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HAIKU

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LA SENDA DE BUSON

HAIBOOKS

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Alonso SalasLuis CorralesMiguel IbáñezGabriel Segovia

LA SENDA DE BUSON

(36 haikus) Selección y prólogo de Vicente Haya

HAIBOOKS

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La reproducción total o parcial de este libro, no autorizada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada.

Ilustración de cubierta: “Vagando por campos y montañas” (Yosa Buson, s. XVIII)Derechos de reproducción cedidos por el Museo Nacional de Tokio © Tokyo National MuseumImagen: TNM Image Archives. Fuente: http://TnmArchives.jp/

Director: Luis CorralesEditor: MLC© de los Haikus: Alonso Salas, Luis Corrales, Miguel Ibáñez y Gabriel Segovia© del Prólogo: Vicente Haya© de la Maquetación y diseño: Thyzzar

1ª Edición: Noviembre 2006© Editorial Juan de Mairena, y de libros.e-mail: [email protected]

ISBN:

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PRÓLOGOEl arte de la modestia

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El haiku es lo que inventa Bashô, ciertamente, pero

es Buson el que mejor lo cultiva. Bashô logra en oca-

siones haikus de una belleza cumbre, pero en él hay

todavía mucho de experimento, de tanteo, de ha-

lago a los entusiastas del haiku, y, en resumen, de

rotundos errores. Si queremos tener un patrón de

haiku, no debemos fiarnos de cualquier texto salido

de la mano de Bashô. Para saber qué es el haiku hay

que estudiar a Buson. Es posible que Buson tenga

menos de “místico” que Bashô, pero su propuesta

estética es más sólida y coherente que la de su maes-

tro. La mística de Bashô responde a “momentos es-

telares de la existencia”, al tiempo que en Buson

la mística es la vida cotidiana, el mundo tal como

sucede: cualquier escena es la sacralidad misma del

mundo. Bashô presenta lo sagrado de la existencia

como sagrado de la existencia y no deja opción al

hombre vulgar a negarse a ver esa sacralidad; esto

es muy del zen. Buson hace lo contrario: ignora en

sus haikus el aspecto evidente de lo numinoso y se

dedica a reunir minucias en un gigantesco mural

de impresiones, como el que construye un manda-

la con materiales vulgares. Buson responde más al

ideal taoísta.

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Dejando la cuestión espiritual al margen, parece

haber consenso entre los estudiosos japoneses en

que Bashô no dejó más de un centenar de haikus ex-

celentes, mientras que Buson tiene miles de haikus

magníficos. Veamos sólo uno de ellos a modo de

ejemplo:

明やすき夜を磯による海月哉

Akeyasuki yo o (Noche que quiere amanecer)

iso ni yoru (A la costa rocosa se acerca…)

kurage kana (¡Una medusa!)

Puede parecer que este haiku no dice nada.

Como muchos de los que contiene esta antología.

Y, sin embargo, detengámonos en él con calma, con

toda la que precisemos. Estudiemos, por ejemplo, el

aspecto “narrativo” de este haiku:

• En primer lugar, nos muestra la claridad

(明) –ideograma compuesto de sol y luna-, una

claridad fácil (やすき) para la noche (夜), es

decir, una noche que fácilmente amanece, una no-

che corta, noche de verano. Es decir, Buson ha ini-

ciado su haiku presentándonos un cielo en el que

despunta la aurora.

• En segundo lugar, “enfoca” a la tierra bajo

sus pies: una costa rocosa (磯). (Les invito a que

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miren detenidamente este kanji. No representa

simplemente una costa marina. Está lleno de aristas

y tiene la dureza del tipo de lugar del que “habla”)…

Seguimos leyendo: se nos dice -a continuación- que

iso ni yoru, “a la costa rocosa se acerca”, sin que nos

pase desapercibido el hecho de que el verbo yoru

(acercarse) es homónimo del sustantivo yoru (no-

che). La costa rocosa sigue oscura como la noche;

sólo la línea del horizonte apunta cierta claridad.

• El poeta lleva nuestra mirada, en tercer lu-

gar, al mar… Del firmamento hemos ido a la tierra

rocosa y de ésta al agua… Y allí ¿qué encontramos?

Encontramos una medusa. “Medusa” en japonés

puede escribirse “luna de mar” (海月) o “agua ma-

dre” (水母). En este caso, el poeta ha preferido la

opción menos corriente: “luna de mar”: Una “luna

de mar” en el agua junto a una costa dura y oscura,

bajo un firmamento a punto de amanecer… ¡Qué di-

fícil es escribir un haiku perfecto!

Hemos analizado este poema desde el punto de

vista “narrativo”. Pero hay otros muchos niveles

para acercarse a un mismo haiku:

• Podríamos acometer un acercamiento audi-

tivo, casi musical, en el cual el haiku debe hacernos

sentir lo que trata de expresar. Naturalmente, sin

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el conocimiento de la lengua original nos faltarán

los mecanismos necesarios con que esta sensación

auditiva entra en nuestro corazón.

