la última batalla del general roca

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58 | Newsweek ANIVERSARIO LA ÚLTIMA BATALLA DEL GENERAL ROCA A 100 AÑOS DE SU MUERTE, SU FIGURA SEPARA AGUAS COMO POCAS FIGURAS DE LA HISTORIA ARGENTINA. ¿ES UN ERROR QUERER BAJARLO DEL PEDESTAL? Por Cristian H. Savio FOTO: ARCHIVO MAJESTUOSO EN su uniforme militar pla- gado de condecoraciones, jinete sublime de cabeza descubierta en gesto seguro y sabio, Julio Argentino Roca está vivo en bronce desde hace más de siete décadas en ese rincón neurálgico de la ciudad de Buenos Aires, sobre la avenida diagonal que lleva su nombre. Pero si usted se acer- ca lo suficiente como para advertirlo, pue- de que vea en su rostro algo de preocupa- ción: el General ya no está tan firme sobre su caballo y ha empezado a tambalear. A un siglo de su paso a la inmorta- lidad, su figura, la más polémica y que más aguas divide en la Historia argen- tina, afronta su última y más difícil ba- talla: la de resistir los embates y mante- nerse en el olimpo de los próceres. La de probar, en últimas instancia, que tratar de bajarlo del pedestal es un error. Dos veces presidente de la nación, en los períodos 1880-1886 y 1898-1904, fue el símbolo de la modernización del esta- do argentino y la cara más visible de la Generación del ’80, a la que se atribuye la integración territorial y la construc- ción de la identidad nacional. Una tarea que se llevó a cabo a través de las políti- cas que constituyen precisamente la se- milla de la dualidad de pensamiento en torno a la figura de Roca, que va del sabio estadista al genocida. GUERRA CULTURAL La guerra por Roca lleva tiempo. El año pasado, el diputado del Frente Peronista 337 Roca.indd 58 11/09/2014 08:37:32 p.m.

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A 100 años de su muerte, Julio Argentino Roca separa aguas como pocas figuras de la Historia argentina. ¿Es un error querer bajarlo del pedestal?

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Page 1: La última batalla del General Roca

5 8 | Newsweek Septiembre, 2014 | 5 9

A N I V E R S A R I O

LA ÚLTIMA BATALLADEL GENERAL ROCAA 100 AÑOS DE SU MUERTE, SU FIGURA SEPARA AGUAS COMO POCAS FIGURAS DE LA HISTORIA ARGENTINA. ¿ES UN ERROR QUERER BAJARLO DEL PEDESTAL?

Por Cristian H. Savio

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MAJESTUOSO EN su uniforme militar pla-gado de condecoraciones, jinete sublime de cabeza descubierta en gesto seguro y sabio, Julio Argentino Roca está vivo en bronce desde hace más de siete décadas en ese rincón neurálgico de la ciudad de Buenos Aires, sobre la avenida diagonal que lleva su nombre. Pero si usted se acer-ca lo sufi ciente como para advertirlo, pue-de que vea en su rostro algo de preocupa-ción: el General ya no está tan fi rme sobre su caballo y ha empezado a tambalear.

A un siglo de su paso a la inmorta-lidad, su fi gura, la más polémica y que más aguas divide en la Historia argen-tina, afronta su última y más difícil ba-talla: la de resistir los embates y mante-nerse en el olimpo de los próceres. La de probar, en últimas instancia, que tratar de bajarlo del pedestal es un error.

Dos veces presidente de la nación, en los períodos 1880-1886 y 1898-1904, fue el símbolo de la modernización del esta-do argentino y la cara más visible de la Generación del ’80, a la que se atribuye la integración territorial y la construc-ción de la identidad nacional. Una tarea que se llevó a cabo a través de las políti-cas que constituyen precisamente la se-milla de la dualidad de pensamiento en torno a la fi gura de Roca, que va del sabio estadista al genocida.

GUERRA CULTURALLa guerra por Roca lleva tiempo. El año pasado, el diputado del Frente Peronista

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337 Roca.indd 58 11/09/2014 08:37:32 p.m.

Page 2: La última batalla del General Roca

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A N I V E R S A R I O

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de Buenos Aires Alberto Asseff presentó un proyecto de Resolución en el que pidió al Poder Ejecutivo Nacional que informe “si se promueve una campaña para deni-grar la memoria histórica del general Julio Argentino Roca”.

De alguna manera, Asseff retomaba una preocupación expresada ya en 2011 por comunicadores como Mariano Gron-dona, quien desde una columna en el diario La Nación hablaba de una “demo-nización” de Roca por parte del Gobierno nacional a través de tres vías convergen-tes: la publicación de “supuestos libros de historia”, el ataque a los monumentos que exaltan a Roca y la supresión de su imagen de los billetes de cien pesos.

Este último aspecto se puso en mar-cha en 2012 con el paulatino reemplazo de Roca por Evita, motivado por la propia Cristina Fernández de Kirchner, aunque.la presidente evitó polemizar sobre la fi-gura de Roca y se limitó a destacar que

“después de 200 años es la primera vez que una mujer aparece en un billete”.

