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LA VISIÓN DEL INDIO CHAQUEÑO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL XX Mariana Giordano Distintos actores vinculados de una u otra manera al Chaco contribuyeron con sus discursos a la actualización del imaginario sobre el indio de esta región. Nuestro propósito en este trabajo es presentar a través de diversos géneros discursivos de la época, la visión que se tenía sobre el indígena chaqueño y sobre el territorio donde estos residían en la segunda mitad del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX. 1 El Chaco era considerado desde el siglo XVIII como un amplio espacio geográfico al norte del Río de la Plata ocupado por población indígena: el “Territorio indio al norte”, para diferenciarlo de aquellas tierras al sur de Buenos Aires que también continuaban en poder del aborigen, denominación que Martín de Moussy posteriormente le diera en su Atlas publicado por primera vez en 1869. Dicha descripción nos indica que no podemos separar la imagen del indígena creada a través del discurso de la visión del Chaco como espacio geográfico con caracteres particulares. Por otra parte, nos revela la existencia del “Territorio indio al sur”; que en el imaginario social argentino del Siglo XIX era el más reconocido, y las preocupaciones oficiales estuvieron orientadas en un principio a esa región. 2 Dentro del corpus seleccionado para este informe, los textos del siglo XIX que se corresponden con la época de la organización constitucional argentina posterior a las guerras de la independencia y a la época rosista —tanto la legislación como los estudios científicos, informes militares, etc.- , circularon en especial en el ámbito oficial de la metrópoli porteña; por su parte, los escritos de los misioneros franciscanos de Propaganda Fide tuvieron su esfera de divulgación dentro de esa orden, y otros fueron publicados (como las Memorias y el Estudio Etnográfico del Padre Gobelli) presumiéndose su difusión, además del propio ámbito religioso argentino y también europeo (italiano y español, dada la procedencia de los frailes), en la sociedad salteña de la década del ‘10; otros textos misioneros son “oficiales”, integrados por cartas e informes enviados al poder político del momento. Los textos visuales que toman como objeto de representación 1 Cabe destacar que este trabajo es parte de otro de mayor envergadura que se propone reconstruir el imaginario sobre el indio chaqueño entre 1884 y 1960 a través de los discursos escrito y visual. En este caso, solamente presentamos una visión general del tema circunscripto al período señalado. 2 Los distintos tipos de discursos (legislativos, periodísticos, artísticos, etc.) tomaban como referencia en especial a los indios del sur. Recién a partir de los primeros años del siglo XX el interés se orientará hacia los indios del Chaco. Folia Histórica del Nordeste, Nº 14 (Resistencia, 2000) IIGHI-FHUNNE

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LA VISIÓN DEL INDIO CHAQUEÑO EN LA SEGUNDA MITADDEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL XX

Mariana Giordano

Distintos actores vinculados de una u otra manera al Chaco contribuyeron con sus discursos a la actualización del imaginario sobre el indio de esta región. Nuestro propósito en este trabajo es presentar a través de diversos géneros discursivos de la época, la visión que se tenía sobre el indígena chaqueño y sobre el territorio donde estos residían en la segunda mitad del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX.1

El Chaco era considerado desde el siglo XVIII como un amplio espacio geográfico al norte del Río de la Plata ocupado por población indígena: el “Territorio indio al norte”, para diferenciarlo de aquellas tierras al sur de Buenos Aires que también continuaban en poder del aborigen, denominación que Martín de Moussy posteriormente le diera en su Atlas publicado por primera vez en 1869. Dicha descripción nos indica que no podemos separar la imagen del indígena creada a través del discurso de la visión del Chaco como espacio geográfico con caracteres particulares. Por otra parte, nos revela la existencia del “Territorio indio al sur”; que en el imaginario social argentino del Siglo XIX era el más reconocido, y las preocupaciones oficiales estuvieron orientadas en un principio a esa región.2

Dentro del corpus seleccionado para este informe, los textos del siglo XIX que se corresponden con la época de la organización constitucional argentina posterior a las guerras de la independencia y a la época rosista —tanto la legislación como los estudios científicos, informes militares, etc.-, circularon en especial en el ámbito oficial de la metrópoli porteña; por su parte, los escritos de los misioneros franciscanos de Propaganda Fide tuvieron su esfera de divulgación dentro de esa orden, y otros fueron publicados (como las Memorias y el Estudio Etnográfico del Padre Gobelli) presumiéndose su difusión, además del propio ámbito religioso argentino y también europeo (italiano y español, dada la procedencia de los frailes), en la sociedad salteña de la década del ‘10; otros textos misioneros son “oficiales”, integrados por cartas e informes enviados al poder político del momento. Los textos visuales que toman como objeto de representación

1 Cabe destacar que este trabajo es parte de otro de mayor envergadura que se propone reconstruir el imaginario sobre el indio chaqueño entre 1884 y 1960 a través de los discursos escrito y visual. En este caso, solamente presentamos una visión general del tema circunscripto al período señalado.

2 Los distintos tipos de discursos (legislativos, periodísticos, artísticos, etc.) tomaban como referencia en especial a los indios del sur. Recién a partir de los primeros años del siglo XX el interés se orientará hacia los indios del Chaco.

Folia Histórica del Nordeste, Nº 14 (Resistencia, 2000) IIGHI-FHUNNE

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al indígena, en especial aquellos independientes del discurso escrito como fueron las fotografías postales, debido a su comercialización tuvieron una circulación más amplia, tanto en la metrópoli porteña, como en distintas ciudades del interior y algunos mensajes escritos de las mismas revelan que fueron enviadas al exterior tanto por viajeros que visitaron la Argentina como por aquellos inmigrantes que se radicaron en nuestro país. También hemos hallado postales de las misiones franciscanas enviadas por los frailes que se encontraban en ellas a otros sacerdotes de la orden.

La imagen del Chaco. De “desierto” a “tierra prometida”

Si bien se habían realizado distintas entradas al Chaco desde las exploraciones españolas del siglo XVI, con la fundación de ciudades entre las que se destaca en pleno Chaco Austral Concepción del Bermejo en 1585, ninguno de los avances y ciudades lograron prosperar, constituyéndose en un territorio temible para las poblaciones blancas cercanas a estas comarcas.

En el siglo XVIII se realizaron nuevas incursiones, tanto desde un frente religioso con los sacerdotes jesuitas como de otro militar, con incursiones armadas desde el Tucumán que se proponían pacificar la frontera oriental de esa gobernación. Ello dio origen a un discurso militar y otro religioso que nos revelan la visión sobre el indígena y el territorio que estos habitaban: el Chaco.3

La conquista espiritual y militar realizada en el siglo XVIII sobre la región chaqueña no dio resultados positivos para los actores blancos de las mismas. Desde el punto de vista militar los intentos de “guerra ofensiva” de entonces se transformaron en los esfuerzos por la “defensa” de las poblaciones fronterizas. Por otro lado, luego de la expulsión de los jesuitas, las misiones decayeron o desaparecieron; aquellas que sobrevivieron de manera muy frágil vieron su fin con las guerras de la independencia y los sucesivos conflictos interprovinciales. Recién a mediados del siglo XIX y luego de la organización constitucional del país se replanteó el tema de las distintas regiones del país aún en manos del indígena.

Comenzó entonces la creación de una nueva imagen del Chaco y sus habitantes indígenas, en cuya conformación el Estado nacional tendrá un papel decisivo, ya que el discurso oficial (nutrido a su vez de elementos del discurso científico y militar de la época), se convertirá en una estrategia para justificar su accionar político y militar sobre las regiones “en poder del salvaje”, en nuestro caso, sobre el Chaco. Partiendo de la Constitución Nacional de 1853, nos encontramos con gran cantidad de textos legislativos, informes gubernamentales, memorias de gobernadores, informes militares, etc. Por otro lado, el frente misional nuevamente se hará presente a partir de 1854 con los sacerdotes franciscanos de Propaganda Fide que desde los Conventos de San Lorenzo (en las cercanías de Rosario), La Merced 3 Dos trabajos de gran interés sobre el análisis de estos discursos son los de Beatriz Vitar Mansos

y salvajes. Imágenes chaqueñas en el discurso colonial y Héctor Sáiz Olleros Comprensión y asimilación del otro. El reto de los chaqueños y el problema de la resistencia indígena en los textos jesuitas del siglo XVIII, ambos en: Fermín Del Pino y Carlos Lázaro (Coords). Visión de los otros y visión de sí mismos. Madrid, CSIC, 1995.

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(Corrientes) y San Diego (Salta) crearán misiones en sus respectivas jurisdicciones.

En muchos casos podremos advertir que se contraponen las visiones de las fuentes gubernamentales con las religiosas, lo cual simboliza un aspecto del conflicto entre Iglesia y Estado argentino, donde el debate a fines del siglo XIX y principios del XX se centrará en discutir las atribuciones de uno y otro para reducir al indígena —a pesar que el Estado preferirá en un principio las misiones religiosas a las colonias agropastoriles estatales-.

