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  • DIVERSIA N2, CIDPA VALPARASO, JULIO 2010, PP. 19-43.

    LEGTIMOS APRENDICES: RECUPERANDO AL SUJETO EN EL PROCESO EDUCATIVO

    CRISTINA JULIO MATURANA*

    RESUMEN El artculo pretende contribuir a la reflexin sobre el problema del fracaso escolar en escuelas municipales. Aunque es un tema am-pliamente trabajado, es posible seguir profundizando en l ya que, a nuestro juicio, habra un elemento que an no ha sido considerado suficientemente: el sujeto que aprende en el contexto del proceso educativo formal. Por lo expuesto, nos ocupamos del tema desde una perspectiva de educacin inclusiva, intentando develar algunas barre-ras que en dicho proceso invisibilizaran a cada nio, nia y/o joven de establecimientos municipales con el propsito de revalorar su legitimidad como aprendices. Iniciamos la reflexin explicitando nuestra comprensin sobre el fracaso escolar. Continuamos entre-gando algunos elementos del problema que evidencian cierta invisi-bilizacin de los aprendices que viven en situacin de pobreza y que deslegitimaran su identidad de tales, incidiendo en el proceso de aprendizaje escolar. Finalmente proponemos el aprendizaje sociocul-tural para revalorizar y legitimar sus identidades de aprendices.

    PALABRAS CLAVE: INCLUSIN, APRENDIZAJE, APRENDIZ * Profesora de Educacin Diferencial mencin Audicin y Len-

    guaje (Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educacin, UMCE, Chile), Magster en Ciencias Sociales y tica Social (Universidad Gregoriana de Roma/Instituto Latinoamericano de Estudios Sociales, ILADES, Chile) y Doctora en Educacin (Universidad Academia de Humanismo Cristiano, UAHC, Chi-le). Desde el ao 2002 a la fecha acadmica de la Escuela de Pe-dagoga de la Pontificia Universidad Catlica de Valparaso.

    Correo electrnico: [email protected].

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    1. INTRODUCCIN EN UNA ALIANZA ENTRE los Movimientos de Educacin para Todos (EPT) y de Educacin Inclusiva, sobre los cuales me referir a continuacin, la UNESCO y sus pases miembros, entre los que se encuentra Chile, pretenden garantizar que la educacin deje de ser el privilegio de unos pocos y pase a ser un derecho de todos.1

    Cabe recordar que EPT equivale a educacin bsica para todos. Ciertamente, segn nos plantea Rosa Mara Torres (2000), la declaracin mundial de Jomtien (1990) acordaba como prioridad la educacin bsica y sta responda no a razones tcni-cas sino a razones sociales y polticas, razones de equidad y de justicia con los ms pobres y con los ms vulnerables del planeta. Educacin para aliviar la pobreza fue la consigna de la poca y la consigna, concretamente, que dio sustento a la Educacin para Todos (Torres, 2000:131). Efectivamente y de manera conclu-yente, el Artculo 1 de la Declaracin Mundial sobre Educacin para Todos indica: La educacin bsica es ms que un fin en s misma. Es el cimiento del aprendizaje permanente y del desarro-llo humano, sobre el cual los pases pueden construir, de manera sistemtica, otros niveles y tipos de educacin y capacitacin.

    En el mismo contexto de los compromisos adquiridos, es conveniente recordar que en Salamanca (1994 y 1999) los repre-sentantes de la Educacin Especial en el mundo se comprome-ten a travs del Movimiento de Educacin Inclusiva aportar al Movimiento de EPT, declarando y adoptando por unanimidad un marco de accin basado sobre el reconocimiento y valoracin positiva de la diferencia y en el principio de inclusin. Es as como se indica que cada nio tiene caractersticas, intereses, capacidades y necesidades que le son propias; si el derecho a la educacin significa algo, se deben disear los sistemas educativos y desarro-llar los programas de modo que tengan en cuenta toda la gama de esas diferentes caractersticas y necesidades (UNESCO, 1994; en UNESCO 2004:20).

    1 Se sustenta en la Carta Fundamental de los Derechos Humanos

    y en la Convencin de los Derechos del Nio.

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    Este reconocimiento demanda el imperativo de inclusin, lo que implica que: i) las escuelas deben acoger a todos los nios y nias independientemente de sus condiciones fsicas, intelectuales, sociales, emocionales, lingsticas, u otras. De-ben acoger a nios discapacitados y nios bien dotados, a nios que viven en la calle y que trabajan, nios de poblaciones re-motas o nmadas, nios de minoras lingsticas, tnicas o culturales y nios de otros grupos o zonas desfavorecidos o marginados (UNESCO, 1994: Marco de accin: 6). ii) deben reconocer las diferentes necesidades de sus alumnos y respon-der a ellas, adaptarse a los diferentes estilos y ritmos de apren-dizaje de los nios y garantizar una enseanza de calidad por medio de un programa de estudios apropiado, una buena orga-nizacin escolar, una utilizacin atinada de los recursos y una asociacin con sus comunidades (dem:11-12).

