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  • _________________

    LA LTIMA BATALLA

    `

    (Coleccin: "Old World of Darkness" )

    (Serie: "La Hora del Juicio", Volumen:

    "Hombre-Lobo")

    BILL BRIDGES

    "The Last Battle" 2004

    Traduccin: Raquel Rodrguez Cortes

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    _______

    PRLOGO

    La Estrella de Sangre

    `

    [ En los ltimos das aparecer en el cielo una estrella de sangre, que girar mientras cae hacia el seno de Gaia

    ~LA PROFECa de Habla-en-Silencio ] `

    `

    El Trueno del Wyrm se retorci de dolor bajo la tierra. Su lenta

    agona sacuda el suelo del desierto.

    Zhyzhak grit de frustracin. Arroj unas piedras por el desierto

    arenoso, hacindolas chocar contra antiguos afloramientos de piedra y

    convirtindolas en polvo. Los yacimientos de mica chispearon a la luz

    de la luna llena como fuego antiareo y brillaron brevemente antes de

    desvanecerse sobre el suelo del can.

    Pizarraraada-ikthya se mordi el labio con frustracin y se

    guard para s mismo un comentario spero. Que Zhyzhak gritase no

    era algo extrao; despus de todo, era una klazomanaca, que haba

    recibido durante su primera revelacin del Wyrm el don de gritar de

  • pena. Cuando estaba enfadada o frustrada, tena que chillar con todas

    sus fuerzas siempre que quisiera decir algo. Durante estas

    ceremonias, se necesitaba una enorme fuerza de voluntad para hablar

    en tono normal o incluso en susurros. No era un juramento consciente

    o una promesa de piedad; era la nica manera que tena de hacer

    frente al imponente trauma que el Wyrm haba causado en su mente.

    Todos ellos tenan tales estigmas gloriosos, tales psicosis que

    llevaban como insignias de guerra. La tribu elegida por el Wyrm, los

    que bailaban en el Laberinto de la Espiral Negra, soportaba el dolor, el

    dao y la pena con tanto orgullo como las marcas de guerra.

    El mismo Pizarraraada tena sus propios problemas divinos: las

    llagas ulcerantes que supuraban y le causaban un picor infernal en los

    cuartos traseros, adems de la insufrible nariz, que le moqueaba

    constantemente y el sudor. Se rasc violentamente el culo mientras

    vigilaba la rabieta nocturna de Zhyzhak. Ella llevaba su habitual traje

    de dominatrix de cuero negro, que era al menos dos tallas ms

    pequeo de lo necesario, mientras que l llevaba su chaqueta y

    pantalones hechos de una lana que pareca alambre. La mir de

    soslayo a travs de sus gafas empaadas por unos ojos lagrimosos.

    Un humano desinformado podra tomarle por un profesor, tal vez

    uno de los muchos cientficos nucleares que se saba que trabajaban

    en la regin. En el pasado esto no habra sido una suposicin

    completamente errnea; haba sido cientfico (un bilogo, no un fsico)

    en su vida anterior, cuando se contaba entre la tribu de los

    Caminantes del Cristal. Sin embargo, eso haba sido haca mucho

    tiempo, antes de que Grammaw lo devorase y lo excretase dentro de

    un huevo. Haba salido de su viscoso tero convertido en un cuerpo

    deformado pero bendecido con la corrupcin.

    Grammaw. El Trueno del Wyrm.

    --Si eres tan condenadamente inteligente --le grit Zhyzhak a

    Pizarraraada, al tiempo que levantaba una piedra enorme por encima

    de su cabeza--, por qu no puedes curarla?

    Arroj la piedra por encima del hombro de Pizarraraada. Se

    estrell contra la pared del can y el polvo cubri la espalda de su

    chaqueta. l ni se inmut.

    --Ya te lo he dicho antes, zorra --dijo Pizarraraada, seguro de

  • que ella interpretara el vulgar apelativo como una seal de respeto--.

    Su enfermedad es espiritual, no biolgica. Nadie sabe ms que yo

    sobre la anatoma del Trueno del Wyrm y no hay ninguna afeccin

    fsica. Se consume a causa de algn ataque Umbral sobre su alma.

    Zhyzhak salt sobre un montn de piedras destrozadas y se

    qued a unos pocos centmetros del rostro de Pizarraraada. Exhal

    su aliento rancio justo sobre su nariz.

    --Joder! Eres un chamn! Crala!

    --Por milsima vez, te digo que no puedo. Esto lo ha hecho

    Ojo-Blanco-ikthya. Ha lanzado algn tipo de maldicin y yo ni siquiera

    puedo detectarlo.

    --Traidor! --grit Zhyzhak, no a Pizarraraada, sino al desierto, a

    dondequiera que Ojo-Blanco pudiera estar escondido. El anciano

    hombre-lobo era famoso entre la tribu de los Danzantes de la Espiral

    Negra por la clarividencia que le haba sido otorgada en la explosin

    nuclear de Trinidad; la explosin le haba arrebatado la vista, pero le

    haba bendecido con una gran intuicin sobre los misterios del Wyrm y

    le haba hecho ganar el honorfico sufijo "ikthya". Pero Ojo-Blanco

    haba desaparecido recientemente. Poco despus, Grammaw haba

    enfermado. Muchos de los que estaban en el tmulo susurraban que

    en realidad Ojo-Blanco segua siendo aliado de su antigua tribu Garou,

    los Uktena y tomaban su desaparicin como una desercin de vuelta a

    su primera tribu. Pizarraraada lo dudaba. Sospechaba que la fuerza

    que se haba llevado a Ojo-Blanco tambin haba herido a Grammaw.

    --Lo importante no es quin lo hizo --dijo Pizarraraada,

    arrugando la nariz ante el abrasador ataque del aliento de Zhyzhak--

    sino cundo vas a dejar de quejarte por ello y vas a ir a Malfeas.

    Zhyzhak se qued completamente inmvil, sin respirar.

    Pizarraraada saba que ella estaba librando una batalla interna, que

    dudaba sobre si liberar su ira y matarlo o realizar el acto que llevaba

    proyectando tanto tiempo: viajar al corazn espiritual del Wyrm y

    buscar el alivio para el sufrimiento del Trueno del Wyrm. Por suerte

    para l, escogi esto ltimo.

    Zhyzhak gir rpidamente y regres con paso decidido a la

    cueva situada en la torrentera del can, hacia el tmulo que estaba

    dentro. Pizarraraada sonri, orgulloso de s mismo y de alguna

  • manera sorprendido de que tuviera las pelotas de llevar el plan a cabo.

    Del sitio al que se iba no regresara. Pronto, el tmulo sera suyo. La

    sigui, agachndose para entrar en la cueva.

    Zhyzhak cambi a su forma de lobo, una mestiza de piel negra.

    Como la caverna se ensanchaba por todas partes, conserv esa forma

    mientras segua el sinuoso camino que conduca hacia abajo. Al final,

    lleg a un punto donde la caverna se estrechaba, con hileras de

    estalactitas y estalagmitas simtricas. Unos gases calientes llegaban

    desde el fondo y hasta all no llegaba nada de la tenue luz que haba a

    la entrada de la cueva. Zhyzhak se movi utilizando solo los sentidos

    del olfato y el odo, pero los ojos reforzados de Wyrm de

    Pizarraraada podan ver formas dbiles a travs de una neblina de un

    color verde nauseabundo. Ms all de las rocas que sobresalan hacia

    arriba y colgaban hacia abajo, el suelo era liso y hmedo.

    El lobo grande se detuvo y dio la impresin de estar

    orientndose. Luego se abalanz hacia delante a gatas, pas las

    hileras de rocas y desapareci en la negrura. Pizarraraada esperaba

    que no consiguiera saltar al Otro Lado a tiempo, pero saba que era

    improbable. Ese haba sido el destino de Ghavaaldt, el anterior jefe del

    tmulo, aunque muchos conocan el papel de Zhyzhak en aquel

    asunto. Que ella fuera ahora la lder no era ninguna casualidad.

    Pizarraraada se detuvo y aguz los sentidos, buscando el

    efmero tejido del mundo de los espritus. Lo agarr y se meti entre

    sus pliegues, luch por atravesar el velo caliente entre los dos mundos

    y sali a una caverna an ms oscura y llena de vapor, el reflejo

    espiritual del mundo material.

    Sonri. Siempre le haba gustado esta parte. Se senta como si

    entrase en el tero de nuevo. Pas las estalactitas y estalagmitas y

    con la mano las recorri a medida que pasaba, estremecindose al

    tocar su textura huesuda y calcificada. Se movi rpidamente para

    mantener el equilibrio cuando lleg al punto donde el camino se haca

    resbaladizo y ondulado, camino que le condujo ms adentro, un viaje

    en la alfombra mgica desde la lengua de Grammaw hasta su

    esfago. Caminar vigorosamente por su boca, directamente hasta su

    intestino, probar todos los venenos que se retorcan dentro, recorrer

    sus tripas desde el estmago hasta la molleja, atravesar el laberinto

  • intestinal y luego el plexo estomodeal, el cerebro de Grammaw, el

    centro del Tmulo de la Colmena Trinitaria... todo ello era una

    experiencia religiosa.

    Conoca mejor que nadie la anatoma de Grammaw, mejor

    incluso que Zhyzhak. Estaba seguro de que podra encontrar atajos

    que atravesaran los intestinos y llegar al centro del tmulo antes que

    ella; as, podra preparar a sus aliados para que se apoderaran del

    tmulo tan pronto como Zhyzhak se marchase.

    `

    * * *

    `

    Zhyzhak conoca ya las maquinaciones de Pizarraraada y no le

    importaban. Como mucho, estaba contenta de que alguien tan

    maquiavlico como l asumiera el liderazgo de su amado tmulo. Se

    necesitaba a alguien que mantuviera las larvas a raya. Ya haba

    avisado a sus leales soldados de que Pizarraraada intentara hacerse

    con el poder en el momento en que ella se marchase de viaje. Qu

    inters tena el poder si no haba que luchar para conseguirlo? No

    poda permitir que un lder de verdad asumiera el mando sin llevarse

    unas cuantas cicatrices.

    Pero todos esos asuntos eran insignificantes en comparacin

    con la urgente necesidad de curar a Grammaw. Zhyzhak se haba

    dado cuenta de ello haca semanas. Finga aplazar la decisin,

    retrasar su necesario viaje, de manera que pudiera fabricar armas en

    secreto, porque en el sitio adonde iba necesitara algo ms que su

    inteligencia y su espritu. Le haba llevado semanas y costado el

    sacrificio de su soldado ms leal (los dems pensaban que haba sido

    asesinado por guerreros Wendigo), pero ahora ella tena su fetiche, lo

    nico que le permitira triunfar donde todos los dems haban

    fracasado.

    Baj por el intestino del Trueno del Wyrm y esquiv por los pelos

    la sangre lquida de las venas mientras cruzaba entre las vsceras a

    una velocidad increble. Dio unos ligeros golpes con la lengua dentro

    de su boca lobuna, para asegurarse de que el pequeo fetiche segua

    all, atado a sus dientes anteriores. All estaba. Le rozaba la garganta y

    casi lo ahogaba de vez en cuando, pero era el pequeo precio que

  • tena que pagar por la discrecin que necesitaba. Si alguno de los

    secuaces del Wyrm sospechaba lo que llevaba, intentara

    arrebatrselo. Ladr con fuerza al imaginarse las caras de los seores

    Maeljin cuando se dieran cuenta de que tendran que doblegarse ante

    ella, la reina y novia del mismsimo Wyrm.

