la sociedad de la informacion revisitada - frank webster

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Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28590105 Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica Frank Webster La sociedad de la información revisitada Biblioteca Universitaria, vol. 9, núm. 1, enero-junio, 2006, pp. 22-44, Universidad Nacional Autónoma de México México ¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista Biblioteca Universitaria, ISSN (Versión impresa): 0187-750X [email protected] Universidad Nacional Autónoma de México México www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28590105

Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

Sistema de Información Científica

Frank Webster

La sociedad de la información revisitada

Biblioteca Universitaria, vol. 9, núm. 1, enero-junio, 2006, pp. 22-44,

Universidad Nacional Autónoma de México

México

¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista

Biblioteca Universitaria,

ISSN (Versión impresa): 0187-750X

[email protected]

Universidad Nacional Autónoma de México

México

www.redalyc.orgProyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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La sociedad de la

información revisitada*Frank Webster**

BIBL. UNIV., NUEVA ÉPOCA ENERO-JUNIO 2006, VOL. 9 No. 1, P. 22-44

* Webster, Frank. “The Information Society Revisited”, en Hand Book of New Media, Social Shaping and Consequences of ICT’s. UK, Sage, 2002, págs.

22-33. [ http://www.sagepub.co.uk/mcquail5/downloads/Handbookchaps/ch01.pdf ]. Traducido y publicado en español con permiso de Sage

Publications, Ltd. UK

** Department of Sociology, City University, Northampton Square, Londres EC1 0HB, Inglaterra. Correo electrónico: [email protected]

*** Subdirección de Servicios de Información Especializada, Dirección General de Bibliotecas (DGB), Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM),

Circuito de la Investigación Científica, Ciudad Universitaria, 04510 México, D.F. México. Correo electrónico: [email protected]

Resumen

El artículo cuestiona la idea de que el incremento de información y de tecnologías producen por sí mismos cambiosprofundos en la sociedad. Analiza el concepto de información, examina y ejemplifica las múltiples acepciones quese dan al término sociedad de la información, las cuales son: innovación tecnológica, cambio ocupacional, valor eco-nómico de la información, flujo de información y expansión de signos y símbolos culturales. Concluye que la ideamás persuasiva de la sociedad de la información es la que fundamenta el avance social en la utilización reflexiva delconocimiento que produce la humanidad.

Palabras clave: Sociedad de la información, información, cultura, conocimiento, tic’s

Abstract

This article discuses the idea that increases in information and technology themselves generate deep social changes.It defines information, examines, and gives examples of some conceptions of the information society, such as: tech-nological innovation, occupational change, economic value, information flows and expansion of symbols and signs.It concludes that the most persuasive idea of information society is the one that suggests that the social developmentis generated by the reflexive use of theoretical information/knowledge.

Keywords: Information Society, Information, Culture, Knowledge, ict’s

Traducción de María Esther Ramírez Godoy, Alma Silvia Díaz Escoto, Carmen García Colorado, Rosa María IrigoyenCamacho, y Antonia Llorens Cruset.***

Prólogo

Este artículo traducido y publicadoen nuestra lengua permitirá la difu-sión más amplia de ideas para enri-quecer la reflexión y el intercambiode puntos de vista sobre el tema dela sociedad de la información. La tra-ducción facilitará el acceso al gremiode los profesionales de la informa-ción a planteamientos de actualidadque amplían el panorama para lacomprensión y mejor uso de un tér-mino tan en boga. En este artículo elautor se muestra analítico y crítico,pero con una pluma ligera, con abun-dantes ejemplos que facilitan lamejor comprensión del tema.

El autor es reconocido por sus cola-boraciones sobre este tema a nivelmundial. Ha colaborado en universi-dades del Reino Unido, EstadosUnidos de América y Finlandia. Esautor de varios libros y artículos.

manera con la información (porejemplo: empleados de cuello blan-co, profesionistas, maestros, etcéte-ra). Al experimentar tales desarrollosno es sorprendente que muchosobservadores hayan llegado a des-cribir nuestra era en función de unade sus características más palpables,de allí que lógicamente se le denomi-ne la sociedad de la información.

En 1995 publiqué la primera edicióndel libro Teorías de la Sociedad de laInformación, en el que se agruparonvarias teorías sociales, que hanintentado dar cuenta de la importan-cia de la información en las décadasrecientes. La presunción es que elargumento del libro podría actualizar-se tomando en cuenta el nuevo pen-samiento sujeto a debate, así comoconsiderar el desarrollo de los fenó-menos más recientes, tales como elciberespacio y los organismos ciber-néticos. Es cierto que el rápido desa-rrollo de estas nuevas tecnologías,junto con la TV digital y las telecomu-nicaciones móviles, así como la enor-

El término sociedad de la informa-ción se usa ampliamente, tanto en laacademia como en la sociedad engeneral. Basta leer un periódico yencender la televisión para encontrarreferencias acerca de una nueva erade la información; o bien curiosearentre los estantes de una libreríapara percatarnos de la cantidad detítulos sobre este tema. Existenvarias razones por las cuales estosucede, pero quizá la más destacadaes la existencia misma de la informa-ción en nuestro tiempo. Simplementehay más información que nuncaantes, quizá resulta de mayor obvie-dad hablar de una explosión demedios y productos de información(desde TV por cable hasta registrosen disco óptico y desde telefoníamóvil hasta Internet), pero tambiénes importante la rápida y sorpren-dente penetración de las tecnologíasde cómputo en la sociedad actual; elcreciente interés e inversión en edu-cación en la mayoría de los sistemassociales y el crecimiento de las ocu-paciones que tienen que ver en gran

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me disposición de computadoraspersonales, correo electrónico ycomercio por Internet, han estimula-do la discusión sobre el arribo a unaera de la información. Una vez más,el hecho de que haya más informa-ción que hace una década y que seencuentre manifiesta en la vida dia-ria (desde observar televisión a cual-quier hora y tener acceso a serviciosde banca electrónica, hasta el signifi-cativo incremento en la intensidadde la información en una gran partedel trabajo moderno) ha impulsado alos estudiosos a afirmar con másconfianza que nunca que vivimos enuna sociedad de la información.

En este contexto se revisan y evalúanlos conceptos de una sociedad de lainformación. Desde el inicio planteomi propia visión de la relevancia deltérmino. Mi conclusión es que lamayoría de los conceptos de unasociedad de la información son deuso limitado para los científicossociales y aún menos útiles para queel común de las personas comprendalas transformaciones del mundoactual. En el transcurso de este capí-tulo explicaré cómo llegué a esta con-clusión. Considero que el concepto desociedad de la información es inade-cuado por las razones fundamentalesque a continuación expongo:

o Inconsistencia y falta de claridad en

los criterios utilizados para distinguir

una sociedad de la información

o Uso impreciso del término “infor-

mación”

o Innovación tecnológica y difusión

o Cambio ocupacional

o Valor económico

o Flujos de Información

o Expansión de símbolos y señales

Estos no son mutuamente exclu-yentes, aunque los académicosponen diferente énfasis en cadadimensión (c.f. Duff, 2000). Todasestas concepciones se apoyan enla evaluación cuantitativa de unfenómeno particular para argumen-tar que su expansión ha traído con-sigo diferencias cualitativas en laorganización social. De esta mane-ra cada forma de teorizar adopta elrazonamiento ex post facto: existeevidencia de que hay más informa-ción ahora en la sociedad, por lotanto tenemos una sociedad de lainformación. Como veremos, haydificultades serias con esta formade argumentar (May, 2002). Noobstante, es innegable que tiene unatractivo inmediato, incluso de sen-tido común y es una forma habitualde razonar. Por ejemplo, con fre-cuencia se sugiere que tan sólo ladisminución en el número de traba-jadores del campo y el aumento detrabajadores en fábricas, señalaronel fin de la sociedad agrícola y laemergencia de la industrialización;igualmente se toman los cambioscuantitativos en información comoindicadores de la conversión a unasociedad de la información. Yo criti-co este tipo de argumentos.

