lecciones de la alemania nazi

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  • 7/25/2019 Lecciones de La Alemania Nazi

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    Alfil, Crdoba, 5 de setiembre 2012

    Lecciones de la Alemania nazi

    Es posible aprender algo de la Alemania nazi? Los historiadores conocemos

    por comparacin. Aunque cada caso es nico e irrepetible, lo entendemos

    mejor comparndolo con otros, analizando y diferenciando lo comn de lo

    singular. Pero hay comparaciones que estn mal vistas y son censuradas. No

    se puede. Hasta hace un par de dcadas, en los ambientes progresistas

    estaba mal visto comparar a la Unin Sovitica con la Italia fascista. Hoy ese

    velo cay, y tenemos excelentes estudios que a la vez subrayan lo comn y lo

    especfico de ambas experiencias.

    Ese velo no ha cado en el caso del nazismo. Es una pena, pues la

    experiencia alemana es tan fascinante como educativa. Magnificado,

    amplificado, estallel meollo de la moderna poltica de masas. Hitler fue

    nico, sin duda; pero no son pocos quienes pueden compararse con el doctor

    Goebbels y sus mtodos.

    En este caso el veto es doble. Por un lado, el seguidor apasionado de un

    dirigente o un movimiento poltico no admite una comparacin que juzga

    descalificadora. Por otro, estn quienes custodian y vigilan los temas

    sensibles, ms preocupados por las lecciones que por la comprensin. Desde

    su perspectiva, el nazismo es nico; es el mal absoluto, inexplicable e

    indecible. Cualquier intento de comparar alguna de sus partes lo colocar

    a enel plano de las cosas humanas, siempre relativas. No hay comprensin

    posible; solo rechazo. La comunidad juda particularmente, por razones muy

    explicables, lo ha reducido a lo que hoy se llama la Shoa. Tambin ellos

    niegan toda comparacin, que desmerezca la excepcionalidad que le asignan.

    Posiblemente esto es bueno para formar ciudadanos. O quizno,

    considerando el muy humano gusto por lo prohibido; allestn los neonazis.

    Pero para los historiadores este velo es psimo. Nosotros trabajamos con

    hombres, que son un poco ngeles y un poco demonios. Somos algo parecido a

    los gineclogos o a los proctlogos. Debemos invadir zonas de la experiencia

    humana ante las que suele detenerse el buen gusto, el decoro o la correccinpoltica. Necesitamos hacerlo.

    Los historiadores de la Alemania nazi analizaron distintos aspectos del

    nazismo que interpelan a quienes estudian realidades ms cercanas. Un

    buen ejemplo es el libro de Peter Fritzsche De alemanes a nazis, 1914-

    1933. Para explicar sus orgenes, no se apoya principalmente, como es

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    corriente, en los traumas del Tratado de Versalles y la crisis de 1929. En

    cambio, pone el acento en la confianza de los alemanes, convencidos de que

    podan construir un mundo mejor. Llegaron al nazismo por el optimismo.

    Significativamente, el impulso nacicon la guerra en 1914, que entusiasma

    buena parte de los alemanes, incluyendo a un liberal como Max Weber. El

    impulso se prolongen la posguerra, diversificndose de acuerdo a sus races

    y finalidades, hasta que finalmente encarnen el mito del Volk alemn,

    pueblo ny nacin. Su dinamismo arrasprimero con el Imperio, y luego con

    la Repblica, trabajosamente construida en Weimar.

    Singulares actores de ese conflicto fueron los miembros de la SA, la fuerza

    de choque del incipiente nazismo. Los conocemos por su disciplinada

    organizacin militar, su obediencia al jefe, y su gusto por rompermanifestaciones o machacar cabezas de opositores. Fritzsche nos los muestra

    en un escenario diferente. Eran los aos previos a la llegada al poder, en los

    pueblos y pequeas ciudades de la Alemania profunda. Alllos SA tenan

    otro rostro. Al igual que otras muchas asociaciones de entonces, se dedicaban

    a arreglar escuelas, organizar campamentos juveniles y otras actividades

    comunitarias. Tambin a confraternizar en las tabernas, cantar y chacotear.

    No haba violencia sino buena voluntad. Tenan buenos oradores, capaces de

    hablar a cada uno sobre sus problemas especficos, e incluirlos dentro de la

    gran propuesta del Volk. Eran buenos vecinos. Pocos aos despus sern los

    temidos verdugos de Hitler. Pero comenzaron por all. Un camino singular einquietante.

    Ian Kershaw, autor de una monumental biografa de Hitler estudial jefe y

    a sus inmediatos seguidores. Hitler no era un estadista, en el sentido clsico

    de la palabra, sino el jefe de un movimiento, en permanente movimiento. Se

    interespoco por la gestin administrativa, delegada en sus segundos:

    funcionarios, jefes polticos, policas o militares, de funciones a menudo

    superpuestas.

    Hitler solo defina las grandes lneas, ante pblicos masivos, que la cadena

    oficial llevaba hasta los rincones ms recnditos de Alemania. Todo el pas

    escuchaba al jefe y conductor, quien trazaba las grandes directivas, sealaba

    los enemigos y convocaba a su eliminacin. Nada muy preciso sobre cmo

    hacerlo. Luego, sus subordinados actuaban en la direccin del Fuhrer.

    Interpretaban a su modo el sentido preciso de las directivas, y competan por

    quien lo haca de la manera ms extrema y radical. Asel movimiento, que

    no tena metas sino enemigos, exista en una permanente radicalizacin.

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    Masas optimistas, que construyen un futuro venturoso destruyendo al

    enemigo. Lderes sin control institucional, que fundan su poder en la

    radicalizacin continua. Son solo dos de los muchos aspectos del nazismo.

    Dos formas de accin habituales en la poltica de masas del siglo XX. En

    Alemania confluyeron en una experiencia singular, exitosa hasta que

    concluyen catstrofe. Esto fue nico. Pero cada uno de sus mecanismos no

    lo es, y ayuda a pensar sobre otras circunstancias y otros contextos.

    Luis Alberto Romero

    Historiador. Es miembro del Club Poltico Argentino