¿Cuál será la visión del Chaco que se construirá y circulará en esta época? Sin duda podríamos sintetizarla en el concepto tantas veces repetido en distintos géneros discursivos de «desierto chaqueño». El «territorio indio al norte», es decir, el hábitat donde residía gran parte de la población indígena del país era considerado un «desierto»,4 concepto que ya había sido utilizado en escritos del siglo XVIII, pero que en esta época se institucionaliza. Si en varios textos del corpus documental del siglo XIX se señalan la abundancia y variedad de flora y fauna chaqueña y la existencia de miles de indígenas, resulta indiscutible que el concepto “desierto” hace referencia al “vacío de civilización” desde la visión del blanco; el concepto “civilización” se repetirá en todos los discursos de la segunda mitad del siglo XIX y las dos primeras décadas del siglo XX como opuesto a “salvajismo”.

La construcción del concepto “desierto” se fundamentó en la política estatal de incorporación a la vida productiva nacional de aquellas regiones que permanecían en poder indígena.

“Pensar el desierto, entonces, precedió y acompañó la transformación del Chaco en un no-desierto. Imaginar ... el desierto chaqueño constituyó una de las tantas prácticas que operó en distintos planos en el proceso de incorporación efectiva del Chaco al territorio nacional, que, en términos discursivos, implicó la paulatina desaparición del “desierto chaqueño” y la invención, ahora, del “territorio chaqueño”.5

En pocos años ese desierto será presentado ante la sociedad argentina y ante el extranjero como la “tierra prometida”: grandes extensiones de tierra 4 Carla Lois ha analizado la construcción discursiva del concepto “desierto chaqueño” a través de

textos que circularon en la Sociedad Geográfica Argentina y en el Instituto Geográfico Argentino, como así también ciertos discursos militares, que en su conjunto sirvieron de justificación ideológica y fundamentación del accionar político de las últimas décadas del siglo XIX. Carla Lois. La invención del desierto chaqueño. Una aproximación a las formas de apropiación simbólica de los Territorios del Chaco en los tiempos de formación y consolidación del Estado Nación Argentino. En: Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Nº38. Barcelona, abril de 1999.

Por su parte, Pablo WRIGHT ha estudiado el discurso oficial del desierto y sus transformaciones a través del tiempo, por medio de obras de misioneros, militares y artistas (en el caso de estos últimos, aborda solamente la obra de Pallière). Pablo Wright. El Desierto del Chaco. Geografías de la alteridad y el estado. En: Teruel y Jerez (Comps). Pasado y presente de un mundo postergado, Jujuy, UNJU,UNHIR, 1998, pp.35-56.

5 Carla Lois. Op.cit.

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fértil, ríos caudalosos, vegetación exhuberante serán los nuevos símbolos. Pero para poblar ese “desierto” se debía terminar con un problema: el indígena.

La mirada oficial

Desde el ámbito legislativo ya en el artículo 67, inc. 15 de la Constitución Nacional de 1853 se dejaba claro este propósito al expresar:

“Proveer a la seguridad de las fronteras; conservar el trato pacífico con los indios y promover la conversión de ellos al catolicismo”.

El discurso emanado del Poder Ejecutivo y legislativo se orientó, por un lado a debatir estos principios constitucionales, y por otro, a reglamentar y hacer efectivos los mismos, con el objetivo concreto de establecer una línea de fronteras interiores ocupando zonas estratégicas, a la par de estudiar y explorar los ríos de la región, que constituían las fronteras naturales con el indio.

El citado artículo 67, inc. 15 fue discutido en varias oportunidades a fines del siglo XIX y principios del XX. La primera frase del artículo es el único aspecto que no fue sometido a cuestionamientos, sino en todos momentos reafirmada. En cuanto a la última parte del mismo, “promover la conversión de ellos (los indios) al catolicismo” fue uno de los aspectos más cuestionados, en especial en épocas en que el conflicto entre Iglesia y Estado era cada vez más fuerte. En 1903 el diputado Olivera presentó un Proyecto de ley en el que se oponía a la “imposición” del catolicismo a los indígenas. Proyectos de ley semejantes fueron presentados en 1913. 1924, 1925, mientras que en 1917 se introducía una modificación en la frase, señalando la “conversión de los indios a la civilización”, remarcando la actitud laica que debía tener el Estado Nacional.6

En los textos legislativos se nominaba al indio de igual manera que en el discurso del siglo XVIII, como el “salvaje” o “bárbaro”, en clara oposición al concepto de “civilizado”. Los mensajes del Poder Ejecutivo reiteraban la necesidad de mantener las buenas relaciones con los indios, pero a su vez “vigilar” y “defender” las fronteras amenazadas por los bárbaros. Un párrafo del Mensaje de apertura del Período ordinario de sesiones que realizara el Presidente Bartolomé Mitre en 1863 contiene gran parte de los conceptos presentes en la visión del indio y su territorio:

“... doloroso le es al gobierno recordaron que los bárbaros del desierto han realizado algunas invasiones ... causando sensibles pérdidas en vidas y propiedades”...”la actual administración está resuelta a no omitir esfuerzo ni sacrificio para extirpar de raíz”... “el gobierno ha puesto

6 Proyectos de ley del diputado C. Olivera (1903), diputado C. Conforti (1913), diputado C.F. Melo (1917), diputado L. Bard (1924) y senadores J.B. Justo y M. Bravo (1925). Congreso de la Nación. Dirección de Información Parlamentaria. Tratamiento de la cuestión indígena. Estudios e Investigaciones Nº2. Buenos Aires, 1985, pp. 27-28.

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en marcha una acción a fin de familiarizar el ejército con el desierto... lanzando donde no se conocía la huella del cristiano fuertes divisiones que, buscando a los salvajes en sus mismas guaridas, les han hecho sentir el poder de nuestras armas...”7

Si bien el mensaje de Mitre se refería en especial a los indígenas del sur, poco después estos conceptos serán aplicados con los del Chaco. A partir de 1870 se decidió la ocupación -a través de una conquista militar- del “desierto chaqueño”, acción que se llevó a cabo en forma sistemática y permanente hasta concluir con la gran expedición de Benjamín Victorica en 18848. Los frentes militares entre 1870 y 1884 fueron dos: el del norte santafesino, a cargo del coronel Manuel Obligado, quien reorganizó la línea de fortines, que fueron avanzando espacialmente hasta ganar 600.000 hectáreas; y por otro lado, desde la frontera salteña, el coronel Napoleón Uriburu logró contener a los indios con la línea de fuertes y realizó exploraciones sobre el Bermejo. Esta conquista militar tendrá su punto culminante con la gran campaña Victorica de 1884.

El Estado Nacional también se orientó a su organización institucional y posteriormente a la colonización del territorio. En 1872 se creó el gobierno en los territorios del Chaco con sede en Villa Occidental (actualmente Paraguay), reglamentándose su gobierno en 1874, año en que se dispuso asimismo el establecimiento de nuevas colonias sobre la margen derecha del Río Paraná, las que serían trazadas por una comisión exploradora. Las mismas serían propicias para el establecimiento de colonos extranjeros y nativos que, a partir de la Ley 817 de Colonización e Inmigración (1876) comenzaron a poblar el Chaco santafesino, ya que la colonización agrícola avanzaba a la par de la línea militar. La ley citada preveía secciones destinadas a la reducción de indios9, como así también la creación de misiones para convertir a las tribus “a la vida civilizada”.10

Desde la mirada oficial nacional, se creyó que con la Campaña Victorica de 1884 se terminaba con el problema indígena y entre 1890 y 1904 se discutió principalmente en el ámbito legislativo la forma de proceder con los indios “sometidos”, que en el discurso de la época pasaron a ser los “indios amigos”, en oposición a los “indios nómades”, cuya existencia era reconocida, pero principalmente en clara oposición a los “indios de antes”, es decir, a los que se opusieron en el pasado -por cierto no muy lejano- a la

7 Mensaje del Presidente B. Mitre de 1863. En: Congreso de la Nación. Dirección de Información Parlamentaria. Op. Cit., p.115.

8 Con posterioridad a la campaña Victorica se realizaron otras operaciones militares “menores” ya que, en contra de la que se creyó en ese momento, con ella no se logró la rendición total de los indios. En 1889 se realizó la campaña del general Winter, entre 1907-1911 las operaciones militares estuvieron a cargo del General O’Donnel en el centro y este de Formosa y todo el Chaco, y en 1912 la del Cnel. Rostagno en la parte septentrional sobre el Río Pilcomayo.