    Cuando sinti una dolorosa presin en el estmago, cambi a la

    forma de batalla Crinos. Su mayor tamao la hara ir ms despacio,

    pero necesitaba el poder extra para resistir las piedras afiladas que

    intentaran triturarla y convertirla en polvo por haber entrado en los

    intestinos. Si hubiese estado viajando por Grammaw en el mundo

    material, en lugar de en su reflejo espiritual ya la habran matado diez

    veces. Como al pobre Ghavaaldt.

    Dirigi sus pensamientos cautelosamente hacia otros asuntos,

    pensando intencionadamente en cmo despellejara vivo a

    Ojo-Blanco-ikthya. Haba ciertos espritus y secuaces que podan leer

    la mente y no quera arriesgarse a que captaran sus pensamientos

    acerca de su fetiche secreto. Pens en los aullidos de dolor que

    soltara el viejo mientras masticaba lentamente su tendn an unido a

    la carne, como si fuera un regaliz.

    Mientras entraba en los intestinos, se estir resueltamente y

    cogi un puado de carne gorda y manchada de excrementos y luego

    baj por un tnel lateral. Oy a Pizarraraada deslizarse a su espalda,

    apresurndose para llegar al centro del tmulo antes que ella. Se lo

    permiti. Una vez que Pizarraraada pas, dej que la peristalsis de

    Grammaw la llevase a donde quisiera. Tras una eternidad de olores

    nauseabundos y la caricia de unas pesadillas humeantes, se dej caer

    pesadamente en la enorme caverna de carne neural que compona el

    centro del tmulo.

    Los soldados que la esperaban, los guardias de lite del tmulo,

    corrieron inmediatamente a ayudarla a ponerse en pie y la rodearon, al

    tiempo que gruan a los otros Garou congregados all. Zhyzhak les

    apart a patadas y se levant por s misma mientras se limpiaba los

    excrementos. Camin resueltamente hasta el centro y grit a sus

    compaeros.

    --Escuchad, escoria! Me voy a Malfeas! Bailar la Espiral y

    ninguna puetera pesadilla o excusa de mierda me detendr! Lo

  • habis odo? Alguien tiene algo que decir?

    Mir a su alrededor. Pizarraraada, que haba llegado mientras

    ella todava daba volteretas por los labernticos intestinos de

    Grammaw, estaba de pie en la periferia, intentando mostrarse lo ms

    inofensivo posible. Poda ver a otros Garou, tambin en el borde de la

    congregacin, intercambiando miradas cmplices. Los conspiradores

    de Pizarraraada. Le dio un golpe en la espalda a Aliento-Sarnoso, el

    jefe de sus guardias; fue un golpe tan fuerte que casi le hizo perder el

    equilibrio.

    --Aliento-Sarnoso se queda al mando mientras yo est fuera!

    Me habis entendido? Si hay alguien que tenga algn problema al

    respecto, que me lo diga ahora.

    Pizarraraada se qued callado, igual que sus compaeros.

    Esperara a que ella se marchase para dar el paso. Bien.

    Aliento-Sarnoso era un guerrero fuerte, pero estpido. Pizarraraada,

    si era listo, que lo era, utilizara a sus compaeros para reducirlo y

    luego declarar su liderazgo. Sus dones de Wyrm garantizaran que

    nadie ms lo venciera, pero tendra unas cicatrices que se lo

    recordaran. De todas maneras, su reinado sera breve; cuando ella

    volviera, los matara a todos.

    Zhyzhak se dio la vuelta y dio unas patadas a un bulto blancuzco

    que rodaba por el suelo. Al patearlo, se abrieron dos ojos, que la

    miraron con miedo. Una boca se abri y cerr y se escaparon unos

    gimoteos. La cosa se levant lentamente sobre lo que pasaban por ser

    unas piernas: globos blancos y pastosos que apenas eran capaces de

    soportar su obesidad.

    --Pez-Plido! Abre la puerta! Ahora!

    El metis albino gru una respuesta y comenz a abrir un puente

    de luna. l ya saba a donde iba, as que no necesit preguntar. Unos

    minutos despus, apareci el portal, con su luz plateada demasiado

    brillante para la mayora de los ojos de los Garou. Normalmente, solo

    el dbil fuego diablico de las venas de Grammaw y las ocasionales

    chispas elctricas de las neuronas del Trueno del Wyrm iluminaban la

    caverna.

    Zhyzhak no mir atrs cuando cruz el portal como un huracn,

    preparada para luchar contra los desafos que la esperaban en su

  • destino; nadie entraba en el reino del Dragn Verde sin vencer un

    desafo. Antes incluso de que el portal se cerrara tras ella, pudo or los

    gritos de guerra y el sonido hmedo y desgarrador de las garras

    cortando la carne. Como deba ser...

    `

    * * *

    `

    El siseo infernal de un billn de serpientes haca difcil

    concentrarse. Zhyzhak se abri paso por el foso, estrecho y cubierto

    de suciedad incrustada, utilizando los sentidos del tacto y el olfato. El

    calor era casi insoportable incluso para ella, pero su recocido cerebro

    le quit importancia y empuj su cuerpo hacia delante. Poda sentir los

    colmillos clavndose en su carne a cada paso, el veneno entrando a

    chorro en su torrente sanguneo, pero su constitucin Garou anulaba

    el veneno. De cuando en cuando se detena para vomitar las toxinas

    inactivas y luego segua adelante dando traspis y sufriendo todava

    ms mordeduras de serpiente.

    Al final, sinti una brisa y oli el aroma caliente y tibio de una

    cinaga salobre. Aceler el paso y escap del estrecho tnel saliendo

    al acogedor abrazo de un charco estancado. Al instante, los insectos

    empezaron a pulular sobre ella y casi cubrieron cada centmetro de su

    piel. En comparacin con las serpientes, aquello era un masaje. Se

    movi lentamente por el agua, apartando a un lado parras marchitas y

    troncos podridos y quebrados.

    Los gases de la cinaga la tragaron y mataron a los insectos. En

    el segundo que tardaron en hacerlo, prest atencin al aviso y contuvo

    la respiracin hasta que los nocivos humos desaparecieron.

    Zhyzhak sinti algo que se frotaba contra sus piernas, algo

    viscoso y con escamas y sonri. Abri los ojos, sintiendo todava el

    escozor de las picaduras de los insectos y mir hacia abajo. A travs

    de la oscuridad, pudo ver la mayor parte de una enorme cola de

    dinosaurio que desapareca a su izquierda. La sigui, chapoteando por

    el barro sin importarle a qu criaturas molestaba.

    La cola la condujo a un claro, un montculo cubierto de hierba y

    de bruma, sobre el que estaba sentado un bulto enorme y enrollado,

    de escamas verdes. Cerca de la parte superior de la pequea

  • montaa de su cuerpo, vio un solo ojo abierto, de reptil, que la

    vigilaba.

    Zhyzhak se arrodill en el agua y el barro se trag sus piernas.

    Cerr los ojos y mostr su garganta a la criatura. La cabeza del animal

    se levant lentamente y dej al descubierto un hocico enorme, con

    cien colmillos, adornado con plumas negras. Su cabeza flot por el

    agua hacia Zhyzhak, se detuvo junto a su cara y la olfate. Abri la

    boca y dos monstruosos colmillos salieron de sus fundas y empezaron

    a rezumar un veneno cido. La negra ponzoa le salpic la piel y se la

    chamusc; fue el peor dolor que haba experimentado en la vida.

    Las quemaduras formaron unas figuras, unos pictogramas que

    representaban algn secreto blasfemo que no poda leer, pero en ese

    momento supo que haba sido marcada. Haba pasado la prueba. El

    Dragn Verde la apoyaba.

    El animal volvi a deslizarse y a enroscarse y enterr la cabeza

    una vez ms, dando la impresin de que dorma. Tras l, el tenue

    parpadeo de luz sealaba el portal que haba abierto para ella.

    Zhyzhak cambi a su forma de lobo terrible y prehistrico, salt por

    encima del dragn y cruz el portal antes de que pudiese cambiar de

    idea.

    `

    * * *

    `

    Aterriz dando un patinazo sobre unas losas polvorientas. Las

    piedras crujieron bajo su repentino peso y enviaron sonoros ecos por

    el cielo abierto y gris. Se detuvo y escuch. A lo lejos y procedentes de

    todas direcciones, oy sonidos variados: gemidos de terror y dolor,

    gritos de horror y placer, adems del chasquido de ltigos y el sonido

    metlico de unos engranajes. Pero no respondan a su llegada.

    Pase la mirada por el patio en ruinas. Pareca una fortaleza

    medieval antigua y abandonada. Los muros tenan casi seis metros de

    altura y Zhyzhak no poda ver por encima de las almenas. Saba que

    detrs de cada uno de los muros del patio octogonal, cada uno de los

    cuales tena una puerta grande de hierro, se poda encontrar un nico

    ducado malfeano. Ninguno de ellos era su destino.

    Cambi a su forma de batalla (cabeza de lobo y cuerpo

  • antropoide, enorme, pesado y peludo), clav las zarpas en las grietas

    de la mampostera y escal uno de los muros. Cuando pudo asomarse

    por encima, mir en todas direcciones, buscando un lugar en concreto.

    La bruma llena de humo procedente de las numerosas hogueras que

    haba, junto con las nubes negras que tapaban el sol (o lo que pasaba

    por ser el sol en este reino infernal), ocultaba gran parte de la vista.

    Pero poda distinguir su destino: una torre enorme y esbelta de mrmol

    verde con vetas negras, que sobresala hacia el cielo como si fuera

    una flecha armada de espinas, clavada en la Tierra. El Templo

    Oscura, hogar del Laberinto de la Espiral Negra.

    Zhyzhak se movi lentamente a lo largo del muro, asomndose

    por encima de las almenas para examinar el laberinto pedregoso

    desde todos los ngulos. Avist el pasadizo que quera y el camino

    que necesitaba para llegar hasta l y luego se dej caer desde el muro

    y se dirigi hacia la puerta oeste.

    Haba cambiado desde la ltima vez que estuviera all. Cada vez

    era distinto. Una vez, el sitio le haba parecido nuevo, como si todava

    estuviera bien cuidado. Otra, le haba parecido de alguna manera

    asitico, como si estuviera en una tierra distinta. Ahora, sospechaba

    que vea un poco de su cara verdadera.

    Estir la mano hacia el picaporte de la puerta y tir de la anilla de

    metal, arrastrndola con todas sus fuerzas. La puerta cruji y se

    resisti, pero se desliz con un chasquido, un rechinar que retumb

    por todas partes. Ahora sabran que estaba all; los curiosos se

    acercaran a investigar. Se puso a cuatro patas, todava en su forma

    de batalla y, recordando el camino gracias a su reconocimiento, corri

    por el laberinto.

    Cuando lleg al corredor que conduca al templo, se encontr un

    cuervo parasitario que la esperaba. Grazn cuando ella se aproximaba

    y cambi a una forma humana. Esto la sorprendi; no se haba

    esperado encontrar a uno de la raza cambiante Corax all en Malfeas.

