lengua y habla

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UNIVERSIDAD DE PIURA FACULTAD DE INGENIERÍA Curso: Lengua y Literatura Tema 2: LENGUA Por: Carlos Arrizabalaga Lizarraga 1. LENGUA Y COMPETENCIA Según el Diccionario de la Real Academia, lengua i es “un sistema de comunicación y expresión verbal propio de un pueblo o nación, o común a varios.” Subyace aquí y en la opinión general una identificación entre lengua y nación incorrecta. Existen países distintos que comparten una misma lengua (como el caso del castellano, que es oficial en 21 naciones). Y en un mismo país, como el Perú, se hablan más de cuarenta lenguas distintas. En verdad, los hablantes de una misma lengua se agrupan en lo que llamamos una “comunidad lingüística”, que casi nunca coincide con los términos de una comunidad nacional. Aunque ciertamente existe una relación entre lengua y nación, son dos instituciones distintas que no se pueden identificar. Por ello, Walter von Wartburg define lengua como todo sistema expresivo que dentro de una comunidad humana sirve como medio de expresión.” ii Una lengua es un sistema complejo de signos vocales. Contiene determinadas reglas por las que se construyen oraciones con esos signos. Una lengua es una estructura compleja dada la enorme cantidad de signos y reglas que la componen. No es un mero “conjunto” de cosas inconexas, sino un entramado de relaciones fónicas, morfológicas, sintácticas y lexicosemánticas, que el hablante “sabe manejar” para producir con todo ello mensajes, para hablar y ser escuchado por otro hablante (aunque para los gramáticos resulte muy complicado reconocer y sistematizar todas esas unidades y reglas en una descripción rigurosa). Este “saber manejar” su propia lengua que posee cada hablante es su competencia lingüística. iii Cada hablante domina su lengua de manera particular, porque cada hablante tiene un distinto dominio de su lengua. El último diccionario de la Real Academia consigna más de ochenta y tres mil vocablos, pero los hablantes conocen y emplean unos pocos miles, y esta cifra varía según los hablantes. Un jardinero conoce los nombres de las plantas que un abogado desconoce. Este, en cambio, conoce un vocabulario jurídico que es desconocido para aquel jardinero, y así sucesivamente. Diríamos que el hombre de ciudad no nombra más que “árboles” o “arbustos” (distingue tamaños) mientras que el campesino, en su distinta visión del mundo, reconoce y distingue el algarrobo, la alcaparra, el chilco, el palo santo o el tamarindo, (distingue especies). Una lengua es una institución compartida que cada hablante utiliza según su nivel de competencia.

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Page 1: Lengua y Habla

UNIVERSIDAD DE PIURAFACULTAD DE INGENIERÍACurso: Lengua y Literatura

Tema 2: LENGUA

Por: Carlos Arrizabalaga Lizarraga

1. LENGUA Y COMPETENCIA

Según el Diccionario de la Real Academia, lenguai es “un sistema de comunicación y expresión verbal propio de un pueblo o nación, o común a varios.” Subyace aquí y en la opinión general una identificación entre lengua y nación incorrecta. Existen países distintos que comparten una misma lengua (como el caso del castellano, que es oficial en 21 naciones). Y en un mismo país, como el Perú, se hablan más de cuarenta lenguas distintas. En verdad, los hablantes de una misma lengua se agrupan en lo que llamamos una “comunidad lingüística”, que casi nunca coincide con los términos de una comunidad nacional. Aunque ciertamente existe una relación entre lengua y nación, son dos instituciones distintas que no se pueden identificar. Por ello, Walter von Wartburg define lengua como “todo sistema expresivo que dentro de una comunidad humana sirve como medio de expresión.”ii

Una lengua es un sistema complejo de signos vocales. Contiene determinadas reglas por las que se construyen oraciones con esos signos. Una lengua es una estructura compleja dada la enorme cantidad de signos y reglas que la componen. No es un mero “conjunto” de cosas inconexas, sino un entramado de relaciones fónicas, morfológicas, sintácticas y lexicosemánticas, que el hablante “sabe manejar” para producir con todo ello mensajes, para hablar y ser escuchado por otro hablante (aunque para los gramáticos resulte muy complicado reconocer y sistematizar todas esas unidades y reglas en una descripción rigurosa).