9 Ley de inmigración y colonización. Cap. III, Art. 97. En: Tierras, colonias y agricultura. Recopilación de Leyes, Decretos y otras Disposiciones Nacionales. Buenos Aires, Imprenta de la Dirección de Tierras, Colonias y Agricultura, 1894, p.47.

10 Ibidem, Art. 100.

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civilización. Las “soluciones” desde el discurso legislativo se contradecían: mientras algunos planteaban la exclusión total del indígena del mundo del blanco, aduciendo a fundamentos de “inferioridad racial”, otros se inclinaban por un “mestizaje biológico” a través de la “absorción” de la “raza inferior” a la “superior”. Por otro lado, el debate sobre los sometidos se centraliza en las atribuciones de la Iglesia o el Estado para efectuar una reducción, recrudeciéndose a fines del Siglo XIX el conflicto entre estos dos poderes, aunque el Estado seguía prefiriendo las misiones religiosas a las colonias agropastoriles estatales.11

Durante las dos primeras décadas del siglo XX los intereses legislativosrelacionados con el indio se volcaron al indígena chaqueño y del

Alto Paraná (Misiones), a diferencia de épocas anteriores donde el indio del sur tenía presencia prioritaria en los debates. Ya “sometidos” se planteó la necesidad de “integrarlos” a través del mercado laboral: las referencias al indígenas en los textos legislativos se hace en muchos casos nombrándolo como “obrero” o “trabajador”. Para conocer su situación se solicitaron informes a las autoridades locales o se enviaron “especialistas” para evaluar la misma, aunque posteriormente se diera poca importancia a tales informes.12

La visión del Chaco y su población indígena a través de los informes y memorias de funcionarios

En cumplimiento de las disposiciones sobre el establecimiento de colonias sobre la costa del Paraná se encomendó a las siguientes personas para que realizaran el reconocimiento del territorio y eligieran los puntos más adecuados para la traza de las colonias: el Jefe Político del Chaco señor Aurelio Díaz, el Jefe de la Frontera Norte Coronel Manuel Obligado y el ingeniero Arturo Seelstrang, a los que se sumaron el agrimensor Enrique Foster y los ayudantes Felipe Velázquez y Wenceslao Castellanos13. Se trazaron los pueblos de Avellaneda, Las Toscas y Resistencia que fueron poblados por agricultores europeos. El Informe de la Comisión Exploradora del Chaco, realizado en base a sus trabajos concretados entre 1875-1876 fue publicado en 1877 y reeditado un año después, presenta no solo la descripción de la tarea de delineación y mensura de colonias, sino también una descripción geográfica del territorio del Chaco, de su vegetación, fauna y población indígena, como así también la importancia que para el Estado Nacional representaba la colonización del territorio. De tal forma que a la 11 Diana Lenton. La cuestión aborigen en el Congreso Nacional. 1880-1976. Revista Naya. Internet:

http://www.naya.org.ar.12 Entre los informes de funcionarios territorianos cabe destacar los de Enrique Lynch Arribálzaga

sobre la Reducción de Napalpí de 1914 y el Segundo Informe Anual sobre la Reducción de los Indios del Chaco y Formosa de 1915. Ambos fueron elevados a la Dirección General del Ministerio del Interior y conocidos en el ámbito legislativo. Dentro de los Informes de funcionarios nacionales que visitaron el Chaco en esta época caben destacar los de José Elías Niklison, que intentó comprender la sociedad y cultura del aborigen, oponiéndose a conceptos de otros inspectores y retomando algunas apreciaciones de Lynch Arribálzaga.

13 Helga N. Goicoechea. La Comisión Exploradora del Chaco en 1875-1876. Análisis documental. En: Memorias e Informes de la Primera Gobernación del Chaco. 1872-1884. Resistencia, Instituto de Historia, UNNE, 1977, pp.12-13.

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narración del trabajo y a los informes de exploración se suman posturas sobre el indio, su sometimiento y el aprovechamiento de las tierras que hasta entonces estaban en su poder.

El Chaco es la “tierra prometida”14: el lugar donde a través de la colonización, especialmente de inmigrantes europeos se llegará al progreso; posee una “riqueza natural” que forma parte del “patrimonio argentino”.

La imagen del Chaco y su papel en el contexto nacional se encuentra sintetizada en el siguiente párrafo:

“Es poseedora todavía la República en el Chaco de una inmensa área de terreno fértil, donde puede fundar prósperos pueblos y establecer una sólida base de sus futuras riquezas y progreso...”15

Sin embargo, plantean dos grandes obstáculos en esta “tierra prometida”: los indios y las dificultades de acceso al territorio, temas que aparecerán en la mayoría de los discursos gubernamentales sobre el Chaco y que serán las imágenes que representarán a este territorio durante varias décadas: tierra inaccesible, “impenetrable”, “dominio del salvaje”. De tal forma, este Informe de la Comisión Exploradora justifica la acción militar contra el indígena si a través de ella se lograría la colonización del Chaco.

La visión del indígena en este Informe es ambivalente: por un lado aparece como el “salvaje” al que se lo compara con el tigre por el temor que despierta16, es el poseedor de la muerte y la destrucción.

“Haraganes y amantes de la libertad, desconfiados y amigos de lo ajeno, valientes y crueles hasta la bestialidad, tales son los puntos sobresalientes del carácter de los indígenas del Chaco...”17

Pero por otro lado, el Informe hace mención a un problema que se agudizará con los avances de la colonización a principios del siglo XX: las relaciones laborales entre “cristianos” (blancos) e “infieles” (indios), denunciando el mal trato de que son objeto los indios cuando se convierten en mano del obra del blanco.

Luis Jorge Fontana, secretario de la Gobernación del Chaco entre 1875 y 1884 y destacado naturalista, en su libro El Gran Chaco publicado en Buenos Aires en 1881, en el capítulo destinado a la etnología de estas regiones realiza una valoración general del indígena chaqueño a quien presenta de manera similar al Informe de la Comisión Exploradora, aunque con una retórica más poética:

“... el indio chaqueño quiere ser independiente; jamás llegará a someterse por completo; la libertad es su único culto, es su Dios; ser libre como las aves es su solo anhelo, la sola ambición de su alma; el cuerpo es nada para él, lo

14 Anuro Seelstrang. Informe de la Comisión Exploradora del Chaco. Buenos Aires, 1878, pp.151-152.15 Ibidem, p. 162.16 Ibidem, p.99.17 Ibídem, p. 107.

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expone a cada paso que da y pierde la vida en cualquier instante, con sentimiento, cuando se encuentra libre y absoluto en sus campos, con gusto, pero con el corazón henchido de fiereza, cuando se encuentra cautivo, cuando ve comprometido el ideal que hace la única dicha de su vida: la libertad de su raza”.18

Distintos informes gubernamentales de la época hacen hincapié en la necesidad de utilizar la mano de obra indígena sometida, para beneficio del blanco. ya que los contactos entre blancos e indios se dieron a través del empleo de los últimos como mano de obra de las actividades productivas que avanzaban sobre sus tierras, o como proveedoras a muy bajo costo de los productos de la caza y la pesca.19 Era la mano de obra barata y apropiada al trabajo en una región inhóspita, con un clima crudo al que sólo el indio podía soportar.

Por su parte, las Memorias de Gobernadores del Chaco se convierten en otra fuente de gran importancia para esta época, ya que eran presentadas ante el Ministerio del Interior y éste a su vez generalmente las exponía ante el Congreso Nacional. Por consiguiente, el discurso emanado de las mismas también pasó a integrar con diversos elementos el conjunto de imágenes que simbolizaban al Chaco.

Hasta la finalización de la Campaña Victorica de 1884 las Memorias hacen referencia al indígena sin considerarlo un “problema de seguridad”, dado que en el territorio había gran cantidad de fuerzas militares. Los gobernadores comienzan a manifestar su preocupación respecto a qué hacer con las tribus que se estaban sometiendo. El gobernador Napoleón Uriburu planteaba en 1875 que se debía lograr la asimilación pacífica del indio a la vida civilizada a través del trabajo controlado, fomentando la creación de colonias agropastoriles, oponiéndose tanto a las fuerzas armadas como a las misiones religiosas.

“... el principal elemento que se precisa para la explotación de las abundantes riquezas naturales que contienen esos fértiles territorios, desiertos hoy casi en su totalidad, es la población...; de consiguiente no es difícil comprender cuan conveniente sería convertir a los indios salvajes, hostiles hasta ahora a toda civilización, en otros tantos colaboradores del progreso de estas comarcas.”20

Por consiguiente, el desierto chaqueño comenzaba a transformarse en la “tierra del porvenir” como expresara el gobernador Francisco Bosch, cuyo pensamiento no se alejaba al de Uriburu. Pero a diferencia del discurso corriente hasta entonces, en el progreso de esa tierra prometida se contemplaba la posibilidad del aporte indígena. Sin embargo, este 18 Luis Jorge Fontana. El Gran Chaco. Buenos Aires, Solar/Hachette, 1977, p.93.19 Hugo H. Beck. Relaciones entre blancos e indios en los Territorios Nacionales de Chaco y

Formosa. 1885-1950. Resistencia, IIGHI-CONICET, 1994, p.24.20 Memoria presentada al Ministro del Interior Dr. Simón de Iriondo por el Gobernador del Chaco

Napoleón Uriburu, el 12 de septiembre de 1875. En: Instituto de Historia. Memorias e Informes de la Primera Gobernación del Chaco 1872-1884. Resistencia, UNNE, 1977, p.147.