    Eran sirvientes de Helios, el Sol, y no pertenecan a estas tierras

    grises. Este deba de ser un renegado, corrupto y comprometido con

    uno de los temidos Duques de Malfeas.

    --Qu quieres, chico cuervo? --grit Zhyzhak, sin detenerse al

    pasar a toda prisa a su lado.

  • El ave corri tras ella.

    --Eh, seora, no hace falta ser hostil. Solo tengo curiosidad por

    esa cosa brillante que veo que lleva en la boca.

    Zhyzhak gir sobre sus talones sin perder el paso y clav sus

    colmillos en la garganta del Corax. Era rpido, pero no lo suficiente.

    Zhyzhak le arranc la yugular y le golpe las rodillas con sus pezuas

    traseras. El Corax gorgote un graznido de sorpresa, pero se le fue la

    luz de los ojos y se derrumb.

    Zhyzhak se dio media vuelta y sigui andando. No saba cmo

    haba visto aquel pequeo bastardo el fetiche que llevaba en la boca;

    aquellos cuervos tenan buenos ojos y maa para ver objetos

    brillantes, pero no quera arriesgarse a que algo amenazador de

    verdad le esperase en su camino, as que ahora lo fundamental era la

    velocidad. Corri como un tiro por el pasillo, al final del cual el templo

    era una lejana mancha.

    Unas pinzas gigantescas cayeron sobre las losas justo delante

    de ella y la obligaron a pegar la espalda a la pared para esquivar el

    ataque repentino. Levant la mirada y vio a una gigantesca criatura

    parecida a una mantis, vestida con un hbito negro y dorado y que

    llevaba una mitra en su cabeza de insecto. Perteneca a algn tipo de

    realeza, tal vez fuera un conde o un marqus de alguno de los

    ducados cercanos. La chchara de su trax no tena ningn sentido

    para ella, porque nunca haba aprendido este idioma espiritual, pero

    dio por sentado que l tambin quera su fetiche. La pesadilla que

    haba vinculado a la fuerza al objeto deba de estar dando voces,

    revelando su presencia. Aceler otra vez e intent estar preparada

    para el siguiente ataque.

    Cuando cay la otra pinza, Zhyzhak la esquiv con facilidad y a

    continuacin cruz la longitud de su brazo de una sola zancada

    mientras corra y lleg a su codo antes de que pudiera reaccionar.

    Mientras la criatura bajaba la boca para comrsela (sus pinzas

    estruendosas eran lo suficientemente grandes para cortarle el torso de

    un solo mordisco), Zhyzhak volvi a saltar, aterriz en su cabeza y le

    quit de un golpe la mitra, el smbolo de su rango. Cuando el animal

    empez a agitarse para quitrsela de encima, golpe una mano con

    forma de garra contra el ojo multifactico y le rompi el globo, que era

  • como de cristal. La criatura chill a un volumen y tono tan altos que

    hasta Zhyzhak, bien acostumbrada a los sonidos agudos, tuvo que

    taparse los odos.

    Las convulsiones eran demasiado frenticas; Zhyzhak perdi el

    equilibrio, cay y por muy poco consigui agarrarse a tiempo a la parte

    superior de las almenas para evitar acabar en otro ducado y perder el

    camino. Mientras se pona derecha, la pinza del seor mantis volvi a

    dirigirse hacia ella. Apenas pudo esquivarla y gru cuando le ara el

    muslo; luego Zhyzhak rode con sus brazos al animal, con un abrazo

    de oso y lo retorci con todo su peso y fuerza. El seor no pudo

    ajustar su paso a tiempo y la pinza chasque, el caparazn cruji y

    solt una sustancia viscosa y nauseabunda.

    La mantis cay hacia atrs, tropez con las almenas que tena a

    la espalda y cay en el ducado vecino. Un fragor salud su llegada y

    un estruendo metlico indic que al otro lado del muro haba un

    revoltijo de espadas y cuchillos. Cada ducado tena innumerables

    legiones, la mayora de las cuales vagaban sin rumbo, desesperadas

    por encontrar cualquier excusa para hacer la guerra. Esta mantis no

    perteneca a ese ducado y por tanto era una partida abierta. Solo las

    marcas que le haba infringido el Dragn Verde permitieron a Zhyzhak

    llegar hasta all sin provocar un solo grito de los ducados vecinos.

    Zhyzhak salt rpidamente por la parte superior de la almena y

    luego volvi a saltar al corredor. Corri a toda velocidad. Ahora que los

    ejrcitos estaban avisados, sera atacada en pocos minutos, a menos

    que consiguiese llegar a la seguridad del templo, que perteneca a su

    tribu. Las puertas del templo estaban cerca, abiertas de par en par.

    Entr rodando en el vestbulo y se desliz velozmente por el suelo de

    mrmol liso justo cuando estall un sonoro estruendo a sus espaldas.

    Se gir para ver cmo los sulfurados ejrcitos de

    espritus-pesadilla se detenan justo al otro lado de la puerta,

    incapaces de pasar a los guardas que solo franqueaban el paso a los

    Garou y a sus aliados. Zhyzhak les hizo un gesto de burla y se gir

    hacia el vestbulo.

    Ningn guardia corri a interceptarla. Un solo Garou estaba

    sentado en el suelo al lado de las escaleras que conducan hacia

    abajo. Tena el aspecto de un hombre deforme, el de una etapa

  • anterior de la evolucin humana, que le daba unas cejas arqueadas y

    los msculos magros de un caverncola. Levant la vista mientras ella

    se acercaba y le sonri de modo conspirador, al tiempo que se

    levantaba para saludarla.

    --As que aqu viene alguien ms a jugarse el alma en la fragua

    del miedo --dijo.

    --Cllate! He bailado la Espiral cinco veces, mierdecilla!

    --Zhyzhak levant la mano y amenaz con golpearle.

    La sonrisa del hombre desapareci y agach la cabeza, como un

    nio al que acaban de decirle que su viaje a Disneylandia se ha

    cancelado. Suspir y volvi a sentarse.

    --Est abajo --dijo--. Ya conoce el camino.

    Zhyzhak le agarr la oreja carnosa y le dio un doloroso tirn. l

    se levant y se puso de puntillas para evitar que se la arrancara del

    todo.

    --Quin cojones eres t? --grit Zhyzhak.

    --G-G-Galvarg --chill, al tiempo que se zafaba de su agarrn y

    se acariciaba la dolorida oreja con ambas manos--. Mi deber es

    conducir a cualquier guerrero gaiano hasta el Laberinto.

    --Gaianos?! Y qu diablos iban a estar ellos haciendo aqu?

    Galvarg suspir.

    --Solan venir llenos de orgullo y gloria, esperando derrotar al

    Wyrm o liberar a nuestra tribu de su lealtad. --Solt una risotada al

    recordar las victorias del pasado--. Siempre fracasaban y se unan a

    nosotros. Verlos salir a trompicones del Laberinto, con una renacida

    locura en los ojos... oh, por la gloria del ayer.

    Zhyzhak frunci el ceo.

    --Ya no vienen ms?

    --No. La noticia se ha propagado; nadie sobrevive entero e

    inmaculado al Laberinto. Ya ni siquiera lo intentan.

    --Y entonces por qu no encuentras algo til que hacer,

    gilipollas? --Zhyzhak le dio una patada y el Garou se dobl sobre s

    mismo y se apret las costillas.

    --Ay! --grit, escabullndose de su atacante--. No puedo. Estoy

    atado. El deber...

    Jade de manera horrible e hizo una mueca de dolor, mientras

  • rodaba por el suelo. Sin embargo, en cuestin de segundos se le cur

    la costilla destrozada. Se volvi a sentar y la mir con cautela, listo

    para salir como un rayo si se acercaba a l.

    Zhyzhak le escupi. Aquel tonto haba sido atrapado en algn

    tipo de lealtad hacia Malfeas y ahora perda el tiempo esperando por

    unos Garou que nunca llegaran. Idiota. Lo ignor y se dirigi a las

    escaleras. En las paredes se podan ver reflejadas unas vacilantes

    luces verdes que procedan de alguna fuente de abajo. Descendi los

    escalones mientras buscaba con la lengua el fetiche que se haba

    atado en la boca.

    Al llegar al ltimo escaln se detuvo y mir los extraos dibujos

    trazados en el suelo, venas verdes que latan, grabadas en mrmol

    negro. No haba paredes por ninguna parte, solo neblinas que se

    adentraban en la oscuridad. El Laberinto iba en todas direcciones.

    Solo un camino era el correcto, el que la conducira al Segundo

    Crculo y desde all al Tercero y a todos los crculos que venan

    despus, hasta el legendario Noveno.

    Se sac el fetiche de la boca y lo examin, todava cubierto de

    saliva y de un resto del veneno que haba vomitado en el reino del

    Dragn Verde. Quit la humedad de la superficie y lo estudi.

    Aparentemente, el fetiche no era ms que una brjula de boy scout,

    una de esas baratas para principiantes. Sin embargo, en la parte de

    atrs llevaba tallados unos pictogramas que vinculaban a unas

    pesadillas poderosas. Levant la tapa, una lupa y mir a travs del

    cristal hacia la niebla. All, a su izquierda, haba una luz roja brillante

    en el horizonte. Dio una vuelta, mientras vea la bruma subir y bajar

    para desorientarla, pero el brillo rojo segua all, un punto fijo en el

    paisaje cambiante.

    Ech la cabeza hacia atrs y rugi de placer. El Ojo del Wyrm la

    guiara. En un sitio desprovisto de cualquier lgica o espacio estable,

    el Ojo del Wyrm (Anthelios, la Estrella Roja), permaneca impasible.

    Se guiara por l y as seguira su camino a travs del caos hasta el

    centro, sin miedo a perderse.

    Zhyzhak se enroll la correa del comps al cuello y entr en el

    Laberinto cuidadosamente, en direccin a la Estrella Roja. Las nieblas

    la tragaron de inmediato y luego se desvanecieron, dejando una

  • oscuridad total. Oa voces, gritos y chillidos lejanos y se dio cuenta de

    inmediato de que eran los suyos. Ladr un gruido de desprecio,

    porque ya haba experimentado esto antes: el Primer Crculo de

    Revelacin. Zhyzhak sigui andando, mirando a travs de su lente,

    mientras ignoraba las apariciones y las voces a su alrededor,

    concentrada en el Ojo. Ya haba bailado este crculo, junto con los

    otros cuatro que venan despus; cada uno era un requisito para subir

    de posicin dentro de su tribu. Ya no poda aprender nada ms en

    este nivel. Buscaba los Misterios Secretos, el Sexto Crculo y lo que

    haba ms all. Sera un baile largo hasta llegar all, pero poda

    avanzar ms rpido utilizando el fetiche para encontrar el camino

    oculto, los atajos del Laberinto.

    Zhyzhak cogi su ltigo de espinas y lo hizo restallar. Su

    chasquido retumb por la oscuridad, pero a diferencia de sus

    anteriores ecos, en el patio, lo hizo casi con tanta fuera como para

    destrozarle los tmpanos. Lo ignor y volvi a restallar el ltigo contra

    la niebla, hacindole un agujero como quien corta un seto. Los

    zarcillos de la niebla gritaron mientras se separaban, apartados por los

    poderes demonacos del espritu del ltigo y supo que estaba en el

    camino correcto; el dolor revela todos los secretos.

    Zhyzhak avanz, restallando el ltigo y apartando ms niebla

    que le bloqueaba el camino, mientras rea a carcajadas a cada paso.

