rán los franceses con Napoleón

(1804­1870) cuando ya está rota

la alianza con España. La idea

de imperio, basada en el Imperio

Romano y los sucesivos, como el

Bizantino, durante la Edad Me­

dia; el Otomano; el Carolingio o

Romano­Germánico (962­1806);

el Británico (XVII­XX); el Austro

Húngaro (1867­1919), etc. no

tenía una connotación negativa

para los europeos, al contrario,

fascinaba la grandeza y el po­

der sobre todas las naciones del

mundo. Así pues los conflictos

no se acababan, en 1763 co­

mienza la guerra de Marruecos y

Argel que terminará en 1766. En

1779 otra guerra con Inglaterra y

sitio de Gibraltar. En 1788 muere

Carlos III y es proclamado Carlos

IV, pero comienza al año siguien­

te la Revolución Francesa, que

provocará el espanto del resto de

Page 68: Libro ilustra cat02

068 los estados y monarquías euro­

peas. Y todo ello culminará con

Napoleón y la llamada Guerra de

la Independencia en 1808.

En esta agitada época también la

Iglesia se encuentra en conflicto,

al aparecer partidarios de igle­

sias nacionales independientes

de Roma y del Papa, al que con­

sideraban una opción demasiado

conservadora y contrapuesta a

los nuevos deseos de felicidad

personal y de preeminencia de la

razón. Los jesuitas, aunque fie­

les al Papa, van a provocar con

su probabilismo, como antes en

Francia, la reacción de los con­

servadores, pues sus maneras

innovadoras y las sospechas de

que apoyaban ideas de liberación

en América lograron que Carlos III

los expulsara de España en 1767,

tras haber sido ya expulsados de

Francia, confiscando sus bienes.

No obstante, la educación había

sido siempre el más preciado

objetivo de los jesuitas, críticos

con el aristotelismo y partidarios

de las nuevas ciencias y co­

nocimientos. Ahora todas las

universidades pasarían a ma­

Page 69: Libro ilustra cat02

069

Fig. 03_ Universidad de Cervera.

nos de la corona, entrando en

principio de manera natural en

ellas el espíritu de la Ilustración

y comenzando las reformas, que

proponían nuevos planes de es­

tudio que dejasen de lado la

escolástica, aunque esas refor­

mas no fueron tan rápidas como

hubiera sido deseable. Surgieron

paralelamente academias como

la Real Academia Española, la de

Bellas Artes o la de la Historia y

sociedades, como las socieda­

des económicas de amigos del

país, lugar de encuentro de in­

telectuales tanto filósofos como

científicos, técnicos, seglares o

religiosos.

En Cataluña, la Universidad de

Cervera había sido fiel a Felipe

V durante la guerra de Sucesión

mientras el resto de las univer­

sidades catalanas estaban a

favor del Archiduque Carlos, y

por esa razón tras su llegada al

trono se ordenó sustituir todos

los Estudios Generales: Girona,

Barcelona, Lleida, Vic, Tarragona

y Tortosa, por una sola universi­

dad con la nueva orientación.

Los jesuitas se hicieron car­

go de las cátedras principales

hasta su expulsión y más tarde,

después de la Guerra de la In­

dependencia y otros conflictos,

esta universidad se trasladó, en

1842, oficialmente a Barcelona.

Entre los principales jesuitas

catalanes que fueron profeso­

res en Cervera6 podemos citar

a José Finestres y Monsalvo

(1688­1777), jurisconsulto que

fue catedrático de Derecho en

Cervera desde 1715. Gran eru­

dito, la importancia de su obra

radicó en el impulso que otorgó

a los estudios de Derecho ci­

vil y público, así como a ser el

primer autor que intentó com­

pilar y editar toda la tradición

jurídica catalana, labor que ini­

ció en 1747, en sus obras Iuris

catalauni elementa y De historia

iuris catalaunici. Mateo Aymerich

(1715­1799) filósofo y humanista.

Tomás Cerdá (1715­1791) ma­

temático y filósofo que escribió

entre otras cosas las Lecciones

6 “Universidad de Cervera,” Enciclopedia Microsoft® Encarta® Online 2009.

Page 70: Libro ilustra cat02

070

de artillería para el uso de la clase

(1764). Luciano Galluzas i Costa

(1731­1810) humanista y filóso­

fo. Antonio Codorniu (1699­1770)

polemista con Feijoo. Bartolo­

mé Pou (1727­1802) especialista

en lenguas clásicas. José Pons

Massana (1730­1816) especialis­

ta en derecho, retórica y poética.

Francisco Javier Cerdá Lampillas

(1731­1812) humanista. Ramón

Lázaro Dou (1742­1832), juris­

consulto español, autor de las

famosas Instituciones de Dere­

cho Público General de España...

obtuvo la Cátedra de Derecho

Canónigo en la universidad de

Cervera, y otros muchos.

Las reformas en la sociedad en

su conjunto, aunque fueron nu­

merosas y planteadas en todos

los ámbitos, avanzaron muy len­

tamente, porque encontraban

gran resistencia en los poderes

fácticos y por las circunstancias

bélicas. Algunos autores de la

época señalaban esta situación,

como el aragonés Eugenio La­

rruga (1747­1803): “Hace casi

dos siglos que trabajamos para

conseguir el restablecimiento

de nuestras antiguas fábricas

y comercio, mas no lo hemos

conseguido. El mucho núme­

ro de providencias tomadas en

este asunto tampoco han logra­

do el fin a que se encaminaban.

Esto lo confiesa todo hombre

Fig. 04_ Presentación de la

vacunación.

Page 71: Libro ilustra cat02

071sensato que sabe especular los

asuntos de la patria sin pasión,

que desprecia los escritos de

pura adulación, y que indagando

la raíz de lo bueno y lo malo de

un cuerpo político, discurre con

acierto para hacer los pueblos

industriosos y comerciantes; y

aunque no podemos dudar que

se ha mejorado en estos últimos

años tanto la administración,

como la legislación comerciante,

sin embargo restan que remediar

algunos vicios ocultos, que nos

frustran todas nuestras esperan­

zas, nos pierden al mejor tiempo

nuestros adelantamientos y siem­

pre nos tienen dependientes de

la ley del extranjero en punto de

comercio”.

La Revolución Francesa produjo

en España una gran conmoción

y muchas objeciones a la moder­

nización que se llevaba a cabo

y que se atribuía a los “afrance­

sados”. Se intentarán blindar las

fronteras con Francia y se es­

tablecerá la censura. Carlos IV,

tras la ejecución del rey francés

Luis XVI, emprende la guerra con

Francia y el ejército francés entra

en Guipúzcoa y en Cataluña. La

firma de la paz para poder poner

a salvo esos territorios provoca

que los ingleses desconfíen de

tal alianza y ataquen a los barcos

españoles; esta situación será un

desastre para España que per­

derá mucho terreno en Europa y

acabará, como todos saben, con

la invasión de Napoleón y la gue­

rra contra los franceses.

La Ilustración en Cataluña

En Cataluña, la economía, la edu­

cación y la cultura tendrán un

importante desarrollo y de esta

época es la creación de la Uni­

versidad de Cervera, de la que

hemos hablado anteriormente,

la Academia Militar de Matemá­

ticas y el Colegio de Cirugía del

Ejército. No obstante, muchos

eclesiásticos siguieron teniendo

una gran influencia en los ámbitos

de la ciencia, como por ejemplo

en Geografía, Economía, Comer­

cio, Agricultura, Industria e incluso

Historia de Cataluña o de su lite­

ratura. Las escuelas que ahora

llamaríamos de formación profe­

sional también proliferan para las

industrias textiles, agrícolas y de

comercio y navegación.

Horacio Capel resume magistral­

mente la cuestión de la ingeniería

en estos párrafos de su artículo

“Construcción del estado y crea­

ción de cuerpos profesionales

científico­técnicos: los ingenie­

ros de la monarquía española

en el siglo XVIII”7: “Ese proceso

de organización de cuerpos del

Estado se inició en el siglo XVI

con la creación de cuerpos de

pilotos, cosmógrafos o artilleros

como funcionarios pagados por la

Corona, fue progresando en el si­

guiente y adquirió un gran impulso

en el Setecientos. En este siglo se

produjo un aumento importante

de la centralización política y la

puesta en marcha de políticas pú­

blicas de fomento que exigieron

nuevos cuerpos especializados

(intendentes, ingenieros militares,

ingenieros navales, ingenieros

cosmógrafos...). Finalmente la

construcción del Estado adquiriría

nuevos desarrollos en el siglo XIX,

con la implantación del Estado li­

beral, lo que supuso la creación

de más cuerpos (ingenieros de

minas, agrónomos, maestros de

escuela, profesores de enseñanza

secundaria y universitaria, correos

y telégrafos...).

La nueva historiografía está pres­

tando hoy amplia atención a los

procesos de creación de esos

7 Comunicación presentada al Congreso Internacional sobre Fortificación y Frontera Marítima, Ibiza, 24­26 de octubre de

2003. Publicada en CÁMARA MUÑOZ, Alicia y Fernando COBOS GUERRA (Eds.). Fortificación y Frontera Marítima. Actas del

Seminario Internacional celebrado en Ibiza durante los días 24 al 26 de octubre de 2003. Eivissa: Ajuntament d’Eivissa, 2005.

Disponible en CD.

Page 72: Libro ilustra cat02

072

cuerpos, a las reglas de funcio­

namiento y a su implantación

territorial. También a los proble­

mas que plantea su articulación

con las estructuras de poder lo­

cal y con las especificidades de

cada medio local en que actua­

ban, lo que no siempre se hizo

fácilmente.

El estudio del cuerpo de ingenie­

ros militares en la España del siglo

XVIII adquiere por ello un interés

muy grande. Por un lado, nos sitúa

ante uno de los cuerpos técnicos

esenciales de la Monarquía para

la defensa y la organización terri­

torial. Y al mismo tiempo permite

acercarse al avance del proceso

de institucionalización y profesio­

nalización de la ciencia y la técnica,

a través de una corporación que

posee un saber específico en esos

campos y actúa como una corpo­

ración que se va convirtiendo, en

cierta manera, en una verdadera

comunidad científica y técnica, en

el sentido de que comparte ob­

jetivos intelectuales específicos,

instituciones académicas forma­

tivas, reglas de funcionamiento

para el intercambio y la evaluación

de la información (en este caso,

la información relativa al ataque y

defensa de plazas, descripciones

territoriales y construcción de edi­

ficios, carreteras, puertos, canales

y otros). Ello permite poner en

relación ese análisis con las inves­

tigaciones de historia y sociología

de la ciencia y de la técnica.”

Entre los catalanes más ilustres

que encontramos en estos años,

se pueden destacar Narciso Fe­

liu de la Peña y Farell (?­1710),

economista e historiador, autor

de un Político Discurso en 1681

a favor del proteccionismo y la

reforma fiscal. Gregorio Mayáns

i Siscar (1699­1781), valencia­

no, historiador, erudito, autor

de un plan de estudios para la

universidad, que fracasó como

muchos otros. Mateo Aymerich

(1715­1799) jesuita, autor de

una Historia geográfica y natu­

ral de Cataluña, y de algunos de

los primeros ensayos españoles.

Tomás Cerdá, (1715­1791) ya

mencionado. Antonio de Camp­

many (1742­1813), político que

escribió acerca de su proyecto

de regeneración nacional basa­

do en los valores tradicionales

catalanes. Félix Amat de Palau

(1750­1824), confesor de Carlos

IV, interesado en el fomento de

la industria catalana. Pedro Caro

i Sureda (1761­1811), mallor­

quín, que fue Capitán General de

Cataluña y tuvo una presencia

destacada en Menorca en 1782,

Dinamarca en 1808, y viajó a

América, Rusia e Italia. Poseía

una magnífica biblioteca de más

de 18.000 volúmenes. Y otros

muchos.

Fig. 05_ Anales de Cataluña. Obra

de Narciso Feliu de Peña y Farel

Fig. 06_ Apéndice a las Costum-

bres Marítimas del Libro del

Consulado. Escrito por Antonio de

Campmany y Montpalau

Page 73: Libro ilustra cat02

073La Ilustración permitió que los

territorios españoles pudieran

comenzar un nuevo camino

que los acercó a las ciencias

y técnicas que Europa estaba

desarrollando, acabando con

un aislamiento que le había re­

sultado nefasto en el ámbito

cultural, pero ello no se realizó

sin la pérdida de gran parte de

su influencia política y de su po­

der como potencia cuyo imperio

había abarcado por primera vez

en la historia mundial, todos los

continentes. Desde la óptica

del siglo XXI, seguramente será

mayoría la que de por bien em­

pleado el sacrificio.

Fig. 07_ Gregorio Mayáns i Siscar.

Fig. 08_ Félix Amat de Palau.

Fig. 09_ Pedro Caro i Sureda.

Page 74: Libro ilustra cat02

074 METROLOGÍA Y SISTEMAS DE COMPOSICIÓN GEOMÉTRICOS EN IGLESIAS PROYECTADAS POR LOS INGENIEROS MILITARES EN CATALUÑA DURANTE EL SIGLO XVIII.

Page 75: Libro ilustra cat02

075

Rafael Vila Introducción

Desde la realización de mi te-

sis doctoral Sobre los sistemas

geométricos de composición en

la arquitectura románica cata-

lana, siglos X-XII1 conservo una

querencia especial por compro-

bar la métrica y la existencia de

esquemas geométricos en las

planimetrías de los edificios que

caen en mis manos. Cuanto mayor

es su calidad arquitectónica más

fácil es resolver dicha búsqueda

porque casi siempre acostumbra

a detectarse la presencia del sis-

tema de medidas propio de cada

constructor o territorio donde se

ha construido el edificio así como

también la existencia de algún es-

quema más o menos pregnante

en la composición de sus partes.

El método más habitual de com-

posición es el ”Ad Quadratum”,

bien sea en su serie creciente o

decreciente o bien en sus mallas

aditivas. La escala de medidas

varia entre la “cana destre” en la

construcción catalana, la vara de

Burgos cuando los proyectistas

son castellanos o la “Toise y el

Pied du Roi” cuando existe algu-

na influencia francófona.

Durante la redacción del Plan Direc-

tor de Restauración del Castillo de

Figueres2 –insigne obra de los inge-

nieros militares de la Real y Militar

Academia de Matemáticas de Bar-

celona– observé que en las escalas

gráficas de los planos se indicaban

como unidades de medidas la vara

de Burgos, a veces comparada

con otra escala en toises3. Parale-

lamente, comprobé empíricamente

la existencia de esquemas regula-

dores en base al pentágono en la

composición global de la planta de

1 VILA 1986.2 VILA 2000.3 VILA 1986. Tomo III -Apéndice I, p.190. La “toise” también era conocida como

“verge”. Palabra que la relaciona más fácilmente con la vara castellana o la

cana catalana. Según la Chambers Encyclopedie el “Pied du Roi” de Carlomag-

no era igual a 1/2 “hashimi cubit” o 32.45 cm. Según la Enciclopedia Francesa

era igual a 144 “ligne” de pie romano, es decir 32.464 cm.

Page 76: Libro ilustra cat02

076 la fortaleza. Extremo habitual en to-

dos los tratados sobre arquitectura

militar abaluartada.

Cuando se decidió realizar un libro

sobre la obra civil de los ingenieros

militares de la citada Academia, me

pareció interesante analizar la posi-

ble presencia de ambos elementos

compositivos: unidades y esque-

mas geométricos en algunas de

las iglesias construidas por ellos en

Cataluña durante el siglo XVIII.

El Método de trabajo

La casi inexistencia de docu-

mentos gráficos o escritos que

evidencien la utilización de los

esquemas compositivos a lo

largo de la historia obliga a plan-

tear todas las comprobaciones

como hipótesis o como métodos

probablemente aplicados. Esta

circunstancia impide afirmar ca-

tegóricamente su aplicación en

las obras y remite al terreno de las

posibilidades y coincidencias. Esta

ausencia documental que lo prue-

be es realmente extraña en la obra

de los ingenieros militares, de los

que se conservan muchos planos

generales de sus obras pero muy

pocos de detalle y en ninguno de

ellos hemos sabido reconocer al-

gún esquema que precisará su

composición.

Por tanto y como ya se aplicó en

la tesis citada, el método es la

comprobación empírica de la exis-

tencia o no de la utilización de una

escala de medidas y de un siste-

ma de composición geométrico

en algunos edificios a partir de las

siguientes premisas:

La elección aleatoria de los edifi-

cios. La toma de medidas precisas

“in situ” y el dibujo afinado de los

planos. La comprobación de la co-

incidencia o no de relaciones entre

un esquema geométrico teórico,

reconocido, sencillo de entender y

fácil de replantear en obra o en el

taller de cantería en su época.

Dicha coincidencia no es exhaus-

tiva y sólo se considera cierta

cuando es exacta utilizando un

trazo fino. Se trata de evitar confir-

mar nuestras hipótesis mediante el

empleo de trazos anchos en pro-

porción al tamaño de impresión

del dibujo, que facilitan el “punto

gordo” que todo lo justifica.

Las obras escogidas

Entre las diferentes iglesias cons-

truidas en Cataluña durante el

siglo XVIII inicialmente se eligieron

para este estudio la capilla de la

Fortaleza de la Ciudadela y la igle-

sia de San Miguel del Puerto (Sant

Miquel del Port) en Barcelona y la

catedral nueva (Seu Nova) de Llei-

da. La primera es obra de Jorge

Próspero Verboom y las dos últi-

mas de Pedro Martín Zermeño.

Dicha elección se realizó tanto

por la importancia de las mismas

como de sus proyectistas, ya que

ambos fueron Directores Genera-

les de Ingenieros.

Para aproximarlas a otras obras

de su tiempo en Barcelona se ha

analizó también la fachada de la

iglesia de San Felipe Neri.

La determinación de la presencia

de la toesa (toise) en esta última

iglesia nos hizo pensar en la po-

sible participación del ingeniero

militar Alexandre de Retz en su

diseño.

Al comentarlo con los compa-

ñeros del grupo promotor del

presente libro, me animaron a

extender el estudio a la iglesia de

San Agustín nuevo (Sant Agustí

Nou) de Barcelona y a la iglesia

del castillo de San Fernando de

Figueres.

Por último, se ha incluido la fa-

chada de la antigua iglesia de

Santa Marta, trasladada en su día

a un edificio del recinto del Hos-

pital de la Santa Creu i de Sant

Pau.

Dado el carácter empírico y gráfi-

co del trabajo, el estudio no hace

ninguna incursión en la historia de

los edificios. No obstante a conti-

nuación se describe una pequeña

reseña de las obras en cuestión.

Page 77: Libro ilustra cat02

077 � La iglesia de la fortaleza

de la Ciudadela

Fue construida a partir de 1717 y

17294 según proyecto del Ingeniero

Director Jorge Próspero Verboom

y bajo la dirección del también in-

geniero militar Alejandro de Retz5

dentro del proceso general de las

obras de construcción de toda la

Ciudadela, concebida y dirigida por

el primero. En la construcción de la

misma intervino la empresa asentista

de Juan Bertrán6, familia muy ligada

a la construcción de iglesias barce-

lonesas entre otras obras de aquel

período.

Era una iglesia de una nave con cúpu-

la elíptica en el transepto. La fachada

es plana rematada por una potente

cornisa describiendo un semicírculo.

El paramento de fachada esta orde-

nado en tres partes por dos pilastras.

La parte central contiene un óculo y

un edículo con un pórtico de dos se-

micolumnas y un frontón triangular.

En su inicio, la iglesia estaba dentro

del perímetro rectangular que defini-

do por unos muros de cierre incluía

espacios para el cementerio y otras

edificaciones auxiliares. En 1928 el

arquitecto Pere Falqués7 transformó

en capillas los espacios exteriores

a la nave existentes entre los con-

trafuertes. Las fotos del archivo del

Servei de Patrimoni Arquitectonic

Local de la Diputación de Barce-

lona (SPAL) muestran la diferencia

existente entre el edificio antes y

después de la citada reforma8.

� La iglesia de San Felipe Neri

El oratorio de San Felipe Neri de

Barcelona es un centro espiritual

que tuvo un gran desarrollo entre

los siglos XVII y XVIII en Barcelo-

na. Por ello en los inicios de ese

último siglo decidieron ampliarlo y

sustituir su antigua iglesia por otra

mucho más grande. Después de

diversas vicisitudes lograron iniciar

las obras que se vieron interrumpi-

das por diferentes motivos además

de por la penuria económica.

Según Pi y Arimón9, la primera pie-

dra de la iglesia fue colocada el 18

de octubre de 1752. No obstante

Hernández-Cros10 sitúa su cons-

trucción entre 1748 y 1752 en la

ficha correspondiente a este edifi-

cio. Aunque en la misma ficha se

indica autor desconocido, tam-

bién se apunta que podría ser un

proyecto de Pedro Bertrán11 cons-

truido por Salvador Ausich i Font

(1703-1761). En cambio, Lapla-

4 MUÑOZ 2003, p. 59.5 MUÑOZ 2003, p. 65, nota 115.6 MUÑOZ 2003, p. 59.7 MUÑOZ 2003, p. 95.8 En el Archivo del SPAL de la Diputación de Barcelona hay fotografías del “Fons Vidal i Ventosa” de entre los años

1900-1910 que muestran la iglesia sin las capillas añadidas, que ya aparecen en las fotos de “Barcelona atracción” de

septiembre de 1934.9 PI Y ARIMÓN 185410 HERNÁNDEZ-CROS 1990, ficha 4911 MONTANER, 1990, p. 104 “Pere Bertran i Pahissa, membre d’una llarga dinastia de mestres de cases, nascut entre 1705

i 1710, i titulat el 1727 com a mestre del Gremi de Mestres de cases i Molers, formà una companyia estable de construcció,

mentre que fins llavors les companyies naixien i morien a cada obra concreta (ARRANZ, 1979). Aquesta Companyia de Pere

Bertran menor aconseguí estabilitzarse com a tal perquè tenia una continuïtat i una homegeneïtat d’encàrrecs, generalment

de la Intendència. Empedrar carrers, construir el Castell de Montjuïc, ampliar el Moll de Barcelona, aixecar el far, etc., foren

algunes de les obres realitzades per aquesta nova empresa de tal capitalista. La contracta més important fou la del Castell

de Montjuïc (vegeu I.3.10), que guanyà Pere Bertran –que constava com a arquitecte y paleta de Barcelona (DELA FRAGUA,

1970)- amb Marc i Raimon Ivern i Miquel Bosch com a fiadors.

Com dèiem anteriorment (vegeiu I.2.6.), l’ascensió de la menestralia es feia essencialment en tres passos generacionals.

És aquest el cas de la dinastia dels Bertran, en què Baltasar Bertran féu els primer previs, el seu fill Pere Bertran i Tap, mit-

jançant els assentament d’obres de fortificació, realitzà el pas endavant d’acumular capital i Pere Bertran i Pahissa consolidà

l’ascensió social i l’empresa edificadora (ARRANZ, 1979)”.

Page 78: Libro ilustra cat02

078 na12 la establece en cuatro etapas

que se extienden entre 1721 y

1752. Este autor adjudica la pater-

nidad de la obra a Pedro Bertrán

en base a una dádiva que hace a

favor del oratorio con fondos que

debía recibir de sus trabajos rea-

lizados en la obra de la Ciudadela

y mediante el contrato de obras

firmado establece a Salvador

Ausich como el constructor de

la última fase de la construcción

de la nave de la iglesia. Si bien

el mismo contrato le obligaba a

proseguir la obra respetando la

calidad y las dimensiones de la

parte ya realizada. Josep Mora

Castellà13 la atribuye a Alexandre

de Retz.

La Iglesia tiene una nave de cua-

tro tramos con capillas laterales

intercomunicadas, crucero con

cúpula y un presbiterio profundo

con ábside. Dos esbeltas pilas-

tras ordenan la fachada en tres

cuerpos. El central está remata-

do por una cornisa prominente

que describe media circunferen-

cia y se apoya en aquéllas. En

su parte baja hay un pórtico muy

ornado, rematado con una horna-

cina con una imagen y dos jarras

flamígeras. Los dos cuerpos la-

terales prácticamente carecen

de elementos esculpidos. Están

rematados por sendas curvas,

partes de una voluta incompleta.

Cada uno contiene una puerta y

una ventana, ambas de reducidas

dimensiones.

� La iglesia de Santa Marta

de Barcelona

Actualmente sólo se conserva

la fachada de esta iglesia edi-

ficada en el mismo período que

las otras en Barcelona. La causa

de su destrucción fue la apertu-

ra de la Vía Layetana en 1912,

que supuso una operación de

“esventramento” urbanístico im-

portante sobre el casco antiguo

barcelonés. La construcción en

dicho momento del conjunto del

nuevo Hospital de la Santa Creu i

Sant Pau juntamente con la pre-

ocupación de algunas personas

permitió salvar y conservar su

fachada.

La misma guarda similitudes for-

males con de la San Felipe Neri y

por su frontón curvo se mueve en

la línea de influencia de la iglesia

de la Ciudadela. Aunque desco-

nocemos su autor.

� La iglesia de San Agustín

Nuevo (Sant Agustí Nou)

Como a otros barceloneses la

construcción de la Ciudadela y la

influencia de sus zonas polémicas

obligó a los padres agustinos a

abandonar su convento al verse

en la tesitura de demoler parte

del que tenían si deseaban per-

manecer en su antiguo cenobio.

La ubicación del nuevo se eligió

después de un largo proceso en el

que el ingeniero Alejandro de Retz

tuvo que hacer varias propuestas

de nuevas situaciones hasta que

se decidió que se construyese en

unos terrenos de las calles Hospi-

tal y San Pablo. Pi y Arimón en la

obra citada14 indica que el arqui-

tecto barcelonés Pere Bertrán fue

encargado de dirigir las obras. El

12 de diciembre de 1728 se puso

la primera piedra y el 30 de di-

ciembre de 1750 se bendijo la aún

inacabada exteriormente nue-

va iglesia, En su estudio Josep

Mª Martí i Bonet15 cita al mismo

como arquitecto de las obras sin

hacer ninguna distinción entre el

12 LAPLANA 1978, p. 98 y ss.13 MORA 2004.14 PI Y ARIMÓN 1854, p. 507: Pedro Bertrán es citado por como el arquitecto que desarrolló el proyecto del ingeniero

Alejandro de Retz para San Agustín nuevo. Sin embargo, Ainaud 1947 p. 211 se refiere al mismo como maestro de

obras.15 MARTÍ; JUNCA; BONET, 1990.

Page 79: Libro ilustra cat02

079proyecto y la dirección. Pere Ber-

trán fue enterrado en San Agustín

y se colocó un retrato suyo en su

memoria. No obstante Triadó16

escribe que Bertrán redujo un

proyecto inicial de Alexandre de

Retz.

El templo, que tiene una fachada

inacabada -obra de Pere Costa

del año 1735- es uno de los más

grandes de Barcelona. Consta de

un nártex y cinco tramos com-

puestos por una gran nave central

y otras dos laterales de menor di-

mensión con capillas laterales, el

crucero con transepto y el pres-

biterio. Cubierta con bóvedas,

tiene una importante cúpula oval

con linterna en el crucero y sen-

das cupulitas similares también

con linterna en las capillas latera-

les. En el siglo XIX se transformó

el presbiterio y en el siglo XX se

restauró muy austeramente tras

el incendio provocado que sufrió

durante la Guerra Civil.

� La iglesia de San Miguel

del Puerto (Sant Miquel

del Port)

La construcción de la Ciudadela y

el consiguiente derribo del barrio

allí existente –morada de muchas

personas relacionadas con las ar-

tes de la pesca y de la marina–,

conllevaron que años después

se procediera a la construcción

del barrio de la Barceloneta. La

iglesia del mismo fue dedicada a

San Miguel Arcángel y construida

entre 1753 y 1755, según proyec-

to del Teniente Coronel Ingeniero

Jefe Pedro Martín Zermeño y la

dirección del arquitecto barcelo-

nés Damià Ribas y el ingeniero

Francisco Paredes 17, 18.

Según la describe Pi y Arimón19,

la iglesia era un cuadrado perfec-

to de 21 y 1/3 de vara, definido

por una cúpula central apoyada

en cuatro pilares. Aunque hoy en

día es una iglesia de 3 naves de 5

tramos, con un cuerpo de entrada

a modo de nártex, separado de

la nave por un muro. Encima del

mismo está el coro. Su fachada

está muy influenciada por las co-

rrientes italianas. Consta de dos

niveles. El primero ocupa todo el

frente del edificio. Está ordenado

con cuatro dobles columnas so-

bre pedestal que enmarcan las

tres puertas de entrada. El supe-

rior sólo ocupa el cuerpo central

correspondiente a la nave prin-

cipal. Repite el juego de doble

pilastra que enmarca la hornacina

central, rematado por un frontón

triangular y flanqueado por sen-

das volutas que descansan sobre

la continuidad del basamento que

remata todo el nivel inferior. Dos

estatuas puntuaban las dobles

columnas extremas. La reforma

y ampliación de Elías Rogent en

1863, la transformó en una iglesia

de tres naves diáfanas de 5 tra-

mos con columnas cuadriformes

cilíndricas más el ámbito de en-

trada. Se prolongó el sistema de

bóvedas existente y se añadió

una segunda cúpula en el cuar-

to tramo central que crea una

extraña sensación interior. Poste-

riormente en 1912 fue restaurada.

En 1936 fue incendiada y nueva-

mente restaurada.

� La catedral nueva de

Lleida (Seu Nova)

Análogamente al caso anterior, Fe-

lipe V ordenó la transformación de

la catedral románica de la ciudad

de Lleida en fortaleza abaluartada

debido a su situación encima de

la colina que domina la ciudad. El

Cabildo catedralicio tuvo que tras-

ladarse a la iglesia de la Compañía

de Jesús y más tarde a la iglesia

parroquial de San Lorenzo. Des-

pués de 53 años y de pasar los

16 TRIADÓ, 1984.17 COLL, 1755 y PI y ARIMON, 1854. p. 515. 18 CAPEL; SÁNCHEZ; MONCADA. 19 PI Y ARIMÓN, 1854, p. 515

Page 80: Libro ilustra cat02

080 reinados de Felipe V y Fernando

VI, fue Carlos III que en el 14 de

abril de 1760 acepto subvencionar

la construcción de la nueva cate-

dral a cambio de la renuncia a la

antigua. Se encargó a Pedro Mar-

tín Zermeño el proyecto que firmó

el 27 de diciembre de 1760. El 15

de abril de 1761 el Obispo Manuel

Macías Pedrejón puso la prime-

ra piedra20. Según apunta Josep

Mora Castellà en 1764 Zermeño

fue sustituido en las obras por Jo-

sep Prats i Delorte21. En cambio

Argelet22 obvia este extremo y es-

cribe que la dirección de las obras

fue a cargo de Francisco Sabatini

–arquitecto e ingeniero militar de

Carlos III y Carlos IV – y en parte

de maestros de obras. Hasta su

consagración al culto en 1781, el

proyecto sufrió diversas modifica-

ciones: ajuste al terreno, supresión

de la cúpula, ajuste funcional de

los cuerpos anexos, cambios en

la fachada principal y en algunos

acabados interiores. Tras el incen-

dio a que fue sometida en 1936,

estuvo en reconstrucción y res-

tauración durante el período entre

1942 y 195823.

La planta sigue un esquema tra-

dicional de catedral de tres naves

y capillas entre los contrafuertes,

compuesta de nártex, cuatro tra-

mos, crucero, presbiterio y girola

con deambulatorio, a su vez con

capillas en su perímetro exterior.

La fachada consiste en una porti-

cada de tres vanos que da acceso

a un porche cubierto flanqueado

por dos torres.

El proyecto inicial de Zerme-

ño planteaba una fachada con

dos niveles y dos torres de tres

niveles. El cuerpo central se

componía de un primer nivel de

tres huecos con un orden corin-

tio de doble pilastra y de un nivel

superior de un solo tramo central

con un orden menor de cuatro

pilastras corintias. Estaba rema-

tado por un frontón con una cruz

y dos estatuas y completado

con dos extrañas volutas latera-

les de doble tramo. El proyecto

fue amputado suprimiéndose el

nivel superior y dejando reduci-

da la fachada al nivel inferior en

su parte central y a dos niveles

en las torres laterales. El cuerpo

ornamentado superior previsto

fue sustituido por un pequeño

remate con el escudo episcopal

integrado en una balaustrada co-

rrida que remata toda la fachada.

El resultado produce la sensa-

ción de una obra inacabada, ya

que la solución realizada parece

impropia de la fachada principal

de una catedral.

� La iglesia de la fortaleza

de San Fernando de Fi-

gueres

Actualmente inacabada era el edi-

ficio que debía presidir la plaza de

armas del castillo, colocado en

el lado de poniente del eje trans-

versal de aquella enfrentado a la

casa del Gobernador. El proyecto

inicial fue obra de Pedro Martín

Zermeño dibujado en 1760, aun-

que posteriormente hubo otros

dos que lo modificaron ligeramen-

te. En 1766 hay un plano de Jorge

de Sicre que dibuja una fachada

interior muy floreada en tanto que

la parte de la obra realizada es

mucho más clasicista y contenida

en su ornamentación. La planta

es concéntrica con una nave ova-

lada dispuesta transversalmente

al eje principal de la iglesia. El pa-

sillo deambulatorio da acceso a

cuatro capillas amén del ábside y

a dos espacios en las esquinas de

poniente destinados a sacristías.

Todo el conjunto de la iglesia que-

20 HERNÁNDEZ-CROS, J. E. 1990, ficha 5421 VILÀ, Frederic 1991, p. 26-34 y ss. ; Triadó 1984, p. 166. Este autor también cita la participación de Francesco

Sabatini en la dirección de las obras, como ingeniero del Rey.22 ARGELET / JOMET / LLOP / FERNÁNDEZ, 2004, p. 70 23 MORA 2004, p. 294

Page 81: Libro ilustra cat02

081daba integrado en el edificio de

pabellones del que formaba parte

y únicamente hubiera sobresalido

del mismo parte de la cúpula que

cubría su espacio central, pro-

yectada a prueba de bomba. El

pórtico de acceso de tres vanos

de su fachada de levante quedaba

integrado en el paso aporticado

que bordea todas las edificacio-

nes de los frentes principales de

la plaza. Hoy en día solamente

están construidos sus muros y

pilastras sin llegar las líneas de

molduras que definían el espacio

de la nave en el proyecto.

Aspectos métricos y compositivos

La planimetría que se acompa-

ña ha sido realizada a partir de la

toma de medidas in situ. A partir

de las ellas se han dibujado los

planos. En lo que se refiere a las

fachadas, se han tomado una

serie de medidas con medidor

“láser” y se ha completado el res-

to del levantamiento mediante la

interpretación de los despieces

de los sillares y de las relaciones

entre las partes de las fotografías

tomadas o encontradas en ar-

chivos históricos. Las partes que

consideramos como ciertas se

han distinguido del resto median-

te un color diferente.

Aunque una de las principales

conclusiones de este estudio, nos

parece interesante exponerla aho-

ra para facilitar entender el porqué

de los diferentes gráficos que se

acompañan a continuación.

El estudio de las 6 iglesias anali-

zadas nos ha permitido entender

que hay dos líneas de actuación

similares pero que se diferencian

entre ellas en la unidad de medida

y en la complejidad del esquema

geométrico que las rige, amén del

concepto arquitectónico que las

promueve.

Una línea la constituyen las igle-

sias de la Ciudadela, de San

Felipe Neri y de San Agustín,

obras sobre las que de una ma-

nera más o menos directa se

encuentra la mano de Alexandre

de Retz. La otra la constituyen las

tres iglesias proyectadas por Pe-

dro Martín Zermeño.

Amén de sus diferencias, los

proyectistas empleaban un mé-

todo de diseño general que se

basaba en establecer un rec-

tángulo general que controlaba

la globalidad del proyecto. Una

vez definido el mismo en base

a la unidad de medida propia

de cada uno, determinaban un

módulo de trabajo de una mane-

ra aleatoria y diferente en todas

ellas. Este módulo correspondía

con la mitad del ancho del fuste

de las columnas o pilastras que

definen las fachadas o los arcos

fajones interiores y un múltiplo

suyo prefijaba el intercolumnio

de aquéllos. El siguiente paso

era crear un esquema geométri-

co que regía el conjunto de las

partes de las iglesias mediante el

uso del cuadrado o de su círculo

inscrito y a veces del circunscri-

to – mallas Ad Quadratum - , que

en el caso del ingeniero flamenco

incorporaba el triángulo equiláte-

ro como elemento determinante

de la relación entre el ábside y el

crucero.

� Iglesia de la fortaleza de la

Ciudadela (1717-1729)

A partir del estudio de las medidas

tomadas se ha podido compro-

bar que la métrica utilizada fue

la basada en la “toise”, toesa,

como unidad de medida. Dicha

unidad de procedencia france-

sa era la longitud de 6 “Pieds du

Roi” de 32,45 cm, por lo que me-

día 194,70 cm. Este extremo que

parece lógico dada la proceden-

cia del ingeniero Jorge Próspero

Verboom y apuntado por J. M.

Corbalán en la obra citada, queda

confirmado por su estricta aplica-

ción en la definición de la trama

Ad Quadratum aditiva que define

la planta y en cuanto a las líneas

básicas que determinan la sec-

ción interior del templo.

El cuadrado de la trama tiene un

lado de 5 toesas (973,5 cm).

Page 82: Libro ilustra cat02

082

La traza general de la igle-

sia sigue el siguiente esquema

geométrico:

PLANTA

I – Rectángulo general en propor-

ción 1:2 formado por una trama de

10·20 toesas, subdividida en 36·72

módulos de 5/3 P.d.R. = 10 pulga-

das = 54,08 cm.

Se define un círculo de 16 mód.,

que genera el radio del ábside, me-

diante la división de la longitud total

por cuatro partes y media = 72/4,

5 = 16

Se establece un intercolumnio de

12 módulos incluidas pilastras de 2

módulos de ancho de fuste, resul-

tado de dividir 72/6 = 12.

II - A partir del centro del primer

círculo se genera el triángulo equi-

látero de base 10 toesas.

Apoyado en su base se define un

cuadrado de 20 módulos (16 mód.

+ 2 fustes de 2 mód.) que define

el crucero y en consecuencia, los

dos brazos del transepto resultan

de 8 módulos. En dicho cuadrado

de dibuja una elipse inscrita de eje

mayor su lado, es decir 20 mód., y

de eje menor 16 mód.

RELACIÓN ENTRE LA PLANTA

Y LA SECCIÓN DE LA NAVE Y

DE LA CÚPULA

Las dimensiones principales de la

sección resultan del abatimiento

de la misma respecto al eje trans-

versal del crucero.

Fig. 01_ Esquema fase, iglesia de la

fortaleza de la Ciudadela.

Page 83: Libro ilustra cat02

083

Así la altura de la bóveda que-

da definida por la distancia que

hay entre el centro del crucero y

el zénit del ábside. La altura de

la cúpula queda definida por la

distancia que hay entre el centro

del crucero y la base de la trama

geométrica de la planta.

RELACIÓN DE LA FACHADA Y

LA PLANTA

El diagrama que define el crucero

controla las dimensiones genera-

les de la fachada.

El vértice del triángulo determina

la base de la parte más volada de

la cornisa. El eje menor de la elip-

se establece la línea equivalente a

la anterior en los cuerpos laterales

y la parte superior del basamento

del pórtico. El eje mayor de la elip-

se determina la altura de la puerta

de entrada.

La base de los primeros cua-

drados de la trama general

corresponde al centro del círculo

del frontón superior del conjunto.

La tangente en la parte inferior de

la circunferencia define el arqui-

trabe del pórtico

El rosetón está definido como

el círculo inscrito en el triángu-

lo principal con su base sobre la

misma línea que el centro del cír-

culo citado.

El templete, formado por dos

semicolumnas y un frontón trian-

gular, está compuesto siguiendo

el orden dórico según los cáno-

nes de Vignola, utilizando el PdR

como módulo de proporción. La

Fig. 02_ Esquema fase II, iglesia de

la fortaleza de la Ciudadela.

Page 84: Libro ilustra cat02

084

Fig. 03_ Esquema que relaciona

la planta y la sección, iglesia de la

fortaleza de la Ciudadela.

Page 85: Libro ilustra cat02

085

Fig. 04_ Esquema que relaciona

la planta y la fachada, iglesia de la

fortaleza de la Ciudadela.

Page 86: Libro ilustra cat02

086 columna tiene un diámetro de 2

módulos y una altura de 16 mó-

dulos desde bajo el basamento

hasta encima del capitel. Incluso

su pedestal hace perfectamente

3 módulos, es decir 1/2 toesa.

En cambio, según las mediciones

tomadas resulta un intercolumnio

de 13 módulos y 1/6 de PdR.

Este desfase de 1/6 de PdR, que

rompe la relación horizontal de

las medidas del edificio con la

trama teórica, es consecuencia

del deseo de separar la moldura

guardapolvos de la puerta de en-

trada del pedestal de las citadas

columnas, dado que el ancho de

aquella es justamente 10 módulos

(324 cm igual a 10 PdR). De don-

de resulta que 10 módulos más 2

veces 1 1/2 módulo de las semi-

columnas y los semipesdestales

dan un total de 13 módulos. Por

tanto el 1/6 de PdR restante es la

suma de los dos espacios exis-

tentes entre el guardapolvos y el

pedestal 2·2.7 cm equivalente a 1

pulgada o 12 puntos.

Las comprobaciones descri-

tas nos permiten afirmar que

efectivamente en la iglesia de la

Ciudadela J. P. Verboom utilizó la

escala de medidas en base a la

“Toise” de una forma sencilla pero

indirecta para ir estructurando las

diferentes partes de su obra.

Plantea un doble rectángulo es-

tático de proporción 1:2, que

controla la globalidad de la obra.

Utiliza múltiplos de 3: 3, 4.5, 6

para obtener las partes, Crea un

módulo de 5/3 PdR como sub-

múltiplo de aquél y resuelve todas

las partes entorno al número 16

con múltiplos de 2: 2, 8,16, 20.

La solución interior toda ella ma-

terializada en piedra presenta un

trabajo muy exquisito en cuanto

la elaboración de las molduras de

sus cornisas, especialmente las

superiores, que contrasta con la

austeridad del tratamiento de las

basas de las pilastras. Todo ello

transpira un cierto aire de clasi-

cismo francés

A nivel de lenguaje plantea una

gran dicotomía entre la planta y

la fachada. La potente cornisa

que remata el edificio unificaba

un conjunto diverso interiormen-

te. Diversidad que exteriormente

sólo se apreciaba muy sutilmen-

te por las pilastras centrales que

marcaban la diferencia entre la

nave del templo y los espacios

anexos. La simplicidad de la

formalización da al edificio una

monumentalidad que sus dimen-

siones no tienen realmente, como

se podrá ver más adelante cuan-

do se compare con la fachada de

la capilla de San Felipe Neri. Así

mismo la singularidad formal del

edificio lo hace extraño en el con-

texto catalán y probablemente

español. Su abstracción geomé-

trica ha hecho que ciertos autores

la definan como de incipiente

clasicismo francés24. Incluso en

nuestra opinión guarda cierto

parecido con la posterior forma-

lización de Ledoux para la casa

de los directores del Loue25. No

obstante, como apunta Muñoz

Corbalán, el origen deberíamos

buscarlo en la iglesia de Saint

Marie de la Visitation de París.

Obra de François Mansart cons-

truida entre 1632 y 163426. Si J.

P. Verboom se inspiró en ella, la

simplificó tanto que hace abso-

lutamente buena las reflexiones

que sobre la iglesia parisina es-

cribió Chistian Norberg-Schulz en

su libro Arquitectura barroca: “La

fachada está concebida como

un gran arco donde se inserta

un edículo pequeño. El esquema

sencillo y unificado satisface las

intenciones fundamentales de

24 VIDLER, 1994, p. 131. Incorpora un grabado de Edic. Ramée, lám 110, dibujado en torno a 1748 en el que se aprecia

una casa con una silueta parecida a la iglesia de la Ciudadela.25 MUÑOZ CORBALÁN, 2003, p. 93.26 NORBERG-SCHULTZ, 1979, p.138

Page 87: Libro ilustra cat02

087

27 La distancia entre los fustes de las pilastras de la fachada es de 5 toesas

(973.5 cm nominal por 975 cm medido) en tanto que la distancia entre el ancho

exterior de los mismos es de 6 toesas (1168 cm nominal por 1169 medido).

Por tanto la anchura de las pilastras exteriores de 1/2 toesa (97 cm nominal y

medido).

las fachadas barrocas, pero con-

trasta con la complejidad de las

fachadas romanas de entonces.”

� La Iglesia de San Felipe

Neri (1721-1752)

La aproximación a esta iglesia

se realizó inicialmente mediante

el estudio de algunas medidas

de su fachada27. Su coincidencia

con unidades de toesas despertó

nuestro interés hacia ella pues-

to que sugería la intervención

de Alexandre de Retz en un gra-

do más o menos decisivo en su

trazado. Posteriormente se com-

pletó la toma de datos de todo el

interior.

Esquema geométrico director

del trazado:

PLANTA

I - Rectángulo general en propor-

ción 5:8 formado por una trama

de 12.5·20 toesas, subdividida en

100·62 1/2 módulos de 6/5 PdR

38,94 cm.

Se establece un intercolumnio de

12 1/2 módulos incluidas pilas-

tras de 2 módulos de ancho de

fuste (100 mód./8). Ésto equivale

a dividir en 2 partes el rectángulo

inicial. Una para la cabecera de la

iglesia y otra para la nave.

Se establece un cuadrado de 26

1/2 módulos que define el cruce-

ro, situado a 22 1/2 módulos del

inicio de la trama. A esta suma si

Fig. 05_ Esquema de la planta,

iglesia de San Felipe Neri

Page 88: Libro ilustra cat02

088

se le añade el módulo del fuste de

la pilastra resulta 50 mód.

II - Sobre el citado cuadrado se

define un triángulo equilátero

hacia la parte del ábside. La dis-

tancia entre su vértice y el inicio

de la trama establece el radio de

una circunferencia que determina

la trama de las naves.

Esta trama se articula sobre un

cuadrado general que contiene

16 circunferencias o sus cuadra-

dos circunscritos. Las dos hileras

centrales establecen el ancho

entre muros de la nave central y

las dos extremas el ancho entre

aquellos y los muros exteriores de

las capillas laterales.

El transepto se determina

mediante la adición de dos

rectángulos de 18 1/2·26 1/2 mó-

dulos yuxtapuestos al cuadrado

del crucero.

RELACIÓN ENTRE LA PLANTA

Y LA SECCIÓN DE LA NAVE

Nuevamente si se abate y se co-

loca la base de la sección sobre

la base del cuadrado generador

del esquema director, la altura de

la bóveda de la nave y de las del

transepto coinciden con el centro

de la circunferencia del ábside.

Aunque no hay una coincidencia

total, la altura de la cúpula parece

regida por el zénit del ábside.

Fig. 06_ Esquema que relaciona la

planta y la sección, Iglesia de San

Felipe Neri

Fig. 07_ Esquema que relaciona la

planta y la fachada, Iglesia de San

Felipe Neri

Page 89: Libro ilustra cat02

089

28 Ver nota nº 11, que explica la saga familiar de este constructor.

La altura bajo la parte volada de

la cornisa principal la determina el

cuadrado generador del crucero

RELACIÓN ENTRE LA FA-

CHADA Y EL ESQUEMA DE

COMPOSICIÓN

La altura de la fachada está de-

terminada por el diagrama de la

cabecera de la iglesia completado

con la circunferencia circunscrita

al cuadrado principal.

El frontón curvo responde a la

planta del ábside. Sus extremos

horizontales quedan establecidos

por la superposición de tres cir-

cunferencias de la subtrama.

El centro del cuadrado principal

establece la parte superior del en-

tablamento del pórtico. El círculo

de la trama general establece la

altura de la hornacina y el dintel

de la puerta de entrada.

La distancia entre el centro del

cuadrado y la base de la circun-

ferencia del frontón define al

arranque de los contrafuertes cur-

vos de los cuerpos laterales, así

como el radio de los mismos.

La composición parte de un rec-

tángulo general 5/8 en base a

toesas y, además de rectángulos,

interviene un triángulo equilátero.

Sistema similar al utilizado en la

Ciudadela.

De este estudio se colige que

todo el proyecto de la iglesia de

San Felipe Neri (1721-1752) fue

realizado por alguien que utilizaba

la toesa como unidad habitual de

trabajo. Lo que implica que era in-

geniero militar procedente de los

Países Bajos o era alguien que se

había acostumbrado a trabajar

con ellos.

Es curioso comprobar que si bien

en el interior la presencia de la

toesa es indirecta y no aprecia-

ble en cambio en la fachada es

evidente. La curiosidad procede

de que la fachada es uno de los

últimos elementos construidos

y en su realización intervinieron

otros artistas amén del arqui-

tecto S. Ausich. Entre ellos se

cita al escultor y arquitecto Pere

Costa que también intervino en

Sant Agustí Nou, donde la media

toesa es la medida del fuste de

las pilastras.

La única referencia que hemos en-

contrado como posible autor es la

de Pedro Bertrán28. Este arquitec-

to o maestro de obras barcelonés

había trabajado con el ingeniero

Alejandro de Retz en el proyecto

de Sant Agustí nou entre 1727-

1750. Identificar exactamente el

autor y su profesión es un tema

interesante que se escapa del al-

cance de este trabajo.

Otra observación del esquema

empleado en el que también in-

terviene un triángulo equilátero

que se aparta de la tradicional

malla Ad Quadratum nos indica

que estamos ante un experto y

culto constructor, que conocía

la importancia de los esquemas

geométricos como control formal

de los proyectos. Por ello pen-

samos que seguramente la traza

sería de Alexandre de Retz, si bien

probablemente no intervino en la

ejecución por cuanto la definición

de las molduras contrasta por su

tosquedad con la finura y elegan-

cia de las correspondientes de la

Ciudadela.

� La iglesia de Santa Marta

(17?)

De ella sólo hemos podido ana-

lizar la fachada por cuanto es el

único elemento que se conserva

de la misma.

El esquema de su composición se

basa en un doble cuadrado de 4·8

toesas que define el intercolum-

nio de las pilastras principales de

Page 90: Libro ilustra cat02

090

la fachada y la máxima altura de

la misma.

El módulo de composición

determinante del fuste de las

pilastras citadas es de 9/8 de

PDR = 36.5 cm. Equivale a 1

y 1/2 de toesa dividida en 8

partes.

La división de la altura total en

tres partes establece el cuadra-

do que define las columnas y las

pilastras del pórtico de entra-

da. El tercio superior determina

la base del guardapolvos del

rosetón.

La subdivisión del cuadrado

citado define el rosetón, las

pseudovolutas laterales y la or-

namentación del tímpano del

pórtico de entrada.

ESQUEMA COMPOSITIVO DE

LA FACHADA DE SANTA MARTA

La presencia de la toesa como

unidad de medida indica clara-

mente la autoría o influencia de

un ingeniero militar en el dise-

ño de la obra. Probablemente

Alexander de Retz o de algún

constructor catalán que hubiese

trabajado con él. El rigor en la

composición geométrica sugiere

la intervención de una persona

ilustrada.

La iglesia de Sant Agustí

nou (1727-1750)

Como se ha citado anteriormente

esta iglesia fue también construi-

da en base a la unidad de medida

Fig. 08_ Esquema compositivo de

la fachada de Santa Marta trasla-

dada al hospital de “Sant Pau i de la

Santa Creu”. Barcelona

Page 91: Libro ilustra cat02

091

de toesa, que se presenta direc-

tamente en el ancho de los fustes

de sus pilastras.

El esquema geométrico que la

rige es muy sencillo y se basa en

una malla aditiva de rectángulos:

LA PLANTA

Se plantea un rectángulo de 17

toesas 1/2 por 27 toesas 1/2 .

Se divide en 70·130 partes, de

donde resulta un módulo de 1/2

de toesa = 48.64 cm. El ancho del

fuste de la pilastra es de 2 mód.

equivalente a 1/2 de toesa.

Se define el intercolumnio de 13

mód. (130/10) y el ancho de nave

entre muros de 30 mód. (30/70).

Se establece una malla aditiva de

una serie de tres rectángulos de

20·13 + 30·13 + 20·13.

Se repite este conjunto 6 veces

determinando la base del tran-

septo. El mismo se define con

dos elementos de la misma serie,

si bien con el rectángulo central

de 31·13 y los dos laterales de

19.5·13 mód. El presbiterio se

plantea mediante la repetición

de dos rectángulos tipos centra-

les de 30·13 mod.

El radio del ábside es de 15 mód.

Las capillas laterales tienen un

ancho entrando de 11 mód. y un

fondo de 7 y 1/2 mód. Sus mu-

ros son de 2 mód. y la distancia

de los mismos al arco del pasillo

lateral son 6 y 1/2 mód.

Fig. 09_ Esquema de la planta, igle-

sia de San Agustín nuevo

Page 92: Libro ilustra cat02

092

Fig. 10_ Esquema que relaciona la

planta y la sección, iglesia de Sant

Agustí Nou.

Page 93: Libro ilustra cat02

093

Fig. 11_ Esquema que relaciona la

planta y la fachada, iglesia de Sant

Agustí Nou.

Page 94: Libro ilustra cat02

094

Fig. 12_ Esquema de la planta,

iglesia de Sant Miquel del Port.

Fig. 13_ Esquema que relaciona la

planta y la sección, iglesia de Sant

Miquel del Port.

Page 95: Libro ilustra cat02

095RELACIÓN ENTRE LAS SECCIO-

NES DE LA NAVE Y LA PLANTA

Abatiendo y apoyando la sección

de la nave sobre la base del cru-

cero, la altura de la bóveda queda

definida por la profundidad del

ábside.

Si la sección de la cúpula se apo-

ya en el eje del crucero, la altura

de la misma se aproxima a la lon-

gitud de la nave.

RELACIÓN DEL PÓRTICO DE

ACCESO Y EL MODULAJE

El hecho de estar incompleto,

sólo hay parte de la planta baja,

dificulta determinar el proceso

compositivo del mismo.

No obstante la aplicación del

mismo sistema modular del in-

terior proporciona los siguientes

datos:

La altura desde el pavimento in-

terior a encima de la cornisa es

de 15 módulos. Posiblemente

el nivel exterior sería un módulo

más abajo, de forma que se re-

cupera la relación de 13 módulos

del intercolumnio interior.

El listelo del entablamento está a

22 mód.

La imposta del arco a 10 mód. y

1/2 y la parte inferior de la moldu-

ra correspondiente a 10 mód.

El basamento de las pilastras está

a 5 mód. y 1/2.

Como veremos más adelante en

cuanto al esquema de la cate-

dral de Lleida resulta que las dos

iglesias de mayores dimensiones

estudiadas se rigen por trazados

de una gran simplicidad. Una vez

determinado el módulo, la planta

es una repetición de una trama

muy sencilla.

Su métrica y la manera de resol-

ver el crucero la hacen hermana

de las dos anteriores. Parece que

la presencia del ingeniero flamen-

co se impone en el diseño del

proyecto. En cambio en la eje-

cución nuevamente la solución

de las molduras se aparta de las

líneas marcadas por los cánones

clásicos y aportan elementos ex-

traños o inhabituales, que podrían

ser simplificaciones de las exqui-

sitas perlas de la primera iglesia

estudiada.

� La iglesia de Sant Miquel

del Port (1753-1755)

A pesar que la iglesia fue amplia-

da por Elias Rogent en 1863 aún

es posible encontrar las huellas

de la vara de Burgos en el con-

junto del edificio. Esta primera

observación aunque se aparta de

los ingenieros militares, apunta el

respeto que hacia la composición

y a la modulación tuvo el arquitec-

to reformador de la obra.

El proyecto de Pedro Mar-

tín Zermeño fundamentó su

traza en los siguientes esquemas

geométricos:

LA PLANTA

I - Rectángulo general exterior de

20·30 varas. Establece un módu-

lo resultante de fraccionar 9 varas

en 20 partes.

II – A fin de crear una luz libre entre

columnas de 8 varas29 establece

un intercolumnio de 19 módulos y

1/2 que define el crucero y la base

de la cúpula. En función del mismo

y mediante la razón √2 determina

el cuadrado complementario de

14 mód. para las naves laterales,

29 COLL, 1755, p. 19-22. Describe las dimensiones de la obra: Fachada 2 niveles. Inferior 24 ancho por 11 varas, 1 pie y

6 pulgadas. Superior 10 varas y 6 pulgadas de altura. Anchura puertas: principal 2 varas y 2 pies, secundarias – 2 varas.

Planta interior 21 varas y un pie. Altura columnas – cornisa incluida – 9 varas 1 pie y 10 pulgadas. Rebanco superior. 2

1/2 pies de altura. Ábside oval – 8 varas ancho y 6 varas fondo. – Sacristía 6 varas 1 pie de ancho 4 varas y 6 pulgadas

latitud. El pórtico consta de 4 varas por 17 varas + 2 pies, incluye escalera subida al coro.

Page 96: Libro ilustra cat02

096 de forma que genera un cuadrado

general interior de 47 mód. y 1/2

[(1+1√2+1)·19 1/2=47]. El nártex

se definen mediante la disposición

del mismo cuadrado de 14 mód.

RELACIÓN ENTRE LA PLANTA

Y LA SECCIÓN DE LA NAVE

Si se coloca la base de la sec-

ción sobre la tangente al fuste

que separa la nave del nártex,

la altura de los arcos que sus-

tentan la cúpula coincide con la

cara superior del cuadrado que

define la planta y la altura de la

cúpula con el extremo superior

de la trama.

RELACIÓN ENTRE LA FA-

CHADA Y EL ESQUEMA DE

COMPOSICIÓN

La fachada se inscribe en un

cuadrado de 53·53 módulos,

compuesto mediante la adición

de dos cuadrados de 19 mód. y

1/2 -elemento rector de la plan-

ta- y un rectángulo de 14·19,5

mód. -elemento complementario

del anterior-. Mismos elementos

del interior combinados al revés

[(1√2+1+1√2)·19 1/2=53].

El eje central horizontal coincide

con la moldura del basamento del

piso superior.

Horizontalmente, la relación de

los dos cuadrados define la po-

sición de los grupos de dobles

columnas de la planta baja y por

ende las del cuerpo superior.

Verticalmente los cuadrados

grandes puestos en las esqui-

nas superior e inferior definen

con su lado opuesto el plafo-

nado de planta baja y la parte

superior de la barandilla en el

piso superior.

La altura de la columna desde su

basa hasta encima capitel es de 16

mód. La correspondiente entre la

misma basa y la parte superior de la

cornisa de planta baja es de 20 mód.

Dimensión igual a 9 varas – genera-

dora del modulaje del edificio -.

Un cuadrado de 25 mód. define

el conjunto del pórtico central

flanqueado por un doble juego

de columnas. El mismo cuadrado

controla el correspondiente a la

planta superior.

El círculo de 9 mód. y 1/2 dibujado

en el centro de la figura determina

la posición de la cabeza de la es-

tatua de la hornacina y la altura del

frontón de la puerta de entrada.

La parte inferior del mismo está a

14 mód. de altura, mientras que

la correspondiente a los frontones

curvilíneos de las puertas laterales

está a 10 mód., misma altura que el

zénit del arco de la puerta principal.

El resto de las líneas importan-

tes salen del juego de dichos

cuadrados.

De estas medidas se comprueba

que tal como explica Pi y Ari-

món30, la iglesia inicial tenía una

planta cuadrada. No obstante él

apunta que era de 21 1/3 vara y

resulta que es de 21 1/2 vara de

lado.

Toda la geometría del conjunto

está regida por el cuadrado y sub-

dividida por cuadrados armónicos

entre sí en función de la razón √2.

El juego compositivo utiliza dos

cuadrados iguales tanto en plan-

ta como en fachada pero con dos

combinaciones diferentes. A par-

tir de ellos todas las partes de la

fachada guardan relación entre sí.

Nuevamente, se comprueba la uti-

lización de la escala de medidas

propia de los ingenieros militares

españoles del s. XVIII que era la

vara de Burgos de 83,76 cm di-

vidida en 3 pies castellanos de

27,86 cm.

A diferencia de la austeridad de

la obra de J. P. Verboom en la

30 PI Y ARIMÓN 1854, p. 515.

Page 97: Libro ilustra cat02

097

iglesia de la Ciudadela, la fachada

de Sant Miquel del Port es de

clara influencia de la tradición

romana. Pedro Martín Zermeño

debía conocer a fondo los

tratados de las órdenes clásicas,

probablemente el Vignola, y las

obras barrocas derivadas de

la obra de aquél y de los otros

maestros italianos y franceses.

La composición de la fachada de

San Miguel tiene claras influencias

con las iglesias del Gesú (J. B.

Vignola, 1568), Sant’Andrea Della

Valle (C. Reinaldi,1656-65) y de

Santa Susanna (C. Maderno,1597),

todas de Roma, y es posible que

también de la iglesia de Val-de-

Grâce de París (F. Mansart, 1645,

acabada por J. Lemercier).

Aunque se mantiene en un plano

sin articulaciones volumétricas,

la disposición de los juegos de

dobles columnas introduce una

tensión vertical de aire plena-

mente barroco. La ordenación

en un cuerpo central con volutas

que recogen sólo parcialmente

los cuerpos externos inferiores

la asimilan a la composición de

la obra francesa citada, si bien la

planta baja ordenada con tres pa-

res de columnas se aproxima más

a la concepción de la iglesia de

Sant’Andrea della Valle.

Zermeño combina tres órdenes

en la composición de la fachada:

el dórico con pedestal en la planta

baja, el compuesto, también con

pedestal en la planta superior y

utiliza el corintio para la puerta de

entrada.

Si bien el ingeniero conoce los

órdenes, los utiliza libremente sin

respetar absolutamente las propor-

ciones, especialmente en lo que se

refiere a alturas e intercolumnios.

De forma similar a la iglesia de la

Ciudadela, existen dos lenguajes

diferentes en la solución de la fa-

chada respecto al empleado en

el interior. A no ser que la refor-

ma realizada en el siglo XIX haya

transformado muy sustancial-

mente el espacio y la estructura

y la formalización interior, la idea

barroca de espacio central que

Fig. 14_ Esquema de la fachada,

iglesia de San Miguel del Puerto

Page 98: Libro ilustra cat02

098

parece desprenderse de la

planta cuadrada no es muy co-

herente con el espacio diáfano y

continuo que forman los ligeros

pilares. De hecho este espacio

salón abovedado se asemeja en

cierto modo al concepto neoclá-

sico del interior de la catedral de

Vic (J. Morató, 1781-1803). Tam-

poco lo es el nártex, que con

su única puerta de entrada a la

nave no guarda relación con las

tres puertas del exterior. La mis-

ma idea de la existencia de este

espacio intermedio externo a la

nave se aparta del concepto de

iglesia de la Contrarreforma pro-

pia del Barroco. Se aprecia una

cierta falta de unidad entre la fa-

chada romana y el interior más

neoclasicista.

� La iglesia de la fortaleza

de San Fernando de Fi-

gueres (1760-?)

Los planos del proyecto de la

iglesia de la fortaleza fueron

firmados por Pedro Martín Zer-

meño el 20 de noviembre de

1760. Hasta ese momento el

plano más antiguo que conoce-

mos del castillo no contenía los

edificios interiores. Incluso el

siguiente plano de la fortaleza,

firmado por Juan Cavallero, que

ya contiene los edificios a cons-

truir, no grafía la distribución de

la iglesia y la mantiene en una

mancha de color amarillo.

Este plano pone en evidencia que el

ingeniero trabajaba con la vara de

Burgos, relacionada con la toesa

como lo muestra la escala gráfica

dibujada, pero también creaba un

módulo aleatorio como lo prueba

la existencia de una segunda es-

cala gráfica en 11 módulos.

Como el resto de los ejemplos

analizados esta iglesia también

responde a un trazado geométri-

co muy concreto:

Fig. 15_ Esquema director de la

planta, iglesia de la fortaleza

de San Fernando de Figueres

Fig. 16_ Esquema regulador de la

fachada del proyecto, iglesia de la

fortaleza de San Fernando

de Figueres

Page 99: Libro ilustra cat02

099

LA PLANTA

Se define una trama de cuadra-

dos de 7 varas.

Se determina un módulo de 48.59

cm , resultado de dividir 6 varas en

11 partes.

Se establecen la circunferencia de

radio de 7 varas y la circunferencia

de radio de 8 varas como definido-

res de los ejes menor y mayor de

la elipse.

La circunferencia de 6 varas y 1/2

establece la elipse correspondiente

a la base de las pilastras. La ho-

móloga de 11 varas y 1/2 define el

muro exterior del pasillo deambula-

torio y la de 17 varas y 1/2 establece

la línea del fondo del ábside.

RELACIÓN ENTRE LA FA-

CHADA DEL PROYECTO Y EL

ESQUEMA DE COMPOSICIÓN

La fachada se organiza mediante

combinaciones de cuadrados de

10 módulos y 1/2 y submúltiplos

en base 3.

El ancho total entre basamentos

son 52 mód. y 1/2 y la altura total

hasta bajo la llama de las copas

son 31 mód. y 1/2, equivalente

a 5·3 cuadrados. El vano central

responde a la proporción 1·2, de

donde la altura bajo entablamento

son 22 mód. y el ancho del paso

central son 10 y 1/2 mód. mien-

tras que los laterales son 7 mód.

RELACIÓN ENTRE LA SEC-

CIÓN Y EL ESQUEMA DE

COMPOSICIÓN

Se sitúa la trama de cuadrados de

7 varas a nivel del suelo. El primer

cuadrado determina la parte su-

perior de la cornisa de los arcos.

El resto del conjunto se articula

en base al módulo establecido de

48.59 cm. El conjunto de 11 mó-

Page 100: Libro ilustra cat02

100

dulos establece la relación entre

la cornisa inferior y la superior.

El duplo del mismo es la distan-

cia que hay entre la imposta de

la cúpula y el basamento de las

columnas.

La obra responde plenamente a

la manera de hacer de su autor:

utilización de la vara de Burgos,

determinación de un módulo

aleatorio como submúltiplo de un

múltiplo de aquella. Formación de

una trama y utilización de juegos

de cuadrados para organizar tan-

to la planta como la fachada. La

belleza del trazado tanto en planta

como en sección y la perfección

del trabajo realizado confirman la

calidad del proceso de gestación

de la obra.

Zermeño proyecta una iglesia

con un interior ovalado y muy

concéntrico dentro de una co-

rriente del barroco tardío, sólo

un mes antes que los correspon-

dientes de la catedral de Lleida,

que corresponden a una planta

de trazado muy tradicional, casi

de catedral románica o gótica.

La riqueza espacial y formal del

interior del proyecto inconclu-

so contrasta con la austeridad y

severidad neoclasicista que pre-

sidía su fachada, que entroncaba

perfectamente con la estética del

conjunto arquitectónico donde

se tenía que integrar.

� La Seu Nova de Lleida

(1760)

El análisis de la métrica de la Seu

ilerdense lo hemos realizado es-

tudiando los datos tomados en

el pórtico de la fachada principal

y en uno de los tramos del inte-

Fig. 17_ Esquema director de la

sección del proyecto,

iglesia de la fortaleza de

San Fernando de Figueres

Fig. 18_ Plano de sección del

proyecto, iglesia de la fortaleza

de San Fernando de Figueres

Page 101: Libro ilustra cat02

101

rior. Las fuertes modificaciones

que sufrió el proyecto durante

su ejecución y la intervención

de varios directores de obra han

dado como resultado que la re-

lación entre el dibujo escaneado

del microfilm de un plano origi-

nal del ingeniero Pedro Martín

Zermeño existente en el I.C.H.M.

de Madrid, no guarde una rela-

ción muy directa. En cambio, sí

coincide la obra realizada con

los planos de planta y de fa-

chada firmados por el mismo

ingeniero el 12 de diciembre de

1760 -publicados por F. Vilà en

su obra La catedral de Lleida31-.

No obstante, como se trataba de

comprobar la realidad, hemos

dado preferencia a las medidas

tomadas in situ.

Para su determinación se ha estu-

diado inicialmente un módulo tipo

de la planta medido in situ y poste-

riormente el esquema encontrado

se ha superpuesto sobre la repro-

ducción de los planos citados.

La traza del proyecto de 1760 se

basa en el siguiente esquema de

composición:

LA PLANTA

El módulo tipo de la nave se ar-

ticula mediante una serie de

rectángulos y cuadrados yuxta-

puestos lateralmente respecto al

31 VILÀ, 1991

Page 102: Libro ilustra cat02

102

eje longitudinal. La nave central

se corresponde con un rectángu-

lo de 25·18 módulo. Las naves

laterales mediante sendos cua-

drados de 18 módulos y las

capillas a su vez mediante rec-

tángulos de 10 1/2 módulos.

El módulo utilizado resulta de dividir

siete varas por 12, de donde resulta

una unidad de 48,74 cm, casi equi-

valente a 1/4 de toesa (48,64 cm).

El conjunto de la catedral se orga-

niza dentro de un doble rectángulo

de 52·104 varas en el que se incor-

pora la trama aditiva de la serie de

figuras geométricas descrita ante-

riormente hasta llegar al crucero

donde la nave central se transfor-

ma en un cuadrado. La posterior

adición de otro elemento de la

serie sirve de base para la girola

del presbiterio. Por el otro extre-

mo el primer tramo corresponde

al pórtico de entrada de la fachada

principal.

SECCIÓN TRANSVERSAL AC-

TUAL DE LA SEU NOVA DE

LLEIDA

La bóveda de la nave central queda

definida en altura por el abatimiento

parcial del esquema director de la

planta. El fuste tiene 25 mód. - igual

anchura que la nave correspon-

Fig. 19_ Esquema director de la

planta del proyecto,

Seu Nova de Lleida

Fig. 20_ Plano de un tramo de la

planta construida, Seu Nova de

Lleida

Page 103: Libro ilustra cat02

103

diente y desde debajo del capitel

hasta el zénit de la bóveda hay 18

mód., el ancho de la nave lateral.

RELACIÓN ENTRE LA FA-

CHADA Y EL ESQUEMA DE

COMPOSICIÓN

El conjunto se articula dentro de

un cuadrado definido entre los

fustes de las pilastras extremas.

La organización interior se basa

en la combinación de cuadra-

dos de 11 mód. y cuadrados de

lado 11·1.41.

El módulo utilizado resulta de

dividir por 16 la altura de las co-

lumnas de diez varas, de donde

resulta una unidad de 52.24 cm.

La parte de la planta baja real-

mente construida se ajusta en

general al proyecto, excepto en la

altura de los arcos de entrada que

son más bajos que los previstos.

Nuevamente se aprecia que el

conjunto, especialmente su fa-

chada, se genera mediante la

disposición de un cuadrado que

organiza las dimensiones prin-

cipales del mismo. Una vez

determinado el mismo y a partir

de él se fija un módulo, submúlti-

plo suyo, que genera la geometría

Fig. 21_ Esquema director de la

sección construida, Seu Nova de

Lleida

Fig. 22_ Esquema director de la

fachada del proyecto con la planta

baja realizada superpuesta, Seu

Nova de Lleida

Page 104: Libro ilustra cat02

104

de las partes. La relación dimen-

sión y organización teórica con

la obra realmente realizada es de

una fidelidad impresionante.

La gran cantidad de medidas

coincidentes con las nominales

teóricas de los módulos calcula-

dos es tan abrumadora que o da

una idea de perfección tan absolu-

ta, que parece casi increíble, o es

una extraordinaria coincidencia.

Decantándonos por el primer

camino, confirma el dominio de

la métrica y de las proporciones

como método teórico de proyec-

tar y la perfección y exigencia del

proceso constructivo. Lo que no

hay duda es de que quizás no

fueron unos grandes artistas pero

que aplicaron con sumo rigor sus

amplios conocimientos arquitec-

tónicos y constructivos.

La duda proyectual vuelve a

confirmarse por tercera vez al

considerar la relación entre la

planta de la catedral y su fa-

chada. Como hemos apuntado

en la reseña histórica, la planta

responde a un criterio tradicio-

nal de iglesia procesional con

girola y deambulatorio. Modelo

muy antiguo para la época de

su construcción. En cambio el

proyecto de fachada propuesto

por Zermeño parece inspirado

en la iglesia de Santa Agnese

de Roma, obra de Borromini en

1653. Más simple y sencilla y

carente del característico mo-

vimiento ondulante que la obra

romana propone, el dibujo para

la fachada ilerdense recoge la

idea de un cuerpo central de dos

pisos relacionado mediante ele-

mentos de articulación con dos

torres de tres niveles, aparente-

mente exentas respecto a aquél.

Solución que incidió en múltiples

proyectos de iglesias posteriores

en toda Europa, especialmente

en la central. Buscando referen-

cias más próximas, el modelo de

fachada con doble torre incor-

porada a la misma está presente

en la catedral nueva de Cádiz (V.

Acero, G. y T. Cayón 1721-1783),

en la catedral de Jaén (E. Ló-

Page 105: Libro ilustra cat02

105

pez de Rojas, 1667-84), en la de

Pamplona ya en estilo neoclásico

(V. Rodríguez, 1783-84).

No obstante la idea del proyecto

se frustró absolutamente, dejan-

do un edificio con apariencia de

inacabado y de visión muy poco

atractiva.

Comparaciones entre las iglesias estudiadas

Otra costumbre heredada de mi

tesis es la de comparar las igle-

sias dibujadas a la misma escala

para hacerse una idea real de la

magnitud de cada obra. La po-

tencialidad de superposición que

hoy en día nos ofrecen los orde-

nadores permite superponer los

dibujos sin dificultad.

Por ese motivo hemos super-

puesto dos a dos las tres iglesias.

El resultado es sorprendente.

En dimensiones absolutas las

fachadas de las iglesias barcelo-

nesas excepto la de Sant Agustí

son prácticamente iguales. La de

la Ciudadela es la más ancha de

las tres mientras que las otras

dos son iguales. En cambio es la

más baja, resultando que las otras

dos tienen la misma altura abso-

luta. La ampulosa Sant Miquel

del Port es la que tiene la puerta

y el pórtico de entrada más bajo.

Esta iglesia y la castrense guar-

Fig. 23_ Iglesia de la Ciudadela

relacionada con la fortaleza de

Figueres, superposición de las plan-

tas entre si.

Fig. 24_ Iglesia de la Ciudadela

relacionada con San Felipe Neri,

superposición de las plantas entre si.

Fig. 25_ Planta de la iglesia de Fi-

gueres comparada con la de Sant

Miquel del Port, superposición de

las plantas entre si.

Fig. 26_ Relación de magnitud en-

tre las plantas de las iglesias de

la Ciudadela, Sant Agustí Nou y la

Seu Nova de LLeida, superposición

de las plantas entre si.

Page 106: Libro ilustra cat02

106 Fig. 27_ Iglesia de la Ciudadela

relacionada con San Felipe Neri,

superposición de las fachadas entre

si.

Fig. 28_ Iglesia de la Ciudadela

relacionada con Sant Miquel del

Port, superposición de las fachadas

entre si.

Fig. 29_ Iglesia de la Ciudadela re-

lacionada con Sant Miquel del Port

y San Felipe Neri, superposición de

las fachadas entre si.

Page 107: Libro ilustra cat02

107

Page 108: Libro ilustra cat02

108

Fig.30_ Superposición de la facha-

da de Santa Marta con San Felipe

Neri

Page 109: Libro ilustra cat02

109

Fig.31_ Superposición de la fa-

chada de Santa Marta con la de la

Ciudadela

Page 110: Libro ilustra cat02

110

dan mucha relación en cuanto a

la altura de los entablamentos de

la planta baja. El remate superior

de la segunda alcanza la altura

bajo el entablamento del frontón

superior. El dintel del pórtico de

San Felipe Neri coincide con el de

Sant Miquel, así como la cornisa

de la hornacina del primero co-

incide con el entablamento de la

planta baja del segundo.

La superposición de la fachada de

Santa Marta con las otras iglesias

barcelonesas confirma la relación

entre ellas, especialmente con la

de la Ciudadela. La comparación

con la de San Felipe Neri produ-

ce la sorpresa al comprobar que

si se reescala aquella para igualar

el tamaño del módulo de la se-

gunda, la coincidencia entre los

elementos principales de su fa-

chada es asombrosa: la distancia

entre sus pilastras principales es

idéntica así como la altura toral

de ambas.

De estas comparaciones se des-

prende que los autores de las

obras proyectaban controlando

las dimensiones máximas de

las fachadas, como si hubiese

unos modelos determinados32

32 VILA, 1986

Fig.32_ Superposición de la facha-

da de Santa Marta con la de Sant

Miquel del Port.

Page 111: Libro ilustra cat02

111al margen del tamaño o tipo de

iglesia.

Otra apreciación que es que el

tipo de composición ornamental

cambia absolutamente la per-

cepción visual de las obras. La

potente sobriedad de la iglesia

de la Ciudadela la hace apare-

cer como un edificio de grandes

dimensiones comparada con la

austera sencillez de San Felipe.

Así mismo la grandilocuencia que

imprime el juego de órdenes clási-

cas en Sant Miquel le proporciona

una grandeza que nos recuerda

los monumentales edificios barro-

cos italianos. Paradójicamente al

compararlas resulta que la que se

percibe como más simple es casi

la más alta de todas.

Conclusiones

Es evidente que los ingenie-

ros militares proyectaron sus

iglesias utilizando la escala de

unidades que les era propia con

gran rigor. Así los procedentes

de los Países Bajos usaron la

“Toise” y los españoles la Vara

de Burgos.

En la composición de sus pro-

yectos se aprecia la aplicación

de esquemas geométricos, ba-

sados en el cuadrado y en el

círculo, para el control de los

mismos. Estos esquemas están

relacionados con el Ad Quadra-

tum, ya sea como tramas aditivas

o como series geométricas en

función a la √2. A pesar de ello

no hemos encontrado ningún

documento que lo pruebe o ex-

plique el método de utilización.

Como singularidad las obras de

Retz o de su influencia introdu-

cen el triángulo equilátero como

elemento complementario de

composición.

El método empleado consiste

en determinar un “todo” me-

diante una figura geométrica

concreta: cuadrado o rectángu-

lo y establecer un módulo como

submúltiplo de aquél. Mediante

este módulo se determinan las

partes principales del conjun-

to a menudo como magnitudes

divisibles de la total. El fuste de

las columnas o pilastras siempre

tiene 2 módulos de ancho y los

intercolumnios son un submúl-

tiplo de la longitud absoluta del

esquema. Con estos elementos

determinados y con la utilización

de las citadas series aditivas o

geométricas citadas completan

la organización del resto de los

elementos del conjunto.

El plano de la sección de la igle-

sia al tener grafiadas una escala

en varas y toesas y otra de 11

módulos pone en evidencia este

mecanismo del tracista para es-

tablecer la relación entre todas

las partes de la obra.

El esquema que emplean es

tridimensional por cuanto sirve

tanto para componer la planta

como para hacer lo mismo con

las secciones y las fachadas.

Abatiendo las secciones sobre

el cuadrado que determina el

crucero se establece la altura

de la bóveda de la nave central,

que coincide con la profundi-

dad del ábside y haciéndolo

hacia el otro lado se controla

la altura de cúpula. De forma

similar, se consigue organi-

zar la fachada. Este método

del diagrama tridimensional

situado en el crucero como sis-

tema de control de las alturas

es coincidente con nuestros

estudios realizados sobre la ar-

quitectura románica.

Así como en la composición de

las fachadas, la obra de Alexan-

dre de Retz tiene una impronta

más propia, que influyó poste-

riormente en muchas iglesias

catalanas; en sus plantas se

ajusta a los modelos tradicio-

nales de planta longitudinal, ya

sea de iglesias de una nave o

de modelo contrarreformista:

San Felipe Neri y Sant Agustí

Nou. En cambio, Zermeño uti-

liza más la planta concéntrica

con el espacio interior domi-

nado por una potente cúpula

sobre columnas muy diáfanas

con influencias del espacio tar-

do-barroco y neoclásico.

Page 112: Libro ilustra cat02

112 El proyecto de las fachadas pa-

rece buscar unas magnitudes

generales máximas bastante in-

dependientes de las dimensiones

y características de las plantas

correspondientes. Incluso se

aprecian desconexiones y casi

incoherencias entre lo que el ex-

terior expresa y lo que hay en el

interior.

No obstante el importante grado

de eclecticismo de cada obra, las

referencias que se pueden hallar

para cada una indica que estos

ingenieros estaban al corriente

de los movimientos arquitectóni-

cos europeos de su momento. J.

Montaner33 apunta que pudieron

inspirarse en los ejemplos conte-

nidos en libro de Jean Marot34

En las obras estudiadas podemos

observar dos corrientes estilistas

de composición: una, más austera

en cuanto ornamento y abstracta

en formalización, anunciadora del

neoclasicismo, utilizada por J.P.

Verboom y A. Retz en la iglesia

de la Ciudadela, y , otra de clara

influencia del barroco tardío ita-

liano representada por las obras

de Pedro Martín Zermeño. Por

las obras estudiadas, Zermeño se

muestra un gran conocedor de los

trazados de las órdenes arquitec-

tónicas de Vignola y de las obras

singulares realizadas en Italia y

Francia por los grandes maestros

de la arquitectura. No obstante

ello, cuando resuelve sus proyec-

tos modifica las proporciones de

los cánones libremente según le

conviene.

Si fuese cierto que los proyectos

de las obras de las iglesias de San

Felipe Neri, Santa Marta y de Sant

Agustí no hubiesen sido realiza-

dos por A. Retz u otro ingeniero

militar, quedaría en evidencia la

influencia que éstos ejercieron

sobre la construcción civil de su

época. En todo caso la coheren-

cia con el esquema, el módulo y

la unidad de medida empleada en

todas las fases de cada una de

las obras estudiadas pone de ma-

nifiesto que tanto los ingenieros

que sucedieron a los proyectis-

tas, como los constructores que

realizaron las obras, conocían y

dominaban los sistemas de tra-

bajo de los primeros. Esto es

especialmente remarcable en

lo que se refiere a los artistas,

escultores y constructores que

actuaron en la resolución de las

fachadas de estas últimas obras

citadas, realizadas tardíamente

respecto al grueso de la obra ini-

cial por autores diferentes de los

responsables de la obra principal,

ya que las partes escultóricas de

sus pórticos también se avienen

con el sistema compositivo y mo-

dular presente en el edificio.

La conclusión final de este estu-

dio es que aquellos ingenieros

además de ser ingenieros y dar

respuesta a las necesidades

constructivas de su época fueron

unos artistas que pretendieron in-

suflar los conceptos clásicos de

belleza mediante las proporciones

en sus obras.

33 MONTANER, 1990, p. 195 : L’interior hi és resolt amb cura i simplicitat. I l’exterior, seguint dos ordres, l’inferior dòric i el

superior jònic, amb les portes d’entrada d’estil corinti. Renart, referint-se a aquesta església, assegurava: ”... esta facha-

da de esta iglesia la lleva el libro de Meloch”. Ben segur que Renart es referia al llibre L ‘architecture française ou Plans

des églises, palais, hotels et maisons particulieres de Paris, de Jean i Daniel Marot, un llibre-recull de projectes del segle

XVII i del principi del XVIII dins la tradició classicista francesa, llibre que el mateix Renart posseïa a la seva biblioteca. 34 MAROT, 1670?

Page 113: Libro ilustra cat02

113

FONDOS DOCUMENTALES DE LOS QUE SE HA HECHO USO EN

ESTE ARTICULO:

Planos

� Archivo catedral de Lleida

� Proyecto Zermeño – Planta doc. 34 nº 2004

� Proyecto Zermeño - Sección doc. 34 nº 2001

� Proyecto Zermeño - Fachada doc. 34 nº 1997

� Arxiu Històric de Barcelona – Secció de gràfics.

� 2662.tiff – Zermeño – Fachada iglesia

� 3873.tiff – Zermeño – Sección iglesia

� 3158 foto – Convento Agustinos Calzados

Page 114: Libro ilustra cat02

114 GREMIOS Y ASENTISTAS DEL EJÉRCITO EN LA CATALUÑA DEL SIGLO XVIII

Page 115: Libro ilustra cat02

115

Pere Molas Mariela Fargas

Los precedentes

La mejora de la defensa del país

constituyó en la Edad Moderna

uno de los principales objetivos

de la monarquía. En éste punto

adquiría especial relevancia la

provisión del ejército y la política

de fortificaciones. Como llegó a

ser habitual en el ámbito admi-

nistrativo, se recurrió al uso de

negociantes particulares que

suscribían el asiento, un con-

venio con la Corona mediante

el cuál ésta les arrendaba una

determinada explotación en ré-

gimen de monopolio. Entre el

conjunto de contratos estatales,

los más importantes eran los mi-

litares debido a la complejidad

de factores que intervenían en

ellos. Para la Cataluña moderna,

los estudios de Antonio Espino

han mostrado las repercusiones

que la tarea de los asentistas

tuvo sobre el buen funciona-

miento del ejército1.

Pero el recurso a los asientos mi-

litares endeudó a la Corona: los

había para proporcionar carrua-

jes, para suministro de granos,

pan de munición, material de ar-

tillería, medicinas y bastimentos

para los hospitales, uniformes,

balas y para construir elementos

defensivos. Además, en el Prin-

cipado, el numerario que llegaba

a manos de los virreyes lo hacía

con no poca dificultad, lo que

agravaba las desconfianzas entre

asentistas y administración: Espi-

no recoge las palabras del virrey

Leganés, que decidió no fiar nada

por la “experiencia que tienen to-

dos los hombres de negocios de

lo mal que se cumple con ellos en

los préstamos antecedentes que

han hecho a su Majestad en las

necesidades urgentes”. Para em-

peorar las cosas, las frecuentes

coyunturas bélicas no frenaron la

competencia extranjera. No es de

extrañar pues la compensación

obtenida con el ascenso social.

Fig. 01_ Panaderos.

Biblioteca Nacional de Francia.

1 A. Espino, “El esfuerzo de guerra de la Corona de Aragón durante el reinado

de Carlos II. Los servicios de tropas”, Revista de Historia Moderna. Anales de la

Universidad de Alicante, 22, 2004, p. 52.

Page 116: Libro ilustra cat02

116 Ya a finales del siglo XVII Cataluña

cuenta con brillantes trayectorias

en este sentido, casos como el de

Francisco Montserrat, principal

asentista del ejército en la déca-

da de 1670, como proveedor de

granos y dinero, y futuro marqués

de Tamarit2.

Los asientos, su funcionamiento y las actividades de sus protagonistas en el siglo XVIII.

La relevancia de los asentistas

en los proyectos militares queda

reflejada en la Ordenanza e Ins-

trucción para la enseñanza de

las matemáticas en la Real y Mi-

litar Academia de Barcelona, de

1732. Para el tercer curso de los

estudios se reservaba, entre otras

materias, la habilitación en el

método que se seguía en la reali-

zación de las obras que se daban

por asiento, o se costeaban con

arbitrios de particulares: con-

feccionar relaciones de gastos,

certificaciones de medidas y car-

ta de condiciones bajo las que se

debían celebrar los asientos. Eran

los ingenieros los que establecían

las normas sobre los aspectos

organizativos del trabajo, la can-

tidad y calidad de los materiales

de construcción, las obligaciones

contraídas con el personal que in-

tervenía en ello, y a estas normas

debían atenerse los contratistas

asignados. Recordemos que Vau-

ban, en su obra sobre la dirección

general de las fortificaciones,

daba cuenta de las precauciones

que el ingeniero debía tomar ante

asentistas, albañiles y operarios,

con el fin de mantener el control

adecuado sobre los procesos

de ejecución. Más adelante, en

las Instrucciones sobre la direc-

ción de los trabajos realizada por

Belidor, transcripción de la de

Vauban, el autor volvía a insistir

en este punto. Finalmente, el tra-

ductor al castellano de la obra de

Belidor en 1769, el profesor de la

Academia de Barcelona Sánchez

Taramas, resumió la parte dedi-

cada a los pliegos de condiciones

de los contratos entre ingenieros

y asentistas3.

El contrato recogía y expre-

saba un acuerdo subscrito

entre consorcios y compañías

de comerciantes, de un lado,

y organismos del Estado, de

otro, a fin de proporcionarles

materiales, servicios o dinero.

Las compañías arrendatarias se

convertían así en organismos

subsidiarios de la administración

pública4. Junto a las compañías

adjudicatarias, otros individuos

podían participar parcialmente

suscribiendo una porción del ca-

pital social, como fiadores de la

contrata, o como cajeros, apode-

rados, gerentes o responsables

técnicos de la empresa5. El ciu-

dadano honrado de Barcelona y

comerciante de matrícula Agustí

Gibert, transcurridos veinticinco

años una vez cerrado un asiento

de jarcias en el que había parti-

cipado como cajero entre 1741

y 1750, aún debía comparecer

ante notario librando una carta

de pago6. En última instancia el

éxito de estos negocios iba a

depender de la estabilidad de

precios y salarios. El alza de

unos y otros a partir de la déca-

da de 1770 les asestó un golpe

mortal tomando el relevo otras

actividades más lucrativas7.

2 Ibíd, 179.3 J. A. Galindo Díaz, El conocimiento constructivo de los ingenieros militares en el siglo XVIII. Un estudio sobre la forma-

lización del saber técnico a través de la arquitectura. TD, UPC-ETSAB, Barcelona, 1996, p. 136, 147, 182.4 P. Molas, “Els arrendaments públics a la Barcelona del set-cents”, Cuadernos de Historia Económica de Cataluña, VI,

1971, p. 94.5 M. Arranz, Los profesionales de la construcción en la Barcelona del siglo XVIII, Universidad de Barcelona, Tesis doctoral,

1979, p. 1068.6 Archivo Histórico de Protocolos de Barcelona (AHPB), Notario Ramon Font, Manual 17, fols. 82-83, año 1776.7 M. Arranz, La menestralia de Barcelona al segle XVIII. Els gremis de la construcció. Barcelona, AHCB-Proa, 2001, p. 70-71.

Page 117: Libro ilustra cat02

117

8 Ibíd, p. 70-71.9 J. M. Muñoz Corbalán, “La Iglesia de la Ciudadela de Barcelona o Francia y Flandes en la Barcelona del siglo XVIII”,

Locus Amoenus, 1, 1995, p. 173-192. 174.10 Como han demostrado los trabajos de R. Torres Sánchez, “Cuando las reglas de juego cambian. Mercados y privilegio

en el abastecimiento del ejército español en el siglo XVIII”, Revista de Historia Moderna. Anales de la Universidad de

Alicante, 2, 2002.11 J. Mercader, Felip V i Catalunya, Barcelona, 1968.12 R. Torres, p. 13-14.

La mayor parte de estos contratos

eran para la produccción. Una vez

acordados, el arrendatario coor-

dinaba la distribución del trabajo

entre diversos talleres artesana-

les, reservándose un margen para

los beneficios. Pero también fue-

ron muy importantes los asientos

para la realización de obras públi-

cas y de fortificación. La creación

de un poderoso sistema defensi-

vo durante los reinados de Felipe

V y Fernando VI (Ciudadela, cas-

tillo de Montjuïc y San Fernando,

remodelación de las fortalezas

de Hostalric, Cardona, etc), y la

construcción de obras públicas

bajo Carlos III (nuevos caminos de

Barcelona a Madrid con costosos

puentes como el de Lladoner, o

Molins de Rei) se concretó en una

larga serie de estos contratos8.

El recurso a los asentistas privados

nacía de la dificultad del Estado

para coordinar a contra-reloj el

elevado número de intermedia-

rios que se movilizaba en dichas

operaciones. Muñoz Corbalán

apunta que en la subasta del año

1717 para la adjudicación de las

obras interiores de la Ciudadela

de Barcelona, los inconvenientes

argumentados por los candidatos

giraban en torno al “poco térmi-

no que dicen se les señala para la

construcción de unas tan grandes

fábricas, que necesitan tanta pie-

dra de sillería, toda de sujeción”.

Tanto el ingeniero de las obras,

Verboom, como el intendente Pe-

drajas, no cesaron en su intento

de localizar a los más adecuados

asentistas. Ante circunstancias

tales se barajaba la posibilidad de

optar por emprender las obras por

administración, a jornal, o bien

proponer asientos parciales9.

Una vez concedidos y superadas

las desconfianzas, quedaba pri-

vatizada parte de la gestión. Los

asentistas llegaron a constituir

pequeños monopolios, lo que les

proporcionó sustanciosos bene-

ficios y les valió para ascender

socialmente, prueba de cómo el

crecimiento del mercado fue com-

placiente al menos hasta el siglo

XVIII con el régimen de los privi-

legios10. Iba a resultar infructuoso

todo intento por encargar dicho

cometido a la administración es-

tatal, pese a las proclamas de

los reformistas a partir de 1730,

cuando Patiño ordenaba que la

provisión de víveres al ejército

dependiese directamente de los

intendentes. A raíz de entonces la

Superintendencia del Ejército del

Principado iba a tener a su car-

go el aprovisionamiento ordinario

del ejército, la política de fortifi-

caciones, de construcción naval,

de promoción de una industria

militar11. Cada intendente contra-

taba los abastos y coordinaba a

las autoridades locales implica-

das. Parece que el sistema fue

eficaz en tiempos de crisis, pero

no cuando había que confiar en

la oferta de los productores y en

la capacidad de los comercian-

tes para coordinar la distribución

de los productos contratados. Al

frente de todo el sistema exis-

tía una Contaduría General de

Provisiones12. Sin embargo los

numerosos compromisos béli-

cos de la monarquía impidieron

finalmente que las reformas pros-

perasen. También contribuyó a

ello la suspensión de pagos de

1739 contra la que no pocos ne-

gociantes hallaron en los asientos

una forma de recuperarse.

Page 118: Libro ilustra cat02

118 Al margen de estas dificultades,

asistimos a algunos cambios

en el siglo XVIII, con la entra-

da de hombres de negocios del

país que iban desplazando a los

extranjeros. Baste consultar la

nómina de una buena parte de

ellos cuyos datos biográficos

conocemos por los trabajos de

Pere Molas: Miquel Pujol, Josep

Serrat, Benages, Andreu y Mi-

lans, presentaban en 1739 una

propuesta para encargarse de la

provisión de víveres a la tropa del

Principado durante el período de

1740 a 1741. La compañía inte-

grada por los tres últimos fue la

agraciada. El importe de la pro-

visión ascendía a la cantidad de

4.445.000 reales para un año, y su

cobro se consignó a varias rentas

(Rentas Generales, Salinas, Ta-

baco y Catastro de Cataluña)13.

Interesa conocer algo más sobre

los orígenes de los aspirantes, su

trayectoria económica y social.

Por ejemplo, Miquel Pujol era

confitero de profesión y obtendría

la ciudadanía honrada de Barce-

lona “por su acreditada fidelidad

en la provisión de víveres”. En

general, la pequeña burguesía

de negocios que actuaba en la

capital catalana dentro del marco

gremial, aparece de forma con-

tundente contratando asientos

para el ejército14. En 1745 Fran-

cisco Feu, tendero, acordaba un

contrato para el suministro de 80

uniformes a utilizar por los oficia-

les del regimiento de infantería

de Sevilla. En 1763 Baltasar Ba-

cardit y Esteban Mestres, sastres

ropavejeros, se convertían en

asentistas del vestuario de tropas.

Conservaron el asiento durante

un largo período de tiempo, has-

ta el año 1784, signo inequívoco

de las ventajas obtenidas. Clota,

cuya compañía se encargó del

pan de munición en los años cua-

renta, era el hijo de un panadero,

que pronto substituyó el oficio

de su padre por el de agente de

cambios. Su socio, Seguí, per-

tenecía al mismo oficio. Ambos

alcanzaron privilegio de nobleza.

Pero su trayectoria no acababa

aquí. En la siguiente generación

el hijo de Seguí ya era propietario

de una fábrica de indianas. Otro

nombre habitual fue el de Esteve

Canals, tendero de origen y pos-

teriormente uno de los impulsores

de la futura industria de las india-

nas, padre del famoso Joan Pau

Canals, barón de Vallroja, Director

General de la roja e Inspector Ge-

neral de Tintes del reino15. Caso

similar, el de Demestre y Baltasar

Bacardit, que monopolizarían el

asiento del vestuario del ejército a

finales de los años sesenta, y que

renunciaron a su condición como

miembros del gremio de sastres.

El primero obtendría el privilegio

de nobleza16.

Por otro lado, el recurso a los lla-

mados dependientes, personal

que el asentista necesitaba para

realizar gestiones con numero-

sos intermediarios, o compras

en lugares alejados del empla-

zamiento habitual, coadyuvó a

generar una esfera de lealtades y

fidelidades territoriales propia de

los estamentos sociales a los que

aspiraban estos individuos. Los

dependientes eran favorecidos,

a veces, con el fuero militar. Las

contratas suscritas por el asen-

tista general del pan Francisco

Borrell, a finales de la década de

los cuarenta, indican claramente

que el encargado de fabricar el

pan y sus dependientes o em-

pleados en dicha fábrica debían

gozar de las mismas preeminen-

cias y exenciones que disponía el

asentista principal y sus depen-

dientes17. La amplitud de éstas

13 Ibíd., p. 21, 57.14 P. Molas, “Els arrendaments”, p. 95. Íd, “La actitud económica de la burguesía en la España del siglo XVIII”, Espacio.

Tiempo. Forma, 4, 1989, p. 407-424. Íd, La burguesía mercantil en la España del Antiguo Régimen, Madrid, 1985.15 Íd., “Els arrendaments”, p. 95.16 Ibíd., p. 99.17 AHPB, Notario Sebastià Prats, Quartu Manuale Instrumentorum receptorum poenes Sebastianum Prats, 30-12-1747, fol. 3.

Page 119: Libro ilustra cat02

119

redes se fue desbordando hasta el

punto que hubo que poner límites.

En 1766 el intendente Castaños

solicitaba aclaración al Secretario

de Hacienda, acerca de si debía

incluir en el pago del Catastro a

los dependientes de asientos. La

corona ya había concedido esta

exención, ratificada en 1748, aun-

que para los dependientes que

disfrutaran de la condición de no-

bles. Pese a imponer este requisito

todos continuaron su pretensión

ante los tribunales, por estar im-

plícita en los privilegios de fuero

militar concedidos a “su princi-

pal”, el asentista y sus factores,

que finalmente serían los únicos

que mantendrían tales derechos.

R. Torres nos indica que junto al

fuero militar, los participantes se

beneficiaban de una variedad de

privilegios que se negociaban en

Fig. 02_ MARTÍN ZERMEÑO, Pedro:

Plano de una porción del recinto

de la Plaza de Barcelona que une

con su Ciudadela, y Fuerte de Dº

Carlos, en que se ve el lugar y

disposición que ocupa en estas

fortificaciones la del Fuerte Pio;

Barcelona, 24 de julio de 1760. [Ar-

chivo General de Simancas. Mapas,

Planos y Dibujos, 11–46]

Page 120: Libro ilustra cat02

120 cada caso, y que tenían en co-

mún su origen por concesión real.

Para la provisión de víveres a las

fuerzas armadas, los participan-

tes contaban con el auxilio de las

autoridades municipales, ecle-

siásticas, e incluso los intendentes

y los corregidores. Todos debían

facilitar la adquisición de grano

y las compras y utilizar si era ne-

cesario la vía diplomática para su

importación. El cuadro de apoyo

se completaba con la posibilidad

de embargar carros, embarcacio-

nes, o no pagar impuestos. Esto

incluía el apoyo real para soste-

ner el nombre del asentista, como

medio para levantar el crédito

comercial. El grado de solvencia

y confianza que las comunidades

mercantiles y financieras nacio-

nales o extranjeras concedían a

cada uno de estos hombres de

negocios era vital para mantener

su capacidad de emisión de letras

de cambio, y con ella la continui-

dad del asiento18.

En todo caso la red de apoyo

podía derivarse de las propias

circunstancias profesionales del

interesado: Joseph Cabó, car-

pintero, participó en 1774 en el

asiento para el suministro de faji-

nes para baterías y fortificaciones

y en 1780 en el asiento para el su-

ministro de estacas de pino para

las obras de fortificación de la

plaza de Orán. Cabó era propieta-

rio del hostal d’en Canals situado

en la calle de Corretgers de Bar-

celona, cerca del Rec y del Portal

Nou, y ello le facilitaba sin duda

los negocios ya que allí se daban

cita arrieros y carreteros de otras

poblaciones19.

De todos modos los vaivenes polí-

ticos y las arbitrariedades pusieron

en jaque, en no pocas ocasiones,

estos negocios. Bajo el reinado

de Carlos III algunos asentistas en

Cataluña se negaron a proseguir,

por falta de caudales de la hacien-

da pública, las obras iniciadas

con anterioridad20. Horacio Capel

ha señalado la frecuencia de los

conflictos existentes entre inge-

nieros militares y asentistas, pese

a que las relaciones con éstos es-

taban cuidadosamente reguladas.

Conflictos que cesaban ante la in-

minente necesidad de realizar los

trabajos, y el mandato real que for-

zaba alianzas entre todos ellos.21

En 1769 el duque de Medinacelli

protestaba enérgicamente ante la

corona porque los asentistas de

provisión del ejército no querían

pagarle el derecho de tratas que

le pertenecía por la extracción

de cualquier grano del condado

de Ampurias. Alegaba que todos

los anteriores asentistas habían

pagado dicho impuesto, pero los

actuales, los Cinco Gremios Ma-

yores de Madrid, se negaban22.

Por otro lado, una de las quejas

más frecuentes de los asentis-

tas se basaba en que algunos

regimientos y unidades militares

estaban autorizados a optar entre

tomar las provisiones de los asen-

tistas, o tomar su valor en dinero

y adquirirlas donde quisieran. Los

asentistas combatían esta prácti-

ca pactando con el monarca que

los regimientos no pudieran tomar

más productos que los ofrecidos

por ellos. Pero los regimientos no

estaban dispuestos a renunciar a

los ingresos extras que les propor-

cionaba este privilegio, y la corona

no estaba decidida a contrariar al

ejército. Otro punto de conflicto,

que se solventó transitoriamente

18 R. Torres, p. 32.19 M. Arranz, Los profesionales de la construcción de Barcelona en el siglo XVIII, Universidad de Barcelona, Tesis doctoral,

698.20 F. J. de Vicente Algueró, “El ejército en Cataluña durante el reinado de Carlos III”, Pedralbes. Revista d’Història Moder-

na, p. 129.21 H. Capel, “Construcción del Estado y creación de cuerpos profesionales científico-tecnicos: Los ingenieros de la Mo-

narquía española en el siglo XVIII”, Scripta Vetera, Revista electrónica de trabajos publicados sobre Geografía y Ciencias

Sociales, Universidad de Barcelona <http://www.ub.es/geocrit/sv-85.htm>22 R. Torres, p. 40.

Page 121: Libro ilustra cat02

121a favor de los asentistas, se gene-

ró a raíz de la Real Pragmática de

1765 que permitía el libre comer-

cio de granos en España. Con ello

el asentista y sus factores debían

actuar como un comerciante más

y concurrir en un mercado libre.

La respuesta de los asentistas fue

inmediata porque la aplicación

de la Pragmática les obligaba a

entrar en competencia con otros

compradores y a aumentar los

costes de transacción en todas

sus operaciones23.

Conocemos detalladamente el

funcionamiento de competición

y asignación de los asientos a las

compañías concursantes. Es el

caso de la compañía de jarcias

de Alegre, Gibert y Puiguriguer,

por un trabajo de Manuel Díaz

Ordóñez. En 1737 se convoca-

ban, por el intendente Sartine, las

condiciones del asiento. Basora,

un soguero barcelonés, asentista

para la Armada Real, sería el pri-

mer solicitante. Otros interesados

estaban dirigidos por Puiguriguer

y Gibert. Siendo que la candida-

tura de Basora, por su dilatada

experiencia en estos negocios,

parecía ir ganando, los otros dos

comerciantes decidieron tratar di-

rectamente con él para conseguir,

bien su renuncia en el concurso,

bien la constitución de una com-

pañía entre todos. Ambos socios

consultaron a Francesc Aparici,

Oidor de la Real Audiencia de Bar-

celona, sobre las posibilidades,

más o menos legales, que podrían

utilizar. Basora se mostró inflexi-

ble, pese a que el gran volumen

de negocio que el nuevo asiento

representaba implicaba que no

podría, por sí sólo, hacer frente a

los desembolsos que tendría que

realizar para las compras de cáña-

mo, jornales o seguros que eran

necesarios. Aparece de nuevo

en escena Aparici. El jurista, ideó

que Puiguriguer y Gibert contac-

taran con el procurador de Basora

para que, ante notario, hiciera una

cesión de parte del pliego de la

propuesta. Basora tuvo constan-

cia de las maniobras y decidió

desplazarse urgentemente a la

Corte para conseguir alguna me-

dida de la administración que le

garantizara su control sobre el

asiento. Pero Puiguriguer y Gibert

disponían de una segunda estra-

tegia para competir con Basora

que estaba apoyada en tres fren-

tes: en el contrato presentarían

dos técnicos en cordelería como

sujetos principales del asiento

para la Marina; practicarían el so-

borno de diferentes funcionarios;

y finalmente, mejorarían la oferta

del asiento de Basora rebajando

aún más los precios finales de

los productos. Convencieron a

los artesanos Buxò, puesto que

además de ser buenos sogueros

de Barcelona, ya habían realizado

pequeños contratos con la Mari-

na, y sus nombres eran conocidos

en medios oficiales. El recurso al

tráfico de influencias era habitual.