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pensamiento de algunos gobernadores no fue tenido en cuenta en el siglo XIX.

Luego de la campaña Victorica el tema indígena no tiene presencia sobresaliente en las Memorias de Gobernadores que se conservan, a excepción de la del Gobernador Martín Goitía de 1905, donde dedica un apartado que titula “Protección de los Indios”, culpabilizando al blanco de la situación de esta raza, “...que no ha sentido la influencia de la civilización sino en la forma de explotación y del exterminio.”21 Goitía denunciaba las “destrucciones inhumanas” realizadas por las fuerzas armadas y las explotaciones de que fueron objeto los indios por parte de empresarios y agricultores, a los que responsabiliza de proveerles alcohol, facilitando de esta forma mayores abusos por parte del blanco contra el indio en estado de ebriedad. 22

Entre las propuestas de Goitía se encuentran la fundación de escuelas para indígenas en lugares donde existieran núcleos permanentes de indios, la creación de una sociedad protectora y la instalación de misiones religiosas bajo la dirección y dependencia de la Gobernación.23

En las Memorias de 1908, 1910, 1911 y 1912 no se hace referencia al tema indígena; recién en la Memoria de 1913-14, y concluida la “pacificación” del Chaco el Gobernador Anacarsis Lanús consideraba que el trato dado a los indios era “satisfactorio” y que el problema indígena estaba “resuelto”, restando solamente establecer el número de reducciones necesarias para incorporar el “elemento indígena” a la civilización.24

Por lo tanto, se daba por concluida una etapa en la visión del indio chaqueño:, el discurso manifiesta que, sin contar las valoraciones de que fuera objeto o la falta de mención de su existencia en las Memorias de varios Gobernadores, el indio había dejado de ser un “problema”.

El discurso misionero

Ya hemos mencionado la reaparición del frente misional con los frailes franciscanos de Propaganda Fide a partir de 1850.25 Desde el Convento de San Carlos (Santa Fe) los franciscanos se hicieron cargo de las reducciones de San Jerónimo del Sauce, de abipones, y San Pedro, San Javier y Santa Rosa, de mocovíes. Se erigieron las misiones de San Martín Norte (1870) de mocovíes y tobas, la Concepción de Reconquista (1873) de tobas y San Antonio de Obligado (1884) de mocovíes y tobas. Desde el Hospicio de la Merced de Corrientes se instaló la reducción de San Buenaventura del Monte Alto (1865) de vilelas, cercana al Río Negro y a la antigua Misión jesuítica de

21 Archivo Histórico de la Provincia del Chaco (AHPCh). Memoria del Gobernador Martín Goitía. Año 1905. En: El Chaco a través de sus Memorias, Informes Gubernativos y datos Estadísticos. 1885.1938 (1 Parte). Resistencia, 1972 (recopilación de documentación), p. 94.

22 Ibidem, p.95.23 Ibidem.24 AHPCh. Antecedentes de la Memoria Año 1913-14 del Gobernador Anacarsis Lanús. En: El Chaco

a través de sus Memorias... Op. Cit., p. 167.25 Sobre la labor de estas misiones Ernesto J. A. Maeder. La Segunda Evangelización del Chaco. Las

Misiones Franciscanas de Propaganda Fide (1854-1900). Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia. Investigaciones y Ensayos Nº 41, 1991.

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San Fernando (hoy Resistencia). Desde el Convento de San Diego se fundó en el Chaco salterio la Inmaculada Concepción (1859), San Francisco de las Conchas (1862) y San Antonio (1868), las que desaparecieron a los pocos años; San Miguel de Miraflores (1880-1890), Nuestra Señora de Pompeya (1900) de matacos sobre el antiguo cauce del Bermejo (Territorio Nacional del Chaco) y Laishí y Tacaaglé (1900) en el Territorio Nacional de Formosa. Con estas tres últimas reducciones se abría una nueva etapa en la labor misional.

Los testimonios de los sacerdotes que desarrollaron su labor misional en esta época se convierten en una fuente indispensable para reconstruir el imaginario sobre el indio y el Chaco. Muchos de ellos son contemporáneos a las campañas militares al Chaco y al avance colonizador. En general, se puede advertir en sus escritos el compromiso religioso (difusión de la fe), pero también la responsabilidad temporal (civilizar el “desierto” y “proteger” al indígena). Fray Pedro María Pelichi iniciaba su Relación Histórica de las Misiones del Chaco, expresando la tarea con la que se sentían comprometidos:

“Uno de los más importantes objectos que debe interesar el corazón de los verdaderos católicos, y gobiernos de la Confederación Argentina es el sacar de la desnudez y miseria, de la ignorancia y barbarie a tantas innumerables tribus de hombres salvajes, que viven en el suelo argentino, mejorar su desdichada suerte, y con suavidad y amor atraerlos y reducirlos a los goces de la vida cristiana y civil…”26

Los conceptos de fray Joaquín Remedi en un Memorial presentado al Presidente de la República en 1870, se asemejan a los de Pellichi, acentuando la labor protectora que debían cumplir ante las continuas injusticias a que eran sometidos los indígenas por el blanco, tema denunciado repetidamente en los textos franciscanos:

“La conservación y aumento de las misiones en el Chaco, la conquista pacífica de los indios, y su reducción a la vida social, civilizada y cristiana es una obra de equidad y justicia, de beneficencia y caridad a favor de ese infeliz resto de los antiguos americanos dueños del continente, y que han tenido la suerte de nacer bajo el sol que alumbra la patria argentina; pues ellos en su estado salvaje arrastran una vida degradante y lamentable y son víctimas frecuentes de injusticias y tropelías...”27

26 Fray Pedro María Pelichi. Relación Histórica de las Misiones del Chaco y de la Asociación Católico-Civilizadora a favor de los indios infieles de la Confederación Argentina presentada por el prefecto apostólico de las misiones del Colegio de Salta 1861. Génova, Imprenta de los Jóvenes Artesanos, 1862, p. 5.

27 Fray Joaquín Remedi. Memorial presentado al Presidente de la República Argentina Domingo Faustino Sarmiento por el Prefecto de Misiones (1870). En: Rafael Gobelli. Mis Memorias y Apuntes varios. Apéndice. Documentos varios sobre algunas Misiones Franciscanas en la República Argentina. Salta, Imprenta y Librería Rafael Tula, 1916, p.145.

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En el discurso misionero se encuentran conceptos semejantes a otros géneros discursivos de la época sobre el mismo tema, y que conforman los puntos indiscutibles sobre la realidad chaqueña: es una región “desértica”, donde la “civilización” debe realizar su labor sobre la “barbarie”. Sin embargo, los métodos y la forma de llevar adelante esa obra civilizadora-evangelizadora, como así también determinados prejuicios radicados en el ámbito social y gubernamental de la época son algunos de los aspectos que cuestionarán los frailes.

En 1905 el Padre Zacarías Ducci reflejaba la opinión social y gubernamental sobre la labor del misionero expresando que:

“Verdad es que antiguamente la gente no pretendía del Misionero que cambiase en uno o dos años al Toba en hombre civilizado a la moderna; porque ignorando el vapor, el eléctrico y otras cosas, no creía tampoco que se pudiese civilizar y cristianizar al salvaje con la rapidez que han impreso a la marcha de las cosas humanas esas fuerzas maravillosas. Mas hoy han cambiado los tiempos y de las empresas acometidas por el Misionero católico se quieren ver los efectos en un tiempo muy corto, so pena de que o un Gobernador, o un aventurero que se da el tributo de explorador y hombre de ciencia, o cualquier otro comerciante que, tal vez, sientese las espaldas seguras porque la Misión se las guarda, ponga el grito en el cielo contra el fraile y proclame a la faz del mundo la inutilidad de las Misiones para incorporar al indio a la civilización…”28

En varias ocasiones los frailes expresan abiertamente los problemas que les ha traído la tarea civilizadora-evangelizadora: estas dificultades, por lo general ligadas a la sujeción permanente del indígena a la reducción y a la falta de apego al trabajo, suelen exponerse en cartas entre los sacerdotes o en Informes a superiores, y en escasas oportunidades en Informes a la autoridad civil. Un ejemplo de esta situación se encuentran en una Relación informativa sobre la Reducción de San Buenaventura del Monte Alto29 (sin fecha, probablemente entre 1866 y 1869), donde en el subtítulo “Reducidos y bautizados” se expresa:

“Si por reducidos se entiende los qe. tienen su domicilio estable y fijo en este lugar, y con voluntad constante de permanecer, con seguridad no se puede decir que haya reducidos... Ni cuatro, ni cinco años bastan para

28 Archivo del Convento de La Merced. Libro Cronológico del Convento Apostólico de los Padres Franciscanos de Corrientes. Zacarías Ducci. Vicisitudes y progresos de la Misión San Francisco Solano de Tacaaglé. Corrientes, septiembre de 1905. Folio 216.