    Estaba recorriendo el camino que ningn Garou haba explorado antes

    que ella, siguiendo el seuelo del Ojo, invisible a todas las miradas

    excepto a la suya gracias al fetiche. Era irnico que el secreto de su

    fabricacin viniese de Ojo-Blanco-ikthya, viejo y ciego, pero que a

    pesar de todo poda ver la Estrella Roja. l no haba pretendido

    revelarle el secreto de su fabricacin. Despus de que ella se lo

    arrebatara se haba marchado. El miedo que le tena a aquello en lo

    que poda convertirse con el fetiche le hizo buscar a su antigua tribu

    con la esperanza de que su poder consiguiera deshacer lo que l

    haba hecho. Demasiado tarde. Gracias a su saber, lograron de alguna

    manera herir a Grammaw con sus conjuros, pero no pudieron detener

    a Zhyzhak.

    Estaba tan exultante en su marcha victoriosa, riendo para s

    misma mientras restallaba el ltigo, que no se dio cuenta del rastro

  • que estaba dejando tras ella: un camino, pisoteado y desgarrado, de

    huellas y jirones de niebla que luego se desenmaraaba a medida que

    pasaba el tiempo.

    En las profundidades de la Umbra, en sitios lejanos a Malfeas

    pero an conectados por lazos de contaminacin y corrupcin, los

    antiguos nudos empezaron a deshacerse. Las barreras y caminos

    unidos por la retorcida lgica del Laberinto de la Espiral Negra

    empezaron a separarse. Las criaturas atadas a la esencia del

    Laberinto lloraron y gimieron mientras se desintegraban. Otras,

    liberadas de cualquier pequea lealtad al orden que representaba el

    Laberinto, saltaron de sus jaulas y corrieron por todas partes,

    propagando el caos y la destruccin.

    El viejo orden comenz a derrumbarse e incluso la Tejedora se

    tambale, enviando sacudidas por las redes que unan todos los

    mundos...

    `

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    ______________ PRIMERA PARTE: FUEGOS SACRLEGOS

    `

    [ Fuegos Sacrlegos cayeron al suelo, quemndonos o todos, retorcindonos

    y hacindonos vomitar sangre.

    ~LA PROFECa del fnix, "La sptima seal" ] `

    `

    `

    _____ 1 _____

    Los pasos de los ancestros

    `

    Un aullido solitario retumb a travs del pinar cubierto de nieve,

    hasta que los picos de las montaas cercanas se lo tragaron.

  • Descendi un silencio total. No se oa el canto de un pjaro, ni el

    chasquido de una rama cargada de nieve.

    El rey Albrecht lade la cabeza e intent or algn aullido de

    respuesta a lo lejos, pero no capt nada. Estaba completamente

    inmvil; su cuerpo alto y musculoso pareca una estatua vestida de

    pieles gruesas y agarraba con la mano la empuadura de una espada

    que le sobresala por encima del hombro, con la hoja enfundada a la

    espalda. El pelo blanco se derramaba sobre sus hombros desde

    debajo de una correa de plata. Mir de soslayo a Lord Byeli con su

    nico ojo; el otro, que era solo una masa de tejido cicatrizado, lo

    llevaba tapado detrs de un parche con unas runas grabadas. El

    hombre alto y de barba blanca, ataviado con pieles blancas, estaba de

    pie delante de l, observando las montaas.

    --Est hablando de nosotros, verdad? --dijo Albrecht; su aliento

    helado empaaba el aire delante de l--. Vienen. A quin est

    avisando?

    Byeli se gir para mirar a Albrecht a los ojos.

    --S, habla de nosotros. Creo que est en aquel pico de all.

    --Seal la cima de una montaa que se poda ver por encima de la

    lnea de rboles--. Es una de las celadoras situadas al borde de la

    fortaleza.

    --Estamos en la fortaleza? --pregunt Albrecht, sonriendo. Dej

    escapar un suspiro de triunfo mientras golpeaba con un puo la palma

    de la otra mano enguantada--. Por fin! Ya me estaba hartando de

    tanta nieve y hielo.

    Byeli agit la cabeza.

    --Estamos en la fortaleza, s. Al borde de la misma. Lo que tiene

    delante son los Montes Urales. Pero todava nos queda un largo

    camino para llegar al tmulo.

    Albrecht baj los prpados y su sonrisa se convirti en una

    mueca.

    --Esta fortaleza es monstruosamente grande. Cmo defendis

    algo tan enorme?

    --Aqu no hay nadie --dijo Byeli, ajustndose la capucha contra la

    brisa glida--. Unos pocos aldeanos al sur y algn cazador o trampero,

    pero nadie ms. Nos hicimos con los proyectos militares secretos de

  • Stalin hace mucho tiempo. Los Urales son nuestros.

    Albrecht mir las montaas lejanas, blancas y marrones a la luz

    del sol de medioda.

    --Realmente es algo salido del pasado, verdad? Virgen,

    abandonado e ilimitado.

    --No todas las montaas lo son. No podemos defenderlo todo.

    Pero aqu, este lugar, es puro. El tmulo Garou ms antiguo desde

    antes de que los humanos construyeran su primera ciudad.

    Albrecht oy gruidos y respiraciones melanclicas entre los

    guerreros que estaban a su espalda, en el camino. Eran sus guardias

    de lite Colmillo Plateado, lo mejor de lo mejor. Algunos de ellos eran

    "de su propia cosecha", hermanos del clan que tena en Vermont, pero

    otros haban llegado desde clanes de su tribu de todo el mundo, para

    quedarse a su lado. Ahora, le seguan por la tundra de Rusia para ver

    el tmulo ancestral de su tribu, el Tmulo de la Monarqua santificado

    por el mismsimo Halcn.

    Ellos, como l, llevaban pieles gruesas para el clima fro, con

    capuchas, mscaras de punto y gafas oscuras para atenuar el brillo

    severo de la nieve. Dos atendan un trineo cargado de provisiones,

    tirado por un par de caballos. A Albrecht no le gustaba aquella parte.

    Los caballos se asustaran si los de su equipo se vieran obligados a

    adoptar la forma de batalla. Al parecer, no se podan llevar vehculos

    modernos. No era que los jeeps no pudiesen llegar a donde

    necesitaban, sino que sus anfitriones del tmulo no permitan

    mquinas as en ningn lugar cercano a su hogar sagrado. Adems,

    haba algn tipo de ritual de mierda, un ritual antiguo sobre los "Pasos

    de los Ancestros", un viaje ceremonial a pie y trineo, idntico al que

    sus predecesores reales haban hecho cuando regresaban al Tmulo

    Madre. Por lo que a Albrecht se refera, todo aquello era una chorrada

    legalista, pero siempre que lo sacaba a relucir, pareca escandalizar al

    clan de Byeli (sobre todo porque quien lo deca era un rey). As que

    acab por cerrar el pico acerca del tema y se dej llevar.

    Albrecht se gir para mirar a sus guardias mientras examinaban

    el horizonte, el cielo y los bosques a su alrededor. Eran tropas

    veteranas, siempre alerta buscando cualquier seal de figuras que se

    aproximasen ya fueran humanas, de lobo u otras. Desperdigados

  • entre su propia banda de doce Garou haba cinco exploradores del

    clan Pjaro de Fuego de Lord Byeli, una manada llamada la Cada de

    la Flecha. Por delante de su squito, bien lejos del alcance de la vista

    y del odo en el mundo espiritual, Melenanocturna corra sola,

    explorando el camino en busca de seales de enemigos y

    asegurndose de que los celadores del espritu del tmulo fueran

    apaciguados adecuadamente. Ella tambin era del clan de Byeli y

    haba vuelto a establecer su base en Zagorsk cuando Albrecht lleg

    por primera vez a Rusia utilizando un puente de luna.

    --Pongmonos en marcha --dijo Albrecht--. Ya es hora de que

    lleguemos all.

    Se volvi otra vez hacia el camino y avanz, haciendo un gesto

    con la cabeza a Byeli cuando pas a su lado. El senescal Colmillo

    Plateado le sigui y se puso lo suficientemente cerca para poder

    contestar cualquier pregunta que el rey le hiciera. Era el consejero del

    rey en aquella zona durante todo el tiempo que Albrecht planease

    pasar en la madre Patria.

    Ya haba quedado patente que la estancia de Albrecht sera ms

    larga de lo que haba pensado en un principio. Haba organizado esta

    audiencia con la reina Tamara Tvarivich haca meses, pero nunca se

    haca una reunin entre dos dirigentes Colmillos Plateados sin

    semanas de preparativos previos y logstica, de intercambio de

    peticiones y concesiones rituales. Ya haba hecho la primera

    concesin al aceptar ir hasta ella, en su propio territorio. Ella haba

    aceptado de buena gana, pero haba sido bien arrogante con sus

    concesiones y haba renunciado a muy poco. La reina necesitaba a

    Albrecht; l lo saba. Su pas estaba arruinado y solo ahora estaba

    empezando a recuperarse de una pesadilla oculta que haba cortado

    todos los viajes hacia y fuera de la regin durante aos. La legendaria

    bruja Baba Yaga haba gobernado Rusia con mano de hierro,

    comandando legiones de no-muertos y la arpa haba conseguido

    incluso ganarse la fidelidad de los temidos dragones Zmei. Pero ahora

    todo aquello perteneca al pasado; la Bruja estaba muerta, la mayor

    parte de su legin haba sido destruida o se haba dispersado y uno de

    los Zmei haba sido asesinado por la propia Tvarivich (con la ayuda de

    sus impresionantes ejrcitos, por supuesto).

  • Al final las nubes se haban abierto, dejando entrar la luz del sol

    y con ello se haba incrementado la libertad de los Garou. Sin

    embargo, esto implicaba libertad tambin para las bestias del Wyrm

    que no se haban aliado con la Bruja, y eran muchas. La Bruja tena

    sus propios planes y haba encadenado a todos sus seguidores a su

    voluntad, que normalmente difera de los intereses de los corruptores.

    Ya se estaban deslizando cosas nuevas por la madre Patria y los

    Garou de aqu haban perdido guerreros valiosos en sus duras

    batallas. Necesitaban gente de fuera, no solo compaeros Colmillos

    Plateados, sino tambin de otras tribus. Para Tvarivich, aquello

    significaba una alianza con alguien influyente, alguien que pudiera

    defenderla en el Nuevo Mundo. Ese alguien tena que ser el rey

    Albrecht.

    Albrecht no pudo evitar sonrer mientras avanzaba, con la nieve

    crujiendo ruidosamente bajo sus pies. Casi esperaba que algo

    estuviese al acecho delante de ellos, algn monstruo contra el que

    luchar, para tener la oportunidad de demostrar sus credenciales de

    primera del Nuevo Mundo a todos aquellos tradicionalistas engredos.

    No haba nada como la sangre en un klaive para convencer a los

    escpticos de que hablabas en serio.

    Mir a Byeli y a sus guardias ms cercanos, pero no mostraban

    signos de detectar nada anormal. Se encogi de hombros, los estir y

    acept que el resto del camino podra transcurrir sin incidentes. Al

    menos tena una vista impresionante del paisaje puro y majestuoso.