o La suposición sin fundamento,

por parte de los teóricos de la

sociedad de la información, acer-

ca de que el incremento cuantita-

tivo en información conduce a

cambios sociales cualitativos

Estas objeciones no significan queconsidere que el aumento de infor-mación no merece estudiarse, nique yo rechace todos los concep-tos de sociedad de la información.En realidad me parece que deforma particular (en la sexta defini-ción que reviso más adelante) lainformación se ha convertido enalgo importante y trascendentepara la forma de vida actual, que esválido concebir que vivimos en unasociedad de la información, porqueésta se ha convertido en un eje denuestra vida. Sin embargo, conside-ro poco convincentes la mayoría delas definiciones de sociedad de lainformación, particularmente por-que suponen de manera equivoca-da que el enorme crecimiento de lainformación y las formas virtuosasde manejarlas nos llevan a unnuevo orden social.

Definiciones de una Sociedadde la Información

Es posible identificar seis formasde distinguir una sociedad de lainformación, cinco de éstas se cen-tran en cuantificar uno u otro de lossiguientes fenómenos:

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La sexta definición de la sociedadde la información es singular, yaque no se refiere al hecho de quehaya más información, sino a loscambios en las formas en que seconduce ahora la vida gracias aella. El argumento que aquí se ofre-ce de que la teoría de la informa-ción/conocimiento es el soporte dela vida contemporánea, sugiere unaconcepción distinta de la sociedadde la información. Desde mi puntode vista éste es el argumento máspersuasivo (y acaso el menos dis-cutido) de la aplicabilidad del con-cepto de la sociedad de la informa-ción, y es el que yo recomendaría aestudiantes y especialistas.

Propongo examinar cada una delas cinco primeras definiciones.Después considerar las cuestionesde calidad y cantidad, así como lanaturaleza de la información, antesde examinar la sexta definición.

Tecnología

Las concepciones tecnológicas secentran en una gama de innovacio-nes que han surgido en los últimos20 años. Las nuevas tecnologíasson uno de los indicadores másvisibles de nuevos tiempos y, porconsecuencia, son consideradasfrecuentemente como indicios de lallegada de una sociedad de la infor-mación. Entre éstas se encuentranel cable y la televisión vía satélite,comunicaciones de computadora a

Durante la década de los setentas einicios de los ochentas, algunosautores se entusiasmaron con lagrandiosa capacidad del mundo dela microtecnología para revolucionarnuestro estilo de vida (McHale, 1976;Martin, 1978; Evans, 1979) y demanera especial, el principal futuris-ta del mundo, Alvin Toffler (1980).Sugiere en una metáfora, que con eltiempo el mundo ha sido moldeadode manera decisiva por tres oleadas

computadora, PC’s, nuevas tecnolo-gías empleadas en oficinas –espe-cialmente los servicios de informa-ción en línea y los procesadores detexto—así como servicios de CD-ROM. La propuesta es, simplemente,que tal volumen de innovacionestecnológicas debe conducir a unareconstitución del mundo social yaque su impacto es profundo.

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de innovación tecnológica, cada unade ellas tan imparable como lapoderosa fuerza de una marea. Laprimera fue la revolución agrícola, lasegunda la revolución industrial. Latercera es la revolución de la infor-mación que nos está atrapandoahora y que presagia una nuevaforma de vida (que según Toffler,

cual la población debe volverseexperta en recorrerla. Han surgidovoces autorizadas para anunciar queun nuevo orden… nos está llevandosin sospecharlo a un mundo deavances en telecomunicaciones.Está naciendo el futuro en las llama-das Supercarreteras de la Infor-mación… y cualquiera que sea reba-sado por esas supercarreterasenfrentará la ruina (Angell, 1995:10).

De manera más seria, el crecienteintercambio de información a nivelnacional e internacional y genuina-mente global entre y dentro de ban-cos, compañías, gobiernos, universi-dades y organismos voluntarios indicauna tendencia parecida encaminadaal establecimiento de una infraestruc-tura tecnológica que permita unacomunicación instantánea, a través delas computadoras a cualquier hora deldía en cualquier sitio equipado demanera adecuada (Connors, 1993).

La mayoría de los analistas acadé-micos, aunque evitan el lenguajeexagerado de los futuristas y políti-cos, han adoptado, sin embargo, loque es en esencia una postura simi-lar (Feather, 1998). Por ejemplo, enJapón han surgido intentos de medirel crecimiento de la joho shakai(sociedad de la información) desdela década de los sesentas (Duff, etal, 1996). El Ministerio Japonés deCorreos y Telecomunicaciones (MPT,por sus siglas en inglés) inició uncenso en 1975 con objeto de darseguimiento a los cambios en el

será positiva sólo si nos subimos a laola correctamente).

En fechas más recientes, los entu-siastas del futurismo han sido alen-tados por la capacidad de las com-putadoras para transformar lastelecomunicaciones y, de hecho,fusionar efectivamente las dos tec-nologías (Toffler, 1990). Es esta

variedad de tecnologíasde comunicación porcomputadora (correoelectrónico, comunica-ción de datos y textos,intercambio de infor-mación en línea, etcé-tera) la que inspiraactualmente la mayorparte de las especula-ciones en torno a lagestación de unanueva sociedad (Ga-tes, 1995; Negroponte,1995; Dertouzos, 1997).De manera especial elrápido crecimiento deInternet, con su capa-cidad de promover enforma simultánea eléxito económico, laeducación y el procesodemocrático, ha gene-rado muchos comenta-rios. Los medios masi-vos de comunicaciónpresentan con fre-cuencia versionesacerca de la llegada deuna “supercarretera”de la información, en la

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volumen (como el número de men-sajes telefónicos) y vehículos deinformación (como la penetracióndel equipo de telecomunicaciones)utilizando técnicas sofisticadas(Ito,1991;1994). En Gran Bretaña, unaescuela de pensamiento muy respe-tada ha creado una postura neoshumpeteriana respecto al cambio.Combinando el argumento deSchumpeter en el sentido de quelas innovaciones tecnológicas gene-ran una “destrucción creativa”, con eltrabajo de las ondas largas del desa-rrollo económico de Kondratieff,estos investigadores sostienen quelas tecnologías de la información ylas comunicaciones se traducirán enel establecimiento de una nuevaépoca (Freeman, 1987) que seráincómoda durante sus primerasfases, pero que en el largo plazo,será benéfica desde el punto devista económico. Ese nuevo "para-digma tecnoeconómico” constituyela “era de la información” que debe-rá madurar a principios de estenuevo siglo (cf. Hall y Preston, 1988).