29 Graciela Viñuales. Nuevos aportes documentales sobre San Buenaventura del Monte Alto. En: Primer Encuentro de Geohistoria Regional. Corrientes, IIGHI, 1980, pp. 305-335. Viñuales transcribe este documento extraído del Archivo del Convento de San Lorenzo, sin firma y sin fecha, junto a otro firmado por Fr. Francisco Ristorto en 1873 que reproduce gran parte del contenido del primero.

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desarraigarles aquel espíritu de volubilidad, y de errancia que les es natural...”30

Cuatro décadas después de estas afirmaciones, el Padre Rafael Gobelli le expresaba al Padre Iturralde en términos más significativos las dificultades de la tarea misional entre los matacos:

“Ya no sé qué hacer con estos indios. Cuesta un triunfo el hacerlos trabajar ni para ellos mismos. No tienen más aspiración que la de comer sin que les cueste nada, estar echados todo el día e irse al monte...”31

Los misioneros vieron en estas tierras un lugar propicio para su labor evangélica, oponiéndose a la conquista militar y reclamando la falta de apoyo estatal para su tarea. Por otro lado, sus escritos tratan de introducir en la opinión pública una imagen más positiva del indio, enfrentándose a las generalizaciones de las imágenes corrientes de entonces, ya sea distinguiendo categorías de indios, diferencias según las enrías, justificando acciones de venganza o sublevaciones ocasionadas por malos tratos por parte del blanco, etc.

Un caso ejemplar de defensa de la reducción y de su población aborigen por parte de los frailes lo constituyó San Antonio de Obligado, en el Chaco santafesino. Fundada en 1884 por solicitud del Coronel Obligado al Prefecto de Misiones franciscanas Vicente Caloni, estaba ubicada en las cercanías de la colonia Las Toscas, avanzada fronteriza en el Chaco santafesino. La reducción prosperó rápidamente durante los dos años siguientes a su fundación, merced a la labor del Padre Ermete Constanzi, quien concentró a tobas y mocovíes a los que impartió la instrucción religiosa, a la vez que enseñó el cultivo de la tierra y las primeras letras. Tanto Constanzi como su superior Caloni debieron reclamar el mantenimiento de la reducción en 1885 ante la decisión del gobierno nacional de disolver las colonias indígenas. Hacia 1886 la reducción estaba en su apogeo, dedicándose indios y colonos correntinos y extranjeros radicados en Las Toscas a la plantación de caña de azúcar y a la cría de ganado, a la vez que se había instalado una milicia indígena. Un año más tarde esta última se sublevó, provocando muertes de pobladores blancos, siendo reprimidos por tropas de Chaco y Corrientes. Estos hechos, sumados a una epidemia de cólera marcaron el indio de la decadencia de la reducción. Lo que resulta significativo es la ferviente defensa que los franciscanos hicieron de los indios ante esta sublevación, culpando a las autoridades militares de la misma, ya que el motivo del alzamiento habría sido el pedido de Rudecindo Roca al Mayor Pascual Piedra de que le consiguiera “una chinita” de la reducción32 Constanzi no hizo solamente una defensa de los sublevados, sino que también se refirió duramente sobre las formas de represión en 30 Ibidem, p. 321.31 Carta de Rafael Gobelli a Iturralde. Nueva Pompeya, 8/II/1913. Reproducida por Ana Teruel.

Misioneros e indígenas en el Chaco salteño en el siglo XIX. En: Teruel y Jerez (Comps.). Pasado y presente de un mundo postergado. Jujuy, Universidad Nacional de Jujuy, 1998, p.114.

32 Ramón Gutiérrez. La colonia Las Toscas. En: Ramón Gutiérrez y otros. Hábitat e inmigración. Nordeste y Patagonia. Buenos Aires, Cedodal-IIGHI, 1999, p.80.

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que se vieron comprometidos indígenas no implicados en el levantamiento. Recordando estos hechos expresó este fraile:

“Dirigí una extensa relación al ministerio del Interior, defendiendo la inocencia de mis indios, y atajando, con la energía que inspira la verdad, la arbitrariedad de las autoridades militares causantes de la sublevación.La misma relación publiqué en la prensa, para que todo el mundo se diera cuenta de la inocencia de nuestros indios”.33

Años más tarde de la sublevación de San Antonio, el Prefecto de Misiones fray Pedro Iturralde recordó aquellos hechos justificando el levantamiento indígena por los malos tratos que recibían los indígenas por parte de los oficiales.34

Otro de los aspectos que se convirtió en tema de defensa al indígena por parte de los frailes Constanzi y Caloni fue la adjudicación de tierras en propiedad a los indígenas, ante el avance colonizador del blanco, que iba adquiriendo solares y desplazando a los habitantes indígenas que quedaban sin tierras donde radicarse.

“Los intereses de los nuevos grupos económicos vinculados a la producción taninera y de ciertos sectores militares que nunca habían visto con demasiada simpatía la acción de los franciscanos con los indígenas estaba en la raíz de este conflicto de tierras.”35

Esta defensa del indígena ante las autoridades civiles y la opinión pública continuó por parte de los franciscanos con las nuevas misiones creadas a principios del siglo XX. El Padre Pedro Iturralde, en un Informe sobre la Misión Nueva Pompeya de 1911 se oponía a las generalizaciones corrientes sobre el indio, discriminando categorías entre ellos:

“No se tiene en cuenta, que entre los indios, como en todas partes, los hay buenos y malos. Hay quienes se ocupan de la caza y de la pesca, casi exclusivamente, pues, sólo van a trabajar en obrajes y establecimientos industriales, en épocas limitadas, y no siempre, sino cuando la falta ropa, y otros objetos de que no pueden proveerse en el desierto, los obliga a ello. Otros hay en cambio que viven habitualmente entre los cristianos, trabajando con más regularidad, y sólo en época de la algarroba, van al centro... A esas dos categorías de indios, hay que agregar una tercera, formada por indios que viven, alternativamente, en los poblados y en el desierto, pero que ni en aquellos ni en estos, se dedican al trabajo... Como es natural, las

33 Documento reproducido por Cayetano Bruno. La Reducción de San Antonio de Obligado del Chaco Santafesino. En: Investigaciones y Ensayos Nº29. Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1980, p.51.

34 Ibidem, pp.47-48.35 Ramón Gutiérrez. La Colonia Las Toscas. Op. Cit., p.83.

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condiciones de estas tres categorías de indios, son muy distintas. Mientras los unos, inofensivos, viven en los bosques sin más preocupaciones que proporcionarse los medios de vida...; los otros buscan su bienestar en trabajos más o menos remunerados... Tanto aquellos como éstos, son indios pacíficos, y no ofrecen los peligros que pudiere suponerse, dado su número y la facilidad que tendrían para cometer sus fechorías.Los peligrosos son los que he clasificado en la tercera categoría...”36

Los informes de los misioneros franciscanos de las últimas reducciones creadas en los territorios del Chaco y Formosa (Nueva Pompeya y Laishí y Tacaaglé respectivamente) redundan en ejemplos de malos tratos sobre el indio realizados tanto por comerciantes, colonos, como por las mismas fuerzas militares establecidas en fortines y algunas autoridades civiles. En el mismo Informe señalado anteriormente el Padre Iturralde hace una defensa del indio -en especial de los tobas en oposición a los mocovíes- a pesar de reconocer la existencia de malones y asaltos aislados, que en muchos casos los justifica por entender que los indios son incentivados a tales tropelías por pobladores blancos, con el objeto de estos últimos de obtener los productos de esos robos para comercializarlos. Al mismo tiempo, Iturralde insiste en no generalizar este tipo de acciones negativas de los indios, ya que circunscribe el área de malones y asaltos al norte de Santa Fe y a lo largo de la parte superior del Bermejo y del Teuco, en los mismos lugares donde existían tropas de línea, a las que culpabiliza de injusticias cometidas con los indios.37 Brinda numerosos ejemplos que sintetizan la defensa del indígena desde la visión de los misioneros, cuya obligación y la del Estado era

“Defenderlo y tutelarlo, primero; instruirlo, favorecerlo y, finalmente, radicarlo facilitándole medios de trabajo y la adquisición de terreno en propiedad, para que de este modo, entre a formar parte de la familia argentina, él que es argentino por su origen y por su nacimiento...”38

Iturralde insistía asimismo en el error de la conquista militar del Chaco, dado que los soldados no estaban preparados para el trato con los indios y ante cualquier hecho anormal que sucedía en esas regiones culpabilizaban al indio. Consideraba que el trato con los indios, más que un servicio especial militar requería “...conocimientos prácticos de la vida, condiciones especiales y necesidades de los indios y los pobladores...”, que en ninguno de los casos un oficial los tenía.”39

De esa manera, sintetizamos la visión misionera sobre el Chaco y el indio, advirtiendo por otra parte, que muchas de las publicaciones 36 Fray Pedro Iturralde. Informe sobre la inspección a la Misión de Nueva Pompeya que presenta al

señor Ministro del Interior el Prefecto de Misiones. 1911. En: Pellichi y otros. Op. Cit., pp.107- 108.