    A pesar de que los compromisos siguen vigentes, an en Chile y en el mundo existen muestras de vulneracin del dere-cho a la educacin de muchos nios y nias, en especial de quienes provienen de familias en situacin de pobreza (CASEN, 2000, 2003 y 2006) y que asisten a escuelas municipales.2

    Ciertamente el artculo pretende contribuir a la reflexin sobre el problema del fracaso escolar en escuelas municipa-les. Aunque es un tema ampliamente trabajado, es posible se-guir profundizando en l ya que, a nuestro juicio, habra un elemento que an no ha sido considerado suficientemente: el

    2 Dentro de la estructura del sistema escolar chileno existen cuatro

    tipos de escuelas, segn dependencia administrativa: i) Estableci-mientos particulares pagados (privados, con 100% de financia-miento por parte de las familias). ii) Establecimientos particulares subvencionados sin financiamiento compartido (privados, con fi-naciamiento estatal). iii) Establecimientos particulares subvencio-nados con financiamiento compartido (privados, con financia-miento mixto: estatal y familiar) y iv) Establecimientos subven-cionados municipales (privados-municipios, con 100% de sub-vencin estatal). Sobre la base del informe de la OCDE (2004) el sistema escolar chileno est sustentado en una organizacin por clases sociales, en donde los aprendices de los primeros quintiles se concentran en las escuelas municipales.

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    sujeto que aprende en el contexto del proceso educativo for-mal. Por lo expuesto, nos ocupamos del tema desde la perspec-tiva de educacin inclusiva planteada, intentando develar algu-nas barreras que en dicho proceso invisibilizaran a cada nio, nia y/o joven de establecimientos municipales, con el prop-sito de revalorar su legitimidad como aprendices.

    La reflexin se desarrolla en cuatro partes. La primera, ex-plicitando nuestra comprensin sobre el fracaso escolar. En segundo lugar, entregamos algunos elementos del problema que evidencian cierta invisibilizacin de los aprendices que viven en situacin de pobreza, en tanto su identidad de apren-diz se anula superponindose a la marca de pobre. Esta pri-maca de la marca en cuestin deslegitimara su identidad de aprendices incidiendo en el proceso escolar. En tercer lugar presentamos una idea, an preliminar, para revalorizar la iden-tidad de aprendiz de los nios, nias y jvenes en situacin de pobreza, a partir de la resignificacin del aprendizaje y desarro-llo, sobre la base de un enfoque sociocultural. Finalmente, presentamos unas palabras de cierre. 2. UNAS PALABRAS INICIALES SOBRE FRACASO ESCOLAR

    En este artculo voy a entender el fracaso escolar como un refe-rente para indicar una situacin individual o grupal de vulne-rabilidad educativa (Julio, 2009:6). Al mismo tiempo, enten-diendo la vulnerabilidad educativa como la fragilidad que pueden tener los nios y nias, como legtimos aprendices, de fracasar en el sistema escolar para lograr las metas que ste les impone, a travs de formas mandatadas por ley y por el curr-culo nacional explcito (ibdem). Ciertamente las metas edu-cativas nacionales estn establecidas por la antigua Ley Orgni-ca Constitucional de Enseanza (LOCE) y la reciente Ley Ge-neral de Educacin (LEGE); por el currculum escolar que ellas prescriben y en el que se establecen los Objetivos Fundamen-tales Transversales (OFT), Objetivos Fundamentales y Conte-nidos Mnimos Obligatorios (OF-CMO) para cada nivel educa-tivo y en sus planes y programas de cada sector y subsector de aprendizaje para cumplir dicho currculo.

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    Es as como comprendo el fracaso escolar desde una pers-pectiva restringida al no logro de las metas educativas prescritas a nivel nacional a travs de la modalidad organizativa dada por el propio sistema escolar nacional para hacerlo (ibdem). Des-de esta concepcin, los aprendices NO fracasan como tales, de hecho continan aprendiendo en la vida, con o sin currculum escolar. Ellos y ellas slo fracasaran en el logro de las metas estandarizadas a travs de las formas de organizacin especfi-cas para hacerlo, tambin estandarizadas a nivel nacional e in-ternacional. 3. LA INVISIBILIZACIN DEL SER APRENDIZ: UNA NUEVA APROXIMACIN AL PROBLEMA Desde la concepcin de fracaso escolar que asumo, es posible abrir la mirada hacia los sistemas educativos y sociales y sus prescripciones y dejar de centrar el problema en los educandos en tanto aprendices.

    Indudablemente, el xito o el fracaso se definen de acuer-do a normas de excelencia sobre las que los alumnos y sus pa-dres (o las familias) poco tienen que decir. Dichas normas confi-guran una caja negra que se les imponen sin darle participacin en su contenido (Devalle de Rendo y Vega, 1999:90). Sobre estas normas homogneas y prescritas, algunos profesionales de la educacin, algunas escuelas y sus integrantes, as como el sis-tema educativo y social en su conjunto, sustentan y emiten sus juicios respecto de los aprendices, sus familias y de sus procesos educativos. Por cierto, los juicios generalizan esta situacin de fracaso asociada a criterios normativos a la totalidad de los educandos que obtienen logros bajo la norma, poniendo la mi-rada en la fragilidad educativa del aprendiz, asumiendo err-neamente, a nuestro juicio, que el que fracasa es precisamente ste, es decir, cada uno y una de los educandos que no logra las metas esperadas por la norma, segn los procesos escolares pres-critos por el currculum.