Cambio laboral

Este es el enfoque que más apoyanlos sociólogos. Además, está aso-ciado muy cercanamente, conrazón, al trabajo de Daniel Bell(1973) quien es el teórico másimportante de la “sociedad postin-dustrial” (un término virtualmentesinónimo de la sociedad de la infor-mación y utilizado como tal en gran

En años recientes, el énfasis en elcambio laboral como señal de unasociedad de la información, ha des-plazado las preocupaciones otroradominantes en torno a la tecnología.También debe entenderse que talconcepción de la “sociedad de lainformación” es diferente a la quesugiere que son la información y lastecnologías lo que distingue a lanueva era. Centrarse en el cambiolaboral enfatiza el poder transforma-dor de la información en sí misma,más que la influencia de las tecnolo-gías de la información, dado que loque se genera y desarrolla con el tra-bajo y lo que las personas asimilan através de su educación y experienciaes la información. Charles Leadbetter(1999) escribió un libro en el quesubraya que la información es funda-mental en la época actual. Para seña-lar a aquellas personas renuentes aganarse la vida con el sudor de sufrente se utilizó alguna vez la expre-sión Living on thin air. Leadbetterargumenta que ésa es exactamentela forma de ganarse la vida en la erade la información. El libro proclamaque “pensar inteligentemente, serinnovador, tener la capacidad dedesarrollar y explotar redes” son laclave en la nueva economía “ligera”(Coyne, 1997; Dertrouzos, 1997), pues-to que la riqueza de la producción noproviene del esfuerzo físico, sino delas ideas, el conocimiento, las habili-dades, el talento y la creatividad(Leadbetter, 1999:18). Su libro subrayaejemplos de tales éxitos: abundan losdiseñadores, negociadores, creado-

parte de la obra de Bell). Su trabajoexamina la estructura laboral y lospatrones de cambio a través deltiempo. La propuesta es que vivi-mos en una sociedad de la informa-ción, ya que la mayoría de losempleos se encuentran relaciona-dos con la información. El descensoen el número de empleos relacio-nados con la manufactura y elaumento en los trabajos del sectorde servicios se interpreta como unareducción en el volumen del trabajomanual y su reemplazo con trabajode cuello blanco. En vista de que lamateria prima del trabajo no manuales la información (en oposición conla fuerza física y destreza en lasherramientas propias del trabajomanual), se puede decir que losaumentos sustanciales en el traba-jo relacionado con la informaciónanuncian la llegada de una socie-dad de la información.

A primera vista existe evidenciapara ello: en las naciones deEuropa Occidental y Norteaméricaaproximadamente el 70 por cientode la fuerza laboral radica en elsector de servicios y en la actuali-dad las ocupaciones de cuello blan-co conforman una mayoría.Basándose únicamente en estoparecería posible argumentar quehabitamos en una sociedad de lainformación ya que “el grupo predo-minante (de ocupaciones) estáconstituido con trabajadores de lainformación” (Bell, 1979:183).

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res de imagen, músicos, biotecnólo-gos, ingenieros genéticos y descubri-dores de nichos.

Leadbetter pone en lenguaje acce-sible lo que muchos pensadoressostienen ahora de manera rutina-ria. Varios escritores reconocidos,desde Robert Reich (1992) y PeterDrucker(1993) hasta ManuelCastells (1996-8), sugieren queactualmente guían e impulsan a laeconomía personas cuya caracterís-tica principal es su capacidad demanipular información. Los términospreferidos de los autores varían,desde “analistas simbólicos”, “exper-tos en conocimiento” hasta “trabaja-dores de la información”, pero entodos persiste un mensaje: los quemueven y transforman al mundoactualmente son aquellos cuyos tra-bajos están relacionados con la cre-ación y utilización de la información.El veinte por ciento (en aumento)de la fuerza de trabajo estadouni-dense (Reich, 1992:179) está confor-mado por este grupo que maneja,diseña, crea y filtra información,siendo ésta última la materia primade nuestro mundo globalizado y encambio constante.

Todos los analistas coinciden en quela actividad de los operadores de lainformación varía enormemente. Porejemplo, muchos manejan asuntoscorporativos en diversas áreas, algu-nos administran redes financieras,otros trabajan en el creciente sectorde los medios, en leyes, educación

fortalezas y debilidades en un mediodeterminado, entre otras cosas(Reich, 1992:178-9). La formación dedichas cualidades implica una venta-ja especial en la educación superiory, ante ello, no es de sorprender queel calibre y capacidades del sistemade educación nacional se hayanvuelto centrales en la política guber-namental (Brown y Lauder, 1995). Elleitmotiv del gobierno británico deTony Blair desde inicios de 1997 hasido “educación, educación, educa-ción”, una letanía repetida en todaslas naciones avanzadas que intentanlograr que sus ciudadanos obtenganuna elevada tasa de empleos de“análisis simbólico” en el futuro(Seltzer y Bentley, 1999). Por lotanto, no sorprende que un sistemamasivo de educación universitariasea considerado indicador de unasociedad de la información.

Economía

Este acercamiento plasma el creci-miento en el valor económico de lasactividades de información. Si sepudiese registrar el aumento pro-porcional en el producto internobruto (PIB) a cuenta de los nego-cios de la información, se llegaría alpunto en el que se alcanzan a per-cibir los logros de una economía dela información. Cuando la mayorparte de la actividad económicaestá relacionada con la actividadde la información más que, porejemplo, la agricultura de subsis-

superior, contabilidad, relacionespúblicas o gobierno local, mientrasque otros están ocupados en darvalor a materiales mundanos. Pese atal diversidad, todos comparten latendencia a continuar adquiriendonuevas habilidades de manera ruti-naria. En ese sentido van a la parcon la flexible economía mundial queexige cambio constante en todas susfacetas. Este compromiso con lo queotros han denominado “aprendizaje alo largo de la vida” asegura que losempleados de la información semantengan a la delantera en eljuego, capaces de construir un baga-je de experiencias en diversos pro-yectos al tiempo que están siemprelistos para adaptarse de manerapositiva a situaciones nuevas.

Un corolario de esto es que el traba-jo relacionado con la información,aunque presente evidentes diferen-cias particulares, comparte talentosformados por la educación superior.Las habilidades específicas aprendi-das en los estudios superiores sonimportantes, pero los egresadosdeben actualizarse constantementepara mantenerse a la altura de lascircunstancias. Entonces resulta sermucho más importante el “capitalhumano” enriquecido con la expe-riencia de la educación superior,cuestión que se traduce en unamayor capacidad para comunicarseefectivamente, analizar situacionessin apasionamiento, idear una estra-tegia para el progreso, cerrar tratoscon otros personajes e identificar

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tencia o de la industria manufactu-rera, de ello se desprende quepodamos hablar de una sociedadde la información (Jonscher, 1999).

En principio sencillo y directo, peroen la práctica un ejercicio de eco-nometría extremadamente comple-jo, gran parte de la labor pionerafue hecha por Fritz Machlup (1902-83) de la Universidad de Princeton(Machlup, 1962). La identificaciónque hizo de las industrias de lainformación tales como educación,leyes, publicidad, medios y manu-factura de computadoras y suintento de calcular los cambios ensu valor económico, han sido afina-das por Marc Porat (1977a; 1977b).

Porat diferenció los sectores de lainformación primario y secundario dela economía, el primero susceptiblede una rápida valuación económica,ya que se le puede dar un precio demercado, el segundo es más difícil deevaluar, pero aún así esencial para

Espacio

Esta concepción de la sociedad dela información, a la vez que se nutrede la economía y la sociología, tieneen su esencia la visión característi-ca del espacio que tiene el geógra-fo. Aquí el mayor énfasis se haceen las redes de información quecomunican diferentes sitios y comoconsecuencia pueden tener efec-tos profundos en la organizacióndel tiempo y el espacio, han sido unindicador especialmente aceptadode la sociedad de la informacióndurante los noventas, conforme lasredes de información se han vueltoaspectos cada vez más importan-tes en la organización social.