Este “saber manejar” su propia lengua que posee cada hablante es su competencia lingüística.iii Cada hablante domina su lengua de manera particular, porque cada hablante tiene un distinto dominio de su lengua. El último diccionario de la Real Academia consigna más de ochenta y tres mil vocablos, pero los hablantes conocen y emplean unos pocos miles, y esta cifra varía según los hablantes. Un jardinero conoce los nombres de las plantas que un abogado desconoce. Este, en cambio, conoce un vocabulario jurídico que es desconocido para aquel jardinero, y así sucesivamente. Diríamos que el hombre de ciudad no nombra más que “árboles” o “arbustos” (distingue tamaños) mientras que el campesino, en su distinta visión del mundo, reconoce y distingue el algarrobo, la alcaparra, el chilco, el palo santo o el tamarindo, (distingue especies). Una lengua es una institución compartida que cada hablante utiliza según su nivel de competencia.

El léxico no es sino un nivel de esta competencia, que comprende también el nivel gramatical, que contiene las reglas por las que construimos oraciones, y en el nivel fónico, los procedimientos para articular y comprender los mensajes orales que hablamos.iv

La lengua es un conjunto de unidades o signos solidarios, que interactúan por un complejo de relaciones que el lingüista puede determinar y estudiar científicamente. Sin embargo, la lengua no es un objeto de estudio fácil porque no es un objeto material: “es un sistema en el que sólo es esencial la unión del sentido y de la imagen acústica y donde las dos partes del signo son igualmente psíquicas".v

La lengua es el sistema compartido por los miembros de una comunidad lingüística, y sin embargo, cada hablante de esa lengua posee una competencia distinta, particular en esa lengua.

De modo empírico, la lengua puede considerarse la suma de las competencias de todos los hablantes. Como en la realidad resulta imposible describirla a cabalidad, no podemos contemplar la lengua sino en una abstracción, por medio de descripciones más o menos aproximadas: las gramáticas escritas de las distintas lenguas. Pero la lengua es, entonces, no un sistema hecho, sino un sistema de posibilidades, tal como afirma el lingüista rumano Eugenio Coseriu: una técnica históricamente determinada.vi

Una lengua no es un sistema perfecto y completo, porque ello exigiría que los hablantes tuviesen asimismo una competencia completa y perfecta de su lengua para lograr entenderse con ella. Es un sistema imperfecto (con “huecos” diversos y numerosas ambigüedades), lo que permite que los hablantes se entiendan aun cuando tienen un dominio parcial, incluso superficial del mismo.

2. NIVELES DE LA LENGUA

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Es evidente que existen distintas lenguas. Como ya se dijo, todas las lenguas son manifestaciones de un mismo fenómeno que hemos llamado lenguaje. El lenguaje no existe como tal, sino que existen lenguas. El concepto “lenguaje” es una abstracción deducida racionalmente de la constatación de que todas las lenguas tienen algo en común, no compartido con ninguna otra realidad.

Existen distintas lenguas porque cambian adaptándose a la evolución de la sociedad a lo largo del tiempo. Nuevas necesidades hacen nacer acepciones, distinciones y palabras nuevas, inexorablemente. Si alguien inventa un electrodoméstico nuevo, al momento necesita ponerle un nombre que lo designe.

Cambian las palabras y del mismo modo las pronunciaciones y las reglas gramaticales, pues no son simples nomenclaturas. Las lenguas son sistemas complejos que se organizan en distintos niveles:

El nivel fónico está formado por el sistema de fonemas: vocales y consonantes, y sus reglas de combinación, particulares en cada lengua, así como la forma como este sistema se articula en la voz de los hablantes por medio de sonidos.