Los capitanes generales solían

mediar ante la corte en favor de

uno u otro asentista cuando exis-

tía más de un concurrente para

obtener la contrata24. Esto mis-

mo sucedió ante el proyecto de

creación de un Regimiento de Fu-

sileros de Montaña de Cataluña:

así lo hizo el marqués de la Mina

en favor del asentista-reclutador

José Florensa. Más tarde se supo

que su interés estaba muy bien

calculado: los empleos que iba a

vender serían controlados por el

marqués25. Retomando el caso del

asiento de jarcias, a la táctica de

tráfico de influencias corresponde

el informe que dirigió el Secretario

de la Corona y Contador Mayor del

Infante Cardenal, a Somodevilla,

donde criticaba las escasas po-

sibilidades de Basora frente a los

Buxó, respaldados por la garantía

23 íd, p. 68.24 M. Díaz Ordóñez, “La burguesía barcelonesa, el asiento de jarcia y el comercio con América”, p. 157-158 en John R.

Fisher (Ed.), Actas del XI Congreso Internacional de Ahila, Liverpool, 1998, 156-183. 25 F. Andújar, El sonido del dinero: monarquía, ejército y venalidad en la España del siglo XVIII. Madrid, 2004, p. 153.

Page 122: Libro ilustra cat02

122 que representaba la prestigiosa

Compañía Alegre de Barcelona.

La guerra de precios entre los

candidatos se prolongó un tiem-

po. A ella se unió la propuesta por

parte de cada uno para la mejora

de las calidades del género. Unos

y otros aceptaban en sus nuevos

y sucesivos pliegos la negativa

de recibir el pago hasta haberse

supervisado todo el producto.

Somodevilla ordenó a los oficiales

de la intendencia del Principado

una exhaustiva investigación. El

intendente Sartine a su vez orde-

nó inventariar y valorar los bienes

de ambos grupos competidores.

Finalmente, la Marina se decidió

por el proyecto de Basora, pre-

sionada por la urgente necesidad

de suministro ante los proble-

mas de guardacostas españoles

y buques ingleses en el Caribe.

Basora se comprometía a fabri-

car para la Armada la cantidad

de 6.000 quintales de jarcia para

el arsenal de La Carraca, y 1.500

para el de Cartagena26. También

Arranz, en su trabajo sobre los

profesionales de la construcción

en la Barcelona del siglo XVIII, al

referirse al cuadro de agremiados

que participaron en los asientos

militares, nos indica que dado que

eran escasos los días que media-

ban entre el anuncio de la subasta

y la celebración de la misma, sólo

concurrían licitadores de Barce-

lona y era fácil llegar a acuerdos

que convertían la subasta en una

mera ficción. Al final lo más habi-

tual era que pactaran y se unieran

los competidores27.

Tipología de los asientos militares.

Pere Molas presentó ya hace unos

años algunos de los principales

asientos celebrados, su organi-

zación y sus interesados, para

el período de la guerra de Italia,

1743 a 1748. Completamos ahora

esta información con la consulta

de los manuales notariales donde

aparecen estos contratos.

En relación al contrato del pan de

munición, en el año 1741 se hizo

cargo una compañía que incorpo-

raba al armero Josep Serrat, ya

habitual en este tipo de asientos.

Le acompañaban individuos de

oficios dispares, desde un arriero

a un sastre o un payés28. Serrat

debía suministrar pan y otros ali-

mentos básicos, como cebada o

habas, adquiridos de Aragón, a

las plazas y cuarteles donde ac-

tuaba el infante Felipe en Italia.

En ciertas ocasiones se firma-

ron para el pan contratos de

carácter más amplio, como el

de Francesc Borrell, comercian-

te de Barcelona, en 1747-1748.

Borrell aparecía en las contratas

como “Asentista general”, a ve-

ces acompañado por el yerno de

Serrat, prueba de la base familiar

existente en el desarrollo de este

tipo de compañías y sociedades.

Se encargaba de la fabricación y

distribución del pan para las pla-

zas y cuarteles de Cataluña, bajo

la supervisión del factor y director

general de la provisión de víveres,

Juan de Urrutia. En su negocio

participaron otros comerciantes

e incluso una mujer, María Teresa

Coll29. Como asentista general,

encontramos a Borrell contra-

tando a su vez a quienes iban a

fabricarle el pan en diversos luga-

res del territorio: a Josep Benet,

panadero de Barcelona, que se

26 M. Díaz Ordóñez, “La fabricación de jarcia en España: el reglamento de Jorge Juan, 1750” en El derecho y el mar en

la España moderna, Granada. 1995 y especialmente M. Díaz Ordóñez, “La burguesía barcelonesa, el asiento de jarcia y

el comercio con América”, p. 157-158 en John R. Fisher (Ed.), Actas del XI Congreso Internacional de Ahila, Liverpool,

1998, p. 156-183.27 M. Arranz, Los profesionales de la construcción en la Barcelona del siglo XVIII, Universidad de Barcelona, Tesis doc-

toral, 1979, p. 694.28 P. Molas, “Els arrendaments”, p. 96-97.29 AHPB, Not. Sebastià Prats, Quartu Manuale…, 28-10-1747, fol. 312.

Page 123: Libro ilustra cat02

123obligaba por tiempo de poco más

de un año a fabricar un núme-

ro determinado de raciones para

las tropas de Tárrega y su parti-

do; a Miquel Subirats, zurrador

de pieles, para las tropas de Gra-

nollers, y así sucesivamente para

las de Manresa, Lleida, Girona,

Vilafranca del Penedès, Tarrago-

na y Balaguer. En cada contrata

se repiten las mismas condicio-

nes: tiempo de entrega, plazos

para su cobro, infraestructuras

para la fabricación del producto:

“que en caso de encontrarse hor-

no, casas y utensilios para dicha

fábrica en dicha plaza (…) se le

hayan de entregar al dicho (…) de

cuenta de su majestad y si no los

hubiere que pueda valerse de lo

que necesitare pagando su alqui-

ler o valor; y que asimismo pueda

cortar en nombre de su Magestad

la leña que tuviere menester para

la referida fábrica así de bosque

realengo como de señorío pagan-

do su justo valor y transporte”.

Se establecían las condiciones

de calidad del producto, “dando

por cada quintal de harina de tri-

go fuerte o del país, bueno, pero

de Castilla que se entregare por

Francisco Borrell puesta en las

mismas fábricas 90 raciones de

pan de libra y media castellana

cada ración bien cozido y sazona-

do en la forma stilada, por cada

quintal de trigo de Aragón u otra

calidad de trigo blando separado

del trigo del país 86 raciones de

pan…”. Finalmente, la entrega se-

manal de los recibos, para cuyo

pago se habilitaba a un comisio-

nado de guerra30. La presentación

de las cuentas de gastos com-

portó no pocas suspicacias para

los socios de las compañías. Jo-

sep Carrer, que había participado

como administrador en la com-

pañía de los comerciantes Juan

Pablo Raventós y Miquel Cava-

llería, por el asiento de suministro

de 500 machos para el ejército

durante las guerra de Italia, tuvo

que llevar el asunto a los tribuna-

les. Los socios le exigían el pago

de una determinada cantidad de

dinero. Finalmente las partes co-

misionaron a unos expertos que

examinaron dichas cuentas, bajo

la supervisión del auditor general

de guerra del ejército de Catalu-

ña, que finiquitaron la cuestión

haciendo pagar a cada parte lo

debido y haciendo asumir a los

socios los gastos litigiosos de

Carrer31.

Funcionó con un arrendamiento

único el suministro de pan para

las tripulaciones de la flota. En

1744 se encargó a un proveedor

general navarro, Pedro de Astrea-

rena, que operaba en Barcelona

por medio de sus representantes,

la compañía de Andreu, Benages

y Milans, que a su vez contrata-

ron con 6 panaderos la entrega

de 1.500 quintales “de bizcocho,

peso de Castilla, para el servicio

de las referidas galeras”32.

Otro tipo de asiento era el de

la fabricación de uniformes. La

participación de los gremios

del sector textil, para su manu-

factura y comercialización, fue

destacable. Ya en 1708 el gobier-

no del archiduque Carlos tasó el

precio de los tejidos de lana por

“haver de menester panyos en la

ocasió corrent per las milicias y

desitja S. M. comprar los panyos

en lo present Principat”. En 1717

el intendente reconocía que “hoy

en día se han hecho uniformes

y vestidos para oficiales de los

regimientos de S. M. y de muy

buena calidad”. El encargo, en

esta ocasión, consistía en 950

baras de tejido blanco, 510 de

rojo, 1.150 estamenyes y 475 ga-

lones de seda. No se trabajaba

tan sólo para el Principado. En

1738 se encargaba el vestuario

30 AHPB, Not. Sebastià Prats, Quartu Manuale…, 3-2-1747, fol. 31; 6-3-1747, fol. 62; 3-11-1747, fol. 324; 12-12-1747,

fol. 364; 30-12-1747, fol. 3.31 AHPB, Not. Josep Rojas, Manual de 1750, fol. 223, diciembre de 1750. 32 P. Molas, “Els arrendaments”, p. 96-97.

Page 124: Libro ilustra cat02

124

para el destacamento de Invá-

lidos de Madrid. Con el tiempo

éste tipo de contrato experimen-

tó algunos cambios. En 1763 se

constituye una compañía sobre

“vestuario y cuerpos de unifor-

me de cualquier regimiento”, que

monopolizaba la familia Miró,

maestros sastres. La sociedad

se disolvió en 1783, elevando a

escritura pública un detallado

estado de cuentas, y habiéndo-

se prorrogado tácitamente por

los herederos universales de los

primeros socios principales33.

Mayor prestigio tuvo la sociedad

creada por Baltasar Bacardit y

Esteve Demestre. El primero fue

arrendatario del abastecimiento

de pan y carne. Además intervino

en fábricas de indianas y admi-

nistraba diversas propiedades

rústicas. En 1763 Baltasar y su

hijo, junto con Demestre, obtu-

vieron un “Asiento general de

vestuarios” con una duración de

10 años. En el contrato, el joven

Bacardit constaba como “impre-

sario”. El Catastro lo menciona

como arrendatario al menos has-

ta 1770 y Esteve Demestre hasta

178434.

Fig. 03_ MARTÍN ZERMEÑO, Pedro:

Plano de la Plaza de San Fernando,

y sus obras exteriores como han

de quedar finalizadas; Barcelona,

30 de noviembre de 1756. [Instituto

de Historia y Cultura Militar, Madrid.

Cartoteca Histórica, GE–5/13.]

33 AHPB. Not. F. Mas i Vidal, Manual de 1783, fol. 71. 34 P. Molas, “Els arrendaments”, p. 96-97.

Page 125: Libro ilustra cat02

125Los contratos de transporte

en tiempos de guerra también

requirieron de numerosas cola-

boraciones. Durante la Guerra de

Sucesión de Austria, 1741-1747,

encontramos a Josep Serrat como

“asentista de mulas de tiro y ma-

chos o azémilas para el tren de la

Real Artillería del Exèrcito de Sa-

boya y Italia”. Josep Carrer, antes

mencionado, se interesó por las

operaciones de transporte de los

ejércitos borbónicos en el frente

de los Alpes contra el rey de Cer-

deña. En el estado de cuentas que

presentaba Carrer en 1750 y don-

de se evaluaban gastos de casi

95.000 libras por “800 machos

catalanes en el servicio del Exèr-

cito de Francia”, se observa que

las partidas presupuestarias más

onerosas hacen referencia en pri-

mer lugar al salario de los arrieros,

y seguidamente a la compra de

herraduras, cuerdas, clavos, y fo-

rrajes. De modo complementario

cabe anotar los gastos relaciona-

dos con alquileres de espacios35.

Nos encontramos nuevamente

a los arrieros trabajando para la

compañía creada en 1746 del

asiento de la fábrica, conducción

y entrega de papel blanco y sella-

do para la intendencia del ejército

del Principado36.

Si bien en la mayoría de contratos

los arrendatarios principales eran

maestros artesanos, no faltaron

los compuestos por elementos

de la burguesía superior, los co-

merciantes de matrícula. Fue el

caso de la compañía que actuó

para la campaña de Portugal, en

1760-1763. Josep Forn i Milans

proporcionaba “60 brigadas de

machos de carga”. Contaba con

una amplia red de subarrenda-

tarios, comerciantes y payeses,

que se dispersaban por localida-

des como Olot, La Bisbal, Ripoll

y Llívia.

Los contratos con la armada

abarcaban, sin apenas líneas

divisorias, desde el aprovisio-

namiento de víveres, de velas y

cuerdas, o la construcción naval.

Encontramos a la compañía de

Milans proporcionando bizco-

cho a la vez que encargando la

fabricación de velas a los tejedo-

res de lino y lana de Barcelona.

En el proceso intervenían otros

agentes: los prohombres del

gremio inspeccionaban y garan-

tizaban la calidad del producto.

La compañía de tenderos Alegre

y Gibert se encargaba del asiento

de las jarcias. A partir de 1730 la

demanda de cordelería naval au-

mentó de forma considerable por

las necesidades derivadas de la

consolidación de la nueva Armada

Real concebida desde la óptica re-

formista. Participaba como socio

en dicha compañía Puiguriguer,

quien la utilizaba como plataforma

para expediciones comerciales

en América37. También participa-

ban los Buxó, que operaban para

la flota de Cartagena habiendo

conseguido que sus obreros se

librasen de las tasas gremiales.38

La construcción naval y la fa-

bricación de las velas seguía

el mismo proceso. En el año

1753 se construyeron en Bar-

celona 36 gánguiles para el

dragado del puerto de Cartagena.

El contratista era un carpintero,

Escarabatxeras, que subarren-

daba la fabricación de velas a un

tejedor de lino a quien entregaba

la materia prima necesaria.

Además de los ya citados exis-

tió el contrato de la paja para la

caballería. Se concedía en 1736

al armero Josep Serrat que a

la vez contaba con una nutrida

red de subarrendatarios disper-

sos por las principales sedes de

corregimiento y otras ciudades

importantes: Girona, Tarragona,

35 AHPB. Not. Josep Rojas, Manual de 1750, fol. 223.36 AHPB. Not. Sebastià Prats, Manual 3, fol. 419.37 P. Molas, Los gremios barceloneses en el siglo XVIII. Barcelona, 1970, p. 331 y 335.38 Íd., “Els arrendaments”, p. 99.

Page 126: Libro ilustra cat02

126 Lleida, Cervera, Barcelona, Vila-

franca, Piera, Talarn. De los años

cuarenta a cincuenta el princi-

pal administrador del asiento de

la paja fue el agremiado Anto-

ni Seguí. Su hijo constaba una

generación más tarde como ciu-

dadano honrado, miembro de la

Junta de Comercio, director de

la Compañía de los hilados de al-

godón y juez de apelaciones del

Consulado.

Se conocen también los con-

tratos de espadas y sables para

galeras. Los maestros torneros

fabricaban cartucheras: en 1769

Patau se había comprometido

a fabricar 75 docenas. También

existían asientos de recluta-

miento de soldados. Miquel Font

encabezaba una compañía que

en 1777 alistaba a 18 hombres

por cuenta del Ayuntamiento

de Vic, por lo que pagó más de

4.000 libras “per gratificació del

treball i diligència han tingut per

buscar dits hòmens”. Del mismo

modo se concentraron nume-

rosos contratos “por el arriendo

de reparos y fortificaciones”.

Una compañía de albañiles y

carpinteros se hacía cargo de la

construcción de almacenes para

la provisión de víveres a la arma-

da. Y para la limpieza del puerto

se realizaba en 1747 un contrato

con el libretero francés Bonnar-

del. Finalmente, muy numerosos

eran los contratos de transporte.

Tres arrendatarios de mulas or-

ganizaban en 1755 el “arrastre

de maderas de la construcción

para la Real Armada en el Reyno

de Andeluzía”39.

Son pues numerosos los tipos

de contratos militares según el

objeto de los mismos. Como

también numerosos son los

interesados, contratistas, depen-

dientes. De entre la larga lista

de profesionales que ejercieron

en la Barcelona dieciochesca

en el ramo de la construcción,

estudiados por Arranz, algunos

participaron activamente en los

asientos del ejército. De la fa-

milia Canals, carpinteros que

también montaban armas de

fuego, Francisco se hizo con un

asiento para la construcción y

reparación de este tipo de armas

(1717-1724). En otra generación,

Ramón, entre los años 1730 a

1740, fue titular de dos o tres

contratas y socio o fiador de al

menos una veintena: entre otras,

en 1731, para la construcción de

caballerizas para las naves con

destino a la expedición de Orán;

en 1736 para la ejecución de di-

versos trabajos de reparación de

las fortificaciones de Tortosa y

Cardona; en 1740, para la con-

fección de tiendas de campaña y

para la construcción del hospital

de campaña. Otros nombres des-

tacados fueron: Pere Grau Balló,

socio y proveedor de diversas

compañías dedicadas a obras de

fortificación, como la adjudicata-

ria de los trabajos para el castillo

de San Fernando de Figueres;

José Briz, quien había perteneci-

do durante los años de la guerra

de Sucesión a la Dirección de

obras de puentes portátiles y fir-

mes, experiencia que sin duda

le valió para convertirse en so-

cio de compañías constructoras,

como la que obtuvo el asiento

de baluartes de la Ciudadela en

1715; la familia Hipòlit, originaria

de pescadores, destacada más

tarde entre los carpinteros, que

acabaría controlando una décima

parte del capital social de la com-

pañía adjudicataria de las obras

del castillo de Montjuïc y de las

contraguardias de la Ciudadela;

la familia Enrich, cuya biografía

muestra también el proceso de

polarización social del mundo

gremial y la incidencia de ello en

el acaparamiento de las contra-

tas; los Ivern, maestros albañiles

y asentitas de obras públicas y de

fortificación; los Vallescà también

maestros albañiles, asentistas

del ejército y finalmente miem-

bros de la milicia; los Lletjós, que

de arrieros pasaron a contratistas

invirtiendo sus cuantiosos bene-

39 Íd., “Els arrendaments”, p. 98-100.

Page 127: Libro ilustra cat02

127ficios en inmuebles urbanos, y a

familiares de la Inquisición40.

Unos y otros constituyeron au-

ténticas redes cuya extensión y

vigencia permitieron defender la

tesis de su contribución al desa-

rrollo económico de la Cataluña

del setecientos. En la base de la

misma, la opinión de personajes

que como Jaume Caresmar en

su discurso de 1780 indicaron

entre los factores de dicho des-

pliegue económico las contratas

de pertrechamiento del ejército,

de obras públicas y de fortifica-

ción, omitiendo sin embargo las

repercusiones económicas de la

militarización del Principado.

Influencia de los contratos militares en el desarrollo económico y la participación gremial

Tomando como referencia las his-

torias familiares, las historias de

los sujetos que negocian, se hace

patente la interacción de factores

que contribuyeron al desarrollo

económico del setecientos y al

despliegue de la burguesía desde

los estratos superiores del mundo

gremial.

Los suministros militares tuvie-

ron una cierta incidencia en el

desarrollo de la industrialización

catalana, si seguimos a Antoni de

Capmany, sobretodo a partir de la

expedición española a Sicilia de-

finida por él como “el comienzo

de esta suerte de empresas”. To-

das las empresas mediterráneas

de Felipe V fueron equipadas en

Cataluña. Los tratados de 1713-

1714 habían privado al ejército

real de sus tradicionales fuentes

de suministros, en las plazas de

Milán y los Países Bajos, forzan-

do en consecuencia a aceptar la

producción catalana. En los años

sesenta del siglo pasado, el his-

toriador Joan Mercader señaló al

respecto la estrecha vinculación

existente entre los hombres de la

Superintendencia y algunos pio-

neros de la renaciente industria

del país. La construcción de caba-

llerizas en el puerto de Barcelona,

las raciones para la armada, sus

uniformes y vestuario comple-

to, todo ello fue animado desde

sus inicios por quien ostentara

la intendencia, Patiño, pronto

seguido por Pedrajas y Rodrigo

Caballero. Pero pese a la suerte

de varios de los nombres que en-

contramos unidos a este tipo de

contratos con el ejército, que as-

cendieron vertiginosamente en la

escala social e impulsaron el de-

sarrollo industrial, ello no significa

que exista una relación estrecha

de causa y efecto. Para la mayor

parte de ellos el aprovisionamien-

to militar no era más que otra

fuente de beneficios. Estudios

históricos sobre familias dedica-

das a diversidad de actividades

económicas así lo han mostra-

do: los Coma de Solsona, en una

primera generación habían arren-

dado los derechos dominicales

del ducado de Cardona; en una

segunda generación erigieron

una compañía para el comercio

de tejidos; en una tercera gene-

ración estudiaron leyes a la par

que roturaron tierras, crearon una

compañía que explotaba una fá-

brica de aguardiente y otra que

compraba materia prima que ha-

cía tejer y proveer manufacturada

al ejército41.

Diversos testimonios de la épo-

ca así lo muestran. Es el caso

del panegirista de los gremios

Francesc Romà i Rossell en su

Disertación histórico-político-le-

gal por los colegios y gremios de

Barcelona, escrita en el año 1766.

Según Romà la participación de

los gremios en el equipamiento

40 M. Arranz, Los profesionales de la construcción en la Barcelona del siglo XVIII, Universidad de Barcelona, Tesis docto-

ral, 1979, p. 645, 691-695, 694, 698, 809, 825, 1044, 1057, 1068, 1184, 1840-1862.41 R. Planes, “Sobre la petita noblesa de la Catalunya interior al segle XVIII”, Pedralbes. Revista d’Història moderna, 7,

1987, p. 163-181.

Page 128: Libro ilustra cat02

128 del ejército era un factor a tener

en cuenta a la hora de valorar

el sistema corporativo. Es cierto

que al son de esta realidad cre-

cieron numerosos talleres otrora

menos activos. Los trabajos de

Molas nos los han identificado:

los oficios más favorecidos por

la nueva situación eran los arme-

ros, los sastres, los zapateros,

los guarnicioneros, los torneros,

etc. Todos ellos proporcionaban

al ejército productos variados,

calzado, uniformes, cartucheras.

A su lado, albañiles y carpinteros

trabajaban en las fortificaciones

militares. Los gremios textiles fa-

bricaban escarapeles, galones.

Los pintores daban color a las ar-

mas y los armeros las limpiaban

o fabricaban pistolas42.

A fines de siglo, Campmany se

mostraba más pesimista: en

1792 escribía que “errados han

andado otros que, ignorando que

en Cataluña las artes y oficios

son tradicionarios desde el siglo

XIII, han creído que las guerras

de sucesión de principios de este

y el acantonamiento de tropas

animaron la industria y manu-

facturas, sin reparar que de las

innumerables ramos de artes que

florecen en este Principado sólo

cinco o seis tienen relación con

el vestuario, armamento y forni-

tura de la milicia”43. Buena parte

de la burguesía ya había partici-

pado en este tipo de negocios

mucho antes del advenimiento

borbónico, a fines del siglo XVII.

Por otro lado los contratos mili-

tares dieron lugar a una serie de

problemas que sufrieron direc-

tamente los gremios. La forma

de organización del trabajo, a

veces, pudo chocar con el siste-

ma gremial. El concesionario que

obtenía el arrendamiento con la

intendencia subarrendaba su ta-

rea sin tener en cuenta el sistema

de reparto igualitario que regía

en los gremios. En el año 1743,

la intendencia estableció que los

contratistas no agremiados de-

berían librar la mitad del contrato

a los gremios, lo que se paralizó

tan sólo un año más tarde con

la circular de Ensenada sobre la

libertad de reparto44. Aún así no

faltaron gremios que se moder-

nizaron ante dicha demanda. El

de guarnicioneros introdujo en

el examen de maestría la prueba

de fabricar dos sillas de montar.

Hacía lo mismo el gremio de fa-

bricantes de cinturones y correas,

que introducía como materia de

examen una cartuchera en 1818.

Otro problema de mayor reper-

cusión fué la grave situación de

carestía de la que bien pronto se

acusó a los asentistas por ex-

propiar el grano del Principado.

Una de las constituciones de

1702 obligaba a pagar el grano

al precio corriente o bien ofre-

cer suficientes garantías a los

propietarios45.

La actividad militar reanimó en

suma la industria catalana du-

rante los años de la depresión

de 1714 a 1730 y a partir de los

años treinta continuó contan-

do con numerosos participantes

para su abastecimiento. Sin em-

bargo no hay que sobrevalorar la

importancia de los contratos mi-

litares sobre el auge económico.

También, el capital acumulado,

se incrementaría paulatinamente

por las amplias posibilidades de

intercambios que se les ofrecían

en la instauración de rutas esta-

bles de navegación de cabotaje

en el eje Barcelona-Cádiz46.

42 P. Molas, “Els arrendaments”, p. 94-95.43 A. De Capmany, Memorias históricas sobre la marina, comercio y artes de la antigua ciudad de Barcelona. Barcelona,

1961-1963. Citado por P. Molas, “Els arrendaments”, p. 94.44 P. Molas, “Els arrendaments”, p. 95.45 Constitucions, capítols i actes de cort, 1701-1702 i 1705-1706. Barcelona, 2006. 46 P. Vilar, p. 4, 479.

Page 129: Libro ilustra cat02

129

Fig. 04_ El Sastre.

Giovanni Battista Moroni,

Óleo sobre lienzo, 99.5 x 7cm,

Londres, The National Gallery

Page 130: Libro ilustra cat02

130 LA DIRECCIÓN DE INGENIEROS EN EL PRINCIPADO DE CATALUÑA DURANTE EL SIGLO XVIII

Page 131: Libro ilustra cat02

131

Margarita Galcerán Al finalizar la Guerra de Sucesión,

Felipe V dedica gran parte de

sus esfuerzos a la organización

de su reino. Continúa con la de-

cisión de formar un ejército con

las condiciones necesarias tanto

para defenderse como para ofen-

der a sus enemigos. Ya ha hecho

venir de Francia una brigada de

ingenieros militares, para cubrir

las necesidades planteadas por

la guerra, y el marqués de Bed-

mar le ha propuesto que Jorge

Próspero de Verboom, Ingeniero

General de los Países Bajos, se

incorpore al ejército.

Verboom, a quien se nombra, en

1709, Teniente General y poco

después Ingeniero General y

Cuartel-Maestre General de los

Reales Ejércitos, es quien asume

la responsabilidad de preparar la

organización de un cuerpo de in-

genieros. Para ello se hace venir

a España ingenieros de Flandes,

se elabora un plan para su orga-

nización, se forman categorías y

su asimilación militar.

El proyecto de organización del

Cuerpo de Ingenieros se aprue-

ba, por Real Decreto, el 17 de

abril de 1711 en la ciudad de

Zaragoza. Se establecen las

categorías, que son: Ingeniero

General, Ingeniero en Jefe o de

Provincia, Ingeniero en Segundo,

Ingeniero en Tercero y Designa-

dor o Delineador. Finalmente, la

asimilación militar no se produce

hasta 1756.

Todo esto, junto con la crea-

ción de la Real y Militar

Academia de Matemáticas de

Barcelona y de un reglamento

para su buen funcionamiento,

hace que el país cuente con

unos profesionales con una

sólida preparación académi-

ca, una gran disciplina y una

buena y eficiente organiza-

ción del trabajo. Así ellos son

el instrumento con que lograr,

durante todo el siglo XVIII, los

fines ilustrados, asumiendo

multitud de responsabilidades,

que abarcan diversos ámbitos.

Fig. 01_ Jorge Próspero Verboom.

Page 132: Libro ilustra cat02

132 Las pretensiones de la Corona

quedan muy claras en la introduc-

ción de la Instrucción y Ordenanza

de 17181, que dice:

“El Rey Por cuanto conveniendo

a mi servicio, y el bien de mis Va-

sallos tener noticias individuales

de la situación de las Ciudades,

Villas, y Lugares, sus distancias,

la calidad de los Caminos, cur-

so de los Ríos, estado de los

Puentes, y otras circunstancias;

como también la constitución, y

estado de las Plazas de Guerra,

Puertos de Mar, Bahías, y Costas,

así por lo que este conocimiento

se necesita para el acierto de las

resoluciones de mi Real servicio,

y para la comodidad de los pa-

sajeros, carreterías, y para otros

interesados; como por el deseo

que tengo de mandar hacer en

los referidos Caminos, en los

Puentes, y en otros parajes, los

reparos, y obras, que se consi-

deraren convenientes, haciendo

construir también nuevos Puen-

tes, y abrir otros Caminos, si

fuere menester, obviando rodeos,

y malos pasos, a fin de facilitar

la comodidad de los pasajeros,

y comerciantes, y la menos cos-

tosa conducción de los frutos,

ganados, y géneros, de unos

Pueblos a otros, comerciando,

y comunicándose con recíproca

conveniencia; queriendo tam-

1 “Instrucción y ordenanza de 4 de julio de 1718 para los Ingenieros, y otras personas, dividida en dos partes. En la pri-

mera se trata de la formación de Mapas, o, Cartas Geográficas de Provincias, con observaciones y notas, sobre los Ríos

que se pueden hacer navegables, Acequias para Molinos, Batanes, y Riegos, y otras diversas diligencias, dirigidas al

beneficio universal de los Pueblos; y asimismo el reconocimiento, y formación de Planos, y Relaciones de Plazas, Puertos

de Mar, Bahías, y Costas; y de los reparos, y nuevas obras, que necesitaran, con el tanteo de su coste.

En la segunda se expresan los reconocimientos, tanteos, y formalidades con que se han de proponer, determinar, y eje-

cutar las obras nuevas, y los reparos que fueren precisos en las Fortificaciones, Almacenes, Cuarteles, Muelles, y otras

fábricas Reales, y sobre conservación de las Plazas, y Puertos de Mar.”

AGS, G.M., leg.2986, en Col. Aparici, Tomo LV, signatura 1-2-6, doc. 6.225.

Fig. 02_ Planta y secciones de una

esclusa doble en el río Ebro.

Miguel Marín, Barcelona, 26/10/1748.

Page 133: Libro ilustra cat02

133

bién, que al mismo tiempo, y

para el mismo importante fin, y

otros, se reparen, mejoren, y se

conserven los Puertos de Mar, y

que se reconozcan los Ríos que

se pudiesen hacer navegables, y

parajes que pudieren ser a propó-

sito para abrir Canales, y Cequias,

descubriendo también las aguas

subterráneas, que no solo asegu-

rasen el aumento del comercio,

y el mayor beneficio de los Pue-

blos, por la facilidad y poquísimo

gasto con que transportarían los

frutos, materiales, y géneros de

unas Provincias a otras, sino que

dieron disposición para Molinos,

Batanes, y otros Ingenios, y para

el regadío de diferentes Campos,

y tierras, que no producen por

faltarles este beneficio; esperan-

do Yo, que con el de la Paz podré

poner en ejecución el ánimo que

siempre he tenido de fomentar y

costear gran parte de estas obras

con caudales de mi Hacienda,

y aún con el trabajo de algunas

de mis Tropas, que emplearé

gustoso en lo que tanto puede

conducir al bien común de mis

Vasallos; y hallándome también

informado de que en diversas

Fig. 03_ Estructura de una

esclusa doble en el río Ebro.

Miguel Marín, Barcelona, 26/10/1748.

Fig. 04_ Mapa de una porción

del río Ebro con la situación de la

esclusa doble. Miguel Marín,

Barcelona, 26/10/1748.

Page 134: Libro ilustra cat02

134 ocasiones se han construido mu-

chas fortificaciones, y otras obras

inútiles en las Plazas, y Puertos

de Mar, y desperdiciándose en

ellas considerables caudales de

mi Real Hacienda, y de los Pue-

blos; por haberse ejecutado sin

Planta, ni dirección de Ingenieros

profesos de inteligencia, y sin la

intervención de Ministros de Ha-

cienda, que es precisa siempre

en semejantes gastos, a causa de

la licencia que algunos Cabos Mi-

litares, y otros se han tomado, de

determinar, y hacer obras, sin que

preceda orden, ni proyecto apro-

bado por Mi; de que ha resultado

también haberse hecho algunas

muy defectuosas, y otras ente-

ramente contrarias a la defensa

de las mismas Plazas, por lo cual

ha sido preciso demolerlas, cau-

sando nuevos gastos con gran

detrimento de mi Real Hacienda;

y deseando obviar en adelante

estos, y otros inconvenientes,

prescribiendo a los Ingenieros y

demás personas a quienes tocare

las reglas con que han de proce-

der en estas dos importancias, y

atender á mi mayor servicio: He

resuelto establecerlas en la forma

que distintamente se explican en

la instrucción siguiente”.

La organización territorial del Cuerpo de Ingenieros. El Principado de Cataluña

Para poder llevar a cabo los tra-

bajos encomendados, el Cuerpo

de Ingenieros se apoya en una

sólida organización territorial, una

distribución lógica de los ingenie-

ros, tanto en la Península como

en ultramar, y una organización

eficiente y jerarquizada del traba-

jo, tanto en los proyectos como

en la realización de las obras.

El territorio se divide en una serie

de Direcciones2 con sus plazas

dependientes, que son: Catalu-

ña (Barcelona, Figueres, Girona,

Tarragona, Tortosa y Lleida), Va-

lencia (Valencia, Cartagena y

Alicante), Navarra (Pamplona),

Guipúzcoa (San Sebastián), Ara-

gón (Zaragoza y Jaca), Galicia

(Coruña, Rías, Plazas y Castillos),

Castilla la Vieja (Zamora, Ciudad

Rodrigo y Castillo de la Concep-

ción), Castilla la Nueva (Madrid),

Extremadura (Badajoz, Alcántara,

Valencia de Alcántara y Albur-

querque), Costa de Granada y

Presidios menores (Málaga y su

costa, Melilla, Peñón de Vélez de

la Gomera y Alhucemas), Andalu-

cía (Puerto de Santa María, Cádiz,

Campo de Gibraltar y Ayamonte),

Mallorca (Palma), Canarias, Orán

(Orán y sus castillos y Almansa) y

Ceuta y sus castillos3.

Hay que tener en cuenta que es-

tas Direcciones varían a lo largo

del siglo XVIII, así como el número

de ingenieros destinados en ellas,

y que solamente diez albergan un

Director de Ingenieros. Estas son:

Cataluña, Valencia, Navarra, Gui-

púzcoa, Aragón, Galicia, Castilla

la Vieja, Extremadura, Costa de

Granada y Presidios menores, y

Andalucía, con sede respectiva-

mente en Barcelona, Valencia,

Pamplona, San Sebastián, Za-

ragoza, La Coruña, Zamora,

Badajoz, Málaga y Puerto de

Santa María. En el resto, el res-

ponsable es un Ingeniero en Jefe.

El Principado de Cataluña, debido

a su posicionamiento durante la

Guerra de Sucesión y su situación

geográfica, fronterizo con Francia

y con una línea costera que de-

fender, es una de las Direcciones

más importantes. Su sede es Bar-

celona y en ella debe residir, tal

2 Estos datos se han extraído de un “Estado que manifiesta la distribución de los 143 ingenieros propuestos para el

servicio del Ramo de Fortificaciones en España con atención a las Plazas en que hacen más falta”, firmado por Silvestre

Abarca y fechado en Madrid, el 11 de febrero de 1778. Colección Aparici, Tomo LIV, signatura 1-2-5, “Sobre la creación

del cuerpo, sus variaciones, aumentos, división en tres secciones y otros asuntos”.3 A todas estas Direcciones hay que añadir las correspondientes a ultramar.

Page 135: Libro ilustra cat02

135como indican las Ordenanzas, el

responsable, el Director de Inge-

nieros, que es donde lo hace el

Capitán General.

Dependen del Director todos los

ingenieros destinados en Catalu-

ña y su número, que es siempre

superior al de las otras Direc-

ciones, varía a lo largo del siglo,

dependiendo de la situación

política, las necesidades y las

modificaciones que experimen-

ta en su organización el Cuerpo

de Ingenieros. Sabemos que en

1723 hay treinta y cuatro ingenie-

ros y en 1728 veintiocho4, y que

durante el último cuarto del siglo

su número oscila entre once y

quince5.

Por otro lado existen unas lis-

tas del año 17786, firmadas por

el Director del Ramo de Fortifi-

caciones Silvestre Abarca, en

las que se especifica que en la

Dirección de Cataluña hay des-

tinados veintidós7 ingenieros,

aunque específicamente en el

Ramo de Fortificaciones hay

solamente trece8 y se necesitan

treinta9.

En el último listado en el que se

propone la distribución de los

ingenieros en atención a las pla-

zas en que hagan más falta, se

tiene en cuenta las que son de-

pendientes, de manera que para

Barcelona se proponen catorce (1

Director, 2 en Jefe, 2 en Segundo,

3 Ordinarios, 2 Extraordinarios y

4 Ayudantes), para Figueres ocho

(1 en Jefe, 1 en Segundo, 2 Or-

dinarios, 2 Extraordinarios y 2

Ayudantes), para Girona cuatro

(1 en Segundo, 1 Ordinario, 1 Ex-

traordinario y 1 Ayudante), para

Tarragona dos (1 Ordinario y 1 Ex-

traordinario), para Tortosa uno (1

Extraordinario) y para Lleida uno

también (1 Extraordinario).

Las atribuciones del Director de Ingenieros

Además de tener a sus órdenes

todos los ingenieros destinados

en Cataluña, sin excepción algu-

na, lo que representa determinar

cómo deben repartirse en las

plazas bajo su responsabilidad,

indicándoles sus comisiones y

cuidar no sólo de su aplicación

y aprovechamiento, sino también

de su conducta, pudiendo re-

prenderlos o arrestarlos según su

criterio, el Director debe hacerse

cargo de las nuevas propuestas y

del mantenimiento y reparación de

todas las murallas, fortificaciones

y edificios dependientes del reino,

lo que representa la elaboración

de proyectos, reparaciones, su

mantenimiento, los presupues-

tos, la ejecución de las obras, la

documentación gráfica y escrita,

la supervisión de las zonas polé-

micas, los informes, propuestas

y justificaciones periódicos, a lo

que hay que añadir su presencia

como vocal en la Junta del Puerto

de Barcelona y la representación

del Ingeniero General en la Real

Academia de Matemáticas de

Barcelona.

Aunque todas las ordenanzas que

se publican establecen las rela-

ciones que rigen las funciones

del Cuerpo de Ingenieros, la apa-

recida el 22 de octubre de 1768

constituye fundamentalmente un

reglamento para su servicio inter-

no y para sus relaciones con las

autoridades militares. En ella se

prescribe, entre otros, los cargos

4 CAPEL, H; SÁNCHEZ, J.E.; MONCADA, O.: De Palas a Minerva. Barcelona, Ed. del Serbal y CSIC, 1998, p. 46 y 47.5 Tenemos datos del número de ingenieros durante el período en que es Director Francisco Llobet, de 1774 a 1785.6 AGS, G.M., leg.3002, en Col. Aparici, Tomo LIV, signatura 1-2-5, doc. 6.035, 6.037, 6.038 y 6.039.7 Los 22 ingenieros corresponden a 1 Director, 2 en Jefe, 2 en Segundo, 4 Ordinarios, 5 Extraordinarios y 8 Ayudantes. 8 Los 13 ingenieros pertenecientes al Ramo de Fortificaciones corresponden a 1 Director, 1 en Jefe, 1 en Segundo, 1

Ordinario, 2 Extraordinarios y 7 Ayudantes.9 Los 30 ingenieros que se necesitan corresponden a 1 Director, 3 en Jefe, 4 en Segundo, 7 Ordinarios, 8 Extraordinarios

y 7 Ayudantes.

Page 136: Libro ilustra cat02

136 y funciones del Ingeniero Direc-

tor. Como ya hemos comentado

el Ingeniero Director debe residir

en el mismo punto que el Capitán

General de la provincia, depen-

diendo directamente de éste.

Al acceder a su cargo recibe de

su antecesor todos los mapas,

planos, relaciones, contratas, pro-

yectos, correspondencia y demás

documentos relativos al Cuerpo.

Si ha de ausentarse le sustituye

el ingeniero más capacitado, más

antiguo o de mayor graduación,

ateniéndose a las indicaciones

que le ha dejado su superior. En

caso de fallecimiento este mismo

ingeniero debe hacerse cargo,

bajo inventario, de todos los pa-

peles de aquel.

A finales de año debe pasar al

Capitán General y al Ingeniero

General un oficio proponiendo las

cantidades necesarias durante el

siguiente año para la construc-

ción de nuevas fortificaciones,

reparaciones de las existentes

y mantenimiento de cuarteles y

demás edificios a su cuidado. El

Capìtán General después de in-

formar dicho oficio lo hace llegar

Fig. 05_ Fachada de las casas del

proyecto de la plaza de Boteros en

Lleida. Antonio López

Sopeña, 8/2/1792.

Page 137: Libro ilustra cat02

137al Secretario de Estado en el Des-

pacho de la Guerra.

Los proyectos, el mantenimiento y las reparaciones

Es facultad exclusiva de los in-

genieros militares la elaboración

y el control de los nuevos pro-

yectos y una de las principales

atribuciones del Director de Inge-

nieros. Aunque en ocasiones los

pueden realizar otros ingenieros

los proyectos deben ser hechos

por él, mandando los originales al

Gobernador de la plaza, a conti-

nuación con su dictamen se pasa

al Capitán General y él a su vez

al Intendente, y una copia al Inge-

niero General. Si el proyecto está

realizado por otro ingeniero, el

Director debe realizar un informe

que se adjunta a toda la docu-

mentación. Si están de acuerdo

se inicia el proceso inverso para

que se proceda a las obras.

Si son proyectos de obra nueva

o de suma importancia, al igual

que en los oficios o relaciones

anuales de previsión de cauda-

les, el Capitán General los envía

con un informe al Despacho de la

Fig. 06_ Planta y sección de la Seu

de Lleida. Juan Francisco Darbeles

Dumon, 1748.

Page 138: Libro ilustra cat02

138 Guerra. Si el proyecto es aproba-

do se realiza también el camino

inverso, pasando el original al Ca-

pitán General y luego al Ingeniero

Director, quien debe sacar copia

para el Archivo de Fortificaciones

de la Secretaría del Despacho de

la Guerra. Debe encargarse en-

tonces este último de poner en

práctica el proyecto y si la obra

se realiza fuera de la capital de la

provincia y al cuidado de otro in-

geniero debe remitirle a éste otra

copia del proyecto junto con las

instrucciones necesarias.

En ciertas ocasiones el Ingeniero

General puede pasar los pro-

yectos directamente al Capitán

General o al Rey para su aproba-

ción. Por otro lado todas aquellos

proyectos, obras o reparaciones

que se tengan que hacer en los

palacios y edificios pertenecien-

tes a la corona y que sirvan de

alojamiento a los generales, mi-

nistros o personas de la corte, no

se pueden ejecutar sin orden ex-

presa del rey.

Los proyectos desarrollados son

variados, dependiendo en parte

de los períodos de guerra o de

paz. Pero hay que recordar que

las atribuciones del Cuerpo varían

a lo largo del siglo según su orga-

nización, por lo que básicamente

los proyectos más abundantes

pertenecen a elementos de for-

tificación -murallas, baluartes,

baterías, fuertes, ciudadelas…- y

edificios militares, aunque tam-

bién se realizan levantamientos

de mapas, intervenciones urba-

nísticas y edificios civiles.

Todos estos proyectos constan

de una documentación gráfica,

complementada por otra escrita.

Después de hacer los bocetos,

tomar nota de todo lo necesario,

como la consistencia y situación

del terreno, y, a veces, recuperar

algún proyecto precedente, se

realizan las propuestas, que grá-

ficamente se definen con plantas,

principalmente, secciones y alza-

Page 139: Libro ilustra cat02

139dos. Casi siempre estos últimos,

si es que se realizan, se limitan a

representar las fachadas principa-

les. También, si la estructura del

edificio es complicada se añaden

planos de detalle. Algunas veces,

los elementos arquitectónicos y

ornamentales utilizados se to-

man de los tratados, que ya han

sido vistos y comentados en la

Academia de Matemáticas. Habi-

tualmente dentro del mismo plano

se dibuja un cajetín en el que se

detalla e identifica cada uno de

los espacios representados,

añadiéndose también en ciertas

ocasiones el presupuesto deta-

llado. Se agregan unas regletas

con la escala o escalas utilizadas

y todos los planos se identifican

con una leyenda explicativa de lo

representado. Es común que lleve

la fecha de realización y la firma

del ingeniero autor del proyecto,

aunque esto no indica que la rea-

lización formal del plano —encaje

a lápiz, delineado a tinta, lavado

en colores y rotulado— lo realice

él sino un delineante.

Acompañando la documentación

gráfica se encuentra la escrita,

con las reflexiones, explicaciones

y justificaciones necesarias, y el

presupuesto, que se ha elabora-

do teniendo en cuenta el precio

de los jornales y de los materiales

de la zona, expresando también

su calidad y cantidad y dónde se

pueden encontrar. Para estos plie-

gos de condiciones la Ordenanza

estipula que “se valdrán siempre

de la Toesa, o, pies de Francia, y

donde conviniere de fanegas de

Castilla, y de libras de diez y seis

onzas Castellanas cada una; y las

cantidades del precio, o, gasto

en dinero, se expresarán en rea-

les de vellón Castellanos, o, en

escudos de diez reales de vellón

Castellanos cada uno, poniendo

las partidas, y el resumen por le-

tra, y por guarismo”10. A todo esto

se añade, tal como se ha indicado

antes, un informe del Ingenie-

ro Director, si no es el autor del

proyecto.

10 AGS, G.M., leg.2986, en Col. Aparici, Tomo LV, signatura 1-2-6, doc. 6.225.

Fig. 07_ Plano del fuerte de San

Jorge en la costa de Tortosa. Anto-

nio López Sopeña, 1792.

Page 140: Libro ilustra cat02

140

Una parte importante de los traba-

jos que se realizan en la Dirección

es el mantenimiento de los edi-

ficios dependientes del Cuerpo

—reposición de tejas, cristales, pa-

vimentos, puertas, ventanas…— y

reparaciones, en puentes firmes y

levadizos, por desprendimientos,

agujeros y brechas en muros y cu-

biertas, refuerzos…, que cuando

corresponden a elementos defen-

sivos y con peligro de ataque se

deben realizar de la manera más

rápida posible. Todo ello debe

quedar reflejado y justificado en

los informes periódicos.

Fig. 08_ Plano del barrio de la Bar-

celoneta en Barcelona. 1782.

Page 141: Libro ilustra cat02

141

11 Tres tratados sobre fortificación y milicia, Madrid, 1985, p. 32.

Las zonas polémicas

Un tema que genera gran can-

tidad de consultas al Ingeniero

Director por parte del Capitán Ge-

neral y de los Intendentes es el de

las Zonas Polémicas.

Se entiende por Zona Polémica a

la inmediata a las fortificaciones,

que se debe mantener despejada

para evitar que el enemigo pue-

da encontrar refugio o acercarse

a ellas. Ya Cristóbal de Rojas en

su tratado sobre fortificación, edi-

tado en 1598, nos habla de que

“por lo menos haya la cantidad.

1.000 pasos alrededor del [sitio o

fortificación], sin que pueda llegar

cubierto un pequeño pájaro por

la superficie de la tierra, sin que

sea visto del sitio…”11. En el siglo

Page 142: Libro ilustra cat02

142 XVII aparecen decretos prohibien-

do construir en dicha zona. Más

adelante la legislación es más

específica, limitando el espacio

hasta 250 toesas de las fortifica-

ciones. Esta distancia irá variando

hasta 500 toesas y 1500 varas. La

ordenanza de 1768 concreta mu-

cho más esta problemática.

Las consultas y reclamaciones

proceden generalmente de due-

ños de terrenos y construcciones

que se encuentran en estas zonas

y que en Barcelona están gene-

radas preferentemente, además

de las murallas, por la Ciudadela

y el castillo de Montjuïc. Se soli-

cita permiso para nuevas obras,

casitas, barracas, almacenes,

tinglados y anexos —talleres,

pozos, lavaderos, cobertizos, pa-

redes de cerca…—, casi siempre

relacionados con construcciones

existentes, conducciones y reco-

gida de aguas, instalaciones de

cañerías, legalización de obras,

aprovechamiento de tierras, moli-

nos, fuentes, norias, … Las dudas

siempre plantean su pertenencia

o no a las zonas polémicas, o que

las construcciones ya existían

en dicho lugar desde hace tiem-

po. A todo esto hay que añadir

los partes y denuncias por haber

rebasado los límites de dichas

zonas.

Generalmente el Director delega

su estudio y la elaboración de los

informes pertinentes a cualquiera

de los ingenieros.

Hay que señalar también que está

prohibido formar y plantar jardines

y huertas en las fortificaciones, así

como labrar y sembrar en los mu-

ros y terraplenes de los cuerpos

de fortificación, y que los ganados

puedan pacer en estos parajes.

Por otro lado se debe vigilar que

ni en las explanadas ni cerca de

ellas se hagan hoyos ni se colo-

quen impedimentos que puedan

estorbar la defensa de las plazas.

La ejecución de las obras

Después de la tramitación de los

proyectos y de su aprobación,

se debe organizar su ejecución y

decidir quién debe ser el respon-

sable de ellas. De los proyectos

aprobados se han hecho copias

de manera que un ejemplar es

para el Capitán General, otro para

el Archivo de Fortificaciones, otro

para el Ingeniero Director, otro

para el Intendente y, finalmente,

otro para el ingeniero encargado

de la ejecución de las obras.

Las dos maneras habituales de

ejecutar las obras son por asiento

y por administración. En el pri-

mer procedimiento el Estado, a

partir de toda la documentación,

procede a una subasta pública,

de manera que un individuo o

una empresa se hace cargo de

las obras, estableciendo una re-

lación con la Administración. En

el segundo dicha Administración

asume el papel de contratista

pagando jornales a los obreros,

utilizando herramientas propias

y abonando los materiales que

se necesitan. En los dos casos la

supervisión se halla al cargo del

ingeniero designado.

Ya en la Ordenanza de 1718 se

indica que se procure ejecutar las

obras por asiento, que se hagan

pregonar por el Intendente o su

Subdelegado, con las formalida-

des y términos acostumbrados,

admitiendo las ofertas siempre

que haya individuo o empresa

con fianzas suficientes. Se de-

terminan en las condiciones los

plazos en que se debe ejecutar

la obra y, por parte de la Admi-

nistración, firman el contrato el

Intendente, el Ingeniero Director y

el Contador.

Hay abundante correspondencia

sobre utilizar uno u otro procedi-

miento, asiento o administración,

que lleva consigo diferencias de opi-

nión entre los Ingenieros Directores

y los Intendentes. Pero aunque ya

sabemos que la superioridad man-

da que en lo posible se haga por

asiento, a veces las necesidades del

momento apremian y se decide rea-

lizarlas por administración.

Page 143: Libro ilustra cat02

143Respecto a esto podemos leer

en una orden12 dirigida al In-

tendente Rodrigo Caballero,

fechada el 8 de abril de 1720,

sobre la intervención que ha de

tener el ingeniero en los asien-

tos de obras, que “todas las

obras se hagan por Asiento,

siempre que se hallen personas

abonadas que lo tomen por su

cuenta a precios regulares; pero

que antes de pregonarlas, y re-

matarlas, forme el Ingeniero las

condiciones, y demás circuns-

tancias con que se hubieren de

ejecutar, y que el Intendente, o,

su Subdelegado admita las ofer-

tas, y las remate siendo justos

los precios, y precediendo las

formalidades acostumbradas, y

que todas estas diligencias se

hagan en presencia del Ingenie-

ro que dirigiere las obras; con la

calidad, que después de hecho

el Asiento se hagan estas por

dirección del mismo Ingeniero,

y sin que precedan sus certifi-

caciones por donde conste la

cantidad, y la calidad de lo tra-

bajado, además de los demás

instrumentos justificativos, no

se libre, ni pague cosa alguna a

los Asentistas”.

Y también sobre la intervención

del ingeniero en las obras por

asiento, en otra orden13 de 7 de

abril de 1724 dirigida a Luis Fer-

nández de Córdoba, que “cuando

se ofrecieren algunas obras regle

el Ingeniero las circunstancias con

que se han de ejecutar, tanteando

su importe, y entregue después

la relación al Intendente a fin que

las haga pregonar por el término

que previene el derecho, y que

rematadas en el mejor postor, en

presencia del Ingeniero, se pase

a hacer por este la escritura de

obligación, con fiadores de que

las ejecutarán según la disposi-

ción del Ingeniero, y a los tiempos

que se prescribieren, y que en

estando mediada y concluida la

obra haga el Ingeniero el reco-

nocimiento formal con asistencia

del Comisario de Guerra, dando

aquél sus certificaciones interve-

nidas por éste, para que en virtud

de ellas poniendo su libramiento

el Intendente, y tomando la razón

la Contaduría, pague el Tesorero a

los Asentistas, pasando noticia al

Ingeniero del caudal que a buena

cuenta se les suministrare antes

de concluirse la obra, y de ha-

cerse el pago formal, a fin que lo

prevenga en los certificados que

diere, como también lo que se les

restare a deber”.

José María Menéndez en su

artículo “Administración y con-

tratistas de obras públicas en la

España ilustrada”14 nos dice que,

aunque el asiento es el proce-

dimiento más empleado para la

ejecución de las obras de cami-

nos “el método propugnado por

el Reglamento de 1761 para la

contratación de obras civiles por

parte del Estado, se denominaba

«administración a jornal», modali-

dad de actuación que consistía en

que la mano de obra era contrata-

da por un tiempo indefinido…, y

actuaba a las órdenes de un equi-

po técnico y administrativo fijo…

que desarrollaban un plan de

acción previsto por el Ingeniero

Director bajo la tutela del Sub-

delegado.”, y que “Existía otra

fórmula alternativa, similar a ésta,

la «administración a destajo» en la

que personal no cualificado se le

pagaba por obra realizada…”15.

Designado ya el procedimien-

to vamos a referirnos ahora a la

mano de obra. Debemos distin-

12 AGS, G.M., leg.2987, en Col. Aparici, Tomo LV, signatura 1-2-6, doc. 6.227. 13 AGS, G.M., leg.2987, en Col. Aparici, Tomo LV, signatura 1-2-6, doc. 6.230.14 Informes de la Construcción, Vol. 42, nº 407, Madrid, 1990, p.44.15 El Reglamento a que se refiere corresponde a los documentos “Real Decreto expedido para hacer Caminos rectos y

sólidos en España, que faciliten el Comercio de unas Provincias a otras, dando principio por los de Andalucía, Cataluña,

Galicia y Valencia” y el “Real Reglamento, e Instrucción, que S.M. quiere se observe en la Obra de Caminos, que se dignó

mandar ejecutar por Real Decreto de diez de Junio de este año.”, propugnados por Carlos III en 1761.

Page 144: Libro ilustra cat02

144 guir el personal cualificado de

los operarios, la mano de obra

propiamente dicha. Respecto a

los primeros podemos encontrar,

según el tipo y la importancia de

la obra, maestros arquitectos,

aparejadores, albañiles, car-

pinteros, canteros, barreneros,

aserradores, calafates, herreros,

caldereros… Respecto a los ope-

rarios, se toman trabajadores de

la zona, pero como los volunta-

rios escasean, debido en parte

a la dureza del régimen laboral

y las malas condiciones sanita-

rias, se utiliza también la tropa,

perteneciente a regimientos de

infantería o de milicias, y para los

trabajos más duros se alistan obli-

gatoriamente penados, esclavos,

vagabundos y gitanos.

Podemos afirmar que también

forman parte de la mano de obra

viejos, niños, enfermos e inútiles,

ya que de principios del año 1729

tenemos un documento16 en el que

entre los temas que se plantean

en el manejo de las obras se dice

que “Muchas veces el Interventor

que recibe los trabajadores, en vi-

niendo de sus Provincias admite

muchos viejos, niños, enfermos,

y inútiles al trabajo lo que es de

la inspección del Ingeniero des-

pedirlos para que su Majestad no

gaste jornales sin fruto.”.

A veces, en obras de gran volu-

men, se redactan instrucciones

que regulan el trabajo y la discipli-

na de los individuos que trabajan

en ellas17.

El Ingeniero al frente de la obra

supervisa los trabajos y tiene la

facultad y la autoridad de castigar

a todos los empleados, sin excep-

ción, y en su caso despedirlos, si

no los encuentra aptos para el tra-

bajo. Si el Interventor quiere pasar

revista al personal lo debe hacer

aprovechando las horas de des-

canso y si es urgente debe avisar

antes al Ingeniero. Ambos deben

ponerse de acuerdo respecto a

los jornales y también si se decide

crear algún incentivo para un me-

jor avance de las obras.

Para cuando las obras se realizan

sobre todo por administración,

existen unos parques y alma-

cenes donde se guardan todos

aquellos enseres necesarios para

las obras, las herramientas, los

instrumentos, los carros, las ca-

ballerías y los materiales. Al frente

de ellos se encuentran un Guar-

da-parque o Guarda-almacén,

nombrado por el Ingeniero y a sus

órdenes, que se hace responsa-

ble de todo lo que hay. Debe llevar

un control sobre todo aquello que

sale o entra, haciendo los recibos

correspondientes. Con ellos y con

las certificaciones de consumo

que hace el Ingeniero, al menos

una cada mes, se sabe en todo

momento el paradero de cual-

quier instrumento o material.

Cualquier género que se reciba

debe ser examinado por el In-

geniero comprobando su peso,

número y medida, y el Tesorero

no lo puede hacer efectivo sin su

aprobación y firma.

Tanto las obras como los par-

ques y almacenes deben tener

sus guardias, que deben ser fa-

cilitados por el Gobernador o

Comandante de la plaza, a peti-

ción del Ingeniero, y de la misma

manera que pasa con los opera-

16 AGS, G.M., leg.2986, en Col. Aparici, Tomo LV, signatura 1-2-6, doc. 6.240.17 El ingeniero Francisco Llobet al frente de las obras del Arsenal de Ferrol redacta unas instrucciones con encabeza-

mientos como “Instrucción para la Obra de la Sala de armas”, “para los Maestros Arquitectos”, “de lo que debe observar

el Oficial que tiene a su cargo las faenas de mar”, ”para el Oficial que tuviere a su cargo la Obra de Carpìntería”, “para el

Oficial principal de las Canteras de la Graña”, “para el Oficial, que estuviere encargado de la Cantera del Bispón u otra de

las particulares”, “para el Oficial Sobrestante de los Soldados Barreneros”, “para el Oficial Sobrestante de los Soldados

Peones de las Canteras”, “para el Oficial de los Canteros empleados en la saca, y desbaste de la Cantería” y “para el

Oficial que tuviere a su cargo el trabajo de las Cadenas Grilletes, y demás presos destinados a las Canteras de la Graña”

(El Ferrol, 16/7/1754 – AGS, Marina, leg. 323).

Page 145: Libro ilustra cat02

145rios, el Interventor no puede sacar

ningún guardia sin habérselo co-

mentado antes.

Entre toda la correspondencia que

se genera sobre las facultades y

responsabilidades de los ingenie-

ros, interventores, sobrestantes,

tesoreros y demás personal que

interviene en las obras, podemos

añadir aquí la práctica por parte

de los ingenieros de que “las as-

tillas de la carpintería y la madera

de desecho” de las fortificacio-

nes, por ejemplo unas puertas

viejas de desecho al realizar repa-

raciones, les pertenecen y pueden

sacar beneficio de ellas. Aún

así, la superioridad ordena que

“siendo estas de algún valor, se

deberán vender con intervención

del Ministro, e, Ingeniero Director,

a beneficio de la Real Hacienda,

avisando dicho Ingeniero de la re-

sulta al Ministro de la Guerra para

su inteligencia”18.

Durante las obras el Ingeniero

debe realizar certificaciones de

los materiales comprados y gas-

tados, de la obra realizada y de

los jornales hechos. Como sabe-

mos debe supervisar todo lo que

se hace, realizar mediciones y

de acuerdo con los sobrestantes

redactar todas las certificacio-

nes necesarias. Con todos estos

requisitos el Tesorero puede satis-

facer los pagos correspondientes.

Si al realizar los estados sema-

nales de las obras hay alguna

diferencia entre las cuentas de los

dos Sobrestantes y del Ingeniero,

el Tesorero debe satisfacer los pa-

gos según el que importe menor

cantidad, mientras se averigua

de donde procede la diferencia.

No se considera buena práctica

suspender los pagos por los in-

convenientes que pueden surgir y

afectar así al avance de las obras.

Las relaciones de obras y reparaciones. Los caudales

Anualmente el Ingeniero Direc-

tor debe remitir a la Dirección

General de Ingenieros los es-

tados generales de las obras

que se han de ejecutar en las

fortificaciones y en los edificios

militares, teniendo en cuenta la

consignación de fondos. Tam-

bién una relación general de

las obras y reparaciones ejecu-

tadas, detallando su coste y el

sobrante.

Es importante tener un cono-

cimiento exacto de las obras y

reparaciones necesarias en las

Plazas, ya que se necesita para

la distribución del fondo total

que se destina para el año si-

guiente, teniendo en cuenta la

urgencia e importancia de cada

una.

Esto no impide que mensual-

mente se haga también una

relación de lo que se ha traba-

jado en las obras aprobadas, de

los caudales gastados y de lo

que queda, así como la relación

de los Ingenieros destinados y

de las ocupaciones de cada uno.

Todas las plazas tienen desig-

nada una dotación mensual

de fondos para reparaciones y

obras de poca importancia de

las fortificaciones y edificios mi-

litares, y para su reparto deben

ponerse de acuerdo el Ingeniero

Director, el Capitán General y el

Intendente.

Los caudales que se destinan

a las plazas del reino tienen en

cuenta dos objetivos diferentes,

las obras nuevas y las repara-

ciones, recordando que estas

últimas se necesitan de mane-

ra casi continua. Se entiende

por obra nueva aquella que se

ejecuta a partir de un proyecto

formal con documentación gráfi-

ca, ya sean puestos fortificados,

cuarteles, almacenes u otros

18 AGS, G.M., leg.2986, en Col. Aparici, Tomo LV, signatura 1-2-6, doc. 6.240.

Page 146: Libro ilustra cat02

146 edificios militares. Por repara-

ción se entiende toda aquella

obra menor que se hace para

conservarlos.

En el Archivo de Simancas se

encuentran unos documentos19

en los que se hacen una serie

de observaciones sobre la do-

tación de las fortificaciones y en

los que se dan relaciones sobre

los caudales que se han destina-

do a las diferentes Direcciones,

abarcando un período de veinte

años.

Parece ser que al principio se

opta por suministrar los caudales

para las obras según las pro-

puestas que se mandan de las

Direcciones, teniendo en cuenta

siempre la situación en la que

se halla el Real Erario. Pero esto

implica que muchas veces no se

puede atender el mantenimiento

de los elementos de fortificación

y los edificios militares.

A proposición del duque de

Montemar, en 1737, se dispone

que se distribuyan anualmente

a las Direcciones 960.000 reales

de vellón para el mantenimiento.

Esta cantidad se libra junto con

el prest de la tropa, aquella parte

que se entrega al soldado sema-

nal o diariamente. Para las obras

nuevas se cuenta con caudales

aparte.

Se continúa con esta deci-

sión, con cambios sustanciales

a consecuencia de la guerra.

Pero desde 1747 hasta 1752

se van dotando anualmente sin

interrupción mayores cantida-

des, en tanto descienden los

gastos para las campañas. En

estos seis años se suministran

6.498.000 reales de vellón, in-

cluidos en ellos algunas obras

de importancia.

Se constata que con un millón

de reales cada año hay suficien-

te para el mantenimiento de las

plazas y de los edificios militares

que le son anejos. Pero como

solamente con ello se satisfa-

ce el mantenimiento, se decide

añadir caudales para obras nue-

vas, concluir las empezadas y

emprender otras, todas aquellas

que se consideren necesarias

para el mejor resguardo de las

costas y fronteras. Para ello se

destinan algo más de cuatro

millones.

Hay que tener en cuenta que los

Presidios de África y el Muelle

y Puerto de Barcelona tienen

asignaciones separadas. Para

los primeros 810.00020 reales

de vellón y para los segundos

360.000.

Así, desde 1755, el gasto anual

en obras nuevas y reparaciones

es de 7.995.651 reales de vellón,

de los que 6.143.945 proceden

de la Real Hacienda y 1.851.706

de los Arbitrios, aquellos que

están establecidos en algunas

provincias y ciudades del rei-

no. En veinte años el gasto total

asciende a 159.913.020 reales

de vellón21. De esta cantidad

22.878.900 se han destinado a

reparaciones y obras pequeñas,

por lo que el resto es para obras

nuevas.

Se cuentan entre estas últimas,

en Cataluña, la fortaleza de San

Fernando de Figueras, el recinto

de la plaza de Barcelona, y en

ella la fortificación del castillo

de Montjuïc, una contraguardia

19 Las “Noticias sobre la dotación de fortificaciones” acompañan a una carta de Agustín de Herrera al conde de Ricla,

fechada en el Real Palacio el 22 de enero de 1773 - AGS, G.M., leg.3002, en Col. Aparici, Tomo LV, signatura 1-2-6.20 Para el de Orán 300.000 reales de vellón, para el de Ceuta 360.000 y para los tres de Melilla, Peñón y Alhucemas

150.000. En seis años se ha gastado 812.099 reales de vellón.21 Por la Real Hacienda 122.878.900 y por los Arbitrios 37.034.120.

Page 147: Libro ilustra cat02

147en la Ciudadela, dos cuarteles

de infantería en la Barceloneta,

otros dos en el convento de San

Agustín, la Real Academia de

Matemáticas, el Puerto y el Mue-

lle, y en Mataró dos baterías.

Al encontrarse pendientes obras

de mayor envergadura, en 1760,

se propone modificar la dota-

ción de una manera constante

para poder concluir las obras ya

empezadas y las aprobadas, por

lo que se pretende dar anual-

mente seis millones de reales o

seiscientos mil escudos, de los

cuales se destinan quinientos

veinte mil para las obras nuevas

comenzadas y ochenta mil para

las reparaciones.

De los datos que tenemos, sa-

bemos que para Cataluña, el

conde de Montemar propone

dar cada mes, en el año 1737,

23.700 reales. Y que en el año

1773, se han gastado 180.000

escudos22.

En cuanto a los arbitrios, los que

hay en Cataluña, en 1773, des-

tinados para fortificación son23:

Girona • El Ayuntamiento entre-

ga el sobrante de los arbitrios de

la ciudad, después de haber sa-

tisfecho sus gastos, a una Junta

de Reales Obras para distribuir-

lo en las obras y reparaciones

aprobadas. Si no es suficiente

lo suple la Real Hacienda. El

producto anual es de 27.793

reales. Pero desde el año 1767

se ha hecho cargo el Consejo

de Castilla y ya no se invierte en

fortificaciones.

Lleida • En esta plaza hay un

puente sobre el río Segre cuyo

impuesto se destina para sus

obras y reparaciones. Anual-

mente este arbitrio asciende a

39.074 reales.

Balaguer • También tiene un

puente sobre el río Segre. Igual-

mente su impuesto se destina

para sus reparaciones. Asciende

anualmente a 12.571 reales.

Tortosa • Goza de un derecho

llamado Imperiage24, que se des-

tina al “entretenimiento, paga,

obras, artillería y demás gastos

de la costa de esta gobernación

en sus Torres, Castillos, y Pues-

tos”. Los gastos de la plaza los

costea el rey. Asciende anual-

mente a 14.867 reales.

Barcelona • Hay un impuesto

para su muelle y puerto de 4

reales de ardites en cada carga

de vino y “el aumento de Anco-

raje, cuyo producto no se sabe,

y debe de ser corto, cuando su

Majestad ayuda anualmente con

24.000 pesos”.

En una nota al final de la relación

de los arbitrios se añade que hay

“algunos destinados a la fábrica

de Cuarteles, y Pabellones que

es expediente aparte, y no poco

enredoso, por lo que respecta a

Barcelona”.

Todos los aspectos que se

han comentado hasta aquí, las

atribuciones del Director de In-

genieros, la realización de los

proyectos, su tramitación y

aprobación, las zonas polémi-

cas, la ejecución de las obras,

las nuevas y las reparaciones, la

mano de obra, las herramientas,

los materiales, las relaciones de

22 De los 180.000 escudos, se destinan, en obras nuevas, 110.000 en Figueres, 30.000 en Barcelona y 30.000 en Mont-Mont-

juïc; para las reparaciones 10.000.23 “Breve relación de la consistencia de arbitrios que hay en el Reino para fortificación” acompaña a una carta de Agustín

de Herrera al conde de Ricla, fechada en el Real Palacio el 22 de enero de 1773 - AGS, G.M., leg.3002, en Col. Aparici,

Tomo LV, signatura 1-2-6.24 El derecho de periage o imperiage consiste en que las naves que arriban al puerto deben abonar un recargo por libra de

valor de los géneros entrados en la Aduana.

Guillermo Lusa Monforte en “La creación de la Escuela Industrial Barcelonesa (1851)” nos dice que en el puerto de Barcelo-

na, el derecho de Imperiage, que era un recargo de dos dineros por libra, podía suponer más de un millón de reales al año.

Page 148: Libro ilustra cat02

148 obras y reparaciones, tienen sus

reglamentos y ordenanzas que

los rigen. Además se plantean

continuamente dudas que al ser

aclaradas por parte de la supe-

rioridad establecen decretos y

reales cédulas que se añaden a

la legislación existente.

Los ingenieros militares dedi-

can parte de sus estudios en la

Real Academia de Matemáticas

a conocer no solamente cómo

desarrollar los más variados pro-

yectos y llevarlos a cabo, hasta

sus últimas consecuencias, sino

también a organizarse de una

manera eficiente. En la Cuarta y

última Clase, que se la denomi-

na también Clase de Dibujo, se

profundiza en la elaboración de

planos, la delineación, la aplica-

ción de colores y la formación de

plantas, alzados y secciones. Todo

esto se aplica en la confección de

planos de plazas y terrenos, en la

realización de mapas y, finalmen-

te, en la redacción de memorias

y relaciones que acompañarán los

proyectos. Como lección extraor-

dinaria se estudia el método que

se sigue para la realización de las

Obras Reales.

Page 149: Libro ilustra cat02

149NOTA

Se ha optado por transcribir las citas actualizando la ortografía.

SIGLAS UTILIZADAS

AGS Archivo General de Simancas (Valladolid)

IHCM Instituto de Historia y Cultura Militar (Madrid)

doc. documento

G.M. Guerra Moderna

leg. legajo

Fig. 09_ Plano de la capilla de San

Magín en la ciudad de

Tarragona. Bartolomé Reynaud,

2/8/1784.

Page 150: Libro ilustra cat02

150 LOS INGENIEROS MILITARES Y LA REAL ACADEMIA DE SAN FERNANDO

Page 151: Libro ilustra cat02

151

Manuel Novóa Desde la creación en el año 1711

del Cuerpo de Ingenieros Mili-

tares, la monarquía española,

una vez finalizada la Guerra de

Sucesión, tuvo la posibilidad de

disponer de un buen número de

estos profesionales que contri-

buyeron al desarrollo del país.

En las Ordenanzas del Cuerpo

de 1718, se determinaban las

competencias para la realiza-

ción de proyectos, no sólo con

fines militares, como aquellos

civiles imprescindibles para la

articulación del territorio. Estas

necesidades fueron determinan-

tes en la creación en 1720 de la

Real y Militar Academia de Ma-

temáticas de Barcelona, dirigida

a la formación de los ingenieros,

siguiendo el modelo francés.

En esta Academia, adquirieron

la formación técnica y científi-

ca muy superior del nivel de los

profesionales asociados a los

gremios, necesaria para resolver

los problemas constructivos que

se pudiesen presentar. Fue un

paso fundamental para el intento

de regeneración y modernización

de la Península.

La decisión para la ejecución de

grandes obras públicas fue siem-

pre por voluntad real, y se ejercía

a través de los diferentes secre-

tarios de estado. En Cataluña,

después de publicado el Decre-

to de Nueva Planta en 1716, el

cargo de Capitán General era,

al mismo tiempo, presidente de

la Audiencia, en donde ejercía

funciones jurídicas y políticas

en representación real, como las

de su propio cargo de mando en

el ejército. Como representante

del rey en el Principado, tiene

el deber de promover iniciativas

cívicas, económicas o cultura-

les dirigidas a la prosperidad del

país. Contribuyen al ornato de las

ciudades, y para este fin, se apo-

yan en los ingenieros militares

como cuerpo facultativo.

Durante los periodos bélicos, los

ingenieros militares se dedicaron

a las funciones que les eran pro-

Fig. 01_ Ciudadela de Barcelona.

Page 152: Libro ilustra cat02

152 pias en la milicia. Sin embargo,

durante los periodos de paz,

los mismos ingenieros, contri-

buyeron con su profesionalidad

a las funciones de articular el

territorio como correspondía al

buen gobierno del país. Duran-

te el absolutismo borbónico del

siglo XVIII, abordan todo tipo

de funciones constructivas,

no solamente con fines milita-

res, como las civiles. Entre las

construcciones que ejecutan se

encuentran la construcción de

caminos con sus puentes, ca-

nales o los puertos, distribuidos

por el territorio. En las ciudades,

tenían especial dedicación en el

urbanismo, viviendas, cuarteles,

hospitales e iglesias, entre otras

construcciones funcionales u

ornamentales. Estas funciones

las pudieron realizar con cierta

autonomía durante la primera

mitad del siglo.

En el año 1752 fue creada la Aca-

demia de Bellas Artes de San

Fernando. Una de sus primitivas

funciones fue la formación de ar-

quitectos a partir de 1759 con el

objeto de evitar los excesos del

barroco y racionalizar las inver-

siones en las obras, tanto civiles

como religiosas. Esta institución,

por decisión real, comenzó a in-

troducirse en ámbitos crecientes

de la construcción civil, o de obras

públicas, dando inicio a ciertos

conflictos de competencia, por

el interés de controlar y realizar

aquellas obras que contribuyan

a la articulación del territorio o al

ornato de las ciudades.Fig. 02 y 03_ Ciudadela de Barcelona.

Page 153: Libro ilustra cat02

153

Page 154: Libro ilustra cat02

154 Un tercer periodo lo constitu-

ye la primera mitad del siglo

XIX marcado por el desarro-

llo del método científico y su

aplicación a la ingeniería. Ésta

va tomando un preponderante

papel social y la ingeniería mi-

litar va dando paso a la civil,

que en España, siguiendo el

modelo francés, pasan a deno-

minarse ingenieros de caminos

y canales. Durante este siglo,

con la introducción del dere-

cho administrativo, da inicio a

la publicación de leyes admi-

nistrativas que van regulando

la facultad de construir. Con la

desaparición del absolutismo,

se reconocen administrativa-

mente las competencias para

realizar determinadas fun-

ciones, atribuidas mediante

ordenanzas a los ingenieros

militares, o por leyes u ordenes

ministeriales, para los ingenie-

ros civiles o arquitectos.

Durante el Antiguo Régimen,

que finaliza con el final del ab-

solutismo en 1833, la figura del

Capitán General en Cataluña,

tuvo una importancia funda-

mental en las decisiones sobre

el ornato de Barcelona. Estas

atribuciones, al perder la ciu-

dad las características de plaza

fuerte en 1858, fueron traspasa-

das a la sociedad civil.

Fig. 04_ Iglesia de la Ciudadela.

Fig. 05_ Universidad de Cervera.

Page 155: Libro ilustra cat02

155

Fig. 06_ Sant Miquel del Port.

Page 156: Libro ilustra cat02

156 Primera mitad del siglo XVIII

Durante la Guerra de Sucesión,

Felipe V nombra en 1710 al Te-

niente General flamenco Próspero

de Verboom, Ingeniero General de

los Ejércitos y Plazas de España

y demás dominios de la monar-

quía, con el encargo de organizar

el Cuerpo de Ingenieros, con ca-

racterísticas similares a las que

Vauban había organizado en Fran-

cia. Bajo su dirección, fue creado

el Cuerpo de Ingenieros en 1711,

cuyas funciones son recogidas en

la Ordenanza de 1718, en la que

se ponen de manifiesto los dis-

tintos conocimientos que deben

dominar, no sólo en el ámbito de

las fortificaciones como estudios

de ríos, puertos, así como todo

tipo de fábricas reales en las pla-

zas militares.

Con la total competencia y capa-

cidad técnica, Verboom, planificó

y dirigió el proyecto de La Ciuda-

dela de Barcelona (1715-20), que

servirá como modelo para otras

construcciones posteriores de

estas características. En la mis-

ma proyecta, junto con las obras

defensivas, todo tipo de instala-

ciones con fines militares como

cuarteles, capilla y edificios de

cierto porte.

El estilo dominante fue el barroco

académico francés cuyas mues-

tras mas significativas están en

las iglesias como la de la Ciuda-

dela, la universidad de Cervera,

que dio comienzo en 1719 y se

demoró en tres períodos duran-

te el siglo, o la iglesia de Sant

Miquel del Port en la Barcelone-

ta, que fue proyectada por Juan

Martín Zermeño en 1755 y finali-

zada por Pedro Martín Zermeño.

Durante este período, los ingenie-

ros militares abordaron un gran

número de restauraciones por los

daños ocasionados por la guerra,

construyen otras iglesias como la

de Sant Agustí Nou, en sustitu-

ción de la del convento de Sant

Agustí, que resulto muy dañado y

más tarde, afectado por la cons-

trucción de la Ciudadela.

La singular atribución de los ca-

pitanes generales de presidir la

Audiencia del Principado y la

de ser considerada Barcelona

como plaza fuerte, las decisio-

nes sobre el ornato eran de su

competencia. Los proyectos de

los ingenieros militares, no tenían

otra limitación que la habitual

escasez de recursos y medios.

El capitán general decidía y el

ingeniero militar ejecutaba lo so-

licitado con la máxima diligencia.

La construcción de la Ciudadela

de Barcelona fue un modelo para

otras ciudadelas de la Península,

construidas con el sistema aba-

luartado. A nivel peninsular, se

dio prioridad a la construcción de

arsenales como los de Ferrol, La

Carraca o Cartagena.

Creación de la Academia de Bellas Artes de San Fernando

El interés de la monarquía bor-

bónica de suprimir el exceso

barroco muy extendido por los

gremios, propició la creación en

1752 de la Real Academia de

las Nobles Artes que, más tarde,

pasó a denominarse Real Aca-

demia de Bellas Artes de San

Fernando en Madrid, para la for-

mación de arquitectos y artistas,

directamente ligados a las direc-

trices de la monarquía ilustrada.

Por la Real Cédula de 30 de mayo

de 1757, la Academia impartió los

estudios de Arquitectura hasta

el año 1847. La enseñanza de la

arquitectura fue muy importante

pues, aparte de una formación

técnica y artística, obtuvieron un

reconocimiento y prestigio profe-

sional muy elevado, disponiendo

de una gran libertad profesional,

pues eran portadores de una ar-

quitectura de elevado nivel y una

buena concepción estética.

El estilo dominante de la Aca-

demia fue el clasicismo, tanto

de origen francés como italiano.

Construían indistintamente pa-

lacios como iglesias o puentes.

En cuanto a la formación de los

Page 157: Libro ilustra cat02

157arquitectos, tenían una cierta co-

incidencia con los estudios de

los ingenieros militares ya que,

en esta segunda mitad de siglo,

en que todavía no habían apare-

cido los ingenieros civiles. Obras

características de formación en

materia de obras públicas era la

magnífica obra de Belidor titulada

Arquitectura Hidráulica (1737-55)

o la propiamente de la acade-

mia Elementos de Matemáticas

(1779-1787) del profesor de La

Academia, Benito Bails.

Es conocido que la Ilustración

significo el apoyo ideológico a la

idea de la Academia, para desa-

rrollar ciertos valores culturales

como son la racionalidad, la cien-

cia o el arte, lo universal frente a

lo local, o lo moderno frente a lo

medieval. La consolidación de la

Academia supone el triunfo del

arquitecto artista que, a su vez,

desplaza las funciones y dere-

chos que hasta entonces tenían

encomendadas los gremios.

Calos III ordenó a la Academia de

San Fernando que sirviese como

tribunal para la “censura y apro-

bación de los planos y diseño de

cuantas obras se pretendan cons-

truir en España”. La Academia no

solamente pasa a supervisar los

proyectos sino también la com-

posición artística.

Por reales órdenes de 1777, 1779

y 1784, se establece que para

cada permiso de emplear cau-

dales en las obras publicas, no

se admitan los planes y dibujos Fig. 07_ Puerta de Alcalá. Madrid.

Page 158: Libro ilustra cat02

158

de ellos sin estar visados por la

Academia de San Fernando y

que en las obras que ocurriesen

de alguna consideración, se

nombrasen los sujetos que pro-

pusieran las Reales Academias

de las Nobles Artes. Con estas

disposiciones de amparo, el

arquitecto artista, se siente un

genio individual al tiempo que

grupo de presión introducido

en las clases altas, y con gran

corporativismo.

A partir de estas disposicio-

nes de la monarquía, para

centralizar las funciones de

fiscalización que se atribuyen

a la Academia, para todas las

obras que tengan un fin público

o que se realicen con caudales

públicos. Los proyectos que en

materia de obras civiles realizan

los ingenieros militares, pasan

a depender de la supervisión

de los arquitectos de San Fer-

nando. Por la singularidad de

las competencias del Capitán

General en Cataluña, los inge-

nieros militares en el Principado,

continuaron ejerciendo sus fun-

ciones sin grandes conflictos de

competencias.

Durante el tercer cuarto de

siglo, la Academia de San Fer-

nando, y posteriormente la de

San Carlos en Valencia, intentan

controlar las obras civiles que

realizan los ingenieros milita-

res. No obstante, como tenían

puntos de formación técnicos

muy próximos, las desavenen-

cias no eran muy ostensibles.

Los arquitectos siempre preten-

dieron introducirse en las obras

más significativas, donde en

ocasiones, llegaron a compartir

decisiones. Es interesante la ex-

periencia del arsenal de Ferrol,

Fig. 08_ Alzado de la fachada de la

aduana de Barcelona.

Page 159: Libro ilustra cat02

159

donde contrastaron decisiones

el ingeniero militar Llobet, el ma-

rino Jorge Juan o el arquitecto

de La Academia Sánchez Bort.

Con la llegada del monarca

Carlos III a España, una de las

primeras decisiones fue el Real

Decreto de 10 de junio de 1761,

por el que ordena la construc-

ción de caminos comenzando

por los que unirán Madrid con

Andalucía, Cataluña, Galicia y

Valencia, encomendando estos

trabajos a ingenieros militares.

El magnífico puente de Molins

de Rei de Pedro Martín Zerme-

ño, fue construido entre 1763 y

1767. Sin embargo, por influen-

cia de la Academia, el puente

de Aranjuez sobre el río Jarama,

fue construido por el arquitecto

Marcos de Vierna entre 1757 y

1781 en el que, como ornato,

sobresale su esmerada labra.

Impulso de las obras públicas con Carlos III

Durante el reinado de Carlos III

tuvo la decisión preferente de

apoyar las infraestructuras de la

península, hecho que requería

cambios drásticos tanto políti-

cos como económicos. En 1777

el Conde de Floridablanca ejerce

las funciones de Secretario de Es-

tado. Para apoyar este cambio se

apoya en dos personajes excep-

cionales: Sabatini y Campomanes.

En el año 1774, con el objeto de

adecuar el Cuerpo de Ingenie-

ros Militares a las necesidades

de la administración, se publi-

có el decreto de reorganización

del cuerpo de ingenieros, por el

que se crearon tres ramas: la de

academias militares, de plazas y

fortificaciones, y la rama de ca-

minos, puentes y edificios de

Fig. 09_ Aduana de Barcelona.

Page 160: Libro ilustra cat02

160 arquitectura civil, canales de rie-

go y navegación y demás obras

relativas a este objeto. Para esta

tercera rama fue nombrado direc-

tor Francisco Sabatini, que había

acompañado desde Nápoles al

que será Carlos III.

Sabatini asumió e impulsó la

rama civil de los ingenieros

militares. Fue el profesor de ar-

quitectura más condecorado de

España. Con su presencia des-

aparecieron los conflictos entre

los ingenieros militares y arqui-

tectos de San Fernando pues se

intercambiaron, en ocasiones,

diversos profesores. Trabajó en

el ornato del Palacio Real, Jardín

Botánico y construyó la Puerta

de Alcalá. En Cataluña trabajo en

la Seu Nova de Lleida.

Durante este período fue muy

activa la gestión de los ingenie-

ros militares que desarrollan una

intensa actividad. Construyen

la urbanización de San Carlos

en el delta del Ebro, hospitales,

puentes, fábricas y canales. Es

muy intensa la elaboración de

proyectos para finalizar el puer-

to de Barcelona y merece interés

la construcción de la magnífica

Aduana de Barcelona, por el in-

geniero Juan Miguel de Roncali,

que llegó a ser ministro de ha-

cienda del Principado en 1792.

Este año emprendió la obra del

edificio de La Aduana que finalizó

él mismo (actual Delegación del

Gobierno). La poca adaptación

del edificio a las normas de la

Academia le valieron fuertes crí-

ticas, que motivaron su dimisión.

La actividad de los ingenieros

militares, tanto en su labor urba-

nizadora como constructiva, fue

esencial para el desarrollo del

país.

Por su parte, Campomanes, diri-

ge la política de transformación

territorial apoyado en arquitectos

de la Academia, y promueve los

decretos de 1777 de control de la

obra publica por los arquitectos

de San Fernando. No obstante,

su influencia no fue muy impor-

tante en Cataluña, en donde en el

año 1775, se creaba la Real Aca-

demia de Bellas Artes de Sant

Jordi fundada, no por decisión

real, sino por el impulso de la

Junta de Comercio de Barcelona.

Fue conocida como Escuela Gra-

tuita de Diseño y, a partir de 1849,

como Academia Provincial de

Bellas Artes de Barcelona. Esta

academia tuvo una función do-

cente, sin que controlase la obra

pública que era competencia ex-

clusiva de la de San Fernando.

El conde de Floridablanca impul-

só la creación de la Academia de

Ciencias en 1779, que propició la

salida al extranjero de pensionis-

tas para formarse en ingeniería

y ciencias experimentales. Uno

de estos pensionistas formado

en la Academia fue Agustín de

Betancourt que, en el año 1799,

creó la Inspección de Caminos y

el Cuerpo de Ingenieros de Ca-

minos y Canales, y en 1803, la

Escuela de Ingenieros de Cami-

nos y Canales a imitación de la

existente en Francia de Ponts et

Chaussées.

Además del mencionado Sabati-

ni, otros importantes ingenieros

militares fueron arquitectos, pro-

fesores o miembros académicos

de San Fernando. Entre ellos

encontramos algunos represen-

tantes como Mariano de Albo,

capitán de ingenieros y arquitec-

to de todos los reinos de España,

expedido por la Academia de

San Fernando; Mariano Carrillo

de Albornoz, ingeniero y aca-

démico de San Fernando; Juan

Cabrian Cervera, ingeniero y aca-

démico de San Fernando, José

Hermosilla Sandoval, director de

la Academia de San Fernando,

Antonio Prat, Manuel Rodríguez

de Cangas, Juan Martín Zermeño

entre otros, tuvieron el recono-

cimiento como miembros de la

Real Academia de Bellas Artes de

San Fernando en la segunda mi-

tad del siglo XVIII. Otros muchos

ingenieros pertenecieron a otras

academias de España, lo que

evidencia el reconocimiento téc-

nico y científico que alcanzaron

en la construcción de obras civi-

Page 161: Libro ilustra cat02

161

les. El creciente prestigio social

que iban adquiriendo, superior

al reconocido dentro del ejército,

fue propiciando su integración en

el reciente creado Cuerpo de In-

genieros de Caminos y Canales a

principios del siglo XIX.

Unas anécdotas que muestran la

escasa libertad de opinión: Be-

nito Bails, que fue profesor de

San Fernando y autor del tratado

de elementos de matemáticas,

en el que se incluía la arquitec-

tura hidráulica, fue castigado en

1791 por la Inquisición por tres

motivos: delitos de proposicio-

nes, uso de libros prohibidos e

inobservancia de los preceptos

eclesiásticos. Claude Bedat, en

un libro sobre la Academia, re-

coge algunas curiosidades sobre

el efecto del imperio de la reli-

gión. En una petición del teniente

coronel Alonso Fernández de

Menestroso, se dirige en 1785 a

los académicos presentando los

planos de una máquina para ha-

cer trabajar juntos dos molinos

de grano “pidiendo una certifica-

ción que acreditase debía a Dios

este invento”. Toda homologa-

ción divina era esencial.

Coincidiendo con el gran impul-

so de las obras públicas dado

por Carlos III, dos capitanes

generales tuvieron una gran sig-

nificación; el marqués de la Mina

(1742-1767) y el conde de Asal-

to (1777-1789). El marqués de

la Mina, de carácter autoritario y

expeditivo, promovió la construc-

ción del barrio de la Barceloneta

(1754), mejoras en el puerto, ca-

rreteas radiales, o la construcción

del puente de Molins de Rei. El

conde de Asalto, potenció obras

urbanísticas como la apertura de

la calle Nou de la Rambla.

Fig. 10_ Plaza Palau.

Page 162: Libro ilustra cat02

162

Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi

Por Real Cédula de Fernando VI

de 1758 se establece en Barce-

lona la Junta de Comercio que

dependía de la Real Junta de

Comercio de Madrid y no de la

Audiencia de Cataluña. Fue una

institución de fomento del co-

mercio con recursos económicos.

Desde la desaparición en 1714 de

la Universidad de Barcelona, la

creación de la Junta dio un nue-

vo dinamismo al ámbito cultural.

Desde la llegada en 1759 del rey

Carlos III, este monarca apoyo a

la Junta de Comercio. En 1769, a

través de la Junta, se había crea-

do por Sinibaldo Mas, la escuela

de Náutica. En 1775 se creó la

Real Academia de Bellas Artes de

Sant Jordi, que tuvo varios nom-

bres a lo largo de los años.

Esta Academia comienza a dar

clases de arquitectura en el año

1817. La mayoría de las escuelas

de la Junta fueron creadas entre

1805 y 1819. En este año, se creó

la de Matemáticas, un siglo des-

pués de la formación de La Real

y Militar Academia en Barcelona.

La junta financió, durante el siglo

XIX, viajes al extranjero y sufragó

estudios. De aquí provenían los

especialistas para comerciantes

y fabricantes de Barcelona, su-

Fig. 11_ Linterna del Puerto de

Barcelona.

Page 163: Libro ilustra cat02

163pliendo lo que el estado central

no aportaba.

La influencia de los arquitectos

formados en Barcelona, no fue

significativa hasta mediados del

siglo XIX, coincidiendo con la reti-

rada de la competencia militar en

el ornato de la ciudad.

Siglo XIX hasta 1858

Durante el primer tercio del siglo,

una vez finalizada la Guerra de la

Independencia, continúa la labor

urbanizadora de los capitanes

generales en Cataluña. Sus ac-

tuaciones coinciden con periodos

de relativa paz en un clima en el

que coincidiendo con el desarro-

llo industrial, las asociaciones de

trabajadores van creando un am-

biente de tensión desconocido en

el resto de España.

Comienza el siglo XIX con el te-

mor del contagio de la Revolución

Francesa y continúa con la Gue-

rra de la Independencia. Con la

muerte de Sabatini, le sustituye

en el mando del Cuerpo de Inge-

nieros el General José Urrutia en

1797. Cuatro años después en

1803, se traslada la Academia de

Matemáticas de Barcelona a Al-

calá de Henares. Un año antes,

comienza a funcionar en Madrid

la Escuela de Ingenieros de Ca-

minos y Canales, ya como una

ingeniería civil, lo que provoca el

traslado voluntario de ingenieros

militares y arquitectos desde su

constitución. Durante el período

bélico y el absolutismo represi-

vo de Fernando VII, pocas obras

públicas pudieron realizarse has-

ta la llegada de Isabel II en 1833.

En este período los ingenieros de

caminos, a cuyo cargo estaba las

obras civiles, son perseguidos

políticamente y la escuela cerrada

en dos ocasiones pues, el Cuer-

po, simbolizaba la modernidad y

el progresismo que ya se apre-

ciaba en Europa, con la incipiente

revolución industrial.

Los arquitectos de San Fernando

continuaban con las atribucio-

nes que se le habían otorgado

de control de la obra pública,

circunstancia que no tenía jus-

tificación para los ingenieros,

funcionarios de la administración.

Para realizar las trasformaciones

que se precisaban en España,

eran esenciales las infraestructu-

ras, la higiene de las ciudades y el

ornato de las mismas. Los inge-

nieros se centraban en los temas

esenciales de infraestructuras y

la higiene y los arquitectos, en el

ornato de las ciudades, aunque

continuaban manteniendo todos

los privilegios. Los ingenieros mi-

litares conservaban importantes

funciones en las plazas fuertes,

regulando las zonas polémicas,

centrados en la defensa y control

territorial.

La iniciativa de los capitanes

generales continúa siendo de-

terminante en Cataluña durante

el primer tercio del siglo. El mar-

qués de Camposagrado, que fue

Capitán General en dos períodos

1814-15 y 1826-27, completó la

contracción del Paseo de Gra-

cia y amplió la plaza de Palau,

ordenando la construcción de la

fuente, todavía existente, dedi-

cada al Geni Català. El General

Castaños, que fue Capitán Gene-

ral entre 1815 y 1820, construyó

el nuevo paseo al cementerio

nuevo que salía fuera de la ciu-

dad y el denominado Jardín del

General.

Con la muerte de Fernando VII en

1833, da fin al período absolutis-

ta y comienza el Nuevo Régimen,

una de cuyas primeras decisio-

nes fue la de abolir el Decreto de

Nueva Planta que significó la re-

cuperación del poder civil, aunque

Barcelona continuó como plaza

fuerte bajo jurisdicción militar. Con

el Nuevo Régimen, desaparecen

las competencias urbanísticas de

los capitanes generales aunque

continúa el control de las zonas

polémicas en las plazas fuertes a

cargo de los ingenieros militares.

En el año 1844 se creo la escue-

la de arquitectura de Madrid que

privó, a San Fernando, del control

de la enseñanza. Al año siguien-

te, se promulgó una Real Orden el

Page 164: Libro ilustra cat02

164 10 de octubre de 1845, en la que

daban instrucciones para pro-

mover y ejecutar obras públicas,

quitando todas las atribuciones

a los arquitectos, y pasándolas

al Ministerio de Comercio, Ins-

trucción y Obras Públicas. En

1851 pasarían las competencias

al Ministerio de Fomento, cons-

tituido fundamentalmente por

ingenieros de caminos, canales

y se incluyó puertos, después

de obtener las competencias

portuarias de Marina. A partir de

esta fecha, aparece una polémi-

ca entre ingenieros y arquitectos,

que se saldaría a favor de los

ingenieros por el amparo de las

leyes administrativas de obras

públicas.

Derribo de las murallas

Otra polémica distinta, y más vi-

rulenta, aparece a partir de 1840

en las plazas fuertes o plazas de

guerra. El aumento de la pobla-

ción dentro de las ciudades que

eran plazas fuertes y por tanto

constreñidas dentro de las mu-

rallas, estaba llegando a unos

niveles de congestión inadmisi-

bles en donde, la falta de higiene,

acentuaba la aparición de pestes

que diezmaban periódicamen-

te a la población. Resultaba

inevitable la ampliación de las

ciudades proponiendo diversos

tipos de ensanches. Volviendo

a centrarnos en Barcelona, con-

tinuaba amurallada, y rodeada

por una zona polémica que se

extendía hasta 1500 varas cas-

tellanas fuera de las mismas.

Esta zona exterior, continuaba

gestionada por el Cuerpo de In-

genieros Militares que limitaban

el tipo de aprovechamientos que

eran generalmente agrícolas.

El deseo popular, planteaba la

lucha por el derribo de las mura-

llas, batalla incruenta que dejará

una profunda huella.

La presión municipal por el derribo

de las murallas se va intensifi-

cando a partir de 1841 y el valor

estratégico como plaza fuerte, o

de guerra, se ve cada día mas

cuestionada pues, con la apari-

ción del cañón de alma de acero

de la fábrica Krupp, el alcance de

sus balas de carga hueca hacen

ineficaces las murallas existentes

en todas las ciudades europeas.

La construcción del ferrocarril

Barcelona a Mataro en 1848, que

accede al puerto por el fuerte de

Don Carlos, quebró la estructura

fortificada de la ciudad. El Capitán

General creó en 1851 la Comi-

sión Topográfica y de Ensanche

de Barcelona a cargo de los in-

genieros militares, que realizan

diversas propuestas de mínimos

para garantizar la seguridad de

la plaza fuerte, reduciendo la

extensión de las zonas polémi-

cas y proponiendo un ensanche

limitado.

Con la llegada de la Revolu-

ción progresista de 1854, los

representantes de La Junta

Revolucionaria de Barcelona,

presionaron ante las autorida-

des para iniciar el derribo de las

murallas, dejando para un de-

bate posterior, la condición de

plaza fuerte. Ostentaba el cargo

de Capitán General el progresis-

ta Domingo Dulce, del partido

Unión Liberal. El 12 de agosto

de 1854, una Real Orden autori-

za el derribo de las murallas que

dan a tierra. Coincidió esta fe-

cha con una epidemia de cólera,

o morbo asiático, que provocó

la muerte, entre el 1 de agosto

y el 10 de octubre de 6.419 per-

sonas, sobre una población de

170.000 habitantes. Para el con-

trol de los espacios liberados,

se creó una comisión con repre-

sentantes de Hacienda (Cerdà),

Ayuntamiento (Rovira i Trias) y

el Ministerio de la Guerra (Ca-

mino). Los planteamientos de

los tres representantes diferían

sobre las características que

debía tener el Ensanche. Mien-

tras que el estamento militar

proponía un ensanche limitado,

Gobernación y Ayuntamiento, lo

pretendían ilimitado. Al mismo

tiempo, el Ministerio de la Gue-

rra, pretendía que los recursos

que se liberasen por la demoli-

ción de las murallas se aplicasen

a las futuras obras de defensa.

La Ley de Desamortización de

Page 165: Libro ilustra cat02

1651855 del ministro de Hacienda

Pascual Madoz, permitió a las

autoridades clasificar las cate-

gorías de bienes amortizables,

extendiéndolos a terrenos e in-

muebles inútiles del Ministerio

de la Guerra. Con la llegada de

los conservadores, el proceso

quedó paralizado.

En julio de 1858 llegó nuevamente

al poder el gobierno progresista.

Nuevamente se nombra a Do-

mingo Dulce Capitán General en

Cataluña, y se suprime la Jun-

ta del Plan de Defensa del año

1851. La decisión para definir

las características de la plaza

fuerte pasan directamente al Go-

bierno que, finalmente acuerda,

el 9 de noviembre de 1858, que

Barcelona dejaba de ser plaza

fuerte y, el ramo de la Guerra, se

desentiende del plano del En-

sanche. A partir de esa fecha, el

Ministerio de Fomento asume las

competencias sobre el urbanis-

mo y el Plan de Ensanche, desde

su instrucción al conocimiento

del expediente. El Ayuntamiento,

desoye estas disposiciones y se

atribuye las competencias sobre

el territorio, como tenían antes

del año 1845 los arquitectos con

San Fernando. El Ministerio de

Fomento que ya ostentaba las

competencias sobre las infra-

estructuras como carreteras,

ferrocarriles y puertos, asume las

de los planes de Ensanche de las

poblaciones, que estaban bajo

jurisdicción militar.

El final de la historia la celebra-

mos en el año 2009 en que se

reconoció, por parte de las auto-

ridades catalanas, la honestidad,

rigor e inteligencia de Ildefonso

Cerdà en el Plan de Ensanche

de Barcelona, que fue aprobado

por el Ministerio de Fomento el

31 de mayo de 1860.

Page 166: Libro ilustra cat02
Page 167: Libro ilustra cat02

INGENIEROS SINGULARES

Page 168: Libro ilustra cat02

168 LOS INGENIEROS MILITARES JUAN Y PEDRO MARTÍN CERMEÑO

Page 169: Libro ilustra cat02

169

Juan Carrillo de Albornoz

Entre los aproximadamente mil

Ingenieros del Ejército o del Rey,

que formaron parte del Cuerpo

(fundado en 1711 por D. Jorge

Próspero de Verboom) en todo el

siglo XVIII, hay un elevado núme-

ro de ellos que descollaron por su

capacidad técnica y facultativa,

tanto en el campo de la fortifi-

cación, como en el urbanístico,

el cartográfico o bien en el de la

arquitectura civil y militar. Esta

capacidad la demostraron, tanto

en la Metrópoli como en Ultramar,

al realizar una ingente cantidad

de fortificaciones, levantamien-

tos geodésicos y cartográficos,

fundación de ciudades, obras pú-

blicas (caminos reales, canales de

riego y navegación, puertos, …),

o bien edificios notables, como

aduanas, casas de la contrata-

ción y de la moneda, palacios de

gobernadores o virreyes, cárce-

les reales, hospitales, e incluso

catedrales, iglesias, y un largo et-

cétera. Por otro lado, no debemos

olvidar la redacción de textos téc-

nicos, como los de matemáticas o

de fortificación, o finalmente, y sin

agotar la cuestión, las extensas

memorias que acompañaban a la

cartografía americana, en las que

se reflejaban (como se señalaba

en las Ordenanzas) numerosos

datos referentes a la población,

carácter de la misma (blancos,

indios, mulatos, mestizos…), agri-

cultura, clima, características del

terreno, fauna y flora, minerales,

toponimia, o bien a la historia.

Entre ese elevado número de in-

genieros destacados por su valía

técnica y científica, debemos si-

tuar entre los primeros a Juan y

a Pedro Martín Cermeño, padre e

hijo, que llegaron a ejercer en el

Cuerpo el mas alto grado, la de

Ingeniero General, y que además

fueron los creadores de fortifi-

caciones tan relevantes como la

del castillo de San Fernando de

Figueres, de arsenales como el

de Cartagena, de trazados urba-

nísticos como el del barrio de la

Barceloneta en la ciudad Condal,

o bien de las “casas de Paredes”

Fig. 01_ Casas de Paredes.

Page 170: Libro ilustra cat02

170 en la Coruña, de edificios nota-

bles como el de la Aduana de

Cádiz, hoy Diputación, o bien de

puentes como el del Molins de

Rei, e incluso de catedrales como

la Seu Nova de Lleida.

Sin embargo, a la hora de abor-

dar la autoría de las realizaciones

llevadas a cabo por cada uno

de los Martín Cermeño, nos en-

contramos con que es difícil, en

algunos casos, deslindar al autor

del proyecto inicial del de la direc-

ción posterior de las obras. Esto

es debido a que el primero de los

Cermeños, Juan, como Ingeniero

General firmaba los proyectos a

los que debía examinar y dar el

visto bueno, de los cuales mu-

chos eran propios, mientras que

su hijo, Pedro, de brillante carrera

militar, dirigiría muchas de estas

obras, siendo posible que tam-

bién proyectase alguna de ellas.

Juan Martín Cermeño (Zermeño).

Nació, según el Tribunal Eclesiás-

tico de Ciudad Rodrigo en esa

plaza, entre los años de 1699 y

1700. Al parecer, se había perdido

su partida de bautismo en la Gue-

rra de la Independencia. Criado

posteriormente en Melilla, era hijo

de Domingo Martín y de Isabel

Cermeño. Contrajo matrimonio en

1721, en Melilla, con Antonia de

Paredes.

Ingresó en el Ejército como Cade-

te del Regimiento de Infantería de

Almansa el 20 de abril de 1716,

distinguiéndose en la plaza de

Melilla en la defensa del fuerte

de San Miguel, y en una salida

contra los “moros”, efectuada en

1718. Fue admitido como Ayu-

dante en el Cuerpo de Ingenieros

el 22 de marzo de 1719, siendo

nombrado, además, Subtenien-

te de Infantería. En el examen de

ingreso en el Cuerpo, presentó

un plano que había levantado de

la plaza de Melilla, plaza a la que

era destinado de forma inmedia-

ta a su ingreso. Durante el tiempo

de servicio en el citado presidio,

tuvo ocasión de demostrar sus

extensos conocimientos facultati-

vos al mismo tiempo que su valor,

teniendo en cuenta la realidad de

una plaza fronteriza, contínua-

mente amenazada por frecuentes

ataques de los “moros”. Como

recompensa a varias de las ac-

ciones en las que intervino en los

alrededores de la plaza africana, el

18 de julio de 1725 era ascendido

a Capitán de Infantería. Debemos

recordar, que hasta 1756 las ca-

tegorías de los ingenieros en el

ejército iban desde el de Ingeniero

General, seguidos de los Ingenie-

ros Directores, en el máximo de

la escala, hasta el mínimo, que se

correspondía con el de Ayudante.