Con frecuencia se enfatiza la cen-tralización de las redes de informa-ción que pueden unir diferenteslugares dentro de y entre una ofici-na, una ciudad, una región, un con-tinente, y de hecho el mundo ente-ro. Así como la red eléctrica recorre

todas las organizaciones modernas,involucra actividades informacionalesdentro de compañías e institucionesdel Estado (por ejemplo, los recursoshumanos, las áreas de investigación ydesarrollo de una empresa). De estemodo Porat distingue dos sectoresde la información, para después con-solidarlos, al separar los elementosde la economía no relacionados conla información, combinando las esta-dísticas económicas nacionales, paraconcluir que con casi la mitad del PIB

de los Estados Unidos de Américaque corresponde a estos sectoresinformacionales combinados, "losEstados Unidos de Norteamérica sonahora una economía basada en lainformación". Como tal, es "unasociedad de la información -donde-las principales áreas de la actividadeconómica son los productores debienes y servicios de información, yde las burocracias públicas y priva-das (Sector Secundario de laInformación)” (Porat, 1978:32).

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todo un país, para que pueda serutilizada por cada individuo quetenga las conexiones adecuadas,de la misma manera imaginamosahora una "sociedad conectada"que opera a nivel nacional, interna-cional y global para proporcionar un"circuito de información" (Barron yCurnow, 1979) para cada casa,negocio, universidad y oficina y aúnal individuo que se moviliza con supropia computadora portatil ymodem en su portafolio.

Cada vez más estamos todosconectados a las redes de un tipo uotro y ellas en sí expanden susalcances y posibilidades de maneraexponencial (Urry, 2000). Nosencontramos con estas redes demanera personal en muchos niveles:en el punto de venta electrónico denegocios y restaurantes, al obtenerinformación a través de los conti-nentes, al enviar correos electróni-cos a los colegas, o al intercambiarinformación en Internet. Quizá nohayamos tenido la experiencia per-sonal en este reino del “ciberespa-cio”, pero este circuito de informa-ción funciona de manera aún másfrenética a nivel de bancos interna-cionales, de agencias interguberna-mentales y relaciones corporativas.

Se ha hecho común la idea de quelas supercarreteras electrónicasproducen un mayor flujo de la infor-mación (Castells, 1996-8), lo queconduce a una revisión profunda delas relaciones tiempo/espacio. En

gramación televisiva las veinticuatrohoras del día. Además hay muchoscanales de divulgación disponibles ylos receptores de televisión se hanampliado para incorporar las tecno-logías de video, cable, satélite y ser-vicios de información computarizada.Más recientemente, se ha integradoa las computadoras personales unaavalancha de juegos computariza-dos y han empezado a entrar a loshogares productos de realidad vir-tual. Hoy en día se dispone demayor producción radiofónica quehace una década, a nivel local,nacional e internacional. Los radiosya no están solamente en una habi-tación, ahora están en toda la casa,

una "sociedad de redes"las limitaciones deltiempo y la distancia hansido radicalmente supe-radas, siendo las corpo-raciones e incluso losindividuos capaces deadministrar sus asuntoseficientemente a escalaglobal. El investigadoracadémico ya no necesi-ta viajar de su universi-dad para consultar laBiblioteca de Congreso,ya que puede consultar-la a través de Internet; elcorporativo de unaempresa ya no necesitaenviar a sus ejecutivospara saber lo que estásucediendo en susempresas del LejanoOriente, ya que las comu-nicaciones a través de la computa-dora permiten establecer una vigi-lancia rutinaria y sistemática adistancia. Muchos han sugerido queesto anuncia una gran transforma-ción en nuestro orden social(Mulgan, 1991), suficiente para mar-car un cambio revolucionario.

Cultura

La última concepción de una socie-dad de la información se reconocefácilmente. Todos somos concientesde que ha habido un incremento enla circulación de información en lavida cotidiana. Por ejemplo, hay pro-

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en el auto, en la oficina, en dispositi-vos portátiles, y con el walkman, portodas partes. Durante mucho tiempoel cine ha sido parte importante delentorno informativo. A pesar de quea lo largo de los años ha declinadola asistencia a las salas de cine, verpelículas es hoy en día más frecuen-te que nunca: pueden verse pelícu-las por televisión, en videocintas enrenta y venta a precios económicosen supermercados. Caminando porla calle es casi imposible ignorar lasmarquesinas, anuncios y escapara-tes por todas partes. En las estacio-nes de trenes y autobuses se haextendido, en forma impresionante,la disponibilidad de libros de ediciónrústica y revistas a buen precio.Además, cada vez se ofrece más atodo público música, poesía, literatu-ra y educación, en cintas de audio,discos compactos y por radio. Se haextendido la disponibilidad de perió-dicos y una buena cantidad detabloides nuevos llegan a nuestracasa de manera gratuita. Dia-riamente recibimos correo chatarra yasí sucesivamente.

El aspecto informacional ha pene-trado nuestro mundo mucho más delo que supone esta breve lista demedios relacionados con la televi-sión, el radio y los sistemas mediáti-cos antes mencionados. Esto impli-ca que los nuevos medios que nosrodean nos acercan mensajes, a losque podemos o no responder.Realmente el ambiente informacio-nal es más parte de nosotros y es

¿De cantidad a calidad?

Las críticas a los escenarios de lasociedad de la información giran entorno al descontento con las medi-das cuantitativas que se usan paradesignar cambios sistémicos pro-fundos. La crítica central es que losindicadores cuantitativos de laexplosión de la información y de lastecnologías de información no pue-den considerarse como evidenciasde verdaderos cambios sociales pro-fundos. Por el contrario, puedenobservarse como la consolidación yextensión de los patrones estableci-dos de interés y control (Beniger,1986; Webster y Robins, 1986).

Las definiciones de la sociedad dela información ofrecen medidascuantitativas (número de trabajado-res de cuello blanco, porcentajes dePIB destinados a la información,etcétera) y asumen que en algúnpunto no especificado entramos auna sociedad de la informacióncuando empiezan a predominarestos factores. Pero no existenbases claras para designarla comoun nuevo tipo de sociedad sólo por-que todos presenciamos que haygrandes cantidades de informaciónalmacenadas y circulando. Si sólohay más información, entonces esdifícil entender ¿por qué se deberíasugerir que tenemos ante nosotrosalgo radicalmente nuevo? AnthonyGiddens (1985: 178) trata muy bieneste punto cuando hace la observa-ción de que todas las sociedades al

muchísimo más íntimo de lo queesto supone. Uno puede considerar,por ejemplo, las dimensiones infor-macionales de la ropa que usamos,el estilo de nuestro cabello y rostro,la forma en que actualmente nosocupamos de nuestra imagen(desde la imagen corporal hasta laforma de hablar, la gente está muyconciente de los mensajes quepuede proyectar y por cómo sesienten con ciertas prendas de ves-tir o con un particular estilo decabello, etcétera). Reflexionar en lacomplejidad de la moda y lo intrin-cado de las formas en que nos ocu-pamos de nuestro arreglo personaldiariamente, permite notar que lasrelaciones sociales actualmenteinvolucran un mayor grado de con-tenido informacional que antes.

La cultura contemporánea está evi-dentemente más cargada de infor-mación que cualquiera de sus pre-decesoras. Vivimos en un entornosaturado por los medios, lo que sig-nifica que la vida está esencialmen-te rodeada de simbolismos, derecepción e intercambio - o tratan-do resistir la recepción e intercam-bio – de mensajes sobre nosotrosmismos y los demás. En reconoci-miento de esta explosión de signi-ficados muchos autores concibenque entramos a una sociedad de lainformación, en la cual todo lo quevemos y hacemos es simulado(Poster, 1990; 1995).