    Entonces nos preguntamos quin fracasa, el aprendiz por-que no logra los estndares normativos prescritos segn los pro-cesos establecidos por currculo o la escuela como comunidad

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    educativa, que no adapta los procesos educativos y el currculo a las caractersticas peculiares de cada cual para ofrecer un proce-so formativo que los contine desarrollando como personas? Desde una perspectiva de educacin inclusiva podemos respon-der que el problema estara en la escuela, en el contexto de un sistema escolar que genera barreras al aprendizaje de los edu-candos y que obstaculizaran el desarrollo de cada cual a partir de sus peculiaridades.

    En esta oportunidad nos hacemos cargo de una de estas barreras, la de la invisibilizacin del sujeto que aprende. Si no veo al aprendiz y no visibilizo sus peculiaridades en contextos situados cmo podra adecuar el proceso escolar y el currculo a sus caractersticas; cmo podra favorecer su participacin en el proceso pedaggico para que aprenda y se desarrolle; cmo podra formarlo para su pleno desarrollo. Ciertamente nos parece que la invisibilizacin de cada aprendiz podra trans-formarse en un obstculo para su aprendizaje y desarrollo, por lo que nos ocuparemos de aportar algunos elementos a la re-flexin para develar dicha invisibilizacin y comprender su relacin con el proceso de aprendizaje.

    Como ya fue indicado, postulamos que la invisibilizacin de la identidad de aprendiz de los nios, nias y jvenes que pertenecen a familias en situacin de pobreza ocurre funda-mentalmente porque la marca de pobre se superpone a esta identidad, anulndola. A continuacin me referir a este fe-nmeno y su relacin con el proceso pedaggico. a) Sobre la marca de pobre en algunos aprendices

    Si entendemos por marca la seal hecha en una persona, animal o cosa, para distinguirla de otra, o denotar calidad o pertenencia (RAE, 2001), cada uno de los nios, nias y jvenes que provie-nen de familias que pertenecen a los estratos socioeconmicos ms bajos de la poblacin portara la marca de la pobreza. Ex-pongo esta afirmacin considerando que esta marca, al igual que la realidad, ha sido construida socialmente (Berguer y Luck-mann, 1995) en un contexto modernizador y a partir de criterios fundamentalmente econmicos (Veiga-Neto, 2001). Evidencia

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    de esta construccin en nuestro pas es la calificacin de alum-nos prioritarios (Ley N20.248, 2008) que tienen estos edu-candos para la poltica pblica, el sistema escolar y social, por el hecho de ser pobres, en tanto provienen de familias pertene-cientes al primer quintil. Precisamente en el contexto de la poltica pblica, esta marca tendra un propsito de focaliza-cin y discriminacin positiva y al mismo tiempo, en contex-tos educativos y especialmente pedaggicos, sta se convertira, paradojalmente, en una barrera para el aprendizaje escolar de estos nios y nias, desde el inicio de sus trayectorias educati-vas formales. Por qu? Qu implicancias tiene para cada uno de ellos y ellas transitar su proceso educativo formal o escolar con esta marca de aprendiz pobre? Para problematizar en torno a esta pregunta, a continuacin se presentan algunas implicancias. b) La marca de pobre: incapacidad para aprender y desarrollarse en la escuela

    Los alumnos pobres o prioritarios se incorporan a la escue-la y transitan en el proceso pedaggico como aprendices ca-rentes o incapaces, fundamento esta afirmacin. Si enten-demos la pobreza, en cualquiera de sus dos acepciones, absolu-ta o relativa (Larran, 2008; Filgueira, 2001, Dockendorff, 1993; Gissi, 1992; Kaztman, 2000), podemos entender que sta refiere a un grupo de la poblacin carente de recursos, bienes o en palabras de Max-Neef (1986) satisfactores de sus nece-sidades bsicas y/o humanas (Maslow, 1993 y Max-Neef y otros, 1986), o bien, a un grupo de la poblacin incapaz de tenerlos de manera permanente o en algn momento de su vida, en oposicin a otro (Hall, 1996; Segato, 1998; Larrosa y Skliar, 2001; Pealver, 2001; Gonzlez, 2001; Prez de Lara, 2001; Duschatzky, 1999; Duschatzky y Skliar, 2000 y 2001; Mar, 2007) en este caso, a otro grupo de la poblacin, no pobre (Gissi, 1992; Dockendorff, 1993) que no es carente o que s es capaz de acceder a los satisfactores de sus necesidades.

    Sobre lo expuesto, pareciera entonces que los nios, nias y jvenes del primer quintil por formar parte de este grupo ca-

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    rente de satisfactores o incapaces de producirlos, seran tam-bin carentes como personas. Esta carencia socioeconmica se extendera a todo su ser, especialmente a sus posibilidades de asumir un proceso educativo formal y, lo que es peor an, en sus posibilidades de aprendizaje y desarrollo. Es decir, existira por parte de la escuela, como comunidad de prctica, la creencia de que todos los educandos del primer quintil, por el solo hecho de pertenecer al grupo ms bajo en la escala social, tendran una situacin de riesgo (Holzman y Jorgensen, 2003; Donovan y otros, 2008) y vulnerabilidad social (Busso, 2001; Hopenhayn, 2001; Katzman, 2000 y 2001) y automticamente, todos y todas tendran una situacin de vulnerabilidad educativa (Julio, 2007 y Julio, 2009) que los condicionara a trayectorias de fracaso esco-lar (Devalle de Rendo y Vega, 1999; Duschatzky, 1999; Espn-dola y Len, 2002; Lpez y Steinberg, 2005; Raczynski, 2002). c) La marca de pobre: una identidad de aprendiz estereotipada y desligitimada