El nivel gramatical está formado por el sistema de formas y funciones que permiten la combinación de las palabras para formar enunciados y textos, lo que permite que con un número limitado de elementos puedan concebirse ilimitados mensajes. Es el plano más abstracto, donde no existen unidades concretas, propiamente dichas, sino solamente rasgos y categorías de significado gramatical asociado a esos rasgos, como el género (masculino y femenino), el número, etc.

El nivel léxico-semántico organiza el sistema léxico, esto es el significado de cada una de las palabras y de las relaciones entre las significaciones en general (sinonimia, metonimia, etc.).

Las lenguas presentan diferencias en todos los niveles, puesto que “no hay nada propiamente lingüístico que no pueda diferir de una lengua a otra”, decía Martinetvii, en último término, porque los elementos que las constituyen son convencionales y arbitrarios. Con todo, unas lenguas se parecen más que otras, en razón a dos motivos: las lenguas que pertenecen a una misma familia presentan similitudes debido a que comparten un origen común (el italiano, el francés y el español descienden del latín, o el ruso y el polaco del eslavo antiguo, por ejemplo); por otra parte, los patrones estructurales no son infinitos, por lo que lenguas muy lejanas pueden compartir algunas similitudes gramaticales (el quechua y el vasco, por ejemplo, son lenguas aglutinantes que colocan el acento siempre en la penúltima sílaba de la palabra y el verbo al final del enunciado, a pesar de que no existe parentesco entre ambas).

Todo sistema implica, como se ha dicho, relación de solidaridad entre todos sus elementos, por lo que los niveles de una lengua se relacionan recíprocamente. Un cambio fónico puede terminar repercutiendo en un cambio gramatical y así sucesivamente (como ocurre con la pérdida de -s final en algunos dialectos castellanos).

El lenguaje tiene, pues, la propiedad universal de articular los elementos de que se compone, de modo que combinando unidades del mismo nivel se obtienen unidades de un nivel superior: fonemas > monemas > palabras > sintagmas > oraciones > textos. Las unidades mínimas del nivel fónico son los fonemas, mientras que las unidades mínimas del nivel lexico-semántico son los monemas, que se articulan en dos planos a distinto nivel, como muy bien puso de manifiesto André Martinet en lo que se conoce como la “doble articulación del lenguaje”.

La existencia de dichas unidades se comprueba por un simple procedimiento de sustitución: casa / cosa (son vocales del español /a/ y /o/); mi hermano pequeño / mi hermano mayor (son adjetivos del español pequeño y mayor), etc.

En un sistema lingüístico, sin embargo, el principio de “articulación” implica tres movimientos: combinación, relación y jerarquización. Los elementos se combinan siguiendo reglas precisas (en castellano, por ejemplo, no se puede situar el verbo detrás del objeto directo: *Pedro un libro compró).

A su vez, las unidades de cada nivel se relacionan, según la teoría del danés L. Hjemslev, de tres maneras:

Coordinación: se relacionan dos elementos equivalentes (Pedro y Juan). Subordinación: se relacionan dos elementos estableciéndose una dependencia de uno respecto

al otro (el libro de Pedro). Inordinación: se relacionan dos elementos de manera que dependen el uno del otro y se

excluyen mutuamente (Pedro lee).Por último, entre los elementos de una lengua se establecen jerarquías de rangos, de modo que unos

están habilitados para constituirse en núcleos de los que otros dependen o se subordinan. El verbo, por ejemplo, selecciona los complementos que pueden acompañarlo en virtud de su estructura argumental que

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deriva, en última instancia de su significado léxico: puede llevar objeto directo (escribir una carta), o bien no necesitarlo (caminar).