    Al hacer los preparativos para la reunin, Lord Byeli y

    Melenanocturna haban ido a los Estados Unidos para instruir a

    Albrecht acerca de las tradiciones de los Colmillos Plateados de la

    madre Patria. Tambin haban ido en una misin propia, que haban

    mantenido en secreto. Haban soltado el ttem de su clan, el Pjaro de

    Fuego, sobre Albrecht y este haba querido conocer su papel en el

    destierro y difamacin de Lord Arkady.

    Eso sacaba de quicio a Albrecht. Haba dejado todo el asunto de

    Arkady en el pasado. Una vez que haba reclamado la Corona de

    Plata para s mismo, no le importaba lo que le ocurriera a aquel

    bastardo traidor. Le haba perdonado la vida a Arkady solo porque el

    Halcn se lo haban aconsejado (aconsejado, no pedido). Luego el

  • tramposo canalla haba vuelto a aparecer en Europa, al parecer

    despus de haberse creado un nombre nuevo en Rusia y haba

    mostrado unos documentos falsos para cambiarse el nombre. Pero

    esta vez se haba condenado a s mismo por sus propios actos delante

    de todo el mundo. La nacin Garou lo haba rechazado y haba

    desaparecido. Para sorpresa de todo el mundo y no menos para la de

    Albrecht, se haba redimido al herir a la criatura del Wyrm

    Jo'cllath'mattric, permitiendo que el grupo de guerra de Albrecht

    rematase a la bestia.

    As, redimido pero muerto, Arkady volva a atormentar la vida de

    Albrecht, pero esta vez haciendo que un ttem Incarna dudase de su

    palabra. Sin embargo Albrecht haba arreglado el asunto y Pjaro de

    Fuego haba hecho algo ms que aceptarlo: le consigui a Albrecht

    una audiencia con la mismsima Corona de Plata, uno de los poderes

    secretos que tena el fetiche. Albrecht haba sido examinado por la

    Corona y haba aprobado y as lleg a enterarse de ciertas verdades

    sobre el liderazgo y el poder (y cundo abandonarlo en el curso

    natural del tiempo).

    El resultado de aquel suceso fue que Albrecht empez a sentirse

    ms cmodo en su papel. Siempre haba tenido persistentes dudas

    sobre su destino, temeroso de que pudiera volverse loco, como ya le

    haba pasado antes a su abuelo, como les haba pasado a tantos

    dirigentes Colmillos Plateados. Melenanocturna le haba enseado lo

    que ella llamaba "El secreto de la soberana", un alegato feroz que

    defenda que la tendencia a la locura de la tribu Colmillo Plateado era

    una maldicin de Luna en su personalidad desdoblada de la Luna

    Traicionada. Al parecer, algn antiguo rey Colmillo Plateado le haba

    tocado las narices de verdad a la vieja arpa al comprometer a su tribu

    con el siervo de Helios, el ttem del Halcn.

    Si este presunto secreto era cierto y los dirigentes Colmillos

    Plateados solo disponan de siete aos antes de empezar a perder la

    cordura, entonces la propia mente de Albrecht ya deba de estar en

    peligro. Lo extrao era que se senta ms cuerdo y controlado que

    nunca. Inseguro, se pregunt brevemente si acaso aquello no sera

    una seal de locura en s misma, pero su experiencia con la Corona

    de Plata le haba mostrado lo contrario: haba aprobado el examen de

  • poder y haba demostrado que podra renunciar si era necesario. Era

    un instrumento, no una parte fundamental de su identidad.

    --Ve aquellas huellas, seor? --dijo Byeli, interrumpiendo la

    reflexin de Albrecht. Seal un par de huellas de animal que

    cruzaban su camino.

    --S, una liebre. Y bien grande --dijo Albrecht, echando un

    vistazo al brillo de la nieve--. Y?

    --No es una simple liebre. Sus huellas marcan el lmite entre la

    fortaleza y el mundo exterior. Es el espritu al que llamamos Amigo

    Tenaz. Ayuda a los celadores a mantener el territorio.

    --S? Entonces, cuando crucemos por encima de las huellas,

    este espritu sabr que estamos aqu?

    --Exacto. Por supuesto, los defensores Garou ya lo saben,

    gracias al aullido de vigilancia que escuchamos antes. Esto es

    simplemente otra lnea de defensa.

    Albrecht asinti y pas por encima de las huellas. Se detuvo y

    escuch y mir a su alrededor con un brillo extrao y desenfocado en

    los ojos. Invoc una estratagema que le haban enseado los espritus

    y mir dentro de la Umbra, el reflejo espiritual del mundo material que

    queda justo detrs de la barrera llamada la Celosa. La Celosa era

    delgada y dbil en esta tierra prstina y permita un fcil acceso a su

    visin.

    Sorprendentemente, el bosque pareca el mismo que el del

    mundo material. Eso era una buena seal; significaba que haba una

    buena armona entre los dos, que los espritus y sus homlogos

    materiales (rboles, animales e incluso las piedras) estaban

    prosperando. Albrecht frunci el ceo cuando mir ms de cerca. Las

    cosas estaban realmente vivas, pero haba signos de ceniza en varios

    lugares, como si en el pasado reciente hubiera habido incendios en

    algn momento y el bosque no hubiera regenerado todava el suelo

    quemado.

    Sus ojos siguieron las huellas pero no vio ninguna seal de

    movimiento ni tuvo ninguna sensacin de que un espritu les vigilase,

    aparte del tembleque que uno tiene cuando mira en la Umbra. Las

    cosas siempre te vigilaban, pero no siempre eran animadas o

    sensibles siquiera.

  • Parpade y volvi a mirar a Byeli, que esperaba pacientemente

    en el camino, detrs de l.

    --Es extrao; veo signos de incendios en la Umbra, pero no aqu

    en el mundo fsico.

    Byeli asinti.

    --Fuego Zmei. Los dragones lucharon al borde de la fortaleza y

    destruyeron gran parte del paisaje espiritual. Aqu hay unos pocos

    rboles muertos y bosquecillos como prueba, pero estn apartados del

    camino que recorremos.

    Albrecht asinti y silb. Uno de los guerreros Garou de la

    comitiva se acerc trotando. Era alto pero bastante delgado y llevaba

    un cuchillo grande de plata en una vistosa funda al costado.

    --Seor --dijo, al tiempo que inclinaba la cabeza.

    --Llamadorada --dijo Albrecht poniendo la mano en el hombro

    del guerrero-- quiero que t y Cortezabedul exploris el camino que

    tenemos delante. Avanzad unos cincuenta pasos. No os salgis del

    alcance de un grito. El de un garganta humana, no el de los lobos,

    aunque vosotros dos mejor vais a cuatro patas.

    --S, seor! --dijo Llamadorada, cambiando ya de forma; pas

    de humano a un lobo de piel blanca y amarilla, su ropa desapareci,

    pero el cuchillo sigui en su funda, ahora atado a su espalda. Ladr

    una orden en la lengua de los lobos al grupo que tena detrs y una

    guerrera de pelo blanco y gris cambi a la forma lobuna. Avanz

    trotando, evidentemente feliz por volver a su forma de nacimiento y

    Llamadorada y ella pasaron corriendo al lado de Albrecht, levantando

    la nieve mientras bajaban a toda prisa por el camino.

    Albrecht comenz a andar de nuevo. La fila de guerreros le

    sigui, con los caballos y el trineo en el centro, custodiados por

    delante y por detrs.

    --Eh, Byeli --dijo Albrecht.

    --S, seor?

    --Esa ciudad en la que est tu clan, Zagorsk. Todos los

    monasterios de Rusia se parecen a ese? Con esas cpulas en forma

    de cebolla que recuerdan a Disney?

    --No entiendo...

    --S, hombre, con esos materiales de colores tan brillantes. Azul

  • cielo con estrellas doradas, hojas doradas, diseos rojos y blancos y

    todo eso.

    --Ah, creo que ya entiendo lo que quiere decir. La mayor parte

    de la gente piensa que los rusos son tristes y aburridos. Todo el que

    mire al monasterio de la Trinidad dir lo contrario. S, es colorido. Pero

    no, no todos los monasterios son como este. De hecho muchos son

    desoladores y grises.

    --Solo era curiosidad. Tengo que admitir que en cuanto lo vi, me

    imagin que era el tipo de lugar que le gustara al Pjaro de Fuego.

    Muchos colores. Un monacato apasionado.

    --Visitamos el monasterio de vez en cuando, como hacen

    muchos turistas. Nuestra propia morada, estoy seguro de que usted

    estar de acuerdo, es mucho ms humilde y pasa inadvertida.

    --Si puedes llamar humildes a unas catacumbas. Me encant

    cuando retirasteis el techo de noche para ver la luna y las estrellas.

    --Solo se hace durante los rituales. La mayor parte del tiempo

    permanece cerrado. Hacemos nuestras tareas a la luz de las velas.

    --Tienes que admitir que eso es bien extrao en un clan Pjaro

    de Fuego. Despus de todo es una de las familias de Helios.

    --No, es una tradicin. Dse cuenta que aqu arriba, pasamos

    muchos meses sin ver el sol. Las velas indican que cuidamos la llama

    de la que nuestro ttem se puede levantar.

    --Pero el tmulo de la Luna Creciente, al que nos dirigimos, es

    todo exterior, no?

    --No del todo. El rea ritual est a cielo abierto, pero el

    verdadero centro espiritual est... bueno ya lo ver usted mismo. No

    quiero estropearle la sorpresa.

    Albrecht solt una risita.

    --De acuerdo. Puedo esperar. He esperado una semana entera y

    toda a pie. Puedo esperar un da o dos ms.

    Albrecht haba llegado con una guarnicin seleccionada

    cuidadosamente al clan Pjaro de Fuego, el hogar de Lord Byeli, o al

    menos a su hogar de adopcin, porque era natural de las islas

    britnicas. Se haba quedado atrapado en Rusia por la Cortina de

    Oscuridad de Baba Yaga, e hizo del clan Pjaro de Fuego su nuevo

    hogar.

  • Lo extrao era que tambin haba sido el clan de Arkady. De

    hecho, haba sido su jefe una vez que regres a Rusia, desterrado por

    Albrecht de los Estados Unidos. El problema era que no le haba

    hablado a nadie de su exilio y les haba hecho creer que era un hroe.

    Haba seguido con ello todo el tiempo que pudo porque, el maldito, era

    un hroe. Cuando lleg la hora de la verdad, sali airoso. No era

    estpido ni cobarde, solo estaba obsesionado consigo mismo hasta el

    punto de la arrogancia y no se dio cuenta de que aliarse con el Wyrm

    no significaba que pudiera controlarlo.

    Albrecht se haba entrevistado con el nuevo jefe del clan,

    Rustarivich, que estaba desesperado porque le vieran como un aliado

    del poderoso rey Colmillo Plateado. Tvarivich estaba consolidando

    Rusia bajo su gobierno y cada lder de los clanes ceda a sus

    peticiones. Pero Rustarivich quera cierto grado de autonoma y la

    nica manera de conseguirlo era contar con aliados fuertes que

    pudieran equilibrar el poder de Tvarivich. Rustarivich no era en modo

    alguno desleal hacia Tvarivich ni se mostraba poco dispuesto a

    trabajar con ella; simplemente quera hacerlo a su manera, lo que

    irnicamente significaba ceder a la de Albrecht.