    Desde las creencias construidas se les otorga a los aprendices en situacin de pobreza una identidad estereotipada que los y las predeterminara al fracaso escolar. Ciertamente los este-reotipos (Berguer y Luckmann, 1995; Garcs, 2006; Herrero, 2006) de la infancia pobre se han ido construyendo en el imaginario colectivo a travs de un discurso pblico que los significa, en plural, es decir, a todos y todas por igual. En este caso como: vulnerables, en riesgo, deprivados, marginados, deshereda-dos, anmicos y, por lo mismo, muchas veces, enfermos y peligrosos por sus conductas violentas, delictivas y adictivas, entre otras. En definitiva, fuera de la norma, anormales (Foucault, 2001 y 2002; Montecino, 2008; Vasilachis, 2007; Serra y Canciano, 2006; Duschatzky y Skliar, 2000 y 2001; Veiga-Neto, 2001; Prez de Lara, 2001; Dvila y otros, 2006).

    Algunos de los estereotipos del discurso pblico, ya plan-teados, tambin son asumidos, la mayor parte de las veces, por el sistema escolar y ms especficamente por la escuela como co-munidad de prctica. Se significan como educandos carentes de los cdigos universales y culturales propios de la escuela (Berns-

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    tein, 1988; Cox, 1987); o bien con capacidades cognitivas, biol-gicas y socioafectivas limitadas, las que asociadas a competencias bsicas para el aprendizaje se evidenciaran en algn handicap, dficit o trastorno (Devalle de Rendo y Vega, 1999; Duschatzky y Skliar, 2000 y 2001; Dvila y otros, 2006; Serra y Canciano, 2006; Baquero, S/Fb y 2006) o bien carentes de las condiciones de educabilidad (Lpez y Tedesco, 2002; Navarro, 2002; Baque-ro, S/Fa) requeridas para iniciar el proceso escolar.

    Cualquiera sea la representacin o el referente imaginario de los alumnos prioritarios o educandos del primer quintil que tengan las comunidades de prctica escolar y en ellas las que tengan los profesores, los aprendices pobres estaran reducidos a estereotipos y estigmatizaciones de carentes y/o incapaces, deslegitimando su identidad de aprendices. En efecto, los estereotipos invisibilizaran sus peculiaridades como seres humanos, nicos e irrepetibles. Sus diferentes identida-des no seran reconocidas y menos valoradas; entre stas en-contramos la identidad de aprendiz que se configura en rela-cin con un maestro.

    Entonces, ante los estereotipos y deslegitimizaciones pare-ciera que los aprendices en situacin de pobreza estaran con-denados al fracaso escolar. Sus posibilidades de aprendizaje, desarrollo y sus trayectorias escolares estaran predeterminadas desde antes de su ingreso a la escuela, por el slo hecho de ser pobres. Al mismo tiempo, seran trayectorias que desde su partida iran consolidando el crculo vicioso de la pobreza o asumiran la profeca autocumplida propia de la desesperanza aprendida (Gissi, 1992; Vasilachis, 2003) en estos contextos. Evidencia de estas trayectorias son las historias de vida de de-sertores, nios y nias de calle y/o jvenes recluidos (Dus-chatzky, 1999; Raczynski, 2002; Julio y otros 2005; Mettifogo y Seplveda, 2005). d) La marca de pobre condena al fracaso escolar: un problema intrnseco y de estratos En definitiva, sobre la base de los estereotipos planteados, los aprendices del primer quintil transitan su escolaridad marcados

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    por dos creencias. La primera, de que todos y todas tendran trayectorias escolares similares orientadas al fracaso escolar, por el solo hecho de pertenecer a este segmento socioeconmico, y la segunda, de que esta situacin de fracaso se debera a razones intrnsecas a ellos y ellas o a sus familias. Ambas creencias deja-ran fuera de toda responsabilidad al propio sistema escolar, aun cuando por definicin ste es la concrecin de la institu-cin social llamada educacin que, en tanto bien pblico, tiene la funcin social de formar a sus ciudadanos (Tezanos, 1992). Y tambin liberara de toda responsabilidad a sus profesores, que en tanto pedagogos tienen el deber que les confiere la so-ciedad de hacerse cargo de los contenidos y modos de esa for-macin (ibid).

    Ante esta visin de fracaso escolar, centrada en razones in-trnsecas a los educandos y/o sus familias, podra pensarse que el tema del fracaso es una cuestin de estratos sociales, es decir, todos los pobres fracasan y podra pensarse entonces que todos los no pobres son exitosos, por el slo hecho de perte-necer a estratos socioeconmicos diferentes, cuestin que en palabras de Skliar y Duschatzky (2000) pone la diversidad bajo sospecha y tambin en tela de juicio la equidad en el m-bito educativo. e) Implicancias de la marca en las interacciones pedaggicas: zombi y/o asistencial Si se entiende la relacin pedaggica como mediadora de la formacin y el ncleo articulador de todo proceso pedaggi-co (Tezanos, 1992) entonces las interacciones entre los sujetos de la comunidad de prctica llamada escuela son fundamenta-les para el mutuo desarrollo.