37 Ibidem, pp.108 y ss.38 Ibidem, p, 126.39 Ibidem, p.107.

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franciscanas de la década del ‘10 y los informes elevados a los Ministerios no solamente trataban de revertir la desestima generalizada del indígena en la opinión pública capitalina y territoriana reflejada incluso en órganos periodísticos, sino también sostener la propia obra misional ante los permanentes cuestionamientos a la acción de los frailes y a su competencia para la tarea colonizadora. En honor a esta defensa, el Padre Rafael Gobelli retorna palabras de comandante Astorga en su Informe sobre la Misión de Nueva Pompeya publicado en sus Memorias... de 1912:

“El único defensor y protector que tiene el indio en los desiertos del Chaco es el fraile”.40

Y resaltando su labor civilizadora expresa que

“... el misionero, el fraile, es siempre el primero en penetrar a los bosques y a las selvas vírgenes, abriendo camino para que otros vengan a establecerse en estos desiertos, donde antes no se oía más que el rugido de las fieras.”41

La imagen visual sobre el indio chaqueño

En las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX el indígena del sur y del norte también fueron objeto de representaciones artísticas y de documentación fotográfica. Si bien el interés estuvo centrado principalmente en el aborigen del sur, también encontramos representaciones de indios del Chaco realizadas por artistas y fotógrafos que recorrieron estas regiones. Las fotografías eran publicadas especialmente en postales; además hallamos fotos realizadas con un interés de documentación científica, como las que complementan los estudios antropológicos del Dr. Lehmann Nitsche de los distintos “tipos indios” (algunas de las cuales también fueron publicadas en forma de postales). Asimismo, los escritos del Padre Rafael Gobelli incluyen fotografías que resultan claramente documentales de la labor franciscana en las misiones de los Territorios del Chaco y Formosa, constituyéndose en imágenes visuales de gran valor para nuestro trabajo, como lo son aquellas incluidas en textos de exploradores o viajeros.

A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX se creó una iconografía del indio argentino en las artes plásticas, donde artistas nacionales y principalmente extranjeros, se centraron especialmente en los indios del sur,42 con una excepción conocida, la obra de José L. Pallière43 Indios del 40 Rafael Gobelli. Memorias de mi Prefectura y Apuntes sobre el Chaco. Septiembre de 1910-Marzo

de 1912. (Primera Parte) Salta, Imprenta de Tula y Sanmillán, 1912, p.47.41 Ibidem.42 Ver al respecto Marta Penhos. Indios del Siglo XIX Nominación y representación. En: IV Jornadas

de Teoría e Historia de las Artes. Las artes en el debate del Quinto Centenario. Buenos Aires, CAIA- Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 1992, pp. 188-195 y Graciela Sarti y Mariano Rodríguez Otero. Imagen de un “otro” para una nueva conquista. Transformaciones en la representación del indio en la iconografía del Rio de la Plata. Siglo XIX. En: IV Jornadas de Teoría... Op. cit., pp. 215-218.

43 Pallière recorrió distintas regiones de la Argentina y otros paises sudamericanos, rescatando sus tipos humanos y costumbres. En 1860 realizó un viaje al litoral argentino, la región del Chaco y sur del Brasil.

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Gran Chaco (c. 1864, Colección privada, Buenos Aires). Esta obra se inscribe dentro de los tipos iconográficos utilizados por los artistas viajeros y argentinos para representar al indio: es una mirada a un grupo “antes que desaparezca”, que muestra una pareja de indios en una canoa en medio de una vegetación exhuberante y paradisíaca. Los personajes miran al observador, posando inmóviles como si estuvieran frente a una cámara. Estos indígenas siguen viviendo en un mundo propio en conjunción con la naturaleza; son el resabio de un mundo primitivo que el artista intenta “documentar”. Los detalles de los rostros, vegetación y vestimentas obedecen a esta intención documental y por momentos se perfila un interés etnográfico, aunque estos detalles no se correspondan con ninguna de las tribus que poblaban el Chaco. Cabe destacar que en el siglo XIX no existieron artistas plásticos que residieran en el Chaco; esta situación se revertirá recién hacia la tercera década del siglo XX, cuando la labor de los pioneros de las artes plásticas chaqueñas se orientó en muchos casos a representar al indígena.44

En cuanto a las fotografías señalamos aquellas incluidas por Gobelli en la Tercera y Cuarta partes de las Memorias de mi Prefectura y Apuntes sobre el Chaco y en su Estudio etnográfico sobre los indios matacos (publicado junto a la Memoria III): cabe destacar que no sólo fundamenta a través de ellas distintos aspectos de las labor misional, sino también resalta la labor “civilizadora” realizada por los frailes en las misiones, con imágenes de gran contundencia, colaborando en la construcción de un imaginario sobre el indígena chaqueño altamente convincente por su declarado valor documental. Estos textos fotográficos no revelan aspectos de violencia o de conflicto que sí se presentan en algunos párrafos del texto escrito. Tampoco se representa el salvajismo con los caracteres que lo expresa Gobelli en su discurso escrito. Podemos distinguir dos tipos de composiciones: aquellas imágenes obtenidas en el ámbito del “desierto” y otras realizadas en estudios fotográficos de la ciudad de Salta. Las primeras constituyen la mayoría, dentro de las que se encuentran grupos de indios “salvajes” en sus toldos o en medio del desierto, señalando las descripciones ciertas costumbres y vestimentas de los mismos, mientras que otras representan grupos de indios “mansos” o civilizados” presentando como fondo las mismas construcciones de la Misión y con vestimentas que revelan que la barbarie quedó atrás. Las mismas descripciones de las fotografías hacen hincapié en estos aspectos, acentuando el ideal de conversión (grupos de indios descriptos como “bautizados” o “matrimonio cristiano”) y de civilización logrados (grupos de alumnos de la escuela). También dentro de las imágenes del “desierto” se encuentran panorámicas de las instalaciones de las Misiones y algunas imágenes de la “selva chaqueña”.

Las fotografías obtenidas en estudios son muy elocuentes, ya que simbolizan el grado de “integración” conseguido con algunos indígenas, a la vez que representan otro tipo iconográfico, el de los retratos: tal es el caso 44 Dado que en este trabajo abarcamos solamente la hasta los primeros años de la década del ‘10,

no incorporamos estos testimonios. Algunos de ellos, se pueden encontrar en Mariana Giordano. Los escultores pioneros del Chaco. En: Folia Histórica del Nordeste N° 13. Resistencia, IIGHI, 1998, pp.83-115 y Aproximación a un imaginario del indio chaqueño. 1930-1951. En: X Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina. Santa Rosa, Academia Nacional de la Historia, 1999.

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de un retrato de “Jóvenes matacas de Nueva Pompeya, que se educan en el Colegio de Santa Rosa, en Salta”, según manifiesta el título de la fotografía, o “Jovencitos matacos de Nueva Pompeya, que se educan en Salta en el Colegio de Artes y Oficios Angel Zorba” y que muestran composiciones habituales en los retratos sociales del blanco, donde los jóvenes revelan el grado más alto de “civilización” logrado con el indio.45 De esta manera, el texto fotográfico, considerado entonces como un documento “objetivo” de información, es utilizado para mostrar la labor misional en la conversión y civilización del indígena, acercando el indio a la sociedad del blanco46

Otro tipo de fotografías, diferentes del anterior por el interés manifiesto en su ejecución, lo constituyen aquellas obtenidas por el Dr. Robert Lehmann Nitsche como complemento de sus estudios antropométricos realizados a principios del siglo XX en distintas tribus del

45 Rafael Gobelli. Estudio etnográfico sobre los indios matacos y Memorias de mi Prefectura y Apuntes sobre el Chaco. Parte Tercera. Salta, 1914, pp 63 y 65.

46 Muchas fotografías obtenidas por los frailes fueron editadas como postales, en especial aquellas que mostraban la labor civilizadora. Un ejemplo son las que representan la Banda de música de Laishí, o los trabajos agrícolas de los indios.