Otros proyectos similares buscaban reemplazar en el billete de más alta de-nominación al general y la imagen de la Conquista del Desierto por Juana Azur-duy o por Francisco Netri, abogado y mártir del Grito de Alcorta, símbolo de la lucha obrera contra las políticas fomen-tadas por el segundo gobierno de Roca. Fundamentalmente la Ley 4.144, o “Ley de Residencia”, impulsada en 1902 por el senador Miguel Cané para explusar a los extranjeros que agitaran las aguas del mo-vimiento obrero, producto del fomento de la inmigración.

¿UN GENOCIDA?Otro proyecto de resolución, firmado en 2011 por la diputada justicialista por Chubut Rosa Laudelina Chiquichano -la primera indígena en llegar al Congreso-

pedía directamente declarar a Roca “cul-pable post mortem por crímenes de lesa humanidad por el genocidio cometido a los seres humanos de las naciones ances-trales de la Patagonia”.

La concepción de “genocidio” en tor-no a la Conquista del Desierto es tema de debate. Incluso desde sectores críticos a la figura de Roca por aspectos ideológi-cos de su política se advierte el error de juzgar con el prisma actual acciones del pasado. La historiadora María Inés Rodrí-guez Aguilar, directora del Museo Roca (que depende del Ministerio de Cultura de la Nación), sostiene que no se puede “forzar interpretaciones con conceptos tanto ideológicos como culturales” como el de “genocidio”, que se introducen 60 años después de la campaña del desierto. “El conflicto no estaba siquiera determi-nado filosóficamente, no se percibía la antropología como mirada del otro”, dice a Newsweek. “Además, la maquinaria del

Estado no estaba destinada a la supresión del otro: era una avanzada sobre tierras en conflicto con un proyecto de consolidar el Estado, en los términos que se concebían en el siglo XIX”.

Pacho O’Donnell, presidente hono-rario del Instituto de Revisionismo His-tórico Manuel Dorrego, manifestó que la decisión de Roca de conquistar la Patago-nia, así como el momento elegido, fueron “correctos”. “Si no conquistábamos la Pa-tagonia ésta iba a ser chilena, y si no era chilena iba a ser inglesa”, dijo en una di-sertación en Santa Cruz.

GALOPE AJETREADOInaugurado el 19 de octubre de 1941, el monumento a Roca de la Diagonal Sur es blanco de los ataques más fuertes de los opositores al ex presidente. Obra del ar-tista uruguayo José Luis Zorrilla de San Martín, su construcción surgió de una ley

votada por unanimidad en 1925, apoyada por todo el arco político de entonces, que incluía a radicales e incluso al socialista Alfredo Palacios.

Dos proyectos, uno en el Congreso de la Nación y el otro en la Legislatura por-teña, proponen su reemplazo. “No vamos a construir un país mejor demoliendo es-tatuas”, esgrime, en defensa de Roca, As-seff. Y exhorta a “marchar hacia el futuro levantando las nuevas estatuas de quienes las vayan mereciendo, sin tocar ni macu-lar a ninguna de las que tenemos que for-man parte de nuestra historia”.

Pero el argumento no conmueve a Marcelo Valko. psicólogo y especialista en etnoliteratura. “Nada menos inocen-te que una estatua que, con la excelente coartada de su inmovilidad, permite que se agazapen las falacias de la Historia Oficial”, responde. Y agrega que no hay “nada más peligroso que un monumento o el cartel de una calle”, porque “los seres representados en ellos son habitantes del pasado que se presentifican modélicos”. Lo escribe en Desmonumentar a Roca (Sudestada), el libro donde explica el pro-ceso de la campaña que, junto al escritor Osvaldo Bayer, lleva adelante para quitar del pedestal a Roca. En general, advier-te Valko, pareciera que nadie percibe los monumentos. “La gente pasa a su lado sin reparar en la pedagogía que imparten desde su aparente inmovilidad”.

En su libro, Valko recopila una veintena de cambios del nombre de Roca a lo largo del país, de calles o avenidas, escuelas, pla-zoletas y hasta un lago en Tierra del Fuego. Y da cuenta, también, de cerca de 30 pro-yectos pendientes de aprobación.

EL COMBATE FINAL“Las dicotomías simplifican el pasado”, advierte Rodríguez Aguilar, para quien la campaña es autoritaria. El 19 de octubre de 1914, Roca se sacudía por un ataque de tos que presagió su muerte física. Un siglo más tarde, la que tiembla es su vida eter-na. En su monumento ecuestre no pare-ce tan firme. “Está herido de muerte,está cayendo solo”, le dice Valko a Newsweek. Confía que, tarde o temprano, el General perderá su última batalla.

LA CONCEPCIÓN DE “GENOCIDIO” EN TORNO A LA CONQUISTA DEL DESIERTO ES TEMA DE DEBATE, AUN ENTRE SECTORES CRÍTICOS A ROCA.

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