Al mismo tiempo se les asimila-

ba a empleos en el ejército que

podían ir desde el de Capitán Ge-

neral, hasta el de Subteniente de

Infantería. A partir de la fecha ci-

tada, 1756, los empleos militares

de los ingenieros lo serían ya en

el cuerpo, pudiendo ser brigadie-

res o coroneles, ya de ingenieros,

por poner algún ejemplo, aunque

siguieron conservando la posibili-

dad de ascender por méritos en

otras escalas del ejército.

En diciembre de 1726 era pro-

movido en el Cuerpo a Ingeniero

Ordinario, siendo llamado, poco

después, para tomar parte en el

sitio de Gibraltar bajo las órdenes

del Ingeniero General D. Jorge

Próspero de Verboom. Levantado

el sitio, volvía a la plaza de Melilla,

siendo nombrado, con fecha de

2 de agosto de 1733 Teniente de

Rey de la plaza1, y promovido el

26 de agosto de 1733 a Ingeniero

en Segundo. En la citada plaza,

tomaba parte en las operaciones

para tomar la altura del Cubo en

poder de los “moros”, dirigiendo

con posterioridad la construcción

del fuerte de la Victoria Grande, lo

que le valió, como recompensa, el

Grado de Teniente Coronel de In-

fantería con fecha de 31 de mayo

de 1736. El cerro del Cubo, era un

1 “Segundo jefe, en quien recaía el mando político y militar en caso de ausencia del primero”

Page 171: Libro ilustra cat02

171

padrastro que dominaba Melilla,

objeto de preocupación desde

el siglo XVI, que fue finalmente

abordado por los ingenieros en el

siglo XVIII. En ese cerro se cons-

truyó entonces, con el proyecto

y dirección de Zermeño, el cita-

do fuerte de la Victoria Grande.

Con él se perfeccionaba la acción

del fuerte pequeño de la Victoria

y del reducto del Rosario, y que

junto con otros fuertes exteriores,

como el de San Miguel, completa-

ban el Tercer Recinto del sistema

defensivo de la plaza, con la que

se comunicaban mediante pasa-

dizos subterráneos. Al cabo de

tres siglos, y ante la potencia cre-

ciente de los “moros”, finalmente

estos nuevos fuertes acababan

con el peligro que desde el cita-

do siglo XVI había supuesto el ya

señalado padrastro que ejercía

“dominación” sobre la ciudad.

En marzo de 1738 se encontraba

Juan Cermeño en Málaga, donde

trazaba tres planos de las obras

Fig. 02_ Fuerte de la Victoria. 1732

Page 172: Libro ilustra cat02

172 del muelle de Levante en el puer-

to de la ciudad, así como otros

planos para su prolongación, y

también un proyecto de cons-

trucción de varias baterías para

su defensa. Era entonces direc-

tor de las obras de los muelles de

la citada plaza marítima, y en un

informe dirigido al duque de Mon-

temar, le ponía al corriente de los

riesgos que presentaba el atra-

que de los buques de la Armada

en el dique oriental del puerto

malagueño, dada la escasa pro-

fundidad en la cabeza del mismo.

El Ingeniero aconsejaba la pro-

longación del muelle viejo en

unos cincuenta metros, conside-

rando además, que la extracción

de fango por medio de pontones

seguía siendo fundamental. Fe-

lipe V, después de consultar a

la Real Junta de Fortificaciones

y a la Real Junta de Marina, se

decidía por el proyecto de Zer-

meño, como había aconsejado

la primera de las juntas citadas2.

Debemos recordar que la Corona

estaba muy interesada en dotar a

Málaga de las instalaciones por-

tuarias necesarias para acoger a

los buques de la Armada, y para

asegurar el apoyo logístico tan

necesario para cuantas acciones

militares se emprendiesen en el

Mediterráneo.

El 12 de septiembre de 1739 era

promovido a Ingeniero en Jefe, y a

principios de 1740 se le concedía

el Grado de Coronel de Infante-

ría. En este último año se estaba

formando el ejército que parti-

ría de Barcelona en el marco de

la Guerra del Segundo Pacto de

Familia. Su finalidad era la de pre-

parar una expedición a Italia, con

el objeto de lograr para el Infante

D. Felipe los Ducados de Parma y

Plasencia. El General en Jefe del

ejército era el duque de Monte-

mar, D. José Carrillo de Albornoz

y Montiel, el cual eligió a Cer-

meño, cuya capacidad conocía,

para que formase parte del gru-

po de ingenieros, mandados por

el Ingeniero Director, Brigadier, D.

Juan de la Ferrière, que habían de

integrarse en la citada expedición.

En 1741 el ejército expedicionario

partió hacia Italia a combatir a

los austríacos en la citada Gue-

rra del Segundo Pacto de Familia,

originada por la disputa entre las

potencias europeas por la suce-

sión al Imperio. La acción venía

avalada por el tratado de alianza

de 18 de mayo de 1741 entre Es-

paña, Francia, Baviera, Cerdeña,

Dos Sicilias y los estados Electo-

res Palatino, de Colonia y Sajonia3.

Desembarcado el ejército español

en Orbitello (Orbetello, en la Tos-

cana, Italia), Cermeño tomó parte

con él en numerosos sitios, como

en el de Demont y en el de Coni

(Cuneo, provincia del Piamonte),

donde resultó herido. En el mar-

co de la misma campaña, y en

la batalla de Nuestra Señora del

Olmo, murió un hijo suyo, Capi-

tán del Regimiento de Asturias.

En junio de 1744 era ascendido

a Brigadier del Ejército, y al cesar

en el mando de los ingenieros por

enfermedad el Ingeniero Director

ya citado, D. Juan de la Ferrière,

Cermeño era designado para que

le sustituyera, ejerciendo también

desde mayo de 1748, y siempre

en la misma campaña, el cargo de

Cuartel Maestre General. Con an-

terioridad, había sido promovido

a Mariscal de Campo con fecha 2

de noviembre de 1745.

Terminada la campaña, Cermeño

fue nombrado el 14 de agosto de

1749 Comandante General in-

terino del Cuerpo de Ingenieros,

cargo que ejerció desde su sede

en Barcelona, hasta agosto de

1756. En ese mes y año se re-

unían los cuerpos de Artillería e

Ingenieros bajo un solo mando,

designándose para ello a D. Pe-

dro Abarca de Bolea, conde de

Aranda, y Capitán General del

Ejército. La citada unión funcionó

2 Cabrera Pablos, Francisco R., Puerto de Málaga, de Felipe V a Carlos III. La construcción del puerto de Málaga: su es-

tructura militar (1700-1788), Servicio de Publicaciones de la Autoridad Portuaria de Málaga, Málaga, 1994.3 Llave, José de la, Juan Martín Zermeño, Teniente General e Ingeniero General, Memorial de Ingenieros, 1911.

Page 173: Libro ilustra cat02

173de hecho sólo a título nominal,

ya que ambos cuerpos siguieron

separados en sus escalafones y

servicios. Por otro lado, la unión

se hacía a imagen y semejanza de

lo que había ocurrido en Francia,

donde se habían fusionado am-

bos cuerpos a partir de diciembre

de 1755, siendo revocada en

mayo de 1758 ante la insistencia

de los ingenieros galos. Con an-

terioridad a la fecha de unión en

España, en 1755, Martín Cermeño

había sido ascendido a Teniente

General. En los años en los que

estuvo en la ciudad Condal, reali-

zó numerosos proyectos y obras

en la citada plaza, especialmente

las relativas a su puerto, “tan-

to para impedir se introduzcan

en él los vientos del Sudoeste y

las arenas que arroxan los ríos

Besós y Llobregat, facilitando

puedan con todos tiempos y con

la mayor seguridad abrigarse las

embarcaciones y que contenga

doblado número de estas4, como

para su prolongación y aboveda-

miento”, bóvedas que servirían

para cuarteles de tropa y aloja-

miento de oficiales. En 1751, en

Cataluña, realizaba los planos,

perfiles y elevaciones del puen-

te de Lleida sobre el río Segre,

con el proyecto de dos arcos

para su prolongación, así como

un dique para desviar las aguas

y evitar la ruina del citado puen-

te; un plano de la villa de Reus

y sus inmediaciones; otros tres,

correspondientes al proyecto de

un cuartel (el proyecto de este

cuartel sería añadido a la edición

que hizo el Ingeniero Sánchez

Taramas, traducido por él, del tra-

tado de fortificación de Muller5) y

sus pabellones en la citada villa,

con capacidad para 700 infantes,

un escuadrón de caballería y sus

oficiales, significando que este

proyecto podía servir para cons-

truir otros en Valls y en Vilanova

y la Geltrú. En ese mismo año de

1751, la Junta de Reales Obras

de Cádiz encargó una nueva por-

tada para la “Puerta de Tierra” de

la citada plaza, que fue ejecutada

por Juan Martín Cermeño, el cual

también intervino a la hora de

abrir una nueva puerta al lado de

la principal para facilitar la entra-

da y salida. Toda esta obra quedó

terminada en 1756. En el marco

de la preocupación por la defensa

del litoral mediterráneo, repara-

ba en 1752 las fortificaciones de

Palamós y realizaba un proyecto

para la defensa de la bahía de los

Alfaques6. También se le atribu-

ye el proyecto de la capilla de la

universidad de Cervera en 1751,

y en ese año realizaba el proyec-

to de un cuartel en Vilafranca del

Penedés, así como remitía una

serie de instrucciones para la

construcción del canal de Urgell.

Otra de las cuestiones que pre-

ocupó a Cermeño durante su

mando interino del Cuerpo, fue

la cuestión de la falta de ingenie-

ros en América. El hecho es que

la mayoría de estos especialis-

tas del ejército no deseaban ser

destinados fuera de la Península.

En este sentido Martín Cermeño,

y para facilitar el destino volun-

tario, conseguiría que el pase a

América significara para los in-

genieros un ascenso inmediato

en su escala, con el consiguiente

aumento de su sueldo, al tiem-

po de que se les permitía volver

a España, si así lo deseaban,

transcurridos 5 años de su des-

tino en ultramar.

4 Capel, Horacio, Los Ingenieros Militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica

y espacial, Barcelona, Publicaciones y ediciones de la Universidad de Barcelona, 1983.5 “Tratado de Fortificación ó Arte de Construir los Edificios Militares y Civiles”. Escrito en Inglés por Juan Muller. Traducido

…y aumentado con notas, adiciones y 22 láminas … Por D. Miguel Sánchez Taramas, Capitán de Infantería, e Ingeniero

Ordinario de los Exércitos de S.M., actualmente empleado en la enseñanza de la Real Academia Militar de Matemáticas

establecida en Barcelona. Barcelona, 1796, Por Thomás Piferrer, Impresor del Rey.6 Capel, Horacio, “Los Ingenieros Militares y el sistema de fortificación en el siglo XVIII”, en Los Ingenieros Militares de la

Monarquía Hispánica en los siglos XVII y XVIII, coordinado por A. Cámara, Madrid, Ministerio de Defensa, 2005.

Page 174: Libro ilustra cat02

174

En mayo de 1752, el entonces

Capitán General del Principado

de Cataluña dirigía a Cermeño un

oficio en el que le ordenaba que

realizase un reconocimiento en el

Ampurdán, cerca de la frontera

con Francia. Debía encontrar el lu-

gar apropiado para construir una

plaza capaz para cinco batallones

de Infantería y tres escuadrones

de Caballería, ya que el camino

hacia Barcelona estaba abierto

a posibles invasiones y expedito

al paso de la artillería francesa.

Como consecuencia del recono-

cimiento practicado por Martín

Cermeño, el marqués de la Mina

decidía que se construyera, con

la dirección y proyecto del propio

Cermeño un castillo, que se llama-

ría de San Fernando, en el paraje

de la montaña de Capuchinos,

próxima a Figueres7. Sin embar-

go, pronto surgiría una polémica

en el Cuerpo sobre la idoneidad

del emplazamiento de la fortaleza.

Martín Cermeño estaba apoyado

por el marqués de la Mina y por

su hijo Pedro, Ingeniero Militar ya

de gran prestigio, y por otro lado,

Pedro Lucuce, a la sazón Director

de la Academia de Matemáticas

de Barcelona y otros miembros

del Cuerpo, eran partidarios para

su ubicación, del Paso de las Mo-

las, al norte de la villa de Figueres

y sobre la margen meridional del

río Muga. En su defensa, en 1752

Cermeño redactaba un documen-

to titulado Razones que se han

tenido presentes en la formación

del proyecto de la nueva plaza

Fig. 03_ Planos y Perfiles particula-

res de las Obras para el proyecto

de regar los Campos del Urgel,

1766. Martín Zermeño, Juan. Instituto

de Historia y Cultura Militar, Madrid.

Cartoteca Histórica, L–17/11.

7 Díaz Capmany, Carlos. El Castillo de San Fernando de Figueres, su Historia.

Generalidad de Cataluña, Barcelona, 1982.

Page 175: Libro ilustra cat02

175para la Montaña de Capuchinos

en la villa de Figueres, en el que

se describe la planta del castillo,

la valoración del terreno circun-

dante, así como la justificación

de las soluciones aportadas para

su mejor defensa. Se indican

también en el documento deta-

lles relativos a las bóvedas para

acuartelamientos del personal,

almacenes para pólvoras, víveres,

arsenales, cuadras, y otros usos.

El presupuesto inicial para su

construcción era de 20.244.800

reales de vellón, presupuesto que

no incluía los puentes levadizos,

puertas, ventanas, madera para

cerchas, ni el hierro a emplear8.

El Castillo de San Fernando de

Figueres “maravilla de técnica

y táctica defensiva”9, se cons-

truyó como consecuencia de la

erección en la frontera francesa

a escasa distancia, de la fortale-

za de Belle-Garde. Las obras de

la fortificación comenzaban en

septiembre de 1753 y cuando en

1756 Cermeño dejaba el Princi-

pado por nuevo destino, su hijo

Pedro Martín Paredes Cermeño

era nombrado Ingeniero Director

de Cataluña, quedando encar-

gado de las obras del castillo. A

Pedro le debemos un documento

fechado el 20 de junio de 1760, ti-

tulado, Relación del estado actual

de la obra, referida naturalmente

al Castillo de San Fernando. La

Plaza Fuerte de San Fernando de

Figueras, es uno de los mejores

ejemplos de fortificación aba-

luartada de Europa y del mundo,

gracias a su gran tamaño y a la

perfección de su fábrica. Puede

considerarse como un pentágono

irregular, con un eje transversal de

simetría en la dirección este-oes-

te. Es una plaza de las llamadas

de “doble recinto”, estando el re-

cinto interior formado por cinco

baluartes, una plataforma artillera

y seis cortinas, y el exterior por

tres hornabeques, dos contra-

guardias y siete revellines. Todo

ello rodeado por: un amplísimo

foso, el camino cubierto con una

longitud de 3.120 metros, y el

glacis. La superficie del polígono

limitado por el camino cubierto,

es de más de 32 hectáreas. Para

solucionar el problema de abas-

tecimiento de agua potable para

la plaza fuerte, se proyectó una

toma de aguas que en su último

tramo entraba en la fortaleza a

través de la contraguardia de San

Pedro, salvando una vaguada

mediante un acueducto. Para su

almacenamiento, se construyeron

varias cisternas, tanto en el cuer-

po de la plaza como en las obras

exteriores (incluso en el camino

cubierto y en el glacis), destacan-

do por su gran volumen la situada

por debajo del nivel del patio de

armas del Castillo. Respecto a los

accesos a la plaza, el principal se

realizaba a través del hornabeque

de San Roque, con un puente le-

vadizo y una puerta con motivos

ornamentales. Una vez atravesa-

da esta obra exterior, el acceso

al cuerpo de la plaza se realiza-

ba mediante un viaducto sobre

el foso, perpendicular a la cortina

entre los baluartes de San Narci-

so y San Dalmacio. En el centro

de dicha cortina se hallaba la

puerta principal de la plaza (hoy

desgraciadamente desapareci-

da), neoclásica, protegida por un

nuevo puente levadizo. La comu-

nicación principal de la fortaleza

estaba orientada hacia la villa de

Figueres, principal núcleo urbano

de los alrededores y cabeza de la

comarca ampurdanesa.

En 1753 proyectaba el barrio de la

Barceloneta, uno de los ejemplos

más importantes de urbanismo de

la Ilustración en Europa. El nuevo

barrio fue inicialmente proyectado

por el entonces Ingeniero Gene-

ral Verboom a partir de 1714, a

fin de compensar a los habitan-

tes del barrio de La Ribera que

habían perdido sus viviendas,

8 Díaz Capmany, Carlos. El Castillo de San Fernando... op. cit.9 Zapatero, J.M. Síntesis Histórica de la Fortificación Abaluartada, Revista de Historia Militar, número 13, Servicio Histó-

rico Militar, Madrid, 1963.

Page 176: Libro ilustra cat02

176

Page 177: Libro ilustra cat02

177demolidas para construir la Ciu-

dadela de Barcelona. Creado por

Cermeño de nueva planta y según

su propio proyecto, ya que el de

Verboom nunca se llevó a cabo, el

barrio tenía un trazado ortogonal,

de calles que formaban manzanas

del mismo tamaño. La Barceloneta

se realizó construyendo casas de

dos plantas, caracterizadas por un

frontón triangular y volutas en las

claves de las puertas y ventanas,

con acceso a dos calles para que

tuviesen una ventilación óptima

que las sanease. En Barcelona,

también proyectó Cermeño en

1756 la construcción de un nuevo

baluarte entre el portal de Ángel y

el de los Tallers, baluarte que sería

construido por su hijo Pedro.

En 1756, destinado en la Dirección

del Cuerpo en Navarra, realizaba

un plano de la plaza fuerte de San

Sebastián, con las fortificaciones

del Frente de Tierra y el proyecto

de las obras de defensa en la playa

de La Zurriola. En ese mismo año,

realizaba el estudio y posterior

proyecto general de las fortifica-

ciones de Pamplona, que fueron

aprobadas por el rey Fernando

VI. En el importantísimo proyecto,

del que se realizaron solo algu-

nas de sus propuestas, Cermeño

presentaba “un agudo análisis de

cada una de las obras (existen-

tes) y cómo los solucionaba”10.

También analizaba los proyectos

de los ingenieros Verboom y de

Retz, considerando el de este úl-

timo desproporcionado, caro, y

dilatado en el tiempo de ejecu-

ción, mientras que exponía que el

de Verboom, era muy apropiado

por su sencillez y la adecuación de

las obras a las necesidades de la

plaza. En consonancia con lo se-

ñalado, en su proyecto, Cermeño

seguía las directrices generales del

que fuera Ingeniero General hasta

1744. Entre las obras proyectadas

figuraban: el fuerte del Príncipe; un

hornabeque delante de la Tejería,

y un caballero con caras y flancos

paralelos a dicho baluarte; la con-

traguardia de Gonzaga; nuevos

edificios en el interior de la Ciu-

dadela en disposición ortogonal

(al igual que en el castillo de San

Fernando de Figueres), eliminando

la anterior, radial, más propia de

los tratadistas del siglo XVII; ter-

minación del fuerte de San Roque;

y, sin agotar la cuestión, construc-

ción de plazas bajas en los flancos

del baluarte de la Magdalena, en

el flanco derecho del baluarte de

Guadalupe y en el izquierdo del

baluarte bajo del Labrit, que se

realizaría siguiendo el proyecto de

Verboom11.

Fig. 04_ La Barceloneta.

10 Echarri Iribarren, V., Las Murallas y la Ciudadela de Pamplona, Pamplona, Go-

bierno de Navarra, Departamento de Educación y Cultura, 2000.11 Echarri Iribarren, V., Las Murallas… Op. Cit.

Page 178: Libro ilustra cat02

178 En abril de 1758 era nombrado

Comandante General de la pla-

za de Orán, tomando posesión

de este empleo el 4 de mayo de

ese mismo año. Fue sustituido en

el cargo, el 17 de abril de 1765.

Con fecha 2 de julio de 1766 se

le designaba como Comandante

General del Cuerpo e Inspector

General de Fortificaciones, y en

mayo del siguiente año se le con-

cedía el mando del Cuerpo, con

sede en la plaza de Barcelona.

Finalmente, ante su insistencia,

lograba que a partir de marzo de

1769 su título fuese el tradicional

de Ingeniero General, el mismo

que había ostentado el fundador

del Cuerpo, D. Jorge Próspero de

Verboom. Cermeño, propondría

una serie de medidas encamina-

das a la mejora del Cuerpo. En

un informe de 1767, aconsejaba

aumentar el número de ingenie-

ros, así como la creación de una

Sección especializada en Puen-

tes, Caminos y Canales, sobre la

base de los 24 Ingenieros Milita-

res que estaban destinados en

trabajos de este tipo, en alguna

de las partes del reino. La inicia-

tiva no sería aprobada, pero más

tarde, la política centralizadora de

Carlos III le daría forma12 en 1774,

un año después del fallecimiento

de Juan Cermeño. Su segundo

paso fue la publicación en 1768

de las nuevas ordenanzas, en las

que se fijaban las obligaciones y

formas de llevar a cabo los actos

de servicio de los Ingenieros, y se

daban normas para el ingreso en

el Cuerpo, que se reservaba a “los

cadetes u oficiales de infantería,

caballería, dragones, artillería y

marina”, previo el examen per-

tinente. En la citada Ordenanza

se fijaban los requisitos para

incorporarse como Ingenieros

Voluntarios para “aquellos oficia-

les o cadetes que soliciten servir

en esta clase y que hayan cur-

sado con aprovechamiento las

matemáticas en alguna de las

Academias Militares”13. También,

en la Ordenanza de 1768 se elimi-

naban las referencias a las obras

civiles, aún cuando de hecho las

siguiesen realizando los Ingenie-

ros del Ejército, al menos hasta

finales del siglo XVIII en España y

presidios del Norte de África, y en

ultramar, hasta la separación de

la América Hispana (1824), y de

Cuba y las Islas Filipinas (1898) de

la Metrópoli. Por otro lado, los in-

tentos de aumentar el número de

ingenieros militares por parte de

D. Juan Martín Cermeño, no ob-

tuvieron éxito, de forma que ante

cualquier campaña se ponía de

relieve su cortedad. Así en 1775,

en la expedición contra Argel, por

los ataques a la plaza de Melilla,

para reunir a 16 ingenieros para la

mísma, se tuvo que llamar incluso

a profesores de la Academia de

Matemáticas de Barcelona14. En lo

referente a la política de personal,

Cermeño conseguía importantes

logros, tales como la constitución

del montepío o la reforma de la

enseñanza de los ingenieros mi-

litares con la Real Ordenanza de

1751 (en su anterior mando del

Cuerpo), la cual consolidaba la

brillante obra realizada hasta ese

momento por Pedro de Lucuze y

Ponce, director de la Academia

de Matemáticas de Barcelona y

pilar básico de la tratadística mili-

tar española del siglo XVIII.

Durante su última etapa, ya como

Ingeniero General, siguió desa-

rrollando una intensa actividad

facultativa por España y ultramar.

Fruto de su intenso trabajo fue-

ron, entre otros: el Castillo de San

Pedro de la Roca del Morro, a

barlovento de la boca de entrada

a la bahía de Santiago de Cuba.

Juan Martín Cermeño y Francis-

co Calderín, le proporcionaron su

actual fisonomía después de ser

12 R. Gutiérrez y C. Esteras, Arquitectura y Fortificación. De la Ilustración a la Independencia Americana, Madrid, Ediciones

Tuero, 1993.13 Ordenanzas de S. M. para el servicio del Cuerpo de Ingenieros de Guarnición y de Campaña. Tomo IV de la Ordenanza

general del Ejército, Madrid, en la Oficina de Antonio Martín, 1768.14 Capel H, et al. De Palas a Minerva, Barcelona, Serbal/ CSIC, 1988.

Page 179: Libro ilustra cat02

179

Fig. 05 y 06_ Castillo de

San Pedro de la Roca.

Page 180: Libro ilustra cat02

180

Fig. 07_ Castillo de San Pedro de

la Roca, 1755.

Fig. 08_ Castillo del Corral, 1755.

Fig. 09_ Plano de la Plaza de San

Fernando, y sus obras esteriores

como han de quedar finalizadas.

Barcelona, 30 de noviembre de

1756. Instituto de Historia y Cultura

Militar, Madrid. Cartoteca Histórica,

GE-5/13.

Page 181: Libro ilustra cat02

181devastado por varios terremotos

entre 1757 y 1766, incluyéndole

su explanada frontal y el fuer-

te de La Avanzada. También, en

1766, planos y perfiles de la ciu-

dad de Manila (Islas Filipinas) con

el proyecto para su mejor defensa;

planos y perfiles de la plaza de Za-

mora, así como diversos proyectos

para su mejor defensa; planos de

la plaza y castillo de la Puebla de

Sanabria y proyecto de nuevas

obras de fortificación en la misma;

plano del baluarte de la Puerta del

Rey, de la Puerta Nueva y del fuer-

te del teso del Calvario en Ciudad

Rodrigo; y diversos proyectos de

castillos en Valdivia, Chile (castillos

del Corral, de Amargós y el de Nie-

bla), Puerto Cabello y la Guaira, y

para San Fernando de Omoa. En

1768 trazaba un plano de la ciu-

dad de Barcelona, señalando los

huertos en los que se proponía la

ubicación del jardín Botánico y un

nuevo proyecto para la mejora de

las defensas de la plaza de Cavi-

te. En 1769 proyectaba un nuevo

modelo de “batería colateral”, de

gran perfección técnica, trazada

para la defensa del puerto de San

Fernando de Omoa (Honduras), y

que serviría de modelo para otros

muchos ingenieros, como Rafael

Llobet, que en 1792 construía las

baterías flanqueantes de Cam-

peche en Méjico15. En ese mismo

año restauró el puente del Diablo

de Martorell, y en 1770 realizaba

un plano de la Puerta de Tierra con

el proyecto de tres reductos avan-

zados, y un plano de la plaza de

Cartagena proponiendo el cierre

de la misma. En 1771, un plano de

la plaza de Orán y de sus castillos,

plaza a la que había ido comisio-

nado para dirigir diversos trabajos

dentro y fuera de la ciudad, y tam-

bién en el mismo año, un proyecto

de las fortificaciones de la parte de

tierra de la plaza de San Felipe de

Montevideo. Finalmente, en 1772,

diversos planos y proyectos para

cuarteles en Barcelona, un plano

de la batería que debía realizarse

en la cabeza del muelle de Málaga,

y proyecto de las nuevas mura-

llas de Cádiz por el sur. Escribió

un Discurso sobre el proyecto de

Montjuïch de Barcelona y tanteo

de su coste.

Falleció en Barcelona, el 17 de

febrero de 1773.

PEDRO MARTÍN PAREDES CERMEÑO (ZERMEÑO).

Nació en Melilla el 26 de marzo

de 1722. Era hijo de Juan Mar-

tín Cermeño y de Antonia García

de Paredes. Ingresó en el ejército

como Cadete, con apenas diez

años de edad, en julio de 1731.

Entró como alumno en la Real

Academia de Matemáticas de

Barcelona, interrumpiendo sus es-

tudios en 1742 para formar parte

del Regimiento de Mallorca, inte-

grado en el ejército del Infante don

Felipe. Con su ejército intervino en

la campaña del Piamonte (en el

marco del Segundo Pacto de Fa-

milia, firmado en Fontainebleau,

el 25 de octubre de 1743) entran-

do en Italia por el Coll d’Agnel

(en la frontera de Francia). Aún

sin terminar la campaña, regresó

a España para examinarse en la

Academia de Barcelona. Aproba-

do el examen, el 18 de abril de

1744 ingresaba en el Cuerpo de

Ingenieros como Ingeniero Ex-

traordinario, siendo nombrado,

además, Alférez del Ejército. En

ese mismo año, era ascendido

con fecha de 1 de mayo al empleo

de Teniente del Ejército. Su primer

destino fue al servicio del Ingeniero

General don Francisco Manuel de

Velasco, marqués de Pozoblanco,

con el encargo de ayudarle en va-

rias comisiones, consistentes en

trabajos que debían desarrollarse

en las costas de Levante y Anda-

lucía. A finales de abril de 1744

estaba en Málaga, donde dirige

las obras de su puerto, para el que

proyectó varios edificios sobre te-

rrenos abandonados por el mar,

15 Zapatero, J. M., La Fortificación abaluartada en América, San Juan de Puerto Rico, Instituto de Cultura Puertorriqueña,

1978.

Page 182: Libro ilustra cat02

182 entre los que sobresale por su

importancia el de la Aduana. En-

tre 1744 y 1747, realizaba junto

a ingenieros militares como Jai-

me Sucre y otros, una Colección

de varios mapas, cartas, planos

topográficos y vistas de distintos

puntos y poblaciones del Univer-

so16. Era promovido a Ingeniero

Ordinario el 2 de noviembre de

1745 y a Capitán del Ejército el 3

de febrero de 1746, apareciendo

en 1747 como ayudante del in-

geniero D. Francisco Llovet, que

estaba trabajando en Málaga.

En ese último año y según una

Real Orden de 3 de octubre, fue

destinado nuevamente al ejérci-

to del Infante Don Felipe, en el

que permaneció hasta el final de

la guerra en Italia.

Una vez en España, era destina-

do a las obras de construcción

de la “Nueva carretera de Gua-

darrama”, tramo del camino real

de Madrid a La Coruña, iniciado

en el año 1749. En noviembre de

ese mismo año, se le destinaba

a la Dirección de Ingenieros de

Cataluña, según una real orden;

Dirección desde la que desa-

rrollaría una gran labor en los

campos del urbanismo, de la

arquitectura y de la fortificación.

Con respecto a su brillante ca-

rrera militar, en agosto de 1750

era promovido a Ingeniero en

Segunda y en marzo de 1753 a

Ingeniero en Jefe y a Teniente

Coronel del Ejército.

Siguiendo con su intensa ac-

tividad en el Principado de

Cataluña, en 1751 realizó una

inspección de las obras de la

Universidad de Cervera, y en

ese mismo año trabajaba en el

castillo de Montjuïc de Girona.

En 1753 era destinado a la pla-

za de Figueres, interviniendo en

la construcción del castillo de

San Fernando, obra modélica de

fortificación abaluartada, cons-

truida por iniciativa del Capitán

General de Cataluña, el mar-

qués de la Mina, en oposición

al castillo francés de Bellegarde.

Pedro Martín Cermeño llevó a

cabo la dirección de las obras

entre 1753 y 1756. En esos tres

años, fue responsable de im-

portantes reformas urbanísticas

y arquitectónicas en Barcelona.

Dirigió la construcción del ba-

luarte situado entre el Portal del

Ángel y la calle Tallers y de las

contraguardias del baluarte del

Príncipe que formaban parte de

la Ciudadela, proyectó (también

se ha atribuido el proyectó a su

padre Juan Cermeño), o al me-

nos dirigió, la construcción del

barrio de la Barceloneta. Se co-

menzó su construcción en 1753,

y su origen procede del derribo

ordenado por Felipe V de la par-

te más poblada del barrio de la

Ribera, para la construcción de

16 Capel, Horacio, Los Ingenieros Militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica

y espacial, Barcelona, Publicaciones y ediciones de la Universidad de Barcelona, 1983.

Page 183: Libro ilustra cat02

183

la Ciudadela. El derribo de la

Ribera planteó la necesidad de

formar un nuevo barrio junto al

puerto, entre la Puerta del Mar

y la Linterna (faro). Con arre-

glo al proyecto, se urbanizaron

15 calles atravesadas por otras

nueve, paralelas a la costa, con

casas de dos plantas, para que

no impidiesen la acción de las

baterías de la Ciudadela. Se

trazó además, dos plazas, la

de Boteros y la de San Miguel,

plaza esta última, en la que se

costruyó la iglesia de Sant Mi-

quel del Port (con planta de cruz

Fig. 10_ Sant Miquel del Port, 1755.

Page 184: Libro ilustra cat02

184

latina y cimborrio), según el pro-

yecto de Pedro Martín Cermeño

y construida entre 1753 y 1755

por Damián Rivas17. También,

Martín Cermeño elaboraba los

planos para un cuartel que debía

construirse en el barrio, dentro

del Neoclasicismo, estilo ar-

quitectónico que los ingenieros

militares estaban difundiendo,

ya que la funcionalidad y sobrie-

dad de la arquitectura militar tan

bien se adaptaba a dicho estilo.

Por otro lado, en 1755 solicita-

ba la concesión del hábito de

una orden militar, siéndole con-

cedido el hábito de la Orden de

Alcántara.

En marzo de 1756, Pedro Martín

era promovido a Ingeniero Di-

rector y a Coronel del Ejército,

siendo designado como jefe de

la Dirección de Ingenieros de la

ciudad Condal. Desde su nueva

responsabilidad, realizaba nuevos

proyectos para la ciudad en los

campos militar y civil. Entre otras

obras, proyectaba en 1758 un

cuartel de caballería con capaci-

dad para albergar a un escuadrón,

que debía construirse unido a la

Real Academia de Matemáticas.

En 1759 era nuevamente des-

tinado a la plaza de Figueres,

realizando en 1760 las trazas de la

iglesia del castillo de San Fernan-

do y continuando con las obras

de la citada fortificación. También

en ese último año presentaba los

planos de la Seu Nova de Lleida,

bajo la advocación de la Asun-

ción de Nuestra Señora, de estilo

neoclásico. Las obras no comen-

17 E. Llaguno y J. A. Ceán Bermúdez, Noticia de los Arquitectos y Arquitectura en España desde su restauración, Madrid,

1829.

Page 185: Libro ilustra cat02

185

zaron hasta 1764, haciéndose,

por orden del rey Carlos III, bajo

la dirección del Ingeniero en Se-

gunda D. Francisco Sabatini. Sin

embargo, el interior del edificio

sigue las trazas de Pedro Martín

Cermeño, presentando tres na-

ves a igual altura separadas por

arcos de medio punto sustenta-

dos sobre capiteles corintios. El

acceso a la portada principal se

realiza por una escalinata que

conduce a tres arcos de medio

punto cerrados con rejas de hie-

rro, coronadas por el escudo de

los Borbones, portada que tiene

una mayor influencia de Saba-

tini y del arquitecto Josep Prat.

En 1760 realizaba un plano de la

plaza de Figueres, y en ese mis-

mo año, un plano de una parte

del recinto de la plaza de Barce-

lona, concretamente la unión con

la ciudadela y con el fuerte de D.

Carlos. Al siguiente año trazaba,

en colaboración con el también

ingeniero militar Carlos Saliquet,

el Camino Real de Barcelona a

Lleida, e igualmente daba los

planos del Puente de Molins de

Rei. Las obras del citado puente

comenzaron en octubre de 1763

dirigidas por Pedro Martín Cer-

meño, basándose en el proyecto

inicial de Verboom. Con anteriori-

dad, y nuevamente en 1761, era

destinado a Cartagena, tras su

larga estancia en Cataluña.

En febrero de 1762 era destinado

al Ejército de Castilla, con el que

participaba en una nueva guerra

con Portugal, llamada “Guerra

Fantástica”, nombre por el cual se

conoce la participación de Portu-

gal en la última fase de la Guerra

de los Siete Años. Un ejército

franco-español, con unos efec-

tivos de cerca de cuarenta mil

hombres, invadió el país luso en

1762 por la frontera de Trás-os-

Montes, llegando a conquistar

Miranda do Douro, Braganza y

Chaves. En respuesta a esto,

se formó un ejército anglo-por-

tugués, con cerca de veinte mil

hombres, bajo el mando del con-

de de Lippe. Se denominó Guerra

Fig. 11_ Plano de una porción del

recinto de la Plaza de Barcelona

que une con su Ciudadela, y Fuerte

de Dº Carlos, en que se ve el lugar

y disposición que ocupa en estas

fortificaciones la del Fuerte Pío.

Barcelona, 24 de julio de 1760. Archi-

vo General de Simancas. Mapas,

Planos y Dibujos, II-46.

Fig. 12_ Plano, Perfil, y Elevación

del Cuartel nuevo de Caballe-

ria, unido a la Real Academia de

Matemáticas en la Plaza de Bar-

celona, capaz para un Escuadrón.

Barcelona, 20 de enero de 1759.

Archivo General de Simancas. Ma-

pas, Planos y Dibujos, X-12.

Page 186: Libro ilustra cat02

186 Fantástica porque, a pesar de los

sucesivos movimientos de tropas,

no tuvo lugar ninguna batalla. Pe-

dro Martín de Cermeño intervino

en ella como Cuartel Maestre Ge-

neral y Comandante General de

Ingenieros del Ejército, dirigiendo

personalmente el sitio de la plaza

de Almeida (Beira Alta). De su ex-

periencia en la citada campaña,

dejó un Diario de las operaciones

del Ejército del Rey en la guerra de

Portugal de 1762. En ese mismo

año, según una real orden de 5 de

octubre era promovido a Brigadier

de Infantería, permaneciendo en

Castilla hasta que en diciembre,

siempre de 1762, era destinado

nuevamente a Cataluña.

En el Principado trabajó en la

restauración del puente del Dia-

blo, en Martorell, y en 1763 se le

trasladaba en comisión a Cádiz,

donde proyectó parte del recinto

fortificado de la ciudad y la Casa

de la Aduana y Contratación, edi-

ficio sobrio y neoclásico, de planta

rectangular, cuyas dependencias

están organizadas en torno a dos

patios cuadrangulares portica-

dos. El edificio se construyó en

el espacio interior del baluarte de

San Antonio, encargándose de la

dirección de las obras el Ingenie-

ro Militar Juan Caballero a partir

de 1765. Este baluarte protegía

la entrada marítima a la ciudad y

el acceso conocido como Puerta

de Sevilla. Pasaba Cermeño, con

posterioridad y sucesivamente, a

las Direcciones Subinspecciones

de Ingenieros de Castilla la Nue-

va y de Extremadura, hasta que

por una real orden de 9 de agosto

de 1764 se le volvía a destinar a

Cataluña, donde inspeccionaba

las obras del colegio de Cirugía

de Barcelona. En ese año se le

nombraba Administrador de la

Encomienda de Villafamés, de la

Orden de Montesa.

En 1764 Pedro Martín Cermeño,

analizaba el “proyecto general”

de fortificación de Cartagena de

Indias, realizado por el Ingeniero

Antonio de Arévalo y Porras, y un

año después, juntamente con Pe-

dro Lucuce, el prestigioso director

de la Academia de Matemáticas

de Barcelona, daba a conocer,

con fecha de 4 de marzo el dic-

tamen denominado: Discurso

sobre conservar o abandonar los

tres presidios menores de Melilla,

Peñón y Alhucemas. En junio y ju-

lio de 1765, el conde de Aranda,

Capitán General de los Reinos de

Valencia y Murcia, efectuaba una

visita de inspección a Cartagena,

advirtiendo que las obras del Ar-

senal estaban muy adelantadas,

pero su seguridad era precaria,

ya que su defensa respecto a la

plaza consistía en un muro, que

en todo caso sólo serviría para

detener a la población civil en

caso de subversión, pero nunca

a un enemigo que desembarcara

en las cercanías de Cartagena.

En consecuencia, Aranda enviaba

un informe al Ministro de la Gue-

rra, y en noviembre de ese mismo

año de 1765 Carlos III ordenaba

a Pedro Martín Cermeño que se

presentara al conde de Aranda,

a fin de recibir instrucciones para

fortificar la plaza. Cermeño pasa-

ba inmediatamente a Cartagena,

plaza que cada vez adquiría más

relevancia militar desde que en

1728 había sido designada como

capital del Departamento Maríti-

mo del Mediterráneo. Su defensa

integral suponía tener que realizar

numerosas obras en el puerto, en

el Arsenal y en las fortificaciones

de la costa. Como consecuencia

de ello, redactaba su: Extracto

de noticias militares correspon-

dientes a Cartagena desde su

fundación, su descripción y al-

gunas reflexiones conducentes a

formar el proyecto de fortificar

esta plaza: Procede a la resolución

de S. M. y la instrucción del Ca-

pitán General Conde de Aranda.

Pedro Cermeño realizaba un de-

tallado proyecto de fortificación,

con fecha 30 de abril de 1766, en

el que figuraba el cierre total del

perímetro de la plaza mediante

una muralla llamada Muralla del

Mar, o de Carlos III, y una serie de

fortalezas enlazadas entre sí por

el fuego, como eran los castillos

de Galeras, Atalaya, de los Moros

y de San Julián. Como resultado

de la intervención de Cermeño en

Page 187: Libro ilustra cat02

187

Cartagena, a lo largo de mas de 25

años se realizaron los proyectos

y obras (además de las señala-

das anteriormente) de: el Hospital

Real de la Marina, la Maestranza

de Artillería, el cuartel de Anti-

guones, y la terminación de las 9

baterías que había iniciado el In-

geniero Esteban Panón a partir de

1739 (San Fulgencio o del Colla-

do, Punta de la Podadera, Fuerte

de la Navidad, Espalmador, San

Leandro, San Isidoro, Santa Flo-

rentina, Fuerte de Santa Ana, y

Trincabotijas)18.

En el año 1768 sustituía a su pa-

dre, el Ingeniero General don Juan

Martín Cermeño, como miembro

de la Junta de Reales Ordenan-

zas, y en agosto de ese mismo

año, en reconocimiento a sus lo-

gros, fue nombrado Individuo de

Honor y Mérito en Arquitectura

por la Real Academia de Bellas

Artes de San Fernando, y dos

años mas tarde, Consiliario de

la Institución. En ese mismo

año (1770), la Academia creaba

una cátedra de matemáticas,

para la que se propusieron dos

aspirantes, los matemáticos

Benito Bails y Francisco Subi-

rás. Consultados Jorge Juan y

Pedro Martín Cermeño sobre

la idoneidad de los aspirantes,

tanto el insigne marino como el

Ingeniero, convinieron en que

ambos aspirantes eran apro-

piados, por lo que la Academia

organizaba finalmente dos cáte-

dras de matemáticas19. Siempre

en 1770, con fecha 1 de abril,

era promovido a Mariscal de

Campo, siendo destinado a

Mallorca como Segundo Co-

mandante General, isla de la

que realizaba un amplio proyec-

to de fortificación.

En 1771 regresaba a Cataluña,

encargándose de nuevo de dirigir

las obras del Camino Real de Bar-

celona a Lleida. En 1772, además

de realizar un plano de la plaza de

Rosas, y dos del puerto de Barce-

lona, en los que se señala como

concluida la obra del andén bajo

y alto que daba la vuelta al brazo

de Poniente, al tiempo que propo-

nía la prolongación del brazo de

Levante, Martín Cermeño llevó a

cabo una obra urbanística de gran

importancia para la Ciudad Con-

dal. Esta obra, que auguraba la

futura expansión territorial de la

ciudad, consistió en el derribo de

las murallas de las Ramblas, y su

construcción como paseo prin-

Fig. 013_ Maestranza de Artilleria

de Cartagena.

18 Gómez Vizcaíno, Aureliano, Castillos y Fortalezas de Cartagena, AFORCA, Cartagena, 1998.19 García Melero, José Enrique, Literatura Española sobre Artes plásticas. Bibliografía aparecida en España entre los siglos

XVI y XVIII, Ediciones Encuentro, 2002.

Page 188: Libro ilustra cat02

188 cipal de la ciudad, con arboleda

y edificios perfectamente alinea-

dos20. El trazado de la Rambla

quedaba formado por tres tra-

mos, denominados Rambla de

San José, de Capuchinos y de

Santa Mónica, y la parte central

del paseo era más elevada que el

resto, con dos hileras de árboles,

y dos carriles laterales. Se limita-

ba la altura de los edificios, que

posteriormente se modificó has-

ta los 86 palmos (16,50 metros),

señalándose el tipo de fachada

y sus materiales, así como la al-

tura de las primeras plantas para

homogeneizar el aspecto de las

balconadas principales de las

manzanas.

En 1773 moría su padre Juan

Martín Cermeño, al que sustituía

como Ingeniero General con ca-

rácter interino, y a comienzos del

año 1774 era designado Coman-

dante General Interino del Reino

de Galicia y Presidente de su Real

Audiencia, cesando en el mando

del Cuerpo de Ingenieros. Éste,

el Cuerpo, se había dividido a

pesar de su oposición en tres ra-

mos, y al mando de cada uno se

designaba un director. Estos tres

ramos eran: el Ramo de Plazas y

Fotificaciones del Reino, dirigido

por Silvestre Abarca; el Ramo de

Academias Militares de Barcelo-

na, Orán y Ceuta, “y demás que

se organicen”, dirigido por Pedro

Lucuce; y finalmente el Ramo de

Caminos, Puentes, Edificios de

Arquitectura Civil y Canales de

Riego y Navegación, al mando de

Francisco Sabatini.

Su destino en Galicia fue breve, a

pesar de lo cual, realizaba un pro-

yecto de fortificación de la plaza de

La Coruña, en el que proponía re-

forzar el frente de tierra en el barrio

de la Pescadería y dar a la ciudad

alta el carácter de ciudadela. A par-

tir de 1775 realizaba un complejo

sistema de minas en las fortifica-

ciones de la plaza de Orán21.

En 1779 era nuevamente nombra-

do Capitán General y Gobernador

del Reino de Galicia, permane-

ciendo en el cargo hasta el año

1790. Llegaba a la Coruña inves-

tido de un gran prestigio como

militar y arquitecto, y desde su

cargo desarrolló una eficaz tarea

de modernización de la ciudad,

tratando de adaptarla a las

ideas ilustradas. Gracias a la ta-

rea emprendida por él, la ciudad

comenzó a adecuarse a la impor-

tancia, que con la ubicación de la

Gobernación del Reino, la Capita-

nía General, la Real Audiencia, la

Intendencia, las Juntas del Reino

de Galicia y los Reales Correos

Marítimos, estaba adquiriendo22.

En el mismo año de su llegada,

y tras una consulta hecha por el

Concejo de la ciudad para co-

nocer su parecer, respecto a las

nuevas Casas Consistoriales, que

diseñadas por Ventura Rodríguez

se levantarían en la plaza de la Ha-

rina, Cermeño realizó un proyecto

nuevo de plaza, que, sin alterar

de forma importante el proyecto

inicial, añadía a la citada plaza

su utilización como mercado se-

manal. El proyecto fue firmando

con fecha 19 de mayo de 1779

y en la plaza citada situaba el

edificio Consistorial (diseñado

como se ha señalado por Ventu-

ra Rodríguez), junto al palacio de

la Audiencia y el palacio del Go-

bernador-Capitán General, obra

realizada en 1748 por el Ingeniero

Militar Juan Vergel. Los otros la-

dos de la plaza se cerraban con

casas particulares, con soportales

en la planta baja. Sin embargo el

proyecto no se llevó a cabo, ya

20 M. López y R. Grau, “Barcelona entre el urbanismo barroco y la revolución industrial”, en Cuadernos de Arquitectura y

Urbanismo, n.º 80, Barcelona, 1971.21 A. Bravo Nieto, “El Norte de África. Los elementos de una presencia”, en Los Ingenieros Militares de la Monarquía His-

pánica en los siglos XVII y XVIII, Ministerio de Defensa.22 A. Vigo Trasancos, A Coruña y el Siglo de las Luces. La construcción de una ciudad de comercio (1700-1808), Univer-

sidad de La Coruña, 2007.

Page 189: Libro ilustra cat02

189

que no fue aprobado por el Con-

sejo de Castilla que estimó que

los gastos que supondría la obra

serían enormes, paralizándose de

forma definitiva en 1780.

De igual forma, y en la Coruña,

Pedro Martín Paredes Cermeño

llevó a cabo a partir de junio de

1779, una actuación urbanística

de importancia. Se trató de las

llamadas “Casas de Paredes”

(quizás por su segundo apellido),

una serie de viviendas porticadas

de estilo neoclásico, que origina-

riamente se abrían a la bahía. Con

ellas se lograba dignificar la cara

marítima y comercial del Puerto de

la ciudad, y fueron edificadas en

terrenos ganados al mar, desde la

esquina del Cantón Grande hasta

la iglesia de San Jorge. Construi-

das con paramentos de cantería,

tenían tres plantas con cubiertas a

dos aguas abuardilladas, pórticos

adintelados, balcones corridos

en la primera planta, y vanos en

la segunda con guardapolvos. La

construcción de estos edificios

conllevaba, además de la de un

paseo marítimo y una nueva calle,

la delimitación de un espacio cen-

tral, la Plaza de la Aduana, abierta

al mar y presidida por el edificio

que le daba nombre. Con ello,

Martín Cermeño iniciaba una es-

tética clasicista que poco a poco

se impondría en Galicia.

Fig. 14_ Casas de Paredes.

Page 190: Libro ilustra cat02

190 En diciembre de 1780 realizaba

un plano que abarcaba las rías

de La Coruña, Betanzos y El Fe-

rrol, así como de la costa, desde

la ensenada de Cariño hasta el

puerto de Zedeida, y también un

plano topográfico de La Coruña

y sus inmediaciones. Pocos me-

ses después, contrajo matrimonio

en Santiago de Compostela con

María del Carmen Cisneros y de

Castro Ulloa, hija de Juan Antonio

Cisneros y Castro, primer conde

de Gimonde. En 1781 se creaba

en La Coruña la Junta Nacional

de Caminos, siendo designado

Pedro Martín Cermeño como pre-

sidente. Como tal, promovía la

mejora de los caminos reales de

La Coruña a Betanzos y a San-

tiago de Compostela, obras que

fueron dirigidas por Antonio Cán-

dido García de Quiñones23.

En diciembre de 1782, realizaba

un nuevo proyecto urbanístico, en

este caso en Santiago de Com-

postela, en el llamado Campo de

Santa Susana. Se trataba de un

conjunto de viviendas semejantes

a las que había diseñado en La

Coruña, llamadas “Casas de Pa-

redes”, viviendas igualmente de

estilo neoclásico.

En 1790 cesaba como Goberna-

dor y Capitán General del Reino

de Galicia, y poco tiempo des-

pués, el 23 de mayo de 1792

fallecía a consecuencia de una

caída de caballo.

Escribió un interesante opúsculo

sobre fortificación, titulado Carta

al Marqués de la Mina sobre los

flancos y orejones curvos de la for-

tificación abaluartada, y probando

que la invención de aquellos la

resucitó y arregló Don Sebastián

Fernández de Medrano, publicada

en el Memorial Literario, en Ma-

drid, en 1784, y en el que trataba

de demostrar que dicha técnica

(la de los orejones curvos) ya ha-

bía sido descrita y adaptada por

Sebastián Fernández de Medra-

no, a finales del siglo XVII24.

Al morir, se realizó un inventa-

rio de sus bienes25, de los que

destaca por su importancia su

biblioteca (637 volúmenes), en la

que figuraban libros de Fortifica-

ción, como: Blondel, Tratado de

fortificación; Casant, Escuela de

fortificación; Castiotto, De forti-

ficación: Henriquez de Villegas,

Tratado de fortificación; Dogen,

Arquitectura de fortificación; Fay,

Abbé de, Método de fortificar las

plazas según el mariscal de Vau-

ban; Medina Barba, Examen de

fortificación; Muller, Tratado de

fortificacion; Prosperi, Felix, De

fortificación; Teti, De fortificación;

Villegas, Henrique de, Academia

de fortificación; de Arquitectura

militar y civil: Barattiere, Ar-

quitectura; Daviler, Arquitectura

civil; Fombert, Carlos Antonio,

De arquitectura moderna; Mut,

Arquitectura militar; Lorenzo de

San Nicolas, Arte y uso de arqui-

tectura; Serlio, Architectura civil;

Vignole, De arquitectura; Vitruvio,

Arquitectura; de Ciencias varias:

Bélidor, Arquitectura hidráulica;

Ciencia de ingenieros; Curso ma-

temático; Cardona, Duque de,

Geometría militar; Buffon, Historia

Natural; Cerda, Tomás, Curso ma-

temático; Fernandez de Medrano,

Sebastián, Varias obras: arqui-

tectura, el perfecto bombardero,

elementos de Euclides, geografía;

Girava, Cosmografía y geogra-

fía; Herigon, Curso matemático;

Tablas de tangentes y secantes;

Gautier, Jean-François, Tratado

de caminos puentes y calzadas;

Lucuce, Pedro, Curso matemáti-

co de la real y militar academia de

Barcelona, Advertencias para la

23 A. Vigo Trasancos, A Coruña y el Siglo de las Luces…24 H. Capel, “Los Ingenieros Militares y el sistema de Fortificación en el siglo XVIII”, en Los Ingenieros Militares de la Mo-

narquía Hispánica en los siglos XVII y XVIII, Ministerio de Defensa.25 M. Galland-Seguela, “Las condiciones materiales de la vida privada de los ingenieros militares en España durante el si-

glo XVIII”, en Geo Crítica, Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona,

Vol. VIII, núm. 179, 15 de diciembre de 2004.

Page 191: Libro ilustra cat02

191medida y calculo de los desmon-

tes o excavaciones en terrenos

irregulares; Mariotte, De estáti-

ca; Ozanam, Jacques, Tablas de

las tangentes y secantes; Tosca,

Curso matemático y de física, Za-

ragoza, Josef, Instrumentos de

matemáticas. Sin agotar la cues-

tión, en su extensa biblioteca

aún encontramos libros de His-

toria: Isla, Padre Jose Francisco

de, Compendio de la historia de

España; Justin, Historia Univer-

sal; Mariana, Historia de España;

de legislación: Portugués, José

Antonio, Recopilación de las orde-

nanzas militares; e incluso obras

de Cervantes, Molière, Quevedo,

Esopo, Ovidio, Cicerón, Virgilio,

y otros muchos libros de diverso

interés y que nos muestran a un

hombre de elevada cultura en el

sentido más amplio del término.

FONDOS DOCUMENTALES DE LOS QUE SE HA HECHO USO EN

ESTE ARTICULO:

� ARCHIVO GENERAL MILITAR DE SEGOVIA (AGMS.). Expedientes

Personales.

� Ordenanzas de S. M. para el servicio del Cuerpo de Ingenieros de

Guarnición y de Campaña.

� Tomo IV de la Ordenanza general del Ejército, Madrid, en la Oficina de

Antonio Martín, 1768;

Page 192: Libro ilustra cat02

192 FRANCISCO LLOBET, INGENIERO DIRECTOR EN EL PRINCIPADO DE CATALUÑA

Page 193: Libro ilustra cat02

193

Margarita Galcerán Hasta la fundación de la Acade-

mia de Matemáticas de Barcelona

y la salida de su primera promo-

ción, el recién fundado Cuerpo

de Ingenieros se nutre fundamen-

talmente de técnicos venidos de

Flandes, pero también de oficiales

que ya forman parte del ejérci-

to y de personas que acceden al

Cuerpo en calidad de ayudantes o

delineadores. Seguramente aque-

llos que pertenecen al segundo y

tercer grupo deben tener una cier-

ta habilidad y predisposición para

el dibujo y las matemáticas.

Es en el último grupo donde pode-

mos situar a Francisco Llobet, un

ingeniero militar con una trayecto-

ria profesional representativa del

modo de hacer de estos técnicos

en la España del siglo XVIII.

Llobet nace en 1705, en el seno de

una familia oriunda de Perpignan

y afincada en Cataluña, y mue-

re en Barcelona en 1785, un año

después de su retiro como Direc-

tor de Ingenieros del Principado.

Ingreso en el Cuerpo de Ingenieros y trayectoria laboral

Ingresa en el Cuerpo a la edad

de 15 años, como Delineador

o Ingeniero Voluntario, a las ór-

denes de Isidro de Verboom.

Como integrante de su séquito

interviene en reconocimientos y

obras en el norte de África, An-

dalucía y la costa cantábrica. Le

sigue después a Madrid, para

ser destinado a continuación a

Barcelona. En 1732 se incorpora

a la expedición a Orán y al año

siguiente, 1733, se embarca for-

mando parte de otra con destino

a Italia.

En la campaña italiana desarrolla

diversos trabajos, como reco-

nocimiento de caminos, plazas

y presidios, levantamiento de

mapas y planos de fortificacio-

nes. También traza proyectos de

ataques y participa en bloqueos

y batallas. Su buen hacer es re-

conocido ya que, a su vuelta a

Fig. 01_ Port Vell de Barcelona.

Page 194: Libro ilustra cat02

194 la península, le reclama el du-

que de Montemar, ministro de la

Guerra, para que forme parte de

la Junta de Fortificaciones, en

Madrid.

Antes de incorporarse, en 1750,

como Director de Ingenieros en

Galicia, pasa por diversos desti-

nos en Tortosa, Málaga, Sevilla,

Madrid, Ciudad Rodrigo y Za-

mora. Al acceder a la Dirección

es ya Teniente General con la

categoría de Ingeniero en Jefe.

Tres años después pasa a ocu-

parse de las obras del Arsenal

de Ferrol, sin dejar de trabajar

en las defensas de la costa y,

otra vez interinamente, en la

Dirección de Galicia. Desarrolla

también proyectos en Pamplo-

na y en Santander. En 1770 se

le destina a Cartagena y final-

mente, a mediados de 1774,

pasa a Cataluña al frente de

la Dirección de Ingenieros del

Principado. Así, a los 69 años,

logra el destino tan deseado en

Barcelona.

La Dirección de Ingenieros de Cataluña

Durante los últimos años al

frente de las obras de Carta-

gena Francisco Llobet pide

reiteradamente su paso a Cata-

luña y llega a solicitar al conde

de Ricla la Comandancia Gene-

ral del Cuerpo de Ingenieros1.

Por su correspondencia sa-

bemos del estado anímico de

Llobet, se encuentra en una di-

fícil situación económica, con

crecida familia, su mujer está

enferma y él mismo tiene la sa-

lud quebrantada. Sin embargo

recibe órdenes de trasladarse

primero a Galicia, para hacerse

cargo otra vez de su Direc-

ción, y después a Málaga. Se

le apremia para que se incor-

pore, pero Llobet consigue

retrasar su marcha, hasta que,

por Real Orden de 4 de mayo

de 1774, se le destina a Catalu-

ña, para que se haga cargo de

la dirección del Cuerpo en este

Principado2.

Cuando toma posesión, el 18 de

junio de 1774, es Ingeniero en

Jefe y Mariscal de Campo3 y sus-

tituye como Director al ingeniero

Miguel Moreno, que permanece

en la ciudad algunos meses antes

de pasar a Canarias.

Como indican las Ordenanzas

Llobet debe residir en Barcelona,

donde lo hace el Capitán General

interino Philippe de Cabanes4, de-

pendiendo directamente de éste.

A su llegada Miguel Moreno le

hace entrega de toda la docu-

mentación relacionada con las

fortificaciones, puertos de mar,

cuarteles y demás edificios a su

cuidado, así como la correspon-

diente a todos los ingenieros bajo

sus órdenes —mapas, planos,

relaciones, contratas, proyectos,

correspondencia…—. Debe po-

nerse al día de todo ello, haciendo

las visitas que crea pertinentes,

para saber el estado en que se

hallan todas las construcciones

de las que es responsable, y así

poder determinar la distribución

1 En 1772 Juan Martín Zermeño, Comandante General del Cuerpo, muere en Barcelona y su hijo Pedro se encarga inte-

rinamente del mando del Cuerpo de Ingenieros.

En 1774, por real decreto de 12 de septiembre, el Cuerpo se divide en cuatro ramos o secciones y se nombra a Silvestre

Abarca Director y Comandante del Ramo de Fortificaciones.2 Creemos que la verdadera causa de los problemas de Llobet es sus desavenencias con Juan Martín Zermeño y su hijo

Pedro, que le han impedido y le impedirán lograr un lugar destacado en el Cuerpo. A partir de su estancia en Cartagena

encontramos en la correspondencia de Llobet continuas alusiones a su situación dentro del Cuerpo, mostrándose quejo-

so y señalando esta época como un momento problemático en su carrera, que afecta también a su familia. 3 Su ascenso al grado de Mariscal ha tenido lugar el 1 de abril de 1770.4 Philippe de Cabanes, señor de Luttage, ha sucedido en 1773 a Bernardo O’Connor y O’Phaly.

Page 195: Libro ilustra cat02

195de los ingenieros destinados en el

Principado, indicándoles sus co-

misiones, ya que dependen de él

sin excepción alguna.

Durante el período en que Llobet

es Director, el número de ingenie-

ros oscila entre once y quince.

El servicio está formado de la si-

guiente manera:

En Barcelona, obviamente al man-

do, Francisco Llobet, “Mariscal de

Campo encargado de la Dirección

de las fortificaciones del Princi-

pado”; un ingeniero “encargado

del Detall de las obras de la Pla-

za de Barcelona, y de los demás

puestos de su dependencia”, que

durante este período es el conde

Roncali, Coronel e Ingeniero en

Segundo; y un número de inge-

nieros, que oscila entre cuatro y

siete, con categorías de en Se-

gundo, Extraordinario y Ayudante,

destinados a asistir al Director,

cuidado de los archivos, habilita-

ción, dibujo, oficial de órdenes y

“a lo que se ofrece del servicio”.

En Figueres, en la Plaza de San

Fernando, “encargado de las

obras de ella, como de las de Ge-

rona, Hostalrich, Rosas, y puestos

de su dependencia”, un Ingeniero

en Jefe y a su orden Ayudantes de

Ingeniero, de uno a cuatro. Como

encargado del Departamento de

Girona, aunque residiendo en la

fortaleza de San Fernando, se

suceden los ingenieros Alonso

González de Villamar, José Gar-

cía, Segismundo Font, Juan de

Santa Cruz y, por segunda vez,

Segismundo Font.

En Tarragona, “encargado de

aquella Plaza, y demás puestos

de su dependencia”, un Ingenie-

ro Ordinario, Juan de Santa Cruz,

excepto en un par de ocasiones

en que es relevado por Antonio

Vago, en 1782, y por Bartolomé

Reynaud, en 1783 y 1784.

Además de estos departamentos,

en los que por su importancia es-

tratégica se encuentra siempre

algún ingeniero, otras plazas como

Tortosa, Lleida y Girona, según

las necesidades del momen-

to, albergan también ingenieros

transitoriamente.

Hay que añadir a los ingenieros

que hemos citado hasta ahora

aquellos que están destinados

en la Real Academia de Matemá-

ticas dando clases. Además del

Director de la Academia, existe el

cargo de Inspector que lo ostenta

el Ingeniero General y que en su

defecto pasa al Director de Inge-

nieros del Principado, Llobet.

Con toda la información que

posee, al finalizar cada año,

Francisco Llobet debe pasar al

Capitán General y al Ingeniero

General, así como al Gobernador

y al Intendente, unas relaciones

en las que describe lo realizado

durante el año, en obras y repa-

raciones, así como el estado en

que se hallan las obras en curso.

Además añade un oficio propo-

niendo las cantidades necesarias

para el año siguiente, dedicadas

a la construcción de nuevas for-

tificaciones, reparaciones de las

existentes y mantenimiento de

cuarteles y demás edificios a su

cuidado.

Los proyectos propuestos deben

seguir el mismo proceso, también

deben mandarse los originales al

Capitán General, al Gobernador,

al Intendente y al Ingeniero Gene-

ral; teniendo en cuenta que si el

proyecto está realizado por otro

ingeniero, Llobet debe adjuntar un

informe. A su vez, el Capitán Ge-

neral emite su informe y junto con

toda la documentación lo hace

llegar al Secretario de Estado en

el Despacho de la Guerra.

Todo proyecto aprobado sigue el

camino inverso, devolviendo el

original al Capitán General y luego

a Llobet, el cual se encarga de de-

signar quien va a encargarse de la

obra, dándole la documentación y

las instrucciones necesarias.

Proyectos y obras

Los proyectos y las obras que

desarrolla Francisco Llobet al

Page 196: Libro ilustra cat02

196 mando de la Dirección son varios

y su bagaje y experiencia muy

importantes. En sus destinos

anteriores ha trabajado en una

amplia gama de temas, tanto los

realizados en campañas, en inmi-

nencias de guerra o invasiones,

como en tiempos de paz.

Tanto en Madrid como en Sevi-

lla ha realizado el levantamiento

de mapas de los ríos Manzana-

res, Guadalquivir y Genil, y de la

acequia del Jarama, realizando

estudios sobre su navegación.

Los proyectos más abundantes

son los de defensa y fortificación

de ciudades, costas, puertos y

fronteras, con proyectos de mu-

rallas, líneas de defensa, fuertes,

reductos y baterías, así como el

reconocimiento del territorio y

la redacción de estrategias de

defensa. Encontramos ejem-

plos durante toda su trayectoria,

en Castilla, Galicia, Navarra y

Cartagena.

Su incorporación a la dirección

de las obras del Arsenal de Ferrol

en un momento clave le enfrenta

a todo tipo de obras necesarias

en un arsenal, muelles, diques de

carenar, gradas de construcción,

canales, cuerpos de guardia, sala

de armas, cuarteles, tinglados,

almacenes, puentes,…, a lo que

hay que añadir la elaboración de

un documento sobre las instruc-

ciones para la organización del

personal que trabaja en las obras.

Tanto en Ferrol como en Santan-

der realiza proyectos urbanísticos,

una nueva población situada en la

zona de La Magdalena y un barrio

marítimo, respectivamente. Hay

que señalar especialmente la re-

dacción de unas ordenanzas para

la nueva población de Ferrol.

Veamos ahora los proyectos ela-

borados por Llobet como Director

de Ingenieros en el Principado5,

que se añaden a los trabajos

mencionados antes, como los in-

formes periódicos, las previsiones

económicas, los gastos, la super-

visión y vigilancia de los ingenieros

a su cargo, y la transmisión y re-

cepción de documentos,

� Remodelación del puer-

to de Barcelona

Uno de los encargos que debe

asumir Llobet al hacerse cargo de

la Dirección es el mantenimiento

y control del puerto de Barcelona

y de sus dependencias, ocupán-

dose de todas las obras que sean

necesarias. También le corres-

ponde formar parte como vocal

de la Junta del Puerto6, asistiendo

a sus reuniones.

El puerto de Barcelona sufre du-

rante todo el siglo dos importantes

problemas: uno, el crecimiento de

la playa situada a levante del di-

que construido durante el siglo

anterior, que se forma con las are-

nas que se mueven de NE a SW, y

otro, la formación de unos bancos

de arena y una barra delante del

puerto, consecuencia de las are-

nas introducidas por los vientos

de levante.

Para intentar solucionar estos pro-

blemas, que amenazan al dique y

al calado del puerto, se recurre a

un dragado casi permanente y a

la ejecución de las obras nece-

sarias para impedir la entrada de

sedimentos.

Fechados en los años 1775 y 1776

encontramos una serie de planos

relativos al puerto, que forman

dos grupos diferenciados, el pri-

5 El orden en que se van exponiendo los proyectos que realiza Llobet como Director de Ingenieros es cronológico.6 La Junta del Puerto está formada por real orden y la componen el Capitán General, el Intendente, el Regente de la Au-

diencia, el Comandante de Ingenieros, un regidor y un comerciante. Se financia con el impuesto de anclaje y los derechos

sobre el vino. Su función es responsabilizarse de las obras del puerto y de su funcionamiento.

Page 197: Libro ilustra cat02

197

mero corresponde a los sondeos

que se realizan periódicamente y

el segundo a la propuesta de un

muelle y un contramuelle que lo

protejan de la sedimentación de

las arenas que aporta el oleaje.

En los planos del primer grupo7 se

reflejan los sondeos realizados en

estos dos años, comparándolos

entre sí y con los realizados en

1771. De sus análisis y de son-

deos y experiencias anteriores se

constatan cuatro bancos de are-

na que aparecen dibujados en los

planos de los proyectos.

Llobet confecciona dos pro-

puestas bastante parecidas en

lo esencial. En la segunda traba-

ja conjuntamente con Pedro de

Lucuze.

La primera está fechada el 13 de

marzo de 17758. En ella dibuja un

muelle en dirección WE, partiendo

del baluarte del Rey, para impedir

la entrada de arenas por tempo-

rales del sudeste. Enfrente coloca

un contramuelle en dirección NE-

SW, abrigando la entrada del

puerto, para que reciba las arenas

de la playa de barlovento. Refuer-

za este contramuelle prolongando

el muelle existente, en dirección

NW-SE, que forma ángulo recto

con el primero para que contenga

las arenas que provengan del nor-

deste y del este. En el proyecto

introduce una plaza delante de las

Atarazanas y un andén a lo largo

de éstas y de la Muralla de Mar,

7 Del 21 de junio de 1775: “Plano del Puerto de Barcelona que manifiesta en numeros de tinta los pies de Vara que co-

rresponden al Sondeo en 15 de Mayo de 1775, y los de Carmin el Sondeo practicado en Abril de 1771.” - IHCM, 8723,

F-38-18, 041/249; y AGS, M. P. y D. X-76. Marina, leg. 383.

Y del 14 de junio de 1776: “Plano del Puerto de Barcelons que manifiesta en numeros encarnados los pies de agua que

se encontraron en el Sondeo concluido el dia 15 de mayo de 1775, y en numeros negros el que se concluio el dia 20 de

mayo del presente.” - AGS, M. P. y D. X-63. Marina, leg. 381. 8 “Plano del Puerto de Barzelona con Proyecto de las obras que combienen, y deven hacerse para que las Embarcaciones

qe. entraren en el, esten seguras delos Recios Temporales, y tambien para impedir al mismo tiempo el crecido ingreso

de las Arenas que los mismos temporales introducen enel con perjuicio notable del fondo preciso á ellas, y conforme en

Reflecciones qe. acompañan se demuestra.” - AGS, M. P. y D. X-74. Marina, leg. 383; y IHCM, 829, A-25-80, 009/341.

Fig. 02_ Plano del puerto de

Barcelona con sondeos. Francisco

Llobet, Barcelona, 21/6/1775.

Page 198: Libro ilustra cat02

198

donde adapta un foso que reciba

las aguas de los vertederos de la

ciudad9.

El 21 de octubre de 1775 se orde-

na a Francisco Llobet y a Pedro

de Lucuze10 que elaboren un pro-

yecto conjunto para solucionar el

problema del puerto. Parece ser

que no se ponen de acuerdo en la

propuesta, por lo que el segundo

toma la determinación de desa-

rrollar su idea y hacerla llegar a la

superioridad de forma unilateral.

Llobet, que cae enfermo a fina-

les de este año, no se entera de

la decisión tomada por Lucuze y

9 La prolongación del muelle existente ya ha sido propuesta por Miguel Moreno en 1774. Ésta, junto con la construcción

de un contramuelle, es una solución que, con variaciones, nos encontramos en los diversos proyectos propuestos du-

rante el siglo XVIII.10 Pedro de Lucuze es el Director y Comandante del Ramo de Academias, nombrado en 1774.

Page 199: Libro ilustra cat02

199

continúa por su parte desarrollan-

do también su proyecto, basado

en el que propuso el Brigadier de

la Armada Antonio Barceló.

Así, a mediados de marzo de

1776, se reciben en la Corte dos

proyectos, firmados respectiva-

mente por ambos ingenieros, a

los que les acompañan la docu-

mentación complementaria y las

razones por las que no aceptan,

cada uno de ellos, la otra pro-

puesta. Pero a finales del mismo

mes de marzo parece que los dos

ingenieros reconsideran sus pos-

turas y elaboran finalmente un

proyecto conjunto11.

En la segunda propuesta se con-

servan las direcciones del muelle

y del contramuelle, aunque el

primero presenta un frente con-

vexo al exterior y el segundo

11 La documentación sobre este tema se encuentra en: AGS, Marina, leg.383.

Fig. 03_ Proyecto para el puerto

de Barcelona. Francisco Llobet

y Pedro de Lucuze, Barcelona,

2/3/1776.

Page 200: Libro ilustra cat02

200 es más corto, suprimiéndose la

prolongación del muelle viejo. Se

conservan también la plaza fren-

te a las Atarazanas y el andén a

lo largo de éstas y la Muralla de

Mar. El cambio más importante

aparece en unas baterías situa-

das frente a la boca del puerto,

en forma de arco, con la posibi-

lidad de colocar en la del centro

el faro.

De esta segunda propuesta te-

nemos varias copias, de las que

en tres se indican los sondeos

y en dos no12. Vemos que en

el título del plano, firmado por

Llobet, se hace mención a la in-

tervención de Pedro de Lucuze.

Existe otro plano13, sin fecha,

con algunas modificaciones, en

el que se adopta parte de la pri-

mera propuesta presentada por

Llobet y que seguramente es

una alternativa planteada por

éste.

Hay que añadir finalmente un pla-

no de detalle de la zona del muelle

que empieza cerca de las Atara-

zanas, en el Baluarte del Rey14.

� Cuartel de las Atarazanas

en Barcelona

Uno de los proyectos ya apro-

bados con los que se encuentra

Llobet a su llegada a Barcelona es

la fortificación de las Atarazanas,

elaborado por Miguel Moreno

en mayo de 1774 y con el visto

bueno de la Corte, el 5 de junio si-

guiente. Así, pues, se hace cargo

inmediatamente de estas obras

que ocuparán un lugar preemi-

nente entre las que se desarrollan

en la ciudad.

A principios de 1776 se le con-

sulta a Llobet sobre el estado del

cuartel que se encuentra en este

lugar y del que Miguel Moreno ya

ha propuesto su mejora, cuando

estaba elaborando el proyecto de

fortificación. Aunque Llobet es

de la opinión que es mejor finali-

zar las obras que se encuentran

en curso antes de abordar otras

nuevas, empieza a trabajar en un

proyecto, que manda a la supe-

rioridad el 6 de agosto del año

siguiente.

La propuesta es un edificio de

planta triangular, con un patio

central. Por el vértice y por la pro-

longación de la base del triángulo

se conecta a las Atarazanas; uno

de los lados es paralelo a su muro

formando un patio a modo de pa-

sillo. El perímetro del edificio viene

determinado por las Atarazanas,

la configuración del terreno y la

corrección de la Rambla.

Consta de planta baja, dos pisos,

con una estructura de pilares y

bóvedas, y cubierta plana. El piso

tipo se desarrolla alrededor del

patio central. Un pasillo, que co-

necta las habitaciones de la tropa

12 “Plano del Puerto de Barcelona, con el Proyecto de las Obras que segun el dictamen del Mariscal de Campo Dn. Pe-

dro de Lucuze, se proponen para que las Embarcaciones que entraren en el esten seguras de los Recios Temporales y

tambien para impedir al mismo tiempo el crecido ingreso de las arenas que los mismos temporales introducen en el, con

perjuicio notable a ellas y conforme en Reflecciones que acompañan se demuestra.”, Barcelona, 2/3/1776 – Con son-

deos: IHCM, 829, A-25-80, 009/342; 009/337; y 009/338. Sin sondeos: IHCM, 829, A-25-80, 009/340; y MN, sig. 10.008

nº 7. 13 “Plano del Puerto de Barcelona, con el proyecto de las Obras que propone el Mariscal de Campo Dn. Franco Llobet

acordadas por el Mariscal de Campo Dn. Pedro de Lucuze con un papel volante de un antemuelle que según su dictamen

convendra hacerse para que las embarcaciones que entraren en dho Puerto esten seguras de los vientos de travesia

y tambien para impedir al mismo tpo el crecido ingreso de las arenas que los Recios temporales introducen en el con

perjuicio notable del fondo de ellas y conforme en reflecciones que acompañan se demuestra.” – IHCM, 829, A-25-80,

009/339. 14 “Planos, y Perfiles particulares por los quales se haze demostracion de la concistencia qe se propone dar á las obras de

este Puerto de Barcelona siguiendo el Proyecto Gral qe de ellas fue remitido á manos de S.M. pr la Junta de dho Puerto.”,

Barcelona, 27/3/1776 - AGS, M. P. y D. II-54. Marina, leg. 383.

Page 201: Libro ilustra cat02

201

y de los sargentos, y que da a la

fachada del patio, recorre dos alas

del recinto uniéndose a la tercera,

la base del triángulo, por otros

dos pasillos que, atravesándola,

la dividen en tres zonas. Se sitúan

cuatro escaleras en los extremos

de las dos primeras alas.

La distribución en las tres plantas

es idéntica, excepto en la planta

baja, en su entrada y en la ter-

cera ala. La entrada al cuartel se

realiza en la zona del vértice del

triángulo, por dentro del recin-

to de las Atarazanas, y a ambos

lados se encuentran los cuerpos

de guardia pertinentes y los cala-

bozos. La tercera ala alberga las

caballerizas.

La parte de fachada que dibuja

Llobet en el plano corresponde a

la conexión de la tercera ala con

una de las otras dos. Se nota una

clara determinación de potenciar

esta tercera ala, que da en toda

su longitud al camino de Santa

Madrona. La otra y el frente late-

ral de la tercera da a la Rambla,

Horizontalmente se remarcan

zócalos y líneas de forjado en

todo el edificio. Las ventanas,

enmarcadas y de arco rebajado,

se sitúan en la tercera ala dentro

de franjas verticales cortadas por

Fig. 04_ Proyecto de cuartel de

infantería y caballería en las Ata-

razanas de Barcelona. Francisco

Llobet, Barcelona, 6/8/1777.

Page 202: Libro ilustra cat02

202 las líneas de forjado. En ellas se

resaltan los lienzos entre venta-

nas con rectángulos de vértices

redondeados. Una barandilla co-

rona el edificio, y de su cornisa,

centradas en los lienzos entre

ventanas, surgen unas gárgolas

antropomorfas. Se remarcan ver-

ticalmente la esquina y la unión

entre las dos alas.

Hay que señalar que la presencia

de las caballerizas en planta baja

no se manifiesta en las fachadas,

ya que Llobet plantea la posibi-

lidad de excluir la caballería de

este cuartel15.

En la documentación que se ad-

junta al proyecto Llobet indica

que el cuartel se ha proyectado

para albergar en él dos batallones

y dos escuadrones, así como del

tipo de estructura, los materiales,

la demolición del viejo cuartel, la

época más propicia para realizar

los cimientos y que si se trabaja

con regularidad puede concluirse

en cuatro años. El presupuesto

asciende a doscientos mil escu-

dos de vellón.

El 5 de octubre de 1777, la Cor-

te aprueba el proyecto, de cuya

ejecución y control se encarga

el Ingeniero en Segundo conde

Roncali.

La documentación que exis-

te a partir de la aprobación del

proyecto trata de temas y situa-

ciones muy diferentes como la

preparación y obras previas a la

construcción del nuevo cuartel,

los trabajos de cimentación, la

necesidad de piedra para su eje-

cución, el cambio de lugar de los

hornos de munición, el retraso

de las obras por encontrarse con

un terreno flojo, los problemas

surgidos entre el conde Ronca-

li y el asentista Ramón Torres y

Compañía y las correspondien-

tes relaciones de los caudales

destinados y del estado de la

construcción.

� Ensanche en la ciudad de

Tarragona

Este proyecto que Llobet rea-

liza en 177516 corresponde a

un pequeño ensanche en una

zona cercana al mar, que solici-

ta el ayuntamiento para paliar el

aumento de la población. Se pro-

pone la demolición de la antigua

muralla y del baluarte de Carlos V

para la construcción de las nue-

vas viviendas, teniendo en cuenta

el enlace con el resto de la ciudad.

� Proyecto de protección

del puerto de Los Alfaques

en Tortosa.

Uno de los encargos más im-

portantes de Llobet es estar al

cuidado de la defensa de la costa

y de los puertos y embarcaderos

que se hallen en ella.

El puerto natural de Los Alfaques,

situado al SW de la desemboca-

dura del Ebro, es objeto desde

el primer cuarto del siglo XVIII de

informes, estudios y proyectos

por parte del Cuerpo de Ingenie-

ros. Su situación geográfica, de

gran importancia estratégica en

la zona, adquiere plena vigencia

a partir del decreto de libre co-

mercio, que rompe el monopolio

gaditano. Como consecuencia se

15 Son varios los planos que se han localizado de este proyecto.

“Plano y Perfil por el qual se propone la Distribucion, y consistencia que combendria dar al Quartel para Ynfanteria,

y Cavalleria, que S. M. tiene aprobado se erija en las Atarazanas de Barzelona, para custodia de los Efectos, que se

construyen, y Almacenan en ellas, acomodandose à la extencion, y Figura, que ofreze el terreno, y à la correccion de

la Rambla.”, Barcelona, 6/6/1777 - IHCM, 8657, F-36-12, 041/102; IHCM, 838, A-26-21, 010/064; IHCM, 838, A-26-21,

010/065; y microfilms en el AH COAC. 16 “Plano que Manifiesta el frente de la parte del Mar de la Plaza de Tarragona Demostracion de su Muralla Ynterior Anti-

gua, y Edificios Contiguos à su Rambla en la que el Noble Ayuntamiento de ella Solicita Construir Casas para el aumento

de Poblacion siendo este el unico paraje que se puede dar ensanche à la Ciudad.”, Barcelona, 16/2/1775 – AGS, M. P. y

D. X-42. G.M., leg. 3325.

Page 203: Libro ilustra cat02

203plantea formalmente la fortifica-

ción del puerto y la creación de un

núcleo de población, San Carlos

de la Rápita.

Llobet propone para su defensa la

instalación de tres baterías situa-

das en puntos estratégicos, en la

Rápita, en la punta del Fanc y en

la playa de la Encañizada, creando

de esta manera fuegos cruzados

ante la aparición del enemigo.

Los planos que hay sobre este

proyecto pertenecen a dos fechas

distintas, un primer bloque del 23

de mayo de 1778 y un segundo

del 30 de abril de 1779. Para su

confección Llobet se basa en los

levantamientos y en los proyec-

tos realizados en los años 1748 y

1749 por Miguel Marín.

En el primer bloque tenemos

la propuesta para la batería del

puesto de la Rápita, junto con un

plano del puerto y del curso del río

Ebro17. Se complementa con un

informe de Llobet y una recopila-

ción de otros informes realizados

por distintos ingenieros en años

anteriores18.

En el segundo bloque se incluye

el proyecto de las dos baterías

en la punta del Fanc y en la pla-

ya de la Encañizada, repitiendo el

plano del puerto y del río Ebro19.

Se complementan también es-

tos planos con una instrucción

y un informe de las tres baterías

proyectadas20.

Finalmente existe otro plano21,

fechado el 11 de septiembre

de 1779, en el que se descri-

be la distancia entre la punta

del Fanc y la playa de la En-

cañizada, al que acompaña el

presupuesto de la obra y unas

consideraciones relativas a las

tres baterías22.

� Capilla del cementerio si-

tuado a extramuros de la

ciudad de Barcelona

Dentro de la corriente higie-

nista de Francia y otros países

europeos, se inaugura en Barce-

lona, el 13 de marzo de 177523,

el primer Cementerio General.

Se realiza gracias al impulso del

obispo ilustrado Josep Climent i

Avinent. Está situado extramuros,

en la playa de levante llamada

“Mar Bella”, al NE de la Ciuda-

17 “Plano Original del Puerto de los Alfaques, y de el Curso del Rio Ebro desde Amposta hasta el Mar, levantado para

proyectar un Canal, por el Coronel è Yngeniero Director Dn. Miguel Marin año 1749” “Plano, y Perfil para una Bateria de

ocho Cañones con Alojamiento Correspondiente, proyectada para ocupar el puerto llamado de la Rapita afin de defender

la entrada del Puerto delos Alfaques.”, 23/5/1778 - AGS, M. P. y D. XX-26. G.M., leg. 3326; y “Plano del puesto, y Torre

de la Rapita en donde se proyecta una Bateria bastante Capaz, con sus edificios Correspondientes para guardar la En-

trada del Canal propuesto, Costa, y parte de la Entrada del Puerto de los Alfaques.” “Barzelona, 8 de agosto de 1748 Dn.

Miguel Marin.”, 23/5/1778 - AGS, M. P. y D. VIII-125. G.M., leg. 3326 – 5º - 1ª 6.18 Barcelona, 23/5/1778 - AGS, G.M., leg. 3326.

Hay que señalar que entre los informes que Llobet envía se incluye uno realizado por él mismo durante el reconocimiento

que efectuó a finales del año 1742.19 “Plano original de el Puerto de los Alfaques, y del Curso de el Rio Ebro desde Amposta hasta el mar, levantado para

proyectar un canal; por el Coronel è Yngeniero Director Dn. Miguel Marin. Año 1749”, Barcelona, 30/4/1779 - AGS, M. P.

y D. VIII-129. G.M., leg. 3327; y “Proyecto de una de las dos Baterias qe. S.M. manda se erijan una en la Punta del Fanc,

y otra a la Costa opuesta en el Puerto delos Alfaques.”, Barcelona, 30/4/1779 - AGS, M. P. y D. VIII-130. G.M., leg. 3327.20 Barcelona, 30/4/1779 - AGS, G.M., leg. 3327.21 “Plano que prescribe la positiva distancia desde la Punta del Fanc a la Playa de la Encanizada del Puerto de los Alfa-

ques en cuyos dos Parages se debe Erigir Bateria para la Defenza del mismo Puerto.” - AGS, M. P. y D. XVIII-88. G.M.,

leg. 3327.22 Barcelona, 11/9/1779 - AGS, G.M., leg. 3327.23 No es hasta 1785 que el rey manda construir el cementerio del Real Sitio de la Granja de San Ildefonso, por sugerencia

del ministro Floridablanca. La Real Cédula con el Reglamento para construir cementerios alejados de los núcleos urba-

nos se publica el 3 de abril de 1787.

Page 204: Libro ilustra cat02

204

dela y a una distancia de 1385

varas. El lugar se delimita por un

muro perimetral, con una capilla

en la que se encuentra el Cristo

de la Agonía.

El 6 de junio de 1780 Jaime Co-

romina, encargado de la capilla,

escribe un memorial pidiendo, en

su nombre y en el de los demás

devotos, su ampliación y la cons-

trucción de una sacristía y de una

vivienda para la persona que se

haga cargo del lugar.

Francisco Llobet realiza un plano

fechado el 31 de julio de 178024 y

que el conde del Asalto manda a

la Corte el 5 de agosto siguiente

con un informe.

El proyecto es muy sencillo,

Llobet propone una pequeña

iglesia de una nave con ábside

casi semicircular. A derecha y a

izquierda sitúa dos alas en las

que coloca la sacristía y la vi-

vienda. Dos cajas de escalera

estrechan la entrada a la iglesia

y conducen al piso superior de

las dependencias, formando en

éste y en su espacio interme-

dio el coro. La composición de

la fachada es también sencilla

y sobria. Destaca la nave del

templo que se remata con una

espadaña.

Pero existe un problema, la

construcción se encuentra,

como ya sabemos, a 1385 va-

ras de la Ciudadela y, por tanto,

dentro de los límites de las 1500

varas que delimita la zona po-

lémica. Tanto Llobet como el

conde del Asalto lo tienen en

cuenta, pero alegan que “todos

sus contornos y el terreno inter-

medio son llanos descubiertos

y barridos de los fuegos de la

Plaza y Ciudadela” y que “su fin

es tan pío y laudable”25.

La Corte pide el informe del

Director y Comandante Silves-

tre Abarca, que opina “que de

ninguna manera conviene per-

mitir el aumento de la Capilla,

y oficinas, … hallándose este

edificio comprendido en la dis-

tancia de 1500 varas, que han

24 “Proyecto de la Capilla qe Jayme Coromina, y otros devotos desean construir en el Cimenterio Campo-Santo estable-

cido extramuros de esta Plaza de Barzelona.” “Plano del Terreno llamado vulgarmente de la Granota extramuros de la

Plaza, y Ciudadela de Barzelona, en el qe se estableció el Cimenterio Campo-Santo de esta Ciudad.” – AGS, M. P. y D.

X-44. G.M., leg. 3327. 25 Carta del conde del Asalto a Miguel de Múzquiz, Barcelona, 5/8/1780 – AGS, G.M., leg.3327.

Fig. 05_ Proyecto de la capilla del

cementerio situado a extramuros

de la ciudad de Barcelona. Francis-

co Llobet, Barcelona, 31/7/1780.

Page 205: Libro ilustra cat02

205

de quedar francas, y desem-

barazadas para que la artillería

de la plaza domine, y descubra

toda la campaña, aun la actual

no se debería tolerar, a no ser

tan antigua su fundación, y tan

piadoso su fin, porque ofre-

ciendo la naturaleza del terreno

tanta ventaja para la defensa,

no se debe ésta disminuir vo-

luntariamente con semejantes

edificios”26.

Se acepta como bueno este in-

forme y no se da permiso para

la remodelación y ampliación de

la capilla27.

� Proyecto de remodelación

urbanística en Figueres

Llobet trabaja en otro proyecto

de remodelación urbanística en

la villa de Figueres. De él exis-

ten dos planos fechados el 21

de junio de 1783 y el 5 de enero

de 1784, en Barcelona.

En este “Plano de la Villa de

Figueras en que se propone

la distribucion, y direccion de

Calles en el aumento que ac-

tualmente se haze de Casas,

y que en lo succesivo podra

seguirse lograndose por este

26 Carta de Silvestre Abarca a Miguel de Múzquiz, Madrid, 17/8/1780 – AGS,

G.M., leg.3327.27 A la entrada de los franceses, este cementerio, que se conoce como el “Ce-

mentiri del Bisbe” por su fundador, queda prácticamente arrasado y es en 1819

que el arquitecto Antonio Ginesi construye uno de estilo neoclásico. Ha llegado

a nuestros días con sucesivas ampliaciones y hoy se le conoce por el “Cemen-

terio del Poblenou” o del “Este”.

Fig. 06_ Proyecto de remodelación

urbanística en Figueres. Francisco

Llobet, Barcelona, 5/6/1784.

Page 206: Libro ilustra cat02

206 medio que en algunos años

sea la Poblacion de las mejo-

res, mas comodas, y Ermosas

del Principado de Cathaluña.”28

Podemos resaltar, como puntos

importantes de la propuesta,

la determinación de unas vías

preferentes —la que lleva a la

fortaleza, la que costea la riera,

la calle del Hospital dirección

a Girona y el camino a Vilaber-

trán—, la previsión de una plaza

de suficientes dimensiones

en la que realizar el mercado

semanal, la ampliación de la

Iglesia y la demolición de una

serie de construcciones para

posibilitar la realización del

proyecto.

� Proyecto de abasteci-

miento de aguas en Lleida

Fechado el 23 de septiembre de

1784, Llobet firma un proyec-

to29 para llevar las aguas de la

acequia mayor a la ciudad. La

documentación complementa-

ria consiste en unas reflexiones

sobre el acueducto que se debe

construir.

� Remodelación urbanísti-

ca de un sector de la ciudad

de Lleida

También del mismo año que el del

proyecto anterior, 1784, existe un

plano30 firmado por Llobet sobre

un proyecto urbanístico en la plaza

de Boteros, una zona de la ciudad

de Lleida que comprende la parte

de muralla entre la antigua iglesia

de San Martín y la puerta de Bote-

ros, hasta el cuartel de Pilatos.

En realidad este proyecto es de

Pedro Martín Zermeño, elaborado

en julio de 1770 y aprobado por

la Corte. Aunque no se ha hallado

información escrita sobre él, pa-

rece que Francisco Llobet retoma

el proyecto, copiando los planos

originales.

Parece que tampoco se llegan a

empezar las obras porque más

adelante, en febrero de 1792, en-

contramos otros planos sobre el

mismo tema firmados por el inge-

niero Antonio López Sopeña, que

asume la Dirección del Principado

después de Llobet.

28 Barcelona, 21/6/1783 – SGE, nº 613. El plano fechado el 5/1/1784 es igual que el anterior, pero en él se especifica que

el proyecto ha sido aprobado por el rey. IHCM, 9486, G-2-105, 0447139. 29 “Plano de la Plaza de Lerida y sus Contornos” – AGS, M. P. y D. I-20. G.M., leg. 3328. 30 “Plano de la Plaza de Boteros de la Ciudad de Lerida distribuido en calles y casas a beneficio del vecindario, deviendo

acudir por el correspondiente establecimiento ò concesión emphiteutica a favor de S.M.”.

En la parte inferior de la explicación: “Barzelona 18 de julio de 1770. / Es copia del Proyecto Original aprobado por los

Ses. Comandte. Genl., Yntendente, è Ingo. Director, en el año de 70. Barna 19 de Agto. De 1784 / Dn.Franco. Llobet”,

Barcelona, 19/8/1784 - IHCM, 2387, A-29-1, 011/238.

Fig. 06_ Mapa del reino

de Sevilla. Francisco Llobet

y Tomás López. 1781.

Page 207: Libro ilustra cat02

207

� Mapa de Sevilla

Hay que citar, finalmente, un

mapa de Sevilla31 en el que el

nombre de Llobet va acompaña-

do por el del cartógrafo Tomás

López32. Seguramente este le-

vantamiento del Reino de Sevilla

lo debe haber realizado Llobet

en 1748, durante su estancia en

dicho Reino, y forma parte de

alguna de las importantes obras

realizadas por Tomás López.

Además de todos los proyec-

tos que hemos expuesto, en la

Dirección se trabaja en el manteni-

miento de todos aquellos edificios

a su cuidado, como cuarteles,

murallas, baluartes, fuertes…, y

en las reparaciones que se con-

sideren necesarias. También hay

elementos singulares que necesi-

tan un cuidado especial, como la

31 “SEVILLA REGNUM in suos Archiepiscopatus Episcopatus et Praefecturas divisum per Franciscum Llobet et Thom.

Lopez delineatum altisque subsidice consadatum a F.L. Güssefeld Demio per Homantimos Meredes editium 1781.

C.P.S.C.”- IHCM, 2685, B-4-11, 014/137.32 Este cartógrafo español nace en Madrid en 1730 y muere, en la misma ciudad, en 1802. Estudia en la Academia de

San Fernando, obteniendo en 1752 una pensión que le permite trasladarse a París para estudiar allí cartografía y graba-

do. Después de estudiar con maestros de gran renombre y seguir algunos cursos en el Colegio de las Quatre-Nations,

vuelve a España en 1760. Se dedica a la producción de obras de carácter geográfico. En 1764 se le nombra individuo

de mérito de la Academia de San Fernando. Algunas de sus obras más sobresalientes son; Atlas Geográfico de España,

un Mapamundi, Mapas de España, Europa, Asia, África, América, Alemania, Portugal, Islas Canarias y Bohemia, el Atlas

Geográfico de la América Septentrional, dos Atlas elementales de Geografía antigua y moderna, un Plano de Madrid y

Principios geográficos aplicados al uso de los mapas.

Page 208: Libro ilustra cat02

208 Ciudadela y la fortaleza de Mont-

juïc, en Barcelona, y la plaza de

San Fernando, en Figueres, que

se manifiesta en la elaboración

periódica de relaciones indivi-

duales, que se agregan a las

generales.

Vida privada

Francisco Llobet contrae matri-

monio en Madrid con Isabel, hija

del Brigadier Alejandro Litieri,

en abril de 1742, con la que tie-

ne cinco hijos Antonia, Rafael,

Manuel, María Francisca y Juan

María. Rafael y Manuel siguen

los pasos de su padre, entran-

do en el Cuerpo de Ingenieros

después de haber estudiado en

la Academia de Matemáticas de

Barcelona y Juan María sirve en

el arma de Infantería.33

Cuando Llobet se traslada a

Barcelona como Director de

Ingenieros le acompañan su

esposa, seguramente ya muy

enferma, y sus hijos Antonia y

Manuel. De sus otros hijos sa-

bemos que Rafael se encuentra

destinado en Cartagena, aunque

en 1776 pasa a Barcelona y el

año siguiente a Extremadura a la

espera de su próximo destino en

América, Juan María sirve en In-

fantería y María Francisca se ha

casado.

La familia se instala, posiblemen-

te nada más llegar, en un piso

del número cincuenta de la calle

Santa Ana34. El mismo año de su

llegada a Barcelona, muere su

esposa Isabel35.

Durante este último período de

su vida, Llobet reitera sus car-

tas, acompañadas de extensos

memoriales, pidiendo ascensos,

su sueldo completo o subsidios

para poder llevar dignamente su

cargo de Director de Ingenie-

ros del Principado. Le preocupa

mucho la situación en que pue-

de quedar su única hija soltera,

Antonia, si él se muere, por lo

que solicita también una pensión

para ella.

Al año siguiente de su llegada a

Barcelona pide que se le con-

ceda el cargo de gobernador de

Tortosa o de Mataró36, a la que se

le contesta, ambiguamente, que

“a su tiempo” se hará presente al

rey su solicitud37. Vuelve a escri-

bir al conde de Ricla, a principios

de 1776, pidiéndole alguna ayu-

da, haciéndole notar que se halla

en una situación “infeliz”, acaba

de salir de una larga enfermedad

y su paga asciende solamente a

2340 reales de vellón mensua-

les38. Pero a primeros de febrero

los desvelos de Llobet se ven

recompensados: recibe la notifi-

cación de que se le ha propuesto

33 Rafael y Manuel nacen respectivamente en 1748, en Sevilla, y en 1752, en La Coruña. Ingresan en la Academia en 1767,

el primero, y 1770, el segundo. Como la mayoría de los discípulos tienen ya conocimientos básicos de matemáticas,

aritmética y geometría, así como de dibujo. Han aprendido al lado de su padre, al que, según sus propias palabras, han

ayudado como delineantes.

Rafael supera sus estudios con más brillantez que su hermano. Ambos ingresan en el Cuerpo a los 28 y 27 años y tra-

bajan en la Península hasta ser destinados a Ultramar, a Nueva España y concretamente al Yucatán, en 1787, Rafael, y

a Venezuela, en 1804, Manuel.34 Conocemos estos datos por las Libretas de Comunión de la parroquia de Santa María del Pi.

La calle de Santa Ana pertenece al barrio cuarto, el Pino; empieza en la Rambla y desemboca en la plaza de Santa Ana,

Toma su nombre de la Colegiata que existe en la misma calle, levantada por los canónigos de San Agustín en el año 1141.35 En la hoja número 12 del libro de “OBITS de 1774 a 1790”, de la Parroquia de Santa María del Pi, leemos que Isabel

Litieri muere el 27 de septiembre de 1774. 36 Carta de Francisco Llobet al conde de Ricla, Barcelona, 9/9/1775 – AGS, G.M., leg.3079. 37 San Ildefonso, 23/9/1775 – AGS, G.M., leg.3079.38 Barcelona, 31/1/1776 – AGS, G.M., leg.3558.

Page 209: Libro ilustra cat02

209para la Cruz pensionada de la Or-

den de Carlos III39.

Por la documentación encontra-

da sabemos que, a la petición

del marqués de Grimaldi, para

que se le proponga “dos sujetos

de méritos y circunstancias re-

comendables”40, se le da, en una

segunda propuesta, los nombres

de Pedro de Lucuze y Francisco

Llobet, para que se escoja uno.

Aunque se establece una duda

ante los servicios de mayor im-

portancia por parte del primero,

la mayor antigüedad en el Cuer-

po de Llobet le hace merecedor a

la recompensa.

Francisco Llobet tiene que estar

satisfecho de haber sido elegido,

ya que la obtención de la Cruz le

representa no solamente el reco-

nocimiento oficial de sus méritos

sino que además una pensión

anual de 4000 reales de vellón.

Para cumplir con los requisi-

tos, según el artículo XXXIV de

los estatutos de la orden, debe

presentar los documentos que

acrediten su buena vida y su

limpieza de sangre hasta sus

bisabuelos paternos y maternos.

Pero los documentos que hace

llegar al Secretario de la Orden

se consideran insuficientes, aun-

que Llobet se disculpa alegando

que “las circunstancias de ser mi

familia oriunda de la villa de Per-

piñán de haberse trasplantado a

esta Provincia en el siglo pasa-

do con aquellas turbaciones, de

haberse estas continuado en los

principios del presente, de haber

sido entonces repetidas en Cata-

luña las Guerras y los extravíos

de Papeles, de no haber cuidado

ninguno de los míos de la Custo-

dia de los suyos, y la de mi larga

ausencia de esta mi Patria luego

después de la muerte de mis Pa-

dres con el motivo del servicio de

S.M. desde mis primeros años,

han frustrado todos mis conatos

y no me han permitido verificarla

sino por medio de una Informa-

ción que he hecho recibir por

ante el Alcalde de mi Cuartel con

citación del Síndico Procurador

General y del Síndico Personero

del Común”41.

Hay un intento por parte del con-

de de Ricla de que se acepten

como pruebas los documentos

que ha podido reunir Llobet, ha-

ciéndolos pasar directamente

al conde de Floridablanca, pero

es inútil, ya que no se admite la

documentación.

A finales de 1777 Llobet ya da

por sentado que no se le conce-

de la Cruz y vuelve a escribir a

la Corte pidiendo para su hija y

para él mismo42. No se le atiende

y, como máximo, obtiene la con-

testación, con respecto a su hija,

que en caso de que falte el rey la

amparará.

Retiro y fallecimiento

En diciembre de 1784 se con-

cede a Llobet el retiro. Tiene 79

años y su salud es precaria. Si-

gue viviendo, junto a sus hijos

Manuel y Antonia y su nieta Ma-

nolita, en el número 50 de la calle

de Santa Ana.

El 5 de diciembre de 1785, el

conde del Asalto escribe a la

39 Carlos III funda esta orden el 19 de septiembre de 1771, en acción de gracias por el nacimiento del infante Carlos Cle-

mente, hijo del Príncipe de Asturias. Su gran maestre es el rey y se pone bajo la advocación de la Inmaculada Concepción

de María. Se crean dos clases de caballeros los grandes cruces y los pensionados, cuyo número asciende a sesenta y

a doscientos, respectivamente. El objeto de la nueva orden es premiar a los individuos que se hayan significado por su

mérito personal o por su adhesión al rey. 40 AGS, Ex. Pers., LLOBET, Francisco.41 Carta de Francisco Llobet al conde de Ricla, Barcelona, 30/8/1777 – AGS, Ex. Pers., LLOBET, Francisco.42 A finales de 1779 pide que se le confiera el empleo de Director Comandante General del Ramo de Academias, vacante

por fallecimiento de Pedro de Lucuze.

Page 210: Libro ilustra cat02

210 Corte notificando el fallecimiento

de Francisco Llobet “a la una de

la noche anterior”43.

En el Libro de Defunciones de la

parroquia de Santa María del Pi,

leemos:

“Dezbre de 1785 … Die 6 Sepra

de Beft. de 12 Atxas el Cos de

Sor Don Franco Llobet Mariscal

de Camp del Rls Exs de S. Ma

esta al cr de St Anna Dormit al

Convt. Del Bon Succes”44.

NOTA

Se ha optado por transcribir las citas actualizando la ortografía.

SIGLAS UTILIZADAS

AH COAC Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Catalunya

(Barcelona)

AGS Archivo General de Simancas (Valladolid)

ASMP Archivo de Santa Maria del Pi

IHCM Instituto de Historia y Cultura Militar (Madrid)

MN Museo Naval (Madrid)

SGE Servicio Geográfico del Ejército (Madrid)

Ex. Pers. Expediente Personal

G.M. Guerra Moderna

leg. legajo

M.P. y D. Mapas, planos y dibujos

43 Carta del conde del Asalto a Pe-

dro de Lerma, Barcelona, 5/12/1785

– AGS, Ex. Pers., LLOBET, Francisco.44 ASMP, defunciones, Vol. 161 – In-

dex Fol. 307.

Fig. 07_ Fachada de la Parroquia

de Santa Maria del Pi. Barcelona.

Page 211: Libro ilustra cat02

211

Page 212: Libro ilustra cat02

212 MILITARES E INGENIEROS: LOS BERANGER

Page 213: Libro ilustra cat02

213

Mª Carmen Navarro Los cambios que se habían opera-

do en el arte de la guerra en Europa

a lo largo de los siglos XV y XVI,

sobre todo con el uso generaliza-

do de la pólvora y el desarrollo de

la artillería, pusieron en evidencia

la ineficacia de las fortificaciones

existentes hasta entonces. Éstas

habían quedado obsoletas y era

necesario adaptarse a los nuevos

sistemas de ataque. Así aparece

en el campo de la defensa militar,

un nuevo concepto de fortifica-

ción que hoy conocemos como

fortificación moderna o fortifica-

ción abaluartada.

A partir de entonces fue necesario

que los constructores de forta-

lezas tuvieran una preparación

especializada y al mismo tiempo

que poseyeran experiencia en ac-

ciones de guerra. Por otra parte,

la gran movilidad de la tropa en

las operaciones militares exigía de

estos profesionales ser expertos

en los levantamientos topográfi-

cos, en la proyección de caminos,

en el diseño de puentes y en el

acondicionamiento de puertos.