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conformarse en Estado-nación sonsociedades de información, ya quepara su operación son esenciales lalocalización, el almacenamiento y elcontrol de información acerca de lapoblación y los recursos. En estesentido, todo lo que diferencia lapresente era, digamos el siglo XVII enInglaterra, son las grandes cantida-des de información acumulada,encubierta y procesada. Si lo queestamos experimentando en la esfe-ra informacional ahora es una extra-polación e intensificación de las ten-dencias establecidas hace muchotiempo, entonces es difícil ver sobrequé bases se puede suponer queestos desarrollos hayan generadoun nuevo tipo de sociedad.

Más aún, es posible, al menos inte-lectualmente, imaginar un nuevo tipode sociedad radicalmente diferentey que merezca el título de sociedadde la información, aunque estastransformaciones se manifiestensólo en pequeños incrementos deinformación. Así, puede denominar-se como una nueva sociedad aaquella en la que se localiza informa-ción de distinto nivel de calidad, aun-que los cambios de informaciónsean cuantitativamente menores.Esto no requiere que sepamos quela mayoría de la fuerza de trabajo seemplea en labores relacionadas conla información o que la economíagenera una cantidad específica derecursos relacionados con la activi-dad informacional. Por ejemplo, esteóricamente posible imaginar una

que una plétora de computadoraspersonales o la preponderancia detrabajadores de cuello blanco, signi-fica que tenemos una sociedad dela información es tautológico. Senos ha presentado, sin ningún argu-mento, que más información debe-ría dar como resultado la llegada deuna nueva era. Hemos tenido sola-mente la infundada afirmación deque más información define unanueva sociedad.

Las medidas cuantitativas ademástienden a homogenizar actividadesaltamente dispares. Por ejemplo, losteóricos de la sociedad de la infor-mación suman el valor de las activi-dades de información en economíay llegan a una cierta cantidad, sintomar en cuenta las diferencias cua-litativas cruciales dentro de la infor-mación. Así, las ventas de un sóloperiódico en formato tabloide enInglaterra son bastante más altasque las de todos los periódicos decalidad en formato largo juntos. Pero¿quién podría sugerir que todosestos periódicos pueden agruparseen la misma categoría? Para lamayoría de los observadores el temacrucial es la calidad de la informa-ción de las noticias, los reportajes ylos artículos de opinión que losperiódicos contienen. En efecto, tancrucial es el asunto de la calidad,que es posible presentar un argu-mento creíble que discuta que losperiódicos en formato tabloide decirculación masiva o los programasde entretenimiento dominantes de la

sociedad de la información endonde solamente una minoría deexpertos en información ostentan elpoder decisivo. Los escritores deciencia ficción, desde H.G.Wellshasta Kurt Vonnegut, lo han sugeri-do con frecuencia. En una medidacuantitativa, digamos de los patro-nes ocupacionales, no calificaríapara tener el estatus de sociedad dela información, pero nos podríamossentir impulsados a designarla asípor el rol decisivo de infor-mación/conocimiento en la estruc-tura del poder y por la dirección delos cambios sociales.

Francamente, las medidas cuantita-tivas –simplemente más informa-ción– no pueden por sí mismasidentificar una ruptura con sistemasprevios, mientras que es teórica-mente posible observar pequeños,pero decisivos cambios cualitativoscomo muestras de transformacióndel sistema. Además, es particular-mente extraño que muchos de losque identifican una sociedad de lainformación como un nuevo tipo desociedad, lo hacen con el supuestode que estos cambios cualitativospueden definirse simplemente cal-culando cuánta información está encirculación, cuánta gente trabaja enempleos relacionados con la infor-mación, etcétera. Lo que tenemosaquí es la suposición de que losincrementos cuantitativos se trans-forman –de manera no especifica-da– en cambios cualitativos en elsistema social. Pero argumentar

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televisión representan la verdaderaantítesis de una sociedad de la infor-mación con una audiencia idiotizadaque está siendo inundada con infor-mación basura (Postman, 1985;Washburn y Thornton, 1996).

Este ejemplo alerta sobre un asuntorelacionado con lo anterior, la ten-dencia a pasar por alto cuestionesestratégicas por atender las medi-das cuantitativas (Mosco 2004). Porejemplo, datos sin analizar sobreempleos en el sector de la informa-ción ignoran las diferencias entregrupos, equipara, a trabajadoressociales con operadores de bolsa, aprofesores de escuela con ejecuti-vos corporativos u oficinistas conabogados. Todos por supuesto sontrabajadores del sector de la infor-mación, por lo que los igualan entérminos estadísticos, sin embargohay diferencias entre ellos. Enforma similar, la disposición delpostmodernista Jean Baudrillard(1983) para anunciar la “implosión”de significados en el reino de lossignos, coloca los programas deentretenimiento, de noticias y losdocumentales en el mismo plano–como elementos que los especta-dores puedan apreciar en cualquierforma en que estén dispuestos.

Se pueden hacer muchas críticassobre los métodos utilizados paramedir una sociedad de la informa-ción. Todas llevan al punto de que sibien las estadísticas pueden pare-cer firmes y precisas, tras ellas des-

aparentemente concluyentes, lascuales son resultado de la aprecia-ción de los investigadores sobre laforma más apropiada en que debenclasificarse los empleos.

En relación con la medición de lastecnologías de la sociedad de lainformación también hay objeciones.A primera vista, las mediciones de lastecnologías parecen ser consistentespero ¿qué debe entenderse cómotecnología relevante? Computadoraspersonales, comunicación de compu-tadora a computadora, video, inter-cambios telefónicos, cable, videocá-maras, satélites, videojuegos, misiles

cansa una gran dosis de subjetivi-dad e interpretación variable. Porejemplo, distinguir entre empleosinformacionales y no informaciona-les es una tarea difícil que involucradiferencias de grado, más que declase. Así, un reparador de fotoco-piadoras es considerado como tra-bajador del medio de la información,en virtud de que trabaja con tecnolo-gías avanzadas, mientras que ungranjero es visto como un trabajadormeramente manual, aunque proba-blemente requiera una gran canti-dad de información en la realizaciónde sus tareas. El punto es que debe-mos ser escépticos sobre las cifras

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tres cuartas partes del camino encomparación con una sociedad de lainformación ya madura que tieneuna red de información establecida(pero una vez más, ¿cuándo se con-sidera red una red?)

Una crítica común en relación conlas concepciones tecnológicas deuna sociedad de la información esque son deterministas (Dickson,1974). En primer lugar asumen quela tecnología es la fuerza principalen el cambio social, de ahí que susargumentos se refieren al “mundode la máquina de vapor”, a la “eraatómica” y a la “sociedad computari-zada”. Un momento de reflexiónrevela que la historia es mucho máscomplicada. Por ejemplo, es claroque el clima, los depósitos minera-les, la economía, la educación, laguerra y muchos otros factores hancontribuido al cambio social, siendoalgunos de estos fuerzas poderosasque han influido por sí mismas en lainnovación tecnológica (considere-mos, por ejemplo, la influencia de laguerra y las presiones de la defensaen el desarrollo de altas tecnolo-gías). En segundo lugar los determi-nistas tecnológicos trabajan con unmodelo que sostiene una claraseparación entre tecnología y socie-dad, en el cual la tecnología esajena, de alguna manera, a lainfluencia social, pero está destina-da a tener los más profundos efec-tos sociales. Aquí, la tecnología estáaislada para la sociedad, pero escapaz de destruir las relaciones

dirigidos, reproductores de CD,tan pronto como uno empiezala lista surgen los problemas.Una vez más ¿cuál de la largalista de tecnologías potencia-les puede tener prioridad sobrelas otras?, ¿los sistemas en redestán por encima de las com-putadoras personales?, ade-más ¿cómo mide uno las com-putadoras: por el poder de suprocesador, por su uso (lasmáquinas en oficinas grandesal parecer son utilizadas demanera más rigurosa queaquellas que están en loshogares) o por el costo? y ¿có-mo puede uno valorar el papelde los paquetes de cómputoen la expansión de las tecnolo-gías de información?