    Sobre la base de este supuesto, nos centramos en aquellas comunidades de prctica que concentran a la mayora de los aprendices del primer quintil, que en el caso chileno corres-ponden a las escuelas municipales. Comparativamente, stas tienen los ms bajos resultados educativos, si se consideran los proporcionados por las encuestas de caracterizacin socioeco-nmica ya referidas y las mediciones de aprendizaje escolar

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    como el Sistema de Medicin de la Calidad de la Educacin (SIMCE). Desde esta mirada, pareciera que los nios y nias del primer quintil no alcanzaran los requisitos mnimos para cada nivel educativo y en cada sector y subsector de aprendizaje y menos an lo haran en las etapas organizadas para ello. En definitiva, pareciera que desde una perspectiva cuantitativa estos nios y nias estaran aprendiendo menos. Sin embargo, si se analizan los resultados de una misma escuela se pueden encontrar evidencias de diversidad en los procesos, niveles de aprendizaje escolar y resultados educativos entre sus aprendi-ces. Es decir, no todos los educandos de los estratos bajos ten-dran la misma situacin educativa y tampoco habra relacin directa entre vulnerabilidad social y vulnerabilidad educativa (Julio, 2009).

    Considerando el promedio de los resultados educativos de las escuelas municipales se podra afirmar que estas comunida-des de prctica concentraran los ms bajos resultados y los mayores ndices de fracaso escolar, reforzando an ms la pro-feca autocumplida antes planteada. Es decir, estas escuelas, independiente del proceso educativo que realicen, obtendran los ms bajos resultados educativos por el solo hecho de con-centrar aprendices pobres, manteniendo resultados ms bajos que los no pobres.

    Evidentemente si la relacin pedaggica est sustentada sobre la base de un aprendiz estereotipado como carente e incapaz y, por lo mismo, predeterminado al fracaso escolar, se generara una desesperanza aprendida en los miembros que se relacionan. Ante tal situacin las comunidades se podran sustentar en una de dos tipos de interacciones. La primera, como zombi y la segunda, asistencial. Cualquiera de las dos modalidades les hara perder su centro en la formacin de ciu-dadanos.

    La interaccin tipo zombi refiere a una suerte de parali-zacin en las comunidades de prctica. stas se comportaran como autmatas debido a la influencia de la desesperanza ge-nerada en las interacciones maestros-aprendices, pues no habra nada que hacer. Haga lo que se haga pedaggicamente no se generarn los resultados esperados. Esta situacin de

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    paralizacin o automatismo incidira en la participacin de los aprendices en las mismas, afectando su desarrollo y aprendiza-je, en el bien entendido de que no tendran posibilidades de desarrollo por el mismo hecho de ser pobres y slo habra que compensar, contener y en el mejor de los casos remediar sus carencias e incapacidades, cuestin que generara el segun-do tipo de interacciones.

    Efectivamente, la segunda interaccin, del tipo asisten-cial, supedita la funcin pedaggica a las tareas psicosociales. Este tipo de interacciones en las comunidades generara ten-sin entre lo pedaggico y lo psicosocial pues en ellas se dico-tomiza e hipertrofia la oferta programtica, concentrndose preferentemente en los aspectos biopsicosociales de sus edu-candos, por sobre aquellos propiamente pedaggicos. La escue-la va asumiendo que mientras las necesidades bsicas no estn satisfechas o mientras no existan condiciones de educabili-dad, no se podra aprender, o bien, se dificultara el aprendiza-je escolar, relegando a un segundo lugar la labor pedaggica de la escuela y de sus profesores. Esta situacin traera consigo la externalizacin de las responsabilidades y, al mismo tiempo, bajas expectativas3 (Ossandn, S/F) de las comunidades de prctica y de sus profesionales respecto de sus estudiantes, pues, como se ha redundado antes, asumen que por el solo hecho de pertenecer a estratos socioeconmicos bajos, los edu-candos no aprenderan. f) Por qu las implicancias antes sealadas se presentan como un problema? Para finalizar este acpite nos preguntamos por qu las impli-cancias de las que hemos dado cuenta se configuran en un

    3 Sobre las expectativas docentes y su influencia en el desarrollo

    intelectual y rendimiento escolar de sus estudiantes, ver teora sobre el efecto Pigmalin en la escuela, con la que Robert Ro-senthal (1968) explica que el maestro acta convirtiendo sus percepciones sobre cada alumno en una didctica individualiza-da que le lleva, constructiva o destructivamente, a confirmar esas percepciones.

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    problema educativo referido al fracaso escolar en escuelas mu-nicipales. Al mismo tiempo, y sobre la base de lo expuesto, podemos responder porque los educandos del primer quintil, ya desde su ingreso al sistema escolar veran restringidas sus oportunidades de aprendizaje y desarrollo y, por lo mismo, vulnerado su derecho a la educacin.