Como dice J. López Muiños, era

evidente que la preparación de

los especialistas para enfrentar

y resolver esta amplia problemá-

tica, no podía descuidarse, sino

ser objeto de esfuerzos especia-

les, distintos de los necesarios

para formar arquitectos. El ca-

rácter mismo de profesión liberal

adquirido por la Arquitectura no

se ajustaba a la disciplina y ex-

periencia de campo que la guerra

imponía. Es así como nació la

Ingeniería Militar, que a su vez

engendró más tarde la Ingeniería

Civil1.

Hasta el siglo XVIII, y para atender

a sus necesidades defensivas, la

Corona española reclamó a inge-

nieros italianos, por ser los más

experimentados. Más adelante

se fueron añadiendo ingenieros

flamencos y junto a éstos fueron

adquiriendo conocimientos los

1 LÓPEZ MUIÑOS, J.: Algunos aspectos de la Ingeniería militar española y el

cuerpo técnico, Madrid, 1993, p. 27.

Page 214: Libro ilustra cat02

214 primeros ingenieros españoles.

Sin embargo, los ingenieros mi-

litares, además de ser escasos,

se podrían considerar hasta ese

momento como unos funciona-

rios que no formaban corporación

ni tenían un centro de dirección ni

de instrucción común. Este pa-

norama cambió cuando estalló la

Guerra de Sucesión española que

trajo consigo el advenimiento de

los Borbones.

Como es sabido, el Cuerpo de

Ingenieros Militares fue creado

por Jorge Próspero de Verboom

a instancias de Felipe V. De igual

modo, el monarca le encargó

al mismo Verboom elaborar un

proyecto para formar ingenieros

militares que dará origen a la crea-

ción de la Real y Militar Academia

de Matemáticas de Barcelona.

Lo que precipitó la organización

de ambas instituciones fue, entre

otros motivos, la confluencia de

la guerra de Cataluña, la campa-

ña de Portugal y la experiencia de

la Academia de Flandes, hechos

y acciones acaecidos en la pri-

mera década del siglo XVIII. Las

campañas militares mencionadas

evidenciaron una vez más la ne-

cesidad de contar, por un lado,

con un cuerpo especializado en

ingeniería militar, y por otro, de un

centro de formación para estos

profesionales.

Antes de que se organizaran los

dos organismos, Felipe V resolvió

estas deficiencias con la colabo-

ración, entre otros, de ingenieros

franceses, muchos de los cuales,

una vez finalizada la Guerra de

Sucesión, quedaron al servicio de

España. A partir de aquí, la vincula-

ción con la escuela de fortificación,

y particularmente con los postula-

dos de Vauban, fue evidente.

Este fue el caso de Carlos de

Beranger y Clavia, ingeniero mi-

litar francés que llegó a Cataluña

formando parte de las tropas bor-

bónicas. Su hijo, Carlos Beranger

y Renaud, nacido ya en Barcelo-

na, fue un alumno de la Academia

de Matemáticas de Barcelona.

Los dos constituyen uno de los

muchos ejemplos que se dieron

en los difíciles comienzos de am-

bas instituciones.

Carlos Beranger y Clavia

La familia Beranger perteneció a

un linaje noble originario de Nor-

mandía (Francia) ”equivalente

a los caballeros hidalgos espa-

ñoles”, con casa solar en Ruán,

ciudad en la que nació Carlos

de Beranger y Clavia el 10 de

mayo de 1698. Fue hijo del capi-

tán de infantería Juan Beranger,

agregado al Estado Mayor de la

guarnición de la misma ciudad de

Ruán, y de Catalina Clavia2. Car-

los Beranger ingresó muy joven en

el ejército francés como ingeniero

voluntario e inició su aprendizaje

en la Guerra de Sucesión españo-

la formando parte del ejército que

apoyaba a Felipe V frente al archi-

duque Carlos, que había fijado su

Corte en el Principado catalán.

En Francia no existían acade-

mias militares de ingenieros, por

lo que la preparación profesional

era sustituida, en la mayoría de

los casos, por la transferencia de

conocimientos de los oficiales a

sus hijos, siguiendo el modelo de

tradición artesanal en la que la

familia asumía un decisivo papel

trasmisor de la profesión paterna.

En otros casos los futuros inge-

nieros adquirían conocimientos y

experiencia en asedios a plazas

fuertes durante las contiendas

bélicas y participando en las

reconstrucciones una vez resta-

blecida la paz. Así pues, Carlos

Beranger comienza su adiestra-

miento en el sitio de Girona desde

1710 a 1711, año en el que se

tomó la ciudad. Seguidamente,

también participó en el sitio de

Cardona y de Prat del Rey.

Acabada la guerra de Sucesión

y tras el matrimonio de Felipe V

con Isabel Farnesio se produ-

2 Archivo Histórico Nacional de Madrid. Órdenes Militares Santiago. Expediente 1007.

Page 215: Libro ilustra cat02

215ce un cambio de política que da

fin a la influencia francesa y el

comienzo de la política italiana

tendente a rescatar los estados

italianos perdidos como conse-

cuencia de la última guerra. Esto

suponía quebrantar los acuerdos

pactados en Utrecht y Rastadt y

un nuevo conflicto esta vez contra

la alianza de Inglaterra, Holanda,

Francia y Austria. Así, en agosto

de 1717, las tropas españolas se

apoderaron de Cerdeña. Carlos

Beranger, y ya en calidad de Inge-

niero Ordinario, participó en esta

expedición destacándose por

su valor en los ataques de Caller

(Cagliari) y Castillo Aragonés y en

el bloqueo de L´Alguer (Alghero).

Su pertenencia al Cuerpo de In-

genieros se produjo directamente

en el año 17183, como era lo habi-

tual durante aquellos años, justo

cuando dicho cuerpo comenzaba

a configurarse en España.

Desde 1711, año en el que se

aprobó la creación del “Real

Cuerpo de Ingenieros Militares”,

hasta 1718, los ingenieros que se

fueron incorporando procedían

básicamente de Flandes, también

los había franceses e italianos y

algunos españoles que trabajaban

en la Península. En 1718, y como

consecuencia de las campañas

de Córcega y Sicilia, antes men-

cionadas, se produce una masiva

incorporación al Cuerpo de hasta

60 ingenieros, cifra importante te-

niendo en cuenta que en el citado

año el número que aparece en el

Escalafón General del “Memorial

de Ingenieros” era de algo más de

100 miembros. La mayoría de ellos

poseían experiencia y, como en el

caso de Beranger, ya venían pres-

tando servicios desde años atrás4.

Estos primeros años fueron difí-

ciles para los primeros ingenieros

que ingresaron en el cuerpo ya

que se produjeron conflictos de

competencias entre los diferentes

cuerpos militares. El Cuerpo de

Ingenieros carecía de una norma-

tiva o reglamento que explicitara

las funciones y competencias de

los integrantes del cuerpo. Para

resolver estos problemas apa-

rece la primera Ordenanza del

Cuerpo de Ingenieros el 4 de ju-

lio de 1718. Es muy posible que

Beranger sufriera estos avatares

iniciales ya que, a lo largo de su

vida profesional, se iba a encon-

trar con dificultades generalmente

de índole administrativa que, aun-

que con lentitud, se acabarían

resolviendo.

Cuando ingresó en el Cuerpo lo

hizo como Teniente e Ingeniero

Ordinario. En 1726, Beranger era

Ingeniero en Segundo y estuvo

destinado en Lleida dirigiendo las

obras de esta plaza. Formó par-

te, además, de una comisión de

cinco ingenieros nombrada por el

Capitán General de Cataluña para

elaborar el proyecto del canal de

Urgell.

Como es sabido, la construcción

de la Ciudadela de Barcelona

además de otras obras de infraes-

tructura y de adecuación al nuevo

sistema defensivo del Principado

supuso la movilización de nume-

rosos ingenieros. Prueba de ello

es el número sensiblemente supe-

rior de ingenieros destinados en el

Principado catalán si lo compara-

mos con el resto de las regiones

peninsulares5. Entre ellos figura

Carlos Beranger, que según tes-

timonio de Andrés de los Cobos,

Ingeniero en Jefe del Principado

durante estos años, “dio a cono-

cer su mucha inteligencia en la

Profesión”6. De estos años data

un plano de dos hojas, firmado

3 Instituto de Historia y Cultura Militar. Colección Aparici. Legajo 3096. Informe sobre Carlos de Beranger. Miguel Marín

al duque de Montemar.4 CAPEL, H., SÁNCHEZ, J.E. y MONCADA, O.: De Palas a Minerva, Barcelona, 1988, p. 31.5 Instituto de Historia y Cultura Militar. Colección Aparici. Tomo LVI. Legajo 3096.6 Archivo General de Simancas. Guerra Moderna 3076. Hoja de Servicios del Coronel en Jefe Dn. Carlos Beranger. 13 de

julio de 1745.

Page 216: Libro ilustra cat02

216

por Beranger, de un almacén de

leña situado cerca del Portal Nue-

vo de la ciudad condal.

En febrero de 1733, fue ascendido

a Ingeniero Jefe con el grado de

Teniente Coronel permaneciendo

en Barcelona hasta que fue

destinado, en noviembre del

mismo año, a la provincia de

Girona. Durante este año, realizó

los planos y perfiles del edificio que

se debía construir en Barcelona

para albergar los hornos de refinar

metales así como los proyectos de

los hornos para refinar el cobre. Ya

en su nuevo destino y desde finales

de 1733 a octubre de 1736, estuvo

encargado de las obras de las

plazas de Girona, Hostalric, Rosas

y Cardona. Por aquel entonces,

Miguel Marín era el Coronel e

Ingeniero Jefe que estaba al frente

de la dirección del principado de

Cataluña. Entre ambos militares

debió establecerse una relación de

amistad, puesto que, como se verá

más adelante, Beranger recurrió

a él para encomendarle a su hijo

Carlos, durante su formación

como ingeniero y para su ingreso

en el Cuerpo.

El trabajo realizado por Carlos

Beranger en la provincia de Giro-

na fue de cierta relevancia, si bien

antes realizó ese mismo 1733,

ocho planos del castillo de Cardo-

na. Más adelante, en 1734 y con

motivo de los daños causados

por las inundaciones, proyectó di-

versos planos de los diques de los

ríos Oñar y Ter además de los pla-

nos del baluarte de Santa María

y del Mercadal. Ejecutó, por otro

lado, diversos planos de la parte

de la plaza de Girona que incluía

los cuarteles y los pabellones de

oficiales de Gironella y de los Es-

tudios. En 1735, volvió a diseñar

otros planos de los diques de los

ríos Ter y Oñar. En 1736 siguió tra-

bajando intensamente en Girona,

donde realizó el plano y perfil de

la muralla de Santa María, levan-

tó varios planos del proyecto de

una garita para la plaza e hizo

Page 217: Libro ilustra cat02

217

diversos planos de los cuarteles

Nuevo y Viejo, con proyectos para

reedificar la fachada del comedor

del Cuartel Viejo debido a que es-

taban en un estado ruinoso. Hizo,

además, un plano del baluarte de

Santa María y diseñó un proyecto

para aumentar el cuerpo de guar-

dia en la puerta de Areny, próxima

al río Oñar. Por último, y fuera de

la ciudad de Girona, proyectó el

plano de la fachada del Cuartel

Nuevo de la plaza de Rosas.

En 1737, y antes de ser destina-

do a Mallorca, realizó el plano del

castillo del Calvario y castillo de

Montjuïc de Girona y el perfil, des-

de el fuerte del Condestable hasta

la muralla, de la ciudad gerunden-

se. Finalmente hizo un proyecto

para fortificar el recinto de la mu-

ralla antigua de Barcelona entre

los baluartes de Tallers y del Án-

gel. En octubre, Carlos Beranger,

como Ingeniero Jefe, es trasla-

dado a Mallorca donde tuvo que

hacer frente a las dificultades de

tipo administrativo antes mencio-

nadas, ya que presentándose ante

el Capitán General y el Intendente

no le reconocieron, en un princi-

pio, ni su traslado ni su ascenso,

alegando que no se había recibido

orden alguna. Ahora bien, en 1740,

y ya resuelto al parecer el posible

contratiempo, lo encontramos di-

rigiendo las obras que se estaban

Fig. 01_ BERANGER y CLAVIA,

Carlos: Plano del Almazen de leña,

Situado cerca del Portal Nuevo.

Barcelona y junio a 28 de 1731 (Ins-

tituto de Historia y Cultura Militar,

Madrid. Cartoteca Histórica).

Fig.02_ BERANGER y CLAVIA,

Carlos: Elevación del Cuartel de

los Ofiziales a la Isquierda de la

entrada de la Gironela. Gerona

y Julio a 23 de 1734 (Instituto de

Historia y Cultura Militar. Cartoteca

Histórica, GE-08-11).

Fig.03_ BERANGER y CLAVIA,

Carlos: Cuartel de los Estudios.

Gerona y Agosto 15 de 1734 (Ins-

tituto de Historia y Cultura Militar.

Cartoteca Histórica, GE-08-08).

Page 218: Libro ilustra cat02

218

Page 219: Libro ilustra cat02

219emprendiendo en las islas de Ibi-

za primero y de Mallorca después.

En la primera levantó los planos y

perfiles del frente del Arrabal, y en

Mallorca realizó un plano del puer-

to de Palma. Para entonces ya era

Coronel, ascenso que se le conce-

dió el 27 de enero de 1740.

En Mallorca tuvo que trabajar en

condiciones muy desfavorables,

puesto que en sus desplaza-

mientos, que eran continuos, no

disponía de caballo. Por otro lado

recibía el sueldo con mucho retra-

so, privándole de recursos para

sus viajes y el de sus subalternos7.

Aunque los sueldos de los inge-

nieros eran algo mayores que

los del resto de los militares de

otros cuerpos del mismo rango,

estaban obligados a anticipar los

gastos derivados de los viajes

que debían efectuar para super-

visar las obras que se ejecutaban

en su zona. De ahí que las recla-

maciones fueran numerosas por

parte de los ingenieros de las que

tampoco se salvó Beranger.

En 1743, y tras la firma del Segun-

do Pacto de Familia, la España de

Felipe V reforzó de nuevo su alian-

za con Francia, interviniendo en el

conflicto desatado en Europa con

motivo de la subida, a finales de

1741, al trono austríaco de la jo-

ven María Teresa.

Durante esta guerra, se organizó

una expedición conjunta franco-

española a Italia y en ella figuró

Carlos de Beranger, participan-

do en las marchas que hizo el

ejército desde Rímini a las forti-

ficaciones de Bondeno y de allí

hasta Bolonia.

Participó también en la batalla

de Campo Santo, en la que “se

comportó como oficial que es

de mucha honra, y de un valor

especial”8. Como consecuencia

de estas acciones, cayó herido y

quedó muy quebrantada su sa-

lud, debiendo regresar a España

para ser destinado seguidamente

a Valencia.

En 1749 vuelve a ser destinado

a Cataluña, pero tan sólo un año

más tarde ocupará el cargo de In-

geniero Director con el grado de

Brigadier en la ciudad de Valencia

para encargarse interinamente

de la dirección de esta plaza por

enfermedad de su titular, Carlos

7 Instituto de Historia y Cultura Militar. Colección Aparici. Tomo LVI. Legajo 3076.

Archivo Corona de Aragón. Caja 123.8 Archivo General de Simancas. Guerra Moderna 3076. Hoja de servicios de

Carlos de Beranger.

Certificación de Jaime Siere de Salas. Cuartel General de Gavi, 13 de julio de

1745.

Fig. 04_ BERANGER y CLAVIA,

Carlos: Proyecto de Nueva Garita.

Gerona 7 de junio de 1736 (Instituto

de Historia y Cultura Militar. Cartote-

ca Histórica, GE-09-17)

Page 220: Libro ilustra cat02

220

Desmaux. Permaneció en este

destino hasta su fallecimiento en

el año 1756.

En su testamento, Carlos Be-

ranger declaró haber contraído

matrimonio dos veces, la prime-

ra con Ana Renaud con la que

tuvo a su único hijo, Carlos Dio-

nisio Beranger. Al enviudar, se

casó, cuando estaba destinado

en Valencia, con Josefa Dusmet

de Balau, con la que no tuvo

descendencia9.

Básicamente Beranger intervino

en proyectos y obras de marcado

carácter militar, pero como mu-

9 Archivo Histórico Nacional. Órdenes Militares Santiago. Expediente 1007.

Fig. 05_ BERANGER y CLAVIA,

Carlos: Fachada del Quartel Viejo,

la qual representa la Ruina de su

frente lavado con color amarillo y

lo lavado de colorado es lo

que subsiste. Gerona a 11 de ju-

lio de 1736 (Instituto de Historia y

Cultura Militar. Cartoteca Histórica,

GE-08-20).

Fig. 06_ BERANGER y CLAVIA,

Carlos: Plano de la Puerta de

Areny. Gerona 13 de junio de 1736

(Instituto de Historia y Cultura Militar.

Cartoteca Histórica, GE-12-11).

Fig. 07_ BERANGER y CLAVIA,

Carlos: Fachada cuartel de Rosas.

Gerona 11 de julio de 1756 (Instituto

de Historia y Cultura Militar. Cartote-

ca Histórica, GE-14-18)

Fig. 08_ BERANGER y CLAVIA,

Carlos: Perfil Cortado Sobre la

linea puntuada A.B. Castillo del

Calvario. Gerona a 24 de Enero de

1737 (Instituto de Historia y Cultura

Militar, Madrid. Cartoteca Histórica,

GE-01-10).

Fig. 09_ BERANGER y CLAVIA,

Carlos: Proyecto del Angulo En-

trante entre los Baluartes de

Junqueras y Tallers. Barcelona y

Setiembre a 25 de 1737 (Instituto

de Historia y Cultura Militar, Madrid.

Cartoteca Histórica, B-13-09).

Page 221: Libro ilustra cat02

221chos de los ingenieros militares

de la época se le encomendó

también realizar obras civiles

como fueron los proyectos men-

cionados del canal de Urgell, los

diques de los ríos Oñar y Ter y el

del puerto de Palma.

En cuanto a su competencia

profesional dio muestra, se-

gún el informe de su superior

en Girona Miguel Marín, de

un certero conocimiento en la

teoría y práctica además de

desempeñar con gran acierto e

inteligencia todas las obras que le

fueron encomendadas.

Carlos Beranger y Renaud

En 1718, el mismo año que Car-

los Beranger y Clavia ingresó en

el Cuerpo de Ingenieros, contrajo

primeras nupcias en Barcelona

con Ana Renaud, natural de Bene-

lau (Países Bajos) e hija de Carlos

Renaud, Capitán del regimiento

de Zelanda. El matrimonio se ce-

lebró en la iglesia de San Pedro

de las Puellas y en septiembre

del año siguiente les nació su

único hijo, Carlos Dionisio Beran-

ger y Renaud, siendo bautizado

el 18 de septiembre de 1719 en

la catedral de la Ciudad Condal10.

Su familia, como ya sabemos,

era noble de origen francés tal y

como afirmarán los testigos que

figuran en su expediente para

ingresar como Caballero de la

Orden de Santiago, privilegio

que le fue concedido en 1773.

En este expediente se consta-

ta asimismo, cómo se trasmitía

la profesión militar de padres a

hijos, respondiendo al elevado

componente endogámico que

históricamente poseía el ejército,

en el que sus miembros contraían

matrimonio frecuentemente con

hijas de militares.

Como dice Joan Eugeni Sán-

chez11, en el ambiente de

inseguridad económica que ca-

racteriza el siglo XVIII y en la

tradición de la trasmisión familiar,

modelo de la sociedad preindus-

trial, la influencia paterna adquiría

una importancia relevante. Por

tanto, no nos debe de extrañar

que el único hijo de Carlos Beran-

ger y Clavia optara por la carrera

militar y por ingresar en el Cuer-

po de Ingenieros militares. Ahora

bien, el procedimiento de ingreso

directo, que fue el utilizado por

su padre, desapareció a partir

de 1733. Después de este año

fue preciso, no sólo pertenecer a

la institución militar, sino adqui-

rir conocimientos básicos como

matemáticas, dibujo y fortifica-

ción, disciplinas imprescindibles

para acceder a este restringido

grupo de especialistas dentro del

ejército.

Como es sabido, con la reapertu-

ra, a partir de 1720, de la Real y

Militar Academia de Matemáticas

de Barcelona y la creación poste-

riormente de las de Orán y Ceuta,

la formación de los aspirantes a

ingenieros debía efectuarse ne-

cesariamente en sus aulas. Por

consiguiente, Carlos Beranger y

Renaud debió realizar los estu-

dios obligados para acceder al

examen que le permitiera formar

parte del Cuerpo de Ingenieros.

De sus hojas de servicio se de-

duce que debió ingresar en la

Academia hacia 1734, es decir

cuando contaba 15 años, que

era la edad mínima exigida para

optar a una plaza de estudiante12.

Durante esos años, la institución

estaba atravesando una rees-

tructuración, tanto en los planes

de estudio como en la dirección

de la misma, debido al enfrenta-

miento que sostuvieron, por un

10 Archivo Catedral de Barcelona. Actas de bautismo, nº 16, pág. 161.11 SÁNCHEZ, J. E.: “La estructura institucional de una corporación científica: el Cuerpo de Ingenieros militares en el siglo

XVIII”, PESET, J. L. (coord.): Ciencia, Vida y Espacio en Iberoamérica, vol. II, Madrid, 1989, pág. 7.12 Archivo General de Indias. Lima 776. Hoja de servicios de mayo de 1766. Lima 776. Certificaciones de servicios hasta

febrero de 1767. Lima 1498. Hoja de servicios de septiembre de 1773.

Page 222: Libro ilustra cat02

222 lado, el Ingeniero General e Ins-

pector de la Academia Verboom

y, por el otro, el primer director

que tuvo la Academia, Mateo Ca-

labro. El primero era partidario

de una línea más tradicional que

trataba de combinar las virtudes

militares, como la disciplina y el

valor, con una práctica adecuada,

sobre todo en Dibujo y Fortifica-

ción. La idea de Verboom era, en

definitiva, militarizar la Acade-

mia supeditando a su autoridad

al director de la misma. Por el

contrario, Calabro, de formación

más ilustrada e innovadora, era

partidario de hacer buenos mili-

tares con una sólida preparación

científica. Por esta razón primó

los estudios de Matemáticas,

Álgebra, Cosmografía y Náutica.

Además, pretendía una autono-

mía y libertad que le permitiera

organizar libremente los estudios

del centro. Así, en noviembre

de 1735, Calabro se lamentaba,

ante el mismo Verboom, de que

los alumnos más capacitados

en la Academia eran los menos

atendidos en los Cuerpos donde

podían ser de mayor utilidad, cir-

cunstancia que no le sorprendía

“porque sus ascensos depen-

dían de Personas cuya fortuna

tal devieron a la ignorancia de los

españoles sobre las ciencias que

en esta Academia se enseñan”13.

Ante estas afirmaciones que Ver-

boom calificó de provocadoras,

dirigió inmediatamente una queja

ante el primer ministro Patiño en

la que expresaba la poca impor-

tancia que se le daba al Dibujo y

a las prácticas de Fortificación

mientras que el director de la ins-

titución solía “detener muchos

meses los Discípulos en el álge-

bra, que a más de no necesitarse

para el fin del establecimiento de

esta Academia, los disgusta de

forma que pierden el animo de

aprender”, además del “modo

tan indecoroso y disoluto con

que me manifiesta lo que en el

ha querido pretextar, sin verdad

ni fundamento alguno, solamen-

te por su mala intención, y por

que quisiera dirigir dicha Acade-

mia sin la intervencion de ningun

superior”14.

La arrogancia de Calabro y la

intransigencia de Verboom difi-

cultaron la elaboración de una

ordenanza definitiva para la

Academia. A este hecho y a las

reiteradas negativas de Calabro

a informar sobre los expedientes

de los alumnos, se acogió Ver-

boom para solicitar del entonces

Ministro de la Guerra, duque de

Montemar, su destitución como

director de la Academia, hecho

que se produjo el 14 de mar-

zo de 1738. Sin embargo, las

consecuencias de este enfren-

tamiento las sufrirían muchos de

los alumnos que durante esos

años asistieron a la Real Acade-

mia de Barcelona, la mayoría de

los cuales no lograron acceder al

Cuerpo de Ingenieros, objetivo

para el que se habían estado pre-

parando durante tres duros años.

Uno de estos perjudicados fue

Carlos Beranger y Renaud.

El plan de estudios propuesto

por Calabro en 1724 se compo-

nía de seis clases distribuidas en

tres años y es el que debió seguir

Carlos Beranger y tuvo como pro-

fesores al mismo Mateo Calabro

y a su ayudante, Pedro Lucuze,

que fue transferido en 1736, por

orden de José Patiño, de Orán

a Barcelona. Más adelante, en

1738, reemplazaría a Calabro en

la dirección de la Academia. El

francés Fernando La Sale impar-

tió dibujo pero fue sustituido a su

vez por el Ingeniero Extraordinario

Pedro Torbe, de origen flamenco,

que permanecería en la Academia

hasta 173615.

13 Archivo general de Simancas. Guerra Moderna 3012. Calabro al marqués de Verboom. Barcelona, 12 de noviembre de

1735.14 Íbid. Verboom a José Patiño. Barcelona, 19 de noviembre de 1735.15 TORNER, E.: “Datos para la Historia de la Real y Militar Academia de Matemáticas de Barcelona”, Memorial de Inge-

nieros, tercera época, tomo VIII, Madrid, 1891, pp. 5 a 9.

Page 223: Libro ilustra cat02

223Sobre el rendimiento de Carlos

Beranger como estudiante en la

Academia no se ha podido en-

contrar expediente alguno, pero

a través de certificaciones que

Beranger presentó para alegar

méritos sabemos que salió bien

instruido en ciencias matemáti-

cas, pues “redujo la teorica en

practica en barias Operaciones

que se pusieron a su cargo”16.

Por otra parte, debió simultanear

sus estudios sirviendo de Inge-

niero Voluntario a su costa por

orden del marqués de Verboom.

Estuvo, por tanto, completando

su formación junto al Coronel e

Ingeniero Jefe Miguel Marín, el

Capitán e Ingeniero en Segun-

do, Juan Amphoux, el Teniente

Coronel e Ingeniero en Segundo

Esteban Panon y, sobre todo, con

el Capitán e Ingeniero en Segun-

do Lorenzo Solís que destaca de

él “su bella Disposición para la

Ingeniería, que delinea mas que

medianamente bien, que sabe

construir Perfiles y elevaciones

que laba, demostrando la Lonta-

nanza, y posición de cada uno,

que se halla con solidos princi-

pios de Geometría, Especulatiba

y Practica, y suficiente Aritmetica,

que entiende fundamentalmente

la Trigonometría, Planimetría y Es-

tereometría, bien instruido de las

maximas y Reglas de la fortifica-

cion regular e irregular y entiende

con razon de Ciencia el uso, y

practica de la Plancheta y final-

mente muy aplicado y de buena

Conducta”17.

Finalizados los diferentes cursos

de la Academia, los estudiantes re-

cibían un certificado expedido por

el director y visado por el inspec-

tor, en el que se especificaba las

materias en las que había sobresa-

lido el alumno. Una vez obtenido

el título, los ya académicos podían

aspirar a ingresar en el Cuerpo de

Ingenieros o en el de Artillería. Los

que no lograban entrar en estos

cuerpos se restituían a sus regi-

mientos donde debían explicar a

los demás una hora diaria de las

matemáticas que hubieran apren-

dido en la Academia18.

Carlos Beranger optó, como la

mayoría de los alumnos de la ins-

titución, por ingresar en el Cuerpo

de Ingenieros. Ahora bien, el paso

desde las academias al Cuerpo no

era automático, ya que una vez

finalizados los estudios debían

participar en un examen público

para ocupar una plaza y éstas eran

muy escasas. Tal como demuestra

J. E. Sánchez, la media de ingre-

sos en el Cuerpo fue de 10 por año

en tanto que el número de alum-

nos de la Academia de Barcelona

era de 60 por clase y curso19.

Se encuentran numerosos casos

de intentos fallidos para acceder

a una plaza de ingeniero, como

es el pretendiente francés Bardet

de Villeneuve, que incluso pre-

sentó un cañón de su invención

y planos de fortificaciones, pero a

pesar de ello no fue admitido por

estar, en el año 1739, completo el

Cuerpo de Ingenieros. Otro caso

significativo fue el de Francis-

co Berdoya, que debió estudiar

en la Academia durante los mis-

mos años de Beranger y que no

aprobó el examen a pesar de sus

buenas calificaciones “a causa de

las novedades entre Dn. Mateo

Calabro y el Ingeniero General, y

en aquella ocasión no los quiso

dar a nadie”20. Probablemente a

16 Archivo General de Indias. Lima 776. Certificado de Pedro Superbiela, Brigadier e Ingeniero Director. Madrid, 19 de

enero de 1754.17 Ibíd.18 Archivo General de Simancas. Guerra Moderna 3830. Ordenanza e instrucción para la enseñanza de las Matemáticas

en la Real y Militar Academia de Barcelona. San Ildefonso, 22 de julio de 1739. Artículo XXI. 19 SÁNCHEZ, J. E.: “La estructura…”, vol II, pág. 10.20 Archivo General de Simancas. Guerra Moderna 3006. Solicitudes de ingreso en el Cuerpo de Ingenieros de Bardet de

Villeneuve y Francisco Berdoya. 7 de septiembre de 1739.

Page 224: Libro ilustra cat02

224

21 Ibíd. Miguel Marín al marqués de Verboom, 15 de mayo de 1742.

Beranger le ocurrió algo similar

puesto que no logró ingresar por

medio del examen.

No obstante, por lo me-

nos hasta 1803, continuará

siendo posible la incorporación

directa por razón de la experien-

cia personal adquirida fuera de la

Academia, procedimiento reser-

vado a ingenieros extranjeros de

alta cualificación. En ocasiones

excepcionales existía la posibili-

dad de admitir en el cuerpo a hijos

de personalidades o técnicos dis-

tinguidos traídos por la Corona.

A esta última opción se acogerá

la familia Beranger ya que Carlos

Beranger hijo no consiguió ob-

tener plaza por el procedimiento

del examen, debido, no a su falta

de competencia, sino a las con-

diciones desfavorables que antes

hemos señalado.

Un requisito importante para ac-

ceder a la oficialidad en el ejército

era la ascendencia noble. Ade-

más, los hijos de militares tenían

la ventaja de ingresar como ca-

detes a una edad más temprana

que los hijos de una familia no

militar aunque ésta perteneciera a

la nobleza. En Carlos de Beranger

se dieron ambas condiciones. A

partir de aquí, su padre hizo uso

de sus relaciones para que su hijo

pudiera ingresar mediante el pro-

cedimiento directo. Así, en 1736,

y antes de que finalizara sus es-

tudios en la Academia, se produjo

un primer intento de ingreso en

el Cuerpo de Ingenieros por vía

directa, cuando Miguel Marín le

propuso para pasar de ingeniero

voluntario a extraordinario, pro-

puesta que no dio resultado a

pesar de haber servido más de

seis años como ingeniero. Sin

embargo, Beranger no renuncia a

la posibilidad de obtener plaza y

en 1742 lo intenta una vez más.

En esta ocasión será de nuevo

el Ingeniero Jefe y Director de la

plaza de Cataluña, Miguel Marín,

el que realice la petición al mar-

qués de Verboom. Marín envió al

Ingeniero General una relación de

ingenieros voluntarios y de aca-

démicos que habían concluido

sus estudios en la Academia de

Matemáticas y que según él esta-

ban capacitados para entrar en el

Cuerpo de Ingenieros. Entre ellos

figuraba Carlos Beranger, junto a

Juan Marín, hijo del propio Miguel

Marín. Se dio la circunstancia que

en ese momento el marqués de

Verboom estaba muy enfermo y

contestó la petición su hijo Bal-

tasar Verboom comunicando a

Marín que se atendería esta soli-

citud cuando su padre se hubiera

restablecido. Verboom murió en

1744 y la respuesta a esta pro-

puesta no debió efectuarse21.

Por otra parte, en la relación de

los alumnos de la Academia de

Barcelona que ingresaron en el

Cuerpo de Ingenieros durante

los años 1742 y 1743, no figura

ni el nombre de Beranger ni el de

Marín.

Carlos Beranger y Renaud, como

tantos alumnos formados en las

aulas de las academias de ma-

temáticas, tuvo que resignarse a

continuar su carrera militar en su

regimiento, si bien su preparación

cono ingeniero le permitirá inter-

venir en trabajos relacionados

con su formación matemática e

incluso ejercer de ingeniero en

cometidos de gran relevancia.

Beranger se incorporó en 1738

al Regimiento de Dragones de

Orán, donde permaneció duran-

te casi dos años como cadete

y ocho más como Alférez. Este

Regimiento fue disuelto el 31 de

diciembre de 1748. Por tal motivo

Beranger fue destinado al Regi-

miento de Dragones de Batavia,

a cuyo mando estaba Manuel de

Amat. En este Regimiento coinci-

dieron cinco años, los suficientes

como para que Amat conocie-

ra la profesionalidad y lealtad de

Beranger. Esta circunstancia va

a significar un giro importante

en su trayectoria militar. Cuando

posiblemente Beranger había re-

Page 225: Libro ilustra cat02

225

conducido su actuación dentro

del ejército, la relación con el que

sería virrey del Perú le va a llevar

a continuar su carrera en América,

donde finalmente podrá ejercer

como profesional de la ingenie-

ría, poniendo al servicio del virrey

Amat los conocimientos adquiri-

dos en la Academia de Barcelona

y como ingeniero voluntario.

Cuando en 1754 Manuel Amat

fue destinado a América, primero

como Gobernador y Capitán Ge-

neral de Chile y, más adelante, en

1761, como Virrey del Perú, fue

con la idea clara de servir a la po-

lítica de reformas iniciada por la

Monarquía Borbónica.

Dos de las tareas que con más

empeño llevó a cabo fue, una, la

reorganización de la defensa del

virreinato y, otra, la de acabar con

la crisis que arrastraba el sector

minero desde el siglo XVII, uno de

los pilares de la riqueza del Perú.

Para estas empresas Amat se ro-

deó de un grupo de ingenieros de

excepción. Algunos se encontra-

ban ya en América, como sería el

caso de José Antonio Birt; otros

como Juan Garlan, acudirán so-

licitados por el Virrey entre 1761

y 1762. Pero ante la escasez de

miembros del Real Cuerpo de In-

genieros no es extraño encontrar

el caso de profesionales como

Beranger, que sin pertenecer al

Cuerpo, fue reclamado por Amat

como tal, para que se hiciera cargo

de las fortificaciones de Valdivia.

Antes de este cambio tan tras-

cendental en su carrera militar,

Beranger había sido recomenda-

do por Jaime Miguel de Guzmán,

marqués de la Mina y Capitán

Fig. 10_ BERANGER y RENAUD,

Carlos: Proyecto del palacio para el

virrey en el Real Felipe del Callao.

Lima 2 de Mayo de 1762 (Biblioteca

de Cataluña. Manuscrito 400, 30)

Page 226: Libro ilustra cat02

226

Page 227: Libro ilustra cat02

227

22 Archivo General de Indias. Lima 776. El marqués de la Mina a Carlos de Be-

ranger y Clavia.

General de Cataluña, para que se

hiciera cargo, en 1752, del Pabe-

llón Real en el campamento de

Aranjuez, trabajo del que quedó

satisfecho el marqués tal como

así se lo hizo saber al propio pa-

dre de Beranger22.

Beranger llegó a América, ya

como Capitán, a finales de 1761.

Sin embargo, no fue a Valdivia,

como en un principio lo había dis-

puesto Amat, sino a Lima, pues

para entonces el Virrey estaba

más preocupado por las repara-

ciones que pretendía llevar a cabo

en el Real Presidio del Callao, por

la construcción de almacenes de

pólvora y por la fabricación de ar-

mamento. Por consiguiente, este

será el primer cometido que tuvo

que afrontar Beranger en el virrei-

nato del Perú. Así, en 1762, realizó

los planos y estuvo al frente de la

construcción de unos almacenes

de pólvora y pertrechos de debían

estar ubicados en uno de los ba-

luartes del recinto amurallado de

la ciudad de Lima, además de di-

rigir la fundición de balas de hierro

colado y de varios morteros para

granadas, piedras y bombas.

Otra intervención fue la del

puerto del Callao que se pue-

de considerar como la puerta

de Lima y era el más cómodo

y seguro de aquellas latitudes.

A partir de 1620 comenzó su

proceso de fortificación que

concluirá con la construcción

del más interesante recinto del

Pacífico tras el terremoto que

sufrió la zona en 1746 y que

arruinó casi completamente las

fortificaciones realizadas hasta

entonces. La fortaleza que se le-

vantó en su lugar, el Real Felipe

del Callao, es la más grande de

todas las construidas por Espa-

ña en sus dominios americanos.

Hasta la llegada de Amat al vi-

rreinato, sólo se alcanzó a

construir el cerco o muralla del

gran pentágono que había de

ser el fuerte. Faltaba, por tan-

to, mucho por hacer y el nuevo

Virrey emprendió las obras que

le darían su definitiva configu-

ración. Para ello, en 1763, Amat

ordenó a Carlos de Beranger y

a Antonio O´Brien como su ayu-

dante, que levantaran el plano

de las fortificaciones y los per-

files correspondientes de las

obras que se habían construido

hasta el momento.

En julio de 1764, Beranger fue

nombrado Gobernador y Super-

intendente General interino de

la villa y mina de Huancaveli-

ca. Este nombramiento supuso

Fig. 11_ BERANGER y RENAUD,

Carlos: Plano de la planta para la

nueva población de San Carlos de

Chiloé. Chacao a 6 de septiembre

de 1768 (Biblioteca de Cataluña.

Manuscrito 400, 1).

Fig. 12_ BERANGER y RENAUD,

Carlos: Plano del fuerte real de San

Carlos, en la punta del Tecque. San

Carlos a primero de febrero de 1770

(Biblioteca de Cataluña. Manuscrito

400, 1).

Page 228: Libro ilustra cat02

228

un importante reto, ya que la

mina de azogue de Huancaveli-

ca era esencial para amalgamar

la plata americana. Beranger

sustituyó al prestigioso mari-

no y científico Antonio de Ulloa

cuyo gobierno había dado lugar

a importantes conflictos. Beran-

ger tuvo que enfrentarse a un

gobierno complicado y difícil,

puesto que tuvo que lidiar con

una administración corrupta

y con los intereses de los mi-

neros. A pesar de todo, supo

realizar una labor técnica eficaz

y puso todo su empeño de dejar

la mina en buenas condiciones

para evitar una ruina que se

anunciaba como inevitable. En

1767, fue nombrado Goberna-

dor interino de la Isla de Chiloé,

última población o colonia de

los españoles en el Pacífico me-

ridional chileno.

Cuando Amat estuvo como Go-

bernador y Capitán General de

Chile durante los años 1755 a

1761, pudo percatarse del esta-

do de indefensión en el que se

encontraba la isla. En caso de

ser atacada no podría conseguir

refuerzos de Valdivia o Santiago,

ya que la comunicación por vía

terrestre, la más rápida, era muy

difícil e insegura debido a la ex-

trema belicosidad de los indios.

Page 229: Libro ilustra cat02

229

Por otro lado, la isla constituía

un enclave estratégico de rele-

vancia para controlar el paso del

estrecho de Magallanes y evi-

tar posibles asentamientos en

la zona por parte de potencias

extranjeras. Considerando estos

inconvenientes y habida cuenta

de que resultaba más operati-

vo enviar los suministros y todo

tipo de ayuda desde Lima, Amat

decidió, en 1767, separar la

provincia de Chiloé de la Pre-

sidencia de Chile y de su Real

Audiencia, para que dependiera

directamente de su mando y, de

este modo, poder abastecerla

con mayor rapidez.

De esta manera, Beranger se

convertiría en el primer gober-

nador de la isla y supondrá un

destino más acorde con su for-

mación, puesto que se le dieron

Fig. 13_ BERANGER y RENAUD,

Carlos: Descripción de las cos-

tas desde el puerto o boca de la

Campana. San Carlos, 1768 (Centro

Geográfico del Ejército, Madrid. Car-

toteca Histórica, Chile, 4-70)

Fig. 14_ BERANGER y RENAUD,

Carlos: Planos de la bahía del Rey

y puerto de San Carlos, del fuerte

del Príncipe, del fuerte de San Car-

los y mapa geográfico del canal

de Chacao. Chacao, 1768 (Centro

Geográfico del Ejército, Madrid. Car-

toteca Histórica, Chile 17-78)

Page 230: Libro ilustra cat02

230 órdenes precisas para reconocer

la isla y dirigir el proceso de for-

tificación y defensa23.

En primer lugar, y siguiendo

siempre las instrucciones dadas

por el virrey, fundó la ciudad de

San Carlos (actualmente Ancud)

en el antiguo puerto de Lapi –al

que cambió el nombre por San

Carlos en honor a su sobera-

no- que se encuentra en la parte

más septentrional de la isla y jus-

tamente en la entrada del canal

de Chacao. El puerto era uno de

los enclaves más estratégicos,

ya que desde este punto se con-

trolaba toda salida y entrada de

embarcaciones. Seguidamente,

diseñó y dirigió la construcción

del fuerte y la ciudad. Al mismo

tiempo, realizó un estudio por-

menorizado de las necesidades

defensivas tanto de la isla como

de la región que recopiló en su

interesante y valiosa Relación

Geográfica de la isla de Chiloé

y su archipiélago. En esta obra,

que presentó a la Corte en 1774,

tras su regreso de América, hizo

un estudio exhaustivo desde el

punto de vista geográfico ade-

más de presentar las obras tanto

civiles como militares realizadas

durante su gobierno. Todo ello

ilustrado con los consiguientes

planos y mapas.

Por otra parte, impulsó la orga-

nización de varias expediciones

marítimas para el reconocimien-

to de las costas próximas al

estrecho de Magallanes para

comprobar que no se hubieran

producido asentamientos por

parte, fundamentalmente, de

ingleses.

Los diez años de permanencia

de Carlos Beranger en América

al frente de comisiones de gran

responsabilidad y trabajando en

ocasiones en condiciones duras

y extremas acabaron por mermar

su salud y por tal motivo solici-

tó su regreso a España, traslado

que le fue concedido en 1772.

Tras su llegada a la Península,

Beranger fue requerido por la

Corona para realizar un informe

sobre las fortificaciones de Val-

divia, que elaboró en 1784. Ésta

es la última actividad como inge-

niero conocida hasta su muerte,

acaecida en Montmaneu, pro-

vincia de Barcelona, el 17 de

enero de 1792, cuando tenía 74

años y era Brigadier y Coronel en

el Regimiento de Dragones de

Villaviciosa.24

Descendencia

Carlos Beranger y Renaud, sa-

biendo que su estancia en

América iba a ser prolongada,

solicitó licencia para contraer

matrimonio, con Paula García

Amoroso, permiso que se le con-

cedió el 21 de octubre de 1760.

La ceremonia se celebró un mes

más tarde, en Morón de la Fron-

tera donde residía la familia de la

novia25. Al matrimonio Beranger

le nacieron tres hijos en Améri-

ca: Antonia, Justo José y Felipe.

Francisco, el cuarto y último de

los hijos, nació en Jerez de la

Frontera (Cádiz), el 24 de julio de

1775. Ninguno de sus hijos varo-

nes se inclinaron por la ingeniería

militar. Los dos mayores, Justo

José y Felipe, ingresaron en el

Cuerpo de Dragones, sentando

plaza en la clase de cadetes del

Regimiento de Sagunto, donde

su padre era Teniente Coronel en

el año 177726.

23 Archivo General de Indias. Lima 1498. Amat a Arriaga. Lima, 1 de abril de 1768.24 Archivo General Militar de Segovia. B-1841. Expediente matrimonial de Francisco Beranger García.25 Paula García Amoroso era hija de Fracisco García Amoroso, que había sido corregidor durante 34 años hasta su falleci-

miento en 1755. La madre, Felipa Martínez de Castilla, quedó viuda con tres hijos. Archivo General de Indias. Lima 1498.

Solicitud de permiso de matrimonio de Carlos Beranger.26 Archivo General Militar de Segovia. B-1841. Ricla a Eugenio Bretón. El Pardo, 14 de enero de 1777.

Page 231: Libro ilustra cat02

231Francisco, el menor de los hi-

jos, se decidió por ingresar en

la Armada, obteniendo el pase

en enero de 1790, después que

anteriormente hubiese presta-

do servicio en el ejército como

Subteniente del Regimiento de

Caballería de Lusitania. En 1806,

Francisco Beranger solicitó li-

cencia para contraer matrimonio

con su sobrina Asunción Ruiz

de Apodaca y Beranger, hija de

su hermana Antonia y de Vicente

Ruiz de Apodaca, emparentado

con el conde de Venadito, uno de

los últimos virreyes de Nueva Es-

paña. De este matrimonio nació

en 1824, José María Beranger y

Ruiz de Apodaca.

José María ingresó en la Armada

realizando, al igual que su padre,

una brillante carrera como marino

pero sobre todo destacó como

político. De ideología liberal, tomó

parte activa en la revolución de

1868, y al poco de triunfar ésta

se encargó en 1870, con Amadeo

de Saboya, de la cartera de Ma-

rina. Tras el breve paréntesis de

la Primera República, contribuyó

eficazmente a la formación de la

izquierda dinástica, que facilitó la

entrada en la monarquía de los

elementos democráticos, y des-

de entonces figuró como ministro

en diferentes gobiernos de Alfon-

so XII, tanto en los presididos por

Cánovas del Castillo como en los

de Sagasta.

Conclusión

Podemos observar, a modo de

conclusión, que la preparación

polivalente que poseían los inge-

nieros formados en las academias

militares del siglo XVIII, queda de

manifiesto, también, en el caso de

Carlos de Beranger y Renaud. Lo

hemos visto ejercer como inge-

niero, como geógrafo y político.

Ahora bien, no olvidemos que ante

todo era militar y esta circunstan-

cia se evidencia de un modo claro

tanto en su Relación Geográfica de

la Isla de Chiloé como en su infor-

me sobre las fortalezas de Valdivia,

donde se le ve más preocupado

por la cuestión estratégico-defen-

siva que por asuntos relacionados

con la construcción de los fuertes.

Finalmente, los Beranger consti-

tuyen dos ejemplos significativos

de los complicados comienzos

tanto del Cuerpo de Ingenieros

del ejército español como de la

Real Academia de Matemáticas

de Barcelona. El padre, formándo-

se con la experiencia, llegó a ser

un ingeniero destacado y recono-

cido, el hijo, con una formación

científica recibida en la Academia,

posiblemente más sólida que la

de su progenitor, no pudo acce-

der al Cuerpo tal como anhelaba

pero que, sin embargo, pudo llevar

a cabo una obra muy interesante

y valiosa durante su destino en

América.

Page 232: Libro ilustra cat02

232 RETAZOS BIOGRÁFICOS DEL INGENIERO MILITAR PEDRO DE LUCUZE (1692 – 1779)

Page 233: Libro ilustra cat02

233

Pedro Mora 

 “Deben anteponerse los 

nacionales a los extranjeros

( no obstante que entre éstos 

se hallan obras de grande repu-

tación, y dignas de traducirse a 

nuestro idioma), pues los tene-

mos excelentes en el Arte Militar; 

y porque los acontecimientos de 

la guerra en esta Monarquía son 

para nosotros ejemplares los más 

vivos, los más eficaces y los más 

instructivos “. 

Pedro de Lucuze

 

 

 

 

 

 

La Ilustración 

Cuando  la  cultura  de  la  Edad 

Media llegaba a su cénit, comen-

zaba en Europa un lento proceso 

intelectual  que  culminaría  en  el 

siglo XVIII.

En  la  Edad  Media,  la  Iglesia  era 

la  base  en  que  se  apoyaban  los 

razonamientos  vitales,  posición 

de  la que poco a poco  iba a ser 

desalojada  tras un  largo proceso 

secularizador.

Sería primero el Humanismo rena-

centista el que indicaría el camino, 

originando  que  a  mitad  del  siglo 

XVII  la  Iglesia  fuera perdiendo su 

suprema autoridad social, en gran 

parte debida a la Reforma protes-

tante  que  rompiendo  la  unidad, 

provocaría  el  establecimiento  de 

una  realidad  distinta  encuadrada 

en la libertad de conciencia.

Ello  ocasionaría  que  en  algunos 

países,  la  Iglesia  cayera  bajo  el 

dominio del Estado, situación re-

flejada  tras  la  Paz  de  Westfalia 

de  1648,  en  donde  entre  otras 

cuestiones  se  reconocieron  al 

calvinismo  y  luteranismo  como 

religiones oficiales. 

 

La Paz de Westfalia  

En  1648,  el  Tratado  de  Westfa-

lia,  se  convertiría  en  uno  de  los 

acontecimientos  decisivos  de  la 

historia  europea  y  mundial,  ya 

que  tras  su  firma,  aparecía  por 

vez primera un moderno  tratado 

multilateral  al  margen  del  Sacro 

Imperio Germánico. 

Se  hablaba  de  estados-nacio-

nes,  de  libertad  religiosa  y  de 

límites  internacionales,  protoco-

los cuya firma, haría que Francia 

saliera  ganadora  pese  a  jugar  a 

dos  bandas  en  la  Guerra  de  los 

Treinta Años.  La  intervención de 

Suecia  en  Alemania,  le  supuso 

consolidarse  al  menos  duran-

te  el  reinado  de  Gustavo  Adolfo 

como  potencia.  Las  Provincias 

Unidas  -Holanda-,  tras  años 

de  rebelión  fueron  reconocidas 

independientes. 

Fig. 01_ Retrato de Pedro Lucuze.

Page 234: Libro ilustra cat02

234 Por la otra parte, los Estados Pon-

tificios perdían parte de su poder al 

reconocerse el calvinismo y lutera-

nismo religiones oficiales; mientras 

tanto,  España  iniciaba  una  lenta 

decadencia, junto con Austria, tras 

las derrotas de la Liga Católica. 

A  partir  de  esos  momentos,  los 

conceptos patria y religión apare-

cerían separados. 

La  Paz  de  Westfalia  fue  firmada 

en contra de la Iglesia Católica, la 

cual,  pese  a  condenar  los  térmi-

nos  del  tratado  no  pudo  impedir 

que fuera aceptado. 

 

El Siglo de las Luces en España 

En  el  enorme  caudal  de  impor-

tantes  personajes  que  formaron 

parte en España de aquel  impor-

tante  momento  histórico  de  la 

Ilustración, intencionadamente he 

querido  relacionar  al  menos  por 

su  localización  territorial,  a  tres 

figuras señeras de nuestra rique-

za  patrimonial  conformada  en  la 

inteligencia  y  la  cultura  en  todo 

nuestro país. 

Aunque en este  trabajo he  trata-

do  de  resaltar  el  desarrollo  vital 

de una figura tan relevante como 

Pedro  de  Lucuze,  he  tropeza-

do  con  una  misteriosa  trabazón 

localista  junto  a  Lucuze,  la  de 

otros  dos  destacadísimos  per-

sonajes  asturianos  que  como 

Lucuze  son  personajes  referen-

ciales del Siglo de las Luces. Los 

tres acaparan espacios diferentes 

de  actuación,  los  tres  coinciden 

cronológicamente,  y  los  tres  en 

sus quehaceres respectivos, emi-

nencias  representativas  de  aquel 

importante  período  cambiante 

que fue la Ilustración en España. 

Vidas paralelas  

 � Marqués  de  Santa  Cruz 

de Marcenado

 

Nacido en 1684,  la vida de Álva-

ro de Navia Osorio más conocido 

como marqués de Santa Cruz de 

Marcenado,  aparece  estrecha-

mente  implicada  en  importantes 

acontecimientos  históricos.  Su 

nacimiento en Asturias, en  la pe-

queña  localidad  del  Puerto  de 

Vega  del  concejo  de  Navia  de 

Luarca, establece un vínculo acci-

dental con Pedro de Lucuze. 

El joven Álvaro, al igual que aquél, 

cursaba  estudios  de  letras  en  la 

Universidad de Oviedo, en la que 

se especializó en gramática latina 

y retórica, viéndose afectado por 

los  acontecimientos  que  tras  el 

fallecimiento en 1700 de Carlos II, 

iba a ser el inicio de unos graves 

acontecimientos  que  cambiarían 

no  sólo  el  destino  de  España  y 

Europa, sino también el del joven 

Álvaro.

El  desencadenamiento  en  1702 

de  los  acontecimientos  bélicos 

que  supusieron  la  invasión  de 

España por  los ejércitos coaliga-

dos  contra  Felipe  V,  alteraron  el 

proyecto de vida  iniciado por Ál-

varo  de  Navia,  quien  acudiendo 

al llamamiento real hecho al Prin-

cipado  de  Asturias,  le  motivó  a 

dejar sus estudios de retórica. 

Elegido  a  los  dieciocho  años 

Maestre de Campo del Tercio for-

mado en la capital de Asturias, le 

supuso  incorporarse  al  ejército 

al mismo  tiempo que  se alzaban 

los partidarios del Archiduque de 

Austria. 

“Incorporado  en  muy  temprana 

edad y con un regimiento levanta-

do a sus expensas, que aún sigue 

llevando  el  nombre  de  Asturias, 

participó en las campañas penin-

sulares de la Guerra de Sucesión, 

tomó  parte  brillante  en  la  con-

quista  de  Cerdeña  y  la  invasión 

de Sicilia, y tras un  largo período 

como embajador en Turín y París, 

que  aprovechó  para  sus  trabajos 

intelectuales, murió al fin frente al 

enemigo para defender la plaza de 

Orán”1.

1 Marqués Santa Cruz de Marcenado. “Reflexiones Militares”. Edición del Tercer Centenario. Madrid, 1984. p. 27

Page 235: Libro ilustra cat02

235En  esta  breve  referencia  biográ-

fica  son  de  destacar  la  riqueza 

cultural y personal que atesoraba 

este personaje en su contribución 

a las letras españolas. 

Acorde  con  los  nuevos  tiempos, 

el  marqués  de  Santa  Cruz,  con 

su  obra  Reflexiones  Militares,  se 

convirtió en príncipe de las letras 

militares,  materializando  en  su 

obra, la fusión de las armas y las 

letras. Publicada en 1724 en Turín, 

fue  pronto  traducida  al  francés. 

Como  diría  Rocquancourt  en  su 

conocida obra Cours Elémentaire 

d´Art et d´Histoire militaires, “En la 

época en que apareció la obra de 

Santa Cruz,no existía todavía nin-

guna tan profunda y tan completa, 

sobre todo para la parte filosófica 

del arte”. 

 

 � Benito Jerónimo Feijoo

 

Este  otro  insigne  asturiano  com-

partió  también  paisanaje  con 

Pedro  de  Lucuze  en  el  mismo 

período ilustrado. Nacido en Cas-

demiro  (Oviedo)  en 1676,  llegó a 

ser  como  erudito  español,  uno 

de  los  espíritus  más  universales 

de  su  tiempo,  y  por  ende  expo-

nente  del  racionalismo  ilustrado. 

Ingresaba  en  1690  en  la  orden 

benedictina  de  San  Julián  de 

Samos, doctorándose en el con-

vento  de  San  Vicente  de  Oviedo 

en donde ejerció el cargo de abad 

de 1721 a 1729, alcanzando más 

tarde el mandato de Maestre ge-

neral de su orden, y ser nombrado 

posteriormente  por  Fernando  VI 

miembro del Consejo de Castilla.

En  1726,  iniciaba  la  publicación 

de sus dos grandes obras enciclo-

pédicas: Teatro crítico universal (9 

volúmenes,  1726-1740)  y  Cartas 

eruditas y curiosas  (5 volúmenes, 

1742-1760). 

En sus escritos aborda los temas 

más  dispares,  recogiendo  y  co-

mentando  todas  las  novedades 

científicas y técnicas del momen-

to,  hechos  por  los  que  recibiría 

encendidas  y  acaloradas  críticas 

y  defensas  por  parte  del  mundo 

cultural  español.  Respondiendo 

a sus detractores en dos extraor-

dinarias  autodefensas,  consiguió 

que  el  propio  rey,  por  medio  de 

una pragmática, prohibiera que se 

impugnaran sus obras. Consiguió 

a través de su obra y personalidad 

el  que  obtuviera  el  reconoci-

miento  literario  de  toda  Europa. 

Personalmente,  se  proclamó  de-

fensor  del  teatro  clásico  español 

frente al neoclasicismo,  lo que  le 

hace  aparecer  como  un  teórico 

del prerromanticismo.

 

Retazos biográficos iniciales de Pedro de Lucuze 

Esta aproximación que he preten-

dido  establecer  entre  estas  dos 

grandes  personalidades  y  Pedro 

de Lucuze y Ponce, no es sólo por 

su afinidad de paisanaje y tiempo, 

sino  porque  entre  ellos,  existen 

una serie de aspectos que tienen 

mucho que ver con una trayecto-

ria personal basada en ejecutorias 

intelectuales,  epistolares  y  de 

aportaciones  bibliográficas.  Los 

tres en definitiva, son parte  iden-

titaria  del  interesante  y  variado 

panorama dieciochesco español, 

Pedro de Lucuze, en su ejecutoria 

militar, más centrada en  la ense-

ñanza militar, en la de tratadista y 

escritor, percibimos una personali-

dad en la que se conjugan trabajo, 

inteligencia y fuerte temperamen-

to que aparecen encuadrados en 

un alto valor intelectual. 

Este  hombre  a  quien  con  todo 

merecimiento  se  ha  considerado 

como sabio y virtuoso, al final de 

sus días mereció el reconocimien-

to debido, al alcanzar el grado de 

teniente general.

Nacido  el  21  de  noviembre  de 

1692, en la villa asturiana de Avi-

lés, era bautizado al día siguiente 

en  la  iglesia principal de  la  loca-

lidad con  los nombres de Pedro, 

Francisco y Tomás. 

Hijo  de  Tomás  de  Lucuze  -que 

ejercía en la localidad su profesión 

de  médico-,  y  de  María  Ponce  y 

Plaza,  ambos  pertenecientes  a 

“antigua y comprobada nobleza”, 

desde  sus  primeros  años,  dio 

Page 236: Libro ilustra cat02

236 muestras  evidentes  de  una  viví-

sima  comprensión,  privilegiados 

talentos y extremada aplicación a 

las ciencias.

Empezó sus estudios a edad muy 

temprana,  siguiendo  un  aprove-

chamiento  poco  común,  los  de 

latinidad,  filosofía,  letras  huma-

nas, estudios que no concluiría al 

pasar a la facultad de Teología de 

la  Universidad  de  Oviedo.  Hasta 

aquí todo parecía indicar, que sus 

padres  habían  decidido  encau-

zarle hacia la carrera de la Iglesia, 

pero como ocurrió en otros hom-

bres  célebres,  el  joven  Lucuze 

comprendió que allí no se colma-

ban sus aspiraciones.

Influido  por  su  espíritu  juvenil, 

sintió  una  irresistible  atracción 

hacia  la carrera de  las armas, en 

unos  momentos  especialmen-

te  alarmantes  para  España  tras 

estallar  la  guerra  de  Sucesión. 

Consecuente con lo que dictaban 

sus  propios  sentimientos,  a  los 

dieciocho  años  abandonaba  la 

carrera  iniciada,  y  el  1º de mayo 

de 1711 ingresaba como soldado 

en la Compañía Coronela del Re-

gimiento  de  Caballería  mandado 

por  Francisco  Pignatelli,  conti-

nuando  en  dicha  unidad  hasta 

el 14 de  febrero de 1716 en que 

por  reforma de dicho  regimiento, 

pasó a la Compañía mandada por 

Salvador  Salamanca  del  nuevo 

regimiento de Santiago refundido 

con el anterior. 

Al  carecerse  de  datos  oficiales 

sobre los servicios prestados por 

Lucuze durante los ocho años en 

que permaneció en dicha unidad, 

sólo  consta  que  estuvo  presente 

en  cuantas  acciones  participó  la 

misma, constando que resultó he-

rido en una de ellas, mereciendo 

de sus  jefes “las más honoríficas 

certificaciones”  cuando  salió  del 

referido Cuerpo.

Ello  ocurrió  el  1º  de  marzo  de 

1719, momento en los que Lucuze 

pasaba  a  la  Compañía  Españo-

la de Reales Guardias de Corps, 

sirviendo en  la Brigada mandada 

por Francisco Balanza, permane-

ciendo  en  la  misma  por  espacio 

de once años. 

En este  largo período de tiempo, 

en vez de malograrlo, en un  raro 

ejemplo  por  aprender  se  dedicó 

infatigablemente al estudio de las 

Matemáticas. 

Fueron  tan  sobresalientes  sus 

progresos  en  los  estudios,  que 

según  una  carta  del  ingeniero 

militar  Miguel  Sánchez  Taramas 

al  conde  de  Ricla,  manifiesta: 

“fue  a  un  mismo  tiempo  solicita-

do y promovido para los Cuerpos 

Facultativos  de  Artillería  e  Inge-

nieros, y optando por este último, 

obtuvo  sui  ingreso  en  él,  con  el 

empleo de Ingeniero Extraordina-

rio, equivalente al de Teniente, el 

1º de enero de 1730”2.

Sus  primeros  servicios  como  in-

geniero los prestó en la Dirección 

de  la  Costa  de  Granada,  donde 

por  Real  Orden  el  28  de  febrero 

de 1730, salió destinado. Aunque 

ignoremos  las  cuestiones  y  en-

cargos encomendados, sabemos 

que tras la conquista de Orán por 

el  conde  de  Montemar  el  1º  de 

julio  de  1732,  por  real  Orden  de 

27 de octubre de 1733 se le orde-

naba embarcar hacia el Peñón de 

Vélez de la Gomera. 

No debieron ser muchos los días 

que  allí  permaneció,  ya  que  tras 

una comunicación del gobernador 

de Málaga Juan Bernardo Doper-

ne  dirigida  al  Ingeniero  General 

marqués de Verboom, en solicitud 

de  que  Lucuze  fuese  trasladado 

(1736) a Málaga; pero poco tiem-

po después en ese mismo año se 

le trasladaba a Ceuta.

Estas  continuas  solicitudes  para 

contar con Lucuze en estos des-

tinos, prueba el prestigio que  iba 

acumulando. La experiencia y co-

nocimiento sobre aquellas plazas, 

bastantes años después, hizo que 

 2 Memorial de Ingenieros. Revista. 5ª Época, 28, 1911

Page 237: Libro ilustra cat02

237se  le  pidiera  un  informe  sobre  la 

conveniencia  o  no  del  abandono 

de  algunos  de  los  denominados 

presidios  e  islotes  de  soberanía, 

informe que prevalecería frente al 

criterio  abandonista  de  algunos 

altos cargos del Gobierno.

Pero no todo van a ser para Lucu-

ze motivos de honda satisfacción, 

también  sufrirá  alguna  que  otra 

importante contrariedad personal.

Será  precisamente  durante  su 

estancia  en  Ceuta,  cuando  ha-

bría de sufrir en carne propia, las 

consecuencias de los desarreglos 

administrativos  de  la  superiori-

dad. En aquella ocasión tuvo que 

aguantar el  retraso del abono de 

sus  sueldos,  lo  que  le  obligó  a 

recurrir  al  amparo  del  Gobier-

no  mediante  un  escrito  de  fecha 

23 de marzo de 1736. En el mis-

mo,  reclamaba  el  pago  de  nada 

menos  que  27  pagas  que  se  le 

debían,  y aunque  la superioridad 

dispuso  mediante  un  escrito  de 

fecha 3 de abril siguiente el abo-

no de dichos atrasos, lo cierto es 

que  la  Intendencia  de  Andalucía 

incumplió  el  mandato  alegando 

falta de caudales. 

Como es de suponer, los apuros 

económicos  de  Lucuze,  le  im-

pulsaron  de  nuevo  a  enviar  un 

escrito con fecha 9 de marzo de 

1737 a Casimiro Ustáriz en térmi-

nos  tan dramáticos como éstos: 

“Hoy me deben 32 pagas: ni ten-

go que comer, ni ropa que vender 

o empeñar, ni otro recurso que la 

piedad de V. S. S., de quienes es-

pero algún consuelo protegiendo 

mi justicia y hacienda y haciendo 

presente a S. M. tan  infeliz esta-

do,  consiguiendo  nueva  orden 

para que este  Intendente mande 

igualarme con los demás ingenie-

ros, dándome satisfacción de las 

sobredichas 27 pagas de 1734 y 

1735.  Si  fuese  mi  desgracia  tal, 

que  no  consiga  de  V.S.  alguna 

determinación,  me  veré  precisa-

do  a  solicitar  la  dimisión  de  mi 

empleo  para  tener  la  libertad  de 

mendigar, pidiendo por Dios una 

limosna, y será el premio de vein-

tiséis años de servicio sobre una 

continuada  tarea  y  aplicación  al 

estudio”3. 

El  extremo  planteamiento  de 

su  solicitud,  con  toda  hondura, 

es  una  desgarrada  denuncia  de 

una  lamentable  administración, 

una  crítica  al  silencio  y  pasivi-

dad en que estaba  instalada. La 

teatralidad del escrito, aparte de 

tratar  de  que  se  corrija  aquella 

lamentable  situación  en  que  se 

encontraba,  tiene  una  intencio-

nalidad  muy  directa  y  concreta 

hacia  la  administración  más  in-

mediata, a  la que denuncia ante 

la más alta superioridad. 

 3 Ibíd., p. 168-169 

Fig. 02_ Carta de Pedro

de Lucuze al Excmo.

Sr. D. Sebastián Eslaba.

Page 238: Libro ilustra cat02

238 Su forma de criticar con razón a la 

administración nos hace recordar 

a Cadalso, militar como él, coetá-

neo, escritor, patriota y crítico con 

el  entorno  que  parecía  no  haber 

entendido el sentido del Siglo de 

las Luces. 

Hay que advertir, que cuando di-

rigía esta solicitud, se encontraba 

ya  destinado  en  Barcelona,  tras-

lado  motivado  por  requerirse  su 

presencia  para  afrontar  el  que 

había de proporcionarle el mayor 

prestigio.  Su  gestión,  hasta  su 

muerte,  al  frente de  la Academia 

de  Matemáticas  de  Barcelona, 

ciudad a la que como tantos espa-

ñoles dedicó todos sus esfuerzos. 

 

Los ingenieros militares hasta final del siglo XVII  

Se  puede  afirmar  de  manera  ge-

neral,  que  la  formación  de  los 

ingenieros militares en España du-

rante  los  siglos  XVI  y  XVII  estuvo 

basada  en  la  práctica  del  oficio. 

Con  el  tiempo  se  fue  acrecen-

tando  la  idea de crear centros de 

estudios donde se formara a estos 

técnicos  igualmente  en  los  cono-

cimientos teóricos indispensables. 

Se  reclutaba  a  los  ingenieros 

entre  los  oficiales  que  tuvieran 

conocimientos e inclinación hacia 

las matemáticas y la fortificación, 

por  lo  cual,  generalmente  estos 

futuros  profesionales  eran  milita-

res, aunque en algunos casos se 

contrataban civiles.

Las  nuevas  academias  de  ma-

temáticas  estaban  formadas 

indistintamente  por  ingenieros  y 

artilleros, que con el  tiempo  iban 

decantándose  hacia  una  cierta 

especialización que les capacitara 

para  trabajos diferentes:  levanta-

miento  de  planos,  estrategia  de 

ataques  y  defensas  de  fortifica-

ciones y naturalmente haciéndose 

expertos en arquitectura militar o 

fortificaciones. 

Este fue el objetivo de la Academia 

de  Matemáticas  de  Madrid  creada 

por Felipe II en 1583, bajo la direc-

ción de Juan de Herrera, un centro 

que  trató  de  impulsar  el  estudio 

de todas  las ramas de las ciencias 

matemáticas:  como  cosmografía, 

astronomía,  geografía,  arquitectura 

civil  y  militar,  además  de  náutica, 

hidráulica  y  artillería.  La  Academia 

llegó  a  contar  con  un  prestigioso 

plantel  de  profesores  que  además 

del  propio  Juan de Herrera,  reunió 

a destacadas personalidades cien-

tíficas, como: el arquitecto Tiburcio 

Spanocchi,  nombrado  por  Felipe 

II  Superintendente  de  las  fortifica-

ciones  de  España;  Julián  Firrufino; 

Cristóbal de Rojas, autor del tratado 

Teoría y Práctica de  la Fortificación 

(Madrid,  1598),  la  más  importan-

te obra sobre este  tema publicada 

hasta entonces en España; Bernar-

dino de Mendoza, autor de Teoría y 

Práctica de la Guerra (Madrid, 1595), 

traducida al  francés, alemán,  italia-

no, inglés, etc4.

El conde de Puñonrostro que sería 

luego Maestre de Campo General, 

fue  uno  de  los  primeros  alumnos 

de aquella Academia, de la que se 

convertiría  más  tarde  en  uno  de 

sus protectores. Refiriéndose a  los 

profesores,  les  alentaría  a  publicar 

tratados  sobre  las  materias  que 

explicaban.

Ya  en  1625,  la  falta  de  alumnos  y 

otras circunstancias  iban a condu-

cir a la desaparición de la Academia 

de Matemáticas de Madrid,  lo que 

obligó a que aquella cátedra se in-

corporara a los Estudios Generales 

del Colegio de San Isidro. 

También  existió  otra  cátedra  de 

Matemáticas en el Colegio de  los 

Jesuitas,  y  se  estableció  otra  en 

el  Palacio  del  marqués  de  Lega-

nés, donde se fundó la Escuela de 

Palas  en  la  que  explicaría  Fortifi-

cación Julio César Firrufino. Fuera 

de la Península, auspiciada por el 

 4 Capel, Horacio. Sánchez, Joan Eugeni. Moncada, Omar. “ De Palas a Minerva. La formación científica y la estructura 

institucional de los ingenieros militares en el siglo XVIII”. Editorial Serbal, Barcelona, 1988, p. 96-97

Page 239: Libro ilustra cat02

239Capitán  General  de  Flandes,  du-

que de Villahermosa, era  fundada 

en Bruselas la que llegaría a ser la 

prestigiosa “Academia Real y Mili-

tar de los Países Bajos”.

Las  academias  y  cátedras  de 

matemáticas  que  durante  más  de 

un  siglo  permanecieron  abiertas 

en  Madrid,  en  sus  años  finales 

mantuvieron  una  actividad  muy 

precaria,  creando  las  condiciones 

necesarias para que Jorge Próspero 

de Verboom en 1720 propusiese la 

creación  de  de  la  Real  Academia 

Militar de Matemáticas de Barcelona. 

Los ingenieros militares españoles en el siglo XVIII 

El Cuerpo de Ingenieros Militares 

como  tal,  creado  a  principios  de 

siglo por Felipe V, debe mucho a 

las  indicaciones y asesoramiento 

del  ingeniero  militar  Jorge  Prós-

pero Verboom, español de origen 

flamenco.  Aprovechando  la  vo-

luntad de cambio de la monarquía 

borbónica, hizo que Verboom, que 

venía precedido por una larga ex-

periencia como ingeniero, antiguo 

alumno de la prestigiosa “Acade-

mia Real y Militar del Exército de 

los  Payses  Baxos”,  fundada  en 

Bruselas en 1675 por el entonces 

Alférez  de  Infantería  Sebastián 

Fernández de Medrano. 

Tras  el  cierre  de  la  Academia 

de  Bruselas,  el  gran  prestigio  y 

experiencia  del  que  venía  pre-

cedido  Verboom  al  proponer  el 

establecimiento en Barcelona de la 

Academia de Matemáticas, quedó 

confirmado después como centro 

de referencia en la enseñanza su-

perior en España. 

El nuevo Cuerpo de Ingenieros mi-

litares, nacía bajo la idea de hacer 

del mismo, un cuerpo de profesio-

nales  científicos  y  técnicos,  cuya 

importancia  se  acrecentaba  al 

hacer a éstos, parte de la idea cen-

tralizadora de la nueva dinastía. 

Los  ingenieros  militares  en  el  si-

glo XVIII con un fuerte espíritu de 

Cuerpo, portadores de ideas inno-

vadoras sustentadas en una gran 

capacidad de trabajo, constituían 

parte del Poder. Trataban de afir-

mar  sus competencias y  trabajar 

en la modernización de las estruc-

turas públicas del país, así como 

en la ejecución de los numerosos 

proyectos de fortificación. 

 

La Real y Militar Academia de Matemáticas de Barcelona

 

En la Academia de Matemáticas 

de  Barcelona,  Pedro  de  Lucu-

ze  desarrolló  hasta  su  muerte 

un  largo y provechoso ejercicio 

como Director de la misma. Por 

ello, antes de continuar relatan-

do  la  insigne  personalidad  de 

este  ingeniero,  es  preciso  indi-

car  someramente  como  se  fue 

gestando  el  centro  hasta  la  in-

corporación de Lucuze.

Con anterioridad,  la ciudad ha-

bía  contado  con  algún  centro 

donde  eran  impartidos  estos 

estudios.  Inicialmente,  en  el 

Palacio de los Virreyes se esta-

bleció una Academia, en la que 

el capitán Francisco Larrando de 

Mauleón  venía  ejerciendo  des-

de 1694 su labor como profesor 

de  matemáticas  y  fortificación. 

Estos estudios hubieron de sus-

penderse  durante  la  campaña 

iniciada,  lo que le supuso tener 

que  reincorporarse  a  la  misma 

como  ingeniero,  no  reincorpo-

rándose a la Academia al pasar 

el  10  de  mayo  de  1701  con  su 

Tercio al cerco de Gibraltar5. 

Las  autoridades  militares  de 

Barcelona venían queriendo ofi-

cializar dichos estudios, para lo 

cual,  solicitaron  al  Consejo  de 

la  Guerra  toda  la  información 

que  pudiera  aportar  Sebastián 

Fernández  de  Medrano  sobre 

la  organización  y  normativas 

de  estudios  que  rigieron  en  la 

Academia  de  Bruselas,  para 

 5 Carrillo de Albornoz, Juan, imprenta de la Academia de Ingenieros. Hoyo de Manzanares, Madrid, 2002, p. 19-21

Page 240: Libro ilustra cat02

240 tratar de aplicarlas a la Academia 

de  Barcelona.  A  aquel  requeri-

miento,  respondió  Fernández 

Medrano  con  el  siguiente  do-

cumento: Formulario  con  que  el 

Sargento General de Batalla, Don 

Sebastián  Fernández  de  Medra-

no, estableció de orden de S.M. 

La nueva y Real Academia Militar 

de que es Director6. 

En un despacho de S.M. de 22 de 

enero  de  1700  se  daba  vía  libre 

al  establecimiento  de  la  Acade-

mia  Militar  de  Matemáticas  de 

Barcelona, al mismo tiempo que 

mediante un edicto, la Secretaría 

de Guerra publicaba las vacantes 

de profesorado a cubrir.

El  virrey,  príncipe  de  Darmstadt, 

proponía  como  director  al  men-

cionado  Francisco  Larrondo, 

propuesta  que  no  fue  estimada 

al  nombrarse  para  dicho  desti-

no al Alférez José de Mendoza y 

Sandoval, a quien se ascendía a 

Capitán de Infantería. 

El  12  de  agosto  de  1702,  S.M. 

ordenaba  que  se  adoptase  el 

formulario  presentado  por  Fer-

nández  de  Medrano  para  la 

Academia de Barcelona.

Las  Academias  similares  tanto 

las  creadas  anteriormente  como 

las  más  recientes:  Orán,  Ceuta, 

Cádiz,  Zamora  etc.,  estuvieron 

“bajo  la  inmediata  dependencia 

del  Ingeniero  General  a  quien  el 

Rey  tenía  prevenido  que  desti-

nase  a  ella  los  ingenieros  que 

considerase  más  capaces  para 

este  en,  por  su  ciencia,  genio  y 

demás  circunstancias,  Lucuze, 

pues,  recibió  un  testimonio  so-

lemne  de  que  se  reconocían  en 

él  tan  tan  señaladas  cualidades 

al  ser,  sin  solicitarlo,  destinado 

por Real Orden de 4 de mayo de 

1736  a  la  enunciada  Academia, 

de  la  que  era  a  la  sazón  Direc-

tor el ingeniero en Jefe D. Mateo 

Calabro, al  cual  reemplazó poco 

después Lucuze interinamente en 

dicho cargo, hasta que se le con-

firió  en  propiedad  con  fecha  19 

de  septiembre  de  1739  a  pesar 

de  que  sólo  tenía  la  graduación 

de Capitán”7.

 

Director de la Academia de Matemáticas de Barcelona

 

Inicialmente  la  Academia  co-

menzó a funcionar en uno de los 

 6 Estudio histórico del Cuerpo de Ingenieros del Ejercito. Edición facsimil de la Inspección de Ingenieros. Madrid, 1987. 

Tomo II. Datos que aparecen en el Informe del Ingeniero General Don Jorge Próspero Verboom al marqués de Bedmar, el 

20 de julio de 1712. Archivo de la Antigua Dirección General de Ingenieros. Academia de correspondencia (1712- 1790), 

p. 13 7 Op. Cit. Memorial de Ingenieros..., p. 169 

Fig. 03_ Vista de conjunto y detalles 

de varias portadas de la fachada 

principal la Real Academia Militar

de Barcelona con escudo

heráldico de la Monarquía, 

conteniendo símbolos de los 

ingenieros en el arquitrabe.

Page 241: Libro ilustra cat02

241

Page 242: Libro ilustra cat02

242 edificios de la Ciudadela en obras, 

el 15 de octubre de 1720. 

Verboom,  impulsor  del  proyec-

to  de  la  Academia  de  Barcelona 

la  concibió  como  centro  militar 

jerarquizado,  con  un  sistema  de 

enseñanza  basado  en  criterios 

de formación especializada, en la 

que  tanto  ingenieros  como  arti-

lleros  adquiriesen  conocimientos 

suficientes  para  resolver  los  ca-

sos prácticos que se encontrarán 

en el futuro. 

El  recientemente  nombrado  Ma-

teo  Calabro,  no  compartía  ese 

criterio,  al  concebir  el  centro 

apoyado en una sólida base ma-

temática,  y  dando  cabida  a  una 

formación más general en  la que 

se  incluyeran  las  enseñanzas 

náuticas.

Estas  dos  concepciones  contra-

puestas, a  la  larga causarían una 

falta  de  sintonía  entre  ingeniero 

General y Director, que se agrava-

ría  a  partir  de  1737,  provocando 

primero  la  dimisión  de  Calabro, 

y  luego  el  14  de  marzo  de  1738 

su  cese  como  director  de  la 

Academia.

El 3 de octubre de 1738, Verboom 

propuso  a  Lucuze  director,  afir-

mando “que en los seis meses que 

llevaba Lucuze de director,  había 

dado pruebas de celo, aplicación 

y genio propio para enseñar y que 

había  logrado  suma  tranquilidad 

en  los  discípulos,  añadiéndose 

la  circunstancia  de  ser  español, 

por lo cual le proponía para dicha 

Dirección  en  propiedad  con  el 

empleo de  Ingeniero en segundo 

grado y de Teniente Coronel”8. 

En 1737 Lucuze recibía el encargo 

de  redactar  un  reglamento  para 

las  academias,  proponiendo  la 

ampliación de los estudios a tres 

años  distribuidos  en  cuatro  cur-

sos de nueve meses. De ellos, los 

dos  primeros  estarían  dedicados 

a  la  instrucción  de  los  oficiales 

del ejército en general, y  los dos 

últimos,  exclusivamente  dedica-

dos  a  los  oficiales  de  artillería  e 

ingenieros.

Entre  los  problemas  importantes 

planteados  en  la  Academia,  se 

encontraban las materias a impar-

tir y cómo afrontar su enseñanza, 

para  que  se  pudieran  combinar 

adecuadamente teoría y práctica.

Dentro  de  los  diversos  asuntos 

que  abordaba  la  redacción  del 

proyecto,  estaba  el  programa  de 

pruebas y conocimientos que de-

berían  superar  los  aspirantes  a 

ingresar en la Academia: “han de 

ser  inteligentes  en  las  partes  de 

la matemática pertenecientes a la 

guerra, y especialmente sobre los 

que se les examinará; que son, la 

aritmética y extracciones de la raíz 

cuadrada  y  cúbica;  la  geometría 

especulativa y práctica, el cálculo, 

o tuese de las figuras planas y só-

lidas,  la  teórica de  la plancheta y 

del nivel, y el modo de levantar los 

planos y perfiles,  la maquinaria; y 

hidráulica;  las  reglas  de  fortifica-

ción regular e  irregular,  real, y de 

campaña,  y  la  teórica  del  ataque 

y defensa de las plazas, y señala-

damente el dibujo para demostrar 

con limpieza y propiedad de colo-

res los planos, perfiles y terrenos; 

las reglas de los cinco órdenes de 

la arquitectura civil, las del artille-

ría,  y  principios  de  la  geografía, 

para  la  comprensión  y  conoci-

mientos de los mapas y modos de 

levantar  los  meridianos;  porque 

no  poseyendo  estos  pretendien-

tes  estas  partes,  será  excusado 

que hagan el viaje”.9 

En su labor de dirección, estudio 

y  enseñanza,  Lucuze  logró  do-

tar a  la Academia de un elevado 

prestigio. Su  labor al  frente de  la 

misma,  no  le  impidió  tener  que 

desempeñar  comisiones  de  gran 

trascendencia  y  gravedad  para 

las que fue requerido. 

8 Ibíd. p. 169-170 9 AGS. GM., leg. 2990, en Aparici, IV., doc. 6180

Page 243: Libro ilustra cat02

243Como afirma su biógrafo Manuel 

de Varela y Limia, Lucuze ascen-

día a Coronel el 4 de julio de 1751, 

desempeñando  también  el  cargo 

de  Director  de  Ingenieros.  Eran 

momentos  en  que  los  ascensos 

no  se  producían  por  antigüe-

dad,  por  lo  que  muchas  veces 

como  le  ocurrió  a  Lucuze,  hubo 

de  soportar  obstáculos  y  pos-

tergaciones,  pese  a  los  servicios 

prestados,  como  a  los  derechos 

y méritos que ampliamente había 

acreditado.

El método de elección tan seduc-

tor en teoría para permitir premiar 

a los que por méritos propios de-

bían acceder a un empleo acorde 

con  sus  merecimientos,  en  la 

práctica  solía  convertirse  en  una 

especie de palenque para premiar 

no siempre a los mejores.

En  1756,  apenas  comenzado  a 

compatibilizar  su  trabajo  como 

Director de  las Fortificaciones de 

Cataluña  con  las  de  Director  de 

la Academia, el 17 de septiembre 

del mismo año era  reclamada su 

presencia en la Corte. 

La Real Sociedad Militar de Matemáticas de Madrid 

Ello  ocurría  tras  tomar  posesión 

como  Director  General  de  Arti-

llería  e  Ingenieros  el  conde  de 

Aranda,  quien  se  proponía  aco-

meter  profundas  reformas  en  la 

formación científica de las acade-

mias militares.

Retomaba  un  antiguo  proyecto 

consistente  en  establecer  tres 

o  cuatro  academias  en  España, 

dependientes de una central loca-

lizada en Madrid.

En las academias subsistía la ca-

rencia de textos para los alumnos, 

aunque  disponían  de  una  biblio-

grafía básica de textos extranjeros 

no traducidos al castellano, lo que 

les  obligaba  a  tener  que  echar 

mano  de  apuntes  recogidos  en 

las clases.

Comprendiendo  Aranda  la  gra-

vedad  de  la  situación,  propuso 

redactar  buenos  libros  de  texto 

con los que conformar una buena 

biblioteca,  encargando  esa  labor 

a  la Casa de Geografía existente 

en la Corte. 

Aranda  consiguió  el  disponer  de 

fondos  económicos  suficientes 

para la compra de libros de texto, 

instrumentos matemáticos, amén 

de  una  galería  de  modelos  para 

instrucción

Al  asumir  el  Teniente  General 

conde  de  Aranda  el  cargo  de 

Director  General  de  Artillería  e 

Ingenieros,  pretendió  restable-

cer  en  Madrid  la  Academia  de 

Matemáticas que existiera ante-

riormente desde el siglo XVI en la 

capital. Se trataba de un intento 

de dar a todo ello un carácter mu-

cho más ambicioso, exponiendo 

al  rey  la  propuesta  de  transfor-

mar la antigua Academia, en una 

Sociedad Real Matemática entre 

cuyas bases, establecía: el nom-

bramiento de cinco ingenieros y 

otros tantos artilleros de los más 

sobresalientes  en  las  “matemá-

ticas,  maquinaria,  fortificación 

y  tormentaria”  ;  reunir  una  ex-

tensa  colección  bibliográfica 

de  todas  las  obras  y  tratados 

antiguos  y  modernos  publica-

dos  sobre  aquellas  materias  en 

cualquiera  de  las  lenguas,  que 

deberían  ser  traducidas;  apar-

te  de  todo  ello,  establecer  una 

selección  de  las  referidas  a  ar-

quitectura militar y civil,  arte de 

tormentaria  y  maquinaria,  para 

hacerlas  comprensivas;  propo-

niendo  además  a  S.  M.  el  que 

se publicaran en español con las 

láminas correspondientes.

Conocida  por  Aranda  su  trayec-

toria,  pensó  en  él  como  hombre 

“eminente  por  sus  cualidades 

científicas  y  militares,  cualidades 

que sin duda, se reconocían más 

que  en  otro  alguno  en  Lucuze”, 

Aranda  no  dudó  en  nombrarle 

director  y  miembro  de  la  Aca-

demia  como  se  especificaba 

documentalmente con fecha 1º de 

noviembre de 1756, en donde se 

manifestaba  que:  “esperaba  que 

Page 244: Libro ilustra cat02

244 por  su  inteligencia  y  circunstan-

cias  correspondería  con  utilidad 

al bien del servicio y de la nación, 

motivos que le habían estimulado 

a elegirle”10. 

Si de Lucuze hubiera dependido, 

Aranda no habría salido defrauda-

do  al  haber  apostado  por  él,  sin 

embargo  las  envidias,  conflictos 

y  calumnias,  causaron  a  Lucuze 

una gran amargura.

Las  rivalidades  surgidas  al  más 

alto  nivel  entre  el  Cuerpo  de  In-

genieros  y  el  de  Artillería,  entre 

el  Teniente  General  Maximiliano 

de  la  Croix  y  el  General  Jaime 

Masones  de  Lima  combatiendo 

tenazmente  a  la  institución,  con-

siguieron su descrédito primero y 

su ruina después. 

A  ello  contribuyeron  también, 

algunos  de  los  miembros  de  la 

misma, que envidiosos del prota-

gonismo de Lucuze, no admitían la 

superioridad que se le reconocía.

En vano trató Lucuze de conjurar 

la tormenta desatada, refutando el 

14 de octubre de 1760, a través de 

un memorable escrito, la injusticia 

con que procedía La Croix, docu-

mento que elevó al  trono, con el 

título:  “Examen de  la  verdad que 

expone  el  Ingeniero  Director  D. 

Pedro  de  Lucuze,  encargado  de 

la dirección de la Sociedad Militar 

de  Matemáticas  establecida  en 

esta Corte, para sincerarse de los 

cargos que se le hacen y justificar 

la representación que hizo a S. M. 

En 21 de agosto de 1758”.

La  dimisión  de  Aranda  en  febre-

ro  de  1758,  interinamente  -hasta 

que llegara el nuevo Director Ge-

neral  Jaime  Masones  de  Lima 

embajador  entonces  en  París-, 

se hizo cargo del mando, el Ma-

riscal  de  Campo  Maximiliano  La 

Croix, perteneciente al Cuerpo de 

Artillería,  dado  que  era  el  oficial 

más antiguo de  los dos cuerpos. 

Desde  ese  momento  surgieron 

las tensiones debidas a  los plan-

teamientos  tan diferentes que La 

Croix mantenía sobre la Sociedad, 

a la que concebía como una insti-

tución científica más abierta en la 

que pensaba trabajarían hombres 

de ciencias y letras11. 

De  nada  sirvieron  la  razón  frente 

a  la  animosidad  de  sus  contra-

rios, y así, en virtud de un Decreto 

autógrafo del rey, de fecha 17 de 

noviembre  de  1760,  pese  al  dic-

tamen de una  junta de generales 

que  había  examinado  la  Real 

Orden,  pronunciándose  favora-

blemente  a  la  continuidad  de  la 

Sociedad,  apartando  previamen-

te a los causantes promotores de 

aquellas disputas,  se dictó  la or-

den de que quedase extinguida a 

partir del 1º de diciembre de ese 

mismo año, adoptándose la medi-

da de que a partir del día 8 de ese 

mes, Lucuze volviera a su anterior 

destino  de  director  de  la  Acade-

mia Militar de Barcelona. 

El 12 de enero de 1762, dos años 

después  de  haber  regresado 

nuevamente  a  su  destino  de  la 

Academia  de  Barcelona,  Lucu-

ze  ascendía  a  brigadier,  aunque 

se  le  exoneraba  de  su  empleo 

de  Director  de  Ingenieros.  Aque-

lla  separación  del  Cuerpo  al  que 

Lucuze  había  dedicado  todo  su 

entusiasmo  y  desvelos,  gran-

jeándole  el  más  alto  concepto  y 

aprecio por parte de sus compa-

ñeros, afectó muy dolorosamente 

a Lucuze; pese a lo cual continuó 

en el desempeño de su cargo. 

Aunque  el  1º  de  abril  de  1770 

ascendía  a  mariscal  de  campo, 

Lucuze no se encontraba bien en 

aquella  situación  como  se  des-

prende  de  varias  exposiciones 

10 Op. Cit. Memorial de Ingenieros..., p. 170-17111 Conde de Clonard. “Memoria histórica de las Academias y Escuelas militares de España, con la creación y estado pre-

sente del Colegio General establecido en Toledo. Madrid, 1847, p. 43 y siguientes. Imprenta de don José Gómez Colón 

y Cía.

Page 245: Libro ilustra cat02

245que hizo dirigidas al Gobierno. En 

una de 1773 renunciaba a su car-

go  dando  curiosas  explicaciones 

acerca de la Academia12.

En  1773,  se  dirigía  oficial  y  con-

fidencialmente al conde de Ricla, 

a  la sazón Ministro de  la Guerra, 

por  medio  de  una  exposición  y 

carta,  según  manifiesta  Manuel 

de Valera y Limia en sus apuntes 

biográficos  de  Pedro  de  Lucuze: 

“curiosas  por  su  forma  e  intere-

santes por las particularidades que 

contienen sobre las vicisitudes de 

la Academia y  las del mismo Lu-

cuze en el mando de ella”13.

 

Comisiones particulares  

Además de las obligaciones refe-

ridas a su responsabilidad como 

director de  la Academia de Bar-

celona, a Lucuze se le asignaron 

misiones, encargos y comisiones 

de gran importancia y responsa-

bilidad militar y política. 

 

Al tenerse conocimiento de cons-

trucción  por  los  franceses  de  la 

fortificación  de  Bellegarde  en 

la  inmediación  de  nuestra  fron-

tera  en  Cataluña,  se  le  encargó 

que  realizase  un  primer  recono-

cimiento,  para  elegir  el  punto 

más  ventajoso  donde  levantar 

una  plaza  fuerte  que  el  Gobier-

no había  resuelto construir en el 

Ampurdán. 

La  elección  de  Lucuze  para  tan 

delicada comisión, se curso con 

fecha  4  de  noviembre  de  1751 

por  el  marqués  de  la  Mina,  Ca-

pitán  General  de  Cataluña.  Una 

vez  recibido  el  mandato,  Lucu-

ze  con  toda  celeridad  comenzó 

su  trabajo,  fruto  del  cual,  el  22 

de  diciembre  siguiente  envió  su 

dictamen en un voluminoso infor-

me, en el que proponía como el 

emplazamiento más adecuado a 

los requerimientos del Gobierno. 

Consideró que el lugar más ade-

cuado  para  el  emplazamiento, 

coincidía  con  el  lugar  donde  se 

encuentra  la  plaza  de  Figueres, 

obras que pudo ver comenzadas 

satisfactoriamente.

Hay que advertir, que al dar Lu-

cuze  preferencia  a  la  loma  de 

Capuchinos  de  Figueres,  como 

lugar  de  emplazamiento  de  la 

futura  plaza  fuerte,  indicaba  la 

necesidad  de  poner  en  pie  de 

defensa  a  los  puntos  de  Rosas 

y  Palamós,  que  se  complemen-

tarían  con  la  construcción  de 

fuertes en algunos otros puntos. 

Era una idea en la que advertía los 

defectos que supondrían mante-

ner aislada a Figueres dentro del 

plan  general  defensivo  español, 

consideración  que  podría  haber 

influido  poderosamente  en  el 

caso  de  haberse  realizado  por 

completo la idea bosquejada por 

Lucuze. 

Con  fecha  13  de  noviembre  de 

1756, a punto de marchar a Ma-

drid  reclamado  por  el  conde  de 

Aranda para hacerse cargo de la 

dirección  de  la  futura  Real  So-

ciedad  Militar  de  Matemáticas, 

remitía  por  escrito  al  Ingeniero 

General,  conde  de  Aranda,  “Y 

respecto de hallarse en Figueras 

el  expresado  Don  Pedro  Zerme-

ño  me  ha  parecido  conveniente 

pasar a aquellas obras para tener 

el gusto de ver sus adelantamien-

tos y poder informar a V.E. De su 

estado”.

 

En  1764,  el  Gobierno  confió  a 

Lucuze  el  reconocimiento  de 

las plazas de Guipúzcoa, acom-

pañado  de  dos  oficiales  de  la 

Academia de Barcelona elegidos 

entre  los  que  hubiesen  con-

cluidos  sus  estudios,  “de  cuya 

circunstancia,  unida  a  ciertas 

indicaciones  que  contiene  inci-

dentalmente  varios  documentos 

de aquel tiempo, se trasluce que 

la enunciada comisión tenía algún 

objeto  interesante y del momen-

to, sobre el cual es sensible que 

12 Almirante, José. “Bibliografía Militar de España”. Madrid, 1870, p. 456. 13 Op. Cit. Memorial de Ingenieros, p. 173-174

Page 246: Libro ilustra cat02

246 no existían noticias más extensas 

y directas”.

Entre las comisiones asignadas a 

Lucuze,  hay  una  especialmente 

interesante  y  sobre  todo  alta-

mente sensible para la seguridad 

nacional,  no  sólo  en  aquel  mo-

mento sino con vistas al futuro, de 

no  haber  prevalecido  finalmente 

el informe de Lucuze. 

Se  trataba  de  una  cuestión  muy 

debatida en altas esferas del po-

der  por  los  años  1764  y  1765  y 

que  posteriormente  se  reprodu-

jo  en  otras  épocas  por  causas 

muy diversas. La cuestión que se 

debatía, es si debían o no conser-

varse  los  presidios  menores  de 

África.

Este  debate  promovido  en  altas 

instancias  del  Poder,  en  el  que 

ambas  posiciones  eran  soste-

nidas  con  calor  y  firmeza  por 

personajes  competentes  en  es-

tos  importantes  asuntos,  hizo 

vacilar  al  Gobierno  ante  tan  en-

contradas  posiciones.  En  esa 

tesitura,  el  Gobierno  consideró 

oportuno recurrir a la reconocida 

experiencia  y  luces del marqués 

de  La  Mina,  quien  dando  ejem-

plo  de  modestia  y  prudencia, 

antes evacuar el  informe que se 

le pedía, creyó oportuno  recurrir 

al parecer de Pedro de Lucuze y 

Pedro  Martín  Zermeño,  los  dos 

brigadieres.

El  voto  de  los  dos  ilustres  inge-

nieros  fue  unánime  y  terminante 

en  el  sentido  de  la  conservación 

de  los presidios, considerando el 

asunto de absoluta necesidad por 

razones  no  sólo  religiosas,  sino 

militares y políticas. Se trataba de 

un dictamen extenso y esclarece-

dor  que  remitieron  en  un  escrito 

fechado  el  4  de  marzo  de  1765, 

que se conserva al parecer en el 

Archivo de la Dirección del Cuer-

po,  informe  que  llevó  consigo  el 

marqués de La Mina en su visita 

al Gobierno. 

En  principio,  el  marqués  parecía 

más  bien  inclinado  al  abandono 

de algunos de los presidios, aun-

que internamente mostraba cierta 

inseguridad.

Por  ello  decidió  acudir  a  la  opi-

nión de los dos ilustres ingenieros 

conocedores  de  aquellos  encla-

ves. En el  informe elevado por el 

marqués de La Mina, muestra ya 

sus  dudas  ante  el  abandono  de 

los  citados  enclaves  con  estas 

palabras: “Cansado yo, -dice- de 

cavilar  y  discurrir  en  adelantar  el 

concepto, llamé a los Brigadieres 

D. Pedro Lucuze y D. Pedro Zer-

meño,  ambos  facultativos  y  que 

han  servido  en  los  presidios;  he 

tenido con ellos varias y dilatadas 

conferencias;  pero  sin  podernos 

poner concordar, pues siempre se 

me  inclinan a  la conservación de 

los presidios, y yo, indeciso y des-

viado de su abandono, no sólo por 

la fuerza que me hace lo represen-

tado por D, Felipe Caballero y los 

que le acompañan, sino por la voz 

común que siempre he oído de su 

gasto,  su  inutilidad,  inconvenien-

tes por la deserción, el clamor y el 

disgusto de  la tropa siempre que 

se  acercan  Regimientos  a  Mála-

ga y el riesgo de destacarlos a los 

presidios, donde ocurre la infamia 

abominable de pasarse algunos a 

los moros a buscar otra esclavitud 

por  la  ojeriza  que  tienen  a  la  del 

presidio  por  fin  el  grito  universal 

de  que  son  unos  puestos  perju-

diciales  y  peligrosos,  Firmes,  no 

obstante, en su parecer Lucuze y 

Zermeño, firmaron dilatado papel, 

procurando  acreditar  su  amor  al 

acierto,  en  que  resumen  todo  lo 

hasta  aquí  escrito  y  lo  incluyo  a 

V.E. Para la Real noticia, volviendo 

al mismo tiempo todo el expedien-

te. En él se descubren -se refiere 

al  papel  de  Lucuze  y  Zermeño-, 

los  talentos  y  la  inteligencia  de 

sus autores, aunque yo los quisie-

ra menos eficaces a persuadir su 

propio  dictamen,  pues  exponen 

causales que aún la metafísica las 

repugna”,  sin  embargo,  La  Mina 

concluía  manifestándose  parti-

dario  del  abandono  de  Melilla, 

pero conservando el Peñón y  las 

Alhucemas, adoptando  las medi-

das  de  seguridad  que  proponían 

los  referidos  ingenieros;  prueba 

clara de que si el papel de éstos 

pecaba  contra  la  metafísica,  no 

Page 247: Libro ilustra cat02

247le  sucedía  lo  mismo  respecto  a 

la  lógica,  pues  así  le  había  obli-

gado  a  modificar  sus  primitivas 

opiniones14.

 

Laboriosidad intelec-tual y bibliográfica de Pedro de Lucuze 

Una  de  las  cosas  que  llaman  la 

atención de Lucuze, es la amplia 

actividad  que  desarrolla  aten-

diendo los más diversos encargos 

académicos,  publicaciones,  co-

rrespondencia,  reconocimientos 

e información sobre proyectos de 

fortificaciones, dictámenes técni-

cos,  documentos  justificativos 

de  actuaciones  personales,  car-

tas a personajes importantes del 

Gobierno o de  instituciones civi-

les, trabajos relacionados con su 

actividad  docente,  intervención 

decisiva  en  la  redacción  de  las 

Ordenanzas e Instrucción para la 

Enseñanza  de  las  Matemáticas 

en  la  Academia  de  Barcelona,  y 

por  último,  el  extraordinario  in-

forme  que  junto  con  Zermeño, 

abogan  por  no  abandonar  los 

presidios menores de Melilla, Al-

hucemas y el Peñón de Vélez de 

la Gomera. 

Como  resumen  de  esta  incalcu-

lable aportación a su siglo, al de 

las luces y al de las reformas, he 

aquí  esta breve enumeración de 

sus trabajos15. 

 � Principios de Fortificación, Bar-

celona, 1772. Un Vol. 318 Pág. 10 

Lam. 4º. 

 � Disertación  sobre  las  medidas 

militares,  que  contiene  la  razón 

de preferir el uso de las naciona-

les al de las forasteras. Barcelona, 

1773. Un Vol. 190 Pág., 4º.

 � Advertencia  para  la  medida  y 

cálculo de los desmontes para las 

obras de fortificación. Barcelona, 

1766, Un Vol., 4º.

 � Diccionario de Fortificación en 

que se explican sus términos para 

que pueda venir en conocimiento 

de sus partes cualesquiera Oficial 

del Exercito,

 � Discurso  sobre  la  ocupación 

militar,  con  economía  del  He-

rario  y  beneficio  de  la  causa 

pública.  Barcelona,  23  de  abril 

1773. (Aunque no firmado, según 

Bosch es indudablemente de Lu-

cuze al haberse hallado entre sus 

papeles  tras  su  fallecimiento,  y 

tener  las  tres  primeras  palabras 

de su letra).

 � Primer  reconocimiento  para 

determinar  la  situación  de  una 

plaza  fuerte  en  el  Ampurdan, 

practicado  en  el  año  de  1751 

por el  Ingeniero D. Pedro Lucu-

ze y de orden del marqués de La 

Mina, de que resultó la elección 

que hoy tiene la plaza de Figue-

res. Barcelona, 1751.

 � Examen de la verdad: que con 

el mayor respeto expone al Exc-

mo. Sr. Don Sebastián de Eslaba 

el  Ingeniero  Director  D.  Pedro 

de Lucuze, encargado de  la Di-

rección de la Sociedad Militar de 

las  Mathemáticas  establecidas 

en esta Corte, para sincerarse en 

el concepto de S.E. De  los car-

gos que se le hacen, y  justificar 

la  representación  que  hizo  en 

21 de agosto del presente  año. 

Madrid 2 de diciembre de 1758. 

(En  este  interesante  documen-

to  se  compendia  la  historia  de 

una  corporación  que  pudo  ha-

ber  dado  brillantes  resultados, 

y  que,  sin  embargo,  murió  sin 

producir ningún fruto, habiéndo-

se  ocupado  únicamente  de  los 

trabajos  preparatorios  que  de-

bían en su día producirse. De los 

trabajos que se  llevaron a cabo 

en la Sociedad, envidias y renci-

llas hicieron que esta Sociedad 

no produjera los resultados que 

se prometía de ella el conde de 

Aranda al establecerla, teniendo 

en cuenta, que otra hubiera sido 

14 Ibíd., p. 175 a 17715 Op. Cit. Almirante, José. “Bibliografía...”. Lucuze, Don Pedro de, Madrid, 1870, p. 454-455

Page 248: Libro ilustra cat02

248

su  suerte  sin  la  separación  de 

Aranda  del  mando  de  los  cuer-

pos de Artillería e Ingenieros.) 

 � Discurso  o  dictamen  sobre  la 

anchura  de  los  caminos  reales. 

Barcelona,  Francisco  Suría,  1763. 

Un  folleto,  18  páginas.  8º.  En  el 

departamento  de  topografía  de 

Ingenieros. Se sabe por las corres-

pondencias que este impreso es de 

Lucuze, aunque no lleva su nombre. 

Es una disertación erudita sobre  la 

necesidad de los caminos y anchura 

que se les ha dado en diversos tiem-

pos y naciones, con aplicación a la 

carretera que entonces se construía 

desde Barcelona a Lleida. 

 � Carta al Dr. Joseph Finestres y 

Montalvo,  catedrático de Prima 

de Leyes en la Real Universidad 

de Cervera, sobre  la  lengua es-

pañola.  Fecha  en  Madrid  a  18 

de  junio  de  1757.  (Este  escrito 

ocupa las páginas 218 y 219 del 

tomo  XXI  del  semanario  Erudi-

to, periódico que se publicó en 

Madrid desde 1787 a 1791, diri-

gido por don Antonio Valladares 

y Sotomayor.)

En la carta se solicitan de Finestres, 

noticias sobre  la  lengua española 

por  haberlas  pedido  el  Gobierno 

a la Sociedad de Matemáticas es-

tablecida  en  la  Corte  y  puesta  a 

Fig. 04_ Vista de conjunto y detalles 

de varias portadas de la fachada  

principal la Real Academia Militar

de Barcelona con escudo

heráldico de la Monarquía, 

conteniendo símbolos de los  

ingenieros en el arquitrabe.