    Aquello implicaba permitir que su equipo abriese puentes de luna

    para el clan Pjaro de Fuego siempre que quisieran y entrenamiento

    en los secretos espirituales para sus videntes durante la larga noche

    de la Cortina de Oscuridad. Y lo que es ms, sus manadas Colmillo

    Plateado podan comprometerse con el Pjaro de Fuego si as lo

    deseaban y eso les aportaba poderes extraos en una parte del

    mundo en la que aquel ttem era prcticamente desconocido.

    Luego, con el regalo de provisiones, los caballos y el trineo y los

    consejos de Byeli y Melenanocturna, Albrecht se diriga al tmulo de la

    Luna Creciente, para entrevistarse con Tvarivich y crear pactos entre

    sus respectivos clanes. En un principio haba dado por sentado que

    simplemente utilizaran un puente de luna para llegar desde Zagorsk

    hasta el corazn de los Urales, pero la Luna Creciente denegaba

    cualquier puente de luna que no se originase en clanes ya alineados

    con Tvarivich. En caso de emergencia, podra forzar el tema, pero todo

    esto trataba de diplomacia, no de conveniencia. Una vez que llegase a

    un acuerdo con Tvarivich, podra tener su puente de luna y no antes.

  • Al principio, se haba puesto furioso y haba descargado su ira

    contra unos cuantos rboles de las afueras de Zagorsk, que haba

    derribado a golpes con su gran klaive. Aquel esfuerzo le agot lo

    suficiente para hacer que al final se sentase, pensase en la situacin y

    la aceptase. Todava tena ventaja y Tvarivich lo saba. Sus tcticas

    eran medidas para mantener su dignidad y la ilusin del poder

    supremo, pero Albrecht no era quien defenda al tmulo ms antiguo

    de las bestias Wyrm que acababan de salir del huevo. Ella le

    necesitaba y ese conocimiento era suficiente para hacer que se riese

    de las peticiones insultantes y las rudas bienvenidas.

    El squito de Albrecht camin el resto del da y de la noche y

    solo par para dejar que los caballos descansasen y comiesen. Hacia

    la medianoche, acamparon en un claro e hicieron turnos, unos

    durmiendo mientras otros montaban guardia. Albrecht se qued

    despierto un rato, pensando en algunas de sus tcticas diplomticas.

    No se le daba demasiado bien el tema de la sutileza, pero con su

    seriedad y reputacin normalmente consegua lo que quera... a la

    larga. Saba que tena que mostrarse firme y aguantar un montn de

    ofertas falsas y probablemente alejarse muchas veces (o amenazar

    con hacerlo) antes de que Tvarivich se diera cuenta por fin de que

    aquello de tirarse faroles no era su estilo. Al final, llegaran

    seguramente a algn tipo de acuerdo. Esperaba que, tras su

    legendaria mscara glida de amarga ira, ella fuese tan razonable

    como le haban dicho Byeli y Melenanocturna. Realmente le haba

    parecido que lo era cuando se haban encontrado el ao anterior en el

    tmulo del margrave para abordar el asunto de Jo'cllath'mattric.

    Escuch unas rdenes bruscas procedentes de uno de sus

    guardias. Pareca Martillo Negro, el hombretn de Montana que se

    haba unido a su clan unos veranos atrs. Despus se oy un suave

    ladrido de respuesta. Melenanocturna entr en el claro; su pelaje

    negro era una sombra en la nieve. Albrecht levant el brazo y Martillo

    Negro baj su martillo, el fetiche que llevaba y que le haba hecho

    ganarse su nombre. Melenanocturna se dirigi hacia Albrecht y se

    sent. l se acerc al fuego y a la carne que an colgaba de un palo

    por encima de la hoguera. Ella asinti agradecida, se levant y

    empez a comer directamente del palo.

  • --Qu es lo que estn diciendo los espritus? Apuesto a que no

    han visto nada como nosotros durante un tiempo.

    Melenanocturna cambi a su forma humana. Su pelaje grueso se

    transform en un viejo abrigo de piel de oso cosido a mano y con

    capucha.

    --Sienten curiosidad --dijo, mientras se sentaba otra vez al lado

    de Albrecht--. Pueden ver la corona sobre su frente, seor, as que

    saben que es importante. El propio Halcn se sienta a menudo en las

    montaas que rodean al tmulo, as que se apresuran a inclinarse

    ante sus aliados. Reconocen la corona como algo que conlleva su

    poder, aunque tambin lleva a otros poderes incluso ms grandes que

    el del Halcn.

    --S. Luna y Helios. Lo s. Bueno, mientras sepan que somos

    cordiales y no intentamos nada raro, todo ir bien.

    --No interferirn. Sin embargo, se reunirn en nmero cada vez

    mayor para vigilar lo que ocurre aqu. Cualquier pacto entre clanes

    Garou es un asunto importante para los espritus, especialmente para

    aquellos a los que podran llamar algn da para ensear secretos o

    para entrar en pactos de fetiches.

    Albrecht asinti. Estaba contento de que Melenanocturna

    estuviese all; era una buena Theurge, un espritu vidente y pareca

    serle bastante leal aunque solo se conocan desde haca unas pocas

    semanas. Pero echaba de menos a Mari, su compaera de manada.

    Estaba acostumbrado a acudir a ella a por consejos de chamn. Ella

    nunca le deca chorradas ni intentaba endulzar las cosas para

    hacerlas parecer mejores. Echaba de menos ese tipo de franqueza;

    estaban demasiado acostumbrados a la etiqueta, del tipo que

    aplicaban la mayora de los reyes Colmillo Plateado. Albrecht no se

    pareca en nada a la mayora de los reyes.

    Tambin echaba de menos a Evan. El chico era un buen

    diplomtico. Un poco confiado a veces, dispuesto a darle a todo el

    mundo el beneficio de la duda incluso cuando saba que lo

    desperdiciaran, pero esa complacencia le haba hecho ganar muchos

    aliados y le proporcionaba gran respeto incluso entre la Camada de

    Fenris, all en su tierra, y aquellos cazadores de las montaas

    Adirondacks no eran memos. Aqu hubiera podido utilizar el consejo

  • del chico. Evan ya no era un chico, pero segua siendo ms joven que

    l o que Mari.

    Albrecht quera que fueran, pero tambin saba lo duro que sera

    para ellos. Este era un asunto de los Colmillos Plateados; estaran de

    ms, tendran poco que hacer y apenas ganaran nada. Adems, Evan

    tena un asunto importante del que encargarse con su tribu. Por fin se

    haba ganado la confianza de los grandes jefes, como Aurak Danzante

    de la Luna y haba sido invitado al norte para merodear con ellos. Esta

    sera una gran oportunidad para ganar algo de honor y conducir a

    algunos compaeros hacia su manera de pensar. Si consegua que los

    Wendigo dejasen a un lado algo de su odio por las tribus

    "Contendientes del Wyrm", como solan llamar normalmente a los

    inmigrantes Garou europeos, tendran un gran xito al unirse contra un

    enemigo.

    Mari no haba querido ir en un principio. Quera apoyarle, pero

    saba que pasar uno o dos meses entre los Colmillos Plateados

    pondra a prueba su paciencia. Haba decidido quedarse en Nueva

    York, pero estaba solo a un puente de luna de distancia, en Finger

    Lakes, si haba problemas.

    La forma de Melenanocturna se transform en la de lobo. Se

    hizo un ovillo, enterr la cabeza en la piel y se durmi en unos

    minutos. Se lo haba ganado despus de haber caminado por delante

    del grupo durante das enteros, sin dormir.

    Albrecht se levant y se estir y fue a relevar a los guardias. Se

    senta completamente despierto; no tena ningn sentido tener a un

    guerrero que necesitaba dormir perdiendo el tiempo en una guardia

    cuando Albrecht poda encargarse de ella. Se pas la noche

    caminando adelante y atrs por el lmite del claro sin que ocurriera

    nada.

    Al rayar el da, levantaron el campamento y regresaron al

    camino. Era una senda de cazadores, despejada generaciones atrs y

    conservada todava por algn trampero o Garou ocasional. Llega ron

    rpido a las montaas, donde Byeli les condujo a un pequeo camino,

    rodeado por muros altos a cada lado; era suficientemente ancho para

    dos Garou, pero estrecho para los caballos y el trineo. Los

    engancharon en fila india y empezaron a enderezar sus pasos a travs

  • del desfiladero. Hacia medioda, el camino se hizo demasiado

    peligroso para los caballos; tendran que dejarlos atrs.

    --No me gusta tener que dejarlos aqu para que se los coman

    --dijo Albrecht--. Nos han servido muy bien y se merecen algo mejor.

    --Estoy de acuerdo --dijo Byeli--. Ahora es cuando pedimos

    ayuda. Con su permiso...

    --Qu? Vas a llamar a los vecinos? --Albrecht mir a su

    alrededor, buscando alguna seal de que hubiera Garou escondidos.

    --Exacto. Los estn esperando. Custodiarn nuestro trineo

    mientras nosotros seguimos a pie.

    Albrecht asinti y Byeli ech hacia atrs la cabeza y dej salir un

    sonoro aullido. Un aullido lejano son en alguna parte del camino unos

    momentos despus. Byeli respondi con otro grito y poco despus

    apareci una manada de lobos en la otra punta del camino, doblando

    un recodo. Era una mezcla de ejemplares grises y blancos,

    magnficos. Mientras se aproximaban, el lobo jefe cambi a la forma

    humana y se convirti en un hombre imponente, de pelo rapado y

    cuello de toro, vestido de uniforme militar de nieve.

    --Saludos, rey Albrecht --dijo en un ingls con fuerte acento ruso,

    mientras haca una reverencia. Los lobos que tena detrs se

    arrodillaron y agacharon la cabeza--. Bienvenido al clan de la Luna

    Creciente. Estamos encantados de que hayan llegado hasta aqu

    siguiendo los pasos de sus ancestros.

    --Gracias --dijo Albrecht, asintiendo, pero sin inclinarse. All era

    el rey--. Ha sido un buen viaje. No suelo pasar mucho tiempo seguido

    en la naturaleza. No puedo esperar a ver el tmulo que tenis; es

    legendario en todo el mundo.

    El hombre respondi con una dbil sonrisa. Pareca sincera,

    pero daba la impresin de que no estaba demasiado acostumbrado a

    sonrer y pareca no saber muy bien cmo hacerlo. Volvi a inclinarse

    e indic el camino con la mano.

    --Me llamo Garra Rota. Me sentira honrado de poder guiarlo, su

    majestad.

    Albrecht asinti.

    --Indcame el camino. Hay alguien que pueda vigilar a los

    caballos?

  • --Por supuesto. --Garra Rota se dirigi a dos de los lobos.

    Ambos cambiaron de forma y adoptaron la de dos jvenes rusos,

    vestidos de calle. Avanzaron y tomaron las riendas de los caballos--.

    Por favor, sgame --dijo Garra Rota al tiempo que se daba media

    vuelta para volver a subir por el camino.

    Albrecht le sigui, con Byeli y sus guerreros detrs de l. El

    camino se hizo ms peligroso en ciertos lugares y tuvieron que escalar

    por riscos escarpados cubiertos de grava, pero pudieron recorrerlos

    fcilmente cambiando a la forma de cuatro patas. Mientras se

    aproximaba el crepsculo (en las montaas anocheca antes, porque

    el sol desapareca detrs de los picos occidentales) el camino se

    inclin hacia abajo y llegaron a un pequeo campo; los muros se

    estiraban a cada lado y dejaban a la vista un valle amplio y lleno de

    rboles. A lo lejos, el estruendo del agua daba a entender que haba

    ms de una cascada.