    Ciertamente, en la comunidad de prctica, llamada escue-la, les identifican como educandos carentes e incapaces, limitando su participacin en el proceso educativo a las caren-cias e incapacidades que se les adjudican estereotipadamente. Precisamente se les restringen la relacin pedaggica, sus in-teracciones y sus posibilidades de implicacin en las situacio-nes educativas. Estas restricciones finalmente les condenan al fracaso escolar desde el mismo momento en el que inician sus trayectorias escolares. As entonces, esta identidad estereotipa-da de educandos carentes e incapaces construida social-mente y otorgada por la propia comunidad de prctica a la que pertenecen, sumada a una poltica pblica de educacin que no ha sido capaz de favorecer la integracin de los aspectos biopsi-cosociales y culturales en los procesos pedaggicos de las es-cuelas municipales, agudizaran la inequidad en la que hoy se encuentra sumido el sistema escolar. Es as como esta identi-dad construida y adjudicada a los educandos en situacin de pobreza, hoy alumnos prioritarios, deslegitimara su identi-dad de aprendices y se constituira en una barrera al aprendiza-je escolar y al desarrollo de estos educandos. Por lo mismo, se convertira en un obstculo para la inclusin escolar y social de ellos y ellas y en el principal cerrojo del crculo de la pobreza dura, dejando con pocas alternativas a las comunidades de prctica donde estos educandos se concentran. 4. CMO RECUPERAR LA IDENTIDAD DE APRENDIZ EN EL PROCESO PEDAGGICO?: UNA PROPUESTA INICIAL Dos son las respuestas iniciales que propongo como profesora que suscribe al principio de Inclusin y al movimiento de Educacin Inclusiva. La primera, y retomando los plantea-

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    mientos iniciales de Rosa Mara Torres, colocando al centro del proceso educativo al sujeto que aprende y sus necesidades bsicas de aprendizaje. Y la segunda, derivada de la anterior, resignificando el aprendizaje, para revalorar la identidad de aprendiz. Es sobre esta ltima respuesta en la que profundizar para sustentar la propuesta que comparto. a) Comprensiones sobre el aprendizaje

    En trminos generales, el aprendizaje puede ser definido desde tres corrientes tericas diferentes. Desde las teoras conductua-les, desde las teoras cognitivas clsicas y las cognitivas sociales (interaccionistas y constructivistas) y desde la teora humanis-ta. A modo de recuerdo, presento una sntesis de ellas sobre la base de la sistematizacin realizada por Violeta Arancibia (1997).

    La teora conductual define el aprendizaje como un Cambio relativamente permanente en el comportamiento, que refleja una adquisicin de conocimientos o habilidades a travs de la experiencia (Arancibia, 1997:46). Sin embargo, este cambio se lograra a travs de diferentes procesos, segn sea la corriente terica que la sustente al interior de esta misma teora. El con-dicionamiento clsico (Pavlov) plantea que el aprendizaje es un proceso a travs del cual se logra que un comportamiento respuesta que antes ocurra tras un evento determinado estmulo ocurra tras otro evento distinto. Desde el co-nexionismo (Thorndike), el aprendizaje se producira por ensa-yo y error; grabndose respuestas correctas y borrando respues-tas incorrectas. Segn el aprendizaje asociativo (Guthrie) se producira por el principio de asociacin de dos estmulos, memorizacin. El condicionamiento operante (Thorndike y Skinner) afirma que es la consecuencia que sigue a una res-puesta determinada y en el efecto que sta tiene sobre la pro-babilidad de emisin de la respuesta en el futuro y el aprendi-zaje social (Bandura) plantea que el aprendizaje se producira por la observacin, la que incide en mecanismos internos de representacin de las asociaciones estmulo-respuesta, es decir, las imgenes de los hechos determinan el aprendizaje.

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    Las teoras cognitivas del aprendizaje plantean que El aprendizaje ocurre gracias a un proceso de construccin, orga-nizacin y reorganizacin cognitiva de la informacin, proceso en el cual el individuo juega un rol activo. Dentro de estas teoras encontramos el cognitivismo clsico y las cognitivo- sociales. El cognitivismo clsico aporta a la educacin el estudio de las caractersticas cognitivas en distintas etapas del desarrollo. As encontramos la teora de las estructuras lgicas de Piaget y la teora del procesamiento de la informacin de Bruner. Am-bas teoras postulan una relacin entre aprendizaje y desarro-llo, donde es necesario conocer las caractersticas del individuo a una determinada edad para adaptar el aprendizaje a ellas. Es decir, lo que el sujeto aprende estara determinado por el nivel de desarrollo. Las segundas, las cognitivo-sociales, sustentadas inicialmente en la propuesta de Vigotski, plantean que no po-demos limitarnos a determinar los niveles evolutivos si que-remos descubrir las relaciones reales de desarrollo con el aprendizaje, postulando la existencia de dos niveles evolutivos: Uno real y otro prximo. El primero, definido por el nivel de desarrollo de las funciones mentales, que resulta de ciclos evo-lutivos cumplidos a cabalidad. El segundo, la Zona de Desa-rrollo Prximo (ZDP) que sera la distancia entre el nivel real de desarrollo, determinado por la capacidad de resolver inde-pendientemente un problema, y el nivel de desarrollo poten-cial, determinado a travs de la resolucin de un problema, bajo la gua de un adulto o en colaboracin con otro/a compa-ero/a ms capaz. La ZDP define aquellas funciones que toda-va no han madurado, pero que se hallan en proceso de madu-racin, caracterizacin del desarrollo mental prospectivo con una instruccin adecuada. Esta propuesta caracteriza una nueva forma de relacin entre aprendizaje y desarrollo. Entre ellos habra una interaccin donde el aprendizaje potencia el desa-rrollo de ciertas funciones psicolgicas. La planificacin de la instruccin debera considerar las restricciones del desarrollo real y enfatizar aquello que hay en su ZDP y sacar provecho de su desarrollo potencial. Desde esta concepcin, el aprendizaje constituye la base para el desarrollo y arrastra a ste en lugar de ir a la zaga.