Page 249: Libro ilustra cat02

249

mi cuidado, dice Lucuze. A conti-

nuación se inserta la respuesta de 

Finestres, fechada en Cervera a 4 

de  agosto  siguiente,  suministran-

do algunos datos, y después otra 

breve carta de Lucuze, en que da 

a aquél las gracias con fecha 24 de 

noviembre del mismo año.

 � Curso  inédito  de  Matemá-

ticas  Fortificación,  Artillería, 

Cosmografía y Arquitectura que 

sirvió de texto en las Academias 

militares. 

 � Advertencia  para  la  medi-

da  y  cálculo  de  los  desmontes 

para  las  obras  de  fortificación. 

(1766).

 � Diversos planos del puerto de 

Barcelona  y  edificios  auxiliares 

del mismo16.

 � 1757.  Correspondencia  man-

tenida por Pedro de Lucuze con 

el Rvdo. P. Fray Martín Sarmien-

to Sobre  los caminos de  reales 

de toda España: 

Fray  Martín  Sarmiento  dice: 

“Sobre esto dí  respuesta a una 

esquela  que  se  me  entregó  en 

nombre de D. Pedro de Lucuze. 

La  esquela  dice  así:  “Este  pa-

pel es de Dn. Pedro de Lucuze 

para  el  Pe.  Sarmiento,  a  quien 

le  suplica  le diga  si  tendrá em-

barazo  en  que  se  imprima  el 

cuaderno que dho. P. Sarmiento 

le entregó en Madrid sobre este 

asunto  con  algunas  adiciones 

que  lo  harían  más  apetecible 

entre los curiosos, y en que nos 

16 Capel, Horacio y siete autores más. “Los Ingenieros Militares en España. (Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario 

de su labor)”. 

Page 250: Libro ilustra cat02

250 interesamos  algunos  apasiona-

dos  de  ambos  autores  por  el 

bien público y así esperamos la 

respuesta”17.

 

Etapa final 

Pese  a  su  avanzada  edad, 

después de una  larga vida con-

sagrada al servicio de su país, al 

estudio, a la enseñanza de la ju-

ventud militar, seguía mostrando 

una gran viveza intelectual y una 

gran entereza personal.

A  principios  de  1779,  recibía 

el  reconocimiento  oficial  al  ser 

promovido al grado de Teniente 

General,  que  sólo  pudo  disfru-

tar  por  unos  meses,  ya  que  el 

20 de noviembre de 1779, al día 

anterior a cumplir ochenta y sie-

te  años,  fallecía  en  Barcelona, 

en  la  ciudad  en  que  transcurrió 

gran parte de su vida y en la que 

ejerció  dando  prestigio  a  una 

institución  que  en  buena  parte 

modeló.

Miguel Sánchez Taramas, profe-

sor en la Academia con Lucuze, 

y al que sucedió inmediatamente 

en  la dirección de  la  institución, 

fue  el  encargado  de  rendir  el 

merecido  homenaje  póstumo  al 

que había sido su venerado jefe 

y amigo. 

Su  cuerpo  fue  sepultado  en  la 

iglesia de los Teatinos de la ciu-

dad,  aunque  luego,  el  tiempo  y 

el  olvido  generacional,  borró  el 

lugar  exacto  en  que  yacían  sus 

restos.

Según manifestara en la primera 

década del siglo XX, Manuel de 

Varela  y  Limia,  uno  de  sus  bió-

grafos,  gracias  al  tesón  de  los 

jefes  y  oficiales  de  Ingenieros, 

consiguieron dar con el lugar en 

que fueron sepultados. 

Tras  conocerse  el  hallazgo  de 

sus restos, el Ingeniero General, 

Teniente General Antonio Zarco 

del  Valle,  propuso  el  traslado 

de  los  mismos  a  la  iglesia  del 

convento  de  las  Jerónimas  de 

Guadalajara,  ciudad  en  donde 

entonces  estaba  establecida  la 

Academia de Ingenieros.

Más  tarde,  al  considerarse  la 

gran  implicación  que  tuvo  Lu-

cuze  con  la  ciudad  en  la  que 

durante  tantos  años  ejerció 

dando  lustre  y  prestigio  a  la 

enseñanza  superior  militar  de 

nuestro  país,  se  determinó 

nuevamente  el  traslado  de  sus 

cenizas  a  Barcelona,  deposi-

tándose  provisionalmente  en  la 

capilla de la Ciudadela.

Esto  es  en  definitiva,  un  breve 

recopilatorio de una vida intensa 

de  trabajo  dedicada  al  servicio 

del Ejército y de su Patria. 

17 Aportaciones para un Catálogo de los escritos del Rvdo. P. Fray Martín Sarmiento, que ha sido impreso. Beatus Jaco-

bus. San Martín de Madrid, a 28 de noviembre de 1767. 

Page 251: Libro ilustra cat02

251FONDOS DOCUMENTALES DE LOS QUE SE HA HECHO USO EN

ESTE ARTICULO:

 � Archivo General de Indias. Sevilla. Legajo, Diversos, 49.

 � Documento R. 1 y D. 1 completo AGS. GM., leg. 2990, en Aparici, IV., 

doc. 6180. 

 � Aportaciones para un Catálogo de los escritos del Rvdo. P. Fray Mar-

tín  Sarmiento,  que  ha  sido  impreso.  Beatus  Jacobus.  San  Martín  de 

Madrid, a 28 de noviembre de 1767. Memorial de Ingenieros. Revista. 

5ª Época, 28, 1911.

Page 252: Libro ilustra cat02
Page 253: Libro ilustra cat02

REALIZACIONES

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OBRAS CIVILES

Page 256: Libro ilustra cat02

256 EL PUENTE DE CARLOS III EN MOLINS DE REI

Page 257: Libro ilustra cat02

257

Manuel Novóa. La historia del puente de Molins de

Rei, como la de cualquier apasio-

nado amor, tuvo dos momentos

culminantes: la construcción y

su destrucción. Al evocarlo, per-

manece entre una nostálgica

melancolía pero, con la certeza,

de que su historia, ha valido la

pena. En su construcción y des-

trucción han participado las más

altas autoridades y, su recuerdo,

como de una singular y extraordi-

naria obra civil, trasciende como

una obra mítica de la ingeniería

militar del siglo XVIII en la Penín-

sula. A través del análisis de esta

obra, nos permite adentrarnos en

la implicación de los ingenieros

militares, en el intento de Carlos

III de modernizar España.

Desde la institución en el año 1711

del Cuerpo de Ingenieros Militares

y la creación en 1720 de La Real y

Militar Academia de Matemáticas

de Barcelona, en esta ciudad, ca-

pital del Principado, se formarán

la mayoría de los ingenieros que

desarrollan su actividad por todo

el reino. Las actuaciones en el

entorno de Barcelona revisten un

carácter docente y ejemplar. Las

implicaciones de estos ingenie-

ros, en un entorno más militar que

político, nos servirán de aproxi-

mación para analizar el nivel de

implicación de los mismos, duran-

te el periodo de la Ilustración, en

las tareas necesarias para crear

las infraestructuras, tan necesa-

rias para el comercio como para

fines estratégicos.

Aunque lamentamos la desapari-

ción del puente de Carlos III, su

imagen aún está presente en la

memoria. Personalmente como

ingeniero, he presenciado como

espectador el proceso de su la-

mentable destrucción sin que,

en aquellos momentos, fuese

consciente de la trascendencia y

significación que representaba la

pérdida, de esta magnífica obra

de ingeniería. Con el transcurso

del tiempo, conocí la existencia

Fig. 01_ Laurent. Vista del puente de

Carlos III, Ministerio de Fomento,

1858-1874.

Page 258: Libro ilustra cat02

258 del Cuerpo de Ingenieros Milita-

res que, como precursores del

Cuerpo de Ingenieros de Cami-

nos Canales y Puertos al que

pertenezco, me inclino a valorar,

con una mayor cultura y sensi-

bilidad, el significado que tuvo

el puente en su momento y su

lamentable fin. Importantes docu-

mentos, permiten aproximarnos a

su construcción e informaciones

más próximas y testimonios per-

sonales, a su demolición.

Antecedentes

Barcelona como plaza fuerte

estuvo, durante el siglo XVIII,

rodeada de murallas totalmente

fortificada. Situada en el borde

del Mediterráneo, disponía de

una segunda barrera defensi-

va constituida por la sierra de

Collserola y los ríos Besós al no-

reste y Llobregat al suroeste. El

río Besós, representaba el primer

obstáculo natural que se encon-

traba el camino hacia el norte y

Francia y el río Llobregat, repre-

sentaba la primera barrera para

el camino que se dirigía hacia el

centro y sur de la Península. La

sierra de Collserola, formada por

pizarras y esquistos, limitaba en

el sur con el río Llobregat en Mar-

torell, donde se situaba el puente

del mismo nombre, o del Diablo,

con restos romanos de la antigua

Vía Augusta o Hercúlea para los

griegos y único paso existente

sobre el río. Otros pasos alterna-

tivos eran mediante barcas, como

lo manifiesta el pueblo contiguo

de Sant Andréu de la Barca, con

una embarcación para el paso de

carruajes, que funcionó hasta la

construcción del puente que va-

mos a glosar. La precariedad de

los transportes era evidente y la

necesidad de mejorar los cami-

nos, acuciante. Para realizar la

mejora de la accesibilidad en el

territorio precisaba, no sólo la

voluntad política, sino contar con

medios financieros y disponer

de los facultativos competentes

para realizar los proyectos y diri-

gir las obras.

Administrativamente, el Cuer-

po de Ingenieros dispuso de

ordenanzas que facultaban, a

los ingenieros militares, para

realizar diversos tipos de proyec-

tos. Las Ordenanzas del Cuerpo

de Ingenieros de 1718, los fa-

cultaban para realizar diversas

intervenciones de construcción

en el territorio. A mediados de

siglo se dictan las Ordenanzas

para Intendentes, en octubre de

1749, o las normas para Inten-

dentes de 1752.

Impulso político

La llegada como rey de Espa-

ña con el nombre de Carlos III,

trae consigo experimentados

profesionales, de los que estaba

rodeado en el reino de Nápoles,

entre ellos Esquilache, que sería

determinante para implantar la

política de construcción de ca-

minos y como obras necesarias,

los puentes. En este afán estaban

comprometidos importantes per-

sonajes ilustrados como Ricardo

Wall, Campomanes o el Padre

Sarmiento. En el año 1760, Wall

publicó el Mapa de las carreteras

y postas de España, dedicado al

nuevo Rey. Campomanes en el

año 1761 publica el Itinerario de

las carreteras de postas de dentro

y fuera del Reino y el Padre Sar-

miento, que fue un gran animador

de los debates con su apoyo al

camino de Galicia, representan

el grupo de ilustrados que más

influyeron en los planteamientos

iniciales de la que pasó a deno-

minarse Red radial de carreteras.

Carlos III tuvo dos antecesores de

la casa de Borbón con diferente

signo. Felipe V con guerras al ini-

cio de su reinado, tuvo las cuentas

de Hacienda muy esquilmadas y

apenas pudo dedicarse “llevado

del amor que tengo a mis vasallos,

y el deseo de su mayor felicidad”,

a realizar proyectos que contribu-

yesen a alcanzarla. Fernando VI,

invirtió recursos en la construc-

ción de arsenales, como base

para garantizar el mantenimiento

del imperio, consiguió sanear la

Hacienda Pública, posibilitando

recursos que pudo disfrutar su

Page 259: Libro ilustra cat02

259

sucesor. Carlos III se apoyó al ini-

cio de su reinado en 1759 en el

marqués de Esquilache, que fue

nombrado Secretario de Estado y

de Hacienda y, por tanto, contro-

lador de la Real Hacienda.

El 12 de junio de 1761, se firmó el

Real Decreto para hacer caminos

rectos, y sólidos en España, que

faciliten el comercio de unas pro-

vincias con otras, dando principio

por los de Andalucía, Cataluña,

Galicia y Valencia. Recae la res-

ponsabilidad de este ambicioso

plan en el marqués de Esquilache,

a quien nombra Superintendente

General, con la facultad de nom-

brar subdelegados. Un aspecto

esencial fue la participación, de la

Real Hacienda en la financiación

de las obras, aunque con distin-

to grado en los cuatro caminos.

Se completo la legislación básica

con el Reglamento e Instrucción

que S. M. quiere se observe en

la obra de caminos, que se digno

mandar ejecutar por Real De-

creto de junio de 1761. En este

reglamento se recoge la relación

Fig. 02_ Mapa del Principado de

Cataluña de T López y Vargas. Insti-

tut Municipal d´Historia, Año 1776.

Page 260: Libro ilustra cat02

260

jerárquica entre el Superinten-

dente General de Caminos y sus

subdelegados, con los capitanes

generales, comandantes gene-

rales, intendentes del ejército y

provincia, los gobernadores de

las plazas y castillos, corregido-

res y alcaldes mayores. Se ordena

el sistema de las obras, desde el

levantamiento de planos, hasta

el proceso de obra y libramiento

de pagos. Delimita con claridad

las funciones del Comisario de

Guerra, que debe entender de

todo lo concerniente a caudales

y, el Subdelegado, con sus rela-

ciones con el Ingeniero Director y

el Ingeniero Principal de la obra.

Con este esquema, da inicio a la

construcción de los caminos de la

Península, con encargo al Cuerpo

de Ingenieros Militares.

Camino real de Madrid a Barcelona

Con anterioridad a la publica-

ción del Real Decreto de 1761,

el Camino de Madrid a Barce-

lona, discurría por Zaragoza,

Lleida y accedía al entorno de

Barcelona, a través del estrecho

puente del Diablo en Martorell.

Al no permitir el paso de carrua-

jes, la alternativa es la barca en

Sant Andréu de la Barca, pues

no se disponía de ninguna obra

fija sobre el río Llobregat hasta

la desembocadura al mar.

En cumplimiento del mencio-

nado Real Decreto, se encargó

proyectar el nuevo camino al

ingeniero Pedro Martín Zerme-

ño que, en 1761, era Director

de Ingenieros del Principado.

Estuvo hasta el año 1762 y nue-

vamente, se incorporó en 1771

en la construcción del Nuevo

Camino de Barcelona a Valen-

cia. Zermeño analiza el puente

de Martorell, descarta la alter-

nativa de reformarlo, y recupera

las propuestas de construir uno

nuevo en Molins de Rei. Esta

alternativa, daba solución al

Antiguo Camino hacia el Bruc y

Lleida, o el nuevo, que se diri-

gía hacia el Ordal y Tarragona,

y que continuaba hasta Valencia

en la dirección de la histórica

Vía Augusta (en la actualidad es

la CN 340). El trazado de esta

vía es ejemplar, por la búsqueda

de trazados rectos (en derechu-

ra), tal como proponía el Real

Decreto.

Fig. 03_ Miguel Moreno. Plano del

terreno comprendido entre

la villa de Molins de Rei, hasta Villa-

franca del Panadès.

Centro Geográfico del Ejercito, 1774.

Fig. 04_ Miguel Marín. Plano del

Puente Proyectado en el río

Llobregat. Instituto de historia y

cultura Militar, 1734

Page 261: Libro ilustra cat02

261Entre los años 1761 y 1762, el inge-

niero Juan Escofet y Palau, levanto

el Mapa de las treinta leguas de

distancia y sus inmediaciones que

se encuentran desde Barcelona a

Lleida para la formación de la nue-

va carretera. A partir del previsto

puente de Molins de Rei, se planteó

la Carretera Nueva o Camino Nue-

vo del Principado, que se dirigía por

El Ordal, Vilafranca del Penedès y

Tarragona. Las obras avanzaron

con lentitud, por las dificultades

de atravesar las montañas calizas

del Ordal, y en la construcción del

puente de Lladoner sobre el ba-

rranco de Malo, obra que no finalizó

hasta el siglo siguiente.

El ingeniero Miguel Moreno que

estuvo al mando de las obras del

Principado, levanto en 1771 el

Plano del terreno comprendido,

desde la villa de Molins de Rei,

hasta Lledoner, en donde se ma-

nifiesta una porción de la misma

carretera que desde la plaza de

Barcelona, se dirige a la de Llei-

da, como asimismo su progreso

en los años próximos pasados de

1769 a 1770. Planos, con indica-

ciones del avance de las obras, se

confeccionan anualmente.

La escasez de financiación fue

el principal obstáculo que difi-

cultó durante los primeros años

la construcción de los caminos.

En el año 1777, se encuentra el

conde de Floridablanca como

Intendente General de Caminos.

Floridablanca se apoya en Fran-

cisco Sabatini, que había llegado

a España acompañando al que

fue Carlos III. Sabatini, desde la

reorganización del Cuerpo de In-

genieros de 1774, tuvo el máximo

cargo de Comandante Director

de la Rama de Caminos, Puen-

tes, Edificios de Arquitectura Civil,

Canales de Riego y Navegación y

demás obras relativas a este obje-

to. La importancia del Camino de

Madrid a Barcelona es prioritaria,

y muestra de este compromiso,

en 1777, supervisa el Camino del

Principado de Cataluña, y par-

ticipa en las obras de la nueva

catedral de Lleida. En este año

emite la Relación del estado en

que se hallan las obras del Nuevo

Camino del Principado de Catalu-

ña, desde la plaza de Barcelona,

hasta Villafranca del Panades, así

como las recomposiciones que

deberían hacerse, para cuyo fin

se practico el reconocimiento ge-

neral empezando el 17 de abril

deste presente año. Enviaron esta

relación el Comandante Director

Francisco Sabatini y el Coman-

dante General del Principado

Felipe Cabanes. En este extenso

informe, se describen con detalle

el estado del camino y las obras

de fábrica situadas en el mismo,

entre las que destaca el Puente

de Molins de Rei, que ya estaba

construido en esa fecha. Se ma-

nifiestan las características del

lecho del río Llobregat que es

arenoso y flojo con peligros de

socavación (manifestaban que

el Llobregat no tenía madre fija

y que es variable la dirección de

la corriente). Llama la atención

la existencia de una pequeña re-

presa situada en Sant Boi, que

es favorable a la estabilidad del

puente por retener las arenas del

lecho y evita que profundice la

erosión a la altura del puente.

Propuestas previas

Por la necesidad de articular el te-

rritorio en los accesos a la plaza

de Barcelona, se ponía de mani-

fiesto la insuficiencia del puente

del Diablo de Martorell para fi-

nes estratégicos. Los ingenieros

militares desde la formación del

Cuerpo, buscaron soluciones a

la comunicación entre Madrid

y Barcelona. Para resolver esta

cuestión, desde principios de

siglo, se comenzó a plantear la

posibilidad de construir un nue-

vo puente a la altura de Molins

de Rei. Se atribuye al creador

del Cuerpo de Ingenieros, Jorge

Próspero Verboom, un proyecto

de puente en el año 1717, del que

no se encontró documentación.

En el año 1734 aparece fecha-

do el puente proyectado en el

río Llobregat, en el paraje llama-

do Roque de Drog, firmado por

el ingeniero militar Miguel Marín.

Page 262: Libro ilustra cat02

262 Muestra un puente de 12 arcos

de medio punto y una sólida ci-

mentación prevista con pilotes.

Su longitud era próxima a los

300 m. La importante dimensión

de la obra y la falta de recursos,

limitaron el avance de estas pro-

puestas, que se materializa a

mediados de siglo.

Proyecto del puente

Consecuencia de lo ordenado en

el Real Decreto de junio de 1761,

al mes siguiente, se encarga a

Pedro Martín Zermeño, en su ca-

lidad de Director de Ingenieros

de Barcelona, levantar el mapa

del Nuevo Camino, al tiempo que

proyecta el nuevo puente sobre

el río Llobregat en las proximida-

des de la villa de Molins de Rei.

La documentación disponible,

tanto durante la ejecución de la

obra como sobre las vicisitudes

de la misma, posibilita acceder a

una documentación casi exclusi-

va, para describir las vicisitudes

de la obra como para evocar su

magnificencia.

Junto al autor del proyecto Pedro

Martín Zermeño, que permane-

ce hasta que es trasladado del

Principado el año 1763, lo susti-

tuye en la dirección de las obras

Carlos Saliquet, consiguen llevar

a cabo esta obra en cuatro años,

entre octubre de 1763 y octu-

bre de 1767, en que finalizaron

las obras. Fueron numerosos los

problemas relacionados con la

construcción, especialmente los

provocados por las inundaciones

del río, que determinaron amplios

informes, en los que tuvo que

intervenir el Director de la Acade-

mia de Matemáticas de Barcelona

Pedro Lucuce, en su calidad de

experto. Se dispone de informes

referentes a reclamaciones de los

asentistas (actuales contratistas)

dictaminados por el profesor de

la Academia Sánchez Taramas, o

el ya comentado Informe, sobre

el camino, de Francisco Sabati-

ni. Resulta admirable que, sobre

este puente, se disponga de las

opiniones de los cuatro más re-

conocidos ingenieros militares del

siglo XVIII.

Martín Zermeño, concibió un

puente de 400 varas longitud

(340 m) y 14 de anchura (11,8 m).

Estaba compuesto de 15 arcos;

Page 263: Libro ilustra cat02

263los nueve intermedios de igual di-

mensión, tenían directriz oval con

una longitud de 69 pies (19,3 m)

y 28 y medio de altura. Estaban

separados por pilares con taja-

mares cilíndricos de 18 y 15 pies

de espesor. En los extremos dis-

ponía de dos tramos de tres arcos

de medio punto, con dimensiones

crecientes hasta el tramo central,

creando unas pequeñas rampas

de 9 pies y medio de desnivel.

Entre cada tres arcos, los pilares

eran más anchos y sus tajama-

res, continuaban hasta el tablero

dejando apartaderos o plazuelas

para apartarse los viajeros. En el

resto de los pilares, sus tajama-

res terminaban a la altura de los

tímpanos, coronados por monte-

ras bien talladas. Los estribos de

30 pies de espesor, terminaban

en cuatro torres semicilíndricas,

dos en cada extremo, en las que

se ubicaban cuatro pequeños

habitáculos para albergar a los

guardias y celadores.

Para superar el carácter arenoso

y poco firme del cauce, se dispu-

so el hincado de pilotes bajo las

zapatas para reforzar la cimenta-

ción de las pilas, y se dispuso la

construcción de un empedrado,

en toda la anchura del puente,

para evitar que la erosión pudiese

descalzar la cimentación de algu-

na pila.

Como elemento estético, se

construyó una robusta cornisa en

toda su longitud, formada por un

cordón semicilíndrico sobre file-

Fig. 05_ Sánchez Taramas. Plano y

Vista del nuevo puente construido

sobre el río Llobregat en las inme-

diaciones de la Villa de Molins de

Rei. Tratado de Fortificación, 1769.

Page 264: Libro ilustra cat02

264 te, escocia y canecillos o cartelas

que, en conjunto, representaba

una altura de un metro. El cordón

se situaba a una altura de 46 pies

en el centro y de 37 y medio en los

extremos.

La sillería, espléndidamente tra-

bajada, estaba constituida por

piedra de asperón o de fuego, de

color roja, que es la piedra típica

de las canteras del entorno, si-

tuadas en la margen derecha del

río. Se trata de una arenisca bien

cimentada que se trabaja con fa-

cilidad. Todo el conjunto tenía una

apariencia de solidez y grandeza.

Informe de Pedro Lucuce

Pedro Lucuce y Ponce fue el se-

gundo director de la Real y Militar

Academia de Matemáticas de

Barcelona, durante el extenso pe-

ríodo comprendido entre 1738 a

1779, y tuvo el mérito de que la

Academia, alcanzase su máximo

esplendor en la formación cien-

tífica de los Ingenieros Militares.

En 1760 ascendió a Brigadier, en

1770 a Mariscal de Campo y en

1774, fue nombrado Director del

Ramo de Academias Militares de

Matemáticas. El 1779 fue promo-

vido a Teniente General y falleció

en este año a la edad de 83 años.

Durante la construcción del

puente de Molins de Rei se pro-

dujeron diversas avenidas en el

río Llobregat que ocasionaron

daños en las obras, propiedades

colindantes y paralizaciones de

las obras. A raíz de una avenida

ocurrida el 18 de noviembre de

1766, cuando se llevaban cons-

truidos 12 arcos, el Brigadier

Pedro Lucuce emitió un extenso

informe el 31 de julio de 1767,

sobre el Origen de los daños

causados por las avenidas del

río Llobregat, con el modo de

precaverlos en lo sucesivo, y

la mejor forma de continuar el

puente. Realizo la visita a las

obras, que distaban ocho horas

desde Barcelona, acompañado

del Intendente del Principado

el ingeniero Miguel Moreno, del

ingeniero Juan Caballero y del

Comisario de Guerra junto con

otras autoridades de justicia y

vecinos. Los daños principales

se localizaban en las erosio-

nes en el camino de acceso al

puente, y erosión en las pilas,

por la incidencia oblicua de la

Fig. 06_ Sánchez Taramas. Proceso

constructivo del puente

de Carlos III.

Tratado de Fortificación, 1769.

Fig. 07_ Sánchez Taramas. Detalles

constructivos del puente

de Molins de Rei.

Tratado de Fortificación, 1769.

Page 265: Libro ilustra cat02

265

Page 266: Libro ilustra cat02

266 corriente. Estos hechos pasó

a analizarlos desde una visión

general a la particular, en fun-

ción de los conocimientos de

la época que explicaban en la

Academia de Matemáticas. El

informe es un ejemplo didáctico

sobre las concepciones domi-

nantes para la construcción de

puentes. Recoge la opinión de

las máximas autoridades sobre

los problemas detectados en las

averías. De un modo sistemático

recurre al renacentista Andrea

Palladio, o a Fray Lorenzo de

San Nicolás pero, sobretodo,

a las aportaciones de Gautier,

Belidor y Muller. Gautier, arqui-

tecto e ingeniero, era inspector

de Puentes y Calzadas de Fran-

cia. Sus enseñanzas los recogió

en su libro Traité de Ponts. Be-

lidor, ingeniero catalán, escribió

la monumental obra Arquitectura

hidráulica (1735-1745), obra que

fue tan reconocida que, en la

Enciclopedia, no se incluyó nin-

gún tema de los tratados en esta

obra. Por ultimo, el inglés Juan

Muller, que escribió el Tratado

de Fortificación, aborda en esta

obra los problemas de las cons-

trucciones en el agua. Sánchez

Taramas realizó una traducción

en 1769. Fue una de las obras

más consultadas por los inge-

nieros españoles del siglo XVIII.

El mencionado informe, con in-

dependencia del rigor de sus

conclusiones, tiene el gran in-

terés de aplicar las teorías para

determinar la anchura de los

puentes y los inconvenientes de

estrechar el cauce, cuestiones

sobre cimientos, malecones,

espigones y otros procesos de

obra. Resume las teorías de

las autoridades en las cuestio-

nes planteadas en el puente de

Molins de Rei. Este dictamen es

equivalente al que presentaría

hoy día, un catedrático de uni-

versidad. El informe se extiende

a consideraciones sobre el plan-

tío a realizar en los caminos,

para lo que se apoya en el Tra-

tado de Agricultura de Balcarcel,

o el libro Agricultura de Herrería,

analizando las particularidades

de los plantíos con árboles o

arbustos.

Al año siguiente, en marzo de

1768, Pedro Lucuce vuelve a

informar al Capitán General de

Cataluña conde de Ricla, en su

Descripción y Reflexión sobre el

río Llobregat en Cataluña, sobre

el comportamiento ante las pe-

queñas avenidas del río en las

obras del puente, y realiza una

comparación, con su anterior in-

forme de junio de 1767. Las obras

de construcción del puente fina-

lizaron en octubre de 1768, por

lo que el informe, lo fue casi de

final de obra, hecho que muestra

el seguimiento y compromiso de

ingenieros y autoridades.

Contribución de Sánchez Taramas

Miguel Sánchez Taramas estudio

en la Academia de Matemáticas

de Barcelona, en la que finali-

zó sus estudios en 1754 con el

grado de Subteniente, y pasó en

1761, como ayudante de la Aca-

demia. En el año 1769 tradujo

del inglés la obra de ingeniería

titulada Tratado de Fortificación

de John Muller, que le sirvió

como merito para su ascenso a

Teniente Coronel de Infantería.

En el año 1779 fue nombrado

Director Interino de la Academia

y, de 1784 a 1789, fue Director

de la misma.

Desde su cargo de profesor

ayudante de la Academia, cuyo

director era Lucuce, siguió de

cerca todas las obras del puen-

te de Molins de Rei. Su amplio

conocimiento del mismo, le per-

mitió ampliar el libro traducido

con la importante experiencia

que le reportó la construcción

de este puente y otros que se

estaban ejecutando en España.

De este modo, pudo introducir

en el libro una espléndida co-

lección de láminas en las que

mostró el proceso constructi-

vo que se utilizó como ejemplo

para futuras obras de este

género. Incluye la mejor des-

cripción realizada en España

durante este siglo del puente

Page 267: Libro ilustra cat02

267

de Molins de Rei “cuya magni-

ficencia le hace lugar entre los

más célebre de su especie”. El

hecho de estar incluido en uno

de los pocos libros en castella-

no sobre ingeniería militar, fue

por tanto, un paradigma para

los ingenieros militares que

construyeron puentes durante

el siglo XVIII.

El 9 de junio de 1779 elevó un

informe al Comandante General

del Ejército conde de Asalto, so-

bre el Actual estado de la nueva

carretera de Cataluña y examen

de varias pretensiones de los

Asentistas de la mampostería,

en el que se pone de manifies-

to el grado de compromiso de

los profesores de la Academia

de Matemáticas en la gestión

de los caminos y puentes en-

comendados a los ingenieros

militares, que contribuyeron al

desarrollo económico del País.

Dos siglos de función estratégica

Desde la construcción del Puente

de Molins de Rei en el año 1769,

tuvo un importantísimo valor

estratégico, tanto como verte-

brador del territorio como por su

incuestionable valor estratégico

en tiempo de conflictos bélicos.

Soportando las fuertes aveni-

das del río Llobregat o el efecto

de los bombardeos, el puente ha

Fig. 08_ Punta de un pilote de

cimentación del puente.

Museo de Molins de Rei.

Page 268: Libro ilustra cat02

268

permanecido prestando un ex-

traordinario servicio a todo tipo de

comunicaciones en el Principado,

que llevaron a identificar a la villa

con el puente.

Hasta el año 1854 en que se dio

la orden de demoler las murallas

de la plaza fuerte de Barcelona,

Molins de Rei como nudo de co-

municaciones, se encontraba a

ocho horas de camino, se consi-

deraba de gran valor estratégico

para la defensa de la misma. En

el puente, se situaban cuatro

pequeñas instalaciones para la

vigilancia militar y el cobro de

tributos de paso (pontaje), que

se mantuvieron hasta la deroga-

ción del derecho de pontazgos,

por Real Orden de 31 de di-

ciembre de 1881. Contribuyó al

desarrollo económico de toda la

comarca del Bajo Llobregat. El

puente comienza a llamarse in-

distintamente de Molins de Rei o

de Carlos III.

Fig. 09_ Laurent. Vista del puente

de Carlos III.

Ministerio de Fomento, 1858-1874.

Fig. 10_ Puente de Molins de Rei

sobre el río Llobregat, Sobre 1960.

Page 269: Libro ilustra cat02

269Como obra civil, en este puente

confluían el Camino Real que, des-

de Madrid, pasaba por Zaragoza

y Lleida y, el Camino Nuevo que,

desde Valencia y Tarragona, ac-

cedían a Barcelona. Molins de Rei

se convertía por este hecho en el

punto estratégico para el acceso

a la capital de las dos importan-

tes vías que unían con el centro

y sur peninsular. Con la aparición

del ferrocarril a mediados del siglo

XIX y construcción de las dos vías

férreas hacia Tarragona y hacia

Martorell y Zaragoza, el puente

compartió el servicio público du-

rante el creciente liberalismo y

despegue industrial.

Durante los dos siglos de perma-

nencia del puente, ha sido testigo

privilegiado de todos los conflictos

como la Guerra de la Indepen-

dencia, guerras carlistas y Guerra

Civil en el siglo pasado. Durante la

Guerra de la Independencia entre

los años 1808 y 1812, el puente

ha sido el elemento clave para el

control militar del Bajo Llobregat,

y la puerta de acceso a Barcelona.

De aquí el interés de los ejércitos

franceses por su control. Fueron

numerosas las alternancias en su

control por uno y otro bando e,

incluso, se registró la batalla de

Molins de Rei, con el triunfo del

ejército francés. Durante las gue-

rras carlistas 1834-39, 1846-49 y

1872-76, tanto en el puente como

en los pueblos limítrofes, se pro-

dujeron numerosas escaramuzas,

que no repercutieron en su sólida

estructura.

Durante la Guerra Civil española

(1936-39) se producen dos inten-

tos de voladura del puente (uno

o dos arcos). El primero fue un

intento de los anarquistas, para

impedir el paso de las tropas re-

publicanas, que procedían de

Valencia para restablecer el orden.

Las dos cargas colocadas apenas

produjeron daños. El 25 de enero

de 1939 ante el imparable avan-

ce de las tropas nacionales, los

republicanos intentaron dinamitar

este puente estratégico que abría

el camino hacia Barcelona. Pese

a la orden de dinamitar el puen-

te, esta no se pudo realizar por

motivos desconocidos, aunque

hay supuestos que apuntan a las

dificultades que presentó el fue-

go nacional, por la presencia de

saboteadores o por una bendita

casualidad. No deja de resultar

curioso que, con la misma orden,

se demolió el puente del Diablo en

Martorell, de escaso valor estra-

tégico, o el puente del ferrocarril

en Martorell. Durante la retira-

da de las tropas republicanas, el

total de los puentes inutilizados

en Barcelona fue de 306, hecho

que atribuye mayor importancia

a la permanencia del puente de

Molins de Rei, que era el más es-

tratégico para dificultar el avance

enemigo.

Pasada la Guerra Civil el puente

continuó prestando sus servicios

para el tráfico rodado, tanto co-

marcal como nacional, hasta el

año 1971. El año 1962 se produce

una avenida en los ríos Besós y

Rubí, que fue un acontecimiento

que resultó determinante para la

permanencia futura del puente. El

despegue industrial que se pro-

duce en la década de los años

sesenta, representan un salto en

la escala en cuanto a la necesi-

dad de nuevas infraestructuras,

que puedan absorber el vertigino-

so aumento en el tráfico rodado.

El puente de Molins de Rei va

perdiendo su singularidad, al mul-

tiplicarse el número de puentes

que se construyen sobre el río.

Efectos de la avenida de 1962

El dia 25 de septiembre de 1962

se produjeron unas catastrófi-

cas inundaciones en la comarca

del Vallés, afectando los cauces

del río Ripoll en la cuenca del

Besós y, de la riera de Rubí en

la del Llobregat. Su repercusión

fue la más desastrosa que se

recuerda en Cataluña, pues se

contabilizaron 815 muertos, 213

heridos, 860 casas destruidas y

unas pérdidas económicas incal-

culables. Esta avenida afectó a

numerosas industrias construidas

en las zonas inundables de los

ríos, con cauces poco definidos.

Page 270: Libro ilustra cat02

270 Como medida urgente para evi-

tar nuevas catástrofes de estas

características, se decidió encau-

zar los ríos Ripoll, Besós, riera de

Rubí y tramo inferior del Llobregat.

Las obras se iniciaron con urgen-

cia canalizando los tres primeros

cauces, rigidizando sus cauces

con muros laterales de hormigón,

y pequeños saltos para incidir en

las fuertes pendientes, y reducir

el efecto erosivo en los terrenos

sueltos de sus lechos.

Para abordar el proyecto de en-

cauzamiento del bajo Llobregat,

adaptándolo al paso de caudales

de avenida con el mínimo riesgo,

y adecuarlo a las previstas obras

de una nueva autopista que se

tenia proyectado que discurrie-

se por su margen izquierda, el

Ministerio de Obras Públicas

contrató el estudio a la empre-

sa Toran-TAMS del prestigioso

ingeniero de caminos José To-

ran, que se rodeó de excelentes

colaboradores. El contrato del

proyecto dependía de las direc-

ciones generales de Carreteras y

de Obras Hidráulicas llevando la

dirección directamente desde el

Ministerio. El proyecto fue entre-

gado al Ministerio en el año 1965.

Los trabajos no se iniciaron de

inmediato sino que, en años su-

cesivos, se fueron construyendo

los tramos parciales. Una nueva y

extraordinaria avenida se produ-

ce el 20 de septiembre de 1971

en que se registró en el río Llobre-

gat en Martorell, aguas arriba de

Molins de Rei, un caudal máximo

de 3080 m3/s, superior a todos

los históricamente conocidos.

Este hecho obligó a rectificar el

valor de la avenida de proyecto,

que se había previsto en el estu-

dio. Se rehicieron los cálculos y

se estimo en 4000 m3/s el caudal

de encauzamiento. Los proyec-

tos parciales de encauzamiento,

finalizaron en el año 2004, con

el desvio del ultimo tramo en su

desembocadura al mar.

Trabajos en el entorno del Puente de Carlos III

Para paliar el daño de futuras

avenidas desde Confederación

Hidrográfica se abordaron los

proyectos sucesivos de encau-

zamiento. Por su parte, desde

Comisaría de Aguas, como or-

ganismo de la administración

responsable de la gestión del

dominio público hidráulico, au-

torizó la extracción de áridos en

el cauce para fijar el mismo, a

cambio de aportar escollera en

las márgenes. Desde la Dirección

General de Carreteras se aprobó

el Plan de Accesos a Barcelona

en el que se incluía la conserva-

ción del puente de Molins de Rei,

y se tenía previsto la construc-

ción de un nuevo puente en las

proximidades.

El puente formaba parte de la

carretera N-II. Su anchura conti-

nuaba siendo de 11 m con dos

carriles y aceras. Esta anchura

resultaba totalmente insuficiente

para las necesidades de incre-

mento de tráfico que en los años

sesenta exigía. Consecuencia de

esta urgente necesidad, en el año

1967 se procedió a la ampliación

de la anchura del puente para

adoptarlo a cuatro carriles, des-

plazando el pretil del puente en

voladizo por encima del cordón

de la cornisa, que se mantuvo en

toda su longitud. Aparentemente,

el puente conservaba su fisono-

mía original. La intervención en

el puente durante este año, no

permitió presagiar un riesgo evi-

dente en la estructura del puente.

Las extracciones de arena en el

cauce continuaron, con el objeto

de delimitar el ámbito del en-

cauzamiento, al tiempo que se

reconocía la situación favorable

que representaba la utilización

de los dragados en las obras de

los accesos a Barcelona. Ante

las previsiones de intervenir en

el puente de Carlos III, se preser-

vó del dragado en una franja de

100 m a ambos lados del puente.

Pequeñas avenidas iban erosio-

nando este sector que quedaba

elevado sobre el nuevo “talweg”

del cauce, más profundo, por los

dragados en el lecho. En alguna

pila se fue manifestando erosio-

Page 271: Libro ilustra cat02

271

nes locales con la lógica alarma

del Ayuntamiento de Molins de

Rei que, en julio de 1971, se

dirigió a la Academia de Bellas

Artes de Barcelona, manifestan-

do el peligro de erosión en que

se encontraban los pilares cen-

trales del puente. Un acuerdo

en el Pleno Municipal del 19 de

septiembre, acuerda emitir un

certificado a las autoridades de-

nunciando el estado de alarma

en que se encontraban las pilas

centrales. En esta situación se

produce la gran avenida del 21

de septiembre e 1971, en que

se registra la mayor avenida

crecida del río Llobregat en la

historia conocida. Con indepen-

dencia de los cuantiosos daños

al inundar el Bajo Llobregat, la

avenida provocó la erosión en

el lecho del puente, arrastran-

do la grava y arena que se dejó

de protección durante el dra-

gado, regularizando la nueva

pendiente del cauce. Esta ero-

sión, provocó el descenso del

lecho a la altura del puente en

más de dos metros, dejando al

descubierto los pilotes de la ci-

mentación. La erosión también

arrastró parte del encachado

de piedra bajo los vanos, he-

cho que acentuó la posibilidad

de colapso. El puente continuó

abierto al tráfico mientras que

las autoridades admitían averías

de cierta importancia. Se inten-

tó, provisionalmente, proteger

los cimientos de las pilas con

escollera.

Fig. 11_ Puente de Molins de Rei

después de ensanchar la calzada a

cuatro carriles, 1968.

Page 272: Libro ilustra cat02

272 Avería y destrucción del puente

Esta nueva situación de riesgo,

originó un intenso debate en el

que se movilizan autoridades y

defensores del patrimonio ante el

riesgo de colapso en el puente.

En esta tensa situación se oca-

siona una nueva avenida el 6 de

diciembre, que provocó el hundi-

miento de una pila que, a su vez,

arrastro los dos arcos adyacen-

tes. En el accidente se produjo

la muerte de un camionero que

circulaba en aquel instante por el

puente. El caudal máximo en el río

registrado en Martorell fue de 800

m3/s, muy inferior a los 3.080 m3/s

de tres meses antes, y que había

dejado la cimentación en una si-

tuación totalmente vulnerable. El

hundimiento del puente provocó

la interrupción del tráfico en la

carretera nacional, ocasionando

un caos circulatorio en el acceso

a Barcelona pues, la alternativa

de la autopista, se encontraba en

construcción.

El día 9 de diciembre, la Dirección

General de Carreteras, propone la

urgente reconstrucción del puen-

te de piedra. La presión social y

política se incrementa y las auto-

ridades intentan tomar decisiones

urgentes, que no se materializaron

en una acción concreta mientras

que a finales de diciembre, una

nueva avenida el día 30 de di-

ciembre, provoca la caída de dos

nuevas pilas que arrastran tres

arcos. El efecto dominó era pre-

visible. Cinco días después, el 4

de enero de 1972, la Dirección

General de Carreteras propone

la demolición total del puente de

Carlos III y sustituirlo por otro de

hormigón armado, a construir en

100 días. La avería ya afectaba a

la quinta parte del puente.

El 17 de enero, el culto ministro

de Obras Publicas Fernández de

la Mora, inaugura con urgencia el

tramo de autopista entre Molins

de Rei y Martorell libre de peaje,

con el que se restablece el trá-

fico de la carretera nacional. Al

mismo tiempo, se construye por

la empresa Ginés Navarro en 32

días, un paso provisional, aguas

abajo del puente de Carlos III, con

cuatro vanos de 35 m de luz con

vigas de hormigón armado.

Durante los primeros días de ene-

ro, se acentúa la presión de la

mayoría de las entidades asocia-

das al patrimonio, que reclaman

la conservación del puente. Se

intenta implicar a la Academia

de San Fernando y a la Dirección

General de Bellas Artes, para que

se instruya un expediente para

declarar el puente monumento na-

cional, al considerarla una de las

construcciones de los ingenieros

militares más representativa del

siglo XVIII. Se asume que la caída

del puente fue motivada por la ex-

cesiva extracción de arenas, que

se realizó sin tomar las precaucio-

nes de reforzar previamente las

cimentaciones del puente, y que

contribuyeron las excepciona-

les avenidas que descalzaron los

cimientos, lo que provocó el hun-

dimiento de las pilas.

El 29 de enero se reúne a instancia

del Ministerio de Obras Publicas

la Comisión Provincial de Servi-

cios Técnicos, con la intención

de buscar una solución al debate.

Se proponen la solución salomó-

nica de desmontar y trasladar los

restos del puente para instalarlos

en una nueva localización, que

correría a cargo de la Diputación

de Barcelona. El 9 de febrero,

después de numerar todas las

piedras, comienza el desmontaje

del puente, con un gran desplie-

gue informativo. El mismo día, el

Colegio Oficial de Arquitectos de

Cataluña, vuelve a reiterar la de-

claración de monumento histórico

artístico de interés nacional ante

la Dirección General de Bellas

Artes. Paralelamente, las diligen-

cias judiciales por la muerte del

camionero, provocan que el 27 de

febrero, se ordene la paralización

de la demolición. El 3 de marzo

el Consejo de Ministros declara

la urgencia de las obras de des-

montaje controlado y el día 9, se

levanta la suspensión judicial y

se acelera la voladura indiscrimi-

Page 273: Libro ilustra cat02

273nada del puente. Es de lamentar

la no intervención del Colegio de

Ingenieros de Caminos en el de-

bate de defensa de su patrimonio

histórico.

Causas y efectos

La causa directa del inicio del

hundimiento del puente fue el

fallo de la cimentación de las

pilas, provocado por la extrac-

ción de arenas para encauzar el

río, acelerada por la mayor ave-

nida histórica que se registró en

la cuenca del río Llobregat. Al

producirse la erosión en el lecho

que rodeaba el puente, queda-

ron al descubierto los pilotes de

madera de la cimentación que, al

secarse, perdieron la resistencia

y, la siguiente avenida, provocó

el inicio del colapso. Las figuras

que se encuentran en el libro Tra-

tado de Fortificación, muestran el

proceso constructivo del puente

que, de haberlo conocido los in-

genieros del Ministerio de Obras

Publicas, hubiesen actuado con

más cautela. En imágenes pos-

teriores a 1971, se aprecia como

quedaron al descubierto los

pilares de la cimentación, al des-

cender el lecho del cauce unos

dos metros.

No hay duda que las actuaciones

del Ministerio de Obras Publicas

estuvieron bien intencionadas

pues con ellas se pretendía evi-

tar la repetición de los efectos

catastróficos que se habían

ocasionado en las avenidas del

Vallés de 1962. Por este motivo,

el Ministerio de Obras Públicas

había encargado el Anteproyecto

de encauzamiento del río Llobre-

gat en su tramo de Molins de Rei

al mar y accesos a Barcelona por

la N-II desde Molins de Rei, que

se entrego el año 1965. Por parte

de Obras Hidráulicas, el proyec-

to globalmente fue esencial para

evitar los daños de avenidas y

se ejecutó en años sucesivos

finalizando el último tramo del

desvío al mar el año 2004. Por

parte de Carreteras, contribu-

yó al desarrollo de los accesos

a Barcelona que se ejecutaron.

Sólo el puente de Carlos III, sufrió

unas consecuencias totalmente

imprevisibles.

Se comenta coloquialmente,

que para que se produzca una

avería en una obra pública, se

requieren la coincidencia de tres

elementos: un mal proyecto, una

mala dirección y mala suerte.

Las dos primeras circunstancias

no se dieron en las obras. El pro-

yecto finalista era necesario no

obstante, en la fase de obras,

quizás faltó una mayor coordi-

nación entre las dos direcciones

generales de Carreteras y Obras

Hidráulicas para prever el ries-

go de hundimiento. En cuanto

a la tercera, fue realmente una

mala suerte que se presentase

la más catastrófica avenida del

río Llobregat en su historia co-

nocida, y dos más en diciembre

de cierta importancia, que ter-

minaron hundiendo la quinta

parte del puente. En condicio-

nes normales, nadie cuestionó la

capacidad de desagüe del puen-

te con sus quince arcos pues,

como prueba, permitió el paso

de la avenida de septiembre de

1971 sin que la lámina de agua

alcanzase la clave.

En cuanto a la red de accesos a

Barcelona cuando se produjo la

avería, ya estaba construida la

autovía hasta Molins de Rei (B-32)

y se encontraba en construcción

la autopista de Barcelona a Ta-

rragona (A-2), que desviaría parte

del tráfico que soportaba la N-II.

El puente de Molins de Rei na-

die cuestionaba el conservarlo

sin trafico y construir uno nuevo.

No se desconfiaba de su solidez,

como lo evidencian las obras de

ensanche a cuatro carriles, reali-

zadas en el año 1967. Este hecho

confirma la confianza en la so-

lidez de la estructura y la poca

precaución que se tuvo al rebajar

el lecho del cauce sin analizar el

efecto sobre la cimentación de

las obras existentes en el lecho.

Si se hubiese tenido en cuenta, se

hubiese reforzado previamente

los pilares con pilotes o micropi-

lotes, como era habitual en todos

Page 274: Libro ilustra cat02

274 Fig. 12_ Puente de Molins de Rei.

Situación después de la caída de

tres pilas, Enero 1972.

Fig. 13_ Puente de Molins de Rei.

Numeración de piedras y demoli-

ción del puente, marzo 1972.

Fig. 14_ Restos antiguos. Pilotes

aparecidos bajo el nuevo puente al

realizar movimientos de tierras.

Page 275: Libro ilustra cat02

275los puentes que se construían en

los alrededores.

Analizando el período posterior a

la avería, se pasa de la propues-

ta de mantenerlo a la demolición,

con un paso intermedio de des-

montarlo y trasladarlo para, al

final, dinamitarlo. La propues-

ta de desmontar y reconstruir

el puente no fue una solución

convincente dado que, resulta-

ba evidente que los sillares de

piedra arenisca eran mas débi-

les que el mortero de cal de las

juntas, que impedía separarlos.

Al final, la demolición, era pre-

visible por parte de Carreteras.

Para los defensores, la decisión

de dinamitarlo se consideró des-

proporcionada pues, con el paso

provisional y la alternativa de la

apertura del tramo de autopis-

ta Molins de Rei a Martorell, se

había restablecido el tráfico de la

N-II.

Las decisiones sobre la búsque-

da de alternativas al tráfico de la

N-II y el futuro de los puentes,

las tomaron directamente desde

el Ministerio de Obras Publicas

a través de la Dirección General

de Carreteras. Una vez restituido

el tráfico, la decisión de demoler

el puente para construir en su

lugar uno nuevo, se consideró

desproporcionada e irracional.

Se sugirió que fue con la inten-

ción de hacer desaparecer los

restos del puente para anular las

pruebas en el proceso judicial

de responsabilidad penal por un

fallecido. En este supuesto, se-

ría imperdonable moralmente la

decisión de volar un patrimonio

tan significativo por una mera

presunción. Con la perspectiva

de la distancia temporal, se re-

cuerdan las protestas habituales,

a primeros años de la década de

los setenta en que, ante la pers-

pectiva de la próxima muerte de

Franco, todas las reclamaciones

tenían un componente político

que el Gobierno intentaba cortar

radicalmente. Es mi opinión que,

presionado por esta tensa situa-

ción, incidió en la decisión del

Ministerio, relegando a un segun-

do nivel el valor patrimonial del

puente.

El silencio culpable debe con-

denar a los ingenieros que

dictaron la demolición pues,

aunque administrativamente

podría explicarse, ni moral ni

patrimonialmente tuvo justifi-

cación. La omisión del Colegio

de Caminos en este debate, re-

sulta igualmente reprochable.

En sentido opuesto, una de las

personas que más se compro-

metió en la defensa del puente,

fue el arquitecto Salvador Ta-

rragó. Van con estas palabras

el sincero reconocimiento por

su defensa del patrimonio de la

Obra Publica.

El puente de Carlos III fue una de

las obras públicas más represen-

tativa de los ingenieros militares

del siglo XVIII. El que fuese volado

estaba dentro de las posibilida-

des en cualquier contienda, en

que caería con dignidad por ser

un objetivo estratégico. Las cir-

cunstancias de la demolición es

lo que producen una cierta ver-

güenza, al quedar desprovisto su

final de cualquier símbolo épico.

El mejor homenaje al desapa-

recido puente de Carlos III, es

reconocer que cumplió con su

misión de servicio público. Fue

construido por ingenieros mili-

tares cumpliendo los principios

vitrubianos de solidez, firmeza y,

la duración, sería eterna si no se

aliasen los elementos naturales y

la negligencia humana. Sólo fue

vencido por el efecto combinado

de la furia de la naturaleza, impro-

visación técnica y desavenencias

políticas. Pero los seres existen

mientras que permanecen en la

memoria y, la del puente de Car-

los III, se encuentra viva en la de

todos los pueblos de su alrede-

dor. Nos gustaría pensar que,

hoy día, entre las protecciones

de Patrimonio y la del Medio Am-

biente, un hecho como este, no

tendríamos que lamentarlo.

Page 276: Libro ilustra cat02

276 LA IGLESIA DE LA FORTALEZA DE SAN FERNANDO DE FIGUERES

Page 277: Libro ilustra cat02

277

Rafael Vila Introducción

Desde el punto de vista arquitec-

tónico, la iglesia de San Fernando

es uno de los edificios más singu-

lares del conjunto fortificado de

Figueres. Paradójicamente es el

único edificio civil del castillo que

quedó inconcluso.

Estaba proyectada presidiendo la

plaza de armas por su lado cón-

cavo, enfrentada a la Casa del

Gobernador, situada sobre el eje

Este-Oeste del castillo. La cir-

cunstancia de estar inacabada,

hacía que la única información

sobre su volumetría interior pro-

cediese del dibujo contenido en

una sección general del castillo,

dibujada entre 1796-1798.

Buscando información para el

otro artículo que presentamos en

este libro, tuvimos el placer de

encontrar el plano de su sección

en el Arxiu Gràfic de la Ciutat de

Barcelona.

El descubrimiento del plano de su

sección, nos facilita una intere-

sante información de cómo Pedro

Martín Zermeño se había imagina-

do el edificio. Por ello, nos anima

a hacer este breve artículo de pre-

sentación en público.

El proyecto de la iglesia

La circunstancia de que la obra

esté inacabada quizás pueda te-

ner que ver con las vicisitudes por

las que debió pasar el proyecto.

Aunque el proyecto fue realiza-

do por Pedro Martín Zermeño en

noviembre de 1760, en el primer

plano con edificaciones del cas-

tillo a diferencia del resto de las

construcciones, sólo aparece la

ubicación de la iglesia sin ninguna

indicación de su planta. Dicho di-

bujo firmado por el Ingeniero Juan

Cavallero en Barcelona, el 16 de

junio de 1764, obvia el dibujo de

su distribución interior.

En esos momentos, Juan Ca-

vallero era Ingeniero en Jefe en

sustitución del anterior –del que

había sido segundo hasta cuando Fig. 01_ Iglesia de San Fernando.

Sección 3873.

Page 278: Libro ilustra cat02

278

éste fue trasladado a Castilla en

1762-, por lo que difícilmente po-

día desconocer la existencia del

proyecto.

El citado plano colorea en ama-

rillo todos los muros y tabiques

de los edificios de la plaza de

armas, pero la planta de la igle-

sia aparece como una mancha

amarilla. En cambio, sí se ve la

silueta de la cúpula del templo en

una sección general firmada por

el mismo ingeniero J. Cavallero1,

que aparece en el libro de Car-

los Díaz Capmany: El castell de

Sant Ferran de Figueres. La seva

història2.

Existe otro plano de planta de la

iglesia con los muros coloreados

en rojo –sin autor y con fecha

inconcreta 18?- en que la traza

difiere respecto a la original en

cuanto que se han cambiado las

semicolumnas dóricas de cada

pilastra por un juego de doble

pilastra –que no coincide con la

parte de obra realizada-. Además,

dibuja las dos estancias situadas

cada una a un lado del ábside

principal en forma ovalada cuan-

do en realidad las existentes son

dos prismas redondeados en sus

extremos.

También, el plano de la fachada

que contiene las puertas de entra-

da, firmado por el ingeniero Jorge

de Sicre en 1766, plantea otros

cambios decorativos respecto

al proyecto inicial. No obstante

1 A pesar de que Juan Cavallero firmaba con uve, a menudo se le cita en la bi-

bliografía como Juan Caballero. En este escrito mantenemos su nombre según

su grafía original.2 Díaz Capmany, Carlos, 82. p. 36

Page 279: Libro ilustra cat02

279

Fig. 02_ Plaza de San Fernando,

1764.

Fig. 03_ Sección cavallero,

P1090624.

Page 280: Libro ilustra cat02

280 no fueron recogidos en la obra

realizada.

Posteriormente, hay otro plano

de sección general del edificio fe-

chado en 1796-98 en el que en un

tamaño muy reducido se aprecia

el corte del edificio que incorpora

una cripta subterránea. Excava-

ciones realizadas recientemente

han mostrado que la cripta era una

especie de cámara mortuoria, tipo

catacumba, si bien no se encon-

traron restos de enterramientos.

Este repaso de la planimetría

conocida nos permite enten-

der que el proyecto inicial sufrió

modificaciones de cierta impor-

tancia durante el proceso de su

construcción.

El proyecto de Pedro Martín Zermeño.

Como hemos apuntado al inicio

de este escrito, la casualidad de

encontrar el plano de sección de

la iglesia ha permitido comple-

tar casi por completo el juego de

planos del proyecto inicial. Hasta

ahora eran conocidos los planos

de la planta y de la fachada, pu-

blicado el primero en el libro de C.

Díaz3 y el segundo en el libro de

Montaner i Martorell, Josep Ma-

ria La modernització de l’utillatge

mental de l’arquitectura a Cata-

lunya (1714-1859)4.

Los tres planos citados más la vis-

ta lateral de su cubierta que nos

muestra el plano de sección de

la fortaleza dibujado por J. Caba-

llero nos muestran una iglesia de

planta concéntrica con clara ins-

piración barroca tardía italiana y

de fachada y volumen exterior re-

sueltos con lenguaje neoclásico.

La planta central de forma elíptica

resuelve su composición dentro

de un rectángulo integrado en

la longitud de los pabellones de

planta baja correspondientes a

los dos edificios contiguos a la

iglesia, que cierran la plaza de ar-

mas por el Este. Así el porche de

entrada a la iglesia forma parte de

la porticada que resuelve la facha-

da de los dos edificios principales

de la plaza. El espacio central del

templo tiene forma elíptica con el

eje mayor paralelo a la fachada y

el corto sobre el eje longitudinal de

la iglesia. En torno a este núcleo,

se desarrolla una corona elíptica

que sirve de deambulatorio y co-

munica las puertas laterales con el

altar mayor, pasando por las cua-

tro capillas laterales, colocadas

en disposición simétrica sobre el

eje corto. Las citadas capillas y

el altar principal tienen forma de

ábside semicircular. La planta se

completa con el ámbito que une la

puerta principal con la nave y los

espacios de los ángulos extremos

sobre la fachada oeste. El primer

ámbito citado de forma rectangu-

lar contiene las dos escaleras de

acceso a lo que tenía que ser el

coro. Los otros espacios tienen

forma rectangular con los dos ex-

tremos en semicírculo.

El espacio central estaba cubierto

por una cúpula elíptica apoyada

sobre 6 pilares de gran dimensión,

colocados dos sobre el eje largo

de la elipse que genera la volu-

metría interior y los otros cuatro

dispuestos dos a dos centrados

sobre el eje corto. Los seis vanos

que se generan entre ellos relacio-

nan aquél con la puerta y el altar

mayor los primeros y con las capi-

llas laterales los cuatro restantes.

Verticalmente, el conjunto del

templo seguía un movimiento as-

cendente en tres niveles según el

eje menor. Dicho recorrido lleva-

ba desde la porticada de entrada

-situada en el nivel inferior, adap-

tado al desnivel de la plaza- hasta

el altar mayor -situado en el nivel

superior-, pasando por la nave y

capillas perimetrales -situadas en

el nivel intermedio-. El espacio

central se articulaba con un orden

3 Díaz, 82 p. 464 Montaner i Martorell, p. 211

Page 281: Libro ilustra cat02

281

gigante dórico, complementado

con un orden dórico menor.

El orden principal estaba rema-

tado por un entablamento con

triglifos y metopas que recogía la

imposta de la cúpula elíptica. Lo

componían seis semicolumnas

adosadas a los grandes pilares.

Las columnas tenían pedestal,

basa, fuste con éntasis y capitel.

El orden menor estructuraba las

bóvedas y cúpulas del resto de

los espacios del templo así como

los arcos del núcleo central y la

corona circular exterior. Las pilas-

tras tenían también un pedestal

de altura variable que permitía

enrasar todas sus basas con las

de las columnas principales in-

dependientemente del nivel del

pavimento. Su fuste era recto y su

capitel recogía el arranque de los

arcos y de las cúpulas, transfor-

mándose parcialmente en cornisa

perimetral.

Dos pares de ventanas colocadas

sobre el eje mayor de la elipse ilu-

minaban ligeramente el interior.

Las superiores estaban en la cú-

pula mientras que las inferiores

abrían a los patios laterales.

La fachada estaba ordenada por

cuatros juegos de dobles pilas-

tras gigantes de orden corintio

Fig. 04_ Fachada 2662.

Fig. 05_ Planta modificada.

Page 282: Libro ilustra cat02

282 rematadas por una barandilla.

Este elemento la integraba en

la fachada global de los tres

cuerpos del edificio oeste de la

plaza. Sendas copas flamígeras

coronaba cada uno de los jue-

gos de pilastras. El citado orden

compositivo generaba tres va-

nos presididos por el central de

mayor dimensión. En cada vano

había sendos huecos resueltos

con un orden dórico y arcos de

medio punto algo rebajado -este

sistema de rebajar el arco está

ampliamente utilizado en los ar-

cos del castillo-. El segundo plano

de la fachada correspondía al de

las puertas de entrada a la iglesia.

Las tres puertas mantenían una

relación jerárquica entre ellas y

con los vanos de la fachada. La

principal estaba presidida por un

ático por un óculo ovalado flan-

queado con dos volutas encima

de un entablamento de triglifos

mientras que las laterales estaban

coronadas por áticos triangulares

rematados también por sendos

óculos ovalados. Figura de inspi-

ración neoclásica muy del agrado

de Zermeño que también la utilizó

en Sant Miquel del Port y la Seu

Nova de Lleida.

La fachada interior de Jorge de Sicre

Este plano firmado por el inge-

niero Jorge de Sicre el día 22 de

junio de 1766 corresponde a un

estudio de la fachada que debía

contener las puertas de entrada

a la iglesia.

La propuesta modifica la de Pe-

dro Martín Zermeño en cuanto a

la decoración de las jambas de

las puertas y a los dos roseto-

nes de las puertas laterales que

cambia los óvalos iniciales por Fig. 06_ Vista de la fachada de la

iglesia.

Page 283: Libro ilustra cat02

283círculos. Las puertas suprimen

los áticos y entablamentos supe-

riores. Las dos laterales reducen

su tratamiento a una solución

de moldura neoclásica austera

que resigue el hueco rectangular

como la utilizada en la mayoría de

los edificios del castillo. La puerta

principal sigue la misma solución,

si bien la significa con un dintel

curvado ornado con una especie

de guirnaldas floreadas, que orlan

un óvalo central, dispuesto pro-

bablemente para recibir alguna

inscripción.

La solución que proponía no fue

realizada.

Es de destacar que el plano

sólo incorpora una escala grá-

fica en varas a diferencia del

plano de P. M. Zermeño. Éste

indica la escala en varas, toe-

sas y además la del módulo

correspondiente utilizado en la

composición de la iglesia.

El plano de 18?

Este plano existente en la carto-

teca del Servicio Geográfico del

Ejército plantea varias dudas.

La primera es su datación, situa-

da en la indefinición de 18?.

La falta de correspondencia entre

el dibujo y la obra realizada su-

giere dos posibilidades. Una, la

datación hecha no es cierta y en

este caso supondría otra variante

del proyecto original no incorpo-

rada en la obra. Dos, si el plano

es del siglo XIX el ingeniero que lo

dibujó no fue muy preciso en su

empeño.

A diferencia del proyecto original

de P. M. Zermeño y de la obra

Fig. 07_ Plano de la fachada de las

puertas. Firmado por Jorge de Sicre

el 20 de Junio de 1766. (IHYCM).

Fig. 08_ Plano de la iglesia

construida en la Plaza de San

Fernando de Figueres. (SHGE).

[Foto Rocco Ricci].

Page 284: Libro ilustra cat02

284

Page 285: Libro ilustra cat02

285

realmente ejecutada, este plano

plantea 6 juegos de dobles pilas-

tras adosadas a los pilares de la

cúpula. Así mismo representa los

espacios de rincones de ponien-

te como óvalos a diferencia de la

forma real que es prismática.

La inseguridad sobre la fecha del

plano nos deja con la duda sin

solución.

La obra inconclusa

Según consta en un informe fir-

mado por Miguel Llorens el 12 de

noviembre de 17735, las obras

de la iglesia estaban paradas

a la línea de imposta habién-

dose construido tres arcos de

fachada.

Esta escueta referencia nos in-

dica que las obras se pararon

antes de esa fecha en el estado

actual.

Como ya se puede apreciar en los

planos de planta de 1784 y en el

citado de fecha indefinida, el pro-

yecto de Pedro Martín Zermeño

sufrió un cambio sustancial en

el lenguaje compositivo. El prin-

cipal fue la sustitución de las 6

semicolumnas de los pilares de la

nave por 6 pilastras. También se

suprimieron las dobles pilastras

laterales de los pilares que re-

solvían la transición entre la nave

central y las capillas laterales.

Esta simplificación expresiva no

supuso una reducción en el nivel

5 Miguel Llorens – Relación de la consistencia de la Plaza de San Fernando

de Figueres, edificios militares que contiene, su capacidad y fines à que están

destinados: con expresión de la situación, utilidad y ventajas de estas Fortifica-

ciones. – Instituto de Historia y Cultura Militar. Legajo 52.

Fig. 09_ La fachada en relación con

los edificios contiguos.

Fig. 10 y 11_ Aspectos de la obra

inacabada.

Fig. 12_ Plano de la plaza de San

Fernando situada a tres leguas de

la frontera de Francia en la inme-

diación de la villa de Figueres, cuya

construcción tuvo principio el 4 de

septiembre de 1753. Ministère de la

Defènse. (S.H.A.T.)

Fig. 13_ Planta de la iglesia actual.

(Instituto del Patrimonio Histórico

Español, IPHE)

Page 286: Libro ilustra cat02

286

decorativo general ni en la gran

calidad de ejecución en la la-

bra de la piedra. La observación

detallada de los restos inacaba-

dos nos muestra con deleite la

perfección del trabajo de talla,

tanto en su traza como en su

realización.

Como ejemplos de ello queremos

referirnos a los fustes de las pilas-

tras de la nave y a las escaleras

de acceso al coro.

Los fustes y basas de las co-

lumnas unen a una finura en su

tallado, que hace pensar en la

imposible utilización de máqui-

nas en su labra, la sensibilidad

o exigencia en su desarrollo en

forma cóncava. Su perímetro

horizontal describe el mismo tra-

zado que la elipse que genera la

nave central.

Los ejes de las escaleras en ti-

rabuzón continuos a modo de

Fig. 14_ Alzado de la fachada

actual (IPHE)

Fig. 15_ Sección longitudinal actual

(IPHE)

Page 287: Libro ilustra cat02

287

columna salomónica son otra

muestra exquisita de trabajo. Amén

de la continuidad de la superficie

inferior de los peldaños, podemos

observar la precisión de los dos

listelos que acompañan al semi-

bordón del eje principal. También

el detalle del encaje en cuña de los

peldaños entre ellos, que desplaza

la línea inferior de la delantera del

peldaño respecto a la arista inferior

de la cara exterior del mismo.

Los detalles de las ménsulas, de

las volutas de los áticos y de las

puertas y los capiteles de las co-

lumnas y las volutas con hojas de

acanto de los apoyos del arco de

carpanel del coro, no realizado,

son otros de los elementos dignos

de destacar.

Esta exhibición de delicadeza

artística dentro de la austeridad

casi espartana del conjunto de la

fortaleza es una nueva muestra

del carácter ilustrado de los in-

genieros militares del siglo XVIII.

Realmente es una pena y una pér-

dida importante que uno de los

dos elementos arquitectónicos

más singulares del castillo de San

Fernando quedase inacabado.

Más aún cuando el otro –la Puer-

ta Real- hoy en día se encuentra

destruido a causa de la voladura

de 1939. Triste ironía.

Fig. 16_ Detalles del pedestal y la

base de las pilastras.

Fig. 17_ Apréciese la curvatura de la

base y el fuste.

Fig. 18_ Escalera de acceso al

coro.

Fig. 19_ Detalles del eje continuo

de la escalera del coro.

Page 288: Libro ilustra cat02

288

Page 289: Libro ilustra cat02

289Fig. 20_ Detalles del pórtico de la

puerta principal.

Fig. 21_ Detalles del pórtico de las

puertas laterales.

Fig. 22_ Los arcos del coro

inconcluso.

Fig. 23_ Ménsula de los arcos

del coro.

Fig. 24_ Vista del conjunto desde

poniente

Page 290: Libro ilustra cat02

290 EL HOSPITAL DEL REY La obra de los ingenieros militares españoles en Montevideo

Page 291: Libro ilustra cat02

291

Concha VirgiliWilliam Rey

Bajo el término de Hospital del

Rey es posible identificar, en

Montevideo, distintas edificacio-

nes que tuvieron como cometido

la atención a los soldados enfer-

mos que se encontraban en esta

ciudad cumpliendo funciones, así

como también de los integrantes

de las continuas y periódicas ex-

pediciones navales que llegaban a

estas tierras1. En este sentido po-

demos afirmar, junto al historiador

Dr. Rafael Schiaffino2, que en esta

ciudad del Plata los hospitales del

rey fueron tres: el de la Ciudadela,

el de la Tropa y el de la Marina.

Se trataba, en casi todos los ca-

sos, de construcciones ajustadas

a estos efectos sanitarios pero

que no habían sido concebidas,

desde su comienzo, como pro-

gramas hospitalarios específicos,

al menos hasta 1781. De esta

forma, es posible identificar suce-

sivas sedes en el fuerte conocido

como Ciudadela de Montevideo,

en el llamado Fuerte de San José

y, también, en otras construccio-

nes precarias o depósitos que

se ajustaron temporalmente para

oficiar de hospital. Precisamen-

te, nos interesará analizar en este

artículo el edificio definitivo, cono-

cido como Hospital Provisional,

también llamado “de la Marina”,

aunque lo fuera más tardíamente

de esta arma que del Ejército o

Tropa, y que diferentes textos ge-

neralizan bajo el rótulo genérico

de Hospital del Rey.

La gestación de este edificio debe

entenderse en el marco de los

grandes cambios que se opera-

ron en la ciudad de Montevideo,

en la segunda mitad del siglo XVIII

o más exactamente a partir de su

consideración como Apostadero

Naval y como puerto esclavista.

El crecimiento de su actividad

portuaria dio lugar entonces a un

aumento de la población urbana

como resultado de nuevas de-

mandas de servicio y trabajo. En

1 También debemos incluir a la población presidiaria que allí se alojó.2 Schiaffino, R. Historia de la Medicina en el Uruguay, p. 404. Montevideo 1937.

Vol. I y II.

Fig. 01_ Puerta de la Ciudadela.

Cortesía del Consulado de Uruguay

en Barcelona.

Page 292: Libro ilustra cat02

292 el último cuarto de siglo Monte-

video siente entonces, la llegada

de nueva población americana y

peninsular, además de identificar-

se un crecimiento demográfico

fundado en el mejoramiento pau-

latino de la calidad de vida. En

paralelo con esto, se debe tener

en cuenta que este puerto servi-

rá de recalada a distintos navíos

y expediciones que, si bien pue-

den no tener a Montevideo como

destino final, deberán ahora pro-

veerse en él, demandando a su

vez nuevos servicios que hasta

entonces no existían. Uno de

esos servicios será, precisamen-

te, el de hospital.

Antecedentes

Intentando rastrear las prime-

ras organizaciones hospitalarias

hemos de retrotraernos a los

tiempos fundacionales, donde

debió funcionar en Montevideo

un hospital muy primario, del que

se tiene las primeras referencias

en 17503, y que tenía como desti-

no a la población de presidiarios.

Pero con las fortificaciones y la

construcción de la llamada Ciu-

dadela, se destinó en su interior

un área específica para éstos y,

eventualmente, para personal

militar enfermo. Hasta 1781 es

posible encontrar diferentes do-

cumentos que nos hablan de la

sobrepoblación de este hospital

y su inadaptación espacial para la

función destinada4.

En Montevideo, se identifi-

ca también la existencia de

diferentes hospitales de tropa a

lo largo de ese siglo, aunque se

desconoce la fecha y ubicación

exacta del primero de estos. Al-

gunos documentos se refieren al

funcionamiento de un hospital,

coincidente con la primera lle-

gada del gobernador Cevallos a

Montevideo, haciendo suponer

que a fines de 1750, o bien a co-

mienzos de 1760, la ciudad ya

cuenta con un hospital de tropa.

Conocemos mejor sus tres sedes

posteriores: la residencia de los

Jesuitas5, un depósito ubicado en

extramuros que fuera especial-

mente adaptado para recibir a las

tropas de Cevallos -en su segun-

da expedición de 1777- y el fuerte

de San José. Si bien se desco-

noce el tiempo que el hospital de

tropa permaneció en la residencia

de la orden expulsada, se sabe

en cambio que su duración en

los almacenes de extramuros fue

corta debido a un incendio y que

en el fuerte de defensa al puerto

de Montevideo permaneció has-

ta 1779. Entre 1779 y 1781, este

hospital destinado al arma de

tierra ocupó, nuevamente, una

construcción de extramuros co-

nocida también como el Almacén

de Alzaibar, hasta 1781 en que se

inaugurará el primer Hospital del

Rey, proyectado ahora sí, para

ese fin específico.

La marina de guerra contó también

con su propio establecimiento

hospitalario a partir de una dis-

posición del Gobernador Bucarelli

que permitía una regularización

del servicio del mismo, a partir de

un gravamen de hospitalización,

impuesto a los soldados6. Si bien

3 Schiaffino refiere a que la primera noticia que se tiene de una estructura hospitalaria surge de una carta enviada por el

Comandante Gorriti al Gobernador Andonaegui, en referencia al miserable estado de la misma. Se trataría, posiblemente

de un “rancho” ajustado para tales fines. Schiaffino op. cit. p. 404. 4 A pesar de la inadaptabilidad del hospital de la Ciudadela a la población enferma involucrada, no dejan de registrarse

intentos de mejora, como el cambio de ubicación interna, que desde su inicial emplazamiento en el piso bajo de esta for-

tificación se traslada a un nivel superior, con mejores condiciones de aire y luz, orientado al este y ubicado a la izquierda

de la puerta de entrada a la Ciudadela, recostado de espalda a la ciudad. 5 Solicitado el mismo, luego de la expulsión de esta orden. La Junta de Temporalidades le cedió una pieza dentro de la

misma, en 1771.6 Es de destacar que esta misma disposición del 14 de febrero de 1769, había permitido también la regularización del

servicio del Hospital de Tropa.

Page 293: Libro ilustra cat02

293se desconoce la primera localiza-

ción de este centro sanitario, se lo

identifica, en 1779, en una casa

de limitadas dimensiones dentro

del casco de la ciudad.

En 1781 el Intendente Manuel I.

Fernández tiene la iniciativa de

construir un nuevo Hospital del

Rey, que a la postre se constitui-

ría en la mayor y más importante

sede hospitalaria del Montevideo

colonial, en el predio de dos man-

zanas contiguas que habían sido

cedidas a la Marina, y que se defi-

nía por las calles San Miguel (hoy

Piedras), San Benito (hoy Colón),

San Francisco (hoy Zabala) y el

borde costero, hoy la actual ca-

lle 25 de Agosto. Precisamente,

sobre la actual calle Piedras, se

ubicaban las construcciones de

servicio o almacenes que debie-

ron construirse en fecha anterior,

a partir de 1776, ya que ese es el

año en que el Ministerio de Ma-

rina lo adquiere para resolver las

necesidades de alojamiento y

atención a la escuadra del mar-

qués de Casa Tilly, cuando el

retorno a España de esa gran ex-

pedición. Esos almacenes serán

aprovechados parcialmente para

ubicar la nueva sede hospitalaria,

la que ocuparía la mitad del largo

del terreno sobre la calle de San

Miguel, esto es, entre la calle de

San Benito y la proyección de la

actual Solís.

La idea de un nuevo Hospital

del Rey sigue avanzando, lo que

había sido una constante adap-

tación a recursos marginales de

localización y también al apro-

vechamiento de infraestructuras

existentes y adaptables al nuevo

uso. Sin embargo, y a pesar de

estar ya construidos los mencio-

nados almacenes de marina al

momento de decidir erigir este

nuevo hospital, podemos afirmar

que estamos, por primera vez,

ante un específico proyecto de

arquitectura hospitalaria, que re-

coge muchos de los preceptos

teóricos de la misma. Se trata, a

su vez, de un hospital que per-

mitirá en su misma edificación,

unificar la asistencia hospitalaria

a los integrantes de las armas

de tierra y de mar, algunos años

después.

Localización

El sitio elegido presenta cierta

lógica urbana, marcada por el

alejamiento relativo del área de

las manzanas más pobladas de

la ciudad y su cercanía a la bahía.

En este sentido se expresaba el

médico Miguel O’Gorman en su

proyecto7 de unificación de los

hospitales militares. Refiriéndose

a este señala: “El está en propor-

cionada distancia de la ciudad

para que sus exalaciones no la

perjudiquen; tiene fácil desagüe

para la inmundicia, comodidad

para su aseo; resguardo de los

temporales y vientos nocivos”. Es

interesante comprobar, una vez

más, como estas premisas higie-

nistas, que muchas veces suelen

ser identificadas como aporte

exclusivo de las academias de

arquitectura, son manejadas con

frecuencia y acierto notable por

los ingenieros militares.

Un análisis de la cartografía

urbana de esos años permite re-

conocer como verdaderas, a la

vez que un tanto parciales, las ob-

servaciones de O’Gorman en su

proyecto de unificación hospitala-

ria. Hacia el oeste de dicho predio

se puede identificar un área sin

edificaciones, lo mismo que al sur,

donde se ubicaba otra área libre

propiedad del Convento de San

Francisco. Por el este un murallón

lo separaba del Barracón de la

Marina, pero en forma contigua a

este, se ubicaba su iglesia que era

diariamente visitada por una parte

importante de la población de la

ciudad. En particular resultan de

interés el plano sin firma de la ciu-

dad de Montevideo de 1783 y el

7 Extractado de Schiaffino, R. Op. Cit., p. 419.

Page 294: Libro ilustra cat02

294 de 1784 firmado por el Ingeniero

Militar José del Pozo y Marquy8,

a efectos de comprender la po-

sición relativa del hospital en la

ciudad. El primero, más ajustado

en su información a la realidad

constructiva de la zona cercana al

predio, nos muestra una manza-

na doble en forma de L, resultado

de la construcción de este hos-

pital, ocupando la potencial calle

divisoria y la permanencia de un

área contigua libre, sin construir,

al norte del Hospital Provisional.

Debe señalarse que la selección

del predio obedeció también a

lógicas económicas de oferta,

así como a ciertos beneficios de

la localización, pero realizando

adaptaciones específicas que

permitieran un buen resultado fi-

nal, en tanto arquitectura. Debe

incluirse entre aquellas, el bene-

ficio de ocupar el área de calle

proyectada asignada al predio

original9, que daba lugar a las dos

manzanas contiguas, y también

a la proximidad de las instalacio-

nes de marina, que en razón de la

condición de Apostadero Naval

adquirida por Montevideo, eran

de enorme valor y apoyo.

Los Ingenieros Militares entienden

las ciudades mediante un trazado

regular, y el suelo urbano como una

extensión que debe ser nivelada y

uniformada. Más que un concepto

de ciudad, los ingenieros militares

poseen un método para relevarla y

rediseñarla, para delimitar sus es-

pacios, para establecer relaciones

de correspondencia y similitud,

y para controlar la serie de varia-

ciones formales con una simple

estructura geométrica.

Es de destacar también que un

personaje como Manuel Pérez

Castellanos reaccionará dura-

mente por la localización de este

edificio10, precisamente por

entender que consolidaba un

incumplimiento definitivo –o al

menos durante los tiempos co-

loniales- del marco de las Leyes

8 Ambos originales se encuentran en Madrid, España – Ministerio de Marina, Dirección de Navegación y Museo y Bi-

blioteca de la Academia Militar de Ingenieros- aunque para este artículo ambos planos fueron analizados a través de la

publicación de Carlos Travieso, de 1937. Se identifican éstos por los números 36 y 18, dentro de la misma. Para el caso

de que en el segundo de los planos se ha identificado un error en la asignación del año: donde dice 1765 debe decir

1784. Travieso, C. Montevideo en la época colonial. Su evolución vista a través de mapas y planos españoles. 1937.

Montevideo.

José del Pozo y Marquy, nació en 1751 cerca de Zafra, (Extremadura, España). En 1773 fue promovido a Subteniente de

Infantería, y en 1776 se embarcó a Buenos Aires. En 1778 ascendió a Ingeniero Extraordinario, y en 1781 formó parte de

una Junta Militar de técnicos que aprobó una línea de atrincheramientos para el frente de tierras de Montevideo. En 1786

fue promovido a Ingeniero Ordinario, en 1795 a Ingeniero Segundo y en 1802 a Coronel. Participó en numerosos proyec-

tos entre ellos: construyó en la cima del Cerro de Montevideo, un fuerte para la defensa de la ciudad. Trazó un plano de la

Ciudad de Montevideo, cuya autoría quedó rubricada por el Ingeniero Carlos Cabrer en 1781. En 17843 levantó el plano

de la isla de Ratas, actual isla de la Libertad en la bahía de Montevideo. Proyectó y construyó un almacén de pólvora,

para la ciudad y emitió dictamen ese mismo año sobre los planos del a Catedral de Montevideo. Fue autor de la Iglesia de

San Carlos, en el actual Departamento de Maldonado. En 1805 proyectó una ampliación del Hospital de la Caridad, (hoy,

Hospital Maciel) en Montevideo, donde falleció en 1832 a los 81 años de edad, en medio de un reconocimiento general,

que le regaló sus exequias, por una larga vida dedicada a esta ciudad.9 En recientes trabajos de arqueología desarrollados por Ezequiel Fernández y las licenciadas Leticia García y Virginia Pé-

rez, se ha podido identificar las fundaciones y parte de la estructura muraria del hospital, ocupando la calle mencionada.

Allí se afirma: “Sobre la calle Solís a unos 16 m a partir del cordón de la vereda de (la calle) Piedras se ubicó, entonces,

el muro y cimento externo posterior del Hospital de Marina (del Rey). Este corre en sentido E-W y posee 1 m de ancho y

05 de profundidad. Se edificó con piedras de sillería y argamasa”. Trabajo inédito de García L., Pereira, V. Fernández, E.

“De Plaza a Puerto de Mar”. Informe final del llamado a Concurso de Proyectos de Investigación “Historia de la Manzana

comprendida entre las calles Zabala, Piedras, Solís y Rambla 25 de Agosto de 1825”10 Debe señalarse que el cierre de la actual calle Solís le fue permitido antes a la Compañía de Jesús, a quien originaria-

mente le perteneciera el predio. El Hospital aprovechó este beneficio al momento de su proyecto y materialización.

Page 295: Libro ilustra cat02

295

de Indias, al impedir la continui-

dad de la calle ya mencionada y

quebrar la lógica del damero re-

gular. En este sentido afirmaba el

sacerdote: “El primero que tras-

pasó esos límites y violó la letra y

el espíritu de las Leyes de Indias

fue el intendente Don Manuel

Fernández, quien por aprovechar

para el Hospital de la Tropa una

pared de cien varas de largo, que

por un costado cerca la cuadra

en que está el Barracón o Alma-

cén de Marina, cerró la calle de

doce varas de ancho que dividía

la cuadra del Barracón, de la en

que está situado el Hospital: y

en la misma calle se fabricó una

pieza, por la que actualmente

se entra al Hospital”11. La cua-

drícula del damero resulta una

matriz ideal para la configuración

de la nueva ciudad regular con

aparición de espacios públicos

intermedios, y una jerarquización

de las vías de circulación.

11 Pérez Castellanos, M. Memorial sobre las recovas. en Selección de Escritos,

Biblioteca Artigas, Colección de Clásicos Uruguayos, Montevideo, 1968, p. 34.

Fig. 02_ Plano de la ciudad de

Montevideo. Sin rúbrica, año 1783,

escala de 200 varas castellanas. Se

observa la ubicación del Hospital

del Rey en la manzana con forma de

L, ubicada al norte del amanzanado

urbano, e identificada con la palabra

Ospital. Extraído de Travieso, Carlos.

Montevideo en la época colonial.

Según él mismo, el plano se ubica en

Madrid, Ministerio de Marina, Direc-

ción General de Navegación.

Fig. 03_ Plano de la Plaza de San

Felipe de Montevideo, en el Río de

la Plata. Mayo 7, 1765. Firmado

Joseph Poso. Ingeniero Extraordi-

nario, Madrid. Museo y Biblioteca

Militar de Ingenieros. Fuente Travie-

so, Carlos. Montevideo en la época

colonial, 1937.

Page 296: Libro ilustra cat02

296

El predio asignado para la cons-

trucción del hospital del rey tenía

exactamente 120 varas de fren-

te (100 metros aprox.) por 17

varas (14,50 metros aprox.) de

fondo, condicionando de forma

inevitable la futura respuesta

arquitectónica.

Autoría del proyecto y de planos

El plano más antiguo conocido de

esta edificación corresponde a la

fecha del 7 de junio de 1781, en la

actualidad se encuentra en el Ins-

tituto de Historia y Cultura Militar

de Madrid12.

Se trata de un plano firmado por

el Ingeniero Militar Carlos Ca-

brer, quien afirma en el mismo:

“La Ygualdad de letras se expre-

sa por las que tenía el plano que

me entregó el Virrey en 7 de Junio

de 1781”. Por lo dicho es posible

afirmar que el proyecto original no

es de Cabrer, sino que es copia de

otro que le ha sido entregado. El

Dr. Rafael Schiaffino especula con

la posibilidad de que el verdadero

autor sea el ingeniero Militar José

Pérez Brito y descarta al Ingeniero

B. Lecoq por considerar que éste

siempre firmaba sus planos. Sin

embargo, debemos hacer notar

que esta suposición del Dr. Schiaf-

12 Instituto de Historia y Cultura Militar, Archivo General Militar de Madrid, nº

6311.

Fig. 04_ Plano del edificio del

Hospital del Rey, firmado por el

Ingeniero Militar Carlos Cabrer. Año

1781, escala de 60 varas castellanas.

Instituto de Historia y Cultura Militar.

Madrid. Nº 6311.

Page 297: Libro ilustra cat02

297fino es incierta ya que Pérez Brito

se encontraría por esa fecha en la

Patagonia según afirma el histo-

riador Rolando A. Laguardia Trías

en su trabajo: “Los Ingenieros

Militares Españoles en la Banda

Oriental”13 y también Guillermo

Furlong en su obra Arquitectos

Argentinos14 En el libro de Nora

Pons, Apuntes de ayer. Hospita-

les y hospitalidad15 se sostiene la

misma afirmación de Schiaffino,

pero otro autor contemporáneo,

Carlos Laorden Ramos, afirma

que el autor del proyecto inicial

“según el diario de Cabrer debió

ser el ingeniero D. Miguel Suárez

y López de Sandoval (Juárez),

ingresado en el Real Cuerpo de

Ingenieros del Ejército en 1752”16.

Esta suposición se fundamenta,

posiblemente, en lo sostenido

por Rolando A. Laguardia Trías

y el historiador Isidoro de María,

aunque debemos consignar que

del diario de Cabrer, no es posible

concluir tal idea17.

Carlos Cabrer nació en 1722, e in-

gresó en el ejército a los 19 años

en 1741. Participó en la Guerra de

Italia (1741-1748). Fue nombrado

Ingeniero Extraordinario en 1750,

destinándosele al Principado de

Cataluña18. En este mismo año

imparte clases en la Real y Mili-

tar Academia de Matemáticas de

Barcelona. En 1760 se le destina a

Gerona haciendo la planificación

del río Ter. Destinado en la misma

provincia al pequeño pueblo de

La Junquera es encargado jun-

to con un ingeniero francés en la

recomposición del camino de Le

Pertús19. En 1º de enero de 1781,

llega a Buenos Aires con su hijo

José Mª. Permaneció sólo seis

años en América hasta el 30 de

abril de 1787, aunque tuvo una

amplia actuación.

En el mismo año de su llegada

se le encomienda en Montevideo

la misión de realizar el plano del

Hospital del Rey, y redactar un

informe sobre las medidas ge-

nerales de defensa y estado de

las fortificaciones de Montevideo

cuya entrega al Virrey es de fecha

de abril de 1781. No cabe la menor

duda, que el Virrey Juan Jh. Vértiz,

para este viaje de reconocimien-

to del terreno donde tenían que

construirse cuarteles y hospital

en Montevideo, a la sazón primer

puerto de arribo de las mercancías

procedentes de la Península, y por

tanto Aduana, donde se cobra-

ban los impuestos para la corona

13 Al respecto afirma Laguardia Trías, Rolando A: ”En junio de 1780 (o tal vez antes) fue designado para ir a la nueva

población de Carmen de patagones, en el Río Negro (Patagonia) para dirigir la de Nueva Murcia en la Patagonia, levan-

tados por Pérez Brito. El 30 de junio de 1784, a instancia de su padre, gobernador de Orán, se le concedió el regreso a

España desde Buenos Aires”.Como vemos, y por la ardua tarea de obras a realizar en la Patagonia, es harto improbable

que este ingeniero miliar pudiera estar en el proyecto del Hospital del Rey de Montevideo. Laguardia Trías, Rolando A.,

Op. cit., p. 4214 Furlong, G. Arquitectos Argentinos. Ed. Huarpes. 1946, p. 336 y 337.15 Pons, Nora Apuntes de ayer. Hospitales y hospitalidad. Ed. Dos Puntos. Montevideo, p. 25.16 Laorden Ramos, C. Obra Civil del Real Cuerpo de Ingenieros. Vol. I-II, Ministerio de Defensa

Madrid, 2008. p. 15917 Publicado en el trabajo de Rolando A. Laguardia Trías, titulado EL Ingeniero militar Don Carlos Cabrer, precursor de la

fortificación moderna. Publicaciones de la Biblioteca de Historia, Montevideo 1942. En el apéndice I del mismo hay dos

referencias al Hospital del Rey. En la página 36 dice: “El día 3 de abril de 1781, salí de Buenos Aires con el Virrey a reco-

nocer la costa del Norte, y a las cinco horas de navegación arribamos a la Colonia de Sacramento… El 14 de abril por la

tarde reconocimos con el Intendente D. Manuel Fernández la Plaza de Montevideo para señalar paraje para Hospital y

quarteles, y nada se determinó”. En la página 38, allí Cabrer expresa: “El 7 de Junio entregué al Virrey mi parecer sobre

quarteles y Hospital en Montevideo, según se expresa aquí incierto”. No puede concluirse de esto que el autor del plano

sea el Ingeniero Juárez y López de Sandoval.18 Simancas, Guerra Moderna, Legajo 3035. Archivo Corona de Aragón. ACA 125.19 Ibíd..

Page 298: Libro ilustra cat02

298 española, eligió al Coronel Car-

los Cabrer por su valía personal,

y no a otros ingenieros militares

que estaban en el Río de la Plata,

destacados en las ciudades de

Buenos Aires y Montevideo, para

recabar informes de tanta impor-

tancia para el desarrollo de este

territorio. De la lectura de este

último párrafo del diario de Ca-

brer, se deduce que la opinión de

Cabrer era muy a tener en cuen-

ta por el Virrey, que le solicitó su

parecer sobre la construcción de

los “quarteles y Hospital”. De ello

surge la reflexión de que, aunque

a Cabrer se le entregó un plano del

Hospital, éste lo hizo con su auto-

ría personal, reflejando sus ideas

al respecto. Si el plano que se le

entregó a Cabrer, hubiera sido de

completa satisfacción del Virrey,

éste no le hubiera pedido parecer

sobre las futuras construcciones.

De hecho hemos encontrado en

el Archivo de Reggio Emilia, en

Italia, unos planos de un Hospital

realizados por Carlos Cabrer, pro-

cedentes del Archivo de Carlos

Zucchi, arquitecto que trabajó en

Uruguay en el siglo XIX, y que allí

recibió los planos por mediación

del historiador Pedro de Angelis,

que a su vez se los había compra-

do al hijo de Carlos Cabrer, José

Mª, que se había quedado en el

virreinato del Río del la Plata. Pos-

teriormente Carlos Zucchi donó

esta documentación al archivo

de su ciudad natal. Es muy reve-

lador que, dado el corto espacio

de tiempo que trabajó Cabrer en

América, hiciera los planos de un

hospital de grandes dimensiones.

Cabe pensar, que este proyec-

to respondía a las necesidades

del importante puerto de Monte-

video. Por sus medidas suponía

una ubicación fuera de la ciudad

de Montevideo, que favorecía la

aireación por su emplazamiento,

siendo más sano para el hospital,

pero por otra parte suponía un edi-

ficio de presupuesto inasumible

para el cabildo, habida cuenta de

las incesantes peticiones de dinero

a España para los múltiples gastos

de la colonia, que se reflejaban en

los correos al Reino, y por tanto se

optara por una construcción más

reducida. Posteriores estudios qui-

zás den respuesta al proyecto que

realizó de este magnífico hospital.

Propuso en el citado informe, so-

licitado por el Virrey, las líneas de

fortificación y atrincheramiento

para cubrir el frente de tierra de

Page 299: Libro ilustra cat02

299

Fig. 05_ Plano piso alto de 360

camas. En el centro de una sala

aparece la rúbrica de Cabrer.

Fig. 06_“Plano del piso de un hospital

con 531 camas y 360 con 18 salas en

el piso alto, como se manifiesta en el

plano de dicho piso”. En la parte cen-

tral inferior aparece la rúbrica de Cabrer.

Fig. 07_ “Perfil cortado y Elevación

del Hospital que pasa por la línea 1,

2, 3, 4, 5, 6.”Dimensión 100 varas de

ancho. En el centro la rúbrica de Cabrer.

Fig. 08_ “Vista y Elevación del Hospi-

tal por la banda Norte que pasa por

la línea A y B”. Largo de 100 varas.

Rúbrica en el lado inferior derecho.

Page 300: Libro ilustra cat02

300 Montevideo. Sus ideas plasma-

das en este informe se revelan

con anterioridad, a las propues-

tas del francés Montalembert

para Cheburgo en 1878. Este

proyecto levantó una polémica

con las ideas del gobernador de

Montevideo, Joaquín del Pino.

Levantó un plano de la bahía y

ciudad de Montevideo y pla-

no y perfil de los tambores que

se construyeron en las puertas

de la ciudad en 1783. En este

mismo año dibujaba los planos

de la batería de la Ensenada de

Barragón en Buenos Aires, así

como su trazado urbano. Reali-

zó el plano del fuerte de Santa

Teresa en la costa este de Uru-

guay, sin datar. En 1784, era

Ingeniero Jefe de Buenos Ai-

res, y proyectó la capilla y Real

Audiencia de Buenos Aires, ade-

más de impartir enseñanzas en

la Academia de Buenos Aires y

examinar según las materias de

la Real y Militar Academia de

Matemáticas de Barcelona20.

Solicitó su regresó a España, y

desembarcó en La Coruña, abril

de 1787. Acepta destino en Ara-

gón en 1789, y participa en la

guerra con Francia (1793-1796).

En 1799 es ascendido a Mariscal

de Campo, y en 1802 a Teniente

General. Muere en Zaragoza en

1805.

Cabrer, Pérez Brito y Juárez y

López de Sandoval son enton-

ces los tres técnicos propuestos

de manera recurrente por la

historiografía, como autores po-

sibles de este plano, aún cuando

resulten muy improbables que

algunos de los mismos pudie-

ran llegar a serlo. Hasta la fecha

es difícil asignar dicho proyecto

hospitalario a ningún técnico, en

función de la base documental

existente y conocida.

En materia edilicia se distinguen,

dentro del plano, dos áreas se-

paradas que se manifiestan en

el texto escrito contiguo: “Plano

del edificio que ha de servir de

ospital, con el proyecto de las

oficinas que nezecita, y el de un

Quartel para 800 hombres si se

haze de un piso, y pª 1600 si de

dos.” Se trata entonces de un

doble programa, claramente di-

ferenciado por la presencia de

un muro que oficia de mediane-

ra, entre el hospital y el “quartel”.

En el área de hospital se distin-

gue, a través de la diferenciación

de color21, la existencia de dos

tipos de edificaciones: por un

lado las construcciones preexis-

tentes, ubicadas sobre la calle

de San Miguel –actual Piedras- y

que eran los antiguos almacenes

de la Marina, ahora adaptados a

salas generales de internación22,

y por otro, las edificaciones nue-

vas o a realizar, que refieren al

resto de lo graficado.

Las salas de internación, organi-

zadas sobre la calle San Miguel,

eran en principio tres unidades

de gran tamaño y tres meno-

res que se identificaban como:

cuarto de oficiales, comisaría de

entradas, cuarto para capellán.

El resto de las construcciones

aparecen como a construir, a ex-

cepción del gran muro separador

de los barracones de la Marina

–hacia el este- que estaba ya

construido y que el intendente

Fernández “aprovechó” cons-

tructivamente, según nos cuenta

Pérez Castellanos.

El edificio se organizaba en base

a una planta en forma de U, en

torno a un patio de aire y luz,

en cuyo centro -y separados

del cuerpo mayor- se ubicaban

nuevos cuartos de apoyo a la ac-

tividad hospitalaria: despensa,

20 AGI. Sección V. Audiencia de Buenos Aires. Legajo 6821 Travieso, Carlos. Op. cit. Monocromática publicación, aunque se distinguen claramente las edificaciones existentes de

las proyectadas, por matices de grises que resultan evidentes.22 En este plano de 1781, se identifican estas salas con la letra C, y en el texto se aclara: “sala de enfermos”.

Page 301: Libro ilustra cat02

301cocina, cuartos para el cocinero

y despensero, baño. Presentaba

dos ingresos diferenciados, uno

por la actual calle Colón –exclu-

sivo para carruajes y carretas- y

otro –el principal- por la calle de

San Miguel. Sobre el muro ya

existente, separador del Barra-

cón de la Marina, se ubicaban

otras piezas de apoyo –ropería,

cuarto para practicantes y enfer-

meros, contaduría y cuerpo de

guardias- que enfrentan a sus

análogas ubicadas al otro lado

del patio, sobre la calle San Be-

nito: botica y cuarto de éticos.

El segundo plano, concebido al-

gunos años más tarde y bastante

similar al anterior en lo que res-

pecta a la planta del Hospital23

es uno que está acompañado

de tres cortes que nos permi-

ten entender mejor la relación

altimétrica y espacial de la edifi-

cación. Se trata de un plano sin

firma, que como elemento ca-

racterístico o de identificación

contiene una graciosa alegoría

portando una cartela donde se

dice: Hospital del Rey. Se trata

de una alegoría vinculante con

el hombre indígena y el mundo

americano, que como contra-

parte contiene un personaje

de origen español, vestido a la

usanza de época; ambos perso-

najes son quienes sostienen la

mencionada cartela24. Respecto

del plano anterior se identifican

mínimas diferencia25 y como pie-

za técnica presenta una mejor

definición de detalles –es posi-

ble observar los abocinamientos

de aberturas, las escaleras de

acceso al patio central, además

de presentar detalles de alzados

que muestran aspectos de enor-

me interés constructivo como

ser la conformación de cubier-

ta y el fogón con chimenea de

la cocina- lo que hace suponer

que éste constituye una versión

inmediatamente posterior, luego

de construido el hospital. Otro

rasgo que diferencia a este pla-

no de todos los demás es que

orienta hacia el norte –de acuer-

do a la posición del edificio en

la ciudad- la planta del mis-

mo. Como defecto en cambio,

se registra que no detalla las

habitaciones, con lo que con-

firma aún más su condición de

obra posterior al citado plano

anterior.

23 Este plano ya no contiene el cuartel contiguo que preveía el plano anterior, presentando sólo la fábrica del hospital24 Existe una copia de este plano que carece de la mencionada alegoría ilustrada. Se trata de un plano existente en

Montevideo y que está reproducido en el trabajo inédito ya mencionado de las Lic. Leticia García y Virginia Pérez junto a

Ezequiel Fernández. No hemos tenido acceso al mismo. Ver nota 9.25 En particular, el cambio de ubicación de algunas puertas y ventanas.

Fig. 09_ Plano y perfiles o alza-

dos del edificio del Hospital del

Rey. Sin rúbrica y sin fecha. Escala

del plano: de 30 varas castellanas.

Escala de los perfiles: de 12 varas

castellanas.

Page 302: Libro ilustra cat02

302 Existe un tercer plano, que debe-

mos datar en 1797, aún cuando

el mismo no esté fechado ni fir-

mado en la versión perteneciente

al Museo Histórico Municipal o

Cabildo y que fuera reproduci-

do por Schiaffino en su trabajo

sobre la Historia de la Medicina

en el Uruguay26. Sin embargo, el

mismo plano aparece publicado

en la obra de C. Travieso27, con el

mismo numero de identificación

(N º8), aunque en esta versión

el plano se encuentra firmado

y fechado: Buenos Aires, 18 de

febrero de 1797, Josef García

Martínez de Cáceres. Sin duda

estamos frente al mismo plano

pero ¿por qué uno está firmado y

otro no?

¿Puede ocurrir que el plano se

hubiere realizado en la década

del ochenta como sugiere Schiaf-

fino y que Martínez de Cáceres

utilizara su copia para informar a

España, actualizándolo median-

te el agregado de fecha y firma?

Más bien tendemos a pensar que

se trata de una nueva versión

producida en los años noventa

ya que el mismo muestra algún

cambio de orden espacial respec-

26 Op. cit. Ver lámina intermedia entre las páginas 408 y 409. Al pie de dicho plano se asigna la fecha de 1784, aunque

desconocemos la razón de tal datación ya que el plano no parece presentar fecha alguna. Debemos aclarar que no tuvi-

mos acceso en el Cabildo de Montevideo a dicho plano debido a un desorden administrativo que ha impedido ubicar el

mismo. El plano va acompañado de un epígrafe del Dr. Schiaffino que dice: Plano del Hospital Provisional del Rey, para

la tropa y la Marina, 1784. (Museo H. Municipal)27 Se trata de un plano perteneciente al Instituto de Historia y Cultura Militar. Archivo General Militar de Madrid. También

se encuentra en la Biblioteca de la Academia Militar de Ingenieros de Madrid, aunque el epígrafe de Travieso sólo dice

como referencia: Ingenieros

Fig. 10_ Vista parcial del plano y

perfiles o alzados del edificio del

Hospital del Rey, firmado por el In-

geniero Militar José García Martínez

de Cáceres. 18 de febrero de 1797,

Buenos Aires. Escala de 80 varas

castellanas.

Fig. 11_ Vista parcial del plano de

los edificios de la Ciudadela de

Montevideo en la parte superior. Se

distingue con la letra B la ubicación

del hospital que allí funcionará.

Febrero 18, 1797. Firmado Josef

García Martínez de Cáceres. Travie-

so, Carlos. Montevideo en la época

colonial, 1937.

Page 303: Libro ilustra cat02

303to de los anteriores: en particular,

resulta destacable la eliminación

del espacio identificado en el pla-

no firmado por Cabrer de 1781

con la letras C=F y cuyo desti-

no era “comisaría de entradas”.

Posiblemente se tratara de una

necesaria ampliación del área de

internación, la que debió produ-

cirse algunos años después de

inaugurado el mismo.

Los datos antes mencionados

son la única base gráfica para

desarrollar un análisis de la con-

cepción organizacional y espacial

de este edificio, así como también

para poder evaluar las lógicas de

orden programático que lo rigie-

ron, en base al uso a que iba a ser

destinado.

Programa, proyecto y construcción

El edificio responde a una con-

cepción corriente del programa

hospitalario en el siglo XVIII, or-

ganizado en torno a patios, lo

que garantiza la presencia de

aire y de luz, así como un fun-

cionamiento fluido a partir de él.

Llama la atención, sin embargo,

la ausencia de galería perime-

tral en torno al único patio que

presenta esta fábrica, a efec-

tos de funcionar como cubierta

para la mejor circulación y co-

municación entre las distintas

habitaciones28.

Aire y luz se aseguran en este

proyecto a partir de varias ven-

tanas de tamaño reducido, tanto

para la calle como para el patio,

manifestándose una razonable

correspondencia entre las venta-

nas y puertas de ambos lados. No

obstante, se identifican algunas

pocas desalineaciones en razón

de intentar mantener un ritmo en

fachada, valorando así la condi-

ción urbana del edificio. A este

orden abstracto al que sólo lo

guían aspectos como la unidad

de fachada y el ritmo de vanos,

o la correspondencia de muros

nuevos y existentes, le resulta

ajeno todo detalle ornamental. Se

trata entonces del dominio abso-

luto de la lógica militar, de base

racionalista, que se expresa en

la organización en planta a partir

de la agrupación de actividades

o funciones afines y en la econo-

mía de recursos materiales. Una

arquitectura que cumple roles

claros y específicos, conocidos

de antemano, y que no deja nada

librado al azar.

Como programa hospitalario, lla-

ma la atención que este edificio

careciera totalmente de templo o

espacio con destino religioso, so-

bre todo si consideramos que aún

en el siglo XVIII la salvación del

alma era más importante que la

propia salvación del cuerpo. Sí se

identifica, en cambio, el sitio o el

lugar del capellán, siempre próxi-

mo al enfermo.