R. Gobelli. “Matrimonio cristiano de indios matacos de la Misión de Nueva Pompeya”

R. Gobelli. “Jóvenes matacos de Nueva Pompeya que se educan en el Colegio de Santa Rosa, en Salta”

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Chaco y Formosa.47 Teniendo en cuenta que fueron obtenidas conforme a un interés científico, enmarcado en una concepción positivista de la ciencia propia de los estudios de la época, estas fotografías de figuras individuales o grupales pretenden resaltar los rasgos fisonómicos de su objeto de estudio (de ahí las tomas de frente y perfil, de pie y sentados, vestidos, semidesnudos y desnudos), como así también de documentar los tatuajes faciales, que en ambos estudios señalados eran descriptos por medio del dibujo. Algunas de estas fotos fueron editadas posteriormente en forma de postales; inclusive, una serie completa de indígenas del Paraguay fue publicada por la casa Rosauer (Colección Boggiani de Tipos indígenas de la América Central publicado por el Dr. Lehmann Nitsche)48 y posteriormente algunas de ellas fueron editadas por Zaverio Fumagalli erróneamente titulados, ya que aparecían como República Argentina. India Caduveo. Chaco, o República Argentina. Indio Chamacoco. Chaco.49

R. Lehmann Nistche (?). Foto postal de “Tipos indios”

Respecto a la fotografía postal, cabe destacar su uso masivo en Buenos Aires y otras ciudades del interior durante los primeros años del siglo XX.50 47 Las antropometrías eran realizadas con el objetivo de sistematizar información sobre las

dimensiones y los tipos corporales de las poblaciones nativas de América. Un rasgo fundamental es la cuantificación antropométrica y la craneometría. La metodología se basa en los relcvamientos antropológicos: en el trabajo de campo Lehmann Nistche divide sus indagaciones en una parte métrica y otra descriptiva. Como complemento de estas mediciones antropométricas utilizó la fotografía, ocupándose en algunas oportunidades de teorizar sobre ella como técnica de relevamiento. Entre los trabajos sobre el Chaco donde utilizara estas técnicas se encuentra Etudes anthropologiques sur les indiens Takshik (Groupe guaicurú) du Chaco Argentin (1904), Estudios antropológicos sobre chiriguanos, chorotes, matacos y tobas (Chaco Occidental) (1906). Andrea Mastrángelo. Una genealogía del estudio de los estigmas y estereotipos de la delincuencia y la desviación. Argentina 1890-1910. Capítulo II: La antropología y su objeto. Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Tesis doctoral, 1996, p. 80-81. Inédito.

48 Marcelo Loeb y Jeremy Howat. Catálogo descriptivo de postales argentinas. Roberto Rosauer, 1901-1909. Buenos Aires, Marcelo Loeb Editor, 1992.

49 El tema de la manipulación de la imagen del indio chaqueño con fines comerciales está siendo objeto de un trabajo especial, ya que hemos hallado otros ejemplos semejantes al señalado.

50 Este uso masivo de postales provocó la expansión del negocio editorial, impulsado en muchos

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Ésta registró distintos aspectos de las ciudades y el campo argentino, los tipos humanos urbanos y rurales, y en nuestro caso particular, los indígenas, tanto del sur como del norte del país. Uno de los primeros fotógrafos que acudió a la región chaqueña en busca de imágenes para su colección de negativos que luego comercializaba fue el norteamericano radicado en Buenos Aires desde 1900, H. G. Olds. En 1901 realizó un viaje a Rosario, Santa Fe, Paraná y el Gran Chaco, con el objetivo de fotografiar a los indios en esta última zona. Olds viajaba al Chaco con una imagen de la región adquirida en su corta estadía en Buenos Aires, que develaba una tierra de peligro y misterio. En una carta enviada a su padre antes del viaje le comentaba que en el Gran Chaco esperaba

“... poder fotografiar indios. Es una región salvaje y deberé tener cuidado cuán lejos me interne en ella.”51

De regreso del Chaco, la casa Rosauer le adquirió gran parte de estos negativos que fueron publicados en la Serie Rosauer 1 de 1901 (sólo dos imágenes de indígenas del Chaco) y en la Serie Rosauer 3 de 1903 (seis imágenes)52, además de haber sido publicadas algunas de ellas en un artículo de la revista La Ilustración Sudamericana53. En esta última serie del editor más importante de postales con vistas de la Argentina de la primera década del siglo XX, también aparecen fotografías de indios del Chaco obtenidas por Enrique Moody y otras de la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados (no llevan firma personal). Estas representaciones de indígenas del Chaco se pueden reunir según dos tipos iconográficos: los retratos individuales y los grupales.

H.G. Olds. “Toldo y familia toba”

casos por empresarios que provenían del comercio filatélico. Hasta la primera guerra mundial fue la época de oro de la postal fotográfica. Abel Alexander y Luis Príamo. Noticias de un desconocido. En: AA.VV. H.G.Olds Fotografías. 1900/1943. Buenos Aires, Fundación Antorchas, 1998, p.30.

51 Carta de H. G. Olds a su padre del 12/VII/1901. Reproducida por John Waldsmith. Harry Grant Olds, fotógrafo norteamericano”. En: AA.VV. H.G.Olds Fotografías. 1900/1943. Op. cit., p.20.

52 Marcelo Loeb y Jeremy Howat. Catálogo Descriptivo de Postales Argentinas. Roberto Rosauer. Op. cit.

53 La Ilustración Sudamericana N° 209. Buenos Aires, 15/X/1901.

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En todos los casos, el indio se encuentra en su entorno, ya sea presentando como fondo la naturaleza o los propios toldos. En ambos tipos, los modelos están dispuestos de tal forma que se pueden visualizar distintos elementos de la cultura aborigen: flechas, vestimenta, utensilios, toldo, etc. Aún en el caso en que el objetivo fuera realizar un retrato individual -como en “Joven india toba” de Olds-, aparecen otros personajes en planos secundarios de la composición, que intentan demostrar que la fotografía fue tomada como una instantánea, sin montaje alguno.

En todos los casos, las fotografías postales de indígenas del Chaco de las primeras décadas del siglo XX publicadas por distintos editores y obtenidas por fotógrafos como Olds, Moody, E.N.54 y otros no representan un mundo conflictivo: fueron tomadas en una época en que todavía había campañas militares en el Chaco, pero probablemente los fotógrafos solamente recorrieron aquellas regiones pacificadas,55 donde el ejército ya había avanzado y el indígena estaba sometido: de ahí que éste sea representado como resabio de un mundo pasado. Eluden el conflicto a tal punto que en una postal titulada “Tribu en armas”56 nos encontramos con un grupo de indios inmóviles, posando con arcos y flechas, mirando al espectador sin que puedan provocar miedo y amenaza para el blanco, a la vez que muchos de estos “guerreros indios” son niños. El primitivismo que se intenta mostrar en algunas imágenes se convierte en exotismo en la mirada de muchos de estos fotógrafos.

En su conjunto, estas imágenes de postales revelan una mirada singular sobre un territorio que continuaba siendo el símbolo de la “barbarie”, pero que está manifestando la imagen de indios mansos, amigos o sometidos, que no representan una molestia al progreso de estas regiones, pero tampoco una promesa para su prosperidad. Son los resabios de la barbarie, las piezas exóticas de una colección. No hay crítica ni cuestionamiento a la situación del indígena, a la conquista militar, al avance del blanco, como aparece en algunos textos escritos; la fotografía se propone ser “objetiva”, y en tal sentido quiere documentar para mostrar.

Un tercer tipo de fotos postales referidas al indígena que podríamos mencionar (aunque con escasos ejemplos) aparece en las postales editadas, por Jacobo Peuser entre 1899 y 1914 y lo constituyen las sepulturas indias, tanto de indígenas del sur como del Chaco57: las mismas revelan intereses del blanco por la forma de vida y costumbres indígenas, documentando las mismas a través de la fotografía.58

Cabe destacar que mientras fotógrafos como Olds solamente tomaron de la región chaqueña la figura del indígena, otros como Blom y Weber, Moody, Benoist, Boote, representaron otros aspectos de ese

54 E. N. siempre firmó con las iniciales y no se conoce su identidad. Por ohm lado, las postales procedentes de la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionadas en la mayoría de los casos aparece con las iniciales de la institución, SFDA, sin firma individual.

55 Se cree que Olds recorrió la zona cercana a Tostado, en el Chaco santafesino.56 Serie Rosauer 2 (1902-1903)57 Marcelo Loeb. Catálogo Descriptivo de Postales Argentinas. Jacobo Peuser 1899-1935. Stephan

Lumpert “Antigua Casa Pernagg”. Buenos Aires, Marcelo Loeb Editor, 1997.58 Algunos exploradores, como el mismo Perito Moreno y Estanislao Zeballos reconocieron la

profanación de sepulturas indias en el sur con fines científicos.