    --Seor --dijo Garra Rota--. Mi seora la reina Tvarivich lo

    espera en el centro del tmulo, ms adelante y a nuestra derecha,

    atravesando el bosque. Sin embargo, me ha ordenado que le lleve

    primero a una zona nica de nuestro tmulo, a nuestra izquierda. --Se

    movi en esa direccin, esperando el consentimiento de Albrecht.

    Albrecht frunci el ceo y mir a Byeli.

    --Supongo que he esperado bastante; un pequeo rodeo no

    importar. --Byeli asinti, pero no dijo nada--. Adelante.

    Siguieron a Garra Rota por un bosque antiguo, que haba

    crecido intacto durante milenios. El suelo se elev a medida que

    ascendan a una zona ms alta del valle. Al final, salieron del bosque y

    vieron un ro ancho y estruendoso que divida el centro del valle y que

    bajaba tronando a su derecha por encima de un precipicio escarpado;

    segua avanzando y tena al menos otros dos saltos a lo lejos, aunque

    apenas podan llegar a verlos a travs de la niebla y la penumbra, que

    se iba oscureciendo.

    Un puente cruzaba el ro en un recodo donde se estrechaba. Al

    otro lado, Albrecht pudo ver unos lobos que se movan por el bosque y

    que los vigilaban. Siguieron a Garra Rota por el puente.

    --Rey Albrecht! --grit Byeli--. Mire!

    Albrecht mir hacia donde apuntaba la mano de Byeli, un risco

  • del ro, enorme y de superficie lisa. La vista lo dej pasmado. Se

    detuvo en el puente, mirando hacia all.

    Su superficie estaba tallada con relieves que representaban

    guerreros Garou, chamanes y lderes, que combatan contra bestias

    del Wyrm, apaciguaban a los espritus y se sacrificaban por la tierra.

    --El Muro de los Hroes --dijo Albrecht--. Haba odo hablar de

    l, pero no imaginaba que sera tan... grande.

    --Es realmente antiguo, seor --dijo Byeli--. Sus primeras tallas

    datan de la ltima poca glacial de la Tierra. Son... difciles de leer,

    pero a pesar de todo son conmovedoras y hablan de una parte de

    nuestra alma que comprende.

    --Mi seora pidi que vierais el muro --dijo Garra Rota-- sobre

    todo las tallas ms recientes.

    --S, vemoslo. Puedo adivinar un poco, pero desde aqu no lo

    veo claramente.

    Albrecht sigui a Garra Rota hasta el otro extremo del valle.

    Pasaron el bosque y salieron a una pequea explanada desde la que

    se poda ver todo el muro. Era impresionante. El pasado ms lejano se

    estiraba hacia la izquierda, en tallas primitivas que se vean a lo lejos.

    El pasado ms reciente quedaba hacia la derecha, con las tallas ms

    modernas. Se acerc a examinarlas y se qued de piedra al verse a s

    mismo representado en el muro.

    De pie sobre un campo de batalla de criaturas del Wyrm estaba

    su imagen, marcada por una brillante corona de plata y su conocido

    parche en el ojo. Incluso haban representado los detalles de su

    magnfico klaive.

    Debajo de su imagen haban tallado algo, pero estaba araado

    por mltiples marcas de garras. Lo mir fijamente, pero no pudo

    distinguirlo con claridad. Pareca un guerrero Garou de algn tipo,

    borrado de la superficie.

    --Lord Arkady --dijo Garra Rota--. Su honor ha sido abolido.

    Albrecht frunci el ceo.

    --Mira que yo odiaba a ese tipo. No me importara verle recibir un

    castigo, pero se sacrific contra el Wyrm. No me parece justo borrarle

    totalmente del recuerdo.

    --Sus hazaas todava estn, seor --dijo Garra Rota, sealando

  • a otra imagen de Arkady, a su izquierda, atrs en el tiempo. En esta

    imagen, conduca a una manada de Garou contra una horda de

    soldados no-muertos y su aura brillaba como la del Pjaro de Fuego,

    el ttem de su clan.

    --Bueno, supongo que al menos se merece esto. De todas

    maneras, quin hizo este dibujo mo? Es increblemente preciso.

    --Tenemos chamanes y bardos que esculpen las formas, pero

    los espritus los informan, les envan sueos de lo que deben

    representar. No osan imponer su propia voluntad sobre las imgenes y

    menos estropear su recuerdo. Si mira atentamente las escenas, lo

    despertarn y engullirn y mostrarn los hechos como si usted fuera

    un espectador. Desea ver alguno ahora?

    Albrecht examin el muro, pero tambin levant la vista al cielo.

    Estaba completamente oscuro y se estaba levantando la luna.

    --Maldicin, s que quiero. Pero todava no. He recorrido el

    camino para ver a Tvarivich. Y es lo que voy a hacer. Pongmonos en

    marcha y terminemos de una vez.

    Garra Rota asinti, pero pareca decepcionado. Les condujo a

    los bosques cercanos, bordeando el lado ms alejado del valle cerrado

    y bajaron por una serie de caminos descendientes.

    Despus de pasar lo que sonaba a otra cascada, invisible a

    travs de la espesa arboleda, llegaron a un campo.

    Delante de ellos haba un rbol, el ms grande que Albrecht

    hubiera visto jams. Haca que el roble gigante que l utilizaba como

    trono en su tierra pareciese pequeo. El abeto se alzaba tanto hacia el

    cielo que Albrecht no tena manera de calcular su altura.

    --Es ms grande todava en la Umbra --dijo Garra Rota, al

    observar el evidente asombro de Albrecht.

    Pasaron de largo el abeto hasta un pequeo lago formado por la

    cascada, que ahora s podan ver. Desde el lago, el ro segua

    avanzando hacia la izquierda. Al otro lado de la orilla, unas piedras

    puestas en vertical rodeaban un claro. Haba algunas personas

    congregadas all, mirando a Albrecht con curiosidad. Examin sus

    rangos rpidamente, pero no vio a nadie que se pareciese a Tvarivich.

    En lugar de llevarlos por el vado cercano del ro, Garra Rota

    volvi a conducirlos hasta la orilla del lago, en direccin a la cara del

  • risco. All, una senda estrecha discurra sin apartarse del risco y

    llevaba por debajo y a travs del furioso torrente de la cascada.

    --Seor --dijo Garra Rota, detenindose ante el camino--. Mi

    reina lo espera en la gruta de cristal. Ha pedido que vaya solo con dos

    guerreros, porque la gruta es pequea.

    Normalmente, Albrecht habra sospechado de una peticin as,

    pero no crea que Tvarivich fuese a intentar nada all. Mir a su grupo

    e hizo un gesto con la mano hacia uno de sus guerreros, Eric

    Honnunger, un Colmillo Plateado de su propio clan. Luego dio unos

    golpecitos en el hombro a Byeli.

    --T me has trado hasta aqu, as que supongo que puedo

    seguir confiando en ti.

    Byeli asinti, sonriendo por el cumplido y el gesto de respeto.

    Garra Rota se retir.

    --No puedo acompaarlos. Tengan cuidado cuando pasen el

    agua; los espritus deben juzgarlos primero. Si no son de su agrado,

    no les dejarn pasar y el torrente se los llevar. Por supuesto, esto es

    improbable. --Hizo una reverencia mientras deca esto.

    Albrecht resopl y mene la cabeza.

    --Cada loco con su tema. Vmonos.

    Empez a bajar por el camino, con Eric detrs y Byeli cerrando

    la fila. Cuando lleg a la cascada, fren y la mir, intentando ver

    alguna seal de los espritus. No pudo ver nada ms que agua. La

    atraves, dicindose que si los espritus queran intentar algo, se lo

    permitira; les arrancara sus efmeras tripas si lo juzgaban mal. Estaba

    seguro de que un puado de espritus del agua no podra competir con

    l.

    Sali a una pequea cueva y sigui una luz tenue que vena de

    dentro, algn tipo de fosforescencia. En cuanto llegaron Eric y Byeli,

    avanz, al tiempo que observaba los cristales que cubran las paredes

    del lugar. La luz, procedente de alguna fuente que an no poda

    concretar, los hizo brillar, produciendo un arco iris de colores. No pudo

    evitar mirar fijamente uno de ellos, que expulsaba un resplandor tenue

    de luz de mltiples facetas. Parpade, algo mareado y abri los ojos

    en otro mundo.

    Se asust, estir la mano para coger su klaive y entonces se

  • calm. El sitio era ms grande, las paredes ms anchas y altas. De

    alguna manera, le haban hecho pasar por la Celosa hasta la Umbra.

    Eric y Byeli estaban con l, tambin parpadeando.

    --Bienvenido, rey Albrecht --dijo la reina Tamara Tvarivich, con

    su ingls de marcado acento ruso. Su melena negra pareca todava

    ms oscura contra la tnica blanca que llevaba, bordada de runas

    plateadas. Tena una sonrisa maliciosa y juguetona en la Cara--. Me

    preguntaba si llegaras alguna vez.

    `

    `

    `

    `

    _____ 2 _____

    El tercero en discordia

    `

    La reina Tvarivich estir los brazos, abarcando la gruta brillante,

    cargada de cristales a su alrededor. Era ms grande en el mundo

    espiritual de lo que lo era en el mundo material, pero an as meda

    unos tres metros cuadrados y tena el suelo desigual. Una luz trmula

    se reflejaba desde un estanque situado en algn punto por detrs de

    ella y arrojaba sombras vacilantes y luz por las paredes y el techo.

    Sentados al lado del estanque, dos lobos miraban a Albrecht con

    curiosidad y su pelaje de un blanco puro brillaba prcticamente a la

    luz.

    Albrecht inclin la cabeza y los hombros, pero no apart los ojos

    de la reina.

    --Tmara --dijo, dirigindose a ella por su nombre de pila. Si a

    ella no le daba la gana hacer una reverencia, o siquiera ordenar a sus

    compaeros que inclinaran la cabeza, entonces poda llamarla como

    quisiera--. Me alegra volver a verte. Esta vez, en mejores

    circunstancias.

    La ltima vez que se haban encontrado haba sido en medio de

    la guerra del tmulo del margrave Konietzko.

    Tvarivich arrug la nariz en un gesto lobuno que resultaba

    extrao en su forma humana, pero su sonrisa no vacil ni una sola

    vez.

  • --Tambin me alegra verte sano y entero. Spasibo, chto

    priekhala y takuiu dal. La noticia de tu marcha contra el dragn de los

    Tisza habla bien de ti. Enhorabuena por tu victoria. --Finalmente,

    inclin la cabeza.

    --Gracias. Fue duro. Algunos de los miembros de la compaa

    no salieron vivos, pero sus nombres estn santificados y siempre

    sern alabados. Curiosamente, no podramos haberlo hecho sin la

    ayuda de Lord Arkady. Nos facilit las cosas. Le estoy agradecido por

    ello. Espero que tu gente lo recuerde.

    La sonrisa de Tvarivich se suaviz y pareci ms autntica.

    --S, eso haba odo. Recorri la Espiral de Plata, el legendario

    camino que atraviesa la red de la Tejedora hasta el corazn del Wyrm.