En materia constructiva el Hospital

del Rey constituía una respetable

fábrica para el Montevideo de

finales del siglo XVIII. Así se ex-

presaba Isidoro de María algunos

años después de su desaparición:

“era un vasto edificio bajo, de cal

y canto...”. Más detallada y de

mejor comprensión es la descrip-

ción que realiza el Ingeniero Militar

José García Martínez de Cáceres

en su “Relación del estado actual

del Recinto de esta plaza y los

edificios militares...”29 de 1797,

donde expresa: “El Hospital Pro-

visional Nº 8 es de piedra y barro,

cubierto de teja y enladrillados los

pisos; está revocado con cal y de

mediano servicio”. Como vemos

el Ing. Militar Martínez de Cáceres

refiere en esta relación al plano de

la misma fecha que se identifica

con el Nº 8 y que aparece fecha-

28 Quizá debió tenerla en algún momento, pero en ninguno de los planos se registra una galería perimetral interior. 29 García Martínez de Cáceres, J. Relación del estado actual del recinto de esta plaza y edificios militares que contiene;

con todo perteneciente a su jurisdicción y demás adyacentes de esta Banda oriental del Río de la Plata. 18 de enero de

1797. Boletín Histórico del Ejército Nº 104-105, Montevideo, Uruguay, enero-junio de 1965, p. 148.

Page 304: Libro ilustra cat02

304 do en el mismo año, en su versión

custodiada en Madrid. A esto po-

demos agregar que su cubierta

estaba resuelta a dos aguas, a

partir de una tirantería de made-

ra sobre la que se apoyaban las

tejas. La evacuación de las aguas

pluviales respondía a la más sim-

ple de las soluciones ordenando

la salida a partir del patio, el que

contenía pendientes naturales

que expulsaban la misma a tra-

vés de su ingreso para carruajes,

según se desprende del plano sin

fecha, que posee un alzado y cor-

te con la alegoría ya mencionada.

Este hospital fue construido en

un término temporal muy corto.

El proyecto de adaptación a los

viejos almacenes de la marina

comenzó en el otoño de 1781. Si

tenemos en cuenta que el plano

está fechado el 7 de junio y que

ya el 12 del mismo mes encon-

tramos documentos que refieren

a las tareas constructivas, po-

demos suponer que la obra de

recuperación de las construccio-

nes existentes empezaron antes

que la aprobación del plano, si

bien este pudo ser conocido con

anterioridad30.

Finalización

Dada la coexistencia de distintos

hospitales militares, aún luego de

construido el Hospital Provisio-

nal en 1781, se buscará, como

ya hemos dicho, una unificación

de los demás hospitales militares

en él, de manera que sirva simul-

táneamente al personal de tierra

tanto como al de mar, mejoran-

do la situación de los enfermos y

racionalizando los recursos huma-

nos y económicos. El Intendente

Manuel I. Fernández quien, como

vimos, resultó persona clave en la

materialización de este hospital,

promueve entonces un proyecto

de unificación hospitalaria, que

no tendrá resultados inmedia-

tos31. Algunos años más tarde,

sin embargo, la Corte autorizará

este proyecto de unificación32. El

nuevo intendente, Francisco de

Paula Sanz, comunica entonces

esta decisión real al protomédi-

co O’Gorman para que adecue

el proyecto anterior, particular-

mente en lo referido al personal

permanente necesario. Producida

la unificación en julio de 1786, el

Hospital Provisional se constituyó

en Hospital del Ejército y Marina,

el que así permaneció hasta finali-

zado el régimen colonial español.

En la vieja Ciudadela, sin embar-

go, permaneció activo todavía el

Hospital de Presidiarios.

Durante el período de domina-

ción portuguesa, este Hospital

de Ejército y Marina dejó de te-

ner actividad, trasladándose esta

función a otro edificio dentro de la

ciudad. La descripción, realizada

por Isidoro de María en estos años

de deterioro no sólo es elocuente

de la situación material sino que

nos ayuda también a conocerlo

mejor: “Ahí quedó el edificio here-

dado del antiguo régimen, con sus

bajas ventanas y negruscas rejas

al sur, haciendo bis a bis a las ta-

pias del convento, mostrando su

ancha y baja portada al oeste con

los consabidos postes de viejos

cañones al frente, su hueco de un

cuarto de manzana al norte hasta

el ángulo del barracón...” 33

Ya en los primeros tiempos del

gobierno republicano, el edificio

sufrió una división como conse-

cuencia de la definitiva apertura

de la calle Solís, siendo el destino

final de sus restos, el mismo que

30 En este sentido, ver los datos presentados por el Oficial Real, el 12 de Junio de 1781, y que presenta Schiaffino en su

obra ya citada. Schiaffino, op.cit. p. 416.31 Schiaffino asigna como razón de este inmediato fracaso al hecho de que el Intendente Fernández fue designado enton-

ces a otro destino, perdiendo impulso la idea de unificación hospitalaria. Schiaffino, op cit, p. 421.32 En el mes de agosto de 1784 llegó la Real Orden autorizando la unificación hospitalaria.33 De María I. Montevideo Antiguo. Colección de Clásicos Uruguayos. Tomo I, Montevideo, p. 159.

Page 305: Libro ilustra cat02

305FONDOS DOCUMENTALES DE LOS QUE SE HA HECHO USO EN

ESTE ARTICULO:

� Catálogo General de la Cartoteca. Vol.I. Imprenta Ideal. Madrid 1981.

� Historia del Arma de Ingenieros y sus Unidades Constitutivas, De-

partamento de Estudios Históricos del Estado Mayor del Ejercito de

División Historia, Montevideo 1991.

� La Calle 18 de julio 1719-1875. Montevideo, Revista Histórica-Im-

prenta “El siglo ilustrado”, 1942.

� Memoria de la Junta Económico Administrativa del Departamento de

Montevideo correspondiente a los años 1858, 1859 y 1860, Imprenta

Dermido de María y Hermanos.

� Revista del Archivo General de Buenos Aires, tomo III Buenos Aires

1970.

� Servicios Auxiliares del apostadero de Montevideo”. Diario ”El Día”.

Suplemento Dominical. nº 1825. Montevideo, 12 de mayo de 1968

le había precedido: depósitos y

almacén. Marcado entonces por

ese paradójico ciclo del eterno

retorno al origen, su predio ha

continuado hasta hoy como sede

de grandes depósitos, combina-

do apenas con cierta actividad

comercial y residencial. Luego

de su destrucción, la imagen de

aquél Hospital del Rey no logró

permanecer en la memoria de los

montevideanos. Hoy, es materia

de historiadores.

Page 306: Libro ilustra cat02

306 PROYECTOS HIDRÁULICOS EN CATALUÑA. SIGLO XVIII. (RÍO EBRO. BARONÍA DE FLIX)

Page 307: Libro ilustra cat02

307

Jesús Maldonado

Al final de la Guerra de Sucesión

la Monarquía expropió el territo-

rio de la antigua Baronía de Flix,

que era propiedad del gobierno

de Barcelona (“Consellers”). Des-

de entonces el Real Patrimonio

administró ese bien y recaudó,

además de los impuestos genera-

les que gravaban a sus habitantes,

como en todo el reino, el importe

del arriendo de las obras que allí

existían: la presa o “azud”, que

favorecía la navegación de los

barcos, el Molino de Harina, el de

Aceite, la gran Noria que elevaba

el agua del río y la transportaba a

las huertas para su riego, los Hor-

nos del pan y la Casa de oficinas.

Desde finales del siglo XIV el

arriendo y el pago de impuestos

dependían de la autoridad de

Barcelona. Ahora sería de la ad-

ministración de la Real Hacienda.

A una media hora de la villa

de Flix, río arriba, se construyó

-posiblemente por los árabes-

la presa o “azud” que servía de

contención del agua y que fa-

cilitaba la navegación de las

embarcaciones que surcaban el

Ebro transportando las mercan-

cías con las que comerciaban en

las villas de sus riberas. El azud

era un dique de piedras trazado

en sentido oblicuo al del caudal

del río. Ambos extremos esta-

ban abiertos y la corriente fluía

abundantemente para hacer más

fácil el recorrido de los barcos.

La abertura de la margen dere-

cha se denominaba “Puerto” o

“Saltador de Barcos”, por ser el

lugar de bajada de las embar-

caciones. (Los Patronos debían

ser experimentados, pues como

veremos más adelante, desde

Zaragoza hasta Tortosa había

trece presas a lo largo del río). La

abertura superior o de la margen

izquierda se denominaba gené-

ricamente la “Boquera”. Por ella

subían casi todas las embarca-

ciones y para vencer el desnivel

se utilizaba un cabestrante que

tiraba de aquellas hasta alcanzar

el nivel superior, momento en que

reanudaban la navegación. Algu-

nas almadías que transportaban

determinados materiales utiliza-

ban la Boquera para descender

al nivel inferior de la corriente.

Fig. 01_ Meandro del Río Ebro en

Flix. Fuente: Google Earth

Page 308: Libro ilustra cat02

308 Un poco más abajo del Puerto

(a veces llamado “Boquerón”) se

encontraba la Noria que aprove-

chaba la energía del agua para

moler el trigo y las aceitunas que

proporcionaban el alimento bási-

co de sus habitantes: pan y aceite.

También, por medio de cajones, la

noria elevaba el agua a un acue-

ducto que la distribuía a las huertas

labradas en aquella ribera.

Pero si la Real Hacienda se apro-

vechaba de esta Baronía, también

era responsable de su mante-

nimiento, y hemos de recordar

que estamos hablando de un ele-

mento que ni hoy en día puede el

hombre vencer: el río Ebro, la co-

rriente fluvial más caudalosa de la

península Ibérica. Con frecuencia,

a causa de las lluvias, se produ-

cen grandes crecidas del nivel de

las aguas que ocasionan fuertes

avenidas durante algún tiempo.

Se inundan, e incluso arrasan,

las riberas de sus márgenes. En

el siglo XVIII, como es natural, el

río Ebro se comportaba como en

la actualidad, y como siempre ha

sucedido.

Esas avenidas e inundaciones

producían grandes destrozos en

todas las obras citadas, especial-

mente en el azud, que lo rompía

en varios puntos y reducía el cau-

dal de agua para el salto de los

barcos, con evidente riesgo para

los cargamentos, las propias em-

barcaciones e incluso para la vida

de los marineros. Por las noticias

de la época conocemos esa trá-

gica realidad. Además del daño

producido en la presa los edificios

quedaban en tan mal estado que

en algunas ocasiones se llegaban

a inutilizar.

El Real Patrimonio encargaba a

personas expertas que recono-

cieran los daños y que redactaran

y valoraran los proyectos nece-

sarios para su reparación. Como

veremos, esos “profesionales”

trabajaron con mucho interés,

pero la burocracia de aquella

época, la rigidez de la monarquía

absoluta en la que todo debía

ser aprobado por el monarca y la

constante alusión a la reducción

del gasto público -general en to-

dos los tiempos- impidieron que

se realizasen.

La Hidráulica

Desde que el hombre comenzó a

utilizar la energía de las aguas de

los ríos se construyeron máquinas

que la transformaban para su pro-

pio beneficio. A lo largo del tiempo

fue progresando lo que denomi-

namos “hidráulica” y pronto hubo

auténticos “ingenieros” que dise-

ñaron y construyeron todo tipo de

mecanismos que operaban con el

agua. El rey Felipe II se preocupó

mucho por el progreso científico

de su época -recordemos la aper-

tura de la primera Academia de

Matemáticas en Madrid- y trajo

a su Corte auténticos expertos

en distintas materias (Herrera,

Turriano, etc.). Entre ellos estaba

el aragonés Pedro Juan de Las-

tanosa, autor de un manuscrito

del siglo XVI titulado Los veintiún

libros de los ingenios y máquinas.

Javier Goicolea Zala, ingeniero de

la Fundación “Juanelo Turriano”,

escribió de él lo siguiente:

“Los veintiún libros de los inge-

nios y máquinas (manuscrito del

siglo XVI) tiene un capítulo en el

que se describen muchos tipos de

molinos, pero hay que destacar el

molino de regolfo, antecedente

de las turbinas de presión, que

se fabricaron doscientos años

después. Es notable el capítulo

dedicado a Azudes y presas, tanto

de madera como de piedra en el

que se dan normas prácticas so-

bre su construcción. Se describen

y se dibujan avanzadas máquinas

para la época: dragas, máquinas

para hincar pilotes, grúas, etc.

Suministra también útiles obser-

vaciones sobre diques y puertos

El códice es un tratado comple-

to sobre lo que en su tiempo se

denominaba “arquitectura hi-

dráulica” aunque cubre casi por

completo la ingeniería civil. Es el

primer tratado conocido hasta la

fecha sobre hidráulica y se pue-

Page 309: Libro ilustra cat02

309de considerar como el primero de

una larga lista de obras esenciales

para el desarrollo de la Ciencia y

de la Técnica tales como la “Le

diverse et artificiose machine”,

de Augusto Ronelli (París, 1588),

“Recueil d’ouvrages curieux”, de

Grollière de Servièr (París, 1751),

“A Century of the Names and

Scantlings of Duch inventions”,

de El Marqués de Worcester

(London,1663) y la “Arquitectura

Hydraulique”, de Belidor (París,

1737-1753)”.

(Revista de Obras Públicas, mar-

zo de 2000, nº 3396. Azudes,

molinos y otros aspectos de Los

veintiún libros de los ingenios y

máquinas. Javier Goicolea Zala).

(El subrayado es nuestro).

No hay ninguna duda de que la

obra de Belidor es la mejor de su

época. Tardó dieciséis años en

escribirla y para cualquier profe-

sional de la hidráulica constituía

un texto de consulta indispen-

sable para diseñar todo tipo de

máquinas que guardaban rela-

ción con las aguas del mar y de

los ríos. Sus 1.635 páginas y los

numerosos grabados y diseños

que completan la inmensa obra

reflejan la categoría intelectual de

autor. Consta de ocho libros dis-

tribuidos en cuatro tomos con el

título Arquitectura Hidráulica o el

Arte de conducir, elevar y mane-

jar las aguas para las diferentes

necesidades de la vida y encierra

todo el saber de esta materia.

La navegación en el río Ebro

Francisco Carreras Candi escribió

en 1940 un buen libro titulado “La

navegación en el Ebro: noticias

históricas”. Abarca el período de

tiempo que va desde el siglo XIV

hasta el XIX y detalla con muchos

datos los problemas de la nave-

gación. Destacaremos algunos

párrafos del autor para compren-

der mejor las circunstancias que

influían en la navegación y los in-

cidentes que se ocasionaban con

el tema de los impuestos que se

pagaban a las villas, con cuyos in-

gresos se beneficiaban éstas para

atender a sus necesidades.

Dice Carreras que “bajeles zara-

gozanos y tortosinos circulaban

continuamente, facilitándoles el

tráfico entidades mercantiles que

vigilaban la comodidad en su na-

vegación y atendían a sus cuitas”.

Más adelante habla de los inci-

dentes producidos por el pago

de las “gabelas” y relata el motivo

por el que Barcelona se hizo con

la propiedad de Flix.

“El importe sobre los trigos, que

procedentes de Aragón eran

remitidos a Barcelona y se co-

braban a su paso por Tortosa,

originó, a finales del siglo XIV una

seria controversia, cuyos resul-

tados perduraron en el Ebro. El

encarecimiento de la mercancía

barcelonesa que motivara este

impuesto solo beneficiaba al “for-

menter”, o negociante de trigos

de Tortosa. Aparte del rendimien-

to al municipio por el cobro de la

gabela, hizo fijar en ello la aten-

ción de nuestros Consellers, al ver

disminuir la importación de trigo

siciliano. A finales del XIV decidió

Barcelona acabar con la primacía

que los tortosinos tenían sobre

este comercio fluvial. Por virtud

de tales disentimientos llegaron

las autoridades de Tortosa a pro-

hibir llevar a Barcelona los trigos

del Ebro, acuerdo que revocó el

monarca, ante la protesta de los

Consellers. Por dicho motivo, al

subastarse la Baronia de Flix los

Consellers decidieron comprar-

la al monarca, adueñándose del

transporte fluvial antes de su paso

por Tortosa. En esta lucha de ta-

rifas venció Barcelona. Tortosa

llegó a un acuerdo con los Con-

sellers del libre paso de los trigos

por Tortosa, a cambio del libre

paso de sus trigos por Flix. Luego,

Tortosa faltó al compromiso, por

lo que los Consellers dispusieron

construir una carretera desde el

Castellet de Banyols -entre Mora

y Miravet- que terminara cerca de

L’Hospitalet del Infant, empalman-

do allí con el camino de Valencia,

en cuya playa levantaron la “Bo-

tiga de Miramar”, en el lugar de

Page 310: Libro ilustra cat02

310 un antiguo barrio de pescadores.

Allí se cargaría el grano en barcos

que lo llevarían a Barcelona. (El

coste de dicha obra ascendió a

30.000 florines).” (El subrayado es

nuestro)

En otros párrafos relata las dificul-

tades de navegar por un río que

debido a las crecidas de las aguas

causa destrozos en las orillas:

“Múltiples incidentes se produ-

cían en aquella navegación fluvial.

Uno de ellos ocurrió en 1445, en

el término de Flix, pertenencia de

la ciudad de Barcelona, que junto

con el Mas de Flix y el inmediato

lugar de La Palma solían arren-

dar los Consellers. Tenía Flix, en

1445, un azud y un puerto fluvial,

que consta encontrarse en mal

estado, quizás por incuria de los

Consellers”.

Hubo reclamaciones de los Dipu-

tados de Aragón, de los Jurados

de Zaragoza y del Arzobispo a los

Consellers y éstos contestaron

que habían ordenado al encarga-

do del puerto -Pere Vilanova- que

habilitase el puerto para que las

barcas pudieran pasar y nave-

gar sin peligro. Sin embargo,

dos años después, como no se

hacían las reparaciones con la

urgencia requerida y el puerto

de Tortosa también tenía serios

desperfectos, los patronos de los

barcos aragoneses (“Arraeces”)

se negaron a navegar mientras no

estuvieran reparados los daños

de ambos puertos. Afirma Carre-

ras que existen noticias escritas

que señalan, en concreto, que el

31 de agosto de 1447 atravesar el

puerto de Flix constituía un gran

peligro para las embarcaciones y

sus cargamentos.

Pero, quizá, lo más interesante de

este libro es un informe del siglo

XVII sobre un reconocimiento del

río para conseguir su total nave-

gabilidad desde Zaragoza hasta

el Mediterráneo, y elegir un puerto

para el comercio exterior del Rei-

no de Aragón. El propio Carreras

hace hincapié en determinadas lí-

neas del informe. Piénsese que se

redactó en 1677. Veamos el texto

de Carreras:

Luís Liñán y Vera, “Ingeniero y

Maestro Mayor de las barcas del

Buen Retiro” y Felipe Busignan y

Borbón, “Maestro Arquitecto de

fábrica”, salieron de Zaragoza el

27 de julio de 1677 para ejecu-

tar dicho reconocimiento. En el

recorrido encontraron 13 azuds

o presas, que era del caso con-

servar, pasos de barca que debían

habilitarse, con sacos o diques de

madera o cantería en sus partes

fuertes y otras obras relacionadas

con el río, incluso los caminos

de sirga, para llevarse a cabo el

proyecto de Navegación. Este

proyecto fue presentado, en di-

cho año, a los Cuatro Brazos de

las Cortes del Reino de Aragón

con una relación e informe (acom-

pañado de Planos y Trazos) con

un presupuesto de 406.032 escu-

dos, de a 10 reales de plata cada

uno, para hacer navegable el ci-

tado río. La relación de los azuds

era la siguiente:

1• Azud de Xelsa.

2• Azud de Alforqure.

3• Azud de Cinco Olivas.

4• Azud de Alorje.

5• El de Vástago.

6• El de Vástago segundo

(“Porticholes”).

7• El de Escatrón (“Jertusa”-

del Convento de Rueda)

8• En Escatrón.

9• De Jaime López, término

de Chipriana, Torre de Baños.

10• De Chipriana.

11• El de Mequinenza.

12• El de Flix (“está a mano de-

recha y tiene la boca del puerto

junto al azud, con gran salto y una

corriente que atraviesan los bar-

cos, y es necesario mudar la boca

Page 311: Libro ilustra cat02

311del puerto al principio de la presa,

con que ha de caer a mano sinies-

tra y bajarán y subirán los barcos

sin hacer daño al azud ni al moli-

no”). (El subrayado es nuestro)

13• El de Tortosa (“tiene la boca

del puerto junto al molino, con

gran salto y corriente muy peligro-

sa para los barcos que le pasan

y se ha de suavizar en la forma

que abajo se dirá, sin que se haga

daño a la pesca de los peces ni a

los molinos”).

“Todos los azuds o presas se han

de conservar; y para que puedan

pasar por ellos los barcos, se ha

de hacer, en cada uno de ellos,

un “foso”, o dique de madera o

cantería, con sus puertas fuertes,

de forma que siempre que hayan

de pasar las embarcaciones, para

arriba o para abajo, se abran las

puertas, respectivamente, al subir

o bajar. Si baja de Zaragoza se ha

de abrir una tajadera, que ha de

haber en cada una de las puertas

grandes; y se ha de llenar el dicho

dique, o cajón, hasta el nivel del

corriente del río, que baje el barco;

en estando lleno, se ha de abrir la

puerta grande de arriba, para que

entre dentro del dicho dique o ca-

jón; y hallándose el barco dentro,

y para que salga, se ha de cerrar

la puerta grande alta, por donde

entró, y para que salga se ha de

abrir la tajadera que tendrá la puer-

ta baja, para que vaya saliendo el

agua, hasta que la embarcación

que de igual en la corriente del río,

para que salga y prosiga su nave-

gación sin salto alguno.

Si sube el barco, se ha de abrir la

puerta grande baja y ha de entrar

en el dique o cajón y luego se ha

de cerrar y abrir la tajadera de la

puerta alta, hasta que se llene el

dique de agua y levante la embar-

cación a nivel de la corriente del

río, y entonces se abrirá la puerta

alta grande para que salga y pro-

siga su viaje hasta Zaragoza.

Estos diques o cajones han de ser

de la capacidad de lo ancho y lar-

go de la mayor barca de las que

navegan este río, para que holga-

damente puedan entrar en ellos;

y si se resolviese que se hagan

de madera, por juzgarlos de me-

nos coste, han de ser embreados

y garafateados, y para su mayor

conservación emplomados con

planchas de plomo delgadas”.

(Son las famosas esclusas, cuya

idea vulgarmente se atribuye a

Pignatelli. Al ocuparse el dictamen

de las esclusas que debían cons-

truirse las designa con el nombre

de “foso, o dique de madera”).

Como puerto en el Mediterráneo

se señaló que el mejor era el de

Vinaroz. Al mismo tiempo, por el

excesivo coste de las obras fluvia-

les que se presentaba se señalaba

como alternativa construir una ca-

rretera de Zaragoza a Vinaroz para

conducir por ella las mercancías

aragonesas hasta dicho puerto.”

(El subrayado es nuestro).

Como dice Carreras, el informe

detalla la construcción de esclu-

sas en las presas para favorecer

la navegación por el río. Es intere-

sante destacar este dato.

La Organización de la administración monárquica

Eduardo Escartín Sánchez, en su

tesis doctoral de Geografía e His-

toria La Intendencia de Cataluña

en el siglo XVIII explica con detalle

cómo estaba organizada la admi-

nistración borbónica.

El Intendente General era “el se-

gundo personaje del Principado,

tras el Capitán General” su ac-

tividad se dividía en Hacienda y

Guerra. También se le asignaron

competencias en Justicia y Policía

aunque, a causa de los problemas

que surgieron con los corregido-

res, esta última se le suprimió en

1766 y la de Justicia quedó redu-

cida a los asuntos específicos de

su cargo.

Para desarrollar su trabajo en

el ramo de la Hacienda, el In-

tendente estaba auxiliado por

un Contador y un Tesorero que

se encargaba del ingreso de las

Rentas: “Generales y Estancos” y

Page 312: Libro ilustra cat02

312 “Ejército y Provincia” (sobre todo

el “Catastro”).

Respecto a la jurisdicción de los

ramos de Hacienda y Justicia

añade Escartín:

“La jurisdicción de Hacienda del

Intendente de Cataluña com-

prendía tres grandes sectores:

Real Patrimonio, Catastro y

Rentas Generales (Aduanas) y

Estancados.

En el primer capítulo el Inten-

dente fue el sucesor, a todos los

efectos, del antiguo Bayle Gene-

ral y mantuvo la misma práctica,

con algunos retoques y simplifi-

caciones. En lo que respecta a

Catastro, destinado a pagar el

Ejército acuartelado en Catalu-

ña y otras necesidades militares,

era donde el Intendente tenía un

mayor poder de gestión y distri-

bución de fondos”.

“El poder judicial residía en el In-

tendente, pero siempre lo ejercía

conjuntamente con un “Asesor”

y a instancias de un “Fiscal”.

No obstante el Intendente era

libre de aceptar el dictamen de

su Asesor. La figura del Asesor

era sumamente importante en la

marcha de la Intendencia y hasta

1770 fue ejercido este cargo por

Oidores de la Audiencia. A partir

de 1742 la Asesoría de la Inten-

dencia fue desdoblada en:

a• La Asesoría General, que

entendía de Real Patrimonio, Ca-

tastro, Asientos de Guerra, Propio

y Arbitrios.

b• La Asesoría de Rentas, que

entendía de Rentas Generales,

Tabaco, Pólvora y otros estancos

y Contrabando en general.

A partir de 1770 los cargos de

Asesores fueron ejercidos por le-

trados, pero no por Oidores.

Adscritos a este Tribunal figura-

ba un Fiscal, un Agente Fiscal, un

Alguacil y una Escribanía, con es-

cribano titular.”

Respecto al “Real Patrimonio”

le competía al Intendente la rea-

lización de las obras públicas, si

bien las que podemos calificar de

“grandes” siempre fue el Capi-

tán General quien se las atribuía

e intervenía, dejando reducida la

competencia de aquel a las que

podríamos denominar “obras

menores”. En razón de su compe-

tencia el Intendente tenía facultad

para dirigirse por escrito al Se-

cretario de Hacienda y exponerle,

para aprobación del rey, lo que in-

teresara hacer en su territorio.

Nos proporciona Escartín, en la

segunda parte de su tesis, la re-

lación nominal de los Intendentes

de Cataluña desde 1713 hasta

1808 y los años que estuvo cada

uno al frente y finaliza sobre los

Intendentes:

“Aunque ninguno de los Intenden-

tes era oriundo del Principado,

frecuentemente, antes de des-

empeñar la Intendencia habían

ocupado otros cargos menores

en el Principado. El caso extremo

fue el del Intendente Contamina,

que desde 1726 a 1744 aseguró

todas las interinidades hasta ser

nombrado Intendente él mismo.

Otros cuatro Intendentes (Pérez

Bracho, el mismo Contamina, el

Barón de Linde e Indart) habían

ocupado diversos destinos en el

escalafón político militar del Ejér-

cito dentro del Principado”.

Relación de los Proyectos Hidráulicos

En el Archivo de la Corona de

Aragón (ACA) existe bastante do-

cumentación de esa época sobre

el Real Patrimonio. La caja nº 75

(“Real Patrimonio, Bailía Moder-

na”) contiene seis carpetas con

abundantes documentos relacio-

nados con la Baronía de Flix.

En ellas se incluyen los proyec-

tos redactados y también los

Planos y Mapas que algunos de

sus autores incorporaron a di-

cha documentación. El período

de tiempo que abarca es de más

de veinticinco años y a lo lar-

go de su examen comprobamos

Page 313: Libro ilustra cat02

313

la constante reiteración de las

circunstancias que agravan las

instalaciones de la Baronía y la

necesidad de su reparación

Gracias al informe del último ar-

quitecto que formuló su proyecto

conocemos que en 1723, nueve

años después de finalizar la Guerra

de Sucesión, se ordenó reedificar el

Azud y Puerto de Flix. Veintiún años

después (1748) aparece el primer

Proyecto. Su autor: el Ingeniero Di-

rector Miguel Marín. El Intendente

José de Contamina recibió órdenes

del marqués de la Ensenada para

que se enviara a la Corte un pro-

yecto de lo que convenía hacerse

en el Azud de Flix.

Con fecha 28 de octubre de 1748

Contamina remitió a Madrid el

Proyecto de Marín y dos pla-

nos originales de su propuesta.

Veámoslo.

Proyecto del Ingeniero Marín1

“Relación y tanteo prudencial

del coste que tendría una Es-

clusa doble que se propone

hacer en el Azud de Flix y en

el paraje llamado la Boquera,

que es por donde suben las

embarcaciones.

Reales de Ardite

� Para un dique provisional

construido con estacas, fajinas

y tierra, de 70 toesas de largo

y 6 pies de ancho para qui-

tar el agua a fin de construir la

Esclusa en seco, importará pru-

dencialmente 6.000

� Por 217 toesas y 24 pies cú-

bicos de excavación de peña

viva, a razón 37 reales la toesa

importa 8.093

� Por 124 toesas y 2 pies cúbicos

de Mampostería ordinaria para los

cimientos a razón de 130 reales la

toesa importa 16.163

� Por 282 toesas, 4 pies cúbicos

de obra de Mampostería encima

de los Cimientos, a razón de 120

reales la toesa importa 33.920

� Por 1.683 pies superficiales de

piedra de sillería de punta gruesa

a razón de 2 reales 18 dineros el

pie, importa 43.128

� Por 90 quintales de hierro

para lañas o grampones a fin de

asegurar las piedras de sillería, in-

cluyendo el herraje de las puertas,

a razón de 86 reales el quintal im-

porta 7.740

� Por 40 quintales de plomo para

sellar otras lañas, a razón de 76

reales el quintal 3.040

1 ACA. Real Patrimonio. Bailía Moderna. Caja 75. Carpeta 6.

Fig. 02_ Mapa del Proyecto de

construcción de una esclusa

doble en el azud de Flix.

1748. Miguel Marín. ACA. MP-537

Page 314: Libro ilustra cat02

314

� Por 1.100 pies cúbicos de made-

ra de melis para los durmientes del

Entablado del suelo de la Esclusa, a

razón de 6 reales el pie 6.600

� Por 2.133 pies cúbicos de ma-

dera de roble para los tablones

de dicho suelo, a razón de 10

reales el pie importa 21.330

� Por 10 quintales de hierro para

la armazón del referido entabla-

do, a razón de 86 reales el quintal

importa 860

� Por 1.345 pies cúbicos de ma-

dera de roble para las puertas y

compuertas que a razón de 11

reales el pie importa 14.795

� Por 6 Crichs o Gatos para le-

vantar y bajar las compuertas se

consideran 2.000

� Por 150 libras de bronce para

los dados por las puertas, a ra-

zón de 5 reales la libra 750

� Por hacer una cuneta todo lo

largo por la Esclusa para agotar

las aguas a fin de poder trabajar

en seco se consideran 3.000

� Por cien mil quintales de piedra

de carretales para perfeccionar el

azud o Presa que a razón de 5

dineros el quintal importa 20.833

� Para gastos imprevistos se

considera 19.000

� Total 203.213

Nota: por el sondeo que se hizo

parece ser peña el suelo del pa-

raje donde se propone hacer la

Esclusa, pero como en éste son

Fig. 03_ Detalle de la esclusa

doble que se proyecta

construir en el azud de Flix.

1748. Miguel Marín. ACA. MP-538.

Page 315: Libro ilustra cat02

315muy rápidas las aguas a causa

del pendiente y se encuentran

muchas piedras movedizas, no se

puede asegurar si dicho terreno

es de peña hasta que se desvíen

las aguas del referido paraje por

medio del Dique provisional y por

si el terreno no es lo que prome-

te o que obligue a construir esta

obra sobre pilotaje y grillaje, se

hace para en este caso otro tan-

teo en la forma que sigue:

Tanteo para dicha Enclusa en

caso que no se encuentre el suelo

de donde se pretende construir de

peña o terreno firme, es a saber:

� Por el Dique provisional 6.000

� Por las mismas 217 toesas, 4

pies cúbicos de excavación de

tierras o arena, a razón de 16

reales la toesa por ser dentro del

agua, importa 3.472

� Por 970 pilotes de madera de

pino, de 12 pies de largo y de 10

pulgadas de diámetro en la cabe-

za, a razón de 14 reales cada uno,

puesta en obra 13.980

� Por 121 quintales de hierro

para las puntas de dichos pilotos

a media arroba por cada uno y a

razón de 86 reales el quintal im-

portan 10.406

� Por 5.496 pies cúbicos de

Madera de melis para el grillaje,

que a razón de 6 reales el pie

importa 32.976

� Por 62 toesas y 1 pie cúbico de

Mampostería ordinaria para el ci-

miento encima del grillaje, que a

razón de 130 reales la toesa im-

porta 8.081

� Por las mismas 282 toesas,

4 pies cúbicos de Mamposte-

ría ordinaria para encima de los

cimientos, a 120 reales la toesa

importa 33.920

� Por los mismos 1.683 pies su-

perficiales de piedra de sillería a

razón de 2 reales 18 dineros el pie

importa 43.128

� Por los 90 quintales de hierro

para lañas o grampones 7.740

� Por los 40 quintales de

plomo 3.040

� Por los durmientes para el

entablado 6.600

� Por los tablones de roble enci-

ma de dichos durmientes 21.330

� Por los 10 quintales de plo-

mo para la armazón de dichos

tablones 860

� Por 584 pies cúbicos de made-

ra de roble para los tablones que

deben servir de planchas a fin de

resguardar la Mampostería para

los cimientos que a razón de 11

reales el pie importan 6.422

� Por la Atadera para las puertas

y compuertas 14.795

� Por los Crichs o Gatos 2.000

� Por los Dados de bronce 750

� Por la cuneta para agotar las

aguas 3.000

� Por los 100 mil quintales de pie-

dra carretera para el Azud 20.833

� Por gastos imprevistos 19.000

Suman Reales 249.935

Pesos 17.966, 11 reales, 4 dineros

Barcelona 26 de octubre de 1748

(Miguel Marín).

(Es copia del original. Fdo Antonio

López Sopeña)”

El siguiente proyecto fue realizado

por el arquitecto D. José Prat. El

20 de abril de 1781 el Intendente

General, barón de Linde, remite al

Secretario de Hacienda el proyec-

to y la siguiente carta: (Caja 75,

Carpeta 2).

“Excmo. Sr. Con carta de 5 de fe-

brero de este año incluí a V. E, un

plano y proyecto para establecer

Inclusas en el Puerto de la Presa

que cruza el río Ebro en la Baro-

Page 316: Libro ilustra cat02

316 nía de Flix, perteneciente al Real

Patrimonio, a fin de que se faci-

litara y asegurase el tránsito de

las barcas para navegar por aquel

río y ahora paso a manos de V. E.,

como ofrecí en 16 de diciembre

del año próximo pasado antece-

dente la nueva relación y Mapa

que ha formado el Arquitecto D.

Joseph Prat, a fin de que exami-

nando uno y otro se pueda dar la

preferencia a lo más ventajoso y

fácil de practicar en las circuns-

tancias presentes, o en adelante

cuando estas lo permitan”.

Proyecto de D. José Prat2

“La gran presa llamada Azud, si-

tuada en el río Ebro media hora

más arriba de la villa de Flix, la

cual tiene de largo mil varas y de

ancho a la parte inferior treinta,

poco más o menos, esta cons-

truida de carretales sueltos y

muchos de poca magnitud, por

cual motivo siempre que el Río

crece, la arruina y abre muchos

bocarones o roturas por donde

se va el Agua y ésta falta para

el Molino, Noria de Riego y Sal-

tador de los barcos que está

totalmente arruinado, tanto de

los Cajeros de los lados como

de su Pavimento y los Carreta-

les y Sillares que le faltan están

a la parte inferior del Río, fren-

te a dicho Saltador; de suerte

que si al tiempo de saltar algu-

na embarcación da con alguno

de ellos, de precisión se han de

romper sus tablas, abrirla, lle-

narla de agua, perder el cargo y

muy contingente la vida de los

marineros, como ha sucedido

algunas veces, de suerte que

para evitar los crecidos gastos

que de continuo ocasiona al

Real Patrimonio su mala cons-

trucción y quedar los barcos de

su navegación sin peligro, se

hace preciso que los carreta-

les superficiales que se pongan

en adelante en otro Azud sean

a lo menos de cincuenta o se-

tenta quintales con la orden y

distribución que demuestro en

los planos y perfiles del Mapa

o Proyecto de reedificación de

la referida Boca del Puerto o

Saltador. En el tiempo que es-

tuve comisionado por el mismo

Intendente para la recomposi-

ción del Molino Harinero que

está situado muy cerca de ese

Saltador tuve ocasión de ver va-

rias desgracias que sucedieron

a las embarcaciones al tiempo

de saltar, como también el mal

construido del Azud y las roturas

que en él se hacían a las avenidas

del Río. Al año próximo pasado

pasé otra vez a dicho paraje de

orden de dicho Ilustre Señor, a

primeros de mayo, para ver las

roturas que se habían abierto

de nuevo; la providencia que se

había de dar; lo que importaría

la recomposición interina que se

había de hacer, su cálculo y lo

que debería añadirse en el Mapa

expresado. Y últimamente pasé

a dicho paraje a primeros de fe-

brero de este año, a fin de tomar

algunas noticias que me falta-

ban para la exactitud del cálculo

y ver la calidad de piedra que se

sacaba de la cantera nuevamen-

te abierta para tapar el Bocarón

referido. Después de todos es-

tos reconocimientos y tomadas

las dimensiones necesarias con

toda justificación he formado

el Mapa y Proyecto referido, el

que según mi sentir debería eje-

cutarse por Administración, por

razón que estas Obras Hidráuli-

cas al tiempo de ejecutarse se

necesita variar algunas opera-

ciones, según lo que manifiesta

la misma obra y trabajos que no

es posible tenerlos presentes

al tiempo del cálculo y contra-

to, en especial lo que se debe

ejecutar debajo del Agua, que

necesita de grande cuidado, le-

galidad y sin escasez de todo

lo necesario. Y como la expe-

riencia ha enseñado que en los

imprevistos regularmente no se

2 Proyecto de José Prat. Carpeta 2 de la Caja 75. Signatura citada. ACA

Page 317: Libro ilustra cat02

317

puede confiar de esta seguri-

dad, a más que por razón de

que no se ha podido probar si

el suelo del cimiento de los Mu-

ros y Pavimento del Saltador es

terreno firme o no, a causa de

que no se ha podio reconocer,

respecto de no poderse detener

sobre las Aguas que varan con

tanta rapidez y rigor por otro

Saltador, y por consiguiente si

se halla firme cuando se pueda

reconocer (que será después

de haber formado el Malecón

y haber desviado las Aguas del

Río) no será necesario formar el

Pilotaje, en especial en toda la

gradería del Plano Oblicuo y en

este caso se ahorraría este gas-

to del Pilotaje; por lo que todas

estas circunstancias indican

cuan necesario es para la se-

guridad y economía de la obra

en esta parte el que se haga

por la Administración. También

se debe hacer por Administra-

ción el limpiar el cauce del Río

por medio de unos barcos que

arrastren una especie de Aro o

Ancora en el paraje que en el

Mapa va signado con la letra

P, a fin de rebajar su solo, para

desaguar el de la forma signado

con N, porque ésta no impida

la salida del Agua del Molino

y daría más lugar y alivio si se

lograba, al trabajo del Proyecto

del Saltador. Lo que se puede

dar por Asiento, sin perjuicio

de la obra es la Piedra, tanto el

sacarla de la cantera como el

acarrearla y labrarla. Todo lo de

Madera y hierro igual, salvo el

mejor modo que se considere.

Fig. 04_ Dibujo esquemático

del azud de Flix.

1781. José Prat. ACA.

(Real Patrimonio. Bailía Moderna.

Caja 75. Carpeta 3)

Page 318: Libro ilustra cat02

318 Cálculo prudencial del coste

que tendrá dicho Proyecto,

en Reales de Vellón

� Para desviar las Aguas del Cen-

tro del Río, por el Boquerón que

se ha de abrir cerca de la Boque-

ra, desde la Isla mediana hasta la

de los Conejos se ha de formar un

Malecón de trescientas cincuenta

varas de largo, con 4 hiladas de

estacas, en cuya distancia se em-

plearán tres mil de treinta, hasta

15 pies de largo y de grueso de

seis pulgadas hasta doce, y unas

con otras se considera a 18 reales

cada una, poco más o menos, y

todas valdrán 54.000

� 700 varas lineales de Riestras

para una y otra parte exterior de

Estacada, a 3 reales y 17 marave-

díes la vara, importa 2.450

� 170 traviesas de 10 a 11 pul-

gadas de largo cada uno, para

sujetar las Estacas y Riestras, a 6

reales, importa 1.020

� 1.250 varas cúbicas de tierra,

greda y cascajo para rellenar los

cajones de los lados del Male-

cón, comprendido el transporte

y apisonarla, a dos reales la vara,

importa 2.500

� Se considera 1.250 varas lineales

de Fajina para rellenar los cajones

de los lados del Malecón, a 4 reales

cada vara importa 5.000

� Por clavar 3.000 estacas, un

tercio de ellas con Martinete y

los dos restantes con Mazo en la

Estacada del Malecón, a 8 reales

cada una 24.000

� 27 estacas de veinte y dos

pies de largo y un pie en cuadro

a veinte y tres reales cada una,

importa 621

� 526 estacas de diez pies de lar-

go y un pie en cuadro, a 12 reales

cada una 6.312

� 78 durmientes de 15 pies de

largo y un pie y dos pulgadas de

grueso para formar el enrejado, a

veinte y dos reales cada uno, im-

porta 1.716

� -13 durmientes de treinta y tres

pies de largo y un pie y dos pul-

gadas de grueso, a ciento y diez

reales cada uno, importa 1.430

� 14 traviesas de veinte y un pie

de largo y un pie y dos pulgadas

de grueso, a cien reales cada uno

importa 1.400

� 42 traviesas de veinte y nueve

pies de largo, y un pie y dos pul-

gadas de grueso, a noventa reales

cada uno, importa 3.780

� Para clavar quinientas cincuenta y

tres estacas con Martinete, se con-

sidera una con otra, a veinticinco

reales cada una, importa 13.825

� 111 varas lineales de Riestras, o

tablones de medio pie de grueso

y un pie y medio de ancho para

clavar en las estacas del circuito

del Plano horizontal en la parte

inferior del Saltador, a un reales

cada una, importa 111

� 553 puntas de hierro para las

estacas, de diez y seis libras de

peso cada una, a razón de un real

por libra, importa 8.848

� 432 Gafas de hierro para atar

las dos Hiladas de los extre-

mos del Pavimento y Sillares de

la parte superior de los Mu-

ros, de peso cuatro libras cada

una, a razón de un real cada li-

bra, importa 1.728

� 1.659 clavos para clavar el

enrejado, de peso tres libras

cada uno a un reales por libra,

importa 4.977

� 1.500 clavos par clavar las

Riestras y traviesas en las esta-

cas del Malecón, de peso una

libra cada uno, a un real por libra,

importa 1.500

� 150 clavos para clavar las Ries-

tras en el Cajón del Pilotaje, de

paso una libra cada uno, a un rea-

les por libra, importa 156

� 1.476 varas cúbicas de excava-

ción, para formar el cimiento del

Pilotaje, la mayor parte en agua,

Page 319: Libro ilustra cat02

319

se considera una con otra a 3 rea-

les la vara, importa 4.428

� 2.082 varas cúbicas de

Mampostería Ordinaria en los Ci-

mientos Muros Y Pirámides del

Azud, a trece reales la vara, im-

porta 27.066

� 7.623 pies superficiales de Pie-

dra de Sillería, labrada a Picón

grueso o abufardada en el Pavi-

mento, Muros y Pirámides, a dos

reales y doce maravedíes el pie,

importa 17.936

� 846 libras de Plomo para Engastar

las Gafas, a un real y 14 maravedíes

la libra, importa 1.219

� Se considera por el Betún que

se ha de emplear en unir y asentar

los Sillares 5.000

� Por el coste de abrir el Bo-

querón en el Azud, cerca de la

Boquera, para desviar el Río,

después de hecho el Malecón,

importa 1.500

� Se consideran para tapar di-

cho Boquerón y recorrer todas

las roturas del Azud, después de

concluido el nuevo Proyecto del

Saltador, doscientas cuarenta mil

quintales de Piedra, de las dimen-

siones explicadas, que a razón de

diez y seis maravedíes el quintal,

importa 112.941

Fig. 05_ Mapa y Plano del

proyecto de reedificación de

la boca del Puerto de Flix.

1780. José Prat”. ACA. MP-539

Page 320: Libro ilustra cat02

320 � Se considera por los gastos impre-

vistos, poco más o menos 51.076

� Total importa

del proyecto 356.541

Todo lo que digo saber, por ha-

berlo visto, reconocido, medido

y calculado prudencialmente, se-

gún reglas de mi Arte. Tarragona

marzo, 15 de 1781. (J. Prat)”

Como hemos visto, el arquitec-

to Prat hace un proyecto para

arreglar el Azud y el Saltador de

Barcos, que es lo que en ese mo-

mento es necesario recomponer.

Sin embargo, el Intendente remite

ambos proyectos, cada uno dife-

rente por ser de distintos años y de

diferentes situaciones, para que el

monarca escoja “la preferencia a lo

más ventajoso y fácil de practicar”.

No es extraña la contestación del

conde de Gausa (Múzquiz), aun-

que sí se ha de destacar que ésta

llegó a Barcelona en abril de 1784,

tres años después:

“Al mismo tiempo que el Rey

aprobó el gasto que había tenido

la obra de facilitar el curso del Mo-

lino Harinero de la Villa de Flix de

que V. S. dio cuenta en represen-

tación de 3 de marzo último, se

enteró Su Majestad de la necesi-

dad de reedificar el Cajero sobre el

cual se hallan afianzados parte de

los cimientos del Molino y el Arco

contiguo a él que amenaza ruina,

cuyo coste ascenderá a 4.860

pesos y también de las represen-

taciones de VS de 5 de febrero y

20 de abril de 1781, que recorda-

ba en ella y en los cuales propuso

VS dos obras para facilitar la na-

vegación del río Ebro en el salto

de Flix, sin el riesgo en que en el

día se ven los barcos en su paso;

pero como para resolver sobre la

obra del Cajero y del Arco quiere

Su Majestad que se proceda con

el celo y examen que proceden

los Particulares cuando se trata

de conservar y mejorar sus pose-

siones, sin seguir ciegamente los

deseos del Arrendador, es su real

voluntad que teniendo VS presen-

te los Proyectos que ha indicado

en sus representaciones para sal-

var la incompatibilidad y también

lo que produce anualmente la

Baronía, tome VS noticias segu-

ras y proponga lo que convenga

al aumento de sus productos y

seguridad de los Barcos para el

Salto de Flix”. (El subrayado es

nuestro).

Y así el arquitecto D. Juan Fá-

bregas fue comisionado para

realizar otro proyecto en ese año

de 1787. El 23 de septiembre lo

entregó en mano al Intendente.

Veamos un extracto del informe y

del proyecto.

Proyecto de D. Juan Fábregas3

“Relación circunstanciada que

yo, Juan Fábregas, Maestro Ar-

quitecto domiciliado en la ciudad

de Barcelona doy al Ilustrísimo Sr.

Barón de Linde Intendente Gene-

ral de este Ejército y Principado

de Cataluña:

En consecuencia de orden de di-

cho Señor, en fecha 10 de agosto

próximo pasado para que pasase

a la villa de Flix, para reconocer el

estado de las obras y reparos que

son necesarios en las oficinas de

aquella Baronía del Real Patrimonio

y formar Plan y Cálculo de ello” .

El 17 de agosto llegó a Flix y D.

Gregorio Carpintier le facilitó to-

das las noticias necesarias para

su trabajo. El Río facilitó su labor

por lo bajo de sus Aguas, por lo

que pudo hacerla con toda per-

fección. Ha formado un Borrador

o Plan del modo en que se en-

cuentra el Azud, con su Boca o

Salto del Puerto, Cajeros, Bo-

quera, Molino de Harina con el

Arco contiguo a él y habiendo

practicado todos los sondeos y

demás medidas que he juzgado

3 ACA. Real Patrimonio. Bailía Moderna. Caja 75. Carpeta 3.

Page 321: Libro ilustra cat02

321conveniente para el desempeño

de mi encargo; también he visto

y reconocido el Molino de Aceite,

sus Prensas y todo lo demás,de

todo lo cual voy a relacionar por

extenso del estado en que se ha-

llan todas estas obras y oficinas,

junto con los reparos que juzgo

son necesarios”.

Describe el Azud con sus roturas.

El Salto del Puerto está arruinado

y forma un precipicio de peñas-

cos. A causa de derramarse toda

el agua por las roturas, el Puerto se

ha quedado sin ella. Y así continúa:

“La Boquera de arriba es por

donde suben los Barcos, enci-

ma del citado Azud, por medio

de un Torno o Argor con la ayu-

da de algunas poleas de retorno.

También por esa Boquera es por

donde bajan todas las especies

de almadías de materias que

conducen por aquella parte del

Río Ebro. El Cajero de la parte

del Río está totalmente arruina-

do y el otro Cajero, de la parte

de tierra o del monte, que pocos

años hace se reedificó, se en-

cuentra en buen estado. El Arco

Aguadero contiguo al Canal del

Molino, tiene muchos desper-

fectos. El Molino de Aceite tiene

el tejado muy mal tratado y con

muchas goteras; el Pozo que

tiene para su abastecimiento

está falto de Agua, por su poca

profundidad y una de sus pren-

sas está carcomida, por lo que

no puede hacer el servicio que

se requiere, con gran perjuicio

de los vecinos. La Pila de esta

Prensa está quebrada y la So-

tana de la otra Prensa está muy

usada y maltratada Una caldera

de las dos está quemada.

Lo primero y de la mayor conside-

ración son los reparos del Azud,

Cajeros y Boca del Puerto, junto

con un Cajero de la Boquera y to-

das estas obras son urgentes y de

absoluta necesidad de repararse,

para poder lograr la conservación

del Molino, Riego de la Huerta,

Azud, Navegación y libre comer-

cio por el citado Río Ebro”.

Sigue un estudio muy detallado

de todo lo que debe hacerse y

acaba con el proyecto y cálculo

de las obras.

Extracto del Proyecto del

Arquitecto Fábregas.

Está dividido en seis partes:

1• Reedificación del Salto o

Boca del Puerto. Libras Importan

los veintiséis conceptos deta-

llados de los materiales y obras

necesarias 18.181..12 d.

2• Enrejado para el talud del

Azud. Importan los dieciséis con-

ceptos detallados 31.468

3• Recomposición del Azud

Importan los dos conceptos deta-

llados 19.291..3 d..3sds.

4• Recomposición de la Bo-

quera Importan los tres conceptos

detallados 2.828

5• Reedificación del Arco

contiguo al Molino de Harina

Importan los dos conceptos de-

tallados 451..10 d.

6• Reparación del Molino de

Aceite Importan los quince con-

ceptos detallados 4.442..16 d.

“El total importe de las seis

partidas que anteceden de la re-

composición y obras de la Baronía

de Flix toman la suma de setenta

y seis mil seiscientas cuarenta y

cuatro libras y tres dineros a cor-

ta diferencia, como en su total va

figurado, salvo error de pluma o

suma y son su total 76.644 libras y

3 dineros, equivalentes a 824.406

reales de vellón y 6 maravedíes.

Todo lo cual digo saber por ha-

berlo visto, medido y calculado

prudencialmente, según reglas de

mi Arte y práctica que tengo en

semejantes cosas.

Barcelona y 23 de septiembre de

1787.

Juan Fábregas Arquitecto”

En resumen, Marín hace su reco-

nocimiento y entiende que, en ese

Page 322: Libro ilustra cat02

322 momento, lo prioritario para Flix es

que los barcos puedan pasar por

el Saltador, sin peligro. Cree que

la solución es prescindir de éste,

por el riesgo que tiene, y construir

una esclusa doble en la Boquera,

por donde suben los barcos, para

subir y bajar por ella (Recordemos

que en el XVII los expertos Liñán

y Busignan anticiparon esta idea).

El arquitecto Prat propone reparar

el Azud y el Saltador de Barcos,

ya que en las fechas de su re-

conocimiento se encuentra muy

arruinado; el arquitecto Fábregas

propone reparar, además de estos

dos últimos, la Boquera, el Moli-

no de Harina, el de Aceite y otras

obras. La situación se va compli-

cando con las crecidas del río .No

es extraño que el último proyecto

tenga su origen en un Recurso he-

cho por el Arrendatario, que tenía

un contrato de arrendamiento y

pagaba una buena suma para el

Real Tesoro. Quizá esta vez el In-

tendente Indart tomó conciencia

de la seriedad del problema.

Destaquemos algunos párrafos

de la carta que dirigió al conde de

Lerena el 6 de agosto de 1791:

“Excmo. Sr. Los Harineros y Te-

rratenientes de la villa, Pueblos y

Parroquias que componen la Ba-

ronía de Flix en el Corregimiento

de Tortosa prestan al Real Patri-

monio partes de todos los Granos,

Lino, Cáñamo, Legumbres y otros

Frutos, como igualmente de Ven-

dimia y Aceite. Cobra asimismo

este Censo en dinero y especies

de Frutos, Laudemios y Tercios,

diferentes derechos por los aca-

rreos de hacer pan y posee el

Molino de Harina, el de Aceite, las

Barcas de paso del río Ebro y las

Pesqueras del mismo, que todo

junto produce actualmente por

Arriendo 4.323 libras catalanas o

46.499 reales y 16 maravedíes al

año, incluyéndose en cuanto a las

Laudemias solamente la mitad,

por cobrar la otra mitad la Real

Hacienda cuando se verifican las

ventas o traspasos de las Fincas

que los adeudan...

Para la conducción del Agua al

Molino de Harina, riego de las tie-

rras y para que pueda navegarse

por el Ebro se halla construida en

él una gran presa, llamada Azud,

teniendo a un extremo el Puerto

para bajar las Barcas y en el otro el

Paso o Boquera para subir. Por lo

caudaloso del Río y las continuas

y grandes avenidas hace muchos

años que se hallan muy derruidas

las referidas obras con eminente

riesgo de quedar arruinado el Mo-

lino de Harina, cortando el riego

de las tierras y la Navegación,

que ya se verifica con bastante

dificultad y pérdida a veces de los

Barcos, sus cargas y aún de las

vidas de los navegantes, como lo

han siempre manifestado los dife-

rentes arquitectos que en varios

tiempos se han comisionado para

el reconocimiento de su estado, el

de las obras precisas para la re-

paración y cálculo del coste.

A fin de precaver los perjuicios

expresados se dirigió a esa Supe-

rioridad en 5 de febrero de 1781

el Plano y Proyecto para construir

Esclusas en el Puerto y en 20 de

abril del propio año se remitió

Noticias del reconocimiento que

en 19 de marzo del mismo había

practicado el Arquitecto de Tarra-

gona D. José Prat con relación de

las obras que considera precisas,

cuyo coste reguló en 396.941 rea-

les y 14 maravedíes de vellón.

No habiendo verificado la ejecu-

ción del primer proyecto, ni de

lo propuesto por Prat, en virtud

de Real Orden de 29 de abril de

1784, se transfirió a la citada vi-

lla el Arquitecto de esta ciudad

D. Juan Fábregas y con fecha 23

de septiembre de 1787 entregó

noticia de lo que debía ejecutar-

se para la reparación del Azud y

su Puerto, como asimismo de las

obras que convenía ejecutarse en

el Molino de Aceite , calculando

el coste total en 76.644 libras y

3 dineros catalanes, que son de

vellón 824.406 reales y 6 marave-

díes lo que dirigió mi antecesor a

VE en 6 de diciembre de 1788. En

virtud de Real Orden de 3 de abril

del año siguiente se verificó so-

Page 323: Libro ilustra cat02

323lamente la construcción del Arco

contiguo al Molino de Harina y

recomposición del de Aceite, que

según el citado cálculo ascendía

a 4.874 libras y 6 dineros y dedu-

cida esta cantidad del total queda

regulado el coste de las obras que

Fábregas consideró precisas para

la reparación del Azud, su Puerto,

seguridad del Molino de Harina,

Navegación y riego de las tierras

en 71.769 libras, 14 dineros y 3

sueldos, que importan de vellón

771.976 reales y 29 maravedíes,

las que no se han ejecutado...

El 6 de abril de este año presentó

un Recurso el actual Arrendata-

rio exponiendo el mal estado de

las Fincas que el Real Patrimonio

posee en aquella Baronía, solici-

tando su recomposición, a fin de

evitar los perjuicios que de lo con-

trario padecería en las utilidades

de su arriendo...

En consideración a la entidad

de la obra, el interés que tiene la

Real Hacienda, tanto en la con-

servación de las Fincas como que

se ejecute lo que sea más útil y

con la posible economía, y lo que

igualmente interesa al Público par-

ticularmente en la Navegación por

el Ebro, me parece convendría el

que pasase algún Ingeniero de los

que se hallan a las inmediaciones

a practicar nuevo reconocimiento

de lo que convenga ejecutarse,

tal vez con mejora de los proyec-

tos y menos dispendio de la Real

Hacienda.

Lo manifiesto todo a VE para que

se sirva hacerlo presente a Su

Majestad a fin de que se digne

mandar lo que sea más de su Real

agrado”.

Esta vez la respuesta no se de-

moró y en diciembre contesto el

Secretario de Hacienda:

“Enterado el Rey de lo que en 6

de agosto anterior ha represen-

tado VS sobre lo que produce

anualmente por arrendamiento

la Baronía de Flix, presa que tie-

ne en el Río Ebro llamado Azud,

mal estado de sus obras con ne-

cesidad de repararlas y continuar

otras para su conservación, los

varios reconocimientos y cálculos

del coste que en distintos tiempos

se han ejecutado por Arquitectos,

Su Majestad, en consideración a

la entidad de estas obras, al in-

terés que tiene la Real Hacienda,

tanto en la conservación de las

fincas como en que se ejecute lo

que sea más útil y con la posible

economía, y lo que igualmen-

te interesa al público, ha venido

en mandar que nombre VS un

Maestro Hidráulico de conocida

inteligencia y práctica en obras

de esta clase, para que con pre-

sencia de los proyectos y cálculos

que hay y nuevos reconocimien-

tos, forme el que más convenga

adoptarse, tanto para la solidez

de ellas y su buen servicio como

para mayor ahorro de la Real Ha-

cienda, para que pasándolo VS a

mi poder se lo haga presente al

rey a fin de que determine lo que

sea de su real agrado.

San Lorenzo del Escorial, 3 de di-

ciembre de 1791. Firmado por D.

Diego Dardoqui en ausencia del

Conde de Lerena”.

El Intendente había manifestado

que los proyectos no se habían

hecho, pero Madrid reitera que

se designe otro experto. Y así lle-

gamos al último proyecto, el del

arquitecto Soler.

Proyecto de D. Tomás Soler4

Extracto del informe

El Azud es un cordón de carreta-

les que traspasa oblicuamente el

cauce del Río Ebro en la longitud

de cerca de mil varas y su único

fin es dirigir las aguas al mencio-

nado Molino, que es con cubos, y

4 ACA. Real Patrimonio. Bailía Moderna. Caja 75. Carpeta 6

Page 324: Libro ilustra cat02

324

conducirlas también a los Nafora-

les para el movimiento de la gran

rueda de 70 pies de diámetro que

la sube con cajones a un acue-

ducto para el Riego de la Huerta

y dicho Molino y Anaforales están

situados en el extremo inferior del

susodicho Azud.

Por los fragmentos antiguos que

en él se descubren se conoce

que su primera formación fue

muy bien ordenada, pero la con-

servación hasta el presente se ha

practicado sin orden alguno.

El Puerto o Canal por donde sal-

tan las embarcaciones, y es el

principal enemigo del Molino, se

halla enteramente destruido y ya

no tiene otro remedio que hacer-

se enteramente nuevo y lo peor

de todo es que el Cajero o Posi-

ción del Azud, que media entre

el Puerto y Molino se halla ya tan

mal tratado que le faltan muchos

Sillares del Paramento y muchos

Carretales del Coronamiento , y

como los Carretales del interior

tienen poca trabazón, fácilmente

los arrollan las aguas haciéndolo

caer al medio del Canal

El otro Canal llamado Boquera

está muy descompuesto y faltan

muchos Carretales en el Cajero

de la parte del cauce del Río, de

modo que insensiblemente ca-

mina a una entera ruina. Según

se lee en una piedra del Tajamar

del Puerto, por los años 1723 se

reedificó el Azud con los Canales

del Puerto, Boquera y Pesquera,

en cuya reedificación sin duda se

gastaron crecidas cantidades...”

Los dos últimos proyectos no

hablan ni una sola palabra sobre

Fig. 06_ Mapa del proyecto de

construcción de una esclusa

doble, nuevo Molino harinero, ace-

quia de desagüe y canal en el azud

de Flix.

1794. Tomás Soler. ACA. MP-540

Page 325: Libro ilustra cat02

325

punto de una Esclusa y dejan la

Navegación del Río en la misma

exposición de anclar bajo del Sal-

to, sin embargo de ver en el día el

mayor temor que tienen los Patro-

nes, porque para saltar el Puerto

no sólo necesita el Patrón saber

enfilar el Filo de la corriente en el

Canal del Salto sino el saber li-

brarse de anclar bajo de él, y esto

no es fácil por no poder conocer

la extensión de los Bajíos que se

forman bajo dicho Salto hasta

encontrar la buena corriente de

las Aguas, por motivo de variar

los Bajíos y extenderse más o

menos en las Avenidas y aunque

es mayor la exposición cuando

bajo del Salto está anclada una

embarcación y va a saltar la otra

y mucho mayor será el peligro si

se hallan muchas ancladas. Por

la grande diferencia que existe

entre los mencionados Proyectos

se descubre el incremento que ha

tomado las distancias del Azud y

Puerto desde el año 1748, Cál-

culo del Ingeniero Director, hasta

el de 1787, Cálculo del Arquitec-

to Fábregas y por consiguiente,

con fundamento se debe temer

la entera ruina que amenaza y la

pérdida de los intereses de una de

las mejores Fincas de aquel ramo

del Patrimonio, que es el Molino

Harinero y Riego de la Huerta.

En consecuencia de todo y del

mal estado en que se halla en el

día el Azud, su Molino de Hari-

na contiguo y demás Fincas que

contiene aquella Baronía, como

también la grande deterioración

que padece el Real Patrimonio,

en tanto que a no tomarse una

pronta y seria providencia con

una obra mayor, todo se encami-

na a una entera ruina, como se ha

dicho, y habiendo hecho todas

las reflexiones oportunas con mi

Padre sobre el mismo terreno ha-

llamos a bien levantar un Plano de

aquella extensión del Cauce del

Río, desde el paraje llamado la

Verona, como punto donde acos-

tumbran a tocar los Barcos para

vaciar parte de sus cargamentos,

respecto que pueda saltar con

más facilidad el Puerto y pre-

caucionar todo lo posible que se

anclen debajo de él, para evitar las

desgracias que frecuentemente

Fig. 07_ Detalle del proyecto de

Tomás Soler. 1794. ACA. MP-540

Page 326: Libro ilustra cat02

326 acontecen, hasta el paraje llama-

do la Llosa, que es debajo de la

villa de Flix, como punto donde

vuelven a cargar dichos Barcos

a fin de continuar su viaje, cu-

yos cargamentos se transportan

después por Tierra con Acémilas

y tomando cuantas noticias nos

parecieron conducentes, no so-

lamente de los vecinos de la villa

sino también de los Patrones de

los Barcos que bajaron en aque-

llos días de nuestras operaciones,

a fin de poder asegurar este paso

del Azud; como igualmente, ha-

biendo sondeado el Cauce del

Río por el largo del referido Azud,

encontramos que en el lado infe-

rior al Molino Harinero y en el seno

que hacía el Alveo del Río al de-

trás de la Noria, había un paraje

muy proporcionado para colocar

una Esclusa doble por dos prin-

cipales motivos; el uno porque

en este paraje no puede chocar

directamente la corriente de las

Aguas, por motivo que los impi-

den el Molino Harinero y Noria, y

el otro motivo es por tener el Río

su Cauce todo de peña firme. Y

bajo de estos Principios, a más

que mudando el Molino Harinero

detrás de la Esclusa se sacaría

del evidente riesgo en que conti-

nuamente está y se podía hacer

con la debida capacidad que co-

rresponde, poniendo en él cuatro

Muelas; dos para la vecindad de

la villa, una para los Forasteros y

otra para recambio de alguna de

las otras tres. Con las dos Mue-

las que tiene el actual Molino no

llega a la mitad del consumo y los

Forasteros han de acudir a otras

partes.”

Proyecto del Arquitecto

Soler

“Cálculo prudencial del costo

que tendrán las obras proyecta-

das en el Azud de la villa de Flix

sobre el Río Ebro para asegurar

todo lo posible el Saltador para

las Embarcaciones y evitar las

desgracias y trastornos que fre-

cuentemente acontecen, cuyo

Proyecto consiste en tapar ente-

ramente el Boquerón del Puerto

y hacer una Esclusa doble en el

Seno que hace el Río al detrás de

la Noria, dándole su entrada por

debajo del Arco acueducto; en se-

guida conducir sus Aguas por el

Canal que forma el Alveo en la Isla

de Los Conejos hasta volverse a

unir con la Madre del Río; consiste

también el susodicho Proyecto en

mudar el Molino harinero y hacer-

lo con mayor capacidad al detrás

de la Esclusa, tomando su Agua

por medio de las cuatro compuer-

tas que se proyectan desde el

susodicho Arco acueducto, for-

mando la Acequia de desagüe por

detrás de la referida Esclusa, has-

ta unirse con ella en su extremo

inferior, según todo va señalado

en los Planos; y últimamente en

recomponer el Salto de la Boque-

ra y rompida del Azud, dejándolo

todo en debida forma para poder

resistir el empeño de las Avenidas

del enunciado Río.”

Reales de Ardite

“Primeramente para tapar el Bo-

querón del Puerto en el mismo

modo que se ha explicado en la

Relación, se necesita, a saber:

� Por 150 Carretales que deben

entrar en la superficie lateral,

justo con los del Coronamiento,

considerándoles cada uno de

una vara de ancho, dos de lar-

go y media vara de altura, hacen

juntos 4.090 pies cúbicos, que a

razón de1 real y 12 dineros el pie

cúbico importa 6.075

� Por 150 Gafas de Hierro para la

trabazón de los mencionados Ca-

rretales, pesando una con otros

ocho libras, será su peso total

1.200 libras, que a razón de 2 rea-

les la libra importa 2.400

� Por 900 libras de plomo para

engastar dichas Gafas, conside-

rando se emplearán 6 libras de

plomo en cada una, que a 1 real

12 dineros la libra serán 1.350

� Por 1.482 varas cúbicas o

40.014 pies cúbicos de Carreta-

les a piedra perdida , que entran

en el Salido de dicho Boquerón

y pesando cada pie cúbico 4

Page 327: Libro ilustra cat02

327arrobas y media es su total peso

de 45.019 quintales y 3 arrobas,

que al respecto de 12 dineros el

quintal importa 22.507..12d.

� Total

importa el Puerto 32.332..21d.

Dique Provisional que se pro-

yecta por el largo de la Esclusa,

retornando después hasta en-

contrar la margen del Seno.Este

Dique se considera tener de al-

tura unas 4 varas, de ancho su

claro 3 varas y de largo unas 200

varas. La construcción de este

dique será formando dos series

de Estacas distante la una de

la otra, de centro a centro una

vara, aforradas con puntas de

hierro que entren 1 pie dentro

de la peña y para fortificarlas

se vestirá la mencionada punta

dentro de los Pilotes con un aro

del mismo metal, para mayor se-

guridad. A estas mencionadas

Estacas se pondrán unas torna-

puntas desde el pie de la serie

inferior de estacas hasta un pie

más abajo del extremo superior

de las que forman la serie de la

parte del río. Después se traba-

rán las dos series, una con otra,

con travesaños encartados,

todo bien clavado y rematado;

en seguida se pondrá una fila de

Riostres para afirmarse las men-

cionadas series y últimamente

se pondrán los tablones por la

parte interior al mencionado

Dique todo bien clavado y cala-

fateado; así se tendrá formado

el encajonado referido que re-

llenado de Greda o Arpilla bien

apisonada privará la filtración de

las Aguas para poder agotar las

detenidas en el Seno donde se

debe construir la Esclusa.

� Por 400 Estacas de 4 varas de

largo y 12 pulgadas de grueso,

a razón de 18 reales 18 dineros

cada una, importa 7.500

� Por 400 puntas de hierro de 2

pies de largo, de peso cada una

13 libras , pesarán juntas 5.200 li-

bras, que a razón de 12 dineros la

libra importan 7.800

� Por 400 Aros de hierro de peso

cada uno 5 libras, pesarán juntos

2.000 libras, que al respeto de 2

reales la libra importa 4.000

� Por 200 tornapuntas de 5 va-

ras de largo y un pie de grueso,

cada uno a 22 reales cada uno,

importa 4.500

� Por 200 travesaños de 3 va-

ras y media de largo y un pie de

grueso cada uno a 18 reales,

importa 3.600

� Por 400 varas lineales de

Riostres de un pie de ancho y

6 pulgadas de grueso, a ra-

zón de 3 reales la vara lineal,

importa 1.200

� Por 320 varas lineales de ta-

blones de 17 pulgadas de ancho

y dos pulgadas de grueso, al

respeto de 4 reales la vara lineal,

importa 12.800

� Por 2.000 clavos de 16 pulgadas

de largo y grueso correspondiente

para clavar los tornapuntas y tra-

vesaños, a razón de 2 reales cada

clavo, importa 4.000

� Por 800 clavos de 9 pulgadas

de largo y grueso correspon-

diente para clavar los Riostres,

cada clavo al respeto de un real

6 dineros 1.000

� Por 6.400 clavos de 6 pulgadas

de largo y grueso correspon-

diente para clavar los Tablones,

a razón de 20 dineros el clavo,

importa 5.333..8d.

� Por el trabajo de hacer el Dique

en la forma expresada, esto es

Trabajar la madera con sus enca-

jes; clavar las puntas y Aros de los

Pilotes, como también sus torna-

puntas, Riostres y Tablones, todo

asentado en su lugar, se conside-

ra ser de valor 16.000

� Por 2.400 varas cúbicas de Gre-

da o Arpilla, para rellenar el Dique

A razón de 7 reales 12 dineros la

vara cúbica, importa 18.000

� Total

importa el Dique 85.733.8d.

Page 328: Libro ilustra cat02

328 Cálculo del coste que tendrá

la Esclusa doble, Molino, Pa-

red en la Acequia, cordones de

Carretales del Canal, desmonte

y el Dique de la entrada de la

Esclusa:.

� Por el valor de agotar el Agua

para poder trabajar en la obra

por medio de Baldeos y Bombas,

hasta haber hecho la excavación

y asentadas las tres primeras hila-

das de Sillares de los muros de la

Esclusa y levantada la Pared de la

Acequia del Molino se considera

se necesitan 15.000

� Por 1.500 varas cúbicas de

excavación en la Peña para pro-

fundizar e igualar el piso de la

Esclusa, a razón de 4 reales la

vara cúbica 18.000

� Por 56.700 pies superficiales

de piedra de Sillería labrada a

punta de escoda cincelando

los correspondientes Arnito-

nes y lados, siendo los Sillares

de varias magnitudes y figu-

ras, abonándose su solidez

por Mampostería ordinaria

al respeto de 2 reales el pie

superficial 113.400

� Por 13200 varas cúbicas de

Mampostería ordinaria de cal y

canto comprendida en la solidez

de los Muros de la Esclusa, a ra-

zón de 24 reales la vara cúbica,

importa 316.800

� Por 4.500 Grapas o Lañas de Hie-

rro para la trabazón de los Sillares

que juntas pesan 36.000 libras, a

razón de 2 reales cada libra 72.000

� Por 23.000 libras de Plomo

para engastar dichas Gafas, a ra-

zón de un real 12 dineros la libra,

importa 34.500

� Por el valor de las seis hojas de

las puertas de Madera de roble,

junto la clavazón, Compuertas,

Goznes, Grapodinas, dados de

Bronce y demás correspondiente

para su manejo 28.000

� Por el valor de la construcción

del Canal del Molino Harinero que

se proyecta detrás de la Esclu-

sa, unidos los Canales, Pozos,

Tajamares, Muelas, Rodetes,

Palancas, Compuertas con las

herramientas necesarias para las

maniobras del citado Molino, se

considera ascenderá a 85.000

� Por 1.200 varas cúbicas de

Mampostería ordinaria de Cal y

Canto comprendida en la Pared de

la Acequia, desde el Molino hasta

encontrar el cordón de Carretales

del Canal, a razón de 24 reales la

vara cúbica, importa 28.800

� Por 2.800 varas cúbicas de ex-

cavación en la peña del Canal

desde la Esclusa hasta unirse con

el Río bajo la Isla, a razón de 4 rea-

les la vara cúbica, importa 11.200

� Por 396.900 pies cúbicos de

Carretales a piedra perdida para

los cordones de una y otra parte

del Canal unido a estos el cor-

dón de Carretales para cerrar el

galacho de la Isla llamada de los

Conejos y el otro en el extremo del

mismo Canal, en la unión con el

Río, con la prevención que los Ca-

rretales que han de hacer frente al

Canal han de correr ordenados y

distribuidos en debida forma, que

pesando 446.512 quintales y dos

arrobas, a razón de12 dineros el

quintal 223.256.6d.

� Por el desmonte de la entrada

de la Esclusa bajo el Arco Acue-

ducto junto con la obra que se

habrá de hacer a los lados de ella

y el pequeño dique provisional

que para estas obras se necesita,

se considera que por junto será

del valor 55.000

� Por 177.900 pies cúbicos de

carretales a piedra perdida que

se Necesitan para recomponer el

Canal de la Boquera y tapar las

roturas del Azud, ensanchando en

3 varas por todo el largo de él y

ordenando los carretales que han

de hacer frente a la parte superior

del río, cuyos Carretales pesan

junto 537.637 quintales y medio,

que al respeto de 12 dineros el

quintal importa 268.818..18d.

� Por los gastos imprevistos en

toda la referida obra 60.900

Page 329: Libro ilustra cat02

329 � Total importa

este proyecto 1.329.775

Resumen de las tres partidas que

componen el costo que tendría el

Proyecto General:

� Por el importe del Boquerón del

Puerto 32.332..21d.

� Por el importe del Dique Provi-

sional 85.733…8d.

� Por el importe de la Esclusa y

demás arriba expuesto 1.329.775

� Total 1.447.8415d.

El total importe de las expresadas

tres partidas que comprende este

Proyecto es de la cantidad de un

millón cuatrocientos cuarenta y

siete mil ochocientos cuarenta y

un Reales y cinco dineros, mo-

neda de Ardite, como arriba va

figurado.

Que es cuanto mi corto talento

alcanza para satisfacer a la orden

de palabra que VS se ha servi-

do darme sobre que evacuase la

presente Comisión, incluyéndose

con ésta el Plano General que a

dicho fin se ha levantado, junto

con los Planos y Perfiles de las

obras que se han juzgado nece-

sarias para la reedificación de las

Fincas de aquella Baronía y vol-

viéndole también los Proyectos, a

saber: el del Ingeniero Director, el

del Arquitecto Prat, y el del Arqui-

tecto Fábregas, que VS se sirvió

entregar a mi padre para mayor

instrucción.

Barcelona, 9 de abril de 1794.

(Tomás Soler).”

Desconocemos si al final se arre-

glaron las obras y presa de Flix.

Lo más probable es que nunca se

volviese a la situación de 1723. En

la fecha de este último proyecto

España se enfrentaba a Francia

en una guerra que tenía lugar a

uno y otro lado de los Pirineos.

Mucho nos tememos que se ha-

rían los arreglos imprescindibles

para mantener al mínimo las ins-

talaciones. Los patronos de las

embarcaciones ya estaban acos-

tumbrados a transportar la carga

en acémilas para soslayar la grave

situación de Flix.

Page 330: Libro ilustra cat02

330 NUEVAS POBLACIONES EN LA COSTA DE CATALUÑA DURANTE EL REINADO DE CARLOS III

Page 331: Libro ilustra cat02

331

Enric Viñas Presentación.

Entre la gran diversidad de pro-

yectos de arquitectura civil

desarrollados por los ingenieros

militares formados en la Real y

Militar Academia de Matemáticas

de Barcelona en el llamado Siglo

de las Luces, es propósito de

este trabajo tratar de las Nuevas

Poblaciones situadas en la costa

de Cataluña. De ellas, enumera-

das de Norte a Sur, tenemos el

nuevo pueblo de San Miguel de

Colera en la provincia de Giro-

na; el Barrio de la Barceloneta en

Barcelona; la Nueva Población

del puerto de Tarragona así como

el Barrio portuario de Salou y la

Real Ciudad de San Carlos de la

Rápita, en esta misma provincia.

Cada una de ellas, como es ha-

bitual en cualquier proyecto de

obra pública, tuvo sus largos de-

bates previos a su aprobación y

puesta en obra. Bastantes no ter-

minaron su construcción o bien

no tuvieron la misma aplicación

para las que, en sus inicios, ha-

bían sido destinadas.

Son muchas y bien documen-

tadas las referencias históricas

sobre las Nuevas Poblaciones

construidas en Sierra Morena y

Andalucía. Por contra, a tenor

de las publicaciones disponibles,

son escasas aquellas situadas

en territorio catalán. No obstan-

te, son de referencia obligada los

trabajos de los arquitectos Jordi

Oliveras, Manuel de Solá Morales

y Juli Esteban, Joan Bassego-

da Nonell, y también los de los

historiadores y geógrafos Pie-

rre Vilar, Lluís Argemí d’Abadal,

Ernest Lluch, Mercé Tatjer y Her-

nández Sanahuja. No podemos

olvidar, como fuentes a valorar,

las ofrecidas por los viajeros de

la época, en sus libros de viaje,

cartas, memorias y otras cróni-

cas como las de Ponz, Llaguno,

Casanova, Laborde, Gálvez, Pe-

yron, Chantreau, Barón de Maldà

o Capmany.

No obstante en general es de

notar cierto desinterés por el co-

mentario crítico de las razones

y posterior evolución del esta-

blecimiento de estas colonias.

Fig. 01_ Carlos III el grande,

(Madrid, 1716-1788)

Fig. 02_ Marqués de la Mina,

Don Jaime Miguel de Guzmán Dávalos

(Spínola, 1689 - Barcelona, 1767)

Page 332: Libro ilustra cat02

332 ¿Estaban bien fundados los argu-

mentos para su emplazamiento?

¿Los medios económicos y hu-

manos puestos a contribución

eran proporcionados a los propó-

sitos de progreso ? Son extremos

controvertidos, pues habrá, sin

duda, que sopesar pros y contras

ante una posición cualquiera. Se

espera antes un espíritu elogioso

y más bien hagiográfico que una

actitud fría y severa ante hechos

históricos altamente politizados.

El apogeo de las propuestas ilus-

tradas se produjo en la segunda

mitad del siglo XVIII, es decir en

el fructífero reinado absolutista

de Carlos III (1759-1788). Período

marcado por las frecuentes difi-

cultades de la Real Hacienda y los

repetidos intentos de optimizar la

recaudación de contribuciones e

impuestos. Se manifiestan otras

contradicciones del reformismo

ilustrado, como por ejemplo su

carácter fisiocrático y regalista y el

mantenimiento de la Inquisición.

Esta situación, junto al manteni-

miento de un régimen de antiguos

aunque atacados privilegios, so-

portada durante este siglo y parte

del siguiente, explica el fracaso

de muchas iniciativas.

No siempre el ánimo de lucro es el

que establece las prioridades de

los establecimientos colonizado-

res. Más bien es la primacía de los

discursos dominantes respecto al

loable empeño de introducir, en el

nuevo Estado borbónico ciertas

reformas sociopolíticas, la que

determina la decisión final. Sabe-

mos del empeño que los distintos

gobiernos pusieron en conseguir-

las, mas también sabemos que

no fue posible. Esta puede ser la

brecha que explique la lentitud y

el abandono por obsolescencia y

falta de financiación de gran parte

de las obras públicas iniciadas.

Ingenieros militares y la construcción de nuevas poblaciones

Desde el año de su apertura en

1720 hasta su cierre definitivo

en 1803, el número de ingenie-

ros incluidos en el escalafón fue

aproximadamente 630.

Entre las múltiples y variadas mi-

siones, para las cuales estaban

cumplidamente preparados estos

ingenieros, destacan las propias

de la ingeniería militar como son

las obras de fortificación, tanto las

permanentes como en campaña.

Pero además el Real Cuerpo de

Ingenieros desempeñó toda clase

de obra pública y civil mantenien-

do la inveterada, hasta entonces,

competencia exclusiva bien acre-

ditada a través de la historia de la

construcción.

Así por ejemplo les cupo proyectar

y dirigir la mayoría de obras hi-

dráulicas, portuarias, señalización

marítima, así como la creación y

mejora de caminos, puentes, ca-

rreteras, minería, urbanización y

ensanche de poblaciones, llegando

con notables resultados a la proyec-

ción de toda clase de edificaciones

militares, civiles y religiosas en todo

el territorio de la corona. Entre las

especiales ocupaciones de este

cuerpo nos interesa la planifica-

ción de las Nuevas Poblaciones,

una de las magnas operaciones

de modernización llevadas a cabo

en los reinados de los primeros

reyes borbones correspondien-

do a los postulados del siglo de la

Ilustración.

El objeto del presente estudio se

ciñe precisamente a la labor de

creación de algunas poblacio-

nes en la costa de Cataluña en

este período tan convulso pero

al mismo tiempo tan dinámico y

creativo, por haber dado curso

a un nuevo enfoque de la orga-

nización del Estado y a su futuro

desarrollo socioeconómico.

Las Nuevas Poblaciones son una

muestra palpable del espíritu

reformista que impregnó las ac-

ciones de gobierno de la segunda

mitad del siglo XVIII. Con su cons-

trucción se perseguía un ideal de

sociedad mediante tres vías:

La primera trataba de colonizar

las zonas despobladas del país a

Page 333: Libro ilustra cat02

333causa de largos períodos de gue-

rra y su consecuente decadencia

agrícola y productiva. La agricul-

tura se contemplaba como primer

factor productivo creador de ri-

queza y bienestar para el pueblo.

La segunda consistía en es-

tablecer nuevos núcleos de

población en páramos atrave-

sados por caminos donde se

producían constantes asaltos

de malhechores o bien en zonas

litorales abatidas por las conti-

nuas incursiones de piratas. Si

estos puntos estaban convenien-

temente poblados y organizados

podrían aportar los medios nece-

sarios a su defensa.

La tercera pretendía unificar los

territorios de la corona, median-

te el equilibrio demográfico, fruto

de las mejoras económicas obte-

nidas por la puesta en cultivo de

nuevas tierras de labranza.

Como corolario a estos objeti-

vos se propusieron mejoras en

los medios de comunicación y

de transporte de productos tan-

to para desarrollar el comercio

interior como para favorecer las

vitales necesidades de mejora de

la balanza comercial con los te-

rritorios de ultramar. Por esto se

articuló la puesta a punto de va-

rios planes de caminos radiales,

puertos y astilleros así como la

construcción de nuevos canales

navegables y de riego.

Esta revolucionaria forma de go-

bierno traída por los primeros

monarcas borbones, tuvo sus

ideólogos, entre ellos destacan

Pedro Rodríguez de Campomanes

y el Intendente Pablo de Olavide.

En sus escritos respectivos Des-

cripción de Sinapia, península en

la tierra austral y El Evangelio en

triunfo, o historia de un filósofo

desengañado denunciaban por

medios literarios,con carácter utó-

pico o bien sarcástico, el atraso,

la desigualdad social e incluso la

paupérrima economía que estos

males acarreaban. “Otros teóricos

representativos de la Ilustración

española como son Jovellanos,

Ponz y Ceán Bermúdez no supe-

ran la fase de crítica negativa de

cuanto antecedió contentándose

con vagas invocaciones a la anti-

güedad clásica”1.

Es el reinado de Carlos III de

Borbón el período álgido en la

planificación y realización de

Nuevas Poblaciones. Éstas se

implantaron en áreas deprimi-

das y desérticas como las más

renombradas de Sierra Morena

y Andalucía. También se exten-

dió esta forma de colonización

a muchas otras regiones como

son Castilla, Navarra, Galicia, Le-

vante, Aragón, Cataluña y hasta

las Canarias. Continuose la labor

en tierras de la América hispana.

prosiguiendo la vasta labor de co-

lonización emprendida en siglos

anteriores. Guarromán, Cartagena

de Indias, Carmen de Patagones,

Canelones, Rocha, Monterrey,

San Diego, Gualenguay, eran al-

gunos de los nuevos poblados de

esta vasta operación.

Entre las múltiples funciones

desempeñadas con gran celo y

competencia por los ingenieros

militares, aparte de las misiones

propias de la guerra, estaban las

de planificar y dirigir las obras

públicas en toda su amplia diver-

sidad, así como la cartografía y

diseño de las nuevas ciudades.

Éstas tenían un elemento formal

en común, se trataba de ciudades

abiertas, sin recintos amurallados.

El trazado de las Nuevas Pobla-

ciones, perfectamente estudiado

y explicado en el libro de Jordi

Oliveras Samitier2, se ajustaba

1 Guillermo Sena Medina “Las Nuevas Poblaciones de Carlos III y la división provincial” Boletín del Instituto de Estudios

Giennenses 0561-3590 Nº 150 p. 191-206 , 1993.2 “Nuevas Poblaciones en la España de La Ilustración” Jordi Oliveras Samitier. Prefacio de Antonio Bonet Correa. Colec-

ción Arquíthesis, núm. 2, Ed. Caja de Arquitectos, 1998.

Page 334: Libro ilustra cat02

334 en general a los modos formales

basados en la castrametación ro-

mana bien conocida y practicada

por los ingenieros militares.

La organización en malla ortogo-

nal con sus dos ejes orientados

según los puntos cardinales es

un tipo de trazado urbano anti-

guo como el mundo, repetido en

la planificación de nuevas ciuda-

des desde Mileto, Prienne, Cnido,

Timgad, a las bastidas francesas.

De la misma forma y entre los

siglos XII a XV en España se eri-

gieron Briviesca, Puente la Reina,

Sangüesa, Castellón, Nules, Villa-

rreal, Santa Fe (Granada), Puerto

Real (Cádiz), Foncea, y además

la mayoría de las fundadas en

Hispanoamérica al abrigo de las

Leyes de Indias promulgadas por

Felipe II, donde se fija de forma

terminante el trazado “a regla y a

cordel”.

Este será, por consiguiente, el

tipo adoptado para la mayor parte

de las Nuevas Poblaciones, por

su fácil replanteo sobre territorios

llanos, por su cómodo control de

superficies y reparto de las par-

celas resultantes. Son ejemplos

destacados de estas Nuevas Po-

blaciones las de La Magdalena o

Nuevo Ferrol, La Barceloneta de

Barcelona; La Marina de Tarrago-

na, etc.

En contraposición a veces se apli-

cará la tipología radial, conocida

en trazados teóricos de nuevas

ciudades medievales, especial-

mente aquellas proyectadas en

el interior de recintos amuralla-

dos. Los modelos renacentistas

y barrocos, divulgados en los

tratados de arquitectura civil, pre-

sentan una diversidad de figuras

singulares tales como plazas oc-

togonales, hexagonales, esquinas

cóncavas, abertura de calles en

abanico, patas de ganso, etc. Son

recursos espaciales que evocan

a las perspectivas axiales de los

grandes parques barrocos.

En las Nuevas ciudades escasean

estos tipos. Como máximo ve-

mos recursos compositivos tales

como exedras, viales en diagonal,

tridente o pata de ganso y alguna

que otra plaza circular. Ejemplos

de esta tipología son El Sitio Real

de Aranjuez, Nueva ciudad de

San Carlos de la Rápita o la Colo-

nia Militar Fernandina.

Un gran teórico de la arquitectu-

ra de la Ilustración, fue el abate

jesuita Marc-Antoine Laugier3

(1713-1769) que junto al arqui-

tecto Jacques-François Blondel

(1705-1774), tuvo una enorme

influencia sobre la arquitectura

racional. En sus escritos más

divulgados dirige una severa

crítica a los trazados del tipo en

damero:

“Tenemos ciudades donde las

calles guardan una alineación

perfecta, pero como el diseño ha

podido ser realizado por gente de

poco “esprit” reina una sosa ac-

titud y una fría uniformidad que

hace buscar el desorden de las

ciudades que no tienen ninguna

alineación, todo está referido a

una figura única.” Luego pregona

la importancia de introducir en el

órden cierto grado de amenidad:

“que haya órden y una especie de

confusión, que todo esté alinea-

do pero sin monotonía y que de

una multitud de partes regulares

resulte en total una cierta idea de

irregularidad y de caos”. “De vez

en cuando abandonemos la sime-

tría y lancémonos a lo extraño y

singular”. Parece como si, a falta

de poder realizar en todos los ca-

3 Abbé Marc-Antoine Laugier .

“ Observations sur l’architecture “ París,1765 - “ Essai sur l’architecture” París, 1775

Jacques-François Blondel “Architecture françoise.Recueil des plans, elevations,coupes et profils des églises, maisons

royales, palais, hôtels & edifices...”.París 1752-56 - “ Cours d’architecture ou traité de la decoration, distribution & cons-

truction des batiments; contenant les leçons données en 1750 & les années suivantes par... París 1771-77

Page 335: Libro ilustra cat02

335sos, la fusión de dos tendencias,

la tradicional exigencia de orden y

la libertad compositiva, se tuviese

que optar por la oposición equili-

brada de ambas.

Los mismos principios disciplina-

res que aplicaron los ingenieros

militares a la ordenación de un

campamento militar y que se apli-

caban sobre las nuevas ciudades

de trazado reticular, hicieron ex-

clamar al abate Laugier: “serían

principalmente aquellas proyecta-

das desde la arquitectura militar”.

Los ingenieros militares egresa-

dos de la Real Academia Militar de

Matemáticas de Barcelona, esta-

ban al corriente de la arquitectura

clásica, académica4 y pre-revolu-

cionaria al uso en Europa, a través

de los profesores de la misma y

de libros de texto como son la tra-

ducción por quien más tarde sería

Director de la Academia, Miguel

Sánchez Taramas, del tratado de

John Muller; el tratado de Beli-

dor y el de Benito Bails5 que eran

seguidos en los cursos de arqui-

tectura civil y militar.

Ellos fueron los encargados de

diseñar la creación de un sinnú-

mero de nuevos pueblos y barrios

de ciudades, cumpliendo con cre-

ces las expectativas y confianza

en ellos depositada. Y lo hicie-

ron con abnegada dedicación y

estricta sujeción a lo establecido

por las Reales Ordenanzas y en

las Reales Cédulas del Fuero de

Población. Éstas en su articulado

daban las directrices para su im-

plantación: Serían según modelo

tradicional de orientación cardi-

nal y trazado ortogonal, con una

plaza mayor y, en su caso, otras

secundarias donde situar los edi-

ficios característicos, a saber: la

Iglesia, la Intendencia, la escue-

la, el mercado, el cuartel, etc. Es

muy ilustrativo de este principio

de austeridad el párrafo: “El resto

de las construcciones, casas de

habitación, serían simples, senci-

llas como a casas de labradores

se refiere, de una o dos plantas y

amplios corrales, sin adornos su-

perfluos ni arte.”

En esto sintonizaban con los

postulados revolucionarios de

la arquitectura de la Ilustración

que más adelante serían pro-

pugnados por arquitectos como

Boullèe y Ledoux6 cuyos pro-

yectos respiraban austeridad

y economía de medios para,

con este ahorro, contribuir a la

mejora de las condiciones de

habitación y beneficios socia-

les de los jornaleros y los más

desfavorecidos.

Aparte de las Nuevas Poblaciones

que podríamos llamar “camine-

ras”, cuya función repobladora

tenía lugar en desarrollo lineal so-

bre algún eje de comunicación

terrestre, hubo otras que serán

objeto de este artículo.

Son aquellas que por distintas

iniciativas se desarrollaron en el

litoral o en relación a la actividad

portuaria, bien fuese para aloja-

miento o para la defensa de la

misma. Entre estas presentamos

la nueva ciudad de San Car-

los de la Rápita y el Barrio del

puerto de Salou que se implan-

taron en zonas despobladas.

Otras se edificaron en proximi-

4 Preferimos el adjetivo “académica” a “neoclásica”, pues aquel refleja más bien la sujeción a un canon fijado y controlado

desde la Real Academia de San Fernando.5 John Muller, traducido por Miguel Sánchez Taramas “Tratado de fortificación ó Arte de construir los edificios Militares y

Civiles” Imp. Thomas Piferrer, Barcelona, 1769; Bernard Forest de Belidor “La Science des ingenieurs dans la conduite

des travaux de fortification et d’architecture civile”. París, 1729. Benito Bails “ Elementos de matemáticas” Tomo IX Ma-

drid, Joachim Ibarra, 1779.6 Étienne-Louis Boullée (1728-99). Arquitecto francés que tuvo profunda influencia en la arquitectura pre y post revolucio-

naria. Tuvo como uno de sus alumnos a Claude-Nicolas Ledoux (1736-1806). Arquitecto y autor de obras con un elevado

grado de concepción social. “L’Architecture considerée sous le rapport de l’art, des moeurs et de la législation”. París,

1804.

Page 336: Libro ilustra cat02

336 dad a grandes ciudades, como

es el caso del nuevo barrio de

La Barceloneta en Barcelona y

la Nueva Población de la Marina

de Tarragona, sobre las cuales

no trataremos en este artículo

dado que ambas disponen ya

de abundante y bien fundada

bibliografía. Hay un caso singu-

lar que trataremos, es el Nuevo

Pueblo de San Miguel de Colera,

cuya fundación responde más a

un tipo de “desarrollo” agrícola

que al tipo de pueblo caminero

o portuario.

El puerto de los Alfaques y la Nueva Ciudad de San Carlos de la Rápita

Los intentos de facilitar la na-

vegabilidad del río Ebro se

remontan a tiempos muy ante-

riores al período ilustrado. Ya en

la antiguedad clásica la ciudad

de Dertosa (actual Tortosa) fue

objeto de interés como cen-

tro estratégico de distribución

de las producciones agrícolas,

industriales y comerciales ofre-

cidas por la cuenca ebrense,

obrando como base fluvial de

navegación y de contacto entre

el medio fluvial y el marítimo.

De hecho es muy remoto este

uso en cuanto a la pesca, extrac-

ción y exportación de la sal y a la

navegación interior de las tierras

del Ebro.

Los Alfaques fueron la base de

partida de numerosas expedicio-

nes navales en la toda la historia

medieval y fue muy importante

su actividad en la campaña de

expulsión de los moriscos de la

Corona de Aragón.

De entre las dos vías posibles

para organizar el éxodo, las

pirenaicas de Somport, de Ron-

cesvalles y la del puerto de los

Alfaques, fue la marítima la que

evacuó la mayor parte. Se cifra

en 38.286 el número de los que

embarcaron en él entre los me-

ses de junio a septiembre del

año 16107.

Es bien sabido que, desde an-

tiguo, en el curso final del Ebro

ha existido una navegación

muy activa cuyo punto central

era Tortosa. En el pasado llegó

a tener una numerosa flota de

matrícula constituida por “bar-

cas chatas”, “llaguts” de hasta

20 metros de eslora con mástil

desmontable y velas cuadras,

“muletes y “rais”; navegaban

a favor de viento y corriente o

remontaban a “sirga” y se en-

cargaban eficazmente, por su

escaso calado, del transporte

de productos agrícolas, princi-

palmente aguardientes, madera

y la sal, extraída de las sali-

nas reales de La Trinitat y de la

Rápita

El máximo esplendor se alcanzó

en el siglo XV, dando lugar a los

proyectos de construcción del

Canal Imperial durante el reinado

de Carlos V.

El ingeniero Bernardo Lana el

año 1739, en colaboración con

Sebastián Rodolfo pertenecien-

te al mismo Cuerpo, presentó un

extenso informe titulado: Razón

de los tanteos hechos sobre el

proyecto de hacer el río Ebro na-

vegable desde Zaragoza hasta el

Mar mediterráneo. En cuanto al

problema de la desembocadura

dice: “Pasado Amposta hora y

media antes de llegar a la capilla

de Jesús y María, entramos en

la Golera del Fangar, su longitud

será de 2.000 toesas y debe ser

la latitud de ocho, dándole el

escape del tercio, a diferencia

de la entrada, que será su lati-

7 IV Centenario de la Expulsión de los Moriscos. Materiales de historia. Cronología de la expulsión de los moriscos (cita

de H. Lapeyre ). www.materialesdehistoria.org

Congreso Internacional sobre los moriscos en el Cuarto Centenario de la Expulsión. Granada 13,14,15 y 16 de mayo de

2009. Escuela de Estudios Árabes de Granada . www.eea.csic.es

Page 337: Libro ilustra cat02

337tud hasta 15 toesas, según va

demarcado en el plano general

y dirá el Segundo Proyecto. La

razón que se ha tenido para pro-

yectar otro canal ha sido porque

habiendo examinado con toda

exactitud el Puerto de Los Alfa-

ques, se nota el lo mucho que le

perjudican las arenas que intro-

duce el levante, disminuyendo

siempre su fondo, de tal suerte

que al presente se reconoce ya

en más de dos tiros de fusil al no

poder llegar las embarcaciones

donde lo practicaban en tiem-

pos del mismo Gobernador de

la Torre de San Juan actual, de

quien se tomó esta relación, al

paso que se hizo para el recono-

cimiento. También se ha tenido

por motivo la mucha distancia

que manifiesta el Plano general

para llegar las embarcaciones a

otro puerto, saliendo del río, o la

dificultad de entrar en éste vi-

niendo de aguas de aquél, como

se dice en el Proyecto Segundo,

hablando del nuevo Puerto. Éste

logra la entrada y salida de él al

Canal y abriría mucho la navega-

ción […]”8.

En la política reformista y de

potenciación de la marina espa-

ñola mantenida por el marqués

de la Ensenada ocupa un lugar

de mucha importancia la figura

de D. Antonio de Ulloa. Es dig-

no de destacar el informe que

suscribió en Barcelona el 6 de

Septiembre de 1749.9 En él pone

de manifiesto la conveniencia

de realizar un Puerto de Mar

en la Bahía de San Juan de los

Alfaques acompañado de las ne-

cesarias obras de defensa con

dos fortificaciones situadas en

el extremo de la barra o Punta

del Galacho y junto a la Torre del

Codoñal que cubrirían la entrada

a la bahía, además propone dos

fortalezas más en la zona interior

de la misma, una sobre la Punta

de la Gola Vieja y otra en la Torre

de San Juan.

En este detallado informe el

ingeniero da cuenta de las

buenas condiciones del puerto

natural como abrigo a la nave-

gación en el momento vistas

la suficiente profundidad de la

bocana y del interior de la en-

senada y la parte del puerto

más resguardada.

Casi siempre la evolución del

delta fluvial dificultó, cuando

no impidió, su acceso seguro al

mar.

Como veremos no es problema

sencillo el de la accesibilidad

por mar al río Ebro.

Así las aportaciones de sedimen-

tos y penetraciones de aguas

dulces y freáticas procedentes

de los sistemas montañosos de

su cuenca, sujetos todos a un ré-

gimen muy variable, y la acción

de arrastre de los vientos y las

corrientes marinas, configuraron

un complejo sistema hidráulico.

En este largo proceso se origi-

nó un crecimiento del delta y se

formaron distintas ensenadas

o albuferas a ambos lados del

vértice.

Estas ensenadas se vieron

paulatinamente aisladas por la

formación de barreras o cordo-

nes litorales, a causa del oleaje

8 En “Canales y comunicaciones fluviales en Cataluña durante el siglo XVIII” por Jesús Maldonado de Arjona. Gene-

ral de Brigada, en “La Academia de Matemáticas de Barcelona. El legado de los Ingenieros Militares”. Ministerio de

Defensa . Barcelona 20049 “Explicación del Plano de la Bahía de San Juan de los Alfaques con las correspondientes noticias de ella y junta-

mente de la costa que sigue hasta Vinaroz”. Informe del marino Antonio de Ulloa. Servicio Histórico Militar, Madrid

1749 Ulloa, 3-1-4-6/0-3-11, 7 fols. Transcrito y glosado en su artículo “ El proyecto de fortificación y puerto de la

bahía de San Juan de Los Alfaques de Antonio de Ulloa” por Marc Lloret Piñol, Licenciado en Geografía por la Uni-

versidad de Barcelona. Publicado en la Revista bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales de dicha universidad

en su Nº 300 de 19 julio 20.

Page 338: Libro ilustra cat02

338

en los temporales de Levante en

combinación con la precipitación

del caudal sólido suspendido

en las aguas del río. Finalmen-

te, cuando aquellas quedaban

cerradas se formaban grandes

lagunas de agua dulce o salada

que fueron, a su vez colmatadas

a causa de la acción del viento y

de las aguas cargadas de limo,

dando lugar al crecimiento del-

taico hacia partes alejadas del

eje fluvial; allá donde no alcan-

zaban directamente las aguas

fluviales y por consiguiente es

en estas ensenadas donde el

calado es muy superior al de la

desembocadura10.

Así se formaron a partir del siglo

XVII los puertos naturales del Fan-

gar y de los Alfaques, al Norte y

Sur, respectivamente, del cono

deltaico. Siendo su profundidad

máxima en torno a los cuatro me-

tros es fácil comprender que fuera

posible su empleo como abrigo

portuario.

Sabemos que, hacia el año 1739

fueron iniciados los primeros

estudios para hacer navegable

el Ebro desde Zaragoza al mar.

En el reinado de Carlos III, for-

mando parte de su eficaz tarea

reformadora y, para dar solu-

ción a los frustrados intentos de

navegación del río hacia el mar,

se emprendió la construcción

de un canal navegable desde la

villa de Amposta y el puerto de

los Alfaques. Pero no fue hasta

1780 que se terminó la cons-

trucción del canal de Amposta

Fig. 03_ Cáceres, Miguel: Plano

Topográfico Del rio Ebro desde la

Plaza de Mequinenza a su desem-

bocadura en el Mediterraneo [...],

1830. (Centro Geográfico del Ejército,

Madrid. Cartoteca Histórica, 313/3ª,

TARRAGONA-TORTOSA)

10 José Cruz López, Ingeniero de Caminos .”Las obras hidráulicas en la cuenca

del Ebro”. Revista de Obras Públicas año. LXXIX núm. 2.584. 1/11/1931

Page 339: Libro ilustra cat02

339

al puerto de Los Alfaques según

un proyecto de los ingenieros

Próspero de Verboom y Miguel

Marín11.

En parte este enorme retraso fue

debido al antiguo debate que se

abrió entre los partidarios de abrir

dicho canal navegable con dos

opciones o trazados distintos.

Unos, entre los que se hallaban

aquellos cuyas mercancías se

dirigirían hacia Barcelona, pro-

ponían un corto canal entre la

ensenada del Fangar y un punto

a la izquierda del Ebro y próximo

al mar. Los otros, defensores del

comercio desde la ciudad de Am-

posta, querían un canal directo a

Los Alfaques.

La gran producción de vinos re-

sultado de haberse convertido en

el segundo cultivo agrícola esta-

blecido en este siglo en Cataluña,

que tuvo como consecuencia

los excedentes, unido a la gran

demanda comercial procedente

Fig. 04_ MARÍN, Miguel: Mapa De

una Porcion del Curso del Rio

Ebro, desde la Villa de la Higuera,

la que comprehende los Puertos

de los Alphaques, y del Fangá, con

el fondo, que tiene prim; como

assí mismo el Terreno por donde

pasa el Canal que se propone

para facilitar la navegación del

dho. Rio; Barcelona, 8 de agosto de

1749. (Centro Geográfico del Ejército,

Madrid. Cartoteca Histórica, 319,

TARRAGONA-Los Alfaques).

11 Los ingenieros militares Juan Martín Cermeño y Miguel Marín intervienieron

en sendos proyectos para la mejora y fortificación del Puerto de los Alfaques y

de un canal navegable que uniría éste con la villa de Amposta, punto de enlace

con las aguas más practicables de río. Sin embargo hasta la promulgación en

1778 de la Real cédula para el libre comercio con América no se llevaron a la

práctica

Page 340: Libro ilustra cat02

340 de países septentrionales euro-

peos y de las colonias, así como

la proliferación de alambiques

domésticos fáciles de instalar

por los propios agricultores para

obtención de alcohol por des-

tilación de los vinos, hizo de los

aguardientes un producto muy

rentable tanto para los pequeños

productores como para el erario

público. Su exportación, era por

tanto muy deseable. El canal fué

finalizado en diciembre del 1780,

pero al poco se vieron confirma-

dos los malos augurios respecto

al problema de los arrastres de

limos y de arena, haciéndolo casi

impracticable.