Finalmente, pero no menosimportante, aún cuando seesté atento a las dificultadesque trae consigo tratar deestablecer las tecnologías quedeben ser cuantificadas ycómo deben ser sopesadasunas frente otras, surge lapregunta irritante: ¿cuántatecnología debe haber en unlugar para que los comentaris-tas describan algo como unasociedad de la información?No es frívolo preguntar si lasociedad de la información esaquella en la que todos tienenuna computadora personal ensu casa o si es más apropiadodesignarla como que está a

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sociales establecidas. Tal vez poresta razón, el desarrollo tecnológicose presenta con frecuencia comoalgo incomprensible, dirigido porinventores excéntricos, que impactaa la sociedad cuando se ofrece a unpúblico inexperto. Insisto, sin embar-go, es difícil darse cuenta de que latecnología es una parte de la socie-dad, susceptible de ser modeladapor ésta a través de factores talescomo: la prioridad de las inversionesde cuerpos corporativos y guberna-mentales, oportunidades de merca-do y los compromisos con esosvalores. Aceptando esta posición,las dudas recaerían en aquellosautores que consideran que lasinnovaciones tecnológicas puedendefinir un nuevo tipo de sociedad dela información (MacKenzie, 1996).

¿Qué es información?

Cuando se ven por primera vezestadísticas con gráficas sobre elaumento de información, podríaparecer que estamos usando untérmino preciso y ampliamentecomprendido. Al principio, por lomenos, parece no existir problemaal observar que la informacióncrece en el número de títulos derevistas, libros en las bibliotecaspúblicas, tráfico telefónico, cursosde educación superior, ventas portelevisión, sitios web, flujos de inter-cambio, bases de datos en línea,computadoras personales, etcétera.

datos e ideas que son identifica-bles, organizados, frecuentementecomunicados, almacenados endiferentes formatos (libros, televi-sión, etcétera) y utilizados conalgún sentido (Stevens, 1986: 9). Sinembargo, es importante notar quela ingeniería no entiende de estamanera a la información, pues paraella consiste en un asunto de medi-ción de señales (Shannon andWeaver, 1964 [1949]). Así las medi-ciones del crecimiento de la infor-mación que tienen que ver con elpoder de procesamiento de compu-tadoras o la velocidad de los nivelesde transmisión por intercambios detelecomunicaciones, remiten a unadefinición tecnológica del términoque ignora el contenido. Quienesdefinen la información en términossemánticos, y quizá observan laextensión de signos y símbolos enpublicidad y en televisión, estánconcibiendo una idea de la informa-ción distinta. Por otra parte, aque-llos que interpretan el crecimientode la importancia de la informaciónen términos económicos –digamosla expansión del negocio de publici-dad o el comercio de materiales devideo– adoptan una concepción dela materia que puede ser evaluadapor su costo, pero que es una defi-nición que pasa por alto cuestionesde semántica. Otra de las formasmás comunes de identificar unasociedad de la información es con-tando el número de trabajadores deinformación, una definición deinformación que se centra en un

No obstante, estamos frente a unadificultad que es la forma licenciosaen la cual se utiliza el término infor-mación. Cuando se unen significa-dos de esta manera, se colapsandiferentes concepciones delmundo. Entre más cerca se exami-na lo que se entiende por “informa-ción”, más difícil parece encontraruna definición precisa, no ambigua.Algunos autores utilizan el términocomo si el significado fuera eviden-te, pero están equivocados en ello.Así Norman Stevens concluye que“actualmente son tan diversas lasdefiniciones de información, que esimposible conciliarlas”, luego insiste“existe poca consistencia en laforma en que se usa el términoinformación, lo que resulta en lapresunción, probablemente inco-rrecta, de que existe una definiciónamplia que permite el uso del térmi-no en todos los campos y que esclaramente comprendida” (1986: 5).

Entre la diversidad de definicionesde información en juego, ZhangYuexiao (1988: 400) reporta que sehan identificado unas cuatrocientasconcepciones de información pre-sentadas por investigadores envarios campos y culturas. Lo másdestacado es la división entre losenfoques que conciben la informa-ción en términos no semánticos yaquellos que insisten en que esalgo que tiene un significado. Laúltima es la definición más amplia-mente comprendida, en la cual lainformación es entendida como

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proceso, más que en un producto,enfocando en lo que la gente hacemás que en lo que produce. Estopuede ser intrínsecamente intere-sante, pero es una noción diferentede información de aquella en la quese enfatiza su expresión en objetostales como libros y computadoras.

Esta falta de precisión, y el hábito deunir concepciones muy diversas enuna sola categoría debería estimularel análisis profundo de un términoimpreciso, que ha sido usado bastan-te promiscuamente en los añosrecientes. Dicho esto, TheodoreRoszak’s (1986: x) hace la observa-ción de que es la vacuidad de lapalabra información lo que paradóji-camente ha permitido “llenarla conun glamour irresistible”, por lo quemerece una seria consideración. Enrealidad, cuando encontramos escri-tores que insisten en que más infor-mación es lo que caracteriza a unasociedad de la información, podemoscuestionar qué es lo que están con-siderando como información. MichelFoucault (1980) exhortó a los estu-diosos a analizar las formas en lasque se habla de las cosas, argumen-tando que el examen de la construc-ción de los “discursos” puede ser tanesclarecedor como subversivo. Enuna relación foucaultiana de lagenealogía de “información”, miraratentamente a las varias formas enlas que el término es concebido yaplicado por teóricos de la informa-ción, científicos en computación,semiólogos, bibliotecólogos, sociólo-

razón de que evoca mucho másque conjuntos aglomerados deinformación), los asuntos estánorganizados y ordenados de talforma que se prioriza la teoría.

Vale la pena anotar que Daniel Bellpresenta esto como un “principio eje”de la sociedad post-industrial y que,aunque el peso de su análisis seinclina por el crecimiento cuantitativoen empleos en servicios [es decir, eninformación] como indicadores delpostindustrialismo, es enfático enque “lo que es radicalmente nuevoahora es la codificación del conoci-miento teórico y su importancia parala innovación” (1979: 189).

Es fácil comprender lo que Bellquiere decir con esto cuando con-trastamos la sociedad post-indus-trial con su predecesora sociedadindustrial. Se argumenta que en elpasado las innovaciones eranhechas sobre todo por “pensadorestalentosos e inspirados que eranindiferentes a la ciencia y a lasleyes que fundamentaban susinvestigaciones” (Bell, 1973: 20). Encontraste con esta orientaciónpráctica y de solución de proble-mas, Bell sugiere que las innovacio-nes en nuestros días empiezan conpremisas teóricas. Esto es, ahoraque hemos llegado a una situaciónen la cual es posible codificar prin-cipios científicos conocidos, nues-tro conocimiento de estos se vuel-ven el punto inicial de la acción. Eneste sentido, lo que alguna vez fue

gos y economistas, puede servir parahacer una lectura ilustrativa. Cuandomenos ello nos llevaría a dudar antesde hacer afirmaciones radicales en elsentido de que la “información” estátransformando los fundamentos dela vida tal como la conocemos.