3. VARIACIONES DE LA LENGUA

Una lengua es una “unidad relativa”, porque dentro del sistema de una lengua se dan distintas normas, distintos usos recurrentes, que identifican a distintos grupos de hablantes de esa lengua. Los rasgos del habla identifican la procedencia geográfica, el nivel social e incluso las variadas circunstancias que vive el hablante. Son señas de identidad que adoptamos al hablar y sabemos reconocer. Por ellas nos reconocemos miembros de un determinado grupo dentro de nuestra comunidad lingüística.

Una lengua puede tener variaciones “normales” en tres planos:

a) Diferencias diatópicas o geográficas: Los hablantes de distintas regiones se distinguen por tener peculiaridades “dialectales”. Estas diferencias pueden llegar a conformar las hablas regionales y los dialectos de una lengua. En el Perú distinguimos el castellano andino del castellano no andino o ribereñoviii

fundamentalmente por la pronunciación. Por otra parte, mientras nosotros decimos tu tienes, en Centroamérica y los países rioplatenses dicen vos tenés, etc.

b) Diferencias diastráticas o sociales: Los hablantes de una misma región pueden distinguirse en estratos sociales diversos, por tener peculiaridades sociolingüísticas. Estas diferencias pueden llegar a conformar distintos sociolectos dentro de una lengua. Los niveles socioculturales distinguen su forma de hablar, especialmente en las grandes ciudades (la forma nadies, por ejemplo, pertenece al habla popular). Un ejemplo de sociolectos especializados son las jergas profesionales.

c) Diferencias diafásicas: Un hablante de determinada región y determinado estrato social puede adecuar su habla a distintos registros o niveles de lengua: el habla familiar, el habla coloquial, se distinguen del habla que adoptamos en el lugar de trabajo o al ofrecer una conferencia, por ejemplo. Estas diferencias con que podemos caracterizar nuestro habla son registros. Se establecen en virtud a múltiples factores: interlocutor, contexto, tema, intención... En el Perú, decir mi domicilio resulta muy formal y mi jato es demasiado coloquial, mientras que la forma habitual es mi casa.

5. LENGUA Y HABLA

Saussure establecía una oposición entre langue ‘lengua’ y parole ‘habla’. Lengua es el sistema compartido por el conjunto de los hablantes, “es el producto que el individuo registra pasivamente. No existe más que en virtud de una especie de contrato establecido entre los miembros de una comunidad. (...) El individuo tiene necesidad de un aprendizaje para conocer su funcionamiento; el niño lo va asimilando poco a poco.”ix

Cada vez que uno de ellos hace uso de esa lengua está efectuando un acto de habla. Es una manifestación irrepetible que se produce en un momento determinado. “es un acto individual de voluntad y de inteligencia”.x

La lengua permanece, pero el habla es efímera. La lengua es social mientras que el habla es un hecho individual. La lengua es abstracta, porque existe sólo en la mente de los hablantes, mientras que el habla es un hecho concreto, una secuencia fónica que podría registrarse magnetofónicamente, no así la lengua. El habla es individual y concreta mientras que la lengua es social y abstracta.

Si bien son distintas, lengua y habla mantienen una estrecha relación. Dice Saussure: "Sin duda, ambos objetos están estrechamente ligados y se suponen recíprocamente: la lengua es necesaria para que el habla sea inteligible y produzca todos sus efectos, pero el habla es necesaria para que la lengua se establezca; históricamente, el hecho de habla precede siempre. (...) Hay, pues, interdependencia de lengua y habla; aquélla es a la vez el instrumento y el producto de ésta. Pero eso no les impide ser dos cosas absolutamente distintas.”xi

El habla va por delante de la lengua. A partir de las manifestaciones concretas se han ido estableciendo las reglas. Estas pueden cambiarse, el sistema evoluciona al tiempo en que el habla introduce variantes que se extienden entre el resto de los hablantes. En palabras del propio Saussure, "el habla es la que hace evolucionar a la lengua: las impresiones recibidas oyendo a los demás son las que modifican nuestros hábitos lingüísticos." Estas novedades pueden llegar a cambiar el sistema en cualquier momento. Una lengua viva evoluciona constantemente.