    Muchos de nosotros creamos que era un mito, pero aun as lo

    condujo a secretos poderosos. Ser recordado por sus hazaas

    gloriosas. Pero tampoco debemos olvidar sus errores; ensear a los

    cachorros el peligro de la arrogancia. De todas maneras, me gusta que

    lo hayas dicho. Ven. --Hizo un gesto hacia el estanque y camin hasta

    el borde; las runas plateadas de su tnica brillaban a la luz--. Quiero

    ensearte algo.

    Albrecht se uni a ella en el borde del agua. Los dos lobos se

    levantaron y se apartaron, hacindoles sitio. Mientras se marchaban,

    bajaron la cabeza. Eso ya me gusta ms, pens Albrecht.

    --Este es el Estanque de las Penas --dijo Tvarivich, hundiendo la

    mano en el agua. La fuente de luz vena del fondo del estanque, de

    algn sitio invisible bajo sus aguas lechosas--. Contiene los recuerdos

    de nuestras prdidas, nuestras lgrimas por los camaradas cados y

    nuestras abrumadoras esperanzas para nuestra patria. Pero tambin

    contiene nuestros triunfos, nuestras victorias ganadas a un alto precio.

    Nadar en l es comulgar con nuestro pasado. Beber de l es derramar

    lgrimas con nosotros y as unirse a nuestro dolor. Bebes conmigo,

    Albrecht?

    Albrecht mir el agua fijamente. Se pareca ms a una sustancia

    empalagosa que a agua, nada que ver con lgrimas saladas y

    afligidas. Esto era seguramente algn tipo de cosa relacionada con el

    Sacerdocio de Marfil y Tvarivich, nacida bajo la luna creciente, era la

    ms alta dirigente de esa exclusiva orden. Estaban obsesionados con

  • los misterios de la muerte y del Inframundo, lugares que no eran

    normales para la mayora de los Garou, que saban que sus espritus

    ancestrales no vivan en las Moradas de la Muerte (lugares reservados

    principalmente para humanos) sino en las Tierras Estivales del mundo

    espiritual. No saba a qu estaba jugando Tvarivich, pero saba que

    rechazar su peticin sera un insulto grave.

    --Claro --dijo--. Quiero saber qu es lo que experimentis aqu.

    Tvarivich hundi la mano en el agua, se la llev a la boca y bebi

    con los ojos cerrados. Se estremeci y su boca tembl. Cuando abri

    los ojos, le brillaban hmedos y ya no sonrea.

    Albrecht alarg la mano hacia el agua. La sinti clida. Cogi un

    poco con la mano ahuecada y se la llev a la boca. Tena un sabor

    raro, no se pareca a nada que hubiese probado antes. Si acaso, no

    saba a nada, era como un breve entumecimiento de la lengua. En

    cuanto pas por su garganta, le atorment una soledad profunda y

    terrible, un sentimiento de abandono total. Apenas pudo evitar que se

    le escapase de los labios un sollozo y cerr su ojo sano para contener

    las lgrimas. Cuando lo volvi a abrir, la luz de la gruta pareca brillar

    ms y supo con extraa certeza que no estaba solo, que nunca estaba

    solo, sin importar las probabilidades que hubiese en su contra. Sus

    ancestros esperaban, junto a quienes haban cado luchando a su

    lado, en el mundo espiritual, en el verdadero hogar de su tribu. Pero

    ms que esto, sinti la unin entre sus compaeros, los poderosos

    lazos entre Mari, Evan y l. La distancia no importaba; solo la lealtad,

    que cruzaba el espacio y el tiempo.

    --Entiendes? --dijo Tvarivich, con voz suave y rota.

    Albrecht la mir y no vio a una rival poltica a la que tena que

    ganar con juegos de diplomacia, sino a una compaera Garou, de la

    propia Gaia, atrapada como l en un mundo moribundo que ya no los

    quera. Saba que su percepcin era algn tipo de truco provocado por

    el agua, pero tambin saba que era verdad. Tvarivich, al compartir

    este agua con l, le ense que tampoco a ella le gustaba la poltica y

    que quera verle como a un igual, para poder expresarse sin

    ostentaciones ni estratagemas, de lder Garou a lder Garou.

    --S, lo pillo --dijo, asintiendo.

    Ella se apart del estanque y se dirigi al pasadizo por el que

  • Albrecht haba entrado. Se detuvo y coloc una mano en el hombro de

    Lord Byeli, que baj la cabeza en seal de respeto. Luego volvi a

    mirar a Albrecht, le indic la salida con una inclinacin de cabeza y

    abandon la gruta.

    Albrecht la sigui y Lord Byeli y Eric tambin. Los dos lobos se

    quedaron, sentados al lado del muro, mirando sin decir nada.

    Abandonaron la gruta, pero todava seguan en el mundo

    espiritual, as que ahora Albrecht pudo ver los espritus del agua, que

    se deslizaban arriba y abajo por la cascada, unas culebras finas y

    tenues de sonrisas extraas y ojos brillantes. Bajaron deslizndose por

    la piel de Albrecht cuando cruz el agua, hundindose en el lago.

    Tvarivich se sali del camino y salt a la hierba y esper a que

    Albrecht se uniese a ella. Se dio cuenta de que lo que Garra Rota

    haba dicho del rbol era cierto: se elevaba por encima de la bveda

    del cielo y entraba en el reino de las estrellas.

    --Cuntos aos tiene esta cosa? --pregunt Albrecht cuando

    lleg al lado de Tvarivich.

    Ella se encogi de hombros.

    --Es ms viejo que nuestras abuelas ms ancianas, supongo.

    Siempre ha estado aqu.

    Envolvi su brazo alrededor del de Albrecht y comenz a

    caminar, siguiendo la orilla del lago que torca hacia el ro. Su gesto

    era puramente amistoso y real, un acto de comunin, no personal o

    ntimo.

    --As que --dijo ella-- el mundo gira y aqu estamos, dos lderes

    de los Colmillos Plateados, separados por el tiempo y la distancia y

    ahora reunidos. La Casa de la Luna Creciente y la Casa

    Enemigo-del-Wyrm, aliadas otra vez.

    --S, all together now, por citar a los Beatles --dijo Albrecht--.

    Gracias por invitarme. Ya sabes, eres bienvenida en el Protectorado

    de Tierra del Norte siempre que quieras.

    --Sera interesante conocer Amrica. Entiendo que tu compaero

    de manada, Evan Curandero-del-Pasado es un Wendigo, no? Me he

    encontrado con muy pocos de esa tribu. Me fascinan. Como sus

    primos, los Uktena.

    --Bueno, la mayora de ellos son posiblemente ms fascinantes

  • de lejos que de cerca. No nos tienen mucha simpata a los

    "Contendientes del Wyrm". Pero son unos guerreros condenadamente

    buenos. Evan no es un ejemplar tpico de la tribu, pero tampoco es

    que sea el nico exactamente. Est intentando que todos trabajemos

    juntos, a pesar de lo que ha ocurrido en el pasado.

    --Entonces como t y como yo. Nosotros tambin necesitamos

    dejar a un lado cualquier problema del pasado y buscar nuestro futuro

    juntos. Nuestra tribu ser ms fuerte unida bajo dos gobernantes

    poderosos que bajo cien reyezuelos.

    --Uh, siento la revolucin en el aire. Tmara, una cosa es soar

    con ello y otra muy distinta conseguirlo. Somos una tribu de alfas y

    cada uno intenta permanecer arriba. Nunca ha sido fcil conseguir que

    los reyes Colmillos Plateados se hagan amigos. Normalmente se

    necesita una poca realmente mala para que se consoliden alianzas

    entre unos pocos de nosotros. Tienes que reunir a los Colmillos

    Plateados de Rusia (al diablo con las otras tribus, si vamos a ello) bajo

    una bandera. No va a ser fcil extender esa bandera por Europa o por

    los Estados Unidos. Diablos yo casi no tengo contacto con los

    Colmillos Plateados del medio oeste, por no hablar de los de la costa

    oeste. Simplemente es demasiado territorio que cubrir.

    --Liberar a Rusia de la Bruja no fue fcil. Pero era algo que tena

    que hacerse. Lo mismo pasa aqu. Si no forjamos una alianza global

    de los Colmillos Plateados, nunca podremos unir a todas las tribus.

    Qu pasara si el momento decisivo nos descubre? Somos dbiles y

    estamos desperdigados. Caeramos derrotados como hojas a la

    llegada del invierno.

    --No me malinterpretes; tienes razn al decir que necesitamos

    que todo el mundo acte unido. Pero si yo ya paso un tiempo

    suficientemente duro intentando ganarme el corazn y la mente de las

    tribus del rea de Nueva York, imagnate del mundo entero. Se va a

    necesitar algo ms que a ti y a m, Tamara.

    --Lo s. Por eso es por lo que necesitamos aliarnos con el

    margrave.

    --Konietzko? Es bueno, eso seguro. Pero no me gusta su

    visin; demasiado desoladora. --Albrecht levant las palmas de las

    manos al ver que Tamara lo miraba con el ceo fruncido--. Lo s, lo

  • s: si yo hubiese pasado por la mitad de lo que ha pasado l, o incluso

    por un cuarto de lo que has pasado t, pensara de manera distinta.

    Pero es que pienso de manera distinta y ese es el problema. S,

    necesitamos tener mejores lazos con Konietzko, pero ah debemos

    tener cuidado. Es la clase de tipo que est demasiado dispuesto a

    acaparar toda la atencin. No podemos permitir que un Seor de las

    Sombras mande sobre un Colmillo Plateado.

    --Mandar, no. Consultar y tomar decisiones en una asamblea, s.

    Si t y yo estamos unidos, podremos mantener fcilmente las propias

    ambiciones de Konietzko bajo control y asegurarnos de que las

    nuestras siguen adelante... con su ayuda.

    --No me esperaba esto. Me imaginaba que t y yo hablaramos

    sobre cmo intercambiar privilegios de los puentes de luna, prestamos

    de ayuda a las manadas y pactos espirituales. Y aqu me hablas de

    algn tipo de... algo global. Pero qu exactamente? Una asamblea?

    --No, un triunvirato de lderes de verdad, que dirijan a las otras

    tribus contra el Wyrm por todo el mundo. Ahora est ganando porque

    estamos desperdigados, porque no tenemos ningn gobierno central

    que establezca la tctica a seguir contra l. Aqu en Rusia le vencimos

    porque tenamos un gobierno as. Yo tom el control y ped lealtad

    total. Una vez que la consegu, todas las tribus siguieron mis rdenes

    y nos movimos contra el Wyrm como una mano, no como cinco dedos

    desconectados. Eso garantiz nuestra victoria.

    --Mira, admito que lo que hiciste fue extraordinario, pero vivas

    en una poca extraordinaria. Cada tribu vio que tena ms que perder

    si segua sola, que si te segua a ti. Cmo consigues que los Garou

    de todo el mundo crean otra vez en los Colmillos Plateados? Piensan

    que estamos chiflados y que ya hemos dado lo mejor de nosotros

    mismos.

    --Eso he odo. En otras tierras hablan irrespetuosamente de

    nosotros. T y yo tendremos que ensearlos a pensar lo contrario.

    --Y cmo? Amenazndolos? Solo faltara eso. Creme,

    conozco el valor de un desafo oportuno, pero no siempre funciona.

    Especialmente con los Wendigo y los Uktena, esas tribus que tanto te

    fascinan. No le ensean la