Conocimiento teórico

Existe otra propuesta fascinante,aunque un tanto imprecisa, quetiene que ver con que estamos enel inicio de una nueva y distintasociedad de la información, aún sinla necesidad de reflexionar sobrelos significados de informacióndesarrollados. Esta propuesta haceque ya no busquemos medidascuantitativas de la expansión de lainformación (trabajadores en infor-mación, comercio de información,etcétera) porque se ha producidoun decisivo cambio cualitativo enlas formas en que se usa la infor-mación. Esto marca una rupturacon el pasado tal, que legítimamen-te nos podríamos referir a la llegadade una sociedad de la información.

Desde este punto de vista, unasociedad de la información esaquella en la cual el conocimientoteórico adquiere una ventaja que notenía. El tema que unifica lo que enrealidad es un rango diverso depensadores, es que en esta socie-dad de la información (aunque fre-cuentemente se prefiere “sociedaddel conocimiento”, por la obvia

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considerado inútil, –como “sólo teo-ría”– se ha convertido en el eje delas innovaciones prácticas.

Una vez más, es fácil encontrarejemplos de este “cambio en elcarácter del conocimiento mismo”(1973: 20): el trabajo de Alan Turing“Sobre los números computables”publicado en 1937, propone princi-pios matemáticos que fundamenta-ron aplicaciones posteriores encomputación; el desarrollo de cir-cuitos integrados, que permitió la“revolución microelectrónica” de losaños setentas estuvo basada en

dente, quizá, que encontremos queel historiador Eric Hobsbawm con-firme la percepción de Bell, conclu-yendo que durante este siglo “losteóricos han estado en el asientodel conductor... diciendo a los pro-fesionales lo que ellos deberíanbuscar y encontrar a la luz de susteorías” (1994: 534–5).

Bell lleva considerablemente máslejos su argumento de lo que elllama “la primacía del conocimientoteórico”, al sugerir que este es pree-minente no sólo en el reino de lainnovación tecnológica, sino enasuntos políticos y sociales. Porejemplo, los gobiernos ahora intro-ducen políticas basadas en modelosteóricos de la economía. Estos sondiversos – Keynesiano, monetarista,supply side, laissez-faire, colectivis-ta– pero cada uno sustenta lasdecisiones que los ministros debentomar día con día en respuesta aexigencias prácticas. Por otro lado,es sano reflexionar sobre las políti-cas contemporáneas orientadashacia la solución de problemasambientales. Se vuelve evidente queestas no son meras respuestas apresiones de problemas particulares(un derrame de petróleo en el mar, ladesertificación). Ellas involucrantales contingencias, pero tambiénson propuestas basadas en modelosteóricos de sustentabilidad de losecosistemas. Los debates sobre elmedio ambiente se nutren continua-mente con proyecciones teóricassobre asuntos como el crecimiento

principios conocidos de física sobreel estado sólido; y las innovacionesen áreas tan diversas como tecno-logía de discos compactos, láser yenergía nuclear, se basaron enavances en física teórica, que fue-ron considerados, al menos inicial-mente, sin aplicaciones prácticas.En realidad, es bastante difícil pen-sar en aplicaciones tecnológicas ennuestros días que no dependan deconocimientos teóricos, ya sea elcálculo para suministro de aguapotable en las casas, la construc-ción de aviones, puentes o la gene-ración de energía. No es sorpren-

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poblacional, abastecimiento depeces y la condición de la capa deozono. Las políticas prácticas sóloson imaginables sobre la base demodelos teóricos: por ejemplo, lareacción adecuada a un verano máscaliente o seco que lo normal en elReino Unido, es comprensible sóloen un contexto de modelos teóricossobre la posibilidad y consecuenciasa largo plazo del calentamiento glo-bal. Seguramente tales modelos sonen el presente rudimentarios y faltosde refinamiento, pero ellos, junto conotras instancias nos ayudan a verque, aunque el conocimiento teóricono tiene la “verdad” en ningún senti-do absoluto, sí juega un papel deci-sivo en nuestras vidas.

El conocimiento teórico es sin dudauna idea atractiva, la cual a primeravista define un nuevo tipo de socie-dad que depende de la generación yuso de la información/conocimiento.Si la teoría se encuentra en el puntode partida del desarrollo, en contras-

mente también está presente en unamplio rango de profesiones, talescomo arquitectura, construcción,manejo de alimentos y aún en eldiseño de prendas de vestir.

Con todo, existen aquellos queampliarían la noción de conoci-miento teórico para abarcar unrango más amplio, todo lo quepudiera ser citado como evidenciade una sociedad basada en conoci-miento. Aquí, por ejemplo, unopodría incluir la capacitación demuchos empleados de cuello blan-co en leyes, servicios sociales, con-taduría, etcétera, como evidenciade la primacía del conocimiento enel mundo contemporáneo. En reali-dad se podría argumentar que, porlo menos, toda la educación supe-rior tiene que ver con la transmisiónde conocimiento teórico. Despuésde todo existe consenso al menosen Gran Bretaña, de que la rápidatransición a la educación superiormasiva (cerca del treinta por ciento

te con las antiguas demandas prácti-cas, entonces tal conocimiento sepodría decir que anuncia un nuevotipo de sociedad. Además, no sóloestamos hablando aquí de más tra-bajadores de cuello blanco o más bitsde información, sino de un nuevoprincipio fundacional de la vida social.

No obstante, una gran dificultadque presenta este concepto es pre-cisar qué estamos entendiendo porconocimiento teórico (Kumar, 1978:219–30). La Teoría evoca reglasabstractas y generalizables, leyes yprocedimientos, y con esto, sepuede estar de acuerdo en que losavances, especialmente del conoci-miento científico, han resultado ensu codificación en textos estudia-dos por profesionales en formaciónque las integrarán en su trabajopráctico. Se puede pensar que esteprincipio está en el corazón de losproyectos de investigación y desa-rrollo que están a la vanguardia delas innovaciones, pero evidente-

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de jóvenes asistiendo a las universi-dades) ha sido necesaria para pre-parar un gran número de personaspara operar con éxito en la “socie-dad del conocimiento” (Webster,2000). Tal conocimiento se transmi-te codificado y por lo general seabstrae de sus aplicaciones prácti-cas, incluso es generalizable, aun-que es seguramente diferente enorden y magnitud al conocimientoteórico expuesto por ciencias comola física y la química.

Nico Stehr (1994) al proponer queestamos en una “sociedad delconocimiento”, amplía la definiciónde teoría argumentando que ahorael conocimiento se ha convertidoen un elemento constitutivo de laforma en que vivimos. Recurrir alconocimiento teórico es ahora cen-tral en casi todo lo que hacemos,desde diseñar nuevas tecnologías yproducir objetos cotidianos, hastadar sentido a nuestras propias vidascuando hacemos uso de grandesacervos de conocimiento paraentender mejor nuestra posición.

Estamos ampliando en gran parte laidea de conocimiento teórico, lo cuales útil en tanto que Sther hace ecodel trabajo del teórico social AnthonyGiddens que merece comentarios.Stehr propone una tipología triple deldesarrollo del conocimiento: signifi-cativo, que es el ideal de la etapa dela Ilustración, es decir el conocimien-to para una mejor comprensión; pro-ductivo, que es el conocimiento apli-

reflexividad de actores e instituciones,descansa en información/conoci-miento. Por supuesto, una parte deestos conocimientos son locales yparticulares (la propia biografía refle-jada en los registros de ventas y exis-tencias de una compañía), pero unagran parte también es abstracta,emana especialmente de los medioselectrónicos y de otros, principalmen-te de las instituciones educativas. Sise acepta el argumento de Giddensde que vivimos en un mundo de “altamodernidad” en el que la reflexividades mucho mayor que antes, es posibleconcebir esto como un aumento de laimportancia que tiene la información yel conocimiento en la vida contempo-ránea. Un mundo de elecciones paraorganizaciones e individuos dependede la disponibilidad y generación deinformación rica y detallada. Si sesigue el argumento de Giddens deque la nuestra es una era de reflexivi-dad intensificada sobre la cual fragua-mos nuestras condiciones tantomateriales como sociales, entoncesde ello sigue que esto sostendrá ydemandará un ambiente de informa-ción complejo y profundo. Éste no esquizá la misma clase de conocimientoteórico que ha propuesto Daniel Bell,pero en tanto que es abstracto y codi-ficado entonces puede ser incluido enuna categoría amplia y apropiada.