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Además, el hombre aprende su lengua por medio del habla, "oyendo a los otros es como cada uno aprende su lengua materna, que no llega a depositarse en nuestro cerebro más que al cabo de innumerables experiencias".xii

Lengua y habla son los dos planos concretos y reales del lenguaje, a nivel individual y social:

Perspectivas: Esencial:Ser

Existencial:Manifestación

Realidades históricas

Individual: FACULTAD HUMANA

ACTIVIDAD CREATIVA

ACTOS DE HABLA

Social: INSTITUCIÓN SOCIAL

INSTRUMENTO DE COMUNICACIÓN

LENGUAS

Así pues, el lenguaje se realiza en la historia en millones de actos de habla individuales que se realizan siempre por medio de alguna de las aproximadamente cinco mil lenguas o idiomas existentes.

5. NORMA

Una lengua es, como se dijo, un sistema de posibilidades realmente complejo y a la vez extraordinariamente extenso por lo que pueden aparecer dudas y vacilaciones entre dos o más posibilidades distintas (¿imprimido o impreso, biosfera o biósfera?). La eficiencia del sistema y la propia conciencia de los hablantes exigen que una forma sea considerada válida y la otra sea rechazada como incorrecta aunque muchas veces, como en los ejemplos anteriores las dos formas sean igualmente correctas. De esa manera se

i Etimológicamente, lengua proviene del latín LINGUA, y significaba, tal como ahora, el órgano muscular que ocupa la cavidad bucal y código lingüístico o “idioma”. Lenguaje parece provenir, a través del provenzal de un derivado tardío en latín *LINGUATICUM, ‘lo relacionado con la lengua, lo producido por la lengua’.iiWalter von Wartburg, Problemas y métodos de la lingüística. CSIC, Madrid, 1951. Tomado de Luis Jaime Cisneros, Temas lingüísticos. Segunda serie. Lima, Studium, 1972, p. 29.iiiEl concepto de competencia lingüística fue desarrollado por Hymes, Canale y Swain en los años 70 y 80, atendiendo sobre todo a los aspectos de su adquisición y desarrollo en la infancia. Se comprueba así que tiene grandes implicaciones en la enseñanza de la lengua materna. La educación lingüística tiene por objetivo conseguir una adecuada competencia comunicativa, esto es, un dominio suficiente de la lengua en los diversos ámbitos de uso, en los diferentes contextos de interacción social. Esto hace que la competencia interese también a la pragmática y a la sociolingüística. La práctica discursiva implica conocimientos lingüísticos (pragmáticos) y sociolingüísticos (conocimiento el medio social y de estrategias comunicativas). Así también interesa a la psicolingüística, por cuanto la competencia estriba en la misma estructura del pensamiento humano. Cfr. R. Caravedo, La competencia lingüística. Madrid, Gredos, 1990 y E. Coseriu, Competencia lingüística. Elementos de la teoría del hablar. Madrid, Gredos, 1992. Para la aplicación didáctica de la competencia, cfr. C. Lomas, A. Osorio, A. Tusón, Ciencias del lenguaje, competencia lingüística y enseñanza de la lengua. Barcelona, Paidós, 1993.ivChomsky y los generativistas estudiaron con gran intensidad esta competencia. Afirman que cada persona tiene un lenguaje innato, con unas estructuras mentales básicas que le permiten aprender cualquier lengua. Consiste en relaciones que hacemos en la mente, de manera que escuchando frases en una lengua podemos deducir las reglas en las que se rige. Es una gramática activa, viva, que a partir de unos modelos, con unas reglas limitadas es capaz de hacer frases ilimitadas. Esa capacidad es una "realidad creadora de lenguaje". Las competencias de los hablantes de una lengua no difieren mucho en cuanto a las reglas gramaticales y los procedimientos fónicos. Los generativistas plantearon la hipótesis de que en ese sustrato más profundo de la competencia lingüística de todos los hombres existen unas reglas básicas, unas recurrencias, que se podrían describir como una especie de “gramática universal” subyacente en todas las lenguas, por muy diversas que sean, aunque tal hipótesis no ha podido comprobarse en las más de tres mil lenguas existentes. Noam Chomsky (1957) emplea los términos “competencia” (capacidad) y “ejecución” (resultado). Chomsky concibe el lenguaje como medio de producción, y ofrece una concepción totalmente empírica de la lengua: “una lengua es un conjunto (finito o infinito) de oraciones, cada una de ellas de una longitud finita y construida a partir de un número de elementos finito” (Estructuras sintácticas, Mëxico, Siglo XXI, 1974, pág. 28). Tal concepto no define qué es una lengua, sino que la identifica como el conjunto de textos producidos en ella. Es una definición falsa. Es como si dijéramos que la arquitectura gótica es el conjunto de edificios construidos en el siglo XIII.v Curso de lingüística general, pág. 31.vi Dice Coseriu: “El individuo dispone de ella para desplegar su libertad expresiva (...) casi ilimitada en el plano del texto, donde los sentidos, aunque no los significados, pueden ser y son siempre nuevos”, en Lecciones de lingüística general, pág. 288.viiAndré Martinet, Elementos de lingüística general, Madrid, Gredos, 1981, pág. 29.viiiCfr. Alberto Escobar, Variaciones sociolingüísticas el castellano en el Perú. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1978.ix Curso de lingüística general, pág. 30.x Curso de lingüística general, pág. 31.xi Curso de lingüística general, pág. 35.xii Ibidem.