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    Cabe destacar que desde este paradigma cognitivo social deriva un nuevo enfoque, el sociocultural (Rogoff, 1993 y 1997; Lave, 1991; Lave y Wenger, 1991; Baquero, 2006). A l ad-herimos y sobre el mismo daremos cuenta, como una posibili-dad de revalorizar la identidad de legtimos aprendices que tienen los educandos en situacin de pobreza. Antes de pro-fundizar en esta corriente terica, daremos cuenta de la tercera teora de aprendizaje, la humanista.

    La teora humanista indica que El aprendizaje significativo es un aprendizaje penetrante que no consiste en un simple aumento de conocimientos, sino que entreteje cada aspecto de la existencia del individuo. Existira un espacio entre estmulo y respuesta en que la persona piensa, reflexiona y considera las implicancias de su comportamiento. Por lo mismo, el orga-nismo, tiene un rol activo en su aprendizaje. Desde esta consi-deracin el aprendiz es relevante en la transaccin y relacin profesor/alumno, docente/dicente, maestro/aprendiz. Si el aprendiz es activo, entonces tambin es necesario considerar un aprendizaje experiencial. Segn Carl Rogers, el desarrollo de la personalidad y las condiciones de crecimiento existencial se logran a travs de experiencias conscientes subjetivas del ser humano y sobre el cual propone el ciclo del aprendizaje expe-riencial. Coherente con la valoracin de la persona del apren-diz, la teora humanista tiene una orientacin No directiva y s, una tendencia a favorecer la autoactualizacin y autorrealiza-cin de la persona. b) Aprendizaje sociocultural: una resignificacin del aprendizaje y del desarrollo Habiendo realizado un breve recorrido por las teoras del aprendizaje, estamos en condiciones de profundizar en la co-rriente de aprendizaje sociocultural.

    Esta visin del aprendizaje tiene sus races en la psicologa y antropologa cultural actual, y se nutre de los planteamientos e investigaciones sociohistricas desarrolladas en los aos treinta por Vigotski y sus seguidores Leontiev y Luria, especfi-camente asociadas a la accin humana y la mediacin. Sin em-

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    bargo, se aparta de esta tradicin por su crtica al evolucionis-mo centrado en la herencia y a las distinciones dicotmicas del funcionamiento mental que sustentaba su creencia en alguna forma universal de racionalidad y progresos humanos (Wertch, 1997:13). Esta crtica se sustenta en los planteamientos de Franz Boas (antroplogo de principios del siglo XX) que re-conoce diferencias cualitativas entre culturas, en el bien enten-dido de que cada una posee su propia configuracin histrica, psicolgica y social y que, por lo mismo, debe ser comprendida en sus propios trminos (Wertch, 1997). En definitiva, si bien la tradicin sociocultural se nutre de la perspectiva sociohistrica Vigotskiana (Vigotski, 1993 y 2000; Bruner, 1990 y 1997; Cole, 1990; Pozo, 2003), al mismo tiempo se distancia de ella (Lave, 1991; Lave y Wenger, 1991; Rogoff, 1993 y 1997; Baquero, 2006) tomando su propio rumbo en estudios cognitivos culturales.

    Se opta por un enfoque social y cultural de aprendizaje y desarrollo porque nos parece que supera el concepto tradicional de desarrollo cognitivo que a nuestro juicio, y siguiendo a Joan Lave (1991), en una visin dicotmica, separa mente de cuerpo, abstraccin de accin, pensamiento cotidiano de pensamiento cientfico. En efecto, este enfoque tradicional nos parece restrin-gido a la accin racional y centrado en procesos mentales indivi-duales como memoria y procesamiento de la informacin entre otros, asociado a la adquisicin de conocimiento del tipo piage-tano, como adaptacin a una realidad externa a travs de procesos de asimilacin y acomodacin o del tipo vigotskiano, como inter-nalizacin de informacin externa a dispositivos internos a travs de procesos de transferencia o mediacin.

    Desde esta perspectiva sociocultural el aprendizaje es un sistema de implicaciones y acuerdos en el que las personas se integran en una actividad culturalmente organizada en la que los aprendices se convierten en participantes ms responsables (Rogoff, 1997:114) y el desarrollo refiere a las transformaciones de tipo cualitativo (y tambin cuantitativo) que permiten a la persona abordar ms eficazmente los problemas de la vida co-tidiana, dependiendo, para definir y resolver dichos problemas, de los recursos y apoyos que le portan las personas con quienes interacta y las prcticas culturales (Rogoff, 1993:34). Enton-

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    ces, desde este enfoque, el aprendizaje refiere a la participacin y sta a su vez la comprendemos como un proceso al mismo tiempo social e individual en el bien entendido de que implica la movilizacin de esfuerzos creativos por parte de los individuos para comprender la actividad social y contribuir en ella en la construccin de puentes entre las diferentes formas de enten-der una situacin (Rogoff, 1997) al interior de la propia comu-nidad y entre comunidades. En definitiva, desde este enfoque el aprendizaje consiste en participar de una manera activa en las prcticas de las comunidades sociales y en construir identida-des en relacin con estas comunidades [...] esta participacin no slo da forma a lo que hacemos, sino que tambin confor-ma quines somos y cmo interpretamos lo que hacemos (Wenger, 2001:22).