En este caso, es de sonoridad dulce, con soni-

dos planos (akeyasukiyo-o-iso), que suenan como

un mar calmado en la noche. Ese mar sólo tiene un

cuerpo extraño, un sonido “gue” de kurage, medu-

sa, que va a “pesar” –se dice en japonés- más que el

resto.

La cesura métrica que lógicamente hay que dar

al poema también nos cuenta algo de su objeto:

será un haiku que vaya de la extensión inusitada de

su primer verso (el que habla del firmamento) a la

concreción y brevedad enfática del último (en el que

sólo hay una medusa con un signo de interjección).

• O podríamos plantear un acercamiento vi-

sual al haiku en cuestión. Veremos, entonces, los

kanji que lo han compuesto -uno tras otro- como

si contempláramos un espectáculo: “Sol-luna”, “no-

che”, “roca”, “mar-luna”. La claridad y la oscuridad,

lo duro y lo blando, concatenándose, entremetién-

dose unos en otros ante la mirada atenta del poeta.

Estos ideogramas esconden todo un juego de con-

trarios yin-yang que nos envuelven en su elegante

alternancia: claridad-noche, firmamento-mar, mar-

tierra, roca-medusa.

• O, por último, podríamos estudiar un acer-

camiento conceptual al mismo. Ahora no serán los

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sonidos los que nos hagan escuchar lo que ocurre, ni

los ideogramas los que nos hagan ver la escena, sino

los conceptos que se expresan. En este caso, “amane-

cer”, “costa de roca”, “acercarse”, “medusa”. Tal vez

el poeta ha pasado la noche entera en contempla-

ción junto al mar, en la intimidad de ambos (océano

y oscuridad), sin poder distinguir nada, hasta que al

alba es capaz de vislumbrar una primera forma bajo

el agua, la de una medusa, quizá muerta o que viene

a morir a la orilla. Una medusa que va en dirección

a la costa a herir su cuerpo contra las rocas.

Un análisis como el que antecede es siempre po-

sible en el haiku de Buson, a pesar de que construya

sus versos de modo que se tornan invisibles a aque-

llos que no hayan alcanzado la sencillez. La modes-

tia es el sello personal del haiku de Buson.

Del mismo modo que hemos hecho con este

haiku del maestro, un estudio pormenorizado y

rico en sugerencias podría realizarse a partir de la

mayor parte de los haikus que contiene este libro;

todos ellos con una apariencia sencilla, tratando de

pasar desapercibidos, nos interpelan sin embargo

-una vez los hubimos leído- acerca de su propia be-

lleza. ¿Por qué? Porque los cuatro poetas sevillanos

de haiku que se han reunido en este libro pertene-

cen al mundo de Buson, parecen ser los herederos

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de un secreto que ha viajado a través de los siglos

y las culturas. Luis Corrales tiene atisbos de Buson

cuando éste estaba más cerca de su maestro, Bashô.

Miguel Ibáñez y Gabriel Segovia introducen –siem-

pre dentro de una sensibilidad busoniana- otras in-

fluencias clásicas, como la de Issa en el haiku del

hijo del reparador de tejados. Alonso Salas parece la

reencarnación viva de Buson, sólo que ha sustituido

el talento pictórico del maestro por su talento para

la composición musical*.

Estos cuatro autores, junto con Juan Francisco

Pérez y María Victoria Porras (autores de otro libro

publicado en esta misma editorial: A la intemperie),

son los seis mejores poetas de haiku que yo conozco

en la España actual. No escriben en japonés, pero si

sus haikus se tradujeran a dicho idioma sería difícil

de distinguir de los poemas de aquel que les sirve

de maestro oculto: Buson. Por fin ha llegado el mo-

mento en que comenzamos a alejarnos de los haikus

de opereta de Tablada, Benedetti y otros intrusos

que no sienten el menor respeto por un género que

se cultiva en Japón desde hace más de cuatro siglos,

y comenzamos a sentar las bases de una auténtica

escuela de haiku en castellano.

VICENTE HAYA, Barcelona, 20 de abril de 2006.

*Alonso Salas, además de compositor, es un conocido director de orquesta de cámara.

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BREVE RESEÑA DE LOS AUTORES

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Luis Corrales Vasco estudió Ingeniería de Teleco-

municación en la Universidad de Sevilla. Reside y

trabaja en la actualidad como programador en Vie-

na (Austria).

Las referencias al haiku contenidas en el libro Escul-

pir en el tiempo, del cineasta ruso Andrei Tarkovski,

fueron su primer contacto con este arte poético ja-

ponés. Tras conocer al profesor Rodríguez-Izquier-

do, decide fundar en 2001 una página en Internet

dedicada al haiku, proyecto que fructifica en la re-

vista electrónica El Rincón del Haiku, desde la cual,

en su tarea de editor, ha publicado poemas y traba-

jos de cientos de autores de lengua española hasta

la fecha.