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proscribe haiga, truje, nadies y se obliga a decir haya, traje, nadie aunque las primeras formas podrían haberse impuesto en el uso igualmente. Los hablantes sienten mayoritariamente que no son tan correctas como las otras, aunque no tengan motivo fundado para ello.

La norma es un conjunto de usos considerados válidos dentro del sistema de la lengua. La norma obedece al uso mayoritario y al prestigio de la aceptación social. Norma es al mismo tiempo uso normal (habitual) y regla impuesta por el uso mismo. En realidad, es más restrictiva que el sistema, porque no acepta todas sus posibilidades:

La norma, en este sentido, es un conjunto de usos acostumbrados, habituales que selecciona un número limitado dentro de las enormes posibilidades del sistema lingüístico.

Por otra parte, la norma proscribe las incorrecciones gramaticales como *la dije que viniera, *se los dije a todos. El primero, sin embargo, es bastante frecuente en España y el segundo resulta habitual en América. La norma es, con frecuencia, una concertación social de la corrección lingüística, que se impone en la enseñanza a partir del prestigio del habla culta.

Sin embargo, cuando el uso y la regla se contradicen se produce una tensión que puede prolongarse durante generaciones hasta que una determinada postura vence a la otra. Por ejemplo, en la actualidad se proscribe la forma rompido, que era frecuente en el siglo XVI. Al contrario, numerosos términos que inicialmente eran rechazados acabaron imponiéndose por el uso, como los extranjerismos fútbol, hall, escáner, etc.

La norma, pues, tiene carácter histórico y puede cambiar con el tiempo. Ya no se siente incorrecto el posesivo aplicado a los adverbios, aunque contraviene el sistema gramatical: delante mío, detrás suyo... Los españoles han aprobado el uso de le como objeto directo de persona masculina singular: A Juan le he visto muy ocupado. Y en Hispanoamérica, por su parte, va imponiéndose como forma aceptada la pluralización de haber impersonal: Habían algunas personas. El uso mayoritario, entonces, puede cambiar la norma e incluso imponerse al sistema mismo: al fin y al cabo, una lengua es la creación colectiva de las personas que la hablan a lo largo de generaciones.

sistema norma