Sin embargo, ya entrado el si-

glo XIX, la Real Compañía de

Canalización primero, más tar-

de denominada de Canalización

y Riegos del Ebro con capital

franco-británico y actualmente

Comunidad General de Regantes

de la Derecha del Ebro, intentó

rehabilitarlo para hacer posible

la navegación. Se ideó el recurso

de aumentar el caudal median-

te la aportación de agua de otro

canal tributario procedente del

azud de Xerta y así reducir la

sedimentación.

Este segundo intento también fra-

casó, pero sirvió para irrigar una

amplia superfície a la derecha del

delta por mediación de una exten-

sa red de canales secundarios y

acequias, construidos por los pro-

pios agricultores y ayuntamientos,

transformando en fructíferos arro-

zales los que habían sido simples

eriales. De esta forma se apro-

vechó una gran infraestructura

pública concebida en la Ilustración

con el fin de favorecer el comer-

cio con América, convirtiendo en

irrigable la próspera margen dere-

cha que, junto con la creada más

tarde en la izquierda, constituyen

una gesta colonizadora digna del

mayor elogio.

El conocido viajero francés

Alexandre de Laborde, dibujante,

arqueólogo, destacado colabo-

rador de Napoleón Bonaparte y

que fue agregado de embajada

en Madrid en 1800, con la ten-

dencia a la exageración que le

caracteriza, hace breve referen-

cia a esta cuestión en su Voyage

Pittoresque et Historique en Es-

pagne publicada en París a partir

de 1806: “Amposta es una pe-

queña ciudad de 1.500 habitantes

aproximadamente. Es muy pobre,

pero podrá llegar a ser importante

si se convierte el Ebro en nave-

gable aprovechando un pequeño

canal que se ha hecho para trans-

portar a la nueva ciudad de S.

Carlos todo el material necesario

para su construcción. Aumen-

tando estos trabajos y haciendo

pasar un brazo del Ebro por este

canal se formaría fácilmente un

puerto desde su desembocadura

hasta S. Carlos, y se evitaría que

la entrada del Ebro fuese obs-

truida continuamente por bancos

de arena movedizos,que aumen-

tan con las tempestades y las

riadas. Además este canal ofre-

cería la gran ventaja de fecundar

las tierras áridas e incultas de los

alrededores de S. Carlos en una

superficie de media legua. Sería

fácil de extraer el agua por medio

de una bomba de fuego y condu-

cirla por un acueducto, hacia las

partes más elevadas, desde don-

de se distribuiría por los campos.”

Se vislumbraba cierto desenga-

ño a causa del vivo debate entre

las dos opciones, una la del canal

desde Amposta a los Alfaques y

la otra un canal desde un recodo

del Ebro a la ensenada del Fangar,

Mientras tanto, el proyecto de ex-

portación de aguardiente por el

puerto de los Alfaques sufría un

considerable retraso y el prag-

matismo de los comerciantes de

Reus hizo avanzar la opción más

eficaz por medios terrestres hasta

el puerto de Salou.

La nueva ciudad de San Carlos de la Rápita.

El gobierno del Rey Carlos III, con

el apoyo de su gabinete, abrigaba

el deseo de convertir los Alfaques

en uno de los puertos más impor-

tantes de la Península. Que fuese

a la vez, base naval militar y punto

Page 341: Libro ilustra cat02

341de salida de los productos de Ara-

gón hacia ultramar. Para esto era

necesario protegerlo de ataques

mediante obra de fortificación. El

ingeniero militar Francisco Llovet

realizó en 1778 el proyecto de una

batería de defensa junto a la torre

de la Rápita. En su informe, Llovet

justifica la conveniencia de crear

una nueva ciudad que contribuiría

al mejor servicio de la actividad

portuaria.

Aprobada por Real Cédula del año

1780, se inicia la construcción de

la Nueva Población, que en honor

al patronímico del Rey se llamaría

Real Ciudad de San Carlos de la

Rápita.

Al final de su muy positivo reina-

do, la decadencia económica hizo

que las obras proyectadas y tan

sólo iniciadas quedaran sin termi-

nar. El gran arquitecto Francisco

Sabatini, venido de Nápoles con

el séquito del rey Carlos III y con-

vertido en “arquitecto mayor del

reyno” para la continuación del

Palacio Real de Madrid, decía a

propósito del proyecto de Nueva

Población de San Carlos en la isla

de León (Cádiz): “necesidad de

hacer la obra con la mayor bre-

vedad posible si no quiere verse

aplazada para siempre”. Situa-

ción ésta que la fuerza de los

acontecimientos bélicos y políti-

cos confirmará con machacona

frecuencia.

Pero el trazado majestuoso y so-

bre todo, la iniciativa de una nueva

y próspera ciudad de San Carlos

de la Rápita junto al puerto de los

Alfaques quedó establecida para

la posteridad.

La planta augusta y armónica dis-

posición que ofrece la traza original

de San Carlos, de la que no se co-

nocen planos de su proyecto pero

sí levantamientos posteriores, par-

te de un crucero con su eje mayor

orientado de Norte a Sur formando

una gran plaza-salón que termina

en exedra semicircular por su ex-

tremo meridional.

De haberse completado con

otra exedra en el otro extre-

mo, de acuerdo con el supremo

principio de la simetría y si-

tuando en su centro una fuente

monumental “a la romana” o tal

vez con una estatua ecuestre

del Rey Carlos III y sendas fuen-

tes en cada exedra, tendríamos

hoy una gloria de la arquitec-

tura urbana digna de universal

reconocimiento. Sería, aunque

a escala menor una réplica del

gran espacio barroco que se

proyectaba para el Salón del

Prado en la capital del reino, se-

gún proyecto de los arquitectos

neoclásicos, Ventura Rodríguez

y José de Hermosilla.

José de Hermosilla fue pensio-

nado en Roma por la Academia,

donde, tal vez pudo inspirarse en

la plaza Navona12.

Lamentablemente para la mejor

riqueza de nuestro patrimonio

histórico, este espacio urbano

tampoco alcanzó su gloriosa

culminación.

En el punto central de la plaza-

salón de San Carlos de la Rápita,

señalado por una gran fuente,

cruza en dirección ortogonal un

amplio vial que desciende del

monte hacia el puerto y abre su

anchura como iniciando una “pata

de ganso”.

Estos dos magníficos ejes

ordenadores dan la idea de mag-

nitud de lo que hubiera sido una

hermosa nueva ciudad de la Ilus-

tración. Con ellos se determinó

la trama regular de manzanas

alineadas a cordel, en cuyos so-

lares algo irregulares a causa de

la indeterminación subsiguiente

al abandono sufrido por la regia

iniciativa, se dispuso la construc-

ción de cierto número de casas

12 Fernando Chueca Goitia. Doctor Arquitecto y Académico de la de San Fernando, “La época de los borbones” en “Re-

sumen histórico del Urbanismo en España” Instituto de Estudios de Administración Local. Madrid, 1968. 2ª Ed.

Page 342: Libro ilustra cat02

342 por cuenta del Rey y algunas de

particulares.

Como elementos arquitectóni-

cos más destacables tenemos

La Glorieta, rotonda apenas ini-

ciada en forma de “tholos” con

doble anillo de columnas. Des-

de su elevado emplazamiento,

algo alejado del conjunto pudo

ser posible la contemplación

de una bella perspectiva axial

característica del urbanismo

clasicista.

Además se inició la construcción

de una iglesia, el palacio del Go-

bernador y la Aduana. Entre las

casas con pórticos columnados

que se adaptan a la exedra sur

del Paseo-salón, destaca la co-

nocida como “casa de Laureano”

con un orden que podríamos

clasificar como “toscano militar”

con cuatro columnas de gran-

des dimensiones y un arquitrabe

incompleto sobre el cual apoya

una balaustrada barroquizante

y un pequeño frontón arqueado.

En el lugar donde se elevaba el

antiguo hospital existe hoy el

mercado de abastos.

La llamada Iglesia Nueva se di-

señó inscrita en un cuadrado y

responde a la tipología de planta

centralizada en cruz griega con

atrio, ábside y crucero, para ser

cubierta con una cúpula sobre

una nave única perfectamente

circular. Su fachada principal con

cuatro ventanas simétricamente

dispuestas enmarca la entrada

con sendas columnas jónicas

pareadas. En sus intercolumnios

se dispusieron sendos nichos

esféricos a modo de hornacina

para estatuas. La obra fue inicia-

da bajo la dirección de ingenieros

de la Armada y quedó detenida

a la altura de impostas. Al me-

nos tenemos la hermosa traza,

perfectamente proporcionada,

configurando un espacio barroco

de transición al neoclásico

Es de señalar que esta tipología

de iglesia de planta centraliza-

da se repite en muchos de los

proyectos de los ingenieros mi-

litares. Véanse a este respecto,

las iglesias de la capilla de Sant

Miquel del Port en La Barcelo-

neta y la de la fortaleza de San

Fernando en Figueres ambas de

la mano de los ingenieros milita-

res Juan Martín Cermeño y Pedro

Martín Paredes Cermeño, así

como también la magnífica traza

de la iglesia de la Nueva Ciudad

del Ferrol obra del académico Ju-

lián Sánchez Bort.

Es posible constatar que en la

Real Academia Militar de Mate-

máticas de Barcelona, la clase

de arquitectura civil daba cum-

plida cuenta de las tipologías

arquitectónicas en boga y de las

que mejor expresaban una idea

poderosa de unidad materializa-

da en la cúpula central como eje

vertical de elevación espiritual.

En el caso del proyecto de obras

en San Carlos de la Rápita, así

como en el Nuevo Barrio de

Salou y en la Nueva Población

de la Marina de Tarragona, sería

presumible el planteo de cierto

conflicto de competencias o atri-

buciones13 entre los ingenieros

militares egresados de la Real

Academia de Matemáticas y los

geógrafos e ingenieros navales

de la de la Real Armada forma-

dos en la Academia del Cuerpo

de Guardamarinas en Cádiz, si

bien se supone que los deberes

13 Horacio Capel “ La invención del territorio. Ingenieros y arquitectos de la Ilustración en España y América. Suplemento

Anthropos. Barcelona 1994, nº43, p. 98-115

Page 343: Libro ilustra cat02

343

de obediencia y subordinación

permitirían un perfecto trabajo en

estrecha colaboración14.

Todo tipo de obra pública fue in-

tervenida por los ex-alumnos de

la Real Academia de Barcelona.

Algunos ingenieros que actuaron

en estas obras fueron, además

de los ya citados, Miguel Marín

en el puerto del Ferrol en 1752-53

donde fue sucedido por Francico

Llovet en 1754-62; este prolífico

ingeniero intervino también en los

puertos de Salou, 1743 y de los

Alfaques, 1749; en las murallas de

Tarragona suscribió un proyecto

de viviendas, 1775. Miguel Marín

siguió en otros proyectos y obras

en la costa de Cataluña: Puerto

de Barcelona, 1733-51; Palamós,

1738; Puente de madera en el

puerto de Salou, 1739; Puerto

de Salou y Batería en el mismo

puerto, 1743; Faro-linterna del

puerto de Barcelona, 1745 y en

La Rápita-Alfaques en 1748. Otro

ingeniero con mucha actividad en

14 Juan Antonio Rodríguez Villasante Prieto “Protagonistas de la construcción

española en el siglo XVIII. Los Ingenieros militares y la Academia de Matemá-

ticas de Barcelona” trata de la Academia del Cuerpo de Guardamarinas como

centro de formación de los destacados oficiales de la Real Armada Antonio de

Ulloa y Jorge Juan Santacilia.

Fig. 05_ San Carlos de la Rápita:

templo que construía la Armada.

Planta.

Fig. 06_ Plano que manifiesta la

desembocacura del canal del

puerto de los Alfaques.

Martín Zermeño. Manuscrito.

SGE-321.

Page 344: Libro ilustra cat02

344 Cataluña fué Antonio López So-

peña, Director de Ingenieros en

1805, autor de hermosos planos

de barracas en la playa de Barce-

lona y el proyecto del nuevo barrio

de la Barceloneta, 1801.

Intervinieron también pero ya en

el siglo siguiente, el Ingeniero mi-

litar Antonio Semper en 1806 y el

Brigadier de la Real Armada, Juan

Smith15 que a la sazón tenía a su

cargo, como Ingeniero en jefe, las

obras de construcción del puerto

de Tarragona.

La nueva poblacion del puerto de Salou.

El puerto de Salou que práctic-

mente en aquella época era un

embarcadero en la playa vecina al

puerto de Tarragona, experimen-

tó en el último tercio del siglo un

intenso tráfico debido a su venta-

josa comunicación por carretera

con la ciudad de Reus, capital de

la comarca del Baix Camp y sede

de un muy próspero mercado

internacional.

Reus junto con Tortosa, fue el

gran centro regulador y expor-

tador de aguardientes hacia los

mercados de ultramar. Además,

análogamente a la población de

Vilanova, concentraba una apre-

ciable producción de barriles y

cubas, necesarios para el comer-

cio de los derivados vinícolas.

Su activo mercado fijaba la coti-

zación de vinos y aguardientes

tenida en cuenta en los mercados

financieros de París y de Londres.

De este modo Reus creció, pa-

sando de los 2.000 habitantes de

principio del siglo XVIII hasta los

cerca de 15.000 a final del mismo.

Téngase en cuenta que la pobla-

ción de Cataluña experimentó un

crecimiento espectacular en este

siglo, duplicando su censo que

pasó de los 470.000 a más de

900.000 habitantes.

La ciudad de Barcelona contaba

con 119.927 habitantes.

Reus y Tortosa (grandes merca-

dos de alcoholes y productos de

la agricultura) entre los 12.000 y

16.000 habitantes.

Lleida, Tarragona, Valls, Vilano-

va y La Geltrú, Manresa, Mataró,

Vic, Olot, Figueres, Girona, y Sant

Feliu de Guíxols estaban entre los

5.000 y los 12.000 habitantes16.

En este contexto de crecimiento

demográfico favorecido por los

avances en medicina e higiene

pública, así como por el aumento

de producción y desarrollo de las

superficies cultivadas y ganadas

al mar, se explica la necesidad

de mejorar las instalaciones por-

tuarias, máxime cuando el 2 de

febrero de 1778 se promulga el

Real Decreto de libre comercio

con América y las Filipinas, li-

mitando así la exclusividad del

puerto de Cádiz.

Por el puerto de Salou salía casi

la mitad de la exportación de los

productos vinícolas de Cataluña.

De ahí que se viera la oportunidad

de implantación de una Nueva

Población como apoyo a la activi-

dad de dicho puerto.

En el plano que manifiesta la nueva

Población que se debe construir

en el Puerto de Salou fechado en

Barcelona 10 de mayo de 1772 así

como en el plano y perfil del pro-

yecto de un muelle y castillo para

el puerto de Salou de 1782 obran-

tes en el Servicio Histórico Militar

y en el Archivo del Museo Naval,

respectivamente, puede observar-

se un trazado netamente ortogonal

15 Juan Smith, Ingeniero militar nombrado director de las obras del puerto de Tarragona el 1800, Corregidor y Gobernador

Militar de la ciudad después de la abdicación de Carlos IV. Murió en 1809.16 Agustí Alcoberro “Fusell, rella, timó” en: “Història de Catalunya. Catalunya, història i memòria” Dirigida por Francesc

Xavier Hernández. 2ª Ed. Edicions Proa. Barcelona, 1998.

Page 345: Libro ilustra cat02

345con directriz paralela a la playa con

una gran plaza, limitada por tres

de sus lados por igual número de

cuerpos de casas. El lado de Po-

niente se divide en dos cuerpos de

6 casas cada uno, mientras que al

Norte y Sur se sitúan dos hileras

de casas a cada lado con 8 ca-

sas cada una, con un total de 38

casas, más la iglesia, la Aduana,

el Cuerpo de guardia, la casa del

Gobernador, las casas de Matrícu-

la y de Resguardo, cuarteles y los

restantes servicios oficiales. Las

parcelas eran de 15 varas de fa-

chada por 45 varas de fondo.

Se incorporaban las edificaciones

existentes en la parte más proxi-

ma a la playa, cerrando con ellas

el lado de levante de la plaza.

El poco calado del antiguo puer-

to así como la ampliación del

cercano puerto de Tarragona oca-

sionó el paulatino abandono del

de Salou y la paralización del nue-

vo poblado.

Nueva población de San Miguel de Colera

Como la mayor parte de las

Nueva Poblaciones, tanto el

Nuevo Barrio de La Barceloneta,

como la ciudad de San Carlos

de la Rápita forman parte de

aquellas fundaciones que, en

relación al propósito repoblador

considerado primordial por la

administración ilustrada, fueron

construidas a expensas del era-

rio público y se situaron junto a

zonas portuarias o próximas a

vías de comunicación.

Como se ha dicho, se preten-

día no sólo la roturación de

tierras baldías, sino además ga-

rantizar la seguridad de largos

trechos de caminos o de litorales

semidesérticos.

El caso de la Nueva Población de

San Miguel de Colera añadía la

ventaja estratégica de su proximi-

dad a la frontera con Francia. En

esta ocasión no fué una iniciativa

del Estado borbónico la que pro-

movió su fundación. Se planteó

del modo como contempla la Real

Cédula de 25 de junio de 1767

que había regulado la repoblación

de Sierra Morena donde, como

incentivos para la iniciativa priva-

da, en sus capítulos declaraba la

franquicia de diez años para toda

carga, catastro, diezmos y novales

con la condición de que los colo-

nos fuesen “pobres y laboriosos”

y además concedía el ennobleci-

miento a los promotores.

En 1769, un rico labrador de Ga-

rriguella (Alt Empordà) llamado

Isidro Ferrán, juntamente con

otros dos socios, sobrinos del

barón de Blancafort, Ventura San-

genís, parroco de Blancafort y su

hermano José, Teniente de arti-

llería con destino en la Fundición

Real de Eguri, solicitaron licencia

para construir una Nueva Pobla-

ción que a propuesta del Excmo.

Sr. marqués de la Mina Don Jai-

me Miguel de Guzmán Dávalos,

a la sazón Capitán General del

Principado de Cataluña, se lla-

maría San Miguel de Colera en

una propiedad de más de 60.000

“vesanas” (unidad superficial

gerundense) equivalentes a unas

13 hectáreas17.

Estaba situada en una pequeña

bahía, disponía de hasta 18 fuen-

tes y se consideraba suficiente

la construcción de alojamientos

para unos 40 colonos, para la

superficie de tierra destinada al

proyecto de plantación de viñas

y olivos. Además, se obligaban

a ceder las casas gratuitamente

a los colonos por plazo de cin-

co años y a construir a su cargo

17 La vesana es una antígua medida superficial para medir terrenos en la provincia de Girona antes de la implantación de

las unidades de pesos y medidas métricas de conformidad con la Real orden del 9 de diciembre de 1852 (Gaceta de Ma-

drid 28/12/1852) si bien su uso, muy extendido en el Ampurdán se mantuvo casi hasta nuestros días. La vesana equivale

a 900 canas cuadradas o sea 2.187,4329 metros cuadrados.

Page 346: Libro ilustra cat02

346 edificio para la iglesia, el ayun-

tamiento, mesón y carnicerías.

Como contraprestación solici-

taban el ennoblecimiento para

Isidro Ferrán y una canonjía para

Ventura Sangenís así como el

ascenso a Teniente Coronel del

arma de artillería para su herma-

no José. Para su hijo Martín y sus

dos sobrinos, Vicente y Antonio,

menores de edad, la gracia de

oficiales de un regimiento del

ejército cuando alcanzasen la

mayoría de edad.

La propuesta fué aceptada en

pricipio por el Capitán General y

por el Intendente; se moderaron

algo las peticiones y se cursó la

solicitud al Fiscal del Consejo de

Castilla, quien dictaminó a favor,

pero graduando la concesión de

gracias, acompasándolas a la

efectiva construcción del pueblo.

Por su parte el Capitán General

para informar sobre el desarrollo

de las obras, recomendó la inter-

vención del Teniente Coronel de

Ingenieros Carlos Cabrer, desti-

nado a obras de fortificación en

la frontera. La aprobación final

llegó por medio de Real Reso-

lución de fecha 1 de diciembre

de 1770. Terminadas las obras

tres años más tarde, se compro-

bó que se habían construido 55

casas alineadas en las calles y

otras 10 en diseminado, la pobla-

ción real ascendía ya a más de 90

habitantes. Tan solo 17 de las ca-

sas eran de planta baja y un piso,

incluyendo las del ayuntamiento,

prevención, carnicería y mesón.

Las restantes eran tan sólo de

planta baja.

En cuanto a la iglesia tan sólo

se había explanado su empla-

zamiento con una superficie de

2.390 pies cuadrados destinados

a su construcción.

Tocante a la concesión de gracias

se ascendía a Capitán y no a Te-

niente Coronel a Jose Sangenís y

se despachaba patentes de alfé-

reces a Martín Ferrán y a Antonio

Sangenís hijos de los promoto-

res, pero se posponía la patente

de oficial a Vicente Ferrán por ser

menor y la dignidad canongil a

Vicente Sangenís por no estar ter-

minada la obra de la iglesia.

Como puede observarse, en

aquel siglo primaba el interés por

ascender en la escala social por

encima del poder dinerario, si bien

eso era casi imposible en aquella

sociedad de órdenes.

La traza urbana es en retícula,

con una plaza mayor de unos

30x30 metros prácticamente

cubierta por un solo ejemplar de

plátano (platanus hispanica) de

porte majestuoso. El proyecto

inicial, atribuido al ingeniero militar

Le Brun constaba de dos calles

paralelas que concurrían a la gran

plaza central donde se emplaza el

ayuntamiento y la posada. El tipo

de parcela permitía una edificación

de viviendas en hilera con patio

posterior en cada casa. La tipología

sería sencilla de planta baja o de

dos plantas y cubierta de teja.

Habiendo crecido al ritmo del de-

sarrollo vitivinícola de la comarca

y por la ventajosa posición sobre

la línea férrea de la antigua com-

pañía MZA, fue objetivo predilecto

de los bombardeos en la guerra

civil cuando, tratando de destruir

el puente del ferrocarril elevado

sobre el pueblo, se arrasó la casi

totalidad de éste. Fue reconstrui-

do en la postguerra y ampliado

por un nuevo poblado protegido

por el Plan Nacional de Regiones

Devastadas.

Page 347: Libro ilustra cat02

347FONDOS DOCUMENTALES DE LOS QUE SE HA HECHO USO EN

ESTE ARTICULO:

� Revista de Obras Públicas, marzo de 2000, nº 3396. Artículo “Azu-

des, molinos y otros aspectos de Los veintiún libros de los ingenios”.

Autor: Javier Goicolea Zala.

� “Real Patrimonio. Bailía Moderna”. Caja nº 75.(Contiene seis carpe-

tas de documentos del siglo XVIII). Archivo de la Corona de Aragón.

� “Mapas y Planos de Flix. Siglo XVIII”. Catálogo de Mapas y Planos

del Archivo de la Corona de Aragón. Signaturas: MP-536, MP-537,

MP-538, MP-539, MP-540 y MP-541

Page 348: Libro ilustra cat02
Page 349: Libro ilustra cat02

OBRAS MILITARES

Page 350: Libro ilustra cat02

350 LA CREACIÓN DE LA MAESTRANZA DE ARTILLERÍA Y LA FÁBRICA DE SAN SEBASTIÁN DE LA MUGA

Page 351: Libro ilustra cat02

351

Antonio de Lizaur Muerto Carlos II, el 1 de Noviem-

bre de 1700, el último rey de la

casa de Austria había reconocido

en sus últimos momentos como

heredero a Felipe de Anjou, éste

se hizo cargo del Reino inmedia-

tamente y se apresuró a organizar

el Ejército a la francesa, sustitu-

yendo los mosquetes, arcabuces

y picas, por fusiles con bayoneta

y la orgánica de las unidades por

el modelo regimental francés1.

La acción reformadora se ocupó

también de la industria militar, en

donde el Estado asumió un papel

protagonista al modelo francés,

manifestado en el sector me-

talúrgico por la creación de las

Maestranzas de Artillería y de las

Fabricas de Armamento y Muni-

ciones y se materializó mediante

el fomento de la tecnología, do-

tándose de maquinaria para el

desarrollo de los procesos de

producción, animando la investi-

gación técnica y científica con la

creación de centros de enseñanza

y la calidad de los conocimientos

al integrarse tecnológicamente

en Europa, enviando a técnicos

militares españoles a estudiar en

el extranjero e importando co-

nocimientos y al atraer diversos

especialistas de otros países a

nuestros centros de producción y

de enseñanza.

La Maestranza de Artillería de las Atarazanas de Barcelona

La experiencia de la Guerra de

Sucesión en España, indujo a

Felipe V a impulsar la industria

militar dentro del marco de la

nueva Ilustración, para eliminar

los errores que había observado

como combatiente en primera

línea.

Había que reorganizar la Artille-

ría a la usanza francesa, para ello

dictó unas Ordenanzas en donde

ponía orden en el desbarajuste de

Fig. 01_ Concepto de fundición del

siglo XVIII

1 El nuevo monarca, educado a la francesa, intentó introducir el modelo de cul-

tura francés, consiguiéndolo en muchos aspectos.

Page 352: Libro ilustra cat02

352

cañones y calibres, y en donde

remodelaba la industria artillera y

su personal.

Creó las Maestranzas, en donde

se unificaba en un solo estable-

cimiento las fundiciones y toda

la industria aneja necesaria para

fabricar cañones, los almacenes

y los polvorines, convirtiéndo-

la además en lugares maestros

donde se formaba al peonaje,

surtiéndolas de personal prove-

niente de militares no aptos para

otro servicio por motivo de la

guerra, complementando estas

acciones con un apoyo decidido

a todo adelanto industrial

Fue como consecuencia de la

Guerra de Sucesión en España,

cuando las múltiples peticiones de

urgentes reparaciones del mate-

rial hicieron patente la necesidad

de tener muchos trabajadores

con conocimientos específicos

adecuados; aunque se contaba

con personal experto muchos de

ellos no pertenecían a la plantilla

del Ejército, por lo que se intentó

proveer de trabajadores militares

que completasen a la de solda-

dos, que sólo tenían como misión

la vigilancia y custodia de las

instalaciones.

El problema de la obtención de

nuevos operarios para esa indus-

tria se solucionó debido a que el

uso de la Artillería producía gran

cantidad de heridos de guerra y

mutilados por lo que se pensó

que la mejor manera de cubrir las

necesidades de especialistas era

aprovechar los conocimientos de

algunos de ellos y así darles un

empleo digno, por lo que una vez

firmado el Tratado de Utrecht y

Fig. 02_ Perfiles del plano de las

Atarazanas en el siglo XVIII, SHM,

8610.

Page 353: Libro ilustra cat02

353

acabada la Guerra de Sucesión,

se crearon en 1717 los Batallones

de inválidos para oficiales y sol-

dados inválidos y estropeados,

siendo destinados a Barcelona

una compañía de ellos. Esta com-

pañía reunía a los inválidos útiles

de artillería, formados por artille-

ros, bombarderos y minadores,

con la finalidad de ser empleados

en las tareas propias del arma,

fundición y fábrica de armas de

las Atarazanas, la cual estaba en

proceso de expansión2, debido

a la nueva reglamentación para

las piezas de Artillería, regla-

das por la Ordenanza General

del Ejercito de 1728; en ellas el

Rey Felipe V reorganizó los cali-

bres y las piezas que tenía, que

en aquel tiempo eran muchas

y variadas, y las redujo a las

que consideró imprescindibles,

siempre siguiendo el modelo del

ejército francés, lo que obligó a

la fundición de nuevas piezas y

a la recalibración de las antiguas

que lo permitían.

2 Ésta era necesaria debido a que en 1714 Felipe V había mandado cerrar la antigua fundición del Refino en Barcelona

Fig. 03_ Perfiles de la Real

Fundición de cobres, 1741

Page 354: Libro ilustra cat02

354

En 1743 se publicaron unas

nuevas ordenanzas, en ellas se

respetaron las piezas y calibres

de las anteriores, quedando los

siguientes:

CAÑONES

Cañón de a 24 libras de bala

(de unos 15 cm)

Cañón de a 16 libras de bala

(de unos 13 cm)

Cañón de a 12 libras de bala

(de unos 12 cm)

Cañón de a 8 libras de bala

(de unos 11 cm)

Cañón de a 4 libras de bala

(de unos 9 cm)

MORTEROS3

Mortero de 12 pulgadas de pie de rey

Mortero de 9 pulgadas de pie de rey

Mortero de 6 pulgadas de pie de rey

Pedrero de 15 pulgadas de pie de rey

En 1783 el Rey Carlos III publicó

las llamadas Nuevas Ordenan-

zas, en las cuales amplió el

número de los materiales de la

Artillería de su Ejército, debién-

dose fabricar todas en bronce,

quedando las siguientes piezas

3 Cada pulgada equivalía a 2,6 cm

Fig. 04_ Operarios de la Maestran-

za de Artillería de las Atarazanas,

foto de finales del siglo XIX

Fig. 05_ Depósito de cañones en

las Atarazanas de Barcelona, foto

de finales del siglo XIX

Page 355: Libro ilustra cat02

355

CAÑONES4

Cañón de Sitio y Plaza de a 24 libras

largo

Cañón de Campaña de a 12 libras

corto y largo

Cañón de Campaña de a 8 libras

corto y largo

Cañón de Campaña de a 4 libras

corto y largo

Cañón de Montaña de a 4 libras

OBUSES

Obús de 7”

Obús de 9”

Obús recamarado de 6”

MORTEROS

Mortero de 14”

Mortero de 12”

Mortero de 7”

Mortero Cónico de 14”

Mortero Cilíndrico de 14”

Pedrero de 19”

Aunque a partir de 1783 se re-

glaron los nuevos materiales y

por tanto se formalizó una nueva

reglamentación para las municio-

nes, se continuaron utilizando las

antiguas piezas durante bastan-

te tiempo, sobre todo porque las

piezas de hierro no podían fundir-

se para hacer nuevas, ya que eran

de bronce, y porque el proceso de

renovación de los materiales era

muy costoso y por lo tanto largo,

de hecho muchas combatieron en

la Guerra de la Independencia.

De la unión de las Fundiciones

Reales, potenciadas con este

personal y de la de las “Ca-

sas de Munición”5 nacieron las

Maestranzas, con la idea de que

funcionaran como fábricas, al-

macenes y como centros de

4 Las libras indican el peso del proyectil5 Así llamaban a los depósitos de pólvoras y municiones

Page 356: Libro ilustra cat02

356

Fig. 06_ Perfiles de la estancia y

horno pequeño de la Real Fundici-

ón de Barcelona, Juan Silby 1743

Fig. 07_ Perfiles de la máquina de

barrenar y tornear cañones de

Artillería

Page 357: Libro ilustra cat02

357formación de especialistas de la

metalurgia militar6.

La modernización de las ins-

talaciones metalúrgicas de las

Atarazanas de Barcelona se inició

con la construcción de “Las Es-

tancias de Hornos de Afino”7 para

las Reales Fundiciones, proyecta-

das por el Ingeniero Militar Carlos

Beranger en 1733 y ampliadas

en 1749 según el planteamiento

propuesto por el ingeniero militar

Juan Martín Zermeño.

Los perfeccionamientos inmue-

bles se complementaron con la

incorporación de cuantos adelan-

tos técnicos se conocían, en 1758

ya había en las Atarazanas una

máquina de barrenar horizontal

para la construcción de cañones,

movidas a brazo tanto la barrena

como el cañón, siendo uno de

los primeros lugares en donde se

utilizó tal ingenio, que posterior-

mente fue mejorado en 1763, con

el nuevo sistema ensayado por

La Cavada y más tarde en 1766

por una máquina para barrenar y

tornear en sólido8, último adelanto

del momento.

Las mejoras se complementaron

con ayudas a los órganos para

el apoyo al Centro, como fue

el Real Laboratorio de Cobres

para la fabricación de piezas de

artillería que también estaba ubi-

cado en las Atarazanas9, y una

potenciación de los medios para

la investigación, así cuando se

instalaron en España bancos de

barrenar y los tornos movidos

por agua, a imitación de los sis-

temas franceses, la Maestranza

de Barcelona experimentó un sis-

tema de movimiento por motor

de sangre, por apreciarse mayor

suavidad y más perfecta uniformi-

dad en los movimientos. El 4 de

Mayo de 1778 se ordenó que en

las demás Maestranzas se cons-

truyesen máquinas de aquel tipo,

en sustitución de las anteriores.

En 1792, se eligió la Maestranza

de Barcelona para las pruebas

de introducción en España del

sistema Gribeauval para piezas

de Artillería, siendo el propio D.

Tomás de Morla el director del

proyecto. Para la experimentación

del nuevo sistema Gribeauval, se

escogió lo mejor que tenía Espa-

ña en ese momento, el conde de

Lacy, Director General de Artillería

y Capitán General de Cataluña,

había convencido al Rey de que

Morla10 y Barcelona eran los idó-

neos para la misión.

Se había considerado que la

Maestranza de Barcelona era el

lugar idóneo para emprender los

trabajos de revisión y actualiza-

ción de las técnicas de fundición

del sistema Gribeauval, debi-

do a que las Atarazanas reunían

diversos establecimientos rela-

cionados con la industria y con

la artillería al tener fundición de

bronce, maestranza, repuestos

en sus almacenes y otra serie de

industrias militares para cubrir

cualquier eventualidad. Así, apo-

yados por Lacy, se construyeron

6 Las Atarazanas, como Maestranza de Artillería, con estas nuevas misiones aumentó sus capacidades, siendo significa-

tivo que en 1732 preparase las 82 piezas de grueso calibre con sus correspondientes municiones, pertrechos y efectos,

que fueron utilizadas para la expugnación de Mahón.7 A estos locales en Barcelona se les llamaba Casa de fundición8 La instaló Jean Maritz, famoso fundidor de cañones de la época e Inspector General de fabricación de cañones y mor-

teros para la marina francesa, a iniciativa del conde de Gazóla, El sistema proponía una fundición sólida de toda la masa

del cañón y, por medio de una magria o distra, barrenar el ánima de la pieza, con lo que la fundición se lograría de forma

más homogénea y perfecta.9 Con el nº 5403 de catálogo, se conservaban los planos de su última ampliación en el antiguo Museo de Artillería, fe-

chados en el año 1777.10 Tomás de Morla tenía una merecida fama por la publicación de su Tratado de Artillería, así como por su prestigio como

profesor de la Academia de Artillería de Segovia

Page 358: Libro ilustra cat02

358

en la fundición de Barcelona por

primera vez en España, los mon-

tajes de batalla a la Gribeauval,

trabajos que levantaron gran inte-

rés y expectación.

También hubo que escribir el re-

glamento de uso y adiestrar a los

artilleros en el manejo de estos

nuevos materiales, lo que se hizo

en las mismas Atarazanas bajo la

supervisión de Morla.

A su vez, para el mantenimiento de

los nuevos materiales, el sistema

simplificaba las reparaciones al

proporcionar a los obreros, plan-

tillas, patrones, mandriles, reglas

de hierro, matrices y calibres, por

lo que hubo de adaptar las técni-

cas de trabajo de la Maestranza

de Barcelona a las necesidades

de la nueva artillería ligera, las pie-

zas y cureñas Gribeauval.

En cuanto a la fundición de mate-

rial de Artillería, en la Maestranza

de Barcelona se investigaba des-

de 1782 sobre los defectos que se

habían observado hasta entonces

en los morteros, adoptándose por

las conclusiones conseguidas,

los morteros cónicos, que se fun-

dieron inicialmente en Barcelona

bajo la dirección del propio Morla.

Lacy mandó hacer todo tipo de

pruebas con los nuevos materia-

les, dando excelentes resultados,

por lo que solicitó la aprobación

del Rey para su fabricación en lu-

gar de los de plancha.

Las dos primeras piezas de cam-

paña “de a 8” en que se montaron

las nuevas cureñas Gribeauval

de combate se utilizaron precisa-

mente para el entierro del Conde

de Lacy, principal promotor de su

fabricación, el 31 de diciembre de

1792.

Fig. 08_ Horno de fundición de

fuelle.

Page 359: Libro ilustra cat02

359

En cuanto a los morteros por

Real Orden de 9 de abril de

1793, como consecuencia de los

estudios realizados en las Ata-

razanas, se sustituyeron en el

ejército los morteros de plancha

por los cónicos, siendo Barce-

lona la principal constructora de

las cureñas de combate para es-

tos morteros.

Las actividades de la Maestranza

se complementaban con la cons-

trucción de otros elementos tales

como carros, triquivales, juegos

de armas, llaves, aparatos de

fuerza, cabrias, atalajes, montu-

ras y demás útiles11.

La última fecha conocida en que

consta la fabricación de una pie-

za de artillería en la Maestranza

de Barcelona es de 1797, con-

secuencia del tratado de San

Idelfonso, firmado por Godoy, en

el que se terminaba la neutralidad

y nos aliábamos con Francia con-

tra Inglaterra. Las circunstancias

condicionaron el traslado de lo

mejor de la fábrica a Vasconga-

das, más próxima a los armadores

de la flota atlántica, conservando

su calidad de arsenal, hasta que

en el siglo XIX se separaron de

hecho los armamentos de mar y

de tierra.

La fábrica de municio-nes de San Sebastián de la Muga (Girona)

La antigua Fábrica de muni-

ciones de San Sebastián de La

Muga fue edificada por orden

de Carlos III en 1766 y destruida

por el ejército francés en 1794,

su coste de construcción fue

enorme debido a que se preten-

11 Hay constancia por un recibo de fecha 2 de agosto de 1796, firmado por el guarda-almacén Santiago del Llano, sobre

los efectos suministrados de tales talleres.

Fig. 09 y 10_ Montajes del sistema

Gribeauval para cañón y

para mortero

Page 360: Libro ilustra cat02

360

dió realizar una fabrica modelo,

la más moderna de su época; se

proyectó en una zona montaño-

sa lejos de grandes ciudades y

en un lugar que no poseía un

sistema adecuado de comu-

nicaciones viales y se hubo de

transportar la maquinaria, las

herramientas y los elementos

para su edificación a lomos

de mulas por zonas inhóspi-

tas, además se consideró que

la mano de obra extranjera era

mejor que la foránea para esos

menesteres y se contrataron

obreros franceses para la fundi-

ción, con el consiguiente coste

adicional.

Fue tal la calidad de las insta-

laciones que Tomás de Morla

la eligió como modelo en 1786,

para ilustrar los métodos de

fabricación siderúrgica en su

Tratado de Artillería, libro de

texto para los cadetes de la

Academia de Artillería de Sego-

via durante muchos años, aun

después de haber desaparecido

la fábrica12.

Aunque su precio había sido

muy alto, una vez destruida nun-

ca se reedificó. En la actualidad

su emplazamiento está sumer-

gido bajo las aguas del pantano

de Boadellas, un destino acuá-

tico que por su originalidad

da una nota exótica a su corta

historia.

En el siglo XVIII se realizaron en

Cataluña varias de las obras mili-

tares más importantes de España,

el castillo de Monjuich y la Ciuda-

dela en la ciudad de Barcelona y

el Castillo de San Fernando de Fi-

gueres en Girona.

La evidente importancia mili-

tar que adquirió la zona puso

de manifiesto las dificultades de

abastecimiento de municiones,

ya que no existía ninguna herre-

ría con suficiente capacidad que

pudiera fabricarlas en Cataluña, a

pesar de ser en la segunda mitad

del siglo la provincia más indus-

trializada de España.

Hasta entonces la provisión y

abastecimiento de municiones

se hacía en las forjas y herrerías

próximas al lugar de ubicación de

las armas y en campaña se solían

utilizar forjas portátiles que cubrían

las necesidades del momento; al

aumentar el volumen de municio-

nes debido a la proliferación de

las armas de fuego, fue necesario

utilizar empresas de más enver-

gadura que pudieran cubrir las

nuevas peticiones.

12 Este tratado de Artillería es considerado uno de los mejores que se han escrito, y el horno que figura en el es igual a

uno de los representados en “La Enciclopedia” de Diderot y d´Alembert.

Fig. 11_ Plano de la zona de Sant

LLorenç y del pantano de Boade-

llas, iluminando los lugares donde

estaba la fábrica, acueducto y presa

de S. Sebastián de la Muga

Page 361: Libro ilustra cat02

361

Estas herrerías y fundiciones so-

lían estar en manos particulares,

cosa normal en aquella época,

perteneciendo muchas veces a ex-

tranjeros; éstas mediante licencia y

por encargo fabricaban todo tipo

de municiones, en los momentos

de escasez se compraban direc-

tamente a Francia, país aliado por

cuestiones de sangre y muy avan-

zado en los métodos de fundición

técnica, a cuyo efecto y debido a

la frecuencia de las peticiones se

habían construido diversas fundi-

ciones en el Rosellón.

El Rey Felipe V al unificar los calibres

de sus piezas en las Ordenanzas,

reglamentó también sus municio-

nes y los estudios realizados en

este campo exigían una mayor ca-

lidad en los productos y una mayor

exactitud en las calibraciones.

Los proyectiles más usuales utili-

zados en las piezas de Artillería de

ánima lisa era de dos clases:

La bala rasa, o bala normal era una

esfera sólida de hierro fundido, del

calibre de la pieza a que estaba

Fig. 12 y 13_ Útiles para la fabri-

cación de proyectiles de Artillería,

láminas del Tratado de Artillería de

Tomás de Morla

Fig. 14_ Fuelle para hornos de

fundición de material de Artillería,

láminas del Tratado de Artillería de

Tomás de Morla

Page 362: Libro ilustra cat02

362

destinada. Para dispararlas con-

tra los buques se calentaba en un

hornillo al rojo cereza, con la fina-

lidad de producir incendios en los

buques de madera y entonces eran

llamadas balas rojas.

Y los tiros de metralla, que también

podían ser de dos clases: los de

lona que consistían en un disco o

lecho de madera con un vástago

central rodeado de balas de fusil y

envueltos por un saquillo de lona; y

los botes de metralla en el que las

balas iban en el interior de un cilin-

dro de hoja de lata, estos tiros eran

el tipo de proyectil más empleado y

de mayor eficacia contra la tropa al

descubierto.

Los morteros empleaban las bom-

bas, que eran esferas de hierro

huecas rellenas de pólvora, con una

abertura llamada boquilla rodeada

por un resalte, en donde se introdu-

cía una mecha que era encendida

antes del disparo y la pollada que

era similar a los tiros de metalla de

lona llevando granadas de mano

en lugar de balas, dispuestas sobre

tres lechos o platos de madera.

Los obuses utilizaban la granada,

llamada granada real para distin-

guirla de la de mano, era esférica

y hueca, rellena con una carga de

pólvora, se diferenciaba de la bom-

ba en que no lleva resalte en la

boquilla.

Fig. 15_ Proyectiles más usuales

para piezas de ánima lisa, láminas

del Tratado de Artillería de Tomás de

Morla.

Page 363: Libro ilustra cat02

363En 1766 un civil, Pedro Grau Balló,

vecino de La Junquera, realizó una

consulta a la Junta de Comercio,

solicitando permiso para la explo-

tación de mineral de hierro en una

amplia zona que había descubierto,

por considerar la mena abundante

y de muy buena calidad13.

La consulta a la Junta se reali-

zó el 17 de septiembre de 1766,

emitiéndose una Real Célula a su

favor el 26 de octubre del mismo

año, para que con arreglo a las

Ordenanzas dictadas sobre mi-

nas pudiera explotar las que había

descubierto en la zona de los mon-

tes por donde pasa el río La Muga.

Por entonces, el Inspector de la

Artillería de España, conde de

Gazola, decidió construir unas

Reales Fundiciones de Artillería

de bronce en Barcelona, para ello

inició en 1764, las gestiones per-

tinentes con el Gobierno francés,

aliado de la España de Carlos III, a

fin de que Maritz14, se hiciera car-

go del proyecto y de la instalación

de la nueva fundición, llegando a

España en mayo de 1766.

El Ministerio de la Guerra en-

comendó el estudio del mineral

procedente del valle del La Muga,

a Jean Maritz, que en aquel mo-

mento ya se encontraba montando

la nueva fundición de cañones de

bronce de Barcelona, el estudio se

hizo en las Atarazanas de Barce-

lona, resultando ser la muestra de

mejor calidad de la que se impor-

taba habitualmente de Francia, y

muy adecuada para la fundición

de cañones, bombas y balas.

Además del informe sobre el

análisis de la mena, recomenda-

ba Maritz la construcción de una

ferrería en un lugar próximo a la

explotación, con lo que no habría

que exportar bombas ni balas de

otros lugares con el consiguiente

ahorro, asegurando por otra par-

te, la continuidad del suministro

para Cataluña.

El Rey Carlos III, consciente de

que esa industria estaba en ma-

nos extranjeras, aprobó en abril

de 1767, la construcción de una

fundición dedicada a la fabrica-

ción de municiones, ordenando

al Intendente de Cataluña, Juan

Felipe Castaños, que proporcio-

nara los medios necesarios, y a

Jean Maritz que reconociera los

terrenos para elegir el más conve-

niente para la nueva fábrica.

También solicitaba de Maritz la

búsqueda de una zona sobre el

río La Muga, para construir una

presa necesaria según su reco-

mendación, para lo cual debía de

ir acompañado de un geómetra

para proceder al levantamiento de

un plano de la zona escogida.

Los resultados del reconocimien-

to los reflejó en una memoria

fechada en julio de 1767, en ella

estudiaba detalladamente la zona

y exponía como había de ser

el nuevo establecimiento, enu-

merando las obras necesarias y

presupuestándolas por un total de

200.000 reales.

Además se comprometía a rea-

lizar las gestiones convenientes

para conseguir en Francia los fue-

lles necesarios a la empresa, así

como la mano de obra especia-

13 La zona consignada cubría los montes situados en los términos correspondientes a Sant Llorenç de La Muga, Terra-

des, Darnius, Mont-Roch, Buscaros, Agullana, Cantallops, San Clemente, Recasens, Capmany, Masarac y otros lugares,

todos situados entre La Junquera y Figueras.14 Jean Maritz era un ingeniero suizo, contratado por Francia para la instalación de fundiciones y fabricas de cañones,

era hijo de Jean Maritz (1680-1743), inventor de un nuevo sistema de perforar el tubo de los cañones una vez fundidos

(perforación de cañones en sólido), lo que le dio un considerable prestigio y permitió a su hijo y discípulo desempeñar

importantes funciones alcanzando ambos altos cargos.

En aquel momento era el ¨Inspector General de la fabricación de cañones, morteros, pedreros y otras bocas de fuego,

tanto de bronce como de hierro colado destinados al servicio de la Artillería de tierra y de la marina de Francia¨

Page 364: Libro ilustra cat02

364 lizada15 para la instalación de la

fundición.

El proyecto consistía en la edi-

ficación de un horno y de un

martinete hidráulico, en un com-

plejo que incluía las viviendas

de los directores y trabajadores,

almacenes para los minerales y

productos elaborados y locales

necesarios para la vida como co-

rrales para animales y un horno

para hacer pan.

Para el horno de fundición y

para el funcionamiento del mar-

tinete era necesario un caudal

constante de agua, y aunque las

instalaciones estaban en la orilla

del río Muga su caudal dependía

de la época del año y de las llu-

vias anuales. Este problema se

solventó con la construcción de

una presa unos kilómetros río

arriba, con la finalidad de subir

el nivel del agua y entonces con-

ducirla en línea recta por medio

de una acequia hasta la fábrica.

Como para seguir esta línea rec-

ta la acequia debía de cruzar el

río, se construyó un acueduc-

to que posibilitó la solución del

problema.

La fundición se realizaría por el

método de forja catalana, consis-

tente en la combustión del mineral

de hierro troceado, mezclado

con carbón vegetal. Esta com-

bustión era avivada por medio de

un fuelle hidráulico alcanzando

temperaturas próximas a la fu-

sión del hierro, y obteniéndose

una masa pastosa que era some-

tida a un martilleo continuo, que

pulverizaba los restos quemados

ajenos al mineral desprendiéndo-

se la escoria y consiguiendo una

ganga de hierro de muy buena

calidad y excelente resistencia.

El martilleo se realizaba por medio

de una máquina llamada de mar-

tinete, consistente básicamente

en una especie de gran martillo

sujeto por el mango que golpeaba

rítmicamente la masa de mineral

y carbón, el movimiento se con-

seguía por un inspirado sistema

hidráulico que hacía mover una

polea para lograr levantar el gran

martillo, al caer libremente gracias

15 Los operarios franceses que contrató provenían de las fundiciones del Ro-

sellón y gozaron de grandes ventajas, su sueldo oscilaba entre los 400 y 480

reales, mucho más que el del resto de los trabajadores, habiendo cobrado ade-

más la cantidad de 400 reales en concepto de gastos de viaje por desplazarse

desde Francia y tenían como condición que una vez terminada la obra y reali-

zada la 5ª fundición tendrían tres meses de licencia cobrando el sueldo íntegro,

dándoles la libertad de dejar entonces el trabajo si así lo deseaban; también se

les respetaría el sueldo en caso de enfermedad o convalecencia.

Fig. 16, 17 y 18_ Restos de la presa,

acequia y regulador de subidas

de aguas sobre el río de La Muga,

fotos de febrero de 2003

Fig. 20 y 21_ Restos del acueducto

sobre el río de La Muga, fotos de

febrero de 2003

Page 365: Libro ilustra cat02

365a la gravedad golpeaba con gran

potencia el material expuesto.

Una vez aprobado el proyecto

se ordenó en 1768 a la Tesorería

de Cataluña que dispusiese lo

necesario para el pago fracciona-

do durante dos años de 200.000

reales y para la adquisición de

los terrenos necesarios para el

proyecto, en el lugar indicado por

Maritz.

La compra de los terrenos se rea-

lizó inmediatamente, pagándose

por ellos 15.036 reales y 10 m de

vellón, quedando pendiente, por

parte de Maritz, el nombramiento

de un Director de la obra, debido a

que sus muchos encargos reales

le impedían llevarla directamente,

quedando a su cargo el proyecto

general y su supervisión.

A Grau Balló, que tenía una Real

Cédula a su favor, se le concedió

la explotación de los minerales

en los terrenos adquiridos por el

Intendente por un espacio aproxi-

mado de quince años, ya que la

amplitud del proyecto total sólo

podía ser costeada por la Hacien-

da Real.

El lugar elegido por Maritz para

situar la fundición estaba junto

al río La Muga en un paraje lla-

mado Can Palomeras, conocido

en la región por la existencia de

una ermita dedicada a San Se-

bastián, santo muy venerado en

la zona por ser el protector contra

las pestes, frecuentes en aquellos

días y situado a pocos kilómetros

de La Junquera, junto al camino

que unía el pueblo de Sant Llo-

renç con el de Darnius.

El mismo Maritz expuso una serie

de consideraciones sobre el lugar:

Al estar sobre el río habría recur-

sos de agua suficientes durante

todo el año.

Para las épocas de sequía de-

bería construirse una canal que

conduciendo el agua, esta siem-

pre llegue a la fábrica en la misma

cantidad.

Aunque los caminos que unen

el lugar con la carretera general

de Francia son por el momento

impracticables para transportes

sobre ruedas, se considera su ha-

bilitación poco costosa.

El mineral, muy bueno y abun-

dante, se encuentra en zonas de

difícil acceso, por las que no sue-

len ir los habitantes de la zona,

por lo que no les perjudicará su

extracción ni les causará el menor

daño, más bien les beneficiará

por el dinero que circulará por la

provincia.

El carbón necesario para el funcio-

namiento de la ferrería, quedaría

garantizado por la existencia de

enormes bosques en las monta-

ñas de los alrededores, de los que

no hacen uso los habitantes de la

zona, que por otra parte se sabe

que las venden a las fundiciones

del Rosellón.

Las condiciones son tales que

permiten una fundición que pueda

fabricar además de balas y otras

municiones, cañones para la ma-

rina, facilitándolo su proximidad al

puerto de Rosas.

A su vez propone como Director

de la fábrica a D. Francisco Juan

del Rey, Subteniente del Real

Cuerpo de Artillería, que había

completado sus estudios en la

Real Academia de Matemáticas

de Barcelona y que estaba co-

misionado en aquel momento en

Lleida, considerado por Maritz

como el más idóneo para des-

empeñar tal cargo, para el cual

solicitaba concederle una gratifi-

cación de doble sueldo.

También recomendaba el nombra-

miento de un experto en esta clase

de establecimientos como fundidor

e inspector de las obras, proponien-

do a Luis Brocard, un colaborador

de Maritz desde hacia tiempo que

dejó su cargo de Director de la fe-

rrería de Uza para acompañarle

a España, a este trabajador le so-

licitó un sueldo de 1000 reales al

mes y a pesar de la opinión de no

Page 366: Libro ilustra cat02

366

Fig. 22_ Restos del conjunto de la

fábrica, visibles en la sequía de abril

de 2008

Page 367: Libro ilustra cat02

367ser necesario un operario de esas

características, fue nombrado por

deferencia a Maritz.

Antes de volver a Barcelona,

Maritz dejó planteado, marcán-

dolo con piquetes el recorrido

de la acequia y el emplazamien-

to de la casa-habitación para

empleados, iniciándose las ex-

cavaciones en mayo de 1768.

El ministerio de la Guerra debió

tratar directamente con Maritz

estos encargos, ya que hasta

el 3 de junio de 1768, no se le

comunicó al conde de Gazola

la creación de la nueva fábri-

ca, de la que era responsable,

ya que como Inspector General

de la Artillería era el Director de

Fundiciones.

El proyecto general de la obra

consistía en la construcción de

un gran local con horno side-

rúrgico, con los anexos para los

fuelles, almacenes de carbón y

de mineral, y locales de torneo,

herrería y forja, así como un hor-

no de calcinación de mena.

En la parte de viviendas se cons-

truirían viviendas para operarios

y viviendas para empleados y

directivos, también se proyectó

un horno de pan, locales para

gallinero y zona de huerto, para

cubrir las necesidades de los

que allí vivirían.

La fuerza motriz para el fun-

cionamiento fabril se proyectó

hidráulica, esto requería una co-

rriente de agua con un volumen

constante para mover las aspas

de una gran noria, a partir de la

cual mover todos los mecanis-

mos necesarios.

Para ello se buscó río arriba, en

dirección a Sant Llorenç de La

Muga, un lugar donde construir

una presa a fin de elevar el nivel

del agua a una altura conveniente,

de forma que se pudiera mante-

ner el flujo constante durante el

verano y en épocas de sequía.

A continuación se construyó una

acequia de varios kilómetros de

larga, que conducía el agua des-

de la presa hasta el lugar de la

noria en la fábrica; esta acequia

se construyó sin cubrir por con-

siderarlo Maritz innecesario, a

pesar de la opinión contraria de

Francisco Juan del Rey.

La acequia discurría ganando

altura sobre el río, debiendo en

un punto de su itinerario cruzar-

lo, para lo cual se construyó un

acueducto, que ya estaba pre-

visto, que lo hizo viable.

También se reparó el cami-

no para hacerlo apto para el

transporte rodado, para lo cual

se construyeron al menos dos

puentes.

El resultado fue una instalación

moderna, ejemplo de fábrica rural

sin muros, estando distribuidas

las edificaciones alrededor de

una gran plaza rectangular, si-

tuándose a un lado la zona fabril

y al otro las viviendas; saliendo

de esa plaza se construyó una

gran avenida de acceso que unía

esta zona con el camino de Sant

Llorenç a Darnius.

A principios de 1769 ya se había

construido junto a la presa, en el

inicio del canal, un fuerte muro que

además de facilitar la conducción

del agua serviría de apoyo a la

pared de la presa, la cual querían

dejar para terminarla en el verano,

ya que el frío del agua dificultaba

la construcción, y mientras poder

terminar la casa de empleados e

iniciar las obras de la fábrica, del

almacén, de las habitaciones para

operarios y de la fragua.

En mayo de 1769 se habían gas-

tado en las obras 125.402 reales y

17 m de los 200.000 presupues-

tados, y en noviembre al acabar

la presa apreciaron que había

costado más de lo previsto, por-

que habían encontrado multitud

de nacimientos de agua en las

arenas del río, lo que obligó a pro-

fundizar los cimientos mucho más

de lo proyectado en un principio.

Al comienzo del verano de 1770,

las obras prácticamente estaban

Page 368: Libro ilustra cat02

368 concluidas, habían construido

un horno siderúrgico dentro de

unos grandes cobertizos, sien-

do la obra principal de la fábrica

y el motivo de la misma, ins-

talando los correspondientes

fuelles, unos almacenes para

carbón y un horno para la cal-

cinación de la mena, estando

prevista la construcción de

otro, también se habían termi-

nado las casas de operarios y

de empleados, una casita para

el herrero y otra para el tornea-

dor, habían construido la presa

y una acequia, estaban todas

las máquinas instaladas y los

almacenes llenos de carbón y

de mena ya calcinada.

El presupuesto también se

había terminado, por lo que

tuvieron que solicitar nuevos

fondos para poder construir dos

rampas por donde conducir el

carbón y el mineral de los alma-

cenes a la cima del horno.

En ese mismo año, Francisco

Juan del Rey solicitó su relevo,

debido a los continuos roces

con Luis Brocard, que en su

opinión confundía su papel de

Inspector de las obras con el de

Jefe absoluto de las mismas, y

que por estar apoyado en todo

momento por Maritz considera-

ba que no le quedaba esperanza

de armonía.

Antes de marcharse, Francisco

Juan del Rey informó de una se-

rie de defectos que observaba

en las obras y que por motivos

de sus desavenencias con Bro-

card no habían sido resueltos,

consistían principalmente en

defectos de construcción en las

viviendas, en que la presa tenía

filtraciones y que las acequias

al no estar cubiertas corrían el

peligro de obturarse en las épo-

cas de grandes lluvias, debido

a que recorrían las faldas de las

montañas.

Fue relevado por Real Orden de

4 de mayo de 1771 nombrán-

dose en su lugar a D. Nicolás

Galluzo, Teniente del Real Cuer-

po de Artillería, que también

había recibido su formación en

la Real Academia de Matemáti-

cas de Barcelona.

La primera fundición se efec-

tuó en 1771, enviando parte

de los resultados16, 3 barras

y 800 balas, a Barcelona para

pruebas17.

Hasta ese momento los gastos

del establecimiento habían su-

puesto 591.225 reales y 15 m

de vellón, en los que se incluían

los gastos del viaje de Bro-

card a Francia para contratar

fundidores.

Galluzo recibió la orden de cons-

trucción de una nueva herrería y

de un martinete o fragua para

batir hierro; a unos 500 metros

más arriba de la fábrica sobre el

río La Muga debía construir unos

locales para albergar las fraguas

y los martillos, los gastos de es-

tas obras se presupuestaron por

Maritz en 162.000 reales.

A partir del 18 de abril de 1772

el Rey ordenó la transferen-

cia de la responsabilidad de

la fábrica a la Secretaría del

Despacho de Guerra, pasan-

do a ser administrados desde

ese momento por el Secretario

y dejando la Real Hacienda de

tener competencias desde ese

momento. En detrimento de la

Artillería, cuyo inspector era el

Director de Fundiciones

16 En un documento fechado el 9 de agosto de ese año, da fe de una fundición de 146 días en la que se obtuvieron 2034

quintales, 2 arrobas y 14 libras y seis onzas de hierro, peso catalán.17 Estas 800 balas se enviaron al castillo de Montjuïc de Barcelona, para la comprobación técnica de calidad.

Page 369: Libro ilustra cat02

369El Secretario ordenó que se

hicieran experiencias en Bar-

celona de los minerales que

utilizaba la fundición, tanto en

lo relativo al hierro sobrante de

la fundición como de las balas

de todos los calibres que allí se

fundían.

Posteriormente a principios de

1775, dio Maritz una instrucción

para el reconocimiento de los

materiales producidos, con nor-

mas sobre pesos y condiciones

exteriores de las bombas, balas

y granadas, advirtiéndole que

se desecharía el material que

no se ajustara, transmitidas por

el conde de Gazola se aplicaron

también en la fundición de Egui:

Fig. 23_ Pozo y restos de la chime-

nea del horno para pan.

Fig. 24_ Restos del acueducto,

visibles en abril de 2008.

Fig. 25_ Restos de horno para

fragua en las proximidades de la

fábrica, visibles en abril de 2008

Page 370: Libro ilustra cat02

370

Según lo previsto en la Real Or-

den de 20 de Octubre de 1776 el

Ministerio de la Guerra dejó de

interferir en la dirección de fundi-

ciones, volviendo a estar bajo la

responsabilidad única del conde

de Gazola, la Inspección de Ar-

tillería era la responsable de la

contratación de operarios y de la

relación con los directores de los

establecimientos, de acuerdo con

ello, conforme a la Real Orden de

30 de agosto de 1776, Gazola ex-

pidió los nombramientos de los

operarios y marcó los sueldos de

la fábrica de San Sebastián, res-

petando los acuerdos anteriores,

y resultando en reales de vellón:

RECONOCIMIENTO DE LAS BOMBAS:

Aunque tengan una línea de diferencia podrán recibirse es-

tas bombas.

Las bombas de 11 pulgadas y 9 líneas y las de 8 pulgadas

y 3 líneas, de justo diámetro, y sin ampollas o vientos ni

concavidades a la superficie exterior, la unión de las dos

semiesferas exacta y que no sean amelonadas, la boquilla

limpia y el oído limpio y liso y del diámetro del diseño, el

grueso del culote y de los lados justo y la calidad del hierro

pardo o aplomado.

Estas son las calidades de la Bomba.

Los diámetros de las Bombas de 11 pulgadas y 9 líneas y

de 8 pulgadas y 9 líneas

Se pueden recibir aquellas que tengan pocas y no juntas y

de 1 ½ de profundidadLos vientos, ampollas o hervores del hierro.

No se recibirán Las bombas amelonadas

Se debe pasar un dado por todos los oídos para ponerlos

lisos y en su calibre.El oído liso y conforme al diseño

Si tienen vientos o crasas, no se recibirán y se romperá la

boquillaLa boquilla limpia.

Se pasará de variación al culote de más o menos 1 ½ líneas El grueso del culote

También se pasará a los lados 1 ½ líneas en más como en

menos, lo cual da 3 líneas de diferencia en espesor

Los lados de la bomba a la unión de las semiesferas o

cajas.

Luego que se hayan fundido 10 bombas de cada calibre y

que se esté seguro de sus justas dimensiones, se pesaran

las 10 Bombas juntas y se calculara el peso real de una

Bomba sacando la décima parte. En adelante se concede-

rán 2 líneas de mayor o menos peso a las de 12 pulgadas

y 1 ½ a las de 9 pulgadas.

El peso de las bombas

Hecho en San Sebastián de la Muga a 22 de mayo de 1775. Maritz

Page 371: Libro ilustra cat02

371EmpleadosEl comandante de la fábrica Teniente 400 rs. más 600 de gratificaciónOtro Teniente 400 rs. más 300 de gratificaciónEl controlador Provincial de Artillería 500 rs. más 300 de gratificación Luis Brocard, fundidor 1.000 rs.El pagador 1.000 rs.El guarda almacén 300 rs.El capellán 100 rs.

Maestros y obrerosMaestro de obras 300 rs.Un Carpintero 280 rsUn Cerrajero 260 rs.Un Carpintero 220 rs.Un Sobrestante 310 rs.

Obreros franceses18

Guarda hornos 400 rs.Cargador de hornos 400 rs.Moldista 320 rs.Otra 280 rs.

Aprendices catalanes19

Tres Fundidores cada uno 200 rsUn Moldista 200 rs.Dos id. cada uno 180 rs.Uno id. 160 rs.

Celadores de hornoDos cada uno 300 rs.

Maestro mineroUno 300 rs.

Guarda bosquesUn Capataz 12 rs. diariosCuatro Guarda Bosques cada uno 4 rs. y 16 din. diarios

18 Cuando la fundición duraba más de 4 meses, se les aumentaba a estos obreros medio salario, por medio de gratifica-

ción hasta que se concluía, y hay constancia de que alguna duró 12 meses y medio. Al Guarda hornos se le ofrecieron

10.000 pesetas si enseñaba a los obreros españoles lo suficiente para valerse por sí mismos, y dando su conformidad

el contrato se cumplió.19 Estos tenían medio salario más durante el tiempo de fundición.20 Como consecuencia de la Real Orden de 14 de abril de 1779

Además tenía la fábrica una

brigada de 30 mulas con sus co-

rrespondientes mozos, que se

utilizaban para el transporte del

carbón.

Brocard continuó en la fábrica

hasta 1777, fecha en la que fue

reclamado por José de Galvez,

Ministro de Indias, para trabajar

en la fábrica de Jimena.

En el año 1779, hubo una gran ria-

da en la zona, como consecuencia

de ella la fábrica sufrió multitud

de desperfectos, para restable-

cerla se mandó que el Director de

la Fundición de Egui, el Teniente

Coronel de Artillería D. Francisco

Claryac, pasase a la de San Se-

bastián20, pudiendo llevar con él a

varios operarios de Navarra.

Al revistar los daños observó que

el lugar elegido para la cons-

trucción de la fábrica estuvo mal

escogido respecto al río y que la

acequia, al no estar cubierta se

había llenado de barro.

Sobre el mineral apreció que era

de peor calidad que el utilizado en

Egui por lo que recomendó que

Page 372: Libro ilustra cat02

372 en caso de necesidad se prove-

yeran de Navarra.

Observó también que los ope-

rarios franceses abandonaban

su trabajo y volvían a su país

cuando les parecía, por lo que

solicitó que se mantuviesen

permanentemente un cabo y

seis hombres con la corres-

pondiente gratificación, para

mantener el orden entre los tra-

bajadores, lo que le aprobaron

inmediatamente.

Expuso finalmente que el fundi-

dor Brocard en colaboración de

los operarios franceses habían

convertido todas las operacio-

nes de la fábrica en un misterio,

y hacía constar que él y los ope-

rarios que traía de Egui estaban

perfectamente capacitados para

llevarla correctamente.

Durante todo el tiempo que fun-

cionó la fábrica el horno debía de

arder continuamente parándolo

cada quince meses para sustitu-

ción de las camisas, renovando y

reconstruyendo de todo el inte-

rior. Se hacían cuatro fundiciones

diarias, aunque a veces se ha-

cían fundiciones continuadas

que podían durar mucho tiempo,

con una producción aproximada

de 21.000 quintales de hierro al

año, produciendo desde su ini-

cio hasta el 21 de junio de 1776

la cantidad de 4.577 bombas y

117.558 balas.

Los minerales se extraían des-

de el principio de los montes de

Monrroch y Murgatorta, y a pesar

de que sólo había un horno en la

fábrica la situación del suministro

del carbón era delicada, ya que

este lo vendían directamente los

Fig. 26 y 27_ Arcadas de la Iglesia

de la fábrica, visibles en abril de

2008.

Fig. 28_ Conjunto de la Iglesia de

la fábrica, dedicada a S. Sebastián,

visibles en abril de 2008.

Page 373: Libro ilustra cat02

373propietarios de los montes, sin

que hubiera una ordenanza que lo

regulara, por lo que en ocasiones

escaseaba, por estos motivos en

1781 el Director propuso la ad-

quisición de algún monte próximo

para solucionar el inconveniente.

Se decidió que los más conve-

nientes eran los de Requesens,

propiedad del conde de Perelada,

y Garriga de Mateu, propiedad de

Doña Ana de Aviñó, vecina del

pueblo de Perelada, considerando

que con su adquisición podrían

abastecer el horno actual y en

caso de necesidad otro nuevo.

Los Sitios de Mahón y Gibral-

tar ocasionaron la solicitud

extraordinaria de gran cantidad

de municiones, que llevó entre

otras medidas a volver a fundir

10.000 qq de municiones inútiles

que había en Barcelona, estas

municiones procedían de anti-

guas contratas a particulares que

por no haber existido normativas

adecuadas se habían admitido y

no eran aptas para el uso.

Una vez acabados los sitios ci-

tados, se estudio la posibilidad

de aumentar las labores de la

fábrica, pensando en adquirir

los montes que había propues-

to el director y buscando un

nuevo emplazamiento para una

fundición, exponiéndose todo

el proyecto ante el Rey, en

mayo de 1784, proponiendo la

adquisición de los montes de

Requesens y Garriga de Mateu,

y para el emplazamiento de las

nuevas dependencias un lugar

próximo a San Clemente.

Aunque en noviembre de 1785

se hizo la propuesta y por Real

Orden de 15 de enero de 1786 se

dotó el presupuesto para la com-

pra, esta nunca llegó a realizarse.

Sobre estas fechas visitó San

Lorenzo Don Francisco de Zamo-

ra21, en su diario escribe:

“Tiene el Ampurdán dos mo-

numentos recomendables: la

fortaleza de San Fernando de

21 Francisco de Zamora Peinado (1757-1812), Villanueva de Jara (Cuenca), viajero y escritor estudió la carrera judicial, fue

Alcalde del Crimen en la Audiencia de Barcelona, en donde luego fue Oidor. Posteriormente fue nombrado miembro del

Consejo de Castilla. En 1973 fue publicado su diario bajo el titulo Diario de los viajes hechos en Cataluña.

Page 374: Libro ilustra cat02

374 Figueras y la Real Fundición de

Balerio de San Sebastián de la

Muga, de que se dará razón en los

artículos correspondientes”

“Llegamos a la fábrica, viendo en

casa del director un cuerno de

cabra montés y una piña petrifica-

dos. Esta fábrica es un compuesto

de varios edificios para el único

horno que hay , en ella, cuyo edifi-

cio es mezquino: de un grandísimo

almacén para carbón que no es

conveniente ni necesario, así por-

qué todo el año puede conducirse

aquí este género, como porqué,

amontonándolo, se destroza; de

la casa de los oficiales, de las de

los demás dependientes y demás

operaciones de esta fábrica, que

se reducen a traer la mena de

estos contornos, cuyas señales

indican ser ferruinosos, a tostarla

en hornos, a echarla después en

el crisol, hacer los moldes y fun-

dir 21.000 quintales de hierro cada

año.

Nótese que la mena se halla a sal-

tos y en vetas poco ricas, y también

que antes de este establecimiento

sacaban los dueños de bosques

poco dinero y ahora los venden

bien y, con el clareo, dan mas be-

llotas No pueden vender carbón

a nadie mas que a esta fábrica, la

que también tiene dos brigadas

que lo fabrican, pagando al dueño

de él la leña.

Nótese también que por regarse

con las aguas del Muga el arroz

que se riega mas arriba, en el pue-

blo de Albañá, tiene poco agua

esta fábrica.

El horno es de piedra de estos con-

tornos y arde continuamente 15

meses seguidos que es lo que pue-

de aguantar poco mas O menos.

Luego lo fabrican del todo nuevo.

De aquí es que no hay fiestas ni

descanso alguno.

Los fuelles me parecieron muy

buenos. Los levanta una palanca

con contrapeso y los hace bajar

una rueda que mueve el agua, en

cuyo eje hay unos dientes a la ma-

nera de los que mueven el mazo de

un martinete.

Acaban de fundir dos cilindros para

Alcaras, que tornean con una rue-

da que mueve el agua; y después

los alisan con piedras de amolar y

parte de lo más fino del hierro que

de el sacan.

Ví los partes diarios de fundición

y se hacen cuatro cada día en los

cuales se gastan cada día 54 quin-

tales y otros 39.

Me enseñó el Comandante el

proyecto y planos para otra igual

fábrica en San Clemente, con las

aguas del río de este nombre, en

la montaña de Requesens, en la

cual abundan el hierro y carbón, y

se halla más cerca del mar, para su

conducción”.

En 1794 durante la guerra de la

Convención22, la población de Sant

Llorenç y la fundición, fueron toma-

das por el Ejercito de la República

Francesa, los intentos de recupe-

ración por parte de los españoles,

recordado como la batalla de Sant

Llorenç, resultaron infructuosos.

El Gran Comité de Salud Pública

francés consideró muy peligrosa

la existencia de la fundición en un

lugar tan próximo a su frontera,

por lo que ordenó su destrucción

y sus instalaciones fueron arrasa-

das totalmente bajo la supervisión

del General francés Pierre François

Charles Augereau jefe de la fuerza

de ocupación.

Los mismos motivos que llevaron

a su destrucción hicieron que en

el año 1800 se pensase en su re-

habilitación, pero tras un detallado

estudio se llegó a la conclusión

de que habría que reedificarla de

nuevo y construir otra nueva pre-

sa, además se informó que los

montes sólo podrían abastecer de

22 Llamada en Cataluña la Guerra Gran (1793-1796)

Page 375: Libro ilustra cat02

375mineral a la fundición durante unos

40 años, por lo que se decidió su

abandono total.

S. M. el Rey Carlos IV, aprobó por

Real Orden de 17 de julio de 1800,

la venta de los terrenos a favor de

la Real Hacienda que pasaron a

manos civiles, siendo adquirida por

María Villalonga y Paler, propietaria

de una industria de ferretería en Fi-

gueres, utilizando las posibilidades

de la fábrica para su negocio.

En 1846 fue reconstruida por el ar-

quitecto de Figueres Roca y Bros,

creándose una sociedad llamada

“La Catalana” que aunque fun-

cionaba perfectamente empezó a

acusar la escasez de mineral, por lo

que los Villalonga decidieron com-

prarlo en Bilbao23, funcionando así

hasta que las nuevas técnicas la

convirtieron en obsoleta.

En 1906 la compró Gaspar Brunet,

quien la destinó para aprovecha-

miento hidráulico y producción de

electricidad.

Ya en la segunda mitad del siglo

XX, la política hidráulica de España

consideró necesario construir un

embalse alimentado por el río La

Muga, construyendo una presa a

unos dos kilómetros, río abajo, de

la antigua fabrica, que configuró el

pantano de Boadellas, quedando

bajo sus aguas las vetustas edifi-

caciones, sobresaliendo apenas

algún tejado para el recuerdo, que-

dando unos versos en la memoria

de los más ancianos:

Pam, pam, pam,

Visca la farga, visca la farga

Pam, pam, pam,

Visca la farga i el mestre Joan24.

FONDOS DOCUMENTALES DE

LOS QUE SE HA HECHO USO

EN ESTE ARTICULO:

� Archivo General de Simancas:

GM. Legajos del 458 al 465.

Siendo el más significativo el

legajo 460: “Relación de los

hechos ocurridos en el nuevo es-

tablecimiento de la fundición de

Municiones de San Lorenzo de la

Muga, próximo a Figueras en Ca-

taluña, desde 1768 hasta 1772”.

� Manuscrito de Manuel PILÓN,

de los fondos documentales de la

Academia de Artillería de Segovia.

23 El carbón era trasladado por barco a Rosas, en cuyo trayecto se tardaba

aproximadamente un mes24 Se desconoce quien fue este maestro Juan.

Fig. 29 y 30_ Restos de la fábrica,

una vez abandonada, en 1910.

Fig. 31_ Restos de la fábrica

sobresaliendo del pantano de

Boadellas como se veía en

febrero de 2003.

Page 376: Libro ilustra cat02

376 LA ARQUITECTURA PARA CUARTELES EN EL SIGLO XVIII.

Page 377: Libro ilustra cat02

377

Jordi Oliveras Desde el punto de vista de la

vivienda moderna podemos apre-

ciar como la proyectación de

edificios para residencia colectiva

se ha multiplicado y transforma-

do muchísimo en los dos últimos

siglos, sin embargo, continúa sien-

do de interés rastrear sobre los

inicios de esta forma de edificios.

Su origen moderno se encuentra

en los edificios en principio pen-

sados para colectivos especiales,

como religiosos, universitarios y

militares, cuyas formas distributi-

vas serían después extendidas a

la construcción de residencias ur-

banas para toda la población.

Así, refiriéndonos ya al caso es-

pañol, la forma de proyectar los

cuarteles para las tropas y los

oficiales durante el siglo XVIII nos

remite al origen de la residencia

masiva para las ciudades que se

desarrollaría partir de entonces.

Esta forma de grandes edificios

compactos en manzanas con

frentes alineados a calles es dis-

tinta a la otra manera de concebir

la residencia en casas aisladas

para una familia más propia de

zonas no urbanas, o casas en

parcelas urbanas. Los grandes

conjuntos de cuarteles, al ser ar-

quitectónicamente una tipología

nueva, se producen en un marco

hasta cierto punto experimental,

pues en su proyecto y realiza-

ción se conjugan los procesos de

organización del Ejército, junto

con las modalidades de arqui-

tectura y construcción presentes

durante el siglo XVIII. Los cuar-

teles responden a la demanda

de alojamiento de soldados de

una manera estable, a diferencia

de épocas anteriores en que las

tropas no eran permanentes. Be-

lidor justifica en su tratado cómo

“la experiencia enseña que las

guarniciones que están acuarte-

ladas son mucho más tranquilas

a causa de la comodidad que los

oficiales tienen para llamar a los

soldados”. En las siguientes lí-

neas y reproducciones gráficas se

1 Belidor, Bernard Forest. Edición de 1739, pag. 72.

Page 378: Libro ilustra cat02

378 intenta satisfacer la convergencia

de intereses que provienen tanto

del campo de la Historia Militar

como del campo de la Historia de

la Arquitectura.

El proyecto modelo de 1719

A principios del siglo XVIII la ten-

dencia hacia el acuartelamiento

de tropas en todos los ejérci-

tos supuso el planteamiento de

un nuevo tipo de edificio. Los

ingenieros militares fueron los en-

cargados de concebir, proyectar

y dirigir la construcción de estos

edificios. En España este nuevo

tipo de proyectos coincide con la

nueva organización del Cuerpo

de Ingenieros, los militares téc-

nicamente capacitados para este

trabajo. Correspondió al Maris-

cal Jorge Próspero de Verboom,

máxima autoridad encargada de

organizar el cuerpo de Ingenie-

ros, a partir de su creación en

1711, también idear este tipo de

edificios2.

Conocemos el proyecto modelo

fechado en 25 de marzo de 1719

“Ideado por orden de S. M. por

el Ingeniero y Teniente General

D. Jorge Próspero de Verbom”.

El proyecto está delineado por

el Caballero Don Felipe Palotta,

ingeniero ordinario de S. M.”3.

En un solo plano se representan

plantas, fachadas y secciones

que corresponden a dos propues-

tas ligeramente distintas: una

para alojar un batallón de Infan-

tería (de 500 a 600 Soldados en

13 compañías con sus oficiales),

y otra propuesta complementaria

añadiéndole caballerizas “para

alojar un regimiento de Caballe-

ría de tres escuadrones, en doce

compañías, con sus oficiales”.

El plano se complementa con

un escrito donde se explican los

materiales y otros detalles nece-

sarios para su construcción.

El edificio está formado median-

te la agregación en línea de cinco

cuerpos de edificación de dos

plantas de altura dedicados a

soldados, y en cada extremo, el

añadido de un cuerpo de tres plan-

tas de altura destinado a oficiales.

Cinco camas en cada aposento

de soldados de medidas 5 por

5,84 metros, con un total de cua-

renta aposentos, lo que da unos

200 soldados, a tres soldados por

cama o litera. Además 24 cuartos

para oficiales. Cada cuerpo de 4

cuartos en planta dispone de do-

ble escalera central. Los cuartos

de oficiales, de medidas 7,5 por

2 Joris Prosper Van Verboom (Amberes, 1667 - Barcelona, 1744) ingeniero militar español de origen flamenco, marqués

de Verboom, Capitán General y fundador del Real Cuerpo de Ingenieros, según Real Decreto de Felipe V el 17 de abril

de 1711. En 1709 fue convocado a España donde se le encargó organizar el Cuerpo de Ingenieros Militares españoles,

nombrándole por Real Decreto del 13 de enero de 1710 Ingeniero General de todos los Reales Ejércitos, Plazas y Forti-

ficaciones de todos los reinos provincias y Estados de S. M. En la batalla de Almenar, el 27 de julio de 1710 fue herido

y hecho prisionero. Conducido a Barcelona y después llevado prisionero a Viena, donde permaneció hasta 1712, hasta

la apertura de las negociaciones de paz con los austríacos que precedieron al tratado de Utrecht. Entre 1712 y 1714

planeó técnicamente el sitio de Barcelona, que duró 14 meses. Al frente de los ingenieros emprendió además la tarea

de reformar el sistema defensivo y promover las obras públicas del reino, dando un extraordinario impulso a todos los

trabajos emprendidos. Se encargó de la construcción de la Ciudadela de Barcelona, en 1715. Proyectó el nuevo barrio

de la Barceloneta en 1719 (aunque su construcción no comenzó hasta 1753). Otras obras que realizó fueron la ciudadela

de Seu d’Urgell, la reforma del castillo de Montjuïc, la fortaleza de San Fernando en Figueres, construcción de cuarteles,

hospitales, almacenes, y obras civiles como puertos (Barcelona, Málaga...), canales de riego (Murcia, Lorca...) y caminos.

Entre 1721 y 1727 realizó importantes obras en diversos puntos de España, entre ellos proyectó la defensa de Ceuta,

las construcciones de la Bahía de Algeciras destinadas a la defensa frente a Gibraltar, entre las que destacan la Línea

de Contravalación de Gibraltar (1731-35). En 1726 realizó el proyecto de fortificación de la villa de Santoña, donde se

proyectaba reconstruir un astillero permanente para la Marina Real.3 Archivo General de Simancas. Mapas Planos y Dibujos XXII-73.

Page 379: Libro ilustra cat02

379

5,8 metros (unos 44 metros cua-

drados) están formados por un

aposento en la entrada a la que da

una alcoba interior para 2 camas,

y otra dependencia con cocina

a través de la que se puede ac-

ceder a una alcoba interior para

una cama. La denominación de

“cuartos” se corresponde pues a

la cuarta parte de la planta, y tiene

una lógica constructiva, más que

de división de superficie. Es su-

mamente interesante el detalle de

esta distribución y organización,

con la coherente construcción

de estas viviendas para oficiales,

porque es una de las primeras

propuestas representadas que

encontramos de viviendas agru-

padas en edificios para vivienda

colectiva en la era moderna.

El sistema de cuartos y su sub-

división en alcobas, aposento y

cocina se idea de manera que el

sistema constructivo con muros

de mampostería portantes, y vigas

de madera y bovedillas para te-

chos, se adecua a la organización

en recintos de capacidad idó-

nea, y de dimensiones acertadas

para uso de dormitorio, cocina,

comedor y salas. Así mismo, su

acondicionamiento climático se

confía a las chimeneas hogar en

cada aposento, y su ventilación

al exterior, a una ventana para

cada aposento. Estas ventanas

asoman a la fachada delantera o

a la trasera. De esta manera, se

dobla la crujía de vigas y el con-

junto adquiere más estabilidad.

Cada cuerpo de construcción

se organiza con los cuatro cuar-

tos y un núcleo de distribución y

escalera central. Esta escalera

entre paredes se desdobla para

así permitir un acceso y descenso

desde los pisos al plano terreno

muy fluido, rápido y amplio ha-

Fig. 01_ Cuartel modelo de 1719.

Archivo General de Simancas, M.P.

y D. XXII-73.

Page 380: Libro ilustra cat02

380

Fig. 02_ “Plan de la distribution des

rues du Neuf Brisack” de Belidor,

La Science des Ingenieurs,

Liv. IV pl. 25 p. 60.

Fig. 03_ “Plan profil et elevation de

deux corps de Casernes et d’ un

Pavillon d’ officers” de Belidor,

La Science des Ingenieurs,

Liv IV, pl.29 p. 72.

Page 381: Libro ilustra cat02

381cia y desde cualquiera de las dos

fachadas. Pero también el des-

doblamiento y la situación de la

escalera responde a un motivo de

orden compositivo y geométrico,

a la vez que se concibe con una

estructura generosa, clara, y fácil

para poderlas construir.

Los distintos cuerpos del edificio

se componen de manera que un

ligero avance del cuerpo central

permite señalar la simetría de la

edificación. Este cuerpo central

se corona con frontón en el que

se inscribe el escudo de armas.

Los dos cuerpos laterales de ofi-

ciales también se ornamentan

ligeramente con impostas, tienen

puerta principal y debido además

a sus tres alturas y proporciones

distintas, rematan los extremos

del conjunto.

El edificio de forma alargada

formado por los cuerpos de es-

caleras y cuartos, más los dos

cuerpos extremos para oficiales,

responde en sus proporciones

al sistema de cuarteles a situar

junto a las puertas de las fortale-

zas, dejando el resto del recinto

para manzanas de casas urba-

nas de particulares. Tanto en el

plano de ciudad que presenta

el tratado de Belidor como en la

porción de la misma del tratado

de Muller, -para mencionar los

dos tratados más corrientes de

la época-, se muestra la situa-

ción de los cuarteles alargados

junto a murallas.4

Verboom, en su cuartel modelo,

se muestra por tanto seguidor

de las construcciones realiza-

das por el maestro de ingenieros

francés el Mariscal Sébastien

Le Prestre de Vauban. No es

de extrañar porque Verboom

, que había organizado la de-

fensa de las plazas flamencas,

también había cooperado con él

en algunas campañas. Vauban

(1633-1707), es considerado

como uno de los más grandes

ingenieros militares de la his-

toria. Bajo su dirección fueron

creadas más de 160 fortalezas

o plazas fuertes en Francia. Su

realización más perfecta, la de

la nueva ciudad de Neuf-Bres-

sach de 1699 a 1702, tiene este

tipo de cuarteles a los que se

parece el del Verboom de 1719.

En buena lógica el proyec-

to modelo de 1719 deriva de

Real Reglamento de 8 de abril

de 1718 llamado también “Pro-

yecto general impreso”5 y a su

vez deriva de la Real Ordenanza

de 4 de julio de 1718. Tal como

se señala en los textos, este

modelo de edificio estaba pen-

sado para “plazas de guerra”

o ciudades fortificadas y para

“demás parajes donde convi-

niere”. Efectivamente, si bien

es cierto que su forma alarga-

da se adapta especialmente a

los espacios junto al interior de

murallas también se utilizó en

situaciones distintas. Así el mis-

mo Verboom realizó dos en los

laterales de la plaza de armas

de la Ciudadela de Barcelona, y

en 1739 vemos su construcción

en Tortosa aplicando exacta-

mente el modelo de 1719.

Belidor en su tratado propone

también un edificio para cuarteles

4 Belidor, Bernard Forest . La science des ingenieurs dans la conduite des travaux de fortification et d’Architecture Civile.

Claude Jombert, París, 1729.Muller, John: A treatise containing the elementary part of fortification: regular and irregular. ...

For the use of the Royal Academy of Artillery at Woolwich. Illustrated with thirty-four copper plates. printed for J. Nourse,

1746

Una siguiente versión es : A treatise containing the elementary part of fortification: regular and irregular : with remarks on

the constructions of the most celebrated authors particularly of Marshal de Vauban and Baron Coehorn , 1756 La traduc-

ción española es: Tratado de Fortificación ó Arte de construir los edificios militares, y civiles. Traducido al español por

Miguel Sánchez Taramas. Editor Thomas Piferrer, Barcelona, 1769.5 Archivo General de Simancas, Guerra Moderna, legajo 2999.

Page 382: Libro ilustra cat02

382

de caballería con patio central,

aunque en realidad sólo publi-

ca una cuarta parte de la planta,

que formaría una esquina de la

totalidad del cuartel. El cuerpo

de oficiales tendría una tipolo-

gía arquitectónica parecida a la

del cuartel alargado con escale-

ras transversales pero introduce

un pasillo central para acceso a

los aposentos. Esta introducción

de pasillo central significa una

distorsión del modelo original

porque economiza en número de

escaleras pero alarga recorridos.

Por lo tanto es un modelo a me-

dio camino entre el modelo inglés

y el modelo español.

La crítica de Sánchez Taramas y

los ejemplos por él propuestos.

Miguel Sánchez Taramas , inge-

niero militar, fue profesor de la

Academia de Matemáticas de

Barcelona y nombrado su direc-

tor en 1779. En 1769 se publicó

la traducción realizada por él del

Tratado de fortificación o Arte de

construir los edificios militares

y civiles (Ed. Thomas Piferrer,

Barcelona), cuyo autor era el

inglés John Muller, profesor en

la Academia de Woolwich. En

general, la traducción represen-

taba una aportación a la ciencia

militar española, para balan-

cear la corriente dominante de

conocimientos franceses. Sin

embargo, por lo que se refiere al

capítulo dedicado a construc-

ción de cuarteles, lo propuesto

por Muller venía a reforzar el

modelo de Vauban y Verboom

con edificios agregados li-

nealmente a partir de diversos

cuerpos formados por cuartos y

escalera central.

Fig. 04_ “Plan d’un pavillon et d’un

corps de Caserne pour la Cava-

llerie” de Belidor , La Science des

Ingenieurs, Liv IV, pl.30 pag 72.

Fig. 05_ “Plano, Elevación y Perfil

de un cuartel según se construyen

ordinariamente en Inglaterra” de la

traducción española de Muller, trata-

do de Fortificación Lam. XVIII.

Page 383: Libro ilustra cat02

383

Llegados a este capítulo dedica-

do a la construcción de cuarteles,

el traductor se vio obligado a aña-

dir un largo comentario que lo

convertía en coautor de la obra.

Al sistema de Vauban, y Verboom,

ahora, Sánchez Taramas respon-

día con una razonada matización.

Primero con una crítica a este sis-

tema de cuarteles, después con

la publicación de dos ejemplos

alternativos al sistema propuesto

en 1719. Pero mejor, continuemos

al hilo del texto añadido por Sán-

chez Taramas:6

“Aunque Mr. Muller, siguiendo

a Belidor, hace preferibles los

cuarteles de Infantería y Caba-

llería, que se construyen con

un patio grande un su medio,

no trae planos ni perfiles que

los representen, contentándose

con los que sólo pueden ser-

vir para fortalezas pequeñas, y

tales como los tenemos en la

Ciudadela de esta Capital, y en

otras partes del Reyno”.

Efectivamente, la lámina que apor-

ta Muller es la de un cuartel con

el sistema conocido de escaleras

y cuartos, propio también para

otros tipos de residencia como la

de los college universitarios ingle-

ses, tal como se han conservado

hasta hoy. Anteriormente también

Belidor a partir de la página 72,

indica la disposición mejor para

6 Op. cit. Sección XX, páginas 370-386.

Page 384: Libro ilustra cat02

384

los cuarteles. Aún manteniendo

el sistema de distribución Vauban

y reproduciéndolo en una lámina

dedicada a Neuf Bresach, criti-

ca el excesivo espacio ocupado

por escaleras e introduce la pro-

puesta de un comedor central de

distribución para aposentos de la

tropa. Así reproduce los cuarteles

de Bethun del 1927. Respecto al

edificio insiste en la posibilidad

cuando se trata de Caballería.

Haciéndonos una parte de la cró-

nica histórica, Sánchez Taramas

nos explica como “esta disposi-

ción de cuarteles para la Infantería,

prevaleció en España algún tiem-

po como la más adecuada… pero

es difícil que se siga… porque

siendo aparentes las ventajas que

ofrece para la tropa, son ciertos

los inconvenientes que nacen de

ella para lograr el mejor servicio

del Rey.”

Y enumera los principales defec-

tos que él le ve:

Las escaleras ocupan excesivo

espacio.

Hay demasiadas puertas para el

uso de la tropa, lo que impide “ce-

lar su debido recogimiento”.

No es adecuado para alojar una

compañía, con una cama por

hombre, (según Real Decreto

de 4 de octubre de 1766). Tan-

tos cuartos requerirían muchos

más sargentos o cabos primera

“que mantengan el buen orden

de los soldados” y por tanto

son necesarios espacios más

grandes, por ejemplo espacios

tipo cuadra que permitan re-

unir toda la compañía, bajo sus

oficiales.

Los servicios de lavabos y las co-

cinas deben estar separados del

cuerpo de cuartel.

Fig. 06_ “Plano inferior de uno de

los cuarteles de infantería cons-

truido en la Barceloneta” según lo

publica Sánchez Taramas.

Fig. 07_ “Plano superior de uno de

los cuarteles de infantería cons-

truido en la Barceloneta” según lo

publica Sánchez Taramas.

Fig. 08_ “Perfil y elevación” Cuartel

de la Barceloneta según lo publica

Sánchez Taramas.

Page 385: Libro ilustra cat02

385Concluyendo que:

“Este género de cuarteles son in-

cómodos para la tropa, impropios

para lograr la mejor disciplina, y

costosos sobremanera, por los

muchos muros de división, y pie-

zas que se desperdician en inútil

número de escaleras”.

En cambio, como alternativa,

Sánchez Taramas nos propone

como ejemplos donde encontrar

remedio a estos defectos: el cuar-

tel de Infantería de La Barceloneta

y el cuartel de caballería de Reus.

Los dos presentan forma rectan-

gular, en vez de lineal, dejando un

patio central.

La planta rectangular del cuartel

de la Barceloneta media 105 x 64

varas con un patio de 75 x 34, con

una construcción de 14 de pro-

fundidad aproximadamente que

incluye un pórtico en los laterales.

El de Reus 102 x 84, con un pa-

tio de 62 x 44 y una profundidad

de edificación de 16 varas más un

pórtico de 3 aproximadamente.

(Una vara = 0,835 metros).

En ambos cuarteles se propo-

ne una disposición separada

en plantas, de manera que las

tropas de caballería van abajo

y los oficiales arriba. El come-

dor perimetral que se forma

en el piso superior, en la Bar-

celoneta, es muy interesante

ya que soluciona los accesos

a las puertas de las viviendas

dentro de una de las crujías de

la construcción. Las escaleras

verticales bien situadas dan a

este comedor que recorre todo

el patio por la planta alta. Las

viviendas de los oficiales se

disponen en un sistema de al-

cobas, aposento principal y

zona de cocina-despensa. Esta

distribución nos permite apre-

ciar una vivienda del siglo XVIII.

A las alcobas se entra desde el

aposento y desde la entrada. La

cocina no tiene comunicación

directa con el aposento o pieza

principal porque ocupa el cen-

tro de la vivienda.

Fig. 09_ “Plano inferior de cuartel

de caballerías en Reus” según lo

publica Sánchez Taramas.

Fig. 10_ “Perfil y elevación de

cuartel de caballerías en Reus”

según lo publica Sánchez Taramas.

Page 386: Libro ilustra cat02

386 Los cuarteles del Ferrol

Los ejemplos aportados por Sán-

chez Taramas son muy próximos

a Barcelona, y seguramente más

queridos por él, por lo que sería

interesante poder corroborar sus

opiniones vertidas por escrito

con alguna experiencia de cons-

trucción de nuevos cuarteles de

la misma época pero algo más

alejada del ámbito de su autor.

Para ello creo conveniente recu-

rrir al ejemplo del Ferrol, porque

es durante esta época, debido a

la construcción del nuevo Arse-

nal de Marina y a la construcción

de una nueva ciudad, el polo

más activo de construcciones

militares y la concentración más

numerosa de nuevos edificios

para cuartel.

Disponemos entre otros de tres

ejemplos significativos, compa-

rables por su uso y capacidad a

los cuarteles construidos según

modelo de 1719 y a los ejem-

plos de La Barceloneta y Reus.

Se trata del Cuartel para alber-

gar seis Brigadas de Marina y

sus oficiales de 17547, el cuar-

tel de Batallones de 17668, y al

7 Archivo General de Simancas.

Mapas Planos y Dibujos XXV-24 y

XXIV-36.8 Archivo General de Simancas. Ma-

pas Planos y Dibujos XII-73 y XII-74.

Fig. 11_ Plano y perfil del cuartel de

brigadas de Marina en el Arsenal

del Ferrol 1751. Archivo General de

Simancas, M. P. y D. XXV-24.

Fig. 12_ Plano y elevación cuartel

de Brigadas del Ferrol, 1751. Archi-

vo General de Simancas, M. P. y D.

XXIV-36.

Page 387: Libro ilustra cat02

387

Cuartel de Infantería de 17749.

Los tres construidos en torno a

un patio, contradicen parcial-

mente el modelo de Verboom.

Por lo que se refiere al conjunto,

se trata de edificios cuyo centro

es el patio o plaza y la edificación

lo rodea, mientras que los edifi-

cios de Verboom por ejemplo, tal

como construyeron en la Ciutade-

lla de Barcelona, hacen frente a

la plaza de armas. Por lo que se

refiere a la distribución del edifi-

cio, parten de la idea de dedicar

algún lado a oficiales y al resto

de la tropa; y en estos lados los

“cuartos” o aposentos pequeños

y con muchas escaleras son sus-

tituidos por espacios tipo cuadra

o nave alargados con mucha más

capacidad de camas.

El de Brigadas tiene una planta

rectangular de 120 x 62 varas, y

los otros dos, el de Batallones, y

el de Infantería, una planta cua-

9 Cartografía Histórica. Servicio Geográfico del Ejército, 136 y 137.

Fig. 13_ Plano cuartel de Batallo-

nes. El Ferrol. 1766. Archivo General

de Simancas, M.P. y D. XII-73.

Fig. 14_ Elevación cuartel de

Batallones. El Ferrol, 1766. Archivo

General de Simancas, M.P. y

D. XII-74.

Page 388: Libro ilustra cat02

388

drada de 100x 100 varas y de 110

x 110 varas, respectivamente. En

estos últimos vemos como el rec-

tángulo alargado ha dejado paso

al cuadrado. En los tres casos

un cuerpo añadido de pórticos

hace fachada a patio, con lo que

la actividad y las circulaciones se

vuelcan hacia el amplio patio in-

terior que se convierte así en el

elemento arquitectónico principal.

Las escaleras de acceso se sitúan

en lugares estratégicos, como los

ángulos del patio, o junto al eje de

accesos principal. Uno o dos la-

dos del cuartel están destinados a

aposentos para oficiales, evitando

así la mezcla entre soldados en

planta baja y oficiales en planta

alta. Para los servicios y letrinas,

o para las cocinas, se añade un

cuerpo de construcción a uno de

los lados, a una sola planta y con

ventilación directa mediante pa-

tios, mucho más adecuada.

El cuartel de Brigadas es un

proyecto al menos de aproxi-

madamente 1751 ya que viene

reflejado en el plano de La Croix

de este año. Con una planta

en forma de u10. Esta forma no

coincide con el plano de situa-

ción constructiva de 1751 con

los cimientos terminados, se-

gún firma Francisco Llobet. Por

10 Servicio Geográfico del Ejército. Cartoteca histórica. Ferrol. Plano 100 A.

Fig. 15_ Plano Cuartel para un

Regimiento de infantería con

pabellones para la oficialidad. El

Ferrol, 1774. Planta baja. Servicio

Geográfico del Ejército 136.

Fig. 16_ Plano Cuartel para un

Regimiento de infantería con

pabellones para la oficialidad. El

Ferrol, 1774. Planta primera. Servicio

Geográfico del Ejército 136.

Page 389: Libro ilustra cat02

389

tanto es un edificio que si bien

se empezó, no se terminó. Su

emplazamiento según La Croix

sería aproximadamente en el

baluarte de San Juan. La auto-

ría del proyecto podría ser de

Miguel Marín ya que se produce

durante su mandato11. En este

proyecto los “cuartos para la tro-

pa” ocupan tramos del edificio

separados por muros portantes,

pero estos cuartos están unidos

entre sí mediante puertas. Toda

la circulación se traslada al co-

rredor o pórtico del patio que

funciona como un claustro con

arquería en su planta terreno y

en su planta alta con ventanas.

En el caso del Cuartel de Batallo-

nes, la doble crujía de cada lado

permite organizar los dormitorios

de la tropa en 8 compañías de

82 soldados y 16 aposentos para

oficiales. Éstos con acceso por

escaleras y con pequeños patios

en las esquinas del lado principal

del cuadrado.

El Cuartel de Batallones fue cons-

truido y es conocido como Cuartel

de Nuestra Señora de Dolores12.

11 Vigo Trasancos, Alfredo: Arquitectura y urbanismo en el Ferrol del siglo XVIII.12 Vigo Trasancos op. Cit. Pag. 74, menciona que se constata ya su construc-

ción en una carta de 1751 (Archivo General de Simancas. Marina. Arsenales,

legajo 376).

Fig. 17_ Elevación, perfiles y vistas

del Cuartel de Infantería con

pabellones para la oficialidad.

El Ferrol, 1774. Servicio Geográfico

del Ejército 137.

Page 390: Libro ilustra cat02

390 Su situación también reflejada en

el plano del ingeniero Joseph Petit

de La Croix de la ciudad y Arsenal

del Ferrol del 175113. En 1751 se

hallaba ya en construcción pero

fue interrumpido en 1753. En 1765

se pidió a Julián Sánchez Bort que

reanudara el proyecto. Los pla-

nos del edificio definitivo son de

1766. El gran patio de armas y sus

fachadas porticadas son la prin-

cipal idea arquitectónica de este

cuartel. Los pórticos lo son en las

dos plantas con arcos carpaneles

amplios, lo que confiere al patio

una imagen de amplitud y aper-

tura de todo el edificio hacia él.

Los dibujos de 1766 -quizás para

relanzar el proyecto-, son los que

dan una mejor idea de este mag-

nífico edificio. Por la organización,

por sus fachadas, por el pórtico

interior amplio construido con ar-

cos y bóvedas, se distingue de

los otros proyectos. Las escaleras

principales laterales a la entrada

en forma imperial, que llevan a los

aposentos de mando, los patios

de luces para los aposentos de

oficiales (después suprimidos), el

muro en esquina en el centro de

las naves de tropa, y los pórticos

al patio, demuestran que su arqui-

tectura estaba mejor concebida

que en otros casos donde prima-

ba más la utilidad. Así mismo, el

tratamiento de sus fachadas con

la composición de los distintos

cuerpos que reflejan el orden de

la planta y la organización del

cuartel, también denotan que su

autor era arquitectónicamente

más diestro.

En el caso del gran Cuartel para un

Regimiento de Infantería, formado

por 18 compañías de 70 soldados

cada una con un total de 1260

soldados, más 32 viviendas para

oficiales, los dormitorios de tropa

se producen en recintos alargados

tipo nave, dejando grandes patios

de ventilación a todo un lateral de

la nave. Los aposentos de oficia-

les de unos 120 m2 construidos

cada uno, están bien distribuidos

interiormente, con una agregación

de dos por cada rellano de esca-

lera, por tanto con un sistema que

anticipa la forma de los edificios

de vivienda masiva de los siguien-

tes años.

En definitiva, organizaciones distri-

butivas que conjugan la eficiencia

con la economía, geométricamente

más compactas, con circulacio-

nes estratégicamente situadas y

por encima de todo, con un patio

central interior que además de es-

pacio de ventilación y desahogo,

pasa a ser plaza de armas, y por

tanto el centro de actividades del

cuartel. La arquitectura se adecua

a los usos establecidos y al mismo

tiempo estos se recrean a partir de

las posibilidades que los edificios

ofrecen.

13 Servicio Geográfico de Ejército. Cartoteca histórica. Ferrol. Plano 110. Plano del proyecto general del Arsenal del Ferrol

de 1747 y de su estado en septiembre de 1751 con el astillero de Monte Real y Ensenada de Carranza.

Page 391: Libro ilustra cat02

391

Page 392: Libro ilustra cat02

392 LAS MURALLAS DE BARCELONA

Page 393: Libro ilustra cat02

393

Arcadio del Pozo

No sabemos qué grupo humano fijó

su vida en la costa, en el lugar que

después se llamó monte Taber. Sí

sabemos que los layetanos primero

y los pueblos que comerciaban por

el Mediterráneo, debieron conocerlo

y se establecieron en él. Después,

los romanos, en su lucha para con�

seguir su dominio sobre el citado

mar fundaron la “Colonia Favencia

Julia Augusta Pía Barcino”, que per�

tenecía a la Hispania Citerior, que

era la provincia del imperio con ca�

pital en Tarragona, y englobaba todo

el norte de la península Ibérica.

Supieron organizarse en un lu�

gar que estaba determinado por

los cauces de los ríos Besós y

Llobregat, protegido de los vien�

tos por la sierra de Collcerola y

junto al mar para una buena na�

vegación. La pequeña altura en

donde se construyó la colonia se

apartaba de los suelos pantano�

sos que la rodeaban, pero éstos

prometían unas buenas huertas y

pastos. También aseguraban una

fácil defensa en caso de ser ata�

cada. Construirían una obra que

la rodeara, foso o empalizada con

sus puertas y sus guardias, como

acostumbraban en aquella época.

Allí llegaron las primeras predica�

ciones cristianas y, más adelante,

grupos de judíos a los que se les

había expulsado de su patria al

final del siglo l. También llegaron

las persecuciones por motivos

religiosos.

En el siglo III la presión de los pue�

blos bárbaros sobre las fronteras

del imperio era cada vez mayor.

Consiguieron avanzar destruyen�

do a su paso la magnífica obra

conseguida con la paz romana.