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Territorio donde recién estaba ingresando la “civilización”: picadas en el monte, estaciones de ferrocarril, la actividad forestal, obrajes y obrajeros, exploraciones completan esta mirada al Chaco en los primeras décadas del siglo XX y aluden al presente y futuro, mientras los indios simbolizan el pasado. Las vistas de ciudades, en especial de Resistencia y del Puerto de Barranqueras fueron editadas entre 1907 y 1917 por Adolfo Kapelusz y Cía y entre 1899 y 1914 por Jacobo Peuser.59

Por último, podemos mencionar otra fuente donde la fotografía de principios del siglo XX ocupa un lugar importante como complemento del texto escrito: nos referimos al artículo de Estanislao Zeballos “Soñando con los indios del Chaco”.60 Además de presentar una visión del territorio en su texto escrito que se corresponde con aquella imagen de “tierra prometida” de varios informes de la época, documenta su viaje con gran cantidad de fotografías, entre las que sobresalen aquellas que representan al indio manso que ha “incorporado” las costumbres y forma de vida del blanco: alimentación, vestimenta, instrumentos, animales, trabajo, religión, educación.61

De esta manera, la imagen visual que representó al indígena chaqueño, ya sea ligada a intereses de la ciencia, a la obra evangelizadora-civilizadora, a la exploración o a retratar tipos sociales con un fin comercial (postales), fue utilizada como una forma de documentación objetiva, teniendo en cuenta el concepto de la fotografía que se tenía a fines del siglo XIX y principios del XX, considerada un medio mecánico de registrar información, y como tal, un espejo de la realidad.62 Se convierten en un texto-documento donde el indígena ha dejado de ser el “problema” que representaba dos décadas atrás y simboliza un elemento impasible y exento del temor que se le atribuía entonces. Pintoresquismo, exotismo, ideal de primitivismo se confunden en imágenes de gran valor simbólico.

Conclusiones

La manera de ver, sentir y concebir la población indígena chaqueña fue variando o reactualizándose a lo largo de los siglos, desde las primeras entradas a estas tierras hasta la actualidad.

En la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX nos encontramos con la persistencia de algunas imágenes de épocas anteriores, la reactualización y reformulación de otras y la creación o “invención” de otras tantas, a la luz de coyunturas particulares.

59 Marcelo Loeb y Jeremy Howat, Catálogo Descriptivo de Postales Argentinas. Volumern II. Adolfo Kapelusz y Cía 1907-1924. Buenos Aires, Marcelo Loeb Editor, 1992.

60 Estanislao Zeballos había recorrido en la década de 1880 los territorios conquistados del Sur y en 1916 hizo lo propio con el Chaco. Estanislao Zeballos. Soñando con los indios del Chaco. Buenos Aires, Talleres Gráficos L.J. Rosso y Cía, 1918.

61 Zeballos menciona que la fotografía en un principio provocaba miedo en los indígenas, pero que luego la aceptaban y solicitaban que se les mande sus fotos al gobierno.

62 En el siglo XX esta concepción ha cambiado, ya que se reconocen diversos discursos temporales que pueden obrar sobre la imagen fotográfica: el literario, el semiótico y el histórico. Bernardo Riego. El documento fotográfico y sus significaciones temporales. En: Memoria del 5º Congreso de Historia de la Fotografía en la Argentina. Buenos Aires, 1996, pp.163-173.

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Principalmente debemos señalar que las visiones contrapuestas manifiestas en los distintos géneros discursivos responden a intereses específicos de cada uno de ellos adoptando por lo tanto, determinadas estrategias para su formulación. Todos los discursos, por más que en sus contenidos sean contradictorios, comparten la estrategia de constituirse en “legítimos” transmisores de una realidad, observada o no.

El discurso oficial intenta erigirse en depositario del “colectivo de identificación nacional”, el “ver y sentir” del “nosotros” frente a los “otros”. El Estado Nacional debía garantizar la “seguridad” y para ello terminar con el “peligro indígena”: se justifica toda acción en pro de este objetivo, recurriendo a otros discursos, en especial el científico y militar, para legitimar acciones en el “desierto chaqueño”. Influido por el positivismo, el discurso científico proveerá al Estado justificaciones válidas e irrefutables para la expansión territorial, aunque se opondrá conceptualmente a las prácticas militares sistemáticas.

La mirada oficial se materializó en dos visiones temporalmente sucesivas en esta época: hasta la expedición Victorica de 1884 se centró en la necesidad de lograr la seguridad a través de la lucha armada contra la amenaza del “salvaje”. A partir de entonces, y distinguiendo discursivamente entre “mansos”, “amigos” o “sometidos” y “salvajes”, “enemigos” o “no sometidos” la visión se renovará con los conceptos de “integración” y “asimilación” acciones que se lograrían mediante distintas modalidades en las que los agentes del Estado —legisladores, gobernadores, inspectores, etc.- no encontraron coincidencia, pero que en la mayoría de los casos estaban relacionadas con la utilización de la mano de obra de los indígenas “amigos” y la “pacificación” de las “tribus salvajes” (que no era otra cosa que la acción militar sobre éstas), para lograr su reducción. Surgieron así las visiones contrapuestas que presentaban al indio como un elemento que contribuiría al progreso del Chaco, -”tierra del porvenir”- mientras otras negaban tal condición.

En el caso del discurso franciscano, su percepción del Chaco y el indígena está legitimada por su convivencia con los nativos, por su tarea civilizadora-evangelizadora y está teñido de argumentos que responden al conflicto suscitado con otros agentes colonizadores y con la misma opinión pública por la competencia de los frailes para realizar la tarea reduccional. Consiguientemente, la “realidad observada”, si bien fue dura y por momentos adversa, era por lo general esperanzadora. Presentan una imagen del indio más “positiva” , justificando la persistencia de ciertas costumbres y acciones que en los otros discursos aparecen como símbolos de la “barbarie”, e intentando desterrar aquella “ideología de la agresividad” que los jesuitas del siglo XVIII también combatieron.63 Para los frailes el “salvajismo” podía ser reemplazado por la “civilización” comenzando por la tarea de enseñar al indígena los hábitos del trabajo, de la propiedad individual, de la familia, las primeras letras, la higiene personal, etc., para en un segundo momento en orden temporal, lograr su catequización. La imagen del “indio-niño” incapaz de valerse por sí mismo se perfila en el discurso misionero, dando lugar a la “prédica de la defensa” a través de un discurso proteccionista-paternalista 63 Héctor Sáinz Ollero. Comprensión del otro y asimilación del otro. El reto de los chaqueños y el

problema de la resistencia indígena en los textos jesuitas del siglo XVIII. Op. Cit., p.99.

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que perdurará en distintos géneros discursivos del siglo XX, en especial en el religioso y periodístico territoriano.

Por último, el texto visual contribuyó también a conformar un imaginario sobre el indio chaqueño. Los intereses que llevaron a su producción fueron en muchos casos diferentes a los del texto escrito. La fotografía se convirtió en el medio eficaz de “documentación” de los tipos indígenas chaqueños, sus costumbres, el “grado de civilización” alcanzado con ellos por el blanco, etc., transmitiendo una visión inofensiva del indio: una instantánea de una raza “antes que desaparezca” en la mirada de la fotografía comercial, o una visión de la labor “civilizadora” del blanco en la fotografía de los franciscanos.

Resumen

Este artículo rescata la visión del indio chaqueño desde la época previa a la conquista militar y durante la misma, hasta la finalización de las campañas de “pacificación” de la década de 1910. Esta visión es reconstruida acudiendo a distintos tipos de textos; en este caso se aborda el discurso oficial-gubernativo, el religioso y el visual. A partir de ellos se distinguen ciertas categorías que sintetizan las imágenes creadas acerca del indígena, algunas de ellas semejantes a las de la época colonial, mientras otras se reactualizaron, reformularon o se crearon en el período que nos ocupa. Las percepciones, a veces contrapuestas, entre los distintos géneros discursivos respondían, en algunas oportunidades, a situaciones históricas pero también a intereses y mentalidades particulares.

Summary

The article reviews the vision about the aborigine population of Chaco since the times preceding the military expeditions, and during the campaigns until the end of “pacification” at the beginning of the 1910’s. This vision is reconstructed using different types of documents; this time we analyze official, government and religious discourses, and visual documents. It is possible to recognize different categories that synthesize the images about the aborigines; some of them are similar to those from the colonial time, while others were modernized or conceived in this period. The perceptions are sometimes opposed to each other, according to the different types of sources and respond, on the one hand to historical circumstances and, on the other, to particular interests and mentalities.

<VISIONES> <IMAGENES><INDIO CHAQUEÑO>

<GENEROS DISCURSIVOS>