    Desde esta perspectiva sociocultural, cada cual configura sus propias trayectorias de aprendizaje, entendidas como un itinera-rio en el derrotero biogrfico de cada persona. Si las asociamos, como es en nuestro caso, al aprendizaje escolar, podran definir-se siguiendo a Wenger (2001) como historias vitales de aprendi-zaje constituidas por el incesante entrelazamiento de dos pro-cesos: el de participacin (la propia experiencia de participacin) y la cosificacin (formas de artefactos de representacin: instru-mentos, conceptos, trminos, etc.). A travs del recuerdo de la propia experiencia y su interpretacin y reinterpretacin en el proceso de interaccin social, o en lo que hacemos conjunta-mente con los dems en una historia compartida y situada, las personas, por una parte, usamos artefactos que tienden a perpe-tuar repertorios de prctica de las comunidades a las cuales per-tenecemos y, por otra, negociamos la coherencia de nuestra pro-pia vida. As nos vamos convirtiendo en personas, dentro de la continuidad de nuestras mismas trayectorias de vida. c) Aprendizaje sociocultural: revalorando y legitimando la identidad de aprendiz Sobre la base del enfoque de aprendizaje y desarrollo sociocul-tural antes planteado, asumimos que todos los nios, nias y jvenes, en su condicin de seres humanos, son legtimos

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    aprendices. Cada cual independiente de su condicin socioe-conmica recorre una trayectoria vital en la que aprende, se desarrolla y construye su identidad de tal, en el contexto de sus comunidades de prctica a travs de un proceso personal de apro-piacin participativa generado por medio de un proceso interper-sonal de participacin guiada en un sistema de aprendizaje comuni-tario o institucional (Rogoff, 1997). En efecto, son aprendices en el contexto de sus comunidades de prcticas locales (fami-liares y comunitarias) porque en ellas participan de la vida co-tidiana en compaa de otros y continan sindolo en las nue-vas comunidades de prctica (escuela, liceo), pero slo podrn continuar aprendiendo y desarrollndose en ellas si las interac-ciones favorecen su plena participacin. Es decir, sin participa-cin en las interacciones de la comunidad se restringe la posi-bilidad de aprendizaje y desarrollo.

    En definitiva, si el desarrollo cognitivo [...] es un apren-dizaje: tiene lugar a travs de la participacin guiada en la acti-vidad social con compaeros/as que apoyan y estimulan su comprensin y su destreza para utilizar los instrumentos de la cultura (Rogoff, 1993:21), entonces el desarrollo est, inexo-rablemente, ligado a las caractersticas del contexto sociohist-rico y cultural de su ambiente social: sus metas y sus formas de organizacin para lograrlas (guiones o prcticas cotidianas, intersubjetividades, comunicacin).

    5. PALABRAS FINALES A modo de cierre de la reflexin compartida y sobre la base del principio de inclusin y de los planteamientos del aprendizaje sociocultural, a continuacin expongo algunos desafos pendien-tes para las escuelas, profesores y formadores de formadores.

    i) Reconocer que todos los nios, nias y jvenes, inde-pendiente de los estratos sociales de los que provengan, son legtimos aprendices, por el solo hecho de pertenecer a comu-nidades de prcticas locales y familiares en las que existen me-tas y formas de organizacin para lograrlas, aunque stas sean diferentes a las metas esperadas y a las formas de organizacin de la educacin formal.

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    ii) Valorar las peculiaridades de los aprendizajes no forma-les y desarrollos alcanzados por los aprendices en sus contextos situados, sociohistricos y culturales propios del ambiente donde participan. Valorarlos como punto de partida para la continuidad de los procesos de aprendizaje y desarrollo, esta vez en nuevas comunidades de prctica de educacin formal.

    iii) Considerar que el aprendizaje escolar no se inicia des-de el no aprendizaje. Sino, por el contrario, se inicia del apren-dizaje y desarrollo de cada aprendiz logrado a travs de la parti-cipacin en la propia historia de vida, antes y durante la trayec-toria escolar.

    En sntesis, se trata de recuperar al sujeto en el proceso educa-tivo preguntndonos permanentemente por el posiciona-miento que asumimos frente al otro y sus aprendizajes, pero tambin por las mltiples posibilidades que ofrecemos (Serra y Canciano 2006:34) como profesionales de la educacin, a nuestros aprendices, para favorecer en ellos y ellas la continui-dad del aprendizaje a travs de su participacin en el proceso educativo formal y as iniciar un proceso de eliminacin de la barrera de la invisibilizacin de la identidad de aprendiz o, dicho en positivo, fortalecer un proceso de promocin de la visibilizacin de los educandos en situacin de pobreza como legtimos aprendices. REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS ARANCIBIA, VIOLETA y otros (1997): Manual de Psicologa Educacional.

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