En el caso de la colonia Favencia

los francos, que irrumpieron por

la frontera germana, ocuparon la

Galia y avanzaron hacia la Penín�

sula y África.

En el año 263 arrasaron Ampurias,

Barcelona y también Tarragona.

Fig. 01_ Plano de la ciudad de

Barcelona en 1848. Manuel Saurí y

José Matas.

Page 394: Libro ilustra cat02

394

Durante dos años se instalaron

en la zona y, finalmente, fueron

expulsados por el ejército del em�

perador Claudio ll.

Los habitantes decidieron amu�

rallarse, para evitar otro desastre

como el que habían sufrido, y

empezaron la gran obra que más

adelante influirá en la capitalidad

de la ciudad en la región. Dicha

obra, comenzada en el año 268,

se continuó en lo que quedaba de

siglo y se terminó ya en el siguien�

te. Para ello aprovechan todos los

restos de la ciudad devastada y

las piedras de la cantera de Mont�Mont�

juïc, de magnífica calidad.

Los fragmentos de muralla que

quedan nos dan idea de la colo�

sal obra que se construyó. En un

perímetro de 1.270 m y una su�

perficie de 103.588 m2, el recinto,

como casi todos los romanos,

estaba organizado a base de

dos calles principales que se

cortaban perpendicularmente

enlazando entre sí, dos a dos, las

cuatro puertas que lo franquea�

ban. La calle más larga iba desde

la puerta en la Plaza Nueva, cu�

yas torres aún existen, hasta algo

más allá de la plaza del Regomir;

la otra más corta llevaba desde

la Plaza del Ángel hasta la que

estaba situada entre las calles

del Call y Fernando. Junto a la

Puerta del Mar (Regomir), había

un pequeño castillo que la defen�

día y cerca ya, junto a la arena de

la playa, unas atarazanas. El mar

llegaba hasta la actual calle An�

cha. Esta muralla estaba formada

por lienzos de una altura media

de 10 metros y un grueso de unos

cuatro, siendo un paramento de

grandes sillares en la parte exte�

rior y un núcleo de hormigón que

lo unía a los sillarejos de la parte

interior. Se reforzó el muro con to�

rres situadas cada 8 o 10 metros y

sobresaliendo 3,80 de los lienzos.

Estas torres tenían dos pisos más

y dos huecos semicirculares en

las tres caras exteriores en cada

piso, de los que se conservan

muchos. La primera planta tiene

una puerta que la comunica con

el paso de ronda de la muralla. La

parte inferior de la torre es total�

mente maciza y está coronada por

unas piezas de sillería. Hay varias

torres de las 74 que son circula�

res o poligonales. En las cortinas

intermedias se encuentran restos

de grandes almenas.

Dentro del recinto, estaban todos

los edificios de carácter religioso

y oficial además de viviendas. Se

alzaba en el punto más alto el tem�

plo de Augusto, del que también

nos han llegado restos situados en

la calle Paradís, y en caso de peli�

gro todos los habitantes de la zona

se reunían al amparo de las mura�

llas y participaban en la lucha.

El valor militar para la defensa era

extraordinario y si se quería con�

Fig. 02_ Reconstrucción de un

trozo de la muralla romana

Page 395: Libro ilustra cat02

395

quistar debía hacerse empleando

pesadas máquinas de guerra, que

debían construirse en la zona por

ser difíciles de transportar. El arie�

te, la catapulta, la balista o la torre

eran las más empleadas y poco

podían hacer contra una ciudad

bien amurallada y defendida. Sólo

quedaba el recurso de rendirla por

hambre o por traición.

Pronto Barcelona adquiere impor�

tancia y cuando Ataúlfo, rey de

los visigodos sucesor de su cuña�

do Alarico l, decide en el año 415

situar la capital del reino que iba

formando, lo hace en esta colonia

romana por la fortaleza de sus de�

fensas. Desde el año 410, que le

proclamaron rey en el sur de Ita�

lia, dirigió su pueblo contra Roma

que conquistó, pactó con el em�

perador romano Teodosio y casó

con su hija Gala Placidia. Atrave�

só los Alpes y, extendiéndose por

la Provenza y la Aquitania, llegó a

la península Ibérica.

Ataúlfo fue asesinado por los que

se oponían a su acercamiento a

Roma, que él consideraba impor�

tante. Gala Placidia, prisionera,

fue liberada más tarde y llegó a

emperatriz, siendo la madre del

emperador romano de occidente

Valentiniano lll.

En el reinado de Eurico (467 – 484)

Barcelona dejó de ser romana.

Las murallas preservaron a la ciu�

dad de las diversas luchas entre

godos y ostrogodos, finalmen�

te, la llegada de los árabes creó

una época de tranquilidad que

le permitió el comercio por el

Mediterráneo

A partir des año 770, los francos

avanzaron a través del Pirineo

creando el emperador Carlo�

magno la Marca Hispánica, que

mantuvo relación con los go�

bernadores árabes de Huesca y

Barcelona.

En el año 797 conquistó la ciu�

dad Alhaquen, califa de Córdoba,

ya que ésta se había sublevado

contra él, y más adelante, en el

año 801, el rey franco Ludovico

Pío continuó su avance hacia el

sur y puso sitio a Barcelona, que

duró varios meses y finalmen�

te la tomó por asalto. A partir de

este momento será una parte del

Imperio Franco con guarnición

propia. Desde este año hasta el

864 los condes son designados

por el rey y después el condado

es hereditario.

En el 852, un ejército árabe man�

dado por Adb el Kerym ocupó la

ciudad apoyado por los judíos

que residían en ella y la abando�

naron a la muerte, aquel año, de

su califa.

Para mejorar sus defensas se

construyeron varias obras: el

Castillo Viejo en la puerta de la

plaza del Ángel, que siglos des�

Fig. 03_ Plano del recinto romano.

Page 396: Libro ilustra cat02

396 pués fue cárcel; el Castillo Nuevo

en la puerta del Call�Fernando; y

el Castillo del Port, en un altoza�

no sobre la playa del Morrot. Del

primero se conservaba el recuer�

do, ya que la parte más baja de la

calle Libretería se llamaba Bajada

de la Cárcel, del segundo des�

aparecieron sus restos cuando en

el año 1846 se abrió la calle Fer�

nando y del último queda alguna

piedra que lo recuerda en la vieja

subida al castillo de Montjuïc.

En tiempo de Wifredo el Velloso

(895 – 898), conde de Barcelona

y de otros condados de la Marca

Hispánica, el Rey Carlos el Calvo

le concedió el título de Príncipe,

con lo que sus descendientes

podían heredarle en el cargo. Su

hijo Borrell I (898 – 912) edificó la

colegiata de San Pablo del Cam�

po, situada al sur de la ciudad,

que tuvo importancia al formarse

años más tarde un barrio alrede�

dor de ella. Lo mismo ocurrió con

el Monasterio de San Pedro de las

Puellas, fundado por su sucesor y

hermano Suñer (912 – 954) cerca

del camino hacia Francia, que in�

fluyó en las nuevas defensas que

se construyeron en el siglo XII.

En el año 986, rigiendo el Califato

de Córdoba Hixém II, el caudillo

Mohamed Abu Amer (Almanzor)

atacó la ciudad por mar y por

tierra, desembarcando aparatos

de sitio para dominar las mura�

llas y asaltarlas por la puerta de

Regomir. La devastaron y se lle�

varon cautivos a la mayoría de la

población.Fig. 04_ Plano de Barcelona, 1100.

Page 397: Libro ilustra cat02

397

El Conde Borrell II (954–992) la re�

conquistó y, aprovechando las

luchas entre los pretendientes Fran�

cos, alcanzó la independencia.

Aún hubo ataques mahometanos

en los años 1000 y 1001, pero

las fuertes murallas facilitaron

la defensa. Barcelona crecía

aprovechando años de paz y lo

hacía extramuros, alrededor de

la carretera de Francia y de la

playa. Son años que facilitan el

comercio por el mar Mediterráneo

y el aumento de la población.

Una afortunada expedición a

Córdoba en el año 1010 da

cuenta de la fortaleza alcanzada.

Hubo más ataques, esta vez de

los almorávides el año 1108, que

invadieron el Penedés sin atacar

Barcelona y otros de los mismos

en el año 1014, que en el Congost

de Martorell fueron vencidos por

el Conde Borrell lll (992 – 1018).

En el año 1134 el conde Ramón

Berenguer IV (1131 – 1162) in�

trodujo la Orden del Temple, que

adquirió una propiedad junto al

castillo de Regomir y se cons�

truyó lo que se llamó el palacio

de los Templarios situado junto y

encima de la muralla. Casó el ci�

tado Conde con la heredera del

reino de Aragón, Doña Petroni�

la con lo que en el año 1137 se

consolidó la unión de Aragón y

Cataluña. Posteriormente, con

ayuda de pisanos y genoveses,

se conquistó Tortosa y más tar�

de Lleida. A partir de 1153 no

quedaba poder árabe en tierras

de Cataluña.

La vida barcelonesa se extendía ya

entre los ríos Besós y Llobregat y

huertas, molinos y nuevas edifica�

ciones habían dejado las murallas

romanas totalmente superadas.

La ciudad avanzaba hacia el mar y

hacia la montaña creándose nue�

vos barrios y parroquias.

Murallas del siglo XIII

La necesidad de defender toda

la nueva urbanización, capital

del condado y principal centro

comercial de todo el territorio,

decidió al Rey Jaime I (1213 –

1276) ordenar un nuevo circuito

de defensa que englobara todos

los barrios que se habían cons�

truido alrededor de las iglesias

del Pino, Santa María del Mar,

Santa Ana y San Pedro de las

Puellas. Debía, si era posible,

apoyarse en algún accidente del

terreno y en parte se encontró

con las Ramblas, en las que se

recogían las aguas que llegaban

de la montaña y las pluviales. La

obra se empezó por allí y duró

todo lo que quedaba de siglo y

parte del siguiente.

Fig. 05_ Plano de Barcelona duran-

te el sitio de 1706.

Page 398: Libro ilustra cat02

398 Las torres, menos abundantes

pero más altas que las romanas,

se construyeron con piedra de las

canteras de Montjuïc y las corti�

nas tenían almenas. Los trabajos

duraron buena parte del siglo XIII

y parte del XIV.

En la zona norte se situaron las

puertas siguientes:

� Puerta de San Daniel: que co�

municaba con la zona de la costa.

� Puerta Nueva: de ella salía el

camino llamado de Francia. Aún

hoy se conserva su recuerdo con

la calle Portal Nou.

� Puerta de Junqueras: al final de

la calle de la Junquera, que toma

el nombre de un convento de

monjas de la Orden de Santiago

que habían llegado desde un lu�

gar solitario a la ciudad. Cuando

se urbanizó el ensanche, la iglesia

gótica y el claustro se trasladaron

a la calle Aragón y hoy es la Parro�

quia de la Concepción.

� Puerta del Ángel: de la que

saldría más adelante la comuni�

cación con el pueblo de Gracia.

En las Ramblas, se situaron los si�

guientes portales:

� El de Santa Ana: estaba en la

confluencia de dos calles, la del

mismo nombre y la de Canuda. Y

por el otro lado, dos caminos que

son actualmente las calles del

Buensuceso y la de Tallers.

� El de Puertaferrisa: en la que

desembocaba la calle actualmen�

te del mismo nombre. Al otro lado

estaba el camino, hoy calle del

Carmen.

� El de la Boquería: al que llega�

ban la calle del mismo nombre y

la del Cardenal Casañas. Al otro

lado encontramos los viejos cami�

nos, hoy calles de San Pablo y del

Hospital.

� El de Escudillers o Trenta Claus:

en donde se secaban los mate�

riales que se producían en los

talleres de cerámica situados en

la zona.

� El de Fra Menors o de Ata�

razanas: era el que facilitaba la

comunicación de estas últimas

cuando se empezó en tiempos de

Pedro III el Grande (1276 � 1285).

A partir del año 1248 se permitió

construir apoyando las obras en la

muralla romana o derribándola si

era necesario. La nueva catedral

se hizo aprovechando muchos de

los bloques de ella.

El citado rey Pedro III, en su

guerra contra Francia que decla�

ró Felipe el Atrevido, empujó la

construcción de la muralla ya que

el ejército francés llegó a ocupar

Gerona. Finalmente fueron ven�

cidos en la batalla del Coll de

Panisars.

Entre 1286 y 1295 se construyó el

tramo de muralla que unía el Por�

tal Nuevo, junto al monasterio de

San Pedro de la Puellas, del que

partía el camino de Francia con el

de Junqueras.

Murallas del Siglo XIV

El tataranieto del rey Jaime,

Pedro IV “El Ceremonioso”

(1335–1387), disfrutó de un reina�

do largo y tuvo un carácter fuerte.

Terminó la muralla de la Rambla y

continuó las obras de las Ataraza�

nas, que tan necesarias eran para

seguir la política mediterránea de

sus antecesores. Organizó los

trabajos de mejora de las mura�

llas en las plazas del reino que las

tenían y decidió construir nuevas

donde hicieran falta. Para lo cual

ordenó que trabajaran todos los

que vivían en el recinto y los que

en caso de guerra podían refu�

giarse en ellas. Los que no podían

trabajar debían apoyar las obras

económicamente.

En Barcelona acabó las murallas

iniciadas por su tatarabuelo, Jai�

me I, y empezó el nuevo tramo

que englobaba la zona del Raval,

barrio al otro lado de la Rambla.

Dicha zona se había ido poblando

Page 399: Libro ilustra cat02

399por talleres, almacenes, huertas y

varios monasterios, ya que no au�

torizó que se fundaran más dentro

de las murallas.

Si bien se hacía un nuevo tramo,

se conservó las de la Rambla

como un segundo recinto en caso

necesario y no se continuó la fa�

chada marítima, el arenal, hasta

bien entrado el siglo XV. La obra

se empezó desde los muros de

Tallers siguiendo hasta la Capi�

lla del Hospital de San Antonio y

continuando hasta la Colegiata

de San Pablo del Campo a la que

se llegó en el año 1398. El último

tramo hasta las Atarazanas se

terminó en 1454. Poco antes se

había acabado el tramo del barrio

de la Ribera que había quedado

por hacer. Las nuevas puertas

fueron las de Tallers, San Antonio

y Santa Madrona o Atarazanas.

Mientras la población del reino

disminuyó debido al azote de la

peste, llegada desde oriente en

el año 1348, y que reapareció en

fechas posteriores. Los habitan�

tes de la ciudad se redujeron a

30.000, cifra que no crecerá sus�

tancialmente hasta mediados del

siglo XVII.

Al final del siglo XIV el descontento

social aumenta al decaer el poder

y la economía del reino. Pero ya

en el siglo XV la presencia de la

piratería, la competencia comer�

cial con genoveses y venecianos

y la pérdida de las relaciones con

los países musulmanes hizo nece�

sario el aumento de los impuestos

y se creó un movimiento “La Bus�

ca” contra las clases dominantes

“La Biga”. Varias poblaciones se

sublevaron contra los malos usos

y empezó la guerra de la Remen�

sa. El Rey Juan II (1458–1479)

apoyó las aspiraciones del primer

movimiento citado, ya que las

considera justas. La “Biga” for�

mó una junta y se opuso al Rey.

Éste, con su ejército, sitió en sep�

tiembre de 1462 a Barcelona y lo

levantó al mes siguiente. La gue�

rra duró nueve años y finalmente

la sitió otra vez, el 29 de noviem�

bre de 1471, y ésta capituló casi

un año después, el 16 de octubre

de 1472.

En Europa aparecen tiempos

nuevos, ya en la batalla de Cre�

cy en 1346 al principio de la

guerra de los Cien Años, los ar�

queros ingleses del rey Felipe

III con el arco galés vencieron

a la caballería francesa forma�

da por la nobleza y apoyada

por ballesteros. Aparece tam�

bién entonces la Artillería que

cambiará completamente los

sistemas de ataque y defensa.

Las bombardas que pronto se

convirtieron en tiro tenso, cule�

brinas y las de tiro de elevación,

morteros. Los adelantos fueron

rápidos y tuvieron importan�

cia en la fortificación. Por otra

parte se arma a la Infantería

con el arcabuz, arma portátil

que durante un siglo comparti�

rá las batallas con la pica y se

transformará en mosquete, más

ligero y manejable.

A finales del siglo XV se afirmaron

en Occidente las grandes monar�

quías nacionales después de un

período de luchas entre la reale�

za y la aristocracia. En España,

los Reyes Católicos terminaron la

Reconquista y desarrollaron una

política interior muy firme que re�

dujo el poder de la aristocracia y

de los municipios, implantando su

autoridad.

A principios del reinado de Car�

los I (1519–1556), el Principado

mantenía el orden constitucional

establecido por el rey Fernando

“El Católico” (1479–1516) y se

solicitó tener un virrey, en lugar

de un lugarteniente como hasta

entonces. Uno de ellos, Francis�

co de Borja, duque de Gandía

(1539–1543), se distinguió en su

lucha contra el bandidaje y la pi�

ratería y le correspondió nueva

guerra con Francia, en la que fue

nombrado Capitán General del

Ejército en Cataluña el duque de

Alba, el cual animó a las autori�

dades a mejorar y actualizar las

murallas. Francisco de Borja fue,

después, el tercer superior gene�

ral de la Compañía de Jesús.

Page 400: Libro ilustra cat02

400 La Artillería seguía mejorando,

aumentando su eficacia lo mismo

que todas las armas, lo que cam�

bió decididamente el valor de las

murallas que existían obligando a

adaptarlas a los nuevos sistemas

de ataque y defensa. Para la bar�

celonesa se proyectaron baluartes

(obra defensiva de carácter pen�

tagonal que en uno de sus lados

�la gola� se une a la muralla) que

permitían los asentamientos de

las piezas artilleras. Se derribaron

las torres de la parte norte y oes�

te y se quitaron las almenas. De

las torres quedaron las que iban

a ser dominadas por los proyec�

tados baluartes y las del lado de

Montjuïc.

En 1527 se puso la primera piedra

al baluarte del Mediodía, en 1536

al de Levante, en 1540 al de la

puerta del Ángel y en 1553 al de

Poniente o Atarazanas. En 1555

se abrió el portal de Mar, que co�

municaba con los terrenos que

iban dejando las corrientes y que

se poblaba con gente marinera y

pescadora. Dicha puerta estaba

en donde ahora se levanta la Es�

cuela Náutica. La ciudad quedaba

descubierta por la parte del mar y

el Emperador Carlos I empujó para

que se construyera un muro entre

el Convento de San Francisco y

Atarazanas, que se terminó en el

año 1562. Lentamente se siguió la

obra de los baluartes que se irían

aumentando años después.

Durante el reinado de Felipe IV

(1621 – 1665), los problemas de

la monarquía se complicaron. La

posesión de Flandes costaba mu�

chos esfuerzos. Francia realizaba

una política de expansión que�

riendo ocupar los territorios que

habían formado las Galias. Del

gobierno de las extensas posesio�

nes del reino se encargó al Conde

Duque de Olivares, Don Gaspar de

Guzmán, nombrado Valido apenas

llegado al trono el Rey.

Se terminó una tregua de doce

años y se continuó la guerra

que se extendía por las diversas

fronteras que nos unían a los terri�

torios franceses.

El Conde Duque quiso unificar

las leyes de los diferentes reinos

que formaban España y que crea�

ban una enorme dificultad para

gobernarla.

En 1618 había empezado la gue�

rra de los Treinta Años y desde

1635 Francia se había situado sin

disimulo en primer plano. El ata�

que a las plazas del Rosellón, la

presencia del ejército real en Ca�

taluña, el maltrato a la población

civil debido a la falta de pagas

hizo que diversos pueblos se

fueran sublevando. El 7 de Junio

de 1640, Corpus Christi, la tradi�

cional reunión de los segadores

se convirtió en un levantamiento

contra las autoridades y todo lo

que representaba el poder real.

Fue asesinado el Virrey, conde

de Santa Coloma, y se genera�

lizó la Guerra de Secesión que

iba a durar doce años. Pronto

se organizó un Ejército al man�

do del marqués de los Vélez que

entró en Cataluña ocupando

Tortosa, Tarragona y llegando

ante las murallas de Barcelona

en enero de 1641. Mientras, la

Diputación, que ya había pedido

ayuda a Francia y la había con�

seguido, mejoró sus defensas y

en especial fortaleció la batería

de Montjuïc creando obras y

rodeándola de un campo atrin�

cherado. Rocaberti, su mando,

se pasó al ejército real y ante

esto se reforzó la guarnición.

La llamada Batalla de Montjuïc se

planteaba con una columna que

subía desde el sur otra desde el

oeste y una reserva numerosa.

Otra fuerza estaba preparada para

asaltar la muralla por las puertas de

San Antonio y de las Atarazanas.

Empezado el ataque al castillo,

su defensa sorprende a los ata�

cantes y los rechaza. Las baterías

de las murallas han sido refor�

zadas y aumentan el desorden y

las fuerzas que debían asaltar las

puertas se encuentran entre dos

fuegos. La caballería que intenta

actuar acaba diezmada y el mar�

qués de los Vélez encarga a Juan

de Garay la retirada, que se reali�

za con un cierto orden. El ejército

Page 401: Libro ilustra cat02

401real se concentra en Tarragona y

la guerra entra en una fase de pe�

queñas acciones que se alargarán

durante los años cuarenta. El apo�

yo del ejército francés a Cataluña

se convierte en una carga para la

población, ya que se comportan

como si fuera un país conquista�

do. Francia, dividida por la guerra

de la Fronda, firma las Paz de

Münster en 1645 y la de de Wes�

tfalia en 1648 con las naciones

aliadas; la guerra queda limitada a

las fronteras con España. El can�

sancio de los catalanes hace que

vean su solución aceptando al rey

Felipe.

En Agosto de 1651 el marqués de

Mortara, al frente de 11.000 hom�

bres, puso sitio a la ciudad. Una

escuadra cerró toda posibilidad

de apoyo por mar y por tierra, una

fuerza se distribuyó entre Sans y

Las Corts y otra en el resto. Con

la caballería impide la llegada de

provisiones a la plaza que está

superpoblada, ya que se ha re�

fugiado en ella muchos de los

huidos de otros lugares.

José de Viure y Margarit, que di�

rige a los sitiados, consigue que

Francia envíe con su nuevo virrey,

el mariscal La Mothe, una fuerte

columna que pretenderá levan�

tar el sitio pero al no conseguirlo

penetra en la plaza, acentuando

el problema del hambre que su�

fren los sitiados. Poco después,

toma el mando de las fuerzas rea�

les el archiduque Juan José de

Austria y la Diputación Catalana,

que estaba en Manresa, busca su

contacto y espera su benignidad.

Toda Cataluña, menos Barcelona,

ya se había pasado al bando real.

El 10 de octubre de 1652, Barce�

lona capitula, escapa Margarit y

las fuerzas francesas parten ha�

cia el norte de los Pirineos que a

partir de la Paz de este nombre,

firmada en 1659, será la frontera

franco�española.

Las murallas y Montjuïc pasan a

depender del poder real y la ciu�

dad pierde el privilegio militar.

En cuanto a las murallas, ya en

1636 se había empezado la me�

jora del baluarte del Mediodía,

se hace el terraplén que desde

el portal de Santa Madrona (Ata�

razanas) llega hasta el Portal de

San Antonio. Entre 1672 y 1675 se

trabajó en los baluartes de Santa

Madrona y del Ángel y durante

la guerra contra los franceses,

en el año 1694, se terminó el de

San Francisco de Paula. De otra

parte, en la muralla de la Rambla,

en 1661, ya se permitió construir

ventanas y balcones.

Cuando empezó el reinado de

de Carlos II (1665–1700), Espa�

ña estaba en plena decadencia.

Francia era la primera potencia

europea, pero deseaba asegu�

rar sus fronteras y se produjeron

diversas guerras, en cada una

de las cuales conseguía algún

avance territorial. Por el tratado

de Aquisgrán (1668), y por el de

Nimega (1677), obtenía ciudades

en la frontera norte. Europa formó

contra ella la Liga de Augsburgo

pero otra vez la guerra fue favo�

rable a Francia (1688� 1697). En

agosto de 1697 Barcelona fue

ocupada por el ejército francés

mandado por el mariscal Vendô�

me, que juró su cargo como virrey

en la catedral. El 20 de septiem�

bre se firmó la paz de Ryswick y

el ejército francés abandonó la

ciudad. El asalto se hizo entre el

baluarte del Portal Nuevo y el de

Santa María y la media luna de

Santa Catalina.

En la defensa destacaron dos mil

alemanes, enviados por el em�

perador al mando de Jorge de

Darmstadt, primo de la reina de

España Mariana de Neoburgo, al

que una vez acabada la guerra se

le nombró virrey.

El sistema empleado para la

conquista de la ciudad fue el

preconizado por el ingeniero

francés Sebastián de Preste,

Señor de Vauban (1633–1707),

el cual modernizó la táctica de

ataque y defensa de las plazas

fuertes. Para conquistarlas se

debían establecer líneas de cir�

cunvalación y efectuar acciones

Page 402: Libro ilustra cat02

402 engañosas. Se elegía un sector

de ataque reducido, por ejemplo

dos baluartes y un revellín, y se

construían tres trincheras en zig�

zag en dirección a las tres obras,

que se unían entre sí por dos o

tres paralelas que servirían para

que las tropas esperaran para el

asalto y adelantar la artillería. So�

bre las trincheras se almacenaría

la tierra para formar parapeto y

poder dominar por el fuego el ca�

mino cubierto.

A la muerte de Carlos II le su�

cede Felipe V, que era nieto

de Luis XIV �el Rey Sol�. Llega

a reinar con apoyos y sin duda

con adversarios, puesto que en

Cataluña se odiaba a los fran�

ceses. Por otra parte, el Imperio

Austríaco veía el peligro de que

Francia y España desequilibraran

la política europea. Fuertes par�

tidos, seguidores de la dinastía

austríaca, apoyaron en España

y Portugal la candidatura del Ar�

chiduque Carlos, como querían

diversos países europeos. Felipe

V declaró la guerra a Portugal

(30/4/1704). La flota anglo�ho�

landesa atacó Cádiz y apareció

en aguas de Barcelona el 27 de

mayo de 1704. Iba en la expe�

dición Jorge de Darmstadt, que

se entrevistó con el virrey Velas�

Fig. 06_ Maqueta de la Ciudadela.

Page 403: Libro ilustra cat02

403co intimándole a la rendición. Al

no aceptar, se ordenó reembar�

car a los marineros que habían

situado en la orilla del Besós y

bombardearon la ciudad.

Jorge de Darmstadt convenció al

Archiduque Carlos que desem�

barcara en Cataluña, en la cual

ya se producían acciones a su

favor. Una flota, integrada por 58

navíos y 30 fragatas al mando del

almirante inglés Peterborough,

estuvo en la costa valenciana

animando la insurrección. El 22

de agosto llegó al litoral barcelo�

nés, desembarcando en la zona

del Besós y ocupando San An�

drés de Palomar.

Más tarde fueron rodeando la

ciudad por las estribaciones de

Collcerola y Sants. El Archidu�

que se alojó en el convento de

los Capuchinos de Sarriá. El

virrey Velasco no atacó, pero

organizó la defensa dentro de la

ciudad.

El 14 de septiembre de ese

mismo año (1704) los aliados

atacaron Montjuïc, apoyados por

migueletes llegados de Vic. En el

ataque murió Jorge de Darmstadt

y hubo muchas bajas. A partir del

día 15, se inició el bombardeo de

la ciudad desde los barcos y des�

pués del 17 desde Montjuïc, que

ya se había rendido. Hubo mu�

chas bajas en las murallas y en la

ciudad. El 9 de octubre el virrey

Velasco firmó la capitulación. Sa�

lieron formadas las tropas que se

consideraban felipistas. El 6 de

noviembre el Archiduque Carlos

entraba en Barcelona.

El bombardeo sobre la muralla se

efectuó en la zona del baluarte

de San Antonio hasta la puerta

de San Pablo y las baterías es�

taban situadas en la carretera de

la Cruz Cubierta y en la falda de

Montjuïc.

La guerra fue larga. La causa aus�

tracista no ganaba partidarios. El

día 3 de abril de 1705 el ejército de

Felipe V había rodeado Barcelona.

Atacaron Montjuïc, que no pu�

dieron conquistar. El 19 de mayo

empezaron el bombardeo, pero

ante la llegada de una flota alia�

da de 50 navíos abandonaron el

sitio y se retiraron. Más adelante,

el 25 de abril de 1707 se produ�

jo la batalla de Almansa en la que

las tropas aliadas fueron derrota�

das por las franco�españolas del

Rey Felipe. El 17 de abril de 1711

murió el Emperador y le sucedió

su hermano el Archiduque Carlos,

que se fue a Viena dejando a su

esposa Isabel de Brunswick como

Lugarteniente.

Todos los estados deseaban la

paz. El 11 de abril de 1713, en la

ciudad de Utrecht, se reconocía a

Felipe V rey de España.

El 9 de julio del mismo año, la

Diputación catalana declaró ser

fiel al Emperador y que con�

tinuaría la resistencia contra

Felipe V. El ejército felipista, que

fue ocupando todas las plazas

catalanas, llegaba el 25 de julio

de 1713 a Hospitalet al mando

del duque de Pópuli. Su prime�

ra acción fue envolver la ciudad

por la línea Sants, las Corts,

Sarriá, y extremo norte de Gra�

cia hasta la desembocadura del

Besós.

La junta que se formó para la

defensa nombró comandante

jefe de las fuerzas catalanas al

Tte. Mariscal Antonio Villarroel.

Los barceloneses habían esta�

blecido, además del castillo de

Montjuïc, una serie de defensas

adelantadas a la muralla, las

más importantes eran: conven�

to de Santa Madrona (junto al

Pueblo Español), Cruz Cubierta

(cerca de la plaza de España),

convento de Capuchinos (Dia�

gonal � Paseo de San Juan) ,

convento de Jesús (Paseo de

Gracia – Aragón), Cruz de San

Francisco (Arco de Triunfo) etc.

La primera acción fue conquis�

tar el convento de Capuchinos,

el 17 de mayo de 1714, y el 22

del mismo mes se inició un fuer�

te bombardeo masivo sobre la

ciudad que duró hasta el 6 de

julio.

Page 404: Libro ilustra cat02

404 El duque de Pópuli fue sustitui�

do, el mismo día 6 de julio, por el

duque de Berwick, el cual llegó

con refuerzos y además se mejo�

ró el bloqueo por mar. Se fueron

conquistando todas las defensas

exteriores y se construyeron las

trincheras de ataque en las di�

recciones del Portal Nou y Santa

Clara, de manera que la tercera

paralela se situó a veinticinco me�

tros de la muralla.

El día 11 de septiembre, a las cua�

tro y media de la madrugada, se

inicia el asalto y en una hora los

atacantes se habían apoderado de

los baluartes de Santa Clara, Puer�

ta Nueva y Levante, así como del

monasterio de Santa Clara. Se lu�

chaba en el baluarte de San Pedro.

Ante estos logros, el General

Villarroel era partidario de la ca�

pitulación. El Conseller de Cap,

Rafael de Casanova, salió con

la bandera de Santa Eulalia para

animar la defensa pero fue heri�

do en una pierna, también lo fue

Villarroel. La lucha era feroz, se

atacaba y se defendían pero no

había posibilidades de resistir y

se decidió capitular para evitar

el saqueo y el asesinato. A las

tres de la tarde se paró el fuego

y se firmó la capitulación dos

días después. Las fuerzas bar�

celonesas tuvieron el 60% de

bajas y sobre la ciudad cayeron

20.000 proyectiles.

La Ciudadela

Pronto se empezó la reconstruc�

ción de las murallas en el baluarte

de Tallers, Atarazanas, Santa

Mónica y además del Castillo de

Montjuïc.

En junio de 1715 el nuevo Capi�

tán General, Don Francisco Pío

de Saboya, Correteal y Montcada,

—marqués de Castel Rodrigo y

duque de Nocera— (1715�1719),

dio la orden de levantamiento de

la Ciudadela. El proyecto de la

obra era del General de Ingenie�

ros Jorge Próspero de Verboom,

oriundo de Flandes y de gran

prestigio en el ejército. Se esco�

gió para su construcción el lugar

en que la lucha había sido más

fuerte, la parte de los baluartes

de Santa Clara y de Levante. El

proyecto suponía ocupar un terre�

no que llegaba hasta la plaza del

Borne y desaparecían los conven�

tos de Santa Clara y San Agustín.

Afectaron a unas dos mil perso�

nas que se trasladaron al Raval y

a barracones en el arenal a la sali�

da de la puerta de mar.

Según se ve en la maqueta, la

ciudadela era de planta pentago�

nal y la puerta estaba orientada

hacia la ciudad. Constaba de cin�

co baluartes, el del Rey, el de la

Reina, el de Don Felipe, el de Don

Fernando y el del Príncipe. Tenía

los correspondientes revellines

y todas las obras que en aquella

época rodeaban a las fortalezas.

Se conservó la Torre de San Juan

del Convento de Santa Clara. El

total de casas afectadas era de

1.252, de las cuales 900 estaban

destruidas por el efecto de la gue�

rra. Formaban los barrios de la

Fusima y de la Ribera, en los que

además de edificios de buena

construcción había los sencillos

que ocupaban la gente de mar.

Se prometió que harían viviendas

nuevas.

El primero de marzo de 1716 se

puso la primera piedra en el ba�

luarte del Rey. La obra se fue

haciendo con rapidez y en mayo

del 1718 ya estaban acabados los

baluartes. La puerta principal es�

taba donde ahora se encuentra el

monumento al General Prim y la

de socorro entre los baluartes de

Don Felipe y Don Fernando. Las

obras finales tardaron más. La

residencia del Gobernador (hoy

Instituto Verdaguer) y el cuartel

de Caballería fueron los últimos.

En la actualidad se conserva la

iglesia, la citada residencia y el

arsenal (Parlamento). Tenía una

completa defensa de Artillería y

grandes almacenes.

A la vez y con motivo de la guerra

con Francia (1719) se constru�

yó rápidamente el Fuerte Pío, en

el camino que conducía al norte

(Portal Nuevo). Tenía forma rectan�

Page 405: Libro ilustra cat02

405

gular, 22 troneras en el parapeto y

bóvedas debajo el terraplén. No

tenía camino cubierto y era difícil

apoyarlo desde la plaza. El Fuer�

te Don Carlos, proyectado con la

Ciudadela, no se empezó hasta el

reinado del Carlos III. Defendía la

costa y el acceso por la playa. Su

nombre correspondía al entonces

Príncipe de Asturias. Aún en el

siglo XVIII se construyeron las ba�

terías: la de la Linterna (faro), la de

la Escollera y la de la Barceloneta.

Esta última situada en lo que es

ahora en aquel barrio la calle del

Baluarte.

Por el Decreto de Nueva Planta,

en 1716, Cataluña perdió todos

sus particulares sistemas de go�

bierno y se unificó con el resto de

España, gobernándose a partir de

entonces con las leyes de Castilla.

Sobrevivieron las Leyes de Dere�

cho Catalán y los Consulados

de Mar. La nueva autoridad pasa

a ser el Capitán General, que no

puede actuar en contra de la Real

Audiencia.

En 1743, el Capitán General era

Santiago�Miguel de Guzmán y

Spínola, marqués de la Mina,

que ocupó el cargo desde el año

1742 hasta el 1767, con una inte�

rrupción en el 1746. Desde 1759

reina Carlos III. Cuando lleva diez

años en el mando se decidió em�

Fig. 07_ Plano de Barcelona 1849.

Page 406: Libro ilustra cat02

406 prender la construcción del barrio

proyectado al hacer la Ciudade�

la, para alojar a los que tuvieron

que dejar sus casas. Se proyectó

en la zona del muelle primitivo,

fuera de murallas, junto a la sa�

lida del Portal de Mar, en donde

vivían en un barrio anárquico los

pescadores y marineros. El pro�

yecto primitivo ya se había hecho

en tiempo de Verboom, pero no

se realizó entonces. El nuevo lo

hizo el ingeniero militar Juan Mar�

tín Cermeño. Estudió hasta el tipo

de casas que fueron de una sola

planta, para no dificultar los tiros

de las baterías de la Ciudadela.

Empezado en 1753, derribando

todo el entramado de barracas

que existía, la construcción fue

muy rápida dirigida por el inge�

niero militar Francisco Paredes.

En 1760 ya estaba virtualmente

acabado. Al nuevo barrio se le lla�

mó la Barceloneta. Al marqués de

la Mina se le enterró en la iglesia

de Sant Miquel del Port, parroquia

del citado barrio.

También en estos años se pro�

yectaron mejoras en el Castillo de

Montjuïc. Pero fue en 1753 que,

dirigidas por el ya citado Juan

Martín Cermeño, se hicieron las

obras que en general vemos en la

actualidad. Dos recintos situados

a distinto nivel. Dos baluartes con

un hornabeque con su revellín for�

man el primer recinto, en el cual

en su centro se sitúa un patio con

edificios abovedados para aloja�

miento y almacenes, y el segundo

recinto tiene un hornabeque irre�

gular con dos medios baluartes.

Por el lado de mar tiene una gran

pendiente. En los otros lados se

complementa con glasis, fosos,

camino cubierto y las correspon�

dientes traveses.

Zona Polémica

En estos años Barcelona vive un

gran cambio, puesto que alcanza

180.000 habitantes y mantiene

industrias y vida comercial. Al no

poder construir fuera de mura�

llas por la zona llamada polémica

debe hacerlo en los pueblos de

alrededor: Sants, Gracia, San

Martín de Provensals, etc.

La citada “zona polémica” era la

que se marcaba alrededor de las

fortificaciones de cualquier tipo

para facilitar los tiros de sus ar�

mas y defenderse de las de los

enemigos. Debía estar despeja�

da. En el caso de las ciudades

amuralladas como Barcelona se

creaba un problema, ya que su

crecimiento estaba limitado por la

falta de espacio dentro del recinto

y por la imposibilidad de construir

fuera de él. Al aumentar el alcan�

ce de las armas aumentaba dicha

zona. En 1713 se prohibió la edifi�

cación de casas y de paredes de

albañilería a una distancia de 250

toesas (1 toesa = 1,949 m) que

correspondía a la que el sitiador,

según las tácticas de la época,

abría la primera paralela, lugar en

donde colocaba la artillería para

abrir brecha para el asalto. Se fue�

ron sucediendo las ordenanzas

para reducir los abusos que se

hacían y, finalmente, en 1768, se

fijaba la “zona polémica” en 1.500

varas (1.253,85 m) distancia a me�

dir desde el camino cubierto. Esto

fue muy importante para el futuro

de Barcelona, ya que al derribar

las murallas existía alrededor de

ellas una amplia zona vacía y por

tanto fácil de urbanizar.

A finales del siglo XVIII, la artillería

disponía de cañones que tenían

un alcance en parábola de 3.500

m, pero en la práctica se dispa�

raba a 600 y 800 m para tiros de

rebote y de 400 a 500 m para el

tiro tenso efectivo.

Durante su mando, el Capitán

General Francisco González de

Bassencourt, conde de Asalto y

marqués de Grigny (1777–1789),

vista la necesidad de poder

mover las piezas de artillería y

las reservas rápidamente para

llegar a las murallas, apoyó la

apertura de la calle Nueva y la

mejora de las calles Barbará y

Trenta Claus, haciendo nuevas

subidas a los terraplenes.

Durante años la citada calle

Nueva llevó su nombre.

Page 407: Libro ilustra cat02

407La revolución francesa de 1789,

motivó la llegada de muchos

refugiados que el Capitán Ge�

neral Francisco de Lacy, conde

de Lacy (1789–1792),distribuyó

en toda la región. El ánimo es�

pañol se rebeló contra las ideas

y los hechos revolucionarios. Al

declararse la guerra contra la

Convención que gobernaba en

Francia, Barcelona se distinguió

por el apoyo que prestó al ejér�

cito tanto en combatientes como

en esfuerzo económico. El Capi�

tán General Antonio Ricardos y

Carrillo de Albornoz (1793–1794),

dirigió la campaña hasta su falle�

cimiento y le sucedió el General

Luis Fermín de Carvajal Vargas

y Brum, conde de la Unión, que

murió en la batalla del Roure en

noviembre del 1794. Para sus�

tituirle se nombró al General

José de Urrutia. La guerra ter�

minó con la paz de Basilea. La

suspensión del comercio con

Francia durante la lucha favore�

ció las industrias barcelonesas.

Se construyó en el Raval y en los

pueblos de alrededor.

A final del siglo XVIII, el Capitán

General Agustín de Lancáster y

Araciel (1797–1799), barcelonés,

tuvo que afrontar el tiempo de

la guerra contra Inglaterra con

dificultades de navegación con

América y propuso un plan de

obras contra el paro obrero, en�

tre las que destacó el paso de la

Explanada entre la Ciudadela y la

ciudad.

Guerra de la Independencia

España firmó el tratado de Fontai�

nebleau (1807), El ejército francés

se desplegó en España para ocu�

par Portugal pero se adueñó,

prácticamente, de las plazas

fuertes de media Península, en�

tre ellas de Barcelona. Al estallar

la Guerra de la Independencia,

el 2 de mayo de 1808 en Madrid,

se unieron todas las provincias y

Barcelona estuvo ocupada por los

franceses hasta su evacuación en

la noche del 27 al 28 de mayo.

En noviembre de 1808, el General

Juan Vives sitió la ciudad apoya�

do por la escuadra inglesa que

bombardeó Montjuïc y la Ciuda�

dela. Se conquistaron los pueblos

de alrededor y se intentó el asal�

to, pero no tuvo éxito. La llegada

de una fuerte columna francesa

mandada por el General Saint

Cyr obligó a levantar el cerco.

La guerra fue muy dura. Barce�

lona estuvo siempre vigilada y

sometida y diversos actos contra

la guarnición fueron duramente

castigados.

Las murallas seguían modifi�

cándose de acuerdo con las

necesidades de cada momento.

Así la muralla de Mar, paseo pre�

ferido en 1627, se amplió en 1767,

construyendo almacenes debajo.

La parte ocupada por el convento

de San Francisco (donde hoy está

situado el Gobierno Militar), se en�

sanchó en 1823 y aún se modificó

en 1844.

En el año 1815 el Capitán General

Francisco Javier Castaños, duque

de Bailén (1815–1820), fundó el

Jardín del General �situado entre

el paseo de San Juan (calle Co�

mercio) y el de la explanada de la

Ciudadela.

La familia Renard y su relación con las murallas

Entre mediados del siglo XVIII y

parte del siglo XIX destaca, con

respecto a las obras en las mu�

rallas barcelonesas, la familia

Renard. El primero de ellos Fran�

cesc (1723 –1791), fue encargado

por el Ramo de Guerra de mu�

chas de las obras de reparación

y conservación. De sus hijos,

Josep Renard y Closes (1746–

1824), intervino como su padre

en dichos trabajos y completó la

ampliación de las Atarazanas. Su

hermano Francesc (1750–1822),

fue el Técnico del ayuntamiento.

La colaboración de los dos fue in�

teresante para Barcelona. El nieto

Francesc Renard y Arús continuó

la tradición y fue además un buen

escritor. En la Biblioteca de Ca�

Page 408: Libro ilustra cat02

408 taluña se conservan los legajos

Renard y uno de los paseos del

parque de la Ciudadela lleva el

nombre del primero de ellos.

Siglo XIX: sus problemas

Los años que siguen a la ocupa�

ción francesa son difíciles por las

luchas políticas entre absolutistas

y liberales. Pero el peor momen�

to fue cuando llegó la epidemia

de la fiebre amarilla, en la que

de una población que llegaba a

los cien mil habitantes fallecieron

8.840. Pero siguieron las obras en

una ciudad activa y se derribó lo

que quedaba de las murallas de

la Rambla y se abrió el trozo que

quedaba de la calle Fernando VII.

También entonces el Comandante

de Ingenieros Manuel Plana pro�

yectó una alameda que ampliara el

camino que conducía al Convento

de Jesús (Aragón – Paseo de Gra�

cia) y que seguía hasta el pueblo

de Gracia. Empezado en 1822,

se terminó en tiempo del Capi�

tán General Francisco Bernaldo

de Quirós y Lobera, marqués de

Campo Sagrado, en el año 1827.

El citado Capitán General mandó

la Región en los años 1814–1815

y 1826–1827.

La imposición de la Constitución

de carácter liberal el año 1820,

decidió al Congreso de Verona

(octubre–diciembre de 1822) re�

unida la Santa Alianza, terminar

con los gobiernos representativos

de cualquier estado de Europa y

se confiaba a Francia restablecer

la autoridad absoluta en España

y Portugal. Entró en España un

ejército formado por tropas fran�

cesas y los españoles emigrados

mandados por el Mariscal Mon�

cey. A pesar de la oposición del

Capitán General Espoz y Mina

(1823), los aliados llegaron el mes

de julio a sitiar Barcelona que re�

sistió al mando del Gobernador

Militar General Rotten hasta el 4

de noviembre. El nuevo Capitán

General fue Joaquín Ibáñez Cue�

vas y Balonga, barón de Eroles

(1823–1824), que intentó hacer

una política de concordia y paz.

En 1826 se produce un movimien�

to absolutista ( los Agraviados),

que fueron vencidos. El Rey

nombró como nuevo Capitán Ge�

neral a Charles d´Espagne y de

Cusserans, conde de España, el

cual entró en Barcelona el mis�

mo día que salían los franceses.

En los cinco años que mantuvo el

mando (1827–1832) dejó un mal

recuerdo.

A la muerte del Rey Fernando VII

(1833), su viuda María Cristina de

Nápoles ejerció la Regencia en

nombre de su hija Isabel. Pronto

empezó la guerra entre liberales

y carlistas que ocasionó graves

problemas en toda España. Ter�

minó el 31 de agosto de 1839

con el abrazo de Vergara entre

el General Espartero, liberal, y el

General Maroto, carlista. Pero en

Cataluña continuó hasta el 4 de

julio de 1840. Durante ella hubo

una serie de actos violentos en

diversas ciudades. En Barcelona,

el 25 de julio de 1835, después

de una corrida de toros en la pla�

za de la Barceloneta estalló un

motín, que supuso asesinatos de

carlistas, quema de iglesias y mo�

nasterios, asalto a la Ciudadela y

quema de algunas fábricas. Tuvo

que actuar el ejército para resta�

blecer el orden.

Esta guerra tuvo mucha importan�

cia en el desarrollo de la vida y la

economía de la ciudad. Cataluña

se dividió en dos bandos irrecon�

ciliables. Una vez terminada, se

crearon dificultades al continuar

la lucha política entre liberales y

moderados, a la que se añadían

los progresistas, los republica�

nos federales y los unitarios, etc.

Acabaron dandole regencia al

general Espartero, que era libe�

ral, y pronto tuvo enemigos en

la sociedad civil y en el ejército.

Se trataba de defender las leyes

proteccionistas de la industria y

el comercio de las que era ene�

migo su partido. Durante estos

disturbios se decidió derruir los

muros de la Ciudadela que mira�

ban a la ciudad y así se hizo en

el mes de octubre del año 1841.

Page 409: Libro ilustra cat02

409Más adelante, en el mes de no�

viembre del año siguiente �1842�,

el descontento siguió y cuando el

General Van Halen intenta redu�

cir el movimiento se encuentra

que el pueblo y los milicianos

han ocupado la Ciudadela y las

demás defensas de la plaza y

sólo queda en manos del ejército

el Castillo de Montjuïc, desde el

cual Espartero ordena bombar�

dearla. Se dispararon más de mil

proyectiles y cuatrocientos edi�

ficios quedaron dañados. Al día

siguiente la ciudad se rendía.

Al principio de 1843, moderados y

progresistas se unieron para pro�

vocar la caída de Espartero. En

mayo del citado año se subleva�

ron en Reus el Coronel Prim y el

Capitán Milans de Bosch.

Se formó una Junta Suprema que

pidió la mayoría de edad de Isa�

bel II y la Constitución de 1837.

La sublevación tuvo éxito y Es�

partero abandonó el gobierno y

España. La Junta que se formó

nombró al Brigadier Juan Prim y

Prats, Gobernador Civil de Bar�

celona. Se formó un gobierno en

Madrid que las juntas provinciales

no aceptaron, ya que querían que

continuara la Junta Central. Se su�

blevaron los batallones de Milicias

y se hicieron dueños de la ciudad.

El General Prim situó su puesto

de mando en Gracia el día 2 de

septiembre de 1843 y estableció

sistemas de vigilancia alrededor

de la ciudad. A partir de enton�

ces la Junta, que contaba con

movimientos parecidos en otros

pueblos, empezó a dictar órdenes

disparatadas. Muchos de los ha�

bitantes pudieron huir, sus casas

fueron asaltadas y se cometieron

toda clase de desmanes. Inten�

taron ocupar la Ciudadela pero

fracasaron.

Para dominar el movimiento se

ordenó disparar desde todos los

asentamientos disponibles y se

empezó un bombardeo desde: la

Ciudadela, Montjuïc, Don Carlos,

Fuerte Pío, la Barceloneta, la Lin�

terna Vieja, Buenavista y el Llano

de Barcelona.

Fig. 08_ Puerta de Atarazanas o de

Santa Madrona.

Page 410: Libro ilustra cat02

410 El número de proyectiles dispara�

dos fue:

Montjuïc 3.759

Ciudadela 3.853

Fuerte Pío 2.943

Don Carlos 1.356

De las otras baterías no hay dato.

Hubo 335 muertos y 354 heridos

en los hospitales y quedaron muy

deterioradas muchas partes de la

muralla y muchos edificios.

El 20 de noviembre de 1843 se

rindieron, después de ochenta y

cuatro días de desorden. Firmó la

capitulación el General Laureano

Sanz y Alfeiránan, como Jefe del

Ejército de Operaciones. A este

movimiento se le llamó “la Jaman�

cia”, de jamar (comer, empleado

lenguaje gitano) y que se tradujo

como lo muertos de hambre que

eran los revolucionarios.

El Final de las Murallas

Después de los movimientos re�

volucionarios de 1835, 1841, 1842

y 1843, la tranquilidad no llegaba.

Se sufría la segunda Guerra Car�

lista (1846–1849), y continuaba la

agitación obrera.

Las murallas se repararon en

parte y en el año 1847 se abrió

una puerta al final de la Rambla,

junto a las torres de Canaletas,

que se llamó de Isabel II. Ha�

bía desaparecido el edificio de

los Estudios (que dio nombre a

esta parte del paseo). En 1849

en la zona de la playa también

se abrió una puerta que se lla�

mó de la Paz, por la alcanzada

entonces en la ya citada Guerra

Carlista.

Dentro de la muralla se habían

ocupado todas las zonas libres.

A los edificios se les había aña�

dido plantas y el conjunto era

insalubre. La falta de espacio

hizo que al otro lado de la Zona

Polémica crecieran los pueblos

cercanos en donde se instalaban

las fábricas y talleres además

de viviendas. Eran éstos: Sants,

Hostafrancs, las Corts, Sarriá,

San Gervasio, Gracia, Guinar�

dó, Horta, San Martín, Clot, La

Sagrera, San Andrés, Pueblo

Nuevo, etc. La ciudad perdía

habitantes que se trasladaban a

estos nuevos barrios y munici�

pios. De los 169.000 que había

en el año 1848 se pasó a 160.000

en el año 1854.

En 1841, el periodista Monlau

escribió un artículo que tuvo re�

sonancia: ¡Abajo las Murallas!,

que se hacía eco del malestar

en una ciudad, Plaza Fuerte, que

estaba sujeta constantemen�

te al estado de guerra, ya que

entonces lo estuvo ocho años

seguidos.

En 1854 se declaró la epidemia

del cólera, huyó de la ciudad

mucha gente pero llegaron más,

buscando solución al hambre y a

la miseria. La citada epidemia dejó

alrededor de cinco mil muertos.

En Vicálvaro, pueblo cercano a

Madrid donde existía un regimien�

to de la Guardia Real, se reunieron

todos los regimientos de Ca�

ballería de la guarnición cuyo

Director era el General Domingo

Dulce y junto al General Leopoldo

O´Donell, se sublevaron y se diri�

gieron hacía Alcalá de Henares,

pero una fuerza leal al gobierno

los derrotó. Sin embargo, la citada

sublevación tuvo eco en muchas

ciudades y el gobierno dimitió y

se llamó al General Espartero para

presidir el nuevo.

Domingo Dulce, que en 1860

le concederían el título de mar�

qués de Castellflorite, fue el

nuevo Capitán General y a él le

correspondió pacificar la región y

transmitir, el 12 de agosto de ese

año, la autorización del gobierno

para el derribo de las murallas.

Siete mil obreros, entre los des�

ocupados de la ciudad y muchos

que llegaron para la obra, tra�

bajaron en ella. Se pagaron sus

jornales con la venta de los te�

rrenos que ocupaban y de los

materiales de derribo. Barcelona

dejaba de ser Plaza Fuerte. Apo�

yó decididamente esta decisión el

Page 411: Libro ilustra cat02

411ministro Pascual Madoz, que ha�

bía sido un buen gobernador civil

de la provincia.

En 1856, el gobierno pasó al Par�

tido Moderado y su Presidente

fue el General Leopoldo O´Donell,

conde de Lucena y más tarde

duque de Tetuán. Con fecha 7

de junio de 1859, se aprobó el

proyecto del ingeniero Ildefonso

Cerdá del Ensanche de Barcelona.

Pasaron los años y, cuando se

abrió la Vía Layetana, fueron apa�

reciendo torres y cortinas de la

vieja muralla romana y aún hoy

se van añadiendo metros que for�

man paredes en casas del viejo

barrio barcelonés. En el Paralelo,

sigue como testigo de la historia

la puerta de Santa Madrona o de

Atarazanas con su foso, que se

restauró el año 1955. Junto a la

calle Marina existe un barrio que

se denomina Fort Pienc, en re�

cuerdo del Fuerte Pío.

El Castillo de Montjuïc, perfecta�

mente conservado, complemento

importante de las obras de defen�

sa, cedió su Zona Polémica para

la Exposición Universal de 1929.

FONDOS DOCUMENTALES DE LOS QUE SE HA HECHO USO EN

ESTE ARTICULO:

� Legajos de la Familia Renart. Depositados en la Biblioteca de

Cataluña.

� Acontecimientos Políticos e históricos de Barcelona desde el 2 de

Septiembre de 1843 hasta la entrada de las tropas Nacionales. Varios

Autores. Barcelona 1843.

� Las Murallas Romanas de la Ciudad. Ayuntamiento de Barcelona.

1958.

� Historia de Barcelona. Enciclopedia Catalana La ciudad a través del

Tiempo.

Fig. 09_ Murallas romanas.

Page 412: Libro ilustra cat02

412 LAS ATARAZANAS, EL URBANISMO Y EL PATRIMONIO CULTURAL

Page 413: Libro ilustra cat02

413

Francisco Segovia La deconstrucción de las Atarazanas.

De todos es conocido el diseño

actual de la plaza del Portal de

la Pau así como el trazado de los

tramos finales de la Rambla y el

Paral.lel y el espacio urbano exis-

tente entre ellos con el conjunto

monumental de las Drassanes,

pero si vamos efectuando unos

saltos atrás en el tiempo nos en-

contraremos con unas imágenes

diferentes en diversa medida.

En el pasado siglo, en dos mo-

mentos, la fisonomía de la plaza

se va acercando a la actual. En el

año 1935 es derruido un cuartel, el

cuartel de Atarazanas, que ocupa-

ba el solar de la actual Delegación

de Defensa y se prolongaba hacia

el mar hasta enrasar con la calle

Anselm Clavé y hacia las Drassa-

nes ocupando la calle que hoy las

separa de la Delegación. A partir

de 1929, a impulso de la Junta

Mixta de Acuartelamientos, se

levanta el edificio del Gobierno

Militar, sede de la actual Subins-

pección General Pirenaica; se

erige en el espacio que ocupaba

un conjunto de edificios de poca

altura y almacenes que consti-

tuían el Parque de Ingenieros y

albergaban el anterior Gobierno

Militar.

En el año 1871, se decide una

cesión de terrenos para la remo-

delación del frente marítimo de

la ciudad. Esta cesión permitirá,

por un lado, la creación de la pla-

za y su entronque con la Rambla

gracias a la demolición de una for-

tificación, el medio baluarte de las

Atarazanas o de San Francisco,

que cerraba la parte inferior de la

misma y enlazaba con la Muralla

de Mar y, por otro, la terminación

del Paral.lel y la disponibilidad de

parte del terreno necesario para

la que posteriormente será plaza

de las Drassanes con el derribo

de otra fortificación, el Baluarte

del Rey, edificado por Calvi en

Fig. 01_ Plaza del Portal de la Pau.

Vista general, año 1925.

Page 414: Libro ilustra cat02

414 el siglo XVI. El tramo de muralla

existente entre ambas fortificacio-

nes también desaparece así como

las instalaciones que había entre

ella y las Atarazanas permitien-

do la urbanización de este tramo

del frente marítimo, que hoy es

la calle Josep Carner. Es el final

del denominado Fuerte de las

Atarazanas, que adquiere esta ca-

tegoría a partir de 1776, fecha en

que se termina el medio baluarte

citado y otro, que todavía se con-

serva, el de Santa Madrona.

El Fuerte alcanza su momento de

máximo esplendor a lo largo del

último cuarto del siglo XVIII, sus

instalaciones albergan la Real

Fundición de Bronces y el Taller

de Barrenado de Cañones, crea-

dos una década antes, el Parque y

Maestranza de Artillería, cuarteles

y diversos organismos militares.

La construcción de la Fundición

modificó el aspecto de este rincón

de la ciudad, que cambió en par-

te su imagen marítima por una de

zona industrial con sus hornos y la

circulación de las materias primas

necesarias para su funcionamiento.

El cuartel hizo aumentar la pobla-

ción de la zona y la proliferación de

establecimientos comerciales y de

ocio. Por otro lado las fortificacio-

nes cerraron el conjunto.

Este proceso constructivo y la

posterior deconstrucción, posi-

blemente salvaron las antiguas

Atarazanas de Barcelona de su

desaparición, como ha sucedi-

do en otras ciudades. Al cesar

la necesidad de las galeras que

fabricaban, las mantuvieron ce-

rradas en un recinto militar con

otros usos ajenos a los navales y

las devolvieron a la ciudad en una

época en la que la sensibilidad ha-

cia la conservación del Patrimonio

ha permitido que no se perdiera

este magnífico monumento.

De este proceso de crecimiento

de las Atarazanas fueron prota-

gonistas los ingenieros militares

que como Cuerpo tomaron carta

de naturaleza a principio del siglo

XVIII y no solamente crearon los

elementos constructivos de ca-

rácter estrictamente militar sino

otros, que indudablemente estan-

do unidos a los ejércitos, tenían

unas finalidades industriales o de

alojamiento de oficiales, los pabe-

llones, o de tropa, los cuarteles.

Las Atarazanas, la política naval y la construcción de galeras.

Las Atarazanas fueron creadas y

ampliadas para la fabricación de

galeras, embarcación que cons-

tituía el núcleo principal de las

escuadras de guerra en el Medite-

rráneo, mar en el que ejercieron su

dominio hasta que fueron despla-

zadas por buques potentemente

artillados.

Los monarcas españoles se ase-

soraban, desde 1522, en los

temas militares por el Consejo

de Guerra. Debido a la crecien-

te importancia del dominio de

los mares, Felipe II lo estructuró

internamente en dos, para inde-

pendizar los asuntos terrestres de

los navales, e incluso para tratar

los asuntos relativos a las escua-

dras oceánicas de galeones hizo

depender estas de la Junta de Ar-

madas y las de galeras de la Junta

de Galeras.

Debido al importante papel de las

escuadras de España en la lucha

contra el Islam, el Papado había

creado un sistema muy peculiar

para contribuir al sostenimien-

to de las escuadras españolas

de galeras, era el llamado de las

“Tres Gracias: la Cruzada, el Sub-

sidio y el Excusado”. La Cruzada

fue creada, por medio de una

bula, para conmemorar la toma

de Granada por los Reyes Cató-

licos en 1492, mediante ella los

fieles redimían los pecados y se

les permitía comer carne en Cua-

resma. El Subsidio, desde 1560,

era un impuesto directo para el

clero, con motivo de la creación

de las escuadras para dar la bata-

lla al poder otomano. También fue

un impuesto para el clero el Excu-

sado que, aunque se creó en 1567

Page 415: Libro ilustra cat02

415

durante el reinado de Felipe II para

atender los gastos ocasionados

por las campañas en Flandes, se

aplicó a la atención de las galeras

a principios del siglo siguiente. El

total recaudado anualmente, fue

variable y en descenso, no llegan-

do a cubrir todas las necesidades.

Los datos relativos a 1620, año de

bonanza recaudatoria, fueron de

1.600.000 ducados1.

Las escuadras de galeras con las

que operaba la monarquía espa-

ñola en el siglo XVII eran las de

España, Nápoles y Sicilia además

de la de Génova puesta al servi-

cio de la corona por Andrea Doria

a partir de 1528. Los principales

astilleros, a principio del siglo

eran los de Nápoles, Barcelona y

Mesina.

Las Atarazanas de Barcelona

podían fabricar ocho naves al

año pero esta cantidad no se

llegó a alcanzar debido a los en-

frentamientos políticos, falta de

financiación y escasez de mano

de obra cualificada2, en realidad

entre el 1607 y 1617 sólo se fa-

bricaron catorce3, ritmo que no

aumentó posteriormente ya que

diez años después el Superinten-

1 AGS. JG. Leg. 1305. 03.07.1620.2 AGS. GA.CG. Leg. 3146. 30.01.1609.3 AGS. GA. carta de Carlos de Alzatte a Felipe III. 09.09.1617.

Fig. 02_ Plano de las Atarazanas

trazado con motivo de la cesión

de terrenos para la remodelación

del frente marítimo. 1871.

CHCM Cartoteca.

Page 416: Libro ilustra cat02

416

Fig. 3_ Plano del Arsenal de las

Atarazanas. Koblinau. W. A. 1709.

CDM. de les Drassanes, 717 P.

Page 417: Libro ilustra cat02

417dente de las Atarazanas informaba

que su capacidad era de una al

año4. La Guerra dels Segadors

y la posterior conflictividad en la

zona boscosa pirenaica catala-

na paralizaron el astillero que no

volvió a botar galeras hasta 1665,

año en el que se puso la quilla a

tres5. En las últimas décadas del

siglo la galera perdió su importan-

cia y sus cometidos se redujeron

a la protección de costas, lucha

contra la piratería y trasporte.

La finalización de la Guerra de

Sucesión paralizó de nuevo el as-

tillero barcelonés hasta los años

veinte en que volvió a entrar en

actividad, pero duró poco esta

situación ya que por Real Decre-

to fue suprimido con fecha 1 de

enero de 1746. De todos modos

durante estos años se benefició

de la política naval de los dos

grandes impulsores del renacer

de la Armada: José Patiño y Ro-

sales y Zenón de Somodevilla

y Bengoechea, marqués de la

Ensenada.

Las Atarazanas y el proyecto de Verboom.

El estado en que se encontraban

las instalaciones militares de las

Atarazanas a principios del siglo

XVIII, nos lo muestra un plano de

Koblinau, fechado en 1709. Nos

trasmite la imagen de un conjunto

cerrado formado por un astillero

y un cuartel con fortificaciones

importantes cara al mar, situado

en el espacio existente entre las

antiguas murallas de la Rambla y

el Raval.

Su frente marítimo, hacia levante,

comienza con la plataforma de la

Torre de las Pulgas, fortificación

que le sirve de engarce con la Mu-

ralla de Mar, y se extiende hasta

el Baluarte de Calvi, denominado

también de Poniente o del Rey,

en el que se observan claramen-

te las dos construcciones que lo

coronan. Entre estas dos obras

se extiende un lienzo de muralla

dividido en varios tramos para

permitir la entrada y salida de ga-

leras. Desde el baluarte el recinto

aprovecha la muralla del Raval,

con sus dos primeras torres, has-

ta el Portal de Santa Madrona

que da acceso directamente a la

ciudad por el camino del mismo

nombre. Este camino bordea,

por su parte posterior, las naves

del astillero y una de las alas del

cuartel del que la otra sigue el

trazado final de la Rambla hasta

cerrar el recinto en la plataforma.

La entrada principal terrestre se

sitúa frente al último portal de la

muralla de la Rambla, el de San

Francisco, que daba paso a la

actual calle Anselm Clavé, permi-

tiendo una circulación directa con

los barrios marineros. Otras entra-

das se localizan en la inmediación

del Portal de Santa Madrona y en

la unión del cuartel con el astillero.

Del arsenal están claramente di-

ferenciados los dos cuerpos de

naves, el medieval con ocho y el

moderno, denominado de la Ge-

neralitat, con tres, los dos con

salidas independientes al mar. La

configuración interior de la parte

final del primero no permite ver la

actual sala Marqués de Comillas.

El edificio Pere IV, está delimitado

así como el patio, entre los dos

conjuntos de naves.

Del cuartel trataremos posterior-

mente al plantearse el tema de su

sustitución. La existencia de una

unidad de caballería nos la indi-

can los diversos abrevaderos en

el patio para el ganado.

Cinco años después del trazado

del plano anterior finaliza la resis-

tencia de Barcelona en la guerra

de Sucesión y la ciudad es ocu-

pada por las tropas de Felipe

V. Jorge Próspero de Verboom,

primer Ingeniero General del

recientemente creado Cuerpo, di-

seña la Ciudadela y tras comenzar

4 AGS. GA. Leg. 959. Carta de Bernardino de Marimón, Superintendente de las Atarazanas a Felipe IV. 12.04.1625.5 AGS. GA. Leg. 3352. Informe a Juan Arespacochaga. 10.10.1665.

Page 418: Libro ilustra cat02

418

su construcción considera conve-

niente la creación de otra, en el

extremo de poniente de la ciu-

dad, aprovechando la existencia

del complejo de las Atarazanas.

Aunque esta nueva ciudadela no

se llegó a construir constituye el

primer proyecto de los ingenieros

militares en relación al astillero y

en parte de las obras del mismo

hay una gran visión de futuro en

relación con la necesidad de, si

no una ciudadela, un gran fuerte

en esta zona de la ciudad.

El plano de Verboom nos traza

una ciudadela que no desperdi-

cia ninguna de las instalaciones

existentes pero que necesita el

doble de superficie. En el fren-

te del mar conserva todas las

fortificaciones y transforma la

plataforma de la Torre de las

Pulgas en un medio baluarte.

Por la Rambla amplía el terre-

no disponible, incluyendo en el

recinto el ancho de la misma,

utilizando su muralla como pro-

pia hasta la altura de la calle

del Arc del Teatre, donde dise-

Page 419: Libro ilustra cat02

419ña otro medio baluarte. Por el

lado opuesto engloba el Portal

de Santa Madrona y la mura-

lla hasta la citada calle, donde

planifica la construcción de otro

medio baluarte. Estas dos obras

enlazan con un baluarte potente

a la altura del cruce de la calle

con la avenida de las Drassanes.

Dentro del recinto quedaban

todas las instalaciones ante-

riores y el convento de Santa

Mónica. Preveía la construcción

de diversas instalaciones: cuar-

teles para tropa, polvorines y

almacenes. El conjunto debía

de disponer de un espacio des-

pejado alrededor por lo que se

señalan las casas que debían

derribarse en el interior del re-

cinto amurallado de la Rambla y

en los huertos del Raval.

Artillería y galeras, una dificil convivencia.

Finalizada la guerra de Suce-

sión las Atarazanas se habían

convertido en un gran almacén,

parque en el lenguaje militar,

de material de artillería y puen-

tes así como de todo tipo de

pertrechos. Por otro lado la

nueva política de construccio-

nes navales y las ambiciones

de dominio del Mediterráneo

contemplaban la activación

de la fábrica de galeras de las

Atarazanas. La convivencia de

ambas actividades, artilleras y

navales, se presentaba difícil,

por la falta de espacio, a pe-

sar de que, una vez finalizada

la Ciudadela, el tren de sitio se

trasladó al magnífico arsenal

de que esta disponía, perma-

neciendo en el astillero el tren

de campaña.

En el año 1723 la nueva políti-

ca naval asignaba al astillero la

construcción de cuatro galeras6

de las cuales dos eran de gran

porte ya que tenían la categoría

de capitana y patrona. Ob-

servando el plano de la fig. 3,

podemos ver que de las naves

medievales no hay huellas de

salida o entrada de naves mien-

tras que de las modernas sí, lo

que es debido a que el tipo de

galeras de esta época no tenían

cabida en los estrechos arcos

de las primeras y sí en los de las

segundas. Se enfrentan dos opi-

niones encontradas, una de que

las Atarazanas se dediquen a

astillero y otra de que se reparta

su espacio para la construcción

de galeras y para almacenes de

artillería y pertrechos de guerra.

A este respecto Alejandro de

Rez, Ingeniero Director, elabo-

6 AGM. GM. Leg. 257. Carta de Joseph Pedrajas, Intendente General del Prin-

cipado al marqués de Castelar. 20.02.1723.

Fig. 4_ Plano de las fortificaciones

nuevas a construir en las Atara-

zanas. Jorge Próspero de Verboom.

1715. IHCM. Cartoteca B-05-18.

Page 420: Libro ilustra cat02

420 ra un informe7 dirigido a José

Carrillo de Albornoz y Montiel,

conde de Montemar, que ejercía

interinamente el cargo de Capitán

General, en el que aboga por la

coexistencia de funciones y apun-

ta las obras a realizar y el reparto

de espacios.

El propio de Rez firma el pro-

yecto del reparto de espacios y

obras previstas que se plasma

en un plano fechado en febrero

de 1725. La solución que aporta

no contempla la utilización de los

arcos modernos sino la modifica-

ción de la estructura de dos naves

medievales demoliendo los pila-

res que las unían y las dos hileras

de arcadas, sustituyéndolas por

una de mayor altura y solidez de

los pilares. En el mismo plano, se

refleja la necesidad de disponer

de mayor superficie al proyectar,

aprovechando la mayor altura de

los arcos de las naves modernas,

construir un segundo piso, para lo

cual intercala entre cada hilera de

pilares otra para apoyar el tablero

del mismo, y las correspondientes

escaleras de acceso.

La polémica entre los partidarios

de las opciones citadas y pos-

teriormente sobre el reparto del

espacio no acabó hasta que se

tomaron las decisiones de aban-

donar la idea de traslado de más

materiales artilleros a la Ciuda-

dela, de construir la nueva nave

proyectada por de Rez, trasla-

dar fuera de las Atarazanas el

Almacén de Vestuario y ser más

generosos de lo previsto en la

asignación de espacios para usos

artilleros. El conflicto resurge por

las interferencias que ocasiona la

circulación entre los espacios, que

pone en evidencia en el año 1739

el Superintendente de la Fábrica

de Galeras8, que se cierra defini-

tivamente con el aislamiento de

esta del resto de las instalaciones.

Las obras y distribución de es-

pacios están reflejadas en un

plano, sin fecha ni firma, que

estimamos es del citado 1739

o fechas inmediatas. En cuanto

a las obras se ha construido la

nave nueva, se han cerrado los

accesos al mar excepto el de

la citada nave, no se ha reali-

zado la obra del segundo piso,

se ha modificado el interior del

conjunto con tabiques y se han

practicado nuevos accesos. Los

espacios asignados a la Artillería

están definidos por números y

los de la Fábrica de Galeras con

letras. El Almacén de Vestuario

que ocupaba más de la mitad,

concretamente la parte inmedia-

ta al acceso, de la actual Sala

Marqués de Comillas se trasladó

a unos almacenes de la Aduana9

asignándose esta dependen-

cia para almacenar materiales

de artillería. El último espacio

cedido a los artilleros fue, posi-

blemente para compensar la no

construcción del segundo piso,

la mitad posterior del arco que

limita con el edificio Pere IV10,

edificio que estaba dedicado a

Sala de Armas11.

A partir del cierre del astillero por

el Real Decreto citado de 1745,

todas las dependencias pasaron

a ser utilizadas por el ejército;

existen planos que se citan y des-

criben en la obra aludida en la

nota 11.

7 Ibíd. Carta a la que se adjunta informe de Alejandro de Rez al Capitán General José Carrillo de Albornoz. 04.04.1724.8 AGS. SM. Leg. 309. Carta del conde de Revilla, Superintendente del astillero al Intendente de Marina, marqués de la

Ensenada. 20.09.1739. 9 AGS. GM. Leg. 257. Carta del Capitán General Guillaume de Melun, marqués de Risbourg al marqués de Castelar.

03.11.1725.10 Ibídem. Carta de Antonio de Marimón, Superintendente de las Atarazanas al Capitán General marqués de Risbourg.

03.10.172511 Para una descripción más amplia ver Las Reials Drassanes de Barcelona entre 1700 y 1936. (Pag,s 50 a 56). F. Segovia.

Colección Estudis nº 13. Museu Maritim de Barcelona.

Page 421: Libro ilustra cat02

421

Fig. 5_ Planta de las Atarazanas

con el trazado de la nueva nave.

Alexandre de Rez. 1725. AGS. MP y

D. X-121.

Fig. 6_ Plano que señala la distri-

bución de las Atarazanas entre la

Fábrica de Galeras y la Artillería.

AGS. MP y D. XXV- 40.

Page 422: Libro ilustra cat02

422

Los alojamientos de tropa de las Atarazanas en el siglo XVIII.

Antes del siglo XVIII sólo dis-

ponían de alojamientos fijos

ciertas unidades militares y

las que guarnecían fortalezas

o plazas fuertes. En las Atara-

zanas del inicio de este siglo

existían alojamientos para tro-

pa en el denominado Cuartel

Viejo y en el Baluarte del Rey.

En el plano de la fig. 3 distin-

guimos claramente estas dos

construcciones.

Si comparamos la fig. 7 con la ci-

tada fig. 3 observamos que sobre

la plataforma de la Torre de las

Pulgas aparece una construcción

de nueva planta que se denomi-

na como Cuartel de la Torre de

las Pulgas. Fue la primera obra

de importancia de los ingenieros

militares en el recinto construida

a instancias del conde de Monte-

mar, tal como se recoge en una

carta12 fechada en 1720 relati-

va a obras en el vecino Cuartel

Viejo que alude a la terminación

del mismo en dichas fechas.

Era una construcción sencilla,

12 AGS. GM. Leg. 3305. Carta de Rodrigo Caballero, Intendente General, a Miguel Durán. 02.05.1720.

Page 423: Libro ilustra cat02

423

de planta rectangular que unía

la plataforma con el cuerpo de

guardia, cerrando el final de la

Rambla. Contaba con planta y

primer piso sustentado por dos

órdenes de seis pilares. Al piso

se accedía por dos escaleras ge-

melas situadas a la altura de los

primeros pilares. En la fachada

que miraba al mar estaba situada

la puerta y dos ventanas y en la

opuesta otras tres.

En el citado informe de 1720 ya

se destacaba el mal estado de

los cuarteles, situación que se

reitera en otro13 de Miguel Ma-

rín del año 1739 en el que se

denuncian los problemas de la

parte del Cuartel Viejo, que de-

nomina “Cuartel Baixo”, limítrofe

con la Rambla a causa de que al

no tener los cimientos suficien-

temente profundos corría peligro

de desplomarse. Su propuesta

consistía en derribar dicho tra-

mo de cuartel y sustituirlo por

otro, además proponía la cons-

trucción de otro para caballería,

de nueva planta, a elevar en

los huertos existentes entre el

convento de Santa Mónica y la

muralla, al otro lado del camino

del Portal de Santa Madrona.

Ninguna de las dos obras pro-

puestas por Marín se realizaron

pero los planos de las figuras 3 y

7, así como el de la 8, del mismo

proyecto que el anterior, firmados

por Miguel Marín el año 1739, nos

permiten poder describir el Cuar-

tel Viejo y el que se proyectó para

reemplazarlo.

El Cuartel Viejo se edificó en la

última década del siglo XVII si-

guiendo el modelo Vauban,

imperante en la época, consis-

tente en edificios alargados de

dos crujías, sencillos, con poca

ventilación y de escasa altura. Al

13 AGS. GM. Leg. 3652. Informe emitido por Miguel Marín. 31.03.1739.

Fig. 7_ Proyecto de reedificación

del Cuartel Viejo. Miguel Marín.

1739. AGS. MP y D. VIII-157

Fig. 8_ Elevación y perfiles del

Cuartel Viejo y el proyecto de su

reedificación, en el tramo que daba

frente a la Rambla. Miguel Marín.

1739. AGS. MP y D. XX-33.

Page 424: Libro ilustra cat02

424 diseñarse se le dio en el cuerpo

limítrofe con la Rambla la misma

forma que esta, y por lo tanto

paralelo a los lienzos finales de

la muralla, y en el resto se le ali-

neó con el camino de la Puerta de

Santa Madrona de modo que se

cerraba de esta manera el recinto

de las Atarazanas dejando entre

las naves y el cuartel un amplio

patio.

La parte del edificio paralelo a la

Rambla tenía dos plantas, en la

inferior se alojaba un batallón de

infantería en escasas condiciones

higiénicas por la poca ventilación

que proporcionaban sus escasas

ventanas y en la superior los ofi-

ciales del mismo, por lo que en

algunos documentos se le desig-

na como “de los Pabellones”. La

parte del camino y la esquina del

edificio eran de mayor altura y es-

taban destinadas para alojamiento

de una unidad de caballería. Todas

las puertas las tenía en la fachada

que daba al patio que disponía de

contrafuertes para sostener una

galería corrida de la planta alta. En

el patio se localizan los abrevade-

ros para el ganado.

En la fig. 8 podemos comparar las

fachadas y los perfiles del Cuartel

Viejo y del que le iba a sustituir. En

este último destaca la importancia

que se daba a la ventilación de los

cuarteles y la nueva puerta de las

Atarazanas que, al estilo de la épo-

Fig. 9_ Plano y perfil del Cuartel

Nuevo para Infantería y Caballería.

Francisco Llobet. 1777. IHCM.

B-55-13.

Page 425: Libro ilustra cat02

425ca, presenta un diseño cuidado y

rico destacando los escudos de la

monarquía. El nuevo cuartel debía

alojar dos batallones de infantería

en su planta baja y las otras dos se

destinaban a pabellones.

Los problemas presupuestarios

no llevaron a buen término este

proyecto ni el del cuartel de ca-

ballería cuyo plano14 trazó Marín

en las mismas fechas. Estos

proyectos habrían resuelto los

problemas que constantemente

presentaba el Cuartel Viejo, que

obligaba a continuos reparos,

y lo que era más importante, el

alojamiento de las tropas de la

guarnición de Barcelona que se

alojaban, parte de ellas, en edifi-

cios públicos y religiosos.

En el último cuarto del siglo se re-

toma la construcción del cuartel de

la mano de Francisco LLobet que

presenta su proyecto, detallado en

el plano de la fig. 9, en el año 1777.

El proyecto del cuartel para infan-

tería y caballería es aprobado por

el conde de Ricla y Francisco Sa-

batini, a la sazón responsable de

los edificios militares en el Cuerpo

de Ingenieros. Se presupuesta en

dos millones de reales que se irían

aportando por anualidades.

Las nuevas tendencias construc-

tivas de Belidor son aplicadas por

Llobet que traza un cuartel de recin-

to cerrado, formando un trapecio

que dejan en su interior un patio

triangular. Este “Cuartel Nuevo”, de

planta baja y dos pisos, gana su-

perficie a costa de la Rambla con

respecto al viejo ya que la recien-

te elevación del medio baluarte de

las Atarazanas ha sido precedida

del derribo de la muralla y las pri-

meras líneas de casas, por lo que

se dispone de más espacio. El ala

correspondiente a la base mayor

se diseña para caballería estando

destinada la planta baja para 490

caballos y las dos superiores para

la tropa. En el ala de la base me-

nor se sitúa la puerta con el cuerpo

de guardia y demás dependencias

anejas. Los dos lados restantes son

gemelos y debían alojar dos bata-

llones de infantería. El patio está

recorrido por una galería porticada

que se corresponde con un corre-

dor en cada planta mediante el que

se accede, como se ve en la figura,

a las diferentes estancias dormito-

rios. En total podían alojarse 1.572

soldados y los citados caballos, no

disponiendo de pabellones.

El proceso de la construcción no

fue fácil por los problemas presu-

puestarios agravados por el mayor

costo a medida que se retrasaba

la construcción y lo inamovible de

la cantidad presupuestada. En el

año 1784 Llobet se ve obligado a

emitir un informe15 aconsejando

reducir la construcción a las alas

que limitan con la Rambla y ca-

mino de Santa Madrona. Roncali,

que es el nuevo Ingeniero Jefe,

determina16 al año siguiente res-

petar la construcción excepto el

ala limítrofe con las Atarazanas.

Para cerrar el recinto se propuso17

un edificio de cocinas y luga-

res comunes, de la misma altura

y una sola crujía. Finalmente la

solución que se adoptó fue más

sencilla, figura 10, diseñada por

López Sopena en el 1792, con-

sistente en una edificación de una

planta y tres cuerpos con un to-

tal de 172 hornillos. Tengamos en

cuenta que en aquella época se

proporcionaban los componentes

del rancho por grupos de solda-

dos que se elaboraban la comida

independientemente.

14 AGS. PM y D. XX-34. “Plano del terreno de las huertas de la calle de Santa Madrona, a las espaldas de las Atarazanas

donde se propone un quartel para un regimiento de Cavallería con los alojamientos correspondientes de oficiales, solda-

dos y cavallerizas de los tres escuadrones.” Miguel Marín. 31.03.1739.15 AGS. GM. Leg. 3558. Informe de Francisco Llobet que remite Juan Caballero al Secretario del Despacho de la Guerra,

conde de Gausa. 12.08.1784.16 Ibíd. Informe del Ingeniero Jefe, conde de Roncali a Juan Caballero. 22.01.1785.17 Ibíd. Informe del brigadier Ricardo Aylmea a Juan Caballero. 08.02.1786.

Page 426: Libro ilustra cat02

426

Al finalizar el siglo el aspecto del

Cuartel Nuevo, del medio ba-

luarte y las instalaciones hasta

el mar lo recoge el plano de la

fig.11, fechado en 1792 y trazado

por Antonio López Sopena, cuya

leyenda nos ayuda a identificar

la finalidad de cada edificación.

No será hasta mediados del si-

guiente siglo cuando el cuartel se

da por concluido derribándose

el edificio de cocinas y eleván-

dose uno18 de tres plantas y dos

crujías.

18 IHCM. Cartoteca. B-03-08. “Proyecto para acabar el Cuartel Nuevo de la for-

taleza de Atarazanas en la plaza de Barcelona”. Aprobado por el Ingeniero Jefe

Francisco Camino. 30.04.1856.

Fig. 10_ Plano, perfil y elevación

que sirvieron de base para la eje-

cución de las cocinas y lugares

comunes del Cuartel Nuevo. An-

tonio López Sopena. 1792. IHCM.

Cartoteca B-54-05.

Fig. 11_ Planta del Cuartel Nuevo y

del Baluarte con las construccio-

nes existentes entre ellos y el mar.

Antonio López Sopena. 1792. IHCM.

Cartoteca B-34-16.

Page 427: Libro ilustra cat02

427Los alojamientos de oficiales en las Atarazanas en el siglo XVIII.

El alojamiento de los oficia-

les, aunque no tan numerosos

como los soldados, también

fue un problema por la esca-

sez de cuarteles. En campaña

vivaqueaban con el resto del

ejército o se repartían entre las

casas de las poblaciones pero

cuando estaban sus unidades

acantonadas en alguna ciudad,

durante los largos periodos de

paz, el problema se agravaba

por lo estable de la situación y

el que convivían con sus fami-

lias. Los oficiales subalternos

solían ser solteros y su vivien-

da, su pabellón, era común para

cada dos, en el caso de los ca-

pitanes era individual y para los

mandos superiores cada vez

era de mayor superficie según

su rango y les servía no sólo

para vivir sino que también los

despachos y oficinas se encon-

traban en ellos.

Tras la caída de Barcelona en

la guerra de Sucesión, se en-

contraban de guarnición en la

ciudad una gran cantidad de

unidades no sólo para su con-

trol sino el de todo el territorio,

concretamente sabemos19 que

para Barcelona, en el 1724, se

necesitaban 8 batallones y tres

escuadrones, cantidad que a lo

largo del siglo se mantiene. La

Ordenanza de 1719 estipulaba

que los oficiales de cada unidad

se alojasen con independen-

cia de la tropa pero próximos

a ella. Aunque no llegó a ma-

terializarse en ninguno de los

proyectos que se realizaron es

conveniente conocer como se

pensó resolver el problema en

las Atarazanas.

En el 1724 Alejandro de Rez pre-

senta un proyecto con su plano,

fig. 12, correspondiente en el

que para alojar a los oficiales de

cuatro batallones proyecta ur-

banizar, entre el convento de los

Agustinos Descalzos de Santa

Mónica y la muralla, el espacio

necesario al otro lado del cami-

no para elevar cuatro edificios

y otras instalaciones. El recinto

estaba suficientemente cerca

de los cuarteles de las Ataraza-

nas, señalizados en el plano, y

comunicado con ellas sin cerrar

el camino del Portal de Santa

Madrona.

Llegado el 1738 no se ha cons-

truido nada y el Capitán General

ordena20 a Miguel Marín que re-

dacte un informe sobre el estado

del problema en Barcelona. Las

enemistades entre los respon-

sables de aprobar los proyectos

y las prioridades que se dan a

otras obras, sobre todo la de los

pabellones del Cuartel de la Lon-

ja frente a los Encantes, hacen

que se vaya dilatando la solución

para las Atarazanas. Parece que

tres años después se encuen-

tra una solución de consenso y

Marín la presenta21, basada en la

anterior de Rez, ocupando más

espacio y situando los edificios

formando un recinto cerrado, al

estilo Belidor. En este proyec-

to22 se diferencian claramente

los tipos de viviendas aludidos

anteriormente.

Éste, como el resto de

los proyectos del siglo XVIII, no

tuvieron buen fin, ni tampoco los

del siguiente, de los que desta-

19 AGM. GM. Leg. 3652. Informe sobre el ”Estado de los batallones y esquadrones que se proiecta deve haver en cada

Plaza…”. 22.10.1724.20 Ibíd. Carta de Joseph de Contamina, Intendente General, al Secretario del Despacho de la Guerra, duque de Mon-

temar. 21 AGS. MP y D. XVIII-93. “Proyecto de un Quartel para los Ofic,s de los 4 Batall,s que están alojados en las Ataraz,s de

Barc. En el mismo terreno de las Huertas….que en el año 1724 propuso el Ingeniero Director Don Alexandro de Rez…”.

Miguel Marín. 01.07.1741.22 AGS. MP y D. VIII- 134. “Proyecto de quarteles para los oficiales…” Miguel Marín. 01.07.1741.

Page 428: Libro ilustra cat02

428

caremos por su magnitud el de la

figura 13, obra del coronel de inge-

nieros Juan Porcel en el 1858, que

implicaba el derribo del segun-

do cuerpo de naves medievales,

conservando solo el primero, las

fachadas las podemos ver en otro

plano23 del mismo ingeniero.

Las instalaciones industriales de las Atarazanas.

Barcelona disponía de una fun-

dición de bronce para fabricar

piezas de artillería desde el si-

glo XVI. Estaba en la Rambla

23 IHCM. Cartoteca B-34-12. Juan Porcel. 22.01.1856.

Fig. 12_ Plano de ubicación de pa-

bellones para cuatro batallones.

Alejandro de Rez. 1724. AGS. MP y

D. XIX-92

Fig. 13_ Planta principal y segunda

y tercera planta de los pabellones.

Juan Porcel. 1858. IHCM. Cartoteca

B-34-11.

Fig. 14_ Plan general del Arsenal

con la nueva Fundición y Máquinas

de barrenar y tornear cañones.

Álbum de Jean Maritz. 1766-1767.

IHCM. Cartoteca. Álbum 7030.

Page 429: Libro ilustra cat02

429

ocupando desde el Portal de

la Boquería hacia su cabecera

y tuvo ampliaciones y modifi-

caciones a lo largo de los dos

siglos siguientes. Los proyec-

tos más importantes, de la ya

Real Fundición, fueron de Car-

los Berenguer en el 1733 y de

Juan Silby al año siguiente24.

En el año 1749 se vuelven a

ampliar las instalaciones y de

los dos proyectos presenta-

dos, del propio Silby y de Juan

Martín Zermeño25, se ejecutó

el del segundo, extendiéndose

la Real Fundición extramuros

desde el portal citado hasta la

Portaferrisa.

24 IHCM. Cartoteca B-17-4. “Plano del Edificio que se ha de construyr afín de colocar en el los Hornos de Refinar los

Metales”. Carlos Berenguer. 1743. AGS. MP y D. X-110. “Plano y Perfiles de la Estancia y Horno pequeño de esta Real

Fundición”. Juan Rafael Silby. 1743. 25 AGS. MP y D. VIII-115. Juan Rafael Silby. 12-04.1749. y VIII- 116. Juan Martín Zermeño. 22.11.1749.

Page 430: Libro ilustra cat02

430 En los años sesenta razones

urbanísticas, de seguridad y de

racionalización de los trabajos

imponen un cambio de ubica-

ción de la fundición. En efecto,

en aquellos años se iba a remo-

delar el tramo de la Rambla que

esta ocupaba, los frecuentes

problemas bélicos y de orden

público hacían sentir la nece-

sidad de situarla en un recinto

más seguro y si se trasladaban

a las Atarazanas se unificaban

todas las funciones encomen-

dadas a los artilleros.

Decidido el traslado, siendo

Inspector General de Artillería

el conde Gazola y Capitán Ge-

neral el marqués de la Mina, se

encarga el proyecto de la nueva

fundición y taller de barrenado

de cañones a Jean Maritz; este

llega a la ciudad en el 176626.

La llegada de este suizo, hasta

entonces al servicio de Francia,

iniciará el proceso de industria-

lización de las Atarazanas ya

que se instalarán en las mismas

hornos y diversos talleres de los

cuales el más importante fue

el de barrenado y torneado de

cañones, con máquinas dise-

ñadas por el propio Maritz27, y

posteriormente las nuevas he-

rrerías obra de Miguel Moreno.

Pero no nos detendremos en las

funciones de estas importantes

y modernas instalaciones, com-

petencia de los artilleros, sino

del proceso de su construc-

ción de manos del Cuerpo de

Ingenieros.

En las Atarazanas, antes del

traslado de la fundición, que-

daba mucho espacio libre y se

determinó que esta ocupara,

figura 14, los primeros siete ar-

cos diafragmáticos de la nave

reformada por de Rez, las tres

de su derecha y las dos de su

izquierda, separándose física-

mente este espacio del resto

por medio de tabiques. En este

recinto se construyeron dos

hornos de fundición, dos de

afino de metales, el taller de

moldería y diversos almacenes

de material.

El horno mayor tenía una ca-

pacidad de 500 quintales y

ocupaba de la nave principal28

los primeros cuatro arcos más

el quinto para las escaleras que

daban acceso a la plataforma

sobre la que estaba construido.

En la fig. 15 vemos el volumen

del horno que ocupaba toda la

planta de la nave y se elevaba

hasta la cubierta de la misma.

En la figura de la planta de la

fundición podemos ver la si-

tuación del otro horno, de 100

quintales, de los dos de afino

de cobre, los talleres de moldes

y lavado y los almacenes de

metales y herrajes. En el mis-

mo plano se localiza el taller de

barrenado y torneado y las dos

máquinas instaladas en el, al

fondo de la actual sala Marqués

de Comillas. Las obras de horno

principal tienen principio en el

verano del mismo año de llega-

da de Maritz, 1766, extremo del

que da cuenta el conde de Ga-

zola al Secretario del Despacho

de la Guerra, Juan Gregorio Mu-

niaín y en julio del año siguiente

se dan por finalizadas con la

conclusión del horno mayor29.

La planificación de la fundición

y su construcción adolecieron

de dos grandes defectos, los

materiales y la previsión de fu-

turo. Para los hornos se utilizó

26 AGS. GM. Leg. 742. Carta del Capitán General, marqués de la Mina. 12.04.1766.27 IHCM. Cartoteca. Álbum 7030. “Perfil de la máquina para barrenar y tornear cañones”, “Planta de la….”. Jean Maritz.

1766-1767. CHCM. Biblioteca. “Tratado para el uso de la Academia de Caballeros Cadetes del Real Cuerpo de Artillería”.

Tomo 1º. Tomás de Morla. 1784-1786. 28 Ibíd. “Planta del horno principal…” y mismo tratado. 29 AGS. GM. Leg. 742. Informe del conde de Gazola al Secretario del Despacho de la Guerra Juan Gregorio Muniaín.

14.06.1766. Leg 743. Informe mismas personas. 31.01.1767.

Page 431: Libro ilustra cat02

431piedra, que diez años después

al calcinarse los inutilizó por lo

que tuvieron que ser reconstrui-

dos con ladrillos refractarios,

obras que finalizaron en di-

ciembre de 177630. Aunque se

le aumentó en cien quintales la

capacidad al horno principal, al

igual que los de la Real Fundi-

ción de Sevilla, la fundición se

quedó pequeña y se recomen-

dó la elevación de otro, pero

quizá era tarde ya que aunque

se construyó “el Refino”31 al

otro lado de la Rambla, instala-

ción industrial complementaria

de la Real Fundición de las

Atarazanas para incrementar el

suministro de cobres y estaño,

al final se ordenó su cierre en

el 1802, como consecuencia de

la Real Ordenanza de Artillería

de dicho año, que determina-

ba que la única fundición de

cañones de bronce que debía

permanecer en servicio era la

de Sevilla.

Como hemos visto en los pla-

nos la fundición y el taller de

barrenado estaban bastante

distantes y el traslado de los

cañones para ser horadados

obligaba a atravesar los alma-

cenes de madera que ocupaban

el resto de las naves medievales

por lo que, como consecuencia

de un informe de Maritz de 1775,

se decidió realizar las obras ne-

cesarias para comunicar estas

instalaciones, consistentes en

restar espacio a los almacenes

y practicar bajo el terrraplén de

la muralla una galería aboveda-

da32. Esta obra fue realizada por

José Renart y finalizada en mar-

zo de 1776.

La última obra ejecutada en las

Atarazanas para fines industria-

les fue la construcción de un

edificio dedicado a albergar un

gran taller de herrerías. En el

plano de la figura 16 podemos

localizar fraguas y pequeños

hornos en dos lugares; el prime-

ro en las naves de la Generalitat

en las que están dedicados dos

locales, en sus esquinas exte-

riores, a dicho fin y el segundo

en el lado del actual patio de

entrada al museo que limita con

el antiguo camino de Santa Ma-

drona. El número de fraguas se

había quedado corto para las

necesidades complementarias

de la Fundición y de la Maes-

tranza de Artillería, por otro lado

la existencia de almacenes de

maderas, talleres de fabricación

de carruajes, y que las armadu-

ras de las techumbres eran de

madera presentaban un claro

riesgo de incendios, sin olvidar

que en el mismo recinto coexis-

tían con alojamientos de tropa;

estos extremos se habían hecho

notar en varios informes del año

1773.33

Se decide construir unas nuevas

herrerías y Miguel Moreno pre-

sentó un proyecto, valorado en

veinte mil libras, que es aproba-

do por una Real Orden de 23 de

octubre de 1773. Pero como en

otras ocasiones hubo dilacio-

nes, el proyecto fue modificado

por Moreno a instancias del In-

geniero Director Pedro Martín

30 AGS. GM. Leg. 761. Informe emitido por Lasso de la Vega al Inspector General de la Artillería, conde de Gazola.

03.07.1776. Informe mismos personajes. 07.12.1776.31 AGS. GM. Leg, 760 y 761. Varios documentos se cruzan entre las autoridades competentes hasta determinar el trasla-

do de los restos de la antigua fundición, que seguía afinando cobres, al nuevo emplazamiento al abrigo del nuevo medio

baluarte de las Atarazanas. Febrero-julio de 1776. Real Decreto de 12.11.1776. 32 AGS. GM. Leg. 761. Proyecto. MP y D. IX-109. “Plano de una porción de las Reales Atarazanas, que comprende la

nueva Fundición de Artillería y Máquinas de barrenarla y tornearla en donde se manifiesta la comunicación que se debe

hacer desde estas a la citada Fundición.”33 AGS. GM. Leg. 375. Informe de Agustín de Iraola al Capitán General interino J. Phelipe de Castaños. 27.02.1773. Carta

al Capitán General Ambrosio Funes de Villalpando, conde de Ricla. 20.03.1773.

Page 432: Libro ilustra cat02

432

Page 433: Libro ilustra cat02

433

Fig. 15_ Perfil del horno principal. Álbum de Jean Maritz. 1766-1767. IHCM. Cartoteca. Álbum 7030.

Page 434: Libro ilustra cat02

434

Zermeño siendo finalmente las

obras autorizadas en mayo de

1774.

El proyecto de la fig. 16, que

liberaba totalmente las naves

de la Generalitat, proponía la

demolición del anterior edificio

de hornos y fraguas del patio y

la construcción de uno de dos

cuerpos, con planta baja abo-

vedada para usos industriales

y alta para lo que se conside-

rase necesario. De este modo

el patio quedaba cerrado al

extenderse uno de los cuerpos

hasta las naves y el otro hasta

el viejo cuartel de caballería,

recordemos que el proyecto de

la construcción del nuevo se

emitirá tres años más tarde. El

número de fraguas disponibles

se elevó a 27 regulares y una

grande, además de la posibili-

dad, caso necesario de duplicar

dicha cantidad.

Las fortificaciones de las Atarazanas.

Las Atarazanas medievales

estaban fuera del recinto amu-

rallado de la ciudad, formando

un recinto cerrado con defensas

propias. Tras la construcción de

la muralla del Raval, necesa-

ria ampliación de las defensas

debido al crecimiento de dicho

barrio, quedaron englobadas en

el conjunto y sus obras defensi-

vas reforzadas.

En la fig. 3 podemos ver las de-

fensas existentes en 1709, entre

Fig. 16_ Plano y perfil de la Nueva

Herrería. Miguel Moreno. 1774. AGS.

MP y D. XLVI-62.

Page 435: Libro ilustra cat02

435

34 AGS. GM. Leg. 3558. Carta al conde de Ricla. 02.09.1774.35 Ibíd. Carta del ingeniero Miguel Moreno al conde de Ricla. 15.11.1774.36 Ibíd. Carta de Phelipe de Cabanes al conde de Ricla. 04.09.1774.

las que destaca el Baluarte del

Rey o de Poniente, diseñado

por Giovan Battista Calvi que

se hizo cargo del proyecto en el

1552, aunque la obra no se dio

por finalizada hasta cuatro años

más tarde aunque le faltaban

algunos elementos defensivos.

Era un baluarte muy sólido que

defendía el extremo de poniente

de la franja marítima de la mu-

ralla de la ciudad, de forma de

cuadrilátero sus caras mayo-

res, las que miraban al mar y a

montjuïc, medían 35 y 45 canas

y las que lo unían al arsenal y

a la muralla del Raval 12 y 18.

Este baluarte, la plataforma de

la Torre de las Pulgas, la mura-

lla que las unía y el tramo de la

muralla hasta el Portal de Santa

Madrona eran las fortificaciones

de que disponían las Ataraza-

nas, el resto de su perímetro

era cerrado pero sin defensas

ya que daba al interior de la

ciudad.

En las Atarazanas desde el fi-

nal de la guerra de Sucesión

estaban ubicados el Parque y

Maestranza de Artillería; entre

los años 1766 y 1767 se habían

trasladado al antiguo astillero

la Real Fundición y los talleres

de barrenado y torneado de

cañones de bronce y en mayo

del 1774 se dio el último visto

bueno y comenzaron la cons-

trucción de las nuevas herrerías,

por lo que en las Atarazanas

se encontraban todas las ins-

talaciones de fabricación y

depósito de armas y materiales

artilleros. Estas instalaciones,

debido a la situación política de

la época, hacían necesario que

la seguridad del conjunto fue-

ra mayor, además la necesaria

sustitución del Cuartel viejo y

la inclusión en el recinto de una

gran cantidad de dependencias

complementarias también lo

aconsejaban.

Hemos hecho referencia al pro-

yecto de Verboom, figura 4, que

no llegó a convertirse en reali-

dad, el cual pretendía crear una

ciudadela con defensas integra-

les englobando las Atarazanas;

una de las obras de su recinto,

concretamente el medio baluar-

te que está trazado en el vértice

limítrofe con el convento de San

Francisco, lo vemos de nuevo

en los proyectos del principio

del último cuarto del siglo XVIII.

En efecto, la necesidad cita-

da de asegurar las Atarazanas

hace surgir el proyecto de llevar

a cabo la construcción de dos

medios baluartes, uno de di-

seño parecido al de Verboom y

en el mismo lugar y otro en las

inmediaciones y a retaguardia

del Portal de Santa Madrona; se

denominarían de las Atarazanas

o San Francisco y de Santa Ma-

drona respectivamente.

El plano, figura 17, del proyecto

de Miguel Moreno, fechado el

15 de noviembre de 1774, nos

da una visión no sólo del medio

baluarte de San Francisco sino

de cómo iba a quedar el final de

la Rambla tras el derribo de la

muralla de la misma y las casas

de la zona, la construcción del

medio baluarte y la sustitución

del Cuartel Viejo. El plano del

medio baluarte de Santa Ma-

drona, fig. 18, lo traza el mismo

ingeniero. Lo primero que había

que hacer era eliminar el tramo

de muralla y las casas y huer-

tos, cuyo costo34 era de 78.243

libras y 17 sueldos; estas accio-

nes estaban acabadas antes de

fin de año35.

La valoración del coste de las

dos obras defensivas, según

el Ingeniero Director Francisco

Llobet, se elevaba a 84.170 es-

cudos36, aunque esta cantidad

se quedó corta en unos 30.000

Page 436: Libro ilustra cat02

436 escudos. Tras las demoliciones

comenzaron los trabajos de

construcción que se termina-

ron37 en mayo de 1776.

El medio baluarte de San Fran-

cisco ocupaba casi toda la

plaza del Portal de la Pau, pues,

como podemos ver en la fig. 17,

llegaba hasta la acera del edifi-

cio de Gobierno Militar y desde

la esquina de la calle Anselm

Clavé enlazaba perpendicular-

mente con el proyectado Cuartel

Nuevo. Recogía en su interior la

Torre de las Pulgas, su cuartel y

el resto de las instalaciones de la

plataforma; estaban rodeadas sus

dos caras por un foso y la ram-

pa de subida a la Muralla de Mar

quedaba entre él y el citado edi-

ficio. La obra tenía planta baja y

un piso y estaba construida con

bóvedas a prueba de bomba. Dis-

ponía de troneras y en su terraza

se podían asentar baterías. La

puerta se abría en la cara menor,

la que miraba a la Rambla, que se

convertiría en la única del, a partir

de entonces, Fuerte de las Ata-

razanas. En el exterior del foso y

frente a la puerta se construyó un

tambor, es decir una obra auxiliar

aspilleada para permitir el fuego

de la fusilería. Su función era la

defensa marítima en su zona, el

flanqueo de la Muralla de Mar y el

batir la Rambla y la calle antes lla-

mada de los Franciscanos,

El medio baluarte de Santa Ma-

drona es una obra defensiva de

menor importancia que el ante-

rior, de una sola planta con dos

estancias que mediante bóvedas

a prueba de bomba sostienen la

terraza, que dispone de parapeto

al aprovechar parte de la muralla

medieval, pudiendo asentar arti-

llería. También disponía de foso

y de tambor a la altura de puerta.

Sus fuegos podían enlazar con los

del Castillo de Montjuïc y batir de

flanco el tramo de muralla del Ra-

val y de frente el camino del Portal

de Santa Madrona.

Una vez levantados los dos me-

dios baluartes y terminado el

Cuartel Nuevo, el Fuerte de las

Atarazanas se había concluido. A

partir del principio del siglo XIX se

inicia el proceso de desmantela-

miento de instalaciones fabriles

y deconstrucción de edificios y

fortificaciones que tiene sus hitos

más destacados en 1802 con el

cierre de la fundición, 1871 con la

demolición de las fortificaciones

y 1935 con el derribo del cuartel

y entrega a la ciudad del antiguo

astillero.

37 Ibíd. Nueva cara entre las mismas autoridades. 07.05.1776.

Page 437: Libro ilustra cat02

437

Fig. 17_ Plano de detalle y perfil

del medio baluarte proyectado en

parte de la huerta de San Fran-

cisco. Miguel Moreno. 1774. IHCM.

Cartoteca B-51-10.

Page 438: Libro ilustra cat02

438 Fig. 18_ Plano de detalle y perfil del

medio baluarte de Santa Madrona.

Miguel Moreno. 1774. IHCM. Carto-

teca B- 12-11.

Page 439: Libro ilustra cat02

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