En relación con el haiku ha concedido entrevistas y

publicado artículos en diversos medios. Como hai-

jin ha sido incluido en las antologías de haiku Aldea

Poética III (Opera Prima, 2005) y Poetas de cora-

zón japonés (Celya, 2005). En la actualidad dirige

la presente colección de libros de haiku en lengua

española, Haibooks.

Miguel Ibáñez (Sanlúcar de Barrameda, 1962) tra-

baja como administrativo en la Junta de Andalucía

y vive en Sevilla desde 1991.

Su primer conocimiento del haiku se remonta a

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1995, pero no fue hasta 2002, tras la lectura de Sen-

da hacia tierras hondas, de Matsuo Bashô, cuando

empezó a escribir sus primeros poemas breves, en

su gran mayoría más próximos al haiku en la forma

que en el contenido. Animado por Vicente Haya, dio

a conocer algunos de ellos a través de El Tablón, de

la revista electrónica El Rincón del Haiku (2004).

Gracias a esta iniciativa, ha tenido la suerte de ha-

ber sido uno de los autores seleccionados en la an-

tología de reciente publicación Poetas de corazón

japonés (Celya, 2005).

Alonso Salas, músico sevillano, director del gru-

po de música histórica “Juan Navarro Hispalen-

ses”. Compositor de pequeñas obras inspiradas en

haikus de Santôka. Ha transcrito obras inéditas de

los maestros de capilla del siglo XVII de la catedral

de Sevilla. Apasionado lector, le gusta caminar, cul-

tivar la amistad y su jardín, mirar la lluvia, los árbo-

les y beber cerveza las tardes de verano.

Gabriel Segovia es un pseudónimo con el que el au-

tor prefiere permanecer en el anonimato.

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LA SENDA DE BUSON

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Alonso Salas

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El agua helada

golpea los costados

de las barcazas

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La oscuridad

En cuclillas, dos niños

cuchicheando

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De los sembrados

a la lanza de un carro:

vuelo del grajo

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Un pájaro se posa

en la veleta

que apunta hacia el norte

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Luna creciente,

y el musgo aún más verde

después de orinar

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Muerto el pájaro,

colgado por el ala

en las taramas

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La corteza del árbol

desprendiéndose

en lo hondo del bosque

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Lejos, el humo

parece no moverse

en la campiña

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Más silencioso

el valle, con el vaho

de los ganados

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Luis Corrales

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Junto al riachuelo

apilaron la leña

Luna poniente

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El mirlo muerto

y su pico amarillo

sigue amarillo

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Erial al alba

El graznido que un cuervo

lanza en la niebla

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Con el otoño

sube el olor del barro

a las encinas

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Doce de marzo

Última nieve sucia

detrás del seto

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Penetrando

en la primera arada

claro de luna

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Lluvia de marzo

Gotas saltando fuera

del canalón

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Tose el vecino

La enredadera tiñéndose

de un rojo intenso

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Dije que no

al mendigo en el parque

Anochece

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Miguel Ibáñez

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Siesta de niños

Sandías y melones

bajo los catres

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Lluvia de otoño

En la cama la huella

de un cuerpo solo

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Recién caídas

las hojas de los álamos

sobre mis pasos

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Envuelta en humo

la voz del castañero

Qué sol tan débil

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Por el camino

cubierto de hojarasca

madre e hijo

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Luna menguante

El granizo de ayer

aún en el patio

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Tumbas cubiertas de salitre

De espaldas,

dos viejas ríen

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Viento de otoño

En casa del vecino

limpian las tejas

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Huele a comida

Cruza el arrabal

un forastero

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Gabriel Segovia

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Limpiando las tablillas funerarias

la vieja se detiene

a leer los nombres

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A primera hora,

los cuervos hambrientos

en los postes de luz

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La madre forzó

al niño contra sí

y se quedó dormido

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Nadie ha subido

en esta estación

Un árbol moviéndose

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En brazos del labrador

un perro ladra mudo

al paso del tren

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El movimiento de las hierbas

delata a la campesina

haciendo caca

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Una libélula sobrevuela

las tumbas... bruscamente

cambia el rumbo

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El humo de las tumbas

Quema de rastrojos

detrás del templo

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Un caballo

atado a una bañera

El brillo en su lomo

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LA SENDA DE BUSON(36 haikus)

de Alonso Salas, Luis Corrales, Miguel Ibáñez y Gabriel Segovia,

segundo poemario de

HAIBOOKSCompuesto por Thyzzar & MLC

se terminó de imprimir en Lucenael 1 de Noviembre del 2006.

Consta la edición de 750 ejemplares.

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