No obstante, existen razones por lascuales podríamos dudar en describiruna nueva sociedad de la informa-ción en estos términos. Al menos eslo que el mismo Anthony Giddens se

cado a la industria y de acción, quees el conocimiento íntimamenteconectado a la producción, por ejem-plo, la inclusión de dispositivos inteli-gentes y su influencia en el desem-peño de las actividades cotidianas.Esta última forma de conocimientoparece cercana al énfasis deGiddens en lo que llama reflexividadintensificada en la “modernidad tar-día”. Lo que Giddens destaca es quecada vez más la modernidad ha sidouna historia de liberación de las res-tricciones de la naturaleza y de cier-tos patrones de la vida en comuni-dad, en la cual, parece que uno tieneque haber hecho lo que hizo como sifuera un asunto de “fatalidad o desti-no” hacia individuos y grupos, toman-do opciones acerca de sus destinospropios y colectivos en circunstan-cias de “incertidumbre fabricada”. Esdecir, el mundo está cada vez menosdelimitado por barreras fijas, nomodificables, más bien se le recono-ce como algo maleable y que esresultado de decisiones humanas.Un requisito para ello es el aumentode interrogantes propias y colectivas,es decir la reflexividad, aunque estono se perciba como asunto de asimi-lación propia. Al contrario se estable-cen premisas sobre apertura deideas, información y teorías de muydiversas áreas, que son analizadas eincorporadas como circunstancias yasí poder decidir (c.f. Lash 2002).

Un punto clave aquí es que una socie-dad “post-tradicional” (Giddens, 1994)que se caracteriza por una mayor

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resiste a hacer. Mientras que enfati-za que un “mundo de mayor reflexi-vidad es un mundo de personasinteligentes” (1994: 7), parece pocodispuesto a presentar esto comoalgo distinto a una continuación detendencias de larga duración. Lavida en la actualidad es sin dudamás rica en información, lo cual noes suficiente para justificar proyec-ciones de que esto represente unnuevo tipo de sociedad.

Giddens también genera dudasacerca de que el conocimiento teó-rico sea una novedad. Hace algu-nos años observó que “no hay nadaque sea particularmente nuevo enla aplicación del ‘conocimiento teó-rico’ (...). En realidad (...) la racionali-dad de la técnica (…) es el factorinicial que desde el principio ha dis-tinguido la industrialización de otrasformas precedentes de ordensocial” (1981: 262). Así, regresamosal problema de designar comonueva la sociedad actual, en la cualprevalece el conocimiento teórico.

La objeción de Giddens tambiénalude a la pregunta clave: ¿qué esexactamente lo que los autoresentienden por conocimiento teóri-co? Es claro, por la cita anterior,que Giddens cree que la concep-ción sociológica clásica de MaxWeber sobre la racionalidad formalque sostiene a la acción propositiva(manifestada comúnmente en elcrecimiento de las estructurasburocráticas) podría aplicarse en

toreo sistemático de actividades queestán (re)organizadas con base enprincipios establecidos (de toxicidad,márgenes de seguridad, etcétera),entonces esto todavía es un asuntomás. De manera alternativa, si elconocimiento teórico se entiendecomo una tendencia de muchísimamás reflexividad entre individuos einstituciones, con base en la cualmodelan sus acciones futuras,entonces, nuevamente es otro asun-to. Finalmente, si el aumento delconocimiento teórico se caracterizapor la extensión de la certificacióneducativa –una estrategia común–entonces esto es introducir aún otradefinición significativamente distinta.Tales imprecisiones pueden condu-cirnos a ser cautelosos al considerarel conocimiento teórico como unmedio sólido para distinguir unasociedad de la información, aunqueese giro decisivo hacia la primacía dela teoría, parece ser un rasgo carac-terístico de la historia reciente. Éstaes, desde mi punto de vista, la con-cepción de sociedad de la informa-ción más verosímil de todas.

Conclusión

Se examinaron seis concepcionesde la sociedad de la informaciónseparables por análisis. Se argu-mentó que todas son cuestionablesen mayor o menor grado, de talforma que la idea de una sociedadde la información no puede soste-nerse en la mayoría de sus medi-

una definición. Después de todoimplica principios abstractos y codi-ficables, reglas y regulaciones (lamaquinaria burocrática entera),también requiere el dominio deconocimiento abstracto de los par-ticipantes (cómo trabaja el sistema).El conocimiento teórico, en estostérminos, no es más que aprenderlas reglas y procedimientos decómo funcionan las burocracias. Sies así, entonces la pregunta forzo-sa sería ¿cuál es específicamentela novedad al respecto?

Esto nos conduce a una queja másamplia acerca de la imprecisión deltérmino “conocimiento teórico”. Si,por ejemplo, la “primacía del conoci-miento teórico” se refiere a principioscientíficos conocidos (el punto deebullición del agua, la conductividadde los elementos, etcétera), queestán codificados en textos, esto esun asunto. Sin embargo, si el conoci-miento teórico es concebido como lainclusión de modelos hipotéticostales como la relación entre inflacióny desempleo, pobreza y oportunida-des de vida, o clase social y oportuni-dades educativas, entonces es otroasunto. Puede ser que tal conoci-miento teórico se distinga de lasleyes físicas solamente por el grado,no obstante sigue siendo una dife-rencia importante. Si el conocimientoteórico se percibe como lo relevantede los sistemas expertos que operanservicios en la vida moderna talescomo agua y drenaje, control aéreo yredes telefónicas, a través del moni-

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ciones. En cada caso los criteriosde definición son imprecisos yvagos. Más aún, la afirmación deque la sociedad de la informaciónmarca cambios profundos en nues-tras formas de vida, no puede apo-yarse en los índices cuantitativosque se proponen comúnmente. Nohay duda de que en los paísesavanzados las tecnologías de infor-mación y comunicación se hangeneralizado y de que la informa-ción ha crecido en su valor econó-mico como sustento de muchasactividades y en su producción sim-bólica. Pero es errónea la idea deque todo ello podría significar elcambio hacia una nueva sociedad,una sociedad de la información. Dehecho, lo que es más sorprendenteson las continuidades de la era pre-sente, con los órdenes sociales yeconómicos previos. Los desarro-llos informacionales han sido fuer-temente influidos, por restriccionesy prioridades conocidas (H. Schiller,1981, 1984, 1996; D. Schiller, 1999).Como Kumar Krishan ha concluido,la explosión de la información “noha producido un cambio radical, enel modo en el que se organizan lassociedades industriales o en ladirección hacia la cual se han esta-do moviendo. Los imperativos debeneficio, poder y control parecenhoy tan predominantes como fue-ron en la historia del capitalismoindustrial. La diferencia radica en elmayor rango e intensidad de susaplicaciones… no en el cambio delos principios en sí mismos” (1995:

154). Es irónico que el conceptomás persuasivo de una sociedad dela información, el que se centra enel papel del conocimiento teórico,sea el menos comúnmente sugeri-do por los partidarios a la sociedadde la información. �

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